Resuelto el problema del alojamiento, vía pares o nones,
(Roy saltó lleno de entusiasmo cuando ganó, ante la cara de resignación de su
consuegro y las risas del resto), se acordó que sus hijos y nietos se quedasen
primero con Roy y Beruche y después irían a casa de Diamante y Esmeralda. Tras
aquel sorteo todos se fueron a cenar y a la cama. Al día siguiente, temprano,
los dos viejos amigos y compañeros de aventuras habían quedado, como siempre
desde hacía años, para entrenarse. Diamante llegó a casa de su consuegro y
desde allí él, Roy, y el hijo de éste, al que animaron a ir, fueron a hacer un
poco de ejercicio.
- Bueno, Leval -
le dijo Diamante palmeando jovialmente la espalda de su yerno. - Nosotros
con los años ya no somos lo que éramos, pero tú debes de estar en plena forma,
eres joven.
- He entrenado mucho con Mazoui cuando estaba en
Bios, Y no digamos cuando tuve que enfrentarme con esos dioses. - Repuso éste.
-Luego me quedé sin mis poderes saiyajin.
-Pero los recobraste cuando nació Asthel. ¿Verdad
hijo?- Quiso recordar Roy.-
-Sí, así es. Aunque desde que el primo se fue no me
he adiestrado mucho.- Admitió algo apurado para alegar.- Bueno, a veces cuando
saco tiempo me entreno por mi cuenta, aunque mucho menos, ¡tengo tantas cosas
que hacer! - Se lamentó con resignación. –
Roy
y Diamante se miraron con cara de resignación. ¡Tampoco le iban a pedir al
chico que se entrenase como un saiyajin de Nuevo Vegeta! Bastante tenía ya que
hacer.
-Nosotros solemos entrenar bastante los dos juntos,
pero, es lo que tu suegro te ha dicho, ¡tenemos menos pelo, menos fuerza y más
achaques! - Le comentó jocosamente su padre. -
- Estoy de acuerdo, excepto en lo del pelo, ¡eres tú
el que tiene menos, yo sigo igual de atractivo, luciendo mis mismos cabellos de
juventud! ...- rio Diamante que ahora, sin embargo, tenía un pelo bastante más
corto que antaño. -
- ¡Nos ha fastidiado! , tú siempre has tenido el
pelo blanco. Pero ahora hay bastantes más arrugas en tu varonil cara. - Replicó
Roy con burla. -
- ¡Ahora verás lo que es bueno! - Le amenazó su
consuegro con el puño ante la sonrisa de éste. – Te voy a planchar la tuya.
- No paráis. ¡Ja, ja, ja! ¿Siempre os estáis
metiendo tanto el uno con el otro? - Preguntó Leval entre divertido y sorprendido.
-
- ¡No, que va...hoy mucho menos porque estás tú
delante! - Rio Roy que añadió animando a su hijo en tanto le ponía una mano en
un hombro. - ¡Vamos, Leval! No seas muy duro con tu anciano padre ni con el
vejestorio de tu suegro.
El
aludido sonrió y asintió, los tres se metieron en un cuarto especial de
entrenamiento que Roy y Diamante tenían construido allí desde hacía años. Ajustaron
unas diez gravedades y comenzaron a luchar todos contra todos. Para Leval la
cosa era fácil, él cuando se entrenaba lo hacía con cien desde sus tiempos de
la SSP-1 con Mazoui. Esquivaba todos los golpes sin problemas, aparecía justo
al lado de su padre con una enorme rapidez, pero, aun así, éste conseguía
evitarle muchas veces, tenía mucha experiencia adquirida a lo largo de muchos
años y muchas batallas. Diamante por su parte, se mantenía bastante igualado
con su consuegro, pero éste aún era más fuerte. Leval notó que su padre ya no
se transformaba en súper guerrero. Él sí lo hizo y los otros dos le atacaron,
pero pudo fácilmente con ambos. Su padre y su suegro estaban visiblemente cansados,
aunque el muchacho, bastante más joven, apenas sí había tenido que emplearse a
fondo. En uno de los lances, además, Roy se llevó la mano al pecho deteniéndose
en seco. Su hijo le observó con preocupación.
- ¿Estás bien, papá? - Quiso saber ante la atenta e
inquieta mirada de Diamante. –
-Sí, sí, no pasa nada. – Pudo replicar el
interpelado que se limitó a sonreír afirmando. – Son estos malditos calambres.
Hacía mucho que no tenía que emplearme tan en serio. Con el carcamal de tu
suegro no me hace falta.
-Carcamal ¿eh? - Pues ya verás lo que este carcamal
te va a hacer. –Replicó el príncipe de Némesis con gesto divertido en tanto
levantaba un puño. -
Pasado aquel susto Leval sonrió moviendo la cabeza.
Esos dos siempre estarían bromeando igual. No obstante, debió de admitirse que
había echado aquello mucho de menos. Continuaron a un ritmo algo más suave. Al
final del entrenamiento y tras tomarse unas alubias, los tres volvieron para
casa. Por el camino seguían hablando.
- Eres muy bueno, Leval. - Le alabó Diamante. - Me
hace feliz saber que tenemos asegurado por bastantes años el relevo contigo y
con Mazoui.
- Gracias, Diamante. - Sonrió éste que aprovechó
para decir. - A propósito, espero verle a él y a Satory. Deseo saber como
están.
- Por lo que sabemos bastante bien, desde que Satory
se recobró. - Le contó su padre. - Sus dos hijas parecen dos muñequitas. Cuando
he hablado con Karaberasu y Mathew les he notado muy felices, son dos abuelos
estupendos. Bueno, como nosotros...
- Masters también es muy feliz...- añadió Diamante
ahora algo más serio y apenado al explicar. - El pobre Ian, por razón de su
edad y su precaria salud, tiene que estar ya en una silla de ruedas la mayor
parte del tiempo. Aunque cuando le he visto junto a sus nietas, su yerno Mazoui
y su hija, rejuvenece tanto que parece un muchacho. ¡Las quiere tanto!...
- ¡Cómo pasan los años, amigo mío!, ¡cómo pasan!,-
suspiró Roy reflexivo para comentarle con nostalgia. - ¿Recuerdas? Parece que fue ayer cuando entrenábamos en el
Cielo. El Rincón del Alma y del Tiempo. Con nuestros maestros y Nephrite, tu
hermano y Ail.
- Y que lo digas… - convino su interlocutor de
idéntica manera. -
- A propósito, hijo. ¿Has pensado si vas a entrenar
a Asthel cuando sea algo más mayor? - Quiso saber Roy dirigiéndose a Leval. -
- Sí, seguro que tiene un potencial enorme. – Afirmó
Diamante. -
Aunque
para sorpresa de sus interlocutores, Leval se limitó a encogerse de hombros
para responder.
- Es cierto, pero su potencial es distinto, a la
vista de las cosas que hacía siendo más pequeño, creo que él llegará a ser
alguien fuera de lo común. No pienso que necesite un entrenamiento físico. Lo
suyo va mucho más allá.
Sus
interlocutores se miraron sin decir nada, todavía se acordaban lo que Satory
les contó hacía años, de cómo el pequeño Asthel fue a por su alma cuando ésta
iba de camino hacia la Eternidad. Diamante recordaba como él intentó lo mismo
con el ángel de la Muerte sin resultado. Esmeralda volvió, pero no con él. En cambio,
su nieto se bastó para convencer de inmediato a Azrael y esos dioses que tantos
problemas les dieran a su hija y a su yerno en el pasado, se ocupaban de
enseñar y atender al niño como si de solícitos cuidadores se tratasen. Aunque,
según Leval, hacía años que no había vuelto ninguno ni que sucedía nada anormal
con Asthel. Roy pensaba en eso mismo y se decía que quizás eso fuera un indicio
de que el niño se había estabilizado. De todas formas, ambos abuelos estaban de
acuerdo en una cosa, adiestrar o no al pequeño en la lucha era una cuestión que
debían decidir exclusivamente sus padres.
-Apuesto a que tu mujer te dirá lo mismo que tu
madre me decía a mí. - Dijo Roy, tratando de imitar los ademanes de su esposa
con jocosa teatralidad, lo que hizo reír a sus interlocutores. - ¡Rooy! No
enseñes al niño a pegarse, Rooy, no quiero que le animes a ser violento… ¡Ay!
Esta Bertie.
- ¡Ja, ja! Cómo se nota que tu mujer no está delante.
- Se burló su consuegro. - Dudo mucho que te atrevieras a decir eso sino.
-Nos ha fastidiado aquí el principito. - Repuso su
amigo, para más risas del resto. - Como si tú no te pensaras lo que dices
cuando está delante la tuya…
-En eso mi antiguo superior el mayor Freejar tenía
toda la razón. - Comentó Leval aun sonriendo cuando remachó con humor. - Me
decía, muchacho, puede que mandemos en el cuartel, pero las que mandan en casa
son ellas.
-Como se notaba que tu antiguo jefe estaba casado
desde hacía años. - Aseveró Roy. -
- ¡Ja, ja! Cualquiera diría que somos un grupo de misóginos.
- Se rio su hijo, a coro con ellos. - En el fondo las adoramos…
-Bueno. - Terció Diamante. - Está muy claro que mi
hija tiene una fuerte personalidad. Pero eso ya lo sabías cuando te casaste con
ella. ¿Verdad?
-Sí, de hecho, es una de las cosas que más me gustan
de Amatista. -Admitió el joven añadiendo ahora. – Aunque se ha ido suavizando
bastante con los años. Ya no es ninguna chiquilla alocada. ¡Ja, ja! A veces hasta lo echo de menos.
-Por lo que he visto, es hasta más estricta que
Bertie o Esmeralda. Así que ya puedes portarte bien. - Comentó un jocoso Roy. –
Leval
se rio junto a sus interlocutores. Eso era cierto. Su esposa se tomaba su papel
de madre muy en serio. Era cariñosa pero casi inflexible en cuanto al comportamiento
de los críos se refería. Pensaba eso dándole la impresión que su mujer parecía
querer demostrar algo. Sobre todo cuando se juntaban con los padres de ella.
Aunque las palabras de su suegro le sacaron de esos pensamientos.
-No sé. Hablando un poco en serio. Tendréis que
meditarlo bien. Entrenar a vuestro hijo o no es algo importante. Marcará su
futuro. - Le aconsejó Diamante, en tanto
se acercaban al hogar de los Malden, dando así por zanjado el asunto. –
-En eso mi consuegro tiene toda la razón.- Convino
Roy. Afirmando ya sin bromear. – Desde luego los dos podemos entenderte muy
bien, hijo. Es todo un dilema.
El aludido asintió despacio, meditando a fondo
aquellas palabras. Era cierto, aunque sentía que, para bien o para mal, eso no
lo habían decidido ni él, ni su esposa. Esos dioses ya adiestraban a su hijo de
facto. Quizás no en el modo en el que él mismo lo habría hecho, pero seguía
siendo un entrenamiento que excedía las capacidades de cualquier crío normal.
-Pero Asthel no es normal.- Pensó en tanto caminaba,
escuchando sin prestar demasiado atención la enésima disputa amistosa entre su
padre y su suegro.- Ya nació con un propósito muy concreto, una misión de la
que nada sabemos…Aunque eso no puedo comentarlo delante de mi esposa…
Y por fin llegaron a casa, allí estaban sus
respectivas mujeres y los niños. Amatista junto con Maray y Asthel, a los que
mandó a saludar a su padre y abuelos. Esmeralda y Beruche estaban esperando junto
a ella arregladas para salir. Los niños besaron a los tres y Amatista mientras
les explicó.
- Hemos decidido dar un paseo por el parque toda la
familia. Así que id a ducharos y dentro de veinte minutos os quiero aquí
listos. Y abrigaos que hace frío.
- Muy bien hija, como tú digas. - Aceptó Diamante. -
Leval asintió también y Roy viendo aquello, pinchó
jocosamente a su hijo, al hilo de sus comentarios anteriores.
- ¡Desde luego! ¡Vamos hijo, imponte! ...dile a tu
mujer quién manda, que sepa quién lleva los pantalones aquí. ¿Qué es eso de
dejarte mangonear?
- Sí. - Sonrió el aludido que, no se dirigió a su
progenitor sino a su esposa, para convenir. - Enseguida estamos, cariño...
Todos se rieron de aquello más si cabía cuando su
padre añadió con tono entre divertido y fingidamente reprobatorio.
- ¡Pues vaya un hijo que tengo! Ya decía yo que
estuviste demasiado pegado a las faldas de tu madre.
- ¡Cállate Roy! y vete a duchar ya. - Le ordenó
Bertie sin perder la sonrisa. -
- Sí, cariño, enseguida. - Repuso éste con tono
sumiso. –
Eso provocó más risas. Leval le respondió entonces a
su padre en tono también burlón.
- ¡Papá! Tú tampoco pareces muy dominante que
digamos.
- Es nuestro sino, hijo, las mujeres nos gobiernan.
- Respondió el interpelado y los tres se fueron a duchar entre las risas de sus
respectivas esposas. -
Según
se dirigían al interior para entrar cada uno a un cuarto de baño, Roy se sonrió
y les comentó a ambos con tono de complicidad.
-Cuando entrenaba con el maestro Son Goku en el
rincón del alma y del tiempo, recuerdo que me decía. Roy, puedes cabrear a quien quieras en todo
el universo a excepción de a tu mujer. ¡Hazme caso! Si provocas a algún ser
poderoso podrá pegarte, podrá matarte, ¡pero lo que nunca podrá hacer es
mandarte a dormir al sofá, darte una bronca monumental o no hablarte durante
semanas!…
-Sí, ¡desde luego que el maestro Son Goku tenía toda
la razón! - Rio Diamante. -
-Me hubiera gustado conocerle. Debió de ser un gran
tipo. - Afirmó Leval. -
-Lo era sí, créeme cuando te digo que me enseñó
bastantes cosas además de a pelear. -Aseguró su padre ahora con un tono más
nostálgico en su voz. - Lo cierto es que tenía una gran filosofía de la vida.
Hasta estando muerto.
Y
al fin, dejando esa amena y nostálgica charla, cada uno fue a su baño
respectivo. Ya listos, toda la familia salió al parque. La pequeña Maray iba de
la mano de sus abuelas. Previsoramente, Amatista había comprado ropa de abrigo
a los niños y estos la lucían ahora en el frío ambiente de invierno terrestre
al que habían sido ajenos desde que nacieron, de este modo ella iba tranquila
paseando junto a su esposo. Roy y Diamante charlaban animadamente entre ellos
acompañados de Asthel que correteaba a su alrededor. Llegaron por fin a una
amplia extensión del parque. La nieve adornaba cada rincón, Asthel corrió hacia
ella y con sus manos enguantadas comenzó a tirarla hacia arriba, hizo bolas que
lanzó contra los árboles. Jugaba entusiasmado con aquel elemento nuevo. Sus
abuelos le miraban sorprendidos y encantados, Leval sin dejar de sonreír, les
explicó.
- En Bios tenemos un clima muy suave, la temperatura
es constante. Solamente en los polos del planeta y en las cumbres de algunas
montañas altas, se forma a veces algo de nieve. Como ya os contamos, los niños
nunca la habían visto antes. Sólo en algún documental.
- Está muy contento jugando con la nieve, - sonrió
Diamante que propuso con desenfado. - ¡Venga Roy, vamos a ayudar a nuestro
nieto a hacer un muñeco!
- ¡Es verdad! - exclamó éste encantado con la idea
para añadir con una ilusión prácticamente infantil -... ¡hace tantos años que
no hago uno!
Y
de inmediato, los dos abuelos se unieron a su nieto, Esmeralda, y Beruche que
llevaban a Maray les miraron con una sonrisa de cariñosa nostalgia. Bertie
recordó la primera vez que ella y Roy jugaron en la nieve, ¡hacía ya tantos
años de eso!, casi cuarenta quizá, no estaba segura. Esmeralda por su parte,
subió a su nieta en brazos y le contó lo que hacían sus abuelos y su hermano.
- “¡Yo també tero hacé un mueco!”. - Declaró la
pequeña entusiasmada. -
- Claro que sí cariño, ahora la abuela te lleva con
esos gansos. - Le prometió Esmeralda con una gran sonrisa, mesando los cabellos
color castaño de su nieta. -
Y al momento se dirigió hacia allí con la pequeña y
la ayudó a hacer un muñeco de nieve chiquitín, secundada por Bertie.
-Verás que bonito nos va a quedar, tesoro. - La
aseguró Beruche con una amplia sonrisa, para alegría de la pequeña, alegando
divertida y no sin irónico sentido del humor. - Yo de nieve entiendo mucho, ¡ji,
ji, ji!…
-“¡Mueco, gande!”- Pudo responder la entusiasmada
Maray.-
Amatista
y Leval, abrazados y sonrientes miraban a sus familiares que parecían niños. Se
recordaban ellos mismos jugando cuando eran pequeños y veían en sus padres las
mismas caras de entusiasmo que tenían con ellos.
- ¡Es como si no hubiese pasado el tiempo! - Suspiró
Leval. – Podría verme a mí mismo jugando con Ky, algunas mañanas de invierno
cuando nevaba. Y sobre todo en Navidad. Cuando venía la madrina Ami, o cuando
nosotros fuimos alguna vez a Portland con los tíos Tom y Connie, y los primos
Alan, Lance e Idina.
-Pero lo ha hecho. - Le recordó su también
nostálgica mujer sentenciando casi filosóficamente. – Para lo bueno y lo malo.
Sí, yo recuerdo también algunas Navidades, jugando con mis padres, o con
Satory. Y ahora son nuestros hijos los que disfrutan de esto. Y me alegro de
que sea así, nosotros ya tuvimos nuestro momento, ahora les corresponde a
ellos. ¿No crees?
Su marido asintió. Entre tanto los demás seguían con
su tarea. Después de hacer el muñeco, comenzó la inevitable pelea de bolas de
nieve. Roy contra Diamante, a la que se unieron Asthel y Leval. Al final todos
contra todos a tirarse bolas a diestro y siniestro. Cuando se terminó esa
amistosa batalla el niño correteaba a unos cuarenta metros de distancia de una
agotado Roy, que descansaba en un banco. Éste le gritó animando al crío.
- ¡Asthel, a ver lo rápido que vienes…!
No había terminado de decirlo cuando su nieto estaba
a su lado, sobre su espalda y jugueteando. Su abuelo estaba asombrado, ¡no se
había dado cuenta de cuando había aparecido junto a él! Pese a su edad aun era
capaz de prever los movimientos y detectar las energías, por eso esquivaba incluso
muchas veces a su hijo, que era ya mucho más rápido que él. Pero esto había
sido distinto, tal y como le comentase antes Leval. El niño tenía un enorme
potencial que superaba la mera fuerza de combate. Asthel entre tanto, se fue
hacia su madre y sus abuelas y un perplejo Roy le dijo a Diamante.
- ¿Has visto eso? - Le susurró a su consuegro. - Apareció
junto a mí, de un modo tan rápido que ni siquiera me pude dar cuenta.
- Lo que pasa, amigo mío, es que estás hecho un abuelete.
- Se burló Diamante que no había presenciado aquello. - Ja, ja.
- No, es en serio. - Repuso Roy reflexivamente sin
dejar de respirar con cierta dificultad. - Leval tenía razón. Nuestro nieto
tiene un inmenso poder, estoy seguro de eso.
- Con lo que nos han contado nuestros hijos, -
replicó su interlocutor ahora serio también - no me sorprende. Cada día que
pasa tengo la mayor certeza de que Asthel está destinado para algo, algo muy
importante. Mucho más de lo que cualquiera de nosotros hayamos hecho.
En ese instante Roy volvió a llevarse la mano al
pecho, su amigo lo percibió y le preguntó con algo de inquietud.
- ¿Estás bien?
-Ese maldito calambre – pudo repetir el interpelado
con una leve sonrisa. – No tengo ya costumbre de hacer tanto ejercicio, viejo
amigo.
Diamante estaba cada vez más preocupado, aunque no
lo quiso hacer notar a su contertulio. Asintió posando una mano en el hombro
izquierdo de su consuegro para sentenciar.
-Nos pasa a todos, compañero. Los años no perdonan.
Al menos a nosotros.
-Sí, tendrías que ver como se conservan Ami y el
resto de las guerreras. Bueno, ahora princesas, cuando se pasan a vernos. - Le
contó su amigo. - Parecen casi unas crías de colegio.
-Lo sé. - Afirmó éste, desvelando a su vez. - Tanto
ellas como Serenity y Endimión. El
Cristal de Plata. Hace años que te lo conté. ¿Recuerdas?
-Lo que no comprendo es porqué, si dijiste que ese
cristal prolongaba la vida de todo el mundo. Solamente les afecta de ese modo a
ellas. - Comentó Roy. -
-También creo
que es debido a su particular genética. Y por lo que me comentaron, no han
utilizado todavía el máximo poder de sanación. Excepto para vencer a aquella
amenaza. Por ello los efectos del cristal no llegan a todo el mundo del mismo
modo. Es algo que tienen que meditar muy seriamente. Tiene sus pros y sus
contras.
-Bueno. Los pros los puedo ver. - Declaró Roy que,
sin embargo, le inquirió a su amigo, en tanto respiraba hondo una vez más. -
Pero, ¿Los contras?
Diamante
pareció quedarse pensativo, aunque enseguida le contestó.
-Imagínate un mundo en el que las personas vivieran
por siglos, pero en el que la tasa de natalidad se mantuviera como la actual.
No habría espacio para toda la población, ni tan siquiera con varios planetas
como Bios.
-Vaya. Eso es muy interesante. - Comentó Roy con
gesto pensativo, para preguntarle en confianza a su amigo. - Escucha viejo
zorro, ya son muchos años que te vengo conociendo. Seguro que tú sabes algo más
sobre esto.
-Tienes razón. - Admitió su interlocutor, que le contó.
- Hace poco tiempo que la princesa de Júpiter y…, bueno. - Rectificó empleando
los nombres de las que eran amigas de ambos. - Makoto y Ami se pasaron a
charlar conmigo y con Souichi. También se reunieron con organismos de la ONU,
la FAO, la OMS, etc. El tema de que estamos hablando salió a relucir, y las
autoridades les pidieron que, por favor, no utilizaran ese poder, al menos no
en tan alto grado.
-Ya, por lo que me has dicho antes, ¿no es verdad?
-Así es. - Le confirmó Diamante explicándole. - Al
parecer, los últimos estudios realizados en estos años, tras la victoria sobre
esa amenaza han demostrado que la esperanza de vida media de la Humanidad ha
aumentado en casi dos años y medio. Eso es muchísimo en tan poco tiempo. Y las
proyecciones informáticas que Daniel y Mimet hicieron muestran claramente que
la tendencia va a continuar. Y no se debe únicamente a los avances en medicina
o a mayor cantidad de producción de alimentos, ni al reparto más equitativo de
la riqueza del planeta. Esos factores ayudan, pero no explican ese aumento tan
radical.
Roy asintió, no había que ser un genio para
percatarse de lo que aquello significaría en un futuro no muy lejano. Más
cuando su amigo y consuegro le desveló.
-Makoto estaba muy preocupada, al igual que el resto
de las princesas y los gobiernos mundiales. A pesar de los grandes avances de la
ciencia, los recursos de la Tierra no crecen al mismo ritmo. La población
aumentará muchísimo más. Preocupa mucho la sostenibilidad del planeta y los
conflictos que pudieran suscitarse. Y el problema está en que, incluso aunque
Serenity no quiera, el cristal influencia cada vez en un modo más intenso al
planeta.
Roy
asintió, se daba perfecta cuenta del enorme problema que les podía venir
encima, y así lo manifestó.
-Ahora comprendo por qué Serenity tardó tantos años
en intervenir utilizando su poder. Solamente lo hizo cuando fue inevitable.
¡Vaya! Esto me recuerda a las clases de la universidad. Malthus ataca de nuevo.
Sí, supongo que el maestro Son Goku siempre tuvo razón, cuando hablaba del
equilibrio para todo. - Afirmó su contertulio. –
-Así es, y eso que los soberanos tiene el cristal de
Plata guardado en una vitrina especial, que contiene la mayor parte de su
poder.- Le contó su consuegro.-
-¿Ah sí?. No tenía ni idea.- Repuso un atónito Roy.-
¿Lo has visto?
Diamante movió la cabeza, aunque enseguida le
contestó, con un tono algo teñido de culpabilidad, pese a tantos años
transcurridos.
-Lo sé, puesto que ese mismo poder era el que
protegía Cristal Tokio en el siglo Treinta. Y desapareció justo antes de que
nuestras naves atacasen. Es por eso que envié a las Bertie y a sus hermanas a
la Tierra, a buscar a la heredera de Serenity y a indagar sobre dónde podría estar
la fuente del poder que poseía. Estaba engañado entonces por ese perverso Hombre
Sabio. Así comenzó todo.
-¿Quién te lo iba a decir, verdad amigo?- Suspiró
Roy, replicando con voz queda.- Si lo
miras de un modo optimista, tendría que darte las gracias, tú nos pusiste a mi
esposa y a mí en el camino de conocernos. Bueno, mejor dicho, de volvernos a
encontrar. -Matizó con un tinte de nostalgia. -
-Como el maestro Piccolo solía decir. Las cosas no
pasan porque sí…- Suspiró Diamante.-
-Hay una razón para todo en el Universo, aunque
vosotros seáis tan cernícalos que no tengáis ni idea de cual es.- Se sonrió su
interlocutor, completando la cita.-
Su interlocutor asintió divertido a su vez al
recordar aquello. Al menos Roy ya se sentía más descansado, respirando ahora un
poco mejor. Siguió intercambiando comentarios con Diamante. Ajeno a esas
palabras de sus abuelos, Asthel se puso a jugar con su hermana. Beruche se
acercó y les dijo a sus nietos.
- Os gusta la nieve ¿a qué sí?
- Sí, abuela - asintió Asthel inquiriendo curioso.
-Oye, ¿es verdad que tú sabías hacer nieve?...
- ¿Hacer nieve?,- repitió Bertie sorprendida para
reconocer. - Pues sí, cuando era más joven. ¿Te lo han dicho tus padres? -
Quiso saber a su vez. -
- ¡Edes una pincesa de las neves!,- añadió Maray riendo,
mientras acariciaba divertida el pelo de su abuela. -
Beruche
se quedó muy sorprendida, los niños hablaban de ella como si conociesen su vida
anterior, cuando era Lorein, la señora del invierno, antigua guardiana de la
Tierra y de la reina Serenity primera y después princesa de Alliance. O incluso
de su época como Ayakashi. Pero eso ni siquiera se lo había contado a Leval o
Kerria con detalle. Se mesó sus cabellos, ya grises en lugar de platino por el
paso del tiempo. No obstante, seguía siendo atractiva en su edad y abrigada con
sus abrigos de pieles invernales sintéticas, pues era defensora de los animales.
desde luego que aun parecía una auténtica princesa. O por lo menos una dama
distinguida. Atónita, les preguntó a los niños como sabían esas cosas.
- He soñado a veces contigo abuela y con la abuela Esmeralda,
erais más jóvenes y os vestíais con ropa rara. - Le contó Asthel. Añadiendo.-
Vivíais en un sitio muy raro también, el cielo siempre estaba oscuro y había
cúpulas que lo tapaban…
La otra
aludida también lo escuchó con asombro y se lo dijo a su hija. Amatista se
quedó muy sorprendida.
- Hija, ¿le has contado algo a Asthel? - Inquirió Esmeralda,
perpleja como su consuegra. -
- No, mamá, - negó su hija sin salir de su asombro.
- Ni Leval, ni yo, les hemos hablado nunca de eso. Pero, dado que Asthel se
relaciona con seres más allá de nuestra comprensión, quizás ellos han podido
contarle algo.
- Es un niño sorprendente. - Declaró la veterana
diseñadora afirmando convencida. - El día de mañana hará grandes cosas, de eso
estoy segura.
Y
entre esas y otras conversaciones la jornada transcurrió sin más cosas que
reseñar, volvieron a casa. De camino iban charlando entre ellos en grupitos que
se intercambiaban. Aprovechando que Roy estaba llevando de la mano a sus nietos
y parecía contarles algo que les hacía reír, Diamante se aproximó a su yerno y
casi le susurró.
-Leval. ¿Tienes un segundo? Verás, se trata de tu
padre.
-Sí claro. - Sonrió el chico que ya se temía alguna
nueva trastada o broma entre ambos. – Dime. ¿Qué os pasa esta vez?
Pero la expresión de su suegro no parecía mostrar
ese talante, el muchacho le miró entonces con gesto más serio para preguntar de
nuevo con más inquietud.
- ¿Sucede algo?
-Verás.- Le comentó éste con cierta prevención. – No
sé si te habrás fijado, tu padre se ha llevado la mano al pecho en dos
ocasiones, una durante el entrenamiento y la otra durante la guerra de bolas
que hicimos. Y a veces da la impresión de que le cuesta respirar.
-Solamente le he visto hacerlo durante nuestras
prácticas. – Replicó el chico. –
-No sé si le ocurre algo, últimamente se cansa más
de lo normal. - Afirmó Diamante añadiendo. – De hecho, ya habrás observado que
no se transforma en súper guerrero.
-No querrá hacerlo durante los entrenamientos. –
Comentó el muchacho sin dar a eso mayor importancia. –
-Al principio pensaba eso yo también. – Declaró
Diamante aseverando. – Siempre fue mucho más fuerte que yo y de esta manera la
cosa estaba más igualada, pero ahora me parece que no es por esa razón. Ya
viste como se cansaba hoy, y no es la primera vez. Leval, no sé si tu padre
tendrá alguna afección cardiaca. Y ya le conoces, no me atrevo a preguntárselo,
seguro que me mandaría al cuerno. O peor, haría algún comentario jocoso de los
suyos para quitarle importancia. No me he atrevido a decírselo a tu madre por
no inquietarla y no quiero que Roy se enfade conmigo por meterme en sus cosas.
Ya sabes cómo es tu padre de cabezota a veces…- Suspiró el príncipe de
Némesis.-
Su interlocutor asintió considerando aquellas
palabras. Ahora sí estaba más inquieto. Y no obstante, todo parecía ir bien. Miraba
a su padre reír y acariciar a Asthel y a Maray, les debía de decir algo
gracioso otra vez porque el niño se rio de nuevo y la pequeña se abrazó a una
de las piernas de su abuelo que le dedicó una mirada llena de emotiva ternura,
entre tanto las tres mujeres charlaban despreocupadas de sus cosas.
-Trataré de averiguar si le ocurre algo. Gracias por
contármelo, Diamante. – Replicó quedamente Leval. -
Éste asintió alejándose en dirección a las mujeres,
se reunió con su esposa a la que tomó del brazo en tanto Bertie y Amatista
fueron a encuentro del que era su hijo y su marido respectivamente. Al poco los
niños se aproximaron con su abuelo. En casa de los Malden admiraron el árbol de
Navidad. Y Roy, fiel a sus costumbres de esas fechas, cantó una canción del que
siempre fue su grupo favorito.
Cae el invierno
Los rojos cielos brillan tenuemente -oh-
Las gaviotas vuelan
Los cisnes se deslizan
Las chimeneas humean
Los rojos cielos brillan tenuemente -oh-
Las gaviotas vuelan
Los cisnes se deslizan
Las chimeneas humean
¿Estoy soñando...?
¿Estoy soñando...?
Las noches se acortan
Y hay luna de seda en el cielo. ¡Sí!
Los niños fantasean
Los adultos permanecen de pie
Qué sensación tan extraordinaria
¿Estoy soñando...?
¿Estoy soñando...?
(Soñando)
Tan calmo y pacifico
Tranquilo y feliz
Hay una especie de magia en el aire
Qué vista magnífica
Qué paisaje tan asombroso
Los sueños del mundo
En la palma de tu mano
(Soñando)
Una agradable conversación junto al fuego
Que si tal, que si cual
El sonido de risas alegres y saltarinas
La suave lluvia que me da en la cara
¡Que extraordinario lugar!
Y el sueño del niño
Es la esperanza del hombre
Todo es tan hermoso
Como un paisaje pintado en el cielo
Las montañas se alzan -mm-
Las niñas ríen y lloran
Mi mundo da vueltas y vueltas y vueltas
Esto es increíble
Me tambaleo
¿Estoy soñando...?
¿Estoy soñando...?
¡Oooh! - esto es felicidad
(A Winter tale. QUEEN, crédito al autor)
Y mientras los niños escuchaban embelesados y reían
con su abuelo, el resto de los adultos miraban la escena con simpatía y
nostalgia de todo lo vivido. Al terminar, la pequeña Maray le dijo a Roy
exclamando encantada.
-¡Cuatas canzones zabes aguelo!…
-Sí, mi amor. Sé muchas porque las aprendí desde
pequeño…mi madre me las cantaba a mí y luego escuchaba muchas en el tocadiscos.
- ¿Qué es un tocadiscos? - Quiso saber Asthel. -
-Bueno, era un aparato antiguo por el que sólo se
podía escuchar sonido, hijo. - Le explicó Leval.- Se ponía música en él…
- ¿Y no tenía imágenes? - Quiso saber el niño extrañado.
-
-No.- Sonrió su abuelo paterno. - Entonces no
existían los teléfonos móviles ni las Tablet, ni esas otras cosas modernas como
las proyecciones de hologramas. ¡Qué tiempos! - Suspiró. -
La
pequeña Maray se acercó entonces a su madre haciendo gestos para que la levantase
aúpa. Amatista le dio la mano a su hija a la que enseguida tuvo en efecto que
tomar en brazos, ya que la pequeña estaba agotada tras ese azaroso día. Beruche
dio la mano a su nieto.
-Será mejor que nos vayamos ya. - Dijo la madre de
los dos críos. - Maray está cansada y ya va haciéndose tarde. -
-Nos vemos mañana. - Sonrió Roy besando
cariñosamente en las mejillas a sus nietos. -
-Hasta mañana, abuelos. - Saludó Asthel con la mano.
-
La pobre Maray ya estaba apoyando la cabecita sobre
un hombro de su madre, medio dormida. Así que ésta se dispuso a irse con sus padres tras despedirse.
-Ya es hora de que se vaya a dormir.- Sonrió
aludiendo a la niña que se agarraba a ella de una manera enternecedora.-
-Claro, pobrecita.- Convino Bertie acariciando el
pelo de su nieta con mucho cariño.- Anda, no te entretengas más, Amatista…
La aludida asintió, y dejó a sus suegros para irse
con su pequeña a casa de sus padres. Estos se marcharon a su vez llevando al
pequeño Asthel. Leval aguardó un poco para charlar con los suyos. Una vez que
Roy subió a su cuarto a cambiarse, tras darle las buenas noches, el muchacho
abordó a su madre y de forma cauta la hizo partícipe de esos temores que
Diamante le había expresado.
-No sé, hijo. Tu padre desde luego no es ya ningún
jovencito. Aunque hasta la fecha que yo sepa no ha tenido problemas de ningún
tipo. Pero estaré pendiente de él, como de costumbre. – Afirmó convencida su
interlocutora, esbozando una sonrisa en tanto acariciaba una mejilla de Leval.
– No temas, si noto algo extraño en su modo de actuar, que no sean sus
payasadas habituales, ya te avisaré.
El chico asintió, tras una hora se despidió de sus
padres para ir a pasar la noche a la casa de sus suegros, dado que ya les
tocaba. Al llegar escuchó como Asthel, justo antes de irse a dormir, charlaba
con su abuela. Esmeralda recordaba esas cosas que el crío les había dicho y le
preguntaba.
-¿Entonces, dices que has soñado conmigo y con tu
abuela Bertie?
-Sí.- Asintió el crio, detallando.- Vivías en un
sitio muy triste, con muy pocas plantas. Y había un señor muy malo con una
capucha.
Fue
escuchar aquello y Esmeralda sintió un escalofrío recorrer su espalda. La
asimismo atónita Amatista, intervino enseguida indicándole a su hijo.
-A dormir cariño, que ya es tarde.
El
crio asintió y tras dar un beso a sus abuelo y a sus padres se fue a la cama.
Cuando los adultos se quedaron a solas, la impactada diseñadora les preguntó.
-¿Habéis oído eso? ¿Cómo puede saberlo?
-Ya te lo ha dicho, mamá. Lo ha soñado.- Suspiró
Amatista.-
-Desde luego es un niño extraordinario. Ojalá que no
le carguen con demasiadas responsabilidades para la corta edad que tiene.-
Declaró Diamante.-
-Pidiendo eso mismo rezo todos los días, papá.- Pudo
decir Amatista con voz queda y tono entristecido.-
Viéndola
así, Esmeralda abrazó a su hija y dijo animosamente.
-Yo rezaba por lo mismo, igual que tu padre. Ya lo
sabes. Jamás quisimos involucrarte en nuestras antiguas vidas y lo que se
derivaba de ellas. Pero al fin, el destino tuvo sus propios planes. Y no fueron
tan malos. Hemos sido muy felices y creo que tu esposo y tú también. Por eso,
no temas mi niña. Seguro que tus hijos lograran serlo también.
Amatista
sonrió asintiendo. Eso quería creer, eso deseaba con toda su alma.
-En cualquier caso, cariño, estaremos ahí para
nuestros hijos.- La confortó asimismo Leval, remachando con una afectuosa
mirada dirigida a sus suegros.- Lo mismo que tus padres y los míos estuvieron
ahí para nosotros.
Y tras hacer que Amatista se sintiese mejor los
adultos cenaron y charlaron un poco más. Al rato se fueron a dormir, al día
siguiente tocaba ver a más familiares y amigos. Así pasaron las vacaciones. Por fortuna no
hubo ninguna novedad y Roy pareció encontrarse bien. Antes de retornar a Bios,
Leval y Amatista quedaron con Mazoui y Satory, prometieron llevar a sus hijos
para que pudieran verse. Se citaron en
la ciudad. Sus amigos llevaban a las
crías de la mano, se acercaron a Amatista que esperaba con Maray. Satory les
dijo a las niñas.
- Alusa, Minara, esta es Amatista ¿Os acordáis? - Las
niñas miraron fijamente sin decir nada y su madre añadió - y esa nena tan
bonita es Maray. Saludad y dadles un besito.
- Hola...- dijeron las niñas y besaron a esa señora
que se había agachado y luego a la pequeña. -
- Maray. Mira que nenas tan guapas. - Le dijo
Amatista a su hija con idéntico tono cariñoso. Aunque la pequeña era muy tímida
y se acurrucó junto a su madre, ésta la animó. - ¡Venga mi amor, no tengas
miedo!, mira, dales un besito tú también. – Obedeciendo algo dubitativamente Maray
les dio un tímido besito y Satory sonrió. -
- ¡Pobrecita!... es un angelito - terció mirándola
encantada. -
- ¡Me alegro tanto de veros!,- intervino también
Mazoui con idéntica alegría. -
En
ese instante llegaron Leval y Asthel que habían estado jugando con videojuegos.
Satory resplandeció de alegría al ver al niño y corrió a darle un abrazo, el
crio también se alegró mucho de verla.
- ¡Hola Asthel! ¡Cariño, mira, mis hijas! - Le
indicó ella con patente orgullo e ilusión. -
Ahora sí que Alusa y Minara se acercaron a Asthel y le
saludaron con mucho interés.
- Tú eres el que nos trajo a mamá. - Le dijo Alusa.
-
- Es cierto, - convino Minara. - Me acuerdo de que
convenciste al angelito.
Todos
se quedaron perplejos. Amatista les preguntó a las niñas con la boca abierta.
- ¿Sabéis de quién se trata? ¿Vosotras también le
veis?...
- Sí, Amatista, - repuso Satory antes de que sus
hijas contestaran - incluso hay veces que las oigo hablar, pero no entre ellas,
parece que lo hicieran con otra persona. Cuando les preguntaba con quién se
reían y me decían que con un angelito que era un niño como ellas.
- Tus hijas también tienen un don. Como Asthel – respondió
su contertulia que añadió. - Maray por ahora no ve a nadie. Quizá ella no lo
posea.
- No lo digas tan convencida, - aseveró Mazoui. - Nunca
se sabe, Amatista. Puede que ahora no sea el momento de que lo desarrolle.
-Y espero que nunca lo haga.- Suspiró la atribulada
madre de la pequeña.-
- Eso mismo desearía yo, pero tienes razón, primo -
acordó Leval con la misma cautela que su interlocutor. - Yo no me fío ya de
nada.
- Y pensar que nuestros padres y los demás creían
que nosotros éramos sorprendentes a sus años. - Añadió Mazoui entre divertido e
irónico. - ¡No éramos nada de particular comparados con ellos!
Los
demás convinieron en eso y siguieron hablando mientras pasaban la tarde juntos.
La conversación recayó entonces en los temas de política y economía de la
Tierra. Leval le contó aquellas cosas que su prima Idina le refiriera haría ya
unos años.
-Pues aquí ciertamente se oyeron voces de esas. –
Les explicó Mazoui – Y siguen ganando adeptos. Las mismas Naciones Unidas han
debatido en ocasiones sobre el tema. Por ahora se prefiere garantizar un
trasvase ordenado entre Bios, Nature y la Tierra. Pero me preocupa más que haya
algunos países y movimientos que renieguen ahora de los soberanos. Dicen que la
Reina Serenity y el rey Endimión no les representan.
- ¡Vaya unos desagradecidos! – Repuso Leval con
desaprobación. –
-Y que lo digas – intervino Amatista – De no ser por
ellos y las demás guerreras ¿qué habría sido de la Tierra?
-Y de no ser por ti. – Afirmó Satory –
-Yo no hice nada, fue, ya sabes – susurró su amiga.
-
Y lo hizo indicando con la mirada hacia la posición
de su hijo que jugaba ahora a las palmas con las hijas de Satory y Mazoui ante
la pasmada mirada de la pequeña Maray equipada con su chupete en la boca.
-Ya. - Convino Satory, percatándose de que no debía
ser demasiado específica, afirmando de seguido. - Bueno, tú tuviste también tu
parte de mérito. -
-El caso es que me indigna que haya gentes que no
sepan apreciar todo lo que los soberanos y las princesas han hecho por este mundo.
- Declaró Amatista con palpable malestar. -
-De todos modos, eso parece que se ha calmado algo
por ahora. – Añadió Mazoui. –
-Eso espero, y que siga así por mucho tiempo – deseó
su primo y amigo -
Y tras derivar la conversación al terreno de la
nostalgia y los recuerdos pasaron a preguntarse por el paradero de algunos amigos
como Tracer y Penélope y Giaal o Susan. Aquí Mazoui seguía estando más enterado
y les contó.
-Creo que Tracer y Penélope lo dejaron. Me parece
que él se trasladó de vuelta a la Tierra. Hace un año que hablamos ya. Por lo
que sé era teniente mayor. Aunque no me hagáis mucho caso porque esas noticias
son antiguas. No tengo ni idea de su paradero actual. A mí me toca ascender a comandante dentro de
un año. Supongo que a él igual. De Giaal y Susan, sí sé que se casaron y tienen
un niño, debe de ser algo mayor que Maray.
-Sí, la prima Idina me comentó que su hermano Alan y
su esposa también habían sido padres de una niña. La llamaron Fiora, un nombre
muy típico del mundo de los padres de Naya. -
Le contó a su vez Leval. -
Sus amigos escucharon muy interesados aquellas
novedades. Después de tomar algo y dar de cenar a los niños se despidieron. Leval
y Amatista tendrían que volver a Bios con sus hijos. Pero antes se hicieron
holofotos de tres dimensiones con Satory, Mazoui y los padres de estos a los
que fueron a saludar y presentar a sus hijos también y, claro está, con sus
propios padres.
-Bueno, os vamos a echar mucho de menos. - Afirmó
Amatista en tanto se abrazaba a sus padres antes de partir. -
-Ya sabéis donde estamos. Venid a vernos. - Les
invitó Leval. -
-Sí hijo. - Afirmó Bertie que también se despedía en
ese momento de sus nietos. - No te preocupes por eso…
-Dentro de poco nos jubilaremos y os daremos la
paliza más a menudo. - Sonrió Roy contagiando a los demás. -
-Sí, ¡eso de dar la paliza es lo tuyo! - Se rio Diamante.
- ¡En todos los sentidos!
Y tras alguna que otra puya entre ambos y pasar un
rato divertido, finalmente se despidieron. Después de esto cada cual volvió a
sus respectivos hogares y pasó el tiempo. Una noche, seis años después,
Amatista contemplaba las holo fotos recordando ese momento. Todo ese lapso de
tiempo había transcurrido acorde a sus deseos, ningún dios les visitó, ningún
problema grave se planteó. El padre de Leval incluso pareció estar bien y no
padecer problema alguno de corazón. Quizás al ser descendiente de los guerreros
del espacio su constitución era mucho más fuerte de lo normal y envejecía a un
menor ritmo. Los niños se criaban muy sanos y robustos y crecían deprisa.
Amatista suspiraba pensando en todo eso, su marido estaba junto a ella. Al día
siguiente tenía un compromiso importante, iba a ser ascendido a teniente
comandante y trasladado de ejército. Recientemente se había creado un
destacamento del ejército planetario del UNISON en Bios, que ya poseía varias
ciudades importantes. Leval pensaba en ello mientras su esposa le dijo sin
dejar de mirar las fotos.
- ¡Seis años más! - suspiró ella nostálgicamente. - Parece
mentira, ¡seis años han pasado de estas holo fotos!
- Cariño, - le susurró Leval con una sonrisa. - El
tiempo pasa volando, mira a Asthel, ya ha terminado la primaria, el próximo año
pasará al nuevo instituto. ¡Qué pena le da a Idina! hablé con ella y dice que
le va a echar mucho de menos. Pero se consuela con Maray, Granate y los demás.
- Nuestro hijo ya está tan grande, ¡con casi trece
años y ya mide lo que yo, va a ser muy alto! - Declaró Amatista orgullosa,
añadiendo. - Claro que no me extraña. Y Maray está ya que parece una mujercita.
Ahora comprendo a mi madre, comienzo a sentirme vieja.
- El hijo de Sandy y Coraíon está muy grande también.
- Repuso Leval - y sólo tiene ocho años.
- Y yo estoy cada día más llena de arrugas. – Se
lamentó la muchacha que incluso creyó atisbarse una cana. -
- Cariño, no
te preocupes, sigues tan guapa y tan joven como siempre y nuestra niña tiene la
misma edad que Granate, sólo ocho años. Así que no te sientas tan mayor.
-Eso dice tu hermana. Ella y Sam me cuentan a veces
que con Brian comienzan a acusar la edad.- Sonrió su esposa.- El chico ya tiene
los diez años, y ha aprendido muchas cosas en su periplo por Europa.
-Sí, Ky y Sam, están muy orgullosas, para su edad
nuestro sobrino está bastante alto también, y creo que le gusta el baloncesto.
Eso a mi padre le encanta.- Sonrió Leval.-
- Y aquí Idina también tuvo hijos, chico y chica. - Recordó
Amatista. - Le costó, pero por fin encontró novio y ese novio se convirtió en
su marido. Me alegro por ella, al final tuvo suerte como se merecía. Michael es
un chico muy agradable y bueno. Y su hijo Tom es un chico muy mono con sus cinco
años. La pequeña Loren tiene ya tres, es muy graciosa, se parece mucho a ella.
Y hasta su amiga Nehie nos sorprendió a todos cuando se casó con ese saiyajin.
¡Anda que no coparon portadas de las revistas de sociedad!
-Sí, es cierto. Recuerdo que le conocí en el SSP-1,
al poco de salir de la Luna. – Recordó Leval afirmando. - Me parece que era
embajador o algo así…
-Tienen una cría. La princesa heredera de la Luna
Nueva. Debe de tener unos cuatro años. Al menos los ecos de sociedad dijeron eso.
- Afirmó su esposa que suspiró. - ¡Ah! Todos los críos crecen a una velocidad
de vértigo.
- Dentro de poco todos se harán mayores - reconoció
Leval que agregó con más desenfado. -Bueno, espero que para entonces yo sea
general.
- ¡Oh! Perdona, cariño, - reaccionó Amatista
reparando en ese sutil comentario de su esposo. - Estoy aquí divagando y no te
he preguntado, ¿te ascenderán mañana, ¿verdad? Felicidades.
- Sí, - asintió él satisfecho - y además me cambian
de ejército, así que voy a ascender a teniente coronel.
- ¡Tan joven! ¡Es estupendo! Oye, eso es un paso
enorme ¿no? te saltas un grado. - Exclamó Amatista con júbilo. -
- No.- Negó Leval con la cabeza sonriendo. - No, ¡qué
va! ...este ejército es como el de tierra, mi grado de teniente coronel
equivaldrá al de teniente comandante en el espacio.
- ¿Qué? - Le preguntó su desconcertada esposa. -
- Mira, el de
Comandante del espacio equivale a Teniente Coronel de tierra y de aire. ¿Comprendes?
- Pues no, - tuvo que admitir ella - me hago un lío
con esas cosas. ¿Por qué no es lo mismo para todos?
- Eso me pregunto yo, - repuso su marido recordando.
- A Mazoui le reconvirtieron hace un año, me lo dijo cuando le llamé. Ahora
tiene el grado de Coronel porque también le ascendieron.
- De todas formas, los dos lleváis una carrera muy
brillante. Estoy muy orgullosa de ti, mi amor. - Declaró Amatista que le dio un
gran beso. -
- Tú tampoco te puedes quejar – la alabó a su vez
Leval. - Terminaste hace mucho ya tu doctorado y eres junto con Sandy, la jefa
de investigación y desarrollo ambiental del planeta.
- Cuando pienso en lo que me decía mi madre. -
Sonrió Amatista al rememorar. - Siempre me insistía en que estudiara y no
hiciera tanto deporte o nunca llegaría a nada.
- ¡Pues parece que se equivocó! - Comentó su esposo
con aire divertido. -
- Al contrario - Rebatió Amatista para admitir. - Tenía
mucha razón, comencé a tomarme verdaderamente en serio los estudios cuando
embarqué en la nave. Con todas las chicas que me rodeaban, ¡a cuál más
empollona!, no tuve otra opción, ¡nunca me ha gustado perder en nada! Y quería
tener buenos temas de conversación para hablar con cierto teniente muy
atractivo que me gustaba entonces. - Sonrió divertida. -
Su marido sonrió, afirmando convencido.
-Creo que ya sé a quién te refieres…- su esposa
asintió a lo que él agregó divertido. – Un tal Logan.
- ¡Pero qué tonto eres! – Replicó su mujer, no obstante,
encajando la pulla con humor. -
Aunque su contertulio enseguida tornó su aire jovial
en uno más reflexivo para declarar con voz queda.
- Muchas veces me pregunto que sería de aquellos
amigos y compañeros que teníamos en la nave. Hace años que Mazoui nos habló de
Susan y Giaal, viviendo en su planeta Nature con su hijo. De Tracer que volvió
a la Tierra...
- Y de Penélope…que creo que se acabó casando con un
científico que conoció en Nature, y luego regresó con él a la Tierra. También me
acuerdo de Ginger con su pequeño Dean. - Añadió Amatista con el mismo tono. - Éramos
un grupo estupendo de chicas. Incluso recuerdo a la pobre Jen, que, pese a
todo, al final murió por salvarnos. Pasamos tantas cosas juntas y luego cada
uno siguió un rumbo distinto.
- Como los amigos de nuestros padres. - Comentó
Leval que agregó con tintes filosóficos. - A veces pienso en ello y me parece
que nuestras vidas van, poco a poco, pareciéndose cada vez más a las de ellos.
Cumplimos con nuestra parte en los acontecimientos, incluso les dimos forma
para después alejarnos de nuestros compañeros de batalla y vivir unas vidas
normales. Es como si hubiéramos salido del escenario para dejar el paso a otros
actores. ¿No crees?
Amatista
guardó silencio durante unos instantes. Sí, a ella a veces le parecía que eso
mismo era lo que había sucedido. Sin embargo, estaba muy feliz con su vida.
Rodeada de su esposo y sus hijos. Y con un trabajo que le encantaba. No echaba
para nada de menos aquellas aventuras. Al fin contestó con tintes entre
afectuosos y nostálgicos.
- De todas formas, ellos siempre estarán en nuestros
recuerdos, y seguro que nosotros en los suyos, y aunque lejanos, al menos
tenemos a Mazoui, a Satory y aquí al lado, a Sandy, Coraíon e Idina.
Leval asintió y volvió a meditar en voz alta.
- Y otra cosa en la que pienso a menudo es en
nuestros hijos y en los hijos de nuestros amigos. ¿Tendrán ellos un ciclo de
vida como el nuestro? ¿Acaso les llegará su momento para hacer historia? Por lo
menos, con Asthel siempre he tenido esa impresión. Lo mismo que mis propios
padres la tuvieron conmigo. Ya lo hablamos con ellos hace años. ¿Recuerdas?- Su
esposa se limitó a mirarle con interés y asentir levemente, en tanto su marido
agregaba.- Aunque yo desearía que él fuera libre para hacer lo que quisiera,
sin atarse a ninguna obligación profetizada desde hace siglos, o algo
parecido...
- Nuestro hijo es y será libre. Desde hace años vive
como un muchacho normal. Yo estoy convencida, como mi madre me dijo, de que
hará lo que deba hacer y de que podrá ser feliz, como nosotros lo hemos sido. -
Le aseguró Amatista con mucha fe puesta en esas palabras. -
Y su esposo asintió dejándose convencer por esa
esperanza. Al fin abrió la boca y repuso con tono más mundano y desenfadado,
dando por concluidas sus meditaciones.
- Bueno, tengo que dormir, que mañana me espera un
día muy importante y debo estar bien despierto. El general Strips, comandante
en Jefe de las tropas de la UNISON en Bios, estará para nombrarme en persona
jefe de la primera base estable del planeta. - Amatista asintió también cansada
y ambos se acostaron, abrazados apagaron la luz. -
Asthel
por su parte estaba despierto en su habitación. Su hermana Maray dormía
tranquilamente en la suya. El muchacho estaba algo inquieto, sentía algo fuera
de lo normal. Entonces, delante de él apareció un tipo enorme, negro y que
sonreía con cara maliciosa. El chico se asustó, pero el tipo no le dejó
chillar, le tapó la boca mientras le decía.
- Tranquilo Mensajero, soy Buruk, otro de los dioses
que viene a enseñarte...
- No me acuerdo muy bien. – Objetó Asthel,
observando a ese enorme tipo con asombro. -
Efectivamente, recordaba a los anteriores de forma
confusa. A decir verdad, estando ya en plenos inicios de la adolescencia muchas
cosas se habían evaporado de su memoria. Tampoco se acordaba apenas de su "angelito".
De hecho, no había vuelto a verle desde que fue con él a traer el alma de
Satory de regreso al mundo de los vivos.
-No sé, hay cosas que me parece que debí soñar. Y de
otras no tengo ni idea de cómo se hacía.- Admitió el chico.-
- ¡No te preocupes, te recordaré lo que tengas que saber!
...- rio despreocupadamente Buruk contagiando a Asthel que, instintivamente,
supo que podía confiar en él. Entre tanto su interlocutor le indicaba. – Como
dicen los humanos, mañana comenzaremos tu aprendizaje. Ahora duerme bien
Mensajero, eso para ti es importante según me advirtieron. -Y desapareció sin
decir más. -
Y Buruk había recibido instrucciones muy específicas
de su señor Georcael, nada de mostrarse agresivo con los humanos, ni de
asustarles. Debía respetar la manera en la que los padres físicos de aquel niño
le estuviesen criando.
-Por supuesto, mi señor. Haré como tú ordenas.-
Convino el dios, antes de ir a visitar al Mensajero.-
Y por su parte, Asthel hizo caso
del dios y más tranquilo y animado se durmió.
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