Tras trasponer aquella puerta al fin se hallaron en
la última etapa de su viaje. Una vez estuvieron en ese nuevo círculo Maray
recobró su aspecto normal. A partir de ese momento todos sintieron un gran peso
que les agobiaba, como si algo les lastrara el alma. Ninguno quiso pronunciar
palabra, pero sentían que tenían muy cerca la presencia del Príncipe de las
Tinieblas. Entre tanto avanzaban por un angosto y tenebroso corredor. Minara
por fin rompió ese espeso silencio para preguntarse en voz alta, con voz
trémula.
-¿Qué nos encontraremos aquí? Siento miedo, un miedo
muy extraño, reverencial, que me desborda por todos los poros de mí ser...
- Sí, te comprendo muy bien.- Asintió Granate
atragantándose con las palabras cuando trataba de añadir. - A mí me ocurre lo
mismo...
-No es nada parecido a los demás círculos. En los anteriores
llegué a sentir miedo muchas veces, pero cuando algo o alguien aparecía. Ahora
sin embargo, es como si todo mi ser estuviera desbordado por una sensación de
pánico.- Admitió Alusa, lejos de su tono sarcástico habitual.-
- A todos nos ocurre,- intervino Asthel comentándoles. - Es similar a lo yo sentí
cuando vi a Azrael con su verdadero aspecto....
-¿Qué le dirás a Lucifer, Asthel? ¿Llevas pensado
algo, verdad? - Le preguntó Alusa en la esperanza de que así fuera. -
- ¿O acaso harás lo mismo que Maray? ¿También tú
desplegarás ese inmenso poder?- Intervino Granate con manifiesta curiosidad. -
Sin embargo, Asthel negó con la cabeza y contestó.
- Es algo distinto y lo cierto es que no tengo idea
de que se trata. Sólo sé que lo que deba decirle se lo diré cuando llegue el
momento.
- Espero que el mensaje sea importante para él,-
terció Brian con preocupación y una buena dosis de temor, al sentenciar. - No
me gustaría que le decepcionásemos, por nuestro bien.
- En cierto modo, tengo la impresión de que él ya lo
sabe. Desde que penetramos en el infierno hemos estados en sus dominios. Y él
conoce todo cuando acontece en este lugar.- Le confesó Asthel a su primo y al resto del grupo que reaccionó con estupor
y sorpresa. -
-¿Entonces para qué estamos aquí? - Inquirió Mimet
sin comprender nada. -
- Seguramente es algo que debíamos hacer.- Aventuró
Minara, con voz temblorosa, dirigiéndose a Asthel esperando una confirmación al
preguntarle tímidamente. - ¿Verdad?
Él
asintió, pensaba de la misma forma. Por alguna extraña razón todo debía ser de
este modo, aunque no llegaba a comprender la necesidad de esta misión. ¿Acaso
en una crisis como ésta el propio Creador no podría decírselo directamente a
Lucifer? ¿A pesar de que fueran opuestos y se odiasen de forma infinita? Esto
era la mayor amenaza que podría darse, ambos tendrían que cooperar. Y por si
fuera poco otra cosa le preocupaba al muchacho. ¿En qué podría ayudarle el
Príncipe de las Tinieblas al Creador si éste era ya omnipotente?
-Tengo una sospecha muy inquietante, del motivo por
el que todo esto ha debido de ser así.- meditaba.- De la verdadera naturaleza de
esta misión.
Y es que ahora, presto casi ya a culminarla, paradójicamente
comenzaba a dudar de ella. De algo de lo que había estado bien seguro casi
desde el momento de su nacimiento. Había renunciado a muchas cosas, al amor de
su familia, a su novia Madeleine, ¡a un futuro junto a sus seres queridos! Y no
solamente él, también sus compañeros en esta aventura. ¡Ojalá que eso hubiera
estado justificado! Con todo su ser deseaba que hubiera merecido la pena.
Enseguida lo sabrían. Entonces, una exclamación de su hermana le sacó de sus
pensamientos.
-¡Fijaos en esto!,- intervino la asombrada Maray
llamando la atención de todos -¡Es increíble!
- No, no puedo creerlo. – Musitó Granate abriendo
los ojos como platos. -
Los
demás tenían idéntica expresión. Habían salido del largo corredor y ante ellos
apareció una vastísima extensión, a su alrededor pudieron ver cosas que les
dejaron auténticamente asombrados.
-¡Jamás vi algo como esto!- Admitió a su vez Diaval,
pasándole un confortador brazo sobre los hombros a Fiora, igualmente asombrada.-
Ante ellos se extendía un páramo desolado. Vieron
siluetas de enormes gigantes tumbadas a ambos lados del camino. No se movían
pero eran realmente inmensos. Aquella extensión de terreno además no era de
arena, ni tenía ningún tipo de vegetación. Lo único que se veía era una imponente sucesión de suelo empedrado que
se alejaba hacia el horizonte, iluminado por un destello rojizo.
-Así que éste es el noveno círculo.- Dijo Alusa
observando en derredor.-
- No me lo imaginaba
así. - Añadió su hermana.-
-Yo hace tiempo que dejé de pensar en cómo sería
este sitio.- Pudo agregar Granate.-
-Aunque esto es cada vez más extraño.- Declaró Maray
observando a aquellos enormes seres.-
-¿Quiénes son esos tipos? -Quiso saber Brian, que le
pasaba un brazo por la cintura a su novia.-
-Son los gigantes.- Repuso una sobrecogida Mimet,
explicando al asombrado grupo.- Quienes quizás se cree
que simbolizan el orgullo y otros defectos espirituales que se esconden detrás
de los actos de traición. Pues en éste círculo se supone
que sufren castigo los traidores.
-¿Qué hacemos ahora?- Preguntó Fiora tan
impresionada como los demás por aquellas palabras.-
-Pues supongo que seguir caminando. Ya encontraremos
algo.- Replicó Diaval.-
- Hay cuatro rondas o distintos tipos de traidores
aquí.- Les ilustró Mimet.- No sé en cual estaremos ahora.
Aunque
le bastó mirar a un lado del camino donde aparecieron unos enormes bloques de
hielo con multitud de individuos dentro. La joven entonces, pudo musitar con
tono sobrecogido.
-La primera ronda. Los traidores a sus familiares,
sumergidos en el hielo hasta la cara. Esta es la ronda Caína, por Caín que mató
a su hermano Abel, al menos eso escribía Dante…
Nadie
opuso nada a eso. El grupo prosiguió la marcha. Pese a todo el lugar no era
desagradable, simplemente, más allá de aquello que vieron, estaba vacío. No
percibían absolutamente nada. Continuaron andando, eso sí, con una sensación de
pesadez cada vez mayor. Al cabo de un buen rato una gran forma se adivinaba en
la lejanía.
-¿Qué será eso?- Se preguntó Mimet en voz alta.-
-Vamos a averiguarlo.- Respondió Maray con tono
decidido.-
Asthel
observaba esa creciente silueta de algo que, conforme avanzaban iba pareciendo
más una especie de gran construcción. El muchacho recordaba ahora uno de sus
últimos viajes antes de acometer esta misión. Se trasladó al Cielo. Allí pudo
encontrarse con el gran Mago que guardaba las puertas. Aquel que ayudara a sus
abuelos y el resto de la primera generación en el cumplimiento de su objetivo.
El mismo que guiase al alter ego de su padre, cuando viajó al pasado para
cambiar el terrible destino que le aguardaba a la Tierra. Ahora, ese anciano
venerable, salía a su encuentro en medio de ese entorno inmaculado.
-Celebro ver que tus pasos te han traído aquí al
fin, Mensajero.- Le saludó aquel mago.-
-Tú eres Landar. ¿Verdad?- Preguntó el muchacho
simplemente para confirmar el dato.-
-Así es. Tengo muchos nombres en realidad, pero tus
abuelos y el resto de sus compañeros me conocieron por ese.
-He venido a ti para que me digas qué deberé hacer
si finalmente llego al culmen de mi tarea. Cuando me halle ante su presencia.-
Le explicó su interlocutor.-
Sin
embargo, el mago movió la cabeza con suavidad para replicar.
-No puedo ayudarte en eso. Puesto que lo que tengas
que decir lo sabrás cuando llegue el momento.
-Entonces. Quizás puedas responderme a otra
pregunta.- Le pidió el chico, que enseguida comentó.- Por lo que he podido consultar
en el Libro tengo una poderosísima aliada al margen de los componentes de mi
grupo. ¿No es así?
-Así es. - Sonrió esta vez Landar, apoyándose en un
largo báculo de madera, surgido de ninguna parte en tanto añadía.- Y tú sabes
perfectamente quién es…
-Sé que siempre ha velado por todos nosotros, desde
tiempos de mis abuelos.- Admitió el joven que, no obstante agregó.- Y se lo
dije. Todavía no ha desplegado todo su poder…
-Cuando llegue el momento preciso, no dudes en que
lo hará, Mensajero.- Afirmó el anciano.-
- Y llegaremos al final. - Musitó el interpelado con
tristeza en la voz.-
Pero
ahora el mago sonrió, y observándole diríase que hasta con simpatía y afecto,
sentenció.
-A veces un final puede ser un nuevo principio,
joven amigo…
Asthel
asintió despacio, comenzaba a comprender.
Ya no tenía nada más que preguntar. Debía aprestarse a cumplir con su
misión. Así lo afirmó.
-Entonces debo ir ya. Espero volver a verte.
-Lo harás. - Le aseguró su contertulio agregando.- Y
cuando la Trascendencia llegue allí estaré junto a ti.
El
chico se despidió entonces. Sabiendo que todo estaba ya dispuesto. Ahora se
encontraba por fin casi a un paso de llegar a su meta. En tanto él y los demás
se acercaban a aquella mole que parecía hecha de mármol, aunque éste estaba
agrietado, como si el peso de innumerables siglos hubiera caído sobre él. No
obstante, esa especie de templete de estilo griego que veían era imponente. La
palabra que mejor podría definirlo era gigantesco…
-Pero ¿Qué es esto?- Se preguntó en voz alta Diaval
con una expresión de asombro en su rostro.-
-El final de nuestro camino.- Le respondió Asthel.-
Los
demás guardaron silencio. Había una colosal puerta que, pese a su gran tamaño
no les preocupó dado que estaba entreabierta. Sobre ella un rótulo que rezaba…
Antenora
-La segunda subdivisión.- Les aclaró Mimet.-
-Supongo que tendremos que entrar.- Musitó Fiora que
no podía evitar que un temblor la sacudiera.-
Al
resto comenzaba sucederle lo mismo, era como si sus cuerpos les estuvieran dando
un aviso. Adentrarse ahí era muy peligroso. Sin embargo, a eso habían venido.
Fue Asthel quién les precedió. Los otros le siguieron cuando atravesó el
umbral. Anduvieron durante largo rato sin ver ni oír nada, salvo el resonar de
sus pasos y el eco que estos levantaban.
-No sé qué me produce más desasosiego.- Suspiró
Granate.- El encontrarme con demonios o el vagar por aquí, sin ver a nadie.
-Pues casi te diría que esto a mí al menos, me
produce una sensación peor que cualquier cosa que hayamos enfrentado
anteriormente.- Confesó Alusa reafirmando su impresión previa.-
-Sí, coincido contigo, Lush.- Declaró su hermana
dándole la mano en tanto se lo decía.-
Y durante un rato no volvieron a hablar. Ahora recorrían un pasillo marmóreo,
flanqueado por columnas…sobre ellas otro rótulo con otro nombre inscrito.
-Y esta supongo que será la tercera… pone Ptolomea.-
Leyó Granate.-
Mimet asintió. Como el resto miraba
aquello con los ojos muy abiertos y un rictus de temor. Continuaron la marcha.
Finalmente éste corredor terminaba dando acceso a una estancia más grande…
-Pase lo que pase, estamos juntos.- Afirmó Brian, tratando
de reunir valor para sí y sus compañeros.-
Todos asintieron y penetraron en una gran sala, la
claridad era algo mayor pero en general daba una impresión de media luz. Se
respiraba un ambiente de gran quietud. De hecho, no había nada, absolutamente
nada que se moviese. Era como si todo estuviera congelado en el tiempo. Además
de eso, más bloques de hielo cubrían por entero formas humanoides allí
sepultadas por toda la eternidad.
-Y ésta es la cuarta, Judeca.- Susurró Mimet,
recordando de sus lecturas.- La llamada así en honor de Judas Iscariote,
dedicada a castigar a aquellos que traicionaron a sus benefactores…
-¿Cuál viene después?- Quiso saber Diaval que
contemplaba tan achantado como el resto
aquellas figuras cubiertas por el hielo, dentro de esa enorme sala.-
-Ya no hay ninguna subdivisión más. - Sentenció
Mimet con patente temor en su voz. Aseverando.- El próximo al que veremos,
según La Divina Comedia, será al propio Satanás.
El
grupo se estremeció. Seguían avanzando sin poder hablar. Miraron a su
alrededor. El escenario que les rodeaba era de una magnificencia impresionante.
Unas inmensas columnas, mayores incluso que las anteriores que sugerían también
un estilo griego, bastante devastadas por el paso del tiempo, se alzaban hacia
una altura indeterminada, perdiéndose en una oscuridad cavernosa de la que no
se veía fin. Siguieron andando sin poder pronunciar palabra. Unos enormes
murales descoloridos y medio en ruinas aparecían a los lados. Grandes frisos de
algo parecido a la piedra y colosales arbotantes se elevaban muy por encima de
sus cabezas. Asthel iba pensativo, en su mente se agolpaban las preguntas. ¿Y
ahora qué? Después de tantas fatigas y peligros, de tantas pruebas y años de
preparación y enseñanzas, estaba a punto de alcanzar su objetivo. ¿Qué vendría
ahora? ¿Qué debería hacer? No lo sabía. Pese a sus preguntas, sus estudios y
sus dones. No obstante, tal y como Landar le dijera, confiaba en saberlo de
algún modo en cuanto el Príncipe de las Tinieblas apareciera ante él. Pero, ¿y
si eso no ocurría? ¿Qué podría decirle? Hasta ahora en cada uno de los círculos
anteriores había sido un compañero suyo el que había encontrado la manera de
superar las pruebas a las que se habían visto sometidos. ¿Qué sucedería si, al final de todo, en el
momento decisivo, era él quién fallara? Se inquietaba cada vez más por esos
temores mientras, junto con el resto, trataba de avanzar. Por fin Maray pudo
hablar, rompiendo el silencio del grupo.
- Parece que esto lleve aquí desde el principio de
los tiempos,- dijo casi con veneración. -
- Y así es.- Le confirmó su hermano saliendo de su
mutismo. - Estas columnas han estado aquí desde hace eones…desde el momento de
la caída…
-¿Caída?- Inquirió Mimet sin comprender.-
-Los ángeles caídos. - Le respondió Asthel con voz
queda.-
-¡Todo es
enorme! - Terció Brian admirado, mirando hacia lo alto hasta hacer que
le doliese el cuello para preguntar. - ¿A quién podrían servirle para sujetar
un techo estas columnas tan inmensas?
- Eso es lo que me da miedo. - Le dijo Granate. -
Que sean gigantes tales que para ellos no seamos sino insectos.
- El peso que nos agobia es cada vez más grande, si
sigue así no podremos continuar.- Intervino Alusa con un tono de marcado
agotamiento. -
- Es verdad.- Admitió Mimet -, yo casi no puedo dar
ni un paso más...
En
efecto, notaban como una enorme sensación de angustia se apropiaba cada vez más
de ellos. Las piernas les temblaban y casi se negaban a obedecerles, como si
una prevención natural se hubiera despertado. Algo innato que les advirtiese de
un gran peligro. Esa misma sensación que ya tuvieron al entrar, ahora se
incrementaba cada vez más y más. Pero sabían que su misión era trascendental y
todos se esforzaban denodadamente en dar el paso siguiente. Ante ellos se
seguía alzando un interminable bosque de columnas. Cruzaron una inmensa galería
con restos de lo que parecían civilizaciones perdidas, objetos que estaban allí
olvidados por el tiempo.
-¿Qué será todo esto? - Preguntó Brian oteando en
derredor. -
-¡Oh Señor!...Son restos de otras épocas, quizá de
una existencia cósmica anterior. ¡Otras humanidades, otros planos de
existencia! Todo lo que queda de ellos se encuentra aquí. Estamos en
Pandemónium. - Exclamó Asthel como si una especie de revelación se hubiera
abierto paso en su mente. –
Ahora
fue Granate quién palideció visiblemente, las gemelas fueron las primeras en
mirarle inquietas y preguntar.
-¿Qué te ocurre? ¿Estás bien?
-Sí…-pudo musitar él agregando con tono reverencial,
teñido de pavor.- Pandemónium…lo recuerdo. Hace años que mi madre me lo mostró
en el libro de notas que mi abuela le dejó…
-¿Qué es eso de Pandemónium?- Quiso saber Fiora, que
era ahora abrazada por Diaval.-
-Según las notas de mi abuela ILaya, se trata de la
capital del Infierno. Milton ya la citaba en su obra El Paraíso Perdido. Es el
lugar donde moran el Príncipe de las Tinieblas y su séquito.- Le aclaró el
chico con voz temblorosa.-
-Entonces Él está aquí. En alguna parte.- Pudo decir
Alusa con idéntico tono de horror.-
- Será mejor que sigamos adelante sin pensar en
ello.- Le susurró su hermana tomándola de la mano.-
-Pero aquí no hay nadie…-Objetó Mimet afirmando en
un intento por recurrir a la lógica.- ¿Siendo una capital no debería estar muy
poblada?…
-Me temo que ese tipo de razonamientos no sirven
aquí.- Suspiró Brian que solo podía mirar en derredor sintiéndose tan
angustiado como el resto.-
Ahora
en una gran extensión de esa enorme sala vieron edificios de una belleza y
forma sin par. Algunos según Granate parecían ser como templos. Recordando
incluso al de Salomón. Otros eran de diseño tan desconocido como espectacular.
Enormes esculturas crisoelefantinas de hermosos ángeles con varios pares de
alas se disponían en torno a ellos. Pero una vez más, ese conjunto
arquitectónico estaba completamente desierto…Aunque se percataron de que, a sus
pies, se dibujaba un camino rectilíneo con mosaicos en tonos blancos y negros.
Similar al diseño de un tablero de ajedrez…
-Asthel… Supongo que debemos seguir esta senda.- Le
comentó su hermana.-
El
interpelado asintió despacio. Por alguna razón sabía que así era. Los demás por su parte observaban todo
aquello con anonadadas expresiones de incredulidad.
- ¡Ni tan siquiera entre las más poderosas civilizaciones
que visité en mis viajes de adiestramiento por el Universo vi nada igual! Es
grandioso y terrible al mismo tiempo. - Susurró Diaval dominado por el asombro
y el temor. -
- Lo que más sobrecoge de éste lugar es que no se
escucha nada salvo los ecos de nuestros propios pasos. – Comentó Fiora. -
- Incluso los demonios de círculos avanzados temían
este lugar. - Añadió Minara expresando
con los ojos su creciente ansiedad por salir de allí cuanto antes, lo
mismo que les sucedía a sus compañeros. – Ahora puedo comprender por qué…
- No cabe duda de que Mimet tenía razón. Estamos en
la última de las subdivisiones del Noveno Círculo. - Les comentó Granate
tratando de precisar, pese al temor que le invadía tras pronunciar cada
palabra. – Dentro de poco, nos encontraremos con él…
Con
sólo pensar en aquel nombre todos tenían un nudo en la garganta, pero nadie
dijo nada. Ninguno deseaba nombrarlo. Era como si temiesen que el sólo eco de
su nombre le invocase de inmediato ante ellos. Quizás pensaban que, por ahora,
esa última etapa no era tan terrible, a fin de cuentas nada ni nadie les había
salido al paso. Pero era precisamente eso lo que más miedo les inspiraba.
Aquella atmósfera tan densa y extraña era peor incluso que el ataque de una
horda de demonios. Todas las fibras de su ser les chillaban que se encontraban
en un lugar maldito, un sitio vedado, olvidado por completo por los designios
del Creador. Ahora sentían como si luchasen contra el miedo a lo absolutamente
desconocido, a temores por encima de su compresión. Eso era lo que realmente
les tenía casi paralizados. Aunque, aun así, continuaron su camino hasta
recorrer toda esa colosal ágora.
-Esto es el símbolo de la Gloria y el esplendor
perdidos…El pálido reflejo de lo que estas criaturas fueron una vez.- Musitó
Asthel en medio el espeso y temeroso silencio del resto.-
Al
terminar ese trecho, esa gigantesca plaza daba acceso a un ancho pasillo y
ante ellos, al morir éste, se alzaba un
colosal palacio, y en su frontal otra entrada con un enorme pórtico...junto a
él, aun lado, una gigantesca estatua…entonces Mimet, con voz temblorosa, recitó
un pasaje de la Divina Comedia que les hizo estremecer describiendo a aquella
colosal figura de piedra…
-“Una delante y era bermeja,
las otras eran dos, que a aquella se unían
de cada hombro en el medio,
y se juntaban en el lugar de la cresta:
y la derecha parecía entre amarilla y blanca,
la izquierda a la vista era tal cuales son
los que vienen de donde el Nilo se encauza”
-Es la estatua del Príncipe de las Tinieblas. - Pudo
decir Granate que describiendo lo que veía, les comentó, recordando a su vez un
pasaje de esa obra.- Mirad, a esa “espantosa bestia con tres
caras, una roja, una negra y otra de color amarillo pálido. Satanás está inmerso en el
hielo hasta la cintura, llorando y babeando. Aletea como si intentase escapar,
produciendo un viento que hiela todo el Cocito. Cada boca tiene un
famoso traidor, con Bruto y Casio en las bocas de la izquierda y derecha,
respectivamente” (Divina Comedia Dante Alighieri, Infierno)
Por fortuna para ellos no era el propio Satanás
sino una simple estatua. Aun así estaban realmente sobrecogidos por la
contemplación de aquello. Finalmente fueron dedicando su atención al último de
sus obstáculos…
-Al fin hemos llegado. Estamos ante la última
puerta. –Declaró Asthel. -
- Yo creía que ya no habría más.- Pudo decir una
sorprendida Mimet. Alegando.- Esto ya no se describe en el libro de Dante.
- Pues a mí me da un horror indescriptible sólo
pensar en lo que hay tras ésta.- Confesó Minara cuya voz temblaba. –
-Sí, hermana…- Convino Alusa, abrazándose a su
gemela.- Me sucede lo mismo. Es como tener congelado el corazón.
-A mí también, lo reconozco,- terció Diaval que
miraba con temor reverencial todo aquello clavando después sus ojos en esa
nueva puerta sin poderlos apartar de ella para confesar. - Estoy asustado, casi
no puedo dar ni un paso más, ni siquiera con todas mis fuerzas. Es algo que va
muchísimo más allá de cualquier cosa que sintiera antes ¡Creía que el poder de
los demonios del Octavo Círculo era insuperable, pero no es nada en comparación
con esto! Alguien o algo. No lo sé, está irradiando una potencia tal que solamente
sentirla de lejos me aterroriza. Nunca tuve tanto miedo en mi vida. Y sabéis
que a mí, un príncipe saiyajin me cuesta admitirlo. Pero ahora, únicamente un loco
lo negaría.
- Esta es la última barrera que nos queda, para
cruzar la última subdivisión.- Les informó Granate con la misma sensación de
ahogo y pánico apenas contenido.-
-¿Crees que podremos abrirla? - Preguntó Minara. -
- Lo conveniente para nosotros sería saber si
debemos intentar abrirla. ¿ No creéis? - Repuso Brian con evidente prevención.
-
- Para eso vinimos. Con grandes sufrimientos y
penalidades hemos conseguido llegar hasta aquí. - Sentenció Maray con voz
queda, tratando en vano de dominar su pavor. - Ya no hay vuelta atrás...
-¡Se me hiela la sangre e incluso la misma alma con
sólo pensar quién puede estar al otro lado de esta puerta!,- confesó Fiora
con tono de pavor. -
- Amigos míos, dentro de poco sabremos quién está
detrás.- Les aseguró Asthel.-
-¿Qué tenemos que hacer? ¿Lo sabes?- Musitó Granate,
aclarando.- Para abrir la puerta.
-Puede que tenga defensas mágicas o alguna cerradura
invisible. -Elucubró Alusa.-
-O quizás haya que superar alguna prueba.- Conjeturó
seguidamente Minara.-
Aunque
Asthel movió la cabeza, suspirando largamente se dirigió a sus compañeros y
tras mirarles uno por uno, sentenció.
-Es Lucifer en persona quien se encuentra tras de
esta puerta. ¿De veras pensáis que necesita protección?
Ninguno
habló. Nadie fue capaz de decir nada, pero todos se dieron cuenta
inmediatamente de lo que su compañero quería decir. ¿Quién estaría tan loco
como para querer entrar ahí?
-Alea jacta est.- Declaró Asthel quien, con
decisión, se acercó y tocó tres veces en la misma. -
Aquellos golpes parecieron resonar casi hasta la
eternidad, siendo devueltos por un eco fantasmal que reverberaba y se repetía
una y otra vez. Todos se tapaban los oídos estremecidos de pavor y totalmente
ensordecidos por aquello. Parecía que esa especie de tortura jamás terminaría,
pero entonces, y de forma súbita, todo quedó nuevamente en silencio. Tras unos
instantes más Asthel se apartó y aquella puerta poco a poco fue abriéndose. Un
sonido de trompetas majestuoso y a la vez estridente que les sobrecogió a todos
se escuchó provenir de todas partes y ninguna. Cuando terminó de abrirse la
puerta ese estruendo cesó tan inesperada y bruscamente como había comenzado a
sonar…
En Bios habían pasado cinco años desde que el grupo
se fuera. Tom había mejorado sensiblemente, logró volver a su vida normal e
incluso conoció a una chica, Helen, que estudiaba bellas artes con su hermana
Loren. Los dos comenzaron a salir y se
enamoraron. El chico recordaba cómo se conocieron. Él había vuelto a estudiar,
cursaba un módulo de mecánica cerca de allí. Como solía hacer a veces al salir
aguardaba a su hermana para volver juntos. Un día de tantos esperaba tomando un
helado y estaba saboreándolo en un banco cuando vio acercarse a Loren junto con
una chica rubia. Las dos seguidas por tres individuos que parecían estar
molestándolas.
-Oíd, chicas.- Les decía un tipo alto y robusto de
pelo castaño.- ¡Venga, un numerito
gratis! ¿eh?
-Sí, os pagaremos bien.- Se reía otro rubio, algo
más bajo y con bigotillo.-
-¡Dejadnos en paz! Sois repugnantes.- Espetó Loren
encarándose con ellos.-
-¡Eh!.- Replicó otro con tintes bastante groseros.-
Tranquila, guapa. Nosotros no tenemos nada en contra de las desviadas.
Solamente queremos que os lo montéis con nosotros. Os prometemos mirar la mayor
parte del tiempo. ¿Qué dices, eh?.
-¡Vámonos Loren.- Le urgió la apurada muchacha
rubia.- No merece la pena pararse a intentar razonar con estos tipos.
Aunque
el tipo alto y robusto les bloqueó el paso. Ese individuo, tras sonreírse con
perfidia replicó dirigiéndose a esa chica.
-Anda nena. Sabemos lo de tu mamaíta. ¡Es una
bollera! Un colega la vio al salir de la clínica e iba muy acaramelada con otra
mujer. Dicen que hasta tuvisteis que iros de Nature por eso.
-Te guardaremos el secreto. ¡Y además, si no eres
como tu mami, podrías demostrárnoslo a todos con tu amiguita y de ese modo
iríamos por ahí desmintiéndolo! - Se rio el rubio.-
Las
dos estaban tan perplejas como asustadas y furiosas, no sabían que hacer. Al
fin Tom, tras escuchar eso último fue hacia allí. Con tono indignado aunque
dominándose se enfrentó a ellos.
-Ya es suficiente. Dejadlas en paz.
-¡Vaya! ¿Y tú quien eres?- Se burló el otro tipo,
con el pelo corto , casi rapado y de constitución recia.- ¿El novio de alguna?
-No te importa lo que yo sea. Lárgate y déjalas en
paz o llamaré a la policía.- Amenazó Tom.-
Alguien
se aproximó también, aunque esos tipos no le vieron y, aquel individuo
corpulento se acercó a Tom y tras reírse, comentó con tintes patibularios y
llenos de sarcasmo.
-¿De verdad? ¡Qué miedo!
Y sin que el muchacho fuera capaz de reaccionar, ese
sujeto le propinó un cabezazo que le derribó al suelo.
-¡Cobardes, canallas! -Exclamó Loren enfrentándose a
ellos.-
Entre
tanto esa otra joven se arrodilló junto a él. Con tono suave y concernido le
preguntó al agredido.
-¿Te encuentras bien?
Tom
se sentía aturdido, incluso algo mareado. Su hermana, llena de rabia, quiso
propinarle una bofetada a ese bruto, pero el rubio la sujetó de la muñeca,
diciendo entre divertido y burlón.
-Menuda fierecilla. ¿Eres igual en la cama,
preciosa?
No
le dio tiempo a añadir más, un puño se estampó en su cara derribándole, Loren
se vio libre y suspiró aliviada. Su defensor se había interpuesto entre ella y
aquellos matones.
-¡Lance!- exclamó llena de alegría, matizando
enseguida, tras dar un leve vistazo a su hermano, que, ayudado por esa
muchacha, se había puesto en pie.- Tío Lance…
-Dejádmelos a mí.- Les pidió éste a sus sobrinos.-
-¡Te vas a enterar, capullo! - Exclamó el tipo del
pelo castaño, tratando de acertarle con un puñetazo.-
Aunque
su oponente, ducho como era en artes marciales, no tuvo el mejor problema en
bloquear y contratacar con un golpe al plexo solar de ese tipejo que dio con él
en el suelo. El otro, ese tipo corpulento y calvo, que había noqueado a Tom con
tan pasmosa facilidad, lanzó una patada contra el recién llegado que éste
esquivó. Lance giró sobre sí mismo y le obsequió con otra en toda la cara que
si tiró al suelo a su oponente. Ya en posición de guardia les retó.
-¡Vamos! Atreveos conmigo, miserables cobardes…
Pero
eso no ocurrió, tan pronto pudieron, y alertados por el sonido de sirenas,
aquellos tipejos se levantaron dándose a la fuga. Loren sonrió mirando a su tío
con arrobo, él le devolvió la sonrisa pero no pasaron de ahí. Enseguida se
centraron en Tom, quien parecía estar algo más recuperado, y le ayudaron a
levantarse.
-Muchas gracias.- Le dijo esa rubia muchacha.-
-Sí, has sido muy valiente.- Añadió Loren, aclarando.-
Esos tres sinvergüenzas llevan ya un par de días molestando a Helen. Bueno.-
Sonrió algo nerviosamente, haciendo las presentaciones.- Su nombre completo es Helen
Sullivan.- Y dirigiéndose ahora a su amiga, la informó.- Él es mi hermano,
Thomas Andrew, y él, - añadió con visible afecto, señalando al recién llegado.-
Nuestro tío Lance.
-Mucho gusto.- Sonrió la jovencita.-
El
tío de Loren asintió cortésmente para replicar.
-El gusto es mío, Helen. Espero que te encuentres
bien.
-Sí, gracias.- Musitó la joven que todavía tenía en
mente aquel incidente.-
-Esos bastardos, no sé cómo hablan así de ti o de tu
madre.- Declaró Tom con patente indignación.-
La
joven suspiró, los cuatro tomaron asiento en una mesita de un puesto cercano de
bebidas y tomaron algo. Helen les contó.
-Son unos desaprensivos. Pero es cierto lo que dicen
de mi madre. Ella es lesbiana. Vivimos en Nature muchos años, pero, con el
clima tan homofóbico que había allí, nos terminamos por marchar. A mamá le
surgió una buena oferta aquí. Es médico pediatra.
-Ser homosexual no es ningún delito.- Sentenció
Lance, sonriéndole alentadoramente a esa jovencita, para matizar.- Tengo muchos
amigos y amigas, y compañeros de trabajo, que lo son. Y no conozco a personas
mejores.
-Su madre es la doctora Julieth Sullivan.- Comentó
Loren.- Y es una magnífica profesional. Tenemos compañeras con hermanos y
hermanas pequeños. Ella ha atendido a muchos. Y algunos de esos canallas, al
descubrir sus preferencia hacia las mujeres, han empezado a acosarla. Lo mismo
que a Helen.
-Mi madre ha sufrido mucho, sobre todo por mí.-
Confesó la pobre muchacha, algo emocionada ahora.- Yo puedo afrontar esto, pero
sé que ella lo pasa muy mal y sería peor si supiera que a mí me insultan y me
hostigan. Por eso no le digo nada.
-Lo lamento.- Suspiró Tom.- Si hay algo que podamos
hacer…
Entonces
el chico recordó algo. Ese nombre le era familiar. Lo leyó hace mucho tiempo,
en ese libro que él siempre creyó real.
Aquella doctora tuvo una relación con…
-Daphne Carson.- Musitó.-
-¿Qué has dicho?- Se interesó su hermana.-
-Nada.- Se apresuró a añadir él, visiblemente
inquieto.-
-Ese nombre…- intervino la perpleja Helen.- Era el de
mi maestra de primaria. Creo que ella, y mi madre… bueno, mamá piensa que no lo
sé. Pero hace unos años ellas tuvieron una aventura. La señorita Daphne estaba
casada con el señor Carson, un profesor muy agradable del colegio en donde
estudie. El colegio de la fe. Y llevaban a su hijo David a la consulta de mi
madre. Sé que las dos, bueno.- Suspiró algo incomodada, al afirmar.- Ya os lo
podéis imaginar. Estoy convencida de que, por eso entre otras cosas, mi madre
quiso irse de Nature.
-¿Y de qué conoces tú a esa tal Daphne?- Se interesó
la atónita Loren, dirigiéndose a su hermano.-
-Bueno, es que es la hermana mayor de Stephanie
Kensington. La modelo.- Pudo decir el azorado joven.-
-Sí, es cierto. Steph es su hermana menor. Es algo
mayor que yo, y muy simpática. Estudiaba en mi mismo colegio también.- Sonrió
Helen, quien, tratando de sonar jovial ahora, le preguntó desenfadadamente al
chico.- ¿Eres fan suyo?
-Esto…, es muy guapa.- Pudo decir él, poniéndose colorado, para confesar, casi
sin atreverse a cruzar la mirada con su interlocutora.- Las chicas rubias me
encantan…
Al
menos desde que sufrió ese desengaño e hizo aquel ridículo con Alice, había
decidido centrar sus preferencias en un tipo de chica que no se la recordase
para nada. Eso pensaba Tom en tanto hubo un embarazoso silencio. Lance entonces
sonrió, aunque, agregó con tono bastante revelador, al menos para una de las
personas allí presentes.
-Tienes buen gusto pero, por mi parte, prefiero a
las morenas. Mejorando lo presente, claro.
Loren
le dirigió una cómplice mirada y se ruborizó, él la miró intensamente. Tom por
su parte creyó ver algo, aunque no dijo nada. Por fortuna, la risa de Helen
interrumpió aquel momento tan delicado.
-Es bueno saberlo, Tom…así no tendré que teñirme el
pelo…-Declaró divertida.-
Todos
rieron ahora, Lance aprovechó una vez que esas carcajadas remitieron para
proponer.
-Os acercaré a casa, he traído mi deslizador.
-No se moleste, vivo cerca de aquí.- Rehusó Helen.-
-¿Te importaría si te acompaño?- Preguntó
dubitativamente Tom, añadiendo de inmediato.- Por si esos tipos estuvieran aun
cerca…
-Te lo agradezco.- Le sonrió la jovencita.-
-Si no te importa, se hace tarde. Yo sí que iré con
el tío Lance.- Comentó Loren.-
-Claro.- Asintió su hermano.- Diles a mamá y a papá que
me retrasaré un poco.
Su
hermana asintió. Así pues se despidieron., Al abordar el deslizador y ver a
esos dos alejarse caminando despacio y al parecer, manteniendo una animada
conversación, Loren sonrió suspirando.
-Mi amiga Helen ha visto a Tom alguna vez, hasta
ahora no tuve ocasión de presentarles. Pero sé que se moría de ganas por conocerle.
Y ahora encima, mi hermanito ha hecho algo realmente valiente.
-Está claro que Helen no es como su madre. Al menos
en sus preferencias para encontrar pareja.- Comentó desenfadadamente su
interlocutor en tanto arrancaba.-
-No, desde luego que a ella le gustan los chicos,
como a mí. Bueno, al menos me gusta uno en particular…
Lance
no respondió a eso. Se limitó a conducir
el vehículo. Llegaron pronto a casa y la muchacha se despidió de él con un
casto beso en la mejilla, dado que su madre estaba fuera aguardándoles.
-Hola Loren, hola Lance.- Saludó Idina, queriendo
saber.- ¿Dónde está Tom?
-Bueno, digamos que tenía una cita, mamá.- Se sonrió
pícaramente Loren.-
-¿Una cita?- Inquirió esta entre perpleja y alegre
de oír aquello.-
-¡Rubia y muy guapa! - Añadió jovialmente su hermano.-
No tiene mal gusto el chico, no.
Idina
lanzó un gran suspiro de alivio, y llena de dicha, declaró.
-¡Cuánto me alegro! Con lo mal que el pobre lo ha
pasado durante este tiempo.
-Tom ya está muy bien, mamá.- Afirmó Loren.- Y mi
amiga Helen es una chica estupenda. ¡Ojalá que surja algo entre los dos! Ambos
se merecen a alguien que les quiera y se preocupe por ellos.
Miró
de soslayo a su tío quien le devolvió esa misma expresión de esperanza e
intensidad. Ajena a eso, Idina asintió.
-Eso espero, bueno, pasa hija, ya va a ser hora casi
de cenar. ¿Te quedas, Lance?
-No, muchas gracias.- Rechazó él, afirmando con voz
queda.- Tengo cosas que hacer. Ya nos veremos.
Y
se marchó, siendo seguido por la decepcionada mirada de su sobrina hasta que su
madre la hizo pasar. Idina entonces le comentó a su hija con jovialidad.
-Ahora me cuentas eso de tu hermano y de tu amiga…
-Claro mamá.- Sonrió levemente ella.-
-Y a ver para cuando te veo a ti con un guapo
pretendiente.- Comentó Idina con desenfado.-
-No lo sé.- Musitó vergonzosamente la aludida.- Yo,
todavía no…
Su madre la miró con ternura, Loren era parecida a
ella cuando tenía su edad. Tímida y algo ingenua. Aunque le daba la impresión
de que su hija tenía ese brillo en la mirada. Aquel que denota que se está
enamorada. No obstante, no sería ella quien le preguntase para ponerla en una
situación violenta, por lo pronto se conformaría con que le contase algo sobre
la cita de Tom.
-Estoy muy contenta por tu hermano. Tras lo de Alice
ya era hora de que se fijase en otra chica para superarlo. Y la pobre Nehie
tampoco lo ha tenido fácil.- Suspiró.-
Y
es que la desgracia parecía haber caído sobre la familia Real de la Luna Nueva.
Al poco de ese brote psicótico, o al menos, eso le diagnosticaron a Tom, Idina
supo que su amiga Neherenia fue traicionada por quien menos podía esperar. La
hija de su antigua doncella Anaris, quien fue descubierta conspirando con los
miembros de la Luna Negra. Su objetivo era derrocar a la reina. Esa chiquilla
quizás fuera joven e inconsciente, pero no estaba sola en esa conjura. Su
padre, el conde Briseo, era uno de los principales cabecillas.
-Pobre Nehie, fue durísimo para ella, y para Alice.-
Pensaba Idina, recordando lo que su amiga de la infancia le contó.-
Y
es que la soberana recibió informes de sus servicios secretos. Se preparaba un
atentado en unos jardines invernadero coincidiendo con su visita a la zona del
sur. Llena de aplomo cuando se lo comentaron, ordenó que no se hiciera nada
para impedirlo.
-Quiero comprobar si eso es cierto, y quienes están
implicados.- Le dijo a su jefe de seguridad.-
-Pero, Majestad.- Quiso protestar éste, alegando.-
No podéis poneros en peligro de esa manera.
-No lo estaré.- Repuso ella con rotundidad.- Mi
esposo me protegerá.
Así
fue. En un principio, la familia real al completo iba a acudir. No obstante, Neherenia
le ordenó a su hija que permaneciera en palacio. No le explicó la causa,
sencillamente argumentó que alguien debía quedarse para recibir a las visitas.
Alice lo encajó mal, deseaba ver a su amiga Brise. De hecho, la llamó para
contárselo, y esa llamada, por supuesto, fue pinchada y grabada por los
servicios de seguridad de los soberanos…
-Hola Brise.- Saludó por vídeo a su amiga.-
-Alteza. Me alegra veros.- Sonrió la joven.-
-Pues me temo que solamente podremos vernos por
video conferencia. Mi madre me ha ordenado quedarme.- Suspiró la muchacha.-
-¿Por qué?- Inquirió su interlocutora que pareció
tan decepcionada como la misma princesa.-
-Tengo que recibir a algunas visitas. Ya sabes,
embajadores y demás…De la Lune está ya muy mayor y el pobre no puede con todo.
Pero te prometo que, en cuanto pueda, iré a verte.
-Bien pensado, será mucho mejor que obedezcáis a
vuestra madre.- Le dijo entonces Briseida, con un tono extrañamente precavido.-
Ella sabe lo que os conviene.
Eso
realmente sorprendió a Alice. La muchacha enseguida inquirió.
-¿Qué la obedezca? ¡Vaya! Parece que la estuviese
oyendo a ella ahora mismo.- Comentó algo desencantada, agregando con incredulidad.-
Antes siempre me dabas la razón, por lo
menos cada vez que me obligaba a hacer algo tan aburrido.
-Es que aquí hay mucho jaleo. No podríamos charlar
mucho.- Pretextó Brise, que parecía algo nerviosa ahora.- Ya nos veremos,
Alteza. Eso tenedlo por seguro.
-Bueno, pues entonces hablaremos más adelante.-
Comentó la atónita princesa.-
Una vez concluyó esa conversación la seguridad se
ocupó luego de rastrear el teléfono de Brise. La joven llamó casi enseguida,
una vez que hubo terminado de hablar con la princesa. Y era un número
desconocido, más allá de la Luna. Aunque lo que se dijo fue muy revelador, pese
a que no hubo réplica del otro lado, las palabras de Briseida no pudieron estar
más claras.
-Sí.- Susurraba la chica.- Mamá y papá ganso, volarán
hacia el nido. Pero el polluelo se quedará en el cascarón. Bien, no será
problema. Suprimidos los gansos adultos, el polluelo será fácil de manipular. Informaré
tan pronto se concluya la operación rostizado.
Sabiendo esto, la horrorizada Neherenia y su marido
acudieron al condado de su antigua doncella. Anaris les recibió de forma
cariñosa y cordial. Ella por supuesto que fingió delante de su anfitriona y
respondió de igual modo.
-Enseguida comenzaremos la visita, Majestades.-
Sonrió la condesa, dirigiéndose también a Doran, que iba al lado de su esposa.-
-¿Y el conde Briseo?- Quiso saber el saiyajin.-
-Mi esposo os ruega que le disculpéis, pero tenía
algunas ineludibles obligaciones.- Se excusó apuradamente Anaris.- Tuvo que
ausentarse, pero volverá pronto.
Éste asintió, lo mismo que Neherenia. Aunque a la
soberana le dio un vuelco al corazón. Utilizando sus destrezas como Sailor
Shadow pudo percibir claramente que Anaris creía a pies juntillas lo que les
decía. Esa pobre mujer no era más que un instrumento. Luego si aquel traidor
había puesto alguna clase de bomba…
-¡No le importa en absoluto sacrificar a su propia
esposa! - Pensó la horrorizada Neherenia.-
Sin decir nada siguió a su anfitriona. Todo parecía
normal, de hecho durante casi una hora recorrieron esas infraestructuras que
habían sido construidas en los últimos años con una animadísima Anaris,
explicando con satisfacción y orgullo a sus majestades todas y cada una de sus
características.
-Tenemos domos altísimos, con enormes jardines,
muchos terrenos dedicados al cultivo de frutales y de vegetales de todo tipo.-
Enumeraba la condesa.- Pero también hemos destinado mucho terreno a parques y a
vegetación salvaje, con su propio ecosistema. Y hasta hemos construido un canal
que lleva un río y tenemos un gran lago, aprovechando un cráter…
-Eso es realmente excelente. Mis felicitaciones.- Terció
Doran, quien hablaba con poco entusiasmo.-
-¿No ha venido Briseida?- Se interesó la soberana.-
-Mi hija tenía que atender algunas cosas.- Comentó
despreocupadamente su interlocutora, agregando con orgullo.- En estos últimos
años se ha convertido en una joven muy responsable. Ayuda mucho a su padre.
Como él ha salido, Brise se ofreció para supervisar la seguridad.
Nehie
ya no pudo evitar emocionarse, hasta derramar algunas lágrimas. Tras
interceptar esa conversación sus agentes habían proseguido con sus pesquisas.
Algunos estaban incluso infiltrados entre un grupo de anarquistas pro Luna
Negra. Allí habían visto a esa chica, repartiendo consignas para dar un golpe
de Estado tan pronto perecieran los reyes de la Luna. Algunas de las cosas más
destacadas que dijo fueron…
-Me ocuparé en persona de la princesa.- Comentó esa
desafecta.- Ella creerá todo lo que yo
le diga. Que esto ha sido obra de Serenity y Endimión porque Neherenia ya no
seguía sus dictados. No os preocupéis, en caso de que algo falle tendremos vía
de escape. Nuestros amigos nos llevaron a un lugar seguro, muy alejado de aquí.
Ahora,
la ex doncella real se detuvo mirando perpleja a la reina, la había notado algo
rara, lo mismo que al rey, que hablaba con un tono muy frío. Pero lo que más le
preocupaba era contemplar a la soberana, incapaz de contener las lágrimas. ¿Por
qué lloraba?
-Majestad, ¿os ocurre algo?- Quiso saber con estupor
e inquietud.- ¿No os sentís bien? Podemos interrumpir la visita.- Le ofreció con
amabilidad.-
-No… Anaris, no me siento bien, pero no es por mí,
sino por ti.
-No os comprendo.- Pudo decir la sorprendida
interpelada en tanto se señalaba el pecho con una de sus manos.- ¿Por mí? No sé
a qué os referís…
-Lo sé, y por eso me duele tanto.- Sentenció su
interlocutora.- Y no sabes cuanto lo siento, vieja amiga. Siempre has sido
buena y leal…
Y
en ese momento sucedió. Doran emitió energía creando una gran campana que aisló
y protegió a su esposa, a Anaris y a él mismo, junto con el séquito que les
acompañaba. Por un transmisor había recibido el chivatazo de sus espías. Los
terroristas iban a detonar una potente bomba. Por fortuna, también llevaban
respiradores de oxígeno. Cuando se produjo la horrísona explosión todo el lugar
colapsó derrumbándose, enormes grietas se abrieron despresurizando el lugar. En
medio de ese caos y de la polvareda levantada, el saiyajin, que había contactado
previamente con Roy Malden, vio como éste aparecía con su translación
instantánea. El ya anciano ex jugador de baloncesto, le indicó.
-Que todos se den la mano y tú dámela a mí… ¡vamos!-
Urgió.-
El
resto obedeció y una vez hecho, Roy se transportó con todos al palacio de
Cristal Tokio.
-¿Qué ha ocurrido?- Pudo exclamar la impactada
Anaris, que por suerte, aparte de tiznada de hollín, tener leves rasguños y
estar algo manchada en su vestido, había salido, ilesa como el resto de
aquello.
Neherenia
prescindió de cualquier tipo de ceremonia y tomando afectuosamente las manos de
su antigua doncella le susurró con tristeza pero serenidad.
-Escúchame bien, Anaris. Sé que esto será terrible
para ti, pero debes saber que, pese a todo, te considero una amiga leal. Siempre
podrás contar conmigo. No obstante, mis deberes como reina deberán ser
cumplidos. Por mucho que me duela.
-Señora no os entiendo.- Musitó la descolocada mujer
preguntando entre perpleja y angustiada.- ¿Qué ocurre? ¿Dónde estamos?
Para
su asombro al poco reconoció el lugar, estaban en el salón del trono del
Cristal Tokio. Allí, Serenity apareció junto con su esposo. Rodeados ambos por
sus princesas planetarias. Todos se
inclinaron con respeto. Fue la propia reina terrestre quien, tras mirar con
lástima a esa pobre desgraciada, declaró.
-Ahora tenemos que aguardar, Neherenia. Las cámaras
que pusisteis en tu salón del trono y las habitaciones de Alice nos dirán lo
que queremos saber.
-Aunque sería mejor que antes de eso, le contases a
Anaris la verdad.- Intervino un asimismo consternado Endimión.-
Y
la soberana de la Luna Nueva así lo hizo. La expresión de su antigua doncella
pasó del estupor al horror y a la incredulidad. Apenas era capaz de repetir
entre balbuceos, moviendo casi espasmódicamente la cabeza a modo de negación.
-No, debéis estar equivocada. Mi hija y mi esposo
jamás harían algo así. ¡No, no puedo creerlo! Os han debido de informar mal. ¡Nosotros
somos leales!
-De tu fidelidad no tenemos la menor duda.- Afirmó
Doran, con pesar en su voz.- Pero de la traición de Briseo y de Briseida desgraciadamente
tampoco albergamos ninguna.
-Lo siento, Majestad. No, no puedo aceptar eso.-
Insistió la destrozada mujer.-
-Lamento muchísimo esto.- Suspiró Neherenia,
afirmando.- Por eso hemos fingido nuestra muerte, y Roy amablemente se ha
brindado a traernos aquí con su translación instantánea. Queremos las pruebas
que nos faltan y tú misma podrás comprobar que, desafortunadamente, todo lo que
te hemos contado es cierto.
Y a
través de algunas cámaras ocultas emplazadas en el lugar, la conmocionada condesa pudo ver al poco como
su propia hija llegaba, eso sí, con expresión descompuesta. A esa zona.
-¿Dónde está mi madre?- Chillaba presa de la
angustia.-
-No lo sabemos, lady Briseida.- Le informó uno de
los guardias, añadiendo con pesar.- Puede que, tras la explosión, los soberanos
y ella hayan sido lanzados al espacio.
-¡Al infierno con los soberanos! Buscad a mi madre.-
Ordenó entre lágrimas la joven.-
Quiso
calmarse, pero quizás, ese aspecto lloroso le daría aún más realismo a su
interpretación. Y tenía que darse prisa. Cada segundo contaba. Debía ser quien
informase a la princesa y ahora, nueva reina de la Luna Nueva. Por ello no dudó
en ordenar que le preparasen un deslizador rápido. Apenas en un par de horas se
plantó en el palacio real. Aunque para su madre y los demás, esa espera fue muy
tensa. Ninguno quiso ni comer, ni beber, ni tan siquiera cambiarse sus ropas
chamuscadas y rotas.
-Lo siento de veras, Nehie.- Pudo decir un apenado Roy.-
-Sí, yo también.- Repuso ésta con un susurro.-
-Majestad, os ruego disculpéis a mi hija por lo que
ha dicho sobre vos y vuestro esposo. Sé que es una terrible falta de respeto,
pero estaba muy afectada.- Intentó justificar Anaris.-
Su
interlocutora no replicó. Ni los soberanos de la Tierra, ni las princesas
planetarias pronunciaron palabra. Seguían con interés y pesar aquello. Al fin,
Briseida llegó ante la princesa. Las noticias todavía no habían trascendido. En
eso, tanto los conspiradores, como la seguridad del reino concordaban, eso sí,
mirando cada uno sus respectivos intereses.
-¿Qué ha pasado, Brise? ¿Cómo es que estás aquí?-
Quiso saber la perpleja princesa, en cuanto anunciaron a su amiga.-
-¡Ha sido horrible, Majestad! - Pudo sollozar la
chica.-
-¿Majestad?- Repitió la atónita Alice.- ¿Por qué me
llamas así?
-Lamento comunicaros que, tanto mi madre, como
vuestros reales padres, han fallecido en un terrible atentado.- Pudo gemir su
interlocutora.-
Todos
vieron a través de la pantalla como la cara de Alice pasaba del estupor, al
horror y al llanto desatado, sin poder casi articular palabra, cuando balbució.
-Pe, pero… ¿Cómo? ¿Qué ha pasado?
-Unos terroristas, han puesto una bomba. Mis
guardias atraparon a algunos. Mi padre sospechaba algo y fue a intentar
capturarlos, pero una célula nos burló. Pusieron un explosivo al paso de
vuestros padres y de mi madre, que les estaba enseñando los jardines. ¡Fue
horrible! Aunque no murieran en la detonación, fueron lanzados al espacio…Ni
siquiera un saiyajin podría resistir eso.
Alice
estaba compungida y lanzó un grito terrible. Se transformó en super saiyajin,
despidiendo a Briseida literalmente a varios metros. La joven princesa, con el
gesto desencajado ahora por la furia, la interrogó.
-¿Quiénes han sido? Juro que los mataré con mis
propias manos…
-Majestad.- Musitó servilmente Brise,
arrodillándose.- Sois la reina ahora. Debéis conduciros por la ley. Sé que es
duro, pero… también he perdido a mi madre…
Tras
respirar hondamente durante algunos momentos, Alice finalmente volvió a su
estado normal y asintió despacio. Bajando la cabeza musitó.
-Tienes toda la razón. Eres mi amiga más leal. Y mis
propios padres así lo querrían. Gracias, muchas gracias por venir, pese a lo
duro que también ha sido para ti.
-Ante todo está mi obligación para con el reino.-
Afirmó honestamente su interlocutora, aprovechando para deslizar.- Y por mucho
que lo intenten otros, no recuperarán la Luna.
-¿A qué otros te refieres?¿Recuperar?- Inquirió la
desconcertada Alice.-
-Majestad. Tenemos evidencias que prueban que todo
esto ha sido inducido desde la Tierra. Por alguien que pensaba que vuestros
augustos padres serían por siempre sus marionetas, que les puso en el trono
para eso. Pero ellos quisieron gobernar su reino sin atender algunas
instrucciones que venían de allí.
-¿Estás insinuando que los autores de esto, son?-
Exclamó la horrorizada Alice.-
-No tengo pruebas concluyentes aun, mi señora. Pero...-
Susurró su interlocutora.- Mi padre está reuniéndolas. Es muy triste, pero
alguien desea recobrar el que una vez fuera su reino. Aquella que mora en la
Tierra y ya la dirige con guante de seda, ocultando en él un puño de hierro. No
me atrevo ni a pronunciar el nombre…
-¡Serenity!- espetó la iracunda princesa, agregando
con imperiosidad.- Brise. ¡Quiero esas pruebas!, las quiero cuanto antes.
-Os prometo que las tendréis, mi señora.- Asintió
sumisamente Briseida.- Con vuestra venia contactaré con mi padre. De hecho,
estaba dirigiéndose hacia aquí, para apoyaros.
Los
espectadores de aquella representación estaban sin habla. La propia Anaris no
sabía qué decir. Pudiera ser que su hija hubiera sido engañada. Así lo hizo
constar, a modo de débil alegato. Aunque para su desgracia, no tardaron en
ponerle las grabaciones en las que Briseida confesaba aquella maniobra.
-Ahora aguardaremos a cerrar la trampa.- Manifestó
Doran.- Si no me equivoco, ese miserable de Briseo se reunirá con su hija a
poco tardar.
Y
tenía razón, el conde apareció a la media hora en el palacio de la Luna Nueva.
Se inclinó ante Alice y afirmó.
-Majestad, tengo evidencias claras de que, la muerte
de vuestros padres y la de mi esposa, han sido planeadas por agentes de Neo
Cristal Tokio. Os he traído documentos y grabaciones que así lo confirman.
-Evidentemente falsificadas.- Intervino Endimión
tras escuchar aquello, alegando.- Son tan reales como vuestras muertes,
Neherenia.
-Sí, lo sé, Majestad.- Admitió la aludida.- Ya he
tenido suficiente.
-Con todos los respetos, Señora.- Se atrevió a
intervenir Anaris.- Quizás también hayan falsificado las de mi hija.
-Eso es fácilmente comprobable.- Replicó Doran,
quien tras suspirar, añadió.- Ojalá que ese fuera el caso, pero por desgracia,
no lo es.
-Entonces, ¿puedo proceder?- Quiso saber Roy.-
-Sí, claro. Os lo ruego. - Convino el saiyajin.-
Su
interlocutor entonces elevó su nivel de energía. A los pocos instantes, otro
individuo apareció a su lado, levemente más alto que él, llevando uniforme
militar. Era fornido, con pelo castaño y ojos color miel. El veterano ex
jugador de baloncesto enseguida le saludó.
-Me alegra verte Mazoui, necesitamos tu ayuda.
-Sí, su Majestad la reina Serenity tuvo a bien
enviarme un mensaje para ponerme al corriente.- Reveló el recién llegado.-
-¿Sabes lo que hay que hacer?- Inquirió su tío.-
-Claro. Te sigo.- Contestó el interpelado.-
Roy
se llevó dos dedos a la frente concentrándose, acto seguido desapareció, Mazoui
le imitó. Los demás pudieron observarles reaparecer justo al lado de Alice y de
Briseida y su padre. Mazoui sujetó al conde y a su hija con cada una de sus
manos, sin darles tiempo a reaccionar. Roy hizo lo propio con la perpleja
princesa. Al poco todos desaparecieron, reapareciendo justo en medio del salón
del trono del palacio en Neo Cristal Tokio. Briseida fue la primera en ver
dónde estaban y quienes les rodeaban, sólo fue capaz de abrir la boca con asombro e
incredulidad. Así, en estado de shock, Alice y los demás pudieron escuchar la
voz entre sarcástica, tensa y cortante de Neherenia.
-Me temo, señor Conde Briseo y lady Briseida, que
las noticias de nuestras muertes han sido algo exageradas.
Al
fin, Alice reaccionó, derramando más lágrimas, pero estas de estupor y alegría.
Sin poderse refrenar corrió hacia sus progenitores abrazándoles, al grito de.
-¡Papá, mamá!
Tras
dejarse abrazar por su hija, los soberanos la apartaron levemente, Briseida por
su parte corrió a hacer lo propio con su madre, la rodeó con sus brazos aunque
Anaris no le correspondió.
-¡Madre, estás viva!- Pudo exclamar la joven.- ¿Cómo
es posible?...
Aunque
sus palabras se cortaron en seco cuando vio la expresión de su progenitora.
Ésta no lloraba de alegría, ni sonreía como los soberanos con la princesa. Por
el contrario, el gesto de Anaris estaba dominado por la severidad, su mirada
era una mezcla de dolor y rabia. Apartó a su hija y la abofeteó
contundentemente. Ante la sorpresa y el espeso silencio del resto, apenas sí
pudo espetar llena de enfado y consternación.
-¡Dime que no es verdad! ¡Dime que tú no sabías nada
de esto! ¡Que no has tenido nada que ver!
-Madre, no sé a qué te refieres…- Musitó suavemente
la joven, tapándose la marca del bofetón que le había enrojecido la mitad de la
cara.-
-Quizás se refiera a esto. Adelante, lady Briseida,
os aseguro que no únicamente a vuestra madre, sino a todos los aquí presentes, nos
encantaría recibir una explicación.- Intervino irónicamente Doran, conectando
la grabación en la que Briseida comentaba los pasos a seguir de su plan.-
Ahora
fue Alice quien la miró con la boca abierta y los ojos desencajados. ¡No podía
creerlo!, el asombro poco a poco fue dando paso a la ira. No obstante, su madre
posó una mano sobre el hombro derecho de la princesa y movió la cabeza, disuadiéndola
de hacer nada. Al fin, Neherenia declaró.
-Lady Briseida, conde Briseo, tenéis la oportunidad
de defenderos. Vais a ser juzgados, aquí, ahora, y el jurado serán nada menos
que los princesas planetarias y por supuesto sus majestades. Serenity y
Endimión.
-Por nosotros no hay inconveniente.- Afirmó
Endimión, añadiendo.- Sin embargo, dado que hemos sido señalados directamente
por los traidores debemos rehusar. No seríamos todo lo imparciales que
tendríamos la obligación de ser, o al menos de parecer.
- Caesaris coniugium necesse est non solum esse honestam
sed etiam videatur.- Convino la princesa de Mercurio.-
-¿Qué?.- Inquirió
el perplejo Roy.- ¿Se puede saber que has dicho, Ami?
-La esposa del
César, no solamente debe ser honesta, sino parecerlo.- Le tradujo Mazoui añadiendo.-
El latín es muy útil para estudiar artes arcanas.
-Por esa razón,
reina Neherenia, vos y vuestro esposo, así como la princesa Alice, deberíais
ser los jueces. Sois a quienes atañe directamente todo esto, son vuestros súbditos
y se trata de vuestro reino. – Sugirió Serenity.-
-Dura lex, sed
lex.- Replicó lapidariamente la soberana de la Luna Nueva también en latín,
endureciendo su gesto al mirar a los reos.- Muy bien, así sea.
- Y yo respondo. A
Deo rex a lege rex.- Replicó el conde Briseo con tono desafiante.- Claro que
sois jueces y jurado. Majestades. Pero no imploraré clemencia por hacer lo que
es justo. Sobre todo contra la tiranía que representáis. Como lacayos de los
soberanos de la Tierra. Esta es la prueba.
-No puedes hablar
en serio.- Pudo musitar la perpleja y horrorizada Anaris.-
-Sí madre. Esa es
la verdad. Tú, por desgracia, eres incapaz de verla.- Intervino Brise,
poniéndose junto a su padre.-
-¡Cállate!- Le
ordenó la horrorizada condesa.- No sabes lo que dices…¡Majestad, os lo suplico!
- Se giró poniéndose de rodillas ante Neherenia.- Solamente es una niña. No
sabe lo que dice.
Aunque en esta ocasión, la reina
permaneció impasible. Sencillamente replicó con tono frío.
-Los dos tienen
derecho a defenderse o bien a pedir un abogado defensor. Como cualquier otro de
nuestros súbditos.
-Yo puedo ayudar
en eso.- Se ofreció Roy, afirmando con orgullo.- Conozco a la mejor.-
Y tras recibir un asentimiento de
Doran, el ex entrenador se transportó de nuevo, reapareció a los pocos segundos
con su hija. Kerria miró en derredor visiblemente atónita.
-Papá, pero ¿Qué
significa esto?- Fue capaz de decir, al ver quienes estaban allí.-
-Te ruego que nos
perdones, ahijada, ahora te pondremos al corriente.- Comentó Ami.-
Y tras unos minutos que emplearon en
resumirle a la estupefacta abogada qué había sucedido, Neherenia le preguntó.
-¿Estarías
dispuesta a defender a los acusados?. No queremos negarles la mejor defensa posible.
Te pagaremos tus honorarios, cualesquiera que estos sean.
Kerria estaba atónita, se tomó unos instantes para
responder. Al fin tomando la palabra, declaró.
-Somos amigas
desde la infancia. No deseo dinero, solamente que se haga justicia. Acepto.
-¡Pero yo no! -
Espetó Briseo, agregando con desdén.- ¿Una marioneta de los soberanos
terrestres es quien nos va a defender?. ¡Acaba de confesar que es amiga de la infancia
de la reina Neherenia! Ya podemos ir colocándonos en la picota nosotros mismos.
Esto es una burla a la ley.
-Es su decisión.-
Suspiró la letrada, mirando a aquel tipo con evidente contrariedad, aunque
añadiendo en tono más conciliador.- Pero sepa que aquí, ante todo soy letrado,
si les defiendo, lo haré hasta las últimas consecuencias.
-¡Así es, payaso! -
Terció Roy, quien fiel a su estilo, no se anduvo con letanías palaciegas al
afirmar.- Y como vuelvas a faltarle al respeto a mi hija de esa manera te daré
tal puñetazo que no hará falta que te juzguen. Ya estarás sentenciado. Así le
ahorraré a Nehie el papeleo.
Esas palabras, tan espontáneas como
sinceras y directas hasta obraron el milagro de hacer sonreír a casi todos. ¡El
bueno de Roy nunca cambiaría! Aunque al fin, fue Anaris quien tomó la palabra,
con un tinte dramático, implorando a su hija.
-Briseida, por
favor. Acepta que esa mujer te defienda. La conozco desde que era una niña. A
ella y a su prima, la princesa Idina. Son buenas personas, y son justas. Si tú
les explicas el porqué de tus actos…
Empero, su hija le dedicó una mirada
fría y negó con la cabeza tomando la palabra.
-Madre, no soy
culpable de nada más que de desear la libertad de nuestro pueblo.- Replicó
abruptamente la muchacha.- No quiero una abogada lacaya de la reina.
-Eres menor de
edad. Soy yo quien tiene que decidir por ti.- Contestó Anaris, con más dureza
ahora.- Y pido humildemente que la señora Malden te represente. ¡Por favor!-
Sollozó mirando a Kerria.- No tenga en cuenta las palabras de Briseida.
-Por supuesto,
condesa.- Pudo contestar ésta, realmente compadecida de aquella infeliz, tanto
que añadió con tintes afectuosos y conciliatorios.- Y no tema. La defenderé como si de mi propia hija
se tratase. Tiene mi palabra. Con el permiso de sus Majestades.- Remachó
mirando a Neherenia y Doran quienes asintieron.-
Aunque a disgusto, Briseida se cruzó
de brazos y se avino a sentarse en sendas butacas que trajeron para su padre y
para ella. Aquel improvisado juicio, acorde a las leyes de la Luna Nueva, iba a
empezar sin necesidad de un fiscal. En este caso, por prerrogativa real, se
leerían las acusaciones y el defensor intentaría o bien rebatirlas o
minimizarlas. Tras un par de horas, demostrados los cargos de rebelión, conspiración
y tentativa de magnicidio con pruebas fehacientes, Kerria solamente pudo
declarar a modo de alegato de descargo.
-Majestades. Mi
defendida es una muchacha muy joven. Ha sido aleccionada desde que nació. Suplico
que se tengan en cuenta esas circunstancias atenuantes. Ha creído servir al
mejor interés de su pueblo. Su juicio y sus motivaciones han sido
clarísimamente influenciados por su padre y otros adultos de aviesas
intenciones, que se sirvieron de su ingenuidad y de su inexperiencia para utilizarla.
Y aunque Brise hizo tentativa de
intervenir protestando ante su propia defensa, su padre en cambio la hizo
callar moviendo una mano. Al fin, tras concluir, Kerria guardó silencio, lo
mismo que el resto, aguardando la decisión. Tanto Neherenia como su esposo y
Alice se retiraron durante unos minutos. También a los juzgados se les permitió
un momento de intimidad, dentro de un cuarto aislado.
-Ya era hora de
que terminase toda esta charada.- Se sonrió despectivamente Briseo.-
-Padre. ¿Por qué
no me has dejado protestar?- Le preguntó su hija.-
-Basta con que
castiguen a uno de nosotros. Otros deben continuar con la lucha.- Le
susurró cómplicemente él.-
-No lo comprendo.-
Pudo decir Anaris, con la voz quebrada por el dolor y el pesar.- ¿Por qué hicisteis
eso? Los reyes siempre nos apreciaron.
-Sí, como a unos
lacayos. Sus sirvientes. Los que les hacían todo el trabajo, en tanto ellos se
llevaban la gloria. Dos extranjeros que han regido los destinos de la Luna sin
ninguna legitimidad.- Replicó duramente Briseo.-
-¿Y acaso no han
gobernado bien?- Rebatió su ahora indignada esposa.- ¿No han buscado el
bienestar y la felicidad de todos?. ¿Y qué ofreces tú a cambio? ¡La muerte y la
destrucción!
-Veo que estás con
ellos.- Afirmó despectivamente Briseo, moviendo la cabeza.- En tal caso estás
contra mí.
-Estoy con los
defensores de la paz y de la justicia. No con asesinos.- Estalló Anaris,
dirigiéndose ahora con voz suplicante a su hija.- Cariño, debes ver la verdad.
Los reyes no son enemigos nuestros. ¡Todo lo contrario! Tú misma has sido amiga
de la princesa casi desde que naciste.
-No madre.- Negó
ésta moviendo la cabeza, para agregar con resentimiento.- He sido su sirvienta,
su juguete. Me llevaron a la corte para que su Alteza tuviera una amiguita con
la que jugar.
Anaris suspiró con lágrimas de
impotencia. Fuera de esa estancia, la propia Kerria estaba realmente perpleja.
Su padre le comentó.
-Esto es obra de
la Luna Negra y de sus secuaces. Corrompen todo lo que tocan.
-Es terrible que
una niña esté envuelta en esto.- Convino su hija, saludando entonces a su
primo.-¿Qué tal estás, Mazoui?
-Echando mucho de
menos a mis hijas, como supongo tú al tuyo.- Sonrió débilmente éste.-
-Así es.- Suspiró
su interlocutora, con gesto entristecido ahora, para admitir.- Solo Dios sabe
lo que Sam y yo hemos llorado. Pero deseamos creer que todo irá bien y que un día
volverán.
-¡Ojalá que ellos
triunfen en su misión! Ahora aquí tenemos otra importante de la que ocuparnos. –
Terció Roy pasándole un confortador brazo por los hombros a su hija.-
No se dijeron más. Al fin los reos y
Anaris salieron del cuarto asimismo sin pronunciar palabra. Los acusados
tomaron asiento en tanto la condesa permanecía a un par de metros. Tras unos
segundos los soberanos y la princesa aparecieron también. Se sentaron a su vez
y fue Neherenia quién se levantó, haciendo que el resto de los presentes la
imitasen. En una audaz falta de respeto, Briseo y su hija optaron por seguir
sentados. Sin verse afectada por aquello, la reina de la Luna Nueva tomó la
palabra con tono duro y severo.
-A la vista de las
pruebas, y una vez escuchada la defensa de los acusados, Nos, dictaminamos que
vos, Conde Briseo de la región Meridional, habéis sido hallado culpable de todos
los cargos. Seréis desposeído de título y honores y condenado al exilio
perpetuo del reino de la Luna. En cuanto a vos, lady Briseida, siendo también
culpable de los cargos que se os imputan, gozaréis, no obstante, del descargo
de las circunstancias atenuantes de vuestra juventud y de la influencia que
vuestro padre ha ejercido en vos. Pero no podemos, ni debemos dejar sin castigo
vuestra traición. Por ello se os condena a la reclusión en una prisión lunar,
por un tiempo no inferior a diez años. ¿Tenéis algo que decir antes de que se
aplique la sentencia?
Fue el ya ex conde quien se levantó
ahora para sonreírse con sarcasmo y espetar.
-Solamente una
cosa, “Majestad”. Que otros continuarán y llevarán a feliz término lo que aquí
hemos comenzado.
Unos guardias del milenario de Plata
entraron para llevarse a Brise. Anaris no podía dejar de llorar ante esa
escena, más aún cuando su propia hija llamó a su padre.
-¡Papá!- Gritó
ésta arrasada por el dolor a su vez.-
-No temas, se
fuerte, ¡se valiente, hija mía! - Le pidió él, con tono lleno de entereza,
sentenciando.- Eres mi orgullo, sé que puedo confiar en ti.
No le dieron tiempo a más, sacándole
de allí a rastras. Aunque fue Briseida quien, mirando con odio a los soberanos
de la Luna Nueva y al resto, espetó.
-¡Malditos seáis
todos! Rezaré porque el Fantasma de la Muerte llegue pronto y os de vuestro
merecido.
Aquellas palabras impactaron a los
presentes, sobre todo, al escuchar en modo en el que fueron dichas. Anaris
quiso acercarse a su hija, tratando infructuosamente de hacerla razonar.
-¡Cariño, por
favor!…Aun no es demasiado tarde para que implores clemencia.
Sin embargo, la interpelada ladeó la
cabeza, negándose a encontrarse con la mirada de súplica de su madre. Ya no
pronunció palabra, otros guardias se la llevaron en medio de un espeso y
pesaroso silencio, únicamente roto por el llanto de Anaris, quien, arrodillada,
se cubría la cara con ambas manos. Tanto Alice como Neherenia, e incluso
algunas princesas planetarias y la propia Serenity lloraban a su vez al
presenciar esa dantesca escena. Presas no obstante del protocolo no se movieron
de sus lugares. Fue Kerria, quien, dominada por la compasión y no sujeta a ese
corsé de las formas palaciegas, ayudó a esa pobre mujer a incorporarse.
-No pierdas la
esperanza, tu hija es demasiado joven e impresionable, y está dominada por una
terrible influencia, como una vez lo estuve yo. Hice cosas entonces de las que hoy
todavía me avergüenzo. Seguro que Briseida irá comprendiendo lo que equivocada
que está y cambiará.
-Gracias…- Musitó
la pobre condesa, entre lágrimas, sin ser capaz de decir más.-
Y algo recobrada y más entera, quiso
aproximarse a su reina, pidiendo permiso para hablar. Apenas entre balbuceos, y
queriendo a toda costa preservar la poca dignidad de la que todavía podía hacer
gala.
-Con vuestra
venia, Majestad, quisiera pediros algo…
-Claro.- Musitó la
consternada soberana.- Si está en mi mano concederlo cuenta con ello. Pero si
es relativo a la condena de tu hija, o de tu esposo, por mucho que me pese, no
es posible variarlas.
-No, Señora.-
Suspiró Anaris, admitiendo.- Justas son. Es una petición para mí. Solamente
quería suplicaros que me dejéis marchar de la Luna. No podría soportar vivir
allí. Necesito algo de tiempo…
-Por supuesto.- Se
apresuró a conceder Neherenia, quien ahora si que se levantó pese al protocolo
para abrazar a su amiga.-
Ambas lloraron una vez más, el resto
de los presentes sólo podía mirarlas dominados por la conmiseración. Doran
aprovechó para susurrarle a su asimismo afectada hija.
-Que esto te sirva
de lección, Alice. El deber está por encima de todo, incluido el amor por tu
ser más querido.
-Jamás lo olvidaré
, padre. Te doy mi palabra.- Afirmó la consternada muchacha.-
Ahora, tras aquellos tristes hechos
que le fueron relatados por su prima Kerria y por Neherenia, Idina suspiraba. Su pobre amiga estaba
devastada por aquello.
-¡Ojalá que mis
hijos nunca tengan que pasar por eso!- Pensó. – Ahora que Tom está recuperado
debo dar gracias por ello.
Por su parte, su hijo caminaba despacio junto a Helen. Estaban a punto de
llegar a casa.
-Has sido muy valiente, y tu tío también.- Comentó
ella.-
-Yo no soy ningún héroe.- Contestó él moviendo la
cabeza.- Mi tío Lance, sí. Ya viste como me derribaron. En cambio él, les dio
una buena paliza.
-Eso no es lo que cuenta.- Le animó Helen agregando
agradecida.- Lo importante es que no dudaste en tratar de protegernos a tu
hermana y a mí.
La
chica en efecto le estaba muy reconocida. Ese chico había demostrado ser
valiente y altruista. Había habido otros desde luego que se acercaron a ella,
muchos muchachos que trataron de ligar, la mayoría con el único deseo de
llevarla a la cama. Y otros cuando se enteraban de lo de su madre,
sencillamente se olvidaban de ella. Quizás pensando que Helen debía de ser igual.
Nada más lejos de la realidad. Justo en eso pensaba cuando Tom le preguntó.
-Debe de ser muy duro, que te etiqueten así, bueno,
para tu madre y para ti.
-Lo es, aunque mi madre nunca me lo ocultó. Siendo
yo niña me confesó que a ella le gustaban las mujeres, pero me pidió que no lo
dijera por ahí. Yo, bueno, viendo como eran las cosas en Nature jamás se lo
conté a nadie en ese planeta. Aunque supuse que en Bios las cosas serían
diferentes.
-Hay idiotas en todas partes.- Afirmó Tom quien, con
tono culpable, incluso confesó.- Y yo soy uno de los mayores. Hice cosas de las
que no me siento nada orgulloso, aunque al principio fuera con buena intención.
Helen
le interrogó con la mirada. Sabía por Loren que ese chico había tenido alguna
enfermedad, y que no lo había pasado nada bien. Ignoraba de qué pudiera
tratarse pero no sería ella quien prejuzgase a nadie. Menos aún a un gentil muchacho
que se había arriesgado por defenderla. Así pues, con tono cordial, le propuso.
-¿Te apetecería quedar a tomar algo mañana?
Podríamos charlar. Me pareces alguien en quien se puede confiar.
-Estaría encantado.- Asintió él iluminando su rostro
con una sonrisa.-
Y de este modo los dos comenzaron a verse, al
principio como amigos, aunque luego, pasados unos meses, surgió la chispa del mutuo amor. En eso por lo
menos se cumplieron las promesas que Lance obtuvo por parte de su misterioso
interlocutor. Eso fue una alegría para el resto de la familia. Pero
lamentablemente para entonces los Johnson distaban mucho de ser felices. Idina
sufría y apenas podía soportar el día a día. Su esposo trataba de animarla, lo
mismo que sus amigas. Hacía ya casi tres meses que su hija Loren se había
escapado de casa. O mejor dicho, no retornó de su viaje al reino de la Luna
Nueva. La angustiada y desolada Neherenia fue en persona a darle la noticia. La
que había sido su amiga desde la infancia tuvo que ser apartada de ella por
Michael y Kenneth, allí presente, junto a Mimí, Sandy, Coraíon, Leval,
Amatista, y Cooan, para que una enloquecida Idina no la golpease con saña.
Aquella situación fue realmente dura y terrible para todos. Comenzó tiempo
atrás. Al principio, todos, incluidos sus propios padres, juzgaron aquello un
capricho juvenil, fruto del influjo y la personalidad de su tío. Pero después
la joven confesó estar enamorada de él. En vano sus padres trataron de hacerla
entrar en razón. Aunque lo peor fue que, cuando Idina mandó a su hija a la
habitación, llamó a su hermano y le pidió que tratase de hacerle ver a la niña
que eso no era correcto ni posible, él la dejó helada admitiendo que era mutuo.
Que incluso llevaban algún tiempo viéndose en secreto. Y hasta citándose a
escondidas como pareja.
-No sé cómo llegamos a esto.- Se excusaba Lance,
aquella aciaga tarde en casa de su hermana y su cuñado.- Pero, desde que le
sucedió aquello a Tom, cuando estabais en el hospital y acompañándole en su
terapia, Loren y yo poco a poco nos fuimos acercando. Al principio la traía y
la llevaba al instituto, al cine o charlábamos de su hermano, o de sus proyectos.
¡Os juro que no me di cuenta de que eso pasaba de ser una simple relación entre
un tío y su sobrina a algo más! Cuando quise reaccionar le dije que no estaba
bien, pero…
Aunque
su enfurecido cuñado no le dejó terminar. Le agarró de la pechera empujándole
contra una pared en tanto aullaba.
-¡Eres un miserable mal nacido! Se trata de tu
propia sobrina, de la hija de tu hermana. ¡Sucio degenerado! ¡Podría ser tu
hija! ¿Cuántos años le sacas, eh?... ¡Es menor de edad, maldito pedófilo!
-¡Basta Mike, por favor! - Terció la horrorizada y
asustada Idina tratando de separarles sin resultado.-
Aquellas
últimas palabras de su esposo le trajeron terribles recuerdos, cuando siendo una joven universitaria salvó a
esos niños de aquella red de explotación infantil. No podía creer, ni deseaba
pensar que su hermano fuese como esos canallas. Aunque, ¡les estaba confesando
que estaba enamorado de Loren! Idina pese a todo quería evitar que aquello
degenerara aún más. Antes de que alguno hiciera algo irreparable. Sin embargo,
fue el propio Lance quién se soltó aplicando una llave de yudo a su cuñado.
Pudo apartarse lo justo para, entre jadeos que desahogaban su tensión,
sentenciar.
-Yo nunca quise esto. ¡Nunca!… pero ha sucedido.
Idina, por favor, trata de explicárselo a tu marido.
Sin
embargo su hermana, tras ayudar a su esposo a ponerse en pie, le miraba ahora
estremecida de ira, la única respuesta que le dio vino en forma de sonora
bofetada.
-Si todavía fuese la Dama del Fuego te quemaría vivo
por esto, ¡maldito!- Le chilló llena de furia.- ¿Cómo has podido? ¡La has visto
nacer!
Atraída
por aquel escándalo fue cuando Loren salió de su cuarto, ya no podía soportarlo
más. Lance le pidió que no interviniera, que él trataría de explicarlo. Ella
confió en eso, pero ahora tenía miedo y más tras oír los gritos y los ruidos
que provenían del salón. Sin embargo, quería proteger a su tío, al que amaba de
veras.
-¡Ya es suficiente, mamá!- Pudo gritar tratando de
hacerse oír.-
-¡Tú vete a tu cuarto! - Le ordenó su padre, con
expresión de visible enfado.-
-No, no me voy a ir.- Se negó la joven, afirmando.-
¿Por qué no podéis entenderlo? No es culpa del tío Lance, ¡nos queremos!
-No sabes lo que estás diciendo.- La cortó su madre
dirigiéndole ahora una mirada entre suplicante e indignada en tanto exclamaba.-
Hija ¡Por Dios! Eso es incesto…y encima eres menor…No quiero ni pensar qué
habréis hecho las noches que os hemos dejado solos… ¡por favor!, dime que no ha
ocurrido nada de eso…-Suplicó Idina con el rictus descompuesto por el temor.-
Ahora
todos permanecieron mudos y sin atreverse casi ni a respirar. Al escuchar esa
palabra fue como si una enorme losa les hubiese caído encima. Loren negó con la
cabeza, balbuceando llorosa.
-No hemos hecho nada…nunca hemos hecho eso…
Pese a sus palabras sus padres la miraban como si
hubiera cometido el más horrendo de los crímenes. Al final Lance fue quién
primero reaccionó. Apenas pudo decir con un tono débil y lleno de pesar.
-Tus padres tienen razón… será mejor que no volvamos
a vernos…Te quiero Loren, siempre lo haré, pero esto no está bien…
-¡No!- Gritó la desolada chica tratando de
abrazarle.- ¡No te vayas!...
Pero
su padre la sujetó en tanto Idina miraba hoscamente a su hermano y sólo le
mostraba la salida. El aludido no dudó ni un segundo y se marchó. Al fin,
cuando Michael pudo a duras penas controlar a su hija y hacerla sentarse en el
sofá, trataron de hacerla entrar en razón.
-¿Hija, es que no lo ves? ¡Hasta tu tío lo ha
reconocido! -Arguyó su angustiada madre.- Tienes que despertar de esa alucinación…
Eres una chica muy joven e impresionable.- Añadió tratando ahora de sonar
conciliadora.- Es normal que te hayas dejado influenciar por él. Pero enseguida
lo olvidarás. Ya conocerás a algún chico de tu edad y…
Loren
se negaba a escuchar, solamente movía la cabeza cerrando los ojos y tapándose
los oídos. Su padre, con la paciencia consumida, la obligó a quitarse las manos
de las orejas y mirar a Idina. Fue entonces cuando la cría estalló.
-¡Dejadme en paz! Le amo, ¿Me oís? Estoy enamorada
de él y seré su mujer, y la madre de sus hijos…
Su
madre sintió como si un puñal se le clavase, una fría furia le subió por el
pecho al escuchar aquello y sin pensarlo dos veces le dio una tremenda bofetada
a su hija. Apenas pudo pronunciar las siguientes palabras, cargada de una gran
sensación de ira.
-¡Jamás vuelvas a hablar así! Nunca te atrevas a
repetir esa monstruosidad otra vez… ¿Me has entendido?
Pero
la chica, lejos de arredrarse, devolvió a su progenitora una mirada cargada a
su vez de desprecio y de rabia. Para espetar.
-¡Te odio!…no quiero verte nunca más…
Y
antes de que cualquiera de sus padres pudieran decir nada, corrió a encerrarse
en su habitación. Idina estalló en llanto y su esposo tuvo que abrazarla, en
tanto la pobre mujer se desahogaba gimiendo.
-Por el amor de Dios ¿Pero qué es lo que he hecho
mal en mi vida?... ¿Qué es? Para que me castigues de este modo. Mi padre
muerto, mi hijo enfermo, ahora mi propio hermano con mi hija…
-Cálmate, cariño. Se le pasará. Lo hará… No es más
que una niña.- Pudo decir Michael, tratando de animarla, para añadir no sin
indignación.- La culpa es de ese degenerado. ¡Maldita sea! ¿Se puede saber en
qué diablos estaba pensando?
-Creo que nuestra hija necesita ayuda.- Pudo decir
su abatida y desecha esposa al fin.-
-Sí. Tienes razón. Haremos que vaya a verla un buen
psicólogo.- Afirmó Mike.-
Su
mujer asintió, entre lágrimas, y entonces se acordó.
-Sé a quién podríamos llamar, es una vieja amiga de
mi prima Ky. Michelle se llamaba. Hace tiempo ayudó a Tom. Creo que Amatista y Kerria sabían su
paradero.
-No quiero que involucres a nadie de fuera.- Le
pidió Michael.-
-Son nuestra familia.- Opuso su contertulia.- Es
más, quizás si ellas hablasen con Loren…antes que la psicóloga, pudieran hacerle
ver cómo son las cosas.
-Cariño… confío en ti.- Pudo decir el apesadumbrado
Mike.- Haz lo que creas mejor.
Y
eso hizo su mujer. Aunque por el momento no pudo contactar con esa prestigiosa
especialista, sí lo hizo con su prima. Por su parte Loren se encerró en su
cuarto y no salió en todo el día. Por suerte para ella, tenía un servicio
adosado. Aunque no probó bocado. Tampoco fue a la Academia de Bellas Artes, ni
al instituto. Paradójicamente, al único que quiso ver fue a su hermano. Tom sí
que fue capaz de entrar al cuarto de ella. La muchacha lloraba abrumada y él,
entonces, con voz dulce, acarició el pelo de la joven y musitó.
-Te comprendo muy bien, sé lo que es sufrir por un
amor imposible, sé lo que es perderlo. Y también tratar de obtenerlo como sea…En
mi caso hice cosas terribles. Me dejé llevar. Al final, recibí mi castigo. Pero
créeme una cosa. Tú no eres culpable de esto.
Loren
le miró entre lágrimas, atónita ahora. Su hermano sonrió débilmente y pudo
añadir.
-Sé que todos me tomasteis por loco. Hasta yo llegué
a creerlo. Pero no lo estaba. Hice mal las cosas. Ahora lo veo. Pero para
corregir todos mis errores ha tenido que ocurrir esto. Y lo lamento mucho por
ti.
-No te entiendo.- Pudo decir su atónita
contertulia.- ¿Qué quieres decir?
Tom
le resumió las cosas que hizo. Volvió a hablar de aquel libro. Y entonces
comentó algo que dejó helada a la muchacha.
-Puede que cambiasen acontecimientos, quizás
borraron la mayoría de las cosas, pero todavía recuerdo unos pasajes que
entonces no entendí. Pero que en este momento veo más claros. Cuando a veces
ojeaba aquello por mera curiosidad. Hablaban de un amor prohibido. Y leí
ciertas páginas que ahora podrían servirte. Si de verdad amas al tío Lance. Si
es así, y yo te creo cuando dices que estás enamorada de él, entonces los dos
tendréis una historia muy interesante que contar…una que nos afectará a todos…
Su
hermana le escuchó con toda su atención, quedando sorprendida. Cuando el chico
terminó, Loren únicamente pudo abrazarle pidiéndole perdón por no haberle
creído. Al fin, la impactada muchacha le prometió.
- Hablaré con Alice, le contaré todo…debe saber que
tú no…
-No.- Dijo sin embargo él.- Fui yo quien quiso
alterar lo que debía ser. Y por ello recibí mi castigo. Ahora soy feliz con
Helen, no quisiera cambiar eso. Pero hermana, lo que intenté tuvo que ser
deshecho porque no era correcto. Aunque lo tuyo con nuestro tío sí que es el
camino que debe recorrerse. Y nadie podrá impedíroslo, nadie… si es que estás
dispuesta a hacer lo necesario…y a pagar el precio.
-Sí.- Asintió la chica, más resuelta que nunca.-
Haré lo que me dices…
La
joven recordaba algunas de las veces que se había citado con su tío. Al
principio fueron totalmente inocentes, charlaban, ella le confiaba sus sueños y
esperanzas y poco a poco él hizo lo propio con las suyas. A veces hasta le
cantaba algunas canciones realmente hermosas.
Y la muchacha no supo cuando ocurrió o cual fue el detonante. Lo cierto
es que se sorprendió a sí misma deseando estar junto a él. Quería permanecer
con Lance para siempre, y pasara lo que pasara. Pensaba en ese momento en el
que lo comprendió. Justo cuando él, tocando al tiempo el piano de su
apartamento alquilado, le cantaba una bella melodía que incluso la hizo llorar.
“Nos vemos en la esquina del centro
Te estaré esperando en un viejo taxi amarillo
No lleves una maleta
No necesitarás nada
No habrá preocupaciones
Donde los ángeles cantan
Tengo mi boleto en la mano
Oh, el precio pagado en su totalidad
Nadie me puede detener
Sus palabras no me herirán
No hay sueños que me obsesionen
Donde los ángeles cantan
Me siento tan cansado en este problemático camino
Desbloquear estas cadenas y gentilmente anclarme a casa
Más allá de las nubes y la lluvia
Donde los ángeles cantan
Donde los ángeles cantan
Donde las mentiras no pueden hacerme daño
La carne deserta de mí
No hay dentro o fuera
No hay pérdida o duda
No vida con o sin hacer
Donde el dinero no es el rey del poder
Y la bondad es una cosa más preciosa
Donde los ángeles cantan
Donde los ángeles cantan
Donde el tiempo no significa nada
No hay prisa
Nadie corriendo
No hay oscuridad de la noche
No odio o rencor
No hay bien o mal
No hay día o noche
No hay pueblos y ciudades no
No hay dolor y la pena no
Donde el hambre ya no existe
Y un buen hombre sólo se hace más fuerte
Donde los ángeles cantan
Donde los ángeles cantan
Donde los ángeles cantan
Donde los ángeles cantan
Donde los ángeles cantan
Donde los ángeles cantan ...
(Meat
loaf “Where angels sing.” Crédito al autor)
-Es una canción muy hermosa.- Pudo decir la chica
emocionada aun.-
-Como tú.- Le susurró Lance afirmando.- Cuando te
miro siento que podría cantar las canciones más bonitas del mundo, pero que
ninguna te haría justicia.
La
aludida sonrió ahora, tras enjugarse alguna lagrima. Después abrazó a su tío
por detrás. Él la tomó de ambas manos y se levantó rompiendo el agarre y dándose
la vuelta. Quedaron mirándose a muy poca distancia y sin pronunciar palabra
Lance la besó en los labios. Loren se abrazó a él haciendo que aquel beso se
prolongase. Ya no podía confundirse con una demostración de afecto. Y menos
cuando lo hicieron más profundo jugueteando con sus lenguas. De aquello pasaron
a mayores. Él la levantó en brazos y la llevó a la cama. Allí la tendió, colocándose
sobre ella. Continuaron con besos y caricias, hasta que Lance fue capaz de
separarse dejando a la agitada muchacha que gemía y respiraba con profundos
jadeos, lo mismo que él, cuando la joven declaró.
-¡Por favor!, estoy preparada…
-No.- Negó él moviendo la cabeza.- No lo estás,
Loren. Ni yo tampoco.- Pudo añadir luchando contra su evidente deseo, y
apresurándose a añadir.- ¡Y te quiero! Que Dios me perdone pero estoy enamorado
de ti, de mi propia sobrina.
-Entonces, nada nos detiene.- Alegó ella, tratando
de desabotonarse la blusa azul que llevaba.-Yo también te amo.
-¡Te lo ruego, cariño! – Pudo replicar su contertulio.-
Te suplico un poco más de tiempo. No podemos seguir así. Tenemos que decírselo
a tus padres.
-¿A mis padres?- Repitió la incrédula muchacha,
añadiendo espantada.- ¿Cómo se te ocurre pensar en tal cosa? ¡Si lo supieran
nos matarían!…
Aunque
ahora él, más tranquilo, se sentó en la cama en tanto la chica se incorporaba
haciendo lo propio. Lance pasó una afectuosa mano por el pelo de la joven y le
musitó al oído con dulzura.
-En nuestro corazón no nos sentimos culpables de
nada malo. Quizás eso es lo que más me asusta. Pero de lo que sí me podría
arrepentir es de ocultarles esto a mi propia hermana y a su marido. No se
merecen eso, Loren.
-Pero…
La chica se
detuvo ahí, era incapaz de argumentar, al clavar sus ojos en los intensamente
malvas de él. Y su interlocutor agregó con seguridad y convicción.
-Confía en mí. Puede que sea muy duro cuando lo admitamos.
Sin embargo, a la larga sería muchísimo peor estar teniendo que vernos siempre
a escondidas y vivir una mentira. Y no soy ningún ingenuo. Sé perfectamente que
al principio no lo aceptarán, pero si somos pacientes al final…
-¿Y qué pasaría si jamás lo aceptasen?- Inquirió
ella con patente desasosiego ahora.-
Lance
suspiró, sujetó cariñosamente las mejillas de su sobrina entre sus manos, y
tras mirarla fijamente le susurró.
-En ese caso, haríamos lo que tuviéramos que hacer.
Pero sin remordimientos. Pudiendo ser capaces de mirarnos a la cara y de saber
que nunca engañamos a nadie…Entonces tú serías mía y yo sería tuyo. Nada ni
nadie, eso te lo aseguro, cariño, podría
separarnos nunca… como dice la canción, nos vemos en la esquina del centro…mi
amor…pero ahora debemos de ser fuertes.
Y
dicho esto la besó nuevamente en la boca aunque ahora de modo más suave. Loren
saboreó aquello con deleite como si quisiera beber de él y después, tras
algunas caricias y sonrisas para darse mutuos ánimos, se marcharon. Ella volvió
a casa. A los pocos días quedaron en ir a ver a los padres de la chica. Ésta
fue la primera en confesar lo que sentía. Después llegó su tío, requerido por
Idina. Y sucedió toda aquella discusión. Ahora ella se lamentaba amargamente.
Quizás Lance hubiera estado equivocado, o quizás no…en cualquier caso, no podía
derrumbarse.
-Seré fuerte.- Se decía en tanto permanecía tumbada
en su cama, abrazada a uno de sus peluches.- Nada ni nadie podrá separarme de
ti…
Y
así quedó hasta que la venció el sueño. Por fortuna, Loren salió de su cuarto
al día siguiente. Su madre había ido la tarde anterior a casa de Amatista y Leval. Allí encontró a
su vieja compañera de aventuras. Su esposo estaba fuera de Bios atendiendo a
sus obligaciones militares. Apenas pudo contarle entre el llanto lo sucedido.
Su amiga se quedó pálida. Tras tratar de consolarla como pudo no tardó en
llamar a Sandy y a Mimí. Las cuatro celebraron una reunión de emergencia. Y el
consejo que Idina recibió por parte de las otras tres fue unánime.
-Escúchame prima. - Le pidió Mimí, con tono
afectuoso y triste al tiempo.- Cuando mi hija se marchó a ese viaje, sin
despedirse siquiera, creí que me moría. No puedes imaginar cuanto he llorado y
sufrido.
Pensaba
en aquel aciago día, cuando desde la Tierra le llegó un mensaje. La faz de
Kerria era suficientemente indicativa.
Le avisaba de que acudiría a visitarla sin mencionar por el momento, nada más.
Y efectivamente, aquella mujer incluso fue a Bios en persona. Según le dijo,
juzgaba que aquello era demasiado importante para simplemente enviar un
mensaje.
-¿Cómo que se ha ido? ¿A dónde?- Chillaba Mimí como
una posesa siendo abrazada por Kenneth, que, pese a estar igualmente impactado,
trataba infructuosamente de calmarla.- ¡Responde, maldita sea!
-Con mi hijo, los hijos de Amatista, de Sandy y de
Mazoui y Satory, entre otros.- Pudo replicar casi con un consternado susurro la
aludida, sentenciando.- Fue elegida para una importantísima misión.
-¿Qué misión es esa, eh?- Intervino Ken,
visiblemente agitado también.- ¿A dónde ha ido?
-No lo sé.- Fue capaz de replicar Kerria entre
sollozos.- Nadie lo sabe…
Mimí,
en estado frenético, se soltó entonces de su esposo y agarró a esa mujer de la
blusa, como si quisiera arrancársela en tanto la recriminaba.
-¿Por qué no se lo impedisteis? ¿Por qué?
-No podíamos.- Contestó la interpelada sin siquiera
tratar de liberarse de aquel agarre.- ¡Ojalá hubiera podido hacerlo! También yo
he visto marchar a mi hijo.
-¡He perdido a mi niña! - Lloraba Mimí soltando a su
interlocutora y cayendo al suelo.- ¡Mi niña!...
Kenneth
se apresuró a ayudarla a ponerse en pie en tanto Kerria, tratando de sonreír
animosa entre sus lágrimas, la rebatía.
-No…No les hemos perdido, volverán, sé que
regresarán. Un día…lo harán. Estoy segura de ello, quiero creerlo. No pierdas
la esperanza, por favor…
Y
esas palabras se quedaron grabadas en la mente de la mujer. Ahora se las
recordaba a sus interlocutoras remachando emocionada.
-Y así es… Yo deseo pensar lo mismo que Kerria.
¡Pobre mujer! Volqué en ella mi ira y mi desolación, pero luego comprendí que
sentía lo mismo que yo. Más tarde nos abrazamos y lloramos y nos dijimos la una
a la otra que nuestros hijos estarían bien. Que sabrán cuidarse y se apoyarían
como si de una familia se tratara. Forman un grupo estupendo y nada podrá
impedir que vuelvan a nosotros algún día.
-Sí, yo siento lo mismo.- Terció Sandy.- Aun así, es
terrible no saber que le habrá sucedido a tu hijo. Pese a que una y otra vez
cuando te levantas, cuando te acuestas y durante el resto del día, te digas a
ti misma que estará bien, que un día retornará…
-¡Pues imaginaos yo, que he visto marchar a los dos!
- Suspiró Amatista llena de consternación, para agregar.- Me sucede lo que a
Sandy o a Mimí. Quiero creer, ¡necesito creer que están bien!, que volverán.
Esa esperanza hace que me levante cada mañana para empezar el día. Por eso
Idina, no te desesperes. Lo que nos has contado es muy grave, sí. Puedo
comprenderte mejor de lo que crees. Pero piensa que no has perdido a tu hija.
Ella está ahí, a buen seguro se siente perdida y desolada, y está esperando
recibir tu amor.
-Debes perdonarla. Debes abrazarla y decirle lo
mucho que la quieres.- Sollozó Mimí, para añadir con emotividad.- Tú que aún
puedes hacerlo.
-¡No la pierdas! No permitas que esto la aleje de
ti.- La exhortó Sandy a su vez.- A fin de cuentas lo que ella siente por su tío
es amor. Y eso no se puede controlar. Si tu propio hermano se ha ido, eso
solucionará el problema. A Loren se le pasará con el tiempo.
-Ahora es cuando tanto Michael, como tú, debéis
estar al lado de vuestra hija.- Remató Amatista.- Más que nunca os necesita…
La
aconsejada asintió con emotividad y lágrimas, sus amigas tenían toda la razón.
-Sí. Lo haré. Nada en el mundo me importa más que
ella.- Convino Idina afirmando como propósito.- Intentaré ser comprensiva con
ella y mañana trataré de hacer las paces…
Y
entre tanto, Kerria, advertida vía canal sub-espacial de urgencia, contactó a
su vez con la casa de los Johnson. Los padres no estaban. Fue Tom quién
contestó. La abogada preguntó por Loren.
-Un momento por favor.- Le pidió educadamente.-
Aunque
antes de ir a buscar a su hermana, el chico, presa de la curiosidad, le
preguntó a su interlocutora.
-Perdone, señora Malden, ¿sabe usted qué tal está la
señora Carson?
-¿La señora Carson?- Se sorprendió Kerria, sin
acertar a comprender cómo conocía ese chico a Daphne.-
-Sí.- Repuso él quien, suponiendo el porqué de la
extrañeza de su contertulia, le aclaró.- Mi novia se llama Helen, su madre era
la doctora de los hijos de la señora Carson. El otro día hablamos de eso. Y de
Sonia Calderón.- Añadió tratando de sacar ese otro tema.-
-¿También la conoces?- Inquirió la abogada con
evidente asombro.-
-Bueno, lo que dicen las noticias, que perdió un
juicio y que su hijo ha desaparecido.- Repuso tímidamente Tom, agregando de
modo sutil.- Algunos dicen que pudieron secuestrarlo. Esos tipos, ya sabe, de
la Luna Negra.
-¿Qué?- Se sorprendió, Kerria, inquiriendo a su vez.-
¿Pero cómo sabes tú eso? ¿En qué noticias lo han dicho?
-Yo no he oído nada al respeto.- Intervino Sam, que
estaba junto a su esposa.- De hecho, no sabemos nada de ellas desde hace
tiempo, ni de Daphne ni de Sonia o Mei Ling.- Reflexionó ahora.-
Y
viendo los gestos inquisitivos de esas dos mujeres que quizás estaban empezando
a sospechar algo, Tom se limitó a replicar restándole importancia.
-Entiendo, no me hagan mucho caso, por aquí se oyen
rumores de toda clase. Gracias de todos modos, voy a llamar a Loren. Aguarden
un segundo, por favor.
El chico avisó a su hermana y se fue. Durante los
segundos de espera, Samantha, que estaba junto a su mujer, le comentó perpleja.
-Esto es muy extraño. El hijo de Idina habla como si
de veras supiera algo. Quiero decir, más allá de lo que han contado.
-Imagino que habrá visto más tele cotilleos que
nosotras. Es cierto que Sonia apareció en algunos a raíz de aquel juicio. Cada
vez que lo recuerdo me da rabia lo impotente que me sentí. Y después les
sucedió eso. ¡Pobrecillas!- Suspiró Kerria.- Que se llevasen a su hijo fue
terrible. Por lo menos, nosotras sabemos que el nuestro y los demás son adultos
para decidir irse y que fueron por su propia voluntad.
No les dio tiempo a decir nada más sobre ese tema. La
muchacha requerida se puso y vio a esa mujer de mediana edad, junto con otra,
de pelo rubio, aunque algo ensombrecido por las canas.
-Hola Loren. Soy Kerria Lorein Malden y ella es mi
esposa Samantha. – Presentó esta para añadir, con una tímida sonrisa.- Soy
prima de tu madre y de tus tíos Alan y Lance. No te acordarás de mí, te vi
cuando eras muy pequeñita… Y ya estás hecha toda una mujer…
-Mi hermano me dijo que sería buena idea que hablara
con ustedes.- Repuso la chica sin parecer alegrarse al recibir ese cumplido.-
Me contó que usted es una de las mejores abogadas para defender los derechos de
la gente y que ayuda a personas que se quieren y son agredidas, discriminadas,
perseguidas o vituperadas por ello…
-Al menos eso intento.- Sonrió la aludida, abrazando
a su cónyuge, para añadir.- Nosotras tampoco lo tuvimos fáciles de jóvenes.
-Verá. A mí me ocurre algo así…- Comentó entonces
Loren, sintiéndose más animada.- Tengo ese mismo problema.
Le
contó lo sucedido, aunque durante el relato las caras joviales de Kerria y Sam
se fueron apagando, sustituidas por unas expresiones algo envaradas y
estupefactas. Finalmente fue la veterana abogada quién pudo declarar con
prevención.
-Bueno, verás Loren…eso que planteas es algo más
complicado. Es…para empezar, tú eres menor de edad todavía. Eso coloca a tu
tío, a mi primo Lance, en una situación muy complicada.
-¿Por qué?- Quiso saber la inquietada joven.-
-Podrían acusarle de corrupción de menores.- Le
explicó Kerria.- Con agravante de incesto. Eso está penado por la ley…
-Pero, ¿es que ustedes no creen que el amor sea
suficiente? Yo le quiero, él no me ha obligado a nada. – Argumentó la muchacha llena
de zozobra.-
-¿Habéis llegado a tener, ya sabes, relaciones?-
Inquirió Sam, con visible preocupación.-
-No, -Se apresuró a contestar la chica.- Solamente
nos hemos besado y esas cosas. Él nunca quiso…
Ahora
ambas mujeres suspiraron con alivio. Kerria pudo decir utilizando todo el tacto
del que fue capaz.
-En ese caso, las cosas no son tan graves. Quizás
necesitas ser paciente. Mi consejo es que aguardes. Puede que, si pasa un
tiempo prudencial, veas las cosas de otra forma…
-Ya las veo. Y me doy cuenta de que usted habla como
mi madre. ¿Dígame una cosa?- Inquirió la muchacha ahora con tono molesto.- ¿Y
si les hubiesen dicho a ustedes que su relación no era correcta y que
aguardasen para ver si cambiaban de opinión, lo habrían hecho?
-Nos lo dijeron muchas veces.- Admitió Samantha.- Y
te puedo asegurar que, en mi caso, esperé, lo medité y tuve amargas
experiencias hasta poder estar totalmente segura de mi orientación sexual.
-Y yo sufrí mucho también.- Añadió Kerria que
confesó.- Y tu madre fue una de las que estuvo apoyándome sin reservas…
-¡En cambio a mí me lo echa en cara y me da la
espalda!- Espetó la joven.- ¡Y mi padre también!
-No, eso no es cierto. Tu madre te quiere mucho,
Loren, lo mismo que tu padre.- Le rebatió Sam, quién entonces le contó tras
suspirar.- Verás. Mis padres sí que eran muy chapados a la antigua y
religiosos, nunca aceptaron que yo fuera bisexual. De hecho, mi padre murió sin
que yo pudiera hacer las paces con él. Y mi madre…bueno, gracias a Dios que
ella y yo sí que pudimos volver a hablar antes de que muriese. Por fortuna
todavía me quedan mi hermana Terry, su esposo, mis sobrinas y dos sobrinos-nietos.
Aunque apenas si les vea. Por eso te lo digo, te lo suplicaré si hace falta. No
reniegues de tus padres. ¡Son tu familia!
-Me han tratado como si fuese una criminal, y al tío
Lance también.- Repuso la muchacha con patente malestar.- Eso no es ser una
familia.
-Cuando yo era incluso más joven que tú tuve una
terrible discusión con mi padre por eso.- Le contó Kerria.- Fue tan grave que
estuve a punto de perderle para siempre. Y él a mí. Después atravesé unos
momentos muy malos. Me volví realmente terrible. Gracias a Dios que ellos nunca
dejaron de amarme. Mi padre, pese a toda esa bronca, siempre me quiso. Y yo a
él. Igual que los tuyos te quieren a ti. Confía en mí Loren, no necesitas un
abogado, necesitas estar unida a tus padres. Yo también soy madre y comprendo
bien lo que significa cuando tu hijo sufre… y cuando se aleja puede que para
siempre…
-Ya veo que ustedes están de su lado.- Declaró la
chica, que no parecía ser proclive a aceptar esos consejos.- Bueno, no quiero
que pierda más de su precioso tiempo. No puedo pagarla. - Remachó con
amargura.-
-No. Escúchame Loren. - Le pidió encarecidamente su
interlocutora.- No es...
-¡No, escúchenme ustedes!- La cortó con patente
enojo la joven.- Mucho decir que son activistas de las causas homosexuales y
transexuales, y que apoyan a todos con tal de que triunfen el amor y la
libertad, pero a la hora de la verdad están igual de anticuadas y llenas de
prejuicios que mis padres.
De
poco sirvió que Kerria o Sam quisieran responder, la muchacha cortó la
comunicación. Ambas mujeres se quedaron por unos instantes contemplando la
pantalla a oscuras.
-No hemos podido convencerla.- Suspiró Samantha con
preocupación.-
- Está claro que ella siente lo que dice, pero a
esas edades las cosas son así. Espero que mi primo Lance sepa comportarse como
debe.- Comentó Kerria añadiendo también con inquietud.- Tendré que llamar a
Idina y decirle que no he podido hacer nada. Siento que la he fallado.
-Tú no tienes la culpa.- La animó Sam.-
Su
esposa suspiró, con gesto aún atónita, replicando con voz reflexiva.
-Mi prima me pidió que tratase de hablar con su
hija, que Loren había visto y oído cosas sobre mi lucha por los derechos de los
gais y ahora… ironías de la vida. ¡Me ha acusado de tener prejuicios contra el
amor! Jamás en mi vida creí que nadie fuera a decirme algo así.
-Será que nos hacemos mayores, cariño.- La sonrió
confortadoramente Sam besándola en una mejilla.-
Su esposa asintió despacio. Nada más podían hacer en
ese asunto. Dejaron pues aquello y volvieron a sus quehaceres. En Bios entre
tanto, lejos de haber perdido determinación, Loren ahora estaba segura que
nunca de lo que hacer. Su hermano la avisó al poco tiempo. El tío Lance le
envió un mensaje para que se lo diese. La citaba en una zona de Vitae bastante
apartada del bullicio. Aguardando hasta que sus padres no estuvieran en casa,
la chica se preparó con algo de equipaje. Antes de irse, miró a su hermano con
una mezcla de temor, pesar y agradecimiento.
-Muchas gracias, Tom.- Le dijo con afecto, en tanto
se abrazaban.- Por favor, no me olvides, como yo no te olvidaré…
-Ten mucho cuidado. -Le pidió él.- Loren, te deseo
lo mejor. Solamente te pido que hagas una cosa por mí. ¿Lo harás?
-Claro, si está en mi mano, dime. ¿Qué es?
Su hermano se lo contó, ella se sorprendió mucho al
principio, más tarde sonrió, tras darse otro fuerte abrazo, salió a toda prisa
de casa. Apenas sí tuvo tiempo para correr hasta allí tras tomar algunos
deslizadores. Tan pronto vio a su pareja se abrazó a él.
-Espérame en un taxi en la esquina. No lleves el
equipaje…- Sonrió la chica recordándole a su pareja unos fragmentos de aquella
canción.-
-Esto es una locura, cariño.- Pudo decir Lance
mirándola fijamente a los ojos y agregando con toda la resolución que pudo en
tanto le acariciaba las mejillas.- Tenemos que ponerle fin.
Aunque
ella visiblemente sorprendida por lo que oía movió la cabeza y le dijo, entre
desesperada y decidida.
-Lo haré si me pones una mano en el corazón y me
dices que no me quieres…
Su
interlocutor suspiró… Aquello le era muy difícil. Pese a ello se armó de valor
y le dijo con tono endurecido.
-Eres solamente una niña, quizás te he influenciado
en exceso. Y además, esto no saldría bien…
-¿Así que ahora solo soy una niña?- Se indignó la
muchacha.- No pensabas eso cuando tú y yo…la primera vez, cuando en ese
apartamento me besaste. Tú me llevaste a la cama en brazos…y las caricias de
después…
-¡Sé que lo hice! Me dejé llevar. - La interrumpió
secamente él.- Pero eso fue en un momento en el que…perdí la cabeza, eso es
todo.
La chica apenas podía creer lo que escuchaba,
pugnaba por no llorar pero pese a todo derramó algunas lágrimas. Se dio la
vuelta para salir a la carrera pero Lance en un acto reflejo la agarró del
brazo.
-¡Suéltame! – Le exigió la muchacha entre sollozos.-
Su
tío la miró con esa intensidad suya, y sin pensar la estrechó entre sus brazos
y la besó con pasión en la boca. No pudo evitarlo. Estaba tan enamorado de ella
como su sobrina de él. Al separarse fue el turno de Loren de mirarle atónita,
aunque enseguida sonrió.
-¿Por qué?- Pudo preguntar.- ¿Por qué quieres
alejarte de mí? Dijiste que si lo confesábamos todo. No sería culpa nuestra…
-Sí, se lo que dije. Pero no es tan sencillo,
cariño. Por tu propio bien, y el de la familia.- Pudo sollozar él ahora,
admitiendo sin reservas.- ¡Te quiero, te deseo!, y eso no está bien. Lo sé y no
me importa por mí. Me da igual si me meten en la cárcel. Pero la felicidad de tu
madre, de tu padre y del resto de nuestra familia sí que me preocupa y mucho.
Escúchame Loren. Si hay una lección que he aprendido por experiencia es que a
veces tenemos que sacrificarnos por no hacer daño a otros. Solamente te pido, ¡te suplico que me
des algo de tiempo! Que nos lo des a los dos…
Y
Lance miró hacia las alturas como si con ello quisiera comunicarse con alguien.
Y pareció que era escuchado dado que una música de piano salida de ningún sitio
comenzó a sonar, en tanto él le cantaba a su sobrina entre susurros.
¿Cómo puedo dejarte ir, simplemente marcharte sin dejar rastro?
Cuando estoy aquí respirando contigo
Tú eres la única que realmente me conoció lo suficiente
¿Cómo puedes tú alejarte de mí?
Cuando todo lo que puedo hacer es verte ir
Porque hemos compartido la risa y el dolor y hasta compartimos las lágrimas
Tu eres la única que realmente me conoció lo suficiente
Pues mírame ahora, ¡oh! hay un espacio vacío
Y no queda nada que me recuerde
Tan solo como era tu cara
Oh, mírame ahora, hay solo un espacio vacío
Y esperar por ti contra viento y marea y eso es lo que tengo que enfrentar
Loren estaba asombrada, ¿de
dónde provenía aquella música?. Aunque se sentía mucho más emocionada todavía
escuchando aquella maravillosa canción en la cálida y grave voz de su tío.
Desearía lograr que te dieras vuelta
Que te des vuelta y me veas llorar
Hay tanto que necesito decirte
Muchas razones por que
Tú eres la única que realmente me conoció lo suficiente
Pues mírame ahora, hay solo un espacio vacío
Y no queda nada aquí que me recuerde, tan solo como era tu cara
Mírame ahora, porque hay solo un espacio vacío
Y esperar por ti contra viento y marea y eso es lo que tengo que enfrentar
Mírame bien ahora, porque estaré parado aquí
Y tu regreso hacia mí es contra viento y marea
Es la oportunidad que tengo que aprovechar
Mírame ahora
Desearía lograr que te dieras vuelta
Que te des vuelta y me veas llorar
Hay tanto que necesito decirte
Muchas razones por que
Tú eres la única que realmente me conoció lo suficiente
Pues mírame ahora, hay solo un espacio vacío
Y no queda nada aquí que me recuerde, tan solo como era tu cara
Mírame ahora, porque hay solo un espacio vacío
Y esperar por ti contra viento y marea y eso es lo que tengo que enfrentar
Mírame bien ahora, porque estaré parado aquí
Y tu regreso hacia mí es contra viento y marea
Es la oportunidad que tengo que aprovechar
Mírame ahora
(Against All odds, Phill Collins, crédito al autor)
-Esta canción
resumen perfectamente lo que siento por ti…-Le dijo él tomando cariñosamente el
rostro de la chica entre sus manos cuando terminó.- No lo olvides jamás…
Ahora fue la muchacha la que sollozó… aunque pasados
unos momentos pudo sonreír limpiándose las lágrimas y sin dejar de abrazarle
asentir y declarar con voz trémula.
-Está bien. Lo haré por ti. Para que compruebes que
de verdad te quiero y que eso no cambiará… ¿Cuánto tiempo necesitas?...
- Unos meses quizás.- Replicó él.- Y entonces
volveré. Cuando cumplas los dieciocho ya nadie podrá separarnos, pero hasta
entonces te lo pido por nosotros. ¡No odies a tus padres! Les partirías el corazón a ellos y a la abuela
Connie que es mi propia madre.
-Jamás haría daño a la abuela. ¡La quiero demasiado!
- Contestó la chica entre lágrimas.- ¡Como te quiero a ti!
Volvieron
a besarse de forma prolongada y pasional. Tentado habría estado Lance de
llevársela a su apartamento alquilado y esta vez sí, hacerla el amor, pero eso
era imposible. No debía…al menos agradecía al Demiurgo que le hubiese
facilitado el cantar esa canción. Su despedida. Al fin se separaron y, tras
decirse adiós, ella retornó más contenta a casa. Allí aguardaban ya sus padres.
Nada más entrar fue Michael quién la interrogó con gesto acusador.
-Has ido a verle, ¿no es así?
-Sí.- Repuso ella con entereza. Añadiendo sin
embargo.- Pero para despedirme.
Fue
Idina la que entonces la abrazó, con visible alivio y emoción. Loren se dejó
hacer. Estaba estática sin envolver a su madre con sus brazos. Como si de un
poste se tratara. Pese a ello, cuando su progenitora se separó, tomó suavemente
con ambas manos los hombros de la chica y le dijo.
-Ya verás cómo es mejor así, hija. Nadie dice que
pasado un tiempo no podáis volver a veros. Cuando todo haya pasado. Ahora
tienes que seguir con tus estudios. Siempre soñaste con ser profesora de
pintura. Con tus amigos y con todo lo que te gusta.
-Sí, claro mamá. Lo haré.- Pudo decir ella sin apenas
entusiasmo.-
-Será mejor que descanses.- Intervino Michael
tratando de sonar con tinte amable.- Te vendrá bien después de tanta tensión.
-Sí, papá. Buenas noches.- Replicó sin emoción.-
Y
la joven se fue a su cuarto sin decir más. Aunque Idina extinguió su sonrisa
nada más Loren desapareció del salón y muy preocupada, le dijo a su esposo.
-No sé, Michael. La noto tan fría, tan desapegada de
nosotros. Quizás mi hermano haya hecho lo correcto al final. Pero tengo la
impresión de que Loren jamás nos perdonará.
-No es ella quien tiene que perdonarnos a nosotros.-
Replicó Michael, con un tono inflexible, extraño en él, para sentenciar.- Es al
contrario. Y lo siento mucho, sé que es muy doloroso para ti, pero espero no
tener que volver a ver a Lance jamás.
Su mujer asintió despacio. Era muy duro y realmente
le dolía muchísimo. Pero su hermano hizo algo terrible. Quizás ella con el
tiempo pudiera perdonarle, aunque aquello siempre estaría ahí, abriendo una
brecha entre ambos.
-Debo ser paciente con Loren y quererla más que
nunca.- Se dijo tratando de ser optimista.- Todo se arreglará.
Al cabo de los siguientes días la situación en
efecto pareció ir mejorando. La muchacha se mostraba obediente y apenas salía
de casa salvo para estudiar en su academia de arte. Sus padres se alegraron de
eso. Aunque Loren mantenía una aparente buena disposición pero con la carencia
de su espontaneidad y entusiasmo habituales. Sólo contaba los días que faltaban
para su mayoría de edad. Entre tanto, y
tras unas semanas de buen comportamiento, les pidió a sus progenitores que la
permitieran visitar a su amiga Alice. Ambos aceptaron juzgando aquello como una
buena señal. Idina aprovechó para hablar con Neherenia. Cuando le contó lo
ocurrido la soberana respondió con suma amabilidad.
-No te preocupes, amiga mía. Envíame a tu hija. Le
hará bien la compañía de la mía. Alice también tiene muchas heridas emocionales
tras lo sucedido con Briseida. Ahora además, su prima Sandrei está aquí. Seguro
que se llevarán bien y que mutuamente se ayudarán a superar sus problemas…
-Sí, un grupo de amigas, como nosotras lo fuimos en
la Golden. ¿Te acuerdas?- Añadió esperanzada, rememorando con nostalgia. - Heather,
Bea, Millie, tú y yo…
-Claro que sí. Todas harán una piña. - Sonrió su
interlocutora.-
Idina
se lo agradeció de corazón, confiaba en Nehie. A buen seguro que ayudaría a que
Loren recobrase la alegría y olvidara aquello. Por su parte la reina de la Luna
Nueva la despidió apagando esa sonrisa y con gesto inquieto.
-Pobre Idina, no me atrevo a contarle esto.-
Suspiró.-
Y es que estaba realmente preocupada
y entristecida. No se lo contó a su
amiga, pero el propio Lance la visitó haría unos días. Vino a solicitarla un
favor muy especial y también le pidió que no se lo contase a nadie… de hecho,
la reina recordaba aún esa terrible pesadilla que tuviera hacía años, cuando se
vio a sí misma dentro de un espejo y a su yo oscuro, al otro lado, haciendo el
amor con su esposo. Despertó cubierta de un sudor frío. Por fortuna, únicamente
fue eso, un mal sueño. Doran dormía a su lado y pasó abrazada a él toda la noche.
Al menos eso creyó. Sin embargo, Lance le dijo algo que la asustó. Las palabras
de su interlocutor, cuando le pidió ayuda en su estancia privada, fueron.
-A veces los sueños, mi querida reina de la Luna
Nueva, sí que son realidad. Y por desgracia también las pesadillas vividas
desde más allá del espejo. Lo sabes muy bien, provienes de una estirpe con
poderes oníricos.
-¿Qué significa eso?- Pudo preguntar la perpleja
soberana.-
- Sencillamente que puede que no fueras tú quien
despertase de alguna de ellas. Quizás alguien te sacó. Ahora solamente te estoy
pidiendo que me devuelvas el favor.
-¿Qué quieres?- Pudo decir la soberana con voz
trémula, puesto que un escalofrío la había recorrido al oír aquello.- ¿Qué
intentas decir?...
-Sé que tanto tú, como los soberanos de la Tierra,
estáis al corriente de cierta información sobre un lugar muy lejano. Un sitio a
donde habéis enviado a los desterrados y los disconformes peligrosos. Quiero ir
hasta allí.- Repuso él sin contestar a lo anterior.-
Y
cuando se lo especificó, Neherenia palideció por completo, abrió la boca y
horrorizada le inquirió.
-¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo?...Eso
significa que tú, ¡jamás!…
-Soy muy consciente de ello, y sé también que es
mejor así, para todos.- Sentenció él, afirmando.- Y tú lo sabes, Nehie. Lo
sabes muy bien.
Su
contertulia solamente pudo asentir con pesar. Entonces le prometió con un tono
pleno de reconocimiento.
-Aunque me entristece mucho decirte adiós, haré todo
lo posible por ayudarte. Buena suerte Lance, y gracias por todo. Ahora empiezo
a darme cuenta de lo mucho que te debe mi familia…de lo que todos te debemos.
- Olvida eso y dime ¿Cómo está Alice?- Se interesó
más amablemente él.-
-Tratando de recuperarse como puede tras el golpe
tan duro que tuvo con lo de Brise. Y sigue añorando a Granate. Pero es fuerte,
digna hija de su padre. Nunca lo exteriorizará en público, es demasiado
orgullosa para eso. Y muy consciente de su deber como princesa heredera. Ahora
estaba de viaje de inspección por el reino. La comisioné para una serie de
tareas.
-Es digna hija de su madre también y estoy
convencido de que , en su momento, llegará a ser una magnífica soberana.-
Sonrió Lance para despedirse.- Tú has
sufrido mucho, pero siempre supiste mantenerte digna y serena en el trono. Ha
sido un honor luchar a tu lado y tenerte como amiga. Aunque hayamos tenido
algunas diferencias a veces. Pero tampoco ignoras lo que es tener que
desempeñar un cometido que en muchas ocasiones no te agrada. Como en el caso de
Briseida y de su padre.
-Perdí a Anaris, hace tiempo que no sé de ella.
Aunque Serenity me prometió que la cuidarían.- Suspiró Neherenia, moviendo la
cabeza y alegando con pesar.- Pobre mujer, siempre fue leal e incluso una
amiga. Esto la ha partido por la mitad, pero no tuve otra opción.
- Es una buena mujer, siempre lo fue y al igual que
ella tú sabes bien lo que es sufrir y sacrificarte por un bien mayor. Hermosa y
Gentil Reina. Eres una mujer maravillosa. Cuídate. Adiós.
-Buena suerte, Lance. De veras que te deseo lo
mejor. Lo mereces. – Repuso una emocionada Nehie con voz queda.-
Y él
se marchó, dejando allí sentada a la soberana que le observó salir con una
mezcla de consternación y piedad. Desde luego que Neherenia cumplió su palabra.
Aunque le contó a Serenity de lo sucedido. La reina de la Tierra asintió con
gravedad. Aquello, por triste que fuese, tenía que suceder de ese modo. Aquel
destino estuvo trazado desde siempre.
-Los hechos se encaminan hacia su desenlace final. Y
nosotros no intervendremos ya hasta ese momento.- Meditó Serenity, tras
agradecerle a Neherenia su informe.-
Días después llegó Loren y junto con Alice y Sandrei,
pasó unos días muy agradables en la Luna. De todos modos, La recién llegada
optó por no contar nada en presencia de esa chica. Aquella adusta saiyajin no
le resultó precisamente simpática y parecía además censurarla con la mirada. No
daba la impresión de que tuviera asimismo buena opinión de los humanos.
-Siempre me he preguntado que puede ver alguien de
mi especie en una persona de la vuestra.- Llegó a decirle Sandrei, quien, al
reparar en la cara de circunstancias de Alice que estaba presente, añadió con
tono más conciliador.- No deseo en absoluto ofenderte. Me refiero a que somos
muy distintos. Eso es todo.
-Pero tú has dicho que tu padre es humano.- Le
recordó agudamente Loren.-
-Sí que lo es. Y no es algo de lo que yo me sienta
orgullosa.- Sentenció más abruptamente esa muchacha.-
-Bueno, salgamos al jardín central.- Intervino la
apurada Alice, intentando que sus amigas obviasen ese tema.- Lo hemos estado
ampliando y ha quedado precioso.
-Sí, es muy bonito.- Convino Loren con poco
entusiasmo.-
Desde luego, entre esas dos muchachas se palpaba
sino tensión, incomodidad. Afortunadamente la hija de Seren se marchó al poco
de retorno a la Tierra. Su prima Alice iría en una semana. Durante esos siete
días Loren pudo estar con ella a solas. Casi al final de su estancia en la Luna
aprovechó para abrirle su corazón a Alice y esta escuchó muy atentamente lo que
su amiga le contase sin poder evitar su perplejidad.
-¿De veras? -Pudo decir con estupor.-¿Tu tío y tú?
-Así es.- Suspiró su amiga, admitiendo sin
reservas.- Nos amamos. No nos juzgues, por favor.- Le Loren pidió con voz queda
a su contertulia.-
-No haría tal cosa.- Se apresuró a contestar Alice,
que, pese a sentirse incómoda, apreciaba mucho a esa chica y podía comprenderla
al agregar.- El amor no se puede controlar.
Su interlocutora sonrió aliviada, incluso aunque se
sentía también un poco culpable. Pese a que se lo prometió a su hermano, Loren
no pudo guardar el secreto y le contó a Alice algunas cosas que él le confió.
Eso sumió en la sorpresa y la angustia a la princesa, al menos hasta que su
amiga le explicó.
-Las cosas no debieron suceder de ese modo. Pero
ahora en mi caso, sí. Tú amas a Granate y le esperas. No has perdido la fe en
su retorno. Ni debes hacerlo. Yo amo con todo mi corazón a mi tío Lance y deseo
que vuelva. Queda muy poco para mi cumpleaños y él me prometió que estaríamos
juntos entonces.
-Te entiendo.- Musitó su amiga bajando la cabeza.- Y
te ayudaré en lo que pueda. Por lo pronto sé que mi madre debía recibir hoy a
la princesa de Marte…sé dónde podemos enterarnos de lo que hablen. A buen
seguro acudirán a su cámara privada. Y hay una habitación…
Alice
sabía de la existencia de aquel lugar recordando precisamente lo que Brise le
contó hacía unas semanas. De hecho, a pesar de toda su rabia y enfado
iniciales, había estado yendo a visitarla a la cárcel. Al principio esa joven
se sorprendió, pensó que la princesa la odiaría por intentar matar a los
soberanos. Pensó en esa última vez, cuando fue a verla. Se encontraron cara a
cara separadas por un grueso cristal.
-Gracias por venir.- Le dijo la prisionera.-
-De nada.- Repuso serenamente ella.-
-De veras, siempre
te lo digo, pero…intenté matar a tus padres y sin embargo, aquí estas. – Comentó
la aun perpleja rea, quien ya había apeado a su interlocutora de cualquier
tratamiento regio hacia su contertulia.-
-Sé que me odias
por ser hija de quien soy, pero, aunque no lo creas, te consideraba mi amiga.-
Suspiró Alice, confesando.- Para mí ha sido muy duro. Perdí a Granate y también
te he perdido a ti…
-Nunca te odié.
Jamás fue algo personal.- Rebatió la muchacha moviendo la cabeza.- Solamente
quería lo mejor para mi pueblo.
-La muerte y el
odio no pueden ser buenos para ningún pueblo.- Opuso Alice.-
-¡No es muerte, es
libertad!- Insistió agriamente Briseida, quien, no deseando polemizar con su
única visita, rebajó el tono preguntando con inquietud y una dosis de
esperanza.- ¿Sabes algo de mi madre?
-No, lo siento.
Desde hace semanas que no tenemos noticias suyas. Pero la última vez estaba
bien, viviendo en la Tierra. Pidió ser liberada de sus obligaciones y marcharse
de la Luna. Mi madre se lo concedió. Ya lo te lo comenté.
-Lo entiendo y,
aunque no lo creas, todos los días sufro pensando en ella. Es buena, sé que nos
quería a mi padre y a mí. Por ello, papá jamás quiso implicarla. Él lo sabía,
estaba convencido de lo terrible que hubiera sido para mi madre el tener que
debatirse entre el amor que nos tenía y su lealtad hacia tus padres. Es
gracioso. - Suspiró ahora Brise, afirmando.- A veces hasta llegué a pensar que
mi madre estaba enamorada de la tuya. Aunque fuera de modo platónico.
-No lo sé, siempre
la tuve por una mujer amable, considerada y buena. Por eso, lo siento mucho por
Anaris, pero no puedo comprenderos. Sé que mi padre y que yo misma tenemos
sangre saiyajin, pero jamás nos consideramos extranjeros aquí. Al contrario,
amamos el reino y lo defenderemos contra cualquier amenaza. Y yo misma nací
aquí.- Se reivindicó Alice.-
-No es culpa tuya.
Tú no eres responsable de eso. Por ello quise convencerte de que aceptases la
decisión de madre cuando te ordenó no venir a mi región.
De veras te aprecio, Alice. No merecías esto, pero las cosas son así.
Pero no sabes la verdad. Yo misma he escuchado a veces a tus padres hablar de
cosas, de temas muy inquietantes. Podía oírles bien en la estancia de servicio
de la planta que está sobre algunas de sus habitaciones. El sonido reverbera y
se hace inteligible…
Alice quiso saber a qué se refería su contertulia, pero
ésta no le precisó más. Sí que le aconsejó ir a escuchar en cuanto pudiera.
Ahora, rememorando aquello, la princesa llevó a su amiga a una estancia algo apartada y
pequeña, subiendo encima de la parte
superior del palacio. Era como un pequeño ático. Estaba justo sobre la cámara
de recepciones privadas de la reina. Allí, tal y como Alice le dijo a su amiga,
se oían claramente las voces de los ocupantes del piso inferior. Quizás fuese,
tal y como le contase Brise, debido a alguna oquedad o a la transmisión del
sonido, el caso es que las chicas pudieron escuchar.
-Celebro verte, Rei.- Comentaba Neherenia.-
-Lo mismo digo. Bueno, supongo que en lo relativo a
Lance, accediste a sus deseos. ¿Verdad?
-Sí, lo hice. Le indiqué la posición de Némesis.-
Replicó la soberana con tono abatido.- Aunque no sé si esto está bien.
-Es la única manera. Lance tiene que desaparecer.-
Sentenció la princesa de Marte.- Es por el bien de todos. Hablé con él y así se
lo mostré. Es mi ahijado, y le quiero, pero su amor enfermizo por su sobrina no
puede seguir adelante aquí…Serenity y las demás están totalmente de acuerdo. Es
un sacrificio triste pero necesario.
Eso
hizo que Loren ahogase una exclamación. Alice estaba tan sorprendida como su
amiga pero pese a todo reaccionó tapándola la boca con una mano y le cuchicheó
al oído.
-Lo mismo que podemos oírlas a ellas, podrían
escucharnos a nosotras. ¡No hagas ruido!
Pero
la joven estaba conmocionada. Alguna vez había oído mencionar en algunos sitios
que las princesas planetarias y la soberana no eran tan angelicales como
pretendían mostrar y ahí tenía la prueba. Hasta la reina de la Luna Nueva
parecía temerlas a juzgar por el tono que empleaba. Casi servil. Y lo que era
peor, ¡habían apartado a su tío de su lado!...no quiso escuchar más…se marchó
sin que Alice pudiera frenarla.
-¡Espera! - Le pidió la princesa una vez salieron de
allí.-
Ajenas
a eso, la princesa Marte y Neherenia prosiguieron la charla. Fue la soberana
quién le preguntó.
-Esto estaba ya destinado a suceder, ¿no es así?
-Por desgracia, así es. No podemos hacer nada por
cambiarlo.- Suspiró Rei.- Serenity lo lamenta muchísimo…al igual que Endimión,
pero queda tan poco tiempo para que el olvido nos alcance que ya no importa
demasiado.
-Al menos que el poco tiempo que nos queda podamos
vivirlo en paz.- Deseó Nehie.- Aunque quiero creer que todavía hay esperanza y
que el grupo de los nueve pueda triunfar en su misión.-
-Eso queremos pensar todos.- Afirmó su interlocutora
que se despidió al poco tiempo.-
Entre
tanto, refugiada en su habitación de invitados,
Loren lloraba con desconsuelo sobre su cama. Alice entró despacio, se
sentó junto a ella y acarició el pelo de esa pobre muchacha. Fue entonces
cuando su amiga se giró incorporándose y le pidió entre desesperados sollozos.
-¡Tienes que ayudarme! Tengo que ir a ese sitio, a
Némesis.
Alice
se quedó lívida al oír eso. Le costó tomar la palabra. Empero, cuando lo hizo,
exclamó con una mezcla de horror e incredulidad.
-¿Estás loca? ¿Tú sabes lo que es eso?
-Me da igual lo que sea. Sólo sé que él está allí.-
Gimió su contertulia.-
-Escúchame. - Le pidió su amiga tratando de calmar a
Loren para explicarle.- Mis padres creen que no lo sé. Pero les he oído sin que
se dieran cuenta. A veces, en esa misma sala, desde el cuarto en donde hemos
estado. Y he escuchado como hablaban de Némesis. Es una especie de estrella
oscura, un enana roja, o marrón, no sé. Orbita muy lejos del sol, y tiene un
pequeño mundo que gira a su vez en torno suyo. Allí fueron los renegados.
Aquellos que no quisieron aceptar a los reyes de la Tierra. El mismo padre de Brise
fue enviado a ese terrible lugar como destierro. El ostracismo lo llaman. Y
jamás podrá volver.
-Eso no me preocupa, quiero ir allí.- Insistió su
interlocutora con obcecada determinación.- ¡Cuanto antes!
De
hecho, lo expresó con tal rotundidad que incluso Alice se asustó. Ahora se arrepentía
de haberla llevado a ese ático para escuchar aquello. La aturdida princesa quiso
arreglarlo, trató de hacer entrar en razón a su amiga, pero ésta se mostró
inconmovible hasta que finalmente sujetó las manos de su anfitriona y le
suplicó.
-Te lo pido por nuestra amistad. Confié en ti y te
conté lo que Tom me dijo. Y ahora apelo a ti como enamorada. Si tú supieras que
Granate estuviera en un lugar al que pudieras ir. ¿Acaso no le seguirías?
Su contertulia se tomó unos agónicos instantes para
contestar. Finalmente no pronunció palabra pero tuvo que asentir…Loren lo
aprovechó para insistir con tono de desamparada súplica.
-¡Por favor! Te lo imploro. Si pudieras ayudarme a
llegar hasta allí…
Tras
suspirar, luchando contra su propio sentido común, Alice replicó con tono
quedo.
-Hay un grupo de personas incluso en la Luna Nueva
que no son partidarios de los reyes de la Tierra. Hasta han llegado a acusarnos
de ser sus vasallos. Cosa que en parte es cierta. Pese a que oficialmente somos
aliados. La verdad, a mí no me gusta nada estar subordinada a Serenity. Sé que
mi madre le debe muchísimo pero no es esa una razón para que debamos
inclinarnos ante ella y su esposo como si fueran nuestros amos. Y menos cuando
tenemos una alianza con Nuevo Vegeta, al igual que ellos. Nuestro reino en nada
debe ser menos que el suyo. Por eso, yo me he visto con alguno de esos tipos.
Les he prometido que, el día en que yo gobierne, algunas cosas cambiarán. Es la
única manera de que la paz se mantenga aquí. – Quiso justificarse ante su
amiga.-
Aunque
realmente a Loren eso le traía sin cuidado. Interrogó con la mirada a su
interlocutora esperando escuchar algo que sí fuese de su interés. Alice lo percibió
y agregó entonces.
-El caso es que ese grupo está en contacto con los
renegados. Y pueden mandar naves, de vez en cuando, con destino a su mundo. No
son demasiado grandes, algunas lanzaderas y cosas así. Que luego trasbordan en
otras algo mayores, para hacer el recorrido. De hecho, se tarda mucho en llegar.-
Le advirtió.-
Y
todo eso era cierto, poco a poco, hablando con Briseida, ella le fue comentando
aquello. Su amiga de la infancia se sorprendió a su vez, pensando en esa última
conversación de nuevo. Cuando volvieron a sacar el tema del reino, Alice fue
contundente. Su interlocutora llegó incluso a
sonreír afirmando con una mezcla de alivio e incluso alegría.
-Sabía que no me equivocaba contigo. O al menos, eso
quieres darme a entender.- Matizó con un tinte más precavido ahora.-
¿Qué quieres decir?- Inquirió Alice.-
-Puede que te hayan ordenado sonsacarme. Sé que tu
madre no es estúpida. He tenido ofertas suyas, a través del alcaide de la
prisión. Si colaboro y doy nombres de otros traidores, como ella nos llama, mi
condena podría ser rebajada. Por denunciar a los sediciosos y a los rebeldes,
me dijeron. Pero no soy una traidora, nunca lo fui, en eso se equivoca, puesto
que mi lealtad nunca fue para ella, sino para mi pueblo.
Tras
escuchar aquello, Alice la miró con gesto muy serio y de modo solemne le
aseguró.
-Te juro por mi honor de saiyajin que mi madre jamás
me ha pedido tal cosa. Es más, ni tan siquiera está al corriente de esto que
hablamos.
-Tal vez sea así, incluso puede que tú lo creas. Pero
no seas ingenua, estoy segura de que todas nuestras conversaciones son grabadas
y que la soberana recibe informes puntuales de cada palabra que pronunciamos.
Si no me crees, pregúntaselo.
Alice
no respondió enseguida. En esta ocasión podía aceptar aquellas acusaciones
contra su madre. Es más, ella misma lo hubiese hecho también, de ser la reina.
-Es muy posible que así sea, no te lo negaré.-
Admitió la joven, matizando, eso sí.- Pero a mí no me consta.
-Lo sé.- Sonrió levemente su interlocutora, quien,
tomando una libreta que tenía, hizo un dibujo.-
Lo
mostró a través del cristal que las separaba. Alice enseguida supo lo que era,
esa zona, un pequeño parque al este del palacio. Las dos jugaron por allí
siendo niñas.
-Ve alguna vez, da un paseo por mí, seguro que te
traerá gratos recuerdos.- Le pidió su contertulia con un matiz críptico en su
voz.-
Y
Alice lo hizo, curiosamente descubrió que algunas personas paseaban por allí
también. No se pusieron en contacto con ella directamente, pero a veces y de
manera muy evidente, dejaban algunos papeles en las papeleras. Mirándola a ella
para luego alejarse. La princesa no tardó en ir a ver que habría en esos
documentos. Y de este modo, poco a poco, fue contactando con esos individuos. Quizás
su amiga Brise no estuviera tan sola y aislada como parecía, en aquella lóbrega
prisión…ahora, las súplicas de Loren la sacaron de esos pensamientos.
-Quiero ir en una.- Le pidió su contertulia.- ¡Por
favor!…
-No es tan sencillo.- Rebatió Alice que le explicó
con más detalle.- Esas naves oficialmente salen con rumbo al sistema solar,
para hacer búsquedas de minerales y otras cosas. Y para vigilar. Luego, se citan con naves de los de Némesis,
y se hace transbordo de ciertos pasajeros. Subir a la de aquí ya me costará
pedir algunos favores, que luego tendría que devolver. Y no sé si aceptarían
embarcarte en la nave de la Luna Negra. Bueno.- Aclaró.- Ese es el sobrenombre
que le han puesto a su mundo oscuro y a su estrella.
-Me es muy familiar. Creo recordar que mi abuela
Cooan me contó algo de eso cuando era niña.- Quiso recordar Loren.- Al menos el
apellido de su madre. Kurozuki.
-¡Eso significa Luna Negra en japonés! - Le explicó
la atónita Alice que hablaba bien ese idioma.-
Entonces
fue como si su amiga hubiera tenido una inspiración, o una revelación. Declaró
convencida.
-Me aceptarán…estoy segura. Ahora me doy cuenta de
que tenían razón. Las princesas planetarias y Serenity no son más que unas
hipócritas. Hablan mucho del amor y de la justicia, pero solamente lo aplican a
los tipos y casos que a ellas les parecen bien. No toleran a nadie que difiera
de su modo de pensar. Ayúdame y cuando yo me reúna con Lance entre los dos
convenceremos a esa gente para que te apoye cuando seas la reina. ¡Te lo
prometo! Seréis libres aquí también.
-Soy leal a mis padres.- Le advirtió su contertulia
no sin inquietud.- No deseo hacer nada que les perjudique.
-Y no lo harás. He dicho que cuando seas reina,
cuando te corresponda.- La tranquilizó Loren.- No te preocupes, nunca haríamos
nada contra la Luna o la Tierra. Ni contra Bios o Nature, al contrario. Tenemos
que desengañarles, que sepan que están sometidos a una tiranía…
-¿Te das cuenta de que ese mundo está muy lejos?- Le
informó la princesa no sin honda preocupación y tristeza, más cuando le
aclaró.- Y eso que todavía estamos en su perihelio. Pero se está alejando junto
con su estrella de nuestro sol. Si vas ahora podrías tardar años en volver. Si
es que pudieras hacerlo.
-Eso no importa. Mientras pueda estar con Lance.-
Sentenció Loren quien mirando con expresión suplicante a su contertulia,
insistió.- ¿Me ayudarás? ¡Por nuestra amistad, te lo ruego!
Finalmente
Alice asintió. Al día siguiente, pretextando otra visita a su amiga prisionera,
se las ingenió para ponerla al corriente de eso por medio de notas y dibujos.
Briseida se sonrió con expresión incluso de simpatía. Asintió despacio y afirmó
recobrando por un momento ese tratamiento regio hacia su interlocutora,
adornado con un toque de ironía pero al mismo tiempo, siendo sincera.
-Con mis mejores deseos, Alteza. Tu amiga realmente
será muy bien recibida, eso te lo puedo garantizar. No temas nada por ella. Y
llévala a conocer los hermosos jardines del Mar de la Tranquilidad. Seguro que
hallará la paz y la felicidad que tanto anhela.
Alice así lo hizo, paseó con su amiga
por esos lugares y, tras tomar todo tipo de precauciones, la llevó a una cita
con los cabecillas de ese movimiento.
-No puedo ir contigo.- La previno Alice, que miraba
nerviosa en todas direcciones para asegurarse de no ver a nadie sospechoso.-
Toma el camino hacia el invernadero. Allí a buen seguro alguien te aguardará.
Yo iré por la senda opuesta , si a alguien vigilan será a mí.
-Gracias.- Sonrió levemente Loren.-
Y se alejó siguiendo las indicaciones de la
princesa. Recorrió un largo y hermoso invernadero y justo al fondo vio a
alguien. Allí estaba su contacto. Era uno de los líderes de aquel movimiento,
un tipo alto y negro, se presentó con el nombre en clave de Basalto. Al
principio no confiaban en esa joven pero fue saber quién era y su actitud cambió
radicalmente.
-Podéis contar con nuestra colaboración, señora. Hemos oído hablar muy bien de vos a una amiga
común. Una que languidece bajo un injusto cautiverio.- Declaró refiriéndose
evidentemente a Brise, para proseguir con un tinte más amable en su voz.- Nuestro líder Corindón estará encantado de que
os unáis a nuestra causa. – Le dijo de modo obsequioso en tanto la indicaba.-
Mañana parte una nave para Bios, al menos oficialmente, pero durante el viaje
habrá un transbordo.
-Esa nave es la que me llevaría de regreso a casa
para celebrar mi cumpleaños.- Suspiró la joven que, tras meditar durante unos
instantes, añadió con tono más animado.- Bueno, lo celebraré en Némesis. Mi
mayoría de edad y mi nueva vida.
-Muy bien. ¿Con qué nombre deberemos llamarte desde
ahora?- Se interesó su interlocutor.-
-Kurozuki.- Replicó la joven sin titubear.-
Aquel tipo convino en ello. Se marchó dejando a
la joven. Al cabo de unos instantes y por seguridad, con el corazón todavía
latiéndole muy deprisa, Loren desanduvo el camino reuniéndose con Alice.
-Todo ha ido bien.- Le susurró a la princesa, que
suspiró aliviada.-
Las dos retornaron a palacio como si nada hubiera
sucedido. Al día siguiente, tras despedirse protocolariamente de los soberanos
y la princesa, que le dio un sentido abrazo pugnando por no llorar, Loren se
fue a abordar la nave que en teoría la devolvería a Bios.
-Adiós, amiga mía. ¡Mucha suerte! - Le susurró una
emocionada Alice intentando controlar sus lágrimas sin conseguirlo.- Se muy
feliz…nunca te olvidaré. ¡Cuídate, por favor!
-Gracias amiga mía, lo mismo te digo. Siempre te
recordaré.- Repuso Loren, de igual modo.- También te deseo que vivas dichosa y
que algún día vuelvas a verle otra vez.- Sentenció refiriéndose a Granate,
aquel amor perdido de su contertulia.-
Los reyes de la Luna Nueva no parecieron sospechar
nada extraño, achacando esas lágrimas de las chicas a la despedida. Neherenia
incluso se alegró. Esas dos parecían haberse hecho tan inseparables como ella
misma lo fue de Idina.
-Dale un fuerte abrazo a tu madre de mi parte.- Le
pidió a Loren.-
-Claro que sí.- Convino la muchacha tratando de
sonar cordial y eso sí, añadiendo con genuino tono y sentimiento.- Muchas
gracias por su hospitalidad y por todo lo que ha hecho por mí, Majestad.
-Es devolver el cariño y la amabilidad que tu madre y
todos vosotros mostrasteis a Alice
cuando ella estuvo en Bios.- Sonrió la soberana.-
Loren asintió, no quiso seguir mirando a esa mujer.
Alice le contó que su madre era Sailor Shadow, guardiana de los misterios
lunares y que, de proponérselo, podría darse cuenta de cualquier engaño. Afortunadamente
para ella la reina no dio impresión de percatarse de nada. Así, tras esos momentos
de tensión y te mor a ser descubierta, se despidió finalmente de todos y abordó
aquella lanzadera, rumbo no a su casa sino a su nueva vida. Todos creyeron que
iba a Bios. De hecho, una animada Nehie avisó a sus padres de que estaba en
camino. Idina se alegró de que así fuera y quiso preparar una bonita fiesta
ayudada por sus amigas. Tendría días de sobra para hacerlo.
-Eso hará que Loren recupere la ilusión. O por lo
menos, será un comienzo.- Se dijo su esperanzada madre.-
Incluso Cooan, avisada por Idina, fue allí para
abrazar a su nieta por su décimo octavo cumpleaños. Aunque la anciana tenía una
extraña sensación. No quiso alarmar a su hija pero pensaba.
-Hay algo que no va bien. Es como si tuviera una
especie de presentimiento. De algo que siempre he sabido pero que no he
recordado. Hasta ahora…
Y de este modo optó por guardar silencio. Al llegar a
Bios se unió a su hija y al resto de su familia. Todos aguardaban a Loren con
impaciencia y animación tras preparar esa fiesta sorpresa. Fueron al
astropuerto a recibirla. Todo estaba listo para el momento de la llegada de la
nave pero la chica nunca desembarcó…
-Pero. Loren. Mi hija. Dónde está?- Se sorprendió Idina.-
-Quizás Nehie se equivocó y la niña venga en la nave
siguiente.- Comentó Amatista que estaba también allí, junto a Sandy, Mimí y Ken.-
-No lo comprendo. No es normal que Neherenia haya
cometido un error así.- Declaró Michael, presente a su vez, junto con su
suegra.-
-La llamaré y le preguntaré.- Declaró una concernida
Idina.-
Y llamó, pero su amiga no contestó. Desde palacio le
informaron que la soberana iba a viajar rumbo a Bios. Neherenia por su parte se
enteró de lo que había pasado a través de su servicio de información. Por
desgracia fue ya tarde. Empero, tenía el deber de comunicarle a Idina lo
sucedido. Acompañada de Amatista, Ken y Mimí fue a casa de los Johnson.
-¿Qué ha sucedido, Nehie?- Quiso saber Amatista,
observando con preocupación el semblante pálido y afectado de su amiga.-
-Lo lamento, pero debo decírselo a Idina y a Michael
en primer lugar.- Musitó la soberana.-
Nadie quiso
insistir. Llegaron y Neherenia creyó perder el valor cuando su amiga le abrió
la puerta, mirándola con una mezcla de ansiedad y expectación junto a su esposo
Michael. Tras pasar todos dentro y apenas ser capaz de pedir perdón. La consternada
reina de la Luna Nueva únicamente pudo notificar que la muchacha había desaparecido
en el camino. No obstante, como hipótesis argumentó que la joven posiblemente
habría sido raptada por los rebeldes de Némesis. Nada quiso decir de la
implicación de su propia hija. Pese a ello Idina, tras encajar aquella terrible
noticia, le reprochó con rabia y rota por el dolor en tanto se abalanzaba sobre
ella golpeándola pues pese a todo, un terrible presentimiento le rondaba.
-¡Tú has permitido que se vaya!…te confié a mi niña…
¡y me las arrebatado!… ¡La he perdido para siempre por tu culpa!
Por fortuna entre Michael y Kenneth separaron a las
dos mujeres. Aunque eso de separar era un mero modo de hablar. No hubo pelea ninguna.
Nehie se limitó a llevarse los golpes sin responder. Pudo salir de allí a duras
penas, con parte de su vestido roto y la cara ensangrentada, acompañada y
protegida por Amatista y la propia Cooan. Desde lejos se escuchaban los gritos
desgarradores de Idina, de rodillas y apartando con violencia a cualquiera que
trataba de acercarse para consolarla. La esposa de Leval entró asustada a ver
que sucedía con su desconsolada amiga. Cooan entre tanto se quedó allí,
observando a Neherenia. Avergonzada y hundida, llorando tanto que apenas sí
podía respirar, la reina no se atrevía a mirar a esa mujer a la cara. Pero fue
la anciana quién le dijo con tono dulce aunque teñido de dolor.
-Ahora todo tiene sentido para mí. Comencé a
presentirlo desde hace mucho tiempo. He tardado años en verlo. Mi familia aún tenía
que hacer un último sacrificio. Uno que, por extraño que parezca, nos devuelva
a nuestros orígenes y nos dé la oportunidad de existir.
-Yo…no sé qué decir… ¡Lo siento, lo siento Cooan! -
Sollozaba su interlocutora.- Si pudiera
hacer algo…
-Lo único que debes hacer es amar a tu hija por
encima de cualquier otra cosa.- Le pidió su contertulia con visible emoción,
para remachar, acariciando las mejillas de su desolada oyente.- Te recuerdo aun
como a esa encantadora niñita que no sabía doblar su ropa. Y como jugabas con
Idina…lo buenas amigas que erais…
-Ella me odia… ahora. Y no…no se lo puedo…
reprochar.- Pudo decir entrecortadamente Nehie secándose a duras penas las lágrimas.-
Yo también me odio por lo ocurrido. ¡Ha sido por mi culpa!…Yo estaba a su
cargo. ¡Era mi responsabilidad!
-Pues ese es un terrible error. El odio y la culpa
son el comienzo de todos los problemas.- Le dijo entonces Cooan, aseverando con
tono maternal.- Piénsalo bien, antes de odiar o culpar a nadie, querida mía.
Aunque sea a ti misma. O de lo contrario no habremos aprendido nada. Después de
todas nuestras batallas y nuestros esfuerzos. De los anhelos de paz y de
felicidad que siempre tuvimos. No te preocupes, yo estaré junto a mi hija y
ella te perdonará…-Remachó la anciana con un tinte más animoso.- Al final debe
triunfar el cariño que os tenéis y lo hará…
La soberana asintió. Tenía esa pequeña esperanza.
Tras agradecer a Connie su comprensión y
afecto con un fuerte abrazo, pudo despedirse de Amatista y las demás,
rogándoles que cuidasen de Idina y no tardó en retornar a su reino. De camino
recordó con amargura lo sucedido días atrás. Pensaba en su propia hija y
heredera. Pese a que trató de no evidenciarlo Alice estaba triste e inquieta. Sus
padres la veían con semblante apenado. Entre sus preocupaciones por no ser descubierta
y el destino incierto de su amiga Loren, la joven apenas se concentraba en sus
obligaciones. Lo único que deseaba era que sus padres no se enterasen de lo que
había hecho. Por desgracia para ella su madre lo descubrió. Sus agentes
secretos pronto indagaron informándola de lo sucedido. La impactada soberana
convocó sin tardanza a su hija en la sala de recepciones privadas. Allí, ante
el atónito Doran, que no fue informado hasta ese momento, Neherenia cruzó la
cara de la muchacha con sendas bofetadas. Y solamente pudo aullar con ira.
-¿Qué has hecho?, ¡estúpida desdichada!...¿Te das
cuenta de lo que has hecho?
La
joven princesa encajó aquello de forma estoica, sin quejarse, ni moverse. Como
una heredera de sangre saiyajin haría. Tras una pausa de silencio muy
embarazoso pudo responder con tono humilde y culpable.
-Lo siento, madre. Sólo quise ayudar a una amiga a
ser feliz.
-¡Y destrozar la vida de sus padres y el resto de su
familia! Y conspirar con los enemigos del reino de la Luna Nueva, de la Luna
Blanca y de la Tierra. Conjurándote con esa renegada de Brise y sus secuaces.
Traicionando también nuestros pactos de amistad. Me has decepcionado
profundamente.- La recriminó su madre, añadiendo con un tono entre rabioso y
lleno de temor.- ¿Es que tan estúpida eres que no comprendes el alcance de todo
esto?
Alice
no se atrevía a levantar la vista y enfrentar los ojos de su enfurecida madre.
Sabía que ella estaba en lo cierto. Apenas si intentó justificarse.
-Nunca quise hacerle daño a nadie, y menos
ofenderte, crearte complicaciones o poner en peligro el reino. Pero trata de
entender. No quería que Loren sufriera como yo, lejos del amor de su vida.-
Musitó abatida.-
-Hija mía.- Intervino severamente Doran.- Eso no
justifica lo que has hecho. ¿Es que no te das cuenta? De ser ésta la corte de Nuevo
Vegeta podrías ser desterrada e incluso ejecutada por traición…
-Entonces debo alegrarme de no estar allí.- Se
atrevió a responder, eso sí, con tono suave, aunque algo teñido de sarcasmo.-
Aquí somos más civilizados. Sólo desterramos a la gente, encarcelamos a chicas
y rompemos familias.
-¡Sujeta tu lengua! - Le ordenó su madre con
indignación.- Bastante daño nos has hecho ya.
-Pero madre. Tú más que nadie deberías
comprenderme.- Replicó la chica casi echándoselo en cara ahora para
sentenciar.- Las dos sabemos lo que es perder a quién de veras amamos…No te
entiendo. ¿Acaso lo has olvidado?...¿Olvidaste tan fácilmente a tu primer amor?
Hasta yo recuerdo como se llamaba, porque su nombre era igual que el del mío…
-¡No te atrevas a darme lecciones acerca de eso,
mocosa! ¿Qué sabrás tú? – Espetó Neherenia temblando de ira y de consternación,
a la par que agregaba.- Aquí no hablamos solamente de ti, ni de mí. Piensa por
un momento más allá de tu estúpido romanticismo y dime. ¿Sabes cómo se sentirá
Idina cuando se entere de esto? Yo te lo diré, porque puedo ponerme
perfectamente en su lugar. Se sentirá completamente destrozada. Al igual que su
esposo y el resto de los suyos. Y ahora yo, tendré que ponerme delante de ella
y de toda su familia, incluida su madre. Delante de Cooan, la mujer que me dio
su cariño y me ayudó tanto siendo niña, tratándome como a una hija más. Mirarles
a la cara y decirles respectivamente que su hija y su nieta, bajo mi
responsabilidad, ha huido a Némesis, amparada por una banda de traidores de mi
reino. Que la han perdido para siempre por mi culpa. ¿Puedes comprender eso?-
Sentenció dándole otra bofetada todavía más fuerte que las anteriores.-
¡Responde!
- No sé qué decir.- Musitó la interpelada, que se
limpió un poco de la sangre que el golpe recién recibido le había hecho brotar
de su nariz.- Salvo que fue mi responsabilidad. Seré yo quien vaya y se lo
diga.
-Tú estarás confinada en tus aposentos y desposeída
de tus cargos y prebendas. Al menos hasta que determinemos hasta donde llega
todo esto.- Intervino Doran que también observaba de soslayo a su mujer,
esperando su confirmación, cuando declaró. - Removeremos todas las piedras de
la Luna si hace falta. Obligaremos a tu amiguita Brise a confesar, pero
sacaremos a esos sucios traidores a la luz.
-No toquéis a Brise, ella no tiene la culpa, si
acaso me ayudó porque yo se lo pedí. Le pedí ayuda para una amiga que sufría.
Papá, mamá, por favor…¡Entendedlo! ¡Os lo suplico!- Les rogó ella incluso poniéndose
de rodillas.-
No
obstante, Neherenia sólo podía mirar a su hija respirando con agitación, movió
la cabeza y solamente sentenció, con los ojos llorosos y la voz quebrada, en
tanto tomaba el rostro de la impactada muchacha entre sus manos haciéndola levantarse
del suelo…
-No, eres tú quien no lo entiendes. Algún día, si
llegas a ser madre, podrás comprender lo que has hecho…podrás darte cuenta del
dolor tan terrible que has ayudado a causar… ¡Ojalá…ojalá no tengas que pasar
por eso nunca!
Y no pudo decir más, dio media vuelta sollozando y
saliendo a paso rápido de allí. Alice quedó con la cabeza gacha, jamás la había
visto así, ni tan siquiera durante el juicio contra el conde Briseo y Briseida.
Ahora incluso estaba asustada, pero no por las consecuencias que se derivasen
para ella, sino por lo que pudiera pasarle a la familia de Loren y a su propia
madre. Entonces, como último mazazo, oyó el tono duro y lleno de decepción de
su padre.
-Nunca creí que pudiera llegar a verte hacer algo así.
Nos has deshonrado y engañado. Traicionado es la palabra correcta. Y eso no es
lo peor. Le has roto el corazón a tu madre y ella tendrá que rompérselo a su
mejor amiga. No puedo entenderlo. Eras nuestro orgullo. Ahora nunca podremos
volver a confiar en ti. Lo único que deseo es que tus abuelos en Nuevo Vegeta
no se enteren de esto. Les sería incluso más doloroso y humillante de lo que ya
es para mí.
Y
Doran no aguardó ninguna respuesta, se giró y salió de la cámara con paso
rápido y firme. Su hija lo hizo al poco tiempo, yendo sumisamente a su
habitación, dispuesta a aceptar cualquier castigo que quisieran imponerle…
-Lo lamento muchísimo. Jamás pensé que esto sería
así.- Pensó la devastada joven.- Siento infinitamente
el haberos decepcionado. No podéis imaginar cuanto…quizás merezca una celda
junto a la de Brise…
Entre
tanto el saiyajin alcanzó a su esposa. Neherenia estaba en sus aposentos,
sentada ante su espejo, mirándolo fijamente como si esperase alguna respuesta.
Entonces su marido comentó con tono entristecido y lleno de amargura.
-Al final, las cosas tenían que salir a la luz.
-¿Sabes?- Musitó su mujer con un hilo de voz, sin
dejar de contemplarse en ese espejo.- Y lo peor de todo es que, en el fondo, la
comprendo. Entiendo por qué lo hizo. Y sé que Alice tiene razón.
-No hace falta que me lo digas. Siempre lo he
sabido.- Repuso él con patente malestar y tristeza.- No he sido más que la
sombra de un mito para ti…
Ahora
sí que su esposa se giró para mirarle sorprendida. Apenas pudo replicar.
-No sé a qué te refieres…
-Lo sabes muy bien.- Fue la seca réplica de él.-
-Escúchame Doran. Yo te quiero.- Se apresuró a decir
ella en tanto se levantaba.-
Pero
su interlocutor se dio la vuelta ahora con patente malestar para espetar.
-Bastante humillante es que hasta propia nuestra
hija lo proclame delante de mí. No es necesario que trates ahora de contentarme
con palabras. No, Neherenia. Los dos sabemos perfectamente que sólo serví para
que tratases de olvidarle. Pero eso nunca sucedió.
-Doran.- Le pidió ella obligándole a darse la vuelta
en tanto confesaba con tintes suplicantes y angustiados.- ¡Eso no es cierto!
Nunca te mentí. Estuve muy enamorada de Granate, sí…y cuando él murió una parte
mía lo hizo también. Pero luego te conocí y recuperé la felicidad. Eres el
padre de mi hija y mi esposo. Sin embargo, siempre tendré el recuerdo de mi
primer amor dentro de mi corazón. Eso es algo que no puedo evitar. ¡Por favor!,
no puedes culparme por haber amado antes a otra persona. Antes siquiera de
conocerte.
Ahora
fue él quien suspiró mirando hacia el techo. Volvió a enfrentar sus ojos con los de su mujer y
Nehie se estremeció al observar la tristeza que había en esa mirada. Más cuando
su marido musitó lleno de consternación y amargura.
-A veces creo que simplemente he sido una ficha de
recambio. De algo que quizás no estuviese previsto y que había que arreglar.
Mis padres, mis reyes, los soberanos Endimión y Serenity. Todos querían nuestra
boda. Me educaron en las formas humanas. En todas las cosas que podrían
gustarte y hacerte feliz. Y para su completa satisfacción yo lo rematé, me
enamoré de ti desde el momento en que te vi por vez primera. Venía como embajador
ante la reina de la Luna y solamente pude verte como mujer…hasta mi primo Kiros
llegó a burlarse de mí por ello. Ironías del destino, él luego conoció a una
humana y se enamoró. Y ella lo hizo también de él, aun siendo lesbiana. Pese a
ello, Maggie siempre le vio como a un hombre a quien amar. Sin embargo, tú nunca dejaste de verme a mí como
un enviado de los saiyajin. Decidme una cosa, Majestad. Por lo menos ¿he
desempeñado bien mi cometido?
Su
contertulia no supo que decir, estaba pálida y embargada por el pesar. Sólo
pudo llorar. ¡Ella le amaba! Aunque ahora mismo hasta esa certeza era puesta en
entredicho. Quizás aunque solamente fuese en parte, pero una muy importante,
Doran tenía razón. Y lo peor del asunto era que su esposo siempre había tenido
aquello clavado. Bajó la cabeza sin ser capaz de responderle en tanto su marido
se daba media vuelta y salía de la habitación…
-¡Oh Dios mío!- Suspiró la reina mirándose al espejo
con expresión ida.- ¡Cómo me gustaría estar allí, contigo.
Y a
su atormentada mente acudió un recuerdo, siendo niña, cuando pasaba veladas en
la casa de los Rodney, aquella vez en la que los Malden también se reunieron
con ellos. Tras jugar con su amiga Idina y la primita de ésta. Se acordaba bien
de Roy Malden, el padre de Kerria, quien les contaba una especie de historia,
estando ellas sentadas en una alfombra y él en un cercano sofá.
-Pues sí, ese era un reino mágico. Recuerdo muy bien
cuando era pequeño y vi esa película.
-¿Y cómo se llamaba ese reino, papi?- Quiso saber la
pequeña Kerria.-
Roy
sonrió respondiendo divertido.
-Xanadú…una especie de lugar lleno de música y
canciones. Donde todo el mundo era feliz…
Las
crías escuchaban realmente embelesadas esas historias. Entonces la esposa de
Roy se acercó. Sonriente comentó.
-Xanadú era el nombre de la capital de verano del
emperador Kublai Khan. Un sitio lleno de tesoros y de maravillas, según Marco
Polo.
-¡Ya salió tu madre con la nota intelectual!- Rio
Roy llevándose una mano al cogote.-
Todos
rieron, las niñas con muchas ganas, Beruche movió la cabeza divertida. En eso
Cooan y Tom entraron en el cuarto. Fue el recién llegado el que comentó.
-Tengo esa canción. Es realmente bonita.
-¿Pues a qué esperas?- Sonrió su amigo
sentenciando.- A las niñas les encantará. Y a nuestras chicas también.- Remachó
pasándole un brazo a su esposa por la cintura.-
Y
así fue. Cuando pusieron aquella melodía y oyeron la voz de esa artista, las
crías quedaron encantadas. A Nehie le gustó muchísimo más cuando les pusieron
la película. El propio Roy llegó a decir no sin nostalgia en el tono.
-Con permiso de mi cubito, Olivia fue mi amor
platónico de la infancia…
-Por esta vez te perdono, ¡tonto!- Se rio su mujer.-
Todos
la imitaron, y allí sonaba nuevamente esa canción…Neherenia y sus amiguitas
enseguida se aprendieron la letra…
Un lugar a donde nadie se atrevió a ir
El amor que vinimos a conocer
Lo llaman Xanadú
Y ahora, abre tus ojos y ve
Lo que hemos hecho es real
Estamos en Xanadú
Un millón de luces están danzando y tú aquí eres una
Estrella fugaz
Un mundo eterno y tú estás aquí conmigo, eternamente
Coro:
Xanadú, Xanadú, (ahora estamos aquí) en Xanadú
Xanadú, Xanadú, (ahora estamos aquí) en Xanadú
Xanadú, tus luces de Neón brillaran por ti, Xanadú
El amor, los ecos de hace tiempo
Necesitaste conocer el mundo
Están en Xanadú
El sueño que vino a través de millones de años
Que vivió a través de todas las lágrimas, vino a Xanadú
Un millón de luces están danzando y tu aquí eres una
Estrella fugaz
Un mundo eterno y tu estas aquí conmigo, eternamente
Ahora estamos aquí, ahora estas cerca en Xanadú
Ahora estamos aquí, ahora estas cerca en Xanadú
Xanadú.
(Olivia Newton John, Xanadú, crédito al autor)
Y la soberana ahora se
sorprendía a sí misma tras salir de aquellos recuerdos, habiendo puesto esa
música, tarareando esa canción entre lágrimas, con la voz rota y realmente
deseando poder ir hasta allí.
-¡Ojala pudiera ir hasta allí, Granate mi amor, seguro que me estás
esperando!…pero mi corazón ya no es solamente tuyo… ¡Cómo desearía compartirlo
todo contigo y con mis seres más queridos!
Pasó el tiempo. El rey Doran por su parte hizo un
viaje a su mundo natal. Oficialmente se
dijo que era una visita de cortesía a un planeta amigo. Aunque por todo el
reino se rumoreaba que el matrimonio real se había distanciado. Un mes después
a Alice se le levantó el arresto. De cara a la opinión pública se adujo una
enfermedad de la princesa para justificar el alejamiento de sus deberes.
Después su madre la envió al Palacio de Cristal- Tokio en “ misión diplomática”.
Deseaba que allí, las princesas planetarias y la reina Serenity, la ayudasen a
ver cómo eran las cosas en realidad. Y la joven lo agradeció. Sus padres
mostraron ser bastante clementes. Ella también se sentía mal por su separación.
Desde luego había esperado un castigo muchísimo más severo. Habría estado
dispuesta a pagar con cualquier cosa, antes de ver así a su propia familia.
Podía asimismo comenzar a entender cómo debían de sentirse los padres, hermano
y la abuela de Loren. Y entonces fue enviada a la Tierra. Aquello más bien le
pareció un premio. No obstante, pese a que se sentía muy mal por todo el dolor
que había ocasionado, debía admitir que lo hubiese vuelto a hacer de repetirse
la situación. Al menos pasaba mucho
tiempo con la soberana y el rey Endimión que eran muy amables y atentos y también se dedicaba a ver a la pequeña Dama
que solamente tenía cuatro años. Alice disfrutaba mucho de la compañía de la
niña. Junto con su prima Sandrei hasta
la llevaban a pasear muy cerca del portal espacio- temporal que existía en el
corazón de ese palacio. Serenity incluso llegó a bromear diciendo que las iba a
nombrar niñeras oficiales de Neo Cristal Tokio debido al tiempo que pasaban con
la Pequeña Dama. Cierto día sin embargo, estaban en medio de una jovial charla
cuando la soberana de pronto se quedó callada. Abrió los ojos de forma muy
evidente y declaró, ante las miradas atónitas de Alice y del resto de las
princesas planetarias, que estaban junto a ella.
-La Transcendencia acaba de comenzar. Alice, debes
volver a tu reino, diles a tus padres que
falta muy poco tiempo, todo lo más un año…Después…
-¿Después qué, Majestad?- Quiso saber la atónita chica.-
-Después todo llegará a su final y quizás a un nuevo
comienzo.- Afirmó su interlocutora que, dirigiéndose al resto de las princesas
planetarias en ese momento presentes, les ordenó.- Concluid todos vuestros
asuntos en la Tierra. Esta vida se ha terminado para nosotros…
-Así se hará, Majestad.- Asintió con gravedad la
princesa de Mercurio haciendo una reverencia.-
El
resto de las princesas la imitaron. Endimión entró al poco, tomando en brazos a
la pequeña Dama se unió a su esposa, en tanto despedía a Alice…
-Vamos allá.- Afirmó con decisión el Monarca.-
-Así sea. Escribamos todos juntos el más bello final
posible a esta historia. - Sonrió Serenity quien parecía estar incluso animada
por una energía y un optimismo realmente sorprendentes.-
De
Nature llegaron noticias alarmantes. Tras aquella terrible amenaza de los meteoritos
y la estrella de neutrones conjurada hacía años gracias al valeroso sacrificio de
Gloria Elua Derail, una marea de oscuridad avanzaba con rapidez. Quizás
tardaría meses en avistarse desde Bios y la Tierra, pero parecía ser
inexorable. Leval fue informado junto con los altos mandos y gobernantes de la
Tierra, La Luna, Bios y Nature. Ahora únicamente cabía prepararse para el
final.
-Bien, mayor. - Suspiró él tras convocar al hacía
unos meses ascendido Alex en su despacho y explicarle aquello.- Quizás
tengamos suerte, podamos ir a ver a la
familia y pasar algo de tiempo juntos. Aunque durante lo que nos quede
tendremos que ocultárselo a la población civil para que no cunda el caos total.
-Sí, señor.- Afirmó el chico en posición de firmes.-
Así se hará.
Entonces
Leval sonrió y le dijo con tono más amable y jovial.
-Descansa muchacho, a fin de cuentas tendrías que
haber sido mi yerno…
-Bueno, no pierdo la esperanza todavía, mi general.-
Sonrió el joven a su vez, afirmando.- Estoy convencido, ellos regresarán.
-Sí, quizás puedan salvarnos de nuevo.- Comentó su
superior.-
Con
esa esperanza aguardaron, y los meses fueron pasando. Lentamente el final de
todo lo que existía se aproximaba. Hasta en Némesis se pudo observar aquello.
El planeta se había alejado mucho del sol, siguiendo a la estrella que
orbitaba. Lance recordaba el día de su llegada. Recibido por algunos de los
líderes del grupo. Al saber quién era no pudieron ser más amables y atentos. El
jefe, llamado por todos príncipe Corindón, le saludó como a alguien de mucho
prestigio y muy importante.
-Incluso tú, un ahijado de la princesa de Marte nos
das la razón… -Declaró en un discurso de bienvenida que le dieron.- Es cuestión
de tiempo que muchos más abran los ojos…
El
aludido ni quiso rebatir aquello. Ya le daba igual. Su vida terminaría allí,
lejos de todos los que había querido. Y sobre todo, lejos de ella. Aunque poco
podía sospechar que, unas semanas más tarde. Un tal Gneis, otro elevado cargo
de ese nuevo mundo, fue a verle a sus alojamientos y le pidió que le
acompañase.
-Vamos a dar un paseo bajo el plexiglás. Quiero que
veas a alguien.- Le comentó con tono algo misterioso.-
Fue
tras él, atravesando los pasillos recubiertos por esos materiales que les
aislaban del frio helador y las radiaciones del espacio. Lo cierto es que,
merced a la tecnología robada a la Masters Corporation, habían construido un
pequeño entorno habitable en ese planetoide que era bastante más pequeño que la
Luna terrestre. Suspiró, quizás dentro de muchos años pudieran crear allí un mundo
habitable y hermoso. Como se hizo en la Luna o en Bios o Nature. Aunque sería
evidentemente muchísimo más modesto. Sin embargo, esos pensamientos
desaparecieron cuando vio a la persona que le miraba esbozando una radiante
sonrisa. Estaba en pie, con las manos entrelazadas, escoltada por varios de los
habitantes del lugar.
-¡Loren! – Exclamó sin poderlo creer.-
La
chica corrió a abrazarle, él la envolvió entre sus brazos y se besaron larga y
apasionadamente. Tanto Gneis, ese tipo de pelo cano y mediana estatura, como el
príncipe Corindón, un hombre alto y rubio, de quizás apenas cuarenta años,
sonrieron. Fue el líder quién, simuló presentarles.
-Señor Rodney. Bueno, ahora señor Crimson en nuestro
mundo. Tengo el placer de presentarle a la señorita Kurozuki. Ha venido a
compartir su vida con nosotros.
-Bueno, supongo que, sobre todo con usted - Sonrió
Gneis matizando al príncipe.-
Ahora la pareja de enamorados se abrazó escuchando
declarar a su líder.
-Como las rocas es nuestra determinación, por ello
nos hemos puesto estos nombres. Para que nunca se nos olvide el propósito que
nos une. Algún día retornaremos a la Tierra y aboliremos la tiranía de Endimión
y Serenity. Hasta entonces viviremos en paz y luchando por hacer prosperar
nuestro nuevo hogar.
-Quisiera pedirles algo.- Pudo decir Lance, mirando
a su sobrina con patente amor para declarar.- Que sean testigos de mi
solicitud.
Y
arrodillándose ante la atónita joven le preguntó antes de nada con curiosidad y
estupor.
-¿Por qué Loren?... ¿Cómo has podido dejar a tu
familia y venir aquí?
-Porque mi vida no valía nada estando lejos de ti.-
Repuso con dulzura la chica que le recordó.- Y ya no soy esa niña. Ahora soy
una mujer adulta, oficialmente he cumplido la mayoría de edad y me llamo
Kurozuki.
-¿Has hecho eso por mí? ¿Has renunciado a casa y a
todo lo que habías conocido, para reunirte conmigo aquí? - Musitó él con
visible asombro y emoción.- No sé qué decir…
La
muchacha sonrió con algunas lágrimas y pudo responder con tono entrecortado y
emotivo.
-Solo di que me quieres…y todo habrá merecido la
pena.
Él
se levantó tomándola en brazos y besarla. Tras dejarla suavemente en el suelo y
volver a arrodillarse se sacó un anillo de rubíes que le regalaron cuando llegó
y, ofreciéndoselo a la chica, le pidió.
-Antes estos testigos te pido que seas mi esposa.
Quiero vivir el resto de mis días contigo. Como te prometí, ya nadie podrá
separarnos jamás. Mi amor.
La
joven le miró llena de sorpresa aunque enseguida sonrió de forma luminosa. No tardó en asentir emocionada. Estaba
radiante de felicidad. Su prometido se levantó y volvieron a besarse. El propio
príncipe declaró con satisfacción.
-Así se escribe la
historia. En este mundo perdido y diminuto, donde todos deberemos
trabajar con tesón. Aquí vuestro amor no está prohibido. Es más, celebraremos
cualquier unión que pueda traerle a Némesis hijos e hijas que formen una nueva
generación. Por el poder que me han concedido sus ciudadanos, mis súbditos, os
declaro marido y mujer.
-Aunque no será necesario que le ordenes al novio
que bese a su novia, Alteza.- Sonrió Gneis, puesto que ambos contrayentes
llevaban haciéndolo de forma continuada durante toda esa improvisada
ceremonia.-
Todos
los presentes rieron por aquello y felicitaron a la feliz pareja de recién casados. Lance
entonces recordó una antigua y hermosa canción que parecía ajustarse
perfectamente a ellos. La improvisada comitiva le ayudó con la música. Así se
la dedicó a su nueva esposa, que se sonrió emocionada…ella también conocía bien
esa canción, de haberla escuchado alguna vez, siendo muy niña, en casa de sus
abuelos Tom y Cooan.
Ella se toma su tiempo ideando las razones
para justificar todo el dolor interno
Ella cree adivinar por las sonrisas y las miradas en sus ojos
Que todos tienen una teoría acerca de su resentimiento
Ellos dicen “Mamá nunca la amo demasiado”
y, “Papá nunca se mantuvo en contacto”
Por eso ella se aleja del afecto humano
Pero en algún reservado lugar
Ella empaca para irse al espacio exterior
Y ahora ella espera que venga el adecuado piloto
Y ella le dirá a él:
-Y hasta
parece escrita para mí.- Suspiró la joven, escuchando maravillada aquel
estribillo tan hermoso.-
”Volaría a la Luna y de regreso si tu fueras...
Si tu fueras mi chico
Conseguiré un boleto para un mundo
en el cual nosotros perteneceremos
Entonces ¿serías mi chico? “
No puede recordar algún tiempo
en el que se haya sentido necesitada
Si el amor era rojo entonces ella era daltónica
Todos sus amigos habían estado traicionándola
Y culpándola de crímenes que nunca fueron definidos
Ella dice, “El amor es como un lugar desértico”
Alcanzado por la fe humana
Es como un viaje, es solo que no tengo un mapa para él
Entonces chico sumérgete dentro del agua y
Cambia tu decisión, guíate
Manda una señal que ella está desesperada
Todas sus esperanzas están sobre las estrellas
Que placentero sueño
Volaría a la Luna y de regreso si tu fueras...
Si tu fueras mi chico
Conseguiré un boleto para un mundo
en el cual nosotros pertenecemos
Entonces ¿serías mi chico?...
Espera
Espera
Ellos dicen “Mamá nunca la amo demasiado”
y, “Papá nunca se mantuvo en contacto”
Por eso ella se aleja del afecto humano
Pero en algún reservado lugar
Ella empaca para irse al espacio exterior
Y ahora ella espera que venga el adecuado piloto
Y ella le dirá a él:
Volaría a la Luna y de regreso si tu fueras...
Si tu fueras mi chico
Conseguiré un boleto para un mundo
en el cual nosotros pertenecemos
Entonces ¿serías mi chico?...
(To
the Moon and Back, Savage Garden, crédito al autor)
Tras aquellos bonitos momentos no hubo más banquete
que un almuerzo improvisado pero eso a ellos no les importó. Eso sí, entre los invitados a la humilde
ceremonia, Loren enseguida descubrió a uno muy especial. Junto a un individuo
que se había presentado anteriormente como Borax, estaba sentado, comiendo un
poco de pan. La muchacha se levantó aproximándose a él preguntándole con interés.
-¿Te llamas Richard, a que sí?
-Ahora me llamo Grafito.- Le corrigió el muchacho,
que no debería tener más de catorce años.-
-Bueno, Grafito, ¿sabes una cosa? Soy amiga de tus madres.-
Le sonrió Loren.-
Y
es que, aquella última vez que habló con Tom, su hermano la sorprendió con esa
extraña petición, cuando le dijo.
-Por favor, si algún día le vieras, asegúrate de que
ese niño esté a salvo y sea feliz. ¿Lo harás? Dile que vas en nombre de sus
madres y habla bien de ellas al muchacho, se lo merecen.
-Claro.- Asintió ella tras sonreír.-
Ahora
lo tenía delante de ella. No pudo comprender como Tom fue capaz de predecir
aquello, no importaba. Más cuando el ya adolescente le preguntó con una mirada
esperanzada en su carita.
-¿Sabes si mis madres van a venir? Ojalá que no les
suceda como a mi padre. Él tampoco está, se perdió cuando vinimos.
-No te preocupes. Seguro que algún día vendrán. Y
mientras tanto yo seré tu amiga. ¿Quieres? – Le propuso jovialmente ella.-
El jovencito
asintió con una sonrisa, Loren le mesó afectuosamente el pelo y tras sonreírle
volvió junto a su esposo.
-Es un chaval muy bueno.- Suspiró la joven afirmando
sorprendida.- Aunque mi hermano me habló de él, como si tuviera cuatro años.
-Sí, lo es. Tom a buen seguro supo de su existencia
pero hace años de eso. Este muchacho ha crecido aquí sin su familia. Tenía una
expresión adusta, pero en cuanto le hablaste sonrió. – Se fijó Lance, remachando
con afecto.- Me alegra ver que en ti ha encontrado a algo de dulzura y amor en
este lugar tan remoto.
-No lo está tanto, al menos hay mucha gente aquí.
Más de la que pensaba.- Sonrió Loren.-
Lance convino en eso. Pese a ser consciente del
dolor y la tristeza que tanto Sonia como Mei Ling, las madres de aquel niño, sentirían
al verse privadas de él durante tantos años ya. Fue de las últimas cosas que
pudo leer en el Libro de los Días, antes de devolverlo.
-Sé que es duro, conozco bien el significado de un
sacrificio así. No obstante, gracias a él, le daréis todavía más páginas a esta
gran historia. Pero no será aquí. -Se dijo.-
-¿En que piensas, cariño?- Le preguntó Loren, al
verle por unos momentos tan ensimismado.-
-Bueno. - Pudo replicar él, esbozando una tenue
sonrisa.- En el valor del amor y de la amistad. En el privilegio y la suerte
que tengo al disfrutar de tu compañía.
Y su ahora mujer asintió. Estaba completamente de
acuerdo. Era un consuelo saber que no estaban solos en aquel lejano rincón del
universo. Sin embargo, justo en ese momento, no les vendría mal algo de
soledad. Al contrario, deseosos como estaban de tener intimidad, se despidieron
al poco rato de sus invitados y él la llevó hasta su apartamento. Allí Lance la
entró en brazos, para susurrarle con una mezcla de afecto y excitación.
-Ahora sí, amor mío, ha llegado el momento de que
seamos uno.
Ella asintió, se besaron con deleite y
apasionamiento, al fin se desnudaron y consumaron su unión. Loren gimió de
dolor en un principio cuando fue penetrada por vez primera. Después aquello
pasó y pudo disfrutar del amor en toda su extensión. Así comenzaron juntos su
nueva vida…en aquel pequeño y frágil mundo desolado, dispuestos a crear un
nuevo futuro…
Y
en los más profundo del noveno círculo infernal. En el preciso instante en que
la puerta se abrió, todos experimentaron una oleada de poder incalculablemente
fuerte. Nadie podía moverse ya del sitio, ¡estaban paralizados de terror! Todos
incluso Asthel. Éste sentía esa misma impresión que cuando vio esa borrosa nube
con la cara del Príncipe de las Tinieblas, pero ahora esa fuerza era
indescriptiblemente mayor. Miraron a su alrededor. No veían más que oscuridad
que lentamente se fue convirtiendo en una densa penumbra que permitía
distinguir unos pocos rasgos. Ante ellos se alzaban unos enormes sillones de
piedra, ¡eran gigantescos, de una altura impresionante! Se disponían en un
semicírculo, tres a cada lado y después en posición más centrada, uno a cada
lado más alto aún. Por fin, justamente en el centro, se levantaba el más
monumental y tremendo de todos, y sobre estos, unos nueve pares de ojos que
brillaban con destellos rojos incandescentes. Nueve miradas clavadas en ellos
que irradiaban un poder inimaginable. Entonces algo ocurrió, las fuerzas
volvieron a los miembros del grupo y pudieron avanzar. Aunque todas las fibras
de su ser les pedían quedarse quietos o escapar, entraron. La puerta se cerró a
sus espaldas y entonces la claridad fue aumentando hasta que pudieron ver a los
dueños de esas miradas. Ellos mismos se presentaron, de derecha a izquierda,
empezando por los sillones más bajos con unas potentes voces, graves y
cavernosas, que retumbaban en el eco de aquel lugar.
- Soy Lucífugo, primer ministro. Domino sobre las
riquezas y los tesoros de infinidad de mundos.- Declaró un demonio enfundado en
una larga túnica negra con ribetes dorados. -
- Yo Satanachia, Gran General. Poseo el poder de
someter a mí a todas las mujeres y hacer de ellas lo que deseé.- Dijo otro,
ataviado con una armadura que relucía como el oro. -
- Agliareth es mi nombre y mi cargo el de Gran
General. Descubro los secretos más profundos y revelo los mayores misterios.-
Añadió el que poseía otra armadura que destellaba con el color de la plata. -
- Me llamo Fleuretti, Teniente General. Realizo la
obra que deseé durante la noche y hago caer granizo donde quiero.- Se presentó
otro luciendo un cota de malla que brillaba como las ascuas del fuego. -
- Soy Sargatanas, Brigadier. Concedo la
invisibilidad, traslado a cualquier parte que se me pida y enseño el interior
de las casas y las astucias humanas.- Terció un demonio que portaba una túnica
traslúcida y de brillo escarlata. -
- Yo soy Nebiros, Mariscal de Campo. Doy el mal a
quien quiera y a quien se me pida. Enseño las cualidades de los metales, minerales
y vegetales y de los animales puros e impuros. Adivino el porvenir y soy uno de
los principales nigromantes del Infierno.- Intervino el portador de una larga
capa y un sayal de tono terroso con ricas cadenas de oro al cuello. -
Entonces
se presentaron los dos sentados a los lados del sillón principal, primero lo
hizo el sentado a la izquierda.
- Soy Astharoth. Gran Duque a la vera siniestra del
gran poder.- Los chicos pudieron verle lucir una túnica dorada adornada con
runas cabalísticas ininteligibles para los mortales. -
- Y yo. Soy Belcebú.- Declaró el de la derecha. -
Príncipe del Imperio. Sentado a su diestra.- Llevaba otra túnica, esta de color
púrpura y una corona de laureles sobre la cabeza. -
Hasta
entonces las voces de los demonios habían sido profundas y atronadoras en su
totalidad. No obstante, la siguiente voz que se escuchó fue aún más terrible,
pero no por ser gutural o cavernosa como las otras, sino por todo lo contrario.
Con una dulzura increíble que les dejó petrificados pudieron escuchar...
- Y yo, soy aquel a quién venís a ver, Lucifer,
Satanás o Leonardo. Emperador y Príncipe de las Tinieblas...
Éste
era el que vestía de manera más sencilla, tan sólo con una túnica negra y
desgastada, rota por varios sitios y con oxidadas cadenas alrededor de la
cintura y el pecho. Todos le miraban petrificados, sin poder articular palabra.
Así transcurrieron algunos segundos que parecieron siglos. ¿O acaso realmente
fueron siglos que ellos tomaron por segundos? Por fin, fue Asthel el único que
pudo atreverse a pronunciar palabra y dirigirse al mismísimo Satán. Con un
tremendo temor y deseo de saber combinados, le preguntó.
-¿Por qué? ¿Por qué motivo ha sido necesario
hacernos pasar por todos los círculos para llegar hasta aquí?...
- Ha sido necesario para probaros. - Replicó serenamente
Lucifer. - Debíamos saber si erais dignos de la misión que se os encomendó. Lo
habéis sido y por eso llegáis ante mí y mi corte.
- Tú ya conoces el mensaje que te traigo...
¿verdad?- Le inquirió Asthel que lo había estado sospechando desde hacía ya
tiempo. -
- Lo conozco. Los seres del olvido han vuelto, los
increados amenazan al Cosmos. Ha llegado la hora de la unión.- Declaró Lucifer
asintiendo y los otros demonios se miraron unos a otros sin parecer entender
-...
-¿La unión, mi Señor? - Preguntó Belcebú con
sorpresa. - ¿Con el Creador y sus huestes Celestiales?
- Entonces, ¿terminó nuestro exilio, mi Señor? -
Preguntó a su vez Astharoth. -
- Así es.- Repuso Satanás sentenciando. - Hora es ya
de que volvamos. Hemos hecho cuanto era necesario.
- Explicádmelo.- Les pidió Asthel ahora atónito -...
¿qué significa eso? Tú eres Lucifer, el ángel caído que traicionó al Creador y
fue exiliado a los infiernos, ¿acaso esos seres son tan terribles que el
Creador te necesita para combatirles?...
- Yo soy Luzbel, el ángel más bello que el Creador
hizo, el más poderoso y fiel.- Replicó sin embargo éste. -
- No lo comprendo,- se atrevió a intervenir Granate,
asombrado. - Hablas en presente, pero eso fue en el principio de los tiempos.
Han pasado muchos eones desde entonces.
- Mucho o poco, para mí da igual. - Respondió
Lucifer que agregó con tono enigmático. - La verdad es distinta a lo que
vosotros creéis saber, no es del todo lo que se refleja en lo que llamáis
vuestras Sagradas Escrituras...
-¿Entonces, cuál es la verdad? - Quiso saber Alusa. Repitiéndolo
en latín, a coro con su hermana Minara, como si de una invocación se tratase. -
¿Quid est veritas?
Se
hizo un enorme silencio e incluso los mismos demonios que rodeaban a Lucifer
escucharon con atención. Éste se levantó de su sillar, su estatura era inmensa,
se perdía en lo alto de la gran caverna. Pero, en un momento, su forma cambió.
Se transformó en un ángel de brillante luz y adoptó una altura similar a la de
Asthel. Refulgía ahora con una larga túnica inmaculada y llevaba un cetro de
plata, a su espalda podían contarse doce pares de etéreas alas.
- ¡Es un Serafín, pertenece a la jerarquía angélica
más alta!- Exclamó Granate con los ojos dilatados por el asombro y la
admiración.
Los demás le observaban a su vez prendados de
aquella belleza tan sublime. Era tan hermoso que paradójicamente les hería la
vista. Y para sorpresa de todos, el hasta entonces Lucifer, declaró.
- Así es. Ahora vuelvo a ser Luzbel, el Lucero
Matutino. El de la primera luz...La tierra de la Estrella de la Mañana. Es mi
morada. Como rezaba la canción de tu pueblo.- Le dijo al atónito saiyajin que
no fue capaz de responder. Maravillado por tal belleza.- Vuestra profecía era
cierta. Y tú, en efecto, le diste cumplimiento.
- Cuéntanos la historia, por favor.- Le pidió Maray
mirándole anonadada al igual que el resto que apenas podían dar crédito a tal
transformación. -
Tras una pausa que pareció eterna
Luzbel asintió y al fin habló...
- En el principio. Cuando la Creación era reciente y
todo estaba por llegar, el Creador admiró su gran obra. Él observó el Cosmos,
pero estaba vacío, no tenía nada. Entonces decidió crear criaturas a su imagen
para que le sirviesen y acompañasen por toda la eternidad y me creó a mí,
Luzbel, para ser la criatura más bella y para que iluminase las profundas
oscuridades del Cosmos. Lucero del alba y guía para los que habrían de venir.
Entonces todo era perfecto...- Afirmó con tinte entre reflexivo e incluso algo
melancólico. -
- Y tú te volviste contra el Creador, ¿por qué? -
Inquirió Granate con tono consternado, especulando con lo que había leído. -
Tuviste envidia de su poder y quisiste suplantarle...
- No.- Negó suavemente Luzbel. - Esa es la versión
que os ha llegado a vosotros, la verdad fue otra bien distinta. Pero aun debo
seguir la historia, antes de llegar a ella hay más cosas que contar,- prosiguió
mientras todos los demás aguardaban expectantes. - El Creador, además de a mí,
creó a muchos más. Algunos eran los siete primordiales, entre los que estaba
Azrael. Tu guía desde que naciste, Mensajero. - Le dijo a Asthel para agregar.
-Todo era muy armonioso pero surgió algo…algo terrible, un detalle que hasta al
mismo Creador le había pasado inadvertido...
-¿Qué podría ser eso? - Inquirió una atónita Maray.
-
- Cuando creó todo lo que existe también surgió una
paradoja.- Le respondió Luzbel que explicó. - Antes no existía nada y nada
podía oponerse a sí mismo puesto que no tenía contrario, pero, al crear lo
existente dejó de lado lo no creado...
- No lo entiendo,- intervino Brian totalmente
perdido -¿qué significa eso?...
- Cuando vosotros morís en vuestro plano físico no
desaparecéis, viajáis a otro plano existencial. No se desaparece verdaderamente
todo se trasmuta. En cambio los seres
del Olvido son aquellos que no existen pero están presentes...esa es la Nada,
la inexistencia absoluta que tomó conciencia de sí misma. Era una especie de
reacción natural. El Creador sacó al Cosmos de ella y ella pretendió
recuperarlo. Así comenzó la amenaza del Caos. El Creador temió por su obra y
compartió sus temores conmigo, su más fiel y primer servidor...
-¿Y qué te dijo? - Inquirió Asthel atónito. - Tuvo
que ser algo horrible para que te sublevases, ¿te pidió sacrificarte por él y
tú te negaste?...
Luzbel negó con su cabeza y musitó diríase que
incluso apenado.
- No, me pidió sacrificarme por Él y la Creación, y
yo acepté...amaba tanto al Creador que le juré hacer cualquier cosa que me
pidiese...
-¿Cómo puede ser eso, mi Señor? - Exclamó Sargantanas
atónito. - ¡Nosotros no sabíamos nada de esto!
-¡Ni siquiera yo he podido ni sospecharlo siquiera.-
Admitió a su vez el asombrado Agliareth. - Ni desde el inicio de los
tiempos!...
- Me pidió que a nadie se lo dijera. Ni siquiera a mis
más próximos servidores. Ni él se lo dijo siquiera a sus más cercanos ángeles.
- Les desveló Luzbel -
-¿Y qué te pidió? ¿Puedes decirlo? - Inquirió Asthel
impaciente por saberlo. -
- Ya ha llegado el momento de que os lo cuente.-
Repuso Luzbel que relató. - El Creador, me llamó a su presencia y los dos solos,
como al principio, hablamos...
El ángel voló por las interminables extensiones del
Cosmos escuchando la voz de su Dios que siempre le llenaba de dicha.
- “Luzbel, la obra que he realizado debe resistir al empuje del olvido y de la Nada, ésta es más poderosa cuanto más inerme esté el Cosmos ante ella. Ahora todo es perfecto y armónico, todo es uno y ese todo es estático, y así sería por los eones de la eternidad, pero por causa de ello será de inmediato carcomido por el olvido y todo se desvanecerá como si nunca hubiera existido. Puede que incluso ya seamos un mero recuerdo de lo que ya no existe y que sigamos existiendo en ese sueño, pero incluso eso desaparecerá. Debemos frenar la marea de la Nada.”
-¿Pero cómo hacerlo, Creador? - Inquirió Luzbel
demostrando una honda preocupación. - Si tú mismo te afanas en buscar una
solución ¿qué puedo hacer yo por ayudarte?...
- “Todo Luzbel, tú serás el que salvará mi obra.”...
- No sé cómo podría hacer yo eso.- Repuso el sorprendido ángel. -
- “Siendo un todo armonioso y perfecto nada cambia, no
hay historias que contar, estaremos inermes ante la desaparición. Pero, si ese todo
se divide y sus partes se enfrentan quebrando la armonía, se creará también la
dinámica de una pugna. Esa lucha avivará el Cosmos al completo, dos partes, yo
el Bien, tú el Mal. Un constante flujo y reflujo, incontables relatos de
confrontaciones. Yo crearé otros seres menos iluminados que tú y los ángeles
que me rodean y ellos serán parte de una eterna partida que hará que el Cosmos
se mueva y rechace a la Nada. Mientras luchemos, nos movamos y existan dos
bandos nada se olvidará. Ambas partes tendremos conciencia de nosotras mismas al ser lo opuesto a la otra y tratar de dominarla, eso
nos mantendrá a salvo. Pero para ello, deberás dejarme y ser lo que no eres,
llevarás contigo a una porción de mis ángeles y seréis diablos, los que separan
el todo de la Creación, y, para los seres que yo crearé después, seréis lo malo
y temible, y yo seré su Luz”...
- Tus palabras me producen gran dolor, es algo que
jamás sentí. Al pensar que deberé alejarme de
ti y de tu luz. Pero haré cuanto desees para preservar tu obra. - Le prometió
lealmente Luzbel. -
- “Hora vendrá en que ni siquiera con este juego podamos detener el
avance de la Nada, pero nuestras energías, dispares desde ahora, volverán
entonces a unirse y serán una más poderosa si cabe, en lugar de languidecer si
hubiésemos sido un todo. Habrá muchos renacimientos cósmicos procedentes de la
Trascendencia en los que tengamos que volvernos a unir y así rechazar a las
fuerzas del olvido. Sólo tú y yo tendremos conciencia de ello, los demás
componentes de la Creación deberán ser Creados de nuevo. Habrá nuevas
historias, quizás algunos mantendrán sus antiguos recuerdos, pero no los de
esta suprema verdad”.
- Acato tu deseo. Entonces seamos dos esencias
enfrentadas pero unidas.- Declaró Luzbel. - Dos partes iguales de un todo. Pero
yo no puedo oponerme a ti,- objetó entonces el Ángel de Luz. - Tú eres el absoluto
poder y la gloria.
- “Por eso crearé a esos seres inferiores en espíritu, para que no
directamente, si no a través de ellos, te opongas a mí. No temas, ni te aflijas,
cuando llegue el momento de la Trascendencia volveremos a estar juntos”...
- Pero este ciclo será eterno.- Objetó Luzbel añadiendo de forma inexorable. - Siempre un resurgir y siempre una nueva separación...
- “Es algo inevitable, desde antes del principio de los tiempos”.....
Todos
los que allí escuchaban eran incapaces de hablar, los mismos demonios guardaban
un silencio dominado por el asombro hasta que los lugartenientes de Luzbel
retomaron la palabra.
- Entonces todo lo que hemos hecho ha sido por orden
del Creador, no por rebelión a él.- Concluyó Astharoth. -
- Siempre hemos seguido sus designios, aunque
hayamos pretendido lo contrario. - Aseveró Belcebú. -
-¿Y todas vuestras maldades y el daño a los seres
del Cosmos, las guerras, el odio, todo eso era necesario? - Le recriminó Brian,
preguntándole con indignación. - ¿Acaso no sabes el sufrimiento que has causado
a todos los seres del universo?
- Todo eso se borra y no tiene importancia en una
escala absoluta,- le respondió suavemente Luzbel. - Nada es realmente bueno ni
malo en el sentido que vosotros tenéis. Todo responde a su naturaleza, hace lo
que debe hacer. Ahora, lo veréis. Vuestros peores enemigos serán vuestros
amigos más preciados.
- Pero, ¿por qué debía venir yo a decirte algo que
ya sabías desde siempre? - Quiso saber Asthel que seguía sin entender. -
- Porque tú eres el símbolo de los seres creados
después. Todas tus andanzas, las de tus antepasados, sus vidas anteriores, todo
estaba dispuesto como una de tantas infinitas partidas cósmicas entre el bien y
el mal. Su propósito fue frenar la marea de la Nada. Todas esas historias
debían ser contadas para avivar la consciencia y detener así el olvido. O de lo
contrario hubiéramos desaparecido ante el avance de la Nada. Ahora que éste se
hace incontenible tú y tus compañeros habéis sido el revulsivo final, la última
jugada. Tus padres lucharon contra la Nada, tu nacimiento la rechazó, pues el
Creador te infundió parte de su fuerza y quiso hacerte humano...
-¿Quieres decir que soy una especie de Mesías? ¿Algo como un Salvador? - Exclamó Asthel
dominado por el asombro para de inmediato negar. - ¡No, no puede ser!
- No llegas a tanto, no un Salvador, pues ese es su
hijo y parte de su esencia.- Le rectificó Luzbel que matizó. - Sino un profeta
del fin de vuestro universo y el principio de una nueva armonía. Todo acabará
en el enfrentamiento final para rechazar a la Nada y todo nacerá otra vez, en
ese mismo instante. Tú y tus compañeros habéis cumplido ya con vuestra misión.
Ahora sólo os resta uniros a todos los seres y entidades del Cosmos para esta
batalla final contra los seres del olvido...
-¿Pero qué es la Nada en realidad? - Preguntó el
asombrado Asthel - ¿Acaso tiene una esencia que pueda identificarse como un ser
propio?...
- Es el “no ser”.- Le contestó el ángel que hizo una
comparación. - Como vuestro poema de Hamlet. El autor no iba desencaminado
cuando dijo eso de "Ser o no Ser, he ahí el dilema". Esas palabras le
fueron inspiradas por el mismísimo
Creador...
- Como a aquel que escribe esto que ahora mismo
decimos.- Repuso Asthel recordando las cosas que Azrael le mostró. -
- Tal vez....sí.- Admitió Luzbel. - Eso es...esa
otra dimensión, en la que yo también estoy presente, forma parte de lo mismo,
también trascenderá pero puede que en otra época. Quizá dentro de eones, pues
cada dimensión tiene su propia cuenta de tiempo. Pero así son conscientes de
que existís, al escribir la historia os dan sentido. Es como si os creara, os
sacase del propio olvido, para su dimensión...
- No lo acabo de comprender.- Insistió Asthel que
opuso. - Si él nos escribe nosotros existimos, pero ya existimos aquí sin que
él nos escriba...Salvo que esto esté escrito ya…
Luzbel sonrió de forma cálida y le preguntó a su vez
a Asthel con tono más jovial.
-Dime Mensajero. ¿Qué ruido hace un árbol que cae en
un bosque cuando no hay nadie para escucharlo?
Ante tal sofisma Asthel se quedó pensativo y al poco
respondió con seguridad.
- Si nadie lo escucha no hará ruido para nadie,
aunque lo haga realmente si cae, si nadie está allí no puede atestiguar si el
árbol suena...es como si no existiera.
-¿Lo comprendes ahora? - Le preguntó Luzbel que
añadió a modo de obviedad. - Aquí ocurre lo mismo...
- Pero que hay detrás de la nada, Luzbel.- Inquirió
Asthel nuevamente -...o quién, si se le puede llamar así. ¿Quién creó al
Creador? Acaso él viene de allí.
- Eso es algo que ni yo mismo sé.- Reconoció el
Lucero de la Mañana - y desconozco también si el mismo Creador lo sabe. Cuando
yo fui creado todo existió para mí desde siempre y para siempre. No sé nada
más...
Y
tras esa declaración se produjo un silencio reverencial de todos, incluidos los
más poderosos demonios. Estos también se levantaron y menguaron sus colosales
tamaños. De igual forma que su señor, se transformaron en ángeles de luz.
Luzbel entonces retomó la palabra.
- Ahora debo revelar a todos mis súbditos la naturaleza
verdadera de las cosas e iniciar junto con todos ellos, el ascenso a un nivel
superior. En cuanto a vosotros debéis marcharos...
-¿A dónde debemos ir ahora? - Le preguntó Maray con
gesto de total desconcierto. - Cuando emprendimos viaje nunca pensamos que
habría un después.
- Ahora id a las esferas superiores.- Fue la
respuesta de Luzbel. - Acudid a presencia de los Siete Primordiales. Ellos os
darán la definitiva Transcendencia, ¡partid sin demora!....nos veremos
nuevamente en la gran batalla.
- Una última pregunta más,- le pidió Asthel. -
Cuando viajé al pasado con Azrael, me mostró como tú salías por una puerta
dimensional y llamabas a mi abuelo por su antiguo nombre de su otra vida, luego
yo sentí tu mirada, ¿a quién llamabas en realidad? A mi abuelo o a mí...
Luzbel sonrió de una forma increíblemente bella e
incluso divertida y respondió de manera que podría llamarse cordial.
-¡A los dos! A uno por las grandes cosas que había
hecho y aun haría, al otro por las cosas maravillosas que estaba destinado a
hacer. Probé entonces vuestra templanza y supe que el Creador había querido que
esa paradoja pudiese darse y mostrarme así la esperanza final cuando toda
esperanza parecía perdida. Ahora marchad...
No
hubo ya más palabras. Con un sólo movimiento de una mano, Luzbel les hizo
desaparecer, abandonaron el Noveno Círculo del Infierno a través de un vórtice
que rezumaba blanca luz. Se sentían elevados a una velocidad e intensidad que
jamás habían experimentado. Así salieron de lo más profundo del averno y
llegaron a la zona de penumbra. En la frontera de los mundos físico y
espiritual. Azrael les esperaba en donde les dejó. El Ángel de la Muerte, como
el resto de los ángeles, había oído la revelación de Luzbel y estaba
profundamente conmovido. Al aparecer el grupo ante él, sus palabras fueron...
- He de reconocer que ni yo mismo podía sospechar
algo así, y de este modo todas las piezas y misterios han cobrado sentido para
mí y mis hermanos. Ahora deberéis trascender y con vosotros todos los seres del
Universo, vivos y muertos, non natos y reencarnados...
Y
así fue. Todos se dispusieron a ello. Ante el avance imparable hasta entonces
de las fuerzas del olvido, comenzó la defensa a escala universal, ¡el inicio de
la Trascendencia Cósmica!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)