martes, 8 de marzo de 2011

GWT 28.180. Nuevas relaciones y viejos recuerdos


A la mañana siguiente y más relajados por los “ejercicios” de la noche anterior con su esposa, Leval se levantó muy temprano. Se aseó, desayunó, se vistió con su uniforme de gala y se encaminó hacia su despacho en la base. Amatista le había deseado suerte.  Pensaba que su mujer tenía razón, debía confiar en sus posibilidades...él era un buen negociador, y estaba bien preparado en cuanto a conocimientos y asesoría legal. Al menos eso creía. No en vano su hermana le ayudó a ello.



-Ky me dijo que la contactase si tuviera algún problema. Pero ahora no sé por dónde andará. Si en la Tierra o en Nature. En fin, espero que no sea necesario. – Pensaba.-



Llegó a su despacho una hora antes, esperaba la llamada de Tirel. Su superior tendría que decirle si los altos cargos representantes de las partes aceptaban esa reunión. Efectivamente, tras unos cincuenta minutos de espera en los que no pudo más que emborronar algunas cuartillas, (como se decía coloquialmente, dado que de hecho usó un ordenador) intentando preparar un buen discurso, su superior le llamó. Su rostro apareció en la pantalla del vídeo teléfono y le comentó.



- Buenos días coronel, le comunico que ya he hablado con los representantes de todos los grupos.

- Y por favor, dígame, señor. ¿Qué le han contestado? ¿Aceptarán?  - Quiso saber Leval con gran expectación. -



Tirel se quedó con gesto serio y en silencio durante unos segundos que a su subordinado le parecieron larguísimos, por fin sonrió tranquilizador y dijo.



- Están todos de acuerdo, les ha parecido una buena idea. Además, usted tiene buena reputación. Aceptan que modere la reunión. Yo también creo que, dado su prestigio y sus grandes contribuciones a este planeta, es el hombre más indicado.

- ¡Magnífico! - Exclamó su interlocutor muy contento, añadiendo. - ¡Gracias señor por darme su confianza!...

- Se la ha ganado usted. Ellos han valorado muy positivamente sus esfuerzos desde su época en la SSP-1. Por ello no iban a  aceptar a otra persona para ocupar el puesto de moderador. -Le desveló su superior, agregando.- También me han pedido que aceleremos las cosas. Quieren reunirse cuanto antes. Les he dicho que será mañana. - le informó el general. -

- Estaré preparado, señor.- Le aseguró Leval. -

- Bueno, pues le dejo para que se ocupe de todo. Hasta mañana, coronel - se despidió Tirel cortando la comunicación. -



            Su subordinado suspiró y también cortó la transmisión. Se sentía muy satisfecho e ilusionado. Aunque ahora llegaba el momento de coordinar y poner a punto un sin fin de cosas. Siguió sentado y decidió comenzar a preparar un borrador para la reunión. También, pensándolo con más detenimiento, quiso contactar con la Tierra, a ver si su hermana Kerria le pudiera aconsejar algo más en lo relativo a la legalidad vigente en ese momento.



-Si es que está allí. No quisiera molestarla mucho pero sus conocimientos me vendrán de maravilla.



Tardó pero merced al canal sub espacial de urgencia consiguió localizar el despacho de su hermana y contactar. Aunque allí le notificaron que no estaba. Suspiró, lo intentó con el número de casa de sus padres. Finalmente fue Bertie la que atendió la llamada.



-¡Leval hijo, qué alegría! Pudo decir la sorprendida mujer.- ¿Has venido a la Tierra?

-No mamá. Llamo por canal especial a tiempo real. - Le aclaró su hijo.- ¿Cómo estáis?

-¿Ocurre algo malo?- Se interesó Bertie con expresión preocupada, alegando no sin fundamento.- No creo que usaras ese canal sin un motivo importante.

-No te preocupes, mamá, estamos bien. – Le aseguró él.- ¿Vosotros qué tal?



            Su interlocutora suspiró aliviada y respondió con tono concernido pese a todo.



-Hemos pasado unos días algo tensos con Brian, cosas de la adolescencia. Y de ser un saiyajin.- Sonrió ahora para añadir.-  Luego tu padre y yo nos fuimos por unos días de viaje. Al regresar abuelo y nieto se han puesto a entrenar. Ya conoces a tu padre, quiere enseñarle al chico como ser un buen guerrero del espacio y de paso, que aprenda a controlarse.

-Entonces mi sobrino está en buenas manos. - Aseguró él interesándose a su vez.- ¿Qué tal tú y papá?

-Bien, hijo. Acabo de volver del colegio. Y tu padre, aparte de enseñar a su nieto, sigue con sus cosas del baloncesto. Todo como de costumbre.

-¿Y Kerria y Sam? ¿Están por ahí? - Quiso saber Leval.-

-Pues no, lo cierto es que, como ya te dije, entre algunos conflictos con su hijo y su trabajo están muy ocupadas. Samantha ha tenido que ir a Filadelfia a ocuparse de una campaña de publicidad y Kerria hoy se reunía con personas del colectivo contra el maltrato y la discriminación. Tenía un caso.

-¡Vaya! - Suspiró el muchacho que entonces le resumió a su madre un poco de la situación.- Esperaba haber podido consultarle un par de cosas…

-Lo siento, hijo. ¡Ojalá tu hermana estuviera menos agobiada!, pero le diré que llamaste y a ver si, cuando tenga un momento, puede echarte una mano.

-No, déjalo. Ya habrá tiempo. No era nada urgente en realidad. Supongo que la reunión se prolongará durante algunos días. Y no quiero agobiar a Ky. - Salúdalas a ella, a Sam, a mi sobrino y a papá de mi parte.

-Igualmente hijo, muchos besos para Amatista y mis nietos.- Le respondió su madre.-



Leval cortó ya la emisión. Tampoco podía extenderse a charlar por un canal que se suponía militar y para emergencias. Suspiró…



-Bueno, pues me las apañaré. -Y sin otra opción se dispuso a preparase lo mejor posible.-



            Entre tanto en la Tierra, Bertie aguardó hasta que llegase su hija. Kerria tardó un par de horas más. Vino cansada pero satisfecha.



-Hola, cariño. ¿Cómo te fue el día?- La saludó su madre, nada más verla entrar.-

-El día fue agotador, pero se dio bien.- Sonrió la joven, descalzándose a la puerta y tomando sus zapatos de tacón con una mano.- Disculpa mamá, pero no veía la hora de quitármelos.- Se excusó con una leve sonrisa.-

-Lo comprendo, cariño. Me pasa lo mismo. – Asintió solidariamente Bertie.-

-¿Y Brian? ¿Ha ido con papá a entrenar?- Quiso saber la recién llegada.-

-Sí, por ahí fueron. – Respondió su madre quien entonces le comentó.- Por cierto. Llamó tu hermano, quería hablar contigo. Para un asunto que tiene en Bios, una especie de reunión.-Aclaró.- Iba a pedirte consejo.

-Bueno, si es para algo de sus cosas militares, no sé en qué podría ayudarle.- Repuso Kerria encogiéndose de hombros.-

-No, era para una conferencia, con pro y anti apertura. O eso me ha dicho.- Matizó Beruche.-



            La abogada escuchó con atención un resumen de aquello. Al concluirlo, su madre remachó.



-Es una pena, aunque quisieras comunicar con él nosotros no tenemos el sistema militar ese tan rápido. El mensaje que pudieras enviarle a Leval tardaría algunos días en llegarle.

-Supongo que, si le es realmente urgente, volverá a llamar.- Elucubró Kerria, suspirando para añadir. – Voy a tomar un baño. Espero que papá y Brian no tarden mucho más en regresar.

-El chico se está tomando en muy en serio sus entrenamientos.- Comentó una visiblemente orgullosa Bertie.- Tu padre está realmente muy contento. Celebro ver que superó la crisis.

-Sí, yo también.- Sonrió Kerria ahora, para contarle a su progenitora.- Entre las conversaciones que tuvo con papá y la visita de Steph, se ha centrado mucho.

-¿Visita?- Inquirió su madre sin comprender, preguntando.- ¿Quién es esa Steph.-

-¡Oh! Vaya, perdona. No os lo conté antes. Es una modelo famosa de las que trabajan para Esmeralda. Stephanie Kensington se llama. ¡Es muy guapa! -Declaró Kerria con tono entre meloso y divertido.-



            Su madre se rio al escucharla, moviendo levemente la cabeza, afirmó también divertida.



-Menos mal que Sam no puede oírte.

-¡Mamá! ¡Por favor!, no lo digo por mí.- Se apresuró a  aclarar su interlocutora.- Es que, cuando llegó, fue Brian quién abrió la puerta, y solo tuve que verle la cara para darme cuenta de que el pobre estaba realmente coladito por ella.- Sonrió ahora agregando con ternura.- ¡Parece mentira, mi niño ya es todo un hombretón…y le gustan las mujeres guapas!

-¡Pues igual que a su abuelo y a su madre! - Exclamó jovialmente Beruche.- Tiene a quien parecerse. ¿No crees?



            Las dos se rieron de aquello, Y Kerria entonces le contó…



-Estaba en casa esa tarde. Tenía libre tras haber estado trabajando por la mañana. Tras haber logrado condenar a esa maldita demente de Marla, había pedido algo de tiempo libre para poder relajarme.  Sam se había ido de viaje por trabajo. Entonces escuché llamar al timbre exterior. Brian fue a abrir. Yo salí enseguida y escuché…



            En efecto, Kerria llegó a tiempo de oír la voz de una mujer joven que se estaba presentando a Brian.



-Hola. Soy Stephanie Kensington. Espero no molestar ni haberme equivocado de dirección. Estaba buscando la residencia Malden.

-Sí, aquí es..- Oyó Kerria responder a su hijo, con un tono que parecía azorado.-



            Aunque cuando se acercó a ver quién era esa mujer observó que su hijo ni se movía, parecía estar petrificado. Más bien engatusado. Esa hermosa mujer rubia y de grandes ojos verdes le obsequió con una sonrisa. La divertida Kerria, se aproximó pensando.



-Voy a rescatar a mi pobre niño. – Y una vez llegó junto a ellos, inquirió.- Brian hijo ¿quién es?...

-No sé. Bueno sí lo sé… es que...- Apenas pudo balbucear el jovencito que estaba realmente colorado.-



            Se fijó en que esa joven que no tendría más de veinte pocos años, lucía un bonito vestido rojo ajustado y zapatos de tacón a juego. Sus pechos eran generosos sin ser excesivamente grandes y sus labios carnosos y del mismo tono que su vestuario. Por la forma de ir maquillada  que tenía estaba claro que, o sabía mucho del tema, o alguien profesional se había ocupado de arreglarla.  Aquella muchacha sonrió algo nerviosa ahora y tras unos instantes de silencio, Kerria reprendió cariñosamente al chico que seguía ahí, más petrificado que una estatua.



-Hijo. ¿Cómo tienes a esta señorita en la puerta sin haberla invitado a pasar?

-Yo, lo siento.- Se disculpó el azorado muchacho.-

-Anda, ve a buscar algo de beber para nuestra invitada. -Le indicó su risueña madre.-



El chaval salió a toda prisa a cumplir con ese requerimiento, entre tanto y haciendo un ademán a la visitante,  Kerria agregó.



- Pase por favor. ¿Desea tomar algo?

-No, muchas gracias.- Repuso educadamente ésta en tanto seguía a su anfitriona al interior.-



            Entraron en el salón, Kerria empezaba a imaginar quién era esa joven. Aunque tuvo que hacer algo de memoria. Hacía un par de días que recibió una llamada de teléfono. Esa mujer se presentó como Stephanie Kensington, era modelo y trabajaba para “Modas Deveraux”, el emporio de Esmeralda. Lo confirmó charlando después con la madre de su cuñada Amatista quien le dio muy buenas referencias de esa chica. Kerria entonces le comentó a la diseñadora que le diese a esa chica la dirección de su casa en Nueva York.



-Dile que venga a verme aquí.- le indicó a Esmeralda que así se lo transmitió a esa joven.-



            La verdad, tras atar cabos, a la abogada le costaba creerlo. Recordó perfectamente quien era. Aunque no tenía ni idea de lo que podría querer para haber ido a visitarla. Sin embargo, optó para escuchar lo que tuviera que decirle. Educadamente la invitó a tomar asiento. Esa chica aceptó y ambas lo hicieron una junto a otra.



-Disculpa que te hiciera venir aquí, pero estoy con mi hijo Brian. Tuve que ir a recogerle de la escuela, mi esposa está de viaje por motivos de trabajo.- Se excusó la anfitriona.-

-No se preocupe.- Repuso su contertulia tras sentarse en el sofá.-

-Bien, tú dirás.- Sonrió Kerria en tanto le recordaba.- Por lo que me contaste por teléfono, tenías mucho interés en verme. Y Esmeralda me habló muy bien de ti. Me dijo que necesitabas charlar conmigo de algo importante. ¿Quizás es que quieres que te represente en algún caso?



            Ahora fue Stephanie quién parecía no saber qué replicar. Kerria la notaba algo nerviosa. Al fin, y quizás tratando de romper el hielo, sonrió levemente para responder.



-¿Ese chico es hijo suyo?

-Sí. - Asintió su interlocutora, agregando de un modo más informal.- Pero no me trates de usted. Me llamo Kerria.

-Lo sé.- Se apresuró a  replicar la azorada Stephanie, creyendo desvelarle.- Nos conocimos hace años. Usted defendía a la ex novia de mi hermana Daphne.

-Sí, te recuerdo.- Asintió su interlocutora con tono neutro.-



            Así era. Tras haber meditado sobre la llamada y el nombre de esa muchacha no tuvo dudas. Sin embargo, quiso esperar a ver qué tenía que decirle y de qué talante venía. ¡Ojalá que no fuera ningún tipo de asunto legal! Al menos a esas alturas no tendría ya mucho sentido. Vio en cambio como esa chica enrojecía más si cabía, apenas era capaz de contestar mirando hacia sus propias manos entrelazadas a la altura de su regazo. Pero al fin, tras unos momentos algo embarazosos, lo hizo con tono tímido y voz queda.



-No sé cómo empezar. Verás, quisiera pedirte perdón por las cosas tan horribles que te dije entonces.

-Eso pasó hace mucho tiempo, eras solamente una niña.- Sonrió conciliatoriamente Kerria, calculando.- Deberías tener la misma edad que mi hijo ahora.

-Fui muy injusta, tanto contigo como con mi hermana.- Se lamentó Steph.- Luego, comprendí que las cosas no son tan fáciles. Ni tan claras como creía que eran. Lo siento, era lo que venía a decirte. Perdón por hacerte perder el tiempo…

-No me has hecho perder el tiempo en absoluto.- Sonrió más ampliamente Kerria.- Todo lo contrario. Me alegra mucho volver a verte y comprobar que ahora eres toda una mujer. Espero que tu hermana este bien.- Añadió ahora decayendo un poco en ese tono tan jovial que había exhibido.-

-Sí, está muy bien, se casó con su novio y tienen un hijo.- Le contó Steph.- Siguen de maestros en el colegio en donde trabajaban.

-Ya veo.- Musitó Kerria quién, mirando a la joven ahora de un modo más serio, le reveló.- Mira, no sé si querrás oír esto. Ocurrió durante el juicio y ya entonces pude comprender por qué tu hermana actuó como lo hizo. Sin embargo, eso no cambia el hecho de que mintió cuando estaba declarando como testigo.

-¿Mi hermana?- Repitió la estupefacta Stephanie.-

-Cuando declaró todo aquello contra Sabra.- Le recordó su contertulia.-



            Y la joven modelo bajó al cabeza una vez más, asintiendo despacio.



-Sé a lo que te refieres. Y también tuve culpa de eso. Ella lo hizo para proteger a nuestra familia. Debía darle pánico que yo la odiase. Y aquello todavía me hace sentir muy mal. Perdona a Daphne, ¡por favor!  Hace tiempo que me contó que ella lo arregló todo con Sabra y que se separaron como amigas. Es más, su propia ex novia la animó a casarse con Martin. Esa mujer era buena persona, lamento mucho haber sido tan injusta con ella también.



            Kerria la miró con genuina sorpresa. Había esperado que seguramente esa chica pudiera molestarse o defender a su hermana negando aquello. De modo que comentó.



-De veras. ¿Qué ha pasado para hacerte cambiar tanto?. No me interpretes mal, me alegro de ello, sólo es simple curiosidad.

-Quizás me tomes por loca.- Sonrió Stephanie.- Es que…



            La modelo iba a contarle algo más acerca de aquello. Aunque en ese instante,  Brian hizo acto de presencia. Llevaba una bandeja con bebidas y toda clase de aperitivos.



-¡Vaya, hijo!- Sonrió divertida su madre al verle aparecer así.- Realmente te has superado.

-Es por si a Steph, bueno, a la señorita Kensington, le apetece tomar algo.- Balbució el pobre muchacho con visible rubor.-

-Para ti siempre Steph.- Sonrió ella mirándole con ternura.- Muchas gracias, aunque ahora no me apetece tomar nada de comer. Quizás sí que acepte la bebida.



            El colorado chico dejó la bandeja que portaba sobre una cercana mesita. La modelo le miró con amabilidad afirmando con total naturalidad.



-Te pareces mucho a tu madre, eres un chico muy guapo.



            La cara del aludido enrojeció más todavía. Apena fue capaz de responder.



-Gracias. Bueno, me voy a estudiar…



            Y salió de allí casi caminando como si le hubieran almidonado los pantalones cortos que llevaba. Su madre no pudo evitar reír, mirando a su vez a la invitada para sentenciar.



-¡Pobre Brian! Eres una de las chicas más guapas del mundo. Él te tiene en un pedestal. Después de lo que le has dicho no sé si podrá dormir en varios días. ¡Ja, ja!…

-Lo siento, no quise que el pobre chico se violentara. Y es verdad, ¡es muy guapo! - Se rio a su vez Stephanie, asegurando.- En unos pocos años romperá muchos corazones. Estoy segura.

-Ahora está en una edad un poco difícil.- Suspiró Kerria.- Pero la vida es así. Todos hemos pasado por eso. Mi esposa y yo le adoramos. Para nosotras es lo más importante de este mundo y lo único que deseamos es que se convierta en un hombre bueno y que sea feliz.



            La modelo escuchó atentamente. Kerria le narró alguna de su peripecias. A su vez contestó y, retomando el tema anterior, puso a su contertulia al corriente de lo que recordaba.



-Entonces, con todo lo que has vivido seguro que podrás comprenderme. – Repuso Steph, añadiendo con tinte reflexivo. -Hay cosas que apenas recuerdo, otras que quizás solamente sean una pesadilla o alucinaciones. El caso es que me he dado cuenta de que las personas tienen vidas muy complicadas a veces. Y no creo poder juzgar a nadie simplemente por de quién se enamora.



            Y mirando con curiosidad a esa jovencita, Kerria inquirió.



-¿Y no se han vuelto a ver? Quiero decir Sabra y tu hermana.

-No, que yo sepa.- Repuso Stephanie.- Dap está muy volcada en su trabajo y en David, su hijo. Y es feliz con Martin. Al menos eso aparenta.- Matizó enseguida.-

-Ya.- Suspiró su interlocutora.-



            Estaba claro que ni tan siquiera la joven modelo parecía estar segura de eso. Sin embargo, Kerria no quería meterse en vidas ajenas. Bastante tenía ya con la suya propia y la de su familia. Un hijo en pleno cambio hormonal, descubriendo además su fuerza como saiyajin, un montón de casos de los que ocuparse y poco tiempo para disfrutar con su esposa que a su vez tenía bastante trabajo. Al fin, la propia Steph añadió, destapando otro tema enojoso para ella.



-También quería agradecerte que metieras a esa criminal entre rejas.- Declaró con tono más serio.-

-¿Te refieres a Marla Sorel?- Preguntó la abogada mirando a esa joven con gesto de sorpresa.-



            Su interlocutora asintió. La propia Kerria admitió, todavía con tono lleno de indignación.



-¡Esa mujer era un monstruo! Cuando a mi bufete le sugirieron defenderla y mi jefe me lo propuso  me negué de forma rotunda. Pero luego, por el contrario, tuve la posibilidad de ejercitar la acusación. Un grupo de afectados por ella me lo ofrecieron.  Pese a todo logró un buen abogado, pero con todas las pruebas que teníamos el caso fue sencillo. Debo confesar que no me recaté en hundirla cuanto pude. Y que hasta disfruté de ello.

-Pero, lo que no entendí fue ese veredicto tan extraño.- Comentó Steph.- El ostra…, no recuerdo.

-Sí, el ostracismo.- Completó Kerria, explicando.- Es una figura legal nueva que se creó para crímenes especialmente graves de lesa humanidad. Se la halló culpable de poner en peligro gravemente las vidas de muchos ciudadanos. Además de conspirar contra la raza humana tras lo sucedido en Nature. Ese castigo fue sugerido por los mismísimos soberanos años antes y aprobado por las Naciones Unidas. No consiste en ejecutar a nadie, sino en apartarle del resto de la sociedad si el reo así lo desea. De esta forma incluso puede redimir parte de la pena. Marla eligió esa vía y fue confinada a una prisión remota. Desde luego hasta a mí misma me espantó la manera que tenía de reírse o de gritar cuando escuchó la sentencia. Sólo chillaba que no  iba a envejecer allí.

-Es una demente.- Dictaminó Stephanie con una mezcla de miedo y desprecio.- Ya te he contado  que, de lo poco que recuerdo, quiso atropellarnos a mi novio y a mí.



            Kerria asintió con expresión de pesar y solidaridad, declarando a su vez.



-Olvídala, no merece la pena que pierdas ni un instante más de tu vida con su recuerdo.

-Te agradezco muchísimo todo lo que has hecho.- Sonrió Steph.- Repito que fui muy injusta contigo y quisiera hacer algo para compensarte.¡ Lo que sea!

-Ya lo has hecho, querida.- Sonrió Kerria con aprobación, declarando.- Significa mucho para mí que hayas venido.



            La abogada miró entonces hacia la puerta de entrada al salón. Su hijo se paseaba por allí cerca sin atreverse a entrar. El pobre estaba realmente azorado. Kerria podía comprenderle bien, Stephanie era una mujer preciosa y realmente seductora. Y unía a eso simpatía y amabilidad. ¡Cuánto se alegraba de que esa chiquilla que estaba consumida por el odio y el prejuicio hubiese dado tal cambio! De hecho, cuando Esmeralda la llamó para ponerla en antecedentes habló en efecto muy bien de ella.



-Confié en su palabra, si la suegra de mi hermano dijo eso de Steph, había que darle una oportunidad. Y como siempre, Esmeralda no se equivocaba. Sabe muy bien cómo son sus modelos.- Pensó la abogada y entonces discurrió algo y le dijo a su invitada.- Mira, bien pensado, sí hay una cosa que podrías hacer, aunque no exactamente por mí. Y te aseguro que estaríamos en paz.

-Lo que quieras.- Afirmó Stephanie.-



            Kerria se aproximó a ella y le susurró algo al oído. La modelo sonrió con ternura y no tardó en afirmar.



-Será un verdadero placer…



            Al poco Steph se levantó y con un tono de voz deliberadamente alto, dijo.



-Bueno, muchas gracias por todo. Debo irme ya. Pero antes quisiera despedirme de Brian.

-Claro.- Comentó la divertida Kerria, hablando a su vez a un volumen más alto del necesario.-



            Como ambas imaginaban el chico estaba por allí, y se acercó tímidamente para preguntar no sin pesar a la invitada.



-¿Ya te tienes que ir?

-Sí, por desgracia tengo la agenda completa.- Comentó Stephanie con resignación, aunque enseguida se rehízo sonriente para añadir.- Pero antes de irme me gustaría pedirte un favor. Bueno, si es que no te molesta.

-¿Molestarme? No sé, ¿De qué se trata?- Quiso saber él.-

-Tu madre y tú sois realmente estupendos, me gustaría tener un recuerdo y tomarme unas Holo fotos con vosotros. Que me hagas una con tu madre y que ella me haga otra contigo.- Le pidió la risueña Steph.-



            El pobre Brian estaba casi en una nube, sonrió sin poderlo evitar y con evidente entusiasmo asintió, apresurándose a sentenciar.



-Claro, eso está hecho, voy por la holo cámara que me regalaron los abuelos.



            Y corrió realmente rápido a su habitación. Las dos mujeres se miraron y rieron. Steph comentó ahora en voz baja.



-Es un chico maravilloso. Y tú debes ser muy buena madre.

-Gracias, pero el mérito no es solamente mío, es trabajo compartido, entre mi esposa Samantha y mis padres.- Repuso modestamente Kerria.-



            Y vieron como el jovencito volvió como una exhalación. Primero quiso hacer una foto a su madre con aquella guapa modelo, no sin que Kerria le pidiera antes.



-Un momento Brian, me tengo que retocar un poco. Al lado de Stephanie voy a parecer una vieja pordiosera.

-Mamá, eres casi tan guapa como ella.- Afirmó el chico.-

-¿Casi?- Exclamó Kerria con fingida indignación.-



            Brian miró para otro lado, el pobre no sabía dónde meterse, ambas mujeres rieron. Fue la modelo quien sentenció.



-Tu madre es mucho más hermosa que yo. En todos los aspectos.



            Entonces Kerria se disculpó por unos momentos para ir a su cuarto a adecentarse. En tanto lo hacía pensó en aquel terrible caso. Esa maldita loca casi le hizo perder los estribos a ella. En un principio incluso la contactaron para ser su abogada defensora, no obstante, en cuanto su jefe Sebastián se lo comentó en su despacho, ella repuso con tono apagado y triste.



-Lo siento, no puedo hacerlo.



            Aquel hombre de pelo gris, cortado casi al estilo militar y ojos penetrantes de tono azul pálido la observó con intensidad y preguntó con su tono de voz comedido y agudo habitual.



-¿Por qué no?...

-Conflicto de intereses.- Replicó rápidamente ella.- Conozco a la acusada, me he visto envuelta con ella. Jamás podría defenderla, sé que es culpable y sé lo malvada que puede llegar a ser.

-Pero, como abogada, eres también consciente de que todo acusado merece tener la mejor defensa posible, incluidos los peores criminales.- Le recordó su jefe.-

-Lo sé. – Suspiró ella bajando la cabeza.- Pero no soy capaz de hacerlo, Perdóname Sebastián, es más. Si pudiera contactaría con la oficina del fiscal del distrito para ofrecerme como acusación.- Declaró la letrada con más rotundidad y tono lleno de patente enfado.-



            Su jefe la observó atentamente y hasta parecía sorprendido. Al fin comentó con tono reflexivo.



-En todos los años que hemos trabajado juntos nunca te había oído hablar así. Ni siquiera en tu propio juicio. Hasta cuando defendiste al padre de tu hijo contra su exmujer, tuviste menos rabia en tu voz que ahora.

-Es que Rebecca, por mucho que me odiase, no era lo mismo que esta mujer. Rebeca solamente estaba celosa y tenía miedo de que me interpusiera entre Brian y ella. También pensaba que estaba protegiendo a su hija. Sin embargo, esa Marla es una mujer sin moral, ni compasión. No tiene empatía, es totalmente egoísta. Sólo piensa en sí misma y no le importa en absoluto dañar a los demás. Es un peligro…es hasta peor que el exmarido de mi esposa. Steve, por muy psicópata que fuese, al menos creía amara a Sam, Marla solamente se quiere a sí misma. Por ello, si pudiera ser la fiscal y encerrarla durante el mayor tiempo posible, mucho mejor…



            El sonido de música y una canción que ella misma interpretaba sacó a Kerria de esos recuerdos. Escuchó aquello en tanto se terminaba de arreglar un poco…



Puedes decir lo que quieras de mí

Desear hacerme lo que quieras
Pero no puedes pararme



He sido noqueada, ésta es una ciudad loca.

Incluso voy a golpear en la cara de L.A



Y nada en el mundo podrá apartarme
De hacer lo que quiera hacer
Porque soy demasiado orgullosa, demasiado fuerte

Vivo por el Código de que tienes que avanzar


Sintiendo lástima por ti mismo nadie va a ningún sitio.


Así que mantengo mi cabeza alta

Sabiendo( sabías que sobreviviría)

Bien, lo hice, lo hice
No lo odies, no lo odies
Así es como va
Si



Yo lo hice, lo logré

Estando en “mis dos”


Pagué mis cuotas, si
Intentando abrazarme


No puedes pararme ahora
Pagué mis cuotas



Así que como te dije
No puedes detenerme

Pagué mis cuotas


Ahora todavía confío cada día

Y la gente que trata de buscar líos con Anastacia
Van a ver otra cosa viniendo
Porque tengo una mente y creo que es mejor que lo sepas



No soy una delincuente, no me puedo venir abajo
Y me importa un bledo quién esté alrededor
Eso ha funcionado muy bien hasta ahora



Así que mantengo mi cabeza alta


Así que mantengo mi cabeza alta

Sabiendo( sabías que sobreviviría)

Bien, lo hice, lo hice
No lo odies, no lo odies
Así es como va
Si, lo hice, pasé…

 
Oh estaré en mis dos
Pagué mis cuotas, si
Intentando abrazarme
No puedes detenerme ahora

Pagué mi cuota

Si, si, si…


Me costó mucho llegar hasta aquí
Pero no viviré con miedo
¿Vas a tratar de robar mi brillo?


Primero tendrán que construirte
Entonces te derribarán
Es una pelea, intenta una burbuja



Así que mantengo mi cabeza alta

Sabiendo( sabías que sobreviviría)

Bien, lo hice, lo hice



Dicho, es solo el camino
Dije que pagué mi cuota
Si, si, si


Pero no puedes pararme ahora
Pagué, pagué, pagué, mi cuota

Oh pagué mi cuota, si



Pero no puedes pararme ahora
Pagué mi cuota



Anastacia (Paid my dues. Credit to the artist)



Esperó casi a que ese tema concluyera y reapareció algo más arreglada, con un vestido y retocada de maquillaje escuchando el final de la canción. Al acabar su hijo parecía algo azorado. Fue Steph quien comentó.



-Le estaba diciendo a Brian que me encanta esta canción, me motiva mucho. Eres una intérprete magnífica.

-Gracias, pero la canción no es mía.- Admitió Kerria.- Es una versión de una cantante a la que admiro mucho. Muy luchadora también. En eso al menos me parezco a ella.

-Sí, eso deseo yo también.- Confesó la modelo.- En estos años he tenido que luchar mucho por llegar hasta donde estoy, por eso comprendo esta canción y noto que, cuando la cantas, has debido de pasar por eso mismo.

-Así es.- Admitió su interlocutora.- La canto con toda mi pasión, sé lo que esa letra significa, aunque hable de otra ciudad y yo siga sin llegar al nivel de la artista original.- Afirmó.-

- No sé cómo sería la original pero para mi gusto tú eres la mejor cantante que conozco, junto con Keiko Tomoe.- La alabó Stephanie, dirigiéndose a Brian ahora para pedir su confirmación.- ¿Verdad?

-Bueno, sí, mi madre canta muy bien.- Comentó el interpelado sin tanto entusiasmo.-

-A mi hijo le da vergüenza oírme.- Se sonrió Kerria confesando para mayor sonrojo del chaval.- No quiere que le cante ni el cumpleaños feliz.

-No es para tanto mamá, cantas muy bien.- Replicó enseguida el ruborizado chico, reafirmándose.-



            Stephanie le observó divertida. Kerria se percató. Y es que  Brian era un muchacho adorable. Al fin la modelo, convino con jovialidad.



-Bueno, pues vamos a inmortalizar este momento, estaré encantada de tener un recuerdo vuestro.



Entonces Brian hizo los honores. Primero una de su madre junto a Steph, en la que ambas se pasaban un brazo por la cintura y después otra en la que salía él, con la modelo pegando su cabeza a la suya. Ella sonriente, él ruborizado pero feliz. Hicieron alguna más tratando de salir todos juntos y luego ella se despidió volviendo a la sede de su casa de modas. Al cerrar la puerta, Brian no pudo evitar exclamar.



-¡Es guapísima!, mucho más en persona que en la holo tele y además muy simpática.

-Vaya, ¿Así que te ha gustado, eh?- Se sonrió su madre mirándole con una mezcla de ternura y complicidad.-



            El pobre chico se ruborizó hasta las orejas ahora. Viéndole así, Kerria añadió…



-No pasa nada. Es normal, es una chica muy atractiva. Quizás un poco mayor para ti, pero dentro de unos años…¿Quién sabe?

-No te burles.- Musitó Brian, añadiendo con tono desanimado.- Yo jamás podría salir con alguien como ella.

-¿Cómo qué no?. Menos mal que tu abuelo Roy no te ha oído.- Repuso ella con un ligero poso de malestar que quiso eliminar pese a todo cuando sentenció. – Diría que tienes sangre de saiyajin. Además, eres mi hijo. Y un chico estupendo. Vamos, las chicas harán cola para salir contigo, siempre y cuando seas agradable y bueno con ellas.

-Sí, claro.- Musitó el avergonzado muchacho.-  Lo soy, mamá.



            Kerria suspiró, mirándole entonces para comentar algo preocupada.



-Quizás va siendo hora de que tengamos esa conversación, sobre chicos y chicas.



            Ahora el crío pareció querer meterse bajo tierra, apenas sí pudo balbucir.



-Pero, es que… eso prefiero hablarlo con el abuelo. Y tú eres mi madre, y bueno. Sé que mamá Sam y tú, pero es que no creo que sepas lo que nos gusta a los chicos, mamá.



            Kerria le miró fijamente, quizás el crio esperaba que ella se hubiera enfadado, aunque fue al contrario, se rio moviendo la cabeza para sentenciar.



-Hijo. Créeme. Los chicos no sois nada complicados. Y desde luego que yo puedo comprender que una chica guapa te atraiga. ¡Me pasaba lo mismo a tu edad!



            Brian al final se rio con ella. Y sí que hablaron de algunas cosas. Kerria se alegró de tener a su hijo de vuelta. Lo pasaron mal en los últimos tiempos. Sobre todo cuando él le llegó a echar en cara su propia orientación sexual. Nada le había dolido más a ella que eso. Ninguno de sus enemigos podría haberle hecho más daño con ningún comentario por muy mordaz y agudo que hubiera sido, que su propio hijo, lo más preciado de su vida junto con sus padres, su hermano y su esposa. Así lo rememoró. Su madre, tras escucharla atentamente, dijo entonces con tono reflexivo.



-Por eso Brian se entrena con tanto tesón.

-Sí, quiere impresionar a las chicas.- Sonrió Kerria.-



            Aunque Bertie, con más experiencia en la vida pese a todo que su hija, movió la cabeza y sonrió a su vez, para sentenciar.



-No cariño, bueno, quizás eso también. Pero lo que tu hijo verdaderamente quiere más en el mundo es que te sientas orgullosa de él.

-Ya lo estoy, mamá.- Suspiró la aludida, con emoción en su voz.-

-Sí, lo sé. Porque a mí me sucede lo mismo contigo y con tu hermano. - Convino Bertie abrazando a  su hija.-



            Y las dos continuaron charlando sobre ese y otros muchos temas. Entre tanto, en Bios, Asthel y Maray fueron cada uno a sus respectivos colegios, pasaron como siempre a recoger a Granate y a los hijos de Idina, Tom y Loren. Dado que su madre había tenido que salir antes hacia su escuela. Luego se acercaron a la casa de Mimet. Ella, de pie e imperturbable, les esperaba en la puerta. Una vez se unió a ellos continuaron todos juntos encaminándose a sus clases. Los pequeños, Maray, Granate, Tom y Loren, se desviaron hacia su colegio. Asthel y Mimet siguieron recto para el instituto. No habían hablado nada cuando el chico sacó un tema para iniciar la conversación...



-¿Qué tal te has levantado hoy? - Le preguntó Asthel. - ¿Dispuesta para tu segundo día?



La interpelada le miró en lo que parecía un gesto de sorpresa pues apenas arqueó las cejas.



- Sí...claro, ¿por qué no iba a estarlo? ¿Crees que me falta algo? - Inquirió ella que, aunque no lo acusaba por su tono ni su expresión, parecía mostrarse preocupada e incluso desconcertada. -....

- ¡No, qué va!- se apresuró a contestarle Asthel. – Solamente te preguntaba si tienes ganas, nada más. ¿Te sientes algo desplazada quizá por estar en un sitio nuevo?



Mimet estaba confusa pero pensó que no debía dar esa impresión y concedió con tono sereno.



- Sí, debe ser eso. Me tengo que adaptar, sois todos muy amables conmigo, gracias.- Y sonrió más ampliamente de lo que Asthel había visto hasta ahora aunque casi arqueando los labios hacia arriba, como si fuese algo premeditado y no natural para añadir. – Me adaptaré, es cuestión de tiempo.



            Por fin llegaron, tras la primera clase, en el descanso, Asthel se ocupaba en repasar sus apuntes para ordenarlos. Un amigo suyo, un  atractivo chico de pelo castaño y ojos del mismo color, se acercó a él, le vio y le saludó.



- Hola Kyle, ¿qué tal?...no te vi ayer en clase. ¿Estabas enfermo?...

-¡No, qué va! - Respondió éste con una sonrisa para contarle. - Lo que pasa es que iba mal de tiempo para el examen de matemáticas. Me quedé estudiando en casa....- miró hacia atrás, al lugar donde se sentaba Mimet, disimuladamente le cuchicheó a Asthel. - Oye, esa chica ¿Es nueva, verdad? Te he visto antes de empezar la clase hablando con ella... ¿quién es?..

- Ella.- Repuso indiferentemente su interlocutor mirando a su vez para desvelar, - es la hija de una amiga de mis padres. Acaba de llegar de la Tierra, si hubieras venido ayer te la habría presentado...

- Es muy guapa y está muy buena, la verdad.- Declaró Kyle que inquirió con algo de malicia. - ¿No se ha mosqueado Maddie porque tú y ella estéis en la misma clase?...

-¡No seas idiota! - Exclamó jovialmente Asthel que empujó a su amigo riéndose y agregando divertido.  - ¡Venga listo, que te conozco, ven conmigo y te la presento!



Pero cuando Asthel se levantó dispuesto a llevar a su compañero hasta Mimet, el profesor de la siguiente hora entró en la clase. Era el señor Riggs y daba química. Kyle fue a sentarse y le dijo a su compañero, no sin fastidio, que se la presentara a la salida. Eso sí, el muchacho aquel no se recató de observarla de continuo.



-¡Joer con la nueva! ¡Qué buena está! -  Se decía.-  Tengo que ir a saco a por ella…



            Entre tanto, aquel maestro de figura algo oronda y calva prominente, miró a sus alumnos para dar uno de sus consabidos discursos.



-Vamos a ver, saben que los parciales están a la vuelta de la esquina y espero que hayan estudiado algo.



            Silencio sepulcral en el aula, el profesor se sonrió moviendo levemente la cabeza para afirmar casi con tono divertido.



-Lo que me suponía. Voy a hacer unas preguntas de repaso. Espero que algunos de ustedes puedan responder correctamente. A ver. ¿Alguien podría decirme cuál es el peso atómico del fósforo?- Inquirió el profesor sacando a Kyle de sus pensamientos.-



            Algunos alumnos estaban consultando en sus libros cuando Mimet levantó la mano, para responder, una vez le fue concedida la palabra.



-Treinta coma noventa y siete.- Aseveró sin parpadear.-

-Correcto. Muy bien, señorita…

-Mimet Trenton, señor Riggs. - Le aclaró ella.-

-Veo que es usted nueva.- Comentó el profesor valorando a aquella muchacha con la mirada.-

-Sí señor. Llegué ayer.- Le informó la aludida.-

-Bien. Ya que está usted tan bien dispuesta, ¿podría decirme a qué grupo pertenece y de dónde podemos extraer ese mineral?

- El fósforo pertenece al grupo del nitrógeno y aparece en varios minerales como la fluoropatita.- Fue la inmediata respuesta.-





            Hasta el señor Riggs la miró sorprendido, no digamos el resto de la clase. El propio Asthel se quedó impresionado. ¡Ahora podía comprender por qué esa chica estaba en un curso tan avanzado para su edad!



-Muy bien, excelente. Muchas gracias.- Declaró finalmente el docente, cambiando ya de asunto.-



            Así dio comienzo esa clase. Al terminar pasó la siguiente profesora. Era la señorita Prescot, una mujer cincuentona, agradable y simpática. Les daba lengua y literatura. Y para no ser menos que su colega de la hora anterior. Quiso saber de forma jovial.



-Muy bien, mis queridos alumnos y alumnas, confío en que tal y como les indiqué al principio del trimestre, hayan leído algún libro de su elección sobre el romanticismo inglés del siglo diecinueve. ¿Alguien se brindaría a comentarme su obra elegida?



            Estaba claro que no había muchos que se prestaran a ello. Incluso Asthel tuvo que admitir que lo suyo no era ese tipo de novela. No es que le disgustase, pero, pese a haber leído Ivanhoe de Sir Walter Scott, no tenía muchas ganas de comentarla en clase. Por supuesto a Kyle se le había pasado, o mejor dicho, no tuvo el más mínimo interés en leerse nada tan anticuado. Por suerte para ellos la maestra reparó en Mimet.



-¡Vaya, aquí tenemos a una nueva alumna! - Declaró con una media sonrisa.- ¿Cuál es su nombre, señorita?

-Me llamo Mimet Trenton. Vengo de la Tierra.- Repuso ella.-

-¿Le gusta a usted la literatura?- Inquirió su maestra.-

-Es una disciplina hermosa, sí, no obstante estoy más interesada en los ensayos científicos y técnicos.- Afirmó la chica.-



            Algunas de sus compañeras se rieron solapadamente murmurando entre ellas calificativos tales como freak o muermo… Sin embargo, los chicos no dejaban de mirar a ese bombón. Pese a que aquellas palabras casi les sonaban a chino.



-¡Vaya por Dios! – Suspiró la profesora comentando resignada.- Entonces no creo que esté usted familiarizada con el tema que hoy nos ocupa.

-No mucho, la verdad.- Admitió Mimet que pasó a reseñar.- La literatura inglesa del siglo diecinueve al menos es interesante en tres apartados generales como la poesía, la novela histórica y la aparición de la novela gótica o de terror. Hay muy buenos ejemplos en la primera de las tres áreas como John Keats con su poema Endimión, uno de mis favoritos, pero Lord Byron o Percy Bysseh Shelley también son grandes autores en esa disciplina. En la novela gótica, por su puesto Sir Walter Scott y en la gótica Horace Walpoll o Mary Shelley.

-¡Menos mal que no le interesa mucho la literatura!- Exclamó la atónita señorita Prescott.-

-Disculpe, no dije que no me interesase. - La corrigió su alumna para pasmo del resto de la clase, matizando.- Sólo comenté que la ensayística en materias científicas y técnicas me producía una mayor inquietud intelectual…

-Claro.- Pudo decir su asombrada maestra para preguntar.- Entonces. ¿Ha leído usted alguna de esas las obras de los autores que cita?

-Sí, realmente las he leído todas.- Contestó Mimet con gesto y tono imperturbables.-



            Ahora sus compañeros estallaron en carcajadas sin poderlo evitar. La maestra pareció molestarse, cosa que Mimet no comprendió. Si era profesora de literatura debería alegrarse al oír aquello. Para confirmar aquella situación, su hasta entonces jovial expresión se tornó severa y con tono enojado le inquirió a la muchacha.



-¿Trata usted de burlarse de mí?

-No, señorita Prescott. Eso no tendría ningún sentido.- Rebatió la chica.-

-Muy bien, pues espero que sea usted capaz de comentarme alguna.

-La que desee.- Replicó la joven.-



            Eso dejó muda a toda la clase. ¡Esa loca no sabía dónde se estaba metiendo! Prescott solía ser una profesora aparentemente jovial pero muy exigente. Y no toleraba faltas de respeto o desinterés. Por eso, alumnos como Kyle sudaban tinta cuando llegaba esta clase. Sin embargo, aquella novata enfrentaba su mirada a la de su veterana profesora sin inmutarse. Ésta pareció quedar confundida por aquello. No obstante, enseguida reaccionó para meditar durante unos segundos y le pidió.



-Pues en ese caso, me gustaría que nos ilustrase sobre…- Pareció pensarlo mejor, se sonrió con expresión algo aviesa y prosiguió.- Iba  a pedirle que me hablara sobre una fácil, una que casi todo el mundo conoce por sus versiones de cine y holocine, pero mejor elegiré otra, si no le importa.

-En absoluto, le dije que podía preguntarme por la que usted quisiera.- Replicó Mimet sin alterarse en lo más mínimo.-

-En ese caso me gustaría que nos contase algo sobre El Monje…- Le pidió adustamente la profesora.-



            Ahora el ambiente en el aula era algo tenso. Los demás se miraban unos a otros sin tener ni idea de qué era siquiera aquello. En cambio, Mimet asintió y comenzó a desgranar su diserción.



-El monje es una novela gótica escrita por Matthew Gregory Lewis, que se publicó por primera vez en mil setecientos noventa y seis. Lewis la escribió antes de cumplir los veinte años y tardó sólo diez semanas en escribirla. A modo de breve sinopsis de la novela,- Añadió para recitar.-  A la abarrotada iglesia de la orden monacal de los capuchinos, sita en Madrid, llegan la anciana Leonila y su sobrina Antonia, una joven «que nada sabe del mundo». Al ver la belleza de Antonia, dos caballeros les ceden sus asientos. Uno de ellos, Lorenzo de Medina, se ofrece a la joven para servirla durante su estancia en la capital, a donde ambas mujeres acaban de llegar para pedir a Raimundo, conde de Las Cisternas, heredero del recientemente fallecido marqués de Las Cisternas, abuelo de Antonia, que le renueve la pensión que el difunto le había asignado a su madre, hija de un zapatero cordobés que se había casado a escondidas con el hijo del marqués”… (Fuente Wikipedia)…

-Basta.- La cortó una estupefacta profesora, admitiendo con un tono bastante más suave e incluso teñido de admiración.- Es más que suficiente, no debí dudar de su palabra, le pido disculpas, querida. Puede sentarse…

-Gracias, y no tiene que pedirme disculpas.- Repuso Mimet como si todo aquello no fuera con ella.- Al no conocerme, es lógico que deseara comprobar empíricamente mis afirmaciones.



            Desde luego que tanto la señorita Prescott como los propios compañeros de esa chica estaban asombrados. Y tras esa asignatura sucedió lo mismo en las demás. La nueva también intervino acertando por sistema todas las preguntas que sus profesores le hicieron. Finalmente cuando terminaron las clases, Asthel esperó a que la muchacha se levantase y se dirigiera hacia él. Entonces hizo una seña a su amigo para que se acercase, fingieron estar hablando y cuando llegó ella procedió a las presentaciones.



- ¡Ah Mimet!, este es Kyle Rogers. Un buen amigo. Kyle, ella es Mimet Trenton...

- Encantado de conocerte.- Declaró el chico que le extendió la mano preguntando con el afán de iniciar conversación. -¿Eres nueva, verdad?

- Sí lo soy. Lo comentaron el señor Riggs a primera hora, la señorita Prescott a segunda y varios profesores más, ayer. - Admitió la chica estrechándosela tras un ligero instante de duda para luego añadir. – Por cierto. Tú no estabas ayer. No te vi en la clase. ¿Eres también nuevo?

- Es que no pude venir, tenía que estudiar mates.- Se justificó despreocupadamente él. -

-¿Mates? No comprendo…- repuso Mimet desorientada -¿qué asignatura es?....

- Mates, matemáticas - repitió Kyle extrañado de que esa chica no supiese precisamente una cosa tan tonta. Pero lo dejó pasar y le contó. -Tenemos un examen dentro de dos días y no lo llevo demasiado bien, pero hoy he venido porque no quiero perder más clases...

- Bueno, pues estudia más en casa.- Concluyó la chica a modo de recomendación que solucionaba el problema. -

- La verdad, tienes razón,- admitió él sonriendo. - Pero he vagueado mucho...y ahora me ha entrado la prisa...

- Espero que estudies lo suficiente, ahora tengo que irme a casa, adiós.- Le respondió la chica que se alejó por el pasillo. Atónito, Kyle miró a Asthel que se encogió de hombros. -...

- Está como un tren, y es un cerebrito, será por eso que no parece muy sociable. - Opinó el muchacho.  – O que tendrá un listón muy alto. Seguro que le van los tíos universitarios.

- Es buena chica pero se siente algo perdida. - Repuso pacientemente su contertulio -, dale tiempo...

-¡Con la delantera que tiene, todo el tiempo que quiera!- rio Kyle añadiendo sin rubor. - ¡Me la tengo que ligar como sea!

-¡Hasta mañana, romántico del siglo diecinueve! - Se despidió su compañero sonriendo con divertido sarcasmo.-

           

            Cuando salía de la clase  Kyle aun tuvo tiempo de decirle....



- Hay una fiesta después del examen. Veniros tú y Madeleine y díselo también a esa chica.- Asthel asintió y fue a buscar a su novia. -



            Como siempre, su compañero estaba al acecho de cualquier bombón que apareciese por allí. Kyle era así, un ligón empedernido.  A veces conseguía salir con la chica en la que se fijaba aunque en muchos casos le habían dado calabazas, por no decir auténticos plantones, pero no se desanimaba con facilidad. Asthel le apreciaba a pesar de que su amigo era un chico poco estudioso y muy juerguista. Con un carácter demasiado veleidoso. Pero no era mal tipo, por ejemplo, cuando se enteró de que Asthel y Madeleine comenzaron a quedar para salir, sin ser todavía novios, no volvió a acercarse a ella. Eso no quitaba para que no le hiciese a Asthel todas las bromas que podía relativas a cuando le iba a meter mano a  la muchacha.



-Eres un paradito. Hazlo o tendré que hacerlo yo. Para salvar el honor de la clase, claro.- Reía Kyle.-



Asthel encajaba esas chanzas con estoico sentido del humor e incluso se reía con ganas a veces. Pero sabía que su amigo no lo decía con mala intención. En lo demás, Kyle prefería ir al holocine, a los videojuegos con alguna que otra monada del instituto, y jugar en el equipo de baloncesto del colegio, más que nada, para ligarse a alguna animadora. También le encantaba vestirse a la última y desenfadada moda y pilotar una buena moto, aunque más  por fardar de ella que por amor a conducir. De todas formas era un buen amigo. Cuando le habló de él a sus padres estos se rieron mucho. Todavía lo recordaba con una sonrisa.



-¡Vaya con tu amigo! – se rio Leval –

-Sí, por lo que tu abuela Bertie me contaba y lo que mi propio padre me dijo alguna que otra vez, tiene que ser muy parecido a como era tu abuelo Roy con esa misma edad. – Apuntó Amatista que se sonreía también. –

-Sí, mi padre era muy juerguista y algo irresponsable. Creo que mi madre tuvo mucho trabajo para domesticarle.- Afirmó Leval-

-Al menos yo no he tenido ese problema. – Comentó su esposa visiblemente divertida. –

-¡Oye! ¿Qué quieres decir con eso?- quiso saber su marido con tono jocoso a su vez. –



Y entonces era cuando Asthel dejaba a sus padres para que siguieran con sus particulares bromas de cosas que solamente ellos entendían. Ahora, pensando en su amigo, decidió que le ayudaría en lo posible, aunque presentía que con Mimet lo iba a tener bastante complicado. Había visto postes de madera más sociables que esa chica, era algo realmente extraño. Tan capacitada estaba para retener conocimientos y solucionar problemas de matemáticas, física o química, como limitada era para las relaciones sociales. Le parecía bastante rara. Tentado estuvo de consultar el libro, pero decidió no hacerlo. Solamente debía emplearlo para temas realmente importantes y desde luego, éste no era el caso.



-Supongo que tengo cosas más importantes de las que ocuparme, comenzando por ese examen. Y no creo que en el libro detallen las respuestas. - Se sonrió.-



Pero dejó a un lado eso enseguida cuando vio a Madeleine, se dieron el típico besito y fueron juntos caminando hacia sus casas. Hablaron de sus respectivas clases, como siempre aburridas en su mayoría. Asthel le comentó lo de la fiesta, pero la muchacha le dijo que le era imposible ir, tenía que estudiar. Al estar en otra clase, por mor del distinto horario de asignaturas,  su examen de matemáticas era al día siguiente. No obstante, no se enfadaba si él iba. Al menos eso era un alivio. Cuando la dejó en casa Asthel llamó a Mimet para decírselo. Ella aceptó ir pero sin expresar ningún tipo de ilusión, la muchacha colgó y se lo contó a su madre.



- Mama, me han invitado a una fiesta y he dicho que sí. ¿He hecho bien? - Inquirió con un muy leve tono dubitativo. -

- Por supuesto, hija. - Le respondió su madre. - Tienes que relacionarte y esa es la mejor manera pero eso no quita que estés en casa a las once como muy tarde.         

- Sí mamá, lo que tú digas. Calcularé mi itinerario y la hora de irme de la fiesta en cuanto me informe de en dónde se celebra y las combinaciones de los deslizadores. - Convino Mimet que se fue a su habitación. -



            Mimí estaba contenta por su hija, ¡ojalá que fuese haciendo amigos como cualquier chica de su edad!. Por otro lado le preocupaba que Mimet fuera tan poco comunicativa. Tanto ella y Ken lo habían hecho lo mejor posible, pero eso ya no dependía de ellos. Tendría que ser su hija la que aprendiese a entablar relaciones con los demás. Aunque la pobre siempre había estado bastante aislada. Desde siempre tuvo, eso sí, el amor de sus padres, de la que ella llamaba tía Keiko y de sus abuelos, los padres de la propia Mimí. Aquí en Bios al menos tenía a Asthel y los demás hijos de las amigas de su prima. Ellos eran muy buenos chicos y seguro que la ayudarían, sobre todo Asthel. Su prima Idina le había hablado maravillas de ese muchacho y eso, unido a algún otro motivo relativo a sus trabajos, fue lo que les impulsó en mayor medida a mudarse a Bios.



-Estoy convencida hija mía de que aquí vas a encontrar a unas personas tan especiales y magníficas como tú. Podrás encajar.- Pensaba esperanzada.-



            Amatista y Sandy, por otra parte, estaban con Idina y las tres charlaban sobre la conveniencia de seguir siendo las justicieras o dejar eso para sus hijas. Amatista se decantaba por dejarlo ya aunque estaba algo indecisa. Idina también y parecía más convencida. Sandy, por contra, defendía la idea de continuar algún tiempo más...



- Nosotras aun somos jóvenes, además, yo no tengo una hija a quién darle el relevo. Tú tienes a Maray que dentro de poco sí podrá hacerlo e Idina tiene a Loren, pero ella tardará más...

- Creo que tal y como están ahora las cosas, ya no hacemos falta,- rebatió Amatista exponiendo.- Si Leval tiene suerte se acabarán los problemas y para cuando surja algo más, nuestras hijas ya serán capaces de encargarse de ello. Sandy, tú hace poco que ejerces como justiciera, comprendo que te gustaría hacer algo más, pero ya no hay nada más que hacer...Al menos por ahora.

- Eso es discutible, siempre hay delincuentes y gente que amenaza la seguridad ¿Tú qué opinas Idina? - Añadió Sandy dirigiéndose a su amiga. -



Ésta había estado pensativa y respondió tímidamente pero con tono más resignado e incluso evidenciando cierto hastío.



- Yo...no lo sé, creo que sería mejor dejarlo por el momento pero intervenir únicamente si ocurriese algo muy grave...

- Eso está muy bien.- Convino Sandy que animada por esas palabras agregó con más determinación. - Pero hay que entrenarse de vez en cuando, no puedes abandonarte. Sino, el día que tengas que intervenir puedes resultar malparada. Bueno, tú, yo y cualquiera...

- Pero yo.- Objetó Idina arrepintiéndose ahora de lo anteriormente dicho y declarando. – Mira,  quisiera dedicarme a mi familia. No tengo mucho interés en seguir entrenando puede que para nada. Bastante tengo con los niños y mis clases. No te lo tomes a mal, Sandy. Verás, la verdad es que estoy cansada, muy cansada de esto. Hemos sido justicieras desde que éramos unas niñas. Yo ya he luchado en muchas batallas, igual que Amatista, Kerria o Katherine. He visto y he pasado por demasiadas cosas terribles. A estas alturas únicamente quiero estar con mi marido y mis hijos, verles crecer felices y no preocuparme ya por cualquier cosa que suceda fuera de mi hogar. Y ni por todo el oro del mundo estoy dispuesta a pasarle esta carga a mi hija. Por favor, ¡entiéndelo!



Sus otras dos compañeras le dedicaron una mirada algo sorprendida. Realmente su amiga parecía estar no solamente aburrida, sino incluso harta de aquello.



- No me lo tomo a mal,- contestó suavemente Sandy que sin embargo no estaba demasiado satisfecha, pero tuvo que admitir. - Tú dices lo que piensas y te entiendo. Tienes toda la razón y lo respeto.

- No llegaremos muy lejos con esta conversación. - Intervino Amatista con tono cansado, proponiendo a sus amigas. - Yo creo que lo mejor es que cada una haga lo que prefiera. A mí tampoco me seduce mucho la idea...Y por lo que sé, tampoco Kerria y Kathy están dispuestas a continuar. Salvo en casos de muy extrema necesidad. Bastantes problemas tienen ya cada una de ellas con sus propias vidas…

- Ya, y eso no incluye a rateros, ni maleantes de poca monta. Lo sé, chicas. – Admitió Sandy con resignación para confesar. – Lo cierto es que yo sola tampoco tendría muchas ganas de actuar. No sería lo mismo.



Y tras un espeso silencio de las tres, fue Idina la que rompió el hielo con tono ahora de melancolía.



- Y también hace tanto tiempo que no cantamos, Amatista.... ¿te acuerdas de la última vez que lo hicimos todas juntas?

- Aun no había nacido mi hijo.- Suspiró la aludida sentenciando con resignación. - Nos hacemos mayores, Idina. Es algo que no se puede remediar, cada una ha seguido un camino...

- De pensarlo me da mucha pena.- Confesó su amiga que enumeró con aire de inexorabilidad. -Primero el grupo, ahora las Justicieras. Empiezo a comprender a mis padres cuando decían eso de que el tiempo pasaba tan rápido y que no esperaba a nadie.... Mi pobre padre ya no está. El primo Granate…tampoco. – Remachó con palpable tristeza. -

- Es ley de vida, Idina.- Terció Sandy tratando de levantarle la moral pues veía claramente que esos recuerdos aún dolían a su amiga. - No se puede evitar, sólo vivir disfrutando lo más intensamente posible cada minuto...

- Sí, ya,-  dijo Amatista  bromeando para animar la conversación. - ¡Pues eso no será por ti, monina! ¡Tú sigues igual que el primer día de conocerte!...

- Siendo medio diablesa, alguna ventaja debía tener.- Sonrió jovialmente ésta para añadir. - No te preocupes, llegará el momento en el que todos seamos jóvenes por siempre...

-¿Qué quieres decir?,- preguntó Idina extrañada y curiosa. -

- Se refiere a la muerte, tonta.- Respondió Amatista desapasionadamente. -

- ¡Pues vaya un consuelo, prefiero las patas de gallo! ,- exclamó su contertulia.-



Y lo dijo de una manera tan sentida que tanto Amatista como Sandy no pudieron evitar el reírse a carcajadas. Finalmente hasta su compañera rio con ellas. Al menos eso animó aquel hasta entonces triste y nostálgico ambiente.



- Lo que sí podemos hacer es quedar cuando tengamos tiempo para tomarnos algo. – Afirmó Sandy con tono jovial. –

- Pues para eso cuenta conmigo. – Replicó Amatista – Siempre que tengamos un ratito es la opción más divertida. Charlar de nuestras cosas y pasarlo bien.

- Sí, en eso aún formamos un buen equipo. – Sonrió Idina por fin. – Y es algo menos peligroso. Salvo si nos pasamos con los hidratos.

Sus amigas volvieron a reír de la ocurrencia. De esta manera, tras un rato más de conversación pusieron un poco al día a Idina de la marcha de sus trabajos sobre las nuevas zonas plantadas del planeta y la mejoría del porcentaje de oxígeno en la atmosfera.



-¿Sabes?-  Le comentaba una visiblemente satisfecha Sandy a la muy interesada maestra.- En Bios ya tenemos un porcentaje de oxígeno equivalente al terrestre, el veintiuno por ciento.

-Ahora, con los bosques cubriendo gran parte de este mundo, la renovación ambiental está prácticamente garantizada. Manteniendo este equilibrio el planeta será siempre habitable.- Remachó Amatista con patente contento.-

-Bueno, y eso nos lleva al tema de la inmigración.- Suspiró Idina.-



            Sus dos contertulias asintieron, ahora con semblantes más serios…



-Por eso mi marido está, entre otras cosas, tan preocupado.- Les confesó Amatista a sus amigas.- No sabemos qué ocurriría. Si desde la Tierra autorizan una inmigración masiva todo el trabajo que llevamos haciendo aquí durante tantos años podría verse seriamente afectado…

-Lo malo es que si oponemos esas razones nos llamarán egoístas. Y es precisamente al contrario.- Suspiró Sandy, que les comentó.- Coraíon me ha dicho muchas veces que las infraestructuras actuales están previstas incluso para una población hasta tres veces mayor. Pero no más...

- Bueno, en todo caso, para poder venir hasta aquí se debe viajar en cohete, y eso no es barato.- Adujo Idina.- No se podrá venir en un número tan elevado como para crear problemas. Al menos durante bastantes años.

-Hasta ahora era la Masters Corporation la que tenía el monopolio de esos viajes, pero según me contó Satory cuando hablé con ella hará un par de semanas, en la Tierra ya han surgido otras compañías que reclaman su derecho a hacer la misma ruta. Y algunas son de low cost.- Les contó Amatista a sus sorprendidas compañeras.- A buen seguro los viajes y las llegadas se multiplicarán.

-Eso puede ser muy peligroso.- Objetó Sandy afirmando.- Lo más seguro es que si abaratan los precios también lo hagan con los costes. Y la seguridad de los pasajeros podría verse en riesgo.

-No tendría por qué.- Dijo Idina meditando aquello para añadir.- Supongo que habrá unas normas de seguridad obligatorias para todos…

-En teoría sí. Aunque ya sabes cómo funciona a veces esto. No te puedes fiar sobre que esas normativas se cumplan por completo. - Asintió Amatista para decir.- Satory, por ejemplo, estaba algo inquieta. A parte de que a ella misma y a su familia también les consideran elitistas y lunáticos.- Apuntó con patente disgusto en su tono para agregar.- Además, ha tenido que oír que la Masters se ha enriquecido considerablemente con la mayor parte de las concesiones de constructoras, contratas e infraestructuras de este planeta y de Nature.

-Pero hay muchas más empresas relacionadas con todo eso.- Comentó Sandy.- La de ella no fue la única.

-Sí, pero la del padre de Satory fue de las primeras. Realmente la pionera. Cuando mi padrino Ian concibió todo este proyecto desde la SSp-1 y la terraformación, y contrató a mi padre y a mi tío Zafiro entre otros, se puso en el primer lugar de la carrera. Cuando Bios se descubrió y lo terraformamos, tenía la exclusiva por quince años. Ahora ese tiempo ha pasado, pero hay que reconocer que la empresa lo ha aprovechado muy bien. Por eso, entre otras cosas, Mazoui dejó su puesto en el ejército. Para ocuparse debidamente de todos los asuntos del planeta. Sin embargo, como dirían los cazadores, se ha abierto la veda.

-Yo únicamente espero que la vida en este mundo siga siendo tan pacífica y agradable como hasta ahora.- Pudo decir Idina que quiso cambiar de tema para comentar.- El tiempo ha pasado volando, ya me queda muy poco de tener a vuestros hijos conmigo. Este curso será el último. Luego irán al instituto…

-Bueno mujer, tendrás a los tuyos durante algunos años más todavía.- Le sonrió Amatista.-

-No creas que tantos ya. - Replicó su amiga afirmando.- Y los vuestros son estupendos. A Granate le encantan las ciencias y los temas de leyendas y mitología. Y Maray es una apasionada de las artes y la música.





            Las dos orgullosas madres escucharon con patente satisfacción. Pese a todo sabían que sus críos no eran perfectos. Granate pecaba a veces de ser algo movido y se dispersaba con facilidad en materias que no eran del todo de su agrado. Aunque sabía hacer lo que debía cuando llegaba la hora. Sandy se ocupó de educarle muy estrictamente en ese aspecto. Y el niño temía pensar en la idea de enfrentarse a ella y, casi todavía más, a su abuela Petz si sacaba algún suspenso. Maray por su parte era muy buena en clase pero demasiado soñadora. En cierto modo hacía lo que su amigo. Se centraba mucho en lo que más le gustaba, si bien no llegaba a suspender lo otro, pero la diferencia de notas era considerable. La propia Amatista le insistía muchas veces en que si era capaz de sacar sobresalientes en música y en dibujo, podía intentarlo también en lengua, matemáticas o conocimiento del medio. Por su parte Idina les contó que su hijo Tom era travieso y locuaz y bastante vago en ocasiones. Pero aunque no era tonto si le costaban según qué cosas. Ella tenía que apretarle y ayudarle bastante, pero él sacaba las asignaturas. Loren en tanto era una buena niña, apasionada por el dibujo, y que al menos no descuidaba el resto de las materias. Era más disciplinada y de mejores capacidades y no tenía que estar tan pendiente de ella.



-A veces sufro por mi hijo. Tiene algunos problemas de atención y lo malo es que, a medida que se hace mayor, puedo irle ayudando menos.- Suspiró la maestra.-

-Tranquila. Es un chico adorable. Seguro que saldrá adelante.- La animó Amatista.-

-Sí, tiene a la mejor madre posible para eso.- Convino Sandy.-



Su contertulia sonrió agradecida y siguieron charlando un poco más. Así, tras recordar algo de los viejos tiempos y animarse mutuamente las tres retornaron a sus respectivas casas. Amatista tuvo un ataque de nostalgia al pensar en las palabras de Idina. Se recordaba a ella misma, y se comparaba a veces con su propia hija. Entonces puso uno de sus antiguos Cds y escuchó las canciones de su grupo, ¡algunas eran tan significativas para ella! La canción que le dedicó a Leval cuando éste se puso enfermo. La de su último concierto, cuando estaba embarazada de Asthel. Las que sus amigas y compañeras les dedicaron en la boda. En fin, alguna lágrima se le escapaba recordando, le vino a la mente la vez que les dijo a sus padres que quería ser cantante y el enfado de su madre. Ahora se sonreía al recordarlo, justo entonces llegó Maray que, al verla, le preguntó algo inquietada.



-¿Por qué lloras mamá? ¿Te preocupa algo?...



La aludida se secó las lágrimas deprisa y se apresuró a responder desdramatizadora pero nostálgicamente a un tiempo.



- No cielo. Todo está bien, sólo recordaba. Me emocionaba al pensar en todas las cosas que me han ocurrido...



Maray se quedó en silencio un rato, escuchando la música y las canciones con admiración.



-¡Cantabas muy bien, mamá! - Alabó la niña mirando atenta el Holo disco y preguntando. - ¿Ese era tú grupo?...

- Sí. Las Justices. - Afirmó Amatista, matizando. – Con la tía Kerria, tu señorita la tita Idina, Katherine...y  el tío Granate ¿Te gusta?



Maray asintió con entusiasmo  y repuso con curiosidad.



-¿El tío Granate es ese que tiene su nombre en nuestra calle?

-Sí, cariño.- Repuso su madre con voz queda. – Es él…

-Se murió en el espacio. ¿Verdad? Hace mucho tiempo.- Pudo decir la cría que algo había escuchado. –



            Por lo poco que sabía, sus padres habían hablado en ocasiones de ese pariente suyo que perdió la vida antes de llegar a Bios. Entonces era demasiado pequeña para preguntar o sencillamente interesarse, ahora si que prestó atención a su madre puesto que tenía curiosidad.



-Así es.- Admitió su interlocutora no sin un poso de tristeza al añadir.- Fue muy valiente. Se sacrificó por defendernos a todos. Eso ocurrió antes de que tú y tu hermano nacierais.

-¿Y cantaba con vosotras?- Se sorprendió la cría – Siempre creí que erais solamente chicas.

-Era el batería del grupo, también cantaba, sí. Y lo hacía muy bien. – Le contestó Amatista que recordaba no pocas ocasiones en las que Granate las sorprendía con algún tema. – Ya te pondré algunas canciones suyas.

-Sí, mami. Me gustaría escucharos. ¡Quiero aprender de vosotras! - Afirmó con entusiasmo.-



Animada por el interés de su hija, Amatista puso las imágenes en el gran televisor de pantalla plana de tres dimensiones que tenían en el salón. La cría pudo ver a su madre y al resto, muy jóvenes, cantando y bailando con verdadero ritmo. Una de las canciones precisamente la interpretaba Granate. El resto de las componentes del grupo por su parte se pusieron a tocar diversos instrumentos para acompañarle. Maray reconoció a su maestra, la señorita Idina, muy joven, al piano y tocando de maravilla en la introducción a esa canción, a su propia madre con la batería y a las otras dos, la tía Kerria y Katherine con sendas guitarras. Entonces su orgullosa madre le explicó.



-Es una versión suya de una canción de su grupo favorito…



            Y tanto la niña como su madre escucharon, sorprendida y maravillada la una y llena de nostalgia y emoción la otra. Amatista recordaba aquella tarde de verano, la ligera brisa que le movía el pelo y el gran ambiente con tantos miles de fans escuchando y aplaudiendo. Pero sobre todo, el sentimiento de felicidad y la amistad e ilusión que ella, las otras chicas y su difunto primo, compartían. En aquel entonces qué jóvenes eran y cuantas cosas les quedaban por experimentar. Al menos a ella y a las demás. Luego la vida las iría modelando, haciendo que muchos de sus sueños se cumplieran y que otros quedaran trágicamente en el camino, trayéndoles alegrías, amarguras, pesares y esperanza. No podía evitar reflexionar sobre todo aquello en tanto escuchaba al desaparecido Granate cantar…



Las luces se apagan y no me pueden salvar 
Mareas contra las cuales intenté nadar 
Me pusiste abajo sobre mis rodillas 
¡Oh ruego, ruego e imploro! (cantando) 

Sal de las cosas que no se han dicho, 
Dispara a una manzana de mi cabeza (y un) 
Problema que no puede ser nombrado, 
Tigres que esperan ser domesticados 
Cantando 



Tú eres, tú eres 

La confusión nunca para 
Paredes que se están cerrando y relojes que hacen tictac (voy a) 
Regresar y llevarte a casa, 
No podría detener, eso que tú sabes ahora (cantando) 
Sal sobre mis mareas, 
Malditas oportunidades perdidas (¿soy yo?) 
Una parte de la cura, 
O soy una parte de la enfermedad (cantando) 

Tú eres 
Tú eres 
Tú eres 
Tú eres 
Tú eres 
Tú eres 



Maray escuchaba embelesada. Aquello le parecía algo casi mágico. Como si de veras esos relojes a los que aludían en la canción, detuviesen el mismo tiempo por unos instantes.


Y nada más se compara 
¡Oh! No, nada más se compara 
Y nada más se compara 

Tú eres… 


Tú eres… 

El hogar, hogar, a donde quería ir 
El hogar, hogar, a donde quería ir 


Tú eres… 
El hogar, hogar, a donde quería ir 


Tú eres… 
El hogar, hogar, a donde quería ir 




(Coldplay. Clocks. Crédito al autor)



-¡Erais geniales!- Exclamó la admirada niña al terminar la canción.- Y tú tocabas muy bien la batería mamá, igual que la tía Idina el piano.



            Su madre sonrió agradecida por ese sincero cumplido, sintiéndose emocionada al rememorar esos años de juventud. Enseguida le puso otro holodisco a su hija, al tiempo que, llena de orgullo y satisfacción, le comentaba.



-Practicamos mucho. Recuerdo a tu tío Granate dándome clases de percusión. Y tu tía Idina siempre fue muy talentosa para la música, el canto y el baile. Mira hija. Aquí estábamos actuando en París, la capital de Francia, en la Tierra. Es donde nací yo.

-Sí, los abuelos Diamante y Esmeralda vivían allí, ¿verdad? Allí está la casa de modelos de la abuela, bueno la más importante de todas las que tiene. – Comentó la cría que parecía estar muy al corriente de aquello –

-¿Cómo sabes tanto sobre eso?- le preguntó su madre que, desde luego, no recordaba habérselo contado ella. –

-Alguna vez cuando hemos visto a los abuelos, la abuela Esmeralda me ha contado cosas de su vida cuando era joven. A mí me gustaría ser una modelo famosa como lo fue ella.

-¿No me digas? ¿Sigues pensando así? – Sonrió escépticamente su madre abrazando a la cría por la cintura. –



Desde luego, si su madre escuchase a Maray se sentiría encantada. Amatista recordaba cuantas trifulcas tuvo con la abuela de su hija por el asunto de la moda. Como ella se negó sistemáticamente a vestir de esa manera. No es que no le gustase, pero prefería la ropa deportiva y cómoda. Además, era una forma más de molestar que tenía cuando no le concedía algún capricho y sobre todo, cuando la dejaba tanto tiempo en el internado. Suspiró. ¡Qué joven e ingenua había sido entonces! Se arrepentía de haber hecho sufrir así a su madre, sobre todo ahora que ella misma lo era y comprendía los desvelos a tomarse por sus hijos y como se enfadaba con ellos cuando actuaban mal, o simplemente haciendo cosas que ella no aprobaba. Aunque, en honor a la verdad, con Asthel y Maray eso sucedía muy pocas veces.



-Yo era mucho más díscola que ellos.- Se admitió con una mezcla de humor, nostalgia y algo de culpabilidad.



Pero, en lo que a gustos respectaba, al menos la niña sí parecía haber heredado esa afición por las pasarelas. No obstante todavía era una cría. De todos modos se sorprendió agradablemente cuando su hija le pidió con entusiasmo.



-¡Yo también quisiera cantar como lo haces tú! ¿Me enseñarás?

-¡Claro hija! Un día nos pondremos a repasar alguna partitura. Pero para eso tienes que saber música.- Le indicó Amatista.-



Hizo así pivotar el tema hacia los estudios, recordando la conversación que habían mantenido Sandy y ella con Idina.



- Doy música en el colegio, se me da muy bien. - Contestó Maray orgullosa de ello. -

- Muy bien, hija. Pues espero que en el resto de las asignaturas también lo demuestres. – Replicó de forma casi admonitoria su contertulia. -



            Maray torció el morro, ya estaba su madre con la murga de siempre. Ella no sacaba malas notas, quizás algún aprobadillo en lengua y un bien en Matemáticas, pero es que no le interesaban nada. En cambio la música, la danza, educación física y el dibujo le encantaban. Ahí siempre tenía sobresalientes. En sociales y naturales, hasta notables. ¿Acaso no podría fijarse en eso? De todos modos, como no quería estropear aquel momento de complicidad entre ambas, asintió.



-Vale mami, ¿entonces me enseñarás?...



 Amatista alegrándose de que la niña se pareciera tanto a ella en ese aspecto, asintió con satisfacción y le comentó jovialmente.



-  ¿Te he contado lo mucho que se enfadó conmigo tu abuela Esmeralda cuando le dije que quería ser cantante?...



Maray resopló replicando resignada a oírlo de nuevo y es que a su madre le encantaba contarle esa historia una y otra vez.



- Siiii mamá, unas cuantas veces...



Pero de nada le sirvió, su interlocutora comenzó con su narración como si no hubiese escuchado.



- Pues verás cariño, yo era solamente un poco mayor que tú, estaba en el Liceo, y quise formar un grupo… entonces tu abuela me dijo....



            Así pasó el rato y Leval volvió a casa, ya era de noche y se encontró a su mujer y a su hija mirando viejas fotos de la época de su vida en la Tierra. Estaban impresas en papel y databan de cuando él y su mujer iban al instituto. Se acercó y las saludó con dos besos. Maray le dijo que ella también quería cantar y ser modelo. A su padre le pareció muy bien, siempre y cuando estudiase. Su hija por supuesto le prometió que lo haría. Mientras, él sacó del álbum una foto a la que tenía particular cariño y la contempló con nostalgia. Era una foto suya, de su mujer y de su hermana Kerria cuando fueron juntos por la ciudad de Nueva York, al poco de llegar Amatista allí. Leval suspiró y su esposa le dijo con una voz soñadora, cargada de añoranza.

                                          

- ¡Han pasado tantos años de eso y desde entonces supe que te quería para mí!...   

- Oye papá ¿Quién fue el que intentó ir primero a por el otro? - Quiso saber Maray tras oír eso.-

-¡Pues fue tu madre! - rio Leval. -¿Verdad, cariño?...- Inquirió mirando divertido a su esposa.-

- Es verdad - Admitió Amatista con una sonrisa eso sí, aclarando. - ¡Pero tu padre era tan tonto que ni se enteraba! , llegó a enfadarme tanto que a punto estuve de ir a por otro chico cualquiera...

- Sí que me di cuenta,- rebatió el aludido agregando con fingida malicia. - Lo que ocurría es que me gustaba que sufrieras...

- ¡Mentiroso! - Le dijo  su esposa riendo para sentenciar. - ¡Eras un bobo, Leval! solamente te ocupabas de estudiar, hacer deporte y entrenar.

- ¡Bobo yo!,- exclamó su esposo que se abalanzó sobre su mujer y comenzó pellizcarla.- Ahora verás que bobadas te voy a hacer…



Ella se defendió haciendo lo propio y ambos cayeron sobre el sofá entre gritos y las risas de su hija que se sumó al mogollón en auxilio de su madre.



- ¡Ahora veréis las chicas! – Exclamó él que agarró a Maray con un brazo y a Amatista con el otro y las levantó girando con ellas. -

- ¡Para ya Leval, que nos vas a marear!- Le pidió su esposa también sin poder parar de reír, lo mismo que la niña. -

-No, papi, ¡da más vueltas!, por favor. - Le animó por el contrario la cría que se lo estaba pasando en grande.-



            Asthel mientras estaba tratando de estudiar en su cuarto cuando oyó esa algarabía, sonrió y cerró la puerta. El examen de matemáticas era pasado mañana y él tampoco lo dominaba a la perfección, debería empollar hasta tarde hoy y mañana. En contraste con aquel jolgorio, de nuevo pensó en su nueva compañera. Era una chica algo extraña, no creía que eso se debiera a su reciente llegada. No sentía en ella un aura espiritual como la que podía notar en el resto de las personas a las que conocía. Incluso tratándose de Mazoui o Sandy o cualquiera de sus hijos. Mimet era distinta y no llegaba a entender el por qué. Pero, por otro lado, intuía que esa chica también tendría una parte importante en su misión. De hecho, algo le decía que estaba llamada a ser la última de los miembros del grupo. La que sumaba el componente número nueve. Pensando así transcurrió media hora, Asthel miró el reloj y se dio cuenta de que ya era tarde. Se esforzó por dejar a un lado sus pensamientos sobre aquel destino suyo que parecía demorarse tanto que quizás hasta hubiera variado. Decidió que mejor sería, al menos por el momento, centrarse en estudiar...



-¡Esto es un rollo! - Suspiraba resignadamente.- Aunque espero poder aprobar y quitarme el parcial de encima…



            Entre tanto, Leval y Amatista tras juguetear un rato con su hija y entre ellos, se acostaron. Su mujer le deseó suerte para el gran día de mañana y él, más tranquilo y relajado que el día anterior, se durmió. Le había venido muy bien descargar la tensión y sentirse rodeado por el cariño de su esposa y de Maray que le adoraba, y eso era recíproco. En cuanto a su hijo mayor, supuso que Asthel estaría estudiando en su habitación. Desde luego, en eso le recordaba a él mismo a su edad. Incluso en sus sueños revivía alguna escena ocurrida en casa de sus padres, durante su niñez y juventud. A veces su padre llegada con ganas de jugar y agarraba a su madre que se reía de forma muy parecida a como su propia esposa lo había hecho hoy. También su hermana Kerria participaba en el jolgorio y su padre la subía a caballito o hacía alguna que otra trastada. Y así, en sus sueños, Leval sonreía.



-Eran unos buenos tiempos aquellos, papá, mamá, Ky. Y ahora tampoco están mal, y yo debo hacer cuanto sea necesario para que sigan así, por mis hijos. Igual que vosotros lo hicisteis por Ky y por mí.- Pensaba reviviendo aquellas escenas. -



Amatista tampoco tardó mucho en dormirse, confiaba en su marido  e igualmente sonreía en sueños recordando lo mucho que ambos habían compartido. Pasó revista a sus propias  vivencias de niñez con sus padres, su noviazgo con Leval y las aventuras que les habían llevado hasta allí. Esa noche también soñó con eso y se sintió muy feliz.



                                     
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