Asthel siguió rezando, tras unos momentos que
parecieron una eternidad, fue Satory la que habló. Parecía despertar de una
especie de letargo. Miró atónita a Azraél y le preguntó.
- Estoy muerta, ¿verdad? - El ángel asintió lenta y
manifiestamente pero no dijo nada. - ¿Quién es ese niño que está rezando?,-
inquirió la muchacha fijándose en Asthel que a sus ojos brillaba con un
resplandor blanco y no era bien visible. -
- Ese es el Mensajero. - Le contestó Azraél proclamando
con su retumbante voz pétrea. - ¡Aquel cuya luz debe guiar la unidad del Cosmos
frente a su destrucción! Él pide por tu vida al Creador.
- ¿El Mensajero? ¿Puedo verle más de cerca? - le
solicitó Satory. - Me resulta familiar.
- Debemos permanecer aquí hasta obtener la respuesta
del Creador - repuso el ángel. -
Por
fin Asthel terminó de rezar y miró al Ángel de la Muerte cara a cara, no sentía
ningún temor. Azrael lo sabía y sonrió, entonces el Creador se comunicó con su
ángel. Azraél pareció quedarse escuchando una voz que sólo él podía oír. Al
cabo de un momento le dijo a Satory.
- Ahora nos acercaremos a él. - Y añadió
dirigiéndose a Asthel. - El Creador atiende tus ruegos, toma su alma y condúcela
tú de regreso a tu mundo. Pero, antes de ello, hay alguien que quiere verla
unos instantes.
- ¿Verme a mí?... ¿quién podrá ser? - Inquirió
Satory sorprendida. –
Azraél no respondió, simplemente se limitó a señalar
una figura etérea envuelta en luz que se acercó a la muchacha, ésta no la
conocía. La figura se puso a su lado y le dijo con un tono muy dulce y
cariñoso.
- Hija mía...ya no te acuerdas de mí...
- ¿Eres tú? ¿de veras? - preguntó Satory que la miró
y pudo balbucir emocionada. - Mamá... ¿eres mi madre?...
- Fui tu madre en el mundo físico - contestó aquel
etéreo ser. - Cuando supe que vendrías quise venir a recibirte, pero el Creador
te ha otorgado la oportunidad de volver a la vida. Quiero que sepas que desde
aquí siempre te he observado con amor. He seguido toda tu vida, cuando creciste,
te casaste con Mazoui. El nacimiento de tus hijas.
- ¡Mamá! - Repuso Satory con alegría y a la vez con
algo de pesar. - Papá me hablaba de ti. El pobre sufrió tanto por perderte. ¡Te
quería muchísimo! Yo siempre quise tener una madre junto a mí, más que nada por
él. Y habría querido preguntarte tantas cosas.
- Dile a tu padre que también he velado por él y le
he amado desde aquí y que dentro de poco estaremos juntos. No temas, será en el
transcurso de algunos de vuestros años. Pero, ya falta muy poco para que todos
estemos unidos por siempre. La Trascendencia del Cosmos se acerca. Ese niño que
ha pedido tu vida terrenal será quién nos una. Dile a Ian que tengo apuntada en
mi agenda su cita conmigo y que no podrá llegar tarde esta vez. Yo me encargaré
como siempre de ello, cariño. -Y al decir esto último posó su luminosa mano
sobre Satory que sintió un gran amor y una gran paz con esa etérea caricia en
tanto aquella aparición añadía. - Ahora ve, hija mía, y recuerda que te quiero
y que siempre estoy contigo y lo estaré hasta que volvamos a reunirnos para la
Eternidad.
La
emocionada Satory se alejó de la figura y de Azrael, fue junto al niño al que
aún no reconocía hasta que él le dijo presentándose.
- Me llamo Asthel. Eres amiga de mi mamá. Ya has
visto a la tuya, tendréis tiempo para jugar más adelante. Pero ahora vuelve con
nosotros y mi mamá se pondrá contenta otra vez.
Satory
no podía creerlo, ¡era el hijo de Amatista y de Leval! Todavía perpleja, aferró
la mano que el niño le tendió. Asthel le sonrió y la llevó consigo hacia el
agujero de salida. Cuando lo atravesaron la atónita chica pudo ver su propio
cuerpo tendido en la cama del hospital. Su padre rezaba y lloraba junto a él.
Ella le miró con pena, pero sonrió, porque dentro de poco estarían juntos otra
vez, ¡volvería a la vida! Masters estaba ahora con la cabeza gacha. Asthel, con
tono divertido, como si estuvieran jugando a alguna clase de escondite, le
indicó a su acompañante.
- Ahora, métete dentro...
-Gracias por todo, iré a visitarte en cuanto pueda.
- Prometió ella que se dejó llevar introduciéndose así en su cuerpo. -
Le costó
aquella transición desde el mundo espiritual. Aquella movilidad sin límites y
la falta de peso y sensaciones físicas. Ahora, una vez que volvía a ser
corpórea, notó como podía mover sus miembros. Sin embargo, ahora se sentía muy
pesada y completamente agotada ¡qué diferente era esa sensación a la de
absoluta libertad de la que había gozado hasta hace unos pocos instantes!, pero
debía regresar del todo. Se decidió y abrió los ojos despacio, Ian seguía junto
a su cama. La mano de la muchacha poco a poco se levantó y acarició la de su
padre que la miró con un gesto de asombro y miedo hasta que asimiló aquello,
entonces la alegría más desbordante le asaltó.
- ¡Satory! ¡Estás viva! - gritó él atónito, para
preguntar. - Es sólo mi imaginación o estás viva de verdad...
- Sí - dijo ella aun con la voz débil. - Estoy aquí,
papá, estoy viva otra vez.
- ¡Debo estar soñando!,- balbuceaba Ian sin poderlo
creer. - ¡Los médicos dijeron que habías muerto, que no pudieron reanimarte!
Y su hija asintió para replicar con voz suave.
- Estuve muerta, pero alguien me trajo otra vez
hasta aquí. - La muchacha no quiso decir que había sido Asthel, al menos
todavía. Lo que sí dijo con una amplia sonrisa fue. - Papá...he hablado con
mamá…
Y
cuando le contó a su padre todo lo ocurrido, las lágrimas llegaron al rostro
del emocionado anciano que abrazó a su hija.
- ¡Gracias cariño, me has hecho tan feliz! - Ian se
repuso y dijo mirando hacia el exterior de la habitación - pero...tengo que
decírselo a Mazoui, me dejó aquí para que me despidiese de ti. - Salió
corriendo lo más rápido que pudo mientras le decía a Satory. - ¡Ahora mismo
vuelvo!
Su
hija sonreía y lloraba dichosa, entre sus lágrimas pudo ver a Asthel y a Soa
que le decían adiós con la mano mientras entraban por uno de esos agujeros.
Luego cerró los ojos, estaba realmente agotada después de su tránsito de ida y
vuelta al más allá.
-Ha sido muy divertido. - Dijo Asthel a la diosa. -
Ella le miraba realmente asombrada. Para replicar
con una mezcla de incredulidad y espanto.
- ¿Divertido? ¿El tratar con el Ángel de la Muerte
te parece divertido? Mensajero.
-Sí, pero ahora tengo mucho sueño. Ya jugaré con el
angelito después. - Bostezó el crío. –
La
diosa había estado aguardando con impaciencia. Desde que su señor Georcael se
marchó a pedir instrucciones.
-¿Volverás para ayudarme a buscar al Mensajero?- Le
pidió ella antes de que se fuese.-
-Eso es algo que tendrás que hacer tú misma. Yo no
puedo presentarme ante él aún.- Respondió su interlocutor.-
Y
eso la dejó sumida en un estado enorme de zozobra. Sensación que ella jamás
había experimentado salvo contra esos seres del olvido. ¡Perder al Mensajero
significaría el fin de todo!
-Creo que ahora empiezo a entender a los humanos
cuando nos miraban de esa forma tan extraña…-Se dijo Soa reflexionando. - Lo
que a nosotros nos parecía divertido, para ellos… era algo parecido a esto. ¡Vaya!,
no creía que les estuviéramos asustando… El Señor Georcael tenía razón. Lamento
mucho haberlo hecho.
Y
sumida en esas meditaciones se apresuró a devolver al niño a dónde debía estar…
-Ahora vamos de retorno con esa humana que te estaba
cuidando. No quiero que se preocupe por ti.- Le dijo amablemente al niño.-
Entre tanto, en el hospital, Masters encontró a
Mazoui y a los demás reunidos en la cafetería, abatidos y sentados, sin hablar.
El anciano, agitado por la carrera, apenas podía respirar. Su yerno se levantó alarmado
al verlo en ese estado y junto con Leval le ayudaron a sentarse. Esmeralda que
también había acudido, al igual que su esposo, le preguntó preocupada.
- ¿Qué te pasa Ian?...
- ¡Mi hija! - repuso entre los jadeos que intentaban
hacerle recobrar el oxígeno. - ¡Está viva, está bien, en la cama, ahora mismo
he hablado con ella!
Todos
se miraron consternados, con un gran sentimiento de compasión hacia el anciano,
no cabía duda que la muerte de su hija le había trastornado. Al despertarse del
desmayo que había sufrido al conocer la noticia de la muerte de Satory,
tuvieron que darle sedantes y por fin, como insistió tanto, le permitieron ver
a solas el cuerpo de su hija para despedirse. El mismo Diamante, conmovido, se
acercó a él y le pasó un brazo tras los hombros.
- Claro - le dijo con voz suave y amable. - Tranquilízate
amigo mío, debes descansar.
-Te llevaré a casa - intervino Mazoui. -Necesitas
dormir, no te preocupes, nosotros nos quedaremos aquí con ella hasta que la
trasladen.
- ¡Pero es verdad! - insistió Masters visiblemente
nervioso. - ¡Está viva! ¡Si no me creéis id a verlo vosotros! - Les instó con
vehemencia. -
- Sí. Ahora iremos, no te preocupes, padrino...- le
aseguró Amatista también con voz amable y compasiva. -
- ¡Iré con vosotros! - Repuso decididamente él. -
¡Ya veréis!
- Estás cansado - le rebatió suavemente Mazoui. -Deja
que vayan ellos.
- ¡Debo ir, para demostrároslo! – les insistía el
anciano alterándose por momentos. -
- Pero Ian…cálmate, por favor. - Pudo decir
Esmeralda casi a punto de llorar de la lastima que su viejo amigo la inspiraba
-...No te preocupes, vendrás con nosotros.
Y
así fue. Pese a todos los ruegos y consejos de que se quedase allí tomara una
tila para calmarse, Masters insistió en ir. Al fin Mazoui y Sandy, junto con
Amatista, se ofrecieron para acompañarle. Esmeralda y Diamante fueron a llamar
al médico para que atendiese al anciano, estaban muy preocupados por su
precaria salud. Aquello podría ser el principio de un grave trastorno
psicológico o algo peor. En ese momento las princesas planetarias viajaban en
un coche propiedad precisamente del millonario. Minako quiso llamar para
preguntarle a Kalie como lo llevaba Mazoui. Su amiga que, antes de marcharse a
descansar, fue testigo de todas aquellas atropelladas y confusas palabras de
Masters, se las comentó con gran pesar.
-Sí, pobre…- Decía Minako antes de colgar, para añadir.
- Dales un beso muy grande de nuestra
parte. Y otro más a tus hijos de la mía. Adiós.
Cuando cortó la comunicación Venus puso al corriente
a su compañera. Las dos se miraron entristecidas.
- ¡Pobre hombre! – Musitó Makoto. -
-Se ha vuelto loco. - Afirmó Minako. -Lo puedo
comprender, era su única hija…y la quería tanto…
-Tendremos que informar a los reyes de esto. Por triste
y doloroso que sea. - Dijo su compañera con pesar. – Quizás puedan hacer algo
por él.
-O puede que lo mejor sea dejarle así. Si vive con
la ensoñación de que su amada hija está viva.- Suspiró Makoto.-
-Tienes razón. No le hace daño a nadie.- Asintió su
amiga con pesar.-
Pero
entonces recibieron otra llamada. En esta ocasión fue Makoto la que atendió el
teléfono.
- ¿Si? Hola Majestad, sí…tenemos malas noticias... ¿Cómo?
- Exclamó para sorpresa de su acompañante, más cuando Júpiter dijo en voz alta.
- ¿Que volvamos allí? No lo entiendo…Pero, pero… si ya… muy bien. Como tú
ordenes, Majestad.
- ¿Qué pasa? - Quiso saber Venus interrogándola con
la mirada. -
-Serenity ha dicho que tenemos que regresar al
hospital. – Le contó su amiga. -
- ¿Qué? Pero, ¿Para qué? - Pudo preguntar su
interlocutora con visible asombro. – Desgraciadamente ya nada se puede hacer.
-No tengo ni idea, solamente dijo que volviéramos
inmediatamente, que había sentido algo extraño. - Le explicó su compañera. –
-Hagámoslo pues.- Convino Makoto.-
Y
en efecto, dieron instrucciones al conductor para que girase y a la máxima
velocidad posible volviera al centro médico. Mientras esto sucedía, Masters,
ajeno a los desvelos de sus amigos, llevó de la mano a su ahijada mientras
Mazoui y Sandy les seguían. Entraron y todos pudieron ver a Satory con los ojos
cerrados e inmóvil, tal y como la dejaron. Amatista abrazó al anciano, que no
paraba de murmurar con visible desconcierto y pesar.
- Pero yo la he visto, ella habló conmigo. Mi niña
estaba bien.
- Claro que sí. Tú lo viste, la querías tanto y estás
tan cansado. - Le dijo su ahijada con voz condescendiente y amable, afectada
también por los sollozos. -Descansa padrino Ian, por favor, descansa.
Ian
lloró apoyado sobre el hombro de Amatista que le abrazó con toda la ternura que
pudo. Mazoui y Sandy le miraban conmovidos, pero en ese instante ambos notaron
algo en Satory. Una especie de tenue energía emanaba de la joven. Su propio
esposo, incrédulo y asombrado se acercó a ella, escuchó bien y...
- ¡Está respirando! - exclamó aun sin podérselo
creer. - ¡Respira! ¡Sandy acércate tú y dime si lo oyes!
- Sí...es cierto, -
afirmó la muchacha curvando sus
labios en una alborozada sonrisa, pues
notó como el pecho de Satory subía y bajaba despacio, y llorando de
emoción pudo decir. - ¡Esta viva, es verdad! ¡Ian tenía razón!
Amatista abrió la boca asombrada a su vez. Apenas
pudo controlarse y le dijo a Masters también llorando, aunque ahora de
felicidad...
- ¡Mira padrino, Satory está durmiendo, tenías razón,
perdona que no te creyéramos!
- Mi niña, ¡mi pequeña niña! - la llamó Ian - ¿No es
maravilloso?
- Sí - asintió su sonriente interlocutora entre
lágrimas para afirmar entre sorprendida y emocionada. -Sí, es algo maravilloso
¡un milagro!
Mazoui
y Sandy salieron rápidamente a decírselo a todos. A los pocos minutos Satory despertó,
abrió los ojos y miró a su amiga de la infancia.
- Amatista - musitó con voz débil. -¡Cuanto me alegro de verte!....
- Yo también me alegro, Satory. - Respondió su
emocionada amiga que le dio la mano y ambas las apretaron. – ¡Es un milagro!…
Con
suavidad, su interlocutora pudo hacer un leve asentimiento. La emocionada
francesa la escuchó entonces…
- He visto cosas maravillosas, - contó la paciente
con un apagado murmullo. - Me han traído de vuelta. Estuve con Azraél, pero alguien
muy cercano a ti le pidió que me dejase volver, se lo pidió al Creador y éste
me lo concedió, también pude hablar con mi madre.
- ¿Quién te trajo? ¿Quién se lo pidió? - Le preguntó
su interlocutora llena de curiosidad. -
- Amatista…- Satory la llamó haciéndole una seña
para que se acercase y le susurró al oído el nombre de su hijo. Ésta movió la
cabeza y abrió la boca presa de la incredulidad, pero su amiga insistió. - ¡Sí
Amatista... fue él! ¡Quiero verle, abrazarle, darle las gracias!
La madre del niño no podía hablar, a causa del
asombro que la embargaba, al fin, cuando se repuso contestó visiblemente
emocionada.
- ¡Claro que sí!.....cuando estés lista. Ven a vernos
cuando quieras.
- ¡Mirad, mirad! - exclamó Masters interviniendo en
la conversación. - Ya vienen todos...- declaró eufórico. -
Los
demás entraron por orden, lloraron y rieron asombrados por el milagro. Los
doctores no podían entenderlo. En cuanto llegaron atraídos por el escándalo con
todo el instrumental y tras pedir pacientemente a los familiares que tuviesen
la bondad de dejarles sitio, comenzaron a hacer sus pruebas. ¡Reconocieron a
Satory y no había rastro de ningún tipo de mal! ¡Había sanado completamente! Tanto,
que en unas pocas horas podría volver a casa.
-Esto no tiene explicación.- Fue capaz de decir el
asombrado doctor.-
-No hace falta que la busque.- Declaró Mazoui lleno
de felicidad.-
Y es que todos lo celebraron con gran alegría. En cuanto
pasaron unas horas de descanso y tras asegurarse de que su amiga estaría perfectamente,
Amatista, Leval, Sandy y Coraíon decidieron volver a Bios. Ésta primera estaba
con grandes deseos de abrazar a su hijo.
-¡No lo puedo creer! - Se decía con total asombro. -
Las
princesas planetarias también retornaron. Júpiter fue la primera en querer
saber si había alguna novedad, pero al ver las risas y la alegría de todos solo
pudo abrir la boca visiblemente desconcertada. Lo mismo se aplicó a su
compañera, cuando Minako entró y preguntó
- ¿Qué ha pasado?...
- ¡Es un milagro! ¡Realmente lo es! – Exclamaba
Sandy abrazándose a Makoto. -
Las
dos princesas se alegraron sobremanera pero también se miraban anonadadas.
¿Quizás Serenity habría hecho algo? Pudiera ser que con el cristal de Plata.
Pero ella dijo que eso no servía para aquella situación.
-No lo comprendo. - Pudo decir Júpiter, que sin
embargo estaba tan feliz como el resto - No tengo ni idea de qué ha podido
ocurrir, pero es maravilloso.
Por
supuesto que Minako abrazó a su ahijado que lloraba, pero en esta ocasión de
felicidad.
-Me alegro tanto por ti, cariño… ¡Me alegro mucho! -
Era lo único que podía decirle su madrina, tan emocionada como lo estaba él. -
-Ahora sí que debemos informar de esto. - Sonreía
Makoto enjugándose las lágrimas a su vez. – Y con gran placer.
Y rápidamente contactó con sus soberanos para darles
la buena nueva. Después, las dos se despidieron, esta vez de verdad y
retornaron a palacio. Al poco tanto Kathy como Karaberasu aparecieron, todavía
sin poderlo creer, lloraron y rieron como el resto. Lo mismo pudo aplicarse a
Roy, Bertie, Kerria y Sam quienes tras haber recibido las funestas nuevas y
estar realmente deprimidos y tristes, ahora no podían dar crédito a lo ocurrido.
Al ser informados de aquel milagroso suceso se apresuraron a ir vía translación
instantánea.
-¿De veras es cierto, tía Kalie?- Preguntaba Kerria,
una y otra vez, rebosante de felicidad cuando aparecieron junto a sus
familiares en una sala del hospital exclusivamente reservada a ellos.-
Todos se abrazaron para celebrarlo. Los recién llegados
escucharon con enorme interés las palabras de la suegra de la resucitada.
-Sí, cariño. Satory está viva y está bien. -Era
capaz de responder la emocionada mujer.- Se vendrá con nosotros a casa.
-¡Es increíble! - Pudo decir Bertie entre lágrimas
de alegría.-
-Amigos míos, nos alegramos muchísimo.- Intervino
Roy quien tratando de sonar tan bromista como solía, se dirigió a su eufórico
sobrino.- Bueno Mazoui, esta vez no puedo pedirle al principio que descorche
una de su botellas. Aunque espero que tú sí que invitarás a algo.
-¡Cuenta con ello, tío!- Aceptó el chico con visible
alegría en su voz.-
Por
supuesto que Roy trajo también a Diamante y a Esmeralda quienes al enterarse
pospusieron cualquier otro compromiso en sus agendas. El grupo celebró una
improvisada fiesta, eso sí, más moderada
que otras, teniendo en cuenta dónde estaban. Todos charlaron con Satory,
la joven solamente era capaz de narrarles aquello que ya le había contado a su
amiga Amatista.
-Ese niño es realmente impresionante.- Pudo decir su
madrina Esmeralda, recordando.- Ya me lo profetizaron. Y seguro que esto
solamente es el principio de lo que puede llegar a hacer.
Todos la escucharon asintiendo. Tras un rato más
finalmente se marcharon dejando a la recobrada hija de Masters todavía en el
hospital, a fin de que pasase la noche por si hubiera algún tipo de recaída.
Fue una precaución sugerida por el facultativo que la había atendido, aunque
afortunadamente demostró no ser necesaria. De este modo, al día siguiente una
Satory realmente reestablecida se vestía ayudada por sus amigas. La muchacha no
dejaba de decirles.
-Ese niño es alguien muy especial. Cualquier cosa
que he experimentado en mi vida no es nada al lado suyo.
- ¡Es realmente increíble! – Afirmó Sandy que, ahora
recordaba su propio caso y sonrió comentándoselo a su amiga. – Me dijo que
estaba embarazada cuando yo había renunciado a la esperanza y ha sido verdad.
Eso es lo que quería decirte.
-Me alegro muchísimo por ti. – Pudo replicar su
interlocutora con una gran sonrisa, abrazándose a su amiga. – Te lo mereces
tanto…
-¡Es asombroso! – terció Kathy mirando sin podérselo
creer todavía. Pero tenía la prueba justo delante de ella. Apenas si pudo decir
con estupor casi actuando más como periodista que como allegada. - En verdad
¿quién o qué es ese niño?
-Es mi hijo. – Intervino Amatista secamente. – Y
nada más.
Aunque estaba tan emocionada como el resto, no le
gustó aquella última pregunta. Y su tono sonó brusco mirando a su interlocutora
con reprobación ante el silencio de las demás.
-Perdóname. Te lo ruego. – Le pidió Katherine
sintiéndose realmente mal por aquella metedura de pata. – No quise decir…
-Lo entiendo, no te preocupes, Kathy. - Suspiró su
amiga afirmando ahora con más suavidad. – Yo tampoco salgo de mi asombro. Hace
y ve cosas que incluso sorprenden a los mismísimos dioses.
- ¿A esos dioses de los que nos hablasteis?- La
preguntó Katherine ahora con gesto atónito para remachar. – ¿Esos tan poderosos
que ni mi hermano, ni Leval, fueron capaces ni de tocar?
-Sí. Los mismos - intervino categóricamente Sandy,
afirmando con el mismo tono de asombro y hasta casi temor reverencial. – Y
creednos cuando os decimos que son inmensamente poderosos, nosotros no somos
nada a su lado.
- Pues esos mismos dioses son para él como una
especie de cuidadores de guardería. – Afirmó Amatista, que ahora dejó
translucir su preocupación y su temor real cuando dijo con voz queda. – No
quiero que le aparten de mi lado. Es mi niño, no una especie de dios. Y si
continúa así, no sé en qué se convertirá. No soy capaz de comprenderlo y me da
miedo. ¡No quiero perderlo!, no quiero que un día se quede sólo, que no podamos
estar a su lado porque ni seamos capaces de mirarle. – Concluyó casi entre
sollozos, con las miradas concernidas del resto. -
Aunque ahora fue una animosa Satory la que tomando
una mano de su amiga entre las suyas le dijo.
-No tengas miedo, Amatista. Siempre será tu hijo.
Estoy convencida tras lo que me ha ocurrido que él nunca te dejará. Desde luego
no ahora. Y algo me dice que jamás estará sólo. Confía en él.
Su amiga le agradeció esas palabras con una gran
sonrisa. Ahora únicamente deseaba volver junto a su pequeño. Por su parte, Leval
aprovechó para ponerse al tanto de la situación en la Tierra.
-Las cosas aparentemente están calmadas, pero
existen muchos grupos de agitadores que trabajan para organizaciones que, ya
sea públicamente o en secreto, se oponen a los soberanos. Lo cierto es que, con
la enfermedad de mi esposa, últimamente no he estado todo lo informado que
debiera.- Le contó su primo Mazoui.-
-Lo comprendo perfectamente.- Asintió Leval,
relatándole a su vez.- En Bios el mayor problema está en algunos grupos que
empiezan a significarse pidiendo un mayor autogobierno. Por ahora no parecen
ser demasiado peligrosos, pero no debemos descuidarnos.
-No amigo. No debemos. Y sé que además de en Bios,
en Nature han surgido también grupos muy intolerantes, enfocados mayormente al
aspecto religioso. He mantenido algunos contactos con Tracer, y hablé con él
hace tiempo cuando se pasó por la Tierra. – Le desveló su amigo.-
-¡Vaya!. Recuerdo que algo mencionaste.- Comentó Leval.-
Aunque
su primo no le contó eso con demasiado detalle. Ahora Mazoui sí que le dijo.
-Hablamos de
bastantes cosas, y le pedí que me informase. – Pero cuando Satory se puso
enferma, perdí el contacto. -Le confesó su interlocutor.- Ahora que ella está
bien, podré mantenerme al tanto de lo que aquí suceda y volver a preguntarle a
Rick. Te sugiero que tu y yo mantengamos el contacto también para ponernos mutuamente
al día.
Leval asintió, tanto él como su esposa, se despidió
de su primo y de sus padres, hermana y cuñada. Así como de su pequeño sobrino
Brian. Lo mismo hicieron Sandy y Coraíon. Finalmente, retornaron a Bios. A la
vuelta de la Tierra, Amatista corrió a casa de Idina. Le preguntó dónde había
estado Asthel. Su amiga, mirándola extrañada, le aseguró que el niño no se
había movido de allí en ningún momento durante esos días, explicándole de seguido
como si quisiera darle un preciso informe de todos sus movimientos.
-Estuvo conmigo en la escuela y luego veníamos siempre
a mi casa. Algún día fuimos al parque y él jugó con sus amiguitos.
Para confirmar sus palabras llamó al pequeño y éste
llego corriendo a abrazar a su madre. Su maestra y tía entonces repitió lo que
había dicho y preguntó.
- ¿Verdad tesoro? ¿A qué has estado conmigo?
El pequeño asintió con una sonrisita. Aunque agregó
para pasmo de su maestra.
-La tita Idina no puede venir con el angelito. La amiga
de mamá sí pudo.
Dejó a las dos mujeres anonadadas. Sin embargo, Amatista
enseguida reaccionó. Se arrodilló para estar a la altura de su hijo, le abrazó
y le dijo emocionada.
- ¡Eres un niño maravilloso, gracias hijo, muchas
gracias!
El crío sonrió nuevamente mientras se abrazaba a su
madre y le respondió con natural y sincera modestia, articulando las palabras
mucho mejor de lo que a su corta edad podría pretenderse.
- Estás contenta, eso es lo que yo quería. Pero, no
he sido yo, ha sido el Creador.
- Pero tú se lo pediste, ¿verdad hijo? - Inquirió
Amatista a lo que Asthel asintió. - ¡Cuánto te quiero!, prométeme que no me
dejarás nunca - repitió y le abrazó otra vez cubriéndole de besos. -
Idina
observaba atónita aquella escena, la pobre estaba completamente perdida en esa
conversación tan extraña, no comprendía absolutamente nada.
-Te juro que no le dejé solo ni un instante. - Terció visiblemente inquietada. ¿Y si Amatista
pensaba que no había cuidado bien del pequeño? De modo que insistió. - No me
separé de él…veníamos de la guardería a mi casa todos los días…
Pero su amiga se levantó muy sonriente y la abrazó.
Entre lágrimas tomó las manos de la asombrada muchacha entre las suyas y
declaró.
-Lo sé. No te preocupes. Ahora escucha. Tengo que
contarte algo, ¡algo maravilloso!
Una
vez le narró a su amiga todo lo sucedido Idina no podía creerlo. Miraba al niño
con la boca abierta. Ella desde luego convenía con los demás en que pese a todo
lo que había visto y vivido jamás nada se había acercado a esas proezas. De
todos modos, quiso mantenerse jovial y con gesto natural delante del crío. Le
despidió tras agacharse para abrazarle. Fue el niño quién se agarró a su cuello
y le dio unos cuantos besos para despedirse.
-Hasta mañana, tita Idina.
-Adiós tesoro – pudo musitar ella agitando la mano
en tanto Amatista tomaba en brazo a su hijo y se marchaba. – Te veo en la
guarde…
La
francesa se llevó a su hijo de la mano, y al llegar a casa quiso saber, para
dejar todos los cabos bien atados.
-¿Esa señora llamada Soa te ayudó?
-Un poco sí.- Admitió el niño.- Me ha enseñado a
hacer bien las estrellitas.
-¿Puedes pedirle que venga, cariño?
-Claro.- Sonrió el pequeño que llamó.- Soa. ¡Ven!
Durante
unos instantes no pasó nada, y Amatista pensó que esa caprichosa diosa no
prestaba realmente atención a nadie, aunque a los pocos segundos, en efecto,
Soa se materializó allí con gesto preocupado.
-¿Necesitas mi ayuda, Mensajero?
-He sido yo quien le ha pedido a mi hijo que te
llame.- Intervino Amatista con tono serio, para inquirir.- Quiero saber qué ha
pasado. ¿Fuiste tú quien le llevó con Azraél?
Al
oír el nombre de aquel ángel, Amatista podría jurar que el rostro de su interlocutora
palideció. Lo cual no dejaba de sorprenderle, dado que adoptaba la forma de una
joven de color. Y esta no dudó en responder.
-Fue el Mensajero quien habló con él. Yo ni sabía
que estaba a su lado.- Sentenció, recordándole a la humana.- Te dije que no
podía sentirle si él no lo deseaba.
-Entonces, ¿Quién le devolvió la vida a Satory.- Quiso
saber Amatista.- ¿Acaso no fuiste tú?. Los dioses sois enormemente poderosos.
-Sí, lo somos.- Admitió Soa, alegando, eso sí.- Para
las escalas de vuestra forma de existencia. Sin embargo, no somos capaces de
hacer eso que dices. Nadie puede devolver a la vuestro plano existencia a un
ser mortal. A menos que esté en un nivel elevadísimo de trascendencia.
Amatista
miró atónita a su hijo. Asthel escuchaba esa conversación sin decir nada.
-Mami, fue en angelito que se lo pidió al Creador.-
Le recordó.-
-¿Lo ves?- Se sonrió levemente Soa, añadiendo .- Yo
no tuve nada que ver. ¿Puedo irme ya?
-Claro.- Suspiró la perpleja humana.-
La
diosa desapareció, y Asthel miró a su madre para preguntarle sorprendido.
-¿Por qué te has enfadado con Soa?
-No, no estaba enfadada, cariño.- Pudo replicar esta
con apuro.- Quería saber a quién darle las gracias, eso es todo.
-Vale.- Asintió el niño, quien de forma totalmente natural
declaró.- Tengo hambre.
-Ahora mismo te preparo algo,- Sonrió Amatista mucho
más feliz de oír cosas mundanas de los labios de su pequeño.-
Entre
tanto, una vez que su amiga y el pequeño se hubieron marchado, Idina no tardó
en hacer una llamada a larga, larga distancia. Envió un mensaje contándole todo
lo sucedido a su amiga la reina Neherenia. Solamente sabía que su antigua
compañera de universidad era capaz de usar espejos para poder viajar cuando la
ocasión lo requería. Al menos, ese fue un truco que aprendió hacía algunos
años.
-Puede que Asthel haya usado un medio similar.- Pensó.-
La soberana de la Luna recibió esa misiva horas más
tarde por canal subespacial. Tras oír las palabras de su impactada amiga, salió
de sus estancias. En un largo pasillo se encontró con el embajador de los
saiyajin. Él sonrió tomando una de sus manos entre las suyas, dado que ambos
tenían ahora una relación que iba más allá de la meramente diplomática. Sin
embargo, la reina le comentó lo que Idina le refiriese en ese mensaje.
- Que ese niño ha hecho, ¿qué? - Exclamó el saiyajin
igualmente dominado por la sorpresa. - Pero… ¿cómo es posible?...
-Quizás domina esa técnica de trasladarse al
instante. - Especuló su interlocutora. – Roy lo hacía.
-No, no lo creo. Entonces le habrían visto aparecer.
- Desestimó Doran. -
-No lo sé. - Admitió su interlocutora, añadiendo. -
Deberíamos informar a Lance y al resto. Está muy claro que es aquel a quién
esperábamos…
-Sus poderes no admiten comparación. Si a esa corta
edad ya es capaz de algo así…- Declaró Doran. - No hay saiyajin capaz de algo
semejante. Al menos que yo conozca.
Entonces
recordó el caso de su primo Kiros. Él se había casado con una humana, llamada Maggie.
Ella quedó embarazada y le dio una hija a la que llamaron Gloria Elua. Aunque
se acordó de algo que su primo le refiriese, una vez que fue a verle a la Luna.
Hablando precisamente de su bebé, le relató algo que dejó a Doran estupefacto.
-No logro comprenderlo aún, pero fue tal y como te
lo he contado. Así sucedido. ¡Te lo juro por mi honor!
-Te creo, primo. Sé lo que ese juramento significa
para uno de nuestro linaje.- Convino él, repitiendo atónito pese a todo.- Dices
que tu mujer humana murió en el parto, que ese doctor Ginga y tu compañero, con
esa otra científica humana estaban allí, y que todos fueron testigos de eso.
Pero después visteis a tu esposa de pie y viva, acunando a tu hija.
-Así fue. De algún modo, Gloria Elua trajo de
regreso a su madre.- Sentenció Kiros.-
Y
tras recordar eso se lo contó a la reina de la Luna Nueva. Ella asintió, se
acordaba también de algo parecido.
-Puede que los dos casos estén relacionados. Hablaré
con Serenity. A ver si ella puede decirnos algo. - Repuso Nehie que incluso añadió.
- Idina ha llegado a preguntarme si el crio pudo utilizar los espejos para
viajar. Como hacía mi yo maligno y como puedo hacer yo. Pero, por lo que me ha
contado, creo que ni siquiera eso le hace falta a ese pequeño.
Y
tras intercambiar esas palabras prosiguieron su caminar por el pasillo
cambiando de tema…
-Mi hermosa y gentil reina. - Sonreía él mirándola
con amor. - Sea lo que sea que tenga que ocurrir respecto de esos extraños
hechos, yo ya he logrado ser feliz en esta vida.
Neherenia
se detuvo apoyándose en una columna, en tanto Doran la abrazaba.
-No se puede negar que te declaraste al estilo saiyajin.
- Sonrió ella. -
La
soberana rememoró aquello. En uno de esos días en los que la melancolía la
había vencido. En su habitación, mirando a aquel espejo en donde viera a
Granate por última vez. Sin embargo, tenía que sobreponerse a eso. Es más,
había convocado al embajador saiyajin. Aquel joven había solicitado audiencia
Quería hablar con ella sobre algunos aspectos del tratado de amistad que quería
desarrollar. Doran no se hizo esperar y tras un rato tocó a la puerta. Fue
oficialmente introducido por el Chambelán que se retiró cuando la soberana así
se lo indicó.
-Pasad, embajador. - Le pidió la reina ofreciéndose
sentarse en tanto preguntaba. - ¿Qué es lo que deseabais discutir exactamente
sobre nuestro acuerdo?
Doran sin embargo no se sentó. Se aproximó a la
soberana y, tras doblar la rodilla ante ella, afirmó.
-Lamento haberos mal informado sobre el propósito de
mi petición de audiencia privada. Pero pensé que, de haberos dicho el auténtico
motivo, no me la hubierais concedido.
Eso
dejó perpleja a Neherenia que, una vez se recobró de esas palabras, quiso saber
con tono mesurado y curioso.
-Decidme. ¿Cuál es el motivo real entonces? Alguien
como vos, embajador, no mentiría acerca de algo tan importante de no mediar una
buena razón.
Ella
pensó en alguna grave crisis que estuviese aconteciendo en Nuevo Vegeta, las noticias
de aquel mundo en los últimos tiempos no habían sido precisamente
tranquilizadoras. Pero no parecía que fuese el caso, dado que Doran pudo
replicar con tono entre prudente y lleno de intensidad. En tanto no dejaba de
mirarla a los ojos.
-Quisiera saber si un saiyajin podría amar a una
mujer del reino de la Luna y ser correspondido…
Tras
su primera reacción de sorpresa e incredulidad, Neherenia se apartó un poco y
pudo sonreír algo nerviosa.
-Por favor, esas cosas no tienen nada que ver con
ningún acuerdo…ni con intereses de Estado. Tendréis que preguntárselo a los
implicados en cuestión.
-Uno de ellos soy yo. - Confesó Doran sin levantarse.
-
-Bien, pues, en ese caso… tenéis mi…permiso para
indagar con la afortunada dama - Pudo decir ella casi con la voz entrecortada
por el envaramiento. -
-Con el debido respeto. - Sonrió el joven poniéndose
en pie ahora. - Eso es lo que estoy haciendo. La pregunta es, mi hermosa reina
de la Luna. ¿Vos me amáis también?
La
interpelada apenas sí pudo mirarle, sonrojándose por completo. Movió la cabeza
tratando de mantenerse firme para responder.
-Esto es un error, sois el embajador y yo la reina…
-No te he preguntado si es un error, solamente
quiero saber si me amas. - Insistió él apeándola ya del tratamiento
protocolario.-
Neherenia
se apartó dándole la espalda y mirando hacia el espejo. Apenas si fue capaz de
musitar.
-No…ese es un lujo que no puedo permitirme.
Aunque
el guerrero era insistente y aproximándose una vez más posó sus manos sobre los
hombros de ella que temblaba. Doran dijo con un tono más emotivo y directo.
-Mi madre y la reina Meioh tenían razón. Quizás es
que el amor es algo tan poderoso que caer en sus redes significa no ser capaz
de escapar. Hasta el más poderoso de los saiyajin está indefenso ante él.
Incluso mi primo Kiros, que siempre fue más escéptico que yo en esta materia,
ha podido comprobarlo. Sólo te pido que seas sincera. Te lo suplico, aunque
solamente sea por unos instantes. ¡Olvida tu puesto, tus obligaciones…igual que
estoy haciendo yo! Si de veras no me amas pediré que me releven y me marcharé.
No podría seguir aquí. Tendría que desobedecer a mis soberanos, romper mi
palabra y deshonrarme, pero… nada de eso me importaría ya.
Ella
se giró, mirándole con una muda expresión de súplica en los ojos, después los
cerró moviendo la cabeza y apartándose.
- ¡Yo…no soy libre de elegir! - Sollozó ahora Nehie
mirándose al espejo en tanto dejaba caer lágrimas. - No solamente por mi cargo.
¡Mi corazón sigue atrapado! Desde el día en el que él murió…
-Comprendo. - Musitó el saiyajin quien, sin embargo,
añadió con un tono más suave de voz. -
El príncipe Asthel me dijo que algo así pasaría.
- ¿Roy? - Se sorprendió Nehie.-
-Cuando estuvo aquí para ayudar a tu reino me dijo
que fuese a verle si algún día necesitaba consejo sobre algo. Fui hace poco, le
conté lo que sentía por ti. Y él…bueno, se limitó a sonreír y a decirme que
pusiera esta canción. Que reflejaría bien como nos sentimos los dos y que tú lo
entenderías…
Y
para sorpresa de su interlocutora el saiyajin extrajo un reproductor de música
de su peto y lo conectó. Sonó una melodía y efectivamente se escuchó una
canción.
A veces la ve
caminando.
Nunca la mira a los ojos.
Ella no sabe, no le importa,
lo que él está sintiendo.
Y ella se vuelve para alejarse,
no hay nada que él pueda decir.
Ella no sabe.
¿Por qué habría de importarle?
Cuando él está solo
Nunca la mira a los ojos.
Ella no sabe, no le importa,
lo que él está sintiendo.
Y ella se vuelve para alejarse,
no hay nada que él pueda decir.
Ella no sabe.
¿Por qué habría de importarle?
Cuando él está solo
ella nunca está
allí para verle…
Llorando entre las sombras
de un amor que él conocía,
Pero ahora todo ha terminado.
Llorando entre las sombras
de un amor que él conocía,
Pero ahora todo ha terminado.
Él llora entre las sombras
de alguien que reclamó suya,
Pero ahora está sólo otra vez.
-Deja ya de refugiarte entre esas sombras del pasado. Él
no regresará. - Le pidió Doran, dejándola perpleja.-
A veces le ve caminando.
Nunca le mira a los ojos.
Él no sabe, a él no le importa,
lo que ella está sintiendo.
Y mientras él se vuelve para alejarse,
No hay nada que ella pueda decir.
Él no sabe.
A veces le ve caminando.
Nunca le mira a los ojos.
Él no sabe, a él no le importa,
lo que ella está sintiendo.
Y mientras él se vuelve para alejarse,
No hay nada que ella pueda decir.
Él no sabe.
¿Por qué debería importarle?
Cuando está sola, él nunca está allí.
Él la deja
Llorando entre las sombras
De un amor que ella conocía
Pero ahora todo ha terminado.
Llorando entre en las sombras
de alguien que reclamó suyo
Pero ahora ella está sola de nuevo.
Pero él puede verlo en sus ojos.
Y ella puede sentirlo en su corazón.
Sí, pueden sentirlo en sus corazones.
Les ha roto
Una y otra vez.
Llorando entre las sombras
de un amor que él conocía,
Pero ahora que todo ha terminado.
Neherenia lloraba al escuchar esa letra, le parecía que
narraba una sensación que le era dolorosamente familiar. Doran la abrazó pese a
que la joven hizo un primer intento por evitarlo.
Llorando entre las sombras
de alguien que ella clamó suyo
Pero ahora está sola.
Llorando entre las sombras
de un amor que habían conocido,
Pero ahora todo ha terminado.
-¡No, déjame! – Le pidió ella entre lágrimas.-
Llorando entre las sombras
de un amor que habían conocido,
Pero ahora todos están solos otra vez.
Llorando entre las sombras
Llorando entre las sombras del amor.
Aunque
el saiyajin ignoró esa petición. Al final la joven se abrazó también con fuerza desahogando su llanto
mientras él le dijo con tono firme y pasión apenas controlada, en tanto se
separaba un poco de ella y con un dedo elevaba el mentón de la chica con
suavidad para mirarla a los ojos.
Llorando entre las sombras
Llorando entre las sombras del amor.
Llorando entre las sombras
Llorando entre las sombras del amor.
Llorando entre las sombras
Llorando entre las sombras del amor.
Llorando entre las sombras
Llorando entre las sombras del amor.
(Crying in the
Shadows. Gary Moore crédito al autor)
- ¿No lo ves? Así
me siento yo cuando no reparas en mí. Y sé que tú te sientes igual cuando
piensas en él. Pero en tu caso ese hombre no te ignora. Es como dice la
canción. Simplemente ya no está. ¡Por mucho que busques en tu espejo nunca le
verás ahí! Y no es culpa suya. No está porque no puede estarlo.
- ¡Basta, por
favor! - Le pedía ella entre lágrimas,
moviendo la cabeza con desolación. - Te lo suplico… ¿qué quieres que haga? ¿Qué
pretendes de mí?
-Sólo te pido que
creas en mí. Te quiero y si me das la oportunidad, haré que no sufras más.
-No puedo
olvidarle. ¡No puedes pedirme eso! - Replicó ella dejando caer las lágrimas en
tanto le miraba sin poder dejar de temblar.-
-Nunca te pediría
eso. Jamás podrás olvidarle, lo sé. Lo único que te suplico es que dejes de
aferrarte al pasado. Y que trates de vivir el futuro recuperando el amor.
-El amor duele mucho.
- Balbuceó ella. - No podría soportar volver a pasar por lo mismo otra vez.
-No será así. - Le
aseguró el saiyajin aseverando con decidida rotundidad. - Confía en mí...dime
que me quieres. Y todo cambiará.
Ella le miró sin ser capaz de
responder, fue Doran quien dio el paso de besarla en los labios. Primero de
modo cálido y suave, más tarde repitió con un beso más apasionado que
finalmente Nehie aceptó abrazándose a él. El resto fue rápido e inevitable. El
guerrero la tomó en brazos y la llevó hasta el lecho, una vez allí se desprendieron
de sus ropas e hicieron el amor. Ella sintió todo tipo de sentimientos
encontrados, amor, pasión, algo de miedo, vergüenza y dolor en su primera vez.
Al final de aquello la soberana descansaba su cabeza y su larga cabellera sobre
el abdomen del saiyajin.
-Lo siento si te
hice daño. No fue mi intención. - Susurró él. -
-No, no ha sido
tan terrible. Creí que sería peor. - Pudo sonreír ella ahora. -
Doran acarició aquel largo y sedoso
pelo moreno y declaró…
-Mi vida es tuya,
mi alma también. No quiero perderte. Haría cualquier cosa por ti. Menos una.
Y la inevitable pregunta de la perpleja
e intrigada joven fue:
- ¿Cual?...
-Verte ser
desdichada. Antes que eso moriría o me iría de tu lado. - Repuso su interlocutor.
-
-Únicamente te
pido una cosa a mi vez. - Le susurró ella girándose para enfrentar sus ojos
azules a los de él. - Dame un poco de tiempo. No es fácil para mí. Y también
debo ir preparando a mis súbditos.
-Mientras tú lo
desees, fuera de estas habitaciones nada cambiará. - Le aseguró el chico. - En
el exterior seré el embajador y tú la reina. Aquí podremos ser simplemente un
hombre y una mujer que se aman.
-Sí. - Sonrió
finalmente la muchacha. - Así deseo que sea…y quizás un día no muy lejano,
podamos llevar esto más allá.
Doran asintió, ya era inmensamente
feliz con saber que ella le correspondía. Al fin. Tras tanto tiempo de soportar
el verla sufrir aferrada a aquellos dolorosos recuerdos percibía que su ánimo
había cambiado, podía verlo en sus ojos. Cuando la conoció, esas hermosas
pupilas azules estaban empañadas por la tristeza, ahora brillaban nuevamente
ilusionadas. Aunque para eso hubiese tenido que arriesgar tanto. Y es que el
príncipe Asthel se lo advirtió. Tendría que jugarse el todo por el todo,
afrontar las cosas con el valor de un saiyajin y luchar por el amor de Nehie.
-Gracias, Alteza.
- Pensaba él con reconocimiento. - Sois realmente sabio, señor. En verdad
conocéis a las mujeres bien. Tal y como me dijisteis…
Ahora pensaba en eso en tanto su
pareja caminaba a su lado, pasándole un brazo por la cintura en aquel vacío
corredor. No obstante, pronto dejaron esa posición tan familiar y se separaron.
Iban a entrar en una zona más concurrida. Adoptaron un aire más formal y
charlaron cuando al fin, empezaron a transitar por un lugar recorrido por
múltiples cortesanos que iban haciendo reverencias al paso de ambos.
-Luego ese niño es
fundamental para todos nosotros. Con esos poderes que tiene estará destinado
para hacer grandes cosas. - Concluyó el saiyajin. -
-Sí, y solamente
espero que crezca sano y feliz, para llevar a cabo su cometido. Aunque por un
lado siento algo de lástima por sus padres. - Comentó Nehie. -
- ¿Por qué
razón? En mi caso me sentiría muy
orgulloso de un hijo así. - Sonrió Doran quien al mirar a su interlocutora hizo
que ella se ruborizase, más cuando agregó. - ¡Ese es otro de mis anhelos!...
Como mi primo Kiros, él ya tiene una hija maravillosa con su esposa terrestre. También
capaz de obrar prodigios.
-Sí. Celebré
conocerles a ambos - Convino Neherenia. - Cuando vinieron a vernos desde Nature.
Desde luego que, cuando conoció al
primo de Doran vio que los dos tenían muchas similitudes, aunque también
marcadas diferencias. Doran era más reflexivo y estaba más al corriente de las
costumbres humanas. Por el contrario, Kiros era más trasparente e impulsivo.
Aunque no demasiado más. Esa característica era común a todos los naturales de
Nuevo Vegeta. Los dos primos se apreciaban mucho y lo pasaron muy bien los
cuatro. Ahora la soberana recordaba una conversación que tuvo con la esposa de
ese joven. La chica en realidad se llamaba Margaret, era enfermera y le dio a
entender aquello que Doran le había relatado con respecto a su hija, dado que en
un aparte le comentó, en tanto ambas observaban al bebé dormir plácidamente en
una cunita que habían traído para alojarla. Hablando en voz baja para no
despertar a la cría, Neherenia le contaba.
-A mí me atrae
mucho Doran, aunque por motivos de mi cargo y las obligaciones que tengo no soy
libre de expresar lo que realmente siento, al menos no todavía. - Admitió con pesar.
-
Aquella atractiva joven de largo
pelo castaño sonrió entonces para responder.
-Majestad, si algo
he aprendido a lo largo de mi vida, y, sobre todo, tras el viaje que hicimos
Kiros, otros amigos y yo en la SSP-2 es a ser sincero con uno mismo. Y a evitar
malos entendidos y secretos con los demás. Si le amáis, admitidlo y gritadlo al
mundo.
- ¡Ojalá pudiera!
– Suspiró la interpelada. - Pero no es algo que tenga la libertad de hacer de
cualquier manera. Llevará su tiempo.
- ¿Puedo hablaros
con franqueza, Señora? - le pidió la joven. -
-Por supuesto, y
dentro de estas estancias, soy Neherenia, no la reina. Tutéame, por favor. - Le
pidió la soberana. -
-Es curioso. -
Sonrió Maggie entonces para confesar a su contertulia entre reflexiva e incluso
hasta con humor. - Kiros ha sido el primer y único hombre del que me he enamorado.
A mí siempre me gustaron las mujeres. De hecho, eres muy hermosa si me permites
decírtelo. De no estar enamorada de él, seguro que me enamoraría de ti.
Neherenia no pudo evitar ponerse
colorada. ¡Esa chica desde luego era directa! Aunque enseguida respondió
apurada.
-Bueno, a mí no me
interesan las chicas, en ese aspecto. Lo siento.
-¡Ja, ja! - Lo sé.
- Se rio Maggie que realmente parecía divertida. - Tengo casi el don de saber
cuándo una mujer comparte mis inclinaciones. Así que descuida. Estas a salvo
conmigo. Ya jamás miraré así a una mujer. - Aseguró con jovialidad, aunque
enseguida añadió con tintes más serios. - Lo cierto es que siempre fui una
cabeza loca en cuestiones amorosas. No supe mantener unas relaciones realmente
estupendas que tuve, al menos así lo sentía entonces. Entre ellas, perdí a una
chica estupenda que conoces.
- ¿A quién? -
Quiso saber Nehie. -
-A Kerria. - Le
contestó. -
Eso sí que dejó atónita a su
contertulia. Tras un rato en el que Maggie le contó un resumen de alguna de sus
vivencias, la enfermera remachó.
-Por todo eso,
procura ser feliz, deja atrás el pasado. Me refiero al dolor, no a los buenos
recuerdos. Puedes convivir con ellos y con un futuro junto a Doran. Lo mismo
que quiero hacer yo, vivir con Kiros, quererle, pero jamás olvidar a otras
personas a las que amé. Algunas desgraciadamente no viven ya. Y me arrepiento
de muchas cosas, pero no puedo hacer nada ya para cambiarlas. Por ello hay que
seguir adelante e intentar ser dichosa. Mientras se pueda. - Suspiró ahora con
pesar para lanzar una pregunta con voz queda. - ¿No crees?
Neherenia asintió. Esa muchacha le pareció
una buena persona, con muchas vivencias dolorosas. Sin embargo, parecía estar
decidida a ser feliz, más cuando le desveló.
-Verás, el nacimiento
de mi pequeña ha sido para mí lo más maravilloso que jamás me haya sucedido. Y
sé que me trajo de vuelta en muchos aspectos porque a punto estuve de morir, si
es que no lo hice. Por eso he cambiado, me di cuenta de todas las malas acciones
que he hecho y pedí perdón por ellas. Ahora solamente deseo enmendarme. Amar a
mi esposo y a mi hija. No temas, si quieres
Doran, en admitirlo y en formar una familia con él.
Eso le sirvió de inspiración a Nehie. Tiempo después, Maggie
daba la impresión de haberlo logrado junto al primo de Doran en ese lejano
mundo. Meditaba sobre eso, la posibilidad de declarar su amor por el embajador
de Nuevo Vegeta e incluso en el matrimonio. En tener hijos suyos y ser feliz
criándolos. No obstante, esa responsabilidad y sus deberes, le llevaron de
nuevo a pensar en el hijo de Amatista y de Leval. En la gran trascendencia de
lo que estaría llamado a hacer. Así le comentó a Doran.
-Pero si ese niño
está destinado a hacer algo tan importante posiblemente eso exija que sus
padres tengan que separarse de él. Y eso es duro. Más si ellos son conscientes.
-Lo es. Y lo
entiendo. - Admitió el saiyajin, afirmando. – También echo de menos a mi
familia, claro que sí, pero ahora soy feliz. Solamente puedo desear que mis
padres y mi hermana estén orgullosos de mí. Como los padres de ese crío deberán
estarlo de él…alejarse de su lado para que cumpla con lo que sea que el destino
le tenga reservado, sería motivo de alegría para nosotros.
Su
interlocutora no estaba demasiado segura de eso último, aunque convino con un
asentimiento y los dos se dirigieron ya hacia el salón del trono.
-Esto no deja de
ser divertido.- Le cuchicheó ella.- Parecemos dos adolescentes viéndose en
secreto, sin que sus padres se enteren.
Doran se encogió de hombros, esas
cosas no solían suceder en su pueblo. Los progenitores de cualquier saiyajin
siempre serían informados del interés amoroso de alguno de sus vástagos. Aunque
allí, amor significaba el emparejarse con alguien que tuviera una fuerza de
combate apreciable, a fin de engendrar una poderosa descendencia. No obstante,
el saiyajin no desconocía que existían excepciones a esa regla, incluso entre
los austeros guerreros del espacio.
-Bueno, al menos tenemos
la ayuda y simpatía de tu doncella Anaris. Es una chica realmente leal y
amable. Debo confesarte que, algunas veces, le he pedido consejo para buscar
algún regalo digno de ti por tu cumpleaños.
Neherenia se sonrió algo avergonzada,
casi hasta el punto de ruborizarse. No ignoraba el hecho de que su fiel
doncella y camarera personal estaba más que al corriente de su relación con
Doran. Hasta sirviéndole de ayuda y parapeto del control que el leal pero
muchas veces, inflexible y severo Caballero de la Lune, ejercía en su vida y en
la gestión de sus obligaciones.
-Sí, es cierto.-
Admitió ella.- Y gracias a su discreción y apoyo, mi Chambelán no se ha llevado
un buen disgusto. Ya sabes.- Añadió enseguida para no darle otra impresión a su
pareja.- De la Lune es un fiel súbdito que siempre ha mirado por mi bienestar y
el del reino. No sé cómo se tomaría este tipo de relación.
-Pues como todo
buen súbdito debe hacer.- Replicó el saiyajin, en esto de manera inflexible.-
Aceptándola y acatando la voluntad de su soberana, a la que ha jurado obedecer
y servir.
-No es tan
sencillo.- Suspiró la joven reina, recordándole.- En este reino de la Luna
Nueva , aun siendo la soberana, no puedo hacer lo que se me antoje. Hay una Constitución,
un consejo de Estado, y unos ministros. Mis atribuciones también están
supeditadas a esos organismos. Como tú tienes unas obligaciones contraídas con
tus reyes.
-Tienes razón.-
Admitió él para lanzar un largo suspiro y agregar. - Es solamente que muchas
veces desearía que fuésemos totalmente libres.
-Ten paciencia.
Ese día llegará. Cuando menos el día en que podamos revelar la naturaleza de
nuestros sentimientos de forma oficial a todo mi pueblo.
Su pareja asintió. Ya no pudieron charlar más de ese modo
informal dado que habían entrado en el salón Real y desgraciadamente para ambos
no estaban solos. Guardaron silencio pues y se separaron, yendo cada uno a su
lugar, prestos a comenzar una audiencia oficial con más emisarios y cortesanos.
-Que continúe la
función.- Pensaba Neherenia una vez se sentó en el trono, observando a Doran,
quien ahora aguardaba al igual que el resto a que ella diera por iniciada esa
audiencia pública.-
Entre tanto Amatista había preparado la cena. Estaban
terminando cuando Soa apareció de nuevo.
-¿Qué ocurre, debes enseñarle algo más?- Quiso saber
la concernida madre.-
La
llegada de su esposo, hizo que su interlocutora no respondiera enseguida. Al
verla allí, Leval la saludó tratando de sonar tranquilo en tanto preguntaba.
-Hola Soa. ¿Vas a llevarte de nuevo a Asthel?
La diosa negó con la cabeza,
diciéndole cariñosamente al chiquillo.
- Mensajero, vengo a despedirme...
- ¿Ya te vas? ¿Tan pronto…?,- dijo algo desencantado
pues la diosa de los peluchitos, como a veces la llamaba, le caía muy bien. -
- Así es. - Afirmó Soa que se arrodilló para estar a
la altura del pequeño y le sonrió tiernamente añadiendo. - Debo irme, mi misión
ya ha terminado, dentro de un tiempo otro de mis compañeros vendrá para seguir
la tarea.
- Pero tú eres una diosa, - objetó Leval que había
estado aguardando en casa. - Seguro que aún le puedes enseñar muchas cosas.
Lo
cierto es que esa diosa le inspiraba más confianza pese a todo que los otros,
salvo Redan. Aunque para su estupor y el de su esposa, Soa rebatió.
- No a alguien que es capaz de sostener la mirada del
Ángel de la Muerte. Ya no hay nada que yo pueda enseñarle. Si acaso tu hijo me
ha enseñado a mí. No soy nada comparada con su poder. - Admitió ella aseverando
de seguido. - Ninguno lo somos. Humanos, os pido perdón por las molestias que
os pude causar en el pasado. No me di cuenta de porqué eso os causaba temor,
sin embargo, ahora lo he comprendido gracias a él. - Añadió en tanto miraba
tiernamente al crío, que ahora estaba más interesado en ir a jugar con sus cosas.
–
Eso
desde luego tomó complemente por sorpresa a sus interlocutores. Al fin fue Amatista
quien sonriendo conciliatoriamente respondió.
-No te preocupes, Soa. Lamento haberte juzgado tan
duramente. Gracias por ocuparte de él. – Y la madre del pequeño no obstante, insistió. - Es una pena que no
puedas quedarte algo más, para ayudarle a saber utilizar correctamente sus
habilidades.
-Tranquilos, mis compañeros le adiestrarán en usar
mejor sus poderes. – Repuso ella que, llamando la atención del niño, le sonrió
para remachar. - Recuerda Mensajero los consejos que te he dado.
- Sí. - Asintió Asthel que agitó la mano y se
despidió. - Adiós Soa, ¿podré volver a verte?,- quiso saber con el deseo de que
así fuera. -
- Algún día Mensajero nos volveremos a ver...y
cuando llegue el momento de la Trascendencia estaré a tu lado.- Prometió con una gran sonrisa y se
despidió con la mano. – Adiós lindo peluchito...
Soa
desapareció y el todavía asombrado Leval levantó en brazos a su hijo, su esposa
se acercó a ellos y los abrazó. Pasaron varios días, recibieron una llamada,
era Satory. La joven les comunicaba que dentro de poco ella y Mazoui irían a
verles. Llena de ilusión Amatista se lo dijo a Sandy.
-Vendrá y podremos celebrarlo aquí, juntas.
-Será maravilloso. - Convino su amiga. - Celebrar su
vuelta a la vida y la nueva vida que llevo en mi interior.
Así
pensaban las dos cuando se despidieron. Y paralelamente a todo aquello en el
palacio de los soberanos de la Tierra, las dos princesas planetarias habían informado
de lo sucedido a sus Majestades y al resto de sus compañeras.
- ¡Eso es asombroso! - Declaró Michiru. -
- Ni tan siquiera yo tengo el poder de volver a la
vida así a nadie. - Afirmó la asimismo incrédula princesa de Saturno. -
-No, ni yo misma sería capaz de hacer algo así. - Admitió Serenity con la misma cara de
sorpresa que el resto. – ¡Es impresionante!
Al
oír aquello de labios de su reina, tanto Venus como Júpiter, se miraron ahora
sorprendidas.
-¡Creímos que tú lo sabías! Cuando nos ordenaste regresar.
– Comentó una perpleja Minako. -
-No…- Negó la soberana, respondiendo. - Únicamente
sentí que había sucedido algo. No sé, un poder enorme que se había manifestado…y
algo me dijo que debíais volver precisamente a ver qué sucedía.
-Además, recibimos una llamada de Neherenia. - Les contó
Endimión. - Su amiga Idina la puso al corriente. Sabéis que el grupo al que
ella y Doran pertenecen tiene acceso a dimensiones y umbrales de conocimiento
superiores al del resto de sus amigos y parientes. Incluso me contaron un caso
similar, el de la esposa de Kiros, el primo de Doran, en Nature.
-Eso escapa a nuestra competencia.- Comentó Serenity,
quien añadió.- Lo importante es ver lo que este niño es capaz de hacer.
-Sí, Majestad. - Afirmó Haruka preguntándose en voz
alta. - La cuestión es. ¿Quién es realmente ese niño?
-Por el momento es simplemente eso. Un niño con
grandes habilidades. Pero un niño, al fin y al cabo. - Contestó Serenity que añadió.
- Y creo que ésta no será la última vez en la que nos sorprenda. De hecho, en
unos años supongo que se hará todavía más poderoso. A medida que sepa cómo utilizar
sus dones. Es por eso que deberá ser muy bien dirigido.
- ¿Acaso debemos instruirle? - Inquirió Hotaru. -
-No será necesario. Ya cuenta con mentores apropiados.
- Le aseguró su soberana declarando. –Además, aquí tendremos otros temas
también fundamentales de los que ocuparnos.
Las
princesas asintieron. La reina pensaba en eso y en otras muchas cosas que debía
preparar. Todavía no habían vuelto Marte y Mercurio de su visita a Nature,
Plutón estaba en Nuevo Vegeta, viendo a sus padres y tratando de ayudarles en
un delicadísimo tema familiar, que, además, podía poner en peligro toda la
estabilidad de ese mundo y de la Tierra y sus aliados. Y, por si fuera poco,
comenzaban a escucharse voces en la Tierra que la criticaban a ella y a su
esposo, así como a las princesas, abiertamente.
-En fin, son tantas cosas. - Meditaba no sin
inquietud en tanto recordaba a su hija. -
Te hecho mucho de menos Chibiusa. Pero es necesario que estés en el
futuro y te mantengas en su corriente temporal…no queremos que se dé una
paradoja contigo…
Y en Bios, a los pocos días, cumpliendo con su palabra,
llegaron Satory y Mazoui. Todos fueron a recibirles al astropuerto. Nada más
desembarcar Satory corrió a abrazar al pequeño Asthel y a darle las gracias. Además,
le regaló un reloj de oro.
- Para que siempre tengas un recuerdo mío. - Declaró
agradecida. -Eres un niño maravilloso y serás alguien muy importante. Lo sé.
Su esposo también saludó al pequeño. Cuando
le dio la mano una gran energía le invadió, no pudo reprimir una exclamación de
mudo asombro.
- Es, es una sensación tan pura, tan fuerte...-
musitó el atónito muchacho casi sin habla, ante la cara de sorpresa de todos. –
Es tal y como Sandy me comentó… ¡Es increíble!
- Amigos - intervino Satory con gesto risueño. - Hemos
traído a las niñas. -Y al oír eso Mazoui las acercó, estaban esperando en el
vestíbulo de la terminal de vuelo junto a Sandy y Coraíon. -
Las
pequeñas, vestidas con sendos trajecitos de tules rosas, eran tímidas y cuando su
madre les presentó a sus amigos, saludaron con la manita. Pero al ver a Asthel
sonrieron y tras dedicarle unas profundas miradas con sus ojos color miel con
matices en las pupilas algo más marrones de Alusa y verdosos de Minara, ambas
le besaron en las mejillas, todos miraron divertidos la escena.
- ¡Hay que ver! - comentó Coraíon divertido. - ¡Vaya
con tu hijo!, nos ha salido todo un ligón, como su padre. ¿Eh Leval?
El grupo rio la ocurrencia. Al extinguirse las carcajadas
fue Satory la que les explicó.
- Mis hijas tienen la capacidad de ver la nobleza de
las almas al igual que su padre.
- Sí, lo mismo me ocurría a mí. - Convino él, aunque
corrigió. - Pero al crecer he ido perdiendo ese don.
- Amigo mío, tú sigues teniendo ese don, estoy convencido.
Eres el primero que tiene un alma noble. - Aseguró Leval recibiendo la sonrisa
de su primo como agradecimiento. –
Todos
se fueron a sus casas, los recién llegados con sus hijas se quedaron en la de
sus amigos para cenar y charlar de muchas cosas que tenían pendientes por
contarse. Entre ellas la situación política de la Tierra de la que Mazoui, fiel
a su palabra, se había informado. Tras ello y a petición de los críos, sus
padres dejaron a Alusa y Minara con Asthel. Satory y Mazoui fueron al gran
hotel de Bios a pasar la noche. Los niños se acostaron en el mismo cuarto y a
la mañana siguiente las niñas, muy contentas, les dijeron a sus padres, cuando
vinieron a buscarlas, que habían visto al angelito. Pasados unos días Satory y
Mazoui volvieron a su casa en la Tierra y así transcurrieron los meses. El
embarazado de Sandy llegó a ese ansiado buen puerto y tuvo un niño. De pelito
moreno y ojitos verdes color mar, le puso Granate tal y como prometió. Al
bautizo tampoco falto Makoto que lloró presa de una gran emoción.
-¡Será un niño maravilloso, como tú Coraíon y como
tu hermano Granate lo fue! - Pudo
sentenciar la princesa de Júpiter cuando le dejaron tomarlo en brazos y mecerlo.
- Y me lo recuerda tanto…
Y tras aquella nueva alegría pasaron más días. La
orgullosa madre del recién nacido era muy feliz, con su hijo entre los brazos
daba las gracias a Asthel y al Creador. Una noche, Coraíon estaba trabajando en
la supervisión de algunas infraestructuras del planeta. Sandy acunaba a su bebé
tratando de dormirle y le cantaba una nana. Una de las que su madre le cantaba
a ella, la habitación estaba débilmente iluminada pero de pronto la chica notó
un resplandor de claridad que llenó el cuarto por completo. Cuando levantó la
vista vio junto a ella una silueta. Ésta se hizo poco a poco más visible hasta
que sus rasgos adquirieron una completa claridad, entonces reconoció a la
figura que la miraba con un gesto de gran alegría y bondad.
- ¡Mamá! - Exclamó Sandy muy emocionada - mamá... ¿eres
tú, mamá?
La
silueta no habló, era de un blanco radiante, refulgía con inmaculados ropajes
que flotaban como movidos por un viento inexistente. Su rostro, que se fue
haciendo más humano, era el de una mujer de pelo castaño claro y unos ojos
verdes brillantes. Sonrió con cara de gran felicidad. Sandy apenas sí podía
contener su alegría y se acercó hacia aquella silueta con el pequeño,
mostrándoselo.
- Éste es tu nieto. - Declaró con orgullo y emoción
dejando correr las lágrimas. - ¡Míralo, mamá!...
- Sí – repuso finalmente el alma de ILaya. - Mi
querido y hermoso nieto.
Su voz sonaba como un suave eco, la aparición sonrió
de nuevo y pasó una mano sobre la carita del niño que lejos de asustarse, hizo una
mueca a modo de sonrisa. Entonces la que fuera una indómita diablesa en su
pasada existencia terrenal, agregó con dulzura.
- Y mi querida niña ya tiene un bebé. Tu deseo te ha
sido concedido...al igual que el mío. He podido verte, cariño. Pero, aunque tú
no pudieras sentirme hasta ahora, estuve junto a ti a cada paso de tu camino.
Como te prometí.
- ¿Eres feliz, mamá? - le preguntó Sandy con la cara
bañada en lágrimas. -
- Sí, soy muy feliz. - Le aseguró ella -…y tú y
todos lo seréis también. Alégrate de tu dicha con tu hijo, aunque ésta será
todavía mayor, mi amor. Un día llegará en que todos seremos uno con el Cosmos,
ángeles, humanos y demonios.
- ¡Tienes que decirme tantas cosas! ¡Hay tanto que
quisiera preguntarte!, ¡contarte! - Pudo balbucir Sandy. – Te quiero, te echo
de menos. Ojalá hubieras podido estar con nosotros…
- Siempre he estado con vosotros. – Insistió ILaya
que, animosa, agregó con una cálida y amorosa voz. - Lee mis notas hija mía y
aprende de ellas. Aun te queda mucho por desvelar. Yo debo dejarte ya. Me
permitieron verte a ti y a tu hijo, a mi nieto, como un favor especial y por
muy poco tiempo. Gracias a que el Mensajero con su luz, ha abierto los caminos
entre las dimensiones y está tratando de recuperar el equilibro del todo
existencial.
Aquellas
palabras en verdad sonaban muy enigmáticas y cargadas de significado, pero la
emotiva Sandy no estaba como para tratar de desentrañarlas. Lo que sí afirmó
cargada de emoción fue.
- ¡Te quiero tanto, mamá! -Suspiró entre sollozos - Si supieras las veces que he soñado estar
contigo. Que me abrazaras y que pudieras darme esos besos de buenas noches.
- Lo sé mi niña, lo sé. Hazlo tú con tu hijo, por ti
y por mí.- Respondió ILaya que trató de acariciar a su hija con sus manos, pero
éstas la atravesaban al ser etéreas a su tacto. Tras esto, la aparición sonrió
de forma maravillosa, inundando el corazón de su hija de ternura y afecto y se
despidió casi con un susurro. -Tengo que volver. Adiós, hasta que volvamos a
vernos se feliz y sobre todas las cosas, vive con mucho amor para ti y para los
tuyos...
La
silueta de ILaya se desvaneció lentamente y con ella la claridad. Sandy se
quedó mirándola de pié, acunando al niño y llorando sin poder detener las
lágrimas, pero sintiéndose inmensamente feliz en tanto sentenciaba con un
susurro.
-Te lo prometo mamá. Así lo haré…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)