Pasadas un par de semanas, y tras
las actuaciones combinadas de las justicieras y las autoridades, las bandas del
tráfico de loten en Bios habían sido desarticuladas en un golpe tal que de
seguro les llevaría mucho tiempo el recuperarse. Al cabo de unos días más Leval
fue condecorado y oficialmente ascendido a supervisor militar de Bios. Su
familia y amigos, visiblemente orgullosos, asistieron a esa ceremonia. Al
concluir, todos le dieron la enhorabuena. Él, no tardó en acercarse a su
esposa, a Sandy y a Idina que estaban en ese momento charlando con Michael y
Coraíon.
La partida para el viaje de invierno
Título de la diapositiva
La partida para la caminata digna de distancia
En dirección a la carretera
Adiós a todo eso
Rumbo a la sobrecarga automática
De pie en el bote
De pie en el columpio
Esperando el sonido y la luz brillante
A la espera de ser reconocidos
Un simple plauso silencioso hará
Que te bañen con las flores cuando te entierren
Estás soportando en
Estás soportando el......
Justo cuando pensaba que había visto el último de los que
Vienes aquí a acosarme a mi puerta
El dolor y la ira en la oscuridad gritando
De cada corredor de camino
Así que me contara más
Sobre el amor que le rechazó
Quiero saber más sobre la confianza que me faltó el respeto
Yo todavía no sé
¿Por qué has herido al único ser?
¿Por qué has herido el único ser que deberías haber protegido?
No me preguntes por qué estoy haciendo esto
No lo entenderías
Estás haciendo las preguntas equivocadas
No podía entender
Un puente no es un lugar tan alto
En la planta 52a
Ícaro sabría
Una montaña no es tan alta para caer
Una vez que has caído
Hay un asesinato en la calle
Soy cenizas en el agua ahora
A lo lejos
He caído
He caído
De la Luna
La caída de...
-Vosotras deberíais ser
condecoradas también.- Afirmaba Michael.-
-Es lo que tiene el mantener
nuestra identidad de justicieras en secreto.- Le respondió su mujer.- No
podemos aceptar ese tipo de honores.
-Una lástima.- Suspiró Sandy con
humor, afirmando.- Una de esas medallitas me quedaría muy bien en un colgante.
-Pero podríais ir como
justicieras, Nadie os reconocería.- Les sugirió Coraíon.-
-Preferimos no correr ningún
riesgo innecesario.- Declaró Amatista, agregando.- Hemos hecho lo que debíamos
hacer. No esperamos más recompensa por ello que el haber podido ayudar a
encerrar a esos delincuentes.
-Así es, tenemos a nuestros hijos
y a todos los demás habitantes de Bios a salvo de las drogas. Eso es
importante.- Convino Idina.-
-La verdad, Michael tiene razón.
Vuestra ayuda ha sido fundamental. Lástima que no tengáis el reconocimiento que
merecéis.
-Nuestras madres siempre
cumplieron con su deber, sin esperar nada. Idina tiene razón, Con ver a
nuestros hijos y al resto de la población a salvo, nos consideramos más que
pagadas. - Repitió Amatista con el asentimiento de la aludida y de Sandy.-
-Lastima que Kat tuviera que irse
a la Tierra, a pedir autorización a su cadena de televisión, para hacer un
reportaje en profundidad. Le hubiera gustado grabar esta ceremonia.- Comentó
Idina.-
Así
es, su amiga y compañera se despidió de ellos haría un par de semanas,
asegurándoles que regresaría pronto.
-Y ahora, Leval. ¿Te tendrán que
trasladar?- Quiso saber Coraíon, que también había asistido con su esposa.-
-No, ahora estaré a las órdenes
del general George Tirel. El sucesor de Strips.- Contestó este.-
Su nuevo oficial al
mando mostró de un talante bastante liberal, acababa de llegar de la Tierra haría
unos días, y apenas había tomado posesión de su cargo. La primera impresión que
tuvo Leval fue francamente buena. Al parecer confiaba plenamente en él. De
hecho se pasó a felicitarle tras haberle impuesto la condecoración. Leval y su
familia se habían despedido ya del resto de amigos y parientes y estaban listos
para volver a casa. Al ver acercarse a su superior saludó de inmediato, aunque
ese hombre, de cabello cano, estatura media y delgado, sonrió haciéndole un
gesto desenfadado. Al ver a la familia de su subordinado.
-Por favor, descanse usted,
coronel. ¡Solamente veía a darle mi enhorabuena!
-Gracias señor.- Repuso este con
agrado.-
Leval
le presentó a sus familiares y el
general Tirel les saludó con afabilidad.
-Celebro conocerles, son ustedes
pioneros en este planeta por lo que sé. Y han hecho valiosísimas
contribuciones a su habitabilidad.
-Mi esposa y la doctora Wallance
son las directoras de las Fairy Five.- Le contó Leval con visible orgullo.-
-Es un honor para mí.- Afirmó el
general, dirigiéndose a Amatista ahora.- Su marido es un magnífico oficial, su
consejo y ayuda me serán realmente necesarios.
-Seguro que él le ayudará en todo
lo que pueda.- Repuso una sonriente Amatista, a la que ahora se unieron Asthel
y Maray.-
Los
niños fueron presentados y Tirel, mirando con aprobación y sorpresa a Asthel,
comentó.
-El coronel Logan y el general
Braem, me hablaron sobre un joven que les prestó una inestimable colaboración
para acabar con esa red criminal. Me parece que se referían a ti, muchacho.
-Me limité a ayudar en lo que
pude.- Afirmó modestamente el chico.-
Sus
padres le dedicaron unas miradas de gran orgullo y satisfacción. Incluso más
cuando el propio Tirel le propuso.
-¿No te gustará entrar en la academia
militar? Podrías ser un excelente oficial.
-Me temo, señor, que ingresar en
el ejército no es mi destino. Me gusta más el estudio del universo.
-En eso, mi general, ha salido
más a mi mujer que a mí.- Terció Leval.-
-Bueno, esa también es una muy noble
vocación. - Declaró Tirel quien dirigiendo su atención a Maray inquirió.- ¿Y
esta bella señorita? A lo mejor la podemos convencer de que se una a nosotros.-
Sonrió.-
La
aludida esbozó una sonrisita tímida y se apartó un poco. Fue su madre quien,
afablemente respondió.
-Creo que mi hija únicamente
desearía desfilar por una pasarela de modelos.
-Quiero ser modelo como mi
abuela.- Convino entonces la muchacha.-
-¿Tu abuela?- Repitió el
general.-
-Es Esmeralda Deveraux.- Le contó
la niña, más animada ahora.-
-¿De veras?- Se sorprendió Tirel,
afirmando con desenfado.- Mi modelo favorita cuando yo estaba en la academia.
Ya decía yo que eras muy bonita.-
Maray
se puso colorada, sus padres y Asthel rieron. Charlaron un poco más con ese
simpático militar quien se despidió notificándole a Leval que tendría un
permiso de varios días. Antes de irse, remachó.
-Disfrútelos con su maravillosa
familia, coronel.
Y tras ese evento,
todos se volvieron a sus casas. Pasaron unos cuantos días más de tranquilidad y
del planeta madre llegó una unidad móvil de la televisión para hacer un
reportaje sobre los últimos sucesos y la presentadora era ni más ni menos
que...
-Hola. ¿Hay alguien? - Se oyó una
voz masculina en el exterior.-
Y
es que Amatista estaba en casa descansando de la agitación de esos últimos
días. En eso que llamaron a la puerta. Ella miró a través de la cámara del
telefonillo y vio a un hombre y una figura femenina tras él que no era
visible...el individuo entonces se identificó por ambos.
- Somos de la televisión.
¿Podemos entrar para hacerle una entrevista?...
- No creo que ahora sea un buen
momento – repuso ella que se encontraba desarreglada y con el comedor a medio
limpiar con los droidos aspiradores, añadiendo. -¿No podrían volver mañana?...
- Por favor.- Escuchó insistir a
una voz femenina. - Acabamos de llegar de la Tierra y nos gustaría hablar con
usted. Hemos hecho un largo viaje y tenemos poco tiempo...
- Está bien, - cedió su
interlocutora a quién la voz de esa mujer le resultaba muy conocida y sonrió. -
Les abro.- Avisó.-
Y entornó la puerta
con cuidado. El hombre, con una cámara portátil sobre el hombro, comenzó a
tomar un plano de ella que se quiso resguardar al no juzgarse presentable, pero
la mujer dijo con tono jovial, mientras se mostraba ante Amatista.
-¡Basta ya Billie, vas a asustar
a mi amiga!...
- ¡Katherine!, ¡eres tú!, ¿qué haces
aquí? –Exclamó su interlocutora.-
Desde luego sobre
actuó un poco fingiéndose sorprendida y muy contenta dado que de común acuerdo
con Kathy y el resto habían decidido que lo mejor sería hacer esa especie de
representación, para salvaguardar en lo posible sus identidades. De hecho, para
la cadena en la que ésta trabajaba, constaba que acababa de llegar a Bios
apenas hacía un par de días. Y en eso al menos no mentía. Kathy tuvo que volver
a la Tierra de forma discreta ayudada por su hermano Mazoui y pedir permiso en
su cadena de televisión para que su cámara de confianza la acompañase. Aunque
hizo ese viaje para mantener una coartada de modo que nadie sospechase quién
era realmente la Dama del Trueno. Obviando que ya estuvo anteriormente en el
planeta.
- Pues sí - respondió entonces
Katherine abrazándola cariñosamente mientras le preguntaba para hacer más
creíble aquello delante de su cámara. - ¿Cómo estás, Amatista? ¡Me alegro tanto
de verte! , hace ya mucho tiempo que no coincidíamos, ¿eh? Anda Billie, deja
eso ya…-Pidió a ese tipo que la acompañaba.-
Billie, un
hombre blanco de mediana edad, porte atlético, pelo moreno, ojos oscuros y
rasgos amables, las observaba divertido. Dejó la cámara a un lado ya que la
representación de la broma ideada por su jefa, que le pidió acudir así para
“sorprender” a su vieja amiga, había terminado. Al menos eso creía él. Entre
tanto, Amatista declaraba con alegría y emoción.
- ¡Sí, es verdad! Hacía una
eternidad que no nos veíamos en persona. ¡Tú estás preciosa y muy elegante! –
La halagó.-
Y no era para menos,
en eso desde luego era sincera. Unida a su belleza, Katherine llevaba para esta
ocasión un vestido de los más caros de la colección de la casa Deveraux, de
colores pastel y castaños que hacían juego con su pelo cobrizo. Así se lo
indicó su amiga.
-Ese es de la colección de mi madre.- Comentó al
reconocerlo. –
-Es verdad. Me lo regaló cuando
le hice una entrevista en París, un reportaje sobre el mundo de la moda y la
competitividad del sector. Entrevisté a algunas de sus jóvenes promesas
entonces, Sonia Calderón o Mirna Lidle. Por cierto, a tu madre le encantó cuando
destapé algunas irregularidades de la casa Goldpier.
-¡Sí! - rio Amatista recordando.-
Son los mayores rivales de la casa Deveraux. Desde los tiempos de su fundadora.
Mi madrina, Alexandra Annette Deveraux.
-¡Por eso tu madre me regaló éste
vestido y después media colección!- Rió la periodista.- Recuerdo que me contó
que tu madrina fue su mentora y que la acogió como a una hija. Cuando empezó
esos tipos de Goldpier hasta le robaron sus primeros diseños… ¡No se lo
perdonará nunca! Por eso, fue sacar mi reportaje de investigación sobre ellos,
hacer que les imputasen por algunos fraudes al fisco e irregularidades y
Esmeralda ofreció vestirme de por vida. ¡Ja, ja!
-No me sorprende. Un poco más y
te adopta.- Repuso su amiga, bastante divertida, para agregar con un suspiro,
no pudiéndose saber a ciencia cierta si de pesar real o simulado .- Y pensar
que yo siempre me negaba a ponerme nada suyo. Solamente porque era mi madre. Al
final todas vais a tener más modelitos Deveraux que yo…supongo que me está bien
empleado…
Y
tras reírse un poco a causa de aquello, la reportera retomó la conversación.
-¿Dónde están Leval y vuestros
hijos? - Quiso saber Kathy. -
- Los chicos en el colegio y
Leval está muy ocupado,- le comentó su interlocutora explicándole a grandes rasgos.
-Tiene que reorganizar toda la vigilancia de Bios. Casi no hemos salido aun del
ajetreo de la lucha contra las bandas de Loten y vuelven a darnos problemas los
pros y los anti aperturas.
- Para eso, entre otras cosas, he
venido aquí. - Le desveló Katherine. –Tras los hechos que denunciamos del
tráfico de drogas tengo que hacer un reportaje sobre Bios, su actualidad y lo
que está ocurriendo con esos movimientos.
- Siéntate ¿Quieres tomar algo? -
Le preguntó Amatista de forma solícita
para dirigirse al operador de cámara de la misma manera también. - ¿Y usted?,
por favor, siéntese y disculpe mi falta de educación, al ver a mi amiga me
olvidé por completo de que venía acompañada. – Y apuradamente le indicó un
sillón, Billie obedeció en tanto su anfitriona le inquiría con amabilidad - ¿qué le apetece?
No
obstante, ambos negaron educadamente con la cabeza....
- No te molestes, gracias. - Le
dijo Kathy que añadió. - Quería pasar a veros, pero tenemos que irnos pronto...
-¿Y cómo están las cosas en la
Tierra? - Se interesó su contertulia. -
- Cada vez más enredadas.-
Suspiró Katherine haciendo un somero resumen de lo que su amiga ya sabía, para
remachar. - Los pro aperturas son ahora muy influyentes. Estarás informada de
que en menos de dos años se abrirá la migración a Bios. Quiero saber que opina
la gente de aquí de eso. Y sobre otras cosas…
- Por desgracia hay mucha
inmigración clandestina.- Le explicó Amatista. - Gentes que vienen engañadas y
les dan a ganar mucho dinero a tipos sin escrúpulos. Mafias que trafican con
personas. Hemos acabado con el Loten...bueno, me refiero a las autoridades,
claro.- Matizó con una leve y cómplice sonrisa hacia su prima que esta de inmediato
comprendió, asintiendo. Amatista entonces remachó con tono de indignación.-
Pero la explotación humana es otro problema muy importante también...
- Me hago cargo, ¡pues eso es lo
que hay que denunciar! - Respondió su contertulia con energía. -Quiero hablar
con Leval para que me dé su opinión. Con mi hermano ya he hablado, me contó
algo de la operación que llevó a cabo junto a tu marido. Pero obviamente eso,
por vuestra seguridad, no lo airearemos de forma explícita.
Y era cierto, cuando
ella avisó a su cadena de televisión les dijo que había recibido un soplo de
una de sus fuentes en Bios, ¡Pero no de que ella misma hubiera estado allí!,
les pidió que le enviasen a un cámara. Al principio le aseguraron que Billie,
su hombre de confianza, no estaba disponible pero que le mandaban a otro. Kathy
prefirió esperar. Estando en la Tierra sería
más inteligente prepararse mejor para realizar un reportaje de calado.
Tuvo tiempo de ver también que las cosas en el planeta comenzaban a tensarse
por motivos de política y problemas de inmigración. A parte de por otras cosas
que deseaban comentar con su amiga en privado. Después de visitar fugazmente a
sus padres llamó a su hermano que se alegró de escuchar que todo había ido
bien. Lo cierto es que Mazoui sabía por Amatista como se desarrolló todo el
tema de las andanzas de las justicieras, pero agradeció que su hermana le
corroborase las cosas. Kathy le aseguró que ella estaba bien, aunque no quiso
extenderse, con ese sexto sentido que su hermano tenía pudiera ser que percibiera
en lo que había sucedido con ella. De todos modos la mujer pensó que sería
mejor hacer creer a su emisora que era ajena a lo ocurrido en Bios y que iría a
entrevistar sobre el terreno a los máximos responsables de esa operación
policial. Con su cámara delante no podía contarle eso último a su compañera. En
eso pensaba justo cuando ésta habló.
- Gracias Kathy, eres una amiga.
– Le sonrió Amatista que conocía de sobra la profundidad y prestigio de los
reportajes de su ex compañera de grupo y aventuras, añadiendo de seguido. - Por
cierto, tengo más cosas que contarte...- se tocó el collar y Katherine
comprendió que tampoco podrían hablar de eso delante de su cámara, sobre todo
cuando Amatista agregó. - Ven a cenar
esta noche conmigo y el resto de la familia, avisaré a Idina y a Sandy...
- Me parece estupendo,- sonrió
ésta que ya miraba su costoso reloj de pulsera para añadir. -Quedamos para la
noche, ahora tenemos que marcharnos. Vamos a rodar un poco los exteriores del
planeta para el reportaje.
-Muy bien, encantada de
conocerle.- Sonrió la anfitriona al cámara.-
-Lo mismo digo, señora Malden, y,
si me lo permite, le diré que es usted tan hermosa como su madre.- Afirmó
cortésmente Billie.-
-¡Pues claro que se lo permito! -
Se rió la interpelada.- Gracias.
Y tras esas palabras
Amatista les escoltó hasta la puerta. En cuanto Katherine y su cámara se
fueron, la dueña de la casa no tardó en llamar a sus amigas para invitarlas a
cenar. Por su parte, Kathy y Billie se dirigieron al deslizador que habían alquilado
para llegar hasta allí.
-¿Por dónde quieres empezar?- Le
preguntó el cámara.-
-Bueno, vayamos al centro de
Vitae y tomemos algunos planos, abriré el reportaje delante de la sede del
gobierno.- Le respondió su interlocutora.-
Tras
arrancar el vehículo Billie le comentó, con tintes de admiración.
-Tu amiga es muy simpática. Y
bastante más accesible y natural de lo que pensaba. La imaginaba algo más diva
cuando la veía en la holo televisión cantando contigo en las Justices.
-Amatista es una mujer realmente
estupenda.- Le contó Katherine, añadiendo en confianza.- Si eres honesto y leal
con ella te corresponderá de la misma manera. ¡Pero ni se te ocurra hacerla
enfadar! Ahí donde la ves, es cinturón negro de kárate.
-¡Vaya!- Resopló su
contertulio.- Bueno es saberlo por si
nos metemos en algún lío.
Kathy
simplemente se rio, su compañero de trabajo era un tipo realmente simpático y
agradable. Suspiró también pensando divertida que lejos estaba de imaginar que
su amiga Amatista era la Dama del Viento y que ella misma era la Dama del
Trueno. Aunque desde luego, si en algo tenía Billie razón era en eso. Si
tuvieran que pedirle ayuda a Tist, allí estaría. Siempre se podía contar con
ella, igual que con el resto de sus compañeras justicieras. Pensando en ello
Kathy ensombreció un poco su expresión, se juzgaba a sí misma la menos de fiar.
Aquella maldita dependencia de las drogas la estaba destrozando.
-¿Te ocurre algo?- Le preguntó su
compañero.- Te has puesto pálida, Kat.
Y
es que su rostro debió de translucir aquellos reproches internos, pero Kathy
estaba más que acostumbrada a fingir, enseguida sonrió moviendo la cabeza para
contestar con tinte aparentemente jovial.
-Solamente estoy cansada. Y pienso en ver a mis amigas esta noche. Lo
que le dije a Amatista es verdad. Hace bastante que no nos reunimos
sencillamente para charlar de la familia y de los viejos tiempos, lo echo mucho
en falta.
-Claro. Te entiendo, apenas veo a
mi esposa y a mis hijos últimamente.- Convino Billie, quien sin embargo, mejoró
su tono para sentenciar, entre resignado y un poco agradecido también.- Pero es
nuestro trabajo, y nos encanta…
Su interlocutora
asintió mientras el deslizador se perdía por las autopistas de Vitae. Entre
tanto, cuando Leval y los chicos
llegaron a casa, Amatista les
contó la visita de Kathy. Esta vez, claro está, como reportera. A todos les alegró
bastante. Esperaron con ganas el poder verla, sobre todo Maray, que sabía que
la amiga de su madre y prima de su padre, era una famosa presentadora de
televisión de la Tierra. Por fin se reunieron esa noche todas las familias en
un local que reservaron paren exclusividad a esa noche. Lo acondicionaron con
mesas y sillas e improvisaron una cena informal. Los críos tenían espacio para
jugar a sus anchas y charlar de sus cosas. Eso hicieron tras cenar. Entonces,
como hizo anteriormente con su amiga Amatista, aprovechando que en ese instante
estaban solamente entre adultos, Katherine les contó los pormenores de la
situación en el planeta madre. Eso preocupó bastante a todos...
- Así es,- dijo Kathy para
concluir su narración. - Hay constantes altercados y la gente está muy nerviosa
allí.
- No lo entiendo,- intervino
Leval. - Si saben que dentro de dos años podrá venir aquí el que quiera.
- Entre los anti apertura, una
facción reciente, al grito de, “salvemos la vieja madre Tierra”, se oponen a
una migración masiva,- le contó Katherine. -Tienen miedo a que se colonice Bios
y algún otro planeta como Nature y se deje a la Tierra como una especie de cubo
de basura gigante. En el que únicamente vivan los más pobres y desheredados.
- Eso no ocurrirá.- Aseguró
Coraíon, afirmando confiado. - La Tierra es el hogar de todos nosotros nuestros
orígenes, nuestros padres ¡Todo está allí!
- ¡Ojalá que mi madre esté bien!
- intervino Idina con voz preocupada y melancólica a un tiempo. -¡Hace tanto
tiempo que no la he visto!
- No te preocupes, cariño.- La
tranquilizó Michael. - Hace poco hablaste con ella, no puede haberle ocurrido
nada, además, no creo que sea para tanto. Y sabes que aún tenemos pendiente esa
visita. – Le recordó aludiendo al espejo que su amiga Nehie les dejara. –
La muchacha asintió,
por su parte Kathy quiso animarla para agregar.
- Tu madre está segura. Ella vive
en un sector aislado de esos problemas.- Convino con el marido de su prima,
agregando también según le contaba. - Pero se preocupa por el bienestar de
todos vosotros. La mía me lo contó, estuvo visitándola hace poco.
-¡Menos mal! - dijo Idina
aliviada – Si la tía Kalie estuvo con ella me quedo más tranquila. Aunque la
llamaré de todas formas, quiero saber de ella y espero que tengan noticias de
Alan...y de Lance...- Musitó tratando de recordar aquella especie de alucinación
en la que aparecía su hermano. -
- Tu hermano Lance es un chico
muy enigmático - intervino Sandy dándole a su voz un tinte de intriga al añadir.
-Nunca se ha dejado conocer. Ni tan siquiera yo he podido entrever apenas nada
de su personalidad.
- Sí, nuestro primo siempre ha
sido muy misterioso, casi tanto como tu tío Daniel y su esposa. Hace unos meses
hice un reportaje sobre ellos y sus investigaciones. – Le comentó Kathy que
afirmó ahora con cierto tonillo de retintín. – No sé, me pareció que se
callaron muchas cosas. Supongo que será por secreto profesional.
- Es cierto - admitió Idina. – Mi
hermano siempre ha sido muy reservado y algo retraído, pero logró colocarse
como director general de una importante empresa de inversiones y las cosas le
van bien, o eso creo, espero verle pronto. En fin - suspiró cambiando de tema
al hilo del último comentario de su prima.- ¿Y de qué trató el reportaje de la
tía Mimet y el tío Daniel...?..
- Inteligencia artificial y su
desarrollo tecnológico avanzado - repuso Kathy. - Fue muy instructivo, están
descubriendo grandes cosas...
-¿Por ejemplo? - Quiso saber
Coraíon, muy interesado siempre por ese tipo de cosas. -
-¡Ah! tendréis que ver el
reportaje...- repuso la reportera de forma simpática y todos se rieron. -
Sandy por su parte
había estado pendiente de esa muchacha durante casi toda la velada. Pese a su
sofisticación y forma de hablar más desenfadada notaba algo, aunque no sabía a
ciencia cierta qué. De todos modos no parecía muy serio. Decidió dejarlo estar,
con tanta gente y tantas emociones alrededor era incapaz de focalizarse en
ella. Por su parte, los chicos dejaron de jugar, sobre todos los mayores, se
acercaron a escuchar atentos la conversación de sus padres, querían saber cosas
de la Tierra. Al fin, Maray se animó a preguntarle a Katherine.
- Oye Kathy ¿Tú conoces a todos los famosos de la
televisión?...
- A muchos de ellos, sí.-
Respondió ésta que le preguntó a su vez con afabilidad. - Dime. ¿Te interesa
alguno en particular?
La chiquilla no se
atrevió a responder, estaba demasiado cortada. Fue Amatista la que intervino
respondiendo a su invitada aunque no con demasiado entusiasmo.
- Mi hija quiere ser modelo como
su abuela...pero es algo tímida.
- Pues con Esmeralda por abuela
no tienes nada de que preocuparte. - Le sonrió alentadoramente Kathy a la niña
agregando con jovialidad. - ¡Seguro que llegarás a ser una estupenda modelo!
- Muchas gracias. - Pudo
musitar la pequeña algo colorada. -...
Leval intervino
entonces dirigiéndose a su hija,
divertido.
- Cariño, ¡para ser modelo no
puedes ser tan vergonzosa! Todo el mundo te va a mirar. ¡Ja, ja, ja!
Todos
se rieron. Ahora la pobre Maray se puso roja hasta las orejas. Asthel y Granate
escuchaban divertidos y Tom y Loren, atraídos por las risas de los mayores a
ese comentario, le preguntaron a
Katherine otras cosas referentes a la televisión. Con paciencia y cariñoso
tono, ella les respondió lo mejor que pudo, porque algunas preguntas eran del
tipo de...
-¿Conoces a papá Noel? ¡Le he
visto en la tele! - inquirió la pequeña Loren muy emocionada. -¿Le has hecho
alguna entrevista?...
Katherine
sonrió de forma muy notoria ante la candidez de esa pregunta. Se enternecía con
aquella inocencia y entusiasmo propias de los niños y le dijo que sí. Lo malo
es que Loren, animada por esa réplica, comenzó a pedirle que le dijese a papá
Noel los regalos que tenía que traerle y todos se rieron. Apurada, Idina trató
de frenar a su hija.
-¡Loren, por favor! Para eso le
escribes una holo carta...
-¿Le puedes preguntar si puede
traer un perrito en su trineo?- Insistió la cría provocando nuevas sonrisas.-
-Cariño, en cuanto le vea te
aseguro que se lo preguntaré.- Afirmó afectuosamente Kathy.-
Así
transcurrió la velada. En un momento dado, los padres les comentaron a los
niños que se iban de allí, Amatista y Leval les ofrecieron su casa para tomar
un café y proseguir la conversación. Todos aceptaron. Al llegar les sugirieron
a los niños que fuesen a jugar al cuarto de Maray. Sin hacerse de rogar, ésta,
Granate, Tom y Loren se marcharon a entretenerse con otras cosas. Asthel siendo
ya bastante más mayor, prefirió quedarse con los adultos, que ahora si iban a
departir de temas más profundos si cabía.
-Bueno.- Suspiró Kathy
dirigiéndose al resto que ahora escuchaban aún más atentamente.- Veréis, lo que
os he contado de la Tierra respecto a los pros y anti aperturas no es el mayor
de los problemas…
-Imagino por donde vas. – Terció
Idina.- ¿Tiene que ver con los reyes, verdad?
-Así es.- Afirmó su
interlocutora.-
-¿Han habido más tumultos?- Quiso
saber Coraíon, con vivo interés.-
-Eso me temo.- Replicó Katherine
añadiendo.- Al parecer, los detractores de la familia real terrestre están
proliferando. Hay bastantes países que, como sabéis, no votaron a favor de su
proclamación, simplemente se
abstuvieron. Nadie entonces quiso atreverse a votar en contra. En ese momento
la deuda de gratitud era demasiado grande.
-Sí, y el apoyo de mi tío, el rey
del Planeta Nuevo Vegeta, tuvo también mucho que ver.- Agregó Leval.- Con
semejante poder del lado de los soberanos, nadie en la Tierra se hubiese
atrevido a levantar la voz con ninguna discrepancia.
-Pero la presencia de tu tío y el
resto no obedecía a ese propósito. - Objetó Amatista.- Venían a presentarse
como amigos.
-Tienes razón, pero ya sabes cómo
son los políticos.- Replicó su marido.- Supongo que creerían que todos esos
poderosos saiyajin allí eran una especie de indirecta, desde el punto de vista
diplomático.
-Como en los viejos tiempos.
Cuando se hacían esos desfiles paseando camiones con misiles nucleares, para
que los demás tomaran nota.- Convino Michael.-
-La disuasión perfecta para
cualquiera que no quisiera aceptar a los soberanos.- Remachó Coraíon con tintes
reflexivos.- Sabiendo que eran aliados de los reyes… cualquiera hacía enfadar a
un guerrero del espacio…¡no digamos ya a unos cuantos!
-Algo así.- Acordó a su vez Sandy,
que pudo comentar.- Lo que no comprendo es porqué, a medida que pasan los años,
la gente se vuelve más hostil hacia los monarcas. Debería ser al contrario.
-No, la razón es bien sencilla en
el fondo.- Les comentó Leval haciendo que todos le mirasen con extrañeza e
incredulidad, aunque enseguida lo comprendieron cuando les comentó.- Tras los
años que llevo metido rodeado de políticos y altos cargos he aprendido una
cosa. La gente siempre tiene anhelos y esperanzas de progreso y mejoría para
sus vidas y desea que se las satisfagan. Cuando la reina Serenity salvó la
Tierra creó unas expectativas altísimas. Muchas personas debieron pensar que,
al ser proclamada reina, abriría una especie de edad de oro que acabaría con
todos los problemas de la humanidad por arte de magia. De hecho, hace tiempo
que mi padre me comentó lo que le explicó mi suegro sobre el Cristal de Plata.
-Sí, aumenta la esperanza de vida
de la gente.- Completó más animadamente Amatista quién añadió, eso sí, con
tintes más desapasionados.- Pero claro, no soluciona otros problemas, como el
hambre, la desigualdad…
-Pero, si no recuerdo mal. Se
dejó bastante claro entonces que, ni ella, ni el rey Endimión, gobernarían.-
Comentó Idina.- No se les puede hacer responsables de todos esos problemas.
-Sí prima, pero eso la gente lo
olvida. Al final sólo saben que ellos son los reyes de la Tierra. – Replicó su
interlocutor.- Y que tienen poderes inmensos y no los utilizan para resolver
todas esas cosas.
-Y luego están las campañas de
difamación o publicidad mal intencionadas.- Agregó Coraíon.- Algunos tratan de
socavar aún más su imagen y la de las princesas.
-Eso de llamarles lunáticos e
insultar también a cuantos les apoyan es vergonzoso.- Aseveró Amatista con
patente disgusto.-
-No sé. A veces me preocupa mucho
lo que pueda pasar en la Tierra.- Declaró Leval, añadiendo. – Mi propia hermana
me ha comentado a veces que tuvo problemas, pero curiosamente ya no por su
orientación sexual, ni por su matrimonio con otra mujer. Bueno, de esos sigue
teniendo por el auge de ese movimiento neo religioso. Se ha visto involucrada
en muchos debates y juicios frente a ellos, representando a muchas personas de
su colectivo LGTBI. Pero lo que más le llama la atención a Ky es que muchos la
odian simplemente por su pertenencia a nuestra familia. Alguna que otra vez
nuestra madrina Ami se ha pasado a verles y en ocasiones eso no pasó
inadvertido para algunos medios. A mis padres y a Kerria les han llegado a
acusar de elitistas y de amigos de los lunáticos.
-¡Lunáticos! Vaya una forma de
llamarles.- Se molestó una vez más la esposa de Leval.- Esa gentuza que les
insulta de ese modo son además de incultos, estúpidos. En todo caso sería
selenitas…Después de lo que hicieron por todos nosotros, ¡valientes idiotas
esos detractores!
– Sí, por desgracia es
a lo que tú te habías referido antes, Amatista. Así llaman despectivamente a
los monarcas y a todos los del Milenario de Plata y personas que les son
afines.- Recordó Michael.-
Los
demás asintieron con pesar, desde luego que era injusto. Así Leval comentó con
pesar para remachar esa idea que todos compartían.
- Y mi madrina Ami, sin ir más
lejos, desviviéndose por ayudar a tantas personas desde su puesto en el
hospital. Cuando salvaba una enorme cantidad vidas gracias a la tecnología del
futuro nadie la insultaba. Pero, con el tiempo, también se han olvidado de eso.
-Pero cariño, vuestra madrina
estuvo trabajando como médico hasta hace bien poco.- Le recordó su mujer.- Aun
recuerdo cuando me ayudó a traer a Asthel al mundo.- Sonrió mirando con ternura
a su hijo que se puso algo colorado.-
- Hace años que lo dejó.- Le dijo
su esposo afirmando no sin pesar.- Siempre le gustó ejercer la medicina pero se
dio cuenta de que sus deberes como princesa planetaria iban más allá.
-Bueno, por lo que yo sé, ahora
colabora con la Organización Mundial de la Salud.- Les dijo Kathy.-
-Sí, está involucrada en esa
clase de organizaciones supranacionales al igual que el resto de las
princesas.- Añadió Coraíon.- Cada una abarca una parcela de responsabilidad.
Creo que suelen prodigarse en eventos sociales dedicados a recaudar fondos para
refugiados por guerras, catástrofes naturales, obras de ayuda a la infancia, y
esas cosas.
-Son muy buenas personas, y unas
magníficas guerreras, todas ellas. - Las alabó Idina recordando con particular
cariño a su madrina Rei, que tantas cosas le había enseñado.- Siempre han
velado por la Tierra y por todos los que viven en ella.
- Me hubiese gustado conocerlas a
todas en persona. - Intervino Sandy, realmente impresionada por todo cuanto
oía.- Solamente conozco a la madrina de mi marido y es una mujer realmente
admirable. ¡Cómo debe de ser la reina!
-Cualquiera de ellas podría ser
reina de un mundo entero y sería una soberana justa y bondadosa.- Sentenció
Leval, con el asentimiento del resto.- De hecho, son nominalmente princesas de
los planetas del sistema solar.
La morena científica
recordaba haber leído algo en las notas de su madre acerca de esas
guerreras. También su padre le contó
cosas, siendo ella pequeña. Le habló de unas fabulosas luchadoras por el amor y
la justicia. Ironías del destino, una hija de diablesa como ella había
terminado por ser parte del grupo de las justicieras. Aunque también oyó mucho
tiempo atrás que existían otras mujeres guerreras que eran incluso más
poderosas. Pensaba en ello en tanto escuchaba al resto dándose perfecta cuenta
de que era a las princesas y a la soberana Serenity a las que su madre se había
referido.
-Por lo que yo sé, cuando era
pequeña, mi madre también las apreciaba mucho. Si no recuerdo mal, alguna vez,
tres de ellas nos visitaron.- Comentó Amatista, afirmando en tanto trataba de
hacer memoria.- Creo que una de ellas era tu tía Setsuna, cariño.- Remachó
dirigiéndose a su esposo.-
-Sí, también la recuerdo en una
ocasión, yo tendría unos diez años, vino con mi tío a visitarnos alguna vez.-
Convino él.- Aunque fueron muy contadas…
-Mis padres eran muy amigos de la
princesa Júpiter. Que es mi madrina. - Intervino precisamente Coraíon
suspirando ahora con nostalgia.- Recuerdo que siempre que la veíamos mi hermano
Granate y yo estábamos encantados. Casi siempre nos hacía alguna tarta. Es una
mujer hogareña y encantadora. ¡Acordaos que incluso nos hizo ese enorme pastel
de boda a Sandy a mí! Y eso estando tan ocupada. – Declaró con nostalgia para
añadir no sin algo de indignación.- Creo que es muy injusto que las calumnien
así. Hay mucho desagradecido. ¡Ojalá pudiéramos hacer algo por apoyarlas!
-Seguro que algo se podrá hacer.-
Afirmó Idina añadiendo.- Por medio de Neherenia a veces he visto a Chibiusa y a
sus guardianas, las asteroides, pero ahora ya no vienen apenas. Creo que su
puesto está ya en el futuro. Nehie me explicó algo así como que deben ocuparse
de salvaguardarlo en tanto sus padres reinan aquí evitando que se den paradojas
temporales. Pero nosotros y otros muchos tenemos la capacidad de devolverles en
parte lo que han hecho por el mundo…
-A mí esas cosas siempre me han
vuelto loco.- Afirmó Michael moviendo la cabeza en tanto afirmaba.- No me
explico cómo es posible viajar en el tiempo. Y menos ir del futuro al pasado y
viceversa como el que toma el metro o viaja en avión.
Los
demás guardaron un significativo silencio. Quizás para ellos, acostumbrados a
ese tipo de prodigios desde hacía mucho tiempo, era algo normal. Sobre todo
Asthel que no había intervenido en la conversación. A decir verdad él sabía más
cosas pero también era consciente de que no era el momento, ni el lugar para
desvelarlas. Prefería escuchar a los mayores. Fue Katherine la que, retomando
las últimas palabras que había dicho su prima, les contó.
-No todo es tan malo como parece.
También hay un movimiento en favor de los soberanos planetarios. Incluso se han
hecho manifestaciones en su apoyo que han llegado hasta los límites del Palacio
de Cristal Tokio. La reina Serenity y el rey Endimión, así como las princesas,
lo agradecieron muy efusivamente…
- Me pregunto.- Reflexionó Leval,
ahora en voz alta en tanto los demás le escuchaban con atención, compartiendo
su inquietud.- En qué terminará todo esto. Espero que no se produzca un serio
conflicto en la Tierra. Las cosas se están polarizando demasiado, al menos aquí
puede empezar a percibirse algo parecido y eso me asusta…porque en Nature ya
han ocurrido cosas realmente terribles. ¡Ojala que eso no se repita en Bios!
-Sí.- Suspiró Sandy.- Hace ya
algún tiempo que hay altercados, espero que podáis aislar a los responsables.
-¡Ojalá fuera tan fácil! - Repuso
su interlocutor.- Pero tenemos que andarnos con muchísimo cuidado. Cualquier
acto que se salga de ciertos límites podría echar más leña al fuego que aviva
esa gentuza.- Expuso el militar.-
Los
demás lo comprendían. Prosiguieron charlando de cosas algo más intrascendentes
para rebajar ese ambiente algo tenso que se había creado. Por su parte, los
niños estaban en el cuarto de Maray, habían estado jugando a alguna cosa. Al
final, tanto Granate como la anfitriona, al ser de más edad, estaban hablando
de sus asuntos del colegio y sus amigos. Pero los pequeños, Tom y Loren, se
aburrían. Con la hija pequeña de Idina, no hubo mayor problema. Con unos folios
y algunos lápices de colores que la hermana de Asthel le prestó, se entretuvo
en pintar. No obstante, Tom era algo más inquieto. Se movía de un sitio a otro
y en una de tantas veces salió de la habitación y entró en el cuarto de Asthel.
Allí curioseó un poco y al mirar bajo una mesa, tras abrir un cajón, vio un
gran libro de tonos burdeos.
-¡Vaya libro más grande! – Se
dijo el chico. Tratando de sacarlo para darle un vistazo.- A ver si tiene algo divertido…
Empero,
aquel gran tomo pesaba bastante para él y le costó moverlo y levantarlo. Pero
finalmente lo había puesto sobre la cama
de Asthel y estaba a punto de abrirlo cuando a su espalda escuchó la voz
de Maray.
-Tom, tus padres te llaman…
El
niño dio un respingo, su interlocutora le había sobresaltado. Sin pensarlo
mucho dejó allí olvidado ese grueso volumen y salió del cuarto replicando algo
nervioso.
-Sí, ya voy…
Y es que los adultos
habían dado ya por terminada la velada. Reclamando a sus respectivos hijos e
hijas. Todos se iban a sus casas y
Katherine se disponía a ir al hotel, pero antes quiso hablar un momento con
Asthel que apenas sí había pronunciado palabra escuchando a sus mayores. No
obstante, la periodista deseaba que él le aclarase algo muy importante para
ella. Aquello era otro tema de los que más le preocupaban. De hecho, lo único
que había logrado separarla durante un tiempo de sus adicciones y su frenético
ritmo de vida. La promesa de un reencuentro. Y ¿quién sabe? Quizás ese
jovencito pudiese ayudarla también con sus dones. De modo que aprovechó y
tomando a parte a ese muchacho, le dijo con bastante amabilidad.
- Tú eres un chico muy especial,
mi hermano me lo ha contado y además de él, otra persona que te está muy
agradecida.
-¿Quién?,- preguntó el chico sin
comprender. -
- Fue hace varios años,- le
relató Kathy. - Le conocí una vez que vino a la Tierra, luchaba contra las
fuerzas de la oscuridad tratando de redimir sus propios males. Era un guerrero saiyajin, más fuerte de lo que nadie
puede imaginar. Pero había tomado el mal camino, él me contó que un muchacho,
hijo de un alto linaje, le hizo volver a la senda del bien y le libró de su
enfermedad. El Mensajero, le llamaba. Investigue y descubrí que ese eras ¡Tú!
Eso me sorprendió mucho pues entonces tendrías siete u ocho años. De todas
formas me encargó que, si alguna vez te veía te diera esto.
Sacó una nota que
tenía algo escrito, era un idioma desconocido para Katherine pero para el
chico, por alguna extraña razón, le era perfectamente comprensible.
-¿Qué es lo que pone?- quiso
saber ella con gran ansiedad. - Él me dijo que cuando tú lo leyeses sus motivos
estarían claros para mí.
- Déjame esa nota, por favor - le
pidió Asthel que leyó, traduciendo el contenido con la pendiente mirada de
Kathy. - "Mi querido amigo. Muchas gracias por todo, han pasados años
desde que viniste a mí y me sacaste del negro pozo de iniquidad en el que
estaba sumido. Aún sigo pagando mis culpas pero cada vez me siento más
confortado. A cada sitio que voy pongo en práctica en la medida que puedo tus
sabios consejos. Tenías razón, el Universo es infinito, maravilloso y nada
puede compararse a esa grandeza con la que nuestro Creador nos ha rodeado. En
mis viajes he conocido civilizaciones y pueblos antiquísimos y muy sabios, pero
nada comparable a ti. Aun así, esos doctos seres me han instruido mucho y sus
videntes y profetas me han revelado que tú tienes un destino trascendental por
cumplir. Ten cuidado pues grandes pruebas te esperan, yo no podré ayudarte en
ellas, pero pediré al Creador que te proteja y el día que me necesites estaré a
tu lado. Me despido ya, uno de los ángeles del Creador me ha indicado que debo
volver a mi hogar, ¡por fin he pagado
mis culpas! y ahora debo ayudar a prepararte el camino. Aún no sé cómo, pero
estoy seguro de que lo haré. ¡Ojalá esta chica, que ha despertado en mi
profundos sentimientos que no creí tener, te haga llegar este mensaje!
Dile que tuve que marcharme, que no
podía ser digno de compartir ninguna felicidad junto a ella en tanto exista
maldad por el Cosmos. Eso me condenará a esperar hasta que tú realices tu
misión, pero pese a todo, soy feliz con su recuerdo. Mucha suerte y de nuevo,
muchas gracias, Asthel, hijo de Leval y Amatista y nieto de Roy y Beruche,
Diamante y Esmeralda. Tu más humilde amigo, pariente y servidor". Firma como Eron, príncipe de
los saiyajin. - Concluyó Asthel sorprendido al recordar quién era y agregar con
serena modestia. - Era un alma atormentada y pude orientarle, abrirle los ojos
para ayudarle a conseguir la paz. Sólo eso, el mérito por su cambio es
enteramente suyo.
-¿Realmente quién eres tú?- le
musitó Katherine añadiendo con la voz temblorosa. - ¡Para él, eras como un
Dios! ¡Y Eron era algo increíble! Te lo puedo asegurar, yo misma vi de lo que
era capaz.
- Yo, no lo sé aún, realmente no
sé quién soy - le confesó su
interlocutor con voz queda. – Me llaman Mensajero. Pero ni siquiera sé cuál es
el mensaje que debo llevar, ni a quién llevárselo. Lo único que sé es que debo
prepararme para algo muy importante, que seres con poderes más allá de nuestro
entendimiento me visitan y me preparan durante el paso de los años. Y que todo
lo que ocurre o ha ocurrido, ha tenido que ser así y no de otra manera. – Y
añadió de modo más animoso. - ¡No te preocupes, estoy convencido de que le
volverás a ver!
-¡Parecía tan atormentado cuando
le conocí! - añadió Katherine suspirando. - Se fue y nunca quiso decirme la
razón....- Y ahí se interrumpió pues no podía seguir hablando por la emoción.
Apenas si añadió con un hilo de voz-… Tan atormentado como lo estoy yo…
Asthel
la miró con atención y se compadeció de ella, podía leer mucho dolor y tristeza
en el alma de aquella aparentemente triunfadora mujer. Vacío sería la palabra
que más la definía y él únicamente le dijo.
- Nunca renuncies a la felicidad,
ni te cierres las puertas, pues siempre habrá alguien que te quiera y se
acuerde de ti. Cuando tú no puedas verlo, cierra los ojos y sólo siéntelo.
- ¿Y no podrías ayudarme a mí
también? A librarme de mi propia condena. – Suspiró la chica que no se atrevía
a ser más precisa. – Como hiciste con él…
Pero quizás no
hiciera falta, el chico le acarició la barbilla y le hizo levantar ligeramente
el mentón para mirarle. Los ojos de Katherine rezumaban lágrimas y su semblante
estaba dominado por la emoción, y el pesar.
-En eso otro no puedo ayudarte.
Deberás ser tú misma quien lo consiga. Pero no te apenes, tendrás apoyos. Debes
confiar en la gente que te quiere. - La animó el muchacho con un afectuoso
tono. – Hazlo y lo lograrás. Pero la batalla tienes que librarla tú en tu
interior…
La chica sollozó
asintiendo en tanto derramaba más lágrimas. ¡Ahora después de tantos años
comprendía! Agradeció a Asthel que le tradujese la nota y también sus palabras,
luego se despidió, deseándole mucha suerte. Enjugando las lágrimas, y
recobrando su máscara de mujer perfecta y sofisticada tras pasar por el aseo,
fue a reunirse con los demás como si nada hubiera pasado, justamente cuando se
iban Idina le ofreció que fuera a su casa a dormir. Katherine dudaba, pero de
lejos vio como Asthel la miraba fijamente y asentía. Entonces aceptó encantada
y se fue con ellos.
-Sí. - Pudo comentar la reportera
con aparente desenfado en tanto acariciaba una mejilla de Loren.- Me encantará
charlar un poco más con estos niños tan listos. Y contarles más cosas de la
holo televisión.
Asthel
sonrió. Sin decir nada más el muchacho entonces fue a su habitación. Eso sí,
tras despedirse de todos los invitados. Coraíon y Sandy, junto con Granate,
estaban terminando de charlar con sus padres y su hermana. Él entró en su
cuarto y se llevó un gran sobresalto cuando se encontró a aquel libro sobre su
cama. ¿Cómo había llegado hasta ahí? Deseó fervientemente que nadie lo hubiera
abierto, ni consultado. Él mismo debía hacerlo con sumo cuidado. Ya se lo
advirtió Lance. No debía permitir a nadie que lo viese. Suspirando lo volvió a meter en el cajón
donde lo guardaba, no sin antes cubrirlo con un trapo para ocultarlo aún más.
¡Cuánto deseaba que viniesen a llevárselo de una vez!...Lo malo es que no podía
preguntarle a nadie, ni a su hermana, ni a Granate o a los hijos de Idina, si
había sido alguno de ellos. Sería revelarles aquel secreto, y no debían saberlo
bajo ningún concepto…
-¡Maldita sea! Espero que ninguno
haya consultado nada. Aunque, siendo tan críos, quizás ni se hayan dado cuenta
de lo que es.- Quiso pensar.-
Por su parte, tras un
corto recorrido en el deslizador, Michael, Idina, los niños y su invitada
llegaron a casa. Tom y Loren aun le hicieron algunas preguntas más a la famosa
prima de su madre. Ella, con simpatía y sin dejar nunca de sonreír, las
respondió lo mejor que pudo. Se sentía muy feliz al percibir la inocencia y la
alegría de esos críos, algo que ella había perdido hacía ya mucho tiempo. A su
vez los niños quedaron encantados con las cosas que Kathy les contó y al fin se
acostaron al igual que Michael, quien se disculpó diciendo que estaba bastante
cansado. De ese modo las dos primas se quedaron charlando sobre los viejos
tiempos y sus vidas actuales...
-¿Qué es de ti...Kat?.- Inquirió
Idina matizando. - Ya sabes cómo vivo
yo, pero tú, ¿tienes a alguien en la Tierra?
La otra vez que viniste, con el ajetreo de la lucha contra esas bandas
ni pudimos hablar.
-Tengo mucho trabajo.- Respondió
evasivamente Katherine suspirando. -
Por ahora, no he pensado en casarme. Ni tan siquiera en estar con
alguien. Ya soy mayor y no creo que pudiese hacerme a vivir con nadie. No…ya
no…- Añadió con un tono melancólico. -
-¿Eres feliz?,- le preguntó Idina
algo preocupada, notando un poso de amargura en los ojos de su prima y
recordando lo que su amiga Nehie le pidiera. -
- Tengo a mis padres, a mi
hermano y dos sobrinas preciosas. Además, Satory es como una hermana, estoy
contenta. Pero a veces añoro tener un hijo, sobre todo cuando os he visto ahora
a Sandy, a ti y a Amatista con los vuestros. - Le confesó Kathy sentenciando
con sincera admiración. – Me dais envidia. Sois unas madres fabulosas.
- ¡Mujer!, todavía eres joven.
¡Aún podrías, si tú quisieras! - la alentó su contertulia. -
- Pero ya no es tan fácil, ¿de
quién? No quiero tener un hijo sin saber de que clase de padre iba a ser.-
Rebatió Katherine que además suspiró moviendo la cabeza con pesar. - Además, y
lo que es más importante. ¿Qué clase de madre iba a ser yo?..
- Pues una madre excelente.
Fíjate en Kerria, Samantha y ella son muy felices con su hijo. Al menos eso me
ha dicho Amatista cuando las vio la última vez. - Le ejemplificó Idina.-
Su voz sonó jovial,
tratando de animarla. Quizás la tristeza de su prima se debiera a eso, era la
única que no tenía hijos, ni se había casado de entre ellas.
- Tal y como dices, Kerria
encontró a Samantha, pero yo no tengo a nadie que cuidase un hijo
conmigo…-Opuso Kathy.-
Y lo hizo con un tono
que apenas podía disimular el lamento. También se comenzaba a sentir mal. Sabía
que le estaba dando el bajón. Tras varias horas de ajetreo y todas esas idas y
venidas necesitaba tomarse algo. Su prima debió notárselo puesto que le
preguntó algo inquieta.
-¿Te encuentras bien?...
Su
interlocutora se sobrepuso lo mejor que pudo y le dedicó una débil sonrisa para
replicar.
- Sí, no es nada, es que mi
trabajo me absorbe mucho. Siempre de acá para allá, en fin, tanto, que ahora
mismo estoy muy cansada.
Su
anfitriona se dio cuenta de que Katherine no quería hablar más del asunto.
Además parecía haber empezado a respirar con alguna dificultad. No queriendo
importunarla le dio las buenas noches. Ambas se fueron a dormir. Cuando Idina
se disponía a marcharse hacia su dormitorio se percató de que su prima llevaba
algo en la mano. La observó pues Kathy se había quedado en el salón,
sentada a media luz y parecía aspirar
con fuerza de la mesa. Encendió la luz preocupada y la sorprendió con un
tarrito que contenía unos polvos blancos, esparcidos sobre un pequeño cristal.
Junto a ellos unas pastillas se apilaban dentro de una polvera.
-¿Qué te sucede?,- le inquirió
Idina preocupada. - ¿Estás enferma?
- ¡Nada, nada! - respondió
agitadamente la interpelada tapando aquello a toda prisa, pero eso no le pasó
desapercibido a su prima. –Estoy bien…
-¿Qué es eso, Kathy? - Le
preguntó ésta con una mirada acusadora. - ¿Qué tienes ahí?...
- No es nada, polvos para el
catarro. - Replicó rápidamente Katherine. – Seguro que he agarrado un
resfriado…
Pero
estaba claro que eso no era para un simple resfriado. Idina se sentía
consternada. No podía creerlo. No obstante, optó por la prudencia.
-¿Desde cuándo lo tomas?,- le
preguntó su prima con expresión desolada para repetir. -¿Llevas mucho tiempo
enganchada al Loten?
Su
interlocutora se levantó esbozando una sonrisa nerviosa, todavía sudaba y
respiraba de forma entrecortada y pese a todo lo negó.
- No es lo que crees, no es
Loten, de verdad.
-¡Ay Kathy!- repuso Idina
moviendo la cabeza con pesar. - Yo era muy ingenua de jovencita cuando me
gastabais esas bromas. Pero ya crecí hace mucho tiempo. Sólo te pido que no
trates de tomarme el pelo como entonces, cuando nos veíamos de adolescentes.
La
aludida podría haber reaccionado a la defensiva, de forma hostil. Muchas veces
le sucedía cuando la enfrentaban con su terrible problema. Sin embargo, no
podía hacerlo con su prima Idina, ¡era tan dulce! y parecía como una madre o
una hermana dispuesta a ayudarla. Pero sobre todo no podía más, necesitaba
contárselo a alguien, ser comprendida y confortada…
- Sí, es verdad. Eras tan ingenua
que no me podía resistir a gastarte bromas. – Sonrió de forma trémula para
después confesar.- Tienes razón. Pero no
es Loten, es plagen – Le aclaró con amargura bajando la cabeza
avergonzada. - Una droga sintética que
te ayuda a mantenerte en pie. No crea tanta adicción como el Loten y es más
suave. Aunque comprendo que puedes pensar de mí todo lo mal que quieras. Estás
en tu derecho. Me lo merezco.
- No.- Susurró Idina moviendo la
cabeza en tanto posaba afectuosamente sus manos sobre los hombros de su
interlocutora. - Eres mi prima, eres mi amiga y eres una buena persona, ¿pero
por qué, Kathy?
- Por la presión, la fatiga
acumulada. Pasaba muchas noches sin dormir, siempre a la caza del reportaje
perfecto, atendiendo a muchas cosas. Si quería ver a mi familia, eso me exigía
hacer esfuerzos extras.- Suspiró hondamente la aludida que añadió muy
entristecida en tanto le brotaban las lágrimas que comenzaron a resbalarle por
sus mejillas. - A veces quisiera dejarlo todo y salir corriendo, Idina.
- A todos nos ocurre eso alguna
vez. - La animó su prima añadiendo con voz dulce y comprensiva. -Pero debes
seguir adelante con valor, como siempre has hecho.
- Y lo intento - repuso Kathy con
la voz rota al añadir con desprecio hacia sí misma - pero ¿te imaginas?, menudo
titular sería. ¡La reportera en pie de guerra contra los abusos y los crímenes!
¡La heroica luchadora justiciera!, no es más que una drogadicta de mediana edad
que además, ¡está sola! Muchas veces cuando me veo en el espejo, no sé quién
está al otro lado. Como esta última vez… fue terrible... yo… yo estoy muy
avergonzada.
Katherine se
derrumbaba por momentos e Idina la abrazó sosteniendo la cabeza de su prima
contra su pecho, tratando de animarla a la par que ésta sollozaba. Entonces
entre el llanto y gemidos de dolor y desesperación, le confesó lo sucedido en
aquel almacén.
- Ese tipo no me pilló por
sorpresa, ¡me pilló con el síndrome de abstinencia, Idina! No pude detenerle
porque mi voluntad no me obedecía. Sólo quería tomar una de esas pastillas y
dejar de sentirme mal. ¡Dios mío! ¿Qué es lo que soy, qué he hecho con mi vida?
-Tranquila mujer…tranquila…- Le musitaba su prima,
llevada por la compasión.-
Idina también se
sentía muy afectada. Fue incapaz de detener sus propias lágrimas, abrazándola
con fuerza y sintiendo como su pobre interlocutora temblaba y sollozaba agobiada por un intenso sentimiento de culpa
y vergüenza.
-Yo no soy digna de ser vuestra
compañera, ni de llevar esto. – Afirmó empuñando su collar de justiciera con
una mano. –Nunca lo fui… solamente soy una gran farsa…
-Eso no es cierto. Has luchado
siempre contra la maldad y no estás sola. Todos te queremos y estamos contigo.
Pero, ¡por favor, Kathy! , no sigas sometiéndote a tanta presión, ¡apártate un
poco de ella! En cuanto hagas este reportaje tómate unos días y descansa.
Puedes quedarte con nosotros si quieres. O si lo prefieres, ve a casa con tus
padres. ¡Pero busca ayuda!
-Mis padres no saben nada de
esto, hace años Mazoui y la princesa Venus me ayudaron. Ahora seguramente creen
que lo superé. Si supieran que he vuelto a lo mismo otra vez, no creo que ni mi
hermano quisiera volver a verme. Al menos yo no podría mirarle a la cara.
-No digas eso. Mazoui es tu
hermano mayor y te quiere. Siempre te ayudará.- Afirmó categóricamente su
interlocutora.-
-Mi madrina Minako me lo
advirtió.- Suspiró ella recordando en tanto le contaba a su prima. – Hace ya
mucho tiempo…y yo, no la escuché…
Ocurrió haría algunos
años. Kathy había estado colocada esos últimos días. Ahora, sin más heroína
para inyectarse, se arrastraba por su apartamento en un estado lamentable.
Sudada, sucia y sin haber comido en dos días. Únicamente era capaz de gemir sin
apenas fuerzas para levantarse.
-Ayudadme, ¡por favor!…
Y es que aquella
terrible situación que comenzara hacía años en la facultad simplemente para
atender a todos sus compromisos se había desatado. Primero fueron algunas
pastillas para estar despierta, tenía mucho que estudiar. A su pesar no era tan
brillante como su hermano y con la carrera, su actividad paralela como
justiciera y el actuar en el escenario cantando y representando alguna obra de
teatro, se sentía desbordada. Apenas sí tenía tiempo para nada más que mal
dormir unas pocas horas. Le recomendaron esas pastillas cuando se caía de sueño
en las clases y funcionó. Pero al cabo del tiempo necesitaba algo más fuerte.
Después comenzó con un poco de heroína, no sería tan terrible, ella podría
controlarlo se dijo, pero no fue así. Por fortuna sus padres estaban ajenos a
eso. Les veía poco últimamente. Pero su hermano, en una de esas visitas tras la
terraformación de Bios de alguna forma lo descubrió. Mazoui quiso eso sí,
ayudarla y gracias a su poder curativo la muchacha se sintió mejor, pero eso
era solamente temporal, él no podía estar con ella siempre. Kathy le suplicó
que no dijera nada a sus padres. El chico, conmovido por el dolor de su hermana
y no deseando hacerles daño a los miembros de su familia, asintió. Pero tras
algunos años, y con la vorágine de su vida profesional y algún que otro
terrible suceso, como la muerte de aquel hombre, Philip, en ese maldito
reportaje sobre el clan, reincidió. Y ahora su hermano ya no estaba allí para
salvarla de sí misma. La atormentada chica no tenía a nadie a quién recurrir,
al menos hasta que escuchó tocar a la puerta y una clara voz femenina que la
llamaba por su nombre.
-¡Dios mío! no, ¡Dios Mío!-
Musitó llena ahora de un pánico irracional cuando creyó que podría ser su
madre. Prefería morir antes que ella la viese así. –
-Katherine. ¿Estás ahí?...
¡Kathy!...
Aquella voz seguía
llamándola y la joven sólo pudo arrastrarse a una esquina de su habitación, en
total oscuridad. La puerta de su apartamento se abrió entonces y escuchó pasos
de tacones dirigirse hacia ella. La luz de pronto se encendió, Kathy cerró los ojos,
cegada momentáneamente por ese resplandor. Cuando los abrió, tras taparse el
rostro con ambas manos, entre el delirio pudo ver a una mujer de larga melena
rubia que la observaba con una mezcla de tristeza y severidad. Los azules ojos
de aquella intrusa la escrutaron durante unos larguísimos segundos. Al fin, esa
extraña movió la cabeza y suspiró para decir.
-¡Menos mal que he llegado a
tiempo! Por suerte tus padres no pueden verte ahora.
-¿Qui…quién e…eres? – Pudo
preguntar la chica entre balbuceos. –
-¿No me conoces? Una vieja amiga
de tu madre. Kathy, soy tu madrina. - Fue la respuesta. – ¡Dios mío!, en qué
estado te encuentras.- Valoró aquel mujer con manifiesta preocupación.-
Katherine creía ver
en ella un rostro familiar, pero la fiebre, y la obnubilación que le provocaba
el síndrome de abstinencia, le hacían imposible distinguir los rasgos con
claridad. Eso sí, se percató ahora de que, aparte de unos zapatos de color
crema, la mujer llevaba una falda a juego que le llegaba por las rodillas y una
blusa blanca con una chaquetita del mismo tono que su falda y cuando ésta se
giró para otear en derredor de la estancia descubrió que llevaba un lazo rojo
tras la cabeza. En eso era, desde luego, como su propia madre.
-A…ayúdame, te lo suplico, mamá…-
le pidió la chica tratando de incorporarse sin lograrlo. Presa de aquel
incontrolable delirio. –
-Ojalá pudiera – suspiró ahora la
mujer con pesar, añadiendo sin embargo con más contundencia. – Pero de momento
tendrás que pasar por esto tú sola…
Kathy se estremecía
con aquellos terribles espasmos, no podía soportarlo más. Sudaba copiosamente
ahora. Luego tiritaba sin poderse controlar. Incluso le venían arcadas. Era el
síndrome que repuntaba y la atacaba de forma feroz. Entonces creyó que había
comenzado a alucinar, una especie de gato blanco con una media luna en la
frente entró en el cuarto y ¡habló con esa mujer!, declarando con lo que
parecía un tono lleno de compasión.
-Está muy mal. Deberíamos
llevarla a un hospital.
-¡No! - sentenció su
interlocutora aseverando. – Tiene que superarlo aquí. Sin que nadie se entere.
¿Has traído la medicina, Artemis?
El gato asintió, una
especie de cajita de color marrón reposaba sobre una de las mesitas de noche.
La mujer la tomó en sus manos, la abrió y sacando una pastilla se agachó para
ponerla en la boca de Kathy.
-Tómate esto, te ayudará. Son hierbas medicinales de la
Luna.
La chica apenas pudo
tragar aquello, luchando por contener sus deseos de vomitar. Entre tanto su
interlocutora sacó un pequeño frasco de cristal con una especie de líquido
transparente y se la hizo beber.
-Y esto es agua de la Luna. – Le
explicó haciendo que la muchacha tragase, dándole de beber en tanto la sujetaba
pasándole un brazo tras la espalda para incorporarla. – Vamos, tienes que
bebértela toda…
Katherine comenzó a
toser tras haberse tomado aquello, ahora tiritaba de nuevo. Esa mujer la ayudó
a meterse en la cama. Se notaba arder, no supo cuánto tiempo transcurrió
después eso. Por suerte el sopor la venció, obnubilando su mente y haciéndole
perder el sentido. Al despertar se notaba muy débil pero ese mono había
desaparecido. Ahora su cuidadora la observaba sentada junto a ella en una
silla. Y más amablemente le preguntó.
-¿Te encuentras mejor?
-Sí, gracias. – Pudo musitar la
chica que, con apenas un murmullo, pudo al fin reconocer a su buena samaritana
y quiso saber. – Tú eres… ¡madrina Minako! ¿Por qué has venido a ayudarme?
Y la mujer, esbozando ahora una
sonrisa, replicó con voz serena y afectuosa.
-Sí, esa soy yo. Minako Aino. Y
además de tu madrina y la de tu hermano, supongo que sabes que soy una de las
guardianas de la Reina Serenity. Mi título oficial es la guerrera del amor y la
belleza. Su alteza la princesa de Venus. Pero tú puedes llamarme madrina o
simplemente Minako. Como siempre. Me alegra de que al fin tu mente se haya
aclarado, tesoro.
Kathy se levantó a
duras penas de la cama al escuchar aquello. La cabeza le daba vueltas y estaba
muy débil. Pese a ello estaba anonadada. No lo podía creer. ¡Esa mujer! La
misma que admiraba desde niña cuando escuchaba sus canciones, la que se
presentó como su madrina y amiga de su madre, ¡una de las princesas
planetarias! Que la ayudó a comenzar su carrera. Y pese a todas sus
obligaciones y su alto rango estaba ahora allí, en su apartamento, haciendo de
enfermera y cuidadora suya. Y ella ni la había reconocido por culpa de ese
maldito mono que arrastraba. Aquello le hizo sentirse todavía más avergonzada
de lo que ya estaba.
-Perdóname, madrina…- Pudo
musitar llena de pesar.- Lo siento mucho…
-Olvídate de eso. Ahora lo
primero es que te des un buen baño. – Le dijo Minako con afabilidad. – Luego
tienes que comer algo.
-Pero, ¿por qué has venido a
ayudarme?- Quiso saber la muchacha en tanto se desvestía y su interlocutora
llenaba la bañera de agua caliente y gel, con algo de sales de baño. – Tú eres
demasiado importante para ocuparte de alguien como yo…
-No digas tonterías. – Le reprobó
su interlocutora que añadió con tono lleno de afecto.- Ya te lo dije. Soy una
vieja amiga de tu madre. Y soy tu madrina. Prometí a Kalie cuando naciste que
siempre que pudiera estaría cerca para ayudaros, a tu hermano y a ti, si me
necesitabais.
-¿Vieja amiga?¿Cuando nací?-
repitió incrédulamente la chica dado que esa mujer parecía tener su misma edad.
– ¿Y tú gato? Juraría que habló contigo. ¿Dónde está?
-Artemis ha tenido que irse, y en
cuanto a hablar, él no hace otra cosa. Anda, ya habrá tiempo para que responda
a tus preguntas. Ahora métete en la bañera. - Le indicó más jovialmente Minako
sin dar importancia aquello, en tanto dejaba unas toallas limpias cerca,
sentenciando. – Te vendrá muy bien…
Katherine no se hizo
de rogar, el agua caliente y las sales la reanimaron. Efectivamente, tras
bañarse y lavarse a fondo se sintió mucho mejor. Parecía haberse quitado años de
encima. Después se cambió con ropa limpia y comió con auténtica voracidad la
sopa que su solícita cuidadora le puso delante. Apenas si pudo sentir lo salado
del sabor y que los fideos no estaban demasiado hechos, tras eso unos
emparedados de jamón y queso la saciaron, al menos por el momento.
-Lo mío no es la cocina – se
disculpó Venus, afirmando. – Lástima que Makoto no esté aquí. Aunque como
cuidadora al menos he mejorado, ¡ahora no empeoro el estado de mis amigas, ni
destrozo sus casas, ja, ja, ja! – Se rió como si celebrase una broma que
solamente ella conocía.-
En cualquier caso su
contertulia se sintió mejor y tras la comida las dos se sentaron en el sofá que
Kathy tenía en su salón. Ahora la expresión de Minako sí que se volvió seria
cuando le dijo.
-Escúchame bien. No puedes
continuar por este camino. Estamos muy preocupados, tu hermano trató de
ayudarte pero no podía hacerlo solo. Entonces tuvimos que intervenir.
-¿Os lo contó él?- Le preguntó
Kathy sin poder creerlo. –
-No, tenemos nuestras propias
fuentes de información. – Afirmó Minako que le dijo por el contrario. - Fui yo
quien habló con él hace años y le explicó lo que te sucedía. Por eso vino desde
Bios. Verás Kathy, tú tienes un grave problema. Las drogas son muy difíciles de
dejar, tendrás que luchar contra eso con todas tus fuerzas.
-Ahora me siento mucho mejor-
suspiró la muchacha añadiendo desconcertada pero al mismo tiempo, aliviada. –
No sé qué me diste pero ha funcionado.
Pero
su madrina movió la cabeza con preocupación, para rebatir.
-Eso solamente es provisional.
Tarde o temprano los efectos de tu abstinencia volverán a hacerse notar. Te di
agua sagrada del manantial de la Luna.
Pero eso solo te ha calmado por un tiempo. Lo que te sucede está en tu interior
y es ahí donde deberás sanarte. Y ninguno de nosotros lo podemos hacer por ti.
La chica asintió, en
el fondo sabía que así era. Aquella extraordinaria mujer estuvo con ella un
rato. Hablaron de varias cosas, entre ellas de cómo Sailor Venus en su día se
enfrentó a Karaberasu, la madre de Katherine, de cómo la ayudó en su nueva vida
y en un momento dado, fue Minako, la que, no sin pesar, le contó.
-Cuando tu madre se separó del
resto de sus hermanas y tuvo que ir a vivir sola, luchando y sufriendo tanto
por sacar adelante a tu hermano, me apené mucho. Quise ayudarla pero era algo
que no me estaba permitido hacer. Debía criar a Mazoui y crear una familia por
sí misma.- Le refirió, contándole ahora con más detalle.- Únicamente pude
interesarme por ella desde la distancia. Luego fui a verla el día en que
naciste. Te sostuve en mis brazos y le prometí a tu madre que, cuando me necesitaseis,
allí estaría.
-Mi madre nunca me ha contado
mucho sobre eso.- Admitió Kathy, que con tono reflexivo agregó.- Mi hermano
tampoco. Creo que ni él mismo supo la verdad hasta que nos reencontramos con
mis tías. Y sé que desde entonces, aunque él no lo diga, tiene una especie de
complejo de culpabilidad por su origen.
-Tu hermano no tiene ninguna
culpa de eso.- Afirmó Venus reconociendo a su vez.- Tuvo que superar muchas
pruebas, como tu madre, como el resto de tu familia. Incluso como tú misma
deberás seguir haciendo…
-Ya- musitó ahora Katherine para
decir con patente tinte de culpabilidad.- Pero en su caso no ha sido justo. Él
no tiene la culpa de haber nacido así. Pero yo sí la tengo por drogarme.
¿Verdad?...
Su
interlocutora la tomó de los hombros con ambas manos a la par que le sonreía
con una mezcla de consternación y cariño maternal en tanto replicaba.
-Kathy, no estoy aquí para
culparte de nada, ni soy quién para juzgarte. Sólo vine a ayudarte… pero, por
desgracia no puedo solucionar tu problema. Nadie puede. Solamente tú eres capaz
de conseguir eso. Lo sabes muy bien, cariño. Debes ser fuerte y no rendirte.
Tienes que luchar con todas tus fuerzas por superarlo.
La
muchacha asintió de forma débil e insegura. Sí, su contertulia tenía razón, pero
eso era más fácil decirlo que hacerlo. La escuchó entonces añadir.
-Me hospedo en un hotel cercano.
Allí estoy registrada bajo el nombre de Carola. No quiero que se sepa mi
identidad. Oficialmente no estoy aquí. Aunque, como princesa Venus, me dedico a
ayudar a ciertos colectivos afectados por lacras como ésta que tú sufres. Si
más adelante deseas contactar conmigo que sea a través de esta dirección…
Le entregó un papel
donde estaban las señas de ese hotel y su nombre supuesto junto a un número de
teléfono. Después se marchó. Para advertirla según salía.
- A parte de aconsejarte no podré
hacer ya nada más por ti. El resto será cuestión tuya. Lo más importante es que
debes salir de esta espiral de autocompasión en la que te mueves o nada de lo
que hagamos servirá.
-¡Por favor! – Le pidió la
angustiada muchacha.- ¿No podrías hacer que la reina Serenity usara conmigo el
poder del Cristal de Plata? Eso sanó a mi madre y a mis tías en el pasado.
Ellas nos lo contaron a mis primos y a mí…
-No, lo siento mucho – Declaró
tajántemente su interlocutora, moviendo la cabeza para sentenciar. – No es lo
mismo. El Cristal de Plata les quitó una influencia maligna de origen mágico,
algo que era externo a ellas. Lo tuyo es algo químico, es una adicción. Y sobre todo. Tu madre y sus hermanas
quisieron cambiar.
-Pero, pero…yo también deseo
cambiar. ¡Te lo suplico, princesa Venus! ¡Madrina…por favor! – Pudo gemir la
chica cayendo de rodillas sin dejar de llorar. –
Sin embargo, Minako
la miró con lástima reflejada en sus azules ojos pero movió lentamente la
cabeza y sin decir más se marchó dejándola sumida en aquellos angustiosos
pensamientos…
-El agua de la
Luna. – Musitó Idina tras escuchar ese relato. – Recuerdo que Nehie se la dio a
esos niños que rescatamos. También a sus madres e incluso yo bebí un
poco…cuando Patty la recibió de la reina Serenity.
Su
interlocutora asintió, al hilo de aquello también admitió con vergüenza. .
- Tu amiga Neherenia me vio en el
almacén. Sabía lo que yo estaba haciendo, pero no quiso contarlo. Le agradezco
de corazón que fuera tan discreta y lamento no haber sido justa con ella. Fue
quién me aconsejó que os lo confesase.
- Sí, Nehie me dijo que
necesitabas ayuda, pero no me dijo por qué. - Replicó Idina añadiendo con
pesar. – ¡Oh Kathy!, ¿qué puedo hacer para ayudarte? De veras, quédate conmigo
una temporada. Saldremos a pasear, estarás con mis hijos, con Amatista y con
Leval, entre todos te cuidaremos. No te faltará cariño ni apoyo…
La muchacha volvió a
llorar, aunque ahora de emoción y agradecimiento.
- No, gracias Idina. - Sonrió
entre las lágrimas tomando a su prima de las manos. - Eres muy amable pero,
este mundo de la televisión es muy duro, si te paras es muy difícil volver a
arrancar.
- Pero tú eres lo más importante.
Olvídate de eso, por favor. Ya tienes mucho dinero, y tu hermano también.
Podrías vivir muy bien si quisieras. - Le insistió su prima -, sin tener que
trabajar. Por lo menos no tanto.
-¿Y qué me quedaría?,- le
respondió Katherine con la voz y la mirada ensombrecidas para agregar
resignada.- Me siento tan…vacía. Sin una meta en este mundo, sin ilusiones por
el futuro. Si perdiera lo único que me mantiene con un objetivo no sé qué
podría llegar a hacer. No tendría ningún motivo más para vivir…así…
-No digas eso, ¡por favor! - Le
pidió su prima que comenzaba a angustiarse, en tanto aferraba las manos de
Kathy entre las de ella.- ¡Nunca vuelvas a decir una cosa así!…
La
atónita interpelada pudo ver el miedo y el dolor en los ojos de Idina. Se
sintió muy mal por ello. No deseaba hacer sufrir a nadie más con su problema.
Estaba claro, todos los que la habían tratado de ayudar le dijeron lo mismo y
llevaban razón. ¡Tenía que cambiar!, debía hacerse con el timón de su vida y
reconducirla antes de que fuera demasiado tarde. Suspiró largamente y abrazó
con fuerza a su prima. Las dos lloraron. Sólo tras un rato pudieron calmarse lo
suficiente para que Katherine dijese de una forma más serena y optimista.
- No, no te preocupes más por mí.
Te agradezco mucho tu apoyo. Tienes razón, en cuanto termine este reportaje me
tomaré unos días. Esto ya ha durado demasiado. Minako me lo advirtió. Debo
dejar de auto compadecerme. Iré a ver a mi hermano y a mis padres. Confiaré en
ellos y les contaré la verdad. Pediré ayuda y esta vez lo superaré…de una vez
por todas.
- Sí. Eso es. No tengas miedo.
Nadie te lo reprochará, todos te queremos, prima. - Le dijo Idina sonriendo
animosamente ahora y añadiendo con suavidad. – No te hundas por favor, y cuando
te sientas mal recuerda que siempre nos tendrás aquí a mí, a Amatista y al resto de la familia, para
lo que necesites. Tú no estás sola. ¡Jamás estarás sola!…
- Lo sé, muchas gracias. Te
quiero prima, siempre has sido una persona maravillosa. – Musitó una emocionada
Kathy susurrándole de seguido. – Anda, ve a dormir, ya es muy tarde.
Idina
convino en eso y tras darle un sentido beso en la frente la dejó sola,
pidiéndole que no tardase en hacer lo mismo. Kathy asintió levemente y se quedó
reflexiva, meditando sobre las palabras de su prima, pensando en ella misma.
Toda su vida había estado corriendo tras la fama y la verdad. Primero como una
de las Justices, después como infatigable periodista y presentadora. Nunca se
ató a nadie, nunca quiso depender de nadie. Pero el tiempo pasó y tampoco
experimentó demasiado el amor. Quizás la
excepción fue su primer novio, Patrick, allá en Irlanda, con él tuvo su primera
vez, compartieron algunas aventuras junto a sus primas y a su tía Alannah.
Después sus distintas vidas y la distancia les separaron. Ya siendo adulta
salió con algún que otro tipo de alto nivel pero en esa época de su vida sólo
quiso verdaderamente a dos hombres de forma intensa aunque desgraciadamente
también breve. Uno murió de forma trágica y cruel, se llamaba Philip y ella
siempre ponía flores en su tumba una vez al año, para eso nunca estaría
demasiado ocupada. El otro fue Eron que regresó a vagar por el Cosmos del que
llegó para realizar un imposible. De una manera o de otra podría decirse que
los dos la dejaron y que ella se había ido dando cuenta de lo sola que estaba y
ahogaba esa soledad en trabajo y más trabajo.
Aquello era como una gran huida hacia delante. Como aquella canción que
había llegado a escuchar algunas veces, cuando estuvo al borde de cometer una
barbaridad. Se recordaba a sí misma con la mirada perdida y oyendo de fondo
aquella música y su letra, que parecía hecha para ella.
Rumbo a la gran evasión
La partida para el delirio
Rumbo a la fiesta permanente
La partida para el delirio
Rumbo a la fiesta permanente
La partida para el viaje de invierno
Título de la diapositiva
La partida para la caminata digna de distancia
En dirección a la carretera
Adiós a todo eso
Rumbo a la sobrecarga automática
De pie en el bote
De pie en el columpio
Esperando el sonido y la luz brillante
A la espera de ser reconocidos
Un simple plauso silencioso hará
Que te bañen con las flores cuando te entierren
Estás soportando en
Estás soportando el......
Estás soportando
El último de ti
El último de ti
Justo cuando pensaba que había visto el último de los que
Vienes aquí a acosarme a mi puerta
El dolor y la ira en la oscuridad gritando
De cada corredor de camino
Así que me contara más
Sobre el amor que le rechazó
Quiero saber más sobre la confianza que me faltó el respeto
Yo todavía no sé
¿Por qué has herido al único ser?
¿Por qué has herido el único ser que deberías haber protegido?
Rumbo al gran escape
Rumbo al delirio
Rumbo a las vacaciones
permanentes
Rumbo a la novena nube
Rumbo al séptimo
Rumbo al paraíso
Rumbo al eterno adiós
Desdoblar los dedos que
me sostienen
Invocar la fuerza para
soltarme
Fuera de este mundo
cansado
Fuera de este malestar
Hasta la puesta de sol
No me preguntes por qué estoy haciendo esto
No lo entenderías
Estás haciendo las preguntas equivocadas
No podía entender
Un puente no es un lugar tan alto
En la planta 52a
Ícaro sabría
Una montaña no es tan alta para caer
Una vez que has caído
Cuando has caído
De la Luna
-He caído de la Luna.- Musitaba ella, en
tanto escuchaba aquella canción en su teléfono.-
Y
esa estrofa le sonaba irónica puesto que su propia madre y sus tías fueron
precisamente redimidas por el poder de la Luna. Ahora le parecía ser alguien que
había mancillado aquello con su proceder. Trataba de quitarse ese ominoso
pensamiento de su cabeza, mientras seguía escuchando aquel tema.
Hay un asesinato en la calle
Soy cenizas en el agua ahora
A lo lejos
He caído
He caído
De la Luna
La caída de...
(The Great Scape. Marillion, crédito al autor)
Aunque por fortuna se
había arrepentido y echado atrás en un par de ocasiones de arrojarse por una
ventana o por un puente. En el fondo no deseaba eso en absoluto. Solamente
quería huir de su penosa manera de vivir. Lo único que la hacía sonreír era
visitar de vez en cuando a sus sobrinas, las pequeñas Alusa y Minara y
compartir con ellas unos momentos. Viéndolas tan llenas de vida y tan felices.
Después debía volver a enfrentarse a su propia realidad. Para superarla tenía
que refugiarse en su trabajo y decirse que su misión era la de lograr que se
hiciera justicia con aquellos casos que denunciaba. Y el continuar adelante la obligaba a sacar
fuerzas y sueño de donde no los tenía, y
por ese terrible sentimiento de soledad y vorágine reincidió nuevamente.
Esta vez pasó a los estimulantes y más tarde al plagen. Ahora, se miraba bajo
aquella máscara de buen maquillaje, pulcro y elegante aspecto y no veía nada.
Se sentía como una cáscara vacía en la que ya no latiese un corazón. Pero
pensaba una y otra vez en lo que Minako, Asthel e Idina, le habían dicho. Y al
fin estaba convencida y lista para seguir sus consejos. En lugar de
compadecerse de sí misma y renunciar a todo, quería darle un propósito mejor a
su vida, anhelaba estar en paz. Ayudarse a sí misma y quizás luego a los demás.
Por fortuna, los confortantes ánimos de su prima la arropaban y también los que
Asthel le diese. Aquel chico era una persona muy especial y deseaba confiar en
sus palabras. ¡Quizás aun no fuera demasiado tarde para ella!...
-Sí. ¡Tengo que conseguirlo!
…Debo hacerlo no solamente por mí, sino por todas las personas que me quieren.
No puedo fallarles a ellos y sobre todo a mí misma. - Se dijo con renovada
determinación.- Será la lucha de mi vida.
Y así pasaron los
días, Katherine recurrió a su mejor voluntad. Fue difícil pero pudo mantenerse
sin apenas más dosis de plagen. Hizo su reportaje y pudo disfrutar del cariño
de sus parientes y amigos. Cuando ya tenía que marcharse se despidió de todos
con emotiva gratitud, especialmente de Asthel y de Idina, volviendo a la
Tierra. Allí quiso ir enseguida a ver a sus padres. Tal y como prometió ante su
prima les contaría la verdad y, de ser necesario, entraría a desintoxicarse en
una clínica. Ya no le importaba nada más, ni la fama, ni el trabajo. Únicamente
anhelaba estar con su familia y tener su apoyo y su cariño para salir de aquel
infierno para siempre…
-Sí, sé que lo conseguiré.- Se
decía para animarse en aquella dificilísima empresa.-
Por otro lado, en
recompensa a su brillante labor, Leval, fue encargándose cada vez de más
responsabilidades, siendo la mano derecha del general Tirel. Mientras eso
acontecía, en Bios se produjeron manifestaciones de uno y otro signo respecto a
la libre entrada al planeta. Se sucedieron demostraciones de apoyo o repulsa
hacia los soberanos de la Tierra. Asthel por su parte, ajeno a todo eso, iba a
cenar a casa de Madeleine. Había tenido que aplazar la invitación a causa de
ayudar a su padre en la investigación contra el Loten. Los padres de su novia
lo entendieron y además de eso ahora tenían a ese joven en un gran concepto. Cuando
el muchacho llegó Madeleine le abrió la puerta. Su novia llevaba un vestido muy
bonito de color blanco. Asthel la contempló con admiración y la besó, aunque
esta vez en una mejilla, por si sus padres estuvieran observando...
- Hola, ¡estás preciosa! - la
halagó de forma muy sincera. -
- Gracias.- Sonrió la chica
añadiendo con jovialidad -, pero no te quedes en la puerta, pasa...
Hizo entrar a Asthel
que llevaba las manos a la espalda. Las mostró entonces llevando dos ramos de
flores.
- Para ti y tu madre - le dijo el
muchacho que explicó. - Es una costumbre del país natal de la mía. El invitado
debe traer un regalo a las anfitrionas.
La
madre de Madeleine, casi tan alta y rubia como su hija, aunque algo entrada en
carnes y de pelo más corto, salió de otra habitación y saludó al muchacho.
Llevaba una discreta pero impecable falda beige con una blusa azul, sonrió
encantada cuando vio las flores...
- Eres un chico muy amable muchas
gracias. ¡Anda, pasa y siéntate a la mesa!, cenaremos enseguida, voy a llamar a
mi marido.
Estela se fue por donde había
entrado, mientras Asthel y su hija se sentaban. Madeleine aprovechó el momento
para decirle al muchacho con tono muy alegre.
- ¡Mis padres te admiran mucho,
cuando les conté que habías intervenido para acabar con esa red de tráfico de
Loten pensaron que eras un héroe!...
- No tenías que habérselo dicho a
nadie. Era un secreto oficial.- Le reprochó Asthel agregando con mayor
desenfado ante el gesto sorprendido y pesaroso de la chica. - ¡Bueno, no pasa nada, si no has dado muchos detalles!
Ella suspiró aliviada, negó rotundamente con la cabeza. Lo
cierto es que tampoco sabía más. Su novio asintió con aprobación, ¡menos mal
que él tampoco especificó mucho! Madeleine era una chica estupenda pero hablaba
demasiado a veces. A decir verdad, era difícil que mantuviera un secreto.
Quizás lo único que nunca había contado a más personas aparte de su familia y a
la propia madre del chico, fue el modo en que Asthel la hacía viajar a veces
por esos mundos tan sorprendentes, ¡pero claro! Se arriesgaba a que la tomasen
por chiflada y su novio contaba con eso.
- Ya verás, ¡seguro que te
preguntan como lo hiciste!....- le
advirtió Maddie que también ardía en deseos de saberlo.
Antes de que Asthel
pudiese responder los padres de su novia
aparecieron y se sentaron. El padre, alto, de pelo castaño, bigote frondoso,
aspecto recio y corpulento, vestía una camisa verde y un pantalón oscuro sin
demasiadas concesiones a la elegancia y le dio la mano muy complacido mientras
se presentaba.
- Hola, me llamo John Langley,
muchacho. Mi hija nos ha contado que eres un héroe...por esta vez no me
enfadaré contigo al aplazar esta cena...
- Gracias señor. Soy Asthel
Malden, encantado - dijo él algo tímidamente. -
John hizo un
asentimiento de cabeza, dando a entender que ya sabía de sobra su nombre.
Entonces intervino Madeleine, mirando a su cortado novio de reojo.
-Íbamos juntos a la guardería, a
la clase de la señorita Idina.
Y
como el padre de la chcia la observó con perplejidad, este enseguida dijo.
-Siendo tan pequeño no creo que
se acuerden de mí.- Sonrió el chico.-
-Claro.- Convino Maddie algo
ruborizada.-
-Es normal, hija. Habéis cambiado
mucho, y sobre todo crecido.- Sonrió Estela, afirmando.- Asthel es un auténtico
chicarrón. Has sabido escoger muy bien. ¡Además de grande, guapo y
valiente! - Se rió divertida, haciendo
que su esposo sonriera.-
Aunque
los dos adolescentes se pusieron rojos hasta las orejas. Fue la envarada
Madeleine quien comentó, refiriéndose ahora a las hazañas de su novio.
- Papá, mamá, no lo contéis a
nadie ¿vale? Al pobre Asthel le acosarían y no quiero que ninguna otra chica se
le acerque.
- Tranquila hija, ¡será nuestro
secreto! - Prometió su madre riéndose para dirigirse al chico. - Bueno Asthel
come, no hagas cumplidos.- Y le sirvió un plato de sopa de marisco de primero.
-
El
invitado comió con apetito, eso le gustó a Estela. La verdad es que era una
madre a la antigua, de la opinión de que los chicos deben comer y eran tan grandes como su invitado, más. Madeleine miraba y sonreía. Su padre le hizo un gesto a
la chica de que comiese también. Al terminar, la anfitriona le trajo un filete
con patatas, era bastante grande, pero afortunadamente Asthel tenía hambre.
John asintió complacido y dijo con aprobación corroborando la tesis de su
mujer.
- Vaya, tienes buen apetito, eso
está bien. Al ser tan grande, tienes que llenarte del todo. Y como yo siempre
digo, a las cenas se viene a cenar, no para hacer vida social. Sobre todo en
las familiares.
Asthel no pudo evitar
pensar que su abuela Esmeralda no estaría muy conforme con esa apreciación. Más
le valdría no tenerles sentados en la misma mesa. Circunstancia que quizás, con
el tiempo pudiera producirse.
-Eso quizás merecería la pena que
lo consultase en el libro.- Pensó con una mezcla de irónico humor y algo de
apuro.-
Entre tanto, Maddie reprobaba a
su padre entre risas.
- Papá. Ni que Asthel fuera un
cerdito, ¡parece que le estuviéramos cebando!
John ignoró el
comentario y le dijo a su invitado ahora en tono más serio.
- De todo lo que he oído que has
hecho, lo que más te agradezco es que sacases a mi hija de ese grupo de locos
de los Pro apertura. Eres un chico con seso y hoy día no se encuentran muchos
como tú.
- Vamos John, deja ya ese tema. -
Le pidió Estela viendo, por el rostro demudado y molesto de su hija, que los
nubarrones de tormenta podrían cernirse de un momento a otro sobre esa hasta
entonces, agradable cena, y agregó con tinte maternal y conciliador. - Vamos a
olvidarlo...
- Pero el chico tiene que saber
que le estamos muy agradecidos, mujer. ¿Qué hubiese sido de nuestra hija si no
es por él? - Insistió John a modo de clara pulla contra Maddie. -
- Papa, no empieces,- intervino
la aludida molesta al argüir a su vez - Los pro apertura no son los malos de la
película, ni los culpables de todo.
- Hija.- Repuso John tratando de
hacerlo con calma. - Esa gente es la que se manifiesta y sabotea todo lo que
puede, aquí, en este planeta. Además, estaban metidos en eso de las drogas...
- ¡Eso no es cierto! ,- rebatió
Maddie con evidente malestar - lo que ocurre es que algunos de los que iban a
los mítines consumían Loten. Eso lo hacían también muchos de los anti apertura
y otra gente, ¿verdad que sí, Asthel?
El
pobre muchacho no sabía que decir, una de dos, o molestaría a Madeleine o al
padre de ésta. Por suerte Estela intervino a tiempo de ahorrarle una decisión.
- Se acabó, dejad al pobre chico
en paz, ha venido a conocer a la familia y se va a encontrar metido en esa
estúpida discusión. Así que basta de política por hoy. - Les reprobó tanto a su
esposo como a su hija que bajaron la vista al plato en tanto Estela añadía
dirigiéndose al cortado muchacho en tono muy amable y desenfadado. - ¡Hijo, tú
no hagas caso!, siempre que sale el tema de los pro apertura o de los reyes de
la Tierra, acaban discutiendo.
Asthel
esbozó una sonrisa y John dijo ahora de modo conciliador...
- Perdona muchacho...es culpa
mía. Dejemos el tema - comentó para querer saber con patente interés.- ¿Qué tal vas en tus estudios? Tengo entendido
que estás en la clase de al lado de la de mi hija.
- Sí señor. - Asintió él,
aliviado por dejar el otro tema. - Voy bien, gracias....
- Y ¿hacías deporte, verdad? -
Terció Estela para darle de que hablar. - Madeleine me dijo que estabas en el
equipo de baloncesto del instituto...
- Sí,- corroboró ahora con
creciente entusiasmo - y este año seguro que quedaremos en un buen lugar. Hemos
hecho una gran plantilla, nuestro entrenador dice que incluso podríamos ganar
el campeonato...
El padre de Maddie
parecía estar cada vez más encantado con ese muchacho y así lo expresó.
- ¡Eso está muy bien, eres un
chico completo! Me alegra ver que mi hija ha tenido suerte contigo. ¡Cuídamela
bien, eh! – Exclamó John bromeando, aunque Asthel podía intuir que no tanto
como parecía. -
- Papá, por favor, le estás
avergonzando...- intervino Maddie bastante envarada también -...
El
chico sonrió de forma tímida, siguieron charlando de cosas relativas al
instituto. El padre de Madeleine, haciendo honor a su condición de tipo
parlanchín, le contó que él había sido uno de los trabajadores técnicos que
ayudaron a terraformar Bios y que admiraba mucho al propio padre de Asthel por
mantener el orden y el respeto a las normas.
-Sí señor. Tu padre es un tipo
íntegro. Ha sabido tratar a esos agitadores. Si se presentara a alcalde o
presidente, contaría con mi voto.- Afirmó.-
-Gracias, señor Langley.- Repuso
el joven con más desenfado, asegurando.- Se lo diré.
-Llámame John. -Le indicó
afablemente su contertulio.- Sí, hay que reconocer que personas como tu padre y
tú sois muy valiosas. Igual que nuestros soberanos… ¡Todavía recuerdo aquello!
Estela estaba esperando a Maddie entonces. Mis padres me contaron lo que pasó
en la Tierra. La reina Serenity nos libró de una buena, y todavía tiene que
haber algún idiota que la critique. Te diré algo, no soy demasiado religioso.
Pero a esa mujer sí que la rezaría.
-Papá. Por favor.- Terció
Madeleine.- Creo que ya le han agradecido con creces lo que hizo. Si es que lo
hizo…
-¿Cómo que si es que lo hizo?...
Escucha hija. Tú no estabas allí cuando pasó…
-Ni tú tampoco.- Le recordó
ella.-
-Pero tus abuelos, sí...-Afirmó
su padre.-
-Bueno.- Interrumpió Estela,
cortando aquello como si hubiera empleado un hacha.- ¿Te apetece postre,
Asthel?...- Le preguntó al envarado invitado en tanto fulminaba a su esposa y a
su hija con la mirada.-
-Sí, gracias…- Pudo decir
tímidamente el chico.-
Por suerte padre e
hija decidieron aparcar ese otro tema de conflicto y no chocaron más. Así
transcurrió lo que quedaba de cena. Después del postre charlaron otro buen rato
o más bien el padre de Maddie dio una disertación sobre los jóvenes y los pocos
valores que estos respetaban ya. Eso sí, exceptuando a Asthel quién, como no
podía ser de otro modo, le dio unas educadas gracias y sonrió sin parar, (para
sonrojo propio y de su novia).
-Necesitamos más jóvenes como tú.
Serás quien nos releve en el cuidado de este planeta.- Sentenció su anfitrión.-
-No sé si Asthel querrá
presentarse a las elecciones.- Bromeó ahora Maddie.-
-También le votaría.- Se rio
John.-
Y se levantó muy ufano dándole
una palmada al chico que casi se atraganta con el postre ante el rubor absoluto
de Madeleine que no sabía dónde meterse. La madre de ésta contribuyó al mismo
al declarar en un sin fin de ocasiones la buena pareja que hacían los dos.
-Seguid así, pero sin prisas.-
Les comentó ella añadiendo con jocosidad.- ¡Que todavía soy joven para ser
abuela.-
Incluso Asthel estaba
totalmente colorado, ni él ni Maddie se atrevían a cruzar las miradas. Pero por
fin, aquella especie de prueba terminó.
-Se está haciendo un poco tarde.-
Se atrevió a decir el chico.-
-Sí, claro, te hemos entretenido
mucho.- Sonrió tiernamente Estela.-
-No, que va, lo he pasado muy
bien.- Acertó a responder Asthel todavía ruborizado.-
Se
levantó con el permiso de sus anfitriones, y Madeleine entonces les comentó a
sus padres.
-Voy a acompañarle un trecho.
-Claro.- Convino John, alegando
con jocosidad.- ¡Pero no os entretengáis mucho, tortolitos!
Ambas jóvenes
esbozaron sonrisas de circunstancias. Al fin, Asthel junto con Madeleine fue a
dar una vuelta con esa complacencia de los padres de ella que la juzgaban
segura con semejante acompañante y la verdad sea dicha, ¡los chicos estaban
locos por salir de allí!
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