domingo, 6 de marzo de 2011

GWD 25.152. El mensajero del Creador manifiesta su poder al fin

En Portland, Oregón, caía ya la tarde, Cooan y Tom estaban en casa disponiéndose a preparar la cena. En ese momento llamaron a la puerta. Fue ella la que se acercó a abrir. Cuando lo hizo se llevó una grata sorpresa. Ahí en pie, una mujer de larga cabellera morena y ojos violetas, vestida de forma elegante con una falda roja y una blusa blanca, la miraba con una afectuosa sonrisa.



-¡Rei! –Exclamó la dueña de la casa abrazándola de inmediato. - ¿Qué haces tú aquí? ¿Por qué no nos has avisado de que venías? Hubiera ido a recogerte. Pero, ¡pasa por favor!



            Cooan recordó no sin nostalgia una de las pocas veces que su gran amiga les visitase en los Estados Unidos. Por lo general eran ellos los que acudían con la familia a verla a Tokio. Allí, en el Santuario Hikawa, se reunían con la sacerdotisa y sus compañeras y amigas. Todas eran siempre muy agradables y demostraban querer mucho a los niños. Después éstos se fueron haciendo mayores y vivieron sus vidas al margen. La única que mantuvo un mayor contacto con su madrina fue Idina. Aunque, hacía ya más de quince años que la hasta ahora ex guerrera Marte fue por allí. En aquel entonces el timbre de la puerta sonó como ahora y la dueña de la casa abrió, saludando a su amiga e invitándola a entrar.



-Pasa, no te quedes en la puerta…



La aludida entró y se descalzó de sus zapatos de tacón rojo, aunque enseguida sonrió azorada y volvió a ponérselos.



-Disculpa, olvidé que estoy en los Estados Unidos, no en Japón.



Cooan le devolvió la sonrisa, aquel desliz no tenía ninguna importancia. ¡Incluso ellos mismos lo hacían! Pero no le dio tiempo a decírselo a su amiga. En eso apareció Tom que, viniendo de la cocina con un delantal puesto, saludó a su vez con alegría.



-¡Qué sorpresa! Me alegro mucho de volver a verte, llegas a tiempo, estábamos haciendo la cena.

-¡Madrina Rei! – Exclamó la pequeña Idina que corrió hacia la recién llegada desde el pasillo.-

-¡Hola Tesoro! - Le sonrió ampliamente ésta doblando una rodilla para abrazarla a la par que se percataba de que traía a su muñeca en una mano.- ¡Anda, vienes con Mimí!

-Sí, ¡también quiere decirte hola! - Afirmó la cría con visible entusiasmo.- Te queremos mucho…

-Y yo a vosotras también, cielo.- Se rio la aludida acariciando la naricilla de la cría.-



            Al poco los dos hijos mayores de los Rodney aparecieron caminando desde sus habitaciones para darle sendos besos a su madrina. Ésta se los devolvió fijándose en ellos…



-Alan, Lance... ¡Qué mayores estáis! - Exclamó Marte con divertida teatralidad.-

-Hola madrina. -  Sonrió Alan  en tanto su hermano se quedaba un poco más atrás.-



            Cooan volvió al momento presente en tanto su amiga entraba. Por su parte, Rei también recordaba aquella  visita suya a esa casa años atrás. Fue recibida como siempre con gran alegría. Saludó primero a su amiga y después a la hija pequeña de ésta y de Tom. Luego llegaron los niños. Los dos habían crecido bastante, Alan estaba ya tan alto como ella y debía tener solamente diez u once años. Lance andaría por los nueve o cosa así, calculó la sailor. Ese crio tenía una mirada muy despierta y viva, como si la escrutase con ella. Lo cierto es que Rei siempre quiso mucho a todos sus ahijados. Alan era un crío amable y abierto, extrovertido y deportista, Idina era una niña adorable, la hija que ella no tuvo y le hubiera encantado tener. Pero Lance…ese  crío era más reservado y callado, pero muy inteligente y observador. La sacerdotisa lo había visto alguna vez en sus trances ante el fuego sagrado. Ese muchacho tendría un papel que jugar muy importante en el futuro, pero no debía decirle nada a él, ni a sus padres de eso. El destino debería seguir su curso sin que ella interfiriese. Ahora estaban ante esa culminación. Rememoraba como almorzó con la familia. Se acordaba de Tom y de Cooan preguntándole por el resto de sus compañeras y amigas, y, al mismo tiempo, dándole a ella detalles de sus vidas, trabajos, anécdotas de sus hijos y toda clase de cosas sobre el resto de los miembros del grupo. Rei sonreía feliz al escucharles y verles así. Sus amigos vivían dichosos, al margen de problemas o aventuras. Su momento de protagonizar la lucha contra el mal había terminado. Al menos por unos años. Durante ese periodo de tiempo se merecían experimentar esa alegría de vivir en paz y en familia. No obstante, la sacerdotisa sabía perfectamente que esos críos, cuando crecieran, tendrían que ser los relevos de sus padres y vivir sus propias peripecias. Algunas serían muy duras, aunque ni ella misma sabía en qué podrían consistir. Pero les ayudaría. Por lo menos en lo que de ella dependiese y le fuera permitido. Aunque su propósito no era realmente ese. Tendría su propia misión lo mismo que sus compañeras. Un plan trazado a muy largo plazo. Y ahora, ese tiempo había transcurrido y era hora ya de pasar a la fase siguiente. Una de importancia vital…



-El momento ha llegado.- Se dijo con solemnidad.-



La sailor volvió al instante presente en tanto su amiga le ofrecía entrar al tiempo que Tom le dijo con mucha amabilidad.



-¿Quieres tomar alguna cosa?



Pero la interpelada negó entonces con la cabeza y adoptó un semblante serio para declarar.



-Gracias Tommy, pero me temo que no he venido a veros de visita. Es más, tengo que pediros que vengáis conmigo. Os necesitamos.



            El interpelado asintió, comprendía a lo que su amiga se refería. Le hubiera gustado tener más tiempo. Estaba a medias con sus investigaciones, sobre todo para averiguar el paradero de ese extraño libro que aparecía en muchas de sus pesquisas. “El Libro de los Días”. Pero ahora no era el momento de pensar en eso. Esperaba que Rei le aclarase algo concerniente a la situación que atravesaban, aunque ella sin más exclamó.



-Planeta Marte, ¡dame el poder!



Tras completarse una zarabanda de luces y destellos, y que la mujer diera vueltas sobre sí misma permutando sus ropas por su uniforme de sailor, les dijo.



-Nos reuniremos con los demás. Tenemos que afrontar esto juntos. Ahora vendrán a buscarnos…



Los dos esposos se miraron atónitos, no parecían comprender. Entonces su amiga les explicó al fin cuál era la situación, señalándoles a ambos un extraño y aterrador fenómeno que podía vislumbrarse en el cielo… en ese mismo momento, Roy, Bertie, Kerria, Samantha y Ami aparecieron de pronto en medio del salón… Sin mediar palabra Tom y su esposa se dieron la mano con ellos. Próxima parada, la casa de Karaberasu…



-Ami, ¿Cómo tú por aquí?- Se escuchó la sorprendida voz de Roy. -



Algunas horas antes, en Nueva York, fue éste quien encontró a la gran amiga de su mujer, la doctora Ami Mizuno, acercándose hacia la casa. Vestía una falda azul y un jersey de color amarillo. De inmediato la saludó. No obstante, la chica no pareció alegrarse de verle, su expresión estaba muy seria, en cuanto se llegó hasta él le dijo con voz queda.



-Roy, tú y Bertie debéis venir conmigo.

-¿Qué sucede, Ami?- se interesó éste afirmando sin rodeos. - ¿Son nuevos enemigos, verdad?

-Sí, son enemigos de todo lo que existe, ha existido o pueda existir. – Le respondió serenamente la muchacha señalando hacia arriba. –



Su contertulio miró en un acto reflejo y su rostro palideció, apenas si pudo exclamar.



-¡Por el amor de Dios! ¿Qué es eso?

-El final de todo, si no lo impedimos.- Fue la grave respuesta. –

-Bertie aún no ha llegado, debe de estar en su colegio.- Opuso él. -

-Ve por ella con tu translación. No te preocupes por eso. Ahora ya no importa que se sepa. De hecho todo saldrá a la luz o desaparecerá. – Le aseguró su interlocutora al ver el gesto de su amigo. –



De hecho y para demostrar su aseveración ella entonces exclamó elevando uno de sus brazos y abriendo los dedos de la mano.



-Planeta Mercurio, ¡dame el poder!



Y produciendo una vistosa cascada de destellos y luces se transformó en Sailor allí, ante el asombro de algunos vecinos que habían salido a presenciar aquello. Roy no esperó más y se concentró en la energía de su esposa. Desapareció, reapareciendo justo en el despacho de ella. Bertie estaba sola pero aun así se levantó de la silla y le reprendió con visible sorpresa y enfado.



-¡Roy Malden, sabes perfectamente que no debes…!



Mil cosas habían cruzado por la cabeza de Bertie nada más verle en ese instante. Hacía muchos años que acordaron no utilizar sus poderes salvo si no era por una causa muy justificada. Y de hecho llevaban mucho tiempo sin hacerlo. Ella, tras darle el relevo a su hija como justiciera, vivía una existencia pacífica y agradable como profesora de secundaria. Su instituto era uno privado de bastante renombre por allí. Era respetada y muy valorada por el alumnado y el claustro de profesores, siendo además la subdirectora. Tenía fama de ser estricta pero a la vez comprensiva. Y toda su trayectoria vital le había proporcionado mucha experiencia para afrontar las situaciones más comprometidas. Daba ya pocas clases debido a sus obligaciones como directiva, aunque le encantaba impartir sus materias de historia y de arte. Además, su hija estaba estudiando derecho y a punto de ser admitida en Harvard. Por si eso fuera poco, la relación que Kerria mantenía con esa muchacha, Samantha, iba muy bien. Pese a que la pobre chica sufrió esa agresión y tuvo que pasar por esos ataques homófobos. De todos modos, todos la consideraban ya como a una más de la familia. Y para colmo de alegrías, Leval y Amatista estaban con ellos de nuevo. ¡Aunque fuese en Bios! Y dentro de nada iban a hacerles abuelos. Suspiró cuando tras esos breves segundos todo aquello desfiló por su mente. Estaba dispuesta a reñir a esa cabeza loca que seguía teniendo por marido pero se detuvo en seco al ver la expresión de rostro y la mirada de sus ojos. Algo muy grave debía estar ocurriendo para que se hubiera atrevido a presentarse así. Él simplemente asintió y le ofreció una de sus manos, ella la agarró y ambos desaparecieron retornando a donde estaba Ami.



-Esto no es para nada normal. Vosotros no actuaríais así de no mediar una razón muy poderosa. ¿Qué es lo que sucede?- Quiso saber Beruche realmente preocupada. –



Y su amiga le indicó que observase el cielo. Beruche quedó igualmente impactada. Ami les puso al corriente de todo lo que estaba pasando para asombro y horror de ambos. Que, al menos, todavía mantenían una leve esperanza.



-¿Y nuestra hija?- Quiso saber Roy. –

-Tráela también. – Le dijo Ami. –



            La sailor sabía que aquello que les pedía era muy duro, pero al mismo tiempo inevitable. Había llegado el momento. Ella misma recordaba las varias veces que viajó a Nueva York, como Roy y Bertie siempre la acogieron cuando les hizo partícipes de sus llegadas. Incluso ofreciéndole su casa para alojarse. Ami tuvo que negarse en ocasiones argumentando no querer ser una molestia. Incluso tras descubrir la conexión que el padre del padre adoptivo de Roy y su propio abuelo habían tenido durante la Segunda Guerra Mundial. Por no hablar de la relación de amistad que ya antes la había unido con Bertie. Así pues la sailor tenía un nexo de afecto muy grande con ambos. Por ello deseaba dejarles vivir sus vidas tranquilos y con las menores interferencias posibles. No obstante, adoraba visitarles y ver crecer a los niños. Ella misma atendió en los partos de ambos y ayudó a traerles a este mundo. Leval y Kerria demostraron ser dignos hijos de sus padres. Inteligentes, valientes y buenas personas. Pese al incidente que tuvo la chica en su pubertad y que desembocó en esa amarga experiencia en la que Mercurio y sus compañeras no pudieron, o mejor dicho, supieron que no debían intervenir. Hasta que ella misma forzó el destino y a petición desesperada de Roy, quiso operar a su ahijada para salvarle la vida. Serenity se lo permitió. Quizás eso tuvo que ser así. No lo sabía, ni le importaba. Si hubiera tenido que estar de nuevo ante la misma situación habría elegido exactamente igual sin importar lo que su soberana o nadie más le dijera. Por fortuna todo salió bien. Esos niños se hicieron adultos y arrostraron peligros y aventuras por sí mismos. La propia doctora Mizuno sufrió mucho cuando la nave en la que viajaban Leval, Amatista y Mazoui, entre otros, se dio por perdida. Sabía que su gran amiga Bertie estaría destrozada. Fue para ella muy duro el no poder decirle nada. Solamente le estuvo permitido consolarla con su apoyo y su amistad. Gracias al Cielo que todo resultó bien. En cuanto a Kerria, hacía relativamente bien poco que Ami ayudó a esa muchacha, que se había convertido en una magnífica justiciera, entre otras cosas, a salvar a su pareja. A esa pobre chica, llamada Samantha, de aquel ex marido suyo maltratador y desequilibrado. Se sonrió ahora con amarga ironía, todos esos acontecimientos, las batallas y desafíos que habían arrostrado hasta la fecha eran una anécdota en comparación a lo que ahora se enfrentaban.



-Queridísimos amigos y ahijados. Ha llegado al fin la hora de la verdad. - Meditaba.-



     Por su parte, y ajeno a esas reflexiones de su amiga, su interlocutor enseguida se concentró sintiendo la energía de su hija. Desapareció como por arte de magia ante las atónitas miradas del resto de sus convecinos y reapareció con una asombrada chica de pelo castaño claro y largo, recogido en una trenza, que le dijo sin poderlo todavía creer, aunque permitiéndose pese a todo un leve toque de irónico sentido del humor.



-Pero papá, ¡me has sacado de la clase cuando estaba llena!  Los demás lo han visto… ¡Y yo que creía que lo mío al salir del armario fue llamativo!…



Y es que el profesor, y los demás condiscípulos de la joven se quedaron con la boca abierta. Roy se limitó a ofrecerle la mano a su hija. Esta le miró asimismo totalmente desconcertada y perpleja pero se la sujetó. Si su padre actuaba de esa manera tendría sus razones. Ahora Roy no replicó, simplemente le señaló al cielo. Kerria abrió la boca llevándose una mano a la misma horrorizada y llena de estupor, ya no habló más. Entonces fue Mercurio la que les dijo.



-Ahora debemos irnos. Roy, vayamos a buscar a Tom y Cooan, estarán con Rei ahora.

- ¡Esperad!, será solo un instante, voy a por Samantha.- Les dijo él, con el asentimiento agradecido de su hija.-



Y una vez trajo a esa asombrada muchacha, les indicó que se dieran las manos. Todos obedecieron y  Roy se concentró para sentir la energía de sus amigos…



-¡Vamos allá!- Suspiró él.-



       La misma escena se repitió en casa de Karaberasu cuando su amiga Minako apareció en su identidad de sailor. Ésta también recordó momentos pasados con la que comenzase siendo su mortal enemiga para convertirse después en una muy buena amiga. Juntas recorrieron tiendas, charlaron de muchas cosas, glamour, fama, etc. Cuando Kalie se trasladó a los Estados Unidos a ayudar a sus hermanas menores y sufrió aquella violación, la Guerrera Venus lo pasó mal, muy mal. Más cuando esa mujer se marchó para afrontar su destino en soledad. Minako incluso llegó a discutir agriamente con Usagi porque ésta se negó categóricamente a que las Guerreras de la Justicia ayudasen a esa pobre mujer. Ella misma, junto con su amigo Artemis, infringieron las reglas y  eso les costó ser castigados. No obstante, consideraciones mayores estaban en juego, y aunque le resultase muy difícil hacerlo  terminó por comprenderlo y aceptarlo. Ellas no estaban allí para eso. Se juró sin embargo que apoyaría a los hijos de Kalie cuando estos lo precisasen. Con Mazoui no tuvo apenas ocasión de ayudarle en su infancia. Con Katherine sí, desde niña la quiso como ahijada suya, la ayudó en su carrera en otras muchas cosas y se alegró de poder hacerlo. Lo mismo que en alguna oportunidad que tuvo para visitar a la hija de su amiga Mimette, esa cría morena y algo alocada como su madre, de nombre Mimí. No obstante, aquí contó con el apoyo de Hotaru, que era su madrina y se ocupó más de ayudar a esa chica. Y aunque separadas por familias distintas y lugares diferentes, esas dos muchachas, hijas de sus antiguas enemigas, habían pasado sus particulares ordalías y todavía tendrían muchas pruebas que afrontar. Si es que todos  tenían éxito en esta misión, claro…



-Ahijados, Kalie…Ahora vamos a luchar codo con codo, como en los viejos tiempos. Y esta vez no voy a retroceder ni a quedarme a un lado. - Se dijo con determinación. -



 Allí también estaba la propia Katherine que sonrió al verla. La joven rememoró a su vez. Esa guerrera la había ayudado desde que era una niña en formas que iban mucho más allá de una batalla normal. En cuanto Sailor Venus les pidió que ambas la acompañasen no lo dudaron. No obstante, Kalie enseguida se inquietó por su marido y así lo comentó.



-Mathew está aún en el hospital. Deberíamos ir a buscarle.

-No tenemos tiempo y además no es necesario. – Le respondió Sailor Venus para sentenciar. – Si no podemos vencer dará igual dónde esté, y si lo hacemos igualmente estaría a salvo.



Su amiga asintió y tanto la madre como la hija la siguieron sin más palabras…Cuando de pronto aparecieron las hermanas de Kalie, sus maridos y sus hijas, acompañadas de Sailor Marte y Sailor Mercurio. Entonces Minako les dijo a todos.



-Solo nos falta ir a recoger a Makoto y la familia de Nephrite y Amanda. Luego a Tokio…



Y así lo hicieron, contactando con Sailor Júpiter. Ésta les indicó que todo estaba preparado. La guerrera también se acordaba bien de esos años. Apartada de sus antiguos enemigos y posteriormente amigos en menor cuantía que sus otras compañeras. Dado que Petz y Zafiro vivían en Japón. Ella se ocupó de amadrinar a sus dos hijos. Por desgracia nada pudo hacer para proteger a Granate. A él le aguardaba un trágico destino. Makoto sufrió mucho por eso, una terrible depresión se adueñó de ella cuando Usagi le desveló aquel terrible sino de ese estupendo chico. Por fortuna él mismo se le apareció para consolarla. Pero todavía más que por ella misma lo pasó muy mal al ver a Petz y a Zafiro destrozados por la pérdida de su hijo menor. Sus amigos eran buenas personas, habían sufrido y batallado mucho. ¡No se merecían eso!, desgraciadamente no estaba en su mano impedirlo. Al menos pudo ver a Petz para consolarla, tras haber sido purificada de la energía oscura que la poseyó en su etapa de la Luna Negra, de siempre se llevó bien con ella. Era una mujer que, una vez renegó de su pasado sirviendo a la oscuridad, había demostrado ser una leal amiga, de fuerte carácter y, al mismo tiempo, cariñosa y dulce si se daba el caso. Realmente muy parecida a la propia Makoto. Las dos tenían ese papel de figuras protectoras con un interior mucho más sensible de lo que aparentaban. Muchas veces quedaron para cocinar o incluso charlar de jardinería o de decoración. También para ir con los críos de Petz al parque o a merendar. Coraíon siempre tan dócil y obediente, pero Granate…Rememoraba las travesuras de aquel crío, que era un remolino, pero encantador. Makoto recordó sus propias lágrimas al enterarse de su muerte y lloró todavía más cuando, con pesar, Usagi, (ya Serenity) le informó de que no podrían asistir al funeral. Al menos no de forma muy evidente. “El protagonismo deben tenerlo ellos”, le dijo por toda razón. Aunque por suerte sí pudo hacer algo por Coraíon. Fue a sugerencia de ella misma que el hijo mayor de la familia Lassart viajó a Londres para estudiar. La sailor siempre le tuvo un afecto especial a Nephrite, no sabía a ciencia cierta el porqué. Era un hombre atractivo, sin duda, pero ella no podía complicarse en un romance. Bueno, quizás hubiera podido hacerlo. De hecho, su compañera Setsuna se casó con el rey de los saiyajin. Pero esa era otra historia. Y tras occidentalizar su apellido, el ahora señor Saint Join, tuvo que renunciar a Naru y entonces se marchó lejos de su alcance, a Inglaterra. Al poco conoció a Amanda, una mujer más que notable en todos los aspectos y ambos se enamoraron. Sus dos hijos también eran estupendos. Makoto no podía ocuparse de ellos aunque quisiera, pero sí que hizo cuanto estuvo en su mano para unirles con Coraíon a fin de que se protegieran y ayudasen mutuamente. Y le salió bien. Esos muchachos intimaron. En algunos casos, más de lo que hubiese sido deseable. En fin, esas cosas no podían preverse por parte de nadie. ¿O quizás ella y sus compañeras sí que habrían sido capaces de hacerlo? De todos modos, no podían intervenir más que para ciertas cosas y al final todo sucedió como había debido ocurrir.



-Esto ha sido muy complicado. Solamente deseo que todos los sacrificios que tantas personas buenas han tenido que realizar hayan merecido la pena.- Suspiraba la guerrera.-



En eso meditaba cuando sus pensamientos se vieron bruscamente interrumpidos y retornó al momento en el que estaba. Un grupo de personas se materializó de pronto. Apareciendo todos en la tienda de los Saint Join en Londres, que súbitamente, y pese a su espacioso local, pasó a estar llena. Nephrite fue el primero que entró y les dijo.



-Amigos y amigas, llegáis en el momento preciso.- Se sonrió él, a su modo cordial y flemático habitual.-


-Bueno, nunca digas nunca.- Quiso animar Roy, quien a su vez, había aparecido con su mujer Bertie, su hija Kerria, la novia de esta, Samantha y Ami.-

-Tú siempre tan optimista.- Sonrió Cooan, que estaba de la mano con su esposo y Rei.-


-Aun así, queridos amigos, me alegra veros, aunque sea en estas circunstancias.- Repitió Nephrite.-

-Únicamente me apena que algunos no puedan estar.- Se lamentó Tom. –

-¿Y qué podemos hacer?- Quiso saber Roy declarando. – Por lo que nos habéis contado no parece que seamos capaces de intentar nada ni usando todos nuestros poderes combinados.

-No te preocupes de eso. Os lo explicaremos una vez en Tokio. - Afirmó Ami que se reunió con sus compañeras guerreras, indicándoles. – Ahora nosotras usaremos el teleport.

-Sí, Roy por favor, lleva tú al resto – le pidió Rei. –



Y así lo hicieron, de pronto todo el grupo se desvaneció del interior de la tienda, rumbo a su destino…



Las sailor Asteroides, junto con Chibiusa y Neherenia aparecieron en un parque de la Tierra. Allí, próximas a ellas, se encontraban Serenity y Endimión, ambos con sus ropas de gala del Milenario de Plata y el futuro reino de Cristal Tokio del siglo treinta. La soberana recordaba los momentos previos a aquello. Estaba en Tokio, en su casa con Mamoru. Entonces sintió algo…



-Es la hora.- Le comentó a su esposo.- Tenemos que ir ya…

-Muy bien.- Convino él, convocaré a todos.-

-Hazlo, por favor. Yo mientras tengo que despedirme de mis padres…



            Su marido asintió. Invocando sus ropajes de Endimión desapareció de allí. Por su parte, Usagi también se concentró pidiendo en voz alta  a nadie en particular.



-Llévame con mi familia terrenal, por favor…



            Y la joven apareció, vestida de calle, junto a la puerta de su casa. En esta ocasión no vacilaría en confesar la verdad. Llamó con decisión y aguardó unos instantes en los que su estómago tenía un nudo de ansiedad y nerviosismo. Al poco su madre abrió.



-Usagi-chan.- Saludó llena de cariño, como era su costumbre.- ¿Cómo tú por aquí?

-Mamá.- Sonrió plenamente ella.-

-Pasa, no te quedes ahí.- Le pidió su interlocutora.-

-Hola, cariño.- Saludó Kenji que trataba de conectar la televisión sin lograrlo.- ¡Qué raro! - Dijo atónito – No sintonizo ningún canal…estas televisiones de ahora…

-No es culpa de la televisión. Sencillamente no hay nada que recibir.- Musitó Usagi mirando a sus padres fijamente.-



            Aunque antes de que ninguno pudiera ni tan siquiera preguntarle al hilo de esas palabras ella sentenció.



-He venido a deciros adiós.

-¿Te vas de viaje a alguna parte, hija?- Quiso saber Ikuko.-



            Aunque la muchacha sonrió, mirando a su madre con gran afecto y visiblemente emocionada para confesar.



-Es un viaje del que puede que no haya retorno. ¡Papá, mamá!… siempre os querré y os tendré en mi corazón.

-Hija. ¿Qué pasa?- Inquirió Kenji que comenzaba a preocuparse, lo mismo que su esposa.-

-Usagi Tsukino deja de existir hoy…- Sentenció ella con gravedad.-

-Ya eres Usagi Chiba, estando casada es lo normal.- Afirmó pese a ello su atónita madre que no entendía el porqué de esa expresión.-

-No me refiero a eso…-Negó la joven declarando ya sin tapujos.- Desde ahora debo ser solamente Serenity. La reina de la Tierra y de la Luna. Mamá, papá, gracias por criarme y por darme todo vuestro amor en esta vida. Jamás lo olvidaré…dadle a Shingo un beso por mí…



            Entonces ante las caras de sus asombrados padres la muchacha se envolvió en una hermosa y diáfana luz inmaculada de la que resurgió envuelta en un largo y sedoso vestido blanco y vaporoso. Sus cabellos eran rubios casi dorados y sus ojos profundamente azules. Kenji e Ikuko estaba con la boca abierta, incapaces de pronunciar palabra, fue su hija la que sonrió ampliamente y derramó algunas lágrimas…para musitar antes de desaparecer…



-¡Os quiero, adiós!



Y ahora estaba allí, lista para la batalla, al igual que Zafiro y Petz, a los que Haruka y Michiru, presentes allí también, habían ido a buscar. Hotaru trajo a su padre y a Kaori. Y también a Daniel y a Mimette, quienes, junto a su hija Mimí y su novio Ken, estaban allí congregados con el resto. Y al poco tiempo otro grupo muy numeroso con las cuatro sailors del Sistema Solar Interior. El grupo de Roy, Tom, Bertie, Cooan, más Nephrite y Amanda, junto con algunos de los hijos de estos, aparecieron allí también. Una vez reunidos y con un expectante silencio que les envolvió a todos, fue la propia Serenity quién les explicó.



-Queridos amigos. Ha llegado el momento en el que debemos mostrarnos al mundo tal cual somos. Para esto hemos trabajado y penado tanto durante estos años. Si todo va bien, conjuraremos un gran peligro, puede que el mayor al que nos hayamos enfrentado nunca. Pero, aunque haré un intento de sanación universal, el éxito no dependerá solamente de mí.

-Sí- añadió el rey Endimión remachando. – Parte de esta batalla se está librando ya en Bios. –

-Diamante y Esmeralda han ido para allá. Hace dos días mi hermano me llamó para decírmelo. – Les comentó Zafiro. –

-Puedo intentar transportarme e ir a buscarles. – Propuso Roy añadiendo con inquietud.- Podrían estar en grave peligro.

-No te preocupes – le tranquilizó Serenity. – No será necesario. Además, tu hermano el rey de los saiyajin y parte de los suyos deben de estar viniendo hacia aquí. Pronto llegarán.

-¿Y nosotros qué podemos hacer? – Quiso saber Petz que, como el resto, miraba ahora hacia el cielo con asombro y temor. –



El objeto del miedo de todos era cada vez más evidente, una enorme  mancha negra  a pleno día que parecía irse tragando las estrellas. Fue Kerria la que, visiblemente impactada, declaró queriendo saber.



-¿Eso es un agujero negro? ¿De esos de los que mi hermano me hablaba?

-No, de haberlo sido ya estaríamos muertos – la tranquilizó Ami que explicó. - No es un agujero negro en el sentido astronómico, pero quizás sea algo peor. Es una manifestación de unos seres realmente terribles.

-Ahora debo concentrar todas mis energías al máximo nivel para lanzar una Aureola de Luna Curativa. – Terció Serenity que les pidió a sus guerreras – tenéis que concentraros y enviarme todas vuestras fuerzas. Vosotras, Nehie y Chibiusa, emplead también vuestro poder regenerador al unísono con el mío. Y en cuanto a vosotros, Roy



            Ella le miró y su interlocutor entendió enseguida a lo que se refería, asintiendo declaró.



- Y nosotros usaremos una técnica que el maestro Son Goku nos enseñó hace ya mucho tiempo. Cuando la tengamos lista la combinaremos con la tuya para dotarte de mucho más poder. ¿Era eso lo que esperabas que hiciéramos, no es así?

-Así es.- Asintió la aludida, para indicar a su hija y a la reina Neherenia.- Chicas, en posición, concentrar también vuestros poderes…



Todas obedecieron sin dudar sumando sus fuerzas a las de la soberana con sus respectivas invocaciones de la transmisión curativa lunar. Entonces aparecieron Lornd y los suyos, junto a Setsuna, Seren, (transformada en Sailor Plutón y en súper saiyajin), Calix, Seira y otros saiyajin más convertidos también en guerreros dorados. Todos ellos también atendieron la petición de la Soberana así como el resto del grupo que  reaccionó como si de una sola persona se tratara. Las que podían hacerlo todavía invocaron sus transformaciones y los otros concentraron sus fuerzas. Cada uno brilló con un aura y la Reina del Milenario de Plata, junto a su hija y la Reina de la Luna Nueva, se elevaron flotando en el aire. Serenity tomando su cetro exclamó, siendo secundada por las otras dos miembros de la realeza lunar que concentraron todos sus recursos…



-¡Moon Healing Scalatiooon!...¡Poder total!…



Por su parte Roy y Lornd que enseguida se unió a su hermano cuando éste le contó cuál era su plan, elevaron los brazos al cielo y gritaron a su vez al unísono…



-¡Bola Genkidama...fuerza universal!



            Y para asombro de todos miles de destellos de luz emergieron de la Tierra, las plantas, los animales y las personas allí reunidas y eso se reprodujo por todo el planeta, yéndose a condensar en una bola tan enorme de energía azulada que debían sostenerla entre ambos saiyajin. El resto de los presentes les transmitieron sus energías y aquella gigantesca bola creció tanto que casi tapó el campo visual. Fue en ese instante cuando la potencia de la sanación lunar de la reina Serenity, la reina Neherenia y la princesa Usagi se combinó con ella. Entonces, con una forma de inmensa esfera entre azul y plateada surcó el cielo al encuentro de aquel terrible hoyo negro que se aproximaba…justo al mismo tiempo llegaron Alan y Naya que se unieron a ellos y posteriormente apareció otro hijo de Cooan y Tom con su equipo. Era Lance, quien se sumó a los esfuerzos de las soberanas lunares y abrió su libro apuntando en dirección a aquella cosa oscura…



-Os lo ordenamos, fuerzas del olvido y de la nada. ¡Desvaneceos de aquí! - Gritó el chico.-



En Bios mientras tanto la situación era cada vez más desesperada, los dioses se esforzaban al límite de su poder pero era inútil. Las sombras avanzaban y poco a poco consumían la barrera que comenzaba a resonar con un chirrido gorgoteante que se hacía cada vez más insoportable. Georcael contraatacó con furia,  bombardeándolas con estrellas de energía pero ya ni siquiera con el poder del dios superior se lograba nada.



-¡Vamos! - le gritó el líder de los dioses a Amatista para hacerse oír entre la barrera. - Despierta al Mensajero. No hace falta que lo alumbres de modo físico aún, pero puedes llamarle...

-¿Pero cómo?... ¿cómo podré hacerlo?,- replicó ella a su vez chillando desesperadamente. -

- Con lo más profundo de tu corazón, ilumínalo con la luz de tu amor, ¡el círculo de la luz! - Le respondió el Dios. - Sólo entonces te será posible...



            Amatista se concentró en su hijo, le imploró que ayudase a todos los que estaban allí sufriendo por él.



-Por favor, mi amado hijo. Acude a nosotros ahora. No nos dejes solos. ¡Hazlo por todo el universo, hazlo por ti! Yo no puedo protegerte. -Pedía en silencio.-



Sobre todo le suplicaba que aquellos momentos tan duros que habían vivido, aventuras, emociones, pérdidas y alegrías, no hubiesen sido en vano. Georcael por su parte ordenó a los dioses que liberasen todo su poder contra la masa negra de los seres del olvido. Sus subordinados obedecieron y una energía tremenda expulsó a la capa de negrura. Pero fue por poco tiempo. Ésta se disgregó y formó muchísimos agujeros negros en la habitación que de inmediato comenzaron a unirse nuevamente. Agotadas sus energías, los dioses cayeron a los pies de Mazoui, Leval y Amatista. Mazoui vio entonces a su amiga a la puerta de la casa y la llamó...



- Sandy. ¡Ven aquí y únete a nosotros!, debemos proteger a Amatista. Aprovecha ahora que esos seres se están reagrupando.





            Armándose de valor, la interpelada corrió hacia ellos, ¡era en ese instante o nunca! Usando sus facultades demoniacas al límite logró esquivar los cada vez más abundantes círculos y rodeó también a su amiga. Para horror y asombro de todos, aquellos agujeros comenzaron a tomar apariencia humanoide y se acercaron hacia ellos, ante la impotencia de los dioses.



- Salid de aquí,- les instó Georcael. - Trataré de frenarles....

- No podremos huir por mucho que corramos - repuso Mazoui. - Pero quizá ganemos algo de tiempo. Leval, ocúpate de Amatista y transpórtate con ella lo más lejos que puedas...

- Ya lo intenté antes.- Contestó él oponiendo con frustración. - Pero esas cosas bloquean mis sentidos y me han quitado las fuerzas. ¡Ahora no soy más que un inútil! - añadió con un tono de impotencia y rabia. –



            Mazoui se dio cuenta de que él tampoco había podido entrar en la casa de ese modo, tuvo que recurrir a la energía de Sandy y luego aproximarse corriendo e incluso volando. Aunque quizás fuera capaz de salir.



- No te preocupes. ¡Entonces lo haré yo! –Exclamó su primo.-



Y  pasó un brazo sobre los hombros de Amatista tratando de teletransportarse. Quería captar la energía de Satory en la nave, pero sólo sentía una desagradable sensación de vacío. Cuanto más lo intentaba más terrible era aquel sentimiento y llegaba a hacerse insoportable, como si de un vértigo inimaginable se tratase. No tuvo más remedio que renunciar…



-¡Maldita sea! Yo tampoco puedo conseguirlo. ¿Qué vamos a hacer?...- Escupió rechinando los dientes, lleno de temor y desesperación. -



            Durante esos preciosos segundos que perdieron las figuras estaban ya completamente formadas y avanzaron hacia su posición. Los mismos dioses no podían moverse si no era con un gran esfuerzo. Hasta ellos parecían haber perdido sus casi inconmensurables fuerzas. El propio Georcael no era capaz de detener a esos seres, sus estrellas eran anuladas. Todos se sentían  incapaces para tratar de salvar a Amatista y al bebé.



-¡Malditos sean estos seres del Olvido!,- escupió Buruk que, por primera vez, al igual que sus compañeros, conoció lo que era la amargura de la desesperación y la impotencia. -...

- Es el fin de la esperanza, hemos fracasado,- se lamentaba Dialen resignado a su suerte. -

-¿Es que los dioses superiores no van a ayudarnos?- preguntó Soa aterrada, dirigiéndose a su superior en tono de súplica. - ¡Mi señor Georcael!...

- No pueden hacerlo,- negó éste. - Me han dicho que en este momento sólo nosotros podemos intervenir…

-¿Pero, por qué? - Inquirió Redan visiblemente furioso  al agregar. - ¿Es que no ven que no somos lo bastante poderosos para detener el avance de la Nada existencial?...



            Georcael no respondió. ¿Qué podría decir?, él mismo tampoco lo entendía. ¿A qué jugaban las altas esferas del conocimiento celestial? Sus decisiones eran tan incomprensibles… Pero ahora estaba en juego el destino de todo el Cosmos y no podía comprender el porqué de su proceder. Y en tanto se hacía esas preguntas, las figuras alargaron unos brazos retorcidos de negrura trasparente hacia su anhelado objetivo. Leval, Mazoui y Sandy se vieron apartados de la muchacha a la que trataban de defender por una fuerza muy superior a las suyas. Ninguno pudo hacer nada ni tan siquiera por moverse sintiéndose prácticamente congelados. Amatista retrocedió con espanto pero estaba rodeada, de la misma pared a su espalda se materializaban más figuras. En pocos segundos se apoderarían de ella y todo habría terminado. Una vez más comenzó a sentir un intenso frío, ese tan terrible que ya había experimentado antes, lo notaba aun mucho más cerca y  trascendía lo físico e incluso lo espiritual. A la desesperada, Zoen se acercó a ella con gran esfuerzo y le pidió una vez más.



-¡Llámale en tu ayuda, eres la única esperanza para el Cosmos entero!...

-¡No! - Lloraba ella con resignación sacudiendo la cabeza. - ¡No puedo hacerlo!, lo he intentado pero no funciona, perdonádme. ¡Lo siento por todos vosotros, lo siento por la humanidad, por el Universo entero, pero no puedo hacer más! – Abatida, miró hacia el suelo preparándose para lo peor ante el desánimo de todos, puesto que ninguno de los presentes sabía ya que hacer o decir. -



            Las siluetas alargaron sus enormes brazos aún más. Estaban a punto de atraparla. Zoen hizo un último esfuerzo de resistencia lanzando una estrella, pero esos seres la extinguieron en un instante. Entonces la diosa miró a Amatista con un sentimiento de gran pesar que nunca había sentido o al menos, no se acordaba de haberlo tenido en eones. La conciencia de que todo estaba perdido y de que ella misma y sus poderosos compañeros eran impotentes e iban a desaparecer. En esos breves segundos las miradas de ambas convergieron, Amatista leyó la desolación en los ojos de la diosa y del resto de sus amigos y su esposo, a los que observó con infinita tristeza, y en ese momento un sublime e increíble sensación de paz la inundó y algo en ella despertó…



-¡Oh! ¡Pax deorum! - Fue lo que la joven exclamó.-



 Súbitamente Zoen sintió algo que la estremeció. Cuándo las figuras iban a atrapar por fin a Amatista, se desató una fuerza enorme, ¡increíble! La atónita diosa miró con la boca abierta de nuevo a la portadora y ésta estaba resplandeciente, una gran luz blanca la envolvía. Sus cabellos se tornaron de un color blanco destelleante, elevó sus manos y su cabeza mirando al frente. Su expresión estaba ausente del mundo que la rodeaba, parecía poseía por algún ser superior a todo lo que los propios dioses y Georcael conocían. Mazoui y Sandy también se sobrecogieron ante esa energía espiritual, el resto de los dioses se levantaron y contemplaban asombrados lo que estaba ocurriendo. Amatista, o lo que fuera que ella era ahora, apartaba a las siluetas sólo con la mirada de sus ojos que brillaban en un tono dorado intenso. La chica, entonando una especie de oración con un tono de voz profundo, suave, poderoso y cálido al tiempo, como jamás nadie de los presentes había escuchado, se enfrentaba sin inmutarse a esas criaturas. Armada únicamente con su propia presencia y esa letanía mística.



-Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo



-Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo



-Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo





Athairar ne amhdialinn

Athairar ne amhdialinn





Y aquello parecía ser letal para esas siluetas que comenzaron a desvanecerse, poco a poco desaparecieron por completo. El propio Georcael bajó de su sillón entonces y se arrodilló ante esa muchacha mientras decía, musitando con admiración.



-¡Esta es la mano visible del Creador! ¡Alabado sea!



-Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo



Athairar ne amhdialinn

Athairar ne amhdialinn



-Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo



Y no únicamente eso. Las partes de la casa, de las zonas circundantes y del todo el planeta, incluso las del sistema planetario en el que estaban, que habían desaparecido, volvieron a materializarse como si nada hubiese pasado…



-Asombroso.- Pudo musitar un asombrado y emocionado Mazoui.-



Omnen crede diem

Tibi diluxisse supremum

Omnen crede diem

Tibi diluxisse supremum





            Todos los dioses se arrodillaron a su vez, postrándose hasta tocar el suelo con sus cabezas. Mazoui y Sandy también se pusieron de rodillas. Su primo le dijo a un asombrado Leval que hiciera lo mismo. Amatista sonreía de una forma plena y feliz. Sus ahora larguísimos cabellos blancos ondeaban como si una brisa los agitase y sus vestidos se habían convertido también en finas gasas de luz inmaculada. Sus ojos destellaban con un fulgor dorado muy intenso y cantaba aún más fuerte emitiendo su poderosísima aura mucho más allá de donde estaban.



-Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo



Athairar ne amhdialinn

Athairar ne amhdialinn



-Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo



Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo





(Pax deorum ENYA, crédito al autor)



-¡Oh Dios mío!,- exclamó Mazoui con la voz quebrada, derramando lágrimas de puro éxtasis en presencia de aquello.  - ¡Amatista se ha convertido en un ser Superior!...



Padre en el cielo, dios nos bendiga
Padre en el cielo, dios me bendice

Cree que cada día
Que termina es el último
Cree que cada día
Que termina es tu ultimo



Ven sacramento de mi Dios



            Tradujo el desbordado muchacho, ante la admiración del resto…



-¡Es algo maravilloso, jamás sentí nada tan.... enorme!  - pudo añadir Sandy que estaba tan emocionada por la pureza y el poder que inundaba su alma que, llorando a su vez, apenas podía encontrar palabras para describirlo. – Es… sublime…

-¡Es el poder de la Luz! ¡El poder del Mensajero del Creador!- Comentó un asimismo  anonadado Redan. -

- El círculo de la Luz se ha completado. – Musitó el impresionado Dialen. –

- Somos tus humildes siervos, Mensajero. – Aseveró la impactada Soa. -

- Alabados sean el Mensajero y el Creador y su Gloria. – Declaró Zoen que seguía sin salir de su asombro. -

- Tan inmensa es, que no somos nada en comparación. - Susurró humildemente Buruk. -



            Leval sólo podía mirarla y musitar el nombre de su esposa realmente anonadado. Jamás creyó que podría sentir nada igual.  Ahora recordaba aquel sueño que tuvo, cuando estuvo a las puertas de la muerte, y ella era idéntica a como la vio entonces. Los dioses entre tanto seguían arrodillados respetuosamente y Georcael anunció asimismo con una rodilla en tierra cuando finalmente la muchacha terminó esa canción y guardó silencio...



- El Creador ha hecho manifestarse a su Mensajero para salvar la armonía del Cosmos,- declaró impresionado. - Ahora los Seres del Olvido conocen su gran poder, ¡ya no podrán tocarle! ¡Hemos triunfado, lo hemos conseguido, gracias sean dadas al todopoderoso Creador!

-¿Qué va a pasar ahora? - Musitó Mazoui con tono reverencial. -



            Georcael no respondió, aquella joven había dejado de emitir esa inconmensurable fuerza y  volvió a su estado normal, cayó muy suavemente al suelo, como si de una hoja mecida por el viento se tratase. Sin perder ni un segundo, Leval fue corriendo hacia ella y la tomó entre sus brazos.



- Amatista, ¿estás bien? - Inquirió su marido muy preocupado y aun maravillado al tiempo por lo que acababa de presenciar. -

- Cariño.- Le miró ella susurrando con una voz dominada por un agotamiento dulce y pesado que la empujaba casi al sopor. - Estoy bien, pero me siento muy cansada...

- Lo comprendo,- le sonrió Leval muy emocionado añadiendo admirado entre lágrimas. - ¡Lo que has hecho ha sido maravilloso!

-¿El qué?,- le preguntó Amatista mirándole intrigada. - ¿Qué he hecho?...

-¿No lo recuerdas? - Inquirió  su  esposo, sorprendido a su vez. -

- Sólo me acuerdo de esas siluetas acercándose y la cara de desesperación de todos, mi angustia y después una gran fuerza que me invadió con una enorme paz y sensación de felicidad sin límites. Luego estaba en tus brazos...no recuerdo más. - Le explicó la atónita y extenuada chica. -

-No te preocupes por nada, tú solo descansa, mi amor.- Repuso el todavía emocionado Leval, sentenciando. - Ya ha pasado todo. ¡Lo hemos conseguido!



            El  joven le dedicó una gran sonrisa y la besó con suavidad en los labios, dejándola en el sofá con cuidado. Mientras, los dioses y Georcael, ya en pie, se acercaron a ella con un rictus de admiración reverencial reflejado en los rostros de todos…



Paralelamente a aquellos acontecimientos sucedidos en Bios, en la Tierra la energía de la reina Serenity, Neherenia y Chibiusa combinada con aquella enorme bola y el poder del resto chocó contra aquel enorme agujero. En ese instante una cegadora luz blanca envolvió el planeta entero. Todos escucharon una especie de canto que parecía celestial. Asombrados, reconocieron la voz de Amatista. Serenity sonrió emocionada, lágrimas le caían de las mejillas y asintió. Solamente sentenció con suavidad a modo de réplica.



-Consumatum est. Opus nostris. Pax Deorum. Pax universalis pro omnibus. Sacramentum meo Deo



Entre tanto Lance pudo ver como aquel extraño ser oscuro se aparecía a su lado, sin que nadie más pareciese advertirlo, para decirle con aprobación.



-Parece ser que más páginas serán escritas después de todo. Ahora debo llevarme el libro. Gracias por cuidarlo tan bien.



Y sin que el chico pudiera ni reaccionar ese grueso tomo desapareció de sus manos, así como aquel extraño ente…



De camino a Bios, la nave en la que viajaban Diamante y Esmeralda se vio envuelta en una poderosa luz blanca. Ambos miraban asombrados por una de las ventanillas. Y ella lloró dejando caer surcos de lágrimas por las mejillas.



- ¿Qué te ocurre, cariño? ¿Por qué lloras? ¿Es que algo va mal?,- se interesó él con el semblante inquieto -...



De hecho, unos minutos antes, en la nave había sonado la alarma ante la presencia de lo que parecían agujeros negros. Por fortuna no sucedió nada hasta que de pronto esa especie de flash inmaculado inundó todo. Los dos sintieron en ese instante la llamada de Serenity, de Roy y  de Lornd y ambos emitieron sus auras. Después, escucharon esa cálida voz femenina. El príncipe de Némesis miraba su esposa concernido por su estado hasta que ella le tranquilizó acariciándole el rostro.



- No, todo va bien...Diamante, muy bien - pudo decir su mujer pese a la emoción que la embargaba. Querido. ¿Es que no reconoces esa voz?

-¡Amatista! - Pudo musitar él tan asombrado y afectado ahora como su mujer.-

- Sí, mi amor. ¡A nuestra hija le ha ocurrido algo maravilloso, lo sé! – Sentenció Esmeralda.-  Las cosas ya nunca serán igual a como han sido...hace mucho tiempo me revelaron que así sucedería y ahora lo recuerdo todo…



      Su atónito marido la miró sorprendido sin saber que decir, solamente pasó un cariñoso brazo tras los hombros de su esposa deseando llegar cuanto antes para poder abrazarse a su hija…



-Será un nuevo comienzo entonces.- Pudo sentenciar finalmente Diamante con el asentimiento de su mujer.-



Y en el planeta hacia el que los padres de Amatista se dirigían, Georcael fue el primero que sonrió a los presentes y dijo dirigiéndose a la futura madre.



- Ahora que la amenaza contra ti ha pasado nosotros debemos irnos. Alumbra en paz a tu hijo y cuídale como humano que también es.

-Y ya está.- Se atrevió a preguntar Leval.-

           

            Aunque el dios entonces, mirándole con gesto paternal, explicó.



-Volveremos cuando tenga edad de ser enseñado. Deberemos instruirle entonces para su trascendental misión. Ahora esos seres han huido ante él, pero un día retornarán. Y una nueva batalla aún más épica y trascendental deberá ser librada. Hasta entonces vivid vuestras vidas. Vuestro hijo podrá nacer y crecer como un humano normal, aunque ya habéis visto una pequeña muestra de todo el poder con el que le ha dotado el Creador. Sin embargo, deberá aprender a utilizarlo cuando ingrese al plano físico...por ello, a su debido tiempo, regresaremos para mostrarle el camino.

- Gracias por todo,- les sonrió Amatista que agregó con cariño casi maternal. - Vosotros no sois malos como nos hicisteis creer en un principio.

- Vuestro concepto del bien y el mal es sólo relativo.- Sonrió también Dialen – que sentenció a modo de promesa - ya lo descubriréis.

- Y debíamos probaros un poco para ver que padres iba a tener el enviado del Creador. Ahora lo sabemos. Sed felices y manteneos siempre unidos. Y a  Él en vuestros corazones y vuestras almas. – Les aconsejó Soa con  tono de afecto y una desenfadada sonrisa.  -

-Cuidad mucho al Mensajero hasta que regresemos.- Les pidió Buruk con una inusitada amabilidad en él. -

- Vivid vuestras vidas sin preocupación, pero no os olvidéis del futuro. Todavía tendréis un papel muy importante que jugar.-  Añadió Redan sonando a consejo con un ligero tinte de advertencia. -

- Como ha dicho nuestro señor Georcael, cuando esté preparado para ser enseñado nosotros volveremos y os relevaremos de vuestra misión en ese terreno, pero no en los demás. Pues, como se os ha anticipado, el Mensajero también será humano. - Les prometió Zoen guiñando un ojo  con afable jovialidad. -



 Leval les miró a todos con reconocimiento ahora  y replicó con tono dichoso y entusiasta.



 - ¡Gracias!, yo también os agradezco vuestra protección. ¡Sin vosotros habríamos caído en poder de esos horribles seres!

- No nos lo agradezcas,- repuso modestamente Georcael admitiendo. – No lo hicimos sólo por ti, sino por el Universo entero, ya que protegiendo a tu mujer y a tu hijo nos hemos protegido todos.



            El muchacho asintió, comprendiendo aquello muy bien, y el dios entonces le sonrió de forma amistosa para añadir.



- Ahora, antes de irnos nos gustaría ofreceros algo. Os haremos un regalo como es costumbre en vosotros para festejar un nacimiento y dado que este niño es tan especial deberá ser un obsequio realmente importante. Decidnos... ¿qué os gustaría?



Todos se miraban desconcertados, el ofrecimiento del dios les había tomado por sorpresa,  ninguno sabía que pedir. Pero fue la joven y futura mamá la que entonces miró a Sandy que estaba pensativa y le sonrió. Ésta dándose cuenta de que su amiga ya había pensado en algo, asintió devolviéndole otra cálida sonrisa.



- Si puedo hablar,- intervino Amatista y todos aguardaron sus palabras. Finalmente ella confesó. - La verdad es que echo mucho a faltar la bella luz de la Luna.

- A mí me ocurre igual - convino Sandy entusiasmada con esa idea. - ¡Sería tan bonito el poder tener una Luna! Este mundo no tiene satélites salvo la SSP-1 que lo orbita. Y eso no es lo mismo. Yo estaría encantada de tener una auténtica Luna de Miel sobre el cielo de este planeta cuando me case.

- Además, no quiero que la noche sea toda oscuridad, me recuerda demasiado a esos seres.- Añadió Amatista. – Y sería bonito tener el recuerdo de unas viejas amigas y compañeras de batallas de nuestros padres cada vez que mirásemos al cielo nocturno.

- Si no es más que eso. Mirad por la ventana.- Sonrió afablemente Georcael señalándoles hacia allí con su mano derecha abierta. -



            Mazoui, Leval, Amatista y Sandy, lo mismo que el resto de los habitantes de Bios, y Satory junto con todos los que estaban en la nave, observaban anonadados aquel prodigio. Al igual que la que tenían en la Tierra y salida de ninguna parte, una gran Luna llena brillaba inmaculada dando luz a la hasta entonces oscuridad casi absoluta de las noches del nuevo mundo. Sandy no pudo evitar preguntarse cómo era posible que ese cuerpo celeste hubiese aparecido allí, de repente, sin alterar la gravitación de Bios. Pero lo dejó correr, evidentemente esas criaturas eran dioses por algo.



-Es preciosa.- Pudo decir Leval, tan atónito como el resto.-

-Sí que lo es, mi amor.- Convino su esposa recordándole aquella canción que él le cantase hacía ya tantos años, cuando ambos eran apenas un par de adolescentes.- A la Luna y de vuelta…Y tú eres el piloto correcto para llevarme hasta allí. ¿Te acuerdas?.



El chico asintió sonriente pasándole un afectuoso brazo por los hombros. Por su parte, satisfecho por su obra, Georcael sonrió a los humanos y el resto de los dioses también lo hicieron. Aquella fue su despedida. Fieles a su costumbre desaparecieron sin más palabras. Leval abrazó entonces a su mujer y declaró con solemne alborozo.



-¡Esto es un nuevo comienzo! Debemos ser dignos de la gran responsabilidad que desde ahora pesa sobre nosotros.

- Y lo seremos, cariño.- Aseguró optimistamente Amatista. - Estoy bien segura de ello. No te preocupes, no nos pesará, será algo maravilloso.- Su esposo asintió. Sandy y Mazoui  también se mostraron de acuerdo con eso y sonrieron. –



            De inmediato Mazoui se transportó con la morena científica, la dejó con Coraíon que la escuchó asombrado cuando ella le refirió lo sucedido.



-¡Ha sido increíble y maravilloso!- Sollozaba Sandy presa aun de la emoción.-

-Sí, cariño.- Sonrió él, también con los ojos llenos de lágrimas.- Pude sentir la voz de Amatista y esa calidez y bondad penetrando en cada fibra de mi ser. Y supongo que, al igual que yo, todo el resto del cosmos lo habrá percibido.



Su prometida no dijo más, ambos se abrazaron llenos de dicha. Lo mismo que hizo Satory cuando Mazoui le relató lo ocurrido. Ella por su parte le contó que también en la nave pudo oírse la maravillosa canción de Amatista y  notar el calor y el amor que transmitía. La promesa de salvación y de una nueva oportunidad para vivir y seguir adelante…



En otra nave, la SSP-2, de camino a Nature, había sucedido algo similar. Penélope estaba en el puente de mando junto a Keiko, Giaal, Susan y Tracer. El comandante del asteroide, el contralmirante Hazzar, les había ordenado presentarse allí tan pronto se avistaron multitud de agujeros negros que se acercaban hacia su posición. No obstante, esos hoyos eran más oscuros que la misma negrura del universo, siendo así vistos, pero no detectados por el radar. De hecho, para los medidores de la nave ni siquiera parecían existir.



-No lo comprendo. – Afirmó Penélope mirando a una de sus ayudantes que también estaba allí con la boca abierta. – No tienen gravedad, ni emiten radiación. Es como si no estuvieran, pero están.

-¿Sabes qué puedan ser?- Le preguntó la asimismo asombrada Susan a Giaal. –

-¡Jamás en mis viajes por el universo vi nada igual! - Admitió el extraterrestre tan anonadado como el resto. –

-¿Qué hacemos, señor? ¿Salimos en misión de scramble?- Quiso saber Tracer dirigiéndose a Hazzar. –






-Haremos fuego con los cañones de plasma a ver si se puede dañar a lo que quieran que sean esas cosas.



Se cumplió la orden pero para asombro de todos parecía que ni siquiera se hubiese disparado ni una salva. Aquello era muy extraño. Fue Giaal quién le dijo al contralmirante.



-Señor, le ruego que no envíe ningún caza.  Tengo el presentimiento de que sufrirían la misma suerte que los disparos de energía que queremos realizar.

-¿Disparos de energía?- Se preguntó ese veterano oficial mirando en derredor.-



            Nadie recordaba haber recibido esa orden. Aunque algo les intranquilizaba. Esa sensación de ir a hacer algo y no acordarse de qué era. Al fin, Hazzar declaró.



-Sí, no nos serviría de nada. Será mejor que desviemos la energía y pongamos los escudos al máximo de su poder.

-Algo me dice que tampoco nos servirán. Señor. – Musitó Susan que dando la mano al alien miraba por el gran ventanal del puente de mando, divisando aquel espacio repleto de mayor negrura a cada segundo. -

-¡Oh cielos! ¿Qué puede ser esto? Me recuerda demasiado a esas viejas historias que mi madre me contó sobre el Mesías del Silencio…- Susurró Keiko.-



Y lo mismo que ella, sus compañeros y toda la tripulación que podía ver aquello era incapaz de reaccionar. Era como si los alrededores del universo no estuvieran allí.  Incluso quizás nunca hubiesen estado.



-¡Maldita sea! - Pudo protestar Penélope, más enfadada y consternada que asustada. – Estábamos tan cerca de Nature. Y tras todo por lo que hemos pasado, que las cosas deban terminar así.

-Si tenemos que terminar, al menos lo haremos juntos. – La animó Tracer ofreciéndole la mano, que ella aceptó con una leve sonrisa entrelazando sus dedos con los de él. –

-Quizás no todo esté perdido. – Pudo decir el admirado Giaal que sintió entonces una especie de marea de energía y de luz pura acercarse hasta ellos. – Sentid esto…



Y de inmediato un resplandor de un tono inmaculado y cegador lo inundó todo. Los tripulantes sintieron una fuerza pura y llena de bondad que les llenaba. Y esa canción con aquella voz pura y llena de amor.



-¡Es maravilloso!- Apenas sí pudo balbucear Penélope.-

-¡Oh, jamás escuché nada igual!- Convino Susan emocionada como el resto.-

-¡Mesías! Es como en esa historia… - Exclamó Keiko con visible emoción.-

-¡Es ella! - Reconoció Giaal sentenciando.- Y esta vez no canta para salvar un simple planeta. ¡Ahora es por el Cosmos entero!



Y el alien se emocionó tanto que las lágrimas le brotaron de forma incontrolable. Era tan difícil que eso le sucediese que él mismo se admiró de aquello. A los demás les ocurría lo mismo. Incluso Ginger, en su apartamento, abrazando al pequeño Dean, sintió la fuerza de esa canción.



-Querida amiga. Gracias por todo… Ahora comprendo…que esto tenía que ser así. -Musitó besando en la frente al pequeño.-

-Señora guapa.- Repuso el crío con gesto sonriente señalando hacia el techo.-



            Jane, que estaba a punto de salir con su escuadrilla, se detuvo ante la orden del contralmirante y después escuchó, igual que el resto aquella canción, entre admirada y llena de incredulidad.



-Es algo sencillamente maravilloso.- Susurró sin ser capaz de asimilar esa poderosísima sensación de alegría y renovación que tenía.- ¡Maravilloso de verdad!…



 Y finalmente, cuando aquello se extinguió, tanto la luz como la canción, esos hoyos negros sencillamente habían desaparecido. Ahora, en la pantalla del puente, se avistaba un hermoso mundo que parecía una perla azulada.



-¡Oh, Dios mío! – Exclamó Penélope llevándose las manos a la boca, para decir anonadada. – ¡Es Nature!

-Capitán, ordene comprobación de nuestra posición. Envíe unas sondas orbitales. – Le indicó Hazzar a su segundo al mando tras reponerse de aquel asombro que le había envuelto como al resto, para dirigirse a Tracer e indicarle a su vez. – Mayor, usted prepare un reconocimiento con cazas. –

-Sí señor…-Replicó éste de inmediato.-



No obstante, en esta ocasión, obviando el protocolo militar, le dio a Penélope un largo y sentido beso en los labios que ella encajó encantada, antes de aprestarse a cumplir esa orden.



-¿Qué ha podido ocurrir?- Inquirió una asombrada Susan. –

-Simple y llanamente. ¡Un milagro! – Sonrió Giaal para remachar con voz queda –  Uno tan enorme que ha afectado a todo el Cosmos.



            Y por esta vez tampoco el alien se recató de besar a la muchacha que le devolvió aquel beso durante un buen rato, ante las sonrientes miradas de todos, incluido Hazzar, antes de que la teniente Hunter se incorporase a su escuadrilla tras el mayor Tracer…



En la Tierra el cielo resplandecía de un azul celeste muy hermoso. Todos estaban llenos de alegría y emoción. El peligro había pasado. Por todo el mundo se recobraron las comunicaciones y la prensa comenzó a hacer su trabajo. Para millones de personas no pasó desapercibida la cegadora claridad de esa blanca luz, esa hermosísima canción y esa aura entre azul y plateada que había eliminado aquellos terribles agujeros. Y las cámaras y televisiones de Japón y otras cadenas extranjeras habían filmado a placer. Esta vez sin nada que se opusiera. Los saiyajin resultaron imponentes con sus destellos dorados aunque incluso ellos quedaron eclipsados por esa gigantesca bola de energía. Sin embargo, no fue así en el caso de esa increíble mujer rubia de largas coletas, vestida de gasa blanca y refulgente. Flanqueada por aquellas otras dos hermosas muchachas de largas cabelleras rosada y morena que levitaron junto a ella en el aire enfrentando valerosamente la amenaza…



-¡Es increíble! - Musitaba Lucy, que no dejaba de abrazar a su pequeña.-





            Allí estaban, tras años de sufrimiento, en aquella terrible vida en la que había tenido que venderse para sacar adelante a su hija. Al menos tuvo el apoyo de su amiga Sally, que ahora también había obtenido su recompensa. Se casó con un chico estupendo que no varió su amor por ella cuando le confesó su duro pasado. Los dos se habían ido a vivir a otro Estado. Ella trabajando en una de las oficinas que la Masters tenía allí. Él, de hecho, era un contable de la división de esas mismas empresas. Los dos se conocieron precisamente porque Liam, (que así se llamaba) era compañero de Lucy.



-Ojalá que la tita Sally haya visto también a la reina Serenity.- Sonrió la cría.- Y seguro que las justicieras, habrán estado allí, como Sailor Shadow y la Dama del Fuego…

-Sí, cariño.- Sollozaba su madre sin poder dejar de abrazarla.- ¡Perdóname por no creerte! Tenías razón. Siempre la tuviste. ¡Ha sido tan maravilloso!…



            Y es aquella vez, hacía ya unos años, en los que fue rescatada de esa infame forma de vivir, Lucy descubrió que las justicieras no eran un mito, ni un grupo de heroínas que solamente se ocupasen de grandes causas. Una de ellas, bueno, dos, la habían ayudado a Sally, a ella y a su hija. Las salvaron de ese matón proxeneta llamado Tommy y le dieron a ese chulo una buena lección.  La misma niña, muy pequeña entonces, había sufrido muchísimo. Fue incluso vendida a un maldito pederasta. Por fortuna, esas dos nobles luchadoras por la justicia la salvaron antes de que fuera tarde. Y lo que fue más. Patty dijo haber soñado con una mujer muy rubia y muy guapa que le entregó unos frasquitos de agua, el agua de la Luna. Esa mujer se llamaba Serenity, y era la reina del satélite terrestre. Lucy por supuesto tomó aquello como una fantasía infantil, como una manera de que su hija hubiera recobrado la inocencia tras todo lo que tuvo que pasar. Ahora se daba cuenta de que la ingenua había sido ella misma. En las pantallas de esa gran televisión del bar en el que se encontraban, la asombrada mujer, y otras muchas personas, refugiadas allí, tuvieron ocasión de ver aquello. No era ninguna campaña de publicidad o ningún truco. Ese agujero había sido plenamente visible desde hacía unas horas, creciendo a ojos vistas hasta casi llenar el firmamento. Cundió el pánico tanto que todos los empleados fueron autorizados a irse para que pudiese reunirse con sus familias. Quizás en espera del fin del mundo. Ella tuvo tiempo de correr a buscar a su hija a la escuela. A medio camino, debido al terror y la confusión que reinaban en las calles las dos se refugiaron en ese bar. Toda la gente que estaba allí lloraba o gemía, y también rezada y suplicaba, mirando por las ventanas. Fue cuando en la televisión aparecieron ellos. Los guerreros dorados, las famosas guerreras luchadoras y finalmente Sailor Shadow, y Serenity, junto con otra chica de largo pelo rosado.



-¡Vamos a morir! – Exclamaba uno de los clientes con total desesperación.-

-Esto es el fin del  mundo.- Gritaba otro.-

-¡Señor, apiádate de nosotros! - Sollozaba otra.-



            Había algunos que incluso decidieron beber para olvidar todo ese terrible trance. No obstante, cuando aparecieron en pantalla aquellas hermosas mujeres fue Patty la que, asombrosamente, obró el milagro de hacer que cundiera el silencio al exclamar.



-Mira mami, son la reina Serenity, la reina Neherenia y la princesa Chibiusa. ¡Ellas nos salvarán!

-¿Cómo sabes quienes son, pequeña?- Inquirió un hombre ya mayor mirándola tan atónito como el resto.-

-Porque yo las conozco, hace mucho que nos salvaron a mi mamá y a mí. – Declaró con total seguridad, añadiendo convencida.-  La reina Neherenia era amiga de mi señorita Idina. Y Serenity es la mamá de Chibiusa. No tengan miedo, nos van a salvar a todos porque nos quieren. Ahora usarán sus poderes y esa mancha mala desaparecerá…



            Y para total asombro y maravilla de los allí presentes fue tal y como Patty anticipó. Tras aquella exhibición de esas muchachas, ayudadas por esa enorme bola de energía que los innumerables guerreros dorados y demás contribuyeron a formar, el peligro había pasado. En el bar, enormes celebraciones sustituyeron a los lamentos y el horror. Y Lucy no dejaba de besar y abrazar a su niña. Era como si hubieran vuelto a nacer, otra vez. Aunque ahora había sido la Humanidad entera la que podría decir eso. La mujer no dejaba de pensar en cuan cerca habían  estado ella y Patty de perder todo lo que habían construido en esos últimos años. El esfuerzo por dejar atrás los malos recuerdos y esa terrible vida pasada.



-¡Que Dios las bendiga  a todas ellas, y a sus amigos! - Pudo balbucear una emocionada Lucy.-



            Y por esa tarde ya no retornaría al trabajo. En cuanto pudieron madre e hija fueron a casa a celebrar juntas ese milagro…Lo mismo hicieron los Tsukino. Shingo había recibido una llamada de sus padres que, entre emocionados balbuceos le narraron lo sucedido. El chico se aprestó a ir junto con su novia. Al llegar esa terrible oscuridad casi lo invadía todo. Sin embargo, la televisión se había reestablecido y todos pudieron ver a esa hermosa joven rubia junto con las otras obrar el milagro.



-¡Oh, Dios mío, es  nuestra hija! – Exclamaba Ikuko llevándose ambas manos a la boca.-

-Nunca pude imaginar que mi hermana fuera alguien así…- Musitó Shingo.- ¡Tan increíble!

-Y esa otra chica me resulta muy familiar.- Añadió Kenji, que al reconocerla exclamó a su vez lleno de asombro.- ¡Es Chibiusa!

-Es algo asombroso.- Pudo decir la atónita novia de Shingo.- Tu hermana ha salvado al mundo… ¿Quién es en realidad?

-Es una reina de un remoto lugar.- Afirmó Ikuko con patente orgullo en su voz y en su mirada.- Que siempre ha velado por todos nosotros. Porque siempre nos ha amado.



            Así convino su marido que, tan admirado como el resto, observaba a de quien todavía pensaba como en su hija, flotar en el Cielo y emitir aquella enorme energía junto con el resto de las chicas y esos individuos que brillaban en tonos dorados…



-Ella es el amor y la bondad personificadas.- Musitó con emoción.-



            En España las cosas no fueron diferentes. En casa de Beatriz, todos miraban la televisión tan asombrados como en el resto del mundo. Y más cuando la joven dedicó su atención a las tres mujeres que levitaban concentrando aquella maravillosa luz a su alrededor.



-¡No puede ser, es Nehie! – Exclamó llevándose las manos a la boca, ante el asombro de sus padres.-

-¿Quién?- Quiso saber su padre, observando a aquella hermosa chica de largos cabellos morenos.-

-Mi compañera en la Golden State. ¡La que era extranjera también!- Se apresuró a replicar sin salir de su asombro.- Si convivimos todo el curso en la misma habitación y hasta la enseñé a hacer tortilla de patatas, y… ¡miradla ahora, es una especie de diosa o algo así!…

-Bueno, hija.- Intervino su impresionada madre sin perder el buen humor.- Al menos podrás presumir de haber tenido amigas realmente especiales.



            Beatriz asintió, esbozando una sonrisa. Recordaba bien a esa muchacha, siempre tan agradable y discreta. Junto con Idina y Heather conformaron un grupito muy bien avenido. Pensaba siempre en ellas con mucho cariño. Esperaba que el resto hubiera podido ver a su vez a esas chicas. De hecho, al poco recibió un WhatsApp de la hija de la jefa de estudios de su antigua universidad. Leyó dejando atónitos a sus padres.



-La reina Neherenia. ¡Nuestra Nehie! Es la soberana de la cara oculta de la Luna. La acompañan la reina Serenity de la Tierra y de la cara visible de la Luna y su hija, la princesa Chibiusa. Mi madre me lo ha contado. Dice que ya no importa que guarde el secreto. Y nuestra amiga Idina es nada menos que la Dama del Fuego. Aunque no la he visto allí, pero sí a su hermano Lance…

-¡Desde luego que vaya amigas que hiciste allí! - Se rio su padre ahora.- Espero que lo puedas poner en el currículo.



            Toda la familia de hecho estaba ahora feliz, esas mujeres y los que las acompañaban obraron el milagro. Aquella mancha terrible se desvaneció como si jamás hubiera existido tras recibir aquel impacto de esa colosal bola de luz, mezclada con las energías de  Neherenia, de Chibiusa y de Serenity, en tanto de fondo se escuchaba una maravillosa canción plena de misticismo y amor.



-¡Gracias amigas! - Lloraba Beatriz llena de emoción.- Os quiero mucho a todas…



            Y de modos muy similares reaccionaron muchos de los amigos y conocidos que tenían, en la Tierra y otros mundos, cuando esas imágenes se extendieron por ellos. Entre tanto y ajenos por ahora a esa repercusión mediática, también en los componentes del grupo existía un ambiente de celebración. Todos se abrazaban y reían, y como de costumbre fue Roy quién, jocosamente, se dirigió a la soberana de la Tierra y la Luna y le comentó, para carcajada general.



-Usagi, tú siempre igual, ¡hay que ver la que has liado!

-Con vuestra ayuda, desde luego - contestó jovialmente la interpelada.-

-De ésta, si te presentas, ganas las elecciones. – Sonrió Tommy uniéndose a la broma. – ¡Aprovecha!

-Puede que haga algo así. – Replicó la aludida de forma algo enigmática.- O parecido…

-Por ahora lo mejor es que volvamos a casa. Tenemos mucho que preparar. – Afirmó Endimión con ese mismo tinte en su declaración al sentenciar. – A partir de hoy empieza una nueva era en la Tierra. Un periodo que esperamos traiga paz y amor y un mejor…

-¡No tan rápido, chapas! – Terció un divertido Roy, pidiéndole con jovialidad.- Aplaza por un momento tu discurso, anda, que enseguida te enrollas.



            Eso hizo que las carcajadas estallasen entre el grupo, sobre todo afectando a los más veteranos que sabían de qué iba aquella broma. Un atónito Endimión se encogió de hombros mientras Serenity se sujetaba a él para no caerse de risa. Al fin, entre risas también, Roy prosiguió, dirigiéndose a sus amigos, parientes y compañeros les comentó con la aprobatoria sonrisa de su esposa.



– Aunque seguro que tenemos ganas de ver a los que no están, y os aseguro que Bertie y yo iremos pronto a ver a nuestro chico a nuestra nuera y por supuesto a nuestro futuro nieto. Pero vayamos por partes.- Y agregó para preguntar al resto del grupo más veterano. – Vamos a ver compañeros. ¿Qué es lo que solíamos hacer cada vez que derrotábamos a algún enemigo de esos que amenazaban la Tierra?



            El grupo de Tom, Cooan, Zafiro, Petz, Karaberasu, Nephrite, y los demás componentes de aquella generación se miraron los unos a los otros y sin dudar exclamaron con jolgorio…



-¡Fiesta! ¡Fiesta!



Así fue la entusiastica y unánime respuesta de los interpelados que elevaron cada uno un brazo al aire, para sonrisa y divertido gesto de los más jóvenes que no habían vivido esos entrañables años.



-Sí, hermano. ¡Lo echaba realmente de menos! ¿Has traído el karaoke? - Proclamó Lornd que con esta pregunta provocó la nostálgica sonrisa de su esposa, también la de Calix, Seira y la cara de sorpresa de Seren, Doran y el resto de los saiyajin. – Espero que sí…

-Pues va a ser que no. – Replicó éste llevándose la mano al cogote como si se percatase de ese lapsus, para dirigirse hacia la mujer de Daniel y preguntar. – Pero algo se podrá hacer, ¿no es cierto, Mimette?

-¡Pooor supueeestoo guuaaapoo! Ahora mismo lo solucionamos. – Exclamó ella como en sus mejores y más alocados tiempos. – ¡Vamos hija!…nos tenemos que poner manos a la obra.

-¡Sí mamá!  - Asintió una asimismo entusiasmada Mimí.-



Y su esposo Kenneth y el doctor Tomoe ya estaban llamando a una de las sedes de la Masters Corporation, donde el millonario Ian, que había asistido como el resto del planeta a ese milagro, les atendió de inmediato garantizando que no iban a reparar en gastos para aquella celebración…



-¡Ya te digo! - Se rio Roy una vez más, afirmando.- Con lo que te acabamos de ahorrar.

-Sí, de haber desaparecido todo te hubiera costado muchísimo más.- Se unió Nephrite con un divertido tono de sarcasmo.-

-Tus acciones en la bolsa hubiesen bajado bastante, eso sin duda.- Comentó asimismo un divertido Zafiro.-

-Porque habéis ayudado a salvar el universo, que si no. ¡Cualquiera os aguanta!- Se sonrió el multi millonario, muy alegre a su vez.-

-¿A qué esperamos entonces? ¡Vamos a mi santuario! Tendremos sitio de sobra para todos. – Les arengó Rei con visible determinación y ganas de jolgorio. –

-Sí, y también tendremos mucha comida y bebida que preparar. – Convino Makoto más que dispuesta a la tarea. –

-Eso no será problema. Te echaremos una mano. - Se ofreció Minako.-

-No sé si eso será una buena idea. Hemos sobrevivido a la nada pero no sé si seríamos capaces de hacerlo a tus guisos.- Suspiró su compañera, recordando la mala maña que Venus se daba en esas tareas. – Al menos tengo cerca una de mis tiendas…Podría traer unas tartas.

-¡Oye! Que intento ayudar, monina.- Replicó ésta con aparente contrariedad.-

-¡Pues mejor quédate fuera de la cocina! - Rio Ami, secundada por buena parte del resto. Incluida la aludida, a lo que Mercurio remató.- ¡Eso sí que sería un auténtico caos y no esto!…



            Minako se puso colorada ante las carcajadas de sus compañeras. Por su parte las hermanas se ofrecieron de inmediato para esa cuestión.



-Dejad que me ponga manos a la obra. ¡Vamos Mako-chan!- La arengó Petz.-

-Sí, os echaremos una mano.- Comentó Karaberasu.-

-Esto sí que es un milagro, Kalie. ¡Tú queriendo echar una mano en la cocina!- Se rio Cooan.-

-Supera incluso a lo que hemos presenciado.- Intervino jocosamente Bertie a su vez.-



            Su hermana mayor les sacó la lengua y entre risas y bromas, todos siguieron intercambiando comentarios y chanzas…



-¡Pues adelante, de fiesta hasta que caigamos rendidos! – Afirmó Zafiro con patente entusiasmo a su vez. –

-Sí, seguro que será genial. – Afirmó Sailor Vesta. – Ya era hora.

-Ya te digo. – Convino Sailor Ceres. – Dejar un poco la etiqueta palaciega…

-Pues a pasarlo bien. – Dijo Sailor Juno. – Que mañana no hay que madrugar…

-Me encantan las fiestas, son divertidas. – Declaró Sailor Palas. – Y éstas mucho más.

-Lástima que Luna, Artemis y Diana no pudieran venir al quedarse en el reino del futuro. – Se lamentó Chibiusa. – Lo hubieran pasado muy bien.

-¿Qué le vamos a hacer? Alguien tenía que vigilar las cosas por allí. - Afirmó Minako sintiéndolo también por los gatos.-

-Bueno, pues se lo contaremos después. – Sonrió Ami animando a la no ya tan pequeña Dama. –

-Muy bien. Sea pues. ¡Vamos a dar una gran fiesta y a comer, cantar y bailar de lo lindo! Que mañana será otro día. Y tienes razón Jun-jun, mañana no habrá que madrugar. – Afirmó Serenity con un gesto y un desenfadado tono que recordaban a la Usagi de antaño. Obteniendo por supuesto la aprobación unánime del resto al remachar llena de entusiasmo.- ¡A qué esperamos! ¡Vamos a pasarlo bien!…



Y así se decidió. Aprestándose con ganas, todos ellos improvisaron una celebración que les recordó los buenos y viejos tiempos, dejando los demás temas de importancia planetaria para otro momento. La ocasión sin duda lo merecía.



En Bios, tras la euforia y alegría iniciales todos se notaron muy cansados. Claudia estaba en su apartamento, todavía anonadada por lo sucedido. ¡Había sido increíble!.



-¡Qué maravilla! ¿De quién sería esa hermosísima voz?- Se preguntaba.-



            Pudo observar una de sus Holo fotos del laboratorio. Allí se fijó en Amatista, juraría que había sido su voz. Aunque también miró la holo foto de su compañera Gwen. Allí estaba como de costumbre, junto a las otras y por una extraña razón que no acertaba a entender, se alegraba de verla.



-No es mala chica a pesar de ese carácter tan raro que tiene.- Sonrió Claudia.-



Y la aludida se encontraba en su propio apartamento. Ahora se sentía de maravilla. Era como si hubiese estado durmiendo durante mucho tiempo. Apenas recordó ese viaje que hizo para comprobar el recuento en las parcelas de cultivos y plantaciones.



-Todo estaba bien, los drones lo confirmaron. Luego no me acuerdo.- Se dijo todavía desconcertada.-



            Pero daba igual, había escuchado esa maravillosa canción que la había llenado de paz y alegría. Estaba en casa, descansada y dispuesta a comenzar un nuevo día, sintiéndose mucho más feliz y optimista que nunca.



-Sí, mañana todo irá bien, no sé por qué, pero estoy convencida.- Pensó con una sonrisa.-



Por su parte hacía un buen rato atrás que Sandy y Mazoui habían cruzado miradas entre ellos decidiendo dejar descansar a la pareja y reunirse con las suyas propias para contarles las maravillas que habían visto. Así lo hicieron y después informaron a Idina quien pudo ser testigo, al igual que el resto de los habitantes del asteroide, de esos mismos fenómenos. La chica lloró también de profunda alegría y emoción al percibir esa maravillosa oración que cantase su amiga y sentir que habían sido salvados por ese increíble milagro. Llamó rápidamente a casa de la joven pareja. Al ponerse la futura mamá en la video pantalla solamente le pudo decir entre lágrimas.



-¡Gracias Amatista, muchísimas gracias por todo!…

-No tienes que agradecerme nada a mí. – Le sonrió su amiga para remachar en tanto acariciaba su abultado vientre.- Sino a él. Y seguro que algún día podrás hacerlo.

-Sí, no lo dudes. Tienes mi promesa de que así será. - Afirmó su interlocutora despidiéndose de sus amigos.-  Disfrutad del momento. Ya nos veremos…



            Por su parte, Idina recibió aquellos mensajes de WhatsApp que increíblemente pudieron llegarle a Bios. Eran de Bea y de Heather. Pudo leer con creciente emoción y lágrimas.



-Gracias mi querida amiga. ¡Ojalá hubieses estado aquí para ver a Nehie, bueno, a la reina Neherenia, salvarnos a todos! ¡Cualquiera le dice ahora que tiene que cuajar más la tortilla! - Escribía la española añadiendo un montón de emoticonos sonrientes y que daban besos.-

-Serenity, Nehie y los demás han hecho un gran trabajo, te quiero Idina, y te echo de menos un montón.- Comentaba la hija de los Roberts con muchos corazones agregados.-

-Y yo a vosotras mis queridas amigas.- Suspiró la joven, aprestándose a responder.-



Por su parte y tras cortar la comunicación con Idina, los jóvenes esposos se miraron llenos de dicha.



-Mi amor. - Suspiró Amatista una vez a solas con su marido.- Todo será maravilloso a partir de ahora.

- Ya lo ha sido, desde que estamos juntos.- Afirmó él sentenciando con pleno convencimiento. – Y lo será todavía más. Ahora empieza un nuevo capítulo de nuestras vidas. Y en las de todos los seres de la creación. Y todo gracias a nuestro hijo.

-Sí, es verdad. - Convino su mujer volviendo a acariciar su barriga de ya nueve meses.- Y dentro de poco, le tendremos aquí, a nuestro lado, en persona.  Estoy deseando tenerle entre mis brazos y decirle cuanto le quiero.



            Los dos se abrazaron con cuidado, pues no deseaban aplastar en modo alguno esa tripa de la chica, y tras darse un cálido beso, decidieron irse a dormir, por suerte a la mañana siguiente habría que retornar a su agradable y añorada rutina…



Después de todo esto pasaron varios días. La joven mamá en ciernes estaba a punto de dar a luz. Esmeralda y Diamante llegaron en la nave. Leval avisó a sus padres y a toda la familia. Aprovecharon para relatarse sus respectivas aventuras en aquella trascendental batalla por el cosmos entero. Pese a saber que un día esos seres volverían el optimismo reinaba entre ellos. Cuando llegase el momento el grupo estaba convencido de que Amatista tendría a su hijo y estarían más que preparados para enfrentar esa nueva amenaza. El niño a buen seguro que crecería con amor rodeado de todos sus seres queridos, eso sería, sin duda, un buen comienzo. La criatura, como su futura madre le imaginó, un precioso bebé de ojos violetas como ella y de pelo castaño como Leval, parecería un niño normal, sin ningún tipo de atributos divinos. Todos estaban encantados con él y su próxima llegada. Pero después llegaría el momento de separarse. Dado que, por fortuna, las vidas de todos proseguían. Mazoui y Satory se marcharían a la Tierra, al principio con unas cortas vacaciones, después definitivamente. Idina se instalaría en Bios en su recién estrenada escuela. Sandy y Coraíon permanecerían también en el mismo planeta, junto a Amatista y Leval, para celebrar al fin su ansiada boda a la que asistirían una vez más todos sus amigos. Los recién llegados a Nature comenzarían a transformar y colonizar ese nuevo mundo a pasos todavía mayores. Después, cada cual seguiría su propio camino. Todos con una interesante historia que contar, pero fuesen quienes fuesen y estuviesen donde estuviesen, acordaron no perder el contacto entre ellos y se dispusieron a afrontar el futuro con una gran fe y esperanza. Así, con el pequeño Asthel como el pionero de una nueva saga, comenzaran las aventuras de una nueva generación. Ésta será la encargada de tomar el relevo y de acometer la gran misión para la que estaban predestinados desde el principio de los tiempos. La culminación de las luchas y los anhelos de sus padres y sus abuelos. Pues esto, como Sir Winston Spencer Churchill dijera, no es el principio del fin, sino más bien el fin del principio. Pero ese comienzo de algo nuevo y a la vez del final de la saga formará parte de otra Historia...







FIN             DE                 LA                    CUARTA                       PARTE

      
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