-¿Qué tal lo has
pasado en la fiesta?- Quiso saber también con curiosidad. –
-Bien, ha sido un
acontecimiento social bastante relevante. – Contestó ella para sorpresa de su
interlocutor. – Muchos compañeros y compañeras de clase estaban presentes.
-Sí, claro - pudo
responder él, visiblemente atónito por semejante réplica. –
-¿Tú también te has
divertido socializando?- Inquirió la chica a su vez. –
-Sí, lo he pasado muy
bien, – sonrió Asthel explicando de seguido. – Estábamos todos muy contentos
tras el examen. Aunque me ha faltado estar con mi novia.
-Tu novia es
importante para ti ¿no?- Quiso saber ella, parecía que con un mayor interés del
que había demostrado hasta entonces.-
-Para mí, sí, claro -
declaró él que le comentó aprovechando aquello. - ¿Qué tal con Kyle?
-¿Kyle? Es… - la muchacha
pareció dudar hasta encontrar un calificativo que pudiera adaptarse lo más
posible a la definición que buscaba, finalmente optó por decir. – Muy sociable.
Desea involucrarme en numerosas actividades lúdicas con él. Diría que es
agradable.
Asthel
se sonrió, si otra muchacha hubiera contestado eso su pobre amigo no habría
tenido ya nada que hacer con ella. No obstante, Mimet no era como el resto de
las chicas, eso se veía claramente.
-Bueno, creo que
iremos al cine este sábado. ¿No?- Trató de sonsacarla él. –
-Sí, es cierto. Si se
mantienen las actuales condiciones, afirmativo al ciento por ciento.- Declaró Mimet con tono desapasionado. – No
obstante, siendo cuatro personas las probabilidades podrían variar a un ritmo
mucho mayor que siendo solamente dos. Hay decenas de posibles permutaciones,
acerca de que podamos ir todos al mismo tiempo.
Desde
luego esa muchacha era realmente extraña. ¡Vaya unas respuestas que daba! Él se
encogió de hombros y ya no le preguntó nada más. Por fin llegaron hasta la casa
de ella y su acompañante la despidió hasta mañana. Al abrir la puerta, la madre
de la chica salió a saludarles.
-Buenas noches. ¿Qué
tal lo habéis pasado?
-Buenas noches. Muy
bien, gracias señora Trenton.- Repuso Asthel.-
-¿Y tú, hija?- Inquirió
ella observando a la chica que sostenía la mirada de su madre con expresión
neutra.- ¿Te has divertido?
-He intercambiado
muchas palabras con al menos doce compañeros diferentes, y he obtenido algunas
proposiciones variadas.
-¿Proposiciones? ¿Qué
tipo de proposiciones?- Se sorprendió Mimí.-
-Bueno, sí me
disculpan, debo irme ya.- Sonrió apuradamente Asthel que no deseaba verse
mezclado en la posible conversación madre- hija que se derivase de esas
palabras.-
-¡Oh, sí, claro!
Muchas gracias por acompañar a Mimet y buenas noches, saluda a tus padres de mi
parte.- Le sonrió aquella mujer.-
Y
el chico se alejó, al poco la puerta de la morada de los Trenton se cerró, una
vez que madre e hija la traspasaron. Lo último que el chico oyó decir a Mimí
fue.
-Ahora, por favor,
cariño. Me cuentas que clase de proposiciones fueron esas…
Juzgándolo
algo de índole particular y que no le afectaba Asthel dejó aquello y se volvió
a su casa. Al entrar, dio las buenas noches a su familia que estaba terminando
de cenar.
-¿Qué tal te fue,
hijo?- Se interesó Leval al verle aparecer en el salón.-
-Muy bien, gracias.
Lo hemos pasado genial.
-¿Tienes hambre?- Le
preguntó su madre, quien estaba terminando de servirle a Maray el postre.-
-No gracias, mamá. Ya
hemos tomado algo allí.- Declinó el jovencito, alegando de inmediato.- Me voy a mi cuarto, estoy algo cansado…
Sus
padres no dijeron nada y el chico fue en efecto a su habitación. Volvía a
percibir aquella sensación extraña. Como si algo no estuviera bien, o no
tuviera que ser así.
-Lo mismo de la otra
vez, alguien ha intervenido variando algo. O quizás esto sea un simple efecto
colateral de algo mayor. Como una onda transmitida por el agua.- Elucubró.-
Sin
embargo, él sabía que eso no era algo de su competencia. Ya había otros
encargados de solucionarlo. Por ello volvió a sus pensamientos más personales.
Aunque era algo tarde, llamó por vídeo teléfono a Madeleine que estaba
estudiando para su examen. La muchacha apareció en la pantalla de Asthel mientras
contestaba al aparato, estaba rodeada de apuntes y tenía algún que otro holo disco
de sus enciclopedias.
- Hola Asthel.- Le
saludó ella sonriendo tenuemente. - Dime, ¿qué querías?...
- Bueno, primero
desearte suerte para mañana. - Respondió amablemente él. -
- Gracias... ¿vuestro
examen no fue muy difícil, no?...- preguntó ella con interés. -
- No lo creas, a mí
me costó algo, pero tuve suerte. Me tocó casi todo lo que me sabía... ¿tú cómo
lo llevas? - Se interesó a su vez. -
- La verdad - le dijo
ella entre un suspiro de resignación. - Estoy cansada de estudiar, pero aún me
queda bastante por repasar. ¿Qué tal la fiesta?
- ¡Ah, muy bien!,-
repuso Asthel animadamente, agregando con estudiado aunque también sincero
pesar. - Aunque hubiera preferido que estuvieras
conmigo.
-¡Qué le vamos a
hacer!- sonrió jovialmente Maddie. - ¿Y no ha pasado nada de interés? - Quiso
saber ella entornando los ojos. -
- No quiero
entretenerte mucho, sólo decirte que Kyle ha invitado al cine a Mimet y ella le
ha dicho que sí, pero quieren que tú y yo vayamos, el próximo sábado a las
cuatro. ¿Te parece?- Inquirió él con una apenas disimulada expectación.-
Y tras unos instantes que le
parecieron eternos, su novia al fin replicó de un modo mejor del que él hubiera
esperado.
- Me parece bien. No
me fio demasiado de tu amiguito. Pásame a recoger un poco antes, ahora te dejo,
debo acabar de estudiar.- Le respondió ella que se despidió con un beso y cortó
la comunicación. -
Su novio también colgó encogiéndose
de hombros. A Maddie nunca le había terminado de caer bien Kyle, precisamente
por esa reputación que tenía de ir tras de casi cualquier cosa que llevase
faldas. Pero al menos no se había opuesto ni contestado de forma suspicaz.
-Supongo que ninguna
de sus amigas la habría llamado todavía para contarle nada.- Conjeturó.-
Esperaron
así hasta el sábado, Madeleine hizo su examen sin demasiados problemas y Asthel
la fue a buscar a su casa. Kyle hizo lo mismo con su cita. Al llegar llamó a la
puerta y fue Mimí quién se ocupó de abrir.
-Tú debes de ser
Kyle, ¿verdad? - Le saludó con jovialidad.-
-Sí, sí señora
Trenton.- Contestó educadamente él.- ¿Está su hija?
Se sorprendió de que esa mujer no se
parecía en nada a Mimet, quizás ella hubiese salido más a su padre.
-Sí, enseguida viene.
– Replicó ella añadiendo con amabilidad.- Pero pasa…
El muchacho obedeció, Mimí le hizo
entrar al salón, agradablemente decorado con una mesa, unos sillones de cuero
color café y un sofá a juego entre otras cosas.
En tanto su anfitriona le preguntaba.
-¿Vas a la misma
clase que mi hija, verdad?
-Sí, sí
señora…-Respondió el joven.-
Apenas si le dio tiempo a decir más.
Ante sus ojos apareció esa muchacha, hermosa como de costumbre, con ese largo y
sedoso pelo platino cayéndole sobre el hombro derecho y luciendo un vestido
blanco rematado con una falda bastante corta y zapatos a juego de ligero tacón.
-¡Vaya!
Qué…elegante.- Pudo alabar el chico casi ahogando una exclamación.-
-Sí, hija. Creo que
demasiado.- Comentó Mimí sorprendida a su vez.-
De hecho la muchacha iba demasiado
arreglada quizás, aunque eso podría ser culpa suya. Cuando charlaron a la
vuelta de la fiesta, Mimí le contó que la impresión en una primera cita era muy
importante. Recordando brevemente aquella conversación, justo tras cerrar la
puerta tras de ellas.
-Dime hija.- Quiso
saber entonces.- ¿Qué clase de proposiciones te han hecho?
-Pues, han sido
cuatro, una: la de ir a bailar a la holo disco, dos: mantener un encuentro a
solas en otra habitación, tres: tomar unas copas y cuatro: ir al holocine. Tras
sopesar los pros y los contras me decidí por esta última, que cronológicamente
fue la primera en ser propuesta. Además, no iré sola con el chico que me lo ha
sugerido, Asthel y Madeleine nos acompañarán.
Mimí tuvo que pensar antes de
replicar. Estaba claro que la mayor parte de esas propuestas eran aparentemente
inofensivas. Bueno, esa de tener un encuentro a solas o incluso la de tomar
copas, no le gustaron nada. Las otras dos en cambio eran bastante normales para
unos jóvenes de esas edades. Por lo menos Mimet había elegido la que menos
riesgo planteaba. Así pues le comentó sonriente.
-Ir al holo cine es
una cita. Hay que arreglarse acorde con ello. Ponte guapa, cariño.
-¿Te refieres a mi
atuendo?- Inquirió la chica.-
-Sí, por supuesto,
porque tú ya eres muy bonita.- La halagó su madre.-
-Así lo haré.-
Replicó la muchacha esbozando una leve sonrisa. -
Y
Mimí suspiraba ahora, Mimet tendía a tomar literalmente las cosas. Así lo
demostró cuando preguntó.
-¿No voy bien vestida
para los cánones de una primera cita?
-Bueno, creo que vas
de maravilla.- Sonrió su joven acompañante.-
Mimí suspiró mirando para otro lado,
estaba claro que a ese chico se le caía la baba mirando a su hija, pero no le
podía culpar. Optó por despedirles con el deseo jovial de que lo pasaran bien.
Al menos estaba tranquila al saber que Asthel y su novia irían con ellos.
-Te has puesto realmente guapa.- La halagó
él.-
-Gracias. Me limité a
ponerme un vestido que puede considerarse elegante para una ocasión importante.
-Contestó desapasionadamente la joven. -
Pese a ese tono tan neutro por parte
de su pareja Kyle estaba encantado. Si ella misma decía que la ocasión lo
merecía pues mucho mejor.
-Estará jugando a
hacerse la difícil, como casi todas.- Concluyó con satisfacción el muchacho.-
Caminaron
de este modo rumbo al punto de encuentro. Una vez allí Asthel y Madeleine les
aguardaban ya.
-Habéis sido
puntuales.- Sonrió Asthel sin poder evitar fijarse en lo hermosa que estaba
Mimet así vestida.-
-¡Vaya! – Añadió
Maddie no sin algo de retintín. Al fijarse en lo mismo, pero por otro tipo de
consideraciones. - Pensaba que íbamos al holo cine, no a comer al restaurante
de Flowers & Flawours Gourmet.
Su acompañante suspiró atrapando
aquella declaración al vuelo. Que su novia hiciera referencia a esa cadena de
restaurantes de alta cocina que la princesa de Júpiter puso en marcha haría ya
algunos años y en los que podía tardarse varios meses en conseguir una reserva,
ilustraba a las claras que el atuendo de Mimet no había pasado nada
desapercibido para nadie.
-Creía que esta sería
la ropa más indicada. ¿No lo es?- Inquirió Mimet observando que el resto iban
simplemente vestidos con pantalones y jerséis de uso cotidiano.-
-No, perdona. Estás
muy bien. - Respondió la propia Madeleine tratando de disculparse por lo
afilado de su comentario, más cuando se percató de la mirada de su novio.- Eres
una chica con mucha clase…
-Bueno, será mejor
que vayamos ya. De lo contrario la holo peli va a empezar sin nosotros.-
Intervino Asthel para aparcar definitivamente aquello.-
De
modo que los cuatro se dirigieron al holocine más grande de Bios. La película
comenzó y el lanzado joven se acercó a Mimet, mientras Asthel y su novia ya se
daban besitos de vez en cuando. Kyle le susurró a su “pareja” con humor y sobre
todo, bastante dosis de cara dura.
-¿No te dan envidia?
- No...en absoluto.
Se van a perder la película, no comprendo que finalidad tiene venir a verla si
luego no miran la pantalla. - Respondió la interpelada sin inmutarse dejando
muy cortado a su interlocutor. -
- Sí claro...- acordó
él que pensó. - Esta chica es bastante más difícil de lo que parece. Habrá que
tener paciencia...
Al terminar la Holo peli los cuatro
se tomaron algo, charlaban sobre lo que iban a hacer cuando les diesen
vacaciones...Kyle dijo muy animado.
-¡Puede que yo vaya a
la Tierra!, no la conozco todavía, dicen que es muy bonita. ¿Vosotros habéis
estado, verdad Asthel? Mimet, tú vienes de allí. ¿Cómo es?
La
muchacha entornó los ojos buceando en su memoria y al instante replicó con tono
monocorde.
- Es algo mayor que
Bios, unos seis mil trescientos setenta y ocho, coma treinta y ocho kilómetros
de radio ecuatorial y una masa aproximada de...
Atónito,
Asthel la interrumpió sonriendo entre la cara de pasmo de sus oyentes.
- No, Mimet. Kyle no
se refiere a eso, quiere saber si es bonita...
- Oh sí.- Asintió
ella parándose un momento a considerarlo para reafirmarse. - Sí que lo es...muy
bonita. Recuerdo que mis padres y mi abuela me llevaban muchas veces a dar
paseos por sus bosques...Tiene una gran variedad paisajística. Puedes admirar
muchos entornos diferentes acorde con sus zonas climáticas.
- Yo tengo allí a mis
abuelos, alguna vez he ido, pero cuando era muy pequeña, apenas me acuerdo,-
intervino Madeleine con algo de tristeza ahora que reparaba en ello. -
- Cuando quieras te
llevo allí.- Se ofreció Asthel de forma jovial aunque irreflexiva, llevado por
el momento incluso añadió. - Podemos ir ahora si quieres.
Kyle
soltó una sorprendida risotada. Mimet no modificó su expresión de oyente atenta
y Madeleine le respondió como si tal cosa fuera de lo más normal.
- No gracias,
Asthel....otro día sí que me gustaría.
-¿Tú estás de coña,
no tío? ¡Ir a la Tierra ahora mismo! - Intervino Kyle con sorna. -
- Sí, eso es
físicamente imposible. Dados los parámetros de velocidad máxima que puede
alcanzar una nave y las distancias a recorrer. - Convino Mimet. – Al menos
tardarías unos diez días sin escalas.
Asthel,
dándose cuenta de que había metido un poco la pata, (o más bien un mucho),
trató de arreglarlo.
- Sí claro, Madeleine
ya sabe que le suelo gastar bromas y no ha picado ¡ja, ja!- declaró y se rascó
el cogote mientras se reía. -¡Qué tontería!
-Es que él es así.-
Secundó su novia esbozando una sonrisita de circunstancias.- No tiene arreglo.
-¿Te sucede algo,
Asthel?- Inquirió entonces Mimet de nuevo dejando pasmados al resto, cuando
preguntó.- ¿Tienes alguna cosa averiada?...
-No.- Se apresuró a
responder éste, en tanto él y su novia intercambiaban miradas de
extrañeza.- Es solo una forma de hablar.
- Será que los
modismos de Bios ya no se parecen mucho a los terrestres. Por eso Mimet no
capta esas cosas. -Terció un también atónito Kyle.-
Desde luego, o esa chica poseía el
sentido del humor más irónico e incluso cínico que había visto en su vida o era
realmente muy rarita. Eso pensaba su cita, pero bueno. Lo que fuera por lograr
algún progreso con ella. Al fin dieron por terminada la conversación y cada
pareja se fue a sus casas. Tratando de llevar a buen puerto sus intenciones
Kyle acompañó a Mimet y la despidió a la entrada, ya estaba a punto de irse
cuando decidió apurar su última oportunidad preguntándole.
- Bueno, te veré el
lunes...oye. Antes de irme ¿puedo darte un beso de despedida?...
-¿Eso es normal? - Le
inquirió la extrañada muchacha. -
-¡Claro! ,- repuso
desenfadadamente su interlocutor que le explicó. - Cuando un chico y una chica
salen es lo que se hace... ¿en la Tierra no?..
- No lo sé, yo nunca
he salido con nadie. Me faltan datos para poder contrastar. - Confesó Mimet sin ningún tipo de reparo, añadiendo
con desapasionamiento. - Si tú lo dices, dame un beso.
Kyle no se hizo de rogar, la besó en
los labios de forma suave y rápida, no se atrevió a más por el momento. Su
joven acompañante lo encajó sin inmutarse, se despidió y entró en casa. El
chico, contento por el éxito de su jugada, se fue brincando.
-¡Bieennn, lo he
hecho!,- exclamaba levantando el puño mientras saltaba. – ¡Uno a cero!…
Mimí vio alejarse al eufórico chico
por la ventana, su hija estaba entrando en casa. Ella aguardó hasta que Mimet
se llegó a su lado y le dijo de forma muy amable.
-¿Qué tal hija? ¿Te
has divertido?...
- Sí mama, la Holo
película era entretenida, aunque no buena. Muchos efectos especiales y una
trama poco exigente. Ben Crew, el protagonista, no lo hacía mal en su papel de
héroe y galán, Sonia Calderón, su pareja en la pantalla, estaba creíble. Luego
hemos hablado y tomado unos refrescos. - Le contó Mimet más enumerando la
sucesión de hechos que otra cosa, remachando. – Hemos conversado sobre una
miscelánea de temas sin aparente cohesión entre ellos. Con las valoraciones
estéticas imponiéndose sobre las lógicas.
- Y ¿qué tal es ese
chico? - Quiso saber Mimí no prestando mucha atención a esa explicación de su hija. - ¿Te ha
gustado salir con él?
- Supongo que Kyle es
lo que se denomina simpático y social. Y muy comunicativo. Además, para
ilustrarme en materia de citas me ha explicado alguna de las costumbres entre
chicos y chicas...
Al
escuchar esto su madre se sobresaltó. Preguntando ahora con mayor seriedad.
-¿Qué es lo que te ha
dicho, hija?...
- Que debía darme un
beso de despedida, me lo dio en los labios, y se puso muy contento. ¿Significa
algo? – Inquirió la chica sin comprender. – ¿Un modo de reconocimiento social
tal vez?
Mimí,
aliviada entonces, respondió con una sonrisa aunque con tono lleno de prevención.
- Significa que le
gustas a ese chico, Mimet. Pero ten cuidado, si te dice otras cosas relativas a
tener contacto físico, no lo hagas sin consultarme...
-¿Por ejemplo? -
Preguntó con intención de parecer
intrigada. -
- Hija...tengo que
explicarte algunas cosas. - Le desveló su apurada contertulia. - No creía que
fuera necesario tan pronto, pero veo que no queda más remedio, son relativas a
hombres y mujeres. Y sus interacciones en los planos físicos y afectivos. Ven,
sentémonos en el salón...
La joven siguió dócilmente a su
madre y ambas se sentaron en el sofá. Tras una charla de madre a hija en la que
Mimi le contó a Mimet lo que debía saber, ésta le prometió que no haría nada de
eso sin consultarla. Efectivamente, pasaron las semanas y Kyle la invitó a
salir más a menudo. Ella no lo pasaba mal, es más, consideraba que debía ser
entretenido dado que él siempre sonreía y la abrazaba a la menor oportunidad
llevándola al parque, al holo cine y a la ciber disco. También le daba más
besos. Algunos duraban más tiempo. De hecho eran cada vez más largos. Incluso
en ocasiones él trataba de meter su lengua en la boca de ella. Mimet no
comprendía el propósito de aquello. No obstante, pensó que sería lo habitual.
Había visto a otras parejas hacerlo. Finalmente llegó el día clave, en casa de
él, aprovechando que sus padres no estaban, le propuso tener relaciones
sexuales. Ella, sin inmutarse tal y como solía hacer, le preguntó.
- Tú quieres hacer
sexo conmigo. ¿Es con ánimo reproductivo o para conseguir placer?
-¿Animo, qué?-
exclamó el muchacho.-
-Para tener hijos.-
Le aclaró la joven.-
Kyle
se quedó pasmado por la respuesta y tras unos segundos de embarazoso silencio
consiguió replicar a su vez.
- ¿Hijos?, ¿cómo voy
a querer tener hijos? ¡Sólo tengo quince años! Es para que lo pasemos bien, ¡es
algo estupendo!
-¿Lo has hecho antes?
- Quiso saber Mimet confesando sin tapujos - yo no...
Kyle
pensó sudando de excitación.
- Madre mía y encima
es virgen....- y añadió dándose bastante pompa y suficiencia. - Bueno, yo lo
hice con una chica hace unos pocos meses. Sabes, tengo experiencia.
- Pero yo no,- repuso Mimet que le pidió de modo natural y
con tono desapasionado. - ¿Te importa que se lo consulte a mi madre
primero?...Ella sí la tiene y podrá ilustrarme en la materia.
-¿Qué? - Exclamó éste
sin poder creerlo. - ¿Estás loca?, ¡tus padres me matarían!...
- No lo creo -
rebatió ella para alegar las propias palabras del muchacho. -¿No decías que era algo estupendo? Entonces
mi madre se alegrará...o quizás pueda considerarlo inapropiado para nuestra
edad, pero descarto el asesinato. No debes temer por eso.
-¿Pero de qué mundo
eres tú? - Exclamó Kyle algo contrariado y muy sorprendido. –
La
verdad es que las continuas réplicas de esa chica, a cual más absurda,
comenzaban a exasperarle. Hasta ahora se había armado de paciencia y las pasaba
por alto dado que era una muchacha muy guapa y con un cuerpazo. Había estado
esperando ansioso este momento. Pero ahora no sabía que creer. Una de dos, o
esa chica realmente tenía un problema mental o es que se estaba divirtiendo a
su costa. La gota que colmó el vaso fue la contestación de ella que dijo.
- De la Tierra, ya lo
sabes...- respondió sintiéndose confusa para querer saber -, ¿a qué viene esa
pregunta? ¿Es que tiene que ver con el sexo…?
- Oye Mimet, ¿me
tomas el pelo o algo así? - Inquirió el chico a su vez, realmente molesto y
cansado ya por semejantes respuestas. – No me hace ninguna gracia que trates de
reírte de mí.
- No te entiendo,
¿qué tiene que ver ahora tu pelo con esto? - Replicó ella mirándole sin
comprender. – Y tampoco me he reído.
Kyle se paseó contrariado por la
habitación. La desconcertada joven sabía que estaba enojado pero no entendía el
por qué...
-¿Por qué te enfadas
conmigo? - Le preguntó ella deseando arreglar la situación. - ¿He dicho algo
mal?
-¡Déjalo ya! lo mejor
será que te acompañe a casa, mis padres pueden volver....- respondió él
bastante irritado. -
- Pero dijiste que
tardarían mucho,- objetó su interlocutora que recordaba haber escuchado que no
iban a volver hasta dentro de varias horas. -
-¡Me equivoqué!,-
repuso el joven con brusquedad
sentenciando. -Tienes que irte.
Y sin más palabras el chico acompañó
a Mimet dejándola a varios metros de casa y ni siquiera le pidió un beso de
despedida. Ella se quedó mirando cómo se alejaba sin comprender aun la causa de
su enfado. La muchacha se sentía… creía que era triste, era una sensación
extraña, notó como de sus ojos caían unas secreciones alcalinas. Lo que la
gente llamaba lágrimas, pocas veces le había ocurrido. ¿Tendría irritado el
lagrimal? No, no creyó que fuera eso. Se las enjugó y entró a su casa. Desde
ese día pasaron las semanas y partir de entonces Kyle pareció no dedicarla
atención. Sólo la trataba fríamente. Durante ese tiempo y pasada aquella
primera vez en la que se conocieron, Mimet se había hecho muy amiga de
Madeleine. Al menos esa muchacha era agradable con ella y parecía acoger bien
las extrañas cuestiones que le hacía. De hecho Maddie se percató de que esa
chica no actuaba de esa manera tan peculiar por maldad o deseo de burlarse de
nadie. Era su modo de ser. Ella quiso entonces ayudarla a ir puliendo sus
formas. Y también se dio cuenta de que Kyle parecía haber perdido interés por
ella y que el resto de los chicos muchas veces la miraban de reojo, cuchicheaban
y se reían. Alguno incluso se llevaba un dedo a la sien y lo giraba con sorna.
Y lo que era peor, bastante chicas del instituto, bien por considerarla una
nerd, o simplemente por envidia, trataban de burlarse de ella. Por fortuna,
Mimet no parecía comprender o mostrarse afectada por eso. La propia Maddie tuvo
que dejarles las cosas claras a más de una. Como era una muchacha muy popular y
carismática, el resto de sus compañeras dejó tranquila a Mimet. Además, ésta
acudía muchas veces a ella para pedirle su opinión. Al ser novia de Asthel era la chica más
próxima con la que podía hablar y sus consejos nunca le venían mal. Por ello al
final le contó lo ocurrido con Kyle, su oyente la escuchó atónita e incluso
hasta contrariada cuando el relato concluyó.
-¿Hice algo mal?
Perdona si te he molestado por mi narración. – Declaró la joven casi
automáticamente al reconocer la expresión de enfado en el rostro de su
interlocutora. –
-No, tú no has hecho
nada malo. Al contrario. – Se apresuró a decirle Maddie variando su semblante
por otro confortador al pedirle. – Hiciste justo lo que debías. Anímate y
olvida eso.
-Me es imposible
olvidarlo.- Afirmó Mimet agregando. – Lo tengo bien grabado en la memoria.
Madeleine,
que creyó que esa respuesta obedecía a algo bien distinto, le dio un cariñoso
abrazo y la sonrió alentadoramente.
-Los tíos son unos
salidos. Bueno, no todos. La mayoría únicamente piensa en eso cuando nos piden
salir.
-¿En eso?
-Sí, en el sexo…ya
sabes.- Le aclaró su compañera.-
-¿También Asthel?- Inquirió
su contertulia dejándola perpleja.-
Madeleine no supo que decir tampoco
como tomarse aquello. Optando por la cautela, finalmente contestó.
-No, bueno él…es
distinto.
-¿Y vosotros habéis
tenido ese tipo de interacción?- Quiso saber Mimet con tono neutro y nada
cohibido.-
-¡No, para nada! – Exclamó su envarada interlocutora.- Quiero
decir que, esas cosas surgen poco a poco, tiene que pasar tiempo. En fin, a
veces no…
-No lo comprendo.-
Admitió su compañera.-
-Ni yo.- Sonrió
Maddie ahora, que creyendo haber dado con las palabras adecuadas, expuso.-
Debes dejar que las cosas sigan su curso, cuando llegue el momento lo sabrás.
Luego
fue a buscar a su novio y le contó lo que había ocurrido de forma muy indignada,
sin dejar de darle vueltas al porqué esa chica había mentado a Asthel.
- ¡Tu amigo Kyle es
un cerdo! ¿Qué quería, aprovecharse de ella?...
- No sabía nada de
eso, ya decía yo que era muy extraño ese cambio que ha tenido hacia Mimet, pero
hablaré con él,- le prometió Asthel sorprendido y también enfadado, pues su
amigo no le contó nada de aquello -...
-¡Eso, habla tú,
porque yo no le pienso dirigir la palabra! Nunca me ha gustado porque todo el
instituto habla de lo que es capaz cuando quiere ligarse a una chica. Pero no
pensaba que fuera a llegar tan lejos. Está visto que los chicos sois todos
igualitos, ¡nada más que pensáis en una cosa! Y cuando no os la dan, ¡pues
hala! Si te he visto, no me acuerdo. - Espetó Maddie que se alejó bastante furiosa. -
-¡Eh! Pero… espera…-
Le pidió en vano él que se quedó ahí clavado levantando los brazos y
encogiéndose de hombros. -
El atónito muchacho meditó sobre lo
que debía decirle a su amigo, decidió pensarlo y ya le hablaría mañana. Volvió
a casa y entró en su habitación, desde luego ese idiota la había fastidiado
bien. Madeleine se había enfado con él y con el propio Asthel, ¡como él si
tuviera la culpa sólo porque Kyle fuera amigo suyo!, en fin. Decidió llamarle
de inmediato y le dijo que debía disculparse. Éste le contestó que lo haría y
que no había pretendido ponerle en un aprieto. Tras prometerle de nuevo que
arreglaría las cosas con Mimet, colgó. Asthel se quedó pensativo pero
satisfecho de haber solucionado el problema. De pronto, una voz desconocida le
sacó de sus pensamientos. Miró hacia dónde provenía y se encontró con un hombre
joven y de pelo moreno, llevaba una capa larga negra y tenía unos penetrantes
ojos azules que le observaban inquisitivos.
- Hola Mensajero -
saludó éste sonriendo para presentarse. - Soy Redan, el último de los dioses
elementales que viene para adiestrarte.
- Hola Redan.
Encantado de conocerte,- respondió Asthel sin parecer nada sorprendido
añadiendo desapasionadamente. - Perdona que no esté entusiasmado pero ahora
mismo tengo otras cosas en qué pensar...
- Noto que has
perdido bastante de tu antigua capacidad, eso no es bueno.- Declaró el dios
moviendo la cabeza para aconsejarle. - Debes recordar lo más importante, ante
todo la fuerza del espíritu y la Trascendencia...
-¿Me ayudarás a
recuperarla? - Le pidió Asthel que se había quedado preocupado al oír esas
palabras -...
- Haré lo que pueda
pero todo depende de ti. Ahora te mostraré algunos trucos.
- Estoy dispuesto. -
Afirmó el muchacho. -
- Muy bien.- Sonrió
complacido su interlocutor.-
Y
durante varias horas el dios le enseñó diversas forma de trance espiritual y
como bilocarse con su cuerpo astral.
-Me cuesta bastante
hacerlo.- Le confesó el chico cuando estaba tratando de llevarlo a cabo.-
-Eso no es bueno.-
Estimó el dios, afirmando.- Antes, cuando eras un niño, podías hacer esto mismo
sin el menor problema.
Entre tanto Amatista se percató de
que su hijo no salía de su habitación, decidió entrar para ver si estaba bien.
Leval no estaba en casa, tenía que vigilar el cumplimiento de los pactos
logrados en la reunión de hacía dos meses y
entrevistarse con algunas autoridades. Incluyendo a la mismísima reina
de la Luna Nueva, por ciertas informaciones que habían llegado hasta sus oídos.
Maray estaba practicando canto en una academia y después iba a que Idina le
diera unas clases de baile. Sólo ella y Asthel estaban, al menos eso creyó
respecto de su hijo, pero éste parecía no dar señales de vida. Con cautela tocó
a la puerta y aguardó, como no hubo respuesta entró en la habitación y le
descubrió en compañía de Redan. El dios saludó a la mujer. Ella le reconoció y
se alegró de volver a verle.
-¿Cuánto tiempo ha
pasado?... ¿qué tal te va? - Le saludó Amatista aunque se dio cuenta enseguida
de que esas preguntas carecían de sentido para alguien que llevaba recorriendo
el universo desde hacía eones. – Bueno,
supongo que estarás muy bien…
- Yo estoy como
siempre he estado, para mí, vuestros años humanos han sido un instante.- Sonrió
él, que preguntó amablemente a su vez. - Pero ¿qué tal han sido para ti?...
- He sido muy feliz,
ya puedes ver a mi hijo y tengo una niña también. - Replicó ella añadiendo con
evidente certeza. - Dime Redan. ¿Vienes a enseñarle? ¿Verdad?...
- Así es - le
confirmó el dios, agregando ahora más en serio. - Ya nos queda poco tiempo, soy
el último de los que deben enseñarle por parte de los dioses elementales.
Después vendrá nuestro superior.
A la mujer no le gustó mucho oír
aquello. ¿A qué podría referirse ese ser con poco tiempo?. Empero, se
tranquilizó, posiblemente para su escala temporal eso significasen incluso
siglos. Así pues suspiró declarando.
- Ya había olvidado
todo eso con los años. Aquí tenemos una vida ajetreada y bastantes problemas
que arreglar. Al menos para la escala humana.
- Se solucionarán, no
temas.- Le aseguró Redan casi pareciendo querer darle más ánimo que
profetizarlo. - Tu marido lo conseguirá....bueno, ya volveré en otra ocasión,
me ha alegrado verte. Mensajero seguiremos trabajando.-Y dicho esto
desapareció. -
Madre e hijo guardaron unos instantes de silencio tras los que él le
inquirió con expectación.
- Mamá. Si éste es el
último de los dioses, ¿quién vendrá después?
- Si es el que yo
creo. Un dios superior, hijo. El más poderoso de los que te hayan visitado. - Le
respondió su madre acordándose del jefe de ese visitante y los demás, para
después encogerse de hombros y suspirar. – Poco más puedo decirte que tú no
sepas ya…
Sin embargo, Amatista estaba
aliviada. Al menos Redan siempre fue más considerado y parecía comprender más a
los humanos que sus compañeros. Aunque cuando vinieron a enseñar a su hijo todos se habían portado
bastante bien. Nada que ver a como se mostraron al principio. Cuando
aparecieran por primera vez. ¡De eso hacía ya más de quince años!
-Procura tener mucho
cuidado.- Le pidió su madre posando ambas palmas de sus manos sobre las
mejillas del chico para declarar en un destello de intuición. - Con los años
quizás hayas ido olvidando muchas de esas cosas. Cuando eras un niño todo eso
te resultaba natural…pero ahora.
Asthel
asintió, ¡era verdad! Ya se había olvidado, realmente comenzaba a preocuparse,
tanto el dios como su madre tenían razón. La mayor parte de las cosas que,
siendo pequeño eran normales para él, le
exigían ahora un mayor esfuerzo. Tendría que trabajar y mucho para recobrar sus
antiguas facultades. Le parecía tener que aprender todo aquello otra vez y se
dispuso a ello tan pronto como su nuevo mentor retornase. Ya tenía la edad y el
conocimiento suficientes como para darse cuenta de que eso iba muy en serio.
-Y tampoco puedo
consultar el libro. Antes sí que pude atisbar algo. En cambio ahora solamente
me informa de las cosas que han sucedido, pero cuando quiero mirar más allá…
Tan solo encontraba páginas en
blanco. Asthel desde luego podía conocer bastantes hechos que acaecían incluso
en otros planetas, y hasta ser consciente de los pensamientos de muchas
personas que conocía. Al principio tuvo que admitir que ojeó algo para
cuestiones algo baladís, como por ejemplo, si Kyle saldría en serio con Mimet.
Sin embargo, juzgó que eso era una intromisión en las vidas privadas de sus
amigos y renunció a mirar más.
-Tendré que hacerlo
todo por mis propios méritos y confiar.- Se dijo.- Hablaré con Redan, él podrá
aconsejarme.
Efectivamente
pasaron unos días y Redan volvió, tras haber enseñado al muchacho a desdoblarse
en forma material y espiritual, le dijo que nada más debía mostrarle aunque le
advirtió.
- Mensajero, como
creo que ya sabes, ya sea por intuición o porque te lo hayan revelado, hay
muchos otros que se deberán unir a ti, deberéis ser nueve...
-¿Nueve? - Inquirió
Asthel sorprendido al afirmar. – Sí, es cierto. Desde hace ya muchos años tuve
esa impresión y de hecho creo que ya sé quiénes son. He hablado con todos de
ello menos con una. Pero dime una cosa, Redan. ¿Por qué nueve?
- Deberéis ser nueve,
como los nueve círculos que hay. - Le respondió enigmáticamente su interlocutor. -
-¿Nueve círculos?...
¿qué significa eso? ¿Qué hay dónde? - Preguntó Asthel quien para su creciente
inquietud, cada vez comprendía menos. -
Redan
sonrió y negó con la cabeza.
- No te preocupes por
ahora de ese tema. Eso no me corresponde a mí decírtelo, ahora debes practicar
y recordar tus dones. Medita y libera tu conciencia. Sé que es difícil para ti
desconectarte de tu cuerpo y tus emociones primarias. Más si cabe ahora que
estás en lo que los humanos llaman adolescencia. Pero haz un esfuerzo, dentro
de poco será más sencillo, en cuanto atravieses esta edad. Llegará el momento
en el que debas emplear todo lo que has estado aprendiendo y tus compañeros de
viaje también, no olvides volver a explicarles muchas de estas cosas.
-Otra cosa.- Le
inquirió él.- En los últimos días he sentido algo extraño. Como si lo que ha
sucedido de alguna manera estuviese cambiado a cómo debería haber sido. ¿Sabes
qué pueda ser eso?
Redan le miró genuinamente sorprendido.
Eso le llamó mucho la atención a Asthel. Si hasta un dios de ese nivel se
quedaba así, aquello tendría que ser grave.
-Lo ignoro. Tú eres
el Mensajero, y puedes percibir cosas que incluso a nosotros, los dioses, se
nos escapaban. A buen seguro estarás en contacto con entidades mucho más
poderosas que yo. Por el momento olvídate de eso y céntrate en tu misión.
Y Asthel lo hizo, en las siguientes
días convenció a Granate y a Maray de que no debían olvidar todo lo que les
enseñase hacía ya algunos años. Redan pasó algunas semanas refrescándole
saberes y habilidades que el chico había creído olvidados.
-Mensajero, para
avanzar debes ser uno con todo lo que hay y lo que existe. Tienes que recobrar
plenamente tus dones.
-¿Uno?- Repitió él
sin parecer entender eso.- ¿Cómo haré eso?
-Medita mucho y
aprende de los hechos. Creo que alguien te dejó una importante arma de
conocimiento. Aunque no sé exactamente cual.- Respondió el Dios.-
El
chico recordó aquel libro una vez más. Tentado estuvo de comentarlo con Redan
como quiso haber hecho haría unos días, pero ahora su intuición le decía que
aquello no debía ser sabido ni tan siquiera por ese dios.
-Confió en ti, haré
todo lo posible por estar a la altura de lo que de mí se espera.- Replicó el
chico.-
-Estoy seguro de que
así será.- Sonrió su mentor.-
Y
así practicaron juntos repasando las cosas que Asthel había creído olvidadas y
un día, el dios se despidió con estas palabras.
- Debo dejarte y
recuerda, el día de la Trascendencia estaré a tu lado. Adiós Mensajero, saluda
a tus padres de mi parte.- Desapareció y el muchacho se quedó pasmado y con
muchas cosas que preguntarle… -
Así pasaron tres largos años, Kyle
en efecto se disculpó con Mimet, aunque no volvieron a salir. El joven
enseguida encontró a otras chicas con las que entabló alguna que otra relación.
Por su parte ella no volvió a salir con nadie en ese tiempo. Quizás eso fuese
fruto de la mala experiencia que tuvo con aquel chico o por su peculiar forma
de ser. A decir verdad muchos compañeros la miraban ya más como un bicho raro
que como a una muchacha atractiva. Acabaron el instituto y Asthel aparte de
jugar al baloncesto y progresar con su equipo, (en Bios había ya una liga a
nivel planetario entre institutos) seguía con sus progresos espirituales. Su
carácter poco a poco se hacía más tranquilo y suave, fruto de la meditación y
de sus estudios sobre ciencias arcanas que Mazoui, en sus ocasionales visitas
al planeta, le impartía a él y también al propio Granate que, por su parte,
también había crecido en mente y cuerpo. Ya tenía catorce años y dentro de poco
haría los quince, estando más alto que su madre y casi como su padre. Realmente
recordaba a veces a la imagen de su difunto y homónimo tío. El hijo de Sandy y
Coraíon parecía ser también muy receptivo, y junto con todo lo que su abuelo
Robert le contara empezaba a acumular unos conocimientos que quizás algún día
fueran a serles muy útiles. Asthel seguía su relación con Madeleine y ambos
estaban muy bien. Los hijos de Cooan y Michael también estaban más creciditos.
Tom tenía ya trece años, comenzaba con la adolescencia para desesperación de
sus padres y su hermana ya había cumplido los once. Además, su abuela Cooan iba
a venir a pasar una temporada con ellos, tras un año en Nature con Alan y la
familia de éste y otro más en la Tierra, cerca de Mimette y Daniel y con las
visitas de sus otras hermanas, estaba deseosa de visitar a su hija pequeña y a
sus nietos. Por supuesto ellos ansiaban ver a su abuela. E Idina seguía
reservando ese viaje tan especial que tenía en el espejo. Su amiga Nehie por su
parte continuaba en su papel de reina de la Luna Nueva y la hija de ella y Doran, un año mayor que Loren, ya parecía una
mujercita. Su padre la había entrenado en alguna de las tradiciones de los
guerreros del espacio pero sus costumbres eran mayormente las del reino de la
Luna Nueva. La cría no tuvo demasiado interés en convertirse en súper saiyajin
hasta que empezó a crecer. Eso, aunque al principio no gustaba a su padre,
aliviaba a su madre. Doran no tuvo más remedio que aceptar aquello. No en vano
su hija era la heredera del reino de la Luna Nueva. Hasta parecía que Seira y Calix,
los abuelos paternos, no se mostraron demasiado preocupados por ese particular.
Neherenia por su parte había hablado con su gran amiga y antigua compañera de
universidad, pidiéndole un favor. En cuanto Idina supo de qué se trataba se
alegró mucho y le prometió hacer todo lo posible por ayudarla…
-En fin. Esperemos
que sea posible.- Pensaba Nehie cuando su esposo se aproximó a ella.-
-Tienes que recibir
al embajador de Bios.- Le comentó su marido.-
-Es cierto. Bueno,
vamos a ver qué sucede…Desde luego hay que reconocer que la ayuda que nos ha
prestado Leval ha sido fundamental para establecer estas relaciones.- Afirmó
ella, quién enseguida le dijo a su interlocutor.- Le recibiremos en la sala de
audiencias.
-¿Le recibiremos?- Se
dijo en voz alta él.-
-Por supuesto, eres
el rey-. Sonrió Neherenia que, tomándole
de una mano, añadió hasta con cierto tonillo de pícara venganza.- ¿Acaso te
creías que ibas a poder escaquearte a entrenar a nuestra hija?...Ella también
estará presente, le conviene ir tomando nota de sus obligaciones. Como a cierto
padre suyo…
-Muy bien.- Cedió el
saiyajin admitiendo con resignación.- Los de mi raza no estamos hechos para
esto. Hasta mi madre, que nunca tenía miedo de librar ninguna batalla, temblaba
únicamente de pensar en aguantar este tipo de audiencias junto a la reina
Meioh.
-No se puede hacer
siempre lo que uno quiere. Pero cuando terminemos os prometo a Alice y a ti que
iré a ver como os dais algunos golpecitos de esos…- Le aseguró su risueña
mujer.-
Eso pareció gustarle a su esposo.
Aunque el entrenamiento solo iba a
consistir en hacer ejercicio y enseñar a su hija a concentrar energía. Todavía
era demasiado joven para pasar a cosas más serias. Al menos eso creía él. La
madre del saiyajin desde luego habría pensado de una manera bien distinta. Por
suerte para Alice no era su abuela Seira la encargada de entrenarla. De hecho,
la veterana guardiana estaba muy ocupada con su otro nieto Diaval, y sobre
todo, con la hija de Kiros, una prometedora muchacha de nombre Gloria Elua. O
al menos eso había llegado a oídos de Doran.
-La hija de mi primo
debe de ser alguien fuera de lo común, para que mi propia madre esté casi más
pendiente de ella que del heredero al trono.- Reflexionó, para añadir
dirigiéndose a su esposa.- Iré contigo gustoso a esa recepción, aunque luego
espero que tú te unirás a nosotros para ver el entrenamiento.
-Si no hay más
remedio.- Sonrió Neherenia con gesto divertido, afirmando ya con patente
orgullo.- Sabes que me encanta veros.
Así
que, más contento y animado por esa respuesta, Doran tomó del brazo a su mujer
y ambos se dirigieron de esa forma al salón del trono. De camino Neherenia
recordaba al hilo de aquello la llamada que le hiciera Leval unos años antes.
Estaba descansando precisamente junto a su hija, cuando Doran la avisó, al
igual que ahora.
-Te llaman desde
Bios. Es el hijo del príncipe Asthel.
-¿Quién?- Se interesó
ella que no caía en ese instante.-
-El príncipe Leval.
El primo del rey de mi pueblo.- Aclaró su marido.-
-Vaya. Enseguida
contestaré… ¿Es por línea segura?- se interesó la soberana.
Su esposo asintió, conectando una
gran pantalla el rostro y un plano de Leval de medio cuerpo aparecieron en
ella.
-Celebro veros, Majestad.
¿Me concederíais unos minutos? Deseo preguntaros algo.- Saludó formalmente él.-
-¡No hace falta que
seas tan protocolario! - Se rio la reina.- Estamos solos. Es un canal seguro.
-Disculpa Nehie, pero
uno nunca puede fiarse.- Sonrió ahora Leval para preguntar con más jovialidad.-
¿Qué tal estás? Veo que tanto tú, como tu esposo y la princesa Alice tenéis un
magnífico aspecto.
-Gracias señor.-
Repuso educadamente la niña, que debía contar entonces con unos diez años.-
Realmente era una linda cría de
largo pelo moreno ensortijado, y ojos azules como su madre. Incluso con
aquellas graciosas orejitas en punta, algo más elevadas y reducidas de tamaño,
eso sí, que las de su progenitora.
-¡Muchas gracias,
coronel! - Se rio nuevamente la reina, que, adoptando ya una expresión más
seria quiso saber.- Dime. Por tu tono la cosa parece urgente.
-Hace poco celebramos
unas conversaciones en mi planeta para decidir la política en materia de
inmigración y autonomía. Se acordó celebrar un referéndum y Erun, el líder de
los contras, durante su campaña ha puesto como ejemplo vuestro reino.
- Aquí nunca tuvimos
que hacer eso. De siempre fuimos independientes. Nominalmente somos dos reinos,
el de la Luna Blanca de Serenity y Endimión y el de la Luna Nueva, que es el
nuestro.- Le explicó la sorprendida soberana.-
-Lo sé, pero esos
tipos os quieren usar como ejemplo de mundo que está cercano a la Tierra y que
sin embargo no depende de ella. Posiblemente tratarán de establecer algún tipo
de contacto con vosotros esperando alguna declaración de apoyo para su causa.-
Les advirtió Leval.-
Tanto Doran como Neherenia se
miraron con cierta inquietud. Eso desde luego no lo tenían previsto. Ellos eran
aliados de la Tierra. Como tales se significaron como amigos de Serenity y
Endimión. Si apoyaban a esos individuos sería como renegar de esa alianza. No
obstante, tampoco querían tomar partido. Bastante tenían con un grupo de
insurgentes que estaba creciendo incluso en su reino. Los servicios secretos de
la Luna Nueva habían detectado desde hacía algún tiempo ya, algunos actos de
pequeños sabotajes o manifestaciones de descontentos. Teniendo en cuenta esto,
tras meditar un poco e incluso intercambiarse algunos murmullos con su esposo,
fue la soberana quién aseguró a su amigo.
-Puedes estar
tranquilo. No haremos ninguna declaración institucional que apoye un posible
voto por la independencia de Bios. Nos limitaremos a desear felicidad y
bienestar a tu planeta y a confiar en sus cauces democráticos para tomar
decisiones, siempre dentro del marco legal. De todas formas, lo comentaré con
los reyes terrestres. O con Chibiusa, si es que algún día vuelve del futuro a
vernos. Cuando venga, si es que viene, te informaré de lo que hablemos.
-Muchísimas gracias.
Si hay algo que yo pueda hacer para corresponder a vuestra amabilidad.- Se
ofreció Leval.-
-No te preocupes. Si
se nos ocurre algo te lo haremos saber.- Repuso Doran que añadió tras hacer una
leve inclinación de cabeza.- Bueno, tengo que dejarte, me requieren para una
reunión.
-Alice, acompaña a tu
padre y saluda a sus invitados. Vienen de Nuevo Vegeta. - Le pidió Neherenia a
su hija que asintió.-
-¡Quizás Seren venga
con ellos, y se traiga a Sandrei! – Exclamó la cría.-
La
niña realmente admiraba mucho a la princesa de los saiyajin y guerrera Plutón y
estimaba como a una buena amiga a la hija de ésta. Las dos habían pasado algún
tiempo juntas y Sandrei, que era algo más alta que ella y de larga cabellera de
color castaño oscuro, le había contado cosas sobre su planeta madre. Pese a que ella era hija de un humano. Recordaba
una de las veces que charlaron. En el palacio de Neo Cristal Tokio.
-¡Jo!, esto es muy
bonito. Incluso más que el palacio de mis padres.- Afirmó Alice mirando en
derredor aquellas diáfanas estancias con primorosas lámparas de cristal que
derramaban tonalidades de luz como si de un arco iris se tratara.- ¡Ojalá me
dejaran vivir un tiempo aquí!
-Mi madre al ser una
de las guardianas de la reina Serenity y el rey Endimión, tiene aposentos en
este lugar.- Le comentó Sandrei no sin orgullo, al añadir.- Algún día yo la
sucederé como guerrera Plutón.
-¿Y tu padre? ¿Es un
guerrero del espacio como el mío?- Se interesó su contertulia.-
Aunque aquí la expresión de su amiga
se ensombreció, tardó unos momentos en responder y lo hizo con cierto tono de
desdén.
-No, es un simple
humano. La verdad es que se separó de mi madre. No es digno de estar aquí, con
ella.
-Eso es muy triste.-
Repuso Alice sintiéndose mal por su amiga.- Yo quiero mucho a mi padre.
-Pero tu padre es un
guerrero poderoso y un rey.- Comentó Sandrei.- El mío era un vulgar ejecutivo
de multinacional. Se ve que mi madre descubrió que no merecía mucho la pena.
Pero no te preocupes. Aquí está el rey Endimión y hay muchos saiyajin que
vienen a vernos. Tengo amigos y lo paso muy bien cuando voy a Nuevo Vegeta. Mis
tíos son reyes allí.
-¡Igual que los míos!
– Se sorprendió su interlocutora, desvelando.- La reina es la hermana de mi
padre.
-Pues el rey es
hermano de mi madre.- Sonrió la encantada Sandrei, sentenciando.- Eso hace que
seamos primas.
La cría batió palmas y se aferró a
las manos de su contertulia, las dos sonrieron. Ahora tras acordarse de
aquello, estaba deseosa de salir corriendo…sin embargo, la voz de su madre la
detuvo.
-¡Alice! Tus
modales…- Le recordó Nehie con tono más serio.- Despídete con corrección.
-Perdón mamá. Adiós
señor.- Saludó la chica haciendo una leve inclinación hacia la pantalla.-
Leval correspondió a la misma, para
replicar.
-Adiós Alteza, que
tengáis un buen día.
La niña se marchó de la mano de su
padre. Neherenia sonrió al ver como salían y tomando la palabra comentó a su
interlocutor.
-Debes disculparla.
Todavía no controla del todo sus emociones.
-¡Y que nunca lo
haga! - se rio Leval afirmando con jovialidad.- Es una niña encantadora, me
recuerda a mi propia hija. Es bonito que tenga esa ilusión para ver a alguien.
-Sí, me acuerdo de mí
misma cuando iba a ver a Idina y a tu hermana. Hace ya tanto tiempo.- Repuso la
soberana no sin melancolía, aunque
enseguida recobró su gesto serio para añadir.- Y deseaba quedarme a solas contigo. Verás, ahora
que mi hija y mi esposo no nos escuchan, yo también quisiera pedirte un favor…
-Por supuesto.-
Afirmó su contertulio.- Tú dirás…
La reina pasó a exponerle aquello y
él asintió, asegurando.
-Haré todo lo que
pueda. Entonces, dices que Serenity te contó algo…
-Sí, pero ni ella
misma lo sabe con seguridad. Apenas tiene recuerdos muy remotos. Además está
aún muy afectada por el fallecimiento de su madre terrestre. No quiero cargarla
con mis problemas. Es por eso que espero que tú puedas darme alguna pista.
-Si averiguo algo no
lo dudes…- Afirmó Leval.-
Tras aquello se despidieron.
Efectivamente el coronel Malden mantuvo su palabra. Neherenia pudo averiguar
bastantes cosas de aquel tema que le preocupaba. Por su parte cumplió a su vez
y declaró ante un enviado del partido anti apertura esas palabras que le
comentase a Leval. Ese tipo no pareció quedarse muy contento al escucharla,
pero se hizo cargo de la posición de la soberana. En lo político, Bios celebró
el referéndum y desde hacía dos años existía una solución de compromiso,
autonomía del planeta respecto de la Tierra en materias como administración de
sus riquezas y recursos, pero con un pago al reconocer la deuda que se tenía
con el planeta madre por mor de los gastos de descubrimiento y terraformación.
Una emigración abierta, aunque con controles importantes, tal y como pidió
Leval. Y reconocimiento, al menos a título honorífico, de los soberanos
terrestres y de la Luna.
-Al menos no les fue
mal en eso. - Recordaba Neherenia tras llegar a su trono y tomar asiento.-
Bueno, vamos a ver cómo nos va a nosotros ahora con este acuerdo…
Y de hecho recibió a un enviado del
gobierno de Bios con el que firmó un tratado de mutua cooperación en migración
y exportaciones e importaciones. La Luna Nueva se beneficiaría de materias
primas esenciales a un buen precio y a cambio invertía en ese planeta y
permitía la llegada de biosanos a su zona de influencia, a fin de que éstos y
sus transportes, tuvieran una zona franca de operaciones en sus relaciones con
la Tierra. Los selenitas también eran buenos turistas y proporcionarían a ese
alejado mundo una buena fuente de ingresos. Al terminar esa reunión, la reina
cumplió su promesa y acompañó a su hija y a su esposo.
-Mamá.- Le preguntaba
Alice.- Lo que hacéis papá y tú es muy difícil. ¿Cómo se puede tener contento a
todo el mundo y salir ganado tú al mismo tiempo?
-Eso es imposible,
hija mía.- Admitió su contertulia afirmando.- Todo lo que hagas debería estar
siempre enfocado a buscar la felicidad de tus súbditos. Y eso significa buenas
relaciones con tus vecinos y velar por el bienestar de las personas. Y a veces
eso no es fácil. Significa entrar en conflictos de intereses con otros reinos o
gentes. Para eso también deberás estar preparada.
-Papá dice que un
gobernante debe ser fuerte. Por eso me va a empezar a entrenar. A mí me
gustaría ser como tú o como la princesa Seren. Sois guapas y elegantes y además
muy poderosas.- Recalcó con admiración.-
-No está reñido lo
uno con lo otro.- Convino afablemente Neherenia.- Yo, además de gobernar, luché
como Sailor Shadow…
-Hija, te diré lo que
mi madre, tu abuela Seira, nos enseñó a tu tía Aiona y a mí desde que éramos
incluso más pequeños que tú.- Terció Doran, para referirle.- La disciplina y el
control son esenciales para lograr tus metas. Un saiyajin tiene que perseverar.
Y cuando hablas de gobernantes fuertes, no solamente hay que serlo físicamente.
Sobre todo y mucho más importante, es tu mente lo que cuenta.
Alice estaba impresionada. Su tía
Aiona era la reina de Nuevo Vegeta. Desde luego tenía mucho que aprender de los
miembros de su familia. De este modo la cría fue escuchando los sabios consejos
de sus padres hasta que llegaron al cuarto de entrenamiento. Allí ante la sonriente
mirada de Neherenia, Doran comenzó a darle la primera lección a su hija.
-Es muy difícil
concentrar mi energía, papá.- Se quejaba la chiquilla.-
-Es lo normal al
principio, pero lo lograrás.- Aseveró confiadamente él.-
Y tras hacerla correr, saltar y
entrenar numerosos ejercicios, amén claro está de meditar, la agotada cría se
fue directa a darse un baño. En ese momento sus padres aprovecharon para
charlar. Neherenia tenía una idea sobre su pequeña que llevaba tiempo
madurando.
-Doran. Como sabes yo
tuve la ocasión de estudiar en la Tierra… Allí hice grandes amigos y me abrí a
conocer a la gente.
-Sí, lo sé muy bien.-
Repuso él esbozando una sonrisa.- Te recuerdo entonces cuando ibas a esa
universidad…
-Me gustaría que
nuestra hija tuviera esa misma oportunidad. Experimentar eso le haría mucho
bien. Aquí se pasa el día rodeada de solícitos cortesanos. Tiene que aprender a
valerse por sí misma.- Argumentó ella.-
-Tú eres su madre, y
sabes bien cómo educarla. Me parece adecuado, siempre y cuando tenga tiempo de
aprender aquí conmigo al menos las destrezas básicas de los de mi raza.-
Contestó el saiyajin.-
-Sí, tendrá tiempo
para hacerlo.- Convino su mujer, de modo que así quedó decidido, cuando la
soberana afirmó.- Dadas las actuales circunstancias en la Tierra, creo que Bios
será un mejor lugar. Pero ya veremos de aquí a un tiempo, cuando esté
preparada…
-¿Qué tal en Nuevo
Vegeta?- Propuso su esposo, alegando.- A Alice le gustaría ir. De hecho, mis
padres también tienen muchas ganas de verla.
-No es mala idea. Le
vendría bien para aprender mucho sobre vuestras costumbres. Aunque también
quiero que domine la diplomacia terrestre. Pero ambas cosas no son
incompatibles. –Admitió su esposa.-
-La propia reina
madre Meioh podría instruirla. Lo hizo conmigo. Y muy a conciencia. Además, es
la abuela de Sandrei que es tan amiga de nuestra hija.- Le recordó su
interlocutor.-
-Sí, recuerdo que
Alice me contó lo mucho que admiraba a su prima segunda. Que ambas charlaron en
el palacio de Cristal Tokio. En fin. Cada cosa a su tiempo. - Se limitó a
declarar la soberana.- Podemos mandarla una temporada a tu planeta, sí. Pero
luego es muy importante que adquiera experiencia y estudie en un planeta como
Bios. Le conviene saber cómo es el mundo real de las personas a las que habrá
de gobernar y sobre todo, de los humanos con los que deberá relacionarse.
-Claro, eso es
obvio.- Afirmó su esposo.-
-Verás, es que he
recordado lo que me contó en una de esas conversaciones con la hija de Seren.-
Le explicó Nehie añadiendo no sin pesar.- Sandrei demuestra una actitud muy
hostil contra su padre. Y por extensión hacia los humanos.
-¿Tú crees? -
Inquirió Doran quien no se había dado cuenta de eso.-
-Alguna vez pude
charlar con Seren y ella misma me lo confesó. La niña era pequeña cuando ambos
se divorciaron. Los motivos no fueron demasiado aclarados en su día. Sin
embargo, ella me contó que Sean se sentía cohibido e intimidado por algunos de
los saiyajin.
-Sí ese humano conoció
a Eron cuando viajó a Nuevo Vegeta me puedo explicar los motivos.- Suspiró su
interlocutor quien tuvo que reconocer.- Hasta nosotros nos sentíamos no
únicamente intimidados, sino asustados.
-No solamente fue
Eron. – Replicó Nehie.- Tú conoces a la princesa de Plutón mucho mejor que yo.
¿Acaso nunca te dijo nada sobre eso?
-Nunca le gustó
hablar del tema.- Respondió Doran.- Pero creo que tienes razón. Su ex marido
siendo humano no se adaptó bien a nuestras costumbres y no se hizo respetar.
-Él jamás podría enfrentarse
a un saiyajin.- Opuso Nehie.-
-Tal vez, pero como
le he dicho a nuestra hija, no solamente cuenta la fuerza.- Comentó su
contertulio aseverando con rotundidad.- La personalidad y el carisma son
fundamentales. La reina Meioh no es una saiyajin, y sin embargo no trates tan
siquiera de menospreciarla delante de alguno de nosotros. Ella se ganó el
respeto y la admiración de todos.
-Derrotó a tu madre.-
Sonrió Neherenia alegando casi con tono divertido ahora.- Cualquiera que fuera
capaz de eso se ganaría el respeto de todos.
Doran asintió sonriendo a su vez,
aunque no tardó mucho en replicar con aire reflexivo.
-La venció, sí. Pero
sin usar la fuerza. Eso es lo que impactó más a mi madre. Mira, no es que
quiera decir que Sean no fuera un buen hombre, pero estaba claro que él y Seren
eran muy diferentes.
-Por eso no deseo que
Sandrei llene la cabeza de nuestra hija con prejuicios contra los seres
humanos.- Declaró Neherenia.- Me gustaría que no coincidiese mucho con ella, ni
en Nuevo Vegeta, ni en el palacio de Cristal Tokio. Al menos hasta que Alice
sepa lo que es vivir de veras entre gente… llamémosla corriente. Y sobre todo
que aprenda a apreciar a las personas por cómo son y no por sus rangos o poder…Por
ello me gustaría que, llegado el momento, pasara tiempo en Bios. Junto con
Idina y su familia. Ten en cuenta que antes, al menos, contaba con la amistad
de Briseida, pero de un tiempo a esta parte, se han visto muy poco. Esa chica
apenas sale del condado de sus padres.- Comentó Neherenia con tinte algo
entristecido ahora, más al añadir.- Ni tampoco Anaris ha venido a verme desde
hace ya meses.
-Bueno, pues
invítalas a venir.- Repuso su esposo con tono animoso, para señalar.- Eres su
reina. No creo que rechacen la invitación.
Neherenia
se sonrió, moviendo despacio la cabeza. De todos modos su marido estaba en lo
cierto. ¿Por qué no invitarlas?. No como unas meras cortesanas, sino como
amigas de la familia real.
-Tienes toda la
razón. Les enviaré un mensaje.- Convino la soberana.-
Así se hizo, la cordial invitación
de Neherenia alcanzó en pocos minutos la residencia de su antigua doncella.
Anaris la recibió con alegría. No tardó en contárselo a su esposo. Briseo la
escuchó con atención y enseguida repuso, con visible satisfacción.
-Bien, y ¿a qué
esperas, cariño? Contesta a nuestra Bella y Gentil reina y acepta. Hace mucho
que no os veis las dos. Y lleva a Briseida contigo.
-Será estupendo, la
verdad es que la he echado mucho de menos. ¡Tanto trabajo aquí!- Suspiró la
encantada Anaris.- No hemos parado durante meses y quisiera contarle en persona
todo lo que hemos hecho.
Y es que, con gran esfuerzo, habían
logrado construir enormes y altísimas cúpulas que ahora albergaban unas grandes
extensiones de árboles y vegetación muy variada. Gracias a unos espejos que
reflejaban la luz solar incluso estaban produciendo muchísima cantidad de
oxígeno y alimentos.
-La reina se sentirá
muy orgullosa y satisfecha de ti, mi amor. Lo que hemos construido aquí
rivaliza incluso con su capital. - Alabó Anaris a su esposo.-
-No llegamos la
magnificencia de Selenopolis. Pero será un gran honor para mí que me considere.-
Se sonrió él, con un sarcasmo que su mujer no fue capaz de percibir.-
-Voy a decírselo a
nuestra hija. Seguramente que le encantará. Es muy amiga de la princesa.-
Remachó Anaris sin ocultar su entusiasmo.-
De
modo que dejó a su esposo que estaba dedicado a estudiar unos documentos y fue
en busca de su hija. Brise estaba en su habitación, aquella niña rubita se
había convertido en una jovencita bastante atractiva que comenzaba su
adolescencia. Quizás su carácter se había hecho más austero y meditabundo, entregada
a la lectura y a crecientes actividades sociales con las personas que la
rodeaban en su región. Al ver llegar a su madre la saludó y escuchó aquellas
noticias. No obstante y a diferencia de su padre, y para estupor de su
progenitora, reaccionó con desgana.
-¿Es realmente
necesario acudir, madre?- Inquirió con desagrado.-
-Hija, por supuesto
que lo es. Es una invitación de nuestra reina.- Le recordó Anaris, añadiendo
con visible sorpresa.- Pensé que ibas a alegrarte. Hace mucho que no ves a la
princesa Alice.
-¿A esa consentida?-
Se sonrió con desdén, alegando.- Me acuerdo bien de cómo me tenía para jugar
conmigo como si de otra de sus muñecas se tratase.
-¿Cómo eres capaz de
decir algo así?- Se escandalizó su madre.- Siempre fuisteis muy amigas y te quería
muchísimo.
La muchacha no replicó enseguida a
eso, sin embargo, al cabo de unos instantes suavizó su dura mirada y su gesto para
convenir con un tono más suave y humilde.
-Perdóname, mamá.
Quizás no lo recuerdo bien. Han pasado años. Cuando dejé la corte para educarme
aquí, pensé que fue por causa de Alice. Como si se hubiera enfadado conmigo…
-Cariño, eso no tuvo
nada que ver. Tu padre insistió en educarte aquí. Para que fueras consciente de
tu posición y tus deberes.- Le explicó Anaris, eso sí, sintiéndose más
aliviada.-
-Lo siento de veras,
claro que estaré encantada de ir.- Declaró más humildemente la chica.-
Su progenitora sonrió ahora con
visible contento para apresurarse a aseverar.
-Pues no se hable
más, contestaré a su Majestad informándole que saldremos mañana. Prepara tu
equipaje.- Le indicó a la muchacha.-
-Como tú digas.- Asintió
sumisamente Brise.-
Y tras ver como su madre se marchaba
la joven aguardó durante unos segundos. Luego sacó una especie de teléfono del
cajón de una mesita que tenía próxima y marcó un número. Al poco comentó,
dirigiéndose a un anónimo interlocutor.
-Tengo que ir a la Corte.
¿Quieres que haga algo? Muy bien, lo que tú digas. Haré eso mismo…ya te
informaré…adiós…
Cortó la comunicación y se dispuso a
obedecer el mandato materno.
-Por el momento, eso
me ordenaron que hiciera.- Reflexionó incluso censurándose a sí misma.- Antes
casi lo estropeo, no debí decir eso. En fin, representaré mi papel.
En
Bios mientras tanto, se había desarticulado más de una red de inmigración
ilegal. Todo salió como pronosticó Redan, las cosas parecían haberse arreglado.
Y sucedió que Asthel y Madelaine debían ir ya a la universidad. Ambos querían
estudiar carreras diferentes. La muchacha optó por medicina y el joven por
físicas. Mimet había mejorado bastante en sus expresiones y aquella frialdad
tan mecánica era ahora bastante más atenuada, de todos modos, estaba confusa.
No sabía si seguir los pasos de sus padres o decantarse por alguna otra cosa.
Con sus excelentes capacidades podía hacer lo que quisiera. Ahí radicaba
paradójicamente el problema. Casi todo le interesaba. Pero de todos ellos la
que más había cambiado, al menos físicamente, era Maray. Ya había dejado de ser
una niña, había crecido mucho. Era más alta incluso que su madre y muy bonita.
Además ya cantaba muy bien, sus años en la academia habían dado sus frutos y su
voz infantil había dado paso a una suave y clara voz de mujer joven que podía
acariciar o ser demoledora según el registro que adoptara. Y asimismo las
clases de danza y ballet con Idina le había reportado mucha agilidad y soltura
para el baile. Amatista y Leval estaban muy orgullosos de su hija. Realmente,
pese a que ella misma sufría a veces por algunos complejos, debía espantarse
los chicos a pares ya que, por ahora y pese a estar más solicitada de lo que
ella misma creía, no estaba interesada en tener novio. Se preocupaba más de lo
que su hermano le había enseñado y además tenía sus propios planes de futuro.
Algunos días, cuando estaba en su habitación, no paraba de probarse algo de
ropa y trataba de caminar con la mayor soltura posible.…
-Creo que ya lo voy haciendo
mejor, pero no sé. – Pensaba con inseguridad.-
Y es que veía los pases de modelos
que protagonizaban sus admiradas Sonia Calderón, Stephanie Kensington, o Debra
Azov, y no podía evitar tratar de compararse con ellas. Las más de las veces
suspiraba mirándose los pies y movía la cabeza para musitar.
-Parezco un pato
mareado. Ya me gustaría tener su estilo…
E invariablemente volvía a
intentarlo, eso sí, sin dejarse desanimar.
-Tengo que practicar
y mejoraré.- Pensaba con ánimo renovado.-
Además, tuvo una excelente noticia,
su amiga de la infancia Claire iba a regresar al planeta. Las dos charlaron por
video conferencia. Esa antaño cría, ya era otra hermosa jovencita.
-¿Y dices que tu
padre se ha retirado?- Le preguntó Maray.-
-Bueno, todavía no.
En unos pocos meses. Mis hermanos son mayores ya, viven en la Tierra , uno está
casado y no se moverán de aquí. Pero mis padres sí que van a volver a Bios. Y
yo con ellos.- Suspiró con aparente resignación.-
Tras la espera por el retorno, Maray
la observó dándose cuenta de ese último gesto y quiso animarla.
-¡Estoy deseando
tenerte aquí! ¡Tenemos que hablar de muchísimas cosas!
-Claro.- Sonrió ahora
Claire que pareció más animada al convenir.- También yo quiero verte.
Y
en eso quedaron, aunque todavía tendrían que pasar unos meses para su
reencuentro. En la Tierra entre tanto los reyes continuaban con su labor
mediadora. El padre de la soberana, Kenji Tsukino, falleció apenas un año
después de que lo hiciera su esposa. Todos se entristecieron notablemente pero
en esta ocasión fue la propia Serenity la que trató de animar a todos,
declarando que era el curso natural de la vida. De lo único que se apenaba era
de que su hija del futuro no hubiese podido despedirse de los que eran en
realidad sus abuelos. Las princesas por su parte se multiplicaban en actos
benéficos y si bien la mayor parte de los habitantes del planeta estimaban a la
realeza, esos grupos y organizaciones que insistían en mostrar su reparo, e
incluso su frontal rechazo, a lo que seguían considerando una especie de
dominación extra terrestre, se mantenían. Incidentes incluso instigados por
algunos misteriosos conspiradores que, poco a poco empezaban a dejarse
entrever. Y aquello era una guerra abierta en muchos frentes. No únicamente en
la Tierra. De hecho, los soberanos hubiesen deseado visitar también Bios.
Aunque por presiones y protestas de algunos partidarios de la anti apertura ese
plan no se llevó finalmente a cabo. Sobre todo tras la discutida votación de
referéndum. En Nature pareció surgir una corriente paralela de discrepancias
hacia el reconocimiento de la princesa Kakyuu que desembocó en una consulta,
saldada de forma muy similar a la de su planeta amigo. Además, el espíritu
moralista era cada vez más asfixiante en ese planeta. Empero, en Bios las cosas
habían cambiado mucho. Cuando esa controversia electoral pasó se celebraron incluso
unos juegos olímpicos allí, invitando a atletas terrestres, de la Luna y de
Nature, con un apreciable éxito. Pese a que por ejemplo, ni Asthel ni su
círculo de familiares quisieran participar, la delegación del mundo anfitrión
logró más de doce medallas, siete de ellas de oro. Además, entre otras
novedades, también se iba a celebrar la primera gala de un concurso convocado
con el objeto de elegir una reina de la belleza. Para la ocasión se invitó a un
prestigioso jurado y una de sus miembros iba a ser nada más y nada menos que la
dueña de la firma de moda Deveraux. Para este fin, ella y su esposo Diamante,
acompañados de Roy y Beruche, que querían visitar también a su hijo y sus
nietos, llegaron al planeta. Nada más llegar y hablar con su nieta, Esmeralda
tuvo que variar drásticamente sus planes y declinar la invitación para ser
miembro del jurado. Para justificarlo dio una rueda de prensa, los medios de
comunicación locales se desplazaron a un hotel para tal efecto. La veterana ex
modelo, como en sus mejores tiempos, jugó con las cámaras haciéndose con el
total protagonismo y su gran estilo y elegancia impresionaron a todos los allí
congregados. Una vez que se inició la
ronda de preguntas la primera fue la obligada…
- Señora Lassart
Deveraux.- Intervino una periodista. - ¿Puede decirnos el porqué de su decisión
de no aceptar ser miembro del jurado?
Esmeralda se acercó a uno de los
micrófonos y con todos pendientes de ella sonrió y contestó.
-Pues verán ustedes, son
asuntos de índole personal. No obstante, mi pupila Mirna Lidle podría suplirme
perfectamente.
Aquello no pareció bastar a la
prensa, dado que una nueva pregunta sobre el mismo tema le llegó.
-¿Pero no puede
aclararnos un poco más el porqué de su renuncia?
Y
tras tomarse unos segundos para replicar, la interpelada contestó.
-Verán ustedes, larga
y profunda reflexión, he decidido reconsiderar mi participación en este
certamen como jurado debido a…
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