168. Capítulo
16. Adiós viejo amigo.
Unos días
antes de que Amatista y Leval recibieran el mensaje de Esmeralda, el estado de
Ian Masters había empeorado sensiblemente. El anciano millonario, en silla de
ruedas desde hacía algunos años y con problemas de corazón, estaba cada vez más
debilitado. Sin embargo, de siempre se había negado a operarse. Cada vez que su
preocupada hija o su yerno se lo comentaban decía que cuando le llegase su hora
estaría dispuesto. En el fondo y aunque él mismo se lo negara, anhelaba
reunirse con su esposa fallecida cuando Satory tan solo un bebé, hacía ya más
de treinta y seis años. Y quizás desde el cielo decidieron que era hora de
concederle su deseo, ya que una noche, estando en su mansión, se notó un dolor
agudo en el pecho.
-Ya voy, mi
amor.- Balbuceó el magnate.-
Había estado recordando, su infancia
en Glasgow, sus orígenes mitad escoceses y mitad irlandeses. Su viaje en
compañía de su padre, un ya acomodado hombre de negocios, y su madre, una
brillante abogada, a los Estados Unidos. Allí prosperaron e hicieron realidad
ese “ sueño americano”
-Aunque mis
padres tuvieron que relacionarse con gente muy peligrosa y poco recomendable.-
Suspiró.-
Repasó algunas antiguas fotos de sus
progenitores, llevándole a él de la mano, siendo muy pequeño. Luego posando con
él cuando era algo mayor. Algunas de su hermana Seelie, que murió de enfermedad
a los siete años.
-Mi pobre
hermanita, y sus fantasías de castillos y hadas. Por eso llamé a mi hija con el
nombre de su hada favorita, Satory…fue el destino que ella fuese después parte
de las Hadas Cinco.- Se sonrió.-
También
pudo contemplar otras fotos en las que sus padres aparecían junto a él en su
graduación de la carrera de negocios y empresariales.
-Fueron buenos
tiempos, lo pasé muy bien en la universidad.- Rememoró con una media sonrisa.-
Sin embargo, eso por desgracia no
duró. A pesar de que los negocios de su familia prosperaban eso trajo aparejado
terribles costes. Sus padres anduvieron en tratos con la Mafia. Y hubieron de
hacer cosas que en ocasiones bordearon las fronteras de la legalidad. Sino la
traspasaron. O se llegaron a enfrentar a algunos de los jefes mafiosos más
importantes. De modo que, cuando el padre de Ian, Drew, falleció cuando el
joven acababa de terminar sus estudios, muchos apuntaron a un ajuste de
cuentas.
-Tuve que
hacerme cargo del negocio junto a mi madre. Eso de ser hijo único tiene sus
cosas buenas y malas. Recibí toda la herencia, pero también la responsabilidad.
La muerte de mi padre oficialmente quedó registrada como natural. Quizás le
envenenasen, no sé. Pero nunca pude reunir pruebas de que así fuese y me las
arreglé para seguir medrando, sin problemas con esos mafiosos.
Luego, algunos contactos le ayudaron
incluso a expandir sus inversiones a otros países. Todo fue muy bien en los
negocios. Incluso tuvo algunas novias. Empero, la desgracia familiar le golpeó
una vez más. Su madre falleció tras una larga enfermedad.
-No hubo
milagro, como con mi hija.-Suspiró ahora, observando con nostalgia una foto de
su progenitora, Daisy. - En fin, nunca tuve mucha suerte en el amor, ni en la
familia. Al menos hasta que conocí a Jennifer.
Y es que esa chica llegó a su vida
siendo él ya cercano a la cuarentena. Tras la pérdida de su madre se refugió en
los negocios y fue implacable. Su lema era que todo estaba a su alcance. Por
eso tomó interés en esa Esmeralda Deveraux, entonces joven modelo y diseñadora
en alza. Quiso invertir comprando sus diseños y tratando de hacerse con parte
de la compañía Deveraux.
-Su jefa era
una mujer de carácter. La Señora Deveraux, no quiso ni oír hablar del tema. Y
eso que mi padre invirtió en su negocio cuando no era tan conocida. - Se sonrió
ahora.-
Y entonces hizo lo que por esa época
sabía hacer mejor. Intentó comprar a esa muchacha, adquirió las colecciones que
Esmeralda sacaba y como ella no parecía estar interesada en él, decidió que
podía secuestrarla. Y de paso, atraer la atención de su novio, dado que ese tal
Diamante le interesaba por otros motivos. Aquel individuo era tan misterioso
como excepcional.
-¡Jamás quise
hacerles el menor daño! Pensé que caerían rendidos ante mis recursos.- Pensó
moviendo levemente la cabeza ahora.-
¡Quién iba a decir que ella y sus amigos eran tan increíbles!. Bueno, yo
sí que sabía algo, pero no llegué a valorarles en lo que realmente merecían.
Así fue. Diamante demostró ser un
auténtico guerrero. Liberó a su novia venciendo a casi todos los androides que
la división tecnológica de Ian había construido, basándose en esa tecnología
alienígena con la que se hicieron.
-Aunque fue
ella, la reina Serenity, la que me había convencido anteriormente de
ayudarles.- Recordó.- Esa muchachita tan frágil en apariencia, tiene una enorme
fuerza y sabiduría. Y nada más escucharla y mirarle a los ojos supe que el
futuro de la humanidad pasaría por sus manos.
Desde entonces cooperó con la ONU
para frenar cualquier tipo de amenaza que llegase del espacio exterior, con la
ayuda de esos luchadores tan fenomenales y de las Justicieras. También invirtió
en un grupo que combatiese el mal que surgía dentro de la misma Tierra.
-¡Los
guardianes!- Suspiró ahora.- Y en todo ello, tuve la colaboración de Jennifer.
Tardé un poco pero me di cuenta de cuanto la amaba. Y más cuando su madre
sufrió la misma enfermedad que la mía. La pobre Jenny cuidaba de su familia, de mí y atendía todos mis
negocios y mi agenda. Era tan valiosa o más que un saiyajin... y jamás se
quejó, siempre estuvo dispuesta y animándome.
Ahora,
mirando antiguas fotografías de él y de Jennifer, con una recién nacida Satory.
De su hija ya de adulta con las gemelas y luego otras de Diamante y Esmeralda,
en la época de aquel desafío que montó aquel estrafalario Hero Game creyó
recordar. ¡Hacía tanto tiempo!...se emocionaba recordando aquellos viejos y
buenos tiempos, pese a que el doctor le había dado órdenes tajantes de que no
lo hiciera dado su precario estado de salud. El corazón de Masters ya estaba
muy castigado por tantas y tantas emociones y no pudo más.....
-Voy a
descansar contigo...Jenny.
El primero en darse cuenta fue su
mayordomo. Por suerte la casa de Masters tenía un bien provisto equipo de
reanimación y algunos de sus empleados poseían conocimientos médicos. Lograron
reanimarle hasta la llegada del doctor. Satory y Mazoui, avisados en cuanto
aquello se produjo, se presentaron allí enseguida con sus hijas. Diamante y
Esmeralda también fueron llamados a su vez por Satory. Más tarde aparecieron
también el doctor Tomoe y Kaori. Al llegar, Masters estaba acostado y respiraba
merced a una mascarilla de oxígeno. Parecía algo recuperado y se la quitó para
poder hablar con su familia, pese a los ruegos del médico de que no lo hiciera.
No obstante el millonario le objetó con voz débil.
- Doctor, yo
siempre me he salido con la mía. Y no voy a dejar de conseguirlo ahora. No me
pasará nada por hablar un poco con mi familia.
- Descansa
papá, este ataque ha sido serio. - Le pidió
Satory muy preocupada, sujetándole de una mano para añadir con suavidad.
- Debes reponerte y luego hablamos.....
- Sí Ian -
añadió Esmeralda, bastante inquieta también. - No te esfuerces, por favor. Nos
quedaremos contigo toda la noche, lo que haga falta...
- Gracias
Esmeralda, tú siempre tan amable - susurró él casi sin fuerzas aunque todavía
se permitió bromear dirigiéndose al marido de ella. - ¡Eh Diamante! casi
conseguí ligarme a tu mujer en mi casa aquella vez. ¿Te acuerdas del Hero Game?
Pero ella rehusó con elegancia y amabilidad. Fue buena conmigo y eso que la
había secuestrado. - Paró para tomar aire y se puso un momento la mascarilla,
luego prosiguió. - ¡Ella siempre ha sido tan amable!, nunca me lo reprochó.
- Sí, ¡viejo
bribón!, pero no te creas que lo he olvidado.
Todavía me la debes. - Contestó el aludido esbozando una nostálgica sonrisa.-
Lo
cierto era que ¡hacía tantos años de aquello! En esos lejanos días el príncipe
de Némesis se enfadó mucho con aquel arrogante individuo, quizás porque, en
cierto modo, le recordaba a él mismo en su peor versión, cuando secuestró a
Sailor Moon al abrigo de su insana pasión por la soberana de Neo Cristal Tokio.
En ese instante pudo entender cómo se sintieran ésta y Endimión, cuando Masters
secuestró a su vez a Esmeralda. Y a él mismo le costó liberarla, tanto, que
pasó bastante tiempo hasta que olvidó aquello. Su opinión acerca de ese
multimillonario excéntrico no podía ser peor entonces. Después, tras comenzar a
trabajar para él y compartir aventuras, fue la amistad sincera la que sustituyó
aquellos sentimientos de antagonismo. Pasaron por muchas cosas juntos y eso les
hizo apadrinar a la hija del otro. Después, aconteció la trágica muerte de
Jenny, la madre de Satory, y eso les unió aún más. Ahora esas antiguas peripecias
volvían a su mente, aunque Diamante también lo conservaba en su memoria e
incluso ahora, en su corazón, convertido en un recuerdo agradable a pesar de
todo, pues eran los años de su juventud.
- Papá...por
favor, descansa. - Le insistió Satory cada vez más asustada. -
- Mi niña, de
cabellos de oro - musitó Ian con voz queda y cada vez más débil, alzando
dificultosamente una mano para mesarle el pelo a su hija a la par que añadía. -
Eres tan dulce como tu madre...no te preocupes por mí…pronto volveré a ver a
Jenny...
- Por favor,
Ian...no te emociones, piensa en tu corazón. - Le pidió también su yerno con
voz más serena. -
- No,- repuso
el millonario que meneó lentamente la cabeza en tanto esbozaba una leve
sonrisa. -Mi viejo corazón ya no puede más, Mazoui. Ha vivido mucho y muy
intensamente, negocios, alegrías, penas y quiere descansar. No se lo puedo
reprochar. Hasta él tiene derecho a unas vacaciones. De todas formas, ahora que
sé que estás tú al cargo de todo y que cuidarás siempre a mi niña, no me
preocupa el que deje de latir.
- ¡Por favor!
- le rogó Satory con lágrimas en los ojos, apretando con fuerza la mano de su
padre -¡No digas eso papá! Aun te queda mucho. Recuerda cuando tú rezaste por
mí, ¡ahora no puedes dejarme!...
- Yo ya soy
viejo, pequeña.- Sonrió débilmente Ian. -Tú tienes aun toda la vida por
delante. Con tu esposo, Mazoui, y con las niñas. ¿Dónde están mis nietas?
Alusa, Minara,- las llamó con insistencia. -
- Estamos aquí
abuelo - repuso Alusa. -
- Justo a tu lado - añadió Minara. -
Las dos se acercaron a él y le
tomaron cada una de una mano relevando a su madre. A diferencia de ella estaban tranquilas y no
lloraban, tan sólo miraban a su abuelo con mucha atención. Entonces le
sonrieron animosas y Masters sonrió a su vez emocionado para declarar.
- ¡No se puede
ser más feliz! , ni tanto como lo soy yo ahora. Todo lo que me es querido en la
vida está aquí, conmigo. Hice las cosas lo mejor que pude y no me arrepiento de
nada, salvo quizás de un par de cosillas, espero que no me las tengan en cuenta
y ¿sabéis una cosa?, no tengo ningún miedo a morir...
- Vamos, Ian –
intervino Tomoe con un tono más calmado. - Aun te queda mucho trabajo que
hacer.
- Sí – Tienes
que recuperarte pronto. ¿Quién nos iba a visitar al laboratorio a meternos
prisa, y a estorbar por allí sino? – Añadió Kaori que a duras penas se enjugaba
alguna lágrima. -
Satory lloraba sin poderse detener y
Mazoui la abrazaba intentando consolarla, mientras Diamante se acercó a Masters
y le dijo con fingida jovialidad, tratando de desdramatizar.
-¡Vamos Ian,
no trates de escabullirte como de costumbre! ¿Eh?... ¿Quién me va a incordiar
si no eres tú, viejo sinvergüenza?...
- Ian, tienes
que comprarme mis diseños, como hacías siempre. ¿Qué pasaría este año sin ti en
la puja? No puedes largarte así y dejarme plantada.- Añadió Esmeralda tratando
de no llorar. – No sería caballeroso…
- Esmeralda,
me temo que eso no está ya en mis manos, - repuso débilmente el anciano. -
Y
es que sus signos vitales se deterioraban a pasos agigantados. Ante la
inquietud de todos, el facultativo se aproximó.
-Hagan un poco
de sitio, por favor.- Les pidió el doctor tratando de auscultarle.-
Masters
comenzó a ver borroso y eso le llevó a pedirle a su hija.
-
Cariño...acércate, acercaos todos, quiero teneros cerca de mí. - Sonrió algo
nervioso a la par que confesaba. - Os he engañado, como de costumbre, un poco
de miedo sí que tengo...
- ¡Doctor! -
clamó Satory visiblemente nerviosa y muy asustada. - ¡Rápido, haga algo!,- el médico le dio una indicación a la
enfermera que lo acompañaba y ésta le puso la mascarilla de oxígeno a Masters
que pareció mejorar algo, su visión se hizo un poco más clara en tanto su
angustiada hija le suplicaba. – Papá por favor, ¡aguanta!
Ian comenzó a ver algo extraño, como
un resplandor cerca de su cama. Trató de señalarlo con el dedo y susurró con
voz queda y al tiempo maravillado en tanto se apartaba la mascarilla tras
inhalar repetidas veces con dificultad.
- Mirad...veis
ese resplandor ¿verdad? ¡Es tan hermoso!
Los demás no veían nada, Diamante y
Souchi se miraron, el doctor movió la cabeza con pesar, estaba claro que
Masters estaba en sus últimos momentos. El príncipe de Némesis se dirigió al
paciente y le dijo con voz suave y bastante preocupado.
- Cálmate
viejo amigo...no debes emocionarte.
-¡Es que es
tan bello, miradlo! - Les pedía con tono ilusionado dentro de su debilidad.-
Los demás dirigieron su atención hacia donde
el anciano les señalaba y únicamente
veían la pared contigua y una mesilla con aparatos de reanimación que estaban
en esa parte de la habitación. Todos excepto Alusa y Minara que observaban con
mucho interés y no decían nada. Masters se percató de ello y les preguntó a sus
nietas esperanzado.
- Vosotras sí que lo veis, ¿no es verdad, mis
niñas?...
- Sí, abuelo -
afirmó Minara asintiendo -...es un bello resplandor, lleno de bondad.
- Alguien con
un alma muy pura que te es muy querido viene a buscarte.- Añadió Alusa con una
sonrisa. -
Satory
terció reprendiendo a sus hijas con gesto
de sorpresa y nerviosismo en la voz.
- Pero. Por
favor niñas, no le digáis eso al abuelo, ¡agravaréis su estado!...
- No
hija...ellas dicen la verdad, - repuso Ian en tanto una silueta comenzaba a
materializarse en aquel resplandor blanco, lo que hizo al anciano decir con
visible alegría. - ¡Es ella...ha venido a llevarme a su lado! ¡Por fin! después
de tantos años.
-
Tranquilizate Ian.- Le susurró Esmeralda acariciándole la frente con suavidad.
- Estás bajo mucha presión emocional y el oxígeno te hace ver cosas.
Esa silueta se fue poco a poco
haciendo reconocible, Masters tenía la vista fija en ella y sus nietas miraban
también en tanto el millonario susurraba.
-¡Eres tú!
Estás tan bonita como siempre.... y yo en cambio estoy tan viejo.....
Tanto Esmeralda con Kaori se
abrazaban llorosas, los demás seguían sin ver nada. Solamente las gemelas
sonreían de forma amplia con algunas lágrimas de emoción. La silueta que
Masters veía era ahora claramente reconocible para él, se trataba de Jenny, su
mujer. Ella le sonreía y alargaba sus brazos.
- ¡Mira
abuelo! - Le dijo jovialmente Minara confirmando aquello. - Esa es la abuela
Jennifer. Te llama para que vayas junto a ella...
- ¡Es muy
bonita!,- declaró Alusa con admiración -
se parece muchísimo a mamá.
Mazoui estaba atónito, no era capaz
de ver más que la pared, pero algo le decía que sus hijas sí que podían
percibir algún tipo de presencia. Satory a su vez, comenzó a creerlo también y
les preguntó con sorpresa y emoción.
- Hijas mías,
¿qué estáis viendo? - Aunque las niñas no respondieron enseguida y su madre,
impaciente, se dirigió a su esposo y le hizo la misma pregunta. - Mazoui. Tú
tienes los mismos poderes, deberías ver algo ¿Lo ves?...
- No, Satory.-
Respondió él meneando la cabeza para admitir con voz queda y lleno de tristeza.
- Parece que con los años he ido perdiendo mi instinto, yo no veo nada, pero
creo que nuestras hijas sí. Deja que ellas hablen con tu padre y le ayuden en
su tránsito. Ya nada más podemos hacer por él.
- Pero...- Su
esposa quiso protestar pero Mazoui la tranquilizó abrazándola con cariño, ella
comprendió que debía ser así y añadió entre resignada y llorosa. - Está
bien...hijas. Hablad con el abuelo...
- No te
preocupes, mamá.- La tranquilizó Alusa. - El abuelo estará muy bien
protegido...
- La abuela
cuidará de él.- Le aseguró Minara. - Ha sido un hombre bueno y nada malo le
pasará. Tiene mucho amor para que lo ayude a
cruzar en paz.
Masters comenzó a hablar,
aparentemente con la pared. O lo que hubiese allí. Incluso pareció que su tono
de voz ganaba en fortaleza y confianza cuando preguntó.
- Es la hora
de que me vaya contigo, ¿verdad?
- Sí, mi
amor.- Le respondió Jennifer con una voz llena de calidez y dulzura. - Me han
permitido venir a buscarte para ayudarte a cruzar el umbral de la Eternidad.
Nuestras nietas te lo han dicho, ¡son tan bonitas!, me alegro mucho de verlas.
Ellas tienen luz y lo comprenden todo. Y tendrán en verdad una misión muy
importante que cumplir.
Alusa les informó a sus padres.
- Ahora la
abuela habla de nosotras, dice que le hace ilusión vernos.
- Ha venido a
llevarse al abuelo.- Añadió Minara. -
-¡Mamá!-
balbuceó Satory entre las lágrimas añadiendo a duras penas, embargada por la
emoción. - Quisiera decirte....muchas cosas. Hijas, decirle que no se lleve a
papá todavía. ¡Por favor!
- La abuela
dice que te quiere mucho, pero que eso no depende de ella. El abuelo debe
partir porque ha llegado su
momento.- Contestó Alusa que parecía
transmitir la respuesta palabra por palabra. -
-Sí. A ella
también le hace mucha ilusión verte, convertida en una mujer tan maravillosa. -
Completó Minara.- Lo único que lamenta es no haber podido estar a tu lado…para
compartir tus penas y tus alegrías. Pero dice que te has convertido en una
mujer maravillosa.
Y en tanto Satory lloraba emocionada
al escuchar aquello, Masters miraba hacia la pared esbozando ahora una amplia
sonrisa confiada, como en sus mejores días de intrépido magnate, cuando siempre
se guardaba un as en la manga, entonces súbitamente sufrió un colapso. Mientras
el médico se esforzaba por reanimarle apartando de allí a todos, sus nietas
vieron como el alma de su abuelo salía del cuerpo. Ahora era joven y seguía
sonriente, se paró y les dijo afectuosamente a sus nietas.
- Mis niñas...sed
felices y ayudad a vuestra madre. Necesitará vuestro apoyo ahora, vosotras
tenéis grandes dones, aprovechadlos siempre para hacer el bien...
-¿Qué se
siente, abuelo? ¿Qué sientes estando muerto?,- preguntó Alusa con curiosidad
ajena a los intentos del médico por reanimar el cuerpo de Masters tendido sobre la cama. -
- Una gran paz
y felicidad. - Le respondió Ian que le dio la mano a Jenny añadiendo. - Cuando
tú quieras, mi amor…
Ésta
le sonrió y dijo mirando a sus nietas.
- Estoy muy
orgullosa de vosotras y de vuestra madre, os quiero mucho, decídselo por favor
y tened cuidado. Tendréis que enfrentaros a muchos peligros. Habrá situaciones
difíciles pero, pase lo que pase no debéis rendiros, confío en vosotras. Y no
os preocupéis, tarde o temprano todos nos reuniremos para ser felices por
siempre. En el momento de la Trascendencia. - Sonrió nuevamente a sus nietas y
su fulgor blanco aumentó. -
-Muchas
gracias, abuela.- Repuso Alusa.-
-Así lo
haremos.- Convino Minara.-
Masters y Jennifer se elevaron sobre
el techo, sus nietas les vieron irse alejando progresivamente fundidos en un
abrazo. El millonario sonreía y era muy feliz, ¡al fin iba a estar con
Jennifer!, su amada esposa, y esta vez para toda la eternidad, sin negocios, ni
ocupaciones, ni accidentes. Alusa y Minara sonrieron emocionadas, mientras, los
médicos trataban de reanimar a Masters que había entrado en coma. Al fin sus
signos vitales desaparecieron y ni con electroshocks ni drogas estimulantes
lograron evitar el encefalograma plano. Rindiéndose a la evidencia el equipo
médico se retiró tras dar el pésame. Masters y Jennifer desaparecieron a través
de un agujero lleno de luz ,mientras lo hacían dijeron un "hasta
pronto" que sonó como un eco cada vez más lejano durante un largo instante
antes de que todo el resplandor desapareciera. Satory, ajena a todo esto,
lloraba desconsolada sobre el cuerpo de su padre. Kaori lloraba enjugándose las
lágrimas apoyada por su esposo. Esmeralda tampoco podía contener su llanto.
Diamante la abrazó musitando con un tono
emocionado y los ojos humedecidos.
- Adiós Ian,
viejo amigo, te echaremos tanto de
menos....
- Duerme en
paz...- sollozó su esposa tratando de enjugarse las lágrimas. -
Satory se levantó y aun llorando vio
que sus hijas sonreían y miraban hacia arriba, luego ambas se volvieron hacia
ella y la confortaron.
- Mamá, no
llores más,- le pidió Alusa que le contó. - Ahora los abuelos están juntos para
siempre.
- Sí, es
verdad,- confirmó Minara. - Son muy felices, se han ido a través de un agujero
lleno de luz.
- Hijas mías,
vosotras les habéis visto. ¿A que sí?..- les preguntó Satory esperanzada,
queriendo saber. - ¿Os han dicho algo para mí?...
- La abuela
dijo que está muy orgullosa de ti, mamá - le confirmó Minara. - Y el abuelo que
te quiere mucho.
- También nos
dijo que, algún día, todos volveremos a reunirnos y seremos siempre felices.-
Añadió Alusa con la voz llena de confianza. – No estés triste.
Satory lloró abrazada a ellas, pero ahora de alegría porque tenía la seguridad de que sus hijas le decían la verdad. Mazoui le indicó que debía irse a casa a descansar, se la llevó de allí junto con las niñas. Esmeralda dijo que ella se ocuparía de avisar a Amatista y Leval. Efectivamente les mandó un mensaje que les llegaría a las pocas horas, pero para cuando ellos llegasen ya se habría celebrado el entierro. Y así sucedió, al día siguiente Ian Masters fue enterrado en su panteón junto con su joven esposa Jennifer, al lado de la lápida de ella que rezaba.
"En
memoria de Jennifer Scott" 1975-1999, de su fiel y amante esposo Ian. Te
querré siempre".
La lápida de Ian Masters se colocó
junto a la de ella, fue Satory la que dictó lo que debía escribirse.
"Ian
James Masters Connolly…1960-2037...junto a tu amada esposa descansa en paz por siempre.
Tu familia, amigos, nietas y tu hija nunca te olvidarán".
Tras el funeral y la misa por el
alma de Ian, el abogado de la familia procedió a leer el testamento en el que
dejaba la mayor parte de sus bienes a su hija. Para Diamante y Esmeralda dejó
las colecciones de ropa de ésta que había comprado a lo largo de tantos años y
su isla. Aquella isla donde llevase a Esmeralda y retase a Diamante a
rescatarla hacía ya más de cuarenta años. A Tomoe y Kaori les dejaba gran parte
de la división de investigación científica. No olvidó tampoco a Mimette y a
Daniel que pudieron llegar al día siguiente del funeral. Una vez hecho todo
esto, sólo restaba esperar a que llegasen Leval y Amatista. Al cabo de pocos
días aparecieron. Traían a Asthel y a Maray, que quisieron efectivamente volver
a ver a sus parientes de la Tierra. Pero el muchacho también deseaba algo
más. Mientras su hermana saludaba a la
abuela Esmeralda él habló con Alusa y Minara y ellas le contaron lo ocurrido.
El chico, tras un momento reflexivo, les propuso
-No tengo
ninguna duda, debéis uniros a mí.
-¿Unirnos a
ti?- inquirió Alusa que era la más decidida de las dos. – ¿Para qué?...
-¿En esa
misión tuya? – secundó Minara, más reflexiva que su hermana. – ¿Verdad?
-¿Conocéis mi
misión?- Les inquirió Asthel a su vez con gesto de sorpresa. –
-Desde que
éramos niñas nos ha visitado el ángel. – Le contó Minara. –
-Sí, nos avisó
que un día tú nos pedirías esto y que cuando ese momento llegara, debíamos
aceptar. – Corroboró Alusa – Nuestra abuela Jenny nos lo confirmó.
-Confía en
nosotras. Cuando tú nos digas estaremos dispuestas. – Afirmó Minara con el
asentimiento de su hermana. –
-Ni yo
mismo sé cuándo comenzará.- Les confesó
el muchacho. –
-No te
preocupes. Seguro que cuando debas, lo sabrás. – Sentenció Alusa que de
inmediato quiso preguntar. – ¿Cuántos iremos?
-Por ahora
vosotras dos, junto con mi hermana y Granate, aparte de mí mismo. Pero todavía
quedan más por reclutar. Posiblemente mi primo Brian también se nos unirá. Y
seguramente alguno más. Todavía no sé quiénes serán los que faltan.
Las
gemelas le escucharon con mucha atención y asintieron. Después ocuparon algunos
minutos en temas menos importantes. Maray se unió a ellos al poco. Estaban
hablando más distendidos cuando una mujer morena y atractiva se les acercó…Por
su parte, Leval y Amatista, junto con Sandy y Coraíon, corrieron a abrazar a
Satory que les agradeció mucho su presencia, dijo encontrarse mejor.
-Lo siento.-
Lloraba una compungida Amatista sin soltarse de su amiga.- ¡Lo siento mucho!…
Después le tocó el turno a Sandy
quién, con patente afecto, le preguntó…
-¿Cómo estás
ahora?..
-Un poco
mejor- pudo musitar la aludida con tono suave y empañado de tristeza. - Aunque
sé que mi padre estará en el Cielo con mi madre no puedo evitar estar triste.
No por ellos sino por mí. Por no poder tenerles a mi lado.
Y contó a sus amigas lo que Alusa y
Minara les dijeran. Sus interlocutoras escucharon no sin asombro. Esas chicas
también eran alguien fuera de lo común. Fue Sandy la que tomó la palabra para
tratar de animar a su querida amiga.
-Debes
sobreponerte, sé que es difícil. Pero si tus hijas han visto eso, es que tus
padres ahora están juntos y son felices por siempre. Piensa en ello y créelo,
ahora moran en el Cielo.
-Sí… el padrino
Ian, o mucho me equivoco o ya habrá visto alguna nube que quiera comprar.-
Sonrió Amatista entre las lágrimas, haciendo que su amiga hiciera lo propio a
su vez.-
-Seguramente,
conociéndole, ya estará planeando alguna reunión con los responsables de allí.-
Suspiró Satory.- Y de algún modo logrará
convencerles…papá siempre tuvo recursos.
Al
menos ese era el consuelo que tenía su hija. Desde las alturas su padre a buen
seguro la protegería a ella y a todos, al igual que su madre había hecho.
También Mimette y su esposo Daniel, se acercaron a ella.
-Cuanto lo
sentimos, Satory. – Pudo decir su entristecida interlocutora dándole sendos
besos en las mejillas a la muchacha. -
-Gracias
Mimette, gracias Daniel - repuso ésta con gesto más sereno agregando. – Mi
padre os apreciaba mucho a los dos, erais la alegría del laboratorio. Cada vez
que iba me decía que se lo pasaba muy bien observándoos trabajar.
-Sí, ¡qué
tiempos! – Suspiró Daniel quien al igual que su hermano Tom, lucía ya muchas
canas en su pelo antaño de color moreno. -
-Sentimos que
Mimí no haya podido venir, pero está muy ocupada con su esposo y la niña. Pero
te mandan todo su cariño, igual que mi hermana Melissa, su esposo Clay y su
hija Wina desde Nature. – Le comentó Mimette que también tenía alguna cana y
pelo gris entre su antiguamente dorada melenita. – Todos lo hemos sentido como
una gran pérdida.
Satory
asintió muy reconocida. Aunque un poco más lejanos de trato y con menos
experiencias en común, la familia de Daniel, Mimette y su hija habían gozado
del aprecio de su padre y del suyo propio. Al poco rato al corrillo de los tres
se unieron Tomoe y Kaori. Mimette les abrazó efusivamente a ambos.
-Nuestra hija
Keiko no pudo venir, está en Nature ahora.- Les comentó la entristecida Kaori.
– En la división de las Fairy Five de ese planeta.
-Y Hotaru es
la princesa Saturno y me temo que sus ocupaciones no le hayan permitido venir
tampoco. - Completó Tomoe algo apenado por ello. –
Sin
embargo, una voz de mujer les llegó desde sus espaldas, y estaba teñida de
alegría, aunque comedida dadas las circunstancias, cuando les dijo.
-Al menos
hasta ahora no tuve ocasión de veros, papá. Pero sí que he podido venir.
Todos
quedaron sorprendidos, al girarse hacia la fuente de esas palabras descubrieron
a una mujer de pelo largo y moreno, casi de tonalidad violácea, con ojos
violetas profundos y que vestía una blusa lila y una falda de color negro,
medias y zapatos de tacón negros también completaban el conjunto. Lucía además
una tiara dorada con una piedra de color amatista en el centro y collar a
juego.
-¡Hotaru! –
¡exclamó Souchi abrazándola en cuanto pudo!
-Me alegra
veros a todos, aunque sea en estas tristes circunstancias. Satory, mi más
sincero pésame, en mi nombre y en el de los soberanos de la Tierra y la Luna. Y
por supuesto, también en el de mis compañeras.
-Muchas
gracias, Alteza. – Replicó la emocionada aludida. –
-No hace falta
que me llames de esa forma – le sonrió la mujer tomando afectuosamente las
manos de su contertulia entre las suyas. – Siempre hemos sido amigas. Todavía
te recuerdo de niña jugando conmigo y con Mimette y Mimí…
La
interpelada asintió sonriendo agradecida. Desde luego que una de las princesas
guardianas viniera a la Tierra solamente para presentar sus respetos era un
gran honor. Por supuesto que Ian Masters fue un hombre muy importante que
conoció a aquellas luchadoras de
leyenda. Colaboró con ellas casi desde el principio pero, aparte de eso, le
consideraron un amigo. Y la más cercana en trato, aparte quizás de Setsuna, era
la propia princesa Saturno. A través de Tomoe tuvieron relación más directa con
el difunto. Hotaru no olvidaba las veces que colaboraron juntos, como en
aquella amenaza del cometa que casi destruyó la Tierra, hacía ya bastantes
años, en realidad casi cuarenta. La princesa entonces dedicó su atención a la
esposa de su padre y le sonrió para preguntar con amabilidad.
-¿Cómo estás,
Kaori?
-Bien, gracias
- replicó ella con cierta modestia al admitir. – Más vieja y con algunas
arrugas.
-Como todos nosotros
– convino Tomoe. – Aunque tú todavía eres muy joven, hija mía.
-Ya no tanto-
repuso ella que, tras esbozar una tenue sonrisa, siguió preguntando con
interés. - ¿Qué tal está mi hermana Keiko?
-Feliz en
Nature. – Le contestó Kaori afirmando con nostalgia. – La echamos muchísimo de
menos.
-Sí, yo
también – convino con voz queda la princesa tomando una mano de su madrastra. –
Es duro para todos el vivir tan alejados. Somos familia y aunque parezca
mentira he tardado muchos años en comprenderlo.
Kaori
asintió con visible emoción, se alegraba mucho de que al fin Hotaru la hubiera
aceptado como parte de la familia. Los primeros años, cuando fue rescatada por
Diamante del infierno de Tau y comenzó a trabajar con su padre, la entonces
sailor Saturno aún era una niña y recordaba perfectamente los malos tragos a
los que la había sometido cuando estaban dominadas por Faraón Noventa. Esa
muchacha casi convirtió su nueva vida en otro infierno con su desdén y sus
deseos de revancha, pero poco a poco, aquello fue cambiando. Tras casarse con
Souichi trató de ganarse a la chica. Le costó mucho pero cuando Kaori quedó
embarazada y dio a luz a Keiko algo en Hotaru cambió. Estaba claro que la
entonces hostil guerrera quería a su hermana y a medida que fue comprobando como
Kaori amaba a su padre y a la recién nacida, su actitud de rencor pasó a ser de
frialdad, después de educada cortesía y más adelante comenzó a estimar sin
reservas a la esposa de su padre. También contribuyó el hecho de crecer y
llegar a ser una mujer adulta, cuando pudo entender la clase de sentimientos
que su padre y su madrastra se profesaban. Y, sobre todo, el sincero
arrepentimiento de ésta, acerca de las malas acciones en su otra vida. Lo había
demostrado durante muchos años ya como para no creerla. Ahora esa mujer estaba segura de que su interlocutora le
decía la verdad cuando la princesa remachó.
-Me alegra
mucho haberte visto Kaori, a ti también, papá. Pero debo irme de inmediato en
cuanto salude al resto.
-Gracias por
venir – le repitió Satory tras darle un abrazo. –
-Sí, me ha
alegrado mucho volver a verte. ¡Ojalá Mimí hubiera podido estar! Sabes lo mucho
que te quiere. – Terció Mimette – Además de su madrina, eres como una hermana
mayor para ella. Incluso como una tía.
-Lo mismo digo
– le sonrió Hotaru, pues de aquella mujer también guardaba un bonito recuerdo
de aquellos momentos vividos. – Saluda a tu hija de mi parte y dales muchos
besos. Yo también la quiero mucho, ya lo sabes. Es mi ahijada. También celebro
verte a ti, Daniel. Recuerdos para tu hermano, tu cuñada Cooan y tus sobrinos.
-Gracias. –
Repuso el aludido replicando a su vez.- Saluda tú a tus compañeras y a sus
majestades.
-Lo haré de
vuestra parte –convino la mujer que se despidió alejándose de ellos. -
Y
cumpliendo con lo dicho saludó al resto de los asistentes. Aunque le quedaba
por cumplir el otro cometido de su visita. Se aproximó a las dos gemelas. Alusa
y Minara estaban charlando con ese alto y atractivo joven de pelo castaño y
ojos violetas y esa chica de igual tono de cabello y ojos azules. Al verle algo
en Hotaru reaccionó.
-¡El
Mensajero!- Se dijo con patente admiración.- Siento en él algo especial. Y en
esas chicas…
Se
aproximó a ellos y les sonrió. Fue Asthel quién la saludó tomando una mano de
la recién llegada y besándosela declaró.
-Princesa de
Saturno. Es un honor…
Las dos gemelas se miraron y le
hicieron una leve reverencia. La aludida enseguida les dijo con simpatía.
-Por favor,
eso no es necesario, y menos tratándose de vosotros. Soy yo la que se siente
muy honrada de poder conoceros. Aunque a vosotras dos os vi cuando erais muy
pequeñas. No me recordaréis…
-No, lo
sentimos.- Le confirmó Minara.- No te recordamos.
-Es verdad.-
Admitió Alusa.- Aunque nuestra madre sí que te conoce desde que era niña.
Alguna vez nos ha enseñado algunas fotos en las que aparecéis juntas.
-Vuestra madre
lo está pasando mal ahora. Pero sé que seréis su apoyo.- Afirmó la princesa que
pasó a saludar a Maray.- ¿Tú eres la hermana de Asthel?
-Sí señora.
Encantada.- Fue capaz de decir no sin timidez.-
-Y veo que
también participarás con él de su tarea.- Sonrió su interlocutora.-
-Sí, es
verdad. - Admitió la niña que objetó, no obstante. - Aunque no sé todavía que
es lo que tendré que hacer.
-No te
preocupes por eso. A su debido momento, todos lo sabréis.- La animó la princesa
de Saturno.-
-¿Qué tal va
todo en Cristal Tokio? – Intervino Asthel.-
Ahora Hotaru suspiró con cara de
circunstancias para contestar…
-¡Ojalá
pudiera decir que las cosas son perfectas! pero estamos cada vez más inquietos
por el curso de algunos acontecimientos en la Tierra.
-Bueno, parece
que todo va bien. – Comentó Alusa, afirmando.- Pero desgraciadamente siempre
habrá personas que traten de aprovecharse de otros o tengan demasiada ambición.
-Sí, pero hasta
ahora, según nuestros padres nos han dicho, el mundo es mucho mejor desde que
los soberanos están aquí. – Remachó su hermana.- Han hecho grandes cosas.
-Del mismo
modo que vuestros padres y abuelos hicieron.- Declaró Hotaru, añadiendo no sin
algo de complicidad.- Y dentro de poco llegará vuestro momento de tomar el
relevo de los que os precedieron. Seréis los héroes de vuestro tiempo.
-Debemos
prepararnos para entonces.- Convino Asthel.-
-Sé que lo
haréis bien. Y me alegra haberos visto. Ahora tengo que irme.- Se despidió
Hotaru.-
Los chicos saludaron con unas
educadas inclinaciones de cabeza y la princesa hizo lo propio, alejándose ya,
dispuesta para retornar junto a los soberanos y sus compañeras, otros asuntos
la requerían.
-Me voy a
hablar con la abuela y con mamá.- Comentó Maray para, antes de alejarse,
dirigirse a las gemelas.- Me alegra haberos visto, chicas. Y lo siento mucho
por vuestro abuelo.
-Gracias, y no
te preocupes. Él es feliz ahora.- Repuso Alusa.-
-Sí…y nosotras
también nos hemos alegrado de volverte a ver.- Añadió Minara.- Hasta pronto
Maray.
La
aludida se alejó pues para conversar un poco con Esmeralda y Amatista que
hablaban a su vez…
-¿Qué tal todo
por Bios, hija?- Quiso saber la diseñadora.-
-Al margen de
algunos altercados las cosas van como siempre. Mucho trabajo, pero no nos
podemos quejar. - Contestó ésta, interesándose a su vez - ¿Y tú? ¿Tan liada
como siempre en modas Deveraux?
-Ya sabes cómo
es eso.- Suspiró la aludida.- Mucho trabajo, muchos viajes. Como recordarás,
hace poco que estuve en Nature, visitando la sede de Modas Deveraux que tenemos
allí. De hecho, he ido a ese planeta varias veces en estos últimos años y
siempre he retornado con la sensación de que algo raro sucede en él. Aunque no
sé qué pueda ser.
-Sí, eso me
comentaste. Pero creo que se debe a que trabajas demasiado, mamá. Deberías
delegar en alguien para que se ocupara de esas cosas. - Le aconsejó su
interlocutora.- Nature está muy lejos incluso de Bios.
-Tienes razón,
hija. Pero me sucede como a ti, podré quejarme muchas veces de todo lo que hay
que hacer, pero no lo dejaría por nada.- Admitió la diseñadora.-
-Lo sé mejor
que nadie. Puedes creerme. - Suspiró resignadamente Amatista haciendo que su
madre la mirase algo extrañada por esa reacción. - Lo sé…
Aunque no tuvo tiempo ni de
preguntar por eso, dado que enseguida llegó su nieta que se unió a la
conversación.
-Es una pena
lo de ese señor.- Comentó la niña.- Era muy importante, hasta una de las
princesas ha venido…
-Así es,
cariño.- Suspiró su abuela.- Ya sabes que era el padrino de tu madre y un gran
amigo de tu abuelo y mío. Pasamos por muchas cosas juntos.
La muchacha asintió pese a que ella
no le había conocido, al menos que recordase, pero era fácil observar la
tristeza que adornaba los rostros de su madre y de su abuela. Al poco se
reunieron con Satory y su amiga de la infancia pudo abrazarla una vez más.
-Estoy segura
de que el padrino descansa feliz con tu madre. – Afirmó Amatista que no pudo
sin embargo evitar derramar alguna lágrima. –
-Lo sé -
convino Satory. – Gracias, amiga mía.
-Lo siento
mucho.- Comentó Maray mirándola con pena..-
-Gracias
tesoro.- Pudo sonreír ahora débilmente la hija del difunto que quiso mostrarse
un poco más jovial con la niña para afirmar.- ¿Sabes una cosa? Estás realmente
muy alta, creo que hasta más que yo. Y
muy guapa. Vas camino de ser como tu abuela y tu madre.
-Creo que va
camino de superarnos. ¿No crees, mamá?- Sonrió a su vez Amatista.-
-Por supuesto,
mi nieta es una chica estupenda.- Declaró la diseñadora.-
La
chica se sonrojó a ojos vistas, haciendo que el resto se sonriera. Así, al cabo
de un rato, alguno más de los presentes se unió a la conversación e
intercambiaron algunas palabras más entre ellos. Poco después llegaron también
Petz y Zafiro. Saludaron a la hija del difunto y demás familia y departieron un
poco con Mimette y Daniel. Ésta sonreía en tanto comentaba a la cuñada de
Esmeralda.
-Creo que os
va muy bien en Otafukuya, ya tenéis una cadena de tiendas en todo el mundo.
-Sí querida.
No nos podemos quejar – afirmó Petz con patente satisfacción agregando. –
Incluso en Bios y Nature…
-Sabes que
siempre guardo en mi corazón esos días en los que Zafiro y tú me acogisteis y
tú me contrataste como dependienta. – Le comentó Mimette.- Fuisteis los
primeros que me disteis cariño y sensación de estar en un hogar.
-Fueron unos
tiempos difíciles pero bonitos. – Convino su contertulia, también con un poso
de nostalgia. – Los añoro también.
La
esposa de Zafiro, desde luego, daba la impresión de ser su primera clienta,
dado que su cutis y aspecto eran envidiables para alguien de su edad. Lo mismo
que su cuñada. Así se lo señaló su interlocutora.
-Desde luego,
las cremas que vendes son buenísimas, estás más joven que yo. – Llegó a decir
Mimette –
-Tú te
conservas muy bien, pero si quieres, te enviaré unas cuantas de regalo. – Le
ofreció Petz entre las sonrisas divertidas de su amiga y las de Esmeralda para
añadir. – Y no te olvides, también tenemos centros de belleza asociados.
-Oye tía. Ya
que estás repartiendo. A mí tampoco me vendrían nada mal unas cremitas. –
Tercio Amatista con buen talante. –
-Cuenta con
ellas, querida. – Le sonrió la aludida afirmando de seguido con jovialidad. -
Si es que tu madre me manda algún diseño de los suyos. –
-Por supuesto
– afirmó la interpelada añadiendo. – Ya te arreglaré especialmente alguno para
ti. Igual que hago para mi amiga Kaori.
-Gracias,
Esmeralda. Tú nunca te olvidas de mí. – Dijo ésta visiblemente reconocida. -
-Pues claro
que no. Y encima tengo muchas ganas de comenzar a preparar la nueva temporada.
Os diseñaré algo especial a cada una de vosotras y la colección se la dedicaré
a Ian con todo mi cariño. – Suspiró con visible emoción, al enjugarse alguna
lágrima al sentenciar. – Será la primera vez que no me compre mis vestidos en
cuarenta años…
Todas
asintieron ahora dejándose llevar una vez más por la tristeza de la pérdida del
millonario. Aunque se rehicieron pronto y continuaron con una más animada
conversación. Pensaban que el difundo, con raíces irlandesas y escocesas, lo
habría querido así. Por su parte, dejando a las mujeres entretenerse con la
belleza y la moda, Leval también aprovechó para poner al corriente a su amigo
Mazoui de como estaban las cosas en Bios. Éste se llevó muchas sorpresas al
escucharle y preguntó.
- Así que tú
crees que Logan pueda estar detrás de todo esto, ¿verdad?...
- Bueno, yo no
he dicho eso,- repuso cautamente Leval
para matizar. - Sólo pienso que podría ser una posibilidad, considerando su
forma de ser y lo que intentó contra nosotros en el pasado. Ya sabes cómo es.
Tiene pocos escrúpulos en lo que respecta a elevar su posición. Mazoui, tú ya
manejabas las empresas de Masters desde hace un tiempo antes de que muriera.
Debes de conocer a bastante gente de este mundo de las finanzas y a peces muy
gordos...
- Sí, eso
desde luego,- convino su primo añadiendo con perspicacia - y supongo que
necesitas mi ayuda...
- Es cierto,-
admitió su contertulio que le desveló. - Verás, eres el único en el que me
atrevo a confiar. Lo que te he contado supone que alguien que conoce nuestros
pasillos espaciales de acceso al planeta está metido en esto. Si no, no podrían
pasar ninguna nave a Bios sin que lo detectásemos. Mi problema es que no se lo
puedo decir a nadie y a Logan menos...
- Te comprendo
muy bien, haré algunas averiguaciones.- Le prometió su primo, añadiendo. -
Hablaré con jefes militares que tienen contactos con nuestras empresas y con
políticos que reciben apoyo financiero nuestro y ya te avisaré si me entero de
algo.
- Te pareceré
algo paranoico,- casi le susurró Leval añadiendo con tinte desconfiado. - Pero,
mejor será que me lo comuniques en persona, no por vídeo grabación,...
- Es una
precaución necesaria,- asintió Mazoui con aprobación. - Podrían controlar los mensajes,
no te preocupes. Me encargaré de avisarte de un modo discreto. Siempre podemos
quedar para vernos o bien ir yo a Bios en viaje de negocios. Y si no soy yo, le
daré el mensaje a Diamante o a tu padre y ellos lo llevarían. A propósito. –
Inquirió cambiando de tema - ¿vas a visitar a tus padres?..
- Es un
permiso corto, pero me gustaría verles antes de irme, ¿por qué? - Preguntó
Leval. -
- Estuvieron
en el entierro ayer, pero tenían que volverse enseguida a Nueva York, creo que
porque tu hermana va a venir de Europa con Samantha y su hijo.- Le contó
Mazoui. -
-¿Has visto tú
a Kerria a Sam y a mi sobrino? - Le preguntó Leval muy interesado. - Yo hace
bastantes años que no lo he hecho más que por Holo mensaje.
- Les vi hará
unos meses. El chico ya está bastante crecido. Tiene la edad de mis hijas y es
muy inteligente por lo que yo sé.- Le respondió Mazoui que añadió. - El hermano
del tío Tom, Daniel, le dio clases de informática un tiempo y tu sobrino maneja
los ordenadores bastante bien.
- Hace mucho
que tampoco veo al tío Tom y a la tía Cooan,- suspiró Leval. - Idina creo que
también, lastima no poder avisarla para que viniese a la Tierra con nosotros.
Pero ella, su marido y sus hijos, estaban fuera el día en que nos llegó el
mensaje de Esmeralda.
-¿Y Sandy y
Coraíon? ¿No han podido venir? - Le inquirió Mazoui. -
- Sí, estaban
por ahí. Aunque apenas si pudimos avisarles con el tiempo suficiente, estaban
muy liados. Pudieron obtener permisos de milagro.
-Espero
verles, a ver si puedo saludarles.- Dijo su contertulio.-
-Creo que
Sandy y mi mujer ya han estado con Satory. – Le comentó Leval tratando de
recordar. – Y me parece que los tíos Petz y Zafiro irán a verles pronto a Bios.
Espero que los tíos Tom y Cooan se vengan a ver a Idina. Como te he dicho, la pobre
sí que no ha podido venir. Y hace bastante que no se junta con su familia.
Mazoui asintió. Hablando de la
familia de su tío Tom, otra cosa le preocupaba. Recordaba todavía esa
conversación que mantuviera con Lance hacía algunos años. Y hacía poco el
propio Tom le llamó para informarle que había descubierto algo, un hallazgo que
cambiaría todo lo que conocían. Pero no tuvo oportunidad de reunirse con él
para que le pusiera en antecedentes. Por otro lado, más cuestiones de
importancia habían estado reclamando su atención. Decidió que, mientras tanto,
y a la vista de los problemas que tenía su primo, sería mejor dejarlo estar.
-Por cierto,
recuerdos de Tracer.- Le comentó más distendidamente a su interlocutor.-
-¡Tracer!
¡Vaya! ¿Cómo le va a ese gamberro?- Se sonrió Leval con una mezcla de nostalgia
y alegría tras escuchar aquel nombre.-
-Te conté que
vino hace un tiempo a la Tierra, junto con Penélope. Conozco a su padre, el
senador Jensen y pudimos vernos en Washington.- Le comentó su primo. -
-Sí, eso lo
recuerdo, fue hace años. Me parece que dejó el ejército y se estableció por su
cuenta, ¿no? ¿Sabes cómo le va?- Inquirió Leval.-
-Parece que lo
dejó con la doctora Winters.- Le contó Mazoui ya con un tinte más
apesadumbrado.- Desde entonces se ha dedicado a viajar bastante entre Nature y
Kinmoku y ha venido alguna vez a la Tierra. Hará un par de meses que le vi.
-Vaya, lamento
oír eso, pensaba que esos dos estaban hechos el uno para el otro.- Comentó
Leval.-
-Es la vida,
amigo mío.- Sonrió levemente Mazoui quien no obstante daba la impresión de
guardarse algunas cosas para sí.-
Tampoco
Leval pareció querer preguntarle más sobre aquel particular. Su primo tenía
muchas cosas de las que ocuparse y a buen seguro que muchas no podían ser
divulgadas. Tampoco tenía deseos de meterse en eso. De modo que, optando por no
comentar más sobre ese tema, ambos se alejaron por el pasillo de la gran casa
del fallecido Masters, al encuentro del resto de la familia. Allí conversaron
con la mayor parte de sus allegados. Otro corrillo interesante al que se
unieron fue el de Diamante, Zafiro, Daniel y Tomoe. Hablaban de cómo organizar
ahora la Masters Corporation.
-Hola chicos.
– Les saludó Diamante. –
-Estábamos
hablando de cómo íbamos a continuar con la compañía. – Les comentó Zafiro. -
-Te
necesitamos a ti para organizarlo todo, Mazoui - remachó el profesor Tomoe. –
-Por mí creo
que las cosas podrían seguir tal y como estaban. Seguro que Ian lo hubiera
querido así. – Replicó el aludido –
-Si te digo la
verdad. – Les confió Diamante con un tono de voz algo cansado. –Cada día tengo
menos ganas de todo esto.
-Te comprendo
bien, hermano. – Convino Zafiro de la misma manera. – Deseo estar con mi
esposa, mi hijo, mi nuera y mi nieto. Creo que voy a hacer lo mismo que mi consuegro
Robert está pensando, en pocos años me jubilaré.
-¡Vaya!, no me
lo esperaba de ti. Sí que te sientes mayor. – Bromeó Mazoui dándole una palmada
amistosa en la espalda. –
-Pues no os
creáis, yo estoy considerando hacer lo mismo. - Les reveló Diamante para
sorpresa de los muchachos, dirigiéndose a su yerno en particular. – Así, tanto
Esmeralda como yo, podríamos ir más tiempo a Bios a veros a ti, a nuestra hija
y a nuestros nietos. Bueno, si es que mi mujer pudiera estar quieta durante al
menos un segundo.- Sonrió ahora.-
-Siempre que
deseéis venir seréis bien recibidos. Asthel y Maray os adoran. – Afirmó el
aludido para alegría de su suegro. –
-Sí, va siendo
ya una buena idea eso de descansar un poco. – Afirmó también Tomoe comentando a su vez. – Podríamos ir a Nature
a ver a mi hija Keiko. Y luego visitar también a Hotaru. Ella no dispone de
tiempo con tantas obligaciones. Y el verla hoy me ha hecho sentir aún más lo
mucho que la echaba de menos.
-No corráis
tanto. Todavía tenéis mucha guerra que dar y mucho que enseñarnos. Sois
fundamentales para la Masters. – Les comentó Mazoui a quién tampoco le agradaba
mucho el que tan valiosos amigos y colaboradores se retirasen, por ello
remachó.- Sobre todo ahora…
-Gracias, pero
ya hay muchos jóvenes que vienen con energía. – Le respondió Zafiro. –
-Es ley de
vida – terció su hermano mayor dirigiendo una afectuosa mirada a sus
nietos que estaban allí cerca, charlando
a su vez con las hijas del yerno del difunto. –
-Hombre, de
momento yo prefiero seguir en la brecha, aunque admito que hay gente muy
valiosa, mi propio yerno Kenneth está hecho un fenómeno en la división de
robótica. Junto a mi hija forman un buen tándem. En lo profesional y lo que es
mejor, en lo personal. – Comentó Daniel que había estado escuchando hasta el
momento. -
-Bueno,
supongo que todavía tendréis unos añitos más para pensarlo. – Intervino Leval
que afirmó a su vez. – Lo que yo ahora deseo hacer es visitar a mi familia.
Tengo muchas ganas de ver a mis padres y a mi hermana, su esposa y a mi
sobrino.
Los
demás asintieron, podían comprender aquello. Los diversos corrillos fueron
intercambiándose y charlando durante un rato más hasta que se fueron marchando
todos de vuelta a sus casas. Tal y como Leval le comentara a su primo sus tíos
tenían intención de viajar a Bios en
pocos días. Ambos primos antes de irse incluso habían podido saludar a Hotaru
Tomoe y Leval aprovechó para preguntarle por asuntos de política. La princesa
Saturno poco le pudo contar, o al menos no daba la impresión de estar demasiado
propensa a ello. Lo único que le dijo de modo enigmático aunque tanto para
Leval como para Mazoui pareció muy revelador fue que…
-Sus
Majestades conocen bien lo que está sucediendo en la Tierra y en otros lugares,
se preocupan pero deben dejar que las cosas sigan su cauce. A su debido tiempo
lo que tenga que ocurrir, ocurrirá.
Y
no pudieron lograr que esa misteriosa mujer les dijera nada más. De modo que
aprovecharon para integrarse en el grupo de sus familiares y amigos para
departir con ellos en una de esas raras ocasiones que tenían de verse. Al poco,
todos se disgregarían una vez más, camino a sus respectivas vidas y quién sabe
cuándo volverían a reunirse.
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