martes, 8 de marzo de 2011

GWT 42.194. El cuarto círculo...del conocimiento y la ciencia

Tras unas horas de avanzar en esa inmensa y monótona extensión de terreno sin ver ningún cambio el grupo decidió pararse a descansar e intercambiar impresiones.



-Descansemos un poco. – Les sugirió Asthel.-

-Es una buena idea.- Convino Diaval, añadiendo.- Mi tío Eron siempre decía que, en tanto haya oportunidad el cuerpo tiene que recuperarse, nunca se sabe a lo que nos podríamos enfrentar. Y menos por estos parajes.

-En eso coincido con tu tío.- Afirmó Alusa.-

-Sí, es una sabia precaución.- Añadió Minara.-

-Y lo de comer tampoco vendría mal.- Alegó el saiyajin.-

-Por desgracia no tenemos muchos víveres.- Declaró Fiora quien también tenía algo de hambre.-

-Es verdad. Pensaba que este viaje iba a ser meramente espiritual. Pero aquí existe esa dualidad del cuerpo y de la mente.- Comentó Maray.-

-Así es, y aunque pudimos hacernos con algunas provisiones en el tercer círculo no creo que nos basten.- Aseveró Granate.-

-En fin, algo sí que tenemos.- Terció más animadamente Fiora.-



            Y de entre sus cosas sacó una bolsa atada con una pequeña correa. De esta, al desatarla, extrajo una pequeña judía y declaró.



-Algunas alubias mágicas que traje. El tío Giaal me las dio.-

-¡Vaya!- Sonrió Diaval, sacando otra bolsita parecida.- Tuvimos la misma idea entonces.

-¡Pues menos mal que alguien pensó en la parte materialista!- Sonrió Asthel.-



Los otros se rieron de la ocurrencia. Por su parte, Brian y Mimet estaban algo aparte, conversando sentados en el suelo.



-¡Parece que se lo están pasando bien.- Afirmó él.-

-Sí, debe de tener que ver con un comentario que ha hecho Asthel. Desconozco que puede moverles a la hilaridad en un sitio como este. - Comentó su interlocutora.-

- Es bueno tener sentido del humor para hacer este viaje menos duro. Este sitio es desolador, ya llevamos horas andando y no se ve nada diferente.- Observaba el chico mirando en todas direcciones. -

- Parece un gran desierto.- Respondió ella conjeturando. - No se ve el final, quizá todo el cuarto círculo sea así.

- Espero que no. Aunque mejor así que no lleno de demonios, ¿verdad?.- Sonrió Brian que acarició la cara de Mimet. –

-Desde ese punto de vista, tu afirmación está totalmente fundamentada.- Convino ella.-

-¡Desde luego, se me ocurren bastantes destinos mejores que este para unas vacaciones!- Declaró el chico.-

-¿Fue algo bastante fuera de los parámetros corrientes, verdad?- le dijo ella. - La forma que tuvimos de empezar con este viaje.

- Sí. - Convino su contertulio. - Lo recuerdo bien...



            Brian estaba en el gimnasio de su casa en la Tierra. Él y Mimet pasaban una temporada allí, de visita. A pesar de su aparente frialdad y su poca capacidad para comunicar sus emociones o incluso a sentirlas, Mimet se había hecho acreedora a las simpatías de Kerria y Sam, al igual que a las de Roy y Beruche. Ellos veían que la chica se esforzaba por ser más humana y además, era de las pocas personas que no encontraban para nada extraña la relación entre la madre de Brian y su compañera. También estaba junto al chico porque le quería o al menos eso intentaba evidenciar besándole a veces con algo de torpeza. Eso siempre inspiraba cierta ternura a los abuelos y a las madres del muchacho. Pero lo principal era que ella demostraba ser voluntariosa y sobre todo sincera. Quizás en una variedad demasiado árida y abrupta, pero era incapaz de mentir, y toda la familia de Brian valoraba eso por encima de cualquier otra cualidad. Nadie quería para el chico otro desengaño. Por si fuera poco, Mimet sorprendía a sus más que posibles futuras suegras por su inocencia y las cosas que podía hacer. Sobre todo a Samantha. Esa tarde sin ir más lejos, Sam le pidió medio en broma que memorizase una página del listín telefónico, ocurrió así. Mientras charlaban sobre lo fastidioso que era a veces no tener el número de alguien memorizado.



- De vez en cuando, no vendría mal llevárselo, cuando me olvido el móvil en casa no consigo recordar casi ningún teléfono. - Declaró Sam atusándose su rubia melena, tratando así de retocar su permanente. -

-¿Por qué no los aprendes? - Le sugirió Mimet. -

- ¡Bromeas! ¿Verdad, querida? No tengo tanta memoria. Para que te hagas una idea, solo mi lista de clientes y otros números de contactos importantes asciende a casi cien.- Le respondió Samantha divertida por semejante propuesta. -

- No son muchos. - Opinó indiferentemente la chica que estimó. – Podrías aprenderlos sin demasiada dificultad.

-¡Anda ya!- rio Sam que añadió con sorna. -¿Y por qué no te aprendes tú una página del listín de teléfonos si lo ves tan sencillo?

- Bueno, si quieres.- Repuso la aludida.-

-¿No lo dirás en serio?- Sonrió su contertulia, agregando divertida.- Eso me gustaría verlo.



Como casi siempre, Mimet interpretó las palabras al pie de la letra. Entonces, tratando de agradar a esa madre de su novio, tomó el listín y le dio un rápido vistazo para declarar con tono sereno y seguro.



- Ya está.

-¡No me tomes el pelo!- Se sonrió Sam añadiendo con jovialidad en tanto movía la cabeza con patente incredulidad. - Ya soy muy mayor para eso.

- No es broma, si es a lo que aludes con esa declaración relativa al cabello. - Repuso su interlocutora que conocía ya el significado de esa expresión, así que le pidió a su divertida oyente. – Pregunta si no me crees.

- Bueno. Como te veo tan segura. – Convino la interpelada que siguió lo que interpretaba como una chanza. -  A ver, el teléfono de...



            Samantha se quedó boquiabierta, apenas le preguntó por un nombre esa chica le respondió con el número correcto. Probó de nuevo y sucedió lo mismo, una y otra vez. Mimet sabía cada uno de los teléfonos o de las direcciones que le preguntaba. ¡Al pie de la letra! Es más, la chica comenzó a decir, uno a uno todos ellos y por el orden alfabético en el que aparecían.



- Pe… pero ¿cómo es posible?- pudo decir Sam atónita. - ¿Cómo lo haces?

- Solamente los memorizo. - Declaró Mimet agregando con intención de informarse. - Para mí no es complicado. ¿Es que debería serlo?



            Su contertulia no supo que responder. En eso que apareció Brian, había escuchado las últimas palabras y sonreía. Estaba sudando y sólo vestía con una camiseta y un pantalón corto de entrenamiento dejando ver todos sus músculos congestionados que le hacían alcanzar un considerable volumen.



-¡Brian, esta chica es increíble! - Exclamó Samantha. -

- Sí que lo es, Mimet es muy especial. - Sonrió él abrazando a la aludida por detrás y besándola en el cuello para pedirle con voz melosa. - Anda cariño. Deja eso de recitar números y vamos a dar una vuelta.

- No pensarás salir así, hijo.- Intervino Kerria entrando en el salón. -

- No, claro que no - sonrió él. - Sólo me entreno unos minutos más y me voy a la ducha. ¿Alguna se viene conmigo? - Propuso riéndose. -

- ¿Necesitas ayuda para ducharte? - Quiso saber su extrañada novia y no parecía que lo preguntara en broma. Sobre todo cuando aseveró. – Ya eres muy mayor y no sufres ningún tipo de restricción en tus movimientos. Creo que tus madres debieron de enseñarte a hacerlo de manera autónoma hace bastantes años ya.



Tanto Kerria como su pareja se rieron, ante el gesto de desconcierto de la chica y las carcajadas de Brian.



-¡Anda, golfo!- Le respondió jocosamente Sam arrojándole una toalla. - Vete a terminar de entrenar.



            Kerria y su pareja se miraban divertidas. Para la madre del chico estaba claro que su hijo se parecía demasiado a veces a su abuelo, el padre de ella. Esa vena de humor algo gamberro había sido el distintivo de Roy durante sus años de juventud. En tanto su madre biológica pensaba en eso, Brian, con gesto travieso y divertido, levitó tomando a Samantha en brazos. Ésta protestaba agitando las piernas.



-¡Suéltame, no seas tonto! sabes que no me gusta que me lleves volando.

- ¡No seas miedica, mamá Sam! - Reía el chico solicitando el apoyo de su novia. - Vamos Mimet, dile que no pasa nada.

- Estadísticamente hablando, a juzgar por la altura y el agarre de Brian, combinado con su velocidad, las posibilidades de accidente o lesión para ti son casi nulas, Sam. - Se apresuró a responder ésta. -

- Déjalo querida. - Le pidió una divertida Kerria.- Creo que mi esposa ha tomado nota…



La madre del muchacho se daba cuenta de que esa chica lo interpretaba todo de forma demasiado literal. Dejó pasar unos instantes moviendo la cabeza divertida para ser ella la que le pidiera a su hijo de modo entre conciliador y algo indulgente.



- Brian, no seas pesado.



            Éste obedeció, dejando a Samantha nuevamente en el sofá.



-¡Vaya par de rollos que estáis hechas! - Les recriminó él con pitorreo para proponer. - Anda, mirad como me entreno  a ver si os animáis.



            Las tres decidieron ir a ver. Kerria y Sam miraban asombradas como el chico evolucionaba casi más rápido de lo que podían seguirle con la vista. Tenía mucha fuerza, estaba claro que llevaba la sangre de los guerreros del espacio. En ese momento llegaron su abuelo y su abuela y se sumaron al público.



- A ver Brian, concentra tu energía. - Le pidió Roy. -



            El chico lo hizo, provocando temblores en el suelo del gimnasio e incluso consiguiendo que se levantasen algunos baldosines. Paró para evitar destrozarlo todo y preguntó.



-¿Qué te parece, abuelo?, esto no es ni la décima parte de la fuerza que puedo llegar a desarrollar.

- Ya me superas con mucho, Brian. - Sonrió el interpelado orgulloso de ello, para declarar. - Te has convertido en un chico muy fuerte.

- Es cierto,- convino Bertie agregando. -Y muy atractivo, además tienes una novia preciosa, que seguro se enfadará si no terminas de entrenar y te duchas enseguida para salir con ella a dar una vuelta. ¡Lo sé por propia experiencia, yo me enfadaba mucho con el tonto de mi entonces novio! - Sonrió en tanto su esposo la acurrucaba cariñosamente con uno de sus brazos.-

- Es verdad. - Admitió su nieto. - Ya voy - y desapareció con tal rapidez que no pudieron ni verle, al cabo de tan sólo quince minutos reapareció arreglado afirmando con satisfacción. - Ya estoy listo.



            Lucía una chaqueta oscura, camisa blanca y unos pantalones azules. Mimet, que llevaba un vestido blanco, también estaba muy bonita y elegante.



- Estáis muy guapos los dos. - Sonrió Kerria que les instó con jovialidad -¡Idos a divertir por ahí!



            La pareja de muchachos asintió. Brian le preguntó a su novia.



-¿Dónde te apetecería ir?

-No tengo ninguna preferencia significativa.- Replicó ella.-

-¿Damos un paseo en moto?- Le ofreció él con una sonrisa.-

-Sí, eso está bien.- Asintió la muchacha mimetizando aquel gesto.-



En verdad le gustaba ir con Brian en ese vehículo tan antiguo pero útil. Su novio le decía que le encantaba ir en motocicleta porque eso le hacía sentir libre. Aunque Mimet no llegaba a comprender el porqué. A fin de cuentas él era capaz de volar y de desplazarse mucho más rápidamente por sus propios medios que usando esa máquina. Supuso que sería una de esas cosas que quedaban fuera de su entendimiento.



-Id con cuidado.- Les recomendó Bertie.-

-Y no os olvidéis los cascos.- Añadió Kerria.-

-Claro que no.- Convino su nieto e hijo respectivamente.-



 Pero, en ese instante, una luz se materializó en medio del gimnasio. Todos se preguntaron que podría ser hasta que Brian, muy animado durante todo el día, tornó su expresión de risueña a grave y dijo con tono serio.



- Ha llegado el momento. Asthel nos llama, debemos partir.

-¿Partir? - Inquirió Sam sorprendida. - ¿Hacia dónde?

- Tenemos que comenzar un importante viaje. - Le respondió Mimet, con su tono controlado, serio y analítico que cuadraba perfectamente en esta ocasión. -No sé hasta donde nos llevará, pero debe ser así. Y no será en motocicleta.

- Me cambio enseguida. - Añadió Brian no sin pesar. -



Al momento se despojó de su chaqueta, camisa y pantalón y en su lugar se enfundó su traje de combate, el que guardaba para alguna ocasión especial, que ya había llegado al fin y asimismo tomó una mochila en la que llevaba diversas cosas, una bolsita de alubias entre ellas. Mimet, se metió en una habitación y allí se cambió también, con un atuendo más funcional, que siempre llevaba previsoramente en su maleta.



-¿Cuándo volveréis? - Les preguntó Kerria visiblemente preocupada. -

- No lo sé, mamá Ky. - Contestó Brian con voz queda. - Ni siquiera sé si volveremos.



Tanto Sam, como Beruche y Kerria, escucharon estas palabras con miedo y gran inquietud.



- ¡Pero Brian! - intervino su abuela con la lógica preocupación. - Si es tan peligroso no vayáis.



            Sin embargo, antes de que el muchacho pudiese replicar, Roy intervino con voz seria y al tiempo, nostálgica y emotiva.



- El muchacho debe ir, es algo que le aguarda incluso antes de que naciera. Todos sabíamos que nuestras vidas, lo que hemos hecho, lo que vivimos, todos nuestros sufrimientos y alegrías, esperanzas y anhelos, conducían hasta aquí. Lo vi hace muchísimo tiempo. Yo era muy joven y no lo entendí. Pero ahora, viéndote así hijo, y a ti, Mimet, recuerdo a esos muchachos de mi visión. La que tuve en el Rincón del Alma y del Tiempo. Este momento era inevitable y a la vez preciso. Id chicos y seguro que Dios os acompañará, al igual que nosotros con nuestros corazones. ¡Mucha suerte!

- Gracias abuelo - Repuso Brian visiblemente emocionado para asegurar. – Te prometo que no te defraudaremos. Muchas gracias por cuanto me has enseñado.

- De eso estoy seguro. - Le respondió Roy dándole un fuerte y cariñoso abrazo. –Cuídate muchacho, cuidaos mucho los dos.



Kerria se abrazó también a su hijo sin poder evitar llorar, pidiéndole emocionada.



-¡No nos olvides cariño, recuérdanos siempre!



Brian asintió también con algunas lágrimas, replicando.



-Lo haré, por favor, gracias por ser tan buenas madres. Despedidme de papá y de Cindy.



Después fue Samantha la que pudo agregar con esa misma emotividad.



-Nosotros nunca dejaremos de pensar en ti y en los demás.

-Os llevaré siempre conmigo, vaya a donde vaya. – Le prometió el chico dándole un afectuoso beso en la frente y un sentido abrazo, igual que hizo con su otra madre. -



Finalmente fue Bertie la que, tomando con delicadeza el rostro de su nieto entre sus ya, envejecidas manos, le susurró.



-Ahora vas a acometer tu propia aventura, cariño. Ten valor y sobre todo, quiere a Mimet y cuídala.  Dale muchos recuerdos a Asthel, a Maray y a los demás. Pues desde hace mucho sé que sois muy especiales. Y tú, - añadió tomando las manos de la muchacha entre las suyas. – Cuida bien de él. Ya comprendes a lo que me refiero.



Y en esta ocasión, por sorprendente que pudiera parecer en ella, la chica asintió para replicar.



-Sí, lo entiendo. Por favor, díganles a mis padres y a mis abuelos que en todo lo que yo puedo sentir y valorar, les quiero.

           

    Bertie y Roy asintieron con una sonrisa. Fue éste último quien a su vez recordó.



-Este destino venía ya trazado incluso en las cartas de mi abuelo Harry. ¿Recuerdas cubito?

-Sí.- Asintió su esposa.- Todo ha cobrado sentido ahora…



Kerria y Sam no comprendieron eso último y se abrazaron de su hijo, pese a sus rostros llorosos sonrieron llenas de orgullo y amor hacia el chico y también con afecto hacia esa muchacha. De hecho, Mimet recordaba esas mismas expresiones pocos días antes de aquella partida. Cuando Brian y ella llegaron a Nueva York. Hacía mal tiempo, pero pese a todo, aterrizaron sin dificultades en el JFK y tras tomar un taxi se plantaron en la casa de los Malden. Fue Kerria quien les abrió.



-¡Hijo!- Exclamó con visible alegría.-



            Brian se abrazó a ella  e incluso la levantó en volandas girando con idéntica felicidad.



-¡Para que me vas a marear! - Exclamó su madre entre risas.-

-Ya tenía muchas ganas de verte. ¡Mamá Ky - Afirmó  él con gran entusiasmo. -



            Mimet observaba con expresión que podría asimilarse a la curiosidad. No podía llegar a comprender esas reacciones. Supuso que su novio estaba muy contento de volver a ver a su progenitora, aunque las probabilidades de que eso aconteciera, yendo a la casa donde ésta vivía eran casi del cien por cien. De modo que él ya habría dado por hecho que se encontrarían.



-Bueno, no era un acontecimiento al azar. O con escasas posibilidades de ocurrir como cuando eres agraciado con algún premio de lotería. Quizás la alegría no tenga entonces porque ser inversamente proporcional a las probabilidades matemáticas.- Dedujo la joven.-



Al poco y tras saludarla también a ella, la anfitriona les invitó a entrar, el cielo estaba muy encapotado y amenazaba tormenta. Una vez en el interior, apareció Samantha. El chico dio las mismas muestras de afecto, levantando una vez más en brazos a su otra madre que hasta dio un divertido grito. Luego llegaron sus abuelos con los que estuvo igualmente cariñoso aunque más comedido.



-¿Qué tal el viaje?- Quiso saber Roy tras abrazar a su nieto.-

-De maravilla. El avión estuvo bien, pero yo hubiera preferido venir volando. – Le confesó.-

-No comprendo.- Intervino Mimet, alegando.- Hemos venido volando.

-Me refiero a haberlo hecho por mis propios medios.- Sonrió él guiñándole un ojo para solaz de todos.-

-¿Tienes alguna irritación ocular?- Quiso saber la chica.-



            Eso hizo prorrumpir en risas al resto que ya conocía la peculiar manera de ser que la chica tenía.



-No querida, seguro que Brian está perfectamente.- Pudo decir Sam, una vez que fue capaz de contener la risa.-



            Aunque una llamada captó entonces la atención de todos. Era una conexión de urgencia, Roy enseguida contestó.



-¿Sí? Diga. ¿Qué ha pasado?...¿qué?....Sí claro, haremos lo posible. ¿Podrían darnos más datos?



            Y ante las caras de curiosidad del resto, una vez cortó la comunicación, Roy les contó.



-Hay un avión averiado, al parecer ha perdido un motor debido a un rayo. Venía de Francia y apenas sí le queda combustible.

- Son aproximadamente siete horas y quince minutos de vuelo.- Apuntó Mimet, explicando.- Con la pérdida de un motor y el depósito casi vacío, las probabilidades de accidente son muy elevadas. No sería capaz de calcular el porcentaje con exactitud al carecer de datos precisos, pero estimaría que supera el setenta por ciento.

-Hay que hacer algo.- Dijo Brian, mirando ahora a su abuelo.-



            Roy sonrió levemente para preguntarle a su nieto, ante el estupor del resto.



-¿Recuerdas la película clásica de Superman, cuando sucede algo parecido? Pues ya sabes lo que has de hacer.

-¿Crees que podré?- Inquirió a su vez el chico con expresión dubitativa.-

-Creerlo no, estoy seguro.- Afirmó animosamente su abuelo.-

-¿De qué estáis hablando?- Quiso saber Kerria.-

-Voy a ayudar a esa gente, mamá Ky.- Repuso su hijo, afirmando con voz segura.- Debo hacerlo.

-Ten cuidado cariño, eso es muy peligroso.- Intervino la concernida Samantha.-

-No para él.- Aseveró su suegro quien no obstante, le pidió al chico.- Llévate esto, lo necesitarás.



            Y Roy fue hacia un cajón que había en uno de los muebles del salón, lo abrió y le entregó a su nieto una especie de visor con un pequeño micrófono incorporado.



-Así estaremos en contacto, por si tienes dudas, Brian.- Le dijo su abuelo, comentando al resto.- Una baratija de la Masters Corporation que el principito me regaló hace años por mi cumpleaños. Imitación muy buena de un visor de combate saiyajin. Incluso con características mejoradas.



            El chico se los puso. Tras probar su funcionamiento todo estuvo listo. No tardó en salir al jardín y elevarse volando a gran velocidad, en medio del aguacero que se había desatado.



-Tengo la certeza con un noventa y ocho por ciento de probabilidades de conocer su plan, señor Malden.- Declaró Mimet, añadiendo.- Basándome en la escena de la película que alude. Superman, The Movie, de mil novecientos setenta y ocho, donde el héroe de Kriptón ayuda a un aeroplano que pasa por un trance prácticamente idéntico al que nos ha descrito.

-¿Y qué plan es ese?- Preguntó Bertie, tratando de recordar, puesto que ella misma vio esa película hacía muchos años y su memoria, pese a ser buena, no llegaba a acordarse de esa escena.-

-A buen seguro que Brian intentará suplir el motor averiado sosteniendo e impulsando el avión en su lugar.- Conjeturó la joven.- Aunque deberá tener cuidado y aplicar la fuerza adecuada en el ala, o podría destruirla e incluso dañar el fuselaje. Es más, aquella película tenía un grave error en ese aspecto. Esa zona no sería, desde el punto de vista de la ingeniería aeronáutica, la parte más adecuada para ejercer dicho empuje. - Advirtió con tono desapasionado, para aclarar.- Podría partirse fácilmente y ocasionar una entrada en barrena del aparato que lo haría virtualmente imposible de controlar.

-¡Eso sería terrible!.- Exclamó Samantha con evidente temor.-

-Papá, esto no es una película.- Le censuró Kerria al veterano guerrero.- Puede que Brian haga más mal que bien sin pretenderlo. Y eso sería mortal para todas las personas que viajan en ese avión y  horrible para él. Jamás podría olvidarlo. No quiero que tenga un trauma así para toda la vida.



  Roy escuchó con atención a su hija. Empero, no pareció mostrarse inquietado por eso y contestó con tono seguro.



-Por eso le di esos transmisores. Llevan también una cámara y un escáner. A través de ellos, podrás comunicarte con él, Mimet, y darle instrucciones. Tú eres la única que puede indicarle el modo de salvar a esas personas con total exactitud y sin titubeos.

-No sé que instrucciones podría darle.- Opuso ella.-

-Por ejemplo, basándote en el peso y la velocidad de ese avión, la fuerza del viento y la altitud. El Servicio de emergencia del UNISON, que es quien ha contactado conmigo, los enviará. Estoy convencido de que, una vez informada, serás capaz de orientar a Brian para que ayude a esos pilotos a aterrizar sin demasiados daños. Indicándole por ejemplo, dónde debe ponerse para elevar el avión y qué fuerza ejercer.

-Ya le entiendo, señor Malden.- Asintió la muchacha.- Eso sí podría funcionar.



            Y así era. Mimet comprendió la estrategia enseguida. Brian pudo comunicar con ellos y, tras transformarse en super saiyajin, preguntar en tanto se aproximaba a ese aparato a gran velocidad.



-¿Por dónde tengo que sujetar esto?



Por fortuna le dio tiempo a llegar en el momento justo dado que el avión comenzaba a perder altura peligrosamente. Y es que, tras la destrucción de ese motor, otro más de esa misma ala había dejado de funcionar y las cámaras del visor, pudieron grabar como perdía combustible a través de una fuga.



-Tras ese nuevo percance, ese avión se estrellará sin duda.- Valoró Mimet tras recibir aquella cascada de datos prometida y analizarlos con gran celeridad, explicando a los allí presentes.- Únicamente tiene dos motores en el ala de babor funcionando. Y con el combustible que está perdiendo y a juzgar por su trayectoria de destino, debe de estar casi sin reservas.



            El muchacho aguardaba instrucciones, pero la situación se agravaba por momentos, aquel enorme aeroplano comenzaba a caer, inclinándose peligrosamente hacia el morro. Apenas tenía ya combustible para que los otros dos motores funcionaran.  Al fin, Mimet, tras escrutar los datos y hacer rapidísimos cálculos mentales, le indicó.



-Debes sujetarlo por debajo del fuselaje, justo entre las ruedas del tren de aterrizaje trasero.



            Brian así lo hizo y tras recibir instrucciones más precisas por parte de su novia sobre la fuerza y la inclinación que debía mantener, ese avión comenzó a enderezarse. Al fin, el joven permitió que los pilotos pudieran bajar el tren de aterrizaje y aprovechando la inercia del avión y la sustentación adicional que él aportaba, los profesionales lograron hacer un aterrizaje sin más problemas. Al poco, las noticias se hicieron eco de aquel extraordinario suceso. Tras poner la holo tele todos en la casa observaron llenos de orgullo y alegría.



-Al parecer, el avión siniestrado estaba a punto de estrellarse cuando la oportuna aparición del Guerrero Dorado lo impidió. -Informaba el locutor.-

-¡Ha sido un milagro! - Exclamaba uno de los pasajeros tan pronto hubieron salido y declararon para los medios.-

-¡Dios bendiga al guerrero Dorado!.- Sollozaba una emocionada mujer de cierta edad.-



      También pudieron ver a una joven madre descendiendo de la escalinata del aparato y llevando en brazos a un bebé. Las cámaras enfocaron a aquel fabuloso guerrero que brillaba de un modo cegador, agitó su mano despidiéndose de la gente que , en respuesta, le ovacionó. Después se alejó volando a una enorme velocidad, siendo perdido de vista hasta por los más potentes teleobjetivos.



-Allí se aleja nuestro héroe, el Guerrero Dorado que lleva tantos años apareciendo cuando hay alguna amenaza o peligro.- Narró el comentarista, sentenciando.- Nuestro mundo es un lugar más seguro gracias a él y a otros luchadores por el bien, como las Justicieras.



Las que también lloraban sonrientes y abrazadas escuchando aquello eran Kerria y Sam, Roy pudo decir entonces con un tono lleno de emoción que no podía ocultar su gran orgullo.



-Ese es vuestro hijo. El niño que habéis criado.

-Es un héroe, como lo han sido su abuelo, su madre y su tía antes que él. – Afirmó Beruche, quien, con evidente aprobación y alegría, agregó dirigiéndose a Mimet.- Y tú también, querida. Mi nieto no lo hubiera logrado de no ser gracias a ti.

-Es cierto, le agradezco sus palabras.- Asintió la chica, eso sí, sin ápice de complacencia.-

-Tú sabias esto. ¿No es cierto, papá?. Estabas convencido de que Brian y Mimet, combinando sus habilidades, podrían resolver la situación.- Sonrió Kerria.-

-Hija, tengo mucha experiencia y si algo he aprendido es a trabajar en equipo. Recuerda que he sido entrenador.- Afirmó éste con visible satisfacción, y añadiendo aún con mayor dosis de orgullo y afecto.- Y he luchado codo con codo con grandes amigos y compañeros en muchas batallas. Lo mismo que tu madre y tú.



Las aludidas asintieron. Al poco Brian retornó, el chico pese a todo parecía algo apurado cuando dijo , entrando empapado en la casa y sin brillar ya como un super saiyajin.



-¡Vaya! Ha sido más difícil volver sin que me viesen que ayudar a aterrizar a ese avión.



            Sus madres y sus abuelos le abrazaron enseguida, repitiendo una y otra vez lo orgullosos que estaban de él. El azorado muchacho sonrió y después añadió con modestia.



-De no ser por Mimet jamás lo habría logrado. Ella me dio todas las indicaciones.

-Sí, es cierto. ¡Eres un genio! - La halagó Samantha.-

-Y los dos os compenetráis de maravilla.- Aseveró Kerria a su vez, añadiendo.- Tal y como tu abuelo supo enseguida. Hacéis una magnífica pareja, en todos los sentidos.

-Escuchad que canción han puesto en la holo tele para celebrar vuestro rescate.- Sonrió Roy, agregando entre visiblemente contento y lleno de satisfacción y orgullo, al remachar.- Ni yo la hubiera escogido mejor.



Y con imágenes de fondo de aquel increíble rescate, todos pudieron escuchar aquel antiguo tema.



Eran tiempos duros y yo corría
Podía sentir que se acercaba mi oportunidad
Otro momento, otro lugar
Una almohada llena de lágrimas heladas.



Veo las puertas,
Una luz a lo lejos
Me mostraba la salida hacia mi deseo
Me rindo, mi corazón es para ti,

Porque estoy solo y me siento triste
Se que nunca moriré de amor
Pero nunca tendré bastante
Oh, no tengo tiempo que perder.

En mi camino
Hacia el avión
Camino de mis sueños rotos.
Mi camino
Hacia el avión
Como en la escena de una película antigua.

En mi camino
Hacia el avión
Me devuelve a los sueños que amé.
Sólo los buenos chicos ganan en las películas
Pero de momento cariño, tengo bastante.

(El camino está cerrado, está cerrado para siempre)

El amor puede crear malentendidos
Pero mi corazón pronto aterrizará
Otro amor de alas doradas



Oh, te compraré anillos de diamantes
Esperándote en un solitario arco iris
Te haré señas mágicas cuando llegue
He roto con todo, mi corazón para ti.

Porque estoy solo y me siento triste
Se que nunca moriré de amor
Pero nunca tendré bastante
Oh, no tengo tiempo que perder.

En mi camino
Hacia el avión
Camino de mis sueños rotos.
Mi camino
Hacia el avión
Como en la escena de una película antigua.
(Pero lo sabes, si lo sabes, que  puedes cambiarlo)




(Jet Airliner, Modern Talking. Crédito al autor)



            Siendo testigo de aquello y tras escuchar esas alabanzas con esa canción de fondo, la propia Mimet experimentó algo que no era capaz de explicar, una especie de sensación de aprobación por el deber cumplido, de pertenencia a un grupo. Ahora, rememoraba las cariñosas expresiones de la familia Malden y la tristeza y al tiempo el orgullo de las madres y los abuelos de Brian cuando les dijeron adiós. Así, tras esa emocionante despedida de todos sus familiares, Brian y Mimet cruzaron la luz que había tomado forma de una estrella. De pronto se encontraron junto al resto de sus compañeros...



- Sería algo estupendo si fuéramos capaces de volver– dijo entonces ella saliendo de esos recuerdos en tanto los analizaba. - Ahora que sé lo que se siente al añorar a los seres queridos. Es una sensación de pérdida que no se puede reparar o compensar. Y es algo al tiempo extraño y fascinante. Les recuerdo, cierro los ojos y puedo oírles, sentirles, verles incluso. Y sin embargo, no están aquí. Ahora, lo que sería prioritario para mí, tanto como nuestra propia misión, sería volver a ver a mis padres, de los que ni siquiera pude despedirme, y a tu familia.

- Lo haremos. - Le aseguró Brian con renovada moral,- ¡ya lo verás, todo saldrá bien! Ya nos lo dijeron, los dos juntos hacemos una estupenda pareja. Y ahora además, no estamos solos. Contamos con la ayuda de buenos amigos. ¡Triunfaremos!



            Su novia asintió con el propósito de que así sería, hasta entonces todo había ido bien y ya llevaban superada al menos la tercera parte del camino. De todos modos, incluso ella pensaba que, en este tipo de cosas, las previsiones estadísticas no valían. Y deseaba con todas sus fuerzas, si es que podía usar el término desear, en lugar de una más fría y científica expresión, intentar alcanzar un objetivo, el poder experimentar sentimientos con la misma intensidad que el resto de sus compañeros.  En eso meditaba cuando Asthel se acercó a ella y a Brian.



-¿Qué pasa con vosotros? ¿No tenéis hambre?

-Un poco bastante, sí.- Sonrió él.-

-Defínete.- Le pidió la muchacha.- O es un poco o bastante.



            Brian y su primo sonrieron. Asthel les ofreció entonces un par de alubias.



-Con estos estaréis alimentados para unos días.- Afirmó.- Comeos una cada uno.



            Así lo hicieron y en efecto se notaron saciados. Mimet desde luego no entendía como era posible tan eficacia vitamínica y nutricional concentrada.



-Teniendo muchas de éstas, podremos pasar muchos días sin comer otra cosa.- Afirmó la muchacha.-

-Pese a todo, hemos de racionarlas. No sabemos durante cuanto tiempo estaremos aquí.- Comentó más seriamente Asthel ahora.-

-Así es. Y para nosotros los que tenemos sangre saiyajin, al ser nuestro metabolismo más elevado. No tienen el mismo efecto.- Secundó Brian.-

-Ya nos preocuparemos por eso más tarde.- Respondió su primo que le sugirió.- Deberíais dormir un poco. Descansar es importante. Luego ya proseguiremos.

-Si es que decidimos hacia donde.- Comentó su contertulio.-

-Lo mejor es intentar tomar una referencia y triangular la posición.- Determinó Mimet, quien enseguida tuvo que corregirse al objetar.- De haber tenido estrellas y constelaciones reconocibles, o el sol, podría hacerse. Pero aquí admito que no tengo elementos para orientarme.

-No te preocupes por eso ahora y trata de dormir. Tú también Brian.- Les aconsejó nuevamente Asthel.-



Los dos estuvieron de acuerdo en eso. Mimet tardó un poco más en dormirse que el resto del grupo, estaba considerando el problema de los víveres.



-A partir de aquí nuestra ruta es desconocida para todos. Y será imposible determinar dónde y como avituallarse. Pese a nuestras capacidades todos necesitamos comer. Seguimos siendo seres vivos. Y ni con todos mis conocimientos puedo encontrar una solución. - Reflexionaba.-



Aunque no era únicamente eso lo que la mantenía despierta. Tenía además una sensación extraña. Le pareció como si alguien la llamase. No quería ir a mirar pues a su alrededor el paisaje no experimentaba ninguna variación, pero esa voz que estaba metida en su cabeza seguía llamándola. La joven al fin, no pudo resistir más la curiosidad, cosa extraña en ella y anduvo hacia donde le pareció que debía de provenir la voz. A poca distancia de donde se encontraba el grupo podía ver una colina de suave altura. Era raro pues nadie la había visto con anterioridad y estaba dentro del campo de visión normal. Subió por ella para tener una panorámica mayor de la extensión que la rodeaba. Al llegar arriba y mirar hacia el otro lado, lo que vio debería de haberle parecido asombroso, o al menos, tal y como ella lo entendía, muy poco usual.

           

-Esta topografía es realmente rara. No recuerdo haber visto nada igual antes. De hecho el terreno estaba llano en varios kilómetros a la redonda…- Pensó tratando de encontrar una explicación.-



            Más allá de la colina se alzaba un edificio de varias plantas, parecía cualquier edificación terrestre de finales del siglo veinte. Mimet pensó en volver para decírselo a sus amigos pero algo la empujaba a bajar y acercarse hasta allí. Conforme andaba descendiendo la colina hacia allá le pareció escuchar unas voces. Algunas le sonaban familiares, llegó ante una puerta que abrió sin dificultad y penetró en el interior…



-¿Hay alguien?- Quiso saber casi por educación, aunque enseguida se percató de su error, pensando.- No debí descubrir mi presencia. En este sitio la probabilidad de que haya alguien amistoso es muy exigua.



            Aunque quizás pudiera tratarse de esa tal Mireya, que era su única aliada. Por eso, y pese a tal altas probabilidades en contra, Mimet decidió que tenía que intentarlo.



-Mejor una posibilidad entre un millón que cero.- Se dijo apelando a la lógica.-



Ajeno a todo el deambular de su novia, Brian dormía y tuvo un sueño, en él una atractiva mujer le sonreía.



-¿Quién eres? - Quiso saber el chico. -

- Me llamo Mireya. - Respondió con un susurro aquella hermosa individua de pelo rubio trigueño y ojos verdes. -

-¿Eres tú? ¿La diablesa de la que nos hablado que mora en este círculo? ¿Qué deseas de mí? - Inquirió el muchacho. -



            Para su sorpresa y horror, aquella mujer se transformó efectivamente en un demonio exhibiendo dos largos colmillos y unos ojos color rojo rubí. Instintivamente él se puso en guardia, pero ella le tranquilizó diciendo.



- Soy una diablesa del cuarto círculo, pero no debes temerme. Daila se comunicó conmigo y me lo ha explicado todo. Verás, hace muchos años yo protegí y velé por tu abuelo Roy, él sólo era un muchacho entonces. Ahora vengo para ayudarte a ti y a tus amigos.

-¿Cómo sé que puedo fiarme de ti? - Contestó Brian con tono escéptico. -

- Lo sabes. – Le aseguró ella con una sonrisa. – Solamente debes confiar en tu instinto…



Y por extraño que le resultase Brian sintió que efectivamente algo dentro de él le decía que confiara en aquella visión. Entonces, ella añadió.



- Deberás tener cuidado,- le previno la diablesa desvelándole con tono más inquieto. - Tu novia Mimet ha sido capturada por las fuerzas del mal que pueblan esta parte del cuarto círculo. Yo no puedo más que introducirme en tus sueños, pues me eliminarían de ser descubierta. Para que me creas te diré que yo fui la maestra de Ruwoard y Daila y que mis ideas fueron compartidas por la abuela de Granate, ILaya. Al menos cuando ella misma se dio cuenta de la verdad en el mundo de los humanos y conoció el amor.

-¿Qué debo hacer entonces? ¿Cómo la liberaré? - Quiso saber el chico muy preocupado. -

- Ella vendrá a ti, no será la misma, pero  pese a todo deberás mostrarle tu amor para ayudarla. Sólo eso te puedo decir y una cosa más, joven Brian. Si salís con bien de éste, en el próximo círculo serás tú quien deberás enfrentarte a una dura prueba. Recuerda que la mejor manera de conseguir el perdón está en perdonarse primero uno mismo. Ahora debo dejarte. Mi tiempo se ha terminado.



            Antes de que su interlocutor pudiera replicar aquella mujer desapareció. Él se despertó abriendo lentamente los ojos, pensando aun en aquel extraño sueño y preguntándose si de verdad sería cierto todo aquello.



-¿Mimet?- Preguntó al notar el hueco vacío donde se suponía que debía estar durmiendo su novia.- ¿Dónde estará?...



            Los demás se despertaron para continuar, pronto advirtieron también la falta de su compañera. Se preocuparon mucho pues no veían a donde habría podido ir.



-Siendo un lugar desconocido y estando sola no comprendo como ha podido irse.- Afirmó una concernida Maray.-

-Desde luego que eso no casa para nada con su forma de ser. Ella es lógica y analiza todo.- Añadió Fiora, asimismo inquieta por su compañera.-

-En tal caso, quizás no se haya ido por voluntad propia.- Conjeturó Granate.-

-Iré en su busca.- Afirmó rápidamente Brian, alarmándose aún más al escuchar eso.-

-Iremos todos.- Añadió su primo, alegando con buen criterio.- No es prudente separarnos.



Empero, no sabían hacia donde encaminarse. Fue en ese momento cuando Alusa y Minara notaron cierta aura hacia la parte de la extensión que se situaba justo delante de ellos. Asthel trató de concentrarse para sentir la energía de su amiga pero no lo logró. Mientras, Diaval le dijo con cierta perspicacia, esta vez exenta de sarcasmo y llena de una buena dosis de reflexión, algo inusual hasta entonces en el saiyajin…



- Si tú eres capaz de cruzar dimensiones abriendo pasillos, podrías abrir uno que nos llevase hasta nuestra compañera. O incluso directamente hasta el noveno círculo, así nos ahorraríamos el viaje.

- Lo pensé. – Admitió Asthel. - Cuando íbamos a entrar en los infiernos, pero no pude hacerlo, algo muy fuerte bloqueaba cualquier intento que efectuaba...ahora me sucede lo mismo. Mi habilidad no sirve para tratar de localizar a Mimet.

-¿Qué es lo que te bloquea? - Le preguntó Minara. -

- No lo sé.- Repuso el interpelado encogiéndose de hombros, para agregar ahora con tono más convencido - pero ese algo no quería que lo hiciéramos de una forma tan fácil.

-Sí, percibo algo similar.- Comentó su hermana explicando al resto de sus compañeros.- Sea lo que sea, no debemos buscarla de esa manera.

- Dejaros ya de suposiciones, lo que debemos hacer es encontrar a Mimet. Corre peligro si está vagando por esos parajes sola. - Les recordó Alusa con el semblante inquieto.- A saber con quién o con qué se podría topar…



            Todos le dieron la razón y se dirigieron hacia el camino que escogieron las gemelas. Brian no decía nada pero estaba muy preocupado también, sobre todo cuando recordaba de forma vaga las palabras de aquella diablesa de sus sueños. Sin embargo, no lo comentó al resto pero deseaba que a su novia no le hubiera ocurrido nada realmente.



-¡Maldita sea! Tendría que haberme despertado.- Se culpaba con inquietud.-



            Entre tanto Mimet se encontraba en el interior de lo que parecía un laboratorio inmenso. A su alrededor veía innumerables probetas y tubos de ensayo que parecían contener miles de cultivos y enormes ordenadores que debían de estar efectuando millones de cálculos cada segundo. Mientras contemplaba todo esto con mucho interés, tratando de hacerse una idea de lo que podría ser, escuchó de nuevo unas voces. Por un lado una voz de hombre muy grave y que tenía un tono inquietante, la llamaba a ella.



- Mimette, te necesito....ven ahora.



            Ella se acercó hacia donde provenía ese sonido y entre la penumbra vislumbró el brillo de los cristales de unas gafas sobre un rostro que permanecía en la oscuridad. La extraña figura, alta y delgada, sostenía una de esas probetas en una mano y al parecer la miraba.



- Hola Mimette, me alegro de verte....ya iba siendo hora de continuar la misión que tu abuela dejó pendiente.- Declaró con voz gutural. -

-¿Misión?... ¿de mi abuela? No lo comprendo, ¿quién eres tú? - Quiso saber ella realmente sorprendida. -

- ¡Ja, ja, ja!,- una risa psicopática que inundó la sala de estruendosas carcajadas fue la única réplica inmediata. Cuando cesó la figura dijo de forma divertida. - Claro, ¿dónde tendré la cabeza? Se me olvidaba presentarme. Soy el Daimon Germanoid, al menos lo que de él queda. Cuando me aniquilaron en tu mundo me enviaron aquí para dejarme trabajar tranquilo.

-¿Al infierno? ¿Cómo es posible?- Le preguntó Mimet. – Un laboratorio en el Infierno no tiene mucho sentido lógico.

- Te equivocas, querida. Tiene todo el sentido. Estamos en el círculo del Conocimiento y de la Ciencia.- Le reveló el tal Daimon haciendo una siniestra y al tiempo cómica aclaración. - Ciencia maligna, pero ciencia al fin y al cabo... ¡ja, ja, ja, ja! Ya se sabe, nada es perfecto. Pero la parte buena es que tienes la eternidad para investigar y sin recortes de presupuesto.

-¿Por qué me has llamado? - Le inquirió Mimet que no se sentía nada cómoda en presencia de aquel ser. -

- Es natural que tú no lo sepas. Pero tu abuela Mimette hace años trabajó para mí, en un lugar parecido a este, ¿bonito, verdad? - Germanoid señaló con una mano la enorme extensión de probetas alineadas sobre una interminable mesa, añadiendo con tintes de enfermizo orgullo. - ¡Mírales, estos son mis hijos! Están esperando para volver un día al lugar del que fuimos arrojados y para eso te necesitamos a ti...

- No, me niego a colaborar con las fuerzas del mal. No sé quien eres pero seguro que nadie en el que se pueda confiar.- Repuso tajante Mimet.-



La joven se dio media vuelta y trató de marcharse abriendo la puerta pero ésta estaba firmemente cerrada. De nuevo escuchó la carcajada siniestra del daimon que se acercó pausadamente hacia ella.



- Me temo que, quieras o no,  tendrás que colaborar conmigo.- Sentenció con tono macabro.-



Y con una enorme fuerza incluso para las portentosas características físicas de Mimet, la sujetó de las manos y de uno de sus ojos pareció desprenderse algo que fue hacia ella.



-¡Déjame!- Chilló con un sentimiento y un terror que jamás pensó que pudiera expresar.-



La chica trató de evitar aquello pero, pese a su gran fortaleza, fue incapaz de hacerlo y únicamente pudo ver como esa especie de organismo se aproximaba, luego ya no sintió nada…



-Sí.. ¡Ja, ja, ja, ja! - Aseveró aquel individuo.- Ya he corregido ese pequeño problema tuyo, Mimet. Deberías al menos darme las gracias…



            Un rato después Maray, Alusa y Minara precedían la marcha cuando la mayor de las gemelas señaló hacia el este y dijo a todo el grupo.



-¡Eh, mirad allí!... ¡es ella!....- podía ver claramente a Mimet que deambulaba, al parecer perdida, por aquella vasta extensión -...



            Brian corrió a su encuentro y tras él todo el grupo, por fin llegaron junto a su compañera. Ella les miró algo desconcertada. Su novio enseguida le preguntó, bastante aliviado al menos, por haberla encontrado, pero realmente enfadado por el susto que les había dado.



-¿Por qué te fuiste? Sabes que es una imprudencia salir sola por aquí. Algún demonio pudo atacarte…

- Lo sé. Lo siento,- se disculpó ella de forma muy sumisa para agregar. - No sé por qué, pero me dieron ganas de recorrer esto.



 Las gemelas entre tanto observaban a su compañera y ambas se miraron  como si de ese modo estuviesen confirmando una suposición entre ellas.



- Oye Mimet. ¿Has estado en alguna parte? - Le inquirió Minara con aire perspicaz. -

- No, por lo que yo recuerdo he andado durante todo este intervalo de tiempo y el terreno siempre era el mismo. - Le respondió ésta. -

-¿Y de veras no recuerdas haber visto a nadie en todo ese tiempo? - Insistió Alusa con tono incluso desconfiado. - Te hemos buscado durante casi dos horas...

- No...Esto está desierto.- Repitió el blanco de esas cuestiones, añadiendo con bastante más inquietud  de la que solía demostrar. - La verdad, empezaba a tener miedo de no volver a veros...



Brian intervino entonces y les replicó a las gemelas algo molesto por aquella especie de interrogatorio.



- ¡Oh, vamos chicas, dejadla tranquila! Ha pasado por una experiencia muy desagradable, tiene que descansar un poco, ya le preguntaréis después.- Suavemente rodeó a su novia pasándole un brazo sobre los hombros  y le  musitó. - Vamos cariño.



Ambos se alejaron hacia delante. Minara entonces miró a su hermana y a Maray y les susurró con prevención.



- No me gusta esto, algo no va bien.

- Yo presiento lo mismo,- confirmó Alusa - a esa chica le ha ocurrido algo. Y ese algo no nos lo ha contado, estoy segura.

- Dejadla en paz por ahora, pero no le quitéis la vista de encima.- Les indicó Maray que a su vez agregó. -Yo voy a decírselo a Asthel, quizá él pueda averiguar lo que ha pasado.- Y después de que ambas gemelas asintieran, ella se alejó dirigiéndose a su hermano. -



            Mientras, Brian trataba de sonsacarle a su novia alguna cosa, pero ésta permanecía hermética. Fiora les llamó entonces para acordar hacia donde seguir. El muchacho fue al punto. Mimet a su espalda exhibía una sonrisa bastante inquietante. Cuando todo el grupo se reunió, acordaron seguir hacia delante, sin desviarse de la dirección que hasta ese momento llevaban. Esto último fue idea de Granate que lo justificó así.



- Según mis cálculos debemos de estar a punto de llegar al final de este círculo...

-¿Cómo lo sabes? -  Le preguntó Diaval mirando en todas direcciones para sólo ver arena y afirmar desconcertado.  - Esto es enorme y siempre se ve igual.

- Veréis,- explicó su compañero. - Los círculos infernales, según me explicó mi abuelo, son concéntricos. Es decir uno está dentro de otro.

-Entonces será más pequeño.- Afirmó Brian añadiendo con tono de obviedad.- Estaremos a punto de llegar a su límite.



            Pero Granate negó con la cabeza para replicar con un tinte de voz reflexivo.



-Eso es lo que podría parecer que, cuanto más exterior sea, mayor debería ser su tamaño. En una cosa tienes razón. Ya hemos recorrido casi tanta distancia como en el círculo anterior, luego deberíamos de estar muy cerca de la siguiente puerta... Pero no olvidéis que cada círculo es una dimensión distinta…

-¿Y eso qué quiere decir?- Quiso saber Diaval que permanecía cruzado de brazos escuchando todo aquello con suma atención.-

-Que todo dependerá más de nuestra voluntad que del plano físico.- Fue la respuesta de su interlocutor.-



Fiora sonrió de forma optimista para comentar.



-¡Qué bien! , eso significa que como todos deseamos salir de aquí lo antes posible y cumplir con nuestra misión, cada vez los recorreremos antes. Entonces en ese sentido será más fácil según los vayamos atravesando...

- No, eso no tiene que ver. - Rebatió Asthel que alegó contrariamente a la opinión de su compañera.  - Por desgracia me temo que no será así. Cada círculo al que llegamos será más peligroso que el anterior, sus moradores más poderosos y sus pruebas más complicadas. Lo que Granate ha querido decir es que se probará nuestra determinación.

-Así es. Por eso no debemos confiarnos.- Les previno el aludido. - Hay que cruzar los círculos lo más deprisa posible, encontrar las puertas y esforzarnos por abrirlas antes de tener que enfrentarnos con los moradores de cada círculo o subdivisión.

- ¿Subdivisión?- Inquirió Maray sin parecer comprender. -

- Mi abuelo también me dijo que dentro de los círculos hay algunas otras divisiones. Pero que estas sólo son accesibles en determinados lugares de cada uno. Es más, puede que hayamos traspuesto algunas de ellas sin darnos cuenta, a veces se ven de pronto en lugares donde antes no se había visto nada, el caso es que no se marcan tan claramente como las puertas. Pero no te preocupes por eso. Lo que nos interesa es pasar de un círculo al siguiente.



            Los demás escuchaban con atención mientras seguían andando hasta que por fin, un gran muro les cortaba el paso de lado a lado hasta donde la vista alcanzaba. Diaval miró hacia arriba y no podía ver el final....



- Esto debe de ser la frontera de este círculo.- Conjeturó el saiyajin que añadió. - Bueno, ahora sólo nos resta encontrar la puerta...

- Sí, pero, ¿hacia dónde estará?- Le inquirió Asthel que comentó algo inquieto.  - Podríamos ir hacia el lado equivocado y tardaríamos mucho en cruzarlo.

- Hasta ahora no habíamos tenido este problema.- Terció Maray declarando también con preocupación. - Siempre nos habíamos topado con la puerta.

- Eso es porque hasta ahora Granate nos mostraba el camino.- Indicó Alusa que les recordó. - Ya sabíamos todos que a partir de este momento vagaríamos por lo desconocido.



            Mimet escuchaba atentamente, se había mantenido al margen de aquella especie de debate y al fin, cuando el resto del grupo guardaba silencio tratando de decidir hacia donde iría, sugirió.



- Debemos ir hacia allí,- señaló confiadamente a su izquierda. - La puerta no estará lejos...

-¿Cómo sabes que es por ahí, Mimet? - Preguntó su novio con gesto de extrañeza. -

- Es una intuición,- sonrió la chica de forma poco natural. -



            Brian se sorprendió de que su novia tuviese intuiciones. Desde que la conocía ella no había usado nunca esa palabra. Supuso que quizá habría averiguado algo que era difícil o largo de explicar y que de esta manera ahorraba tiempo. Quizá lo matizaría después de encontrar la puerta. Dejó de pensar en ello y junto a los demás la siguió sin hacerse más preguntas.



-Bueno, tampoco tenemos mucho donde escoger.- Suspiró Granate, a lo que el resto asintió.-



            Al cabo de pocos minutos, efectivamente, la gran puerta apareció incrustada en el muro. Mimet la señaló ahora con una amplia sonrisa mientras era felicitada por el resto del grupo.



-¡Estupendo, ahora hay que saber cómo pasar! - Objetó Asthel. -

- Eso no será problema,- declaró ella aunque su tono de voz asustó a todos, era una voz grave y burlona. Mimet rio con grandes carcajadas mientras invocaba a algo o alguien. - ¡Venid a mí Espíritus de Daimon!



            Apenas había terminado de hacer su invocación cuando desde las alturas una especie de semillas cayeron. Rápidamente comenzaron a germinar. Rodeando al asombrado grupo se alzaron un montón de seres humanoides sonrosados con un sólo ojo y bocas enormes de expresión burlona....



- ¡Claro que pasaréis, pero poseídos por mis criaturas! - Vociferó la muchacha con una siniestra mueca de regocijo. -

- ¡Tú no eres Mimet! - La acusó Asthel señalándola con un dedo para preguntarle con tono imperioso. - ¿Quién eres tú?....

- Soy Germanoid.- Reconoció su interlocutor que añadió con entusiasmo. - Un viejo conocido de la abuela de Mimet. Estaba preso en una de las subdivisiones de este círculo que habéis mencionado. ¡Ahora y gracias a esta chica, por fin podré llevar a cabo mis planes!...

- No le hagas daño a ella, por favor, ¡déjala! - Le pidió Maray sintiéndose preocupada por el estado de su amiga. -

- Yo no le hago daño.- Sonrió el daimon a través de la chica -, ni tampoco os lo haré a vosotros, al fin y al cabo os he llevado hasta la puerta, eso era lo que queríais ¿no? Ahora la cruzaremos y después... ¡ja, ja, ja!

-¿Qué pretendes hacer?,- le espetó Brian enfurecido – habla. ¿Por qué necesitas el cuerpo de Mimet?...- su voz expresaba también nerviosismo y  mucho temor por el bienestar de su novia. -

- Ella es mi vehículo para salir de esta dimensión infernal. Cuando vosotros crucéis la puerta y salgáis de aquí hacia la dimensión terrestre.- Les explicó el Daimon. -

-¿Eres idiota o qué? - Le insultó Diaval que parecía más enfadado que asustado cuando opuso. -¡Es que no nos has estado escuchando, cretino? Esto no lleva a la dimensión terrestre, sino al siguiente círculo, ¡zopenco!



            La sonrisa de Germanoid se desvaneció y en la cara de Mimet apareció un gesto de contrariedad...



-¿Qué? - Exclamó negándose a creerlo. - ¡Mientes! , ésta es la salida, debe de serlo. Ya estoy  harto de estar preso en los infiernos, deseo volver y vengarme....

- Pues lo siento por ti, nosotros no vamos a salir de los infiernos, sino muy al contrario. Cada vez estamos profundizando más en ellos, estás un poco desorientado. - Le respondió Asthel con sarcasmo -...

- Entonces no me servís.- Escupió aquel enloquecido ser conminándoles a responder con voz totalmente psicótica. - A no ser que me digáis por donde se sale de aquí. ¡Vamos, decídmelo!

- No lo sabemos, aunque quisiéramos decírtelo no podríamos.- Repuso Minara con una mezcla de miedo e indignación. –



Aquel daimon hizo que el rostro de Mimet adoptase muecas de visible enfado y siseó…



-¡Maldición....entonces no me servís ya para nada! ¡Ahora acabaré con todos vosotros! Daimones, ¡atacad!



Los grotescos seres se abalanzaron sobre el grupo que comenzó a luchar por rechazarles. Las chicas, salvo la que estaba poseída por ese engendro, se transformaron en justicieras. Tanto Brian como Diaval se convirtieron en súper guerreros. Alusa y Minara a su vez sacaron parte de su fuerza y golpearon a los asaltantes combinando sus ataques de justicieras con sus poderes demoniacos. Sin embargo, los cuerpos de estos se doblaron como si de caucho se tratase sin sentir apenas el golpe. Diaval lanzó un rayo de energía contra uno de ellos partiéndole por la mitad. Hizo un gesto de victoria, pero para su sorpresa y horror, las mitades se regeneraron formando dos nuevos daimones que reían con un aullido pleno de locura...



-¡Oh, maldita sea!...- le gritó el saiyajin a los demás, advirtiéndoles - No les partáis por la mitad. ¡Se pueden regenerar!...

- Vale y entonces ¿cómo les eliminamos? - Preguntó Brian mientras golpeaba a otro daimon que se contorsionaba al acusar el golpe, pero que enseguida volvía a su estado normal. - Asthel, ¿a ti no se te ocurre nada?..



            Su primo tampoco sabía que hacer contra esos seres, no eran demonios, al menos en el sentido estricto del término, parecían más bien seres clónicos de laboratorio. Estaba tan desorientado como los demás. Mientras tanto Germanoid seguía riendo. En ese momento una imagen se materializó junto a Brian, era Mireya. La diablesa atrajo su atención y le dijo.



-Recuerda, trata de darle tu amor, es la única manera…



El chico la escuchó atónito pero enseguida asintió. Se acercó a duras penas lanzando lejos de sí a cuantos sirvientes del daimon  se cruzaban en su camino....



- ¡Mimet...lucha! - La espetó con toda su fuerza de convicción. - No dejes que ese monstruo te domine, lucha cariño...

- No servirá de nada. Su cuerpo y su alma son mías… ¡ja, ja, ja, ja!,...- repuso Germanoid con tono de suficiencia.-



Aunque de pronto su risa se acalló y comenzó a temblar. La voz de la muchacha volvió a escucharse.



- Brian, ¡ayúdame por favor!, su control es muy fuerte.- Le suplicaba ella con tono débil y balbuciente, lleno de angustia. -

-Vamos, Mimet, piensa en nosotros. ¡Quiero estar contigo!  - Replicó  el  desconcertado muchacho mientras golpeaba a otro par de sirvientes de  ese daimon que lo atacaban. – ¡Te quiero!…

- Eso es, - dale tu fuerza, ¡dale tu amor! – le indicó Mireya que ahora era visible para el resto que la observaban atónitos, eso sí, sin dejar de pelear contra sus adversarios. –

- ¡Maldita traidora! – Pudo sisear Germanoid por boca de alguna de sus criaturas. - ¡Morirás!

-¡Ayúdame Brian!...- suplicaba Mimet, no obstante su voz desapareció de nuevo ante los quejidos de aquel ser que la poseía. -

-¡Calla, eres una molestia!- chilló éste retomando el control. -



Por fortuna parte de esos monstruos trataron de atacar a la diablesa que se sonrió sin inmutarse, cuando estos llegaron prestos a golpearla sencillamente atravesaron la imagen. Maldiciendo su error se giraron para acometer a los muchachos, por fortuna al dejarse distraer por Mireya, habían dado unos instantes preciosos a Brian. Éste se aproximó  a Mimet sin saber lo que hacer. Recordó sus palabras y las de la diablesa del sueño y casi sin pensar la abrazó besándola en los labios de forma prolongada. Entonces el cuerpo de ella comenzó a agitarse, el chico se separó. Algo salió de la boca de su novia, era un ente monstruoso. Ni siquiera el muchacho pudo reprimir un gesto de asco.



-¡Joer!... y pensar que te acabo de besar, cariño.- Pudo decir haciendo una mueca para suspirar.- ¡Lo que hay que hacer por amor!



Una especie de enorme ser de un sólo ojo rodeado de tentáculos había escapado del cuerpo de la muchacha, ésta cayó al suelo inconsciente. Brian fue asaltado por dos daimons que le derribaron al suelo. Los demás seguían tratando de acabar con esas esperpénticas criaturas pero no sabían como hacerlo. Lo peor es que sus energías se debilitaban, progresivamente iban perdiendo terreno y siendo sujetados por los daimones que parecían absorberles sus poderes. Mimet por su parte seguía en un estado de seminconsciencia, mustiando…



-Ab…abuela…Ayúdame…



Recordaba esa conversación que mantuviera con ella, cuando ésta le reveló detalles de su antigua vida.



-Veras, cariño. - Le desveló la anciana.- Yo trabajaba para una asociación llamada Brujas Cinco. Éramos un grupo de chicas bastante competentes y muy brillantes en diversos campos de investigación. Teníamos en común el haber sido huérfanas y encontradas por la escuela Mugen. Al principio fuimos como hermanas. De hecho nos llamábamos así. Eudial, era la mayor y la que nos enseñó al resto muchas cosas. Se ocupaba de desarrollar tecnología y de diseñar aparatos. En mi caso era ayudante de informática y me ocupaba de programación. Luego estaba Tellu que era una bióloga bastante competente, Villuy que diseñaba software y Cyprine, junto con su gemela, Petirol que se ocupaban de los estudios de física aplicada… Todas estábamos bajo la tutela del doctor Tomoe.

-Sí. Creo recordarle. Es el padre de la tía Keiko…- Replicó su nieta.-

- Así es.- Asintió su abuela para proseguir.- Pero él sufrió un accidente durante un experimento y su primera mujer, que también era su ayudante, murió. Su pequeña hija Hotaru, que estaba con ellos, quedó muy malherida, al borde de perecer. Aquella explosión que se produjo abrió un pasillo a otra dimensión. Posiblemente de un espacio distinto. De él salió un ser maligno que le ofreció salvarle a él y sobre todo a la niña, si el profesor se dejaba controlar.

-Y él lo permitió.- Supuso la muchacha.- Para salvarse a sí mismo y a su hija. Es la conclusión más lógica.

-Así fue, cariño. El amor de los padres por sus hijos no conoce límites. Souichi se entregó a ese ente y nosotras también fuimos dominadas por la personalidad tan magnética de aquel ser. El profesor siempre fue un hombre bondadoso y amable, y, aunque controlado por el mal, nos trataba con mucha consideración. Pero nos volvimos ambiciosas y precisamente para ascender y ganarnos su aprobación comenzamos a conspirar unas contra otras. Debo decir que yo fui de las peores en eso…- Musitó la anciana bajando la cabeza al recordarlo.-  Recuerdo que teníamos la misión de capturar corazones puros. ¡Ay, hija!… tú hubieras sido un blanco perfecto para mí entonces…-remachó no sin consternación.-

-Pero cambiaste después. Me contaste como quedaste atrapada en el espacio virtual y como el abuelo Daniel te sacó…

-Es verdad. - Sonrió ahora su contertulia para afirmar.- Y debido en parte a eso acabé por enamorarme de él, Daniel lo hizo asimismo de mí y empezamos de nuevo. Gracias al Cielo y a las sailors encabezadas por la guerrera de la Luna, el doctor fue capaz de librarse de aquella maligna influencia y pudo recuperar su vida, casándose con Kaori, que fue su asistenta. Ella también provenía de aquel espacio tan extraño y  ajeno a la Tierra, la Nebulosa Tau. De hecho era una guerrera de allí. Vino supuestamente a servir al Daimon.  Pero se enamoró del doctor cuando él  salvó su vida…

-Al final todos fuisteis felices.- Declaró la joven Mimet.- Vuestra historia terminó bien.

-Afortunadamente para nosotros. Gracias a  Sailor Moon y las otras guerreras que nos dieron esa oportunidad. Y si algo aprendí de todo eso es que el amor a los tuyos y la generosidad para con los demás es lo más importante. Debes luchar por los que amas y por los que te quieren a ti. No lo olvides nunca, mi niña…Si así lo haces sacarás fuerzas de donde nunca creíste tener. Confía en mí.

-No lo olvidaré, abuela. Ya lo he memorizado. - Pudo sonreír débilmente la chica, como creyó que era apropiado hacer en esa situación para añadir.- Y confío en ti. Si tú lo dices será un hecho más que probado…



Su abuela sonrió tiernamente acariciándola el pelo. Sabía que su nieta trataba de ser amable.



-Estoy segura de que algún día lo experimentarás por ti misma. Solamente entonces lo comprenderás. -Le aseguró la anciana con gran afecto mientras le acariciaba una mejilla.-



Poco a poco Mimet salía de aquel recuerdo, luchaba por despertar. Entonces, como si de una señal de luz en medio de las tinieblas se tratase, recibió un mensaje telepático de Mireya al tiempo que veía materializarse la figura de ésta.



-¡Vamos, debes recuperarte!, debes salvar a tus amigos y al muchacho al que amas…

-Pero, ¿cómo lo haré?- replicaba la chica contemplando ahora a esa diablesa en aquel vacío de la inconsciencia. –

-Sabrás como hacerlo. El que te ha poseído ha dejado en ti la llave de su propia destrucción. – La instruyó su interlocutora, animándola. – ¡Ahora por la salvación de tus amigos y tu novio, despierta!



Y esas palabras fueron como un catalizador. La muchacha recobró el conocimiento y pudo ver la escena. Ajeno a ello el monstruo reía con estruendosas carcajadas por su horrenda boca mientras presenciaba el triunfo de sus creaciones. Mimet entonces se levantó trabajosamente y fue hacia él. Tomándole por sorpresa, de una bolsa que le había hecho portar aquel inmundo ser sacó una especie de pistola, apuntó a ese daimon y le dijo con fría cólera.



- ¡Ahora vas a pagar por lo que me has hecho a mí y a mis amigos!...- espetó ella que apuntó mientras remataba su frase. - Al poseerme has podido conocer mis pensamientos, pero yo también los tuyos. Esto es lo único que puede aniquilarte, por eso lo llevabas siempre contigo, ¿verdad monstruo desconfiado?, para que nadie lo tuviera salvo tú - y programó el arma con una determinada frecuencia en tanto apuntaba. -

-¡Noooo, no se te ocurra hacerlo! -  Aulló Germanoid que lanzó hacia ella sus tentáculos en un desesperado intento de impedirla disparar -... ¡Detente!



            Mimet, parecía temblar, pero recurriendo a su mucha calma y sangre fría, se dominó. Ni siquiera se inmutó ante los horrísonos chillidos de su enemigo. Sin vacilar apuntó y disparó una potente ráfaga de energía justo en el ojo de Germanoid que, soltando un  espeluznante chillido, explotó. Al momento sus daimons se deshicieron en polvo. Todos los miembros del grupo se pusieron en pie y mientras recobraban el aliento felicitaron a su amiga. Ella se dirigió al grupo explicándoles lo ocurrido.



- Era un ser atormentado y malévolo que provenía de una lejana galaxia. Mi abuela sirvió a sus intereses hace unos cincuenta años. Él creía que podría regresar a la Tierra para dominar el mundo. He podido conocer sus retorcidos pensamientos. También sabía cómo abrir esta puerta, pero no podía atravesarla por sí mismo. Al ser destruido en el plano físico cayó aquí en forma de ser inmaterial, eludiendo la zona de las almas perdidas...pero cometió un error, pensaba que era el acceso a la dimensión física, y en realidad es el camino al círculo siguiente - y sin más, se acercó a la puerta y tiró de una oculta palanca, al momento ésta se abrió - …

- Gracias Mimet, nos has salvado a todos.- Le agradeció Maray con una amplia sonrisa.-

- No fui yo sola. – Admitió la chica extendiendo el brazo e indicando con su dedo índice hacia su derecha. –



Todos se percataron nuevamente de la presencia de la diablesa. Mireya sonreía con expresión radiante viendo al grupo a salvo. Fue Brian quién le agradeció en nombre de todos.



-Te debemos nuestras vidas. Muchas gracias.

-Era mi deber. Tenía que seguir ayudándoos. – Afirmó su interlocutora que se aproximó al chico y también llamó con un gesto a Asthel y Maray, para decirles. – Os reconozco, siento en vosotros la sangre de aquel a quién fui  a la Tierra a proteger. Sois descendientes de Roy.

-Somos sus nietos. – Respondió Maray, no sin orgullo. -

-Sí- añadió su hermano que, consultando un momento su libro, agregó. – Tú eras Kelly Madison, ¿verdad? Esa mujer de la tienda esotérica.

-Así me hice llamar cuando adopte una personalidad humana, sí.- Les confirmó la diablesa. –

-Por lo que he averiguado, mi abuelo llegó  a quererte mucho.- Le dijo Asthel. – Incluso se enamoró de ti.

-Así fue. ¡Ojalá hubiese podido corresponder a su amor! – Suspiró su interlocutora declarando con voz queda. – Pero mi destino y el suyo no era ese. Él debía ser liberado de las fuerzas de la oscuridad. Con mi intervención se evitó que fuera poseído hasta el momento en el que debía conocer a su verdadero amor, vuestra abuela Beruche, y ser liberado definitivamente por ella y los demás amigos y compañeros que tuvo. Luego se enfrentó al mal y venció. El resto ya lo sabéis.

-Y ahora nos toca a nosotros culminar su labor. – Comentó Brian en un momento de perspicacia. –

-Sí, esa gran tarea que comenzaron nuestros abuelos y continuaron nuestros padres.- Puntualizó Maray. –

-Sigamos adelante entonces. - Les animó Asthel, dirigiéndose antes hacia la diablesa con una reconocida sonrisa. – Muchas gracias por tu ayuda. Jamás lo olvidaremos.  Y siempre te recordaremos con agradecimiento a ti, Mireya…Kelly…



Ella trató de acariciar las mejillas de los chicos, no obstante fue incapaz al ser solo una proyección. Así se lo manifestó.



-He recurrido a todas mis reservas de energía para aparecer ante vosotros, ya me queda poco, debo retornar a mi cuerpo. Pero soy muy feliz al ver la culminación de todos mis desvelos y la lucha que, tanto muchos de los míos como yo misma hemos librado, personificada en unos chicos y chicas tan valerosos y de buen corazón como los que forman vuestro grupo. Continuar con la misma determinación, pero tened mucho cuidado. A partir de ahora solamente contaréis con vosotros mismos. Más allá de aquí, lo que os aguarde es un misterio incluso para mí.

-Tendremos cuidado. Te prometo que lucharemos hasta el final por cumplir con nuestro cometido. – Replicó Asthel. – Ve en paz y cuídate…



Mireya sonrió de forma luminosa y plena en tanto su imagen comenzaba a desvanecerse. Finalmente, casi como un eco, el grupo escuchó sus últimas palabras…



-Soy muy feliz de haberos conocido. Cuando volváis a verle, dadle a Roy un beso de mi parte y decidle que siempre tendrá todo mi amor…No en la manera que él hubiera deseado, pero, le quise como si hubiera sido mi hijo…

-Lo haremos, muchísimas gracias por todo, amiga…-Repuso Maray con tono de afecto.-



Finalmente la diablesa desapareció, el grupo se quedó mirando al vacío que hasta hacía unos instantes esa silueta había ocupado. Fue Granate el que reaccionó primero indicando a sus compañeros.



-Debemos continuar…



Los demás convinieron en ello, y tras recoger sus cosas y recobrarse un poco de la batalla se dirigieron hacia aquella puerta. Mimet estaba también ordenando su equipo, cuando Brian se acercó a su lado, ella le sonrió de una forma bastante natural esta vez y dijo.



- Pude conseguirlo gracias a Mireya. Pero sobre todo a ti, te debo mucho, cariño. Tu ayuda ha hecho que me sienta más humana cada día, cada minuto que hemos pasado juntos...



            El chico sólo sonrió y ambos se besaron. Mimet notó con asombro como su corazón parecía abrirse inundándose de una sensación muy cálida, como si algo en ella se hubiera descongelado al fin. Le latía muchísimo más rápido de lo que era normal y adecuado para la escasa actividad física que estaba desarrollando. Además, un torrente de sentimientos desbocados que creyó hasta entonces no poseer la inundaba ahora. Su propio novio se extrañó, preocupándose incluso cuando acarició las mejillas de la muchacha y las sintió húmedas.



- ¿Estas bien?- .Se interesó Brian con inquietud. -

-¡Mejor que nunca! – Pudo decir ella con un tono por primera vez afectado por la emoción para agregar llena de alegría, en tanto sonreía. - ¡Por paradójico que parezca podría decir que en este lugar tan frío y lleno de maldad, he encontrado la humanidad que me faltaba!

-Tú siempre has sido muy humana, Mimet. - Le aseguró su novio volviendo a besarla con intensidad, a lo que ella respondió de igual modo abrazándose apasionadamente a él y tras aquella prueba de afecto, Brian, sentenció. – Únicamente te faltaba el saber cómo expresarlo. Y ya lo has descubierto.

- ¡Vamos parejita! - les llamó Diaval no sin humor y algo de impaciencia. - Debemos continuar, ya habrá tiempo para eso después. ¡O buscaos una duna y perdeos!…



Los otros compañeros se rieron, entre tanto ambos novios asintieron, Brian ruborizado y Mimet sintiendo un extraño calor en sus mejillas y una emoción que podría calificarse como de  ligera vergüenza. Aunque con todo se permitió sacarle la lengua a Diaval que la miró atónito. Más cuando la joven exclamó con tintes de total chanza.



-Mira que eres romántico… ¡así no vas a ligar mucho, grandullón!

-Mimet. ¿Estás siendo sarcástica?- Le preguntó su atónito novio.-

-¿Yo? No, ¡qué va!…Estoy siendo delicada, para no herir sus sentimientos.- Se rio ella, dejando sorprendidos y con semblantes risueños al resto.- No te enfades ¿eh Diaval?  Era una broma…



Enseguida éste esbozó una leve sonrisa y movió ligeramente la cabeza, dándose la vuelta y continuando con el resto, la joven también sonrió. Ahora se dio cuenta, había actuado sin pensar, sin saber exactamente por qué había hecho o dicho eso. Pero comprendiendo al fin con gran felicidad que no había sido más que un impulso, fueron sus emociones las que la habían guiado. De modo que, con los brazos entrelazados por las cinturas, ella y Brian se unieron al resto del grupo que les miraba divertidos. Por fin, todos cruzaron la puerta decididos a afrontar cualquier reto que el nuevo círculo les presentara. Aunque para Mimet, las cosas nunca volverían a ser ya las mismas. Ahora podría ver, sentir, padecer y sobre todo disfrutar de veras su propia humanidad. No sabía como habría sido eso posible. Quizás en ese laboratorio algún compuesto la afectó o puede que al expulsar a Germanoid una parte de su ser dormida hasta entonces reaccionase. El caso es que, por primera vez en su vida, no le importaba la causa. Solamente saber que desde ahora podría demostrarle a Brian todo su amor y al resto del grupo su amistad. Y de esta manera, tanto ella como el resto de los chicos, se adentraron en el desconocido Quinto Círculo…



-Pues no les ha ido tan mal. – Musitó Tom en tanto cerraba el libro dejándolo bien guardado y se decía con satisfacción.- Ni a mí tampoco desde que empecé a usar esto.- Remachó tomando su negra agenda y su pluma tan especial.-



Y es que en la Tierra, la Luna y Bios, había transcurrido más de un año desde la partida de los nueve. En ese tiempo el nuevo fenómeno de la canción, Tom Andrew Johnson había arrasado en las listas de éxitos. El chico estaba encantado. Tenía multitud de fans y por supuesto, llegó hasta a actuar en el Reino de la Luna. Ni siquiera la familia Real se perdió aquello. Más si cabe cuando el joven artista dedicó varias canciones de su recital a la hermosa princesa. Se mostró muy amable y cercano también con el público. Eso hizo que incluso en la Luna los súbditos adorasen más todavía a su familia Real.



-Si no lo veo, no lo creo. - Afirmaba Idina, invitada también a la actuación.- Ha sacado la voz de mi padre… Es realmente maravilloso, y no lo digo por ser hijo mío.

-Tienes toda la razón. - Sonrió Neherenia comentando al ver la expresión de su hija.- Oye, quizás tú y yo deberíamos empezar a pensar en los preparativos…

-¿Preparativos?- Se sorprendió su amiga.-

-¡La boda!- Rio Neherenia, que le explicó.- Lo cierto es que sé que mi hija, durante su estancia en la Tierra, se ha visto a menudo con tu chico. Ella misma me lo ha reconocido. Al principio como amigos, pero luego fue sintiendo algo por él. Cada vez más intenso. Ni ella misma se lo puede explicar. En fin, ¡ya sabes cómo es el amor! - Se sonrió la soberana.- Quizás se incubase cuando Alice vivió en vuestra casa…

-Pero… ¿tu hija no salía con Granate, el hijo de Sandy y Coraíon?- Se sorprendió Idina.-

-Sí, y lo pasó muy mal cuando él se fue…la comprendo. Tú sabes cómo me sentí yo cuando perdimos a tu primo. Pero la vida tiene que seguir. Ahora ella ha recuperado la alegría. Y eso me hace muy feliz. En cierto modo le pasó lo mismo que me ocurrió a mí. Mi hija ha vuelto a amar y a sentirse amada.- Le confesó Neherenia, afirmando.- Tanto su padre como yo la vemos más vital, entregada a sus deberes con devoción y esperando ver a Tom. Ha sido todo gracias a él. ¡Es un chico magnífico! y aquí, en la Luna, le adoran…

-No sé si él podría casarse con tu hija. No es de sangre real.- Objetó su contertulia.-

-¡No seas tan antigua! – Le rebatió desenfadadamente la reina para su sorpresa, más al agregar.- Eso se puede solucionar muy fácilmente. Podemos nombrarle Caballero Luz de Luna como a su abuelo, o darle otro título, y tú, su madre, eres princesa de la Luna. Técnicamente hablando él podría ser un príncipe.

-Sí, es verdad.- Sonrió Idina, llena de alegría para admitir.- Soy feliz, Nehie. Si de veras se aman sería maravilloso que se casasen. Y además mi niña, Loren, está triunfando en esa exposición de arte de Bios. Hasta la propia Esmeralda la ha ayudado poniéndola en contacto con gente del mundillo del arte en la Tierra. Y el señor Saint Join también. Aunque está retirado, llamó a sus hijos, Paul y Samantha, para que la echaran una mano.

-Claro que sí, amiga mía. Te merecías que la vida te diera esas satisfacciones.- Le sonrió su contertulia.- Ya has pasado por demasiadas cosas.

-Mi hermano Alan y Naya también me llamaron para felicitarme por sus dos sobrinos. ¡Pobres! Echan muchísimo de menos a Fiora, como nos ocurre al resto.

-Ten fe, seguro que triunfarán y regresarán algún día…- La animó la soberana.-



            Así, tras esas palabras y el recital, la joven pareja se vio a solas. El chico por supuesto permitió que la princesa, con el boato y la escolta oficial, le visitara en el camerino, donde simplemente le felicitó de modo protocolario, en representación de la juventud de la Luna Nueva. Luego, una vez duchado y cambiado, se vieron en una estancia privada que tenía ella para tales menesteres. Allí, fueron bastante menos formales.



-Ya tenía ganas de prescindir del protocolo.- Jadeaba él en tanto la besaba en el cuello y en la boca con pasión.-

-Sí, es muy latoso….- Replicaba la chica devolviendo esos besos y algunas caricias.-



            No tardaron mucho en quitarse la ropa y tumbarse en la cama. Tras algunos juegos previos hicieron el amor. El muchacho la poseía en tanto sujetaba a la chica de las muñecas y repetía entre jadeos…



-¡Eres mía y solo mía!...

-¿Eso crees?- Replicaba la aludida de idéntica manera.-



            La muchacha se sonrió, adoptando su aspecto de súper saiyajin. Emitía gran cantidad de energía y quiso darse la vuelta para tumbarse ella sobre Tom. Sin embargo y para asombro de la joven, fue incapaz de moverle ni un milímetro….



-Pero, ¿cómo es posible que tú?... ¡¿Cómo puedes ser más fuerte que yo?!

-Es lo normal, nena.- Se sonrió él, sentenciando divertido.- Yo soy el hombre, ¡ja, ja!…



            No obstante, la joven no salía de su asombro. Si Tom era un humano corriente ¿cómo era eso posible? Quizás ella había ido con suavidad temiendo dañarle, pero luego empleó su fuerza con mayor intensidad y no surtió el menor efecto. A todo eso su amante pareció leer el pensamiento de la chica cuando le susurró al oído tras besarla suavemente en el cuello.



-Es mi amor por ti el que me da fuerzas. Por ese amor soy capaz de cualquier cosa. Y ten mucho cuidado, porque también me gustan las rubias.- Bromeó ahora en alusión al brillo dorado del pelo de Alice.-



Aunque finalmente el chico la dejó ponerse arriba para que le “cabalgase” un poco. Terminaron extenuados, y tras acariciarse de nuevo durante un buen rato, la muchacha suspiró apoyando su cabeza en el pecho de él en tanto recuperaba su aspecto normal…



-Esto es la felicidad completa…lo único que espero es que ahora, con tantas fans como tienes suspirando por ti, no te canses de mí.

-¡Jamás me cansaría de ti!- Afirmó el con rotundidad, sentenciando.- Lo eres todo para mí….más allá de ti no existe nada que merezca la pena.



            Alice sonrió, eso le bastaba. Ahora se preguntaba con estupor. ¿Cómo pudo ser tan tonta de no ver lo que tenía? Afortunadamente para ella ese chico insistió…Fue paciente y amable pese a los desplantes que le hizo. Tom por su parte estaba encantado. Todo se estaba cumpliendo tal y como lo pactó. Y por ahora aquel ser no le había exigido nada a cambio. Y no solamente él era feliz.



-No he sido en absoluto egoísta. Cualquier otro se hubiera centrando sencillamente en sí mismo. Pero yo he querido ayudar a las personas que lo necesitaban. Algunos cuyas historias he podido leer. También fueron despechados y han tenido la ocasión de resarcirse, gracias a mí. Por no hablar de mis familiares y otros seres queridos. Ahora están contentos, la vida les sonríe. Como  debe ser. - Se dijo con total satisfacción.-



Y así era. Tal y como prometió, las vidas de las personas que le rodeaban eran mucho mejores. Comenzó con ese chico, Martin, a quién le entregó el amor de aquella Daphne en bandeja, si bien le advirtió que debería ser él mismo quien lo consolidase.



-Hasta cree una réplica de mi agenda para él. Más pequeñita y limitada, claro. Ellos podrían no tener el mismo buen juicio que yo. Lo mismo que alguien hizo con ese reverendo Corbin. Quizás el Demiurgo le diera otra oportunidad. No lo sé. La verdad, hay tantas historias de tantas personas que no tengo ni el tiempo ni las ganas de ponerme al corriente con todas ellas. Pero lo de ese sacerdote o lo que sea, si fue llamativo.



            Pensaba en un hombre que sufriera asimismo una decepción similar. De hecho, cuando leyó eso se quedó perplejo. Alguien había echado una mano a aquel individuo. Él en un principio, sí que le echó una mano para ajustar cuentas con una novia que le había engañado de la forma más ruin y cruel que pudiera imaginarse.



-¡Otra desviada de esas!- Se sonrió el chico.- Por eso, estuvo bien darles una lección a ella y a su “ amiguita”. Aunque luego Corbin se hizo con otra agenda. Y esa no fue idea mía. Supongo que sería cosa del Demiurgo, que habrá aprobado mi modo de actuar. Bueno, solamente me limité a imitarle haciendo que la historia fuese interesante. Eso seguro que le complacerá.- Se dijo con despreocupación.- De todos modos, lo que más me importa ahora es mi familia.



Y es que, sin ir más lejos, su hermana ahora estaba siendo conocida como una joven promesa en el mundo del arte. Sus padres estaban orgullosos y encantados, así como su abuela Cooan. ¿Qué más podían pedir?... ¡No podría haber ningún mal en eso! Hasta su tío Alan y su tía Naya prometieron venir de Nature para verle actuar. Y, es más, Amatista, Kerria y Katherine, las excompañeras de grupo de su madre, se deshacían en alabanzas hacia su talento. El propio padre de Kerria, el ex jugador y entrenador Roy Malden, llegó a decirle lo mismo que Cooan cuando se vieron haría unas semanas en la Tierra.



-Muchacho.- Declaró el emocionado anciano.- Dios te bendiga. Es como si pudiera ver a tu difunto abuelo. Gracias por recordarme esos buenos y viejos tiempos. No sabes lo feliz que nos haces.



            El joven acogió esas palabras con gratitud, las sabía del todo sinceras. Además, Roy era esa clase de tipos que mostraban de forma muy clara lo que sentían. Le tenía bastante respeto e incluso admiración tras haber leído el libro en sus primeros capítulos y ver lo amigo que fuera de su abuelo. Es más, decidió hacer algo por él. Recordó como haría unos días se ocupó de eso. Sabía que fue adoptado y que no conoció a sus abuelos paternos. Harry, el padre de su padre, murió al poco de terminar la Segunda Guerra Mundial. Y su abuela Ethel lo hizo antes de que le adoptasen. Por parte de Marsha, su madre adoptiva, la cosa fue todavía peor. Los progenitores de la que luego sería madre de Roy fallecieron cuando ella era muy pequeña. Fue a su vez adoptada y criada por una familia….



-Que sin embargo no la trató demasiado bien.- Pensaba el chico ahora en tanto se rascaba la cabeza y escribía en alguna página en blanco de ese gran libro.- Bueno, digamos que tampoco conoció a sus abuelos paternos. Pero yo haré que, siendo joven, Roy encuentre algo interesante… unas cartas.



            Aprovechó que había visto un documental sobre la Segunda Guerra Mundial hacía poco. No le fue complicado escribir unas líneas, tras ello sonrió, pensando.



-El Demiurgo se ocupará de darles contenido a esas anotaciones y a otras que he hecho por ahí…seguro que apreciará que le dé ideas. Ahora vamos a lo que realmente me preocupa….



Y en efecto, de todo aquello que le estaba sucediendo tan solo había una cosa que no le gustaba. Su tío Lance había desaparecido del mapa, de momento ni siquiera aparecía registrado en el libro… Bueno, tampoco había intentado hacer nada en contra suya. Además, no era tonto y seguramente habría entrado en razón al ver todo lo que su sobrino había hecho por los demás. No obstante, ese libro era tan extenso que Tom tampoco se ocupó de buscarle seriamente. ¿Para qué?, Estaba claro  que Lance no iba a entrometerse sabiendo de lo que era capaz. O quizás, es que sencillamente había visto todo el bien que estaba haciendo y tuvo que rendirse a la evidencia.



-Eso será, en el fondo el tío Lance se habrá dado cuenta de que yo tenía razón.- Se decía en tanto acariciaba de nuevo los ahora nuevamente sedosos cabellos azabaches de su novia y le preguntaba divertido.- Seguro que ni con él disfrutaste así…

-¿Con él?- Le inquirió la chica, atónita.-

-Con tu antiguo novio.- Sonrió.-

-No seas tan malo. ¿Por qué quieres tomarme el pelo? - Rio la princesa afirmando convencida.- Sabes que tú has sido el primero para mí…

-¿Y no le echas de menos?- Peguntó el muchacho con cierto retintín.-

-¿A quién?- Quiso saber la princesa con gesto sorprendido.-

-Ya sabes, a tu antiguo novio…

-¡Ya!- Sonrió ella con expresión azorada.- Me doy cuenta de que disfrutas burlándote de lo tonta que fui.- Aseveró la jovencita para añadir ahora con algo de malestar y al tiempo como si quisiera hacerse perdonar al relatar.- Eso fue un enamoramiento tonto de adolescente. Sucedió hace ya mucho tiempo, él además me dejó plantada sin siquiera molestarse en despedirse. Comprendo que esa misión suya era muy importante. Sin embargo, no creo que le hubiese supuesto mucho venir al menos a decirme adiós.



            El muchacho la observó con ligera extrañeza, Alice parecía emocionarse, casi iba a llorar. Pese a todo sonrió. Tampoco había que ser tan radical. Era normal que le extrañase, aunque fuera un poquito. Entonces, fiel al guion que había marcado, la propia chica añadió una vez más ciñéndose al mismo.



-Pero eso terminó hace mucho. Granate era un buen chico. Yo llegué a enamorarme, pero luego comprendí que eso fue fruto de mi adolescencia…

-Espero haber sido una buena compañía.- Declaró ahora él, afirmando con pretendida incomodidad.- No es fácil suplir a alguien como él.



            Alice le observó diríase que con cierta inquietud y se apresuró a responder.



-¡Tom, no!…quiero decir, no vayas a pensar que yo… ¡Por favor…no es eso!… Yo te quiero de veras.

-Me gustaría poder creerlo.- Replicó algo fríamente él, levantándose de la cama.-



            La chica hizo lo propio y hasta se puso de rodillas sujetando las manos de su interlocutor entre las suyas, para asegurar.



-Te amo más que a nada en este mundo. No quiero separarme jamás de ti.- Añadió llorosa e incluso con tono suplicante.- ¡Debes creerme!



            El aludido se permitió el lujo de sonreír tímidamente. Ya se había resarcido más que con creces. Y tampoco era cuestión de humillar a la pobre chica. Siendo una princesa y descendiente de saiyajin, el mero hecho de verla postrada de rodillas ante él era más que suficiente. Recordaba como escribió algo bastante divertido para “vengarse” de aquella afrenta.



-Sí, ese concierto que di para las fans en la Luna.- Se sonreía ahora.- Mi pobrecita Alice. ¡Qué mal rato pasó!



            Y había ocurrido que, en el estadio situado en el parque del sector Utopía de la Luna Nueva, una multitud de fans se agolparon para ese gran concierto. Incluida la princesa heredera. Alice había acudido acompañada de su propia madre que disfrutaba mucho de las canciones de aquel magnífico intérprete. Y por supuesto que Tom Johnson no defraudó. En una de sus canciones más aplaudidas el chico, con su varonil planta, se paseaba por el escenario acariciándose ligeramente los contornos y girando sensualmente sobre sí mismo para provocar los chillidos enfervorecidos de las fans en tanto declamaba la letra con una gran sensualidad y fuerza al mismo tiempo…



Soy el hijo
Soy el heredero
De una timidez que es criminalmente vulgar
Soy el hijo y heredero
De nada de particular

¡Cállate!
Como puedes decir
Que me lo tomo a la tremenda
Soy Humano y necesito ser amado
Como todo el mundo




-¡Yo te amo, Tom! ¡Haré cualquier cosa por ti! - Chillaban algunas.-

-¡Te daré todos los hijos que quieras!- Aullaban  otras.-



Y él imperturbable y al tiempo coqueteando con su entregadísimo auditorio, proseguía cantando.

Soy el hijo
Soy el heredero
De una timidez que es criminalmente vulgar
Soy el hijo y heredero
De nada de particular

¡Cállate!
Como puedes decir
Que me lo tomo a la tremenda
Soy Humano y necesito ser amado
Como todo el mundo

Hay un club, si quieres ir
Podrías conocer a alguien que realmente te quiera
Así que vas y estás tú solo


Y te vas tu solo
Y te vas a casa
Y lloras
Y quieres morir




En esa estrofa incluso recordaba su misma frustración y dolor cuando veía a Alice entregada a ese estúpido de Granate, espiándoles escondido o tras leer esos pasajes en los que ambos se besaban o hacían el amor.. Cantar así, era para Tom como una manera de exorcizar aquellos fantasmas.


Cuando dices que va a pasar ahora
¿A cuándo te refieres exactamente?
Mira, ya he esperado demasiado
Y he perdido toda la esperanza

¡Cállate!
Como puedes decir
Que me lo tomo a la tremenda
Soy Humano y necesito ser amado
Como todo el mundo



(How Soon is now. Charmed versión. The Smiths, crédito al autor)



            Las enloquecidas chicas gritaban y hasta le arrojaban algunas prendas íntimas. Ante eso él solamente sonreía divertido y guiñaba algunas veces un ojo con miradas de complicidad que enfervorizaban todavía más a sus seguidoras. Haciendo gala de un gran esfuerzo la misma guardia de palacio debía contener a esas adolescentes para que no le devorasen literalmente.



-Esto está yendo demasiado lejos.- Comentó Neherenia visiblemente asombrada por tal espectáculo.- Al pobre Tom se lo comerán…

- Sí, mamá. Es demasiado. Deberías ordenar a la guardia que disolviera a ese atajo de zorras o yo misma lo haré.- Espetó la chica apenas manteniendo la compostura.- ¿Qué se han creído? ¡Es mi novio!- Exclamó apretando los puños.-



            La soberana miró a su hija con el gesto demudado. La muchacha temblaba literalmente de rabia y de celos. Por suerte con todo aquel escándalo la reacción de Alice pasó desapercibida para el público. Aunque Neherenia, temiéndose que su hija estallase, trató de calmarla con tono conciliador.



-Hija, eres una princesa. No puedes comportarte así. Debes mantener tu dignidad en todo momento. Además, esas jovencitas son nuestras súbditas. Y adoran a Tom…no las puedes culpar por eso.

-Por eso no. Pero que se mantengan a distancia.- Replicó la iracunda joven.- No es un trozo de carne para que lo puedan devorar…lo que pasa es que él es demasiado bueno…nunca se cansa de ser amable con todo el mundo. Y esas idiotas lo malinterpretan.

-Cálmate. Él solamente tiene ojos para ti, mi vida.- Le aseguró su madre.- Nunca se fijaría en otra muchacha.



            Por fortuna aquello pareció verse refrendado cuando, tras la canción y una vez que las fuerzas de seguridad impusieron un precario orden, el joven artista se acercó hasta la tribuna donde la reina y la princesa asistían al concierto. Dedicó esa derretidora mirada suya hacia Alice  e hizo una reverencia seguida de una gran sonrisa. Aquello bastó para que la muchacha transformase radicalmente su gesto. De mostrarse llena de ira pasó a sonreír cándidamente dando palmas. Eso sí, para alivio de su madre que dio un largo suspiro e incluso sonrió algo envarada al escuchar a su hija.



-¡Maravilloso!- Exclamaba la princesa aplaudiendo como la mayor de las fans.- Eres el mejor… ¡te amo!…



Tom recordaba eso con regocijo. Se había asegurado de que esa chica le tuviera constantemente en su pensamiento. Y que pasara verdaderos malos ratos cuando a él se le ocurría coquetear con cualquier otra. El mero recuerdo de Granate ya estaba más que desvanecido de su memoria. Y le encantaba comprobar cuan dependiente era ella de un simple gesto, una mirada o una caricia de él. No obstante, pensó que no era necesario continuar torturando así a la pobre Alice. Sonrió pues con patente afecto y la hizo levantarse en tanto declaraba.



-Perdóname, cariño. No quise decir eso. Sé que me amas, como yo a ti. Anda, olvida esas tonterías que he dicho. Es que estoy celoso hasta de tu propia sombra, que pasa contigo más tiempo que yo.



            La abrazó y ella se desahogó llorando aliviada. Desde luego la princesa sufría enormemente ante la mera posibilidad de imaginar perderle. Ese joven lo era todo para ella. Y en efecto, Tom sabía que su pareja no mentía. Al menos no creía hacerlo…aquella era una fehaciente prueba del poder que estaba manejando. Las cosas habían cambiado realmente. Él lo había hecho posible al escribir esas y otras muchas líneas.



-¿Lo ves mi amor?- Pensaba ahora con regocijo.- ¿Qué fue de aquellos recuerdos y esas cosas que hiciste con Granate? Nada… ¡eso no pasó jamás!…Y podría modificar muchas otros eventos, pero no tengo ganas de tomarme tanto trabajo. El resto está bien así…



            Y tras estrechar a la muchacha un poco más en sus brazos la hizo tumbarse de nuevo en el lecho. Estaba de nuevo encendido por la pasión y volvió a disfrutar de ella que jadeaba a su vez llena de deseo. Y lo mejor era que a nadie podía sorprenderle esa relación que había comenzado haría unos cuantos meses. Aunque, pese al empeño de Tom, otras personas estaban al corriente de eso. Hacía ya tiempo que, protegido por sus propias habilidades, el mismo Lance llamó a Deborah Hunter y a Kyle, sus aliados en la lucha contra seres que iban más allá de lo corriente. También avisó a Paul y Samantha Saint Join…Quiso contarles lo sucedido pero parecía que los hermanos no le hicieron mucho caso. Al menos estaban muy ocupados con sus negocios y sus vidas para meterse en nuevas aventuras. Debbie en cambio sí que le escuchó. Aunque confesó no saber qué podrían hacer frente a algo así. Realmente la mujer no daba mucho crédito a esas historias tan extrañas sobre un libro omnipotente. Pero apreciaba a Lance de aquellos años de luchas compartidas y, al menos quiso animarle. Ella también estaba retirada de ese mundo y vivía, eso sí, junto a Kyle, regentando una tienda de esoterismo y luchando de vez en cuando contra seres de las sombras. Aunque su relación era de estricta amistad. También habían incrementado el grupo, con ese tipo medio demonio, el tal Lawrence, que era un cretino machista y creído, pero muy poderoso. Y sobre todo, con esa ex piloto militar, la israelí Sabra Leví, quien tuvo que marcharse de Nature tras sufrir aquel terrible desengaño.  



-Y por eso, te digo que debemos tener mucho cuidado.- Le confió Lance una de las veces que Debbie se viera con él, en la trastienda de su negocio, en tanto bebían unas cervezas.- Esto es mucho peor que todas las luchas que hemos afrontado hasta ahora, incluso más que la última batalla que libramos en Nature.

-Eso fue muy duro. Una célula de vampiros estuvieron a punto de hacerse con ese planeta.- Admitió Deborah, quien, pese a todo, inquirió perpleja.- ¿Pero de veras estás hablando en serio?

-Sí, y la situación de Sabra es la prueba. Eso no debió pasar.- Le desveló Lance.-



            Deborah suspiró, mirando atónita s su antiguo líder.



-A todos nos apena eso. La pobre fue traicionada por esa chica a la que tanto amaba. Esa tal Daphne eligió quedarse con Martin. Pero esas cosas pasan. Mi propia hermana Susan conoce hace mucho a ese chico, desde su viaje en la SSP-2, es el maestro de mi sobrino y un buen hombre. Al menos, mi hermana me ha dicho eso. Y yo la creo.

-No fue culpa de Martin.- Le reveló su interlocutor.- Hay otro que mueve los hilos. Ese pobre chico tan solo ha sido una marioneta.

-Mira.. hasta la propia Sabra admite que es mejor dejar las cosas como están.

-Ya. Puede que tengas razón. - Musitó Lance quien tratando de animar su gesto sonrió para despedirse.- Debo irme ya. Saluda a Kyle y al resto de mi parte.



            Y se levantó, amablemente Debbie le acompañó hasta la salida. Este Lance siempre tan misterioso y esquivo. Aunque debía confesarse a sí misma que le apreciaba mucho. Era uno de los pocos hombres a los que ella tenía en una muy alta consideración. A veces le echaba de menos e incluso se había sorprendido a sí misma pensando en el antiguo líder de su grupo casi como si de un antiguo amor se tratara. No obstante, desechó eso enseguida de su mente. A ella no le gustaban los hombres en ese sentido. Quedándole eso sí, un gran afecto hacia su excompañero. Por su parte, éste, una vez se marchó de la tienda y anduvo un rato bajo la suave lluvia de una encapotada tarde, se dijo abrumado por la preocupación.



-Es mejor mantener a Debbie y al resto alejados de esto. No puede hacer nada. Y desde luego no quiero que él la tome con ellos. Quizás si empiezo a hacer algunos cambios, por mínimos que sean, para que alguien adecuado empiece a ver lo que está pasando…En fin.- Suspiró tratando de decidir qué podía hacer exactamente.- Necesito ayuda. No tengo otro remedio que acudir a instancias superiores. - Aunque por suerte para el propio Lance, esas instancias acudieron a visitarle.-



            Esa lluviosa tarde, al poco de entrar en el portal de su casa tras ver a su amiga, una voz de mujer le saludó…



-¿Lance? ¿Eres tú?...



            Cuando miró vio a una mujer morena, de larga cabellera, vestida con una falda hasta la rodilla, altas botas negras de tacón y una chaqueta. Su interlocutora tenía un paraguas cerrado en su mano derecha. Le sonrió con afecto.



-¡Madrina Rei! – Suspiró aliviado, para exclamar.- ¡Por fin! Dime por favor, dime que no soy el único que se ha percatado de lo que está ocurriendo….



            Y la mujer le miró durante unos momentos sin decir nada, finalmente asintió para declarar con tono serio.



-No lo eres, Lance. Sus majestades saben perfectamente lo que pasa. Pero no pueden, ni deben intervenir. Esto queda fuera de su ámbito de actuación. Otros deberes les reclaman…Yo misma tampoco debería mezclarme. Sin embargo he venido, y lo he hecho porque te quiero mucho. Eres mi ahijado, y no deseo que cometas una estupidez.

-No iba a hacerlo, tampoco podría oponerme abiertamente.- Repuso él con pesar, admitiendo no sin frustración.- No tengo nada que hacer ante su poder. Bastante que he conseguido que no pueda enterarse de lo que hago.

-Has hecho bien en ser prudente y esconderte. Porque mucho me temo que ni tú, ni yo tenemos capacidad por nosotros mismos como para intervenir.- Suspiró Rei.-

-Entonces, ¿Qué podemos hacer?- Quiso saber el angustiado individuo.- Tom está manipulando fuerzas que van mucho más allá de la comprensión de cualquiera…y seguro que habrá consecuencias.

- Lo sabemos. Y tal y como el Demiurgo te dijo, lo que tenga que ocurrir, ocurrirá.- Replicó la princesa de Marte que ablandó ahora su gesto severo sonriendo y remachando con cariñoso tono maternal.- Sé lo mucho que has sufrido y todo lo que has trabajado. No temas. Sólo te diré una cosa. El equilibrio se restaurará. Las cosas , de un modo u otro, volverán a lo que tuvieron que haber sido. Tengo confianza en que esto no alterará las grandes directrices…Lo importante sigue y seguirá siendo la misión de los Nueve.

-Sí, pero. ¿Y si a ese chico se le ocurriera interferir de algún modo en ella? – Le planteó su ahijado con palpable inquietud.-



            Rei no respondió enseguida, se tomó unos instantes para pensar. Realmente no estaba segura de que eso no fuera posible. Ahora miró a Lance con más preocupación, añadiendo.



-Creo que visitaré a los soberanos de la Luna Nueva…quizás de ese modo, atraiga su atención. Ya sabes la de quien…

-Trata de hablar con Neherenia. Ella es Sailor Shadow, ¡tiene que saber lo que está sucediendo! - Le pidió el joven con desesperación.- Podrá ver en el corazón de Tom si él dice o no la verdad.

-Haré lo que pueda. Si es que puedo hacer algo.- Suspiró su contertulia, sentenciando no sin apuro.- No te prometo nada…



            Esas últimas palabras no animaron precisamente a Lance, aunque ya no quiso añadir más. No era cuestión de significarse mucho.



-Me ha alegrado verte, madrina. Pero, por favor, ten mucho cuidado, puede que incluso tú y los soberanos os pongáis en peligro si os enfrentáis a él.

-No te preocupes por eso. Lo tendré. Y ya te he dicho que los reyes no pueden intervenir, seré yo misma la que lo haga. Mejor será que tú te quedes al margen, piensa en tu madre y en el resto de tu familia.- Le aconsejó la princesa de Marte.-



            Y se alejó de allí, en tanto su ahijado se quedaba pensativo y muy preocupado, pero sintiéndose impotente para hacer nada más. Al menos de momento. Por su parte Tom cerró el grueso libro sonriendo. En tanto se decía con regocijo.



-¡Vaya, vaya!  ¿Oculto a mí?, ¿eh? Eso es lo que tú crees. Me costó encontrar el capítulo pero aquí estabas, intrigando. Esto se va a poner interesante. No te preocupes princesa de Marte, no te sucederá nada. Sé lo mucho que mi abuela y mi madre te quieren. No haría nada para que hacerlas sufrir. Sin embargo, me ocuparé de enseñarte quién manda aquí. Es más, puedo hacer otras muchas cosas. Prácticamente lo que quiera.



            Y tomando con determinación su pluma se dispuso a añadir unas nuevas líneas a su particular interpretación de la historia. Aunque una llamada a su puerta le detuvo.



-¿Sí?- Quiso saber con genuina curiosidad.-

-Alteza, soy Briseida.- Escuchó un susurro por respuesta.-



            Intrigado se levantó a abrir. Aquello no lo había preparado. Allí estaba esa joven rubia y atractiva, la dama principal y amiga de Alice. A la que recordaba desde que era un niño.



-Dime. ¿Qué quieres? ¿Te envía la princesa?- Preguntó el chico.-

-No.- Se sonrió ella con una expresión entre melosa y lasciva, susurrándole al oído.- Es más, ella no sabe que he venido. Solamente quería felicitaros por vuestro magnífico concierto. Soy una gran fan vuestra. Y muy entregada. Únicamente tenéis que pedirme que haga cualquier cosa por vos, señor…y digo cualquiera y os complaceré.



            Aquello no dejaba de sorprender a Tom pero asimismo de agradarle. Esa chica no parecía haberle estimado mucho antes. Aunque ahora las cosas eran diferentes. Y mirándola con detenimiento, esa rubia de ojos azules era muy hermosa y tenía un bonito cuerpo. Quizás no tanto como el de Alice, pero a buen seguro que muchos chicos de la corte estarían suspirando por ella. No debía olvidar que, además de su belleza, era la hija de un conde.



-Lady Briseida.- Sonrió él de forma encantadora, para agregar.- Estimo en mucho vuestra amabilidad. Y que os hayáis tomado la molestia de venir a verme. Os lo agradezco en lo que vale. Lamento pediros que me disculpéis, ahora estoy ocupado…

-Siento haberos interrumpido.- Pudo replicar la joven algo más apuradamente ahora.-.



            Daba la impresión de que esa chica no se había esperado ese rechazo. Aunque Tom no quiso cerrarse ninguna posibilidad y, con una insinuadora sonrisa, sentenció.



-Mi puerta siempre estará abierta para una dama tan hermosa y agradable como vos.



            Eso hizo sonreír a su vez a su interlocutora, quien, inclinando levemente la cabeza a modo de saludo se despidió.



-Cuando lo deseéis, Alteza, sólo tenéis que llamarme…



            Y se alejó caminando con andares seductores. Tom la observó perderse por un largo corredor que daba al camerino que él ocupaba.



-¡Vaya, no sé a qué ha venido esto, pero no seré yo quien se moleste.- Meditó, incluso tratando de reivindicarse.- Y contrariamente a lo que el Demiurgo o quien haya sido, pudiera haber creído, no he caído en las redes de los encantos de Brise. Al menos, no por ahora. De hecho, amo a Alice.  He hecho todo esto por ella. Y tenerla es suficiente para mí.



            De todos modos, pensándolo con frialdad la princesa de la Luna le había engañado con Granate. O al menos, tuvo esas experiencias con él. ¿Por qué no podría Tom devolverle aquello?. Así estarían en paz. Al menos él se sacudiría ese sentimiento de malestar, como si fuera inferior a ella en algún modo. Y es que, pudiera ser que hubiese borrado esas vivencias de la mente de Alice, pero no había sido capaz de hacerlo de la suya propia.



-Sí, Brise. Creo que tú y yo tendremos ocasión para conocernos mucho mejor. Pero ahora debo ocuparme de otra cosa más urgente.



            Y decidido cerró la puerta de su camerino tras de sí, dispuesto a solventar aquel otro tema de inmediato.


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