domingo, 6 de marzo de 2011

GWD 23.150. Sueños, misterios y una gran esperanza

En la cocina de la casa la pequeña Amatista trataba trabajosamente de abrir un bote de mermelada. Desgraciadamente, por más que lo intentaba la tapa estaba muy fuerte para ella y eso casi la hacía llorar de frustración. Por más que insistía en abrirlo no podía. Entonces y como si de un bálsamo se tratase, escuchó detrás suya la voz condescendiente y cariñosa de su madre.



-No, Amatista, tú aún eres muy pequeña, cariño. Deja a mamá.- Esmeralda sujetó el bote y tras un pequeño esfuerzo lo abrió con facilidad. -

-¡Mamá!,- la niña, mirando hacia arriba dijo algo enfurruñada para declarar. - ¡Yo tero ayudá, tero ayúdate, mami!

-¿Quieres ayudarme, nena? - Sonrió su interlocutora visiblemente divertida. –

- ¡Sii! – Exclamó la pequeña afirmando – ¡Yo també tero cociná buñeos!



Y la mujer, agachándose para estar a la altura de su hija, le respondió susurrándole con ternura



-Claro que sí, mi amor, ven aquí.



La cría obedeció y su madre, tomándola cariñosamente de la mano, la llevó hacia la despensa y de allí sacó una bolsa de harina. Luego echó el contenido de la misma en un tazón y añadió leche. Cuando espesó, lo sacó a una bandeja y le dijo a la niña.



- Ahora, tú vete sacando pedacitos y haces bolitas, luego mamá las meterá en el horno. ¿Vale cielo? ¡Verás que buñuelos más ricos hacemos para acompañar el pastel!

-¡Qué ben! - exclamó la pequeña que asintió enérgica y muy contenta, se alegraba de que hubiese una cosa que ella pudiera hacer. - Mami, ¿hago gandes las boitas? - Inquirió muy seria lo que provocó la sonrisa de su madre que le aconsejó.-

-No mucho, mira, así...- y Esmeralda hizo una pequeña bolita de demostración que dejó al lado de la mesa. -



            Amatista se afanó en imitarla, sus bolitas no eran muy redondas pero hacía lo que podía, como había mucha harina hizo bastantes, cuando terminó declaró orgullosa.



-¡Ya etá… mami...mete las boitas en el hono!..



            Su madre estaba ocupada cocinando el verdadero pastel, por suerte era previsora y había hecho buñuelos también. Engañó a la inocente niña haciéndola creer que metía sus bolitas en el horno. Luego le pidió a la cría que fuera a traerle un delantal que había dejado en el cuarto de al lado. Amatista corrió a buscarlo y Esmeralda aprovechó para sacar las bolitas de su hija y tras esconderlas en un bote que tapó, sustituirlas por los buñuelos. Luego simuló conectar el horno cuando  su entusiasmada hija regresó con lo que le había pedido.



-Toma mamá.- Le dijo la pequeña alargándole el delantal.-



Esmeralda se lo puso con gesto divertido, su hija le había traído uno que tenía un dibujo con dos conejitos muy graciosos, regalo de unas viejas amigas y compañeras de aventuras. Amatista al verla también quiso su delantal y su madre le puso uno rosa con una gran flor en el centro.



-¿Cando etarán los buñelos?...- preguntó la chiquilla, dominada por la impaciencia de ver sus bolitas transformadas en los deliciosos buñuelos de su mamá. -

-Pronto cielo, pronto. ¡Una buena cocinera debe de tener paciencia! - rio Esmeralda mesando amorosamente los graciosos cabellos trigueños rizados de su hija. -





            Tras tan solo cinco minutos que a Amatista se le hicieron eternos, su madre hizo sonar el timbre del horno y dijo con una fingida solemnidad.



-Ya están listos...los buñuelos de mi niña...

-¡Sácalos mami! ¡Quero velos!...- le pidió la cría dando saltos, llena de ganas de comprobarlo. -



            Tras proveerse de un par de manoplas para dar más verosimilitud a su actuación Esmeralda sacó la bandeja y se los mostró a su hija. Amatista comenzó a saltar otra vez muy contenta y a bailotear con un buñuelo en la mano...



-¡Se hacé buñelos, sé hacé buñelos! - Repetía entusiasmada mientras su madre la miraba con una gran sonrisa. -



            En ese momento se escuchó el sonido de la puerta de fuera, al cabo de un momento, el de unos pasos que se dirigían hacia la cocina. La puerta se abrió y entró Diamante que volvía del trabajo. Parecía cansado pero su expresión se alegró al instante cuando se reunió con su esposa y su hija. Amatista corrió hacia su padre para contarle lo que había hecho, éste se arrodilló como antes Esmeralda, para estar a la altura de su pequeña.



-¡Papi...mía, sé hacé buñelos!,- repitió agitando el que llevaba en la mano. -

-¡Vaya, así que mi niña es una cocinera de verdad!- rio él. - Ya ayudas a mamá ¿eh? ¡Qué buena pinta tienen!,- alabó en tanto miraba a Esmeralda y ambos se sonreían con complicidad, observando encantados la alegría que mostraba la cría. – Seguro que estarán muy ricos.

-Papá, cómete uno.-  Le pidió la niña y obedientemente Diamante abrió la boca. Amatista le metió el buñuelo que llevaba en la mano y entonces le pidió también a Esmeralda. - Mami, tú cómete oto.- Le dio otro a su madre de la misma manera. -

-Vaya, están muy buenos.- Declaró Diamante al terminar de comérselo para preguntar con jovialidad -¿Y los demás buñuelos? ¿Nos guardarás alguno, verdad?...

-Todos para mí,- dijo muy seria la pequeña a la par que añadía convencida. - Mami no pue comé más o se pondá gorda. - Repetía lo que había escuchado decir a su madre muchas veces por motivos de trabajo  y agregó ahora dirigiéndose a su padre - .Y tú, poque sino te haces más gande y no podás entar en casa.- Afirmó convencida señalando al marco de la puerta, puesto que su padre casi se daba con él. Dicho esto se metió un buñuelo en la boca. -Ta muy gueno - declaró mientras masticaba -...



            Sus padres se reían a carcajadas y la abrazaron levantándola y tomándola en brazos, tras darles varios besos, dejaron esa bandeja cuidadosamente en una mesa cercana.



-¡Tero más!- Pidió la chiquilla.-

-Ten cuidado, no te vayan a sentar mal. - Le previno su padre.-

-Sí hija, ten mucho cuidado…- Sonó la voz de Esmeralda, pero ésta vez no era ya jovial, ni divertida como hasta entonces, sino grave y preocupada.-



            Casi enseguida el sueño se fue desvaneciendo. Sin apenas transición, Amatista se vio sola y ahora adulta mirando hacia la negrura del infinito y  entonces, cuando creía que la desolación iba a invadirla, escuchó la voz de sus padres...



-Amatista, hija mía,- le decía amorosamente su madre. - No temas, nosotros siempre estaremos contigo...

-Ten valor, todo saldrá bien. Los entes del olvido no triunfarán mientras el amor gobierne vuestros corazones.- Añadió su padre. -

-¡Papá!, ¡mamá!... ¡os echo tanto de menos!,- respondió llorosamente la chica, una lágrima caía por sus mejillas en tanto deseaba en voz alta. - Ojalá yo sea tan buena madre y Leval tan buen padre para nuestro hijo como lo habéis sido los dos para mí.

-Tened cuidado,- respondía la voz de Esmeralda llena de preocupación. – Os han encontrado. Ellos se acercan. Ya nada les retiene, casi han llegado a vosotros. Debéis prepararos para la confrontación decisiva...

-Mamá, papá ¿Cómo podremos vencerles? - Preguntaba la angustiada muchacha. -

-No abandonéis nunca el círculo del amor, ese círculo os llevará a la luz del Creador. Mantened ese círculo de luz en vuestros corazones puros, unidos a vuestro hijo. Eso es lo único capaz de detenerlos, solamente así los venceréis. – Le contestaron ambas voces al tiempo como si estuvieran fundidas en un susurro cada vez más tenue, hasta que todo eco de las mismas desapareció en tanto resonaba.- El círculo del amor llevará al de la Luz…y entonces él se manifestará…



            Amatista musitaba en sueños y lloraba. Las lágrimas le hicieron abrir los ojos y se encontró en la cama al lado de Leval que dormía. Todavía recordaba las últimas palabras de ese sueño,  el círculo de la luz ¡Ojalá supiese cual podría ser su significado!



-Mamá, Papá.- No sé lo que puedo hacer…tengo miedo…me siento tan…perdida.- Musitó enjugándose aquellas lágrimas.- Os necesito…



 Suspiraba tratando de calmarse. Pero realmente estaba próxima a desesperar. Antes, cuando era esa niña pequeña , llena de candor y de alegría, siempre tenía a sus padres ahí. En aquellos días antes de que comenzaran a dejarla tanto tiempo seguido en el internado. Con solamente cuatro años no importaba lo que sucediese, fuera lo que fuera, sus padres lo arreglaban. ¡Ojalá pudiera ser igual ahora!.



-Pero ahora la madre soy yo. Es mi hijo quien necesita ser protegido. ¡Y no sé cómo hacerlo! ¡No tengo las respuestas!- Sollozaba la joven presa del desasosiego.-



En la Tierra, en ese mismo momento, era de noche en la casa de Diamante y Esmeralda. Ésta se despertó también. Se levantó de la cama y fue a mirar por el balcón. Su esposo se levantó igualmente al sentir el frescor de la brisa nocturna  y salió junto a su mujer...



-¿Qué te ocurre, Esmeralda? - Se interesó él. - ¿No puedes dormir?...

-Diamante, Amatista nos necesita. ¡Nuestra hija está en gravísimo peligro, lo sé! - le advirtió ella muy preocupada.-

-Pero cariño, ¿a qué te refieres? , solamente habrá sido una pesadilla.- Respondió él sin darle mucho crédito. - ¿Que has soñado?

-He soñado con aquella vez que hice buñuelos con ella y cómo la engañé para hacerla creer que la masa de harina que metió en el horno se convertía en ellos.- Le contó su inquieta esposa. -

-Sí, lo recuerdo, quería comérselos todos. ¡Menos mal la convencimos de que no lo hiciera!–Repuso su esposo con una sonrisa, añadiendo despreocupadamente. - Pero es sólo eso, un sueño. Además, no veo que pueda tener de malo. Lo que pasa es que estás nerviosa sabiendo que a nuestra hija le queda poco para salir de cuentas. Anda, ven a la cama...

-Pero eso no es todo,- repuso Esmeralda con un tono de gran desasosiego. - Luego sentí algo, era muy frío y trataba de alcanzarla. Algo terrible que la rodeaba. Yo intentaba advertirla e incluso oí tu propia voz que intentaba ayudarla también. ¡Tengo miedo, Diamante! Una vez soñé que el zombi de Rubeus me quería llevar con él al infierno y mira lo que ocurrió años después. - Remachó ella clavando una angustiada  y suplicante mirada en los ojos de su esposo.- Tenemos que hacer algo, por lo menos debemos estar con ella.



            Su marido la observó ahora con preocupación. Su mujer no parecía haber sufrido una mera pesadilla. Comenzó a reflexionar seriamente sobre aquello. Recordaba alguna de sus conversaciones con su mentor, el Chamán Nube Alta. Cuando se preparaba para rescatar a la que hoy era su mujer y la madre de su hija. Incluso después, tras algunos años, cuando visitaron a ese anciano que daba la sensación de seguir igual a como él le conoció. Aunque era lógico por otra parte. Su maestro se mostró muy jovial y despreocupado con la niña que se divertía mucho pintándose la cara y poniéndose plumas en la cabeza, como él. Hasta miraba hacia el cielo e imitaba los grititos característicos de los indios, tapándose y destapándose la boca en tanto lo hacía. Tanto jugaba la pequeña Amatista que incluso Esmeralda llegó a reconvenirla con tono afectuoso pero firme.



-Amatista, cheríe, no debes tocar las cosas del maestro, ni ponerte sus plumas. ¡Y deja ya de hacer eso! Es una falta de respeto.



            La niña hizo un mohín, aquello no le gustó, se lo estaba pasando estupendamente. Fue no obstante Nube Alta quien comentó con tintes despreocupados.



-Tu hija no hace ningún mal. No te preocupes, ella misma es una poderosa presencia. Mis antepasados y los suyos, están complacidos de tenerla aquí.

-Gracias, pero no quiero que juegue con sus cosas. Podría romperlas y son algo muy serio.- Pudo decir la joven.-

-Sí, lo son. Son serias, pero no tan frágiles como crees. - Sonrió el chamán, afirmando pese a todo.- Y te aseguro que no hay mal alguno en lo que tu hija hace. Se está aproximando al conocimiento espiritual.



            La cría prosiguió otra vez con esos grititos y su madre se lo recriminó con tono irritado



-¡Amatista!



            La así interpelada guardó silencio bajando la mirada. Sin embargo, Nube Alta sonrió, posando suavemente mano sobre la cabeza de la niña y elogiándola.



-Lo haces muy bien. Es una auténtica llamada ritual.

-Es divertido hablar con las nubes.- Afirmó la más animada cría.-



            Esmeralda y su marido se miraron con cara de circunstancias. No sabían que decir. Aunque en ese momento Amatista quiso hacer pis y su solicita madre, más aliviada que otra cosa, por aquella bienvenida interrupción, la llevó hacia un recoveco distante de ese picacho. Diamante quedó a solas en el tipi de su maestro y pudo decir algo apurado, como si no hubiese dado mucho crédito a las anteriores palabras del chamán.



-Eres muy amable por tu comprensión, lamento que mi hija lo haya desordenado todo. No debimos dejarla jugar con cosas tan importantes.



            Y su interlocutor, sonriendo débilmente, rebatió a su vez.



-No recuerdo haber ordenado nada. Y en cuanto a la importancia de las cosas, te diré lo mismo que le he dicho a tu esposa. Son importantes en su justa medida.

-Sí maestro, pero Amatista es todavía muy pequeña y no entiende lo que es esto, cree que son simples juguetes.- Acertó a responder el azorado Diamante.-

-¿Cómo lo sabes?- Le inquirió el chamán dejándole perplejo.-

-No te comprendo. ¿Saber el qué?- Inquirió el príncipe de Némesis.-



            Y su mentor, dejó transcurrir unos instantes para aclararle.



-¿Cómo sabes que tu hija desconoce el verdadero significado de estas cosas?

-Bueno, tú me lo dijiste cuando llegué aquí la primera vez. – Arguyó él.- Yo no entendía nada. Estaba realmente equivocado…

-También te dije que debías verlo todo con los ojos de la verdad. Y volver a la inocencia. Tras mucho entrenamiento y meditación al fin lo conseguiste. ¿No es cierto?- Le preguntó su mentor a lo que Diamante asintió, entonces Nube Alta prosiguió.- La verdad es esquiva, cuando vamos creciendo y viendo el mundo nosotros mismos nos ponemos vendas fabricadas con nuestros prejuicios y análisis racionales. También vamos perdiendo la inocencia. Sin embargo, tu hija aún es demasiado joven como para haber erigido barreras conscientes o estar influenciada por lo que otros creen. Y esa inocencia que a nosotros nos cuesta tanto revivir, ella la tiene intacta todavía. Por lo tanto, creo que comprende el auténtico significado de estas cosas, mejor que tú y también mucho mejor que yo.



            El perplejo Diamante no fue capaz de responder a eso. Justo en ese momento además, Esmeralda volvía de la mano de su pequeña. La niña traía una gran pluma que entregó al anciano chamán con gesto entusiasmado en tanto le decía.



-¡Para ti, Nube Alta!

-¡Oh!, Gracias…- Sonrió ampliamente el indio alabando con tono sincero.- Es una gran pluma de águila…



            Y ante la atónita y algo envarada mirada de Esmeralda, que se excusó alegando que la cría la había encontrado por allí y quiso traérsela sin más, el chamán les explicó a ella y a su esposo.



-“Las plumas tienen un gran significado para los Nativos Americanos. Una pluma no es sólo algo que cae de un pájaro, significa mucho más. La pluma simboliza la confianza, el honor, la fuerza, la sabiduría, el poder, la libertad y mucho más. Recibir una pluma equivale a ser elegido de entre el resto de miembros de la tribu. Si un indio recibe plumas de águila americana o dorada, supone uno de los más preciados regalos que puede tener. Creemos que las águilas tienen una conexión especial con el cielo espiritual al volar tan cerca de él. Pensamos que las águilas son enviadas por los dioses y que si recibimos una pluma suya, es un símbolo que viene de allá arriba. Creemos que el águila es el líder de todas las aves porque vuela muy alto y ve mejor que los demás pájaros. ”Fuente https://lamochilaantropologica.wordpress.com/2017/02/11/las-plumas-entre-los-nativos-americanos-2/” - Les relató para añadir dirigiéndose cariñosamente a la pequeña en tanto le acariciaba la cabeza.- Por eso, te doy muchas gracias, Amatista. Este es un maravilloso regalo.



Diamante recordaba aquello de forma vívida. Pudiera ser que su hija tuviese un don después de todo. De hecho, parecía disfrutar de una conexión especial con su madre. Quizás le estuviese transmitiendo su miedo a algo terrible. Pese a eso, para evitar que Esmeralda se asustase más,  le dijo con tono confortador, dando la impresión de querer restarle importancia.



-Si te hace sentir mejor. Iremos a verla. De todas formas el niño está a punto de nacer, la verás enseguida. ¿No será que te preocupas por la salud de nuestra hija para cuando dé a luz? - Insistió reafirmándose en su hipótesis anterior.-

-No es eso. - Negó ella moviendo la cabeza para insistir con vehemencia. - ¡Por favor!, tenemos que ir. Esto es algo con lo que ya me advirtieron hace mucho tiempo. Incluso en mi regreso de los infiernos. No lo he recordado hasta ahora, pero es una amenaza terrible. Debemos ir a ayudarla lo antes posible. Nuestro nieto tiene que nacer para traer la armonía…Y hay poderes muy oscuros y terribles que tratarán de impedirlo como sea… presiento que están rondando ya muy cerca de nuestra hija…¡Solamente rezo para que no sea demasiado tarde!

-Está bien,-   concedió Diamante, él también comenzaba a alarmarse en tanto la abrazaba.- Tranquilízate…



           Él sabía que cuando su mujer había soñado algo en otras ocasiones eso se había convertido en realidad. Sus propios sentidos, adiestrados durante años en artes esotéricas, comenzaban a indicarle que debía hacer caso a su esposa. Pensó una vez más en otra frase de su mentor, cuando éste le dijera.



-No ignores nunca los presagios. Puede que seas capaz de intervenir o no sobre lo que te auguren, pero jamás los desprecies. -Musitó para sí.-



            De modo que, cambió su tono despreocupado por otro más serio y aseguró.



- Muy bien. Reservaré dos pasajes en la próxima nave y nos iremos para allá.

-Gracias, cariño.- Repuso ella más tranquila, se abrazó con más fuerza a su marido y ambos se quedaron absortos contemplando el cielo nocturno a la par que rezando por el bienestar de su hija y su futuro nieto. – Lo único que deseo es que los dos estén bien y a salvo…

-Lo estarán. Nuestra hija siempre ha sabido cuidarse, lo ha hecho desde pequeña. Quizás por eso has soñado con aquel día. El día en el que comenzó a querer hacer las cosas por su cuenta…

-Sí, puede ser.- Afirmó su mujer, que, sin embargo remachó para dejar todavía más inquieto a Diamante.- Pero en esta ocasión, el peligro es demasiado grande. No se puede comparar a nada de lo que hayamos vivido antes. Estoy segura.

-Bueno, acuérdate del propio Fantasma de la Muerte que nos controlaba. Serenity siempre dijo que fue un enemigo terrible.

-Lo fue, desde luego.- Convino su interlocutora que, no obstante, sentenció.- Pero creo que simplemente era un enviado de lo que ahora quiere atrapar a nuestra hija.



            Su marido apenas sí pudo asentir dedicándole a Esmeralda una mirada de honda preocupación. Pero ya no dijo nada más. Esas palabras habían llegado a asustarle. Aquel Sabio maldito se lo confesó antes de acabar con su vida. Era un mero enviado.



-No quiero pensar cómo sería su amo. – Se dijo con desasosiego.-



Pero no podía ceder al pánico. Ni tampoco permitir que su mujer lo hiciera. Ahora más que nunca su hija les necesitaba. De modo que ambos trataron de despejarse con aquella nocturna brisa, asomados al balcón. En Bios curiosamente Amatista hacía lo mismo.



-Papá, mamá.- Musitaba mirando al cielo.- Cuanto os echo de menos.



 Así, refugiándose en el recuerdo de sus seres queridos, volvió a llegar el amanecer. Esta vez no quiso preocupar a Leval y se acostó para que no la descubriese en vela. El chico tardó una hora más en despertarse, para cuando lo hizo su esposa ya dormía, él se levantó ajeno a todo aquello y tras darle a ella un suave beso en la frente se dispuso a comenzar un  nuevo día.



-Descansa cariño.- Le susurró el joven en tanto se levantaba.- Luego nos vemos.



            Su primo  entre tanto ya había empezado su jornada una media hora antes. Estaba despierto pese a ser su día libre. Se ocupaba en tratar de entender las palabras escritas en uno de los pergaminos que Tom le había dejado. Éste se había marchado el día anterior tras despedirse en el astropuerto del propio Mazoui, Leval, Satory, de Neherenia y, por supuesto, de sus propios hijos, Lance e Idina.



-Adiós y tened cuidado.- Le pidió en un aparte a la reina de la Luna desvelándole, o al menos eso pensaba.- Hay algo realmente maligno rondando por aquí. Puede que incluso peor que la propia maldad.

-Lo tendremos. Adiós Tom, cuídate tú también.- Sonrió afectuosamente la joven.-



            De lejos Doran asistió a esa despedida. Por la manera que Neherenia tenía de hablar con aquel hombre debía de ser alguien muy importante para ella. Al separarse el saiyajin la abordó mirándola con una expresión de asombro e incluso inquisitiva. Ella pareció comprender la causa y sonriendo con nostalgia y dulzura le dijo.



-Para mí Tom ha sido como un padre. Me acogió en su casa como si fuera otra más de sus hijas. Eso jamás lo olvidaré. Ni aun con esta amenaza que se cierne sobre nosotros. ¡Ojalá pudiera pagárselo algún día!

-Parece un buen hombre.- Convino él.-

-Es un hombre muy respetado y estimado en nuestro planeta también.- Le comentó Seren que se había aproximado, entrando así en la conversación.- Mis propios padres le tiene en una grandísima consideración.

-Sí, creo acordarme ahora. Mi madre y mi padre me hablaron del hermano del rey Lornd, y de sus amigos. Ese tal Tom era uno de los más allegados al príncipe Asthel. Un hombre de grandes principios y honor.

-Y además, es el padre de Lance y de mi amiga, la princesa Idina.- Le comentó Neherenia al perplejo saiyajin.-



            Ajeno a estas palabras, Tom se abrazó a sus hijos. A Idina le pidió que fuese a verles lo antes posible y a Lance lo mismo, aunque a este le pudo susurrar, aprovechando que su hija charlaba con sus primos.



-Ten muchísimo cuidado, hijo. Del triunfo al fracaso hay una muy fina línea. Y mucho sacrificio.

-Lo sé, papá. Lo tendré. -Le prometió el joven.-

-Y ayuda a Mazoui con sus pesquisas.- Añadió Tom comentándole a grandes rasgos algo sobre unos pergaminos.-



            Lance asintió despacio. Su padre se despidió de él y tras haber abrazado a Leval y desearle que el nacimiento de su hijo fuera pronto y con un desenlace feliz, finalmente, Tom se dirigió a Mazoui y le susurró.



-Estudia bien los pergaminos y aprende de ellos. En ti confío.

-Así lo haré. Trataré de no defraudar tu confianza. – Le aseguró respetuosamente el muchacho.-



Después Tom dio recuerdos para Amatista, Sandy y Coraíon a los que no pudo ver, pero no podía entretenerse en bajar a Bios. Mazoui le prometió que él se encargaría de todo. Tom se fue tranquilo pues, tal y como le dijo, fiaba plenamente en las dotes de su pupilo y sobrino. Así pues, el muchacho se esforzaba por no defraudar la confianza de su maestro pero la cosa estaba difícil. Más que un texto aquello parecía un revoltijo de oraciones figuradas y de acertijos. Un fragmento de los pocos que pudo descifrar trabajosamente, decía.



"La frontera que separa la línea de la realidad es muy tenue y al tiempo difícil de franquear. Únicamente el Mensajero puede atravesarla. La historia podrá reescribirse innumerables veces y un nuevo comienzo llegará para todo lo creado si él subyuga las apariencias no creadas y los non natos, brillando con su resplandor más que los innumerables soles. La Trascendencia debe ser vuelta al círculo de la luz con ayuda del amor, unidad de todas las criaturas creadas. Un gran viaje que servirá de nexo. Una misión trascendente. Sólo así se triunfará sobre el gran caos de la Nada y del olvido..."



-¡Estupendo!- suspiró rascándose la cabeza con gesto pensativo. - ¡Pues vaya lío! No tengo ni puñetera idea de lo que significa esto ¿Qué querrá decir realmente?...



            Decidió aparcar eso por el momento y llamar a Satory, últimamente la había dejado un poco de lado. Ella comprendía la importancia que tenían los estudios de Mazoui y por eso no se enfadó, al contrario. Cuando llamó el chico se llevó una gran alegría, él la invitó a desayunar. Ambos quedaron en el lugar de siempre y allí le contó lo que había leído. La atónita chica se limitó a encogerse de hombros.



-A mí, eso me suena a chino, lo mío es la bioquímica y la astronomía, no la metafísica, ni la astrología. Lamento no poder ayudarte, cariño. - Declaró la desconcertada muchacha. -

-Ya,- respondió  su prometido con una mano apoyada en la barbilla y expresión pensativa, reconociendo con desasosiego. - Yo tampoco sé como actuar, los mismos dioses admiten que están desorientados ¡imagínate yo!

-No te deprimas, Mazoui, tú eres muy inteligente y perceptivo. - Le animó ella. - Seguro que encuentras la forma de ayudarles. A Amatista a Leval y a su hijo...

-Sí- musitó él sosteniendo una mano de Satory entre las suyas. - Eso espero, pero ¿qué es esto?...- guardó un breve silencio reflexivo y cambió su tono derrotista por otro de un claro talante más jovial para declarar. - No quiero traerte aquí en un día tan bonito para contarte penas, ¡vamos a divertirnos! , es mi día libre.

-¡Ja, ja!- se rio Satory que le replicó con cierta malicia. Casi como si se tomase la revancha por haber sido postergada durante esos últimos días al declarar. - Pero el mío no, ahora que Amatista tiene su permiso por maternidad estamos escasos de personal. Claudia y Sandy se pondrán de morros si llego con retraso y entró a trabajar dentro de veinte minutos. Lo siento cariño, pero tengo que irme...

-¡Vaya!, ¡que mala pata! - Se lamentó él proponiéndole de inmediato. - Al menos podremos quedar a la hora de comer.

-Claro, pásate por el laboratorio. Ahora debo marcharme o llegaré tarde.- Sentenció la muchacha que se levantó de la silla y dio un rápido y tímido beso en los labios a Mazoui. - Nos vemos luego.- Se alejó andando deprisa y dejándole a él nuevamente con sus tribulaciones.



            Y  el muchacho meditó, en este caso se quedó un rato pensando en que hacer, comerse alguna tortita más o seguir su investigación...no llevaba más que diez minutos así cuando una voz familiar le saludó. Al mirar en aquella dirección descubrió a su primo Lance.



-¡Vaya! – Pudo decir visiblemente sorprendido al añadir. – Creía que te habrías ido con tu padre tras la inauguración de la Avenida de Granate.

-He preferido quedarme un poco más. Tenía deseos de ver este mundo y pasar unos días con mi hermana y mis primos. – Replicó su interlocutor en tanto ocupaba una silla frente a él, dejando a su lado una mochila de color azul oscuro. – Hace mucho que no os veía…



Lo cierto es que Mazoui no le había visto mucho precisamente desde ese día, en el que su tía Petz había inaugurado la avenida en donde Leval, Amatista, Sandy y Coraíon vivían. Y luego, nada más que despidiendo a Tom en el astropuerto. Posiblemente Lance hubiese estado con su hermana Idina. Aunque no tuvo mucho más tiempo para preguntarse sobre ese particular. Dado que su primo le desveló sentándose a su lado en aquella mesa del café.



-Hablé con mi padre antes de que él se fuera. Me contó algunas cosas, como que le habías pedido consejo y que tratabas de descifrar algunos de sus pergaminos.

-Es cierto.- Admitió Mazoui que no tenía idea de que Lance estuviera al tanto de aquello. – Así es. Me siento muy perdido con esto…Aunque creía que Tom no se lo había contado a nadie.



De todas formas cualquier ayuda sería bien recibida. Seguramente su maestro sabía lo que se hacía. A buen seguro habría enseñado a alguno de sus hijos parte de sus conocimientos arcanos. De modo que decidió confiar en él, le contó los sueños premonitorios que habían tenido tanto él mismo como Amatista. Su interlocutor le escuchó muy atentamente sin interrumpir, y cuando el relato concluyó le dijo con tono grave.



-Eres mi primo, mi padre confía plenamente en ti, y yo también lo haré. Verás, Mazoui. Debo contarte algo que nadie sabe, ni siquiera mis padres, ni mis hermanos. Nadie, salvo un grupo especial del que formo parte.



Ahora fue éste el que prestó suma atención a las palabras de su contertulio, que desde luego fueron bastante reveladoras…



-¡Pero, eso…eso es!...- Apenas sí pudo decir Mazoui realmente anonadado.-

-Nos queda muy poco tiempo.- Sentenció su interlocutor con tono grave.-

-No puedo creer todo eso. Dime una cosa… por tus palabras parece que sabes más. ¿Me equivoco?

-Yo estoy igual que tú. Realmente desconozco más allá de lo que te he dicho.- Repuso su contertulio.-



            No obstante, Lance se guardó algunas cosas. Pese a que de sobra sabía que Mazoui trataría de aplicar ese sexto sentido que poseía para sondearle. Empero, él conocía la manera de evitarlo. En ese mismo momento llevaba un gran libro dentro de su mochila y sabía que su primo lo había visto en sus visiones. Pero, por nada del mundo podía tener conocimiento de que él lo tenía. Ni siquiera de que existía ahora en forma física. Y lo que más le inquietaba era que su propio padre estaba tras la pista de ese volumen. Tampoco podía dejar que llegase hasta él. Y sabía que aquel ser tampoco permitiría que aquel libro llegase a manos de alguien no elegido para custodiarlo. Eso es lo que más miedo le daba, temía realmente por la integridad de sus seres queridos, pero, para su desgracia, estaba atado de pies y manos para advertirles con mayor claridad. Lo único que le comentó a su atónito pariente fue lo siguiente, una vez le desveló algunas cosas.



-Hay secretos que deben seguir siéndolo. Temas ocultos que tienen que permanecer ignorados. Entre ellos, y sobre todo, el Libro de los Días.

-¿El Libro de los días?- Se sorprendió su interlocutor.-



Entonces le vino a la mente aquel grueso tomo que Azrael llevaba bajo su brazo cuando le vio en su viaje a la dimensión astral.



-Sé que mi padre está investigando eso. Y no me gusta, no me gusta nada a dónde pueden conducirle esas pesquisas.- Le desveló Lance.-

-¿Qué libro es ese?- Quiso saber Mazoui como si no hubiese escuchado esas últimas palabras.-

-Nadie sabe eso con seguridad. Y lo que es más importante, ¡nadie debe saberlo! ¿Me comprendes? Ese secreto será defendido. Está muy bien custodiado.



            Mazoui estaba realmente estupefacto y muy preocupado. En su cabeza se agolpaban varias preguntas, y la primera fue.



-¿Y el Demiurgo? ¿Sabes quién puede ser?...

-El guardián de ese libro. Y el encargado de escribir y reescribir todo lo que en él sucede.- Le desveló el joven para asombro de su contertulio.-

-¿Cómo sabes tú todo eso?- Inquirió su primo mirándole ahora con gesto lleno de asombro.-

-Ya te lo he dicho, formo parte de un grupo especial. Estamos al margen de cualquier otra organización. Por tu propia seguridad y la de la gente a la que quieres, no puedo darte más información. Solamente te diré esto. Todos hemos hecho grandes sacrificios. Pero todavía queda la parte más dura y difícil de todas. Yo no sé si podré hacer algo para proteger a mi familia. Te pido, te suplico, que trates de disuadir a mi padre de que continúe con sus investigaciones. Al menos en lo que a ese libro se refiere. ¡Por favor, Mazoui!…



            El interpelado se quedó pensativo durante unos instantes, al final pudo replicar con voz queda.



-Haré cuanto pueda. Pero sabes que no depende de mí…

-Lo sé. Pero tenía la obligación de decírtelo. De hacer cuanto estuviese en mi mano…- Musitó el otro muchacho con su tono de voz teñido de pesar.- Es lo único que se me permite…



            Entonces Lance se levantó, se colgó su mochila al hombro, apoyó una de sus manos sobre el hombro derecho de su primo en un gesto de afecto y se despidió, alejándose de allí, tras apenas susurrar un.



-¡Cuídate!



            Mazoui se quedó allí sentado, perplejo, viendo cómo se perdía entre las calles de la ciudad. Suspiró y permaneció sentado, sumido en sus reflexiones. Tratando de arrojar un poco de luz sobre todo aquello en tanto se decía realmente asustado…



-¡Oh! No sé qué podremos hacer…Entre ese extraño Demiurgo, sea lo que sea y esos seres. No tengo la menor idea de cómo podremos defendernos contra ninguno de ellos. O si serán amigos o enemigos entre sí. Quizás nos consideren únicamente una especie de peones en su partida. Me da igual. Si regresan estaremos perdidos…



            Entre tanto, Sandy y Coraíon decidieron pasarse a visitar a Amatista. Esa pobre chica, entre el embarazo y esos extraños sueños que había tenido, parecía no estar todo lo bien que debiera. De hecho, su primo y la novia de éste, sin estar al corriente en demasía de todo aquello, la habían notado deprimida últimamente y deseaban animarla. Enseguida llegaron ante la puerta de la casa de su amiga. Allí coincidieron con Leval que volvía de su turno, a éste le alegró ver a sus amigos, él compartía su opinión. Pese a que Amatista no se lo decía, e incluso trataba de aparentar lo contrario. Pero él no era tan fácil de engañar. Cuando la chica creía que él no la observaba la notaba con un semblante algo decaído en los últimos días, demasiado meditabunda para lo que solía ser. Así pues los tres entraron con sigilo, dispuestos a darle una sorpresa y alegrarla, pero les pareció escuchar que  cantaba. La voz de la chica era más dulce y suave de lo que solía y la melodía les era desconocida. No era una canción de las "Justices "pero era muy hermosa y trasmitía una gran paz. Se quedaron escuchando fascinados sin querer interrumpirla.



Una mirada al amor y podrás ver que teje una telaraña sobre el misterio

Todos los hilos enredados se pueden separar

Porque la esperanza tiene un lugar en el corazón del que ama

La esperanza tiene un lugar en el corazón del que ama



Mundo susurrante, un suspiro de suspiros.

El flujo y el reflujo de las mareas del océano

Un aliento, una palabra puede terminar o puede comenzar

Una esperanza en un lugar del corazón del que ama



La esperanza tiene un lugar en el corazón del que ama

Mira al amor y podrás soñar, y si ese amor debe partir entonces dale alas

Pero si ese amor  debe ser, entonces

La esperanza está en su casa y  el corazón está libre



Bajo el cielo caminamos mucho en los caminos de la vida y somos vagabundos

Así que deja al amor levantarse

Deja al amor partir

Deja a la esperanza tener un lugar en el corazón del que ama



La esperanza tiene un lugar en el corazón del que ama

Mira al amor y podrás soñar, y si ese amor debe partir entonces dale alas

Pero si ese amor  debe ser, entonces

La esperanza está en su casa y  el corazón está libre

La esperanza está en su casa y  el corazón está libre



(Hope has a place.  Enya. Crédito al autor)



            Al terminar, Amatista salía de su habitación. Cuando les vio les saludó muy contenta.



-¡Cuanto me alegro de que todos estéis aquí! .Tenía muchas ganas de veros, Sandy, Coraíon.- Miró a su marido sonriéndole y añadió con interés y agrado. - Leval. ¡Qué pronto has vuelto a casa!



            Los aludidos se miraban estupefactos y maravillados por lo que acababan de escuchar.



-Oye cariño,- le preguntó su esposo visiblemente sorprendido. - ¿Has estado componiendo más canciones? - Amatista volvió a  sonreír y negó con la cabeza. - Entonces,- quiso saber él mirándola sin comprender. - ¿Cuál era esa que cantabas?...

-No lo sé, simplemente me vino a la cabeza.- Respondió ella sin darle importancia. -

-¡Era una canción muy hermosa! - terció Sandy admirada todavía enjugándose alguna lágrima. - Sentía como acariciaba nuestras almas, ¡nunca había oído algo así! No parecía algo creado por los humanos.

-No sé cómo explicarlo. Llegó a mí cuando la necesitaba. - Respondió su interlocutora admitiendo ahora con sinceridad. - Estaba algo deprimida pero ahora estoy muy bien. Sé que todo se resolverá...



Y sus grandes y profundos ojos violetas parecían refrendar esa creencia, ya que  centelleaban con una fuerza que ninguno le había visto nunca antes.



-Claro que sí, cariño. - Optó por convenir Leval que no sabía si preocuparse más ahora que cuando la veía asustada -...

-Me alegro de verte así, la verdad es que estábamos algo inquietos. - Le confesó Coraíon. -

-¿Por qué no nos vamos a comer juntos para celebrarlo? – Les propuso Leval.-



El chico deseaba tratar de terminar con esa situación  algo embarazosa e inesperada para todos, excepto al parecer para su propia esposa. Todos estuvieron de acuerdo en ello. Sobre todo a Amatista a quien tanta espiritualidad le había dado muchísima hambre...



-Vale.- Asintió Coraíon comentando más desenfadadamente.- Si invitas tú, primito.

-Pero ¿cómo eres capaz de decir eso?- le recriminó afectuosamente Sandy.-

-Pues, porque… sin ir más lejos, ¡no llevo nada de dinero encima y me he dejado las tarjetas en casa! - Rio su prometido.-



            Eso logró que todos se echasen a reír, olvidando aquellas tribulaciones anteriores.



-Conforme. Invito yo.- Convino Leval todavía con una gran sonrisa, en tanto pasaba un cariñoso brazo por los hombros a su esposa.-



Así, con buen talante, se marcharon a comer. Esa misma mañana Neherenia despertó en su hotel. La joven tuvo un sueño que recordaba con claridad. Estaba en su palacio, mirándose a su espejo. Allí normalmente aparecían personas que ella apreciaba, de buen corazón. Pero en esta ocasión vio su propio reflejo, y reconoció a su yo oscuro. Era aquella malvada reina que robara los sueños de otros por sus ansias de juventud eterna y a la que ya se había enfrentado en la Golden. ¡No se lo iba a permitir otra vez! Transformándose en Sailor Shadow quiso plantarle cara.



-¡Creí que te habíamos destruido en la universidad! – Pudo decir mirando con desconfianza a aquel reflejo. –



Pero para su sorpresa y casi shock, su reverso oscuro no replicó de forma agresiva o altanera, ni siquiera hostil, parecía muy seria cuando contestó de forma grave y casi hasta diríase que suplicante.



-Escúchame, tú eres ahora la reina de la Luna Nueva. No he venido hasta aquí a buscar una confrontación. Debo decirte algo muy importante y tengo poco tiempo. Granate, al despedirse de ti, ya te lo advirtió. “Ellos” han venido. Están en tu mundo. Aunque creyerais que los dioses les habían derrotado no fue así. Solamente estaban probando vuestras defensas, buscando un punto débil. Han recorrido dimensiones y épocas diversas. He podido sentirles cerca. ¡Es algo aterrador! Cualquier rivalidad o sentimiento que pudiéramos tener la una hacia la otra es irrelevante ante la amenaza que representan “Ellos”. Buenas o malas, justas o no, desapareceremos sin siquiera haber existido. Únicamente el Mensajero puede detenerles. Y tú debes proteger a la Portadora.



Sailor Shadow no pudo ni replicar. Su antagonista miraba ahora detrás, hacia aquella habitación en la que estaba, cubierta de telarañas y suciedad, con muebles desvencijados, y al volverse su rostro apareció deformado por el horror.



-¡Están aquí! – Pudo decir lívida, dejando impactada a su otro yo, más al agregar. – Debo irme o desapareceré hasta de tu memoria. En otra dimensión quizás esté a salvo. ¡Recuerda! Van a volver y lo harán pronto. Y entonces será su ataque definitivo. Será el ser o no ser. Estad preparados…



Y ese reflejo desapareció dando paso al propio de Nehie. La chica despertó al instante siguiente. Su cuerpo estaba aún bañado en sudor frío. La chica se levantó realmente impresionada y lo que era peor, no creía que hubiese sido un simple sueño. Recordó a Granate, al que su otro yo había citado. Incluso esa malvada reina estaba aterrada y había venido a advertirla de algo. De lo mismo que el chico le dijese cuando apareció en su espejo, en aquella triste ocasión de su despedida. Suspiró, abrió la ventana y miró al cielo. Al menos al del interior del asteroide. Por unos instantes olvidó aquel aviso y pensó en su perdido amor, en aquella vez que, estando juntos en esta misma nave, él la llevase a contemplar aquella hermosa vista….



Granate dándole la mano tiraba de ella y andaba con rapidez, Nehie, entre divertida y sorprendida le preguntaba.



-¿A dónde vamos con tanta prisa?

-Tienes que ver esto, es el sitio más hermoso de la nave. – Le contestó él con una sonrisa. –

-Pero, los miembros de mi séquito se preocuparán. Ya es tarde.- Opuso la chica.-

-Pues déjales que se preocupen. Te aseguro que esto merecerá la pena. Nunca lo podrás olvidar, te lo prometo.- Afirmó su entusiasmado guía.-



Y era tal el tono entre ilusionado y lleno de admiración con el que se lo decía, unido a su expresión de felicidad que lucía en su rostro que la muchacha al verle y escucharle se dejó llevar. A los pocos minutos y tras usar algunos elevadores y ascensores accedieron a una zona restringida. El chico tenía un pase especial militar.



-Alguna vez he tenido turno de guardia por aquí cerca. Podemos acceder a cualquier parte de la nave para comprobarla.- Le explicó.-



 Y utilizó su acreditación abriendo una puerta de seguridad y una gran compuerta doble. Al hacerlo pulsó de inmediato un botón cercano para replegar una especie de cubierta del techo y le indicó a su interlocutora que dirigiera la vista hacia arriba.



-¡Mira esto! Lo he estado reservando para ti…



Neherenia pudo contemplar como esa especie de protección dejaba al descubierto una gran bóveda de cristal que permitía ver el espacio. A través de ella millones de estrellas refulgían en los colores más variados. Algunas se agrupaban en constelaciones, otras vagaban solitarias, sin rumbo. Era algo tan hermoso que la muchacha solamente pudo abrir la boca, extasiada en su contemplación.



-¿Te gusta?- quiso saber el chico abrazándola por detrás y pasándole los brazos por la cintura.-

-¡Es maravilloso! - pudo musitar ella. –

-Pues escucha esto.- Añadió el chico conectando su móvil para hacer sonar una canción.-



La melodía sonó, Nehie creyó haberla escuchado alguna vez en la Universidad. Desde luego era más que apropiada para lo que estaba viendo. Entre el hilo musical y el paisaje que se revelaba tras la cúpula la joven apenas si pudo susurrar con admiración…



-¡Es precioso!…

-No tanto como tú – repuso Granate besándola en una mejilla con suavidad para sentenciar con afecto. – ¡Para mí brillas más que el universo entero!



            Y el joven  cantó algunas de las estrofas de esa canción de su grupo favorito, que tan bien casaba con aquel momento.



-Porque tú eres un cielo, un cielo lleno de estrellas

-Voy a darte mi corazón

-Porque tú eres un cielo, un cielo lleno de estrellas

-Porque tú iluminas el camino



-No me preocupa continuar y partirme

-No me preocupa si tú lo haces

-Porque en un cielo, en un cielo lleno de estrellas

-Pienso que te vi



-Porque tú eres un cielo, un cielo lleno de estrellas

-Quiero morir en tus brazos

-Porque eres más luminosa cuando hay más oscuridad

-Voy a darte mi corazón



-No me preocupa continuar y partirme

-No me preocupa si tú lo haces

-Porque en un cielo, en un cielo lleno de estrellas

-Pienso que te veo

-Pienso que te veo



-Porque tú eres un cielo, un cielo lleno de estrellas

-Una visión tan celestial

-Tú eres una visión tan celestial



(Colplay. A sky full of stars, crédito a los autores)                                                                    



La chica sonrió halagada por aquellas palabras e incluso enrojeció, al escuchar esa canción tan hermosa. El muchacho la hizo girarse despacio y ambos se miraron a los ojos, él no tardó en besarla y ella le abrazó prolongando aquello. Después ambos miraron el espectacular caleidoscopio de colores. Aquello parecía una gigantesca luminaria. Estrellas, galaxias y cometas pasaban ante la pareja refulgiendo en colores casi interminables, como si festejasen con ellos su amor…



-Me gustaría ver todas las estrellas a tu lado. Aunque no me hace falta mirar, tú eres mi cielo lleno de ellas y por eso te doy mi corazón. – Le canturreó  de nuevo el chico, con suavidad al oído al compás de la canción, tomándola entre tanto de una mano. – Eres tan hermosa como una visión celestial. Quiero estar siempre contigo.

- A mí también me encantaría que pudiéramos estar juntos siempre, tu corazón y el mío. – Cantó asimismo ella, apoyando su cabeza en un hombro de su pareja. –

-En un cielo lleno de estrellas, creo haberte visto, quiero morir en tus brazos. No hay mejor forma de describir lo que siento por ti. - Remachó él para volver a besarla.-



Neherenia sintió como su corazón latía con fuerza. Casi le parecía que iba a salírsele. Desde luego, su amiga Chibiusa tenía razón. El amor era tal y como se lo había descrito. Por un instante le pareció como si el tiempo se hubiese detenido y que solamente existieran Granate y ella. Y los dos quedaron allí, prendados de ese vasto e inacabable firmamento. Disfrutando de su belleza y de su mutua compañía. A Neherenia, la Soberana de la Luna Nueva y guardiana de los misterios Lunares, Sailor Shadow, no le importaba nada más en aquel instante. Únicamente deseaba poder ser Nehie Moonlight y permanecer eternamente abrazada a su amor. Parecía que ninguna cosa fuera de aquella sala existiera… Por desgracia volvió lentamente a la realidad. No estaba allí con él. Estaba sola en su habitación, suspiró ahora secándose las lágrimas que corrían por sus mejillas.



-En un cielo lleno de estrellas. Ahora, mi amor, tú eres una más…la que brilla con más intensidad para mí.-Suspiró entre sollozos.-



Todavía era incapaz de evitar que sus recuerdos vagasen. Siempre volaban inevitablemente a los momentos que compartió con Granate. Pero debía sobreponerse. Era su deber. Decidió serenarse y retornar a la dura realidad. Aquel mensaje de su oscura encarnación pasada era muy importante. Sin perder más tiempo salió al encuentro de sus compañeros para hablar con ellos y pedirles su opinión sin poder evitar decirse…



-Como decía esa canción, no me importa, no me preocupa si me destrozaste con tu marcha. Mereció la pena amarte.



Seren también tuvo extrañas sensaciones al despertar. No recordaba con claridad. Quizás se le apareciera la imagen de sus padres o se había tratado de alguna pesadilla. Pero recordaba unas enérgicas palabras pronunciadas por una silueta que resplandecía con los dorados tonos de un súper guerrero exclamar.



-“Tú eres descendiente directa de los Guerreros del Espacio. No dejes que nuestro nombre se pierda, no permitas que nuestros hechos desaparezcan de la memoria. Has de ayudar a vencer al Olvido”. Ninguna batalla de las que tendrás será más decisiva que la que libres contra ellos.



Pero en cuanto los ecos de estas palabras se desvanecieron, una voz femenina, perteneciente a una silueta que empuñaba un cetro alargado y lucía una larga melena verde oscura, le pedía a su vez.



-También provienes del linaje de Plutón. La princesa del espacio - tiempo y guardiana de secretos muy antiguos. No olvides de donde arrancan tus raíces, del Milenario de Plata y el reino de la Luna. No dejes que sus historias se extingan. ¡Avívalas! Obliga a retroceder a los seres de la Nada. ¡Ayuda al Mensajero!



Ahora Seren recordaba aquello y en cuanto quedó con Doran al salir del hotel se lo comentó. El guerrero solamente pudo encogerse de hombros. Creyó que esas dos advertencias provendrían seguramente de los antepasados de la princesa. Y así habló.



-Alteza. Creo que esas palabras no hacen sino reforzar nuestra determinación a luchar contra esos seres.

-Por tanto, estoy convencida. Eso reafirma mi intención. Los dos debemos permanecer aquí. Aunque sea por unos días más. Hasta que ese Mensajero aparezca.- Le replicó la princesa. –

-Contad conmigo para lo que demandéis, Alteza. – Afirmó el chico llevando su puño derecho contra su pectoral izquierdo a modo de saludo. – Lucharemos por él hasta el final.



Su interlocutora asintió y ambos se encaminaron a reunirse con sus compañeros en tanto Seren le comentaba a Doran.



-No habrá batalla más trascendental para la suerte de nuestro pueblo y del universo entero que esta.



Debbie despertó de una siesta. El sueño que tuvo todavía estaba claro en su memoria. Deambulaba por el vacío local de la discoteca en la que trabajase y casi fuera abducida por Sarah, la reina de los vampiros. Y ahora la tenía ahí, delante de ella. La muchacha se puso en guardia y rápidamente rebuscó entre sus ropas algo de agua bendita o una  cruz, su rival sonrió mostrando sus colmillos. No obstante, no trató de atacarla y le habló con tono sereno y grave.



-No temas nada de mí. Yo ya no existo en este plano dimensional. No deseo hacerte ningún mal. Pero sí advertirte. Tienes que luchar contra los seres del olvido. Ellos son la amenaza. Nosotros solamente les hemos precedido por una razón…

-¿Qué razón?- Quiso saber Deborah que observó a Sarah con desconfianza. –

-Ni yo misma la conozco. Pero sí que puedo decirte esto. El Mensajero nos traerá luz y esperanza. A su tiempo batallará contra “Ellos”, y todos dependeremos del resultado de esa lucha. No obstante, su momento aún no ha llegado. Todavía no está preparado, debéis darle tiempo. ¡Lucha Debbie!, hazlo por él y por todos los seres que han existido, existen o existirán.



Y la asombrada chica no pudo preguntar nada más. En ese instante despertó. Sonaba la alarma de su reloj de pulsera. Decidió ir al encuentro de sus amigos…



-No sé por qué, pero esto no ha sido un simple sueño.- Pensó.-



En el local que estaban reformando, Paul y Samantha recibieron la visita de Lance. El joven les saludó pasando a informarles sin más rodeos.



-Ya vienen. Debemos estar preparados.

-No creo que lo hagamos mejor ahora que la última vez. – Repuso Paul con tono pesimista –

-Con que lo hagamos igual será suficiente. – Contestó Lance que llevaba bajo su brazo aquel grueso libro. – Nuestra única misión es la de ganar tiempo, no la batalla. Eso está más allá de nuestras capacidades.



Y pese a la gravedad del momento, aquel grueso tomo llamó de inmediato la atención de los hermanos y Samantha, casi con más interés profesional que otra cosa, le preguntó.



-¿Qué llevas ahí? Parece un libro muy antiguo.

-Lo es en verdad, pero al tiempo trata de cosas muy actuales, e incluso del futuro. – Fue su enigmática réplica. –



Dejándolo sobre una mesa los chicos pudieron ver que sus tapas de eran de color burdeos y como título solamente aparecían dos letras una G y una W. Una encima de la otra, como si precedieran, a modo de iniciales, a dos palabras que no estuvieran escritas. Paul se acercó y estaba a punto de abrirlo cuando Lance le detuvo con un gesto para disuadirle.



-Es un libro muy especial, vosotros no podéis consultarlo. Al menos no todavía. Confía en mí, por favor. No trates de leerlo. No saldrías bien parado, amigo.



Los hermanos se miraron sorprendidos pero optaron por asentir. Desde que le conocían había quedado claro que Lance siempre hacía las cosas por una buena razón. Al menos, eso es lo que creían. Y muchas veces sus formas de actuar eran inexplicables. Aunque al final todo acababa siendo como él les hubiera dicho que iba a ser. Seguramente aquel sería uno de esos libros de conjuros y sortilegios que él gustaba de utilizar contra las fuerzas de la oscuridad. De todos modos, quizás por seguridad, su interlocutor volvió a tomar el grueso volumen y lo guardó en una mochila que llevaba. En ese momento llegaba Neherenia y a los pocos minutos fue Deborah la que hizo acto de presencia. Tras saludarse ambas chicas pusieron a sus compañeros al corriente de sus sueños. Todos quedaron atónitos y Lance declaró.



-Bien, eso confirma mis sospechas. Todos estamos en gravísimo peligro, tanto amigos como enemigos. En esta ocasión la Luz y la Oscuridad tienen un objetivo común. Seguir existiendo. Por esta vez cualquier disputa o batalla entre nosotros debe ser dejada a un lado. Nuestra victoria será la suya, y nuestra derrota también su perdición, si sucumbimos ellos también lo harán.

-Por eso nos están ayudando y tratan de advertirnos. Tienen tanto que perder como nosotros.- Afirmó Neherenia.-



Los demás le miraron visiblemente confusos, en ese instante llegaban también Seren y Doran. Tuvieron que invertir casi una hora para ponerse respectivamente al corriente de lo que habían experimentado. Al fin, Sailor Plutón afirmó tras informarles a su vez de lo que había soñado y ser puesta al día de las visiones del resto.



-Todo va cobrando sentido, es como si se nos estuviese advirtiendo desde todos los lugares y como si todos los acontecimientos anteriores del universo estuvieran enfocados a este momento.- Declaró reflexivamente la princesa saiyajin.-

-Así parece. Y ante eso, solamente nosotros estamos aquí, dispuestos a llevar el peso de esa enorme responsabilidad. – Convino Nehie cuyo tono de voz estaba tomado por la gravedad y el temor a semejante compromiso. – Es demasiado para nuestras capacidades…

-Lo es. Tienes razón, Neherenia. Pero no estaremos solos. – La animó Lance, dirigiéndose asimismo al resto de sus camaradas. – Ésta vez hay fuerzas poderosas de nuestra parte.

-Es cierto. Ya os he dicho que hasta la misma Sarah me animó a luchar por todos los seres. Supongo que, tal y como nos has asegurado, incluso ella y los suyos estarán de nuestro lado. – Terció Deborah. -

-Yo ya me estoy impacientando. – Sentenció Doran que de hecho se paseaba nervioso por la estancia, afirmando. – Sea lo que sea quiero enfrentarme con ello lo antes posible. ¡Un guerrero del espacio no está hecho para tener paciencia, lo está para luchar!

-Y sin embargo, cada segundo que tengamos antes de la confrontación final podría darnos una ventaja decisiva. – Le corrigió Lance aseverando. – No hay que buscar la pelea, hay que aplazarla lo máximo que sea posible.

-Pero yo te comprendo, amigo. – Convino solidariamente Paul, dirigiéndose al saiyajin. – Esto es una tortura.



            Así era. Lo que más les atormentaba no era ni tan siquiera enfrentarse en una batalla perdida de antemano ante esa arrolladora fuerza que obliteraba incluso el mismo recuerdo de la existencia. En verdad, todos temían fracasar y que sus seres más amados desaparecieran dejándoles sin la consciencia misma de haber existido alguna vez. Al menos Doran podía ver a su lado a Neherenia. Y lucharía por ella hasta el final. No obstante, Paul tenía muy lejos a Hans y a sus padres. Debbie no sabía nada del paradero de su hermana Susan y el resto de la familia, Seren tampoco podría volver a ver a sus padres y hermanos, o a Sean…Y en cuanto a Lance, Samantha o la propia reina de la Luna Nueva, además de otros familiares, tenían a personas muy queridas allí mismo. Sam pensaba en Coraíon sin poderlo apartar de su mente y Lance lo mismo que Nehie, en Idina. Y estos entre otros serían de los primeros en desaparecer junto con ellos mismos si el olvido y la nada se imponían.



-Sí, es una tortura que llevamos soportando durante años. – Suspiró Samantha al preguntarse retóricamente con voz queda. - ¿Por qué precisamente debíamos de ser nosotros los que cargásemos con tamaño conocimiento y responsabilidad?

-Quizás pronto podamos responder a eso. Hasta entonces debemos prepararnos, esta vez sabemos qué es el enemigo y lo que buscará. Y que, por desgracia, son invulnerables a nuestros ataques. Ya os lo he dicho. Nuestra tarea no es vencerles, esa labor estará reservada al Mensajero. Lo que debemos hacer a toda costa es retrasarlos lo más posible para darle tiempo a él de manifestar su poder. - Les indicó Lance. –

-¿Y cómo podremos conseguir hacer eso si nuestros poderes no sirven para nada ante ellos? - Quiso saber Neherenia no sin un poso de desesperada impotencia. -



Y haciendo un gesto con las manos a todos para que formasen un círculo, Lance pasó a explicarles cual debería ser su táctica. Todos obedecieron al momento y se aprestaron a escucharle con muchísima atención.

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