martes, 8 de marzo de 2011

GWT 46.198. El octavo círculo, las últimas pruebas.


Una vez dentro de ese Octavo Círculo las cosas no parecían tan horribles. No había señales de fuego, paisajes abruptos y menos de demonios poderosos y terribles que pudieran estar acechándoles. En un principio, con actitud desconfiada por las experiencias recientes, el grupo permaneció alerta.



-No sé.- Comentó Alusa.- Esto me parece bastante aburrido.

-Sí, hasta decepciona.- Convino su hermana.-

-Tened cuidado con lo que deseáis.- Les advirtió cautamente Granate.- ya deberíais saber que no podemos fiarnos de las apariencias en este lugar.



Las gemelas tuvieron que asentir a eso. Sin embargo, al cabo de un rato de no ver ni oír nada anormal, no únicamente ellas, sino también le resto, avanzaba con aire cansando e incluso aburridos de tanta monotonía.



-Por fin, algo diferente.- Intervino Mimet.-



 Y es que antes ellos comenzaba una senda terrosa flanqueada a ambos lados por una muralla de piedras de cerca de metro y medio de altura. Decidieron seguirla. Como era habitual Asthel abría la marcha, iba junto con Granate y su hermana. Más atrás avanzaban Alusa y Minara que no perdían detalle de la sucesión de vegetación rala y matorrales que se disponían a ambos lados de ese camino, más allá del murete. Tras ellos Brian y Mimet, que iban comentando los últimos sucesos. Por fin, Diaval y Fiora cerraban la marcha caminando de la mano, mirándose de vez en cuando y sonriendo. Al fin pararon tras unas horas de andar. Ese camino era largo e interminable y el aburrimiento y la monotonía empezaron a cundir una vez más. Los chicos intercambiaron posiciones y charlaban entre ellos.



-Bueno, al menos esto no concuerda con la descripción hecha por Dante.- Observó Mimet declarando.- Debería de haber un enorme barranco que nos llevase hacia lo profundo del Infierno. Y después unas diez subdivisiones o recintos o fosas…

-Pues no sé qué será mejor.- Suspiró Brian, alegando.- Al menos iba a ser algo más entretenido…

-En otros círculos las cosas tampoco eran como él las describía. ¿No? - Terció Fiora.-

-No del todo. Al parecer, como suele decir el refrán, escuchó las campanas pero no sabía exactamente dónde estaban.- Declaró Alusa.-

-Aunque este sitio es muy grande, quizás él hizo la descripción de otra parte o bien no hemos llegado todavía.- Les dijo Minara.-

-En cualquier caso, tal y como Granate comentó antes, no podemos bajar la guardia. Y hay que admitir que en ocasiones sus descripciones nos han resultado muy útiles.- Les advirtió Asthel.- Además, conviene que recordemos dónde estamos. Ya sabemos que en cualquier momento podemos encontrar peligros que ni imaginábamos…

-Tienes razón.- Convino Diaval, que no se separaba del lado de Fiora, para remachar.- Lo que más me molesta de todo esto es la espera… Si al menos saliera algo o alguien y diese la cara…

-Pues por el contrario. Yo sólo espero que se hayan olvidado de nosotros por aquí.- Intervino Granate.-



Así continuaron intercambiando comentarios. Maray era la única que no parecía estar con ganas de entablar conversación. Para  distraerse de ese interminable y anodino recorrido pensaba en alguna de las últimas ocasiones en las que estuvo con su gran amiga y compañera Crista. Sonrió al traer a su memoria los paseos que ambas daban por las calles de París cuando estuvieron destinadas allí. Las dos estaban plenamente integradas en la ciudad. En poco tiempo ya hablaban perfectamente francés. Maray, al igual que su hermano, había aprendido desde niña, enseñada por su madre. Las chicas se defendían también en español e incluso sabían algo de alemán. Amén por supuesto del inglés, que era su lengua nativa. De cualquier forma, en la Academia Deveraux las clases eran muy estrictas, tanto como la exigencia en el trabajo. No se buscaba hacer de las chicas y chicos únicamente maniquíes para mostrar vestuario sino mujeres y hombres equilibrados y con conocimientos que, el día de mañana, les fuera de utilidad, tanto si permanecían ligados al mundo de la moda, como si optaban por abandonarlo. De éste modo, los modelos que allí se formaban, aparte de aprender a desfilar, adquirían una esmerada educación que les serviría para su futuro más allá de las pasarelas. En eso su abuela Esmeralda siempre fue muy tajante. Belleza y elegancia sí, pero con cerebro. De hecho, merced a esos conocimientos podrían moverse por todo el continente europeo y aún por el mundo entero, con facilidad. Esto último le gustaba mucho a Crista que disfrutaba recorriendo países. Aunque en la particular opinión de Maray, ella siempre se sentía más a gusto en París, la ciudad de adopción de su abuela y la natal de su madre. La joven modelo era feliz simplemente yendo de tiendas o al parque con su compañera, sobre todo cuando las dos caminaban sin ningún plan definido, ¡esos paseos sí que eran divertidos! Unas veces conversaban sobre cosas triviales y otras de temas más serios, como lo última vez que recordaba, poco antes de emprender su viaje...



-Querida amiga, espero que tú al menos hayas logrado ser feliz.- Pensaba trayendo a su mente aquello.-



            Y es que Crista había conocido a un chico allí, se llamaba Pierre y era bastante simpático y no menos atractivo. Charlaban sobre eso.



-  No sé Maray, estoy confusa. - Le confesaba su amiga, afirmando. - Me gusta, es encantador, pero casi no puedo verle entre viaje y viaje. Para eso tendría que renunciar a muchos desfiles.

- Pero tienes un contrato con mi abuela. - Le recordó su contertulia afirmando con visible tinte de amistosa advertencia. - Y créeme,  a ella no le iba a hacer ninguna gracia. Es comprensiva hasta cierto punto pero inflexible a la hora de respetar un acuerdo.

- Lo sé,- convino ésta - por eso estoy preocupada. Si dejo el trabajo será muy difícil que pueda volver a ello. Pero si sigo, seguramente Pierre se cansará de esperar. ¿Me comprendes, verdad?

- Sí, lo entiendo. - Asintió su interlocutora que, sin embargo, replicó más animosa. - Pero creo que si ese chico te quiere de verdad, esperará. Él sabe que tú eres modelo, que viajas mucho. No puede sorprenderse por eso. ¡Te conoció así! Y debes estar segura de que sientes por él algo más que simpatía y cariño o una mera atracción. Mi consejo es que no dejes este trabajo, Crista ¡Es lo mejor del mundo!, pese a que es duro. Además, tú siempre luchaste muchísimo por conseguirlo.

-¡Gracias Maray! , tienes razón - admitió su interlocutora conviniendo más aliviada. - Si él me quiere de veras, aguardará. Total, dentro de tres meses tengo vacaciones y podremos vernos a menudo. Bueno. ¿Y tú qué tal con Alex?- Se interesó su interlocutora a su vez. –

- Muy bien- comentó la interpelada. – Él tiene un estilo de vida muy parecido al mío. Eso de ser militar y tener que trasladarse es algo muy similar a cuando nosotras tenemos que ir a los desfiles en Nueva York, Milán, etc. Cuando tiene permiso viene a visitarme.

-Es muy agradable.- Convino Crista, añadiendo divertida.- Y aquella vez que quedamos todos juntos Pierre y él se cayeron muy bien. Alex incluso le dijo a mi novio que, con el apellido que tiene, ya estaba dentro de tu familia. Que la jefa le iba a considerar como otro hijo más.

-¡Sí, es una casualidad! - Rio Maray.- Cuando se lo conté a mi madre le hizo mucha gracia.

-Tu madre es una mujer encantadora. Me recuerda mucho a tu abuela.- Declaró Crista.-

-¡Ja, ja!…si le hubieras dicho eso hace años no creo que lo hubiera tomado nada bien.



            Ambas asintieron divertidas. Fue la amiga de Maray quien regresó al tema anterior.



-Entonces. ¿Tenéis Alex y tú pensamiento de volver a veros pronto?

-Eso queremos, sí.- Contestó la interpelada comentando con jovialidad.- Ya sabes que es difícil por la lejanía, ha estado los últimos años entre Nature y Bios. Cuando ha podido venir a la Tierra nos hemos visto cada vez que yo he ido a casa por vacaciones y por Navidades. Bueno, como éstas se celebran con el cumpleaños de mi hermano, solemos coincidir. Mi padre tiene en tanta estima a mi novio que siempre le invita a tomar algo por esas fechas. ¡Casi parece que me lo quisiera quitar! ¡Ja, ja! Al menos, para el ejército.- Matizó entre risas.-



            Las dos se rieron divertidas. Al hilo de aquel jocoso comentario Maray le contó a su amiga y compañera la última vez los dos estuvieron charlando muy ilusionados sobre sus planes de futuro. Su novio había ascendido a teniente mayor, el equivalente a capitán del ejército de tierra, e incluso tuvieron una cena con las dos familias. Fue muy bonito para todos el volverse a ver. Los padres del chico vinieron a Bios. Enseguida hubo muchos abrazos y saludos de todo tipo. Amatista y Leval se abrazaron a Giaal, gran amigo suyo que compartiera muchas aventuras a bordo de la SSP-1, la nave pionera en la exploración del espacio que les llevase a Bios. Susan, por su parte, pese a que vino de paisano luciendo un hermoso vestido de tonos anaranjados, primero saludó militarmente a Leval que le devolvió un saludo de rigor. Tras eso se abrazaron también visiblemente contentos. Lo mismo hizo la madre de Alex con su posible consuegra.



-¡Cuánto me alegro de volveros a ver! – Decía Susan en tanto todos estaban sentados a la mesa de un restaurante de los mejores de Vitae. –

-Han pasado muchos años, y me hizo mucha ilusión conocer a vuestro hijo. Es un joven realmente apuesto y agradable. – Afirmó Amatista dejando que Alex se sonrojara, junto a Maray. –

-Y muy buen oficial. Estaréis orgullosos de él.- Afirmó Leval.-

-Por supuesto que sí. Me recuerda mucho a nosotros a su edad.- Asintió Susan.-

-Brindemos por esos viejos y buenos tiempos. – Propuso Giaal. –



Todos levantaron las copas. Asthel, que había llegado al poco tiempo junto a Maddie, dijo a su vez.



-Yo quiero brindar por todas nuestras familias reunidas.

-Sí- convino su madre afirmando no sin orgullo y satisfacción. – Tengo a mis dos hijos con sus respectivas y respectivos y además, a los padres de Alex, viejos amigos y compañeros de aventuras, aquí. No se puede pedir más.

-Bueno hijo. ¿Te trata bien el general Malden?- Le preguntó Susan. –

-No creo que yo deba entrar a valorar la actuación de mi superior.- Pudo decir el interpelado algo apurado. –

-¡Más te vale no hacerlo! Salvo que sea para bien. – Rio Leval y con él los padres del muchacho. –

-¡Venga ya, papá!- se rio ahora Maray. – Lo que tienes que hacer es darle algún permiso realmente largo para que pase conmigo unos días en París cuando yo vuelva a la Tierra.

-Esa sería una gran idea. – Convino Amatista haciendo causa común con su hija. – Vamos querido, recuerda la ilusión que nos hacía cuando te daban algún día libre…

-Vosotras os pensáis que eso de los permisos es tan fácil de arreglar. Estáis muy equivocadas cuando creéis que podemos hacer lo que nos plazca. – Rebatió el interpelado con impostada y rimbombante voz y, con el asentimiento de Susan, quien sin embargo sonreía divertida al oírle afirmar. – No soy omnipotente, aunque os creáis lo contrario.

-¿Ah no? Pues te lo repito. ¡Bien que te los daba el mayor Freejar a ti! – Le contestó su esposa afirmando ahora con algo de añoranza. – Aquel hombre era encantador, pese a su teatralidad. ¿Qué habrá sido de él y de su familia? Recuerdo que Elise era como una hermana mayor para mí.

-Ascendió a comandante y creo que se jubiló hace unos años. – Le informó su esposo que sí había tratado de estar al corriente del destino de su ex jefe y su familia. – No le va mal. Al menos es lo último que me dijo.



            Es más, Leval había hablado con él hacía un par de meses. Su antiguo superior ya estaba retirado, en la despensa, con éste le comentó con su característica y pelicular sorna que no parecía haber perdido con los años. También le informó de que su hija Sally estaba casada y con dos niños. Había estudiado enfermería y trabajaba en un hospital de la Tierra. Y que Jake, el pequeño, ahora estaba casado a su vez, tenía una hija, y era policía también, en su planeta natal.



-¡Así que ya ves, muchacho!- Comentó Leval imitando la voz de Freejar en tanto recordaba eso parafraseándole para sentenciar.- Ya soy oficialmente un abuelo cascarrabias. Y mis dos hijos se dedican también a servir. Lo único malo, me dijo. - Y aquí se rio, haciendo que su esposa, Giaal y Susan lo hicieran a su vez.- Es que mi hija me ha prohibido los puros. ¿Te lo puedes creer?...

-¿Y cómo está Elise?- Se interesó Amatista.-

-Estupendamente, Winston me contó que no paraba de ir a visitar a sus nietos.- Replicó su esposo.-

-¡Era un gran tipo! - Terció Susan con una buena dosis de añoranza, para remachar con una sonrisa.-  Aunque desde luego que estaba un poco loco…



            Los que le conocieron en los viejos tiempos de aquel viaje asintieron con una nostálgica sonrisa. Fue Giaal quien tomó la palabra para preguntar visiblemente interesado a su vez.



-¿Supisteis algo más de Tracer?

-Lo que Mazoui me contó.-  Sonrió Leval, declarando divertido. – Me pareció imposible ver como el muy tarambana finalmente sentó la cabeza.

-Jamás lo hubiéramos dicho de él, desde luego.- Comentó Susan, que pese a todo sabía por lo que ese buen hombre y antiguo superior suyo, tuvo que pasar, tras la ruptura con su anterior novia.-



            Y al hilo de eso mismo, Amatista inquirió.



-¿Y Penélope? Se quedó en Nature, ¿verdad?

-Al principio, sí- replicó Susan que, no obstante, matizó explicando. – Aunque hace algunos años que volvió a la Tierra. Tras casarse y tener dos hijos a su esposo le salió una oferta muy buena allí. Ella pudo volver a la división de las Fairy Five terrestre dejando su puesto como jefa de investigación y desarrollo de la división de las Fairy Five en Nature. Como Sandy y tú aquí.

-La recuerdo mucho, era una jefa estupenda, aunque a veces algo severa.- Comentó Amatista.-

-Siempre se acordaba de ti , de Sandy y de Satory, dijo que erais un gran equipo.- Repuso Susan.-Fue una pena que ella y Tracer rompieran, aunque cada uno rehízo su vida. Ninguno pudimos creerlo entonces. Cuando ella se casó con otro científico.

-Sí, y él se casó precisamente con una chica de las Fairy Five de Nature.- Intervino Leval.- Una tal Sharon que, ¡coincidencias de la vida!, fue alumna de mi madre y de mi tía Connie cuando hicieron sus prácticas en Nueva York. Desde luego, cuando vio a mi madre se emocionó mucho. Recordaba como entre ella y mi tía, el tío Tom y mis tías Kalie y Petz, la salvaron a ella y a otros niños de los demonios.

-Y ahora Tracer es senador, creo.- Comentó Giaal.- Se hizo cargo del puesto de su padre y salió elegido.

-Así es. Mazoui le ayudó en su campaña.- Comentó Leval.-

-Desde luego, como cambian las cosas.- Suspiró Amatista añadiendo con nostalgia.- ¡Cuantos recuerdos!

-Por cierto, hablando precisamente de eso.- Intervino Susan.- Ginger también me dio muchos recuerdos para ti.

-¡Ginger!- Exclamó  su contertulia para querer saber.- ¿Qué tal sigue?...

-Bueno.- Comentó Giaal, y aquí se ensombreció un poco su tono al desvelar.- Ella bien, pero su hijo Dean, ya sabes, el que adoptó. Tuvo algunos problemas con la ley. Cumplió unos meses de prisión en Nature por robo y delitos informáticos. Desde luego es un genio en piratear ordenadores. De ese modo, tras pactar con el fiscal para redimirse, y ayudar a detener a una peligrosa infiltrada Arcoily, fue puesto en libertad

-¡Dios mío!- Pudo decir su interlocutora, visiblemente apenada.- Lo siento mucho, sobre todo por Gin. Ella se esforzó tanto por educarle.

-Al final no se casó. Aunque estuvo viviendo con un hombre durante varios años, Gus se llamaba. Pero finalmente se separaron. La pobre tuvo muy mala suerte en el pasado. Eso de ser madre soltera le ocupó mucho tiempo, junto con su trabajo en la cafetería que abrió. Luego Dean desapareció.- Dijo Susan ante las miradas de pesar de sus anfitriones, para agregar.- Incluso el negocio comenzó a irle mal. Por causa de la competencia de las Flowers & Flavours. Clarisa , su socia y amiga, vendió su parte. Afortunadamente Gin pudo reflotarlo. No sé exactamente como lo hizo. Aunque ella siempre tuvo buenos clientes. Entre ellos el embajador saiyajin, y su esposa.

-¿El primo de Doran?- Inquirió Leval.-

-Sí, Kiros Derail.- Terció Giaal.- Un buen tipo. Ya sabes, muy saiyajin, él y su esposa siempre fueron muy amigos de Ginger. Igual que la propia Clarisa y su marido Scott. O la hermana de Stephanie Kensington, Daphne y su marido Martin.

- A Stephanie Kensington la conozco. He oído hablar a mi madre de esa chica. Y tuve el gusto de saludarla en persona. - Comentó Amatista.- Es una de sus mejores modelos. Dirigía la sede de Modas Deveraux allí y es amiga de mi cuñada Kerria.

-Sí, junto con Sonia Calderón, que retornó a Nature desde la Tierra.- Comentó Susan, entrando ya más en modo cotilleo al agregar.- Ya sabéis lo que le pasó a su amigo el actor Ben Crew hace algunos años.

-Fue algo muy triste y desagradable, mi hermana nos lo comentó.- Dijo Leval.- Ella estuvo algunas veces por Nature, primero en un juicio, representando a una piloto, y luego no recuerdo exactamente si en un debate o en otro juicio.

-Estuvo representando a Sonia Calderón por la custodia de su hijo Richard frente a su ex novio que decía ser el padre.- Les aclaró Giaal.- Esa modelo y su esposa, una científica de las Fairy Five, fueron hostigadas hasta la saciedad por el grupo de los neo religiosos. Hasta acosaban a su hijo en el colegio. Una vergüenza.- Suspiró con pesar.-

-¡Qué gentuza!- Declaró una indignada Amatista ahora, para sentenciar.- ¿Es que no pueden dejar vivir a nadie su vida como mejor le parezca? Lo cierto es que yo no me di mucha cuenta de lo que se sufre por ese tipo de cosas cuando era joven. Es más, era de las intolerantes. Siempre lamentaré mi comportamiento con Michelle y con Kerria.

-Cariño, eso pasó hace mucho tiempo y las dos te perdonaron y ahora te aprecian mucho. Bueno, no puedo hablar por la doctora Arneau, pero por mi hermana sin duda que sí.- Le sonrió Leval a su esposa.-

-Gracias, lo sé, pero eso no quita que siga pensando en lo estúpida que fui, por ello me entristece ver que otras personas mantienen esos terribles prejuicios y que hacen sufrir a muchos otros.- Declaró Amatista que quiso saber al hilo de eso.- ¿Qué pasó con esa modelo y su esposa?

-No lo recuerdo muy bien.- Comentó Susan tratando de hacer memoria.- Puede que Sonia y Mei Ling se mudasen a Kakyuu o a la Tierra al poco de que se celebrase el juicio.

-¿Y qué ocurrió?- Se interesó Leval.- ¿Ganaron?. Porque mi hermana no me contó nada sobre eso.

-Hubo un acuerdo por la custodia.- Le contó Giaal.- Yo mismo, en calidad de médico, declaré atestiguando que el niño estaba muy bien atendido por ellas, pero el ambiente era bastante hostil.- Remachó consternado.- No me acuerdo si el padre biológico finalmente tuvo acceso al crío para llevárselo a la Tierra durante algunos meses o solamente el derecho a visitarle.

-No puedo comprender como pasan cosas como esas.- Declaró Amatista llena de pesar y de enfado también.- Conociendo a mi cuñada Kerria, si ella no pudo ganar claramente ese juicio es que el tema en vuestro planeta es más grave de lo que pensaba.

-Así es. Las cosas en Nature están muy delicadas a ese respecto.- Les informó Giaal.- Parecido al problema de pro y antis que tenéis aquí, en Bios.



            Aunque deseosos de dejar de lado esos temas tan penosos, fue Susan quien retomó el hilo de la conversación anterior, con más dosis de optimismo.



-No todo es tan malo. Al final, como os dije, Ginger pudo remontar su mala situación y su hijo ahora la ayuda mucho. Tienen a otra persona que ha invertido en el negocio.

-Sí, una muchacha encantadora. Se llama Nelly. La conocemos desde que era una niña. - Suspiró Giaal que parecía guardarse algo para sí, sobre todo al remachar llevado por la compasión.- También lo tuvo muy difícil en la vida. Pero supo salir adelante. Y siempre le tuvo muchísimo cariño a Gin. Por eso, en cuanto pudo, la ayudó.



            Su esposa le miró con una expresión algo triste pero quiso animar enseguida el ambiente para declarar con tinte jovial.



-Es que Ginger se hace querer de inmediato por todo el que la conoce. A su local han venido incluso la propia princesa Kakyuu y sus escoltas, las sailor Star light, se han pasado a tomar algo allí en algunas ocasiones.

-Eso es verdad.- Sonrió Amatista rememorando algunos momentos con Gin.- Es una mujer muy agradable y con gran corazón.

-Sí, y hasta las mismas sailors Anima mates acuden con asiduidad. Sin ir más lejos Reiko Aya se pasa mucho por allí. ¡Ja, ja!…- Se rio ahora Giaal recordando.- Es una golosa impenitente.

-También su amiga, Akane Karasuma, acude con asiduidad. Aunque una vez que las vi allí, ésta le estaba echando la bronca a Reiko por no parar de comer pasteles…¡Ja, ja!… -Rio también Susan, para añadir.- Además de ser sailors en sus identidades secretas, a las órdenes directas de la guerrera Galaxia, creo, trabajan de productoras en la televisión de Nature.  

-Sí, me ayudaron bastante en un asunto.- Afirmó Leval eludiendo matizar cual.- Son bastante agradables. Y muy educadas, sobre todo Reiko que enseguida me dio su tarjeta de visita…

-¡Hace igual con todo el mundo! - Añadió Giaal moviendo la cabeza con divertida resignación, como si estuviera viendo a esa individua en ese instante.- Nunca he visto a una mujer igual. ¡Se presenta y empieza a contarte su vida como si tal cosa!…

-¡Cuánto tiempo ha pasado y cuantas personas diferentes hemos conocido!, todas y cada una de ellas han jugado un papel en nuestras vidas. Cuando me paro a pensarlo me parece como si todo estuviera entretejido de algún modo.- Suspiró Amatista, ahora de forma más filosófica, sentenciando. – Pareciese obedecer a un guion.



Por su parte Maray atendía a esas conversaciones con interés, algo dentro de ella le decía lo mismo que a su madre. Que esas personas en su momento jugaron papeles muy importantes para que ella misma hubiera podido existir. Y había más que su propia madre y el resto desconocían. Por ejemplo la historia de Gloria y el sacrificio que la hija del embajador Derail tendría que hacer para salvar Nature. A fin de darles a ellos mismos tiempo para realizar su misión. Ahora volviendo al momento actual por un instante, suspiró y se dijo.



-Tú ya habrás cumplido con tu cometido. Ahora nosotros estamos cerca de cumplir con el nuestro. Y ahora es mi turno…¡Cuánto os echo de menos a todos, papá, mamá, Alex, mi amor.-



Volvió a recordar esa cena. De vez en cuando se miraba con Alex y ambos sonreían con complicidad. Lo mismo hacían Asthel y Madeleine entre ellos. Esa otra pareja estaba algo también al margen de las conversaciones de los mayores. Terminaron de cenar y tras los postres cada grupo se separó. Madeleine lamentó tener que marcharse puesto que debía acudir a ver a unos parientes. Asthel la acompañó y regresó enseguida, en esta ocasión sin recurrir a pasillos dimensionales ni otras maneras extrañas de viajar, simplemente tomando un deslizador.  Entre tanto Leval, Amatista, Giaal y Susan, entablaban conversaciones referentes a sus vidas, recuerdos y se seguían preguntando por sus amigos y conocidos. Cuando Asthel regresó los chicos hicieron su propio corrillo. Justo entonces Alex le estaba comentando a su novia.



-Seguramente que tu padre podrá darme unos días. Yo tengo otros que aún no he podido tomarme, iré a verte a París y estaremos juntos. Sé que desde ahora ya no vamos a tener muchas oportunidades más  para ello.



El gesto de Maray se ensombreció, al igual que el de los otros. De lejos observaron a sus padres reír e intercambiar comentarios que debían de ser divertidos y traerles bonitas memorias de juventud. Fue Asthel quién terció entonces con seriedad.



-Será muy duro para ellos. Madeleine y yo lo hemos comentado ya en ocasiones, ella todavía no es plenamente consciente de lo que esto significa en verdad, pero tendré que contárselo todo en breve. Supongo que también vosotros dos habréis hablado.

-Sí- admitió Maray suspirando con voz queda. – Lo noto dentro de mí. Cada vez queda menos tiempo. Y tanto papá como los padres del Alex, saben que el Olvido está acercándose. A pesar de que finjan que no pasa nada, están asustados y sobre todo muy tristes, lo sé.

-Hay informes de inteligencia militar sobre eso. Oficialmente no estoy al corriente pero tu padre me ha contado algunas cosas. Quizás por ello los míos han querido venir. Aprecian mucho a vuestros padres y deseaban verles. Puede que por última vez… En cuanto al general. Bueno. - Corrigió sonriendo algo azorado.- A vuestro padre. Más bien está preocupado pero a la vez animado. Tiene esas esperanzas puestas en el futuro. Y sobre todo, en lo que vosotros seáis capaces de hacer para detener aquello. Bueno, en realidad él sólo piensa en lo que tú vayas a hacer, Asthel. Nada sabe de Maray…

-No lo sé. Aunque tuviéramos éxito y lo lográsemos no estoy seguro de hasta qué punto las cosas volverían a ser como eran. – Declaró el interpelado que sin embargo, agregó. – Pero sé que todos tendremos un importante papel que jugar. Tú también, Alex. Aunque no vendrás con nosotros…

-Lo sé, por ello quiero aprovechar para estar con Maray todo el tiempo que se nos permita. – Sentenció él, dándole una mano a la muchacha que se la tomó estrechándola con fuerza, en tanto sentenciaba dirigiéndose a su interlocutor. – Tú mejor que nadie me comprendes, ¿verdad?



Asthel asintió esbozando una fugaz sonrisa. Maray recordaba esas palabras, y lo que sucedió después. Al poco los dos se despidieron del resto de la familia y aprovechando que tenía las llaves del apartamento de sus abuelos fueron allí. Diamante y Esmeralda estaban en la Tierra. De modo que Maray y su novio aprovecharon ese momento de intimidad y pasaron la tarde juntos, hicieron el amor sin prisas. Al terminar, ella estaba recostada sobre el pecho de él suspirando…



-Podría pasarme la eternidad así. A tu lado.

-Sería maravilloso, pero tenemos un destino que cumplir.- Repuso él con tono suave y algo apenado.-



            Su pareja convino en ello, pero no quería dejarse llevar por la tristeza. No todavía. Aun disponían de esa tarde los dos juntos. Se levantó de la cama, se puso una bata y sonrió preguntando.



-¿Quieres tomar algo?...Seguro que mis abuelos dejaron la nevera bien llena. ¡Ja, ja! Mi abuela siempre deja cosas muy ricas e hipocalóricas por si vengo por aquí…

-No gracias. - Sonrió él añadiendo.- Pero si a ti te apetece…

-Solamente me apetece estar contigo.- Repuso Maray besándole en los labios.-



            La muchacha entonces conectó un miniordenador que tenía y  sujetando un cepillo de pelo como improvisado micrófono se rio inquiriendo.



-¿Recuerdas nuestra canción?...

-¿Cómo iba a olvidarla?- afirmó el chico mirándola francamente divertido en tanto se vestía.- La cantaste en tu última actuación, cuando fui a verte a París.

-Pues ahora te haré una performance, muy especial.- Le prometió ella dejando sonar esa canción.-



            Era un antiguo éxito que le gustaba mucho. Su propia madre había sido una fan de aquella cantante en sus tiempos mozos. Le llegó a contar que pusieron  esa canción en su baile de graduación, cuando su padre  no era todavía novio suyo. Amatista entonces la cantó bailando con Leval, siguiendo esa melodía y cantando a su vez la letra de su admirada intérprete. De hecho, esa artista fue una de las que la influyó en su propio estilo y a Maray le sucedía algo parecido. Incluso a su abuela le agradaba este tema dado que siempre decía que hasta tenía que ver en cierta manera con la moda. Maray sonrió al recordar eso y enseguida comenzó a acompañar a la intérprete con su propia voz, suave y al tiempo llena de jovialidad, dulzura y fuerza.



Media noche 
Vienes y me recoges 
No hay luces 
Es un largo viaje 
Que puede terminar ardiendo en llamas o en un paraíso 


Nos desvanecemos a la vista, oh 
Hace tiempo que no escucho de ti 
Sólo debería decirte que te vayas porque yo 
Sé exactamente a dónde va, pero yo 
Veo que giramos y giramos cada vez. 

Tienes esa mirada soñadora de James Dean 
Y yo tengo esos labios rojos que te gustan. 
Y cuando nos derrumbamos, siempre volvemos 
Porque nosotros nunca pasamos de moda 
Nunca pasamos de moda. 

Tú tienes el pelo largo, peinado hacia atrás, camiseta blanca. 
Y yo tengo esa fe de buena niña y una pequeña falda ajustada. 
Y cuando nos derrumbamos, siempre volvemos 
Porque nosotros nunca pasamos de moda 
Nunca pasamos de moda. 

Así va 
Él no puede mantener sus salvajes ojos en el camino 
Me lleva a casa 
Las luces están apagadas, él se está sacando su abrigo. 
Yo digo: “He escuchado que sales con otra chica” 
Otra chica. 


Él dice: “Lo que escuchaste es verdad, pero yo 
No he dejado de pensar en ti” Y yo digo 
“He estado ahí un par de veces” 

Tienes esa mirada soñadora de James Dean 
Y yo tengo esos labios rojos que te gustan. 
Y cuando nos derrumbamos, siempre volvemos 
Porque nosotros nunca pasamos de moda 
Nunca pasamos de moda. 

Tú tienes el pelo largo, peinado hacia atrás, camiseta blanca. 
Y yo tengo esa fe de buena niña y una pequeña falda ajustada. 
Y cuando nos derrumbamos, siempre volvemos 
Porque nosotros nunca pasamos de moda 
Nunca pasamos de moda. 

Llévame a casa 
Solo llévame a casa. 
Solo llévame a casa. 

Tienes esa mirada soñadora de James Dean 
Y yo tengo esos labios rojos que te gustan. 
Y cuando nos derrumbamos, siempre volvemos 
Porque nosotros nunca pasamos de moda 
Nunca pasamos de moda.



(Style. Taylor Swift. Crédito al autor)



 Y en tanto cantaba la joven bailaba llena de felicidad al compartir esos momentos con la persona que amaba. Alex enseguida la abrazó danzando con ella por el dormitorio. Hasta terminar juntos una vez más sobre la cama…



-¡Qué lástima que esto se tenga que terminar! - Pudo decir el chico ensombreciendo su gesto.-

-Siempre nos quedaran estos hermosos recuerdos.- Sonrió la muchacha acariciándole el pelo mientras estaba sobre él. Añadiendo ya con voz queda. - Por favor. Dame muchos más para que me acompañen a donde quiera que tenga que ir…



Y su novio así lo hizo. Tras más dosis de afecto mutuo y algo más tarde, él la acompañó de vuelta a la casa de los padres de ella. Después fue a pasar la noche y el día siguiente con los suyos. Y efectivamente Alex quedó en ir a verla a  París otra vez…



-Sí, amor mío.- Suspiró Maray, en tanto recorría ese monocorde camino avernal.- Y en París viniste a despedirte de mí. Y yo lo hice de Crista.



            Volvió a recordar ese paseo que dieron las dos, por los Campos Elíseos. Su amiga le decía con admiración y alegría.



-Tu novio es muy guapo e interesante, y te quiere mucho. Desde luego no puedes quejarte. Tienes un chico estupendo y un trabajo maravilloso. Las dos los tenemos. ¡Somos muy afortunadas! - Sonrió como de costumbre, de manera animosa y optimista para remachar. – De modo que seguiré tu consejo, claro que quiero continuar en la agencia de tu abuela.

-De eso estoy convencida – sonrió a su vez Maray. –



 Aunque la muchacha guardó un momento de silencio, parecía reflexionar y retomó la palabra musitando con el semblante más cariacontecido.



- Es curioso, yo que te animo a continuar en este mundo deberé dejarlo pronto.

-¿Qué quieres decir?,- le inquirió su amiga con expresión atónita. -¿No te habrá pedido Alex que te cases con él y no me lo has dicho? ¡Sinvergonzona!- Rio restándole importancia. -

-No, no es por eso.- Repuso la interpelada con un susurro. -¡Ojalá que fuera por algo así!



En todos los años que llevaba allí y desde su noviazgo con Alex no se había interesado por otros chicos. Conoció a algunos agradables sí, pero entre su apretada agenda y que ya estaba comprometida no quiso profundizar demasiado en establecer ningún tipo de relación cercana con ellos. Hizo amistades pero jamás quiso salir en firme para darle esperanzas a ninguno. Todavía recordaba a Peter, su compañero del colegio y de cómo éste pasó de alegrarse por su triunfo, a entristecerse cuando ella se despidió. ¡Pobre chico! Maray se dio cuenta al fin de que él sentía algo más que una gran amistad, pero no podía corresponder a eso. Supo que fue duro para él, pero no hubo otro remedio. Y ya no quería volver a herir a nadie más, sobre todo, teniendo en cuenta sus particulares circunstancias. Y contando también con que el chico de su vida era asimismo el único que podía comprender cuál era su destino y aceptarlo.



- Te noto preocupada, Maray. ¿Es por ese viaje?, ¿se trata de esa misión de la que me has hablado a veces?,- le inquirió Crista ya en tono serio  como si pudiera leerle el pensamiento. -

- Así es. – Admitió su contertulia agregando con voz queda. -No falta mucho para me vaya, lo sé, lo presiento. Aun ignoro cuando será, pero no tardará demasiado. Quizás te animo a seguir a ti, para que el sueño de las dos no se termine. ¡Que por lo menos una de nosotras siga siendo modelo!

-¡Tú también lo seguirás siendo! - Sonrió Crista tratando de desdramatizar al afirmar con un tinte de retintín. – Como eres la nieta de la jefa seguro que te guardará el puesto. Además, yo no puedo ser también cantante, eso es cosa exclusivamente tuya. Y tus dos discos han sido un éxito. ¡Tonta!. ¿A dónde irás a cantar, a otra galaxia?  - Bromeó intentado animar a su amiga. -



            Sin embargo, para Crista aquello era realmente muy difícil de comprender. Conoció a su compañera en esa gala de Miss Bios, cuando las dos eran poco más que adolescentes llenas de sueños. Pero tras los años había llegado a quererla mucho. No obstante, pudo darse cuenta de que su amiga no era ni mucho menos una chica normal. Era muy alta y muy guapa, sí. Y cuando caminaba por las pasarelas a veces parecía que flotaba. Y para redondearlo su familia era famosa. Su madre, Amatista Malden, aparte de ser una científica muy importante en la Terraformación de Bios fue una cantante de éxito. El padre, Leval Malden, un general varias veces condecorado por su valor y dedicación a proteger la Tierra y el planeta natal de las dos muchachas. Incluso los abuelos de su tímida compañera fueron realmente excepcionales. Los paternos, un jugador de baloncesto y entrenador que era una leyenda en aquel deporte, una directora de colegio con gran reputación. Por parte materna uno de los diseñadores y artífices de la SSP-1 y una cotizada ex modelo y diseñadora. Imagen del estilo y la elegancia en los últimos cincuenta años y su jefa directa. La señora Esmeralda Lassart Deveraux. Sin embargo, llegó a descubrir que no eran esas precisamente, las cualidades más sobresalientes de su querida amiga. Cierto día la encontró cantando a solas, tarareaba alguna melodía. Ella no quiso interrumpirla puesto que Maray cantaba muy bien y le gustaba escucharla. Muchas veces lo hacía cuando las dos estaban en el apartamento descansando. Aunque ahora sonaba distinta. Parecía estar en una especie de éxtasis y cantaba en una lengua que Crista desconocía. La joven estaba asombrada. No sabía que su amiga fuera capaz de hablar en un idioma tan extraño y al tiempo tan armonioso y bello. Además, su voz era incluso mucho más melodiosa y parecía acariciar no únicamente los oídos, sino el alma.



Er-rhee-mo may nay 
Say la na or-ro 
Pirr rro say a nna 
A-he rhay 



Pr-ma na so la 
Be-o so bay hey 
Abr a-ma rhay na 
A-he rhay o rhay mr-hee mo-ay. 

Plu vy a vay la 
Neth-ee la rhay na 
Beas t'ear rhee ay na 
A-he rhay 



Kor-rhee-ay a mmay he 
Sy-fy ra may-na 
Mmer koul a rhay a 
A-he rhay o rhay mr-hee mo-ay. 



Y entonces, durante esa hermosa canción y para mayor asombro de Crista, el cabello de su amiga se iluminó con un resplandor inmaculado elevándose agitado como si una brisa lo meciera y sus ojos se volvieron de un tono dorado intenso. Aquello era tan maravilloso que desafiaba cualquier tipo de descripción. La muchacha no pudo evitar que le cayeran las lágrimas, presa de una sensación de felicidad y paz increíbles.


In t-'so a llow 
Mer-ra a rro yo ho 
Pr-ma na o yo ho 
Sa pur na o mmay 
In t'-so a llow 
Ymm b'-ear a-ya ah 



Play m'-oo na na 
So muor a nay ha 
ln t'-so a llow 
Ch'ear o nno ah mmay o 
A bo'or ah mor rhee ay mo-ay. 

Air ran-o-mma-yo 
Pury-rhay-so am-ee 
Es-pea rro a nno 
A-he rhay 



In ju lee a-ya 
So llow la bay 
Ka na mor a no 
A-he rhay mo-ay. 

Dh-r-hay m-ma lay 
Sa-dh-ka lay 
Da rhay da bay say 
Sy-oo-nay 
Nno mmay-day-nay 
Sa-yee a rhay mo o 



-¡Maravilloso! - Suspiró Crista sin poder dejar de llorar, llevada por la emoción y el asombro.-


Kan ta so mmay o 
Sy oom brra-a-ya 
Dy a blay a llow 
A-he rhay 



A-ru la mma-ya 
Orr-ran-to or-ro 
Be-rus say a mma 
A-he rhay mo-ay. 

Mo-ay eed-hoo dhoo ee-oo.




(Water shows the hidden heart. ENYA. Crédito al autor)



 Cuando su amiga terminó de cantar recobrando su apariencia normal, Crista se aproximó despacio y con voz trémula y embargada por el asombro y la emoción, le preguntó.



-¿Quién…quién eres en realidad?



            Y su contertulia, tras unos instantes de silencio, le sonrió de forma luminosa, replicando con dulzura.



-Soy tu amiga y siempre lo seré. Pase lo que pase y vaya a donde vaya…porque un día tendré que dejar todo lo que me es querido. Pero hasta que ese momento llegue quiero disfrutar lo más posible de esta vida que se me ha otorgado.



            Y tras esta declaración aquella asombrosa muchacha le preguntó en modo más jovial y al tiempo suave.



-¿Te ha gustado?



            Crista no supo que replicar. Asintió con una sonrisa y finalmente admitió enjugándose lágrimas todavía.



-Pero no he comprendido nada. Ese idioma era muy extraño. Parece que no fuese de este mundo.- remachó asombrada.-

-No, no lo es… - Respondió amablemente su amiga que así lo hizo. Para explicarle con voz queda.- Es una canción de las que me preparan para mi viaje. Te la traduciré, dice así:



De la ciudad de constelaciones
Al trotamundos
Y un lugar de lluvias
Él viaja



La ciudad de las dudas
La isla de la casa del color del mar
La planicie de los recuerdos



Él viaja para encontrar su amor
El valle del tiempo perdido
La isla del recuerdo
Él viaja



La ciudad de soledades
La ciudad de la distancia de ti
La ciudad de las palabras de la tristeza
Y amarillo y rojo y verde
Él viaja para encontrar su amor

Donde los caminos los llevan
La ciudad del sueño
El pensar que hace que no termina con él.
Él sueña



El camino lo lleva
Este hombre quien está buscando
Lo trae
En el silencio a través de la noche

Donde las ciudades no existen, existen
Él lo trae
El silencio a través de la noche
Cerca de la ciudad de realizaciones
Es aquí donde encuentra el camino
Monte horizonte



La ciudad de días
El árbol de lo perdido
Él viaja
Al norte de su amor



Un camino a través del valle de la oscuridad
Las islas que no son de este mundo
Él viaja para encontrar su amor

Es un largo camino a través de la oscuridad
Al camino de la eremita
La eremita canta del mundo y…
El viaje de amor, el cual no está perdido en la eternidad
El valle donde la luna es atrapada en arboles



El agua muestra el corazón escondido
Terminando en la media noche
Él viaja
La parábola del día
El cuarto de los libros
Donde el viento viene a él y dice…




Crista la oía ahora tararear aquello embelesada. Aunque ya no lo hiciera de forma sobrenatural.  No obstante, seguía pareciéndole una bellísima tonada. La joven observaba a la intérprete totalmente asombrada sin acertar a comprender quién era Maray  o lo que debía hacer. Pero le bastó con aquello. Se daba cuenta de que no podría entender de qué iba todo eso.  No obstante y por encima de todo, decidió apoyar a su querida amiga. Por eso ahora, tras rememorar ese momento, intentaba animarla al añadir…



-¡Ya lo verás! Cuando regreses de eso que tienes que hacer lo pasaremos mejor que nunca. Quedaremos los cuatro otra vez, Pierre, Alex, tú y yo. Y me contarás esas aventuras que dices que vas a tener… ¿Qué te parece?...



            Maray sonrió, apreciaba el gesto de su compañera que se había convertido en una hermana para ella. Vivían las dos en un apartamento de París, de esos que pertenecían a la firma Deveraux y que  ocupaban sus modelos. Solían viajar juntas también. Se contaban sus cosas del día a día, problemas, esperanzas y sueños, que casi compartían por entero, apoyándose siempre. Tanto en los momentos más duros, como disfrutando en los mejores. De este modo siguieron su paseo y al fin volvieron a su piso pues al día siguiente debía desfilar y ya anochecía, tenían que acostarse temprano. El desfile se llevó a cabo con éxito y ya en los camerinos de desmaquillaje, Maray, que había estado bromeando con sus compañeras y con Crista, de pronto se quedó con el semblante serio. Tomó a su amiga de la mano y le dijo con tono cariñoso y al tiempo algo triste.



- ¡Adiós Crista, acuérdate de nuestros sueños, realízalos y sobre todo sé muy feliz!



            Ésta la miró atónita, tardó en reaccionar hasta que pudo decir:



- ¿Pero, qué significa esto?

- Debo irme ya, me llaman. - Le contestó Maray  asegurando. - Mi hermano va a venir, dentro de poco estará aquí.

- Pero no puede entrar… - objetó su interlocutora que, más que impresionada, parecía incrédula e incluso quiso fingirse envarada al comentar de forma jocosa. - ¡Estamos cambiándonos de ropa!

- Sí que lo hará, en este momento eso no es importante. - Sonrió Maray refrescada por aquella salida de su compañera, para remachar ya con tintes de tristeza.- Ha llegado la hora.



Y es que, hasta el final, Crista siempre mantuvo ese peculiar sentido del humor suyo que tanto la animaba. Más cuando la joven afirmó.



-Pues tu hermano es un chico muy guapo…ten cuidado no vaya más de una aquí tras él…



Entonces una súbita luminosidad apareció en el camerino, las chicas la observaron sorprendidas y muchas de ellas salieron corriendo asustadas. De esta luz se materializó una estrella y de ella salió un muchacho muy alto, de largo pelo castaño que vestía una especie de gabardina ligera de color gris y pantalones blancos. ¡Era Asthel! Pero no venía solo. Junto a él estaba Alex. Con su uniforme militar de gala. Maray se acercó confiadamente a su hermano, preguntándole con un suave susurro.



- ¿Es la hora, verdad?



            El interpelado asintió con una media sonrisa amable y aguardó. Maray entonces le dio un fuerte abrazo y un beso en la frente a Crista y se despidió diciendo en tanto luchaba por contener sus lágrimas.



- He sido muy feliz con esta vida que he tenido la oportunidad de vivir.- Y añadió dirigiéndose a su aun atónita compañera y amiga. - Cuídate mucho y vive también con plenitud tu propia historia. Adiós Crista, despídeme de la abuela y de las otras, ¡os quiero muchísimo a todas! Os recordaré siempre, esté donde esté.



            Su amiga, visiblemente sorprendida y emocionada, no supo que decir, solamente agitó la mano mirándola. Al fin musitó entre lágrimas.



-Jamás te olvidaré amiga mía, buena suerte, Maray.



Ella le devolvió el gesto, sonrió a Crista por última vez y después se dirigió hacia su hermano y su novio. Entonces le pidió a Asthel que les dejase solamente unos momentos. Éste asintió y se metió dentro de aquella inmaculada estrella. Fue el novio de la muchacha quién le susurró.



-Un adiós no tiene sentido entre nosotros. Sé que volveremos a estar juntos, en este mundo o en otro, en este universo o en el que venga. Hasta entonces recuerda siempre que te quiero.

-Y yo a ti. Hasta pronto mi amor, hasta nuestro reencuentro cuando comencemos de nuevo. – Susurró ella ya con lágrimas en los ojos.-



Se besaron de forma larga y prolongada, deseando no tener que separarse nunca, pero cuando finalmente lo hicieron se dieron la mano, estiraron ambos el brazo y al fin se soltaron desentrelazando sus dedos. Maray miró atrás por última vez hacia su atónita amiga y su sonriente novio. Tras ello siguió a su hermano a través de ese blanco pasadizo, ya sin dudar, desapareciendo con él por aquel pasillo de luz, dejando atrás sus ilusiones de niña y adolescente, lista para afrontar su importante destino en tanto pensaba.



-¡Cómo os quiero a todos!, Papá, mamá, abuelos, Crista…Alex…por favor no me olvidéis…del mismo modo que yo nunca os olvidaré.



Cuando dejó de estar ensimismada y salió de sus pensamientos se percató de donde estaba. El octavo círculo del Infierno. Pero vio con asombro que aquel paisaje al que habían llegado era similar al de cualquiera de la Tierra o de Bios. Ahora, tanto ella como el resto del grupo andaban por un parque, con sus fuentes y sus bancos. Era una situación completamente inesperada. También pudieron observar a personas que paseaban por allí, hombres y mujeres, eso les extrañaba mucho. Por un momento casi dudaron de que estuviese realmente en aquel terrible lugar y no recorriendo juntos cualquier sitio turístico en plenas vacaciones.



- Esto no me gusta, no me gusta nada,- repetía Alusa de forma desconfiada. -

- Opino lo mismo,- convino Brian añadiendo con tintes reflexivos. - Después de pasar por los demás círculos he aprendido algo.

-¿El qué?...si puede saberse,- inquirió Granate. -

- Lo que tú mismo nos has recordado. Que esto no puede ser tan fácil y nada es lo que parece y aquí desde luego mucho menos. - Le respondió su compañero con rotundidad ante la aprobación de su interlocutor. -

- Eso tenlo por seguro....- intervino Asthel dándole la razón con el mismo asentimiento de conformidad por parte de Granate y Diaval. -

- Presiento algo,- dijo Maray visiblemente preocupada - ¡Un gran poder maléfico, muy superior a todo lo que hemos sentido hasta ahora! Nos rodea...



            Y según terminaba de hablar, de forma casi instantánea, las bellas imágenes fueron sustituidas por un escenario tétrico. Se hizo la noche sobre lo que ahora era un cementerio con innumerables tumbas. Éstas se abrieron dejando salir por ellas a un gran número de seres, algunos de apariencia monstruosa, que les rodearon al instante.



-Aquí están las fosas esas que decías.- Le susurró Brian a su novia, incluso empleando algo de irónica sorna al remachar.- Desde luego ese Dante no perdía detalle.

-No os mováis.- Les dijo Asthel, tan expectante como el resto.-



            Y es que de entre esos seres, una bella mujer de larga cabellera morena y con una corona ceñida a sus sienes, se les acercó.



- Soy, Gomory,- se presentó con aparente afabilidad. - Uno de los demonios del Octavo Círculo...



Fijándose en ella, un impresionado Granate les explicó a los demás a título informativo pero sin poder ocultar su asombro.



- ¡Lleva una corona ducal, debe de pertenecer a una altísima jerarquía!

- Dices bien humano, así es. - Admitió ella con una complacida sonrisa para agregar. - Conozco el futuro, el pasado y sé encontrar los tesoros más valiosos. - Para demostrarlo, con un sólo gesto de sus manos se vio rodeada de enormes riquezas y entonces propuso al grupo con voz cordial. -Pueden ser vuestros si renunciáis a seguir con vuestro viaje.

-¡Tú estás loca! - Le espetó Diaval con toda su natural y sincera rudeza. - ¿Te crees que hemos venido hasta aquí para que nos deis unas baratijas?

- Queremos ver a tu señor ¡Deja de tentarnos! – Le exigió a su vez Granate, sentenciando.- De sobra sabes que eso no os servirá de nada.



Gomory sin mediar palabra se apartó cediendo su sitio a una aparición espantosa, un feroz lobo con alas de grifo y cola de serpiente, vomitando grandes llamaradas. Todos retrocedieron sobresaltados pero  Asthel les dijo con tono firme a sus compañeros.



-¡No os asustéis, eso es lo que pretende!

- Tienes razón, no debemos perder la calma, ¿quién eres? - Le preguntó Maray al demonio con una voz templada y serena. -

- Soy Marchocias, Gran Duque infernal.- Replicó éste que añadió con tono grave. -Veo que tampoco yo he logrado nada con mi ilusión.- Y sin más desapareció tal y como había aparecido. -

- ¡Están tratando de impedirnos el paso!- dijo Brian sorprendido para preguntarse en voz alta. - No lo entiendo. ¡Sí tan poderosos son! ¿Por qué no nos liquidan sin más?

- Quizá no depende de ellos. - Conjeturó Fiora como si hubiese tenido una inspiración. - Deben de estar obedeciendo órdenes...como los del anterior círculo que casi se llevan mi alma.

- Eso tiene sentido, pero ¿por qué? - Se preguntó en voz alta Mimet. -

- Puede que sea el propio Lucifer el que se quiera dar el gusto de liquidarnos en persona. - Especuló Granate con ironía. -

- O puede que deseé recibirnos y esto no sean sino pruebas para testar nuestra determinación. - Repuso Asthel con una sonrisa más optimista que enseguida extinguió para añadir. – Al menos eso espero.

- Sí, porque no creo que tenga muchas visitas. ¿No creéis? – Agregó Brian de forma sarcástica.-          - Pero, ¿entonces qué sentido tendría hacernos sufrir este viaje tan penoso? - Preguntó Fiora con visible desconcierto e incluso un leve toque de contrariedad. - Si puede vernos si lo desea, ¿para qué nos ha obligado a pasar por todo esto? ¿Será como dices tú, Asthel? ¿Querrá asegurarse de que somos dignos de ello?



            Nadie respondió a su pregunta, todos estaban ocupados mirando hacia el nutrido grupo de demonios que les rodeaban, habían aparecido sin que hubieran podido sentir su presencia. Ahora estos se fueron presentando. Amón, Amy, Alastor, Lilith, Bael, Maimón y Leviatán dijeron que se llamaban. Diaval y Brian los recibieron transformados en súper guerreros, aunque supusieron que eso no les iba a servir de nada. Sin embargo, a fin de mantener el tipo con dignidad, aguardaron un posible ataque. No obstante, los demonios se limitaban a mirar, hasta que Amón fue el primero en hablar inquiriéndoles con extrañeza. Tenía cuerpo humano con una cabeza de búho y unos dientes caninos muy afilados.



-¿Qué buscáis en nuestro círculo, mortales?

- Buscamos continuar para llegar a presencia de tu señor. ¡Dejadnos pasar! - Le pidió Granate con un tono de orden. -

-¿Qué podéis querer vosotros de nuestro Emperador? - Les inquirió Alastor, un demonio alto y delgado con dos enormes cuernos en la frente. -

- Queremos hablar con él, es por un asunto muy importante. - Repuso Mimet. -



Lilith, con la apariencia de una bella mujer rubia y voluptuosa, les preguntó con una voz muy seductora.



- Podríais tener placeres sin límites. Si eso es lo que queréis...

- A ver como os lo decimos para que lo entendáis de una vez. No queremos placeres, ni riquezas, ni nada por el estilo.- Repuso Brian que estaba perdiendo la paciencia. - Sólo queremos pasar, cruzar la siguiente puerta...

-¡Hemos venido desde muy lejos y recorrido mucho camino y no nos vais a detener con simples tentaciones! - Añadió Asthel con una voz muy firme. -

- Simples tentaciones, - repitió Bael que se presentaba con una cabeza de serpiente, otra de gato y otra humana, hablando ahora al unísono por las tres. - Sí, ahora lo veo...tú eres nieto de aquel que vino hasta a los infiernos a rescatar a la mujer que amaba. Entonces me fue ordenado dejarle pasar. Nunca entendí la razón, sólo el Emperador lo sabe....

-¿De qué hablas, Bael? - Le inquirió Leviatán, que adoptaba la forma de un temible dragón rojo de reducido tamaño. -¿Crees que deberíamos dejarles seguir? El amo nos castigaría de equivocarnos...

- Y ya sabéis como se las gasta nuestro amo cuando se enfada...- añadió el diablo Amy, con forma de toro, en lo que parecía un tono preocupado. -

- Escuchad.- Les pidió Maray para preguntarles con patente curiosidad e interés. - ¿Acaso vosotros no sabéis por qué estamos aquí? Sois demonios de muy alto nivel. ¿Es que no conocéis la amenaza del Olvido?



            Los atónitos demonios se miraron unos a otros, ninguno parecía saber de qué estaban hablando. Amy añadió entonces desconcertado...



-¿Acaso habrán pasado ya los doscientos mil años que debía esperar? ¿Podré volver a mi trono en el cielo?

-¡No digas necedades!- intervino Leviatán inquiriéndole a su vez. - ¿Qué tiene eso que ver?



            Su compañero hizo un gesto que expresaba su desconocimiento, y los otros demonios también se interrogaban unos a otros con la mirada sin acertar a comprender.



- Somos los mensajeros del Creador.- Les informó Asthel. - Venimos aquí para darle un mensaje a vuestro amo...

- Es relativo a los seres increados, van a destruirnos a todos, vosotros incluidos. - Añadió Maray con un tono de advertencia -...



Lilith puso cara de sorpresa e inquirió observando a los chicos con unas rojas pupilas que lanzaban destellos de fuego.



-¿Quiénes son los seres increados?....

-¿Si vosotros no lo sabéis?, ¿quién puede saberlo? - Preguntó Granate anonadado. -

- Nuestro amo lo sabrá, él lo sabe todo.- Aseveró Maimón que no obstante agregó con tono dubitativo dirigiéndose a sus camaradas. - Pero no sé si debemos dejarlos pasar.

- Nadie puede tocar a nuestro amo, ni siquiera el Creador - dijo Bael convencido -, ni él mismo se atrevería a venir hasta aquí. ¿Qué iban a hacer esos seres que ni siquiera existen según decís?

- Pues nosotros hemos venido, aquí estamos y pensamos seguir adelante, ¡tanto si nos dejáis pasar como si no! - Amenazó Diaval que emitió su energía con mucha más fuerza. -

-¡No nos impresionas con eso!...- rio Leviatán abriendo sus fauces para sentenciar divertido. - ¡Sólo eres un miserable mortal! – y con un simple gesto de sus ojos hizo que la energía de Diaval desapareciera. El saiyajin recobró su aspecto normal quedándose atónito en tanto el demonio le decía de forma más pausada y serena. – No podrías con los de nuestra jerarquía ni aún en tu dimensión. No sueñes con amenazarnos en nuestro propio terreno.

-¡Reconozco que eres valiente o quizás únicamente un loco ignorante de quienes somos nosotros! - Rio Lilith moviendo su cabellera y observando a Diaval fijamente con sus ojos color fuego. -

- Sabemos de sobra quienes sois... ¡y no nos impresionáis!,- replicó éste a su vez e hizo una señal a sus compañeros indicándoles. – ¡Asthel, Brian, formad una barrera resistente, les voy a enseñar de lo que soy capaz, voy a emitir  todas mis energías al máximo!

-¡No lo hagas, Diaval! - Le pidió Fiora con gesto preocupado. - Sabes que no puedes retarles.

- Eso, no hagas tonterías.- Convino Alusa con expresión más seria. –

-¿Es que no has escarmentado ya?- Inquirió Minara entre preocupada y reprobatoriamente.-

- No es por eso. - Comentó Asthel que creía entender al muchacho. -

- ¡Formad esa barrera, vamos!,- les insistió el príncipe saiyajin con un tono de orden.  -



      Asthel y Brian se miraron como si ambos supieran el porqué de esa petición y decidieron hacerlo. Estaba claro que su compañero iba a emitir su fuerza de todas formas. Aunando sus energías protegieron al grupo mientras los demonios se miraron expectantes. Diaval entonces comenzó a acumular energía y se transformó en súper guerrero de nivel dos mientras exclamaba.



- Es un bonito día para un reto. ¿Qué os parece esto? A ver si sois capaces de aguantarlo, ¡yaaaaa! ¡Paradlo si podéis!...



            Recordaba una de las canciones que usaban en su pueblo para entrenar. Una que su abuelo Lornd gustaba de cantar cuando reunía mucha energía. Y él mismo la entonó mientras aumentaba su poder.



Es un hermoso día 
El sol está brillando 
Me siento bien 
Y nadie va a detenerme ahora, oh sí 

Es un bonito día 
Me siento bien, me siento bien 
Y nadie, nadie va a detenerme ahora, mamá 

A veces me siento muy triste, tan triste, tan mal 
Pero nadie va a detenerme ahora, nadie 


No, no, nooo…
Es desesperado,  es desesperado incluso intentarlo.




A veces me siento muy triste, tan triste, tan mal 
Pero nadie va a detenerme ahora, nadie 


No, no, nooo…
Es desesperado,  es desesperado incluso intentarlo.




(It is a beautiful day. Queen). Crédito al autor.



            Se transformó en súper guerrero de nivel tres y emitió una cantidad de energía tal que barrió todo lo que podía verse. Incluso sobrepasó ese nivel despedazando enormes fragmentos de roca y levantándolos del suelo, haciéndoles desintegrarse cuando se acercaban a él. El vendaval era terrible y todo retumbaba con los gritos del saiyajin. ¡Estaba concentrando toda su energía, nunca había alcanzado tal poder y deseaba liberarlo todo sin restricciones! Al fin podría hacerlo en un lugar donde no importaba la destrucción que pudiera provocar.  Sus cabellos se tornaron incluso rojos y más tarde, nuevamente amarillos con destellos azules, el color de su energía también. Los mismos demonios se miraban unos a otros atónitos.



-¡Ha alcanzado lo más cercano al nivel de super saiyajin azul Dios! – Musitó un atónito Brian, recordando aquel legendario estado del que su abuelo Roy alguna vez le hablase.- ¡Que se sepa, eso sólo lo lograron los míticos Son Goku y Vegeta!



Aunque Diaval pudo mantenerlo por poco tiempo más. Cuando al fin, totalmente agotado, volvió a su estado normal y la gran polvareda que había levantado se disipó, él y los otros pudieron ver incrédulos como todos los demonios seguían ahí de pie, sin inmutarse en absoluto.



-¿Qué os ha parecido?,- les inquirió  divertido Bael a sus iguales con su cabeza de gato. -

-Realmente impresionante…para un mortal. ¿Creéis que tendría alguna oportunidad de vencernos? ¿Quizá fuera de aquí...?...- preguntó Lilith también con un atisbo de sorna en su aterciopelada voz. -

- No, no podría....- declaró tajantemente Amy que sin embargo añadió con un tono más respetuoso.  - Pero para ser un humano, debo admitir que no está nada mal.

- Es un mortal muy fuerte, de eso no cabe duda,- reconoció Maimón - pero nada más que eso.



Diaval asintió con el cuerpo bañado en sudor y aun jadeante, reconociéndolo con una sonrisa.



- Ya sé que no podría venceros, pero quería saber hasta donde podría afectaros con toda mi fuerza. Compararme a vosotros. Ahora veo que no serviría de nada en absoluto, pero tenía que averiguar hasta donde podía ser capaz de llegar contra los rivales más poderosos del Universo. Se lo debía a mis antepasados y a mi pueblo. Que hasta en lo más profundo del infierno se sintiera el poder de un príncipe de los guerreros del espacio. - Y tras unos instantes de silencio, agregó con tintes de admiración. - ¡De todos modos debo admitir que vuestro poder es algo inmenso, sobrepasa con creces cualquier cosa que jamás haya podido imaginar!



            Los demonios parecían complacidos y halagados por esas sinceras palabras. Bael entonces comentó con aprobación.



- Veo que sabes valorar el poder y la fuerza. Provengan de quienes provengan. Eso es inteligente. Podrías aprender mucho de nosotros aquí.

- Sí, eres ambicioso, me gustan los ambiciosos,- declaró Lilith con voz insinuante. -

-¡Ten cuidado, no la mires! - Le gritó Granate a su compañero, con un tono lleno de pavor.-



Para asombro del grupo la diablesa se aproximó tratando de seducir a Diaval, que la miraba embelesado, no podía resistirse a la sugestión de aquella mujer, la más atractiva que jamás hubiera visto. Estaba totalmente ido, pese a que Fiora trataba de despertarle, pero el saiyajin parecía petrificado, con la mirada opaca, sin atender a otra cosa que no fueran los susurros melodiosos de Lilith que le musitaba.



- Soy la reina de las súcubos. Mi poder en los hombres es irresistible. Y tú serás mi esclavo por toda la eternidad.



Tanto Brian como Granate quisieron ayudar a su amigo, pero no podían soportar la mirada de aquella mujer que se hacía con sus voluntades sin que pudieran apenas resistirse.



-Ven…quédate conmigo.- Le incitaba ella con ese tono entre lascivo y aterciopelado.- Gozarás por siempre de placeres eternos.



            Oyendo aquello Granate sentía un sudor frío ahora. Recordaba algunas de las cosas que hablase con su abuelo Robert. Él rememoró con su nieto una conversación que mantuviera con ILaya. Incluso años antes de que Sandy, la madre del chico, naciera. Habían logrado escapar de los sectarios y comenzar de nuevo. La diablesa era feliz con esa perspectiva y tras el triunfo del bien y la derrota de sus antiguos camaradas Robert la encontraba más feliz.



-Me alegra verte así. Estás muy contenta. – Le sonrió su esposo.-

-Con el fin de todo esto me he quitado un gran peso de encima. - Le confesó ella, agregando con el temor tiñendo su voz.- Menos mal que los demonios no podrán retornar.

- Seguro que son seres terribles pero tú eres muy poderosa.- Afirmó confiadamente él.-



            Su mujer esbozó una sarcástica sonrisa y movió la cabeza para afirmar.



-No, Robert, no lo soy. Puede que tú lo creas así. Pero yo soy solamente una humilde súcubos. Al menos lo fui. Hay demonios y diablesas muchísimo más poderosos.

-¿Por ejemplo?- Quiso saber él que había leído algo sobre el particular tras saber el secreto de su ahora esposa. De modo que aventuró un nombre de los que había visto en esos libros de ocultismo. - ¿Esa tal Lilith? ¿Sería más poderosa que tú?...



            Para sorpresa de su marido ILaya palideció solamente con escuchar ese nombre. Apenas pudo susurrar presa de un gran temor.



-¡Por favor!, te suplico que ni la menciones.

-No será para tanto.- Trató de decir él, aunque su mujer le cortó para desvelarle.-

-¡Es la reina de las súcubos! Una de las más altas jerarquías infernales. ¡Su nivel de energía es inmenso! Para que lo comprendas te diré que cuando nosotras hacemos nuestro juramento de lealtad a menudo nombramos al Príncipe de las Tinieblas y después a ella. Por eso, al romper el mío tenía miedo de que si la invasión de este mundo se producía, se mostrase aquí, en persona, para castigarme. ¡Tú no puedes ni imaginar su poder!... ¡podría reducirme a cenizas con sólo mirarme si quisiera!

-Eso jamás sucederá. Debes calmarte. – Le pidió su todavía asombrado y ahora inquietado esposo en tanto la abrazaba.-



De hecho jamás la había visto expresar miedo de esa manera tan clara, salvo la vez en la que creyó que podría ser arrastrada de vuelta al infierno… Aquello nunca se le olvidó a Robert, y a su nieto cuando le fue relatada aquella anécdota, tampoco. Ahora Granate podía comprobar que su abuela no había exagerado en absoluto. Solamente el aura que emanaba de esa terrible diablesa, de apariencia tan hermosa, era capaz de paralizarles.



-¡Maldita sea, no debo mirarla! – Pensaba con creciente temor.-



Por fortuna, las chicas pudieron apartarles de allí y fue la hermana de Asthel la que se interpuso en el camino de Lilith. La muchacha tornó sus ojos luminosos como el oro y en blanco radiante su pelo, emitiendo una luz inmaculada que dejó sorprendidos a los demonios.



-¡No te acerques a ellos! - Le ordenó Maray de forma enérgica sentenciando. - Sé lo que pretendes pero no te servirá.- Para asombro de todos incluso Lilith se apartó atemorizada por el poder tan inmenso que percibía. Mientras tanto Diaval y los demás chicos se despejaban al instante del principio de embrujo en el que estaban cayendo y su compañera añadía con rotundidad. – No podréis hacernos desistir cuando tenemos la meta tan próxima…



Los demonios observaron a aquella chica con gesto impresionado. Maray lucía ahora un rostro sereno y tanto su pelo como sus ropas brillaban inmaculadas. Granate entonces recordó algo de lo que su abuelo Robert y Mazoui le enseñaran, y lleno de admirada emoción pudo declarar.



-¡La luz del Mundo! ¡El primer paso para la Transcendencia!

-¡Esa es la luz del Creador!- convino Amy con asombro, agregando. - Nunca creí que pudiese resplandecer aquí...

- ¡Ese poder no es de un mortal! Quizá tengan razón y deban ver a nuestro señor. - Repuso Maimón con patente admiración. -

- Podemos probarlos antes, así comprobaremos realmente si son merecedores de ese honor - propuso Leviatán tratando de parecer más objetivo. -

- Ya les hemos probado bastante,- respondió Bael que no obstante, matizó. - Pero si insistís, llevémosles a presencia de Adramelech, él es el intendente de los infiernos y el custodio de la puerta, que él lo decida.



            Todos sus colegas estuvieron de acuerdo y de una forma que el grupo de chicos no llegó a comprender los hicieron reaparecer en un escenario distinto. Unas gradas de piedra donde los demonios permanecían sentados, rodeaban una especie de arena donde estaban ahora ellos. En frente, una especie de estrado y allí acomodada una mula. Todos se quedaron atónitos.



-¿Esto es una broma o qué? – Pudo decir Diaval entre sorprendido y algo molesto. -

- ¡Silencio mortales!,- ordenó Amy que les informó con solemnidad. - Estáis en presencia de Adramelech, el Gran Canciller....

           

            La mula entonces habló para sorpresa del grupo, confirmando las palabras de ese diablo.



- Soy Adramelech, - se presentó con voz cascada - el guardián del guardarropa infernal y custodio de la última puerta de los círculos. Ya sé lo que os trae ante mí, pero no sé si sois merecedores de pasar...

- Somos más que merecedores,- le replicó Brian casi perdiendo la paciencia. - Lo hemos probado ya muchas veces, ¡déjanos pasar!

- Para que podáis seguir ofrecedme un sacrificio.- Pidió el intendente explicando casi a desgana. -Normalmente prefiero recién nacidos, pero ya que no hay ninguno, degollaos uno de vosotros, eso será suficiente.

- ¡No lo haremos, eso nunca! - espetó Diaval replicando con desafío en su voz. - ¿Por qué no te degüellas tú si tanto te gusta?

- Ya estamos hartos de pruebas y penalidades, no pensamos hacer eso.- Añadió Alusa secundando a su compañero. -

- Entonces no podréis pasar,- sentenció abruptamente Adramelech. - Nunca se os mostrará la puerta.

- Ya la encontraremos. Igual que hicimos con las otras - replicó Minara con seguridad. -

- Esta puerta es secreta, sólo aparece si yo la invoco y no lo haré. Y aún en tal caso, un muro de piedra indestructible y llamas la protegería. - Le contestó el intendente infernal en un tono de burlesca suficiencia. -

- Escucha cretino. A los otros demonios no les puedo amenazar, ¡pero a una mula! - Intervino Diaval con desprecio y sorna para afirmar. - Si no abres esa puerta te voy a convertir en comida para perros...



Adramelech respondió al instante, tomó la forma de un horrendo demonio rojo de bastante altura y feroces colmillos.



-¡Eso me gustaría verlo! - dijo riendo. Su poder era incalculable y el propio Diaval retrocedió asustado, entonces el canciller agregó. – No sois capaces de explicar por qué debería dejaros pasar. Tampoco queréis cumplir mi condición, no hay más que hablar pues. ¿Acaso alguno puede revelar el motivo de vuestra presencia aquí?



Todos miraron a  Asthel pero él no se movió. Ni siquiera hizo asomo de despegar los labios, parecía concentrado en sus propias cavilaciones. Entonces fue Maray la que se adelantó dirigiéndose al canciller infernal para responder con tono suave y confiado, lleno al mismo tiempo de fuerza y serenidad.



- Hemos venido a traer la Esperanza para todos, incluso para vosotros, los moradores de los más profundos Infiernos. El Padre nos ha enviado hasta aquí con un mensaje.

- Aquí no hay Esperanza, ¡eso no existe! – Aseveró Leviathan con rotundidad. -

- La Oscuridad es Eterna y la Palabra nos es negada. –  Añadió Alastor. -



            Maray entonces sonrió de forma luminosa dejando a todos anonadados, sobre todo cuando comenzó a cantar con una voz dulce y melodiosa como jamás ninguno de sus compañeros ni seguramente los propios demonios, habían escuchado. Parecía una especie de canción de cuna que tratase al tiempo de consolar y mecer a todos con su indescriptible belleza y tono lleno de amor.



“Os traigo la esperanza de la redención.

Vuestros penares han terminado ya

Abrid vuestros oídos y vuestro corazón

A la Palabra del Creador.



Su luz os guiará hacia la Eternidad

Y su amor os envuelve a todos,

Nunca lo dudéis, Él os ama

Todos sois sus hijos.



No temáis al mensaje.

Sólo escuchad sin desfallecer

El momento ha llegado

Es vuestra liberación



Unidos al fin a nosotros

La Luz y las Tinieblas

Hemos de volver al Uno

Al lugar del que provenimos y añoramos.



La paz de la palabra sea con vosotros

Pues todos somos hermanos

Ahora y por siempre resurgimos

En la revolución de los ciclos cósmicos



No os cerréis al Mensaje

Dadnos la mano y seguidnos

Volvamos juntos a Casa.

Retornemos al seno del Padre”.



            Y los demonios al oírlo retrocedían espantados, Lilith erizaba sus cabellos como si de un gato asustado se tratase y no podía dejar de gemir:



- ¡La Palabra duele, duele mucho!...

-¡Tras tantos milenios a oscuras nos ciega la Luz! - Exclamó Bael tapándose sus tres cabezas. -



Los demás seres avernales reaccionaban de modos similares. Quedaban extasiados ante aquello y a la vez les dolía de un modo indescriptible. Maray abrió entonces los brazos de par en par sin dejar de cantar, como si quisiera abrazarles a todos. Brillaba de nuevo de un resplandor inmaculado que no cegaba a sus amigos, pero sí a los demonios. El pelo de la chica blanco otra vez, ondeaba mecido por una brisa que no existía. Incluso el Gran Canciller de los Infiernos, que también parecía estar atónito y asaltado por un temor reverencial, había adquirido su forma de diablo pero no pronunciaba palabra embelesado con aquello. Finalmente la chica concluyó su canción y afirmó con dulce amabilidad sin perder la sonrisa.



- Esta es la razón primordial de nuestro viaje. Unir las sombras con la luz.



  Adramelech no replicó, parecía esperar algo. Entonces, como si hubiera recibido algún tipo de instrucción, se sonrió con malignidad dirigiéndose a Maray.



-Todavía no he visto que seas capaz de convencerme por completo. Veamos si eres un fraude o no. Si lo eres serás castigada conforme a las normas de este círculo. Dime humana ¿qué argumentos tienes frente a esto?…



            Y sin que ninguno pudiera reaccionar atacó a la muchacha con un poderoso rayo que parecía refulgir con el poder de las llamas. Envolviendo a la chica en una burbuja de fuego. La víctima de su ataque gritó de forma desgarradora. Asthel, Brian y Diaval quisieron intervenir pero fueron apartados con una sola mirada de aquel terrible demonio. Tampoco las chicas tuvieron mejor suerte. Sus piedras de la justicia no brillaban como normalmente, emitían una luz cegadora, pero sus transformaciones no se producían. Parecían estar bloqueadas allí. De todos modos lanzaron una serie de rayos de energía que, no obstante, fueron incapaces de alcanzar a su enemigo…



-¡Maldito sea! - Pudo decir Diaval que finalmente lanzó varios rayos de energía, que tampoco produjeron el más mínimo efecto sobre su enemigo.-

-Hay que hacer algo.- Afirmó Brian repitiendo ese ataque con el mismo nulo resultado.- ¡La abrasará!



            Sin embargo no fueron ellos, sino la propia Maray, la que reaccionó. Una vez más sus cabellos brillaron de ese tono blanco cegador. La muchacha recordaba aquella vez en la que, llevada al límite, mostró su poder.



-Ahora Gloria, esto va por ti. Y también por mi madre, quien fue la que usó esta canción por primera vez durante su viaje en la SSP-1. - Pensó con determinación.- Si no quieren convencerse por el camino de la conciliación, conocerán el poder del Creador…



Y sus ojos se iluminaron con ese brillo dorado y creando ella misma una melodía que resonó por todas partes volvió a entonar un canto. Pero esta vez era poderoso y lleno de fuerza y decisión, muy lejos de su dulzura habitual…



Lo gritaste bien alto,
pero no puedo oír una palabra de lo que dices.
Estoy hablando en voz alta, sin decir mucho.
Soy criticada, pero todas tus balas rebotan (ricochet)
me derribas, pero me levanto (shoot down).



Soy antibalas, nada que perder, dispara, dispara (fire away).
Rebotan, tienes la mira puesta, dispara, dispara.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio…



Liquídame, pero eres tú la que tendrá más que perder,
ciudad fantasma y amor encantado.
Levantas la voz…
(sólo) palos y piedras pueden romper mis huesos,
estoy hablando en voz alta, sin decir mucho.



-Pero ¿qué significa esto?- Exclamó el atónito Bael.-

-¡Ese poder va más allá del nuestro! - Secundó un perplejo Leviatán que tenía la terrible forma de una bestia con múltiples cabezas, en las cuales sin embargo ahora, se dibujaban expresiones de temor.-



           Aunque imperturbable, Maray seguía cantando a pleno pulmón, haciendo estremecer los mismos cimientos de aquel lugar. Parecía que con sola mirada hiciera temblar todo cuanto la rodeaba.



Soy antibalas, nada que perder, dispara, dispara.
Rebotan, tienes la mira puesta, dispara, dispara.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio,
soy de titanio, soy de titanio.



Y entonces esa energía estalló en un resplandor inmaculado emitiendo poderosísimas ondas de fuerza que barrieron en apenas un instante aquella terrible burbuja de fuego para asombro de todos los demonios y del propio Adramelech. Esos malignos seres observaban semejante prodigio con sus bocas o fauces abiertas.



Piedra dura,
la ametralladora disparando a los que corren,
piedra dura, como cristal antibalas.

Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio,
me derribas, pero no me caeré, soy de titanio,
me derribas, pero no me caeré, soy de titanio,
me derribas, pero no me caeré, soy de titanio.

Soy de titanioooooooo

Aaaaahh

Soy de titanioooooooo

(David Guetta -ft. Sia - Titanium – Titanio, crédito al autor)



Y sin poder evitarlo esa sucesión de oleadas de llamas inmaculadas les lanzó a una enorme distancia, haciendo temblar el suelo e iluminando en tanto toda esa región del averno. Incluso un poderoso muro de piedra que se erigía ante la puerta comenzó a agrietarse hasta saltar en pedazos.



-¡El muro! ¡Ha destruido el muro!- Exclamó Alastor.-

-¡Es imposible, la muralla de la roca infernal más resistente!  - Añadió una estupefacta Lilith.- ¿Cómo lo ha hecho?

-¡Admirad el poder del Creador, criaturas incrédulas e impías! - Les replicó la chica lanzando una tremenda onda de energía que les derribó nuevamente a todos como si de hojas secas se tratasen.-



Ahora parecía que todo el círculo temblase. Un gigantesco terremoto agitaba el suelo haciendo aparecer innumerables grietas y que incluso los demonios mirasen hacia todas partes aterrados. Al fin aquello fue cediendo y calmándose, la muchacha volvió a su estado normal…con las anonadadas miradas de sus compañeros puestos en ella. El grupo estaba asombrado ante tal despliegue de poder. Incluso Diaval aparecía alucinado ante aquello. No digamos el resto. Miraban a Maray como si de una diosa se tratase. Todos excepto su hermano quien sonreía con amplitud. La chica les sonrió a su vez y declaró con voz suave pero al tiempo llena de autoridad, en esta ocasión dirigiéndose a los demonios.



-El Creador prefiere hacer las cosas con amor y armonía, pero vosotros, que os negáis a ver y a creer en sus promesas, tratando de tentarle y de probar su determinación, debéis saber una cosa. Su fuerza es infinita. Conviene que no lo olvidéis. Tenemos una misión que cumplir y no sois quienes para negarnos el paso. Si no puede ser por las buenas, entonces comprobaréis hasta donde llega el poder del Rey de la Gloria. Ahora, lo repetiré por última vez, Canciller. ¡Te ordeno que nos muestres la puerta y nos franquees el paso o conocerás la verdadera fuerza del Todopoderoso obrando en mí!…



  Ninguno de sus antagonistas osó replicar. Sin embargo, se escuchó una voz grave, cavernosa y gutural como nunca habían oído. Provenía de todas partes y ninguna. En un idioma infernal dijo algo al canciller y éste tras hacer una profunda inclinación, se apresuró a replicar mientras él y el resto de los todavía atónitos demonios y diablesas retornaban junto al grupo.



- Podéis pasar... - Aquí está lo que pediste.- Con un gesto de sus patas la invocó. La puerta se apareció ante ellos, pero aún estaba cerrada. – Habéis demostrado por qué fuisteis dignos de llegar hasta aquí. Yo no haré nada más por deteneros, ahora sois vosotros los que debéis abrirla,- añadió el intendente infernal que desapareció al instante. -

- Está claro que con rayos de energía no se va a abrir.- Supuso Diaval ya bastante escaldado de probar ese método. -

- Ahora viene lo más difícil,- suspiró Brian que les pidió a los demonios. - ¿Podríais abridnos la puerta?..

- Únicamente el Gran Canciller puede abrirla.- Repuso Bael con voz queda. -

- Eso es tarea vuestra, nosotros debemos irnos.- Añadió Leviatán. -

- Espera.- Le pidió Granate queriendo saber. - ¿Estará el propio Lucifer tras esa puerta cuando la abramos?...

- Eso ya lo veréis, dentro de poco,- contestó Maimón de forma enigmática. -

- Deberéis presentaros ante el Supremo Consejo Infernal.- Les informó Amy. -

- Y no dudo que seréis capaces de abrir la puerta, el poder que posees es algo incalculable - valoró Lilith que aun parecía sobrecogida, dirigiéndose a Maray con un tono ahora de profundo respeto. – Eres una enviada de la Luz, al igual que el resto.

- No tenemos nada más que deciros, ahora todo depende de vosotros.- Sentenció Bael. -



            Y dicho esto desapareció y junto con él los demás demonios. El grupo quedó sólo ante la enorme puerta que parecía más grande y fuerte que cualquiera de las anteriores.



- Ahora éste es nuestro último obstáculo.- Declaró Asthel. - Debemos pensar en la forma de abrir esta puerta, y tal como la propia Lilith ha dicho, creo que deberás hacerlo tú, Maray...

- Sí, en este círculo soy yo la que debe tomar la responsabilidad.- Repuso su hermana con su blanco pelo ondeando. Acercándose a la puerta y poniendo una mano sobre ella dijo con voz suave y firme al tiempo. –Tú, último obstáculo de nuestro camino, ¡ábrete a la Unión, la Esperanza y al poder del Amor que te traemos!, yo te lo ordeno en el nombre de todo lo Creado y de su Creador omnipotente...



            Al instante la puerta obedeció, comenzando a abrirse lentamente. Sus enormes goznes chirriaron como si desatascasen sus colosales bisagras de millones de años de inactividad. Parecía de hierro viejo, oxidada. Cuando por fin estuvo abierta todos se miraron y contuvieron el aliento. Tras captar las miradas del resto, Asthel se dirigió  a ellos y les dijo con tono solemne.



- Ante nosotros se extiende el último de los círculos y el más peligroso sin duda, sigamos adelante todos unidos y terminemos al fin la misión para la que vinimos...



            Sus restantes compañeros se miraron y asintieron con decisión. Por fin penetraron lentamente en el último círculo, la antesala de la Corte del Príncipe de las Tinieblas. Cuando pasaron, la gran puerta se cerró tras ellos con un último pensamiento de Maray…



-El último círculo nos aguarda, no sé que sucederá. Al menos no les he fallado al resto…



            Ajenos por completo a aquello en un restaurante de Bios, tío y sobrina charlaban sobre lo sucedido en los últimos años. Ya habían pasado más de tres desde que el grupo de los nueve se marchase. Fue Loren la que le dijo a su interlocutor llena de pesar.



-¡Ojalá mi hermano se ponga bien! Todos estamos pasándolo muy mal…Ayer mismo, el pobre… seguía con esos extraños delirios.



            Lance la escuchaba con simpatía y consternación, no ignoraba a qué delirios se refería su sobrina. Es más, él fue la causa de ellos. Recordaba hacía tres años, cuando ese muchacho obtuvo el libro y  comenzó a hacer esos cambios. Trató de advertirle que no lo hiciera, pero Tom había perdido la cabeza. Es lo malo del poder sin límites…que llega a cegar y a corromper al que trata de servirse de él. De modo que, temiendo un castigo para su sobrino, le suplicó al Demiurgo. Éste se apareció entregándole otro ejemplar del libro, al tiempo que le decía.



-Lo que ha de suceder, sucederá…Sin embargo de ti dependerá el destino de tu sobrino. Ya queda poco para la conclusión. Tú demostraste una gran abnegación para cumplir con tu deber en el papel que te ha tocado representar. Ahora ésta es tu recompensa…no obstante todavía te quedará un último sacrificio por hacer. Uno muy duro y doloroso, aunque hermoso a su vez y que os completará, uno que cerrará el círculo.



            Y Lance lo hizo, con ayuda de la pluma que ese ente le entregase, escribió que…



            Tom se despertó algo confuso, estaba en la habitación de invitados de palacio…¡No, un momento!, eso le recordaba a su habitación de invitados de la casa de su abuela Cooan. Pero, ¿Qué estaba haciendo él allí?... Se levantó dándose cuenta de que estaba en pijama. Se vistió y salió. Al poco se encontró con su hermana Loren que le sonrió declarando a medio camino entre divertida y algo reprobatoriamente.



-¡Anda que no has dormido! Menos mal que te has levantado ya. Alice estará a punto de venir…



            El chico suspiró aliviado, ¡claro! Quizás habían ido a casa de su abuela a través del espejo para estar más tranquilos con su familia.



-Bueno, eso espero, tengo ganas de verla…aunque no hace tanto que estuvimos juntos…

-¿Qué no hace tanto?- Se sorprendió la chica mirándole extrañada.-

-Desde ayer, ¡boba! –Replicó él divertido para preguntar.- Por cierto, me gustaría saber dónde estabas. ¿Tenías otra exposición de esas tuyas en París?...

-¡Qué gracioso eres! – Contestó la aludida sacándole la lengua para afirmar.- ¡Menuda exposición tuve ayer en mi clase! En fin, prepárate que nuestra amiga estará a punto de llegar.

-Sí, no conviene que mi futura esposa me vea tan desaliñado.- Convino afablemente él.-



            Aunque no esperaba que su hermana se echara a reír. Moviendo la cabeza, Loren apenas si pudo replicar aunque más perpleja que otra cosa.



-¡Desde luego! ¿No vas a dejar eso nunca?... Más vale que no le digas eso a ella… ¡ni en broma!



            Tom la miró divertido. Al parecer su hermanita sí que tenía ganas de bromear. Sonrió a su vez declarando con total convencimiento, a fin de seguirle el juego.



-Entonces no te invitaremos a la boda dentro de tres semanas…

-¿Qué boda? ¿Qué estás diciendo?- Le inquirió Loren entre divertida a su vez y atónita, pensando que su hermano trataba de tomarla el pelo de alguna manera.- ¡Anda ya!…

-Cuando Alice venga ya te lo dirá.- Pudo decir él por toda respuesta para querer saber.- Por cierto. ¿Dónde están papá y mamá?...

-¿Qué dónde están?... ¡Oye Tom!, en serio.- Le pidió ella, en esta ocasión sin reírse.- ¿Qué te pasa? ¿Estás tratando de reírte de mí?...

-Podría ser.- Dijo él aunque en esta ocasión no le daba la impresión de que su hermana pequeña estuviera bromeando, pese a todo mantuvo su gesto risueño y le propuso.- Pues prueba, dímelo si no te importa…

-Sabes de sobra que están en Bios. Tenían que trabajar. Anda, parece que oigo a la abuela. Tengo que ayudarla a guardar las bolsas con las compras…



            Efectivamente era Cooan que estaba llamándoles a ambos. Pero no se trataba de las bolsas. El espejo de su dormitorio estaba brillando y eso significaba que alguien venía. Para alegría de todos vieron que se trataba de la princesa de la Luna…



-¡Hola!  -La saludaron a coro nada más atravesó la pulida superficie.-



Ciertamente Alice no esperaba aquella bienvenida. Cuando cruzó por el espejo saludó a Cooan y a Loren que ya habían regresado de hacer unas compras. Tom la recibió también, sonriente y amable, a buen seguro que sus escritos habrían funcionado y su prometida debía de haberse olvidado de esa embarazosa situación en la que le sorprendió junto a la reina. O sencillamente lo habría tomado como una pesadilla, de modo que no mencionó nada sobre la noche anterior, queriendo seguir con esa chanza al afirmar con ironía.



-Me alegro de verte otra vez. Te hemos echado mucho de menos.

-Gracias.- Convino la joven con una cortés inclinación de cabeza.- Lo mismo digo.

-¿Vienes a visitarnos?- Quiso saber la esperanzada Loren, añadiendo.- ¡Ya es casualidad que nosotros hayamos venido a pasar unos días con la abuela Cooan!

-No, ya me gustaría.- Repuso Alice declarando.- Vine por aquí para llegar antes a la Tierra y saludar a vuestra abuela. Voy a felicitar a la reina Serenity por el nacimiento de su hija.

-Pero no tendrás que marcharte inmediatamente, seguro que puedes al menos cenar con nosotros.- Le pidió Cooan.-



            La joven esbozó una sonrisa de circunstancias. Realmente tampoco tenía un horario que cumplir ni ningún protocolo. Pero se sentía algo incómoda. No quería molestar. Y todavía no había tenido ocasión de hablar con Tom. Asintió deseando agradar a esa anciana que tan amable había sido siempre con ella. Loren, visiblemente contenta, se ofreció a ayudar a su abuela. Lo mismo hizo su hermano, que,…una vez quedaron a solas por un instante, escuchó a la princesa decirle con tinte apurado en tanto su hermana y su abuela retornaban con unos platos y unos vasos…



-Siento haberte juzgado mal. Tu hermana me aclaró lo sucedido. Sé que trataste de ayudarme. Y que fue Granate quién te encargó aquello.

-¿De qué hablas, cariño? - Preguntó él con tono animado.-



            Las mujeres se miraron con sorpresa, Alice incluso con envaramiento. ¿A qué venía el llamarla así? Apenas pudo decir con un tono conciliador.



-Escucha Tom. Siempre serás un buen amigo. Pero no puedo pensar en ti de otra forma. Ya te lo dije. ¿Lo comprendes, verdad?

-Pero ¿qué dices? – Exclamó él ahora con un semblante desconcertado para añadir para mayor asombro de sus interlocutoras.- Si vamos a casarnos. ¡Anda, déjate de tonterías y díselo a la boba de mi hermana!

-Lleva con eso toda la tarde. Creí que era una broma que me estaba gastando.- Terció la avergonzada Loren.-

-Mira…Tom…- Replicó la princesa con tono de prevención e incluso malestar.- Esto no tiene ninguna gracia. Yo había venido con la esperanza de aclarar lo sucedido hace meses. Tu hermana me explicó que hiciste lo que Granate te pidió. Y yo te lo agradezco, pero...por favor...Esto no es agradable.

-Hijo, por favor.- Terció Cooan observando al muchacho con preocupación.- Alice es nuestra invitada, ha venido a vernos. No debes decir esas cosas…

-Pero…es que vosotras no lo entendéis.- Pudo replicar él.- ¡Esto no sucedió así!…



            El joven miraba a los perplejos rostros de sus contertulias y se sentía cada vez más desconcertado. ¡Eso no podía ser! Estaba claro ahora que ellas no fingían, ni estaban tratando de gastarle ninguna broma. No entendía que demonios estaba sucediendo. Salvo, claro está… ¡No!, pero eso era imposible. Él tenía el libro. ¡Eso es!, se lo iba a demostrar…



-Esperad y veréis.- Pudo replicar yendo a todo correr a su habitación.-



            Las mujeres se le quedaron mirando sin comprender nada. Alice fue la primera que pudo decir.



-¿Qué le pasa? ¿Se encuentra bien?...

-No tengo ni idea.- Contestó Loren.- Pero lleva diciendo cosas raras desde que se despertó de la siesta. Como te he dicho antes. Al principio creía que me estaba tomando el pelo. Hablando de vuestra boda.

-¿Pero qué boda?... –Se sorprendió Cooan que, muy asustada, declaró para espanto de las dos chicas.- ¡Oh, Dios Mío! Espero que no le ocurra como a su abuelo. Quizás tenga alguna enfermedad hereditaria en la cabeza. El pobre Tom pasó por eso. Hablaba sin sentido, o de cosas que habían sucedido hacía treinta o cuarenta años como si estuvieran pasando ahora. ¡Por Dios! Tenemos que avisar a mi hija y a Michael.

-Si queréis llamo a mis padres y que mi madre vaya a buscar a Idina.- Se ofreció Alice que ahora estaba demudada por la preocupación.-



            Justo entonces volvió Tom. Llevaba un grueso tomo de color burdeos bajo el brazo. Y casi con la voz entrecortada se dirigió a sus alarmadas interlocutoras.



-Mirad, éste es el libro. ¡El libro de los Días! Aquí vienen todas nuestras vidas. Todo lo que ha ocurrido y lo que sucederá… Y no solo eso. ¡Yo puedo escribir lo que quiera en él! Y está escrito, tú serás mi mujer… léelo tú misma si no me crees.



            Y le ofreció aquel grueso volumen a su perpleja oyente. La princesa le miraba como si estuviera loco, apenas se atrevía a despegar los labios, pero finalmente, urgida por la expresión del chico, abrió ese volumen y leyó…



-¿Lo ves?- Exclamaba Tom eufórico, indicándole.- Busca al final, busca… Ya verás a tu querido Granate y al resto…Están en su viaje, ¡A los infiernos! ¡Ja, ja, ja!…es un relato muy entretenido y se las están apañando muy bien. Hasta les he ayudado.

           

            Tanto Cooan como Loren le miraban presas del temor y el asombro. ¡No entendían nada de lo que ese pobre chico estaba casi balbuciendo! Entre tanto, Alice leía aquello y con los ojos abiertos como platos y el rostro demudado, miraba a su contertulio una y otra vez, finalmente musitó con patente desconcierto, leyendo algo que ponía en una de las páginas…



-La enciclopedia del saber esotérico, de la A…hasta la Z…no entiendo… ¿Qué se supone que hay escrito aquí sobre nosotros?



            Ahora fue Tom quién demudó la expresión...



-¿Qué?- Exclamó arrebatándole el libro y ojeándolo como un poseso en tanto le decía.- Dame eso… ¡no trates de engañarme!…



            Pero para su horror era exactamente lo que ponía. Ese libro era un mero tomo de la enciclopedia de ciencias ocultas que había pertenecido a su abuelo. De todas maneras se resistía a creer eso…



-No, esto no puede ser… no... Es el Demiurgo, ese tipo me está poniendo a prueba… Eso es...- Se decía a media voz para empezar a reírse con un susurro histriónico.- ¡Ja, ja!, eso debe ser…

-¿Quién es ese?- Intervino Loren con gesto anonadado.- ¿De qué hablas?

-Hijo, cálmate por favor. Mira, siéntate y nos explicas esto con tranquilidad. ¿Vale?- Le pidió su abuela con visible temor e inquietud.-



            Justo entonces llegó Lance. Se aproximó saludando cordialmente al resto, pero su sobrino le miró iracundo y le señaló espetándole con odio.



-¡Has sido tú! ¡Tú lo has cambiado todo!



            El atónito recién llegado miró al resto que le devolvió la misma expresión. Fue Cooan la que le susurró muy asustada a su hijo.



-No sé lo que le pasa, pero tengo miedo de que sean síntomas de la enfermedad que mató a tu padre. Lance, por favor, avisa a un médico.

-¡No…no vais a avisar a nadie! - Aulló el descontrolado chico lanzándose contra su tío.- Tú eres el culpable, ¡tú me lo has quitado todo! No sé como pero me lo vas a devolver…



            Aunque antes de poder tocarle sintió un golpe en el estómago que le cortó casi la respiración. Apenas sí pudo incorporarse y suspirar.



-¿Por qué?...

- Ya basta.- Le pidió Alice con pesar.-

-No, no podrás conmigo, sabes que soy más fuerte que tú. Hasta cuando hicimos el amor, te convertiste en súper guerrera pero de nada te sirvió…



            Cooan se llevó las manos a la boca, Loren tampoco sabía a dónde mirar. Estaba claro que su pobre hermano desvariaba. Alice encajó aquello con visible malestar y enojo. ¿Cómo se atrevía a decir semejante disparate? Sin embargo, en atención a sus anfitriones se controló. Y asimismo estaba claro que ese pobre chico no sabía lo que decía. No obstante, cuando Tom trató de agarrar a su tío ella se interpuso sujetándole las muñecas con ambas manos. El atónito muchacho no podía ni moverse. Esa joven tenía una fuerza terrible, y ni tan siquiera tuvo que transformarse en súper guerrera.



-Déjalo ya o me veré obligada a hacerte daño.- Le pidió de nuevo la princesa, tratando de reunir toda la paciencia que pudo.- Por favor…



            Le soltó pero el ahora desquiciado chico trató de apartarla para agredir a su tío sin dejar de gritar.



-¡Todo esto es culpa tuya, maldito bastardo, tuya y de esa zorra de la princesita de Marte! Se lo advertí. Pero ya me ocuparé de ella. Primero me encargaré de ti…



Eso fue la gota que colmó el vaso de la ya precaria paciencia de Alice. Reaccionó propinándole a Tom un puñetazo en la cara que lo derribó. Eso sí, con una potencia muy atenuada. Pese a ello su oponente cayó al suelo inconsciente. La asustada Cooan se arrodilló preocupándose por su estado. Sin embargo, la princesa de la Luna Nueva se apresuró a tranquilizarla en tanto se disculpaba, llena de consternación.



-Lo siento muchísimo, no quise tener que recurrir a esto. Te pido perdón. Pero no te preocupes Connie. Solamente le he dejado sin sentido. Despertará en poco rato, algo dolorido, pero se le pasará.

-No hija, no pasa nada, lo entiendo.- Sollozó la abuela del muchacho de rodillas y acunando a éste en su regazo.- Hiciste lo que debías.

-Será mejor llamar a una ambulancia.- Dijo Loren, igualmente preocupada.-

-Gracias princesa.- Asintió Lance, afirmando con pesar. -Sí, hay que llamar a un médico, este chico precisa de ayuda profesional.

-¡Dios mío! ¿Qué les vamos a decir a papá y mamá? - Pudo balbucear Loren entre sollozos agachándose junto a su abuela al lado de su exánime hermano.-



            Entre tanto Alice miraba al suelo con los ojos llenos de lágrimas. Sentía todo aquello en lo más profundo de su alma. Pese a no quererlo en absoluto había tenido que golpear a ese pobre trastornado delante de su familia. ¡La que durante años la acogiera como si de una más de ellos se tratase! Lloraba sin poderlo evitar. No podía soportar ver el sufrimiento en las caras de Loren y de Connie. Sin embargo, fue Lance quién, sujetándola suavemente por ambos brazos a la altura de los hombros, le aseguró con amabilidad.



-No es culpa tuya. No debes sentirte mal. Al contrario, me has salvado a mí de recibir algún golpe. Y créeme. Sobre todo le has salvado a él de cosas mucho peores. Ahora podremos ayudarle.



            La joven asintió despacio, aunque solamente pudo musitar.



-Lo lamento muchísimo…será mejor que me vaya…

-Sí, eso será lo mejor.- Convino su interlocutor dedicándole una amable sonrisa, para añadir.- Ten fe… aquel a quien amas regresará algún día…

-Gracias, Lance.- Pudo decir la emocionada muchacha que se abrazó a Cooan y a Loren, después regresó por su espejo, debía contarles lo sucedido a sus padres.- Adiós y mucha suerte…



            Ahora tío y sobrina se miraban sin hablar, sentados a la mesa del restaurante.



-Fue terrible,- suspiró Loren recordando aquello ahora durante la cena. - Menos mal que pudimos ingresarle de urgencias. Y por fortuna le trataron a tiempo. Con esa medicación que la propia princesa Mercurio nos facilitó. También la princesa Marte se preocupó mucho por Tom.

-Sí, en cuanto Neherenia se enteró por su hija de lo sucedido, no tardó en ponerse en contacto con Serenity.- Agregó Lance que ahora, más animadamente, sujetó con afecto una de las manos de su sobrina y le dijo.- Y tengo noticias para ti, cariño…Seguro que a tus padres, a mi madre y a ti os alegrarán…

-¿De qué se trata, tío?- Quiso saber la joven.-

-Hace poco contacté con Giaal Ginga. Ya sabes, el famoso médico que vive en Nature. Es el padre de Alex que es el novio de Maray.- Le aclaró a la chica para añadir.- Pues entre él y la princesa Mercurio han estado trabajando en este tipo de enfermedades. Tu hermano realmente tenía una extraña afección neuronal que le hacía salirse de los límites de la realidad. Como una especie de paranoia esquizoide. Ya de pequeño tuvo un retraso cognitivo. Por eso le costaba tanto al pobre aprender…aquello bien pudo ser uno de sus primeros síntomas.

-Sí, lo recuerdo. Estaba acomplejado por ello.- Suspiró Loren realmente compadecida.- Y eso de salirse de la realidad. ¡Imagínate! Hoy mismo decía que él llegó a ser un cantante famoso. Que hacía giras y que curaba a la gente. La pobre mamá tenía que sonreírle diciéndole lo maravilloso que era…luego al salir de la habitación se echó a llorar. No podía dejar de repetir que mi hermano le recordaba mucho a mi pobre abuelo. ¡Lo han pasado muy mal, tanto ella como papá!- Remachó la muchacha sin poder evitar las lágrimas.-



            Lance bajó la mirada apesadumbrado. ¡Ojalá hubiese podido ahorrarle ese sufrimiento a  su pobre hermana!, a su sobrina y a los demás. Sin embargo, hizo un trato con el Demiurgo. A cambio de indulgencia para su sobrino. Éste debería purgar sus culpas de ese modo. Aquello inevitablemente traería dolor al resto de la familia, pero era un mal menor. No ignoraba que, de no haber pedido esa clemencia, el final de Tom habría sido muchísimo peor. Aunque ahora pudo sonreír de nuevo y desvelar a su interlocutora con alegría en su expresión.



-Pues, con un poco de suerte, todo podrá irse arreglando. Tras años de estudios han desarrollado una medicina que, junto a una operación con láser, podría hacer que Tom se recuperase. No te digo que vaya a quedar como un genio, pero podrá tener una vida normal…-Sentenció su tío.-



            La muchacha sonrió de forma luminosa al oír aquello y no pudo evitar ponerse a llorar muy emocionada.



-¿Lo dices de verdad?...Por favor, ¡qué sea cierto, tío!

-Sí, tesoro, lo es. Te aseguro que es verdad…



            La emocionada muchacha incluso se levantó abrazándose a su interlocutor. Los dos se miraron muy intensamente, al fin Lance sonrió de forma algo nerviosa rompiendo ese momento. Tras aquello terminaron la cena y charlaron un poco más. Ella le contó sus proyectos, estaba terminando ya la academia y deseosa de estudiar bellas artes. Al menos podría pintar y dar clases de lo que siempre fue su vocación.



-No quiero ser famosa, como mi pobre hermano decía. Nunca he querido eso. Solamente deseo disfrutar de lo que me gusta y enseñar a la gente a pintar.- Declaró la joven.-

-Claro que sí, cielo. Y ¿sabes una cosa? Estoy convencido de que así será.- Asintió su contertulio para preguntar, tratando de variar el tema.- ¿Y qué tal andas de lo demás?...

-¿Lo demás?- Repitió la muchacha sin comprender.-

-Sí, ¿tienes algún chico en mente?- Inquirió su interlocutor con un tono que delataba su interés.-



            La joven le devolvió una mirada sorprendida, casi enrojeció y se apresuró a negar con la cabeza de modo muy marcado.



-No, los que conozco son demasiado inmaduros. Me gustaría…bueno, prefiero a alguien más mayor…- Musitó sin atreverse a mirar a su tío a los ojos.-

-Entiendo.- Sonrió él afirmando con afectuoso tinte en su voz.- Seguro que algún día conocerás a alguien así…



            Y tras aquello Lance acompañó a  su sobrina a casa….caminando despacio por las calles de Vitae, con muy poca gente a esas horas.



-Mis padres habrán vuelto ya. Creo que se quedaban con Tom hasta el final del horario de visitas. Tengo muchas ganas de que les cuentes lo que me has dicho.- Decía joven.-

-Sí. Yo deseo decírselo también.- Sonrió su interlocutor, tomando a la muchacha de la mano.- Se alegrarán, solamente deseo que sean felices. Lo merecen.



            La chica sonrió. Aquello le recordaba a Loren las veces en las que, de niña, él la había llevado a pasear y le compraba alguna cosa. Siempre fue muy cariñoso con ella y la animó a pintar. Aunque ahora notaba algo distinto, no podía evitar sentir un cosquilleo en el estómago. Únicamente esperaba que la cena le hubiera sentado bien. De hecho miraba a Lance a la luz de las farolas y no podía evitar ruborizarse. Su tío era un hombre atractivo y se conservaba muy bien aunque fuese mayor. Ya iba teniendo esas canas que eran distintivas de los varones Rodney y que les daban aquel aire tan interesante y misterioso. Casi sin darse cuenta estaban ya a la puerta de casa. Lance llamó enseguida.



-Bueno, - declaró él despidiéndose.- Se ha hecho tarde…

-Pero tienes que contarles a mis padres lo que me has dicho.- Le recordó la joven.-

-Prefiero que lo hagas tú. Seguro que les alegrará todavía más viniendo de tus labios.- Sonrió él que parecía nervioso.-

-Mis labios.- Suspiró la chica, que se puso algo de puntillas para despedir a su tío.- Hasta mañana.- Le deseó rozando los de él con un beso.-



            Lance se quedó aturdido, no supo que decir, aunque su sobrina le miraba de aquella forma…tan extraña, con su rostro a pocos centímetros del suyo…Entonces esa especie de embrujo se rompió. Era Idina que había abierto la puerta. Enseguida, tanto Loren como su tío la vieron, separándose de inmediato.



-Ya era hora de que volvierais.- Les saludó con lo que parecía un tono entre admonitorio y preocupado.-

-Perdóname hermanita, fue culpa mía, se nos fue el tiempo charlando durante la cena.- Repuso rápidamente él.-

-Sí mamá.- Pero es que el tío Lance me ha dicho algo estupendo. ¡Es una gran noticia! – Exclamó Loren.-



            Su tío la observaba sorprendido. Era como si no hubiera sucedido nada, esa chica volvía a ser aquella niña entusiasta que siempre había conocido. Quizás interpretó mal su despedida. Desde luego los dos se querían mucho y en esos años habían llegado a intimar bastante. Algunas veces incluso demasiado para lo que sería recomendable. Él jamás se había sentido así con ninguna otra…persona, quizás lo más cercano fue cuando estuvo a un tris de salir con Neherenia. Decidió que lo mejor era marcharse…de modo que comentó.



-Es algo que Loren te puede contar, yo tengo que irme.

-¿No quieres pasar un momento?- Le propuso amablemente su hermana, extrañada por tanta prisa.-

-No, gracias…será mejor que las dos pequeñajas durmáis bien.- Sonrió él ahora de forma más amplia.- Buenas noches

-Buenas noches.- Sonrió Idina.-

-Hasta mañana, tío Lance.- Añadió Loren con voz queda.-



Él se giró alejándose de allí, antes pudo escuchar a su hermana preguntar a Loren con tono expectante, en tanto las dos se metían en la casa.



-A ver hija, cuéntame. ¿Cuál es esa gran noticia?...



 Lance continuó caminando ya de noche por las calles de Bios, en un lugar vacío, a la luz de las difusas farolas, se detuvo, miró hacia arriba y solamente musitó.



-Gracias por permitirme hacer que esta parte de la historia termine así…Pero, por favor…no hagas eso que estoy pensando… a estas alturas ya creo intuir tu forma de actuar. Y opino que mi familia ya ha pasado por bastante. ¿No te parece, Demiurgo?...



            Entonces y a modo de réplica pudo ver algo que le sorprendió. Ante sus ojos se abrió una especie de ventana. Ahí estaba Tom. El muchacho dormía ahora y su tío podía ser testigo de la naturaleza del sueño que tenía.



-¿Dónde estoy?- Se decía el chico que caminaba por una blanca extensión de terreno.-

-Andrew.- Escuchó una voz llena de afecto.-

-¿Quién eres?- Quiso saber el aludido.-



            Aunque enseguida lo vio, era un hombre, algo más bajo que él, de cabello moreno y penetrantes ojos azules, le sonreía enfundado en una blanca túnica.



-Me alegra verte, hijo…-Fueron las siguientes palabras de aquel individuo.-

-¡Abuelo! ¿Eres tú?- Inquirió el joven.- ¿Estoy muerto?

-No.- Le sonrió su interlocutor.- No lo estás, sólo duermes. De este modo se me permite verte y hablarte.

-Lo siento mucho, lamento de veras todo lo que hice. Ahora que he empezado a comprender.- Sollozó el chico bajando la cabeza.-

-Andrew.- Le dijo cariñosamente su abuelo, quién era el único que solía llamarle así, para distinguirse de su común nombre.- Lo que hiciste no estuvo nada bien, no puedo decirte otra cosa. Pero era algo que debía de ocurrir. Tampoco fueron tus propios deseos por sí solos los que obraron todo eso.

-Eso no lo sé. Pero hice un trato con el Demiurgo y ahora supongo que él se cobrará su parte.- Musitó apenado su contertulio.-



            Sin embargo, su abuelo negó con un leve movimiento de cabeza y replicó con tono más optimista.



-No temas por eso. Tú cumpliste con tu parte, y lo hiciste a la perfección. El Demiurgo ya tuvo lo que deseaba de ti. Al igual que lo obtuvo de mí. También yo, en su día, hice un pacto con él. Se lo debía. Tuvo a bien concederme el amor de tu abuela, darme tres maravillosos hijos y tres estupendos nietos. Quizás porque aquello servía a sus planes. En cualquier caso, lo supe cuando tu tío Lance me mostró el Libro. Comprendí la historia, y acepté lo que me deparaba. Ahora hijo, estamos escribiendo algunas de sus páginas más hermosas. Tú has ayudado a hacerlo y seguirás colaborando, en beneficio de todos.



            Tommy llenó los ojos de lágrimas. Apenas pudo balbucear.



-Solamente quería que todos fueran felices, ¡quería ser amado! - Sollozó añadiendo lleno de arrepentimiento y pesar.- Ser alguien tan bueno como tú, o los demás.

-Y lo has sido, hijo.- Le aseguró su contertulio.- ¡Y lo serás!…tendrás el premio a tu sacrificio. Sólo sé paciente. Recupérate. Pero escúchame ahora. Mi tiempo se acaba. Deberás ser el apoyo de tus padres. Lo necesitarán. Siempre hay recompensa para quienes la merecen. Y tú lo has hecho. Sin embargo, deberás mantener la unión de la familia porque se avecinan momentos duros.

-Haré lo que pueda, abuelo. Intentaré no avergonzaros nunca más.- Le prometió el chico apresurándose a añadir.- Y sobre todo no decepcionarte a ti.

-No me has decepcionado.- Sonrió Tom para remachar.- Dales a tus padres, a tu hermana y a tus tíos y prima, todo el amor que ya no puedo entregarles yo. Al menos no todavía. Y sobre todo a Loren y a Lance,…ellos tendrán un papel fundamental, aunque muy doloroso, que representar. Y deberá ser así por el propio destino de todos.



            Su nieto le miró sin comprender, aunque Tom  ya se desvanecía, sin dejar de sonreír. Para sentenciar a modo de palabras finales.



-Ante todo, y aunque en un principio ella no podrá entenderlo, dile a tu madre que ame y perdone a los suyos…que recuerde como siempre os he querido a todos. Y apóyate en tu abuela Connie, ella sí lo comprenderá. Debo irme ya, adiós hijo, cuídate mucho y vela por nuestros seres queridos…

-Te lo prometo. Adiós abuelo, te quiero.- Pudo balbucir él.- Siempre…siempre quise parecerme a ti.



            Pero ya no había nadie allí, el chico abrió los ojos, llenos de lágrimas, se encontraba en la cama de su habitación, en el centro de salud mental. Al día siguiente tendría lugar esa operación. Estaba más que dispuesto pese a que sabía que podría haber algún riesgo. Pero eso no le importaba ya. Solamente deseaba volver con los suyos, ser perdonado y aceptado. Tras pensar en eso, y confortado por las palabras de su abuelo, pudo conciliar el sueño al fin. Por su parte, al desvanecerse esa visión, Lance también dejó escapar algunas lágrimas…apenas si fue capaz de susurrar.



-¡Gracias, Demiurgo!, gracias por dejarme ver a mi padre otra vez. Y gracias por tener compasión de mi sobrino. Ya te he devuelto el Libro. Ahora estoy dispuesto…para cumplir lo que sea que desees de mí…hasta el final.



            Y prosiguió su camino perdiéndose entre la penumbra de la débil iluminación…entre tanto, una negra figura, sujetando aquel enorme libro le observaba alejarse y sentenciaba.



-Sí, todo está próximo a terminar. Disfrutad de lo que os queda…es algo que os habéis ganado en verdad. Pero lamentándolo mucho hay cosas que deben suceder…te lo dije, el círculo debe cerrarse y sólo vuestro sacrificio lo hará posible.



            Y abrió el libro observando, diríase que con pesar, cuan pocas páginas le quedaban para llegar al final de la historia y lo que todavía habría de acontecer.

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