Esta vez sí, era el día decisivo. Leval, como en el anterior,
se levantó muy temprano y se puso su uniforme de gala con sus condecoraciones
incluidas. A pesar de no necesitarlo, a la vista de sus méritos, debía mostrarse
ante sus invitados como un hombre de reconocido prestigio. A él ese tipo de
apariencias no le importaban demasiado, pero sabía que eran muy tenidas en
cuentas por sus interlocutores. Los niños ya se había ido al colegio y fue su
esposa quién, antes de ir a su trabajo en el laboratorio le animó.
-Seguro que todo va a ir muy bien. Te las has visto
con cosas mucho peores que un grupo de políticos y activistas.- Le recordó
ella. -
-Gracias cariño, eso espero.- Suspiró él dándole un
beso a su mujer en los labios.-
Así, Leval salió pronto de casa y cuando llegó a su
despacho todavía quedaban un par de horas para el momento de la reunión. Empleó
ese tiempo en repasar todos los detalles y en tomar un sitio en la sala de
reuniones. En el momento en que quiso darse cuenta los primeros enviados
llegaban ya. Ordenó a sus ayudantes que les acomodasen en sus respectivos
lugares. Los altos cargos de Bios también llegaron. Lest, el Presidente y
Freain su ayudante, también uno de los alcaldes, los otros cuatro, dos alcaldes
y dos alcaldesas, se personaron de inmediato. Poco después llegaron los pro aperturas,
con su jefe Visot. Era éste un hombre que rondaría la cuarentena, delgado y de
ademanes enérgicos, pelo moreno y ojos castaños. Erun, el líder de los anti aperturas, de
aproximadamente la misma edad, fornido, alto y de pelo castaño largo, a juego
con sus ojos, llegó unos minutos después. Ambos fueron colocados en posiciones
opuestas. En el centro el Presidente y Leval, todos con sus respectivos
ayudantes. El general Tirel llegó al final, aunque quería ser sólo un mero
observador del proceder de su subordinado. Una vez acomodados todos, y ante el
tenso y expectante silencio que reinaba en la sala, Leval tomó la palabra y se
dirigió al grupo.
- Señoras y señores, buenos días y antes de nada, muchas
gracias a todos por venir. Estamos aquí para tratar de llegar a una solución de
compromiso entre todas las partes que lleve a la paz y la tranquilidad de
nuestro mundo. Espero que podamos entendernos. Todos nos jugamos mucho. Estoy
convencido de que, pese a las diferencias de enfoque y de pensamiento, en
realidad deseamos lo mismo, garantizar un futuro próspero a Bios. Señor
presidente, le cedo a usted la palabra.
- Gracias coronel.- Repuso Lest un hombre entrado en años, de calvicie pronunciada
y que llevaba unas gafas modelo antiguo, para comenzar con su intervención. – Señoras
y señores, las cosas no pueden continuar como hasta ahora, debemos llegar a una
solución al problema. Ambas partes tienen que comprometerse a cesar con las
hostilidades y los actos vandálicos.
- Nosotros no provocamos altercados.- Se defendió
rápidamente Visot, acusando a su vez. - Son los contra los que hacen
manifestaciones violentas.
-¡Eso es falso! - Negó Erun visiblemente molesto. - Sois
vosotros los pro. ¡Queréis haceros con el control del planeta!
-¡Vosotros!,- repuso furioso Visot. -Tenéis miedo,
sabéis que dentro de menos de dos años se acabará el monopolio que habéis
tenido sobre este mundo...
- Nosotros no queremos ningún monopolio,- replicó
Erun - ¡Sólo evitar que Bios se llene de escoria!...- grito indignado. -
- Por favor, tengan la bondad de calmarse.-
Intervino Leval cortando de manera tajante la discusión para agregar con más
talante de conciliación. - Tratemos de razonar de forma civilizada, que ambos
expongan sus puntos de vista en lugar de atacar a la otra parte.
- Caballeros por favor. Estamos aquí para tratar de
solucionar los problemas, no para aumentarlos.- Añadió Lest remarcando esta
última palabra. -
- Hablarán por sorteo,- les indicó Leval que
procedió a pedirles. - Por favor, elijan cara o cruz.-
De un bolsillo sacó una moneda de curso antiguo, de
las que hacía muchos años no se usaban pero que había quedado como ceremonial
para este tipo de cuestiones. Erun eligió cara y Visot cruz, salió cruz, y el
líder de los pro apertura habló ahora con más mesura.
- Nosotros queremos un mundo en paz, ¡claro que lo
queremos!, pero no un mundo para elitistas, donde sólo puedan entrar los que
tengan dinero e influencias. Todo el mundo tiene derecho a venir aquí, a Bios.
Son derechos recogidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en la
Carta de Colonización Planetaria y además, nuestros soberanos siempre han
pronunciado sus deseos de que la paz y la felicidad sean para todos…
- Muy bien.- Le dijo Leval al líder de los pro
apertura. - Ahora es su turno - añadió a renglón seguido al líder de los antiapertura
que tomó la palabra. -
- No queremos ser los malos de la película, sólo que
no entre cualquiera a este mundo. Cualquiera del que no estemos seguros de que
sea una persona de bien. No es por elitismo, es por un control razonable y
bueno para el planeta. Eso también está en la Declaración de Derechos Humanos y
en la Carta de Colonización. En cuanto a los que usted califica como soberanos,
nosotros no aceptamos que nadie desde la Tierra, ni ellos, ni la Asamblea de
Naciones Unidas, nos imponga como debemos de vivir aquí, en Bios.
- Bien, escuchados ambos puntos de vista, vamos a
tratar de lograr una solución que nos satisfaga a todos - terció Lest. -
- Lo primero, sería deseable que cesasen los altercados,
vengan de donde vengan.- Señaló Leval añadiendo con evidente razón. - Debemos
estar todos de acuerdo en que eso es perjudicial para nuestro mundo.
Hizo
una breve pausa, abarcó a todos los presentes con la mirada y tras asegurarse
de que todos estaban más que pendientes de sus palabras, prosiguió.
-Soy consciente de que en la Tierra las cosas están
mucho peor. Y no hablemos ya de Nature. Donde, además de sus propios problemas
internos, han debido enfrentar ataques de civilizaciones hostiles. Pues bien, ese es el espejo en el que debemos
mirarnos para evitar que Bios sea un campo de batalla. Ustedes, los
representantes de las dos posturas, deben comprometerse a no alterar más los ánimos...menos
demostraciones callejeras de los pro y los contras. Traten de respetar y acatar
cualquier decisión que se tome desde el gobierno legítimo de Bios. Esa es la
esencia de la democracia.
- Nosotros hemos acatado las decisiones, son lo anti
los que se niegan a aceptar la sentencia hecha desde un gobierno democrático de
la Tierra.- Declaró Visot. -
- Esa no es la cuestión.- Rebatió Erun. -Como ya he
explicitado en mi anterior intervención, yo me considero ciudadano de Bios y no
acato más que lo que se decida democráticamente en Bios. En la Tierra que digan
lo que quieran, pero no consideramos, ni yo ni mis partidarios, que tengan
ningún derecho a imponernos lo que se debe hacer aquí...Repito. Ni la Asamblea
de Naciones Unidas, ni mucho menos esos autoproclamados monarcas.
-¡Eso es decir que Bios es un mundo independiente! -
Terció Visot que parecía escandalizado -Cuando, de hecho está bajo la autoridad
de las Naciones Unidas de la Tierra. Nadie ha pedido, ni nadie le ha concedido
la independencia...
- Debe usted saber.- Le replicó Erun - que en cuanto
se dictó desde la Tierra lo que debíamos hacer por miembros de su partido
nosotros nos negamos a aceptar esa decisión. Porque la consideramos claramente
partidista y advertimos que reclamaríamos la autonomía de este mundo en materia
legislativa. En Bios se ha reconocido un gobierno. Pues bien. Eso quiere decir
que nosotros, y me refiero al gobierno democráticamente elegido aquí, diremos quién
entra y quién no, la Tierra no tiene derecho a controlar este mundo...
- La Tierra, señor, es de donde todos procedemos y
quien se encargó de pagar los costes del descubrimiento y la terraformación de
este planeta.- Le contestó Visot con un tono marcadamente recriminatorio - y mi
partido gobierna en la Sociedad de las Naciones Unidas de forma clara y
legítima, como usted ha dicho, elegido por el pueblo de la Tierra.
- ¡Ahí está la clave, señor!- Declaró a su vez Erun.
- Ha puesto usted el dedo el la llaga. Elegida por los ciudadanos de la Tierra,
¡pero no por los de Bios! Nadie nos ha consultado sobre eso. Si somos parte de
la Sociedad de Naciones de la Tierra, tendríamos que haber podido votar. Nadie,
repito, ¡nadie! desde allí se ha ocupado de este planeta. Hemos sido nosotros,
los emigrados que abandonamos la Tierra, los que hemos puesto en pie cinco
prósperas ciudades y un mundo rico y prometedor y todo por nuestro duro
trabajo, nuestra planificación acertada y por nuestras medidas de control que hasta
la fecha han evitado una sobre población. Cosa que podría variar dramáticamente
si se acepta esa apertura total que ustedes defienden.
- Y ¿de dónde vinieron los recursos y el capital
necesario para eso? - Repuso Visot. - De la Tierra.- Se contestó a sí mismo,
añadiendo.- Además, usted mismo lo ha dicho, somos inmigrantes en ese mundo. ¿Quién
se creen ustedes para hablar en nombre de Bios? No dicen que tenemos un
gobierno democráticamente elegido. Pues mire, en eso le doy la razón. Hay un
presidente y un parlamento que tienen la representación popular...
- Pues pregúntele al presidente, entonces,- dijo
Erun afirmando - es él quien comparte nuestra política...
- Señores, tengamos calma,- les pidió Lest que de
inmediato puntualizó con una inteligente equidistancia. - Yo no quiero ponerme
de ninguna de las partes, me consta que ambas tienen buenas intenciones y que
juzgan razonables sus puntos de vista.
- En cuanto a que un retrato holográfico del
presidente de la ONU y de los Soberanos terrestres presida esta reunión. Me
opongo categóricamente. No les reconocemos legitimidad como autoridades en este
mundo. – Añadió Erun. –
Hacía
referencia a un cuadro en tres dimensiones donde aparecía el Secretario General
de la ONU y a otro en donde el rey Endimión y la reina Serenity, posaban con
sus galas regias en el marco del Palacio de Cristal en Tokio. Ambos se
disponían junto al cuadro del Presidente electo de Bios.
-Disculpe, - terció Leval, ahora con un tono más
duro, para afirmar. – Pero en tanto este mundo siga ligado a la Tierra y esas
sean las autoridades vigentes, sus retratos, al igual que el del Presidente
Lest, se mantendrán en las paredes de la sala. Eso está recogido en las Cartas
de Colonización de Bios y de Nature. Artículo tercero, párrafo séptimo. Siendo
en Nature el retrato de la princesa Kakyuu, el que se expone, en virtud del
tratado de amistad y cooperación entre la Tierra y el planeta Kinmoku…Cartas
que todos los cargos electos de este mundo juraron o prometieron acatar.
Ahora una serie de murmullos, y algunos de los
alcaldes y alcaldesas se miraron con cierto envaramiento. Estaban los que
apoyaban esas palabras de Leval y los que se encontraban en desacuerdo. Pese a
todo, esa Carta de Colonización estaba vigente. De modo que nadie osó tomar la palabra
para rebatir aquello. El anfitrión suspiró aliviado. No en vano su hermana le
proporcionó bastante cobertura legal y eso le había permitido ir preparado. Pese
a no haber podido charlar con ella el día anterior. Desde luego aquel era un
punto sensible puesto que el mismo presidente en efecto parecía haberse
decantado en el pasado por una política más anti apertura. De hecho, en su
campaña prometió limitar las llegadas no deseadas al planeta. Y obtuvo el
cuarenta y dos por ciento de los votos, frente a otros partidos y coaliciones.
Tuvo que apoyarse precisamente en el partido Anti apertura para formar
gobierno. Por ello y pese a todo esto, tuvo que intervenir para secundar las
palabras de Leval.
-Es mi obligación como presidente cumplir las leyes
en vigor, y a día de hoy estas emanan de la
ONU. En ese punto, señor Erun, no podemos darle satisfacción. Al menos
no todavía…- Remachó queriendo, no obstante, hacerle un guiño a su compañero de
coalición.-
Su contertulio guardó un cómplice silencio y sonrió
ligeramente, parecía darse por contento con eso para replicar.
-Lo comprendo, pero simplemente deseaba hacer
constar la visión de mi grupo. De todos modos, a nosotros no nos preocupa tanto
quién sea la autoridad en la Tierra. Ni tenemos nada en contra de las personas
que aparecen aquí retratadas. Es cuestión de soberanía para poder elegir
nuestro propio destino.
- A nosotros tampoco nos mueve una lealtad especial
hacia los soberanos. De hecho, muchos de los nuestros no los aceptan tampoco
como tales. La cuestión es que ellos no obstaculizan nuestras aspiraciones y se
han mostrado mucho más comprensivos que los sectores privilegiados de la Tierra
y de Bios. Lo que sí nos interesa precisamente a todos los pro es que este
planeta no se convierta en un coto para ricos y poderosos, como si fuera un
lugar residencial. Y, juzgamos que eso está siendo posible, gracias en buena
parte a este tipo de autoridades que actualmente nos gobiernan aquí. - Terció
Visot para envaramiento del presidente. -
Y ciertamente los pro aperturistas no eran por
necesidad seguidores de los reyes de la Tierra. Algunos incluso no veían bien
que estos fueran monarcas del planeta. Otros en cambio sí les apoyaban puesto
que al parecer compartían sus ideas. Y también existían más personas que
criticaban la tibieza de sus majestades que no se habían pronunciado nunca de
manera rotunda. No pasando de los buenos deseos para todos.
-Lo importante aquí es encontrar puntos en común
sobre los cuales se pueda establecer un
diálogo.- Comentó Leval.- Ahora el tema es la política de Bios y el fin
de los altercados. Si los soberanos de la Tierra son o no competentes, no forma parte de esta ronda de
conversaciones.
-Eso depende, coronel.- Le rebatió Erun, alegando.-
Tanto ellos, como la ONU dictan esa política en gran medida. Quizás los
llamados soberanos no lo hagan de facto, pero sí con su influencia.
-En ese punto hasta podríamos llegar a entendernos.
A mí en lo personal, sí que me parece que esas autoridades son las legítimas de
la Tierra y de Bios. Sabemos que tienen el título oficial de reyes reconocido
en las Naciones Unidas. Lo cual les confiere legitimidad. Al menos en la Tierra.
Pero también su proclamación fue hecha antes de que comenzara a definirse el
estatus político de nuestro mundo y de Nature.- Afirmó Visot.-
-Sí.- Coincido en eso.- Comentó a su vez Erun.-
Nadie discute que esos reyes lo sean de la Tierra si los terrestres lo desean.
Pero que no nos los impongan en Bios. Nosotros ansiamos ser libres y soberanos.
-Ese sería un punto para otro debate diferente.
–Terció Lest.- La posibilidad de un Bios independiente de facto y de iure de la
Tierra.
Y
como las cosas parecía que, efectivamente se estaban desviando del tema a
tratar, fue Leval quien trató de reconducirlas una vez más al intervenir.
Recordándoles al resto.
-Como ustedes sabrán, en el acto de proclamación de
los soberanos de la Tierra se especificó con claridad que ellos reinarían a
título de Honor. No que gobernasen, ni aprobasen leyes de ningún tipo. Sus
Majestades la reina Serenity y el rey Endimión fueron muy claros a ese
respecto.
Él mismo había llegado a discutir alguna vez incluso
con su propia hermana, que, si bien admiraba y sabía de la amistad que unía a
su propia familia con la realeza de Cristal Tokio, tampoco veía del todo bien
que estos fuesen monarcas de un planeta con tanta variedad de pensamientos y
tradiciones. De todos modos, Kerria le comentó también que prefería a unos
soberanos como esos antes que a otro tipo de gobernantes menos filantrópicos. Y
que, siendo únicamente un título de honor y prestigio no había ningún mal en
ello. Incluso ella misma tuvo que defender a la familia real terrestre de
ataques que provenían de amigos y compañeros suyos que luchaban por los
derechos civiles y la igualdad. Por el contrario, Leval sí que era un ardiente
defensor de esa monarquía. Y siempre aducía la gran ayuda que los reyes
prestaron al planeta cuando éste se vio amenazado. Además de otros méritos
anteriores que sus padres les habían contado. En eso, él y su esposa estaban
totalmente de acuerdo. Así lo pensaba pero no podía decirlo puesto que,
teóricamente estaba allí de moderador, no de polemista, pese a ello insistió.
-Les ruego pues que no utilicen a la monarquía
terrestre. Aquí no ejerce el menor influjo.
-Coronel. Como antes he comentado, pese a no
pretenderlo, sí que tienen una poderosa influencia. –Replicó Erun.- Sin ir más
lejos, el cuadro que antes hemos mencionado.
Lo
cierto es que era difícil acercar posturas. Por lo menos en el asunto central a
tratar. El acceso al planeta. Cada uno mantenía sus ideales inamovibles. Las
dos partes siguieron argumentando y así pasaron horas. Leval intervenía de vez
en cuando para tratar de calmar los ánimos si estos se exaltaban como cuando
Erun lanzó aquella consabida consigna de “Bios para los biosanos”, igual que
“Nature para los naturanos”, característica de los mítines anti apertura. Al
hilo de esto Visot denunció dirigiéndose a su rival político.
-Ustedes ponen el grito en el cielo cuando hay
reuniones de nuestro partido pro apertura y nos acusan de promover las venidas
ilegales a este planeta. Pero no tienen ningún problema en hacer mítines con
los líderes del movimiento anti apertura de Nature aquí.
-Son reuniones pacíficas y autorizadas, Y esos
compañeros afrontan en su mundo los mismos problemas que nosotros aquí. Nos
solidarizamos plenamente con ellos.
Si bien en Nature las cosas no estaban todavía tan
avanzadas, era un mundo más pequeño que Bios, con solamente dos ciudades
grandes y mucha extensión de bosques. Tenía más accidentes geográficos
pronunciados e incluso un porcentaje de su superficie proporcionalmente mayor
cubierto por mares y océanos, casi del sesenta y cinco por ciento. Leval
pensaba que tendría que hablar con su primo Alan uno de estos días a ver como
estaban por allí las cosas, dado que los mayores problemas de ese mundo iban
más por el asunto religioso y moralista que por el independentismo político. Y
es que, en muchas materias, Nature era bastante más autónomo sino directamente
independiente de Kinmoku que Bios de la Tierra.
-Caballeros. – Terció entonces Lest pidiendo calma.
– Aquí debemos centrarnos en Bios. Los asuntos de Nature corresponden a sus
ciudadanos.
-Nature es un mundo en construcción todavía. No va
tan adelantado como Bios. Y está más lejano – Convino Erun que sin embargo
declaró. – Pero un día seguramente enfrentarán este mismo problema. Desde la
Tierra estarán deseosos de librarse de más población y se la enviarán a ellos
al igual que a nosotros. La princesa Kakyuu ya declaró que se sentía hermanada
con los reyes de la Tierra y que su mundo y el de los soberanos, compartían
inquietudes y deseos. Animó incluso a poblar Nature a los terrícolas. Al igual
que Bios, ¡como si fuera suyo para disponer qué hacer en él!
-¡Qué poca memoria tiene señor Erun! – Denunció
Visot afirmando a su vez. – La princesa Kakyuu sabe de sobra lo que a usted
parece que se le ha olvidado. Cuando este planeta estaba en formación y
desarrollo, ¿de dónde se creen que venían todos los recursos y las ayudas? ¡De
la Tierra!. Lo mismo en Bios que en Nature. ¿Y ahora quieren volverles la
espalda? Me parece vergonzoso y muy ruin. ¿Acaso todos los de aquí no
procedemos de la Tierra, señor?
Eso no le sentó bien a su interlocutor que calificó
a su vez a su oponente de irresponsable para contra argumentar.
-Jamás se ha dicho que no pueda venir nadie a Bios. Es
evidente que todos los que estamos en este mundo vinimos de la Tierra. No haga
demagogia en ese aspecto. Nosotros lo que hemos hecho siempre ha sido abogar por
el orden, señor Visot. Orden para que vengan aquellos que estén dispuestos a
sumar y a producir. Para que este planeta siga creciendo de modo sostenible. Si
dejamos que la gente acuda aquí en avalancha, ni ellos podrán ser felices, ni
tampoco los que ya vivimos aquí. Pero ustedes parece que tienen deseos de que
venga el diluvio. Si no me cree a mí, examine los datos de los mejores
científicos de Bios.
Leval tuvo
que mediar una vez más. Le costaba no dar sus opiniones pero debía ser neutral.
Y se mantenía todavía más cauto si alguna de las partes le requería para
pronunciar una opinión en nombre del ejército. Cuando le era ineludible decir
algo mantenía la versión oficial. Que el ejército de Bios era terrestre y estaba
bajo las órdenes del Presidente del Planeta y del Estado Mayor UNISON y que
haría lo que se le ordenase desde cualquiera de esas partes. Lo que le dejó
casi sin palabras fue la pregunta de Visot. ¿Qué haría el ejército en caso de
un conflicto de lealtades? Al final, tras intentar eludir esa cuestión sin
éxito, el muchacho replicó que tal cosa no era contemplada. El general Tirel,
que estaba sentado en una mesa adyacente, sonrió entonces complacido. Al menos
Leval defendía la versión oficial a rajatabla. No obstante, esa visión tampoco
le gustaba mucho a Erun que abogaba por crear una milicia independiente para
Bios. Al igual que ya tenía su propio cuerpo de policía, muy desarrollado en
los últimos meses a raíz de aquellos problemas con las bandas de traficantes de
Loten. Por supuesto los pro aperturas disentían, pero Visot matizó que él y sus
partidarios no se oponían a un ejército independiente, ni siquiera a una
posible independencia con el tiempo. Simplemente no querían que Bios se cerrase
a la Tierra puesto que consideraba muy necesario el apoyo del que él calificaba
como “Planeta Madre”. Y no querían bajo ningún concepto que un ejército
independiente terminase siendo la guardia pretoriana de los anti apertura. Por
ello, entre otras consideraciones ideológicas, apoyaban a la Tierra y sus
planteamientos. En lo relativo a la seguridad, sí estuvieron de acuerdo en que
la creación de una policía totalmente autónoma venía bien para mantener el
orden y alejar influencias nocivas.
-Bien, caballeros. Entonces la puesta en marcha de
una policía aduanera para evitar ilegalidades es algo que podemos considerar
como materia de consenso, ¿verdad?...
Los interpelados asintieron. En eso al menos había
un pequeño acuerdo, aunque el asunto de las llegadas libres al planeta era casi
insalvable. Tras unas dos horas más, las cosas no parecían aclararse mucho. Leval
decretó un descanso de una hora para comer y una vez salió de la estancia
aprovechó para transportarse a casa, donde sentía la energía de Amatista. En
cuanto apareció junto a ella, su mujer le preguntó por los resultados.
-¿Cómo va la reunión? ¿Habéis conseguido algo? -
Quiso saber ella curiosa y muy interesada en ello. -
- ¡Buf! Es más cansado que entrenar en la cámara
hiperbárica. No te lo puedes ni imaginar. Es un auténtico tira y afloja,-
suspiró largamente Leval comentando al menos con un atisbo de optimismo. - Ninguno
parece estar dispuesto a ceder, pero creo que con un esfuerzo y bastante
diplomacia se puede llegar a un primer acuerdo. Aunque han amenazado con
empezar a sacar datos científicos. De modo que espero que tú puedas darme algo
de ventaja en eso, cariño.- Le comentó él.-
-No te inquietes, precisamente has venido al sitio
adecuado.- Sonrió su esposa, para contarle.- Sandy y yo a veces hemos charlado
sobre eso. Hay proyecciones que hemos elaborado, y Coraíon también tiene
bastante que decir desde el punto de vista de las infraestructuras.
-Sí, es verdad. Alguna que otra vez lo he comentado
con él.- Convino Leval.- Espero poder hacerme con datos técnicos, vuestros y
suyos.
-Pues si tienes tiempo podría reunirte algunos.- Le
propuso su esposa.- Acabo de volver del trabajo, pero aquí tengo también
algunos archivos.
-Bueno, tomaré algo rápido de comer y lo miramos.
Gracias, cariño.- Sonrió él a quien cualquier ayuda le sería desde luego muy
útil.-
Amatista
se esperaba algo parecido. Los días anteriores reunió abundante información,
junto a la que ella misma poseía unió otra que la propia Sandy le facilitó, de
asuntos relativos a la biología molecular del planeta y sus recursos. Agregó
algunos informes de Coraíon sobre la construcción de infraestructuras y
complejos de ingeniería. Así su marido se pudo hacer con datos muy interesantes
que, a buen seguro, los participantes en el debate no tendrían.
-¡Eres estupenda! - La alabó él tras darla un largo
beso.-
-Bueno, todavía te debía el favor que me hiciste.-
Se rio la aludida.-
-¿Favor?- Se sorprendió él, que no recordaba ahora a
qué podría referirse su esposa.-
-Sí - le desveló ella con expresión divertida, para
afirmar.- Las clases de física que me diste cuando me quedó la asignatura…
-¿Eso?- Se rio él
su vez añadiendo.- ¡Pero si han pasado al menos!…
Y
no pudo continuar por ahí, su mujer le tapó enseguida la boca con una mano para
comentar jocosa.
-Ni falta que hace que te acuerdes de los años que
han pasado, querido. Sólo considera mi deuda saldada. ¡Ja, ja!
Su
esposo asintió jovialmente y cambió de tema para preguntar.
- ¿Qué tal por aquí?, ¿aún no han vuelto del colegio
los chicos?
- Asthel tenía un examen de evaluación hoy, tardará
algo más y Maray estará a punto de llegar.- Replicó Amatista. -
La
niña en efecto, llegó diez minutos más tarde. Asthel por su parte estaba en su
clase junto a sus compañeros haciendo su examen de matemáticas. Por suerte para
él había estudiado lo bastante, o por lo menos tuvo la fortuna de que le
tocasen temas que se sabía, sonrió y respiró tranquilo. Desde su pupitre pudo
ver a Mimet levantarse y entregar su examen antes que nadie, luego salió de la
clase. Varios minutos más tarde, el chico acabó, entregó y salió también. Su
amigo Kyle lo hizo casi a la par que él. Cuando estuvieron fuera ambos comenzaron
a contarse sus respectivas respuestas.
- Yo era del grupo A ¿Y tú? - .Quiso saber Asthel. -
- Yo también,- repuso Kyle mostrándose muy
interesado para preguntarle. - ¿Qué te daba el tercer problema?..
-1X+34Z.- Respondió Asthel haciendo un esfuerzo por
recordar. -
-¡Mierda!,- escupió Kyle -, no se parece en nada al
mío, ¿y el cuarto?
- Tendía a menos ocho....
-¿No era a menos infinito? - Le inquirió su
interlocutor mirándole intranquilo. -
- No,- negó Asthel con seguridad, añadiendo. - Eso
ya se suponía, había que acotarlo más...
- Como siga así, me llevo un cate directo y eso que estudié,
¡para una vez que lo hago! - Suspiró Kyle desanimado. - En fin...
-¿El quinto te daba logaritmo de seis?- le preguntó su
amigo deseando que así fuera. -
- Déjame pensar.- Le pidió Kyle que trató de hacer
memoria. - Sí, creo que sí, mira, por lo menos uno tengo bien. El dos y el tres
eran teoría y me la sabía, espero que con eso logre aprobar...
- No sé, este
tío es un hueso, pero ten fe. - Le animó Asthel que cambió de tercio. - Bueno,
¿has visto por aquí a Mimet? , acabó el examen antes que nadie.
- Ni idea y me he fijado,- le aseguró Kyle. - ¡Cualquiera
no se fija en ella! Pero debe de haberse ido. Además, era del grupo B, no nos
hubieran servido sus respuestas.
- Pues me iré para casa.- Dijo su contertulio que
agregó aliviado. - ¡Menos mal! tenía unas ganas locas de quitarme este examen
de encima.
- ¡Anda que yo! Espero haberlo aprobado.- Comentó su
amigo. Asthel asintió solidariamente, le saludó con la mano y se alejó. Kyle le
dijo antes de que estuviera lejos. - Oye, acuérdate de la fiesta de esta noche,
empieza a las nueve. ¿Te dijo Mimet si iba a venir?...
- La verdad es que ayer por videoteléfono me dijo
que sí, pero no he vuelto a hablar con ella sobre eso, la llamaré para
recordarle la hora.- Respondió Asthel
que se marchó.-
La verdad, se alegraba de haberse
quitado de encima ese dichoso examen y
de poder divertirse, lo malo sería que Maddie no podría ir. Ella tendría esa
prueba el día siguiente. En eso pensaba cuando llegó a casa y se encontró con
su padre que ya estaba a punto de volverse a la reunión.
- Hola hijo, ¿qué tal tu examen? - Quiso saber éste
con patente interés. -
- Bien papá. Creo que no tendré problemas, es más,
hasta sacaré una buena nota, o eso espero. - Corrigió Asthel más cautamente para
preguntar a su vez. - ¿Qué tal tu reunión?...
- De momento muy liada, pero creo que podremos sacar
algo en claro, ahora tengo que irme ya o sino empezarán sin mí y eso que soy el
moderador,- bromeó Leval despidiéndose de su familia -Hasta luego hijo, hasta
luego Amatista, Maray.- Todos le devolvieron un animoso saludo y él
desapareció. –
-¿Papá está muy preocupado con esa reunión?-
Inquirió la niña que había llegado haría apenas unos minutos.-
-Sí hija. Es algo muy importante.- Le comentó su
madre.-
-Espero que le vaya bien.- Deseó sinceramente
Maray.-
-Seguro que sí.- Sonrió Amatista, dándole un beso en
la frente a su hija.-
Asthel
no dijo nada. Realmente pensaba en otras cosas, aunque eran temas mundanos.
-Tengo que llamar a Mimet a ver qué dice.-
Recordaba.-
Por
su parte Leval volvió captando la energía de uno de sus ayudantes que estaba en
un despacho contiguo al suyo a fin de no ser visto. Una vez salió y se unió al
resto de los asistentes la reunión se reanudó. Como era de esperar, todos comenzaron
a sacar datos.
-Según estimaciones de los registros de población de
Bios ahora mismo hay un censo de más de doce millones de personas. Y el
crecimiento estimado por causas migratorias está en tormo al diez por ciento
anual.- Declaró Visot, para concluir.- Lo que indica que se habrá doblado en menos
de diez años. Señores, dado el tamaño de
este planeta y sus posibilidades, eso es un número insignificante. Podría venir
mucha más población. Estudios rigurosos indican que este planeta puede sostener
al menos a dos mil millones de personas sin problemas.
-Por el contrario, los informes técnicos indican que
este mundo debería ser explotado de forma racional. Habría que levantar varias
ciudades como Vitae, cuya población ahora es de ya más de tres millones de
habitantes.- Replicó Erunt.- Los costes de tales obras no son asumibles sin
antes valorar las posibilidades de gran parte de este mundo, que todavía son
desconocidas, en cuanto a materias primas y fuentes energéticas renovables.
-Tenemos una estrella de tipo medio y nuestra
tecnología es ya realmente eficiente para recoger energía solar. Completada por
energía eólica y mareomotriz. - Argumentó Visot.- Podemos presumir de no usar
energía nuclear de fisión gracias a los avances tecnológicos de los últimos
años.
-No obstante, la producción energética de Bios no
bastaría para un aumento de población como el que ustedes proponen.- Alegó su
interlocutor.- Proyecciones de expertos indican que crecerá, sí, pero
precisaríamos de al menos cuarenta años para ser capaces de abastecer a una
cantidad de cien millones de personas. Por no hablar de las consecuencias para
la cadena trófica que con tanto trabajo nuestras autoridades en el campo de la
ciencia han logrado crear…
Leval
entonces facilitó a los presentes los
datos que su esposa le proporcionase. Gracias a ello se pudo cimentar un debate
que giró hacia las posibilidades de desarrollo de Bios y el impacto del
incremento poblacional. Quedó claro que el joven planeta era prometedor pero que
había que usar sabiamente sus recursos. Luego se volvió al asunto de los
desórdenes y las formas para expresar las protestas de unos y otros. Al final,
como casi siempre, ambos lados clamaban haber justificado sus puntos de vista.
Al cabo de dos horas más de acercar posturas lentamente el extenuado moderador
planteó una solución de compromiso.
- Teniendo en cuenta las declaraciones de los
presentes. ¿Si los pro dejaran de manifestarse con tanta profusión, los anti
moderarían un poco sus medidas de entrada a Bios? ¿Qué opina usted señor
Presidente? - Propuso para dirigirse a éste, pasándole la responsabilidad. -
- Creo que tal y como están las cosas, ambos grupos
podrían hacer alguna concesión.- Declaró Lest
apoyando la propuesta de Leval. -
- Y creo que informando a la población de todas las
estimaciones y datos que hemos expuesto aquí, no sería mala idea convocar un
referéndum en el planeta para saber que opina la gente. Podría ser de carácter
consultivo o vinculante. Eso según se decida. Así veríamos que deciden hacer
los votantes de este mundo. ¿Qué opinan? Y podría remitirse a la ONU. - Les
propuso Leval que llevaba tiempo dándole vueltas a esa idea. -
- Me parece justo.- Consideró Visot -, también es
Bios quien debe decidir...pero sin olvidarnos de la Tierra.
- No seré yo el que se niegue a un voto de confianza
para nuestra política. Aunque lo de la ONU no me parezca adecuado. De todos
modos, a lo primero digo sí.- Añadió Erun con idéntica seguridad en sus posibilidades
que su contrincante. – Los biosanos tienen derecho a saber y a votar en
consecuencia.
Leval se alegró, había calculado bien, pensaba que
ninguno iba a dar a entender que estaba menos seguro de su razón o de sus
apoyos que el otro y por supuesto ¿quién no hubiese apoyado que la población
decidiera? Negarse así lo hubiera
indicado.
- Muy bien.- Concluyó Lest con un gesto de
satisfacción. - Entonces decidido, emplazaremos otra reunión para designar un
comité que estudie la posibilidad de celebrar un referéndum de carácter
consultivo. En cuanto tenga los datos sobre la mesa procederé a decidir. Este
punto del día está resuelto, ahora queda la enojosa situación de la emigración
ilegal, eso debe de terminar.
- Por nuestra parte de acuerdo.- Convino Visot que afirmó.
- Eso no interesa a nadie, sólo a los criminales que se enriquecen con esa
abusiva manera de actuar. Nosotros no queremos nada al margen de la legalidad. Únicamente
pedimos que no se criminalice tanto a los pobres inmigrantes y se castigue con
el máximo rigor a esas redes de contrabandistas de seres humanos.
- Por una vez estamos de acuerdo en algo.- Aceptó
Erun añadiendo con la misma rotundidad. – Sólo añadiré mi deseo de que esa
lacra sea erradicada. Pedirles pues al general y al coronel que intensifiquen
sus ya de por sí grandes esfuerzos para combatirla.
- Hacemos y haremos todo lo que esté en nuestra mano
desde el punto de vista legal para evitarlo.- Aseguró Tirel interviniendo por
vez primera. -
- Así es, señor.- Confirmó Leval para recapitular. - Bueno, si no queda nada más que añadir por
parte de los presentes...
- La fecha de la reunión para la comisión sobre el
referéndum que, si no les parece mal, emplazaré para dentro de tres meses,-
propuso Lest. - Así veremos si en este tiempo ambas partes logran hacer
respetar los puntos a los que se han comprometido hoy aquí. En caso de que se
pruebe la buena voluntad por las partes implicadas pasaremos a esa fase.
Todos
estuvieron de acuerdo y el moderador, visiblemente satisfecho por el éxito, pudo
declarar terminada la reunión. Los jefes de las facciones tenían inmunidad y se
marcharon tal y como se acordó. Leval fue felicitado por el presidente, los
alcaldes y el general. Incluso ambos responsables de los dos partidos le
comentaron su satisfacción al haber tenido un moderador tan imparcial y
diplomático. Eso le halagó más que cualquier otra cosa, para él era muy
importante haber salido con bien de esa prueba. Recordaba su juventud y los
años en los que su, (a su pesar), mejor cualidad, o al menos la más necesaria,
había sido la lucha y se alegraba de que pudiera destacar en otra faceta
totalmente distinta. Lo llevaba haciendo durante años, pero este debate
fue la ocasión perfecta para demostrar
sin lugar a dudas, sus dotes como intermediario. No obstante, el trabajo distaba
mucho de haberse terminado. Ahora debería vigilar que ambas partes cumplieran
lo acordado. Aunque por ahora pudo volver a casa a descansar y disfrutar del
éxito con su familia. Eran casi las nueve. Al llegar, Amatista y Maray, que ya estaba allí, le preguntaron de
nuevo y él pudo decirle con una sonrisa de satisfacción que habían conseguido
un acuerdo, agradeciendo efusivamente a su mujer toda la ayuda y los informes
que le había facilitado y se dispusieron a cenar. Maray se brindó a poner la
mesa y en tanto los tres se sentaban la cría comentó con patente admiración
-¡Qué bien, papá! Has arreglado los problemas de
Bios.
Sus
padres rieron por aquel comentario tan inocente como bien intencionado.
-¡Qué más quisiera, hija! Ojalá fuera tan sencillo.-
Suspiró Leval.-
-Tu padre ha conseguido un primer paso. Uno muy
importante. Que las dos partes se sienten y conversen, y que se entiendan.- Le
explicó Amatista a su hija.-
-Y gracias en buena parte al trabajo de tu madre, de
Sandy y de Coraíon.- Reconoció Leval.-
-Entonces, ese referéndum, ¿Cuándo será?...-Quiso saber
su esposa.-
-Tenemos que reunirnos y celebrar más conversaciones
para fijar una fecha, aunque eso ya les toca a los políticos.- Repuso su
marido.-
-¿Qué es un referéndum?- Preguntó Maray con
expresión atónita, aquella palabra tan rara no le sonaba de nada.- ¿Otra
reunión?...
-No, cariño. Es cuando la gente vota para aprobar o
rechazar una ley.- Le explicó su padre.- En este caso para ver que sucede sobre
abrir o no las fronteras del planeta. Aunque mucho me temo que esto abrirá la
espita y seguramente, en poco tiempo, se nos pedirá votar si Bios debe seguir
formando parte de la Tierra bajo supervisión de las Naciones Unidas y los
soberanos o si nos convertimos en un mundo independiente.
-Yo prefiero seguir con los reyes. Son estupendos.
Los abuelos siempre lo dicen. - Declaró la niña.-
-Sí hija. – Convino Amatista que sin embargo, le
aclaró.- Pero eso no depende tan solo de lo que una persona o unas pocas quieran.
Deberían ser los habitantes del planeta los que votasen.
-E incluso los terrestres también. La ONU considera
a Bios parte de la Tierra. Allí deben tener una opinión al respecto. Por eso
tendríamos que ver si legalmente un referéndum hecho únicamente en Bios sería
vinculante o no.- Expuso Leval.-
Ahora sí que Maray no entendía nada. Esas
cosas de mayores eran demasiado complicadas para ella. De todos modos estaba
cansada. Ya eran más de las diez. Dio las buenas noches a sus padres y se fue a
dormir. Ambos adultos quedaron solos sentados a la mesa…
-Cuanto ajetreo. Y pensar que antes estaba listo
para la acción a todas horas y ahora estoy agotado. Desde luego, ¡ya no soy el
que era! - Suspiró Leval, sentenciando.- Tengo ganas de irme ya a la
cama…Aunque no suene demasiado divertido.
-Eso depende.- Se sonrió Amatista con picardía.- El
irse a la cama sólo desde luego que no es tan divertido como el irse con
alguien.
-Mira. Ahí sí que tienes razón.- Sonrió él a su vez
atrayéndola hacia sí, para abrazarla.-
Y
la pareja decidió irse junta a acostarse para hacer aquello más entretenido.
Por su parte Asthel, después de haber regresado del instituto y hablar con su
padre, llamó a Mimet y le dijo que a las nueve menos cuarto pasaría a recogerla,
ella estuvo de acuerdo y se preparó. Cuando llegó la hora Asthel fue puntual y
Mimet ya le esperaba ataviada con un vestido de color azul y negro con zapatos negros
a juego, ¡estaba preciosa! Desde luego no aparentaba la edad que tenía. ¡Si es
que realmente la tenía! Asthel pensó, no sin algo de culpabilidad, en que él ya
tenía novia, sino fuera así… Bueno, mejor no darle vueltas, saludó a los padres
de su compañera y ambos se dirigieron hacia la fiesta. No les llevó mucho
tiempo llegar y por supuesto ella no tardó en levantar la admiración de los
chicos y la envidia de las chicas. Para colmo vino junto a Asthel y no se separaba de él. Eso bastaba para que
hubiera cuchicheos. Por fortuna para el chico, su amigo Kyle llegó pronto a
donde ellos estaban y enseguida trató de entablar conversación con la muchacha.
Así que, para acallar rumores, Asthel decidió dejarles hablar y buscó a algunos
amigos. Kyle se lo agradeció y le preguntó a esa atractiva chica por el examen
con un cómplice tono lleno de desenfado.
-¿Qué tal te fue el examen? ¿Difícil, verdad?
- No, me fue bien. Respondí correctamente a todas
las preguntas,- le dijo la interpelada con mucha seguridad -...
-¡Vaya chica!, te envidio. Eso es estar segura de
ti, pero, ¿con quién comparaste las respuestas? te fuiste sin esperar a que
saliesen los demás.- Comentó el muchacho con gesto de extrañeza. -
- Lo siento...- dijo Mimet tratando de parecer
afectada. - ¿Está mal hacer eso? , irse sin esperar…
- No, no está mal,- repuso Kyle sorprendido de
aquella pregunta. - Es sólo que a casi todo el mundo le gusta comentar el
examen para comprobar si ha respondido bien...
- Entonces no pasa nada, yo sé que he contestado
bien.- Sonrió ella aunque de forma poco natural para preguntar a su vez con
aparente poco interés. -...Y ¿tú que tal?..
- Creo que aprobaré.- Conjeturó su esperanzado contertulio
y acto seguido quiso cambiar de tema
para ocuparse de algo más agradable. - Bueno, basta ya de hablar de
esto. Dime una cosa, si no te importa. ¿Este fin de semana tienes algo que hacer?...
- Siempre hay algo que hacer, no te comprendo, ¿en
qué sentido? – Preguntó la muchacha realmente sin entender. – Tengo una lista
de tareas por realizar, si te refieres a eso.
- Si tendrías algún rato libre para salir por
ahí...- aclaró Kyle algo cortado por la desconcertante forma que tenía esa
chica de contestar. -
Después de unos instantes de silencio común, en los
que el muchacho aguardaba con expectación y ansiedad la respuesta y ella
parecía sopesar aquellas palabras que no debía de entender bien, la muchacha
finalmente pareció querer decir algo.
-¿Salir por ahí? – Repitió ella que le miraba
extrañada -, ¿por qué salir? ¿A dónde? ¿Podrías ser más específico?
- Ir al holocine, ¿te gusta el cine? - Le preguntó
Kyle según le contaba. - Estrenan una buena Holo peli de la Tierra... ¿querrías
venir a verla conmigo..?. Podríamos decirles a Asthel y Madeleine si quieren
acompañarnos.
- Supongo que eso será algo divertido.- Repuso Mimet
que convino en ello con un despreocupado
- si tú lo dices, de acuerdo. ¿Cuándo y dónde?
Kyle estaba nervioso y bastante contento, ¡había
sido más fácil de lo que pensaba! y contestó con satisfacción no disimulada.
- Te paso a buscar. ¿Te vendrá bien a las cuatro de
la tarde del sábado?
- Sí. ¿Por qué no me iba a ir bien? Actualmente no
hay nada que lo impida. - Aseveró ella que zanjó el tema de la forma brusca que
le era habitual. -Ahora voy a buscar a más gente para hablar. Debo socializar. Hasta
luego.
Y se marchó dejando allí a Kyle bastante sorprendido
por su manera de actuar. O era la tía más rara del universo o es que le estaba
tomando el pelo. Sin embargo, eso le daba igual. El muchacho estaba muy
contento y satisfecho por haber conseguido una cita con la chica más solicitada
del instituto. Aunque realmente parecía ser muy extraña y más fría que un
témpano. Pero no pasaba nada, ¡ya se ocuparía él de calentarla!
-Seguro que, estando a solas será otra cosa. Esta
tía no puede ser tan extraña. Para mí que está interpretando un papel o que
juega a algo. O simplemente se quiere reír de mí. ¡Pues ya verás quién se ríe
el último! - Pensaba él con una mezcla de regocijo y deseo.-
Entre tanto en la Tierra las conversaciones que
Leval había moderado enseguida llegaron a oídos de la ONU y de los gobiernos
del planeta. La situación era de tensa espera, tratando de elaborar un plan de
actuación para anticiparse a cualquier posible resolución que desde Bios se
tomara. Se informó también a los soberanos, fue el rey Endimión quién se ocupó
de acudir a una reunión con el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. A
su retorno llegó algo inquieto. Sin embargo, en aquellos momentos, sus
prioridades eran otras. Fue enseguida al palacio de Cristal Tokio. Allí
encontró a las princesas de Marte y de Venus.
-¡Majestad! ¿Qué tal fue la reunión?- Saludó Rei.-
-Como nos esperábamos, en Bios las cosas han
empezado a moverse.- Repuso él, que a su vez preguntó con mucho mayor interés.-
¿Mi esposa sigue en el hospital?...
-Sí- Suspiró Minako ahora con tono de tristeza.- Ami
está con ella. Se ocupa personalmente de todo.
-Junto con Makoto que la releva de vez en cuando
para que la reina pueda descansar.- Completó Rei, con la voz teñida de idéntico
pesar.-
-Iré inmediatamente, en cuanto me cambie.- Dijo
Endimión.- Os dejo al cargo.
-No te preocupes, Mamoru.- Respondió Minako ahora
con más familiaridad.- Estaremos aquí hasta que Haruka y Michiru nos releven.
-Dale un fuerte abrazo por nosotras.- Le pidió Rei a
su soberano y amigo.-
Éste
asintió despacio, se fue directo a sus habitaciones y allí se vistió con ropas
corrientes. Con unas gafas de sol su aspecto quedaba bien oculto. Salió del palacio
en un vehículo privado, pese a que aquello no hacía demasiada gracia al
servicio de seguridad, del que Seren era últimamente responsable. Por ello, la
sailor se ofreció para acompañarle. Endimión cedió más que nada por
tranquilizar a la princesa de Plutón que podía ser muy obstinada.
-Comprended Majestad que, incluso en un trance tan
doloroso como éste, mi deber es velar por vuestra seguridad y la de la reina.-
Alegó ella.-
La
joven vestía de paisano, una blusa blanca, una falda beige hasta las rodillas y
zapatos negros de poco tacón. De por sí ya era realmente alta y no deseaba llamar
la atención. El rey la observó
asintiendo para admitir.
-Tienes toda la razón. Vámonos pues.
Y
tras dirimir aquello, con ese deslizador que el propio rey conducía llegaron al
hospital. Allí entró con disimulo, por fortuna la prensa había sido informada
de que la soberana terrestre estaba de viaje
visitando a unos amigos de otro
planeta. Gracias a los servicios secretos fue relativamente sencillo hacerlo
creer. En realidad, Serenity, o mejor dicho la que ahora se presentaba como
Usagi, estaba en un ala privada del hospital, donde permanecía ingresada su
anciana madre Ikuko. Allí, junto a Shingo, su esposa e hijos y Kenji,
acompañaban a la enferma. Al llegar, el soberano terrestre enseguida abordó
a su familia.
-¿Serenity… bueno, Usagi sigue ahí con ella?-
Inquirió.-
-Sí, - susurró Shingo con patente abatimiento.- Los
médicos dicen que es muy poco lo que pueden hacer ya por nuestra madre.- Mi
hermana y yo nos hemos turnado. A veces mi padre pasa un rato también. Pero
está muy mayor y no queremos que sufra más de lo necesario.
Endimión
o mejor dicho, Mamoru ahora, asentía con expresión consternada. Ikuko había
sido también como una madre para él. Realmente también para muchas de las
amigas de su esposa, que eran hoy princesas planetarias. Pensaba en eso cuando
Ami se acercó…
-¿Qué tal?- Le saludó con una leve sonrisa.-
-¿Cómo se lo está tomando? - Quiso saber él.-
-Te puedes imaginar. Trata de ser fuerte y de
sonreírle a su madre continuamente, pero está destrozada.- Suspiró la princesa
de Mercurio y doctora personal de los monarcas.-
-En cuanto empezó a decaer la examiné y me di cuenta
de que era algo irreversible.- Le comentó a su vez Endimión.-
En
ese instante se hizo el silencio, La reina salía del cuarto de su madre. Con la
cabeza gacha, hundida la barbilla sobre el pecho. Alguna lágrima rodaba por sus
mejillas. Apenas pudo abrazarse a su esposo…y susurrar con algún sollozo de
fondo.
-Ahora no me sirve de mucho ser la reina de la
Tierra, ¿verdad? Nada de lo que puedo hacer…nada es suficiente para salvarla a
ella…
Su
marido la abrazó con fuerza, dejando que se desahogase contra su pecho. Shingo,
Ami y la esposa de éste miraban con tristeza esa escena. Aunque fue papá Kenji
quién, haciendo un esfuerzo, se levantó para acercarse a su compungida hija. Al
verle, ella enseguida se separó de su marido y se apresuró a sostenerle.
-¡Papá, por favor! No te esfuerces…lo siento, no
quería llorar…
-Está bien, mi niña - Dijo él con voz cascada ya,
casi sonando a un susurro.- Mira, no debes estar triste, tu madre y yo fuimos
muy felices juntos, y muy afortunados por teneros a ti y a Shingo.
-¡Ojalá pudiera hacer algo! – Sollozaba ella de
nuevo con los ojos cubiertos de lágrimas.-
-Tú has hecho todo lo que debías y todo cuanto
podías hacer.- Repuso cariñosamente su interlocutor quien, ayudado por su
hijos, tomó asiento de nuevo en un banco para añadir con evidente fatiga.-
Vuestra madre os quiere muchísimo y se irá feliz, y yo no creo que tarde en reunirme
con ella.
-No digas eso, papá.- Le pidió el hermano de la
soberana.-
-Es el curso natural de las cosas. Tú has crecido y
te has hecho todo un hombre, tus propios hijos son ya mayores. No nos
necesitáis.- Respondió Kenji.-
A
la vista estaba que Shingo era un hombre ya entrado en años, con canas y cuyos
hijos, chico y chica, eran adultos. De hecho habían terminado sus estudios en
la universidad. En cambio su hermana lucía casi idéntica al momento de su
proclamación. Sin embargo, eso no le daba ningún consuelo, más bien al contrario,
cuando balbució…
-Siempre os necesitaremos.- Rebatió la que ahora no
era más que una consternada Usagi.- A
pesar de lo que puedas creer, no he dejado del todo de ser esa niña llorona.
-Sigues tan bonita como entonces.- Sonrió débilmente
su padre, con el pelo totalmente blanco y el rostro surcado por algunas
arrugas.- Ahora quisiera ver a vuestra madre…- Agregó.-
Entre
Shingo y Mamoru le ayudaron a ponerse en pie, y le dieron su apoyo dado que el
anciano se negaba a empuñar su bastón. Entraron junto con Usagi…Allí, Ikuko,
casi medio inconsciente, pudo darse cuenta sin embargo de la presencia de sus
familiares. Sonrió aferrando las manos de su esposo y declaró.
-Vienen a buscarme.
-¿Quién?- Quiso saber Usagi con visible preocupación
y temor en su cara.-
-Está sedada.- Le susurró su hermano.- Es normal que
tenga alguna alucinación.-
Pero
su interlocutora movió la cabeza, ella sabía demasiado bien que eso no era
ninguna visión producto de las drogas para quitarle el dolor a su pobre madre.
Fue capaz de mirar hacia la cabecera del lecho y musitar con tono de súplica.
-¡Por favor!, no lo hagas…no me la quites…
Nadie
dijo nada, ninguno podía ver en ese instante lo que ella. Aquella figura
encapuchada que sostenía ese libro granate entre las manos, abierto por una
página de las del final. Así, tras unos agónicos instantes, Usagi, o ahora ya
Serenity. Pudo decir con más control de sí misma.
-Lo comprendo. Ni la misma reina puede estar por
encima de lo que ha de ser.
-¿Qué estás diciendo?- Quiso saber Shingo, que se
preocupó por la expresión que lucía su pobre hermana.- ¿Estás bien?...
-No es nada…- Pudo musitar ella acariciando los
cabellos entre blancos y grisáceos de su madre.- Sólo que ni tan siquiera la soberana de un mundo entero puede cumplir
sus deseos más anhelados.
-Ca...cariño.- Musitó entonces Ikuko atrayendo la
atención de todos.- Todo va a estar bien. No tengas temor. Siempre estuve muy
orgullosa de ti y de tu hermano. Os he querido por como habéis sido…
-Ya os lo dije una vez, mamá. Para vosotros, yo
siempre seré vuestra hija Usagi, esa tonta y despistada que suspendía los
exámenes con tan malas notas.- Gimió la reina de la Tierra sin poderlo evitar.-
Solamente contigo, con papá y con Shingo, puedo ser ella…más allá, solamente soy
Serenity…
-Siempre…serás Usagi, mi amor. – Suspiró su madre
que respiraba con mucha dificultad, pese a las sondas y al oxigeno que tenía
puestos.- Nunca olvidaré lo que hiciste
por todos nosotros…
Ikuko
guardó un repentino silencio y sus constantes vitales cayeron. De inmediato una
aterrada Usagi avisó a su amiga Ami. Mamoru por su parte trató de reanimarla,
pero fue inútil. Cuando la doctora Mizuno llegó ya nada se podía hacer. Sólo
certificar el fallecimiento de aquella buena mujer. El rey abrazó a su esposa
que se deshacía en llanto. Shingo y su padre se abrazaban con lágrimas también…
-Buenas noches, mamá.- Sollozó Usagi.- Hasta pronto…
Y
el portador del libro bajó la cabeza tras su capucha en señal de respeto
desapareciendo de la vista de la doliente reina. Al mismo tiempo, en Bios,
Asthel sintió algo mientras estaba en un aparte de la fiesta. Una sensación de
pesar, apenas sí pudo musitar.
-Lo lamento muchísimo, Majestad…
No
obstante, enseguida retornó al momento en el que estaba. Su amigo Kyle se
acercó a él con gesto de premura, le hizo una seña para que se aproximase.
-¿Pasa algo?- Quiso saber Asthel.-
-¡Buenas noticias, tío! Le he pedido a Mimet que
vayamos al holo cine y me ha dicho que sí.- le contó entusiasmado.-
-Estupendo. - Sonrió su contertulio. -
Aunque
el gesto de su amigo enseguida varió, frunciendo el ceño, añadió con un tono
algo más preocupado.
-La cosa está en que…, para que no me pusiera pegas,
le dije que podríamos ir con Maddie y contigo.
-¿Maddie y yo?- Repitió Asthel mirándole al
principio con estupor.-
-Ya sabes como son algunas tías. Y ésta parece algo
rara, quizás no se fía de mí…- Quiso explicarle su interlocutor.- Para ir los
dos solos…ya me comprendes…
-¡Ja, ja, ja!. Pues no se lo puedo reprochar.- Se
rio ahora su amigo para añadir con un tinte más tranquilizador.- No creo que
haya ningún problema. Hablaré con Madeleine. ¿Para cuándo sería?
-Este próximo sábado por la tarde.- Le respondió
Kyle.- Espero que podáis venir.
-Pues no lo sé. Tendré que consultarlo con Maddie.-
Suspiró su contertulio.-
Su
amigo asintió, dejándole para ir a charlar con otros compañeros. Asthel por su
parte pensó en cómo abordar la cuestión con su novia. Eso de ir de carabinas no
le parecía demasiado recomendable. Y menos todavía cuando habían hecho el plan
por ellos. De todos modos, si era por echarle un cable a Kyle, trataría de
persuadir a Madeleine. Por otro lado reflexionó también sobre la reina de la
Tierra. La pobre estaba sufriendo, podía percibirlo incluso desde dónde él
estaba.
-Ninguno de nosotros estamos libres del pesar, por
muy poderosos que nos creamos. Y ella es la primera que no quiere que sea de
otra manera. Para empatizar con el resto tiene que pasar por las mismas cosas.
Nadie dirá que no ha tenido que sacrificarse como los demás…
En
ese momento sintió otra cosa. Como si algo en su interior se hubiera sacudido.
-Alguien está interviniendo en el curso de las
cosas. Y no es cuestión mía solucionarlo, ni tan siquiera afecta a este planeta.
Espero que quien debe hacerlo tenga éxito. - Se dijo con inquietud.-
Y es que unas horas antes, en casa de Asthel y su
familia, su hermana estaba en su habitación, viendo la holotele. En realidad,
lo hacía mientras dibujaba algunas cosas. Al poco oyó tocar a la puerta.
-¿Sí?- Inquirió Maray.-
-Soy yo, cariño.- Se escuchó la voz de su madre.-
Amatista
entró observando a su pequeña. La cría estaba viendo una de esas series para
adolescentes. Se sonrió. ¡Qué rápido crecía!. Aunque enseguida le preguntó con
jovialidad.
-¿Es esa serie en la que sale Ben Crew?.
-Sí.- Contestó la niña, observando precisamente un
plano de aquel rubio y atractivo actor.-
-Es muy guapo.- Valoró Amatista.-
Maray
se puso algo colorada, en efecto lo era. De todos modos, tampoco la estaba
siguiendo con demasiado detalle, eso le contó a su madre.
-Es un capítulo repetido. Mañana estrenan la
siguiente temporada. Y saldrá Sonia Calderón.
-¿Quién es esa?- Quiso saber Amatista.-
-Mami, es una modelo super famosa de Nature.- Le
explicó la cría, atónita a su vez por aquel desconocimiento de su progenitora,
más cuando añadió para desvelar.- Bueno, en realidad es española. Fue a Nature
tras ganar un concurso en París. Y está trabajando en la casa de la abuela
Esmeralda. Dicen que, junto con Ben Crew, podría ir a la Tierra a hacer una
película.
-¡Vaya!, pues no tenía ni idea.- Comentó
sinceramente su interlocutora.-
Amatista suspiró. Desde luego, de las pocas veces
que últimamente había estado charlando con su madre, ésta no le había comentado
nada de esas cosas. No obstante, tampoco le interesaba demasiado ese mundillo.
Aunque al parecer, a su pequeña sí. De hecho se fijó en algunos dibujos que Maray
tenía sobre la mesa.
-¿Estás diseñando algunos vestidos?- Le preguntó
entre perpleja e incluso divertida.-
La
niña volvió a ponerse colorada pero no dijo nada. Asintió débilmente. Su madre
entonces comentó con tono animoso y jovial.
-La próxima vez que la abuela venga por aquí de
visita podrías enseñárselos. No hay nadie en toda la galaxia que sepa más que
ella de estas cosas. ¡Lo mismo hasta te contrata!
- No sé, a mí me gustaría más ser modelo que
diseñadora.- Confesó Maray.-
-¿Cómo esa tal Sonia?- Se sonrió su contertulia con
tinte de complicidad.-
-Sí, y como Stephanie Kensington o Mirna Lidle.-
Admitió la cría sin ocultar su entusiasmo.-
-Muy bien, cariño.- Repuso Amatista con aprobación.-
Aunque
retornando a un tono algo más serio, le recordó a su hija.
-Pero dentro de media hora, a cenar, que luego hay
que irse a la cama.
-Sí mami.- Contestó obedientemente la pequeña.-
Y
tras darle un beso en la frente a su hija, Amatista se marchó al salón, dejando
a la niña centrada en esos pensamientos para ser una futura “top model” al
tiempo que preguntándose, cómo lo estaría pasando su hijo mayor en aquella
fiesta…
-Sí, crecen muy deprisa, desde luego.- Se dijo con
una mezcla de nostalgia y orgullo.- Muy deprisa…
Al
rato en efecto, la niña salió de su cuarto y ayudó a su madre a poner la mesa.
-¿Y esa reunión de papá es muy importante?- Preguntó
Maray.-
-Sí, cariño. Tiene cosas muy serias de las que hablar
y que nos afectarán a todos.- Declaró Amatista.
-Seguro que papá les convence, él sabe hablar muy
bien.- valoró ingenuamente la niña.-
Su
madre sonrió, una vez más la inocencia de Maray quedaba de manifiesto. ¡Ojalá
que la mantuviese durante muchísimo tiempo!
En eso pensaba y eran ya casi las nueve cuando Leval
llegó. Toda esa escena no pasó desapercibida para alguien que ahora cerró un gran
libro de color granate y tapas doradas.
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