A la mañana siguiente y más relajados por los “ejercicios”
de la noche anterior con su esposa, Leval se levantó muy temprano. Se aseó,
desayunó, se vistió con su uniforme de gala y se encaminó hacia su despacho en
la base. Amatista le había deseado suerte. Pensaba que su mujer tenía razón, debía
confiar en sus posibilidades...él era un buen negociador, y estaba bien
preparado en cuanto a conocimientos y asesoría legal. Al menos eso creía. No en
vano su hermana le ayudó a ello.
-Ky me dijo que la contactase si tuviera algún
problema. Pero ahora no sé por dónde andará. Si en la Tierra o en Nature. En
fin, espero que no sea necesario. – Pensaba.-
Llegó a su despacho una hora antes, esperaba la
llamada de Tirel. Su superior tendría que decirle si los altos cargos
representantes de las partes aceptaban esa reunión. Efectivamente, tras unos
cincuenta minutos de espera en los que no pudo más que emborronar algunas
cuartillas, (como se decía coloquialmente, dado que de hecho usó un ordenador) intentando
preparar un buen discurso, su superior le llamó. Su rostro apareció en la
pantalla del vídeo teléfono y le comentó.
- Buenos días coronel, le comunico que ya he hablado
con los representantes de todos los grupos.
- Y por favor, dígame, señor. ¿Qué le han contestado?
¿Aceptarán? - Quiso saber Leval con gran
expectación. -
Tirel se quedó con gesto serio y en silencio durante
unos segundos que a su subordinado le parecieron larguísimos, por fin sonrió
tranquilizador y dijo.
- Están todos de acuerdo, les ha parecido una buena
idea. Además, usted tiene buena reputación. Aceptan que modere la reunión. Yo
también creo que, dado su prestigio y sus grandes contribuciones a este
planeta, es el hombre más indicado.
- ¡Magnífico! - Exclamó su interlocutor muy contento,
añadiendo. - ¡Gracias señor por darme su confianza!...
- Se la ha ganado usted. Ellos han valorado muy
positivamente sus esfuerzos desde su época en la SSP-1. Por ello no iban a aceptar a otra persona para ocupar el puesto
de moderador. -Le desveló su superior, agregando.- También me han pedido que
aceleremos las cosas. Quieren reunirse cuanto antes. Les he dicho que será mañana.
- le informó el general. -
- Estaré preparado, señor.- Le aseguró Leval. -
- Bueno, pues le dejo para que se ocupe de todo. Hasta
mañana, coronel - se despidió Tirel cortando la comunicación. -
Su
subordinado suspiró y también cortó la transmisión. Se sentía muy satisfecho e
ilusionado. Aunque ahora llegaba el momento de coordinar y poner a punto un sin
fin de cosas. Siguió sentado y decidió comenzar a preparar un borrador para la
reunión. También, pensándolo con más detenimiento, quiso contactar con la
Tierra, a ver si su hermana Kerria le pudiera aconsejar algo más en lo relativo
a la legalidad vigente en ese momento.
-Si es que está allí. No quisiera molestarla mucho
pero sus conocimientos me vendrán de maravilla.
Tardó pero merced al canal sub espacial de urgencia consiguió
localizar el despacho de su hermana y contactar. Aunque allí le notificaron que
no estaba. Suspiró, lo intentó con el número de casa de sus padres. Finalmente fue
Bertie la que atendió la llamada.
-¡Leval hijo, qué alegría! Pudo decir la sorprendida
mujer.- ¿Has venido a la Tierra?
-No mamá. Llamo por canal especial a tiempo real. -
Le aclaró su hijo.- ¿Cómo estáis?
-¿Ocurre algo malo?- Se interesó Bertie con
expresión preocupada, alegando no sin fundamento.- No creo que usaras ese canal
sin un motivo importante.
-No te preocupes, mamá, estamos bien. – Le aseguró
él.- ¿Vosotros qué tal?
Su
interlocutora suspiró aliviada y respondió con tono concernido pese a todo.
-Hemos pasado unos días algo tensos con Brian, cosas
de la adolescencia. Y de ser un saiyajin.- Sonrió ahora para añadir.- Luego tu padre y yo nos fuimos por unos días
de viaje. Al regresar abuelo y nieto se han puesto a entrenar. Ya conoces a tu
padre, quiere enseñarle al chico como ser un buen guerrero del espacio y de
paso, que aprenda a controlarse.
-Entonces mi sobrino está en buenas manos. - Aseguró
él interesándose a su vez.- ¿Qué tal tú y papá?
-Bien, hijo. Acabo de volver del colegio. Y tu
padre, aparte de enseñar a su nieto, sigue con sus cosas del baloncesto. Todo
como de costumbre.
-¿Y Kerria y Sam? ¿Están por ahí? - Quiso saber
Leval.-
-Pues no, lo cierto es que, como ya te dije, entre
algunos conflictos con su hijo y su trabajo están muy ocupadas. Samantha ha
tenido que ir a Filadelfia a ocuparse de una campaña de publicidad y Kerria hoy
se reunía con personas del colectivo contra el maltrato y la discriminación.
Tenía un caso.
-¡Vaya! - Suspiró el muchacho que entonces le
resumió a su madre un poco de la situación.- Esperaba haber podido consultarle
un par de cosas…
-Lo siento, hijo. ¡Ojalá tu hermana estuviera menos
agobiada!, pero le diré que llamaste y a ver si, cuando tenga un momento, puede
echarte una mano.
-No, déjalo. Ya habrá tiempo. No era nada urgente en
realidad. Supongo que la reunión se prolongará durante algunos días. Y no
quiero agobiar a Ky. - Salúdalas a ella, a Sam, a mi sobrino y a papá de mi
parte.
-Igualmente hijo, muchos besos para Amatista y mis
nietos.- Le respondió su madre.-
Leval cortó ya la emisión. Tampoco podía extenderse
a charlar por un canal que se suponía militar y para emergencias. Suspiró…
-Bueno, pues me las apañaré. -Y sin otra opción se
dispuso a preparase lo mejor posible.-
Entre
tanto en la Tierra, Bertie aguardó hasta que llegase su hija. Kerria tardó un
par de horas más. Vino cansada pero satisfecha.
-Hola, cariño. ¿Cómo te fue el día?- La saludó su
madre, nada más verla entrar.-
-El día fue agotador, pero se dio bien.- Sonrió la
joven, descalzándose a la puerta y tomando sus zapatos de tacón con una mano.-
Disculpa mamá, pero no veía la hora de quitármelos.- Se excusó con una leve
sonrisa.-
-Lo comprendo, cariño. Me pasa lo mismo. – Asintió
solidariamente Bertie.-
-¿Y Brian? ¿Ha ido con papá a entrenar?- Quiso saber
la recién llegada.-
-Sí, por ahí fueron. – Respondió su madre quien
entonces le comentó.- Por cierto. Llamó tu hermano, quería hablar contigo. Para
un asunto que tiene en Bios, una especie de reunión.-Aclaró.- Iba a pedirte
consejo.
-Bueno, si es para algo de sus cosas militares, no
sé en qué podría ayudarle.- Repuso Kerria encogiéndose de hombros.-
-No, era para una conferencia, con pro y anti
apertura. O eso me ha dicho.- Matizó Beruche.-
La
abogada escuchó con atención un resumen de aquello. Al concluirlo, su madre
remachó.
-Es una pena, aunque quisieras comunicar con él
nosotros no tenemos el sistema militar ese tan rápido. El mensaje que pudieras
enviarle a Leval tardaría algunos días en llegarle.
-Supongo que, si le es realmente urgente, volverá a
llamar.- Elucubró Kerria, suspirando para añadir. – Voy a tomar un baño. Espero
que papá y Brian no tarden mucho más en regresar.
-El chico se está tomando en muy en serio sus
entrenamientos.- Comentó una visiblemente orgullosa Bertie.- Tu padre está
realmente muy contento. Celebro ver que superó la crisis.
-Sí, yo también.- Sonrió Kerria ahora, para contarle
a su progenitora.- Entre las conversaciones que tuvo con papá y la visita de
Steph, se ha centrado mucho.
-¿Visita?- Inquirió su madre sin comprender,
preguntando.- ¿Quién es esa Steph.-
-¡Oh! Vaya, perdona. No os lo conté antes. Es una
modelo famosa de las que trabajan para Esmeralda. Stephanie Kensington se
llama. ¡Es muy guapa! -Declaró Kerria con tono entre meloso y divertido.-
Su
madre se rio al escucharla, moviendo levemente la cabeza, afirmó también
divertida.
-Menos mal que Sam no puede oírte.
-¡Mamá! ¡Por favor!, no lo digo por mí.- Se apresuró
a aclarar su interlocutora.- Es que,
cuando llegó, fue Brian quién abrió la puerta, y solo tuve que verle la cara
para darme cuenta de que el pobre estaba realmente coladito por ella.- Sonrió
ahora agregando con ternura.- ¡Parece mentira, mi niño ya es todo un
hombretón…y le gustan las mujeres guapas!
-¡Pues igual que a su abuelo y a su madre! - Exclamó
jovialmente Beruche.- Tiene a quien parecerse. ¿No crees?
Las
dos se rieron de aquello, Y Kerria entonces le contó…
-Estaba en casa esa tarde. Tenía libre tras haber
estado trabajando por la mañana. Tras haber logrado condenar a esa maldita
demente de Marla, había pedido algo de tiempo libre para poder relajarme. Sam se había ido de viaje por trabajo.
Entonces escuché llamar al timbre exterior. Brian fue a abrir. Yo salí
enseguida y escuché…
En
efecto, Kerria llegó a tiempo de oír la voz de una mujer joven que se estaba
presentando a Brian.
-Hola. Soy Stephanie Kensington. Espero no molestar ni
haberme equivocado de dirección. Estaba buscando la residencia Malden.
-Sí, aquí es..- Oyó Kerria responder a su hijo, con un
tono que parecía azorado.-
Aunque cuando
se acercó a ver quién era esa mujer observó que su hijo ni se movía, parecía
estar petrificado. Más bien engatusado. Esa hermosa mujer rubia y de grandes
ojos verdes le obsequió con una sonrisa. La divertida Kerria, se aproximó
pensando.
-Voy a rescatar a mi pobre niño. – Y una vez llegó junto
a ellos, inquirió.- Brian hijo ¿quién es?...
-No sé. Bueno sí lo sé… es que...- Apenas pudo balbucear
el jovencito que estaba realmente colorado.-
Se fijó
en que esa joven que no tendría más de veinte pocos años, lucía un bonito
vestido rojo ajustado y zapatos de tacón a juego. Sus pechos eran generosos sin
ser excesivamente grandes y sus labios carnosos y del mismo tono que su
vestuario. Por la forma de ir maquillada que tenía estaba claro que, o sabía mucho del
tema, o alguien profesional se había ocupado de arreglarla. Aquella muchacha sonrió algo nerviosa ahora y
tras unos instantes de silencio, Kerria reprendió cariñosamente al chico que
seguía ahí, más petrificado que una estatua.
-Hijo. ¿Cómo tienes a esta señorita en la puerta sin
haberla invitado a pasar?
-Yo, lo siento.- Se disculpó el azorado muchacho.-
-Anda, ve a buscar algo de beber para nuestra invitada.
-Le indicó su risueña madre.-
El chaval salió a
toda prisa a cumplir con ese requerimiento, entre tanto y haciendo un ademán a
la visitante, Kerria agregó.
- Pase por favor. ¿Desea tomar algo?
-No, muchas gracias.- Repuso educadamente ésta en tanto
seguía a su anfitriona al interior.-
Entraron
en el salón, Kerria empezaba a imaginar quién era esa joven. Aunque tuvo que
hacer algo de memoria. Hacía un par de días que recibió una llamada de
teléfono. Esa mujer se presentó como Stephanie Kensington, era modelo y
trabajaba para “Modas Deveraux”, el emporio de Esmeralda. Lo confirmó charlando
después con la madre de su cuñada Amatista quien le dio muy buenas referencias
de esa chica. Kerria entonces le comentó a la diseñadora que le diese a esa
chica la dirección de su casa en Nueva York.
-Dile que venga a verme aquí.- le indicó a Esmeralda que
así se lo transmitió a esa joven.-
La verdad, tras atar cabos, a la
abogada le costaba creerlo. Recordó perfectamente quien era. Aunque no tenía ni
idea de lo que podría querer para haber ido a visitarla. Sin embargo, optó para
escuchar lo que tuviera que decirle. Educadamente la invitó a tomar asiento.
Esa chica aceptó y ambas lo hicieron una junto a otra.
-Disculpa que te hiciera venir aquí, pero estoy con mi
hijo Brian. Tuve que ir a recogerle de la escuela, mi esposa está de viaje por
motivos de trabajo.- Se excusó la anfitriona.-
-No se preocupe.- Repuso su contertulia tras sentarse en
el sofá.-
-Bien, tú dirás.- Sonrió Kerria en tanto le recordaba.-
Por lo que me contaste por teléfono, tenías mucho interés en verme. Y Esmeralda
me habló muy bien de ti. Me dijo que necesitabas charlar conmigo de algo
importante. ¿Quizás es que quieres que te represente en algún caso?
Ahora
fue Stephanie quién parecía no saber qué replicar. Kerria la notaba algo
nerviosa. Al fin, y quizás tratando de romper el hielo, sonrió levemente para
responder.
-¿Ese chico es hijo suyo?
-Sí. - Asintió su interlocutora, agregando de un modo más
informal.- Pero no me trates de usted. Me llamo Kerria.
-Lo sé.- Se apresuró a
replicar la azorada Stephanie, creyendo desvelarle.- Nos conocimos hace
años. Usted defendía a la ex novia de mi hermana Daphne.
-Sí, te recuerdo.- Asintió su interlocutora con tono
neutro.-
Así era.
Tras haber meditado sobre la llamada y el nombre de esa muchacha no tuvo dudas.
Sin embargo, quiso esperar a ver qué tenía que decirle y de qué talante venía.
¡Ojalá que no fuera ningún tipo de asunto legal! Al menos a esas alturas no
tendría ya mucho sentido. Vio en cambio como esa chica enrojecía más si cabía,
apenas era capaz de contestar mirando hacia sus propias manos entrelazadas a la
altura de su regazo. Pero al fin, tras unos momentos algo embarazosos, lo hizo
con tono tímido y voz queda.
-No sé cómo empezar. Verás, quisiera pedirte perdón por
las cosas tan horribles que te dije entonces.
-Eso pasó hace mucho tiempo, eras solamente una niña.-
Sonrió conciliatoriamente Kerria, calculando.- Deberías tener la misma edad que
mi hijo ahora.
-Fui muy injusta, tanto contigo como con mi hermana.- Se
lamentó Steph.- Luego, comprendí que las cosas no son tan fáciles. Ni tan claras
como creía que eran. Lo siento, era lo que venía a decirte. Perdón por hacerte
perder el tiempo…
-No me has hecho perder el tiempo en absoluto.- Sonrió
más ampliamente Kerria.- Todo lo contrario. Me alegra mucho volver a verte y
comprobar que ahora eres toda una mujer. Espero que tu hermana este bien.-
Añadió ahora decayendo un poco en ese tono tan jovial que había exhibido.-
-Sí, está muy bien, se casó con su novio y tienen un
hijo.- Le contó Steph.- Siguen de maestros en el colegio en donde trabajaban.
-Ya veo.- Musitó Kerria quién, mirando a la joven ahora
de un modo más serio, le reveló.- Mira, no sé si querrás oír esto. Ocurrió
durante el juicio y ya entonces pude comprender por qué tu hermana actuó como
lo hizo. Sin embargo, eso no cambia el hecho de que mintió cuando estaba
declarando como testigo.
-¿Mi hermana?- Repitió la estupefacta Stephanie.-
-Cuando declaró todo aquello contra Sabra.- Le recordó su
contertulia.-
Y la
joven modelo bajó al cabeza una vez más, asintiendo despacio.
-Sé a lo que te refieres. Y también tuve culpa de eso.
Ella lo hizo para proteger a nuestra familia. Debía darle pánico que yo la
odiase. Y aquello todavía me hace sentir muy mal. Perdona a Daphne, ¡por favor! Hace tiempo que me contó que ella lo arregló
todo con Sabra y que se separaron como amigas. Es más, su propia ex novia la
animó a casarse con Martin. Esa mujer era buena persona, lamento mucho haber
sido tan injusta con ella también.
Kerria
la miró con genuina sorpresa. Había esperado que seguramente esa chica pudiera
molestarse o defender a su hermana negando aquello. De modo que comentó.
-De veras. ¿Qué ha pasado para hacerte cambiar tanto?. No
me interpretes mal, me alegro de ello, sólo es simple curiosidad.
-Quizás me tomes por loca.- Sonrió Stephanie.- Es que…
La
modelo iba a contarle algo más acerca de aquello. Aunque en ese instante, Brian hizo acto de presencia. Llevaba una
bandeja con bebidas y toda clase de aperitivos.
-¡Vaya, hijo!- Sonrió divertida su madre al verle
aparecer así.- Realmente te has superado.
-Es por si a Steph, bueno, a la señorita Kensington, le
apetece tomar algo.- Balbució el pobre muchacho con visible rubor.-
-Para ti siempre Steph.- Sonrió ella mirándole con
ternura.- Muchas gracias, aunque ahora no me apetece tomar nada de comer.
Quizás sí que acepte la bebida.
El
colorado chico dejó la bandeja que portaba sobre una cercana mesita. La modelo
le miró con amabilidad afirmando con total naturalidad.
-Te pareces mucho a tu madre, eres un chico muy guapo.
La cara
del aludido enrojeció más todavía. Apena fue capaz de responder.
-Gracias. Bueno, me voy a estudiar…
Y salió
de allí casi caminando como si le hubieran almidonado los pantalones cortos que
llevaba. Su madre no pudo evitar reír, mirando a su vez a la invitada para
sentenciar.
-¡Pobre Brian! Eres una de las chicas más guapas del
mundo. Él te tiene en un pedestal. Después de lo que le has dicho no sé si
podrá dormir en varios días. ¡Ja, ja!…
-Lo siento, no quise que el pobre chico se violentara. Y
es verdad, ¡es muy guapo! - Se rio a su vez Stephanie, asegurando.- En unos
pocos años romperá muchos corazones. Estoy segura.
-Ahora está en una edad un poco difícil.- Suspiró
Kerria.- Pero la vida es así. Todos hemos pasado por eso. Mi esposa y yo le
adoramos. Para nosotras es lo más importante de este mundo y lo único que
deseamos es que se convierta en un hombre bueno y que sea feliz.
La
modelo escuchó atentamente. Kerria le narró alguna de su peripecias. A su vez
contestó y, retomando el tema anterior, puso a su contertulia al corriente de
lo que recordaba.
-Entonces, con todo lo que has vivido seguro que podrás
comprenderme. – Repuso Steph, añadiendo con tinte reflexivo. -Hay cosas que
apenas recuerdo, otras que quizás solamente sean una pesadilla o alucinaciones.
El caso es que me he dado cuenta de que las personas tienen vidas muy
complicadas a veces. Y no creo poder juzgar a nadie simplemente por de quién se
enamora.
Y
mirando con curiosidad a esa jovencita, Kerria inquirió.
-¿Y no se han vuelto a ver? Quiero decir Sabra y tu
hermana.
-No, que yo sepa.- Repuso Stephanie.- Dap está muy
volcada en su trabajo y en David, su hijo. Y es feliz con Martin. Al menos eso
aparenta.- Matizó enseguida.-
-Ya.- Suspiró su interlocutora.-
Estaba
claro que ni tan siquiera la joven modelo parecía estar segura de eso. Sin
embargo, Kerria no quería meterse en vidas ajenas. Bastante tenía ya con la
suya propia y la de su familia. Un hijo en pleno cambio hormonal, descubriendo
además su fuerza como saiyajin, un montón de casos de los que ocuparse y poco
tiempo para disfrutar con su esposa que a su vez tenía bastante trabajo. Al
fin, la propia Steph añadió, destapando otro tema enojoso para ella.
-También quería agradecerte que metieras a esa criminal
entre rejas.- Declaró con tono más serio.-
-¿Te refieres a Marla Sorel?- Preguntó la abogada mirando
a esa joven con gesto de sorpresa.-
Su
interlocutora asintió. La propia Kerria admitió, todavía con tono lleno de
indignación.
-¡Esa mujer era un monstruo! Cuando a mi bufete le
sugirieron defenderla y mi jefe me lo propuso
me negué de forma rotunda. Pero luego, por el contrario, tuve la
posibilidad de ejercitar la acusación. Un grupo de afectados por ella me lo
ofrecieron. Pese a todo logró un buen
abogado, pero con todas las pruebas que teníamos el caso fue sencillo. Debo
confesar que no me recaté en hundirla cuanto pude. Y que hasta disfruté de
ello.
-Pero, lo que no entendí fue ese veredicto tan extraño.-
Comentó Steph.- El ostra…, no recuerdo.
-Sí, el ostracismo.- Completó Kerria, explicando.- Es una
figura legal nueva que se creó para crímenes especialmente graves de lesa
humanidad. Se la halló culpable de poner en peligro gravemente las vidas de
muchos ciudadanos. Además de conspirar contra la raza humana tras lo sucedido
en Nature. Ese castigo fue sugerido por los mismísimos soberanos años antes y
aprobado por las Naciones Unidas. No consiste en ejecutar a nadie, sino en
apartarle del resto de la sociedad si el reo así lo desea. De esta forma
incluso puede redimir parte de la pena. Marla eligió esa vía y fue confinada a
una prisión remota. Desde luego hasta a mí misma me espantó la manera que tenía
de reírse o de gritar cuando escuchó la sentencia. Sólo chillaba que no iba a envejecer allí.
-Es una demente.- Dictaminó Stephanie con una mezcla de
miedo y desprecio.- Ya te he contado
que, de lo poco que recuerdo, quiso atropellarnos a mi novio y a mí.
Kerria
asintió con expresión de pesar y solidaridad, declarando a su vez.
-Olvídala, no merece la pena que pierdas ni un instante
más de tu vida con su recuerdo.
-Te agradezco muchísimo todo lo que has hecho.- Sonrió
Steph.- Repito que fui muy injusta contigo y quisiera hacer algo para
compensarte.¡ Lo que sea!
-Ya lo has hecho, querida.- Sonrió Kerria con aprobación,
declarando.- Significa mucho para mí que hayas venido.
La
abogada miró entonces hacia la puerta de entrada al salón. Su hijo se paseaba
por allí cerca sin atreverse a entrar. El pobre estaba realmente azorado.
Kerria podía comprenderle bien, Stephanie era una mujer preciosa y realmente
seductora. Y unía a eso simpatía y amabilidad. ¡Cuánto se alegraba de que esa
chiquilla que estaba consumida por el odio y el prejuicio hubiese dado tal
cambio! De hecho, cuando Esmeralda la llamó para ponerla en antecedentes habló
en efecto muy bien de ella.
-Confié en su palabra, si la suegra de mi hermano dijo
eso de Steph, había que darle una oportunidad. Y como siempre, Esmeralda no se
equivocaba. Sabe muy bien cómo son sus modelos.- Pensó la abogada y entonces
discurrió algo y le dijo a su invitada.- Mira, bien pensado, sí hay una cosa
que podrías hacer, aunque no exactamente por mí. Y te aseguro que estaríamos en
paz.
-Lo que quieras.- Afirmó Stephanie.-
Kerria
se aproximó a ella y le susurró algo al oído. La modelo sonrió con ternura y no
tardó en afirmar.
-Será un verdadero placer…
Al poco Steph
se levantó y con un tono de voz deliberadamente alto, dijo.
-Bueno, muchas gracias por todo. Debo irme ya. Pero antes
quisiera despedirme de Brian.
-Claro.- Comentó la divertida Kerria, hablando a su vez a
un volumen más alto del necesario.-
Como
ambas imaginaban el chico estaba por allí, y se acercó tímidamente para
preguntar no sin pesar a la invitada.
-¿Ya te tienes que ir?
-Sí, por desgracia tengo la agenda completa.- Comentó
Stephanie con resignación, aunque enseguida se rehízo sonriente para añadir.-
Pero antes de irme me gustaría pedirte un favor. Bueno, si es que no te
molesta.
-¿Molestarme? No sé, ¿De qué se trata?- Quiso saber él.-
-Tu madre y tú sois realmente estupendos, me gustaría
tener un recuerdo y tomarme unas Holo fotos con vosotros. Que me hagas una con
tu madre y que ella me haga otra contigo.- Le pidió la risueña Steph.-
El pobre
Brian estaba casi en una nube, sonrió sin poderlo evitar y con evidente
entusiasmo asintió, apresurándose a sentenciar.
-Claro, eso está hecho, voy por la holo cámara que me
regalaron los abuelos.
Y corrió
realmente rápido a su habitación. Las dos mujeres se miraron y rieron. Steph
comentó ahora en voz baja.
-Es un chico maravilloso. Y tú debes ser muy buena madre.
-Gracias, pero el mérito no es solamente mío, es trabajo
compartido, entre mi esposa Samantha y mis padres.- Repuso modestamente
Kerria.-
Y vieron
como el jovencito volvió como una exhalación. Primero quiso hacer una foto a su
madre con aquella guapa modelo, no sin que Kerria le pidiera antes.
-Un momento Brian, me tengo que retocar un poco. Al lado
de Stephanie voy a parecer una vieja pordiosera.
-Mamá, eres casi tan guapa como ella.- Afirmó el chico.-
-¿Casi?- Exclamó Kerria con fingida indignación.-
Brian
miró para otro lado, el pobre no sabía dónde meterse, ambas mujeres rieron. Fue
la modelo quien sentenció.
-Tu madre es mucho más hermosa que yo. En todos los
aspectos.
Entonces
Kerria se disculpó por unos momentos para ir a su cuarto a adecentarse. En
tanto lo hacía pensó en aquel terrible caso. Esa maldita loca casi le hizo
perder los estribos a ella. En un principio incluso la contactaron para ser su
abogada defensora, no obstante, en cuanto su jefe Sebastián se lo comentó en su
despacho, ella repuso con tono apagado y triste.
-Lo siento, no puedo hacerlo.
Aquel
hombre de pelo gris, cortado casi al estilo militar y ojos penetrantes de tono
azul pálido la observó con intensidad y preguntó con su tono de voz comedido y
agudo habitual.
-¿Por qué no?...
-Conflicto de intereses.- Replicó rápidamente ella.-
Conozco a la acusada, me he visto envuelta con ella. Jamás podría defenderla,
sé que es culpable y sé lo malvada que puede llegar a ser.
-Pero, como abogada, eres también consciente de que todo
acusado merece tener la mejor defensa posible, incluidos los peores criminales.-
Le recordó su jefe.-
-Lo sé. – Suspiró ella bajando la cabeza.- Pero no soy
capaz de hacerlo, Perdóname Sebastián, es más. Si pudiera contactaría con la
oficina del fiscal del distrito para ofrecerme como acusación.- Declaró la
letrada con más rotundidad y tono lleno de patente enfado.-
Su jefe
la observó atentamente y hasta parecía sorprendido. Al fin comentó con tono
reflexivo.
-En todos los años que hemos trabajado juntos nunca te
había oído hablar así. Ni siquiera en tu propio juicio. Hasta cuando defendiste
al padre de tu hijo contra su exmujer, tuviste menos rabia en tu voz que ahora.
-Es que Rebecca, por mucho que me odiase, no era lo mismo
que esta mujer. Rebeca solamente estaba celosa y tenía miedo de que me
interpusiera entre Brian y ella. También pensaba que estaba protegiendo a su
hija. Sin embargo, esa Marla es una mujer sin moral, ni compasión. No tiene
empatía, es totalmente egoísta. Sólo piensa en sí misma y no le importa en
absoluto dañar a los demás. Es un peligro…es hasta peor que el exmarido de mi
esposa. Steve, por muy psicópata que fuese, al menos creía amara a Sam, Marla
solamente se quiere a sí misma. Por ello, si pudiera ser la fiscal y encerrarla
durante el mayor tiempo posible, mucho mejor…
El
sonido de música y una canción que ella misma interpretaba sacó a Kerria de
esos recuerdos. Escuchó aquello en tanto se terminaba de arreglar un poco…
Puedes decir lo que quieras de mí
Desear
hacerme lo que quieras
Pero no puedes pararme
Pero no puedes pararme
He sido
noqueada, ésta es una ciudad loca.
Incluso
voy a golpear en la cara de L.A
Y nada
en el mundo podrá apartarme
De hacer lo que quiera hacer
Porque soy demasiado orgullosa, demasiado fuerte
De hacer lo que quiera hacer
Porque soy demasiado orgullosa, demasiado fuerte
Vivo
por el Código de que tienes que avanzar
Sintiendo
lástima por ti mismo nadie va a ningún sitio.
Así que
mantengo mi cabeza alta
Sabiendo(
sabías que sobreviviría)
Bien,
lo hice, lo hice
No lo odies, no lo odies
Así es como va
Si
No lo odies, no lo odies
Así es como va
Si
Yo lo
hice, lo logré
Estando
en “mis dos”
Pagué
mis cuotas, si
Intentando abrazarme
Intentando abrazarme
No
puedes pararme ahora
Pagué mis cuotas
Pagué mis cuotas
Así que
como te dije
No puedes detenerme
No puedes detenerme
Pagué
mis cuotas
Ahora todavía confío cada día
Y la
gente que trata de buscar líos con Anastacia
Van a ver otra cosa viniendo
Porque tengo una mente y creo que es mejor que lo sepas
Van a ver otra cosa viniendo
Porque tengo una mente y creo que es mejor que lo sepas
No soy
una delincuente, no me puedo venir abajo
Y me importa un bledo quién esté alrededor
Eso ha funcionado muy bien hasta ahora
Y me importa un bledo quién esté alrededor
Eso ha funcionado muy bien hasta ahora
Así que
mantengo mi cabeza alta
Así que mantengo mi cabeza alta
Sabiendo(
sabías que sobreviviría)
Bien,
lo hice, lo hice
No lo odies, no lo odies
Así es como va
Si, lo hice, pasé…
No lo odies, no lo odies
Así es como va
Si, lo hice, pasé…
Oh estaré en mis dos
Pagué mis cuotas, si
Intentando abrazarme
No puedes detenerme ahora
Pagué
mi cuota
Si, si,
si…
Me costó mucho llegar hasta aquí
Pero no viviré con miedo
¿Vas a tratar de robar mi brillo?
Primero tendrán que construirte
Entonces te derribarán
Es una pelea, intenta una burbuja
Así que
mantengo mi cabeza alta
Sabiendo(
sabías que sobreviviría)
Bien,
lo hice, lo hice
Dicho,
es solo el camino
Dije que pagué mi cuota
Si, si, si
Dije que pagué mi cuota
Si, si, si
Pero no puedes pararme ahora
Pagué, pagué, pagué, mi cuota
Oh
pagué mi cuota, si
Pero no
puedes pararme ahora
Pagué mi cuota
Pagué mi cuota
Sí
Anastacia (Paid my dues. Credit to the artist)
Anastacia (Paid my dues. Credit to the artist)
Esperó casi a que
ese tema concluyera y reapareció algo más arreglada, con un vestido y retocada
de maquillaje escuchando el final de la canción. Al acabar su hijo parecía algo
azorado. Fue Steph quien comentó.
-Le estaba diciendo a Brian que me encanta esta canción,
me motiva mucho. Eres una intérprete magnífica.
-Gracias, pero la canción no es mía.- Admitió Kerria.- Es
una versión de una cantante a la que admiro mucho. Muy luchadora también. En
eso al menos me parezco a ella.
-Sí, eso deseo yo también.- Confesó la modelo.- En estos
años he tenido que luchar mucho por llegar hasta donde estoy, por eso comprendo
esta canción y noto que, cuando la cantas, has debido de pasar por eso mismo.
-Así es.- Admitió su interlocutora.- La canto con toda mi
pasión, sé lo que esa letra significa, aunque hable de otra ciudad y yo siga
sin llegar al nivel de la artista original.- Afirmó.-
- No sé cómo sería la original pero para mi gusto tú eres
la mejor cantante que conozco, junto con Keiko Tomoe.- La alabó Stephanie,
dirigiéndose a Brian ahora para pedir su confirmación.- ¿Verdad?
-Bueno, sí, mi madre canta muy bien.- Comentó el
interpelado sin tanto entusiasmo.-
-A mi hijo le da vergüenza oírme.- Se sonrió Kerria
confesando para mayor sonrojo del chaval.- No quiere que le cante ni el
cumpleaños feliz.
-No es para tanto mamá, cantas muy bien.- Replicó
enseguida el ruborizado chico, reafirmándose.-
Stephanie
le observó divertida. Kerria se percató. Y es que Brian era un muchacho adorable. Al fin la
modelo, convino con jovialidad.
-Bueno, pues vamos a inmortalizar este momento, estaré
encantada de tener un recuerdo vuestro.
Entonces Brian hizo
los honores. Primero una de su madre junto a Steph, en la que ambas se pasaban
un brazo por la cintura y después otra en la que salía él, con la modelo
pegando su cabeza a la suya. Ella sonriente, él ruborizado pero feliz. Hicieron
alguna más tratando de salir todos juntos y luego ella se despidió volviendo a
la sede de su casa de modas. Al cerrar la puerta, Brian no pudo evitar
exclamar.
-¡Es guapísima!,
mucho más en persona que en la holo tele y además muy simpática.
-Vaya, ¿Así que te
ha gustado, eh?- Se sonrió su madre mirándole con una mezcla de ternura y
complicidad.-
El pobre chico se ruborizó hasta las
orejas ahora. Viéndole así, Kerria añadió…
-No pasa nada. Es
normal, es una chica muy atractiva. Quizás un poco mayor para ti, pero dentro de
unos años…¿Quién sabe?
-No te burles.-
Musitó Brian, añadiendo con tono desanimado.- Yo jamás podría salir con alguien
como ella.
-¿Cómo qué no?.
Menos mal que tu abuelo Roy no te ha oído.- Repuso ella con un ligero poso de
malestar que quiso eliminar pese a todo cuando sentenció. – Diría que tienes
sangre de saiyajin. Además, eres mi hijo. Y un chico estupendo. Vamos, las
chicas harán cola para salir contigo, siempre y cuando seas agradable y bueno
con ellas.
-Sí, claro.-
Musitó el avergonzado muchacho.- Lo soy,
mamá.
Kerria suspiró, mirándole entonces
para comentar algo preocupada.
-Quizás va siendo
hora de que tengamos esa conversación, sobre chicos y chicas.
Ahora el crío pareció querer meterse
bajo tierra, apenas sí pudo balbucir.
-Pero, es que… eso
prefiero hablarlo con el abuelo. Y tú eres mi madre, y bueno. Sé que mamá Sam y
tú, pero es que no creo que sepas lo que nos gusta a los chicos, mamá.
Kerria le miró fijamente, quizás el
crio esperaba que ella se hubiera enfadado, aunque fue al contrario, se rio
moviendo la cabeza para sentenciar.
-Hijo. Créeme. Los
chicos no sois nada complicados. Y desde luego que yo puedo comprender que una
chica guapa te atraiga. ¡Me pasaba lo mismo a tu edad!
Brian
al final se rio con ella. Y sí que hablaron de algunas cosas. Kerria se alegró
de tener a su hijo de vuelta. Lo pasaron mal en los últimos tiempos. Sobre todo
cuando él le llegó a echar en cara su propia orientación sexual. Nada le había
dolido más a ella que eso. Ninguno de sus enemigos podría haberle hecho más
daño con ningún comentario por muy mordaz y agudo que hubiera sido, que su
propio hijo, lo más preciado de su vida junto con sus padres, su hermano y su
esposa. Así lo rememoró. Su madre, tras escucharla atentamente, dijo entonces
con tono reflexivo.
-Por eso Brian se entrena con tanto tesón.
-Sí, quiere impresionar a las chicas.- Sonrió
Kerria.-
Aunque
Bertie, con más experiencia en la vida pese a todo que su hija, movió la cabeza
y sonrió a su vez, para sentenciar.
-No cariño, bueno, quizás eso también. Pero lo que
tu hijo verdaderamente quiere más en el mundo es que te sientas orgullosa de
él.
-Ya lo estoy, mamá.- Suspiró la aludida, con emoción
en su voz.-
-Sí, lo sé. Porque a mí me sucede lo mismo contigo y
con tu hermano. - Convino Bertie abrazando a
su hija.-
Y
las dos continuaron charlando sobre ese y otros muchos temas. Entre tanto, en
Bios, Asthel y Maray fueron cada uno a sus respectivos colegios, pasaron como
siempre a recoger a Granate y a los hijos de Idina, Tom y Loren. Dado que su
madre había tenido que salir antes hacia su escuela. Luego se acercaron a la
casa de Mimet. Ella, de pie e imperturbable, les esperaba en la puerta. Una vez
se unió a ellos continuaron todos juntos encaminándose a sus clases. Los pequeños,
Maray, Granate, Tom y Loren, se desviaron hacia su colegio. Asthel y Mimet
siguieron recto para el instituto. No habían hablado nada cuando el chico sacó
un tema para iniciar la conversación...
-¿Qué tal te has levantado hoy? - Le preguntó Asthel.
- ¿Dispuesta para tu segundo día?
La interpelada le miró en lo que parecía un gesto de
sorpresa pues apenas arqueó las cejas.
- Sí...claro, ¿por qué no iba a estarlo? ¿Crees que
me falta algo? - Inquirió ella que, aunque no lo acusaba por su tono ni su
expresión, parecía mostrarse preocupada e incluso desconcertada. -....
- ¡No, qué va!- se apresuró a contestarle Asthel. – Solamente
te preguntaba si tienes ganas, nada más. ¿Te sientes algo desplazada quizá por
estar en un sitio nuevo?
Mimet estaba confusa pero pensó que no debía dar esa
impresión y concedió con tono sereno.
- Sí, debe ser eso. Me tengo que adaptar, sois todos
muy amables conmigo, gracias.- Y sonrió más ampliamente de lo que Asthel había
visto hasta ahora aunque casi arqueando los labios hacia arriba, como si fuese
algo premeditado y no natural para añadir. – Me adaptaré, es cuestión de
tiempo.
Por
fin llegaron, tras la primera clase, en el descanso, Asthel se ocupaba en
repasar sus apuntes para ordenarlos. Un amigo suyo, un atractivo chico de pelo castaño y ojos del
mismo color, se acercó a él, le vio y le saludó.
- Hola Kyle, ¿qué tal?...no te vi ayer en clase.
¿Estabas enfermo?...
-¡No, qué va! - Respondió éste con una sonrisa para
contarle. - Lo que pasa es que iba mal de tiempo para el examen de matemáticas.
Me quedé estudiando en casa....- miró hacia atrás, al lugar donde se sentaba
Mimet, disimuladamente le cuchicheó a Asthel. - Oye, esa chica ¿Es nueva,
verdad? Te he visto antes de empezar la clase hablando con ella... ¿quién es?..
- Ella.- Repuso indiferentemente su interlocutor mirando
a su vez para desvelar, - es la hija de una amiga de mis padres. Acaba de
llegar de la Tierra, si hubieras venido ayer te la habría presentado...
- Es muy guapa y está muy buena, la verdad.- Declaró
Kyle que inquirió con algo de malicia. - ¿No se ha mosqueado Maddie porque tú y
ella estéis en la misma clase?...
-¡No seas idiota! - Exclamó jovialmente Asthel que
empujó a su amigo riéndose y agregando divertido. - ¡Venga listo, que te conozco, ven conmigo y
te la presento!
Pero cuando Asthel se levantó dispuesto a llevar a
su compañero hasta Mimet, el profesor de la siguiente hora entró en la clase. Era
el señor Riggs y daba química. Kyle fue a sentarse y le dijo a su compañero, no
sin fastidio, que se la presentara a la salida. Eso sí, el muchacho aquel no se
recató de observarla de continuo.
-¡Joer con la nueva! ¡Qué buena está! - Se decía.- Tengo que ir a saco a por ella…
Entre
tanto, aquel maestro de figura algo oronda y calva prominente, miró a sus
alumnos para dar uno de sus consabidos discursos.
-Vamos a ver, saben que los parciales están a la
vuelta de la esquina y espero que hayan estudiado algo.
Silencio
sepulcral en el aula, el profesor se sonrió moviendo levemente la cabeza para
afirmar casi con tono divertido.
-Lo que me suponía. Voy a hacer unas preguntas de
repaso. Espero que algunos de ustedes puedan responder correctamente. A ver.
¿Alguien podría decirme cuál es el peso atómico del fósforo?- Inquirió el
profesor sacando a Kyle de sus pensamientos.-
Algunos
alumnos estaban consultando en sus libros cuando Mimet levantó la mano, para
responder, una vez le fue concedida la palabra.
-Treinta coma noventa y siete.- Aseveró sin
parpadear.-
-Correcto. Muy bien, señorita…
-Mimet Trenton, señor Riggs. - Le aclaró ella.-
-Veo que es usted nueva.- Comentó el profesor
valorando a aquella muchacha con la mirada.-
-Sí señor. Llegué ayer.- Le informó la aludida.-
-Bien. Ya que está usted tan bien dispuesta, ¿podría
decirme a qué grupo pertenece y de dónde podemos extraer ese mineral?
- El fósforo pertenece al grupo del nitrógeno y
aparece en varios minerales como la fluoropatita.- Fue la inmediata respuesta.-
Hasta
el señor Riggs la miró sorprendido, no digamos el resto de la clase. El propio
Asthel se quedó impresionado. ¡Ahora podía comprender por qué esa chica estaba
en un curso tan avanzado para su edad!
-Muy bien, excelente. Muchas gracias.- Declaró
finalmente el docente, cambiando ya de asunto.-
Así
dio comienzo esa clase. Al terminar pasó la siguiente profesora. Era la
señorita Prescot, una mujer cincuentona, agradable y simpática. Les daba lengua
y literatura. Y para no ser menos que su colega de la hora anterior. Quiso
saber de forma jovial.
-Muy bien, mis queridos alumnos y alumnas, confío en
que tal y como les indiqué al principio del trimestre, hayan leído algún libro
de su elección sobre el romanticismo inglés del siglo diecinueve. ¿Alguien se
brindaría a comentarme su obra elegida?
Estaba
claro que no había muchos que se prestaran a ello. Incluso Asthel tuvo que
admitir que lo suyo no era ese tipo de novela. No es que le disgustase, pero, pese
a haber leído Ivanhoe de Sir Walter Scott, no tenía muchas ganas de comentarla
en clase. Por supuesto a Kyle se le había pasado, o mejor dicho, no tuvo el más
mínimo interés en leerse nada tan anticuado. Por suerte para ellos la maestra
reparó en Mimet.
-¡Vaya, aquí tenemos a una nueva alumna! - Declaró
con una media sonrisa.- ¿Cuál es su nombre, señorita?
-Me llamo Mimet Trenton. Vengo de la Tierra.- Repuso
ella.-
-¿Le gusta a usted la literatura?- Inquirió su
maestra.-
-Es una disciplina hermosa, sí, no obstante estoy
más interesada en los ensayos científicos y técnicos.- Afirmó la chica.-
Algunas
de sus compañeras se rieron solapadamente murmurando entre ellas calificativos
tales como freak o muermo… Sin embargo, los chicos no dejaban de mirar a ese
bombón. Pese a que aquellas palabras casi les sonaban a chino.
-¡Vaya por Dios! – Suspiró la profesora comentando
resignada.- Entonces no creo que esté usted familiarizada con el tema que hoy
nos ocupa.
-No mucho, la verdad.- Admitió Mimet que pasó a reseñar.-
La literatura inglesa del siglo diecinueve al menos es interesante en tres
apartados generales como la poesía, la novela histórica y la aparición de la
novela gótica o de terror. Hay muy buenos ejemplos en la primera de las tres
áreas como John Keats con su poema Endimión, uno de mis favoritos, pero Lord
Byron o Percy Bysseh Shelley también son grandes autores en esa disciplina. En
la novela gótica, por su puesto Sir Walter Scott y en la gótica Horace Walpoll
o Mary Shelley.
-¡Menos mal que no le interesa mucho la literatura!-
Exclamó la atónita señorita Prescott.-
-Disculpe, no dije que no me interesase. - La
corrigió su alumna para pasmo del resto de la clase, matizando.- Sólo comenté
que la ensayística en materias científicas y técnicas me producía una mayor
inquietud intelectual…
-Claro.- Pudo decir su asombrada maestra para
preguntar.- Entonces. ¿Ha leído usted alguna de esas las obras de los autores
que cita?
-Sí, realmente las he leído todas.- Contestó Mimet
con gesto y tono imperturbables.-
Ahora
sus compañeros estallaron en carcajadas sin poderlo evitar. La maestra pareció
molestarse, cosa que Mimet no comprendió. Si era profesora de literatura
debería alegrarse al oír aquello. Para confirmar aquella situación, su hasta
entonces jovial expresión se tornó severa y con tono enojado le inquirió a la
muchacha.
-¿Trata usted de burlarse de mí?
-No, señorita Prescott. Eso no tendría ningún
sentido.- Rebatió la chica.-
-Muy bien, pues espero que sea usted capaz de
comentarme alguna.
-La que desee.- Replicó la joven.-
Eso
dejó muda a toda la clase. ¡Esa loca no sabía dónde se estaba metiendo! Prescott
solía ser una profesora aparentemente jovial pero muy exigente. Y no toleraba
faltas de respeto o desinterés. Por eso, alumnos como Kyle sudaban tinta cuando
llegaba esta clase. Sin embargo, aquella novata enfrentaba su mirada a la de su
veterana profesora sin inmutarse. Ésta pareció quedar confundida por aquello.
No obstante, enseguida reaccionó para meditar durante unos segundos y le pidió.
-Pues en ese caso, me gustaría que nos ilustrase
sobre…- Pareció pensarlo mejor, se sonrió con expresión algo aviesa y
prosiguió.- Iba a pedirle que me hablara
sobre una fácil, una que casi todo el mundo conoce por sus versiones de cine y
holocine, pero mejor elegiré otra, si no le importa.
-En absoluto, le dije que podía preguntarme por la
que usted quisiera.- Replicó Mimet sin alterarse en lo más mínimo.-
-En ese caso me gustaría que nos contase algo sobre
El Monje…- Le pidió adustamente la profesora.-
Ahora
el ambiente en el aula era algo tenso. Los demás se miraban unos a otros sin
tener ni idea de qué era siquiera aquello. En cambio, Mimet asintió y comenzó a
desgranar su diserción.
-El monje es una novela gótica escrita por Matthew Gregory Lewis, que se publicó por primera vez
en mil setecientos noventa y seis. Lewis
la escribió antes de cumplir los veinte años y tardó sólo diez semanas en
escribirla. A modo de breve sinopsis de la novela,-
Añadió para recitar.- “A la abarrotada iglesia de la orden monacal de los capuchinos, sita en Madrid, llegan la anciana Leonila y su
sobrina Antonia, una joven «que nada sabe del mundo». Al ver la belleza de
Antonia, dos caballeros les ceden sus asientos. Uno de ellos, Lorenzo de
Medina, se ofrece a la joven para servirla durante su estancia en la capital, a
donde ambas mujeres acaban de llegar para pedir a Raimundo, conde de Las
Cisternas, heredero del recientemente fallecido marqués de Las Cisternas,
abuelo de Antonia, que le renueve la pensión que el difunto le había asignado a
su madre, hija de un zapatero cordobés que se había casado a escondidas con el
hijo del marqués”… (Fuente Wikipedia)…
-Basta.- La cortó una estupefacta profesora, admitiendo con un tono
bastante más suave e incluso teñido de admiración.- Es más que suficiente, no
debí dudar de su palabra, le pido disculpas, querida. Puede sentarse…
-Gracias, y no tiene que pedirme disculpas.- Repuso Mimet como si
todo aquello no fuera con ella.- Al no conocerme, es lógico que deseara
comprobar empíricamente mis afirmaciones.
Desde luego que tanto
la señorita Prescott como los propios compañeros de esa chica estaban
asombrados. Y tras esa asignatura sucedió lo mismo en las demás. La nueva también intervino
acertando por sistema todas las preguntas que sus profesores le hicieron.
Finalmente cuando terminaron las clases, Asthel esperó a que la muchacha se
levantase y se dirigiera hacia él. Entonces hizo una seña a su amigo para que
se acercase, fingieron estar hablando y cuando llegó ella procedió a las
presentaciones.
- ¡Ah Mimet!, este es Kyle Rogers. Un buen amigo.
Kyle, ella es Mimet Trenton...
- Encantado de conocerte.- Declaró el chico que le
extendió la mano preguntando con el afán de iniciar conversación. -¿Eres nueva,
verdad?
- Sí lo soy. Lo comentaron el señor Riggs a primera
hora, la señorita Prescott a segunda y varios profesores más, ayer. - Admitió
la chica estrechándosela tras un ligero instante de duda para luego añadir. – Por
cierto. Tú no estabas ayer. No te vi en la clase. ¿Eres también nuevo?
- Es que no pude venir, tenía que estudiar mates.-
Se justificó despreocupadamente él. -
-¿Mates? No comprendo…- repuso Mimet desorientada
-¿qué asignatura es?....
- Mates, matemáticas - repitió Kyle extrañado de que
esa chica no supiese precisamente una cosa tan tonta. Pero lo dejó pasar y le
contó. -Tenemos un examen dentro de dos días y no lo llevo demasiado bien, pero
hoy he venido porque no quiero perder más clases...
- Bueno, pues estudia más en casa.- Concluyó la
chica a modo de recomendación que solucionaba el problema. -
- La verdad, tienes razón,- admitió él sonriendo. - Pero
he vagueado mucho...y ahora me ha entrado la prisa...
- Espero que estudies lo suficiente, ahora tengo que
irme a casa, adiós.- Le respondió la chica que se alejó por el pasillo. Atónito,
Kyle miró a Asthel que se encogió de hombros. -...
- Está como un tren, y es un cerebrito, será por eso
que no parece muy sociable. - Opinó el muchacho. – O que tendrá un listón muy alto. Seguro que
le van los tíos universitarios.
- Es buena chica pero se siente algo perdida. - Repuso
pacientemente su contertulio -, dale tiempo...
-¡Con la delantera que tiene, todo el tiempo que
quiera!- rio Kyle añadiendo sin rubor. - ¡Me la tengo que ligar como sea!
-¡Hasta mañana, romántico del siglo diecinueve! - Se
despidió su compañero sonriendo con divertido sarcasmo.-
Cuando
salía de la clase Kyle aun tuvo tiempo
de decirle....
- Hay una fiesta después del examen. Veniros tú y
Madeleine y díselo también a esa chica.- Asthel asintió y fue a buscar a su
novia. -
Como
siempre, su compañero estaba al acecho de cualquier bombón que apareciese por
allí. Kyle era así, un ligón empedernido. A veces conseguía salir con la chica en la que
se fijaba aunque en muchos casos le habían dado calabazas, por no decir
auténticos plantones, pero no se desanimaba con facilidad. Asthel le apreciaba
a pesar de que su amigo era un chico poco estudioso y muy juerguista. Con un
carácter demasiado veleidoso. Pero no era mal tipo, por ejemplo, cuando se
enteró de que Asthel y Madeleine comenzaron a quedar para salir, sin ser
todavía novios, no volvió a acercarse a ella. Eso no quitaba para que no le
hiciese a Asthel todas las bromas que podía relativas a cuando le iba a meter
mano a la muchacha.
-Eres un paradito. Hazlo o tendré que hacerlo yo.
Para salvar el honor de la clase, claro.- Reía Kyle.-
Asthel encajaba esas chanzas con estoico sentido del
humor e incluso se reía con ganas a veces. Pero sabía que su amigo no lo decía
con mala intención. En lo demás, Kyle prefería ir al holocine, a los
videojuegos con alguna que otra monada del instituto, y jugar en el equipo de
baloncesto del colegio, más que nada, para ligarse a alguna animadora. También
le encantaba vestirse a la última y desenfadada moda y pilotar una buena moto,
aunque más por fardar de ella que por
amor a conducir. De todas formas era un buen amigo. Cuando le habló de él a sus
padres estos se rieron mucho. Todavía lo recordaba con una sonrisa.
-¡Vaya con tu amigo! – se rio Leval –
-Sí, por lo que tu abuela Bertie me contaba y lo que
mi propio padre me dijo alguna que otra vez, tiene que ser muy parecido a como
era tu abuelo Roy con esa misma edad. – Apuntó Amatista que se sonreía también.
–
-Sí, mi padre era muy juerguista y algo
irresponsable. Creo que mi madre tuvo mucho trabajo para domesticarle.- Afirmó
Leval-
-Al menos yo no he tenido ese problema. – Comentó su
esposa visiblemente divertida. –
-¡Oye! ¿Qué quieres decir con eso?- quiso saber su
marido con tono jocoso a su vez. –
Y entonces era cuando Asthel dejaba a sus padres
para que siguieran con sus particulares bromas de cosas que solamente ellos
entendían. Ahora, pensando en su amigo, decidió que le ayudaría en lo posible,
aunque presentía que con Mimet lo iba a tener bastante complicado. Había visto
postes de madera más sociables que esa chica, era algo realmente extraño. Tan
capacitada estaba para retener conocimientos y solucionar problemas de
matemáticas, física o química, como limitada era para las relaciones sociales. Le
parecía bastante rara. Tentado estuvo de consultar el libro, pero decidió no
hacerlo. Solamente debía emplearlo para temas realmente importantes y desde
luego, éste no era el caso.
-Supongo que tengo cosas más importantes de las que
ocuparme, comenzando por ese examen. Y no creo que en el libro detallen las
respuestas. - Se sonrió.-
Pero dejó a un lado eso enseguida cuando vio a
Madeleine, se dieron el típico besito y fueron juntos caminando hacia sus casas.
Hablaron de sus respectivas clases, como siempre aburridas en su mayoría.
Asthel le comentó lo de la fiesta, pero la muchacha le dijo que le era
imposible ir, tenía que estudiar. Al estar en otra clase, por mor del distinto
horario de asignaturas, su examen de matemáticas
era al día siguiente. No obstante, no se enfadaba si él iba. Al menos eso era
un alivio. Cuando la dejó en casa Asthel llamó a Mimet para decírselo. Ella
aceptó ir pero sin expresar ningún tipo de ilusión, la muchacha colgó y se lo
contó a su madre.
- Mama, me han invitado a una fiesta y he dicho que
sí. ¿He hecho bien? - Inquirió con un muy leve tono dubitativo. -
- Por supuesto, hija. - Le respondió su madre. - Tienes
que relacionarte y esa es la mejor manera pero eso no quita que estés en casa a
las once como muy tarde.
- Sí mamá, lo que tú digas. Calcularé mi itinerario
y la hora de irme de la fiesta en cuanto me informe de en dónde se celebra y las
combinaciones de los deslizadores. - Convino Mimet que se fue a su habitación.
-
Mimí
estaba contenta por su hija, ¡ojalá que fuese haciendo amigos como cualquier
chica de su edad!. Por otro lado le preocupaba que Mimet fuera tan poco
comunicativa. Tanto ella y Ken lo habían hecho lo mejor posible, pero eso ya no
dependía de ellos. Tendría que ser su hija la que aprendiese a entablar
relaciones con los demás. Aunque la pobre siempre había estado bastante
aislada. Desde siempre tuvo, eso sí, el amor de sus padres, de la que ella
llamaba tía Keiko y de sus abuelos, los padres de la propia Mimí. Aquí en Bios
al menos tenía a Asthel y los demás hijos de las amigas de su prima. Ellos eran
muy buenos chicos y seguro que la ayudarían, sobre todo Asthel. Su prima Idina
le había hablado maravillas de ese muchacho y eso, unido a algún otro motivo
relativo a sus trabajos, fue lo que les impulsó en mayor medida a mudarse a
Bios.
-Estoy convencida hija mía de que aquí vas a
encontrar a unas personas tan especiales y magníficas como tú. Podrás encajar.-
Pensaba esperanzada.-
Amatista
y Sandy, por otra parte, estaban con Idina y las tres charlaban sobre la
conveniencia de seguir siendo las justicieras o dejar eso para sus hijas.
Amatista se decantaba por dejarlo ya aunque estaba algo indecisa. Idina también
y parecía más convencida. Sandy, por contra, defendía la idea de continuar
algún tiempo más...
- Nosotras aun somos jóvenes, además, yo no tengo una
hija a quién darle el relevo. Tú tienes a Maray que dentro de poco sí podrá
hacerlo e Idina tiene a Loren, pero ella tardará más...
- Creo que tal y como están ahora las cosas, ya no
hacemos falta,- rebatió Amatista exponiendo.- Si Leval tiene suerte se acabarán
los problemas y para cuando surja algo más, nuestras hijas ya serán capaces de
encargarse de ello. Sandy, tú hace poco que ejerces como justiciera, comprendo
que te gustaría hacer algo más, pero ya no hay nada más que hacer...Al menos
por ahora.
- Eso es discutible, siempre hay delincuentes y gente
que amenaza la seguridad ¿Tú qué opinas Idina? - Añadió Sandy dirigiéndose a su
amiga. -
Ésta había estado pensativa y respondió tímidamente
pero con tono más resignado e incluso evidenciando cierto hastío.
- Yo...no lo sé, creo que sería mejor dejarlo por el
momento pero intervenir únicamente si ocurriese algo muy grave...
- Eso está muy bien.- Convino Sandy que animada por
esas palabras agregó con más determinación. - Pero hay que entrenarse de vez en
cuando, no puedes abandonarte. Sino, el día que tengas que intervenir puedes
resultar malparada. Bueno, tú, yo y cualquiera...
- Pero yo.- Objetó Idina arrepintiéndose ahora de lo
anteriormente dicho y declarando. – Mira, quisiera dedicarme a mi familia. No tengo
mucho interés en seguir entrenando puede que para nada. Bastante tengo con los
niños y mis clases. No te lo tomes a mal, Sandy. Verás, la verdad es que estoy cansada,
muy cansada de esto. Hemos sido justicieras desde que éramos unas niñas. Yo ya
he luchado en muchas batallas, igual que Amatista, Kerria o Katherine. He visto
y he pasado por demasiadas cosas terribles. A estas alturas únicamente quiero
estar con mi marido y mis hijos, verles crecer felices y no preocuparme ya por
cualquier cosa que suceda fuera de mi hogar. Y ni por todo el oro del mundo
estoy dispuesta a pasarle esta carga a mi hija. Por favor, ¡entiéndelo!
Sus otras dos compañeras le dedicaron una mirada
algo sorprendida. Realmente su amiga parecía estar no solamente aburrida, sino
incluso harta de aquello.
- No me lo tomo a mal,- contestó suavemente Sandy que
sin embargo no estaba demasiado satisfecha, pero tuvo que admitir. - Tú dices
lo que piensas y te entiendo. Tienes toda la razón y lo respeto.
- No llegaremos muy lejos con esta conversación. - Intervino
Amatista con tono cansado, proponiendo a sus amigas. - Yo creo que lo mejor es
que cada una haga lo que prefiera. A mí tampoco me seduce mucho la idea...Y por
lo que sé, tampoco Kerria y Kathy están dispuestas a continuar. Salvo en casos
de muy extrema necesidad. Bastantes problemas tienen ya cada una de ellas con
sus propias vidas…
- Ya, y eso no incluye a rateros, ni maleantes de
poca monta. Lo sé, chicas. – Admitió Sandy con resignación para confesar. – Lo
cierto es que yo sola tampoco tendría muchas ganas de actuar. No sería lo
mismo.
Y tras un espeso silencio de las tres, fue Idina la
que rompió el hielo con tono ahora de melancolía.
- Y también hace tanto tiempo que no cantamos,
Amatista.... ¿te acuerdas de la última vez que lo hicimos todas juntas?
- Aun no había nacido mi hijo.- Suspiró la aludida
sentenciando con resignación. - Nos hacemos mayores, Idina. Es algo que no se
puede remediar, cada una ha seguido un camino...
- De pensarlo me da mucha pena.- Confesó su amiga
que enumeró con aire de inexorabilidad. -Primero el grupo, ahora las
Justicieras. Empiezo a comprender a mis padres cuando decían eso de que el
tiempo pasaba tan rápido y que no esperaba a nadie.... Mi pobre padre ya no
está. El primo Granate…tampoco. – Remachó con palpable tristeza. -
- Es ley de vida, Idina.- Terció Sandy tratando de
levantarle la moral pues veía claramente que esos recuerdos aún dolían a su
amiga. - No se puede evitar, sólo vivir disfrutando lo más intensamente posible
cada minuto...
- Sí, ya,-
dijo Amatista bromeando para
animar la conversación. - ¡Pues eso no será por ti, monina! ¡Tú sigues igual
que el primer día de conocerte!...
- Siendo medio diablesa, alguna ventaja debía
tener.- Sonrió jovialmente ésta para añadir. - No te preocupes, llegará el
momento en el que todos seamos jóvenes por siempre...
-¿Qué quieres decir?,- preguntó Idina extrañada y
curiosa. -
- Se refiere a la muerte, tonta.- Respondió Amatista
desapasionadamente. -
- ¡Pues vaya un consuelo, prefiero las patas de
gallo! ,- exclamó su contertulia.-
Y lo dijo de una manera tan sentida que tanto
Amatista como Sandy no pudieron evitar el reírse a carcajadas. Finalmente hasta
su compañera rio con ellas. Al menos eso animó aquel hasta entonces triste y
nostálgico ambiente.
- Lo que sí podemos hacer es quedar cuando tengamos
tiempo para tomarnos algo. – Afirmó Sandy con tono jovial. –
- Pues para eso cuenta conmigo. – Replicó Amatista –
Siempre que tengamos un ratito es la opción más divertida. Charlar de nuestras
cosas y pasarlo bien.
- Sí, en eso aún formamos un buen equipo. – Sonrió
Idina por fin. – Y es algo menos peligroso. Salvo si nos pasamos con los
hidratos.
Sus amigas volvieron a reír de la ocurrencia. De
esta manera, tras un rato más de conversación pusieron un poco al día a Idina
de la marcha de sus trabajos sobre las nuevas zonas plantadas del planeta y la
mejoría del porcentaje de oxígeno en la atmosfera.
-¿Sabes?- Le
comentaba una visiblemente satisfecha Sandy a la muy interesada maestra.- En
Bios ya tenemos un porcentaje de oxígeno equivalente al terrestre, el veintiuno
por ciento.
-Ahora, con los bosques cubriendo gran parte de este
mundo, la renovación ambiental está prácticamente garantizada. Manteniendo este
equilibrio el planeta será siempre habitable.- Remachó Amatista con patente
contento.-
-Bueno, y eso nos lleva al tema de la inmigración.-
Suspiró Idina.-
Sus
dos contertulias asintieron, ahora con semblantes más serios…
-Por eso mi marido está, entre otras cosas, tan
preocupado.- Les confesó Amatista a sus amigas.- No sabemos qué ocurriría. Si
desde la Tierra autorizan una inmigración masiva todo el trabajo que llevamos
haciendo aquí durante tantos años podría verse seriamente afectado…
-Lo malo es que si oponemos esas razones nos
llamarán egoístas. Y es precisamente al contrario.- Suspiró Sandy, que les
comentó.- Coraíon me ha dicho muchas veces que las infraestructuras actuales están
previstas incluso para una población hasta tres veces mayor. Pero no más...
- Bueno, en todo caso, para poder venir hasta aquí
se debe viajar en cohete, y eso no es barato.- Adujo Idina.- No se podrá venir
en un número tan elevado como para crear problemas. Al menos durante bastantes
años.
-Hasta ahora era la Masters Corporation la que tenía
el monopolio de esos viajes, pero según me contó Satory cuando hablé con ella
hará un par de semanas, en la Tierra ya han surgido otras compañías que
reclaman su derecho a hacer la misma ruta. Y algunas son de low cost.- Les
contó Amatista a sus sorprendidas compañeras.- A buen seguro los viajes y las
llegadas se multiplicarán.
-Eso puede ser muy peligroso.- Objetó Sandy
afirmando.- Lo más seguro es que si abaratan los precios también lo hagan con
los costes. Y la seguridad de los pasajeros podría verse en riesgo.
-No tendría por qué.- Dijo Idina meditando aquello
para añadir.- Supongo que habrá unas normas de seguridad obligatorias para
todos…
-En teoría sí. Aunque ya sabes cómo funciona a veces
esto. No te puedes fiar sobre que esas normativas se cumplan por completo. - Asintió
Amatista para decir.- Satory, por ejemplo, estaba algo inquieta. A parte de que
a ella misma y a su familia también les consideran elitistas y lunáticos.-
Apuntó con patente disgusto en su tono para agregar.- Además, ha tenido que oír
que la Masters se ha enriquecido considerablemente con la mayor parte de las
concesiones de constructoras, contratas e infraestructuras de este planeta y de
Nature.
-Pero hay muchas más empresas relacionadas con todo
eso.- Comentó Sandy.- La de ella no fue la única.
-Sí, pero la del padre de Satory fue de las
primeras. Realmente la pionera. Cuando mi padrino Ian concibió todo este
proyecto desde la SSp-1 y la terraformación, y contrató a mi padre y a mi tío
Zafiro entre otros, se puso en el primer lugar de la carrera. Cuando Bios se
descubrió y lo terraformamos, tenía la exclusiva por quince años. Ahora ese
tiempo ha pasado, pero hay que reconocer que la empresa lo ha aprovechado muy
bien. Por eso, entre otras cosas, Mazoui dejó su puesto en el ejército. Para
ocuparse debidamente de todos los asuntos del planeta. Sin embargo, como dirían
los cazadores, se ha abierto la veda.
-Yo únicamente espero que la vida en este mundo siga
siendo tan pacífica y agradable como hasta ahora.- Pudo decir Idina que quiso
cambiar de tema para comentar.- El tiempo ha pasado volando, ya me queda muy
poco de tener a vuestros hijos conmigo. Este curso será el último. Luego irán
al instituto…
-Bueno mujer, tendrás a los tuyos durante algunos
años más todavía.- Le sonrió Amatista.-
-No creas que tantos ya. - Replicó su amiga
afirmando.- Y los vuestros son estupendos. A Granate le encantan las ciencias y
los temas de leyendas y mitología. Y Maray es una apasionada de las artes y la
música.
Las
dos orgullosas madres escucharon con patente satisfacción. Pese a todo sabían
que sus críos no eran perfectos. Granate pecaba a veces de ser algo movido y se
dispersaba con facilidad en materias que no eran del todo de su agrado. Aunque
sabía hacer lo que debía cuando llegaba la hora. Sandy se ocupó de educarle muy
estrictamente en ese aspecto. Y el niño temía pensar en la idea de enfrentarse
a ella y, casi todavía más, a su abuela Petz si sacaba algún suspenso. Maray
por su parte era muy buena en clase pero demasiado soñadora. En cierto modo
hacía lo que su amigo. Se centraba mucho en lo que más le gustaba, si bien no
llegaba a suspender lo otro, pero la diferencia de notas era considerable. La
propia Amatista le insistía muchas veces en que si era capaz de sacar
sobresalientes en música y en dibujo, podía intentarlo también en lengua,
matemáticas o conocimiento del medio. Por su parte Idina les contó que su hijo
Tom era travieso y locuaz y bastante vago en ocasiones. Pero aunque no era tonto
si le costaban según qué cosas. Ella tenía que apretarle y ayudarle bastante,
pero él sacaba las asignaturas. Loren en tanto era una buena niña, apasionada
por el dibujo, y que al menos no descuidaba el resto de las materias. Era más
disciplinada y de mejores capacidades y no tenía que estar tan pendiente de
ella.
-A veces sufro por mi hijo. Tiene algunos problemas
de atención y lo malo es que, a medida que se hace mayor, puedo irle ayudando
menos.- Suspiró la maestra.-
-Tranquila. Es un chico adorable. Seguro que saldrá
adelante.- La animó Amatista.-
-Sí, tiene a la mejor madre posible para eso.-
Convino Sandy.-
Su contertulia sonrió agradecida y siguieron
charlando un poco más. Así, tras recordar algo de los viejos tiempos y animarse
mutuamente las tres retornaron a sus respectivas casas. Amatista tuvo un ataque
de nostalgia al pensar en las palabras de Idina. Se recordaba a ella misma, y
se comparaba a veces con su propia hija. Entonces puso uno de sus antiguos Cds
y escuchó las canciones de su grupo, ¡algunas eran tan significativas para
ella! La canción que le dedicó a Leval cuando éste se puso enfermo. La de su
último concierto, cuando estaba embarazada de Asthel. Las que sus amigas y
compañeras les dedicaron en la boda. En fin, alguna lágrima se le escapaba
recordando, le vino a la mente la vez que les dijo a sus padres que quería ser
cantante y el enfado de su madre. Ahora se sonreía al recordarlo, justo
entonces llegó Maray que, al verla, le preguntó algo inquietada.
-¿Por qué lloras mamá? ¿Te preocupa algo?...
La aludida se secó las lágrimas deprisa y se
apresuró a responder desdramatizadora pero nostálgicamente a un tiempo.
- No cielo. Todo está bien, sólo recordaba. Me
emocionaba al pensar en todas las cosas que me han ocurrido...
Maray se quedó en silencio un rato, escuchando la
música y las canciones con admiración.
-¡Cantabas muy bien, mamá! - Alabó la niña mirando
atenta el Holo disco y preguntando. - ¿Ese era tú grupo?...
- Sí. Las Justices. - Afirmó Amatista, matizando. – Con
la tía Kerria, tu señorita la tita Idina, Katherine...y el tío Granate ¿Te gusta?
Maray asintió con entusiasmo y repuso con curiosidad.
-¿El tío Granate es ese que tiene su nombre en
nuestra calle?
-Sí, cariño.- Repuso su madre con voz queda. – Es
él…
-Se murió en el espacio. ¿Verdad? Hace mucho tiempo.-
Pudo decir la cría que algo había escuchado. –
Por
lo poco que sabía, sus padres habían hablado en ocasiones de ese pariente suyo
que perdió la vida antes de llegar a Bios. Entonces era demasiado pequeña para
preguntar o sencillamente interesarse, ahora si que prestó atención a su madre
puesto que tenía curiosidad.
-Así es.- Admitió su interlocutora no sin un poso de
tristeza al añadir.- Fue muy valiente. Se sacrificó por defendernos a todos. Eso
ocurrió antes de que tú y tu hermano nacierais.
-¿Y cantaba con vosotras?- Se sorprendió la cría –
Siempre creí que erais solamente chicas.
-Era el batería del grupo, también cantaba, sí. Y lo
hacía muy bien. – Le contestó Amatista que recordaba no pocas ocasiones en las
que Granate las sorprendía con algún tema. – Ya te pondré algunas canciones
suyas.
-Sí, mami. Me gustaría escucharos. ¡Quiero aprender
de vosotras! - Afirmó con entusiasmo.-
Animada por el interés de su hija, Amatista puso las
imágenes en el gran televisor de pantalla plana de tres dimensiones que tenían
en el salón. La cría pudo ver a su madre y al resto, muy jóvenes, cantando y
bailando con verdadero ritmo. Una de las canciones precisamente la interpretaba
Granate. El resto de las componentes del grupo por su parte se pusieron a tocar
diversos instrumentos para acompañarle. Maray reconoció a su maestra, la
señorita Idina, muy joven, al piano y tocando de maravilla en la introducción a
esa canción, a su propia madre con la batería y a las otras dos, la tía Kerria
y Katherine con sendas guitarras. Entonces su orgullosa madre le explicó.
-Es una versión suya de una canción de su grupo
favorito…
Y
tanto la niña como su madre escucharon, sorprendida y maravillada la una y
llena de nostalgia y emoción la otra. Amatista recordaba aquella tarde de
verano, la ligera brisa que le movía el pelo y el gran ambiente con tantos
miles de fans escuchando y aplaudiendo. Pero sobre todo, el sentimiento de
felicidad y la amistad e ilusión que ella, las otras chicas y su difunto primo,
compartían. En aquel entonces qué jóvenes eran y cuantas cosas les quedaban por
experimentar. Al menos a ella y a las demás. Luego la vida las iría modelando,
haciendo que muchos de sus sueños se cumplieran y que otros quedaran
trágicamente en el camino, trayéndoles alegrías, amarguras, pesares y esperanza.
No podía evitar reflexionar sobre todo aquello en tanto escuchaba al
desaparecido Granate cantar…
Las luces se apagan y no me pueden salvar
Mareas contra las cuales intenté nadar
Me pusiste abajo sobre mis rodillas
¡Oh ruego, ruego e imploro! (cantando)
Sal de las cosas que no se han dicho,
Dispara a una manzana de mi cabeza (y un)
Problema que no puede ser nombrado,
Tigres que esperan ser domesticados
Cantando
Tú eres, tú eres
La confusión nunca para
Paredes que se están cerrando y relojes que hacen tictac (voy a)
Regresar y llevarte a casa,
No podría detener, eso que tú sabes ahora (cantando)
Sal sobre mis mareas,
Malditas oportunidades perdidas (¿soy yo?)
Una parte de la cura,
O soy una parte de la enfermedad (cantando)
Tú eres
Tú eres
Tú eres
Tú eres
Tú eres
Tú eres
Maray
escuchaba embelesada. Aquello le parecía algo casi mágico. Como si de veras
esos relojes a los que aludían en la canción, detuviesen el mismo tiempo por
unos instantes.
Y nada más se compara
¡Oh! No, nada más se compara
Y nada más se compara
Tú eres…
Tú eres…
El hogar, hogar, a donde quería ir
El hogar, hogar, a donde quería ir
Tú eres…
El hogar, hogar, a donde quería ir
Tú eres…
El hogar, hogar, a donde quería ir
(Coldplay. Clocks. Crédito al autor)
-¡Erais geniales!- Exclamó la admirada niña al
terminar la canción.- Y tú tocabas muy bien la batería mamá, igual que la tía
Idina el piano.
Su
madre sonrió agradecida por ese sincero cumplido, sintiéndose emocionada al
rememorar esos años de juventud. Enseguida le puso otro holodisco a su hija, al
tiempo que, llena de orgullo y satisfacción, le comentaba.
-Practicamos mucho. Recuerdo a tu tío Granate
dándome clases de percusión. Y tu tía Idina siempre fue muy talentosa para la
música, el canto y el baile. Mira hija. Aquí estábamos actuando en París, la
capital de Francia, en la Tierra. Es donde nací yo.
-Sí, los abuelos Diamante y Esmeralda vivían allí,
¿verdad? Allí está la casa de modelos de la abuela, bueno la más importante de
todas las que tiene. – Comentó la cría que parecía estar muy al corriente de
aquello –
-¿Cómo sabes tanto sobre eso?- le preguntó su madre
que, desde luego, no recordaba habérselo contado ella. –
-Alguna vez cuando hemos visto a los abuelos, la
abuela Esmeralda me ha contado cosas de su vida cuando era joven. A mí me
gustaría ser una modelo famosa como lo fue ella.
-¿No me digas? ¿Sigues pensando así? – Sonrió
escépticamente su madre abrazando a la cría por la cintura. –
Desde luego, si su madre escuchase a Maray se
sentiría encantada. Amatista recordaba cuantas trifulcas tuvo con la abuela de
su hija por el asunto de la moda. Como ella se negó sistemáticamente a vestir
de esa manera. No es que no le gustase, pero prefería la ropa deportiva y
cómoda. Además, era una forma más de molestar que tenía cuando no le concedía
algún capricho y sobre todo, cuando la dejaba tanto tiempo en el internado.
Suspiró. ¡Qué joven e ingenua había sido entonces! Se arrepentía de haber hecho
sufrir así a su madre, sobre todo ahora que ella misma lo era y comprendía los
desvelos a tomarse por sus hijos y como se enfadaba con ellos cuando actuaban
mal, o simplemente haciendo cosas que ella no aprobaba. Aunque, en honor a la
verdad, con Asthel y Maray eso sucedía muy pocas veces.
-Yo era mucho más díscola que ellos.- Se admitió con
una mezcla de humor, nostalgia y algo de culpabilidad.
Pero, en lo que a gustos respectaba, al menos la
niña sí parecía haber heredado esa afición por las pasarelas. No obstante
todavía era una cría. De todos modos se sorprendió agradablemente cuando su
hija le pidió con entusiasmo.
-¡Yo también quisiera cantar como lo haces tú! ¿Me
enseñarás?
-¡Claro hija! Un día nos pondremos a repasar alguna
partitura. Pero para eso tienes que saber música.- Le indicó Amatista.-
Hizo así pivotar el tema hacia los estudios,
recordando la conversación que habían mantenido Sandy y ella con Idina.
- Doy música en el colegio, se me da muy bien. - Contestó
Maray orgullosa de ello. -
- Muy bien, hija. Pues espero que en el resto de las
asignaturas también lo demuestres. – Replicó de forma casi admonitoria su
contertulia. -
Maray
torció el morro, ya estaba su madre con la murga de siempre. Ella no sacaba
malas notas, quizás algún aprobadillo en lengua y un bien en Matemáticas, pero
es que no le interesaban nada. En cambio la música, la danza, educación física
y el dibujo le encantaban. Ahí siempre tenía sobresalientes. En sociales y naturales,
hasta notables. ¿Acaso no podría fijarse en eso? De todos modos, como no quería
estropear aquel momento de complicidad entre ambas, asintió.
-Vale mami, ¿entonces me enseñarás?...
Amatista
alegrándose de que la niña se pareciera tanto a ella en ese aspecto, asintió
con satisfacción y le comentó jovialmente.
- ¿Te he
contado lo mucho que se enfadó conmigo tu abuela Esmeralda cuando le dije que
quería ser cantante?...
Maray resopló replicando resignada a oírlo de nuevo
y es que a su madre le encantaba contarle esa historia una y otra vez.
- Siiii mamá, unas cuantas veces...
Pero de nada le sirvió, su interlocutora comenzó con
su narración como si no hubiese escuchado.
- Pues verás cariño, yo era solamente un poco mayor
que tú, estaba en el Liceo, y quise formar un grupo… entonces tu abuela me
dijo....
Así
pasó el rato y Leval volvió a casa, ya era de noche y se encontró a su mujer y
a su hija mirando viejas fotos de la época de su vida en la Tierra. Estaban
impresas en papel y databan de cuando él y su mujer iban al instituto. Se
acercó y las saludó con dos besos. Maray le dijo que ella también quería cantar
y ser modelo. A su padre le pareció muy bien, siempre y cuando estudiase. Su
hija por supuesto le prometió que lo haría. Mientras, él sacó del álbum una
foto a la que tenía particular cariño y la contempló con nostalgia. Era una
foto suya, de su mujer y de su hermana Kerria cuando fueron juntos por la
ciudad de Nueva York, al poco de llegar Amatista allí. Leval suspiró y su
esposa le dijo con una voz soñadora, cargada de añoranza.
- ¡Han pasado tantos años de eso y desde entonces
supe que te quería para mí!...
- Oye papá ¿Quién fue el que intentó ir primero a
por el otro? - Quiso saber Maray tras oír eso.-
-¡Pues fue tu madre! - rio Leval. -¿Verdad,
cariño?...- Inquirió mirando divertido a su esposa.-
- Es verdad - Admitió Amatista con una sonrisa eso
sí, aclarando. - ¡Pero tu padre era tan tonto que ni se enteraba! , llegó a
enfadarme tanto que a punto estuve de ir a por otro chico cualquiera...
- Sí que me di cuenta,- rebatió el aludido agregando
con fingida malicia. - Lo que ocurría es que me gustaba que sufrieras...
- ¡Mentiroso! - Le dijo su esposa riendo para sentenciar. - ¡Eras un
bobo, Leval! solamente te ocupabas de estudiar, hacer deporte y entrenar.
- ¡Bobo yo!,- exclamó su esposo que se abalanzó
sobre su mujer y comenzó pellizcarla.- Ahora verás que bobadas te voy a hacer…
Ella se defendió haciendo lo propio y ambos cayeron
sobre el sofá entre gritos y las risas de su hija que se sumó al mogollón en
auxilio de su madre.
- ¡Ahora veréis las chicas! – Exclamó él que agarró a
Maray con un brazo y a Amatista con el otro y las levantó girando con ellas. -
- ¡Para ya Leval, que nos vas a marear!- Le pidió su
esposa también sin poder parar de reír, lo mismo que la niña. -
-No, papi, ¡da más vueltas!, por favor. - Le animó
por el contrario la cría que se lo estaba pasando en grande.-
Asthel
mientras estaba tratando de estudiar en su cuarto cuando oyó esa algarabía,
sonrió y cerró la puerta. El examen de matemáticas era pasado mañana y él
tampoco lo dominaba a la perfección, debería empollar hasta tarde hoy y mañana.
En contraste con aquel jolgorio, de nuevo pensó en su nueva compañera. Era una
chica algo extraña, no creía que eso se debiera a su reciente llegada. No sentía
en ella un aura espiritual como la que podía notar en el resto de las personas
a las que conocía. Incluso tratándose de Mazoui o Sandy o cualquiera de sus
hijos. Mimet era distinta y no llegaba a entender el por qué. Pero, por otro lado,
intuía que esa chica también tendría una parte importante en su misión. De
hecho, algo le decía que estaba llamada a ser la última de los miembros del
grupo. La que sumaba el componente número nueve. Pensando así transcurrió media
hora, Asthel miró el reloj y se dio cuenta de que ya era tarde. Se esforzó por
dejar a un lado sus pensamientos sobre aquel destino suyo que parecía demorarse
tanto que quizás hasta hubiera variado. Decidió que mejor sería, al menos por
el momento, centrarse en estudiar...
-¡Esto es un rollo! - Suspiraba resignadamente.-
Aunque espero poder aprobar y quitarme el parcial de encima…
Entre
tanto, Leval y Amatista tras juguetear un rato con su hija y entre ellos, se
acostaron. Su mujer le deseó suerte para el gran día de mañana y él, más
tranquilo y relajado que el día anterior, se durmió. Le había venido muy bien
descargar la tensión y sentirse rodeado por el cariño de su esposa y de Maray
que le adoraba, y eso era recíproco. En cuanto a su hijo mayor, supuso que
Asthel estaría estudiando en su habitación. Desde luego, en eso le recordaba a
él mismo a su edad. Incluso en sus sueños revivía alguna escena ocurrida en
casa de sus padres, durante su niñez y juventud. A veces su padre llegada con
ganas de jugar y agarraba a su madre que se reía de forma muy parecida a como su
propia esposa lo había hecho hoy. También su hermana Kerria participaba en el
jolgorio y su padre la subía a caballito o hacía alguna que otra trastada. Y
así, en sus sueños, Leval sonreía.
-Eran unos buenos tiempos aquellos, papá, mamá, Ky.
Y ahora tampoco están mal, y yo debo hacer cuanto sea necesario para que sigan
así, por mis hijos. Igual que vosotros lo hicisteis por Ky y por mí.- Pensaba
reviviendo aquellas escenas. -
Amatista tampoco tardó mucho en dormirse, confiaba
en su marido e igualmente sonreía en
sueños recordando lo mucho que ambos habían compartido. Pasó revista a sus
propias vivencias de niñez con sus padres,
su noviazgo con Leval y las aventuras que les habían llevado hasta allí. Esa
noche también soñó con eso y se sintió muy feliz.
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