martes, 8 de marzo de 2011

GWT 43.195. El quinto círculo...del remordimiento y la expiación.

Justo al cruzar y como de costumbre la puerta se cerró tras ellos para desaparecer como si nunca hubiese estado ahí. Sin embargo ya nadie le prestó atención, se había convertido en costumbre. Además, el grupo estaba ahora con la moral más alta, habían superado un reto muy difícil. Por todo eso, caminaban tranquilos y charlando animadamente entre ellos. Granate les contó algunas de las normas que regían en el Averno en tanto andaban a fin de pasar el rato. Poco a poco pudieron comprobar como el nuevo paraje que se les ofrecía era reverso del anterior. Hacía mucho calor, eso debería de ser el autentico infierno, el que todos imaginaron siempre de pequeños. El lugar ardiente donde sus padres les advertían que podrían ir si eran malos.



- Espero que no nos encontremos con un montón de ollas y diablos con tridentes. Es lo único que nos falta ya por ver aquí. - Sonrió Maray. -

- Bueno,- dijo Diaval con jovialidad despreocupada y hasta desdeñosa  - ¡Sí sólo fuera eso! Nos hemos enfrentado ya a cosas peores.

- Lo cierto es que aquí hace mucho calor. – Afirmó Fiora, sudando copiosamente como el resto. -

- Vamos, cuanto menos pensemos en ello, menos nos afectará.- Les dijo Granate  avisándoles de seguido. - Cada vez que cruzamos los círculos las sensaciones físicas son menores y van siendo sustituidas por las espirituales. Este calor, por ejemplo, no es algo debido al clima, sino una muestra del sufrimiento del espíritu...

- Pues tendremos que pensar en algo fresquito. Un helado, un buen baño...- suspiró Fiora comentando no sin añoranza. - ¡Ah, lo que daría yo por un buen baño en el lago de Nature! ¡Con esas aguas cristalinas y  sus nenúfares tan blanquitos!



El resto le dirigió una suplicante mirada para que se callase y la muchacha esbozó una tímida sonrisa y se encogió de hombros.



-Lo siento. - Pudo musitar algo apurada.- Me dejé llevar.

- Dentro de poco espero que podamos volver a casa, yo también deseo relajarme un poco.- Convino Maray solidarizándose con su compañera. -

- Por lo que parece aquí no hay ningún lago, ni un río. Ni tan siquiera una mísera charca. - Observó Diaval, que fiel a su espíritu de saiyajin, no se quejaba en lo más mínimo de las condiciones del viaje por duras que fueran. -

- ¿Pues qué te esperabas? - Terció Alusa con algo de sorna. - Esto es el Infierno, no un parque natural.

- No, si a mí me gusta. - Comentó el príncipe recordando con su particular nostalgia. - Es igual a los parajes de un planeta volcánico en el que me entrené con mi tío. ¡Ah, qué buenos combates hicimos allí!



            Los otros siguieron avanzando haciendo caso omiso a ese comentario y manteniendo por su parte todo tipo de conversaciones. El calor, en cambio, lejos de menguar, cada vez aumentaba más. Pararon unos instantes ante el agobiante sofoco que les iba dominando. Asthel trataba de pensar en algo para remediar el problema. Brian por su parte se encontraba mal, el calor se le hacía cada vez más insoportable. El resto se interesó por su estado.



-¿Qué te pasa?- Le preguntó Granate observándole con preocupación.-

-No te preocupes, no es nada. Este maldito calor, supongo.- Pudo responder el interpelado.-



También Asthel se acercó ahora al verle sentarse. Su primo estaba recostado en el suelo, se quitó una camisa que llevaba empapada de sudor. Su novia se acercó a él preocupada y trató de bajarle la temperatura con un poco de agua de la que ella llevaba para beber...



- Ahorra agua, Mimet, guárdatela para ti. – Le pidió él. –

- Yo puedo aguantar más que un humano normal sin beber agua,- le respondió ella que le empapaba con un pañuelo húmedo de forma solícita mientras le susurraba con su recientemente adquirido afecto en el tono. - Tú la necesitas más...



            Asthel le consultó a Granate si sabía que podría hacerse para remediar el estado de Brian. El muchacho, tras haber meditado unos momentos, le explicó.



- Este calor afecta sobre todo al que tiene algún remordimiento o culpa que cree no haber expiado. Aunque sea en lo más hondo de su corazón. Brian debe tener algo que no le ha aflorado o que se niega a recordar. Su espíritu sufre más que los nuestros en este lugar por ello. Lo malo es que, hasta que no se libere de eso seguirá así, o puede incluso ir a peor.

- Tendremos que averiguar lo que le atormenta.- Dijo Asthel indicándole a su compañero. – No me gusta la idea de invadir su intimidad. Pero no creo que tengamos elección. Vamos a preguntárselo.



            De modo que los dos se acercaron a su amigo que en efecto empeoraba cada vez más. Maray estaba muy preocupada y una vez que su hermano y Granate le comentaron lo que, en su opinión sucedía, ella le inquirió a su primo.



- Brian... ¿qué te ocurre?  ¿Qué es lo que te preocupa? Vamos dínoslo, sólo así te repondrás.



Pero su primo miró a Asthel y negó con la cabeza asegurándole.



- No, no hay nada que me preocupe, de verdad, no os inquietéis. Seguro que se me pasará si descanso un poco.  



Mimet entre tanto seguía tratando de bajarle la temperatura con un trapo húmedo pero no lo conseguía.



- Debes confiar en nosotros, lo que importa ahora es tu vida.- Le dijo Granate visiblemente preocupado. -

- Por favor, dejadme un momento, me pondré bien.- Les pidió débilmente Brian que a pesar de sus palabras cada vez tenía peor aspecto y se consumía entre sudores. -...



            Asthel y Granate se alejaron. Ellos ya no tenían esa desagradable sensación.



-No me gusta nada.- Opinó Granate.- Creo que no quiere decirnos lo que le angustia.

-Quizás puede que ni él mismo lo sepa.- Especuló Asthel.-



            Él conocía a su primo y sabía perfectamente lo que le sucedió con esa tal Cindy, su hermanastra. Posiblemente  todavía tuviera un poso de culpa por eso.



-Si estaba enamorado de ella, al saber que eran hermano y que esa relación era incestuosa…- Pensó.-



Y no pudo evitar mirar a su primo con preocupación. Lo mismo que Maray, Alusa y Minara, Diaval y Fiora, quienes estaban ya mucho mejor del calor. Apenas si lo sentían ahora, pero no podía dejar de preguntarse qué le estaba sucediendo a Brian



-¿Y si se comiese una alubia?- propuso Diaval.-

-No creo que eso le sirva de nada. – Musitó Granate moviendo la cabeza, al explicar.- Su mal no es de índole física. No está cansado.

-¿Qué podemos hacer pues?- Quiso saber Minara.-

-Únicamente esperar.- Contestó Asthel acercándose a ellos.-



Por su lado, y no menos concernida, Mimet le dijo a su novio con evidente temor.



-¿No puedes decírmelo? ¡Por favor Brian! , algo te está corroyendo por dentro, tienes que confiar, aunque sólo sea en mí.

- Mimet...- musitó él con un hilo de voz débil. - Ya te lo conté. ¿No recuerdas cuando salimos juntos la primera vez? Tú me dijiste como eras y yo te conté lo que me ocurrió...

-¿Lo de tu hermana?- Inquirió la joven.-



            Empero, el muchacho negó con la cabeza. Apenas sí pudo suspirar.



-Hace tiempo que arregle las cosas con Cindy. No…fue lo otro…cuando no pude contenerme y...ya sabes…lo que sucedió con mi tía Amatista.

-¿Te refieres a eso? - Exclamó ella al recordar. - ¡Dios mío, Brian! Éste es el círculo donde se castiga a los incontinentes… según Dante al menos. No obstante, creo que él se refería a los iracundos y los perezosos. Aunque no pienso que la naturaleza de tus pecados sea esa. En todo caso debes decírselo a tus primos, únicamente si ellos te perdonan te curarás.

- No puedo, no puedo, si lo hago no volverán a hablarme,- repetía el muchacho una y otra vez, obsesionado por esa idea. -

- ¡Por favor, se trata de tu vida! - Le suplicó su novia con voz temblorosa. - Eso es lo más importante. Hazlo por ti mismo...hazlo por mí...

- No quiero que lo sepan...no me lo perdonarían - insistía su interlocutor. -

- ¡Vamos Brian!, ellos lo comprenderán, yo estaré contigo,- le apoyó Mimet. – Yo te querré, suceda lo que suceda. Aunque tengamos que quedarnos solos aquí…

-Eso no sería lógico.- Pudo responder el joven, apelando a lo que su novia había defendido tantas veces antes, con un tono cada vez más debilitado de voz.- Debes cumplir una misión…

-¡A la mierda con la lógica! - Exclamó ella realmente afectada en tanto le abrazaba afirmando.- Te quiero y no permitiré que esto te mate…Les llamaré y se lo diremos juntos…lo entenderán. Estoy segura.

- Sí, te lo suplico.- Susurraba él cada vez más exhausto añadiendo ahora con temor al sufrir cada vez más aquella terrible sensación de calentura. - Sino no tendré valor para contárselo....

- Aguanta cariño, voy a llamar a tus primos.- Le dijo esperanzadamente su novia. -



Brian recordaba ahora los años transcurridos, desde que fue a estudiar con Asthel y Maray, más que primos habían sido como hermanos. De hecho, hasta había jugado en el equipo de baloncesto con su primo en la universidad. Los dos juntos, jugando de escolta y de alero respectivamente, habían conformado un equipo invencible. Ganaron un par de campeonatos y las chicas se volvían locas al verles. Pero eso no les interesaba a ninguno de los dos. Asthel tenía a Madeleine y él mismo a Mimet. Desde luego esa muchacha había demostrado quererle, a pesar de sus limitaciones emocionales de las que ahora parecían haberse liberado tras pasar el anterior círculo infernal. 



-Lo que más valoro en ella es su bondad y su inteligencia.- Pensaba tratando de olvidar su creciente malestar.-



Lo que era más, incluso antes de salir con ella, a Brian no le habían interesado nunca las animadoras u otras muchachas superficiales que solamente querían estar con él por lo buen jugador que era o por lo guapo que le consideraban. Alguna que otra vez, entrenando con su abuelo en la Tierra, en algunas vacaciones lo comentaba con él. Ahora, en tanto le consumía la fiebre sus pensamientos volaban a esos momentos tan queridos, recordaba una tarde en la que todavía no salía con Mimet, aunque ya la conocía…



-Sí, Mimet… te quiero…- Musitó a duras penas abrumado por aquel estado febril.- Mi abuelo…tenía razón…



            Tras entrenar aquella tarde con el padre de su madre Ky, aunque desde luego sin esforzarse mucho, puesto que Brian sabía que Roy era ya bastante mayor, pararon a descansar. De hecho, el chico se preocupó. Habían luchado un poco y él casi sin pensar, se transformó en súper guerrero.



-¡Aha! – Exclamó su veterano rival. Añadiendo con un tono entre picado en su orgullo y jovial. - ¿Te has creído que ya no soy capaz de hacer eso, muchacho?



Y Roy se convirtió también en otro guerrero dorado. Aunque ya por las entradas que tenía y el pelo que le iba faltando en el resto de la cabeza casi no se notaba. Al menos eso es lo que él mismo decía cuando bromeaba. Se dieron unos cuantos golpes más y Brian, gratamente sorprendido, declaró.



-¡Caray, abuelo!, sigues estando en plena forma.

-¡Claro! – Sonrió éste en tanto los dos retornaban a su estado normal. – Soy descendiente de los más grandes guerreros del espacio. ¿Qué te habías creído?...-Remachó con patente satisfacción, agregando eso sí con algo más de modestia.- Quizás no pueda llegar al nivel de mi maestro Son Goku, ni de mi otro ilustre antepasado el rey Vegeta. Ellos envejecían a un ritmo mucho más lento. Nuestra sangre ya se ha mezclado demasiado y no es tan fuerte ni nuestros cuerpos tan longevos.

-¿Acaso ellos eran como el rey Endimión y la reina Serenity?- Quiso saber el chico.-

-No lo sé. Pudiera ser que sí.- Elucubró su abuelo, añadiendo.- Se mantenía jóvenes durante muchos años. Aunque no creo que tantos como los reyes de la Tierra. -Y dicho esto, alegó, respirando con cierta dificultad.- Anda hijo, volvamos, que se está haciendo tarde y nos ganaremos una regañina.



Brian asintió. De eso no les protegía ni su poder de saiyajin. Así pues tras finalizar los dos regresaron volando del paraje desierto donde tradicionalmente entrenaba la familia. Al aterrizar discretamente al abrigo de las miradas vecinales se sentaron en un banco del jardín de la casa de Roy.  En eso que tanto Bertie como Kerria se aproximaron. Sam venía un poco más atrás. La madre y la abuela del chico traían sendas toallas para los dos.



-¡Hay que ver! – Sonreía Kerria afirmando con cierta divertida reprobación al mismo tiempo. - ¿Es que no podéis dejar los condenados entrenamientos aunque solamente sea por un día? Papá, Brian ha venido únicamente para una semana y tú te lo llevas a un sitio desolado y perdido a intercambiaros puñetazos.

-Sí, hija. ¿Qué le vamos a hacer? Los guerreros del espacio somos así. Mira… – agregó con jolgorio dirigiéndose a su nieto. – La única cosa más importante para mí que entrenar ¿sabes cuál era Brian?

-¿Cuál abuelo? ¿El baloncesto?- Creyó adivinar el chico. –

-¡No! - se rio su interlocutor declarando divertido. – ¡Tocarle el culo a tu abuela!, siempre que tenía ocasión. - Exclamó en tanto se levantaba y le daba una palmada a su esposa en el trasero para remachar. – Eso es lo que tienes que hacer tú con tu novia.



Aquello provocó las carcajadas de su joven oyente, las risas de Kerria y Samantha y que Bertie moviese la cabeza y algo colorada le reprobase brazos en jarras.



-Roy Malden. ¡Vaya unos consejos que le das a tu nieto! Debería darte vergüenza, en el caso de todavía la tuvieras, claro.

-¡Mujer! - reía él en tanto se defendía. – Eso es lo que los jóvenes tienen que hacer. Anda que no nos lo pasábamos bien tú y yo cuando…



Entonces se interrumpió bruscamente llevándose la mano izquierda al pecho. Su esposa y el resto en un principio lo juzgaron una más de sus bromas, pero al ver la expresión de su cara y que parecía que no era capaz de respirar con facilidad, el gesto pretendidamente enfadado de su esposa se tornó en uno muy preocupado.



-¡Roy! ¿Qué te pasa?...

-¡Abuelo! ¿Estás bien?- Le preguntó Brian, también bastante inquieto, sujetando a su anciano mentor y ayudándole a sentarse. – ¿Puedes respirar?

-¡Papá! ¿Quieres que llame a una ambulancia?- Terció la también asustada Kerria. –



Aunque Roy pudo al fin respirar mejor y negó con la cabeza. Ahora se sentía más aliviado. De hecho llevaba un par de años con algún problema. Los médicos le habían dicho que no hiciera esfuerzos y le habían puesto una medicación para dilatarle algo las arterias. Samantha, que no había dicho nada pero que había observado la escena visiblemente alarmada, corrió a por las pastillas de su suegro. Kerria y Beruche le miraban todavía inquietas.



-Estoy bien, tranquilas. No os desharéis tan fácilmente de mí. Cubito.- Pudo decir él mirando a su mujer. -

-Debes tener cuidado, ya no eres un jovencito.- Le reprobó su esposa, aunque lo hizo con suavidad y cariño, estaba realmente preocupada por él y añadió. – Deja ya de ir a entrenar…

-Eso es parte de mi vida, Bertie.- Pudo decir él moviendo la cabeza.- No me pidas eso…

-Vale papá. Pero al menos, prométenos que no te esforzarás más. – Terció Kerria que, sospechando algo, le preguntó - ¿No te habrás transformado en súper guerrero?



Y no necesitó respuesta, tanto su padre como Brian miraron para otro lado. La mujer entonces se dirigió a su hijo con tono de preocupada reprobación para recriminarle.



-Brian, sabes que tu abuelo está mayor. No debes forzarle en los entrenamientos.

-Yo… lo siento, mamá Ky. – Pudo replicar el chico bajando la cabeza.- Fue sin darme cuenta…no creí que…



            Desde luego que se sentía muy mal por aquello. Pero durante el combate no se había parado a pensar, simplemente tanto él como su abuelo se dejaron llevar, como siempre habían hecho.



-No culpes al muchacho. – Le defendió Roy que enseguida admitió. – Fui yo el que se dejó atrapar por la euforia. Compréndelo hija. Me hacía mucha ilusión pasar la tarde con Brian y me emocioné con el recuerdo de los viejos tiempos.- Remachó en tanto le pasaba un brazo por los hombros a su nieto, agregando con nostalgia. – Me vinieron a la cabeza tantos momentos del pasado de cuando entrenaba con Diamante, Zafiro, Nephrite y Ail… y con los maestros Son Goku y Piccolo…



            El resto le observaba con cierta tristeza, sin saber que decir. Bertie incluso le tomó de una mano con todo el cariño que pudo.



-Por favor, debes tener cuidado. – Le pidió Sam que volvía con las pastillas dándole una a su suegro que la tomó acompañada de un sorbo de la botella de agua que la solícita pareja de su hija le trajo también. – Nos has dado un buen susto.

-Lo sé, Sam. Lo siento. Pero ¿sabéis una cosa? Es duro ir haciéndose viejo.- Les confesó con algo de pesar. - ¿Sabes hijo?- Le dijo ahora al muchacho que, al igual que el resto le observaba con una mezcla de preocupación y ternura. – Si en algo he tenido suerte en esta vida es en rodearme de buenas mujeres. Fíjate, siempre me gustaron todas mucho. Cuando conocí a tu abuela era el mayor ligón del campus, ¡ja, ja!

-¡Menudo sinvergüenza estabas hecho!  – Terció ahora Bertie con mejor tono y más animadamente, aliviada de verle mejor. – Tuve que tenerte muy controlado…

-Eso es verdad cubito, pero. ¿Sabes una cosa?... Desde que te conocí fuiste la única para mí. Y sabes que jamás te engañé - Afirmó orgullosamente él. – Eres mi vida…y sigues tan bonita como entonces.

-Eres un adulador - negó ella con un dedo en tanto suspiraba.- Pero, aunque mientes tan mal como siempre, quiero creerte…

-No. No te miento. - Negó él con las expresiones ahora más relajadas del resto.- Para mí siempre serás mi chica del College. Mi cubito. Ninguna era como tú…lo supe nada más verte.



Beruche asintió con nostalgia y casi con lágrimas, estaba convencida de ello. Tanto Kerria como Sam se miraron y sonrieron divertidas ante lo que parecía una más de las historias de Roy que, en efecto les contó. Particularmente dirigiéndose a su nieto que escuchaba con mucho interés.



-Verás Brian, veréis chicas. Os confieso una cosa. No pude tener más suerte. Contigo Bertie, con nuestra hija Kerria y por supuesto contigo Sam, tú sabes que eres como otra hija para mí. Mi niña supo elegir muy bien.

-Gracias, Roy – sonrió ésta que incluso parecía sonrojarse por aquel cumplido que sabía venía del corazón del anciano y añadió emocionada.  – Tú has sido siempre como un padre para mí.

-En cuanto a Leval, fijaos. - Matizó su interlocutor con algo de divertida sorna -  a él más bien le eligieron, pero fue muy afortunado también. Su esposa es estupenda, Amatista es digna hija de sus padres.



Al oír el nombre de su tía a Brian le dio un vuelco al corazón. Había tenido aquel enojoso incidente con ella hacía unas semanas pero aun así lo recordaba no sin pesar y vergüenza. Aunque ajeno a esto su abuelo prosiguió.



-Una chica excelente, siempre lo ha sido. Para mí es otra hija también. De modo Brian que ya lo ves. Los Malden hemos sido bendecidos en esa cuestión. Y estoy seguro de que tú, cuando te llegue el momento, elegirás una muchacha estupenda. Es tradición…no te equivocarás.

-Eso espero abuelo. ¡Ojalá fuera así, de veras! – suspiró él recordando el amargo trago que pasó con Cindy. -



 Todos sabían que el chico estaba recordando aquello y fue su anciano interlocutor quién nuevamente le dijo en tono de consejo.



-Siempre hay reveses o cosas que no salen como queremos, pero al final ya lo verás. Tendrás a alguien que te quiera y que se preocupe realmente por ti. De hecho ¿sabes lo más importante para ser feliz en una relación y para que ésta dure?

-No abuelo. – Replicó él sinceramente desconcertado y queriendo que le diesen la respuesta a aquella complicada cuestión. – ¿Qué es?

-Pues es simple. - Sonrió Roy contestando sin dudar, desde la perspectiva que le daban sus muchos años de experiencia. – ¡Tenerla siempre muy dura! Así no se te resistirá ninguna.- Sentenció, guiñándole un cómplice ojo al chaval.-



Su nieto abrió los ojos como platos, Beruche hizo lo propio llevándose las manos a la cara, llena de vergüenza. Sam estaba con la boca abierta pero a punto de reír y Kerria sí que se tronchaba de risa.



-Desde luego, Robert Malden… ¡es que no le puedes dar un consejo serio a tu nieto ni en sueños!- Terció Bertie quién,  a su pesar, no pudo evitar reírse.-

-Bueno, en nuestro caso eso no se ha cumplido.- Reía Samantha a su vez.- Kerria y yo lo tenemos difícil… ¡ja, ja!

-Sois la excepción que confirma la regla.- Replicó su suegro que se rio también.- Para eso sois de la familia…y seguro que todavía se la levantáis a cualquier muchacho…



Ahora fue Samantha la que enrojeció de vergüenza. Kerria movió la cabeza sin dejar de reír y Brian reaccionó con carcajadas tan fuertes que se tuvo que sentar para no caerse. Unido a su abuelo que se tronchaba de igual modo. Hasta a Bertie se le saltaban las lágrimas de risa. Así, tras unos momentos de jolgorio general, el veterano ex jugador tomó una vez más la palabra y ya más serio, declaró.



-No. Ahora bromas aparte, te diré lo que siempre debes apreciar y ofrecer a tu futura chica. Y eso es la verdad. Ante todo la verdad. Sé siempre sincero con los que amas. Si algo he aprendido a lo largo de mi vida es que los equívocos y los engaños son los causantes de la mayor parte de los males. Hazme caso hijo, di siempre la verdad, y si te equivocas admite tus culpas, afróntalas como un hombre, trata de enmendarlas y confía en los que te quieren…



Aquello pareció emocionar a las mujeres, sobre todo a Kerria que, casi a punto de llorar, asintió dándole la mano a su padre y tomando con la otra una de las de su hijo.



-Tu abuelo tiene toda la razón, cariño. Si hubiéramos hecho las cosas mejor posiblemente te habrías evitado ese disgusto. ¡No sabes cuánto lo siento!…

-No te preocupes, mamá Ky. - Pudo replicar él viendo que su madre sufría todavía por ello. – Tampoco fue culpa tuya.

-Eso ya pasó. Por suerte está todo arreglado, gracias a Dios.- Terció Bertie acariciando el pelo de su hija –

-Sí. Bueno, será mejor que vayamos dentro, empieza a ponerse el sol y refresca. – Comentó Sam, tratando de eliminar esa tensión que flotaba en el ambiente. – Dentro de poco habrá que cenar.



Los demás convinieron en ello, Brian se aseguró de que su abuelo se levantaba bien y quiso ir junto a él dejando que se apoyase en su hombro, aunque Roy pareció ir sin problemas. Pero antes de separarse de él para entrar, el anciano le susurró.



-Gracias hijo… recuerda siempre esto. Tendrás momentos difíciles en los que deberás confiar…en tus amigos, en tu pareja…y si eliges a esas personas bien, sabrás que puedes hacerlo. Eres un gran muchacho, nunca lo olvides.

-Muchas gracias, abuelo. Nunca lo olvidaré, te lo aseguro. - Sonrió el joven, contento de que por fortuna aquel susto no pasase de ser únicamente eso.-…Y no te decepcionaré. Lo prometo.

-Sé que no lo harás.- Replicó Roy dándole una afectuosa palmada en la espalda para indicarle.- Anda, vamos dentro o nos reñirán.



Ahora, mientras Mimet corría a buscar a sus primos, Brian continuaba delirando tras aquellos recuerdos, el chico se abrasaba prácticamente por dentro. Por fin su novia dio con Asthel y Maray y les resumió lo que sucedía con un tono bastante asustado.



-¡Por favor! Debéis perdonarle. Él estaba muy arrepentido ya entonces y todavía se culpa por eso. Estoy convencida.



Maray miró incrédula a su interlocutora. Apenas sí pudo musitar.



-¿Cómo? ¿Que él quiso hacerle qué a mi madre?

-Fue una estupidez.- Convino Asthel, quien sin embargo parecía mostrar un talante más comprensivo al añadir.- Y eso pasó hace mucho y está superado.

-A mí no me parece que sea una simple tontería.- Rebatió su hermana con patente gesto de disgusto.-

-Por favor.- Le pidió Mimet, que parecía muy asustada ahora.- Si no le perdonas podría morir.

-Eso no es tan fácil.- Replicó la interpelada.-

-Maray.- Terció su hermano con tono conciliador.- Se arrepintió nada más intentarlo. Lo tuvo que pasar muy mal.

-Eso es lo que él dice.- Contestó la joven.- Ninguno estábamos allí para saberlo.

-Lo mejor será que tratéis de hablar con él.- Les sugirió Mimet, mirando a Maray con ojos cargados de súplica.- ¡Te lo ruego!



            Sin embargo, su compañera le devolvió la mirada declarando entre pesarosa e indignada.



-¿Acaso te crees que deseo que le suceda nada malo a mi primo? No es tan sencillo, por el amor de Dios. No basta con que diga que le perdono, eso tiene que ser un sentimiento sincero. Y ahora, yo… bueno, no me sale de mi interior.

-Mimet tiene razón.- Intervino Asthel.- Tenemos que escucharle a él. Y entonces decidiremos.



Su hermana asintió finalmente y los tres fueron rápidamente junto al enfermo. Fiora y el resto habían estado tratando de bajarle la fiebre. Pero en cuanto sus compañeros llegaron les pidieron que, por favor, les concedieran unos momentos de intimidad. Así lo hicieron. Alusa, Minara, Fiora, Granate y Diaval se alejaron para formar su propio corrillo. Cuando Brian se percató de la presencia de sus primos les miró avergonzado y les confesó lo que había ocurrido hacía ya cinco años, suplicándoles.



- ¡Perdonádme por favor! , no quise que ocurriese. Lo he tenido sobre mi conciencia durante todo este tiempo.



Asthel le miró muy serio. Entonces Brian tuvo miedo de que no volviera a dirigirle más la palabra pero, por fin, su primo dijo con tono y gesto más relajado.



- Si mi madre te perdonó entonces yo bien puedo hacerlo ahora. No creo que fuera para tanto. Has sufrido demasiado por eso…

- Pero, ¡por el amor de  Dios, Brian!, ¿Cómo pudiste hacer eso?  Nuestra madre es tu tía.- Terció Maray con tono acusador.- ¿En qué pensabas, eh?



            Nada más oír esas palabras el chico sufrió un nuevo acceso de calor y comenzó a temblar sudando más copiosamente si cabía. Mimet trató de bajarle la temperatura en tanto dedicaba a su compañera una expresión de enfado y reproche. No obstante, su novio se dio cuenta y con voz temblorosa pudo decir.



-De...déjalo, Mimet...está bien… ella tiene razón…lo lamento y muchas veces hu…hubiera deseado dar marcha atrás y borrar eso. - Sollozó.-

-Tranquilo primo.- Se apresuró a decir Asthel ofreciéndole una mano que éste aferró.- Ya pasó…



            Mimet entonces tomó a su compañera de una mano y la apartó de allí para encararse a ella y reprocharla.



-No me puedo creer que reacciones de esta manera. ¿No se supone que eres un ser de luz?



            Su polemista la miró con estupor. Estaba claro que su compañera se refería a esos episodios de trascendencia que ella llevaba tantos años viviendo. Pero pese a todo Maray seguía siendo también humana. Muchas veces sus emociones básicas tomaban el control. No era tan fácil. Y sobre todo, si una persona a quien ella quería tanto estaba involucrada. Así pues se defendió, alegando.



-¿Cómo querías que reaccionase? Estamos hablando de mi madre. Y Brian es mi primo. ¿Sabes como suena eso? A incesto. Y no es la primera vez que le pasa.

-¡Ese es un golpe bajo! - Contestó una molesta Mimet.- Él ignoraba quien era Cindy. Ninguno lo sabía.



            Su interlocutora miró hacia el suelo, quizás en eso se había pasado. Asintió despacio.



-Escúchame.- Le pidió Mimet tratando de calmarse ahora, lo cierto es que sus recientemente adquiridos sentimientos y emociones la estaban obstaculizando ahora. Pese a ello se dominó para añadir.- Tal y como me lo contó entonces fue una tontería. Se arrepintió en ese mismo instante. Había pasado por mucho con su hermanastra. Solamente buscaba una figura de referencia. Una figura materna.

-¿Una figura materna? ¿Acaso no tiene dos madres? - Se molestó ahora su contertulia afirmando con enojo.- ¿No le bastaba con eso y tuvo que ir a tratar de propasarse con la mía?



            Maray guardó silencio. En verdad no había querido decir eso. Pero le salió sin más. Posiblemente el enrarecido ambiente de ese círculo infernal les influenciase negativamente. Por su parte, su contertulia movió la cabeza con un gesto que expresaba una clara decepción.



-¡No espera esto de ti! No de una elegida. Se supone que tienes mayor capacidad que otros para entender a los demás.

-También soy humana. Lamento parecerte tan vulgar.- Replicó la aludida ahora también molesta.- 

-¿Es que no puedes mostrarle aunque sea un poco de cariño y de comprensión?- Inquirió su interlocutora con manifiesto enfado ahora.-

-No eres quien para darme lecciones de cariño, Mimet. ¡Acabas de aprender a demostrarlo hace cinco minutos! - Replicó agriamente su compañera.-

-Por lo menos lo demuestro. Ni tan siquiera antes, cuando era incapaz, fui tan desconsiderada y tan fría con alguien de mi propia familia como lo eres ahora tú.- Contestó la joven, visiblemente dolida.-



            Y sin más se dio la vuelta alejándose para volver junto a  su novio. Le sujetó de la mano en tanto él se debatía entre delirios y apenas si podía respirar. Asthel también le observaba con inquietud y miró asimismo a su hermana con pesar. Se aproximó a ella aunque no habló, fue la chica la que musitó consternada.



-No sé qué es lo que me ha pasado por la cabeza. Me enfadé. Es aun peor que si hubiera tratado de hacérmelo a mí. Recuerdo mi propia experiencia en ese certamen de Miss Bios...pero al menos ese tipo era un desconocido. No alguien de mi propia familia. ¡Que ha vivido en nuestra casa! Y a quien conozco desde niña. ¡Es que no lo puedo creer! - Sollozó amargamente ahora.-



            Y es que la atribulada muchacha le contó hacía tiempo a su hermano lo que había sucedido. Tras un par de años, ese lamentable incidente fue diluyéndose y perdiendo importancia. Aunque siempre lo tuvo ahí, clavado como una espina. Que tratasen de abusar de ella de aquella manera fue traumático, pero ese pervertido tuvo un buen escarmiento, cortesía de su abuela Esmeralda. Sin embargo, esto… No quería ni pensarlo. Su propio primo, a quien ella siempre quiso como a un hermano, intentando hacer algo así con su propia tía, que era la madre de la misma Maray y de Asthel. No solamente era un acto reprobable, rompía cualquier confianza que pudiera tener en él. Ahora su hermano sí que la tomó suavemente de los hombros y le susurró con afecto y algo de tristeza.



-Lo que tú puedas pensar sobre él no es nada en comparación con lo que Brian piensa de sí mismo. Y es nuestro primo, nuestro amigo y compañero. Tú misma lo has admitido, le quieres igual que yo. Nuestra madre también. Y le perdonó…no puedes ser más dura que ella. ¡Mira en qué estado se encuentra!



Maray dedicó nuevamente su atención a ese pobre muchacho, pero ahora con tristeza y pesar. Aquello no había estado bien pero su reacción tampoco estaba justificada. Ese  desdichado se consumía literalmente por causa de sus remordimientos y ella solamente había sido capaz de juzgarle con severidad., avivando aquellas llamas que ardían dentro de él. Tampoco ignoraba que el pobre pasó por una terrible experiencia cuando descubrió que su novia era en realidad su hermana y que había intentado utilizarle para vengarse. Al menos al principio. Y en una cosa su hermano Asthel tenía toda la razón. La madre de ambos hacía mucho que perdonó a Brian. Empero, ella no pudo reprimir lo que de veras le pasó por la mente. Aunque estaba claro que ese muchacho estaba sufriendo mucho. Demasiado incluso para el carácter de la falta cometida. A fin de cuentas no debió suceder nada más y le bastaba con mirarle a los ojos para creerlo. Finalmente, tras vencerse a sí misma y sus recelos pudo declarar.



-Aquello no estuvo bien. Sin embargo hace mucho que te arrepentiste y ya has pagado de sobra por eso. Ahora no puedes estar dispuesto a morir por esa tontería. - Le amonestó suavemente su prima que de inmediato lo justificó sin concederle importancia, incluso remachando con jovialidad.  –Fue un impulso. ¡Vamos, no seas tonto! Te perdono de corazón. Tú eres mucho más importante para mí, eres mi primo y te quiero…- Fue capaz de terminar entre sollozos.- Por favor…siento haber sido tan dura contigo. ¡Lo lamento de veras!



            El muchacho sonrió agradecido y entonces comenzó a encontrarse mejor. Aquellas palabras debían de ser sinceras y brotar del corazón de su prima, dado que la temperatura empezaba a bajarle con rapidez, enseguida se fue sintiendo recuperado. Asthel le ayudó a levantarse...



- Espero que ya estés bien.- Le dijo éste, agregando con tinte cordial  - ¡Ahora ya podremos seguir y no te preocupes, eso está pasado y olvidado!...

- ¡Gracias Asthel, gracias Maray! - Les respondió él encontrándose de nuevo en perfecto estado, ya no tenía rastro de calor. - ¡Ojalá pudiera hacer algo para cambiar aquello!



            En ese instante, Tom se sonrió, mirando ese enorme libro. Curioso repasó aquel momento. De hecho, tentado estuvo de tratar de cambiarlo, podría haber eliminado ese embarazoso acontecimiento pero se detuvo…



-Este pobre chico no me ha hecho nada. Aunque su madre se ha metido mucho en mis cosas.



            De hecho, Kerria fue la defensora de aquella tal Sabra, la mujer que compitió con Martin por el amor de Daphne. Aunque bien mirado, eso le aportó interés al asunto. El mismo Tom recordó como tuvo que ingeniárselas para evitar que ese bobo perdiera a la muchacha que quería.



-Hasta le di una agenda y escribí un desenlace alternativo a favor de Martin. ¡La pobre Daphne alucinó con su propio reflejo! Me gusta eso de los espejos. Quizás me haya dado una idea para más adelante.- Meditó ahora recordando a aquella individua morena que tan bien le sirvió para hacer que Daphne cambiara de opinión.-  Y esa Marla…¡Vaya una zorra! Cuando contacté con ella me aseguré de que no supiera que yo era un hombre. Seguro que no habría querido hacer lo que le pedí. ¡Realmente nos odia! Ni siquiera yo he podido ver de donde ha salido alguien así. No sé en qué parte del libro se cuenta.



            Estaba claro que ese gran Libro tenía muchas historias y peripecias personales. No obstante, él en efecto no llegó a leer mucho más sobre los motivos de aquella individua. No se relataban de un modo detallado. A fin de cuentas, tampoco podía ocuparse de todo, bastante tenía con lo suyo y lo de las personas más cercanas a él.



-En fin, en cuanto a esto mejor será dejar las cosas como están. Brian ya ha sido perdonado. Seguiré leyendo. Quiero saber que pasa ahora.- Pensó, retomando la página que había dejado.-



Mimet sonrió ahora, más reconfortada. Se acercó a Maray y las dos chicas se dieron un abrazo.



-Gracias.- Le susurró la novia de Brian a su interlocutora.- Muchas gracias por ser tan comprensiva y generosa como para perdonar. Sé que no te ha sido fácil.

-Gracias a ti.- Replicó Maray avergonzada todavía.- Me has recordado dónde está el verdadero amor. Perdóname tú a mí por haber sido tan insensible.



Su contertulia sonrió nuevamente, sellando así las paces y dando aquello por zanjado. En ese momento Diaval se acercó hacia ellos mientras decía en tono divertido para aliviar la tensión que se había producido, pese a desconocer la causa de la misma, dejando al resto de los componentes del grupo observando desde unos metros de distancia.



- ¡Ya está bien de reuniones familiares, vamos a darnos prisa que tenemos mucho trecho!...



            Todos estuvieron conformes con esa propuesta. Nadie de los demás quiso preguntar qué había sucedido, juzgaron que no era algo de su incumbencia. De modo que prosiguieron la marcha olvidando ese tema. Así anduvieron durante una hora hasta llegar a un lugar en el que hacía aún más calor, pero esta vez para todos. Granate supuso que era una especie de hoguera espiritual. La temperatura iba aun más en aumento y a los pocos metros un inmenso e intenso muro de fuego les cerraba el paso. A los miembros del grupo les parecía un obstáculo insalvable. Diaval propuso una onda de energía para tratar de apagarlo, pese a la advertencia de Granate de que probablemente no serviría de nada.



- ¿Qué podríamos perder? A mí me gusta comprobar las cosas por mi cuenta. Y recuerdo que mi abuelo Lornd me contó, que el primer maestro de su legendario antepasado Son Goku, usaba ese truco para extinguir fuegos. - Repuso éste que se transformó en súper guerrero y exclamó en tanto juntaba ambas manos a la altura de su cadera…-¡Ooonda viiitaaal, yaaa!…Kaaameehaameehaaa



 Y entonces lanzó una poderosa oleada de energía que abrió un largo pasillo entre el fuego. Todos le miraban impresionados. El satisfecho Diaval hizo la uve con los dedos pero a los pocos segundos, para su decepción y envaramiento, el fuego volvió a cerrarse eliminando su abertura.



- ¿No decías que el maestro del ancestro de tu abuelo usaba eso para extinguir fuegos?- Le preguntó Alusa con algo de sorna. –

- A decir verdad. No recuerdo si de verdad le servía este truco. Solamente que mi abuelo me dijo que lo empleaba. –Admitió el saiyajin algo molesto por esa observación, y haciéndolo patente al replicar. – Y no veo que vosotras hagáis nada mejor…

- Es que no somos magas como tú. ¿Tienes algún otro truco?- Quiso saber Minara moviendo la cabeza con un tinte similar de sarcasmo que su hermana. Además de molesta por esa ruda réplica. – ¿Eh, señor súper saiyajin?...



El príncipe de los guerreros del espacio no respondió, volvió a intentarlo pero el resultado fue el mismo. Incluso peor. Aquella pared de fuego pareció reaccionar elevándose todavía más…



- ¡Maldita sea!... ¿cómo demonios vamos a cruzar? - Escupió entonces con visible frustración. -

- Lo que nos faltaba, alimentarlo para que suba. Y yo que tú no mentaría la soga en la casa del ahorcado, ya te lo dije en otra ocasión. - Intervino Granate con visible malestar, a modo de consejo, aunque no sin cierto retintín. – No es conveniente llamar demasiado la atención por aquí.

-¡No digas chorradas, si algún demonio se molesta que venga y me lo diga! - Espetó Diaval  agregando con un tono de más sorna. - Si es que se atreve, claro...

- Déjate de bravatas y pensemos en otro modo de atravesar las llamas, o sino ésta vez sí que el viaje se habrá terminado. -  Le recriminó Alusa.-



Ésta tenía desde luego un fuerte carácter, en eso la joven había salido a su abuela Karaberasu, pese a no ser ella la que llevase su nombre.



- Mi hermana tiene razón.- Añadió Minara que siempre era algo más comedida que su gemela, de modo que, mientras ésta abroncaba al saiyajin, ella preguntó a sus primos. - Granate, Asthel, ¿no se os ocurre nada?...

- Tal vez si te transportaras detrás de ese muro podrías abrir un camino o llevarnos a todos. ¿Eh hermano? - Sugirió Maray. -

- Por desgracia no puedo abrir pasillos dimensionales aquí, ya os lo dije...y tampoco podemos volar con libertad en estas dimensiones. - Replicó el aludido de forma cansina. -

-¡Maldita sea! – Escupió Diaval mirando fijamente a esa pared fuego que pareció aumentar una vez más.- ¡Vamos a quedar atrapados aquí por una estúpida llamarada!….



            Aquello era cierto, y además no sabían exactamente el porqué, pero apenas si eran capaces de recorrer una mínima distancia por el aire en este círculo, algo parecía dificultárselo.



- Entonces lo tenemos mal.- Sentenció Mimet añadiendo con aire reflexivo. - No imagino como podremos pasar...



            Brian también estaba pensativo y no decía nada, pero pareció tener una idea inspirada  a juzgar por el gesto que tenía en la cara. Aunque, antes de que pudiese hablar, fue Diaval el que se le adelantó...



- Podría hacer lo mismo de antes, pero ahora manteniendo el rayo de energía y mientras se abra el pasillo podríais pasar.

- Sería muy arriesgado porque no sabemos lo ancho que ese pasillo pueda ser, ¿y si te quedases sin fuerzas antes de que cruzáramos? - Le objetó Asthel. -

- Brian podría quedarse conmigo. Si yo me canso él me relevará. También tiene sangre saiyajin. - Respondió Diaval como si tal cosa -....

- Por mí está bien.- Acordó éste aparcando por un momento la idea que le estaba cruzando por la mente, y esperando no tener que recurrir a ella si la propuesta de su compañero tenía éxito.  -

- Bueno. Siendo así vamos a probar.- Aceptó Asthel para admitir. – Por desgracia no tenemos mucho más donde escoger.

           

            El príncipe saiyajin asintió dispuesto. Al parecer satisfecho de que hubieran tenido en cuenta su sugerencia. Se concentró y lanzó otra onda de energía. Al momento abrió un delgado corredor entre las llamas. Asthel indicó que corriesen todos, pero el pasillo comenzó a cerrarse enseguida y se detuvieron antes de entrar. Brian ayudó a Diaval, también se convirtió en súper guerrero y lanzó una potente ráfaga de poder pero no alteró para nada el resultado. Ahora las llamas se cerraron con mayor rapidez y la energía que ambos emitían sólo pareció avivarlas.



-Es como si se hubiesen adaptado de alguna manera a nuestra estrategia.- Resopló Diaval.-

-Esto no nos servirá de nada.- Dictaminó un también agotado Brian.-



Al fin, los dos decidieron cesar en su empeño. Agotados, jadeaban tratando de recuperar la respiración, el fuerte calor ambiental aun les había fatigado más. Asthel, pensativo, les dijo tratando de animarles.



- Bueno, al menos lo habéis intentado. Habrá que pensar en otra cosa...

-¿Qué vamos a hacer? - Se preguntaba Maray en voz alta con poco optimismo. - Ese muro es tan terrible, parece insalvable...



            Y ante el desánimo, la frustración y la falta de ocurrencias de los demás, Brian recuperó entonces su idea. Más bien era una intuición, la había tenido tras recobrarse de su grave situación y aunque no estaba demasiado seguro. Llamó un momento a su novia y le preguntó.



-¿Qué dijiste antes de Dante? ¿Quiénes estaban aquí? - Quiso saber con  gran interés.-

-Los incontinentes, los iracundos y los perezosos.- Le recordó ella.-



            El joven se quedó pensativo unos instantes, entonces  pareció corroborar la suposición que tenía y dijo al resto.



-¿Y si esas llamas no existieran? – Conjeturó. - ¿Y si fuesen solamente fruto de nuestra imaginación? ¿Y si se avivasen por nuestros propios miedos? ¿O por los condicionantes de éste círculo?

-Como decís los humanos. ¡Tú alucinas, tío! - Exclamó Diaval con el argot incorporado de las  conversaciones con el grupo. -¡Menuda imaginación hay que tener para provocar ese muro de fuego!...



Sin embargo a Asthel no le pareció una mala reflexión. Le hizo al saiyajin una seña para que se callase y comentó con mejor predisposición.



- Podría ser, no es una idea tan descabellada ¿Qué quieres decir entonces, Brian?...

- Escuchad, si éste es el círculo dónde están los incontinentes, tendría una explicación. Yo sufrí a fin de cuentas por no refrenar mis impulsos. Quizás estaba más furioso conmigo mismo que otra cosa. Ahora todos estamos enfadados por no ser capaces de cruzar esas llamas. Eso es propio de un estado iracundo, ¿no? Y queríamos rodearlas volando. Y luego abriendo simplemente un corredor. ¿Acaso eso no es demostrar pereza por nuestra parte? o ¿Desear un atajo o un camino más fácil en lugar de plantar cara al problema y resolverlo?- Argumentó el chico con la plena atención de sus compañeros.-



            Los demás se miraron como si eso tuviera cada vez más sentido. ¡Claro!



-Concuerda con las descripciones que da Dante de este círculo.- Terció Mimet.- Aunque no sea exactamente como lo contaba él.

-Sí, claro.- Comentó Fiora cayendo a su vez en la cuenta de ello.- Brian tiene toda la razón. En vez de esforzarnos por pasar, queríamos una solución más cómoda y más rápida. Y nos hemos frustrado al no obtenerla.

-Pero entonces… ¿Qué se supone que deberíamos hacer?- Preguntó Maray.-



            Ahora la cuestión retornó a Brian, quién, tras meditar unos instantes, respondió aún pensativo.



- Quiero decir que, si les perdemos el miedo a esas llamas, eliminamos la ira actuando con diligencia y las cruzamos, no nos quemaremos,- les explicó éste. - Es un fuego espiritual, no es material. Yo que era el único que tenía algo que reprocharme ya lo he superado. Podré cruzar junto con vosotros que no tenéis nada que os aflija. Por eso me ocurrió al principio de entrar en este círculo. ¡Era un aviso!

-¿Tú crees?,- le inquirió Minara agregando para dar a entender que lo había interpretado correctamente.  - ¿Qué lo han hecho intencionadamente para darte una pista? No me fío…

-¿Por que no?,- terció Alusa más dispuesta a creerlo. - Podría ser así…

- Brian ¡Ten mucho cuidado! ya imagino lo que vas a hacer.- Le dijo Mimet con preocupación, casi lamentando para sí, el ser capaz ahora de intuir las cosas sin base analítica precisa.  – Es muy peligroso. Y no tienes ni la menor certeza de que vaya a ser así.

- Es necesario.- Respondió él declarando con rotundidad. - Yo pasaré el primero, los demás seguidme, si veis que me quemo, deteneros.

- Mimet tiene razón. ¡Eso es muy peligroso, podrías morir abrasado! ¡No debemos permitirte eso! - Le dijo Maray con cara de angustia. -

- No hay otra forma, tenemos una misión muy importante que cumplir, y no hay vuelta atrás.- Sentenció el muchacho armándose de determinación. -

- Brian, es muy arriesgado, no podemos pedirte que lo hagas. - Declaró su primo con visible inquietud. -

- Debo hacerlo Asthel, por todos vosotros y por el universo entero. También por mí mismo.- Insistió el muchacho para remachar con un suave y cordial. - Os lo debo.

-No, no nos debes nada. ¡Escúchame! - Le pidió ahora su prima llena de temor.- Ya has pagado con creces por lo que pasó, no quiero que por mi culpa…



            Y fue ahora Maray la que comenzó a sentir un calor mucho más intenso, que amenazaba con sofocarla. Aunque su primo, percatándose de eso, le sonrió afectuosamente apretando con cariño una mano de ella entre una de las suyas para responder.



-No tiene que ver con eso. Presiento que, en cierta medida, este círculo me corresponde a mí.



            La muchacha le sonrió a su vez, sintiéndose mejor de inmediato. Ese calor tan agobiante fue disminuyendo volviendo a ser tan molesto para ella como para los demás.



- Eres muy valiente, amigo. – Intervino en ese momento Diaval, en esta ocasión sinceramente admirado de la decisión de su compañero, admitiendo. - Yo amo la lucha y el combate y sé que puedo morir. Pero lo acepto, aunque esto…debo confesar que me da miedo.

- No debes tener miedo, creo que esa es la clave, ni tú ni nadie, bueno, allá voy.- Aseveró el chico que avanzó resuelto hacia la pared flamígera, pero Mimet se interpuso y le abrazó. -

-¡Brian te lo suplico, no lo hagas, por favor! Encontraremos otra manera de lograrlo,-  lloraba ella con el rostro desencajado por la angustia.-



 Cariñosamente su novio le secó las lágrimas con un dedo. El chico se quedó sorprendido, la pobre debía de sufrir mucho pensando en lo que podría ocurrirle a él para ser capaz de llorar así. Aunque hubiera adquirido recientemente esa capacidad, sonrió y le susurró con afecto.



- Siento mucho que ahora que al fin puedes expresar tus sentimientos, como siempre deseaste, debas pasarlo tan mal por mí. Pero no tengas miedo. Tus lágrimas me protegerán, tu amor será el mejor escudo. Todo saldrá bien.- Y dicho esto besó suavemente a Mimet en los labios y avanzó nuevamente, ésta vez nadie le interceptó. No obstante, se detuvo y miró hacia atrás en dirección a sus preocupados compañeros y declaró. – Confío en vosotros, y sé que estaréis ahí, conmigo. No debo tomar atajos para ahorrarme penalidades, ni seguir enfadado por cosas del pasado, sino continuar adelante y hacer las cosas mejor. Esa es la clave.-Sentenció agudamente para proseguir.-



            Tom estaba realmente intrigado. No pudo evitar comentar en voz alta.



-Este tipo realmente tiene narices. Lo reconozco. Quizás me pasé con ese incidente con su tía Amatista. Se merece que haga algo por él.- Admitió con algo de lástima por él.-



            Y recordando sus anteriores pensamientos, escribió algo en su libreta.



-Quizás quiera ver a su madre Ky. O ella verle a él.



            Mirando en otro lugar de ese enorme tomo, leyó justamente en la parte donde Kerria llegaba a su hotel, durante aquel juicio. La abogada estaba teniendo un sueño…



-¡Vaya, qué interesante es mi querido tío!- Se sonrió sarcásticamente al verle aparecer en ese momento onírico de la abogada!.- Pues qué mejor lugar que aquí, para añadir esto.- Pensó deseando desvirtuar cualquier mensaje que Lance pudiera intentar darle a la abogada.-



            Y una vez lo hizo, prosiguió con la lectura…



            A medida que Brian se acercaba a la enorme hoguera la sensación de calor le era insoportable, se esforzaba en pensar que no era una percepción real. Debía de seguir caminando, pese a temer incendiarse sólo en algunos instantes, prosiguió convencido. Llegó justo al lado de las llamas y entonces dio el paso decisivo. Se introdujo sin vacilar en la gran masa de fuego. Mimet ahogó un grito. Su novio entre tanto sintió que ardía pero se esforzó en pensar que tan sólo era una ilusión producto de su ira o sus miedos y así, cruzó.



-Lo sabía, esto es tan real como nosotros lo hagamos ser.- Suspiró aliviado, sin percibir ya ese enorme calor.-



Empero, en ese momento, entre aquella muralla de llamas entonces vio algo, o mejor dicho, a alguien a quien no esperaba y que le llamó por su nombre. Al dirigirse hacia ese conocido tono de voz pudo replicar asombrado…



-¿Cómo sabe mi nombre? ¿Quién es usted?...Un momento…¿mamá Ky?.- Repuso con asombro en su cara al reconocerla.-Tú no deberías estar aquí…



            Y es que esa mujer era idéntica a su propia madre. Al menos tal y como él la recordaba siendo niño. Lucía mucho más joven desde luego, aunque parecía perdida y desconcertada. Quizás fuera una alucinación más de aquel lugar.



-Debo concentrarme y evitar estas sugestiones.- Se dijo con determinación.- Mi madre nunca ha estado aquí…



Y esa táctica pareció funcionar. La visión de su mamá Ky se desvaneció y él atravesó el resto de aquel muro de fuego sin más problemas. De hecho, se sorprendió de lo rápidamente que había pasado, tal y como pensaba estaba ileso y ante sí tenía una especie de lago fangoso y más allá un enorme muro, ésta vez parecía que de piedra, y enmarcada en él, la siguiente puerta. Brian iba a gritar hacia el otro lado con todas sus fuerzas porque el furioso crepitar de las llamas, por imaginarias que fueran, ahogaba casi cualquier otro sonido. Entonces escuchó una voz pausada y gutural que le dijo.



- Has sido muy astuto, humano. Pero a pesar de que hayas descubierto el secreto que guardaba la defensa de la puerta, tu viaje ha llegado al fin.

-¿Quién eres? - Quiso saber Brian que miraba a su alrededor sin ver a nadie. - ¡Da la cara!



            De pronto una especie de criatura híbrida entre una cabra y un hombre apareció a su lado.



- Soy Mordagor, demonio Infernal del Quinto círculo y guardián de la Puerta. Y no os dejaré pasar, salvo si me vences, claro está.

- Eso es fácil - sonrió el chico transformándose en súper guerrero para asegurarle casi con entusiasmo. - ¡Voy a acabar contigo ahora mismo!

- No, no me refería a esa manera tan tosca de competencia. Admito que no sería rival para ti en ese aspecto, pero no ibas a lograr nada destruyéndome. - Sonrió malévolamente el demonio, quién divertido, le aclaró.- Para empezar, tampoco podríais pasar a través del lago fangoso para acercarte a la puerta. Míralo bien.



            El chico sí lo hizo y descubrió con horror una infinidad de cuerpos en esa especie de extensión que se perdía a ambos lados del muro más allá de donde la vista alcanzaba. El demonio le explicó no sin regocijo…



-Ante ti tienes el lago del Estigia, donde están inmersos los afectados por su ira y sumergidos los que fueron víctimas de su pereza. Dime. ¿A cuál de los dos grupos pertenecéis tú y tus amigos?

-Vaya. Con esto sí que no contábamos.- Admitió el joven.-

-Ya os lo dije. No es tan sencillo salir de aquí.- Repuso su contertulio visiblemente divertido.- No hablamos únicamente de fuerza o valor…

-¿Pues de qué estamos hablando entonces? - Inquirió Brian mirándole intrigado aunque todavía sin bajar la guardia. -

- Nada podrás hacer si no conoces la forma de atravesar el lago y cruzar la puerta.- Respondió Mordagor que añadió con suficiencia. - Y derrotándome con la violencia nunca lo sabrás.

-Sí, sería peor, tomar el camino más sencillo por pereza. Además, la ira que manifestase al luchar contra ti también avivaría las llamas.- Suspiró perspicazmente el joven que añadió resignadamente, queriendo saber.- ¿Y qué tengo que hacer entonces?  



            Aunque ahora Brian estaba impacientándose por momentos, en eso desde luego se le notaba su sangre de saiyajin, ante el regocijo de su interlocutor. 



- Deberás demostrar tu habilidad para resolver enigmas. - Contestó el demonio. -

-¿Si lo hago me prometes que luego me lo dirás?- le pidió el joven en tono desconfiado. – ¿El secreto para cruzar ese lago y abrir la puerta…a fin de que todos mis amigos y yo podamos proseguir con nuestra misión?

- Te doy mi palabra...- le aseguró alegremente Mordagor. -

- ¡No amigo!, de eso nada. No me basta,- le rebatió Brian recordando algunas de las historias que le contase su abuelo Roy y también ciertas cosas que Granate les había explicado y así le exigió. - ¡Júramelo por tu amo y señor!

- Veo que no eres tonto. Muy bien, como quieras. Te lo juro por Satanás. Mi amo y señor supremo. No puedo quebrantar ese juramento. ¿Estás dispuesto ya? - Le insistió el demonio sin perder ni un ápice de su tranquilidad sentenciando a modo de aviso. - Pero has de saber que, si fallas, deberéis permanecer aquí eternamente y sólo dispondrás de una oportunidad.



            Aquel era un enorme dilema. Brian se daba perfecta cuenta de que su decisión involucraría a sus compañeros. ¡Estuviera ellos de acuerdo con ella o no! ¡Ojalá pudiera consultarles! Pero ahora mismo no tenía idea de en qué parte, tras el flamígero muro que había cruzado, pudieran estar.



- No tengo otra opción. Así que, muy bien. A ver, ¡pregunta! - Le espetó el muchacho ya por completo impaciente y decidido. -



            Mordagor enunció su enigma sin dejar de sonreír.



- El acertijo del depósito de agua o problema de la cisterna es uno de los contenidos en  el libro "Los nueve capítulos sobre arte matemático" uno de los libros de matemáticas más antiguos de China, su origen se remonta al período de la Dinastía Zhou. Y dice así: Tenemos un depósito de agua de 48 m3 de capacidad con dos tuberías de llenado y una de vaciado. La primera tubería de llenado abierta sola tardaría 12 horas en llenar el depósito. La segunda tubería de llenado abierta sola tardaría 6 horas en llenar el depósito. Con el depósito totalmente lleno y las dos tuberías de llenado cerradas, la tubería de vaciado tardaría 8 horas en sacar toda el agua y dejar el depósito vacío. Pregunta: Si partimos del depósito vacío y abrimos las tres tuberías ¿Cuánto tiempo tardaría en llenarse el depósito?



            Brian sólo se tomó unos segundos para replicar con sorna.



-¿Me tomas el pelo? ¿Pero qué pregunta tan rebuscada es esa? Yo me esperaba algo más  refinado y filosófico. Como ese rollo de tener cuatro piernas, luego dos y luego tres. Siempre preguntan eso. Aunque éste… bueno, es de matemáticas, no se me dan del todo mal. Ahora que me acuerdo, mamá Sam me ayuda mucho de pequeño con los deberes. Podría haber sido peor…



            Por unos instantes evocar a su otra madre le hizo sonreír. La imaginaba a su lado, sentados los dos frente a la mesita del cuarto de Brian. Él con unos siete años y su madre enseñándole a dividir  números de más de tres cifras.



-Tenía mucha paciencia conmigo. Yo estaba deseando terminar eso e ir a jugar. – Recordó con nostalgia.-



            Sentía que, el haber visto esa imagen de su mamá Ky y el pensar ahora en su mamá Sam, era producto de lo mucho que echaba a las dos de menos. ¡Lo que daría por poder abrazarlas a ambas! Y también al abuelo Roy y a la abuela Bertie, claro está. Aunque su interlocutor parecía impacientarse y le sacó de esos pensamientos.



- Pues contéstala si tan fácil te parece,- le retó el demonio sin perder su burlesca expresión. -

-Dame unos momentos, no tengo papel, ni bolígrafo para hacer los cálculos. – Le pidió el muchacho con tono sereno.- De todos modos podré resolverlo, estoy seguro.



Aunque por dentro él mismo se inquietaba,  aquello era un tema más para su novia. Tratándose de Mimet seguro que ella lo sabría sin apenas precisar tiempo. Eso le dio una idea…



-Una cosa.- Le pidió el joven, casi con humor.- ¿Está permitido el comodín del público?



El demonio pareció sorprenderse y apenas sí pudo replicar.



- ¿Qué es eso?

- Una norma de los concursos de la Holo tele. – Contestó Brian para explicar. – Siempre te dejan preguntar a algún amigo o llamar a alguien…



      Tras oír aquello Mordagor esbozó una nueva sonrisa, y sentenció divertido.



- No eres en absoluto estúpido. Pero no cuela. Aquí no tenemos esa clase de normas. Tus amigos no te podrán ayudar. Lamentándolo mucho tendrás que ser tú quién lo resuelva.



Brian asintió resignado y replicó.



-Ya me lo temía. Este círculo es mi responsabilidad. Muy bien. Entonces dame al menos algo para hacer mis cálculos. Eso sí que no está prohibido. ¿No? Has dicho que debo ser yo, pero no dijiste nada de que fuera sin ningún tipo de ayuda material.



            El demonio asintió admitiendo aquello. Entonces chasqueó sus dedos y en su mano derecha aparecieron un cuaderno y un bolígrafo de los antiguos, esos que funcionaban con tinta.



-Ahora trata de resolver el enigma.- Le indicó con un tinte de más impaciencia en su gutural voz. En tanto le entregaba aquello a su interlocutor.- Toma y apresúrate.



            El chico sudaba ahora copiosamente, pero no debido al calor. ¡Ojalá que tanto estudiar hubiera merecido la pena! Aunque tomándoselo con calma y fijándose bien, eso no era tan complicado. Únicamente tuvo que hacer unas cuentas muy básicas para sentenciar de modo triunfal.



-¡Ya está!….

-Pues explícame la solución y cómo has llegado hasta ella.- Le pidió su contertulio sin inmutarse.-

-Escucha entonces.- Dijo Brian detallando.- La primera tubería llena el depósito de 48 m3 en 12 horas, por lo que su caudal es de 4 m3/h. La segunda tubería llena el depósito en 6 horas, por lo que su caudal es de 8 m3/h. Las dos tuberías juntas tienen un caudal total de 12 m3/h. La tubería de vaciado tarda 8 horas en sacar 48 m3 por lo que el caudal de vaciado es de 6 m3/h. Si entran 12 m3/h y salen 6 m3/h lo que se queda en el depósito son 6 m3/h. Si entran 6 m3/h el depósito estará lleno en 8 horas.- Concluyó con visible satisfacción.-

- Alabo tu sapiencia, humano - declaró el demonio que parecía impresionado. - Has mostrado una gran inteligencia.

- No, sólo es álgebra elemental de secundaria, y haber estudiado mucho porque  de lo contrario  me castigaban sin jugar o sin salir. Sin embargo, admito que mamá Sam me ayudaba mucho en eso, como la abuela Bertie en historia, igual que mamá Ky lo hacía en lengua y el abuelo Roy en educación física.  - Suspiró Brian con evidente nostalgia.



Se acordaba una vez más de cómo sus dos madres y sus abuelos se sentaban a su lado a veces, cuando tenía complicaciones en alguna de esas materias.



-Gracias a su amor y a su paciencia, he podido resolver esto.- Pensó muy agradecido, admitiendo.- tenían razón, nunca se sabe para qué va a servirnos lo que aprendemos en el colegio.



            Y otro que seguía leyendo aquella historia suspiró asintiendo solidariamente para admitir hasta con afectuosa nostalgia.



-Mi madre también lo hacía conmigo. Este tipo cada vez me cae mejor. Espero que triunfe.



 Tom quiso ayudarle. Podría escribir algo que facilitase las cosas para Brian y el grupo. No obstante y para su sorpresa e incluso decepción, era incapaz de modificar esa parte del Libro.



-Bueno, no todo está a mi alcance. Al menos hay ciertas partes que parecen ya fijas. O pudiera ser que, ese libro que lleva Asthel, sea el que deba ser escrito para estos capítulos. No sé. El Demiurgo no me explicó nada en ese sentido. Seguiré leyendo a ver qué pasa…



Y lleno de curiosidad prosiguió con ese interesante capítulo, en el momento en el que Brian agregaba ya desapasionadamente.



-Desde luego en el Infierno no estáis muy adelantados en matemáticas.- Y el joven sonrió con gesto divertido para añadir con fingida seriedad. - Ahora me toca a mí hacerte una adivinanza. Escucha porque nadie ha sido nunca capaz de resolverla. Me la contó mi abuelo…



            El demonio, visiblemente interesado, prestó atención a ese joven que le planteó la siguiente cuestión.



- Un autobús lleva ocho personas al principio del trayecto. Y hay tres paradas, en la primera suben cuatro y bajan tres, en la segunda bajan ocho y suben diez y en la tercera sube uno y bajan siete. La pregunta es ¿Cómo se llama el conductor? .Ja, ja, ja.

-¡Eso no tiene sentido!,- protestó el demonio. -

-¡Era una broma!,- repuso su interlocutor que le recordó ahora ya más serio. - Cumple tu parte y dime como cruzar.

- Bastará con que lo exijas en nombre de tu condición de campeón del reto…- le desveló Mordagor con tono teñido de contrariedad al haber sido burlado, desapareciendo tan repentinamente como había venido tras decir con evidente contrariedad.- ¡La suerte del principiante!



            Entonces un sólido puente, oculto hasta entonces, se materializó sobre ese lago. Brian por su parte se encogió de hombros y gritó con todas sus fuerzas para que su voz les llegase a sus compañeros a través del crepitar de las llamas.



-¡Eh, podéis cruzar, yo tenía razón, únicamente son una ilusión!



            Asthel fue el primero que le oyó, sonrió animando a los demás que ya estaban bastante preocupados al no tener noticias de su compañero durante todo aquel tiempo.



-¡Vamos todos juntos! Brian ha pasado. – Les comentó al resto, repitiendo las palabras de su primo.- Las llamas solamente son una ilusión para confundir a nuestro espíritu...

- ¡Gracias a Dios! – Suspiró Mimet llevándose las manos al pecho.-



            Maray fue a su encuentro y la abrazó. La novia de Brian se aferró a ella llorando un poco para desahogar su zozobra.



-Lo siento. Soy nueva en esto de expresar mis emociones.- Sollozó cuando se separaba de Maray.-

-No te preocupes, lo estás haciendo muy bien.- Asintió una asimismo llorosa Maray.-



            Aunque fue Diaval quien tomando la palabra y con un tono desconfiado en su voz, miró hacia esa pared de fuego y declaró.



-¡Un momento, no tan rápido! ¿Y no podría ser una trampa? Imaginad que fuera la voz de algún diablejo de esos haciéndose pasar por él…

-¡Oh vamos!- Terció Alusa moviendo la cabeza.- No seas agorero.

-Es la voz de Brian, seguro. Debe de serlo.- Añadió Minara, aunque con algo menos de seguridad.-

-Sin embargo, y aunque no me guste considerarlo, Diaval podría tener razón. Debemos ser prudentes y no dejarnos llevar de buenas a  primeras. - Intervino entonces Granate con aire pensativo y preocupado.-



El resto se miró con expresiones de desconcierto y duda. Esa era una posibilidad muy seria a considerar. ¿Y si el pobre Brian había sido consumido por esas llamas y aquella voz era simplemente un truco más para atraerles a tan terrible final? Asthel se llevaba una mano a la barbilla tratando de pensar que hacer. No podía percibir nada en un sentido o en otro. Tampoco pudo leerlo siquiera. Por alguna razón las páginas ahí estaban en blanco. ¡No! Recordó enseguida que esa era su historia y que escribirla les correspondía a ellos. Ahora ese libro era del todo inútil. No obstante, fue Mimet la que habló. Con un tono lleno de confianza y hasta esperanzado.



-Es él, estoy segura. Lo presiento. Todo ha ido bien…debemos confiar en lo que nos ha dicho. ¡Tenemos que depositar fe los unos en los otros!



El resto la miró atónito. Ella misma no dejaba de sorprenderse. Ahora la muchacha sentía fuertemente sus palpitaciones, el ritmo cardiaco se le había acelerado y eso que no había llevado a cabo ningún esfuerzo. Sonrió sin embargo, ¡eso era experimentar emociones! Tenía claro que sus sentimientos hacia Brian le habían provocado aquello. Se alegraba también de que todo hubiera salido a la perfección. Pudo suspirar largamente para rebajar la tensión. Eso era sentirse aliviada, pensó, no sin maravillarse por toda la gama nueva de emociones y percepciones que ahora poseía.



-Bueno, todavía me quedan muchas por explorar, aunque para el enfado y la tristeza no tengo prisa por repetir.- Se dijo divertida.-



            Los demás compartieron el alivio de la muchacha y  tras asentir, se aprestaron a enfrentar ese muro de fuego.



-Todos unidos pasaremos sin problemas. ¡Adelante! - Arengó Maray.-



La muchacha se agarró de la mano con Asthel y Alusa a éste y a su hermana Minara que hizo lo propio con Mimet. Ésta dio la mano a  Diaval que  tomó una de las de Fiora y ésta aferró una de Granate. Por fin, y todos juntos, avanzaron con determinación. Como antes lo había hecho su compañero, es más. Ahora iban convencidos de que pasarían sin tan siquiera notar el calor como así fue. Ninguno se volvería atrás, nadie iba a abandonar a los otros. Así pues, unidos en la mutua confianza que se tenían cruzaron las llamas sin problema y se reunieron con Brian. Fue en ese instante cuando Mimet se soltó rápidamente del resto, corrió hacia él y le abrazó llena de alegría,  ambos se besaron largamente.



-¡Eres muy valiente, Brian y te quiero, te quiero mucho! - Declaró ella realmente emocionada, lo que hasta hacía bien poco, le ocurría en contadas ocasiones. -

- Ya os lo dije. Todo estaba en el espíritu,- afirmó él con satisfacción. –



Y para subrayar las palabras del muchacho la gran masa de fuego se fue extinguiendo hasta desvanecerse por completo. Ahora ante ellos estaba ese puente y traspuesto éste, la nueva puerta...



-Debemos cruzar, - Les contó Brian explicándoles lo que era aquel repugnante lago.- No os preocupéis, recordad, ni pereza, ni ira…



            El resto convino en ello, más bien experimentaban repulsión al ver todos esos cuerpos sumergidos o flotando en aquel cieno de un desagradable tono entre marrón y malva. De ese modo pasaron rápidamente sin enfadarse, ni acomodarse, pese a la enorme anchura de aquel lago. Tras superar aquello les quedaba la última parte. Ese acceso cerrado.



-¿Podría ser otro espejismo de la mente? - Se preguntó Granate en voz alta. - Quiero decir esta puerta...

- No lo creo.- Le dijo Asthel adivinando lo que su compañero pensaba – parece bien sólida. La trampa de ilusión eran el fuego ficticio y el puente invisible...

- Bueno, pues ahora hay que componérselas para pasar por aquí.- Declaró Diaval dando unos golpes en la puerta que resonaron a través de toda la extensión a fin de comprobar su resistencia. Debió de causarle impresión pues afirmó convencido. - Esto sí que no se puede atravesar...

- Brian. ¿Se te ocurre alguna otra cosa?,- le preguntó Asthel con gesto esperanzado  a su primo que parecía ser el encargado de abrir el camino en este círculo. – Confiamos en ti.

- Pues sí.- Repuso éste que les contó a todos más detalladamente su encuentro con el guardián y la prueba que había superado, remachando. - Debo reclamar mi derecho a pasar.

- Eso es,- terció Granate ilustrando al resto. - Según lo que yo sé de las reglas del infierno, eso es lo lógico. Y has hecho muy bien en exigirle jurar por Satanás, así no podía engañarte...

- No fue idea mía, sino algo que mi abuelo Roy me contó. Cuando él y el abuelo de Fiora invocaron a un demonio para retarlo, hace muchos años. Tom le exigió que jurase por su amo Satanás. Pero ahora no sé cómo reclamar mi derecho. - Inquirió Brian que se sentía desconcertado para preguntarse en voz alta. - ¿Gritándolo sin más?

- Podría ser, a veces las formas más sencillas y directas son las mejores. - Convino Diaval que le propuso como si tal cosa. - Brian. ¿Por qué no llamas a la puerta?...

-¿Crees que eso serviría de algo? - Preguntó Maray muy poco convencida. -

- Tal y como están las cosas no creo que nos vaya a perjudicar.- Arguyó Minara coincidiendo con el saiyajin por una vez y remachando con cierta dosis de sarcasmo. – Y al menos demostraremos educación.

-Sí, eso decía siempre mi madre.- Convino Granate, casi divertido, para remachar.- Hay que tener buena educación hasta en el Infierno. Ahora comprendo el porqué de eso…

- Estoy de acuerdo ¡Vamos Brian! llama a la puerta, a lo mejor te abren,- le instó Asthel jocosamente.-



El joven trataba de animar a todos con algo de humor, cosa que consiguió pues quién más, quién menos, esbozo una amplia o al menos, ligera sonrisa. Brian sonrió también y asintió, quizás aquello por tonto que pareciese, era la única y mejor manera.



- Muy bien ¡Allá voy!- Declaró con decisión. -



            El chico se acercó y tocó a la puerta, esperó unos instantes pero nada sucedía. Se encogió de hombros y Granate le aconsejó.



 - Di que eres el que ha vencido la prueba y reclama tu derecho a pasar...



El aludido asintió y tocó nuevamente, recordando esas mismas indicaciones que le diera Morgador.



- Soy Brian Malden, el vencedor de la prueba de las llamas y el enigma. Por eso y por todo lo que he sufrido, reclamo el derecho de que mis amigos y yo podamos atravesar esta puerta...

           

            Tras unos instantes no sucedió nada. El desaliento empezó a cundir y el portavoz del grupo a creer que quizás habían sido burlados, pero entonces se escuchó el crujir de los batientes. La gran puerta poco a poco se fue entornando y una abertura cada vez mayor les permitió por fin el paso. Todos prorrumpieron en gritos de júbilo y Diaval, con algo de jocosa sorna, le dijo a su compañero.



-¡Joer! , el vencedor de la prueba de las llamas y el enigma. ¿No encontraste algo menos aparatoso que decir?

- Bueno, funcionó, ¿no?,- repuso éste con una divertida sonrisa. - ¿Qué esperabas, que me preparase un discurso?



            El príncipe saiyajin soltó una carcajada,  dándole una palmada cordial en los hombros que casi tira a su interlocutor al suelo, y siguió hacia delante. Como en las ocasiones anteriores, el grupo cruzó decidido, dejando el quinto círculo atrás y penetrando en el sexto...y lo mismo que en situaciones precedentes, la puerta se cerró lentamente tras ellos…



-¡Y allá van!- Suspiró Tom, dejando por un rato la lectura.-



            En la Tierra mientras tanto, Kerria se había levantado del sofá y salido a la pequeña terraza de su habitación. Se sentía inquieta, suspiraba observando el cielo a través de la ventana de su habitación. Sam se percató de eso, se levantó también y se acercó a ella con tono cariñoso y algo melancólico y le dijo.



-Estás pensando en Brian. ¿Verdad, cariño?

-En él, en Mimet y en todos los demás.- Reconoció la interpelada, haciendo memoria.- No sé por qué recordé un extraño sueño que tuve hace años, cuando estuve en Nature defendiendo a Sabra. Le vi, en medio de una especie de mar de llamas. Aunque no temí por él. Por suerte no se quemaba. Ahora solamente deseo que estén a salvo y puedan volver algún día.

-Han pasado ya dos años desde que se fueron.- Comentó su esposa para recordar.- La vida ha continuado pero me sucede lo que a ti. No dejo de pensar en él…Rogando para que esté bien y que podamos volver a vernos.



            Y se abrazaron con afecto para cerrar la ventana y meterse en la habitación.



-Han pasado muchas cosas últimamente. -Meditó Kerria en voz alta.- Y ahora que nuestro hijo está tan lejos del hogar, comprendo a Daphne muy bien.

-Pobre mujer.- Suspiró Samantha.-



            Las dos se acordaron de como aquella maestra llegó a verlas a casa haría ya un par de años. En realidad acudió dos veces, la primera, en la que ambas estaban ocurrió un poco antes de que Brian y Mimet se fueran.



-Lo recuerdo muy bien.- Convino Kerria.- Luego vino otra vez pero estábamos de viaje.

-Es verdad.- Asintió Samantha.- Me pareció muy buena chica.-

-Sí, siempre lo fue, pero tuvo que sufrir mucho.- Declaró Kerria.-



            Y es que Daphne había tenido unos últimos años muy duros, debatiéndose entre mantener su fachada de madre de familia, felizmente casada con un hombre, o aceptar su verdadera sexualidad. Al final hizo esto último, confesándose en el estrado en tanto declaraba como testigo en un juicio por la custodia de un crío. Kerria lo sabía muy bien. Ella comenzó defendiendo a una de las partes, la de la madre, Sonia Calderón, esa modelo que también era homosexual, que estaba casada con otra mujer y que tuvo que aceptar que su ex novio y padre biológico de su hijo, pudiera visitarle.



-A mí me inhabilitaron por unos malditos tecnicismos. ¡Menos mal que ese chico, Trent, no lo hizo del todo mal.- Le contó a su esposa.-

-Y fue cuando él la llamó a declarar cuando ella salió del armario.- Creyó recordad su interlocutora.-

-Así es. Y lo más irónico de todo es que, la historia se repitió. Aunque la primera vez, cuando yo la interrogué años antes durante el juicio contra Sabra Leví, cometió perjurio negando aquello. Quizás eso le remordía la conciencia. Aunque la puedo comprender. -Declaró.-

-Sí, tal y como me dijiste, ella y yo tenemos mucho en común.- Admitió Samantha, agregando con pesar.- Lo suyo es incluso peor, tiene dos hijos y ahora está separada de ellos. Igual que del resto de su familia.

-Con todo lo sucedido en Nature, aquellos meteoritos y esa estrella.- Suspiró Kerria, moviendo la cabeza.- Sé que desea regresar, pero tiene mucho miedo. Primero de no ser aceptada, y segundo de que sus seres queridos hayan muerto.

-El caso es que hace tiempo que no sabemos nada de ella.- Comentó Sam, con genuina curiosidad.- Recuerdo bien cuando vino aquí, la primera vez…



            Samantha estaba terminando de preparar una presentación para su reunión del día siguiente. Estaban lanzando otro producto discográfico al mercado. Oyó entonces el sonido del timbre exterior. Al parecer Kerria no lo había escuchado o estaría ocupada. De modo que fue ella quien respondió.



-¿Sí, quién es?

-Me llamo Daphne Car…Kensington.- Rectificó esa voz de mujer, con tono entre nervioso y apocado.- Quería ver a la Señora Malden.

-¿A cuál de ellas?- Inquirió Samantha curiosidad. No en vano, tanto su esposa, como su suegra y también ella misma, ostentaban aquel apellido.-

-A Kerria Malden. Por favor.- Le pidió con voz trémula. -

-Un momento por favor…- Repuso su interlocutora  a su vez.-



            Intrigada, Sam se fue en busca de su pareja. Kerria estaba en efecto atareada con algunos casos. Examinaba testimonios y algunas evidencias.



-Perdona, cariño.- Le dijo Samantha, tras entrar en el despacho de su cónyuge.- Hay una mujer que pregunta por ti.

-¿A estas horas?- Se sonrió Kerria apresurándose a negar.- No tengo ningún lio, que lo sepas.-

-¡Supongo que no, no tienes tiempo material ni para tenerlo conmigo! - Se rio Sam, quien tras esas breves carcajadas y  algo más seria, añadió.- Me parecía que estaba nerviosa. No sé si podrá ser alguna cliente tuya.

-No lo creo probable, es tarde.- Desestimó su interlocutora, queriendo saber.- ¿Te ha dicho como se llama?

-Sí, espera.- Le pidió su esposa, tratando de hacer memoria, para al fin recordar.- Daphne, Kensington.

-¡Daphne!- Exclamó la perpleja Kerria preguntándose en voz alta y con preocupación.- ¿Qué estará haciendo aquí?...

-¿La conoces?- Quiso saber Samantha con verdadero interés.-

-Sí, te hablé de ella, es la hermana mayor de Stephanie Kensington, la modelo. – Le recordó su pareja.- Esto no me gusta. Creo que se marchó de Nature, Steph me envió un mensaje a través de Esmeralda. Dijo que su hermana había desaparecido. Que si viniera por aquí la avisásemos. Voy a ver qué quiere.



            Y la abogada enseguida fue hacia el interfono y preguntó.



-¿Daphne? ¿eres tú?

-Sí, soy yo. ¿Puedo verte, por favor?- Inquirió la muchacha, al parecer con el vivo deseo de que así fuera.-

-Claro.- Replicó amablemente su contertulia.- Pasa…



            Y la visitante vio como una puerta enrejada se abría automáticamente dejándola pasar al interior de una gran parcela en donde se alzaba una casa de dos plantas. Kerria la observó acercarse hasta la puerta y enseguida le abrió.



-Me alegra verte. ¿Cómo tú por aquí? Tu hermana hace poco que me envió un mensaje, la tenías muy preocupada. Le prometí responder si sabía algo de ti.



            Al escuchar esas palabras la aludida no pudo evitar romper a llorar desconsoladamente, Kerria se preocupó y enseguida la rodeó los hombros con un brazo invitándola a pasar.



-Anda ven, tranquilízate y me cuentas lo que ha pasado. ¿Vale?



            Dócilmente la recién llegada se dejó ayudar con su maleta. Samantha salió a su encuentro. Enseguida preguntó, con visible preocupación.



-¿Se encuentra bien?...

-Sí, Sam. Ella está bien, – Respondió su pareja para acto seguido informar a su huésped.- Es mi esposa, Samantha. Sam, ésta es Daphne Carson…

-Prefiero usar mi apellido de soltera.- Musitó la interpelada enjugándose las lágrimas.- Kensington.

-Me es bastante familiar.- Pudo decir Samantha.-

-Su hermana es Stephanie Kensington, la modelo.- Le aclaró Kerria a su  cónyuge como si nada le hubiese dicho antes.-

-Vaya, encantada de conocerla.- Sonrió Sam ofreciéndole una mano y agregando con sinceridad.- Su hermana es una mujer muy agradable.



            Y es que Sam recordaba a esa modelo tan jovencita, hermosa y rubia. Se sonreía incluso pensando cuan parecida era esa recién llegada a Steph. Aunque evidentemente con algunos años más.



-Bueno, las dos siguen siendo más jóvenes que yo.- Se dijo percatándose de que su propia rubia melena rizada ya tenía algunas canas.- Tendré que ir a la peluquería enseguida.- Anotó como rápido apunte mental.-



Por su parte Daphne estrechó su mano agradeciendo esas palabras, enseguida la hicieron pasar al salón y las tres se sentaron en un confortable sofá.



-¿Qué quieres tomar?- Le ofreció la abogada.-

-Nada, muchas gracias. Lamento molestar.- Se disculpó la mujer algo más calmada ya.-

-No molestas para nada.- Sonrió Kerria interesándose de inmediato.- Dime ¿qué puedo hacer por ti?...

-Verás... Bueno, verán.- Sonrió mirando también a la otra individua que por su parte la observaba con interés.- Es algo largo de contar.

-Tutéanos a las dos, por favor. Y tenemos tiempo. Mis padres están de viaje y mi hijo en Bios.- Sonrió la letrada añadiendo con tono jovial.- Nos aburrimos bastante.



            Dap sonrió a su vez agradeciendo los ánimos, les refirió entonces lo sucedido. Lo que Kerria ya sabía de cómo había admitido su condición sexual en ese juicio. Después de narrarles algunas otras cosas les explicó que, tras un tiempo, al final no pudo más y tuvo que escapar del planeta.



-¡Lo he perdido todo, mi trabajo, mi familia! – Suspiró llena de tristeza, culpándose.-  Sé que soy una cobarde, que no he hecho bien… al menos tuve que traer a Leah conmigo.

-Sé cómo te sientes.- La apoyó Samantha.- También yo desvelé mi amor por Kerria en un juicio y eso me costó perder los lazos con mi familia. Pero tras los años transcurridos, y sabiendo lo que ahora sé, lo volvería a hacer. Porque no cometí ningún delito por ello, ni tenía de qué avergonzarme. Como tú tampoco lo tienes.

-Quizás en la Tierra eso es fácil de decir, pero en Nature están dominados por el fanatismo neo religioso.- Sollozó la interpelada, comentándoles con gran pesar.- ¡Hasta mi propio hijo me odia!



            Dejó petrificadas a sus oyentes cuando les contó entre lágrimas la reacción de ese crío. Kerria y Sam se miraron llenas de pesar. Entendían perfectamente lo doloroso y terrible que para una madre era sufrir aquello.



-¿Y tu marido?. Si es que todavía sigues casada con él.- Preguntó la letrada.-

-Sí, aun no nos hemos divorciado, aunque Martin sí que lo ha aceptado. Y mi hermana me ha apoyado mucho, estuve viviendo con ella durante unas semanas. Pero la he cargado con la responsabilidad de cuidar de mis hijos. – Suspiró moviendo la cabeza y volviendo a llorar. - Me siento muy avergonzada por eso, pero es que, tenía que huir de allí…

-No te preocupes, lo entendemos.- Le aseguró Kerria, ofreciéndose de inmediato. - Dime. ¿Quieres que haga alguna solicitud legal para pedir que manden a los niños a la Tierra?

-No, no de momento. No quiero que Leah tenga que cambiar de planeta y estar dando tumbos como yo. Vine porque recordé lo que me comentaste.- Añadió tras calmarse un poco.- Que podrías ayudarme a encontrar algún trabajo si venía a la Tierra. Puede que cuando me asiente aquí sea distinto y reclame a mi hija…



            Fue muy revelador que no nombrase a su hijo, desde luego extrañó a sus interlocutoras. No obstante, ninguna iba a meterse en eso…



-Claro, haré algunas llamadas.- Respondió jovialmente la abogada que se interesó a su vez.- ¿Tienes algún sitio en donde quedarte?...

-No, en fin, durante el viaje vine con Mei Ling, luego ella se fue a China, a ver a sus padres, y yo me dirigí hacia aquí. No he tenido tiempo de buscar hotel…

-Pues no hay más que hablar, te quedarás aquí por unos días.- Sentenció la abogada.-

-No, no quiero ser una molestia.- Se apresuró a replicar la apurada Daphne.-

-En absoluto, la casa es muy grande.- Afirmó su interlocutora.-



            Samantha se levantó sin decir nada saliendo de la estancia, su esposa debió notar algo extraño puesto que enseguida se disculpó con una leve sonrisa algo forzada pidiéndole a Daphne.



-Espera un segundo, vamos a ver cómo nos organizamos.

-De veras, no quiero molestar.- Insistió la recién llegada.-

-Nada de eso.- Se reafirmó su interlocutora.-



            Y dejando a su invitada sentada en el salón, la abogada subió a su habitación, allí estaba su cónyuge quien la miró con perplejidad e incluso algo de malestar.



-Sé lo que me vas a decir...- Suspiró Kerria adelantándose.-

-Pues entonces no hace falta que hable.- Repuso Sam que parecía molesta, más al agregar.- Da la impresión de que tampoco me iba a servir de mucho.

-¿Qué querías que hiciera?- Le preguntó su esposa también con algo de irritación.-

-Al menos pudiste haberle recomendado un hotel. Ten en cuenta que Brian vendrá en menos de una semana. Eso nos dijo en su último mensaje. Y tus padres regresan en tres días.- Le recordó Samantha, aseverando.- ¿Cómo crees que se tomarán ver a una extraña aquí?

-No te preocupes por mis padres. Es más, en cuanto les cuente el caso de esta pobre muchacha ten por seguro que la ayudarán.- Replicó Kerria a su vez con tono algo más seco.-



            Samantha suspiró mirando hacia el techo y enseguida retomó la palabra con tono dolido para quejarse.



-Ya lo estás haciendo otra vez…

-¿Hacer qué?- Inquirió su pareja.-

-Pues eso, hacer que me sienta mal. Parece que estuvieras atacando a un acusado en un juicio.

-No hago nada de eso.- Se defendió su interlocutora agregando en tinte más conciliador. – Sólo te pido que seas un poco más comprensiva. Eso es todo.

-No tengo ningún inconveniente a que pase aquí la noche, incluso a que se quede también mañana..- Pudo argüir Sam con un tinte más conciliatorio.- Pero es que…- Suspiró largamente y añadió con voz más queda.- Quería que estuviéramos tú y yo…

-No temas por eso. Te aseguro que Daphne se hará cargo. No creo que ella precisamente se escandalice si ve a otras dos mujeres dedicándose caricias y algunos besos.- Se sonrió Kerria ahora.-

-Ya, no es por eso.- Quiso explicarse Samantha con tono alicaído ahora.-



            Su esposa lo solucionó abrazándola con afecto para asegurar.



-Ya verás como no va a ser ninguna molestia. Además, creo que os vais a caer muy bien. Daphne me recuerda a ti en muchas cosas.

-¿Ah sí?- Quiso saber su contertulia incluso con un matiz de celos en su voz.- ¿Cómo en cuáles?

-Bueno.- Quiso enumerar Kerria.- Es una buena persona, es rubia…- Se rio e incluso hizo que su pareja lo hiciera casi a pesar suyo. Aprovechando ese momento de alivio, la abogada agregó más seriamente.- Y ha luchado mucho por las personas a las que quiere, tú misma lo dijiste. Las dos habéis renunciado a vuestras familias y habéis tenido que iros muy lejos.

-Tienes razón, lo siento, de veras.- Suspiró Sam reconociendo apesadumbrada.- He sido una estúpida y una egoísta. Es cierto que viéndola a ella me parece estar reviviendo mi propia situación. Quizás por eso me ha sentado mal.

-¿Entonces qué le digo?- Quiso saber su interlocutora.-

-Ya se te ocurrirá algo.- Sonrió ahora Samantha al añadir.- Sobre todo para hacer la cena.

-Vale.- Concedió la abogada.- La alojaremos en el cuarto de invitados. El que suele ocupar Brian. Y no temas, no habrá problemas a ese respecto…



            Y de este modo, las dos bajaron dispuestas a atender a su invitada. Kerria por supuesto le pidió permiso para enviar un holo mensaje a Nature. A fin de que Stephanie se quedase más tranquila.



-Claro. - Asintió Daphne.- Te lo agradezco muchísimo. Pero si no te importa, no deseo aparecer en él. Todavía tengo que reunir el valor para dirigirme a mi hermana, aunque sea de forma diferida, con un simple holo mensaje.

-Como tú quieras.- Repuso Kerria.-



Y tras componer una cena suave con ensalada y algo de picar, las tres conversaron alrededor de la mesa. Samantha le preguntó visiblemente interesada.



-Dime, ¿qué piensas hacer? Me refiero además de encontrar un trabajo por aquí.

-Quisiera volver a ver a Sabra y al resto de sus amigos.- Le respondió su invitada.- Quizás…si no están lejos…

-No sabemos nada de ellas desde hace bastante. Debbie y su grupo son muy nómadas.- Intervino Kerria.- No suelen parar en un mismo lugar por mucho tiempo. Pero tengo su número, y el de mi primo Lance al que, por cierto, hace mucho que no veo.- Recordó antes de proseguir.-  Les llamaré a ver si podéis reuniros. Supongo que Sabra estará con ellos todavía. - Remachó con un tinte más optimista.-

-Os lo agradezco mucho, de veras. Y espero que pronto podré comunicar con Steph.- Deseó Daphne.-



            Kerria volvió de esos recuerdos, comentando con tristeza mientras las dos se dirigían al  piso de abajo para la cena.



-La pobre chica, al fin dio con Debbie, ella la ayudó a encontrar a su amor. Esa mujer llamada Sabra. Al menos, eso me comentó mi antigua novia.- Suspiró.-

-Y luego vino eso de la muerte de su hermano.¡ Pobrecilla, cuando parecía que comenzar a estar feliz aquí!.- La compadeció Samantha.-

-Sí. Esmeralda me pasó el mensaje de Steph. Y fue duro tener que contactar con Dap.- Suspiró Kerria.- Cuando supo eso, y lo de la amenaza que se cernía sobre Nature, trató por todos los medios de regresar  allí.

-Sí, pero prohibieron los vuelos a ese planeta.- Suspiró Samantha.-

-Así fue. Y ni mi propio hermano Leval con sus contactos pudo hacer nada. -Convino su interlocutora.-

-Ya, me acuerdo como Daphne y esa chica, Mei Ling, vinieron a pedirte ayuda.- Comentó Samantha.-

-Sí, pero nosotras no estábamos. Creo que hablaron con mis padres.- Repuso su esposa.-



            En ese momento, Roy las vio, se llegó junto a ellas saludándolas con su jovialidad habitual.



-Vamos chicas, la cena se enfría.- Comentó el veterano entrenador.-

-Oye, papá.- Le dijo Kerria quien todavía le daba vueltas a lo que ella y su cónyuge habían estado hablando.- ¿Te acuerdas de Daphne y de su amiga Mei Ling? Vinieron a veros y a pedir ayuda para volver a Nature, ¿verdad?

-Sí, así es.- Convino el interpelado.- Creo que ya os lo conté.

-¿Te importaría contárnoslo de nuevo?- Le pidió Samantha.-

-Sin problemas.- Sonrió su suegro, matizando.- En realidad venían a ver a Bertie.



            Y Roy rememoró, estaba en casa, terminando de ver algunos Holo videos de baloncesto. Llamaron al timbre exterior y él fue a contestar.



-¿Sí?- Inquirió .-

-Buenas tardes señor Malden, soy Daphne Kensington.- Se identificó la voz de una mujer, entre agitada y nerviosa.- Por favor, ¿está su esposa?. Tenemos que hablar con ella urgentemente…

-Sí, está aquí, pasad.- Les ofreció.-



            Sonó un zumbido eléctrico que abrió la verja de hierro que custodiaba el jardín. Las dos jóvenes entraron, Roy al menos reconoció a la rubia. Era esa maestra amiga de su hija y de Samantha. Las abrió, invitándolas con tono cordial.



-Pasad. Ahora llamo a mi esposa.

-Muchas gracias.- Sonrió apuradamente Daphne.-



            Las dos entraron,  la oriental enseguida inclinó la cabeza declarando.



-Perdone esta falta de educación por mi parte. Me llamo Mei Ling… Calderón.- Agregó tras dudar brevemente.-

-Encantado de conocerla señorita, soy Robert Malden, pero llámeme Roy. Ahora vengo.- Repuso él.-



            Y se encaminó a llamar a su esposa. Beruche estaba como de costumbre, leyendo y pensando. Con ese aire tan intelectual que a ojos de Roy la seguía haciendo la chica más sexy del mundo. Y eso que los dos ya tenían sus añitos. Suspiró dejando eso para otra ocasión y centrarse en el asunto que le ocupaba. Esas dos pobres muchachas parecían estar preocupadas, sino asustadas. De modo que llamó a su mujer.



-Cubito. Aquí hay dos chicas que quieren verte. Una me suena que es amiga de Kerria. Esa tal Daphne. La chica a la que recomendaste para tu antiguo colegio.

-Muy bien, ¿Te han dicho para qué querían verme?- Inquirió su interesada esposa, quitándose las gafas de lectura que llevaba.-

-No, pero estaban muy nerviosas, debe ser por algo serio.- Afirmó él.-



            Justo entonces Beruche se llegó hasta su marido y sus hijas. Tras haber oído un poco de ese relato, intervino.



-Si, las pobres estaban realmente mal. Hicimos cuanto pudimos por ayudarlas, pero desgraciadamente no  estaba en nuestras manos.



            Así, tanto su marido como ella siguieron recordando. Bertie sonrió al ver a Daphne pero enseguida disipó ese gesto al constatar el estado de esa chica.



-¿Qué te ocurre? ¿Va todo bien en la escuela?

-Señora Malden, Bertie.- Corrigió ella entre lágrimas.- Por favor, ¡ayúdenos!…



            Tras calmar a esas dos agitadas jóvenes, el veterano matrimonio las hizo sentarse en el sofá del salón. Allí ambas les pusieron al corriente. Al concluir ese relato, y tras lamentar lo sucedido, Roy tomó la palabra.



-Nuestro hijo es el jefe de las fuerzas militares de Bios, es cierto.- Admitió.-

-¿Y dices que Sharon es compañera tuya?- Intervino Bertie dirigiéndose a Mei Ling.-

-Sí, señora.- Afirmó ésta.-

-Hace tiempo que no la veo, se casó con ese muchacho, el amigo de nuestro hijo Leval. Tracer le llamaban.- Recordó la mujer.-

-Sí, él es senador, quizás si plantease esto ante el senado.- Terció Daphne de un modo algo atropellado, agregando.- Yo conozco a un congresista, lleva a su hija al colegio en el que trabajo. Bueno, también pensé en contárselo a Kerria.

-Nuestra hija no está. Ella y Sam se han ido al extranjero.-Les comentó Roy.- De vacaciones, no sé si sabrás que nuestro nieto Brian hace poco que se fue a un largo viaje.- Suspiró ahora con tono más entristecido, remachando.- Sus madres están muy tristes y se fueron a intentar desconectar un poco de los recuerdos.

-Pero nosotros podemos ayudaros en esto.- Les sonrió Bertie prometiendo.- Llamaré a Sharon. Aunque si es compañera tuya de seguro que ya se lo habrá dicho a su marido.

-Verá, es que apenas pude hablar con mis colegas del Fairy Five de aquí. Justo llegué a América quise contarle esto a Daphne.- Se excusó Mei Ling con cierto apuro.-

-Tranquila. Por lo que mi hijo me contó de él, y lo poco que le conozco, creo que el senador Jensen es una buena persona. Si hay algo que pueda hacer por ayudaros de seguro que lo intentará.- Afirmó la señora Malden.-

-Por mi parte tengo unos cuantos buenos amigos que quizás puedan ayudar.- Terció Roy.-



            Y lo hizo pensando en sus compañeros de tantas batallas, aunque estuvieran jubilados como él. Sin embargo, al menos uno, su sobrino Mazoui, sí que seguía en activo. Y siendo el marido de Satory, que  a su vez trabajaba con esa chica china…



-Tu compañera, la doctora O´ Brian, también ha visto marchar a sus hijas. - Le comentó Roy a Mei Ling, quién sorprendida, asintió.-

-Fue la que más se entristeció cuando le conté lo Richard, el hijo de mi esposa y mío.- Matizó la oriental tras convenir en ello.- Aseguró que me comprendía muy bien, pero no dijo más. Tampoco hablé con ella en detalle de la situación en Nature. Debí contárselo todo nada más llegar. Pero pensé en Daphne y quise avisarla la primera.- Se censuró la oriental bajando la cabeza.-

-No te inquietes por eso, todos estamos en el mismo barco.- Convino el veterano ex jugador de baloncesto.- No os preocupéis, vamos a  hacer cuanto podamos…



            Y así fue. Llamaron rápidamente a Sharon. Ésta ya estaba en casa con sus hijos. Su marido no obstante tenía una reunión en el senado. Una de las comisiones en las que estaba. Pero le prometió a Bertie que, en cuanto Tracer regresara a casa, le informaría de todo aquello. Luego efectivamente Sharon telefoneó y con tristeza le dio a entender que no se podía hacer nada. Beruche a su vez transmitió esa información a las dos mujeres que fueron a pedirle ayuda.



-Lo lamento mucho. Pero nunca perdáis la esperanza.- Quiso animarlas pese a todo.- Aun tenemos a los reyes de la Tierra y a las princesas planetarias. Y en Kinmoku a la princesa Kakyuu y a las Star light. Además de a algunos de mis seres más queridos.- Remachó con nostalgia.- Ellos no permitirán que nada malo suceda…



            Ahora Kerria y Samantha se miraron con tristeza. Aquellas palabras les habían recordado una vez más la marcha de Brian. Bertie enseguida lo percibió, sonriendo para afirmar con tono animoso.



-Estad tranquilas. Estará bien. No está solo, va con Mimet y con sus primos…

-Y con otros muchachos y muchachas realmente formidables. Son el grupo más poderoso de la Galaxia. Sin duda. Y lo más importante son grandes amigos y las dificultades harán que su camaradería aumente. Se cuidarán mutuamente. Os lo digo yo que de eso entiendo - Declaró Roy con tono exageradamente entusiasta.-

-Gracias, papá.- Musitó Kerria dejándose abrazar por él.-

-Seguro que es así, aunque eso no hace que dejemos de añorarle.- Añadió Sam.-

-Todos lo hacemos.- Convino Beruche.-



            Así, el grupo entró en el salón, la holo televisión estaba encendida y Roy, queriendo aparcar esa oleada de tristeza dedicó su atención a las noticias, comentando al resto según lo veían.



-¡Vaya! Han anunciado que Tommy, el nieto de Connie, va a casarse con esa chica. La hija de Nehie…

-Mi hermana estaba muy contenta.- Afirmó Bertie con una sonrisa, según sentenciaba.- Y no es para menos…

- A ver qué vestido se pone. ¡Va a emparentar con la realeza, como hicimos nosotros! – Se rio su marido, agregando con jocosidad en referencia a su consuegro.- Si es que al principito todavía se le puede definir así…



            Su esposa asintió con una sonrisa. Realmente estaba feliz por su hermana y por su sobrina. Idina no podía ser más dichosa ahora. Su hijo se había convertido en un cantante famoso que actuaba en muchas causas humanitarias y su hija, una valorada artista revelación para su corta edad. El mismo Michael, en tanto cenaba con su mujer, lo pensaba. Estaba asombrado del cambio que había dado su hijo. Hacía tan solo un par de años tratando de terminar los estudios secundarios con dificultades. Ahora de giras por la Tierra, Bios e incluso Nature, matriculado en química industrial aprobando con grandes calificaciones y prometido a la princesa de la Luna Nueva.



-Desde luego. - Comentaba incrédulamente a su esposa.- ¡Ni que hubiera hecho un pacto con el diablo!

-No digas tonterías, lo que pasa es que el chico está dándolo todo y es un luchador, como su abuelo y su padre.- Sonrió Idina, que ahora permutó el gesto por otro más entristecido para añadir.- Ayer me encontré con Sandy. La pobre está muy triste, se acuerda mucho de su hijo. Y recuerdo también a mi prima Mimí y  a su marido Kenneth. Hablé con ella hará una semana. Los pobres ni tan siquiera pudieron despedirse de su hija. Ella es una simple sombra de la mujer alegre que fue. Por suerte, su gran amiga Keiko, la hija de Tomoe y Kaori, ha ido a visitarla.

-Es natural.- Contestó Michael afirmando ahora con más seriedad en su voz.- Hemos sido muy afortunados. Los nuestros siguen aquí, con nosotros. De Tom ya lo hemos dicho todo. Es una maravilla de chico. Y nuestra Loren… pues al final ha resultado ser una magnífica artista.

-Aunque no sé.- Comentó su interlocutora pensativa ahora.- A veces no la noto muy contenta…

-¡Mujer! Es normal.- Arguyó su marido.- No va a estar con la sonrisa puesta las veinticuatro horas del día. Tiene muchas cosas que hacer. Exposiciones, conferencias de arte, colaboraciones…La pobre no da abasto. Lleva en la Tierra varias semanas yendo de museo en museo con su exposición.

-Es cierto. - Admitió Idina para sentenciar más despreocupadamente en tanto afirmaba.- En fin… dentro de poco será el gran día. Me hace tanta ilusión llevar a nuestro hijo al altar. ¡Y con la hija de mi mejor amiga! Es un sueño hecho realidad. Seremos realmente familia…

-¡Y una familia realmente Real! - Bromeó él entre risas.-



            Su esposa rio también de aquello. Los dos prosiguieron cenando en ese ambiente distendido y de celebración. Tom, por su parte, en la soledad de la habitación de su hotel, tras su último y exitoso concierto, sonrió en tanto miraba aquel grueso tomo que había estado leyendo y reflexionaba.



-Esto es perfecto…tan bueno que no tiene porqué terminar. Incluso le escribí alguna frasecita a la tonta de Maray en esos renglones que quedaban entre medias del libro. Ahí sí pude aportar algo. Ja, ja…Tuvo una bonita discusión con Mimet. El Demiurgo seguro que apreciará mi talento. Y ahora que soy capaz de hacer casi cualquier cosa… en fin…Quizás podría acabar yo mismo con esa amenaza del olvido. Con hacerlo desaparecer para siempre… sería fácil. Solamente tendría que modificar esto y… ¡claro! Ya no haría falta esa misión. Todos podrían volver a casa…bueno, todos menos uno. No, también él…a fin de cuentas ocurrirá lo que yo quiera…Alice ni se acordaría de quién es.



Había leído alguna otra parte de ese gran libro… al parecer ese viaje y esa misión tenían que llevarse a cabo. Era curioso pero, tal y como ya había comprobado, existían pasajes que parecían marcados con letra indeleble. Era imposible modificarlos. En el caso de la discusión entre Maray y Mimet sí que pudo agregar algo más. Sin embargo, ese extraño fenómeno volvía a repetirse. Pese a querer cambiar alguna otra cosa que ya estaba escrita no fue capaz de hacerlo.  Afortunadamente hasta ahora eso no le había afectado. De hecho, la tentación era grande. Él apreciaba a Granate pero… si nunca hubiera existido o si desapareciera durante esa misión. Todo quedaría solucionado. Alice sería suya con total seguridad. ¡Bah!, a fin de cuentas no necesitaba hacer eso… no estaría bien. No obstante, podía dejarle bien claro a ese chico quién era el dueño del amor de la princesa ahora. Abrió de nuevo ese tomo y rebuscó. Encontró el nombre del muchacho y escribió…“Ella es mía”…sin tardar ni un instante leyó para ver el efecto, la cara que pondría cuando escuchase aquello… Aunque entonces palideció.



-¡Pero! ¿Qué ha pasado?- Se dijo entre sorprendido y sobresaltado.-



            Con las prisas y la cabeza puesta en otras cosas había escrito aquello en una parte equivocada…leyó entonces, lleno de asombro y horror…



“Aunque no obtuvo respuesta de ningún compañero ni de la base. En cambio un escalofrío recorrió el cuerpo del muchacho cuando escuchó, a través del comunicador una voz grave y gutural que solo dijo.



-Ella es mía…



Y el chico creyó haberse vuelto loco, en el espacio pudo ver por unos instantes a una figura negra y encapuchada que sostenía un gran libro. Además, sintió que, de alguna forma, ese mensaje iba dirigido inconfundiblemente a él.”



-No...¡Maldita sea! Éste no es el Granate que yo quería…y… ¿Por qué ha salido el Demiurgo ahí?... Si fui yo quien ha escrito eso…



            Con un sudor frío recorriéndole cerró ese libro… Trataba de calmarse diciéndose en un intento de parecer despreocupado…



-Bueno, no he alterado nada de importancia, ¿no? A fin de cuentas ese otro Granate murió igualmente. Y eso solamente lo pudo escuchar él. Mejor será dedicarme a lo que me interesa. Alice, mi familia y amigos. Y tras ayudar tanto a ese tonto de Martin ya no hace falta que cambie más en Nature, se lo dejé bien claro. Ya habrá otros que se ocuparán de eso.  En cuanto a Loren, no sé por qué no es del todo feliz. Ya lo arreglaré. Quizás habrá que encontrarla un buen chico que le guste…De hecho, no pone nada de que esté enamorada de nadie. Ya lo miraré más adelante. ¡Bah!  No importa. Iré a verla dentro de poco y solucionaré eso.- Suspiró sintiéndose mejor en tanto se decía con más animación. - Ahora seguiré arreglando la vida en la Tierra. Y haré que parezca que es cosa de los soberanos…Así verán que no tengo nada en contra suya. No sé… ¿Qué tal si la reina Serenity y el rey Endimión decidieran extender una especie de bendición mundial para que todo fuera?…



            No pudo continuar pensando en eso. De pronto, una voz a su espalda le dijo con tono de advertencia…



-¡Detente Tom!, no vas por el buen camino…



            Se giró contemplando atónito a un anciano de larga barba blanca que portaba un largo bastón. Había aparecido de la nada y estaba allí, observándole con una mirada mezcla de inquietud y reprobación, en medio de su camerino. El chico creyó saber de quién se trataba y así lo hizo constar.



-Tú eres el mago Landar, ¿verdad?... aparecías al principio de esta historia. Pero no  habías vuelto a salir desde que el tío de Granate murió.



            El aludido le miró fijamente con expresión severa, tardó unos instantes en responder y cuando lo hizo su voz sonó casi amenazante para afirmar.



-Así era…y no debía haber vuelto a mostrarme en ella hasta su conclusión. Al menos hasta que tú comenzaste a alterar los hechos. Hasta ahora eran variaciones triviales, pero lo que piensas hacer en absoluto estaba previsto. Las cosas no deben desarrollarse así…déjalo estar y confórmate con lo mucho que se te ha dado…

-¡Oye! - Argumentó el chico sin sentirse para nada intimidado.- No sé quién te crees que eres para venir a ordenarme nada. Pero te diré algo. Tengo el libro… Y eso me convierte en el más poderoso de todos los seres de aquí. Incluyéndote a ti. Si quiero que desaparezcas me basta con escribirlo. Puedo hacer que simplemente seas un mal sueño.



            A lo que el mago movió la cabeza y afirmó con tintes más bien de aviso…



-Ten cuidado con los malos sueños…o mejor dicho con los demasiado buenos, ya que de pronto podrías despertar…Yo ya te he advertido, muchacho…Tú y solamente tú, serás desde ahora el responsable de lo que te suceda.



            Y sin más desapareció. Aunque Tom se quedó mirando un rato a ese vacío al final sonrió. Diciendo incluso en voz alta.



-Ya ni tan siquiera necesito escribirlo. Me basta con pensarlo, en fin. ¡Hasta luego, vejestorio!  Pero en algo tienes toda la razón. Yo soy responsable de mi destino. Así que a ver que más cosas podría desear.



            Volvió a abrir ese grueso tomo listo para consultar el siguiente capítulo… leyó algo y se sonrió.



-Tengo una novia estupenda. Pues la haré más maravillosa aún…voy a añadir otra cualidad más a su larga lista de dones. Así conjuntará todavía más conmigo…



            Y estando tan ocupado en perfilar aquella idea suya no leyó otro pasaje. En él, Rei acudía al palacio de la Luna Nueva, allí fue recibida con gran alegría por sus reyes. Sin embargo, Neherenia enseguida se percató de que la princesa de Marte no parecía demasiado contenta. Ésta le pidió tener unas palabras con ella en privado. Por supuesto que la soberana la condujo a sus estancias personales una vez solventados los trámites del engorroso protocolo. Allí fue dónde Rei la puso al corriente, sin citar nada sobre ese misterioso libro. Se limitó a dar una versión más comprensible y verosímil. Pese a ello su interlocutora reaccionó con patente incredulidad.



-¿Pero qué estás diciendo?- Inquirió realmente atónita.- ¿Que Tom nos ha estado manipulando? ¿Y cómo ha hecho eso?...

-No sé exactamente como.- Tuvo que mentir Rei, que de inmediato agregó.- Pero así ha sido.

-Soy Sailor Shadow, la guardiana de los misterios lunares.- Le recordó su contertulia que ahora parecía enfadada al sentenciar.- Y sabría si el chico miente. Como sé que tú me estás mintiendo ahora.

-Escúchame Neherenia.- Le pidió su interlocutora tratando de sonar más conciliatoriamente.- Está bien, sé cómo lo está haciendo, pero no puedo revelártelo. Comprendo que no quieras creerme, pero, por favor. Si no confías en lo que te digo haz una cosa. Fíjate bien en si tu hija o cualquiera de tu entorno cambian bruscamente su modo de ser o sus habilidades.

-No te comprendo, ¿Qué quieres decir?- Quiso saber su ahora desconcertada contertulia.-

-El mismo Tom, ahora es un cantante de éxito…- Le indicó la princesa de Marte.-

-Sí, claro que sí, siempre tuvo muy buena voz por lo que su madre me ha dicho.- Repuso la soberana.-

- Eso es justamente. Tom jamás cantó nada. Nunca sacó la voz de su abuelo. Ni siquiera le gustaba cantar.- Rebatió Rei.-

-¡Eso es absurdo! – Negó Neherenia moviendo la cabeza.- ¿Entonces qué pasa con este último año? ¿Y con todas las actuaciones que hizo en el instituto?

-Eso nunca sucedió.- Le dijo su contertulia, con un tono que casi rayaba en la frustración.- ¿Es que no te das cuenta, Nehie? Eso es precisamente lo que ocurre. Os está cambiando a todos vosotros y a los hechos precedentes sin que podáis verlo. Y lo que es más grave. Tu hija jamás estuvo enamorada de él. Al contrario, ¡le rechazó!



            Aunque la soberana, harta de aquellas acusaciones, dio un puñetazo en una mesa cercana haciendo callar a su interlocutora para mirarla con severidad y enfado, ordenándola sin muchas contemplaciones.



-¡Ya basta, cállate! No voy a permitir que digas semejantes estupideces. ¿Qué es lo que quieres, destrozar las vidas de esos chicos? ¡Tom es el hijo de tu ahijada! ¡Y él te adora! Siempre que habla de los reyes de la Tierra te cita a ti a renglón seguido. ¿Pero qué demonios te pasa, Rei? ¿Por qué le calumnias así?



            La interpelada no pudo responder, justo entonces entró Doran. Venía sonriente para saludar a su invitada  pero ese gesto se le borró viendo la expresión de su esposa. Fue Neherenia la que de un modo más frio y distante aseveró.



-La princesa de Marte ya se marchaba. Únicamente vino a felicitarnos por el enlace de nuestra hija con el hijo de su ahijada. ¿No es así, Alteza?

-Sí, claro, hermosa y gentil Majestad.- Pudo replicar Rei con un susurro, añadiendo ahora para dirigirse al atónito Doran.- Celebro veros, Majestad.

-Lamento que tengas que irte tan pronto. Saluda de nuestra parte a los soberanos de la Tierra y a las demás princesas planetarias.- Le contestó amablemente el saiyajin.-



            Marte asintió, retirándose de forma discreta. Aunque ni ella, ni los soberanos se apercibieron de que otra persona sí que había estado escuchándoles, tras una falsa pared, que daba a las estancias reales.



-Esto es muy interesante.- Musitó Briseida, esbozando una leve sonrisa.- Si esa estúpida reina supiera lo que Tom piensa realmente de la princesa de Marte. Quizás sea lo que él mismo me advirtió.



            Y pensaba con regocijo como tras esa oferta tan tentadora que le hiciera, aquel apuesto joven finalmente sucumbió a sus encantos. Aprovechando que Alice estaba ausente en el cumplimento de algunos de sus deberes, ella logró seducirle e hicieron el amor en la misma cama de la princesa.



-No sé, no debimos hacerlo aquí.- Suspiró Tom, tumbado sobre aquel blando lecho, con la cabeza de su rubias amante posada sobre su pecho.-

-No hay ningún problema. ¡Yo misma le hago la cama a su Alteza! - Se rio Briseida.-

-Bueno, esto no se repetirá, al menos no aquí.- Le indicó el chico, recordándole a la rubia doncella para fastidio de ésta.- Dentro de poco Alice y yo nos vamos a casar.

-¡Es una injusticia más de la vida! - Protestó Brise levantándose bruscamente para declarar.- Esa niña tonta y cursi  no te quiere, ni te valora como yo. Pero ella es la princesa.

-Y tú su dama de honor y su mejor amiga.- Le recordó admonitoriamente Tom, que la sujetó entonces del cuello con apenas dos dedos para sentenciar casi a modo de ultimátum.- No te permitiré que vuelvas a hablar mal de ella en mi presencia.

-Lo siento.- Se disculpó Briseida, suspirando con resignación.- Sé que la amas. ¡Ojalá me hubieras querido a  mí en su lugar!

-A buen seguro que tendrás tu recompensa. Eres leal a la causa de la libertad.- Sonrió Tom, agregando divertido.- Y dentro de poco deberás prestar mucha atención. Los manejos de Serenity y sus princesas amenazarán la estabilidad de la Luna. Sobre todo la madrina de mi madre, mal que me pese decirlo, es una fisgona. Querrá meterse en cosas que no le conciernen. Espero de ti que te mantengas alerta…

-Pierde cuidado, haré todo cuanto me pidas. Pero no por Alice, ni únicamente por el reino de la Luna Nueva, sino sobre todo, por ti.- Aseveró Briseida.-  



            Y lo decía con sinceridad. Pese a que ella tenía una misión que cumplir. Aunque ahora, volviendo de esos recuerdos, quiso trazar un plan que le permitiera llevar a cabo su propósito aprovechando esta información recién descubierta.



-Puede que sí sea un buen momento para contarle a Alice algunas de las cosas que andan diciéndole a su madre…Tom tenía razón. Esa princesa de Marte es una entrometida.



La aludida abandonó el palacio con pesar y una apreciable dosis de amargura. Le disgustó tener esa discusión con la soberana de la Luna Nueva. Al igual que el resto de sus compañeras la apreciaba mucho, y deseaba que su juicio no se hubiese nublado. Pese a todo esperaba que Neherenia estaría alerta.



-No hay nada que me apene más que tener que obrar así y decir esas cosas del hijo de mi propia ahijada. ¡El nieto de mi amiga Cooan! Pero debo ser fiel a los hechos. Otro de mis ahijados podría estar en peligro.- Pensaba consternada.- Tom está cambiando, y para mal…



Y es que Rei recordaba cómo, horas antes, el propio Landar se había presentado ante ella informándola de su conversación con ese chico.



-Mucho me temo que está fuera de control.- Le dijo el mago.-

-¿Y porque acudes a mí precisamente?- Quiso saber ella.-

-Eres la madrina de Lance. Ya hablaste con él. Ha tratado de frenarle, pero no podrá hacer nada a menos que reciba ayuda. Y ese chico es el hijo de tu ahijada. Esto entra en tu campo de influencia.

-Haré lo que esté en mi mano, pero no veo como podría.- Declaró su interlocutora, añadiendo.- Sus majestades no participarán en esto. No es su misión. Y nosotras las princesas tampoco deberíamos.

-Algo sí que podéis hacer.- La animó el mago, alegando poco después.- No estáis tan solos como pensáis. Y la historia es menos manipulable de lo que ese chico se imagina. Ahora ve a ver a Lance y apóyale. Te necesita.



            Y tras ser informada del paradero de su ahijado y de otras cosas por Landar, el mago hizo un hechizo enviándola allí. Quizás no fuera muy ortodoxo, de hecho, ni había pedido permiso a los reyes para ello, sin embargo, Rei supo que no tenía otra opción sino actuar de ese modo para evitar males mayores. Por ello apareció ante su ahijado. Lance estaba en un apartamento alquilado, lejos de todos. Quizás así no llamase la atención. No obstante, al ver a la princesa aparecer súbitamente exclamó.



-¡Madrina! ¿Qué haces aquí?...

-Sé que es peligroso, pero tengo que contarte algo.- Afirmó ella con tono enigmático.- Presta mucha atención, quizás sea la única posibilidad que tengamos…

          
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