Justo al cruzar y como de costumbre la puerta se
cerró tras ellos para desaparecer como si nunca hubiese estado ahí. Sin embargo
ya nadie le prestó atención, se había convertido en costumbre. Además, el grupo
estaba ahora con la moral más alta, habían superado un reto muy difícil. Por
todo eso, caminaban tranquilos y charlando animadamente entre ellos. Granate
les contó algunas de las normas que regían en el Averno en tanto andaban a fin
de pasar el rato. Poco a poco pudieron comprobar como el nuevo paraje que se
les ofrecía era reverso del anterior. Hacía mucho calor, eso debería de ser el
autentico infierno, el que todos imaginaron siempre de pequeños. El lugar
ardiente donde sus padres les advertían que podrían ir si eran malos.
-Todos unidos pasaremos sin problemas. ¡Adelante! - Arengó Maray.-
- Espero que no nos encontremos con un montón de
ollas y diablos con tridentes. Es lo único que nos falta ya por ver aquí. -
Sonrió Maray. -
- Bueno,- dijo Diaval con jovialidad despreocupada y
hasta desdeñosa - ¡Sí sólo fuera eso! Nos
hemos enfrentado ya a cosas peores.
- Lo cierto es que aquí hace mucho calor. – Afirmó
Fiora, sudando copiosamente como el resto. -
- Vamos, cuanto menos pensemos en ello, menos nos
afectará.- Les dijo Granate avisándoles
de seguido. - Cada vez que cruzamos los círculos las sensaciones físicas son
menores y van siendo sustituidas por las espirituales. Este calor, por ejemplo,
no es algo debido al clima, sino una muestra del sufrimiento del espíritu...
- Pues tendremos que pensar en algo fresquito. Un
helado, un buen baño...- suspiró Fiora comentando no sin añoranza. - ¡Ah, lo
que daría yo por un buen baño en el lago de Nature! ¡Con esas aguas cristalinas
y sus nenúfares tan blanquitos!
El resto le dirigió una suplicante mirada para que
se callase y la muchacha esbozó una tímida sonrisa y se encogió de hombros.
-Lo siento. - Pudo musitar algo apurada.- Me dejé
llevar.
- Dentro de poco espero que podamos volver a casa,
yo también deseo relajarme un poco.- Convino Maray solidarizándose con su
compañera. -
- Por lo que parece aquí no hay ningún lago, ni un
río. Ni tan siquiera una mísera charca. - Observó Diaval, que fiel a su
espíritu de saiyajin, no se quejaba en lo más mínimo de las condiciones del
viaje por duras que fueran. -
- ¿Pues qué te esperabas? - Terció Alusa con algo de
sorna. - Esto es el Infierno, no un parque natural.
- No, si a mí me gusta. - Comentó el príncipe
recordando con su particular nostalgia. - Es igual a los parajes de un planeta
volcánico en el que me entrené con mi tío. ¡Ah, qué buenos combates hicimos
allí!
Los
otros siguieron avanzando haciendo caso omiso a ese comentario y manteniendo
por su parte todo tipo de conversaciones. El calor, en cambio, lejos de menguar,
cada vez aumentaba más. Pararon unos instantes ante el agobiante sofoco que les
iba dominando. Asthel trataba de pensar en algo para remediar el problema. Brian
por su parte se encontraba mal, el calor se le hacía cada vez más insoportable.
El resto se interesó por su estado.
-¿Qué te pasa?- Le preguntó Granate observándole con
preocupación.-
-No te preocupes, no es nada. Este maldito calor,
supongo.- Pudo responder el interpelado.-
También Asthel se acercó ahora al verle sentarse. Su
primo estaba recostado en el suelo, se quitó una camisa que llevaba empapada de
sudor. Su novia se acercó a él preocupada y trató de bajarle la temperatura con
un poco de agua de la que ella llevaba para beber...
- Ahorra agua, Mimet, guárdatela para ti. – Le pidió
él. –
- Yo puedo aguantar más que un humano normal sin
beber agua,- le respondió ella que le empapaba con un pañuelo húmedo de forma
solícita mientras le susurraba con su recientemente adquirido afecto en el
tono. - Tú la necesitas más...
Asthel
le consultó a Granate si sabía que podría hacerse para remediar el estado de
Brian. El muchacho, tras haber meditado unos momentos, le explicó.
- Este calor afecta sobre todo al que tiene algún
remordimiento o culpa que cree no haber expiado. Aunque sea en lo más hondo de
su corazón. Brian debe tener algo que no le ha aflorado o que se niega a
recordar. Su espíritu sufre más que los nuestros en este lugar por ello. Lo
malo es que, hasta que no se libere de eso seguirá así, o puede incluso ir a
peor.
- Tendremos que averiguar lo que le atormenta.- Dijo
Asthel indicándole a su compañero. – No me gusta la idea de invadir su
intimidad. Pero no creo que tengamos elección. Vamos a preguntárselo.
De
modo que los dos se acercaron a su amigo que en efecto empeoraba cada vez más. Maray
estaba muy preocupada y una vez que su hermano y Granate le comentaron lo que,
en su opinión sucedía, ella le inquirió a su primo.
- Brian... ¿qué te ocurre? ¿Qué es lo que te preocupa? Vamos dínoslo,
sólo así te repondrás.
Pero su primo miró a Asthel y negó con la cabeza
asegurándole.
- No, no hay nada que me preocupe, de verdad, no os
inquietéis. Seguro que se me pasará si descanso un poco.
Mimet entre tanto seguía tratando de bajarle la
temperatura con un trapo húmedo pero no lo conseguía.
- Debes confiar en nosotros, lo que importa ahora es
tu vida.- Le dijo Granate visiblemente preocupado. -
- Por favor, dejadme un momento, me pondré bien.- Les
pidió débilmente Brian que a pesar de sus palabras cada vez tenía peor aspecto
y se consumía entre sudores. -...
Asthel
y Granate se alejaron. Ellos ya no tenían esa desagradable sensación.
-No me gusta nada.- Opinó Granate.- Creo que no
quiere decirnos lo que le angustia.
-Quizás puede que ni él mismo lo sepa.- Especuló
Asthel.-
Él
conocía a su primo y sabía perfectamente lo que le sucedió con esa tal Cindy, su
hermanastra. Posiblemente todavía
tuviera un poso de culpa por eso.
-Si estaba enamorado de ella, al saber que eran
hermano y que esa relación era incestuosa…- Pensó.-
Y no pudo evitar mirar a su primo con preocupación. Lo
mismo que Maray, Alusa y Minara, Diaval y Fiora, quienes estaban ya mucho mejor
del calor. Apenas si lo sentían ahora, pero no podía dejar de preguntarse qué
le estaba sucediendo a Brian
-¿Y si se comiese una alubia?- propuso Diaval.-
-No creo que eso le sirva de nada. – Musitó Granate
moviendo la cabeza, al explicar.- Su mal no es de índole física. No está cansado.
-¿Qué podemos hacer pues?- Quiso saber Minara.-
-Únicamente esperar.- Contestó Asthel acercándose a
ellos.-
Por su lado, y no menos concernida, Mimet le dijo a
su novio con evidente temor.
-¿No puedes decírmelo? ¡Por favor Brian! , algo te
está corroyendo por dentro, tienes que confiar, aunque sólo sea en mí.
- Mimet...- musitó él con un hilo de voz débil. - Ya
te lo conté. ¿No recuerdas cuando salimos juntos la primera vez? Tú me dijiste
como eras y yo te conté lo que me ocurrió...
-¿Lo de tu hermana?- Inquirió la joven.-
Empero,
el muchacho negó con la cabeza. Apenas sí pudo suspirar.
-Hace tiempo que arregle las cosas con Cindy. No…fue
lo otro…cuando no pude contenerme y...ya sabes…lo que sucedió con mi tía
Amatista.
-¿Te refieres a eso? - Exclamó ella al recordar. - ¡Dios
mío, Brian! Éste es el círculo donde se castiga a los incontinentes… según
Dante al menos. No obstante, creo que él se refería a los iracundos y los
perezosos. Aunque no pienso que la naturaleza de tus pecados sea esa. En todo
caso debes decírselo a tus primos, únicamente si ellos te perdonan te curarás.
- No puedo, no puedo, si lo hago no volverán a
hablarme,- repetía el muchacho una y otra vez, obsesionado por esa idea. -
- ¡Por favor, se trata de tu vida! - Le suplicó su
novia con voz temblorosa. - Eso es lo más importante. Hazlo por ti
mismo...hazlo por mí...
- No quiero que lo sepan...no me lo perdonarían -
insistía su interlocutor. -
- ¡Vamos Brian!, ellos lo comprenderán, yo estaré
contigo,- le apoyó Mimet. – Yo te querré, suceda lo que suceda. Aunque tengamos
que quedarnos solos aquí…
-Eso no sería lógico.- Pudo responder el joven,
apelando a lo que su novia había defendido tantas veces antes, con un tono cada
vez más debilitado de voz.- Debes cumplir una misión…
-¡A la mierda con la lógica! - Exclamó ella
realmente afectada en tanto le abrazaba afirmando.- Te quiero y no permitiré
que esto te mate…Les llamaré y se lo diremos juntos…lo entenderán. Estoy
segura.
- Sí, te lo suplico.- Susurraba él cada vez más
exhausto añadiendo ahora con temor al sufrir cada vez más aquella terrible
sensación de calentura. - Sino no tendré valor para contárselo....
- Aguanta cariño, voy a llamar a tus primos.- Le dijo
esperanzadamente su novia. -
Brian recordaba ahora los años transcurridos, desde
que fue a estudiar con Asthel y Maray, más que primos habían sido como
hermanos. De hecho, hasta había jugado en el equipo de baloncesto con su primo
en la universidad. Los dos juntos, jugando de escolta y de alero respectivamente,
habían conformado un equipo invencible. Ganaron un par de campeonatos y las
chicas se volvían locas al verles. Pero eso no les interesaba a ninguno de los
dos. Asthel tenía a Madeleine y él mismo a Mimet. Desde luego esa muchacha
había demostrado quererle, a pesar de sus limitaciones emocionales de las que
ahora parecían haberse liberado tras pasar el anterior círculo infernal.
-Lo que más valoro en ella es su bondad y su
inteligencia.- Pensaba tratando de olvidar su creciente malestar.-
Lo que era más, incluso antes de salir con ella, a
Brian no le habían interesado nunca las animadoras u otras muchachas
superficiales que solamente querían estar con él por lo buen jugador que era o
por lo guapo que le consideraban. Alguna que otra vez, entrenando con su abuelo
en la Tierra, en algunas vacaciones lo comentaba con él. Ahora, en tanto le
consumía la fiebre sus pensamientos volaban a esos momentos tan queridos,
recordaba una tarde en la que todavía no salía con Mimet, aunque ya la conocía…
-Sí, Mimet… te quiero…- Musitó a duras penas
abrumado por aquel estado febril.- Mi abuelo…tenía razón…
Tras
entrenar aquella tarde con el padre de su madre Ky, aunque desde luego sin
esforzarse mucho, puesto que Brian sabía que Roy era ya bastante mayor, pararon
a descansar. De hecho, el chico se preocupó. Habían luchado un poco y él casi
sin pensar, se transformó en súper guerrero.
-¡Aha! – Exclamó su veterano rival. Añadiendo con un
tono entre picado en su orgullo y jovial. - ¿Te has creído que ya no soy capaz
de hacer eso, muchacho?
Y Roy se convirtió también en otro guerrero dorado.
Aunque ya por las entradas que tenía y el pelo que le iba faltando en el resto
de la cabeza casi no se notaba. Al menos eso es lo que él mismo decía cuando
bromeaba. Se dieron unos cuantos golpes más y Brian, gratamente sorprendido,
declaró.
-¡Caray, abuelo!, sigues estando en plena forma.
-¡Claro! – Sonrió éste en tanto los dos retornaban a
su estado normal. – Soy descendiente de los más grandes guerreros del espacio.
¿Qué te habías creído?...-Remachó con patente satisfacción, agregando eso sí
con algo más de modestia.- Quizás no pueda llegar al nivel de mi maestro Son
Goku, ni de mi otro ilustre antepasado el rey Vegeta. Ellos envejecían a un
ritmo mucho más lento. Nuestra sangre ya se ha mezclado demasiado y no es tan
fuerte ni nuestros cuerpos tan longevos.
-¿Acaso ellos eran como el rey Endimión y la reina
Serenity?- Quiso saber el chico.-
-No lo sé. Pudiera ser que sí.- Elucubró su abuelo,
añadiendo.- Se mantenía jóvenes durante muchos años. Aunque no creo que tantos
como los reyes de la Tierra. -Y dicho esto, alegó, respirando con cierta dificultad.-
Anda hijo, volvamos, que se está haciendo tarde y nos ganaremos una regañina.
Brian asintió. De eso no les protegía ni su poder de
saiyajin. Así pues tras finalizar los dos regresaron volando del paraje
desierto donde tradicionalmente entrenaba la familia. Al aterrizar
discretamente al abrigo de las miradas vecinales se sentaron en un banco del
jardín de la casa de Roy. En eso que
tanto Bertie como Kerria se aproximaron. Sam venía un poco más atrás. La madre
y la abuela del chico traían sendas toallas para los dos.
-¡Hay que ver! – Sonreía Kerria afirmando con cierta
divertida reprobación al mismo tiempo. - ¿Es que no podéis dejar los condenados
entrenamientos aunque solamente sea por un día? Papá, Brian ha venido únicamente
para una semana y tú te lo llevas a un sitio desolado y perdido a intercambiaros
puñetazos.
-Sí, hija. ¿Qué le vamos a hacer? Los guerreros del
espacio somos así. Mira… – agregó con jolgorio dirigiéndose a su nieto. – La
única cosa más importante para mí que entrenar ¿sabes cuál era Brian?
-¿Cuál abuelo? ¿El baloncesto?- Creyó adivinar el
chico. –
-¡No! - se rio su interlocutor declarando divertido.
– ¡Tocarle el culo a tu abuela!, siempre que tenía ocasión. - Exclamó en tanto
se levantaba y le daba una palmada a su esposa en el trasero para remachar. –
Eso es lo que tienes que hacer tú con tu novia.
Aquello provocó las carcajadas de su joven oyente,
las risas de Kerria y Samantha y que Bertie moviese la cabeza y algo colorada
le reprobase brazos en jarras.
-Roy Malden. ¡Vaya unos consejos que le das a tu
nieto! Debería darte vergüenza, en el caso de todavía la tuvieras, claro.
-¡Mujer! - reía él en tanto se defendía. – Eso es lo
que los jóvenes tienen que hacer. Anda que no nos lo pasábamos bien tú y yo
cuando…
Entonces se interrumpió bruscamente llevándose la
mano izquierda al pecho. Su esposa y el resto en un principio lo juzgaron una
más de sus bromas, pero al ver la expresión de su cara y que parecía que no era
capaz de respirar con facilidad, el gesto pretendidamente enfadado de su esposa
se tornó en uno muy preocupado.
-¡Roy! ¿Qué te pasa?...
-¡Abuelo! ¿Estás bien?- Le preguntó Brian, también
bastante inquieto, sujetando a su anciano mentor y ayudándole a sentarse. –
¿Puedes respirar?
-¡Papá! ¿Quieres que llame a una ambulancia?- Terció
la también asustada Kerria. –
Aunque Roy pudo al fin respirar mejor y negó con la
cabeza. Ahora se sentía más aliviado. De hecho llevaba un par de años con algún
problema. Los médicos le habían dicho que no hiciera esfuerzos y le habían puesto
una medicación para dilatarle algo las arterias. Samantha, que no había dicho
nada pero que había observado la escena visiblemente alarmada, corrió a por las
pastillas de su suegro. Kerria y Beruche le miraban todavía inquietas.
-Estoy bien, tranquilas. No os desharéis tan
fácilmente de mí. Cubito.- Pudo decir él mirando a su mujer. -
-Debes tener cuidado, ya no eres un jovencito.- Le
reprobó su esposa, aunque lo hizo con suavidad y cariño, estaba realmente
preocupada por él y añadió. – Deja ya de ir a entrenar…
-Eso es parte de mi vida, Bertie.- Pudo decir él
moviendo la cabeza.- No me pidas eso…
-Vale papá. Pero al menos, prométenos que no te
esforzarás más. – Terció Kerria que, sospechando algo, le preguntó - ¿No te
habrás transformado en súper guerrero?
Y no necesitó respuesta, tanto su padre como Brian
miraron para otro lado. La mujer entonces se dirigió a su hijo con tono de
preocupada reprobación para recriminarle.
-Brian, sabes que tu abuelo está mayor. No debes
forzarle en los entrenamientos.
-Yo… lo siento, mamá Ky. – Pudo replicar el chico bajando
la cabeza.- Fue sin darme cuenta…no creí que…
Desde
luego que se sentía muy mal por aquello. Pero durante el combate no se había
parado a pensar, simplemente tanto él como su abuelo se dejaron llevar, como
siempre habían hecho.
-No culpes al muchacho. – Le defendió Roy que
enseguida admitió. – Fui yo el que se dejó atrapar por la euforia. Compréndelo
hija. Me hacía mucha ilusión pasar la tarde con Brian y me emocioné con el
recuerdo de los viejos tiempos.- Remachó en tanto le pasaba un brazo por los
hombros a su nieto, agregando con nostalgia. – Me vinieron a la cabeza tantos
momentos del pasado de cuando entrenaba con Diamante, Zafiro, Nephrite y Ail… y
con los maestros Son Goku y Piccolo…
El
resto le observaba con cierta tristeza, sin saber que decir. Bertie incluso le
tomó de una mano con todo el cariño que pudo.
-Por favor, debes tener cuidado. – Le pidió Sam que
volvía con las pastillas dándole una a su suegro que la tomó acompañada de un
sorbo de la botella de agua que la solícita pareja de su hija le trajo también.
– Nos has dado un buen susto.
-Lo sé, Sam. Lo siento. Pero ¿sabéis una cosa? Es
duro ir haciéndose viejo.- Les confesó con algo de pesar. - ¿Sabes hijo?- Le
dijo ahora al muchacho que, al igual que el resto le observaba con una mezcla
de preocupación y ternura. – Si en algo he tenido suerte en esta vida es en
rodearme de buenas mujeres. Fíjate, siempre me gustaron todas mucho. Cuando
conocí a tu abuela era el mayor ligón del campus, ¡ja, ja!
-¡Menudo sinvergüenza estabas hecho! – Terció ahora Bertie con mejor tono y más
animadamente, aliviada de verle mejor. – Tuve que tenerte muy controlado…
-Eso es verdad cubito, pero. ¿Sabes una cosa?...
Desde que te conocí fuiste la única para mí. Y sabes que jamás te engañé - Afirmó
orgullosamente él. – Eres mi vida…y sigues tan bonita como entonces.
-Eres un adulador - negó ella con un dedo en tanto
suspiraba.- Pero, aunque mientes tan mal como siempre, quiero creerte…
-No. No te miento. - Negó él con las expresiones
ahora más relajadas del resto.- Para mí siempre serás mi chica del College. Mi
cubito. Ninguna era como tú…lo supe nada más verte.
Beruche asintió con nostalgia y casi con lágrimas,
estaba convencida de ello. Tanto Kerria como Sam se miraron y sonrieron
divertidas ante lo que parecía una más de las historias de Roy que, en efecto
les contó. Particularmente dirigiéndose a su nieto que escuchaba con mucho
interés.
-Verás Brian, veréis chicas. Os confieso una cosa.
No pude tener más suerte. Contigo Bertie, con nuestra hija Kerria y por
supuesto contigo Sam, tú sabes que eres como otra hija para mí. Mi niña supo
elegir muy bien.
-Gracias, Roy – sonrió ésta que incluso parecía
sonrojarse por aquel cumplido que sabía venía del corazón del anciano y añadió
emocionada. – Tú has sido siempre como
un padre para mí.
-En cuanto a Leval, fijaos. - Matizó su interlocutor
con algo de divertida sorna - a él más
bien le eligieron, pero fue muy afortunado también. Su esposa es estupenda,
Amatista es digna hija de sus padres.
Al oír el nombre de su tía a Brian le dio un vuelco
al corazón. Había tenido aquel enojoso incidente con ella hacía unas semanas
pero aun así lo recordaba no sin pesar y vergüenza. Aunque ajeno a esto su
abuelo prosiguió.
-Una chica excelente, siempre lo ha sido. Para mí es
otra hija también. De modo Brian que ya lo ves. Los Malden hemos sido
bendecidos en esa cuestión. Y estoy seguro de que tú, cuando te llegue el
momento, elegirás una muchacha estupenda. Es tradición…no te equivocarás.
-Eso espero abuelo. ¡Ojalá fuera así, de veras! –
suspiró él recordando el amargo trago que pasó con Cindy. -
Todos sabían
que el chico estaba recordando aquello y fue su anciano interlocutor quién
nuevamente le dijo en tono de consejo.
-Siempre hay reveses o cosas que no salen como
queremos, pero al final ya lo verás. Tendrás a alguien que te quiera y que se
preocupe realmente por ti. De hecho ¿sabes lo más importante para ser feliz en
una relación y para que ésta dure?
-No abuelo. – Replicó él sinceramente desconcertado
y queriendo que le diesen la respuesta a aquella complicada cuestión. – ¿Qué
es?
-Pues es simple. - Sonrió Roy contestando sin dudar,
desde la perspectiva que le daban sus muchos años de experiencia. – ¡Tenerla
siempre muy dura! Así no se te resistirá ninguna.- Sentenció, guiñándole un
cómplice ojo al chaval.-
Su nieto abrió los ojos como platos, Beruche hizo lo
propio llevándose las manos a la cara, llena de vergüenza. Sam estaba con la
boca abierta pero a punto de reír y Kerria sí que se tronchaba de risa.
-Desde luego, Robert Malden… ¡es que no le puedes
dar un consejo serio a tu nieto ni en sueños!- Terció Bertie quién, a su pesar, no pudo evitar reírse.-
-Bueno, en nuestro caso eso no se ha cumplido.- Reía
Samantha a su vez.- Kerria y yo lo tenemos difícil… ¡ja, ja!
-Sois la excepción que confirma la regla.- Replicó
su suegro que se rio también.- Para eso sois de la familia…y seguro que todavía
se la levantáis a cualquier muchacho…
Ahora fue Samantha la que enrojeció de vergüenza.
Kerria movió la cabeza sin dejar de reír y Brian reaccionó con carcajadas tan
fuertes que se tuvo que sentar para no caerse. Unido a su abuelo que se
tronchaba de igual modo. Hasta a Bertie se le saltaban las lágrimas de risa.
Así, tras unos momentos de jolgorio general, el veterano ex jugador tomó una
vez más la palabra y ya más serio, declaró.
-No. Ahora bromas aparte, te diré lo que siempre
debes apreciar y ofrecer a tu futura chica. Y eso es la verdad. Ante todo la
verdad. Sé siempre sincero con los que amas. Si algo he aprendido a lo largo de
mi vida es que los equívocos y los engaños son los causantes de la mayor parte
de los males. Hazme caso hijo, di siempre la verdad, y si te equivocas admite
tus culpas, afróntalas como un hombre, trata de enmendarlas y confía en los que
te quieren…
Aquello pareció emocionar a las mujeres, sobre todo
a Kerria que, casi a punto de llorar, asintió dándole la mano a su padre y
tomando con la otra una de las de su hijo.
-Tu abuelo tiene toda la razón, cariño. Si
hubiéramos hecho las cosas mejor posiblemente te habrías evitado ese disgusto.
¡No sabes cuánto lo siento!…
-No te preocupes, mamá Ky. - Pudo replicar él viendo
que su madre sufría todavía por ello. – Tampoco fue culpa tuya.
-Eso ya pasó. Por suerte está todo arreglado,
gracias a Dios.- Terció Bertie acariciando el pelo de su hija –
-Sí. Bueno, será mejor que vayamos dentro, empieza a
ponerse el sol y refresca. – Comentó Sam, tratando de eliminar esa tensión que
flotaba en el ambiente. – Dentro de poco habrá que cenar.
Los demás convinieron en ello, Brian se aseguró de
que su abuelo se levantaba bien y quiso ir junto a él dejando que se apoyase en
su hombro, aunque Roy pareció ir sin problemas. Pero antes de separarse de él
para entrar, el anciano le susurró.
-Gracias hijo… recuerda siempre esto. Tendrás
momentos difíciles en los que deberás confiar…en tus amigos, en tu pareja…y si
eliges a esas personas bien, sabrás que puedes hacerlo. Eres un gran muchacho,
nunca lo olvides.
-Muchas gracias, abuelo. Nunca lo olvidaré, te lo
aseguro. - Sonrió el joven, contento de que por fortuna aquel susto no pasase de
ser únicamente eso.-…Y no te decepcionaré. Lo prometo.
-Sé que no lo harás.- Replicó Roy dándole una
afectuosa palmada en la espalda para indicarle.- Anda, vamos dentro o nos
reñirán.
Ahora, mientras Mimet corría a buscar a sus primos,
Brian continuaba delirando tras aquellos recuerdos, el chico se abrasaba
prácticamente por dentro. Por fin su novia dio con Asthel y Maray y les resumió
lo que sucedía con un tono bastante asustado.
-¡Por favor! Debéis perdonarle. Él estaba muy
arrepentido ya entonces y todavía se culpa por eso. Estoy convencida.
Maray miró incrédula a su interlocutora. Apenas sí
pudo musitar.
-¿Cómo? ¿Que él quiso hacerle qué a mi madre?
-Fue una estupidez.- Convino Asthel, quien sin
embargo parecía mostrar un talante más comprensivo al añadir.- Y eso pasó hace
mucho y está superado.
-A mí no me parece que sea una simple tontería.-
Rebatió su hermana con patente gesto de disgusto.-
-Por favor.- Le pidió Mimet, que parecía muy
asustada ahora.- Si no le perdonas podría morir.
-Eso no es tan fácil.- Replicó la interpelada.-
-Maray.- Terció su hermano con tono conciliador.- Se
arrepintió nada más intentarlo. Lo tuvo que pasar muy mal.
-Eso es lo que él dice.- Contestó la joven.- Ninguno
estábamos allí para saberlo.
-Lo mejor será que tratéis de hablar con él.- Les
sugirió Mimet, mirando a Maray con ojos cargados de súplica.- ¡Te lo ruego!
Sin
embargo, su compañera le devolvió la mirada declarando entre pesarosa e
indignada.
-¿Acaso te crees que deseo que le suceda nada malo a
mi primo? No es tan sencillo, por el amor de Dios. No basta con que diga que le
perdono, eso tiene que ser un sentimiento sincero. Y ahora, yo… bueno, no me
sale de mi interior.
-Mimet tiene razón.- Intervino Asthel.- Tenemos que
escucharle a él. Y entonces decidiremos.
Su hermana asintió finalmente y los tres fueron
rápidamente junto al enfermo. Fiora y el resto habían estado tratando de
bajarle la fiebre. Pero en cuanto sus compañeros llegaron les pidieron que, por
favor, les concedieran unos momentos de intimidad. Así lo hicieron. Alusa,
Minara, Fiora, Granate y Diaval se alejaron para formar su propio corrillo.
Cuando Brian se percató de la presencia de sus primos les miró avergonzado y
les confesó lo que había ocurrido hacía ya cinco años, suplicándoles.
- ¡Perdonádme por favor! , no quise que ocurriese. Lo
he tenido sobre mi conciencia durante todo este tiempo.
Asthel le miró muy serio. Entonces Brian tuvo miedo
de que no volviera a dirigirle más la palabra pero, por fin, su primo dijo con
tono y gesto más relajado.
- Si mi madre te perdonó entonces yo bien puedo
hacerlo ahora. No creo que fuera para tanto. Has sufrido demasiado por eso…
- Pero, ¡por el amor de Dios, Brian!, ¿Cómo pudiste hacer eso? Nuestra madre es tu tía.- Terció Maray con
tono acusador.- ¿En qué pensabas, eh?
Nada
más oír esas palabras el chico sufrió un nuevo acceso de calor y comenzó a
temblar sudando más copiosamente si cabía. Mimet trató de bajarle la
temperatura en tanto dedicaba a su compañera una expresión de enfado y
reproche. No obstante, su novio se dio cuenta y con voz temblorosa pudo decir.
-De...déjalo, Mimet...está bien… ella tiene razón…lo
lamento y muchas veces hu…hubiera deseado dar marcha atrás y borrar eso. -
Sollozó.-
-Tranquilo primo.- Se apresuró a decir Asthel
ofreciéndole una mano que éste aferró.- Ya pasó…
Mimet
entonces tomó a su compañera de una mano y la apartó de allí para encararse a
ella y reprocharla.
-No me puedo creer que reacciones de esta manera.
¿No se supone que eres un ser de luz?
Su
polemista la miró con estupor. Estaba claro que su compañera se refería a esos
episodios de trascendencia que ella llevaba tantos años viviendo. Pero pese a
todo Maray seguía siendo también humana. Muchas veces sus emociones básicas
tomaban el control. No era tan fácil. Y sobre todo, si una persona a quien ella
quería tanto estaba involucrada. Así pues se defendió, alegando.
-¿Cómo querías que reaccionase? Estamos hablando de
mi madre. Y Brian es mi primo. ¿Sabes como suena eso? A incesto. Y no es la
primera vez que le pasa.
-¡Ese es un golpe bajo! - Contestó una molesta
Mimet.- Él ignoraba quien era Cindy. Ninguno lo sabía.
Su
interlocutora miró hacia el suelo, quizás en eso se había pasado. Asintió despacio.
-Escúchame.- Le pidió Mimet tratando de calmarse
ahora, lo cierto es que sus recientemente adquiridos sentimientos y emociones
la estaban obstaculizando ahora. Pese a ello se dominó para añadir.- Tal y como
me lo contó entonces fue una tontería. Se arrepintió en ese mismo instante.
Había pasado por mucho con su hermanastra. Solamente buscaba una figura de
referencia. Una figura materna.
-¿Una figura materna? ¿Acaso no tiene dos madres? -
Se molestó ahora su contertulia afirmando con enojo.- ¿No le bastaba con eso y
tuvo que ir a tratar de propasarse con la mía?
Maray
guardó silencio. En verdad no había querido decir eso. Pero le salió sin más.
Posiblemente el enrarecido ambiente de ese círculo infernal les influenciase
negativamente. Por su parte, su contertulia movió la cabeza con un gesto que
expresaba una clara decepción.
-¡No espera esto de ti! No de una elegida. Se supone
que tienes mayor capacidad que otros para entender a los demás.
-También soy humana. Lamento parecerte tan vulgar.-
Replicó la aludida ahora también molesta.-
-¿Es que no puedes mostrarle aunque sea un poco de cariño
y de comprensión?- Inquirió su interlocutora con manifiesto enfado ahora.-
-No eres quien para darme lecciones de cariño,
Mimet. ¡Acabas de aprender a demostrarlo hace cinco minutos! - Replicó
agriamente su compañera.-
-Por lo menos lo demuestro. Ni tan siquiera antes,
cuando era incapaz, fui tan desconsiderada y tan fría con alguien de mi propia
familia como lo eres ahora tú.- Contestó la joven, visiblemente dolida.-
Y
sin más se dio la vuelta alejándose para volver junto a su novio. Le sujetó de la mano en tanto él se
debatía entre delirios y apenas si podía respirar. Asthel también le observaba
con inquietud y miró asimismo a su hermana con pesar. Se aproximó a ella aunque
no habló, fue la chica la que musitó consternada.
-No sé qué es lo que me ha pasado por la cabeza. Me
enfadé. Es aun peor que si hubiera tratado de hacérmelo a mí. Recuerdo mi
propia experiencia en ese certamen de Miss Bios...pero al menos ese tipo era un
desconocido. No alguien de mi propia familia. ¡Que ha vivido en nuestra casa! Y
a quien conozco desde niña. ¡Es que no lo puedo creer! - Sollozó amargamente
ahora.-
Y
es que la atribulada muchacha le contó hacía tiempo a su hermano lo que había
sucedido. Tras un par de años, ese lamentable incidente fue diluyéndose y
perdiendo importancia. Aunque siempre lo tuvo ahí, clavado como una espina. Que
tratasen de abusar de ella de aquella manera fue traumático, pero ese
pervertido tuvo un buen escarmiento, cortesía de su abuela Esmeralda. Sin
embargo, esto… No quería ni pensarlo. Su propio primo, a quien ella siempre
quiso como a un hermano, intentando hacer algo así con su propia tía, que era
la madre de la misma Maray y de Asthel. No solamente era un acto reprobable,
rompía cualquier confianza que pudiera tener en él. Ahora su hermano sí que la
tomó suavemente de los hombros y le susurró con afecto y algo de tristeza.
-Lo que tú puedas pensar sobre él no es nada en
comparación con lo que Brian piensa de sí mismo. Y es nuestro primo, nuestro
amigo y compañero. Tú misma lo has admitido, le quieres igual que yo. Nuestra
madre también. Y le perdonó…no puedes ser más dura que ella. ¡Mira en qué
estado se encuentra!
Maray dedicó nuevamente su atención a ese pobre
muchacho, pero ahora con tristeza y pesar. Aquello no había estado bien pero su
reacción tampoco estaba justificada. Ese desdichado se consumía literalmente por causa
de sus remordimientos y ella solamente había sido capaz de juzgarle con severidad.,
avivando aquellas llamas que ardían dentro de él. Tampoco ignoraba que el pobre
pasó por una terrible experiencia cuando descubrió que su novia era en realidad
su hermana y que había intentado utilizarle para vengarse. Al menos al
principio. Y en una cosa su hermano Asthel tenía toda la razón. La madre de
ambos hacía mucho que perdonó a Brian. Empero, ella no pudo reprimir lo que de
veras le pasó por la mente. Aunque estaba claro que ese muchacho estaba
sufriendo mucho. Demasiado incluso para el carácter de la falta cometida. A fin
de cuentas no debió suceder nada más y le bastaba con mirarle a los ojos para
creerlo. Finalmente, tras vencerse a sí misma y sus recelos pudo declarar.
-Aquello no estuvo bien. Sin embargo hace mucho que
te arrepentiste y ya has pagado de sobra por eso. Ahora no puedes estar
dispuesto a morir por esa tontería. - Le amonestó suavemente su prima que de
inmediato lo justificó sin concederle importancia, incluso remachando con
jovialidad. –Fue un impulso. ¡Vamos, no
seas tonto! Te perdono de corazón. Tú eres mucho más importante para mí, eres
mi primo y te quiero…- Fue capaz de terminar entre sollozos.- Por favor…siento
haber sido tan dura contigo. ¡Lo lamento de veras!
El
muchacho sonrió agradecido y entonces comenzó a encontrarse mejor. Aquellas
palabras debían de ser sinceras y brotar del corazón de su prima, dado que la
temperatura empezaba a bajarle con rapidez, enseguida se fue sintiendo
recuperado. Asthel le ayudó a levantarse...
- Espero que ya estés bien.- Le dijo éste, agregando
con tinte cordial - ¡Ahora ya podremos
seguir y no te preocupes, eso está pasado y olvidado!...
- ¡Gracias Asthel, gracias Maray! - Les respondió él
encontrándose de nuevo en perfecto estado, ya no tenía rastro de calor. -
¡Ojalá pudiera hacer algo para cambiar aquello!
En
ese instante, Tom se sonrió, mirando ese enorme libro. Curioso repasó aquel
momento. De hecho, tentado estuvo de tratar de cambiarlo, podría haber eliminado
ese embarazoso acontecimiento pero se detuvo…
-Este pobre chico no me ha hecho nada. Aunque su
madre se ha metido mucho en mis cosas.
De
hecho, Kerria fue la defensora de aquella tal Sabra, la mujer que compitió con
Martin por el amor de Daphne. Aunque bien mirado, eso le aportó interés al
asunto. El mismo Tom recordó como tuvo que ingeniárselas para evitar que ese
bobo perdiera a la muchacha que quería.
-Hasta le di una agenda y escribí un desenlace
alternativo a favor de Martin. ¡La pobre Daphne alucinó con su propio reflejo!
Me gusta eso de los espejos. Quizás me haya dado una idea para más adelante.-
Meditó ahora recordando a aquella individua morena que tan bien le sirvió para
hacer que Daphne cambiara de opinión.- Y
esa Marla…¡Vaya una zorra! Cuando contacté con ella me aseguré de que no
supiera que yo era un hombre. Seguro que no habría querido hacer lo que le
pedí. ¡Realmente nos odia! Ni siquiera yo he podido ver de donde ha salido
alguien así. No sé en qué parte del libro se cuenta.
Estaba
claro que ese gran Libro tenía muchas historias y peripecias personales. No
obstante, él en efecto no llegó a leer mucho más sobre los motivos de aquella
individua. No se relataban de un modo detallado. A fin de cuentas, tampoco
podía ocuparse de todo, bastante tenía con lo suyo y lo de las personas más
cercanas a él.
-En fin, en cuanto a esto mejor será dejar las cosas
como están. Brian ya ha sido perdonado. Seguiré leyendo. Quiero saber que pasa
ahora.- Pensó, retomando la página que había dejado.-
Mimet sonrió ahora, más reconfortada. Se acercó a
Maray y las dos chicas se dieron un abrazo.
-Gracias.- Le susurró la novia de Brian a su
interlocutora.- Muchas gracias por ser tan comprensiva y generosa como para
perdonar. Sé que no te ha sido fácil.
-Gracias a ti.- Replicó Maray avergonzada todavía.-
Me has recordado dónde está el verdadero amor. Perdóname tú a mí por haber sido
tan insensible.
Su contertulia sonrió nuevamente, sellando así las
paces y dando aquello por zanjado. En ese momento Diaval se acercó hacia ellos
mientras decía en tono divertido para aliviar la tensión que se había
producido, pese a desconocer la causa de la misma, dejando al resto de los
componentes del grupo observando desde unos metros de distancia.
- ¡Ya está bien de reuniones familiares, vamos a
darnos prisa que tenemos mucho trecho!...
Todos
estuvieron conformes con esa propuesta. Nadie de los demás quiso preguntar qué
había sucedido, juzgaron que no era algo de su incumbencia. De modo que
prosiguieron la marcha olvidando ese tema. Así anduvieron durante una hora
hasta llegar a un lugar en el que hacía aún más calor, pero esta vez para todos.
Granate supuso que era una especie de hoguera espiritual. La temperatura iba
aun más en aumento y a los pocos metros un inmenso e intenso muro de fuego les
cerraba el paso. A los miembros del grupo les parecía un obstáculo insalvable. Diaval
propuso una onda de energía para tratar de apagarlo, pese a la advertencia de Granate
de que probablemente no serviría de nada.
- ¿Qué podríamos perder? A mí me gusta comprobar las
cosas por mi cuenta. Y recuerdo que mi abuelo Lornd me contó, que el primer
maestro de su legendario antepasado Son Goku, usaba ese truco para extinguir
fuegos. - Repuso éste que se transformó en súper guerrero y exclamó en tanto
juntaba ambas manos a la altura de su cadera…-¡Ooonda viiitaaal, yaaa!…Kaaameehaameehaaa
Y entonces lanzó
una poderosa oleada de energía que abrió un largo pasillo entre el fuego. Todos
le miraban impresionados. El satisfecho Diaval hizo la uve con los dedos pero a
los pocos segundos, para su decepción y envaramiento, el fuego volvió a cerrarse
eliminando su abertura.
- ¿No decías que el maestro del ancestro de tu
abuelo usaba eso para extinguir fuegos?- Le preguntó Alusa con algo de sorna. –
- A decir verdad. No recuerdo si de verdad le servía
este truco. Solamente que mi abuelo me dijo que lo empleaba. –Admitió el saiyajin
algo molesto por esa observación, y haciéndolo patente al replicar. – Y no veo
que vosotras hagáis nada mejor…
- Es que no somos magas como tú. ¿Tienes algún otro
truco?- Quiso saber Minara moviendo la cabeza con un tinte similar de sarcasmo
que su hermana. Además de molesta por esa ruda réplica. – ¿Eh, señor súper
saiyajin?...
El príncipe de los guerreros del espacio no
respondió, volvió a intentarlo pero el resultado fue el mismo. Incluso peor.
Aquella pared de fuego pareció reaccionar elevándose todavía más…
- ¡Maldita sea!... ¿cómo demonios vamos a cruzar? -
Escupió entonces con visible frustración. -
- Lo que nos faltaba, alimentarlo para que suba. Y
yo que tú no mentaría la soga en la casa del ahorcado, ya te lo dije en otra
ocasión. - Intervino Granate con visible malestar, a modo de consejo, aunque no
sin cierto retintín. – No es conveniente llamar demasiado la atención por aquí.
-¡No digas chorradas, si algún demonio se molesta
que venga y me lo diga! - Espetó Diaval
agregando con un tono de más sorna. - Si es que se atreve, claro...
- Déjate de bravatas y pensemos en otro modo de
atravesar las llamas, o sino ésta vez sí que el viaje se habrá terminado.
- Le recriminó Alusa.-
Ésta tenía desde luego un fuerte carácter, en eso la
joven había salido a su abuela Karaberasu, pese a no ser ella la que llevase su
nombre.
- Mi hermana tiene razón.- Añadió Minara que siempre
era algo más comedida que su gemela, de modo que, mientras ésta abroncaba al
saiyajin, ella preguntó a sus primos. - Granate, Asthel, ¿no se os ocurre
nada?...
- Tal vez si te transportaras detrás de ese muro
podrías abrir un camino o llevarnos a todos. ¿Eh hermano? - Sugirió Maray. -
- Por desgracia no puedo abrir pasillos
dimensionales aquí, ya os lo dije...y tampoco podemos volar con libertad en estas
dimensiones. - Replicó el aludido de forma cansina. -
-¡Maldita sea! – Escupió Diaval mirando fijamente a
esa pared fuego que pareció aumentar una vez más.- ¡Vamos a quedar atrapados
aquí por una estúpida llamarada!….
Aquello
era cierto, y además no sabían exactamente el porqué, pero apenas si eran
capaces de recorrer una mínima distancia por el aire en este círculo, algo
parecía dificultárselo.
- Entonces lo tenemos mal.- Sentenció Mimet
añadiendo con aire reflexivo. - No imagino como podremos pasar...
Brian
también estaba pensativo y no decía nada, pero pareció tener una idea inspirada a juzgar por el gesto que tenía en la cara. Aunque,
antes de que pudiese hablar, fue Diaval el que se le adelantó...
- Podría hacer lo mismo de antes, pero ahora
manteniendo el rayo de energía y mientras se abra el pasillo podríais pasar.
- Sería muy arriesgado porque no sabemos lo ancho
que ese pasillo pueda ser, ¿y si te quedases sin fuerzas antes de que
cruzáramos? - Le objetó Asthel. -
- Brian podría quedarse conmigo. Si yo me canso él
me relevará. También tiene sangre saiyajin. - Respondió Diaval como si tal cosa
-....
- Por mí está bien.- Acordó éste aparcando por un
momento la idea que le estaba cruzando por la mente, y esperando no tener que
recurrir a ella si la propuesta de su compañero tenía éxito. -
- Bueno. Siendo así vamos a probar.- Aceptó Asthel
para admitir. – Por desgracia no tenemos mucho más donde escoger.
El
príncipe saiyajin asintió dispuesto. Al parecer satisfecho de que hubieran
tenido en cuenta su sugerencia. Se concentró y lanzó otra onda de energía. Al
momento abrió un delgado corredor entre las llamas. Asthel indicó que corriesen
todos, pero el pasillo comenzó a cerrarse enseguida y se detuvieron antes de
entrar. Brian ayudó a Diaval, también se convirtió en súper guerrero y lanzó
una potente ráfaga de poder pero no alteró para nada el resultado. Ahora las
llamas se cerraron con mayor rapidez y la energía que ambos emitían sólo
pareció avivarlas.
-Es como si se hubiesen adaptado de alguna manera a
nuestra estrategia.- Resopló Diaval.-
-Esto no nos servirá de nada.- Dictaminó un también agotado
Brian.-
Al fin, los dos decidieron cesar en su empeño.
Agotados, jadeaban tratando de recuperar la respiración, el fuerte calor
ambiental aun les había fatigado más. Asthel, pensativo, les dijo tratando de
animarles.
- Bueno, al menos lo habéis intentado. Habrá que
pensar en otra cosa...
-¿Qué vamos a hacer? - Se preguntaba Maray en voz
alta con poco optimismo. - Ese muro es tan terrible, parece insalvable...
Y
ante el desánimo, la frustración y la falta de ocurrencias de los demás, Brian
recuperó entonces su idea. Más bien era una intuición, la había tenido tras
recobrarse de su grave situación y aunque no estaba demasiado seguro. Llamó un
momento a su novia y le preguntó.
-¿Qué dijiste antes de Dante? ¿Quiénes estaban aquí?
- Quiso saber con gran interés.-
-Los incontinentes, los iracundos y los perezosos.-
Le recordó ella.-
El joven se quedó pensativo unos
instantes, entonces pareció corroborar
la suposición que tenía y dijo al resto.
-¿Y si esas llamas no existieran? – Conjeturó. - ¿Y
si fuesen solamente fruto de nuestra imaginación? ¿Y si se avivasen por
nuestros propios miedos? ¿O por los condicionantes de éste círculo?
-Como decís los humanos. ¡Tú alucinas, tío! -
Exclamó Diaval con el argot incorporado de las
conversaciones con el grupo. -¡Menuda imaginación hay que tener para
provocar ese muro de fuego!...
Sin embargo a Asthel no le pareció una mala
reflexión. Le hizo al saiyajin una seña para que se callase y comentó con mejor
predisposición.
- Podría ser, no es una idea tan descabellada ¿Qué
quieres decir entonces, Brian?...
- Escuchad, si éste es el círculo dónde están los
incontinentes, tendría una explicación. Yo sufrí a fin de cuentas por no
refrenar mis impulsos. Quizás estaba más furioso conmigo mismo que otra cosa.
Ahora todos estamos enfadados por no ser capaces de cruzar esas llamas. Eso es
propio de un estado iracundo, ¿no? Y queríamos rodearlas volando. Y luego
abriendo simplemente un corredor. ¿Acaso eso no es demostrar pereza por nuestra
parte? o ¿Desear un atajo o un camino más fácil en lugar de plantar cara al
problema y resolverlo?- Argumentó el chico con la plena atención de sus
compañeros.-
Los
demás se miraron como si eso tuviera cada vez más sentido. ¡Claro!
-Concuerda con las descripciones que da Dante de
este círculo.- Terció Mimet.- Aunque no sea exactamente como lo contaba él.
-Sí, claro.- Comentó Fiora cayendo a su vez en la
cuenta de ello.- Brian tiene toda la razón. En vez de esforzarnos por pasar,
queríamos una solución más cómoda y más rápida. Y nos hemos frustrado al no
obtenerla.
-Pero entonces… ¿Qué se supone que deberíamos
hacer?- Preguntó Maray.-
Ahora
la cuestión retornó a Brian, quién, tras meditar unos instantes, respondió aún
pensativo.
- Quiero decir que, si les perdemos el miedo a esas
llamas, eliminamos la ira actuando con diligencia y las cruzamos, no nos
quemaremos,- les explicó éste. - Es un fuego espiritual, no es material. Yo que
era el único que tenía algo que reprocharme ya lo he superado. Podré cruzar
junto con vosotros que no tenéis nada que os aflija. Por eso me ocurrió al
principio de entrar en este círculo. ¡Era un aviso!
-¿Tú crees?,- le inquirió Minara agregando para dar
a entender que lo había interpretado correctamente. - ¿Qué lo han hecho intencionadamente para
darte una pista? No me fío…
-¿Por que no?,- terció Alusa más dispuesta a creerlo.
- Podría ser así…
- Brian ¡Ten mucho cuidado! ya imagino lo que vas a
hacer.- Le dijo Mimet con preocupación, casi lamentando para sí, el ser capaz
ahora de intuir las cosas sin base analítica precisa. – Es muy peligroso. Y no tienes ni la menor
certeza de que vaya a ser así.
- Es necesario.- Respondió él declarando con
rotundidad. - Yo pasaré el primero, los demás seguidme, si veis que me quemo,
deteneros.
- Mimet tiene razón. ¡Eso es muy peligroso, podrías
morir abrasado! ¡No debemos permitirte eso! - Le dijo Maray con cara de
angustia. -
- No hay otra forma, tenemos una misión muy
importante que cumplir, y no hay vuelta atrás.- Sentenció el muchacho armándose
de determinación. -
- Brian, es muy arriesgado, no podemos pedirte que
lo hagas. - Declaró su primo con visible inquietud. -
- Debo hacerlo Asthel, por todos vosotros y por el
universo entero. También por mí mismo.- Insistió el muchacho para remachar con
un suave y cordial. - Os lo debo.
-No, no nos debes nada. ¡Escúchame! - Le pidió ahora
su prima llena de temor.- Ya has pagado con creces por lo que pasó, no quiero
que por mi culpa…
Y fue
ahora Maray la que comenzó a sentir un calor mucho más intenso, que amenazaba
con sofocarla. Aunque su primo, percatándose de eso, le sonrió afectuosamente
apretando con cariño una mano de ella entre una de las suyas para responder.
-No tiene que ver con eso. Presiento que, en cierta
medida, este círculo me corresponde a mí.
La
muchacha le sonrió a su vez, sintiéndose mejor de inmediato. Ese calor tan agobiante
fue disminuyendo volviendo a ser tan molesto para ella como para los demás.
- Eres muy valiente, amigo. – Intervino en ese
momento Diaval, en esta ocasión sinceramente admirado de la decisión de su
compañero, admitiendo. - Yo amo la lucha y el combate y sé que puedo morir. Pero
lo acepto, aunque esto…debo confesar que me da miedo.
- No debes tener miedo, creo que esa es la clave, ni
tú ni nadie, bueno, allá voy.- Aseveró el chico que avanzó resuelto hacia la
pared flamígera, pero Mimet se interpuso y le abrazó. -
-¡Brian te lo suplico, no lo hagas, por favor!
Encontraremos otra manera de lograrlo,- lloraba ella con el rostro desencajado por la
angustia.-
Cariñosamente
su novio le secó las lágrimas con un dedo. El chico se quedó sorprendido, la pobre
debía de sufrir mucho pensando en lo que podría ocurrirle a él para ser capaz
de llorar así. Aunque hubiera adquirido recientemente esa capacidad, sonrió y
le susurró con afecto.
- Siento mucho que ahora que al fin puedes expresar
tus sentimientos, como siempre deseaste, debas pasarlo tan mal por mí. Pero no
tengas miedo. Tus lágrimas me protegerán, tu amor será el mejor escudo. Todo
saldrá bien.- Y dicho esto besó suavemente a Mimet en los labios y avanzó nuevamente,
ésta vez nadie le interceptó. No obstante, se detuvo y miró hacia atrás en
dirección a sus preocupados compañeros y declaró. – Confío en vosotros, y sé
que estaréis ahí, conmigo. No debo tomar atajos para ahorrarme penalidades, ni
seguir enfadado por cosas del pasado, sino continuar adelante y hacer las cosas
mejor. Esa es la clave.-Sentenció agudamente para proseguir.-
Tom
estaba realmente intrigado. No pudo evitar comentar en voz alta.
-Este tipo realmente tiene narices. Lo reconozco. Quizás
me pasé con ese incidente con su tía Amatista. Se merece que haga algo por él.-
Admitió con algo de lástima por él.-
Y
recordando sus anteriores pensamientos, escribió algo en su libreta.
-Quizás quiera ver a su madre Ky. O ella verle a él.
Mirando
en otro lugar de ese enorme tomo, leyó justamente en la parte donde Kerria
llegaba a su hotel, durante aquel juicio. La abogada estaba teniendo un sueño…
-¡Vaya, qué interesante es mi querido tío!- Se sonrió
sarcásticamente al verle aparecer en ese momento onírico de la abogada!.- Pues
qué mejor lugar que aquí, para añadir esto.- Pensó deseando desvirtuar
cualquier mensaje que Lance pudiera intentar darle a la abogada.-
Y
una vez lo hizo, prosiguió con la lectura…
A
medida que Brian se acercaba a la enorme hoguera la sensación de calor le era
insoportable, se esforzaba en pensar que no era una percepción real. Debía de
seguir caminando, pese a temer incendiarse sólo en algunos instantes, prosiguió
convencido. Llegó justo al lado de las llamas y entonces dio el paso decisivo. Se
introdujo sin vacilar en la gran masa de fuego. Mimet ahogó un grito. Su novio
entre tanto sintió que ardía pero se esforzó en pensar que tan sólo era una
ilusión producto de su ira o sus miedos y así, cruzó.
-Lo sabía, esto es tan real como nosotros lo hagamos
ser.- Suspiró aliviado, sin percibir ya ese enorme calor.-
Empero, en ese momento, entre aquella muralla de
llamas entonces vio algo, o mejor dicho, a alguien a quien no esperaba y que le
llamó por su nombre. Al dirigirse hacia ese conocido tono de voz pudo replicar
asombrado…
-¿Cómo sabe mi nombre? ¿Quién es usted?...Un
momento…¿mamá Ky?.- Repuso con asombro en su cara al reconocerla.-Tú no
deberías estar aquí…
Y es que esa mujer era idéntica a su
propia madre. Al menos tal y como él la recordaba siendo niño. Lucía mucho más
joven desde luego, aunque parecía perdida y desconcertada. Quizás fuera una
alucinación más de aquel lugar.
-Debo concentrarme y evitar estas sugestiones.- Se
dijo con determinación.- Mi madre nunca ha estado aquí…
Y esa táctica pareció funcionar. La visión de su
mamá Ky se desvaneció y él atravesó el resto de aquel muro de fuego sin más
problemas. De hecho, se sorprendió de lo rápidamente que había pasado, tal y
como pensaba estaba ileso y ante sí tenía una especie de lago fangoso y más
allá un enorme muro, ésta vez parecía que de piedra, y enmarcada en él, la
siguiente puerta. Brian iba a gritar hacia el otro lado con todas sus fuerzas
porque el furioso crepitar de las llamas, por imaginarias que fueran, ahogaba
casi cualquier otro sonido. Entonces escuchó una voz pausada y gutural que le
dijo.
- Has sido muy astuto, humano. Pero a pesar de que
hayas descubierto el secreto que guardaba la defensa de la puerta, tu viaje ha
llegado al fin.
-¿Quién eres? - Quiso saber Brian que miraba a su
alrededor sin ver a nadie. - ¡Da la cara!
De
pronto una especie de criatura híbrida entre una cabra y un hombre apareció a
su lado.
- Soy Mordagor, demonio Infernal del Quinto círculo
y guardián de la Puerta. Y no os dejaré pasar, salvo si me vences, claro está.
- Eso es fácil - sonrió el chico transformándose en
súper guerrero para asegurarle casi con entusiasmo. - ¡Voy a acabar contigo
ahora mismo!
- No, no me refería a esa manera tan tosca de
competencia. Admito que no sería rival para ti en ese aspecto, pero no ibas a
lograr nada destruyéndome. - Sonrió malévolamente el demonio, quién divertido,
le aclaró.- Para empezar, tampoco podríais pasar a través del lago fangoso para
acercarte a la puerta. Míralo bien.
El
chico sí lo hizo y descubrió con horror una infinidad de cuerpos en esa especie
de extensión que se perdía a ambos lados del muro más allá de donde la vista
alcanzaba. El demonio le explicó no sin regocijo…
-Ante ti tienes el lago del Estigia, donde están
inmersos los afectados por su ira y sumergidos los que fueron víctimas de su
pereza. Dime. ¿A cuál de los dos grupos pertenecéis tú y tus amigos?
-Vaya. Con esto sí que no contábamos.- Admitió el
joven.-
-Ya os lo dije. No es tan sencillo salir de aquí.-
Repuso su contertulio visiblemente divertido.- No hablamos únicamente de fuerza
o valor…
-¿Pues de qué estamos hablando entonces? - Inquirió
Brian mirándole intrigado aunque todavía sin bajar la guardia. -
- Nada podrás hacer si no conoces la forma de
atravesar el lago y cruzar la puerta.- Respondió Mordagor que añadió con
suficiencia. - Y derrotándome con la violencia nunca lo sabrás.
-Sí, sería peor, tomar el camino más sencillo por
pereza. Además, la ira que manifestase al luchar contra ti también avivaría las
llamas.- Suspiró perspicazmente el joven que añadió resignadamente, queriendo
saber.- ¿Y qué tengo que hacer entonces?
Aunque
ahora Brian estaba impacientándose por momentos, en eso desde luego se le
notaba su sangre de saiyajin, ante el regocijo de su interlocutor.
- Deberás demostrar tu habilidad para resolver enigmas.
- Contestó el demonio. -
-¿Si lo hago me prometes que luego me lo dirás?- le
pidió el joven en tono desconfiado. – ¿El secreto para cruzar ese lago y abrir
la puerta…a fin de que todos mis amigos y yo podamos proseguir con nuestra
misión?
- Te doy mi palabra...- le aseguró alegremente Mordagor.
-
- ¡No amigo!, de eso nada. No me basta,- le rebatió
Brian recordando algunas de las historias que le contase su abuelo Roy y
también ciertas cosas que Granate les había explicado y así le exigió. -
¡Júramelo por tu amo y señor!
- Veo que no eres tonto. Muy bien, como quieras. Te
lo juro por Satanás. Mi amo y señor supremo. No puedo quebrantar ese juramento.
¿Estás dispuesto ya? - Le insistió el demonio sin perder ni un ápice de su
tranquilidad sentenciando a modo de aviso. - Pero has de saber que, si fallas,
deberéis permanecer aquí eternamente y sólo dispondrás de una oportunidad.
Aquel
era un enorme dilema. Brian se daba perfecta cuenta de que su decisión involucraría
a sus compañeros. ¡Estuviera ellos de acuerdo con ella o no! ¡Ojalá pudiera consultarles!
Pero ahora mismo no tenía idea de en qué parte, tras el flamígero muro que
había cruzado, pudieran estar.
- No tengo otra opción. Así que, muy bien. A ver, ¡pregunta!
- Le espetó el muchacho ya por completo impaciente y decidido. -
Mordagor
enunció su enigma sin dejar de sonreír.
-
El acertijo del depósito de agua o problema de la cisterna es uno de los contenidos en el
libro "Los nueve capítulos sobre arte matemático" uno de los libros
de matemáticas más antiguos de China, su origen se remonta al período de
la Dinastía Zhou. Y dice así: Tenemos un depósito de agua de 48 m3 de
capacidad con dos tuberías de llenado y una de vaciado. La primera tubería
de llenado abierta sola tardaría 12 horas en llenar el depósito. La
segunda tubería de llenado abierta sola tardaría 6 horas en llenar el depósito.
Con el depósito totalmente lleno y las dos tuberías de llenado
cerradas, la tubería de vaciado tardaría 8 horas en sacar toda el agua y dejar
el depósito vacío. Pregunta:
Si partimos del depósito vacío y abrimos las tres tuberías
¿Cuánto tiempo tardaría en llenarse el depósito?
Brian
sólo se tomó unos segundos para replicar con sorna.
-¿Me tomas el pelo? ¿Pero qué pregunta tan rebuscada
es esa? Yo me esperaba algo más refinado
y filosófico. Como ese rollo de tener cuatro piernas, luego dos y luego tres.
Siempre preguntan eso. Aunque éste… bueno, es de matemáticas, no se me dan del
todo mal. Ahora que me acuerdo, mamá Sam me ayuda mucho de pequeño con los
deberes. Podría haber sido peor…
Por
unos instantes evocar a su otra madre le hizo sonreír. La imaginaba a su lado,
sentados los dos frente a la mesita del cuarto de Brian. Él con unos siete años
y su madre enseñándole a dividir números
de más de tres cifras.
-Tenía mucha paciencia conmigo. Yo estaba deseando terminar
eso e ir a jugar. – Recordó con nostalgia.-
Sentía
que, el haber visto esa imagen de su mamá Ky y el pensar ahora en su mamá Sam, era
producto de lo mucho que echaba a las dos de menos. ¡Lo que daría por poder abrazarlas
a ambas! Y también al abuelo Roy y a la abuela Bertie, claro está. Aunque su
interlocutor parecía impacientarse y le sacó de esos pensamientos.
- Pues contéstala si tan fácil te parece,- le retó
el demonio sin perder su burlesca expresión. -
-Dame unos momentos, no tengo papel, ni bolígrafo
para hacer los cálculos. – Le pidió el muchacho con tono sereno.- De todos
modos podré resolverlo, estoy seguro.
Aunque por dentro él mismo se inquietaba, aquello era un tema más para su novia.
Tratándose de Mimet seguro que ella lo sabría sin apenas precisar tiempo. Eso
le dio una idea…
-Una cosa.- Le pidió el joven, casi con humor.-
¿Está permitido el comodín del público?
El demonio pareció sorprenderse y apenas sí pudo
replicar.
- ¿Qué es eso?
- Una norma de los concursos de la Holo tele. – Contestó
Brian para explicar. – Siempre te dejan preguntar a algún amigo o llamar a
alguien…
Tras oír
aquello Mordagor esbozó una nueva sonrisa, y sentenció divertido.
- No eres en absoluto estúpido. Pero no cuela. Aquí
no tenemos esa clase de normas. Tus amigos no te podrán ayudar. Lamentándolo
mucho tendrás que ser tú quién lo resuelva.
Brian asintió resignado y replicó.
-Ya me lo temía. Este círculo es mi responsabilidad.
Muy bien. Entonces dame al menos algo para hacer mis cálculos. Eso sí que no
está prohibido. ¿No? Has dicho que debo ser yo, pero no dijiste nada de que
fuera sin ningún tipo de ayuda material.
El
demonio asintió admitiendo aquello. Entonces chasqueó sus dedos y en su mano
derecha aparecieron un cuaderno y un bolígrafo de los antiguos, esos que
funcionaban con tinta.
-Ahora trata de resolver el enigma.- Le indicó con
un tinte de más impaciencia en su gutural voz. En tanto le entregaba aquello a
su interlocutor.- Toma y apresúrate.
El
chico sudaba ahora copiosamente, pero no debido al calor. ¡Ojalá que tanto
estudiar hubiera merecido la pena! Aunque tomándoselo con calma y fijándose
bien, eso no era tan complicado. Únicamente tuvo que hacer unas cuentas muy
básicas para sentenciar de modo triunfal.
-¡Ya está!….
-Pues explícame la solución y cómo has llegado hasta
ella.- Le pidió su contertulio sin inmutarse.-
-Escucha entonces.- Dijo Brian detallando.- La primera
tubería llena el depósito de 48 m3 en 12 horas, por lo que su caudal
es de 4 m3/h. La segunda tubería llena el depósito en 6 horas, por lo
que su caudal es de 8 m3/h. Las dos tuberías juntas tienen un caudal total de
12 m3/h. La tubería de vaciado tarda 8 horas en sacar 48 m3 por lo que el
caudal de vaciado es de 6 m3/h. Si entran 12 m3/h y salen 6 m3/h lo que se
queda en el depósito son 6 m3/h. Si entran 6 m3/h el depósito estará lleno en 8
horas.- Concluyó con visible satisfacción.-
- Alabo tu sapiencia, humano - declaró el demonio
que parecía impresionado. - Has mostrado una gran inteligencia.
- No, sólo es álgebra elemental de secundaria, y
haber estudiado mucho porque de lo
contrario me castigaban sin jugar o sin
salir. Sin embargo, admito que mamá Sam me ayudaba mucho en eso, como la abuela
Bertie en historia, igual que mamá Ky lo hacía en lengua y el abuelo Roy en
educación física. - Suspiró Brian con
evidente nostalgia.
Se acordaba una vez más de cómo sus dos madres y sus
abuelos se sentaban a su lado a veces, cuando tenía complicaciones en alguna de
esas materias.
-Gracias a su amor y a su paciencia, he podido
resolver esto.- Pensó muy agradecido, admitiendo.- tenían razón, nunca se sabe
para qué va a servirnos lo que aprendemos en el colegio.
Y
otro que seguía leyendo aquella historia suspiró asintiendo solidariamente para
admitir hasta con afectuosa nostalgia.
-Mi madre también lo hacía conmigo. Este tipo cada
vez me cae mejor. Espero que triunfe.
Tom quiso
ayudarle. Podría escribir algo que facilitase las cosas para Brian y el grupo.
No obstante y para su sorpresa e incluso decepción, era incapaz de modificar
esa parte del Libro.
-Bueno, no todo está a mi alcance. Al menos hay
ciertas partes que parecen ya fijas. O pudiera ser que, ese libro que lleva
Asthel, sea el que deba ser escrito para estos capítulos. No sé. El Demiurgo no
me explicó nada en ese sentido. Seguiré leyendo a ver qué pasa…
Y lleno de curiosidad prosiguió con ese interesante
capítulo, en el momento en el que Brian agregaba ya desapasionadamente.
-Desde luego en el Infierno no estáis muy adelantados
en matemáticas.- Y el joven sonrió con gesto divertido para añadir con fingida
seriedad. - Ahora me toca a mí hacerte una adivinanza. Escucha porque nadie ha
sido nunca capaz de resolverla. Me la contó mi abuelo…
El
demonio, visiblemente interesado, prestó atención a ese joven que le planteó la
siguiente cuestión.
- Un autobús lleva ocho personas al principio del
trayecto. Y hay tres paradas, en la primera suben cuatro y bajan tres, en la
segunda bajan ocho y suben diez y en la tercera sube uno y bajan siete. La
pregunta es ¿Cómo se llama el conductor? .Ja, ja, ja.
-¡Eso no tiene sentido!,- protestó el demonio. -
-¡Era una broma!,- repuso su interlocutor que le
recordó ahora ya más serio. - Cumple tu parte y dime como cruzar.
- Bastará con que lo exijas en nombre de tu
condición de campeón del reto…- le desveló Mordagor con tono teñido de
contrariedad al haber sido burlado, desapareciendo tan repentinamente como
había venido tras decir con evidente contrariedad.- ¡La suerte del
principiante!
Entonces
un sólido puente, oculto hasta entonces, se materializó sobre ese lago. Brian
por su parte se encogió de hombros y gritó con todas sus fuerzas para que su
voz les llegase a sus compañeros a través del crepitar de las llamas.
-¡Eh, podéis cruzar, yo tenía razón, únicamente son
una ilusión!
Asthel
fue el primero que le oyó, sonrió animando a los demás que ya estaban bastante
preocupados al no tener noticias de su compañero durante todo aquel tiempo.
-¡Vamos todos juntos! Brian ha pasado. – Les comentó
al resto, repitiendo las palabras de su primo.- Las llamas solamente son una
ilusión para confundir a nuestro espíritu...
- ¡Gracias a Dios! – Suspiró Mimet llevándose las
manos al pecho.-
Maray
fue a su encuentro y la abrazó. La novia de Brian se aferró a ella llorando un
poco para desahogar su zozobra.
-Lo siento. Soy nueva en esto de expresar mis
emociones.- Sollozó cuando se separaba de Maray.-
-No te preocupes, lo estás haciendo muy bien.-
Asintió una asimismo llorosa Maray.-
Aunque
fue Diaval quien tomando la palabra y con un tono desconfiado en su voz, miró
hacia esa pared de fuego y declaró.
-¡Un momento, no tan rápido! ¿Y no podría ser una
trampa? Imaginad que fuera la voz de algún diablejo de esos haciéndose pasar
por él…
-¡Oh vamos!- Terció Alusa moviendo la cabeza.- No
seas agorero.
-Es la voz de Brian, seguro. Debe de serlo.- Añadió
Minara, aunque con algo menos de seguridad.-
-Sin embargo, y aunque no me guste considerarlo,
Diaval podría tener razón. Debemos ser prudentes y no dejarnos llevar de buenas
a primeras. - Intervino entonces Granate
con aire pensativo y preocupado.-
El resto se miró con expresiones de desconcierto y
duda. Esa era una posibilidad muy seria a considerar. ¿Y si el pobre Brian
había sido consumido por esas llamas y aquella voz era simplemente un truco más
para atraerles a tan terrible final? Asthel se llevaba una mano a la barbilla
tratando de pensar que hacer. No podía percibir nada en un sentido o en otro.
Tampoco pudo leerlo siquiera. Por alguna razón las páginas ahí estaban en blanco.
¡No! Recordó enseguida que esa era su historia y que escribirla les
correspondía a ellos. Ahora ese libro era del todo inútil. No obstante, fue
Mimet la que habló. Con un tono lleno de confianza y hasta esperanzado.
-Es él, estoy segura. Lo presiento. Todo ha ido
bien…debemos confiar en lo que nos ha dicho. ¡Tenemos que depositar fe los unos
en los otros!
El resto la miró atónito. Ella misma no dejaba de
sorprenderse. Ahora la muchacha sentía fuertemente sus palpitaciones, el ritmo
cardiaco se le había acelerado y eso que no había llevado a cabo ningún
esfuerzo. Sonrió sin embargo, ¡eso era experimentar emociones! Tenía claro que
sus sentimientos hacia Brian le habían provocado aquello. Se alegraba también
de que todo hubiera salido a la perfección. Pudo suspirar largamente para
rebajar la tensión. Eso era sentirse aliviada, pensó, no sin maravillarse por
toda la gama nueva de emociones y percepciones que ahora poseía.
-Bueno, todavía me quedan muchas por explorar,
aunque para el enfado y la tristeza no tengo prisa por repetir.- Se dijo
divertida.-
Los
demás compartieron el alivio de la muchacha y tras asentir, se aprestaron a enfrentar ese
muro de fuego.
-Todos unidos pasaremos sin problemas. ¡Adelante! - Arengó Maray.-
La muchacha
se agarró de la mano con Asthel y Alusa a éste y a su hermana Minara que hizo
lo propio con Mimet. Ésta dio la mano a Diaval que
tomó una de las de Fiora y ésta aferró una de Granate. Por fin, y todos
juntos, avanzaron con determinación. Como antes lo había hecho su compañero, es
más. Ahora iban convencidos de que pasarían sin tan siquiera notar el calor
como así fue. Ninguno se volvería atrás, nadie iba a abandonar a los otros. Así
pues, unidos en la mutua confianza que se tenían cruzaron las llamas sin
problema y se reunieron con Brian. Fue en ese instante cuando Mimet se soltó
rápidamente del resto, corrió hacia él y le abrazó llena de alegría, ambos se besaron largamente.
-¡Eres muy valiente, Brian y te quiero, te quiero
mucho! - Declaró ella realmente emocionada, lo que hasta hacía bien poco, le
ocurría en contadas ocasiones. -
- Ya os lo dije. Todo estaba en el espíritu,- afirmó
él con satisfacción. –
Y para subrayar las palabras del muchacho la gran
masa de fuego se fue extinguiendo hasta desvanecerse por completo. Ahora ante
ellos estaba ese puente y traspuesto éste, la nueva puerta...
-Debemos cruzar, - Les contó Brian explicándoles lo
que era aquel repugnante lago.- No os preocupéis, recordad, ni pereza, ni ira…
El
resto convino en ello, más bien experimentaban repulsión al ver todos esos
cuerpos sumergidos o flotando en aquel cieno de un desagradable tono entre
marrón y malva. De ese modo pasaron rápidamente sin enfadarse, ni acomodarse, pese
a la enorme anchura de aquel lago. Tras superar aquello les quedaba la última
parte. Ese acceso cerrado.
-¿Podría ser otro espejismo de la mente? - Se
preguntó Granate en voz alta. - Quiero decir esta puerta...
- No lo creo.- Le dijo Asthel adivinando lo que su
compañero pensaba – parece bien sólida. La trampa de ilusión eran el fuego ficticio
y el puente invisible...
- Bueno, pues ahora hay que componérselas para pasar
por aquí.- Declaró Diaval dando unos golpes en la puerta que resonaron a través
de toda la extensión a fin de comprobar su resistencia. Debió de causarle impresión
pues afirmó convencido. - Esto sí que no se puede atravesar...
- Brian. ¿Se te ocurre alguna otra cosa?,- le
preguntó Asthel con gesto esperanzado a
su primo que parecía ser el encargado de abrir el camino en este círculo. –
Confiamos en ti.
- Pues sí.- Repuso éste que les contó a todos más
detalladamente su encuentro con el guardián y la prueba que había superado,
remachando. - Debo reclamar mi derecho a pasar.
- Eso es,- terció Granate ilustrando al resto. - Según
lo que yo sé de las reglas del infierno, eso es lo lógico. Y has hecho muy bien
en exigirle jurar por Satanás, así no podía engañarte...
- No fue idea mía, sino algo que mi abuelo Roy me
contó. Cuando él y el abuelo de Fiora invocaron a un demonio para retarlo, hace
muchos años. Tom le exigió que jurase por su amo Satanás. Pero ahora no sé cómo
reclamar mi derecho. - Inquirió Brian que se sentía desconcertado para
preguntarse en voz alta. - ¿Gritándolo sin más?
- Podría ser, a veces las formas más sencillas y
directas son las mejores. - Convino Diaval que le propuso como si tal cosa. - Brian.
¿Por qué no llamas a la puerta?...
-¿Crees que eso serviría de algo? - Preguntó Maray
muy poco convencida. -
- Tal y como están las cosas no creo que nos vaya a
perjudicar.- Arguyó Minara coincidiendo con el saiyajin por una vez y
remachando con cierta dosis de sarcasmo. – Y al menos demostraremos educación.
-Sí, eso decía siempre mi madre.- Convino Granate,
casi divertido, para remachar.- Hay que tener buena educación hasta en el
Infierno. Ahora comprendo el porqué de eso…
- Estoy de acuerdo ¡Vamos Brian! llama a la puerta, a
lo mejor te abren,- le instó Asthel jocosamente.-
El joven trataba de animar a todos con algo de
humor, cosa que consiguió pues quién más, quién menos, esbozo una amplia o al
menos, ligera sonrisa. Brian sonrió también y asintió, quizás aquello por tonto
que pareciese, era la única y mejor manera.
- Muy bien ¡Allá voy!- Declaró con decisión. -
El
chico se acercó y tocó a la puerta, esperó unos instantes pero nada sucedía. Se
encogió de hombros y Granate le aconsejó.
- Di que eres
el que ha vencido la prueba y reclama tu derecho a pasar...
El aludido asintió y tocó nuevamente, recordando
esas mismas indicaciones que le diera Morgador.
- Soy Brian Malden, el vencedor de la prueba de las llamas
y el enigma. Por eso y por todo lo que he sufrido, reclamo el derecho de que mis
amigos y yo podamos atravesar esta puerta...
Tras
unos instantes no sucedió nada. El desaliento empezó a cundir y el portavoz del
grupo a creer que quizás habían sido burlados, pero entonces se escuchó el
crujir de los batientes. La gran puerta poco a poco se fue entornando y una
abertura cada vez mayor les permitió por fin el paso. Todos prorrumpieron en
gritos de júbilo y Diaval, con algo de jocosa sorna, le dijo a su compañero.
-¡Joer! , el vencedor de la prueba de las llamas y
el enigma. ¿No encontraste algo menos aparatoso que decir?
- Bueno, funcionó, ¿no?,- repuso éste con una
divertida sonrisa. - ¿Qué esperabas, que me preparase un discurso?
El
príncipe saiyajin soltó una carcajada,
dándole una palmada cordial en los hombros que casi tira a su
interlocutor al suelo, y siguió hacia delante. Como en las ocasiones
anteriores, el grupo cruzó decidido, dejando el quinto círculo atrás y
penetrando en el sexto...y lo mismo que en situaciones precedentes, la puerta
se cerró lentamente tras ellos…
-¡Y allá van!- Suspiró Tom, dejando por un rato la
lectura.-
En
la Tierra mientras tanto, Kerria se había levantado del sofá y salido a la
pequeña terraza de su habitación. Se sentía inquieta, suspiraba observando el
cielo a través de la ventana de su habitación. Sam se percató de eso, se
levantó también y se acercó a ella con tono cariñoso y algo melancólico y le
dijo.
-Estás pensando en Brian. ¿Verdad, cariño?
-En él, en Mimet y en todos los demás.- Reconoció la
interpelada, haciendo memoria.- No sé por qué recordé un extraño sueño que tuve
hace años, cuando estuve en Nature defendiendo a Sabra. Le vi, en medio de una
especie de mar de llamas. Aunque no temí por él. Por suerte no se quemaba. Ahora
solamente deseo que estén a salvo y puedan volver algún día.
-Han pasado ya dos años desde que se fueron.-
Comentó su esposa para recordar.- La vida ha continuado pero me sucede lo que a
ti. No dejo de pensar en él…Rogando para que esté bien y que podamos volver a
vernos.
Y
se abrazaron con afecto para cerrar la ventana y meterse en la habitación.
-Han pasado muchas cosas últimamente. -Meditó Kerria
en voz alta.- Y ahora que nuestro hijo está tan lejos del hogar, comprendo a Daphne
muy bien.
-Pobre mujer.- Suspiró Samantha.-
Las
dos se acordaron de como aquella maestra llegó a verlas a casa haría ya un par
de años. En realidad acudió dos veces, la primera, en la que ambas estaban
ocurrió un poco antes de que Brian y Mimet se fueran.
-Lo recuerdo muy bien.- Convino Kerria.- Luego vino
otra vez pero estábamos de viaje.
-Es verdad.- Asintió Samantha.- Me pareció muy buena
chica.-
-Sí, siempre lo fue, pero tuvo que sufrir mucho.-
Declaró Kerria.-
Y es que Daphne había tenido unos
últimos años muy duros, debatiéndose entre mantener su fachada de madre de
familia, felizmente casada con un hombre, o aceptar su verdadera sexualidad. Al
final hizo esto último, confesándose en el estrado en tanto declaraba como
testigo en un juicio por la custodia de un crío. Kerria lo sabía muy bien. Ella
comenzó defendiendo a una de las partes, la de la madre, Sonia Calderón, esa
modelo que también era homosexual, que estaba casada con otra mujer y que tuvo
que aceptar que su ex novio y padre biológico de su hijo, pudiera visitarle.
-A mí me inhabilitaron por unos malditos
tecnicismos. ¡Menos mal que ese chico, Trent, no lo hizo del todo mal.- Le
contó a su esposa.-
-Y fue cuando él la llamó a declarar cuando ella
salió del armario.- Creyó recordad su interlocutora.-
-Así es. Y lo más irónico de todo es que, la
historia se repitió. Aunque la primera vez, cuando yo la interrogué años antes
durante el juicio contra Sabra Leví, cometió perjurio negando aquello. Quizás
eso le remordía la conciencia. Aunque la puedo comprender. -Declaró.-
-Sí, tal y como me dijiste, ella y yo tenemos mucho
en común.- Admitió Samantha, agregando con pesar.- Lo suyo es incluso peor,
tiene dos hijos y ahora está separada de ellos. Igual que del resto de su familia.
-Con todo lo sucedido en Nature, aquellos meteoritos
y esa estrella.- Suspiró Kerria, moviendo la cabeza.- Sé que desea regresar,
pero tiene mucho miedo. Primero de no ser aceptada, y segundo de que sus seres
queridos hayan muerto.
-El caso es que hace tiempo que no sabemos nada de
ella.- Comentó Sam, con genuina curiosidad.- Recuerdo bien cuando vino aquí, la
primera vez…
Samantha
estaba terminando de preparar una presentación para su reunión del día
siguiente. Estaban lanzando otro producto discográfico al mercado. Oyó entonces
el sonido del timbre exterior. Al parecer Kerria no lo había escuchado o
estaría ocupada. De modo que fue ella quien respondió.
-¿Sí, quién es?
-Me llamo Daphne Car…Kensington.- Rectificó esa voz de
mujer, con tono entre nervioso y apocado.- Quería ver a la Señora Malden.
-¿A cuál de ellas?- Inquirió Samantha curiosidad. No en
vano, tanto su esposa, como su suegra y también ella misma, ostentaban aquel
apellido.-
-A Kerria Malden. Por favor.- Le pidió con voz trémula. -
-Un momento por favor…- Repuso su interlocutora a su vez.-
Intrigada,
Sam se fue en busca de su pareja. Kerria estaba en efecto atareada con algunos
casos. Examinaba testimonios y algunas evidencias.
-Perdona, cariño.- Le dijo Samantha, tras entrar en el
despacho de su cónyuge.- Hay una mujer que pregunta por ti.
-¿A estas horas?- Se sonrió Kerria apresurándose a
negar.- No tengo ningún lio, que lo sepas.-
-¡Supongo que no, no tienes tiempo material ni para
tenerlo conmigo! - Se rio Sam, quien tras esas breves carcajadas y algo más seria, añadió.- Me parecía que estaba
nerviosa. No sé si podrá ser alguna cliente tuya.
-No lo creo probable, es tarde.- Desestimó su
interlocutora, queriendo saber.- ¿Te ha dicho como se llama?
-Sí, espera.- Le pidió su esposa, tratando de hacer
memoria, para al fin recordar.- Daphne, Kensington.
-¡Daphne!- Exclamó la perpleja Kerria preguntándose en
voz alta y con preocupación.- ¿Qué estará haciendo aquí?...
-¿La conoces?- Quiso saber Samantha con verdadero
interés.-
-Sí, te hablé de ella, es la hermana mayor de Stephanie
Kensington, la modelo. – Le recordó su pareja.- Esto no me gusta. Creo que se
marchó de Nature, Steph me envió un mensaje a través de Esmeralda. Dijo que su
hermana había desaparecido. Que si viniera por aquí la avisásemos. Voy a ver
qué quiere.
Y la
abogada enseguida fue hacia el interfono y preguntó.
-¿Daphne? ¿eres tú?
-Sí, soy yo. ¿Puedo verte, por favor?- Inquirió la
muchacha, al parecer con el vivo deseo de que así fuera.-
-Claro.- Replicó amablemente su contertulia.- Pasa…
Y la
visitante vio como una puerta enrejada se abría automáticamente dejándola pasar
al interior de una gran parcela en donde se alzaba una casa de dos plantas. Kerria
la observó acercarse hasta la puerta y enseguida le abrió.
-Me alegra verte. ¿Cómo tú por aquí? Tu hermana hace poco
que me envió un mensaje, la tenías muy preocupada. Le prometí responder si
sabía algo de ti.
Al
escuchar esas palabras la aludida no pudo evitar romper a llorar
desconsoladamente, Kerria se preocupó y enseguida la rodeó los hombros con un
brazo invitándola a pasar.
-Anda ven, tranquilízate y me cuentas lo que ha pasado.
¿Vale?
Dócilmente
la recién llegada se dejó ayudar con su maleta. Samantha salió a su encuentro.
Enseguida preguntó, con visible preocupación.
-¿Se encuentra bien?...
-Sí, Sam. Ella está bien, – Respondió su pareja para acto
seguido informar a su huésped.- Es mi esposa, Samantha. Sam, ésta es Daphne
Carson…
-Prefiero usar mi apellido de soltera.- Musitó la
interpelada enjugándose las lágrimas.- Kensington.
-Me es bastante familiar.- Pudo decir Samantha.-
-Su hermana es Stephanie Kensington, la modelo.- Le
aclaró Kerria a su cónyuge como si nada
le hubiese dicho antes.-
-Vaya, encantada de conocerla.- Sonrió Sam ofreciéndole
una mano y agregando con sinceridad.- Su hermana es una mujer muy agradable.
Y es que
Sam recordaba a esa modelo tan jovencita, hermosa y rubia. Se sonreía incluso
pensando cuan parecida era esa recién llegada a Steph. Aunque evidentemente con
algunos años más.
-Bueno, las dos siguen siendo más jóvenes que yo.- Se dijo
percatándose de que su propia rubia melena rizada ya tenía algunas canas.-
Tendré que ir a la peluquería enseguida.- Anotó como rápido apunte mental.-
Por su parte Daphne
estrechó su mano agradeciendo esas palabras, enseguida la hicieron pasar al salón
y las tres se sentaron en un confortable sofá.
-¿Qué quieres tomar?- Le ofreció la abogada.-
-Nada, muchas gracias. Lamento molestar.- Se disculpó la
mujer algo más calmada ya.-
-No molestas para nada.- Sonrió Kerria interesándose de
inmediato.- Dime ¿qué puedo hacer por ti?...
-Verás... Bueno, verán.- Sonrió mirando también a la otra
individua que por su parte la observaba con interés.- Es algo largo de contar.
-Tutéanos a las dos, por favor. Y tenemos tiempo. Mis
padres están de viaje y mi hijo en Bios.- Sonrió la letrada añadiendo con tono
jovial.- Nos aburrimos bastante.
Dap
sonrió a su vez agradeciendo los ánimos, les refirió entonces lo sucedido. Lo
que Kerria ya sabía de cómo había admitido su condición sexual en ese juicio.
Después de narrarles algunas otras cosas les explicó que, tras un tiempo, al
final no pudo más y tuvo que escapar del planeta.
-¡Lo he perdido todo, mi trabajo, mi familia! – Suspiró
llena de tristeza, culpándose.- Sé que
soy una cobarde, que no he hecho bien… al menos tuve que traer a Leah conmigo.
-Sé cómo te sientes.- La apoyó Samantha.- También yo
desvelé mi amor por Kerria en un juicio y eso me costó perder los lazos con mi
familia. Pero tras los años transcurridos, y sabiendo lo que ahora sé, lo
volvería a hacer. Porque no cometí ningún delito por ello, ni tenía de qué
avergonzarme. Como tú tampoco lo tienes.
-Quizás en la Tierra eso es fácil de decir, pero en
Nature están dominados por el fanatismo neo religioso.- Sollozó la interpelada,
comentándoles con gran pesar.- ¡Hasta mi propio hijo me odia!
Dejó
petrificadas a sus oyentes cuando les contó entre lágrimas la reacción de ese
crío. Kerria y Sam se miraron llenas de pesar. Entendían perfectamente lo
doloroso y terrible que para una madre era sufrir aquello.
-¿Y tu marido?. Si es que todavía sigues casada con él.-
Preguntó la letrada.-
-Sí, aun no nos hemos divorciado, aunque Martin sí que lo
ha aceptado. Y mi hermana me ha apoyado mucho, estuve viviendo con ella durante
unas semanas. Pero la he cargado con la responsabilidad de cuidar de mis hijos.
– Suspiró moviendo la cabeza y volviendo a llorar. - Me siento muy avergonzada
por eso, pero es que, tenía que huir de allí…
-No te preocupes, lo entendemos.- Le aseguró Kerria,
ofreciéndose de inmediato. - Dime. ¿Quieres que haga alguna solicitud legal
para pedir que manden a los niños a la Tierra?
-No, no de momento. No quiero que Leah tenga que cambiar
de planeta y estar dando tumbos como yo. Vine porque recordé lo que me
comentaste.- Añadió tras calmarse un poco.- Que podrías ayudarme a encontrar
algún trabajo si venía a la Tierra. Puede que cuando me asiente aquí sea
distinto y reclame a mi hija…
Fue muy
revelador que no nombrase a su hijo, desde luego extrañó a sus interlocutoras.
No obstante, ninguna iba a meterse en eso…
-Claro, haré algunas llamadas.- Respondió jovialmente la
abogada que se interesó a su vez.- ¿Tienes algún sitio en donde quedarte?...
-No, en fin, durante el viaje vine con Mei Ling, luego
ella se fue a China, a ver a sus padres, y yo me dirigí hacia aquí. No he
tenido tiempo de buscar hotel…
-Pues no hay más que hablar, te quedarás aquí por unos
días.- Sentenció la abogada.-
-No, no quiero ser una molestia.- Se apresuró a replicar
la apurada Daphne.-
-En absoluto, la casa es muy grande.- Afirmó su
interlocutora.-
Samantha
se levantó sin decir nada saliendo de la estancia, su esposa debió notar algo
extraño puesto que enseguida se disculpó con una leve sonrisa algo forzada
pidiéndole a Daphne.
-Espera un segundo, vamos a ver cómo nos organizamos.
-De veras, no quiero molestar.- Insistió la recién
llegada.-
-Nada de eso.- Se reafirmó su interlocutora.-
Y
dejando a su invitada sentada en el salón, la abogada subió a su habitación,
allí estaba su cónyuge quien la miró con perplejidad e incluso algo de
malestar.
-Sé lo que me vas a decir...- Suspiró Kerria adelantándose.-
-Pues entonces no hace falta que hable.- Repuso Sam que
parecía molesta, más al agregar.- Da la impresión de que tampoco me iba a
servir de mucho.
-¿Qué querías que hiciera?- Le preguntó su esposa también
con algo de irritación.-
-Al menos pudiste haberle recomendado un hotel. Ten en
cuenta que Brian vendrá en menos de una semana. Eso nos dijo en su último mensaje.
Y tus padres regresan en tres días.- Le recordó Samantha, aseverando.- ¿Cómo
crees que se tomarán ver a una extraña aquí?
-No te preocupes por mis padres. Es más, en cuanto les
cuente el caso de esta pobre muchacha ten por seguro que la ayudarán.- Replicó
Kerria a su vez con tono algo más seco.-
Samantha
suspiró mirando hacia el techo y enseguida retomó la palabra con tono dolido
para quejarse.
-Ya lo estás haciendo otra vez…
-¿Hacer qué?- Inquirió su pareja.-
-Pues eso, hacer que me sienta mal. Parece que estuvieras
atacando a un acusado en un juicio.
-No hago nada de eso.- Se defendió su interlocutora
agregando en tinte más conciliador. – Sólo te pido que seas un poco más
comprensiva. Eso es todo.
-No tengo ningún inconveniente a que pase aquí la noche,
incluso a que se quede también mañana..- Pudo argüir Sam con un tinte más
conciliatorio.- Pero es que…- Suspiró largamente y añadió con voz más queda.-
Quería que estuviéramos tú y yo…
-No temas por eso. Te aseguro que Daphne se hará cargo.
No creo que ella precisamente se escandalice si ve a otras dos mujeres
dedicándose caricias y algunos besos.- Se sonrió Kerria ahora.-
-Ya, no es por eso.- Quiso explicarse Samantha con tono
alicaído ahora.-
Su
esposa lo solucionó abrazándola con afecto para asegurar.
-Ya verás como no va a ser ninguna molestia. Además, creo
que os vais a caer muy bien. Daphne me recuerda a ti en muchas cosas.
-¿Ah sí?- Quiso saber su contertulia incluso con un matiz
de celos en su voz.- ¿Cómo en cuáles?
-Bueno.- Quiso enumerar Kerria.- Es una buena persona, es
rubia…- Se rio e incluso hizo que su pareja lo hiciera casi a pesar suyo.
Aprovechando ese momento de alivio, la abogada agregó más seriamente.- Y ha
luchado mucho por las personas a las que quiere, tú misma lo dijiste. Las dos
habéis renunciado a vuestras familias y habéis tenido que iros muy lejos.
-Tienes razón, lo siento, de veras.- Suspiró Sam
reconociendo apesadumbrada.- He sido una estúpida y una egoísta. Es cierto que
viéndola a ella me parece estar reviviendo mi propia situación. Quizás por eso
me ha sentado mal.
-¿Entonces qué le digo?- Quiso saber su interlocutora.-
-Ya se te ocurrirá algo.- Sonrió ahora Samantha al
añadir.- Sobre todo para hacer la cena.
-Vale.- Concedió la abogada.- La alojaremos en el cuarto
de invitados. El que suele ocupar Brian. Y no temas, no habrá problemas a ese
respecto…
Y de
este modo, las dos bajaron dispuestas a atender a su invitada. Kerria por
supuesto le pidió permiso para enviar un holo mensaje a Nature. A fin de que
Stephanie se quedase más tranquila.
-Claro. - Asintió Daphne.- Te lo agradezco muchísimo.
Pero si no te importa, no deseo aparecer en él. Todavía tengo que reunir el
valor para dirigirme a mi hermana, aunque sea de forma diferida, con un simple
holo mensaje.
-Como tú quieras.- Repuso Kerria.-
Y tras componer una
cena suave con ensalada y algo de picar, las tres conversaron alrededor de la
mesa. Samantha le preguntó visiblemente interesada.
-Dime, ¿qué piensas hacer? Me refiero además de encontrar
un trabajo por aquí.
-Quisiera volver a ver a Sabra y al resto de sus amigos.-
Le respondió su invitada.- Quizás…si no están lejos…
-No sabemos nada de ellas desde hace bastante. Debbie y
su grupo son muy nómadas.- Intervino Kerria.- No suelen parar en un mismo lugar
por mucho tiempo. Pero tengo su número, y el de mi primo Lance al que, por cierto,
hace mucho que no veo.- Recordó antes de proseguir.- Les llamaré a ver si podéis reuniros. Supongo
que Sabra estará con ellos todavía. - Remachó con un tinte más optimista.-
-Os lo agradezco mucho, de veras. Y espero que pronto
podré comunicar con Steph.- Deseó Daphne.-
Kerria
volvió de esos recuerdos, comentando con tristeza mientras las dos se dirigían
al piso de abajo para la cena.
-La pobre chica, al fin dio con Debbie, ella la
ayudó a encontrar a su amor. Esa mujer llamada Sabra. Al menos, eso me comentó
mi antigua novia.- Suspiró.-
-Y luego vino eso de la muerte de su hermano.¡
Pobrecilla, cuando parecía que comenzar a estar feliz aquí!.- La compadeció
Samantha.-
-Sí. Esmeralda me pasó el mensaje de Steph. Y fue
duro tener que contactar con Dap.- Suspiró Kerria.- Cuando supo eso, y lo de la
amenaza que se cernía sobre Nature, trató por todos los medios de regresar allí.
-Sí, pero prohibieron los vuelos a ese planeta.-
Suspiró Samantha.-
-Así fue. Y ni mi propio hermano Leval con sus
contactos pudo hacer nada. -Convino su interlocutora.-
-Ya, me acuerdo como Daphne y esa chica, Mei Ling,
vinieron a pedirte ayuda.- Comentó Samantha.-
-Sí, pero nosotras no estábamos. Creo que hablaron
con mis padres.- Repuso su esposa.-
En
ese momento, Roy las vio, se llegó junto a ellas saludándolas con su jovialidad
habitual.
-Vamos chicas, la cena se enfría.- Comentó el
veterano entrenador.-
-Oye, papá.- Le dijo Kerria quien todavía le daba
vueltas a lo que ella y su cónyuge habían estado hablando.- ¿Te acuerdas de
Daphne y de su amiga Mei Ling? Vinieron a veros y a pedir ayuda para volver a
Nature, ¿verdad?
-Sí, así es.- Convino el interpelado.- Creo que ya
os lo conté.
-¿Te importaría contárnoslo de nuevo?- Le pidió
Samantha.-
-Sin problemas.- Sonrió su suegro, matizando.- En
realidad venían a ver a Bertie.
Y
Roy rememoró, estaba en casa, terminando de ver algunos Holo videos de
baloncesto. Llamaron al timbre exterior y él fue a contestar.
-¿Sí?- Inquirió .-
-Buenas tardes señor Malden, soy Daphne Kensington.- Se
identificó la voz de una mujer, entre agitada y nerviosa.- Por favor, ¿está su
esposa?. Tenemos que hablar con ella urgentemente…
-Sí, está aquí, pasad.- Les ofreció.-
Sonó un
zumbido eléctrico que abrió la verja de hierro que custodiaba el jardín. Las
dos jóvenes entraron, Roy al menos reconoció a la rubia. Era esa maestra amiga
de su hija y de Samantha. Las abrió, invitándolas con tono cordial.
-Pasad. Ahora llamo a mi esposa.
-Muchas gracias.- Sonrió apuradamente Daphne.-
Las dos
entraron, la oriental enseguida inclinó
la cabeza declarando.
-Perdone esta falta de educación por mi parte. Me llamo
Mei Ling… Calderón.- Agregó tras dudar brevemente.-
-Encantado de conocerla señorita, soy Robert Malden, pero
llámeme Roy. Ahora vengo.- Repuso él.-
Y se
encaminó a llamar a su esposa. Beruche estaba como de costumbre, leyendo y
pensando. Con ese aire tan intelectual que a ojos de Roy la seguía haciendo la
chica más sexy del mundo. Y eso que los dos ya tenían sus añitos. Suspiró
dejando eso para otra ocasión y centrarse en el asunto que le ocupaba. Esas dos
pobres muchachas parecían estar preocupadas, sino asustadas. De modo que llamó
a su mujer.
-Cubito. Aquí hay dos chicas que quieren verte. Una me
suena que es amiga de Kerria. Esa tal Daphne. La chica a la que recomendaste
para tu antiguo colegio.
-Muy bien, ¿Te han dicho para qué querían verme?-
Inquirió su interesada esposa, quitándose las gafas de lectura que llevaba.-
-No, pero estaban muy nerviosas, debe ser por algo
serio.- Afirmó él.-
Justo
entonces Beruche se llegó hasta su marido y sus hijas. Tras haber oído un poco
de ese relato, intervino.
-Si, las pobres estaban realmente mal. Hicimos cuanto
pudimos por ayudarlas, pero desgraciadamente no
estaba en nuestras manos.
Así,
tanto su marido como ella siguieron recordando. Bertie sonrió al ver a Daphne
pero enseguida disipó ese gesto al constatar el estado de esa chica.
-¿Qué te ocurre? ¿Va todo bien en la escuela?
-Señora Malden, Bertie.- Corrigió ella entre lágrimas.-
Por favor, ¡ayúdenos!…
Tras
calmar a esas dos agitadas jóvenes, el veterano matrimonio las hizo sentarse en
el sofá del salón. Allí ambas les pusieron al corriente. Al concluir ese
relato, y tras lamentar lo sucedido, Roy tomó la palabra.
-Nuestro hijo es el jefe de las fuerzas militares de
Bios, es cierto.- Admitió.-
-¿Y dices que Sharon es compañera tuya?- Intervino Bertie
dirigiéndose a Mei Ling.-
-Sí, señora.- Afirmó ésta.-
-Hace tiempo que no la veo, se casó con ese muchacho, el
amigo de nuestro hijo Leval. Tracer le llamaban.- Recordó la mujer.-
-Sí, él es senador, quizás si plantease esto ante el
senado.- Terció Daphne de un modo algo atropellado, agregando.- Yo conozco a un
congresista, lleva a su hija al colegio en el que trabajo. Bueno, también pensé
en contárselo a Kerria.
-Nuestra hija no está. Ella y Sam se han ido al
extranjero.-Les comentó Roy.- De vacaciones, no sé si sabrás que nuestro nieto
Brian hace poco que se fue a un largo viaje.- Suspiró ahora con tono más
entristecido, remachando.- Sus madres están muy tristes y se fueron a intentar
desconectar un poco de los recuerdos.
-Pero nosotros podemos ayudaros en esto.- Les sonrió
Bertie prometiendo.- Llamaré a Sharon. Aunque si es compañera tuya de seguro
que ya se lo habrá dicho a su marido.
-Verá, es que apenas pude hablar con mis colegas del
Fairy Five de aquí. Justo llegué a América quise contarle esto a Daphne.- Se
excusó Mei Ling con cierto apuro.-
-Tranquila. Por lo que mi hijo me contó de él, y lo poco
que le conozco, creo que el senador Jensen es una buena persona. Si hay algo
que pueda hacer por ayudaros de seguro que lo intentará.- Afirmó la señora
Malden.-
-Por mi parte tengo unos cuantos buenos amigos que quizás
puedan ayudar.- Terció Roy.-
Y lo
hizo pensando en sus compañeros de tantas batallas, aunque estuvieran jubilados
como él. Sin embargo, al menos uno, su sobrino Mazoui, sí que seguía en activo.
Y siendo el marido de Satory, que a su
vez trabajaba con esa chica china…
-Tu compañera, la doctora O´ Brian, también ha visto
marchar a sus hijas. - Le comentó Roy a Mei Ling, quién sorprendida, asintió.-
-Fue la que más se entristeció cuando le conté lo
Richard, el hijo de mi esposa y mío.- Matizó la oriental tras convenir en
ello.- Aseguró que me comprendía muy bien, pero no dijo más. Tampoco hablé con
ella en detalle de la situación en Nature. Debí contárselo todo nada más
llegar. Pero pensé en Daphne y quise avisarla la primera.- Se censuró la
oriental bajando la cabeza.-
-No te inquietes por eso, todos estamos en el mismo
barco.- Convino el veterano ex jugador de baloncesto.- No os preocupéis, vamos
a hacer cuanto podamos…
Y así
fue. Llamaron rápidamente a Sharon. Ésta ya estaba en casa con sus hijos. Su
marido no obstante tenía una reunión en el senado. Una de las comisiones en las
que estaba. Pero le prometió a Bertie que, en cuanto Tracer regresara a casa,
le informaría de todo aquello. Luego efectivamente Sharon telefoneó y con
tristeza le dio a entender que no se podía hacer nada. Beruche a su vez
transmitió esa información a las dos mujeres que fueron a pedirle ayuda.
-Lo lamento mucho. Pero nunca perdáis la esperanza.-
Quiso animarlas pese a todo.- Aun tenemos a los reyes de la Tierra y a las
princesas planetarias. Y en Kinmoku a la princesa Kakyuu y a las Star light.
Además de a algunos de mis seres más queridos.- Remachó con nostalgia.- Ellos
no permitirán que nada malo suceda…
Ahora
Kerria y Samantha se miraron con tristeza. Aquellas palabras les habían recordado
una vez más la marcha de Brian. Bertie enseguida lo percibió, sonriendo para
afirmar con tono animoso.
-Estad tranquilas. Estará bien. No está solo, va con
Mimet y con sus primos…
-Y con otros muchachos y muchachas realmente formidables.
Son el grupo más poderoso de la Galaxia. Sin duda. Y lo más importante son
grandes amigos y las dificultades harán que su camaradería aumente. Se cuidarán
mutuamente. Os lo digo yo que de eso entiendo - Declaró Roy con tono
exageradamente entusiasta.-
-Gracias, papá.- Musitó Kerria dejándose abrazar por él.-
-Seguro que es así, aunque eso no hace que dejemos de
añorarle.- Añadió Sam.-
-Todos lo hacemos.- Convino Beruche.-
Así, el
grupo entró en el salón, la holo televisión estaba encendida y Roy, queriendo
aparcar esa oleada de tristeza dedicó su atención a las noticias, comentando al
resto según lo veían.
-¡Vaya! Han anunciado que Tommy, el nieto de Connie,
va a casarse con esa chica. La hija de Nehie…
-Mi hermana estaba muy contenta.- Afirmó Bertie con
una sonrisa, según sentenciaba.- Y no es para menos…
- A ver qué vestido se pone. ¡Va a emparentar con la
realeza, como hicimos nosotros! – Se rio su marido, agregando con jocosidad en
referencia a su consuegro.- Si es que al principito todavía se le puede definir
así…
Su
esposa asintió con una sonrisa. Realmente estaba feliz por su hermana y por su
sobrina. Idina no podía ser más dichosa ahora. Su hijo se había convertido en
un cantante famoso que actuaba en muchas causas humanitarias y su hija, una valorada
artista revelación para su corta edad. El mismo Michael, en tanto cenaba con su
mujer, lo pensaba. Estaba asombrado del cambio que había dado su hijo. Hacía
tan solo un par de años tratando de terminar los estudios secundarios con
dificultades. Ahora de giras por la Tierra, Bios e incluso Nature, matriculado
en química industrial aprobando con grandes calificaciones y prometido a la
princesa de la Luna Nueva.
-Desde luego. - Comentaba incrédulamente a su
esposa.- ¡Ni que hubiera hecho un pacto con el diablo!
-No digas tonterías, lo que pasa es que el chico
está dándolo todo y es un luchador, como su abuelo y su padre.- Sonrió Idina,
que ahora permutó el gesto por otro más entristecido para añadir.- Ayer me
encontré con Sandy. La pobre está muy triste, se acuerda mucho de su hijo. Y
recuerdo también a mi prima Mimí y a su
marido Kenneth. Hablé con ella hará una semana. Los pobres ni tan siquiera
pudieron despedirse de su hija. Ella es una simple sombra de la mujer alegre
que fue. Por suerte, su gran amiga Keiko, la hija de Tomoe y Kaori, ha ido a
visitarla.
-Es natural.- Contestó Michael afirmando ahora con
más seriedad en su voz.- Hemos sido muy afortunados. Los nuestros siguen aquí,
con nosotros. De Tom ya lo hemos dicho todo. Es una maravilla de chico. Y
nuestra Loren… pues al final ha resultado ser una magnífica artista.
-Aunque no sé.- Comentó su interlocutora pensativa
ahora.- A veces no la noto muy contenta…
-¡Mujer! Es normal.- Arguyó su marido.- No va a
estar con la sonrisa puesta las veinticuatro horas del día. Tiene muchas cosas
que hacer. Exposiciones, conferencias de arte, colaboraciones…La pobre no da
abasto. Lleva en la Tierra varias semanas yendo de museo en museo con su
exposición.
-Es cierto. - Admitió Idina para sentenciar más
despreocupadamente en tanto afirmaba.- En fin… dentro de poco será el gran día.
Me hace tanta ilusión llevar a nuestro hijo al altar. ¡Y con la hija de mi
mejor amiga! Es un sueño hecho realidad. Seremos realmente familia…
-¡Y una familia realmente Real! - Bromeó él entre
risas.-
Su
esposa rio también de aquello. Los dos prosiguieron cenando en ese ambiente
distendido y de celebración. Tom, por su parte, en la soledad de la habitación
de su hotel, tras su último y exitoso concierto, sonrió en tanto miraba aquel
grueso tomo que había estado leyendo y reflexionaba.
-Esto es perfecto…tan bueno que no tiene porqué
terminar. Incluso le escribí alguna frasecita a la tonta de Maray en esos
renglones que quedaban entre medias del libro. Ahí sí pude aportar algo. Ja,
ja…Tuvo una bonita discusión con Mimet. El Demiurgo seguro que apreciará mi
talento. Y ahora que soy capaz de hacer casi cualquier cosa… en fin…Quizás podría
acabar yo mismo con esa amenaza del olvido. Con hacerlo desaparecer para
siempre… sería fácil. Solamente tendría que modificar esto y… ¡claro! Ya no
haría falta esa misión. Todos podrían volver a casa…bueno, todos menos uno. No,
también él…a fin de cuentas ocurrirá lo que yo quiera…Alice ni se acordaría de
quién es.
Había leído alguna otra parte de ese gran libro… al
parecer ese viaje y esa misión tenían que llevarse a cabo. Era curioso pero,
tal y como ya había comprobado, existían pasajes que parecían marcados con
letra indeleble. Era imposible modificarlos. En el caso de la discusión entre
Maray y Mimet sí que pudo agregar algo más. Sin embargo, ese extraño fenómeno
volvía a repetirse. Pese a querer cambiar alguna otra cosa que ya estaba
escrita no fue capaz de hacerlo. Afortunadamente hasta ahora eso no le había
afectado. De hecho, la tentación era grande. Él apreciaba a Granate pero… si
nunca hubiera existido o si desapareciera durante esa misión. Todo quedaría
solucionado. Alice sería suya con total seguridad. ¡Bah!, a fin de cuentas no
necesitaba hacer eso… no estaría bien. No obstante, podía dejarle bien claro a
ese chico quién era el dueño del amor de la princesa ahora. Abrió de nuevo ese
tomo y rebuscó. Encontró el nombre del muchacho y escribió…“Ella es mía”…sin
tardar ni un instante leyó para ver el efecto, la cara que pondría cuando
escuchase aquello… Aunque entonces palideció.
-¡Pero! ¿Qué ha pasado?- Se dijo entre sorprendido y
sobresaltado.-
Con
las prisas y la cabeza puesta en otras cosas había escrito aquello en una parte
equivocada…leyó entonces, lleno de asombro y horror…
“Aunque no obtuvo respuesta de
ningún compañero ni de la base. En cambio un escalofrío recorrió el cuerpo del
muchacho cuando escuchó, a través del comunicador una voz grave y gutural que
solo dijo.
-Ella es mía…
Y el chico creyó haberse vuelto
loco, en el espacio pudo ver por unos instantes a una figura negra y
encapuchada que sostenía un gran libro. Además, sintió que, de alguna forma,
ese mensaje iba dirigido inconfundiblemente a él.”
-No...¡Maldita sea! Éste no es el Granate que yo
quería…y… ¿Por qué ha salido el Demiurgo ahí?... Si fui yo quien ha escrito eso…
Con
un sudor frío recorriéndole cerró ese libro… Trataba de calmarse diciéndose en
un intento de parecer despreocupado…
-Bueno, no he alterado nada de importancia, ¿no? A
fin de cuentas ese otro Granate murió igualmente. Y eso solamente lo pudo
escuchar él. Mejor será dedicarme a lo que me interesa. Alice, mi familia y
amigos. Y tras ayudar tanto a ese tonto de Martin ya no hace falta que cambie
más en Nature, se lo dejé bien claro. Ya habrá otros que se ocuparán de eso. En cuanto a Loren, no sé por qué no es del
todo feliz. Ya lo arreglaré. Quizás habrá que encontrarla un buen chico que le
guste…De hecho, no pone nada de que esté enamorada de nadie. Ya lo miraré más
adelante. ¡Bah! No importa. Iré a verla
dentro de poco y solucionaré eso.- Suspiró sintiéndose mejor en tanto se decía
con más animación. - Ahora seguiré arreglando la vida en la Tierra. Y haré que
parezca que es cosa de los soberanos…Así verán que no tengo nada en contra
suya. No sé… ¿Qué tal si la reina Serenity y el rey Endimión decidieran
extender una especie de bendición mundial para que todo fuera?…
No
pudo continuar pensando en eso. De pronto, una voz a su espalda le dijo con
tono de advertencia…
-¡Detente Tom!, no vas por el buen camino…
Se
giró contemplando atónito a un anciano de larga barba blanca que portaba un
largo bastón. Había aparecido de la nada y estaba allí, observándole con una
mirada mezcla de inquietud y reprobación, en medio de su camerino. El chico
creyó saber de quién se trataba y así lo hizo constar.
-Tú eres el mago Landar, ¿verdad?... aparecías al
principio de esta historia. Pero no habías vuelto a salir desde que el tío de
Granate murió.
El
aludido le miró fijamente con expresión severa, tardó unos instantes en
responder y cuando lo hizo su voz sonó casi amenazante para afirmar.
-Así era…y no debía haber vuelto a mostrarme en ella
hasta su conclusión. Al menos hasta que tú comenzaste a alterar los hechos.
Hasta ahora eran variaciones triviales, pero lo que piensas hacer en absoluto
estaba previsto. Las cosas no deben desarrollarse así…déjalo estar y confórmate
con lo mucho que se te ha dado…
-¡Oye! - Argumentó el chico sin sentirse para nada
intimidado.- No sé quién te crees que eres para venir a ordenarme nada. Pero te
diré algo. Tengo el libro… Y eso me convierte en el más poderoso de todos los
seres de aquí. Incluyéndote a ti. Si quiero que desaparezcas me basta con
escribirlo. Puedo hacer que simplemente seas un mal sueño.
A
lo que el mago movió la cabeza y afirmó con tintes más bien de aviso…
-Ten cuidado con los malos sueños…o mejor dicho con
los demasiado buenos, ya que de pronto podrías despertar…Yo ya te he advertido,
muchacho…Tú y solamente tú, serás desde ahora el responsable de lo que te suceda.
Y
sin más desapareció. Aunque Tom se quedó mirando un rato a ese vacío al final
sonrió. Diciendo incluso en voz alta.
-Ya ni tan siquiera necesito escribirlo. Me basta
con pensarlo, en fin. ¡Hasta luego, vejestorio! Pero en algo tienes toda la razón. Yo soy
responsable de mi destino. Así que a ver que más cosas podría desear.
Volvió
a abrir ese grueso tomo listo para consultar el siguiente capítulo… leyó algo y
se sonrió.
-Tengo una novia estupenda. Pues la haré más
maravillosa aún…voy a añadir otra cualidad más a su larga lista de dones. Así
conjuntará todavía más conmigo…
Y estando
tan ocupado en perfilar aquella idea suya no leyó otro pasaje. En él, Rei acudía
al palacio de la Luna Nueva, allí fue recibida con gran alegría por sus reyes.
Sin embargo, Neherenia enseguida se percató de que la princesa de Marte no
parecía demasiado contenta. Ésta le pidió tener unas palabras con ella en
privado. Por supuesto que la soberana la condujo a sus estancias personales una
vez solventados los trámites del engorroso protocolo. Allí fue dónde Rei la
puso al corriente, sin citar nada sobre ese misterioso libro. Se limitó a dar
una versión más comprensible y verosímil. Pese a ello su interlocutora
reaccionó con patente incredulidad.
-¿Pero qué estás diciendo?- Inquirió realmente
atónita.- ¿Que Tom nos ha estado manipulando? ¿Y cómo ha hecho eso?...
-No sé exactamente como.- Tuvo que mentir Rei, que
de inmediato agregó.- Pero así ha sido.
-Soy Sailor Shadow, la guardiana de los misterios
lunares.- Le recordó su contertulia que ahora parecía enfadada al sentenciar.-
Y sabría si el chico miente. Como sé que tú me estás mintiendo ahora.
-Escúchame Neherenia.- Le pidió su interlocutora
tratando de sonar más conciliatoriamente.- Está bien, sé cómo lo está haciendo,
pero no puedo revelártelo. Comprendo que no quieras creerme, pero, por favor.
Si no confías en lo que te digo haz una cosa. Fíjate bien en si tu hija o
cualquiera de tu entorno cambian bruscamente su modo de ser o sus habilidades.
-No te comprendo, ¿Qué quieres decir?- Quiso saber
su ahora desconcertada contertulia.-
-El mismo Tom, ahora es un cantante de éxito…- Le
indicó la princesa de Marte.-
-Sí, claro que sí, siempre tuvo muy buena voz por lo
que su madre me ha dicho.- Repuso la soberana.-
- Eso es justamente. Tom jamás cantó nada. Nunca
sacó la voz de su abuelo. Ni siquiera le gustaba cantar.- Rebatió Rei.-
-¡Eso es absurdo! – Negó Neherenia moviendo la
cabeza.- ¿Entonces qué pasa con este último año? ¿Y con todas las actuaciones
que hizo en el instituto?
-Eso nunca sucedió.- Le dijo su contertulia, con un
tono que casi rayaba en la frustración.- ¿Es que no te das cuenta, Nehie? Eso
es precisamente lo que ocurre. Os está cambiando a todos vosotros y a los
hechos precedentes sin que podáis verlo. Y lo que es más grave. Tu hija jamás
estuvo enamorada de él. Al contrario, ¡le rechazó!
Aunque
la soberana, harta de aquellas acusaciones, dio un puñetazo en una mesa cercana
haciendo callar a su interlocutora para mirarla con severidad y enfado,
ordenándola sin muchas contemplaciones.
-¡Ya basta, cállate! No voy a permitir que digas
semejantes estupideces. ¿Qué es lo que quieres, destrozar las vidas de esos
chicos? ¡Tom es el hijo de tu ahijada! ¡Y él te adora! Siempre que habla de los
reyes de la Tierra te cita a ti a renglón seguido. ¿Pero qué demonios te pasa,
Rei? ¿Por qué le calumnias así?
La
interpelada no pudo responder, justo entonces entró Doran. Venía sonriente para
saludar a su invitada pero ese gesto se
le borró viendo la expresión de su esposa. Fue Neherenia la que de un modo más
frio y distante aseveró.
-La princesa de Marte ya se marchaba. Únicamente
vino a felicitarnos por el enlace de nuestra hija con el hijo de su ahijada.
¿No es así, Alteza?
-Sí, claro, hermosa y gentil Majestad.- Pudo replicar
Rei con un susurro, añadiendo ahora para dirigirse al atónito Doran.- Celebro
veros, Majestad.
-Lamento que tengas que irte tan pronto. Saluda de
nuestra parte a los soberanos de la Tierra y a las demás princesas
planetarias.- Le contestó amablemente el saiyajin.-
Marte
asintió, retirándose de forma discreta. Aunque ni ella, ni los soberanos se
apercibieron de que otra persona sí que había estado escuchándoles, tras una
falsa pared, que daba a las estancias reales.
-Esto es muy interesante.- Musitó Briseida,
esbozando una leve sonrisa.- Si esa estúpida reina supiera lo que Tom piensa
realmente de la princesa de Marte. Quizás sea lo que él mismo me advirtió.
Y
pensaba con regocijo como tras esa oferta tan tentadora que le hiciera, aquel
apuesto joven finalmente sucumbió a sus encantos. Aprovechando que Alice estaba
ausente en el cumplimento de algunos de sus deberes, ella logró seducirle e
hicieron el amor en la misma cama de la princesa.
-No sé, no debimos hacerlo aquí.- Suspiró Tom,
tumbado sobre aquel blando lecho, con la cabeza de su rubias amante posada
sobre su pecho.-
-No hay ningún problema. ¡Yo misma le hago la cama a
su Alteza! - Se rio Briseida.-
-Bueno, esto no se repetirá, al menos no aquí.- Le
indicó el chico, recordándole a la rubia doncella para fastidio de ésta.-
Dentro de poco Alice y yo nos vamos a casar.
-¡Es una injusticia más de la vida! - Protestó Brise
levantándose bruscamente para declarar.- Esa niña tonta y cursi no te quiere, ni te valora como yo. Pero ella
es la princesa.
-Y tú su dama de honor y su mejor amiga.- Le recordó
admonitoriamente Tom, que la sujetó entonces del cuello con apenas dos dedos
para sentenciar casi a modo de ultimátum.- No te permitiré que vuelvas a hablar
mal de ella en mi presencia.
-Lo siento.- Se disculpó Briseida, suspirando con
resignación.- Sé que la amas. ¡Ojalá me hubieras querido a mí en su lugar!
-A buen seguro que tendrás tu recompensa. Eres leal
a la causa de la libertad.- Sonrió Tom, agregando divertido.- Y dentro de poco
deberás prestar mucha atención. Los manejos de Serenity y sus princesas
amenazarán la estabilidad de la Luna. Sobre todo la madrina de mi madre, mal
que me pese decirlo, es una fisgona. Querrá meterse en cosas que no le
conciernen. Espero de ti que te mantengas alerta…
-Pierde cuidado, haré todo cuanto me pidas. Pero no por
Alice, ni únicamente por el reino de la Luna Nueva, sino sobre todo, por ti.-
Aseveró Briseida.-
Y lo
decía con sinceridad. Pese a que ella tenía una misión que cumplir. Aunque
ahora, volviendo de esos recuerdos, quiso trazar un plan que le permitiera
llevar a cabo su propósito aprovechando esta información recién descubierta.
-Puede que sí sea un buen momento para contarle a
Alice algunas de las cosas que andan diciéndole a su madre…Tom tenía razón. Esa
princesa de Marte es una entrometida.
La aludida abandonó el palacio con pesar y una
apreciable dosis de amargura. Le disgustó tener esa discusión con la soberana
de la Luna Nueva. Al igual que el resto de sus compañeras la apreciaba mucho, y
deseaba que su juicio no se hubiese nublado. Pese a todo esperaba que Neherenia
estaría alerta.
-No hay nada que me apene más que tener que obrar
así y decir esas cosas del hijo de mi propia ahijada. ¡El nieto de mi amiga
Cooan! Pero debo ser fiel a los hechos. Otro de mis ahijados podría estar en
peligro.- Pensaba consternada.- Tom está cambiando, y para mal…
Y es que Rei recordaba cómo, horas antes, el propio
Landar se había presentado ante ella informándola de su conversación con ese
chico.
-Mucho me temo que está fuera de control.- Le dijo
el mago.-
-¿Y porque acudes a mí precisamente?- Quiso saber
ella.-
-Eres la madrina de Lance. Ya hablaste con él. Ha
tratado de frenarle, pero no podrá hacer nada a menos que reciba ayuda. Y ese
chico es el hijo de tu ahijada. Esto entra en tu campo de influencia.
-Haré lo que esté en mi mano, pero no veo como
podría.- Declaró su interlocutora, añadiendo.- Sus majestades no participarán
en esto. No es su misión. Y nosotras las princesas tampoco deberíamos.
-Algo sí que podéis hacer.- La animó el mago,
alegando poco después.- No estáis tan solos como pensáis. Y la historia es
menos manipulable de lo que ese chico se imagina. Ahora ve a ver a Lance y
apóyale. Te necesita.
Y
tras ser informada del paradero de su ahijado y de otras cosas por Landar, el
mago hizo un hechizo enviándola allí. Quizás no fuera muy ortodoxo, de hecho,
ni había pedido permiso a los reyes para ello, sin embargo, Rei supo que no
tenía otra opción sino actuar de ese modo para evitar males mayores. Por ello
apareció ante su ahijado. Lance estaba en un apartamento alquilado, lejos de
todos. Quizás así no llamase la atención. No obstante, al ver a la princesa
aparecer súbitamente exclamó.
-¡Madrina! ¿Qué haces aquí?...
-Sé que es peligroso, pero tengo que contarte algo.-
Afirmó ella con tono enigmático.- Presta mucha atención, quizás sea la única
posibilidad que tengamos…
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