martes, 8 de marzo de 2011

GWT 26.178. cenas y más cenas

Pasadas un par de semanas, y tras las actuaciones combinadas de las justicieras y las autoridades, las bandas del tráfico de loten en Bios habían sido desarticuladas en un golpe tal que de seguro les llevaría mucho tiempo el recuperarse. Al cabo de unos días más Leval fue condecorado y oficialmente ascendido a supervisor militar de Bios. Su familia y amigos, visiblemente orgullosos, asistieron a esa ceremonia. Al concluir, todos le dieron la enhorabuena. Él, no tardó en acercarse a su esposa, a Sandy y a Idina que estaban en ese momento charlando con Michael y Coraíon.



-Vosotras deberíais ser condecoradas también.- Afirmaba Michael.-

-Es lo que tiene el mantener nuestra identidad de justicieras en secreto.- Le respondió su mujer.- No podemos aceptar ese tipo de honores.

-Una lástima.- Suspiró Sandy con humor, afirmando.- Una de esas medallitas me quedaría muy bien en un colgante.

-Pero podríais ir como justicieras, Nadie os reconocería.- Les sugirió Coraíon.-

-Preferimos no correr ningún riesgo innecesario.- Declaró Amatista, agregando.- Hemos hecho lo que debíamos hacer. No esperamos más recompensa por ello que el haber podido ayudar a encerrar a esos delincuentes.

-Así es, tenemos a nuestros hijos y a todos los demás habitantes de Bios a salvo de las drogas. Eso es importante.- Convino Idina.-

-La verdad, Michael tiene razón. Vuestra ayuda ha sido fundamental. Lástima que no tengáis el reconocimiento que merecéis.

-Nuestras madres siempre cumplieron con su deber, sin esperar nada. Idina tiene razón, Con ver a nuestros hijos y al resto de la población a salvo, nos consideramos más que pagadas. - Repitió Amatista con el asentimiento de la aludida y de Sandy.-

-Lastima que Kat tuviera que irse a la Tierra, a pedir autorización a su cadena de televisión, para hacer un reportaje en profundidad. Le hubiera gustado grabar esta ceremonia.- Comentó Idina.-



            Así es, su amiga y compañera se despidió de ellos haría un par de semanas, asegurándoles que regresaría pronto.



-Y ahora, Leval. ¿Te tendrán que trasladar?- Quiso saber Coraíon, que también había asistido con su esposa.-

-No, ahora estaré a las órdenes del general George Tirel. El sucesor de Strips.- Contestó este.-



Su nuevo oficial al mando mostró de un talante bastante liberal, acababa de llegar de la Tierra haría unos días, y apenas había tomado posesión de su cargo. La primera impresión que tuvo Leval fue francamente buena. Al parecer confiaba plenamente en él. De hecho se pasó a felicitarle tras haberle impuesto la condecoración. Leval y su familia se habían despedido ya del resto de amigos y parientes y estaban listos para volver a casa. Al ver acercarse a su superior saludó de inmediato, aunque ese hombre, de cabello cano, estatura media y delgado, sonrió haciéndole un gesto desenfadado. Al ver a la familia de su subordinado.



-Por favor, descanse usted, coronel. ¡Solamente veía a darle mi enhorabuena!

-Gracias señor.- Repuso este con agrado.-



            Leval le presentó a  sus familiares y el general Tirel les saludó con afabilidad.



-Celebro conocerles, son ustedes pioneros en este planeta por lo que sé. Y han hecho valiosísimas contribuciones  a su habitabilidad.

-Mi esposa y la doctora Wallance son las directoras de las Fairy Five.- Le contó Leval con visible orgullo.-

-Es un honor para mí.- Afirmó el general, dirigiéndose a Amatista ahora.- Su marido es un magnífico oficial, su consejo y ayuda me serán realmente necesarios.

-Seguro que él le ayudará en todo lo que pueda.- Repuso una sonriente Amatista, a la que ahora se unieron Asthel y Maray.-



            Los niños fueron presentados y Tirel, mirando con aprobación y sorpresa a Asthel, comentó.



-El coronel Logan y el general Braem, me hablaron sobre un joven que les prestó una inestimable colaboración para acabar con esa red criminal. Me parece que se referían a  ti, muchacho.

-Me limité a ayudar en lo que pude.- Afirmó modestamente el chico.-

           

            Sus padres le dedicaron unas miradas de gran orgullo y satisfacción. Incluso más cuando el propio Tirel le propuso.



-¿No te gustará entrar en la academia militar? Podrías ser un excelente oficial.

-Me temo, señor, que ingresar en el ejército no es mi destino. Me gusta más el estudio del universo.

-En eso, mi general, ha salido más a mi mujer que a mí.- Terció Leval.-

-Bueno, esa también es una muy noble vocación. - Declaró Tirel quien dirigiendo su atención a Maray inquirió.- ¿Y esta bella señorita? A lo mejor la podemos convencer de que se una a nosotros.- Sonrió.-



            La aludida esbozó una sonrisita tímida y se apartó un poco. Fue su madre quien, afablemente respondió.



-Creo que mi hija únicamente desearía desfilar por una pasarela de modelos.

-Quiero ser modelo como mi abuela.- Convino entonces la muchacha.-

-¿Tu abuela?- Repitió el general.-

-Es Esmeralda Deveraux.- Le contó la niña, más animada ahora.-

-¿De veras?- Se sorprendió Tirel, afirmando con desenfado.- Mi modelo favorita cuando yo estaba en la academia. Ya decía yo que eras muy bonita.-



            Maray se puso colorada, sus padres y Asthel rieron. Charlaron un poco más con ese simpático militar quien se despidió notificándole a Leval que tendría un permiso de varios días. Antes de irse, remachó.



-Disfrútelos con su maravillosa familia, coronel.



Y tras ese evento, todos se volvieron a sus casas. Pasaron unos cuantos días más de tranquilidad y del planeta madre llegó una unidad móvil de la televisión para hacer un reportaje sobre los últimos sucesos y la presentadora era ni más ni menos que...



-Hola. ¿Hay alguien? - Se oyó una voz masculina en el exterior.-



            Y es que Amatista estaba en casa descansando de la agitación de esos últimos días. En eso que llamaron a la puerta. Ella miró a través de la cámara del telefonillo y vio a un hombre y una figura femenina tras él que no era visible...el individuo entonces se identificó por ambos.



- Somos de la televisión. ¿Podemos entrar para hacerle una entrevista?...

- No creo que ahora sea un buen momento – repuso ella que se encontraba desarreglada y con el comedor a medio limpiar con los droidos aspiradores, añadiendo. -¿No podrían volver mañana?...

- Por favor.- Escuchó insistir a una voz femenina. - Acabamos de llegar de la Tierra y nos gustaría hablar con usted. Hemos hecho un largo viaje y tenemos poco tiempo...

- Está bien, - cedió su interlocutora a quién la voz de esa mujer le resultaba muy conocida y sonrió. - Les abro.-  Avisó.-



Y entornó la puerta con cuidado. El hombre, con una cámara portátil sobre el hombro, comenzó a tomar un plano de ella que se quiso resguardar al no juzgarse presentable, pero la mujer dijo con tono jovial, mientras se mostraba ante Amatista.



-¡Basta ya Billie, vas a asustar a mi amiga!...

- ¡Katherine!, ¡eres tú!, ¿qué haces aquí? –Exclamó su interlocutora.-



Desde luego sobre actuó un poco fingiéndose sorprendida y muy contenta dado que de común acuerdo con Kathy y el resto habían decidido que lo mejor sería hacer esa especie de representación, para salvaguardar en lo posible sus identidades. De hecho, para la cadena en la que ésta trabajaba, constaba que acababa de llegar a Bios apenas hacía un par de días. Y en eso al menos no mentía. Kathy tuvo que volver a la Tierra de forma discreta ayudada por su hermano Mazoui y pedir permiso en su cadena de televisión para que su cámara de confianza la acompañase. Aunque hizo ese viaje para mantener una coartada de modo que nadie sospechase quién era realmente la Dama del Trueno. Obviando que ya estuvo anteriormente en el planeta.



- Pues sí - respondió entonces Katherine abrazándola cariñosamente mientras le preguntaba para hacer más creíble aquello delante de su cámara. - ¿Cómo estás, Amatista? ¡Me alegro tanto de verte! , hace ya mucho tiempo que no coincidíamos, ¿eh? Anda Billie, deja eso ya…-Pidió a ese tipo que la acompañaba.-



 Billie, un hombre blanco de mediana edad, porte atlético, pelo moreno, ojos oscuros y rasgos amables, las observaba divertido. Dejó la cámara a un lado ya que la representación de la broma ideada por su jefa, que le pidió acudir así para “sorprender” a su vieja amiga, había terminado. Al menos eso creía él. Entre tanto, Amatista declaraba con alegría y emoción.



- ¡Sí, es verdad! Hacía una eternidad que no nos veíamos en persona. ¡Tú estás preciosa y muy elegante! – La halagó.-



Y no era para menos, en eso desde luego era sincera. Unida a su belleza, Katherine llevaba para esta ocasión un vestido de los más caros de la colección de la casa Deveraux, de colores pastel y castaños que hacían juego con su pelo cobrizo. Así se lo indicó su amiga.



-Ese es  de la colección de mi madre.- Comentó al reconocerlo. –

-Es verdad. Me lo regaló cuando le hice una entrevista en París, un reportaje sobre el mundo de la moda y la competitividad del sector. Entrevisté a algunas de sus jóvenes promesas entonces, Sonia Calderón o Mirna Lidle. Por cierto, a tu madre le encantó cuando destapé algunas irregularidades de la casa Goldpier.

-¡Sí! - rio Amatista recordando.- Son los mayores rivales de la casa Deveraux. Desde los tiempos de su fundadora. Mi madrina, Alexandra Annette Deveraux.

-¡Por eso tu madre me regaló éste vestido y después media colección!- Rió la periodista.- Recuerdo que me contó que tu madrina fue su mentora y que la acogió como a una hija. Cuando empezó esos tipos de Goldpier hasta le robaron sus primeros diseños… ¡No se lo perdonará nunca! Por eso, fue sacar mi reportaje de investigación sobre ellos, hacer que les imputasen por algunos fraudes al fisco e irregularidades y Esmeralda ofreció vestirme de por vida. ¡Ja, ja!

-No me sorprende. Un poco más y te adopta.- Repuso su amiga, bastante divertida, para agregar con un suspiro, no pudiéndose saber a ciencia cierta si de pesar real o simulado .- Y pensar que yo siempre me negaba a ponerme nada suyo. Solamente porque era mi madre. Al final todas vais a tener más modelitos Deveraux que yo…supongo que me está bien empleado…



            Y tras reírse un poco a causa de aquello, la reportera retomó la conversación.



-¿Dónde están Leval y vuestros hijos? - Quiso saber Kathy. -

- Los chicos en el colegio y Leval está muy ocupado,- le comentó su interlocutora explicándole a grandes rasgos. -Tiene que reorganizar toda la vigilancia de Bios. Casi no hemos salido aun del ajetreo de la lucha contra las bandas de Loten y vuelven a darnos problemas los pros y los anti aperturas.

- Para eso, entre otras cosas, he venido aquí. - Le desveló Katherine. –Tras los hechos que denunciamos del tráfico de drogas tengo que hacer un reportaje sobre Bios, su actualidad y lo que está ocurriendo con esos movimientos.

- Siéntate ¿Quieres tomar algo? - Le preguntó Amatista  de forma solícita para dirigirse al operador de cámara de la misma manera también. - ¿Y usted?, por favor, siéntese y disculpe mi falta de educación, al ver a mi amiga me olvidé por completo de que venía acompañada. – Y apuradamente le indicó un sillón, Billie obedeció en tanto su anfitriona le inquiría  con amabilidad - ¿qué le apetece?



            No obstante, ambos negaron educadamente con la cabeza....



- No te molestes, gracias. - Le dijo Kathy que añadió. - Quería pasar a veros, pero tenemos que irnos pronto...

-¿Y cómo están las cosas en la Tierra? - Se interesó su contertulia. -

- Cada vez más enredadas.- Suspiró Katherine haciendo un somero resumen de lo que su amiga ya sabía, para remachar. - Los pro aperturas son ahora muy influyentes. Estarás informada de que en menos de dos años se abrirá la migración a Bios. Quiero saber que opina la gente de aquí de eso. Y sobre otras cosas…

- Por desgracia hay mucha inmigración clandestina.- Le explicó Amatista. - Gentes que vienen engañadas y les dan a ganar mucho dinero a tipos sin escrúpulos. Mafias que trafican con personas. Hemos acabado con el Loten...bueno, me refiero a las autoridades, claro.- Matizó con una leve y cómplice sonrisa hacia su prima que esta de inmediato comprendió, asintiendo. Amatista entonces remachó con tono de indignación.- Pero la explotación humana es otro problema muy importante también...

- Me hago cargo, ¡pues eso es lo que hay que denunciar! - Respondió su contertulia con energía. -Quiero hablar con Leval para que me dé su opinión. Con mi hermano ya he hablado, me contó algo de la operación que llevó a cabo junto a tu marido. Pero obviamente eso, por vuestra seguridad, no lo airearemos de forma explícita.



Y era cierto, cuando ella avisó a su cadena de televisión les dijo que había recibido un soplo de una de sus fuentes en Bios, ¡Pero no de que ella misma hubiera estado allí!, les pidió que le enviasen a un cámara. Al principio le aseguraron que Billie, su hombre de confianza, no estaba disponible pero que le mandaban a otro. Kathy prefirió esperar. Estando en la Tierra sería  más inteligente prepararse mejor para realizar un reportaje de calado. Tuvo tiempo de ver también que las cosas en el planeta comenzaban a tensarse por motivos de política y problemas de inmigración. A parte de por otras cosas que deseaban comentar con su amiga en privado. Después de visitar fugazmente a sus padres llamó a su hermano que se alegró de escuchar que todo había ido bien. Lo cierto es que Mazoui sabía por Amatista como se desarrolló todo el tema de las andanzas de las justicieras, pero agradeció que su hermana le corroborase las cosas. Kathy le aseguró que ella estaba bien, aunque no quiso extenderse, con ese sexto sentido que su hermano tenía pudiera ser que percibiera en lo que había sucedido con ella. De todos modos la mujer pensó que sería mejor hacer creer a su emisora que era ajena a lo ocurrido en Bios y que iría a entrevistar sobre el terreno a los máximos responsables de esa operación policial. Con su cámara delante no podía contarle eso último a su compañera. En eso pensaba justo cuando ésta habló.



- Gracias Kathy, eres una amiga. – Le sonrió Amatista que conocía de sobra la profundidad y prestigio de los reportajes de su ex compañera de grupo y aventuras, añadiendo de seguido. - Por cierto, tengo más cosas que contarte...- se tocó el collar y Katherine comprendió que tampoco podrían hablar de eso delante de su cámara, sobre todo cuando Amatista agregó.  - Ven a cenar esta noche conmigo y el resto de la familia, avisaré a Idina y a Sandy...

- Me parece estupendo,- sonrió ésta que ya miraba su costoso reloj de pulsera para añadir. -Quedamos para la noche, ahora tenemos que marcharnos. Vamos a rodar un poco los exteriores del planeta para el reportaje.

-Muy bien, encantada de conocerle.- Sonrió la anfitriona al cámara.-

-Lo mismo digo, señora Malden, y, si me lo permite, le diré que es usted tan hermosa como su madre.- Afirmó cortésmente Billie.-

-¡Pues claro que se lo permito! - Se rió la interpelada.- Gracias.



Y tras esas palabras Amatista les escoltó hasta la puerta. En cuanto Katherine y su cámara se fueron, la dueña de la casa no tardó en llamar a sus amigas para invitarlas a cenar. Por su parte, Kathy y Billie se dirigieron al deslizador que habían alquilado para llegar hasta allí.



-¿Por dónde quieres empezar?- Le preguntó el cámara.-

-Bueno, vayamos al centro de Vitae y tomemos algunos planos, abriré el reportaje delante de la sede del gobierno.- Le respondió su interlocutora.-



            Tras arrancar el vehículo Billie le comentó, con tintes de admiración.



-Tu amiga es muy simpática. Y bastante más accesible y natural de lo que pensaba. La imaginaba algo más diva cuando la veía en la holo televisión cantando contigo en las Justices.

-Amatista es una mujer realmente estupenda.- Le contó Katherine, añadiendo en confianza.- Si eres honesto y leal con ella te corresponderá de la misma manera. ¡Pero ni se te ocurra hacerla enfadar! Ahí donde la ves, es cinturón negro de kárate.

-¡Vaya!- Resopló su contertulio.-  Bueno es saberlo por si nos metemos en algún lío.



            Kathy simplemente se rio, su compañero de trabajo era un tipo realmente simpático y agradable. Suspiró también pensando divertida que lejos estaba de imaginar que su amiga Amatista era la Dama del Viento y que ella misma era la Dama del Trueno. Aunque desde luego, si en algo tenía Billie razón era en eso. Si tuvieran que pedirle ayuda a Tist, allí estaría. Siempre se podía contar con ella, igual que con el resto de sus compañeras justicieras. Pensando en ello Kathy ensombreció un poco su expresión, se juzgaba a sí misma la menos de fiar. Aquella maldita dependencia de las drogas la estaba destrozando.



-¿Te ocurre algo?- Le preguntó su compañero.- Te has puesto pálida, Kat.



            Y es que su rostro debió de translucir aquellos reproches internos, pero Kathy estaba más que acostumbrada a fingir, enseguida sonrió moviendo la cabeza para contestar con tinte aparentemente jovial.



-Solamente estoy cansada.  Y pienso en ver a mis amigas esta noche. Lo que le dije a Amatista es verdad. Hace bastante que no nos reunimos sencillamente para charlar de la familia y de los viejos tiempos, lo echo mucho en falta.

-Claro. Te entiendo, apenas veo a mi esposa y a mis hijos últimamente.- Convino Billie, quien sin embargo, mejoró su tono para sentenciar, entre resignado y un poco agradecido también.- Pero es nuestro trabajo, y nos encanta…



Su interlocutora asintió mientras el deslizador se perdía por las autopistas de Vitae. Entre tanto, cuando Leval y los chicos  llegaron  a casa, Amatista les contó la visita de Kathy. Esta vez, claro está, como reportera. A todos les alegró bastante. Esperaron con ganas el poder verla, sobre todo Maray, que sabía que la amiga de su madre y prima de su padre, era una famosa presentadora de televisión de la Tierra. Por fin se reunieron esa noche todas las familias en un local que reservaron paren exclusividad a esa noche. Lo acondicionaron con mesas y sillas e improvisaron una cena informal. Los críos tenían espacio para jugar a sus anchas y charlar de sus cosas. Eso hicieron tras cenar. Entonces, como hizo anteriormente con su amiga Amatista, aprovechando que en ese instante estaban solamente entre adultos, Katherine les contó los pormenores de la situación en el planeta madre. Eso preocupó bastante a todos...



- Así es,- dijo Kathy para concluir su narración. - Hay constantes altercados y la gente está muy nerviosa allí.

- No lo entiendo,- intervino Leval. - Si saben que dentro de dos años podrá venir aquí el que quiera.

- Entre los anti apertura, una facción reciente, al grito de, “salvemos la vieja madre Tierra”, se oponen a una migración masiva,- le contó Katherine. -Tienen miedo a que se colonice Bios y algún otro planeta como Nature y se deje a la Tierra como una especie de cubo de basura gigante. En el que únicamente vivan los más pobres y desheredados.

- Eso no ocurrirá.- Aseguró Coraíon, afirmando confiado. - La Tierra es el hogar de todos nosotros nuestros orígenes, nuestros padres ¡Todo está allí!

- ¡Ojalá que mi madre esté bien! - intervino Idina con voz preocupada y melancólica a un tiempo. -¡Hace tanto tiempo que no la he visto!

- No te preocupes, cariño.- La tranquilizó Michael. - Hace poco hablaste con ella, no puede haberle ocurrido nada, además, no creo que sea para tanto. Y sabes que aún tenemos pendiente esa visita. – Le recordó aludiendo al espejo que su amiga Nehie les dejara. –



La muchacha asintió, por su parte Kathy quiso animarla para agregar.



- Tu madre está segura. Ella vive en un sector aislado de esos problemas.- Convino con el marido de su prima, agregando también según le contaba. - Pero se preocupa por el bienestar de todos vosotros. La mía me lo contó, estuvo visitándola hace poco.

-¡Menos mal! - dijo Idina aliviada – Si la tía Kalie estuvo con ella me quedo más tranquila. Aunque la llamaré de todas formas, quiero saber de ella y espero que tengan noticias de Alan...y de Lance...- Musitó tratando de recordar aquella especie de alucinación en la que aparecía su hermano. -

- Tu hermano Lance es un chico muy enigmático - intervino Sandy dándole a su voz un tinte de intriga al añadir. -Nunca se ha dejado conocer. Ni tan siquiera yo he podido entrever apenas nada de su personalidad.

- Sí, nuestro primo siempre ha sido muy misterioso, casi tanto como tu tío Daniel y su esposa. Hace unos meses hice un reportaje sobre ellos y sus investigaciones. – Le comentó Kathy que afirmó ahora con cierto tonillo de retintín. – No sé, me pareció que se callaron muchas cosas. Supongo que será por secreto profesional.

- Es cierto - admitió Idina. – Mi hermano siempre ha sido muy reservado y algo retraído, pero logró colocarse como director general de una importante empresa de inversiones y las cosas le van bien, o eso creo, espero verle pronto. En fin - suspiró cambiando de tema al hilo del último comentario de su prima.- ¿Y de qué trató el reportaje de la tía Mimet y el tío Daniel...?..

- Inteligencia artificial y su desarrollo tecnológico avanzado - repuso Kathy. - Fue muy instructivo, están descubriendo grandes cosas...

-¿Por ejemplo? - Quiso saber Coraíon, muy interesado siempre por ese tipo de cosas. -

-¡Ah! tendréis que ver el reportaje...- repuso la reportera de forma simpática y todos se rieron. -



Sandy por su parte había estado pendiente de esa muchacha durante casi toda la velada. Pese a su sofisticación y forma de hablar más desenfadada notaba algo, aunque no sabía a ciencia cierta qué. De todos modos no parecía muy serio. Decidió dejarlo estar, con tanta gente y tantas emociones alrededor era incapaz de focalizarse en ella. Por su parte, los chicos dejaron de jugar, sobre todos los mayores, se acercaron a escuchar atentos la conversación de sus padres, querían saber cosas de la Tierra. Al fin, Maray se animó a preguntarle a Katherine.



- Oye Kathy  ¿Tú conoces a todos los famosos de la televisión?...

- A muchos de ellos, sí.- Respondió ésta que le preguntó a su vez con afabilidad. - Dime. ¿Te interesa alguno en particular?



La chiquilla no se atrevió a responder, estaba demasiado cortada. Fue Amatista la que intervino respondiendo a su invitada aunque no con demasiado entusiasmo.



- Mi hija quiere ser modelo como su abuela...pero es algo tímida.

- Pues con Esmeralda por abuela no tienes nada de que preocuparte. - Le sonrió alentadoramente Kathy a la niña agregando con jovialidad. - ¡Seguro que llegarás a ser una estupenda modelo!

- Muchas gracias. - Pudo musitar  la pequeña algo colorada. -...



Leval intervino entonces dirigiéndose  a su hija, divertido.



- Cariño, ¡para ser modelo no puedes ser tan vergonzosa! Todo el mundo te va a mirar. ¡Ja, ja, ja!



            Todos se rieron. Ahora la pobre Maray se puso roja hasta las orejas. Asthel y Granate escuchaban divertidos y Tom y Loren, atraídos por las risas de los mayores a ese comentario,  le preguntaron a Katherine otras cosas referentes a la televisión. Con paciencia y cariñoso tono, ella les respondió lo mejor que pudo, porque algunas preguntas eran del tipo de...



-¿Conoces a papá Noel? ¡Le he visto en la tele! - inquirió la pequeña Loren muy emocionada. -¿Le has hecho alguna entrevista?...



            Katherine sonrió de forma muy notoria ante la candidez de esa pregunta. Se enternecía con aquella inocencia y entusiasmo propias de los niños y le dijo que sí. Lo malo es que Loren, animada por esa réplica, comenzó a pedirle que le dijese a papá Noel los regalos que tenía que traerle y todos se rieron. Apurada, Idina trató de frenar a su hija.



-¡Loren, por favor! Para eso le escribes una holo carta...

-¿Le puedes preguntar si puede traer un perrito en su trineo?- Insistió la cría provocando nuevas sonrisas.-

-Cariño, en cuanto le vea te aseguro que se lo preguntaré.- Afirmó afectuosamente Kathy.-



  Así transcurrió la velada. En un momento dado, los padres les comentaron a los niños que se iban de allí, Amatista y Leval les ofrecieron su casa para tomar un café y proseguir la conversación. Todos aceptaron. Al llegar les sugirieron a los niños que fuesen a jugar al cuarto de Maray. Sin hacerse de rogar, ésta, Granate, Tom y Loren se marcharon a entretenerse con otras cosas. Asthel siendo ya bastante más mayor, prefirió quedarse con los adultos, que ahora si iban a departir de temas más profundos si cabía.



-Bueno.- Suspiró Kathy dirigiéndose al resto que ahora escuchaban aún más atentamente.- Veréis, lo que os he contado de la Tierra respecto a los pros y anti aperturas no es el mayor de los problemas…

-Imagino por donde vas. – Terció Idina.- ¿Tiene que ver con los reyes, verdad?

-Así es.- Afirmó su interlocutora.-

-¿Han habido más tumultos?- Quiso saber Coraíon, con vivo interés.-

-Eso me temo.- Replicó Katherine añadiendo.- Al parecer, los detractores de la familia real terrestre están proliferando. Hay bastantes países que, como sabéis, no votaron a favor de su proclamación,  simplemente se abstuvieron. Nadie entonces quiso atreverse a votar en contra. En ese momento la deuda de gratitud era demasiado grande.

-Sí, y el apoyo de mi tío, el rey del Planeta Nuevo Vegeta, tuvo también mucho que ver.- Agregó Leval.- Con semejante poder del lado de los soberanos, nadie en la Tierra se hubiese atrevido a levantar la voz con ninguna discrepancia.

-Pero la presencia de tu tío y el resto no obedecía a ese propósito. - Objetó Amatista.- Venían a presentarse como amigos.

-Tienes razón, pero ya sabes cómo son los políticos.- Replicó su marido.- Supongo que creerían que todos esos poderosos saiyajin allí eran una especie de indirecta, desde el punto de vista diplomático.

-Como en los viejos tiempos. Cuando se hacían esos desfiles paseando camiones con misiles nucleares, para que los demás tomaran nota.- Convino Michael.-

-La disuasión perfecta para cualquiera que no quisiera aceptar a los soberanos.- Remachó Coraíon con tintes reflexivos.- Sabiendo que eran aliados de los reyes… cualquiera hacía enfadar a un guerrero del espacio…¡no digamos ya a unos cuantos!

-Algo así.- Acordó a su vez Sandy, que pudo comentar.- Lo que no comprendo es porqué, a medida que pasan los años, la gente se vuelve más hostil hacia los monarcas. Debería ser al contrario.

-No, la razón es bien sencilla en el fondo.- Les comentó Leval haciendo que todos le mirasen con extrañeza e incredulidad, aunque enseguida lo comprendieron cuando les comentó.- Tras los años que llevo metido rodeado de políticos y altos cargos he aprendido una cosa. La gente siempre tiene anhelos y esperanzas de progreso y mejoría para sus vidas y desea que se las satisfagan. Cuando la reina Serenity salvó la Tierra creó unas expectativas altísimas. Muchas personas debieron pensar que, al ser proclamada reina, abriría una especie de edad de oro que acabaría con todos los problemas de la humanidad por arte de magia. De hecho, hace tiempo que mi padre me comentó lo que le explicó mi suegro sobre el Cristal de Plata.

-Sí, aumenta la esperanza de vida de la gente.- Completó más animadamente Amatista quién añadió, eso sí, con tintes más desapasionados.- Pero claro, no soluciona otros problemas, como el hambre, la desigualdad…

-Pero, si no recuerdo mal. Se dejó bastante claro entonces que, ni ella, ni el rey Endimión, gobernarían.- Comentó Idina.- No se les puede hacer responsables de todos esos problemas.

-Sí prima, pero eso la gente lo olvida. Al final sólo saben que ellos son los reyes de la Tierra. – Replicó su interlocutor.- Y que tienen poderes inmensos y no los utilizan para resolver todas esas cosas.

-Y luego están las campañas de difamación o publicidad mal intencionadas.- Agregó Coraíon.- Algunos tratan de socavar aún más su imagen y la de las princesas.

-Eso de llamarles lunáticos e insultar también a cuantos les apoyan es vergonzoso.- Aseveró Amatista con patente disgusto.-

-No sé. A veces me preocupa mucho lo que pueda pasar en la Tierra.- Declaró Leval, añadiendo. – Mi propia hermana me ha comentado a veces que tuvo problemas, pero curiosamente ya no por su orientación sexual, ni por su matrimonio con otra mujer. Bueno, de esos sigue teniendo por el auge de ese movimiento neo religioso. Se ha visto involucrada en muchos debates y juicios frente a ellos, representando a muchas personas de su colectivo LGTBI. Pero lo que más le llama la atención a Ky es que muchos la odian simplemente por su pertenencia a nuestra familia. Alguna que otra vez nuestra madrina Ami se ha pasado a verles y en ocasiones eso no pasó inadvertido para algunos medios. A mis padres y a Kerria les han llegado a acusar de elitistas y de amigos de los lunáticos.

-¡Lunáticos! Vaya una forma de llamarles.- Se molestó una vez más la esposa de Leval.- Esa gentuza que les insulta de ese modo son además de incultos, estúpidos. En todo caso sería selenitas…Después de lo que hicieron por todos nosotros, ¡valientes idiotas esos detractores!

Sí, por desgracia es a lo que tú te habías referido antes, Amatista. Así llaman despectivamente a los monarcas y a todos los del Milenario de Plata y personas que les son afines.- Recordó Michael.-



            Los demás asintieron con pesar, desde luego que era injusto. Así Leval comentó con pesar para remachar esa idea que todos compartían.



- Y mi madrina Ami, sin ir más lejos, desviviéndose por ayudar a tantas personas desde su puesto en el hospital. Cuando salvaba una enorme cantidad vidas gracias a la tecnología del futuro nadie la insultaba. Pero, con el tiempo, también se han olvidado de eso.

-Pero cariño, vuestra madrina estuvo trabajando como médico hasta hace bien poco.- Le recordó su mujer.- Aun recuerdo cuando me ayudó a traer a Asthel al mundo.- Sonrió mirando con ternura a su hijo que se puso algo colorado.-

- Hace años que lo dejó.- Le dijo su esposo afirmando no sin pesar.- Siempre le gustó ejercer la medicina pero se dio cuenta de que sus deberes como princesa planetaria iban más allá.

-Bueno, por lo que yo sé, ahora colabora con la Organización Mundial de la Salud.- Les dijo Kathy.-

-Sí, está involucrada en esa clase de organizaciones supranacionales al igual que el resto de las princesas.- Añadió Coraíon.- Cada una abarca una parcela de responsabilidad. Creo que suelen prodigarse en eventos sociales dedicados a recaudar fondos para refugiados por guerras, catástrofes naturales, obras de ayuda a la infancia, y esas cosas.

-Son muy buenas personas, y unas magníficas guerreras, todas ellas. - Las alabó Idina recordando con particular cariño a su madrina Rei, que tantas cosas le había enseñado.- Siempre han velado por la Tierra y por todos los que viven en ella.

- Me hubiese gustado conocerlas a todas en persona. - Intervino Sandy, realmente impresionada por todo cuanto oía.- Solamente conozco a la madrina de mi marido y es una mujer realmente admirable. ¡Cómo debe de ser la reina!

-Cualquiera de ellas podría ser reina de un mundo entero y sería una soberana justa y bondadosa.- Sentenció Leval, con el asentimiento del resto.- De hecho, son nominalmente princesas de los planetas del sistema solar.



La morena científica recordaba haber leído algo en las notas de su madre acerca de esas guerreras.  También su padre le contó cosas, siendo ella pequeña. Le habló de unas fabulosas luchadoras por el amor y la justicia. Ironías del destino, una hija de diablesa como ella había terminado por ser parte del grupo de las justicieras. Aunque también oyó mucho tiempo atrás que existían otras mujeres guerreras que eran incluso más poderosas. Pensaba en ello en tanto escuchaba al resto dándose perfecta cuenta de que era a las princesas y a la soberana Serenity a las que su madre se había referido.



-Por lo que yo sé, cuando era pequeña, mi madre también las apreciaba mucho. Si no recuerdo mal, alguna vez, tres de ellas nos visitaron.- Comentó Amatista, afirmando en tanto trataba de hacer memoria.- Creo que una de ellas era tu tía Setsuna, cariño.- Remachó dirigiéndose a su esposo.-

-Sí, también la recuerdo en una ocasión, yo tendría unos diez años, vino con mi tío a visitarnos alguna vez.- Convino él.- Aunque fueron muy contadas…

-Mis padres eran muy amigos de la princesa Júpiter. Que es mi madrina. - Intervino precisamente Coraíon suspirando ahora con nostalgia.- Recuerdo que siempre que la veíamos mi hermano Granate y yo estábamos encantados. Casi siempre nos hacía alguna tarta. Es una mujer hogareña y encantadora. ¡Acordaos que incluso nos hizo ese enorme pastel de boda a Sandy a mí! Y eso estando tan ocupada. – Declaró con nostalgia para añadir no sin algo de indignación.- Creo que es muy injusto que las calumnien así. Hay mucho desagradecido. ¡Ojalá pudiéramos hacer algo por apoyarlas!

-Seguro que algo se podrá hacer.- Afirmó Idina añadiendo.- Por medio de Neherenia a veces he visto a Chibiusa y a sus guardianas, las asteroides, pero ahora ya no vienen apenas. Creo que su puesto está ya en el futuro. Nehie me explicó algo así como que deben ocuparse de salvaguardarlo en tanto sus padres reinan aquí evitando que se den paradojas temporales. Pero nosotros y otros muchos tenemos la capacidad de devolverles en parte lo que han hecho por el mundo…

-A mí esas cosas siempre me han vuelto loco.- Afirmó Michael moviendo la cabeza en tanto afirmaba.- No me explico cómo es posible viajar en el tiempo. Y menos ir del futuro al pasado y viceversa como el que toma el metro o viaja en avión.



            Los demás guardaron un significativo silencio. Quizás para ellos, acostumbrados a ese tipo de prodigios desde hacía mucho tiempo, era algo normal. Sobre todo Asthel que no había intervenido en la conversación. A decir verdad él sabía más cosas pero también era consciente de que no era el momento, ni el lugar para desvelarlas. Prefería escuchar a los mayores. Fue Katherine la que, retomando las últimas palabras que había dicho su prima, les contó.



-No todo es tan malo como parece. También hay un movimiento en favor de los soberanos planetarios. Incluso se han hecho manifestaciones en su apoyo que han llegado hasta los límites del Palacio de Cristal Tokio. La reina Serenity y el rey Endimión, así como las princesas, lo agradecieron muy efusivamente…

- Me pregunto.- Reflexionó Leval, ahora en voz alta en tanto los demás le escuchaban con atención, compartiendo su inquietud.- En qué terminará todo esto. Espero que no se produzca un serio conflicto en la Tierra. Las cosas se están polarizando demasiado, al menos aquí puede empezar a percibirse algo parecido y eso me asusta…porque en Nature ya han ocurrido cosas realmente terribles. ¡Ojala que eso no se repita en Bios!

-Sí.- Suspiró Sandy.- Hace ya algún tiempo que hay altercados, espero que podáis aislar a los responsables.

-¡Ojalá fuera tan fácil! - Repuso su interlocutor.- Pero tenemos que andarnos con muchísimo cuidado. Cualquier acto que se salga de ciertos límites podría echar más leña al fuego que aviva esa gentuza.- Expuso el militar.-



            Los demás lo comprendían. Prosiguieron charlando de cosas algo más intrascendentes para rebajar ese ambiente algo tenso que se había creado. Por su parte, los niños estaban en el cuarto de Maray, habían estado jugando a alguna cosa. Al final, tanto Granate como la anfitriona, al ser de más edad, estaban hablando de sus asuntos del colegio y sus amigos. Pero los pequeños, Tom y Loren, se aburrían. Con la hija pequeña de Idina, no hubo mayor problema. Con unos folios y algunos lápices de colores que la hermana de Asthel le prestó, se entretuvo en pintar. No obstante, Tom era algo más inquieto. Se movía de un sitio a otro y en una de tantas veces salió de la habitación y entró en el cuarto de Asthel. Allí curioseó un poco y al mirar bajo una mesa, tras abrir un cajón, vio un gran libro de tonos burdeos.



-¡Vaya libro más grande! – Se dijo el chico. Tratando de sacarlo para darle un vistazo.-  A ver si tiene algo divertido…



            Empero, aquel gran tomo pesaba bastante para él y le costó moverlo y levantarlo. Pero finalmente lo había puesto sobre la cama  de Asthel y estaba a punto de abrirlo cuando a su espalda escuchó la voz de Maray.



-Tom, tus padres te llaman…



            El niño dio un respingo, su interlocutora le había sobresaltado. Sin pensarlo mucho dejó allí olvidado ese grueso volumen y salió del cuarto replicando algo nervioso.



-Sí, ya voy…



Y es que los adultos habían dado ya por terminada la velada. Reclamando a sus respectivos hijos e hijas. Todos se iban  a sus casas y Katherine se disponía a ir al hotel, pero antes quiso hablar un momento con Asthel que apenas sí había pronunciado palabra escuchando a sus mayores. No obstante, la periodista deseaba que él le aclarase algo muy importante para ella. Aquello era otro tema de los que más le preocupaban. De hecho, lo único que había logrado separarla durante un tiempo de sus adicciones y su frenético ritmo de vida. La promesa de un reencuentro. Y ¿quién sabe? Quizás ese jovencito pudiese ayudarla también con sus dones. De modo que aprovechó y tomando a parte a ese muchacho, le dijo con bastante amabilidad.



- Tú eres un chico muy especial, mi hermano me lo ha contado y además de él, otra persona que te está muy agradecida.

-¿Quién?,- preguntó el chico sin comprender. -

- Fue hace varios años,- le relató Kathy. - Le conocí una vez que vino a la Tierra, luchaba contra las fuerzas de la oscuridad tratando de redimir sus propios males. Era un  guerrero saiyajin, más fuerte de lo que nadie puede imaginar. Pero había tomado el mal camino, él me contó que un muchacho, hijo de un alto linaje, le hizo volver a la senda del bien y le libró de su enfermedad. El Mensajero, le llamaba. Investigue y descubrí que ese eras ¡Tú! Eso me sorprendió mucho pues entonces tendrías siete u ocho años. De todas formas me encargó que, si alguna vez te veía te diera esto.



Sacó una nota que tenía algo escrito, era un idioma desconocido para Katherine pero para el chico, por alguna extraña razón, le era perfectamente comprensible.



-¿Qué es lo que pone?- quiso saber ella con gran ansiedad. - Él me dijo que cuando tú lo leyeses sus motivos estarían claros para mí.

- Déjame esa nota, por favor - le pidió Asthel que leyó, traduciendo el contenido con la pendiente mirada de Kathy. - "Mi querido amigo. Muchas gracias por todo, han pasados años desde que viniste a mí y me sacaste del negro pozo de iniquidad en el que estaba sumido. Aún sigo pagando mis culpas pero cada vez me siento más confortado. A cada sitio que voy pongo en práctica en la medida que puedo tus sabios consejos. Tenías razón, el Universo es infinito, maravilloso y nada puede compararse a esa grandeza con la que nuestro Creador nos ha rodeado. En mis viajes he conocido civilizaciones y pueblos antiquísimos y muy sabios, pero nada comparable a ti. Aun así, esos doctos seres me han instruido mucho y sus videntes y profetas me han revelado que tú tienes un destino trascendental por cumplir. Ten cuidado pues grandes pruebas te esperan, yo no podré ayudarte en ellas, pero pediré al Creador que te proteja y el día que me necesites estaré a tu lado. Me despido ya, uno de los ángeles del Creador me ha indicado que debo volver a  mi hogar, ¡por fin he pagado mis culpas! y ahora debo ayudar a prepararte el camino. Aún no sé cómo, pero estoy seguro de que lo haré. ¡Ojalá esta chica, que ha despertado en mi profundos sentimientos que no creí tener, te haga llegar este mensaje! Dile  que tuve que marcharme, que no podía ser digno de compartir ninguna felicidad junto a ella en tanto exista maldad por el Cosmos. Eso me condenará a esperar hasta que tú realices tu misión, pero pese a todo, soy feliz con su recuerdo. Mucha suerte y de nuevo, muchas gracias, Asthel, hijo de Leval y Amatista y nieto de Roy y Beruche, Diamante y Esmeralda. Tu más humilde amigo, pariente y  servidor". Firma como Eron, príncipe de los saiyajin. - Concluyó Asthel sorprendido al recordar quién era y agregar con serena modestia. - Era un alma atormentada y pude orientarle, abrirle los ojos para ayudarle a conseguir la paz. Sólo eso, el mérito por su cambio es enteramente suyo.

-¿Realmente quién eres tú?- le musitó Katherine añadiendo con la voz temblorosa. - ¡Para él, eras como un Dios! ¡Y Eron era algo increíble! Te lo puedo asegurar, yo misma vi de lo que era capaz.

- Yo, no lo sé aún, realmente no sé quién soy  - le confesó su interlocutor con voz queda. – Me llaman Mensajero. Pero ni siquiera sé cuál es el mensaje que debo llevar, ni a quién llevárselo. Lo único que sé es que debo prepararme para algo muy importante, que seres con poderes más allá de nuestro entendimiento me visitan y me preparan durante el paso de los años. Y que todo lo que ocurre o ha ocurrido, ha tenido que ser así y no de otra manera. – Y añadió de modo más animoso. - ¡No te preocupes, estoy convencido de que le volverás a ver!

-¡Parecía tan atormentado cuando le conocí! - añadió Katherine  suspirando. - Se fue y nunca quiso decirme la razón....- Y ahí se interrumpió pues no podía seguir hablando por la emoción. Apenas si añadió con un hilo de voz-… Tan atormentado como lo estoy yo…



            Asthel la miró con atención y se compadeció de ella, podía leer mucho dolor y tristeza en el alma de aquella aparentemente triunfadora mujer. Vacío sería la palabra que más la definía y él únicamente le dijo.



- Nunca renuncies a la felicidad, ni te cierres las puertas, pues siempre habrá alguien que te quiera y se acuerde de ti. Cuando tú no puedas verlo, cierra los ojos y sólo siéntelo.

- ¿Y no podrías ayudarme a mí también? A librarme de mi propia condena. – Suspiró la chica que no se atrevía a ser más precisa. – Como hiciste con él…



Pero quizás no hiciera falta, el chico le acarició la barbilla y le hizo levantar ligeramente el mentón para mirarle. Los ojos de Katherine rezumaban lágrimas y su semblante estaba dominado por la emoción, y el pesar.



-En eso otro no puedo ayudarte. Deberás ser tú misma quien lo consiga. Pero no te apenes, tendrás apoyos. Debes confiar en la gente que te quiere. - La animó el muchacho con un afectuoso tono. – Hazlo y lo lograrás. Pero la batalla tienes que librarla tú en tu interior…



La chica sollozó asintiendo en tanto derramaba más lágrimas. ¡Ahora después de tantos años comprendía! Agradeció a Asthel que le tradujese la nota y también sus palabras, luego se despidió, deseándole mucha suerte. Enjugando las lágrimas, y recobrando su máscara de mujer perfecta y sofisticada tras pasar por el aseo, fue a reunirse con los demás como si nada hubiera pasado, justamente cuando se iban Idina le ofreció que fuera a su casa a dormir. Katherine dudaba, pero de lejos vio como Asthel la miraba fijamente y asentía. Entonces aceptó encantada y se fue con ellos.



-Sí. - Pudo comentar la reportera con aparente desenfado en tanto acariciaba una mejilla de Loren.- Me encantará charlar un poco más con estos niños tan listos. Y contarles más cosas de la holo televisión.



            Asthel sonrió. Sin decir nada más el muchacho entonces fue a su habitación. Eso sí, tras despedirse de todos los invitados. Coraíon y Sandy, junto con Granate, estaban terminando de charlar con sus padres y su hermana. Él entró en su cuarto y se llevó un gran sobresalto cuando se encontró a aquel libro sobre su cama. ¿Cómo había llegado hasta ahí? Deseó fervientemente que nadie lo hubiera abierto, ni consultado. Él mismo debía hacerlo con sumo cuidado. Ya se lo advirtió Lance. No debía permitir a nadie que lo viese.  Suspirando lo volvió a meter en el cajón donde lo guardaba, no sin antes cubrirlo con un trapo para ocultarlo aún más. ¡Cuánto deseaba que viniesen a llevárselo de una vez!...Lo malo es que no podía preguntarle a nadie, ni a su hermana, ni a Granate o a los hijos de Idina, si había sido alguno de ellos. Sería revelarles aquel secreto, y no debían saberlo bajo ningún concepto…



-¡Maldita sea! Espero que ninguno haya consultado nada. Aunque, siendo tan críos, quizás ni se hayan dado cuenta de lo que es.- Quiso pensar.-



Por su parte, tras un corto recorrido en el deslizador, Michael, Idina, los niños y su invitada llegaron a casa. Tom y Loren aun le hicieron algunas preguntas más a la famosa prima de su madre. Ella, con simpatía y sin dejar nunca de sonreír, las respondió lo mejor que pudo. Se sentía muy feliz al percibir la inocencia y la alegría de esos críos, algo que ella había perdido hacía ya mucho tiempo. A su vez los niños quedaron encantados con las cosas que Kathy les contó y al fin se acostaron al igual que Michael, quien se disculpó diciendo que estaba bastante cansado. De ese modo las dos primas se quedaron charlando sobre los viejos tiempos y sus vidas actuales...



-¿Qué es de ti...Kat?.- Inquirió Idina matizando. -  Ya sabes cómo vivo yo, pero tú, ¿tienes a alguien en la Tierra?  La otra vez que viniste, con el ajetreo de la lucha contra esas bandas ni pudimos hablar.

-Tengo mucho trabajo.-  Respondió  evasivamente Katherine suspirando. -  Por ahora, no he pensado en casarme. Ni tan siquiera en estar con alguien. Ya soy mayor y no creo que pudiese hacerme a vivir con nadie. No…ya no…- Añadió con un tono melancólico. -

-¿Eres feliz?,- le preguntó Idina algo preocupada, notando un poso de amargura en los ojos de su prima y recordando lo que su amiga Nehie le pidiera. -

- Tengo a mis padres, a mi hermano y dos sobrinas preciosas. Además, Satory es como una hermana, estoy contenta. Pero a veces añoro tener un hijo, sobre todo cuando os he visto ahora a Sandy, a ti y a Amatista con los vuestros. - Le confesó Kathy sentenciando con sincera admiración. – Me dais envidia. Sois unas madres fabulosas.

- ¡Mujer!, todavía eres joven. ¡Aún podrías, si tú quisieras! - la alentó su contertulia. -

- Pero ya no es tan fácil, ¿de quién? No quiero tener un hijo sin saber de que clase de padre iba a ser.- Rebatió Katherine que además suspiró moviendo la cabeza con pesar. - Además, y lo que es más importante. ¿Qué clase de madre iba a ser yo?..

- Pues una madre excelente. Fíjate en Kerria, Samantha y ella son muy felices con su hijo. Al menos eso me ha dicho Amatista cuando las vio la última vez. - Le ejemplificó Idina.-



Su voz sonó jovial, tratando de animarla. Quizás la tristeza de su prima se debiera a eso, era la única que no tenía hijos, ni se había casado de entre ellas.



- Tal y como dices, Kerria encontró a Samantha, pero yo no tengo a nadie que cuidase un hijo conmigo…-Opuso Kathy.-



Y lo hizo con un tono que apenas podía disimular el lamento. También se comenzaba a sentir mal. Sabía que le estaba dando el bajón. Tras varias horas de ajetreo y todas esas idas y venidas necesitaba tomarse algo. Su prima debió notárselo puesto que le preguntó algo inquieta.



-¿Te encuentras bien?...



            Su interlocutora se sobrepuso lo mejor que pudo y le dedicó una débil sonrisa para replicar.



- Sí, no es nada, es que mi trabajo me absorbe mucho. Siempre de acá para allá, en fin, tanto, que ahora mismo estoy muy cansada.



            Su anfitriona se dio cuenta de que Katherine no quería hablar más del asunto. Además parecía haber empezado a respirar con alguna dificultad. No queriendo importunarla le dio las buenas noches. Ambas se fueron a dormir. Cuando Idina se disponía a marcharse hacia su dormitorio se percató de que su prima llevaba algo en la mano. La observó pues Kathy se había quedado en el salón, sentada  a media luz y parecía aspirar con fuerza de la mesa. Encendió la luz preocupada y la sorprendió con un tarrito que contenía unos polvos blancos, esparcidos sobre un pequeño cristal. Junto a ellos unas pastillas se apilaban dentro de una polvera.



-¿Qué te sucede?,- le inquirió Idina preocupada. - ¿Estás enferma?

- ¡Nada, nada! - respondió agitadamente la interpelada tapando aquello a toda prisa, pero eso no le pasó desapercibido a su prima. –Estoy bien…

-¿Qué es eso, Kathy? - Le preguntó ésta con una mirada acusadora. - ¿Qué tienes ahí?...

- No es nada, polvos para el catarro. - Replicó rápidamente Katherine. – Seguro que he agarrado un resfriado…



            Pero estaba claro que eso no era para un simple resfriado. Idina se sentía consternada. No podía creerlo. No obstante, optó por la prudencia.



-¿Desde cuándo lo tomas?,- le preguntó su prima con expresión desolada para repetir. -¿Llevas mucho tiempo enganchada al Loten?



            Su interlocutora se levantó esbozando una sonrisa nerviosa, todavía sudaba y respiraba de forma entrecortada y pese a todo lo negó.



- No es lo que crees, no es Loten, de verdad.

-¡Ay Kathy!- repuso Idina moviendo la cabeza con pesar. - Yo era muy ingenua de jovencita cuando me gastabais esas bromas. Pero ya crecí hace mucho tiempo. Sólo te pido que no trates de tomarme el pelo como entonces, cuando nos veíamos de adolescentes.



            La aludida podría haber reaccionado a la defensiva, de forma hostil. Muchas veces le sucedía cuando la enfrentaban con su terrible problema. Sin embargo, no podía hacerlo con su prima Idina, ¡era tan dulce! y parecía como una madre o una hermana dispuesta a ayudarla. Pero sobre todo no podía más, necesitaba contárselo a alguien, ser comprendida y confortada…



- Sí, es verdad. Eras tan ingenua que no me podía resistir a gastarte bromas. – Sonrió de forma trémula para después confesar.-  Tienes razón. Pero no es Loten, es plagen – Le aclaró con amargura bajando la cabeza avergonzada.  - Una droga sintética que te ayuda a mantenerte en pie. No crea tanta adicción como el Loten y es más suave. Aunque comprendo que puedes pensar de mí todo lo mal que quieras. Estás en tu derecho. Me lo merezco.

- No.- Susurró Idina moviendo la cabeza en tanto posaba afectuosamente sus manos sobre los hombros de su interlocutora. - Eres mi prima, eres mi amiga y eres una buena persona, ¿pero por qué, Kathy?

- Por la presión, la fatiga acumulada. Pasaba muchas noches sin dormir, siempre a la caza del reportaje perfecto, atendiendo a muchas cosas. Si quería ver a mi familia, eso me exigía hacer esfuerzos extras.- Suspiró hondamente la aludida que añadió muy entristecida en tanto le brotaban las lágrimas que comenzaron a resbalarle por sus mejillas. - A veces quisiera dejarlo todo y salir corriendo, Idina.

- A todos nos ocurre eso alguna vez. - La animó su prima añadiendo con voz dulce y comprensiva. -Pero debes seguir adelante con valor, como siempre has hecho.

- Y lo intento - repuso Kathy con la voz rota al añadir con desprecio hacia sí misma - pero ¿te imaginas?, menudo titular sería. ¡La reportera en pie de guerra contra los abusos y los crímenes! ¡La heroica luchadora justiciera!, no es más que una drogadicta de mediana edad que además, ¡está sola! Muchas veces cuando me veo en el espejo, no sé quién está al otro lado. Como esta última vez… fue terrible... yo… yo estoy muy avergonzada.



Katherine se derrumbaba por momentos e Idina la abrazó sosteniendo la cabeza de su prima contra su pecho, tratando de animarla a la par que ésta sollozaba. Entonces entre el llanto y gemidos de dolor y desesperación, le confesó lo sucedido en aquel almacén.



- Ese tipo no me pilló por sorpresa, ¡me pilló con el síndrome de abstinencia, Idina! No pude detenerle porque mi voluntad no me obedecía. Sólo quería tomar una de esas pastillas y dejar de sentirme mal. ¡Dios mío! ¿Qué es lo que soy, qué he hecho con mi vida?

-Tranquila  mujer…tranquila…- Le musitaba su prima, llevada por la compasión.-



Idina también se sentía muy afectada. Fue incapaz de detener sus propias lágrimas, abrazándola con fuerza y sintiendo como su pobre interlocutora temblaba y sollozaba  agobiada por un intenso sentimiento de culpa y vergüenza.



-Yo no soy digna de ser vuestra compañera, ni de llevar esto. – Afirmó empuñando su collar de justiciera con una mano. –Nunca lo fui… solamente soy una gran farsa…

-Eso no es cierto. Has luchado siempre contra la maldad y no estás sola. Todos te queremos y estamos contigo. Pero, ¡por favor, Kathy! , no sigas sometiéndote a tanta presión, ¡apártate un poco de ella! En cuanto hagas este reportaje tómate unos días y descansa. Puedes quedarte con nosotros si quieres. O si lo prefieres, ve a casa con tus padres. ¡Pero busca ayuda!

-Mis padres no saben nada de esto, hace años Mazoui y la princesa Venus me ayudaron. Ahora seguramente creen que lo superé. Si supieran que he vuelto a lo mismo otra vez, no creo que ni mi hermano quisiera volver a verme. Al menos yo no podría mirarle a la cara.

-No digas eso. Mazoui es tu hermano mayor y te quiere. Siempre te ayudará.- Afirmó categóricamente su interlocutora.-

-Mi madrina Minako me lo advirtió.- Suspiró ella recordando en tanto le contaba a su prima. – Hace ya mucho tiempo…y yo, no la escuché…



Ocurrió haría algunos años. Kathy había estado colocada esos últimos días. Ahora, sin más heroína para inyectarse, se arrastraba por su apartamento en un estado lamentable. Sudada, sucia y sin haber comido en dos días. Únicamente era capaz de gemir sin apenas fuerzas para levantarse.



-Ayudadme, ¡por favor!…



Y es que aquella terrible situación que comenzara hacía años en la facultad simplemente para atender a todos sus compromisos se había desatado. Primero fueron algunas pastillas para estar despierta, tenía mucho que estudiar. A su pesar no era tan brillante como su hermano y con la carrera, su actividad paralela como justiciera y el actuar en el escenario cantando y representando alguna obra de teatro, se sentía desbordada. Apenas sí tenía tiempo para nada más que mal dormir unas pocas horas. Le recomendaron esas pastillas cuando se caía de sueño en las clases y funcionó. Pero al cabo del tiempo necesitaba algo más fuerte. Después comenzó con un poco de heroína, no sería tan terrible, ella podría controlarlo se dijo, pero no fue así. Por fortuna sus padres estaban ajenos a eso. Les veía poco últimamente. Pero su hermano, en una de esas visitas tras la terraformación de Bios de alguna forma lo descubrió. Mazoui quiso eso sí, ayudarla y gracias a su poder curativo la muchacha se sintió mejor, pero eso era solamente temporal, él no podía estar con ella siempre. Kathy le suplicó que no dijera nada a sus padres. El chico, conmovido por el dolor de su hermana y no deseando hacerles daño a los miembros de su familia, asintió. Pero tras algunos años, y con la vorágine de su vida profesional y algún que otro terrible suceso, como la muerte de aquel hombre, Philip, en ese maldito reportaje sobre el clan, reincidió. Y ahora su hermano ya no estaba allí para salvarla de sí misma. La atormentada chica no tenía a nadie a quién recurrir, al menos hasta que escuchó tocar a la puerta y una clara voz femenina que la llamaba por su nombre.



-¡Dios mío! no, ¡Dios Mío!- Musitó llena ahora de un pánico irracional cuando creyó que podría ser su madre. Prefería morir antes que ella la viese así. –

-Katherine. ¿Estás ahí?... ¡Kathy!...



Aquella voz seguía llamándola y la joven sólo pudo arrastrarse a una esquina de su habitación, en total oscuridad. La puerta de su apartamento se abrió entonces y escuchó pasos de tacones dirigirse hacia ella. La luz de pronto se encendió, Kathy cerró los ojos, cegada momentáneamente por ese resplandor. Cuando los abrió, tras taparse el rostro con ambas manos, entre el delirio pudo ver a una mujer de larga melena rubia que la observaba con una mezcla de tristeza y severidad. Los azules ojos de aquella intrusa la escrutaron durante unos larguísimos segundos. Al fin, esa extraña movió la cabeza y suspiró para decir.



-¡Menos mal que he llegado a tiempo! Por suerte tus padres no pueden verte ahora.

-¿Qui…quién e…eres? – Pudo preguntar la chica entre balbuceos. –

-¿No me conoces? Una vieja amiga de tu madre. Kathy, soy tu madrina. - Fue la respuesta. – ¡Dios mío!, en qué estado te encuentras.- Valoró aquel mujer con manifiesta preocupación.-



Katherine creía ver en ella un rostro familiar, pero la fiebre, y la obnubilación que le provocaba el síndrome de abstinencia, le hacían imposible distinguir los rasgos con claridad. Eso sí, se percató ahora de que, aparte de unos zapatos de color crema, la mujer llevaba una falda a juego que le llegaba por las rodillas y una blusa blanca con una chaquetita del mismo tono que su falda y cuando ésta se giró para otear en derredor de la estancia descubrió que llevaba un lazo rojo tras la cabeza. En eso era, desde luego, como su propia madre.



-A…ayúdame, te lo suplico, mamá…- le pidió la chica tratando de incorporarse sin lograrlo. Presa de aquel incontrolable delirio. –

-Ojalá pudiera – suspiró ahora la mujer con pesar, añadiendo sin embargo con más contundencia. – Pero de momento tendrás que pasar por esto tú sola…



Kathy se estremecía con aquellos terribles espasmos, no podía soportarlo más. Sudaba copiosamente ahora. Luego tiritaba sin poderse controlar. Incluso le venían arcadas. Era el síndrome que repuntaba y la atacaba de forma feroz. Entonces creyó que había comenzado a alucinar, una especie de gato blanco con una media luna en la frente entró en el cuarto y ¡habló con esa mujer!, declarando con lo que parecía un tono lleno de compasión.



-Está muy mal. Deberíamos llevarla a un hospital.

-¡No! - sentenció su interlocutora aseverando. – Tiene que superarlo aquí. Sin que nadie se entere. ¿Has traído la medicina, Artemis?



El gato asintió, una especie de cajita de color marrón reposaba sobre una de las mesitas de noche. La mujer la tomó en sus manos, la abrió y sacando una pastilla se agachó para ponerla en la boca de Kathy.



-Tómate esto,  te ayudará. Son hierbas medicinales de la Luna.



La chica apenas pudo tragar aquello, luchando por contener sus deseos de vomitar. Entre tanto su interlocutora sacó un pequeño frasco de cristal con una especie de líquido transparente y se la hizo beber.



-Y esto es agua de la Luna. – Le explicó haciendo que la muchacha tragase, dándole de beber en tanto la sujetaba pasándole un brazo tras la espalda para incorporarla. – Vamos, tienes que bebértela toda…



Katherine comenzó a toser tras haberse tomado aquello, ahora tiritaba de nuevo. Esa mujer la ayudó a meterse en la cama. Se notaba arder, no supo cuánto tiempo transcurrió después eso. Por suerte el sopor la venció, obnubilando su mente y haciéndole perder el sentido. Al despertar se notaba muy débil pero ese mono había desaparecido. Ahora su cuidadora la observaba sentada junto a ella en una silla. Y más amablemente le preguntó.



-¿Te encuentras mejor?

-Sí, gracias. – Pudo musitar la chica que, con apenas un murmullo, pudo al fin reconocer a su buena samaritana y quiso saber. – Tú eres… ¡madrina Minako! ¿Por qué has venido a ayudarme?



Y la mujer, esbozando ahora una sonrisa, replicó con voz serena y afectuosa.



-Sí, esa soy yo. Minako Aino. Y además de tu madrina y la de tu hermano, supongo que sabes que soy una de las guardianas de la Reina Serenity. Mi título oficial es la guerrera del amor y la belleza. Su alteza la princesa de Venus. Pero tú puedes llamarme madrina o simplemente Minako. Como siempre. Me alegra de que al fin tu mente se haya aclarado, tesoro.



Kathy se levantó a duras penas de la cama al escuchar aquello. La cabeza le daba vueltas y estaba muy débil. Pese a ello estaba anonadada. No lo podía creer. ¡Esa mujer! La misma que admiraba desde niña cuando escuchaba sus canciones, la que se presentó como su madrina y amiga de su madre, ¡una de las princesas planetarias! Que la ayudó a comenzar su carrera. Y pese a todas sus obligaciones y su alto rango estaba ahora allí, en su apartamento, haciendo de enfermera y cuidadora suya. Y ella ni la había reconocido por culpa de ese maldito mono que arrastraba. Aquello le hizo sentirse todavía más avergonzada de lo que ya estaba.



-Perdóname, madrina…- Pudo musitar llena de pesar.- Lo siento mucho…

-Olvídate de eso. Ahora lo primero es que te des un buen baño. – Le dijo Minako con afabilidad. – Luego tienes que comer algo.

-Pero, ¿por qué has venido a ayudarme?- Quiso saber la muchacha en tanto se desvestía y su interlocutora llenaba la bañera de agua caliente y gel, con algo de sales de baño. – Tú eres demasiado importante para ocuparte de alguien como yo…

-No digas tonterías. – Le reprobó su interlocutora que añadió con tono lleno de afecto.- Ya te lo dije. Soy una vieja amiga de tu madre. Y soy tu madrina. Prometí a Kalie cuando naciste que siempre que pudiera estaría cerca para ayudaros, a tu hermano y a ti, si me necesitabais.

-¿Vieja amiga?¿Cuando nací?- repitió incrédulamente la chica dado que esa mujer parecía tener su misma edad. – ¿Y tú gato? Juraría que habló contigo. ¿Dónde está?

-Artemis ha tenido que irse, y en cuanto a hablar, él no hace otra cosa. Anda, ya habrá tiempo para que responda a tus preguntas. Ahora métete en la bañera. - Le indicó más jovialmente Minako sin dar importancia aquello, en tanto dejaba unas toallas limpias cerca, sentenciando. – Te vendrá muy bien…



Katherine no se hizo de rogar, el agua caliente y las sales la reanimaron. Efectivamente, tras bañarse y lavarse a fondo se sintió mucho mejor. Parecía haberse quitado años de encima. Después se cambió con ropa limpia y comió con auténtica voracidad la sopa que su solícita cuidadora le puso delante. Apenas si pudo sentir lo salado del sabor y que los fideos no estaban demasiado hechos, tras eso unos emparedados de jamón y queso la saciaron, al menos por el momento.



-Lo mío no es la cocina – se disculpó Venus, afirmando. – Lástima que Makoto no esté aquí. Aunque como cuidadora al menos he mejorado, ¡ahora no empeoro el estado de mis amigas, ni destrozo sus casas, ja, ja, ja! – Se rió como si celebrase una broma que solamente ella conocía.-



En cualquier caso su contertulia se sintió mejor y tras la comida las dos se sentaron en el sofá que Kathy tenía en su salón. Ahora la expresión de Minako sí que se volvió seria cuando le dijo.



-Escúchame bien. No puedes continuar por este camino. Estamos muy preocupados, tu hermano trató de ayudarte pero no podía hacerlo solo. Entonces tuvimos que intervenir.

-¿Os lo contó él?- Le preguntó Kathy sin poder creerlo. –

-No, tenemos nuestras propias fuentes de información. – Afirmó Minako que le dijo por el contrario. - Fui yo quien habló con él hace años y le explicó lo que te sucedía. Por eso vino desde Bios. Verás Kathy, tú tienes un grave problema. Las drogas son muy difíciles de dejar, tendrás que luchar contra eso con todas tus fuerzas.

-Ahora me siento mucho mejor- suspiró la muchacha añadiendo desconcertada pero al mismo tiempo, aliviada. – No sé qué me diste pero ha funcionado.



            Pero su madrina movió la cabeza con preocupación, para rebatir.



-Eso solamente es provisional. Tarde o temprano los efectos de tu abstinencia volverán a hacerse notar. Te di agua  sagrada del manantial de la Luna. Pero eso solo te ha calmado por un tiempo. Lo que te sucede está en tu interior y es ahí donde deberás sanarte. Y ninguno de nosotros lo podemos hacer por ti.



La chica asintió, en el fondo sabía que así era. Aquella extraordinaria mujer estuvo con ella un rato. Hablaron de varias cosas, entre ellas de cómo Sailor Venus en su día se enfrentó a Karaberasu, la madre de Katherine, de cómo la ayudó en su nueva vida y en un momento dado, fue Minako, la que, no sin pesar, le contó.



-Cuando tu madre se separó del resto de sus hermanas y tuvo que ir a vivir sola, luchando y sufriendo tanto por sacar adelante a tu hermano, me apené mucho. Quise ayudarla pero era algo que no me estaba permitido hacer. Debía criar a Mazoui y crear una familia por sí misma.- Le refirió, contándole ahora con más detalle.- Únicamente pude interesarme por ella desde la distancia. Luego fui a verla el día en que naciste. Te sostuve en mis brazos y le prometí a tu madre que, cuando me necesitaseis, allí estaría.

-Mi madre nunca me ha contado mucho sobre eso.- Admitió Kathy, que con tono reflexivo agregó.- Mi hermano tampoco. Creo que ni él mismo supo la verdad hasta que nos reencontramos con mis tías. Y sé que desde entonces, aunque él no lo diga, tiene una especie de complejo de culpabilidad por su origen.

-Tu hermano no tiene ninguna culpa de eso.- Afirmó Venus reconociendo a su vez.- Tuvo que superar muchas pruebas, como tu madre, como el resto de tu familia. Incluso como tú misma deberás seguir haciendo…

-Ya- musitó ahora Katherine para decir con patente tinte de culpabilidad.- Pero en su caso no ha sido justo. Él no tiene la culpa de haber nacido así. Pero yo sí la tengo por drogarme. ¿Verdad?...



            Su interlocutora la tomó de los hombros con ambas manos a la par que le sonreía con una mezcla de consternación y cariño maternal en tanto replicaba.



-Kathy, no estoy aquí para culparte de nada, ni soy quién para juzgarte. Sólo vine a ayudarte… pero, por desgracia no puedo solucionar tu problema. Nadie puede. Solamente tú eres capaz de conseguir eso. Lo sabes muy bien, cariño. Debes ser fuerte y no rendirte. Tienes que luchar con todas tus fuerzas por superarlo.



            La muchacha asintió de forma débil e insegura. Sí, su contertulia tenía razón, pero eso era más fácil decirlo que hacerlo. La escuchó entonces añadir.



-Me hospedo en un hotel cercano. Allí estoy registrada bajo el nombre de Carola. No quiero que se sepa mi identidad. Oficialmente no estoy aquí. Aunque, como princesa Venus, me dedico a ayudar a ciertos colectivos afectados por lacras como ésta que tú sufres. Si más adelante deseas contactar conmigo que sea a través de esta dirección…



Le entregó un papel donde estaban las señas de ese hotel y su nombre supuesto junto a un número de teléfono. Después se marchó. Para advertirla según salía.



- A parte de aconsejarte no podré hacer ya nada más por ti. El resto será cuestión tuya. Lo más importante es que debes salir de esta espiral de autocompasión en la que te mueves o nada de lo que hagamos servirá.

-¡Por favor! – Le pidió la angustiada muchacha.- ¿No podrías hacer que la reina Serenity usara conmigo el poder del Cristal de Plata? Eso sanó a mi madre y a mis tías en el pasado. Ellas nos lo contaron a mis primos y a mí…

-No, lo siento mucho – Declaró tajántemente su interlocutora, moviendo la cabeza para sentenciar. – No es lo mismo. El Cristal de Plata les quitó una influencia maligna de origen mágico, algo que era externo a ellas. Lo tuyo es algo químico, es una adicción.  Y sobre todo. Tu madre y sus hermanas quisieron cambiar.

-Pero, pero…yo también deseo cambiar. ¡Te lo suplico, princesa Venus! ¡Madrina…por favor! – Pudo gemir la chica cayendo de rodillas sin dejar de llorar. –



Sin embargo, Minako la miró con lástima reflejada en sus azules ojos pero movió lentamente la cabeza y sin decir más se marchó dejándola sumida en aquellos angustiosos pensamientos…



 -El agua de la Luna. – Musitó Idina tras escuchar ese relato. – Recuerdo que Nehie se la dio a esos niños que rescatamos. También a sus madres e incluso yo bebí un poco…cuando Patty la recibió de la reina Serenity.



            Su interlocutora asintió, al hilo de aquello también admitió con vergüenza. .



- Tu amiga Neherenia me vio en el almacén. Sabía lo que yo estaba haciendo, pero no quiso contarlo. Le agradezco de corazón que fuera tan discreta y lamento no haber sido justa con ella. Fue quién me aconsejó que os lo confesase.

- Sí, Nehie me dijo que necesitabas ayuda, pero no me dijo por qué. - Replicó Idina añadiendo con pesar. – ¡Oh Kathy!, ¿qué puedo hacer para ayudarte? De veras, quédate conmigo una temporada. Saldremos a pasear, estarás con mis hijos, con Amatista y con Leval, entre todos te cuidaremos. No te faltará cariño ni apoyo…



La muchacha volvió a llorar, aunque ahora de emoción y agradecimiento.



- No, gracias Idina. - Sonrió entre las lágrimas tomando a su prima de las manos. - Eres muy amable pero, este mundo de la televisión es muy duro, si te paras es muy difícil volver a arrancar.

- Pero tú eres lo más importante. Olvídate de eso, por favor. Ya tienes mucho dinero, y tu hermano también. Podrías vivir muy bien si quisieras. - Le insistió su prima -, sin tener que trabajar. Por lo menos no tanto.

-¿Y qué me quedaría?,- le respondió Katherine con la voz y la mirada ensombrecidas para agregar resignada.- Me siento tan…vacía. Sin una meta en este mundo, sin ilusiones por el futuro. Si perdiera lo único que me mantiene con un objetivo no sé qué podría llegar a hacer. No tendría ningún motivo más para vivir…así…

-No digas eso, ¡por favor! - Le pidió su prima que comenzaba a angustiarse, en tanto aferraba las manos de Kathy entre las de ella.- ¡Nunca vuelvas a decir una cosa así!…



            La atónita interpelada pudo ver el miedo y el dolor en los ojos de Idina. Se sintió muy mal por ello. No deseaba hacer sufrir a nadie más con su problema. Estaba claro, todos los que la habían tratado de ayudar le dijeron lo mismo y llevaban razón. ¡Tenía que cambiar!, debía hacerse con el timón de su vida y reconducirla antes de que fuera demasiado tarde. Suspiró largamente y abrazó con fuerza a su prima. Las dos lloraron. Sólo tras un rato pudieron calmarse lo suficiente para que Katherine dijese de una forma más serena y optimista.



- No, no te preocupes más por mí. Te agradezco mucho tu apoyo. Tienes razón, en cuanto termine este reportaje me tomaré unos días. Esto ya ha durado demasiado. Minako me lo advirtió. Debo dejar de auto compadecerme. Iré a ver a mi hermano y a mis padres. Confiaré en ellos y les contaré la verdad. Pediré ayuda y esta vez lo superaré…de una vez por todas.

- Sí. Eso es. No tengas miedo. Nadie te lo reprochará, todos te queremos, prima. - Le dijo Idina sonriendo animosamente ahora y añadiendo con suavidad. – No te hundas por favor, y cuando te sientas mal recuerda que siempre nos tendrás aquí a  mí, a Amatista y al resto de la familia, para lo que necesites. Tú no estás sola. ¡Jamás estarás sola!…

- Lo sé, muchas gracias. Te quiero prima, siempre has sido una persona maravillosa. – Musitó una emocionada Kathy susurrándole de seguido. – Anda, ve a dormir, ya es muy tarde.



            Idina convino en eso y tras darle un sentido beso en la frente la dejó sola, pidiéndole que no tardase en hacer lo mismo. Kathy asintió levemente y se quedó reflexiva, meditando sobre las palabras de su prima, pensando en ella misma. Toda su vida había estado corriendo tras la fama y la verdad. Primero como una de las Justices, después como infatigable periodista y presentadora. Nunca se ató a nadie, nunca quiso depender de nadie. Pero el tiempo pasó y tampoco experimentó demasiado el amor.  Quizás la excepción fue su primer novio, Patrick, allá en Irlanda, con él tuvo su primera vez, compartieron algunas aventuras junto a sus primas y a su tía Alannah. Después sus distintas vidas y la distancia les separaron. Ya siendo adulta salió con algún que otro tipo de alto nivel pero en esa época de su vida sólo quiso verdaderamente a dos hombres de forma intensa aunque desgraciadamente también breve. Uno murió de forma trágica y cruel, se llamaba Philip y ella siempre ponía flores en su tumba una vez al año, para eso nunca estaría demasiado ocupada. El otro fue Eron que regresó a vagar por el Cosmos del que llegó para realizar un imposible. De una manera o de otra podría decirse que los dos la dejaron y que ella se había ido dando cuenta de lo sola que estaba y ahogaba esa soledad en trabajo y más trabajo.  Aquello era como una gran huida hacia delante. Como aquella canción que había llegado a escuchar algunas veces, cuando estuvo al borde de cometer una barbaridad. Se recordaba a sí misma con la mirada perdida y oyendo de fondo aquella música y su letra, que parecía hecha para ella.



Rumbo a la gran evasión
La partida para el delirio
Rumbo a la fiesta permanente 


La partida para el viaje de invierno
Título de la diapositiva
La partida para la caminata digna de distancia 


En dirección a la carretera
Adiós a todo eso
Rumbo a la sobrecarga automática 


De pie en el bote
De pie en el columpio
Esperando el sonido y la luz brillante
A la espera de ser reconocidos 


Un simple plauso silencioso hará
Que te bañen con las flores cuando te entierren 


Estás soportando en
Estás soportando el...... 

Estás soportando
El último de ti


Justo cuando pensaba que había visto el último de los que
Vienes aquí a acosarme a mi puerta
El dolor y la ira en la oscuridad gritando 


De cada corredor de camino
Así que me contara más
Sobre el amor que le rechazó 


Quiero saber más sobre la confianza que me faltó el respeto
Yo todavía no sé
¿Por qué has herido al único ser?
¿Por qué has herido el único ser que deberías haber protegido? 


Rumbo al gran escape

Rumbo al delirio

Rumbo a las vacaciones permanentes

Rumbo a la novena nube

Rumbo al séptimo

Rumbo al paraíso

Rumbo al eterno adiós



Desdoblar los dedos que me sostienen

Invocar la fuerza para soltarme

Fuera de este mundo cansado

Fuera de este malestar

Hasta la puesta de sol


No me preguntes por qué estoy haciendo esto
No lo entenderías
Estás haciendo las preguntas equivocadas
No podía entender
Un puente no es un lugar tan alto 


En la planta 52a
Ícaro sabría
Una montaña no es tan alta para caer
Una vez que has caído

Cuando has caído

De la Luna 



-He caído de la Luna.- Musitaba ella, en tanto escuchaba aquella canción en su teléfono.-



            Y esa estrofa le sonaba irónica puesto que su propia madre y sus tías fueron precisamente redimidas por el poder de la Luna. Ahora le parecía ser alguien que había mancillado aquello con su proceder. Trataba de quitarse ese ominoso pensamiento de su cabeza, mientras seguía escuchando aquel tema.


Hay un asesinato en la calle
Soy cenizas en el agua ahora
A lo lejos
He caído 


He caído
De la Luna
La caída de...



(The Great Scape. Marillion, crédito al autor)



Aunque por fortuna se había arrepentido y echado atrás en un par de ocasiones de arrojarse por una ventana o por un puente. En el fondo no deseaba eso en absoluto. Solamente quería huir de su penosa manera de vivir. Lo único que la hacía sonreír era visitar de vez en cuando a sus sobrinas, las pequeñas Alusa y Minara y compartir con ellas unos momentos. Viéndolas tan llenas de vida y tan felices. Después debía volver a enfrentarse a su propia realidad. Para superarla tenía que refugiarse en su trabajo y decirse que su misión era la de lograr que se hiciera justicia con aquellos casos que denunciaba.  Y el continuar adelante la obligaba a sacar fuerzas y sueño de donde no los tenía, y  por ese terrible sentimiento de soledad y vorágine reincidió nuevamente. Esta vez pasó a los estimulantes y más tarde al plagen. Ahora, se miraba bajo aquella máscara de buen maquillaje, pulcro y elegante aspecto y no veía nada. Se sentía como una cáscara vacía en la que ya no latiese un corazón. Pero pensaba una y otra vez en lo que Minako, Asthel e Idina, le habían dicho. Y al fin estaba convencida y lista para seguir sus consejos. En lugar de compadecerse de sí misma y renunciar a todo, quería darle un propósito mejor a su vida, anhelaba estar en paz. Ayudarse a sí misma y quizás luego a los demás. Por fortuna, los confortantes ánimos de su prima la arropaban y también los que Asthel le diese. Aquel chico era una persona muy especial y deseaba confiar en sus palabras. ¡Quizás aun no fuera demasiado tarde para ella!...



-Sí. ¡Tengo que conseguirlo! …Debo hacerlo no solamente por mí, sino por todas las personas que me quieren. No puedo fallarles a ellos y sobre todo a mí misma. - Se dijo con renovada determinación.- Será la lucha de mi vida.



Y así pasaron los días, Katherine recurrió a su mejor voluntad. Fue difícil pero pudo mantenerse sin apenas más dosis de plagen. Hizo su reportaje y pudo disfrutar del cariño de sus parientes y amigos. Cuando ya tenía que marcharse se despidió de todos con emotiva gratitud, especialmente de Asthel y de Idina, volviendo a la Tierra. Allí quiso ir enseguida a ver a sus padres. Tal y como prometió ante su prima les contaría la verdad y, de ser necesario, entraría a desintoxicarse en una clínica. Ya no le importaba nada más, ni la fama, ni el trabajo. Únicamente anhelaba estar con su familia y tener su apoyo y su cariño para salir de aquel infierno para siempre…



-Sí, sé que lo conseguiré.- Se decía para animarse en aquella dificilísima empresa.-



Por otro lado, en recompensa a su brillante labor, Leval, fue encargándose cada vez de más responsabilidades, siendo la mano derecha del general Tirel. Mientras eso acontecía, en Bios se produjeron manifestaciones de uno y otro signo respecto a la libre entrada al planeta. Se sucedieron demostraciones de apoyo o repulsa hacia los soberanos de la Tierra. Asthel por su parte, ajeno a todo eso, iba a cenar a casa de Madeleine. Había tenido que aplazar la invitación a causa de ayudar a su padre en la investigación contra el Loten. Los padres de su novia lo entendieron y además de eso ahora tenían a ese joven en un gran concepto. Cuando el muchacho llegó Madeleine le abrió la puerta. Su novia llevaba un vestido muy bonito de color blanco. Asthel la contempló con admiración y la besó, aunque esta vez en una mejilla, por si sus padres estuvieran observando...



- Hola, ¡estás preciosa! - la halagó de forma muy sincera. -

- Gracias.- Sonrió la chica añadiendo con jovialidad -, pero no te quedes en la puerta, pasa...



Hizo entrar a Asthel que llevaba las manos a la espalda. Las mostró entonces llevando dos ramos de flores.



- Para ti y tu madre - le dijo el muchacho que explicó. - Es una costumbre del país natal de la mía. El invitado debe traer un regalo a las anfitrionas.



            La madre de Madeleine, casi tan alta y rubia como su hija, aunque algo entrada en carnes y de pelo más corto, salió de otra habitación y saludó al muchacho. Llevaba una discreta pero impecable falda beige con una blusa azul, sonrió encantada cuando vio las flores...



- Eres un chico muy amable muchas gracias. ¡Anda, pasa y siéntate a la mesa!, cenaremos enseguida, voy a llamar a mi marido.



            Estela se fue por donde había entrado, mientras Asthel y su hija se sentaban. Madeleine aprovechó el momento para decirle al muchacho con tono muy alegre.



- ¡Mis padres te admiran mucho, cuando les conté que habías intervenido para acabar con esa red de tráfico de Loten pensaron que eras un héroe!...

- No tenías que habérselo dicho a nadie. Era un secreto oficial.- Le reprochó Asthel agregando con mayor desenfado ante el gesto sorprendido y pesaroso de la chica. - ¡Bueno, no  pasa nada, si no has dado muchos detalles!



Ella suspiró  aliviada, negó rotundamente con la cabeza. Lo cierto es que tampoco sabía más. Su novio asintió con aprobación, ¡menos mal que él tampoco especificó mucho! Madeleine era una chica estupenda pero hablaba demasiado a veces. A decir verdad, era difícil que mantuviera un secreto. Quizás lo único que nunca había contado a más personas aparte de su familia y a la propia madre del chico, fue el modo en que Asthel la hacía viajar a veces por esos mundos tan sorprendentes, ¡pero claro! Se arriesgaba a que la tomasen por chiflada y su novio contaba con eso.



- Ya verás, ¡seguro que te preguntan como lo hiciste!....-  le advirtió Maddie que también ardía en deseos de saberlo.



Antes de que Asthel pudiese responder los padres de  su novia aparecieron y se sentaron. El padre, alto, de pelo castaño, bigote frondoso, aspecto recio y corpulento, vestía una camisa verde y un pantalón oscuro sin demasiadas concesiones a la elegancia y le dio la mano muy complacido mientras se presentaba.



- Hola, me llamo John Langley, muchacho. Mi hija nos ha contado que eres un héroe...por esta vez no me enfadaré contigo al aplazar esta cena...

- Gracias señor. Soy Asthel Malden, encantado - dijo él algo tímidamente. -



John hizo un asentimiento de cabeza, dando a entender que ya sabía de sobra su nombre. Entonces intervino Madeleine, mirando a su cortado novio de reojo.



-Íbamos juntos a la guardería, a la clase de la señorita Idina.



            Y como el padre de la chcia la observó con perplejidad, este enseguida dijo.



-Siendo tan pequeño no creo que se acuerden de mí.- Sonrió el chico.-

-Claro.- Convino Maddie algo ruborizada.-

-Es normal, hija. Habéis cambiado mucho, y sobre todo crecido.- Sonrió Estela, afirmando.- Asthel es un auténtico chicarrón. Has sabido escoger muy bien. ¡Además de grande, guapo y valiente!  - Se rió divertida, haciendo que su esposo sonriera.-



            Aunque los dos adolescentes se pusieron rojos hasta las orejas. Fue la envarada Madeleine quien comentó, refiriéndose ahora a las hazañas de su novio.



- Papá, mamá, no lo contéis a nadie ¿vale? Al pobre Asthel le acosarían y no quiero que ninguna otra chica se le acerque.

- Tranquila hija, ¡será nuestro secreto! - Prometió su madre riéndose para dirigirse al chico. - Bueno Asthel come, no hagas cumplidos.- Y le sirvió un plato de sopa de marisco de primero. -



            El invitado comió con apetito, eso le gustó a Estela. La verdad es que era una madre a la antigua, de la opinión de que los chicos deben comer y eran tan  grandes como su invitado, más. Madeleine  miraba y sonreía. Su padre le hizo un gesto a la chica de que comiese también. Al terminar, la anfitriona le trajo un filete con patatas, era bastante grande, pero afortunadamente Asthel tenía hambre. John asintió complacido y dijo con aprobación corroborando la tesis de su mujer.



- Vaya, tienes buen apetito, eso está bien. Al ser tan grande, tienes que llenarte del todo. Y como yo siempre digo, a las cenas se viene a cenar, no para hacer vida social. Sobre todo en las familiares.



Asthel no pudo evitar pensar que su abuela Esmeralda no estaría muy conforme con esa apreciación. Más le valdría no tenerles sentados en la misma mesa. Circunstancia que quizás, con el tiempo pudiera producirse.



-Eso quizás merecería la pena que lo consultase en el libro.- Pensó con una mezcla de irónico humor y algo de apuro.-



Entre tanto, Maddie reprobaba a su padre entre risas.



- Papá. Ni que Asthel fuera un cerdito, ¡parece que le estuviéramos cebando!



John ignoró el comentario y le dijo a su invitado ahora en tono más serio.



- De todo lo que he oído que has hecho, lo que más te agradezco es que sacases a mi hija de ese grupo de locos de los Pro apertura. Eres un chico con seso y hoy día no se encuentran muchos como tú.

- Vamos John, deja ya ese tema. - Le pidió Estela viendo, por el rostro demudado y molesto de su hija, que los nubarrones de tormenta podrían cernirse de un momento a otro sobre esa hasta entonces, agradable cena, y agregó con tinte maternal y conciliador. - Vamos a olvidarlo...

- Pero el chico tiene que saber que le estamos muy agradecidos, mujer. ¿Qué hubiese sido de nuestra hija si no es por él? - Insistió John a modo de clara pulla contra Maddie. -

- Papa, no empieces,- intervino la aludida molesta al argüir a su vez - Los pro apertura no son los malos de la película, ni los culpables de todo.

- Hija.- Repuso John tratando de hacerlo con calma. - Esa gente es la que se manifiesta y sabotea todo lo que puede, aquí, en este planeta. Además, estaban metidos en eso de las drogas...

- ¡Eso no es cierto! ,- rebatió Maddie con evidente malestar - lo que ocurre es que algunos de los que iban a los mítines consumían Loten. Eso lo hacían también muchos de los anti apertura y otra gente, ¿verdad que sí, Asthel?



            El pobre muchacho no sabía que decir, una de dos, o molestaría a Madeleine o al padre de ésta. Por suerte Estela intervino a tiempo de ahorrarle una decisión.



- Se acabó, dejad al pobre chico en paz, ha venido a conocer a la familia y se va a encontrar metido en esa estúpida discusión. Así que basta de política por hoy. - Les reprobó tanto a su esposo como a su hija que bajaron la vista al plato en tanto Estela añadía dirigiéndose al cortado muchacho en tono muy amable y desenfadado. - ¡Hijo, tú no hagas caso!, siempre que sale el tema de los pro apertura o de los reyes de la Tierra, acaban discutiendo.



            Asthel esbozó una sonrisa y John dijo ahora de modo conciliador...



- Perdona muchacho...es culpa mía. Dejemos el tema - comentó para querer saber con patente interés.-  ¿Qué tal vas en tus estudios? Tengo entendido que estás en la clase de al lado de la de mi hija.

- Sí señor. - Asintió él, aliviado por dejar el otro tema. - Voy bien, gracias....

- Y ¿hacías deporte, verdad? - Terció Estela para darle de que hablar. - Madeleine me dijo que estabas en el equipo de baloncesto del instituto...

- Sí,- corroboró ahora con creciente entusiasmo - y este año seguro que quedaremos en un buen lugar. Hemos hecho una gran plantilla, nuestro entrenador dice que incluso podríamos ganar el campeonato...



El padre de Maddie parecía estar cada vez más encantado con ese muchacho y así lo expresó.



- ¡Eso está muy bien, eres un chico completo! Me alegra ver que mi hija ha tenido suerte contigo. ¡Cuídamela bien, eh! – Exclamó John bromeando, aunque Asthel podía intuir que no tanto como parecía. -

- Papá, por favor, le estás avergonzando...- intervino Maddie bastante envarada también -...



            El chico sonrió de forma tímida, siguieron charlando de cosas relativas al instituto. El padre de Madeleine, haciendo honor a su condición de tipo parlanchín, le contó que él había sido uno de los trabajadores técnicos que ayudaron a terraformar Bios y que admiraba mucho al propio padre de Asthel por mantener el orden y el respeto a las normas.



-Sí señor. Tu padre es un tipo íntegro. Ha sabido tratar a esos agitadores. Si se presentara a alcalde o presidente, contaría con mi voto.- Afirmó.-

-Gracias, señor Langley.- Repuso el joven con más desenfado, asegurando.- Se lo diré.

-Llámame John. -Le indicó afablemente su contertulio.- Sí, hay que reconocer que personas como tu padre y tú sois muy valiosas. Igual que nuestros soberanos… ¡Todavía recuerdo aquello! Estela estaba esperando a Maddie entonces. Mis padres me contaron lo que pasó en la Tierra. La reina Serenity nos libró de una buena, y todavía tiene que haber algún idiota que la critique. Te diré algo, no soy demasiado religioso. Pero a esa mujer sí que la rezaría.

-Papá. Por favor.- Terció Madeleine.- Creo que ya le han agradecido con creces lo que hizo. Si es que lo hizo…

-¿Cómo que si es que lo hizo?... Escucha hija. Tú no estabas allí cuando pasó…

-Ni tú tampoco.- Le recordó ella.-

-Pero tus abuelos, sí...-Afirmó su padre.-

-Bueno.- Interrumpió Estela, cortando aquello como si hubiera empleado un hacha.- ¿Te apetece postre, Asthel?...- Le preguntó al envarado invitado en tanto fulminaba a su esposa y a su hija con la mirada.-

-Sí, gracias…- Pudo decir tímidamente el chico.-



Por suerte padre e hija decidieron aparcar ese otro tema de conflicto y no chocaron más. Así transcurrió lo que quedaba de cena. Después del postre charlaron otro buen rato o más bien el padre de Maddie dio una disertación sobre los jóvenes y los pocos valores que estos respetaban ya. Eso sí, exceptuando a Asthel quién, como no podía ser de otro modo, le dio unas educadas gracias y sonrió sin parar, (para sonrojo propio y de su novia). 



-Necesitamos más jóvenes como tú. Serás quien nos releve en el cuidado de este planeta.- Sentenció su anfitrión.-

-No sé si Asthel querrá presentarse a las elecciones.- Bromeó ahora Maddie.-

-También le votaría.- Se rio John.-



Y se levantó muy ufano dándole una palmada al chico que casi se atraganta con el postre ante el rubor absoluto de Madeleine que no sabía dónde meterse. La madre de ésta contribuyó al mismo al declarar en un sin fin de ocasiones la buena pareja que hacían los dos.



-Seguid así, pero sin prisas.- Les comentó ella añadiendo con jocosidad.- ¡Que todavía soy joven para ser abuela.-



Incluso Asthel estaba totalmente colorado, ni él ni Maddie se atrevían a cruzar las miradas. Pero por fin, aquella especie de prueba terminó.



-Se está haciendo un poco tarde.- Se atrevió a decir el chico.-

-Sí, claro, te hemos entretenido mucho.- Sonrió tiernamente Estela.-

-No, que va, lo he pasado muy bien.- Acertó a responder Asthel todavía ruborizado.-



            Se levantó con el permiso de sus anfitriones, y Madeleine entonces les comentó a sus padres.



-Voy a acompañarle un trecho.

-Claro.- Convino John, alegando con jocosidad.- ¡Pero no os entretengáis mucho, tortolitos!



Ambas jóvenes esbozaron sonrisas de circunstancias. Al fin, Asthel junto con Madeleine fue a dar una vuelta con esa complacencia de los padres de ella que la juzgaban segura con semejante acompañante y la verdad sea dicha, ¡los chicos estaban locos por salir de allí!



 

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