Tan pronto pudieron liberarse de
aquella interminable velada los jóvenes novios dieron un paseo por las calles
de la ciudad. Iban de la mano como cualquier pareja. Y una vez lejos de su
casa, ella tomó la palabra y le dijo a Asthel visiblemente avergonzada.
- Perdona a mis padres, no han
hecho más que darte la lata.
- No te preocupes, Maddie, lo he
pasado muy bien...de verdad. - Le aseguró él. – Son muy simpáticos, los dos…
- Mi padre siempre está igual. No
pierde ocasión de soltarle a todo el mundo ese rollo del orden y la moral y
cómo hay que hacer las cosas.- Declaró la muchacha con tinte entre aburrido y
molesto.-
-¡Se llevaría bien con el mío!-
Exclamó el chico haciéndola reír.-
-No sé si sería buena idea
presentarlos. - Pudo decir ella, todavía entre risas.- Además de eso, seguro
que tu padre animaría al mío para que los pro le cayeran todavía peor.
Aunque
ahora Asthel miró a la chica con un semblante más serio, cuando la rebatió…
-A mi padre no le caen mal los
pro apertura. Lo único que él dice es que las inmigraciones deben de hacerse
con calma.
-Ya- replicó su interlocutora
afirmando poco convencida.- Esa es la excusa que argumentan los anti apertura.
Pero lo que significa de verdad es que sólo las personas con más y mejores
recursos puedan permitirse el viajar hasta aquí. Los elitistas.- Sentenció con
poca amabilidad.-
-Pues según los anti apertura
esos seríamos, entre otros, mi familia y yo. - Afirmó el muchacho ahora con
patente malestar que no se molestó en ocultar.-
Maddie se dio cuenta
de ello y se apresuró a matizar con visible apuro.
-No quise decir eso. Tu familia y
tú habéis hecho mucho por Bios. Os merecéis estar aquí más que nadie.
-Desde que era pequeño les he
escuchado a mis padres decir que este mundo era maravilloso y que sería muy
bonito si la gente pudiera disfrutarlo. ¡Cuanta más mejor! - Remató él
añadiendo.- Y sobre todo desde que la reina Serenity salvase la Tierra…
-¡Oh, ya salió la reina!-
Protestó ahora la chica sin poderlo evitar, aseverando para sorpresa de su
novio casi lo mismo que estaba diciendo en su casa cuando su madre la cortó. -
Es otra de las cosas que mi padre se pasa la vida repitiendo. La reina
Serenity, el rey Endimión y las
princesas. Salvaron el mundo. ¡Qué buenos son!
-¿Es que tú no lo crees?- Le
inquirió el muchacho.-
En
esta ocasión fue ella la que le obsequió con una mirada atónita. Apenas sí pudo
responder.
-Asthel, por favor, ¿De veras me
estás diciendo que una mujer, armada con un cristal y creando un resplandor
mágico, fue capaz de eliminar un agujero negro?
Y
para sorpresa de su novia, el muchacho le contestó con rotundidad.
-No es que lo crea, es que lo sé.
-No puedes hablar en serio…- Fue capaz de replicar
la atónita chica.-
-Maddie.- Suspiró él apoyando sus
manos en los hombros de su pareja para decirle.- Una vez te llevé a otras
dimensiones, visitaste mundos mágicos, prohibidos para los mortales. Te aseguro
que hay cosas que están mucho más allá de la compresión de la gente normal. Y
la reina Serenity es una de ellas. Y te diré algo más, la princesa Mercurio es
la madrina de mi padre. Ayudó a mi abuela a traerle al mundo, hizo lo mismo con
mi tía Kerria y con mi hermana y conmigo. Nunca dejaré que nadie hable mal de
ellas. Sobre todo si no las conoce…
Su
contertulia se quedó realmente sorprendida e incluso impactada por aquellas
palabras. Por un lado se resistía a creerlo, pero por otro había comprobado que
su novio le decía la verdad. ¡Incluso se lo había demostrado! Ahora sí que pudo
responder entre atónita y algo incrédula aún…
-Entonces… ¿Quiénes son en
realidad? Me refiero a los reyes y sus princesas. No son humanos, ¿verdad?
Aquí
el chico se tomó unos momentos para contestar, como si eso le supusiera una
especie de complicación. Por fin miro a la chica con amabilidad y sonriendo, le
dijo.
-No lo sé con seguridad.
Podríamos decir que son unas guardianas protectoras de la Tierra y del Sistema
solar. Su misión ha sido, desde siempre, defenderlo de cualquier amenaza. En
otro tiempo, un era anterior a ésta, reinaron sobre la Luna, la Tierra y los
planetas. Murieron luchando contra los poderes de la oscuridad y se
reencarnaron.
Y mientras la
asombrada muchacha escuchaba con visible interés, él se decidió y quiso ser
sincero del todo para revelarle.
-Verás, Madeleine. Yo te quiero y
confío en ti. Puedo contarte el origen de mi familia y lo que realmente son
capaces de hacer. Mis padres, mis abuelos, todos ellos han luchado por la
Tierra e incluso por el cosmos entero. Mis abuelos sin ir más lejos también se
reencarnaron. Pero debes prometerme no decirle nada a nadie, nunca.
-Sí, claro que lo prometo.- Pudo
responder la atónita muchacha.-
Y
para pasmo de Maddi, tras sentarse en un banco, él le contó un breve resumen de
la historia de su familia. Remachando…
-Como ves, mis propios abuelos al
principio lucharon contra las guerreras. Pero descubrieron que estaban
equivocados, que las habían juzgado mal. Cambiaron purificados por el poder de
Serenity. El mismo poder que salvó la Tierra.
-Entonces, si lo he comprendido
bien, tus abuelos venían del futuro.- Comentó la atónita chica.- Esa Luna
Negra, como dices que se llamaban. Era su familia.
-En realidad fueron víctimas de
un engaño, como ahora. Fruto de un malvado ente. Les hizo creer que los
soberanos de Neo Cristal Tokio deseaban destruirles. Y que con su larga vida
eran una amenaza. Algunos de nuestros antepasados se marcharon de la Tierra
alegando no querer vivir bajo el yugo de unos seres antinaturales.
-Eso es muy parecido a lo que
dicen algunos.- Musitó Maddie con manifiesta sorpresa e inquietud.-
-¿Algunos? ¿Quiénes?- Quiso saber
Asthel, ahora atónito a su vez.-
-Bueno, no estoy demasiado
segura, entre los asistentes a esas reuniones a las que iba.- Intentó precisar
la joven.- Había personas que, además de abogar por la libre entrada a Bios,
afirmaban que así se podría escapar de esos tiranos…-Guardó silencio ahora
visiblemente envarada.-
-Continua, por favor.- Le pidió
el muchacho.-
Madeleine
pareció resistirse a ello, sin embargo, viendo la expresión de su novio
asintió. Suspirando le dijo.
-Verás. La mayoría no dimos
crédito a esas tonterías. Una cosa era discutir la capacidad de los reyes de la
Tierra de haber hecho esa especie de milagro y otra de acusarles de un turbio
plan para dominar la Tierra.
-¡Eso es completamente ridículo!
- Exclamó el muchacho con patente malestar - ¡Jamás han pretendido nada
semejante!
Su
novia le miró con apuro y hasta consternación. Era evidente que se había
equivocado al juzgar a los soberanos y a las princesas. Ella creía firmemente
en Asthel. El chico decía la verdad. Se lo había demostrado con creces.
-Ya te he dicho que la mayor parte de nosotros hasta nos reíamos
de eso.- Pudo decir con tono conciliador.-
-Lo malo es que seguro que
algunos sí que lo tomaron en serio.- Dijo el joven moviendo la cabeza para
sentenciar.- Con todos los esfuerzos y sacrificios que tanto los soberanos y
las princesas como mis padres, abuelos y sus compañeros tuvieron que hacer… ¡Es
algo muy injusto, pero quizás tenga que ser así.- Remachó con resignación y
algo de tono reflexivo.-
Asthel
pensaba en algunos pasajes de ese libro que leyó. Y dado lo que él mismo le
había contado a su novia, todo se sustentaba en una enorme paradoja. Si sus
propios abuelos vinieron del futuro, a buen seguro que muchas cosas tendrían
que acontecer para que ese porvenir llegase.
-Lo siento, de veras yo..jamás
imaginé que las cosas serían de ese modo.- Suspiró Maddie creyendo que el
silencio de su novio se debía al enfado por su causa.-
-No, no te sientas mal, no es
culpa tuya. Tú solamente sabías lo que esa gente te ha contado.- Sonrió
finalmente Asthel para alivio de la chica.-
Durante
unos instantes fue ahora Maddie quien no
dijo nada, miró a su interlocutor con simpatía hasta que finalmente afirmó
tratando de suavizar las cosas.
-¡Vaya!...- Ahora lo puedo
entender todo. Confío en ti. Siendo como tú me has dicho, me siento culpable
por haber pensado tan mal de los reyes. Y lo peor será tener que darle la
razón a mi padre…
-No te preocupes. - Le sonrió
animosamente el chico.- Lo importante es que ahora ya sabes la verdad. Pero
debo insistir y pedirte que no le andes contando esto a nadie. Por mí sigue
discutiendo con tu padre todo lo que quieras…
-Tienes mi palabra. – Le prometió
ella sin dudar.- En eso no tendré problemas. Al menos en lo que a discutir con
mi padre se refiere, ¡ja, ja!…
Al
menos el ambiente entre los dos se relajó y suspiraron aliviados. Total,
aquellas historias eran tan increíbles que nadie se las podría tomar muy en
serio. Al menos de no haber visto las evidencias con sus propios ojos.
Madeleine desde luego no podía sentirse más asombrada y también, por qué no
decirlo, especial. Había tenido la suerte de que alguien como Asthel llegase a
su vida. Y así se lo dijo, entre reconocida y con un talante más desenfadado,
tratando de disipar esa atmósfera tan trascendental e incluso incómoda que se
había creado durante todas esas revelaciones.
-Realmente eres alguien
extraordinario.- Le alabó la joven.-
- La verdad es que me considero
una persona de lo más normal. De no ser por lo que estaba llamado a hacer. -
Afirmó él.- Que casi ni yo mismo sé lo que es…
-¡Qué bueno eres! , seguro que podrás llevar a cabo esa misión
tuya, cualquiera que sea. Te he visto hacer cosas sorprendentes. Y además,
siendo capaz de aguantar a mis padres seguro que no habrá nada que pueda
detenerte.- Le animó su contertulia.-
El
muchacho no pudo evitar mirarla algo sorprendido, después se rió. Ella le
imitó. Y tras reírse los dos, él le confesó de modo más sereno.
- Lo cierto es que desde hace
bastante tiempo que no me preocupo de eso. Los acontecimientos parecen ir en
otra dirección...
-¡Quizá todo eso que debías hacer
gracias a los reyes esté ya solucionado y tu misión ahora sea convertirte en un
jugador de baloncesto importante!... como tu abuelo Roy , ¿verdad? ja, ja! - Se
rio nuevamente Madeleine haciendo sonreír también a Asthel. –
Ojalá fuera así de
simple, pero él sabía que por desgracia las cosas no eran tan sencillas. Sin
embargo decidió dejar de lado aquello. Estaba con la chica a la que quería y
deseaba disfrutar del momento. Ya habría tiempo para ocuparse de lo demás
cuando llegase la ocasión. De modo que comenzó a hacerle cosquillas a su
interlocutora que no paraba de reírse al tiempo que él le pedía con voz entre
suplicante y melosa.
- ¡No te rías de mí!…
Los
dos se abrazaron por la cintura y después se dieron algunos besos. Tras un rato
Asthel acompañó a la muchacha a la
puerta de su casa, pero no se quedó a esperar que ésta se abriera. La chica lo
comprendió y se rio. ¡Cualquiera soportaba al padre de Maddie si salía con
ganas de más charla! Tras un agradable paseo por las ya nocturnas calles de la
ciudad el joven pensaba en todo lo que se había dicho. Si al menos había podido
abrirle los ojos a Maddie y que ella viera la verdad, lo daba por bien
empleado. ¡Ojalá que todas las personas de la Tierra y de Bios, e incluso
Nature! pudieran verlo igual.
-Debe ser eso. Algunas cosas, por
terribles y más que sean, deben ocurrir. Lo malo es que no sé cuales sucederán
por sí mismas o cuales deberé de alentar o impedir. Quizás el Libro de los Días
me dé ese conocimiento.- Meditó.-
Por
fin llegó a su casa. El chico se encontró a su madre hablando por el vídeo
teléfono. Amatista ya había colgado antes de que él viera de quién se trataba.
-¿Qué tal con Madelaine?,-
preguntó ella con una expectante sonrisa. -
- Bueno, cenamos pronto, charle
con sus padres que son muy agradables y luego ella y yo dimos un paseo…-Le
resumió sucintamente él.-
-Claro, es lo que una parejita de
novios debe hacer, ¡ja, ja!- Se rio su madre haciendo que se pusiera colorado.-
-Estuvimos hablando un poco de
nuestras cosas, nada más.- Musitó él.-
Por supuesto, adujo
eso sin querer contarle a su interlocutora que le había desvelado tantos
secretos familiares, a causa de sus diferencias de opinión respecto de los
soberanos terrestres. Posiblemente a su madre eso no le iba a hacer ninguna
gracia. Y menos lo que Maddie le había confesado que había oído sobre ellos. De
modo que, para desviar rápidamente el tema, preguntó a su vez.
- ¿Y tú? ¿Con quién hablabas,
mamá?
- ¡Oh, era tu tía Idina!, le
contestó Amatista. - Espera visita, ha recibido un mensaje de su prima Mimí. Va
a venir aquí con su familia, quiere que conozcáis a su esposo y a su hija.
-¿Su hija? - Inquirió Asthel con
tono desconcertado -, no sé, ¿quién es esa Mimí?
-Es la hija del tío de Idina,- le
explicó Amatista. - Ella y su marido vienen a Bios para quedarse a vivir. Son
unos expertos en informática como seguramente le escucharías decir a Katherine.
Sí,
eso le sonaba al muchacho. Durante la cena que tuvieron con la reportera, ella
comentó algo sobre un reportaje. En ese momento tuvo una extraña sensación, la
misma que había sentido otras veces.
-¿Cuándo llegarán? - Quiso saber
el muchacho quien, sin saber a ciencia cierta el porqué, se había tomado
realmente interés por ese asunto. -
- Mañana mismo.- Le respondió su
madre, que añadió con un tono más de orden que de deseo. -Así que espero que tu
hermana y tú no hagáis planes...vamos a ir a recibirles.
- Vale mamá, no te preocupes.
Allí estaré. - Concedió Asthel -, ahora me voy a acostar...
- Muy bien,- sonrió su complacida
interlocutora, contenta de que el muchacho estuviera tan dispuesto. - Hasta
mañana, hijo...
El
joven saludó a su padre que estaba en su despacho trabajando.
-¿Todo bien, hijo?- Quiso saber
Leval.-
Casi
parecía que se lo preguntaba por los acontecimientos que estaban por venir, por
ello Asthel no respondió enseguida, mirándole con desconcierto. Leval sonrió,
siendo más concreto.
-¿Qué tal la cena en casa de
Madeleine?
-¡Ah!, muy bien. Lo he pasado
estupendamente. Sus padres son muy agradables.
-Me alegro, hijo. Un día tenemos
que devolver la gentileza e invitar a tu novia.
-Sí, claro. Ya se lo diré.-
Asintió el chico.- Bueno, hasta mañana, papá.
-Que descanses.- Repuso su padre,
que ya volvía a enfrascarse en sus cosas.-
Y
Asthel se fue a dormir, aunque al menos eso quiso dar a entender. Antes de
acostarse quiso consultar el libro. Entonces comprendió, las cosas iban
cobrando sentido. Tras guardarlo con cuidado se acostó. Amatista por su parte le dijo a Maray lo
mismo que a su hermano cuando ésta se iba también a la cama. Pero la niña no se lo tomó con tanto interés.
Juzgaba un rollo el tener que ir a esperar a gente que ni tan siquiera conocía.
De todos modos su madre fue muy clara al respecto y no le quedaba mucho donde
elegir.
-¡Vaya un rollo!- Suspiró Maray
cuando ya se metía en su cama tras dar las buenas noches a sus padres.-
Pero
así eran las cosas, de modo que al día siguiente, después del colegio, todos
estaban listos en el astropuerto de Vitae para recibir a la prima de Idina.
- Oye mamá,- objetó Maray en voz
baja. - ¿Por qué tenemos que venir a recibirles? No son familia nuestra...
- Cariño, Idina nos lo ha pedido
porque ellos son nuevos aquí y no conocen a nadie, no podemos negarle ese
favor. - Le explicó Amatista también entre susurros. - Además, su hija es de tu
edad creo, no le vendrá mal tener una amiga. Hazlo por tu tía, se lo merece.
Maray
asintió con expresión resignada, no podía negarle nada a su “tita” que de
siempre la había querido mucho y era muy buena con ella. De modo que esperaron
durante un rato hasta que se registró la llegada al astropuerto de la nave de
Mimi. También Sandy, Coraíon y su hijo Granate, quisieron ir para dar la
bienvenida a los parientes de su amiga. Al poco Idina la vio a lo lejos, estaba
allí con su esposo y sus dos hijos. Ella también fue vista por su prima que se
acercó con su familia. Mimí, una mujer de media melena morena, vino corriendo
hacia ella haciendo ostensibles gestos con los brazos.
-¡Hola primita! - Exclamó con un
chillido abrazándose a la aludida. -
- ¡Mimí, qué alegría! ¡Cuánto
tiempo sin verte! - Fue la afectuosa respuesta de ésta estrechándola entre sus
brazos también.-
Idina miró al hombre
que apareció caminando con el equipaje tras la recién llegada, moreno como
ella. Era Ken su marido, que esbozó una sonrisa de circunstancias en tanto su
esposa e Idina saltaban de contentas tras abrazarse en medio de ese escándalo
que hizo fijarse en ellas a la mitad de los pasajeros que salían de la
terminal. Al poco una chica, rubia platino y larga melena de unos quince años,
que les acompañaba, se aproximó. Desde luego era muy bonita y miraba en
silencio a su tía segunda...
- Ha pasado mucho tiempo. -
Afirmó Mimí dirigiéndose a su esposo. – ¿Verdad Ken?
-Sí, es cierto – convino
jovialmente él. -
- Tú debes de ser Mimet. ¡Como tu
abuela, a que sí! - inquirió entonces
Michael de forma muy simpática a esa muchacha. -
- Si, así me llamo,- respondió
ella, por el contrario, con una voz muy suave y poco emocional. – Aunque mi
abuela se escribe Mimette. Para diferenciar las grafías mi nombre se pronuncia
igual aunque se escribe con una sola “t” y sin la “e” final. Soy Mimet
Trenton…es un placer conocerles.
Asthel
se quedó pensativo leyendo aquel gran tomo, había observado que el nombre de la
abuela de esa chica siempre había aparecido como Mimet, quizás ocurriese que
quien quiera que fuese el autor de aquello, no lo tuvo en cuenta.
-Vaya, ¡qué curioso! Hay cosas
que cambian. Es verdad que algunas cosas pueden ser reescritas.- Se dijo el
joven, en tanto permanecía atento a las conversaciones de sus mayores. –
Y de hecho, mientras meditaba sobre eso, Idina presentó a todos entre
sí y culminó con los niños.
- Éste es Tom mi hijo mayor,
Loren la pequeña, y éste es Granate, el hijo de Sandy y Coraíon a los que ya
conocéis. Y estos dos muchachos tan mayores ya, son Asthel y Maray, los hijos
de Leval y Amatista.
Todos
saludaron cortésmente y departieron un poco
sobre varios temas, el primero que salió fue preguntar por amigos y
conocidos.
-¿Qué tal le va a tus padres? –
Quiso saber el esposo de Idina.
-Es verdad.- Abundó ésta.- Hace
mucho que no veo a los tíos Daniel y Mimette.- Afirmó, aunque apagando un poco
su tono entusiasta…
Lo
cierto era que, desde el funeral de su padre, no les había vuelto a ver. Mimí
se ocupó enseguida de sonreír, percatándose de aquella circunstancia y
responder.
-Están estupendos, mi madre sigue
tan alegre como de costumbre. Ya la conoces, casi parece una niña. Y mi padre
con sus investigaciones y tratando de aclararse con la parte de la Compañía que
le ha tocado dirigir.
-Así es.- Añadió Ken.- Mazoui y
Satory se ocupan de casi todo ahora, pero le pidieron a mis suegros que se
hicieran cargo de la parte científica. El doctor Tomoe y su esposa Kaori
decidieron retirarse, al menos de esos menesteres. Aún siguen investigando un
poco, pero lo que más hacen es viajar a ver a su hija Keiko, que va de planeta en planeta, ahora creo que
estaba en Nature, y también visitan siempre que pueden a Hotaru.
-Hotaru es mi madrina.- Les contó
Mimí.- Siempre la he querido mucho pero con tantos deberes que tiene como princesa de Saturno apenas si la veo ya.-
Suspiró con algo de pesar.-
-¿Y qué tal todo por la Tierra?-
Se interesó Coraíon.-
-Bueno, la situación está más o
menos como siempre.- Repuso Kenneth al que se le notó algo incómodo al hablar
de eso.- Ya sabéis, algunos están descontentos pese a todo lo que tienen.
Los
adultos no quisieron profundizar en ese asunto al darse cuenta de sus
implicaciones. Al menos no delante de los chicos. Fue Sandy la que varió
sustancialmente de tema.
-Bios es un lugar muy hermoso. Os
gustará. ¿Tú qué opinas, Mimet? Con una sola “t “y sin “e”, - Inquirió
jovialmente dirigiéndose amablemente a esa muchacha.-
Su
comentario provocó alguna risa entre los demás, aunque esa jovencita, de modo
impertérrito, replicó.
-No hace falta que marque usted
la distinción ortográfica mientras estemos hablando, señora Lassart. La llamo
así, asumiendo que, al contraer matrimonio con Coraíon Lassart, haya modificado
su apellido. ¿O prefiere que me dirija a usted como Sandy Ann Wallance?
La
perpleja aludida, apenas sí pudo musitar.
-Como quieras, Lassart está
bien.- Concedió.-
Sandy esperaba no haber ofendido a esa niña con su chanza. Aunque su
tono tampoco era el de alguien que se mostrara contrariado. Es más, quiso
percibir algo en ella y no pudo sacar nada en claro.
-¡Qué extraño!- Se dijo.-
Solamente alguien con gran fuerza mental sería capaz de bloquearme.
De
todos modos, enseguida centró su atención en la réplica de esa sorprendente
muchacha.
-Muy bien, pues gracias señora
Lassart.- Repuso aquella jovencita, agregando en tono monocorde. - En cuanto a
su pregunta, verá. He leído los trabajos de terraformación y colonización
biogeográfica que han llevado a cabo usted y la doctora Malden. Junto con la
labor de la doctora Winters. Son realmente notables.- Valoró con tintes
analíticos, para remachar.- Si no le es inconveniente a ninguna, estaría
interesada en que me proporcionasen más información.
Amatista
y Sandy se miraron estupefactas, casi habrían jurado que era una colega
científica y no una cría la que les estaba hablando. ¡O más bien una especie de enciclopedia! Pero
enseguida sonrieron. La morena científica observó a esa muchacha y parecía
estar perpleja, sin embargo, repuso con afabilidad.
-Estaremos encantadas.
-Vuestra hija es realmente muy
inteligente.- Halagó Amatista.-
-Estudia mucho, le encanta leer.-
Contestó Mimí que ahora parecía algo apurada.-
- Y es muy bonita y mayor de lo
que yo pensaba. –Añadió Idina.- Creía que tu niña era de la edad de Maray. Se
lo dije a Amatista, pensando que su hija y la vuestra podrían ser buenas
amigas...
- La verdad es que Mimet tiene
doce años, pero aparenta más....- reconoció Mimí que daba la impresión de
sentirse incómoda con aquella cuestión, más al añadir con un tono que denotaba
algo de nerviosismo. – Crece muy deprisa…y va bastante adelantada para su edad.
- ¡Madre mía, y tanto! Hay que
ver cómo se desarrollan las chicas de hoy día.
- Exclamó su prima visiblemente sorprendida.-
Y es que, sin ir más
lejos, esa cría era tan alta como ella misma y marcaba unos evidentes encantos
bajo la camiseta que llevaba. No obstante, sin darle a eso mayor importancia.
Cambió de tema para añadir.
-Espero que seas muy feliz aquí,
cariño.- Le deseó a esa jovencita que se limitó a asentir dubitativamente.-
-Habéis sido muy amables al venir
a recibirnos.- Les dijo Mimí al resto.-
-No es nada. Sólo esperamos que
os sintáis a gusto en Bios. Para cualquier cosa que necesitéis no dudéis en
decírnoslo.- Se ofreció Amatista de modo cordial.-
-Muchas gracias. - Terció Ken,
que parecía desde luego bastante educado y serio.-
-Lo más importante será ir a
conocer nuestra nueva casa. La compramos a través de la web.- Les contó Mimí,
añadiendo con agradecimiento.- Y por suerte mi primita pudo ir a verla y darnos
su opinión.
- Ha sido un placer. Ya veréis
como os va a gustar, pero primero será mejor que vayamos a mi casa.- Les
propuso Idina.-
-Sí.- Añadió Michael. – Estaréis
cansados y tendréis hambre.
-Bueno, pues nosotros nos vamos ya.
Ha sido un placer conoceros. - Intervino Coraíon que, educadamente remachó.-
Para cualquier cosa, aquí nos tenéis.
-Muchísimas gracias y Coraíon,
por favor, dales un beso y un abrazo muy grande a tus padres de parte de mi
madre. - Le pidió Mimí.- Les quiere mucho…
-Así lo haré. Gracias, igualmente
para los tuyos. – Convino él chico, guiando ya a su esposa e hijo hacia la
salida.-
-Nosotros también nos marchamos. Os dejamos para que os
pongáis al día.- Intervino Amatista. -
Disculpad a mi esposo. Sus obligaciones no le han permitido venir.
Por
supuesto sus interlocutores excusaron aquello. Leval estaba en su base de
Vitae, realmente ocupado. De modo que ambas familias, Lassart y Malden, se
marcharon cada cual a sus casas. Por su parte, Idina y la suya ayudaron a la de
su prima con las maletas y demás, guiándoles hasta su deslizador.
-Me tienes que contar dónde están
las mejores tiendas de por aquí.- Le pidió Mimí a su anfitriona.-
-Descuida.- Repuso jovialmente su
prima.- Ya iremos tú y yo cuando estéis instalados.
Al llegar a la casa
de los Johnson tomaron un sencillo almuerzo
y después fueron todos a conocer la casa que Mimí y Ken habían comprado.
No les quedaba lejos y fueron caminando.
-Ha sido una gran inversión, pero
ahora que la veo, ha merecido la pena.- Aprobó Mimí.-
-Nos hemos hipotecado para veinte
años.- Sonrió Ken.-
-Pero. Alegasteis que erais
científicos. ¿Verdad? Para todo el personal cualificado y de funcionariado, hay
una subvención parcial.- Les explicó Idina.-
-Sí, lo hicimos.- Convino su
prima, añadiendo además.- Y también nos beneficiamos de la deducción por
nuestra hija.-
-A pesar de eso, el valor de esta
calle es muy elevado.- Afirmó Mimet comentando.- Supera en más de un ochenta
por ciento la media del metro cuadrado de Vitae.-
Los
demás la observaron no sin asombro. ¡Esa chica estaba muy bien documentada en
todo!
-Tampoco es para tanto, tenemos
buenos salarios y la Masters además nos ha adelantado parte del precio.-
Confesó Kenneth.-
Aunque
fue Mimí que parecía sentirse incómoda con tantos datos y esa conversación,
quien tomó la palabra cambiando de tema.
-¡Anda vamos a ver la casa!
Tras unos pocos
metros más llegaron. Era un chalet muy parecido al de Idina y Michael. Con un
fachada en color blanco y tejado a dos aguas. Rodeado de una buena parcela de
jardín , con la típica valla blanca alrededor.
-¡Por fuera es preciosa!- Exclamó
Mimí.-
Los demás a excepción
de su hija sonrieron divertidos. Y si fuera estaba muy bien, era espaciosa y muy
acogedora por dentro.
-Vamos a ser vecinos.- Afirmó
Idina con ilusión.-
Así era, no estaba
lejos de las del resto del grupo, en la misma Avenida del Teniente Granate
Lassart. Pertenecía al mejor barrio de Vitae, la capital de Bios, el primero
que se construyó en el planeta. Mimí les dijo que Mimet iría al instituto,
pues, como ya habían podido constatar, era muy inteligente y llevaba varios
cursos de adelanto. Todos se quedaron boquiabiertos, pero no preguntaron más. A
fin de cuentas ya habían comprobado hacía años con Asthel de lo que era capaz
un niño precoz. Ken, por su parte, les dijo que se hospedarían en un hotel
hasta que amueblasen la casa. Idina quiso invitarles a la suya pero se negaron
alegando que no querían molestar, aunque si aceptaron cenar allí. Después,
durante la velada, se contaron cosas de la Tierra con más detenimiento.
-¿Qué tal está mi madre?- Les preguntó Idina con visible interés. –
-Bien, no te preocupes – Dijo
Mimí para añadir. – Se iba a marchar una temporada a Nature para estar con tu
hermano Alan, con Naya y con Fiora. Lo cierto es que ahora quiere estar cerca
de sus seres más queridos.
-Tengo muchas ganas de ir a
verla. – Afirmó su contertulia que siempre pensaba en su madre y recordaba ese
viaje a través del espejo que reservaba para visitarla. – La echo mucho de
menos.
De hecho, la muchacha
recordaba a su padre también, no dejaba de hacerlo. Sabía el duro golpe que
para su madre fue perderle. Pero al menos durante ese tiempo Lance estuvo mucho
junto a ella, incluso dejando de lado al parecer sus negocios. ¡Pobre chico!
Pese a lo reservado de su carácter o precisamente por eso no le habían valorado
nunca en lo que merecía. Lo cierto es que Idina se sentía algo culpable, tuvo esa
alucinación en la que vio a su hermano haciendo el papel poco menos que de un
malvado maquiavélico. Así lo comentó…por lo menos la parte que podía decir en
voz alta.
-Mi pobre hermano ha tenido que
consolar a mamá él sólo durante este tiempo.
-La tía Cooan es fuerte, y Lance
ha estado hablando mucho con ella. No sé qué habrá podido contarle pero tu
madre estaba mucho más animada y sonriente la última vez que la vimos. ¿Verdad
Kenneth?
-Sí, es verdad – convino su
esposo que agregó. – Y mis suegros también
han ido a verla e incluso la han invitado a ir con ellos una temporada cuando
regrese de Nature.
-La tía Mimette siempre fue muy
simpática y se ha llevado muy bien con mi madre. Desde que se conocieron, eso
me lo contaron mis padres – se sonrió Idina recordando también que no pocas
veces había pensado que su peculiar tía estaba un poco, o mejor dicho, bastante
chiflada. –
-Sí, mamá recuerda con mucho
cariño como fue recibida en la familia. La tía Connie la ayudó mucho a
integrarse. Tu madre es para ella como una hermana mayor. Tuvieron la fortuna
de compartir un destino muy similar. La quiere muchísimo… Incluso la ayudó a
reconciliarse con mi tía Melissa, bueno en realidad me dijo que se llamaba
Eudial…Una larga historia.- Agregó con rapidez para evitar seguir con ello.-
-Es cierto, mi suegra habla mucho
de eso. De cómo Cooan la trató como a una hermana menor.- Añadió Ken.- Por eso
se siente muy unida a tu madre, Idina. Bueno y a tu tía Petz y tu tío Zafiro.
- Es verdad- declaró Mimí
afirmando ahora con más desenfado.- Y le encanta todavía hacer la receta de la
abuela Sarah. Por cierto, ¿sabes quién ha estado visitando a tu madre muchas
veces? ¡La propia princesa de Marte en persona!
Su prima asintió con
una sonrisa. Sabía lo mucho que su madre quería a la madrina Rei, y aquello era
mutuo. Eran grandes amigas y la princesa de Marte sintió muchísimo la pérdida
del padre de Idina, al que había conocido cuando él, su madre, el tío Roy y la
tía Bertie, eran apenas unos jóvenes universitarios luchando contra esos
malvados demonios.
-A veces no me doy cuenta de la
gran familia que somos. – Suspiró la muchacha con el cómplice asentimiento de
Mimí que repuso. –
- Ya os dije antes que a mí me
venía a visitar la princesa Saturno, que es mi madrina. Bueno, al menos cuando
sus obligaciones se lo permitían. Ella y la princesa Venus se llevaban bastante
bien con mis padres…
-Lo cierto es que todas son
admirables, además de su lucha por la justicia y de sus ocupaciones, siempre
sacaron tiempo para interesarse por nuestras familias.- Comentó su prima.-
-Bueno, ¿qué tal vosotros por
aquí? - terció Kenneth cambiando de tema. –
-Bien, lo cierto es que las cosas
estuvieron un poco agitadas. – Replicó Michael mirando de reojo ahora a su
mujer que se sonrió, más cuando él comentó. – Hasta las justicieras tuvieron
que intervenir para imponer el orden.
-Pues hacía mucho que no
actuaban.- Comentó Ken. –
-Y creo que va a pasar mucho
tiempo más ya para que lo repitan. –
Afirmó Idina. –
-Oye Mimet – comentó ahora Tom
mirando a su prima con patente
curiosidad. - ¿Es verdad que vas a ir al instituto?
-Sí- repuso lacónicamente ella. –
Es correcto.
-¡Sí que eres lista, con
solamente doce años! – sonrió Loren para contarle orgullosa. - ¿Sabes que la
hija de la reina Neherenia es amiguita mía?
-No lo sabía. ¿Es un hecho
destacable? – Comentó la interpelada sin ningún interés aparente. –
-¡Vaya cielo! Eso sí que es
increíble. – Le sonrió Mimí tratando de enmendar aquella réplica de su hija.-
Tienes una amiguita en la Luna.
-Nehie es una mujer estupenda,
una gran amiga. La considero incluso como a una hermana. - Le dijo Idina que añadió. – Creo que te
conté como nos conocimos de niñas. –
-Sí, que tú jugabas a las
princesas con tu prima Kerria y ¡tenías esa muñeca a la que le pusiste mi
nombre! – rio ahora Mimí –
-¡Es verdad! – Rio su prima con
ella para explicar a sus propios hijos. – Esa muñeca me la regaló la madre de
Mimí cuando yo era muy pequeña. Y como me dijo que podría jugar con ella y que
así me acordaría de mi primita, pues yo le puse el mismo nombre. Para
recordarla siempre.
Todos se rieron en la
mesa, todos a excepción de Mimet que simplemente añadió.
-Es algo lógico. Con el mismo
nombre podrías acordarte con total seguridad de mi madre.
-Así es- pudo responder Idina
algo sorprendida sin embargo por la tibia reacción de esa muchacha. – Eso
es…eso fue lo que pensé…
-Entonces estabas muy avanzada
psicológicamente para tu edad de entonces.- Valoró la muchacha dejándoles
atónitos -¿Cuántos años podrías tener, cinco?
-Algo así.- Pudo musitar su
atónita tía.-
Desde luego que al
resto de su familia también le sorprendía la forma de ser de aquella chica.
Quizás fuera debido a que estaba cansada del viaje. ¡O sencillamente era una
pedante! De todos modos la cena se iba alargando demasiado, tocaba ya mandar a
los críos a la cama. Estos se
resistieron un poco pero finalmente obedecieron. Mimí, su esposo y su hija se
despidieron tras agradecer aquella velada. Idina y Michael también se fueron a
la cama cuando terminaron de recoger los platos, la mesa y encargar a los
robots domésticos que los lavasen y limpiasen el resto.
-Bueno… ha sido una cena muy
larga pero me alegra tener a la prima y a su familia aquí. La verdad no nos
hemos visto casi nada en estos últimos años.- Afirmó Idina.-
-Ahora tendrás ocasión de
recuperar el tiempo perdido.- Le dijo su esposo tras darle un beso en la
mejilla.- Y poder conocer mejor a tu sobrina…
-Sí, la verdad, ahora que lo
mencionas apenas sí la recuerdo de pequeña. Casi ni la hemos visto crecer.-
Comentó su interlocutora.-
-No nos hemos prodigado mucho en
visitas, la verdad. Pero cada vez que íbamos a la Tierra, y eso que no era muy
a menudo, esa niña siempre estaba en algún sitio. O de viaje, o indispuesta.
Ahora en cambio parece estar muy bien. Tiene aspecto de gozar de buena salud. -
Comentó Michael, extrañado también.-
-Nunca se sabe. No quiero
preguntarle nada a Mimí por discreción. Aunque es cierto que es algo peculiar.
¡Quizás haya salido a su abuela! -Se sonrió agregando esperanzada y también ya
algo cansada.- Parece una buena chica, tal como has dicho, es una gran
oportunidad para conocerla.
Y continuando esa conversación no tardaron en
irse a la cama tras dar las buenas noches a sus hijos. Por su parte, ya en su
casa y acostados tras su propia cena, Sandy y Coraíon comentaban la llegada de
los nuevos visitantes. Ella le decía a su esposo.
- No sé, Mimí y su marido son
agradables y ella en particular muy extrovertida. En cambio su hija..-No sé.-
Intentó elegir sus palabras con cuidado para añadir.-. Es educada y al parecer
muy inteligente, pero parecía tan fría y desapasionada, no he sentido casi
emociones en ella...
- Tendrá un carácter frío, ¡no
todo el mundo va a ser alegre y a tirar cohetes a la mínima ocasión! - Respondió Coraíon despreocupadamente. -
- Pero, me extraña - insistió
Sandy -, percibo algo extraño en ella, o mejor dicho, apenas puedo percibir
cosa alguna. Su mirada es muy fría. Incluso a Granate le ha parecido algo rara.
Me lo dijo tan pronto llegamos a casa. – Meditó unos instantes y agregó de forma
nada convencida pensando lo mismo que Idina.- No sé, es que me sorprende que
sea casi el reverso de su madre. Quizá venga cansada del viaje...o se sienta
fuera de lugar.- Especuló finalmente intentando hallar una explicación más
lógica.-
-Claro, habrá que darle tiempo.
Es una adolescente y la han apartado del mundo que conocía. Eso cuando menos
desconcierta a los chicos de esas edades. Se sentirá mal o quizás enfadada con
sus padres, si la han apartado de sus amigos, o de algún noviete - Concluyó
Coraíon restando importancia al tema.-
-Sí, eso será. Me acuerdo de mí
misma a su edad, seguramente por razones distintas, pero era duro comenzar de
nuevo y tratar de conocer a nuevas personas. Sobre todo cuando había tenido
malas experiencias. - Suspiró su contertulia.-
Su
marido asintió. Eso debía ser. Recordaba bien lo que su esposa le contase de su
propia infancia y adolescencia. Sufrió mucho. Pudiera ser que esa chica hubiese
experimentado algo, sino similar, al menos que habría significado una ruptura
con todo lo que conocía. A fin de cuentas, tal y como él mismo había puesto de
manifiesto, a buen seguro que tendría una vida y unos amigos en la Tierra,
antes de mudarse a Bios. Lo dejó estar y le dio las buenas noches a su mujer.
Entre tanto, en casa de Ia familia Johnson, tras acostarse, la conversación
proseguía dirigida al mismo tema. Ella comentaba a su marido con expresión
sorprendida.
-¡Es curioso! No me imaginaba tan
mayor a Mimet y para colmo sólo tiene doce años.
- Oye, ¡Mimí te ha dicho que está
muy desarrollada! - Declaró Michael con algo de sorna. - ¡Y no te engañaba!
- No sé qué pensar, yo diría que
demasiado.- Repuso Idina en actitud reflexiva. -
- Mira, esa chica es mayor,-
declaró su marido ya en serio, afirmando sin sombra de duda. - Por desarrollada
que esté no puede ser así con doce años. Es tan alta como tú y el cuerpo que
tiene no es el de una niña. Por lo menos debe de tener quince.
- No sé por qué mi prima iba a
quererme engañar. Nunca se sabe, puede que sea realmente así. Además, ¡qué curioso!
, ella es tan rubia y sus dos padres son morenos.
- Puede ser un gen recesivo que
tuviera. O quizás sea adoptada y no sepan con claridad su fecha de nacimiento.-
Conjeturó Michael sin darle mucha importancia. - Bueno, deja de darle vueltas,
lo principal es que ya están aquí...
- Ya, pero me parece una chica
muy seria, sobre todo teniendo en cuenta como son su madre y sus abuelos de
simpáticos y vivarachos, parece la noche y el día respecto a ellos. Y Mimí
nunca me dijo que la adoptasen. Y sin embargo es curioso, ni siquiera nos
invitaron al bautizo… Fue como si de pronto, ya la tuviera…
-¡Oh, déjalo ya, Idina!- Le
pidió Michael aburrido del tema, cuando
su mujer se empeñaba en desmadejar un asunto podría pasar horas y horas dándole
vueltas. - Vamos a dormir, venga, mañana visitas a tu prima y se lo preguntas
si crees que debes hacerlo.
Su esposa estuvo de
acuerdo aunque tenía ganas de seguir charlando un poco más sobre ello, pero
comprendiendo que su marido se aburría
enseguida de ese tipo de cuestiones, al fin lo dejó correr. Aunque desde luego
a Mimí no se lo iba a preguntar. Probablemente su prima lo juzgase bastante
descortés amén de una invasión de su intimidad familiar. De todos modos no
pasaba nada, no era algo realmente importante. Ya lo hablaría más detenidamente
con Sandy y Amatista, por curiosidad, a ver si coincidían con ella.
-Es algo muy raro.- Reflexionaba
en tanto el sueño la iba venciendo poco a poco musitando.- Ya las consultaré a
ver qué opinan…
Entre
tanto, en su nueva casa, los Trenton se instalaron. Mimí y su marido, ayudados
por Mimet, no tardaron en colocar las
cosas de su equipaje. Tras hacerlo decidieron irse a dormir.
-Bueno cariño.- Le susurró Mimí a
su hija, una vez esta estaba metida en la cama.- A dormir bien. Espero que
mañana tengas un estupendo día.
-Sí, hay muchas probabilidades de
que así sea, el pronóstico del tiempo indica que será una mañana soleada.-
Replicó su interlocutora.-
Su madre sonrió ligeramente y
después de acariciar aquel sedoso cabello platino besó a la chica en la frente
y se marchó. Las luces de la estancia se apagaron tras ella. Cerró la puerta
del cuarto de Mimet y se reunió con su marido.
-Bueno. ¿Qué tal?- Quiso saber
él.-
-No sé.- Suspiró Mimí,
comentándole con sinceridad.- Mi prima y los demás habrán pensado que es algo
rara.
-Lo que piensen no nos
concierne.- Sentenció él de un modo algo brusco.- No creo que ellos sean nadie
para criticar a Mimet.
Su
mujer le dedicó una mirada entre suplicante y preocupada. Al fin pudo contestar
con tinte conciliador.
-Ken, por favor, es mi familia.
Quiero mucho a Idina. Y sé que ella también siente lo mismo hacia mí. Además,
es muy buena persona, nunca criticaría a nuestra hija. No me refería a eso.
-Tienes razón, lo siento.-
Suspiró largamente su esposo, admitiendo.- Ha sido un largo viaje, estoy
cansado.
-Todos lo estamos.- Asintió su
mujer.- Quizás nuestra hija no tanto, claro. Ya la conoces. En fin. Ahora
espero que se adapte pronto a su nueva vida…
-Lo hará, sabes que eso no le
será difícil.- Afirmó Kenneth, para cambiar de tema.- ¿Has sabido algo nuevo de
Keiko? La última vez que hablamos con ella había vuelto a Nature, ¿verdad?
-Sí, y a decir verdad me
preocupa. La noté triste ya entonces.- Le desveló su contertulia.- Me parece
que lo pasó mal en el viaje de la SSP-2 y desde entonces no ha sido la misma.
Ya antes se marchó sin apenas despedirse. No sé. Es como si hubiera querido
alejarse de nosotros.
-No lo creo.- Repuso su marido,
alegando.- Ella siempre quiso labrarse un nombre en la investigación, sin estar
a la sombra de sus padres. Esa es una dura carga. Souichi y Kaori son
estupendos, pero claro, unas eminencias en sus respectivos campos. Para Keiko
era muy duro. Y también le gustaba mucho cantar.
-Eso es verdad. A veces me daba
la impresión de que su corazón estaba dividido entre sus dos pasiones, y que la
pobre no sabía hacia dónde tirar. Pero es que, también me parece que hay algo
más. Algo que no quiere contar. Ni siquiera a mí.- Reflexionó Mimí en voz
alta.-
-Bien, no te preocupes por ella.
Es una mujer adulta que sabe tomar sus propias decisiones. Mejor pensemos en
nuestra nueva vida en Bios.- La animó su marido.-
Y
ella asintió. Así las cosas, terminada esa conversación se durmieron enseguida.
Al día siguiente, tras una llamada a la casa de los Malden quedaron en que
Asthel acompañaría a Mimet al instituto. El chico fue a buscarla y la guió.
Allí la presentó a varios de sus compañeros, ella estaba en su misma clase. Le
habían hecho un examen de acceso en la Tierra y sus notas eran muy altas, ¡las
mejores de todos los aspirantes! A la salida de la clase, su cicerone charlaba
con ella y esperó a Maddie para presentársela.
- Mimet, ésta es Madeleine, mi
novia.- Declaró orgullosamente Asthel que le dio un beso a su pareja
como si quisiese corroborarlo para añadir. - Maddie, ésta es Mimet, es sobrina de una
prima de mi padre.
-¡Qué lío! - Sonrió su
contertulia con gesto divertido.-
-En realidad, es la sobrina de la
señorita Idina.- Sonrió su novio.-
-¡Pues empieza por ahí, tonto!-
Se rio Maddie para afirmar no sin alivio a la vista de la belleza que tenía en
frente. - Bueno, entonces de algún modo sois familia, encantada de conocerte.
- Lo mismo digo. - Repuso Mimet
aunque su voz no sonó muy convencida, pero Madeleine pensó que era por timidez,
a todo esto la recién llegada añadió del mismo modo átono y desapasionado.
-Supongo que nos veremos a menudo. Ahora debo volver, mis padres me esperan
para que les ayude a amueblar nuestra casa....
-¿Quieres que te acompañemos? -
Se ofreció Asthel de forma cortés. -
- No gracias,- rehusó esa
muchacha de forma seca. - Ya sé el camino, basta con recorrerlo a la inversa,
quedaos vosotros dos juntos, no quiero molestaros, adiós...
Se
alejó andando a pasos cortos y rápidos. Madeleine se quedó bastante atónita y
le comentó a su novio no sin preocupación e incluso un atisbo de sorprendida
contrariedad ante lo que a su juicio había sido una manifiesta falta de
educación.
-¿Qué le he hecho yo?...parece
como si la hubiese ofendido en algo.
- No, no es eso, es sólo que
parece ser bastante fría. Le faltarán habilidades sociales pero eso no es un
delito.- La excusó Asthel que le contó a su perpleja novia lo poco que sabía de
ella. – Por lo que he podido ver es así con todo el mundo. Por mayor que
parezca no deja de tener doce años.
- ¡No!, ¡Venga ya! ¿Me tomas el
pelo?- Le preguntó su novia a lo que el muchacho negó con la cabeza tras
encogerse de hombros.- ¿Esa chica doce años? ¡Eso no me lo creo! - Sentenció la
muchacha esbozando una malévola sonrisita -...
- Bueno, ¡qué más da! El caso es
que espero que sea una amiga más para nosotros.- Replicó su interlocutor.-
- Y yo espero que se vuelva más
amable o eso va a ser difícil de conseguir. - Añadió Maddie con algo de sorna.
-
Asthel
le dedicó una sonrisa de divertida y fingida reprobación y ambos se marcharon
hacia sus casas en tanto terminaban la conversación. Entre tanto Leval, en su nuevo puesto, no
tenía tiempo de pensar en ese tipo de cuestiones. Aunque Amatista le comentase
algo similar sobre esa niña él se limitó a darle la razón. Lo importante es que
se adaptase pronto. Lo que en verdad le preocupaba a él ahora eran los
continuos problemas entre facciones políticas en Bios. En su afán por
solucionarlos ordenó que se investigara a los promotores de las revueltas y se
les tuviese bien vigilados. El capitán Turner, un ayudante suyo, vino a
informarle al hilo de una de esas
pesquisas.
- Señor, hemos averiguado la
identidad de algunos de los causantes de los desórdenes del otro día. Les
tenemos localizados.
- Perfecto capitán. Tráigales
para acá. - Ordenó con interés -, quiero interrogarlos...
-¿Debemos detenerles, señor? -
Objetó Turner. - No tenemos pruebas fundadas de su culpabilidad...
- Eso es un problema,- reconoció
su superior con aire pensativo para rectificar. - Por lo menos vigílelos
estrechamente y, a la menor cosa que hagan, me da igual si escupen en la calle,
les trae aquí acusados de alteración del orden y amenaza a la seguridad
planetaria.
- A la orden.- Replicó el capitán
que saludó militarmente y se marchó. -
Y
es que Leval se esforzaba en pensar la forma más rápida y menos perjudicial de
acabar con esos problemas, creyó encontrarla, pero necesitaría la autorización
de su jefe, el general Tirel. Supuso que no habría trabas y le llamó para
pedirle que le recibiera. Su superior le dijo que fuera cuando quisiera y él
marchó rápidamente para allá. En efecto, fue recibido enseguida. Entró, saludó
y el general le ordenó que se sentara y
le explicase el porqué de su llamada.
- Verá, señor.- Respondió Leval
-, tenemos localizados a los cabecillas de las revueltas del otro día, pero no
tenemos pruebas. Estoy pensando un plan para poder terminar con esto, atrapar a
los cabecillas y acabar con esta situación...
- Me parece bien coronel, pero
¿cómo piensa hacerlo?...- Quiso saber su superior con una no disimulada
curiosidad.-
- Si organizo una reunión entre
los causantes de esto, quizá lleguemos a un acuerdo.- Propuso Leval. – Y nos
presten su colaboración para poder detener a los agitadores, o al menos para
que se tranquilicen.
- Es una buena idea, si logramos
persuadirles. - Valoró Tirel con evidente aprobación para agregar con mayor
moderación y cautela. - Al menos sabremos que posturas adoptan y como se tratan
entre ellos, por mí está bien, tiene mi permiso. Y es más, me ocuparé de hablar
con los jefes de cada postura personalmente. Espero que acepten.
- Gracias señor.- Saludó y se retiró. - Por lo menos podré
intentarlo. - Pensó animado por haber superado la primera traba, obtener el
visto bueno de su superior. -
Leval
llamó a su despacho y comunicó con su ayudante, le ordenó que localizase a los
oficiales al mando de cada patrulla y les previniese que tendrían que estar
alerta ante la más mínima anormalidad en las calles. Amén de velar por la
seguridad de una reunión que presumiblemente se celebraría en un par de días.
Luego volvió a su casa pensando.
-Ahora a descansar un poco, que
buena me espera…
Entre
tanto, Mimet llegó a la suya pronto, sus padres decoraban ya el comedor y
tenían los muebles fuera, Mimí se acercó a
ella y la llamó con tinte cariñoso y jovial.
- ¡Hija, qué bien que hayas
llegado ya! Por favor, ¿puedes entrar los muebles?...
- Sí mamá, enseguida.- Asintió la
chica que, con una facilidad pasmosa, levantó un pesado armario y lo entró en
la casa, luego un piano. Así hasta que colocó todos los muebles donde le decía
su madre -...
-¡Muchas gracias, hija. Eres
estupenda, cariño!,- sonrió su madre dándole un beso en una mejilla.-
Mimet lo encajó sin
pestañear aunque al cabo de unos instantes, como si hubiera recordado hacerlo,
esbozó una débil sonrisa en tanto Mimí le preguntaba con evidente interés.
- ¿Qué tal el primer día de
clase?, ¿has conocido a muchos compañeros?..
- Sí, respecto de la primera cuestión que planteas,
mamá, las materias impartidas eran de un nivel bastante sencillo. A decir
verdad, ya conocía todos los contenidos. En cuanto a mis nuevos compañeros,
Asthel me ha presentado a algunos. Son agradables, también me ha presentado a
su novia. Es simpática, o al menos ha tratado de mantener las convenciones
sociales y mostrarse amistosa. Pero quizá yo a ella no se lo parezca.- Añadió
la muchacha que parecía intranquila no por su tono sino por el significado
literal de sus palabras. – A pesar de sus
palabras, su lenguaje corporal no expresaba eso…
- No te preocupes, cariño.- Se
apresuró a responder su madre. - Seguro que le has parecido una chica muy
agradable. Tú solo trata de mostrarte amable.
- Lo intento mamá, de verdad que
sí.- Repitió la aludida que daba la impresión de sentirse culpable,
traicionando ese tono pausado y monocorde que empleaba. Sobre todo al añadir. -
La tía Keiko me dijo que debía hacerlo todos los días. Me refiero a ser
agradable. Y lo hago.
Mimí abrazó a su hija
para animarla y le dijo con jovialidad.
-¡Ya verás cómo todo estará bien!
Dentro de poco serás una chica como cualquier otra de aquí. ¡Anímate! no quiero
que te pongas triste...
- Yo no sé ponerme triste.-
Repuso inexpresivamente Mimet y Mimí la miró comprensiva asintiendo y
acariciando con amor el platino pelo de su hija mientras esta le aseguraba. –
Eso no entra entre mis competencias básicas…
- Aprenderás a hacerlo todo
cariño, ¡ya lo verás! Pero ponerse triste no es algo que necesites saber
enseguida.- Le dijo con una tierna
sonrisa, en tanto la instaba. - Ven,
vamos a comer.
Mimet asintió y ambas
abrazadas entraron en el salón.
En
otra parte de ese mismo barrio, en el domicilio de los Malden, Leval estaba en
casa y, ya por la noche, después de la cena, no dejaba de darle vueltas a su
idea. Amatista le notaba nervioso e intentó tranquilizarle. Él le había contado
sus planes y estaba temeroso de que no diesen resultado, era muy importante lo
que se jugaban...
- Vamos Leval, no lo pienses
más.- Le pidió suavemente ella, aseverando. - Estoy segura de que tu plan será
un éxito. Tú siempre has tenido suerte con todo lo que te has propuesto y
además eres muy competente en tu trabajo....
- Gracias cariño, pero, no lo
puedo remediar. Si fracaso no sólo seré yo, sino Tirel que confía en mí y me ha
dado autoridad. ¿Te das cuenta?, ¡voy a representar a Bios junto al Presidente
de la comunidad de ciudades y los cinco alcaldes de las principales ciudades!
Lo que se decida o no en la reunión podría condicionar para muchos años el futuro
del planeta. - Le reveló él haciendo patente su intranquilidad. -
Y
es que no era para menos. Desde hacía algunos años, Bios había crecido de forma muy rápida y se habían
fundado dos ciudades importantes más en la zona sur, Selenia y Milenia, en homenaje
a la reina Serenity, cada una con su alcalde. Por encima sólo había un
presidente y un consejo director que coordinaba a las cinco más populosas,
encargándose también de las relaciones con la Tierra. Luego estaba la autoridad
militar que protegía el planeta...Pero ahí había otro problema. Tal y como
Leval y su familia se temían, algunos habitantes de Bios, sobre todo los anti
apertura, y, curiosamente, muchos de los pro apertura que coincidían
paradójicamente en eso, no querían saber nada de los soberanos terrestres.
- Cielo.- Le dijo Amatista con un
tono tranquilizador, casi maternal. - Por mucho que te agobies no resolverás
nada hasta dentro de dos días...procura calmarte.
- Sí, tienes razón,- reconoció
Leval - supongo que el general habrá llamado al Presidente y los alcaldes.
Espero que acepten, y si lo hacen, debemos conseguir que vengan representantes
de las dos facciones. Evitar disturbios o enfrentamientos hasta la reunión, en
fin, un montón de cosas. Nada puede dejarse al azar y ninguna cosa puede salir
mal. El problema es que no tengo personal ni tiempo para todo eso...
- Seguro que te las apañarás.
¡Vamos hombre! ¿No recuerdas ya por todo lo que hemos pasado? Comparado con las
aventuras que hemos vivido esto no es nada. Antes te hubiera parecido un reto
entretenido - sonrió su mujer con un tono jovial. -
- Sí,- asintió Leval aunque
objetó más seriamente. - Pero ahora ya no soy tan joven. Tengo una carrera que
proteger y una familia. Y un planeta entero que puede estar en mis manos, todo
depende de cómo plantee la situación. No quiero que esto se convierta en otro
Nature, con ciudades arrasadas como pasó en Sagan City y en otras muchas de
allí.
-Eso fue un ataque de esos
malditos Arcoily. Nada que ver con nuestra situación.- Le recordó su mujer.-
- Es verdad. Supongo que esto no
es tan grave.- Admitió Leval, recordando algo más animado.- Al menos mi hermana
me dio consejo legal y jurídico hace tiempo. Todavía guardo los archivos, creo
que los tendré que revisar.
- No lo pienses más y relájate...
¿te doy un masaje?,- le ofreció Amatista quien indicándole que se diera la
vuelta en la silla, comenzó a frotar la espalda de su esposo con los dedos
haciendo que éste se relajase progresivamente sintiéndose muy a gusto. -
- Huummm. Un poco más abajo,
así.- Susurraba él mientras su mujer recorría su espalda. - Ahora más arriba. -
Le pidió y ella obedientemente le acarició el cuello. - Gracias cariño, es
justo lo que me hacía falta.
Entonces
Amatista le susurró melosamente al oído…
-¿Sabes? , he pensado que hoy...
Su marido ya estaba
medio adormecido por el masaje y respondió con voz aletargada.
- ¿Sí? ¿Qué has pensando?...
- Podríamos ir a la cama pronto y
allí termino el masaje y luego me das tú uno a mí.- Le propuso Amatista con voz
ahora seductora. -
- Me parece una magnífica idea.-
Aceptó Leval ahora más despabilado. - Los chicos se acaban de acostar. Por mí,
ya podemos irnos.
Su
mujer estuvo de acuerdo, los dos se metieron en su habitación y allí ella se
ocupó de relajar del todo a su inquieto marido...
-Desde luego, sí que sabes hacer
que uno se sienta cómodo.
-Y eso que todavía no he empezado
con los idiomas, cielo. Ya sabes, siendo francesa, lo que mejor domino es el
francés...- Se sonrió pícaramente ella.-...
En
otra casa del barrio Mimet estaba dispuesta para dormir aunque sin éxito.
Seguía acostada en su cama pero aún no había conciliado el sueño. Eso pese a
que sabía de la importancia de un buen descanso. Aunque nunca precisó de mucho.
Pensaba en alguna conversación que mantuvo con su tía Keiko, de las veces que
vino a visitarles a la Tierra desde Nature. Hacían exactamente dos meses y tres
días de la última vez. Se acordaba perfectamente. Su tía se sentó a su lado
cuando ella estaba consultando información sobre Bios.
-¿Estudiando?- Le preguntó
jovialmente.-
-Me estoy documentando sobre el
planeta al que iremos a vivir, tía Keiko.- Repuso ella.-
-¿Y te gusta la idea?- Inquirió
su contertulia.-
-La de documentarme, sí.
Considero que es lo más lógico.- Contestó sin titubear.-
Su
contertulia sonrió moviendo la cabeza y matizó con tono lleno de afecto.
-No, cariño. Me refiero a si te
gusta la idea de ir a vivir a Bios.
-Actualmente no tengo elementos
para responder. Nunca he estado en ese planeta. No puedo concluir si será mejor
o peor que la vida en la Tierra.
Keiko
miró hacia arriba y suspiró. Mimet no entendía el motivo, no parecía estar
fatigada. Sin embargo, su tía enseguida se dirigió nuevamente a ella y puso su
mano derecha sobre la suya.
-Cielo, tú eres una chica muy especial.
Inteligente, guapa y buena. Pero, debes hacer que tus emociones tengan un mayor
papel en tu forma de ver las cosas.
-No sé cómo hacer eso.- Repuso la
muchacha admitiendo eso sí.- Coincido contigo en que estéticamente agrado a
otras personas, sobre todo a los varones, y que mi coeficiente intelectual es
mucho más alto que la media. No obstante, no tengo certeza de cómo emplear mis
emociones.
-Algún día la tendrás.- Afirmó su
contertulia.- Ahora, aunque creas que es difícil, intenta ser feliz. Tus padres
se alegrarán mucho. Y yo también.
-¿Tú sabes cómo emplear las
tuyas?- Inquirió la muchacha.-
Keiko
pareció no decidirse a responder de inmediato, tardó algunos instantes en
declarar con voz queda.
-Cariño, eso es de lo más difícil
que hay en la vida. Mucho más que cualquier cálculo científico. Tú sólo déjate
llevar.
-¿A dónde?- Preguntó ella.-
-Donde te lleve el corazón.-
Sonrió su tía. -
Y
tras aquello le dio un beso en la frente y se despidió. Volvía a Nature. Mimet
pensaba sobre eso sin tener aún el método requerido para cumplir con aquellas
hipótesis. Quizás siendo científica su tía se había referido al número de
pulsaciones que tuviera o bien a evitar esfuerzos excesivos. No obstante, la
salud y forma físicas que Mimet tenía eran perfectas. Pudiera ser una metáfora
filosófica de la que no tenía idea, ni tampoco referencias para poder
contrastar.
-Quizás se refiera al auriga de
Platón, el que guía los caballos, el blanco de las pasiones nobles y el negro
de las bajas pasiones. Aunque me faltan elementos y datos para poder afirmarlo
con total seguridad.- Conjeturó.-
Al
fin decidió que debía desconcertar un poco de aquellas reflexiones y descansar.
Al día siguiente había que volver al instituto con aquel agradable chico.
Asthel, recordó que se llamaba…
-Trataré de profundizar en mi
conocimiento acerca de ese muchacho y de su entorno.- Se dijo poco antes de
cerrar los ojos y disponerse a dormir.-
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