martes, 8 de marzo de 2011

GWT 30.182. Redan



Pese a pensar en cómo iba a convencer a su novia, Asthel se alegró bastante por su amigo y por él mismo. Dejó de lado aquella impresión de tristeza que le había sobrevenido y también esa otra de inquietud y volvió a sus consideraciones acerca del ambiente de aquella fiesta. A pesar de todas las precauciones que tomaba, sospechaba que algunos de sus compañeros habían comenzado a hacer comentarios sobre él y Mimet. Si esos chismes llegaban, (que seguramente lo harían) a oídos de Madeleine, a su novia la cosa no le haría demasiada gracia. Así, pasada la celebración, Asthel acompañó a la nueva a su casa. El chico trató de darle algo de conversación…



-¿Qué tal lo has pasado en la fiesta?- Quiso saber también con curiosidad. –

-Bien, ha sido un acontecimiento social bastante relevante. – Contestó ella para sorpresa de su interlocutor. – Muchos compañeros y compañeras de clase estaban presentes.

-Sí, claro - pudo responder él, visiblemente atónito por semejante réplica. –

-¿Tú también te has divertido socializando?- Inquirió la chica a su vez. –

-Sí, lo he pasado muy bien, – sonrió Asthel explicando de seguido. – Estábamos todos muy contentos tras el examen. Aunque me ha faltado estar con mi novia.

-Tu novia es importante para ti ¿no?- Quiso saber ella, parecía que con un mayor interés del que había demostrado hasta entonces.-

-Para mí, sí, claro - declaró él que le comentó aprovechando aquello. - ¿Qué tal con Kyle?

-¿Kyle? Es… - la muchacha pareció dudar hasta encontrar un calificativo que pudiera adaptarse lo más posible a la definición que buscaba, finalmente optó por decir. – Muy sociable. Desea involucrarme en numerosas actividades lúdicas con él. Diría que es agradable.



Asthel se sonrió, si otra muchacha hubiera contestado eso su pobre amigo no habría tenido ya nada que hacer con ella. No obstante, Mimet no era como el resto de las chicas, eso se veía claramente.



-Bueno, creo que iremos al cine este sábado. ¿No?- Trató de sonsacarla él. –

-Sí, es cierto. Si se mantienen las actuales condiciones, afirmativo al  ciento por ciento.-  Declaró Mimet con tono desapasionado. – No obstante, siendo cuatro personas las probabilidades podrían variar a un ritmo mucho mayor que siendo solamente dos. Hay decenas de posibles permutaciones, acerca de que podamos ir todos al mismo tiempo.



Desde luego esa muchacha era realmente extraña. ¡Vaya unas respuestas que daba! Él se encogió de hombros y ya no le preguntó nada más. Por fin llegaron hasta la casa de ella y su acompañante la despidió hasta mañana. Al abrir la puerta, la madre de la chica salió a saludarles.



-Buenas noches. ¿Qué tal lo habéis pasado?

-Buenas noches. Muy bien, gracias señora Trenton.- Repuso Asthel.-

-¿Y tú, hija?- Inquirió ella observando a la chica que sostenía la mirada de su madre con expresión neutra.- ¿Te has divertido?

-He intercambiado muchas palabras con al menos doce compañeros diferentes, y he obtenido algunas proposiciones variadas.

-¿Proposiciones? ¿Qué tipo de proposiciones?- Se sorprendió Mimí.-

-Bueno, sí me disculpan, debo irme ya.- Sonrió apuradamente Asthel que no deseaba verse mezclado en la posible conversación madre- hija que se derivase de esas palabras.-

-¡Oh, sí, claro! Muchas gracias por acompañar a Mimet y buenas noches, saluda a tus padres de mi parte.- Le sonrió aquella mujer.-



Y el chico se alejó, al poco la puerta de la morada de los Trenton se cerró, una vez que madre e hija la traspasaron. Lo último que el chico oyó decir a Mimí fue.



-Ahora, por favor, cariño. Me cuentas que clase de proposiciones fueron esas…





Juzgándolo algo de índole particular y que no le afectaba Asthel dejó aquello y se volvió a su casa. Al entrar, dio las buenas noches a su familia que estaba terminando de cenar.



-¿Qué tal te fue, hijo?- Se interesó Leval al verle aparecer en el salón.-

-Muy bien, gracias. Lo hemos pasado genial.

-¿Tienes hambre?- Le preguntó su madre, quien estaba terminando de servirle a Maray el postre.-

-No gracias, mamá. Ya hemos tomado algo allí.- Declinó el jovencito, alegando de inmediato.-  Me voy a mi cuarto, estoy algo cansado…



Sus padres no dijeron nada y el chico fue en efecto a su habitación. Volvía a percibir aquella sensación extraña. Como si algo no estuviera bien, o no tuviera que ser así.



-Lo mismo de la otra vez, alguien ha intervenido variando algo. O quizás esto sea un simple efecto colateral de algo mayor. Como una onda transmitida por el agua.- Elucubró.-



Sin embargo, él sabía que eso no era algo de su competencia. Ya había otros encargados de solucionarlo. Por ello volvió a sus pensamientos más personales. Aunque era algo tarde, llamó por vídeo teléfono a Madeleine que estaba estudiando para su examen. La muchacha apareció en la pantalla de Asthel mientras contestaba al aparato, estaba rodeada de apuntes y tenía algún que otro holo disco de sus enciclopedias.



- Hola Asthel.- Le saludó ella sonriendo tenuemente. - Dime, ¿qué querías?...

- Bueno, primero desearte suerte para mañana. - Respondió amablemente él. -

- Gracias... ¿vuestro examen no fue muy difícil, no?...- preguntó ella con interés. -

- No lo creas, a mí me costó algo, pero tuve suerte. Me tocó casi todo lo que me sabía... ¿tú cómo lo llevas? - Se interesó a su vez. -

- La verdad - le dijo ella entre un suspiro de resignación. - Estoy cansada de estudiar, pero aún me queda bastante por repasar. ¿Qué tal la fiesta?

- ¡Ah, muy bien!,- repuso Asthel animadamente, agregando con estudiado aunque también sincero pesar.  - Aunque hubiera preferido que estuvieras conmigo.

-¡Qué le vamos a hacer!- sonrió jovialmente Maddie. - ¿Y no ha pasado nada de interés? - Quiso saber ella entornando los ojos. -

- No quiero entretenerte mucho, sólo decirte que Kyle ha invitado al cine a Mimet y ella le ha dicho que sí, pero quieren que tú y yo vayamos, el próximo sábado a las cuatro. ¿Te parece?- Inquirió él con una apenas disimulada expectación.-



            Y tras unos instantes que le parecieron eternos, su novia al fin replicó de un modo mejor del que él hubiera esperado.



- Me parece bien. No me fio demasiado de tu amiguito. Pásame a recoger un poco antes, ahora te dejo, debo acabar de estudiar.- Le respondió ella que se despidió con un beso y cortó la comunicación. -

           

            Su novio también colgó encogiéndose de hombros. A Maddie nunca le había terminado de caer bien Kyle, precisamente por esa reputación que tenía de ir tras de casi cualquier cosa que llevase faldas. Pero al menos no se había opuesto ni contestado de forma suspicaz.



-Supongo que ninguna de sus amigas la habría llamado todavía para contarle nada.- Conjeturó.-



Esperaron así hasta el sábado, Madeleine hizo su examen sin demasiados problemas y Asthel la fue a buscar a su casa. Kyle hizo lo mismo con su cita. Al llegar llamó a la puerta y fue Mimí quién se ocupó de abrir.



-Tú debes de ser Kyle, ¿verdad? - Le saludó con jovialidad.-

-Sí, sí señora Trenton.- Contestó educadamente él.- ¿Está su hija?



            Se sorprendió de que esa mujer no se parecía en nada a Mimet, quizás ella hubiese salido más a su padre.



-Sí, enseguida viene. – Replicó ella añadiendo con amabilidad.- Pero pasa…



            El muchacho obedeció, Mimí le hizo entrar al salón, agradablemente decorado con una mesa, unos sillones de cuero color café y un sofá a juego entre otras cosas.  En tanto su anfitriona le preguntaba.



-¿Vas a la misma clase que mi hija, verdad?

-Sí, sí señora…-Respondió el joven.-



            Apenas si le dio tiempo a decir más. Ante sus ojos apareció esa muchacha, hermosa como de costumbre, con ese largo y sedoso pelo platino cayéndole sobre el hombro derecho y luciendo un vestido blanco rematado con una falda bastante corta y zapatos a juego de ligero tacón.



-¡Vaya! Qué…elegante.- Pudo alabar el chico casi ahogando una exclamación.-

-Sí, hija. Creo que demasiado.- Comentó Mimí sorprendida a su vez.-



            De hecho la muchacha iba demasiado arreglada quizás, aunque eso podría ser culpa suya. Cuando charlaron a la vuelta de la fiesta, Mimí le contó que la impresión en una primera cita era muy importante. Recordando brevemente aquella conversación, justo tras cerrar la puerta tras de ellas.



-Dime hija.- Quiso saber entonces.- ¿Qué clase de proposiciones te han hecho?

-Pues, han sido cuatro, una: la de ir a bailar a la holo disco, dos: mantener un encuentro a solas en otra habitación, tres: tomar unas copas y cuatro: ir al holocine. Tras sopesar los pros y los contras me decidí por esta última, que cronológicamente fue la primera en ser propuesta. Además, no iré sola con el chico que me lo ha sugerido, Asthel y Madeleine nos acompañarán.



            Mimí tuvo que pensar antes de replicar. Estaba claro que la mayor parte de esas propuestas eran aparentemente inofensivas. Bueno, esa de tener un encuentro a solas o incluso la de tomar copas, no le gustaron nada. Las otras dos en cambio eran bastante normales para unos jóvenes de esas edades. Por lo menos Mimet había elegido la que menos riesgo planteaba. Así pues le comentó sonriente.



-Ir al holo cine es una cita. Hay que arreglarse acorde con ello. Ponte guapa, cariño.

-¿Te refieres a mi atuendo?- Inquirió la chica.-

-Sí, por supuesto, porque tú ya eres muy bonita.- La halagó su madre.-

-Así lo haré.- Replicó la muchacha esbozando una leve sonrisa. -



Y Mimí suspiraba ahora, Mimet tendía a tomar literalmente las cosas. Así lo demostró cuando preguntó.



-¿No voy bien vestida para los cánones de una primera cita?

-Bueno, creo que vas de maravilla.- Sonrió su joven acompañante.-



            Mimí suspiró mirando para otro lado, estaba claro que a ese chico se le caía la baba mirando a su hija, pero no le podía culpar. Optó por despedirles con el deseo jovial de que lo pasaran bien. Al menos estaba tranquila al saber que Asthel y su novia irían con ellos.



 -Te has puesto realmente guapa.- La halagó él.-

-Gracias. Me limité a ponerme un vestido que puede considerarse elegante para una ocasión importante. -Contestó desapasionadamente la joven. -



            Pese a ese tono tan neutro por parte de su pareja Kyle estaba encantado. Si ella misma decía que la ocasión lo merecía pues mucho mejor.



-Estará jugando a hacerse la difícil, como casi todas.- Concluyó con satisfacción el muchacho.-



Caminaron de este modo rumbo al punto de encuentro. Una vez allí Asthel y Madeleine les aguardaban ya.



-Habéis sido puntuales.- Sonrió Asthel sin poder evitar fijarse en lo hermosa que estaba Mimet así vestida.-

-¡Vaya! – Añadió Maddie no sin algo de retintín. Al fijarse en lo mismo, pero por otro tipo de consideraciones. - Pensaba que íbamos al holo cine, no a comer al restaurante de Flowers & Flawours Gourmet.



            Su acompañante suspiró atrapando aquella declaración al vuelo. Que su novia hiciera referencia a esa cadena de restaurantes de alta cocina que la princesa de Júpiter puso en marcha haría ya algunos años y en los que podía tardarse varios meses en conseguir una reserva, ilustraba a las claras que el atuendo de Mimet no había pasado nada desapercibido para nadie.



-Creía que esta sería la ropa más indicada. ¿No lo es?- Inquirió Mimet observando que el resto iban simplemente vestidos con pantalones y jerséis de uso cotidiano.-

-No, perdona. Estás muy bien. - Respondió la propia Madeleine tratando de disculparse por lo afilado de su comentario, más cuando se percató de la mirada de su novio.- Eres una chica con mucha clase…

-Bueno, será mejor que vayamos ya. De lo contrario la holo peli va a empezar sin nosotros.- Intervino Asthel para aparcar definitivamente aquello.-



De modo que los cuatro se dirigieron al holocine más grande de Bios. La película comenzó y el lanzado joven se acercó a Mimet, mientras Asthel y su novia ya se daban besitos de vez en cuando. Kyle le susurró a su “pareja” con humor y sobre todo, bastante dosis de cara dura.



-¿No te dan envidia?

- No...en absoluto. Se van a perder la película, no comprendo que finalidad tiene venir a verla si luego no miran la pantalla. - Respondió la interpelada sin inmutarse dejando muy cortado a su interlocutor. -

- Sí claro...- acordó él que pensó. - Esta chica es bastante más difícil de lo que parece. Habrá que tener paciencia...



            Al terminar la Holo peli los cuatro se tomaron algo, charlaban sobre lo que iban a hacer cuando les diesen vacaciones...Kyle dijo muy animado.



-¡Puede que yo vaya a la Tierra!, no la conozco todavía, dicen que es muy bonita. ¿Vosotros habéis estado, verdad Asthel? Mimet, tú vienes de allí. ¿Cómo es?



La muchacha entornó los ojos buceando en su memoria y al instante replicó con tono monocorde.



- Es algo mayor que Bios, unos seis mil trescientos setenta y ocho, coma treinta y ocho kilómetros de radio ecuatorial y una masa aproximada de...



Atónito, Asthel la interrumpió sonriendo entre la cara de pasmo de sus oyentes.



- No, Mimet. Kyle no se refiere a eso, quiere saber si es bonita...

- Oh sí.- Asintió ella parándose un momento a considerarlo para reafirmarse. - Sí que lo es...muy bonita. Recuerdo que mis padres y mi abuela me llevaban muchas veces a dar paseos por sus bosques...Tiene una gran variedad paisajística. Puedes admirar muchos entornos diferentes acorde con sus zonas climáticas.

- Yo tengo allí a mis abuelos, alguna vez he ido, pero cuando era muy pequeña, apenas me acuerdo,- intervino Madeleine con algo de tristeza ahora que reparaba en ello. -

- Cuando quieras te llevo allí.- Se ofreció Asthel de forma jovial aunque irreflexiva, llevado por el momento incluso añadió. - Podemos ir ahora si quieres.



Kyle soltó una sorprendida risotada. Mimet no modificó su expresión de oyente atenta y Madeleine le respondió como si tal cosa fuera de lo más normal.



- No gracias, Asthel....otro día sí que me gustaría.

-¿Tú estás de coña, no tío? ¡Ir a la Tierra ahora mismo! - Intervino Kyle con sorna. -

- Sí, eso es físicamente imposible. Dados los parámetros de velocidad máxima que puede alcanzar una nave y las distancias a recorrer. - Convino Mimet. – Al menos tardarías unos diez días sin escalas.



Asthel, dándose cuenta de que había metido un poco la pata, (o más bien un mucho), trató de arreglarlo.



- Sí claro, Madeleine ya sabe que le suelo gastar bromas y no ha picado ¡ja, ja!- declaró y se rascó el cogote mientras se reía. -¡Qué tontería!

-Es que él es así.- Secundó su novia esbozando una sonrisita de circunstancias.- No tiene arreglo.

-¿Te sucede algo, Asthel?- Inquirió entonces Mimet de nuevo dejando pasmados al resto, cuando preguntó.- ¿Tienes alguna cosa averiada?...

-No.- Se apresuró a responder éste, en tanto él y su novia intercambiaban miradas de extrañeza.-  Es solo una forma de hablar.

- Será que los modismos de Bios ya no se parecen mucho a los terrestres. Por eso Mimet no capta esas cosas. -Terció un también atónito Kyle.-



            Desde luego, o esa chica poseía el sentido del humor más irónico e incluso cínico que había visto en su vida o era realmente muy rarita. Eso pensaba su cita, pero bueno. Lo que fuera por lograr algún progreso con ella. Al fin dieron por terminada la conversación y cada pareja se fue a sus casas. Tratando de llevar a buen puerto sus intenciones Kyle acompañó a Mimet y la despidió a la entrada, ya estaba a punto de irse cuando decidió apurar su última oportunidad preguntándole.



- Bueno, te veré el lunes...oye. Antes de irme ¿puedo darte un beso de despedida?...

-¿Eso es normal? - Le inquirió la extrañada muchacha. -

-¡Claro! ,- repuso desenfadadamente su interlocutor que le explicó. - Cuando un chico y una chica salen es lo que se hace... ¿en la Tierra no?..

- No lo sé, yo nunca he salido con nadie. Me faltan datos para poder contrastar. - Confesó  Mimet sin ningún tipo de reparo, añadiendo con desapasionamiento. - Si tú lo dices, dame un beso.



            Kyle no se hizo de rogar, la besó en los labios de forma suave y rápida, no se atrevió a más por el momento. Su joven acompañante lo encajó sin inmutarse, se despidió y entró en casa. El chico, contento por el éxito de su jugada, se fue brincando.



-¡Bieennn, lo he hecho!,- exclamaba levantando el puño mientras saltaba.  – ¡Uno a cero!…



            Mimí vio alejarse al eufórico chico por la ventana, su hija estaba entrando en casa. Ella aguardó hasta que Mimet se llegó a su lado y le dijo de forma muy amable.



-¿Qué tal hija? ¿Te has divertido?...

- Sí mama, la Holo película era entretenida, aunque no buena. Muchos efectos especiales y una trama poco exigente. Ben Crew, el protagonista, no lo hacía mal en su papel de héroe y galán, Sonia Calderón, su pareja en la pantalla, estaba creíble. Luego hemos hablado y tomado unos refrescos. - Le contó Mimet más enumerando la sucesión de hechos que otra cosa, remachando. – Hemos conversado sobre una miscelánea de temas sin aparente cohesión entre ellos. Con las valoraciones estéticas imponiéndose sobre las lógicas.

- Y ¿qué tal es ese chico? - Quiso saber Mimí no prestando mucha atención  a esa explicación de su hija. - ¿Te ha gustado salir con él?

- Supongo que Kyle es lo que se denomina simpático y social. Y muy comunicativo. Además, para ilustrarme en materia de citas me ha explicado alguna de las costumbres entre chicos y chicas...



Al escuchar esto su madre se sobresaltó. Preguntando ahora con mayor seriedad.



-¿Qué es lo que te ha dicho, hija?...

- Que debía darme un beso de despedida, me lo dio en los labios, y se puso muy contento. ¿Significa algo? – Inquirió la chica sin comprender. – ¿Un modo de reconocimiento social tal vez?



Mimí, aliviada entonces, respondió con una sonrisa aunque con tono lleno de prevención.



- Significa que le gustas a ese chico, Mimet. Pero ten cuidado, si te dice otras cosas relativas a tener contacto físico, no lo hagas sin consultarme...

-¿Por ejemplo? - Preguntó con  intención de parecer intrigada. -

- Hija...tengo que explicarte algunas cosas. - Le desveló su apurada contertulia. - No creía que fuera necesario tan pronto, pero veo que no queda más remedio, son relativas a hombres y mujeres. Y sus interacciones en los planos físicos y afectivos. Ven, sentémonos en el salón...



            La joven siguió dócilmente a su madre y ambas se sentaron en el sofá. Tras una charla de madre a hija en la que Mimi le contó a Mimet lo que debía saber, ésta le prometió que no haría nada de eso sin consultarla. Efectivamente, pasaron las semanas y Kyle la invitó a salir más a menudo. Ella no lo pasaba mal, es más, consideraba que debía ser entretenido dado que él siempre sonreía y la abrazaba a la menor oportunidad llevándola al parque, al holo cine y a la ciber disco. También le daba más besos. Algunos duraban más tiempo. De hecho eran cada vez más largos. Incluso en ocasiones él trataba de meter su lengua en la boca de ella. Mimet no comprendía el propósito de aquello. No obstante, pensó que sería lo habitual. Había visto a otras parejas hacerlo. Finalmente llegó el día clave, en casa de él, aprovechando que sus padres no estaban, le propuso tener relaciones sexuales. Ella, sin inmutarse tal y como solía hacer, le preguntó.



- Tú quieres hacer sexo conmigo. ¿Es con ánimo reproductivo o para conseguir placer?

-¿Animo, qué?- exclamó el muchacho.-

-Para tener hijos.- Le aclaró la joven.-



Kyle se quedó pasmado por la respuesta y tras unos segundos de embarazoso silencio consiguió replicar a su vez.



- ¿Hijos?, ¿cómo voy a querer tener hijos? ¡Sólo tengo quince años! Es para que lo pasemos bien, ¡es algo estupendo!

-¿Lo has hecho antes? - Quiso saber Mimet confesando sin tapujos - yo no...



Kyle pensó sudando de excitación.



- Madre mía y encima es virgen....- y añadió dándose bastante pompa y suficiencia. - Bueno, yo lo hice con una chica hace unos pocos meses. Sabes, tengo experiencia.

- Pero yo no,-  repuso Mimet que le pidió de modo natural y con tono desapasionado. - ¿Te importa que se lo consulte a mi madre primero?...Ella sí la tiene y podrá ilustrarme en la materia.

-¿Qué? - Exclamó éste sin poder creerlo. - ¿Estás loca?, ¡tus padres me matarían!...

- No lo creo - rebatió ella para alegar las propias palabras del muchacho.  -¿No decías que era algo estupendo? Entonces mi madre se alegrará...o quizás pueda considerarlo inapropiado para nuestra edad, pero descarto el asesinato. No debes temer por eso.

-¿Pero de qué mundo eres tú? - Exclamó Kyle algo contrariado y muy sorprendido. –



La verdad es que las continuas réplicas de esa chica, a cual más absurda, comenzaban a exasperarle. Hasta ahora se había armado de paciencia y las pasaba por alto dado que era una muchacha muy guapa y con un cuerpazo. Había estado esperando ansioso este momento. Pero ahora no sabía que creer. Una de dos, o esa chica realmente tenía un problema mental o es que se estaba divirtiendo a su costa. La gota que colmó el vaso fue la contestación de ella que dijo.



- De la Tierra, ya lo sabes...- respondió sintiéndose confusa para querer saber -, ¿a qué viene esa pregunta? ¿Es que tiene que ver con el sexo…?

- Oye Mimet, ¿me tomas el pelo o algo así? - Inquirió el chico a su vez, realmente molesto y cansado ya por semejantes respuestas. – No me hace ninguna gracia que trates de reírte de mí.

- No te entiendo, ¿qué tiene que ver ahora tu pelo con esto? - Replicó ella mirándole sin comprender. – Y tampoco me he reído.



            Kyle se paseó contrariado por la habitación. La desconcertada joven sabía que estaba enojado pero no entendía el por qué...



-¿Por qué te enfadas conmigo? - Le preguntó ella deseando arreglar la situación. - ¿He dicho algo mal?

-¡Déjalo ya! lo mejor será que te acompañe a casa, mis padres pueden volver....- respondió él bastante irritado. -

- Pero dijiste que tardarían mucho,- objetó su interlocutora que recordaba haber escuchado que no iban a volver hasta dentro de varias horas. -

-¡Me equivoqué!,- repuso  el joven con brusquedad sentenciando. -Tienes que irte.



            Y sin más palabras el chico acompañó a Mimet dejándola a varios metros de casa y ni siquiera le pidió un beso de despedida. Ella se quedó mirando cómo se alejaba sin comprender aun la causa de su enfado. La muchacha se sentía… creía que era triste, era una sensación extraña, notó como de sus ojos caían unas secreciones alcalinas. Lo que la gente llamaba lágrimas, pocas veces le había ocurrido. ¿Tendría irritado el lagrimal? No, no creyó que fuera eso. Se las enjugó y entró a su casa. Desde ese día pasaron las semanas y partir de entonces Kyle pareció no dedicarla atención. Sólo la trataba fríamente. Durante ese tiempo y pasada aquella primera vez en la que se conocieron, Mimet se había hecho muy amiga de Madeleine. Al menos esa muchacha era agradable con ella y parecía acoger bien las extrañas cuestiones que le hacía. De hecho Maddie se percató de que esa chica no actuaba de esa manera tan peculiar por maldad o deseo de burlarse de nadie. Era su modo de ser. Ella quiso entonces ayudarla a ir puliendo sus formas. Y también se dio cuenta de que Kyle parecía haber perdido interés por ella y que el resto de los chicos muchas veces la miraban de reojo, cuchicheaban y se reían. Alguno incluso se llevaba un dedo a la sien y lo giraba con sorna. Y lo que era peor, bastante chicas del instituto, bien por considerarla una nerd, o simplemente por envidia, trataban de burlarse de ella. Por fortuna, Mimet no parecía comprender o mostrarse afectada por eso. La propia Maddie tuvo que dejarles las cosas claras a más de una. Como era una muchacha muy popular y carismática, el resto de sus compañeras dejó tranquila a Mimet. Además, ésta acudía muchas veces a ella para pedirle su opinión.  Al ser novia de Asthel era la chica más próxima con la que podía hablar y sus consejos nunca le venían mal. Por ello al final le contó lo ocurrido con Kyle, su oyente la escuchó atónita e incluso hasta contrariada cuando el relato concluyó.



-¿Hice algo mal? Perdona si te he molestado por mi narración. – Declaró la joven casi automáticamente al reconocer la expresión de enfado en el rostro de su interlocutora. –

-No, tú no has hecho nada malo. Al contrario. – Se apresuró a decirle Maddie variando su semblante por otro confortador al pedirle. – Hiciste justo lo que debías. Anímate y olvida eso.

-Me es imposible olvidarlo.- Afirmó Mimet agregando. – Lo tengo bien grabado en la memoria.



Madeleine, que creyó que esa respuesta obedecía a algo bien distinto, le dio un cariñoso abrazo y la sonrió alentadoramente.



-Los tíos son unos salidos. Bueno, no todos. La mayoría únicamente piensa en eso cuando nos piden salir.

-¿En eso?

-Sí, en el sexo…ya sabes.- Le aclaró su compañera.-

-¿También Asthel?- Inquirió su contertulia dejándola perpleja.-

           

            Madeleine no supo que decir tampoco como tomarse aquello. Optando por la cautela, finalmente contestó.



-No, bueno él…es distinto.

-¿Y vosotros habéis tenido ese tipo de interacción?- Quiso saber Mimet con tono neutro y nada cohibido.-

-¡No, para nada!  – Exclamó su envarada interlocutora.- Quiero decir que, esas cosas surgen poco a poco, tiene que pasar tiempo. En fin, a veces no…

-No lo comprendo.- Admitió su compañera.-

-Ni yo.- Sonrió Maddie ahora, que creyendo haber dado con las palabras adecuadas, expuso.- Debes dejar que las cosas sigan su curso, cuando llegue el momento lo sabrás.



Luego fue a buscar a su novio y le contó lo que había ocurrido de forma muy indignada, sin dejar de darle vueltas al porqué esa chica había mentado a Asthel.



- ¡Tu amigo Kyle es un cerdo! ¿Qué quería, aprovecharse de ella?...

- No sabía nada de eso, ya decía yo que era muy extraño ese cambio que ha tenido hacia Mimet, pero hablaré con él,- le prometió Asthel sorprendido y también enfadado, pues su amigo no le contó nada de aquello -...

-¡Eso, habla tú, porque yo no le pienso dirigir la palabra! Nunca me ha gustado porque todo el instituto habla de lo que es capaz cuando quiere ligarse a una chica. Pero no pensaba que fuera a llegar tan lejos. Está visto que los chicos sois todos igualitos, ¡nada más que pensáis en una cosa! Y cuando no os la dan, ¡pues hala! Si te he visto, no me acuerdo. - Espetó Maddie que se alejó bastante  furiosa. -

-¡Eh! Pero… espera…- Le pidió en vano él que se quedó ahí clavado levantando los brazos y encogiéndose de hombros. -



            El atónito muchacho meditó sobre lo que debía decirle a su amigo, decidió pensarlo y ya le hablaría mañana. Volvió a casa y entró en su habitación, desde luego ese idiota la había fastidiado bien. Madeleine se había enfado con él y con el propio Asthel, ¡como él si tuviera la culpa sólo porque Kyle fuera amigo suyo!, en fin. Decidió llamarle de inmediato y le dijo que debía disculparse. Éste le contestó que lo haría y que no había pretendido ponerle en un aprieto. Tras prometerle de nuevo que arreglaría las cosas con Mimet, colgó. Asthel se quedó pensativo pero satisfecho de haber solucionado el problema. De pronto, una voz desconocida le sacó de sus pensamientos. Miró hacia dónde provenía y se encontró con un hombre joven y de pelo moreno, llevaba una capa larga negra y tenía unos penetrantes ojos azules que le observaban inquisitivos.



- Hola Mensajero - saludó éste sonriendo para presentarse. - Soy Redan, el último de los dioses elementales que viene para adiestrarte.

- Hola Redan. Encantado de conocerte,- respondió Asthel sin parecer nada sorprendido añadiendo desapasionadamente. - Perdona que no esté entusiasmado pero ahora mismo tengo otras cosas en qué pensar...

- Noto que has perdido bastante de tu antigua capacidad, eso no es bueno.- Declaró el dios moviendo la cabeza para aconsejarle. - Debes recordar lo más importante, ante todo la fuerza del espíritu y la Trascendencia...

-¿Me ayudarás a recuperarla? - Le pidió Asthel que se había quedado preocupado al oír esas palabras -...

- Haré lo que pueda pero todo depende de ti. Ahora te mostraré algunos trucos.

- Estoy dispuesto. - Afirmó el muchacho. -

- Muy bien.- Sonrió complacido su interlocutor.-



Y durante varias horas el dios le enseñó diversas forma de trance espiritual y como bilocarse con su cuerpo astral.



-Me cuesta bastante hacerlo.- Le confesó el chico cuando estaba tratando de llevarlo a cabo.-

-Eso no es bueno.- Estimó el dios, afirmando.- Antes, cuando eras un niño, podías hacer esto mismo sin el menor problema.



            Entre tanto Amatista se percató de que su hijo no salía de su habitación, decidió entrar para ver si estaba bien. Leval no estaba en casa, tenía que vigilar el cumplimiento de los pactos logrados en la reunión de hacía dos meses y  entrevistarse con algunas autoridades. Incluyendo a la mismísima reina de la Luna Nueva, por ciertas informaciones que habían llegado hasta sus oídos. Maray estaba practicando canto en una academia y después iba a que Idina le diera unas clases de baile. Sólo ella y Asthel estaban, al menos eso creyó respecto de su hijo, pero éste parecía no dar señales de vida. Con cautela tocó a la puerta y aguardó, como no hubo respuesta entró en la habitación y le descubrió en compañía de Redan. El dios saludó a la mujer. Ella le reconoció y se alegró de volver a verle.



-¿Cuánto tiempo ha pasado?... ¿qué tal te va? - Le saludó Amatista aunque se dio cuenta enseguida de que esas preguntas carecían de sentido para alguien que llevaba recorriendo el universo desde hacía eones. – Bueno,  supongo que estarás muy bien…

- Yo estoy como siempre he estado, para mí, vuestros años humanos han sido un instante.- Sonrió él, que preguntó amablemente a su vez. - Pero ¿qué tal han sido para ti?...

- He sido muy feliz, ya puedes ver a mi hijo y tengo una niña también. - Replicó ella añadiendo con evidente certeza. - Dime Redan. ¿Vienes a enseñarle? ¿Verdad?...

- Así es - le confirmó el dios, agregando ahora más en serio. - Ya nos queda poco tiempo, soy el último de los que deben enseñarle por parte de los dioses elementales. Después vendrá nuestro superior.



            A la mujer no le gustó mucho oír aquello. ¿A qué podría referirse ese ser con poco tiempo?. Empero, se tranquilizó, posiblemente para su escala temporal eso significasen incluso siglos. Así pues suspiró declarando.



- Ya había olvidado todo eso con los años. Aquí tenemos una vida ajetreada y bastantes problemas que arreglar. Al menos para la escala humana.

- Se solucionarán, no temas.- Le aseguró Redan casi pareciendo querer darle más ánimo que profetizarlo. - Tu marido lo conseguirá....bueno, ya volveré en otra ocasión, me ha alegrado verte. Mensajero seguiremos trabajando.-Y dicho esto desapareció. -



Madre e hijo guardaron unos instantes de silencio tras los que él le inquirió con expectación.



- Mamá. Si éste es el último de los dioses, ¿quién vendrá después?

- Si es el que yo creo. Un dios superior, hijo. El más poderoso de los que te hayan visitado. - Le respondió su madre acordándose del jefe de ese visitante y los demás, para después encogerse de hombros y suspirar. – Poco más puedo decirte que tú no sepas ya…



            Sin embargo, Amatista estaba aliviada. Al menos Redan siempre fue más considerado y parecía comprender más a los humanos que sus compañeros. Aunque cuando vinieron a  enseñar a su hijo todos se habían portado bastante bien. Nada que ver a como se mostraron al principio. Cuando aparecieran por primera vez. ¡De eso hacía ya más de quince años!



-Procura tener mucho cuidado.- Le pidió su madre posando ambas palmas de sus manos sobre las mejillas del chico para declarar en un destello de intuición. - Con los años quizás hayas ido olvidando muchas de esas cosas. Cuando eras un niño todo eso te resultaba natural…pero ahora.



            Asthel asintió, ¡era verdad! Ya se había olvidado, realmente comenzaba a preocuparse, tanto el dios como su madre tenían razón. La mayor parte de las cosas que, siendo pequeño eran normales para él,  le exigían ahora un mayor esfuerzo. Tendría que trabajar y mucho para recobrar sus antiguas facultades. Le parecía tener que aprender todo aquello otra vez y se dispuso a ello tan pronto como su nuevo mentor retornase. Ya tenía la edad y el conocimiento suficientes como para darse cuenta de que eso iba muy en serio.



-Y tampoco puedo consultar el libro. Antes sí que pude atisbar algo. En cambio ahora solamente me informa de las cosas que han sucedido, pero cuando quiero mirar más allá…



            Tan solo encontraba páginas en blanco. Asthel desde luego podía conocer bastantes hechos que acaecían incluso en otros planetas, y hasta ser consciente de los pensamientos de muchas personas que conocía. Al principio tuvo que admitir que ojeó algo para cuestiones algo baladís, como por ejemplo, si Kyle saldría en serio con Mimet. Sin embargo, juzgó que eso era una intromisión en las vidas privadas de sus amigos y renunció a mirar más.



-Tendré que hacerlo todo por mis propios méritos y confiar.- Se dijo.- Hablaré con Redan, él podrá aconsejarme.



            Efectivamente pasaron unos días y Redan volvió, tras haber enseñado al muchacho a desdoblarse en forma material y espiritual, le dijo que nada más debía mostrarle aunque le advirtió.



- Mensajero, como creo que ya sabes, ya sea por intuición o porque te lo hayan revelado, hay muchos otros que se deberán unir a ti, deberéis ser nueve...

-¿Nueve? - Inquirió Asthel sorprendido al afirmar. – Sí, es cierto. Desde hace ya muchos años tuve esa impresión y de hecho creo que ya sé quiénes son. He hablado con todos de ello menos con una. Pero dime una cosa, Redan. ¿Por qué nueve?

- Deberéis ser nueve, como los nueve círculos que hay. - Le respondió enigmáticamente  su interlocutor. -

-¿Nueve círculos?... ¿qué significa eso? ¿Qué hay dónde? - Preguntó Asthel quien para su creciente inquietud, cada vez comprendía menos. -



Redan sonrió y negó con la cabeza.



- No te preocupes por ahora de ese tema. Eso no me corresponde a mí decírtelo, ahora debes practicar y recordar tus dones. Medita y libera tu conciencia. Sé que es difícil para ti desconectarte de tu cuerpo y tus emociones primarias. Más si cabe ahora que estás en lo que los humanos llaman adolescencia. Pero haz un esfuerzo, dentro de poco será más sencillo, en cuanto atravieses esta edad. Llegará el momento en el que debas emplear todo lo que has estado aprendiendo y tus compañeros de viaje también, no olvides volver a explicarles muchas de estas cosas.

-Otra cosa.- Le inquirió él.- En los últimos días he sentido algo extraño. Como si lo que ha sucedido de alguna manera estuviese cambiado a cómo debería haber sido. ¿Sabes qué pueda ser eso?



            Redan le miró genuinamente sorprendido. Eso le llamó mucho la atención a Asthel. Si hasta un dios de ese nivel se quedaba así, aquello tendría que ser grave.



-Lo ignoro. Tú eres el Mensajero, y puedes percibir cosas que incluso a nosotros, los dioses, se nos escapaban. A buen seguro estarás en contacto con entidades mucho más poderosas que yo. Por el momento olvídate de eso y céntrate en tu misión.



            Y Asthel lo hizo, en las siguientes días convenció a Granate y a Maray de que no debían olvidar todo lo que les enseñase hacía ya algunos años. Redan pasó algunas semanas refrescándole saberes y habilidades que el chico había creído olvidados.



-Mensajero, para avanzar debes ser uno con todo lo que hay y lo que existe. Tienes que recobrar plenamente tus dones.

-¿Uno?- Repitió él sin parecer entender eso.- ¿Cómo haré eso?

-Medita mucho y aprende de los hechos. Creo que alguien te dejó una importante arma de conocimiento. Aunque no sé exactamente cual.- Respondió el Dios.-



El chico recordó aquel libro una vez más. Tentado estuvo de comentarlo con Redan como quiso haber hecho haría unos días, pero ahora su intuición le decía que aquello no debía ser sabido ni tan siquiera por ese dios.



-Confió en ti, haré todo lo posible por estar a la altura de lo que de mí se espera.- Replicó el chico.-

-Estoy seguro de que así será.- Sonrió su mentor.-



Y así practicaron juntos repasando las cosas que Asthel había creído olvidadas y un día, el dios se despidió con estas palabras.



- Debo dejarte y recuerda, el día de la Trascendencia estaré a tu lado. Adiós Mensajero, saluda a tus padres de mi parte.- Desapareció y el muchacho se quedó pasmado y con muchas cosas que preguntarle… -

           

            Así pasaron tres largos años, Kyle en efecto se disculpó con Mimet, aunque no volvieron a salir. El joven enseguida encontró a otras chicas con las que entabló alguna que otra relación. Por su parte ella no volvió a salir con nadie en ese tiempo. Quizás eso fuese fruto de la mala experiencia que tuvo con aquel chico o por su peculiar forma de ser. A decir verdad muchos compañeros la miraban ya más como un bicho raro que como a una muchacha atractiva. Acabaron el instituto y Asthel aparte de jugar al baloncesto y progresar con su equipo, (en Bios había ya una liga a nivel planetario entre institutos) seguía con sus progresos espirituales. Su carácter poco a poco se hacía más tranquilo y suave, fruto de la meditación y de sus estudios sobre ciencias arcanas que Mazoui, en sus ocasionales visitas al planeta, le impartía a él y también al propio Granate que, por su parte, también había crecido en mente y cuerpo. Ya tenía catorce años y dentro de poco haría los quince, estando más alto que su madre y casi como su padre. Realmente recordaba a veces a la imagen de su difunto y homónimo tío. El hijo de Sandy y Coraíon parecía ser también muy receptivo, y junto con todo lo que su abuelo Robert le contara empezaba a acumular unos conocimientos que quizás algún día fueran a serles muy útiles. Asthel seguía su relación con Madeleine y ambos estaban muy bien. Los hijos de Cooan y Michael también estaban más creciditos. Tom tenía ya trece años, comenzaba con la adolescencia para desesperación de sus padres y su hermana ya había cumplido los once. Además, su abuela Cooan iba a venir a pasar una temporada con ellos, tras un año en Nature con Alan y la familia de éste y otro más en la Tierra, cerca de Mimette y Daniel y con las visitas de sus otras hermanas, estaba deseosa de visitar a su hija pequeña y a sus nietos. Por supuesto ellos ansiaban ver a su abuela. E Idina seguía reservando ese viaje tan especial que tenía en el espejo. Su amiga Nehie por su parte continuaba en su papel de reina de la Luna Nueva y la hija de ella y Doran,  un año mayor que Loren, ya parecía una mujercita. Su padre la había entrenado en alguna de las tradiciones de los guerreros del espacio pero sus costumbres eran mayormente las del reino de la Luna Nueva. La cría no tuvo demasiado interés en convertirse en súper saiyajin hasta que empezó a crecer. Eso, aunque al principio no gustaba a su padre, aliviaba a su madre. Doran no tuvo más remedio que aceptar aquello. No en vano su hija era la heredera del reino de la Luna Nueva. Hasta parecía que Seira y Calix, los abuelos paternos, no se mostraron demasiado preocupados por ese particular. Neherenia por su parte había hablado con su gran amiga y antigua compañera de universidad, pidiéndole un favor. En cuanto Idina supo de qué se trataba se alegró mucho y le prometió hacer todo lo posible por ayudarla…



-En fin. Esperemos que sea posible.- Pensaba Nehie cuando su esposo se aproximó a ella.-

-Tienes que recibir al embajador de Bios.- Le comentó su marido.-

-Es cierto. Bueno, vamos a ver qué sucede…Desde luego hay que reconocer que la ayuda que nos ha prestado Leval ha sido fundamental para establecer estas relaciones.- Afirmó ella, quién enseguida le dijo a su interlocutor.- Le recibiremos en la sala de audiencias.

-¿Le recibiremos?- Se dijo en voz alta él.-

-Por supuesto, eres el rey-.  Sonrió Neherenia que, tomándole de una mano, añadió hasta con cierto tonillo de pícara venganza.- ¿Acaso te creías que ibas a poder escaquearte a entrenar a nuestra hija?...Ella también estará presente, le conviene ir tomando nota de sus obligaciones. Como a cierto padre suyo…

-Muy bien.- Cedió el saiyajin admitiendo con resignación.- Los de mi raza no estamos hechos para esto. Hasta mi madre, que nunca tenía miedo de librar ninguna batalla, temblaba únicamente de pensar en aguantar este tipo de audiencias junto a la reina Meioh.

-No se puede hacer siempre lo que uno quiere. Pero cuando terminemos os prometo a Alice y a ti que iré a ver como os dais algunos golpecitos de esos…- Le aseguró su risueña mujer.-



            Eso pareció gustarle a su esposo. Aunque el entrenamiento solo iba  a consistir en hacer ejercicio y enseñar a su hija a concentrar energía. Todavía era demasiado joven para pasar a cosas más serias. Al menos eso creía él. La madre del saiyajin desde luego habría pensado de una manera bien distinta. Por suerte para Alice no era su abuela Seira la encargada de entrenarla. De hecho, la veterana guardiana estaba muy ocupada con su otro nieto Diaval, y sobre todo, con la hija de Kiros, una prometedora muchacha de nombre Gloria Elua. O al menos eso había llegado a oídos de Doran.



-La hija de mi primo debe de ser alguien fuera de lo común, para que mi propia madre esté casi más pendiente de ella que del heredero al trono.- Reflexionó, para añadir dirigiéndose a su esposa.- Iré contigo gustoso a esa recepción, aunque luego espero que tú te unirás a nosotros para ver el entrenamiento.

-Si no hay más remedio.- Sonrió Neherenia con gesto divertido, afirmando ya con patente orgullo.- Sabes que me encanta veros.





Así que, más contento y animado por esa respuesta, Doran tomó del brazo a su mujer y ambos se dirigieron de esa forma al salón del trono. De camino Neherenia recordaba al hilo de aquello la llamada que le hiciera Leval unos años antes. Estaba descansando precisamente junto a su hija, cuando Doran la avisó, al igual que ahora.



-Te llaman desde Bios. Es el hijo del príncipe Asthel.

-¿Quién?- Se interesó ella que no caía en ese instante.-

-El príncipe Leval. El primo del rey de mi pueblo.- Aclaró su marido.-

-Vaya. Enseguida contestaré… ¿Es por línea segura?- se interesó la soberana.



            Su esposo asintió, conectando una gran pantalla el rostro y un plano de Leval de medio cuerpo aparecieron en ella.



-Celebro veros, Majestad. ¿Me concederíais unos minutos? Deseo preguntaros algo.- Saludó formalmente él.-

-¡No hace falta que seas tan protocolario! - Se rio la reina.- Estamos solos. Es un canal seguro.

-Disculpa Nehie, pero uno nunca puede fiarse.- Sonrió ahora Leval para preguntar con más jovialidad.- ¿Qué tal estás? Veo que tanto tú, como tu esposo y la princesa Alice tenéis un magnífico aspecto.

-Gracias señor.- Repuso educadamente la niña, que debía contar entonces con unos diez años.-



            Realmente era una linda cría de largo pelo moreno ensortijado, y ojos azules como su madre. Incluso con aquellas graciosas orejitas en punta, algo más elevadas y reducidas de tamaño, eso sí, que las de su progenitora.



-¡Muchas gracias, coronel! - Se rio nuevamente la reina, que, adoptando ya una expresión más seria quiso saber.- Dime. Por tu tono la cosa parece urgente.

-Hace poco celebramos unas conversaciones en mi planeta para decidir la política en materia de inmigración y autonomía. Se acordó celebrar un referéndum y Erun, el líder de los contras, durante su campaña ha puesto como ejemplo vuestro reino.

- Aquí nunca tuvimos que hacer eso. De siempre fuimos independientes. Nominalmente somos dos reinos, el de la Luna Blanca de Serenity y Endimión y el de la Luna Nueva, que es el nuestro.- Le explicó la sorprendida soberana.-

-Lo sé, pero esos tipos os quieren usar como ejemplo de mundo que está cercano a la Tierra y que sin embargo no depende de ella. Posiblemente tratarán de establecer algún tipo de contacto con vosotros esperando alguna declaración de apoyo para su causa.- Les advirtió Leval.-



            Tanto Doran como Neherenia se miraron con cierta inquietud. Eso desde luego no lo tenían previsto. Ellos eran aliados de la Tierra. Como tales se significaron como amigos de Serenity y Endimión. Si apoyaban a esos individuos sería como renegar de esa alianza. No obstante, tampoco querían tomar partido. Bastante tenían con un grupo de insurgentes que estaba creciendo incluso en su reino. Los servicios secretos de la Luna Nueva habían detectado desde hacía algún tiempo ya, algunos actos de pequeños sabotajes o manifestaciones de descontentos. Teniendo en cuenta esto, tras meditar un poco e incluso intercambiarse algunos murmullos con su esposo, fue la soberana quién aseguró a su amigo.



-Puedes estar tranquilo. No haremos ninguna declaración institucional que apoye un posible voto por la independencia de Bios. Nos limitaremos a desear felicidad y bienestar a tu planeta y a confiar en sus cauces democráticos para tomar decisiones, siempre dentro del marco legal. De todas formas, lo comentaré con los reyes terrestres. O con Chibiusa, si es que algún día vuelve del futuro a vernos. Cuando venga, si es que viene, te informaré de lo que hablemos.

-Muchísimas gracias. Si hay algo que yo pueda hacer para corresponder a vuestra amabilidad.- Se ofreció Leval.-

-No te preocupes. Si se nos ocurre algo te lo haremos saber.- Repuso Doran que añadió tras hacer una leve inclinación de cabeza.- Bueno, tengo que dejarte, me requieren para una reunión.

-Alice, acompaña a tu padre y saluda a sus invitados. Vienen de Nuevo Vegeta. - Le pidió Neherenia a su hija que asintió.-

-¡Quizás Seren venga con ellos, y se traiga a Sandrei! – Exclamó la cría.-





La niña realmente admiraba mucho a la princesa de los saiyajin y guerrera Plutón y estimaba como a una buena amiga a la hija de ésta. Las dos habían pasado algún tiempo juntas y Sandrei, que era algo más alta que ella y de larga cabellera de color castaño oscuro, le había contado cosas sobre su planeta madre. Pese  a que ella era hija de un humano. Recordaba una de las veces que charlaron. En el palacio de Neo Cristal Tokio.



-¡Jo!, esto es muy bonito. Incluso más que el palacio de mis padres.- Afirmó Alice mirando en derredor aquellas diáfanas estancias con primorosas lámparas de cristal que derramaban tonalidades de luz como si de un arco iris se tratara.- ¡Ojalá me dejaran vivir un tiempo aquí!

-Mi madre al ser una de las guardianas de la reina Serenity y el rey Endimión, tiene aposentos en este lugar.- Le comentó Sandrei no sin orgullo, al añadir.- Algún día yo la sucederé como guerrera Plutón.

-¿Y tu padre? ¿Es un guerrero del espacio como el mío?- Se interesó su contertulia.-



            Aunque aquí la expresión de su amiga se ensombreció, tardó unos momentos en responder y lo hizo con cierto tono de desdén.



-No, es un simple humano. La verdad es que se separó de mi madre. No es digno de estar aquí, con ella.

-Eso es muy triste.- Repuso Alice sintiéndose mal por su amiga.- Yo quiero mucho a mi padre.

-Pero tu padre es un guerrero poderoso y un rey.- Comentó Sandrei.- El mío era un vulgar ejecutivo de multinacional. Se ve que mi madre descubrió que no merecía mucho la pena. Pero no te preocupes. Aquí está el rey Endimión y hay muchos saiyajin que vienen a vernos. Tengo amigos y lo paso muy bien cuando voy a Nuevo Vegeta. Mis tíos son reyes allí.

-¡Igual que los míos! – Se sorprendió su interlocutora, desvelando.- La reina es la hermana de mi padre.

-Pues el rey es hermano de mi madre.- Sonrió la encantada Sandrei, sentenciando.- Eso hace que seamos primas.



            La cría batió palmas y se aferró a las manos de su contertulia, las dos sonrieron. Ahora tras acordarse de aquello, estaba deseosa de salir corriendo…sin embargo, la voz de su madre la detuvo.



-¡Alice! Tus modales…- Le recordó Nehie con tono más serio.- Despídete con corrección.

-Perdón mamá. Adiós señor.- Saludó la chica haciendo una leve inclinación hacia la pantalla.-



            Leval correspondió a la misma, para replicar.



-Adiós Alteza, que tengáis un buen día.



            La niña se marchó de la mano de su padre. Neherenia sonrió al ver como salían y tomando la palabra comentó a su interlocutor.



-Debes disculparla. Todavía no controla del todo sus emociones.

-¡Y que nunca lo haga! - se rio Leval afirmando con jovialidad.- Es una niña encantadora, me recuerda a mi propia hija. Es bonito que tenga esa ilusión para ver a alguien.

-Sí, me acuerdo de mí misma cuando iba a ver a Idina y a tu hermana. Hace ya tanto tiempo.- Repuso la soberana  no sin melancolía, aunque enseguida recobró su gesto serio para añadir.- Y  deseaba quedarme a solas contigo. Verás, ahora que mi hija y mi esposo no nos escuchan, yo también quisiera pedirte un favor…

-Por supuesto.- Afirmó su contertulio.- Tú dirás…



            La reina pasó a exponerle aquello y él asintió, asegurando.



-Haré todo lo que pueda. Entonces, dices que Serenity te contó algo…

-Sí, pero ni ella misma lo sabe con seguridad. Apenas tiene recuerdos muy remotos. Además está aún muy afectada por el fallecimiento de su madre terrestre. No quiero cargarla con mis problemas. Es por eso que espero que tú puedas darme alguna pista.

-Si averiguo algo no lo dudes…- Afirmó Leval.-

           



            Tras aquello se despidieron. Efectivamente el coronel Malden mantuvo su palabra. Neherenia pudo averiguar bastantes cosas de aquel tema que le preocupaba. Por su parte cumplió a su vez y declaró ante un enviado del partido anti apertura esas palabras que le comentase a Leval. Ese tipo no pareció quedarse muy contento al escucharla, pero se hizo cargo de la posición de la soberana. En lo político, Bios celebró el referéndum y desde hacía dos años existía una solución de compromiso, autonomía del planeta respecto de la Tierra en materias como administración de sus riquezas y recursos, pero con un pago al reconocer la deuda que se tenía con el planeta madre por mor de los gastos de descubrimiento y terraformación. Una emigración abierta, aunque con controles importantes, tal y como pidió Leval. Y reconocimiento, al menos a título honorífico, de los soberanos terrestres y de la Luna.



-Al menos no les fue mal en eso. - Recordaba Neherenia tras llegar a su trono y tomar asiento.- Bueno, vamos a ver cómo nos va a nosotros ahora con este acuerdo…



            Y de hecho recibió a un enviado del gobierno de Bios con el que firmó un tratado de mutua cooperación en migración y exportaciones e importaciones. La Luna Nueva se beneficiaría de materias primas esenciales a un buen precio y a cambio invertía en ese planeta y permitía la llegada de biosanos a su zona de influencia, a fin de que éstos y sus transportes, tuvieran una zona franca de operaciones en sus relaciones con la Tierra. Los selenitas también eran buenos turistas y proporcionarían a ese alejado mundo una buena fuente de ingresos. Al terminar esa reunión, la reina cumplió su promesa y acompañó a su hija y a su esposo.



-Mamá.- Le preguntaba Alice.- Lo que hacéis papá y tú es muy difícil. ¿Cómo se puede tener contento a todo el mundo y salir ganado tú al mismo tiempo?

-Eso es imposible, hija mía.- Admitió su contertulia afirmando.- Todo lo que hagas debería estar siempre enfocado a buscar la felicidad de tus súbditos. Y eso significa buenas relaciones con tus vecinos y velar por el bienestar de las personas. Y a veces eso no es fácil. Significa entrar en conflictos de intereses con otros reinos o gentes. Para eso también deberás estar preparada.

-Papá dice que un gobernante debe ser fuerte. Por eso me va a empezar a entrenar. A mí me gustaría ser como tú o como la princesa Seren. Sois guapas y elegantes y además muy poderosas.- Recalcó con admiración.-

-No está reñido lo uno con lo otro.- Convino afablemente Neherenia.- Yo, además de gobernar, luché como Sailor Shadow…

-Hija, te diré lo que mi madre, tu abuela Seira, nos enseñó a tu tía Aiona y a mí desde que éramos incluso más pequeños que tú.- Terció Doran, para referirle.- La disciplina y el control son esenciales para lograr tus metas. Un saiyajin tiene que perseverar. Y cuando hablas de gobernantes fuertes, no solamente hay que serlo físicamente. Sobre todo y mucho más importante, es tu mente lo que cuenta.



            Alice estaba impresionada. Su tía Aiona era la reina de Nuevo Vegeta. Desde luego tenía mucho que aprender de los miembros de su familia. De este modo la cría fue escuchando los sabios consejos de sus padres hasta que llegaron al cuarto de entrenamiento. Allí ante la sonriente mirada de Neherenia, Doran comenzó a darle la primera lección a su hija.



-Es muy difícil concentrar mi energía, papá.- Se quejaba la chiquilla.-

-Es lo normal al principio, pero lo lograrás.- Aseveró confiadamente él.-



            Y tras hacerla correr, saltar y entrenar numerosos ejercicios, amén claro está de meditar, la agotada cría se fue directa a darse un baño. En ese momento sus padres aprovecharon para charlar. Neherenia tenía una idea sobre su pequeña que llevaba tiempo madurando.



-Doran. Como sabes yo tuve la ocasión de estudiar en la Tierra… Allí hice grandes amigos y me abrí a conocer a la gente.

-Sí, lo sé muy bien.- Repuso él esbozando una sonrisa.- Te recuerdo entonces cuando ibas a esa universidad…

-Me gustaría que nuestra hija tuviera esa misma oportunidad. Experimentar eso le haría mucho bien. Aquí se pasa el día rodeada de solícitos cortesanos. Tiene que aprender a valerse por sí misma.- Argumentó ella.-

-Tú eres su madre, y sabes bien cómo educarla. Me parece adecuado, siempre y cuando tenga tiempo de aprender aquí conmigo al menos las destrezas básicas de los de mi raza.- Contestó el saiyajin.-

-Sí, tendrá tiempo para hacerlo.- Convino su mujer, de modo que así quedó decidido, cuando la soberana afirmó.- Dadas las actuales circunstancias en la Tierra, creo que Bios será un mejor lugar. Pero ya veremos de aquí a un tiempo, cuando esté preparada…

-¿Qué tal en Nuevo Vegeta?- Propuso su esposo, alegando.- A Alice le gustaría ir. De hecho, mis padres también tienen muchas ganas de verla.

-No es mala idea. Le vendría bien para aprender mucho sobre vuestras costumbres. Aunque también quiero que domine la diplomacia terrestre. Pero ambas cosas no son incompatibles. –Admitió su esposa.-

-La propia reina madre Meioh podría instruirla. Lo hizo conmigo. Y muy a conciencia. Además, es la abuela de Sandrei que es tan amiga de nuestra hija.- Le recordó su interlocutor.-

-Sí, recuerdo que Alice me contó lo mucho que admiraba a su prima segunda. Que ambas charlaron en el palacio de Cristal Tokio. En fin. Cada cosa a su tiempo. - Se limitó a declarar la soberana.- Podemos mandarla una temporada a tu planeta, sí. Pero luego es muy importante que adquiera experiencia y estudie en un planeta como Bios. Le conviene saber cómo es el mundo real de las personas a las que habrá de gobernar y sobre todo, de los humanos con los que deberá relacionarse.

-Claro, eso es obvio.- Afirmó su esposo.-

-Verás, es que he recordado lo que me contó en una de esas conversaciones con la hija de Seren.- Le explicó Nehie añadiendo no sin pesar.- Sandrei demuestra una actitud muy hostil contra su padre. Y por extensión hacia los humanos.

-¿Tú crees? - Inquirió Doran quien no se había dado cuenta de eso.-

-Alguna vez pude charlar con Seren y ella misma me lo confesó. La niña era pequeña cuando ambos se divorciaron. Los motivos no fueron demasiado aclarados en su día. Sin embargo, ella me contó que Sean se sentía cohibido e intimidado por algunos de los saiyajin.

-Sí ese humano conoció a Eron cuando viajó a Nuevo Vegeta me puedo explicar los motivos.- Suspiró su interlocutor quien tuvo que reconocer.- Hasta nosotros nos sentíamos no únicamente intimidados, sino asustados.

-No solamente fue Eron. – Replicó Nehie.- Tú conoces a la princesa de Plutón mucho mejor que yo. ¿Acaso nunca te dijo nada sobre eso?

-Nunca le gustó hablar del tema.- Respondió Doran.- Pero creo que tienes razón. Su ex marido siendo humano no se adaptó bien a nuestras costumbres y no se hizo respetar.

-Él jamás podría enfrentarse a un saiyajin.- Opuso Nehie.-

-Tal vez, pero como le he dicho a nuestra hija, no solamente cuenta la fuerza.- Comentó su contertulio aseverando con rotundidad.- La personalidad y el carisma son fundamentales. La reina Meioh no es una saiyajin, y sin embargo no trates tan siquiera de menospreciarla delante de alguno de nosotros. Ella se ganó el respeto y la admiración de todos.

-Derrotó a tu madre.- Sonrió Neherenia alegando casi con tono divertido ahora.- Cualquiera que fuera capaz de eso se ganaría el respeto de todos.



            Doran asintió sonriendo a su vez, aunque no tardó mucho en replicar con aire reflexivo.



-La venció, sí. Pero sin usar la fuerza. Eso es lo que impactó más a mi madre. Mira, no es que quiera decir que Sean no fuera un buen hombre, pero estaba claro que él y Seren eran muy diferentes.

-Por eso no deseo que Sandrei llene la cabeza de nuestra hija con prejuicios contra los seres humanos.- Declaró Neherenia.- Me gustaría que no coincidiese mucho con ella, ni en Nuevo Vegeta, ni en el palacio de Cristal Tokio. Al menos hasta que Alice sepa lo que es vivir de veras entre gente… llamémosla corriente. Y sobre todo que aprenda a apreciar a las personas por cómo son y no por sus rangos o poder…Por ello me gustaría que, llegado el momento, pasara tiempo en Bios. Junto con Idina y su familia. Ten en cuenta que antes, al menos, contaba con la amistad de Briseida, pero de un tiempo a esta parte, se han visto muy poco. Esa chica apenas sale del condado de sus padres.- Comentó Neherenia con tinte algo entristecido ahora, más al añadir.- Ni tampoco Anaris ha venido a verme desde hace ya meses.

-Bueno, pues invítalas a venir.- Repuso su esposo con tono animoso, para señalar.- Eres su reina. No creo que rechacen la invitación.

Neherenia se sonrió, moviendo despacio la cabeza. De todos modos su marido estaba en lo cierto. ¿Por qué no invitarlas?. No como unas meras cortesanas, sino como amigas de la familia real.



-Tienes toda la razón. Les enviaré un mensaje.- Convino la soberana.-



            Así se hizo, la cordial invitación de Neherenia alcanzó en pocos minutos la residencia de su antigua doncella. Anaris la recibió con alegría. No tardó en contárselo a su esposo. Briseo la escuchó con atención y enseguida repuso, con visible satisfacción.



-Bien, y ¿a qué esperas, cariño? Contesta a nuestra Bella y Gentil reina y acepta. Hace mucho que no os veis las dos. Y lleva a Briseida contigo.

-Será estupendo, la verdad es que la he echado mucho de menos. ¡Tanto trabajo aquí!- Suspiró la encantada Anaris.- No hemos parado durante meses y quisiera contarle en persona todo lo que hemos hecho.



            Y es que, con gran esfuerzo, habían logrado construir enormes y altísimas cúpulas que ahora albergaban unas grandes extensiones de árboles y vegetación muy variada. Gracias a unos espejos que reflejaban la luz solar incluso estaban produciendo muchísima cantidad de oxígeno y alimentos.



-La reina se sentirá muy orgullosa y satisfecha de ti, mi amor. Lo que hemos construido aquí rivaliza incluso con su capital. - Alabó Anaris a su esposo.-

-No llegamos la magnificencia de Selenopolis. Pero será un gran honor para mí que me considere.- Se sonrió él, con un sarcasmo que su mujer no fue capaz de percibir.-

-Voy a decírselo a nuestra hija. Seguramente que le encantará. Es muy amiga de la princesa.- Remachó Anaris sin ocultar su entusiasmo.-



De modo que dejó a su esposo que estaba dedicado a estudiar unos documentos y fue en busca de su hija. Brise estaba en su habitación, aquella niña rubita se había convertido en una jovencita bastante atractiva que comenzaba su adolescencia. Quizás su carácter se había hecho más austero y meditabundo, entregada a la lectura y a crecientes actividades sociales con las personas que la rodeaban en su región. Al ver llegar a su madre la saludó y escuchó aquellas noticias. No obstante y a diferencia de su padre, y para estupor de su progenitora, reaccionó con desgana.



-¿Es realmente necesario acudir, madre?- Inquirió con desagrado.-

-Hija, por supuesto que lo es. Es una invitación de nuestra reina.- Le recordó Anaris, añadiendo con visible sorpresa.- Pensé que ibas a alegrarte. Hace mucho que no ves a la princesa Alice.

-¿A esa consentida?- Se sonrió con desdén, alegando.- Me acuerdo bien de cómo me tenía para jugar conmigo como si de otra de sus muñecas se tratase.

-¿Cómo eres capaz de decir algo así?- Se escandalizó su madre.-  Siempre fuisteis muy amigas y te quería muchísimo.



            La muchacha no replicó enseguida a eso, sin embargo, al cabo de unos instantes suavizó su dura mirada y su gesto para convenir con un tono más suave y humilde.



-Perdóname, mamá. Quizás no lo recuerdo bien. Han pasado años. Cuando dejé la corte para educarme aquí, pensé que fue por causa de Alice. Como si se hubiera enfadado conmigo…

-Cariño, eso no tuvo nada que ver. Tu padre insistió en educarte aquí. Para que fueras consciente de tu posición y tus deberes.- Le explicó Anaris, eso sí, sintiéndose más aliviada.-

-Lo siento de veras, claro que estaré encantada de ir.- Declaró más humildemente la chica.-



            Su progenitora sonrió ahora con visible contento para apresurarse a aseverar.



-Pues no se hable más, contestaré a su Majestad informándole que saldremos mañana. Prepara tu equipaje.- Le indicó a la muchacha.-

-Como tú digas.- Asintió sumisamente Brise.-





            Y tras ver como su madre se marchaba la joven aguardó durante unos segundos. Luego sacó una especie de teléfono del cajón de una mesita que tenía próxima y marcó un número. Al poco comentó, dirigiéndose a un anónimo interlocutor.



-Tengo que ir a la Corte. ¿Quieres que haga algo? Muy bien, lo que tú digas. Haré eso mismo…ya te informaré…adiós…



            Cortó la comunicación y se dispuso a obedecer el mandato materno.



-Por el momento, eso me ordenaron que hiciera.- Reflexionó incluso censurándose a sí misma.- Antes casi lo estropeo, no debí decir eso. En fin, representaré mi papel.



En Bios mientras tanto, se había desarticulado más de una red de inmigración ilegal. Todo salió como pronosticó Redan, las cosas parecían haberse arreglado. Y sucedió que Asthel y Madelaine debían ir ya a la universidad. Ambos querían estudiar carreras diferentes. La muchacha optó por medicina y el joven por físicas. Mimet había mejorado bastante en sus expresiones y aquella frialdad tan mecánica era ahora bastante más atenuada, de todos modos, estaba confusa. No sabía si seguir los pasos de sus padres o decantarse por alguna otra cosa. Con sus excelentes capacidades podía hacer lo que quisiera. Ahí radicaba paradójicamente el problema. Casi todo le interesaba. Pero de todos ellos la que más había cambiado, al menos físicamente, era Maray. Ya había dejado de ser una niña, había crecido mucho. Era más alta incluso que su madre y muy bonita. Además ya cantaba muy bien, sus años en la academia habían dado sus frutos y su voz infantil había dado paso a una suave y clara voz de mujer joven que podía acariciar o ser demoledora según el registro que adoptara. Y asimismo las clases de danza y ballet con Idina le había reportado mucha agilidad y soltura para el baile. Amatista y Leval estaban muy orgullosos de su hija. Realmente, pese a que ella misma sufría a veces por algunos complejos, debía espantarse los chicos a pares ya que, por ahora y pese a estar más solicitada de lo que ella misma creía, no estaba interesada en tener novio. Se preocupaba más de lo que su hermano le había enseñado y además tenía sus propios planes de futuro. Algunos días, cuando estaba en su habitación, no paraba de probarse algo de ropa y trataba de caminar con la mayor soltura posible.…



-Creo que ya lo voy haciendo mejor, pero no sé. – Pensaba con inseguridad.-



            Y es que veía los pases de modelos que protagonizaban sus admiradas Sonia Calderón, Stephanie Kensington, o Debra Azov, y no podía evitar tratar de compararse con ellas. Las más de las veces suspiraba mirándose los pies y movía la cabeza para musitar.



-Parezco un pato mareado. Ya me gustaría tener su estilo…



            E invariablemente volvía a intentarlo, eso sí, sin dejarse desanimar.



-Tengo que practicar y mejoraré.- Pensaba con ánimo renovado.-



            Además, tuvo una excelente noticia, su amiga de la infancia Claire iba a regresar al planeta. Las dos charlaron por video conferencia. Esa antaño cría, ya era otra hermosa jovencita.



-¿Y dices que tu padre se ha retirado?- Le preguntó Maray.-

-Bueno, todavía no. En unos pocos meses. Mis hermanos son mayores ya, viven en la Tierra , uno está casado y no se moverán de aquí. Pero mis padres sí que van a volver a Bios. Y yo con ellos.- Suspiró con aparente resignación.-



            Tras la espera por el retorno, Maray la observó dándose cuenta de ese último gesto y quiso animarla.



-¡Estoy deseando tenerte aquí! ¡Tenemos que hablar de muchísimas cosas!

-Claro.- Sonrió ahora Claire que pareció más animada al convenir.- También yo quiero verte.



Y en eso quedaron, aunque todavía tendrían que pasar unos meses para su reencuentro. En la Tierra entre tanto los reyes continuaban con su labor mediadora. El padre de la soberana, Kenji Tsukino, falleció apenas un año después de que lo hiciera su esposa. Todos se entristecieron notablemente pero en esta ocasión fue la propia Serenity la que trató de animar a todos, declarando que era el curso natural de la vida. De lo único que se apenaba era de que su hija del futuro no hubiese podido despedirse de los que eran en realidad sus abuelos. Las princesas por su parte se multiplicaban en actos benéficos y si bien la mayor parte de los habitantes del planeta estimaban a la realeza, esos grupos y organizaciones que insistían en mostrar su reparo, e incluso su frontal rechazo, a lo que seguían considerando una especie de dominación extra terrestre, se mantenían. Incidentes incluso instigados por algunos misteriosos conspiradores que, poco a poco empezaban a dejarse entrever. Y aquello era una guerra abierta en muchos frentes. No únicamente en la Tierra. De hecho, los soberanos hubiesen deseado visitar también Bios. Aunque por presiones y protestas de algunos partidarios de la anti apertura ese plan no se llevó finalmente a cabo. Sobre todo tras la discutida votación de referéndum. En Nature pareció surgir una corriente paralela de discrepancias hacia el reconocimiento de la princesa Kakyuu que desembocó en una consulta, saldada de forma muy similar a la de su planeta amigo. Además, el espíritu moralista era cada vez más asfixiante en ese planeta. Empero, en Bios las cosas habían cambiado mucho. Cuando esa controversia electoral pasó se celebraron incluso unos juegos olímpicos allí, invitando a atletas terrestres, de la Luna y de Nature, con un apreciable éxito. Pese a que por ejemplo, ni Asthel ni su círculo de familiares quisieran participar, la delegación del mundo anfitrión logró más de doce medallas, siete de ellas de oro. Además, entre otras novedades, también se iba a celebrar la primera gala de un concurso convocado con el objeto de elegir una reina de la belleza. Para la ocasión se invitó a un prestigioso jurado y una de sus miembros iba a ser nada más y nada menos que la dueña de la firma de moda Deveraux. Para este fin, ella y su esposo Diamante, acompañados de Roy y Beruche, que querían visitar también a su hijo y sus nietos, llegaron al planeta. Nada más llegar y hablar con su nieta, Esmeralda tuvo que variar drásticamente sus planes y declinar la invitación para ser miembro del jurado. Para justificarlo dio una rueda de prensa, los medios de comunicación locales se desplazaron a un hotel para tal efecto. La veterana ex modelo, como en sus mejores tiempos, jugó con las cámaras haciéndose con el total protagonismo y su gran estilo y elegancia impresionaron a todos los allí congregados. Una vez que se inició la  ronda de preguntas la primera fue la obligada…



- Señora Lassart Deveraux.- Intervino una periodista. - ¿Puede decirnos el porqué de su decisión de no aceptar ser miembro del jurado?



            Esmeralda se acercó a uno de los micrófonos y con todos pendientes de ella sonrió y contestó.



-Pues verán ustedes, son asuntos de índole personal. No obstante, mi pupila Mirna Lidle podría suplirme perfectamente.



            Aquello no pareció bastar a la prensa, dado que una nueva pregunta sobre el mismo tema le llegó.



-¿Pero no puede aclararnos un poco más el porqué de su renuncia?



Y tras tomarse unos segundos para replicar, la interpelada contestó.



-Verán ustedes, larga y profunda reflexión, he decidido reconsiderar mi participación en este certamen como jurado debido a…


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