-Doctora Wallance, es para usted.
-Sí. Aquí Sandy Wallance. ¿Quién es?- Quiso saber
esta.-
-Sandy, soy yo, Satory.- Le comentó su amiga con
tono realmente entusiasta.- Tengo una estupenda noticia que darte.
-¿Cuál?- Inquirió la morena científica que se
sonreía al escuchar a su interlocutora en ese estado tan alegre.-
-¡Amatista va a tener un bebé!. Lo acaba de saber,
Naya se lo ha dicho.- Le contó al fin.-
-¡Eso es maravilloso! – Exclamó Sandy a su vez,
haciendo que el resto de las Fairy Five la observasen perplejas.- Bueno, espero
verla pronto para felicitarla.
-Sí, tenemos que quedar todos. Es una noticia
estupenda.- Convino Satory.-
-¿Y en cuanto a lo demás, va todo bien?- Preguntó su
contertulia con agudeza.-
No
en vano había sentido extraños cambios de energía y sobre todo, esos dioses a
los que Mazoui hizo alusión le preocupaban. Sin embargo, su risueña amiga
enseguida se ocupó de tranquilizarla.
-Sí, todo se ha solucionado. No te preocupes. Bueno,
tengo que dejarte. Ya nos veremos. Adiós.
-Adiós.- Se despidió a su vez Sandy.-
-Parece que te han dado una buena noticia.- Le
comentó una joven científica llamada Claudia López, de cabellos oscuros y ojos
marrones, que ya llevaba más tiempo allí.-
-Sí, nuestra compañera Amatista va a ser mamá.- Les
contó con una amplia sonrisa, añadiendo.- En fin, supongo que no le importará
que os lo haya dicho. Así tendremos un motivo para prepararle una fiesta
sorpresa.-
-¿Fiesta sorpresa, aquí?- Se extrañó Gwen, que era
más seria.-
Aquella
muchacha, de apellido McAllen, con pelo rizado pelirrojo y ojos verdes, no
parecía estar muy conforme con eso. Acababa de llegar haría un par de semanas y
trataba al resto con bastante cautela y distancia. A Sandy en un principio le
pareció algo rara, pero no pudo detectar nada inusual en ella. Posiblemente su
carácter y educación fueran así.
-La comprendo, es complicado encajar en un sitio
nuevo con gente desconocida. Y quizás ella tenga algunas cosas que no desee
sacar a relucir, o haya pasado por malas experiencias. No seré precisamente yo
quien la juzgue.- Se dijo la morena científica.-
Estaba claro que esa forma de ser tampoco era un
crimen y desde luego que esa joven tenía razón en que aquel no era el lugar
apropiado.
-No precisamente en el laboratorio.- Sonrió Sandy
explicándose.- Pero tenemos algunas dependencias vacías que están destinadas a
almacenes donde podemos poner una mesa y sillas y también hay una cafetería en
la nave.
Su
interlocutora no respondió a eso. Posiblemente al tener la doctora Wallance un
rango mayor, junto con la doctora Masters, no convenía contradecirla. De modo
que comentó, esbozando una tenue sonrisa.
-Mis felicitaciones a la señora Malden, espero
dárselas en persona cuando se reincorpore.
Sandy
asintió dejando ya ese tema. Tenía que terminar algunos experimentos y aprovecharía desde luego para llamar a
Coraíon y contárselo. Era un pretexto tan bueno como otro cualquiera para que
ambos quedasen a celebrarlo. Animada con esa posibilidad se centró en su trabajo.
-La verdad es que estoy deseando que Amatista se
reincorpore. Además de echar de menos a esa alocada, nos hace bastante falta. –
Pensó con afecto.-
Al fin, en cuanto concluyó su jornada quiso llamar a
Coraíon aunque este no respondía. Tras insistir un par de veces prefirió darle
una sorpresa. Fue a buscarle a la zona de viviendas provisionales donde el
muchacho se alojaba en la nave. Vestida de manera muy elegante y sugerente, con
un vestido verde claro de amplio escote y zapatos de tacón, llamó a la puerta.
-¿Sí?- Se escuchó la voz del chico a través del
telefonillo.-
-Soy Sandy. Venía a contarte algo.- Le respondió la
joven.-
-¡Un momento! -Pidió el muchacho que parecía
azorado, admitiendo.- Es que no estoy muy presentable.
Sandy
se rio, ¡desde luego los hombres no eran así! Al menos la mayoría. Les solía
dar igual lo que llevasen puesto. Todo lo contrario que a una mujer.
-Yo desde luego me he puesto presentable.- Se dijo
divertida.-
Bueno De todos modos, ella se había presentado sin
avisarle. No se lo podía reprochar. Al cabo de unos momentos, el joven salió a
abrir llevando una bata. Lo cierto es que estaba en pijama tras haber dormido
un rato. Había tenido mucho trabajo, bajando y subiendo al planeta para ir
inspeccionando los proyectos en los que participaba.
-Pasa, por favor. Dime ¿Ha sucedido algo?- Quiso
saber con gesto inquieto.-
-Nada malo. Al contrario.- Le sonrió ella, para
desvelarle.- Tus primos están esperando un bebé.
-¡Vaya, cuanto me alegro!- Exclamó él, añadiendo al
punto.- Eso hay que celebrarlo. Si me das unos minutos me ducharé y me pondré
algo presentable, y salimos a tomar algo por ahí. ¿Te parece?
-Claro.- Asintió ella mirándole intensamente.-
Desde
luego que Coraíon sintió esa mirada. Y se le pasaron algunas ideas por la
cabeza sobre como poder celebrar aquello de un modo más íntimo, como ofrecerle
a esa beldad una ducha compartida, pero enseguida se controló y fue directo al
cuarto de baño, no sin antes pedirle a su visitante con visible apuro.
-Siéntate por favor. Lo lamento. No tengo nada para
ofrecerte. Es que, ya sabes, voy y vengo al planeta…estaba durmiendo un poco.
-Siento haberte despertado.- Se disculpó la
muchacha, admitiendo.- Soy yo quien ha venido de improviso…
-¡No, no! Es estupendo. Quiero decir, me alegra
mucho que hayas venido. - Sonrió enseguida él, quien algo azorado se fue
directo a la ducha.-
Sandy
no pudo evitar reírse. Ese chico era un encanto. Al menos muy auténtico desde
luego. Percibía con claridad que no impostaba ni trataba de ser educado.
Realmente estaba muy contento ( en todos los sentidos) de tenerla allí.
-No dudo de que le habrán cruzado algunos de esos
pensamientos por la cabeza. Igual que a mí. Pero mejor será tomar algo
primero…después…puede que volvamos aquí y me ofrezca probar su cama. Por un
lado no me disgustaría, aunque de otro me decepcionaría bastante. - Se dijo con
resignada certeza.-
Entre tanto oía como el chico daba el agua y se
duchaba, ella recorrió con la vista ese salón apenas si decorado con un sofá
dos sillas y una mesa. Tenía una holo tele eso sí, y algunas holo fotografías.
-Deben de ser sus padres.- Se dijo al contemplar una
de Coraíon, de niño, junto con otro crío algo más pequeño y un hombre y una
mujer.-
También
tenía otra con dos apuestos individuos, un chico y una chica, de cabellos
largos y castaños. La muchacha parecía mirarle con mucho embeleso en esa holo
fotografía. Decidió no sacar conclusiones, quizás se tratase simplemente de una
amiga.
-Eso es algo que no se puede saber, si no veo su
reacción al mirar la imagen o no tengo a esta chica delate. Las apariencias
engañan, si él viese mis holo fotos tampoco tendría idea de cómo soy.-
Reflexionó entristeciendo ahora su semblante.-
Y
es que ahora se sentía como una intrusa. Era irónico, a ella jamás le había
gustado que nadie escarbase en su intimidad. Le había costado mucho abrirse y
confiar en sus amigos más cercanos. Por fortuna, ellos la habían aceptado y
conocían su secreto. Pero ese, (al menos que a ella le constara) no era el caso
de Coraíon. Y Sandy desde luego, sentía algo más por ese muchacho de lo que
podría ser tomando como una mera amistad. Cuando le miró de esa manera tan
sugerente él enseguida reaccionó. De todos modos, ella no deseaba recurrir a
sus instintos y habilidades para atraerle. Aunque quizás eso no le hiciera
falta.
-No, además sería injusto, Ya no quiero ese tipo de
relación.- Se dijo moviendo la cabeza.- Si es que él y yo pudiéramos llegar a
algo…
Tras
unos minutos el sonido del agua cesó y apenas cinco minutos después escuchó la
voz de Coraíon.
-Enseguida salgo.
-No hay prisa.- Repuso jovialmente ella.-
Y
así fue, en apenas otros cinco minutos, ya vestido con una chaqueta y un
jersey, además de pantalones vaqueros y unos zapatos, el muchacho hizo acto de
presencia. Tenía buena planta y la ropa le quedaba muy bien. Siendo además alto
la propia Sandy podía lucir esos tacones junto a él quedando todavía algunos
centímetros más baja que el chico. Al verse juntos en un espejo de la entrada
del apartamento, desde luego que hacían buena pareja. Pero también recordaba haberla
hecho con Glenn hasta que él averiguó su secreto.
-¿Estas bien?- Le preguntó Coraíon entonces al
advertir como su gesto se ensombrecía.- Lamento haberte hecho esperar.
-¡No, no! - Se apresuró a rebatir la muchacha.- Lo
siento, pensaba en cosas del trabajo.- Pudo improvisar.-
-Ya, lo entiendo. Tenemos mucho que hacer y es
agobiante.- Convino el joven.-
Abrió
la puerta dejando pasar a Sandy primero, tras tomar un deslizador se dirigieron
a una de las cafeterías que solían frecuentar. Allí sentados retomaron la
noticia que ella le había dado.
-¡Eso es estupendo! ...me alegro por mis primos. –
Afirmó el muchacho. -En cuanto pueda iré a verles.
- Yo espero poder ir mañana mismo - le dijo Sandy
muy animada también. -Tengo muchas ganas de verles para felicitarles. Pediré un
permiso de tres días, así podré estar con todos mis amigos. Y espero poder
hablar con mi padre. Hace ya días que no sé nada de él.
- Escucha.- Le dijo Coraíon ahora en un tono más
serio. - Sandy, me gustaría ir contigo a visitarles…
-Claro.- Sonrió la muchacha asintiendo.-
Pero
él daba la impresión de querer decir algo más. Y tras unos instantes de duda,
se decidió.
- Y cuando
volvamos quiero pedirte que salgas conmigo.
-Pero si ya estamos saliendo.- Repuso ella
pretendiendo no comprender.-
-Ya sabes a lo que me refiero.- Afirmó el chico no
dejándose engañar por esa pretendida ingenuidad y sentenciando con un tono más
íntimo.- Me gustaría compartir muchas más cosas contigo que algunos cafés o
paseos ocasionales.
- Bueno, esa es una proposición más seria.- Sonrió
la chica de forma algo forzada a la vez que parecía rebuscar las palabras para
responder. -Tengo que pensarlo. Además, tú aún no me conoces bien, ni yo a ti.
- Claro, lo entiendo,- aceptó algo él con un tinte
de decepción. Aunque de inmediato animó su tono para insistir.- Piénsalo por
favor. Podemos ir poco a poco si lo prefieres. Así podremos conocernos mejor
los dos.
- Lo haré - sonrió ella ahora algo más distendida, al menos en apariencia, para añadir un
prometedor. - Hablaremos cuando volvamos...
Por
lo menos, ese muchacho se estaba declarando. No le proponía irse a la cama sino
algo más romántico. Ella estaba ilusionada y al tiempo asustada. No la había
defraudado, no era el típico tío que, viéndola, deseaba rápidamente acostarse
con ella y trataba de ganar puntos para conseguirlo. Y en tanto se despedía del
muchacho tras esa improvisada cita, pensaba.
-Lo supe en cuanto le vi.- Tuvo que admitirse a sí
misma, meditando con una mezcla de preocupación y tristeza.- Me gusta, es
encantador, guapo y buena persona. El problema no está en él…
También en la nave, Alan cenaba con
Naya en el apartamento de ella y la chica le contó lo ocurrido.
-De modo que Amatista está embarazada. ¡Es una gran
noticia! Mi primo Leval se habrá alegrado mucho.
-Sí, eso parece. Al menos pudieron solucionar ese
problema tan difícil.- Le comentó su interlocutora.-
Lo único que le molestó a Alan era no poder haberle
echado una mano a él, a Mazoui y al hermano de su novia, en el combate. Aunque
también era consciente de que si ni sus poderosos primos, ni Giaal, pudieron
hacer nada frente a esos seres tan terribles, él apenas habría sino estorbado,
de cualquier manera le comentó a su interlocutora, no sin desazón.
- Me habría gustado ayudarles, por lo menos estar
ahí junto a ellos. Pero no me he enterado de nada.
- No te preocupes,- le animó su pareja con su dulce
y jovial tono. - No has tenido la culpa, nadie te lo ha dicho. No tuvimos
oportunidad. Y esos seres son tan poderosos que ninguno podríamos haber hecho
nada contra ellos.
- Me cuesta creer algo así. – Afirmó el chico quien,
sin embargo, meditó un momento para declarar. – Mi padre ha investigado el
mundo de lo sobrenatural desde hace años. A mí y sobre todo a mi hermano Lance,
nos ha enseñado algunas cosas. Quizás esos seres provengan de alguna de esas
dimensiones paralelas.
- No lo sé. – Suspiró Naya que remachó con más
rotundidad. – Pero cuanto más lejos se mantengan de nosotros, mucho mejor.
-Quizás cuando hable con mi padre se lo pueda comentar,
por si nos diese algunas pistas.- propuso él.-
-Creo que es mejor olvidarnos de ellos.- Le contestó
una apurada Naya.-
Desde
luego la chica no tenía el menor deseo de provocar de ningún modo a esos seres.
Sería mejor no tentar la suerte. Así se lo expresó a su interlocutor.
- Bueno, pues entonces dejemos eso ahora – le sonrió
animosamente el joven tomando una de las manos de su interlocutora entre las
suyas para decir. – Espero que mi familia venga pronto a vernos. Quizás les
llame a ver si vienen a visitarme. Aun no te conocen. – Le recordó
transmitiéndole de este modo las ganas que tenía de que lo hicieran. -
- Ni los míos te conocen a ti, pero seguro que les
parecerá bien que tú y yo salgamos juntos.- Sonrió la chica con su
inconfundible tinte optimista. -
- ¿Y por qué no se lo iba a parecer? Nuestros padres
eran amigos entre sí.- Le recordó Alan con idéntica ilusión. - Supongo que
estarán encantados.
Aunque
ahora fue Naya la que se ensombreció un poco comentándole no tan convencida
como antes.
- No sé, a mis padres seguramente no les importará,
pero los tuyos. Imagina la cara que pondrán cuando sepan que sales con una
extraterrestre.
-¡Por si no lo sabes, mi madre vino de otro planeta!
- Rio él añadiendo ahora con más seriedad. -Cuando yo me enteré también me
quedé muy sorprendido. Luego descubrí que había sido una justiciera y de que
después había pasado el relevo a mi hermana pequeña. Yo nunca había sabido nada
de eso, ni he luchado en ese tipo de batallas jamás, sólo aprendí karate con mi
padre. Puede que solamente sea un tipo común y corriente pero ellos no lo son.
No te preocupes, no les parecerá nada raro que tú seas extraterrestre. Además,
a mí me encanta cuando estas en tu forma natural. Tan verde lechuga y con esas
orejitas puntiagudas tan monas. - Añadió
entre meloso y divertido. -
-¿De verdad? ¿Te gusta? – Inquirió una esperanzada
Naya.-
-Me encanta.- Corroboró él.-
La joven esbozó una amplia sonrisa y transformó su
apariencia, su piel adquirió una tonalidad verde clara aceituna y su pelo se
alargó con un color rosado y un par de mechones azules a tono con sus ojos que
pasaron a ser de un tono oscuro de aguamarina en tanto ella le preguntaba.
- ¿Así te
parezco más guapa?-
- Más guapa y más sexy.- Añadió Alan que besó a Naya
en los labios con suavidad. – No me resisto cuando te veo así…
Su novia sabía de sobra lo que él iba a responder,
pero le encantaba oírselo decir. Además, así le hacía pagar por una broma que
le gastó. Alan todavía recordaba cuando, unos pocos días antes, ella se había
desvelado por primera vez con su forma real. En esa ocasión el joven casi metió
la pata hasta el fondo. Ambos paseaban por un parque de la nave en tanto
charlaban precisamente sobre sus familias…
-Creo que tus padres y los míos son amigos desde hace
muchos años. – Decía él. -
-Sí, algo me contaron a mí también, - admitió Naya
tratando de recordar. - Lucharon juntos contra un peligro muy grande. Tanto
ellos como los padres de Leval, Amatista, Mazoui y Coraíon.
-¿Entonces tus padres se marcharon a un planeta
lejano con tu hermano cuando eso terminó?- Inquirió Alan acercándose hasta ella
con lentitud. -
-Sí, ellos buscaron comenzar su vida en otra parte y
resulta que se encontraron a muchos compatriotas que habían juzgado perdidos
para siempre.
-¿Compatriotas? ¿De qué país son?- Quiso saber Alan
atrayendo a Naya hacia sí para besarla. -
-Bueno, más bien de que raza - repuso Naya, que
ahora parecía sentirse incómoda, apartándose suavemente cuando le confesó. -
Verás Alan, debo decirte algo, algo muy importante… yo no soy humana.
-¿Ah no?- Sonrió él - ¿Qué eres entonces?
-Pertenezco a una especie llamada del Árbol Makaiju.
-¿Eso quiere decir que no podré besarte?- Rio él. -
-No bromeo, Alan, éste no es mi verdadero aspecto.-
Le confesó Naya algo turbada. -
-¿Y cuál es?
-Quiso saber él. -
-No estoy segura de querer que me veas.- Susurró
ella temerosamente. -
-¿Por qué no? Seguro que eres preciosa.- Afirmó él -
Naya
pareció dudar, pero ambos estaban lejos de la vista de la gente, en un parque
de la nave. Así que ella le dijo.
-Me mostraré en mi auténtica apariencia. Pero por
favor, prométeme que no te asustarás.
-Descuida, no me asustaré - declaró Alan levantando
una mano en forma de promesa solemne. -
La
muchacha comenzó a emitir un aura verdosa y lentamente sus rasgos comenzaron a
cambiar. Alan no podía apartar la vista de ella mirándola anonadado. La chica
cambió el tono claro de su piel por otro de tonalidad verde algo aceitunada, su
pelo se tornó rosado con un par de graciosos mechones azules y sus ojos se
alargaron con un bello color aguamarina profundo y oscuro en tanto sus orejas
se hacían puntiagudas. Alan entonces la observó abriendo los ojos y exclamando
con teatralidad.
-¡Socorro!...
La pobre chica quedó desconcertada, él se tapaba la
cara con las manos…
-¡Me lo prometiste! - Pudo decir con evidente cara
de pesar. –
-Y lo he cumplido – sonrió ahora el chico quitándose
las manos de la cara para aseverar. - ¡Era una broma, tonta!
Y el inicial gesto de pesar de ella se convirtió en
otro de enojo. La muchacha se sentía realmente mal por aquello y así se lo
dijo.
-¡No tiene ninguna gracia! Para mí no ha sido fácil,
¿por qué te burlas?...
Alan se dio cuenta de que aquello había estado fuera
de lugar y enseguida reaccionó sujetando suavemente a la chica de los hombros
antes de que ella tratara de marcharse sin haber recobrado su apariencia humana
todavía.
-Escúchame. ¡Te pido perdón! No pretendía ofenderte.
De verdad. – Le pidió muy apurado.- Lo siento.
Aunque ella no parecía muy dispuesta a disculparle,
se soltó del agarre e incluso se giró, aunque percatándose de que seguía con su
forma alien no se atrevía a salir corriendo. Y es que se sentía tan dolida que
ni se había preocupado de eso. Pero Alan era insistente, con rapidez se puso en
frente suya y ésta vez dobló una rodilla ante la ahora atónita Naya para
afirmar en tanto tomaba una de las manos de ella entre las de ella.
-Soy un idiota, te suplico que me des otra
oportunidad. Jamás volveré a disgustarte de este modo. Te lo prometo. Puedes
creerme.
-¡Creía que te habías sentido horrorizado al verme
con este aspecto! – pudo sollozar ella ahora. –
El chico se levantó, dándose realmente cuenta de lo
que esa estúpida broma había afectado a esa pobre chica realmente. Se maldecía
una y otra vez. No creyó jamás que ella pudiera tomarlo de esa manera. Pero
ahora veía hasta qué punto era de corazón puro y noble. Y además muy sensible.
La observaba mirar hacia el suelo con lágrimas en los ojos como si ahora se
avergonzase de que él la viese con su forma real.
-Lo siento mucho.- Le susurró con afecto.- No quise
herirte. De veras que no.
-Entonces, ¿no piensas que soy un monstruo? - Pudo
preguntar la joven tratando de enjugarse esas lágrimas.-
Alan sujetó
la barbilla de su pareja con un dedo y la elevó con suavidad. Con un tono
todavía más dulce y considerado si cabía, le susurró.
-¿Cómo podría pensar eso de ti? ¡Eres una
preciosidad!. Así te llamaría yo.
-¿Cómo lo sabes? – Se sorprendió ella informándole.
-Mi nombre significa precisamente preciosa.
-Tus padres lo eligieron muy bien. Eres la chica más
linda que he visto nunca. En todos los aspectos, humana o no. Y no lo digo
solamente por tu apariencia. Es el interior lo que más me gusta. Estás llena de
bondad y de afecto. ¿Ahora, puedo besarte?
Su interlocutora
sonrió, Alan le enjugó por completo aquellas lágrimas en tanto la miraba
directamente a los ojos. Entonces la
joven asintió y el chico juntó sus labios a los de ella en una forma suave. La
misma Naya le abrazó y prolongaron el beso con más intensidad. Cuando se
separaron el muchacho le susurró al oído.
-Naya, te quiero y deseo que te cases conmigo algún
día.
Ella
le miró perpleja. Pudo decir aun aturdida.
-¿Casarnos significa estar juntos para siempre?
¿Cómo hicieron mis padres?
-Sí, claro, eso espero - respondió Alan. - ¿Y sabes
una cosa? Tus padres se casaron al mismo tiempo
que los míos, junto con mis tíos Roy y Beruche, hicieron una triple
boda. Al menos, eso nos contaron a mis hermanos y a mí cuando éramos niños.
-No lo sabía. A mi hermano Giaal y a mí nunca nos
han contado demasiado sobre esa época de sus vidas.- Sonrió Naya que iluminó su
rostro al hacerlo. - Debió de ser muy bonito.
-Como lo será el día en que tú y yo nos casemos.- Le
aseguró él. - Si me dices que sí.
-Claro que sí- convino ella. -Yo también te quiero,
Alan. Y me hace tan feliz que me aceptes en mi auténtica forma.
-Eso no es nada difícil, eres aún más bonita, pero
si te digo la verdad. Yo ya sabía cómo erais los de vuestra raza.
-¿Ah sí? ¿Y cómo es posible eso? - Inquirió Naya con
sorpresa. -
-Mis padres guardaban películas de ellos y de los
tuyos cuando eran jóvenes y tus padres aparecen en sus dos formas.
-¡Me lo podías haber dicho, tonto!- le amonestó ella
con pretendido o quizás no tan impostado enfado. -
-Entonces no habría sido tan emocionante.- Se rio él
que recibió un buen capón. -
-¡Eres un pillo! - Dijo Naya abrazándose a él.- Pero
te quiero...aunque jugaras con ventaja.
Sin
embargo, el joven se mostró serio ahora y eso la sorprendió, más cuando él
declaró, esta vez sin ningún tono de broma.
-Verás Naya – le confesó.- Estoy dispuesto a todo
por ti. Pero quería saber si tú estabas dispuesta a lo mismo.
En
un principio la joven no supo cómo tomarse aquello, pero después comprendió. Si
había esperado que él la aceptase por amor, lo justo es que Alan hubiera
pretendido que ella fuese capaz de confesarle como era realmente por la misma
razón.
- Sí - sonrió la chica.- Ahora lo entiendo. Claro
que estoy dispuesta a todo por ti.
- Entonces una vez que tengamos nuestras vidas
encarriladas me sentiré muy feliz de hacerte mi esposa y de ser tu marido. Si
me aceptas.- Le aseguró su contertulio.-
- Te diré que sí – convino ella, afirmando a su vez.
– Cuando estemos listos.
Él todavía se acordaba de aquello, suspiró con una
sonrisa. Su novia le miró algo extrañada y le preguntó, sacándole de esos
recuerdos.
-¿Qué pasa, porqué sonríes?
-Porque me siento muy feliz. Tengo aquí a la chica
más guapa del mundo. Bueno de éste y de otros cuantos más. – Replicó en tanto
la besaba suavemente en los labios. – La más maravillosa y dulce de todas.
Y la muchacha se dejó hacer entregándose con su
novio a la par que se dedicaban mutuas caricias. Así lo recordaban ahora en
tanto terminaban de cenar y se disponían a repetir esa experiencia que los
humanos llamaban amor, cuando se referían al apareamiento, en el apartamento de
ella… Mientras tanto pasaron las horas y ya en el espacio Roy, Beruche,
Diamante y Esmeralda venían en una nave que hacía una ruta regular entre la
Tierra, la gran nave asteroide y Bios.
Kerria dijo que ella iría con sus primas a las que avisó poco tiempo antes. A
Katherine le fue relativamente fácil decírselo, pero Idina parecía estar muy
liada en su universidad con algunos asuntos importantes. No obstante, la joven
le prometió que, en cuanto los solventase, iría encantada. También Tom y Cooan,
Ail y Ann y Petz y Zafiro, habían anunciado su intención de ir. Todos estaban
muy deseosos de volver a estar con sus hijos y además tenían curiosidad por ver
por vez primera ese nuevo mundo que estos habían ayudado a poblar. Así las
cosas ahora estaban descansando, cada cual con su pareja. Roy por ejemplo,
hablaba con Beruche en el camarote de ambos, miraba al espacio y él le dijo en
un tono de profunda añoranza.
- Parece que fue ayer cuando tropecé contigo en los
pasillos de la Universidad. Y ahora vamos a ser abuelos...
- Nos hacemos mayores – admitió ella suspirando. –
Lo cierto es que no había pensado mucho en ello hasta que nuestro hijo salió
con esa nave. Ahora me doy cuenta de cuanto tiempo ha pasado...
Su
esposo puso en el holo proyector una canción antigua que era perfecta para la
ocasión y suspiró recordando a la par que añadía.
Debería haber sabido que parecía demasiado fácil
Estabas allí y me sentía triste
Extraño
¿No piensas que parezco mayor?
Pero algo bueno me ha ocurrido
El cambio es un extraño al que tienes todavía que
conocer
Estaremos fuera de tiempo
Te dejaré ir
Estarás tan bien por todo lo que sé
Estás fuera de tiempo
No soy el hombre que tú quieres
Roy
rodeó a su mujer cariñosamente con ambos brazos. Ella apoyó la cabeza contra el
pecho de él que suspiró…
- Si, ¡cuánto tiempo! Treinta años quizá. Aún tengo
el recuerdo de nuestras antiguas vidas, de quienes fuimos, pero no de muchas
cosas concretas que ocurrieron. Sólo recuerdo bien lo que me ha ocurrido en
esta vida después de conocerte, o mejor dicho, de volverte a ver.
- Yo ya casi no recuerdo nada de mi vida anterior,
¡si casi ni me acuerdo de cuando llegué a la Tierra! , cuando era una servidora
de la Luna Negra. Entonces tan sólo era una cría. Ha pasado tanto tiempo, ¡han
pasado tantas cosas! También me parece que fue ayer cuando me convertí en una
mujer normal. Cuando te conocí, nos casamos, nacieron Leval y Kerria y
ahora...nuestro chico va a repetir la historia. Tendrá un hijo y algún día será
también abuelo.
Debería haber sabido que parecía muy fácil
Estabas allí y pensé que te necesitaba
Extraño
¿No piensas que parezco mayor?
Pero algo bueno me ha ocurrido
El cambio es un extraño al que tienes todavía que
conocer
Estaremos fuera de tiempo
Te dejaré ir
Estarás tan bien (o puede que no)
- Lo mejor de todo. – Puntualizó él – es que
nuestros hijos y nietos puedan vivir en paz. Ser felices y no tener que pasar
por lo que nosotros tuvimos que sufrir.
- Estoy de acuerdo. – Convino su esposa que agregó
con gran satisfacción y orgullo. - De todas las cosas que hemos hecho, lo más
maravilloso y al tiempo difícil ha sido criar a nuestros hijos y ayudarles a
ser buenas personas. Ahora les toca a ellos repetir la historia. Y estoy
convencida de que lo harán muy bien. Con la ventaja de que podrán contar con
nosotros, ¿verdad, Roy? Seremos para nuestros nietos los abuelos que nuestros
hijos no pudieron tener.
-Así es, cubito. No habrá mejores abuelos en el
mundo que nosotros.- Sentenció su esposo.-
Estás fuera de tiempo
No soy el hombre que tú quieres
Nunca debí haber mirado atrás en tu dirección
Sé que solo son las mismas viejas peleas otra vez,
cariño
Esos días desperdiciados sin afecto
No soy ese tono más, cariño…
(Older. George Michael, crédito al autor)
Bertie
sonrió levemente ahora para comentar al término de la música con claro tinte de
ironía.
-Desde luego, vaya una canción que has elegido para
tratar de seducirme.
Él la escuchó asintiendo con gesto reflexivo, mas
repuso con su habitual tono bromista para eliminar la melancolía que se había
adueñado del ambiente.
-Esa canción no iba por ti, tonta, sino por mis
pasadas correrías. Desde que te encontré otra vez me hice de verdad mayor. Y
con eso quiero decir más responsable.- Se apresuró a matizar por si su esposa
le lanzaba otra de sus puyas.-
Beruche
se rio ahora. Dándose la vuelta para mirar a su marido replicó con visible buen
humor.
-Ya lo sé…Si hasta cuando nacieron Kerria y Leval te
convertiste en el padre modelo. Eras la mejor canguro que nunca hayan tenido,
¡ji, ji, ji!
Y
fue el turno de su interlocutor de reír ahora para replicar del mismo modo
jovial.
-¡Eh!, pues cuando nuestro nieto o nieta nazca no
pienso cambiarle los pañales tanto como a nuestros hijos. De eso te encargarás
tú, ¿vale? Yo les enseñaré solamente las tradiciones familiares, comer con
apetito de saiyajin, jugar al baloncesto y sobre todo, pelear.
-¡Anda ya! – Replicó Bertie que le sonrió divertida
dándole unas palmaditas en una mejilla
para añadir jocosa. -¡Qué te lo crees tú eso, viejo chocho!..
-¿Chocho? ¡Ahora veras si estoy chocho!...- Exclamó Roy que levantó en brazos a Beruche y
se tiró con ella a la cama, entre las risas de su mujer y las suyas propias. -
Por
su parte Diamante y Esmeralda habían tenido una conversación similar evocando
sus antiguos recuerdos, él acariciaba a su esposa que le decía entre pensativa
y melancólica.
- Cariño, ¿te das cuenta de cómo pasa el tiempo?
Como recuerdo la de veces que llevaba de paseo a Amatista a la salida del
internado. Caminábamos por el parque al atardecer, le daba la mano y le iba
narrando historias. ¡Me hacía esas preguntas tan graciosas! A veces le compraba
algún juguete, ¡y ella se alegraba tanto! Después me contaba las cosas que
hacía en la guardería ¡Era una niña tan bonita! ¡Cómo añoro esos días y cómo me
hubiera gustado haber pasado más tiempo con ella!
Diamante curvó sus labios en una leve
sonrisa y puso una mano sobre los hombros de su esposa animándola.
- Sí. Pero ya no tenemos máquinas del tiempo y no
podemos dar marcha atrás al reloj. Nuestra niña creció y es una mujer casada
que dentro de poco va a ser madre a su vez. Aunque míralo por el lado bueno, tú
y yo seremos abuelos y podremos pasear a nuestro nieto o nieta.
- Por un lado lo estoy deseando.- Suspiró su
contertulia sentenciando con un
enigmático.- Sin embargo por otro…
Diamante
la miró sorprendido. No sabía que estaría pasando por la mente de su mujer. Así
le preguntó.
-¿Qué ocurre? ¿Acaso no estás ilusionada?
-Claro que lo estoy.- Se apresuró a responder ella
que enseguida le aclaró.- Pero es que veo como se nos escapa el tiempo entre
los dedos. No deja de ser una ironía. ¿Verdad?
-Es verdad.- Comentó él suspirando.- Nosotros que,
llegamos a acusar a los soberanos Serenity y Endimión de prolongar la vida con
artificios antinaturales.
-No somos miembros de la familia de la Luna Blanca.-
Repuso Esmeralda.- Y eso puede comprobarse cada día que pasa.
Ahora
fue su interlocutor quién la besó en los labios con suavidad y tomando
cariñosamente el mentón de su esposa en una de sus manos repuso con optimismo.
-Todavía nos queda mucho por disfrutar. Y sobre todo
ahora, cuando el bebé nazca. Ver cómo crece. Y tú podrás darle mimos y
comprarle cosas como hacías con nuestra hija. Será como revivir esa bonita
historia otra vez.
-Tienes razón. - Convino Esmeralda recostándose
sobre el pecho de su esposo y añadiendo convencida. - Si, será tan bonito como
antes, pero tendré algunas arrugas más. - Sonrió para agregar con una no
disimulada pena, fingida en un cincuenta por ciento tan sólo - y no creo que
los hombres me miren como entonces.
-¡Pero bueno! - exclamó Diamante aparentando un jovial enfado. - ¿Cómo que te
miren los hombres? ¡De eso nada, tú eres mía y muy mía, abuelita!
-¡Tonto!, no me llames abuela antes de tiempo.- Protestó melosamente Esmeralda que le untó la
cara con crema del cutis mientras se reían. -
Pasadas esas risas ella añadió, repitiendo con un
tono que podía entrever un cierto reproche hacia sí misma.
-Ojalá hubiera pasado más tiempo con nuestra hija
cuando era pequeña. Si hubiéramos estado juntos más veces. Si yo misma hubiese
compartido más momentos a su lado…
-Estuvimos juntos siempre que pudimos. – La animó su
marido con tono comprensivo para justificar. – Pero nunca fue fácil. Debimos
enfrentar muchas amenazas y luego nuestros trabajos.
-Es curioso. En esos días me influyó mucho la manera
en la que crecí. Con mi padre en la Corte, fui criada por droidas. Eso me
parecía tan natural que no vi nada extraño en dejar a Amatista en el
internado. Debí recordar lo feliz que
fui cuando estuve sirviendo a tu madre.
-Yo tampoco fui todo lo buen hijo que debía.-
Admitió Diamante no sin pesar.- Mi padre tenía mucha carga de gobierno y quise
ayudarle. Eso me hizo descuidar mucho a mi madre. Y cada vez que pienso en
ello, no sé. ¡Ojalá la hubiera escuchado mucho más!
Esmeralda
asintió. Los dos se lo habían planteado ya hacía años. De todo lo que sucedió
cuando estuvieron controlados por el mal en Némesis quizás eso era lo que más
les dolía.
-La reina Amatista fue como una madre para mí.-
Musitó Esmeralda.- Perderla fue terrible. Si ella hubiera vivido quizás ese
maldito Sabio no nos hubiera podido llevar a la perdición.
Su
esposo frunció el ceño, no le gustaba en absoluto que se mentase a ese maligno
encapuchado.
-Olvídalo, eso ya pasó. Y hemos sabido rehacer
nuestras vidas.- Afirmó el príncipe.-
- Es cierto. Luchamos, y conseguimos triunfar en
este tiempo. Nos hemos esforzado mucho para destacar.
-Será que somos de natural vanidosos.- Sonrió
levemente Diamante, para admitir.- Ese tontaina de Roy no va muy desencaminado
en eso, cuando me llamaba principito presumido.
Esmeralda
se sonrió, aunque enseguida reconoció a su vez.
-Desde que pude volver a la vida, he estado luchando
para marcar diferencias en todo lo que he podido. Y más que nada en el trabajo.
Madame Deveraux ya me lo advirtió. Me dijo: niña, tienes una bonita familia.
Disfrútala porque el tiempo vuela. Y yo apenas sí la escuché. Deseaba mantener
vivo su legado y que su firma fuera la indiscutible número uno. Quizás por eso,
casi sin darme cuenta, nuestra hija creció y se fue de nuestro lado. Ahora que
pienso en esos sueños de gran empresaria y me parecen cada vez menos importantes,
siento que lo único valioso de verdad es la familia.- Le confesó ella. -
-Yo también, pero Esmeralda, cariño. – Pudo replicar
él. - Para darnos cuenta de algo así, hemos tenido que aprenderlo durante todos
estos años. A veces recuerdo que hubo un tiempo en el que solo viví para una
absurda venganza. Preso de un amor tan imposible como irreal. Pero creo firmemente que al final hemos tenido mucha
suerte en nuestras vidas. Sobre todo porque tuvimos una segunda oportunidad. Y
creo que la hemos aprovechado muy bien.
-Sí, es cierto – convino ella ahora -. Y ¿sabes una
cosa?- Él negó con la cabeza a la espera de escucharla, su esposa no se hizo de
rogar y le comentó. - Lo primero que haré cuando vea a nuestra hija será
decirle que, por nada del mundo, deje de pasar ni un solo instante más de lo
necesario lejos de su niño. Que le vea crecer. Debe compartir todos los
momentos que pueda a su lado. Eso es algo que no debe perderse porque después
no hay vuelta atrás.
-¿Cómo estás tan segura de que será un niño?- Quiso
saber él con gesto sorprendido.-
-No lo sé. Algo me lo dice, es como si dentro de mí
tuviera esa certeza.- Le confesó su esposa que sin embargo tampoco parecía
saber la causa. – Pero es lo que presiento dentro de mi corazón.
Diamante no respondió, se limitó a abrazarla por la
cintura. Entre tanto, en un restaurante de la nave, Leval y Amatista cenaban en
esos mismos momentos, ambos muy ilusionados. Tanto que al muchacho se le había
olvidado completamente incluso la mala experiencia que había tenido con
aquellos dioses tan volubles. Amatista por su parte se preguntaba en voz alta como iban a llamar
al niño o niña. Su esposo pensaba en varios nombres, tanto él como su mujer
propusieron algunos, pero no les convencían demasiado hasta que...
-¿Qué te parecería llamarle Asthel si fuese niño?-
propuso Leval. - Era el nombre de mi padre en su otra vida. Como nadie se llama
así ahora, no habría equívocos...
- Y si es niña se podría llamar Maray, como mi
abuela.- Repuso Amatista. -La madre de mi madre. Ella no la conoció y seguro
que le haría muchísima ilusión. Porque a mí ya me pusieron el nombre de la
madre de mi padre.
- Vale,- concedió alegremente Leval. - Me parece un
nombre muy bonito. Y ¿quién sabe? Quizás en pocos años podamos usar los dos.
Amatista
sonrió muy feliz, eso sería muy bonito. Al fin cuando terminaron la cena los
dos regresaron a casa y se acostaron a dormir. Estaban muy cansados, en verdad
había sido un día muy largo. Ya habían apagado la luz cuando un resplandor
azulado iluminó la habitación, ¡no podían creerlo! Era Soa que había aparecido
justo al pie de su cama.
-¡Oh no, es increíble! ¿Es que nunca nos vais a
dejar en paz? - Exclamó Leval levantando los brazos al aire en actitud exagerada (o quizás no
tanto) de contrariedad. -
Pero Soa ignorando las quejas de aquella criatura,
les miró curiosa y preguntó expectante
-¡Oid humanos! ¿Cuándo vais a hacer hijos? Tú
hembra, decías que estabas embarazada... ¿qué es eso? ¿Son hijos? ¿Qué son los
hijos?
Amatista
suspiró, y viendo que no había otro remedio se levantó de la cama y con mucha
calma y resignación, se dispuso a explicarle las cosas a la diosa.
- Verás. Cuando hicimos sexo, hace unas semanas,
Leval me puso dentro una semilla. Luego esa semilla va creciendo, yo la
alimentaré en mi interior y se formará un bebé. Pero eso requiere tiempo.
-¿Cuánto tiempo?- Preguntó su impaciente
contertulia.-
-Unos nueve meses.- Le contestó Amatista.-
-¿Solamente eso? Vale.- Sonrió la diosa.- No es
mucho, pero si quieres puedo acelerar el tiempo dentro de ti.
-¡No, nada de eso!- Se apresuró a exclamar un
asustado Leval.-
Creía
perfectamente capaz a esa loca de hacer algo como aquello. Amatista por su
parte, recurriendo al aplomo y serenidad que últimamente se estaba adueñando de
ella. Le dijo con más calma.
-Eso no debe ser así. El bebé tiene que irse
formando de modo natural. Todo tiene que tener su tiempo porque así está
dispuesto que sea.
-Bueno, si tú lo dices. Pero dime una cosa. - Exclamó Soa con cara de no comprender
preguntando de seguido con voz chillona. - ¿No decías que ibas a hacer un
hijo?. ¿Entonces que es un bebé? ¿Es otra cosa?
- No. Es un humano como nosotros pero más pequeño,
luego crece.- Explicó pacientemente Amatista, proponiéndole a su interlocutora
en un golpe de inspiración. - Deberías ir a la sala de maternidad de un
hospital y lo verías.
- Sí, iré a verlo.- Asintió Soa ansiosa por
hacerlo para querer saber de inmediato.
- ¿A dónde debo ir? ¿Qué es eso de un hospital?
-Es un sitio donde a la gente enferma se la cura. O
donde nacen los bebés. Nos llevan allí para que podamos alumbrarlos más
seguras.
-¿Alumbrarlo?- Se sorprendió Soa, afirmando
divertida.- Si es por eso, el humano que
está contigo puede ponerse a brillar.
Leval
suspiró llevándose las manos a la cabeza, por el contrario Amatista ahogó una
carcajada, negando a su vez, comentó.
-Es algo complicado para explicártelo ahora. Mira,
ve a esta dirección.- Le dijo mostrándole el lugar a la diosa en una Tablet.-
Allí podrás ver muchos bebés. Nosotros tenemos que dormir.
-¿Dormir?. ¿Eso es hacer más bebés? – preguntó la
incansable diosa.-
-No, pero lo necesitamos para descansar. O podríamos
ponernos enfermos.- Repuso su contertulia.-
-¿Qué es ponerse enfermo?- Inquirió Soa.-
-Es hacernos daño.- Le resumió Leval de modo contundente.-
Y
es que el chico no olvidaba las palabras de ese otro dios que vino en su
defensa. Desde luego funcionó. La diosa enseguida declaró algo más concernida.
-No, eso no sería bueno. No podemos haceros daño.
-Pues ve a ver a los bebés, sin hacerles nada ¿eh?
Ya verás que monos son.- Le propuso Amatista con el tono meloso que se
emplearía con una niña pequeña.-
-Así lo haré. Dormid mucho. - Afirmó una ahora
entusiasmada Soa, desapareciendo.-
Leval
suspiró y su mujer volvió a meterse en la cama, él le dijo aliviado mientras la
abrazaba.
- Has estado muy bien, conseguiste que se fuese.
-¡En el fondo son como niños! - Rio su esposa que
añadió despreocupadamente. - Realmente no creo que sean malos, lo que sucede es
que no saben nada de nosotros.
-¡Ja!, pues vaya unos dioses. - Sonrió él de forma
irónica. - Las galaxias no tienen secretos para ellos pero les asombra el
nacimiento de un niño.
- Quizá porque en el fondo eso sea lo más
maravilloso y misterioso de todo.- Suspiró la joven con expresión pensativa. -
Más que cualquier otra cosa.
- Vamos a dormir, Amatista,- le pidió él. - Estoy
tan cansado que apenas puedo pensar en nada y menos en cosas tan filosóficas.
Además, mañana debo incorporarme pronto a la base.
- Tienes razón, mañana hay que madrugar. Yo tengo laboratorio y pasado llegarán
nuestros padres. - Recordó ella con alegría pero agregando con cierto poso de
inquietud. - Vamos a estar muy atareados.
Su
marido convino en ello. Por fin ambos, sin más sobresaltos, pudieron descansar.
Al día siguiente, Leval se marchó a la base y Amatista a su puesto en el
laboratorio. El normalmente serio Mazoui, se reía a carcajadas cuando su
primo le contó lo ocurrido en su
habitación con esa diosa tan pesada. Mientras, Sandy y Coraíon llegaron por fin
a la nave. Ella tenía el día libre pero se acercó a ver a sus amigas al
laboratorio, y a Naya que también estaba hoy allí como ginecóloga de Amatista.
Todas la recibieron con mucha alegría y corrió a abrazar a la futura mamá. Como
no podía ser de otro modo, en una de las pausas se hizo una pequeña
celebración. En un cuarto anexo habían dispuesto unos globos, mesas, sillas y
algo de comer. (Sandy incluso trajo una de sus afamadas tartas) para festejar
esa ocasión.
-¡Muchas felicidades, Amatista!,- le dijo muy jovialmente Sandy añadiendo. -
Estoy segura de que será un niño muy sano.
-De nada, chicas.- No debisteis molestaros.- Respondió
ésta muy agradecida.-
-¡Felicidades! - Terció Claudia con jovialidad.-
-Te deseo lo mejor.- Añadió algo más sobriamente Gwen.-
-¿Cómo sabes que va a ser un niño, Sandy?,- le
preguntó Satory sorprendida. -
- Es una intuición.- Repuso ésta reafirmándose. -
Creo que va a ser un chico.
- ¡Qué curioso!- Comentó Amatista.- Hablé con mi madre por holo comunicación hace
poco y me comentó lo mismo. -
- ¿Tú que prefieres tener? - Quiso saber Sandy con
patente interés. -
- Bueno, en el fondo me da igual. - Terció
animadamente la aludida. - Lo que venga será muy bien recibido, pero creo que a
Leval le haría mucha ilusión un niño.
- Pero, seguro que si fuese una niña también le
gustaría. ¿Verdad? - Afirmó Naya uniéndose a la conversación. -
- Claro que sí,- sonrió Amatista agregando con visible
orgullo y sentido del humor. - Leval está entusiasmado con la idea de ser
padre. ¡me parece que podría envolverle un melón entre pañales y él se los
cambiaría! - Rio al sentenciar esto último. -
Las demás también rieron a carcajadas por la
ocurrencia y siguieron conversando bastante rato hasta que terminaron su
jornada, después todos los amigos y familia se reunieron a comer. Se contaron
sus respectivas experiencias, tanto en la nave como en el planeta. Coraíon les
dijo a Leval y Amatista que su casa iba muy adelantada. La tendrían dentro de
pocos meses.
-A buen seguro que ya estaréis viviendo allí cuando
llegue el bebé.- Declaró.-
-Eso sería estupendo.- Comentó Leval.-
-Sí, me haría mucha ilusión tener a nuestro hijo en
casa.- Sonrió Amatista.-
-Mejor será en el hospital. ¿No?- Comentó una
perpleja Satory.-
-Bueno, ya me entiendes.- Matizó su amiga.- Poder
llevarle a casa después de que nazca.
-Hay otra cosa que han comentado, una especie de
sorpresa cuando terminen de construir, pero no sé de qué podrá tratarse.-
Comentó Coraíon.-
-A lo mejor nos reducen los impuestos.- Bromeó
Leval.-
Todos se rieron de la ocurrencia. Mazoui entre tanto
pensaba en hacerle a Satory una proposición más seria, quizá matrimonio, pero
aun no se decidía. Alan y Naya escuchaban a su vez, sobre todo ella, con mucha
atención. La extraterrestre quería estar al corriente de la manera de hacer las
cosas entre los humanos. La verdad es que se sentía muy atraída por su novio y
quería saber cómo debía comportarse. Sandy también se planteaba su situación
con Coraíon. Él no sabía aún la verdad acerca de cómo era ella. La muchacha
dudaba en decírselo, pero, a fin de cuentas, Mazoui había tenido que pasar por
lo mismo y ella fue quien le animó, ahora no podría echarse atrás. Pensó que
mejor sería conocerle un poco mejor y aceptar su proposición de salir con él.
Al principio con calma, luego ya se vería.
-Sí- meditaba la joven científica.- Primero quiero
comprobar que los dos podemos llegar a algo más serio. Después… el tiempo dirá.
Entre
tanto en la Tierra, reunidos en el santuario Hikawa como era costumbre, las
antiguas guerreras del espacio solar interior celebraban una pequeña
conferencia. Usagi se erigía en el centro de un corrillo y declaraba con
alegría.
-Al parecer las noticias se han confirmado, Amatista
está embarazada. Esmeralda en persona me llamó para decírmelo.
-En cuanto pueda iré a visitarles a ella y a mi
ahijado a Bios.- Terció Ami, con visible contento a su vez.- Así veré también a
Naya…
-Dales muchos recuerdos.- Le pidió Minako.- Nosotras
no podemos ir…
-No, y menos ahora. Por lo que sabemos, este
acontecimiento marca un momento muy importante. –Comentó Makoto.- Debemos estar
vigilantes.
-Exactamente.- Afirmó Usagi, ya más seria.- Aunque
únicamente podremos intervenir llegado el momento. Tú, Ami puedes ir a verles
cuando quieras. Mi hija y sus guardianas, junto con Neherenia y su grupo,
vigilarán por allí. Y, dentro de poco,
quizás otras antiguas amigas se nos unirán.
-¿Acaso estás hablando de…?- Se sorprendió Rei.-
Su
interlocutora asintió con una sonrisa. No obstante, agregó…
-Eso todavía no ha pasado. Si todo continúa como
debe ser sucederá. Pero…
-Ya- la cortó Minako en esta ocasión con tono entre
jocoso y resignado.- No nos puedes decir cuando…
-Sí, este cuento ya nos lo conocemos.- Se sonrió
Makoto a su vez.-
-¿Y qué pasa con esos dioses?- Quiso saber Rei.-
-No son nada de lo que nosotras nos tengamos que
ocupar. Hablé con alguien que me tranquilizó a ese respecto.- Le contestó Usagi
sin conceder demasiada importancia a eso. Para de pronto tornar su gesto en
otro más grave al sentenciar.- Ahora estoy realmente inquieta por tres cosas.
La primera es la situación en Nuevo Vegeta.
-Entonces, ¿las cosas siguen mal?- Quiso saber Rei.-
-Cuando Haruka, Michiru y Hotaru fueron a visitar a
Lornd y Setsuna volvieron muy preocupadas.- Comentó Makoto con seriedad.- Y todas
las conocéis, no se dejan impresionar con facilidad, ni para lo bueno ni para
lo malo.
Y
es que las tres sailors del espacio exterior habían charlado con ella cuando
retornaron. Tomando algo en el Flowers And Flavours (con letrero corregido) que
Makoto tenía abierto en pleno centro de Tokio. Le informaron que el ambiente en
Nuevo Vegeta era realmente hostil. Muchos saiyajin no habían acudido al
requerimiento de sus reyes para saludar a sus invitadas. Eso molestó
sobremanera a Lornd quien se excusó con ellas sentidamente.
-Le dijimos que no debía darle importancia. Que era
una visita informal.- Le contó Michiru a Makoto. – Aun así, todavía recuerdo el
rostro de Setsuna, estaba pálida. Apenas pronunció palabra.
-Estaba acompañada de su hijo Bralen, el menor. Un
joven muy agradable.- Añadió Hotaru.- Preguntó por su hermana Seren, y nos dio
muchos saludos para ella de su parte.
-Y esa chica, Aiona. La hija de Seira, que es tan
formidable guerrera como su madre. Y tan hermosa.- Apuntó Haruka aunque lejos
de hacerlo con ese retintín pícaro que solía usar en otras ocasiones.-
-Pero Setsuna tiene tres hijos. ¿Acaso el otro no
estaba?- Inquirió Makoto.-
Sus
tres amigas intercambiaron miradas de apuro, y fue Michiru quien le contestó
con tono inseguro.
-No le vimos. Sus padres nos dijeron que estaba
fuera del planeta. No parecían muy cómodos cuando preguntamos por él. Y nadie
en la Corte quiso hablar de eso.
-Ahí está pasando algo muy serio.- Afirmó Haruka.-
Por supuesto que no nos atrevimos a indagar más. Solamente con ver la expresión
de Setsuna nos dimos cuenta de que no hubiera sido una buena idea.
-Nos despedimos pidiéndole que nos llamase si
necesitase cualquier cosa.- Remachó Hotaru.-
Las
otras escucharon con mucha atención el relato de Makoto. Cuando esta terminó,
fue Usagi quien tomó la palabra para indicar a las demás.
-Ante todo, Seren no debe ser informada de esto.
Debemos tener confianza, alguien resolverá esta situación. Pero no será a corto
plazo.
-¿Quién es ese alguien, Usagi?- Quiso saber Minako.-
Pero
me gesto de la interpelada le dio a entender a ella y al resto, que esa
cuestión iba a permanecer sin respuesta.
-Tampoco podríamos hacer mucho aunque quisiéramos.-
Suspiró Minako.-
-Sin embargo, me preocupa lo que pueda hacer Doran,
el hijo de Seira y de Calix.- Comentó Usagi.- Traté de hablar con él pero no
estaba demasiado dispuesto a atender razones…
-¿Y no pudiste decirle el motivo?- Inquirió Rei.-
Eso seguro que le haría comprender la situación. Es un chico listo.
La
aludida movió la cabeza con pesar. Enseguida respondió…
-Setsuna me rogó que no lo hiciera. No quiere que
Seren se vea involucrada. Ella está más segura aquí…
-Pero ella sospecha algo, lo sé.- Afirmó Ami.- Ya
cuando retornó hace tiempo de su mundo las cosas no estaban bien.
-Pues ahora están muchísimo peor. Al borde de la
guerra civil.- Les desveló Usagi dejándolas horrorizadas.-
-En tal caso debemos apoyar a nuestros amigos.- Dijo
Makoto.- Es nuestro deber.
-Lo sé muy bien, pero ni Lornd, ni Setsuna nos han
pedido ayuda oficialmente.- Repuso Usagi.-
-Está claro que no quieren involucrarnos. Si
estallase una guerra y apoyásemos a un bando nos convertiríamos irremediablemente
en enemigos del otro. Y entonces eso podría acarrearnos represalias. Como
ataques a la Tierra o a la Luna.- Explicó Minako.- Y no podrían garantizarnos
protección.
-Por eso no desean meternos en ello. Pero si Seren,
en su condición de princesa de los saiyajin acudiera, sucedería lo mismo.
También es la Guerrera Plutón ahora. Sería como si nosotros interviniéramos. –
Suspiró Rei.- ¡Y sin previa declaración de guerra!
-Por esa razón debemos hacer lo imposible para que
Doran no le cuente lo sucedido. Le pedí a Neherenia que tratara por todos los
medios de contener al embajador. – Confesó Usagi agregando al parecer con menos
inquietud.- El segundo problema ya está en vías de solución. O al menos se
pretende atajar antes de que vuelva a manifestarse. Tengo algunas reuniones
pendientes al más alto nivel con intermediarios de los gobiernos de la Tierra.
A su debido tiempo os informaré.
-Muy bien.- Añadió Ami queriendo saber.- ¿Y la
tercera amenaza?...
Su amiga entonces, adoptó una expresión más grave
aún si cabía para sentenciar.
- Es la más peligrosa de todas, aunque la menos
urgente. Es por esa razón principalmente, por la que debemos prepararnos muy
bien. Y sobre todo por la que se han hecho todas estas cosas durante estos
años…Tenemos aliados que se están preparando para ser la primera fuerza de
intervención. Deben dar tiempo al que tendrá que resolver esa crisis para que
esté listo…
Y
ante las atentas expresiones de sus compañeras, la que sería soberana del
futuro les dio algún que otro detalle…Entre tanto, en el reino de la Luna
Nueva, fue la reina Neherenia quién, tratando de ser fiel a la palabra dada a
Serenity, le pidió al embajador que acudiera a sus estancias. Éste no tardó.
Enseguida, tras pasar por los preceptivos controles diplomáticos, fue guiado
por la joven camarera de la soberana quién tocó a la puerta de las habitaciones
de ésta.
-Majestad, soy Anaris, vengo con el noble embajador
Doran.
-Que pase.- Se escuchó decir desde el interior.-
La
joven abrió la puerta permitiendo el paso a su acompañante, una vez entró Doran,
Anaris cerró quedándose fuera. El saiyajin caminó hacia el fondo de la estancia
en donde Neherenia le aguardaba vestida con un informal jersey y unos
pantalones vaqueros, al estilo terrestre.
-¿Me mandasteis llamar, Señora? - Preguntó
cortésmente él.-
-Muchas gracias por atender mi requerimiento.-
Respondió ella de un modo muy diplomático, aunque adoptando un tratamiento más
familiar al añadir.- Deseaba hablar contigo sobre un tema muy espinoso.
-¿Acaso os referís al asunto de mi planeta?- Quiso
saber su interlocutor.-
-Sí. - Contestó la soberana sin más rodeos.-
Enseguida debo regresar a la Tierra, estoy cursando estudios allí como ya
sabes. Una muy querida amiga me aguarda. No obstante, antes de eso, debo
pedirte un gran favor.
-¿De qué se trata? Si está en mi mano contad con
ello, Majestad.- Declaró Doran inasequible esta vez a una mayor familiaridad en
el trato.-
-Te suplico que no le digas nada a la princesa Seren
de lo que está sucediendo.- Le pidió ella con una mirada llena de intensidad y
preocupación.- Por favor.
El
saiyajin movió la cabeza y se paseó nervioso por el cuarto. Tardó unos segundos
en ser capaz de replicar.
-Sabéis perfectamente que tengo un juramento de
lealtad hacia mis soberanos y que mi deber es, ante todo, la protección de mi mundo.
-Y eso es precisamente lo que te estoy pidiendo.-
Afirmó la reina.-
-No, eso es lo que la reina Serenity desea que yo
haga. Y no me parece honorable por su parte. Y menos todavía que os cargue a
vos con la desagradable tarea de pedírmelo. Decidme. ¿Qué clase de aliados son
aquellos que en hora de necesidad dan la espalda a sus amigos? Nosotros siempre
hemos acudido cuando la Tierra o la Luna se han visto amenazadas. ¿Y nos lo
pagan así?...- Replicó con creciente indignación.-
Neherenia
suspiró, aquello le iba a ser difícil. Entendía el punto de vista de su
interlocutor, aunque él no sabía muchas cosas. Por ello, sonrió débilmente y
convino.
-Si las cosas fueran de ese modo no podría estar más
de acuerdo. Pero, no es así.
-¿En qué os basáis para decir eso?- Quiso saber
Doran.- ¿Acaso no sabéis que mi madre y mi hermana han sido humilladas? Al
igual que mi padre. Y mi tío Blintz, por no hablar de mi primo Kiros. ¿Es que
ignoráis que la autoridad de los soberanos se ha visto puesta en entredicho?
¡Necesitan ayuda! Si no son capaces de
mantenerse firmes o son derrotados…entonces la Tierra y la Luna…
-¡Eso no ocurrirá! - Le cortó Neherenia ahora con un
tono más contundente, para preguntar a su vez a su sorprendido contertulio.-
¿Acaso no confiáis en ellos?
-Nada tiene que ver si confío en ellos o no. Mi
deber y el de la princesa Seren es estar donde podamos servir mejor a nuestros
soberanos y defenderles.- Replicó él del mismo modo.-
-¿Y quién no te dice que, aceptando el consejo de
Serenity, no estarías haciendo eso mismo? ¿Quién no te asegura que quizás la
reina de la Luna Blanca y de Neo Cristal Tokio está a su vez cumpliendo los
deseos de tus soberanos?
Eso
dejó atónito a Doran, ahora sí que no sabía que replicar, apenas sí pudo querer
saber…
-¿Me estáis diciendo que?...
-Oficialmente no te he dicho nada. Solo te pido que
confíes en mi palabra… Solamente eso.- Suspiró Neherenia quien obsequiándole
con una mirada llena de esperanza y algo de temor, insistió.- ¿Lo harás por mí?
Por favor…
Ante
aquello al saiyajin únicamente le quedó suspirar también, en su caso soltar el
aire e inspirar profundamente para guardar silencio durante unos momentos,
bajar la cabeza como si estuviera meditando y finalmente conceder tras esa
lucha interna entre emociones…
-Si me lo pedís así…os doy mi palabra. Aguardaré.
Pero únicamente hasta tener ordenes de mi mundo. Yo mismo enviaré una misiva a
mis soberanos por un canal privado. Esperaré sus instrucciones acerca de cómo
proceder. No puedo prometeros más…
-No te pido más que eso.- Sonrió ahora Neherenia con
visible alivio en su semblante.-
-¿Cuándo partiréis?- Quiso saber él, acercándose
hasta la joven y dedicándola una intensa mirada.-
-Mañana.- Respondió. - Sé que puedo confiar en tu
palabra. Por eso me iré más tranquila.
-Yo...
El saiyajin pareció querer decir algo, se aproximó
tanto que por unos instantes la soberana se inquietó. Sin embargo, el joven
debió reconsiderarlo dado que retrocedió un par de pasos y, tras inclinarse,
añadió.
-Os deseo buen viaje, si puedo retirarme ya…
-Claro, os agradezco mucho que hayáis venido,
gracias embajador.- Declaró ella rematando con voz queda.- Por todo…
Doran
hizo otra leve inclinación de cabeza y se marchó. Neherenia se quedó allí,
sentada en su sillón, aferrada a un cojín y suspirando con el corazón
latiéndole a un ritmo casi frenético…
-¡Ojalá hubiera otro modo! En fin…Ahora debo
serenarme y pensar en la vuelta a la Golden…
La
soberana echaba muchísimo de menos a Idina y al resto. Cuando su querida amiga
estuvo en la Luna en las últimas
vacaciones las dos lo pasaron muy bien. No obstante, Nehie ya tenía en su mente
muchas preocupaciones por aquel entonces. Quizás no trató a Idina con todo el
afecto ni la dispensó la atención que se merecía. Luego, su amiga se marchó a
empezar en la universidad y ella no pudo acompañarla. A este paso, Neherenia se
había perdido ya como de costumbre buena parte del curso. Tendría que estudiar
muy duro para recuperarlo. Aparte claro está, de atender a sus labores de
gobierno. Y por si eso fuera poco era su deber de aliada el auxiliar a Serenity
y Endimión. A consecuencia de ello, se veía obligada a tratar de retener a
Doran con palabras suaves y un tono tan suplicante que quizás ese guerrero
pudiera interpretarlo de otro modo. Si bien debía admitirse a sí misma que,
estando a su lado, se sentía turbada. Era un hombre muy atractivo y fuerte y le
atraía sin duda. Sin embargo, a pesar de todo su corazón seguía ocupado por el
recuerdo de Granate. Y por si eso no
fuese suficiente su obligación era la de conducirse en todo momento como reina
de la Luna Nueva y velar por el bienestar de sus habitantes. Después estaba
aquel extraño cometido que le desvelasen en la misma Golden. Otra cosa para la
que sus poderes como Sailor Shadow iban a
ser requeridos. Y también, para acabar de rematar aquello, estaba lo que
Chibiusa le comentara sobre ese otro proyecto que iban a acometer los gobiernos
de la Tierra, para el que precisarían una vez más de su cooperación. Suspiró entre cansada y aliviada…
-Si yo estoy así de desbordada, no quiero ni
imaginar como estarán los futuros reyes de Cristal Tokio…
Y
llamó a su doncella, Anaris enseguida entró en la habitación.
-¿Deseabais alguna cosa, Majestad?
-Sí, por favor, tráeme una tila. -Le pidió tras
suspirar.-
-¿Os sentís bien, mi Señora?- Se preocupó la joven
camarera.-
-Perfectamente, no te inquietes.- Sonrió débilmente
ella que enseguida le explicó. - Es que tengo la cabeza ocupada con un montón
de cosas.
-Os irá bien regresar a la Tierra durante un
tiempo.- Afirmó Anaris.- Seguro que la princesa Idina os ayudará.
-Claro, gracias.- Asintió su soberana.-
La
muchacha hizo una leve inclinación y se fue a por la tila requerida. Neherenia
optó por quitarse los zapatos y tumbarse en la cama, aun agarrada a ese cojín
que tenía.
-¡Ojalá fuera una chica normal, cuya única
preocupación fuese sacarse sus estudios. Eso de por sí ya es un reto
considerable. Bueno, por suerte cuento con Idina y con Heather. Ellas me
pondrán al día.
Los
dioses por su parte seguían observando a los humanos con atención. Soa fue al
lugar que Amatista le había dicho. Tras recorrerlo un poco de arriba abajo,
subiendo por ese primitivo artilugio llamado ascensor, pudo observar a algunas
de esas criaturas que llevaban ropajes blancos, azules o verdes y que
interesaban por otros humanos que estaban tumbados en eso…
-¡Camas!- Recordó.- Entonces esos humanos están
estropeados y esos otros los arreglan. Es divertido.- Pensó.- Aunque no sé
porqué tardan tanto, nosotros, los dejaríamos reparados solamente con chasquear
los dedos.
Pero
eso no le interesaba, no era lo que ella había ido a ver. Quiso dar un vistazo
más de cerca, y mezclarse con esos divertidos individuos. Llegó incluso a
adoptar la apariencia humana suya, llevando unos ropajes idénticos a los de
esos seres que atendían a los….
-¡Enfermos!- Se acordó.- Eso me dijo la graciosa
criatura porta bebés del pelo amarillo. Bueno, voy a ayudarles yo también.
Ni
corta ni perezosa se metió en un habitación en donde un joven humano estaba con
sus brazos y piernas tapados por gruesas ropas o algo así. La diosa no se recató
en preguntarle.
-A ti ¿qué te ha pasado?
-Tuve un accidente.- Le comentó ese individuo.- Me
caí de una grúa que estaba operando y me rompí los brazos.
-¿Por eso te los han tapado con esas cosas?- Quiso
saber Soa.-
-Claro, son escayolas especiales y vendas.- Repuso
el perplejo tipo sin poder creer que una doctora le hiciera tal clase de
preguntas.-
Aunque
quizás, al haberse caído, esa mujer quería comprobar si había sufrido algún
tipo de conmoción. Lo que no esperaba es
que le dijese con tono alegre y desenfadado.
-¿Si te curo sería bueno para ti?
-Sería fantástico.- Convino el tipo con escéptico
tono. -
-¿Entonces, no te molestaría?- Quiso asegurarse.-
-¿Molestarme?Le estaré realmente agradecido. Dígame
que no tendré que estar mucho tiempo ingresado.- Le pidió él esperanzado.-
-No tendrás que estar mucho tiempo ingresado.-
Repitió Soa.-
Y
sin perder ni un instante, tal y como había pensado antes, la diosa chasqueó
sus dedos para declarar.
-Ya está. Curado.
Aquel
tipo se sonrió moviendo la cabeza para preguntar con cierto tono de malestar.
-No será usted una de esos que van por ahí animando
a los pacientes. ¿Verdad? No me parece que lo haga demasiado bien.
-No sé. ¿Eso de animar es bueno para los pacientes?-
Inquirió Soa.-
-Sí…supongo. - Repuso el desconcertado chico.-
-Entonces sí lo soy. Bueno humano. Voy a animar a
más enfermos. Quítate esas cosas y vete.- Le indicó la diosa quien tras
sonreír, salió por la puerta.-
Siguió caminando y tras preguntarle a una graciosa
humana morena donde estaban los bebés ésta le indicó que fuera a la planta
superior, donde ponía maternidad. Soa así lo hizo. Al llegar se sorprendió
cuando vio a un montón de humanos chiquititos en una gran sala. Le recordaban a
peluchito pero con mucho menos pelo. Tenía ganas de jugar un poco con ellos.
Sin embargo, recordando su promesa de no molestar a esas frágiles criaturas, se
limitó únicamente a observar. Aunque quedó perpleja cuando con sumo cuidado se
acercó a alguno de esos pequeños seres y le sonrió, el mini humano esbozó una
mueca en su pequeña boquita. Ni ese, ni los otros parecían tenerla ningún
miedo.
.-Claro, son mucho más inteligentes que los grandes.
Detectan que no voy a hacerles ningún daño.- Se dijo.-
Sorprendida y divertida por aquello permaneció un
rato más mirándoles. Al cabo de unos instantes vio a una humana grande, vestida
de blanco, tomar a uno de esos pequeños seres y mecerle entre los brazos.
Aquello la dejó bastante sorprendida. Esa mujer también le colocaba algo en la
boca cuando el bebé emitía una especie de chillidos estridentes que los humanos
llamaban llorar. En cuanto aquella humana adulta se marchó Soa decidió
emularla. Una de las mini criaturas estaba llorando, de modo que la imitó.
-¡Chiiisss, calla, calla peluchito! – le decía con
voz cantarina a ese pequeño ser en tanto le mecía a imitación de lo que había
visto hacer antes. – Peluchito bonito… ¡chisss!
Y para su sorpresa y satisfacción el bebé dejó de
llorar, ella incluso hizo aparecer el mismo artilugio que había visto llevar a
la cuidadora de antes y se lo colocó en la boquita al niño. Ahora éste cerró
sus ojitos y parecía estar… ¿cómo lo llamaban los humanos? ¡Ah!, sí, durmiendo.
Como Soa creyó recordar que eso era muy importante para aquellos seres volvió a
dejar al pequeño en su cunita. Muy entusiasmada por sus progresos en el arte de
comprender a esas curiosas criaturas parecidas a peluchito se marchó. Recorrió
algunas estancias más de ese sitio y curó a todos los humanos enfermos que vio.
-Seguro que el señor Georcael estará contento cuando
sepa que he hecho esto. No les he molestado nada y les he ayudado. - Se dijo
con satisfacción. -
Y una vez
satisfecha su curiosidad, se reunió con sus compañeros para contárselo.
- Es muy raro,- describió desconcertada - son muy
pequeños y tienen la cabeza casi más grande que el cuerpo, pero son muy
graciosos. No saben andar, ni hablar, sólo hacen ruidos y se comunican con eso.
-¡Vaya cosa más extraña! - Intervino Zoen que
preguntó intrigada.- ¿Y de dónde salen?
Encogiéndose
de hombros como había visto hacer a los humanos, Soa les explicó lo que la
graciosa criatura rubia que iba a tener un bebé le contase. Todos la miraron
asombrados excepto Redan que ya conocía un poco mejor esas cosas. Entonces
intervino Dialen que dijo de forma indiferente.
-¿Y a nosotros que nos importa eso? Tenemos una misión muy delicada de la que
ocuparnos.
No obstante Zoen, ignorando a su
compañero, siguió preguntando a Soa. Parecía tener mucho interés.
-¿Y de dónde los sacan, los fabrican?
- Ya te lo he dicho,- repuso su compañera con
expresión cansina repitiendo una vez más lo que ella había oído de Amatista. -
El macho pone una semilla dentro de la hembra y ella lo fabrica dentro de su… -
se palpó la zona del vientre sin encontrar la palabra adecuada para nombrarlo y
añadió llena de confusión. - Ésta parte
se le hincha, porqué lo lleva ahí dentro.
-¿Qué? ¿Qué lo lleva dentro? ¡Qué primitivo!,-
exclamó Zoen horrorizada. -
- Para esos seres debe de ser muy incómodo -
especuló Buruk desapasionadamente a la par que añadía con el mismo desinterés.
- Son un poco tontos ¿Por qué no los fabrican fuera?
- Pues no les molesta en absoluto.- Rebatió Soa
agregando divertida - ¡es más, hasta les hace ilusión, según dicen!...
- A estos humanos no hay quien los entienda,- declaró
Dialen demostrando tan poco interés como la mayoría de sus compañeros, más
cuando se encogió de hombros para sentenciar.
- Bueno, supongo que el Creador les haría así por alguna razón.
-Sí, y como les ha hecho muy frágiles yo he curado a
unos cuantos. Bueno, creo que lo llaman así.- Les contó Soa.-
-¿Qué has hecho, qué?- Se sorprendió Redan, para
recordarle con preocupación. – Ya os dije que tenemos órdenes muy claras de no
intervenir en los asuntos de los humanos.
-Bueno, no les hice nada que no les gustase. Incluso
le pregunté a uno si estaba contento. Me dijo que sí. Eso no va en contra de
nuestras órdenes. - Se justificó la diosa.-
Los
demás se miraron si saber tampoco qué decir. Al fin fue el propio Redan quien
tomó la palabra, declarando con resignada paciencia y no sin ironía.
- Está bien, ahora dejemos ese tema. Es muy
interesante pero tenemos que hablar un poco de la misión que nos ocupa...
Y esas palabras surtieron inmediato efecto
puesto que, todos en corro, se dispusieron a escuchar las indicaciones de su
compañero...
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