martes, 8 de marzo de 2011

GWT 19.171. Una esperada visita y una inesperada despedida


Asthel llegó al instituto como todos los días y al término de sus clases se acercó a la zona de deportes. Tal y como le aconsejó su abuelo Roy, se interesó por el equipo de baloncesto. Al verle enseguida salió el encargado del equipo del instituto,  un hombre de estatura media y pelo cano,  a interesarse también por él.



- Buenos días, me han dicho que quieres jugar en el equipo. Dime muchacho, ¿has jugado antes? - Le preguntó. -

- Sí señor...he jugado algo - respondió modestamente Asthel. -

-¿Tienes experiencia en alguna liga? - Inquirió el encargado mirándole con patente  interés. -

- Cuando era pequeño, en la de alevines...jugué un par de años.

-¿De qué jugabas?...

- Jugaba de pívot, era muy alto para mi edad. - Repuso el chico para agregar. - Pero ahora creo que podría hacerlo de alero. He mejorado mucho mi tiro, mi bote y mis movimientos.

-No tenemos a gente demasiado alta,- le dijo el encargado dejándole un poco decepcionado. Aunque con tal de no perder a ese posible descubrimiento añadió con más ánimo. - Pero eso le corresponderá decidirlo al entrenador.

-¿Y podría hablar con él ahora? - Preguntó el chico visiblemente interesado. -

-¡Claro!- le aseguró el hombre con tinte más jovial, indicándole. -Pasa a la cancha de baloncesto, estará allí con el resto de los chicos.



            Asthel le dio las gracias y se dirigió a la cancha, al entrar vio a unos muchachos de su edad que hacían entradas a canasta en una rueda de calentamiento. Mientras un hombre, ya mayor, sentado en una silla a pie de pista, les daba instrucciones.



- No, así no, chicos - decía éste con voz paciente en tanto explicaba. - Tenéis que entrar con la misma mano del sitio por donde vayáis.-  En ese instante vio a Asthel y le llamó. - ¡Eh muchacho! acércate...

- Buenos días.- Saludó educadamente el interpelado. -Venía a ver si podía entrar en el equipo, señor...- Miró al entrenador con atención y sorpresa, ese hombre se había puesto en pie y era incluso más alto que él. – Para hacer las pruebas de admisión, o lo que sea.



            El míster le preguntó lo mismo que el encargado y Asthel le respondió de idéntica manera,  su interlocutor pareció pensar sobre lo dicho por el chico en tanto se presentaba.



- Me llamo Jack Cooper. Soy el entrenador de baloncesto de aquí. Hace poco que he llegado de la Tierra y debo hacer un equipo deprisa, ¿vienes preparado? Me ahorrarías un tiempo precioso si así fuera.

- Sí - dijo Asthel que traía un chándal con una camiseta debajo y añadió. -Sólo tengo que quitarme la chaqueta.

-¿Cómo te llamas, hijo?..- le inquirió Cooper. -

- Asthel Malden, señor...

-¡Vaya! tiene gracia - dijo el entrenador con gesto divertido para comentarle. - Te apellidas como un antiguo compañero que tuve en el College...

-¿Cómo se llamaba? - Preguntó Asthel con curiosidad. -

- Robert Malden, pero todos le llamábamos Roy, era un gran amigo. ¡Nunca me olvidaré de las gamberradas que hacía! Incluso llegó a profesional el muy pillastre. ¿Qué andará haciendo ahora? - Replicó el míster con jovialidad. – Supongo que seguirá entrenando…

- ¡Ese es el nombre de mi abuelo! - Repuso Asthel atónito. -

- ¡No me digas! no puede ser que tú seas nieto de Roy.- Exclamó Jack abriendo la boca por la sorpresa. -

-  Y mi abuela se llama Bertie.- Añadió el muchacho para darle aún más señas. – Si eso le dice algo…

- ¿Qué si me dice algo? ¡Eres el nieto de Roy y de Bertie! - Exclamó nuevamente Cooper sin casi dar crédito a lo que oía agregando con júbilo y no poca nostalgia. - ¡Así  que se casaron por fin! ¡Diantres, cómo es la vida! Con la de malos ratos que ese granuja le hacía pasar a la pobre chica. Ya te digo. Tu abuelo llegó a ser profesional, y muy bueno. Además, luego ha sido entrenador y tampoco lo hacía mal.

-Él me enseñó a jugar y me dijo que me metiese en algún equipo.- Sonrió Asthel que, despojándose de su chaqueta, añadió. - Ahora le demostraré lo que sé.

- Si te ha enseñado Roy, seguro que sabes jugar muy bien. Pero de todos modos me gustaría verte.- Le dijo Jack aseverando. – No se debe dar trato especial a nadie.



            Asthel asintió, tampoco lo quería ni mucho menos, y una vez calentó algo, se puso a entrar a canasta. Lo hacía bastante bien, mucho mejor que la mayoría de los miembros del equipo. Luego jugó un partidillo con los otros componentes del equipo y en el tiro era bastante certero. Driblaba bien y sabía hacerse con una buena posición para rebotear. Jack asintió, pensando complacida y también nostálgicamente, que su estilo era muy parecido al de Roy. Desde luego que un jugador así les iba a venir muy bien y el aspirante fue rápidamente admitido.

         

-Muy bien, chico. No lo haces nada mal. Bienvenido al equipo.

-¡Muchas gracias señor! No se arrepentirá. - Exclamó él realmente contento.-



           Por toda réplica Jack le palmeó cordialmente la espalda y después le dijo que se incorporarse con el resto de los jugadores para comenzar a entrenar en serio y preparar la temporada. Asthel se alegró mucho.



-Mi abuelo estará muy contento. En cuanto pueda se lo contaré.- Se dijo.-



            Leval por su parte llegó a su base muy enfadado, allí hizo unas cuantas llamadas a sus superiores. El general Strips fue el primero en contestar. Sin perder ni un segundo le informó de lo que había ocurrido.



- Siento mucho que eso haya afectado a su hija, y me alegro de que ya esté bien. - Le dijo el general con un talante conciliador para prometer. – Le garantizo que personalmente haré que registren todo el planeta. Les encontraremos. ¿Tiene usted alguna pista más?...

- No muchas, señor. Solo que parece que una red de tráfico de drogas quiere instalarse en este mundo. Deberíamos investigar con más cuidado a todo el que llegue  a Bios.- Sugirió su subordinado con determinación.-

-¿Comprende usted el porqué de nuestra oposición a la ley de libre entrada? Si esto ocurre ahora, ¿qué no pasará si cualquiera puede venir hasta Bios? - Le explicó el general. – Imagínese la calaña de muchos de ellos. Y lo fácilmente que podrían entrar pasando inadvertidos entre una gran multitud.

- No sé, señor,- repuso Leval que sin embargo añadió con visos de bastante seguridad. - Pero los que han urdido esto deben ser poderosos traficantes con muchas influencias. Debemos saber si alguien más les está ayudando desde dentro...

- Se investigará...no lo dude. Ahora debo dejarle, tengo muchas obligaciones que atender, corto.- Y Strips desapareció de la pantalla. -



Fue entonces cuando, tras unos minutos que ocupó repasando sus informes, recibió una Holo llamada desde la Tierra. Puso el mensaje grabado y se sorprendió al ver que se trataba de su madre. También se preocupó al verle la expresión, estaba muy triste y más cuando habló con voz serena y consternada para informarle del estado de su tío Tom. Desgraciadamente ahora no podía ni pensar en ir a la Tierra a verle. Suspiró con tristeza deseando que su tío mejorase. Y quizás lo que su madre le pedía,  acerca de Asthel,  fuese viable. Su hijo tenía grandes dones. Pudiera ser que sanase a Tom. En cuanto le fuera posible se lo pediría. Ahora, por más que le pesase, debía centrarse en su tarea que era muy importante para el bienestar y la seguridad de sus conciudadanos. Así pues  se puso en contacto con Logan al que, de igual forma, informó de lo ocurrido. Cedric le aseguró que se aumentaría la vigilancia. Leval por su parte decidió tratar de hacer más averiguaciones, se fue a buscar él mismo ese misterioso puesto de bebidas, pero no logró encontrarlo, es más, ¡no había ni rastro! Cansado y aburrido volvió a casa. Allí Maray ya estaba bien del todo. Por fortuna la cantidad de la droga no había sido bastante para crearle una gran adicción y sus efectos se habían pasado por completo. Le contó a su esposa algo de lo que había indagado y también las malas noticias sobre el estado de salud de su tío.



- ¡Vaya por Dios!, cuanto lo siento. – Suspiró Amatista afirmando – Tom es un buen hombre y ahora comprendo porqué Idina y su familia se han ido tantos días.

-Hablaré con nuestro hijo, a ver si él pudiera hacer algo.- Le dijo Leval. –



            Su esposa le miró perpleja para preguntar…



-¿Qué podría hacer él?...

-No lo sé. Es algo que mi madre me dijo.- Repuso su interlocutor, suspirando.- Quizás sea solo una vana esperanza. Pero me gustaría al menos preguntárselo.



Su esposa entonces asintió, si su hijo tenía aquellos dones tan poderosos, que incluso lograron traer de vuelta a Satory del Más Allá, quizás pudiesen ayudar al padre de Idina. De todos modos Amatista no podía evitar sobrecogerse ante esa idea. ¿Acaso estaría destinado a convertirse en una especie de Dios? Prefirió dejar de lado ese tema y centrarse en sus tareas aunque pensando con inquietud…



-Prefiero ni imaginarlo. No quiero que le aparten de mi lado.



En cuanto Asthel retornó de su entrenamiento quiso contarles  a sus padres su encuentro con aquel entrenador amigo de juventud  de su abuelo. No obstante, el gesto triste y serio de ambos le disuadió. Enseguida su padre le puso al corriente de lo que había ocurrido en la Tierra. Y le preguntó si él podría ayudar. El chico no sabía si él podría hacer algo por el padre de Idina, pero desde luego que lo intentaría. Hacía mucho tiempo que no se prodigaba en aquellos viajes, pero todavía recordaba cómo hacerlo.



-Iré ahora a ver, si os parece.- Les propuso a sus padres.-

-Ve, gracias.- Le respondió Leval.-

-Por favor, dinos cómo está.- Añadió Amatista.-



El chico asintió. Se concentró y abrió un pasillo. La primera parada que hizo fue en el reino de la Luna. Allí, se materializó en las estancias de la sorprendida princesa Alice. La cría en un principio se asustó, pero viendo de cerca a ese guapo muchacho le preguntó sin pudor.



- ¿Eres tú uno de los amigos de mi mamá?

- Sí, podrías llamarme así – le sonrió Asthel que quiso saber. – ¿Está ella aquí? Si es así, por favor, pídele que venga, tenemos que hablar.



La niña corrió a buscar a  su madre. Por suerte estaba en un momento de descanso, charlando con su esposo. Aunque ambos se sorprendieron cuando su hija entró corriendo y sin llamar.



-¿Qué ocurre, hija?- Quiso saber Doran.- ¿Dónde están tus modales?

-Sí- Secundó Nehie.- Sabes muy bien que se debe llamar antes de entrar. Eres una princesa y tu educación tiene que ser impecable.- La amonestó con tinte reprobador.-



            La niña bajó la cabeza, trató también de recobrar el aliento y al fin pudo explicar, ante las atónitas miradas de sus padres.



-Perdonadme, por favor. Es que un extraño ha aparecido de pronto en mi cuarto a través de un agujero. Me ha pedido que te viniera a buscar, mamá...



            Tanto Doran como Neherenia se levantaron como dos resortes del sofá en el que estaban. La asombrada soberana apenas sí pudo exclamar.



-¿Cómo has dicho?

-No puedo creerlo. ¡Ha burlado la seguridad hasta ese punto! – Añadió el también perplejo Doran.-



De modo que ambos fueron hacia allí tras pedirle a Alice que aguardase fuera.



-¿Llamo a la guardia?- Inquirió ella.-

-No, déjame que me ocupe personalmente de esto. Si es alguien que amenaza la seguridad del reino y de nuestra hija se arrepentirá.- Repuso él con determinación.-



Llegaron ante la puerta del cuarto de su hija. Estaba cerrada y no se oía nada. Al fin, tras dudar unos instantes, tanto Neherenia como su esposo entraron. Allí vieron a ese joven que les observaba con expresión calmada. El saiyajin por supuesto adoptó una postura defensiva escrutando al extraño invasor, aunque enseguida se relajó al ver quién era, sobre todo cuando la soberana declaró con sorpresa al reconocerle también.



- Tú, ¡tú eres el Mensajero!

- Así es. Lamento mucho la interrupción y las molestias, Majestades. Pero deseaba que me dierais cierta información. – Admitió el muchacho, que le resumió a ella y a su esposo el motivo de su visita. –

- Tu tía y el resto de su familia han ido a la Tierra. Como veo que ya sabes, el padre de Idina se encuentra muy mal.– Le contó la reina suspirando entristecida. – Lamento mucho lo de Tom, siempre se portó conmigo como si yo fuese su propia hija y jamás lo olvidaré. Me dio cariño y comprensión y me hizo sentir parte de su familia.

-En ese caso iré a verle. Gracias por todo y disculpadme por mi forma de entrar, os lo ruego. – Le comentó Asthel.-

-Al contrario, ha sido un honor que hayas venido a vernos. Por favor, si lo deseas vuelve un día de forma oficial y te recibiremos encantados.- Terció Doran.-

-El honor será mío. Por cierto, vuestra hija es una niña encantadora. Siento si la he asustado. – Repuso él.-



Y creando otro pasillo dimensional retornó a su casa. Quería que su familia le acompañase…al retornar y explicar lo sucedido Leval le escuchó sorprendido. Pero sabiendo que su hijo era capaz de traerles y llevarles con aquella pasmosa facilidad, aceptó.



-Al menos podremos estar con ellos a tiempo. Si fuéramos en una nave tardaríamos al menos dos semanas.- Le comentó a su esposa.-

-Sí, me parece bien.- Convino ella, que se dirigió a la habitación de Maray.-



            La cría estaba viendo esas noticias de modas que tanto le gustaban. Aunque su madre demandó su atención para indicarle.



-Vístete hija. Tenemos que hacer un viaje.

-¿Un viaje?- Se sorprendió ella.- Pero si mañana tengo cole y no has llamado.- Pudo oponer.-

-No tardaremos. Tu hermano nos llevará.- Fue la respuesta.-

-¿Vamos a ir por los agujeros que hace Asthel?- Preguntó entre sorprendida y emocionada.-



            Amatista se limitó a asentir, ya le estaba eligiendo la ropa a la cría. Tras completar la selección de esas prendas le indicó que se las pusiera. La niña obedeció enseguida. Una vez estuvieron listas se reunieron con Asthel y su padre en el salón.



-Apartaos un poco.- Les pidió el chico.-



 Para asombro de todos, Asthel abrió un pasillo que comunicó con la casa de los Rodney. Lo cruzaron enseguida y ya se encontraron allí. Y no estaban solos al aparecer allí. En el ya abarrotado salón vieron a sus abuelos Roy, Bertie, Esmeralda y Diamante, junto con Alan, y Naya acompañados de su hija Fiora, una encantadora niña de pelo moreno y ojos azules, que sería más o menos de la edad de Maray. Daniel y Mimette junto con su hija Mimí y su esposo. Idina, su  marido e hijos estaban asimismo allí y también Lance a quién Asthel dedicó una mirada de pesar que fue correspondida por éste. Tom por su parte estaba acostado en su habitación. Aunque débil se encontraba muy animado al ver a tanta gente, pese a que desconocía la identidad de muchos de ellos. Creyendo que eran amigos de sus hijos a veces, otras que eran compañeros de facultad. Y también en ocasiones, tomando eso como una de aquellas fiestas que celebraban tras derrotar a algún enemigo o en la universidad. Todos se iban acercando a saludarle con palabras amables y llenas de cariño. Sabiendo que quizás serían su adiós definitivo. Cuando le tocó el turno a Leval, éste se sentó junto a la cama del paciente y le dijo.



- ¿Cómo estás, tío Tom?

- ¡Leval! – Le reconoció éste afirmando para asombro de su interlocutor. – No te preocupes, entre todos cambiaremos tu futuro, muchacho.

- Claro - afirmó el chico creyendo que esas palabras eran fruto del estado de su contertulio. –



Aunque Bertie y Roy estaban cerca y se miraron entristecidos y al tiempo con melancolía, entonces Tom, con tono cómplice y un susurro, le dijo a su atónito sobrino.



-¡Chiss!, no podemos decirles que eres su hijo, o la historia podría cambiar, ¿verdad?

- Sí, es verdad, tío Tom. – Pudo replicar suavemente el desconcertado Leval  al que, al igual que al resto, le apenaba sobremanera ver a ese pobre hombre en tan triste estado. – No diremos nada…



Entre tanto Asthel había salido al exterior, en el jardín pudo ver que Lance, el hermano de Idina, iba hacia él. Sin mediar saludo le entregó un grueso libro color burdeos con dos letras doradas estampadas en su cubierta una G y una W, el chico miró con detenimiento ese libro.



- ¿Es para mí?- quiso saber sorprendido. –

-  Así es – replicó secamente su interlocutor –

- ¿De qué trata?- le preguntó el muchacho. –

- Digamos que esto es la causa de todo. Responderá a todas tus preguntas, cuando llegue el momento. – Fue la enigmática contestación. –



El chico abrió aquel libro por la mitad, allí con letras parecidas al estilo gótico leyó cosas que sabía por lo que sus tíos y abuelos le habían contado. Más adelante el tipo de caligrafía cambiaba y era más redondeada, abundante información sobre la Tierra y Bios. Al avanzar más descubrió páginas en blanco. Retrocedió hasta que vio letras escritas e incrédulo leyó para sí. Al terminar cerró el libro y le preguntó a Lance.



-¿Es lo que pienso que es?

-Lo es – contestó lapidariamente él, que agregó. – Y al fin puedo entregárselo a quien debe tenerlo. Yo fui su portador durante un tiempo y tuve que actuar acorde con sus instrucciones. Después me fue retirado, pero hará unos años volvieron a entregármelo para solucionar ciertos asuntos. Con una instrucción final. Confiárselo al Mensajero. Sólo hay otra persona más que haya tenido tanto acceso a él, y mira como está ahora…- Suspiró Lance tratando de contener su emoción.-

-Lo siento - fue lo único que el chico pudo responder. Bajando la vista con pesar.-

- Ahora este libro está con quién debe tenerlo. El momento de librarme de esta pesada carga ha llegado por fin. Ya no quiero leer más, ni saber más. Ahora solamente deseo vivir tranquilo. Estar junto a mi padre durante el tiempo que le queda y ocuparme de mi madre después. Creo que no es mucho pedir…después, que dispongan para mí lo que quieran… ¿crees que es algo egoísta por mi parte?- Le inquirió su desolado contertulio casi con la voz quebrada.-

-No, no lo es. Has cumplido bien lo que se esperaba de ti. Ahora déjanoslo a nosotros, amigo. – Convino Asthel asintiendo con amabilidad. – Nuestro momento está a punto de llegar y tú y los tuyos os merecéis algo de tranquilidad.



Lance no replicó a eso último simplemente se dio la vuelta retornando a la casa. El muchacho le siguió poco después. Se cruzó con Alan, el otro hijo de Tom, junto a él estaba su esposa Naya, muy entristecida. Por más que había examinado a su suegro no tenía ni la menor idea de cuál era su mal.



- Nunca he visto algo así, es como si su memoria se fuera desvaneciendo poco a poco y como si su mente y su cuerpo fueran durmiéndose. Apagándose de algún modo. No hay nada que yo pueda hacer por él.- Así lo admitió muy apenada e impotente.- Lo siento muchísimo…

- Asthel.- Le pidió Alan con el mismo tono de pesar y un leve tinte de esperanza. – Si tú pudieras verle a lo mejor…



El muchacho les dedicó una mirada de consternación, pero no dijo nada. No obstante, sintió una especie de pálpito cuando vio a Fiora. La chica también lucía una expresión triste puesto que quería mucho a su abuelo. Le había visto pocas veces pero él siempre fue maravilloso. Amaba la naturaleza como ella misma y le había contado muchas cosas de su vida, sus aventuras y anécdotas de la familia. Los padres de la muchacha se alejaron entonces para charlar con Petz y Zafiro que habían recibido en la puerta a Karaberasu, su esposo Mathew y a su hija Katherine, junto con Mazoui, Satory y las niñas. Asthel aprovechó el momento para comentarle a Fiora.



- Un día tú también serás parte de mi equipo.

- ¿De tu equipo?- Quiso saber la muchacha, mirándole sin comprender. – ¿Qué equipo?

- No te preocupes, ya lo entenderás. – Le sonrió su interlocutor que se alejó de allí, dejándola intrigada, para saludar a los recién llegados. –

- ¿Cómo está?- se interesó Mazoui que también tenía mucha estima hacia su tío y mentor en las artes arcanas.-

-Cada vez recuerda menos cosas. – Le respondió Petz con semblante compungido. – Mi hermana Cooan está destrozada. Ve como su esposo se le va yendo poco a poco sin poderlo evitar.

- ¡Pobre tío Tom! – Pudo decir Kathy enjugándose algunas lágrimas. –

- Sería mejor que estuviéramos aquí por turnos, somos demasiados. – Afirmó Zafiro. –

- Sí.- Convino ahora un consternado Daniel que tras ver a su hermano salía del dormitorio con su llorosa esposa Mimette. – Mejor será no agobiarle.

- ¡Pobre Tommy!, me rompe el corazón verle así. Ahora estaba hablando de sus padres…- sollozó la cuñada del enfermo.- Como si estuviesen aquí.

- Sí, me pedía que fuese a animarle a la final del campeonato de kárate que ganó en el instituto, según él es mañana. – Pudo completar Daniel esbozando una pálida sonrisa entre sus lágrimas. –

- A Idina la confunde con  mi madre. – Afirmó el también desconsolado Alan. – Mi pobre hermana ha tenido que salir para no romper a llorar delante de él.

- Si me disculpáis, voy a verle – intervino Asthel dirigiéndose hacia la habitación. –



Allí estaban ahora su abuelo Roy, Esmeralda y Diamante, rodeando la cama del enfermo. Cooan, abrazada por Bertie, estaba sentada en un butacón algo más atrás. En cuanto entró el chico pudo oír a su abuelo Roy, con pretendida jovialidad y voz suave, dirigirse hacia el paciente.



-Bueno, ¡paleto de Kansas!, a ver cuándo te levantas de ahí y nos vamos de juerga.

-Sí, tienes razón- convino Tom esbozando una sonrisita para replicar con voz algo débil. – Las chicas quieren ver la ciudad. Seguro que tú ya has pensado en algo, granuja.

-¿Cómo puedes dudarlo, Tommy? – Pudo decir Roy al que ya se le atragantaban las palabras en tanto aferraba una mano de su amigo con otra suya. – Soy el doctor amor… ya lo sabes.

- Sin ti la fiesta no estaría completa. Amigo mío. – Intervino Diamante que abrazaba también a su llorosa mujer. – Y tienes que venirte a entrenar con nosotros ¿eh?





En eso que Asthel se acercó. Tom enseguida miró en su dirección y pudo suspirar, en lo que pareció un momento de lucidez.



- ¡El Mensajero! Tú nos darás la paz. Al final todo tendrá sentido. Está escrito, ¿verdad? Merecerá la pena al final. ¿Qué ha pasado? ¿Qué hago aquí? ¿Y mi esposa?



Su interlocutor no dijo nada, relevó a su afectado abuelo en la tarea de sujetar una mano de Tom, al momento los otros avisaron a Cooan que se afanó en ir a su lado.



- Cariño- le dijo con voz trémula sujetándole la otra mano con las suyas. -¿Estás mejor?

- Esta noche tú y yo, tenemos una cita- replicó él sonriente – y después quiero que conozcas a mis padres, les he hablado mucho de ti.



Su esposa asintió tratando de sonreír pero le caían las lágrimas, ante la compasiva mirada del resto. En ese mismo instante Asthel percibió algo y con tono de gran pesar les dijo a los demás.



- Debemos salir, es hora de dejarles a solas.



El resto entre lloros y expresiones desoladas obedeció. Solamente Cooan y a la puerta de la habitación, sus hijos e hija, permanecieron allí escuchando las últimas palabras de Tom que casi le susurraba a su esposa queriendo cantarle una de esas canciones que le dedicase en tantas ocasiones.



-Esta noche, bailaremos los dos y seré el hombre que te hará sonreír…me encanta hacerte sonreír.

-Siempre has sido el hombre que me ha hecho feliz. – Pudo decir ella ahogando sus sollozos y apretando su mano como si así pudiera evitar que se le marchase. – El único…

- Estás tan guapa con el pareo y la guirnalda.  

- Sí, me las pondré para ti en el hotel – replicó ella –

- Tienes los ojos más bonitos que he visto en mi vida - suspiró él, que cada vez hablaba con más dificultad añadiendo eso sí, con gran sentimiento de amor. – Cooan Malinde, mi Connie, cásate conmigo.

- Sí, claro que me casaré contigo. Siempre.– Balbuceaba ella con patente emoción, recordando también esas mismas palabras, que él le dijera hacía ya más de cuarenta años. -



Y su esposo pareció recobrar entonces algo de conocimiento cuando sonrió con amplitud mirando a su mujer para pedirle con un susurro lleno de paz.



-Nunca os olvidaré. Estos años has sido lo mejor de mi vida, tú, mi familia, mis amigos…dales un beso a los niños y diles adiós....acordaos de mí…

-Se lo darás tú, Tommy, cuando estés mejor. – Lloraba ella ahora sin poderse contener. –



El aludido entonces sonrió de forma luminosa y levantó una de sus manos para acariciar las mejillas de su esposa. Con sus últimas fuerzas musitaba una canción que, pese a todo,  hizo sonreír a Cooan con nostalgia y ternura.



“Me recordarás cuando el viento del oeste se mueva

Sobre los campos de cebada

Olvidarás al sol en su celoso cielo

Mientras paseamos en los campos de oro…



Tomó su amor

Por una mirada

Sobre los campos de oro

En sus brazos ella cayó, y su pelo derramó

Sobre los campos de oro



Estarás conmigo y serás mi amor

Entre los campos de cebada

Olvidaremos al sol en su celoso cielo

Cuando estemos tumbados en los campos de oro”



Permanecerás conmigo y serás mi amor

Entre los campos de cebada…



Nunca hice promesas a la ligera, alguna vez rompí alguna

Pero juro que en los días que queden

Pasearemos por los campos de oro



Muchos años han pasado

Desde esos días de verano en el campo de cebada

Ver a los niños corriendo en tanto se pone el sol



Me recordarás cuando el viento del oeste se mueva

Sobre los campos de cebada

Cuando caminemos en los campos dorados… 



(Fields of Gold. Sting , crédito al autor)



-Te quiero Connie…mi Ayakashi, mi Dama del Fuego…mi amor… – pudo susurrar él ya con la vista perdida. – He sido muy feliz, pasando esta vida contigo…

Te quiero…siempre te querré…descansa y sé feliz…cariño…espérame. – Repitió a duras penas ella que ya no obtuvo respuesta sintiendo como la mano de él perdía su fuerza y caía. – Pronto estaremos juntos…



Y Tom cerró los ojos bajando así el telón de su vida. Fue Asthel quién mirando a los demás que estaban aguardando en el salón movió la cabeza dejando que las lágrimas le cayeran por las mejillas. Su abuelo Roy cayó de rodillas llorando con las manos entrelazadas en una plegaria para ser ayudado a levantarse por Leval y Diamante, éste último le abrazó con fuerza sin poder reprimir tampoco su llanto.



- Hasta pronto Tommy. Espéranos allí arriba, hermano. – Pudo decir Roy entre balbuceos. –



Bertie, Petz y Karaberasu también entre abundantes lágrimas, abrazaron a su destrozada hermana Cooan que se resistía a dejar el lecho de su marido. Idina se abrazó a su esposo y a sus hijos. Todos lloraban desconsolados recordando a su padre, esposo, abuelo y amigo. Entonces llegaron más personas que también deseaban dar su adiós. Kerria y Samantha junto con Brian. Las dos mujeres que, sin poder dejar de llorar llenas de gran tristeza, se fueron abrazando a sus familiares. Y al poco hizo su aparición la princesa Marte en persona, con los ojos llenos de lágrimas fue a abrazarse a la viuda, a su vieja y querida amiga. Tras recibir de su soberana aquellas terribles noticias hizo en efecto cuanto pudo por estar a su lado. La reina de la Luna Nueva, que también  había acudido con su esposo, le dio el pésame a su vez a Idina y al resto de la familia.



- Se ha ido muy feliz, Cooan. – Pudo decir Rei entre sus propios sollozos. – Contigo a su lado y con toda su familia y amigos. Todos los que hemos podido tener el privilegio de compartir su vida y su gran corazón le recordaremos siempre.

-Nuestros reinos están de luto por una gran persona. – Afirmó asimismo Neherenia con expresión llorosa también, y declarando de forma solemne, aunque con visible esfuerzo y emotividad. – De común acuerdo los soberanos de la Tierra, la Luna y la Luna Nueva. Otorgamos este título a tu esposo. Él será siempre conocido por Thomas Alan Rodney, Caballero Luz de Luna.





Cooan no dijo nada, eso ya le daba igual, sólo mantenía los ojos cerrados y lloraba, recordaba aquellos momentos vividos con el hombre al que había amado durante todos esos años. Desde que se conocieran en la Golden, sus aventuras contra los demonios, su lucha contra los invasores del espacio, su Luna de Miel, el nacimiento de todos sus hijos y nietos, esos maravillosos años hasta el final. Y siempre le tuvo a él. Ya casi ni recordaba cómo había sido su vida antes de conocerle. Creyó acordarse de que, una vez hacía muchísimos años, estuvo enamorada de un malvado que no correspondió a su amor. Pero esa fue sin duda otra historia diferente. El resto por su parte no supo que decir. Únicamente se abrazaban los unos a los otros en demanda de consuelo. Pasaron las horas hasta que fue recogido el cuerpo y al día siguiente se ofició el funeral. Todos estaban muy afectados, sobre todo la familia del difunto y su gran amigo Roy. Asthel incluso abrió un pasillo dimensional para que Lornd y Setsuna acudieran. Los antiguos reyes de los saiyajin, acompañados de Seira y Calix, así como de la princesa Seren y del sobrino de ésta y nieto de los anteriores monarcas, llamado Diaval, acudieron sin dudar. Depositando sobre la tumba del fallecido las dos dagas de oro cruzadas que eran el símbolo de la distinción y del valor para los de su pueblo. Todos ellos en señal de respeto doblaron una rodilla ante la lápida que rezaba…



Thomas Alan Rodney 1976- 2038.



Tu esposa, hijos y nietos, familia y amigos te recordarán por el maravilloso ser humano que fuiste.



Y así transcurrió todo, Asthel por su parte sintió que alguien más debía de unirse a su misión. Ese alguien estaba emparentado con el linaje de los saiyajin. Terminada la ceremonia cuando todos se habían disgregado en corrillos o se despedían, Asthel, sin dudar, se dirigió al joven nieto de Lornd y Setsuna. Éste, vestido con la armadura de gala de los guerreros del espacio y una larga capa roja, había estado respetuosamente quieto y en pie durante todo el funeral.



-¿Tú eres el príncipe de Nuevo Vegeta?- Le inquirió Asthel al muchacho que era incluso más alto que él. – ¿Me equivoco?

- Soy Diaval Deveget Saiyanto, príncipe de los guerreros del espacio, sí. - Afirmó éste con orgullo y la arrogancia propia de un miembro de alto linaje de ese pueblo. -



No obstante, observó a su interlocutor con gesto de sorpresa y le preguntó a su vez.



- ¿Nos conocemos?

- Hasta ahora no, pero un día te pediré que me acompañes en una gran misión.- Le desveló él. –

-Entonces, ¿eres tú ese Mensajero del que tanto me han hablado?- Exclamó el muchacho. –

-Sí. Soy yo – admitió su interlocutor que quiso saber.- ¿Estarás dispuesto a afrontar los riesgos?

- Soy un príncipe de los saiyajin, te juro por mi linaje que cuando haga falta me uniré a tu misión. Mis abuelos, mis padres y mis tíos me han dicho que será algo fundamental para la suerte del Cosmos. Y que la gloria y la honra para mí y mi mundo serán incalculables. Te agradezco que me brindes la oportunidad de participar. Será un gran honor y no te defraudaré.



Asthel asintió, al cabo de un rato para que pudieran hablar con sus largamente añorados parientes, creó otro pasillo y ayudó a estos visitantes a retornar a su mundo. Así todos volvieron a sus ocupaciones. Por triste que fuera la vida debía continuar. Lo primero que hizo Leval fue reanudar su investigación del caso de la intoxicación por Loten. Pese a que Maray ya estaba perfectamente bien otros niños también habían sido afectados. Algunos incluso más pequeños. La gente en  el planeta estaba indignada por esto y  pronto muchos de los perjudicados reclamaron alguna acción. Se sucedieron protestas y manifestaciones. El gobierno, alarmado, urgió a que se resolviese aquello. El ejército y la policía registraron a fondo el planeta pero sin ningún resultado. Entonces corrió el rumor de que los activistas pro apertura eran los causantes, se dijo que era un atentado más para vengarse de los pobladores de Bios. El ejército tuvo que intervenir para evitar una autentica batalla en las calles entre partidarios de unos y otros. Así pasaron unos días. Leval seguía cada vez más preocupado. Se pasaba el día ordenando a las tropas de la base que evitasen agitaciones y enviando naves de reconocimiento del espacio aéreo de su cuadrante. En casa ocupaba su tiempo libre pensando en algo que le hiciera avanzar en sus investigaciones. Su esposa viéndole en ese estado trataba de animarle.



- Vamos. Tú haces lo que puedes, no debes agobiarte.

- Amatista.- Le confesó él con tono entre abatido, preocupado e indignado a la vez. - Las cosas se ponen peor por momentos, cada vez hay más desordenes y altercados. No pienso tolerar que este planeta se convierta en un campo de batalla. Este mundo tenía que ser un sitio de paz y de esperanza para nosotros y nuestros hijos y algunos bastardos quieren corromperlo...

- Cariño, estoy segura de que lograrás terminar con esto.- Le animó ella con todo el afecto y la comprensión que pudo.  -



            En ese momento hubo una llamada del vídeo teléfono por el canal sub espacial. Se había descubierto recientemente una manera de comunicarse con la Tierra a tiempo real, pero por el momento, sólo para frecuencias militares. Era Mazoui. Leval se puso esperanzado, y en efecto, su primo  quería hablar con él de aquel asunto.



- Me alegro de volver a verte, amigo... ¿cómo lo llevas?- saludó jovialmente Mazoui. -

- Bastante mal,- le confesó Leval con un tono desanimado. - No tienes ni idea de como están por aquí las cosas.

- No creo que puedan estar peor que en la Tierra.- Declaró su interlocutor a su vez con mayor gravedad. - Aquí no hay un día en el que no haya refriegas entre los pros y los anti apertura...

-¿Es que hay anti aperturas allí? - Preguntó Leval sorprendido. - Que los haya en Bios lo comprendo, pero yo creí que todo el mundo en la Tierra querría venir aquí.

- No todos, hay muchos que consideran que Bios es el foco de todos los problemas. No quieren nada con vuestro mundo, - le explicó su primo que quiso cambiar de tema con un más animado. - en fin. Iré para allá a veros, así os daré "recuerdos" de todos.- Y Leval entendió a lo que se refería -Hasta pronto Leval, amigo mío, dale mis saludos a Amatista y a los niños.- Así terminó el mensaje y la pantalla se apagó. -

- Por la forma de hablar creo que ha descubierto algo - conjeturó él dirigiéndose a su mujer que había estado escuchando  al margen en tanto repasaba algunas cosas de su trabajo. - Estaré aguardando impaciente hasta que llegue.

- Bueno, ahora tengo que llevar a Maray al médico para hacerle las pruebas que le mandó. - Le recordó Amatista. -

- Eso me vendrá bien, aunque sea irónico, pero si le encuentran rastros de Loten me servirían de evidencia. - Le dijo Leval que agregó ya más despreocupado.  - Tendré la comida para cuando volváis.



            Su esposa asintió y llamó a la niña, ambas se fueron al médico. Éste la reconoció extrayéndole algunas muestras de sangre y tal y como sospechaban los análisis dieron todavía restos de Loten. El doctor le explicó a la atónita madre que esa droga hubiera creado adicción de haber tenido un mínimo porcentaje más en la dosis. Afortunadamente, la niña estaba bien y la droga no le había dejado más que unos levísimos rastros que desaparecerían en unos pocos días más.



-Bueno, tenemos que dar gracias a que todo se quedó en un susto.- Se decía Amatista en tanto volvía a casa con su hija.-



            Asthel por su parte seguía entrenándose junto a sus nuevos compañeros y bajo la supervisión de Jack. Resultó que debía jugar por dentro dado que era el segundo más alto del equipo. A pesar de ello, estaba contento porque el míster decía que tendrían un buen equipo para jugar el campeonato entre institutos. Se entrenaba con entusiasmo,....pero no descuidaba otras tareas más importantes.



-Ya solamente me queda una persona más para completar el grupo. ¿Quién será? ¿Cuándo aparecerá?- Se preguntaba en tanto lanzaba a canasta, encestando tiro tras tiro.-



            Tenía la secreta esperanza de que fuese su novia Madeleine, pero a su pesar nada apuntaba a que fuese así.



-Bueno, ella conoce mi secreto. Hasta ahora únicamente los que están al día del mismo son los elegidos. Quizás pueda ser ella. Aunque es pronto para saberlo.- Reflexionó.-



Por lo que a Idina respectaba seguía muy triste y melancólica por la pérdida de su padre, aunque trataba de consolarse con su familia y los niños en la escuela. Sabía que su madre estaba con Lance y que sus tías pasaban mucho tiempo con ella. También Amatista y Sandy la animaron, ésta última no pudo asistir al funeral pero sabía bien lo que era perder a un ser amado, lo mismo que Coraíon, que también había querido mucho a su tío. Alan y Naya retornaron con su hija a Nature tras pasar unos días con la madre de él. En cuanto a Ail y Ann, fueron avisados por su hija, habían estado visitando a Giaal y Susan y a su nieto Alex en ese mismo planeta. Por supuesto que los dos lamentaron enormemente la desaparición de su amigo de juventud y consuegro cuando charlaron vía Holo mensaje, puesto que ellos iban ahora de camino a la Tierra.



-Nos habría gustado mucho habernos despedido de él.- Comentaba Ail con gran pesar.-

-Sí. - Convino su esposa, cuando hablaron con Naya que estaba ya en su domicilio tras su jornada en el hospital.- En cuanto podamos iremos a darle un abrazo a Cooan. Y por supuesto a vosotros…

-Gracias, mamá.- Repuso ésta queriendo saber.- ¿Qué tal habéis encontrado a mi hermano, a Susan y mi sobrino? Tras estas semanas en la Tierra. Apenas si he visto a Giaal para relevarle de su turno cuando llegué.

-Muy bien. Trabajando mucho, Giaal te echaba de menos en el hospital.- Afirmó Annie.-

- Siempre hay mucho trabajo, y más para él, siendo el jefe médico responsable del planeta.- Repuso Naya, añadiendo eso sí, con más tranquilidad.- Pero ha estado esperando a que yo retornase para tomarse unos días. Susan y él pasan muy poco tiempo los dos juntos, ¡pobres! Ella con sus obligaciones en el ejército de Nature y él con todas sus consultas e investigaciones. Menos mal que tiene personas muy capaces a su lado.

-Como tú, cariño.- La halagó su madre.-

-Bueno, me refería a Maggie, la esposa del embajador Derail.- Repuso su hija, quien modestamente no gustaba de recibir ese tipo de elogios.- Es la jefa de enfermeras y una mujer muy volcada en su profesión.



            Empero, también era una de las voces más destacadas en pro de la moralidad en Nature pero ese detalle lo dejó Naya pasar, volviendo al caso del fallecido amigo de sus padres, les contó a estos.



-Aunque cuando le comenté a mi hermano el caso del pobre Tom dijo que era algo que escapaba por completo a su capacidad.- Declaró con pesar.-

-A veces, nada de lo que podemos hacer es suficiente.- Terció un apenado Ail. -



Su esposa tratando de animar esa triste conversación, agregó con patente orgullo.



- Al menos nuestro nieto Alex está guapísimo. Muy alto y deseando seguir los pasos de su madre. Bueno, y de su padre. Pensando entrar en la academia militar cuando sea mayor…al tiempo que estudiar medicina estelar.



            Su contertulia sonrió. Era bonito eso de mantener la tradición familiar. En el caso de Fiora, su propia hija, ésta prefería más el mundo de los animales y la naturaleza. Lo que tampoco estaba nada mal. Continuó departiendo con sus padres un rato más hasta que estos despidieron la comunicación.



-Buen viaje.- Les deseó Naya que esperó a contarles la conversación a su esposo e hija en cuanto estos retornasen del trabajo y de la escuela.-





            Pensaba a su vez en todas las circunstancias y los problemas que tenían en Nature. Incluso llegó a creer que sus padres parecían más inquietos de lo que le habían dado a entender.



-Es un planeta muy joven, pero ya hemos pasado por mucho.- Reflexionó la facultativa.- Solamente espero que las cosas permanezcan tranquilas…

           

Mientras tanto, en Bios, al cabo de un par de días, llegó Mazoui. Leval fue a esperarle al astropuerto, pero su amigo no venía sólo, le acompañaba un individuo de tez más oscura y de constitución delgada. Mazoui le presentó como Juan, era de un país del continente de América del sur. Leval, intrigado, le preguntó el porqué de haber traído a ese hombre y mientras se dirigían hacia su casa su primo le explicó.



- Juan es de la Interpol terrestre. Ha investigado durante años las conexiones de la red de tráfico de Loten y ha venido para ayudarte.



            Su anfitrión le miró perplejo justo cuando intervino Juan para corroborar.



- Efectivamente. He descubierto que algunos de los más importantes traficantes están aquí, en Bios...

-¿Aquí?... ¿cómo es posible? - Exclamó Leval que no podía creerlo. - ¡Pero si en Bios se han revisado las migraciones para evitar precisamente eso!...

- Me temo amigo, que esos tipos tienen mucho poder e influencia,- le respondió preocupadamente Mazoui. - Disponen de carta blanca para llegar al planeta.- Y de nuevo volvió a variar de tema al añadir con un tono más despreocupado. - La verdad es que viendo esto me quedo sorprendido, hay muchísimas construcciones nuevas y por lo que parece, bastante más gente.

- Según el último censo al que he tenido acceso somos ya más de diez millones, solamente en esta ciudad ya sumamos dos millones de habitantes y dentro de un par de años se podrá venir a Bios con absoluta libertad.- Le informó Leval. – Podría ser una auténtica avalancha de confirmarse las previsiones.

- No creo que eso sea del todo cierto,- rebatió Mazoui. - El pasaje para la nave espacial sigue siendo caro, luego hay que poder comprarse una vivienda y encontrar un trabajo. Vendrá más gente sí, pero no tanta como tú puedas creer.

- A este paso van a tener razón los pro apertura...- musitó Leval con tono pensativo. -

- En muchas cosas sí.- Admitió su primo. - No obstante, en otras han llegado a radicalizarse demasiado. Es por esa razón por la que no les presto apoyo en las elecciones, al menos no en todo.

- Entonces Juan. Supongo que ese no es tu verdadero nombre, claro, pero me bastará. Dime, ¿qué más has averiguado? - Le preguntó Leval inquisitivamente para desviar el tema. -

- Tienes razón.- Asintió el interpelado admitiendo con una media sonrisa. - No es mi verdadero nombre, es por seguridad. Confío en que no te ofendas...

- No te preocupes por eso y dime lo que puedas. - Le pidió su interlocutor con interés.-

- Al menos tres de los más importantes están aquí. El Clan de los Escobar, el de los Ericks y los miembros del Triángulo de Oro.- Le detalló agregando con visible temor. - Si mis sospechas son ciertas, y si no lo evitamos, dentro de poco estallará aquí una guerra por el poder y el control de la distribución del Loten.

- Esto podría convertirse en un infierno y bastante tenemos ya con las agitaciones políticas. Incluso con algunas religiosas y moralistas. - Repuso Leval verdaderamente inquieto por esa posibilidad.-

- Muchas de esas agitaciones son más una maniobra de esos clanes para desviar vuestra atención y poder dirimir sus diferencias, que un conflicto político o social real.- Le desveló Juan. - Me consta que varios destacados sicarios de los tres clanes están instalados aquí. Y todos tomando posiciones…

- ¡Dame sus nombres y haré que los detengan! - le aseguró  su contertulio bastante furioso. -

- Me temo Leval que eso tampoco es posible,- le calmó Mazoui para explicarle. - Al menos por ahora, verás. He reunido bastantes pruebas que apuntan a que alguien desde el mismo ejército les ayuda. Sabrían de inmediato que ibas a por ellos y desaparecerían, eso sí, como represalia, podrían ir por ti, Amatista, o a por vuestros hijos. Y eso no es todo, aparte del tráfico de drogas tengo pruebas de que existe un negocio de inmigración ilegal hacia aquí. Gentes que pagan fuertes sumas, esos traficantes por ejemplo, a cambio de venir  a este planeta. Así eluden la acción policial en la Tierra.

- Pero la policía terrestre puede venir aquí perfectamente, existen extradiciones. Tenemos un marco de actuación legal común, esto no es como Nature. - Arguyó Leval cada vez más espantado por todo aquello. –



            Recordaba las conversaciones que había mantenido con su hermana Kerria y como ésta le contó lo penoso que era intentar hacer valer algunas leyes y derechos que en la Tierra se consideraban evidentes y básicos, ante los tribunales naturianos. Y todo porque, pese a estar asociados en ese aspecto a Kinmoku, la princesa Kakyuu tampoco podía intervenir directamente. En ese aspecto seguía una política similar a la de Serenity y Endimión en la Tierra y Bios. Los soberanos de ambos planetas permitían, para bien o para mal, que los habitantes de esos mundos se dirigieran democráticamente y que administrasen sus propios sistemas judiciales, y en Nature, al igual que en Bios, existían poderosos lobbies que lograban hacer aprobar leyes más que discutibles desde el punto de vista de la carta de Derechos Planetarios o la Declaración de los Derechos Humanos. Así pues, Leval, expresando esto en voz alta, sentenció.



- Pese a todo, aquí se aplican leyes de la Tierra en su mayoría. Deberían bastar como para encerrar a esos delincuentes.

- En la actual coyuntura, sí. Pero esos tipos son muy listos, ya sabrás que hay muchos que defienden la autonomía de Bios, dicen que para evitar que la ley de apertura se cumpla. Pero hay más leyes que desean evitar y si este planeta se hace independiente y se pueden votar sus propias leyes con total autonomía, la extradición sería una de las que antes iban a borrar del mapa. - Le respondió su primo. -

-¡Maldita sea!,- rechinó Leval entre dientes recordando una vez más los consejos que su hermana le había brindado sobre artículos legales y viendo claramente que sus enemigos ya habían empezado a moverse, le urgió a su primo. - Necesito nombres. ¿Quiénes son los responsables, Mazoui? Te conozco y estoy seguro de que sabes más de lo que me has dicho.



            El interpelado guardó un tenso silencio por unos instantes, Leval iba a repetir su pregunta pero en ese momento el vehículo deslizador llegó a casa. Entraron los tres, el anfitrión presentó a Juan a Amatista, Maray y Asthel, que ya estaban allí. Les dijo que era un amigo de Mazoui que venía de visita a Bios. Mientras lo hacía, aquel agente de la interpol sacó una especie de detector- disruptor, según explicó a Leval, cuando los chicos y su mujer se alejaron cada uno a sus cosas. Tras mirar un poco por todo el salón asintió y dijo satisfecho.



- Esto está limpio...podemos hablar, igual que en tu vehículo.

-¿Temes que hayan puesto algún tipo de escucha? - Le susurró Leval que aún no se fiaba. -

- Suelen hacerlo con los que consideran una amenaza - contestó Juan. -

- Hasta ahora había sido cauto, pero no pude controlarme cuando casi intoxican a mi hija y levanté la liebre.- Se lamentó su interlocutor enfadado consigo mismo por haber perdido los papeles. -

- Pues ten cuidado porque a partir de ahora estarán muy atentos a todo lo que hagas,- le advirtió Juan que preguntó. - ¿A quién has informado de esto?..

- A mis dos superiores...el teniente Coronel Cedric Logan y el General Strips.

- Les investigaré.- Repuso el agente - y ya te informaré, voy a pasar unos días en un hotel de Bios. Nos pondremos en contacto...

- Quédate en mi casa.- Le ofreció Leval. - Aquí estarás más seguro.

- No, muchas gracias.- Rehusó éste de modo muy cortés -...eso te pondría en peligro a ti y a tu familia. Te daré mi dirección.- Juan garabateó una seña en un papel y le indicó. -Pregunta por mí con ese nombre y hablaremos. Mazoui se quedará conmigo, entre los dos nos protegeremos mutuamente.

- Gracias por venir. Estoy seguro de que, con tu ayuda, lograremos acabar con este maldito comercio de droga.- Le dijo su interlocutor con tono esperanzado, estrechándole la mano. -





            Aquel tipo se marchó y Leval, junto con Amatista que se unió a ellos con los chicos, hablaron con Mazoui sobre el estado de salud de sus familias.



- Me alegro de que Maray esté del todo bien - declaró Mazoui acariciando la cara de la niña. – Ya te has convertida en toda una señorita. – Declaró para rubor de la chica, añadiendo.- Y tú Asthel, ya estás hecho todo un hombre, ¡incluso estás bastante más alto que yo!..- rio. -

- Ahora juego al baloncesto como me dijo el abuelo Roy. - Le contó el chico con orgullo. -

-¡Qué bien! Vamos a tener un baloncestista y una modelo en la familia,- sonrió Amatista quien añadió jovial - para reeditar viejas tradiciones. Porque Mazoui,- le contó a éste con fingida y desenfadada confidencialidad. -  Mi hija quiere ser modelo como su abuela Esmeralda.

-¡Vaya! , seguro que lo conseguirás, Maray. Eres una chica muy bonita. - Le aseguró amablemente él y la niña sonrió algo tímida. -

-¿Y qué tal están Satory y las niñas? ¿Y tus padres, Mazoui? - Se interesó Leval. -

- Mirad - les pidió  orgullosamente éste en tanto que sacaba una foto hecha a la antigua usanza de toda su familia. - Aquí están todos. La sacamos hace tres días, justo antes de venirme. Alusa y Minara estaban haciendo un trabajo sobre técnicas de fotografía antigua para el colegio y nos pidieron que posáramos todos, ésta es una copia.



            Le dejó la foto a Leval que la fue pasando a su mujer y a sus hijos. Las niñas estaban preciosas, eran rubias, altas y sus ojos parecían tener ahora un color oro viejo, pero con matices azules en una que era Minara y más verdosos en la otra, Alusa. Satory lucía elegante y atractiva, al parecer recuperada anímicamente de la pérdida de su padre. Mathew ya estaba algo achacoso en su aspecto con bastantes canas, sentado en su silla de ruedas. Katherine posaba como siempre muy bella y arreglada con su estilo de mujer sofisticada y elegante, y su madre Karaberasu seguía conservando una apariencia de mujer madura muy atractiva. Al verla,  Amatista le dijo a su contertulio, asombrada.



- ¡Oye Mazoui! ¿Se ha hecho algo Kalie? Está guapísima para la edad que tiene. Casi parece más la hermana mayor de Kathy que su madre.

- Tu madre es casi dos años mayor que la mía, pero parece más joven desde luego. - Reconoció Leval -...

- Se conserva muy bien, sí.- Asintió Mazoui explicándoles para dar la razón a las conjeturas que su primo hiciese años atrás. - Es debido a que mezcló su sangre con la de mi especie. Ya sabéis. Nosotros podemos mantenernos jóvenes siempre si queremos, ¡yo no lo sé porque soy medio- medio! - Matizó riéndose de eso con verdaderas ganas. –

- Tampoco has cambiado mucho. - Le comentó Leval dándose cuenta ahora de eso. -

-¡A Sandy le pasa igual!,- añadió su esposa con un ligero tinte de celos. - ¡Parece que tenga solamente veinte años y es mayor que yo! ¡Qué envidia me da! A este paso la van a confundir con mi hija. - Añadió suspirando. -



            Los dos hombres se rieron y Amatista finalmente lo hizo con ellos, aunque Mazoui tomando la palabra, declaró ahora en tono serio.



- Créeme, tenemos más inconvenientes que ventajas. Además, tú sigues siendo muy guapa.- Amatista sonrió agradecida por el cumplido y replicó ahora con tono algo pensativo.-

- Hace mucho tiempo, cuando mis padres me desvelaron sus orígenes, mi madre me contó que en la Luna Negra todos tenían una esperanza de vida y una juventud muy largas, mucho más que las terrestres. Al principio sin embargo fue al revés. Sus antepasados sufrieron mucho por el entorno pernicioso de Némesis, morían muy jóvenes y  deteriorados, víctimas de muchas afecciones y enfermedades. Pero al aprender a manejar una misteriosa energía oscura con la ayuda de un siniestro Sabio, eso cambió. Su longevidad comenzó a alargarse. Paradójicamente una de las causas de la rebelión contra Serenity y Endimión fue esa, consideraban su larga vida como algo antinatural. Luego, estando poseídos por el mal quisieron también ser inmortales, pero al sanar y convertirse en humanos corrientes renunciaron a ello.

- Sí, es lo mismo que en el caso de los guerreros del espacio. – Tercio Leval. – Mi padre y mi tío Lornd me explicaron que su raza se mantenía joven más tiempo para luchar. Aunque como nuestra sangre se ha ido diluyendo, eso ya no es igual que antes.

- En cambio- les comentó Mazoui ahora sin ocultar su admiración. – Fijaos en la reina Serenity y sus princesas guardianas. Siguen pareciendo casi unas adolecentes o al menos mujeres jóvenes, y eran casi de la edad de nuestras madres cuando las conocieron y lucharon contra ellas.

- La sangre del Milenario de Plata y el poder de su Cristal. – Suspiró Amatista. – También me lo contaron mis padres.

- Sí, mi madre nos lo dijo a mi hermana y a mí – convino su marido. – Los soberanos y las princesas planetarias serán jóvenes durante décadas, incluso siglos. Seguramente cuando ni nuestros nietos sigan aquí ellas permanecerán casi como ahora.

- Mi madre me contó algo de eso también. – Terció Mazoui que  afirmó. – Y creo que Serenity y Endimión tienen aún muchos más poderes y secretos que ninguno conocemos.

-Por desgracia, no pueden hacerlos valer contra tanto fanático y extremista.- Se lamentó Amatista.-

-Eso sería convertirse en lo que ellos siempre han combatido.- Le explicó Mazoui.-

-Así es.- Convino Leval, haciendo memoria ahora.- Cuando estuvimos en la Tierra y le pedí consejo a mi hermana, revisamos por ejemplo algunos artículos de la Declaración de Derechos Humanos y los del Acta planetaria que firmaron, la Tierra, la Luna, Bios, Nature, Nuevo Vegeta y Kinmoku, sin ir más lejos. Recuerdo que uno de los primeros era. Nadie podrá imponer a la fuerza ni mediante coacción ninguna, ideas, leyes o criterios a la población de cualquiera de los mundos firmantes de este acta.

-De modo que, para ese tipo de asuntos, los soberanos parece que tienen las manos atadas. – Concluyó  su primo.-



Sus interlocutores le observaron con gesto pensativo, bien pudiera ser así. Dejaron ese tema y abordaron otros. Mazoui les comentó como seguían las cosas en la familia tras la desaparición de Tom. Amatista y su esposo todavía se emocionaban, sobre todo Leval al recordar a su padre.



- Papá estaba roto por el dolor – suspiró con pesar, afirmando. – Para él, el tío Tom era como un hermano. En el funeral recuerdo que mi sobrino Brian, al verle en ese estado, le preguntó si un saiyajin podía llorar. Y mi padre le contestó que a veces no es que pudiera, es que debía. Sobre todo cuando perdía a un gran amigo. Puesto que ni un súper guerrero es inmune al amor y al cariño por los suyos y al dolor de perderlos. El tío Lornd, y la tía Setsuna estaban con él y asintieron visiblemente emocionados. Hasta Calix y Seira, los padres del rey de la Luna Nueva, tenían los ojos con lágrimas.

-Han sido dos años terribles. – Suspiró Amatista recordando con pesar.- Primero el padrino Ian, luego Tom. Pido a Dios que nos conceda una tregua.



Sus interlocutores asintieron conviniendo en ello. Después se sentaron a tomar algo mientras charlaron de temas más ligeros y finalmente Mazoui se despidió y se marchó a su hotel. Cuando fue hora de irse a dormir Leval estaba esperanzado, con su primo y ese tal Juan allí, confiaba que al menos en el asunto del Loten, todo podría arreglarse muy pronto.


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