martes, 8 de marzo de 2011

GWT 10.162. El tiempo pasa volando


Resuelto el problema del alojamiento, vía pares o nones, (Roy saltó lleno de entusiasmo cuando ganó, ante la cara de resignación de su consuegro y las risas del resto), se acordó que sus hijos y nietos se quedasen primero con Roy y Beruche y después irían a casa de Diamante y Esmeralda. Tras aquel sorteo todos se fueron a cenar y a la cama. Al día siguiente, temprano, los dos viejos amigos y compañeros de aventuras habían quedado, como siempre desde hacía años, para entrenarse. Diamante llegó a casa de su consuegro y desde allí él, Roy, y el hijo de éste, al que animaron a ir, fueron a hacer un poco de ejercicio.



- Bueno, Leval -  le dijo Diamante palmeando jovialmente la espalda de su yerno. - Nosotros con los años ya no somos lo que éramos, pero tú debes de estar en plena forma, eres joven.

- He entrenado mucho con Mazoui cuando estaba en Bios, Y no digamos cuando tuve que enfrentarme con esos dioses. - Repuso éste. -Luego me quedé sin mis poderes saiyajin.

-Pero los recobraste cuando nació Asthel. ¿Verdad hijo?- Quiso recordar Roy.-

-Sí, así es. Aunque desde que el primo se fue no me he adiestrado mucho.- Admitió algo apurado para alegar.- Bueno, a veces cuando saco tiempo me entreno por mi cuenta, aunque mucho menos, ¡tengo tantas cosas que hacer! - Se lamentó con resignación. –



            Roy y Diamante se miraron con cara de resignación. ¡Tampoco le iban a pedir al chico que se entrenase como un saiyajin de Nuevo Vegeta! Bastante tenía ya que hacer.



-Nosotros solemos entrenar bastante los dos juntos, pero, es lo que tu suegro te ha dicho, ¡tenemos menos pelo, menos fuerza y más achaques! - Le comentó jocosamente su padre. -

- Estoy de acuerdo, excepto en lo del pelo, ¡eres tú el que tiene menos, yo sigo igual de atractivo, luciendo mis mismos cabellos de juventud! ...- rio Diamante que ahora, sin embargo, tenía un pelo bastante más corto que antaño. -

- ¡Nos ha fastidiado! , tú siempre has tenido el pelo blanco. Pero ahora hay bastantes más arrugas en tu varonil cara. - Replicó Roy con burla. -

- ¡Ahora verás lo que es bueno! - Le amenazó su consuegro con el puño ante la sonrisa de éste. – Te voy a planchar la tuya.

- No paráis. ¡Ja, ja, ja! ¿Siempre os estáis metiendo tanto el uno con el otro? - Preguntó Leval entre divertido y sorprendido. -

- ¡No, que va...hoy mucho menos porque estás tú delante! - Rio Roy que añadió animando a su hijo en tanto le ponía una mano en un hombro. - ¡Vamos, Leval! No seas muy duro con tu anciano padre ni con el vejestorio de tu suegro.



            El aludido sonrió y asintió, los tres se metieron en un cuarto especial de entrenamiento que Roy y Diamante tenían construido allí desde hacía años. Ajustaron unas diez gravedades y comenzaron a luchar todos contra todos. Para Leval la cosa era fácil, él cuando se entrenaba lo hacía con cien desde sus tiempos de la SSP-1 con Mazoui. Esquivaba todos los golpes sin problemas, aparecía justo al lado de su padre con una enorme rapidez, pero, aun así, éste conseguía evitarle muchas veces, tenía mucha experiencia adquirida a lo largo de muchos años y muchas batallas. Diamante por su parte, se mantenía bastante igualado con su consuegro, pero éste aún era más fuerte. Leval notó que su padre ya no se transformaba en súper guerrero. Él sí lo hizo y los otros dos le atacaron, pero pudo fácilmente con ambos. Su padre y su suegro estaban visiblemente cansados, aunque el muchacho, bastante más joven, apenas sí había tenido que emplearse a fondo. En uno de los lances, además, Roy se llevó la mano al pecho deteniéndose en seco. Su hijo le observó con preocupación.



- ¿Estás bien, papá? - Quiso saber ante la atenta e inquieta mirada de Diamante. –

-Sí, sí, no pasa nada. – Pudo replicar el interpelado que se limitó a sonreír afirmando. – Son estos malditos calambres. Hacía mucho que no tenía que emplearme tan en serio. Con el carcamal de tu suegro no me hace falta.

-Carcamal ¿eh? - Pues ya verás lo que este carcamal te va a hacer. –Replicó el príncipe de Némesis con gesto divertido en tanto levantaba un puño. -



Pasado aquel susto Leval sonrió moviendo la cabeza. Esos dos siempre estarían bromeando igual. No obstante, debió de admitirse que había echado aquello mucho de menos. Continuaron a un ritmo algo más suave. Al final del entrenamiento y tras tomarse unas alubias, los tres volvieron para casa. Por el camino seguían hablando.



- Eres muy bueno, Leval. - Le alabó Diamante. - Me hace feliz saber que tenemos asegurado por bastantes años el relevo contigo y con Mazoui.

- Gracias, Diamante. - Sonrió éste que aprovechó para decir. - A propósito, espero verle a él y a Satory. Deseo saber como están.

- Por lo que sabemos bastante bien, desde que Satory se recobró. - Le contó su padre. - Sus dos hijas parecen dos muñequitas. Cuando he hablado con Karaberasu y Mathew les he notado muy felices, son dos abuelos estupendos. Bueno, como nosotros...

- Masters también es muy feliz...- añadió Diamante ahora algo más serio y apenado al explicar. - El pobre Ian, por razón de su edad y su precaria salud, tiene que estar ya en una silla de ruedas la mayor parte del tiempo. Aunque cuando le he visto junto a sus nietas, su yerno Mazoui y su hija, rejuvenece tanto que parece un muchacho. ¡Las quiere tanto!...

- ¡Cómo pasan los años, amigo mío!, ¡cómo pasan!,- suspiró Roy reflexivo para comentarle con nostalgia. - ¿Recuerdas?  Parece que fue ayer cuando entrenábamos en el Cielo. El Rincón del Alma y del Tiempo. Con nuestros maestros y Nephrite, tu hermano y Ail.

- Y que lo digas… - convino su interlocutor de idéntica manera. -

- A propósito, hijo. ¿Has pensado si vas a entrenar a Asthel cuando sea algo más mayor? - Quiso saber Roy dirigiéndose a Leval. -

- Sí, seguro que tiene un potencial enorme. – Afirmó Diamante. -



            Aunque para sorpresa de sus interlocutores, Leval se limitó a encogerse de hombros para responder.



- Es cierto, pero su potencial es distinto, a la vista de las cosas que hacía siendo más pequeño, creo que él llegará a ser alguien fuera de lo común. No pienso que necesite un entrenamiento físico. Lo suyo va mucho más allá.



            Sus interlocutores se miraron sin decir nada, todavía se acordaban lo que Satory les contó hacía años, de cómo el pequeño Asthel fue a por su alma cuando ésta iba de camino hacia la Eternidad. Diamante recordaba como él intentó lo mismo con el ángel de la Muerte sin resultado. Esmeralda volvió, pero no con él. En cambio, su nieto se bastó para convencer de inmediato a Azrael y esos dioses que tantos problemas les dieran a su hija y a su yerno en el pasado, se ocupaban de enseñar y atender al niño como si de solícitos cuidadores se tratasen. Aunque, según Leval, hacía años que no había vuelto ninguno ni que sucedía nada anormal con Asthel. Roy pensaba en eso mismo y se decía que quizás eso fuera un indicio de que el niño se había estabilizado. De todas formas, ambos abuelos estaban de acuerdo en una cosa, adiestrar o no al pequeño en la lucha era una cuestión que debían decidir exclusivamente sus padres.



-Apuesto a que tu mujer te dirá lo mismo que tu madre me decía a mí. - Dijo Roy, tratando de imitar los ademanes de su esposa con jocosa teatralidad, lo que hizo reír a sus interlocutores. - ¡Rooy! No enseñes al niño a pegarse, Rooy, no quiero que le animes a ser violento… ¡Ay! Esta Bertie.

- ¡Ja, ja! Cómo se nota que tu mujer no está delante. - Se burló su consuegro. - Dudo mucho que te atrevieras a decir eso sino.

-Nos ha fastidiado aquí el principito. - Repuso su amigo, para más risas del resto. - Como si tú no te pensaras lo que dices cuando está delante la tuya…

-En eso mi antiguo superior el mayor Freejar tenía toda la razón. - Comentó Leval aun sonriendo cuando remachó con humor. - Me decía, muchacho, puede que mandemos en el cuartel, pero las que mandan en casa son ellas.

-Como se notaba que tu antiguo jefe estaba casado desde hacía años. - Aseveró Roy. -

- ¡Ja, ja! Cualquiera diría que somos un grupo de misóginos. - Se rio su hijo, a coro con ellos. - En el fondo las adoramos…

-Bueno. - Terció Diamante. - Está muy claro que mi hija tiene una fuerte personalidad. Pero eso ya lo sabías cuando te casaste con ella. ¿Verdad?

-Sí, de hecho, es una de las cosas que más me gustan de Amatista. -Admitió el joven añadiendo ahora. – Aunque se ha ido suavizando bastante con los años. Ya no es ninguna chiquilla alocada. ¡Ja, ja!  A veces hasta lo echo de menos.

-Por lo que he visto, es hasta más estricta que Bertie o Esmeralda. Así que ya puedes portarte bien. - Comentó un jocoso Roy. –



            Leval se rio junto a sus interlocutores. Eso era cierto. Su esposa se tomaba su papel de madre muy en serio. Era cariñosa pero casi inflexible en cuanto al comportamiento de los críos se refería. Pensaba eso dándole la impresión que su mujer parecía querer demostrar algo. Sobre todo cuando se juntaban con los padres de ella. Aunque las palabras de su suegro le sacaron de esos pensamientos.



-No sé. Hablando un poco en serio. Tendréis que meditarlo bien. Entrenar a vuestro hijo o no es algo importante. Marcará su futuro.  - Le aconsejó Diamante, en tanto se acercaban al hogar de los Malden, dando así por zanjado el asunto. –

-En eso mi consuegro tiene toda la razón.- Convino Roy. Afirmando ya sin bromear. – Desde luego los dos podemos entenderte muy bien, hijo. Es todo un dilema.



El aludido asintió despacio, meditando a fondo aquellas palabras. Era cierto, aunque sentía que, para bien o para mal, eso no lo habían decidido ni él, ni su esposa. Esos dioses ya adiestraban a su hijo de facto. Quizás no en el modo en el que él mismo lo habría hecho, pero seguía siendo un entrenamiento que excedía las capacidades de cualquier crío normal.



-Pero Asthel no es normal.- Pensó en tanto caminaba, escuchando sin prestar demasiado atención la enésima disputa amistosa entre su padre y su suegro.- Ya nació con un propósito muy concreto, una misión de la que nada sabemos…Aunque eso no puedo comentarlo delante de mi esposa…



Y por fin llegaron a casa, allí estaban sus respectivas mujeres y los niños. Amatista junto con Maray y Asthel, a los que mandó a saludar a su padre y abuelos. Esmeralda y Beruche estaban esperando junto a ella arregladas para salir. Los niños besaron a los tres y Amatista mientras les explicó.



- Hemos decidido dar un paseo por el parque toda la familia. Así que id a ducharos y dentro de veinte minutos os quiero aquí listos. Y abrigaos que hace frío.

- Muy bien hija, como tú digas. - Aceptó Diamante. -



Leval asintió también y Roy viendo aquello, pinchó jocosamente a su hijo, al hilo de sus comentarios anteriores.



- ¡Desde luego! ¡Vamos hijo, imponte! ...dile a tu mujer quién manda, que sepa quién lleva los pantalones aquí. ¿Qué es eso de dejarte mangonear?

- Sí. - Sonrió el aludido que, no se dirigió a su progenitor sino a su esposa, para convenir. - Enseguida estamos, cariño...



Todos se rieron de aquello más si cabía cuando su padre añadió con tono entre divertido y fingidamente reprobatorio.



- ¡Pues vaya un hijo que tengo! Ya decía yo que estuviste demasiado pegado a las faldas de tu madre.

- ¡Cállate Roy! y vete a duchar ya. - Le ordenó Bertie sin perder la sonrisa. -

- Sí, cariño, enseguida. - Repuso éste con tono sumiso. –



Eso provocó más risas. Leval le respondió entonces a su padre en tono también burlón.



- ¡Papá! Tú tampoco pareces muy dominante que digamos.

- Es nuestro sino, hijo, las mujeres nos gobiernan. - Respondió el interpelado y los tres se fueron a duchar entre las risas de sus respectivas esposas. -



            Según se dirigían al interior para entrar cada uno a un cuarto de baño, Roy se sonrió y les comentó a ambos con tono de complicidad.



-Cuando entrenaba con el maestro Son Goku en el rincón del alma y del tiempo, recuerdo que me decía.  Roy, puedes cabrear a quien quieras en todo el universo a excepción de a tu mujer. ¡Hazme caso! Si provocas a algún ser poderoso podrá pegarte, podrá matarte, ¡pero lo que nunca podrá hacer es mandarte a dormir al sofá, darte una bronca monumental o no hablarte durante semanas!…

-Sí, ¡desde luego que el maestro Son Goku tenía toda la razón! - Rio Diamante. -

-Me hubiera gustado conocerle. Debió de ser un gran tipo. - Afirmó Leval. -

-Lo era sí, créeme cuando te digo que me enseñó bastantes cosas además de a pelear. -Aseguró su padre ahora con un tono más nostálgico en su voz. - Lo cierto es que tenía una gran filosofía de la vida. Hasta estando muerto.



            Y al fin, dejando esa amena y nostálgica charla, cada uno fue a su baño respectivo. Ya listos, toda la familia salió al parque. La pequeña Maray iba de la mano de sus abuelas. Previsoramente, Amatista había comprado ropa de abrigo a los niños y estos la lucían ahora en el frío ambiente de invierno terrestre al que habían sido ajenos desde que nacieron, de este modo ella iba tranquila paseando junto a su esposo. Roy y Diamante charlaban animadamente entre ellos acompañados de Asthel que correteaba a su alrededor. Llegaron por fin a una amplia extensión del parque. La nieve adornaba cada rincón, Asthel corrió hacia ella y con sus manos enguantadas comenzó a tirarla hacia arriba, hizo bolas que lanzó contra los árboles. Jugaba entusiasmado con aquel elemento nuevo. Sus abuelos le miraban sorprendidos y encantados, Leval sin dejar de sonreír, les explicó.



- En Bios tenemos un clima muy suave, la temperatura es constante. Solamente en los polos del planeta y en las cumbres de algunas montañas altas, se forma a veces algo de nieve. Como ya os contamos, los niños nunca la habían visto antes. Sólo en algún documental.

- Está muy contento jugando con la nieve, - sonrió Diamante que propuso con desenfado. - ¡Venga Roy, vamos a ayudar a nuestro nieto a hacer un muñeco!

- ¡Es verdad! - exclamó éste encantado con la idea para añadir con una ilusión prácticamente infantil -... ¡hace tantos años que no hago uno!



            Y de inmediato, los dos abuelos se unieron a su nieto, Esmeralda, y Beruche que llevaban a Maray les miraron con una sonrisa de cariñosa nostalgia. Bertie recordó la primera vez que ella y Roy jugaron en la nieve, ¡hacía ya tantos años de eso!, casi cuarenta quizá, no estaba segura. Esmeralda por su parte, subió a su nieta en brazos y le contó lo que hacían sus abuelos y su hermano.



- “¡Yo també tero hacé un mueco!”. - Declaró la pequeña entusiasmada. -

- Claro que sí cariño, ahora la abuela te lleva con esos gansos. - Le prometió Esmeralda con una gran sonrisa, mesando los cabellos color castaño de su nieta. -



Y al momento se dirigió hacia allí con la pequeña y la ayudó a hacer un muñeco de nieve chiquitín, secundada por Bertie.



-Verás que bonito nos va a quedar, tesoro. - La aseguró Beruche con una amplia sonrisa, para alegría de la pequeña, alegando divertida y no sin irónico sentido del humor. - Yo de nieve entiendo mucho, ¡ji, ji, ji!…

-“¡Mueco, gande!”- Pudo responder la entusiasmada Maray.-



            Amatista y Leval, abrazados y sonrientes miraban a sus familiares que parecían niños. Se recordaban ellos mismos jugando cuando eran pequeños y veían en sus padres las mismas caras de entusiasmo que tenían con ellos.



- ¡Es como si no hubiese pasado el tiempo! - Suspiró Leval. – Podría verme a mí mismo jugando con Ky, algunas mañanas de invierno cuando nevaba. Y sobre todo en Navidad. Cuando venía la madrina Ami, o cuando nosotros fuimos alguna vez a Portland con los tíos Tom y Connie, y los primos Alan, Lance e Idina.

-Pero lo ha hecho. - Le recordó su también nostálgica mujer sentenciando casi filosóficamente. – Para lo bueno y lo malo. Sí, yo recuerdo también algunas Navidades, jugando con mis padres, o con Satory. Y ahora son nuestros hijos los que disfrutan de esto. Y me alegro de que sea así, nosotros ya tuvimos nuestro momento, ahora les corresponde a ellos. ¿No crees?



Su marido asintió. Entre tanto los demás seguían con su tarea. Después de hacer el muñeco, comenzó la inevitable pelea de bolas de nieve. Roy contra Diamante, a la que se unieron Asthel y Leval. Al final todos contra todos a tirarse bolas a diestro y siniestro. Cuando se terminó esa amistosa batalla el niño correteaba a unos cuarenta metros de distancia de una agotado Roy, que descansaba en un banco. Éste le gritó animando al crío.



- ¡Asthel, a ver lo rápido que vienes…!



No había terminado de decirlo cuando su nieto estaba a su lado, sobre su espalda y jugueteando. Su abuelo estaba asombrado, ¡no se había dado cuenta de cuando había aparecido junto a él! Pese a su edad aun era capaz de prever los movimientos y detectar las energías, por eso esquivaba incluso muchas veces a su hijo, que era ya mucho más rápido que él. Pero esto había sido distinto, tal y como le comentase antes Leval. El niño tenía un enorme potencial que superaba la mera fuerza de combate. Asthel entre tanto, se fue hacia su madre y sus abuelas y un perplejo Roy le dijo a Diamante.



- ¿Has visto eso? - Le susurró a su consuegro. - Apareció junto a mí, de un modo tan rápido que ni siquiera me pude dar cuenta.

- Lo que pasa, amigo mío, es que estás hecho un abuelete. - Se burló Diamante que no había presenciado aquello. - Ja, ja.

- No, es en serio. - Repuso Roy reflexivamente sin dejar de respirar con cierta dificultad. - Leval tenía razón. Nuestro nieto tiene un inmenso poder, estoy seguro de eso.

- Con lo que nos han contado nuestros hijos, - replicó su interlocutor ahora serio también - no me sorprende. Cada día que pasa tengo la mayor certeza de que Asthel está destinado para algo, algo muy importante. Mucho más de lo que cualquiera de nosotros hayamos hecho.



En ese instante Roy volvió a llevarse la mano al pecho, su amigo lo percibió y le preguntó con algo de inquietud.



- ¿Estás bien?

-Ese maldito calambre – pudo repetir el interpelado con una leve sonrisa. – No tengo ya costumbre de hacer tanto ejercicio, viejo amigo.



Diamante estaba cada vez más preocupado, aunque no lo quiso hacer notar a su contertulio. Asintió posando una mano en el hombro izquierdo de su consuegro para sentenciar.



-Nos pasa a todos, compañero. Los años no perdonan. Al menos a nosotros.

-Sí, tendrías que ver como se conservan Ami y el resto de las guerreras. Bueno, ahora princesas, cuando se pasan a vernos. - Le contó su amigo. - Parecen casi unas crías de colegio.

-Lo sé. - Afirmó éste, desvelando a su vez. - Tanto ellas como Serenity y Endimión.  El Cristal de Plata. Hace años que te lo conté. ¿Recuerdas?

-Lo que no comprendo es porqué, si dijiste que ese cristal prolongaba la vida de todo el mundo. Solamente les afecta de ese modo a ellas. - Comentó Roy. -

 -También creo que es debido a su particular genética. Y por lo que me comentaron, no han utilizado todavía el máximo poder de sanación. Excepto para vencer a aquella amenaza. Por ello los efectos del cristal no llegan a todo el mundo del mismo modo. Es algo que tienen que meditar muy seriamente. Tiene sus pros y sus contras.

-Bueno. Los pros los puedo ver. - Declaró Roy que, sin embargo, le inquirió a su amigo, en tanto respiraba hondo una vez más. - Pero, ¿Los contras?



            Diamante pareció quedarse pensativo, aunque enseguida le contestó.



-Imagínate un mundo en el que las personas vivieran por siglos, pero en el que la tasa de natalidad se mantuviera como la actual. No habría espacio para toda la población, ni tan siquiera con varios planetas como Bios.

-Vaya. Eso es muy interesante. - Comentó Roy con gesto pensativo, para preguntarle en confianza a su amigo. - Escucha viejo zorro, ya son muchos años que te vengo conociendo. Seguro que tú sabes algo más sobre esto.

-Tienes razón. - Admitió su interlocutor, que le contó. - Hace poco tiempo que la princesa de Júpiter y…, bueno. - Rectificó empleando los nombres de las que eran amigas de ambos. - Makoto y Ami se pasaron a charlar conmigo y con Souichi. También se reunieron con organismos de la ONU, la FAO, la OMS, etc. El tema de que estamos hablando salió a relucir, y las autoridades les pidieron que, por favor, no utilizaran ese poder, al menos no en tan alto grado.

-Ya, por lo que me has dicho antes, ¿no es verdad?

-Así es. - Le confirmó Diamante explicándole. - Al parecer, los últimos estudios realizados en estos años, tras la victoria sobre esa amenaza han demostrado que la esperanza de vida media de la Humanidad ha aumentado en casi dos años y medio. Eso es muchísimo en tan poco tiempo. Y las proyecciones informáticas que Daniel y Mimet hicieron muestran claramente que la tendencia va a continuar. Y no se debe únicamente a los avances en medicina o a mayor cantidad de producción de alimentos, ni al reparto más equitativo de la riqueza del planeta. Esos factores ayudan, pero no explican ese aumento tan radical.



Roy asintió, no había que ser un genio para percatarse de lo que aquello significaría en un futuro no muy lejano. Más cuando su amigo y consuegro le desveló.



-Makoto estaba muy preocupada, al igual que el resto de las princesas y los gobiernos mundiales. A pesar de los grandes avances de la ciencia, los recursos de la Tierra no crecen al mismo ritmo. La población aumentará muchísimo más. Preocupa mucho la sostenibilidad del planeta y los conflictos que pudieran suscitarse. Y el problema está en que, incluso aunque Serenity no quiera, el cristal influencia cada vez en un modo más intenso al planeta.



            Roy asintió, se daba perfecta cuenta del enorme problema que les podía venir encima, y así lo manifestó.



-Ahora comprendo por qué Serenity tardó tantos años en intervenir utilizando su poder. Solamente lo hizo cuando fue inevitable. ¡Vaya! Esto me recuerda a las clases de la universidad. Malthus ataca de nuevo. Sí, supongo que el maestro Son Goku siempre tuvo razón, cuando hablaba del equilibrio para todo. - Afirmó su contertulio. –

-Así es, y eso que los soberanos tiene el cristal de Plata guardado en una vitrina especial, que contiene la mayor parte de su poder.- Le contó su consuegro.-

-¿Ah sí?. No tenía ni idea.- Repuso un atónito Roy.- ¿Lo has visto?



Diamante movió la cabeza, aunque enseguida le contestó, con un tono algo teñido de culpabilidad, pese a tantos años transcurridos.



-Lo sé, puesto que ese mismo poder era el que protegía Cristal Tokio en el siglo Treinta. Y desapareció justo antes de que nuestras naves atacasen. Es por eso que envié a las Bertie y a sus hermanas a la Tierra, a buscar a la heredera de Serenity y a indagar sobre dónde podría estar la fuente del poder que poseía. Estaba engañado entonces por ese perverso Hombre Sabio. Así comenzó todo.

-¿Quién te lo iba a decir, verdad amigo?- Suspiró Roy, replicando  con voz queda.- Si lo miras de un modo optimista, tendría que darte las gracias, tú nos pusiste a mi esposa y a mí en el camino de conocernos. Bueno, mejor dicho, de volvernos a encontrar. -Matizó con un tinte de nostalgia. -

-Como el maestro Piccolo solía decir. Las cosas no pasan porque sí…- Suspiró Diamante.-

-Hay una razón para todo en el Universo, aunque vosotros seáis tan cernícalos que no tengáis ni idea de cual es.- Se sonrió su interlocutor, completando la cita.-



Su interlocutor asintió divertido a su vez al recordar aquello. Al menos Roy ya se sentía más descansado, respirando ahora un poco mejor. Siguió intercambiando comentarios con Diamante. Ajeno a esas palabras de sus abuelos, Asthel se puso a jugar con su hermana. Beruche se acercó y les dijo a sus nietos.



- Os gusta la nieve ¿a qué sí?

- Sí, abuela - asintió Asthel inquiriendo curioso. -Oye, ¿es verdad que tú sabías hacer nieve?...

- ¿Hacer nieve?,- repitió Bertie sorprendida para reconocer. - Pues sí, cuando era más joven. ¿Te lo han dicho tus padres? - Quiso saber a su vez. -

- ¡Edes una pincesa de las neves!,- añadió Maray riendo, mientras acariciaba divertida el pelo de su abuela. -



            Beruche se quedó muy sorprendida, los niños hablaban de ella como si conociesen su vida anterior, cuando era Lorein, la señora del invierno, antigua guardiana de la Tierra y de la reina Serenity primera y después princesa de Alliance. O incluso de su época como Ayakashi. Pero eso ni siquiera se lo había contado a Leval o Kerria con detalle. Se mesó sus cabellos, ya grises en lugar de platino por el paso del tiempo. No obstante, seguía siendo atractiva en su edad y abrigada con sus abrigos de pieles invernales sintéticas, pues era defensora de los animales. desde luego que aun parecía una auténtica princesa. O por lo menos una dama distinguida. Atónita, les preguntó a los niños como sabían esas cosas.



- He soñado a veces contigo abuela y con la abuela Esmeralda, erais más jóvenes y os vestíais con ropa rara. - Le contó Asthel. Añadiendo.- Vivíais en un sitio muy raro también, el cielo siempre estaba oscuro y había cúpulas que lo tapaban…



            La otra aludida también lo escuchó con asombro y se lo dijo a su hija. Amatista se quedó muy sorprendida.



- Hija, ¿le has contado algo a Asthel? - Inquirió Esmeralda, perpleja como su consuegra.  -

- No, mamá, - negó su hija sin salir de su asombro. - Ni Leval, ni yo, les hemos hablado nunca de eso. Pero, dado que Asthel se relaciona con seres más allá de nuestra comprensión, quizás ellos han podido contarle algo.

- Es un niño sorprendente. - Declaró la veterana diseñadora afirmando convencida. - El día de mañana hará grandes cosas, de eso estoy segura.



            Y entre esas y otras conversaciones la jornada transcurrió sin más cosas que reseñar, volvieron a casa. De camino iban charlando entre ellos en grupitos que se intercambiaban. Aprovechando que Roy estaba llevando de la mano a sus nietos y parecía contarles algo que les hacía reír, Diamante se aproximó a su yerno y casi le susurró.



-Leval. ¿Tienes un segundo? Verás, se trata de tu padre.

-Sí claro. - Sonrió el chico que ya se temía alguna nueva trastada o broma entre ambos. – Dime. ¿Qué os pasa esta vez?



Pero la expresión de su suegro no parecía mostrar ese talante, el muchacho le miró entonces con gesto más serio para preguntar de nuevo con más inquietud.



- ¿Sucede algo?

-Verás.- Le comentó éste con cierta prevención. – No sé si te habrás fijado, tu padre se ha llevado la mano al pecho en dos ocasiones, una durante el entrenamiento y la otra durante la guerra de bolas que hicimos. Y a veces da la impresión de que le cuesta respirar.

-Solamente le he visto hacerlo durante nuestras prácticas. – Replicó el chico. –

-No sé si le ocurre algo, últimamente se cansa más de lo normal. - Afirmó Diamante añadiendo. – De hecho, ya habrás observado que no se transforma en súper guerrero.

-No querrá hacerlo durante los entrenamientos. – Comentó el muchacho sin dar a eso mayor importancia. –

-Al principio pensaba eso yo también. – Declaró Diamante aseverando. – Siempre fue mucho más fuerte que yo y de esta manera la cosa estaba más igualada, pero ahora me parece que no es por esa razón. Ya viste como se cansaba hoy, y no es la primera vez. Leval, no sé si tu padre tendrá alguna afección cardiaca. Y ya le conoces, no me atrevo a preguntárselo, seguro que me mandaría al cuerno. O peor, haría algún comentario jocoso de los suyos para quitarle importancia. No me he atrevido a decírselo a tu madre por no inquietarla y no quiero que Roy se enfade conmigo por meterme en sus cosas. Ya sabes cómo es tu padre de cabezota a veces…- Suspiró el príncipe de Némesis.-



Su interlocutor asintió considerando aquellas palabras. Ahora sí estaba más inquieto. Y no obstante, todo parecía ir bien. Miraba a su padre reír y acariciar a Asthel y a Maray, les debía de decir algo gracioso otra vez porque el niño se rio de nuevo y la pequeña se abrazó a una de las piernas de su abuelo que le dedicó una mirada llena de emotiva ternura, entre tanto las tres mujeres charlaban despreocupadas de sus cosas.



-Trataré de averiguar si le ocurre algo. Gracias por contármelo, Diamante. – Replicó quedamente Leval. -



Éste asintió alejándose en dirección a las mujeres, se reunió con su esposa a la que tomó del brazo en tanto Bertie y Amatista fueron a encuentro del que era su hijo y su marido respectivamente. Al poco los niños se aproximaron con su abuelo. En casa de los Malden admiraron el árbol de Navidad. Y Roy, fiel a sus costumbres de esas fechas, cantó una canción del que siempre fue su grupo favorito.



Cae el invierno 
Los rojos cielos brillan tenuemente -oh- 
Las gaviotas vuelan 
Los cisnes se deslizan 
Las chimeneas humean 


¿Estoy soñando...? 
¿Estoy soñando...? 

Las noches se acortan 
Y hay luna de seda en el cielo. ¡Sí!
Los niños fantasean 
Los adultos permanecen de pie 


Qué sensación tan extraordinaria 
¿Estoy soñando...? 
¿Estoy soñando...? 

(Soñando) 
Tan calmo y pacifico 
Tranquilo y feliz 
Hay una especie de magia en el aire 


Qué vista magnífica 
Qué paisaje tan asombroso 
Los sueños del mundo 
En la palma de tu mano 

(Soñando) 
Una agradable conversación junto al fuego 
Que si tal, que si cual 
El sonido de risas alegres y saltarinas 


La suave lluvia que me da en la cara 
¡Que extraordinario lugar! 
Y el sueño del niño 
Es la esperanza del hombre 

Todo es tan hermoso 
Como un paisaje pintado en el cielo 
Las montañas se alzan -mm- 
Las niñas ríen y lloran 
Mi mundo da vueltas y vueltas y vueltas 
Esto es increíble 


Me tambaleo 
¿Estoy soñando...? 
¿Estoy soñando...? 
¡Oooh! - esto es felicidad



(A Winter tale. QUEEN, crédito al autor)



Y mientras los niños escuchaban embelesados y reían con su abuelo, el resto de los adultos miraban la escena con simpatía y nostalgia de todo lo vivido. Al terminar, la pequeña Maray le dijo a Roy exclamando encantada.



-¡Cuatas canzones zabes aguelo!…

-Sí, mi amor. Sé muchas porque las aprendí desde pequeño…mi madre me las cantaba a mí y luego escuchaba muchas en el tocadiscos.

- ¿Qué es un tocadiscos? - Quiso saber Asthel. -

-Bueno, era un aparato antiguo por el que sólo se podía escuchar sonido, hijo. - Le explicó Leval.- Se ponía música en él…

- ¿Y no tenía imágenes? - Quiso saber el niño extrañado. -

-No.- Sonrió su abuelo paterno. - Entonces no existían los teléfonos móviles ni las Tablet, ni esas otras cosas modernas como las proyecciones de hologramas. ¡Qué tiempos! - Suspiró. -



            La pequeña Maray se acercó entonces a su madre haciendo gestos para que la levantase aúpa. Amatista le dio la mano a su hija a la que enseguida tuvo en efecto que tomar en brazos, ya que la pequeña estaba agotada tras ese azaroso día. Beruche dio la mano a su nieto.



-Será mejor que nos vayamos ya. - Dijo la madre de los dos críos. - Maray está cansada y ya va haciéndose tarde. -

-Nos vemos mañana. - Sonrió Roy besando cariñosamente en las mejillas a sus nietos. -

-Hasta mañana, abuelos. - Saludó Asthel con la mano. -



La pobre Maray ya estaba apoyando la cabecita sobre un hombro de su madre, medio dormida. Así que ésta  se dispuso a irse con sus padres tras despedirse.



-Ya es hora de que se vaya a dormir.- Sonrió aludiendo a la niña que se agarraba a ella de una manera enternecedora.-

-Claro, pobrecita.- Convino Bertie acariciando el pelo de su nieta con mucho cariño.- Anda, no te entretengas más, Amatista…



La aludida asintió, y dejó a sus suegros para irse con su pequeña a casa de sus padres. Estos se marcharon a su vez llevando al pequeño Asthel. Leval aguardó un poco para charlar con los suyos. Una vez que Roy subió a su cuarto a cambiarse, tras darle las buenas noches, el muchacho abordó a su madre y de forma cauta la hizo partícipe de esos temores que Diamante le había expresado.



-No sé, hijo. Tu padre desde luego no es ya ningún jovencito. Aunque hasta la fecha que yo sepa no ha tenido problemas de ningún tipo. Pero estaré pendiente de él, como de costumbre. – Afirmó convencida su interlocutora, esbozando una sonrisa en tanto acariciaba una mejilla de Leval. – No temas, si noto algo extraño en su modo de actuar, que no sean sus payasadas habituales, ya te avisaré.



El chico asintió, tras una hora se despidió de sus padres para ir a pasar la noche a la casa de sus suegros, dado que ya les tocaba. Al llegar escuchó como Asthel, justo antes de irse a dormir, charlaba con su abuela. Esmeralda recordaba esas cosas que el crío les había dicho y le preguntaba.



-¿Entonces, dices que has soñado conmigo y con tu abuela Bertie?

-Sí.- Asintió el crio, detallando.- Vivías en un sitio muy triste, con muy pocas plantas. Y había un señor muy malo con una capucha.



            Fue escuchar aquello y Esmeralda sintió un escalofrío recorrer su espalda. La asimismo atónita Amatista, intervino enseguida indicándole a su hijo.



-A dormir cariño, que ya es tarde.



            El crio asintió y tras dar un beso a sus abuelo y a sus padres se fue a la cama. Cuando los adultos se quedaron a solas, la impactada diseñadora les preguntó.



-¿Habéis oído eso? ¿Cómo puede saberlo?

-Ya te lo ha dicho, mamá. Lo ha soñado.- Suspiró Amatista.-

-Desde luego es un niño extraordinario. Ojalá que no le carguen con demasiadas responsabilidades para la corta edad que tiene.- Declaró Diamante.-

-Pidiendo eso mismo rezo todos los días, papá.- Pudo decir Amatista con voz queda y tono entristecido.-



            Viéndola así, Esmeralda abrazó a su hija y dijo animosamente.



-Yo rezaba por lo mismo, igual que tu padre. Ya lo sabes. Jamás quisimos involucrarte en nuestras antiguas vidas y lo que se derivaba de ellas. Pero al fin, el destino tuvo sus propios planes. Y no fueron tan malos. Hemos sido muy felices y creo que tu esposo y tú también. Por eso, no temas mi niña. Seguro que tus hijos lograran serlo también.



            Amatista sonrió asintiendo. Eso quería creer, eso deseaba con toda su alma.



-En cualquier caso, cariño, estaremos ahí para nuestros hijos.- La confortó asimismo Leval, remachando con una afectuosa mirada dirigida a sus suegros.- Lo mismo que tus padres y los míos estuvieron ahí para nosotros.



Y tras hacer que Amatista se sintiese mejor los adultos cenaron y charlaron un poco más. Al rato se fueron a dormir, al día siguiente tocaba ver a más familiares y amigos.  Así pasaron las vacaciones. Por fortuna no hubo ninguna novedad y Roy pareció encontrarse bien. Antes de retornar a Bios, Leval y Amatista quedaron con Mazoui y Satory, prometieron llevar a sus hijos para que pudieran verse.  Se citaron en la ciudad.  Sus amigos llevaban a las crías de la mano, se acercaron a Amatista que esperaba con Maray. Satory les dijo a las niñas.



- Alusa, Minara, esta es Amatista ¿Os acordáis? - Las niñas miraron fijamente sin decir nada y su madre añadió - y esa nena tan bonita es Maray. Saludad y dadles un besito.

- Hola...- dijeron las niñas y besaron a esa señora que se había agachado y luego a la pequeña. -

- Maray. Mira que nenas tan guapas. - Le dijo Amatista a su hija con idéntico tono cariñoso. Aunque la pequeña era muy tímida y se acurrucó junto a su madre, ésta la animó. - ¡Venga mi amor, no tengas miedo!, mira, dales un besito tú también. – Obedeciendo algo dubitativamente Maray les dio un tímido besito y Satory sonrió. -

- ¡Pobrecita!... es un angelito - terció mirándola encantada. -

- ¡Me alegro tanto de veros!,- intervino también Mazoui con idéntica alegría. -



            En ese instante llegaron Leval y Asthel que habían estado jugando con videojuegos. Satory resplandeció de alegría al ver al niño y corrió a darle un abrazo, el crio también se alegró mucho de verla.



- ¡Hola Asthel! ¡Cariño, mira, mis hijas! - Le indicó ella con patente orgullo e ilusión. -



Ahora sí que Alusa y Minara se acercaron a Asthel y le saludaron con mucho interés.



- Tú eres el que nos trajo a mamá. - Le dijo Alusa. -

- Es cierto, - convino Minara. - Me acuerdo de que convenciste al angelito.



            Todos se quedaron perplejos. Amatista les preguntó a las niñas con la boca abierta.



- ¿Sabéis de quién se trata? ¿Vosotras también le veis?...

- Sí, Amatista, - repuso Satory antes de que sus hijas contestaran - incluso hay veces que las oigo hablar, pero no entre ellas, parece que lo hicieran con otra persona. Cuando les preguntaba con quién se reían y me decían que con un angelito que era un niño como ellas.

- Tus hijas también tienen un don. Como Asthel – respondió su contertulia que añadió. - Maray por ahora no ve a nadie. Quizá ella no lo posea.

- No lo digas tan convencida, - aseveró Mazoui. - Nunca se sabe, Amatista. Puede que ahora no sea el momento de que lo desarrolle.

-Y espero que nunca lo haga.- Suspiró la atribulada madre de la pequeña.-

- Eso mismo desearía yo, pero tienes razón, primo - acordó Leval con la misma cautela que su interlocutor. - Yo no me fío ya de nada.

- Y pensar que nuestros padres y los demás creían que nosotros éramos sorprendentes a sus años. - Añadió Mazoui entre divertido e irónico. - ¡No éramos nada de particular comparados con ellos!



            Los demás convinieron en eso y siguieron hablando mientras pasaban la tarde juntos. La conversación recayó entonces en los temas de política y economía de la Tierra. Leval le contó aquellas cosas que su prima Idina le refiriera haría ya unos años.



-Pues aquí ciertamente se oyeron voces de esas. – Les explicó Mazoui – Y siguen ganando adeptos. Las mismas Naciones Unidas han debatido en ocasiones sobre el tema. Por ahora se prefiere garantizar un trasvase ordenado entre Bios, Nature y la Tierra. Pero me preocupa más que haya algunos países y movimientos que renieguen ahora de los soberanos. Dicen que la Reina Serenity y el rey Endimión no les representan.

- ¡Vaya unos desagradecidos! – Repuso Leval con desaprobación. –

-Y que lo digas – intervino Amatista – De no ser por ellos y las demás guerreras ¿qué habría sido de la Tierra?

-Y de no ser por ti. – Afirmó Satory –

-Yo no hice nada, fue, ya sabes – susurró su amiga. -



Y lo hizo indicando con la mirada hacia la posición de su hijo que jugaba ahora a las palmas con las hijas de Satory y Mazoui ante la pasmada mirada de la pequeña Maray equipada con su chupete en la boca.



-Ya. - Convino Satory, percatándose de que no debía ser demasiado específica, afirmando de seguido. - Bueno, tú tuviste también tu parte de mérito. -

-El caso es que me indigna que haya gentes que no sepan apreciar todo lo que los soberanos y las princesas han hecho por este mundo. - Declaró Amatista con palpable malestar. -

-De todos modos, eso parece que se ha calmado algo por ahora. – Añadió Mazoui. –

-Eso espero, y que siga así por mucho tiempo – deseó su primo y amigo -



Y tras derivar la conversación al terreno de la nostalgia y los recuerdos pasaron a preguntarse por el paradero de algunos amigos como Tracer y Penélope y Giaal o Susan. Aquí Mazoui seguía estando más enterado y les contó.



-Creo que Tracer y Penélope lo dejaron. Me parece que él se trasladó de vuelta a la Tierra. Hace un año que hablamos ya. Por lo que sé era teniente mayor. Aunque no me hagáis mucho caso porque esas noticias son antiguas. No tengo ni idea de su paradero actual.  A mí me toca ascender a comandante dentro de un año. Supongo que a él igual. De Giaal y Susan, sí sé que se casaron y tienen un niño, debe de ser algo mayor que Maray.

-Sí, la prima Idina me comentó que su hermano Alan y su esposa también habían sido padres de una niña. La llamaron Fiora, un nombre muy típico del mundo de los padres de Naya. -  Le contó a su vez Leval. -



Sus amigos escucharon muy interesados aquellas novedades. Después de tomar algo y dar de cenar a los niños se despidieron. Leval y Amatista tendrían que volver a Bios con sus hijos. Pero antes se hicieron holofotos de tres dimensiones con Satory, Mazoui y los padres de estos a los que fueron a saludar y presentar a sus hijos también y, claro está, con sus propios padres.



-Bueno, os vamos a echar mucho de menos. - Afirmó Amatista en tanto se abrazaba a sus padres antes de partir. -

-Ya sabéis donde estamos. Venid a vernos. - Les invitó Leval. -

-Sí hijo. - Afirmó Bertie que también se despedía en ese momento de sus nietos. - No te preocupes por eso…

-Dentro de poco nos jubilaremos y os daremos la paliza más a menudo. - Sonrió Roy contagiando a los demás. -

-Sí, ¡eso de dar la paliza es lo tuyo! - Se rio Diamante. - ¡En todos los sentidos!



Y tras alguna que otra puya entre ambos y pasar un rato divertido, finalmente se despidieron. Después de esto cada cual volvió a sus respectivos hogares y pasó el tiempo. Una noche, seis años después, Amatista contemplaba las holo fotos recordando ese momento. Todo ese lapso de tiempo había transcurrido acorde a sus deseos, ningún dios les visitó, ningún problema grave se planteó. El padre de Leval incluso pareció estar bien y no padecer problema alguno de corazón. Quizás al ser descendiente de los guerreros del espacio su constitución era mucho más fuerte de lo normal y envejecía a un menor ritmo. Los niños se criaban muy sanos y robustos y crecían deprisa. Amatista suspiraba pensando en todo eso, su marido estaba junto a ella. Al día siguiente tenía un compromiso importante, iba a ser ascendido a teniente comandante y trasladado de ejército. Recientemente se había creado un destacamento del ejército planetario del UNISON en Bios, que ya poseía varias ciudades importantes. Leval pensaba en ello mientras su esposa le dijo sin dejar de mirar las fotos.



- ¡Seis años más! - suspiró ella nostálgicamente. - Parece mentira, ¡seis años han pasado de estas holo fotos!

- Cariño, - le susurró Leval con una sonrisa. - El tiempo pasa volando, mira a Asthel, ya ha terminado la primaria, el próximo año pasará al nuevo instituto. ¡Qué pena le da a Idina! hablé con ella y dice que le va a echar mucho de menos. Pero se consuela con Maray, Granate y los demás.

- Nuestro hijo ya está tan grande, ¡con casi trece años y ya mide lo que yo, va a ser muy alto! - Declaró Amatista orgullosa, añadiendo. - Claro que no me extraña. Y Maray está ya que parece una mujercita. Ahora comprendo a mi madre, comienzo a sentirme vieja.

- El hijo de Sandy y Coraíon está muy grande también. - Repuso Leval - y sólo tiene ocho años.

- Y yo estoy cada día más llena de arrugas. – Se lamentó la muchacha que incluso creyó atisbarse una cana. -

 - Cariño, no te preocupes, sigues tan guapa y tan joven como siempre y nuestra niña tiene la misma edad que Granate, sólo ocho años. Así que no te sientas tan mayor.

-Eso dice tu hermana. Ella y Sam me cuentan a veces que con Brian comienzan a acusar la edad.- Sonrió su esposa.- El chico ya tiene los diez años, y ha aprendido muchas cosas en su periplo por Europa.

-Sí, Ky y Sam, están muy orgullosas, para su edad nuestro sobrino está bastante alto también, y creo que le gusta el baloncesto. Eso a mi padre le encanta.- Sonrió Leval.-

- Y aquí Idina también tuvo hijos, chico y chica. - Recordó Amatista. - Le costó, pero por fin encontró novio y ese novio se convirtió en su marido. Me alegro por ella, al final tuvo suerte como se merecía. Michael es un chico muy agradable y bueno. Y su hijo Tom es un chico muy mono con sus cinco años. La pequeña Loren tiene ya tres, es muy graciosa, se parece mucho a ella. Y hasta su amiga Nehie nos sorprendió a todos cuando se casó con ese saiyajin. ¡Anda que no coparon portadas de las revistas de sociedad!

-Sí, es cierto. Recuerdo que le conocí en el SSP-1, al poco de salir de la Luna. – Recordó Leval afirmando. - Me parece que era embajador o algo así…

-Tienen una cría. La princesa heredera de la Luna Nueva. Debe de tener unos cuatro años. Al menos los ecos de sociedad dijeron eso. - Afirmó su esposa que suspiró. - ¡Ah! Todos los críos crecen a una velocidad de vértigo. 

- Dentro de poco todos se harán mayores - reconoció Leval que agregó con más desenfado. -Bueno, espero que para entonces yo sea general.

- ¡Oh! Perdona, cariño, - reaccionó Amatista reparando en ese sutil comentario de su esposo. - Estoy aquí divagando y no te he preguntado, ¿te ascenderán mañana, ¿verdad? Felicidades.

- Sí, - asintió él satisfecho - y además me cambian de ejército, así que voy a ascender a teniente coronel.

- ¡Tan joven! ¡Es estupendo! Oye, eso es un paso enorme ¿no? te saltas un grado. - Exclamó Amatista con júbilo. -

- No.- Negó Leval con la cabeza sonriendo. - No, ¡qué va! ...este ejército es como el de tierra, mi grado de teniente coronel equivaldrá al de teniente comandante en el espacio.

- ¿Qué? - Le preguntó su desconcertada esposa. -

 - Mira, el de Comandante del espacio equivale a Teniente Coronel de tierra y de aire. ¿Comprendes?

- Pues no, - tuvo que admitir ella - me hago un lío con esas cosas. ¿Por qué no es lo mismo para todos?

- Eso me pregunto yo, - repuso su marido recordando. - A Mazoui le reconvirtieron hace un año, me lo dijo cuando le llamé. Ahora tiene el grado de Coronel porque también le ascendieron.

- De todas formas, los dos lleváis una carrera muy brillante. Estoy muy orgullosa de ti, mi amor. - Declaró Amatista que le dio un gran beso. -

- Tú tampoco te puedes quejar – la alabó a su vez Leval. - Terminaste hace mucho ya tu doctorado y eres junto con Sandy, la jefa de investigación y desarrollo ambiental del planeta.

- Cuando pienso en lo que me decía mi madre. - Sonrió Amatista al rememorar. - Siempre me insistía en que estudiara y no hiciera tanto deporte o nunca llegaría a nada.

- ¡Pues parece que se equivocó! - Comentó su esposo con aire divertido. -

- Al contrario - Rebatió Amatista para admitir. - Tenía mucha razón, comencé a tomarme verdaderamente en serio los estudios cuando embarqué en la nave. Con todas las chicas que me rodeaban, ¡a cuál más empollona!, no tuve otra opción, ¡nunca me ha gustado perder en nada! Y quería tener buenos temas de conversación para hablar con cierto teniente muy atractivo que me gustaba entonces. - Sonrió divertida. -



Su marido sonrió, afirmando convencido.



-Creo que ya sé a quién te refieres…- su esposa asintió a lo que él agregó divertido. – Un tal Logan.

- ¡Pero qué tonto eres! – Replicó su mujer, no obstante, encajando la pulla con humor. -



Aunque su contertulio enseguida tornó su aire jovial en uno más reflexivo para declarar con voz queda.



- Muchas veces me pregunto que sería de aquellos amigos y compañeros que teníamos en la nave. Hace años que Mazoui nos habló de Susan y Giaal, viviendo en su planeta Nature con su hijo. De Tracer que volvió a la Tierra...

- Y de Penélope…que creo que se acabó casando con un científico que conoció en Nature, y luego regresó con él a la Tierra. También me acuerdo de Ginger con su pequeño Dean. - Añadió Amatista con el mismo tono. - Éramos un grupo estupendo de chicas. Incluso recuerdo a la pobre Jen, que, pese a todo, al final murió por salvarnos. Pasamos tantas cosas juntas y luego cada uno siguió un rumbo distinto.

- Como los amigos de nuestros padres. - Comentó Leval que agregó con tintes filosóficos. - A veces pienso en ello y me parece que nuestras vidas van, poco a poco, pareciéndose cada vez más a las de ellos. Cumplimos con nuestra parte en los acontecimientos, incluso les dimos forma para después alejarnos de nuestros compañeros de batalla y vivir unas vidas normales. Es como si hubiéramos salido del escenario para dejar el paso a otros actores. ¿No crees?



            Amatista guardó silencio durante unos instantes. Sí, a ella a veces le parecía que eso mismo era lo que había sucedido. Sin embargo, estaba muy feliz con su vida. Rodeada de su esposo y sus hijos. Y con un trabajo que le encantaba. No echaba para nada de menos aquellas aventuras. Al fin contestó con tintes entre afectuosos y nostálgicos.



- De todas formas, ellos siempre estarán en nuestros recuerdos, y seguro que nosotros en los suyos, y aunque lejanos, al menos tenemos a Mazoui, a Satory y aquí al lado, a Sandy, Coraíon e Idina.



Leval asintió y volvió a meditar en voz alta.



- Y otra cosa en la que pienso a menudo es en nuestros hijos y en los hijos de nuestros amigos. ¿Tendrán ellos un ciclo de vida como el nuestro? ¿Acaso les llegará su momento para hacer historia? Por lo menos, con Asthel siempre he tenido esa impresión. Lo mismo que mis propios padres la tuvieron conmigo. Ya lo hablamos con ellos hace años. ¿Recuerdas?- Su esposa se limitó a mirarle con interés y asentir levemente, en tanto su marido agregaba.- Aunque yo desearía que él fuera libre para hacer lo que quisiera, sin atarse a ninguna obligación profetizada desde hace siglos, o algo parecido...

- Nuestro hijo es y será libre. Desde hace años vive como un muchacho normal. Yo estoy convencida, como mi madre me dijo, de que hará lo que deba hacer y de que podrá ser feliz, como nosotros lo hemos sido. - Le aseguró Amatista con mucha fe puesta en esas palabras. -



Y su esposo asintió dejándose convencer por esa esperanza. Al fin abrió la boca y repuso con tono más mundano y desenfadado, dando por concluidas sus meditaciones.



- Bueno, tengo que dormir, que mañana me espera un día muy importante y debo estar bien despierto. El general Strips, comandante en Jefe de las tropas de la UNISON en Bios, estará para nombrarme en persona jefe de la primera base estable del planeta. - Amatista asintió también cansada y ambos se acostaron, abrazados apagaron la luz. -



            Asthel por su parte estaba despierto en su habitación. Su hermana Maray dormía tranquilamente en la suya. El muchacho estaba algo inquieto, sentía algo fuera de lo normal. Entonces, delante de él apareció un tipo enorme, negro y que sonreía con cara maliciosa. El chico se asustó, pero el tipo no le dejó chillar, le tapó la boca mientras le decía.



- Tranquilo Mensajero, soy Buruk, otro de los dioses que viene a enseñarte...

- No me acuerdo muy bien. – Objetó Asthel, observando a ese enorme tipo con asombro. -



Efectivamente, recordaba a los anteriores de forma confusa. A decir verdad, estando ya en plenos inicios de la adolescencia muchas cosas se habían evaporado de su memoria. Tampoco se acordaba apenas de su "angelito". De hecho, no había vuelto a verle desde que fue con él a traer el alma de Satory de regreso al mundo de los vivos.



-No sé, hay cosas que me parece que debí soñar. Y de otras no tengo ni idea de cómo se hacía.- Admitió el chico.-

- ¡No te preocupes, te recordaré lo que tengas que saber! ...- rio despreocupadamente Buruk contagiando a Asthel que, instintivamente, supo que podía confiar en él. Entre tanto su interlocutor le indicaba. – Como dicen los humanos, mañana comenzaremos tu aprendizaje. Ahora duerme bien Mensajero, eso para ti es importante según me advirtieron. -Y desapareció sin decir más. -



           

Y Buruk había recibido instrucciones muy específicas de su señor Georcael, nada de mostrarse agresivo con los humanos, ni de asustarles. Debía respetar la manera en la que los padres físicos de aquel niño le estuviesen criando.



-Por supuesto, mi señor. Haré como tú ordenas.- Convino el dios, antes de ir a visitar al Mensajero.-



Y por su parte, Asthel hizo caso del dios y más tranquilo y animado se durmió.



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