En la cocina de la casa la pequeña Amatista trataba
trabajosamente de abrir un bote de mermelada. Desgraciadamente, por más que lo
intentaba la tapa estaba muy fuerte para ella y eso casi la hacía llorar de
frustración. Por más que insistía en abrirlo no podía. Entonces y como si de un
bálsamo se tratase, escuchó detrás suya la voz condescendiente y cariñosa de su
madre.
-No, Amatista, tú aún eres muy pequeña, cariño. Deja
a mamá.- Esmeralda sujetó el bote y tras un pequeño esfuerzo lo abrió con facilidad.
-
-¡Mamá!,- la niña, mirando hacia arriba dijo algo
enfurruñada para declarar. - ¡Yo tero ayudá, tero ayúdate, mami!
-¿Quieres ayudarme, nena? - Sonrió su interlocutora
visiblemente divertida. –
- ¡Sii! – Exclamó la pequeña afirmando – ¡Yo també
tero cociná buñeos!
Y la mujer, agachándose para estar a la altura de su
hija, le respondió susurrándole con ternura
-Claro que sí, mi amor, ven aquí.
La cría obedeció y su madre, tomándola cariñosamente
de la mano, la llevó hacia la despensa y de allí sacó una bolsa de harina. Luego
echó el contenido de la misma en un tazón y añadió leche. Cuando espesó, lo
sacó a una bandeja y le dijo a la niña.
- Ahora, tú vete sacando pedacitos y haces bolitas, luego
mamá las meterá en el horno. ¿Vale cielo? ¡Verás que buñuelos más ricos hacemos
para acompañar el pastel!
-¡Qué ben! - exclamó la pequeña que asintió enérgica
y muy contenta, se alegraba de que hubiese una cosa que ella pudiera hacer. - Mami,
¿hago gandes las boitas? - Inquirió muy seria lo que provocó la sonrisa de su
madre que le aconsejó.-
-No mucho, mira, así...- y Esmeralda hizo una
pequeña bolita de demostración que dejó al lado de la mesa. -
Amatista
se afanó en imitarla, sus bolitas no eran muy redondas pero hacía lo que podía,
como había mucha harina hizo bastantes, cuando terminó declaró orgullosa.
-¡Ya etá… mami...mete las boitas en el hono!..
Su
madre estaba ocupada cocinando el verdadero pastel, por suerte era previsora y
había hecho buñuelos también. Engañó a la inocente niña haciéndola creer que
metía sus bolitas en el horno. Luego le pidió a la cría que fuera a traerle un
delantal que había dejado en el cuarto de al lado. Amatista corrió a buscarlo y
Esmeralda aprovechó para sacar las bolitas de su hija y tras esconderlas en un
bote que tapó, sustituirlas por los buñuelos. Luego simuló conectar el horno
cuando su entusiasmada hija regresó con
lo que le había pedido.
-Toma mamá.- Le dijo la pequeña alargándole el
delantal.-
Esmeralda se lo puso con gesto divertido, su hija le
había traído uno que tenía un dibujo con dos conejitos muy graciosos, regalo de
unas viejas amigas y compañeras de aventuras. Amatista al verla también quiso
su delantal y su madre le puso uno rosa con una gran flor en el centro.
-¿Cando etarán los buñelos?...- preguntó la
chiquilla, dominada por la impaciencia de ver sus bolitas transformadas en los
deliciosos buñuelos de su mamá. -
-Pronto cielo, pronto. ¡Una buena cocinera debe de
tener paciencia! - rio Esmeralda mesando amorosamente los graciosos cabellos trigueños
rizados de su hija. -
Tras
tan solo cinco minutos que a Amatista se le hicieron eternos, su madre hizo
sonar el timbre del horno y dijo con una fingida solemnidad.
-Ya están listos...los buñuelos de mi niña...
-¡Sácalos mami! ¡Quero velos!...- le pidió la cría
dando saltos, llena de ganas de comprobarlo. -
Tras
proveerse de un par de manoplas para dar más verosimilitud a su actuación Esmeralda
sacó la bandeja y se los mostró a su hija. Amatista comenzó a saltar otra vez
muy contenta y a bailotear con un buñuelo en la mano...
-¡Se hacé buñelos, sé hacé buñelos! - Repetía
entusiasmada mientras su madre la miraba con una gran sonrisa. -
En
ese momento se escuchó el sonido de la puerta de fuera, al cabo de un momento,
el de unos pasos que se dirigían hacia la cocina. La puerta se abrió y entró
Diamante que volvía del trabajo. Parecía cansado pero su expresión se alegró al
instante cuando se reunió con su esposa y su hija. Amatista corrió hacia su padre
para contarle lo que había hecho, éste se arrodilló como antes Esmeralda, para
estar a la altura de su pequeña.
-¡Papi...mía, sé hacé buñelos!,- repitió agitando el
que llevaba en la mano. -
-¡Vaya, así que mi niña es una cocinera de verdad!-
rio él. - Ya ayudas a mamá ¿eh? ¡Qué buena pinta tienen!,- alabó en tanto
miraba a Esmeralda y ambos se sonreían con complicidad, observando encantados
la alegría que mostraba la cría. – Seguro que estarán muy ricos.
-Papá, cómete uno.-
Le pidió la niña y obedientemente Diamante abrió la boca. Amatista le
metió el buñuelo que llevaba en la mano y entonces le pidió también a Esmeralda.
- Mami, tú cómete oto.- Le dio otro a su madre de la misma manera. -
-Vaya, están muy buenos.- Declaró Diamante al
terminar de comérselo para preguntar con jovialidad -¿Y los demás buñuelos?
¿Nos guardarás alguno, verdad?...
-Todos para mí,- dijo muy seria la pequeña a la par
que añadía convencida. - Mami no pue comé más o se pondá gorda. - Repetía lo
que había escuchado decir a su madre muchas veces por motivos de trabajo y agregó ahora dirigiéndose a su padre - .Y
tú, poque sino te haces más gande y no podás entar en casa.- Afirmó convencida
señalando al marco de la puerta, puesto que su padre casi se daba con él. Dicho
esto se metió un buñuelo en la boca. -Ta muy gueno - declaró mientras masticaba
-...
Sus
padres se reían a carcajadas y la abrazaron levantándola y tomándola en brazos,
tras darles varios besos, dejaron esa bandeja cuidadosamente en una mesa
cercana.
-¡Tero más!- Pidió la chiquilla.-
-Ten cuidado, no te vayan a sentar mal. - Le previno
su padre.-
-Sí hija, ten mucho cuidado…- Sonó la voz de
Esmeralda, pero ésta vez no era ya jovial, ni divertida como hasta entonces,
sino grave y preocupada.-
Casi enseguida el sueño se fue desvaneciendo.
Sin apenas transición, Amatista se vio sola y ahora adulta mirando hacia la
negrura del infinito y entonces, cuando
creía que la desolación iba a invadirla, escuchó la voz de sus padres...
-Amatista, hija mía,- le decía amorosamente su
madre. - No temas, nosotros siempre estaremos contigo...
-Ten valor, todo saldrá bien. Los entes del olvido
no triunfarán mientras el amor gobierne vuestros corazones.- Añadió su padre. -
-¡Papá!, ¡mamá!... ¡os echo tanto de menos!,-
respondió llorosamente la chica, una lágrima caía por sus mejillas en tanto
deseaba en voz alta. - Ojalá yo sea tan buena madre y Leval tan buen padre para
nuestro hijo como lo habéis sido los dos para mí.
-Tened cuidado,- respondía la voz de Esmeralda llena
de preocupación. – Os han encontrado. Ellos se acercan. Ya nada les retiene,
casi han llegado a vosotros. Debéis prepararos para la confrontación
decisiva...
-Mamá, papá ¿Cómo podremos vencerles? - Preguntaba la
angustiada muchacha. -
-No abandonéis nunca el círculo del amor, ese círculo
os llevará a la luz del Creador. Mantened ese círculo de luz en vuestros
corazones puros, unidos a vuestro hijo. Eso es lo único capaz de detenerlos,
solamente así los venceréis. – Le contestaron ambas voces al tiempo como si
estuvieran fundidas en un susurro cada vez más tenue, hasta que todo eco de las
mismas desapareció en tanto resonaba.- El círculo del amor llevará al de la
Luz…y entonces él se manifestará…
Amatista
musitaba en sueños y lloraba. Las lágrimas le hicieron abrir los ojos y se encontró
en la cama al lado de Leval que dormía. Todavía recordaba las últimas palabras
de ese sueño, el círculo de la luz
¡Ojalá supiese cual podría ser su significado!
-Mamá, Papá.- No sé lo que puedo hacer…tengo
miedo…me siento tan…perdida.- Musitó enjugándose aquellas lágrimas.- Os
necesito…
Suspiraba
tratando de calmarse. Pero realmente estaba próxima a desesperar. Antes, cuando
era esa niña pequeña , llena de candor y de alegría, siempre tenía a sus padres
ahí. En aquellos días antes de que comenzaran a dejarla tanto tiempo seguido en
el internado. Con solamente cuatro años no importaba lo que sucediese, fuera lo
que fuera, sus padres lo arreglaban. ¡Ojalá pudiera ser igual ahora!.
-Pero ahora la madre soy yo. Es mi hijo quien necesita
ser protegido. ¡Y no sé cómo hacerlo! ¡No tengo las respuestas!- Sollozaba la
joven presa del desasosiego.-
En la Tierra, en ese mismo momento, era de noche en
la casa de Diamante y Esmeralda. Ésta se despertó también. Se levantó de la
cama y fue a mirar por el balcón. Su esposo se levantó igualmente al sentir el frescor
de la brisa nocturna y salió junto a su
mujer...
-¿Qué te ocurre, Esmeralda? - Se interesó él. - ¿No
puedes dormir?...
-Diamante, Amatista nos necesita. ¡Nuestra hija está
en gravísimo peligro, lo sé! - le advirtió ella muy preocupada.-
-Pero cariño, ¿a qué te refieres? , solamente habrá
sido una pesadilla.- Respondió él sin darle mucho crédito. - ¿Que has soñado?
-He soñado con aquella vez que hice buñuelos con
ella y cómo la engañé para hacerla creer que la masa de harina que metió en el
horno se convertía en ellos.- Le contó su inquieta esposa. -
-Sí, lo recuerdo, quería comérselos todos. ¡Menos
mal la convencimos de que no lo hiciera!–Repuso su esposo con una sonrisa,
añadiendo despreocupadamente. - Pero es sólo eso, un sueño. Además, no veo que
pueda tener de malo. Lo que pasa es que estás nerviosa sabiendo que a nuestra
hija le queda poco para salir de cuentas. Anda, ven a la cama...
-Pero eso no es todo,- repuso Esmeralda con un tono
de gran desasosiego. - Luego sentí algo, era muy frío y trataba de alcanzarla. Algo
terrible que la rodeaba. Yo intentaba advertirla e incluso oí tu propia voz que
intentaba ayudarla también. ¡Tengo miedo, Diamante! Una vez soñé que el zombi
de Rubeus me quería llevar con él al infierno y mira lo que ocurrió años después.
- Remachó ella clavando una angustiada y
suplicante mirada en los ojos de su esposo.- Tenemos que hacer algo, por lo
menos debemos estar con ella.
Su
marido la observó ahora con preocupación. Su mujer no parecía haber sufrido una
mera pesadilla. Comenzó a reflexionar seriamente sobre aquello. Recordaba
alguna de sus conversaciones con su mentor, el Chamán Nube Alta. Cuando se
preparaba para rescatar a la que hoy era su mujer y la madre de su hija. Incluso
después, tras algunos años, cuando visitaron a ese anciano que daba la sensación
de seguir igual a como él le conoció. Aunque era lógico por otra parte. Su maestro
se mostró muy jovial y despreocupado con la niña que se divertía mucho
pintándose la cara y poniéndose plumas en la cabeza, como él. Hasta miraba
hacia el cielo e imitaba los grititos característicos de los indios, tapándose
y destapándose la boca en tanto lo hacía. Tanto jugaba la pequeña Amatista que incluso
Esmeralda llegó a reconvenirla con tono afectuoso pero firme.
-Amatista, cheríe, no debes tocar las cosas del
maestro, ni ponerte sus plumas. ¡Y deja ya de hacer eso! Es una falta de
respeto.
La niña
hizo un mohín, aquello no le gustó, se lo estaba pasando estupendamente. Fue no
obstante Nube Alta quien comentó con tintes despreocupados.
-Tu hija no hace ningún mal. No te preocupes, ella
misma es una poderosa presencia. Mis antepasados y los suyos, están complacidos
de tenerla aquí.
-Gracias, pero no quiero que juegue con sus cosas.
Podría romperlas y son algo muy serio.- Pudo decir la joven.-
-Sí, lo son. Son serias, pero no tan frágiles como
crees. - Sonrió el chamán, afirmando pese a todo.- Y te aseguro que no hay mal
alguno en lo que tu hija hace. Se está aproximando al conocimiento espiritual.
La cría
prosiguió otra vez con esos grititos y su madre se lo recriminó con tono
irritado
-¡Amatista!
La
así interpelada guardó silencio bajando la mirada. Sin embargo, Nube Alta
sonrió, posando suavemente mano sobre la cabeza de la niña y elogiándola.
-Lo haces muy bien. Es una auténtica llamada ritual.
-Es divertido hablar con las nubes.- Afirmó la más
animada cría.-
Esmeralda
y su marido se miraron con cara de circunstancias. No sabían que decir. Aunque
en ese momento Amatista quiso hacer pis y su solicita madre, más aliviada que
otra cosa, por aquella bienvenida interrupción, la llevó hacia un recoveco
distante de ese picacho. Diamante quedó a solas en el tipi de su maestro y pudo
decir algo apurado, como si no hubiese dado mucho crédito a las anteriores
palabras del chamán.
-Eres muy amable por tu comprensión, lamento que mi
hija lo haya desordenado todo. No debimos dejarla jugar con cosas tan
importantes.
Y su
interlocutor, sonriendo débilmente, rebatió a su vez.
-No recuerdo haber ordenado nada. Y en cuanto a la
importancia de las cosas, te diré lo mismo que le he dicho a tu esposa. Son importantes
en su justa medida.
-Sí maestro, pero Amatista es todavía muy pequeña y
no entiende lo que es esto, cree que son simples juguetes.- Acertó a responder
el azorado Diamante.-
-¿Cómo lo sabes?- Le inquirió el chamán dejándole
perplejo.-
-No te comprendo. ¿Saber el qué?- Inquirió el príncipe
de Némesis.-
Y
su mentor, dejó transcurrir unos instantes para aclararle.
-¿Cómo sabes que tu hija desconoce el verdadero
significado de estas cosas?
-Bueno, tú me lo dijiste cuando llegué aquí la
primera vez. – Arguyó él.- Yo no entendía nada. Estaba realmente equivocado…
-También te dije que debías verlo todo con los ojos
de la verdad. Y volver a la inocencia. Tras mucho entrenamiento y meditación al
fin lo conseguiste. ¿No es cierto?- Le preguntó su mentor a lo que Diamante
asintió, entonces Nube Alta prosiguió.- La verdad es esquiva, cuando vamos
creciendo y viendo el mundo nosotros mismos nos ponemos vendas fabricadas con
nuestros prejuicios y análisis racionales. También vamos perdiendo la
inocencia. Sin embargo, tu hija aún es demasiado joven como para haber erigido
barreras conscientes o estar influenciada por lo que otros creen. Y esa
inocencia que a nosotros nos cuesta tanto revivir, ella la tiene intacta
todavía. Por lo tanto, creo que comprende el auténtico significado de estas
cosas, mejor que tú y también mucho mejor que yo.
El perplejo
Diamante no fue capaz de responder a eso. Justo en ese momento además,
Esmeralda volvía de la mano de su pequeña. La niña traía una gran pluma que
entregó al anciano chamán con gesto entusiasmado en tanto le decía.
-¡Para ti, Nube Alta!
-¡Oh!, Gracias…- Sonrió ampliamente el indio
alabando con tono sincero.- Es una gran pluma de águila…
Y
ante la atónita y algo envarada mirada de Esmeralda, que se excusó alegando que
la cría la había encontrado por allí y quiso traérsela sin más, el chamán les
explicó a ella y a su esposo.
-“Las plumas tienen un gran significado para los Nativos
Americanos. Una pluma no es sólo algo que cae de un pájaro, significa mucho
más. La pluma simboliza la confianza, el honor, la fuerza, la sabiduría, el
poder, la libertad y mucho más. Recibir una pluma equivale a ser elegido de
entre el resto de miembros de la tribu. Si un indio recibe plumas de águila
americana o dorada, supone uno de los más preciados regalos que puede tener. Creemos
que las águilas tienen una conexión especial con el cielo espiritual al volar
tan cerca de él. Pensamos que las águilas son enviadas por los dioses y que si
recibimos una pluma suya, es un símbolo que viene de allá arriba. Creemos que
el águila es el líder de todas las aves porque vuela muy alto y ve mejor que
los demás pájaros. ”Fuente https://lamochilaantropologica.wordpress.com/2017/02/11/las-plumas-entre-los-nativos-americanos-2/”
- Les relató para añadir dirigiéndose cariñosamente a la pequeña en tanto le
acariciaba la cabeza.- Por
eso, te doy muchas gracias, Amatista. Este es un maravilloso regalo.
Diamante recordaba aquello de forma vívida. Pudiera
ser que su hija tuviese un don después de todo. De hecho, parecía disfrutar de
una conexión especial con su madre. Quizás le estuviese transmitiendo su miedo
a algo terrible. Pese a eso, para evitar que Esmeralda se asustase más, le dijo con tono confortador, dando la
impresión de querer restarle importancia.
-Si te hace sentir mejor. Iremos a verla. De todas formas
el niño está a punto de nacer, la verás enseguida. ¿No será que te preocupas
por la salud de nuestra hija para cuando dé a luz? - Insistió reafirmándose en
su hipótesis anterior.-
-No es eso. - Negó ella moviendo la cabeza para
insistir con vehemencia. - ¡Por favor!, tenemos que ir. Esto es algo con lo que
ya me advirtieron hace mucho tiempo. Incluso en mi regreso de los infiernos. No
lo he recordado hasta ahora, pero es una amenaza terrible. Debemos ir a
ayudarla lo antes posible. Nuestro nieto tiene que nacer para traer la
armonía…Y hay poderes muy oscuros y terribles que tratarán de impedirlo como
sea… presiento que están rondando ya muy cerca de nuestra hija…¡Solamente rezo
para que no sea demasiado tarde!
-Está bien,-
concedió Diamante, él también comenzaba a alarmarse en tanto la
abrazaba.- Tranquilízate…
Él
sabía que cuando su mujer había soñado algo en otras ocasiones eso se había
convertido en realidad. Sus propios sentidos, adiestrados durante años en artes
esotéricas, comenzaban a indicarle que debía hacer caso a su esposa. Pensó una
vez más en otra frase de su mentor, cuando éste le dijera.
-No ignores nunca los presagios. Puede que seas
capaz de intervenir o no sobre lo que te auguren, pero jamás los desprecies.
-Musitó para sí.-
De modo que, cambió su tono
despreocupado por otro más serio y aseguró.
- Muy bien. Reservaré dos pasajes en la próxima nave
y nos iremos para allá.
-Gracias, cariño.- Repuso ella más tranquila, se abrazó
con más fuerza a su marido y ambos se quedaron absortos contemplando el cielo
nocturno a la par que rezando por el bienestar de su hija y su futuro nieto. – Lo
único que deseo es que los dos estén bien y a salvo…
-Lo estarán. Nuestra hija siempre ha sabido
cuidarse, lo ha hecho desde pequeña. Quizás por eso has soñado con aquel día.
El día en el que comenzó a querer hacer las cosas por su cuenta…
-Sí, puede ser.- Afirmó su mujer, que, sin embargo
remachó para dejar todavía más inquieto a Diamante.- Pero en esta ocasión, el
peligro es demasiado grande. No se puede comparar a nada de lo que hayamos
vivido antes. Estoy segura.
-Bueno, acuérdate del propio Fantasma de la Muerte
que nos controlaba. Serenity siempre dijo que fue un enemigo terrible.
-Lo fue, desde luego.- Convino su interlocutora que,
no obstante, sentenció.- Pero creo que simplemente era un enviado de lo que
ahora quiere atrapar a nuestra hija.
Su
marido apenas sí pudo asentir dedicándole a Esmeralda una mirada de honda
preocupación. Pero ya no dijo nada más. Esas palabras habían llegado a
asustarle. Aquel Sabio maldito se lo confesó antes de acabar con su vida. Era
un mero enviado.
-No quiero pensar cómo sería su amo. – Se dijo con
desasosiego.-
Pero no podía ceder al pánico. Ni tampoco permitir
que su mujer lo hiciera. Ahora más que nunca su hija les necesitaba. De modo
que ambos trataron de despejarse con aquella nocturna brisa, asomados al
balcón. En Bios curiosamente Amatista hacía lo mismo.
-Papá, mamá.- Musitaba mirando al cielo.- Cuanto os
echo de menos.
Así, refugiándose
en el recuerdo de sus seres queridos, volvió a llegar el amanecer. Esta vez no
quiso preocupar a Leval y se acostó para que no la descubriese en vela. El
chico tardó una hora más en despertarse, para cuando lo hizo su esposa ya
dormía, él se levantó ajeno a todo aquello y tras darle a ella un suave beso en
la frente se dispuso a comenzar un nuevo
día.
-Descansa cariño.- Le susurró el joven en tanto se
levantaba.- Luego nos vemos.
Su
primo entre tanto ya había empezado su
jornada una media hora antes. Estaba despierto pese a ser su día libre. Se
ocupaba en tratar de entender las palabras escritas en uno de los pergaminos
que Tom le había dejado. Éste se había marchado el día anterior tras despedirse
en el astropuerto del propio Mazoui, Leval, Satory, de Neherenia y, por
supuesto, de sus propios hijos, Lance e Idina.
-Adiós y tened cuidado.- Le pidió en un aparte a la
reina de la Luna desvelándole, o al menos eso pensaba.- Hay algo realmente
maligno rondando por aquí. Puede que incluso peor que la propia maldad.
-Lo tendremos. Adiós Tom, cuídate tú también.- Sonrió
afectuosamente la joven.-
De
lejos Doran asistió a esa despedida. Por la manera que Neherenia tenía de
hablar con aquel hombre debía de ser alguien muy importante para ella. Al
separarse el saiyajin la abordó mirándola con una expresión de asombro e
incluso inquisitiva. Ella pareció comprender la causa y sonriendo con nostalgia
y dulzura le dijo.
-Para mí Tom ha sido como un padre. Me acogió en su
casa como si fuera otra más de sus hijas. Eso jamás lo olvidaré. Ni aun con
esta amenaza que se cierne sobre nosotros. ¡Ojalá pudiera pagárselo algún día!
-Parece un buen hombre.- Convino él.-
-Es un hombre muy respetado y estimado en nuestro
planeta también.- Le comentó Seren que se había aproximado, entrando así en la
conversación.- Mis propios padres le tiene en una grandísima consideración.
-Sí, creo acordarme ahora. Mi madre y mi padre me
hablaron del hermano del rey Lornd, y de sus amigos. Ese tal Tom era uno de los
más allegados al príncipe Asthel. Un hombre de grandes principios y honor.
-Y además, es el padre de Lance y de mi amiga, la
princesa Idina.- Le comentó Neherenia al perplejo saiyajin.-
Ajeno
a estas palabras, Tom se abrazó a sus hijos. A Idina le pidió que fuese a verles
lo antes posible y a Lance lo mismo, aunque a este le pudo susurrar,
aprovechando que su hija charlaba con sus primos.
-Ten muchísimo cuidado, hijo. Del triunfo al fracaso
hay una muy fina línea. Y mucho sacrificio.
-Lo sé, papá. Lo tendré. -Le prometió el joven.-
-Y ayuda a Mazoui con sus pesquisas.- Añadió Tom comentándole
a grandes rasgos algo sobre unos pergaminos.-
Lance
asintió despacio. Su padre se despidió de él y tras haber abrazado a Leval y
desearle que el nacimiento de su hijo fuera pronto y con un desenlace feliz, finalmente,
Tom se dirigió a Mazoui y le susurró.
-Estudia bien los pergaminos y aprende de ellos. En
ti confío.
-Así lo haré. Trataré de no defraudar tu confianza. –
Le aseguró respetuosamente el muchacho.-
Después Tom dio recuerdos para Amatista, Sandy y
Coraíon a los que no pudo ver, pero no podía entretenerse en bajar a Bios.
Mazoui le prometió que él se encargaría de todo. Tom se fue tranquilo pues, tal
y como le dijo, fiaba plenamente en las dotes de su pupilo y sobrino. Así pues,
el muchacho se esforzaba por no defraudar la confianza de su maestro pero la
cosa estaba difícil. Más que un texto aquello parecía un revoltijo de oraciones
figuradas y de acertijos. Un fragmento de los pocos que pudo descifrar
trabajosamente, decía.
"La frontera que separa la línea de la realidad
es muy tenue y al tiempo difícil de franquear. Únicamente el Mensajero puede
atravesarla. La historia podrá reescribirse innumerables veces y un nuevo comienzo
llegará para todo lo creado si él subyuga las apariencias no creadas y los non
natos, brillando con su resplandor más que los innumerables soles. La
Trascendencia debe ser vuelta al círculo de la luz con ayuda del amor, unidad
de todas las criaturas creadas. Un gran viaje que servirá de nexo. Una misión
trascendente. Sólo así se triunfará sobre el gran caos de la Nada y del
olvido..."
-¡Estupendo!- suspiró rascándose la cabeza con gesto
pensativo. - ¡Pues vaya lío! No tengo ni puñetera idea de lo que significa esto
¿Qué querrá decir realmente?...
Decidió
aparcar eso por el momento y llamar a Satory, últimamente la había dejado un
poco de lado. Ella comprendía la importancia que tenían los estudios de Mazoui
y por eso no se enfadó, al contrario. Cuando llamó el chico se llevó una gran
alegría, él la invitó a desayunar. Ambos quedaron en el lugar de siempre y allí
le contó lo que había leído. La atónita chica se limitó a encogerse de hombros.
-A mí, eso me suena a chino, lo mío es la bioquímica
y la astronomía, no la metafísica, ni la astrología. Lamento no poder ayudarte,
cariño. - Declaró la desconcertada muchacha. -
-Ya,- respondió su prometido con una mano apoyada en la
barbilla y expresión pensativa, reconociendo con desasosiego. - Yo tampoco sé
como actuar, los mismos dioses admiten que están desorientados ¡imagínate yo!
-No te deprimas, Mazoui, tú eres muy inteligente y
perceptivo. - Le animó ella. - Seguro que encuentras la forma de ayudarles. A Amatista
a Leval y a su hijo...
-Sí- musitó él sosteniendo una mano de Satory entre
las suyas. - Eso espero, pero ¿qué es esto?...- guardó un breve silencio
reflexivo y cambió su tono derrotista por otro de un claro talante más jovial
para declarar. - No quiero traerte aquí en un día tan bonito para contarte
penas, ¡vamos a divertirnos! , es mi día libre.
-¡Ja, ja!- se rio Satory que le replicó con cierta
malicia. Casi como si se tomase la revancha por haber sido postergada durante
esos últimos días al declarar. - Pero el mío no, ahora que Amatista tiene su
permiso por maternidad estamos escasos de personal. Claudia y Sandy se pondrán
de morros si llego con retraso y entró a trabajar dentro de veinte minutos. Lo
siento cariño, pero tengo que irme...
-¡Vaya!, ¡que mala pata! - Se lamentó él
proponiéndole de inmediato. - Al menos podremos quedar a la hora de comer.
-Claro, pásate por el laboratorio. Ahora debo
marcharme o llegaré tarde.- Sentenció la muchacha que se levantó de la silla y
dio un rápido y tímido beso en los labios a Mazoui. - Nos vemos luego.- Se
alejó andando deprisa y dejándole a él nuevamente con sus tribulaciones.
Y el muchacho meditó, en este caso se quedó un
rato pensando en que hacer, comerse alguna tortita más o seguir su
investigación...no llevaba más que diez minutos así cuando una voz familiar le
saludó. Al mirar en aquella dirección descubrió a su primo Lance.
-¡Vaya! – Pudo decir visiblemente sorprendido al
añadir. – Creía que te habrías ido con tu padre tras la inauguración de la
Avenida de Granate.
-He preferido quedarme un poco más. Tenía deseos de
ver este mundo y pasar unos días con mi hermana y mis primos. – Replicó su
interlocutor en tanto ocupaba una silla frente a él, dejando a su lado una mochila
de color azul oscuro. – Hace mucho que no os veía…
Lo cierto es que Mazoui no le había visto mucho precisamente
desde ese día, en el que su tía Petz había inaugurado la avenida en donde
Leval, Amatista, Sandy y Coraíon vivían. Y luego, nada más que despidiendo a
Tom en el astropuerto. Posiblemente Lance hubiese estado con su hermana Idina.
Aunque no tuvo mucho más tiempo para preguntarse sobre ese particular. Dado que
su primo le desveló sentándose a su lado en aquella mesa del café.
-Hablé con mi padre antes de que él se fuera. Me
contó algunas cosas, como que le habías pedido consejo y que tratabas de
descifrar algunos de sus pergaminos.
-Es cierto.- Admitió Mazoui que no tenía idea de que
Lance estuviera al tanto de aquello. – Así es. Me siento muy perdido con
esto…Aunque creía que Tom no se lo había contado a nadie.
De todas formas cualquier ayuda sería bien recibida.
Seguramente su maestro sabía lo que se hacía. A buen seguro habría enseñado a
alguno de sus hijos parte de sus conocimientos arcanos. De modo que decidió
confiar en él, le contó los sueños premonitorios que habían tenido tanto él
mismo como Amatista. Su interlocutor le escuchó muy atentamente sin
interrumpir, y cuando el relato concluyó le dijo con tono grave.
-Eres mi primo, mi padre confía plenamente en ti, y
yo también lo haré. Verás, Mazoui. Debo contarte algo que nadie sabe, ni
siquiera mis padres, ni mis hermanos. Nadie, salvo un grupo especial del que
formo parte.
Ahora fue éste el que prestó suma atención a las
palabras de su contertulio, que desde luego fueron bastante reveladoras…
-¡Pero, eso…eso es!...- Apenas sí pudo decir Mazoui
realmente anonadado.-
-Nos queda muy poco tiempo.- Sentenció su
interlocutor con tono grave.-
-No puedo creer todo eso. Dime una cosa… por tus
palabras parece que sabes más. ¿Me equivoco?
-Yo estoy igual que tú. Realmente desconozco más
allá de lo que te he dicho.- Repuso su contertulio.-
No
obstante, Lance se guardó algunas cosas. Pese a que de sobra sabía que Mazoui
trataría de aplicar ese sexto sentido que poseía para sondearle. Empero, él
conocía la manera de evitarlo. En ese mismo momento llevaba un gran libro
dentro de su mochila y sabía que su primo lo había visto en sus visiones. Pero,
por nada del mundo podía tener conocimiento de que él lo tenía. Ni siquiera de
que existía ahora en forma física. Y lo que más le inquietaba era que su propio
padre estaba tras la pista de ese volumen. Tampoco podía dejar que llegase
hasta él. Y sabía que aquel ser tampoco permitiría que aquel libro llegase a
manos de alguien no elegido para custodiarlo. Eso es lo que más miedo le daba,
temía realmente por la integridad de sus seres queridos, pero, para su desgracia,
estaba atado de pies y manos para advertirles con mayor claridad. Lo único que
le comentó a su atónito pariente fue lo siguiente, una vez le desveló algunas
cosas.
-Hay secretos que deben seguir siéndolo. Temas
ocultos que tienen que permanecer ignorados. Entre ellos, y sobre todo, el
Libro de los Días.
-¿El Libro de los días?- Se sorprendió su
interlocutor.-
Entonces le vino a la mente aquel grueso tomo que
Azrael llevaba bajo su brazo cuando le vio en su viaje a la dimensión astral.
-Sé que mi padre está investigando eso. Y no me
gusta, no me gusta nada a dónde pueden conducirle esas pesquisas.- Le desveló
Lance.-
-¿Qué libro es ese?- Quiso saber Mazoui como si no
hubiese escuchado esas últimas palabras.-
-Nadie sabe eso con seguridad. Y lo que es más importante,
¡nadie debe saberlo! ¿Me comprendes? Ese secreto será defendido. Está muy bien
custodiado.
Mazoui
estaba realmente estupefacto y muy preocupado. En su cabeza se agolpaban varias
preguntas, y la primera fue.
-¿Y el Demiurgo? ¿Sabes quién puede ser?...
-El guardián de ese libro. Y el encargado de
escribir y reescribir todo lo que en él sucede.- Le desveló el joven para
asombro de su contertulio.-
-¿Cómo sabes tú todo eso?- Inquirió su primo
mirándole ahora con gesto lleno de asombro.-
-Ya te lo he dicho, formo parte de un grupo
especial. Estamos al margen de cualquier otra organización. Por tu propia seguridad
y la de la gente a la que quieres, no puedo darte más información. Solamente te
diré esto. Todos hemos hecho grandes sacrificios. Pero todavía queda la parte
más dura y difícil de todas. Yo no sé si podré hacer algo para proteger a mi
familia. Te pido, te suplico, que trates de disuadir a mi padre de que continúe
con sus investigaciones. Al menos en lo que a ese libro se refiere. ¡Por favor,
Mazoui!…
El
interpelado se quedó pensativo durante unos instantes, al final pudo replicar
con voz queda.
-Haré cuanto pueda. Pero sabes que no depende de mí…
-Lo sé. Pero tenía la obligación de decírtelo. De
hacer cuanto estuviese en mi mano…- Musitó el otro muchacho con su tono de voz
teñido de pesar.- Es lo único que se me permite…
Entonces
Lance se levantó, se colgó su mochila al hombro, apoyó una de sus manos sobre
el hombro derecho de su primo en un gesto de afecto y se despidió, alejándose
de allí, tras apenas susurrar un.
-¡Cuídate!
Mazoui
se quedó allí sentado, perplejo, viendo cómo se perdía entre las calles de la
ciudad. Suspiró y permaneció sentado, sumido en sus reflexiones. Tratando de
arrojar un poco de luz sobre todo aquello en tanto se decía realmente asustado…
-¡Oh! No sé qué podremos hacer…Entre ese extraño
Demiurgo, sea lo que sea y esos seres. No tengo la menor idea de cómo podremos
defendernos contra ninguno de ellos. O si serán amigos o enemigos entre sí.
Quizás nos consideren únicamente una especie de peones en su partida. Me da
igual. Si regresan estaremos perdidos…
Entre
tanto, Sandy y Coraíon decidieron pasarse a visitar a Amatista. Esa pobre
chica, entre el embarazo y esos extraños sueños que había tenido, parecía no
estar todo lo bien que debiera. De hecho, su primo y la novia de éste, sin
estar al corriente en demasía de todo aquello, la habían notado deprimida últimamente
y deseaban animarla. Enseguida llegaron ante la puerta de la casa de su amiga.
Allí coincidieron con Leval que volvía de su turno, a éste le alegró ver a sus
amigos, él compartía su opinión. Pese a que Amatista no se lo decía, e incluso
trataba de aparentar lo contrario. Pero él no era tan fácil de engañar. Cuando
la chica creía que él no la observaba la notaba con un semblante algo decaído
en los últimos días, demasiado meditabunda para lo que solía ser. Así pues los
tres entraron con sigilo, dispuestos a darle una sorpresa y alegrarla, pero les
pareció escuchar que cantaba. La voz de
la chica era más dulce y suave de lo que solía y la melodía les era desconocida.
No era una canción de las "Justices "pero era muy hermosa y trasmitía
una gran paz. Se quedaron escuchando fascinados sin querer interrumpirla.
Una mirada al amor y podrás ver que teje una
telaraña sobre el misterio
Todos los hilos enredados se pueden separar
Porque la esperanza tiene un lugar en el corazón del
que ama
La esperanza tiene un lugar en el corazón del que
ama
Mundo susurrante, un suspiro de suspiros.
El flujo y el reflujo de las mareas del océano
Un aliento, una palabra puede terminar o puede
comenzar
Una esperanza en un lugar del corazón del que ama
La esperanza tiene un lugar en el corazón del que
ama
Mira al amor y podrás soñar, y si ese amor debe
partir entonces dale alas
Pero si ese amor debe ser, entonces
La esperanza está en su casa y el corazón está libre
Bajo el cielo caminamos mucho en los caminos de la
vida y somos vagabundos
Así que deja al amor levantarse
Deja al amor partir
Deja a la esperanza tener un lugar en el corazón del
que ama
La esperanza tiene un lugar en el corazón del que
ama
Mira al amor y podrás soñar, y si ese amor debe
partir entonces dale alas
Pero si ese amor
debe ser, entonces
La esperanza está en su casa y el corazón está libre
La esperanza está en su casa y el corazón está libre
(Hope has a
place. Enya. Crédito al autor)
Al terminar, Amatista salía de su habitación. Cuando
les vio les saludó muy contenta.
-¡Cuanto me alegro de que todos estéis aquí! .Tenía
muchas ganas de veros, Sandy, Coraíon.- Miró a su marido sonriéndole y añadió
con interés y agrado. - Leval. ¡Qué pronto has vuelto a casa!
Los
aludidos se miraban estupefactos y maravillados por lo que acababan de
escuchar.
-Oye cariño,- le preguntó su esposo visiblemente
sorprendido. - ¿Has estado componiendo más canciones? - Amatista volvió a sonreír y negó con la cabeza. - Entonces,-
quiso saber él mirándola sin comprender. - ¿Cuál era esa que cantabas?...
-No lo sé, simplemente me vino a la cabeza.- Respondió
ella sin darle importancia. -
-¡Era una canción muy hermosa! - terció Sandy
admirada todavía enjugándose alguna lágrima. - Sentía como acariciaba nuestras
almas, ¡nunca había oído algo así! No parecía algo creado por los humanos.
-No sé cómo explicarlo. Llegó a mí cuando la
necesitaba. - Respondió su interlocutora admitiendo ahora con sinceridad. - Estaba
algo deprimida pero ahora estoy muy bien. Sé que todo se resolverá...
Y sus grandes y profundos ojos violetas parecían
refrendar esa creencia, ya que centelleaban
con una fuerza que ninguno le había visto nunca antes.
-Claro que sí, cariño. - Optó por convenir Leval que
no sabía si preocuparse más ahora que cuando la veía asustada -...
-Me alegro de verte así, la verdad es que estábamos
algo inquietos. - Le confesó Coraíon. -
-¿Por qué no nos vamos a comer juntos para
celebrarlo? – Les propuso Leval.-
El chico deseaba tratar de terminar con esa
situación algo embarazosa e inesperada para
todos, excepto al parecer para su propia esposa. Todos estuvieron de acuerdo en
ello. Sobre todo a Amatista a quien tanta espiritualidad le había dado
muchísima hambre...
-Vale.- Asintió Coraíon comentando más
desenfadadamente.- Si invitas tú, primito.
-Pero ¿cómo eres capaz de decir eso?- le recriminó
afectuosamente Sandy.-
-Pues, porque… sin ir más lejos, ¡no llevo nada de
dinero encima y me he dejado las tarjetas en casa! - Rio su prometido.-
Eso
logró que todos se echasen a reír, olvidando aquellas tribulaciones anteriores.
-Conforme. Invito yo.- Convino Leval todavía con una
gran sonrisa, en tanto pasaba un cariñoso brazo por los hombros a su esposa.-
Así, con buen talante, se marcharon a comer. Esa
misma mañana Neherenia despertó en su hotel. La joven tuvo un sueño que
recordaba con claridad. Estaba en su palacio, mirándose a su espejo. Allí normalmente
aparecían personas que ella apreciaba, de buen corazón. Pero en esta ocasión
vio su propio reflejo, y reconoció a su yo oscuro. Era aquella malvada reina
que robara los sueños de otros por sus ansias de juventud eterna y a la que ya
se había enfrentado en la Golden. ¡No se lo iba a permitir otra vez! Transformándose
en Sailor Shadow quiso plantarle cara.
-¡Creí que te habíamos destruido en la universidad!
– Pudo decir mirando con desconfianza a aquel reflejo. –
Pero para su sorpresa y casi shock, su reverso
oscuro no replicó de forma agresiva o altanera, ni siquiera hostil, parecía muy
seria cuando contestó de forma grave y casi hasta diríase que suplicante.
-Escúchame, tú eres ahora la reina de la Luna Nueva.
No he venido hasta aquí a buscar una confrontación. Debo decirte algo muy
importante y tengo poco tiempo. Granate, al despedirse de ti, ya te lo
advirtió. “Ellos” han venido. Están en tu mundo. Aunque creyerais que los
dioses les habían derrotado no fue así. Solamente estaban probando vuestras
defensas, buscando un punto débil. Han recorrido dimensiones y épocas diversas.
He podido sentirles cerca. ¡Es algo aterrador! Cualquier rivalidad o
sentimiento que pudiéramos tener la una hacia la otra es irrelevante ante la
amenaza que representan “Ellos”. Buenas o malas, justas o no, desapareceremos
sin siquiera haber existido. Únicamente el Mensajero puede detenerles. Y tú
debes proteger a la Portadora.
Sailor Shadow no pudo ni replicar. Su antagonista miraba
ahora detrás, hacia aquella habitación en la que estaba, cubierta de telarañas
y suciedad, con muebles desvencijados, y al volverse su rostro apareció deformado
por el horror.
-¡Están aquí! – Pudo decir lívida, dejando impactada
a su otro yo, más al agregar. – Debo irme o desapareceré hasta de tu memoria.
En otra dimensión quizás esté a salvo. ¡Recuerda! Van a volver y lo harán
pronto. Y entonces será su ataque definitivo. Será el ser o no ser. Estad
preparados…
Y ese reflejo desapareció dando paso al propio de Nehie.
La chica despertó al instante siguiente. Su cuerpo estaba aún bañado en sudor
frío. La chica se levantó realmente impresionada y lo que era peor, no creía
que hubiese sido un simple sueño. Recordó a Granate, al que su otro yo había citado.
Incluso esa malvada reina estaba aterrada y había venido a advertirla de algo.
De lo mismo que el chico le dijese cuando apareció en su espejo, en aquella
triste ocasión de su despedida. Suspiró, abrió la ventana y miró al cielo. Al
menos al del interior del asteroide. Por unos instantes olvidó aquel aviso y
pensó en su perdido amor, en aquella vez que, estando juntos en esta misma
nave, él la llevase a contemplar aquella hermosa vista….
Granate dándole la mano tiraba de ella y andaba con
rapidez, Nehie, entre divertida y sorprendida le preguntaba.
-¿A dónde vamos con tanta prisa?
-Tienes que ver esto, es el sitio más hermoso de la
nave. – Le contestó él con una sonrisa. –
-Pero, los miembros de mi séquito se preocuparán. Ya
es tarde.- Opuso la chica.-
-Pues déjales que se preocupen. Te aseguro que esto
merecerá la pena. Nunca lo podrás olvidar, te lo prometo.- Afirmó su
entusiasmado guía.-
Y era tal el tono entre ilusionado y lleno de
admiración con el que se lo decía, unido a su expresión de felicidad que lucía
en su rostro que la muchacha al verle y escucharle se dejó llevar. A los pocos
minutos y tras usar algunos elevadores y ascensores accedieron a una zona
restringida. El chico tenía un pase especial militar.
-Alguna vez he tenido turno de guardia por aquí cerca.
Podemos acceder a cualquier parte de la nave para comprobarla.- Le explicó.-
Y utilizó su
acreditación abriendo una puerta de seguridad y una gran compuerta doble. Al
hacerlo pulsó de inmediato un botón cercano para replegar una especie de
cubierta del techo y le indicó a su interlocutora que dirigiera la vista hacia
arriba.
-¡Mira esto! Lo he estado reservando para ti…
Neherenia pudo contemplar como esa especie de
protección dejaba al descubierto una gran bóveda de cristal que permitía ver el
espacio. A través de ella millones de estrellas refulgían en los colores más
variados. Algunas se agrupaban en constelaciones, otras vagaban solitarias, sin
rumbo. Era algo tan hermoso que la muchacha solamente pudo abrir la boca,
extasiada en su contemplación.
-¿Te gusta?- quiso saber el chico abrazándola por
detrás y pasándole los brazos por la cintura.-
-¡Es maravilloso! - pudo musitar ella. –
-Pues escucha esto.- Añadió el chico conectando su
móvil para hacer sonar una canción.-
La melodía sonó, Nehie creyó haberla escuchado
alguna vez en la Universidad. Desde luego era más que apropiada para lo que
estaba viendo. Entre el hilo musical y el paisaje que se revelaba tras la
cúpula la joven apenas si pudo susurrar con admiración…
-¡Es precioso!…
-No tanto como tú – repuso Granate besándola en una
mejilla con suavidad para sentenciar con afecto. – ¡Para mí brillas más que el
universo entero!
Y
el joven cantó algunas de las estrofas
de esa canción de su grupo favorito, que tan bien casaba con aquel momento.
-Porque tú eres un cielo, un cielo lleno de estrellas
-Voy a darte mi corazón
-Porque tú eres un cielo, un cielo lleno de
estrellas
-Porque tú iluminas el camino
-No me preocupa continuar y partirme
-No me preocupa si tú lo haces
-Porque en un cielo, en un cielo lleno de estrellas
-Pienso que te vi
-Porque tú eres un cielo, un cielo lleno de
estrellas
-Quiero morir en tus brazos
-Porque eres más luminosa cuando hay más oscuridad
-Voy a darte mi corazón
-No me preocupa continuar y partirme
-No me preocupa si tú lo haces
-Porque en un cielo, en un cielo lleno de estrellas
-Pienso que te veo
-Pienso que te veo
-Porque tú eres un cielo, un cielo lleno de
estrellas
-Una visión tan celestial
-Tú eres una visión tan celestial
(Colplay. A sky
full of stars, crédito a los autores)
La chica sonrió halagada por aquellas palabras e
incluso enrojeció, al escuchar esa canción tan hermosa. El muchacho la hizo
girarse despacio y ambos se miraron a los ojos, él no tardó en besarla y ella
le abrazó prolongando aquello. Después ambos miraron el espectacular caleidoscopio
de colores. Aquello parecía una gigantesca luminaria. Estrellas, galaxias y
cometas pasaban ante la pareja refulgiendo en colores casi interminables, como
si festejasen con ellos su amor…
-Me gustaría ver todas las estrellas a tu lado.
Aunque no me hace falta mirar, tú eres mi cielo lleno de ellas y por eso te doy
mi corazón. – Le canturreó de nuevo el
chico, con suavidad al oído al compás de la canción, tomándola entre tanto de
una mano. – Eres tan hermosa como una visión celestial. Quiero estar siempre
contigo.
- A mí también me encantaría que pudiéramos estar
juntos siempre, tu corazón y el mío. – Cantó asimismo ella, apoyando su cabeza
en un hombro de su pareja. –
-En un cielo lleno de estrellas, creo haberte visto,
quiero morir en tus brazos. No hay mejor forma de describir lo que siento por
ti. - Remachó él para volver a besarla.-
Neherenia sintió como su corazón latía con fuerza.
Casi le parecía que iba a salírsele. Desde luego, su amiga Chibiusa tenía
razón. El amor era tal y como se lo había descrito. Por un instante le pareció
como si el tiempo se hubiese detenido y que solamente existieran Granate y
ella. Y los dos quedaron allí, prendados de ese vasto e inacabable firmamento.
Disfrutando de su belleza y de su mutua compañía. A Neherenia, la Soberana de
la Luna Nueva y guardiana de los misterios Lunares, Sailor Shadow, no le
importaba nada más en aquel instante. Únicamente deseaba poder ser Nehie Moonlight
y permanecer eternamente abrazada a su amor. Parecía que ninguna cosa fuera de
aquella sala existiera… Por desgracia volvió lentamente a la realidad. No
estaba allí con él. Estaba sola en su habitación, suspiró ahora secándose las
lágrimas que corrían por sus mejillas.
-En un cielo lleno de estrellas. Ahora, mi amor, tú
eres una más…la que brilla con más intensidad para mí.-Suspiró entre sollozos.-
Todavía era incapaz de evitar que sus recuerdos
vagasen. Siempre volaban inevitablemente a los momentos que compartió con
Granate. Pero debía sobreponerse. Era su deber. Decidió serenarse y retornar a
la dura realidad. Aquel mensaje de su oscura encarnación pasada era muy
importante. Sin perder más tiempo salió al encuentro de sus compañeros para
hablar con ellos y pedirles su opinión sin poder evitar decirse…
-Como decía esa canción, no me importa, no me
preocupa si me destrozaste con tu marcha. Mereció la pena amarte.
Seren también tuvo extrañas sensaciones al despertar.
No recordaba con claridad. Quizás se le apareciera la imagen de sus padres o se
había tratado de alguna pesadilla. Pero recordaba unas enérgicas palabras
pronunciadas por una silueta que resplandecía con los dorados tonos de un súper
guerrero exclamar.
-“Tú eres descendiente directa de los Guerreros del
Espacio. No dejes que nuestro nombre se pierda, no permitas que nuestros hechos
desaparezcan de la memoria. Has de ayudar a vencer al Olvido”. Ninguna batalla de
las que tendrás será más decisiva que la que libres contra ellos.
Pero en cuanto los ecos de estas palabras se
desvanecieron, una voz femenina, perteneciente a una silueta que empuñaba un
cetro alargado y lucía una larga melena verde oscura, le pedía a su vez.
-También provienes del linaje de Plutón. La princesa
del espacio - tiempo y guardiana de secretos muy antiguos. No olvides de donde
arrancan tus raíces, del Milenario de Plata y el reino de la Luna. No dejes que
sus historias se extingan. ¡Avívalas! Obliga a retroceder a los seres de la Nada.
¡Ayuda al Mensajero!
Ahora Seren recordaba aquello y en cuanto quedó con
Doran al salir del hotel se lo comentó. El guerrero solamente pudo encogerse de
hombros. Creyó que esas dos advertencias provendrían seguramente de los
antepasados de la princesa. Y así habló.
-Alteza. Creo que esas palabras no hacen sino
reforzar nuestra determinación a luchar contra esos seres.
-Por tanto, estoy convencida. Eso reafirma mi
intención. Los dos debemos permanecer aquí. Aunque sea por unos días más. Hasta
que ese Mensajero aparezca.- Le replicó la princesa. –
-Contad conmigo para lo que demandéis, Alteza. – Afirmó
el chico llevando su puño derecho contra su pectoral izquierdo a modo de saludo.
– Lucharemos por él hasta el final.
Su interlocutora asintió y ambos se encaminaron a
reunirse con sus compañeros en tanto Seren le comentaba a Doran.
-No habrá batalla más trascendental para la suerte
de nuestro pueblo y del universo entero que esta.
Debbie despertó de una siesta. El sueño que tuvo todavía
estaba claro en su memoria. Deambulaba por el vacío local de la discoteca en la
que trabajase y casi fuera abducida por Sarah, la reina de los vampiros. Y
ahora la tenía ahí, delante de ella. La muchacha se puso en guardia y
rápidamente rebuscó entre sus ropas algo de agua bendita o una cruz, su rival sonrió mostrando sus
colmillos. No obstante, no trató de atacarla y le habló con tono sereno y
grave.
-No temas nada de mí. Yo ya no existo en este plano
dimensional. No deseo hacerte ningún mal. Pero sí advertirte. Tienes que luchar
contra los seres del olvido. Ellos son la amenaza. Nosotros solamente les hemos
precedido por una razón…
-¿Qué razón?- Quiso saber Deborah que observó a
Sarah con desconfianza. –
-Ni yo misma la conozco. Pero sí que puedo decirte
esto. El Mensajero nos traerá luz y esperanza. A su tiempo batallará contra
“Ellos”, y todos dependeremos del resultado de esa lucha. No obstante, su momento
aún no ha llegado. Todavía no está preparado, debéis darle tiempo. ¡Lucha
Debbie!, hazlo por él y por todos los seres que han existido, existen o
existirán.
Y la asombrada chica no pudo preguntar nada más. En
ese instante despertó. Sonaba la alarma de su reloj de pulsera. Decidió ir al
encuentro de sus amigos…
-No sé por qué, pero esto no ha sido un simple
sueño.- Pensó.-
En el local que estaban reformando, Paul y Samantha
recibieron la visita de Lance. El joven les saludó pasando a informarles sin
más rodeos.
-Ya vienen. Debemos estar preparados.
-No creo que lo hagamos mejor ahora que la última
vez. – Repuso Paul con tono pesimista –
-Con que lo hagamos igual será suficiente. – Contestó
Lance que llevaba bajo su brazo aquel grueso libro. – Nuestra única misión es
la de ganar tiempo, no la batalla. Eso está más allá de nuestras capacidades.
Y pese a la gravedad del momento, aquel grueso tomo
llamó de inmediato la atención de los hermanos y Samantha, casi con más interés
profesional que otra cosa, le preguntó.
-¿Qué llevas ahí? Parece un libro muy antiguo.
-Lo es en verdad, pero al tiempo trata de cosas muy
actuales, e incluso del futuro. – Fue su enigmática réplica. –
Dejándolo sobre una mesa los chicos pudieron ver que
sus tapas de eran de color burdeos y como título solamente aparecían dos letras
una G y una W. Una encima de la otra, como si precedieran, a modo de iniciales,
a dos palabras que no estuvieran escritas. Paul se acercó y estaba a punto de
abrirlo cuando Lance le detuvo con un gesto para disuadirle.
-Es un libro muy especial, vosotros no podéis
consultarlo. Al menos no todavía. Confía en mí, por favor. No trates de leerlo.
No saldrías bien parado, amigo.
Los hermanos se miraron sorprendidos pero optaron
por asentir. Desde que le conocían había quedado claro que Lance siempre hacía
las cosas por una buena razón. Al menos, eso es lo que creían. Y muchas veces sus
formas de actuar eran inexplicables. Aunque al final todo acababa siendo como
él les hubiera dicho que iba a ser. Seguramente aquel sería uno de esos libros
de conjuros y sortilegios que él gustaba de utilizar contra las fuerzas de la
oscuridad. De todos modos, quizás por seguridad, su interlocutor volvió a tomar
el grueso volumen y lo guardó en una mochila que llevaba. En ese momento
llegaba Neherenia y a los pocos minutos fue Deborah la que hizo acto de
presencia. Tras saludarse ambas chicas pusieron a sus compañeros al corriente
de sus sueños. Todos quedaron atónitos y Lance declaró.
-Bien, eso confirma mis sospechas. Todos estamos en
gravísimo peligro, tanto amigos como enemigos. En esta ocasión la Luz y la Oscuridad
tienen un objetivo común. Seguir existiendo. Por esta vez cualquier disputa o
batalla entre nosotros debe ser dejada a un lado. Nuestra victoria será la
suya, y nuestra derrota también su perdición, si sucumbimos ellos también lo
harán.
-Por eso nos están ayudando y tratan de advertirnos.
Tienen tanto que perder como nosotros.- Afirmó Neherenia.-
Los demás le miraron visiblemente confusos, en ese
instante llegaban también Seren y Doran. Tuvieron que invertir casi una hora
para ponerse respectivamente al corriente de lo que habían experimentado. Al
fin, Sailor Plutón afirmó tras informarles a su vez de lo que había soñado y
ser puesta al día de las visiones del resto.
-Todo va cobrando sentido, es como si se nos
estuviese advirtiendo desde todos los lugares y como si todos los acontecimientos
anteriores del universo estuvieran enfocados a este momento.- Declaró reflexivamente
la princesa saiyajin.-
-Así parece. Y ante eso, solamente nosotros estamos
aquí, dispuestos a llevar el peso de esa enorme responsabilidad. – Convino
Nehie cuyo tono de voz estaba tomado por la gravedad y el temor a semejante
compromiso. – Es demasiado para nuestras capacidades…
-Lo es. Tienes razón, Neherenia. Pero no estaremos
solos. – La animó Lance, dirigiéndose asimismo al resto de sus camaradas. –
Ésta vez hay fuerzas poderosas de nuestra parte.
-Es cierto. Ya os he dicho que hasta la misma Sarah
me animó a luchar por todos los seres. Supongo que, tal y como nos has
asegurado, incluso ella y los suyos estarán de nuestro lado. – Terció Deborah.
-
-Yo ya me estoy impacientando. – Sentenció Doran que
de hecho se paseaba nervioso por la estancia, afirmando. – Sea lo que sea
quiero enfrentarme con ello lo antes posible. ¡Un guerrero del espacio no está
hecho para tener paciencia, lo está para luchar!
-Y sin embargo, cada segundo que tengamos antes de
la confrontación final podría darnos una ventaja decisiva. – Le corrigió Lance
aseverando. – No hay que buscar la pelea, hay que aplazarla lo máximo que sea
posible.
-Pero yo te comprendo, amigo. – Convino solidariamente
Paul, dirigiéndose al saiyajin. – Esto es una tortura.
Así
era. Lo que más les atormentaba no era ni tan siquiera enfrentarse en una
batalla perdida de antemano ante esa arrolladora fuerza que obliteraba incluso
el mismo recuerdo de la existencia. En verdad, todos temían fracasar y que sus
seres más amados desaparecieran dejándoles sin la consciencia misma de haber
existido alguna vez. Al menos Doran podía ver a su lado a Neherenia. Y lucharía
por ella hasta el final. No obstante, Paul tenía muy lejos a Hans y a sus
padres. Debbie no sabía nada del paradero de su hermana Susan y el resto de la
familia, Seren tampoco podría volver a ver a sus padres y hermanos, o a Sean…Y
en cuanto a Lance, Samantha o la propia reina de la Luna Nueva, además de otros
familiares, tenían a personas muy queridas allí mismo. Sam pensaba en Coraíon
sin poderlo apartar de su mente y Lance lo mismo que Nehie, en Idina. Y estos
entre otros serían de los primeros en desaparecer junto con ellos mismos si el
olvido y la nada se imponían.
-Sí, es una tortura que llevamos soportando durante años.
– Suspiró Samantha al preguntarse retóricamente con voz queda. - ¿Por qué precisamente
debíamos de ser nosotros los que cargásemos con tamaño conocimiento y
responsabilidad?
-Quizás pronto podamos responder a eso. Hasta
entonces debemos prepararnos, esta vez sabemos qué es el enemigo y lo que
buscará. Y que, por desgracia, son invulnerables a nuestros ataques. Ya os lo
he dicho. Nuestra tarea no es vencerles, esa labor estará reservada al
Mensajero. Lo que debemos hacer a toda costa es retrasarlos lo más posible para
darle tiempo a él de manifestar su poder. - Les indicó Lance. –
-¿Y cómo podremos conseguir hacer eso si nuestros
poderes no sirven para nada ante ellos? - Quiso saber Neherenia no sin un poso
de desesperada impotencia. -
Y haciendo un gesto con las manos a todos para que
formasen un círculo, Lance pasó a explicarles cual debería ser su táctica.
Todos obedecieron al momento y se aprestaron a escucharle con muchísima
atención.
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