martes, 8 de marzo de 2011

GWT 37.189. Brian y Mimet congenian


A la mañana siguiente Asthel se levantó como un resorte para iniciar el nuevo día. Se aseó y fue a desayunar, su madre ya estaba levantada. Brian y Leval también se unieron a ellos y todos se sentaron a la mesa. Leval le preguntó a su hijo como le iban los estudios, Asthel respondió que bastante bien pero se extrañó que tanto Brian como su madre estuvieran tan callados, al fin Amatista intervino.



- Hijo, ayer estabas tan concentrado. - Le dijo con visible gesto de sorpresa. - Ni quisiste siquiera que entrase en tu habitación…

- Sí, la verdad es que los temas eran algo complicados y para entenderlos necesitaba mucha concentración.- Respondió Asthel tratando de soslayar el asunto. -

-¿Y tú, Brian? - Inquirió Leval mostrándose preocupado. - Estás muy callado. ¿Tienes algún problema con los estudios? ¿Algo que no entiendas bien?

-¿Eh? - Reaccionó el interpelado como si hubiese despertado de un sueño para responder en un intento de parecer jovial. - ¡Ah no, tío Leval, no te preocupes...sólo pensaba!....

-¡Seguro que en alguna chica! - rio éste. -



El aludido se puso bastante rojo y su tío le señaló sonriente creyendo confirmada su aventurada afirmación.



-¡Alguna guapa universitaria te está haciendo soñar despierto! Me pregunto quién será la afortunada. ¡Debes de tener a unas cuantas locas por ti! - Rio Leval.-



Amatista intervino nuevamente para sacar al chico del apuro dirigiéndose a su marido con voz entre condescendiente y cariñosamente reprobatoria.



- Déjale en paz, si a nuestro sobrino le gusta alguna chica y no quiere decirlo, no tienes porque obligarle...

 - Tienes razón, perdona Brian. - Se disculpó Leval sonriendo en tanto agregaba aun con regocijo. -¡Cada día soy más cotilla, debe ser por deformación profesional! Me paso la vida investigando cosas. Después de tantos años ya parezco más detective que militar. Bueno, tengo que irme ya. - Terminó el desayuno para remachar. - Voy a ver si consigo subir al deslizador de las ocho treinta para no llegar tarde...

- Papa.- Observó Asthel. - No entiendo como pudiendo transportarte decides ir en ese deslizador…

- Hijo,- respondió cansinamente éste. - Soy el jefe de coordinación de las bases del planeta, tengo que dar una apariencia seria y no puedo aparecer de pronto en medio de la central aun conociendo la energía de todos. No sería muy ortodoxo. Las cosas ya no son como antes. - Suspiró resignadamente mientras sentenciaba con un tinte de pesar - no, no lo son...

-¡Pues venga! - Le advirtió Amatista con humor -, vete ya o llegarás tarde...

- Yo también debo irme, hoy he quedado con Madeleine. ¡Vamos a estudiar juntos! - Recordó Asthel con manifiesta alegría -...

-¡Me parece a mí que poco estudiaréis los dos! - Se rio su madre. –



            Aunque su hijo suspiró, y con tinte más serio, decidió desvelar lo que realmente pasaba.



-Mamá. Vamos a ir con Mimet, cada vez está más deprimida e introvertida. Queremos animarla, no quería comentarlo pero ya me lo has hecho decir....

-Pues ¿Qué le pasa?- Se interesó su madre mudando su risueño gesto por otro más preocupado.-

-No lo sé. Ya sabes que esa chica nunca se ha abierto mucho. Pero incluso para lo que es ella está muy rara. Hasta su mirada es triste.- Pudo describir el chico.-

-¿Y tú Brian? ¿No vas con ellos? – Le preguntó Amatista. -

- Bueno, no....- Pudo responder el chico, mirando avergonzadamente a su tía que tenía clavados los ojos en él. Brian no quería enfrentar su mirada a la de ella y bajó un poco la cabeza para agregar con voz queda. - Quizá dentro de un rato. Asthel, decidme donde vais a estar y quedaremos por allí...



            Su primo convino en eso y le indicó el lugar. Momentos después Leval se marchó, Asthel también y Brian se levantó para ayudar a Amatista a recoger los platos, mientras le dijo muy aliviado.



- Muchas gracias por no decir nada...

- No te preocupes por eso, ya está pasado. Vamos a dejarlo, seguro que enseguida lo olvidarás...-Replicó ella conciliatoriamente.-

- No lo creo. No conozco a ninguna mujer que sea como tú.- Respondió el consternado Brian sintiéndolo de verdad -....

- Pero seguro que hay muchas chicas de tu edad que se morirían por estar contigo. Creo que tu tío no iba tan desencaminado en eso. Habrá muchas que suspirarán por ti.- Repuso ella algo turbada y porque no decirlo, incluso halagada por esas palabras tan sinceras. -

- ¡Son sólo unas crías estúpidas que nada más piensan en tonterías! - Repuso el muchacho con cierto desdén. –



            La mayoría desde luego eran unas alocadas que le seguían en los partidos de baloncesto gritándole cosas como ¡ tío bueno! O ¡queremos un hijo tuyo! Eso le comentó a su tía. Haría incluso unos meses, cuando su propia madre Ky, estando de visita en Bios pudo comprobarlo. Fue incluso antes de lo sucedido con Cindy. La abogada vino tras haber viajado a Nature por un caso, quiso la casualidad que Brian y Asthel tuvieran partido.



-Sí, lo recuerdo.- Asintió Amatista.-



            Estaban ellos dos junto con Kerria y Asthel. Los muchachos, ya con la equipación deportiva, calentando en la cancha, unos momentos antes de comenzar, pudieron charlar con sus respectivas madres que había bajado a pie de pista.



-Tengo muchas ganas de veros jugar.- Declaró Kerria con tono sonriente.- Espero que ganaréis.

- Los contrarios son muy buenos, tía.- Afirmó Asthel.-

-Pero haremos lo que podamos.- Le aseguró Brian a su madre.-

-Cuidado a cómo jugáis porque ella entiende de baloncesto.- Les advirtió Amatista quien también había acudido allí, con gesto divertido.-



            Ambos chicos sonrieron, al poco tuvieron que regresar a completar la rueda de calentamiento con sus compañeros. Kerria entonces suspiró comentando con su cuñada.



-Me hace muy feliz verle así, siendo tan amigo de tu hijo e integrado con sus compañeros.

-Pues claro. ¿Por qué no habría de estarlo?- Afirmó Amatista con tono jovial.-

-Ya sabes, las madres siempre nos preocupamos por nuestros hijos…

-Es cierto.- Convino su interlocutora que se interesó a su vez.- ¿Qué tal por Nature?

-De lo más cansado. Aunque al fin salió a relucir la verdad.- Le contó Kerria.- Tuve que defender a Sonia Calderón.

-¿La directora de la Casa de modas de mi madre allí?- Se sorprendió Amatista, queriendo saber.- ¿Pues qué hizo?

-Nada, es que tiene un hijo y el padre del niño apareció reclamando la custodia compartida. Fue un juicio bastante complicado. Al final, ese hombre sí que era el padre. Pero eso no fue lo que me alegró. Sino que al fin, Daphne diera el paso de salir del armario.

-¿Daphne?- Repitió Amatista sin comprender.- ¿Quién es?

-La hermana mayor de Stephanie Kensington.- Le contestó Kerria.- En fin. No sé si lo recordarás pero hace años, tuve que defender a una tal Sabra levi, en un juicio. Daphne era su pareja pero en ese momento, debido a  muchas presiones y el miedo que tenía, ella cometió perjurio. Ahora, por el contrario, declaró la verdad. Admitió su homosexualidad. Y eso allí es muy duro. A buen seguro le costará perder a su familia y su trabajo.

-¡Pobre mujer!- Exclamó Amatista.-

-Le ofrecí mi ayuda si algún día fuese a la Tierra deseando empezar de nuevo. Daphne es maestra de primaria e infantil, como Idina y la tía Connie.  Y mi madre tiene contactos en el mundo de la enseñanza en Nueva York. A buen seguro que podríamos hacer algo para que la contratasen.

-Le deseo lo mejor.- Convino su interlocutora.-



            Kerria dio la impresión de querer añadir algo aunque las voces de un grupo de muchachas adolescentes las distrajeron. Gritaban los nombres de algunos de los jugadores locales y algunas cosas más con patente histerismo…



-¡Brian! ¡Quiero un hijo tuyo!- Chilló una rubita que no estaba del todo mal.-

-¡Por Dios! - Suspiró Kerria moviendo la cabeza para aseverar sin poder evitar reírse.- ¡Estas niñas están locas!

-¡Asthel! Deja a la sosa de tu novia y vente conmigo. ¡Ya verás lo que te voy a hacer!- Aulló otra de cabello moreno e igualmente atractiva.-

-Ganas de me dan de ir a arrastrarlas de los pelos.- Refunfuñó Amatista cruzándose de brazos.-



            Su cuñada y amiga se rio tras oír aquello. Pudo finalmente decir, al controlar la carcajada.



-¡Son unas crías! A su edad tú y yo hicimos cosas realmente peores…



            Amatista asintió, ahora recordaba eso. Durante todo el partido tuvieron que escuchar a esa pandilla de histriónicas quienes, afortunadamente, se guardaron mucho de aproximarse a sus hijos una vez acabó el juego. Seguramente al ver cómo tanto su cuñada como ella misma, se adelantaron. El colmo fue cuando una de esas bobas, dirigiéndose a Kerria, llegó a atreverse a gritar cuando la vio junto con el apurado Brian.



-¡Oiga señora, que es usted muy mayor para él!



            Aquello sí lo rememoró en voz alta y logró al menos que Brian sonriera, más cuando él añadió.



-¡Es verdad, me acuerdo de eso! ¡Menudo corte se llevaron cuando les dije que era mi madre! Ja, ja. Luego no pararon de disculparse con ella.- Hizo memoria el joven, para agregar.- Repetían como loros. Señora, es que es usted muy joven para ser su madre, o ¡qué bien se conserva usted! ¿No será modelo? ¡Menos mal que mamá Ky tiene sentido del humor! Y se rio. En fin,- suspiró ahora con resignación e incluso algo de desdén al aseverar.- ¿Qué se puede esperar de unas adolescentes? No saben más que chillar y decir tonterías



Amatista sonrió fugazmente acordándose asimismo de eso, luego miró a su sobrino y le contestó.



- No todas las muchachas serán de esa manera, seguro que alguna habrá que comparta tus gustos. Tienes que darles una oportunidad. - Le rebatió con tono afable y lleno de condescendiente certeza para añadir entre divertida y llena de nostalgia. – Si me hubieras conocido a mí con esa edad…

-Seguro que hubiese sido maravilloso.- Afirmó él, haciendo que su tía se ruborizase.-



            No obstante, ella negó con la cabeza y sonrió, para agregar con tono suave.



-No, te hubieras llevado una decepción. Entonces yo no era más que una cría tonta y muy competitiva. Me tenía que salir siempre con la mía. Sin importarme como. A veces pienso que, de las cosas que más me alegran de mi carácter tan impulsivo de antaño es que, al menos, con paciencia y tesón, sí logré el amor de tu tío. Pero desde luego cuando pienso en todas las bobadas que hice para ello a veces me da mucha vergüenza.

- Claro. Visto ahora será diferente. - Musitó el chico cabizbajo. - Seguro que yo mismo debo parecerte también un crío estúpido...

- No Brian,- negó enseguida su tía para añadir con afecto pero firmeza. - Eres muy buen muchacho, pero comprende que hay cosas que no pueden ser. Lo que te ocurre es muy natural, es bueno querer a alguien, pero debes enfocarlo de otra manera.

- Hay mucha gente que pensaría que esto me ocurre porque soy hijo de una mujer que vive con otra....ya me entiendes. – Añadió sintiéndose culpable.- Echarían la culpa a mi entorno.



El chico bajó la cabeza pensando que esto de seguro podría traerles a su madre y a Sam un enorme perjuicio si se supiera. De hecho, todavía había mucha gente que no veía nada bien que dos mujeres convivieran de esa forma. Y él mismo no había hecho si no darles carnaza si algo así llegara a ser de dominio público…



- No, no sé qué pueda tener que ver. Me parece una tontería.- Opinó Amatista extrañada. -

- Mi madre y Samantha siempre me contaron la verdad y yo conozco a mi padre, pero de cara a los otros chicos muchas veces era duro tener que soportar los comentarios. Lo que me decían.- Le confesó amargamente él. -

-¿El qué?- le preguntó su tía preocupada mientras le miraba con interés y no sin algo de lástima. -

- ¡Ahí va el niño con dos mamás! No tienes padre, tus mamás son dos tortilleras. Tú tienes que ser gay como ellas. No puedes ser normal. - Recordó enumerando todas aquellas injurias con voz queda y llena de pesar -...y cosas así. Por mí no me importaba, pero era injusto que insultasen a mi mamá Ky y a mi mamá Sam…



            Su interlocutora asintió despacio, enfrentando su mirada a la de él.



- Yo tengo una deuda con tu madre Ky, muy grande... ¿sabes? - Le confesó Amatista sintiéndose también culpable al recordar su propio pasado. -



Al oírla Brian se sintió muy envarado aunque se atrevió a decir.



- Tía Amatista. Si te pregunto una cosa ¿no te enfadarás? Es personal, si te molesta dímelo, pero por favor, no te enfades conmigo. Es algo que tengo que saber.

- Depende de lo que sea. No puedo prometerte que no me enfade, Brian. Pregúntamelo y ya veremos,- respondió ella con cautela. -

-Sé que mi madre te quiere mucho, siempre que habla de ti sonríe y se le ilumina el rostro. Y tú también la quieres. Yo…verás…no sé cómo exponerlo. ¿Tú y mi madre erais simplemente muy amigas o más que eso? - Inquirió él de forma muy temerosa. -

-¿Te refieres a si tu madre y yo éramos amantes? ¿Si nos acostamos juntas alguna vez? - Le replicó su interlocutora con voz serena y directa. -

- Pues… - Brian pareció estar dubitativo de querer reconocer aquella pregunta y atónito además por la claridad de su tía, pero al fin asintió. - Sí.... ¿lo erais? Si no quieres decírmelo lo entenderé...

- No,- respondió tajantemente Amatista. -No lo fuimos, éramos muy amigas y lo seguimos siendo. Mi deuda es, en gran parte, por la ayuda que tu madre me brindó para conquistar a tu tío. Ella me ayudó mucho desde que se dio cuenta de que yo estaba enamorada de él. Siempre fue como una hermana para mí.

- ¡Mi madre no me ha contado eso nunca! - Se sorprendió Brian. -

- Sí, pues lo hizo, y muy a mi pesar tengo que reconocer que cuando tu madre desveló su orientación sexual yo misma al principio la rechacé. Le hice daño.

- ¿Tú? - Exclamó el atónito muchacho que tampoco sabía nada de eso. - ¡Pero si eras su mejor amiga!

- Tuve miedo,- reconoció Amatista – también me influyeron las circunstancias,  era sólo una cría, pero eso no es excusa. Le pedí perdón enseguida y tu madre me perdonó. Pero yo siempre me he considerado en deuda con ella. Por eso te comprendo, un momento de debilidad lo tiene cualquiera. Todos cometemos errores. Si te digo la verdad, tu madre no fue la primera chica homosexual que conocí. Cuando era muy jovencita mis amigas de entonces y yo le hicimos mucho daño a otra muchacha. Lo pienso ahora y me doy cuenta de que he hecho muchas tonterías en mi vida, voluntariamente o no, que han hecho daño a mucha gente .Y no quiero hacer sufrir a nadie más.

- Tú no te has enamorado de tu propia hermana sin saberlo.- Replicó  el muchacho muy abatido para admitir a su vez. - Me dolió mucho, pero al menos no tenía idea de quién era ella en realidad, aunque ahora me he enamorado de ti y eres mi tía. ¡Y yo lo sabía!

- No te atormentes más, Brian. - Le pidió Amatista tomándole una mano para agregar con tinte suave y confortador.  - Ya has sufrido bastante, créeme. Lo que sientes hacia mí es muy bonito, pero no puede ser. Y estoy convencida de que no es verdadero amor. Posiblemente me veas como una especie de figura materna y me hayas idealizado. Debes salir al mundo y abrirte a los demás, estoy segura de que pronto encontrarás alguna chica que lo sea todo para ti y tú para ella.



            El muchacho la miró más tranquilo y añadió pudiendo esbozar una sonrisa.



- Me alegra que seas tan sincera, me ha ayudado mucho poder hablar contigo, gracias. Después de decir lo que sentía me encuentro mucho mejor.

- Y recuerda siempre que tus madres, Kerria y Samantha, son dos grandes mujeres. Nunca lo olvides, y tú eres un buen chico, a mí también me ha ayudado contártelo.- Sonrió Amatista animándole de un modo más jovial. - ¡Anda, vete con tu primo y pásalo bien antes de los exámenes!...

           

            El muchacho, más animado, sintió que un gran peso se le había quitado de encima. Besó cariñosamente a su tía, esta vez en la mejilla.



-Hasta luego, tía.

-Que tengáis un buen día.- Sonrió ella, pensando ya en ir a su trabajo.-



Su sobrino mucho más aliviado al punto corrió para prepararse y tratar de alcanzar a Asthel....Éste, por su parte, había ido a buscar a Madeleine y luego ambos fueron a encontrarse con Mimet. Brian, a la carrera, les interceptó cuando los tres llegaban a la zona donde habían quedado. Llegó con gran velocidad, aunque cuidando de que no le vieran los otros transeúntes y llamando a sus amigos con las manos con tono cordial.



-¡Ey, estoy aquí, ya he llegado!

- Has sido rápido,- le dijo Asthel bastante contento de tenerle allí.-



Lo cierto es que le había notado algo raro esa mañana y estaba incluso preocupado por Brian. Ahora que pensaba, su primo llevaba comportándose de una forma muy poco social y bastante meditabunda desde hacía tiempo. Algo le estaba haciendo daño, por eso ahora exclamó con animación.



 -¡Qué bien, así seremos cuatro!



            Mimet observó acercarse a Brian, no le conocía más que de pasada, de alguna vez que fueron juntos a la universidad con Asthel y con Madeleine. También le vio en algunos partidos de baloncesto cuando el chico jugaba con Asthel en su equipo. Era lo que podía describir como fuerte y apuesto. Desde luego le llamaba la atención en ese plano, pero carecía de otras referencias acerca de su personalidad. No habían hablado mucho y ella tampoco tenía ahora demasiadas ganas de conversar. Pero entonces Maddie dijo a todos con voz que parecía algo apenada...



- La verdad es que yo tendré que irme dentro de media hora...

-¿Pero, y eso por qué? - Preguntó Asthel con expresión desorientada y llena de desencanto en el rostro. -

- Es que mi madre me ha pedido que cuide al hijo pequeño de una amiga.- Repuso la muchacha agregando con pesar. - Le dije que sí y luego quedé contigo sin acordarme, lo siento...

- Bueno, no te preocupes, puedo ir contigo. Si no tienes objeción. - Le propuso su novio. -

- Creía que no ibas a proponerlo nunca,- le susurró Maddie, al parecer aliviada. -

- Entonces.... ¿nosotros qué hacemos? - Preguntó Brian sintiéndose desconcertado cuando les hizo ver - porque vosotros no podréis ir a  ninguna Holo peli.

- Yo me volveré a casa. Tengo mucho que estudiar.- Dijo Mimet y su voz sonó monocorde y  resignada -

- ¡De eso nada! - Opuso Maddie que casi la ordenó. - Tú y Brian id a ver la Holo peli, luego contadnos como está...

-¿De veras precisas que te cuente el argumento? Eso haría que perdieras el interés por verla.- Respondió la joven.-

-No te preocupes, estoy tan liada que a lo mejor ni puedo ir.- Sonrió trémulamente Maddie, animando a su amiga una vez más.- ¡Anda, id a ver la película! Lo pasaréis bien. ¿Verdad Brian?

- Bueno...si eso creo. Si tú quieres, Mimet.- terció el interpelado de forma tímida. -



Asthel había estado escuchando entre divertido y sorprendido. Aunque se había dado cuenta de inmediato de las intenciones de Madeleine. Desde un principio vio claro el juego de su novia. Estaba claro que no había ningún crío al que cuidar y para ayudarla a convencer a su amiga agregó con humor.



- ¡Vamos Mimet!, ve con Brian al holocine, lo pasaréis bien. El pobre chico necesita distraerse, está muy preocupado con sus exámenes, ja, ja...

- ¡Oye!... ¿pero qué?...- Intervino el atónito aludido tratando de protestar, aunque se calló enseguida porque Mimet le miró con un gesto raro. Podría ser que incluso inquisitivo y la verdad es que, a pesar de esa expresión algo rara era una chica preciosa -... Bueno…claro, los exámenes…

- No te preocupes por los exámenes.- Le respondió la muchacha que le aconsejó con su habitual calma lógica. - Únicamente estúdialos, pero si necesitas descansar y puedo ayudarte, vale. Vamos a ver esa holo película...

- Sí, gracias.- Repuso Brian que sonrió de forma estúpida mientras se acariciaba el cogote nervioso. Madeleine y Asthel se cruzaron miradas de complicidad y se sonrieron. – Estaría bien…

- Entonces nos vamos. Hasta luego chicos, que os divirtáis.- Les deseó Maddie convencida, o al menos eso esperaba, de que así sería. -



Y la pareja de novios se fueron paseando de la mano.



-Creo que he hemos hecho un buen trabajo como celestinos.- Se rio Asthel.-

-Sí.- Convino Madeleine. Al menos, me parece que a Brian no le son indiferentes los encantos de Mimet.

-Supongo que no, son muy evidentes.- Se rio el chico.-

-¡Oye!- Le reconvino jocosamente su novia.- ¡Es Brian el que tiene que fijarse en ella, no tú!



De este modo, entre cómplices risas y algunos besos se alejaron. Por su parte Brian y Mimet se quedaron clavados sin saber qué hacer. Hasta que ella le dijo por fin, como siempre siguiendo un criterio objetivo.



- Vamos hacia el holocine, la película comenzará en veinte minutos. Si andamos a un ritmo promedio a juzgar por la distancia que nos separa de él, llegaremos en diez. Tiempo suficiente para no perdernos el inicio. - Avisó señalando su reloj. -



            Su acompañante asintió todavía desconcertado por la manera de hablar de aquella chica y ambos llegaron allí. Lo hicieron con aproximadamente doce minutos de margen, dado que anduvieron algo más deprisa de la media a la que ella aludía. Ya en la cola de las taquillas el muchacho se fijó en el bar.



-¿Quieres palomitas?- le ofreció él. -

-¿Por qué?- Quiso saber la muchacha –

-He recordado que…, bueno, es la costumbre…, a mi madre Ky por ejemplo, le encantan. – Afirmó el chico. –

-No soy tu madre Ky. Ese razonamiento no puede aplicarse. – Rebatió ella. – Tendremos gustos y criterios distintos debido a nuestras diferentes edades, procedencias y educación.



Su interlocutor la miraba con la boca abierta. Entonces la muchacha comentó al ver esa reacción.



-¿He dicho algo que no se ajuste a la realidad?

-No, vamos, como verdad, es…- sonrió él para proponerle. – Pero no hace falta ser tan lógica.

-No te comprendo. – Dijo ella aseverando. – Se es lógico o no se es.

-Escucha Mimet. – Repuso él con otra sonrisa. – Si uno es humano no tiene porqué ser tan estricto en los razonamientos. Tenemos esa suerte.



La muchacha no dijo nada, precisamente porque ese argumento le parecía irrebatible. Lamentándolo mucho ella era como era, pero no se lo iba a explicar. Entonces recordó su oferta y declaró.



-Unas palomitas estarían bien… ¿De cuantas estamos hablando?



Y para su sorpresa eso hizo reír a Brian. Lo que dejó aún más desconcertada si cabe a su interlocutora. Si ella aceptaba la oferta. ¿A qué venía eso de reírse? Se estaría burlando... Aunque no lo parecía. Quizás le había dicho algo que él hubiera encontrado gracioso. Pero no acertaba a saber qué. Para su desgracia no podía entender ese tipo de reacciones y sus postulados lógicos no le servían a la hora de analizarlas. Optó pues por permanecer callada en la creencia de que así no cometería ningún error más. Pero entonces el muchacho dejó de reírse y le preguntó.



-¿Dulces o saladas?

-¿El qué?- quiso saber ella. –

-Las palomitas – le aclaró él –

-No lo sé. ¿Qué variedad es la más adecuada?

-A mi madre Ky le gustan mucho las dulces…- Le contó el chico. –

-Entonces, dado que te recuerdo a tu madre Ky, esas – convino Mimet –

-No - sonrió de nuevo su contertulio. –

-¿No,… qué?- Preguntó ella. –

-No me la recuerdas para nada. ¡Sois totalmente distintas! – se sonrió de nuevo amagando con reírse. – Mi madre jamás hablaría así…

-Pero, no lo comprendo. – Comentó la muchacha en tanto razonaba. – Si siempre pones como ejemplo a tu madre Ky cuando me propones algo debe de ser porque estableces un paralelismo conmigo. Lo que justifica que tengamos cosas en común, por tanto debo recordártela, y ahora me dices que no es así. Carece de fundamento lógico.

-¡Es que pareces una computadora! – se rio el muchacho parodiándola con tono divertido. – Si, no, esto o lo otro. Mira Mimet, la vida no es código binario. – Le dijo con tono afable para aconsejarla. – Tienes que tomártelo con calma.

-No estoy nerviosa.- Repuso con total seguridad, lo que hizo que aquel muchacho incluso se riese más.-

-¡No sabía que tuvieras tanto sentido del humor! - Comentó él, casi enjugándose las lágrimas.-

-Ni yo tampoco.- Convino la chica mirándole con lo que parecía una expresión de desconcierto.-



            Y con esa respuesta el muchacho casi se caía de risa. Ante el desconcierto de la joven. Finalmente Brian pudo hablar, una vez que compraron las entradas y pasaron a  la sala.



-Bueno, creo que lo que te sucede es que solamente ves dos alternativas. Y muchas veces hay un gran número de ellas.- Le explicó él.-



Aunque la muchacha quiso analizar aquello, quizás esa era una posible explicación. Ella siempre consideraba las opciones más probables y sí que basaba sus análisis de las cosas en parámetros contrapuestos. Aunque ese chico le acababa de revelar que pudieran existir matices. Luego el truco podría consistir en aplicarlos acorde con la situación. Eso merecía un buen análisis en profundidad. Desde luego el muchacho era una persona interesante. Pensó en ello en tanto él iba a por las palomitas. Sin pedírselo le trajo también un refresco. Cuando ella le miró mientras  se lo entregaba, Brian le comentó casi a modo de chanza.



-Pensé que para acompañar las palomitas lo más lógico sería beber algo.

-Sí, es cierto. Dada la consistencia de las mismas seguramente necesitaré ingerir líquidos.  – Pudo decir ella, viendo que el chico era capaz también de deducir ese tipo de cosas, la pregunta era. ¿Por qué a veces usaba la lógica y otras la descartaba? ¿Bajo qué parámetros lo hacía? Y así se lo preguntó.-

-Verás. Eso depende del instinto de cada uno. En ocasiones la lógica sí que es muy útil.- Declaró él.-

-Eso es algo que me resulta muy complicado.- Admitió la joven.- No sé cuándo debo emplear otra cosa que no sea la lógica y no sé cómo hacerlo. ¿Cuál es el patrón?

-Estoy convencido de que si realmente te dejas llevar por tus emociones lo sabrás.- Afirmó su interlocutor.-



Aunque precisamente ahí radicaba el problema de ella. Optó por no decir más. A fin de cuentas aquella Holo película estaba empezando ya. Y sin mucha más conversación los dos la vieron. En honor a la verdad no estuvo mal, al menos fue entretenida, y al terminar sí que hablaron. De camino a casa la conversación fue progresando, de cosas triviales a temas algo más interesantes. Durante la misma, Brian  sentía que podía confiar en Mimet, era el tipo de chica discreta que jamás traicionaría las confesiones de nadie si se le pedía explícitamente no hacerlo. Analizaba las cosas bajo esa perspectiva tan particular suya. Él pensaba que ella no le prejuzgaría ni basaría sus opiniones en los chismorreos.  También notaba pese a toda la frialdad y el aplomo de esa muchacha que sus ojos rezumaban tristeza. Sin casi proponérselo le preguntó el motivo de ello. Por primera vez desde hacía mucho tiempo, Mimet pareció sorprenderse. No esperaba que nadie pudiera interpretar ningún tipo de emoción en su rostro y sinceramente, como siempre solía hacer, le respondió con sinceridad...



- Yo no tengo muchos sentimientos. Es algo que siempre me preocupó, si puedo emplear ese término. Les pedí a mis padres que me ayudasen a saber el porqué. Y un día me lo dijeron.

-¿Es algo que te preocupa hasta el extremo de no poder contarlo? A mí me ha ocurrido algo parecido. Desde niño. – Le confesó el muchacho a su vez, queriendo animarla para que hablase más de eso -...

-¿Qué te ocurría de niño?- Preguntó ella que parecía  intrigada. - ¿Tampoco tenías sentimientos?

- No, se podría decir que todo lo contrario. Verás, yo me crie con dos madres,- le contó Brian  agregando con un cierto toque de complicidad cuando aclaró. - Ya me comprendes. Mi madre biológica y otra mujer viven juntas.

- Sí, lo comprendo. Comparten vivienda.

- Bueno, sí y no… no es eso ¿entiendes? – Volvió a repetirle él. -

- No, no lo comprendo. ¿Qué significa? ¿Viven juntas o no? - inquirió ella y los ojos de Mimet verdaderamente expresaban confusión. -

           

            Brian no podía creerlo, ¡esa chica realmente tenía cara de no entender nada! Se lo explicó mejor mientras recorrían la calle. Ambos fueron paseando hasta un solitario parque.



- Mi madre biológica se llama Kerria, pero yo desde pequeño la llamo Ky. Y mi otra madre, Samantha, son pareja. Están casadas. Se atraen mutuamente y se quieren, como si fuesen un hombre y una mujer.

- Eso es lo que se llama una relación homosexual, en este caso concreto, lésbica. -  Definió Mimet  aseverando. – Tal y como has dicho tú eres hijo biológico únicamente de una de ellas.

- Sí, claro – convino el muchacho. –

-¿No te concibieron con el método ROPA entonces?- Inquirió la muchacha.-

-No que yo sepa. También sé quién es mi padre.- Replicó él.-

- ¿Y ambas te han cuidado y querido, cumpliendo sus obligaciones como progenitora y madre, una y como madre la otra? – Le inquirió la chica. –

- Sí.- Asintió el perplejo Brian, lo cierto es que nunca lo había visto de esa manera. -

- Entonces no sé dónde está el problema. – Declaró Mimet. – No se debe a una negligencia por su parte.

-No, claro que no. Son las mejores madres del mundo.- Se apresuró a replicar él.-  Pues, el problema estaba en…veras, por ejemplo, cuando los otros niños se burlaban de mí o me lo reprochaban. – Le contó él. –

- ¿Esos chicos tenían alguna responsabilidad o autoridad para contigo o tus madres?- Inquirió agudamente la muchacha. –

- Pues… no… - pudo replicar el cada vez más atónito Brian. –

-¿Hiciste algo que objetivamente mereciera sus críticas o quejas? Como insultarles previamente, agredirles, robarles o algo de esa índole. - Preguntó la chica.-

-Que yo sepa nunca. - Afirmó él.-

- Entonces lo que digan es irrelevante y carente de certeza. – Concluyó ella para remachar.- Por tanto, debes ignorarles o corregirles para que se ajusten a la verdad.



Tras escuchar esto último él sonrió ampliamente y sin casi darse cuenta le dio un beso en la mejilla a la muchacha. Mimet le miró sin entender y simplemente preguntó.



-¿Deseas establecer una relación sentimental conmigo o es más de índole sexual?

-¿Quéee?- Exclamó el muchacho realmente pasmado, agitando ambas manos. – ¡No!, bueno, quiero decir, que eso ha sido para darte las gracias. Es la primera vez que alguien me plantea las cosas tan claramente. En cuanto a tu pregunta, pues de índole sentimental para empezar, si...me gustaría. – Se atrevió a  decir algo ruborizado.  

-A mí también me gustaría. – Secundó la joven de forma totalmente normal aunque sin aclarar la índole, como ella dijo. – En tal caso, ¿debo entender que con esta conversación hemos comenzado ya?..



            El joven la miró atónito. Desde luego esa chica sí que era directa. Eso le gustaba, quiso ser igual de claro y asintió.



-Desde ahora mismo creo que podemos considerarnos como ligados emocionalmente a ese nivel. Y, si no te importa, en nuestra nueva calidad de pareja sentimental, me haría mucho bien terminar de contarte mi historia. – Le pidió él entre asombrado y divertido. –

-En ese caso, adelante. Creo que una de las obligaciones de un miembro de una pareja sentimental es escuchar a su otra parte.– Concedió la chica.-



Los dos se sentaron entonces en un banco cercano. Brian suspiró y prosiguió ya más serio.



-Cómo te dije, para mí fue duro. Yo no me planteaba las cosas como tú, y me herían moralmente con esos comentarios. Luego cuando conocía a alguna chica…pues todas se creían que debía de ser un pervertido o algo así. Tenían reparo de ir a mi casa. Algunas hasta llegó a confesar que le daba vergüenza. Por si alguna de mis madres la miraba. Ya sabes. De esa manera…

-¿De qué manera?- Inquirió su oyente.-

-Pues, con deseo sexual.- Afirmó el apurado Brian.-

-Si tus madres son de esa inclinación y esas novias tuyas eran atractivas a sus ojos, puede que las observasen. Aunque si entre ellas dos son fieles, esa consideración no sería en absoluto preocupante. Estimo que su amor maternal por ti prevalecería sobre cualquier tipo de atracción que una novia tuya pudiera producirles.



            Brian volvió a asentir. Era como si Mimet tuviese el don de decir las cosas más obvias que estaban ahí delante y que nadie quería o se molestaba en ver.



-Y hace poco – suspiró el chico prosiguiendo con su relato. - Fue gracioso, - añadió con sarcasmo. - Me enamoré sin saberlo de mi propia hermanastra. Ninguno sabíamos que fuéramos parientes. Hasta que mi madre Ky y mi padre me lo explicaron todo. Sé que esto les ha hecho sufrir mucho, tanto como a mí…-Remachó consternado y con patente tono culpable.- Aunque entonces les culpé a ellos…

- Vaya.- Comentó Mimet. - No lo entiendo, tú no tienes la culpa si no lo sabías. Y si tus padres tampoco supieron de tu relación con tu hermanastra son asimismo inocentes. Pero te preocupas por todos y tratas de empatizar con sus sentimientos. Además de expresar remordimientos por algo que no se considera aceptable socialmente, pese a no ser directamente responsable. Por lo que concluyo que tú eres un buen chico.- Sentenció convencida. -

- No lo creas, me ha ocurrido algo de lo que estoy avergonzado.- Rebatió él.-

-¿El qué?- Quiso saber su oyente.-



Y arrastrado por la necesidad de sincerarse con alguien que no fuera su propia tía, le contó a Mimet lo ocurrido con Amatista. Al mismo tiempo estuvo escrutando el rostro de la joven para ver su reacción, aunque ella no pareció inmutarse, simplemente se limitaba a escuchar. Finalmente él suspiró, remachando.



- Ahora me siento mejor, porque ella me ha perdonado. Pero si se enterasen mis primos Asthel, Maray, o mi tío Leval, sería un gran disgusto, estoy muy avergonzado. ¡Por favor!, no se lo digas a nadie.

- No lo haré, no tengo porqué. Es una cuestión vuestra. Además, si te ha perdonado debes olvidarlo. Por lo que veo tú tampoco has tenido mucha... digamos suerte, con tus relaciones.- Sopesó la muchacha sin evidenciar ninguna clase de asombro o escándalo. –



            Eso dejó perplejo a Brian, a la par que muy agradado. Esa joven no le juzgaba. Al menos no manifestaba ningún tipo de prejuicio. Quizás su tía había tenido razón después de todo. No todas las chicas de su edad eran vanas o superficiales. Por ello, llevado del interés y la curiosidad, preguntó a su vez.



-¿Y qué te ocurre a ti? ¿Qué te contaron tus padres que te haya deprimido tanto? En fin. Me parece que estás algo triste. Y aparentemente no veo ningún motivo para ello. Eres una chica muy bonita y agradable.

- Objetivamente hablando tienes razón. No obstante hay causas de fondo. – Le respondió ella.-. Verás, fue hace algunos años. - Le contó Mimet. - Tampoco tuve suerte con mis relaciones. Los chicos con los que salí sólo querían aprovecharse de mí...ya sabes, sexo, no querían nada más. Pero lo peor de todo es que casi ni me importaba. No sentía amor, ni alegría. Eso sí, hacía cosas que los demás no podían. Yo quería saber porqué no podía sentir como las otras personas y mis padres me lo dijeron. Bueno, en realidad, tuvieron que hacerlo porque lo descubrí...

- Si es algo de lo que no quieras hablar, no tienes por qué hacerlo.- Le dijo cortésmente Brian no deseando violentarla. -

- No, tú has confiado en mí como tu pareja sentimental, en justa reciprocidad yo haré lo mismo contigo. Verás, mis padres me contaron.- Y ella hizo una leve pausa reflexiva y recordó. -



            Cuando Mimet entró en el salón de su casa hacía tres años para buscar información se lo encontró revuelto. Su madre había estado haciendo limpiezas. Mimí era bastante aficionada a ello, así se quitaba el estrés, decía. Aunque eso su hija no lograba comprenderlo demasiado bien. Tampoco lo hacía Ken a decir verdad. El caso es que la chica tenía que utilizar algunos “discos duros” para ponerse a estudiar en busca de información. Se fue hacia el armario donde los guardaba y lo abrió. No estaban allí, se percató de que su madre los había sacado y los tenía cuidadosamente apilados en el suelo. Fue a buscar los que le interesaban pero, accidentalmente pisó un trapo que estaba bajo ellos y lo arrastró, derrumbando la pila.



- Tendré que reorganizarlos otra vez. Me llevará unos cinco minutos.- Pensó con precisión. -



            Y Mimet se puso a hacerlo con diligencia pero, al tomar algunos discos de la parte inferior descubrió uno que nunca había visto antes. Y en su caja tenía puesto su nombre M.I.M.E.T. Aunque a ella le extrañó ver las letras separadas por puntos. Aquello parecía más bien un acrónimo. Lo sacó de la caja pensando que podría ser algún tipo de información destinada a ella y lo llevó a su cuarto donde lo metió en el ordenador. No es que  experimentase la ansiedad propia de estar a punto de satisfacer la curiosidad, pero sabía que cualquiera en su lugar sí la tendría, así que decidió imitar ese comportamiento. Ese disco duro en particular tenía una clave de acceso de tres cifras, pero ella conocía un programa de descifrado de códigos. No tardó más que veinte minutos en acceder a la información, que, desde luego, no era ni mucho menos lo que ella suponía.



-Esto es…un trabajo anatómico de investigación cibernética.- Se dijo con átona exactitud.- ¿Sobre mí? No puede ser posible, a no ser que yo…



            En un mapa que apareció en el ordenador se dibujaba una silueta femenina. Las partes del cuerpo estaban divididas y cada una explicada con anotaciones. Mimet siguió tecleando para descubrir mapas de nervios, músculos e incluso uno cerebral. En cuanto accedió a éste pudo leer atónita.



- Bienvenidos al proyecto Microcomputer Inteligent Machine Especial Trenton.



            No podía dar crédito a lo que leía, ¡ese disco duro versaba sobre ella misma! Con un sentimiento que esta vez sí sólo podría calificar de interés científico, quizás curiosidad, pero que seguramente en cualquier otro sería de gran asombro, comenzó a explorar los contenidos. Le llevó poco tiempo asimilar que esa información contenía su propia creación, diseño y desarrollo. Mimet salió del archivo y quitó el disco duro. Se dirigió al comedor para dejarlo en su sitio. Allí la encontró su madre que había vuelto del trastero y se afanaba en terminar con la limpieza. Mimí fue la primera en saludarla como siempre, con cariñosa jovialidad.



- ¡Hola cielo, que bien que hayas vuelto, así podrás ayudarnos con las limpiezas!...



            Mimet la miró fijamente y sorprendiendo a su madre, preguntó.



- Mamá… ¿Quién soy yo? O mejor dicho. ¿Qué soy?



            Mimí la miró atónita pero palideció cuando Mimet le mostró el disco. Entonces la madre de la muchacha pudo decir con voz temblorosa.



- De, ¿de dónde has sacado eso?

- Lo encontré bajo los otros discos,- respondió la muchacha que insistió. - Dímelo por favor. ¿Qué soy realmente? No soy hija vuestra ¿verdad?

- Verás… tú, para nosotros has sido como una verdadera hija.- Pudo decir Mimí visiblemente emocionada. -

- Cuéntamelo todo, mamá. Necesito tener todos los datos.  - Le pidió la chica sin casi parpadear. -

- Por favor, espera a que llegue tu padre. Yo sola no puedo…- Solicitó Mimí a su vez, tratando de dominar su angustia ante lo que era un secreto largamente guardado que jamás quiso desvelar. – Necesitaré que él te explique también algunas cosas.



Y Mimet accedió, supuso que su padre tendría información complementaria. Por fortuna para ella, tampoco tenía el impulso de ser impaciente. Así que cuando Ken llegó su consternada esposa le puso al corriente. Él sufrió también la misma sensación de pesar pero se preparó a ser sincero con la que desde siempre consideraba como a su verdadera hija que tomó la palabra.



- Entonces es como yo suponía. Quieres decir que no soy vuestra hija de verdad.- Preguntó ella para confirmarlo. - ¿Soy adoptada o algo así? - Inquirió, por primera vez en su vida, utilizando el engaño de pretender que no sabía toda la verdad. -...

- No, no  cariño. - Intervino su padre que sabía de sobra que Mimet habría consultado alguna base de datos para llegar a esa conclusión, de modo que le dijo. - No eres adoptada, en cierto modo sí que somos tus padres.

- ¡Ken, por favor! - Le pidió Mimí con una muda súplica en sus ojos, como si pensase que aun podía detenerse, pero él añadió apenado y con tono suave pero firme. -

- Ya es hora de que sepa la verdad, querida, si se lo ocultáramos más no le haríamos ningún bien.

- Está bien,- concedió ésta visiblemente entristecida. – Vamos allá, pues…

-¿Qué queréis decir? .Por favor no deis más rodeos. No es lógico. - Les pidió Mimet con extraña intensidad de voz en ella.-



Lo cierto es que se sentía deseosa como nunca lo había estado de confirmar la veracidad de lo que había leído y lo principal, de conocer el porqué de todo aquello por boca de sus propios padres.



-Como bien sabes, tu padre y yo somos ingenieros informáticos y estamos doctorados en cibernética.- Le explicó su madre. - Tu abuela Mimette y tu abuelo Daniel, también. Nosotros teníamos un proyecto de fin de carrera que luego se amplió en colaboración con bioquímicos de su empresa, y con ingenieros de robótica como Keiko Tomoe, a la que llamas tía Keiko, y de su padre, el famoso doctor Tomoe, en la Masters Corporation. Estaban haciendo investigación genética integrada con tecnología artificial y nuestro proyecto de doctorado se basaba en eso mismo.-  Le costaba seguir hablando por la emoción pero se sobrepuso y desveló. – Veras mi amor. Durante los experimentos y las pruebas para llevarlo a cabo yo sufrí un terrible accidente. Estaba embarazada entonces y perdí a mi hijo. Y además, a resultas de las secuelas que padecí, nunca pude volver a concebir. Me deprimí mucho. Lo pasé muy mal. Durante un tiempo no quise saber nada de nadie. Aunque tu padre y el resto de la familia me apoyaron. Al final logré superarlo en parte por ese proyecto. Ironías del destino. El mismo que me quitó la posibilidad de dar a luz a un hijo me compensó.

-¿Cómo es eso posible?- Quiso saber la chica que no acertaba a comprender aquello, cuando alegó.- Suena a paradoja irresoluble.



            Su madre asintió con lágrimas en las mejillas, sonrió débilmente y le respondió.



-Lo es, cariño, lo es. Una extraña y hermosa paradoja al final. Verás, el resultado que obtuvimos, tras años de trabajo y desarrollo, fue un organismo vivo con una gran fuerza e inteligencia artificial, ese resultado fuiste tú, Mimet.



            Pese a saberlo ya, la chica quedó paralizada por primera vez en su vida de la sorpresa. Oírselo decir a sus propios padres o a las personas a las que ella había considerado de ese modo fue un golpe muy duro. Ken y Mimí la miraban muy apenados y con gran preocupación...



- Te creamos con lo mejor de nuestra tecnología y conocimientos. - Añadió Ken temiéndose el shock que aquello representaba incluso para alguien como Mimet. - Saliste tan bien y nos encariñamos tanto contigo que tu madre y yo mismo, que por culpa de ese desgraciado accidente nunca tuvimos hijos, decidimos criarte como una hija nuestra. El doctor Tomoe y su esposa, junto a tu abuela Mimette y su hermana Melissa, nos ayudaron mucho. Gracias a los avances en el campo de la biología molecular pudimos crear un cuerpo mucho mejor que el de un humano corriente que sirviera de anfitrión a tu cerebro. Como tenías una mente cibernética analítica dejamos en blanco ésta y tratamos de implantarle sensaciones y recuerdos como los de cualquier niño de tu edad, desde la fase de bebé hasta los seis años. A partir del sexto año dejamos que tu mente, influenciada por esos recuerdos y sensaciones, funcionase por sí misma, para que no estuvieras excesivamente adelantada a tu edad. Y fueras aprendiendo de un modo natural. Pese a ello, quizás a causa de las mejoras implementadas en ti, tu desarrollo físico y mental era muy superior al de cualquier niño con tus años.

-¿Soy un robot…un tipo de androide orgánico? - Les preguntó Mimet incrédula. -  ¿Por eso no podía sentir y amar como los demás? ¿Por eso soy tan fría?

- No lo eres, has aprendido por ti misma a tener curiosidad, a sonreír y....



Mimí enmudeció de asombro e incluso dolor mezclado con cierta dosis de inexplicable alegría, al ver húmedos los ojos de Mimet.



- También sé llorar mamá, hace poco que lo he aprendido.- Susurró ella mientras las lágrimas fluían por sus mejillas.  – Creo que se llora cuando se siente dolor, pero es extraño. No me he golpeado, ni herido con nada…

-¿Te ha dolido saberlo, hija? - Preguntó Ken sorprendido y apenado. - Lo sentimos, de verdad. Nunca quisimos hacerte daño, confiábamos en que llegarías a ser igual que cualquier chica. Siempre tratamos de rodearte de nuestro amor...

- Pero eso no cambia las cosas, técnicamente, lo único que soy es un androide. Sólo un montón de explicaciones y cables sobre una mesa de diseño.- Musitó Mimet que parecía muy hundida.- Quizás, en el mejor de los casos un ciborg que combina microchips con partes biológicas. Pero no un ser humano.



O quizás la joven simplemente estaba analizándose a sí misma, sin apenas prestar atención a las palabras de su entristecido padre.



- Eso no es cierto, eres físicamente como cualquier mujer.- Le rebatió Mimí llorosa para argumentar. - Hace poco que tuviste tu primer periodo. Puedes llorar y reír, comes y bebes. Tu cuerpo es humano, Mimet. Y tú lo eres también. Hasta te sientes atraída por los chicos. Sólo te faltan algunos sentimientos más profundos. Pero ahora estás llorando, debes de haberlos adquirido.- Remachó con un tinte de esperanza. -

- Creo que lloro por que en cierto modo sé que es lo que supone que debo hacer. La reacción fisiológica que esperaríais de mí en este contexto, pero no porque sienta pena.- Objetó Mimet entre sollozos aunque ni ella misma podría asegurar eso al cien por cien. -

-¿Tú crees, hija? - Le preguntó Ken añadiendo con deseo de animarla. - Ahora tienes amigos que te quieren y siempre has tenido a tu familia. No importa como hayas nacido, lo que realmente cuenta es que estás aquí. Que te tenemos con nosotros.

- Yo no lo creo así.- Negó  ella que insistió. - Sólo soy una máquina, un proyecto. Tú mismo lo has dicho, puede que más sofisticado que otros. Pero al final, sólo soy un mecanismo, un  ciborg.- Mimi y Ken no supieron que decir, Mimet retomó la palabra y apenas sí susurró. - Ahora quiero estar sola para asimilar esta nueva realidad, me iré a mi habitación...



            Subió a su cuarto dejando a sus apenados padres en el desordenado salón y no pudo llorar más, sólo dejar su mirada perdida en la pared. Como si tratase de hacer introspección en si misma, buscando su propia alma.



- Desde entonces quise estudiar cirugía, - le explicó Mimet al atónito Brian concluyendo su historia. - Con mis conocimientos de informática y los que me diese la medicina, podría conocerme mejor a mí misma. Quizás tengo un mal funcionamiento en mi interior, o puede que mi cerebro informático no acabe de reproducir los parámetros de la conducta humana como debiera. En cualquier caso deseo obtener respuestas…

-¡Vaya!- Exclamó su interlocutor que realmente estaba boquiabierto. - Bueno - le desveló al fin reponiéndose. - Yo tampoco soy humano del todo, ¿sabes?...

-¿No lo eres?,- inquirió Mimet también sin comprender tratando de deducir.- ¿Eres otro ciborg?

- No. – Negó el muchacho, matizando.- Mi abuelo materno es un guerrero del espacio, igual que mi tío. Tengo sangre de saiyajin y puedo transformarme. Mi abuelo Roy me enseñó. Te lo mostraré.



 Y Brian, tras asegurarse de que no había nadie más por allí cerca, tornó su pelo en rubio dorado mientras emitía un resplandor del mismo color para añadir convencido.



- Seguro que mi primo puede hacerlo también. Al igual que mi tío Leval.

- Tu energía ha subido mucho. Tus cabellos han variado su pigmentación a causa de tanta potencia. - Pudo apreciar ella con sus dotes de análisis, aseverando. – Seguro que tu metabolismo habrá aumentado enormemente para producir tal cantidad de fuerza.

- Sí, por eso luego como mucho. - Sonrió él sin darle más importancia en tanto retornaba a su apariencia normal. – Es una de las pegas…

- Entonces todos podéis hacer cosas sorprendentes.- Aseveró Mimet que parecía todo lo asombrada que era posible en ella. -

- Sí, y hay algo más.- Añadió Brian. - Asthel me lo desveló cuando éramos pequeños…



Y en tono aun de mayor confidencialidad si cabía, siguió contándole a esa chica lo que su primo le dijera acerca de su misión.



-¿Sabes qué misión es esa?- Se interesó la muchacha.-

-Pues, si te soy sincero, no tengo ni idea. Pero será algo muy importante. - Le confesó él.-



            Su interlocutora guardó silencio, él también lo hizo durante un rato, allí quedaron, sentados en el banco, cada uno entregado a sus reflexiones…



-Pudiera ser que, de algún modo, sea bueno tener a Brian como pareja sentimental. Él tampoco se ajusta al promedio humano, como yo.- Razonó Mimet.-



            Por otro lado, en casa de los Johnson la joven princesa estaba algo aburrida. Tras estudiar un poco y pensar, Alice decidió salir a dar un paseo. La tarde estaba agradable, realmente en Bios el tiempo siempre era benigno. Cuando llovía el agua caía en forma de una suave cortinilla que casi embellecía más el panorama. La muchacha había estado reflexionando mucho sobre lo que hablase con Cooan.



-Realmente este mundo es una maravilla. Una especie de milagro.  A pesar de todo lo que mis padres han trabajado para embellecer la Luna y convertirla en un paraíso, no se puede comparar con esto.- Se decía en tanto caminaba.- Sí, he sido una tonta. No me daba cuenta de todo lo que han debido de luchar y de sufrir, por mí y por nuestros súbditos. Ellos lo único que quieren es legarme nuestro reino lo más hermoso y próspero que puedan, y será mi responsabilidad mejorarlo el día en el que gobierne.



            Ensimismada con esas reflexiones bajó por la avenida del Teniente Granate Lassart  en dirección al parque. En otras circunstancias quizás hubiese charlado un poco con la hija de Idina buscando su consejo o al menos, sus ánimos. Sin embargo, Loren estaba en sus clases de pintura. En cuanto a Tom, había salido con unos amigos. Recordó que hacía unos pocos días el pobre muchacho le había ofrecido ir con él, pero estaba claro lo que deseaba. Incluso, en un a juicio de la chica, intento desesperado, le pidió quedar para ir al holocine. A su pesar, dado que no deseaba herirle, Alice le dijo claramente que ella no veía en él más que a un buen amigo. Supuso que lo entendió. De siempre su abuela Seira y su padre, e incluso su madre, le habían dicho que ese tipo de situaciones era mejor cortarlas con la verdad. No obstante, el muchacho ahora trataba de evitarla. Quizás eso fuera lo mejor. De todas maneras ella tenía a su vez a alguien en mente. No tardó en estar cerca de la casa en la que esa persona vivía, entonces se detuvo aguardando. Si no se equivocaba a esas horas él siempre solía salir y parecía ser efectivamente que su paciente investigación dio frutos puesto que oyó…



-Bueno mamá. Hasta luego.- Se despidió la voz de un chico.- No volveré tarde…



            Alice se acercó con sigilo, le conocía aunque no mucho. Desde luego Idina le había presentado a sus amigos y demás personas que eran importantes para ella. La joven princesa recordó cuando conoció al coronel Malden. Incluso pudo practicar un poco con él en un sitio apartado del planeta. Ese hombre era de la familia real del planeta Nuevo Vegeta. Sus poderes eran enormes y podía convertirse en súper saiyajin con la misma facilidad que el padre de ella. De hecho el tal Leval tenía rango de príncipe. Desde luego que entrenaron unas cuantas veces y la chica no fue nunca capaz ni de darle un golpe. Pero le vino muy bien. Tal y como su madre le dijese, pudo avanzar mucho en su adiestramiento estando en ese mundo. Lo cierto es que llegó a conversar ocasionalmente con el señor Malden. Recordaba como la sorprendió cuando, tras una pregunta suya, ese hombre respondió.



-¿Qué por qué no uso más mis poderes?- Repitió Leval para contestar.- Verás, cuando era joven también me sorprendía eso en mis padres. ¡Pensaba que podrían haber tenido una vida mucho más fácil y cómoda de haberlo hecho! Luego comprendí la causa. Ellos siempre quisieron que mi hermana y yo pudiéramos relacionarnos con todo el mundo, comprender al resto de la gente, sus vidas, sus problemas. Así puedes querer más a quienes te rodean y estás más dispuesto a ayudar a quién lo necesita. Porque sabes que ellos no pueden hacer lo que nosotros. Te identificas con sus circunstancias y evitas asimismo que la gente te tema. Las personas muchas veces temen lo que no entienden y entonces te apartan de su lado. Y créeme, los poderes que tenemos causan ese efecto en la mayoría y en otros incluso algo peor. El deseo de utilizarte para ayudarles a cumplir con sus propósitos, que a veces, no son precisamente limpios ni altruistas.



            Ahora la joven princesa meditaba sobre eso con interés. Esa era otra lección que sus padres habían querido que aprendiese. Quizás si la hubieran enviado al magnificente palacio de Cristal Tokio eso no hubiese pasado. Pero lo más importante para abrirle los ojos fue esa conversación con la madre de Idina. Así pensaba cuando por inercia se acercó a ese muchacho que ahora caminaba unos metros por delante de ella y le saludó.



-¡Hola!- Dijo con jovialidad.- ¡Eres Granate Lassart!, ¿verdad?- Agregó señalando el gran rótulo de la calle.



            El aludido se giró sorprendido. Esa muchacha morena y atractiva le pareció familiar…creyó reconocerla. Era la hija de la reina de la Luna, la que vivía con Idina. Sonrió algo azorado para matizar.



-Bueno, ese Granate no, él era mi tío…

-Sí, claro.- Convino ella con una apurada sonrisa.- Lo siento. No quise decir eso, yo…



            Aunque ahora se sentía un poco tonta, no se le ocurría qué más decir…Realmente deseaba hablar con ese muchacho al que encontraba bastante atractivo e interesante. Y además despertaba en ella mucha curiosidad dado que se parecía bastante a su difunto pariente. El que fue el primer amor de su madre. De modo que, tratando de ser amable, y salir de ese aturullamiento, comentó.



-Es que te pareces tanto a él, que cualquiera que no te conozca pensaría que ha resucitado…

-Es cierto. – Admitió su contertulio quien le contó.- Mi abuela Petz me lo dice muchas veces. Le recuerdo a su hijo. La pobre sufrió bastante cuando murió. Le quería muchísimo. Siempre que puede me enseña cosas suyas.- Añadió con un poso de tristeza.-

-Mi madre también.- Dijo ella casi sin darse cuenta.-



            Granate la miró atónito. Suponía que quizás, la soberana de la Luna y su tío podrían haberse conocido. Entonces la joven le devolvió la mirada visiblemente azorada.



-Bueno, quiero decir que, cuando lo supo, lo pasó muy mal…



            El chico recordó algo. Hacía años su abuela Petz le puso algunas canciones de su tío.  De las que había grabado a bordo de la SSP-1. Y en el Holo video él salía con una joven muy hermosa, ahora que se fijaba se parecía mucho a esa chica. Apenas sí pudo comentar…



-¿Estás diciendo que mi tío y tu madre? Que ellos…

-Hace poco que me enteré.- Confesó la apurada joven en tanto ambos caminaban ya fuera de la avenida.- Pero creo que sí se querían.

-¡Lo que es la vida! ¡Podríamos haber sido primos!- Comentó el joven quien, mirando el reloj, añadió.- Bueno, me están esperando. Me gustaría que algún día pudiéramos charlar de esto. Mi abuela Petz se alegraría mucho de conocerte.

-Sí claro, cuando quieras. Vivo en…

-En casa de Idina y Michael, lo sé… eres amiga de sus hijos.- Sonrió afablemente él.-



            Aunque eso no le sonó muy bien a Alice. Ese muchacho era varios años mayor y casi parecía que la comparaba con los hijos de la amiga de su madre. Quizás solamente viese en ella a una niñita con la que hablar. De hecho él le comentó.



-Vente a casa alguna vez. Mi madre hace unas tartas estupendas. Y tráete a Tom y a Loren.

-Claro.- Pudo musitar ella apagando su sonrisa.- Lo intentaré.



            El joven se despidió saludando con la mano y echó a correr para llegar a su cita con un grupo de amigos. Ella le devolvió el gesto moviendo la suya y se quedó pensativa. Además de guapo parecía agradable. A pesar de esa decepción en cuanto a lo que él pudiera considerarla, trataría de verle más. Nunca se sabía que es lo que podría pasar…Y suspirando se marchó a proseguir con su paseo.



-Bueno, otra cosa más digna de verse en este planeta. Un chico muy guapo y gentil. - Se sonrió finalmente.-



            Asthel mientras tanto estaba con Madeleine. Como él sospechó, su novia había inventado eso de cuidar al niño para dejarles a ambos solos y de paso que Mimet y Brian congeniasen. Aun no lo sabían pero su plan había sido un completo éxito saliendo muchisimo mejor de lo que ninguno habría imaginado. Y el chico en su interior tenía la impresión de que, así de unidos, esos dos formarían parte de su futuro grupo.



-Espero que Brian consiga que Mimet se sienta mejor. La pobre se encierra cada día más en sí misma.- Valoró Maddie.-

-No te preocupes. Creo que cada uno de ellos es lo que necesita el otro.- Replicó confiadamente Asthel.-

-¡Vaya! No sabía que te hubieras vuelto psicólogo.- Sonrió su novia mirándole divertida, en tanto se sentaba sobre sus rodillas y le pasaba los brazos por el cuello.- Otro talento más para adornarte.



            Tras darse unos cuantos besos, el joven sonrió, desvelando.



-Psicólogo no, pero digamos que tengo un don para ver en los corazones de la gente….

-Eso desde luego. - Convino Madeleine de forma casi profética.- Lo que tú no sepas no creo que pueda conocerlo nadie.



Asthel sonrió nuevamente para besarla otra vez. A todo eso, su padre tuvo un día anodino en el trabajo, salvo por un detalle. Alguien había venido a verle a su despacho. Se lo comunicaron y él autorizó a que esa visita entrase.



-Sí…por supuesto. Adelante.- Le indicó por el interfono a su ayudante.-



Un chico de su estatura, de pelo castaño oscuro y ojos color azul verdoso, con uniforme de cadete, se cuadró enseguida ante él saludando militarmente. Leval le devolvió el saludo en tanto ese muchacho declaraba.



-Se presenta el  cadete primero Alex Ginga, mi coronel.

-¡Vaya! ¿Ginga? ¿Acaso eres hijo de Giaal?- Se interesó su interlocutor. –

-Sí señor, soy hijo del director médico del hospital central de Nature, Giaal Ginga y de la capitana de navío, Susan Hunter.



            Era algo poco habitual que le enviasen a alguien que todavía no se había graduado en la academia militar. Aunque conociendo las circunstancias de Nature, Leval pudo comprenderlo. A buen seguro que Susan quiso alejarle de allí todo lo posible.



-Muy bien, supongo que con este traslado podrás ascender enseguida a alférez y concluir tu preparación para obtener el rango de teniente en pocos meses.- Comentó Leval.-

-Muchas gracias, mi coronel.- Repuso el chico.-



            Ahora su superior sonrió de una manera más desenfada y dándole una palmada en la espalda, declaró.



-¡Cuánto me alegra verte, muchacho! ¿Qué tal están tus padres?- Quiso saber con interés.-

-Bien señor, le envían sus saludos y recuerdos para usted y toda su familia. Ellos al menos, en lo que a su salud particular respecta, se encuentran estupendamente.

-Celebro oírlo. ¿Sabes?- Eran muy amigos míos. Luché junto a ellos y serví junto a tu madre. Celebro ver que ha tenido una buena carrera militar.- Le contó su contertulio que, enseguida le indicó. – Pero descansa y siéntate, por favor. – Le pidió ofreciéndole el sillón que se enfrentaba al suyo propio. –



Alex aceptó de inmediato y ambos tomaron asiento. El muchacho entonces le contó.



-Le traigo recuerdos de su hija, señor. Antes de venir aquí pasé por la Ciudad del Sur de Bios, Selenia, creyendo que usted estaría allí. La encontré a ella. Está muy bien y deseando volver a verles.

-Sí, nosotros también la echamos de menos. - Sonrió Leval recordando cuanto había cambiado su niña (en fin, siempre lo sería para él) en los últimos tiempos. De chica tímida y algo acomplejada había pasado a ser una joven sofisticada, muy hermosa, independiente, segura de sí y con una manifiesta personalidad. – Pero ¿de qué la conoces? ¿De cuando fue a Nature, verdad?. Ella habló muy bien de ti y de cómo la ayudaste a adaptarse.

-Gracias, señor. Sí, nos conocimos allí. – Admitió el muchacho, confesando ahora.- En cuanto llegué a este planeta fui a indagar para presentarme ante usted. En mi orden de traslado figuraba el apellido Malden y debieron de equivocarse cuando me asignaron la ciudad. Cuando traté de localizar a alguien me remitieron allí.

-Bueno…desfiles, Malden, ¡ja, ja! - Se rio Leval, añadiendo ya con tintes más reflexivos.- Admito que tiene gracia… tenemos una base de operaciones allí, aunque no me explico la confusión.

-Ni yo. Pero verá, mi coronel. – Comentó Alex ahora con tono más serio y preocupado. – En realidad no he venido desde Nature sólo para contarle esto. Tengo algunos informes para usted, de parte de mi madre.



Ahora fue Leval el que tornó su gesto más serio y dedicando toda su atención al chico, replicó.



-Me lo imaginaba. Dime. ¿Hay novedades sobre “el tema”?

-Sí señor, desgraciadamente avanza mucho más rápido de lo que habíamos creído en un principio.- Le informó con gravedad. – La princesa Kakyuu pidió a dos de sus mejores guerreras que investigasen. Según nos indicaron en persona Sailor lead Crow y Sailor Aluminium Seiren, la situación es insostenible en su sector…Aquello avanza de forma muy veloz. No puede ser detenido por ningún medio. Incluso Sailor Galaxia ha fracasado en eso.



Tras escuchar aquello y suspirar largamente, el coronel Malden se levantó de su sillón, el chico obviamente hizo lo propio. Su superior se paseó por la estancia con las manos detrás de la espalda tratando de pensar y finalmente preguntó.



-¿Cuánto tiempo nos queda?

-Acorde a los informes suministrados por las Starlight y las Anima mates, a  este paso unos pocos años a lo sumo, mi coronel. – Estimó el muchacho. –

-Muy bien, espero que tus padres podrán reunirse con nosotros, igual que mi primo Alan y su familia.

-No se preocupe. Lo harán cuando llegue el momento. Así me lo han asegurado. – Contestó su subordinado. –

-En ese caso, te quedarás en Bios por algún tiempo, si te han destinado aquí te buscaré un lugar cercano a mí, en la base de Vitae. Redactaré tu ascenso a alférez y llevarás a cabo tus últimas pruebas para licenciarte. Dime. ¿En qué especialidad estás encuadrado?



Aunque Leval enseguida lo vio, el chico lucía entre sus insignias la del cuerpo médico. Entonces sonrió para declarar con aprobación.



-Eres la perfecta combinación de tus padres. Oficial de UNISON y médico. Bueno, supongo que estarás deseando ir a descansar. Retírate si lo deseas, ya seguiremos hablando.

-Gracias. Con su permiso, mi coronel.- Saludó el muchacho, Leval le devolvió el gesto y Alex se dio media vuelta saliendo del despacho.- Buenas tardes, señor.



Su superior asintió volviendo a sentarse frente a su escritorio. Tenía mucho en lo que pensar. De camino a buscar alojamiento en su nuevo destino el joven oficial meditaba a su vez. Supondría que Asthel ya habría comenzado a prepararse para el momento final. También pensaba que el chico tendría el libro de guía. Él mismo pudo consultar ese ejemplar hacía algún tiempo y sabía de la importancia de todo aquello.



-Todavía deben acontecer muchas cosas. Únicamente espero que podamos disfrutar de algún tiempo de calma y felicidad…Eso ya es cosa del Mensajero y su grupo.



De modo que, por ahora, no interferiría, su misión era otra bien distinta. Finalmente encontró sus dependencias y se instaló, deseando descansar y pensando en sus padres, en sus amigos de Nature y en Maray.


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