martes, 8 de marzo de 2011

GWT 35.187. Tentaciones demasiado fuertes de vencer

Ni corta ni perezosa, Esmeralda se fue a buscar a su familia, allí estuvo durante un rato manteniendo el semblante feliz y distendido que todos tenían, pero en cuanto pudo habló con Maray a solas.



-Tienes un segundo, mi amor. Me gustaría hablar contigo.- Le pidió con tono amable y cariñoso.-

-Claro abuela.- Sonrió la jovencita, acercándose a ella.-



            La veterana diseñadora la llevó a un aparte, y allí, ocultas al resto, le comentó.



-Lo has hecho muy bien. Sé que no ha debido de resultarte nada fácil.

-Muchas gracias. Es muy importante para mí que tú digas eso.- Sonrió la halagada chica.-



            Aunque aquí el gesto de su abuela se ensombreció, pese a todo sonrió acariciando las mejillas de su nieta para afirmar.



-Has tenido mucho valor, sobre todo tras lo que has debido de pasar. Lo sé todo, cielo. Sé lo que te ha pasado.



            Y le refirió lo que le habían contado. La chica rompió a llorar, gimiendo y bajando la cabeza.



-¡Me siento muy avergonzada!



Pero su abuela la consoló con voz dulce y comprensiva en tanto elevaba suavemente el mentón de la chica con un dedo.



- No te culpes de eso mi niña, tú hiciste lo que debías. No tienes nada de lo que avergonzarte. Todo lo contrario. Siéntete muy orgullosa de cómo has sabido comportarte ante la adversidad.

-¡Fue horrible! - Sollozaba Maray que apenas si podía añadir entre balbuceos. – Me…me sentía tan asustada. Quizás podría haber quedado mejor y no he podido estar a la altura de lo que esperabas de mí.

- No, no digas eso, cariño. - La abrazó Esmeralda mirándola compasivamente y animándola de inmediato. - Tendrás muchas más oportunidades para demostrar lo que vales, ¡ya lo verás! Estoy muy orgullosa de cómo lo has hecho. No sólo no has contado con favoritismos sino que has tenido que afrontar ese terrible inconveniente. Lo que has conseguido ha sido enteramente gracias a tu valía y a tu tesón. ¡Te has portado como toda una profesional! Llegarás a ser una magnífica modelo y ya eres una estupenda cantante, eso seguro. Te lo digo yo. Si hubieses sido otra chica, ya te habrías ganado un puesto en la academia Deveraux. Por eso me enorgullece tanto que seas mi nieta.

- Gracias abuela. - Pudo sonreír Maray al fin, enjugándose las lágrimas mucho más reconfortada.  –Que tú digas eso significa muchísimo para mí.



            Su interlocutora asintió para retomar la conversación desde un punto de vista más serio.



- Y ahora nos encargaremos de ese asqueroso. Ya tengo preparado un plan. Ve y busca a esa amiga tuya, Crista,- recordó agregando confiada - ella nos ayudará...

- ¿La conoces, abuela?- Se sorprendió Maray. -

- Sí, fue ella la que me lo contó todo. Estaba muy apenada por ti. Desde luego que es una buena chica y creo que también tiene futuro en esta profesión. -Dictaminó Esmeralda.-

-Eso seguro, ya había participado en algunos concursos. Me dio consejos, y me ayudó mucho cuando eso pasó.- Le explicó la joven recordando a esa muchacha con tono agradecido.-

- Pues llámala y que venga, no tengo la más mínima duda de que aceptará mi proposición. – Le indicó su abuela.-



            Su nieta asintió, aunque sin imaginar cual sería la propuesta que iba a hacerle su abuela a Crista, corrió a ver si la encontraba aun. Tuvo suerte, su amiga estaba aguardando con sus padres y después de saludar a estos y alejarse un poco de allí, Maray le dijo que su abuela quería verla. Desde luego que esa chica corrió para allá. Al llegar, Esmeralda le explicó lo que quería que hiciera, la muchacha asintió mientras se reía. Poco rato después, se dirigió hacia la zona donde estaban todavía algunos de los jueces, entre ellos el tal Horace. Recogían sus cosas y se preparaban para irse. Crista se acercó por allí haciéndose la distraída. El viejo enseguida reparó en ella, la llamó con un gesto y ella se acercó a él despacio. Adentrándose en una zona en la que no había ya nadie.



-¿Qué haces aún aquí? Creía que ya todas estaríais en vuestra casa,- dijo él agradablemente sorprendido. -

- Me apetecía pasear por aquí por última vez, ¡es tan bonito y me ha hecho tanta ilusión el que me dieran un premio! Han sido ustedes muy amables, - respondió la muchacha con un tono muy cándido y agradecido. -



            Para Horace la tentación era muy grande, a solas con una chica tan bonita, vestida aun de forma provocativa, con una pequeña minifalda. Seguro que podría hacer algo con ella. Pero lo que él desconocía era que Esmeralda, acompañada de un técnico de Holovisión de los que habían cubierto el certamen, filmaba cada detalle. Junto a ella estaba Mirna, a la que su maestra también había llamado. Sólo tuvieron que esperar pacientemente escondidos a que se desarrollasen los hechos para grabarlo todo.



- Creo que tuvimos que haberte dado a ti el premio de Miss Bios. - Declaró Horace sin poder disimular su nerviosismo y creciente excitación. -Pero los otros jurados no estaban de acuerdo conmigo.- Se acercó a Crista que se había sentado con las piernas cruzadas y comenzó a acariciárselas a la par que le susurraba. - Eres muy guapa, yo podría recomendarte para otros concursos, si tú...



La muchacha, pese a sentirse muy incómoda y asqueada, aguantó admirablemente el tipo y siguió haciéndose la tonta.



-¿Sí?..¿Qué quiere que haga?,- preguntó con fingida ingenuidad mientras se levantaba. -



Sin poder resistirse más, Horace se abrazó compulsivamente a ella tocándole el trasero.



- Tienes un pompis bien puesto, ¿te gustaría sentir placer y de paso dárselo a un pobre viejo? - Jadeó con voz muy libidinosa. -

-¿Pero qué insinúa usted? - Exclamó ella que comenzaba a sentirse realmente asustada, aunque confiando en que la señora Deveraux y los otros estuviesen allí. -



Horace añadió presa de la excitación:



-¡Bájate las braguitas y agáchate!, ¡aquí nadie nos ve, será rápido y ya verás cómo te gustará!



            Esmeralda le hizo una señal a la atónita cámara, ya tenía suficiente. Cuando Crista hizo ademán de apartarse y ese tipejo intentó  sujetarla y quitarle su ropa interior, ella y los demás salieron en tanto la chica gritaba sin poder contener más su angustia.



-¡No, por favor, déjeme....socorro!



 El viejo se quedó sorprendido cuando vio salir a todas aquellas personas. Esmeralda se acercó y le apartó de la chica con un empujón espetándole con manifiesto desprecio.



-¡Viejo asqueroso y pervertido! ¡Ahora verás lo que es bueno! Has intentado abusar sexualmente de una menor y le has hecho proposiciones deshonestas.

En un primer instante Horace se quedó perplejo. No había podido reaccionar ya que todo fue para él muy repentino, pero poco tardó en negar con la cabeza de forma vehemente, chillando como un poseso.



-¡Eso es mentira, ella quería, quería que yo la ayudase!



Mirna salió también y le respondió sin poder ocultar su repulsa e indignación.



-¡Es usted repugnante! Esto le costará la cárcel, lo tenemos todo grabado...



            Dos policías, que también habían sido alertados, esposaron al viejo mientras éste se resistía y gritaba insultándolas.



- ¡Las modelos sois todas unas zorras!, os gusta pavonearos y provocar. ¡Malditas zorras!



            Pero al fin, pese a sus protestas y chillidos se lo llevaron a rastras junto con las pruebas y las declaraciones firmadas de todos los testigos, Crista suspiró aliviada en tanto se arreglaba la ropa.



-¡Menos mal!, creía que no iban ustedes a salir nunca. ¡Ha sido horrible!, pensé que iba a violarme el muy asqueroso.

- Siento que hayas tenido que pasar tan mal rato, te lo agradezco mucho y te aseguro que no lo olvidaré. Además de modelo has demostrado ser muy buena actriz. - La alabó Esmeralda que le repitió con voz aún  más considerada que en la ocasión anterior. - Llámame tan pronto comience mi “casting” de chicas para la temporada. Además del cursillo creo que podríamos darte algún desfile a prueba en la Tierra.



Crista abrió la boca impresionada, ¡no se lo podía creer! Esa era sin duda la oportunidad de su vida.  Para confirmarlo Mirna le sonrió y le dijo con tono muy jovial.



- Alégrate muchacha, ¡te puedo asegurar que la señora Deveraux no le ofrece eso a cualquiera!

- Mu, muchas gracias.- Pudo decir Crista que casi iba a llorar de la emoción.- ¡Yo…no sé cómo agradecerle!…Señora…



 Esmeralda sonriendo le hizo un gesto para que no siguiese hablando, asimismo dándola una cariñosa palmadita en la cara y después se alejó. Satisfecha, corrió a contarle a su nieta que todo estaba ya arreglado, ese individuo no volvería a aprovecharse de una chica nunca más.



-Bueno. Misión cumplida. Ahora toca pasar página.- Se dijo la veterana diseñadora.- Olvidar este desagradable asunto y ocuparnos del futuro…



            Y así fue, después de toda esta agitación pasaron los días. A esos sucedieron los meses y las galardonadas efectivamente acudieron a la selección de modelos. Esmeralda, cumplió su palabra, no se olvidó de Crista y la eligió para formarla en su casa de modas, tal como había prometido. Y  a decir verdad la joven no la defraudó. Tenía muchos deseos de aprender y mostró verdadera vocación. La única salvedad fue cuando tuvo que declarar como testigo en el juicio que se siguió contra ese tal Horace. Para desgracia de ese tipejo, animadas por el paso de crista, otras muchas denunciaron, incluida Maray.



-¡Es que no puedo creerlo!- Exclamó una furiosa Amatista cuando lo supo.- Hija mía. ¿Por qué no nos lo dijiste?- Quiso saber con enfado.-

-Perdona mamá, pero no quería que os asustaseis. Al final no llegó a hacerme nada. Pero hay otras muchachas que sí fueron víctimas suyas.

-Ya hablaré yo con tu abuela de esto.- Comentó su interlocutora visiblemente enojada.-

-La abuela no supo nada hasta que Crista se lo contó.- La defendió Maray alegando.- Ella dijo que, si os hubierais enterado en ese momento, habríais hecho alguna barbaridad.



            Leval, que había estado escuchando pacientemente hasta entonces suspiró, posando una mano sobre el hombro derecho de su esposa y admitió.



-Esmeralda tenía razón. La habríamos hecho. Es mejor así, será la justicia quien le castigue.

-La justicia le habría castigado antes igualmente. ¡Te lo aseguro!- Espetó Amatista acariciando la piedra de su collar de justiciera.-

-Mamá, así no.- Musitó Maray.- El modo de la abuela fue mejor. Ahora todas las chicas de las que se ha aprovechado van a tener justicia.

-Nuestra hija tiene razón. Yo hubiera podido desintegrar a ese canalla, pero y después, ¿qué?- Convino Leval.-



            Amatista tuvo que inspirar y expulsar el aire con calma y lentitud durante unos instantes, al fin asintió reconociendo aquello.



-Sí, mi madre siempre ha sido más cerebral que yo. Y me conoce muy bien. Es que solamente de pensar que ese cerdo pudiera haberte hecho algo así.- Afirmó con tinte indignado.-



            Se calmó lo bastante como para posar sus manos en las mejillas de su hija y decir.



-Escucha cielo, eres lo más preciado para mí. No soportaría que nada malo te sucediese.

-Ya lo sé, mamá.- Asintió la muchacha.-



            Así quedaron las cosas, al menos tuvieron la satisfacción de asistir al juicio, con Maray aportando su testimonio. Las pruebas y las declaraciones de al menos doce chicas ella incluída, fueron inapelables. Horace fue sentenciado a un total de cien años con un cumplimiento efectivo de treinta. Aunque eligió el ostracismo, esa medida aprobada en la Tierra, para la remisión de parte de su condena. Cuando tuvo la opción de decir unas últimas palabras en su defensa, no solamente no se arrepintió sino que, mirando fría y hoscamente a sus víctimas, sobre todo a Crista y a Maray, espetó.



-Algún día llegará mi venganza. ¡Malditas busconas!



            Fue Leval quien se levantó como un resorte de la silla, aunque entre Esmeralda, quien estaba allí también como testigo, y Amatista, lograron disuadirle de que hiciera nada. Sin embargo, Maray sintió un escalofrío. Era como si esa fuera una especie de profecía. O peor aún, una maldición. Al fin logró aparte eso de su cabeza. Los alguaciles se llevaron a ese tipejo sacándole así de su vida para siempre.



-Ahora olvidemos a ese viejo depravado y centrémonos en nuestros sueños. Tenemos que trabajar mucho.- Le comentó Crista tras aquello.-



            La joven estaba encantada. Antes de aquel proceso judicial, pasó en efecto unas colecciones en la Tierra. La propia Madame Deveraux la instruyó en algunas cosas. Y ya de vuelta en Bios ardía en deseos de comenzar su instrucción para convertirse en toda una modelo de categoría. Maray compartía ese anhelo. Por ello, aguardaron las palabras de Esmeralda que al fin les explicó.



-Ingresaréis en la academia de Bios por ahora, luego, cuando paséis el periodo de aprendizaje, comenzaréis a viajar a la Tierra y a Nature para exhibir colecciones y aprender de otras modelos.



            Así lo hicieron. La nieta de la diseñadora destacó y junto con su amiga fue tomada a prueba. Las dos comenzaron a pasar modelos en Bios y lo hacían muy bien. Maray hizo esto sin olvidarse tampoco de sus primeros pinitos como cantante en algún que otro festival, en los que cosechó unas muy buenas actuaciones. Sin embargo, no todo era el centrarse en la moda. La firma Deveraux ponía especial interés en que sus modelos, tanto femeninos como masculinos, tuvieran una buena educación en casi todos los temas. Así se lo comentó Mirna a las muchachas cuando éstas asistían a la sesión de presentación de las aspirantes en la sede de Bios.



-Muy bien, señoritas - Les comunicó la modelo que las observaba desde un atril.- Sepan que aquí, en esta casa, se les exigirá que, además de ser unas buenas profesionales, culminen algún grado  de estudios. Para las que todavía estén acabando el instituto es muy importante que no dejen de lado los libros. Y no me refiero a que se los pongan sobre la cabeza para practicar los desfiles…



            Hubo un coro de risas que enseguida se acallaron cuando la modelo prosiguió, más seria ahora.



-Es un mundo difícil y muy exigente. Demandará mucho de vosotras. Tendréis que estar prestas a darlo todo y trabajar muy duro desde el primer día. Y os diré algo muy importante. La recompensa no es la fama, ni salir en las portadas de las holo revistas, eso es efímero. El verdadero premio que obtendréis será el formaros como personas, viajar por éste planeta, la Tierra, Nature e incluso Kinmoku, entre otros, conocer gentes muy variadas y hacer muchos y buenos amigos. Atesoraréis mucha experiencia vital. Y para las que lo deseen, habrá posibilidad de obtener becas para las mejores universidades. En la firma Deveraux nos gusta demostrar que nuestros modelos de ambos sexos no son solamente apariencia. Recordadlo. El exterior, si no está a tono con un interior cultivado y equilibrado, no pasa de ser una cáscara vacía. Habréis de tener pasión por lo que hacéis, orgullo por vuestro trabajo y espíritu de sacrificio. Siempre lo decimos, y es cierto. Muchas no soportan el ritmo y acaban renunciando. Espero que no sea vuestro caso. Bienvenidas a la escuela de modelos de la Academia Deveraux en Bios…



Y todas las candidatas aplaudieron con entusiasmo, Crista y Maray entre ellas. La nieta de Esmeralda estaba viendo así cumplidos sus dos grandes sueños, ser una buena modelo y también llegar a ser conocida como cantante. Aspiraba incluso a poder grabar un disco algún día. Por si fuera poco, en casa estaban contentos y muy satisfechos, dado que no iba a dejar de estudiar.



-Para triunfar en la música creo que necesitaré ayuda.- Se dijo la joven pensando con entusiasmo.- Y sé quiénes serán las profesoras perfectas.



Y sin dudarlo habló con su madre y con Idina que le prometieron que, llegado el momento, tanto ella como el resto de las antiguas Justices, la ayudarían. De todas maneras la chica comenzó también a experimentar una especie de trances, siempre cuando estaba sola y se concentraba. Le surgían letras que cantaba casi sin pensar. Y sus cabellos se tornaban blancos inmaculados elevándose mecidos por una inexistente brisa. Sin embargo, ella no se preocupaba por esto, más bien al contrario, sentía una gran paz de espíritu y eso le ayudó a madurar bastante. No obstante, temiendo que otras personas no lo entendieran, decidió guardar el secreto sobre esas experiencias. El viaje a Nature estaba próximo y no quería que su familia se preocupase.



-Tengo muchas ganas de ir.- Se decía Maray.-



 De ese modo podría conocer en persona a sus admiradas Sonia Calderón y Stephanie Kensington, quienes ahora dirigían la academia de allí. Incluso su padre habló con su antigua subordinada y amiga Susan Hunter. Ella y Giaal vivían en Nature y en cuanto supieron por Leval que Maray iba a viajar allí se ofrecieron a recibirla y ayudarla en todo cuanto pudieran. Sin embargo, la muchacha pensaba ahora en esos extraños trances y por eso  habló de ello con su hermano poco antes de tener que marcharse.



-Dime, Asthel.- Le preguntó en una de las ya cada vez menos frecuentes ocasiones en las que podían reunirse para hablar.- ¿Qué significa eso? Antes recuerdo que los dioses nos enseñaron cosas. Pero yo nunca había hecho algo así de una forma tan intensa…



            Su hermano guardó silencio durante unos instantes, parecía resistirse a responder. Al fin, supo que no tenía otra opción. Las cosas seguían su curso y Maray tenía derecho a saberlo. De modo que, con amabilidad e incluso delicadeza, le comentó.



-Esa es la señal de que eres una elegida. En el fondo de tu corazón lo has sabido desde siempre. Y que sufras esos trances cada vez más a menudo quiere decir que tu parte espiritual, aquella que habrá de surgir cuando empiece nuestra misión, ha empezado a despertarse.

-Comprendo.- Musitó la chica queriendo saber.- Significa entonces que me queda poco tiempo…

-Todavía falta.- La tranquilizó su hermano, aunque no obstante, asintió.- Puede que unos pocos años. Por ahora disfruta de la vida. Tienes tiempo de realizar tus sueños. Al menos todos los que puedas. Eso es lo mismo que hago yo, porque sé que, algún día, deberé renunciar a ellos por algo mucho más importante.

-Gracias Asthel. Lo haré. Viviré lo más intensamente que pueda.- Convino ella tras darle un abrazo.- Te quiero, hermano.

-Y yo a ti. Siempre.- Le sonrió el aludido.-



Y así dejaron ya ese tema. Maray fue efectivamente a Nature para formarse durante algún tiempo. La joven viajó a ese planeta muy ilusionada y allí conoció finalmente en persona a algunas de esas modelos que había admirado desde niña. También hizo amigos de su edad y, sobre todo, conoció a alguien que despertaría sentimientos muy profundos en ella. Asimismo tuvo que vérselas con una dura rival. Mientras tanto los demás comenzaron sus estudios en la universidad. Asthel, Madelaine y Mimet, a ellos se unió Brian un par de años después. Su carrera podía cursarse en la Tierra pero él quiso ir a estudiar a Bios, algo le decía que debía ir allí. Kerria y Samantha no se opusieron a ello, sabían que junto con Leval y Amatista estaría bien. De este modo la aspiración de su abuelo Roy pudo verse satisfecha, ambos primos jugaron juntos en el equipo de la universidad y no tenían rival. Amén de causar sensación entre las chicas, ya  que, cuando llegó, Brian había crecido bastante, era un poco más alto que Leval y bastante atractivo. De carácter simpático aunque algo introvertido sin embargo para los desconocidos. Entre los suyos, en cambio, se tornaba mucho más comunicativo. Se alojó en la casa de sus primos y desde allí todos iban a estudiar a la misma universidad. Aunque en estas fechas estaba más apagado que de costumbre, recientemente había sufrido un fuerte desengaño amoroso y no estaba interesado en la multitud de animadoras y otras chicas que no dejaban de corear su nombre en los partidos. En cambio, su atención se dirigió hacia una mujer en su opinión mucho más fascinante y madura. Y al poco aconteció otra llegada más. Desde el reino de la Luna Nueva llegó Alice. Y no lo hizo con demasiado agrado.



-Cumpliré las órdenes y terminaré lo antes posible.- Se decía en tanto la nave que la llevaba se aproximaba a Bios.- Nadie dirá que no soy digna de mi linaje.



Aun a disgusto la joven recordaba como hacía unas tres semanas, estando en palacio, su madre la llamó. De inmediato acudió con sus galas regias. Aquel día no tuvo entrenamiento con su padre. Ahora ya era una chica en los inicios de la adolescencia y se notaba cambiar deprisa. Estaba casi tan alta como su madre y seguía creciendo. Aunque eso no era lo más importante, lo que si la desconcertaba era que quizás pasaba por una especie de crisis de identidad. Su lado saiyajin tiraba con creciente atracción de ella. El ejemplo de su prima Sandrei estaba siempre presente. Esa muchacha era muy poderosa y dinámica para ser tan joven y Alice deseaba parecerse a ella. Y a sus oídos habían llegado noticias del enorme poder que una tal Gloria Elua, la hija del primo de su padre, poseía. Al parecer era increíble hasta para los estándares saiyajin.



-No puedo quedarme atrás.- Se decía.- Soy una princesa y una noble saiyajin de élite. Por lo menos tanto como esa chica.



Y entrenaba con denuedo, esforzándose en mejorar. Pero, por otra parte, deseaba mantener sus hábitos de princesa de la Luna. De hecho, tenía en Briseida a su mejor confidente y amiga, aunque claro, siempre desde la distancia que sus diferentes rangos sociales les marcaban.



-Alteza.- Le comentaba por ejemplo aquella joven, a sus tribulaciones relativas a su status como guerrera, estando ambas en las estancias de la princesa.- Ya sois enormemente fuerte. No hay nadie aquí, salvo el rey Doran, que sea capaz de superaros.

-Eso no es suficiente. Al menos no para mi familia de Nuevo Vegeta.- Le explicó Alice.- Sandrei es ya capaz de convertirse en super saiyajin. Y esa chica… Gloria. Dice incluso que llega a superar esos niveles. Y yo todavía estoy luchando por alcanzar el primer nivel de super guerrero.

-Todo llegará.- Sonrió tenuemente Briseida, susurrándole con tono entre afable y reflexivo.- La mera fuerza física no lo es todo. Vos sois inteligente y decidida. Seguro que esas cualidades os llevarán a muchos éxitos.

-Gracias Brise. - Replicó agradecida.- Al menos tú me comprendes.

-Por supuesto, alteza. – Convino la interpelada, quién entonces se levantó cuando oyeron tocar a la puerta.-



            La muchacha se levantó, y abriendo descubrió a uno de los oficiales de la guardia que le informó.



-Disculpadme por molestaros. Pero la soberana requiere a su Alteza en sus estancias.

-Muy bien.- Asintió Briseida.-



            Alice lo había escuchado perfectamente, de modo que, sin perder tiempo, se levantó a su vez dispuesta a acudir a esa llamada.



-Te veré luego.

-Como vos digáis.- Se inclinó su interlocutora saliendo de la estancia.-



Por su parte la joven princesa también salió, dirigiéndose a las estancias privadas de sus padres. Cuando llegó la soberana se levantó de un sillón al verla y le comentó.



-Demos un paseo, Alice. Tengo que hablar contigo.



            La muchacha asintió obedeciendo de inmediato. Madre e hija recorrieron algunas partes del palacio, recibiendo las reverencias de los cortesanos que correspondieron con educadas inclinaciones de cabeza. Neherenia guió a su hija a través de los invernaderos, las zonas de lagos artificiales y demás sitios construidos en la cara oculta de la Luna durante décadas. Finalmente se detuvieron en medio de un parque. El favorito de la soberana. Nehie tomó asiento en un banco e invitó a su hija a hacerlo a su lado en tanto le confesaba.



-Siempre que puedo me encanta venir aquí, es un sitio luminoso, bello y lleno de vida.

-El parque Xanadú es tu favorito.- Observó tras sentarse Alice, leyendo la placa que daba nombre a ese espacio.-

-Sí, es el primer parque que creamos en el exterior, protegido por las grandes cúpulas.- Le comentó su madre.-



La muchacha asintió descuidadamente. El lugar era muy bonito sin duda, con muchos árboles, pájaros que trinaban en multitud de cantos diferentes, hermosas fuentes con intrincados diseños que escupían agua cristalina, alimentando pequeños estanques y algunas corrientes de agua que surcaban los cuidados campos. Y sobre todo, destacan a la vista la gran variedad de flores que allí crecían. Por otra parte, Alice se fijaba en los críos que corrían y jugaban encantados en los columpios y demás construcciones infantiles que había para ello. De pequeña, incluso ella misma venía cuando sus padres la traían. Entonces escuchó a su progenitora preguntarle casi como si de un acertijo se tratara.



-¿Sabes que es lo que más me gusta de ser la reina?...

-No lo sé, madre.- Replicó la joven, elucubrando.- ¿El poder para hacer lo que quieras?…

-El poder sí. Pero no para hacer lo que quiera, sino lo que debo hacer. Lo que debe hacerse. - Replicó su interlocutora, afirmando casi a modo de advertencia.- Hay una enorme diferencia entre una cosa y la otra.

-Bueno, supongo que sí.- Convino su heredera.-

-Verás Alice…tu padre y yo hemos estado hablando, de hecho hace años ya que lo pensamos….-Comentó la soberana, para proseguir, mirando ahora a los ojos de su hija.- Como princesa de la Luna Nueva has aprendido muchas cosas de protocolo, leyes, etiqueta y relaciones diplomáticas. Como descendiente de un saiyajin, tu cuerpo se ha entrenado y fortalecido. Ahora tienes que completar tu preparación.

-Muy bien. Dime que he de hacer pues.- Le pidió la joven.-

-Hemos pensado que aquí, en la Luna, no te enriquecerás lo bastante en materia de experiencias vitales. Creo que para potenciar tu educación tendrás que hacer un viaje a otro mundo.

-¡A la Tierra quizás! A la Corte de la reina Serenity con la princesa Seren!- Inquirió entre esperanzada y visiblemente entusiasmada, alabando.- ¡Es una idea genial!, podré aprender mucho con ella y practicar con su hija Sandrei.



            Eso sería maravilloso, la propia Briseida le había hablado de lo magnífico que era ese lugar. Tuvo ocasión de pasar allí unas semanas aprendiendo de las propias princesas planetarias. Y si la hija de la condesa de la región meridional fue tratada con muestras de gran deferencia, por aquellas míticas guardianas de la reina Serenity ¡cuánto más no lo sería ella!. Hasta podría ir juntas, pues Brise era su camarera principal. Sin embargo, su madre movió la cabeza, y tras sostener la mirada de la impetuosa joven aguardando a que ésta se calmase, le contó.



-Hemos pensado que irás a Bios. Te educarás junto a mi amiga Idina, que es princesa de la Luna, y sus hijos. Los conoces desde niños. Asistirás a clases allí.



            Desde luego que el rostro de la chica era totalmente permeable tanto para mostrar entusiasmo como decepción. Apenas sí pudo repetir con incredulidad.



-¡A Bios!... Pero, eso está, está muy lejos de aquí…

-Mejor así, debes aprender a valerte por ti misma.- Sentenció su madre.-

-Pero sería mejor ir a la Tierra. Si quieres que aprenda de alguien los soberanos son los mejores.- Adujo la joven.-

-No te digo que eso no sea cierto. Pero en este caso lo que tu padre y yo queremos es que sepas como vive y piensa la gente corriente. Eso te será más útil.

-¡La gente corriente! De eso tenemos ya de sobra en la Luna. - Masculló la chica, con creciente malestar.-

-Confío plenamente en Idina, es como una hermana para mí. Y tú congeniabas muy bien con sus hijos.- Le recordó conciliatoriamente su madre.-

-Cuando tenía seis años. - Replicó la muchacha, afirmando casi con tono ofendido por ese comentario.- Ahora tengo catorce. Ya no soy ninguna niña pequeña.



            Neherenia suspiró armándose de paciencia. No creyó que su hija fuera a ser tan reticente, incluso a disgustarse tanto. Pensó sinceramente que aquello le gustaría. Sin embargo, Alice había ido cambiando mucho en los últimos años. Lejos estaba de ser esa niña encantadora que tanto gustaba de sentarse junto a ella, ver esos holodiscos de las Justices o escuchar algunas historias que le contaba cuando paseaban y jugaban en este mismo parque. Pese a todo era noble y de buenos sentimientos. No obstante, su progenitora seguía creyendo que le hacía falta una lección de humildad. De hecho Alice no era mala chica pero, poco a poco, entre su desarrollo físico y su rango de palacio, se había ido haciendo distante respecto de sus súbditos. Su carácter era demasiado altivo en ocasiones y eso se debía a que no tenía apenas amigos de su edad. Y los pocos que vivían en la corte siempre tenían que rendirle pleitesía. Sobre todo Briseida. Y es que, desde hacía algún tiempo, Neherenia no podía dejar de ver con algo de preocupación la relación que esas dos mantenían. No es que detectase nada que se saliera de lo normal, pero precisamente era esa forma tan convencional que tenían ambas de tratarse. La hija de Anaris daba la impresión de estar volcada en complacer la vanidad de Alice hasta en los más ridículos detalles. Y esa desde luego, no era una buena influencia para su hija. Era como si, tras toda aquella obsequiosidad, Brise ocultase algo. Aunque la soberana no acertaba a intuir el qué, a pesar de ser capaz de percibir sensaciones en esa muchacha que nada le agradaban gracias a su condición de guardiana de los misterios lunares. En cualquier caso, estaba inquieta por Alice. Desde luego que Neherenia no iba a permitir que a su hija le sucediera lo mismo que a ella en su anterior encarnación. Sin embargo, Alice quizá era distinta de lo que la propia soberana fue. Cuando Nehie viajó por vez primera a la Tierra e hizo amistad con Idina también tuvo a los padres de ésta y a Chibiusa y las amazonas. Luego fue a la Golden State a cursar una carrera universitaria, siendo ya adulta, lo que reforzó más sus lazos con las personas comunes. Su hija por el contrario no disfrutó de aquella experiencia. Ella quería que la tuviera. Barajó con su esposo la opción de que, más adelante, la niña fuera a estudiar una carrera a la Tierra, pero antes quería que aprendiera lo que significaba vivir sin privilegios, rodeada de personas normales en su día a día.



-Será para ti una bonita experiencia.- Subrayó tratando de ser más animosa.- Te resultará muy útil para el futuro.

-Lo dirás en broma, supongo.- Rechazó la joven cruzándose de brazos y levantándose, en tanto se negaba.- Madre, no quiero ir, no voy a ir allí. ¡Ni lo pienses!…¡Rodeada de insulsos plebeyos! ¡Vaya una pérdida de tiempo!



            Y estaba dispuesta a irse cuando la voz de su interlocutora la detuvo, pero ésta vez no sonaba ya jovial, ni desenfadada. Por el contrario, su tono era autoritario y cortante.



-¡Alice!, no te he dado permiso para irte.- Al oír aquello, la muchacha se detuvo en seco y su madre prosiguió con severidad.- Jovencita, no te estoy dando a elegir, ni solicitando tu aprobación. Como tu madre y como tu soberana es mi deseo que hagas ese viaje. Cursarás allí los primeros años de secundaria y obedecerás en todo a Idina que se encargará de tutelarte.

-Estoy segura de que papá no consentirá que deje mi entrenamiento.- Repuso la agitada chica dándose la vuelta para enfrentar su indignada mirada a la de su progenitora.- Es parte de mi educación…

-Tanto tu padre como yo hemos acordado que así será. En Bios existen personas lo suficientemente poderosas como para hacerte progresar en todas las áreas. Incluida la del combate al estilo saiyajin.

-¡Esto es muy injusto, disponéis de mi vida sin siquiera preocuparos de lo que yo quiero! - Se lamentó la chica con amargura.-



            Pero lejos de mostrarse apenada su madre la miró todavía con más severidad y la abroncó.



-¡Ya es suficiente! Eres la princesa heredera del trono de la Luna Nueva, no una cría llorona. Te guste o no, tienes obligaciones que cumplir. He probado a tratar de hablar contigo de madre e hija. Pero, si te lo tomas así, entonces, como reina tuya que soy, te estoy dando una orden. Si te disgusta tanto la idea piensa que es un servicio a tu mundo. Ya tienes edad para empezar a comprender lo que eso significa. Más allá de tus privilegios y la vida regalada que has estado llevando hasta ahora, tienes deberes asociados a tu rango.



            La niña respiraba con agitación y estaba visiblemente enfadada, sin embargo, supo contener su ira y replicó con un sarcástico tono, tamizado de impostada amabilidad, en tanto se inclinaba en exceso…



-Lo que vos digáis, Bella y Gentil Majestad. Cumpliré vuestras órdenes. Como lo haría cualquier súbdito vuestro.- Sentenció, remarcando las últimas palabras con manifiesto desprecio. Para agregar con un falso tono sumiso.- ¿Me dais la venia para retirarme ahora?

- Te marcharás dentro de unos días. Comienza con los preparativos. - Le informó su resignada madre que, con un tono bastante más decaído en su voz, elevó una mano y suspiró con tristeza.- Puedes retirarte…



            La chica no replicó a eso, simplemente se alejó de allí a grandes zancadas, llena de indignación por lo que consideraba una manifiesta injusticia. Nehie se quedó sentada en ese banco un rato más, recibiendo aquella luz solar reflejada por unos grandes espejos que orbitaban la Luna. Suspiró. Su esposo Doran estaba ausente, en cuanto llegase tendría que contarle lo sucedido…



-¡Oh, Dios mío! Qué difícil es a veces mi cometido.- Se decía con pesar.- Ya me lo dijeron ellas y tenían razón. Muchas veces hay que ignorar lo que el corazón nos grita. Pero es por su propio bien.



            Recordaba algunas de sus propias experiencias cuando estuvo viviendo en la Tierra, fue a la universidad con Idina, e incluso conoció a las primas y amigas de ésta. Particularmente le vino a la memoria una vez. Justo tras terminar ese concierto que dieron a beneficio de los niños y las mujeres maltratados. Ella se estrenó como cantante allí. Al menos siendo una Justice de honor. Suspiró, precisamente suplió a su gran amor, el fallecido Granate. “La quinta Justice” como él le dijera en broma que se hacía llamar. Todas estaban ya desmaquillándose y listas para ducharse y cambiarse cuando la propia Neherenia comentaba no sin algo de pesar y resignación.



-Bueno, se ha terminado el sueño de ser una chica normal y corriente. ¡Ahora tengo que retornar a la realidad!

-Anda que te quejarás, chica, ¡Menuda realidad! – se rio Katherine.- ¡Eres una reina!

-Te tocará gobernar a jornada completa.- Declaró Kerria, añadiendo animosa.- Pero tranquila, eres una buena persona, lo harás muy bien.

-Desde luego, por un lado te entiendo, Nehie.- Terció solidariamente Idina.- Es mucha responsabilidad.

-Sí, es cierto.- Convino Amatista.- Durante mi viaje en la SSP-1 me he dado cuenta de lo importante que es saber qué decisiones tomar. De ti pueden depender las vidas y la seguridad de muchas personas…



            La aludida miró al resto con gesto pensativo. Y entonces replicó a modo de cuestión general para todas las presentes.



-¿Qué creéis vosotras que es lo más importante?- Quiso saber la soberana centrando la atención de sus interlocutoras cuando aclaró.- Me refiero a… ¿qué tendríais vosotras más en cuenta a la hora de gobernar?... ¿En qué debería basarme como soberana para lograr la felicidad de mis súbditos?

-Es una pregunta muy complicada.- Repuso Katherine, quien enseguida aseveró.- Para mí, lo más importante sería estar muy bien informada para saber qué es lo más necesario para mi pueblo. Constatar la opinión de mis ciudadanos. Así sabría si voy por el camino adecuado…

-No sé. En mi opinión sería fundamental dar prioridad a la ciencia.- Declaró a su vez Amatista.- El fomentar la investigación y los conocimientos para mejorar la calidad de vida de la gente. Por norma general los recursos son muy escasos y hay que emplearlos bien. Para eso la tecnología ayuda mucho…

-Pues yo creo que, ante todo, se deben elaborar unas leyes justas y adecuadas para todos. –Valoró Kerria.- Un buen gobernante debe cumplir y hacer cumplir la ley. Dar seguridad a las personas que dependan de él o de ella…

-En mi caso, me decantaría por la educación.- Aseveró Idina.- Un pueblo con buena preparación puede tener todo lo que mis compañeras han dicho. Si enseñamos y preparamos a los críos desde pequeñitos tendremos buenos científicos, informadores y juristas y sobre todo, buenas personas.

-Sí, pero para eso debes tener leyes que lo sustenten.- Repuso Kerria.- Como una buena ley de educación.

-Con una buena red de información y aprobación para que la gente lo sepa.- Añadió Katherine.- Hay que consultar esas cosas. Y comunicarlas apropiadamente para que comprendan bien tus intenciones.

-Y no digamos los medios técnicos para poder dar formación a todos.- Remachó Amatista.- Con una sociedad avanzada y ciencia al alcance de la gente.

-Claro, pero para hacer todo eso, tienes que estar formado antes.- Comentó Idina que agregó con tintes solidarios.- De todos modos no te envidiamos nada tu cometido, Nehie. Mi mayor problema será quizás como gobernar una clase con veinte niños y niñas pequeños.

-Es cierto. Lo de ser reina y tan joven como tú, es una gran responsabilidad.- Convino Kerria.- Siempre tienes que estar dando ejemplo.

-Estar en el candelero a todas horas exige mucho, es cierto. Por lo que estoy aprendiendo en la facultad de periodismo, alguien con esa relevancia siempre va a ser mirado con lupa. Hagas lo que hagas, nunca vas a contentar a todos y te criticarán…- Convino Kathy. -

-¡Eh chicas! - Terció Amatista entre jocosa y algo compadecida por aquella muchacha.- ¿Estáis tratando de animarla o de deprimirla? ¡Pobre Nehie!



            Las demás se rieron, en tanto la soberana suspiraba, admitiendo con tintes de broma o quizás más en serio de lo que ella misma se creía…



-¡Un poco más de tiempo escuchándoos y me darían ganas de abdicar!





            Su comentario provocó las carcajadas de sus amigas. Todas, incluida la propia reina de la Luna Nueva, compartieron ese momento entre risas.



-Yo creo que el secreto es que seas tú misma.- Comentó Kathy al final, tratando de arreglar su anterior intervención, para sentenciar.-  Al que le guste bien, al que no… ¡que se fastidie!

- Si escuchas a tu corazón y a tu conciencia todo irá bien.- Afirmó Idina.-

-Y que te preocupes tanto por querer ser una buena reina ya indica que seguramente lo serás.- Convino Kerria.-

-Ahora eres tú la que debe decidir.- Remachó Amatista, sentenciando.- Estamos seguras de que tomarás las decisiones adecuadas.



            Neherenia sonrió. Esas chicas eran buenas personas, inteligentes y sensatas. Todas sus sugerencias habían sido magníficas. Efectivamente, era ella la que debía decidir y concluyó que, en cierto modo, todas tenían razón. Aunque, quizás por una mayor cercanía o por la carrera que había cursado, estaba más cerca de la postura de Idina. Con la educación empezaba todo. Por eso organizó becas para estudiantes de la Luna a fin de que pudieran ir a la Tierra y aprendieran. De ese modo podrían investigar y mejorar con la ciencia las condiciones de vida de su reino. Esas grandes cúpulas con invernaderos y todas esas extensiones de bosques y partes habitables ganadas a lo largo de los últimos años eran la mejor prueba. También sugirió y aprobó leyes para mejorar ese aspecto y otros, como corregir desigualdades y garantizar derechos. Entre otros, la libertad de información  a fin de que sus súbditos pudieran elegir el camino que considerasen más adecuado cuando votasen a los diferentes gobiernos de las provincias en las que se dividían, e incluso en las elecciones al parlamento. Ella misma, pese a ser la Jefa del Estado en su calidad de reina, tenía que someter sus proyectos y leyes a la aprobación del mismo. Ahora deseaba tanto que su propia hija aprendiera de aquello y se beneficiase de su propia experiencia. De modo que, pese a lo sucedido y ese enfado, no se arrepentía de haber tenido esa conversación con ella.



-Desgraciadamente Alice todavía es muy joven para verlo de esa manera.- Se lamentaba la soberana en sus reflexiones, sentada en aquel banco.- Sólo espero que, algún día, se dará cuenta de lo importante que ella es para mí y para todos.



            Por su parte la joven princesa aludida no tardó en ir a cambiarse de ropa. Ya con su uniforme saiyajin de entrenamiento se metió en la cámara especial y estuvo lanzando golpes y bolas de energía hasta quemar toda la rabia y la frustración que llevaba dentro. Eso sí, con la vana esperanza de que su padre mediaría en cuanto ella le contase aquello. Por desgracia eso no sucedió así. Doran fue tan firme como su esposa y le ordenó claramente que debía cumplir con ese mandato. Sus palabras fueron.



-Si tanto de precias de ser una saiyajin debes saber que para nosotros el sentido del honor y del deber se antepone a cualquier otra cosa. Y ese mismo sentimiento te obliga a acatar las órdenes de tu madre, que también es tu reina sin protestar.

-Sí, padre.- Musitó ella bajando la cabeza y sabiéndose totalmente derrotada.- No te decepcionaré. Te lo prometo…



            Frustrada y resignada a su suerte, volvió a sus dependencias. Tras darse un baño se puso ropa más cómoda. No tardó en llamar a Brise para contarle lo sucedido. El rostro de su amiga expresó consternación, aunque sus palabras fueron aparentemente animosas.



-Alteza, si la reina lo ordena, no tenéis más remedio que obedecer. Seguro que lo hará por una buena razón.

-Seguro que sí.- Suspiró Alice con evidente desencanto.-

-Deberé retornar entonces a casa con mis padres. Hace bastante que no les veo.- Observó la joven doncella.-

-Claro. Me apenará separarme de ti, pero es lo más adecuado.- Admitió la joven princesa.-





De modo que, días después, Brise retornó a la región meridional de la Luna y ella por su parte, viajó a Bios. Vestida como cualquier jovencita de su edad. Una camiseta y pantalón largo, con zapatillas deportivas y su largo pelo, cortado ahora como media melena más cómoda y funcional. Idina por supuesto fue a recogerla junto con el resto de la familia. En cuanto la nave que la traía arribó al astropuerto de Vitae, la princesa fue reclamada por unas voces familiares.



-Alice, ¡Aquí! Estamos aquí…



La chica quiso llevar su maleta en un gesto más de rebeldía. Si tenía que sufrir aquello lo haría con todas las consecuencias. De nada sirvieron las súplicas de sus acompañantes ocupados de escoltarla para que les dejase a ellos. La joven les replicó de manera desabrida.



-El deseo de mis reales padres es que me comporte como cualquier chica corriente. Eso pienso hacer.



            De modo que, tras dejar a distancia a su atribulado séquito, la niña se plantó en la salida. Escuchó esa voz y se dirigió hacia la misma. Allí estaban Idina, Tom y Loren.



-¡Qué alegría tenerte aquí! – Exclamó Idina corriendo a abrazar a esa muchacha.-



            No obstante, ésta dejó su maleta e hizo una inclinación bastante educada pero fría. Su interlocutora se detuvo entonces y la oyó saludarla a su vez.



-Celebro veros, alteza. Mis padres me encomiendan a vuestra custodia.

-Ya, bueno…no te preocupes, no es necesario que uses esos tratamientos entre nosotros. Mira, aquí están mis hijos. Tom y Loren…



            Tom se adelantó, recordaba bien a esa cría tan graciosa, aunque ahora se quedó visiblemente impresionado. Se había convertido en una chica muy guapa. Para la edad que tenía su cuerpo estaba muy desarrollado con sus atributos femeninos. Y es que a él, que contaba ya con dieciséis años, esas cosas no se le escapaban.



-¿Puedo ayudarte con la maleta?- Inquirió amablemente el chico.-

-No, déjalo. Pesa bastante para un humano corriente.- Repuso ella con cierta indiferencia dejándole algo cortado.-

-¡Hola Alice!- La saludó también Loren, que contaba ya con trece años, y todavía mantenía mucha de su inocencia infantil, cuando le dijo.- ¡Qué bien!, ahora podremos volver a estudiar y jugar juntas…



            Aunque su contertulia le dedicó una mirada que estaba entre la incredulidad y el desdén, únicamente para replicar con tono, eso sí, educado pero desapegado.



-Mucho me temo que mis obligaciones me impedirán jugar contigo como antaño…pero agradezco tu amabilidad.



            Loren no supo que responder a eso, pero se quedó bastante chafada. Esa no era la amiga que recordaba. De todos modos, Idina medió enseguida para tomar la palabra con jovialidad.



-Alice estará cansada. Ha sido un largo viaje, cariño.- Le dijo a su desconcertada hija. Para dirigirse después a la recién llegada. - Lamento que mi marido no haya podido venir, está trabajando. Ahora iremos a casa y te mostraré tu habitación. En cuanto lleguemos contactaré con tus padres para decirles que estás aquí.

-Como tú dispongas.- Fue la lacónica réplica de la princesa.- Te obedeceré en lo que mandes.





            Y así sucedieron las cosas. Al llegar a su casa Idina, vía espejo comunicador, llamó a la Luna. Neherenia no tardó en ponerse apareciendo en el espejo como si de una pantalla de holovisión se tratara.



-Alice ya está aquí.- Le sonrió su amiga.-

-Gracias por hacerte cargo de ella. -Sonrió la reina.- Y disculpa las molestias.- Añadió algo más apurada.-

-Por favor, Nehie. No es ninguna molestia. Somos amigas. Tu hija es como una sobrina para mí.- Contestó jovialmente Idina, asegurando a su interlocutora.- No te preocupes, la cuidaremos bien. ¿Quieres hablar con ella?

-No es necesario.- Contestó la soberana.- Con saber que está bien y con vosotros es suficiente. Debe empezar a apañárselas ella misma. Solamente te pido que me cuentes de vez en cuando como se desenvuelve.

-Claro que sí. Pierde cuidado.- Sonrió Idina.-

-Adiós y muchas gracias, amiga mía.- Se despidió la soberana.-

-Adiós, cuidaos mucho por allí.- Le deseó la interpelada.-



Terminada esa conversación el espejo volvió a reflejarla a ella. Idina se encaminó al salón. Allí estaba la princesa heredera, sentada en un sofá. Junto con Tom y Loren que la observaban aunque ninguno hablaba. Desde luego, ese silencio era incómodo.



-Bueno, tu madre ya está informada de tu llegada.

-Gracias.- Contestó lacónicamente la niña.-

-Ven te mostraré tu habitación.- Le dijo Idina.-



 La muchacha la siguió dócilmente. Su anfitriona le mostró un cuarto amplio y funcional. Aunque para ella era apenas un cuchitril.



-Toda esta casa cabría en mis estancias privadas.- Pensó con desdén aunque por supuesto, dijo algo bien distinto, tras forzar una leve sonrisa.- Muchas gracias por tu amabilidad.

-te dejo para que te instales. Cenaremos dentro de un par de horas.- Le informó Idina.-



 Y cerró la puerta dejando que esa jovencita tuviera su intimidad. Alice por su parte se sentó en la cama que tenía en ese cuartucho y suspiró luego se dedicó a sacar sus cosas de la maleta. De este modo, la recién llegada se dispuso a comenzar lo que juzgaba su particular odisea en ese planetucho…



-En fin. Lo soportaré como digna heredera que soy.- Pensaba en tanto se tumbaba en la cama tras deshacer el equipaje.-



            Asthel mientras tanto ya llevaba dos años de carrera. Estudiaba astronomía. Estaba enfrascado en sus exámenes cuando un día, por fin, recibió la última visita. Una gran luz se hizo en su dormitorio, cuando ésta se fue apagando apareció un sillón que flotaba en el aire y sobre él un hombre sentado. Éste se presentó sin más rodeos, sabedor de que el joven le había estado esperando.



- Soy Georcael, Dios superior y tu último instructor, Mensajero.

- Vaya, habéis tardado mucho en venir todos. Creía que vuestras visitas iban a ser en un plazo de tiempo mucho más corto. -Le dijo Asthel sin evidenciar ningún tipo de asombro. -

- Venimos en cuanto creemos que estás preparado y ahora ha llegado el momento. Tú ya dominas casi todo lo que debes conocer. - Le indicó Georcael. -

- Bueno, ¿y qué me enseñarás tú entonces? - Quiso saber  el chico, recordando. - Redan me dijo que eras el jefe y el de más categoría de entre vosotros y que me explicarías algo que él no podía.

- Yo te llevaré a través del tiempo y del espacio.- Le desveló el dios. - Así conocerás  todo lo que ha ocurrido y su porqué. Nos  remontaremos hasta mucho antes de tu nacimiento.

- ¡Estoy ansioso por comenzar ese viaje!,- exclamó Asthel confiándole a su interlocutor. - He soñado sobre algunas cosas, e incluso he leído sobre otras. Por eso tengo tanta curiosidad por verlo.- Le comentó mostrándole aquel libro que había seguido guardando.-



            Georcael negó entonces con la cabeza, haciendo un espacio con ambas manos como si quisiera distanciarse, para decirle con prevención.



-Ni aun yo estoy autorizado para consultar el Libro de los Días.

-Tampoco yo lo he abierto en mucho tiempo. - Confesó el chico, añadiendo.- No deseo desvelar nada que no deba conocer a su debido tiempo…

- Has hecho bien. Eso prueba que has alcanzado la madurez.- Convino su interlocutor quién le avisó con un tono inusitadamente inquieto en él.- Ese libro puede ser un arma muy poderosa. Mal empleado incluso causar enormes desastres…

-Sí, lo sé. Y de hecho, eso creo que ya ha sucedido. ¿No es así?.

-Así es.- Admitió el Dios, agregando.- Y muchos hemos tenido que emplearnos a fondo para tratar de repararlos a lo largo de la historia.

- Ahora sí que estoy impaciente para ver que deseas mostrarme. – Le respondió el muchacho tras volver a esconder ese grueso tomo de color burdeos.-

-Sea pues. Sin embargo, una cosa te advertiré,- declaró el dios con seriedad. - Lo que verás serán las cosas que han sido, no pueden cambiarse. Pero tampoco será como una película, verdaderamente te transportarás a esos momentos y lugares. Tú no serás detectado por nada ni nadie, salvo si pierdes tu concentración. Pero no deberás tener deseos de intervenir en nada de lo que veas, recuérdalo bien...

- Comprendido. No te preocupes.- Asintió Asthel que inquirió impaciente -... ¿cuándo nos iremos?

- Cuando tú quieras, Mensajero. - Le replicó Georcael declarando con tranquilidad -, yo tengo todo el tiempo a mi disposición.

- Espero que no tardaremos demasiado, tengo mucho que estudiar,-  dijo ahora el chico algo inquieto por eso, lo cual no dejaba de ser paradójico. -

- No temas, como te he dicho controlo el tiempo. Te traeré a éste mismo momento cuando terminemos. Para ti habrán pasado quizá semanas de viaje, pero para tu tiempo en este momento únicamente unos segundos.

- Entonces vámonos ya....- le pidió Asthel y Georcael asintió, envolviendo a su protegido en una bruma blanquecina. –



Ambos desaparecieron, unos segundos después se escucharon golpes de llamada en la puerta de su habitación, era su madre que iba a preguntar al chico si quería tomar algo...



-¿Asthel?.- Le llamó Amatista.-



            Como no contestaba decidió dejarle a su aire. Quizás hubiese salido en uno de aquellos extraños viajes. Aunque decidió intentarlo de nuevo. Justo entonces alguien la llamó. Era su sobrino.



-Quizás haya terminado de comerse lo que le he llevado y quiera más, teniendo en cuenta que es en parte saiyajin.- Se sonrió ella.-



Y es que Amatista, antes de pasar por el cuarto de su hijo, se había acercado a verle a una habitación contigua en la que Brian estaba estudiando. Ella llamó a la puerta y pasó, su sobrino sonrió levantando la vista de sus apuntes.



-¿Cómo vas Brian? ¿Es muy difícil? - Se interesó ella de forma muy amable mientras dejaba una bandeja con leche y galletas. -

- Lo llevo bien, gracias tía ¿Esto es para mí?,- preguntó él mirando la bandeja con agrado. -

-¿Y para quién si no? - Le respondió Amatista sonriente mientras le acariciaba el pelo invitándole con afabilidad. - Anda, merienda un poco, tu primo y tú lleváis encerrados varias horas. Ahora voy a ver si Asthel quiere algo...

           

            El joven miraba a su tía de forma inquisitiva. Ésta, sin reparar en ello, le dejó estudiar y salió hacia el cuarto de Asthel. El chico trató de concentrarse de nuevo en sus estudios, pero le costaba mucho hacerlo, cada vez que la veía le pasaba lo mismo. Sabía que eso no podía estar bien pero no podía evitarlo. Entonces, cortando sus reflexiones con un pequeño susto, sonó el vídeo teléfono, era Maray. La chica llamaba desde otra ciudad del planeta, estaba allí haciendo unos pases de modas en calidad de alumna en pruebas de la academia que su abuela había puesto en Bios. El chico atendió el teléfono y en la pantalla apareció el sonriente rostro de su prima que le saludó.



- Hola Brian. ¿No están por ahí mis padres y mi hermano? He estado llamando y nadie me respondía...

- Asthel estará en su cuarto estudiando,- respondió él añadiendo todavía con un poso de inquietud fruto del sobresalto. - Tu madre le ha ido a llevar algo de comer. Tu padre no está, creo que trabaja hasta tarde hoy. -

- Pues nada, diles que he llamado.- Le encargó Maray que agregó recordando. - ¡Ah perdona! , no te he preguntado qué tal estás tú...



Brian sonrió ahora algo más centrado.



-.Estoy muy bien, también me has encontrado estudiando para los parciales, ya sabes, un rollo pero ¿qué se le va a hacer? ¿y tú?...

-¡De maravilla!,- sonrió la aludida a la que se veía muy  animada mientras le contaba. -Llevo sólo tres semanas aquí y ya he pasado tres colecciones, ¡es estupendo! Mi abuela me ha llamado y me ha dicho que desde aquí le han mandado muy buenas críticas sobre mí. Está muy contenta y dice que cuando termine mi periodo de prueba en Bios, volverá a enviarme a Nature para trabajar nada más y ¡nada menos que, con Sonia Calderón y Stephanie Kensington! Las que dirigen la sede de Moda Deveraux allí. Y más tarde lo más probable es que vaya a su escuela en la Tierra y que seguramente después desfilaré para ella. Eso sería ya como profesional, como mucho dentro de un año o dos. Además, tengo que grabar mi primer disco y encima prepararme para entrar en la universidad La abuela es muy tajante en eso. Debo estudiar. ¡Estoy muy ocupada, y completamente agotada, pero muy contenta! - Remachó con verdadero entusiasmo. -

- Es maravilloso, me alegro mucho por ti. - Le dijo él con una amplia sonrisa. -

- Bueno, pues ya nos veremos Brian, volveré a llamar más tarde, adiós.- Maray colgó y desapareció la imagen. El muchacho decidió ir a decírselo a su tía. -



            Cuando salió de su habitación y fue para ver si la encontraba, ésta iba a tocar nuevamente a la puerta del cuarto de Asthel, Brian la llamó...



- Tía Amatista, ha llamado Maray...



La aludida, dejando la bandeja que llevaba para su hijo en un mueble cercano, sonrió y comentó con visible interés.



- Vaya, ni me enterado, ¿qué ha dicho? ¿Está bien?...

- Sí, está muy contenta.- Afirmó Brian contándole lo que habían hablado. - Dice que volverá a llamar.

- Lleva ya tres semanas fuera y me parecen tres años.- Suspiró Amatista que realmente echaba mucho de menos a su hija. -

- Te comprendo bien, yo llevo aquí casi un año y  me acuerdo mucho de mi familia.- Le confesó el chico. -

- Bueno, aquí nos tienes a nosotros,- aseguró cordialmente ella besando a su sobrino en una mejilla para añadir con cariñosa jovialidad. -Ya sé que no es lo mismo pero también te queremos.



            El muchacho volvió a tener esa sensación, ¡no!... ¡Tenía que controlarse! , no estaba bien lo que pensaba ni tampoco lo que sentía. Ya había tenido bastante después de lo que le pasó la última vez en la Tierra, y ésta vez no existía excusa posible. Sabía de quién se trataba. Sonrió levemente con el semblante algo pálido y volvió a su cuarto para seguir estudiando. Una vez allí los mismos pensamientos le asaltaban una y otra vez. ¿Y si Amatista sintiera algo por él? Siempre le besaba y le acariciaba. Es cierto que nunca de una forma que pudiese interpretarse mal, pero aun así él tenía pensamientos que no se atrevía a reconocer. Cuantas veces se había despertado agitado después de soñar que ella entraba en su cuarto y empezaba a besarle de forma apasionada. Luego los dos se acostaban y hacían el amor. Brian quería apartar esa idea de su cabeza. ¡Amatista era su tía!, no carnal, pero estaba casada con el hermano de su madre y era a su vez la madre de Asthel y Maray, que eran sus primos. Decididamente tendría que olvidarse de eso. Pero ella, pese a tener ya más de cuarenta años aún era guapísima y lucía un cuerpo que provocaba un tremendo deseo en el chico. Ahora aquella mujer reunía los atributos de la madurez más maternal  combinados con los de una todavía refrescante juventud y belleza. Brian no dejaba de pensar en ello, resopló y decidió no apartar la vista de sus apuntes...



-¡Maldita sea! Tengo que estudiar en serio y olvidarme de todas esas fantasías…



            Mientras tanto Mimet estudiaba a su vez. Había decidido ser la mejor cirujana del planeta y con su gran cociente intelectual no le sería difícil. Devoraba materialmente los temas de estudio, llevaba dos años en la universidad y su currículo era impresionante, ¡todo matrículas de honor! Mimí y Ken no podían estar más felices y satisfechos por las notas de su hija, pero desde que le contaran hace años la verdad sobre ella, la joven no había vuelto a ser la misma. No es que fuera casi inexpresiva como antaño en lo tocante a sus emociones, ahora ni siquiera intentaba demostrarlas  La muchacha parecía no estar interesada en nada que no fueran sus estudios y eso les llenaba de preocupación y pesar ¡Ojalá que su hija lo superase  pronto y encontrase un chico con el que pudiera aprender a comportarse como una persona normal, reír, amar e incluso por qué no, discutir! A todo esto, Mimet iba a la clase de  Madeleine. La única con la que compartía más temas que los simples estudios. Ésta también llevaba unas excelentes notas y además de seguir saliendo con Asthel, Maddie aspiraba a convertirse en un buen médico y especializarse en pediatría, pues le gustaban mucho los niños. Granate y Maray ya tenían una historia aparte, ella como le había contado a Brian, estaba en el camino de convertirse una cotizada modelo y cantante, pero a la vez de eso, ya pensaba en elegir una carrera. La joven suspiraba ahora, en la ciudad de Selenia, en donde estaba pasando aquellos modelos. Desde luego hubo una cosa que no le había contado a su primo.



-¡Ojalá pueda regresar pronto a Nature! Me gustaría mucho volver a verte.- Recordaba.-



            Y es que haría ya algunos meses que ella retornó de allí. Pudo conocer a esas dos modelos a las que tanto había admirado desde cría y no la decepcionaron. Las dos eran buenas personas y muy amables. La ayudaron mucho y le dieron valiosos consejos. Pese a todo, ella pensaba mucho en otra persona. En alguien que nada tenía que ver  con el mundo de la moda pero que había conseguido enamorarla.



-¡Alex!- Se sonreía casi ruborizada.-



            A su llegada a Nature, aquel joven tan apuesto y amable la estaba aguardando.



-Hola.- Sonrió saludándola, en tanto ella se le quedaba mirando con gesto de sorpresa.- ¿Eres Mary Malden, verdad?

-Sí, soy yo. Bueno, mi nombre es Maray. – Le corrigió afablemente ella para querer saber a su vez.- ¿Y tú, eres?

-Disculpa. Me llamo Alex Ginga.- Se presentó el joven algo azorado por su equivocación.-

-¿Vienes de parte de la casa Deveraux?- Inquirió la muchacha.-

-No, soy hijo del doctor Giaal Ginga y de la comandante Susan Hunter. Mis padres son muy amigos de los tuyos. Creo que fue tu padre quién le contó a mi madre que ibas a llegar hoy a esta hora. Ella me encargó que viniese a buscarte.

-Muchas gracias.- Le dijo ella realmente reconocida, alegando eso sí, con algo de inquietud.- Aunque creo que desde la casa Deveraux iban a mandar a alguien a buscarme. No quisiera que esa persona viniese aquí y pensase que no he aparecido.

-No te preocupes, llámales si quieres.- Le propuso el chico.-



            Maray aceptó de buena gana, algo le decía que podía confiar en ese muchacho. De hecho, nada más verle sintió algo especial. Como si hubiera tenido que conocerle. No tardó en llamar. Fue una mujer de rasgos orientales la que atendió el video teléfono.



-Modas Deveraux. Soy Bai Chen, ¿En qué pueda ayudarla, señorita?

-Verá, soy Maray Malden, vengo al cursillo y a las clases prácticas. Acabo de llegar al astropuerto de Sagan City. Llamaba para decirles que ya han venido a buscarme y que no tienen que molestarse en enviar a nadie.

-Muy bien, señorita Malden.- Convino esa individua.- Informaré a la señorita Kensington.- En breve le enviará un mensaje para que se presente usted aquí.

-Gracias.- Repuso Maray cortando la comunicación.-



            Hecho esto, y tras aguardar a un droido que portaba su equipaje, Alex la guió hasta un taxi deslizador.



-Si te parece, vamos a tu residencia. – Le propuso él.-

-Todavía no me han asignado ninguna.- Comentó algo azorada la chica.- Estoy aguardando el mensaje de la directora.

-Bien, en ese caso podríamos ir a ver…- Aunque el joven se detuvo a media frase, pensándolo mejor, rectificó.- No, mis padres estarán trabajando. Tenían muchas ganas de verte. Pero ahora no es posible. Bueno, ¿tienes hambre? Podríamos ir al Clargin a pasar el rato. Hasta que te avisen, así podrás despejarte del viaje en lanzadera.

-¿El Clargin?- Repitió ella sin comprender.- ¿Qué es, un restaurante?

-Bueno, casi. Es una cafetería excelente. ¡La mejor de Nature!- Aseveró él, afirmando.- Todos mis amigos y yo vamos allí. Las dueñas son unas mujeres muy simpáticas.

-En ese caso, estaré encantada de ir.- Sonrió ella.-



            Y así lo hicieron. El taxi deslizador les llevó casi a la puerta de un local diáfano, de grandes escaparates que lucía muchas tartas y repostería en ellos. Maray suspiró. ¡Aquellas eran armas de destrucción masiva para una modelo! Pero por una vez supuso que no pasaría nada. Su acompañante la guió al interior y sonrió saludando a dos muchachos, un chico de pelo rubio, y una joven de pelo moreno encrespado que estaban allí sentados tomando algo.



-Hola chicos.- Saludó Alex con tono jovial.- Mirad, os voy a presentar. Ésta es Maray Malden. Acaba de llegar a Nature. Maray, ellos son Gloria Derail y Franklin…

-Encantado.- Se anticipó el rubio chico antes que su amigo concluyera de presentarle, levantándose enseguida para dar la mano a esa joven.- Por favor. Sentaos con nosotros.



            Fue evidente para todos que Franklin enseguida se dio cuenta que ella era bastante más alta que él. Y eso que  Maray llevaba unos zapatos bajos.



-Gracias.- Sonrió  ella con mucha calidez, reflejando una gran belleza, para declarar con tono suave y sencillo.- Acabo de llegar y todavía no me he adaptado al cambio. Aunque Nature sea tan parecido a Bios. Para despejarme un poco tras el viaje, Alex me sugirió venir aquí. Disculpad que os hayamos interrumpido.

-No había nada importante que interrumpir.- Replicó esa tal Gloria con tono neutro en tanto comentaba con interés.- Así que no eres de por aquí.

-No, claro.- Confirmó la interpelada con timidez, recordando a su inquisidora lo que acababa de decir.- Vengo de otro planeta.

-Maray está aquí para hacer prácticas en la casa Deveraux. – Les contó Alex.- Ha ganado una mención en el concurso de Miss Bios. Como mis padres son muy amigos de los suyos fui a recogerla al astro puerto.

-Así es, enseguida iré a la sede de modas Deveraux de aquí, me alojaré allí. Tengo muchas ganas de conocer a Sonia Calderón y a Stephanie Kensington.- Destacó la chica.-

-¿Y quiénes son esas?- Pretendió desconocer Gloria.-





            Maray le dedicó una mirada de sorpresa a su interlocutora. No porque no estuviera al tanto de la identidad de esas mujeres. Para alguien ajeno a ese mundillo pudieran ser relativamente desconocidas. Pese a que, sobre todo Sonia, había sido también una famosa actriz. Sin embargo, lo que le llamaba la atención fue ese tinte despectivo en las palabras de aquella muchacha. No obstante, quiso obviar aquello y respondió de modo afable, explicándole.



-Dos modelos muy famosas. Sonia también es actriz. Y no solamente están ellas. Keiko Tomoe, una célebre cantante, vive en este planeta también. Me encantaría poder cantar con ella.- Suspiró la muchacha con tono e incluso mirada soñadora.-

-Eso podemos arreglarlo.- Afirmó Alex, con una expresión divertida, en tanto se aproximaba a la barra y le comentaba a  la encargada algo, al volver, el chico declaró.- Voy a hacer realidad tu deseo, aunque sea de una forma algo heterodoxa.

-¿Qué le has dicho a esa señora?- Quiso saber Maray.-

-Se llama Ginger y es la dueña.- Apostilló Gloria casi con severidad.- Recuérdalo.



            Desde luego esa extraña muchacha parecía haberle tomado ojeriza nada más verla. Aunque eso pasó desapercibido al resto, dado que una canción comenzó a sonar, y Alex invitó a la perpleja e incluso ruborizada Maray a acompañarla con su voz.



-Vamos ¡Puedes cantar a la vez que ella!- Insistió el muchacho.-



            Y pese a la situación la recién llegada sonrió asintiendo y comenzó a cantar para deleite al menos de ambos chicos.



Sólo sujétame ahora, sujétame ahora
Di que estarás para siempre
Di que el día nunca llegará



Sólo sostenme, sólo sostenme

Permanece así para siempre

Porque sólo estamos comenzando



Desde luego Maray hacía gala de una voz prodigiosa, llegando incluso a eclipsar la de la propia Keiko y hasta siendo capaz de acoplarse a la de esa artista como si realmente las dos estuviesen cantando a dúo.



Dime porqué los amantes tiene que partir

Sé que sucede todo el tiempo

Y es muy triste porque esta vez somos tú y yo



Sé que te estoy perdiendo, pero es que no puedo creerlo, cariño

Solo sujétame ahora, sujétame ahora
Di que estarás para siempre

Di que el día nunca llegará
Sólo sostenme ahora, sólo sostenme ahora


Permanece así para siempre
Porque sólo estamos comenzando


Dime porque los sentimientos tienen que cambiar

Que le sucedió al amor que conocí
Lo sentí desvaneciéndose un poco más cada día

Y te perdí pero no puedo aceptar la verdad, cariño.


Sólo sujétame ahora, sujétame ahora
Di que estarás para siempre
Di que el día nunca llegará



Sólo sostenme ahora, sólo sostenme ahora

Permanece así para siempre

Porque solo estamos comenzando

Dime porqué los amantes deben partir

Se que ocurre todo el tiempo
Y es muy triste porque esta vez somos tú y yo.

Se que te estoy perdiendo pero no puedo creerlo, cariño

Sólo sujétame ahora, sujétame ahora
Di que estarás para siempre
Di que el día nunca llegará



Sólo sostenme ahora, sólo sostenme ahora

Permanece así para siempre

Porque solo estamos comenzando

Dime, ¿por qué los amantes se tienen que ir?


(Tina Cousins. Forever. Crédito a la artista)


            Al concluir la canción sonaron bastantes aplausos de los pocos clientes que había en la cafetería. La propia  dueña se aproximó alabando a esa muchacha y le comentó entre admirada y llena de nostalgia.



-¡Cantas de maravilla! Me recuerdas a una amiga que tuve hace tiempo. Tenía tanta pasión como tú cuando actuaba en mi karaoke.

-No me sorprende que pienses eso, Ginger.- Intervino Alex, desvelando para asombro de la propietaria.- Ésta chica es la hija de Amatista. Se llama Maray.

-¿De verdad eres la hija de Amatista?- Exclamó Gin entre asombrada y llena de ilusión.-

-Sí, ella es mi madre.- Pudo responder la sonrojada muchacha.-

-¡Es increíble! Sabía que tuvo hijos, pero no pensé que fueras ya tan mayor.- Comentó su contertulia, pidiéndole a continuación.- ¿Te importa si me siento un rato con vosotros y me cuentas cómo están tus padres?

-Será un placer.- Sonrió amablemente la joven.-



            Y allí estuvieron charlando muy animadamente. Maray le contó nuevas de sus padres y su hermano.



-Mi padre trabaja de jefe militar en un sector de Bios, y mi madre es una doctora científica de las Fairy Five de allí. ¡Ah sí! Y mi hermano mayor, Asthel, está ya en la universidad y juega muy bien al baloncesto.

-Es estupendo. – Asintió Ginger, agregando con voz nostálgica.- ¡Qué recuerdos! Y cómo te pareces a tu madre.

-Muchas gracias. - Repuso educadamente ella, que entonces recibió un mensaje en su móvil.- Disculpen.



            Era de Stephanie Kensington. Le pedía que acudiera lo antes que pudiera, para asignarle un alojamiento. Así lo manifestó Maray, despidiéndose.



-Se me hace tarde, tengo que incorporarme a la sede de modas Deveraux.  Ha sido un placer conocerla, señora Reinosa.

-Puedes llamarme Ginger, cariño.- Sonrió tiernamente la propietaria.-  Y dales a tus padres muchos saludos de mi parte en cuanto hables con ellos.

-Lo haré.- Le prometió ella con agrado.-



            Se levantó para irse, Alex lo hizo a su vez.



-Te acompañaré.- Le propuso con patente obsequiosidad.-

-No hace falta.- Sonrió ella, quédate con tus amigos, seguro que tendréis cosas de que hablar.

-Ya hablaremos mañana.- Repuso despreocupadamente él.-



            Y pese a que la mirada que esa chica morena le dedicó no le gustó nada, Maray sonrió, diciendo adiós a todos. Alex la siguió. Nada más salir, abordaron otro taxi deslizador y ella le preguntó.



-¿Esa chica es muy amiga tuya?...la del pelo moreno.- Matizó.-

-¿Gloria?- Inquirió el joven, asintiendo para responder.- Sí, es la hija del embajador saiyajin. ¿Por qué?

-No, por nada. – Sonrió levemente ella.- Es sólo que parecía mirar todo con mucho interés.

-Ha pasado muchos años en Nuevo Vegeta. Nuestras costumbres a veces le resultan muy raras. Lo mismo que a nosotros las suyas. Pero es buena chica.

-Seguro que sí.- Convino Maray.-



            La joven dejó el tema de lado, de todos modos estaban llegando a la sede de Modas Deveraux. Una vez se detuvo el vehículo, el droido bajó las maletas y la joven salió. Alex la siguió fuera del deslizador aunque solamente para despedirse.



-Ha sido un placer conocerte. En cuanto te instales y tus obligaciones te lo permitan, por favor, llámame. Mis padres estarán encantados de verte.

-Muchísimas gracias por todo.- Sonrió ampliamente ella.-



            Se dieron la mano y la muchacha sintió una especie de descarga eléctrica. Estaba casi en una nube. Al fin, aquel guapo chico se alejó, volviendo al deslizador. Tras subirse en él aquel vehículo arrancó perdiéndose por el tráfico de Sagan City.



-También yo espero que nos veamos otra vez. Y que sea pronto. - Musitó ella.-



            Ahora, regresando de aquellos recuerdos, quería lo mismo.



-En fin, tengo que volver al trabajo.- Se dijo aparcando aquello, al menos de momento.-



Granate a su vez, tal y como hiciera su difunto tío del mismo nombre, se sentía atraído por la carrera militar. Ahora que terminaba la secundaria le preguntaría a Leval para saber si entrar en la academia era muy difícil, aunque ya creía él que sí. Su madre no estaba demasiado contenta con la idea. No digamos su abuela Petz que todavía recordaba el trágico destino del tío del muchacho. Pero ambas habían aprendido ya a no intentar cambiar los sueños de los más jóvenes. Si Granate deseaba tomar ese camino sería su decisión. Y Petz se decía que iba a ser demasiada mala suerte que sucediera lo mismo otra vez. Rememoró cierta tarde que ella y Zafiro visitaron a su nieto, éste les comentaba.



-Abuelos, me encantaría entrar en la Academia. Como hizo mi tío.

-Hijo, nosotros siempre querremos que seas feliz. – Replicó Zafiro que lucía un pelo bastante encanecido ya. -

-Estaremos orgullosos de ti hagas lo que hagas. – Convino su abuela Petz que también dejaba entrever ya las marcas del tiempo pese a que con sus cremas mantenía todavía una buena apariencia para su edad. – Pero es que… eres tan joven…

-Sé que os da miedo que me suceda lo mismo que al tío Granate. – Les desveló el chico que sin embargo les confió. – Pero algo en mi interior me dice que no será así. Que tendré una importante misión que cumplir.





Sus abuelos se miraron sin comprender. Supusieron que se refería a servir a su planeta y a la Tierra. Al menos de momento las cosas en la política se mantenían igual o puede que algo más tranquilas. Ese grupo de disconformes que había creado el llamado proyecto Némesis se habían ido al espacio, nada nuevo se sabía de ellos y al parecer las protestas habían disminuido en la Tierra tras su marcha. Karaberasu les contó que su hija, tras la agresión sufrida por ella y Minako, se puso a investigar junto con Tania, su amiga y compañera periodista. Habían sacado a la luz un montón de cosas y tras un par de años de rigurosas pesquisas iban a hacer un programa documental que destaparía más de una sorpresa.



-Bueno hijo.- Intervino Sandy que llegaba precisamente del trabajo. – Me alegra verte aquí con los abuelos.

-¿Qué tal está tu padre?- se interesó Petz dirigiéndose a la recién llegada. –

-Mal- suspiró ella con pesar. – Su edad y los achaques le tienen cada día más tiempo en la cama. Me paso a verle siempre que puedo. Aunque le he dicho muchas veces que se venga con nosotros, para que pueda cuidarle aquí. Se niega siempre. Dice que no quiere ser una carga. Pero su salud se deteriora. Si sigue empeñado en estar solo no voy a tener más remedio que ingresarle en una residencia.

-Lamento oírlo. – Contestó Zafiro para afirmar en cambio con un tono entre halagador y sorprendido. – Tú en cambio parece que tuvieras treinta años.



Y ciertamente Sandy mantenía una apariencia de juventud envidiable. Seguía siendo esa chica de larga cabellera morena voluptuosa. Más a menudo de lo que parecía, cuando iba con su hijo de compras o simplemente salían a la calle, la gente les tomaba por hermanos, ¡incluso por novios! Granate hizo precisamente un jocoso comentario a ese respecto cuando les contó a sus abuelos. Para azoramiento de su madre.



-Fijaos como estará de joven que, el otro día, cuando me vino a buscar al instituto, uno de los chicos que no la conocía me comentó que menudo pibón. Que si se la podía presentar. ¡Y vaya si lo hice! Tendríais que haber visto su cara cuando le dije. Mark, ésta es mi madre, mamá, éste es Mark, ¡ja, ja, ja!…

-Será mejor que no me pase mucho por tu instituto. – Sonrió débilmente Sandy ante las risas de Petz y Zafiro. – No quiero que me hagan entrar en clase…

-¡Mamá! ¡Si esto continua así, a este paso me van a tomar a mí por tu padre! – Sonrió el divertido muchacho. –



Sin embargo, ahora Sandy no se rio. Por suerte su hijo no se percató de cómo había ensombrecido el semblante. Pero Petz y Zafiro sí. La mujer suspiró, esa idea no le hacía mucha gracia precisamente. Además de no querer bajo ninguna circunstancia que así fuera. Ahora esos pensamientos que hacía años le pasaron de forma fugaz por la cabeza y que entonces desechó, le volvían con mucha más fuerza. No podría soportar perder a sus seres queridos, y desde siempre su preocupación por sus genes demoniacos la había marcado pero solamente cuando se transformaba, ya fuera voluntaria o involuntariamente. Tras muchos años creyó haber superado aquello. De hecho, a más edad tenía, más estable era, y ya casi le costaba esfuerzo variar su apariencia. Pero ahora su miedo era otro. ¿Y si su hijo llevaba razón sin saberlo? Por desgracia, su propia madre murió sin haberla podido ayudar en ese aspecto. Por las notas que le dejó, Sandy sabía que lo más seguro era que iba a envejecer a un ritmo mucho menor que el de los humanos normales. ¡Pero no sabía que ritmo sería ese! Y una cosa era parecer una madurita atractiva y otra ver como su marido, y pudiera ser que incluso su propio hijo, pudieran marchitarse y envejecer ante sus ojos. Aquello no lo podría soportar. De momento ya sufría con el decaimiento de su padre, aunque aquello, por doloroso que fuera, era ley de vida. Luego estaba aquella campaña estúpida de ir en contra de los inmortales. En Bios había muy pocos casos de radicales de esos, puesto que todo el mundo suponía que las únicas que gozaban de aquel privilegio eran las princesas de los planetas y los soberanos de la Tierra. Amen, claro está, de que la esperanza de vida de los humanos había aumentado, pero todavía dentro de unos límites razonables. Y las personas corrientes, pese a todo, seguían envejeciendo. Pero únicamente era cuestión de tiempo que las personas más cercanas que tenía en Bios fuera de su familia y amigos comenzasen a darse cuenta. ¿Qué podría pasar entonces? ¿Tendría que volver a huir?



-Si me disculpáis un segundo. Tengo que hacer un par de cosas, – pudo musitar embebida en esos lóbregos temores. –



Los demás asintieron, aunque Petz, mucho más sensitiva, fue tras de ella. La detuvo cuando Sandy entraba en la cocina.



-Hija, sé muy bien lo que estás pensando. Por favor, no es bueno que te lo guardes, habla conmigo de ello.- Le soltó sin preámbulos. –



            La aludida le dedicó una mirada entre atónita y agradecida, suspiro de nuevo y se atrevió a  susurrar participándole a su suegra de todos aquellos temores que la asaltaban.



-Es muy duro para mí. Ojalá que no sea así. Me horrorizo tan sólo con imaginarlo.

-No temas. Seguro que no será tan terrible como te lo imaginas.- Trató de animarla Petz, aunque realmente pensaba que su nuera podría no ir tan desencaminada. Entonces recurrió al humor para remachar – ¡Siempre podré decir que has usado mis cremas! ¡Eres una chica Otafukuya! Como decíamos en Beauty Quartete, ¡siempre jóvenes y hermosas!



Eso hizo que Sandy sonriera al fin negando con la cabeza para alegar.



-Algo las he usado sí. ¡Ojalá que fuera por esa razón! Tú también estás estupenda. Al menos tengo ese consuelo.



Petz la tomó entonces cariñosamente por los hombros y le dijo animosa.



-Pase lo que pase todavía queda mucho tiempo. Hazme caso, se feliz con tu marido y con tu hijo. ¡Los buenos recuerdos que tengas con ellos nunca los perderás!

-Gracias Petz.- Sonrió su nuera, ahora de forma más luminosa. – Me alegra mucho tenerte a mi lado.



            Así era en verdad. Para Sandy su suegra era como la madre que ella perdió siendo cría.



-Bueno, y a ver si este hijo mío viene ya a casa y podemos cenar. – Desdramatizó Petz que arengó a su interlocutora. - ¡Hala!, vamos a preparar algo muy rico esta noche y te olvidas de esas tonterías.



Sandy asintió y se pusieron a ello para alegría del resto de la familia. Entonces llegó su esposo. Zafiro salió a saludarle pero Coraíon traía un rostro grave y apenado.



-¿Qué ha pasado? Hijo, te encuentras bien.- Le inquirió su padre. –

-No, - fue la rotunda y apenada respuesta cuando él declaró con solemne preocupación. – Avisa a mamá y a mi mujer, algo terrible ha sucedido en la Tierra…



Y su atónito padre no replicó, fue a llamarlas de inmediato…



En cuanto a los más pequeños en la familia de los Johnson, estos proseguían su vida. Tras la llegada de Alice las cosas parecieron seguir de modo normal. La adusta princesa no daba problemas, pero parecía obstinarse en permanecer aislada del resto. Tom por ahora era un adolescente que estaba inmerso en secundaria y no se preocupaba más que de empezar a salir con chicas. Idina y Michael tenían no pocos quebraderos de cabeza, debiendo estar detrás de él para que estudiase. Por si eso fuera poco, la atención del joven se centraba cada vez más en su huésped. Aunque ésta le correspondía con el mismo tinte de desinterés que por el resto de las cosas. Por su parte, Loren, que era la benjamina, todavía seguía siendo una niña para muchas situaciones, pero cada vez pintaba mejor, ya era toda una artista. Pasaba mucho tiempo dibujando. De hecho, sus padres la inscribieron en una academia de arte para que pudiera desarrollar bien su talento y cuando su abuela Cooan venía de visita hablaba mucho con ella. Cierta vez incluso le mostró un cuadro que estaba realmente bien.



-¡Oh, Dios mío! - pudo decir su abuela contemplándolo visiblemente impresionada. - ¡Qué bien pintas, hija!

-Todavía tengo mucho que mejorar. En la academia me dicen que me falta técnica.- Replicó tímidamente la niña.-

-¡Ah! - desdeñó Cooan con un gesto de su mano en tanto le sonreía cálidamente a su nieta. - ¡Qué sabrán esos de talento! Tú pintas de maravilla.

-Me gustaría hacer un cuadro con toda la familia. – Le comentó la chica con patente ilusión. –

-Eso sería muy bonito.- Convino su abuela. –

-Pues tendrás que ayudarme a que se estén todos quietos en un mismo lugar durante un buen rato.– Le pidió su nieta. –

-¡Huy!, ¡eso sí que será difícil! - Rio Cooan haciendo que Loren lo hiciera también. –



Aunque en cuanto se calmaron la pequeña le comentó a su abuela.



-Pues ya verás. Tengo una sorpresa para ti. – Afirmó radiante. –

-¿Para mí, cariño?¿una sorpresa?- Preguntó su interlocutora que realmente no sabía a qué podría referirse la cría. –



Ésta asintió con ilusión, sacó un gran paquete envuelto de debajo de la cama y se lo dio a su abuela. Ésta,  tras examinarlo cuidadosamente, escuchó a su nieta pedirle con apremio.



-¡Anda, ábrelo! Lo he hecho yo…espero que te guste, abuela…



La interpelada no se hizo de rogar, cuando quitó el recubrimiento de papel únicamente pudo mirar aquello emocionada y soltar un sentido.



-¡Oh!..¡Qué maravilla!



  Era un cuadro de aproximadamente medio por medio metro, salía ella, de joven, apoyando su cabeza contra el pecho de su esposo. Tom estaba muy bien dibujado, moreno y apuesto como en sus tiempos de la Universidad. Con una expresión que translucía su carácter amable y lleno de ternura. Cooan apenas sí pudo sollozar dirigiéndose a su nieta.



-¡Es precioso, cariño! , pero ¿cómo has podido hacerlo?

-Bueno, mamá tenía unas fotos antiguas vuestras, me llevé una y la usé de modelo. Espero que te guste, era para tu cumpleaños, pero no he podido esperar a dártelo. – Explicó la niña sin concederle más importancia, pero feliz de ver la expresión de su abuela. –



Ésta la abrazó con todo su afecto, diciendo con la voz trémula por la emoción.



-Lo pondré en mi habitación. Será el mayor tesoro de mi casa, ¡cuánto te quiero, mi amor!, y sé que el abuelo desde el Cielo estará muy contento también…



Idina, que había oído alguna de aquellas exclamaciones se acercó. Sin hacer ruido observaba desde fuera de la habitación a su madre y a su hija y sonreía entre lágrimas. No quiso interrumpir ese momento privado entre ambas. Ahora comprendió porqué Loren había insistido tanto en que le enseñase esas fotos viejas. La cría adoraba a su abuela. Ella se alegraba de que las dos tuvieran esa conexión. Su propia madre parecía llevarse mejor con Loren que ella misma. Aunque, lejos de molestarse por ello, eso la hacía feliz. Y es que los años pasaban y pese a que Cooan se cuidaba, cada vez evidenciaba más su edad. Habían transcurrido unos años ya desde que se jubiló y también echaba a faltar sus clases y a los críos. Por su parte, Idina continuaba trabajando con los niños en la escuela. Sus amigas seguían en sus respectivos trabajos. Suspiró pensando en sus hermanos. Alan con su esposa Naya y su hija Fiora en Nature, donde al parecer vivían los tres muy felices. Lance que tras estar unos pocos días cuando vino su madre hacía un par de años, volvió a desaparecer. Y tampoco podía dejar de acordarse del resto de la familia. Tanto de la Tierra como de Bios. Entonces sonó el videoteléfono. Era Coraíon. La muchacha le saludó contenta pero enseguida tornó su gesto en otro de horror y pesar cuando su primo le contó lo que había ocurrido en la Tierra.



-No… no puede ser…- Pudo balbucear Idina, antes de que los demás se percataran.- ¿Estás seguro de eso?... ¡Oh, Dios mío!



            Entre tanto, en la casa de los Malden en Bios, Brian terminó de estudiar justo cuando Amatista entró en su habitación, venía de llevarle a Asthel la merienda. El chico se sobresaltó al verla entrar. Su tía  le preguntó algo sorprendida.



-¿Te ocurre algo, Brian?...

- No, no...Sólo me has asustado un poco. Estaba concentrado después de estudiar.- No pudo evitar fijarse en ella que iba preciosa, llevaba un vestido rojo escotado con una falda corta, medias que dejaban ver sus largas piernas con zapatos a juego y estaba muy bien arreglada. -

- Lo siento...no era mi intención,- se disculpó Amatista que pasó a comentarle. - Venía a decirte que me voy a cenar con tu tío Leval. Me ha llamado del trabajo y cómo tiene mucho que hacer prefiere que vayamos desde allí. Iré a buscarle. Díselo a tu primo que está enfrascado en sus estudios y no se entera de nada.

- Vale, yo se lo diré.- Balbuceó él mientras miraba detenidamente a su tía y se le escapó el comentario sin querer. - ¡Eres preciosa! - Enseguida pensó que se había pasado pero la aludida le agradeció lo que ella pensaba  era un cumplido de cortesía, con una sonrisa. -

- Muchas gracias, es muy amable de tu parte, cariño. Ya voy siendo mayor y no escucho eso a menudo.- Afirmó  acercándose a Brian para darle un beso en la mejilla. –



Él estaba muy excitado, el corazón le latía a cien por hora, y no pudo evitarlo, simplemente ocurrió. Se abrazó a ella mientras la besaba en la boca con pasión. Su tía sorprendida y asustada no supo que hacer. El chico cayó con ella sobre su cama, cuando se separó la mujer le observaba con una mirada de sorpresa, incredulidad y pánico, él se dio cuenta y le pidió perdón. El arrepentido chico sollozaba y pedía disculpas una y otra vez.



- ¡Lo siento mucho Amatista, lo siento, no he podido evitarlo!...

- Pero Brian... ¿por qué has hecho eso?,- le inquirió su tía más sorprendida y atemorizada que enfadada. -

-¡Tú me gustas mucho! - Le confesó avergonzado. - Estoy enamorado de ti, eres tan buena y tan dulce...- lloraba mientras se justificaba.-



Aunque sin atreverse a contar todo lo que de verdad sentía en un plano más físico. No obstante para su veterana interlocutora, eso no era difícil de imaginar.



-¡Pero por Dios, Brian! - Exclamó su contertulia sin poder creerlo en tanto le reprochaba de forma admonitoria y ahora sí, enfadada. - Tú eres mi sobrino, yo te quiero mucho, pero no de esa manera. ¿No ves que podría ser tu madre?  ¿Es que no te das cuenta?...

- Sí, ya lo sé, estoy avergonzado.- Sollozó él enterrando la cabeza en sus manos para susurrar. - Me marcharé ahora mismo de aquí ¡Pero por favor, no se lo digas al tío, ni a Asthel! Si mi madre Sam, mi madre ky, los abuelos y ellos se enterasen no me lo perdonarían.



Amatista miró compadecida al chico, pensaba que quizás hubiera hecho cosas que le indujesen a creer que había algo que no existía. De todos modos, no era ajena al mal trago que su sobrino pasó en la Tierra. Sin ser psicóloga imaginaba el trauma que debía de arrastrar. Rememoró una charla con Kerria cuando Brian iba de camino. Su cuñada le contó lo sucedido dejándola horrorizada.



-Michelle fue muy amable al aceptar ocuparse de mi hijo. - Afirmó  con patente agradecimiento en tanto le confesaba a Amatista.- Incluso me ofreció hacerlo gratis. Pero me negué.

- Es muy buena en lo suyo. Lamento tener que decir que seguramente se hizo psicóloga por mi culpa. Por lo que le hice.- Afirmó su interlocutora.-

-Eso ya pasó hace mucho tiempo. Sabes que ella te perdonó y que te estima mucho.- La animó Kerria que, no obstante, enseguida retornó a su tono más alicaído para declarar.- Sé que mi hijo estará mejor ahora en Bios. Una de las cosas que me comentó ella es que tenía la impresión de que Brian siente la necesidad de una madre o de una mujer mayor y más experta que él para guiarle. Pero que no desea involucrarme a mí o a Sam. Se siente culpable.

-No tiene por qué, sabiendo cómo fueron las cosas. Él no sabía nada. - Terció enseguida Amatista.-

-Sí, pero no puede evitarlo. - Suspiró su amiga con resignación, para sentenciar.- Por eso cambiar de aires, estudiar allí con vosotros y seguir con sus primos y los amigos que ha hecho en Bios, le ayudará a superarlo. Esa es la opinión de Michelle. Y tanto Samantha, como mis padres y yo misma estamos de acuerdo. Os agradecemos muchísimo a ti y a mi hermano que le acojáis.

-¡No digas tonterías! Es tu hijo y nuestro sobrino, siempre será bien recibido aquí.- Se apresuró a afirmar su cuñada con afecto.-



 Eso tranquilizó bastante a Kerria, recordó que se despidieron y que, al poco, Brian retornó de la Tierra muy deprimido. Pero fue saliendo adelante y animándose al estar junto a ella y al resto. Amatista hizo todo cuanto estuvo en su mano por apoyarle, mostrándose accesible y jovial, como si de otro hijo más se tratara. Pero ahora pensaba, no sin envaramiento y temor, que ese muchacho podría haberlo malinterpretado. Esta enojosa situación debía de tener mucho que ver con eso. Pensando así, en su cuñada y amiga y el resto de la familia, decidió que sería mejor calmarse. Suspiró y añadió tratando de desdramatizar con un tono más sereno, aunque ella misma aun respiraba de forma entrecortada y su corazón latía bastante deprisa por aquel shock.



- No, no seas tonto, venga. No estoy enfadada.  Bueno, quizás un poco sí. Pero entiende que esto no ha estado nada bien. Anda, no llores, imagino que lo habrás pasado muy mal. La culpa también es mía porque tendría que haberme dado cuenta. Ahora me voy, olvídate de esto por ahora. Ya hablaremos mañana para aclarar las cosas con más calma, pero estate tranquilo, esto quedará entre tú y yo. Sin embargo, debes prometerme que te olvidarás de ello. Nunca más vuelvas a pensar en mí así. - Remachó ahora con mayor severidad. -¿Entendido?



El chico asintió, realmente avergonzado. Ahora es cuando su mente tomaba el control y su conciencia le martilleaba, amén de hacerle comenzar a comprender las consecuencias de aquel impetuoso acto. Tanto para él mismo como para el resto de su familia. Si eso llegara a saberse.



-Lo siento mucho.  - Era lo único que acertaba a musitar.-



            Realmente su tía ya no estaba furiosa ni enfadada, sino preocupada. Amatista no podía dejar de pensar en que, cuando ella misma tenía la edad de Brian, era una joven muy irreflexiva. Podía comprender muy bien lo de dejarse llevar por los sentimientos y los impulsos en un momento dado, siempre y cuando uno supiera frenar a tiempo y su sobrino afortunadamente así lo hizo. Ella se veía en la obligación de ayudarle como si de su propia madre se tratase, se lo debía a Kerria.  Así que le dio un ligero y maternal beso en la frente y se marchó apenada aunque convencida de que a partir  del día siguiente todo se iba a arreglar. Entonces se fue a buscar a su marido. Aquella era otra cosa que le extrañaba. ¿Por qué la había citado Leval fuera de casa? Cuando la llamó simplemente le pidió que fuera a verle al cuartel y que desde allí saldrían a cenar en un restaurante que ambos frecuentaban. Aunque el tono de su esposo no sonó jovial, parecía en cambio preocupado y hasta entristecido. Seguramente estaría hasta arriba de trabajo y quisiera relajarse con ella, los dos solos, en una cena algo más romántica que en el ambiente casero con los dos chicos por allí.



-¡Ay! Desde luego nunca falla, las cosas se acumulan.- Se decía en tanto iba a reunirse con Leval.-



Por su parte el pobre Brian se quedó bastante deprimido en su habitación. Le daba vueltas a todo lo sucedido, recordaba el duro trago que había pasado en la Tierra hacía pocas semanas y pensaba que debía de ser realmente una especie de bicho raro…lamentando una y otra vez lo ocurrido con su tía. ¡Ojalá todo pudiera solucionarse!



-Tengo que arreglar esto como sea.- Pensaba el pobre chico.-



Alice por su lado soportaba estoicamente los días en ese colegio. Muchos chicos trataban claramente de ligársela cosa que, por un lado, no estaba tan mal. Pero no le interesaba ninguno de esos críos que iban a su clase. De hecho, había puesto su interés en los mayores, particularmente en uno. También se daba cuenta de que Tom no la quitaba a ella el ojo de encima. No era mal muchacho pero no le gustaba en ese aspecto. Aunque tampoco quería ofender a la familia que la estaba acogiendo y se limitaba a hacer como si no captase las indirectas de ese chico. Al poco además, llego la abuela de éste y de Loren. Cooan, la madre de la princesa Idina. Lo cierto es que la joven tenía curiosidad. Su madre le había hablado mucho de las veces que, siendo niña, estuvo alojada en la casa de los Rodney. A la vuelta del instituto se encontró precisamente con aquella anciana sentada en el salón, mirando unas viejas fotos y recordando.



-Buenas tardes.- Saludó la muchacha con educación.-

-¿Qué tal el día de colegio, Alice?- Quiso saber Cooan.-

-Anodino, como todos los demás.- Repuso su joven interlocutora sin darle importancia.-

-Ven, acércate.- Le pidió esa mujer, añadiendo.- Creo que esto te interesará.



            Alice lo dudaba mucho, pero siendo una petición tan directa no la iba a desairar. Al aproximarse a esa señora ésta le enseñó una foto de esas antiguas en dos dimensiones. Salía bastante más joven. Y junto a ella, abrazada a su cintura, una pequeña y sonriente cría con el pelo recogido en dos coletas. La princesa de la Luna no tuvo mucho que pensar para reconocer a su propia madre…



-Es de cuando Nehie…, bueno, tu madre la reina, pasó unos días con nosotros en Portland.- Le corroboró esa mujer.- Era una chiquilla encantadora. Con mucha necesidad de cariño.

-Ya.- Musitó la muchacha.-

-Mira, aquí hay más.- Le indicó su interlocutora.-



Alice se quedó observando durante un buen rato el feliz rostro que su madre mostraba también en otra instantánea, en la que Cooan posaba sus manos sobre los hombros de la ya entonces soberana. Y luego otra, junto a dos niñas más, todas bien abrigadas, posando junto a un muñeco de nieve adornado con una zanahoria en la nariz.



-Tu madre está a la izquierda, mi hija Idina a mi lado y la otra que está delante con la pala es mi sobrina Kerria.- Le detalló Cooan a la atónita joven.-

 - ¿De veras mi madre era así?...- Inquirió Alice con incredulidad.-

-Sé que no te lo parecerá. Pero todos hemos sido niños alguna vez, incluida tu propia madre.- Le comentó su contertulia, quien observando ahora a esa chica, afirmó con sagacidad.- Y mi vida ha estado consagrada en gran parte a cuidar y educar a los niños.

-Es una tarea muy importante. Mis padres siempre han dicho que los críos son el futuro.- Comentó la joven, más por ser educada que otra cosa y dar conversación.-

-Sí, es verdad.- Convino Cooan.- Es muy importante educar bien a los niños, y no digamos a los hijos. Algún día, quién sabe. Tú tendrás que educar a los tuyos.



            La muchacha asintió, pero no dijo nada. Entonces su anciana interlocutora sonrió pasando a ser más directa.



-¿Sabes una cosa? Mi hija está muy inquieta ahora. Se preocupa…Sé que para ella es muy complicado…

-¿El qué?- Quiso saber Alice, que ahora no comprendía a qué podría estar refiriéndose su contertulia.- ¿Le ocurre algo?

-Sus hijos…, mis nietos, se le hacen mayores…y ella desea lo que cualquier madre. Que sean felices y que tengan un buen futuro.

-Lo tendrán.- Auguró decididamente la princesa.- Son buenos chicos. Y tanto mis padres como yo podremos ayudarles si alguna vez lo necesitasen.

-La vida es complicada.- Suspiró Cooan.- Aunque nosotros a veces nos la complicamos más todavía. Tenemos que tomar muchas decisiones…y a veces no es nada fácil…

-En mi caso no lo es tanto. Sé lo que tengo que hacer desde que nací.- Le expuso la joven princesa afirmando no obstante con cierto tono desencantado.- Muchas veces me gustaría tener libertad…

-Como cuando tus padres te pidieron que vinieses aquí, ¿verdad?- Apuntó su interlocutora dejándola atónita y algo envarada.-

-Bueno…me hubiera gustado mucho más ir a la Tierra.- Repuso con la sinceridad típica de su parte saiyajin.- No lo voy a negar…

-No te inquietes por eso. Irás a la Tierra, tienes todavía muchos años para aprender y para descubrir cosas. Pero piénsalo un momento y dime una cosa. Realmente, porqué crees que tus padres te hicieron venir aquí. ¿Piensas que deseaban hacerte sufrir a propósito, querida?...

-No, claro que no.- Pudo decir la atónita chica, apresurándose a añadir.- Todos aquí son muy amables conmigo. Sobre eso no tengo ninguna queja. Supongo que mis padres deseaban que aprendiera…aunque no sé qué puedo aprender aquí que no se enseñe en la Tierra o en la Luna.- Remachó sin ocultar su malestar.-



            Aquella anciana la observó casi diríase que de modo comprensivo. Para declarar.



-Sé que Idina está triste cuando ve que tú y su hija no os lleváis tan bien como lo hicieron tu madre y ella. Y sé también que Nehie pretendía que mi nieta Loren fuera para ti, lo que mi hija supuso para ella misma. Desgraciadamente las cosas no funcionan así. Eso debe surgir espontáneamente. No se puede, ni se debe forzar. Verás hija…cuando yo llegué  a la Tierra, hace ya tantos años, me sucedió igual. Imaginaba las cosas de una forma muy distinta a como sucedieron. Tuve que darme cuenta de que mi visión del mundo era errónea.

-¿En qué sentido?- Quiso saber la chica que ahora si tenía bastante curiosidad.-

-En todos los sentidos.- Le sonrió Cooan, recordando no sin cierta melancolía.- Me costó darme cuenta. Hubo un tiempo en el que estuve desesperada, creía haber perdido mi amor, mi casa y todo lo que me era preciado. Pensé que las guerreras de la Justicia eran mis mortales enemigas y las odiaba por ello. Todo por lo que luchaba y lo que quería se derrumbó en tan solo un momento. Pero fue precisamente gracias a ellas que descubrí que las cosas eran muy distintas a como imaginé. Gracias a su generosidad comencé de nuevo en la Tierra, allí trabajé, estudié, me enamoré y me casé. Tuve a mis hijos y les crie, les vi crecer. Ellos a su vez han tenido a los suyos, formando sus propias familias…Y en el caso de tu madre.- Volvió nuevamente a mirar aquellas fotos, y sentenció.- Tampoco lo tuvo nada fácil. Como yo, escapó a un destino muy oscuro. Supo rehacer su vida. Le costó no poco esfuerzo y sacrificio y padeció mucho dolor cuando también perdió a su primer amor.

-¿Su primer amor?- Se sorprendió la chica, admitiendo desconcertada. - Jamás había oído nada sobre eso.

-Es lógico. Aquella fue una página de su vida que ella cerró después de conocer a tu padre. Verás. Tú ahora vives aquí, con mi hija. En la Avenida del Teniente Granate Lassart Malinde. Te habrán contado que era el primo de Idina. Y también, como es lógico, mi sobrino.

-Sí. - Pudo confirmar la joven, recordando.- Sé que murió durante las batallas que tuvo ese asteroide que descubrió Bios.



            De hecho, había visto esa cara ya antes de hacerlo en esa gran foto holográfica que presidía el comienzo de la calle. Y es que se acordaba bien de cuando su madre le había puesto algunas actuaciones del grupo musical en el que la hija de Cooan actuaba junto con sus primas, la señora Amatista Malden y ese chico. Desde luego había sido un joven muy guapo. No le sorprendía nada que su madre se hubiera podido enamorar de él. A ella misma le gustaban así. Aunque su contertulia la sacó de esos pensamientos cuando prosiguió la narración.



-Bueno, lo que quizás no sabías era que tu madre, siendo muy joven, visitó esa gran nave cuando ésta pasó de escala por la Luna. Allí se conocieron los dos y se enamoraron… Pero sus respectivas obligaciones les hicieron separarse aunque se seguían amando. Creo incluso que nos llegaron a comentar que mi sobrino estaba considerando pedir un traslado a la Luna, para poder estar con su amada. Al final él murió antes de tener esa posibilidad y tu madre sufrió muchísimo…

-No, no lo sabía.- Pudo decir Alice, realmente afectada por aquello.- ¿Por qué nunca me lo contó?

-Porque esas cosas duelen mucho, querida. Esa clase de heridas jamás llegan a cicatrizar del todo. Y porque ella comenzó de nuevo y rehízo su vida. Cuando conoció a tu padre volvió a experimentar el amor. Los dos se casaron y naciste tú. Y te puedo asegurar que, antes de que eso pasara, Nehie creía que toda su vida se había acabado en lo relativo al amor. Que nunca volvería a ser feliz. Sin embargo le quedaba la mejor parte. Casarse con tu padre y tenerte a ti.



            La joven guardó silencio pensando en esas palabras. Desde luego no ignoraba los méritos de su madre, la reina. Pero esto lo había desconocido por entero. Ahora vino a su memoria una ocasión, haría casi un par de años, en la que junto a su madre veía una de esas actuaciones. Ese muchacho actuaba muy bien, y las demás chicas le acompañaban tocando distintos instrumentos, precisamente era Idina la que comenzaba tocando el piano, seguida por las demás, y luego él interpretaba una canción.



¿Cuánto tiempo antes de que llegue,
antes de que empiece, antes de que yo comience?
¿Cuánto tiempo antes de que te decidas?
Antes de que sepa qué se siente.


¿A dónde, a dónde voy?
Si nunca lo intentas, nunca lo sabrás.
¿Cuánto tengo que escalar
por el lado positivo de esta montaña mía?



-¡Qué bonito!- Alabó entonces ella.-



Miro hacia arriba, por la noche,
los planetas se mueven a la velocidad de la luz,
escalo, escalo a los árboles,
cada oportunidad que tienes
es una oportunidad que aprovechas


¿Cuánto tiempo voy a estar
con la cabeza metida en la arena?
Empezaré antes de que pueda parar,
antes de ver las cosas del derecho.



Todo ese ruido, todo ese sonido,
todos esos lugares que dentro he encontrado,
y los pájaros salen volando a la velocidad del sonido,
para mostrarte cómo empieza todo.


Los pájaros salen volando desde las profundidades,
si pudieras verlo, entonces lo entenderías.



-No lo comprendo, pero es una canción muy hermosa.- Declaró Alice.-

-Sí, lo es.- Suspiró su madre.-



Ideas que nunca encontrarás,
lo que todos los inventores nunca podrían diseñar,
edificios que nunca construyes,
Japón y China, todo iluminado,


La señal que no pude leer,
o una luz que no pude ver,
en algunas cosas, tienes que creer,
pero otras son puzles, cosas que no entiendo



Todo ese ruido, todo ese sonido,
todos esos lugares que he encontrado,
y los pájaros salen volando a la velocidad del sonido,
para mostrarte cómo empieza todo.


Los pájaros salen volando desde las profundidades,
si pudieras verlo, entonces lo entenderías,
cuando lo veas, entonces lo entenderás.



Todas esas señales, supe lo que significaban,
algunas cosas, las puedes inventar,
otras se hacen, y otras son enviadas. Uuuh



Los pájaros salen volando a la velocidad del sonido,
para mostrarte cómo empieza todo.
Los pájaros salen volando desde las profundidades,
si pudieras verlo, entonces lo entenderías,
cuando lo veas, entonces lo entenderás. 

Coldplay - Speed of sound – (Crédito al autor)

-Mamá. ¿Estás llorando?- Le preguntó atónita a su interlocutora cuando reparó en ella.-

-No es nada… son los recuerdos supongo.- Musitó su madre que enseguida sonrió enjugándose alguna traidora lágrima para confesar.- Cuando veo estos videos me acuerdo de muchas cosas, cariño.

-Espero que agradables.- Comentó Alice.- ¿Me dijiste que una vez cantaste con ellos, verdad?..

-Sí, fue hace mucho, cuando terminamos la carrera en la universidad.- Repuso Neherenia.-

-¿Cantaste con ese chico? Era muy guapo.- Admitió la muchacha.-

-No, no tuve esa oportunidad.- Musitó su madre con tono entristecido.-

-¿No estaba ya en el grupo?- Quiso saber ella.-

-Verás, era piloto de combate. –Le contó su madre voz queda.- Se graduó en la academia de la Tierra poco después de estos conciertos… y fue en la expedición a Bios. Murió allí, en acto de servicio, justo un año antes de que yo actuara con las Justices.

-¡Qué lástima!- Declaró Alice.- Parecía un chico bastante agradable. Por lo menos como dirían papá y los abuelos. Cayó con honor. Luchando por los suyos.

-Sí,- se limitó a suspirar su madre que quiso cambiar de tema.- Se hace tarde, tengo una reunión, hija…

-¡Qué fastidio! – Suspiró la princesa añadiendo.- ¡Ojalá pudieras cancelarla y quedarte un rato más conmigo! -

-Por desgracia en la vida casi nunca podemos hacer lo que quisiéramos, cariño.- Contestó su interlocutora con tristeza en su voz.-  Menos los que tenemos tanta responsabilidad. Nunca olvides eso. Es una dolorosa lección que tendrás que aprender por tu bien y el de otros, y cuanto antes lo hagas será mucho mejor.



            Y le dio un cariñoso beso en la frente saliendo de la habitación. Alice se la quedó observando algo sorprendida. Su madre parecía estar triste. Se encogió de hombros y continuó disfrutando de ese concierto. Una pena que ese joven muriese, era realmente atractivo y buen cantante. Lo mismo que el resto de las chicas que le acompañaban. Ahora volvía al momento presente y empezaba a percatarse de algo. Quizás haber sido enviada a Bios tenía un sentido después de todo. Y Cooan, con su larga experiencia, pareció pensar lo mismo cuando le comentó con dulzura.



-Tu madre no quiso que vinieras aquí únicamente para educarte. Sino para que comprendieras, de verdad, lo que significaba la palabra sacrificio.

-Sí, alejarme de mi hogar y hacer algo que en un principio no deseaba hacer. Tengo que ser capaz de poner por encima mis deberes sobre mis deseos. - Afirmó la chica.- Lo entiendo.



Pero cuando creía que iba a obtener el beneplácito de su interlocutora por sus palabras, para su sorpresa ésta movió la cabeza y la rectificó con afabilidad e incluso ternura.



-Lo enfocas desde el punto de vista del esfuerzo y del reto. Como si tuvieras que luchar contra algo y vencer a costa de sufrir. Muy al estilo saiyajin. Pero creo que, casi sin ella saberlo de modo consciente, lo que Neherenia quería era que vieras la parte de la recompensa.

-No lo comprendo.- Pudo decir una perpleja Alice para preguntar.- ¿Qué recompensa?

-Mira a tu alrededor.- Le pidió Cooan, queriendo saber a su vez con tono enigmático.- ¿Qué es lo que ves?..

-Bueno, el salón de esta casa.- Comentó la chica que estaba aún más desconcertada.-

-¿Y si te asomases por la ventana?- Le inquirió aquella mujer, casi esbozando una sonrisa traviesa.- ¿Qué podrías observar desde aquí?

-Pues, la calle, el parque, las casas…- Enumeró Alice sin acertar a dónde quería llegar su contertulia.- No la comprendo.- Admitió, quizás es que esa mujer ya estaba muy mayor y no sabía del todo lo que decía, pensó de modo condescendiente.- ¿Qué quiere dar a entender? No le veo el sentido.- Preguntó una vez más.-



            Pero para su contertulia sí que lo tenía. Y sabía muy bien de lo que hablaba. Tras sonreír entre divertida y llena de melancolía, le respondió.



- Y si pudieras mirar más allá, verías un mundo entero. Lleno de personas que viven, sufren, se alegran, tienen hijos y se labran un futuro día a día.- Le explicó Cooan, aseverando.- Ese es el fruto del sacrificio que hicieron tu madre y mi sobrino, entre otras muchas personas, cuando tomaron sus decisiones de dar sus vidas, su amor y trabajar muy duro para hacer que este sueño se convirtiese en realidad. Se llama Bios y estás viviendo y respirando ahora mismo en él. De modo que ahora, te lo pregunto otra vez. ¿Crees que aquella renuncia que hicieron ha merecido la pena, joven princesa de la Luna?...



            Alice quedó impactada tras escuchar aquello. Ahora sí que comenzaba a comprender. Las palabras de su madre y la tristeza con las que las pronunció.



-Xanadú.- Musitó con tono entre reflexivo y lleno de pesar.-



            Cooan se sonrió. Mirando a la joven le  preguntó…



-¿Conoces esa canción?...

-¿Canción?- Se sorprendió la muchacha.-

-A tu madre le encantaba cuando era una niña. Mi esposo y mi cuñado Roy le ponían música de cuando ellos mismos eran pequeños. Y esa canción en concreto hablaba de un lugar maravilloso, en el que los sueños se hacían realidad. Nehie, bueno…tu madre, siempre quiso inspirarse en ella para construir un mundo mejor en la Luna para todos los que vivierais allí.

-Mi…mi madre llamó así a uno de los parques más hermosos que tenemos allí. Yo nunca comprendí el significado de ese nombre… ¡Entonces era eso!...



            En ese instante lo entendió. La joven se avergonzó de sí misma y de su proceder. De las cosas que le había dicho a su propia madre dominada por el enfado. Incluso le saltaron lágrimas, en tanto musitaba sintiéndose culpable…



-Yo… lamento mucho haber sido tan egoísta… sólo soy una estúpida… ¡una estúpida mocosa! Ella tenía razón. No tengo ni idea de lo que significa el verdadero deber. No soy digna de ser una princesa…no me he comportado como tal.



            Sin embargo, Cooan le sujetó una mano entre las suyas y con amabilidad y afecto rebatió una vez más.



-No, no has sido egoísta, ni estúpida, ni tampoco indigna, cielo. Simplemente eres joven. Muy joven todavía para entender algunas cosas…por eso tienes que vivirlas. Y tienes que conocer aquello por lo que tus padres y los demás hemos luchado. Un día serás la reina de la Luna. Tomarás decisiones difíciles, muchas no te agradarán. Tendrás la tentación de hacer que las cosas sean más fáciles para ti. En ocasiones te equivocarás. Pensarás. ¿Y si en lugar de esto hubiera hecho esto otro?  Pero muchas veces no habrá marcha atrás y tendrás que aceptar las consecuencias de lo que decidas. Por eso dime, Alice. ¿Qué has decidido hacer con Idina, Michael, Tom y Loren? ¿Quieres apartarles de tu vida o deseas incluirles como tus amigos? ¿Quieres disfrutar en tanto estés aquí o prefieres soportar tu estancia en Bios como una penitencia? Decidas lo que decidas, deberás afrontarlo y aceptar las consecuencias… ¿Será algo que atesores en tu corazón como experiencia para el futuro o querrás olvidarlo? ¿Podrás ser más cercana a los demás y ser capaz de ponerte en su lugar o preferirás aislarte en una torre de marfil? Tu madre comprendió eso… yo lo comprendí… mi hija también lo hizo en su día…Veras, muchas veces, lo que uno tiene que hacer no es lo que desea hacer. Pero al final descubre que mereció la pena. Pues con tu esfuerzo y tu sacrificio haces felices y ayudas a muchos otros. Creas para ellos un Xanadú.



            La chica estaba sobrepasada por aquello y apenas sí pudo asentir en tanto se enjugaba las lágrimas.



-Desde ahora cambiaré. Lo prometo.- Afirmó la joven con tono solemne y emotivo.- Seré una buena amiga para Tom y para Loren. Yo les aprecio a todos de veras…pero quizás no lo he demostrado porque estaba enfadada, tanto con mis padres como conmigo misma…Les debo una disculpa. A ellos, a mis padres, a ti.  Gracias…muchas gracias por hacer que lo entienda.



Cooan asintió con una media sonrisa, la joven se la devolvió, mucho más animada. Entonces la hija de aquella anciana entró en el salón…la princesa heredera sonrió mucho más cordialmente de lo que solía, pero antes ni tan siquiera de poder decirle nada a su anfitriona la expresión de horror de ésta la dejó callada.



-¡Oh, Dios mío! Ha sucedido algo terrible… - Fue lo único que Idina declaró, dejando sorprendidas y preocupadas a sus interlocutoras-…



Mientras tanto, Asthel, ajeno a todo esto, viajaba con Georcael de nuevo a través del tiempo y el espacio…



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