martes, 8 de marzo de 2011

GWT 47.199. Lucifer, el príncipe de las tinieblas, revela el Gran Secreto


Tras trasponer aquella puerta al fin se hallaron en la última etapa de su viaje. Una vez estuvieron en ese nuevo círculo Maray recobró su aspecto normal. A partir de ese momento todos sintieron un gran peso que les agobiaba, como si algo les lastrara el alma. Ninguno quiso pronunciar palabra, pero sentían que tenían muy cerca la presencia del Príncipe de las Tinieblas. Entre tanto avanzaban por un angosto y tenebroso corredor. Minara por fin rompió ese espeso silencio para preguntarse en voz alta, con voz trémula.



-¿Qué nos encontraremos aquí? Siento miedo, un miedo muy extraño, reverencial, que me desborda por todos los poros de mí ser...

- Sí, te comprendo muy bien.- Asintió Granate atragantándose con las palabras cuando trataba de añadir. - A mí me ocurre lo mismo...

-No es nada parecido a los demás círculos. En los anteriores llegué a sentir miedo muchas veces, pero cuando algo o alguien aparecía. Ahora sin embargo, es como si todo mi ser estuviera desbordado por una sensación de pánico.- Admitió Alusa, lejos de su tono sarcástico habitual.-

- A todos nos ocurre,- intervino Asthel  comentándoles. - Es similar a lo yo sentí cuando vi a Azrael con su verdadero aspecto....

-¿Qué le dirás a Lucifer, Asthel? ¿Llevas pensado algo, verdad? - Le preguntó Alusa en la esperanza de que así fuera. -

- ¿O acaso harás lo mismo que Maray? ¿También tú desplegarás ese inmenso poder?- Intervino Granate con manifiesta curiosidad. -



Sin embargo, Asthel negó con la cabeza y contestó.



- Es algo distinto y lo cierto es que no tengo idea de que se trata. Sólo sé que lo que deba decirle se lo diré cuando llegue el momento.

- Espero que el mensaje sea importante para él,- terció Brian con preocupación y una buena dosis de temor, al sentenciar. - No me gustaría que le decepcionásemos, por nuestro bien.

- En cierto modo, tengo la impresión de que él ya lo sabe. Desde que penetramos en el infierno hemos estados en sus dominios. Y él conoce todo cuando acontece en este lugar.- Le confesó Asthel a su primo y  al resto del grupo que reaccionó con estupor y sorpresa. -

-¿Entonces para qué estamos aquí? - Inquirió Mimet sin comprender nada. -

- Seguramente es algo que debíamos hacer.- Aventuró Minara, con voz temblorosa, dirigiéndose a Asthel esperando una confirmación al preguntarle tímidamente. - ¿Verdad?



            Él asintió, pensaba de la misma forma. Por alguna extraña razón todo debía ser de este modo, aunque no llegaba a comprender la necesidad de esta misión. ¿Acaso en una crisis como ésta el propio Creador no podría decírselo directamente a Lucifer? ¿A pesar de que fueran opuestos y se odiasen de forma infinita? Esto era la mayor amenaza que podría darse, ambos tendrían que cooperar. Y por si fuera poco otra cosa le preocupaba al muchacho. ¿En qué podría ayudarle el Príncipe de las Tinieblas al Creador si éste era ya omnipotente?



-Tengo una sospecha muy inquietante, del motivo por el que todo esto ha debido de ser así.- meditaba.- De la verdadera naturaleza de esta misión.



Y es que ahora, presto casi ya a culminarla, paradójicamente comenzaba a dudar de ella. De algo de lo que había estado bien seguro casi desde el momento de su nacimiento. Había renunciado a muchas cosas, al amor de su familia, a su novia Madeleine, ¡a un futuro junto a sus seres queridos! Y no solamente él, también sus compañeros en esta aventura. ¡Ojalá que eso hubiera estado justificado! Con todo su ser deseaba que hubiera merecido la pena. Enseguida lo sabrían. Entonces, una exclamación de su hermana le sacó de sus pensamientos.



-¡Fijaos en esto!,- intervino la asombrada Maray llamando la atención de todos -¡Es increíble!

- No, no puedo creerlo. – Musitó Granate abriendo los ojos como platos. -



            Los demás tenían idéntica expresión. Habían salido del largo corredor y ante ellos apareció una vastísima extensión, a su alrededor pudieron ver cosas que les dejaron auténticamente asombrados.



-¡Jamás vi algo como esto!- Admitió a su vez Diaval, pasándole un confortador brazo sobre los hombros a Fiora, igualmente asombrada.-



Ante ellos se extendía un páramo desolado. Vieron siluetas de enormes gigantes tumbadas a ambos lados del camino. No se movían pero eran realmente inmensos. Aquella extensión de terreno además no era de arena, ni tenía ningún tipo de vegetación. Lo único que se veía era  una imponente sucesión de suelo empedrado que se alejaba hacia el horizonte, iluminado por un destello rojizo.



-Así que éste es el noveno círculo.- Dijo Alusa observando en derredor.-

- No me lo imaginaba  así. - Añadió su hermana.-

-Yo hace tiempo que dejé de pensar en cómo sería este sitio.- Pudo agregar Granate.-

-Aunque esto es cada vez más extraño.- Declaró Maray observando a aquellos enormes seres.-

-¿Quiénes son esos tipos? -Quiso saber Brian, que le pasaba un brazo por la cintura a su novia.-

-Son los gigantes.- Repuso una sobrecogida Mimet, explicando al asombrado grupo.- Quienes quizás se cree que simbolizan el orgullo y otros defectos espirituales que se esconden detrás de los actos de traición. Pues en éste círculo se supone que sufren castigo los traidores.

-¿Qué hacemos ahora?- Preguntó Fiora tan impresionada como los demás por aquellas palabras.-

-Pues supongo que seguir caminando. Ya encontraremos algo.- Replicó Diaval.-

- Hay cuatro rondas o distintos tipos de traidores aquí.- Les ilustró Mimet.- No sé en cual estaremos ahora.



            Aunque le bastó mirar a un lado del camino donde aparecieron unos enormes bloques de hielo con multitud de individuos dentro. La joven entonces, pudo musitar con tono sobrecogido.



-La primera ronda. Los traidores a sus familiares, sumergidos en el hielo hasta la cara. Esta es la ronda Caína, por Caín que mató a su hermano Abel, al menos eso escribía Dante…



            Nadie opuso nada a eso. El grupo prosiguió la marcha. Pese a todo el lugar no era desagradable, simplemente, más allá de aquello que vieron, estaba vacío. No percibían absolutamente nada. Continuaron andando, eso sí, con una sensación de pesadez cada vez mayor. Al cabo de un buen rato una gran forma se adivinaba en la lejanía.



-¿Qué será eso?- Se preguntó Mimet en voz alta.-

-Vamos a averiguarlo.- Respondió Maray con tono decidido.-



            Asthel observaba esa creciente silueta de algo que, conforme avanzaban iba pareciendo más una especie de gran construcción. El muchacho recordaba ahora uno de sus últimos viajes antes de acometer esta misión. Se trasladó al Cielo. Allí pudo encontrarse con el gran Mago que guardaba las puertas. Aquel que ayudara a sus abuelos y el resto de la primera generación en el cumplimiento de su objetivo. El mismo que guiase al alter ego de su padre, cuando viajó al pasado para cambiar el terrible destino que le aguardaba a la Tierra. Ahora, ese anciano venerable, salía a su encuentro en medio de ese entorno inmaculado.



-Celebro ver que tus pasos te han traído aquí al fin, Mensajero.- Le saludó aquel mago.-

-Tú eres Landar. ¿Verdad?- Preguntó el muchacho simplemente para confirmar el dato.-

-Así es. Tengo muchos nombres en realidad, pero tus abuelos y el resto de sus compañeros me conocieron por ese.

-He venido a ti para que me digas qué deberé hacer si finalmente llego al culmen de mi tarea. Cuando me halle ante su presencia.- Le explicó su interlocutor.-



            Sin embargo, el mago movió la cabeza con suavidad para replicar.



-No puedo ayudarte en eso. Puesto que lo que tengas que decir lo sabrás cuando llegue el momento.

-Entonces. Quizás puedas responderme a otra pregunta.- Le pidió el chico, que enseguida comentó.- Por lo que he podido consultar en el Libro tengo una poderosísima aliada al margen de los componentes de mi grupo. ¿No es así?

-Así es. - Sonrió esta vez Landar, apoyándose en un largo báculo de madera, surgido de ninguna parte en tanto añadía.- Y tú sabes perfectamente quién es…

-Sé que siempre ha velado por todos nosotros, desde tiempos de mis abuelos.- Admitió el joven que, no obstante agregó.- Y se lo dije. Todavía no ha desplegado todo su poder…

-Cuando llegue el momento preciso, no dudes en que lo hará, Mensajero.- Afirmó el anciano.-

- Y llegaremos al final. - Musitó el interpelado con tristeza en la voz.-



            Pero ahora el mago sonrió, y observándole diríase que hasta con simpatía y afecto, sentenció.



-A veces un final puede ser un nuevo principio, joven amigo…



            Asthel asintió despacio, comenzaba a comprender.  Ya no tenía nada más que preguntar. Debía aprestarse a cumplir con su misión. Así lo afirmó.



-Entonces debo ir ya. Espero volver a verte.

-Lo harás. - Le aseguró su contertulio agregando.- Y cuando la Trascendencia llegue allí estaré junto a ti.



            El chico se despidió entonces. Sabiendo que todo estaba ya dispuesto. Ahora se encontraba por fin casi a un paso de llegar a su meta. En tanto él y los demás se acercaban a aquella mole que parecía hecha de mármol, aunque éste estaba agrietado, como si el peso de innumerables siglos hubiera caído sobre él. No obstante, esa especie de templete de estilo griego que veían era imponente. La palabra que mejor podría definirlo era gigantesco…



-Pero ¿Qué es esto?- Se preguntó en voz alta Diaval con una expresión de asombro en su rostro.-

-El final de nuestro camino.- Le respondió Asthel.-



            Los demás guardaron silencio. Había una colosal puerta que, pese a su gran tamaño no les preocupó dado que estaba entreabierta. Sobre ella un rótulo que rezaba… Antenora



-La segunda subdivisión.- Les aclaró Mimet.-

-Supongo que tendremos que entrar.- Musitó Fiora que no podía evitar que un temblor la sacudiera.-



            Al resto comenzaba sucederle lo mismo, era como si sus cuerpos les estuvieran dando un aviso. Adentrarse ahí era muy peligroso. Sin embargo, a eso habían venido. Fue Asthel quién les precedió. Los otros le siguieron cuando atravesó el umbral. Anduvieron durante largo rato sin ver ni oír nada, salvo el resonar de sus pasos y el eco que estos levantaban.



-No sé qué me produce más desasosiego.- Suspiró Granate.- El encontrarme con demonios o el vagar por aquí, sin ver a nadie.

-Pues casi te diría que esto a mí al menos, me produce una sensación peor que cualquier cosa que hayamos enfrentado anteriormente.- Confesó Alusa reafirmando su impresión previa.-

-Sí, coincido contigo, Lush.- Declaró su hermana dándole la mano en tanto se lo decía.-



Y durante un rato no volvieron a hablar.  Ahora recorrían un pasillo marmóreo, flanqueado por columnas…sobre ellas otro rótulo con otro nombre inscrito.



-Y esta supongo que será la tercera… pone Ptolomea.- Leyó Granate.-



            Mimet asintió. Como el resto miraba aquello con los ojos muy abiertos y un rictus de temor. Continuaron la marcha. Finalmente éste corredor terminaba dando acceso a una estancia más grande…



-Pase lo que pase, estamos juntos.- Afirmó Brian, tratando de reunir valor para sí y sus compañeros.-



Todos asintieron y penetraron en una gran sala, la claridad era algo mayor pero en general daba una impresión de media luz. Se respiraba un ambiente de gran quietud. De hecho, no había nada, absolutamente nada que se moviese. Era como si todo estuviera congelado en el tiempo. Además de eso, más bloques de hielo cubrían por entero formas humanoides allí sepultadas por toda la eternidad.



-Y ésta es la cuarta, Judeca.- Susurró Mimet, recordando de sus lecturas.- La llamada así en honor de Judas Iscariote, dedicada a castigar a aquellos que traicionaron a sus benefactores…

-¿Cuál viene después?- Quiso saber Diaval que contemplaba tan achantado como el resto  aquellas figuras cubiertas por el hielo, dentro de esa enorme sala.-

-Ya no hay ninguna subdivisión más. - Sentenció Mimet con patente temor en su voz. Aseverando.- El próximo al que veremos, según La Divina Comedia, será al propio Satanás.



            El grupo se estremeció. Seguían avanzando sin poder hablar. Miraron a su alrededor. El escenario que les rodeaba era de una magnificencia impresionante. Unas inmensas columnas, mayores incluso que las anteriores que sugerían también un estilo griego, bastante devastadas por el paso del tiempo, se alzaban hacia una altura indeterminada, perdiéndose en una oscuridad cavernosa de la que no se veía fin. Siguieron andando sin poder pronunciar palabra. Unos enormes murales descoloridos y medio en ruinas aparecían a los lados. Grandes frisos de algo parecido a la piedra y colosales arbotantes se elevaban muy por encima de sus cabezas. Asthel iba pensativo, en su mente se agolpaban las preguntas. ¿Y ahora qué? Después de tantas fatigas y peligros, de tantas pruebas y años de preparación y enseñanzas, estaba a punto de alcanzar su objetivo. ¿Qué vendría ahora? ¿Qué debería hacer? No lo sabía. Pese a sus preguntas, sus estudios y sus dones. No obstante, tal y como Landar le dijera, confiaba en saberlo de algún modo en cuanto el Príncipe de las Tinieblas apareciera ante él. Pero, ¿y si eso no ocurría? ¿Qué podría decirle? Hasta ahora en cada uno de los círculos anteriores había sido un compañero suyo el que había encontrado la manera de superar las pruebas a las que se habían visto sometidos.  ¿Qué sucedería si, al final de todo, en el momento decisivo, era él quién fallara? Se inquietaba cada vez más por esos temores mientras, junto con el resto, trataba de avanzar. Por fin Maray pudo hablar, rompiendo el silencio del grupo.



- Parece que esto lleve aquí desde el principio de los tiempos,- dijo casi con veneración. -

- Y así es.- Le confirmó su hermano saliendo de su mutismo. - Estas columnas han estado aquí desde hace eones…desde el momento de la caída…

-¿Caída?- Inquirió Mimet sin comprender.-

-Los ángeles caídos. - Le respondió Asthel con voz queda.-

-¡Todo es  enorme! - Terció Brian admirado, mirando hacia lo alto hasta hacer que le doliese el cuello para preguntar. - ¿A quién podrían servirle para sujetar un techo estas columnas tan inmensas?

- Eso es lo que me da miedo. - Le dijo Granate. - Que sean gigantes tales que para ellos no seamos sino insectos.

- El peso que nos agobia es cada vez más grande, si sigue así no podremos continuar.- Intervino Alusa con un tono de marcado agotamiento. -

- Es verdad.- Admitió Mimet -, yo casi no puedo dar ni un paso más...





            En efecto, notaban como una enorme sensación de angustia se apropiaba cada vez más de ellos. Las piernas les temblaban y casi se negaban a obedecerles, como si una prevención natural se hubiera despertado. Algo innato que les advirtiese de un gran peligro. Esa misma sensación que ya tuvieron al entrar, ahora se incrementaba cada vez más y más. Pero sabían que su misión era trascendental y todos se esforzaban denodadamente en dar el paso siguiente. Ante ellos se seguía alzando un interminable bosque de columnas. Cruzaron una inmensa galería con restos de lo que parecían civilizaciones perdidas, objetos que estaban allí olvidados por el tiempo.



-¿Qué será todo esto? - Preguntó Brian oteando en derredor. -

-¡Oh Señor!...Son restos de otras épocas, quizá de una existencia cósmica anterior. ¡Otras humanidades, otros planos de existencia! Todo lo que queda de ellos se encuentra aquí. Estamos en Pandemónium. - Exclamó Asthel como si una especie de revelación se hubiera abierto paso en su mente. –



            Ahora fue Granate quién palideció visiblemente, las gemelas fueron las primeras en mirarle inquietas y preguntar.



-¿Qué te ocurre? ¿Estás bien?

-Sí…-pudo musitar él agregando con tono reverencial, teñido de pavor.- Pandemónium…lo recuerdo. Hace años que mi madre me lo mostró en el libro de notas que mi abuela le dejó…

-¿Qué es eso de Pandemónium?- Quiso saber Fiora, que era ahora abrazada por Diaval.-

-Según las notas de mi abuela ILaya, se trata de la capital del Infierno. Milton ya la citaba en su obra El Paraíso Perdido. Es el lugar donde moran el Príncipe de las Tinieblas y su séquito.- Le aclaró el chico con voz temblorosa.-

-Entonces Él está aquí. En alguna parte.- Pudo decir Alusa con idéntico tono de horror.-

- Será mejor que sigamos adelante sin pensar en ello.- Le susurró su hermana tomándola de la mano.-

-Pero aquí no hay nadie…-Objetó Mimet afirmando en un intento por recurrir a la lógica.- ¿Siendo una capital no debería estar muy poblada?…

-Me temo que ese tipo de razonamientos no sirven aquí.- Suspiró Brian que solo podía mirar en derredor sintiéndose tan angustiado como el resto.-



            Ahora en una gran extensión de esa enorme sala vieron edificios de una belleza y forma sin par. Algunos según Granate parecían ser como templos. Recordando incluso al de Salomón. Otros eran de diseño tan desconocido como espectacular. Enormes esculturas crisoelefantinas de hermosos ángeles con varios pares de alas se disponían en torno a ellos. Pero una vez más, ese conjunto arquitectónico estaba completamente desierto…Aunque se percataron de que, a sus pies, se dibujaba un camino rectilíneo con mosaicos en tonos blancos y negros. Similar al diseño de un tablero de ajedrez…



-Asthel… Supongo que debemos seguir esta senda.- Le comentó su hermana.-



            El interpelado asintió despacio. Por alguna razón sabía que así era.  Los demás por su parte observaban todo aquello con anonadadas expresiones de incredulidad.



- ¡Ni tan siquiera entre las más poderosas civilizaciones que visité en mis viajes de adiestramiento por el Universo vi nada igual! Es grandioso y terrible al mismo tiempo. - Susurró Diaval dominado por el asombro y el temor. -

- Lo que más sobrecoge de éste lugar es que no se escucha nada salvo los ecos de nuestros propios pasos. – Comentó Fiora. -

- Incluso los demonios de círculos avanzados temían este lugar. - Añadió Minara expresando  con los ojos su creciente ansiedad por salir de allí cuanto antes, lo mismo que les sucedía a sus compañeros. – Ahora puedo comprender por qué…

- No cabe duda de que Mimet tenía razón. Estamos en la última de las subdivisiones del Noveno Círculo. - Les comentó Granate tratando de precisar, pese al temor que le invadía tras pronunciar cada palabra. – Dentro de poco, nos encontraremos con él…





            Con sólo pensar en aquel nombre todos tenían un nudo en la garganta, pero nadie dijo nada. Ninguno deseaba nombrarlo. Era como si temiesen que el sólo eco de su nombre le invocase de inmediato ante ellos. Quizás pensaban que, por ahora, esa última etapa no era tan terrible, a fin de cuentas nada ni nadie les había salido al paso. Pero era precisamente eso lo que más miedo les inspiraba. Aquella atmósfera tan densa y extraña era peor incluso que el ataque de una horda de demonios. Todas las fibras de su ser les chillaban que se encontraban en un lugar maldito, un sitio vedado, olvidado por completo por los designios del Creador. Ahora sentían como si luchasen contra el miedo a lo absolutamente desconocido, a temores por encima de su compresión. Eso era lo que realmente les tenía casi paralizados. Aunque, aun así, continuaron su camino hasta recorrer toda esa colosal ágora.



-Esto es el símbolo de la Gloria y el esplendor perdidos…El pálido reflejo de lo que estas criaturas fueron una vez.- Musitó Asthel en medio el espeso y temeroso silencio del resto.-



            Al terminar ese trecho, esa gigantesca plaza daba acceso a un ancho pasillo y ante  ellos, al morir éste, se alzaba un colosal palacio, y en su frontal otra entrada con un enorme pórtico...junto a él, aun lado, una gigantesca estatua…entonces Mimet, con voz temblorosa, recitó un pasaje de la Divina Comedia que les hizo estremecer describiendo a aquella colosal figura de piedra…



-“Una delante y era bermeja,
las otras eran dos, que a aquella se unían
de cada hombro en el medio,
y se juntaban en el lugar de la cresta:
y la derecha parecía entre amarilla y blanca,
la izquierda a la vista era tal cuales son
los que vienen de donde el Nilo se encauza




-Es la estatua del Príncipe de las Tinieblas. - Pudo decir Granate que describiendo lo que veía, les comentó, recordando a su vez un pasaje de esa obra.- Mirad, a esa espantosa bestia con tres caras, una roja, una negra y otra de color amarillo pálido. Satanás está inmerso en el hielo hasta la cintura, llorando y babeando. Aletea como si intentase escapar, produciendo un viento que hiela todo el Cocito. Cada boca tiene un famoso traidor, con Bruto Casio en las bocas de la izquierda y derecha, respectivamente” (Divina Comedia Dante Alighieri, Infierno)



            Por fortuna para ellos no era el propio Satanás sino una simple estatua. Aun así estaban realmente sobrecogidos por la contemplación de aquello. Finalmente fueron dedicando su atención al último de sus obstáculos…



-Al fin hemos llegado. Estamos ante la última puerta. –Declaró Asthel. -

- Yo creía que ya no habría más.- Pudo decir una sorprendida Mimet. Alegando.- Esto ya no se describe en el libro de Dante.

- Pues a mí me da un horror indescriptible sólo pensar en lo que hay tras ésta.- Confesó Minara cuya voz temblaba. –

-Sí, hermana…- Convino Alusa, abrazándose a su gemela.- Me sucede lo mismo. Es como tener congelado el corazón.

-A mí también, lo reconozco,- terció Diaval que miraba con temor reverencial todo aquello clavando después sus ojos en esa nueva puerta sin poderlos apartar de ella para confesar. - Estoy asustado, casi no puedo dar ni un paso más, ni siquiera con todas mis fuerzas. Es algo que va muchísimo más allá de cualquier cosa que sintiera antes ¡Creía que el poder de los demonios del Octavo Círculo era insuperable, pero no es nada en comparación con esto! Alguien o algo. No lo sé, está irradiando una potencia tal que solamente sentirla de lejos me aterroriza. Nunca tuve tanto miedo en mi vida. Y sabéis que a mí, un príncipe saiyajin me cuesta admitirlo. Pero ahora, únicamente un loco lo negaría.

- Esta es la última barrera que nos queda, para cruzar la última subdivisión.- Les informó Granate con la misma sensación de ahogo y pánico apenas contenido.-

-¿Crees que podremos abrirla? - Preguntó Minara. -

- Lo conveniente para nosotros sería saber si debemos intentar abrirla. ¿ No creéis? - Repuso Brian con evidente prevención. -

- Para eso vinimos. Con grandes sufrimientos y penalidades hemos conseguido llegar hasta aquí. - Sentenció Maray con voz queda, tratando en vano de dominar su pavor. - Ya no hay vuelta atrás...

-¡Se me hiela la sangre e incluso la misma alma con sólo pensar quién puede estar al otro lado de esta puerta!,- confesó Fiora con  tono de pavor. -

- Amigos míos, dentro de poco sabremos quién está detrás.- Les aseguró Asthel.-

-¿Qué tenemos que hacer? ¿Lo sabes?- Musitó Granate, aclarando.- Para abrir la puerta.

-Puede que tenga defensas mágicas o alguna cerradura invisible. -Elucubró Alusa.-

-O quizás haya que superar alguna prueba.- Conjeturó seguidamente Minara.-



            Aunque Asthel movió la cabeza, suspirando largamente se dirigió a sus compañeros y tras mirarles uno por uno, sentenció.



-Es Lucifer en persona quien se encuentra tras de esta puerta. ¿De veras pensáis que necesita protección?



            Ninguno habló. Nadie fue capaz de decir nada, pero todos se dieron cuenta inmediatamente de lo que su compañero quería decir. ¿Quién estaría tan loco como para querer entrar ahí?



-Alea jacta est.- Declaró Asthel quien, con decisión, se acercó y tocó tres veces en la misma. -



Aquellos golpes parecieron resonar casi hasta la eternidad, siendo devueltos por un eco fantasmal que reverberaba y se repetía una y otra vez. Todos se tapaban los oídos estremecidos de pavor y totalmente ensordecidos por aquello. Parecía que esa especie de tortura jamás terminaría, pero entonces, y de forma súbita, todo quedó nuevamente en silencio. Tras unos instantes más Asthel se apartó y aquella puerta poco a poco fue abriéndose. Un sonido de trompetas majestuoso y a la vez estridente que les sobrecogió a todos se escuchó provenir de todas partes y ninguna. Cuando terminó de abrirse la puerta ese estruendo cesó tan inesperada y bruscamente como había comenzado a sonar…



En Bios habían pasado cinco años desde que el grupo se fuera. Tom había mejorado sensiblemente, logró volver a su vida normal e incluso conoció a una chica, Helen, que estudiaba bellas artes con su hermana Loren. Los dos comenzaron a  salir y se enamoraron. El chico recordaba cómo se conocieron. Él había vuelto a estudiar, cursaba un módulo de mecánica cerca de allí. Como solía hacer a veces al salir aguardaba a su hermana para volver juntos. Un día de tantos esperaba tomando un helado y estaba saboreándolo en un banco cuando vio acercarse a Loren junto con una chica rubia. Las dos seguidas por tres individuos que parecían estar molestándolas.



-Oíd, chicas.- Les decía un tipo alto y robusto de pelo castaño.-  ¡Venga, un numerito gratis! ¿eh?

-Sí, os pagaremos bien.- Se reía otro rubio, algo más bajo y con bigotillo.-

-¡Dejadnos en paz! Sois repugnantes.- Espetó Loren encarándose con ellos.-

-¡Eh!.- Replicó otro con tintes bastante groseros.- Tranquila, guapa. Nosotros no tenemos nada en contra de las desviadas. Solamente queremos que os lo montéis con nosotros. Os prometemos mirar la mayor parte del tiempo. ¿Qué dices, eh?.

-¡Vámonos Loren.- Le urgió la apurada muchacha rubia.- No merece la pena pararse a intentar razonar con estos tipos.



            Aunque el tipo alto y robusto les bloqueó el paso. Ese individuo, tras sonreírse con perfidia replicó dirigiéndose a esa chica.



-Anda nena. Sabemos lo de tu mamaíta. ¡Es una bollera! Un colega la vio al salir de la clínica e iba muy acaramelada con otra mujer. Dicen que hasta tuvisteis que iros de Nature por eso.

-Te guardaremos el secreto. ¡Y además, si no eres como tu mami, podrías demostrárnoslo a todos con tu amiguita y de ese modo iríamos por ahí desmintiéndolo! - Se rio el rubio.-



            Las dos estaban tan perplejas como asustadas y furiosas, no sabían que hacer. Al fin Tom, tras escuchar eso último fue hacia allí. Con tono indignado aunque dominándose se enfrentó a ellos.



-Ya es suficiente. Dejadlas en paz.

-¡Vaya! ¿Y tú quien eres?- Se burló el otro tipo, con el pelo corto , casi rapado y de constitución recia.- ¿El novio de alguna?

-No te importa lo que yo sea. Lárgate y déjalas en paz o llamaré a la policía.- Amenazó Tom.-



            Alguien se aproximó también, aunque esos tipos no le vieron y, aquel individuo corpulento se acercó a Tom y tras reírse, comentó con tintes patibularios y llenos de sarcasmo.



-¿De verdad? ¡Qué miedo!



Y sin que el muchacho fuera capaz de reaccionar, ese sujeto le propinó un cabezazo que le derribó al suelo.



-¡Cobardes, canallas! -Exclamó Loren enfrentándose a ellos.-



            Entre tanto esa otra joven se arrodilló junto a él. Con tono suave y concernido le preguntó al agredido.



-¿Te encuentras bien?



            Tom se sentía aturdido, incluso algo mareado. Su hermana, llena de rabia, quiso propinarle una bofetada a ese bruto, pero el rubio la sujetó de la muñeca, diciendo entre divertido y burlón.



-Menuda fierecilla. ¿Eres igual en la cama, preciosa?



            No le dio tiempo a añadir más, un puño se estampó en su cara derribándole, Loren se vio libre y suspiró aliviada. Su defensor se había interpuesto entre ella y aquellos matones.



-¡Lance!- exclamó llena de alegría, matizando enseguida, tras dar un leve vistazo a su hermano, que, ayudado por esa muchacha, se había puesto en pie.- Tío Lance…

-Dejádmelos a mí.- Les pidió éste a sus sobrinos.-

-¡Te vas a enterar, capullo! - Exclamó el tipo del pelo castaño, tratando de acertarle con un puñetazo.-



            Aunque su oponente, ducho como era en artes marciales, no tuvo el mejor problema en bloquear y contratacar con un golpe al plexo solar de ese tipejo que dio con él en el suelo. El otro, ese tipo corpulento y calvo, que había noqueado a Tom con tan pasmosa facilidad, lanzó una patada contra el recién llegado que éste esquivó. Lance giró sobre sí mismo y le obsequió con otra en toda la cara que si tiró al suelo a su oponente. Ya en posición de guardia les retó.



-¡Vamos! Atreveos conmigo, miserables cobardes…



            Pero eso no ocurrió, tan pronto pudieron, y alertados por el sonido de sirenas, aquellos tipejos se levantaron dándose a la fuga. Loren sonrió mirando a su tío con arrobo, él le devolvió la sonrisa pero no pasaron de ahí. Enseguida se centraron en Tom, quien parecía estar algo más recuperado, y le ayudaron a levantarse.



-Muchas gracias.- Le dijo esa rubia muchacha.-

-Sí, has sido muy valiente.- Añadió Loren, aclarando.- Esos tres sinvergüenzas llevan ya un par de días molestando a Helen. Bueno.- Sonrió algo nerviosamente, haciendo las presentaciones.- Su nombre completo es Helen Sullivan.- Y dirigiéndose ahora a su amiga, la informó.- Él es mi hermano, Thomas Andrew, y él, - añadió con visible afecto, señalando al recién llegado.- Nuestro tío Lance.

-Mucho gusto.- Sonrió la jovencita.-



            El tío de Loren asintió cortésmente para replicar.



-El gusto es mío, Helen. Espero que te encuentres bien.

-Sí, gracias.- Musitó la joven que todavía tenía en mente aquel incidente.-

-Esos bastardos, no sé cómo hablan así de ti o de tu madre.- Declaró Tom con patente indignación.-



            La joven suspiró, los cuatro tomaron asiento en una mesita de un puesto cercano de bebidas y tomaron algo. Helen les contó.



-Son unos desaprensivos. Pero es cierto lo que dicen de mi madre. Ella es lesbiana. Vivimos en Nature muchos años, pero, con el clima tan homofóbico que había allí, nos terminamos por marchar. A mamá le surgió una buena oferta aquí. Es médico pediatra.

-Ser homosexual no es ningún delito.- Sentenció Lance, sonriéndole alentadoramente a esa jovencita, para matizar.- Tengo muchos amigos y amigas, y compañeros de trabajo, que lo son. Y no conozco a personas mejores.

-Su madre es la doctora Julieth Sullivan.- Comentó Loren.- Y es una magnífica profesional. Tenemos compañeras con hermanos y hermanas pequeños. Ella ha atendido a muchos. Y algunos de esos canallas, al descubrir sus preferencia hacia las mujeres, han empezado a acosarla. Lo mismo que a Helen.

-Mi madre ha sufrido mucho, sobre todo por mí.- Confesó la pobre muchacha, algo emocionada ahora.- Yo puedo afrontar esto, pero sé que ella lo pasa muy mal y sería peor si supiera que a mí me insultan y me hostigan. Por eso no le digo nada.

-Lo lamento.- Suspiró Tom.- Si hay algo que podamos hacer…



            Entonces el chico recordó algo. Ese nombre le era familiar. Lo leyó hace mucho tiempo, en ese libro que él siempre creyó real.  Aquella doctora tuvo una relación con…



-Daphne Carson.- Musitó.-

-¿Qué has dicho?- Se interesó su hermana.-

-Nada.- Se apresuró a añadir él, visiblemente inquieto.-

-Ese nombre…- intervino la perpleja Helen.- Era el de mi maestra de primaria. Creo que ella, y mi madre… bueno, mamá piensa que no lo sé. Pero hace unos años ellas tuvieron una aventura. La señorita Daphne estaba casada con el señor Carson, un profesor muy agradable del colegio en donde estudie. El colegio de la fe. Y llevaban a su hijo David a la consulta de mi madre. Sé que las dos, bueno.- Suspiró algo incomodada, al afirmar.- Ya os lo podéis imaginar. Estoy convencida de que, por eso entre otras cosas, mi madre quiso irse de Nature. 

-¿Y de qué conoces tú a esa tal Daphne?- Se interesó la atónita Loren, dirigiéndose a su hermano.-

-Bueno, es que es la hermana mayor de Stephanie Kensington. La modelo.- Pudo decir el azorado joven.-

-Sí, es cierto. Steph es su hermana menor. Es algo mayor que yo, y muy simpática. Estudiaba en mi mismo colegio también.- Sonrió Helen, quien, tratando de sonar jovial ahora, le preguntó desenfadadamente al chico.- ¿Eres fan suyo?

-Esto…, es muy guapa.- Pudo decir  él, poniéndose colorado, para confesar, casi sin atreverse a cruzar la mirada con su interlocutora.- Las chicas rubias me encantan…



            Al menos desde que sufrió ese desengaño e hizo aquel ridículo con Alice, había decidido centrar sus preferencias en un tipo de chica que no se la recordase para nada. Eso pensaba Tom en tanto hubo un embarazoso silencio. Lance entonces sonrió, aunque, agregó con tono bastante revelador, al menos para una de las personas allí presentes.



-Tienes buen gusto pero, por mi parte, prefiero a las morenas. Mejorando lo presente, claro.



            Loren le dirigió una cómplice mirada y se ruborizó, él la miró intensamente. Tom por su parte creyó ver algo, aunque no dijo nada. Por fortuna, la risa de Helen interrumpió aquel momento tan delicado.



-Es bueno saberlo, Tom…así no tendré que teñirme el pelo…-Declaró divertida.-



            Todos rieron ahora, Lance aprovechó una vez que esas carcajadas remitieron para proponer.



-Os acercaré a casa, he traído mi deslizador.

-No se moleste, vivo cerca de aquí.- Rehusó Helen.-

-¿Te importaría si te acompaño?- Preguntó dubitativamente Tom, añadiendo de inmediato.- Por si esos tipos estuvieran aun cerca…

-Te lo agradezco.- Le sonrió la jovencita.-

-Si no te importa, se hace tarde. Yo sí que iré con el tío Lance.- Comentó Loren.-

-Claro.- Asintió su hermano.- Diles a mamá y a papá que me retrasaré un poco.



            Su hermana asintió. Así pues se despidieron., Al abordar el deslizador y ver a esos dos alejarse caminando despacio y al parecer, manteniendo una animada conversación, Loren sonrió suspirando.



-Mi amiga Helen ha visto a Tom alguna vez, hasta ahora no tuve ocasión de presentarles. Pero sé que se moría de ganas por conocerle. Y ahora encima, mi hermanito ha hecho algo realmente valiente.

-Está claro que Helen no es como su madre. Al menos en sus preferencias para encontrar pareja.- Comentó desenfadadamente su interlocutor en tanto arrancaba.-

-No, desde luego que a ella le gustan los chicos, como a mí. Bueno, al menos me gusta uno en particular…



            Lance no respondió a eso. Se limitó a  conducir el vehículo. Llegaron pronto a casa y la muchacha se despidió de él con un casto beso en la mejilla, dado que su madre estaba fuera aguardándoles.



-Hola Loren, hola Lance.- Saludó Idina, queriendo saber.- ¿Dónde está Tom?

-Bueno, digamos que tenía una cita, mamá.- Se sonrió pícaramente Loren.-

-¿Una cita?- Inquirió esta entre perpleja y alegre de oír aquello.-

-¡Rubia y muy guapa! - Añadió jovialmente su hermano.- No tiene mal gusto el chico, no.



            Idina lanzó un gran suspiro de alivio, y llena de dicha, declaró.



-¡Cuánto me alegro! Con lo mal que el pobre lo ha pasado durante este tiempo.

-Tom ya está muy bien, mamá.- Afirmó Loren.- Y mi amiga Helen es una chica estupenda. ¡Ojalá que surja algo entre los dos! Ambos se merecen a alguien que les quiera y se preocupe por ellos.



            Miró de soslayo a su tío quien le devolvió esa misma expresión de esperanza e intensidad. Ajena a eso, Idina asintió.



-Eso espero, bueno, pasa hija, ya va a ser hora casi de cenar. ¿Te quedas, Lance?

-No, muchas gracias.- Rechazó él, afirmando con voz queda.- Tengo cosas que hacer. Ya nos veremos.



            Y se marchó, siendo seguido por la decepcionada mirada de su sobrina hasta que su madre la hizo pasar. Idina entonces le comentó a su hija con jovialidad.



-Ahora me cuentas eso de tu hermano y de tu amiga…

-Claro mamá.- Sonrió levemente ella.-

-Y a ver para cuando te veo a ti con un guapo pretendiente.- Comentó Idina con desenfado.-

-No lo sé.- Musitó vergonzosamente la aludida.- Yo, todavía no…



Su madre la miró con ternura, Loren era parecida a ella cuando tenía su edad. Tímida y algo ingenua. Aunque le daba la impresión de que su hija tenía ese brillo en la mirada. Aquel que denota que se está enamorada. No obstante, no sería ella quien le preguntase para ponerla en una situación violenta, por lo pronto se conformaría con que le contase algo sobre la cita de Tom.



-Estoy muy contenta por tu hermano. Tras lo de Alice ya era hora de que se fijase en otra chica para superarlo. Y la pobre Nehie tampoco lo ha tenido fácil.- Suspiró.-



            Y es que la desgracia parecía haber caído sobre la familia Real de la Luna Nueva. Al poco de ese brote psicótico, o al menos, eso le diagnosticaron a Tom, Idina supo que su amiga Neherenia fue traicionada por quien menos podía esperar. La hija de su antigua doncella Anaris, quien fue descubierta conspirando con los miembros de la Luna Negra. Su objetivo era derrocar a la reina. Esa chiquilla quizás fuera joven e inconsciente, pero no estaba sola en esa conjura. Su padre, el conde Briseo, era uno de los principales cabecillas.



-Pobre Nehie, fue durísimo para ella, y para Alice.- Pensaba Idina, recordando lo que su amiga de la infancia le contó.-



            Y es que la soberana recibió informes de sus servicios secretos. Se preparaba un atentado en unos jardines invernadero coincidiendo con su visita a la zona del sur. Llena de aplomo cuando se lo comentaron, ordenó que no se hiciera nada para impedirlo.



-Quiero comprobar si eso es cierto, y quienes están implicados.- Le dijo a su jefe de seguridad.-

-Pero, Majestad.- Quiso protestar éste, alegando.- No podéis poneros en peligro de esa manera.

-No lo estaré.- Repuso ella con rotundidad.- Mi esposo me protegerá.



            Así fue. En un principio, la familia real al completo iba a acudir. No obstante, Neherenia le ordenó a su hija que permaneciera en palacio. No le explicó la causa, sencillamente argumentó que alguien debía quedarse para recibir a las visitas. Alice lo encajó mal, deseaba ver a su amiga Brise. De hecho, la llamó para contárselo, y esa llamada, por supuesto, fue pinchada y grabada por los servicios de seguridad de los soberanos…



-Hola Brise.- Saludó por vídeo a su amiga.-

-Alteza. Me alegra veros.- Sonrió la joven.-

-Pues me temo que solamente podremos vernos por video conferencia. Mi madre me ha ordenado quedarme.- Suspiró la muchacha.-

-¿Por qué?- Inquirió su interlocutora que pareció tan decepcionada como la misma princesa.-

-Tengo que recibir a algunas visitas. Ya sabes, embajadores y demás…De la Lune está ya muy mayor y el pobre no puede con todo. Pero te prometo que, en cuanto pueda, iré a verte.

-Bien pensado, será mucho mejor que obedezcáis a vuestra madre.- Le dijo entonces Briseida, con un tono extrañamente precavido.- Ella sabe lo que os conviene.



            Eso realmente sorprendió a Alice. La muchacha enseguida inquirió.



-¿Qué la obedezca? ¡Vaya! Parece que la estuviese oyendo a ella ahora mismo.- Comentó algo desencantada, agregando con incredulidad.-  Antes siempre me dabas la razón, por lo menos cada vez que me obligaba a hacer algo tan aburrido.

-Es que aquí hay mucho jaleo. No podríamos charlar mucho.- Pretextó Brise, que parecía algo nerviosa ahora.- Ya nos veremos, Alteza. Eso tenedlo por seguro.

-Bueno, pues entonces hablaremos más adelante.- Comentó la atónita princesa.-



Una vez concluyó esa conversación la seguridad se ocupó luego de rastrear el teléfono de Brise. La joven llamó casi enseguida, una vez que hubo terminado de hablar con la princesa. Y era un número desconocido, más allá de la Luna. Aunque lo que se dijo fue muy revelador, pese a que no hubo réplica del otro lado, las palabras de Briseida no pudieron estar más claras.



-Sí.- Susurraba la chica.- Mamá y papá ganso, volarán hacia el nido. Pero el polluelo se quedará en el cascarón. Bien, no será problema. Suprimidos los gansos adultos, el polluelo será fácil de manipular. Informaré tan pronto se concluya la operación rostizado.



Sabiendo esto, la horrorizada Neherenia y su marido acudieron al condado de su antigua doncella. Anaris les recibió de forma cariñosa y cordial. Ella por supuesto que fingió delante de su anfitriona y respondió de igual modo.



-Enseguida comenzaremos la visita, Majestades.- Sonrió la condesa, dirigiéndose también a Doran, que iba al lado de su esposa.-

-¿Y el conde Briseo?- Quiso saber el saiyajin.-

-Mi esposo os ruega que le disculpéis, pero tenía algunas ineludibles obligaciones.- Se excusó apuradamente Anaris.- Tuvo que ausentarse, pero volverá pronto.



Éste asintió, lo mismo que Neherenia. Aunque a la soberana le dio un vuelco al corazón. Utilizando sus destrezas como Sailor Shadow pudo percibir claramente que Anaris creía a pies juntillas lo que les decía. Esa pobre mujer no era más que un instrumento. Luego si aquel traidor había puesto alguna clase de bomba…



-¡No le importa en absoluto sacrificar a su propia esposa! - Pensó la horrorizada Neherenia.-



Sin decir nada siguió a su anfitriona. Todo parecía normal, de hecho durante casi una hora recorrieron esas infraestructuras que habían sido construidas en los últimos años con una animadísima Anaris, explicando con satisfacción y orgullo a sus majestades todas y cada una de sus características.



-Tenemos domos altísimos, con enormes jardines, muchos terrenos dedicados al cultivo de frutales y de vegetales de todo tipo.- Enumeraba la condesa.- Pero también hemos destinado mucho terreno a parques y a vegetación salvaje, con su propio ecosistema. Y hasta hemos construido un canal que lleva un río y tenemos un gran lago, aprovechando un cráter…

-Eso es realmente excelente. Mis felicitaciones.- Terció Doran, quien hablaba con poco entusiasmo.-

-¿No ha venido Briseida?- Se interesó la soberana.-

-Mi hija tenía que atender algunas cosas.- Comentó despreocupadamente su interlocutora, agregando con orgullo.- En estos últimos años se ha convertido en una joven muy responsable. Ayuda mucho a su padre. Como él ha salido, Brise se ofreció para supervisar la seguridad.



            Nehie ya no pudo evitar emocionarse, hasta derramar algunas lágrimas. Tras interceptar esa conversación sus agentes habían proseguido con sus pesquisas. Algunos estaban incluso infiltrados entre un grupo de anarquistas pro Luna Negra. Allí habían visto a esa chica, repartiendo consignas para dar un golpe de Estado tan pronto perecieran los reyes de la Luna. Algunas de las cosas más destacadas que dijo fueron…



-Me ocuparé en persona de la princesa.- Comentó esa desafecta.-  Ella creerá todo lo que yo le diga. Que esto ha sido obra de Serenity y Endimión porque Neherenia ya no seguía sus dictados. No os preocupéis, en caso de que algo falle tendremos vía de escape. Nuestros amigos nos llevaron a un lugar seguro, muy alejado de aquí.



            Ahora, la ex doncella real se detuvo mirando perpleja a la reina, la había notado algo rara, lo mismo que al rey, que hablaba con un tono muy frío. Pero lo que más le preocupaba era contemplar a la soberana, incapaz de contener las lágrimas. ¿Por qué lloraba?



-Majestad, ¿os ocurre algo?- Quiso saber con estupor e inquietud.- ¿No os sentís bien? Podemos interrumpir la visita.- Le ofreció con amabilidad.-

-No… Anaris, no me siento bien, pero no es por mí, sino por ti.

-No os comprendo.- Pudo decir la sorprendida interpelada en tanto se señalaba el pecho con una de sus manos.- ¿Por mí? No sé a qué os referís…

-Lo sé, y por eso me duele tanto.- Sentenció su interlocutora.- Y no sabes cuanto lo siento, vieja amiga. Siempre has sido buena y leal…



            Y en ese momento sucedió. Doran emitió energía creando una gran campana que aisló y protegió a su esposa, a Anaris y a él mismo, junto con el séquito que les acompañaba. Por un transmisor había recibido el chivatazo de sus espías. Los terroristas iban a detonar una potente bomba. Por fortuna, también llevaban respiradores de oxígeno. Cuando se produjo la horrísona explosión todo el lugar colapsó derrumbándose, enormes grietas se abrieron despresurizando el lugar. En medio de ese caos y de la polvareda levantada, el saiyajin, que había contactado previamente con Roy Malden, vio como éste aparecía con su translación instantánea. El ya anciano ex jugador de baloncesto, le indicó.



-Que todos se den la mano y tú dámela a mí… ¡vamos!- Urgió.-



            El resto obedeció y una vez hecho, Roy se transportó con todos al palacio de Cristal Tokio.



-¿Qué ha ocurrido?- Pudo exclamar la impactada Anaris, que por suerte, aparte de tiznada de hollín, tener leves rasguños y estar algo manchada en su vestido, había salido, ilesa como el resto de aquello.



            Neherenia prescindió de cualquier tipo de ceremonia y tomando afectuosamente las manos de su antigua doncella le susurró con tristeza pero serenidad.



-Escúchame bien, Anaris. Sé que esto será terrible para ti, pero debes saber que, pese a todo, te considero una amiga leal. Siempre podrás contar conmigo. No obstante, mis deberes como reina deberán ser cumplidos. Por mucho que me duela.

-Señora no os entiendo.- Musitó la descolocada mujer preguntando entre perpleja y angustiada.- ¿Qué ocurre? ¿Dónde estamos?



            Para su asombro al poco reconoció el lugar, estaban en el salón del trono del Cristal Tokio. Allí, Serenity apareció junto con su esposo. Rodeados ambos por sus princesas planetarias.  Todos se inclinaron con respeto. Fue la propia reina terrestre quien, tras mirar con lástima a esa pobre desgraciada, declaró.



-Ahora tenemos que aguardar, Neherenia. Las cámaras que pusisteis en tu salón del trono y las habitaciones de Alice nos dirán lo que queremos saber.

-Aunque sería mejor que antes de eso, le contases a Anaris la verdad.- Intervino un asimismo consternado Endimión.-



            Y la soberana de la Luna Nueva así lo hizo. La expresión de su antigua doncella pasó del estupor al horror y a la incredulidad. Apenas era capaz de repetir entre balbuceos, moviendo casi espasmódicamente la cabeza a modo de negación.



-No, debéis estar equivocada. Mi hija y mi esposo jamás harían algo así. ¡No, no puedo creerlo! Os han debido de informar mal. ¡Nosotros somos leales!

-De tu fidelidad no tenemos la menor duda.- Afirmó Doran, con pesar en su voz.- Pero de la traición de Briseo y de Briseida desgraciadamente tampoco albergamos ninguna.

-Lo siento, Majestad. No, no puedo aceptar eso.- Insistió la destrozada mujer.-

-Lamento muchísimo esto.- Suspiró Neherenia, afirmando.- Por eso hemos fingido nuestra muerte, y Roy amablemente se ha brindado a traernos aquí con su translación instantánea. Queremos las pruebas que nos faltan y tú misma podrás comprobar que, desafortunadamente, todo lo que te hemos contado es cierto.



            Y a través de algunas cámaras ocultas emplazadas en el lugar,  la conmocionada condesa pudo ver al poco como su propia hija llegaba, eso sí, con expresión descompuesta. A esa zona.



-¿Dónde está mi madre?- Chillaba presa de la angustia.-

-No lo sabemos, lady Briseida.- Le informó uno de los guardias, añadiendo con pesar.- Puede que, tras la explosión, los soberanos y ella hayan sido lanzados al espacio.

-¡Al infierno con los soberanos! Buscad a mi madre.- Ordenó entre lágrimas la joven.-



            Quiso calmarse, pero quizás, ese aspecto lloroso le daría aún más realismo a su interpretación. Y tenía que darse prisa. Cada segundo contaba. Debía ser quien informase a la princesa y ahora, nueva reina de la Luna Nueva. Por ello no dudó en ordenar que le preparasen un deslizador rápido. Apenas en un par de horas se plantó en el palacio real. Aunque para su madre y los demás, esa espera fue muy tensa. Ninguno quiso ni comer, ni beber, ni tan siquiera cambiarse sus ropas chamuscadas y rotas.



-Lo siento de veras, Nehie.- Pudo decir un apenado Roy.-

-Sí, yo también.- Repuso ésta con un susurro.-

-Majestad, os ruego disculpéis a mi hija por lo que ha dicho sobre vos y vuestro esposo. Sé que es una terrible falta de respeto, pero estaba muy afectada.- Intentó justificar Anaris.-



            Su interlocutora no replicó. Ni los soberanos de la Tierra, ni las princesas planetarias pronunciaron palabra. Seguían con interés y pesar aquello. Al fin, Briseida llegó ante la princesa. Las noticias todavía no habían trascendido. En eso, tanto los conspiradores, como la seguridad del reino concordaban, eso sí, mirando cada uno sus respectivos intereses.



-¿Qué ha pasado, Brise? ¿Cómo es que estás aquí?- Quiso saber la perpleja princesa, en cuanto anunciaron a su amiga.-

-¡Ha sido horrible, Majestad! - Pudo sollozar la chica.-

-¿Majestad?- Repitió la atónita Alice.- ¿Por qué me llamas así?

-Lamento comunicaros que, tanto mi madre, como vuestros reales padres, han fallecido en un terrible atentado.- Pudo gemir su interlocutora.-



            Todos vieron a través de la pantalla como la cara de Alice pasaba del estupor, al horror y al llanto desatado, sin poder casi articular palabra, cuando balbució.



-Pe, pero… ¿Cómo? ¿Qué  ha pasado?

-Unos terroristas, han puesto una bomba. Mis guardias atraparon a algunos. Mi padre sospechaba algo y fue a intentar capturarlos, pero una célula nos burló. Pusieron un explosivo al paso de vuestros padres y de mi madre, que les estaba enseñando los jardines. ¡Fue horrible! Aunque no murieran en la detonación, fueron lanzados al espacio…Ni siquiera un saiyajin podría resistir eso.



            Alice estaba compungida y lanzó un grito terrible. Se transformó en super saiyajin, despidiendo a Briseida literalmente a varios metros. La joven princesa, con el gesto desencajado ahora por la furia, la interrogó.



-¿Quiénes han sido? Juro que los mataré con mis propias manos…

-Majestad.- Musitó servilmente Brise, arrodillándose.- Sois la reina ahora. Debéis conduciros por la ley. Sé que es duro, pero… también he perdido a mi madre…



            Tras respirar hondamente durante algunos momentos, Alice finalmente volvió a su estado normal y asintió despacio. Bajando la cabeza musitó.



-Tienes toda la razón. Eres mi amiga más leal. Y mis propios padres así lo querrían. Gracias, muchas gracias por venir, pese a lo duro que también ha sido para ti.

-Ante todo está mi obligación para con el reino.- Afirmó honestamente su interlocutora, aprovechando para deslizar.- Y por mucho que lo intenten otros, no recuperarán la Luna.

-¿A qué otros te refieres?¿Recuperar?- Inquirió la desconcertada Alice.-

-Majestad. Tenemos evidencias que prueban que todo esto ha sido inducido desde la Tierra. Por alguien que pensaba que vuestros augustos padres serían por siempre sus marionetas, que les puso en el trono para eso. Pero ellos quisieron gobernar su reino sin atender algunas instrucciones que venían de allí.

-¿Estás insinuando que los autores de esto, son?- Exclamó la horrorizada Alice.-

-No tengo pruebas concluyentes aun, mi señora. Pero...- Susurró su interlocutora.- Mi padre está reuniéndolas. Es muy triste, pero alguien desea recobrar el que una vez fuera su reino. Aquella que mora en la Tierra y ya la dirige con guante de seda, ocultando en él un puño de hierro. No me atrevo ni a pronunciar el nombre…

-¡Serenity!- espetó la iracunda princesa, agregando con imperiosidad.- Brise. ¡Quiero esas pruebas!, las quiero cuanto antes.

-Os prometo que las tendréis, mi señora.- Asintió sumisamente Briseida.- Con vuestra venia contactaré con mi padre. De hecho, estaba dirigiéndose hacia aquí, para apoyaros.



            Los espectadores de aquella representación estaban sin habla. La propia Anaris no sabía qué decir. Pudiera ser que su hija hubiera sido engañada. Así lo hizo constar, a modo de débil alegato. Aunque para su desgracia, no tardaron en ponerle las grabaciones en las que Briseida confesaba aquella maniobra.



-Ahora aguardaremos a cerrar la trampa.- Manifestó Doran.- Si no me equivoco, ese miserable de Briseo se reunirá con su hija a poco tardar.



            Y tenía razón, el conde apareció a la media hora en el palacio de la Luna Nueva. Se inclinó ante Alice y afirmó.



-Majestad, tengo evidencias claras de que, la muerte de vuestros padres y la de mi esposa, han sido planeadas por agentes de Neo Cristal Tokio. Os he traído documentos y grabaciones que así lo confirman.

-Evidentemente falsificadas.- Intervino Endimión tras escuchar aquello, alegando.- Son tan reales como vuestras muertes, Neherenia.

-Sí, lo sé, Majestad.- Admitió la aludida.- Ya he tenido suficiente.

-Con todos los respetos, Señora.- Se atrevió a intervenir Anaris.- Quizás también hayan falsificado las de mi hija.

-Eso es fácilmente comprobable.- Replicó Doran, quien tras suspirar, añadió.- Ojalá que ese fuera el caso, pero por desgracia, no lo es.

-Entonces, ¿puedo proceder?- Quiso saber Roy.-

-Sí, claro. Os lo ruego. - Convino el saiyajin.-



            Su interlocutor entonces elevó su nivel de energía. A los pocos instantes, otro individuo apareció a su lado, levemente más alto que él, llevando uniforme militar. Era fornido, con pelo castaño y ojos color miel. El veterano ex jugador de baloncesto enseguida le saludó.



-Me alegra verte Mazoui, necesitamos tu ayuda.

-Sí, su Majestad la reina Serenity tuvo a bien enviarme un mensaje para ponerme al corriente.- Reveló el recién llegado.-

-¿Sabes lo que hay que hacer?- Inquirió su tío.-

-Claro. Te sigo.- Contestó el interpelado.-



            Roy se llevó dos dedos a la frente concentrándose, acto seguido desapareció, Mazoui le imitó. Los demás pudieron observarles reaparecer justo al lado de Alice y de Briseida y su padre. Mazoui sujetó al conde y a su hija con cada una de sus manos, sin darles tiempo a reaccionar. Roy hizo lo propio con la perpleja princesa. Al poco todos desaparecieron, reapareciendo justo en medio del salón del trono del palacio en Neo Cristal Tokio. Briseida fue la primera en ver dónde estaban y quienes les rodeaban, sólo  fue capaz de abrir la boca con asombro e incredulidad. Así, en estado de shock, Alice y los demás pudieron escuchar la voz entre sarcástica, tensa y cortante de Neherenia.



-Me temo, señor Conde Briseo y lady Briseida, que las noticias de nuestras muertes han sido algo exageradas.



            Al fin, Alice reaccionó, derramando más lágrimas, pero estas de estupor y alegría. Sin poderse refrenar corrió hacia sus progenitores abrazándoles, al grito de.



-¡Papá, mamá!



            Tras dejarse abrazar por su hija, los soberanos la apartaron levemente, Briseida por su parte corrió a hacer lo propio con su madre, la rodeó con sus brazos aunque Anaris no le correspondió.



-¡Madre, estás viva!- Pudo exclamar la joven.- ¿Cómo es posible?...



            Aunque sus palabras se cortaron en seco cuando vio la expresión de su progenitora. Ésta no lloraba de alegría, ni sonreía como los soberanos con la princesa. Por el contrario, el gesto de Anaris estaba dominado por la severidad, su mirada era una mezcla de dolor y rabia. Apartó a su hija y la abofeteó contundentemente. Ante la sorpresa y el espeso silencio del resto, apenas sí pudo espetar llena de enfado y consternación.



-¡Dime que no es verdad! ¡Dime que tú no sabías nada de esto! ¡Que no has tenido nada que ver!

-Madre, no sé a qué te refieres…- Musitó suavemente la joven, tapándose la marca del bofetón que le había enrojecido la mitad de la cara.-

-Quizás se refiera a esto. Adelante, lady Briseida, os aseguro que no únicamente a vuestra madre, sino a todos los aquí presentes, nos encantaría recibir una explicación.- Intervino irónicamente Doran, conectando la grabación en la que Briseida comentaba los pasos a seguir de su plan.-



            Ahora fue Alice quien la miró con la boca abierta y los ojos desencajados. ¡No podía creerlo!, el asombro poco a poco fue dando paso a la ira. No obstante, su madre posó una mano sobre el hombro derecho de la princesa y movió la cabeza, disuadiéndola de hacer nada. Al fin, Neherenia declaró.



-Lady Briseida, conde Briseo, tenéis la oportunidad de defenderos. Vais a ser juzgados, aquí, ahora, y el jurado serán nada menos que los princesas planetarias y por supuesto sus majestades. Serenity y Endimión.

-Por nosotros no hay inconveniente.- Afirmó Endimión, añadiendo.- Sin embargo, dado que hemos sido señalados directamente por los traidores debemos rehusar. No seríamos todo lo imparciales que tendríamos la obligación de ser, o al menos de parecer.

- Caesaris coniugium necesse est non solum esse honestam sed etiam videatur.- Convino la princesa de Mercurio.-

-¿Qué?.- Inquirió el perplejo Roy.- ¿Se puede saber que has dicho, Ami?

-La esposa del César, no solamente debe ser honesta, sino parecerlo.- Le tradujo Mazoui añadiendo.- El latín es muy útil para estudiar artes arcanas.

-Por esa razón, reina Neherenia, vos y vuestro esposo, así como la princesa Alice, deberíais ser los jueces. Sois a quienes atañe directamente todo esto, son vuestros súbditos y se trata de vuestro reino. – Sugirió Serenity.-

-Dura lex, sed lex.- Replicó lapidariamente la soberana de la Luna Nueva también en latín, endureciendo su gesto al mirar a los reos.- Muy bien, así sea.

- Y yo respondo. A Deo rex a lege rex.- Replicó el conde Briseo con tono desafiante.- Claro que sois jueces y jurado. Majestades. Pero no imploraré clemencia por hacer lo que es justo. Sobre todo contra la tiranía que representáis. Como lacayos de los soberanos de la Tierra. Esta es la prueba.

-No puedes hablar en serio.- Pudo musitar la perpleja y horrorizada Anaris.-

-Sí madre. Esa es la verdad. Tú, por desgracia, eres incapaz de verla.- Intervino Brise, poniéndose junto a su padre.-

-¡Cállate!- Le ordenó la horrorizada condesa.- No sabes lo que dices…¡Majestad, os lo suplico! - Se giró poniéndose de rodillas ante Neherenia.- Solamente es una niña. No sabe lo que dice.



            Aunque en esta ocasión, la reina permaneció impasible. Sencillamente replicó con tono frío.



-Los dos tienen derecho a defenderse o bien a pedir un abogado defensor. Como cualquier otro de nuestros súbditos.

-Yo puedo ayudar en eso.- Se ofreció Roy, afirmando con orgullo.- Conozco a la mejor.-



            Y tras recibir un asentimiento de Doran, el ex entrenador se transportó de nuevo, reapareció a los pocos segundos con su hija. Kerria miró en derredor visiblemente atónita.



-Papá, pero ¿Qué significa esto?- Fue capaz de decir, al ver quienes estaban allí.-

-Te ruego que nos perdones, ahijada, ahora te pondremos al corriente.- Comentó Ami.-



            Y tras unos minutos que emplearon en resumirle a la estupefacta abogada qué había sucedido, Neherenia le preguntó.



-¿Estarías dispuesta a defender a los acusados?. No queremos negarles la mejor defensa posible. Te pagaremos tus honorarios, cualesquiera que estos sean.



Kerria estaba atónita, se tomó unos instantes para responder. Al fin tomando la palabra, declaró.



-Somos amigas desde la infancia. No deseo dinero, solamente que se haga justicia. Acepto.

-¡Pero yo no! - Espetó Briseo, agregando con desdén.- ¿Una marioneta de los soberanos terrestres es quien nos va a defender?. ¡Acaba de confesar que es amiga de la infancia de la reina Neherenia! Ya podemos ir colocándonos en la picota nosotros mismos. Esto es una burla a la ley.

-Es su decisión.- Suspiró la letrada, mirando a aquel tipo con evidente contrariedad, aunque añadiendo en tono más conciliador.- Pero sepa que aquí, ante todo soy letrado, si les defiendo, lo haré hasta las últimas consecuencias.

-¡Así es, payaso! - Terció Roy, quien fiel a su estilo, no se anduvo con letanías palaciegas al afirmar.- Y como vuelvas a faltarle al respeto a mi hija de esa manera te daré tal puñetazo que no hará falta que te juzguen. Ya estarás sentenciado. Así le ahorraré a Nehie el papeleo.



            Esas palabras, tan espontáneas como sinceras y directas hasta obraron el milagro de hacer sonreír a casi todos. ¡El bueno de Roy nunca cambiaría! Aunque al fin, fue Anaris quien tomó la palabra, con un tinte dramático, implorando a su hija.



-Briseida, por favor. Acepta que esa mujer te defienda. La conozco desde que era una niña. A ella y a su prima, la princesa Idina. Son buenas personas, y son justas. Si tú les explicas el porqué de tus actos…



            Empero, su hija le dedicó una mirada fría y negó con la cabeza tomando la palabra.



-Madre, no soy culpable de nada más que de desear la libertad de nuestro pueblo.- Replicó abruptamente la muchacha.- No quiero una abogada lacaya de la reina.

-Eres menor de edad. Soy yo quien tiene que decidir por ti.- Contestó Anaris, con más dureza ahora.- Y pido humildemente que la señora Malden te represente. ¡Por favor!- Sollozó mirando a Kerria.- No tenga en cuenta las palabras de Briseida.

-Por supuesto, condesa.- Pudo contestar ésta, realmente compadecida de aquella infeliz, tanto que añadió con tintes afectuosos y conciliatorios.- Y no  tema. La defenderé como si de mi propia hija se tratase. Tiene mi palabra. Con el permiso de sus Majestades.- Remachó mirando a Neherenia y Doran quienes asintieron.-



            Aunque a disgusto, Briseida se cruzó de brazos y se avino a sentarse en sendas butacas que trajeron para su padre y para ella. Aquel improvisado juicio, acorde a las leyes de la Luna Nueva, iba a empezar sin necesidad de un fiscal. En este caso, por prerrogativa real, se leerían las acusaciones y el defensor intentaría o bien rebatirlas o minimizarlas. Tras un par de horas, demostrados los cargos de rebelión, conspiración y tentativa de magnicidio con pruebas fehacientes, Kerria solamente pudo declarar a modo de alegato de descargo.



-Majestades. Mi defendida es una muchacha muy joven. Ha sido aleccionada desde que nació. Suplico que se tengan en cuenta esas circunstancias atenuantes. Ha creído servir al mejor interés de su pueblo. Su juicio y sus motivaciones han sido clarísimamente influenciados por su padre y otros adultos de aviesas intenciones, que se sirvieron de su ingenuidad y de su inexperiencia para utilizarla.



            Y aunque Brise hizo tentativa de intervenir protestando ante su propia defensa, su padre en cambio la hizo callar moviendo una mano. Al fin, tras concluir, Kerria guardó silencio, lo mismo que el resto, aguardando la decisión. Tanto Neherenia como su esposo y Alice se retiraron durante unos minutos. También a los juzgados se les permitió un momento de intimidad, dentro de un cuarto aislado.



-Ya era hora de que terminase toda esta charada.- Se sonrió despectivamente Briseo.-

-Padre. ¿Por qué no me has dejado protestar?- Le preguntó su hija.-

-Basta con que castiguen a uno de nosotros. Otros deben continuar con la lucha.- Le susurró  cómplicemente él.-

-No lo comprendo.- Pudo decir Anaris, con la voz quebrada por el dolor y el pesar.- ¿Por qué hicisteis eso? Los reyes siempre nos apreciaron.

-Sí, como a unos lacayos. Sus sirvientes. Los que les hacían todo el trabajo, en tanto ellos se llevaban la gloria. Dos extranjeros que han regido los destinos de la Luna sin ninguna legitimidad.- Replicó duramente Briseo.-

-¿Y acaso no han gobernado bien?- Rebatió su ahora indignada esposa.- ¿No han buscado el bienestar y la felicidad de todos?. ¿Y qué ofreces tú a cambio? ¡La muerte y la destrucción!

-Veo que estás con ellos.- Afirmó despectivamente Briseo, moviendo la cabeza.- En tal caso estás contra mí.

-Estoy con los defensores de la paz y de la justicia. No con asesinos.- Estalló Anaris, dirigiéndose ahora con voz suplicante a su hija.- Cariño, debes ver la verdad. Los reyes no son enemigos nuestros. ¡Todo lo contrario! Tú misma has sido amiga de la princesa casi desde que naciste.

-No madre.- Negó ésta moviendo la cabeza, para agregar con resentimiento.- He sido su sirvienta, su juguete. Me llevaron a la corte para que su Alteza tuviera una amiguita con la que jugar.



            Anaris suspiró con lágrimas de impotencia. Fuera de esa estancia, la propia Kerria estaba realmente perpleja. Su padre le comentó.



-Esto es obra de la Luna Negra y de sus secuaces. Corrompen todo lo que tocan.

-Es terrible que una niña esté envuelta en esto.- Convino su hija, saludando entonces a su primo.-¿Qué tal estás, Mazoui?

-Echando mucho de menos a mis hijas, como supongo tú al tuyo.- Sonrió débilmente éste.-

-Así es.- Suspiró su interlocutora, con gesto entristecido ahora, para admitir.- Solo Dios sabe lo que Sam y yo hemos llorado. Pero deseamos creer que todo irá bien y que un día volverán.

-¡Ojalá que ellos triunfen en su misión! Ahora aquí tenemos otra importante de la que ocuparnos. – Terció Roy pasándole un confortador brazo por los hombros a su hija.-



            No se dijeron más. Al fin los reos y Anaris salieron del cuarto asimismo sin pronunciar palabra. Los acusados tomaron asiento en tanto la condesa permanecía a un par de metros. Tras unos segundos los soberanos y la princesa aparecieron también. Se sentaron a su vez y fue Neherenia quién se levantó, haciendo que el resto de los presentes la imitasen. En una audaz falta de respeto, Briseo y su hija optaron por seguir sentados. Sin verse afectada por aquello, la reina de la Luna Nueva tomó la palabra con tono duro y severo.



-A la vista de las pruebas, y una vez escuchada la defensa de los acusados, Nos, dictaminamos que vos, Conde Briseo de la región Meridional, habéis sido hallado culpable de todos los cargos. Seréis desposeído de título y honores y condenado al exilio perpetuo del reino de la Luna. En cuanto a vos, lady Briseida, siendo también culpable de los cargos que se os imputan, gozaréis, no obstante, del descargo de las circunstancias atenuantes de vuestra juventud y de la influencia que vuestro padre ha ejercido en vos. Pero no podemos, ni debemos dejar sin castigo vuestra traición. Por ello se os condena a la reclusión en una prisión lunar, por un tiempo no inferior a diez años. ¿Tenéis algo que decir antes de que se aplique la sentencia?



            Fue el ya ex conde quien se levantó ahora para sonreírse con sarcasmo y espetar.



-Solamente una cosa, “Majestad”. Que otros continuarán y llevarán a feliz término lo que aquí hemos comenzado.



            Unos guardias del milenario de Plata entraron para llevarse a Brise. Anaris no podía dejar de llorar ante esa escena, más aún cuando su propia hija llamó a su padre.



-¡Papá!- Gritó ésta arrasada por el dolor a su vez.-

-No temas, se fuerte, ¡se valiente, hija mía! - Le pidió él, con tono lleno de entereza, sentenciando.- Eres mi orgullo, sé que puedo confiar en ti.



            No le dieron tiempo a más, sacándole de allí a rastras. Aunque fue Briseida quien, mirando con odio a los soberanos de la Luna Nueva y al resto, espetó.



-¡Malditos seáis todos! Rezaré porque el Fantasma de la Muerte llegue pronto y os de vuestro merecido.



            Aquellas palabras impactaron a los presentes, sobre todo, al escuchar en modo en el que fueron dichas. Anaris quiso acercarse a su hija, tratando infructuosamente de hacerla razonar.



-¡Cariño, por favor!…Aun no es demasiado tarde para que implores clemencia.



            Sin embargo, la interpelada ladeó la cabeza, negándose a encontrarse con la mirada de súplica de su madre. Ya no pronunció palabra, otros guardias se la llevaron en medio de un espeso y pesaroso silencio, únicamente roto por el llanto de Anaris, quien, arrodillada, se cubría la cara con ambas manos. Tanto Alice como Neherenia, e incluso algunas princesas planetarias y la propia Serenity lloraban a su vez al presenciar esa dantesca escena. Presas no obstante del protocolo no se movieron de sus lugares. Fue Kerria, quien, dominada por la compasión y no sujeta a ese corsé de las formas palaciegas, ayudó a esa pobre mujer a incorporarse.



-No pierdas la esperanza, tu hija es demasiado joven e impresionable, y está dominada por una terrible influencia, como una vez lo estuve yo. Hice cosas entonces de las que hoy todavía me avergüenzo. Seguro que Briseida irá comprendiendo lo que equivocada que está y cambiará.

-Gracias…- Musitó la pobre condesa, entre lágrimas, sin ser capaz de decir más.-



            Y algo recobrada y más entera, quiso aproximarse a su reina, pidiendo permiso para hablar. Apenas entre balbuceos, y queriendo a toda costa preservar la poca dignidad de la que todavía podía hacer gala.



-Con vuestra venia, Majestad, quisiera pediros algo…

-Claro.- Musitó la consternada soberana.- Si está en mi mano concederlo cuenta con ello. Pero si es relativo a la condena de tu hija, o de tu esposo, por mucho que me pese, no es posible variarlas.

-No, Señora.- Suspiró Anaris, admitiendo.- Justas son. Es una petición para mí. Solamente quería suplicaros que me dejéis marchar de la Luna. No podría soportar vivir allí. Necesito algo de tiempo…

-Por supuesto.- Se apresuró a conceder Neherenia, quien ahora si que se levantó pese al protocolo para abrazar a su amiga.-



            Ambas lloraron una vez más, el resto de los presentes sólo podía mirarlas dominados por la conmiseración. Doran aprovechó para susurrarle a su asimismo afectada hija.



-Que esto te sirva de lección, Alice. El deber está por encima de todo, incluido el amor por tu ser más querido.

-Jamás lo olvidaré , padre. Te doy mi palabra.- Afirmó la consternada muchacha.-



            Ahora, tras aquellos tristes hechos que le fueron relatados por su prima Kerria y por Neherenia,  Idina suspiraba. Su pobre amiga estaba devastada por aquello.



-¡Ojalá que mis hijos nunca tengan que pasar por eso!- Pensó. – Ahora que Tom está recuperado debo dar gracias por ello.



Por su parte, su hijo caminaba despacio junto a Helen. Estaban a punto de llegar a casa.



-Has sido muy valiente, y tu tío también.- Comentó ella.-

-Yo no soy ningún héroe.- Contestó él moviendo la cabeza.- Mi tío Lance, sí. Ya viste como me derribaron. En cambio él, les dio una buena paliza.

-Eso no es lo que cuenta.- Le animó Helen agregando agradecida.- Lo importante es que no dudaste en tratar de protegernos a tu hermana y a mí.



            La chica en efecto le estaba muy reconocida. Ese chico había demostrado ser valiente y altruista. Había habido otros desde luego que se acercaron a ella, muchos muchachos que trataron de ligar, la mayoría con el único deseo de llevarla a la cama. Y otros cuando se enteraban de lo de su madre, sencillamente se olvidaban de ella. Quizás pensando que Helen debía de ser igual. Nada más lejos de la realidad. Justo en eso pensaba cuando Tom le preguntó.



-Debe de ser muy duro, que te etiqueten así, bueno, para tu madre y para ti.

-Lo es, aunque mi madre nunca me lo ocultó. Siendo yo niña me confesó que a ella le gustaban las mujeres, pero me pidió que no lo dijera por ahí. Yo, bueno, viendo como eran las cosas en Nature jamás se lo conté a nadie en ese planeta. Aunque supuse que en Bios las cosas serían diferentes.

-Hay idiotas en todas partes.- Afirmó Tom quien, con tono culpable, incluso confesó.- Y yo soy uno de los mayores. Hice cosas de las que no me siento nada orgulloso, aunque al principio fuera con buena intención.



            Helen le interrogó con la mirada. Sabía por Loren que ese chico había tenido alguna enfermedad, y que no lo había pasado nada bien. Ignoraba de qué pudiera tratarse pero no sería ella quien prejuzgase a nadie. Menos aún a un gentil muchacho que se había arriesgado por defenderla. Así pues, con tono cordial, le propuso.



-¿Te apetecería quedar a tomar algo mañana? Podríamos charlar. Me pareces alguien en quien se puede confiar.

-Estaría encantado.- Asintió él iluminando su rostro con una sonrisa.-



Y de este modo los dos comenzaron a verse, al principio como amigos, aunque luego, pasados unos meses,  surgió la chispa del mutuo amor. En eso por lo menos se cumplieron las promesas que Lance obtuvo por parte de su misterioso interlocutor. Eso fue una alegría para el resto de la familia. Pero lamentablemente para entonces los Johnson distaban mucho de ser felices. Idina sufría y apenas podía soportar el día a día. Su esposo trataba de animarla, lo mismo que sus amigas. Hacía ya casi tres meses que su hija Loren se había escapado de casa. O mejor dicho, no retornó de su viaje al reino de la Luna Nueva. La angustiada y desolada Neherenia fue en persona a darle la noticia. La que había sido su amiga desde la infancia tuvo que ser apartada de ella por Michael y Kenneth, allí presente, junto a Mimí, Sandy, Coraíon, Leval, Amatista, y Cooan, para que una enloquecida Idina no la golpease con saña. Aquella situación fue realmente dura y terrible para todos. Comenzó tiempo atrás. Al principio, todos, incluidos sus propios padres, juzgaron aquello un capricho juvenil, fruto del influjo y la personalidad de su tío. Pero después la joven confesó estar enamorada de él. En vano sus padres trataron de hacerla entrar en razón. Aunque lo peor fue que, cuando Idina mandó a su hija a la habitación, llamó a su hermano y le pidió que tratase de hacerle ver a la niña que eso no era correcto ni posible, él la dejó helada admitiendo que era mutuo. Que incluso llevaban algún tiempo viéndose en secreto. Y hasta citándose a escondidas como pareja.



-No sé cómo llegamos a esto.- Se excusaba Lance, aquella aciaga tarde en casa de su hermana y su cuñado.- Pero, desde que le sucedió aquello a Tom, cuando estabais en el hospital y acompañándole en su terapia, Loren y yo poco a poco nos fuimos acercando. Al principio la traía y la llevaba al instituto, al cine o charlábamos de su hermano, o de sus proyectos. ¡Os juro que no me di cuenta de que eso pasaba de ser una simple relación entre un tío y su sobrina a algo más! Cuando quise reaccionar le dije que no estaba bien, pero…

           

            Aunque su enfurecido cuñado no le dejó terminar. Le agarró de la pechera empujándole contra una pared en tanto aullaba.



-¡Eres un miserable mal nacido! Se trata de tu propia sobrina, de la hija de tu hermana. ¡Sucio degenerado! ¡Podría ser tu hija! ¿Cuántos años le sacas, eh?... ¡Es menor de edad, maldito pedófilo!

-¡Basta Mike, por favor! - Terció la horrorizada y asustada Idina tratando de separarles sin resultado.-



            Aquellas últimas palabras de su esposo le trajeron terribles recuerdos,  cuando siendo una joven universitaria salvó a esos niños de aquella red de explotación infantil. No podía creer, ni deseaba pensar que su hermano fuese como esos canallas. Aunque, ¡les estaba confesando que estaba enamorado de Loren! Idina pese a todo quería evitar que aquello degenerara aún más. Antes de que alguno hiciera algo irreparable. Sin embargo, fue el propio Lance quién se soltó aplicando una llave de yudo a su cuñado. Pudo apartarse lo justo para, entre jadeos que desahogaban su tensión, sentenciar.



-Yo nunca quise esto. ¡Nunca!… pero ha sucedido. Idina, por favor, trata de explicárselo a tu marido.



            Sin embargo su hermana, tras ayudar a su esposo a ponerse en pie, le miraba ahora estremecida de ira, la única respuesta que le dio vino en forma de sonora bofetada.



-Si todavía fuese la Dama del Fuego te quemaría vivo por esto, ¡maldito!- Le chilló llena de furia.- ¿Cómo has podido? ¡La has visto nacer!



            Atraída por aquel escándalo fue cuando Loren salió de su cuarto, ya no podía soportarlo más. Lance le pidió que no interviniera, que él trataría de explicarlo. Ella confió en eso, pero ahora tenía miedo y más tras oír los gritos y los ruidos que provenían del salón. Sin embargo, quería proteger a su tío, al que amaba de veras.



-¡Ya es suficiente, mamá!- Pudo gritar tratando de hacerse oír.-

-¡Tú vete a tu cuarto! - Le ordenó su padre, con expresión de visible enfado.-

-No, no me voy a ir.- Se negó la joven, afirmando.- ¿Por qué no podéis entenderlo? No es culpa del tío Lance, ¡nos queremos!

-No sabes lo que estás diciendo.- La cortó su madre dirigiéndole ahora una mirada entre suplicante e indignada en tanto exclamaba.- Hija ¡Por Dios! Eso es incesto…y encima eres menor…No quiero ni pensar qué habréis hecho las noches que os hemos dejado solos… ¡por favor!, dime que no ha ocurrido nada de eso…-Suplicó Idina con el rictus descompuesto por el temor.-



            Ahora todos permanecieron mudos y sin atreverse casi ni a respirar. Al escuchar esa palabra fue como si una enorme losa les hubiese caído encima. Loren negó con la cabeza, balbuceando llorosa.



-No hemos hecho nada…nunca hemos hecho eso…



Pese a sus palabras sus padres la miraban como si hubiera cometido el más horrendo de los crímenes. Al final Lance fue quién primero reaccionó. Apenas pudo decir con un tono débil y lleno de pesar.



-Tus padres tienen razón… será mejor que no volvamos a vernos…Te quiero Loren, siempre lo haré, pero esto no está bien…

-¡No!- Gritó la desolada chica tratando de abrazarle.- ¡No te vayas!...



            Pero su padre la sujetó en tanto Idina miraba hoscamente a su hermano y sólo le mostraba la salida. El aludido no dudó ni un segundo y se marchó. Al fin, cuando Michael pudo a duras penas controlar a su hija y hacerla sentarse en el sofá, trataron de hacerla entrar en razón.



-¿Hija, es que no lo ves? ¡Hasta tu tío lo ha reconocido! -Arguyó su angustiada madre.- Tienes que despertar de esa alucinación… Eres una chica muy joven e impresionable.- Añadió tratando ahora de sonar conciliadora.- Es normal que te hayas dejado influenciar por él. Pero enseguida lo olvidarás. Ya conocerás a algún chico de tu edad y…



            Loren se negaba a escuchar, solamente movía la cabeza cerrando los ojos y tapándose los oídos. Su padre, con la paciencia consumida, la obligó a quitarse las manos de las orejas y mirar a Idina. Fue entonces cuando la cría estalló.



-¡Dejadme en paz! Le amo, ¿Me oís? Estoy enamorada de él y seré su mujer, y la madre de sus hijos…



            Su madre sintió como si un puñal se le clavase, una fría furia le subió por el pecho al escuchar aquello y sin pensarlo dos veces le dio una tremenda bofetada a su hija. Apenas pudo pronunciar las siguientes palabras, cargada de una gran sensación de  ira.



-¡Jamás vuelvas a hablar así! Nunca te atrevas a repetir esa monstruosidad otra vez… ¿Me has entendido?



            Pero la chica, lejos de arredrarse, devolvió a su progenitora una mirada cargada a su vez de desprecio y de rabia. Para espetar.



-¡Te odio!…no quiero verte nunca más…



            Y antes de que cualquiera de sus padres pudieran decir nada, corrió a encerrarse en su habitación. Idina estalló en llanto y su esposo tuvo que abrazarla, en tanto la pobre mujer se desahogaba gimiendo.



-Por el amor de Dios ¿Pero qué es lo que he hecho mal en mi vida?... ¿Qué es? Para que me castigues de este modo. Mi padre muerto, mi hijo enfermo, ahora mi propio hermano con mi hija…

-Cálmate, cariño. Se le pasará. Lo hará… No es más que una niña.- Pudo decir Michael, tratando de animarla, para añadir no sin indignación.- La culpa es de ese degenerado. ¡Maldita sea! ¿Se puede saber en qué diablos estaba pensando?

-Creo que nuestra hija necesita ayuda.- Pudo decir su abatida y desecha esposa al fin.-

-Sí. Tienes razón. Haremos que vaya a verla un buen psicólogo.- Afirmó Mike.-



            Su mujer asintió, entre lágrimas, y entonces se acordó.



-Sé a quién podríamos llamar, es una vieja amiga de mi prima Ky. Michelle se llamaba. Hace tiempo ayudó a  Tom. Creo que Amatista y Kerria sabían su paradero.

-No quiero que involucres a nadie de fuera.- Le pidió Michael.-

-Son nuestra familia.- Opuso su contertulia.- Es más, quizás si ellas hablasen con Loren…antes que la psicóloga, pudieran hacerle ver cómo son las cosas.

-Cariño… confío en ti.- Pudo decir el apesadumbrado Mike.- Haz lo que creas mejor.



            Y eso hizo su mujer. Aunque por el momento no pudo contactar con esa prestigiosa especialista, sí lo hizo con su prima. Por su parte Loren se encerró en su cuarto y no salió en todo el día. Por suerte para ella, tenía un servicio adosado. Aunque no probó bocado. Tampoco fue a la Academia de Bellas Artes, ni al instituto. Paradójicamente, al único que quiso ver fue a su hermano. Tom sí que fue capaz de entrar al cuarto de ella. La muchacha lloraba abrumada y él, entonces, con voz dulce, acarició el pelo de la joven y musitó.



-Te comprendo muy bien, sé lo que es sufrir por un amor imposible, sé lo que es perderlo. Y también tratar de obtenerlo como sea…En mi caso hice cosas terribles. Me dejé llevar. Al final, recibí mi castigo. Pero créeme una cosa. Tú no eres culpable de esto.



            Loren le miró entre lágrimas, atónita ahora. Su hermano sonrió débilmente y pudo añadir.



-Sé que todos me tomasteis por loco. Hasta yo llegué a creerlo. Pero no lo estaba. Hice mal las cosas. Ahora lo veo. Pero para corregir todos mis errores ha tenido que ocurrir esto. Y lo lamento mucho por ti.

-No te entiendo.- Pudo decir su atónita contertulia.- ¿Qué quieres decir?



            Tom le resumió las cosas que hizo. Volvió a hablar de aquel libro. Y entonces comentó algo que dejó helada a la muchacha.



-Puede que cambiasen acontecimientos, quizás borraron la mayoría de las cosas, pero todavía recuerdo unos pasajes que entonces no entendí. Pero que en este momento veo más claros. Cuando a veces ojeaba aquello por mera curiosidad. Hablaban de un amor prohibido. Y leí ciertas páginas que ahora podrían servirte. Si de verdad amas al tío Lance. Si es así, y yo te creo cuando dices que estás enamorada de él, entonces los dos tendréis una historia muy interesante que contar…una que nos afectará a todos…



            Su hermana le escuchó con toda su atención, quedando sorprendida. Cuando el chico terminó, Loren únicamente pudo abrazarle pidiéndole perdón por no haberle creído. Al fin, la impactada muchacha le prometió.



- Hablaré con Alice, le contaré todo…debe saber que tú no…

-No.- Dijo sin embargo él.- Fui yo quien quiso alterar lo que debía ser. Y por ello recibí mi castigo. Ahora soy feliz con Helen, no quisiera cambiar eso. Pero hermana, lo que intenté tuvo que ser deshecho porque no era correcto. Aunque lo tuyo con nuestro tío sí que es el camino que debe recorrerse. Y nadie podrá impedíroslo, nadie… si es que estás dispuesta a hacer lo necesario…y a pagar el precio.

-Sí.- Asintió la chica, más resuelta que nunca.- Haré lo que me dices…



            La joven recordaba algunas de las veces que se había citado con su tío. Al principio fueron totalmente inocentes, charlaban, ella le confiaba sus sueños y esperanzas y poco a poco él hizo lo propio con las suyas. A veces hasta le cantaba algunas canciones realmente hermosas.  Y la muchacha no supo cuando ocurrió o cual fue el detonante. Lo cierto es que se sorprendió a sí misma deseando estar junto a él. Quería permanecer con Lance para siempre, y pasara lo que pasara. Pensaba en ese momento en el que lo comprendió. Justo cuando él, tocando al tiempo el piano de su apartamento alquilado, le cantaba una bella melodía que incluso la hizo llorar.



“Nos vemos en la esquina del centro 
Te estaré esperando en un viejo taxi amarillo
No lleves una maleta 
No necesitarás nada
No habrá preocupaciones 
Donde los ángeles cantan 

Tengo mi boleto en la mano 
Oh, el precio pagado en su totalidad 
Nadie me puede detener 
Sus palabras no me herirán 
No hay sueños que me obsesionen
Donde los ángeles cantan 

Me siento tan cansado en este problemático camino
Desbloquear estas cadenas y gentilmente anclarme a casa 
Más allá de las nubes y la lluvia 

Donde los ángeles cantan 
Donde los ángeles cantan 
Donde las mentiras no pueden hacerme daño 
La carne deserta de mí



No hay dentro o fuera 
No hay pérdida o duda 
No vida con o sin  hacer
Donde el dinero no es el rey del poder
Y la bondad es una cosa más preciosa 

Donde los ángeles cantan 
Donde los ángeles cantan 
Donde el tiempo no significa nada 



No hay prisa 
Nadie corriendo 
No hay oscuridad de la noche 



No odio o rencor 
No hay bien o mal 
No hay día o noche 
No hay pueblos y ciudades no 
No hay dolor y la pena no 
Donde el hambre ya no existe 
Y un buen hombre sólo se hace más fuerte 

Donde los ángeles cantan 
Donde los ángeles cantan 
Donde los ángeles cantan 
Donde los ángeles cantan 
Donde los ángeles cantan 
Donde los ángeles cantan ...




(Meat loaf “Where angels sing.” Crédito al autor)



-Es una canción muy hermosa.- Pudo decir la chica emocionada aun.-

-Como tú.- Le susurró Lance afirmando.- Cuando te miro siento que podría cantar las canciones más bonitas del mundo, pero que ninguna te haría justicia.



            La aludida sonrió ahora, tras enjugarse alguna lagrima. Después abrazó a su tío por detrás. Él la tomó de ambas manos y se levantó rompiendo el agarre y dándose la vuelta. Quedaron mirándose a muy poca distancia y sin pronunciar palabra Lance la besó en los labios. Loren se abrazó a él haciendo que aquel beso se prolongase. Ya no podía confundirse con una demostración de afecto. Y menos cuando lo hicieron más profundo jugueteando con sus lenguas. De aquello pasaron a mayores. Él la levantó en brazos y la llevó a la cama. Allí la tendió, colocándose sobre ella. Continuaron con besos y caricias, hasta que Lance fue capaz de separarse dejando a la agitada muchacha que gemía y respiraba con profundos jadeos, lo mismo que él, cuando la joven declaró.



-¡Por favor!, estoy preparada…

-No.- Negó él moviendo la cabeza.- No lo estás, Loren. Ni yo tampoco.- Pudo añadir luchando contra su evidente deseo, y apresurándose a añadir.- ¡Y te quiero! Que Dios me perdone pero estoy enamorado de ti, de mi propia sobrina.

-Entonces, nada nos detiene.- Alegó ella, tratando de desabotonarse la blusa azul que llevaba.-Yo también te amo.

-¡Te lo ruego, cariño! – Pudo replicar su contertulio.- Te suplico un poco más de tiempo. No podemos seguir así. Tenemos que decírselo a tus padres.

-¿A mis padres?- Repitió la incrédula muchacha, añadiendo espantada.- ¿Cómo se te ocurre pensar en tal cosa? ¡Si lo supieran nos matarían!…



            Aunque ahora él, más tranquilo, se sentó en la cama en tanto la chica se incorporaba haciendo lo propio. Lance pasó una afectuosa mano por el pelo de la joven y le musitó al oído con dulzura.



-En nuestro corazón no nos sentimos culpables de nada malo. Quizás eso es lo que más me asusta. Pero de lo que sí me podría arrepentir es de ocultarles esto a mi propia hermana y a su marido. No se merecen eso, Loren.

-Pero…



 La chica se detuvo ahí, era incapaz de argumentar, al clavar sus ojos en los intensamente malvas de él. Y su interlocutor agregó con seguridad y convicción.



-Confía en mí. Puede que sea muy duro cuando lo admitamos. Sin embargo, a la larga sería muchísimo peor estar teniendo que vernos siempre a escondidas y vivir una mentira. Y no soy ningún ingenuo. Sé perfectamente que al principio no lo aceptarán, pero si somos pacientes al final…

-¿Y qué pasaría si jamás lo aceptasen?- Inquirió ella con patente desasosiego ahora.-



            Lance suspiró, sujetó cariñosamente las mejillas de su sobrina entre sus manos, y tras mirarla fijamente le susurró.



-En ese caso, haríamos lo que tuviéramos que hacer. Pero sin remordimientos. Pudiendo ser capaces de mirarnos a la cara y de saber que nunca engañamos a nadie…Entonces tú serías mía y yo sería tuyo. Nada ni nadie, eso te lo aseguro, cariño,  podría separarnos nunca… como dice la canción, nos vemos en la esquina del centro…mi amor…pero ahora debemos de ser fuertes.



            Y dicho esto la besó nuevamente en la boca aunque ahora de modo más suave. Loren saboreó aquello con deleite como si quisiera beber de él y después, tras algunas caricias y sonrisas para darse mutuos ánimos, se marcharon. Ella volvió a casa. A los pocos días quedaron en ir a ver a los padres de la chica. Ésta fue la primera en confesar lo que sentía. Después llegó su tío, requerido por Idina. Y sucedió toda aquella discusión. Ahora ella se lamentaba amargamente. Quizás Lance hubiera estado equivocado, o quizás no…en cualquier caso, no podía derrumbarse.



-Seré fuerte.- Se decía en tanto permanecía tumbada en su cama, abrazada a uno de sus peluches.- Nada ni nadie podrá separarme de ti…



            Y así quedó hasta que la venció el sueño. Por fortuna, Loren salió de su cuarto al día siguiente. Su madre había ido la tarde anterior  a casa de Amatista y Leval. Allí encontró a su vieja compañera de aventuras. Su esposo estaba fuera de Bios atendiendo a sus obligaciones militares. Apenas pudo contarle entre el llanto lo sucedido. Su amiga se quedó pálida. Tras tratar de consolarla como pudo no tardó en llamar a Sandy y a Mimí. Las cuatro celebraron una reunión de emergencia. Y el consejo que Idina recibió por parte de las otras tres fue unánime.



-Escúchame prima. - Le pidió Mimí, con tono afectuoso y triste al tiempo.- Cuando mi hija se marchó a ese viaje, sin despedirse siquiera, creí que me moría. No puedes imaginar cuanto he llorado y sufrido.



            Pensaba en aquel aciago día, cuando desde la Tierra le llegó un mensaje. La faz de Kerria  era suficientemente indicativa. Le avisaba de que acudiría a visitarla sin mencionar por el momento, nada más. Y efectivamente, aquella mujer incluso fue a Bios en persona. Según le dijo, juzgaba que aquello era demasiado importante para simplemente enviar un mensaje.



-¿Cómo que se ha ido? ¿A dónde?- Chillaba Mimí como una posesa siendo abrazada por Kenneth, que, pese a estar igualmente impactado, trataba infructuosamente de calmarla.- ¡Responde, maldita sea!

-Con mi hijo, los hijos de Amatista, de Sandy y de Mazoui y Satory, entre otros.- Pudo replicar casi con un consternado susurro la aludida, sentenciando.- Fue elegida para una importantísima misión.

-¿Qué misión es esa, eh?- Intervino Ken, visiblemente agitado también.- ¿A dónde ha ido?

-No lo sé.- Fue capaz de replicar Kerria entre sollozos.- Nadie lo sabe…



            Mimí, en estado frenético, se soltó entonces de su esposo y agarró a esa mujer de la blusa, como si quisiera arrancársela en tanto la recriminaba.



-¿Por qué no se lo impedisteis? ¿Por qué?

-No podíamos.- Contestó la interpelada sin siquiera tratar de liberarse de aquel agarre.- ¡Ojalá hubiera podido hacerlo! También yo he visto marchar a mi hijo.

-¡He perdido a mi niña! - Lloraba Mimí soltando a su interlocutora y cayendo al suelo.- ¡Mi niña!...



            Kenneth se apresuró a ayudarla a ponerse en pie en tanto Kerria, tratando de sonreír animosa entre sus lágrimas, la rebatía.



-No…No les hemos perdido, volverán, sé que regresarán. Un día…lo harán. Estoy segura de ello, quiero creerlo. No pierdas la esperanza, por favor…



            Y esas palabras se quedaron grabadas en la mente de la mujer. Ahora se las recordaba a sus interlocutoras remachando emocionada.



-Y así es… Yo deseo pensar lo mismo que Kerria. ¡Pobre mujer! Volqué en ella mi ira y mi desolación, pero luego comprendí que sentía lo mismo que yo. Más tarde nos abrazamos y lloramos y nos dijimos la una a la otra que nuestros hijos estarían bien. Que sabrán cuidarse y se apoyarían como si de una familia se tratara. Forman un grupo estupendo y nada podrá impedir que vuelvan a nosotros algún día.

-Sí, yo siento lo mismo.- Terció Sandy.- Aun así, es terrible no saber que le habrá sucedido a tu hijo. Pese a que una y otra vez cuando te levantas, cuando te acuestas y durante el resto del día, te digas a ti misma que estará bien, que un día retornará…

-¡Pues imaginaos yo, que he visto marchar a los dos! - Suspiró Amatista llena de consternación, para agregar.- Me sucede lo que a Sandy o a Mimí. Quiero creer, ¡necesito creer que están bien!, que volverán. Esa esperanza hace que me levante cada mañana para empezar el día. Por eso Idina, no te desesperes. Lo que nos has contado es muy grave, sí. Puedo comprenderte mejor de lo que crees. Pero piensa que no has perdido a tu hija. Ella está ahí, a buen seguro se siente perdida y desolada, y está esperando recibir tu amor.

-Debes perdonarla. Debes abrazarla y decirle lo mucho que la quieres.- Sollozó Mimí, para añadir con emotividad.- Tú que aún puedes hacerlo.

-¡No la pierdas! No permitas que esto la aleje de ti.- La exhortó Sandy a su vez.- A fin de cuentas lo que ella siente por su tío es amor. Y eso no se puede controlar. Si tu propio hermano se ha ido, eso solucionará el problema. A Loren se le pasará con el tiempo.

-Ahora es cuando tanto Michael, como tú, debéis estar al lado de vuestra hija.- Remató Amatista.- Más que nunca os necesita…

           

            La aconsejada asintió con emotividad y lágrimas, sus amigas tenían toda la razón.



-Sí. Lo haré. Nada en el mundo me importa más que ella.- Convino Idina afirmando como propósito.- Intentaré ser comprensiva con ella y mañana trataré de hacer las paces…



            Y entre tanto, Kerria, advertida vía canal sub-espacial de urgencia, contactó a su vez con la casa de los Johnson. Los padres no estaban. Fue Tom quién contestó. La abogada preguntó por Loren.



-Un momento por favor.- Le pidió educadamente.-



            Aunque antes de ir a buscar a su hermana, el chico, presa de la curiosidad, le preguntó a su interlocutora.



-Perdone, señora Malden, ¿sabe usted qué tal está la señora Carson?

-¿La señora Carson?- Se sorprendió Kerria, sin acertar a comprender cómo conocía ese chico a Daphne.-

-Sí.- Repuso él quien, suponiendo el porqué de la extrañeza de su contertulia, le aclaró.- Mi novia se llama Helen, su madre era la doctora de los hijos de la señora Carson. El otro día hablamos de eso. Y de Sonia Calderón.- Añadió tratando de sacar ese otro tema.-

-¿También la conoces?- Inquirió la abogada con evidente asombro.-

-Bueno, lo que dicen las noticias, que perdió un juicio y que su hijo ha desaparecido.- Repuso tímidamente Tom, agregando de modo sutil.- Algunos dicen que pudieron secuestrarlo. Esos tipos, ya sabe, de la Luna Negra.

-¿Qué?- Se sorprendió, Kerria, inquiriendo a su vez.- ¿Pero cómo sabes tú eso? ¿En qué noticias lo han dicho?

-Yo no he oído nada al respeto.- Intervino Sam, que estaba junto a su esposa.- De hecho, no sabemos nada de ellas desde hace tiempo, ni de Daphne ni de Sonia o Mei Ling.- Reflexionó ahora.-



            Y viendo los gestos inquisitivos de esas dos mujeres que quizás estaban empezando a sospechar algo, Tom se limitó a replicar restándole importancia.



-Entiendo, no me hagan mucho caso, por aquí se oyen rumores de toda clase. Gracias de todos modos, voy a llamar a Loren. Aguarden un segundo, por favor.



El chico avisó a su hermana y se fue. Durante los segundos de espera, Samantha, que estaba junto a su mujer, le comentó perpleja.



-Esto es muy extraño. El hijo de Idina habla como si de veras supiera algo. Quiero decir, más allá de lo que han contado.

-Imagino que habrá visto más tele cotilleos que nosotras. Es cierto que Sonia apareció en algunos a raíz de aquel juicio. Cada vez que lo recuerdo me da rabia lo impotente que me sentí. Y después les sucedió eso. ¡Pobrecillas!- Suspiró Kerria.- Que se llevasen a su hijo fue terrible. Por lo menos, nosotras sabemos que el nuestro y los demás son adultos para decidir irse y que fueron por su propia voluntad.



No les dio tiempo a decir nada más sobre ese tema. La muchacha requerida se puso y vio a esa mujer de mediana edad, junto con otra, de pelo rubio, aunque algo ensombrecido por las canas.



-Hola Loren. Soy Kerria Lorein Malden y ella es mi esposa Samantha. – Presentó esta para añadir, con una tímida sonrisa.- Soy prima de tu madre y de tus tíos Alan y Lance. No te acordarás de mí, te vi cuando eras muy pequeñita… Y ya estás hecha toda una mujer…

-Mi hermano me dijo que sería buena idea que hablara con ustedes.- Repuso la chica sin parecer alegrarse al recibir ese cumplido.- Me contó que usted es una de las mejores abogadas para defender los derechos de la gente y que ayuda a personas que se quieren y son agredidas, discriminadas, perseguidas o vituperadas por ello…

-Al menos eso intento.- Sonrió la aludida, abrazando a su cónyuge, para añadir.- Nosotras tampoco lo tuvimos fáciles de jóvenes.

-Verá. A mí me ocurre algo así…- Comentó entonces Loren, sintiéndose más animada.- Tengo ese mismo problema.



            Le contó lo sucedido, aunque durante el relato las caras joviales de Kerria y Sam se fueron apagando, sustituidas por unas expresiones algo envaradas y estupefactas. Finalmente fue la veterana abogada quién pudo declarar con prevención.



-Bueno, verás Loren…eso que planteas es algo más complicado. Es…para empezar, tú eres menor de edad todavía. Eso coloca a tu tío, a mi primo Lance, en una situación muy complicada.

-¿Por qué?- Quiso saber la inquietada joven.-

-Podrían acusarle de corrupción de menores.- Le explicó Kerria.- Con agravante de incesto. Eso está penado por la ley…

-Pero, ¿es que ustedes no creen que el amor sea suficiente? Yo le quiero, él no me ha obligado a nada. – Argumentó la muchacha llena de zozobra.-

-¿Habéis llegado a tener, ya sabes, relaciones?- Inquirió Sam, con visible preocupación.-

-No, -Se apresuró a contestar la chica.- Solamente nos hemos besado y esas cosas. Él nunca quiso…



            Ahora ambas mujeres suspiraron con alivio. Kerria pudo decir utilizando todo el tacto del que fue capaz.



-En ese caso, las cosas no son tan graves. Quizás necesitas ser paciente. Mi consejo es que aguardes. Puede que, si pasa un tiempo prudencial, veas las cosas de otra forma…

-Ya las veo. Y me doy cuenta de que usted habla como mi madre. ¿Dígame una cosa?- Inquirió la muchacha ahora con tono molesto.- ¿Y si les hubiesen dicho a ustedes que su relación no era correcta y que aguardasen para ver si cambiaban de opinión, lo habrían hecho?

-Nos lo dijeron muchas veces.- Admitió Samantha.- Y te puedo asegurar que, en mi caso, esperé, lo medité y tuve amargas experiencias hasta poder estar totalmente segura de mi orientación sexual.

-Y yo sufrí mucho también.- Añadió Kerria que confesó.- Y tu madre fue una de las que estuvo apoyándome sin reservas…

-¡En cambio a mí me lo echa en cara y me da la espalda!- Espetó la joven.- ¡Y mi padre también!

-No, eso no es cierto. Tu madre te quiere mucho, Loren, lo mismo que tu padre.- Le rebatió Sam, quién entonces le contó tras suspirar.- Verás. Mis padres sí que eran muy chapados a la antigua y religiosos, nunca aceptaron que yo fuera bisexual. De hecho, mi padre murió sin que yo pudiera hacer las paces con él. Y mi madre…bueno, gracias a Dios que ella y yo sí que pudimos volver a hablar antes de que muriese. Por fortuna todavía me quedan mi hermana Terry, su esposo, mis sobrinas y dos sobrinos-nietos. Aunque apenas si les vea. Por eso te lo digo, te lo suplicaré si hace falta. No reniegues de tus padres. ¡Son tu familia!

-Me han tratado como si fuese una criminal, y al tío Lance también.- Repuso la muchacha con patente malestar.- Eso no es ser una familia.

-Cuando yo era incluso más joven que tú tuve una terrible discusión con mi padre por eso.- Le contó Kerria.- Fue tan grave que estuve a punto de perderle para siempre. Y él a mí. Después atravesé unos momentos muy malos. Me volví realmente terrible. Gracias a Dios que ellos nunca dejaron de amarme. Mi padre, pese a toda esa bronca, siempre me quiso. Y yo a él. Igual que los tuyos te quieren a ti. Confía en mí Loren, no necesitas un abogado, necesitas estar unida a tus padres. Yo también soy madre y comprendo bien lo que significa cuando tu hijo sufre… y cuando se aleja puede que para siempre…

-Ya veo que ustedes están de su lado.- Declaró la chica, que no parecía ser proclive a aceptar esos consejos.- Bueno, no quiero que pierda más de su precioso tiempo. No puedo pagarla. - Remachó con amargura.-

-No. Escúchame Loren. - Le pidió encarecidamente su interlocutora.- No es...

-¡No, escúchenme ustedes!- La cortó con patente enojo la joven.- Mucho decir que son activistas de las causas homosexuales y transexuales, y que apoyan a todos con tal de que triunfen el amor y la libertad, pero a la hora de la verdad están igual de anticuadas y llenas de prejuicios que mis padres.



            De poco sirvió que Kerria o Sam quisieran responder, la muchacha cortó la comunicación. Ambas mujeres se quedaron por unos instantes contemplando la pantalla a oscuras.



-No hemos podido convencerla.- Suspiró Samantha con preocupación.-

- Está claro que ella siente lo que dice, pero a esas edades las cosas son así. Espero que mi primo Lance sepa comportarse como debe.- Comentó Kerria añadiendo también con inquietud.- Tendré que llamar a Idina y decirle que no he podido hacer nada. Siento que la he fallado.

-Tú no tienes la culpa.- La animó Sam.-

           

            Su esposa suspiró, con gesto aún atónita, replicando con voz reflexiva.



-Mi prima me pidió que tratase de hablar con su hija, que Loren había visto y oído cosas sobre mi lucha por los derechos de los gais y ahora… ironías de la vida. ¡Me ha acusado de tener prejuicios contra el amor! Jamás en mi vida creí que nadie fuera a decirme algo así.

-Será que nos hacemos mayores, cariño.- La sonrió confortadoramente Sam besándola en una mejilla.-



Su esposa asintió despacio. Nada más podían hacer en ese asunto. Dejaron pues aquello y volvieron a sus quehaceres. En Bios entre tanto, lejos de haber perdido determinación, Loren ahora estaba segura que nunca de lo que hacer. Su hermano la avisó al poco tiempo. El tío Lance le envió un mensaje para que se lo diese. La citaba en una zona de Vitae bastante apartada del bullicio. Aguardando hasta que sus padres no estuvieran en casa, la chica se preparó con algo de equipaje. Antes de irse, miró a su hermano con una mezcla de temor, pesar y  agradecimiento.



-Muchas gracias, Tom.- Le dijo con afecto, en tanto se abrazaban.- Por favor, no me olvides, como yo no te olvidaré…

-Ten mucho cuidado. -Le pidió él.- Loren, te deseo lo mejor. Solamente te pido que hagas una cosa por mí. ¿Lo harás?

-Claro, si está en mi mano, dime. ¿Qué es?



Su hermano se lo contó, ella se sorprendió mucho al principio, más tarde sonrió, tras darse otro fuerte abrazo, salió a toda prisa de casa. Apenas sí tuvo tiempo para correr hasta allí tras tomar algunos deslizadores. Tan pronto vio a su pareja se abrazó a  él.



-Espérame en un taxi en la esquina. No lleves el equipaje…- Sonrió la chica recordándole a su pareja unos fragmentos de aquella canción.-

-Esto es una locura, cariño.- Pudo decir Lance mirándola fijamente a los ojos y agregando con toda la resolución que pudo en tanto le acariciaba las mejillas.- Tenemos que ponerle fin.



            Aunque ella visiblemente sorprendida por lo que oía movió la cabeza y le dijo, entre desesperada y decidida.



-Lo haré si me pones una mano en el corazón y me dices que no me quieres…



            Su interlocutor suspiró… Aquello le era muy difícil. Pese a ello se armó de valor y le dijo con tono endurecido.



-Eres solamente una niña, quizás te he influenciado en exceso. Y además, esto no saldría bien…

-¿Así que ahora solo soy una niña?- Se indignó la muchacha.- No pensabas eso cuando tú y yo…la primera vez, cuando en ese apartamento me besaste. Tú me llevaste a la cama en brazos…y las caricias de después…

-¡Sé que lo hice! Me dejé llevar. - La interrumpió secamente él.- Pero eso fue en un momento en el que…perdí la cabeza, eso es todo.



La chica apenas podía creer lo que escuchaba, pugnaba por no llorar pero pese a todo derramó algunas lágrimas. Se dio la vuelta para salir a la carrera pero Lance en un acto reflejo la agarró del brazo.



-¡Suéltame! – Le exigió la muchacha entre sollozos.-



            Su tío la miró con esa intensidad suya, y sin pensar la estrechó entre sus brazos y la besó con pasión en la boca. No pudo evitarlo. Estaba tan enamorado de ella como su sobrina de él. Al separarse fue el turno de Loren de mirarle atónita, aunque enseguida sonrió.



-¿Por qué?- Pudo preguntar.- ¿Por qué quieres alejarte de mí? Dijiste que si lo confesábamos todo. No sería culpa nuestra…

-Sí, se lo que dije. Pero no es tan sencillo, cariño. Por tu propio bien, y el de la familia.- Pudo sollozar él ahora, admitiendo sin reservas.- ¡Te quiero, te deseo!, y eso no está bien. Lo sé y no me importa por mí. Me da igual si me meten en la cárcel. Pero la felicidad de tu madre, de tu padre y del resto de nuestra familia sí que me preocupa y mucho. Escúchame Loren. Si hay una lección que he aprendido por experiencia es que a veces tenemos que sacrificarnos por no hacer daño a  otros. Solamente te pido, ¡te suplico que me des algo de tiempo! Que nos lo des a los dos…



            Y Lance miró hacia las alturas como si con ello quisiera comunicarse con alguien. Y pareció que era escuchado dado que una música de piano salida de ningún sitio comenzó a sonar, en tanto él le cantaba a su sobrina entre susurros.



¿Cómo puedo dejarte ir, simplemente marcharte sin dejar rastro? 
Cuando estoy aquí respirando contigo 
Tú eres la única que realmente me conoció lo suficiente 

¿Cómo puedes tú alejarte de mí? 
Cuando todo lo que puedo hacer es verte ir 
Porque hemos compartido la risa y el dolor y hasta compartimos las lágrimas 
Tu eres la única que realmente me conoció lo suficiente 

Pues mírame ahora, ¡oh! hay un espacio vacío 
Y no queda nada que me recuerde 
Tan solo como era tu cara 
Oh, mírame ahora, hay solo un espacio vacío 
Y esperar por ti contra viento y marea y eso es lo que tengo que enfrentar 




Loren estaba asombrada, ¿de dónde provenía aquella música?. Aunque se sentía mucho más emocionada todavía escuchando aquella maravillosa canción en la cálida y grave voz de su tío.

Desearía lograr que te dieras vuelta 
Que te des vuelta y me veas llorar 
Hay tanto que necesito decirte 
Muchas razones por que 
Tú eres la única que realmente me conoció lo suficiente 

Pues mírame ahora, hay solo un espacio vacío 
Y no queda nada aquí que me recuerde, tan solo como era tu cara 
Mírame ahora, porque hay solo un espacio vacío 

Y esperar por ti contra viento y marea y eso es lo que tengo que enfrentar 
Mírame bien ahora, porque estaré parado aquí 
Y tu regreso hacia mí es contra viento y marea 
Es la oportunidad que tengo que aprovechar 

Mírame ahora 



(Against All odds, Phill Collins, crédito al autor)



-Esta canción resumen perfectamente lo que siento por ti…-Le dijo él tomando cariñosamente el rostro de la chica entre sus manos cuando terminó.- No lo olvides jamás…



            Ahora fue la muchacha la que sollozó… aunque pasados unos momentos pudo sonreír limpiándose las lágrimas y sin dejar de abrazarle asentir y declarar con voz trémula.



-Está bien. Lo haré por ti. Para que compruebes que de verdad te quiero y que eso no cambiará… ¿Cuánto tiempo necesitas?...

- Unos meses quizás.- Replicó él.- Y entonces volveré. Cuando cumplas los dieciocho ya nadie podrá separarnos, pero hasta entonces te lo pido por nosotros. ¡No odies a tus padres!  Les partirías el corazón a ellos y a la abuela Connie que es mi propia madre.

-Jamás haría daño a la abuela. ¡La quiero demasiado! - Contestó la chica entre lágrimas.- ¡Como te quiero a ti!



            Volvieron a besarse de forma prolongada y pasional. Tentado habría estado Lance de llevársela a su apartamento alquilado y esta vez sí, hacerla el amor, pero eso era imposible. No debía…al menos agradecía al Demiurgo que le hubiese facilitado el cantar esa canción. Su despedida. Al fin se separaron y, tras decirse adiós, ella retornó más contenta a casa. Allí aguardaban ya sus padres. Nada más entrar fue Michael quién la interrogó con gesto acusador.



-Has ido a verle, ¿no es así?

-Sí.- Repuso ella con entereza. Añadiendo sin embargo.- Pero para despedirme.



            Fue Idina la que entonces la abrazó, con visible alivio y emoción. Loren se dejó hacer. Estaba estática sin envolver a su madre con sus brazos. Como si de un poste se tratara. Pese a ello, cuando su progenitora se separó, tomó suavemente con ambas manos los hombros de la chica y le dijo.



-Ya verás cómo es mejor así, hija. Nadie dice que pasado un tiempo no podáis volver a veros. Cuando todo haya pasado. Ahora tienes que seguir con tus estudios. Siempre soñaste con ser profesora de pintura. Con tus amigos y con todo lo que te gusta.

-Sí, claro mamá. Lo haré.- Pudo decir ella sin apenas entusiasmo.-

-Será mejor que descanses.- Intervino Michael tratando de sonar con tinte amable.- Te vendrá bien después de tanta tensión.

-Sí, papá. Buenas noches.- Replicó sin emoción.-



            Y la joven se fue a su cuarto sin decir más. Aunque Idina extinguió su sonrisa nada más Loren desapareció del salón y muy preocupada, le dijo a su esposo.



-No sé, Michael. La noto tan fría, tan desapegada de nosotros. Quizás mi hermano haya hecho lo correcto al final. Pero tengo la impresión de que Loren jamás nos perdonará.

-No es ella quien tiene que perdonarnos a nosotros.- Replicó Michael, con un tono inflexible, extraño en él, para sentenciar.- Es al contrario. Y lo siento mucho, sé que es muy doloroso para ti, pero espero no tener que volver a ver a Lance jamás.



Su mujer asintió despacio. Era muy duro y realmente le dolía muchísimo. Pero su hermano hizo algo terrible. Quizás ella con el tiempo pudiera perdonarle, aunque aquello siempre estaría ahí, abriendo una brecha entre ambos.



-Debo ser paciente con Loren y quererla más que nunca.- Se dijo tratando de ser optimista.- Todo se arreglará.



Al cabo de los siguientes días la situación en efecto pareció ir mejorando. La muchacha se mostraba obediente y apenas salía de casa salvo para estudiar en su academia de arte. Sus padres se alegraron de eso. Aunque Loren mantenía una aparente buena disposición pero con la carencia de su espontaneidad y entusiasmo habituales. Sólo contaba los días que faltaban para su mayoría de edad.  Entre tanto, y tras unas semanas de buen comportamiento, les pidió a sus progenitores que la permitieran visitar a su amiga Alice. Ambos aceptaron juzgando aquello como una buena señal. Idina aprovechó para hablar con Neherenia. Cuando le contó lo ocurrido la soberana respondió con suma amabilidad.



-No te preocupes, amiga mía. Envíame a tu hija. Le hará bien la compañía de la mía. Alice también tiene muchas heridas emocionales tras lo sucedido con Briseida. Ahora además, su prima Sandrei está aquí. Seguro que se llevarán bien y que mutuamente se ayudarán a superar sus problemas…

-Sí, un grupo de amigas, como nosotras lo fuimos en la Golden. ¿Te acuerdas?- Añadió esperanzada, rememorando con nostalgia. - Heather, Bea, Millie, tú y yo…

-Claro que sí. Todas harán una piña. - Sonrió su interlocutora.-



            Idina se lo agradeció de corazón, confiaba en Nehie. A buen seguro que ayudaría a que Loren recobrase la alegría y olvidara aquello. Por su parte la reina de la Luna Nueva la despidió apagando esa sonrisa y con gesto inquieto.



-Pobre Idina, no me atrevo a contarle esto.- Suspiró.-



            Y es que estaba realmente preocupada y entristecida. No se lo contó a  su amiga, pero el propio Lance la visitó haría unos días. Vino a solicitarla un favor muy especial y también le pidió que no se lo contase a nadie… de hecho, la reina recordaba aún esa terrible pesadilla que tuviera hacía años, cuando se vio a sí misma dentro de un espejo y a su yo oscuro, al otro lado, haciendo el amor con su esposo. Despertó cubierta de un sudor frío. Por fortuna, únicamente fue eso, un mal sueño. Doran dormía a su lado y pasó abrazada a él toda la noche. Al menos eso creyó. Sin embargo, Lance le dijo algo que la asustó. Las palabras de su interlocutor, cuando le pidió ayuda en su estancia privada, fueron.



-A veces los sueños, mi querida reina de la Luna Nueva, sí que son realidad. Y por desgracia también las pesadillas vividas desde más allá del espejo. Lo sabes muy bien, provienes de una estirpe con poderes oníricos.

-¿Qué significa eso?- Pudo preguntar la perpleja soberana.-

- Sencillamente que puede que no fueras tú quien despertase de alguna de ellas. Quizás alguien te sacó. Ahora solamente te estoy pidiendo que me devuelvas el favor.

-¿Qué quieres?- Pudo decir la soberana con voz trémula, puesto que un escalofrío la había recorrido al oír aquello.- ¿Qué intentas decir?...

-Sé que tanto tú, como los soberanos de la Tierra, estáis al corriente de cierta información sobre un lugar muy lejano. Un sitio a donde habéis enviado a los desterrados y los disconformes peligrosos. Quiero ir hasta allí.- Repuso él sin contestar a lo anterior.-



            Y cuando se lo especificó, Neherenia palideció por completo, abrió la boca y horrorizada le inquirió.



-¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo?...Eso significa que tú, ¡jamás!…

-Soy muy consciente de ello, y sé también que es mejor así, para todos.- Sentenció él, afirmando.- Y tú lo sabes, Nehie. Lo sabes muy bien.



            Su contertulia solamente pudo asentir con pesar. Entonces le prometió con un tono pleno de reconocimiento.



-Aunque me entristece mucho decirte adiós, haré todo lo posible por ayudarte. Buena suerte Lance, y gracias por todo. Ahora empiezo a darme cuenta de lo mucho que te debe mi familia…de lo que todos te debemos.

- Olvida eso y dime ¿Cómo está Alice?- Se interesó más amablemente él.-

-Tratando de recuperarse como puede tras el golpe tan duro que tuvo con lo de Brise. Y sigue añorando a Granate. Pero es fuerte, digna hija de su padre. Nunca lo exteriorizará en público, es demasiado orgullosa para eso. Y muy consciente de su deber como princesa heredera. Ahora estaba de viaje de inspección por el reino. La comisioné para una serie de tareas.

-Es digna hija de su madre también y estoy convencido de que , en su momento, llegará a ser una magnífica soberana.- Sonrió Lance para despedirse.-  Tú has sufrido mucho, pero siempre supiste mantenerte digna y serena en el trono. Ha sido un honor luchar a tu lado y tenerte como amiga. Aunque hayamos tenido algunas diferencias a veces. Pero tampoco ignoras lo que es tener que desempeñar un cometido que en muchas ocasiones no te agrada. Como en el caso de Briseida y de su padre.

-Perdí a Anaris, hace tiempo que no sé de ella. Aunque Serenity me prometió que la cuidarían.- Suspiró Neherenia, moviendo la cabeza y alegando con pesar.- Pobre mujer, siempre fue leal e incluso una amiga. Esto la ha partido por la mitad, pero no tuve otra opción.

- Es una buena mujer, siempre lo fue y al igual que ella tú sabes bien lo que es sufrir y sacrificarte por un bien mayor. Hermosa y Gentil Reina. Eres una mujer maravillosa. Cuídate. Adiós.

-Buena suerte, Lance. De veras que te deseo lo mejor. Lo mereces. – Repuso una emocionada Nehie con voz queda.-



            Y él se marchó, dejando allí sentada a la soberana que le observó salir con una mezcla de consternación y piedad. Desde luego que Neherenia cumplió su palabra. Aunque le contó a Serenity de lo sucedido. La reina de la Tierra asintió con gravedad. Aquello, por triste que fuese, tenía que suceder de ese modo. Aquel destino estuvo trazado desde siempre.



-Los hechos se encaminan hacia su desenlace final. Y nosotros no intervendremos ya hasta ese momento.- Meditó Serenity, tras agradecerle a Neherenia su informe.-



Días después llegó Loren y junto con Alice y Sandrei, pasó unos días muy agradables en la Luna. De todos modos, La recién llegada optó por no contar nada en presencia de esa chica. Aquella adusta saiyajin no le resultó precisamente simpática y parecía además censurarla con la mirada. No daba la impresión de que tuviera asimismo buena opinión de los humanos.



-Siempre me he preguntado que puede ver alguien de mi especie en una persona de la vuestra.- Llegó a decirle Sandrei, quien, al reparar en la cara de circunstancias de Alice que estaba presente, añadió con tono más conciliador.- No deseo en absoluto ofenderte. Me refiero a que somos muy distintos. Eso es todo.

-Pero tú has dicho que tu padre es humano.- Le recordó agudamente Loren.-

-Sí que lo es. Y no es algo de lo que yo me sienta orgullosa.- Sentenció más abruptamente esa muchacha.-

-Bueno, salgamos al jardín central.- Intervino la apurada Alice, intentando que sus amigas obviasen ese tema.- Lo hemos estado ampliando y ha quedado precioso.

-Sí, es muy bonito.- Convino Loren con poco entusiasmo.-



Desde luego, entre esas dos muchachas se palpaba sino tensión, incomodidad. Afortunadamente la hija de Seren se marchó al poco de retorno a la Tierra. Su prima Alice iría en una semana. Durante esos siete días Loren pudo estar con ella a solas. Casi al final de su estancia en la Luna aprovechó para abrirle su corazón a Alice y esta escuchó muy atentamente lo que su amiga le contase sin poder evitar su perplejidad.



-¿De veras? -Pudo decir con estupor.-¿Tu tío y tú?

-Así es.- Suspiró su amiga, admitiendo sin reservas.- Nos amamos. No nos juzgues, por favor.- Le Loren pidió con voz queda a su contertulia.-

-No haría tal cosa.- Se apresuró a contestar Alice, que, pese a sentirse incómoda, apreciaba mucho a esa chica y podía comprenderla al agregar.- El amor no se puede controlar.



Su interlocutora sonrió aliviada, incluso aunque se sentía también un poco culpable. Pese a que se lo prometió a su hermano, Loren no pudo guardar el secreto y le contó a Alice algunas cosas que él le confió. Eso sumió en la sorpresa y la angustia a la princesa, al menos hasta que su amiga le explicó.



-Las cosas no debieron suceder de ese modo. Pero ahora en mi caso, sí. Tú amas a Granate y le esperas. No has perdido la fe en su retorno. Ni debes hacerlo. Yo amo con todo mi corazón a mi tío Lance y deseo que vuelva. Queda muy poco para mi cumpleaños y él me prometió que estaríamos juntos entonces.

-Te entiendo.- Musitó su amiga bajando la cabeza.- Y te ayudaré en lo que pueda. Por lo pronto sé que mi madre debía recibir hoy a la princesa de Marte…sé dónde podemos enterarnos de lo que hablen. A buen seguro acudirán a su cámara privada. Y hay una habitación…



            Alice sabía de la existencia de aquel lugar recordando precisamente lo que Brise le contó hacía unas semanas. De hecho, a pesar de toda su rabia y enfado iniciales, había estado yendo a visitarla a la cárcel. Al principio esa joven se sorprendió, pensó que la princesa la odiaría por intentar matar a los soberanos. Pensó en esa última vez, cuando fue a verla. Se encontraron cara a cara separadas por un grueso cristal.



-Gracias por venir.- Le dijo la prisionera.-

-De nada.- Repuso serenamente ella.-

-De veras, siempre te lo digo, pero…intenté matar a tus padres y sin embargo, aquí estas. – Comentó la aun perpleja rea, quien ya había apeado a su interlocutora de cualquier tratamiento regio hacia su contertulia.-

-Sé que me odias por ser hija de quien soy, pero, aunque no lo creas, te consideraba mi amiga.- Suspiró Alice, confesando.- Para mí ha sido muy duro. Perdí a Granate y también te he perdido a ti…

-Nunca te odié. Jamás fue algo personal.- Rebatió la muchacha moviendo la cabeza.- Solamente quería lo mejor para mi pueblo.

-La muerte y el odio no pueden ser buenos para ningún pueblo.- Opuso Alice.-

-¡No es muerte, es libertad!- Insistió agriamente Briseida, quien, no deseando polemizar con su única visita, rebajó el tono preguntando con inquietud y una dosis de esperanza.- ¿Sabes algo de mi madre?

-No, lo siento. Desde hace semanas que no tenemos noticias suyas. Pero la última vez estaba bien, viviendo en la Tierra. Pidió ser liberada de sus obligaciones y marcharse de la Luna. Mi madre se lo concedió. Ya lo te lo comenté.

-Lo entiendo y, aunque no lo creas, todos los días sufro pensando en ella. Es buena, sé que nos quería a mi padre y a mí. Por ello, papá jamás quiso implicarla. Él lo sabía, estaba convencido de lo terrible que hubiera sido para mi madre el tener que debatirse entre el amor que nos tenía y su lealtad hacia tus padres. Es gracioso. - Suspiró ahora Brise, afirmando.- A veces hasta llegué a pensar que mi madre estaba enamorada de la tuya. Aunque fuera de modo platónico.

-No lo sé, siempre la tuve por una mujer amable, considerada y buena. Por eso, lo siento mucho por Anaris, pero no puedo comprenderos. Sé que mi padre y que yo misma tenemos sangre saiyajin, pero jamás nos consideramos extranjeros aquí. Al contrario, amamos el reino y lo defenderemos contra cualquier amenaza. Y yo misma nací aquí.- Se reivindicó Alice.-

-No es culpa tuya. Tú no eres responsable de eso. Por ello quise convencerte de que aceptases la decisión de madre cuando te ordenó no venir a mi  región.  De veras te aprecio, Alice. No merecías esto, pero las cosas son así. Pero no sabes la verdad. Yo misma he escuchado a veces a tus padres hablar de cosas, de temas muy inquietantes. Podía oírles bien en la estancia de servicio de la planta que está sobre algunas de sus habitaciones. El sonido reverbera y se hace inteligible…



Alice quiso saber a qué se refería su contertulia, pero ésta no le precisó más. Sí que le aconsejó ir a escuchar en cuanto pudiera. Ahora, rememorando aquello, la princesa llevó a su amiga a una estancia algo apartada y pequeña, subiendo encima de  la parte superior del palacio. Era como un pequeño ático. Estaba justo sobre la cámara de recepciones privadas de la reina. Allí, tal y como Alice le dijo a su amiga, se oían claramente las voces de los ocupantes del piso inferior. Quizás fuese, tal y como le contase Brise, debido a alguna oquedad o a la transmisión del sonido, el caso es que las chicas pudieron escuchar.



-Celebro verte, Rei.- Comentaba Neherenia.-

-Lo mismo digo. Bueno, supongo que en lo relativo a Lance, accediste a sus deseos. ¿Verdad?

-Sí, lo hice. Le indiqué la posición de Némesis.- Replicó la soberana con tono abatido.- Aunque no sé si esto está bien.

-Es la única manera. Lance tiene que desaparecer.- Sentenció la princesa de Marte.- Es por el bien de todos. Hablé con él y así se lo mostré. Es mi ahijado, y le quiero, pero su amor enfermizo por su sobrina no puede seguir adelante aquí…Serenity y las demás están totalmente de acuerdo. Es un sacrificio triste pero necesario.

                                                                                                

            Eso hizo que Loren ahogase una exclamación. Alice estaba tan sorprendida como su amiga pero pese a todo reaccionó tapándola la boca con una mano y le cuchicheó al oído.



-Lo mismo que podemos oírlas a ellas, podrían escucharnos a nosotras. ¡No hagas ruido!



            Pero la joven estaba conmocionada. Alguna vez había oído mencionar en algunos sitios que las princesas planetarias y la soberana no eran tan angelicales como pretendían mostrar y ahí tenía la prueba. Hasta la reina de la Luna Nueva parecía temerlas a juzgar por el tono que empleaba. Casi servil. Y lo que era peor, ¡habían apartado a su tío de su lado!...no quiso escuchar más…se marchó sin que Alice pudiera frenarla.



-¡Espera! - Le pidió la princesa una vez salieron de allí.-





            Ajenas a eso, la princesa Marte y Neherenia prosiguieron la charla. Fue la soberana quién le preguntó.



-Esto estaba ya destinado a suceder, ¿no es así?

-Por desgracia, así es. No podemos hacer nada por cambiarlo.- Suspiró Rei.- Serenity lo lamenta muchísimo…al igual que Endimión, pero queda tan poco tiempo para que el olvido nos alcance que ya no importa demasiado.

-Al menos que el poco tiempo que nos queda podamos vivirlo en paz.- Deseó Nehie.- Aunque quiero creer que todavía hay esperanza y que el grupo de los nueve pueda triunfar en su misión.-

-Eso queremos pensar todos.- Afirmó su interlocutora que se despidió al poco tiempo.-



            Entre tanto, refugiada en su habitación de invitados,  Loren lloraba con desconsuelo sobre su cama. Alice entró despacio, se sentó junto a ella y acarició el pelo de esa pobre muchacha. Fue entonces cuando su amiga se giró incorporándose y le pidió entre  desesperados sollozos.



-¡Tienes que ayudarme! Tengo que ir a ese sitio, a Némesis.



            Alice se quedó lívida al oír eso. Le costó tomar la palabra. Empero, cuando lo hizo, exclamó con una mezcla de horror e incredulidad.



-¿Estás loca? ¿Tú sabes lo que es eso?

-Me da igual lo que sea. Sólo sé que él está allí.- Gimió su contertulia.-

-Escúchame. - Le pidió su amiga tratando de calmar a Loren para explicarle.- Mis padres creen que no lo sé. Pero les he oído sin que se dieran cuenta. A veces, en esa misma sala, desde el cuarto en donde hemos estado. Y he escuchado como hablaban de Némesis. Es una especie de estrella oscura, un enana roja, o marrón, no sé. Orbita muy lejos del sol, y tiene un pequeño mundo que gira a su vez en torno suyo. Allí fueron los renegados. Aquellos que no quisieron aceptar a los reyes de la Tierra. El mismo padre de Brise fue enviado a ese terrible lugar como destierro. El ostracismo lo llaman. Y jamás podrá volver.

-Eso no me preocupa, quiero ir allí.- Insistió su interlocutora con obcecada determinación.- ¡Cuanto antes!



            De hecho, lo expresó con tal rotundidad que incluso Alice se asustó. Ahora se arrepentía de haberla llevado a ese ático para escuchar aquello. La aturdida princesa quiso arreglarlo, trató de hacer entrar en razón a su amiga, pero ésta se mostró inconmovible hasta que finalmente sujetó las manos de su anfitriona y le suplicó.



-Te lo pido por nuestra amistad. Confié en ti y te conté lo que Tom me dijo. Y ahora apelo a ti como enamorada. Si tú supieras que Granate estuviera en un lugar al que pudieras ir. ¿Acaso no le seguirías?



Su contertulia se tomó unos agónicos instantes para contestar. Finalmente no pronunció palabra pero tuvo que asentir…Loren lo aprovechó para insistir con tono de desamparada súplica.



-¡Por favor! Te lo imploro. Si pudieras ayudarme a llegar hasta allí…



            Tras suspirar, luchando contra su propio sentido común, Alice replicó con tono quedo.



-Hay un grupo de personas incluso en la Luna Nueva que no son partidarios de los reyes de la Tierra. Hasta han llegado a acusarnos de ser sus vasallos. Cosa que en parte es cierta. Pese a que oficialmente somos aliados. La verdad, a mí no me gusta nada estar subordinada a Serenity. Sé que mi madre le debe muchísimo pero no es esa una razón para que debamos inclinarnos ante ella y su esposo como si fueran nuestros amos. Y menos cuando tenemos una alianza con Nuevo Vegeta, al igual que ellos. Nuestro reino en nada debe ser menos que el suyo. Por eso, yo me he visto con alguno de esos tipos. Les he prometido que, el día en que yo gobierne, algunas cosas cambiarán. Es la única manera de que la paz se mantenga aquí. – Quiso justificarse ante su amiga.-



            Aunque realmente a Loren eso le traía sin cuidado. Interrogó con la mirada a su interlocutora esperando escuchar algo que sí fuese de su interés. Alice lo percibió y agregó entonces.



-El caso es que ese grupo está en contacto con los renegados. Y pueden mandar naves, de vez en cuando, con destino a su mundo. No son demasiado grandes, algunas lanzaderas y cosas así. Que luego trasbordan en otras algo mayores, para hacer el recorrido. De hecho, se tarda mucho en llegar.- Le advirtió.-



            Y todo eso era cierto, poco a poco, hablando con Briseida, ella le fue comentando aquello. Su amiga de la infancia se sorprendió a su vez, pensando en esa última conversación de nuevo. Cuando volvieron a sacar el tema del reino, Alice fue contundente. Su interlocutora llegó incluso a  sonreír afirmando con una mezcla de alivio e incluso alegría.



-Sabía que no me equivocaba contigo. O al menos, eso quieres darme a entender.- Matizó con un tinte más precavido ahora.-

¿Qué quieres decir?- Inquirió Alice.-

-Puede que te hayan ordenado sonsacarme. Sé que tu madre no es estúpida. He tenido ofertas suyas, a través del alcaide de la prisión. Si colaboro y doy nombres de otros traidores, como ella nos llama, mi condena podría ser rebajada. Por denunciar a los sediciosos y a los rebeldes, me dijeron. Pero no soy una traidora, nunca lo fui, en eso se equivoca, puesto que mi lealtad nunca fue para ella, sino para mi pueblo.



            Tras escuchar aquello, Alice la miró con gesto muy serio y de modo solemne le aseguró.



-Te juro por mi honor de saiyajin que mi madre jamás me ha pedido tal cosa. Es más, ni tan siquiera está al corriente de esto que hablamos.

-Tal vez sea así, incluso puede que tú lo creas. Pero no seas ingenua, estoy segura de que todas nuestras conversaciones son grabadas y que la soberana recibe informes puntuales de cada palabra que pronunciamos. Si no me crees, pregúntaselo.



            Alice no respondió enseguida. En esta ocasión podía aceptar aquellas acusaciones contra su madre. Es más, ella misma lo hubiese hecho también, de ser la reina.



-Es muy posible que así sea, no te lo negaré.- Admitió la joven, matizando, eso sí.- Pero a mí no me consta.

-Lo sé.- Sonrió levemente su interlocutora, quien, tomando una libreta que tenía, hizo un dibujo.-



            Lo mostró a través del cristal que las separaba. Alice enseguida supo lo que era, esa zona, un pequeño parque al este del palacio. Las dos jugaron por allí siendo niñas.



-Ve alguna vez, da un paseo por mí, seguro que te traerá gratos recuerdos.- Le pidió su contertulia con un matiz críptico en su voz.-



            Y Alice lo hizo, curiosamente descubrió que algunas personas paseaban por allí también. No se pusieron en contacto con ella directamente, pero a veces y de manera muy evidente, dejaban algunos papeles en las papeleras. Mirándola a ella para luego alejarse. La princesa no tardó en ir a ver que habría en esos documentos. Y de este modo, poco a poco, fue contactando con esos individuos. Quizás su amiga Brise no estuviera tan sola y aislada como parecía, en aquella lóbrega prisión…ahora, las súplicas de Loren la sacaron de esos pensamientos.



-Quiero ir en una.- Le pidió su contertulia.- ¡Por favor!…

-No es tan sencillo.- Rebatió Alice que le explicó con más detalle.- Esas naves oficialmente salen con rumbo al sistema solar, para hacer búsquedas de minerales y otras cosas. Y para vigilar.  Luego, se citan con naves de los de Némesis, y se hace transbordo de ciertos pasajeros. Subir a la de aquí ya me costará pedir algunos favores, que luego tendría que devolver. Y no sé si aceptarían embarcarte en la nave de la Luna Negra. Bueno.- Aclaró.- Ese es el sobrenombre que le han puesto a su mundo oscuro y a su estrella.

-Me es muy familiar. Creo recordar que mi abuela Cooan me contó algo de eso cuando era niña.- Quiso recordar Loren.- Al menos el apellido de su madre. Kurozuki.

-¡Eso significa Luna Negra en japonés! - Le explicó la atónita Alice que hablaba bien ese idioma.-



            Entonces fue como si su amiga hubiera tenido una inspiración, o una revelación. Declaró convencida.



-Me aceptarán…estoy segura. Ahora me doy cuenta de que tenían razón. Las princesas planetarias y Serenity no son más que unas hipócritas. Hablan mucho del amor y de la justicia, pero solamente lo aplican a los tipos y casos que a ellas les parecen bien. No toleran a nadie que difiera de su modo de pensar. Ayúdame y cuando yo me reúna con Lance entre los dos convenceremos a esa gente para que te apoye cuando seas la reina. ¡Te lo prometo! Seréis libres aquí también.

-Soy leal a mis padres.- Le advirtió su contertulia no sin inquietud.- No deseo hacer nada que les perjudique.

-Y no lo harás. He dicho que cuando seas reina, cuando te corresponda.- La tranquilizó Loren.- No te preocupes, nunca haríamos nada contra la Luna o la Tierra. Ni contra Bios o Nature, al contrario. Tenemos que desengañarles, que sepan que están sometidos a una tiranía…

-¿Te das cuenta de que ese mundo está muy lejos?- Le informó la princesa no sin honda preocupación y tristeza, más cuando le aclaró.- Y eso que todavía estamos en su perihelio. Pero se está alejando junto con su estrella de nuestro sol. Si vas ahora podrías tardar años en volver. Si es que pudieras hacerlo.

-Eso no importa. Mientras pueda estar con Lance.- Sentenció Loren quien mirando con expresión suplicante a su contertulia, insistió.- ¿Me ayudarás? ¡Por nuestra amistad, te lo ruego!



            Finalmente Alice asintió. Al día siguiente, pretextando otra visita a su amiga prisionera, se las ingenió para ponerla al corriente de eso por medio de notas y dibujos. Briseida se sonrió con expresión incluso de simpatía. Asintió despacio y afirmó recobrando por un momento ese tratamiento regio hacia su interlocutora, adornado con un toque de ironía pero al mismo tiempo, siendo sincera.



-Con mis mejores deseos, Alteza. Tu amiga realmente será muy bien recibida, eso te lo puedo garantizar. No temas nada por ella. Y llévala a conocer los hermosos jardines del Mar de la Tranquilidad. Seguro que hallará la paz y la felicidad que tanto anhela.



            Alice así lo hizo, paseó con su amiga por esos lugares y, tras tomar todo tipo de precauciones, la llevó a una cita con los cabecillas de ese movimiento.



-No puedo ir contigo.- La previno Alice, que miraba nerviosa en todas direcciones para asegurarse de no ver a nadie sospechoso.- Toma el camino hacia el invernadero. Allí a buen seguro alguien te aguardará. Yo iré por la senda opuesta , si a alguien vigilan será a mí.

-Gracias.- Sonrió levemente Loren.-



Y se alejó siguiendo las indicaciones de la princesa. Recorrió un largo y hermoso invernadero y justo al fondo vio a alguien. Allí estaba su contacto. Era uno de los líderes de aquel movimiento, un tipo alto y negro, se presentó con el nombre en clave de Basalto. Al principio no confiaban en esa joven pero fue saber quién era y su actitud cambió radicalmente.



-Podéis contar con nuestra colaboración, señora.  Hemos oído hablar muy bien de vos a una amiga común. Una que languidece bajo un injusto cautiverio.- Declaró refiriéndose evidentemente a Brise, para proseguir con un tinte más amable en su voz.-  Nuestro líder Corindón estará encantado de que os unáis a nuestra causa. – Le dijo de modo obsequioso en tanto la indicaba.- Mañana parte una nave para Bios, al menos oficialmente, pero durante el viaje habrá un transbordo.

-Esa nave es la que me llevaría de regreso a casa para celebrar mi cumpleaños.- Suspiró la joven que, tras meditar durante unos instantes, añadió con tono más animado.- Bueno, lo celebraré en Némesis. Mi mayoría de edad y mi nueva vida.

-Muy bien. ¿Con qué nombre deberemos llamarte desde ahora?- Se interesó su interlocutor.-

-Kurozuki.- Replicó la joven sin titubear.-



             Aquel tipo convino en ello. Se marchó dejando a la joven. Al cabo de unos instantes y por seguridad, con el corazón todavía latiéndole muy deprisa, Loren desanduvo el camino reuniéndose con Alice.



-Todo ha ido bien.- Le susurró a la princesa, que suspiró aliviada.-



Las dos retornaron a palacio como si nada hubiera sucedido. Al día siguiente, tras despedirse protocolariamente de los soberanos y la princesa, que le dio un sentido abrazo pugnando por no llorar, Loren se fue a abordar la nave que en teoría la devolvería a Bios.



-Adiós, amiga mía. ¡Mucha suerte! - Le susurró una emocionada Alice intentando controlar sus lágrimas sin conseguirlo.- Se muy feliz…nunca te olvidaré. ¡Cuídate, por favor!

-Gracias amiga mía, lo mismo te digo. Siempre te recordaré.- Repuso Loren, de igual modo.- También te deseo que vivas dichosa y que algún día vuelvas a verle otra vez.- Sentenció refiriéndose a Granate, aquel amor perdido de su contertulia.-



Los reyes de la Luna Nueva no parecieron sospechar nada extraño, achacando esas lágrimas de las chicas a la despedida. Neherenia incluso se alegró. Esas dos parecían haberse hecho tan inseparables como ella misma lo fue de Idina.



-Dale un fuerte abrazo a tu madre de mi parte.- Le pidió a Loren.-

-Claro que sí.- Convino la muchacha tratando de sonar cordial y eso sí, añadiendo con genuino tono y sentimiento.- Muchas gracias por su hospitalidad y por todo lo que ha hecho por mí, Majestad.

-Es devolver el cariño y la amabilidad que tu madre y todos vosotros  mostrasteis a Alice cuando ella estuvo en Bios.- Sonrió la soberana.-



Loren asintió, no quiso seguir mirando a esa mujer. Alice le contó que su madre era Sailor Shadow, guardiana de los misterios lunares y que, de proponérselo, podría darse cuenta de cualquier engaño. Afortunadamente para ella la reina no dio impresión de percatarse de nada. Así, tras esos momentos de tensión y te mor a ser descubierta, se despidió finalmente de todos y abordó aquella lanzadera, rumbo no a su casa sino a su nueva vida. Todos creyeron que iba a Bios. De hecho, una animada Nehie avisó a sus padres de que estaba en camino. Idina se alegró de que así fuera y quiso preparar una bonita fiesta ayudada por sus amigas. Tendría días de sobra para hacerlo.



-Eso hará que Loren recupere la ilusión. O por lo menos, será un comienzo.- Se dijo su esperanzada madre.-



Incluso Cooan, avisada por Idina, fue allí para abrazar a su nieta por su décimo octavo cumpleaños. Aunque la anciana tenía una extraña sensación. No quiso alarmar a su hija pero pensaba.



-Hay algo que no va bien. Es como si tuviera una especie de presentimiento. De algo que siempre he sabido pero que no he recordado. Hasta ahora…



Y de este modo optó por guardar silencio. Al llegar a Bios se unió a su hija y al resto de su familia. Todos aguardaban a Loren con impaciencia y animación tras preparar esa fiesta sorpresa. Fueron al astropuerto a recibirla. Todo estaba listo para el momento de la llegada de la nave pero la chica nunca desembarcó…



-Pero. Loren. Mi hija. Dónde está?- Se sorprendió Idina.-

-Quizás Nehie se equivocó y la niña venga en la nave siguiente.- Comentó Amatista que estaba también allí, junto a Sandy, Mimí y Ken.-

-No lo comprendo. No es normal que Neherenia haya cometido un error así.- Declaró Michael, presente a su vez, junto con su suegra.-

-La llamaré y le preguntaré.- Declaró una concernida Idina.-



Y llamó, pero su amiga no contestó. Desde palacio le informaron que la soberana iba a viajar rumbo a Bios. Neherenia por su parte se enteró de lo que había pasado a través de su servicio de información. Por desgracia fue ya tarde. Empero, tenía el deber de comunicarle a Idina lo sucedido. Acompañada de Amatista, Ken y Mimí fue a casa de los Johnson.



-¿Qué ha sucedido, Nehie?- Quiso saber Amatista, observando con preocupación el semblante pálido y afectado de su amiga.-

-Lo lamento, pero debo decírselo a Idina y a Michael en primer lugar.- Musitó la soberana.-



 Nadie quiso insistir. Llegaron y Neherenia creyó perder el valor cuando su amiga le abrió la puerta, mirándola con una mezcla de ansiedad y expectación junto a su esposo Michael. Tras pasar todos dentro y apenas ser capaz de pedir perdón. La consternada reina de la Luna Nueva únicamente pudo notificar que la muchacha había desaparecido en el camino. No obstante, como hipótesis argumentó que la joven posiblemente habría sido raptada por los rebeldes de Némesis. Nada quiso decir de la implicación de su propia hija. Pese a ello Idina, tras encajar aquella terrible noticia, le reprochó con rabia y rota por el dolor en tanto se abalanzaba sobre ella golpeándola pues pese a todo, un terrible presentimiento le rondaba.



-¡Tú has permitido que se vaya!…te confié a mi niña… ¡y me las arrebatado!… ¡La he perdido para siempre por tu culpa!



Por fortuna entre Michael y Kenneth separaron a las dos mujeres. Aunque eso de separar era un mero modo de hablar. No hubo pelea ninguna. Nehie se limitó a llevarse los golpes sin responder. Pudo salir de allí a duras penas, con parte de su vestido roto y la cara ensangrentada, acompañada y protegida por Amatista y la propia Cooan. Desde lejos se escuchaban los gritos desgarradores de Idina, de rodillas y apartando con violencia a cualquiera que trataba de acercarse para consolarla. La esposa de Leval entró asustada a ver que sucedía con su desconsolada amiga. Cooan entre tanto se quedó allí, observando a Neherenia. Avergonzada y hundida, llorando tanto que apenas sí podía respirar, la reina no se atrevía a mirar a esa mujer a la cara. Pero fue la anciana quién le dijo con tono dulce aunque teñido de dolor.



-Ahora todo tiene sentido para mí. Comencé a presentirlo desde hace mucho tiempo. He tardado años en verlo. Mi familia aún tenía que hacer un último sacrificio. Uno que, por extraño que parezca, nos devuelva a nuestros orígenes y nos dé la oportunidad de existir.

-Yo…no sé qué decir… ¡Lo siento, lo siento Cooan! - Sollozaba su interlocutora.-  Si pudiera hacer algo…

-Lo único que debes hacer es amar a tu hija por encima de cualquier otra cosa.- Le pidió su contertulia con visible emoción, para remachar, acariciando las mejillas de su desolada oyente.- Te recuerdo aun como a esa encantadora niñita que no sabía doblar su ropa. Y como jugabas con Idina…lo buenas amigas que erais…

-Ella me odia… ahora. Y no…no se lo puedo… reprochar.- Pudo decir entrecortadamente Nehie secándose a duras penas las lágrimas.- Yo también me odio por lo ocurrido. ¡Ha sido por mi culpa!…Yo estaba a su cargo. ¡Era mi responsabilidad!

-Pues ese es un terrible error. El odio y la culpa son el comienzo de todos los problemas.- Le dijo entonces Cooan, aseverando con tono maternal.- Piénsalo bien, antes de odiar o culpar a nadie, querida mía. Aunque sea a ti misma. O de lo contrario no habremos aprendido nada. Después de todas nuestras batallas y nuestros esfuerzos. De los anhelos de paz y de felicidad que siempre tuvimos. No te preocupes, yo estaré junto a mi hija y ella te perdonará…-Remachó la anciana con un tinte más animoso.- Al final debe triunfar el cariño que os tenéis y lo hará…



La soberana asintió. Tenía esa pequeña esperanza. Tras agradecer a Connie su comprensión y  afecto con un fuerte abrazo, pudo despedirse de Amatista y las demás, rogándoles que cuidasen de Idina y no tardó en retornar a su reino. De camino recordó con amargura lo sucedido días atrás. Pensaba en su propia hija y heredera. Pese a que trató de no evidenciarlo Alice estaba triste e inquieta. Sus padres la veían con semblante apenado. Entre sus preocupaciones por no ser descubierta y el destino incierto de su amiga Loren, la joven apenas se concentraba en sus obligaciones. Lo único que deseaba era que sus padres no se enterasen de lo que había hecho. Por desgracia para ella su madre lo descubrió. Sus agentes secretos pronto indagaron informándola de lo sucedido. La impactada soberana convocó sin tardanza a su hija en la sala de recepciones privadas. Allí, ante el atónito Doran, que no fue informado hasta ese momento, Neherenia cruzó la cara de la muchacha con sendas bofetadas. Y solamente pudo aullar con ira.



-¿Qué has hecho?, ¡estúpida desdichada!...¿Te das cuenta de lo que has hecho?



            La joven princesa encajó aquello de forma estoica, sin quejarse, ni moverse. Como una heredera de sangre saiyajin haría. Tras una pausa de silencio muy embarazoso pudo responder con tono humilde y culpable.



-Lo siento, madre. Sólo quise ayudar a una amiga a ser feliz.

-¡Y destrozar la vida de sus padres y el resto de su familia! Y conspirar con los enemigos del reino de la Luna Nueva, de la Luna Blanca y de la Tierra. Conjurándote con esa renegada de Brise y sus secuaces. Traicionando también nuestros pactos de amistad. Me has decepcionado profundamente.- La recriminó su madre, añadiendo con un tono entre rabioso y lleno de temor.- ¿Es que tan estúpida eres que no comprendes el alcance de todo esto?



            Alice no se atrevía a levantar la vista y enfrentar los ojos de su enfurecida madre. Sabía que ella estaba en lo cierto. Apenas si intentó justificarse.



-Nunca quise hacerle daño a nadie, y menos ofenderte, crearte complicaciones o poner en peligro el reino. Pero trata de entender. No quería que Loren sufriera como yo, lejos del amor de su vida.- Musitó abatida.-

-Hija mía.- Intervino severamente Doran.- Eso no justifica lo que has hecho. ¿Es que no te das cuenta? De ser ésta la corte de Nuevo Vegeta podrías ser desterrada e incluso ejecutada por traición…

-Entonces debo alegrarme de no estar allí.- Se atrevió a responder, eso sí, con tono suave, aunque algo teñido de sarcasmo.- Aquí somos más civilizados. Sólo desterramos a la gente, encarcelamos a chicas y rompemos familias.

-¡Sujeta tu lengua! - Le ordenó su madre con indignación.- Bastante daño nos has hecho ya.

-Pero madre. Tú más que nadie deberías comprenderme.- Replicó la chica casi echándoselo en cara ahora para sentenciar.- Las dos sabemos lo que es perder a quién de veras amamos…No te entiendo. ¿Acaso lo has olvidado?...¿Olvidaste tan fácilmente a tu primer amor? Hasta yo recuerdo como se llamaba, porque su nombre era igual que el del mío…

-¡No te atrevas a darme lecciones acerca de eso, mocosa! ¿Qué sabrás tú? – Espetó Neherenia temblando de ira y de consternación, a la par que agregaba.- Aquí no hablamos solamente de ti, ni de mí. Piensa por un momento más allá de tu estúpido romanticismo y dime. ¿Sabes cómo se sentirá Idina cuando se entere de esto? Yo te lo diré, porque puedo ponerme perfectamente en su lugar. Se sentirá completamente destrozada. Al igual que su esposo y el resto de los suyos. Y ahora yo, tendré que ponerme delante de ella y de toda su familia, incluida su madre. Delante de Cooan, la mujer que me dio su cariño y me ayudó tanto siendo niña, tratándome como a una hija más. Mirarles a la cara y decirles respectivamente que su hija y su nieta, bajo mi responsabilidad, ha huido a Némesis, amparada por una banda de traidores de mi reino. Que la han perdido para siempre por mi culpa. ¿Puedes comprender eso?- Sentenció dándole otra bofetada todavía más fuerte que las anteriores.- ¡Responde!

- No sé qué decir.- Musitó la interpelada, que se limpió un poco de la sangre que el golpe recién recibido le había hecho brotar de su nariz.- Salvo que fue mi responsabilidad. Seré yo quien vaya y se lo diga.

-Tú estarás confinada en tus aposentos y desposeída de tus cargos y prebendas. Al menos hasta que determinemos hasta donde llega todo esto.- Intervino Doran que también observaba de soslayo a su mujer, esperando su confirmación, cuando declaró. - Removeremos todas las piedras de la Luna si hace falta. Obligaremos a tu amiguita Brise a confesar, pero sacaremos a esos sucios traidores a la luz.

-No toquéis a Brise, ella no tiene la culpa, si acaso me ayudó porque yo se lo pedí. Le pedí ayuda para una amiga que sufría. Papá, mamá, por favor…¡Entendedlo! ¡Os lo suplico!- Les rogó ella incluso poniéndose de rodillas.-



            No obstante, Neherenia sólo podía mirar a su hija respirando con agitación, movió la cabeza y solamente sentenció, con los ojos llorosos y la voz quebrada, en tanto tomaba el rostro de la impactada muchacha entre sus manos haciéndola levantarse del suelo…



-No, eres tú quien no lo entiendes. Algún día, si llegas a ser madre, podrás comprender lo que has hecho…podrás darte cuenta del dolor tan terrible que has ayudado a causar… ¡Ojalá…ojalá no tengas que pasar por eso nunca!



Y no pudo decir más, dio media vuelta sollozando y saliendo a paso rápido de allí. Alice quedó con la cabeza gacha, jamás la había visto así, ni tan siquiera durante el juicio contra el conde Briseo y Briseida. Ahora incluso estaba asustada, pero no por las consecuencias que se derivasen para ella, sino por lo que pudiera pasarle a la familia de Loren y a su propia madre. Entonces, como último mazazo, oyó el tono duro y lleno de decepción de su padre.



-Nunca creí que pudiera llegar a verte hacer algo así. Nos has deshonrado y engañado. Traicionado es la palabra correcta. Y eso no es lo peor. Le has roto el corazón a tu madre y ella tendrá que rompérselo a su mejor amiga. No puedo entenderlo. Eras nuestro orgullo. Ahora nunca podremos volver a confiar en ti. Lo único que deseo es que tus abuelos en Nuevo Vegeta no se enteren de esto. Les sería incluso más doloroso y humillante de lo que ya es para mí.



            Y Doran no aguardó ninguna respuesta, se giró y salió de la cámara con paso rápido y firme. Su hija lo hizo al poco tiempo, yendo sumisamente a su habitación, dispuesta a aceptar cualquier castigo que quisieran imponerle…



-Lo lamento muchísimo. Jamás pensé que esto sería así.- Pensó la devastada joven.-  Siento infinitamente el haberos decepcionado. No podéis imaginar cuanto…quizás merezca una celda junto a la de Brise…



            Entre tanto el saiyajin alcanzó a su esposa. Neherenia estaba en sus aposentos, sentada ante su espejo, mirándolo fijamente como si esperase alguna respuesta. Entonces su marido comentó con tono entristecido y lleno de amargura.



-Al final, las cosas tenían que salir a la luz.

-¿Sabes?- Musitó su mujer con un hilo de voz, sin dejar de contemplarse en ese espejo.- Y lo peor de todo es que, en el fondo, la comprendo. Entiendo por qué lo hizo. Y sé que Alice tiene razón.

-No hace falta que me lo digas. Siempre lo he sabido.- Repuso él con patente malestar y tristeza.- No he sido más que la sombra de un mito para ti…



            Ahora sí que su esposa se giró para mirarle sorprendida. Apenas pudo replicar.



-No sé a qué te refieres…

-Lo sabes muy bien.- Fue la seca réplica de él.-

-Escúchame Doran. Yo te quiero.- Se apresuró a decir ella en tanto se levantaba.-



            Pero su interlocutor se dio la vuelta ahora con patente malestar para espetar.



-Bastante humillante es que hasta propia nuestra hija lo proclame delante de mí. No es necesario que trates ahora de contentarme con palabras. No, Neherenia. Los dos sabemos perfectamente que sólo serví para que tratases de olvidarle. Pero eso nunca sucedió.

-Doran.- Le pidió ella obligándole a darse la vuelta en tanto confesaba con tintes suplicantes y angustiados.- ¡Eso no es cierto! Nunca te mentí. Estuve muy enamorada de Granate, sí…y cuando él murió una parte mía lo hizo también. Pero luego te conocí y recuperé la felicidad. Eres el padre de mi hija y mi esposo. Sin embargo, siempre tendré el recuerdo de mi primer amor dentro de mi corazón. Eso es algo que no puedo evitar. ¡Por favor!, no puedes culparme por haber amado antes a otra persona. Antes siquiera de conocerte.



            Ahora fue él quien suspiró mirando hacia el techo. Volvió  a enfrentar sus ojos con los de su mujer y Nehie se estremeció al observar la tristeza que había en esa mirada. Más cuando su marido musitó lleno de consternación y amargura.



-A veces creo que simplemente he sido una ficha de recambio. De algo que quizás no estuviese previsto y que había que arreglar. Mis padres, mis reyes, los soberanos Endimión y Serenity. Todos querían nuestra boda. Me educaron en las formas humanas. En todas las cosas que podrían gustarte y hacerte feliz. Y para su completa satisfacción yo lo rematé, me enamoré de ti desde el momento en que te vi por vez primera. Venía como embajador ante la reina de la Luna y solamente pude verte como mujer…hasta mi primo Kiros llegó a burlarse de mí por ello. Ironías del destino, él luego conoció a una humana y se enamoró. Y ella lo hizo también de él, aun siendo lesbiana. Pese a ello, Maggie siempre le vio como a un hombre a quien amar.  Sin embargo, tú nunca dejaste de verme a mí como un enviado de los saiyajin. Decidme una cosa, Majestad. Por lo menos ¿he desempeñado bien mi cometido?



            Su contertulia no supo que decir, estaba pálida y embargada por el pesar. Sólo pudo llorar. ¡Ella le amaba! Aunque ahora mismo hasta esa certeza era puesta en entredicho. Quizás aunque solamente fuese en parte, pero una muy importante, Doran tenía razón. Y lo peor del asunto era que su esposo siempre había tenido aquello clavado. Bajó la cabeza sin ser capaz de responderle en tanto su marido se daba media vuelta y salía de la habitación…



-¡Oh Dios mío!- Suspiró la reina mirándose al espejo con expresión ida.- ¡Cómo me gustaría estar allí, contigo.



            Y a su atormentada mente acudió un recuerdo, siendo niña, cuando pasaba veladas en la casa de los Rodney, aquella vez en la que los Malden también se reunieron con ellos. Tras jugar con su amiga Idina y la primita de ésta. Se acordaba bien de Roy Malden, el padre de Kerria, quien les contaba una especie de historia, estando ellas sentadas en una alfombra y él en un cercano sofá.



-Pues sí, ese era un reino mágico. Recuerdo muy bien cuando era pequeño y vi esa película.

-¿Y cómo se llamaba ese reino, papi?- Quiso saber la pequeña Kerria.-



            Roy sonrió respondiendo divertido.



-Xanadú…una especie de lugar lleno de música y canciones. Donde todo el mundo era feliz…



            Las crías escuchaban realmente embelesadas esas historias. Entonces la esposa de Roy se acercó. Sonriente comentó.



-Xanadú era el nombre de la capital de verano del emperador Kublai Khan. Un sitio lleno de tesoros y de maravillas, según Marco Polo.

-¡Ya salió tu madre con la nota intelectual!- Rio Roy llevándose una mano al cogote.-



            Todos rieron, las niñas con muchas ganas, Beruche movió la cabeza divertida. En eso Cooan y Tom entraron en el cuarto. Fue el recién llegado el que comentó.



-Tengo esa canción. Es realmente bonita.

-¿Pues a qué esperas?- Sonrió su amigo sentenciando.- A las niñas les encantará. Y a nuestras chicas también.- Remachó pasándole un brazo a su esposa por la cintura.-



            Y así fue. Cuando pusieron aquella melodía y oyeron la voz de esa artista, las crías quedaron encantadas. A Nehie le gustó muchísimo más cuando les pusieron la película. El propio Roy llegó a decir no sin nostalgia en el tono.



-Con permiso de mi cubito, Olivia fue mi amor platónico de la infancia…

-Por esta vez te perdono, ¡tonto!- Se rio su mujer.-



            Todos la imitaron, y allí sonaba nuevamente esa canción…Neherenia y sus amiguitas enseguida se aprendieron la letra…



Un lugar a donde nadie se atrevió a ir
El amor que vinimos a conocer
Lo llaman Xanadú

Y ahora, abre tus ojos y ve
Lo que hemos hecho es real
Estamos en Xanadú

Un millón de luces están danzando y tú aquí eres una 
Estrella fugaz
Un mundo eterno y tú estás aquí conmigo, eternamente

Coro:
Xanadú, Xanadú, (ahora estamos aquí) en Xanadú
Xanadú, Xanadú, (ahora estamos aquí) en Xanadú

Xanadú, tus luces de Neón brillaran por ti, Xanadú

El amor, los ecos de hace tiempo
Necesitaste conocer el mundo
Están en Xanadú

El sueño que vino a través de millones de años
Que vivió a través de todas las lágrimas, vino a Xanadú

Un millón de luces están danzando y tu aquí eres una 
Estrella fugaz
Un mundo eterno y tu estas aquí conmigo, eternamente

Ahora estamos aquí, ahora estas cerca en Xanadú
Ahora estamos aquí, ahora estas cerca en Xanadú
Xanadú.




(Olivia Newton John, Xanadú, crédito al autor)



            Y la soberana ahora se sorprendía a sí misma tras salir de aquellos recuerdos, habiendo puesto esa música, tarareando esa canción entre lágrimas, con la voz rota y realmente deseando poder ir hasta allí.



-¡Ojala pudiera ir hasta allí, Granate mi amor, seguro que me estás esperando!…pero mi corazón ya no es solamente tuyo… ¡Cómo desearía compartirlo todo contigo y con mis seres más queridos!



Pasó el tiempo. El rey Doran por su parte hizo un viaje a su mundo natal. Oficialmente  se dijo que era una visita de cortesía a un planeta amigo. Aunque por todo el reino se rumoreaba que el matrimonio real se había distanciado. Un mes después a Alice se le levantó el arresto. De cara a la opinión pública se adujo una enfermedad de la princesa para justificar el alejamiento de sus deberes. Después su madre la envió al Palacio de Cristal- Tokio en “ misión diplomática”. Deseaba que allí, las princesas planetarias y la reina Serenity, la ayudasen a ver cómo eran las cosas en realidad. Y la joven lo agradeció. Sus padres mostraron ser bastante clementes. Ella también se sentía mal por su separación. Desde luego había esperado un castigo muchísimo más severo. Habría estado dispuesta a pagar con cualquier cosa, antes de ver así a su propia familia. Podía asimismo comenzar a entender cómo debían de sentirse los padres, hermano y la abuela de Loren. Y entonces fue enviada a la Tierra. Aquello más bien le pareció un premio. No obstante, pese a que se sentía muy mal por todo el dolor que había ocasionado, debía admitir que lo hubiese vuelto a hacer de repetirse la situación.  Al menos pasaba mucho tiempo con la soberana y el rey Endimión que eran muy amables y atentos y  también se dedicaba a ver a la pequeña Dama que solamente tenía cuatro años. Alice disfrutaba mucho de la compañía de la niña.  Junto con su prima Sandrei hasta la llevaban a pasear muy cerca del portal espacio- temporal que existía en el corazón de ese palacio. Serenity incluso llegó a bromear diciendo que las iba a nombrar niñeras oficiales de Neo Cristal Tokio debido al tiempo que pasaban con la Pequeña Dama. Cierto día sin embargo, estaban en medio de una jovial charla cuando la soberana de pronto se quedó callada. Abrió los ojos de forma muy evidente y declaró, ante las miradas atónitas de Alice y del resto de las princesas planetarias, que estaban junto a ella.



-La Transcendencia acaba de comenzar. Alice, debes volver a tu reino, diles a tus padres que  falta muy poco tiempo, todo lo más un año…Después…

-¿Después qué, Majestad?- Quiso saber la atónita chica.-

-Después todo llegará a su final y quizás a un nuevo comienzo.- Afirmó su interlocutora que, dirigiéndose al resto de las princesas planetarias en ese momento presentes, les ordenó.- Concluid todos vuestros asuntos en la Tierra. Esta vida se ha terminado para nosotros…

-Así se hará, Majestad.- Asintió con gravedad la princesa de Mercurio haciendo una reverencia.-



            El resto de las princesas la imitaron. Endimión entró al poco, tomando en brazos a la pequeña Dama se unió a su esposa, en tanto despedía a Alice…



-Vamos allá.- Afirmó con decisión el Monarca.-

-Así sea. Escribamos todos juntos el más bello final posible a esta historia. - Sonrió Serenity quien parecía estar incluso animada por una energía y un optimismo realmente sorprendentes.-



            De Nature llegaron noticias alarmantes. Tras aquella terrible amenaza de los meteoritos y la estrella de neutrones conjurada hacía años gracias al valeroso sacrificio de Gloria Elua Derail, una marea de oscuridad avanzaba con rapidez. Quizás tardaría meses en avistarse desde Bios y la Tierra, pero parecía ser inexorable. Leval fue informado junto con los altos mandos y gobernantes de la Tierra, La Luna, Bios y Nature. Ahora únicamente cabía prepararse para el final.



-Bien, mayor. - Suspiró él tras convocar al hacía unos meses ascendido Alex en su despacho y explicarle aquello.- Quizás tengamos  suerte, podamos ir a ver a la familia y pasar algo de tiempo juntos. Aunque durante lo que nos quede tendremos que ocultárselo a la población civil para que no cunda el caos total.

-Sí, señor.- Afirmó el chico en posición de firmes.- Así se hará.



            Entonces Leval sonrió y le dijo con tono más amable y jovial.



-Descansa muchacho, a fin de cuentas tendrías que haber sido mi yerno…

-Bueno, no pierdo la esperanza todavía, mi general.- Sonrió el joven a su vez, afirmando.- Estoy convencido, ellos regresarán.

-Sí, quizás puedan salvarnos de nuevo.- Comentó su superior.-



            Con esa esperanza aguardaron, y los meses fueron pasando. Lentamente el final de todo lo que existía se aproximaba. Hasta en Némesis se pudo observar aquello. El planeta se había alejado mucho del sol, siguiendo a la estrella que orbitaba. Lance recordaba el día de su llegada. Recibido por algunos de los líderes del grupo. Al saber quién era no pudieron ser más amables y atentos. El jefe, llamado por todos príncipe Corindón, le saludó como a alguien de mucho prestigio y muy importante.



-Incluso tú, un ahijado de la princesa de Marte nos das la razón… -Declaró en un discurso de bienvenida que le dieron.- Es cuestión de tiempo que muchos más abran los ojos…



            El aludido ni quiso rebatir aquello. Ya le daba igual. Su vida terminaría allí, lejos de todos los que había querido. Y sobre todo, lejos de ella. Aunque poco podía sospechar que, unas semanas más tarde. Un tal Gneis, otro elevado cargo de ese nuevo mundo, fue a verle a sus alojamientos y le pidió que le acompañase.



-Vamos a dar un paseo bajo el plexiglás. Quiero que veas a alguien.- Le comentó con tono algo misterioso.-



            Fue tras él, atravesando los pasillos recubiertos por esos materiales que les aislaban del frio helador y las radiaciones del espacio. Lo cierto es que, merced a la tecnología robada a la Masters Corporation, habían construido un pequeño entorno habitable en ese planetoide que era bastante más pequeño que la Luna terrestre. Suspiró, quizás dentro de muchos años pudieran crear allí un mundo habitable y hermoso. Como se hizo en la Luna o en Bios o Nature. Aunque sería evidentemente muchísimo más modesto. Sin embargo, esos pensamientos desaparecieron cuando vio a la persona que le miraba esbozando una radiante sonrisa. Estaba en pie, con las manos entrelazadas, escoltada por varios de los habitantes del lugar.



-¡Loren! – Exclamó sin poderlo creer.-



            La chica corrió a abrazarle, él la envolvió entre sus brazos y se besaron larga y apasionadamente. Tanto Gneis, ese tipo de pelo cano y mediana estatura, como el príncipe Corindón, un hombre alto y rubio, de quizás apenas cuarenta años, sonrieron. Fue el líder quién, simuló presentarles.



-Señor Rodney. Bueno, ahora señor Crimson en nuestro mundo. Tengo el placer de presentarle a la señorita Kurozuki. Ha venido a compartir su vida con nosotros.

-Bueno, supongo que, sobre todo con usted - Sonrió Gneis matizando al príncipe.-



Ahora la pareja de enamorados se abrazó escuchando declarar a su líder.



-Como las rocas es nuestra determinación, por ello nos hemos puesto estos nombres. Para que nunca se nos olvide el propósito que nos une. Algún día retornaremos a la Tierra y aboliremos la tiranía de Endimión y Serenity. Hasta entonces viviremos en paz y luchando por hacer prosperar nuestro nuevo hogar.

-Quisiera pedirles algo.- Pudo decir Lance, mirando a su sobrina con patente amor para declarar.- Que sean testigos de mi solicitud.



            Y arrodillándose ante la atónita joven le preguntó antes de nada con curiosidad y estupor.



-¿Por qué Loren?... ¿Cómo has podido dejar a tu familia y venir aquí?

-Porque mi vida no valía nada estando lejos de ti.- Repuso con dulzura la chica que le recordó.- Y ya no soy esa niña. Ahora soy una mujer adulta, oficialmente he cumplido la mayoría de edad y me llamo Kurozuki.

-¿Has hecho eso por mí? ¿Has renunciado a casa y a todo lo que habías conocido, para reunirte conmigo aquí? - Musitó él con visible asombro y emoción.- No sé qué decir…



            La muchacha sonrió con algunas lágrimas y pudo responder con tono entrecortado y emotivo.



-Solo di que me quieres…y todo habrá merecido la pena.



            Él se levantó tomándola en brazos y besarla. Tras dejarla suavemente en el suelo y volver a arrodillarse se sacó un anillo de rubíes que le regalaron cuando llegó y, ofreciéndoselo a la chica, le pidió.



-Antes estos testigos te pido que seas mi esposa. Quiero vivir el resto de mis días contigo. Como te prometí, ya nadie podrá separarnos jamás. Mi amor.



            La joven le miró llena de sorpresa aunque enseguida sonrió de forma luminosa.  No tardó en asentir emocionada. Estaba radiante de felicidad. Su prometido se levantó y volvieron a besarse. El propio príncipe declaró con satisfacción.



-Así se escribe la  historia. En este mundo perdido y diminuto, donde todos deberemos trabajar con tesón. Aquí vuestro amor no está prohibido. Es más, celebraremos cualquier unión que pueda traerle a Némesis hijos e hijas que formen una nueva generación. Por el poder que me han concedido sus ciudadanos, mis súbditos, os declaro marido y mujer.

-Aunque no será necesario que le ordenes al novio que bese a su novia, Alteza.- Sonrió Gneis, puesto que ambos contrayentes llevaban haciéndolo de forma continuada durante toda esa improvisada ceremonia.-



            Todos los presentes rieron por aquello y felicitaron a  la feliz pareja de recién casados. Lance entonces recordó una antigua y hermosa canción que parecía ajustarse perfectamente a ellos. La improvisada comitiva le ayudó con la música. Así se la dedicó a su nueva esposa, que se sonrió emocionada…ella también conocía bien esa canción, de haberla escuchado alguna vez, siendo muy niña, en casa de sus abuelos Tom y Cooan.



Ella se toma su tiempo ideando las razones 
para justificar todo el dolor interno 
Ella cree adivinar por las sonrisas y las miradas en sus ojos 
Que todos tienen una teoría acerca de su resentimiento 



Ellos dicen “Mamá nunca la amo demasiado” 
y, “Papá nunca se mantuvo en contacto” 
Por eso ella se aleja del afecto humano 



Pero en algún reservado lugar 
Ella empaca para irse al espacio exterior 
Y ahora ella espera que venga el adecuado piloto 
Y ella le dirá a él: 




-Y hasta parece escrita para mí.- Suspiró la joven, escuchando maravillada aquel estribillo tan hermoso.-


”Volaría a la Luna y de regreso si tu fueras... 
Si tu fueras mi chico 
Conseguiré un boleto para un mundo 
en el cual nosotros perteneceremos 
Entonces ¿serías mi chico? “ 

No puede recordar algún tiempo 
en el que se haya sentido necesitada 
Si el amor era rojo entonces ella era daltónica 



Todos sus amigos habían estado traicionándola 
Y culpándola de crímenes que nunca fueron definidos 



Ella dice, “El amor es como un lugar desértico” 
Alcanzado por la fe humana 
Es como un viaje, es solo que no tengo un mapa para él 
Entonces chico sumérgete dentro del agua y 
Cambia tu decisión, guíate 



Manda una señal que ella está desesperada 
Todas sus esperanzas están sobre las estrellas 
Que placentero sueño 

Volaría a la Luna y de regreso si tu fueras... 
Si tu fueras mi chico 
Conseguiré un boleto para un mundo 
en el cual nosotros pertenecemos 
Entonces ¿serías mi chico?...




Espera

Espera



Ellos dicen “Mamá nunca la amo demasiado” 
y, “Papá nunca se mantuvo en contacto” 
Por eso ella se aleja del afecto humano 



Pero en algún reservado lugar 
Ella empaca para irse al espacio exterior 
Y ahora ella espera que venga el adecuado piloto 
Y ella le dirá a él: 




Volaría a la Luna y de regreso si tu fueras... 
Si tu fueras mi chico 
Conseguiré un boleto para un mundo 
en el cual nosotros pertenecemos 
Entonces ¿serías mi chico?...




(To the Moon and Back, Savage Garden, crédito al autor)



Tras aquellos bonitos momentos no hubo más banquete que un almuerzo improvisado pero eso a ellos no les importó.  Eso sí, entre los invitados a la humilde ceremonia, Loren enseguida descubrió a uno muy especial. Junto a un individuo que se había presentado anteriormente como Borax, estaba sentado, comiendo un poco de pan. La muchacha se levantó aproximándose a él  preguntándole con  interés.



-¿Te llamas Richard, a que sí?

-Ahora me llamo Grafito.- Le corrigió el muchacho, que no debería tener más de catorce años.-

-Bueno, Grafito, ¿sabes una cosa? Soy amiga de tus madres.- Le sonrió Loren.-



            Y es que, aquella última vez que habló con Tom, su hermano la sorprendió con esa extraña petición, cuando le dijo.



-Por favor, si algún día le vieras, asegúrate de que ese niño esté a salvo y sea feliz. ¿Lo harás? Dile que vas en nombre de sus madres y habla bien de ellas al muchacho, se lo merecen.

-Claro.- Asintió ella tras sonreír.-



            Ahora lo tenía delante de ella. No pudo comprender como Tom fue capaz de predecir aquello, no importaba. Más cuando el ya adolescente le preguntó con una mirada esperanzada en su carita.



-¿Sabes si mis madres van a venir? Ojalá que no les suceda como a mi padre. Él tampoco está, se perdió cuando vinimos.

-No te preocupes. Seguro que algún día vendrán. Y mientras tanto yo seré tu amiga. ¿Quieres? – Le propuso jovialmente ella.-



            El jovencito asintió con una sonrisa, Loren le mesó afectuosamente el pelo y tras sonreírle volvió junto a su esposo.



-Es un chaval muy bueno.- Suspiró la joven afirmando sorprendida.- Aunque mi hermano me habló de él, como si tuviera cuatro años.

-Sí, lo es. Tom a buen seguro supo de su existencia pero hace años de eso. Este muchacho ha crecido aquí sin su familia. Tenía una expresión adusta, pero en cuanto le hablaste sonrió. – Se fijó Lance, remachando con afecto.- Me alegra ver que en ti ha encontrado a algo de dulzura y amor en este lugar tan remoto.

-No lo está tanto, al menos hay mucha gente aquí. Más de la que pensaba.- Sonrió Loren.-



Lance convino en eso. Pese a ser consciente del dolor y la tristeza que tanto Sonia como Mei Ling, las madres de aquel niño, sentirían al verse privadas de él durante tantos años ya. Fue de las últimas cosas que pudo leer en el Libro de los Días, antes de devolverlo.



-Sé que es duro, conozco bien el significado de un sacrificio así. No obstante, gracias a él, le daréis todavía más páginas a esta gran historia. Pero no será aquí. -Se dijo.-

-¿En que piensas, cariño?- Le preguntó Loren, al verle por unos momentos tan ensimismado.-

-Bueno. - Pudo replicar él, esbozando una tenue sonrisa.- En el valor del amor y de la amistad. En el privilegio y la suerte que tengo al disfrutar de tu compañía.



Y su ahora mujer asintió. Estaba completamente de acuerdo. Era un consuelo saber que no estaban solos en aquel lejano rincón del universo. Sin embargo, justo en ese momento, no les vendría mal algo de soledad. Al contrario, deseosos como estaban de tener intimidad, se despidieron al poco rato de sus invitados y él la llevó hasta su apartamento. Allí Lance la entró en brazos, para susurrarle con una mezcla de afecto y excitación.



-Ahora sí, amor mío, ha llegado el momento de que seamos uno.



Ella asintió, se besaron con deleite y apasionamiento, al fin se desnudaron y consumaron su unión. Loren gimió de dolor en un principio cuando fue penetrada por vez primera. Después aquello pasó y pudo disfrutar del amor en toda su extensión. Así comenzaron juntos su nueva vida…en aquel pequeño y frágil mundo desolado, dispuestos a crear un nuevo futuro…



            Y en los más profundo del noveno círculo infernal. En el preciso instante en que la puerta se abrió, todos experimentaron una oleada de poder incalculablemente fuerte. Nadie podía moverse ya del sitio, ¡estaban paralizados de terror! Todos incluso Asthel. Éste sentía esa misma impresión que cuando vio esa borrosa nube con la cara del Príncipe de las Tinieblas, pero ahora esa fuerza era indescriptiblemente mayor. Miraron a su alrededor. No veían más que oscuridad que lentamente se fue convirtiendo en una densa penumbra que permitía distinguir unos pocos rasgos. Ante ellos se alzaban unos enormes sillones de piedra, ¡eran gigantescos, de una altura impresionante! Se disponían en un semicírculo, tres a cada lado y después en posición más centrada, uno a cada lado más alto aún. Por fin, justamente en el centro, se levantaba el más monumental y tremendo de todos, y sobre estos, unos nueve pares de ojos que brillaban con destellos rojos incandescentes. Nueve miradas clavadas en ellos que irradiaban un poder inimaginable. Entonces algo ocurrió, las fuerzas volvieron a los miembros del grupo y pudieron avanzar. Aunque todas las fibras de su ser les pedían quedarse quietos o escapar, entraron. La puerta se cerró a sus espaldas y entonces la claridad fue aumentando hasta que pudieron ver a los dueños de esas miradas. Ellos mismos se presentaron, de derecha a izquierda, empezando por los sillones más bajos con unas potentes voces, graves y cavernosas, que retumbaban en el eco de aquel lugar.



- Soy Lucífugo, primer ministro. Domino sobre las riquezas y los tesoros de infinidad de mundos.- Declaró un demonio enfundado en una larga túnica negra con ribetes dorados. -

- Yo Satanachia, Gran General. Poseo el poder de someter a mí a todas las mujeres y hacer de ellas lo que deseé.- Dijo otro, ataviado con una armadura que relucía como el oro. -

- Agliareth es mi nombre y mi cargo el de Gran General. Descubro los secretos más profundos y revelo los mayores misterios.- Añadió el que poseía otra armadura que destellaba con el color de la plata. -

- Me llamo Fleuretti, Teniente General. Realizo la obra que deseé durante la noche y hago caer granizo donde quiero.- Se presentó otro luciendo un cota de malla que brillaba como las ascuas del fuego. -

- Soy Sargatanas, Brigadier. Concedo la invisibilidad, traslado a cualquier parte que se me pida y enseño el interior de las casas y las astucias humanas.- Terció un demonio que portaba una túnica traslúcida y de brillo escarlata. -

- Yo soy Nebiros, Mariscal de Campo. Doy el mal a quien quiera y a quien se me pida. Enseño las cualidades de los metales, minerales y vegetales y de los animales puros e impuros. Adivino el porvenir y soy uno de los principales nigromantes del Infierno.- Intervino el portador de una larga capa y un sayal de tono terroso con ricas cadenas de oro al cuello. -



            Entonces se presentaron los dos sentados a los lados del sillón principal, primero lo hizo el sentado a la izquierda.



- Soy Astharoth. Gran Duque a la vera siniestra del gran poder.- Los chicos pudieron verle lucir una túnica dorada adornada con runas cabalísticas ininteligibles para los mortales. -

- Y yo. Soy Belcebú.- Declaró el de la derecha. - Príncipe del Imperio. Sentado a su diestra.- Llevaba otra túnica, esta de color púrpura y una corona de laureles sobre la cabeza. -



            Hasta entonces las voces de los demonios habían sido profundas y atronadoras en su totalidad. No obstante, la siguiente voz que se escuchó fue aún más terrible, pero no por ser gutural o cavernosa como las otras, sino por todo lo contrario. Con una dulzura increíble que les dejó petrificados pudieron escuchar...



- Y yo, soy aquel a quién venís a ver, Lucifer, Satanás o Leonardo. Emperador y Príncipe de las Tinieblas...



            Éste era el que vestía de manera más sencilla, tan sólo con una túnica negra y desgastada, rota por varios sitios y con oxidadas cadenas alrededor de la cintura y el pecho. Todos le miraban petrificados, sin poder articular palabra. Así transcurrieron algunos segundos que parecieron siglos. ¿O acaso realmente fueron siglos que ellos tomaron por segundos? Por fin, fue Asthel el único que pudo atreverse a pronunciar palabra y dirigirse al mismísimo Satán. Con un tremendo temor y deseo de saber combinados, le preguntó.



-¿Por qué? ¿Por qué motivo ha sido necesario hacernos pasar por todos los círculos para llegar hasta aquí?...

- Ha sido necesario para probaros. - Replicó serenamente Lucifer. - Debíamos saber si erais dignos de la misión que se os encomendó. Lo habéis sido y por eso llegáis ante mí y mi corte.

- Tú ya conoces el mensaje que te traigo... ¿verdad?- Le inquirió Asthel que lo había estado sospechando desde hacía ya tiempo. -

- Lo conozco. Los seres del olvido han vuelto, los increados amenazan al Cosmos. Ha llegado la hora de la unión.- Declaró Lucifer asintiendo y los otros demonios se miraron unos a otros sin parecer entender -...

-¿La unión, mi Señor? - Preguntó Belcebú con sorpresa. - ¿Con el Creador y sus huestes Celestiales?

- Entonces, ¿terminó nuestro exilio, mi Señor? - Preguntó a su vez Astharoth. -

- Así es.- Repuso Satanás sentenciando. - Hora es ya de que volvamos. Hemos hecho cuanto era necesario.

- Explicádmelo.- Les pidió Asthel ahora atónito -... ¿qué significa eso? Tú eres Lucifer, el ángel caído que traicionó al Creador y fue exiliado a los infiernos, ¿acaso esos seres son tan terribles que el Creador te necesita para combatirles?...

- Yo soy Luzbel, el ángel más bello que el Creador hizo, el más poderoso y fiel.- Replicó sin embargo éste. -

- No lo comprendo,- se atrevió a intervenir Granate, asombrado. - Hablas en presente, pero eso fue en el principio de los tiempos. Han pasado muchos eones desde entonces.

- Mucho o poco, para mí da igual. - Respondió Lucifer que agregó con tono enigmático. - La verdad es distinta a lo que vosotros creéis saber, no es del todo lo que se refleja en lo que llamáis vuestras Sagradas Escrituras...

-¿Entonces, cuál es la verdad? - Quiso saber Alusa. Repitiéndolo en latín, a coro con su hermana Minara, como si de una invocación se tratase. - ¿Quid est veritas?



            Se hizo un enorme silencio e incluso los mismos demonios que rodeaban a Lucifer escucharon con atención. Éste se levantó de su sillar, su estatura era inmensa, se perdía en lo alto de la gran caverna. Pero, en un momento, su forma cambió. Se transformó en un ángel de brillante luz y adoptó una altura similar a la de Asthel. Refulgía ahora con una larga túnica inmaculada y llevaba un cetro de plata, a su espalda podían contarse doce pares de etéreas alas.



- ¡Es un Serafín, pertenece a la jerarquía angélica más alta!- Exclamó Granate con los ojos dilatados por el asombro y la admiración.



Los demás le observaban a su vez prendados de aquella belleza tan sublime. Era tan hermoso que paradójicamente les hería la vista. Y para sorpresa de todos, el hasta entonces Lucifer, declaró.



- Así es. Ahora vuelvo a ser Luzbel, el Lucero Matutino. El de la primera luz...La tierra de la Estrella de la Mañana. Es mi morada. Como rezaba la canción de tu pueblo.- Le dijo al atónito saiyajin que no fue capaz de responder. Maravillado por tal belleza.- Vuestra profecía era cierta. Y tú, en efecto, le diste cumplimiento.

- Cuéntanos la historia, por favor.- Le pidió Maray mirándole anonadada al igual que el resto que apenas podían dar crédito a tal transformación. -



            Tras una pausa que pareció eterna Luzbel asintió y al fin habló...



- En el principio. Cuando la Creación era reciente y todo estaba por llegar, el Creador admiró su gran obra. Él observó el Cosmos, pero estaba vacío, no tenía nada. Entonces decidió crear criaturas a su imagen para que le sirviesen y acompañasen por toda la eternidad y me creó a mí, Luzbel, para ser la criatura más bella y para que iluminase las profundas oscuridades del Cosmos. Lucero del alba y guía para los que habrían de venir. Entonces todo era perfecto...- Afirmó con tinte entre reflexivo e incluso algo melancólico. -

- Y tú te volviste contra el Creador, ¿por qué? - Inquirió Granate con tono consternado, especulando con lo que había leído. - Tuviste envidia de su poder y quisiste suplantarle...

- No.- Negó suavemente Luzbel. - Esa es la versión que os ha llegado a vosotros, la verdad fue otra bien distinta. Pero aun debo seguir la historia, antes de llegar a ella hay más cosas que contar,- prosiguió mientras todos los demás aguardaban expectantes. - El Creador, además de a mí, creó a muchos más. Algunos eran los siete primordiales, entre los que estaba Azrael. Tu guía desde que naciste, Mensajero. - Le dijo a Asthel para agregar. -Todo era muy armonioso pero surgió algo…algo terrible, un detalle que hasta al mismo Creador le había pasado inadvertido...

-¿Qué podría ser eso? - Inquirió una atónita Maray. -

- Cuando creó todo lo que existe también surgió una paradoja.- Le respondió Luzbel que explicó. - Antes no existía nada y nada podía oponerse a sí mismo puesto que no tenía contrario, pero, al crear lo existente dejó de lado lo no creado...

- No lo entiendo,- intervino Brian totalmente perdido -¿qué significa eso?...

- Cuando vosotros morís en vuestro plano físico no desaparecéis, viajáis a otro plano existencial. No se desaparece verdaderamente todo se trasmuta.  En cambio los seres del Olvido son aquellos que no existen pero están presentes...esa es la Nada, la inexistencia absoluta que tomó conciencia de sí misma. Era una especie de reacción natural. El Creador sacó al Cosmos de ella y ella pretendió recuperarlo. Así comenzó la amenaza del Caos. El Creador temió por su obra y compartió sus temores conmigo, su más fiel y primer servidor...

-¿Y qué te dijo? - Inquirió Asthel atónito. - Tuvo que ser algo horrible para que te sublevases, ¿te pidió sacrificarte por él y tú te negaste?...



Luzbel negó con su cabeza y musitó diríase que incluso apenado.



- No, me pidió sacrificarme por Él y la Creación, y yo acepté...amaba tanto al Creador que le juré hacer cualquier cosa que me pidiese...

-¿Cómo puede ser eso, mi Señor? - Exclamó Sargantanas atónito. - ¡Nosotros no sabíamos nada de esto!

-¡Ni siquiera yo he podido ni sospecharlo siquiera.- Admitió a su vez el asombrado Agliareth. - Ni desde el inicio de los tiempos!...

- Me pidió que a nadie se lo dijera. Ni siquiera a mis más próximos servidores. Ni él se lo dijo siquiera a sus más cercanos ángeles. - Les desveló Luzbel -

-¿Y qué te pidió? ¿Puedes decirlo? - Inquirió Asthel impaciente por saberlo. -

- Ya ha llegado el momento de que os lo cuente.- Repuso Luzbel que relató. - El Creador, me llamó a su presencia y los dos solos, como al principio, hablamos...



El ángel voló por las interminables extensiones del Cosmos escuchando la voz de su Dios que siempre le llenaba de dicha.



- “Luzbel, la obra que he realizado debe resistir al empuje del olvido y de la Nada, ésta es más poderosa cuanto más inerme esté el Cosmos ante ella. Ahora todo es perfecto y armónico, todo es uno y ese todo es estático, y así sería por los eones de la eternidad, pero por causa de ello será de inmediato carcomido por el olvido y todo se desvanecerá como si nunca hubiera existido. Puede que incluso ya seamos un mero recuerdo de lo que ya no existe y que sigamos existiendo en ese sueño, pero incluso eso desaparecerá. Debemos frenar la marea de la Nada.”

-¿Pero cómo hacerlo, Creador? - Inquirió Luzbel demostrando una honda preocupación. - Si tú mismo te afanas en buscar una solución ¿qué puedo hacer yo por ayudarte?...

- “Todo Luzbel, tú serás el que salvará mi obra.”...

- No sé cómo podría hacer yo eso.- Repuso el sorprendido ángel. -

- “Siendo un todo armonioso y perfecto nada cambia, no hay historias que contar, estaremos inermes ante la desaparición. Pero, si ese todo se divide y sus partes se enfrentan quebrando la armonía, se creará también la dinámica de una pugna. Esa lucha avivará el Cosmos al completo, dos partes, yo el Bien, tú el Mal. Un constante flujo y reflujo, incontables relatos de confrontaciones. Yo crearé otros seres menos iluminados que tú y los ángeles que me rodean y ellos serán parte de una eterna partida que hará que el Cosmos se mueva y rechace a la Nada. Mientras luchemos, nos movamos y existan dos bandos nada se olvidará. Ambas partes tendremos conciencia de nosotras mismas al ser lo opuesto a la otra y tratar de dominarla, eso nos mantendrá a salvo. Pero para ello, deberás dejarme y ser lo que no eres, llevarás contigo a una porción de mis ángeles y seréis diablos, los que separan el todo de la Creación, y, para los seres que yo crearé después, seréis lo malo y temible, y yo seré su Luz”...

- Tus palabras me producen gran dolor, es algo que jamás sentí. Al pensar que deberé alejarme de ti y de tu luz. Pero haré cuanto desees para preservar tu obra. - Le prometió lealmente Luzbel. -

- Hora vendrá en que ni siquiera con este juego podamos detener el avance de la Nada, pero nuestras energías, dispares desde ahora, volverán entonces a unirse y serán una más poderosa si cabe, en lugar de languidecer si hubiésemos sido un todo. Habrá muchos renacimientos cósmicos procedentes de la Trascendencia en los que tengamos que volvernos a unir y así rechazar a las fuerzas del olvido. Sólo tú y yo tendremos conciencia de ello, los demás componentes de la Creación deberán ser Creados de nuevo. Habrá nuevas historias, quizás algunos mantendrán sus antiguos recuerdos, pero no los de esta suprema verdad”.

- Acato tu deseo. Entonces seamos dos esencias enfrentadas pero unidas.- Declaró Luzbel. - Dos partes iguales de un todo. Pero yo no puedo oponerme a ti,- objetó entonces el Ángel de Luz. - Tú eres el absoluto poder y la gloria.

- “Por eso crearé a esos seres inferiores en espíritu, para que no directamente, si no a través de ellos, te opongas a mí. No temas, ni te aflijas, cuando llegue el momento de la Trascendencia volveremos a estar juntos”...

- Pero este ciclo será eterno.- Objetó Luzbel  añadiendo de forma inexorable. - Siempre un resurgir y siempre una nueva separación...

- “Es algo inevitable, desde antes del principio de los tiempos”.....



            Todos los que allí escuchaban eran incapaces de hablar, los mismos demonios guardaban un silencio dominado por el asombro hasta que los lugartenientes de Luzbel retomaron la palabra.



- Entonces todo lo que hemos hecho ha sido por orden del Creador, no por rebelión a él.- Concluyó Astharoth. -

- Siempre hemos seguido sus designios, aunque hayamos pretendido lo contrario. - Aseveró Belcebú. -

-¿Y todas vuestras maldades y el daño a los seres del Cosmos, las guerras, el odio, todo eso era necesario? - Le recriminó Brian, preguntándole con indignación. - ¿Acaso no sabes el sufrimiento que has causado a todos los seres del universo?

- Todo eso se borra y no tiene importancia en una escala absoluta,- le respondió suavemente Luzbel. - Nada es realmente bueno ni malo en el sentido que vosotros tenéis. Todo responde a su naturaleza, hace lo que debe hacer. Ahora, lo veréis. Vuestros peores enemigos serán vuestros amigos más preciados.

- Pero, ¿por qué debía venir yo a decirte algo que ya sabías desde siempre? - Quiso saber Asthel que seguía sin entender. -

- Porque tú eres el símbolo de los seres creados después. Todas tus andanzas, las de tus antepasados, sus vidas anteriores, todo estaba dispuesto como una de tantas infinitas partidas cósmicas entre el bien y el mal. Su propósito fue frenar la marea de la Nada. Todas esas historias debían ser contadas para avivar la consciencia y detener así el olvido. O de lo contrario hubiéramos desaparecido ante el avance de la Nada. Ahora que éste se hace incontenible tú y tus compañeros habéis sido el revulsivo final, la última jugada. Tus padres lucharon contra la Nada, tu nacimiento la rechazó, pues el Creador te infundió parte de su fuerza y quiso hacerte humano...

-¿Quieres decir que soy una especie de Mesías?  ¿Algo como un Salvador? - Exclamó Asthel dominado por el asombro para de inmediato negar. - ¡No, no puede ser!

- No llegas a tanto, no un Salvador, pues ese es su hijo y parte de su esencia.- Le rectificó Luzbel que matizó. - Sino un profeta del fin de vuestro universo y el principio de una nueva armonía. Todo acabará en el enfrentamiento final para rechazar a la Nada y todo nacerá otra vez, en ese mismo instante. Tú y tus compañeros habéis cumplido ya con vuestra misión. Ahora sólo os resta uniros a todos los seres y entidades del Cosmos para esta batalla final contra los seres del olvido...

-¿Pero qué es la Nada en realidad? - Preguntó el asombrado Asthel - ¿Acaso tiene una esencia que pueda identificarse como un ser propio?...

- Es el “no ser”.- Le contestó el ángel que hizo una comparación. - Como vuestro poema de Hamlet. El autor no iba desencaminado cuando dijo eso de "Ser o no Ser, he ahí el dilema". Esas palabras le fueron inspiradas  por el mismísimo Creador...

- Como a aquel que escribe esto que ahora mismo decimos.- Repuso Asthel recordando las cosas que Azrael le mostró. -

- Tal vez....sí.- Admitió Luzbel. - Eso es...esa otra dimensión, en la que yo también estoy presente, forma parte de lo mismo, también trascenderá pero puede que en otra época. Quizá dentro de eones, pues cada dimensión tiene su propia cuenta de tiempo. Pero así son conscientes de que existís, al escribir la historia os dan sentido. Es como si os creara, os sacase del propio olvido, para su dimensión...

- No lo acabo de comprender.- Insistió Asthel que opuso. - Si él nos escribe nosotros existimos, pero ya existimos aquí sin que él nos escriba...Salvo que esto esté escrito ya…



Luzbel sonrió de forma cálida y le preguntó a su vez a Asthel con tono más jovial.



-Dime Mensajero. ¿Qué ruido hace un árbol que cae en un bosque cuando no hay nadie para escucharlo? 



Ante tal sofisma Asthel se quedó pensativo y al poco respondió con seguridad.



- Si nadie lo escucha no hará ruido para nadie, aunque lo haga realmente si cae, si nadie está allí no puede atestiguar si el árbol suena...es como si no existiera.

-¿Lo comprendes ahora? - Le preguntó Luzbel que añadió a modo de obviedad. - Aquí ocurre lo mismo...

- Pero que hay detrás de la nada, Luzbel.- Inquirió Asthel nuevamente -...o quién, si se le puede llamar así. ¿Quién creó al Creador? Acaso él viene de allí.

- Eso es algo que ni yo mismo sé.- Reconoció el Lucero de la Mañana - y desconozco también si el mismo Creador lo sabe. Cuando yo fui creado todo existió para mí desde siempre y para siempre. No sé nada más...



            Y tras esa declaración se produjo un silencio reverencial de todos, incluidos los más poderosos demonios. Estos también se levantaron y menguaron sus colosales tamaños. De igual forma que su señor, se transformaron en ángeles de luz. Luzbel entonces retomó la palabra.



- Ahora debo revelar a todos mis súbditos la naturaleza verdadera de las cosas e iniciar junto con todos ellos, el ascenso a un nivel superior. En cuanto a vosotros debéis marcharos...

-¿A dónde debemos ir ahora? - Le preguntó Maray con gesto de total desconcierto. - Cuando emprendimos viaje nunca pensamos que habría un después.

- Ahora id a las esferas superiores.- Fue la respuesta de Luzbel. - Acudid a presencia de los Siete Primordiales. Ellos os darán la definitiva Transcendencia, ¡partid sin demora!....nos veremos nuevamente en la gran batalla.

- Una última pregunta más,- le pidió Asthel. - Cuando viajé al pasado con Azrael, me mostró como tú salías por una puerta dimensional y llamabas a mi abuelo por su antiguo nombre de su otra vida, luego yo sentí tu mirada, ¿a quién llamabas en realidad? A mi abuelo o a mí...



Luzbel sonrió de una forma increíblemente bella e incluso divertida y respondió de manera que podría llamarse cordial.



-¡A los dos! A uno por las grandes cosas que había hecho y aun haría, al otro por las cosas maravillosas que estaba destinado a hacer. Probé entonces vuestra templanza y supe que el Creador había querido que esa paradoja pudiese darse y mostrarme así la esperanza final cuando toda esperanza parecía perdida. Ahora marchad...





            No hubo ya más palabras. Con un sólo movimiento de una mano, Luzbel les hizo desaparecer, abandonaron el Noveno Círculo del Infierno a través de un vórtice que rezumaba blanca luz. Se sentían elevados a una velocidad e intensidad que jamás habían experimentado. Así salieron de lo más profundo del averno y llegaron a la zona de penumbra. En la frontera de los mundos físico y espiritual. Azrael les esperaba en donde les dejó. El Ángel de la Muerte, como el resto de los ángeles, había oído la revelación de Luzbel y estaba profundamente conmovido. Al aparecer el grupo ante él, sus palabras fueron...



- He de reconocer que ni yo mismo podía sospechar algo así, y de este modo todas las piezas y misterios han cobrado sentido para mí y mis hermanos. Ahora deberéis trascender y con vosotros todos los seres del Universo, vivos y muertos, non natos y reencarnados...



            Y así fue. Todos se dispusieron a ello. Ante el avance imparable hasta entonces de las fuerzas del olvido, comenzó la defensa a escala universal, ¡el inicio de la Trascendencia Cósmica!


                          anterior                                                          siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)