martes, 8 de marzo de 2011

GWT 38.190. La reunión de los nueve

Habiendo pasado unos días de aquella cita con Brian y Mimet, Madeleine y Asthel paseaban de la mano de camino a la casa de ésta. Cuando llegaron los padres de ella no estaban. La chica sabía que ambos habían salido fuera para todo el día y vio que tenían una buena oportunidad de modo que, con voz melosa, le susurró a su novio.



- Mis padres tardarán en volver, tenemos tiempo, ¿qué te parece? - Señaló incitadoramente hacia su dormitorio. -

- Si tú crees que es una buena idea, por mí no hay inconveniente. - Sonrió Asthel más que dispuesto. –

-O puedes llevarme a uno de esos sitios a los que vas, para asegurarnos.- Le dijo ella entre risas abriendo la puerta de la estancia.-

-Creo que aquí estaremos más cómodos.- Afirmó el joven.-

           

Cuando ambos entraban en la habitación de Madeleine y se tumbaban en la cama besándose hubo un súbito resplandor. Georcael, esta vez sin su sillón, apareció en la estancia. La atónita chica se sobresaltó y Asthel se encogió de hombros resignado. Después procedió a hacer las presentaciones.



- Maddie, este es Georcael, el dios que me está enseñando ahora. Georcael, mi novia Madeleine.



            La muchacha se quedó pasmada, aquel tipo no era feo, aunque tanto su mirada de acero como su perilla oscura impresionaban. Lo curioso es que llevaba una ropa al tiempo extraña y perfectamente concebible en cualquier persona que paseara por la calle. Sólo fijándose intencionadamente se advertía una extraña chaqueta casi parecida a una larga levita y unos pantalones similares a una fina tela color gris. Aun así podría parecer algo atemporal. O por lo menos con una validez de muchas décadas para no llamar demasiado la atención. Así, tratando de recobrarse de la sorpresa, Madeleine apenas pudo sonreírle débilmente en tanto él la escrutaba con la vista.



- Hola....- saludó el dios que dedicó una fugaz mirada a la asombrada chica. Luego, sin perder ni un instante, se dirigió a Asthel. - Mensajero, tenemos que seguir con nuestros viajes...

-¿Ahora?- exclamó éste queriendo objetar. - Es que ahora...- Georcael le miro sin decir nada pero su interlocutor entendió que era importante. - Vale.....- cedió, diciéndole a su novia que aún no había reaccionado. - Lo siento, tengo que irme.

-¿Marcharte? , pero si íbamos a....- la chica decidió callarse avergonzada al mirar al dios y sólo pudo preguntar con visible lamentación. - ¿De veras tienes que irte, tan importante es?

- Sí, es muy importante,- repuso quedamente él - es parte de mi misión. - Y cuando su novia asintió, comprendiendo aquella circunstancia, él la besó cariñosamente y añadió dirigiéndose al dios. - Bien Georcael, vámonos. Supongo que luego, podrás traerme aquí como si no me hubiese ido, ¿verdad?

-En este caso será más complicado, Mensajero.- Comentó el dios, haciéndose cargo.-

-¿Por qué motivo?- Quiso saber el chico.-

-Es algo largo de explicar.- Repuso su interlocutor que daba la impresión de querer zanjar el tema.-

-Muy bien, vamos allá pues.- Suspiró el muchacho.-



            Georcael agitó sus manos y ante los sorprendidos ojos de su novia, él y Asthel desaparecieron. Maddie se quedó tumbada en su cama y suspiró pensando en qué podría ocupar el resto de la tarde.



-Al final va a ser cierto que tendré que buscarme a algunos niños para trabajar de canguro.- Se dijo la joven no sin resignado fastidio.- Al menos ganaría algo de dinero y no me aburriría…



            Asthel por su parte, estaba de nuevo envuelto en ese caleidoscopio dimensional y esos sonidos titilantes a los que nunca dejaba de escuchar maravillado. Pese a todo insistió en su pregunta.



-El otro día lo hiciste sin ningún problema. ¿Qué ha cambiado ahora?

-Tu novia estaba presente. Ella va a tomar un curso de acción diferente ahora, si vuelvo a traerte de inmediato pero no lo bastante pronto, podríamos crear una paradoja dimensional.- Le explicó el dios.-

-No lo comprendo. Si me traes delante de ella, Maddie dejará lo que sea que esté haciendo en ese instante. -Opuso el muchacho.-

-Lo único que puedo decirte es que no es así como debe acontecer.- Repuso quedamente su contertulio agregando con más énfasis.- Ahora, vamos a lo que tienes que ver. Fíjate bien.



Su contertulio asintió, resignado a eso. Georcael por fin detuvo el viaje y ambos reaparecieron, estaban en una gran llanura, un páramo extenso y devastado. Asthel miró hacia un lado y vio a cinco seres monstruosos, su guía le dijo que eran demonios. Uno de ellos tenía una fuerza superior a la de los otros. Su joven acompañante sin embargo no les juzgaba peligrosos, se lo dijo despreocupadamente a su guía.



-¿Eso crees? - Sonrió el dios que le indicó. - Pues mira al otro lado.



Asthel giró la cabeza y vio a cinco hombres, uno de ellos con el cabello brillando en tonos dorados.



-¡Esos son mi abuelo Roy y mi abuelo Diamante, Zafiro y a los otros dos no les conozco!  ¿Qué están haciendo?

- Están a punto de enfrentarse a los demonios que atacaron la Tierra en la legendaria batalla que te contaron de niño. - Le explicó Georcael. -



            Ambos presenciaron los acontecimientos y la victoria de Roy y los demás, luego cuando todo parecía solucionado un gran agujero se abrió y Asthel sintió un poder inconmensurable...



- ¡Ese es el Príncipe de las Tinieblas!,- exclamó Georcael advirtiéndole no sin tono de temor. -Pronto, muy pronto, tú sentirás su poder más de cerca....

-¿Qué quieres decir? - Repuso el chico que temblaba solamente con sentir aquella inmensa fuerza. Entonces una voz grave y cavernosa  le llamó, provenía de aquel ser. - ¡Está diciendo mi nombre! - Añadió Asthel literalmente aterrado. -

- Es el antiguo nombre de tu abuelo, no se refiere a ti.- Respondió el dios aunque quedó pensativo, el Príncipe de las Tinieblas, o al menos la gran mancha que parecía su cara con sus dos centelleantes ojos rojos, miraba ahora hacia ellos. - ¡O quizá sí! ¡Oh no, pronto! no mires - le pidió Georcael verdaderamente asustado. -



            Ambos se taparon el rostro, luego escucharon la voz de un hombre. Al abrir los ojos descubrieron a un anciano de blancos ropajes que exhortaba al príncipe de las tinieblas a irse, éste desapareció llevándose a todos los demonios. Georcael suspiró aliviado al igual que Asthel, el dios le dijo al muchacho tras recobrar la calma.



-Vamos…debemos irnos de aquí…



            Los dos desaparecieron, reapareciendo en un paisaje desértico lleno de picachos y altos farallones de piedra. Parecía extraído de una película antigua de esas del oeste. Para sorpresa de Asthel incluso pudo ver a un indio sentado ante una hoguera. Pero lo que más le asombró fue descubrir a…



-¡Es mi abuelo Diamante! ¿Qué está haciendo aquí?

-Se adiestra en espíritu para rescatar a tu abuela Esmeralda de los infiernos.- Le respondió el dios.-



            El chico fue testigo de cómo su abuelo se preparaba, después todo desapareció y él, junto con su guía, se encontró dentro de una especie de dimensión extraña con una luz cenital. Georcael le dijo.



-Más allá de aquí no debemos ir, al menos tú no debes hacerlo todavía. Tus abuelos maternos al igual que los paternos, también tuvieron que pasar por duras pruebas. Pero lo lograron, de este modo también contribuyeron a crear tu historia, tu momento, todo lo que ellos pasaron y vivieron fue necesario para llegar a ti.

-Sí. Ya lo comprendo. Yo solamente soy el siguiente eslabón. El último quizás de la cadena. ¿Verdad?- Musitó el chico.-

- Ahora avancemos unos años más. - Replicó su guía sin contestar a eso.-



            Desaparecieron y al aparecer estaban mirando a un niño dormido. Su madre le acunaba amorosamente, sentada en una mecedora. Asthel reconoció a su abuela Beruche.



-Mi pequeño Leval. ¡Mi niño! – Le susurraba llena de afecto al bebé que respiraba despacio con los ojos cerrados.- No te preocupes, mi amor. Tendrás una vida feliz, con tus padres. No volverás a sufrir. Estaremos contigo, los dos.

-Tu abuela está recordando al otro hijo suyo.- Le explicó el dios a su acompañante.-

-¿Qué otro hijo?- Quiso saber Asthel, que enseguida sin embargo se percató.- Ya entiendo. El otro Leval, el del futuro alternativo. Lo que Eykarea y tú me explicasteis.

-Así es… Ese otro ayudó con su venida a esta dimensión para que el curso de los acontecimientos cambiase. De esa forma hizo posible que tú llegases a encarnarte aquí…



Asthel miraba a su abuela y al bebé que estaría destinado a ser su padre con ternura. Sonrió. Sin embargo, su guía le indicó que debían irse. Avanzaron más, aparecieron en el salón de una gran casa. El muchacho la reconoció, era del abuelo Roy y la abuela Bertie. Sus abuelos discutían con una chica adolescente que él reconoció como a su tía Kerria. Ella gritaba muy furiosa.



- Papa, ¿por qué no puedes aceptar que soy homosexual?...

-¡Esto es el colmo!- gritó Roy enfurecido también. - Ya no sabes que decir para hacernos daño, lo que debes hacer es dedicarte a tus estudios. Y salir con algún buen chico para quitarte esas tonterías de la cabeza…



            El muchacho escuchaba atónito, al parecer la tía Kerria y los abuelos tuvieron discusiones por ese tema. Georcael le mostró a su tía convertida en una especie de diablesa, luego de ser derrotada y vuelta a la normalidad estuvo a las puertas de la muerte. Entonces Asthel escuchó como una voz, la del anciano que viera encararse con Satán, le profetizaba a su tía su propio nacimiento...



- Todo lo que haces y todo lo que harás estaba ya profetizado. Ven, sigamos avanzando y recuerda, pase lo que pase y veas lo que veas, no intervengas.- Le advirtió Georcael. -

           

            Otro salto temporal, en esta ocasión se vio metido en una gran nave espacial. Descubrió a Mazoui durmiendo. Igualmente vio a una muchacha muy joven que también dormía. Sonrió, esa chica era su propia madre. Al poco reapareció en una especie de laboratorio. Podía nuevamente ver a Amatista con una bata blanca junto a Sandy y a Satory. Otra mujer estaba con ellas pero no la conocía. Parecían discutir muy acaloradamente y no reparaban en que una probeta estaba a punto de estallar y a la que esa mujer, desconocida para él, estaba apuntando con una especie de láser.



-¿Qué está haciendo?- Inquirió él al dios.-

-Poner en marcha un acontecimiento importante.- Declaró Georcael.-



Asthel no supo a qué podría referirse su guía, únicamente sintió que algo iba mal. Casi por instinto emitió su aura blanca y entonces hubo una gran explosión. El chico se situó entre ésta y su futura madre. Amatista pudo verlo tan sólo durante una fracción de segundo, quedándose perpleja. Él la miró con una gran sonrisa llena de cariño y la protegió del estallido, luego desapareció. Georcael asintió satisfecho...



- ¡Si no llego a intervenir hubiese muerto! - Exclamó Asthel visiblemente enfadado reprochándole al dios. - ¿Para qué me dijiste que no lo hiciera?

- Siempre se debe saber cuándo romper las normas, Mensajero.- Fue la enigmática respuesta de éste que sin inmutarse más agregó. - Tú mismo por tu instinto superior, has corregido otro fallo en el continuo espacio- temporal. Tu madre no estaba destinada a morir en ese accidente, porque ese accidente no estaba inicialmente destinado a suceder. Esa mujer que viste prepararlo, tuvo acceso a una parte del conocimiento prohibido que se halla en el Libro de los Días.

-¿Quieres decir que era una de las que tenía que alterar las cosas?- Inquirió el atónito muchacho.-

-En efecto, pero para el otro lado.- Repuso enigmáticamente el Dios.-

-¿El otro lado?- Preguntó de nuevo el joven.-



            Pero ahora Georcael no le aclaró nada sobre eso, limitándose a indicarle.



-Ahora vamos...tienes que ver más.



            Avanzando, Asthel pudo ver a su padre enfermo y como era curado por todos sus amigos y su madre. Después asistió al instante de su propia concepción (no obstante decidió taparse la vista dado que no le pareció demasiado ético estar fisgando eso, aunque se tratase de algo tan relacionado con su existencia) y a la terraformación de Bios. Georcael le mostró también el momento de la aparición de él y los otros dioses y el frío rostro de los seres del olvido, estos impresionaron al muchacho aún más que el propio Satanás. Pudo ver el trance de su madre, y como los rechazó. Sintiendo una energía inmensa en ella pero al mismo tiempo muy familiar.



- Entonces ellos son nuestros auténticos enemigos, ni siquiera vosotros podíais detenerles.- Declaró Asthel, atónito -…

- Así es, y cada vez se hacen más poderosos.- Asintió Georcael refiriéndole. - Estuvieron a punto de lograr acabar con tu madre antes de que tú nacieras. Pero, al fin, tú despertaste el poder que el Creador te dio y los detuviste.

-Esa energía era la mía entonces.- Se asombró el joven.-

-Ciertamente …cuando todavía tu mente humana y tu parte física no la bloqueaban. Después, a medida que fuiste criándote como criatura mortal esa gran fuerza se fue restringiendo. Los grandes dones y todo lo que ahora eres capaz de hacer no son sino un pálido reflejo de tu auténtico poder. Pero no temas, llegado el momento resurgirá.- Le desveló el dios, remachando.- Ya has visto como fue capaz de derrotar a esos temibles seres desde el interior de tu madre…y eso sin usar todo su potencial.

-Entonces, esos seres son el otro lado al que aludías.- Comentó Asthel dándose cuenta de ello.-



Georcael asintió despacio y le llevó después a través de su nacimiento y su infancia hasta llegar al momento presente. Reaparecieron en la habitación de Asthel y éste, albergando una terrible sospecha, le preguntó a su instructor muy preocupado.



-Los derroté ¿Pero no definitivamente, verdad?....

- No, sólo lograste detenerles por un tiempo, un corto tiempo de tus años, Mensajero. El suficiente para que tú y los llamados a acompañarte os desarrollaseis a nivel humano.- Entonces el dios ensombreció su rostro declarando con apremio, a modo de clara advertencia. - ¡Ellos volverán dentro de muy poco! Ya han empezado a reunirse de nuevo en los confines del espacio. Vendrán por ti y por todos los seres del universo antes de que completes tu misión y logres la Trascendencia. Amenazarán tu planeta y la Tierra, al principio solamente será una avanzada en tanto van acumulando fuerza. Pero debes detenerles para tener el tiempo preciso de completar tu labor. Ahora ya sabes como son y has sentido su esencia, mejor dicho, su carencia de ella....

-¿Y no podéis tú y los demás dioses ayudarme? - Le preguntó Asthel que se sentía abrumado por la responsabilidad y el temor a fracasar. -

- Esa es una batalla que deberéis afrontar solos.- Le dijo Georcael. - Los otros dioses y yo no podemos ya ayudaros. Tus elegidos, tu hermana Maray y sobre todo tú mismo, tenéis un poder que supera con mucho a los nuestros...

-¿Qué poder? Ese que he visto. Puede que cuando era niño lo hiciera, pero ahora ya no sé cómo utilizarlo. - Se sorprendió Asthel oponiendo alarmado. - ¡Todo lo que sé me lo enseñasteis vosotros!...

- Nosotros únicamente te hemos mostrado lo que en ti estaba.- Rebatió el dios -, los enormes poderes que te concedió el Creador por medio del Demiurgo. Simplemente te enseñamos a usarlos, ahora te corresponde a ti el resto. Alcanzar la Trascendencia es lograr que se manifieste todo tu poder. En eso no podemos ayudarte. Ya hicimos todo lo que nos era posible. Tanto mi misión como las de los dioses, están terminadas.

-¿Cuándo vendrán esos seres tan temibles? ¿Qué tendré que hacer para vencerles? - Quiso saber Asthel presa del miedo y la preocupación. -

- Lo sabrás cuando ese momento llegue. Hasta entonces continúa con tu vida, pero adiéstrate en el camino del espíritu para desarrollar tu poder interior. Lee con precaución el libro que se te ha dado. Encontrarás respuestas, aunque no todas.



            Y viendo la preocupación en el rostro de su pupilo el dios sonrió animosamente para sentenciar.



-No tengas miedo. Lo lograrás. Todos tenemos confianza en ti. Ha sido un honor poder guiarte para ayudarte a cumplir esta tarea. Adiós Mensajero, volveré a estar contigo cuando llegue el momento de la Trascendencia.-  Y sin más, tal y como hicieran sus subordinados en su día, Georcael desapareció. -



            Asthel se quedó sumido en sus pensamientos. No sabía como actuar, decidió seguir los consejos del dios.



-Ahora veo porqué no me devolvió junto a Maddie. He perdido las ganas de…-Suspiró él, ante tamaña responsabilidad que se cernía sobre él.-



Tomando aquel misterioso libro que años atrás le entregase Lance, leyó. Ahora todo comenzaba a estar más claro. Hasta juraría que el número de páginas escritas había aumentado de forma ostensible.



-Esto es el fruto del trabajo de Lance y otros muchos. Ayudando a que otros incrementen el Libro. Contribuyendo con su propio sacrificio a darnos más tiempo a medida que aumentan estas páginas. Aunque a pesar de eso, cada vez quedan menos y nos vamos aproximando al final.- Comprendió.-



Aunque todavía no se le daban demasiadas certezas al llegar hasta las últimas de ellas. No obstante, se percató de que al menos podría hacer unas cuantas cosas antes de que su misión comenzase. Se dispuso a ello tras guardar ese voluminoso tomo.



-Sí, y yo tengo también que arreglar algunas cosas. Antes de que llegue el fin…



            En primer lugar abrió un pasillo dimensional a través del tiempo y del espacio que le llevó al planeta de los saiyajin. Allí surgió para asombro de los guerreros que custodiaban el salón del trono. Un par de ellos se transformaron en súper guerreros con intención de bloquearle el paso. Aunque enseguida se oyó la voz del rey.



-¡Deteneos! – Ordenó a sus guardias que al punto obedecieron –





Para asombro de todos, tanto Bralen, como su esposa, la reina Aiona, se levantaron del trono y fueron a doblar la rodilla ante ese intruso. Los demás guerreros del espacio se miraron y les observaron desencajados por la sorpresa y la incredulidad. Aquello era algo inconcebible para un rey de los saiyajin. Sin embargo el monarca enseguida se ocupó de aclarar.



-Éste es Asthel, hijo y nieto de súper guerreros. Y lo que es más importante, el Mensajero del Creador. Ante él todos somos servidores.



Y toda la corte sin excepción, con Seira y Calix a la cabeza, imitó a sus soberanos. No obstante, el chico les pidió que se levantasen enseguida en tanto les decía.



-No he venido todavía para convocaros, rey Bralen. Solamente deseo que me hagas un pequeño favor…



Y tras explicar de lo que se trataba al atónito monarca éste replicó sin dudar.



-Lo que el Mensajero mande será ley. Esperaremos tu señal pues. Cuando llegue la hora. Y me ocuparé en persona de lo que me has pedido. Tienes mi palabra.



Asthel sonrió y después se marchó. Reapareció en el gran Palacio de Cristal Tokio. Ante los soberanos Endimión y Serenity, que, aunque estaban a solas en su cámara de recepciones privada, sin embargo no parecieron sorprendidos al verle. Esta vez fue Endimión quién tomando la palabra, declaró.



-Al fin, tras tanto tiempo y aventuras. Llegó el momento.

-Todavía no – replicó Asthel que sin embargo, agregó. – Ya sé mucho de lo que deberá suceder. Aunque no todo. Y sé quién soy y cuál es mi cometido. Ahora sólo tengo que poder llevarlo a buen término. Cuento con vosotros para lo demás.

-No te inquietes por ello. – Repuso Serenity levantándose del trono para afirmar con rotundidad pero tono afectuoso. – A su momento cumpliremos con nuestra parte.

-Sé que los acontecimientos desde ahora van a precipitarse.- Afirmó el muchacho.- Y que la última cuenta atrás ha comenzado.



            La soberana se acercó a él en tanto su esposo se dirigía al fondo de la estancia. Abrió una puerta que comunicaba con un largo pasillo y salió…Serenity entonces declaró.



-Todo lo que hemos vivido, las batallas, luchas, aventuras, momentos divertidos, tristes…todo ha llevado hasta ti.

-Sí, los dioses me lo han revelado.- Convino el chico añadiendo a su vez.- Y también conozco todo sobre ti. Sé muy bien Gran Señora que todavía no te has mostrado como realmente eres…

-Tal y como tú dices, no ha llegado el momento todavía. Pero ya falta muy poco. - Le sonrió amablemente ella.- Aunque todavía tendremos algún asunto terrenal que tratar, uno que nos compete en gran medida. Uno que cierra un círculo.

-Lo sé.- Declaró lacónicamente él, sin querer decir más.- Será muy duro para muchos de los que amamos. Pero no hay otra elección.



            Serenity asintió entristeciendo un poco su mirada. Al rato Endimión reapareció en la cámara seguido por todas las princesas planetarias. El chico sonrió al verlas haciendo una leve reverencia de agradecimiento que fue correspondida por los soberanos y por todas las princesas guardianas y la corte.



-Debo irme ya. Solamente pasé para daros las gracias. Sé que merced a vuestros desvelos, entre otras cosas, he podido existir. Espero veros cuando llegue el momento. Sé también que cuidaréis de todos mientras no estemos aquí.- Afirmó con tono reconocido. -

-No te preocupes. Déjalo de nuestra cuenta.- Le respondió amablemente Endimión.-

-Por todo lo que habéis sido y hecho para y por mi familia, mis amigos y por mí, y por lo que todavía haréis, muchas gracias. - Declaró Asthel con tono lleno de afectuoso respeto.-



Entonces el chico se marchó, reapareció en el palacio de la Reina de la Luna Nueva. Neherenia y su esposo al verle se levantaron de inmediato de sus tronos y también se inclinaron ante él para asombro de su corte. Fue la soberana quién le preguntó sin poder disimular su interés e incluso inquietud.



-Mensajero. ¿Ha llegado la hora, ya?

-Ya falta poco. Quizás unos años. – Le respondió él que indicó. – Estad preparados, puesto que tendréis una parte final que cumplir. Una muy importante y al tiempo de carácter oneroso y difícil.

-Estaremos prestos para cuando lo requieras. – Le aseguró Doran. – Cumpliremos con nuestro deber.

-Por favor. - Le inquirió la soberana con gesto inquieto.- ¿He de llamar a mi hija ya?...

-No. - Sonrió el joven afirmando con afecto. - Dale un poco más de tiempo. Ahora está descubriendo aquello que hace años descubriste tú. El amor…tendrá que hacerlo para poder desempeñar su papel…



Doran les interrogó con la mirada, su esposa sin embargo sonrió.



-Gracias Mensajero.- Repuso la reina haciendo una larga y marcada reverencia.-



Su marido hizo lo propio. El muchacho les replicó con otra respetuosa inclinación. Y al igual que en los otros lugares en los que había estado Asthel creó otro pasillo dimensional y desapareció. Al fin retornó a su habitación. Era ya avanzada la tarde. Al poco de reaparecer escuchó sonidos de pasos. Se dirigió hacia la puerta de su cuarto y la abrió. Vio allí a su madre. Amatista le sonrió.



-¿Cuándo has llegado, hijo? No te escuché entrar.



            El chico le dedicó una afectuosa mirada y simplemente sonrió. Su contertulia asintió musitando con el tono apagado.



-Comprendo…Has estado viajando una vez más…

-Ya he completado mi adiestramiento, mamá.- Le reveló él con tono suave pero lleno de algo que podía considerarse tristeza.- Ahora todo está ya preparado.



            Su interlocutora le miró entonces con un poso de inquietud y pesar y apenas pudo replicar.



-Entonces, hijo. ¿Qué harás?...



            Aunque para su sorpresa y por qué no decirlo, alivio, el muchacho sonrió de forma más desenfadada y declaró sin parecer ahora preocupado.



-De momento cenar algo e irme a dormir enseguida. Estos viajes interdimensionales cansan mucho. ¿Qué hay en la nevera?



            Su madre le devolvió la sonrisa y le acarició una mejilla. Mientras el muchacho le comentaba de un modo más afectuoso y jovial.



-Todavía nos queda tiempo para ser felices, mamá. Y al menos yo pienso aprovecharlo…



Amatista asintió muy contenta de oír aquello. Por lo menos podría seguir teniendo a su hijo junto a ella algo más. El chico por su parte, fiel a su palabra, cenó bien. Tras un rato en el que charló con sus padres contándoles alguna de sus experiencias, decidió irse a dormir, dado que, en efecto, tantos viajes le habían pasado factura. A la mañana siguiente se levantó listo para proseguir con su vida diaria. Aunque sabiendo que poco quedaba ya. Volvió a su rutina normal, pero, lo que le dijera a su madre también era cierto, aunque ella no lo interpretase con el sentido que el muchacho quiso dar a sus palabras. Y es que, desde entonces Asthel ya no fue el mismo, consagrándose cada vez en el estudio de la que sería su gran misión… Así pasaron cinco años. Y acontecieron muchas cosas. Todos sacaron adelante sus carreras. Brian y Mimet se enamoraron, (si es que esto último podía aplicarse a la chica) y se hicieron novios. Como el propio Asthel vaticinase, cada uno encontró al fin a la persona que necesitaba en el otro. Solían dar largos paseos en moto y mantenerse callados y abrazados en mutua compañía. Daba la impresión de que muchas veces las palabras sobrasen entre ellos. Terminados sus estudios fueron a vivir a otra ciudad de Bios, Selenia, alternando esto con frecuentes estancias en la Tierra y bastantes aventuras que vivieron los dos. Y a su debido tiempo Asthel le dijo a la muchacha que debería unirse a ellos, cosa que causó gran alegría a Brian puesto que ambos podrían estar juntos. De hecho, el momento clave les llegó estando en la Tierra, junto a Roy, Bertie, Kerria y Samantha. Maray tuvo un gran éxito con sus desfiles y se convirtió en una bella y cotizada modelo. Grabó dos discos, ayudada en el primero por las Justices, tal y como ellas le prometieron, y dedicó un par de canciones, una de ellas a las generaciones de sus abuelos y la otra a sus padres y a la suya propia. Era feliz cantando al amor y a la amistad que existían entre las tres, como si presintiera que el final del largo recorrido estaba cerca para todos. Aun así, también sacó canciones mucho más movidas y alegres y tuvo un gran éxito. Recordó que su amiga Claire al fin pudo hacer realidad su sueño, saliendo elegida como Primera dama de Honor en el tercer certamen del concurso Señorita Bios. Eso le permitió ganar una estancia en la Academia Deveraux en su planeta natal, viajar luego a la Tierra y posteriormente a Nature.  La propia Maray al fin pudo volver a ese planeta. Curiosamente su novio Alex estaba ahora viajando bastante por sus estudios, el joven se movía entre Bios y su planeta natal. De modo que la joven se centró en su labor de modelo e incluso de cantante. Estaba contenta desfilando y bajo la supervisión de sus admiradas Sonia y Stephanie que se habían convertido incluso en amigas suyas. De hecho, Maray fue a ver a la española para pedirle permiso. Tenía que preparar una actuación. No obstante, al pasar a su despacho, Sonia, una hermosa mujer de cabellos largos y castaños, con ojos del mismo tono, justamente recibió una video llamada.



-Disculpa un segundo, es mi esposa.- Le comentó su jefa a la joven.-



            Lo puso en modo privado en lugar de con los altavoces como solía hacer en su despacho y saludó.



-Hola Mei. ¿Ya has recogido a Richard del colegio? ¿Qué te ha dicho qué?... Bueno, luego lo hablamos. Tranquila. Lo aclararemos con ella. Bien. No tardaré mucho en volver a casa, te quiero. Hasta luego…



            Colgó y parecía algo agitada, Maray enseguida supo que algo pasaba y le preguntó con inquietud.



-¿Va todo bien?

-Sí, no pasa nada.- Repuso su interlocutora esforzándose por sonreír.- Dime ¿qué querías pedirme?- Le preguntó pues estaban justo en eso cuando el teléfono sonó.-

-Verás. Quisiera poder ir a ver a Keiko Tomoe. Tengo muchísimo interés en escucharla en persona y en cantar con ella. La llamé el otro día y me dijo que esta tarde tenía un hueco.

-Bien, si no tienes ningún pase que hacer.- Comentó Sonia quién pese a todo tuvo el humor suficiente como para buscar una canción y proponer a la perpleja chica. - ¿Por qué no empiezas por cantar ésta?



            Y Maray escuchó la voz de un hombre que sonaba bastante folclórica, y una letra que, en el idioma natal de Sonia, decía.



Entre Flores, Fandanguillos y alegrías, 
nació en España la tierra del amor 
Solo dios pudiera hacer tanta belleza, 
y es imposible que puedan haber dos. 



Y todo el mundo sabe que es verdad, 
y lloran cuando tienen que marchar. 
Por eso se oye este refrán 



"Que Viva España" 
Y siempre la recordarán 
"Que Viva España" 
La gente canta con ardor 
"Que Viva España" 
La vida tiene otro Sabor, 
Y España es la Mejor 



Es las tardes Soleadas de corrida, 
la gente aclama al diestro con fervor 
Y el saluda paseando a su cuadrilla, 
con esa gracia de Hidalgo Español 



La plaza por si sola vibra ya, 
y empieza nuestra Fiesta Nacional 
Por eso se oye este refrán 



"Que Viva España" 
Y siempre la recordarán 
"Que Viva España" 
La gente canta con ardor 
"Que Viva España" 
La vida tiene otro Sabor 
Y España es la Mejor 



Laralaralalarala 
"Que Viva España" 
Laralaralalarala 
"Que Viva España" 



La gente canta con ardor 
"Que Viva España" 



La vida tiene otro Sabor 
Y España es lo Mejor 
Que España es la Mejor!




(¡Que viva España! Manolo Escobar. Crédito al artista)



-¡Qué recuerdos!- Suspiró la supervisora sonriendo con un deje de nostalgia para comentar con su atónita interlocutora.- Echo de menos la Tierra y mi país.

-Es un país muy hermoso. Lo visité alguna vez estando en París. España hace frontera con Francia. Y hasta llegué a desfilar en su capital, Madrid, creo que el sitio se llamaba la pasarela Cibeles. La gente es muy simpática allí. - Afirmó Maray sonriendo divertida ahora.-

-Si pasaste por Barcelona, esa es la ciudad donde nací.- Le contó Sonia.- Y estuvo a punto de ser la capital de una nación independiente. Por suerte eso no sucedió.

-No estoy muy puesta en historia.- Admitió la muchacha.- Pero sí que visité esa ciudad, y después de desfilar por Madrid, también recorrí la ciudad un poco. Visité incluso algunos museos. Verás, mis abuelos paternos fueron de Luna de Miel allí y conocieron parte de España. Y mis tías Kerria y Sam, vivieron en la capital con mi primo Brian durante unos años.- Le desveló a su vez a su contertulia.-

-Dime una cosa.- Le pidió Sonia ahora con talante más serio.- ¿Tuvisteis tú o tu primo algún problema para ver a tus dos tías, bueno, sus dos madres, claro, como una pareja normal?

-No.- Declaró Maray.-  Recuerdo que de pequeña le pregunté a mi tía Kerria cómo podía querer a otra chica y casarse con ella. Mi madre se puso nerviosa, pero mi tía sonrió. Me contestó que se casó con Sam sencillamente porque se querían. Y mi primo Brian siempre lo ha visto de forma totalmente natural.

-Tu tía es una mujer fantástica. Ha hecho mucho por ayudar a la gente.- Comentó Sonia con admiración.- Stephanie habla maravillas de ella.

-Y tú también eres estupenda.- La alabó Maray interesándose a su vez.- ¿Va todo bien con tu mujer y tu hijo?

-Sí, sí no te preocupes.- Pudo replicar la española.- Es que tenía curiosidad. Bueno.- Sonrió de nuevo, añadiendo con humor.- Te has ganado la tarde libre. Anda…ve a ver a Keiko Tomoe. Es una grandísima artista, como tu tía Kerria y como tu madre.

-Muchas gracias.- Sonrió la muchacha.-



            Y Maray se despidió saliendo del despacho. Aunque una vez fuera movió la cabeza con tristeza. Podía percibir que Sonia estaba preocupada. No obstante, eso quedaba fuera de su intervención. Otras cosas la reclamaban. Tenía muchas ganas de cantar con Keiko y de que ésta la aconsejara pero ese solamente fue el pretexto que dio, ya que algo le indicaba que tenía que prepararse para su labor principal.



-Me queda poco tiempo. Espero poder ir a casa a ver a mis padres, a mi hermano y a Alex. Después, en unos meses volveré a París con la abuela y Crista y luego…



            Pensó en Asthel. Su hermano sí que estaba ya entregado a su cometido, cada vez con más intensidad. Le vio en alguna ocasión y charlaron de eso. El resto estaba a su vez preparándose, cada uno a su manera. Pronto se reunirían. Aunque antes ella sabía bien que tendría que pasar por momentos tristes y desagradables. Comenzando por el de esa misma tarde. Antes de ver a Keiko.



-Aprovecharé a disfrutar lo que pueda. Es un buen consejo el que mi hermano y los dioses me dieron.- Meditó diciéndose con pesar.- Aunque antes debo zanjar un asunto…es muy importante que lo haga, y para persuadir a esa persona tendré que mostrarme tal cual soy. Sé que Asthel lo entenderá.



            Decidió pasarse por el Clargin. Le gustaba mucho ese local. Además, sabía que debía ir allí. Era muy importante. Había algo que debía resolver y que sería fundamental. Al llegar a esa acogedora cafetería entró, dirigiéndose a los allí presentes con educado tono.



-Buenas tardes.- Saludó.-



            Allí estaba una jovencita rubia que trabajaba de camarera. Era la hermana pequeña de Franklin, a quién había conocido en su estancia anterior en Bios. Un chico muy inteligente y hábil en el campo de la informática. Esta jovencita de talante agradable y soñadora, de nombre Hipatia, se apresuró a responderle con entusiasmo.



-Hola, buenas, señorita Malden.

-Llámame Maray.- Se rio ésta.-



            Y es que la  bisoña camarera le tenía mucha admiración. De hecho Maray solía regalarles con alguna interpretación en el karaoke siempre que acudía. Eso animaba el sitio y los clientes aumentaban. Y esta vez la chica no quiso ser menos.



-¿Qué desea tomar?- Inquirió Hipatia de forma muy solícita.-

-Antes de nada ,dime. ¿Qué canción quieres que cante?- Le preguntó afablemente a la chiquilla.-

-Una que me gusta mucho es esa que ha sacado cantando con su madre.- Contestó la azorada Hipatia.-

-¡Qué más quisiera yo!- Se rio Maray explicándole.- Es un holo video que montamos, con momentos de sus actuaciones, yo tuve que grabarlo en un escenario de realidad virtual. Para que luego cuadrara.

-Ya comprendo. Mi hermano me lo explicó.- Declaró su contertulia, comentando con admiración.- Las imágenes de su madre son de cuando ella cantaba en las Justices, y están hechas de tal forma que las dos parece que cantan a la vez.

-Ya te he dicho muchas veces que me llames de usted.- Sonrió luminosamente Maray mirando a la muchachita con ternura.- No soy tan mayor.



            Aunque a nivel físico tenía que agacharse un poco para mirar a su contertulia, aun llevando zapatos planos, su metro ochenta y seis era muy superior al apenas metro sesenta de Hipatia, pese a que el de la camarera estuviese realzado por zapatos de ligero tacón.



-Pero has versionado varias de sus canciones y son tan buenas como cuando las cantaba ella.- La halagó su fan atreviéndose a tutearla por fin.-

-No, que va. Mi madre era mucho mejor solista que yo. De hecho versionó ésta de una cantante antigua que ella admiraba mucho.- Rebatió modestamente Maray, alegando eso sí.- Aunque hago cuanto puedo por no desmerecer a ninguna de las dos.



            La entusiasta fan que tenía no estaba de acuerdo en eso, consideraba que el talento de Maray era enorme y no tardó en activar el holo proyector para mostrar la prueba con ese video clip. La misma Maray sonrió al verse a sí misma junto a su madre. Gracias a la magia de la tecnología las dos parecían tener la misma edad y estar cantando juntas. Ella se unió  incluso a esa proyección para declamar la letra.



Pon tu mano en tu corazón y dime

Que hemos terminado, ooh

Oh, pon tu mano en tu corazón, pon tu mano en tu corazón

Tu mano en tu corazón



Bien, una cosa es enamorarse…

Y otra hacerlo durar

Pienso que solo estábamos comenzando

Y ahora dices que somos el pasado

Oh mírame a los ojos y dime si realmente hemos terminado



Sabes que una cosa es decir que me quieres

Pero otra sentirlo en el corazón

Y si no pretendías verlo

¿Por qué comenzamos?



Oh, quiero oír que me digas

Que no quieres mi amor



Pon tu mano en tu corazón y dime

Que todo ha terminado

No lo creeré hasta que tú

Pongas tu mano en tu corazón

Y digas que hemos acabado, ooh



Oh, pon tu mano en tu corazón.

Tu mano en tu corazón



A ellos les gusta hablar sobre para siempre

Pero la mayoría de la gente nunca tiene la ocasión

¿Quieres perder nuestro amor juntos?



¿Encuentras un nuevo romance?

Oh. Quiero oírte decirme

Que no quieres mi amor



Pon tu mano en tu corazón y dime

Que todo ha terminado

No lo creeré hasta que tú

Pongas tu mano en tu corazón

Y digas que hemos acabado, ooh!



Pon tu mano en tu corazón y dime

Que todo ha terminado

No lo creeré hasta que tú

Pongas tu mano en tu corazón

Y digas que hemos acabado, ooh!



En el video podía verse a la madre y la hija evolucionando de modo perfectamente coreografiado, más bien era Maray quién imitaba de maravilla los pasos de su progenitora, hechos años antes incluso de que ella misma naciera. Ahora la modelo bailaba un poco también, repitiendo aquello para deleite del auditorio.



Oh, pon tu mano en tu corazón.

Tu mano en tu corazón

Oh, pon tu mano en tu corazón.

Tu mano en tu corazón

Oh, pon tu mano en tu corazón.

Tu mano en tu corazón



Oh mírame a los ojos

Y dime que realmente hemos acabado



Pon tu mano en tu corazón y dime

Que todo ha terminado

No lo creeré hasta que tú

Pongas tu mano en tu corazón

Y digas que hemos acabado, ooh



(Hand on your heart. Kylie Minogue. Crédito  a la artista)



            Y al terminar la música hubo aplausos como de costumbre. Aunque estos se acallaron pronto cuando la saiyajin, de pie y acercándose a la atónita Maray, aplaudía pero con irónica sorna, canturreando de modo burlón parodiando.



-Pon tu mano en tu corazón… ¡a ver si te da un infarto! Realmente cursi. Eso solo lo hacen quienes tienen un corazón débil. O están agotados…opino que tus canciones son ridículas. ¿Es que no te cansas de resultar tan empalagosa?- Le inquirió con manifiesto desdén.-



            Maray se quedó realmente atónita. ¿Qué le pasaba a esa chica?. Aunque no tardó en darse cuenta. Gloria la miraba con verdadero odio. Era como si tuviera una cuenta pendiente con ella. Y no le fue difícil comprender cual.  Por su parte, Hipatia se quedó mirando a la saiyajin con la boca abierta, no daba la impresión de entender por qué se había puesto así. La propia Ginger se aproximó extrañada en tanto algunos clientes contemplaban la escena igualmente perplejos.



-No entiendo a qué te refieres.- Pudo responder Maray con calma, pese a tenerlo muy claro en realidad, sin apartar los ojos de los de su interlocutora.-

-¡De sobra lo sabes, niñata!- Estalló Gloria finalmente destrozando una mesa cercana con un puñetazo.-  Ya me tienes harta con tus aires de diva. ¿Quién te has creído que eres, eh?



            Ahora sí que muchos de los presentes se levantaron saliendo de allí de un modo rápido y discreto. Nadie deseaba estar cerca de una saiyajin cuando ésta se enfurecía. La única que reaccionó fue Ginger, quién, acercándose a Gloria, musitó con tinte conciliador.



-Seguro que Maray no ha pretendido hacer ni decir nada que te ofendiese.



            La muchacha pareció calmarse al escuchar el alegato de la dueña, bajó la cabeza levemente para dirigirse a ella con tono más comedido y pausado.



-Te pido perdón, te pagaré lo que he destrozado.



            También vio a Hipatia llorar. Maray lamentaba todo aquello, desde luego su intención no había sido eso. Incluso pudo darse cuenta de que la misma Gloria apreciaba a esa muchachita, la hermana de Franklin era siempre amable con todo el mundo y la saiyajin dio la impresión de avergonzarse enseguida de su arrebato al ver a esa cría en aquel estado..



-Lo siento. Si te he asustado no fue mi intención. – Musitó a la joven camarera en tanto la con pesar.-



            Sin embargo, no dudó en encararse nuevamente con Maray que se había mantenido al margen, cerca de la salida y sentenciar en tono más bajo y controlado pero igualmente amenazador.



-Y tú, no tientes más tu suerte. Eres afortunada porque prometí no emplear mi fuerza contra los humanos, pero bien pensado en tu caso eso no cuenta. Sé que eres hija de un saiyajin. De todos modos estamos en un lugar propiedad de alguien a quien aprecio y respeto. Por esta vez lo dejaré pasar. Pero en lo sucesivo te lo advierto, quítate de mí vista o atente a las consecuencias.



            No obstante, Maray ya había tenido suficiente. Supuso que este momento llegaría. Es más, lo había hablado con su hermano. Recordaba aquella conversación, cuando él la visitó en Nature, abriendo un pasillo dimensional.



-Me alegra verte.- Le dijo ella, aunque el chico traía una expresión seria.-

-Lo mismo digo, hermanita.- Repuso él pese a todo, aunque añadiendo.- Pero he venido a decirte algo importante. Vas a tener problemas aquí.

-¿Problemas?- Repitió la aludida que no comprendió al principio, queriendo saber.- ¿Qué problemas.-

-La muchacha saiyajin. Tiene un propósito muy claro que debe cumplir. Aunque está más centrada en verte a ti como su antagonista. Y eso es muy peligroso para su misión y para todos nosotros. Si continúa así, podría recorrer el camino de la oscuridad en vez del transitar por el de la luz.



            Y para asombro de Maray su hermano le reveló lo que pasaba y lo que esa joven debería hacer. Tras unos instantes de silencio ella musitó.



-Lo comprendo perfectamente. Sin embargo, sabes que eso exigirá que me muestre tal cual soy…

-Sí, lo sé. Y es algo inevitable. Tienes que hacerlo.

-Pero mi momento no ha llegado aún.- Objetó Maray.-

-Esta vez será una excepción.- Sonrió Asthel.- Y te aseguro que muy necesaria.

-Así sea pues.- Asintió ella.-



Ahora, retornando de esos recuerdos, le dedicó una mirada entristecida a su polemista y replicó con tono sereno.



-No sé por qué me odias, nunca te hice nada malo.

-¿Odiarte?- Se sonrió burlonamente Gloria, para espetar.- Una saiyajin de verdad no odia a quien desprecia. Eso sería concederle un honor que no merece. Pero sigue provocándome y lo lamentarás.

-¿Qué entiendes tú por una provocación?- Inquirió su contertulia con mayor severidad ahora, aseverando sin parecer intimidada.- Yo no tengo la culpa de lo que sientes. Pero si quieres que hablemos de esto en otra parte, no tengo ningún inconveniente.

-Dudo mucho que tengas el valor necesario para verme fuera de aquí.- Replicó Gloria sonriendo sardónicamente en tanto aproximaba sus ojos a los de su interlocutora, mirándola ligeramente hacia arriba.-

-Por favor, chicas.- Les pidió una angustiada Ginger.- Dejadlo ya.

-No te preocupes.- Sonrió Maray mirando con afabilidad a la preocupadísima dueña del establecimiento.- Es solamente un malentendido. Ya lo resolveremos. Cuando ella quiera.



            Gloria se limitó a mover la cabeza y salió de la cafetería, tras caminar unos pocos metros se elevó surcando rauda el cielo. Por su parte Maray trató de animar a Hipatia e incluso a  Ginger comentando con tono conciliador.



-Ella no es mala chica. Solamente me ha juzgado de manera equivocada, pero os prometo que hablaré con ella y que todo se arreglará.

-Ten mucho cuidado. Es muy fuerte y si pierde los nervios, no sé que podría hacerte.- Le pidió una muy inquieta Ginger.-

-Todo irá bien.- Le prometió Maray, en tanto acariciaba una mejilla de la todavía llorosa Hipatia, para dirigirse a ella y asegurar.- Ya verás cómo acabaré siendo una buena amiga suya.



            Eso hizo que aquella niña sonriera un poco, animando su expresión. Maray se despidió de ambas y salió. Caminó un poco hasta encontrar una callejuela desierta, tras asegurarse de que nadie la observaba abrió un pasillo dimensional con una de sus blancas estrellas y penetró en él. Podía sentir la energía y la rabia de esa chica, no le fue difícil reaparecer junto a ella. La vio jadeando, tras haber reducido un páramo a cenizas. Y con tono tranquilo y suave le preguntó.



-¿Ya te sientes mejor?



            La saiyajin la miró sin salir de su asombro. Ya no era que se hubiese atrevido a ir tras ella. Sencillamente no podría ni imaginar cómo se las habría apañado Maray para seguirla y alcanzarla sin que la percibiera siquiera.



-Muy bien. Admito que me has sorprendido. No esperaba esto de ti. Quizás no seas tan patética como pareces.



            Maray se aproximó caminando despacio hasta ella y sin dejar de sostenerle la mirada, replicó sin dar muestras de temor



-Veo que no te gusto yo ni tampoco te gustan mis canciones.

-Admito entonces que ves muy bien.- Concedió Gloria aumentando su aura de energía para advertir con un tinte falsamente condescendiente.- Y te advierto que no es buena idea el provocar mi disgusto.

-Nunca quise hacerte daño.- Replicó su interlocutora.-

-¿Hacerme daño? ¿Tú a mí?- Se rio la saiyajin entre atónita e incrédula.-



            Y elevando la palma de su mano emitió una onda de energía que derribó a su contertulia. En tanto Maray se ponía trabajosamente en pie, Gloria se rio, espetando con tinte triunfal.



-Ahora vamos a ver de lo que estás hecha…



            Aunque su rival, una vez se puso en pie sacudiéndose la tierra, mantuvo su mirada fija en ella sin parpadear, limitándose a sentenciar.



-Puede que no me conozcas tanto como crees. Está bien. Cantaré algo más acorde a tus gustos, solo para ti…

-¿Más canciones? ¿Acaso no vas a defenderte?- Se burló Gloria añadiendo con sarcasmo.- ¿Quieres hacer que me sangren los oídos o que tu melosidad me desquicie? ¿Es ese es tu plan? Pues oye, puede que te funcione.



            Y lanzó otro rayo contra  ella aunque ahora, ésta lo recibió manteniéndose en pie pese a todo. Concentrándose como los dioses la habían enseñado fue capaz de crear música haciéndola brotar de su propia alma.



-¿Pero qué?- Se sorprendió Gloria, inquiriendo con una mezcla de estupor y ligera burla.- ¿Acaso te has traído el equipo estéreo aquí?



            Sin replicar a eso Maray elevó aquella música y comenzó a cantar, transmitía mucha fuerza e incluso poder.



Lo gritaste bien alto,
pero no puedo oír una palabra de lo que dices.
Estoy hablando en voz alta, sin decir mucho.
Soy criticada, pero todas tus balas rebotan (ricochet)
me derribas, pero me levanto (shoot down).



La incrédula Gloria disparó en efecto dos andanadas más de energía, y esta vez más potentes, aunque tras impactar en esa joven se disiparon inocuamente. Maray no  se vio afectada y en cambio su volumen y energía iban en aumento.



Soy antibalas, nada que perder, dispara, dispara (fire away).
Rebotan, tienes la mira puesta, dispara, dispara.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio…



           En ese instante una tremenda luz surgió de esa intérprete, sus cabellos se tornaron de un blanco inmaculado elevándose hacia el cielo. A la par que una especie de zumbido eléctrico hacía temblar todo a su alrededor. Gloria quedó con la boca abierta, aunque no se achantó, convirtiéndose ella misma en super saiyajin….con su cabello refulgiendo en tono rojizo…



Liquídame, pero eres tú la que tendrá más que perder,
ciudad fantasma y amor encantado.
Levantas la voz…
(sólo) palos y piedras pueden romper mis huesos,
estoy hablando en voz alta, sin decir mucho.



-¿Quién eres?- Exclamó la saiyajin que atónita, comprobó que ninguno de sus ataques afectaban a esa chica. Al igual que su propia energía que era barrida por ese inmaculado resplandor.- ¿Qué es lo que eres en realidad?



Soy antibalas, nada que perder, dispara, dispara.
Rebotan, tienes la mira puesta, dispara, dispara.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio,
soy de titanio, soy de titanio.



           Aunque esa muchacha elevó incluso su poder lanzándola contra el suelo. Gloria estaba anonadada, tapándose a duras penas la cara con ambos brazos. 



-¿Qué nivel de super saiyajin es este?- Se dijo asombrada.- Supera al mío y yo he logrado el legendario nivel dios.



           Aunque tuvo que cubrirse de esas ráfagas de blanca energía, llena de pureza, levantándose trabajosamente….aquel era un poder tal que ya más que asustarla la admiraba…



-¡Es algo maravilloso!- Pudo musitar totalmente sobrepasada por aquello.-



Piedra dura,
la ametralladora disparando a los que corren,
piedra dura, como cristal antibalas.

Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio,
me derribas, pero no me caeré, soy de titanio,
me derribas, pero no me caeré, soy de titanio,
me derribas, pero no me caeré, soy de titanio.

Soy de titanioooooooo

Aaaaahh

Soy de titanioooooooo

(David Guetta -ft. Sia - Titanium – Titanio, crédito al autor)

Al fin cuando la canción aquella concluyó, Maray volvió de nuevo a su estado normal. Había estado flotando como si fuera etérea ante el asombro de su rival. Ahora, todo ese tremendo poder cesó como si jamás hubiera sido desatado. La saiyajin no podía creerlo. Por su parte, la modelo la observaba en silencio con gesto sereno y grave…



-¿Quién eres tú?- Insistió Gloria con voz entrecortada por el asombro e incluso el temor reverencial.-

-No soy tu enemiga.- Repuso la interpelada al fin con tono serio aunque suave.-



            Tras unos momentos para asimilar esas palabras la saiyajin asintió, para declarar doblando la rodilla.



-Te pido perdón. Reconozco para mi vergüenza que te juzgué mal, eres inmensamente poderosa. Comprendo que Alex te prefiera a ti. Comparada contigo no soy nada. - Admitió Gloria con pesar y humildad ante la que consideraba su vencedora.-



            Maray se aproximó a ella y la tomó gentilmente de las manos haciéndola levantarse. Le dijo tratando de sonar confortadora.



-Nada tiene eso que ver. Alex y yo no estamos destinados a estar juntos. Al menos en esta realidad. Nuestros caminos se separarán porque los dos tenemos unas misiones trascendentales que cumplir. Para eso nacimos. Lo mismo que tú, Gloria. Tienes una misión fundamental que llevar a cabo.

-No te comprendo.- Pudo decir la perpleja interpelada.-





            Maray le sonrió maternalmente, como si de una niña pequeña se tratase y respondió con dulzura y pesar a la vez.



-Sí, sí que lo haces. Hace mucho, mucho tiempo, el destino lo dispuso. Todos debíamos de nacer para llevar a cabo tareas de gran importancia. La mía, junto a otros compañeros, será partir a un lugar muy lejano, una misión de la que el Cosmos entero dependerá. Tú Gloria, eres la adelantada. Deberás darnos a todos el tiempo suficiente. Tienes que frenar el caos y la destrucción que se acercan a este planeta. Escribirás unas páginas gloriosas, como tu propio nombre.  Tendrás que ser como la canción, titanio. Y resistir incluso lo imposible. Será un enorme sacrificio, de hecho será el sacrificio supremo para ti. Y en el fondo, tú siempre lo has sabido. Tu nacimiento y tu vida fueron marcadas así desde el principio. Eron, y Galaxia en persona vinieron para comprobarlo…

-Sí, es cierto.- Admitió su interlocutora con tintes reflexivos. - Desde que era muy niña tuve la impresión de haber venido a este mundo para cumplir un propósito…Mi madre lo intuyó y mi abuela Elua lo supo siempre.

-La batalla final comenzará a darse aquí, en Nature.- Le desveló Maray.- Y de tu capacidad para resistir y proteger a este mundo y a todos a quienes amas, dependerá en buena parte el éxito de nuestra misión.

-No te decepcionaré. Te doy mi palabra. - Prometió solemnemente Gloria.-



            Maray le sonrió, ahora con mucha más amplitud desapareciendo de allí tras crear otro mini agujero. Al fin retornó a su habitación de la residencia de modelos. Su hermano la aguardaba.



-Ya está hecho.- Le comentó.-

-Sí, lo sé.- Asintió aprobatoriamente Asthel.-

-¿Y ahora?- Quiso saber ella.-

-Todo seguirá su curso.- Le respondió su hermano, sin querer ser más específico, añadiendo, eso sí, con tono más jovial.- Por ahora puedes dedicarte a tu vida y tus ilusiones. Te quedan muchas cosas por hacer.

-Eso me gustaría, pero estoy preocupada. No únicamente por nuestra misión. Verás, he visto que algo no está como debería.- Le comentó ella.-



            Es como si recordase que esa misma situación con Gloria Elua se hubiera producido antes en el tiempo. O más bien, que ella tenía conciencia de aquello en un momento previo al adecuado. Asthel la escuchó con atención y contestó, con tintes reflexivos.



-Es debido a que demasiados han intervenido en los acontecimientos. El Libro de los Días se ha visto expuesto a demasiada manipulación, bien sobre él o por el uso de otros elementos. -Le explicó su hermano.-

-Algo he percibido.- Confesó Maray.- En el caso de la hermana de Steph, por ejemplo.

-Así es.- Convino Asthel, revelando.- Aunque por lo que sé, eso era preciso. Nosotros tenemos que dejar eso a un lado, no nos corresponde intervenir en esos asuntos. Ya tenemos bastantes con nuestra misión. Y debemos terminar de prepararnos para comenzarla dentro de muy poco.



Y Maray así lo hizo. Pese a ser consciente de que allí pasaban otras muchas cosas que, para cualquier otro, serían dignas de considerarse como terribles amenazas. Empero, ella sabía bien que no tenía que intervenir.



-Los guardianes y otros más se harán cargo de eso. Y es necesario que sea así.- Pensó.-



Así que después de formarse algo más como modelo en Nature y vivir muchas experiencias se trasladó a la Tierra, a París, la ciudad que viese nacer a su madre. Se mudó junto con su gran amiga Crista, que también había triunfado en las pasarelas. No obstante, Maray cada vez tenía aquellos episodios de iluminación con mayor frecuencia. Su carácter se iba templando más y poco a poco empezó a no interesarse tanto por lo que, hasta entonces, había sido su vocación. Su propia abuela Esmeralda se lo notó. Cierto día, la anciana la convocó a su despacho. Su nieta llegó y se sentó en el “sofá Deveraux”, donde su abuela le había contado, que ella misma de jovencita acudía para pedir o recibir consejo de la legendaria fundadora de la firma. Madame Alexandra Annette Deveraux. Ahora era Esmeralda la que ejercía de anciana sabia, aunque al menos eso creía. Cuando la joven estuvo sentada a su lado, la veterana diseñadora le preguntó.



-Dime hija. ¿Estás bien? ¿Tienes algún problema?

-No abuela. – Sonrió ésta con dulzura para enumerar. – No podría estar mejor, desfilo, canto y tengo un novio estupendo.



      Maray se refería a Alex, aquel apuesto oficial médico que conoció en Bios. Durante esos años él había servido en aquel planeta, pero cuando ella retornaba a ver a sus padres ambos habían tenido ocasión de tratarse y la atracción mutua inicial se convirtió en enamoramiento. Al fin, con la recomendación del padre de ella, se graduó como teniente y pidió incluso el definitivo traslado a Bios. Su madre, la capitana Hunter, lo gestionó con el padre de Maray quien se alegró muchísimo cuando lo supo. Ese chico era muy especial para ella. A veces los dos estaban callados y simplemente se miraban, pero daba la impresión de que se comunicaban miles de pensamientos a un tiempo. Y además, él lo sabía. Conocía la responsabilidad que la muchacha debería afrontar. Y no solamente no le importaba, al contrario, según sus palabras, eso hacía que la quisiera aún más. Eso le llevó entonces a ella a sincerarse con su atónita abuela que, en ese momento, le preguntaba con sorpresa aunque tratando de desdramatizar.



-¿No será que has reñido con tu novio, nena? No te preocupes, esas cosas pasan.

-No es eso. – Negó suavemente Maray tomando las ya arrugadas manos de Esmeralda entre las suyas para afirmar. – Somos felices juntos. En realidad soy muy dichosa contigo, con mis padres, con toda mi familia, con mi novio, mi amiga Crista y las demás. Podría decirse que, desde que nací, recuerdo que la vida para mí ha sido maravillosa. Pero abuela, eso es lo que precisamente me apena. - Sentenció ahora con los ojos llenos de lágrimas. – Ha sido todo demasiado hermoso para ser verdad.



Esmeralda la miró preocupada. Aquello no era normal. ¿Acaso le pasaba algo y no se lo quería contar? ¿Estaría enferma?



-Hija. Por favor, no me ocultes nada. ¿Tienes alguna cosa de salud? - Quiso saber con voz trémula, acariciando las mejillas de su ahora llorosa nieta. – ¡Me estás asustando!



            Sin embargo, la interpelada negó con la cabeza y le contestó con voz queda.



-No abuela. Lo que tengo es un destino que cumplir. Uno que me alejará para siempre de lo que más quiero, de mi familia, de mi novio, de mis amigos, de ti…Porque tú sabes lo que mi hermano Asthel está destinado a hacer. ¿Verdad?



Su interlocutora asintió, le comentó entonces a su nieta.



-Eso se me reveló en sueños e incluso cuando retorné a este mundo, cariño. En una época en la que ni siquiera tu madre había nacido.



            Aunque se quedó helada cuando la chica asintió, como si ya supiese todo aquello para confesarle.



-Él no es el único. Lo que no te desvelaron fue que algunos más tendremos que seguirle…



Y sin darle tiempo siquiera a replicar, ante los asombrados ojos de su abuela la chica comenzó a iluminarse en un tono blanco intenso pero que no cegaba. Su pelo se tornó de ese mismo color y sus ojos pasaron a ser de color dorado. Y con una voz muy dulce y suave, le dijo a la anonadada Esmeralda.



-Ya queda muy poco para la Trascendencia. Puedo sentirlo. Me queda poco tiempo, pronto, muy pronto deberé de marchar…Lo único que te pido es que no digas nada a mi madre, por favor. Cuando lo sepa será para ella muy duro. No quiero que pase los últimos momentos que podamos estar juntas pensando en que me perderá. Tampoco deseo que lo sepa mi padre. Tú sabes muy bien lo que eso duele.



Ahora era su abuela la que lloraba sin poder parar. Pero no sabía qué decir, fue Maray la que acarició a su vez las mejillas de la anciana y le enjugó las lágrimas. Para susurrarle llena de afecto.



-Te quiero abuela. Siempre te llevaré en mi corazón como a todos los demás. Y un día nos volveremos a encontrar. Ahora voy a despedirme de las chicas. Despídeme tú del abuelo y de los otros. Por favor. Yo no podría. - Le pidió con una gran sonrisa, plena de cariño. –



Y volvió a adoptar su apariencia normal de chica de pelo castaño y ojos azules. Esmeralda la abrazó largo rato. No quería soltarla. Cuando lo hiciera su pequeña niña se iría para siempre. Finalmente Maray salió del despacho dejando a su llorosa abuela que ya no quiso ocuparse de nada más, al menos no en ese momento.



-Crista.- La llamó Esmeralda enjugándose las lágrimas y forzándose a permanecer entera.- Encárgate tú de los asuntos pendientes por esta tarde. Tengo que salir.

-Lo que usted mande, señora Deveraux.- Repuso la joven, que había llegado a ganarse la confianza de la diseñadora.-



            Maray desde luego quiso aprovechar los últimos meses que le quedasen como una persona corriente para al menos hacer un sentido homenaje a sus padres. Y lo llevó a cabo en un concierto que ella quiso dar en Bios. Allí, interpretó una canción para festejar las bodas de plata de sus progenitores. Preparó una escenografía muy hermosa. Declaró antes de empezar que tenía una sorpresa reservada para el final. Y justo al concluir el concierto dijo dirigiéndose al público que aún la ovacionaba tras su anterior canción.



-Este tema es muy especial para mí. Y se lo dedico a mis padres con todo mi amor.



            Y mientras sonaba la música, ella fue a abrazarse a ambos que estaban presenciando aquello en una de las primeras filas. Luego retornó para cantar y danzar junto con su grupo de bailarines.





Mejor el diablo que conoces
Mejor el diablo que conoces
Woh 



Mejor el diablo que conoces
Mejor el diablo que conoces
Woh woh woh 




Di que no me abandonarás nunca más
Te recuperaré de nuevo



No más excusas no, no 
Porque las he oído todas antes
Un centenar de veces o más




            Y mientras ella cantaba, en la pantalla gigante del estadio aparecían fotografías de sus padres, desde su niñez, pasando por su juventud, como resumen de algunos momentos importantes de sus vidas…

Perdonaré y olvidaré
Si dices que nunca te irás
Porque es verdad lo que dicen


Es mejor el diablo que conoces.



Woh woh woh 
Nuestro amor no era perfecto, lo sé
Creo que conozco el marcador



Si dices que me quieres, ¡oh chico!
No puedo pedir más 
Vendré si tú me llamases




Amatista aparecía de niña, de la mano de sus padres paseando por París. Leval, subido a caballito de su padre y con su madre al lado en Connie Island. Luego él , ya adulto, vestido con su uniforme de cadete, y Amatista , a su vez como una jovencita, vestida con ropas de amazona, al lado de sus padres…



Perdonaré y olvidaré
Si dices que nunca te irás
Porque es verdad lo que dicen


Es mejor el diablo que conoces



            Viendo esas imágenes y escuchando a su hija, Amatista no podía evitar llorar de emoción, abrazada a su esposo, que estaba muy sonriente e igualmente emocionado.



Estaré aquí todos los días

Esperando a que me muestres tu amor
Si, es verdad lo que dicen


Es mejor el diablo que conoces



Woh woh woh 


Te traeré de vuelta
Te traeré de vuelta de nuevo
Te traeré de vuelta
Te traeré de vuelta de nuevo




Di que no me abandonarás nunca más
Te recuperaré de nuevo
No más excusas no, no 
Porque las he oído todas antes
Un centenar de veces o más




Perdonaré y olvidaré
Si dices que nunca te irás
Porque es verdad lo que dicen


Es mejor el diablo que conoces.



Estaré aquí todos los días

Esperando a que me muestres tu amor
Si, es verdad lo que dicen


Es mejor el diablo que conoces





Más adelante, Leval salía en una fotografía, posando con su escuadrilla en la SSP-1, y Amatista en otra, con su grupo de Fairy Five en esa misma nave. Al fin los dos confluían en unas fotos de una cena, en la que se estrenaban prácticamente como pareja, y luego en otra, en la que al fin, aparecían ataviados con traje de gala él, y vestido de novia ella, frente al altar, en su boda.



Perdonaré y olvidaré
Si dices que nunca te irás
Porque es verdad lo que dicen




Y luego ya, posaban junto a sus hijos recién nacidos. Las fotografías avanzaban y podían verse ya a Asthel vestido como jugador de baloncesto, junto con Maray y sus padres. Y también a la muchacha, con su traje de baño y la banda de Miss canción, en aquel primer certamen de Señorita Bios en el que participó, abrazada a sus padres. Así fue concluyendo la canción, al final únicamente la música y la coreografía del grupo de baile de Maray siguió actuando mientras que ella fue una vez más a darse un sentido abrazo con sus padres, escuchando de fondo una atronadora ovación.



-Os quiero muchísimo.- Sollozó ella, llena de emoción.-

-Y nosotros a ti, mi vida.- Pudo responder su muy emocionada madre, remachando.- Estamos muy orgullosos de ti.

-Muchas gracias, por este maravilloso regalo.- Añadió un asimismo afectado Leval.-



Es mejor el diablo que conoces…



(Better the Devil You Know. Kylie Minogue, crédito al autor)



            Tras unos instantes más la chica saludó entonces. Luego se separó de ambos y retornó junto con su grupo de bailarines, dio unos cuantos pasos más y se retiró tras los escenarios. Suspiró. Aquello estaba consumado.



-He podido al menos darles a mis padres una pequeña muestra de cuanto significan para mí…- Se dijo muy contenta.-



            Empero, en ese instante algo se apoderó de ella, tuvo el incontenible deseo de volver al escenario. Había una última canción que debía interpretar. Al principio sus bailarines se miraron sin comprender. No estaba previsto volver a actuar en ese concierto. Quizás Maray deseara dejar un último broche para su planeta y su ciudad natal. De hecho, las gentes de Vitae habían empezado a levantarse creyendo finalizado ese recital. Por ello, al ver salir de nuevo a la artista aplaudieron. Aunque enseguida se hizo el silencio cuando la música empezó. No obstante, los técnicos de sonido y los propios músicos se miraron perplejos. ¡Nadie estaba tocando nada! Al menos entre ellos. Pese a eso, se podía oír un sonido claro envolvente y muy potente que acompañaba a la muchacha cuando esta comenzó a cantar. Con un tono mucho más serio y solemne del que solía.



Mira a los ojos de los demás, muchas frustraciones.
Leer entre líneas, no palabras, solo vibraciones
No ignores los deseos ocultos.
Presta atención, estás jugando con fuego




Incluso el cielo pareció unirse a aquello, con luces extrañas de tonos malvas y dorados recorriéndolo. Y con otras voces, salidas de ninguna parte que coreaban…


Se debe escuchar el silencio,

Se debe observar el ruido
Ha llegado el momento de aprender,


Ese silencio



            Y entonces Maray estalló con un torrente de poderosísima voz, que literalmente envolvió el recinto.


Silencio debe ser oído
O los diamantes se quemarán, las cartas amigas se convertirán
Porque el silencio tiene derecho a ser escuchado



La gente habla demasiado por lo que tiene que decir.
Palabras sin sentido,


simplemente desaparecen
Se debe escuchar el silencio,


se debe observar el ruido



Todos quedaron boquiabiertos cuando los cabellos de la chica pasaron a lucir de un tono blanco cegador, brillando de una manera realmente hermosa, a la par que sus ojos se transformaban de azules en dorados…


Ha llegado el momento de aprender, ese silencio
Silencio debe ser oído
O los diamantes se quemarán,

las cartas amigas se convertirán
Porque el silencio tiene derecho a ser escuchado




Y no únicamente eso, ella se elevó en el aire abriendo los brazos y reuniendo a su alrededor un enorme e inmaculado resplandor dejando pasmados a todos. Sus padres incluidos. Leval y Amatista se miraron anonadados, y él apenas pudo musitar.



-Siento en ella un poder tal que ni siquiera entre los dioses pude percibir algo semejante.



Silencio debe ser oído
O los diamantes se quemarán,


las cartas amigas se convertirán
Porque el silencio tiene derecho a ser escuchado




            Y poco a poco, la música fue decayendo, con el sonido de una especie de trompetas de fondo. Maray aterrizó en el escenario con suavidad, sus cabellos volvieron a ser de color castaño y sus ojos a lucir azules. Ante el asombrado y reverencial silencio de todo el estadio.



-Esto es algo sobrenatural.- Pudo musitar Sandy quien, junto a su hijo y su esposo, también presenciaban ese concierto.-

           

            El chico se limitó a asentir y sonrió levemente. Su amiga Maray finalmente se había revelado al mundo.



-Quizás no sea lo adecuado, pero ha sido hermoso. Ahora nos toca el turno a los demás. Este concierto ha marcado la señal que estábamos esperando desde hace tiempo.- Meditó, recordando los últimos años de su propia vida.-



Y es que por su parte Granate siguió también con sus planes y entró en la Academia Militar. Consiguió graduarse con unas altas notas y desfiló en Bios, junto con su promoción. Todos sus familiares asistieron, incluso sus primos. Él recibió su despacho de teniente de manos de su propio  tío Leval, haciendo que Sandy y Coraíon no pudieran sentirse más dichosos y  llenos de orgullo, a la vez que Petz y Zafiro creían revivir esa escena en sus corazones acordándose de su propio y difunto hijo menor. Incluso aquella jovencita tan agradable, la princesa Alice, no le había sido indiferente. Al principio sí, la trató como a una simple amiga  pero ella fue cumpliendo años. Al cabo de poco más de un año de aquella charla que mantuvieran, donde ella se le aproximó hablándole de su tío, empezaron a  salir asiduamente como amigos, más tarde ya como novios. De todos modos la joven se sintió desolada cuando su madre la reclamó de vuelta. Ironías del destino, al principio no quiso ir a Bios, ahora no deseaba marcharse. Pero tras haber madurado, comprendía que era su obligación. Tras despedirse de su pretendiente quedaron por supuesto en visitarse. No obstante, el chico sabía que el momento estaba próximo. Había soñado últimamente mucho con su abuela ILaya. También con el abuelo Robert. Hacía apenas un par de meses que murió. Tras padecer una larga enfermedad que, unida a su ya avanzada edad, le había ido minando poco a poco. Tanto Granate como sus padres y los abuelos Zafiro y Petz, estuvieron en el hospital dándole el último adiós al moribundo. Recordaba como su desolada madre aferraba la mano del anciano que apenas sí podía susurrar, conectado a un respirador.



-Mi niña. Tengo que irme… tu madre me espera… al fin…después de tanto tiempo, volveremos a estar juntos otra vez.

-¡Sí papá! – Lloraba Sandy con una  tremenda tristeza aunque esforzándose por mantener un tono sereno. – Dale un beso de mi parte…

-¡Ahí está! Tan hermosa como siempre, con su pelo castaño y esos ojos verdes tan grandes.- Jadeó apenas él tratando de señalar con una mano temblorosa a la pared. –

-Sí, es cierto, abuelo – Sonrió Granate para sorpresa de su madre y el resto. – La abuela ILaya era muy guapa.

-¿Verdad…que sí?...¿la estás viendo, verdad? Ya voy contigo, cariño… – sonrió Robert que parecía lleno de felicidad cuando tras estas últimas palabras dejó caer su cabeza sobre la almohada y todas sus constantes vitales desaparecieron. – Ya voy…



Sandy se derrumbó abrazada a su esposo, entre tanto sus suegros se abrazaron entre lágrimas también.



-¡Oh, señor! Nos vamos yendo uno tras otro. – Se lamentó la anciana y llorosa Petz. –

-Pero al final, ya veréis como todos nos reencontraremos. Como dijo mi tío aquella vez. – Le sonrió animosamente Granate. –



Y Petz miró a su nieto con una inexplicable sensación de felicidad. Ahora era como si estuviese viendo a su propio hijo. El muchacho había venido al hospital con su uniforme de  la academia. Y su pelo y ojos eran casi idénticos a los de su difunto tío, amén de guardar con él un considerable parecido.  Aunque era más serio, pero para sus abuelos sin embargo era como retroceder en el tiempo, como si el otro Granate estuviese allí. Su abuela le abrazó y después dejó que el muchacho consolase a su madre. Sandy apenas pudo musitar secándose las lágrimas.



-Hijo. ¿De verdad viste a tu abuela ILaya aquí?

-No, mamá. – Negó él afirmando con una sonrisa. – Pero eso hizo feliz al abuelo Robert en sus últimos momentos, y sé que él sí que ha podido verla. No sufras por eso.



Fue Coraíon el que, tomando el relevo de su hijo, se llevó a su llorosa esposa fuera de la habitación, en tanto decía como si de alguna forma presintiera el destino de Granate.



-Hijo mío. Estamos muy orgullosos de ti. Siempre lo hemos estado. Te queremos más que a nada y tratamos de ser los mejores padres que pudimos. ¿Lo sabes, verdad?

-Lo sé, papá. - Afirmó él asintiendo con una expresión de alegría intensa para afirmar. – Y yo también os quiero y estoy muy orgulloso de pertenecer a esta familia. Sé de donde venís y contra todo lo que habéis tenido que enfrentaros para salir adelante. Ser vuestro hijo es un gran honor para mí.



Y tras esas palabras todos salieron del hospital, el funeral reunió a amigos y familiares y se celebró al día siguiente, después Granate se graduó y Leval le ofreció un destino allí mismo. Por el momento quería que sus padres le tuvieran cerca…



-Ahora, el momento ha llegado.- Suspiró él, sin dejar de observar el asombro que presidía las caras de sus padres y de Leval y Amatista, tras esa última canción de Maray.- Y ellas lo habrán sentido también.- Pensó, acordándose de otras dos de sus compañeras.-



Y es que durante ese tiempo, tanto Granate, como Asthel y Maray, también se mantuvieron en contacto con Alusa y Minara que estudiaban sus respectivas carreras, igualmente concienciadas de su próximo  porvenir. Se entrenaron y prepararon, cada vez más centradas en lo que sería su futura misión. Las hijas de Mazoui y  Satory eran casi impenetrables para los demás, quizás Alusa era más extrovertida y enérgica y Minara más retraída y tímida. Pero cuando mostraban su talante más introspectivo ni tan siquiera su padre podía acceder a ellas. Desde hacía tiempo ya ayudaban a sus padres en la dirección de algunas partes de sus empresas. No obstante, sabían bien cuál sería su auténtico destino. Si bien no hablaban de ello con sus progenitores. También veían mucho a su abuela Karaberasu que ya se había jubilado y que siempre que podía las visitaba. Con ella se mostraban bastante cariñosas y más abiertas de lo que solían. Como si percibieran que podían hablarle de más cosas que al resto. Cierto día vino también su tía Katherine, con la cual  mantenían asimismo una muy afectuosa relación. Las cuatro conversaban en el salón de una de las casas que tenían los padres de las gemelas.



-Decidme chicas. ¿Qué tal os van los estudios?- Les solía preguntar su abuela. –

-Muy bien. – Declaró Alusa, afirmando – Ya nos queda muy poco para licenciarnos.

-Así es. - Convino Minara – en nada de tiempo, estaremos trabajando a jornada completa con papá y con mamá.

-¿Y tú, tía Katherine, cómo estás?- Quiso saber Alusa observándola con interés. –

-Muy bien, gracias. – Replicó Kathy con una sonrisa. –



Y esta vez era cierto, tras mucho batallar contra su adicción, estar ingresada en las mejores clínicas y sobre todo, el apoyo de los suyos, la mujer había salido de ese pozo. Y no solamente eso. Junto con otras personas, incluso a veces colaborando con su prima Kerria, organizó campañas contra la droga, trató de ayudar a las personas sumidas en ella y consiguió efectivamente dar una nueva oportunidad a otros. Ya no era sin embargo esa famosa e intrépida reportera de sus años de juventud. Ahora vivía tranquila, retirada de ese bullicio y era feliz. Recordaba eso sí, el incidente que tuvo junto a Minako. La vieja amiga de su madre. Y se lo contó a sus sobrinas.



-Fue hace algunos años, cuando íbamos a visitar un centro para jóvenes en proceso de desintoxicación, como parte de la fundación Deveraux, que la princesa de Venus apoya…



En efecto, las dos llegaron allí con una pequeña escolta y algunos miembros de la prensa. Entraron para comprobar que algunos de esos muchachos eran casi unos críos, y algunas chicas incluso eran madres adolescentes y estaban allí con sus hijos e hijas de corta edad. Allí vivían y trataban de salir adelante recibiendo educación e incluso aprendiendo un oficio. Katherine podía comprender muy bien la situación de aquellos pobres infelices, desde luego no tan privilegiados como ella misma. Trató de ser lo más cariñosa que pudo y transmitirles esperanza. Su compañera, la princesa Venus, sonreía con grandes dosis de afecto y comprensión a los allí presentes, también comunicándoles lo mismo. Diciendo que la reina Serenity les quería a todos y que debían ser fuertes y luchar. Fue entonces cuando un grupo de exaltados irrumpió, con gritos contra ellas.



-¡Fuera las inmortales! – No queremos invasores en este planeta. – Aullaba uno. –

-Dejadnos en paz y marchaos con vuestra vida antinatural. – Exigía otro. –

-Volveos a vuestro mundo, ¡Lunáticos!- Exclamaba un tercero.-

-¡Zorras elitistas! Idos con vuestros malditos reyes.- Las gritaba alguno más.- No os queremos aquí.



Kathy se giró en posición defensiva, pero su amiga y madrina Minako la disuadió con un gesto, serenamente miró a aquellos tipos que blandía pancartas y enarbolaban los puños, siendo apenas contenidos por los miembros de la seguridad que enseguida les interceptaron el paso. Aquel grupo de alborotadores arrojaban piezas de fruta y otras cosas contra ellas. A pesar de los esfuerzos de la seguridad por impedirlo. De hecho, consiguieron finalmente apartar a aquellos exaltados y sacarles de allí. No obstante, uno de esos tipos logró arrojar un tomate que impactó en plena cara de la Princesa Venus. Minako se limitó a  encajar el impacto sin reaccionar. Para cuando redujeron a su agresor, ella estaba manchada en la cara, en su largo, sedoso y rubio pelo y en parte de su vestido color oro.



-¡No te ves tan regia ahora! – Exclamó uno de esos tipejos, con las risas de fondo de sus compinches mientras les sacaban de allí. –

-Anda corre a maquillarte, ¡princesita de cuento! – se burló otro antes de que la policía se lo llevase arrastras. -

-Cuanto lo siento, Alteza.- Se apresuró a intervenir una tal Brenda Walsh, que pertenecía a la asociación de ayuda a las madres jóvenes que iban a visitar.- Yo, no sé cómo disculparme en nombre de la fundación Deveraux.

-No es culpa tuya.- Sonrió débilmente la interpelada en tanto se limpiaba un poco.-

-Permítame ayudarla, se lo ruego.- Repuso esa mujer, visiblemente apurada.- 



Con un pañuelo quitaron al menos la mayor parte de esas manchas. Todavía quedaba algún exaltado pero la presencia de las fuerzas policiales les hizo replegarse, no sin dejar de lanzar insultos, incluyendo respectivamente a Brenda y a Katherine.



-¡Vaya un séquito que tiene la princesa, formado por borrachas y drogadictas! ¡Sois el camino que lleva hacia la perdición!- Exclamó uno que fue detenido tras pronunciar esas palabras. -

-¡Sois muy adecuadas para la corte de las Lunáticas!- Chilló otro antes de huir.-



Brenda bajó la cabeza avergonzada, había sido modelo de joven, pero algunas desgracias personales y su mala cabeza de entonces la empujaron a la bebida. Le costó pero pudo rehabilitarse con la ayuda de Esmeralda Deveraux, para la que seguía trabajando ahora en calidad de representante de esa fundación,  ayudando a jóvenes madres afectadas por todo tipo de adicciones. Por su parte, Katherine apretó los dientes visiblemente furiosa. No le preocupaba en absoluto que esos fanáticos le recordasen su antigua adicción al Loten, pero no perdonaba esa vejación contra su madrina. Si pudiera se transformaría en la Dama del Trueno allí mismo y haría pagar a esos desgraciados todas sus ofensas a latigazos.



-¡Les arrancaría la piel a tiras a esos miserables! - Espetó entre dientes mirando a su madrina con una mezcla de pesar e indignación.-¿Cómo se atreven a tratarte así?



Pero una vez más Minako la disuadió con el gesto de una mano y voz serena.



-No - le dijo de modo conciliador. - Soy la princesa Venus del Amor. He venido aquí precisamente a dar eso a las gentes que lo necesitan. El odio y la ignorancia no deben ser respondidos con iguales términos. Tranquila, las personas que están aquí son las realmente importantes. Sigamos adelante y olvida a esos otros pobres infelices…realmente no saben lo que hacen…



Para admiración de Kathy, aquella mujer parecía ahora incluso más digna y regia que antes, pese a la mancha del tomate. O quizás debido precisamente a ella. Así, Minako prosiguió caminando con paso elegante y cadencioso. Como si nada hubiera sucedido y sin aspavientos se fue limpiando con el pañuelo que Brenda le ofreció, incluso con unas risas de fondo de algunos pequeños, hijos de esas chicas adolescentes enganchadas en la droga. De forma cómplice, la propia princesa de Venus, Eternal Guerrera Venus, Guardiana y amiga personal de la Reina Serenity, la soberana de la Tierra y la Luna Blanca, se agachó junto a una pequeña de unos seis años y le dijo divertida tras guiñarla un ojo.



-Veras. ¡Es un truco nuevo que tengo para suavizar el cutis! El zumo de tomate es muy bueno para la piel.



Y entonces, tanto ella como la cría y los demás se rieron zanjando el incidente. Tras aquello departieron con aquellos jóvenes y les prometieron que desde la OMS, las fundaciones contra la drogadicción de la Casa Deveraux y el palacio de Cristal Tokio, no se iban a olvidar de ayudarles....



-Recordadlo.- Les decía Minako micrófono en mano.-  Si no desfallecéis vuestras ilusiones podrán cumplirse. Siempre hay una segunda oportunidad. El anhelo de nuestros soberanos  así como el mío y el del resto de las princesas, está en buscar la felicidad para todos vosotros. Pero no podemos librar vuestras batallas. Sólo apoyaros de corazón. Al final, la decisión de perseverar y el triunfo será vuestro y de nadie más.

-Comprendo perfectamente como os sentís.- Añadió Katherine, cuando tomó la palabra con visible emoción, para confesar.- En mi caso bajé hasta ese mismo pozo, y cuando toqué fondo allí estaban la princesa Venus y mi familia para ayudarme a salir. Vosotros podéis lograrlo también. Vais por el buen camino. Contad los días que lleváis desenganchados con alegría. Yo lo hago. Entusiasmaros por las pequeñas cosas, tratad de vivir con intensidad… cada día es un nuevo comienzo esperanzador. Eso lo aprendí de Minako y de otras muchas luchadoras por la paz. Y no temáis a tener miedo, es algo natural, todos lo tenemos. Por eso mismo, el ser capaz de vencerlo es el mayor de los triunfos. Y si ponéis empeño y no os rendís, os aseguro que lo lograréis.



            Y tras recibir aplausos entusiastas por parte de los allí congregados, tanto Kathy como Minako cantaron algunos antiguos temas de ambas recordando sus tiempos de ídolos y cantantes famosas. Uno en particular que dedicaron a coro al auditorio, para tratar de infundir alegría y esperanza…



¡Oh sí, oh sí,
oh, la vida, oh, la vida!.

Me da miedo la oscuridad,
especialmente cuando estoy en un parque,
y no hay nadie más alrededor.


Oh, se me pone la piel de gallina (get the shivers),
no quiero ver un fantasma, 
es la visión que más temo,


Prefiero tener un trozo de tostada,
y ver las noticias de la noche.

La vida, oh la vida, oh la vida,
la vida, oh la vida, oh la vida.



Soy una chica supersticiosa,
soy la peor del mundo,
nunca camino por debajo de escaleras,
guardo una pata de conejo.



Y de hecho, Kathy cantaba con una auténtica sensación de alegría y optimismo que contagiaba a todos los allí presentes. Incluso Brenda Sonreía y su madrina Minako la escuchaba y observaba con gran orgullo.


Acepto el desafío,
en cualquier momento, en cualquier lugar,
di el sitio y allí estaré,
¿puenting? no me importa.



La vida, oh la vida, oh la vida,
la vida, oh la vida, oh la vida, la vida,
oh la vida, oh la vida, oh la vida, oh la vida.



Así que, al fin y al cabo (after all is said and done)
sé que no soy la única.
La vida, desde luego que puede ser divertida,
si realmente lo deseas.


Algunas veces, hacer realidad tus sueños
no es tan fácil como parece.
Quieres volar alrededor del mundo
en un precioso globo.



La vida, oh la vida, oh la vida,
la vida, oh la vida, oh la vida, la vida,

La vida, oh la vida, oh la vida,
la vida, oh la vida, oh la vida, la vida,
oh la vida, oh la vida. 

(La Vida (Life) Des'ree  Crédito al autor)

Y tras concluir esa canción y recibir más aplausos, las dos mujeres, acompañadas por la señorita Walsh, prosiguieron su labor, conversando e interesándose por quienes veían. La infatigable princesa de Venus no dejó prácticamente niño o niña por besar, jugó con algunos, charló con varias de sus madres alentándolas y siempre con una sonrisa, sin importar lo cansada o solicitada que estuviera. Katherine se afanó por imitarla. Y pese a eso, a la salida todavía quedaban algunos de aquellos energúmenos que no se privaron de insultarlas a ambas. Recibieron el mismo silencio y fueron ignorados de igual modo. Tras despedirse de Brenda que reiteró su agradecimiento y sus disculpas, Minako se permitió incluso el lujo de caminar de modo pausado y sereno hasta su vehículo, acercándose a saludar a algunos niños que la contemplaban con admiración, seguida por una Katherine que observaba a su alrededor aquel marasmo de agentes de policía que establecieron un cordón para separarlas de muchos admiradores y también de esa minoría de exaltados. Y entre los insultos, una niña pequeña algo asustada, le preguntó.



-Oye, princesa Venus. ¿Por qué no te quieren esos señores?...

-Porque no me conocen, cielo.- Le sonrió tiernamente la interpelada.-

-¿Y creen que eres mala? - Inquirió la cría.-

-¿Tú crees que lo soy?- Quiso saber Minako, aseverando.- Eso es lo importante.



            La niña negó con la cabeza. Eso hizo sonreír  a la princesa de un modo luminoso y declaró, en un tono de voz lo suficientemente alto como para ser escuchada.



-No hay peor cosa que tener miedo infundado. Y no debéis tenerlo. No de nosotras. Solamente nos mueve vuestro bienestar.



            Aquello obró el milagro de hacer callar momentáneamente a sus detractores, pero esa especie de hechizo duró poco y los gritos e insultos por parte de esos tipejos arreciaron. Uno de ellos incluso pudo saltar el cordón policial y, a escasos metros de la princesa y de Katherine, gritar con gesto de odio y desafío.



-¡Larga vida al Fantasma de la Muerte!



            La policía enseguida le sujetó dispuesta a llevársele de allí. Entonces la princesa hizo un gesto con una mano para detenerles y el silencio volvió a reinar. Venus se aproximó imperturbable ante ese individuo que la miraba ahora con una mezcla de miedo y asombro. Sin arredrarse ella se plantó a un metro y, tras pedir a los atónitos agentes que soltasen a ese hombre, Minako afirmó ahora con tintes de pesar y contenida indignación en tanto clavaba sus azules ojos en ese tipo.



-¿Deseas la vida a quién solo piensa en destruir y matar? ¿Acaso no es un contrasentido? Bueno, aquí me tienes. Es la oportunidad para ti de honrar a tu maestro. Él no lo logró, quizás tú tengas mejor suerte. Adelante. ¡Mátame!



            Kathy estaba preocupada, ese individuo era un exaltado que podría ser capaz de cualquier cosa. Quizás tuviera miedo de la policía que estaba próxima, pero era mejor no correr ese riesgo. Se acercó a su madrina para tratar de guardarle las espaldas. Sin embargo no fue necesario. Ese tipo retrocedió, entre confuso y sorprendido. Seguramente no había esperado esa reacción. Como pudo atravesó el cordón policial para escabullirse entre la multitud. Sus correligionarios parecieron perder su vehemencia y se fueron retirando. Entonces Minako se volvió hacia su ahijada que la observaba entre atónita y todavía desencajada, sonrió y le dijo animosamente.



-Cariño, tienes que darte cuenta de que, en el fondo, esa gente está asustada. Son prisioneros de su miedo, su ignorancia y de su odio. Debemos ayudarles a ellos también. Quizás más que al resto. Vamos, nos queda mucho por hacer.



            Y su interlocutora esbozó una amplia sonrisa y la siguió. Ya sin más incidentes entraron en el vehículo oficial y se marcharon…



-A pesar de las veces en las que tuve que luchar, y en todas las aventuras en las que he participado, ese día, chicas, fue cuando aprendí el auténtico significado de las palabras valor y dignidad. – Les contó a sus atónitas sobrinas para rematar la anécdota. –

-Sí, las princesas son grandes mujeres. Siempre lo han sido. – Convino Alusa transluciendo bastante respeto en su tono.  

-Es cierto. – Intervino su abuela. – Recuerdo todo lo que Minako hizo por nosotros cuando pudo. O como la Princesa Júpiter estuvo al lado de Nephrite y su familia cuando asesinaron a Amanda. Makoto fue encantadora, consoló y confortó a la familia Saint Join. Luego hizo posible que él, y un antiguo amor suyo, se reencontrasen. Y ni puedo recordar todas las veces que tanto la princesa Marte como la princesa Mercurio han ayudado a sus ahijados y a mis hermanas Bertie y Cooan.

-Les debemos mucho. – Terció Minara que con resolución afirmó. – Y se sentirán orgullosas de nosotras. Al igual que vosotras.

-Sí.- afirmó su hermana. – Deseamos que día podáis sentiros muy orgullosas de nosotras. Esa es nuestra mayor ilusión.

-Hijas, ya lo estamos. – Afirmo Karaberasu que, para su alegría vio llegar a su hijo y a su nuera. -

-Hola mamá, hola Kathy. – Saludó Mazoui dándoles sendos besos a cada una. - ¿Qué tal, hijas?- Dijo a su vez besando a las chicas. -



Satory hizo lo mismo, ahora lucía un vestido de tonos pastel que le quedaba muy elegante, llevaba sus consabidas gafitas y aunque su pelo rubio había empezado a encanecer un poco todavía daba la apariencia de una jovencita. Y con esa voz suya, suave y amable, le comentó a su cuñada.



-Tienes una visita. Te espera en la otra habitación…



Y la sorprendida Katherine fue a ver quién podría ser. Tanto Mazoui como su esposa sonrieron de modo cómplice y  mientras la reportera se iba a ver, el hermano de Kathy les explicó al resto de quién se trataba… Las gemelas escucharon muy interesadas, felices por su tía, que merecía ser dichosa. Pero pensando a su vez con pesar que su propio plazo para disfrutar de la compañía de sus seres queridos se había agotado. Dentro de muy poco deberían empezar la misión para la que realmente habían venido al mundo…



-La cuenta de los días se ha saldado.- Comentó Alusa, mirando a su hermana, en un momento en el que ambas estaban solas.-

-Sí. Y he sentido el poder de una de nuestro grupo.- Convino Minara.-

-Ha sido Maray.- Sonrió, su interlocutora, afirmando hasta divertida.- Siempre le gustó la escenificación.-

-Así es. Ahora únicamente nos resta esperar a ser convocadas.- Sentenció su hermana.-



De esta manera, todos los que Asthel había visto que serían sus compañeros en el futuro mantuvieron una especie de conexión con él. Éste mismo, cada día se volvía más y más enigmático, sumido en sus reflexiones. Ni siquiera Madeleine lograba volver a hacerle ser como antes. Ella estaba cansada de intentarlo pero le quería. Amatista la animaba siempre que hablaba con ella y esa muchacha le confesaba su impotencia e incluso amargura. Seguramente Asthel tendría una buena razón, pero su madre presentía con pesar que no se podría aplazar más lo inaplazable. Un día hablaba de ello con Leval que ya había sido ascendido a General de Brigada y se había dejado un aun más apreciable bigote.



-¡Cada vez siento con más fuerza esa sensación! - le confesó angustiadamente ella. - Siento que le perdemos.

-¿A qué te refieres, Amatista? - Inquirió Leval sorprendido. -

-Llega el momento, el que tanto hemos temido durante estos años.- Le respondió  su cariacontecida esposa. - Nuestro hijo nos dejará...

-¿Es esa misión? ¿A eso te refieres? - Aventuró su marido.-



Él la miró visiblemente preocupado y su interlocutora asintió muy apenada.



- Al menos le hemos podido criar y le hemos visto crecer. Quizá hemos tenido ese regalo. Pero ahora sé que eso va a terminar  muy pronto. - Añadió ella con melancolía y tristeza. -

-Será mejor hablar con él, ya es un hombre adulto y seguro que debe de sentir lo mismo que nosotros. Él sabrá cuando debe irse.- Declaró Leval.-



Sin embargo, a pesar de su resolución en el tono estaba lleno de consternación también, pero comprendiendo perfectamente lo que significaba para su hijo el cumplir con su deber. Él no ignoraba que las sombras se aproximaban. Desgraciadamente en los últimos años todos los informes secretos de vigilancia coincidían en indicar un progresivo acercamiento de aquella terrible oscuridad.



-Ya no es posible retrasarlo más. A juzgar por lo que me notificaron desde Nature. Allí han hecho todo cuanto han podido, incluso la hija del embajador Derail se sacrificó de un modo realmente heroico, pero solo sirvió para darnos un poco más de tiempo. - Pensaba en tanto abrazaba a su esposa.- Solamente podemos rezar…

-Y nuestra hija, es como si quisiera haber dado un aviso. Cada vez que recuerdo esa actuación.- Suspiró Amatista, afirmando.- Por mucho que su productora dijese después que esa era la sorpresa que había anunciado, y no la canción que nos dedicó a nosotros.

-Así es.- Convino su esposo, señalando.- Eso no era fruto de tecnología tridimensional alguna.



            Asthel entró entonces en el salón, tal y como Georcael le advirtiese hacía cinco años había comenzado a percibir como se acercaban los seres del olvido. La hora había llegado, él se sentía preparado y se dirigió a sus padres. Éstos, sólo con mirar su expresión,  vieron entonces confirmados sus temores...sobre todo cuando el muchacho, con tono grave declaró.



- Padre, madre, debo marcharme. Dentro de muy poco “ellos” estarán aquí...

- Lo sabemos, hijo.- Admitió Amatista visiblemente abatida. - Pero no creímos que fuera tan pronto.

- También Maray.- Añadió Asthel apenado por sus padres al aseverar. - Ella debe venir conmigo...



Leval y Amatista le miraron sorprendidos. Apenas si fueron capaces de reaccionar. La madre del joven había palidecido…



-¿Tu hermana? - Exclamó su padre sin poderlo creer. - ¿Acaso ella debe ir también?...

-Así es, papá.- Asintió Asthel. - La necesito, los seres del olvido ya están cerca, nos han encontrado y se han recuperado al fin…

- Han pasado veinticinco años desde la última vez que los vi.- Recordó Amatista entre incrédula y horrorizada. - Tú mismo estabas dentro de mí cuando les rechazamos entre los dos...Sabía que algún día te apartarían de nuestro lado. Pero no a tu hermana. ¡No, por favor! ¡Ella también no!  - Gimió desconsolada llevándose las manos a la cara. -¿Qué más nos pueden pedir? ¿Es que no hemos dado lo bastante? ¿Es que no hicimos todo lo que nos demandaron?

           

            Empero, pese a no querer admitirlo, debía rendirse a la evidencia. Puede que esa demostración en el concierto de sus poderes ante todo Vitae fuese la manera que tuvo Maray de anunciárselo a ellos. Y la misma letra de la canción, el silencio debe ser escuchado. Fue más que esclarecedora. Así lo comentó Asthel, quien pudo presenciar esa memorable actuación al margen del bullicio, junto a su también asombrada novia.



-Tu hermana no parece de este mundo, como tú.- Fue capaz de decirle entonces Maddie.-

-Ella es como yo, en todos los aspectos- Le confesó él, añadiendo consternado.- Y eso para mis padres va a ser muy duro de aceptar.



            Su novia asintió, ahora que lo recordaba, les dijo contó a sus progenitores con pesar.



- Únicamente ganamos una pequeña batalla, mamá. Un asalto.  Ahora han vuelto y son mucho más poderosos que entonces. Pero no temáis por eso. Yo también lo soy. He aprendido mucho en este tiempo que se me ha dado a vuestro lado. Sin embargo, ni siquiera mi poder es suficiente ya para detenerles. Necesito la fuerza espiritual de mi hermana. Ella se complementa conmigo. Lo mismo que otros muchos que también vendrán. – El chico sonrió cálidamente ahora y prometió. - No sufráis, la traeré para despedirnos de vosotros.

- ¡Hijo mío! - Pudo sollozar Amatista que imploró puesta de rodillas pese a los intentos de su consternado esposo por tratar de levantarla. – Me hice a la idea de que a ti, y por mucho que me doliese, un día te perdería. Pero creía que Maray… que ella era una niña normal y que estaría con nosotros. ¡Te lo suplico, no te la lleves de nuestro lado!…

-Madre, lo siento…- suspiró él dirigiéndole una mirada de pesar pero al mismo tiempo de esperanza. – Ojalá pudiera complaceros. Sin embargo, eso no depende de mí. Es así como estaba escrito que debía ser. Desde el principio. Ahora debo deciros adiós…



            Y sin más Asthel abrió uno de sus pasillos dimensionales y desapareció sin que sus padres pudieran pronunciar otra palabra. El chico reapareció en la Tierra, junto a su hermana que había terminado un desfile. Ella no pareció sorprenderse, al contrario que todas las demás modelos que se quedaron mudas de asombro. Maray y Asthel se miraron y entonces ella le dijo en tono grave y con voz queda.



- Es la hora ¿verdad? Lo he sentido desde hace algún tiempo.

- Sí.- Asintió lentamente él  indicándole. - Ven conmigo y despidámonos de nuestros padres.



La joven dio la mano a Asthel y los dos desaparecieron por el pasillo dimensional reapareciendo en el salón de su casa familiar. Su madre, con lágrimas en los ojos, abrazó con fuerza a la muchacha que la tranquilizó como pudo. No quería soltarla. Entre sollozos contenidos Amatista pudo  decir.



- ¡Ahora entiendo de verdad el dolor de vuestros abuelos cuando yo me fui con vuestro padre al espacio! Ellos creyeron que nunca volverían a verme. No lo he comprendido del todo hasta hoy. Me gustaría que jamás os separaseis de mi lado. Por mucho que me duela entiendo y asumo como lo hicieron ellos entonces, que debe ser así. Pero hija, yo nunca imaginé que tú… ¿Lo sabías?

- Sí mamá, siempre lo supe. - Replicó ella sin rodeos. – Desde que era una niña…

- ¿Por qué no me lo dijiste?- Pudo reprocharle su interlocutora entre sollozos. – Hija... ¿por qué?...

- Nada había que decir. No quise que te sintieses infeliz por mí. Ni tú tampoco, papá.- Musitó la consternada joven.- He preferido que no tuvierais que sufrir mientras no ha sido necesario.



Su padre asintió, tratando también a duras penas de dominar las lágrimas sin lograrlo. Apenas era capaz de hablar.



- Mamá, papá no temáis por nosotros, estaremos bien.- Le aseguró Maray con voz suave, dejando escapar algunas lágrimas a su vez al igual que sus padres según añadía - y  donde quiera que vayamos velaremos para que vosotros también lo estéis.

- Cuidaos mucho,  hijos. - Les pidió Leval abrazándose a ambos. – Nunca nos olvidéis…

- Siempre os tendremos en nuestro corazón. – Lloraba Amatista dándoles también un largo abrazo y sendos besos a cada uno. – Os queremos más que a nada en este mundo.

- Así será, igual que nosotros os llevaremos a vosotros en el nuestro. Hasta que volvamos a vernos. – Le prometió su hijo con una gran sonrisa que transmitía esperanza para remachar. – Y nos veremos…otra vez.



            Los dos se despidieron de sus padres que estaban muy emocionados. Antes de aquello Asthel había ido a despedirse de Madeleine. Apareció en su habitación. Ella estaba a punto de acostarse cuando el ver allí  a su novio la sobresaltó.



-¿Asthel? ¿Qué haces aquí a estas horas? - Preguntó ella boquiabierta y en voz baja para que sus padres no la oyeran. -

- He venido a decirte adiós. Debo partir para empezar a cumplir con mi misión...

- Tu misión, siempre te ha tenido más que yo.- Se lamentó ella con voz queda. - No has pensado en otra cosa que no fuera eso en los últimos cinco años. Ya más pareces un dios en lugar de un hombre. - Le dijo con tono de amargo reproche y tristeza. -



Él la escuchó sin una protesta, mirándola con una mezcla de pesar y comprensión para decirle.



- Perdóname, nunca quise hacerte daño. Tienes razón. No he sido un hombre en este tiempo. Quisiera despedirme de ti siéndolo ahora,- besó suavemente en los labios a Madeleine y le propuso - Hagamos lo que no pudimos hacer hace cinco años ¿Lo recuerdas?...          

           

            Ella no respondió, simplemente se despojó de su ropa. Aunque habían hecho ya bastantes veces el amor anteriormente aquello le sonó como una clara despedida. Asthel hizo lo propio y ambos cayeron sobre la cama, y efectivamente ahora fue diferente. Después de amarse de una manera muy dulce y sin palabras, Madeleine preguntó recostada sobre el pecho y los largos cabellos de su novio.



-¿No puedo ir contigo?  Me da igual a donde sea que vayas, pero ¿no podemos estar juntos?

- No, mi amor,- replicó él, desvelándole por primera vez. - Lo que debemos hacer sólo podemos hacerlo los demás elegidos y yo. Está dispuesto así desde el principio de los tiempos. Hemos de enfrentar una amenaza muy peligrosa antes de comenzar la auténtica misión y debemos tener éxito o todo concluirá antes de empezar.- Y dicho esto se levantó de la cama y se vistió. -

- No me olvides. - Le suplicó Madeleine con una mezcla de esperanza y desolación. -Hasta que volvamos a vernos, ¿por qué nos veremos, verdad?...

- Sí Maddie, estoy seguro de ello y será algo tan maravilloso que superará con creces el más fuerte amor humano. Hasta entonces sé feliz, ten fe y reza por mí y por todos.- Le pidió afectuosamente él.-



Besó a su novia en los labios de forma delicada a modo de despedida y desapareció. Madeleine no lloró, simplemente deseó que Asthel volviese cuanto antes a su lado. Por su parte Maray hizo lo propio. La chica se había despedido de aquella forma tan especial de su novio. Alex estaba allí, en el pasillo, justo cuando ella, horas antes, salió de decirle adiós a su abuela. El muchacho la abrazó, y tras besarla largamente le susurró.



-Sé que ha llegado la hora, y sé que volveremos a vernos… hasta entonces recuerda lo mucho que te quiero. Y no dudes que tendremos nuestra propia historia los dos juntos.

-Sí. Estoy segura de eso - afirmó ella sonriendo en tanto le acariciaba una mejilla. – Hasta entonces sé que todo irá bien. Te quiero, Alex.

-Y yo a ti, y siempre te amaré, en cualquier época, mundo, espacio o dimensión. – Afirmó él con idéntico tono. –

-Espérame pues.- Le pidió ella a lo que su interlocutor asintió.-



La pareja se separó, Maray caminó alejándose de él y dobló la esquina. Iba directa a la zona de bastidores. Y tras despedirse de unas personas que había llegado a significar mucho para ella, partió a esperar a su hermano y al resto en el lugar convenido desde hacía tanto tiempo en tanto se decía dejando caer algunas lágrimas…



-Adiós papá, mamá, adiós abuelos, Crista, Alex…siempre estaréis conmigo. Adiós Gloria, y gracias por cumplir con tu parte.



            Pensó en aquella joven saiyajin que dio su vida para destruir unos asteroides y una estrella de neutrones que iba en rumbo de colisión hacia Nature. Aquel fue su sacrificio, algo que dio más tiempo para el grupo de los Nueve culminase su preparación. Los seres del olvido se habían distraído con eso.



-Más páginas de la historia, aunque a un alto precio.- Suspiró Maray, recordando la última vez que viera a esa muchacha.-



            Fue tras un concierto benéfico que dio en Nature, junto con Keiko Tomoe, Kathy O´ Brian y su propia tía Kerria. Al terminar, volvió a su residencia en la sucursal de Modas Deveraux de Sagan City. Sabía ya entonces que le quedaba poco para comenzar su misión. Saliendo a la terraza, enseguida percibió un aura que le era familia y preguntó con un tono amable.



-¿Te ha gustado el concierto, Gloria?- Le preguntó con suavidad en tanto la saiyajin flotaba en el aire aproximándose a ella.-



Enseguida se posó a su lado, tras mirarla fijamente a los ojos asintió para replicar con voz queda.



-Al fin lo he comprendido. Y sé lo que debo hacer.

-Nunca dudé de que así sería.- Le sonrió afablemente Maray.- Ahora puedo irme tranquila. Sé qué harás todo lo que puedas.

-Quizás no baste.- Musitó la saiyajin.-

-Eso no está ni en tus manos, ni en las mías. También yo tendré que partir en breve. Hacia una misión que no sé cómo acabará.- Le reveló la joven.-

-¿Esa trascendental misión?- Inquirió su interlocutora.-

-Sí, recuerda que te hable de que tendría unos compañeros, seremos nueve en total.- Le contó Maray.-

-Incluyendo a esa sosa de Fiora.- Sonrió Gloria, pero ahora con un gesto más jovial.-

-Sí, incluyéndola a ella también.- Admitió su divertida contertulia.-

-Buena suerte.- Le deseó su interlocutora tendiéndole la mano.- Todos dependeremos de ello, lo presiento. Y no te preocupes, os daré todo el tiempo que pueda y salvaré este mundo. Aun a  costa de mi vida.



            Maray se la estrechó, Gloria no dijo más y se elevó en el aire. Aunque antes de partir la saiyajin se dirigió a  ella una vez más y, con una leve sonrisa, le preguntó.



-¿Así que titanio, eh?

-Así es.- Confirmó Maray.- Recuérdalo cuando llegue el momento.

-Lo haré. En eso me convertiré. - Le prometió Gloria para, acto seguido, alejarse a gran velocidad de allí. – Y nada me impedirá llevar a cabo mi misión.



            Desde luego que la hija del embajador Kiros Derail cumplió su palabra. Salvó Nature al menos por unos cuantos años. De este modo más vidas e historias podrían desarrollarse. Algunas que serían realmente trascendentales para todo el devenir de los hechos, tanto pasados, como presentes y futuros.



-Y ahora, por fin, es nuestra hora.- Pensó Maray, en tanto viajaba con Asthel.-



            Cuando ambos hermanos regresaron a una especie de dimensión de tránsito, comenzaron a lanzar estrellas. Eran de un color blanco cegador y estaban inscritas en un círculo, desaparecían y cuando volvieron a reaparecer lo hicieron junto a cada uno de los elegidos. Mimet, Brian, Granate, Alusa, Minara, y un par de jóvenes más, provenientes de dos lejanos mundos. Fiora y Diaval. Ante cada uno de ellos apareció su respectiva estrella y todos supieron que debían marchar. Con escenas más o menos emotivas se despidieron de sus familias y atravesaron el pasillo dimensional que la blanca estrella abrió, convergiendo junto a Asthel y Maray. Ya dispuestos, el Mensajero les explicó que la amenaza de los seres del olvido estaba próxima y así fue, pocas horas después un manto negro aun más oscuro que las profundidades del espacio avanzó hacia Bios, Nature, la Tierra y los demás planetas. Todo lo que tocaba a su paso sencillamente desaparecía como si no hubiera existido. En la Tierra y en Bios se recurrió a Leval y a Mazoui que simplemente dijeron que aquello no tenía ninguna otra solución más que confiar en la misericordia del Creador y en los que les habían sucedido a ellos mismos en la defensa de ambos mundos. Nada se podía hacer más que tener fe y esperar. En el palacio de Cristal Tokio se sucedieron las rogativas. Los soberanos no salieron al balcón a contestar. Se quedaron sentados en sus tronos, rodeados por las princesas. Nada dijo nada, todos se mantuvieron en silencio aguardando el inexorable momento, sólo la voz de la soberana resonó finalmente para sentenciar.



-Ha llegado el momento. Tras el fin del principio. Alfa y Omega. El principio del fin…



             Por su parte los nueve se reunieron al fin en la Tierra, juntos de las manos se concentraron para tratar de detener ese manto negro que ya lo colapsaba todo. Formando un círculo y mirando hacia el exterior del mismo todos parecían sentir con claridad lo que debían hacer. Asthel y Maray comenzaron a emitir una grandísima y  blanca aura cegadora. Sus cabellos resplandecían de un color inmaculado y sus ojos eran de un refulgente dorado. Los demás les apoyaron también con sus energías, unidas todas, como si de un inmenso ciclón se tratase, adoptando esa misma apariencia. La fuerza generada por todos en forma de flamígeros rayos dorados y blancos arrastró lejos al negro manto del olvido borrándole tanto de la Tierra como de Bios, Nature y el resto del universo, acompañado por un canto entonado por todos aunque realmente ninguno de ellos supiera como ni cuando lo habían aprendido. Era como si fuesen sus espíritus los que lo interpretasen acompañados de una desconocida melodía, que surgía desde sus mismos corazones.



“Todo está bien ahora,

Sentimos que las cosas marcharán bien.

Tenemos el poder del espíritu en nosotros.

Nos guían y protegen las fuerzas de la Luz.



Aquí estamos dispuestos a cumplir nuestra tarea.

Por ella hemos venido al mundo.

Para mantener viva la llama de lo creado.

Estamos convencidos de que todo irá bien.



Por la revolución del Amor Supremo

Los oscuros temores del Olvido serán barridos del Cosmos

Y la fuerza de la Vida renacerá.

Llena de plenitud inmortal.



Arrullada por la eterna melodía celestial

La música del Alma sonará por siempre

Sus notas darán contenido a nuestro espíritu

Y la Historia del Recomienzo volverá a producirse.



Generaciones enteras pasarán

Cada una entregada a sus propios sueños y anhelos

Todo lo que existe retornará algún día a lo que fue.

La Sinfonía Universal lo acompañará eternamente.



Pasado, Presente y Futuro entrelazados.

Las infinitas dimensiones convergerán en una.

Luz y Oscuridad, todos nos hermanaremos con el Uno.

En la armonía final que da paso al renacer.



Porque todo estará bien entonces

Todo será maravilloso y puro

Nuevas almas, nuevos mundos.

Llenarán el Cosmos con sus anhelos. Por siempre”.



(Basada en la canción It´s all right de Pet Shop Boys, crédito a los artistas)



Y así, una vez que el olvido desapareció, los nueve volvieron a la normalidad como si despertasen de un trance del que apenas recordaran nada. Flotaban en aquella especie de extraña dimensión en la que habían aparecido. Entonces Asthel suspiró y dijo en tono solemne.



- El primer paso ya está dado, ahora es cuando realmente comenzará nuestra misión.....

-¿Partiremos ya? - Inquirió Alusa. - ¿A dónde debemos ir?...

- No lo sabemos todavía. ¿Tú lo sabes, Asthel? – Preguntó a su vez Maray. -

- Aún no - reconoció él. - No sé siquiera por dónde empezar. Hasta ahora todo estaba claro. Hemos rechazado al olvido por última vez. La próxima será su triunfo o el nuestro… y será definitivo. - Afirmó haciendo aparecer ese libro burdeos que refulgía ahora en tonos dorados y cuyas páginas estaban en blanco al abrirlo. Y así, Asthel declaró. - Pero a partir de ahora escribimos la historia desde aquí. Algo o alguien nos lo dirá, sólo debemos esperar.



            Todos se miraron algo sorprendidos y desconcertados. Granate propuso entonces al grupo...



- Ya que aun tenemos tiempo y aquí hay personas que no se conocen entre sí, lo mejor sería presentarnos brevemente.



            Todos estuvieron de acuerdo con la idea y Asthel, como correspondía al líder, inició las presentaciones...



-Muy bien.- Declaró.- Me llamo Asthel…



            Entre tanto, en el reino de la Luna, todos habían asistido con asombro a la retirada de aquella enorme mancha oscura, más negra que el infinito del espacio. La asombrada Alice miró a sus padres que estaban junto a ella y musitó con una mezcla de pesar y  aliviada alegría en tanto dejaba caer algunas lágrimas.



-Ahora puedo comprender al fin la magnitud de vuestro sacrificio madre, padre…Cuando Granate se fue a esa misión. Y tuve que renunciar a él… por algo mucho mayor y más importante que nosotros. Fue lo mismo que te sucedió a ti, ¿verdad?

-Sí, mi querida hija.- Repuso la soberana con idéntica emoción, en tanto tomaba del brazo a su esposo.- Aunque yo tuve la fortuna de conocer a tu padre y a través de él concebirte. No desesperes. Seguro que el destino guardará algo hermoso para ti.



            La joven no estaba segura de eso, únicamente podía mirar a través de la gran bóveda cristalina del techo de su palacio a aquellas estrellas titilantes que volvían a relucir, deseando que eso fuera cierto. Le dolió perder a Granate así como le hizo daño la forma en la que lo supo. Cuando charló con Tom, el hijo de Idina, antes de regresar a la Luna. El muchacho le pidió un momento a solas. Ella, pese a no tener muchas ganas, aceptó. Y de hecho parecía que aquel chico no se atrevía a hablar puesto que permaneció en silencio durante un buen rato.



-Bien. ¿Qué es lo que querías decirme, Tom?- Preguntó ella con suavidad.-



            El joven miró detenidamente a aquella hermosa chica, de casi dieciocho años ya, convertida en toda una mujer, bella como su madre y de temperamento fuerte como los saiyajin, pero al tiempo amable. Finalmente, reuniendo todo su valor, fue capaz de musitar.



-Te voy a echar mucho de menos, Alice…

-Yo a ti también, y a Loren, y a tus padres.- Pudo sonreír ella, aliviada por lo que escuchaba.- Me habéis acogido como si de una más de  vuestra familia se tratara. Jamás lo olvidaré.

-Tampoco yo podré olvidar lo que siento por ti.- Le confesó su interlocutor, dejándola sin palabras esta vez.- Te quiero…



            Dándose cuenta del cambio de expresión de la joven y de su confusión, el chico decidió que, era ese momento o nunca y agregó…



-Sabes muy bien que Granate tiene que irse…Ahora es oficial y recibirá destino. Tendrá que marcharse…

-Puede venir a la Tierra y yo, como princesa de la Luna, pedir a mis padres que soliciten para él un destino en mi mundo, como agregado…- Replicó finalmente, añadiendo no sin pesar por su contertulio.- No estaremos separados mucho tiempo. Nos queremos, ya lo sabes…lo que me pides no puede ser.



            Pero lo que la chica no esperaba era que Tom sonriera débilmente moviendo la cabeza y afirmase.



-Te equivocas Alice. Él tiene una cosa muy importante que hacer. Alguna vez, cuando éramos niños, escuché a Asthel hablar con Granate y con Maray. Ellos se irán, junto con otros…

-¿Qué quieres decir?- Inquirió la muchacha, ahora tornando su tranquila expresión en otra más inquieta.- ¿Irse a dónde?...Él no me ha contado nada de eso…

-Seguramente porque no quiso hacerte sufrir, pero ahora ya es inevitable. No te hagas falsas ilusiones…no saben ni siquiera si regresarán. – Le pidió su interlocutor.-



            Aunque la joven interpretó aquello de otra manera y furiosa ahora, se encaró con él.



-¿Por qué me haces esto? ¿Qué pretendes conseguir? Yo… yo no te quiero, Tom. No de esa forma. Te lo dije hace tiempo y eso no va a cambiar. ¿Es que no ves que el tratar de apartarme de Granate con esos falsos pretextos no te servirá de nada? Me has decepcionado. Nunca creí que fueras capaz de algo así. Ya…ya no tenemos nada más que hablar tú y yo.



            El aludido bajó la cabeza tratando de no llorar pero le fue imposible. Apenas pudo musitar con el tono entrecortado y tintes de frustración.



-Está bien, si no me crees a mí, pregúntaselo a él. Yo jamás te mentiría. Princesa de la Luna… Dime, ¿acaso no es mejor tener junto a ti a alguien que te quiera que estar sola?...



            Sin embargo Alice no le replicó, ni siquiera quiso mirarle, se giró dándole la espalda y marchándose de allí.  Cuando a las pocas horas embarcó, se despidió afectuosamente del resto de la familia. Aunque el muchacho no acudió. Idina estaba realmente sorprendida.



-No sé cómo este hijo mío ha dejado de venir a despedirte.- Pudo decir tratando de disculparle.- No lo entiendo, él te aprecia mucho.

-Tranquila. No pasa nada.- Sonrió débilmente Alice para argumentar con voz queda.- Es que tenía algo que hacer… se despidió de mí hace un rato. Te aseguro que no se olvidó de decirme adiós.



            Eso dejó más aliviada a Idina y a su esposo. A su vez, Loren, que había crecido hasta ser una atractiva  joven morena, esbelta y casi tan alta como su madre, le dio dos besos a su amiga y le deseó suerte alejándose con ella unos pasos para poder hablar si ser oídas…



-¡Cuídate, Alice! Espero que podamos hablar por el espejo. Si es que no estás muy ocupada. Mira - Afirmó entregándole un paquetito de unos cuarenta por cuarenta centímetros.- Esto es para ti.



            La princesa lo miró detenidamente y entonces lo abrió con cuidado descubriendo un hermoso retrato de ella misma que la emocionó.



-Gracias Loren…Muchas gracias…Lo pondré en mi habitación, cada vez que lo mire os recordaré. Has sido una buena amiga, siento no haberme portado igual…-Remachó sinceramente arrepentida de su inicial falta de interés, cuando llegó a Bios hacía ya algunos años.- ¡Ojalá pudiera corresponder a tu regalo!…pero lo haré…

- No digas eso. Tú también has sido una buena amiga para mí. Únicamente te pediré una cosa.- Le comentó entre susurros.-

-Claro, lo que quieras.- Afirmó su interlocutora con tono más jovial.-

-Perdona a mi hermano, por favor. Él te quiere mucho. No puede evitarlo. Y no te engañó…sé que nunca lo haría. Él sabía lo de tu novio, de veras, lo supo hace tiempo y nunca quiso decírtelo para que no sufrieras. No hasta que no llegara el momento. El mismo Granate se lo pidió…



            Alice abrió la boca con un gesto de sorpresa y quiso responder, pero no supo que decir. Además, Idina y Michael se aproximaron.



-Ya va a salir el cohete.- Comentó el padre de su amiga.- Buen viaje…

-Sí, en cuanto llegues llámanos.- Le pidió Idina.-



            Aunque ahora la joven princesa lloraba, los adultos pensaron que era debido a la emoción por la despedida y se abrazaron a ella. Loren le dio un abrazo aún mayor y finalmente Alice se dio media vuelta dirigiéndose a embarcar…Ahora rememoraba aquello en su reino…pensando con tristeza que ojalá hubiese podido ir con él. Ella, una mujer ya adulta, capaz hasta de convertirse en súper saiyajin.



-¿Por qué no me pidió que le acompañase?- Pudo sollozar ante las caras de lástima de sus padres, más cuando ella agregó.- Podría haber luchado a su lado. Contra quienes quieran que fuesen sus enemigos. ¡Papá, tú sabes que puedo!



            Y para subrayar aquello se transformó tornando sus hermosos cabellos azabaches en unos de color oro, sus azules ojos brillaron aún más si cabía. Su cuerpo despidió una enorme cantidad de energía que hacía flotar la falda de su vestido, así como la de su madre, al tiempo que ondulaba el resto de las ropas que llevaban.



-Soy una princesa de la Luna, soy una guerrera saiyajin… ¿Por qué no me lo dijo?- Gritó ahora llena de dolor.-

-Hija, cálmate.- Le pidió su consternada madre.- No era posible. Esa misión no te correspondía a ti.

-Eso es. Verás, cariño.- Le explicó su padre.- A veces lo más duro y sacrificado precisamente es no luchar. Saber cuándo debes permanecer al margen y confiar en las personas que quieres. En este caso no es cuestión de fuerza física. Esto va mucho más allá.

-Tu padre dice la verdad.- Convino Neherenia abrazando a su desconsolada hija, en tanto sentenciaba.- Tu vida y tu misión están aquí. Y debes ser fuerte, pero no de la forma equivocada. Tu fortaleza la medirás con tu capacidad de renunciar, y de esperar, que es la misma que la de amar. Hace muchos años a mi pesar aprendí eso también.

-¡No, no quiero estar sola, mamá! - Gimió la muchacha, cesando de ser una súper saiyajin y retornando a su aspecto normal.- No lo soportaré…

-No estás sola cariño, nunca estarás sola. Si no te cierras a ellas siempre tendrás personas que te querrán. Eso es algo que la Guerrera de la Luna y sus amigas me enseñaron a mí una vez.- Repuso dulcemente su madre.-

-Te esperaré, Granate. No importa lo que tardes. Aquí permaneceré y cuando vuelvas al fin podremos estar juntos…- Suspiró la joven princesa sin dejar de mirar ese cielo cuajado de estrellas.-



Lo mismo sucedió en Bios, la Tierra y otros lugares. Al menos ahora una nueva tregua les era dada a todos. En el palacio de Cristal Tokio se sucedieron las demostraciones de fidelidad ante los  monarcas. Gran parte de la opinión pública les achacó aquel nuevo milagro de salvación. Muchas personas abogaron incluso para que ellos y no otros fuesen los auténticos gobernantes de la Tierra. Aunque en esta ocasión, los soberanos no replicaron a  eso.



-Les dejaremos decir todo lo que quieran.- Comentaba Endimión a su esposa y al resto de las princesas allí reunidas.- Y cuando se cansen pasará. Al menos durante el tiempo que sea posible las gentes deben recobrar sus vidas normales.

-En cualquier caso ahora ya no depende de nosotros.- Ojalá que el Mensajero y su grupo lo consigan.- Deseó Serenity quien sonriendo esta vez, se palpó su vientre y miró a su sonriente esposo para declarar.- Princesas…debemos daros una noticia…



            Todas se aproximaron, excepto Ami que se quedó un poco atrás sonriendo a la par que los reyes cuando Serenity les desveló.



-La Pequeña Dama está en camino.

-¿Vuelve del Futuro?- Inquirió la princesa de Venus…

- Espero que venga con las sailors asteroides.- Añadió Hotaru.- Hace mucho que no las vemos…

-¿Cuándo va a venir?- Quiso saber la princesa de Júpiter.-

-Creo que en cuestión de siete meses más o menos.- Terció Mercurio sin ser capaz de evitar una delatora risita.-

-Espera un momento. Entonces eso, ¿Quiere decir que?- Exclamó Marte señalando a su reina para rematar entre incrédula y llena de alegría.- ¿Estás embarazada?

-De ocho semanas según me dijo Ami.- Sonrió la interpelada.-

-¡Enhorabuena  majestades! – Las felicitó la princesa de Urano.-

-Sí. Es una gran noticia, digna de ser festejada.- Terció la princesa de Neptuno.-

-Lo haremos pero con discreción de momento. Ya sabes lo que nos jugamos.- Afirmó el rey.-

-Luna, Artemis y Diana ya han sido informados en el futuro. Por eso le pedirán a Chibiusa que no acuda más a visitarnos, ahora que ya estará físicamente aquí.- Les comentó Serenity.-

-Claro, hay que evitar la paradoja temporal.- Afirmó la princesa de Plutón.- En fin, solo deseo que todo salga bien, para que la Pequeña Dama pueda nacer, crecer y vivir feliz.

-Por desgracia, eso ya no está en nuestras manos. - Suspiró su soberana que, con la atención del resto puesta en ella, sentenció.-  Ahora son los nueve de quienes dependemos. Debemos confiar en ellos. Van a comenzar su auténtica misión y él se ocupará de mostrarles el camino…

           

Y nadie replicó a eso, sin embargo todos desearon que las cosas les fueran bien a aquellos muchachos, el destino de todo lo creado iba a depender de ello…



                         anterior                                                               siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)