Ya en un recién inaugurado restaurante de Bios las
dos parejas se dispusieron a comer. Fiel a su palabra Leval corría con los
gastos. Aunque agradecía mucho a sus amigos el que estuvieran allí apoyándoles.
Lo que le sorprendía más que ninguna otra cosa era que Amatista estaba ahora de
muy buen humor, parecía que algo o alguien la hubiese descargado de un gran
peso. Su esposo, dándose cuenta de ello, le preguntó realmente intrigado...
-¿Qué te ha ocurrido, cariño? , hasta hace unas
horas te notaba preocupada y ahora en cambio te veo tan feliz...
- ¿Y no te alegras de eso? - Respondió la joven a la
vez que levantaba una copa con agua. -
- Claro que sí,- se apresuró a decir él, atónito y
desconcertado por esa réplica, tuvo que dejar pasar un segundo para poder
añadir. - Es sólo que me sorprende mucho. Algo ha tenido que pasar...
- Lo único que puedo decirte es que noto que él
sabrá cuidarse y cuidarnos a nosotros.- Contestó ella tocándose su abultada barriga con suavidad
-...Debemos confiar en él.
- Es verdad - intervino Sandy para dar la razón a
las palabras de Amatista. - He notado que, de un tiempo a esta parte, tu
energía espiritual no deja de aumentar. Mazoui
lo ha percibido también.
- Sí.- Terció Coraíon que hasta entonces estaba algo
distraído comiendo y que en ese instante quiso ingresar en la conversación, de
modo que al escuchar el nombre de su primo pensó que ésta iba por otros
derroteros y preguntó con animación. - Eso
¿dónde está Mazoui? Podría haber venido con Satory a comer con nosotros.
Las
dos mujeres le miraron con un gesto sorprendido, Amatista se sonrió. Luego
ambas se rieron. Por fin Sandy fue la que le dijo con un tono burlón.
- Coraíon, te gusta tanto la comida que no te
enteras de lo que estamos hablando...
-¡Oh perdonad, chicas!..- admitió éste visiblemente
azorado para disculparse encogiéndose de hombros. -
- No te preocupes,- le respondió Amatista que
convino con él. - De todas formas tienes razón, es una pena que no estén.
Todos
asintieron mientras seguían con aquella agradable velada. Sandy entonces insistió
en el tema, repitiéndole a su novio que ahora sí prestaba más atención a sus
palabras.
-Noté que el aura
de Amatista ha crecido muchísimo. Ya hace meses que empecé a percibir en ella
una fuerza mayor.
-¡Pues yo no me he
convertido en super guerrera todavía!- Bromeó su amiga.-
-No es exactamente
un poder físico.- Contestó Sandy, en serio a pesar del tono de su interlocutora.-
Es como si tu consciencia se expandiera. Debes de haber sentido algo.
-Sí, me noto mucho
más receptiva.- Admitió Amatista más seriamente ahora.- Cosas en las que antes
ni reparaba, ahora me son más evidentes.
-¿Cómo por ejemplo?-
Quiso saber su interesado marido.-
-No sé como
explicarlo.- Suspiró ella.- Es como si toda la naturaleza me hablase y pudiera
escucharla. Desde el aroma de las flores hasta los rayos del sol. Presiento que
están ahí y que me quieren decir algo. Es parecido a cuando estuvimos en Vegetalia.
-Sí, ese planeta
de las flores.- Asintió Leval, maravillado todavía al recordar aquello.-
-¿Ese planeta que
lograste sanar con tus canciones?- Preguntó Sandy.-
-¿Cómo?- Quiso
saber Coraíon a quien no le habían narrado aquel increíble acontecimiento.- Eso
me lo tenéis que contar.
Y fue la propia Amatista
quien contestó, relatando.
-Fue cuando
conocimos a Giaal. Vino a buscar ayuda. Al principio quería que Leval y Mazoui le
echasen una mano, luego…
-Mi mujer resultó
ser mucho más poderosa que cualquiera de nosotros dos.- Sonrió su marido
terciando en la explicación. – Yo en persona estaba allí cuando ella cantó y
reactivó la vida de ese mundo. ¡Fue algo indescriptible y maravilloso!
Coraíon quedó perplejo. Sin embargo, cuando concluyeron
de exponerle esos impresionantes hechos, la propia Amatista sentenció con voz
queda.
-Y ahora presiento
que aquello no fue nada comparado a lo que nos aguarda. Tengo la certeza de que
mi hijo será capaz de muchísimo más. Pero antes tiene que nacer. De todos
modos, ya siento que su poder es enorme y que se aloja en mi interior.
Únicamente tiene que poder salir.
-Lo hará, y entonces
que se preparen esos seres.- La animó Coraíon con toda su buena voluntad.- ¡No
sé qué serán pero seguro que les va a dar una buena paliza!
Ese comentario tan ingenuo como bienintencionado produjo
al menos unas pocas sonrisas. Tomando la palabra, fue Coraíon quien dijo recordando
su cuestión anterior.
-En ese tipo de
cosas el primo Mazoui es quien más sabe. Por eso preguntaba antes por él.
-No tengo idea de
dónde podrá estar.- Afirmó Leval.-
El aludido estaba con Satory cerca del laboratorio
de investigación. También habían acudido a un restaurante próximo pues ella
tenía sólo una hora para comer. El muchacho hablaba con su novia proponiéndole
algo interesante.
- Cuando te den vacaciones puedo solicitar un
permiso y podríamos ir a la Tierra. Así tú ves a tu padre y yo a mi familia...
¿qué te parece?...
-¡Sería algo fantástico, me gustaría mucho, cariño!
- le respondió ella muy complacida por la idea. -
- Lo cierto es que te he dejado un poco olvidada
estos días,- le confesó su pareja sonando algo culpable. -Me gustaría que
pasáramos más tiempo los dos juntos...
La muchacha no ignoraba todos los sucesos acaecidos,
y comprendía perfectamente los problemas que turbaban a su prometido. Era de agradecer
que él quisiera no preocuparla quitándoles hierro como si de meros asuntos de
trabajo se tratase. De modo que ella intentó seguir por aquel camino al
contestar con tono desenfadado.
- Sé que has estado muy ocupado con cosas muy
importantes. No te preocupes, lo que ocurre es que nuestras profesiones son muy
absorbentes.
- Quería decir que podríamos vivir juntos.- Replicó
Mazoui quién, tomándola afectuosamente de una mano, la miró a los ojos ante la
sorpresa de Satory que estaba algo colorada en tanto le escuchaba añadir
tímidamente a él. - Si a ti te parece podríamos probar.
- Bueno,- asintió ella con suavidad aunque
sintiéndose algo desorientada pero al tiempo llena de entusiasmo. - Sí, no sé
si estoy preparada para eso...pero me gustaría intentarlo.
- Si vamos a casarnos sería mejor saber si podemos
vivir juntos. ¿No crees? - Sonrió Mazoui. – Unos días en la Tierra para empezar
no estarían mal. ¿Qué te parece?
- Tienes razón...- admitió ella que besó a su novio
para prometerle con animación - ¡Lo hablaremos con calma!
Hasta entonces pese a ser una pareja e incluso estar
comprometidos los dos habían seguido viviendo de manera independiente. Por eso
aquel era un paso fundamental en su relación. Satory pensaba en ello y no sabía
si su novio se lo pedía porque de veras estuviera deseoso de tenerla a su lado o
por las particulares y graves circunstancias que les rodeaban. Decidió que, aun
sin esa amenaza tan extraña en ciernes, lo normal era que él se lo propusiera.
-Claro,- Convino él.- No te preocupes, lo haremos…-
Remachó deseando sonar animoso.-
Pero como de costumbre sonó la alarma de su reloj en
el momento más inoportuno truncando esa interesante conversación, Satory se
lamentó realmente fastidiada.
-¡Oh cielos! , debo volver al trabajo. Hasta luego.-
Se levantó y salió disparada.-
Mazoui
se sonrió levemente y decidió irse a la base a terminar algunos asuntos que le
pudieran quedar pendientes. Podía darse cuenta de que su novia tenía dudas. Él,
pese a no querer transmitirle su inquietud, sí que estaba preocupado. Por no
decir asustado. Aunque quería creer que con esos poderosos dioses de su lado tenían
posibilidades de salir con bien.
-Bueno.- Por ahora seguimos aquí.- Suspiró, arengándose
en un intento por subir la moral.- Y sean lo que sean esos entes, no me
exoneran de mis responsabilidades en la base. Y para colmo después tengo que
seguir investigando. Hay muchas cosas de las que ocuparse.
Entre ellas, leer algún que otro pergamino más, de
los que le prestase Tom. Todavía recordaba la charla que mantuviera con Lance y
pese a no querer caer en ello no pudo evitar pensar. ¿Qué sería aquel libro? ¿Quién
sería ese tipo que lo llevaba? Lo vio en sus viajes al plano astral. Y lo que
más le sorprendía era que Lance lo conocía. A pesar de que el padre de su primo
estaba siguiendo su pista. Aunque Tom parecía estar ajeno a lo que su propio hijo
sabía. Tendría que hablar seriamente con su mentor sobre ese tema. Pero ahora
era necesario averiguar más cosas. Y hacerlo con la mayor rapidez posible.
Presentía que esos momentos de tranquilidad estaban próximos a terminar.
-No sé qué está sucediendo exactamente, pero me temo
que es algo muy grave y de vital importancia no solamente para nosotros sino
para el Universo entero.- Se dijo con inquietud.-
Aunque ni en sus peores temores ni él, ni sus amigos,
podían imaginar que en el espacio la situación empeoraba por momentos. Los
extraños seres recorrieron con una gran rapidez los pasillos dimensionales. No
les llevó mucho tiempo resolver las trabas que les habían interpuesto.
Invadieron lugares y momentos diversos, pero al no detectar lo que buscaban
rápidamente desandaron el camino. Eso sí, tal y como se habían temido Georcael
y sus subordinados, provocando alteraciones espacio- temporales y algunos caos
interdimensionales que hubieron de ser resueltos o deberían de serlo en otros
momentos y lugares. Seguro que ajenos a esas circunstancias, o en el peor de
los casos, sin que les importasen en lo más mínimo, aquellos entes aparecieron
de nuevo en el cosmos conocido y en el momento oportuno. Los dioses al
detectarlo se miraron alarmados...
-¡No puede ser! - exclamó Buruk oponiéndose todavía
a la evidencia al declarar. - ¡Se necesitarían milenios de años humanos para
recorrer todos los pasillos trampa que abrimos! ¡Incluso para un dios!
-Hay más partes del universo que ya no están.- Les avisó
Soa.-
Y
es que las galaxias desaparecían como si de granos de arena flotando en la
brisa se tratasen. El ritmo de la aniquilación aumentaba de modo exponencial, y
agudamente Dialen observó.
- A mayor
velocidad de la obliteración, mayor es el poder del enemigo. Seguramente
crecerá al mismo ritmo. Ya debe de superar el nuestro con mucho.
-Es cierto.- Convino la asimismo turbada Zoen.-
Antes era apenas perceptible, ahora es como si de una gran ola se tratase. Y
viene directa a romper hacia aquí.
- ¡Tenemos que ir junto a los mortales y deprisa! -
les instó Redan. - Esos seres han descubierto el camino hacia ella. Ya no hay nada
que les retenga aquí y tal y como decís se han fortalecido, ¡irán directamente a
por la Portadora!....
Los cinco dioses desaparecieron al unísono prestos a
organizar la defensa. Entre tanto Lance, tras comentar la estrategia a seguir con
sus compañeros, se despidió de ellos. Ahora, a solas en la habitación de su
hotel, recordaba cómo llegó hasta él ese misterioso libro. Años atrás, recién
empezada su carrera, estando solo en su apartamento de estudiante, sentado y
repasando sus apuntes. Entonces percibió una sensación extraña, como si la
temperatura hubiese bajado de pronto. En ese instante alguien se había
materializado a su lado. El muchacho se levantó rápidamente con visible temor e
incredulidad.
-No debes sobresaltarte. – Le pidió aquel misterioso
individuo con voz grave y profunda, aunque al mismo tiempo de algún modo suave.
–
-¿Quién eres?- Quiso saber el aterrado chico. –
De hecho, no podía ver más que un
rostro difuminado y una envoltura de ropajes totalmente negros, así como la
capa que ondeaba tras esa aparición, como si la meciese una inexistente brisa.
-Puedes llamarme el Demiurgo. - Le respondió aquella
figura. – Me dedico a levantar crónica de todo lo que sucede, ha sucedido y
sucederá.
-¿Eres una especie de demonio?- Preguntó Lance realmente
intimidado por aquella aparición. –
-Sí y no. Al menos no como lo interpretas tú. Pero
no temas, no vengo a hacerte ningún daño. – Fue la enigmática réplica, sobre todo
cuando aquel ente agregó entregándole un libro. – Quizás puedas leerlo aquí.
-¿Qué es esto?… – Pudo decir el chico con patente
desconcierto. –
-Lo sabrás cuando lo leas - le contestó ese ser que
añadió con énfasis. – Y en verdad que te recomiendo su lectura. Aunque no debes
dejar que nadie más lo haga. Al menos, no todavía.
-¿De qué trata?- Quiso saber el chico, recuperando
poco a poco su dominio de sí. –
-¡Oh!, de cosas que te resultarán muy interesantes.
Te lo puedo asegurar. - Respondió aquel ente que casi pareció hacerlo divertido.
–
-Pero, no entiendo… ¿por qué me das esto a mí?
-Porque te he elegido. Tú tendrás una misión muy
importante que cumplir. Deberás reclutar a más componentes para un grupo muy
especial. Pero ninguno salvo tú mismo sabrá realmente el alcance de su misión.
-¿A qué misión te refieres? ¿Qué quieres que haga?-
Pudo preguntar Lance con patente sombro y hasta temor. –
-Solamente puedo decirte esto. Cuando lo leas lo
sabrás.- Le indicó aquel ser señalando el libro que ahora reposaba sobre su
mesa para remachar. – Tendrás que guiarte por él y a medida que progreses en su
conocimiento te verás obligado a tomar decisiones muy difíciles.
El chico lo
miró con más detenimiento, era burdeos, con unas letras doradas escritas en
caligrafía gótica, simplemente una G y una W a modo de iniciales. Y entonces
aquella extraña criatura remachó.
-Esa será una de vuestras armas contra esa forma del
olvido. Este Libro de los Días. La otra aún está por venir. Tu misión
consistirá en que el libro que tienes en tus manos se haga más poderoso.
-¿Pero, cómo puedo hacer eso? ¿Para qué fin?- Casi
balbuceó el muchacho realmente sobrepasado por aquello. –
-Ya te lo he dicho. Lee y aprende. Haz que las cosas
sucedan. Consulta sus páginas, haz lo posible por multiplicarlas. A mayor cantidad
de ellas más poderoso será y mejor defensa os brindará. Ayúdate incluso de
otros para ello con emanaciones del mismo como esta.
Y dicho esto una agenda encuadernada en cuero negro,
junto con una especie de pluma de ave para escribir, aparecieron junto a Lance,
en tanto ese misterioso ser le advertía.
-Pero, ten cuidado, algunas no están aún escritas…y
recuerda, si cae en manos inapropiadas el mismo libro defenderá sus secretos y
se rescribirá…
Con un acto reflejo Lance tomó el libro y lo abrió.
Al principio pudo descubrir párrafos y palabras ordenadas por capítulos, otras
sin embargo oscilaban y se tornaban borrosas como si fuesen borradas y
reescritas al instante, pero llegando hacia la mitad todas estaban en blanco. Y
su misterioso interlocutor declaró.
-Esa es la parte trascendente de tu misión. Contribuye
a llenar las páginas en blanco. Nada hay más importante. Ahora debo dejarte.
Y sin darle tiempo para hacer otra pregunta ese
extraño ser desapareció del mismo modo en el que había aparecido. Ahora Lance
volvía de sus recuerdos en tanto cerraba el libro que ahora había incrementado
de forma considerable sus páginas escritas, y suspiraba.
-Bien, tengo ganas de saber qué pasará en el siguiente
capítulo. Pero ahora hay un trabajo que hacer…- Se dijo disponiéndose a llamar
a su equipo.-
Neherenia se paseaba nerviosa por su habitación
cuando recibió el aviso. Debían reunirse. Sin demorarse ni un segundo se preparó
para salir. No quiso ir a ver a Idina, la chica de todas formas debía creer que
ella se había marchado. Como todavía estaba dando clase en la nave no era
probable que bajase a Bios y la viese allí. De todas formas sería mejor no
arriesgarse. Con disimulo cambió su habitación por otra. Ya haría unos días que,
con el pretexto de no molestar a su amiga, no quiso pasar más tiempo en su
piso.
-De veras que no es molestia ninguna, Nehie.- Le
comentó una sorprendida Idina al oír aquello.- No tienes porqué volverte a tu
hotel.
-Pero tengo muchas obligaciones protocolarias y dentro
de poco deberé retornar a la Luna.- Opuso ésta intentando buscar una excusa
plausible, sonriendo incluso al afirmar.- Hasta temo que De la Lune o Anaris vayan
a presentarse aquí de un momento a otro preocupados por mí.
Su
amiga sonrió a su vez y desde luego repuso con una idea que hasta ruborizó a
Neherenia.
-Ya, bueno, no hace falta que te busques excusas, Nehie.
Tengo ojos en la cara.
-¿Qué?¿A qué te refieres con eso?- Quiso saber la
soberana, quien realmente no comprendía el motivo de esas palabras.-
-Ese guapo saiyajin que no se separa de ti, ni a sol
ni a sombra.- Comentó Idina de un modo bastante más osado y pícaro del que solía,
más aun al remachar.- Creo que está mucho más interesado en tu real persona que
en su propia princesa. Y me parece que a ti tampoco te disgusta él.
-¿Doran? No seas ridícula.- Exclamó sin poderlo
evitar.-
Aunque
por el rubor de sus mejillas y la risotada de Idina, ella suspiró entre
resignada y agradecida. Al menos eso le podría proporcionar una coartada para
apartarse de su amiga. Deseaba tenerla a salvo en tanto fuera posible. Y ella
precisaba un margen de intimidad y soledad para moverse y llevar a cabo su
misión. Por eso, apenas sí musitó.
-Bueno, pero guárdame el secreto ¿eh? Que no se
entere mi chambelán Mayor.
Su
divertida amiguita fingió cerrar su boca con una imaginaria cremallera. Luego
se tronchó a carcajadas. Neherenia no pudo por menos que reír con ella. Sería a
buen seguro una de las últimas oportunidades que tendría para eso.
-Para bien o para mal. Al menos así pude maniobrar
sin poner en riesgo a mi amiga.- Se dijo ahora en tanto acudía al llamado.-
Lance avisó por holo teléfono también a Seren y a
Doran para ver cuáles eran sus planes. Los saiyajin contestaron al poco rato.
La princesa de Nuevo Vegeta le comentó, respondiendo a esa cuestión.
-Por ahora permaneceremos aquí, cerca de nuestros
custodiados. Mi primo Leval y su esposa. Cuando llegue el momento estaremos
listos para entrar en combate e interceptar a esos seres antes de que les
alcancen.
-Nuestra prioridad es la de proteger a la Portadora.
Tal y como dijeron los dioses. – Completó el saiyajin que estaba a su lado. – Y
eso haremos a cualquier precio.
-Muy bien.- Repuso Lance, indicándoles.- Id para
allá, enseguida nos reuniremos con vosotros.-
Los
dos saiyajin se dispusieron a abandonar las habitaciones que tenían reservadas
en su hotel. Pertrechados con sus armaduras de protocolo. Así lo hizo constar
Doran que sentenció.
-Si hemos de ser destruidos, que sea al menos con
estos uniformes de gala.
-Mis padres lo aprobarían. Si es el final, que sea
con clase y dignidad.- Convino Seren.-
Y
ambos se pusieron en marcha. En otro lugar el comunicador de la reina de la
Luna sonó de nuevo. Era Lance. El chico le indicó que debía ir rápidamente a
casa de Amatista y Leval.
-Recibido, voy para allá.- Respondió Neherenia.-
Los tres estaban en camino, al poco se les unieron
Paul y Samantha, vestidos con sus negras ropas de faena. Y también Deborah,
ataviada de forma parecida pero con un gran fusil y una canana alrededor de su
cintura que iba llena de cápsulas de agua bendita y estacas.
-¿En serio?- Sonrió Paul al verla así pertrechada.-
-¿Acaso vuestras otras armas o poderes son más eficaces
contra esos seres?- Sonrió a su vez la muchacha.-
-Supongo que no.- Admitió su interlocutor.-
-Y merece la pena ser fieles a nosotros mismos.-
Convino Samantha.-
-Eso siempre.- Subrayó Seren.-
Todos estaban allí, convocados por Lance. Nehie, al
verles tan bien equipados no lo pensó, y en una zona sin testigos se convirtió
en Sailor Shadow. Aunque bien mirado. ¿Qué podría importar eso ya?
-Ha llegado el momento. – Sentenció Paul. –
-Sí, puede que sea nuestra última batalla. – Afirmó
su hermana. –
-Pues si ha de ser así, que sea memorable. – Les
arengó Doran. –
-Haremos que lo sea necesario para no defraudar. – Sonrió
sarcásticamente Debbie.-
Llegaron por fin ante la valla que delimitaba el
jardín de la joven pareja a la que debían tratar de proteger. Allí estaba Lance
que les aguardaba con ese misterioso libro bajo el brazo. Neherenia, que no
estaba muy al corriente de lo que podría ser aquello, hizo sin embargo un
desenfadado comentario, quizás para aliviar la tensión.
-Solamente a ti se te puede ocurrir ponerte a leer
una novela en un momento como éste.
-Confía en mí cuando te digo que es la mejor lectura que podría hacer en
una ocasión así. - Sonrió débilmente el chico, que, dejando de lado las bromas,
les indicó más en serio. – Ya se acercan. Poneos en guardia.
Un rato antes de la llegada del grupo tanto Amatista
como los demás habían vuelto a sus casas. Ajenos a la presencia de su primo
Lance y los demás integrantes de los guardianes, Leval charlaba con su esposa.
Ella decidió ser sincera y armada con su nueva confianza le contó lo que había
ocurrido las noches anteriores, éste se preocupó mucho pero ella le
tranquilizó.
-No temas, cariño. Los dioses me dijeron que les
despistarían hasta que nuestro hijo naciera. Después sé que no podrán hacerle
daño, ni siquiera esos seres...
-Pero ¿y si no logran despistarles? - Le inquirió
Leval con cara de circunstancias, recordándole a su esposa. - Me has dicho que
casi te llevan...
- Espero que lo consigan. Debemos confiar en los
dioses, ellos harán que esos seres… - repuso Amatista que pareció tornarse pensativa… -
Entonces súbitamente enmudeció. Su expresión de
alegría desapareció y fue sustituida por otra de inmensa angustia y
preocupación a la par que un frío helado comenzaba a invadir la estancia. Su
confianza se desmoronó en un instante y sólo pudo exclamar con horror.
- Están aquí. ¡Oh no!... ¡"Ellos” nos han
encontrado!¡No puede ser! ¡Es demasiado pronto todavía!…
-¿Qué dices?- Exclamó Leval que miró en todas direcciones
sin descubrir nada anormal e insistiendo alarmado. -¿Qué está ocurriendo? ¿Quiénes
son esos seres, Amatista? ¿Dónde están?
Su esposa no respondió, tenía la mirada fija y vidriosa
en un extremo de la habitación y temblaba sobrecogida de pavor. Al observar
hacia allí, su esposo pudo ver una silueta negra que, sin embargo, dejaba ver
claramente la pared. Sin saber cómo ni cuándo se había materializado de la
nada. Lentamente alargó una especie de brazo que se estiraba hacia ella. Leval poniéndose
en guardia se transformó en súper guerrero de inmediato interponiéndose entre
su mujer y aquella aparición.
-¡Amatista, vete de aquí, yo me encargaré de eso!,-
le indicó el muchacho concentrando sus fuerzas. -
- No, no te acerques a él - le advirtió ella aterrada.
-¡Te matará! O algo aun peor.
Su marido la miró sin entender, por si acaso,
decidió abrazar a Amatista y teleportarse con ella a donde hubiese una energía
conocida. Pero no podía sentir nada, era como si estuviesen solos en el
planeta. Esa cosa debía de interferir pero ¿cómo podía hacerlo? El muchacho
estaba desconcertado y aquel ente seguía alargándose de modo lento pero
imparable hacia su mujer y su hijo…
-No logro concentrarme, es como si no hubiese nada
más allá de esta habitación. ¿Pero qué demonios está pasando? ¿Qué son esas
cosas? - Decía en voz alto el atónito joven.-
En el exterior de la casa, el grupo miraba en todas
direcciones, fue Samantha la primera en llamar la atención de todos señalando
con una de sus manos.
-¡Allí!...
Todos dirigieron la vista hacia ese lugar del cielo,
una capa de negrura descendía hacia la casa. Al acercarse se descompuso en
decenas de figuras translucidas y oscuras de forma humanoide.
-¡Ooondaa vitaaal yaaaa! – exclamó Doran lanzando un
poderoso chorro de energía contra aquella masa que estaba todavía disgregándose.
–
Pero su ataque se desvaneció como si no hubiese
estado ahí. La historia de su anterior confrontación se repetía. El guerrero
del espacio miró sus propias manos con gesto incrédulo. Realmente, ¿había
lanzado algún ataque? ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Quién era él?...comenzaba a
sentir un intenso frío…
-¡Doran! - Le conminó Lance declarando de seguido
tras consultar aquel grueso volumen.- Escúchame, eres el hijo de Calix y de Seira. Eres un súper guerrero y estás luchando
contra el olvido.
-Sí, sí claro. - Convino éste que pareció salir de
aquel desconcierto recobrando su calor.- Ya lo sé. Gracias amigo.
Fue el turno de Sailor Shadow de invocar su poder
manejando su cetro, pero obtuvo el mismo resultado. Seren, convertida en Sailor
Plutón, tampoco pudo hacer nada ni aun deteniendo el tiempo y dejando a sus
compañeros esta vez libres como ella para moverse. Lance usando nuevamente ese
libro volvió a repetirles a ambas lo que acababan de hacer y cómo se llamaban,
así ellas se rehicieron superando a su vez esa ráfaga de frio helador que
empezaba a envolverlas…
-Esos seres malditos están más allá del tiempo y del
espacio. – Sentenció la princesa de los saiyajin, haciéndose cargo de la
situación, para matizar incluso con un toque de humor. – Ups, creo que eso ya
lo dije la otra vez.
-¡A por ellos! – Exclamó Debbie disparando con su
rifle de energía solar concentrada que sin embargo, tuvo el mismo inexistente
efecto que las armas de sus compañeros y Lance repitió lo mismo también para
sacar a esa muchacha de las idénticas sensaciones que habían experimentado sus
compañeros. -
Parecía que tras lanzar algún ataque contra esos
seres los miembros del grupo olvidaran ya no solamente eso, sino lo relativo a
ellos mismos. Y esa impresión era cada vez mayor, a la par que esa sensación de
frio que les congelaba hasta el propio espíritu. Por fortuna, el libro de Lance
parecía actuar como protector de sus memorias evitando que esas criaturas se
les acercasen e incluso generando una barrera contra ese extraño frío. Sin embargo y por desgracia, pese a estar
protegidos de ellos, al menos de momento, eran incapaces de contener a aquellos
seres. Y algunas de esas criaturas penetraron atravesando los muros de la casa,
como si estos no existieran, ante la impotencia del grupo. Y lo que era peor,
otras, esta vez sí, se dirigieron hacia ellos. Paul y Samantha les dispararon a
bocajarro con sus pistolas de laser concentrado. Unas armas que le habían sido
suministradas por la agencia terrestre en la que habían estado trabajando hacía
años. Lo mismo volvió a hacer Debbie. No obstante, pese a la alta tecnología de
origen extraterrestre que esas armas poseían demostraron ser tan inútiles como
todo lo demás. Esos rayos que habrían sido capaces de cortar limpiamente el
titanio o fundir el plomo sin esfuerzo, se desvanecían como si de restos de
humareda se tratasen al acercarse a esos seres. Tras repetir la operación de
lectura con ellos, Lance les indicó que se apartaran. Ahora un grupo de oscuros
entes les rodeaba. Fue Nehie la que suspiró con resignación.
-Ha sido un honor luchar a vuestro lado. – Pudo
decir. –
-Lo mismo digo. Hermosa y valiente reina. - Le
sonrió Doran afirmando sin pudor. – Me hubiera gustado tener más tiempo para
pasarlo junto a ti. Y suceda lo que suceda no deseo olvidar lo que siento
cuando te miro.
Aunque
desde luego esa no fuese la mejor situación para escuchar algo como eso
Neherenia enrojeció de vergüenza. Ahora debía admitirse a sí misma que las
palabras tan agudas de su amiga Idina no distaban mucho de la verdad. El saiyajin
era un hombre atractivo y había sido el único capaz de hacerle sentir algo
similar a lo que ella experimentó al estar junto a Granate. Recordaba que él se
lo dijo, volvería a amar y sería maravilloso. Pero al parecer ya no tendría la
ocasión de comprobar si eso podría ser cierto. Sus sentimientos o los que ese
guerrero albergase por ella no tendrían ya la oportunidad de ser demostrados.
Posiblemente desapareciesen como ellos mismos, como si jamás hubiesen existido.
Suspiró resignada, supuso que ya no importaba. Seren por su parte y centrada en
sus propios pensamientos, se convirtió en súper guerrera, al tiempo que
esgrimía el cetro heredado de su madre, la Reina Meioh y exclamó.
-¡Nunca ni una guerrera de la justicia, ni un guerrero
del espacio se han rendido sin pelear hasta el último aliento! Y yo soy ambas
cosas. ¡Moriré con dignidad!
-Así sea. Los humanos no vamos a ser menos. – Convino Samantha apuntando con su arma de
nuevo. –
-¡Valor, hermana! – Los humanos en conjunto no sé,
pero los Saint Join también resistiremos hasta el final. – La animó Paul, con
su irrenunciable sentido del humor inglés, poniendo su espalda contra la de
ella y apuntando a su vez con su pistola al enemigo. – Nuestra familia desde
luego, no se va a avergonzar de nosotros en las reuniones de sociedad.
-No, no lo harán. Teniendo en cuenta que, cuando
esos seres nos atrapen será como si jamás hubiésemos existido.- Suspiró su
hermana con pesar pero al tiempo entereza.-
-Pues yo no lo creo. ¡Vamos!, malditas manchas de
tinta. – Les retó Deborah a aquellas figuras que se les aproximaban a una ya
muy cercana distancia. – Os desafío a que nos borréis del recuerdo de las personas
a las que amamos.
No obstante, Lance sonrió mirando con expresión
desafiante a esos seres y declaró exhibiendo el libro en alto, elevándolo sobre
su cabeza con ambas manos.
-Pues yo no tengo intención de morir, ni de
desaparecer hasta que lea el final de esta historia. ¡Odio dejar una lectura
sin terminar! Seréis vosotros los que os larguéis de la escena…
Y dicho esto abrió ese tomo que comenzó a brillar
con tonos dorados, una ráfaga de energía salió de él en forma de anillo
concéntrico y desbarató a esos seres que se vieron rechazados. Para asombro de
sus camaradas las siniestras criaturas se retiraron en dirección a la casa.
-¡Es increíble! - Pudo decir Nehie, observando a su
compañero y ese extraño libro con el estupor pintado en su rostro. – Los ha
apartado…
-No te olvides de dejármelo cuando lo termines,
tiene que ser muy interesante. – Terció Paul con el sarcasmo heredado de su
padre para este tipo de ocasiones. –
-Me temo que su lectura se te iba a hacer muy densa.
– Replicó Lance del mismo modo, aunque añadió sin embargo con preocupación. –
Viene alguien, debemos salir de aquí. Nuestra misión está terminada. Ahora
seréis libres.
-¿Libres? -Le preguntó Seren sin comprender. – ¿De
qué?...
-Si queréis saber que contienen estas páginas, ahora
podéis mirarlas. Al menos estas de aquí, sin peligro. – Replicó el chico
invitándoles cordialmente a ello. –
Y sus compañeros se arremolinaron curiosos en torno
a ese libro. El portador del mismo lo abrió casi por el final y ellos no vieron
nada. Aquello estaba en blanco pero al fijar su vista en esa tonalidad
inmaculada casi cegadora sus ojos se opacaron. Entonces Lance declaró con voz
queda y teñida de pesar.
-Habéis sido unos leales compañeros y unos magníficos
amigos, quien sabe si nos volveremos a encontrar. Ese sería mi deseo, volver a
veros en circunstancias mucho más gratas, sin que tengamos que arriesgar
nuestra mismísima existencia. Gracias por todo y lamento que tenga que acabar
de esta manera.
-¿Qué quieres decir?- Pudo preguntarle Deborah que de
pronto se notaba pesada y soñolienta. -
-¿Qué pasa?- Pudo balbucear Neherenia.-
-Tengo mucho sueño…- Fue capaz de decir Paul.-
-¿Qué nos has hecho?- Inquirió Samantha que luchaba
asimismo contra esa sensación.-
-Daros la oportunidad de tener una vida. Liberados
de esta carga. - Replicó Lance con voz queda.-
-¿Qué quieres decir?- Quiso saber Seren, apoyándose
incluso en su báculo para no caer por aquel sopor que la envolvía por
momentos.- ¿Qué significa eso?...
Aunque Lance no tuvo que responder. El resto
experimentaba la misma sensación. Al instante siguiente todos los demás,
excepto el portador de ese volumen, desaparecieron. El muchacho entonces cerró
el libro. Se dio la vuelta, salió del jardín y alejándose de aquella casa,
musitó.
-Ya he hecho todo cuanto me estaba permitido. No
puedo ayudarte más. Confío plenamente en ti, Mensajero. Tú deberás relevarme de
esta responsabilidad. Yo tengo otras muchas cosas de las que encargarme. Sé qué
harás lo que debes…lo único que puedo hacer por ti, mi querido primo Leval...
es esto. Y para ti Mazoui…lo necesitarás. Sandy te ayudará… - Musitó leyendo
algo en ese libro para después cerrarlo y proseguir su marcha.
Y desapareció tras doblar la esquina de la calle
para retornar a su hotel y más tarde a su vida…
Por completo ajenos a eso en el interior de la
vivienda, la pareja se enfrentaba a aquella gravísima situación con la mayor
entereza. Leval se interponía entre su esposa y aquellos seres. El muchacho no
quería destruir la casa pero no le quedó otra opción. Era eso o la vida de su
esposa y de su hijo. Concentrando energía lanzó contra esa silueta que se les
acercaba una potente ráfaga de energía y cubrió con su propio cuerpo a su
familia en espera de la onda expansiva que produciría la explosión. Sin embargo,
en el preciso momento en que ésta alcanzó a ese ser, la emisión de fuerza
desapareció como si nunca hubiese existido.
-¡Pero!, ¿qué demonios…? - exclamó Leval atónito.-
¿Qué sucede aquí? ¿Qué estamos haciendo?...¿Quién eres tú?- Inquirió totalmente
desconcertado a su atónita esposa. Más cuando agregó con voz queda. -¿Quién soy
yo?...
No obstante, oyó una voz en su cabeza, una que le
era familiar, recordándole todo. Al momento reaccionó.
-¿Estás bien, cariño?- Le preguntó su mujer
mirándole con gran preocupación.-
-Sí, no te asustes. Fue como si todo se me hubiese
ido de la cabeza por un momento. Pero ahora vuelvo a recordar…- Le explicó él.-
Entre tanto la silueta seguía avanzando lentamente
hacia ellos en tanto él perdía la noción de lo que estaba haciendo allí. Pero
aquella sensación pasó enseguida y se centró de nuevo en lo que sucedía.
- Debes marcharte de aquí.- Le instó Amatista que estaba
pálida, sentenciando. - No le podrás detener. Nada en este mundo puede
detenerlos. ¡Sálvate tú, cariño!, no te lo impedirá. Sólo me quiere a mí...
- ¡No digas tonterías!,- repuso el chico mirando con
furia a aquel ser para agregar. - ¿Cómo voy a dejaros solos a ti y al bebé? ¡Sois
mi familia! ¡Ese engendro tendrá antes que pasar por encima de mi cadáver para poder
tocaros!
La silueta estaba cada vez más cerca, trataba de
atrapar a Amatista pero Leval se interpuso y le lanzó otro rayo a bocajarro que
tuvo el mismo efecto que el anterior. De nuevo el chico se planteó qué estaba
sucediendo. Es más, ¿quién era él? Pero al instante se repitió lo anterior, fue
como si una voz sonara en su cabeza resolviendo aquellas dudas. Entonces el
largo brazo de la silueta pasó cerca del muchacho rozándole levemente. En ese
momento perdió su energía y de súper guerrero pasó a quedar en forma normal
derrumbándose en el suelo. Amatista se apartó aterrorizada, quería ayudar a su
marido pero no podía aproximarse o eso la atraparía. De ser solamente por sí misma no habría
dudado en arrostrar las consecuencias, pero estaba su bebé. Por suerte la silueta ignoró al caído y prosiguió su
avance hacia su auténtico objetivo, que por desgracia para ella, era la misma
Amatista. Afortunadamente, Redan, Buruk y Dialen aparecieron en ese momento. Entre
los tres lanzaron estrellas de energía que lograron rechazar a ese ser. La
silueta se introdujo por un agujero dimensional y desapareció...
Redan fue el primero que se preocupó por la muchacha,
le preguntó con voz apremiante.
- Dime, ¿te ha tocado? – Amatista, sudando y aun con
la mirada fija, negó con la cabeza -.
-¡Menos mal! - Suspiró el dios. -
- ¡Leval!,- musitó la muchacha casi paralizada por
el temor. -A él sí,…
Éste seguía en el suelo sin moverse. Casi estaba
transparente. Buruk le sujetó levantándole sin esfuerzo en tanto le observaba con extrañeza.
-¡Dios mío! ¿Qué le está pasando a mi esposo ?...-
Inquirió Amatista llena de pánico al observarle. -
- ¡Ha sido rozado por un increado! - repuso Dialen también
horrorizado. - No sé que le podrá ocurrir.
Amatista se acercó a su marido. El muchacho estaba
en estado catatónico, sólo murmuraba en tanto se iba haciendo intangible por
momentos...
- Olvido, nada existe...sino... Olvido...
- Debemos unir nuestras energías - indicó Redan a
sus compañeros. - De lo contrario le perderemos...
El joven se estremecía con espasmos cada vez más violentos,
su temperatura descendía de forma rapidísima. Incluso para horror de su esposa
estaba haciéndose cada vez más incorpóreo. Aterrada, Amatista todavía le agarró
de las manos como pudo ¡estaban heladas!, trató desesperadamente de darle calor
sin dejar de suplicarle...
-¡Por favor Leval, cariño responde!...Te lo suplico,
¡resiste!
Pero ella ya casi no podía asirle, era como si se le
resbalase de entre los dedos. Y es que tan pronto como había sido rozado por
esa criatura Leval sintió como todo se desvanecía a su alrededor. Luego sólo
hubo oscuridad, fría y vacía, todo rastro de energía, todo sentimiento y
percepción se desvaneció como si nunca
hubiese existido. Su cuerpo y su mente cada vez se iban insensibilizando más. Ya
no sabía quién era, qué hacía o si había existido alguna vez. Se notó
desaparecer pero súbitamente hubo un rayo de esperanza, una luz que iluminó a
su alrededor. Con sus últimas fuerzas se esforzó por seguir aquella luz.
Escuchó las palabras que antes había oído que nuevamente venían a su rescate,
le decían su nombre, le resumían su vida, sus batallas, su amor y sus deseos.
Al hacerlo le hicieron recordar otra vez. Notó una rara sensación, era como si
hubiera vuelto a nacer. Un sudor frío le recorría. Un pánico ciego, se
apoderaba de él, casi como si fuera incapaz de respirar en medio de una total
oscuridad. Poco a poco fue superándolo. Por fin y tras unos agónicos momentos, abrió
los ojos…
- ¡A…a!...- Pudo balbucear con voz temblorosa. - Amatista,
no dejes que me arrastren...No permitas que me olviden…
- No temas, estamos contigo. - Le respondió ella con
una mirada tranquilizadora. -...
- Dale tu energía - le dijo Redan que la urgió. - ¡Date
prisa!
-¡Pero no sé como hacerlo!...- gimió ella desesperada
por la impotencia. -
Soa apareció junto a ellos y le indicó con una voz
muy suave y confortadora, prácticamente maternal, a la temblorosa muchacha…
- Con que quieras que permanezca a tu lado bastará.
Piensa en él, recuerda los momentos que has vivido a su lado, los buenos y los
malos. Cuantos más de ellos tengáis más poder poseerás para hacerle retornar.
La joven aferró las manos de su marido con intensidad, deseando con todas sus fuerzas
que permaneciese con junto a ella. Y pensó en él desde aquella vez en que se conocieran,
los años tratando de lograr que se fijase en ella, sus alegrías y decepciones,
los sinsabores y los buenos momentos, pasando por todo el periplo que vivieron
en la nave. Al poco la temperatura de Leval gradualmente comenzó a aumentar. El
muchacho sintió una oleada de amor que le llenó y de nuevo oyó muy a lo lejos
como si alguien pronunciara su nombre diciendo quién había sido él y lo que
había hecho. Era como si su vida desfilase ante sí en unos pocos segundos. Supo
que tenía un propósito. Aquello parecía una especie de bucle. Esas mismas
palabras que le salvaban otra vez. Era como si hubieran entablado una lucha a
muerte contra esa sensación de vacío y de inexistencia. Por fortuna la vida y
la existencia parecieron ganar. Poco a poco el chico comenzó a sentirse mejor,
incluso recobró su corporalidad y su aspecto habitual dejando de ser casi
trasparente. Tras unos terribles y angustiosos minutos volvió a la normalidad. Con
cuidado fue recostado en un sillón, los dioses observaban al muchacho con un
gesto de preocupación y de temor que éste no les había visto nunca. Antes de
que él pudiera ni preguntar qué había sucedido, Buruk, que fue quién le había
acomodado, le explicó.
- Te han tocado. Han sido “Ellos”, has percibido el
roce del olvido.
- Me rozó, sí.- Repuso Leval que, sin salir aun de
su desconcertado asombro, añadió con voz queda, plena de temor, angustia y
horror. -Tan sólo por un instante y fue como si nada hubiera existido... ¡Es
algo horrible! Jamás experimenté nada igual. Ninguna batalla, ningún enemigo,
no hay nada que pueda compararse a esto. ¡Es el absoluto vacío!…
- Tenemos muy poco tiempo, nuestro intento de
despistarles ha fallado. ¡Debes traer al Mensajero ya! - Le pidió Redan a Amatista con voz premiosa. -
- Aun me quedan varios días para salir de cuentas,-
explicó ella con el pánico reflejado en
sus ojos. - Yo no decido el momento.
En ese
instante apareció Zoen que tenía una expresión de miedo en los ojos que los
demás dioses no habrían imaginado nunca en alguien de los suyos.
-¿Qué
ocurre?,- le inquirió Redan lleno de sorpresa al verla en este estado. - ¿Qué
has visto?
La
interpelada parecía tener dificultades para responder y al fin, pudo hacerlo al
cabo de unos instantes.
-
¡“Ellos”...vienen hacia aquí! Estaba de patrulla y les he visto. Por donde
quiera que pasaran todo desaparecía. Tengo dudas incluso de si esos lugares
hubieran existido alguna vez. Y los encargados de frenarles ya no pueden hacer
más.
Señaló al
cielo, los dioses, Leval y Amatista, miraron al unísono por la ventana quedando
horrorizados, en tanto Soa sentenciaba.
–La
resistencia en el exterior ha caído. Hicieron cuanto pudieron pero ya no son
capaces de ayudarnos.
- Todo lo demás ha fallado. Ahora estamos solos. Somos la última línea de defensa. – Sentenció Dialen. -
- Todo lo demás ha fallado. Ahora estamos solos. Somos la última línea de defensa. – Sentenció Dialen. -
El sol que
alumbraba el planeta fue eclipsado por un enorme agujero negro, de él salían
cientos de siluetas y todas ellas se dirigían hacia la posición del grupo. De
forma lenta pero inexorable ganaban terreno y acortaban la distancia. Mazoui en
la nave y Sandy en Bios, se estremecieron violentísimamente invadidos por una
ráfaga de frío insoportable. Algo les dijo que debían ir a casa de Leval y
Amatista inmediatamente. El muchacho quiso transportarse al momento. No obstante,
era incapaz de sentir la energía de sus amigos. Únicamente percibía algo
similar al vacío, que le hacía sentirse mal, incluso con ganas de vomitar. Tuvo
que dejarlo estar.
-¡Maldita
sea! Debo ir allí a toda costa.- Se dijo.- Pero ¿cómo?
Se concentró y fue capaz de percibir
la energía de Sandy. La muchacha estaba en el planeta. Lo que sí pudo fue transportarse
hasta donde estaba su amiga. Curiosamente ella había bajado allí.
-No sé cómo
vine hasta aquí.- Le comentó a su también sorprendido amigo.-
-Eso ahora
no importa, tenemos que ir a casa de Amatista y de Leval. ¡Nos necesitan!.- La
urgió el recién llegado.-
-Vamos
allá.- Convino ella.-
Salieron a toda prisa de la casa de Sandy en esa misma
avenida. Tenían que cruzar la calle corriendo durante unos metros para llegar
aunque a su paso comenzaron a ver porciones de una negrura casi infinita.
-¿Qué es
eso?- Exclamó la joven.-
-Los Seres
del Olvido.- Musitó Mazoui posando las manos sobre las de su compañera para
pedirle.- Quédate aquí. Al menos hasta que se vayan. Yo intentaré pasar con mi
velocidad antes de que cierren todo el camino.
-Llévame
contigo.- Le pidió Sandy.-
-Es
demasiado arriesgado. Si nos atrapan los dos desapareceremos.- Le contestó Mazoui.-
Aguarda hasta que esto se despeje, si no lo hace, ¡huye!¡sálvate!
La chica le miró entre asustada y
muy preocupada por él, aunque la sola cercanía de esas presencias le producía
un miedo tan cerval que era incapaz de moverse. Así pues, tras sonreírle débilmente
Mazoui se aprestó a intentar eludir ese cerco. El joven juraría que una especie
de pasillo cruzaba entre esas figuras sin que estas lo bloqueasen. Decidió
arriesgarse. Volando con toda su rapidez consiguió cruzarlo y llegar a la
puerta de la casa de sus amigos. Abrió y entró, justo para presenciar como los
dioses protegían a Amatista y a Leval, rodeados por un creciente cerco de
oscuridad.
-¡Preparaos!,-
exclamó Mazoui nada más llegar al observar desde una ventana. -Vienen hacia
aquí y son centenares...
- Ni siquiera nuestro poder combinado les detendrá,- declaró tajantemente Dialen que agregó a modo de ultimátum.- O el Mensajero se manifiesta ahora o todo estará perdido.
-¿Dónde está Georcael?,- preguntó Soa con la voz dominada por la inquietud. - Le necesitamos…
-¡Maldita sea! - Estalló Leval furioso - no permitiré que toquen a mi mujer ni a mi hijo, aunque me hagan desaparecer.- Intentó transformarse en súper guerrero pero no ocurrió nada y el chico sólo pudo exclamar anonadado. - ¡He perdido mis fuerzas! ¡No puedo sacar energía!...
- Es a causa de que te hayan rozado "ellos"- sentenció Buruk explicándole. - Te la han absorbido toda. Tuviste suerte de mantenerte con vida y no desaparecer siendo olvidado para siempre, como si jamás hubieras existido.
- Ni siquiera nuestro poder combinado les detendrá,- declaró tajantemente Dialen que agregó a modo de ultimátum.- O el Mensajero se manifiesta ahora o todo estará perdido.
-¿Dónde está Georcael?,- preguntó Soa con la voz dominada por la inquietud. - Le necesitamos…
-¡Maldita sea! - Estalló Leval furioso - no permitiré que toquen a mi mujer ni a mi hijo, aunque me hagan desaparecer.- Intentó transformarse en súper guerrero pero no ocurrió nada y el chico sólo pudo exclamar anonadado. - ¡He perdido mis fuerzas! ¡No puedo sacar energía!...
- Es a causa de que te hayan rozado "ellos"- sentenció Buruk explicándole. - Te la han absorbido toda. Tuviste suerte de mantenerte con vida y no desaparecer siendo olvidado para siempre, como si jamás hubieras existido.
Al muchacho
y a sus amigos les recorrió un escalofrío al escuchar aquello. ¿Qué habría ocurrido
si él nunca hubiera existido? Aquella cuestión era tan sorprendente como
profunda. Para empezar, su hijo no habría sido concebido. Su esposa nunca se
habría casado con él y los acontecimientos hubiesen sido alterados en quizás
innumerables formas. Gracias al cielo que esos seres parecían ignorar aquello. Les
habría resultado todo mucho más sencillo. Eso si es que realmente tenían mente
o razonaban de alguna manera.
- No te
preocupes,- le animó Mazoui que se había acercado a Amatista comentando a su atribulado
esposo en tanto la señalaba. - Todos estamos con vosotros, no dejaremos que se
apoderen de ella.
- Vamos a unir nuestras fuerzas y rodear a la portadora con una barrera de energía,- les indicó Redan a sus compañeros. -
- Vamos a unir nuestras fuerzas y rodear a la portadora con una barrera de energía,- les indicó Redan a sus compañeros. -
Los dioses
se unieron formando un pentágono alrededor de los humanos. Leval y Mazoui se
pusieron uno a cada lado de Amatista. Los dos sabían que no podían ser de mucha
utilidad pero eso al menos daría más moral a la muchacha. Por su parte, las
sombrías siluetas se adentraron lentamente en la casa a través de agujeros
negros que absorbían la energía. Zoen nerviosa, instó a la humana pidiéndole
una vez más.
-¡Tienes
que llamar al Mensajero, es nuestra única solución!
-¡No puedo!,- gritó la chica con visible desesperación -... ¡no puedo hacerlo!
- Aguantaremos lo que sea necesario. Pero debes intentarlo,- le insistió Redan tratando de calmarla aunque él mismo se daba cuenta de que poco más podrían hacer para soportar una acometida como la que se les venía encima… -
-¡No puedo!,- gritó la chica con visible desesperación -... ¡no puedo hacerlo!
- Aguantaremos lo que sea necesario. Pero debes intentarlo,- le insistió Redan tratando de calmarla aunque él mismo se daba cuenta de que poco más podrían hacer para soportar una acometida como la que se les venía encima… -
En el reino
de la Luna Neherenia se levantó de un sofá de su habitación. Estaba en palacio,
no recordaba cómo había llegado hasta allí. ¡Claro!. El viaje de retorno desde
Bios, estaba tan cansada que debió de dormirse. Sonrió recordando a Idina y lo
bien que lo pasaron. Su amiga y ella habían hecho muchos planes para cuando pudieran
reunirse de nuevo. Esperaría ese momento con ilusión. Pero ahora tocaba volver
al mundo de sus obligaciones. Suspiró resignada a ello. De nuevo las aburridas
recepciones, los interminables discursos y todos esos parabienes realmente
insulsos. Aunque una llamada a su puerta la distrajo de esos pensamientos. Era
su chambelán real. La soberana le dio permiso para entrar y el tipo, haciendo
una prolongada reverencia, le informó.
- Su Alteza
Serenísima la princesa heredera de la Tierra y de la Luna Blanca, Usagi Chiba
Tsukino, ha venido a veros, Majestad. Acompañada de sus guardianas.
- Pedid a su Alteza y a sus escoltas que tengan la amabilidad de pasar. Por favor. - Sonrió Nehie contenta de volver a ver a su amiga. –
- Pedid a su Alteza y a sus escoltas que tengan la amabilidad de pasar. Por favor. - Sonrió Nehie contenta de volver a ver a su amiga. –
Chibiusa
entró al poco tiempo seguida de sus guardianas las sailor Asteroides. Neherenia
sonrió al verlas, seguro que le ayudarían a eliminar el tedio. No obstante, enseguida
desvaneció ese gesto de su cara. Su amiga venía con expresión demasiado seria.
Incluso grave, al igual que sus guardianas, que habitualmente lucían
expresiones desenfadadas. Entonces, sin dar tiempo a la soberana de la Luna
Nueva a decir palabra, la Princesa de la Tierra y la Luna, declaró.
- El
momento ha llegado. Mi madre te pide que te unas a ella…
En Nuevo Vegeta,
Seren también se levantó de su cama, estaba en palacio, en sus aposentos. Se
vistió con rapidez puesto que dormía desnuda como casi todos los saiyajin
hacían siempre que podían. Llegó ayer de su viaje desde la Tierra y, tras
saludar protocolariamente a sus padres, e informar brevemente de lo acontecido,
les pidió permiso para retirarse a descansar, estaba agotada aunque no entendía
el porqué. De todos modos ahora se encontraba recuperada y tenía muchas ganas
de hablar con ellos y contarles con más detalle y profusión todas sus
peripecias en la Tierra y en Bios. Deseaba que todo en su planeta hubiese
estado bien y que los rebeldes no hubieran hecho nada que nadie tuviera que
lamentar. Con ese pensamiento se dirigió al salón del trono. Enseguida obtuvo
audiencia, en cuanto entró dobló una rodilla como era preceptivo ante sus
soberanos y progenitores. Pero tanto Lornd como Setsuna permanecieron impasibles
observándola con cara de circunstancias al igual que Calix y Seira que estaban
de pie flanqueándoles. Seren entonces se percató de ello y pudo decir con el
tono de respeto que exigía una recepción oficial.
-Con la
venia de sus majestades. ¿Puedo hablar?
Su padre
asintió con gesto grave y la muchacha enseguida preguntó.
-¿Va todo
bien en el reino? ¿Necesitáis de mí para algún servicio?
- Partirás de inmediato con nosotros. – Le mandó Lornd.-
- Partirás de inmediato con nosotros. – Le mandó Lornd.-
- El día ha
llegado. Debemos ir a la Tierra y honrar nuestro pacto de amistad y alianza con
sus soberanos. – Completó Setsuna que le ordenó. – Ve si lo deseas a saludar a
tu hermano y prepárate, saldremos en poco tiempo.
Seren miró
a sus padres con gesto de sorpresa pero lejos de querer saber más obedeció al momento.
Levantándose hizo una reverencia con un brazo derecho cruzado a la parte
contraria del pecho y salió del salón del trono. Lista para prepararse…aunque
antes fue en busca de Bralen, quizás él pudiera contarle algo más. En cuanto le
encontró a él y a Aiona les preguntó.
-¿Qué está ocurriendo aquí?
¿Estamos en guerra contra Gralas?
- ¡Ojalá fuera ese gusano de Gralas! – suspiró su hermano, un saiyajin alto y poderoso, de largo pelo castaño y ojos del mismo tono. –
- Debo partir con nuestros padres. – Le contó ella todavía más sorprendida. –
- Os envidiamos, Alteza – repuso Aiona, una morena saiyajin de ojos oscuros y estatura similar a la suya, cuando afirmó. – Debemos quedarnos aquí, al cargo de todo. Vos, los reyes y mis padres, vais a partir con una tropa selecta de guerreros hacia la Tierra. A librar la más grande batalla de la historia de nuestro pueblo.
- Sí- le contó Bralen. – Un emisario de la Luna nos trajo una carta de la reina Serenity. La Tierra e incluso el propio universo están en peligro. No debes perder más tiempo hermana, ve y que los dioses, el poder y las bendiciones de nuestros ancestros, te acompañen.
- ¿Y Eron?- Quiso saber la muchacha con tinte intranquilo en su voz. –
- Es largo de contar, si lográis vencer y regresar podremos hablar de ello, de lo contrario ya no importará. – Le sonrió adustamente él. –
- ¡Ojalá fuera ese gusano de Gralas! – suspiró su hermano, un saiyajin alto y poderoso, de largo pelo castaño y ojos del mismo tono. –
- Debo partir con nuestros padres. – Le contó ella todavía más sorprendida. –
- Os envidiamos, Alteza – repuso Aiona, una morena saiyajin de ojos oscuros y estatura similar a la suya, cuando afirmó. – Debemos quedarnos aquí, al cargo de todo. Vos, los reyes y mis padres, vais a partir con una tropa selecta de guerreros hacia la Tierra. A librar la más grande batalla de la historia de nuestro pueblo.
- Sí- le contó Bralen. – Un emisario de la Luna nos trajo una carta de la reina Serenity. La Tierra e incluso el propio universo están en peligro. No debes perder más tiempo hermana, ve y que los dioses, el poder y las bendiciones de nuestros ancestros, te acompañen.
- ¿Y Eron?- Quiso saber la muchacha con tinte intranquilo en su voz. –
- Es largo de contar, si lográis vencer y regresar podremos hablar de ello, de lo contrario ya no importará. – Le sonrió adustamente él. –
La
interpelada no pudo evitarlo, se aproximó a él y le besó en la mejilla dándole luego
un abrazo, todavía algunos saiyajin como Aiona se sorprendían al ver esas
costumbres humanas. Más cuando la propia muchacha recibió el mismo tratamiento
por parte de la princesa y ésta le pidió con inusitado afecto.
- Cuidad
bien de nuestro mundo… y… Aiona, mi fiel amiga, cuida bien de mi hermano.
- Con mi vida, Alteza - replicó sobriamente la chica asintiendo para pedirle a su vez. – Saludad vos a mi hermano de mi parte y ojalá que ambos salgáis con bien. De lo contrario, seguro que lucharéis y caeréis con honor.
- Con mi vida, Alteza - replicó sobriamente la chica asintiendo para pedirle a su vez. – Saludad vos a mi hermano de mi parte y ojalá que ambos salgáis con bien. De lo contrario, seguro que lucharéis y caeréis con honor.
-Lo
haremos. – Asintió Seren. -
Y la
princesa salió a todo correr para prepararse…
Doran por
su parte despertó en sus habitaciones del reino de la Luna Nueva. Supuso que
debería presentarse ante la soberana. Si es que ésta había retornado de su
viaje a Bios. Se vistió y se arregló lo mejor posible para solicitar audiencia,
caso de que fuera así. Cuando preguntó efectivamente le dijeron que su Majestad
había retornado y que aguardase. Lo cierto es que esperó poco. Enseguida le
indicaron que debía ir a las estancias privadas de la reina. Allí, para su
sorpresa, encontró a la soberana junto con la princesa de la Tierra y su
séquito de guardianas. Neherenia entonces le dijo con tono serio.
- Embajador,
vamos a necesitar la ayuda de los guerreros de tu pueblo. Esperamos la llegada
de tus soberanos con refuerzos a no tardar.
El atónito
guerrero quedó francamente sorprendido por esa noticia, apenas si pudo
preguntar.
-¿Qué
sucede, Majestad?
- Algo que decidirá el destino no solamente de este mundo sino que puede que del universo entero.- Fue la contundente respuesta que Neherenia le dio. –
- Para mí será un honor luchar a vuestro lado. Contad con mi vida para serviros y protegeros.- Replicó de inmediato él-
- Gracias.- Sonrió Neherenia mirándole con reconocimiento para añadir. – Al igual que la reina Serenity, representada aquí por mi gran amiga la princesa Usagi, celebro tener vuestro juramento de amistad.
- Algo que decidirá el destino no solamente de este mundo sino que puede que del universo entero.- Fue la contundente respuesta que Neherenia le dio. –
- Para mí será un honor luchar a vuestro lado. Contad con mi vida para serviros y protegeros.- Replicó de inmediato él-
- Gracias.- Sonrió Neherenia mirándole con reconocimiento para añadir. – Al igual que la reina Serenity, representada aquí por mi gran amiga la princesa Usagi, celebro tener vuestro juramento de amistad.
Pero el
saiyajin, sorprendiendo a todas las presentes, dobló la rodilla ante la reina
de la Luna Nueva y dijo con un tono más suave de voz.
- Mi
hermosa y gentil reina. Para darte mi vida no preciso de ningún juramento. Solo
preciso ver vuestros bellos ojos y gustoso
moriría por vos.
La aludida
enrojeció a ojos vistas, incluso Chibiusa y las asteroides se apartaron
discretamente mirando para otro lado.
-¿Habéis oído, chicas? Al saiyajin le gusta Nehie. – Susurró Para-
Para a sus compañeras.- ¡Qué suerte tiene la chica!
- Y está
claro que a ella también le gusta él.- Convino Jun-Jun con idéntico tono de
voz.- ¡Aquí va a haber tomate!
-Sería un cotilleo genial de no ser por esta
situación.- Se lamentó Bes - Bes.-
-¡Chiiss! ¡Callaos
chismosas! - Les pidió apuradamente Cere - Cere, al percatarse de la severa y envarada
mirada que Chibiusa les estaba dedicando.-
En efecto,
su princesa las observaba con una mezcla de apuro y reprobación, aunque
finalmente no pudo evitar sonreír. A fin de cuentas eso ya daba igual. Eso sí,
se llevó un dedo a su boca y sus guardianas callaron de inmediato. Finalmente
la soberana de la Luna Nueva pudo replicar, aunque algo apuradamente.
- Ahora
debemos centrarnos en salvar la Tierra y la Luna. Y junto con ellas a todo el
universo. Después… si es que hay un después…
Y prudentemente
decidió permanecer en silencio, al menos de momento.
- Adelante pues. – Convino Chibiusa,
para acabar con ese envarado ambiente, ordenando a sus guardianas que
preparasen el Sailor teleport… – ¡En marcha!
Debbie
estaba tumbada en el sofá del piso que pertenecía a su amigo Kyle. Él estaba
junto a ella y al verla abrir los ojos le dijo con tono divertido.
-Vaya, ¡menuda siesta te has
echado!
-He debido de tener un sueño muy
intenso, aunque no recuerdo nada. – Pudo decir la chica que realmente se sentía
confusa. –
Su amigo la
obsequió con una mirada de sorpresa, aunque en ese instante sonó el móvil. Kyle
se puso al aparato y al escuchar durante unos breves momentos su rostro
relajado se tensó. Colgó tras decir un lacónico, “muy bien”, se dirigió a su compañera
y le dijo.
-Tenemos que actuar, Debbie. Es la
hora más temida. Edmund también va para allá.
-¿Dónde debemos ir?- Quiso saber la
chica levantándose enseguida. –
- Por el camino te lo diré. – Replicó
él. –
Y sin
perder ni un segundo se pertrecharon con su equipo y salieron del piso…
Paul y
Samantha estaban en su tienda de Londres, se alegraban de haber vuelto. Tras
ver un local en Bios creyeron que en el futuro podría ser una buena inversión,
pero para eso faltaban un par de años al menos. Eso sí, lo habían comprado y
reformado. En cuanto llegasen sus padres les contarían con más detalle todas
las posibilidades de ese nuevo mundo. Ahora tendrían que volver a su rutina y
mirar el catálogo por si le hubieran llegado más antigüedades durante su ausencia.
-Se nos ha
acumulado el trabajo.- Afirmaba Samantha al contemplar las cajas y los albaranes
de nuevo género que tenían por ordenar y clasificar.-
Su hermano
asintió aunque no dijo nada, meditaba sobre su propia vida. Apenas si tuvo
tiempo de despedirse de su pareja. Hans habría vuelto a Alemania. Eso le
entristecía, pero a buen seguro que retornaría pronto. Era otro anticuario al
que conoció en uno de sus muchos viajes para comprar mercancías de valor. Al
menos él tenía a alguien, pensaba que su hermana no parecía haber encontrado el
amor. Bueno, Paul sabía de sobra a quién
amaba ella. Y se percataba de que tuvo que hacer un gran sacrificio al renunciar.
Lo sentía puesto que desde niños eran inseparables y se apoyaban mutuamente, sobre todo en los tiempos del internado.
-Lo lamento
de veras por ti, Sam. Sé lo mucho que le amabas y lo duro que esto es para ti.
Espero que conozcas a alguien que sea digno de ti. -Meditó observando a la joven
quien ahora dedicaba su atención a una vasija antigua de las que había desembalado.-
Ahora,
dejando eso a un lado, puso la radio para entretenerse pero no se recibía nada.
Era extraño. Tampoco la televisión que tenían allí funcionaba. Incluso internet
parecía haberse quedado fuera de línea.
- ¡Qué raro
es esto! , comentó el chico mirando con asombro a su hermana que le devolvió
una mirada similar. -
- Será algún fallo del satélite. – Pudo decir ella sin creérselo mucho en realidad. –
- Será algún fallo del satélite. – Pudo decir ella sin creérselo mucho en realidad. –
Samantha
había recordado asimismo algunos momentos de su vida. Sabía que su hermano
echaba de menos a Hans, buen tipo, atractivo y elegante, como a ella le
gustaban. Aunque éste al menos no era precisamente alguien a su alcance.
Sonrió, para eso estaba comprometido con Paul. Ella por su parte tenía su amor,
o por lo menos, el recuerdo de lo que pudo ser y a lo que renunció por mor de
su misión. Cuando le desvelaron lo que había de ocurrir la chica apenas pudo encajarlo.
Al principio se negó, incluso llegó a jurar que lucharía contra ello y que lo
cambiaría, no obstante, enseguida admitió que eso era algo que estaba fuera de
sus posibilidades. Además, haría daño a dos personas que merecían tanto o más
que ella misma el alcanzar la felicidad. Una de ellas era su ser amado. Le
costó muchas horas de amargo llanto, en la soledad de su habitación pero
terminó por comprender. Desde entonces olvidó sus propios sentimientos y se
consagró del todo a su trabajo y a su papel en toda aquella trama. Ahora iba a
llegar el momento de la última representación.
-Al menos
espero que haya merecido la pena.- Se decía.- Por todos nosotros y por el
mismísimo universo.
Entonces la
puerta se abrió. Eran sus padres. Ambos se alegraron de verlos pero el gesto
que Nephrite traía era de patente inquietud e incluso Amada, su madre, que
siempre mantenía la calma ante casi todo, respiraba con agitación. Pero no
estaban solos, una mujer de pelo castaño recogido en una coleta que vestía un
uniforme de guerrera les acompañaba. Los chicos reconocieron de quién se
trataba. Apenas si podían creerlo, ¡esa chica y sus compañeras eran
legendarias! Las luchadoras por la justicia que combatieron al lado de su padre
en esa legendaria batalla contra los demonios. A todo eso, sin saludar siquiera,
ni presentar a esa extraña, Nephrite les ordenó bruscamente a sus hijos.
- ¡Salid
conmigo y mirad eso!… Está ocurriendo por todo el planeta…
Y junto a
su padre salieron fuera de la tienda contemplando algo que les paralizó de
asombro y horror…
- ¿Qué
demonios es eso?- Quiso saber Samantha mirando al cielo. –
- Es algo todavía peor que los demonios. Es el fin de todo lo que existe, ha existido o debería existir. – Respondió esa mujer que no era otra sino Sailor Júpiter, agregando. – Eso, si no lo impedimos. –
- ¿Y cómo podríamos hacerlo?- Inquirió Paul tan sorprendido y preocupado como su hermana. –
- No temáis. Enseguida lo sabréis, – replicó la guerrera sin apartar la vista del cielo y de aquel sombrío espectáculo. -
- Es algo todavía peor que los demonios. Es el fin de todo lo que existe, ha existido o debería existir. – Respondió esa mujer que no era otra sino Sailor Júpiter, agregando. – Eso, si no lo impedimos. –
- ¿Y cómo podríamos hacerlo?- Inquirió Paul tan sorprendido y preocupado como su hermana. –
- No temáis. Enseguida lo sabréis, – replicó la guerrera sin apartar la vista del cielo y de aquel sombrío espectáculo. -
Y en ese
instante un montón de personas aparecieron de la nada dentro del local de la
tienda abarrotándolo por completo…Nephrite y Amanda enseguida les reconocieron,
esbozando, pese a la gravedad del momento, unas cálidas sonrisas de alegría…
-Amigos y
amigas, llegáis en el momento preciso.- Se sonrió él, a su modo cordial y
flemático habitual.-
Me temo que
esta vez no va a ser para organizar una fiesta.- Le contestó Karaberasu que
estaba allí junto a su hija Katherine y su amiga Minako.
-Bueno,
nunca digas nunca.- Quiso animar Roy, quien a su vez, había aparecido con su
mujer Bertie, su hija Kerria, la novia de esta, Samantha y Ami.-
-Tú siempre
tan optimista.- Sonrió Cooan, que estaba de la mano con su esposo, y Rei.-
-Desgraciadamente
no estamos para muchas celebraciones.- Terció Kalie.-
-Aun así, queridos
amigos, me alegra veros, aunque sea en estas circunstancias.- Repitió Nephrite.-
-Únicamente me
apena que algunos no puedan estar.- Se lamentó Tom. –
-¿Y qué
podemos hacer?- Quiso saber Roy declarando. – Por lo que nos habéis contado no
parece que seamos capaces de intentar nada ni usando todos nuestros poderes
combinados.
-No te preocupes
de eso. Os lo explicaremos una vez en Tokio. - Afirmó Ami que se reunió con sus
compañeras guerreras, indicándoles. – Ahora nosotras usaremos el teleport.
-Sí, Roy por
favor, lleva tú al resto – le pidió Rei. –
Y
así lo hicieron, de pronto todo el grupo se desvaneció del interior de la
tienda, rumbo a su destino…
Y en Bios,
en la casa de la joven pareja, las cosas se agravaban por momentos. Las figuras
oscuras y antropomórficas aumentaban su presión aproximándose cada vez más y
amenazando con desbordar las ya debilitadas defensas de los dioses. A pesar de
ello estos aumentaron la energía de la
barrera que comenzó a rechazar a las siluetas. Burladas, éstas parecieron
querer cambiar de táctica y empezaron a agruparse. Lentamente formaron un gran
manto negro que envolvió esa última y desesperada resistencia. La barrera
comenzó a perder consistencia pese a que los dioses mantenían toda su intensidad
y esfuerzo. Mazoui se concentró en unirse a ellos para aumentar la potencia
pero fue en vano. Su energía era tan insignificante que no podía hacer nada por
evitar la progresiva degradación de la fuerza de sus divinos aliados. Entonces
llegó Sandy que, desde el umbral de la sala, vio con horror lo que ocurría.
-¡Oh, Dios
mío!- Apenas si pudo exclamar la recién llegada con la voz ahogada por el
pavor.-
Y es que la
joven sintió que no podía hacer nada. Ya tuvo muchísima suerte cuando, tras esperar
durante unos agónicos minutos rezando por Mazoui, observó cómo esos seres se
iban adentrando en la casa de sus amigos. Paradójicamente le dejaron libre el
acceso y pudo ir andando despacio, escondiéndose tras algunas paredes de otras
construcciones o tras de setos y arbustos. Seguramente eso no serviría de nada,
pero la hizo sentir algo más protegida. Lo que era un espectáculo muy extraño
era que las paredes de la morada de Leval y Amatista daban la impresión de ser
transparentes y hasta intangibles. De modo que pudo pasar por una de ellas y
encontrarse a sus amigos, rodeados y acosados por esa marea de negrura y
aniquilación. Sandy apenas era capaz de intentar acercarse a ellos pues
presentía que aquello podría acabar con ella en un instante. Sin duda, la
situación era por momentos cada vez más desesperada y al fin llegó Georcael…
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