domingo, 6 de marzo de 2011

GWD 8.135 Soa se pone al día



Sandy y Coraíon recibieron la noticia en el planeta Bios, estaban trabajando cada uno en sus respectivas tareas. Satory llamó a su amiga al laboratorio. Una de sus colegas recién llegadas, Gwen, la llamó.



-Doctora Wallance, es para usted.

-Sí. Aquí Sandy Wallance. ¿Quién es?- Quiso saber esta.-

-Sandy, soy yo, Satory.- Le comentó su amiga con tono realmente entusiasta.- Tengo una estupenda noticia que darte.

-¿Cuál?- Inquirió la morena científica que se sonreía al escuchar a su interlocutora en ese estado tan alegre.-

-¡Amatista va a tener un bebé!. Lo acaba de saber, Naya se lo ha dicho.- Le contó al fin.-

-¡Eso es maravilloso! – Exclamó Sandy a su vez, haciendo que el resto de las Fairy Five la observasen perplejas.- Bueno, espero verla pronto para felicitarla.

-Sí, tenemos que quedar todos. Es una noticia estupenda.- Convino Satory.-

-¿Y en cuanto a lo demás, va todo bien?- Preguntó su contertulia con agudeza.-



            No en vano había sentido extraños cambios de energía y sobre todo, esos dioses a los que Mazoui hizo alusión le preocupaban. Sin embargo, su risueña amiga enseguida se ocupó de tranquilizarla.



-Sí, todo se ha solucionado. No te preocupes. Bueno, tengo que dejarte. Ya nos veremos. Adiós.

-Adiós.- Se despidió a su vez Sandy.-

-Parece que te han dado una buena noticia.- Le comentó una joven científica llamada Claudia López, de cabellos oscuros y ojos marrones, que ya llevaba más tiempo allí.-

-Sí, nuestra compañera Amatista va a ser mamá.- Les contó con una amplia sonrisa, añadiendo.- En fin, supongo que no le importará que os lo haya dicho. Así tendremos un motivo para prepararle una fiesta sorpresa.-

-¿Fiesta sorpresa, aquí?- Se extrañó Gwen, que era más seria.-



            Aquella muchacha, de apellido McAllen, con pelo rizado pelirrojo y ojos verdes, no parecía estar muy conforme con eso. Acababa de llegar haría un par de semanas y trataba al resto con bastante cautela y distancia. A Sandy en un principio le pareció algo rara, pero no pudo detectar nada inusual en ella. Posiblemente su carácter y educación fueran así.



-La comprendo, es complicado encajar en un sitio nuevo con gente desconocida. Y quizás ella tenga algunas cosas que no desee sacar a relucir, o haya pasado por malas experiencias. No seré precisamente yo quien la juzgue.- Se dijo la morena científica.-



Estaba claro que esa forma de ser tampoco era un crimen y desde luego que esa joven tenía razón en que aquel no era el lugar apropiado.



-No precisamente en el laboratorio.- Sonrió Sandy explicándose.- Pero tenemos algunas dependencias vacías que están destinadas a almacenes donde podemos poner una mesa y sillas y también hay una cafetería en la nave.



            Su interlocutora no respondió a eso. Posiblemente al tener la doctora Wallance un rango mayor, junto con la doctora Masters, no convenía contradecirla. De modo que comentó, esbozando una tenue sonrisa.



-Mis felicitaciones a la señora Malden, espero dárselas en persona cuando se reincorpore.



            Sandy asintió dejando ya ese tema. Tenía que terminar algunos experimentos y  aprovecharía desde luego para llamar a Coraíon y contárselo. Era un pretexto tan bueno como otro cualquiera para que ambos quedasen a celebrarlo. Animada con esa posibilidad se centró  en su trabajo.



-La verdad es que estoy deseando que Amatista se reincorpore. Además de echar de menos a esa alocada, nos hace bastante falta. – Pensó con afecto.-



Al fin, en cuanto concluyó su jornada quiso llamar a Coraíon aunque este no respondía. Tras insistir un par de veces prefirió darle una sorpresa. Fue a buscarle a la zona de viviendas provisionales donde el muchacho se alojaba en la nave. Vestida de manera muy elegante y sugerente, con un vestido verde claro de amplio escote y zapatos de tacón, llamó a la puerta.



-¿Sí?- Se escuchó la voz del chico a través del telefonillo.-

-Soy Sandy. Venía a contarte algo.- Le respondió la joven.-

-¡Un momento! -Pidió el muchacho que parecía azorado, admitiendo.- Es que no estoy muy presentable.



            Sandy se rio, ¡desde luego los hombres no eran así! Al menos la mayoría. Les solía dar igual lo que llevasen puesto. Todo lo contrario que a una mujer.



-Yo desde luego me he puesto presentable.- Se dijo divertida.-



Bueno De todos modos, ella se había presentado sin avisarle. No se lo podía reprochar. Al cabo de unos momentos, el joven salió a abrir llevando una bata. Lo cierto es que estaba en pijama tras haber dormido un rato. Había tenido mucho trabajo, bajando y subiendo al planeta para ir inspeccionando los proyectos en los que participaba.



-Pasa, por favor. Dime ¿Ha sucedido algo?- Quiso saber con gesto inquieto.-

-Nada malo. Al contrario.- Le sonrió ella, para desvelarle.- Tus primos están esperando un bebé.

-¡Vaya, cuanto me alegro!- Exclamó él, añadiendo al punto.- Eso hay que celebrarlo. Si me das unos minutos me ducharé y me pondré algo presentable, y salimos a tomar algo por ahí. ¿Te parece?

-Claro.- Asintió ella mirándole intensamente.-



            Desde luego que Coraíon sintió esa mirada. Y se le pasaron algunas ideas por la cabeza sobre como poder celebrar aquello de un modo más íntimo, como ofrecerle a esa beldad una ducha compartida, pero enseguida se controló y fue directo al cuarto de baño, no sin antes pedirle a su visitante con visible apuro.



-Siéntate por favor. Lo lamento. No tengo nada para ofrecerte. Es que, ya sabes, voy y vengo al planeta…estaba durmiendo un poco.

-Siento haberte despertado.- Se disculpó la muchacha, admitiendo.- Soy yo quien ha venido de improviso…

-¡No, no! Es estupendo. Quiero decir, me alegra mucho que hayas venido. - Sonrió enseguida él, quien algo azorado se fue directo a la ducha.-



            Sandy no pudo evitar reírse. Ese chico era un encanto. Al menos muy auténtico desde luego. Percibía con claridad que no impostaba ni trataba de ser educado. Realmente estaba muy contento ( en todos los sentidos) de tenerla allí.



-No dudo de que le habrán cruzado algunos de esos pensamientos por la cabeza. Igual que a mí. Pero mejor será tomar algo primero…después…puede que volvamos aquí y me ofrezca probar su cama. Por un lado no me disgustaría, aunque de otro me decepcionaría bastante. - Se dijo con resignada certeza.-



Entre tanto oía como el chico daba el agua y se duchaba, ella recorrió con la vista ese salón apenas si decorado con un sofá dos sillas y una mesa. Tenía una holo tele eso sí, y algunas holo fotografías.



-Deben de ser sus padres.- Se dijo al contemplar una de Coraíon, de niño, junto con otro crío algo más pequeño y un hombre y una mujer.-



            También tenía otra con dos apuestos individuos, un chico y una chica, de cabellos largos y castaños. La muchacha parecía mirarle con mucho embeleso en esa holo fotografía. Decidió no sacar conclusiones, quizás se tratase simplemente de una amiga.



-Eso es algo que no se puede saber, si no veo su reacción al mirar la imagen o no tengo a esta chica delate. Las apariencias engañan, si él viese mis holo fotos tampoco tendría idea de cómo soy.- Reflexionó entristeciendo ahora su semblante.-



            Y es que ahora se sentía como una intrusa. Era irónico, a ella jamás le había gustado que nadie escarbase en su intimidad. Le había costado mucho abrirse y confiar en sus amigos más cercanos. Por fortuna, ellos la habían aceptado y conocían su secreto. Pero ese, (al menos que a ella le constara) no era el caso de Coraíon. Y Sandy desde luego, sentía algo más por ese muchacho de lo que podría ser tomando como una mera amistad. Cuando le miró de esa manera tan sugerente él enseguida reaccionó. De todos modos, ella no deseaba recurrir a sus instintos y habilidades para atraerle. Aunque quizás eso no le hiciera falta.



-No, además sería injusto, Ya no quiero ese tipo de relación.- Se dijo moviendo la cabeza.- Si es que él y yo pudiéramos llegar a algo…



            Tras unos minutos el sonido del agua cesó y apenas cinco minutos después escuchó la voz de Coraíon.



-Enseguida salgo.

-No hay prisa.- Repuso jovialmente ella.-



            Y así fue, en apenas otros cinco minutos, ya vestido con una chaqueta y un jersey, además de pantalones vaqueros y unos zapatos, el muchacho hizo acto de presencia. Tenía buena planta y la ropa le quedaba muy bien. Siendo además alto la propia Sandy podía lucir esos tacones junto a él quedando todavía algunos centímetros más baja que el chico. Al verse juntos en un espejo de la entrada del apartamento, desde luego que hacían buena pareja. Pero también recordaba haberla hecho con Glenn hasta que él averiguó su secreto.



-¿Estas bien?- Le preguntó Coraíon entonces al advertir como su gesto se ensombrecía.- Lamento haberte hecho esperar.

-¡No, no! - Se apresuró a rebatir la muchacha.- Lo siento, pensaba en cosas del trabajo.- Pudo improvisar.-

-Ya, lo entiendo. Tenemos mucho que hacer y es agobiante.- Convino el joven.-



            Abrió la puerta dejando pasar a Sandy primero, tras tomar un deslizador se dirigieron a una de las cafeterías que solían frecuentar. Allí sentados retomaron la noticia que ella le había dado.



-¡Eso es estupendo! ...me alegro por mis primos. – Afirmó el muchacho. -En cuanto pueda iré a verles.

- Yo espero poder ir mañana mismo - le dijo Sandy muy animada también. -Tengo muchas ganas de verles para felicitarles. Pediré un permiso de tres días, así podré estar con todos mis amigos. Y espero poder hablar con mi padre. Hace ya días que no sé nada de él.

- Escucha.- Le dijo Coraíon ahora en un tono más serio. - Sandy, me gustaría ir contigo a visitarles…

-Claro.- Sonrió la muchacha asintiendo.-



            Pero él daba la impresión de querer decir algo más. Y tras unos instantes de duda, se decidió.



 - Y cuando volvamos quiero pedirte que salgas conmigo.

-Pero si ya estamos saliendo.- Repuso ella pretendiendo no comprender.-

-Ya sabes a lo que me refiero.- Afirmó el chico no dejándose engañar por esa pretendida ingenuidad y sentenciando con un tono más íntimo.- Me gustaría compartir muchas más cosas contigo que algunos cafés o paseos ocasionales.

- Bueno, esa es una proposición más seria.- Sonrió la chica de forma algo forzada a la vez que parecía rebuscar las palabras para responder. -Tengo que pensarlo. Además, tú aún no me conoces bien, ni yo a ti.

- Claro, lo entiendo,- aceptó algo él con un tinte de decepción. Aunque de inmediato animó su tono para insistir.- Piénsalo por favor. Podemos ir poco a poco si lo prefieres. Así podremos conocernos mejor los dos.

- Lo haré - sonrió ella  ahora algo más distendida,  al menos en apariencia, para añadir un prometedor. - Hablaremos cuando volvamos...



            Por lo menos, ese muchacho se estaba declarando. No le proponía irse a la cama sino algo más romántico. Ella estaba ilusionada y al tiempo asustada. No la había defraudado, no era el típico tío que, viéndola, deseaba rápidamente acostarse con ella y trataba de ganar puntos para conseguirlo. Y en tanto se despedía del muchacho tras esa improvisada cita, pensaba.



-Lo supe en cuanto le vi.- Tuvo que admitirse a sí misma, meditando con una mezcla de preocupación y tristeza.- Me gusta, es encantador, guapo y buena persona. El problema no está en él…



            También en la nave, Alan cenaba con Naya en el apartamento de ella y la chica le contó lo ocurrido.



-De modo que Amatista está embarazada. ¡Es una gran noticia! Mi primo Leval se habrá alegrado mucho.

-Sí, eso parece. Al menos pudieron solucionar ese problema tan difícil.- Le comentó su interlocutora.-



Lo único que le molestó a Alan era no poder haberle echado una mano a él, a Mazoui y al hermano de su novia, en el combate. Aunque también era consciente de que si ni sus poderosos primos, ni Giaal, pudieron hacer nada frente a esos seres tan terribles, él apenas habría sino estorbado, de cualquier manera le comentó a su interlocutora, no sin desazón.



- Me habría gustado ayudarles, por lo menos estar ahí junto a ellos. Pero no me he enterado de nada.

- No te preocupes,- le animó su pareja con su dulce y jovial tono. - No has tenido la culpa, nadie te lo ha dicho. No tuvimos oportunidad. Y esos seres son tan poderosos que ninguno podríamos haber hecho nada contra ellos.

- Me cuesta creer algo así. – Afirmó el chico quien, sin embargo, meditó un momento para declarar. – Mi padre ha investigado el mundo de lo sobrenatural desde hace años. A mí y sobre todo a mi hermano Lance, nos ha enseñado algunas cosas. Quizás esos seres provengan de alguna de esas dimensiones paralelas.

- No lo sé. – Suspiró Naya que remachó con más rotundidad. – Pero cuanto más lejos se mantengan de nosotros, mucho mejor.

-Quizás cuando hable con mi padre se lo pueda comentar, por si nos diese algunas pistas.- propuso él.-

-Creo que es mejor olvidarnos de ellos.- Le contestó una apurada Naya.-



            Desde luego la chica no tenía el menor deseo de provocar de ningún modo a esos seres. Sería mejor no tentar la suerte. Así se lo expresó a su interlocutor.



- Bueno, pues entonces dejemos eso ahora – le sonrió animosamente el joven tomando una de las manos de su interlocutora entre las suyas para decir. – Espero que mi familia venga pronto a vernos. Quizás les llame a ver si vienen a visitarme. Aun no te conocen. – Le recordó transmitiéndole de este modo las ganas que tenía de que lo hicieran. -

- Ni los míos te conocen a ti, pero seguro que les parecerá bien que tú y yo salgamos juntos.- Sonrió la chica con su inconfundible tinte optimista.  -

- ¿Y por qué no se lo iba a parecer? Nuestros padres eran amigos entre sí.- Le recordó Alan con idéntica ilusión. - Supongo que estarán encantados.



            Aunque ahora fue Naya la que se ensombreció un poco comentándole no tan convencida como antes.



- No sé, a mis padres seguramente no les importará, pero los tuyos. Imagina la cara que pondrán cuando sepan que sales con una extraterrestre.

-¡Por si no lo sabes, mi madre vino de otro planeta! - Rio él añadiendo ahora con más seriedad. -Cuando yo me enteré también me quedé muy sorprendido. Luego descubrí que había sido una justiciera y de que después había pasado el relevo a mi hermana pequeña. Yo nunca había sabido nada de eso, ni he luchado en ese tipo de batallas jamás, sólo aprendí karate con mi padre. Puede que solamente sea un tipo común y corriente pero ellos no lo son. No te preocupes, no les parecerá nada raro que tú seas extraterrestre. Además, a mí me encanta cuando estas en tu forma natural. Tan verde lechuga y con esas orejitas puntiagudas  tan monas. - Añadió entre  meloso y divertido.  -

-¿De verdad? ¿Te gusta? – Inquirió una esperanzada Naya.-

-Me encanta.- Corroboró él.-



La joven esbozó una amplia sonrisa y transformó su apariencia, su piel adquirió una tonalidad verde clara aceituna y su pelo se alargó con un color rosado y un par de mechones azules a tono con sus ojos que pasaron a ser de un tono oscuro de aguamarina en tanto ella le preguntaba.



 - ¿Así te parezco más guapa?-

- Más guapa y más sexy.- Añadió Alan que besó a Naya en los labios con suavidad. – No me resisto cuando te veo así…



Su novia sabía de sobra lo que él iba a responder, pero le encantaba oírselo decir. Además, así le hacía pagar por una broma que le gastó. Alan todavía recordaba cuando, unos pocos días antes, ella se había desvelado por primera vez con su forma real. En esa ocasión el joven casi metió la pata hasta el fondo. Ambos paseaban por un parque de la nave en tanto charlaban precisamente sobre sus familias…



-Creo que tus padres y los míos son amigos desde hace muchos años. – Decía él. -

-Sí, algo me contaron a mí también, - admitió Naya tratando de recordar. - Lucharon juntos contra un peligro muy grande. Tanto ellos como los padres de Leval, Amatista, Mazoui y Coraíon.

-¿Entonces tus padres se marcharon a un planeta lejano con tu hermano cuando eso terminó?- Inquirió Alan acercándose hasta ella con lentitud. -

-Sí, ellos buscaron comenzar su vida en otra parte y resulta que se encontraron a muchos compatriotas que habían juzgado perdidos para siempre.

-¿Compatriotas? ¿De qué país son?- Quiso saber Alan atrayendo a Naya hacia sí para besarla. -

-Bueno, más bien de que raza - repuso Naya, que ahora parecía sentirse incómoda, apartándose suavemente cuando le confesó. - Verás Alan, debo decirte algo, algo muy importante… yo no soy humana.

-¿Ah no?- Sonrió él - ¿Qué eres entonces?

-Pertenezco a una especie llamada del Árbol Makaiju.

-¿Eso quiere decir que no podré besarte?- Rio él. -

-No bromeo, Alan, éste no es mi verdadero aspecto.- Le confesó Naya algo turbada. -

-¿Y cuál es?  -Quiso saber él. -

-No estoy segura de querer que me veas.- Susurró ella temerosamente. -

-¿Por qué no? Seguro que eres preciosa.- Afirmó él -



            Naya pareció dudar, pero ambos estaban lejos de la vista de la gente, en un parque de la nave. Así que ella le dijo.



-Me mostraré en mi auténtica apariencia. Pero por favor, prométeme que no te asustarás.

-Descuida, no me asustaré - declaró Alan levantando una mano en forma de promesa solemne. -

           

            La muchacha comenzó a emitir un aura verdosa y lentamente sus rasgos comenzaron a cambiar. Alan no podía apartar la vista de ella mirándola anonadado. La chica cambió el tono claro de su piel por otro de tonalidad verde algo aceitunada, su pelo se tornó rosado con un par de graciosos mechones azules y sus ojos se alargaron con un bello color aguamarina profundo y oscuro en tanto sus orejas se hacían puntiagudas. Alan entonces la observó abriendo los ojos y exclamando con teatralidad.



-¡Socorro!...



La pobre chica quedó desconcertada, él se tapaba la cara con las manos…



-¡Me lo prometiste! - Pudo decir con evidente cara de pesar. –

-Y lo he cumplido – sonrió ahora el chico quitándose las manos de la cara para aseverar. - ¡Era una broma, tonta!



Y el inicial gesto de pesar de ella se convirtió en otro de enojo. La muchacha se sentía realmente mal por aquello y así se lo dijo.



-¡No tiene ninguna gracia! Para mí no ha sido fácil, ¿por qué te burlas?...



Alan se dio cuenta de que aquello había estado fuera de lugar y enseguida reaccionó sujetando suavemente a la chica de los hombros antes de que ella tratara de marcharse sin haber recobrado su apariencia humana todavía.



-Escúchame. ¡Te pido perdón! No pretendía ofenderte. De verdad. – Le pidió muy apurado.- Lo siento.



Aunque ella no parecía muy dispuesta a disculparle, se soltó del agarre e incluso se giró, aunque percatándose de que seguía con su forma alien no se atrevía a salir corriendo. Y es que se sentía tan dolida que ni se había preocupado de eso. Pero Alan era insistente, con rapidez se puso en frente suya y ésta vez dobló una rodilla ante la ahora atónita Naya para afirmar en tanto tomaba una de las manos de ella entre las de ella.



-Soy un idiota, te suplico que me des otra oportunidad. Jamás volveré a disgustarte de este modo. Te lo prometo. Puedes creerme.

-¡Creía que te habías sentido horrorizado al verme con este aspecto! – pudo sollozar ella ahora. –



El chico se levantó, dándose realmente cuenta de lo que esa estúpida broma había afectado a esa pobre chica realmente. Se maldecía una y otra vez. No creyó jamás que ella pudiera tomarlo de esa manera. Pero ahora veía hasta qué punto era de corazón puro y noble. Y además muy sensible. La observaba mirar hacia el suelo con lágrimas en los ojos como si ahora se avergonzase de que él la viese con su forma real.



-Lo siento mucho.- Le susurró con afecto.- No quise herirte. De veras que no.

-Entonces, ¿no piensas que soy un monstruo? - Pudo preguntar la joven tratando de enjugarse esas lágrimas.-



 Alan sujetó la barbilla de su pareja con un dedo y la elevó con suavidad. Con un tono todavía más dulce y considerado si cabía, le susurró.



-¿Cómo podría pensar eso de ti? ¡Eres una preciosidad!. Así te llamaría yo.

-¿Cómo lo sabes? – Se sorprendió ella informándole. -Mi nombre significa precisamente preciosa.

-Tus padres lo eligieron muy bien. Eres la chica más linda que he visto nunca. En todos los aspectos, humana o no. Y no lo digo solamente por tu apariencia. Es el interior lo que más me gusta. Estás llena de bondad y de afecto. ¿Ahora, puedo besarte?



            Su interlocutora sonrió, Alan le enjugó por completo aquellas lágrimas en tanto la miraba directamente a los ojos.  Entonces la joven asintió y el chico juntó sus labios a los de ella en una forma suave. La misma Naya le abrazó y prolongaron el beso con más intensidad. Cuando se separaron el muchacho le susurró al oído.



-Naya, te quiero y deseo que te cases conmigo algún día.



            Ella le miró perpleja. Pudo decir aun aturdida.



-¿Casarnos significa estar juntos para siempre? ¿Cómo hicieron mis padres?

-Sí, claro, eso espero - respondió Alan. - ¿Y sabes una cosa? Tus padres se casaron al mismo tiempo  que los míos, junto con mis tíos Roy y Beruche, hicieron una triple boda. Al menos, eso nos contaron a mis hermanos y a mí cuando éramos niños.

-No lo sabía. A mi hermano Giaal y a mí nunca nos han contado demasiado sobre esa época de sus vidas.- Sonrió Naya que iluminó su rostro al hacerlo. - Debió de ser muy bonito.

-Como lo será el día en que tú y yo nos casemos.- Le aseguró él. - Si me dices que sí.

-Claro que sí- convino ella. -Yo también te quiero, Alan. Y me hace tan feliz que me aceptes en mi auténtica forma.

-Eso no es nada difícil, eres aún más bonita, pero si te digo la verdad. Yo ya sabía cómo erais los de vuestra raza.

-¿Ah sí? ¿Y cómo es posible eso? - Inquirió Naya con sorpresa. -

-Mis padres guardaban películas de ellos y de los tuyos cuando eran jóvenes y tus padres aparecen en sus dos formas.

-¡Me lo podías haber dicho, tonto!- le amonestó ella con pretendido o quizás no tan impostado enfado. -

-Entonces no habría sido tan emocionante.- Se rio él que recibió un buen capón. -

-¡Eres un pillo! - Dijo Naya abrazándose a él.- Pero te quiero...aunque jugaras con ventaja.



            Sin embargo, el joven se mostró serio ahora y eso la sorprendió, más cuando él declaró, esta vez sin ningún tono de broma.



-Verás Naya – le confesó.- Estoy dispuesto a todo por ti. Pero quería saber si tú estabas dispuesta a lo mismo.



            En un principio la joven no supo cómo tomarse aquello, pero después comprendió. Si había esperado que él la aceptase por amor, lo justo es que Alan hubiera pretendido que ella fuese capaz de confesarle como era realmente por la misma razón.



- Sí - sonrió la chica.- Ahora lo entiendo. Claro que estoy dispuesta a todo por ti.

- Entonces una vez que tengamos nuestras vidas encarriladas me sentiré muy feliz de hacerte mi esposa y de ser tu marido. Si me aceptas.- Le aseguró su contertulio.-

- Te diré que sí – convino ella, afirmando a su vez. – Cuando estemos listos.



Él todavía se acordaba de aquello, suspiró con una sonrisa. Su novia le miró algo extrañada y le preguntó, sacándole de esos recuerdos.



-¿Qué pasa, porqué sonríes?

-Porque me siento muy feliz. Tengo aquí a la chica más guapa del mundo. Bueno de éste y de otros cuantos más. – Replicó en tanto la besaba suavemente en los labios. – La más maravillosa y dulce de todas.



Y la muchacha se dejó hacer entregándose con su novio a la par que se dedicaban mutuas caricias. Así lo recordaban ahora en tanto terminaban de cenar y se disponían a repetir esa experiencia que los humanos llamaban amor, cuando se referían al apareamiento, en el apartamento de ella… Mientras tanto pasaron las horas y ya en el espacio Roy, Beruche, Diamante y Esmeralda venían en una nave que hacía una ruta regular entre la Tierra, la gran nave asteroide  y Bios. Kerria dijo que ella iría con sus primas a las que avisó poco tiempo antes. A Katherine le fue relativamente fácil decírselo, pero Idina parecía estar muy liada en su universidad con algunos asuntos importantes. No obstante, la joven le prometió que, en cuanto los solventase, iría encantada. También Tom y Cooan, Ail y Ann y Petz y Zafiro, habían anunciado su intención de ir. Todos estaban muy deseosos de volver a estar con sus hijos y además tenían curiosidad por ver por vez primera ese nuevo mundo que estos habían ayudado a poblar. Así las cosas ahora estaban descansando, cada cual con su pareja. Roy por ejemplo, hablaba con Beruche en el camarote de ambos, miraba al espacio y él le dijo en un tono de profunda añoranza.



- Parece que fue ayer cuando tropecé contigo en los pasillos de la Universidad. Y ahora vamos a ser abuelos...

- Nos hacemos mayores – admitió ella suspirando. – Lo cierto es que no había pensado mucho en ello hasta que nuestro hijo salió con esa nave. Ahora me doy cuenta de cuanto tiempo ha pasado...



            Su esposo puso en el holo proyector una canción antigua que era perfecta para la ocasión y suspiró recordando a la par que añadía.



Debería haber sabido que parecía demasiado fácil

Estabas allí y me sentía triste



Extraño

¿No piensas que parezco mayor?

Pero algo bueno me ha ocurrido

El cambio es un extraño al que tienes todavía que conocer



Estaremos fuera de tiempo

Te dejaré ir

Estarás tan bien por todo lo que sé



Estás fuera de tiempo

No soy el hombre que tú quieres



            Roy rodeó a su mujer cariñosamente con ambos brazos. Ella apoyó la cabeza contra el pecho de él que suspiró…



- Si, ¡cuánto tiempo! Treinta años quizá. Aún tengo el recuerdo de nuestras antiguas vidas, de quienes fuimos, pero no de muchas cosas concretas que ocurrieron. Sólo recuerdo bien lo que me ha ocurrido en esta vida después de conocerte, o mejor dicho, de volverte a ver.

- Yo ya casi no recuerdo nada de mi vida anterior, ¡si casi ni me acuerdo de cuando llegué a la Tierra! , cuando era una servidora de la Luna Negra. Entonces tan sólo era una cría. Ha pasado tanto tiempo, ¡han pasado tantas cosas! También me parece que fue ayer cuando me convertí en una mujer normal. Cuando te conocí, nos casamos, nacieron Leval y Kerria y ahora...nuestro chico va a repetir la historia. Tendrá un hijo y algún día será también abuelo.



Debería haber sabido que parecía muy fácil

Estabas allí y pensé que te necesitaba



Extraño

¿No piensas que parezco mayor?

Pero algo bueno me ha ocurrido

El cambio es un extraño al que tienes todavía que conocer



Estaremos fuera de tiempo

Te dejaré ir

Estarás tan bien (o puede que no)



- Lo mejor de todo. – Puntualizó él – es que nuestros hijos y nietos puedan vivir en paz. Ser felices y no tener que pasar por lo que nosotros tuvimos que sufrir.

- Estoy de acuerdo. – Convino su esposa que agregó con gran satisfacción y orgullo. - De todas las cosas que hemos hecho, lo más maravilloso y al tiempo difícil ha sido criar a nuestros hijos y ayudarles a ser buenas personas. Ahora les toca a ellos repetir la historia. Y estoy convencida de que lo harán muy bien. Con la ventaja de que podrán contar con nosotros, ¿verdad, Roy? Seremos para nuestros nietos los abuelos que nuestros hijos no pudieron tener.

-Así es, cubito. No habrá mejores abuelos en el mundo que nosotros.- Sentenció su esposo.-



Estás fuera de tiempo

No soy el hombre que tú quieres

Nunca debí haber mirado atrás en tu dirección

Sé que solo son las mismas viejas peleas otra vez, cariño



Esos días desperdiciados sin afecto

No soy ese tono más, cariño…



(Older. George Michael, crédito al autor)



            Bertie sonrió levemente ahora para comentar al término de la música con claro tinte de ironía.



-Desde luego, vaya una canción que has elegido para tratar de seducirme.



Él la escuchó asintiendo con gesto reflexivo, mas repuso con su habitual tono bromista para eliminar la melancolía que se había adueñado del ambiente.



-Esa canción no iba por ti, tonta, sino por mis pasadas correrías. Desde que te encontré otra vez me hice de verdad mayor. Y con eso quiero decir más responsable.- Se apresuró a matizar por si su esposa le lanzaba otra de sus puyas.-



            Beruche se rio ahora. Dándose la vuelta para mirar a su marido replicó con visible buen humor.



-Ya lo sé…Si hasta cuando nacieron Kerria y Leval te convertiste en el padre modelo. Eras la mejor canguro que nunca hayan tenido, ¡ji, ji, ji!



            Y fue el turno de su interlocutor de reír ahora para replicar del mismo modo jovial.



-¡Eh!, pues cuando nuestro nieto o nieta nazca no pienso cambiarle los pañales tanto como a nuestros hijos. De eso te encargarás tú, ¿vale? Yo les enseñaré solamente las tradiciones familiares, comer con apetito de saiyajin, jugar al baloncesto y sobre todo, pelear.

-¡Anda ya! – Replicó Bertie que le sonrió divertida dándole unas palmaditas en una mejilla  para añadir jocosa. -¡Qué te lo crees tú eso, viejo chocho!..

-¿Chocho? ¡Ahora veras si estoy chocho!...-  Exclamó Roy que levantó en brazos a Beruche y se tiró con ella a la cama, entre las risas de su mujer y las suyas propias. -



            Por su parte Diamante y Esmeralda habían tenido una conversación similar evocando sus antiguos recuerdos, él acariciaba a su esposa que le decía entre pensativa y melancólica.



- Cariño, ¿te das cuenta de cómo pasa el tiempo? Como recuerdo la de veces que llevaba de paseo a Amatista a la salida del internado. Caminábamos por el parque al atardecer, le daba la mano y le iba narrando historias. ¡Me hacía esas preguntas tan graciosas! A veces le compraba algún juguete, ¡y ella se alegraba tanto! Después me contaba las cosas que hacía en la guardería ¡Era una niña tan bonita! ¡Cómo añoro esos días y cómo me hubiera gustado haber pasado más tiempo con ella!



            Diamante curvó sus labios en una leve sonrisa y puso una mano sobre los hombros de su esposa animándola.



- Sí. Pero ya no tenemos máquinas del tiempo y no podemos dar marcha atrás al reloj. Nuestra niña creció y es una mujer casada que dentro de poco va a ser madre a su vez. Aunque míralo por el lado bueno, tú y yo seremos abuelos y podremos pasear a nuestro nieto o nieta.

- Por un lado lo estoy deseando.- Suspiró su contertulia sentenciando con un  enigmático.- Sin embargo por otro…



            Diamante la miró sorprendido. No sabía que estaría pasando por la mente de su mujer. Así le preguntó.



-¿Qué ocurre? ¿Acaso no estás ilusionada?

-Claro que lo estoy.- Se apresuró a responder ella que enseguida le aclaró.- Pero es que veo como se nos escapa el tiempo entre los dedos. No deja de ser una ironía. ¿Verdad?

-Es verdad.- Comentó él suspirando.- Nosotros que, llegamos a acusar a los soberanos Serenity y Endimión de prolongar la vida con artificios antinaturales.

-No somos miembros de la familia de la Luna Blanca.- Repuso Esmeralda.- Y eso puede comprobarse cada día que pasa.



            Ahora fue su interlocutor quién la besó en los labios con suavidad y tomando cariñosamente el mentón de su esposa en una de sus manos repuso con optimismo.



-Todavía nos queda mucho por disfrutar. Y sobre todo ahora, cuando el bebé nazca. Ver cómo crece. Y tú podrás darle mimos y comprarle cosas como hacías con nuestra hija. Será como revivir esa bonita historia otra vez.

-Tienes razón. - Convino Esmeralda recostándose sobre el pecho de su esposo y añadiendo convencida. - Si, será tan bonito como antes, pero tendré algunas arrugas más. - Sonrió para agregar con una no disimulada pena, fingida en un cincuenta por ciento tan sólo - y no creo que los hombres me miren como entonces.

-¡Pero bueno! - exclamó Diamante  aparentando un jovial enfado. - ¿Cómo que te miren los hombres? ¡De eso nada, tú eres mía y muy mía, abuelita!

-¡Tonto!, no me llames abuela antes de tiempo.-  Protestó melosamente Esmeralda que le untó la cara con crema del cutis mientras se reían. -



Pasadas esas risas ella añadió, repitiendo con un tono que podía entrever un cierto reproche hacia sí misma.



-Ojalá hubiera pasado más tiempo con nuestra hija cuando era pequeña. Si hubiéramos estado juntos más veces. Si yo misma hubiese compartido más momentos a su lado…

-Estuvimos juntos siempre que pudimos. – La animó su marido con tono comprensivo para justificar. – Pero nunca fue fácil. Debimos enfrentar muchas amenazas y luego nuestros trabajos.

-Es curioso. En esos días me influyó mucho la manera en la que crecí. Con mi padre en la Corte, fui criada por droidas. Eso me parecía tan natural que no vi nada extraño en dejar a Amatista en el internado.  Debí recordar lo feliz que fui cuando estuve sirviendo a tu madre.

-Yo tampoco fui todo lo buen hijo que debía.- Admitió Diamante no sin pesar.- Mi padre tenía mucha carga de gobierno y quise ayudarle. Eso me hizo descuidar mucho a mi madre. Y cada vez que pienso en ello, no sé. ¡Ojalá la hubiera escuchado mucho más!



            Esmeralda asintió. Los dos se lo habían planteado ya hacía años. De todo lo que sucedió cuando estuvieron controlados por el mal en Némesis quizás eso era lo que más les dolía.



-La reina Amatista fue como una madre para mí.- Musitó Esmeralda.- Perderla fue terrible. Si ella hubiera vivido quizás ese maldito Sabio no nos hubiera podido llevar a la perdición.



            Su esposo frunció el ceño, no le gustaba en absoluto que se mentase a ese maligno encapuchado.



-Olvídalo, eso ya pasó. Y hemos sabido rehacer nuestras vidas.- Afirmó el príncipe.-

- Es cierto. Luchamos, y conseguimos triunfar en este tiempo. Nos hemos esforzado mucho para destacar.

-Será que somos de natural vanidosos.- Sonrió levemente Diamante, para admitir.- Ese tontaina de Roy no va muy desencaminado en eso, cuando me llamaba principito presumido.



            Esmeralda se sonrió, aunque enseguida reconoció a su vez.



-Desde que pude volver a la vida, he estado luchando para marcar diferencias en todo lo que he podido. Y más que nada en el trabajo. Madame Deveraux ya me lo advirtió. Me dijo: niña, tienes una bonita familia. Disfrútala porque el tiempo vuela. Y yo apenas sí la escuché. Deseaba mantener vivo su legado y que su firma fuera la indiscutible número uno. Quizás por eso, casi sin darme cuenta, nuestra hija creció y se fue de nuestro lado. Ahora que pienso en esos sueños de gran empresaria y me parecen cada vez menos importantes, siento que lo único valioso de verdad es la familia.- Le confesó ella. -

-Yo también, pero Esmeralda, cariño. – Pudo replicar él. - Para darnos cuenta de algo así, hemos tenido que aprenderlo durante todos estos años. A veces recuerdo que hubo un tiempo en el que solo viví para una absurda venganza. Preso de un amor tan imposible como irreal. Pero creo  firmemente que al final hemos tenido mucha suerte en nuestras vidas. Sobre todo porque tuvimos una segunda oportunidad. Y creo que la hemos aprovechado muy bien.

-Sí, es cierto – convino ella ahora -. Y ¿sabes una cosa?- Él negó con la cabeza a la espera de escucharla, su esposa no se hizo de rogar y le comentó. - Lo primero que haré cuando vea a nuestra hija será decirle que, por nada del mundo, deje de pasar ni un solo instante más de lo necesario lejos de su niño. Que le vea crecer. Debe compartir todos los momentos que pueda a su lado. Eso es algo que no debe perderse porque después no hay vuelta atrás.

-¿Cómo estás tan segura de que será un niño?- Quiso saber él  con gesto sorprendido.-

-No lo sé. Algo me lo dice, es como si dentro de mí tuviera esa certeza.- Le confesó su esposa que sin embargo tampoco parecía saber la causa. – Pero es lo que presiento dentro de mi corazón.



Diamante no respondió, se limitó a abrazarla por la cintura. Entre tanto, en un restaurante de la nave, Leval y Amatista cenaban en esos mismos momentos, ambos muy ilusionados. Tanto que al muchacho se le había olvidado completamente incluso la mala experiencia que había tenido con aquellos dioses tan volubles. Amatista por su parte  se preguntaba en voz alta como iban a llamar al niño o niña. Su esposo pensaba en varios nombres, tanto él como su mujer propusieron algunos, pero no les convencían demasiado hasta que...



-¿Qué te parecería llamarle Asthel si fuese niño?- propuso Leval. - Era el nombre de mi padre en su otra vida. Como nadie se llama así ahora, no habría equívocos...

- Y si es niña se podría llamar Maray, como mi abuela.- Repuso Amatista. -La madre de mi madre. Ella no la conoció y seguro que le haría muchísima ilusión. Porque a mí ya me pusieron el nombre de la madre de mi padre.

- Vale,- concedió alegremente Leval. - Me parece un nombre muy bonito. Y ¿quién sabe? Quizás en pocos años podamos usar los dos.



            Amatista sonrió muy feliz, eso sería muy bonito. Al fin cuando terminaron la cena los dos regresaron a casa y se acostaron a dormir. Estaban muy cansados, en verdad había sido un día muy largo. Ya habían apagado la luz cuando un resplandor azulado iluminó la habitación, ¡no podían creerlo! Era Soa que había aparecido justo al pie de su cama.



-¡Oh no, es increíble! ¿Es que nunca nos vais a dejar en paz? - Exclamó Leval levantando los brazos  al aire en actitud exagerada (o quizás no tanto) de contrariedad. -



Pero Soa ignorando las quejas de aquella criatura, les miró curiosa y preguntó expectante



-¡Oid humanos! ¿Cuándo vais a hacer hijos? Tú hembra, decías que estabas embarazada... ¿qué es eso? ¿Son hijos? ¿Qué son los hijos?



            Amatista suspiró, y viendo que no había otro remedio se levantó de la cama y con mucha calma y resignación, se dispuso a explicarle las cosas a la diosa.



- Verás. Cuando hicimos sexo, hace unas semanas, Leval me puso dentro una semilla. Luego esa semilla va creciendo, yo la alimentaré en mi interior y se formará un bebé. Pero eso requiere tiempo.

-¿Cuánto tiempo?- Preguntó su impaciente contertulia.-

-Unos nueve meses.- Le contestó Amatista.-

-¿Solamente eso? Vale.- Sonrió la diosa.- No es mucho, pero si quieres puedo acelerar el tiempo dentro de ti.

-¡No, nada de eso!- Se apresuró a exclamar un asustado Leval.-



            Creía perfectamente capaz a esa loca de hacer algo como aquello. Amatista por su parte, recurriendo al aplomo y serenidad que últimamente se estaba adueñando de ella. Le dijo con más calma.



-Eso no debe ser así. El bebé tiene que irse formando de modo natural. Todo tiene que tener su tiempo porque así está dispuesto que sea.

-Bueno, si tú lo dices. Pero dime una cosa. -  Exclamó Soa con cara de no comprender preguntando de seguido con voz chillona. - ¿No decías que ibas a hacer un hijo?. ¿Entonces que es un bebé? ¿Es otra cosa?

- No. Es un humano como nosotros pero más pequeño, luego crece.- Explicó pacientemente Amatista, proponiéndole a su interlocutora en un golpe de inspiración. - Deberías ir a la sala de maternidad de un hospital y lo verías.

- Sí, iré a verlo.- Asintió Soa ansiosa por hacerlo  para querer saber de inmediato. - ¿A dónde debo ir? ¿Qué es eso de un hospital?

-Es un sitio donde a la gente enferma se la cura. O donde nacen los bebés. Nos llevan allí para que podamos alumbrarlos más seguras.

-¿Alumbrarlo?- Se sorprendió Soa, afirmando divertida.- Si es por eso,  el humano que está contigo puede ponerse a brillar.



            Leval suspiró llevándose las manos a la cabeza, por el contrario Amatista ahogó una carcajada, negando a su vez, comentó.



-Es algo complicado para explicártelo ahora. Mira, ve a esta dirección.- Le dijo mostrándole el lugar a la diosa en una Tablet.- Allí podrás ver muchos bebés. Nosotros tenemos que dormir.

-¿Dormir?. ¿Eso es hacer más bebés? – preguntó la incansable diosa.-

-No, pero lo necesitamos para descansar. O podríamos ponernos enfermos.- Repuso su contertulia.-

-¿Qué es ponerse enfermo?- Inquirió Soa.-

-Es hacernos daño.- Le resumió Leval de modo contundente.-



            Y es que el chico no olvidaba las palabras de ese otro dios que vino en su defensa. Desde luego funcionó. La diosa enseguida declaró algo más concernida.



-No, eso no sería bueno. No podemos haceros daño.

-Pues ve a ver a los bebés, sin hacerles nada ¿eh? Ya verás que monos son.- Le propuso Amatista con el tono meloso que se emplearía con una niña pequeña.-

-Así lo haré. Dormid mucho. - Afirmó una ahora entusiasmada Soa, desapareciendo.-



            Leval suspiró y su mujer volvió a meterse en la cama, él le dijo aliviado mientras la abrazaba.



- Has estado muy bien, conseguiste que se fuese.

-¡En el fondo son como niños! - Rio su esposa que añadió despreocupadamente. - Realmente no creo que sean malos, lo que sucede es que no saben nada de nosotros.

-¡Ja!, pues vaya unos dioses. - Sonrió él de forma irónica. - Las galaxias no tienen secretos para ellos pero les asombra el nacimiento de un niño.

- Quizá porque en el fondo eso sea lo más maravilloso y misterioso de todo.- Suspiró la joven con expresión pensativa. - Más que cualquier otra cosa.

- Vamos a dormir, Amatista,- le pidió él. - Estoy tan cansado que apenas puedo pensar en nada y menos en cosas tan filosóficas. Además, mañana debo incorporarme pronto a la base.

- Tienes razón, mañana hay que madrugar.  Yo tengo laboratorio y pasado llegarán nuestros padres. - Recordó ella con alegría pero agregando con cierto poso de inquietud. - Vamos a estar muy atareados.

             

            Su marido convino en ello. Por fin ambos, sin más sobresaltos, pudieron descansar. Al día siguiente, Leval se marchó a la base y Amatista a su puesto en el laboratorio. El normalmente serio Mazoui, se reía a carcajadas cuando su primo  le contó lo ocurrido en su habitación con esa diosa tan pesada. Mientras, Sandy y Coraíon llegaron por fin a la nave. Ella tenía el día libre pero se acercó a ver a sus amigas al laboratorio, y a Naya que también estaba hoy allí como ginecóloga de Amatista. Todas la recibieron con mucha alegría y corrió a abrazar a la futura mamá. Como no podía ser de otro modo, en una de las pausas se hizo una pequeña celebración. En un cuarto anexo habían dispuesto unos globos, mesas, sillas y algo de comer. (Sandy incluso trajo una de sus afamadas tartas) para festejar esa ocasión.



-¡Muchas felicidades, Amatista!,-  le dijo muy jovialmente Sandy añadiendo. - Estoy segura de que será un niño muy sano.

-De nada, chicas.- No debisteis molestaros.- Respondió ésta muy agradecida.-

-¡Felicidades! - Terció Claudia con jovialidad.-

-Te deseo lo mejor.- Añadió algo más sobriamente Gwen.-

-¿Cómo sabes que va a ser un niño, Sandy?,- le preguntó Satory sorprendida. -

- Es una intuición.- Repuso ésta reafirmándose. - Creo que va a ser un chico.

- ¡Qué curioso!- Comentó Amatista.-  Hablé con mi madre por holo comunicación hace poco y me comentó lo mismo. -

- ¿Tú que prefieres tener? - Quiso saber Sandy con patente interés. -

- Bueno, en el fondo me da igual. - Terció animadamente la aludida. - Lo que venga será muy bien recibido, pero creo que a Leval le haría mucha ilusión un niño.

- Pero, seguro que si fuese una niña también le gustaría. ¿Verdad? - Afirmó Naya uniéndose a la conversación. -

- Claro que sí,- sonrió Amatista agregando con visible orgullo y sentido del humor. - Leval está entusiasmado con la idea de ser padre. ¡me parece que podría envolverle un melón entre pañales y él se los cambiaría! - Rio al sentenciar esto último. -



             Las demás también rieron a carcajadas por la ocurrencia y siguieron conversando bastante rato hasta que terminaron su jornada, después todos los amigos y familia se reunieron a comer. Se contaron sus respectivas experiencias, tanto en la nave como en el planeta. Coraíon les dijo a Leval y Amatista que su casa iba muy adelantada. La tendrían dentro de pocos meses.



-A buen seguro que ya estaréis viviendo allí cuando llegue el bebé.- Declaró.-

-Eso sería estupendo.- Comentó Leval.-

-Sí, me haría mucha ilusión tener a nuestro hijo en casa.- Sonrió Amatista.-

-Mejor será en el hospital. ¿No?- Comentó una perpleja Satory.-

-Bueno, ya me entiendes.- Matizó su amiga.- Poder llevarle a casa después de que nazca.

-Hay otra cosa que han comentado, una especie de sorpresa cuando terminen de construir, pero no sé de qué podrá tratarse.- Comentó Coraíon.-

-A lo mejor nos reducen los impuestos.- Bromeó Leval.-



Todos se rieron de la ocurrencia. Mazoui entre tanto pensaba en hacerle a Satory una proposición más seria, quizá matrimonio, pero aun no se decidía. Alan y Naya escuchaban a su vez, sobre todo ella, con mucha atención. La extraterrestre quería estar al corriente de la manera de hacer las cosas entre los humanos. La verdad es que se sentía muy atraída por su novio y quería saber cómo debía comportarse. Sandy también se planteaba su situación con Coraíon. Él no sabía aún la verdad acerca de cómo era ella. La muchacha dudaba en decírselo, pero, a fin de cuentas, Mazoui había tenido que pasar por lo mismo y ella fue quien le animó, ahora no podría echarse atrás. Pensó que mejor sería conocerle un poco mejor y aceptar su proposición de salir con él. Al principio con calma, luego ya se vería.



-Sí- meditaba la joven científica.- Primero quiero comprobar que los dos podemos llegar a algo más serio. Después… el tiempo dirá.



            Entre tanto en la Tierra, reunidos en el santuario Hikawa como era costumbre, las antiguas guerreras del espacio solar interior celebraban una pequeña conferencia. Usagi se erigía en el centro de un corrillo y declaraba con alegría.



-Al parecer las noticias se han confirmado, Amatista está embarazada. Esmeralda en persona me llamó para decírmelo.

-En cuanto pueda iré a visitarles a ella y a mi ahijado a Bios.- Terció Ami, con visible contento a su vez.- Así veré también a Naya…

-Dales muchos recuerdos.- Le pidió Minako.- Nosotras no podemos ir…

-No, y menos ahora. Por lo que sabemos, este acontecimiento marca un momento muy importante. –Comentó Makoto.- Debemos estar vigilantes.

-Exactamente.- Afirmó Usagi, ya más seria.- Aunque únicamente podremos intervenir llegado el momento. Tú, Ami puedes ir a verles cuando quieras. Mi hija y sus guardianas, junto con Neherenia y su grupo, vigilarán por  allí. Y, dentro de poco, quizás otras antiguas amigas se nos unirán.

-¿Acaso estás hablando de…?- Se sorprendió Rei.-



            Su interlocutora asintió con una sonrisa. No obstante, agregó…



-Eso todavía no ha pasado. Si todo continúa como debe ser sucederá. Pero…

-Ya- la cortó Minako en esta ocasión con tono entre jocoso y resignado.- No nos puedes decir cuando…

-Sí, este cuento ya nos lo conocemos.- Se sonrió Makoto a su vez.-

-¿Y qué pasa con esos dioses?- Quiso saber Rei.-

-No son nada de lo que nosotras nos tengamos que ocupar. Hablé con alguien que me tranquilizó a ese respecto.- Le contestó Usagi sin conceder demasiada importancia a eso. Para de pronto tornar su gesto en otro más grave al sentenciar.- Ahora estoy realmente inquieta por tres cosas. La primera es la situación en Nuevo Vegeta.

-Entonces, ¿las cosas siguen mal?- Quiso saber Rei.-

-Cuando Haruka, Michiru y Hotaru fueron a visitar a Lornd y Setsuna volvieron muy preocupadas.- Comentó Makoto con seriedad.- Y todas las conocéis, no se dejan impresionar con facilidad, ni para lo bueno ni para lo malo.



            Y es que las tres sailors del espacio exterior habían charlado con ella cuando retornaron. Tomando algo en el Flowers And Flavours (con letrero corregido) que Makoto tenía abierto en pleno centro de Tokio. Le informaron que el ambiente en Nuevo Vegeta era realmente hostil. Muchos saiyajin no habían acudido al requerimiento de sus reyes para saludar a sus invitadas. Eso molestó sobremanera a Lornd quien se excusó con ellas sentidamente.



-Le dijimos que no debía darle importancia. Que era una visita informal.- Le contó Michiru a Makoto. – Aun así, todavía recuerdo el rostro de Setsuna, estaba pálida. Apenas pronunció palabra.

-Estaba acompañada de su hijo Bralen, el menor. Un joven muy agradable.- Añadió Hotaru.- Preguntó por su hermana Seren, y nos dio muchos saludos para ella de su parte.

-Y esa chica, Aiona. La hija de Seira, que es tan formidable guerrera como su madre. Y tan hermosa.- Apuntó Haruka aunque lejos de hacerlo con ese retintín pícaro que solía usar en otras ocasiones.-

-Pero Setsuna tiene tres hijos. ¿Acaso el otro no estaba?- Inquirió Makoto.-



            Sus tres amigas intercambiaron miradas de apuro, y fue Michiru quien le contestó con tono inseguro.



-No le vimos. Sus padres nos dijeron que estaba fuera del planeta. No parecían muy cómodos cuando preguntamos por él. Y nadie en la Corte quiso hablar de eso.

-Ahí está pasando algo muy serio.- Afirmó Haruka.- Por supuesto que no nos atrevimos a indagar más. Solamente con ver la expresión de Setsuna nos dimos cuenta de que no hubiera sido una buena idea.

-Nos despedimos pidiéndole que nos llamase si necesitase cualquier cosa.- Remachó Hotaru.-



            Las otras escucharon con mucha atención el relato de Makoto. Cuando esta terminó, fue Usagi quien tomó la palabra para indicar a las demás.



-Ante todo, Seren no debe ser informada de esto. Debemos tener confianza, alguien resolverá esta situación. Pero no será a corto plazo.

-¿Quién es ese alguien, Usagi?- Quiso saber Minako.-



            Pero me gesto de la interpelada le dio a entender a ella y al resto, que esa cuestión iba a permanecer sin respuesta.



-Tampoco podríamos hacer mucho aunque quisiéramos.- Suspiró Minako.-

-Sin embargo, me preocupa lo que pueda hacer Doran, el hijo de Seira y de Calix.- Comentó Usagi.- Traté de hablar con él pero no estaba demasiado dispuesto a atender razones…

-¿Y no pudiste decirle el motivo?- Inquirió Rei.- Eso seguro que le haría comprender la situación. Es un chico listo.



            La aludida movió la cabeza con pesar. Enseguida respondió…



-Setsuna me rogó que no lo hiciera. No quiere que Seren se vea involucrada. Ella está más segura aquí…

-Pero ella sospecha algo, lo sé.- Afirmó Ami.- Ya cuando retornó hace tiempo de su mundo las cosas no estaban bien.

-Pues ahora están muchísimo peor. Al borde de la guerra civil.- Les desveló Usagi dejándolas horrorizadas.-

-En tal caso debemos apoyar a nuestros amigos.- Dijo Makoto.- Es nuestro deber.

-Lo sé muy bien, pero ni Lornd, ni Setsuna nos han pedido ayuda oficialmente.- Repuso Usagi.-

-Está claro que no quieren involucrarnos. Si estallase una guerra y apoyásemos a un bando nos convertiríamos irremediablemente en enemigos del otro. Y entonces eso podría acarrearnos represalias. Como ataques a la Tierra o a la Luna.- Explicó Minako.- Y no podrían garantizarnos protección.

-Por eso no desean meternos en ello. Pero si Seren, en su condición de princesa de los saiyajin acudiera, sucedería lo mismo. También es la Guerrera Plutón ahora. Sería como si nosotros interviniéramos. – Suspiró Rei.- ¡Y sin previa declaración de guerra!

-Por esa razón debemos hacer lo imposible para que Doran no le cuente lo sucedido. Le pedí a Neherenia que tratara por todos los medios de contener al embajador. – Confesó Usagi agregando al parecer con menos inquietud.- El segundo problema ya está en vías de solución. O al menos se pretende atajar antes de que vuelva a manifestarse. Tengo algunas reuniones pendientes al más alto nivel con intermediarios de los gobiernos de la Tierra. A su debido tiempo os informaré.

-Muy bien.- Añadió Ami queriendo saber.- ¿Y la tercera amenaza?...



Su amiga entonces, adoptó una expresión más grave aún si cabía para sentenciar.



- Es la más peligrosa de todas, aunque la menos urgente. Es por esa razón principalmente, por la que debemos prepararnos muy bien. Y sobre todo por la que se han hecho todas estas cosas durante estos años…Tenemos aliados que se están preparando para ser la primera fuerza de intervención. Deben dar tiempo al que tendrá que resolver esa crisis para que esté listo…



            Y ante las atentas expresiones de sus compañeras, la que sería soberana del futuro les dio algún que otro detalle…Entre tanto, en el reino de la Luna Nueva, fue la reina Neherenia quién, tratando de ser fiel a la palabra dada a Serenity, le pidió al embajador que acudiera a sus estancias. Éste no tardó. Enseguida, tras pasar por los preceptivos controles diplomáticos, fue guiado por la joven camarera de la soberana quién tocó a la puerta de las habitaciones de ésta.



-Majestad, soy Anaris, vengo con el noble embajador Doran.

-Que pase.- Se escuchó decir desde el interior.-



            La joven abrió la puerta permitiendo el paso a su acompañante, una vez entró Doran, Anaris cerró quedándose fuera. El saiyajin caminó hacia el fondo de la estancia en donde Neherenia le aguardaba vestida con un informal jersey y unos pantalones vaqueros, al estilo terrestre.



-¿Me mandasteis llamar, Señora? - Preguntó cortésmente él.-

-Muchas gracias por atender mi requerimiento.- Respondió ella de un modo muy diplomático, aunque adoptando un tratamiento más familiar al añadir.- Deseaba hablar contigo sobre un tema muy espinoso.

-¿Acaso os referís al asunto de mi planeta?- Quiso saber su interlocutor.-

-Sí. - Contestó la soberana sin más rodeos.- Enseguida debo regresar a la Tierra, estoy cursando estudios allí como ya sabes. Una muy querida amiga me aguarda. No obstante, antes de eso, debo pedirte un gran favor.

-¿De qué se trata? Si está en mi mano contad con ello, Majestad.- Declaró Doran inasequible esta vez a una mayor familiaridad en el trato.-

-Te suplico que no le digas nada a la princesa Seren de lo que está sucediendo.- Le pidió ella con una mirada llena de intensidad y preocupación.- Por favor.



            El saiyajin movió la cabeza y se paseó nervioso por el cuarto. Tardó unos segundos en ser capaz de replicar.



-Sabéis perfectamente que tengo un juramento de lealtad hacia mis soberanos y que mi deber es, ante todo, la protección de mi mundo.

-Y eso es precisamente lo que te estoy pidiendo.- Afirmó la reina.-

-No, eso es lo que la reina Serenity desea que yo haga. Y no me parece honorable por su parte. Y menos todavía que os cargue a vos con la desagradable tarea de pedírmelo. Decidme. ¿Qué clase de aliados son aquellos que en hora de necesidad dan la espalda a sus amigos? Nosotros siempre hemos acudido cuando la Tierra o la Luna se han visto amenazadas. ¿Y nos lo pagan así?...- Replicó con creciente indignación.-



            Neherenia suspiró, aquello le iba a ser difícil. Entendía el punto de vista de su interlocutor, aunque él no sabía muchas cosas. Por ello, sonrió débilmente y convino.



-Si las cosas fueran de ese modo no podría estar más de acuerdo. Pero, no es así.

-¿En qué os basáis para decir eso?- Quiso saber Doran.- ¿Acaso no sabéis que mi madre y mi hermana han sido humilladas? Al igual que mi padre. Y mi tío Blintz, por no hablar de mi primo Kiros. ¿Es que ignoráis que la autoridad de los soberanos se ha visto puesta en entredicho? ¡Necesitan ayuda!  Si no son capaces de mantenerse firmes o son derrotados…entonces la Tierra y la Luna…

-¡Eso no ocurrirá! - Le cortó Neherenia ahora con un tono más contundente, para preguntar a su vez a su sorprendido contertulio.- ¿Acaso no confiáis en ellos?

-Nada tiene que ver si confío en ellos o no. Mi deber y el de la princesa Seren es estar donde podamos servir mejor a nuestros soberanos y defenderles.- Replicó él del mismo modo.-

-¿Y quién no te dice que, aceptando el consejo de Serenity, no estarías haciendo eso mismo? ¿Quién no te asegura que quizás la reina de la Luna Blanca y de Neo Cristal Tokio está a su vez cumpliendo los deseos de tus soberanos?



            Eso dejó atónito a Doran, ahora sí que no sabía que replicar, apenas sí pudo querer saber…



-¿Me estáis diciendo que?...

-Oficialmente no te he dicho nada. Solo te pido que confíes en mi palabra… Solamente eso.- Suspiró Neherenia quien obsequiándole con una mirada llena de esperanza y algo de temor, insistió.- ¿Lo harás por mí? Por favor…



            Ante aquello al saiyajin únicamente le quedó suspirar también, en su caso soltar el aire e inspirar profundamente para guardar silencio durante unos momentos, bajar la cabeza como si estuviera meditando y finalmente conceder tras esa lucha interna entre emociones…



-Si me lo pedís así…os doy mi palabra. Aguardaré. Pero únicamente hasta tener ordenes de mi mundo. Yo mismo enviaré una misiva a mis soberanos por un canal privado. Esperaré sus instrucciones acerca de cómo proceder. No puedo prometeros más…

-No te pido más que eso.- Sonrió ahora Neherenia con visible alivio en su semblante.-

-¿Cuándo partiréis?- Quiso saber él, acercándose hasta la joven y dedicándola una intensa mirada.-

-Mañana.- Respondió. - Sé que puedo confiar en tu palabra. Por eso me iré más tranquila.

-Yo...



El saiyajin pareció querer decir algo, se aproximó tanto que por unos instantes la soberana se inquietó. Sin embargo, el joven debió reconsiderarlo dado que retrocedió un par de pasos y, tras inclinarse, añadió.



-Os deseo buen viaje, si puedo retirarme ya…

-Claro, os agradezco mucho que hayáis venido, gracias embajador.- Declaró ella rematando con voz queda.-  Por todo…



            Doran hizo otra leve inclinación de cabeza y se marchó. Neherenia se quedó allí, sentada en su sillón, aferrada a un cojín y suspirando con el corazón latiéndole a un ritmo casi frenético…



-¡Ojalá hubiera otro modo! En fin…Ahora debo serenarme y pensar en la vuelta a la Golden…





            La soberana echaba muchísimo de menos a Idina y al resto. Cuando su querida amiga estuvo en la Luna en  las últimas vacaciones las dos lo pasaron muy bien. No obstante, Nehie ya tenía en su mente muchas preocupaciones por aquel entonces. Quizás no trató a Idina con todo el afecto ni la dispensó la atención que se merecía. Luego, su amiga se marchó a empezar en la universidad y ella no pudo acompañarla. A este paso, Neherenia se había perdido ya como de costumbre buena parte del curso. Tendría que estudiar muy duro para recuperarlo. Aparte claro está, de atender a sus labores de gobierno. Y por si eso fuera poco era su deber de aliada el auxiliar a Serenity y Endimión. A consecuencia de ello, se veía obligada a tratar de retener a Doran con palabras suaves y un tono tan suplicante que quizás ese guerrero pudiera interpretarlo de otro modo. Si bien debía admitirse a sí misma que, estando a su lado, se sentía turbada. Era un hombre muy atractivo y fuerte y le atraía sin duda. Sin embargo, a pesar de todo su corazón seguía ocupado por el recuerdo de Granate. Y por si eso  no fuese suficiente su obligación era la de conducirse en todo momento como reina de la Luna Nueva y velar por el bienestar de sus habitantes. Después estaba aquel extraño cometido que le desvelasen en la misma Golden. Otra cosa para la que sus poderes como Sailor Shadow iban a  ser requeridos. Y también, para acabar de rematar aquello, estaba lo que Chibiusa le comentara sobre ese otro proyecto que iban a acometer los gobiernos de la Tierra, para el que precisarían una vez más de su cooperación.  Suspiró entre cansada y aliviada…



-Si yo estoy así de desbordada, no quiero ni imaginar como estarán los futuros reyes de Cristal Tokio…



            Y llamó a su doncella, Anaris enseguida entró en la habitación.



-¿Deseabais alguna cosa, Majestad?

-Sí, por favor, tráeme una tila. -Le pidió tras suspirar.-

-¿Os sentís bien, mi Señora?- Se preocupó la joven camarera.-

-Perfectamente, no te inquietes.- Sonrió débilmente ella que enseguida le explicó. - Es que tengo la cabeza ocupada con un montón de cosas.

-Os irá bien regresar a la Tierra durante un tiempo.- Afirmó Anaris.- Seguro que la princesa Idina os ayudará.

-Claro, gracias.- Asintió su soberana.-



            La muchacha hizo una leve inclinación y se fue a por la tila requerida. Neherenia optó por quitarse los zapatos y tumbarse en la cama, aun agarrada a ese cojín que tenía.



-¡Ojalá fuera una chica normal, cuya única preocupación fuese sacarse sus estudios. Eso de por sí ya es un reto considerable. Bueno, por suerte cuento con Idina y con Heather. Ellas me pondrán al día.



            Los dioses por su parte seguían observando a los humanos con atención. Soa fue al lugar que Amatista le había dicho. Tras recorrerlo un poco de arriba abajo, subiendo por ese primitivo artilugio llamado ascensor, pudo observar a algunas de esas criaturas que llevaban ropajes blancos, azules o verdes y que interesaban por otros humanos que estaban tumbados en eso…

-¡Camas!- Recordó.- Entonces esos humanos están estropeados y esos otros los arreglan. Es divertido.- Pensó.- Aunque no sé porqué tardan tanto, nosotros, los dejaríamos reparados solamente con chasquear los dedos.



            Pero eso no le interesaba, no era lo que ella había ido a ver. Quiso dar un vistazo más de cerca, y mezclarse con esos divertidos individuos. Llegó incluso a adoptar la apariencia humana suya, llevando unos ropajes idénticos a los de esos seres que atendían a los….



-¡Enfermos!- Se acordó.- Eso me dijo la graciosa criatura porta bebés del pelo amarillo. Bueno, voy a ayudarles yo también.



            Ni corta ni perezosa se metió en un habitación en donde un joven humano estaba con sus brazos y piernas tapados por gruesas ropas o algo así. La diosa no se recató en preguntarle.



-A ti ¿qué te ha pasado?

-Tuve un accidente.- Le comentó ese individuo.- Me caí de una grúa que estaba operando y me rompí los brazos.

-¿Por eso te los han tapado con esas cosas?- Quiso saber Soa.-

-Claro, son escayolas especiales y vendas.- Repuso el perplejo tipo sin poder creer que una doctora le hiciera tal clase de preguntas.-



            Aunque quizás, al haberse caído, esa mujer quería comprobar si había sufrido algún tipo de conmoción. Lo que no esperaba  es que le dijese con tono alegre y desenfadado.



-¿Si te curo sería bueno para ti?

-Sería fantástico.- Convino el tipo con escéptico tono. -

-¿Entonces, no te molestaría?- Quiso asegurarse.-

-¿Molestarme?Le estaré realmente agradecido. Dígame que no tendré que estar mucho tiempo ingresado.- Le pidió él esperanzado.-

-No tendrás que estar mucho tiempo ingresado.- Repitió Soa.-



            Y sin perder ni un instante, tal y como había pensado antes, la diosa chasqueó sus dedos para declarar.



-Ya está. Curado.



            Aquel tipo se sonrió moviendo la cabeza para preguntar con cierto tono de malestar.



-No será usted una de esos que van por ahí animando a los pacientes. ¿Verdad? No me parece que lo haga demasiado bien.

-No sé. ¿Eso de animar es bueno para los pacientes?- Inquirió Soa.-

-Sí…supongo. - Repuso el desconcertado chico.-

-Entonces sí lo soy. Bueno humano. Voy a animar a más enfermos. Quítate esas cosas y vete.- Le indicó la diosa quien tras sonreír, salió por la puerta.-



Siguió caminando y tras preguntarle a una graciosa humana morena donde estaban los bebés ésta le indicó que fuera a la planta superior, donde ponía maternidad. Soa así lo hizo. Al llegar se sorprendió cuando vio a un montón de humanos chiquititos en una gran sala. Le recordaban a peluchito pero con mucho menos pelo. Tenía ganas de jugar un poco con ellos. Sin embargo, recordando su promesa de no molestar a esas frágiles criaturas, se limitó únicamente a observar. Aunque quedó perpleja cuando con sumo cuidado se acercó a alguno de esos pequeños seres y le sonrió, el mini humano esbozó una mueca en su pequeña boquita. Ni ese, ni los otros parecían tenerla ningún miedo.



.-Claro, son mucho más inteligentes que los grandes. Detectan que no voy a hacerles ningún daño.- Se dijo.-



Sorprendida y divertida por aquello permaneció un rato más mirándoles. Al cabo de unos instantes vio a una humana grande, vestida de blanco, tomar a uno de esos pequeños seres y mecerle entre los brazos. Aquello la dejó bastante sorprendida. Esa mujer también le colocaba algo en la boca cuando el bebé emitía una especie de chillidos estridentes que los humanos llamaban llorar. En cuanto aquella humana adulta se marchó Soa decidió emularla. Una de las mini criaturas estaba llorando, de modo que la imitó.



-¡Chiiisss, calla, calla peluchito! – le decía con voz cantarina a ese pequeño ser en tanto le mecía a imitación de lo que había visto hacer antes. – Peluchito bonito… ¡chisss!



Y para su sorpresa y satisfacción el bebé dejó de llorar, ella incluso hizo aparecer el mismo artilugio que había visto llevar a la cuidadora de antes y se lo colocó en la boquita al niño. Ahora éste cerró sus ojitos y parecía estar… ¿cómo lo llamaban los humanos? ¡Ah!, sí, durmiendo. Como Soa creyó recordar que eso era muy importante para aquellos seres volvió a dejar al pequeño en su cunita. Muy entusiasmada por sus progresos en el arte de comprender a esas curiosas criaturas parecidas a peluchito se marchó. Recorrió algunas estancias más de ese sitio y curó a todos los humanos enfermos que vio.



-Seguro que el señor Georcael estará contento cuando sepa que he hecho esto. No les he molestado nada y les he ayudado. - Se dijo con satisfacción. -



 Y una vez satisfecha su curiosidad, se reunió con sus compañeros para contárselo.



- Es muy raro,- describió desconcertada - son muy pequeños y tienen la cabeza casi más grande que el cuerpo, pero son muy graciosos. No saben andar, ni hablar, sólo hacen ruidos y se comunican con eso.

-¡Vaya cosa más extraña! - Intervino Zoen que preguntó intrigada.-  ¿Y de dónde salen?



            Encogiéndose de hombros como había visto hacer a los humanos, Soa les explicó lo que la graciosa criatura rubia que iba a tener un bebé le contase. Todos la miraron asombrados excepto Redan que ya conocía un poco mejor esas cosas. Entonces intervino Dialen que dijo de forma indiferente.



-¿Y a nosotros que nos importa eso?  Tenemos una misión muy delicada de la que ocuparnos.



            No obstante Zoen, ignorando a su compañero, siguió preguntando a Soa. Parecía tener mucho interés.



-¿Y de dónde los sacan, los fabrican?

- Ya te lo he dicho,- repuso su compañera con expresión cansina repitiendo una vez más lo que ella había oído de Amatista. - El macho pone una semilla dentro de la hembra y ella lo fabrica dentro de su… - se palpó la zona del vientre sin encontrar la palabra adecuada para nombrarlo y añadió llena de confusión. -  Ésta parte se le hincha, porqué lo lleva ahí dentro.

-¿Qué? ¿Qué lo lleva dentro? ¡Qué primitivo!,- exclamó Zoen horrorizada. -

- Para esos seres debe de ser muy incómodo - especuló Buruk desapasionadamente a la par que añadía con el mismo desinterés. - Son un poco tontos ¿Por qué no los fabrican fuera?

- Pues no les molesta en absoluto.- Rebatió Soa agregando divertida - ¡es más, hasta les hace ilusión, según dicen!...

- A estos humanos no hay quien los entienda,- declaró Dialen demostrando tan poco interés como la mayoría de sus compañeros, más cuando se encogió de hombros para sentenciar.  - Bueno, supongo que el Creador les haría así por alguna razón.

-Sí, y como les ha hecho muy frágiles yo he curado a unos cuantos. Bueno, creo que lo llaman así.- Les contó Soa.-

-¿Qué has hecho, qué?- Se sorprendió Redan, para recordarle con preocupación. – Ya os dije que tenemos órdenes muy claras de no intervenir en los asuntos de los humanos.

-Bueno, no les hice nada que no les gustase. Incluso le pregunté a uno si estaba contento. Me dijo que sí. Eso no va en contra de nuestras órdenes. - Se justificó la diosa.-



            Los demás se miraron si saber tampoco qué decir. Al fin fue el propio Redan quien tomó la palabra, declarando con resignada paciencia y no sin ironía.



- Está bien, ahora dejemos ese tema. Es muy interesante pero tenemos que hablar un poco de la misión que nos ocupa...



             Y esas palabras surtieron inmediato efecto puesto que, todos en corro, se dispusieron a escuchar las indicaciones de su compañero...



                                  anterior                                                    siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)