- Ahí está la entrada a la
dimensión de los infiernos. – Declaró el chico. -
- "Es por mí que
se va a la ciudad del llanto, es por mí que se va al dolor eterno y el lugar
donde sufre la raza condenada, yo fui creado por el poder divino, la suprema
sabiduría y el primer amor, y no hubo nada que existiera antes que yo, abandona
la esperanza si entras aquí" novena y última línea procede la frase
"Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate", o" Abandonad toda
esperanza, aquellos que entréis aquí"- Recitó Mimet, dejándoles
sorprendidos para aclararles.- Es la Divina Comedia de Dante. Lo leí hace
tiempo para ver si despertaba algún sentimiento en mí.
-¿Y lo recuerdas de memoria?- Se sorprendió Fiora, alabando.- Es
impresionante.
Su compañera se
encogió de hombros, respondiendo sin darle importancia.
-Para mí no tiene nada de particular. Suelo recordarlo todo.
-Bueno,
lo importante ahora es saber a dónde debemos ir.- Intervino Brian.-
-Pues
si tenéis datos sobre como es este sitio es que alguien estuvo antes aquí. Si
escribió un libro sobre él y tú lo
conoces.- Dedujo observando a Mimet para sentenciar.- Así nos será mucho más
fácil orientarnos.
El saiyajin
parecía animado al comentar aquello. Aunque otros no daban la impresión de
compartir su optimismo. Maray, sin ir más lejos, inquirió sorprendida.
-¿Los infiernos? ¿Es que hay más
de uno?....
- El infierno se divide en nueve
círculos que rodean uno a otro, eso es a lo que se refiere. - Le explicó su
hermano -…
- No del todo Asthel,- corrigió
Granate matizando. - Lo que tú has dicho es cierto, pero cada uno de los
círculos es muy distinto del anterior. Podríamos decir más bien que son
dimensiones entrelazadas. Tienen sus propias normas y peligros. Eso me lo contó
mi abuelo. Y…Diaval, lamento tener que decirte esto, pero me temo que este
lugar no va a ser como Dante pensaba…
-¿Qué debemos hacer en primer
lugar? - Quiso saber Fiora. -
- Lo primero es cruzar por el
torbellino, todos de la mano, no soltaros o saldríais a cualquier lugar remoto
y perdido, aislados para siempre de los demás.- Les avisó Granate. -
- Podemos unir nuestras energías
en una gran burbuja que nos proteja.- Propuso Minara. -
- Es una buena idea. Aunque otra
cosa os debo advertir...- dijo su guía de forma muy seria. -Cuando entremos
ahí, no estaremos solos...
-¿Quiénes estarán allí, los
demonios? - Inquirió Brian preparado para posibilidad de luchar. -
- No, aun no, pero casi será
peor, las almas perdidas y no purificadas.- Les previno Granate añadiendo con patente inquietud. - Tratarán
de pegarse a nosotros porque llevaremos luz.
- Intentaremos no brillar y
apagaremos las linternas. - Repuso Mimet ingenuamente. -
- No creo que se refiera a ese
tipo de luz, cariño.- Contestó Brian algo preocupado también por el carácter
sobrenatural de esa amenaza. -
- Está hablando de la luz del
espíritu.- Aclaró Asthel dirigiéndose a todo el grupo. - Esa es la que les atraerá. Debéis ser
fuertes y no dejaros influenciar por esas almas...
- Exactamente, no les prestéis
atención, concentraros solamente los unos en los otros y cruzaremos sin
dificultad. Y sobre todo, por nada del mundo, no importa lo que os digan,
rompáis la burbuja ni os separéis. - Les pidió Granate haciendo bastante
énfasis en ello. -...
Sus
compañeros asintieron convencidos, estaban dándose las manos en un círculo en
el que, a diferencia de la anterior vez cuando rechazaron a los seres del
olvido, miraron hacia el interior. Entre todos generaron una nueva burbuja
protectora y a una señal de Granate se impulsaron hacia las profundidades del
torbellino. Al principio éste sólo era un difuso entorno verdoso por el que
parecía aullar una especie de viento sobrenatural. Pero al poco se vieron
rodeados de innumerables manchas negras que parecían gemir sin descanso,
tratando de pegarse a las paredes de la burbuja. Rostros de dolor y sufrimiento
con formas grotescas se dibujaban en ellas. Todos se esforzaron por no mirarlas,
incluso Diaval, que era el príncipe heredero de Nuevo Vegeta y que no había
conocido nunca el miedo en un combate, estaba horrorizado ahora y propuso algo
dubitativamente.
- Podríamos alejarles con un rayo
de energía.
- No Diaval, eso no creo que
sirviese de nada. Y recuerda lo que ha dicho Granate, no debemos separarnos. Es
mejor no romper el círculo. - Rebatió Maray también con patente temor -... ¡no
las mires!..
- Maray tiene razón.- Corroboró
Granate haciendo acopio de todo su aplomo. - Tus poderes de energía tangible no
valen aquí, sólo cuenta la fuerza del espíritu y la pureza del alma. –Añadió
para sentenciar.- Y ya os lo he advertido antes. Por nada del mundo debemos
romper este círculo. Es nuestra única protección.
Aunque el saiyajin
tuvo que escuchar algunas voces que parecían querer colarse en su mente y que
le chillaban.
-¡Cobarde! Has abandonado a tu
pueblo en su hora de mayor necesidad. El peligro no está aquí. Está en tu
mundo…
-Tengo una misión que cumplir y
nuestras patrañas no me lo impedirán.- Espetó él tratando de no caer en esas provocaciones.-
-¡Ja, ja, ja! El príncipe sin
honor.- Clamaban aquellas burlonas voces.- ¡La vergüenza de su estirpe!
-Menuda una excusa… ¡tan pobre
como cobarde! Dejar abandonados a los tuyos. ¿Dónde está tu lealtad? Eres aún
peor que tu mentor, ese loco de Eron…
-Sí... ¿Dónde está tu orgullo?-
Chillaban otras grotescas caras.- ¡Sólo eres un cobarde!
El
joven rechinaba los dientes con visible cólera. Sin embargo, mirando hacia el
centro del círculo se tranquilizó, Fiora le observaba con esos ojos azules tan
profundos y le sonreía dándole ánimos. Le devolvió la sonrisa casi sin pensar.
Por algún motivo la presencia de esa chica ejercía sobre él un influjo de
calma. La muchacha a su vez, se fijaba en ese poderoso guerrero. Algo en ella
también se despertaba. Quizás porque le parecía un tipo atractivo, puede que
por la fuerza que percibía en él. De hecho había conocido a otros saiyajin, en
especial a Gloria, esa chica a quién nunca le cayó bien. Ambas tenían desde
luego ideas muy diferentes sobre cómo actuar. La saiyajin siempre deseando
solucionarlo todo a golpes, ella en cambio, deseando evitar cualquier tipo de
violencia.
-Nunca pudimos entendernos,
aunque no era mala chica en el fondo. Y la pobre estaba coladita por mi primo
Alex.- Se sonrió ahora rememorando aquello.-
El caso es que,
gracias a esos pensamientos, era capaz de abstraerse de la negrura y el mal que
les rodeaba. Pese a todo, la joven tuvo que oír cosas como…
-Tu mundo perecerá. Los bosques
arderán…todos los animales serán masacrados… no quedará nada cuando llegue el
olvido…Y ya jamás verás a tu familia…
-Tu sacrificio será inútil,
penarán hasta el final de sus días pensando en ti.
-Ni caso - Terció Diaval
guiñándole un ojo para sonreír, afirmando.- Yo provocaba mejor a mis compañeros
de lucha cuando tenía seis años…
Aquello hizo que la
joven sonriera a su vez, librándose de aquel influjo. Los demás parecían estar
serenos, excepto Mimet que a su vez miraba a Brian. No quería apartar la vista
de él hasta que eso no terminara. Ella nunca había tenido esa sensación y eso
que desde que comenzó a salir con él había conseguido ir mostrando algunos
sentimientos cada vez más profundos. Pero lo de ahora no era nada adquirido, ni
tuvo que aprenderlo ni esforzarse por intentar sentirlo, apareció de pronto, era
un miedo que sobrepasaba cualquier lógica y que ni la misma muchacha llegaba a
comprender. ¿Miedo a lo desconocido quizá?...hasta ahora lo desconocido sólo le
había inspirado curiosidad científica y afán de análisis, pero esto era algo
que iba mucho más allá. Se daba cuenta de que su forma analítica aquí no
servía. Más cuando un demacrado y retorcido rostro le chilló con tono
histriónico.
-Nunca sabrás lo que es amar… No
tienes sentimientos… ¡Tu novio te dejará!…
-En ese caso, es ilógico y una
pérdida de tiempo que trates de apelar a posibles temores míos. Dado que no
tengo capacidad de sentirlos.- Repuso ella, tratando sin embargo de aplicar la
razón. Incluso se permitió aconsejar a ese tenebroso ente. - Deberás modificar
tu estrategia.
Aquella
visión entonces se esfumó. Brian pareció percatarse de esas tribulaciones que
su novia padecía y le dijo con tono confortador, sobreponiéndose a sus propios
temores
- No tengas miedo, yo estoy
contigo, Mimet....y nunca te dejaré.
Ella sonrió más
tranquila, estaba convencida de que su novio no la dejaría sola allí y eso la
dio renovadas fuerzas.
-Lo sé al cien por cien de
certeza.- Asintió ella esbozando una ligera sonrisa.-
Aunque
fue el turno del chico de escuchar, a una cara en forma de horrenda y deformada
mujer susurrarle al oído.
-Eres un pervertido…hijo de dos
pervertidas…te liaste con tu hermana, deseabas a tu propia tía… ¿Si eso se
supiera quién te aceptaría?
-Tu novia te abandonará
horrorizada… sólo eres un desviado… ¡Ja, ja, ja! - Aseguró otra voz gutural.-
El
joven pasaba un mal rato, moviendo la cabeza y tratando de no oír aquello.
Aunque ahora fue Mimet quien con su privilegiado oído escuchó aquello y declaró
para ayudarle.
-Él me lo ha contado todo, perdéis
el tiempo. Eso ya está superado y yo le acepto…Vuestro razonamiento es erróneo
otra vez.
Y
Brian sonrió, susurrándole a su novia.
-Te quiero, mientras sigamos
juntos no podrán nada contra nosotros…
Ella asintió. Por su
parte las hermanas Alusa y Minara se miraban la una a la otra apoyándose con
sus respectivas determinaciones. Pensaban en sus padres, sus abuelos y otros
familiares y la confianza que habían depositado en ambas. Asimismo tenían muy
presente su responsabilidad y la importancia de su tarea. También en sus
compañeros de grupo, no serían ellas las que flaqueasen. Soportaban
estoicamente como algunos de esos horribles engendros se aproximaban
gritándolas de forma burlona.
-Vuestra tía volverá a caer en
las drogas… ¡Y ahora no estaréis allí para salvarla!…
-Vuestra madre estará sola…sin su
madre, sin su padre y sin vosotras…seguro que vuestro padre también la
dejará…Tiene sangre infernal, como vosotras…
-Hermana, esta colección de
idioteces no nos detendrá.- Afirmó Alusa.-
-Ni pensarlo. Hace falta mucho
más para frenar a las hermanas O’ Brian - Masters.- Declaró Minara.-
-Como la tía Kathy solía decir.
Tenemos la suerte irlandesa por partida doble.- Sonrió su interlocutora.-
-Esperemos poder usar un poco de
ella aquí.- Suspiró su hermana.-
Lo
mismo podía aplicarse a Asthel y Maray. Ambos centraban la vista en el otro.
Sonreían confiados, ignorando aquellos aullidos y terribles gritos en demanda
de ayuda. O esas voces roncas que les amenazaban con la pérdida de sus almas y
la condenación…
-Eso no pueden hacerlo.- Repuso
calmadamente él.-
-Lo sé, hermano. - Asintió la
muchacha.-
Y
entre tanto esos malvados entes arreciaban en sus imprecaciones tratando de
minar su moral con chillidos que afirmaban.
-Has fracasado Mensajero… todo
será inútil…el final es inevitable…-Rechinaban algunas voces.-
-Tú, niña… has perdido tus
sueños. Ya jamás podrás volver a ver a los que amas…Tu novio encontrará
consuelo en otra…
-Y la tuya también te olvidará,
Mensajero sin mensaje, siempre habrá otro chico que le guste para sustituirte.-
Añadía otra de esas espectrales sombras.-
-¡Oh, Maray! Seguro que tu amiga
Crista te arrebatará tu herencia. Tu abuela la preferirá a ella.- Resonó otra
horrísona voz fantasmal.-
-Los dos habéis dejado
destrozados a vuestros padres… y todo eso ¿para qué?... ¡Ja, ja, ja!...
Aunque
los aludidos se limitaron a sonreír, mirándose fijamente e ignorando aquellos
ridículos comentarios. Granate por su parte se abstraía con el pensamiento de
sus padres, y el recuerdo siendo niño de las palabras de su abuelo. Incluso
ahora le venía a la mente aquellas veces en las que, siendo muy pequeño, su
abuela ILaya se le aparecía en sus sueños. Aquella mujer de pelo castaño y ojos
verdes siempre le sonreía animosa y con mucho afecto. De este modo se obligaba
a ignorar el horrible trance por el que todos pasaban. También se acordaba de
sus padres, y de Alice, además de sentirse responsable como guía en esta
primera etapa del camino…Pero entonces una de aquellas terribles visiones de
rostro demacrado y boca desencajada se rio delante suya espetándole.
-Ella te dejará, ¡te
abandonará!…otro te la está robando….Alice acabará sucumbiendo a sus encantos.
Deberías volver para evitarlo…
-No es una posesión mía para que la
haya de guardar.- Repuso él sin perder el aplomo.-
-Y tu madre verá como tu padre y
los demás envejecen y mueren. Será libre para desahogar sus diabólicos
instintos con tus amigos…Al igual que tú, en el fondo sólo se quiere a sí
misma.
-Está visto que no conocéis a mi
madre.- Suspiró él sin prestar mayor atención.-
Así
los miembros del grupo continuaron soportando todas aquellas amenazas e
insultos con férrea disciplina y estoicismo. Tras unos momentos que parecieron
durar eternamente el remolino y esas manchas comenzaron a ser cada vez más
escasas. Los seres que les habían amenazado al fin desaparecieron y los nueve
aterrizaron sobre lo que parecía un suelo arenoso y húmedo...
-Menos mal. Desde luego eran muy
pesados.- Suspiró Minara, con visible alivio.-
-Pues ésta era solamente la
entrada. Y ellos el comité de recepción. Deben ser los tipos más amables que
haya por aquí. - Comentó irónicamente Brian.-
- Yo creía que el Infierno era de
otra manera totalmente distinta.- Declaró Alusa con visible extrañeza al pisar
aquello. -
- Sí, yo también,- afirmó Fiora
sorprendida según especificaba. - Algo ardiente con muchas llamas....y lleno de
demonios.
- Eso es pura simbología, la
verdad sobre el Infierno es muy diferente. Igual que el concepto de infierno es
distinto para cada uno. En realidad es otra dimensión con otros mundos y otros
seres. Pero lo peor de todo estriba en que viven de espaldas al Creador.- Les
contó Granate.-
- Sí, quisieron renunciar a la
Luz del Espíritu y al Amor Universal.- Añadió Asthel con su voz teñida de
consternación -
- Entonces ¿qué lugar es éste?
¿En qué parte del infierno estamos ahora? - Inquirió Diaval recorriéndolo con
la vista sin conseguir ningún punto de referencia. -
- Esta es una zona
neutral...tierra de nadie - Le contestó Granate también oteando el lugar.
-...Diría que en el ante infierno. Como lo llamase Dante.
-¿Qué quieres decir? ¿Qué esto no
es parte del infierno?...- quiso saber Maray, perpleja. -
- Sí que lo es, pero no pertenece
a ningún círculo en especial - le aclaró su contertulio. - A decir verdad es
una subdivisión, la frontera entre el
primer y el segundo círculo infernal.
-¿Entonces nos quieres decir que
ya hemos atravesado el primer círculo?,- intervino Brian esperanzado. -
- Así es...el primer círculo es
la entrada al Infierno y sus moradores son los seres inferiores y las almas
condenadas y no purificadas que nos rodearon. Es como una especie de limbo.
Algunos lo llaman Más Allá, y los incautos e inconscientes que practican el juego
de la oujia, a veces logran convocar a alguna de esas almas atormentadas, que
tan amablemente nos han recibido, a nuestro plano de existencia.- Aseveró
sarcásticamente Granate que explicó. - Como nuestra fuerza espiritual es muy
grande nos ha permitido cruzar ese umbral sin ningún problema...
- Pero me temo que el resto del
trayecto no será tan fácil.- Comentó Asthel arengando de seguido a los demás. -
¡Debemos seguir ya!...
Con
poco entusiasmo el resto convino en ello. Se pusieron trabajosamente en camino,
sus pies se hundían entre aquel terreno arenoso que estaba cada vez más
embarrado. La atmósfera era densa, cada
vez más irrespirable. Granate les aconsejó que usaran la fuerza de su espíritu
y no sus sentidos físicos. Asthel añadió según lo comprendía...
- El Infierno es una dualidad, es
un lugar físico y espiritual, ambas realidades se entrelazan indistintamente.
Pero la verdad está en el espíritu, no os fieis de las apariencias, casi
siempre engañan. Eso es algo que me dijo mi abuelo Diamante una vez. De hecho,
él vino hasta aquí cuando era joven para rescatar a mi abuela Esmeralda.
- Lo recuerdo. Una vez soñé con
eso, cuando era pequeña. – Afirmó Maray. – Tuvo que hacer frente a muchas
pruebas para conseguir regresar con ella.
-Tu abuelo debe de ser un tipo
duro, para venir aquí él solo.- Alabó Diaval remachando.- Me gusta. Sería un
honor poder charlar con él y que nos aconsejara.
-Cuando volvamos si quieres te lo
presento.- Sonrió Asthel, sin poder evitar que aquel comentario le hiciera
gracia.-
-Creía que los saiyajin
únicamente os respetabais entre vosotros. - Comentó Alusa con algo de
retintín.-
-Los de mi pueblo siempre
respetamos y admiramos el valor. Provenga de quién provenga.- Aseveró el
aludido con rotundidad.-
-Sí…y aquí entre todos tenemos
una buena suma de coraje para salir delante.- Terció Maray.-
El
resto se animó por aquel comentario. De hecho levantaba la moral y hasta ese
instante todo parecían ir bien. Tras unos segundos de silencio fue Mimet la que
declaró con visible desconcierto.
- Pues yo no sé qué hacer,
siempre me he basado en lo que podía ver, tocar o medir. Me siento muy rara
aquí.
- Tendrás que cambiar, todos
deberemos hacerlo. Este lugar tiene muchos peligros, pero quizás el mayor es el
que viene de nosotros mismos. Todos tendremos que vencernos en cierta medida. –
Le respondió Granate, mirando a la muchacha y al resto a continuación para
sentenciar.- Como esas voces. Todo lo que nos decían proviene en realidad de
nuestros propios temores. Eso es lo que les daba fuerza, se alimentan de eso…
-Sí, como la canción que
cantábamos al bajar.- Recordó Maray.- Bailamos con los demonios en nuestra
mente.
-Los demonios de nuestra mente.
Esos son sin duda los más peligrosos.- Convino Brian.-
-Así es. El Demiurgo trata de
ayudarnos. Por eso nos mandó ese mensaje en forma de canción.- Sonrió Asthel.-
Es su forma de decirnos que confía en nosotros…
-Lo que no comprendo es que si
ese Demiurgo tiene tanto poder, no nos lleve directamente a ver a ese tal
Lucifer a través de algún pasillo mágico o algo así.- Cuestionó Diaval.-
-Quizás ni él mismo pueda hacer
eso.- Conjeturó Brian.-
-O puede que eso no tuviera
ningún mérito y debemos ser dignos de llegar por nuestros propios méritos.-
Convino Asthel.-
El
resto escuchó meditando sobre esas palabras. Mientras tanto siguieron caminando
hasta que por fin llegaron al pie de lo que parecía un muro de colosales
dimensiones. Una gran gruta se abría junto a una gigantesca puerta que parecía
de una madera petrificada e indestructible. Granate se detuvo y tras él los
demás, miró hacia la misma y dijo...
- Esa es la puerta que marca la
entrada al segundo círculo infernal...
- Pues vamos a abrirla y ya está.
- Comentó despreocupadamente Diaval que se dispuso a lanzar un rayo de energía,
afirmando. – No tenemos llave pero supongo que esto servirá…
- Eso no creo que sirva de nada.
- Objetó Fiora mirando la gigantesca puerta. -
-¡Tú no me has visto en acción,
puedo desintegrar meteoritos del tamaño de ciudades. Vaporizaré esa puerta sin
sudar! -Se jactó el saiyajin.-
Y desde luego parecía
perfectamente capaz de hacerlo. Acumulando energía apuntó contra el objetivo
lanzando un potente rayo. No obstante, éste se estrelló contra su blanco
produciendo una gran explosión que retumbó durante largo rato en aquella densa
atmósfera obligándoles a todos a taparse los oídos....pero al disiparse los
humos, la puerta, para asombro de todos, seguía allí, indemne...
-¡Maldita sea! - exclamó el
contrariado saiyajin. - ¡Ese rayo habría destruido una ciudad entera! Pero no
me rendiré tan fácilmente. – Remachó convirtiéndose en súper guerrero y
preparando otra acometida. -
- Ya te han dicho que eso de nada
sirve aquí, yo también puedo convertirme en súper guerrero...- dijo Brian que
lo hizo a su vez oponiendo. - Aunque no creo que logremos nada tampoco con ese
nuevo ataque...
- Entre los dos seguro que la
derribamos, los demás poneos a cubierto - ordenó el guerrero del espacio a su
forma principesca. -
- No te esfuerces, no servirá de
nada.- Afirmó convencido Asthel -...
-Y evitaremos quedarnos sordos.- Terció
Alusa.-
- Podemos probar, puede que el
primer ataque la haya debilitado...- arguyó Diaval alegando.- Nada perdemos
por…
Aunque antes de poder
completar la frase todos se quedaron petrificados por un rugido sobrenatural
que provenía de la caverna y el mismo saiyajin inquirió con estupor.
- ¿Qué demonios ha sido eso?...
- No mentes la soga en casa del
ahorcado. - Suspiró Granate.-
No
obstante, todos se giraron hacia la fuente de ese sonido...de la oscuridad de
la caverna centellearon varios ojos verdosos...seis en total. Poco a poco sus
dueños se fueron haciendo visibles, tres enormes cabezas de perros con unas
fauces temibles emergieron de la gruta mirando amenazadoramente a los nueve...
-¡Son tres perros enormes!...-
pudo indicar Maray aterrada. -
- No, no son tres,- rebatió
Granate reconociendo a aquel ser para sentenciar con horror. - Es solamente uno....pero vale por una legión de
ellos.
Todos
le miraron incrédulos pero el muchacho tenía razón. Aquellas tres cabezas se
unían en el único cuerpo de un gran perro - lobo, cuya cola terminaba en una
cabeza de serpiente. La lengua bífida de esa cabeza salía amenazante,
olisqueando el aire y haciéndole mirar también en la misma dirección.
-Menos mal que Hesíodo se
equivocaba. Según él podría tener hasta más de cincuenta cabezas.- Comentó
Mimet.- Aunque claro, biológicamente eso es harto improbable…
-Pues tener tres tampoco es
demasiado común, cariño. O es que no he visto bastantes documentales de
animales cuando era pequeño.- Comentó irónicamente Brian.-
Su
novia asintió, eso era cierto. No conocía ningún caso desde luego.
-La
verdad, se han registrado casos de bicefalia en el mundo animal. Pero no recuerdo
ninguno de tricefalia que haya sido confirmado y que pudiera sobrevivir.-
Admitió la joven.-
Los otros la miraron como de
costumbre, perplejos ante esa manera de explicarse. Aunque tuviera tres cabezas
o no, allí estaba.
- Si no me equivoco ese es el can
Cerbero, el guardián de las puertas del infierno de la antigua mitología
griega.- Reconoció Alusa también. -
- Es verdad - confirmó su hermana
-... ¿pero, qué hace aquí?...
- Es un ser del segundo círculo
infernal.- Les explicó Granate conjeturando alarmado. - Los antiguos griegos
debieron conocerle de alguna manera y lo incorporaron a sus leyendas. ¡No nos
dejará pasar, está ahí para impedir que nadie entre o salga!...
-Creía que Dante lo alineaba en
el tercero. - Comentó Mimet que recordaba
perfectamente ese libro como prácticamente todo lo que leía.-
-No te fíes. - Repuso Minara.-
Puede que ese tipo no se enterase bien.
-Desde luego estar, está aquí.-
Convino Alusa.- Y no tengo la impresión de que ese tal Dante tuviera que
vérselas con él. ¿Acaso dice como vencerle?
-hay un relato mitológico, cuando
Hércules bajó al tártaro se lo encontró y lo arrastró de la cola. Llevaba
puesta la piel del León de Nemea.- Recordó Mimet relatando.- Se dice que
cualquiera que la llevase puesta inspiraría temor al Cerbero pues creería que
era Hércules que volvía.
-Lamento comentarte que Modas
Deveraux no tiene sucursal por aquí. Al menos que yo sepa.- Suspiró Maray.-
-Sí, y dudo mucho que vendan
pieles de león por aquí.- Convino Granate.-
-Pues no sé si ese Hércules pudo
ser un antepasado de mi pueblo. Debería haber sido muy fuerte.- valoró Diaval
preguntándose con curiosidad en tanto observaba a aquel enorme animal.- ¿Cuánta
fuerza de combate podría tener para
arrastrar a ese bicho? – Y ni corto ni
perezoso, añadió.- Probaré a medir la de ese chucho.-
Incluso intentó analizarle
con un extraño visor que extrajo de su ropa y que se colocó en la cara a modo
de monóculo. Sin embargo, no podía obtener medición alguna, era como si ese
aparato no funcionase allí.
- Diaval - Le dijo Brian bastante
intimidado. - No pienso que se trate de eso. Es decir, creo que debe tener
bastante más poder de lo que podamos imaginarnos...
Las
cabezas del Cerbero rugían mientras se acercaba hacia ellos, Asthel les indicó
a sus compañeros que retrocediesen. Casi todos dieron unos pasos hacia atrás y
entonces el príncipe de los saiyajin, el único que no se había movido, les dijo
bastante molesto mientras seguía plantando en su sitio.
-¡Esto es ridículo!, yo no voy a
echarme atrás por un vulgar chucho. Aunque tenga tres cabezas, ¡se le cortan y ya
está!...y para hacer buena su bravata emitió más energía y pasó al segundo
estado de súper guerrero. - Dejádmele a mí...ya veréis como nos deja entrar....si
ese Hércules pudo asustarle, con más motivo lo lograré yo.
- No seas imprudente.- Le pidió
Maray -...no sabemos el poder que pueda tener ese monstruo.
- Tranquila - dijo Diaval quien,
muy seguro de sí, avanzó unos metros hasta estar a unos diez del can Cerbero
y retándole con voz desafiante. - ¡Eh
tú, escucha pulgoso!, no hemos venido hasta aquí para darnos la vuelta....te
aconsejo que te vuelvas a tu cueva y no nos molestes... de lo contrario llamaré
a la perrera o yo mismo te convertiré en salchichas...
El
Can Cerbero clavó la vista de sus seis ojos sobre Diaval, después rugió y
golpeó el suelo con sus patas haciendo que éste cayese. El chico se enfadó y se
preparó para el ataque.
-Maldito chucho. ¡Tú lo has
querido!...- Gritó el príncipe saiyajin que lanzó una gran onda de energía
contra el gran can.-
Ésta le dio de lleno haciéndole retroceder contra la puerta, Diaval
mantuvo la intensidad provocando que su
enemigo fuese empujado a más distancia pero sin dañarle lo más mínimo
- ¡No puede ser!- Exclamó el
príncipe de Nuevo Vegeta.- Tendría que haberse vaporizado…
- Es inmortal, no le dañarás de
esa manera....- le avisó Granate.-
En efecto, el Can
Cerbero recuperó su posición sin un sólo rasguño. Además, ahora parecía más
irritado, entonces fue Fiora la que se acercó mientras decía.
- Si hubiera querido atacarnos lo
habría hecho ya...está ahí parado por alguna razón y para dejarnos pasar no
servirán las amenazas ni los ataques, Diaval.- Reprendió suavemente al atónito
saiyajin y se acercó hasta el gran perro ante el asombro y la gran preocupación
de todos en tanto sentenciaba. – Ese no es el camino. La violencia nunca
debería serlo.
Y
es que ella recordó haber mantenido ese tipo de conversación antes. Fue
precisamente con Gloria. Debía ser algo inherente a los habitantes de Nuevo
Vegeta. Todos ellos apostaban siempre por la violencia y la fuerza bruta.
Atacar de forma directa sin pararse a pensar en el motivo de la disputa. Ella,
no obstante, prefería intentar ponerse en el lugar del otro. De este modo, fiel
a sus ideas, prosiguió su avance hacia aquella colosal criatura.
-¿Estás loca? ¡Te va a
despedazar!...- gritó el príncipe de los guerreros del espacio entre incrédulo
de lo que veía y asustado por la chica. -
Aunque
para sorpresa de Diaval y también del resto, el enorme can no reaccionó con
hostilidad al ver como ese chica se aproximaba.
- No debes preocuparte. - Sonrió
ella acariciando una de las cabezas del perro que ahora parecía estar amansado
como un cachorro delante de esa chica. Más cuando la muchacha le rascó un poco
tras las orejas. Ella, susurrando con voz amable, agregó, -...A veces el amor y un gesto amable son más
poderosos que cualquier ataque. Porque en el fondo, todos los seres necesitamos
cariño y comprensión. - Aseveró con simpatía y dulzura maternal, dejando al
atónito príncipe saiyajin sin palabras. -... ¿Lo ves?
Ella
lo sabía bien, recordaba su infancia en Nature, su mundo de origen. Creció
entre los paisajes llenos de vegetación y
animales. Allí existían muchas especies llevadas por los colonos para
hacer que ese planeta adquiriese una fauna y una flora en cuestión de pocos
años, y de paso, preservar a muchas razas de animales y variedades de plantas
que estaban en peligro de extinción en la propia Tierra. La tecnología en
materia de terraformación había avanzado mucho respecto a la que se había
practicado en Bios unos pocos años antes. Para cuando Fiora tenía sólo cinco
años su mundo, más pequeño que el otro planeta anteriormente transformado en
habitable, ya estaba casi totalmente adaptado a los humanos. La mayor parte de
él lo constituía una extensión de grandes bosques y entornos naturales. De ahí
su nombre, de la pretensión de hacer un nuevo paraíso para la naturaleza. La
muchacha pasó su niñez recorriendo esas extensas superficies vegetales y
compartiéndolas con todo tipo de animalitos cuando sus padres la llevaban de
excursión. Alan y Naya la habían inculcado desde siempre el amor hacia todos
los seres vivos y el respeto por cada una de las criaturas que existían. Le
contaban a la pequeña que los animales no eran malos, simplemente tenían su
propio modo de vivir. De todos modos, tampoco había demasiadas especies que
pudieran juzgarse como peligrosas, y las que sí podían llegar a serlo, estaban
confinadas en partes más alejadas. Con todo, en una ocasión, la familia visitó
un entorno semi salvaje en el que les advirtieron que debían llevar cuidado. La
fauna del lugar comprendía lobos y estos, aunque generalmente no se acercaban
mucho a la zona en la que estaban, podían aparecer en cualquier momento
atraídos por olores de comida. Aunque sus padres le advirtieron que no se
alejase demasiado de ellos. No obstante Fiora, embelesada en la contemplación
de los árboles y las mariposas, así como de alguna que otra ardilla esquiva,
fue adentrándose en el bosque. Cuando Alan y Naya, preocupados por la niña,
corrieron a buscarla, la encontraron en un hoyo. La pequeña se había metido
dentro y abrazaba algo con mucho cuidado.
- ¿Hija, estás bien?- Le preguntó
Naya con visible inquietud. -
- Sí mamá. - Replicó Fiora
añadiendo algo inquieta. – Pero este cachorrito no.
Para
sorpresa de sus padres, la niña abrazaba tiernamente a un pequeño cachorro de
lobo. Según les dijo la cría, andaba por allí cuando escuchó gemidos que le
llevaron hasta ese agujero, entonces descubrió a ese perrito. (Como ella lo
calificó en un principio). Debía de tener la pata rota pues gemía con tono
dolorido y se lamía sin cesar la extremidad delantera derecha. La niña no se lo
pensó y bajó corriendo para salvarle. Ahora, mirando a sus padres con gesto
convencido y suplicante, les pidió.
- Tenemos que curar al perrito.
- Pero hija, eso no es un
perrito, es un cachorro de lobo.- Le explicó pacientemente Alan que agregó no
sin inquietud. -Posiblemente su jauría le estará buscando.
- Y podrían enfadarse si nos ven
con él, cariño. – Añadió su madre mesándose preocupada su pelo castaño, pues
estaba con su apariencia humana. – Tenemos que marcharnos.
La
niña les miró sin parecer comprender y aseguró.
- No se van a enfadar, quiero
curar a su cachorro.
- Pero los animales no entienden
como las personas. Tesoro. - Le quiso explicar Naya que veía con creciente
preocupación que la mañana había transcurrido buscando a su hija y que ahora la
pequeña debía de salir de allí antes de que comenzase a oscurecer. – Debemos
dejarles tranquilos.
Por
fortuna el hoyo no era demasiado profundo, todo lo más de metro y medio por dos
de diámetro. Alan enseguida bajó a por su hija, pero ella se empeñó en sacar
también al pequeño lobo. Su padre tuvo que transigir con tal de poder
rescatarla a ella. Una vez fuera, ante los ruegos de la niña, ambos se llevaron
al cachorro de vuelta hacia su caravana, le vendaron y entablillaron la pata
rota. Afortunadamente Naya había estudiado medicina de múltiples especies y no
tuvo problemas en recolocar la fractura. El paciente se quejó por unos
instantes del dolor al serle colocados los huesos, pero al poco parecía
sentirse mucho mejor. Fiora le dio de comer un poco de leche que el animal
sorbió con avidez, estaba claro que aun era lactante y que había pasado hambre.
La encantada niña le acarició la cabecita con una gran sonrisa preguntándoles a
sus progenitores. Más concretamente a su padre.
- ¿Me lo puedo llevar a casa? Así
sería mi perrito. Como los que teníais tú, la tía Idina y el tío Lance, con los
abuelos Tom y Connie en la Tierra.
Pero Alan, moviendo
su cabeza, al tiempo que se repeinaba su moreno cabello, negó con suavidad.
- Hija, este animal no es como
las mascotas. Está acostumbrado a vivir libre. No puedes meterlo en una casa.
Por muy grande que sea. Además, sus papás deben estarle buscando con mucha
preocupación.
La
niña empezó a hacer pucheros, visiblemente entristecida, el lobito lamía ahora
sus mejillas como si quisiera secarle las lágrimas y Naya le susurró con
cariñoso tono confortador.
- Aquí él es mucho más feliz.
Tiene campo y a sus otros amigos. ¿Y tú no querrás que se vea solo y triste
lejos de su casa y de su familia, verdad?
La
pequeña negó con la cabeza, a pesar de su corta edad se daba cuenta de que lobito, como empezó entonces a llamarle,
podría sentirse perdido y solo, lejos de su hogar. De todos modos, sus padres
apenas le prestaron atención, enmudecieron cuando alrededor de su vehículo
contaron al menos a seis enormes lobos grises. Alan, sin perder ni un instante,
sujetó a Fiora. Con la cría en brazos él y Naya se aproximaron a la puerta de
la caravana, así tendrían las espaldas cubiertas. La niña en cambio no mostró
el menor signo de temor. Y lo que sucedió después, fue algo visto y no visto,
una gran loba gris de orejas blancas se aproximó pausadamente al cachorro, al
principio olisqueó desconfiada. Alan y Naya se mantenían a distancia sujetando
a su hija y el cachorro quedó libre. De este modo, la loba, más confiada, se
llegó a él y comenzó a olerle. La cría movió la cola y su madre le lamió
satisfecha. Fiora entonces le dijo con visible emoción.
- ¡Adiós lobito! Me alegro de que
te haya encontrado tu mamá.
Y para sorpresa de
Alan y Naya, el pequeño cachorro se acercó a la niña y le lamió las rodillas,
ella se agachó acunándole en sus brazos y riendo contenta, el lobo lamió sus
mejillas y la niña acarició la cabeza y el lomo del animal. La propia loba
blanca se acercó, y antes de que los padres de Fiora pudieran ni reaccionar
agitó la cola en lo que parecía una señal de gratitud. Había visto el vendaje
en la pata de su cría y también olido la leche que había tomado. Fiora
entonces, en un descuido de su horrorizado padre, se acercó con total seguridad
a la gran loba y le acarició entre las orejas. Para sorpresa de los adultos
ésta ni se movió, es más, humilló la cabeza ante la pequeña para dejarse
rascar. Después se alejó junto con su cachorro que obsequió a la niña con una
última mirada sacando la lengua y jadeando feliz. El resto de la jauría ni se
acercó, retirándose enseguida al bosque. Desde la distancia, y otra vez sujeta
por sus impresionados y todavía incrédulos padres, Fiora se despidió con un
agudo gritito.
- ¡Adiós lobito, vendré a verte
de vez en cuando!
Los
animales se perdieron por entre la densa vegetación que había más allá del
claro en el que estaba la caravana. A pesar del tremendo susto que tenían
encima ni Naya, ni Alan, fueron capaces de regañar a la pequeña. ¡Cómo
advertirle de lo peligrosos que pueden ser esos animales después de lo que
habían visto! Incluso la cría se permitió el lujo de decir con total
entusiasmo.
-¿Verdad que vendremos por aquí
para ver a lobito?
- Claro hija. - Tuvo que susurrar
Alan que apenas si era capaz de pensar en otro argumento. -
- Pero debes tener más cuidado y
no alejarte nunca de nosotros. - Pudo indicarle Naya aun con voz trémula. – No
todos son tan simpáticos como esos lobos ¿vale?
Y
la niña asintió con energía, conviniendo en ello. Claro que volvió y ese
cachorro parecía haberse afincado cerca de allí puesto que volvieron a verse en
repetidas ocasiones. Para Fiora llegó a ser un amigo al que siempre estaba
deseosa de ver y abrazar. Y pasaron los años y tanto ella como lobito crecieron,
aunque el vínculo que les unía permaneció incluso haciéndose más fuerte. Y
sucedió que, en una ocasión, bastantes años más tarde, cuando regresó en otra
de sus habituales excursiones con sus padres, Fiora tuvo un repentino
presentimiento. La muchacha era ya una adulta esbelta y de gran belleza que
seguía adorando la naturaleza y a sus moradores. Ese bosque era para ella como
un jardín. Y su amigo el lobo apareció de entre los árboles como en otras
tantas ocasiones.
- Hay tienes a tu lobito. - Sonrió
Naya que ya no temía tampoco a ese majestuoso ejemplar de color gris perla y
manchas blancas moteadas en las orejas, en el que se había convertido aquel
pequeño cachorro. -
Pero tanto el lobo
como Fiora, lejos de mostrar signos de alegría, parecían tristes. El animal se
acercó a ella gimiendo y lamiendo las manos de la chica que lo acarició
afectuosamente como solía aunque susurrándole con cierto pesar.
- Tú también lo has sentido
lobito. ¿Verdad? Dentro de poco tendré que irme.
Alan observó a su hija y visiblemente intrigado agregó.
- ¿Te refieres a ese sueño que
nos has contado?
La
muchacha asintió afirmando con voz queda.
- Sí, hace tiempo Asthel, el hijo de tu primo Leval y de Amatista, me
lo dijo. Después lo he soñado muchas veces. Un día, alguien me llamará para
hacer un largo viaje y habré de marchar. Creo que ese momento ha llegado ya.
Lobito también lo sabe. Puede percibirlo.
- Pero hija, ya lo hemos hablado
otras veces. - ¿A dónde vas a ir?- Le inquirió su madre con tono y semblante
preocupado. -
- Lo ignoro, sólo sé que es algo
muy importante. Y que debo ir. Por eso, quiero despedirme de vosotros y de él.
Y no solamente ese
lobo, otros varios más pertenecientes a la jauría que ahora mandaba, aullaron
en tono lastimero cuando, ante los asombrados ojos de Naya y Alan, apareció un
gran destello luminoso inscrito en una estrella. Fiora suspiró, declarando
resignada.
- Tengo que marcharme. Papá,
mamá...por favor, decid adiós por mí a toda nuestra familia. Decidles que les
quiero, como os he querido siempre a vosotros. Y que nunca os olvidaré…
Alan sintió un nudo
en la garganta, hacía años su padre, que había estudiado temas de esoterismo
desde su juventud, le advirtió de esto antes de morir, corroborando las
palabras de su nieta. Fiora estaba destinada a una gran tarea y pese a que les
doliese terriblemente deberían dejarla marchar. Naya en tanto se abrazaba a su
hija y sollozaba llena de pesar. Nunca creyó aquello, jamás pensó que realmente
sucedería. Lo tomó por un mero sueño sin más significado, pero ahora su peor
temor se había hecho realidad. No obstante, Fiora acarició el pelo de su madre
y sonriendo alentadora, la animó.
- Estaré bien, no iré sola.
Todavía no conozco a todos mis compañeros, pero sé que son de gran fuerza y
buen corazón.
A Naya no le salían
las palabras viendo a su hija que sonreía con valor y seguridad. Ya era toda
una mujer y confiaba en que sabría cuidarse. Alan por su parte también la
abrazó llenándola de besos y le pidió con la voz quebrada de emoción.
- No nos olvides nunca hija, y
conserva siempre tu pureza y tu bondad. A donde quiera que vayas ellas serán tu
mayor tesoro.
Sin poder evitar que
las lágrimas cayeran de sus ojos, la chica asintió besando a sus padres y
abrazándose a ellos. Después se dirigió a Lobito y acariciándole la cabeza se
agachó tomándosela entre ambas manos para susurrarle.
- Adiós amigo, cuida de los tuyos
y sigue viniendo aquí, a ver a mis padres. Tal vez un día volvamos a vernos.
Y Fiora dedicó una
última y amorosa mirada a su amigo lobo y a sus padres metiéndose en aquel destello de luz. Todavía
recordaba aquello cuando se dirigió al Can Cerbero pidiéndole con afecto y
dulzura.
- Necesitamos pasar a través de
tus dominios y tú puedes ayudarnos. Es muy importante...todos estamos en
peligro...incluso tú... ¿Y sabes una cosa?
Me recuerdas mucho a un viejo amigo. Seguro que de cachorro tuviste que
ser muy gracioso.
Ante
el asombro de todos el gran perro guardián humilló sus tres cabezas dejándose
rascar sumisamente por la humana, gimió ligeramente complacido por aquellas
caricias ¡y se retiró!...poco a poco se introdujo en su caverna. Asthel asintió
con aprobación. Fiora era una chica de gran corazón y muy buenos y puros
sentimientos. Aquel enorme animal debía de haberlo percibido con toda claridad.
-Claro. No somos almas condenadas
al Infierno. Por eso él no tenía intención de atacarnos.- Explicó Granate.-
-Y cuanta más pureza poseas,
menos agresivo será.- Completó Maray, entendiéndolo también.-
Todos
se maravillaron de aquello. Incluso Diaval estaba asombrado tras ver eso, ¡esa
chica había manejado a ese monstruo contra el que él mismo no pudo hacer nada
como si de un cachorro se tratase!
-Si no lo hubiese visto no lo
habría creído jamás.- Admitió el saiyajin.-
No había duda al respecto, Fiora
era valiente y decidida. Antes de que supieran el motivo, ella se había
arriesgado con total confianza en sí misma. Y tal y como había dicho antes de
su pueblo, como buen saiyajin, él admiraba eso. No obstante, enseguida objetó
con escepticismo y algo de sarcasmo.
- Espero que seas igual de
convincente con la puerta. Aunque me temo que, por mucho que la acaricies, no
creo que vaya a moverse.
- Si el Can Cerbero se ha
retirado lo habrá hecho obedeciendo alguna orden.- Le respondió Granate con un
gesto reflexivo. - Enseguida lo sabremos...
Maray
escuchó con atención y oyó un ruido, como un crujido de enormes batientes,
enseguida llamó la atención de los demás...
- Escuchad, suena como si fuera a
abrirse....- les previno y efectivamente la gran puerta se abrió hacia dentro
en tanto ella exclamaba con júbilo. -
¡Nos dejan pasar!...
- ¡Rápido! Tenemos que atravesarla antes de que se
cierre...- les indicó Asthel y los nueve corrieron cruzando la gran entrada que
rápidamente se cerró tras ellos. -
- ¡Estupendo, hemos pasado...lo
hemos conseguido, gracias a ti, Fiora!
¡Has estado magnífica! - Exclamó Brian. -
- Es verdad, ya estamos dentro
del segundo círculo, ahora debemos cruzarlo...lo más rápido posible.- Aconsejó
Granate que parecía alarmado. –
-¿A qué tanta prisa?- Le miró
Diaval que oteaba en derredor sin ver nada preocupante.-
-¿Qué es lo que hay aquí...?.-
Quiso saber Mimet. -
- Este es el domino de las
bestias, subhumanos y animales monstruo. Y por lo que mis abuelos me contaron
esos son malvados y crueles, no serán tan fáciles de persuadir. - Le respondió
el muchacho sin dejar de mirar hacia todos los lados una y otra vez. – Dudo
mucho que con caricias se muestren amables.
Pero
por el momento no podía verse a nadie. No obstante, el grupo avanzaba con
prevención a través de una densa vegetación de color violáceo. La iluminación
parecía extraída de una lámpara de rayos ultravioletas. Pronto Asthel y Maray
notaron que alguien les seguía, en realidad parecían muchas presencias.
-¿Habéis sentido eso?- Inquirió
también Alusa mirando en derredor.-
-No estamos solos, ni muchísimo
menos.- Acordó su hermana.-
Ahora todos miraban a
su alrededor, hacia las zonas de densas arboledas retorcidas. La hojarasca se
movía, alguien o algo estaba allí, esperándoles. Asthel indicó a los demás que
no demostrasen haberse percatado de ello, pero que estuvieran preparados...
-Seguid como si nada. Creo que
por ahora solamente nos están evaluando. Pero si mostramos temor nos atacarán,
seguro.- Les advirtió para indicar.- Proseguid sin acelerar pero sin deteneros.
Continuaron
pues con la marcha, con Asthel y Granate en cabeza, las chicas en el medio y
Diaval y Brian cerrando el grupo.
-No hace falta que hagáis eso.-
Sonrió Minara al darse cuenta de ello.-
-¿Hacer qué?- Quiso saber Brian.-
-Que nos protejáis.- Le aclaró
Maray.-
-Es nuestro deber. Somos
guerreros más poderosos que vosotras.- Sentenció Diaval.-
-Eso habría que verlo, guapo.-
Repuso Alusa con retintín, alegando.- No deberías menospreciarnos por ser
mujeres.
-No os menosprecio por eso.-
Afirmó su interlocutor, añadiendo no obstante para estropear su anterior
afirmación.- Lo hago porque sois humanas.
-¡Vaya, es todo un consuelo! –
Repuso ahora Minara con manifiesto sarcasmo, para puntualizar de peor modo.- No
eres un estúpido machista, solamente un racista idiota.
-Solamente digo la verdad.- Se
justificó un molesto saiyajin.- Sois débiles comparadas conmigo o con cualquier
otro de mi raza.
-Pues yo creo que sigue siendo
menosprecio después de todo.- Terció Mimet.-
-Por eso mismo lo dice, guapa.-
Le respondió Alusa moviendo la cabeza.-
-Gracias por valorar mi
apariencia. La vuestra también es muy agradable.- Contestó por su parte la
aludida.-
Alusa
le dedicó una mirada de estupor. ¡Esa chica había hablado sin rastro de
sarcasmo. Al fin únicamente suspiró replicando entre divertida y atónita.
-De nada...
-Nadie os menosprecia.- Intervino
Asthel no deseando que aquello desembocara en una discusión tan estéril y
ridícula como peligrosa en esas circunstancias, y tratando de argumentar.-
Nosotros podemos lanzar rayos de energía si llegara el caso y reaccionar más
rápidamente. Vosotras precisáis unos segundos para transformaros.
-Claro. De ese modo estáis a
cubierto hasta poder hacerlo, caso de que sea necesario.- Añadió Granate
tratando también de contemporizar.- Luego podéis cubrirnos con vuestras
energías.
Las
chicas se miraron sin saber que responder, en eso sí que tenían razón sus
compañeros. Fue Fiora quien comentó entonces para suavizar la tensión.
-Es un detalle muy amable y
considerado por vuestra parte. No creo que lo hayáis hecho para ofendernos.
Pero no os preocupéis. Seguro que sabremos valernos por nosotras mismas.
-¿Acaso no decías que la
violencia no solucionaba las cosas?- Se sorprendió Granate.-
-Lo dije y lo pienso sí.- Suspiró
la aludida, agregando sin embargo con pesar.- Pero hay ocasiones en las que es inevitable
usar la fuerza. Cuando hay que defenderse y sobre todo proteger a los tuyos de
quienes no razonan ni muestran empatía, no queda más opción. Mis padres y mis
abuelos me enseñaron eso.
-Dices bien.- La apoyó Diaval.-
Es obligación de todo guerrero el pelear por lo que debe defender.
-Pues roguemos porque no nos sea
necesario.- Remachó Maray mirando a su alrededor no sin inquietud.- Al menos
por ahora…
-Sí, estando en campo abierto y
siendo tan pocos no tendríamos demasiadas opciones.- Suspiró Brian observando
también el denso espesor boscoso que tenían a algunas decenas de metros con
cierta aprehensión.- No debemos bajar la guardia.
Aunque parecía que
hasta ese mismo instante la suerte estaba del lado del grupo. Habían cubierto
ya un largo trecho sin más novedad. Sin embargo y para su desgracia, eso pronto
iba a cambiar. Tras unos momentos de aparente calma escucharon un ruido que iba
creciendo, como si de una marea de sonidos entrelazados se tratase. Entonces,
con sorprendente rapidez, una gran turba de seres de variopintas formas, a
medio camino entre humanos, bestias o criaturas que parecían sacadas de la
mitología, salió de la espesura. Profiriendo horribles alaridos y gruñidos esos
seres de pesadilla cayeron sobre el grupo. Iban armados de porras, hachas,
lanzas y demás útiles pensados para cortar, triturar y desgarrar todo lo que se
encontrasen. Asthel ordenó formar un círculo y defenderse.
-¡Ahora sí!- Espetó Brian
convirtiéndose de nuevo en súper guerrero y desintegrando a varios de ellos con
un rayo de energía en tanto les desafiaba. - ¡Vamos, venid si os atrevéis!
-Ya era hora de divertirse un
poco.- Exclamó Diaval haciendo crujir sus nudillos y transformándose a su vez
en súper saiyajin en tanto retaba a sus enemigos.- ¡Vais a saber quién soy yo, malditos bichos!
Al momento todas las
chicas invocaron también sus respectivos poderes.
-Corazón puro del Fuego, del
Viento, del Hielo, del Trueno, del Rayo… ¡Dame el poder!
Tras una zarabanda de
luces y giros sobre ellas mismas aparecieron ataviadas como Justicieras.
Aquellos eran regalos de sus familiares. Maray se preparaba convertida en la
Dama del Viento, recordando asimismo como semanas antes de partir para su
misión fue de visita a Bios. Allí, tras ver a sus familiares retornó a la
Tierra, pero antes su madre quiso hablar con ella…
-Hija, ¿puedo pasar?- Inquirió
Amatista.-
La muchacha estaba en
su habitación, se le hacía raro dormir de nuevo en su cama de toda la vida.
Aunque le hacía ilusión, escuchó entonces a su madre y respondió de modo
jovial.
-Adelante mamá.
La
interpelada entró en la estancia y le dijo, en tanto se sentaba en la cama,
junto a la muchacha.
-Perdona cariño, ¿tienes un
momento?
-Claro, mamá.- Sonrió la
aludida.- Siempre lo tengo para ti.
Amatista miró a su
hija con mucho amor y orgullo. Le acarició el pelo y entonces dijo, con voz
cargada de emoción…
-Ya eres toda una mujer. Parece
mentira lo deprisa que ha transcurrido el tiempo. Te echo mucho de menos,
cariño.
- Y yo a vosotros.- Afirmó la
joven.-
Su
madre la miraba de esa forma tan afectuosa y sonrió. Aunque parecía dudar, como
si lo que fuese a decir tuviera que ser expuesto con cuidado. Al fin, Amatista
se atrevió a declarar.
-Me gustaría entregarte algo. Verás cielo. Hace unos días, antes de
que vinieras, hablé con tu abuela Esmeralda. Sé que las dos estáis muy unidas y
soy muy feliz de que así sea. Pero creo que ella sabe algo que tú no me
cuentas…
-¿A qué te refieres?- Pudo decir
la muchacha que ahora se sentía algo incómoda. Ojalá que su abuela no hubiera
dicho nada de lo que le reveló sobre su misión. Pese a todo pudo replicar con
genuino desconcierto.- No sé qué podría ser.
Aunque,
para alivio de Maray, su interlocutora sonrió dejando eso de lado para afirmar.
-No importa, también yo tenía mis
secretos a tu edad. Lo que sí me contó mi madre es que creía que ya iba siendo
hora de que asumieras ciertas responsabilidades. Y una de ellas me corresponde
a mí legártela, tal y como ella hizo conmigo hace ya tantos años.
Y
sin más se quitó un colgante del que pendía una piedra color verde esmeralda y
se la puso a su hija al cuello. En tanto le explicaba.
-Es una piedra de la justicia,
cariño. La que te convertirá en la Dama del Viento si la aceptas….- Amatista
guardó un momento de silencio, luego con tono teñido de algo de temor y
emotividad apenas contenida añadió.- Sé
que es algo repentino y que es una carga que puede resultar pesada. Pero yo ya
no puedo llevarla más. Mi madre me dijo que, en sus sueños, vio que era el
momento. Y ella nunca se ha equivocado en eso. Debo transmitirte este poder y
la capacidad para hacer el bien y defender la justicia que representa. ¡Ojalá
que nunca tengas que emplearla más que como adorno!
Maray
asintió, lo comprendía. Su abuela quería que estuviera lo más protegida
posible, y aunque ella no necesitaba de eso, lo agradecía de corazón. Su propia
madre confiaba en ella. La joven sonrió de forma amplia y tras darle un beso a
su progenitora en la mejilla, declaró.
-Para mí es un gran honor y juro
defender siempre el bien y la justicia, del mismo modo en el que tú y la abuela
lo hicisteis.
Aquellas
palabras emocionaron a su madre. Le recordaban muchísimo a las que ella misma
declaró cuando su progenitora a su vez le diera aquello, tras contarla la
historia de su vida y la de su padre. Sin poderlo evitar Amatista derramó
algunas lágrimas en tanto abrazaba a su hija susurrándole afectuosamente al
oído.
-¡Te quiero mi vida, y estoy muy
orgullosa de ti!
Y
tras ese momento madre e hija hablaron sobre la larga tradición de las
Luchadoras Justicieras, amigas y compañeras de las Guerreras de la Justicia,
esas legendarias guardianas del Milenario de Plata.
-Créeme, cielo. Tener por amigas
y madrinas a esas maravillosas luchadoras, es un enrome honor y un privilegio.
Tu abuela y yo, al igual que nuestras compañeras siempre tratamos de honrar y
ser dignas de ello. Y para eso, debes conocer algunas cosas.
Así,
Amatista le dio algunos consejos a su hija, le explicó las características de
ese traje. La chica por supuesto invocó su nuevo poder. Afortunadamente su
cuarto era lo bastante amplio. Al concluir la luminosa y acrobática
transformación y mostrándose encantada, Maray pudo decir en tanto se
contemplaba en el espejo.
-¡Vaya! Si es de mi talla. El
lazo verde a juego con la falda es precioso. Las botas son de mi número y no me
aprietan. Menos mal que no llevo mucho tacón o iba a quedar altísima. El
corpiño en blanco conjunta y es muy elástico. ¡Es un atuendo más cómodo de lo
que creía!- Sonrió divertida, permitiéndose incluso comentar con jocosidad.-
Podría pasarlo como modelo de la colección de primavera.
Su
madre se rio. Curiosamente nunca lo había considerado de esa manera. No
obstante, sí que le comentó.
-Puedes invocar el poder del
boomerang. Lo lanzas e impacte o no contra el enemigo te volverá. Pero a ti
nunca te hará daño. Puedes lanzar rayos de energía y tendrás una protección
ante disparos de bala.
-Pues es muy completo.- Afirmó la
muchacha dando alguna que otra vuelta para verse mejor al tiempo que se fijaba
en una especie de reloj transmisor que tenía en la muñeca derecha.-¿Y esto?.
Quiso saber.-
-Te permitirá hablar con tus
compañeras justicieras.- Le desveló Amatista.- E incluso con las guerreras.
Bueno, las ahora princesas. Si es que volvieran algún día a estar en activo.
-¿Mis compañeras justicieras? ¿Quiénes?
- Inquirió la jovencita interrogando a su progenitora con la mirada.-
Aunque
Amatista todavía no sabía quiénes podrían ser. Pero su madre le dijo que pronto
lo averiguaría. Al menos si ella había dado el relevo a su hija las demás sin
duda harían lo propio. O eso pareció pensar. Maray por su parte le volvió a dar
las gracias, los días siguientes probó a entrenar un poco con la supervisión de
su madre y se le dio bastante bien. De hecho, parecía haber hecho eso toda su
vida. Ahora, saliendo de esos recuerdos mientras era espoleada por la
adrenalina, esquivaba las acometidas de aquellos seres tan repulsivos y
contratacaba con rayos de energía.
-¡Que vuele el boomerang!-
Exclamó arrojando su arma y golpeando a varios de ellos, a los que derribó antes
de que el arma le retornase.-
A
su lado, Mimet luchaba convertida en otra justiciera. La muchacha se acordaba a
su vez de esa visita que hizo con Brian a casa de los Malden en Nueva York. En
un momento dado, cuando su novio estaba conversando con su abuelo Roy, el resto
de las mujeres la llamaron.
-Mimet…- Le pidió Sam con
amabilidad.- ¿Podrías venir un momento?
La
interpelada asintió, claro que podía. Siguió a la madre consorte de su novio y
entró en el salón. Allí estaban Kerria y Bertie. Las dos parecían haber estado
hablando justo antes de que ella hiciera su aparición, ahora guardaban
silencio. Fue Beruche la que tomó la palabra y le dijo con tono suave y
afectuoso.
-Querida. Hemos visto que Brian
te quiere y que tú le quieres a él. A pesar de que aparentemente no lo
muestras. Pero no ignoramos que, en tu interior, así es.
-Por eso mismo, te consideramos
ya una más de la familia. - Añadió Samantha posando sus manos sobre los hombros
de la muchacha y encaminándola hacia Kerria.- Y ha llegado el momento de que te
digamos algo... ¿Verdad cariño?- Le preguntó a su esposa.-
Ésta
se levantó tras quitarse un colgante, entonces se lo mostró a la chica y le
dijo con una amplia sonrisa.
-Queremos darte esto. Es un
regalo, pero también una enorme responsabilidad que solamente puede otorgarse
de forma voluntaria a alguien de corazón puro, que lo acepte libremente y que
sea una mujer.
La
aludida miró aquella piedra de color azul celeste que brillaba. Comentó
entonces.
-Basándome en vuestro análisis
creo cumplir esas condiciones. Pero, ¿qué debo hacer?...
-Luchar por la justicia y el bien
de los demás. Proteger a los débiles y ayudar a los indefensos.- Replicó Bertie
declarando.- Mi hija te traspasa ese deber como hace ya mucho tiempo se lo
traspasé yo a ella. Si utilizas ese colgante invocando su poder entonces te
convertirás en una justiciera, la Dama
del Hielo.
Mimet
quiso hacer memoria. De niña le habían contado historias. O simplemente las
introdujeron en su base de datos. Eso no podía saberlo con seguridad. En
cualquier caso su abuela le explicó algo similar. Había luchado contra las
sailors, pero esas eran las princesas planetarias. Sin embargo, otro grupo de
mujeres guerreras habían protegido al mundo después. Y se las conocía desde
hacía al menos medio siglo. Estaba claro el porqué de esa longevidad, si lo
habían transmitido de una generación a otra. Al fin la muchacha respondió con
tintes de duda.
-No sé si cumplo las condiciones
requeridas…para esa labor…
-Estoy convencida de que serás
una digna justiciera.- Afirmó Kerria añadiendo.- Eres sincera, bondadosa y
tienes mucho amor dentro de ti para entregar. Ahora, por favor, dime.
¿Aceptarás?
Y
con todas las miradas puestas en ella, la chica asintió. Sabía que no era de
buena educación rehusar un regalo tan valioso. Si había que mantener la paz
ella estaría preparada. Y tras aceptar unirse a Brian y al resto para aquella
misión supuso que esto ayudaría a optimizar las probabilidades de éxito. De
modo que respondió.
-Acepto. Gracias por vuestra
confianza.
Kerria
y Bertie se sonrieron, Samantha entonces le propuso de modo jovial.
-Pues venga, ponte el colgante e
invoca tu poder.
-Debes decir. Corazón puro del
Hielo, dame el poder.- La instruyó Kerria.-
Mimet
obedeció, aunque no puso mucho entusiasmo en la entonación la piedra reaccionó
igualmente envolviéndola en una luminosidad celeste que la hizo girar sobre sí
misma, aunque sin marearla. Al poco surgió con un uniforme muy peculiar.
Corpiño blanco con un lazo azul celeste en el pecho, falda y botas hasta las
rodillas de ese mismo color cielo. Un extraño brazalete en su muñeca derecha. Y
en esa misma mano se materializó una espada no demasiado larga, parecía una
especie de carámbano desde la empuñadura, que era plateada.
-Estás muy guapa. - Sonrió Sam
valorándola con la mirada.-
-Sí, el tono de tu pelo es muy
parecido al de mi madre.- Afirmó Kerria que recordaba aquel color platino
tirando a azulado de su progenitora, cuando ésta era joven.-
-Bueno, Mimet es algo más rubia.-
Sonrió Sam.- Al menos a juzgar por las fotos que he visto de Bertie.
La
aludida sonrió con nostalgia. Ahora ésta iba a ser la tercera generación de
justicieras. Hacía pocos días habló con Esmeralda por teléfono y supo que
Amatista iba a cederle su piedra a Maray que se convertiría en la nueva Dama
del Viento. Era lo natural, pasarla de madre a
hija. Como Kerria no tuvo una niña propia, no pudo hacer lo mismo, al
menos hasta ahora. Así se lo comentó a Mimet. La joven afirmó para alegría de
sus interlocutoras.
-Me halaga que me hagan semejante
honor. No soy su hija biológica pero desde este momento trataré de hacer todo
lo que pueda para representar ese papel con la mejor disposición.
Y
pese a la forma de ser de esa muchacha, o precisamente debido a ella, todas las
demás supieron que les agradecía de corazón aquello. Después llamaron a Brian y a Roy. El chico, digno nieto de su
abuelo, exclamó nada más verla.
-¡Joer, cariño! ¡Cómo me pones!..
Roy
se tronchaba de risa, Beruche sonreía moviendo la cabeza, Sam se puso colorada
y Kerria le dio un capón a su hijo también sin reprimir una carcajada. Entre
tanto Mimet, le observó con aparente
desconcierto e inquirió.
-No sé. ¿Cómo te pongo en
dónde?...esa frase está inconclusa. Desconozco su posible significado.
-Mejor olvídalo. - Rio también
él, remachando con picardía.- Ya te lo concluiré luego…
Y
tras algunas carcajadas más del resto celebrando esa réplica, le
explicaron a Mimet los poderes y propiedades de su traje. Ella
asimiló las instrucciones a la perfección. Así lo demostraba ahora la muchacha
cuando ponía en práctica sus poderes, lanzando andanadas de cristales de hielo
que desbarataban filas enteras de esos seres de pesadilla. Incluso paró
acometidas de otros utilizando diestramente la espada. Sin embargo eran
demasiados, ella y las otras se veían casi rebasadas…
-Nuestra energía está bajando.-
Afirmó la Dama del Hielo tras arrojar una nueva ráfaga de cristales
congelados.-
Brian llegó en su
ayuda y con varias ráfagas de rayos los mantuvo a raya. Alusa y Minara por su
parte les rechazaron con una onda de energía que les hacía desaparecer según
les alcanzaba.
-¡Vamos! ¡No podemos desfallecer!
- Exclamaba Minara.-
-Hasta el final, haremos honor a
nuestro uniforme y a las que nos precedieron llevándolo.- Convino su hermana.-
Ambas gemelas se
hallaban transformadas a su vez, Alusa lucía el uniforme de la Dama del Trueno,
y Minara el de la Dama del Rayo…En tanto auxiliaban a sus compañeras usando su
látigo y su jabalina, recordaron también como llegaron a convertirse en
justicieras…
-¡Atrás malditos engendros! -
Exclamó Minara tras golpear a uno de ellos con su arma.- ¡Fuera!..
La
joven repelió otro ataque con una ráfaga de energía. Espalda contra espalda de
su hermana. Las dos se protegían, ambas se cuidaban desde que había nacido. La
menor de las gemelas reflexionaba sobre eso. A su memoria vino aquel momento en
el que se le traspasó, o al menos lo intentaron, este poder…
-No creí que esto acabara siendo
así.- Meditaba al evocar.-
Estaba tomando el
aire en la terraza de la casa de sus padres. Su hermana había salido con un
chico. Pero ella no tenía muchas ganas de fiesta. Pensaba en la misión que
deberían emprender. Algo le decía que ya no quedaba mucho. Alusa también lo
sabía, pero ella siempre fue más extrovertida y despreocupada, no meditaba
tanto las cosas como ella. Minara era más daba a pensar y a dejarse influenciar por las
implicaciones de aquello. Quizás su hermana mayor prefería evadirse con algo
más animado y entretenido. Su gemela reflexionaba precisamente sobre ese
particular cuando alguien salió a la terraza con ella. Sonrió al reconocer a su
tía Kathy.
-¿Te preocupa algo, cielo?- Quiso
saber la recién llegada.-
-Sólo estaba pensando.- Afirmó la
chica suspirando en tanto la brisa de esa tarde le agitaba el pelo.- Nada de
especial.
Sin
embargo, Katherine le dedicó una mirada profunda, los ojos de ella se clavaron
en los de su sobrina que entonces le dijo.
-A ti sí que te preocupa algo. Lo
percibo.
-Sí, cariño.- Confesó su
contertulia que entonces le desveló.-
Verás. Hace mucho tiempo ya que decidí hacer algo. Quería dar un relevo
de una gran responsabilidad. Supongo que tus padres no te lo habrán dicho pero
yo, aparte de todo lo que sabéis sobre mí, tu hermana y tú… bueno.- Pudo añadir
visiblemente nerviosa y algo avergonzada.- Mis problemas con las drogas…
- Tía Kathy, ¡por favor! Eso ya
lo has superado y estamos muy orgullosas de ti por ello. No es nada fácil.- Se
apresuró a replicar su sobrina.- Has demostrado ser muy valerosa y tenaz. Y
además ayudas a otros a sobrellevar eso mismo por lo que tú tuviste que pasar.
La
aludida sonrió agradecida y besó a la joven en la mejilla para añadir reconfortada.
-Gracias cielo. No sabes lo mucho
que he necesitado de vuestra ayuda y lo feliz que he sido cuando siempre habéis
estado ahí, para mí. Nunca me casé, nunca tuve familia propia, pero a ti y a tu
hermana os considero como si fuerais mis hijas. Os quiero por igual. Pero… en
este caso, por desgracia, no puedo daros lo mismo a las dos…
Y
con la atónita mirada de su sobrina puesta en ella, Kathy le desveló…
-Soy una de las Justicieras, la
Dama del Trueno. Heredé ese poder de vuestra abuela Karaberasu. Debo confesar
que al principio lo acepté casi forzada. Ya sabes, para no desilusionar a mi
madre. Pero luego comprendí la importancia y el valor de la tarea que se me
encomendó. Aunque a veces no fui todo lo digna que debiese. Ahora creo que ha
llegado el momento de pasar el testigo a otra generación…y como no tuve hijas
mías vosotras sois las herederas.
-Ya veo.- Musitó Minara que
pareció comprender al afirmar.- Pero nosotras somos dos…y tu legado solamente puede ser para una, ¿no es así?.
-Así es, cariño. - Musitó su tía
con pesar para decir.- Y por eso he tardado tanto en decidirme. No sabía a
quién de las dos debía encomendarle esto… Pero, tras meditarlo mucho, creo que
debe ser a ti…
Su
interlocutora abrió la boca con gesto de sorpresa. Apenas sí pudo replicar…fue
su tía la que le explicó.
-Ya te he dicho que os quiero a
las dos por igual, y es la verdad, pero creo que tú eres la más tenaz, la que
se preocupa más por otras personas. No me interpretes mal.- Agregó con cierto
apuro, tratando de justificarse al afirmar.- Tu hermana es una chica estupenda.
Enérgica, siempre lista para actuar, pero la veo más volcada en sus propias
pasiones. En cierto modo me recuerda mucho a mí misma. Tú, en cambio, te
pareces más a tu madre. Por ello pienso que serás una justiciera más adecuada.
No quiero decir que Alusa no fuera capaz de hacerlo bien…
Entonces
fue Minara la que posó una mano sobre las de su tía y la cortó en mitad de la
frase…
-¡Gracias, muchas gracias,
realmente me siento muy honrada!…pero tía. No puedo aceptarlo.
Ahora
fue Katherine la que abrió la boca con una expresión llena de asombro y también
desilusión. Su sobrina se apresuró a explicarle.
-Alusa es la mayor, aunque
únicamente sea por unos minutos. ¡Le corresponde a ella! ¡Es su herencia! Sé
que será una gran justiciera. Y lo será precisamente porque se parece a ti.
-Pero…yo…
-Sé que estoy destinada a hacer
muchas cosas. Y ayudaré a mi hermana. Aprecio mucho el honor que me haces, pero
mi destino no es ser la Dama del Trueno. No me preguntes por qué lo sé.
Simplemente es así…
Su interlocutora bajó
la cabeza, suspiró resignada, incluso emocionada, y pudo musitar.
-Está bien cariño…sea así pues…
Y
sin decir nada más su tía salió de la terraza volviendo al interior. Minara la
observó con pesar. No quería ofenderla en absoluto. Aguardó al día siguiente y
cuando su hermana estuvo allí, junto a ella, las cosas se oficializaron…
-¡Vamos! Cúbrete.- Le ordenó
Alusa sacándola de esos pensamientos.-
-Cuidado a tu izquierda. Lush.-
Respondió Minara, empleando ese apodo más familiar.-
Su
hermana esquivó un ataque y replicó con un golpe de látigo tan potente que
derribó a su agresor. Ahora, en tanto recordaba, lanzó un nuevo latigazo que
derribó a otros dos seres avernales y con la otra mano emitió energía para
cubrir a su hermana que estaba haciendo lo propio para protegerla a ella misma
con la jabalina que manejaba. Lo cierto es que le estaba muy agradecida. Supo
el sacrificio que Minara hizo por ella. Siempre la quiso, ambas se adoraban,
pero desde entonces aún apreció más a su hermana menor…
-Querida Mina.- Pensaba con aquel
cariñoso apelativo que empleaba con ella.- Siempre estaré a tu lado. Nunca de
decepcionaré.
Se
acordaba de aquel día. Tras haberse levantado tarde después de esa cita que
mantuvo con Greg, Grey, o como se llamase, cuando se vistió y bajó a desayunar
le aguardaban su hermana, su tía Kathy y su abuela Kalie… Parecía una reunión
de mujeres. Sus padres no estaban allí, tampoco el abuelo Mathew. Recordó que
posiblemente el anciano hubiera ido al médico y que sus padres le habrían
llevado. No obstante, los gestos de las demás eran serios. La chica les
inquirió con cierta preocupación.
-¿Sucede algo malo?...
Fue
su abuela la que se dirigió a ambas chicas y les comentó…
-Ha llegado el momento de que una
de vosotras reciba algo muy importante, un tesoro de la familia.
Y
para su sorpresa, su abuela le contó que había sido una justiciera, que su tía
Katherine la había relevado de aquella obligación y ahora, nada más y nada
menos que se lo ofrecían a ella. Sobrepasada por el asombro y la incredulidad
apenas sí pudo decir…
-No, no puede ser… quiero decir
que… ¿Cómo voy a ser una justiciera? No creo que merezca eso.
-Lo mereces. Eres una chica de
corazón puro y valeroso. Protegerás bien a los débiles y a los inocentes.-
Afirmó Katherine.-
- Bueno… no sé si éste es el
mejor momento…- Opuso la chica añadiendo con cierta desgana.- Ahora que vamos a
trabajar en la empresa tendremos muchas responsabilidades.- Y además… es
injusto. Mi hermana tiene tanto derecho como yo…
Pero
al contrario que con Minara, su tía percibió que esas palabras no eran más que
una excusa. Suspiró. Entonces con tono de contrariedad le dijo…
-Eres tan parecida a otra chica
que conocí…yo tenía razón. - Sentenció mirando ahora a Minara que bajó la
cabeza consternada.-
-¿A qué te refieres?- Quiso saber
Alusa sin comprender.-
No obstante, fue
Karaberasu la que, con suavidad en el tono y más amabilidad, tomó la palabra…
-Calmaos…hija, es natural que tu
sobrina reaccione de esa manera. Ha sido muy repentino.
-Por favor, tía. No te enfades
conmigo. No quiero ofenderte. – Le pidió la aludida.- Es un honor, pero ¿Por
qué yo?...
-Tú eres la mayor. – Replicó
entonces su propia hermana con voz queda, sentenciando.- Es tu derecho.
-No, Minara. Escucha. - Repuso su
interlocutora.- Las dos tenemos los mismos derechos…
Pero
Katherine avanzó hacia la chica y le espetó con tono de reproche…
-Se sincera Alusa, esa no es la
cuestión. En el fondo tú no quieres para nada esa responsabilidad. ¿Verdad?
La
interpelada se quedó observándola atónita, hasta que pudo replicar también de
forma más molesta ahora.
-Puede ser que no la quiera, pero
aun así. Mi hermana podría tener derecho a ella.
-¿Acaso te crees que no se lo
dije?- Estalló su tía.-
Pero
se arrepintió de inmediato de aquel arrebato, ahora su sobrina la observaba con
incredulidad, tardó poco en ensombrecer su semblante y pudo musitar entre
dolida e indignada…
-Y yo soy la segunda elección.
¿No es así? ¿Qué ocurre? ¿Acaso ella se ha negado también?
-No, - replicó Minara
dirigiéndose a su hermana. – Le dije a la tía que tú eres la mayor y que serías
una gran justiciera. Y tú sabes que puedes serlo.
Pero
su hermana se dio la vuelta al parecer indignada y dolida. Fue su gemela menor
la que le sujetó de un brazo y la giró ordenándole.
-¡Mírame Lush! Siempre percibimos lo que piensa la otra. Tú
sabes que soy sincera… Tenemos cosas muy importantes que hacer. Esto es parte
de ello…
Y
tras unos segundos de incómodo silencio por parte de todas las presentes su hermana asintió, apenas pudo evitar que
las lágrimas le cayeran y suspiró…
-Perdonadme todas. ¡Por favor!…He
sido muy egoísta. Tía, lo siento mucho. Si todavía me aceptas sería para mí un
honor…te suplico que me entiendas…
Katherine se aproximó
ahora con una sonrisa y tras acariciar la mejilla izquierda de la muchacha le
susurró con dulzura.
-Te comprendo mucho mejor de lo
que puedas imaginar, cariño. Esa chica a la que me recordabas era yo. Por eso
pensé antes en tu hermana. Sé que te pareces tanto a mí que te sería duro. Pero
también sé que, al final, harás lo correcto.
Y
entonces se quitó el colgante y se lo ofreció. Alusa vaciló durante unos
momentos hasta que al fin tomó la piedra de color ámbar y se la puso al cuello.
Fue su abuela la que le dijo…
-Debes decir, corazón puro del
Trueno, dame el poder…
La
muchacha asintió, casi con voz temblorosa lo dijo, al momento la piedra relució
de color dorado y amarillo y ella se vio tragada por ese resplandor, tras dar
varias vueltas sobre sí misma emergió ataviada con ese uniforme de falda tono
ámbar, botas rojas y corpiño blanco. Un gran lazo anaranjado le tapaba el
pecho. En su muñeca derecha portaba algo similar a un reloj. Y en esa mano
apareció un látigo color marrón que al agitarse se iluminaba con un destello de
energía. Minara fue la primera en decir.
-¡Estás monísima! La verdad,
ahora tengo algo de envidia.
En
ese instante y para su asombro alguien respondió, pero no fueron ni su tía, ni
su abuela, ni su hermana. Al fin reconoció la voz de su madre. Ésta había
entrado en el salón afirmando…
-Pues si es por eso, no te
preocupes, hija… tenemos otro regalito para ti…
Y
para sorpresa de la chica, Satory sacó un colgante de su bolsillo. De él pendía
una piedra de color verde mar. Ahora fue Alusa la que sonrió afirmando
divertida…
-¡Te lo has tragado, hermanita!…
-¿Qué quieres decir?... – Quiso
saber ésta.-
-Verás hija. Tu hermana
efectivamente es la mayor de las dos. La herencia debía pasar a ella. Tu tía
Kathy se lo dijo y Alusa le respondió que sí le gustaría, pero que había una sola
razón que le impedía aceptar…. Ese motivo era pensar que tú te sintieras
desplazada…y que se lo reprochases.
-¡Yo nunca pensaría así, Lush! -
Declaró Minara que pareció molestarse ahora, más incluso con su tía al
reprocharle con amargura..- Y no puedo creer que me hayas engañado, tía Kathy
- Nunca te engañé. - Afirmó
Katherine que desveló ahora.- Le dije a Alusa lo que te dije a ti. Pero también
que, pese a ello, la tarea le correspondía al ser la primogénita. Sin embargo,
ella lo aceptaría solamente con una condición. Antes me pidió que te lo
propusiera. Que tuvieras la oportunidad de considerarlo y aceptar o no
libremente. Estaba dispuesta renunciar si tú hubieras querido ser la Dama del
Trueno…
Ahora
fue Minara la que no pudo contener las lágrimas y abrazó a su hermana para
decirle.
-Siento haber dudado de ti, Lush. Tuve que darme cuenta.
¿Cómo es posible que no lo hiciera?
-Posiblemente fueron tus propias
dudas las que proyectaste sobre tu hermana.- Conjeturó su abuela.-
-Y tal y como la tía Kathy ha dicho yo quería
que disfrutases de la oportunidad de aceptar o no esta herencia, Mina. - Replicó Alusa entre
sollozos también.- Aunque tuviera que renunciar a ella…para mí tú eres más
importante.
La
escena era muy emotiva, Kathy y Satory no podían evitar que sus ojos hicieran
aguas. Lo más hermoso de aquello era el grado de cariño y comprensión que
demostraban las gemelas entre sí. No obstante fue Kalie, la que más entera,
intervino entonces y explicó…
-Fue por eso por lo que llamé a
mi hermana Petz. Le conté lo que ocurría. Tal y como pensé, ella me dio la
solución. Habló con su nuera y ésta con Granate, vuestro primo segundo. Él
aceptó de inmediato. Al ser un hombre no puede usar el poder de este colgante.
Y la persona en la que él habría pensado para hacerlo ya tenía su propia
responsabilidad. E incluso una herencia propia si la acepta.- Explicó señalando
el collar con la verde piedra.- Su madre entonces se lo dio a la vuestra,
cuando viajó a Bios hace tan solo unos días.
- Y ahora hija. Tú que eres de
corazón puro y mujer, y aunque no sea estrictamente necesario, tienes además
sangre de las cuatro hermanas. Si aceptas este don y esta responsabilidad,
deberás gritar. ¡Corazón Puro del Rayo, dame el poder! –Le explicó una
orgullosa Satory.-
Minara
asintió emocionada y así lo hizo, se produjo algo similar al espectáculo de su
hermana, solo que en este caso con colores verdes. Al reaparecer con su nuevo
atuendo su falda y sus botas eran verde oscuro, su lazo sobre el pecho de un
tono verdemar claro. En su mano derecha apareció una jabalina y en la misma
muñeca otro transmisor.
-¡Te quiero, Lush! - Pudo decir
la chica con lágrimas en los ojos.-
-¡Y yo a ti, Mina! - Sollozó ésta
con idéntico sentimiento.-
Tras abrazarse con su
hermana y con el resto de las mujeres allí presentes aguardaron a que su padre
y su abuelo volvieran.
-También tú estás ideal con ese
conjunto, hermanita.- La halagó Alusa a su vez.-
-Ya verás cuando mi hermano y mi
padre vuelvan.- Sonrió Katherine.-
Y al rato, cuando
estos hicieron acto de presencia y les dieron la nueva ambos sonrieron
orgullosos. Mazoui les invitó a todos a cenar para celebrarlo…Alusa se permitió
una fugaz sonrisa rememorando esos momentos, enseguida dejó aquello para otra
ocasión y propinó varios latigazos a esos seres subhumanos que las atacaban,
desbaratándoles a todos con la potencia subsónica y la energía que ahora
iluminaba su arma de un tono ámbar incandescente…
-Fuera... ¡apartaos! Ya os
enseñaré yo a tratar con la debida educación a una Dama… sobre todo a la del
Trueno.
Por su parte Diaval
optó por emprenderla a golpes y mandobles con la espada que llevaba hasta ahora
oculta en sus cosas, la Inmortal Sword, herencia directa de su padre y de su
abuelo, con ella hizo estragos entre las filas de los enemigos despedazándoles
sin contemplaciones.
-¡Esto ya me gusta más! - Aullaba
el saiyajin en tanto proseguía con su labor de desmantelamiento de las filas
enemigas.- ¡Ah!… ¡cómo lo echaba de menos!…
Granate también
luchaba descargando rayos de energía con el poder heredado de sus padres y
conjuros de ataque aprendidos de su abuela ILaya, que diezmaban a esos seres.
Sin embargo, estos seguían saliendo cada vez en un número mayor. Fiora era la
única que se tapaba la cara con las manos. Se sentía paralizada, incapaz de
asistir a tanta violencia y horror. Fueron las gemelas, que ahora eran capaces
de luchar con suma eficacia y coordinación, las que la protegieron del ataque
de varios de esos monstruos.
-Vamos Fiora, eres la Dama del
Fuego. ¡Contraataca! - Le ordenó Minara.-
-¡Espabílate! Sabemos que no te
agrada pero tienes que luchar. ¡Por tu vida y la del resto! - Añadió Alusa.-
La chica no tuvo más
opción, pese a lo que dijera anteriormente el usar la violencia la horrorizaba
hasta tal punto que casi se quedaba bloqueada por completo. Sin embargo, se
sobrepuso a eso por su bien y el del resto. Descargó entonces una saeta de
fuego tras materializar su arco destruyendo a uno de esos terribles seres en
tanto hacía memoria para tratar de evadirse de ese horror. Su abuela Connie
vino a Nature para una corta visita a la parte de su familia que allí vivía. La
anciana les dijo sentirse muy bien de salud y estar feliz por volver a verles.
Pero aprovechó cuando pudo quedarse a solas con su nieta. Tras hablar un poco
sobre la naturaleza y los animales, Cooan le dijo con afecto.
-Me recuerdas muchísimo a tu
difunto abuelo Tom. A él le encantaba la naturaleza.
-Mi sueño es poder protegerla y
ayudar a que las criaturas que viven aquí lo hagan en paz y armonía.- Declaró
la muchacha.-
Su
interlocutora la observó enternecida. Parecía buscar algo en el interior del
bolso rojo que llevaba, finalmente lo encontró y lo sacó. Era un collar muy
bonito, con una piedra roja tono rubí pendiendo de él.
-Cariño. También me recuerdas
muchísimo a mi hija Idina. Mira, debo ser sincera contigo.- Le susurró su
abuela, afirmando.- Esto es para ti, si lo aceptas. Es un tesoro de familia.
-¡Es precioso abuela, muchas
gracias!- Exclamó la muchacha.-
Pero
para sorpresa y extrañeza de Fiora, su contertulia se puso seria y replicó con
tono más grave advirtiéndole.
-No me las des todavía. No hasta
que sepas lo que es y para lo que sirve. Quizás entonces no desees que te lo
dé.
Y
con la atención de la perpleja joven plenamente centrada en ella, durante un
buen rato Cooan le contó a su nieta su larga historia. De cómo fue una malvada
que luchó contra las guerreras de la Justicia, las ahora princesas planetarias.
En especial de sus batallas contra Rei, la princesa de Marte, quien finalmente
la ayudó y Sailor Moon, la actual reina Serenity, que la purificó. Después inició una nueva vida. Estudió, fue a
los Estados Unidos…
-Allí conocí al que luego fue mi
marido, tu abuelo Tom…Después luchamos contra el mal. Las guerreras me dieron
esto a mí y otros similares a mis hermanas. Nos encargaron pelear a favor de
los desamparados y defender el bien. Lo hicimos lo mejor que supimos. Yo se lo
pasé a mi hija, tu tía Idina. En un principio no era esa mi intención, pero no
tuve más remedio. Fue en un momento de extrema crisis y peligro. A pesar de
eso, tu tía fue digna sucesora mía y luchó mucho por el bien y la justicia.
Ahora ha llegado el momento. Te seré sincera mi amor. Hablé con mi hija, pero
ella no quería dárselo a la suya. Loren todavía es muy niña y además esta
piedra simboliza la justicia pero también puede traer mucho dolor a su
portadora. Y sobre todo exigirle muchos sacrificios. Pues solamente una mujer
puede usar sus poderes. Tú desciendes de mí, y de Ail y Ann. Grandes amigos de
las guerreras también. Eres de corazón puro. Cumples con todos los requisitos.
Ahora únicamente depende de ti aceptar libremente o rehusar.
Fiora
escuchaba asombrada. De modo que, esa larga historia era una epopeya familiar.
No sabía que decir. A ella le desagradaba mucho la violencia, pero sentía que,
en cierta medida, era su responsabilidad. Y también tenía que considerar que
para la misión que debía de cumplir quizás precisase ir protegida y armada. Se
debatía pensando en todo aquello. Así, tras unos instantes en los que ninguna
pronunció palabra, fue finalmente Cooan la que comentó.
-Si quieres meditarlo con más
tiempo lo comprenderé…Si no quieres soportar tal carga no te lo reprocharemos,
ni yo, ni nadie…
Sin
embargo, la muchacha negó con la cabeza y sin dudar esta vez, replicó.
-Acepto abuela…lo único que
espero es ser lo bastante digna de ello. Y estar a la altura de esta
responsabilidad.
Cooan
sonrió, atusando un poco su canoso pelo que ya era casi gris en su totalidad.
Asintió con aprobación y le dijo entonces, con una gran dosis de afecto e
incluso nostalgia, a su nieta.
-En tal caso cariño, deberás
gritar. ¡Corazón Puro del Fuego, dame el poder!…
Y
tras unos instantes de duda y cierto temor, Fiora lo hizo. Se vio de pronto
sometida a rápidos giros y a una deslumbrante luz rojiza que la cubrió. Cuando
todo acabó, pudo verse en el espejo de su habitación. ¡No podía creerlo!, esa
falda violeta y esas botas rojas hasta la rodilla de medio tacón a juego con el
alzo que llevaba sobre el pecho, y el extraño aparato que llevaba en su muñeca
derecha. Su abuela le comentó que era un transmisor con el que podía comunicar
con sus compañeras. Además, apareció una especie de arco que, tras un buen
rato, logró controlar. No sin esfuerzo al principio hizo aparecer una cuerda
llameante que sin embargo no le quemaba y un montón de flechas de fuego.
-Pareces la propia diosa
Artemisa. - Le sonrió Cooan, observándola con orgullo.- Te queda perfecto,
hija.
-La verdad…–replicó la todavía
atónita muchacha en tanto se miraba.- Nunca había llevado botas altas y encima
rojas. Creía que serían más incómodas. Pero me están bien. Y esta falda, quizás
es algo corta. Al menos el lazo me tapa algo por delante y no marco tanto el
pecho. - Remachó ruborizándose.-
-¡Ja, ja, ja!… Cielo, recuerdo a
mi hermana mayor Petz decir exactamente lo mismo. - Rio su interlocutora.- Y mi
hija era como tú… ¡Sois de lo más recatado! Pero créeme. - Agregó ahora
ensombreciendo su tono.- El decoro será el menor de tus problemas cuando debas
transformarte.
Y
charlaron durante un buen rato más. Después se lo contaron a Naya y a Alan.
Curiosamente fue a él a quién menos le
gustó esa idea. En cambio la madre de Fiora la animó. Total, pensaban que en
Nature pocos criminales habría para combatir. ¡Qué poco sospechaban el destino
que su joven hija tenía reservado! Así lo recordaba ella cuando retrocedía
junto a los demás, obedeciendo la instrucción de Diaval que gritó en alta voz.
- ¡Reagrupaos!
Los nueve se habían
aproximado reduciendo el tamaño del círculo defensivo. Ahora el saiyajin
también usaba potentes rayos de energía y cubría a sus compañeros. Se puso
junto a Fiora que respiraba agitada y con expresión entre ausente y temerosa.
Interpretando aquello a su manera le sonrió confiado para decirle.
-Ahora vamos a hacer las cosas a
mi modo. No tengas miedo, no permitiré que ninguno de esos malditos engendros
te roce siquiera.
La chica le observó
incrédula. Aunque aparte del lógico miedo por su vida, sentía casi más todo
aquel despliegue de violencia, muerte y horror al que se veía obligada a
asistir e incluso participar. No obstante, a pesar de que todos ellos peleaban
con arrojo y utilizando buena parte de sus fuerzas, la marea de aquellos
monstruos parecía no tener fin. Por cada uno que destruían aparecían varios más
en su lugar.
- ¡Al final nos desbordarán!...no
podremos contra tantos.- Advirtió Alusa que ya sudaba copiosamente por el
esfuerzo. -
- Debemos abrir brecha y escapar,
¡rápido! - Urgió la ya jadeante Minara, respaldando el argumento de su hermana
-...
- Bien, coordinemos un ataque,
súper guerreros arrasar el camino de delante. Justicieras, cubrir la
retaguardia. - Les indicó Granate gritando para hacerse oír entre el caos y el
ruido de la lucha -...
- Tú y yo vamos a proyectar un
escudo defensivo de energía. - Le comentó Asthel al hijo de Sandy y Coraíon.-
Éste
asintió y comenzaron con el plan.
Primero fue Diaval el que se encargó de su parte, apoyado por Brian. Con
una gran descarga de energía desperdigaron y desintegraron a decenas de ellos.
Las chicas diezmaron a otros haciendo
retroceder por el momento a sus perseguidores. Asthel y Granate les protegían
de rayos de energía enemigos con sus escudos. Sin embargo el grupo estaba muy
debilitado, incluso el Mensajero respiraba con dificultad, pronto cayó en la
cuenta del porqué y declaró en voz alta.
- Éste no es nuestro mundo,
nuestras fuerzas físicas aquí están muy debilitadas.
- Es verdad,- admitió el propio
Diaval. - Si luchase en cualquier otro sitio ni siquiera sudaría por esto, pero
noto que apenas puedo más, casi ni tengo energía... Es que no puedo ni volar.-
Agregó percatándose de ello con creciente alarma. -
- Está claro que en esta
dimensión estamos en desventaja.- Reconoció también Mimet con su forma objetiva y más analítica. – Y no
sé cómo podremos compensarlo.
- Hemos usado la fuerza física y
eso nos debilitará mucho aquí. Nuestra constitución no se adapta fácilmente a
este sitio. - Terció Asthel. -
Y
en tanto se percataban de eso la turba de hombres bestia y seres subhumanos,
volvieron a rehacerse del anterior ataque y se acercaban a ellos con rapidez.
El grupo pronto se vería rodeado y ya no era seguro que pudieran resistir otra
acometida semejante. Minara intervino entonces y les dijo a todos con un grito
de alegría...
-¡Mirad...otra puerta! - Señaló
otro enorme portón de un color negro azabache casi oculto tras una densísima
agrupación de lianas, plantas y arbustos.-
- La frontera del tercer
círculo.- Les informó Granate que, de modo inmediato, instó. - ¡Debemos darnos
prisa por llegar allí!....
-¿Y cómo la abriremos?- preguntó
Brian con mucha preocupación. -
- Ya lo pensaremos cuando
alcancemos esa maldita puerta, pero ahora tenemos que escapar de estos tipos.-
Respondió apremiantemente Alusa. -¡Vamos!
Tenía
toda la razón. La gran horda de aquellos
seres malignos y deformes se les echaba encima. Diaval, Granate, Brian y
Asthel, lanzaron una andanada de rayos para contener su avance, seguidos de los
sendos ataques de las justicieras. Pero estos cada vez eran más ineficaces.
Pronto no podrían parar a aquella marea de seres sedientos de sangre. Todos
siguieron corriendo cada vez más agotados. Igual que le sucediera al saiyajin,
los que dominaban tal destreza tampoco eran ya capaces de volar. Por fin,
llegaron al término de su camino, interceptados por aquella gran puerta.
Atrapados entre ella y la furiosa marabunta que les acechaba. Mientras los
demás trataron de preparar un rápido plan de acción, Diaval y Brian se ocupaban
de crear una barrera de energía y de disparos para frenar a sus enemigos.
Algunos de ellos eran bestias humanoides que mostraban unos enormes falos a las
atónitas chicas, siendo arrastrados al momento por un viento huracanado que los
estrellaba contra la pared en la que se enmarcaba la puerta.
-¡Serán pervertidos! – Exclamó
Fiora tapándose los ojos con una mano, en un acto reflejo.-
-Es el círculo en el que se
castiga a los lujuriosos.- Les explicó Mimet. Afirmando.- Supongo que, en buena
medida es lógico su proceder. Y posiblemente ahora eso nos dé ventaja. No odrán
acercarse más. Al menos los que pequen de lujuria.
-Pues mejor, a mí no me interesan
para nada. – Terció Maray.-
-Si, por grandes que las tengan
no son nuestro tipo. ¿Verdad Lush?- Sonrió Minara.-
-Será mejor que no me tientes –
Repuso la aludida con otra pícara sonrisa.-
-Al menos no perdéis el sentido
del humor.- Intervino Brian lanzando otro rayo de energía que aniquiló a más de
aquellos seres.-
-Tenemos que seguir manteniendo
las defensas.- Les instó Granate.- Hay que abrir esta puerta…
-Tú ocúpate de eso. Yo me
dedicaré al tiro al monstruo.- Afirmó Diaval lanzando una onda vital que barrió
la planicie para sentenciar, en un intento de mantener el buen humor y quizás
asimismo de reivindicarse.- ¡Y las tienen muy pequeñas comparadas con un
saiyajin!
Y desde luego que,
pese a lo precario de la situación, ese comentario logró arrancar unas sonrisas
del resto. Fiora hasta se ruborizó.
-¡Menos lobos!- Dijo incluso
Alusa.-
-Cuando quieras puedes
comprobarlo.- Se sonrió el saiyajin.-
-¡Qué más quisieras tú!- Terció
Minara.-
-¡Queréis dejaros de coqueteos!-
Exclamó una perpleja Maray.-
Diaval se encogió de
hombros sonriendo una vez más y sin darle más importancia a ese tema continuó
lanzando ráfagas de energía contra esos seres ayudado por Brian. Pero eso al
final acabaría por ser inútil. Muchas más de aquellas horribles criaturas
reaparecieron descargando rayos de energía a su vez. Los jóvenes se parapetaban
aguantando como podían tras su escudo de energía. Con las justicieras y Asthel
uniendo su poder al del resto en un desesperado intento de mantenerlo estable.
Así estuvieron durante un rato. Lo malo era que precisamente para mantener la
posición no podían moverse del sitio.
-No aguantaremos mucho más.-
Declaró un preocupado Brian.-
-Debemos hacerlo. Hay que darle
tiempo a Granate.- Dijo Maray.-
Este a su vez se
esforzaba en encontrar una manera de traspasar aquella entrada. Pero apenas sí
podía discurrir nada. El continuo hostigamiento al que se veían sometidos lo
hacía virtualmente imposible.
-No puedo concentrarme.- Se
lamentaba el muchacho.- Creo que había algo para abrirla. Una cosa que mi
abuelo me contó, pero no puedo hacer memoria. Necesito un poco de tiempo.
-Eso es precisamente lo que no
tenemos.- Contestó una muy apurada Alusa.-
-Yo ya no puedo más.- Musitó
Minara.-
-¡Vamos Granate, haz un esfuerzo!
– Le pidió una asimismo angustiada Maray.-
Y es que ese escudo
que les protegía tanto de los rayos como de la intrusión de esos seres
comenzaba a debilitarse. En muy poco tiempo cedería y se verían asaltados por
esa turba. Eso sería el fin para todos. No cabía otra posibilidad. Tendrían que distraer a esos seres lo suficiente como para
poder abrir la puerta o sino, pese a sus poderes tan extraordinarios, tarde o
temprano estarían irremisiblemente perdidos...
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