domingo, 6 de marzo de 2011

GWD 24.151. El frio roce del olvido



Ya en un recién inaugurado restaurante de Bios las dos parejas se dispusieron a comer. Fiel a su palabra Leval corría con los gastos. Aunque agradecía mucho a sus amigos el que estuvieran allí apoyándoles. Lo que le sorprendía más que ninguna otra cosa era que Amatista estaba ahora de muy buen humor, parecía que algo o alguien la hubiese descargado de un gran peso. Su esposo, dándose cuenta de ello, le preguntó realmente intrigado...



-¿Qué te ha ocurrido, cariño? , hasta hace unas horas te notaba preocupada y ahora en cambio te veo tan feliz...

- ¿Y no te alegras de eso? - Respondió la joven a la vez que levantaba una copa con agua. -

- Claro que sí,- se apresuró a decir él, atónito y desconcertado por esa réplica, tuvo que dejar pasar un segundo para poder añadir. - Es sólo que me sorprende mucho. Algo ha tenido que pasar...

- Lo único que puedo decirte es que noto que él sabrá cuidarse y cuidarnos a nosotros.- Contestó ella  tocándose su abultada barriga con suavidad -...Debemos confiar en él.

- Es verdad - intervino Sandy para dar la razón a las palabras de Amatista. - He notado que, de un tiempo a esta parte, tu energía espiritual no deja de aumentar. Mazoui  lo ha percibido también.

- Sí.- Terció Coraíon que hasta entonces estaba algo distraído comiendo y que en ese instante quiso ingresar en la conversación, de modo que al escuchar el nombre de su primo pensó que ésta iba por otros derroteros y preguntó  con animación. - Eso ¿dónde está Mazoui? Podría haber venido con Satory a comer con nosotros.



            Las dos mujeres le miraron con un gesto sorprendido, Amatista se sonrió. Luego ambas se rieron. Por fin Sandy fue la que le dijo con un tono burlón.



- Coraíon, te gusta tanto la comida que no te enteras de lo que estamos hablando...

-¡Oh perdonad, chicas!..- admitió éste visiblemente azorado para disculparse encogiéndose de hombros. -

- No te preocupes,- le respondió Amatista que convino con él. - De todas formas tienes razón, es una pena que no estén.



            Todos asintieron mientras seguían con aquella agradable velada. Sandy entonces insistió en el tema, repitiéndole a su novio que ahora sí prestaba más atención a sus palabras.



-Noté que el aura de Amatista ha crecido muchísimo. Ya hace meses que empecé a percibir en ella una fuerza mayor.

-¡Pues yo no me he convertido en super guerrera todavía!- Bromeó su amiga.-

-No es exactamente un poder físico.- Contestó Sandy, en serio a pesar del tono de su interlocutora.- Es como si tu consciencia se expandiera. Debes de haber sentido algo.

-Sí, me noto mucho más receptiva.- Admitió Amatista más seriamente ahora.- Cosas en las que antes ni reparaba,  ahora me son más evidentes.

-¿Cómo por ejemplo?- Quiso saber su interesado marido.-

-No sé como explicarlo.- Suspiró ella.- Es como si toda la naturaleza me hablase y pudiera escucharla. Desde el aroma de las flores hasta los rayos del sol. Presiento que están ahí y que me quieren decir algo. Es parecido a cuando estuvimos en Vegetalia.

-Sí, ese planeta de las flores.- Asintió Leval, maravillado todavía al recordar aquello.-

-¿Ese planeta que lograste sanar con tus canciones?- Preguntó Sandy.-

-¿Cómo?- Quiso saber Coraíon a quien no le habían narrado aquel increíble acontecimiento.- Eso me lo tenéis que contar.



Y fue la propia Amatista quien contestó, relatando.



-Fue cuando conocimos a Giaal. Vino a buscar ayuda. Al principio quería que Leval y Mazoui le echasen una mano, luego…

-Mi mujer resultó ser mucho más poderosa que cualquiera de nosotros dos.- Sonrió su marido terciando en la explicación. – Yo en persona estaba allí cuando ella cantó y reactivó la vida de ese mundo. ¡Fue algo indescriptible y maravilloso!



Coraíon quedó perplejo. Sin embargo, cuando concluyeron de exponerle esos impresionantes hechos, la propia Amatista sentenció con voz queda.



-Y ahora presiento que aquello no fue nada comparado a lo que nos aguarda. Tengo la certeza de que mi hijo será capaz de muchísimo más. Pero antes tiene que nacer. De todos modos, ya siento que su poder es enorme y que se aloja en mi interior. Únicamente tiene que poder salir.

-Lo hará, y entonces que se preparen esos seres.- La animó Coraíon con toda su buena voluntad.- ¡No sé qué serán pero seguro que les va a dar una buena paliza!



Ese comentario tan ingenuo como bienintencionado produjo al menos unas pocas sonrisas. Tomando la palabra, fue Coraíon quien dijo recordando su cuestión anterior.



-En ese tipo de cosas el primo Mazoui es quien más sabe. Por eso preguntaba antes por él.

-No tengo idea de dónde podrá estar.- Afirmó Leval.-



El aludido estaba con Satory cerca del laboratorio de investigación. También habían acudido a un restaurante próximo pues ella tenía sólo una hora para comer. El muchacho hablaba con su novia proponiéndole algo interesante.



- Cuando te den vacaciones puedo solicitar un permiso y podríamos ir a la Tierra. Así tú ves a tu padre y yo a mi familia... ¿qué te parece?...

-¡Sería algo fantástico, me gustaría mucho, cariño! - le respondió ella muy complacida por la idea. -

- Lo cierto es que te he dejado un poco olvidada estos días,- le confesó su pareja sonando algo culpable. -Me gustaría que pasáramos más tiempo los dos juntos...



La muchacha no ignoraba todos los sucesos acaecidos, y comprendía perfectamente los problemas que turbaban a su prometido. Era de agradecer que él quisiera no preocuparla quitándoles hierro como si de meros asuntos de trabajo se tratase. De modo que ella intentó seguir por aquel camino al contestar con tono desenfadado.



- Sé que has estado muy ocupado con cosas muy importantes. No te preocupes, lo que ocurre es que nuestras profesiones son muy absorbentes.

- Quería decir que podríamos vivir juntos.- Replicó Mazoui quién, tomándola afectuosamente de una mano, la miró a los ojos ante la sorpresa de Satory que estaba algo colorada en tanto le escuchaba añadir tímidamente a él. - Si a ti te parece podríamos probar.

- Bueno,- asintió ella con suavidad aunque sintiéndose algo desorientada pero al tiempo llena de entusiasmo. - Sí, no sé si estoy preparada para eso...pero me gustaría intentarlo.

- Si vamos a casarnos sería mejor saber si podemos vivir juntos. ¿No crees? - Sonrió Mazoui. – Unos días en la Tierra para empezar no estarían mal. ¿Qué te parece?

- Tienes razón...- admitió ella que besó a su novio para prometerle con animación - ¡Lo hablaremos con calma!



Hasta entonces pese a ser una pareja e incluso estar comprometidos los dos habían seguido viviendo de manera independiente. Por eso aquel era un paso fundamental en su relación. Satory pensaba en ello y no sabía si su novio se lo pedía porque de veras estuviera deseoso de tenerla a su lado o por las particulares y graves circunstancias que les rodeaban. Decidió que, aun sin esa amenaza tan extraña en ciernes, lo normal era que él se lo propusiera.



-Claro,- Convino él.- No te preocupes, lo haremos…- Remachó deseando sonar animoso.-



Pero como de costumbre sonó la alarma de su reloj en el momento más inoportuno truncando esa interesante conversación, Satory se lamentó realmente fastidiada.



-¡Oh cielos! , debo volver al trabajo. Hasta luego.- Se levantó y salió disparada.-



            Mazoui se sonrió levemente y decidió irse a la base a terminar algunos asuntos que le pudieran quedar pendientes. Podía darse cuenta de que su novia tenía dudas. Él, pese a no querer transmitirle su inquietud, sí que estaba preocupado. Por no decir asustado. Aunque quería creer que con esos poderosos dioses de su lado tenían posibilidades de salir con bien.



-Bueno.- Por ahora seguimos aquí.- Suspiró, arengándose en un intento por subir la moral.- Y sean lo que sean esos entes, no me exoneran de mis responsabilidades en la base. Y para colmo después tengo que seguir investigando. Hay muchas cosas de las que ocuparse.



Entre ellas, leer algún que otro pergamino más, de los que le prestase Tom. Todavía recordaba la charla que mantuviera con Lance y pese a no querer caer en ello no pudo evitar pensar. ¿Qué sería aquel libro? ¿Quién sería ese tipo que lo llevaba? Lo vio en sus viajes al plano astral. Y lo que más le sorprendía era que Lance lo conocía. A pesar de que el padre de su primo estaba siguiendo su pista. Aunque Tom parecía estar ajeno a lo que su propio hijo sabía. Tendría que hablar seriamente con su mentor sobre ese tema. Pero ahora era necesario averiguar más cosas. Y hacerlo con la mayor rapidez posible. Presentía que esos momentos de tranquilidad estaban próximos a terminar.



-No sé qué está sucediendo exactamente, pero me temo que es algo muy grave y de vital importancia no solamente para nosotros sino para el Universo entero.- Se dijo con inquietud.-

           

Aunque ni en sus peores temores ni él, ni sus amigos, podían imaginar que en el espacio la situación empeoraba por momentos. Los extraños seres recorrieron con una gran rapidez los pasillos dimensionales. No les llevó mucho tiempo resolver las trabas que les habían interpuesto. Invadieron lugares y momentos diversos, pero al no detectar lo que buscaban rápidamente desandaron el camino. Eso sí, tal y como se habían temido Georcael y sus subordinados, provocando alteraciones espacio- temporales y algunos caos interdimensionales que hubieron de ser resueltos o deberían de serlo en otros momentos y lugares. Seguro que ajenos a esas circunstancias, o en el peor de los casos, sin que les importasen en lo más mínimo, aquellos entes aparecieron de nuevo en el cosmos conocido y en el momento oportuno. Los dioses al detectarlo se miraron alarmados...



-¡No puede ser! - exclamó Buruk oponiéndose todavía a la evidencia al declarar. - ¡Se necesitarían milenios de años humanos para recorrer todos los pasillos trampa que abrimos! ¡Incluso para un dios!

-Hay más partes del universo que ya no están.- Les avisó Soa.-



            Y es que las galaxias desaparecían como si de granos de arena flotando en la brisa se tratasen. El ritmo de la aniquilación aumentaba de modo exponencial, y agudamente Dialen observó.



-  A mayor velocidad de la obliteración, mayor es el poder del enemigo. Seguramente crecerá al mismo ritmo. Ya debe de superar el nuestro con mucho.

-Es cierto.- Convino la asimismo turbada Zoen.- Antes era apenas perceptible, ahora es como si de una gran ola se tratase. Y viene directa a romper hacia aquí.

- ¡Tenemos que ir junto a los mortales y deprisa! - les instó Redan. - Esos seres han descubierto el camino hacia ella. Ya no hay nada que les retenga aquí y tal y como decís se han fortalecido, ¡irán directamente a por la Portadora!....



Los cinco dioses desaparecieron al unísono prestos a organizar la defensa. Entre tanto Lance, tras comentar la estrategia a seguir con sus compañeros, se despidió de ellos. Ahora, a solas en la habitación de su hotel, recordaba cómo llegó hasta él ese misterioso libro. Años atrás, recién empezada su carrera, estando solo en su apartamento de estudiante, sentado y repasando sus apuntes. Entonces percibió una sensación extraña, como si la temperatura hubiese bajado de pronto. En ese instante alguien se había materializado a su lado. El muchacho se levantó rápidamente con visible temor e incredulidad.



-No debes sobresaltarte. – Le pidió aquel misterioso individuo con voz grave y profunda, aunque al mismo tiempo de algún modo suave. –

-¿Quién eres?- Quiso saber el aterrado chico. –



De hecho, no podía ver más que un rostro difuminado y una envoltura de ropajes totalmente negros, así como la capa que ondeaba tras esa aparición, como si la meciese una inexistente brisa.



-Puedes llamarme el Demiurgo. - Le respondió aquella figura. – Me dedico a levantar crónica de todo lo que sucede, ha sucedido y sucederá.

-¿Eres una especie de demonio?- Preguntó Lance realmente intimidado por aquella aparición. –

-Sí y no. Al menos no como lo interpretas tú. Pero no temas, no vengo a hacerte ningún daño. – Fue la enigmática réplica, sobre todo cuando aquel ente agregó entregándole un libro. – Quizás puedas leerlo aquí.

-¿Qué es esto?… – Pudo decir el chico con patente desconcierto. –

-Lo sabrás cuando lo leas - le contestó ese ser que añadió con énfasis. – Y en verdad que te recomiendo su lectura. Aunque no debes dejar que nadie más lo haga. Al menos, no todavía.

-¿De qué trata?- Quiso saber el chico, recuperando poco a poco su dominio de sí. –

-¡Oh!, de cosas que te resultarán muy interesantes. Te lo puedo asegurar. - Respondió aquel ente que casi pareció hacerlo divertido. –

-Pero, no entiendo… ¿por qué me das esto a mí?

-Porque te he elegido. Tú tendrás una misión muy importante que cumplir. Deberás reclutar a más componentes para un grupo muy especial. Pero ninguno salvo tú mismo sabrá realmente el alcance de su misión.

-¿A qué misión te refieres? ¿Qué quieres que haga?- Pudo preguntar Lance con patente sombro y hasta temor. –

-Solamente puedo decirte esto. Cuando lo leas lo sabrás.- Le indicó aquel ser señalando el libro que ahora reposaba sobre su mesa para remachar. – Tendrás que guiarte por él y a medida que progreses en su conocimiento te verás obligado a tomar decisiones muy difíciles.



  El chico lo miró con más detenimiento, era burdeos, con unas letras doradas escritas en caligrafía gótica, simplemente una G y una W a modo de iniciales. Y entonces aquella extraña criatura remachó.



-Esa será una de vuestras armas contra esa forma del olvido. Este Libro de los Días. La otra aún está por venir. Tu misión consistirá en que el libro que tienes en tus manos se haga más poderoso.

-¿Pero, cómo puedo hacer eso? ¿Para qué fin?- Casi balbuceó el muchacho realmente sobrepasado por aquello. –

-Ya te lo he dicho. Lee y aprende. Haz que las cosas sucedan. Consulta sus páginas, haz lo posible por multiplicarlas. A mayor cantidad de ellas más poderoso será y mejor defensa os brindará. Ayúdate incluso de otros para ello con emanaciones del mismo como esta.



Y dicho esto una agenda encuadernada en cuero negro, junto con una especie de pluma de ave para escribir, aparecieron junto a Lance, en tanto ese misterioso ser le advertía.



-Pero, ten cuidado, algunas no están aún escritas…y recuerda, si cae en manos inapropiadas el mismo libro defenderá sus secretos y se rescribirá…



Con un acto reflejo Lance tomó el libro y lo abrió. Al principio pudo descubrir párrafos y palabras ordenadas por capítulos, otras sin embargo oscilaban y se tornaban borrosas como si fuesen borradas y reescritas al instante, pero llegando hacia la mitad todas estaban en blanco. Y su misterioso interlocutor declaró.



-Esa es la parte trascendente de tu misión. Contribuye a llenar las páginas en blanco. Nada hay más importante. Ahora debo dejarte.



Y sin darle tiempo para hacer otra pregunta ese extraño ser desapareció del mismo modo en el que había aparecido. Ahora Lance volvía de sus recuerdos en tanto cerraba el libro que ahora había incrementado de forma considerable sus páginas escritas, y suspiraba.



-Bien, tengo ganas de saber qué pasará en el siguiente capítulo. Pero ahora hay un trabajo que hacer…- Se dijo disponiéndose a llamar a su equipo.-



Neherenia se paseaba nerviosa por su habitación cuando recibió el aviso. Debían reunirse. Sin demorarse ni un segundo se preparó para salir. No quiso ir a ver a Idina, la chica de todas formas debía creer que ella se había marchado. Como todavía estaba dando clase en la nave no era probable que bajase a Bios y la viese allí. De todas formas sería mejor no arriesgarse. Con disimulo cambió su habitación por otra. Ya haría unos días que, con el pretexto de no molestar a su amiga, no quiso pasar más tiempo en su piso.



-De veras que no es molestia ninguna, Nehie.- Le comentó una sorprendida Idina al oír aquello.- No tienes porqué volverte a tu hotel.

-Pero tengo muchas obligaciones protocolarias y dentro de poco deberé retornar a la Luna.- Opuso ésta intentando buscar una excusa plausible, sonriendo incluso al afirmar.- Hasta temo que De la Lune o Anaris vayan a presentarse aquí de un momento a otro preocupados por mí.



            Su amiga sonrió a su vez y desde luego repuso con una idea que hasta ruborizó a Neherenia.



-Ya, bueno, no hace falta que te busques excusas, Nehie. Tengo ojos en la cara.

-¿Qué?¿A qué te refieres con eso?- Quiso saber la soberana, quien realmente no comprendía el motivo de esas palabras.-

-Ese guapo saiyajin que no se separa de ti, ni a sol ni a sombra.- Comentó Idina de un modo bastante más osado y pícaro del que solía, más aun al remachar.- Creo que está mucho más interesado en tu real persona que en su propia princesa. Y me parece que a ti tampoco te disgusta él.

-¿Doran? No seas ridícula.- Exclamó sin poderlo evitar.-



            Aunque por el rubor de sus mejillas y la risotada de Idina, ella suspiró entre resignada y agradecida. Al menos eso le podría proporcionar una coartada para apartarse de su amiga. Deseaba tenerla a salvo en tanto fuera posible. Y ella precisaba un margen de intimidad y soledad para moverse y llevar a cabo su misión. Por eso, apenas sí musitó.



-Bueno, pero guárdame el secreto ¿eh? Que no se entere mi chambelán Mayor.



            Su divertida amiguita fingió cerrar su boca con una imaginaria cremallera. Luego se tronchó a carcajadas. Neherenia no pudo por menos que reír con ella. Sería a buen seguro una de las últimas oportunidades que tendría para eso.



-Para bien o para mal. Al menos así pude maniobrar sin poner en riesgo a mi amiga.- Se dijo ahora en tanto acudía al llamado.-



Lance avisó por holo teléfono también a Seren y a Doran para ver cuáles eran sus planes. Los saiyajin contestaron al poco rato. La princesa de Nuevo Vegeta le comentó, respondiendo a esa cuestión.



-Por ahora permaneceremos aquí, cerca de nuestros custodiados. Mi primo Leval y su esposa. Cuando llegue el momento estaremos listos para entrar en combate e interceptar a esos seres antes de que les alcancen.

-Nuestra prioridad es la de proteger a la Portadora. Tal y como dijeron los dioses. – Completó el saiyajin que estaba a su lado. – Y eso haremos a cualquier precio.

-Muy bien.- Repuso Lance, indicándoles.- Id para allá, enseguida nos reuniremos con vosotros.-



            Los dos saiyajin se dispusieron a abandonar las habitaciones que tenían reservadas en su hotel. Pertrechados con sus armaduras de protocolo. Así lo hizo constar Doran que sentenció.



-Si hemos de ser destruidos, que sea al menos con estos uniformes de gala.

-Mis padres lo aprobarían. Si es el final, que sea con clase y dignidad.- Convino Seren.-



            Y ambos se pusieron en marcha. En otro lugar el comunicador de la reina de la Luna sonó de nuevo. Era Lance. El chico le indicó que debía ir rápidamente a casa de Amatista y Leval.



-Recibido, voy para allá.- Respondió Neherenia.-



Los tres estaban en camino, al poco se les unieron Paul y Samantha, vestidos con sus negras ropas de faena. Y también Deborah, ataviada de forma parecida pero con un gran fusil y una canana alrededor de su cintura que iba llena de cápsulas de agua bendita y estacas.



-¿En serio?- Sonrió Paul al verla así pertrechada.-

-¿Acaso vuestras otras armas o poderes son más eficaces contra esos seres?- Sonrió a su vez la muchacha.-

-Supongo que no.- Admitió su interlocutor.-

-Y merece la pena ser fieles a nosotros mismos.- Convino Samantha.-

-Eso siempre.- Subrayó Seren.-



Todos estaban allí, convocados por Lance. Nehie, al verles tan bien equipados no lo pensó, y en una zona sin testigos se convirtió en Sailor Shadow. Aunque bien mirado. ¿Qué podría importar eso ya?



-Ha llegado el momento. – Sentenció Paul. –

-Sí, puede que sea nuestra última batalla. – Afirmó su hermana. –

-Pues si ha de ser así, que sea memorable. – Les arengó Doran. –

-Haremos que lo sea necesario para no defraudar. – Sonrió  sarcásticamente Debbie.-



Llegaron por fin ante la valla que delimitaba el jardín de la joven pareja a la que debían tratar de proteger. Allí estaba Lance que les aguardaba con ese misterioso libro bajo el brazo. Neherenia, que no estaba muy al corriente de lo que podría ser aquello, hizo sin embargo un desenfadado comentario, quizás para aliviar la tensión.



-Solamente a ti se te puede ocurrir ponerte a leer una novela en un momento como éste.

-Confía en mí cuando te digo  que es la mejor lectura que podría hacer en una ocasión así. - Sonrió débilmente el chico, que, dejando de lado las bromas, les indicó más en serio. – Ya se acercan. Poneos en guardia.



Un rato antes de la llegada del grupo tanto Amatista como los demás habían vuelto a sus casas. Ajenos a la presencia de su primo Lance y los demás integrantes de los guardianes, Leval charlaba con su esposa. Ella decidió ser sincera y armada con su nueva confianza le contó lo que había ocurrido las noches anteriores, éste se preocupó mucho pero ella le tranquilizó.



-No temas, cariño. Los dioses me dijeron que les despistarían hasta que nuestro hijo naciera. Después sé que no podrán hacerle daño, ni siquiera esos seres...

-Pero ¿y si no logran despistarles? - Le inquirió Leval con cara de circunstancias, recordándole a su esposa. - Me has dicho que casi te llevan...

- Espero que lo consigan. Debemos confiar en los dioses, ellos harán que esos seres… - repuso  Amatista que pareció tornarse pensativa… -



Entonces súbitamente enmudeció. Su expresión de alegría desapareció y fue sustituida por otra de inmensa angustia y preocupación a la par que un frío helado comenzaba a invadir la estancia. Su confianza se desmoronó en un instante y sólo pudo exclamar con horror.



- Están aquí. ¡Oh no!... ¡"Ellos” nos han encontrado!¡No puede ser! ¡Es demasiado pronto todavía!…

-¿Qué dices?- Exclamó Leval que miró en todas direcciones sin descubrir nada anormal e insistiendo alarmado. -¿Qué está ocurriendo? ¿Quiénes son esos seres, Amatista? ¿Dónde están?



Su esposa no respondió, tenía la mirada fija y vidriosa en un extremo de la habitación y temblaba sobrecogida de pavor. Al observar hacia allí, su esposo pudo ver una silueta negra que, sin embargo, dejaba ver claramente la pared. Sin saber cómo ni cuándo se había materializado de la nada. Lentamente alargó una especie de brazo que se estiraba hacia ella. Leval poniéndose en guardia se transformó en súper guerrero de inmediato interponiéndose entre su mujer y aquella aparición.



-¡Amatista, vete de aquí, yo me encargaré de eso!,- le indicó el muchacho concentrando sus fuerzas. -

- No, no te acerques a él - le advirtió ella aterrada. -¡Te matará! O algo aun peor.

        

Su marido la miró sin entender, por si acaso, decidió abrazar a Amatista y teleportarse con ella a donde hubiese una energía conocida. Pero no podía sentir nada, era como si estuviesen solos en el planeta. Esa cosa debía de interferir pero ¿cómo podía hacerlo? El muchacho estaba desconcertado y aquel ente seguía alargándose de modo lento pero imparable hacia su mujer y su hijo…



-No logro concentrarme, es como si no hubiese nada más allá de esta habitación. ¿Pero qué demonios está pasando? ¿Qué son esas cosas? - Decía en voz alto el atónito joven.-



En el exterior de la casa, el grupo miraba en todas direcciones, fue Samantha la primera en llamar la atención de todos señalando con una de sus manos.



-¡Allí!...



Todos dirigieron la vista hacia ese lugar del cielo, una capa de negrura descendía hacia la casa. Al acercarse se descompuso en decenas de figuras translucidas y oscuras de forma humanoide.



-¡Ooondaa vitaaal yaaaa! – exclamó Doran lanzando un poderoso chorro de energía contra aquella masa que estaba todavía disgregándose. –



Pero su ataque se desvaneció como si no hubiese estado ahí. La historia de su anterior confrontación se repetía. El guerrero del espacio miró sus propias manos con gesto incrédulo. Realmente, ¿había lanzado algún ataque? ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Quién era él?...comenzaba a sentir un intenso frío…



-¡Doran! - Le conminó Lance declarando de seguido tras consultar aquel grueso volumen.- Escúchame, eres el hijo de Calix y de Seira.  Eres un súper guerrero y estás luchando contra el olvido.

-Sí, sí claro. - Convino éste que pareció salir de aquel desconcierto recobrando su calor.- Ya lo sé. Gracias amigo.



Fue el turno de Sailor Shadow de invocar su poder manejando su cetro, pero obtuvo el mismo resultado. Seren, convertida en Sailor Plutón, tampoco pudo hacer nada ni aun deteniendo el tiempo y dejando a sus compañeros esta vez libres como ella para moverse. Lance usando nuevamente ese libro volvió a repetirles a ambas lo que acababan de hacer y cómo se llamaban, así ellas se rehicieron superando a su vez esa ráfaga de frio helador que empezaba a envolverlas…



-Esos seres malditos están más allá del tiempo y del espacio. – Sentenció la princesa de los saiyajin, haciéndose cargo de la situación, para matizar incluso con un toque de humor. – Ups, creo que eso ya lo dije la otra vez.

-¡A por ellos! – Exclamó Debbie disparando con su rifle de energía solar concentrada que sin embargo, tuvo el mismo inexistente efecto que las armas de sus compañeros y Lance repitió lo mismo también para sacar a esa muchacha de las idénticas sensaciones que habían experimentado sus compañeros. -



Parecía que tras lanzar algún ataque contra esos seres los miembros del grupo olvidaran ya no solamente eso, sino lo relativo a ellos mismos. Y esa impresión era cada vez mayor, a la par que esa sensación de frio que les congelaba hasta el propio espíritu. Por fortuna, el libro de Lance parecía actuar como protector de sus memorias evitando que esas criaturas se les acercasen e incluso generando una barrera contra ese extraño frío.  Sin embargo y por desgracia, pese a estar protegidos de ellos, al menos de momento, eran incapaces de contener a aquellos seres. Y algunas de esas criaturas penetraron atravesando los muros de la casa, como si estos no existieran, ante la impotencia del grupo. Y lo que era peor, otras, esta vez sí, se dirigieron hacia ellos. Paul y Samantha les dispararon a bocajarro con sus pistolas de laser concentrado. Unas armas que le habían sido suministradas por la agencia terrestre en la que habían estado trabajando hacía años. Lo mismo volvió a hacer Debbie. No obstante, pese a la alta tecnología de origen extraterrestre que esas armas poseían demostraron ser tan inútiles como todo lo demás. Esos rayos que habrían sido capaces de cortar limpiamente el titanio o fundir el plomo sin esfuerzo, se desvanecían como si de restos de humareda se tratasen al acercarse a esos seres. Tras repetir la operación de lectura con ellos, Lance les indicó que se apartaran. Ahora un grupo de oscuros entes les rodeaba. Fue Nehie la que suspiró con resignación.



-Ha sido un honor luchar a vuestro lado. – Pudo decir. –

-Lo mismo digo. Hermosa y valiente reina. - Le sonrió Doran afirmando sin pudor. – Me hubiera gustado tener más tiempo para pasarlo junto a ti. Y suceda lo que suceda no deseo olvidar lo que siento cuando te miro.



             Aunque desde luego esa no fuese la mejor situación para escuchar algo como eso Neherenia enrojeció de vergüenza. Ahora debía admitirse a sí misma que las palabras tan agudas de su amiga Idina no distaban mucho de la verdad. El saiyajin era un hombre atractivo y había sido el único capaz de hacerle sentir algo similar a lo que ella experimentó al estar junto a Granate. Recordaba que él se lo dijo, volvería a amar y sería maravilloso. Pero al parecer ya no tendría la ocasión de comprobar si eso podría ser cierto. Sus sentimientos o los que ese guerrero albergase por ella no tendrían ya la oportunidad de ser demostrados. Posiblemente desapareciesen como ellos mismos, como si jamás hubiesen existido. Suspiró resignada, supuso que ya no importaba. Seren por su parte y centrada en sus propios pensamientos, se convirtió en súper guerrera, al tiempo que esgrimía el cetro heredado de su madre, la Reina Meioh y exclamó.



-¡Nunca ni una guerrera de la justicia, ni un guerrero del espacio se han rendido sin pelear hasta el último aliento! Y yo soy ambas cosas. ¡Moriré con dignidad!

-Así sea. Los humanos no vamos a ser menos.  – Convino Samantha apuntando con su arma de nuevo. –

-¡Valor, hermana! – Los humanos en conjunto no sé, pero los Saint Join también resistiremos hasta el final. – La animó Paul, con su irrenunciable sentido del humor inglés, poniendo su espalda contra la de ella y apuntando a su vez con su pistola al enemigo. – Nuestra familia desde luego, no se va a avergonzar de nosotros en las reuniones de sociedad.

-No, no lo harán. Teniendo en cuenta que, cuando esos seres nos atrapen será como si jamás hubiésemos existido.- Suspiró su hermana con pesar pero al tiempo entereza.-

-Pues yo no lo creo. ¡Vamos!, malditas manchas de tinta. – Les retó Deborah a aquellas figuras que se les aproximaban a una ya muy cercana distancia. – Os desafío a que nos borréis del recuerdo de las personas a las que amamos.



No obstante, Lance sonrió mirando con expresión desafiante a esos seres y declaró exhibiendo el libro en alto, elevándolo sobre su cabeza con ambas manos.



-Pues yo no tengo intención de morir, ni de desaparecer hasta que lea el final de esta historia. ¡Odio dejar una lectura sin terminar! Seréis vosotros los que os larguéis de la escena…



Y dicho esto abrió ese tomo que comenzó a brillar con tonos dorados, una ráfaga de energía salió de él en forma de anillo concéntrico y desbarató a esos seres que se vieron rechazados. Para asombro de sus camaradas las siniestras criaturas se retiraron en dirección a la casa.



-¡Es increíble! - Pudo decir Nehie, observando a su compañero y ese extraño libro con el estupor pintado en su rostro. – Los ha apartado…

-No te olvides de dejármelo cuando lo termines, tiene que ser muy interesante. – Terció Paul con el sarcasmo heredado de su padre para este tipo de ocasiones. –

-Me temo que su lectura se te iba a hacer muy densa. – Replicó Lance del mismo modo, aunque añadió sin embargo con preocupación. – Viene alguien, debemos salir de aquí. Nuestra misión está terminada. Ahora seréis libres.

-¿Libres? -Le preguntó Seren sin comprender. – ¿De qué?...

-Si queréis saber que contienen estas páginas, ahora podéis mirarlas. Al menos estas de aquí, sin peligro. – Replicó el chico invitándoles cordialmente a ello. –



Y sus compañeros se arremolinaron curiosos en torno a ese libro. El portador del mismo lo abrió casi por el final y ellos no vieron nada. Aquello estaba en blanco pero al fijar su vista en esa tonalidad inmaculada casi cegadora sus ojos se opacaron. Entonces Lance declaró con voz queda y teñida de pesar.



-Habéis sido unos leales compañeros y unos magníficos amigos, quien sabe si nos volveremos a encontrar. Ese sería mi deseo, volver a veros en circunstancias mucho más gratas, sin que tengamos que arriesgar nuestra mismísima existencia. Gracias por todo y lamento que tenga que acabar de esta manera.

-¿Qué quieres decir?- Pudo preguntarle Deborah que de pronto se notaba pesada y soñolienta. -

-¿Qué pasa?- Pudo balbucear Neherenia.-

-Tengo mucho sueño…- Fue capaz de decir Paul.-

-¿Qué nos has hecho?- Inquirió Samantha que luchaba asimismo contra esa sensación.-

-Daros la oportunidad de tener una vida. Liberados de esta carga. - Replicó Lance con voz queda.-

-¿Qué quieres decir?- Quiso saber Seren, apoyándose incluso en su báculo para no caer por aquel sopor que la envolvía por momentos.- ¿Qué significa eso?...



Aunque Lance no tuvo que responder. El resto experimentaba la misma sensación. Al instante siguiente todos los demás, excepto el portador de ese volumen, desaparecieron. El muchacho entonces cerró el libro. Se dio la vuelta, salió del jardín y alejándose de aquella casa, musitó.



-Ya he hecho todo cuanto me estaba permitido. No puedo ayudarte más. Confío plenamente en ti, Mensajero. Tú deberás relevarme de esta responsabilidad. Yo tengo otras muchas cosas de las que encargarme. Sé qué harás lo que debes…lo único que puedo hacer por ti, mi querido primo Leval... es esto. Y para ti Mazoui…lo necesitarás. Sandy te ayudará… - Musitó leyendo algo en ese libro para después cerrarlo y proseguir su marcha.



Y desapareció tras doblar la esquina de la calle para retornar a su hotel y más tarde a su vida…



Por completo ajenos a eso en el interior de la vivienda, la pareja se enfrentaba a aquella gravísima situación con la mayor entereza. Leval se interponía entre su esposa y aquellos seres. El muchacho no quería destruir la casa pero no le quedó otra opción. Era eso o la vida de su esposa y de su hijo. Concentrando energía lanzó contra esa silueta que se les acercaba una potente ráfaga de energía y cubrió con su propio cuerpo a su familia en espera de la onda expansiva que produciría la explosión. Sin embargo, en el preciso momento en que ésta alcanzó a ese ser, la emisión de fuerza desapareció como si nunca hubiese existido.



-¡Pero!, ¿qué demonios…? - exclamó Leval atónito.- ¿Qué sucede aquí? ¿Qué estamos haciendo?...¿Quién eres tú?- Inquirió totalmente desconcertado a su atónita esposa. Más cuando agregó con voz queda. -¿Quién soy yo?...

           

No obstante, oyó una voz en su cabeza, una que le era familiar, recordándole todo. Al momento reaccionó.



-¿Estás bien, cariño?- Le preguntó su mujer mirándole con gran preocupación.-

-Sí, no te asustes. Fue como si todo se me hubiese ido de la cabeza por un momento. Pero ahora vuelvo a recordar…- Le explicó él.-



Entre tanto la silueta seguía avanzando lentamente hacia ellos en tanto él perdía la noción de lo que estaba haciendo allí. Pero aquella sensación pasó enseguida y se centró de nuevo en lo que sucedía.



- Debes marcharte de aquí.- Le instó Amatista que estaba pálida, sentenciando. - No le podrás detener. Nada en este mundo puede detenerlos. ¡Sálvate tú, cariño!, no te lo impedirá. Sólo me quiere a mí...

- ¡No digas tonterías!,- repuso el chico mirando con furia a aquel ser para agregar. - ¿Cómo voy a dejaros solos a ti y al bebé? ¡Sois mi familia! ¡Ese engendro tendrá antes que pasar por encima de mi cadáver para poder tocaros!



La silueta estaba cada vez más cerca, trataba de atrapar a Amatista pero Leval se interpuso y le lanzó otro rayo a bocajarro que tuvo el mismo efecto que el anterior. De nuevo el chico se planteó qué estaba sucediendo. Es más, ¿quién era él? Pero al instante se repitió lo anterior, fue como si una voz sonara en su cabeza resolviendo aquellas dudas. Entonces el largo brazo de la silueta pasó cerca del muchacho rozándole levemente. En ese momento perdió su energía y de súper guerrero pasó a quedar en forma normal derrumbándose en el suelo. Amatista se apartó aterrorizada, quería ayudar a su marido pero no podía aproximarse o eso la atraparía. De ser solamente por sí misma no habría dudado en arrostrar las consecuencias, pero estaba su bebé. Por suerte la silueta ignoró al caído y prosiguió su avance hacia su auténtico objetivo, que por desgracia para ella, era la misma Amatista. Afortunadamente, Redan, Buruk y Dialen aparecieron en ese momento. Entre los tres lanzaron estrellas de energía que lograron rechazar a ese ser. La silueta se introdujo por un agujero dimensional y desapareció...



Redan fue el primero que se preocupó por la muchacha, le preguntó con voz apremiante.



- Dime, ¿te ha tocado? – Amatista, sudando y aun con la mirada fija, negó con la cabeza -.

-¡Menos mal! - Suspiró el dios. -

- ¡Leval!,- musitó la muchacha casi paralizada por el temor. -A él sí,…



Éste seguía en el suelo sin moverse. Casi estaba transparente. Buruk le sujetó levantándole sin esfuerzo  en tanto le observaba con extrañeza.



-¡Dios mío! ¿Qué le está pasando a mi esposo ?...- Inquirió Amatista llena de pánico al observarle. -

- ¡Ha sido rozado por un increado! - repuso Dialen también horrorizado. - No sé que le podrá ocurrir.



Amatista se acercó a su marido. El muchacho estaba en estado catatónico, sólo murmuraba en tanto se iba haciendo intangible por momentos...



- Olvido, nada existe...sino... Olvido...

- Debemos unir nuestras energías - indicó Redan a sus compañeros. - De lo contrario le perderemos...



El joven se estremecía con espasmos cada vez más violentos, su temperatura descendía de forma rapidísima. Incluso para horror de su esposa estaba haciéndose cada vez más incorpóreo. Aterrada, Amatista todavía le agarró de las manos como pudo ¡estaban heladas!, trató desesperadamente de darle calor sin dejar de suplicarle...



-¡Por favor Leval, cariño responde!...Te lo suplico, ¡resiste!



Pero ella ya casi no podía asirle, era como si se le resbalase de entre los dedos. Y es que tan pronto como había sido rozado por esa criatura Leval sintió como todo se desvanecía a su alrededor. Luego sólo hubo oscuridad, fría y vacía, todo rastro de energía, todo sentimiento y percepción se desvaneció como si  nunca hubiese existido. Su cuerpo y su mente cada vez se iban insensibilizando más. Ya no sabía quién era, qué hacía o si había existido alguna vez. Se notó desaparecer pero súbitamente hubo un rayo de esperanza, una luz que iluminó a su alrededor. Con sus últimas fuerzas se esforzó por seguir aquella luz. Escuchó las palabras que antes había oído que nuevamente venían a su rescate, le decían su nombre, le resumían su vida, sus batallas, su amor y sus deseos. Al hacerlo le hicieron recordar otra vez. Notó una rara sensación, era como si hubiera vuelto a nacer. Un sudor frío le recorría. Un pánico ciego, se apoderaba de él, casi como si fuera incapaz de respirar en medio de una total oscuridad. Poco a poco fue superándolo.  Por fin y tras unos agónicos momentos, abrió los ojos…



- ¡A…a!...- Pudo balbucear con voz temblorosa. - Amatista, no dejes que me arrastren...No permitas que me olviden…

- No temas, estamos contigo. - Le respondió ella con una mirada tranquilizadora. -...

- Dale tu energía - le dijo Redan que la urgió. - ¡Date prisa!

-¡Pero no sé como hacerlo!...- gimió ella desesperada por la impotencia. -



Soa apareció junto a ellos y le indicó con una voz muy suave y confortadora, prácticamente maternal, a la temblorosa  muchacha…



- Con que quieras que permanezca a tu lado bastará. Piensa en él, recuerda los momentos que has vivido a su lado, los buenos y los malos. Cuantos más de ellos tengáis más poder poseerás para hacerle retornar.



La joven aferró las manos de su marido con  intensidad, deseando con todas sus fuerzas que permaneciese con junto a ella. Y pensó en él desde aquella vez en que se conocieran, los años tratando de lograr que se fijase en ella, sus alegrías y decepciones, los sinsabores y los buenos momentos, pasando por todo el periplo que vivieron en la nave. Al poco la temperatura de Leval gradualmente comenzó a aumentar. El muchacho sintió una oleada de amor que le llenó y de nuevo oyó muy a lo lejos como si alguien pronunciara su nombre diciendo quién había sido él y lo que había hecho. Era como si su vida desfilase ante sí en unos pocos segundos. Supo que tenía un propósito. Aquello parecía una especie de bucle. Esas mismas palabras que le salvaban otra vez. Era como si hubieran entablado una lucha a muerte contra esa sensación de vacío y de inexistencia. Por fortuna la vida y la existencia parecieron ganar. Poco a poco el chico comenzó a sentirse mejor, incluso recobró su corporalidad y su aspecto habitual dejando de ser casi trasparente. Tras unos terribles y angustiosos minutos volvió a la normalidad. Con cuidado fue recostado en un sillón, los dioses observaban al muchacho con un gesto de preocupación y de temor que éste no les había visto nunca. Antes de que él pudiera ni preguntar qué había sucedido, Buruk, que fue quién le había acomodado, le explicó.



- Te han tocado. Han sido “Ellos”, has percibido el roce del olvido.

- Me rozó, sí.- Repuso Leval que, sin salir aun de su desconcertado asombro, añadió con voz queda, plena de temor, angustia y horror. -Tan sólo por un instante y fue como si nada hubiera existido... ¡Es algo horrible! Jamás experimenté nada igual. Ninguna batalla, ningún enemigo, no hay nada que pueda compararse a esto. ¡Es el absoluto vacío!…

- Tenemos muy poco tiempo, nuestro intento de despistarles ha fallado. ¡Debes traer al Mensajero ya! - Le pidió Redan  a Amatista con voz premiosa. -

- Aun me quedan varios días para salir de cuentas,- explicó ella con el  pánico reflejado en sus ojos. - Yo no decido el momento.



En ese instante apareció Zoen que tenía una expresión de miedo en los ojos que los demás dioses no habrían imaginado nunca en alguien de los suyos.



-¿Qué ocurre?,- le inquirió Redan lleno de sorpresa al verla en este estado. - ¿Qué has visto?



La interpelada parecía tener dificultades para responder y al fin, pudo hacerlo al cabo de unos instantes.



- ¡“Ellos”...vienen hacia aquí! Estaba de patrulla y les he visto. Por donde quiera que pasaran todo desaparecía. Tengo dudas incluso de si esos lugares hubieran existido alguna vez. Y los encargados de frenarles ya no pueden hacer más.



Señaló al cielo, los dioses, Leval y Amatista, miraron al unísono por la ventana quedando horrorizados, en tanto Soa sentenciaba.



–La resistencia en el exterior ha caído. Hicieron cuanto pudieron pero ya no son capaces de ayudarnos.
- Todo lo demás ha fallado. Ahora estamos solos. Somos la última línea de defensa. – Sentenció Dialen. -



El sol que alumbraba el planeta fue eclipsado por un enorme agujero negro, de él salían cientos de siluetas y todas ellas se dirigían hacia la posición del grupo. De forma lenta pero inexorable ganaban terreno y acortaban la distancia. Mazoui en la nave y Sandy en Bios, se estremecieron violentísimamente invadidos por una ráfaga de frío insoportable. Algo les dijo que debían ir a casa de Leval y Amatista inmediatamente. El muchacho quiso transportarse al momento. No obstante, era incapaz de sentir la energía de sus amigos. Únicamente percibía algo similar al vacío, que le hacía sentirse mal, incluso con ganas de vomitar. Tuvo que dejarlo estar.



-¡Maldita sea! Debo ir allí a toda costa.- Se dijo.- Pero ¿cómo?



            Se concentró y fue capaz de percibir la energía de Sandy. La muchacha estaba en el planeta. Lo que sí pudo fue transportarse hasta donde estaba su amiga. Curiosamente ella había bajado allí.



-No sé cómo vine hasta aquí.- Le comentó a su también sorprendido amigo.-

-Eso ahora no importa, tenemos que ir a casa de Amatista y de Leval. ¡Nos necesitan!.- La urgió el recién llegado.-

-Vamos allá.- Convino ella.-



            Salieron a  toda prisa de la casa de Sandy en esa misma avenida. Tenían que cruzar la calle corriendo durante unos metros para llegar aunque a su paso comenzaron a ver porciones de una negrura casi infinita.



-¿Qué es eso?- Exclamó la joven.-

-Los Seres del Olvido.- Musitó Mazoui posando las manos sobre las de su compañera para pedirle.- Quédate aquí. Al menos hasta que se vayan. Yo intentaré pasar con mi velocidad antes de que cierren todo el camino.

-Llévame contigo.- Le pidió Sandy.-

-Es demasiado arriesgado. Si nos atrapan los dos desapareceremos.- Le contestó Mazoui.- Aguarda hasta que esto se despeje, si no lo hace, ¡huye!¡sálvate!



            La chica le miró entre asustada y muy preocupada por él, aunque la sola cercanía de esas presencias le producía un miedo tan cerval que era incapaz de moverse. Así pues, tras sonreírle débilmente Mazoui se aprestó a intentar eludir ese cerco. El joven juraría que una especie de pasillo cruzaba entre esas figuras sin que estas lo bloqueasen. Decidió arriesgarse. Volando con toda su rapidez consiguió cruzarlo y llegar a la puerta de la casa de sus amigos. Abrió y entró, justo para presenciar como los dioses protegían a Amatista y a Leval, rodeados por un creciente cerco de oscuridad.



-¡Preparaos!,- exclamó Mazoui nada más llegar al observar desde una ventana. -Vienen hacia aquí y son centenares...
- Ni siquiera nuestro poder combinado les detendrá,- declaró tajantemente Dialen que agregó a modo de ultimátum.- O el Mensajero se manifiesta ahora o todo estará perdido.
-¿Dónde está Georcael?,- preguntó Soa con la voz dominada por la inquietud. - Le necesitamos…
-¡Maldita sea! - Estalló Leval furioso - no permitiré que toquen a mi mujer ni a mi hijo, aunque me hagan desaparecer.- Intentó transformarse en súper guerrero pero no ocurrió nada y el chico sólo pudo exclamar anonadado. - ¡He perdido mis fuerzas! ¡No puedo sacar energía!...
- Es a causa de que te hayan rozado "ellos"- sentenció Buruk explicándole. - Te la han absorbido toda. Tuviste suerte de mantenerte con vida y no desaparecer siendo olvidado para siempre, como si jamás hubieras existido.



Al muchacho y a sus amigos les recorrió un escalofrío al escuchar aquello. ¿Qué habría ocurrido si él nunca hubiera existido? Aquella cuestión era tan sorprendente como profunda. Para empezar, su hijo no habría sido concebido. Su esposa nunca se habría casado con él y los acontecimientos hubiesen sido alterados en quizás innumerables formas. Gracias al cielo que esos seres parecían ignorar aquello. Les habría resultado todo mucho más sencillo. Eso si es que realmente tenían mente o razonaban de alguna manera.



- No te preocupes,- le animó Mazoui que se había acercado a Amatista comentando a su atribulado esposo en tanto la señalaba. - Todos estamos con vosotros, no dejaremos que se apoderen de ella.
- Vamos a unir nuestras fuerzas y rodear a la portadora con una barrera de energía,- les indicó Redan a sus compañeros. -



Los dioses se unieron formando un pentágono alrededor de los humanos. Leval y Mazoui se pusieron uno a cada lado de Amatista. Los dos sabían que no podían ser de mucha utilidad pero eso al menos daría más moral a la muchacha. Por su parte, las sombrías siluetas se adentraron lentamente en la casa a través de agujeros negros que absorbían la energía. Zoen nerviosa, instó a la humana pidiéndole una vez más.



-¡Tienes que llamar al Mensajero, es nuestra única solución!
-¡No puedo!,- gritó la chica con visible desesperación -... ¡no puedo hacerlo!
- Aguantaremos lo que sea necesario. Pero debes intentarlo,- le insistió Redan tratando de calmarla aunque él mismo se daba cuenta de que poco más podrían hacer para soportar una acometida como la que se les venía encima… -



En el reino de la Luna Neherenia se levantó de un sofá de su habitación. Estaba en palacio, no recordaba cómo había llegado hasta allí. ¡Claro!. El viaje de retorno desde Bios, estaba tan cansada que debió de dormirse. Sonrió recordando a Idina y lo bien que lo pasaron. Su amiga y ella habían hecho muchos planes para cuando pudieran reunirse de nuevo. Esperaría ese momento con ilusión. Pero ahora tocaba volver al mundo de sus obligaciones. Suspiró resignada a ello. De nuevo las aburridas recepciones, los interminables discursos y todos esos parabienes realmente insulsos. Aunque una llamada a su puerta la distrajo de esos pensamientos. Era su chambelán real. La soberana le dio permiso para entrar y el tipo, haciendo una prolongada reverencia, le informó.



- Su Alteza Serenísima la princesa heredera de la Tierra y de la Luna Blanca, Usagi Chiba Tsukino, ha venido a veros, Majestad. Acompañada de sus guardianas.
- Pedid a su Alteza y a sus escoltas que tengan la amabilidad de pasar. Por favor. - Sonrió Nehie contenta de volver a ver a su amiga. –



Chibiusa entró al poco tiempo seguida de sus guardianas las sailor Asteroides. Neherenia sonrió al verlas, seguro que le ayudarían a eliminar el tedio. No obstante, enseguida desvaneció ese gesto de su cara. Su amiga venía con expresión demasiado seria. Incluso grave, al igual que sus guardianas, que habitualmente lucían expresiones desenfadadas. Entonces, sin dar tiempo a la soberana de la Luna Nueva a decir palabra, la Princesa de la Tierra y la Luna, declaró.



- El momento ha llegado. Mi madre te pide que te unas a ella…



En Nuevo Vegeta, Seren también se levantó de su cama, estaba en palacio, en sus aposentos. Se vistió con rapidez puesto que dormía desnuda como casi todos los saiyajin hacían siempre que podían. Llegó ayer de su viaje desde la Tierra y, tras saludar protocolariamente a sus padres, e informar brevemente de lo acontecido, les pidió permiso para retirarse a descansar, estaba agotada aunque no entendía el porqué. De todos modos ahora se encontraba recuperada y tenía muchas ganas de hablar con ellos y contarles con más detalle y profusión todas sus peripecias en la Tierra y en Bios. Deseaba que todo en su planeta hubiese estado bien y que los rebeldes no hubieran hecho nada que nadie tuviera que lamentar. Con ese pensamiento se dirigió al salón del trono. Enseguida obtuvo audiencia, en cuanto entró dobló una rodilla como era preceptivo ante sus soberanos y progenitores. Pero tanto Lornd como Setsuna permanecieron impasibles observándola con cara de circunstancias al igual que Calix y Seira que estaban de pie flanqueándoles. Seren entonces se percató de ello y pudo decir con el tono de respeto que exigía una recepción oficial.



-Con la venia de sus majestades. ¿Puedo hablar?



Su padre asintió con gesto grave y la muchacha enseguida preguntó.



-¿Va todo bien en el reino? ¿Necesitáis de mí para algún servicio?
- Partirás de inmediato con nosotros. – Le mandó Lornd.-

- El día ha llegado. Debemos ir a la Tierra y honrar nuestro pacto de amistad y alianza con sus soberanos. – Completó Setsuna que le ordenó. – Ve si lo deseas a saludar a tu hermano y prepárate, saldremos en poco tiempo.



Seren miró a sus padres con gesto de sorpresa pero lejos de querer saber más obedeció al momento. Levantándose hizo una reverencia con un brazo derecho cruzado a la parte contraria del pecho y salió del salón del trono. Lista para prepararse…aunque antes fue en busca de Bralen, quizás él pudiera contarle algo más. En cuanto le encontró a él y a Aiona les preguntó.



-¿Qué está ocurriendo aquí? ¿Estamos en guerra contra Gralas?
- ¡Ojalá fuera ese gusano de Gralas! – suspiró su hermano, un saiyajin alto y poderoso, de largo pelo castaño y ojos del mismo tono. –
- Debo partir con nuestros padres. – Le contó ella todavía más sorprendida. –
- Os envidiamos, Alteza – repuso Aiona, una morena saiyajin de ojos oscuros y estatura similar a la suya, cuando afirmó. – Debemos quedarnos aquí, al cargo de todo. Vos, los reyes y mis padres, vais a partir con una tropa selecta de guerreros hacia la Tierra. A librar la más grande batalla de la historia de nuestro pueblo.
- Sí- le contó Bralen. – Un emisario de la Luna nos trajo una carta de la reina Serenity. La Tierra e incluso el propio universo están en peligro. No debes perder más tiempo hermana, ve y que los dioses,  el poder y las bendiciones de nuestros ancestros, te acompañen.
- ¿Y Eron?- Quiso saber la muchacha con tinte intranquilo en su voz. –
- Es largo de contar, si lográis vencer y regresar podremos hablar de ello, de lo contrario ya no importará. – Le sonrió adustamente él. –



La interpelada no pudo evitarlo, se aproximó a él y le besó en la mejilla dándole luego un abrazo, todavía algunos saiyajin como Aiona se sorprendían al ver esas costumbres humanas. Más cuando la propia muchacha recibió el mismo tratamiento por parte de la princesa y ésta le pidió con inusitado afecto.



- Cuidad bien de nuestro mundo… y… Aiona, mi fiel amiga, cuida bien de mi hermano.
- Con mi vida, Alteza - replicó sobriamente la chica asintiendo para pedirle a su vez. – Saludad vos a mi hermano de mi parte y ojalá que ambos salgáis con bien. De lo contrario, seguro que lucharéis y caeréis con honor.

-Lo haremos. – Asintió Seren. -



Y la princesa salió a todo correr para prepararse…



Doran por su parte despertó en sus habitaciones del reino de la Luna Nueva. Supuso que debería presentarse ante la soberana. Si es que ésta había retornado de su viaje a Bios. Se vistió y se arregló lo mejor posible para solicitar audiencia, caso de que fuera así. Cuando preguntó efectivamente le dijeron que su Majestad había retornado y que aguardase. Lo cierto es que esperó poco. Enseguida le indicaron que debía ir a las estancias privadas de la reina. Allí, para su sorpresa, encontró a la soberana junto con la princesa de la Tierra y su séquito de guardianas. Neherenia entonces le dijo con tono serio.



- Embajador, vamos a necesitar la ayuda de los guerreros de tu pueblo. Esperamos la llegada de tus soberanos con refuerzos a no tardar.



El atónito guerrero quedó francamente sorprendido por esa noticia, apenas si pudo preguntar.



-¿Qué sucede, Majestad?
- Algo que decidirá el destino no solamente de este mundo sino que puede que del universo entero.- Fue la contundente respuesta que Neherenia le dio. –
- Para mí será un honor luchar a vuestro lado. Contad con mi vida para serviros y protegeros.- Replicó de inmediato él-
- Gracias.- Sonrió Neherenia mirándole con reconocimiento para añadir. – Al igual que la reina Serenity, representada aquí por mi gran amiga la princesa Usagi, celebro tener vuestro juramento de amistad.



Pero el saiyajin, sorprendiendo a todas las presentes, dobló la rodilla ante la reina de la Luna Nueva y dijo con un tono más suave de voz.



- Mi hermosa y gentil reina. Para darte mi vida no preciso de ningún juramento. Solo preciso ver vuestros bellos ojos  y gustoso moriría por vos.



La aludida enrojeció a ojos vistas, incluso Chibiusa y las asteroides se apartaron discretamente mirando para otro lado.



 -¿Habéis oído, chicas?  Al saiyajin le gusta Nehie. – Susurró Para- Para a sus compañeras.- ¡Qué suerte tiene la chica!

- Y está claro que a ella también le gusta él.- Convino Jun-Jun con idéntico tono de voz.- ¡Aquí va a haber tomate!

 -Sería un cotilleo genial de no ser por esta situación.- Se lamentó Bes - Bes.-

-¡Chiiss! ¡Callaos chismosas! - Les pidió apuradamente Cere - Cere, al percatarse de la severa y envarada mirada que Chibiusa les estaba  dedicando.-



En efecto, su princesa las observaba con una mezcla de apuro y reprobación, aunque finalmente no pudo evitar sonreír. A fin de cuentas eso ya daba igual. Eso sí, se llevó un dedo a su boca y sus guardianas callaron de inmediato. Finalmente la soberana de la Luna Nueva pudo replicar, aunque algo apuradamente.



- Ahora debemos centrarnos en salvar la Tierra y la Luna. Y junto con ellas a todo el universo. Después… si es que hay un después…  



Y prudentemente decidió permanecer en silencio, al menos de momento.



- Adelante pues. – Convino Chibiusa, para acabar con ese envarado ambiente, ordenando a sus guardianas que preparasen el Sailor teleport… – ¡En marcha!



Debbie estaba tumbada en el sofá del piso que pertenecía a su amigo Kyle. Él estaba junto a ella y al verla abrir los ojos le dijo con tono divertido.



-Vaya, ¡menuda siesta te has echado!

-He debido de tener un sueño muy intenso, aunque no recuerdo nada. – Pudo decir la chica que realmente se sentía confusa. –



Su amigo la obsequió con una mirada de sorpresa, aunque en ese instante sonó el móvil. Kyle se puso al aparato y al escuchar durante unos breves momentos su rostro relajado se tensó. Colgó tras decir un lacónico, “muy bien”, se dirigió a su compañera y le dijo.



-Tenemos que actuar, Debbie. Es la hora más temida. Edmund también va para allá.

-¿Dónde debemos ir?- Quiso saber la chica  levantándose enseguida. –

- Por el camino te lo diré. – Replicó él. –



Y sin perder ni un segundo se pertrecharon con su equipo y salieron del piso…



Paul y Samantha estaban en su tienda de Londres, se alegraban de haber vuelto. Tras ver un local en Bios creyeron que en el futuro podría ser una buena inversión, pero para eso faltaban un par de años al menos. Eso sí, lo habían comprado y reformado. En cuanto llegasen sus padres les contarían con más detalle todas las posibilidades de ese nuevo mundo. Ahora tendrían que volver a su rutina y mirar el catálogo por si le hubieran llegado más antigüedades durante su ausencia.



-Se nos ha acumulado el trabajo.- Afirmaba Samantha al contemplar las cajas y los albaranes de nuevo género que tenían por ordenar y clasificar.-



Su hermano asintió aunque no dijo nada, meditaba sobre su propia vida. Apenas si tuvo tiempo de despedirse de su pareja. Hans habría vuelto a Alemania. Eso le entristecía, pero a buen seguro que retornaría pronto. Era otro anticuario al que conoció en uno de sus muchos viajes para comprar mercancías de valor. Al menos él tenía a alguien, pensaba que su hermana no parecía haber encontrado el amor. Bueno, Paul  sabía de sobra a quién amaba ella. Y se percataba de que tuvo que hacer un gran sacrificio al renunciar. Lo sentía puesto que desde niños eran inseparables y se apoyaban mutuamente,  sobre todo en los tiempos del internado.



-Lo lamento de veras por ti, Sam. Sé lo mucho que le amabas y lo duro que esto es para ti. Espero que conozcas a alguien que sea digno de ti. -Meditó observando a la joven quien ahora dedicaba su atención a una vasija antigua de las que había desembalado.-



Ahora, dejando eso a un lado, puso la radio para entretenerse pero no se recibía nada. Era extraño. Tampoco la televisión que tenían allí funcionaba. Incluso internet parecía haberse quedado fuera de línea.



- ¡Qué raro es esto! , comentó el chico mirando con asombro a su hermana que le devolvió una mirada similar. -
- Será algún fallo del satélite. – Pudo decir ella sin creérselo mucho en realidad. –



Samantha había recordado asimismo algunos momentos de su vida. Sabía que su hermano echaba de menos a Hans, buen tipo, atractivo y elegante, como a ella le gustaban. Aunque éste al menos no era precisamente alguien a su alcance. Sonrió, para eso estaba comprometido con Paul. Ella por su parte tenía su amor, o por lo menos, el recuerdo de lo que pudo ser y a lo que renunció por mor de su misión. Cuando le desvelaron lo que había de ocurrir la chica apenas pudo encajarlo. Al principio se negó, incluso llegó a jurar que lucharía contra ello y que lo cambiaría, no obstante, enseguida admitió que eso era algo que estaba fuera de sus posibilidades. Además, haría daño a dos personas que merecían tanto o más que ella misma el alcanzar la felicidad. Una de ellas era su ser amado. Le costó muchas horas de amargo llanto, en la soledad de su habitación pero terminó por comprender. Desde entonces olvidó sus propios sentimientos y se consagró del todo a su trabajo y a su papel en toda aquella trama. Ahora iba a llegar el momento de la última representación.



-Al menos espero que haya merecido la pena.- Se decía.- Por todos nosotros y por el mismísimo universo.



Entonces la puerta se abrió. Eran sus padres. Ambos se alegraron de verlos pero el gesto que Nephrite traía era de patente inquietud e incluso Amada, su madre, que siempre mantenía la calma ante casi todo, respiraba con agitación. Pero no estaban solos, una mujer de pelo castaño recogido en una coleta que vestía un uniforme de guerrera les acompañaba. Los chicos reconocieron de quién se trataba. Apenas si podían creerlo, ¡esa chica y sus compañeras eran legendarias! Las luchadoras por la justicia que combatieron al lado de su padre en esa legendaria batalla contra los demonios. A todo eso, sin saludar siquiera, ni presentar a esa extraña, Nephrite les ordenó bruscamente a sus hijos.



- ¡Salid conmigo y mirad eso!… Está ocurriendo por todo el planeta…



Y junto a su padre salieron fuera de la tienda contemplando algo que les paralizó de asombro y horror…



- ¿Qué demonios es eso?- Quiso saber Samantha mirando al cielo. –
- Es algo todavía peor que los demonios. Es el fin de todo lo que existe, ha existido o debería existir. – Respondió esa mujer que no era otra sino Sailor Júpiter, agregando. – Eso, si no lo impedimos. –
- ¿Y cómo podríamos hacerlo?- Inquirió Paul tan sorprendido y preocupado como su hermana. –
- No temáis. Enseguida lo sabréis, – replicó la guerrera sin apartar la vista del cielo y de aquel sombrío espectáculo. -



Y en ese instante un montón de personas aparecieron de la nada dentro del local de la tienda abarrotándolo por completo…Nephrite y Amanda enseguida les reconocieron, esbozando, pese a la gravedad del momento, unas cálidas sonrisas de alegría…



-Amigos y amigas, llegáis en el momento preciso.- Se sonrió él, a su modo cordial y flemático habitual.-

Me temo que esta vez no va a ser para organizar una fiesta.- Le contestó Karaberasu que estaba allí junto a su hija Katherine y su amiga Minako.

-Bueno, nunca digas nunca.- Quiso animar Roy, quien a su vez, había aparecido con su mujer Bertie, su hija Kerria, la novia de esta, Samantha y Ami.-

-Tú siempre tan optimista.- Sonrió Cooan, que estaba de la mano con su esposo, y  Rei.-

-Desgraciadamente no estamos para muchas celebraciones.- Terció Kalie.-

-Aun así, queridos amigos, me alegra veros, aunque sea en estas circunstancias.- Repitió Nephrite.-

-Únicamente me apena que algunos no puedan estar.- Se lamentó Tom. –

-¿Y qué podemos hacer?- Quiso saber Roy declarando. – Por lo que nos habéis contado no parece que seamos capaces de intentar nada ni usando todos nuestros poderes combinados.

-No te preocupes de eso. Os lo explicaremos una vez en Tokio. - Afirmó Ami que se reunió con sus compañeras guerreras, indicándoles. – Ahora nosotras usaremos el teleport.

-Sí, Roy por favor, lleva tú al resto – le pidió Rei. –



Y así lo hicieron, de pronto todo el grupo se desvaneció del interior de la tienda, rumbo a su destino…



Y en Bios, en la casa de la joven pareja, las cosas se agravaban por momentos. Las figuras oscuras y antropomórficas aumentaban su presión aproximándose cada vez más y amenazando con desbordar las ya debilitadas defensas de los dioses. A pesar de ello  estos aumentaron la energía de la barrera que comenzó a rechazar a las siluetas. Burladas, éstas parecieron querer cambiar de táctica y empezaron a agruparse. Lentamente formaron un gran manto negro que envolvió esa última y desesperada resistencia. La barrera comenzó a perder consistencia pese a que los dioses mantenían toda su intensidad y esfuerzo. Mazoui se concentró en unirse a ellos para aumentar la potencia pero fue en vano. Su energía era tan insignificante que no podía hacer nada por evitar la progresiva degradación de la fuerza de sus divinos aliados. Entonces llegó Sandy que, desde el umbral de la sala, vio con horror lo que ocurría.



-¡Oh, Dios mío!- Apenas si pudo exclamar la recién llegada con la voz ahogada por el pavor.-



Y es que la joven sintió que no podía hacer nada. Ya tuvo muchísima suerte cuando, tras esperar durante unos agónicos minutos rezando por Mazoui, observó cómo esos seres se iban adentrando en la casa de sus amigos. Paradójicamente le dejaron libre el acceso y pudo ir andando despacio, escondiéndose tras algunas paredes de otras construcciones o tras de setos y arbustos. Seguramente eso no serviría de nada, pero la hizo sentir algo más protegida. Lo que era un espectáculo muy extraño era que las paredes de la morada de Leval y Amatista daban la impresión de ser transparentes y hasta intangibles. De modo que pudo pasar por una de ellas y encontrarse a sus amigos, rodeados y acosados por esa marea de negrura y aniquilación. Sandy apenas era capaz de intentar acercarse a ellos pues presentía que aquello podría acabar con ella en un instante. Sin duda, la situación era por momentos cada vez más desesperada y al fin llegó Georcael…
            

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