martes, 8 de marzo de 2011

GWT 8.160. Doble reencuentro


Asthel siguió rezando, tras unos momentos que parecieron una eternidad, fue Satory la que habló. Parecía despertar de una especie de letargo. Miró atónita a Azraél y le preguntó.



- Estoy muerta, ¿verdad? - El ángel asintió lenta y manifiestamente pero no dijo nada. - ¿Quién es ese niño que está rezando?,- inquirió la muchacha fijándose en Asthel que a sus ojos brillaba con un resplandor blanco y no era bien visible. -

- Ese es el Mensajero. - Le contestó Azraél proclamando con su retumbante voz pétrea. - ¡Aquel cuya luz debe guiar la unidad del Cosmos frente a su destrucción! Él pide por tu vida al Creador.

- ¿El Mensajero? ¿Puedo verle más de cerca? - le solicitó Satory. - Me resulta familiar.

- Debemos permanecer aquí hasta obtener la respuesta del Creador - repuso el ángel. -



            Por fin Asthel terminó de rezar y miró al Ángel de la Muerte cara a cara, no sentía ningún temor. Azrael lo sabía y sonrió, entonces el Creador se comunicó con su ángel. Azraél pareció quedarse escuchando una voz que sólo él podía oír. Al cabo de un momento le dijo a Satory.



- Ahora nos acercaremos a él. - Y añadió dirigiéndose a Asthel. - El Creador atiende tus ruegos, toma su alma y condúcela tú de regreso a tu mundo. Pero, antes de ello, hay alguien que quiere verla unos instantes.

- ¿Verme a mí?... ¿quién podrá ser? - Inquirió Satory sorprendida. –



Azraél no respondió, simplemente se limitó a señalar una figura etérea envuelta en luz que se acercó a la muchacha, ésta no la conocía. La figura se puso a su lado y le dijo con un tono muy dulce y cariñoso.



- Hija mía...ya no te acuerdas de mí...

- ¿Eres tú? ¿de veras? - preguntó Satory que la miró y pudo balbucir emocionada. - Mamá... ¿eres mi madre?...

- Fui tu madre en el mundo físico - contestó aquel etéreo ser. - Cuando supe que vendrías quise venir a recibirte, pero el Creador te ha otorgado la oportunidad de volver a la vida. Quiero que sepas que desde aquí siempre te he observado con amor. He seguido toda tu vida, cuando creciste, te casaste con Mazoui. El nacimiento de tus hijas.

- ¡Mamá! - Repuso Satory con alegría y a la vez con algo de pesar. - Papá me hablaba de ti. El pobre sufrió tanto por perderte. ¡Te quería muchísimo! Yo siempre quise tener una madre junto a mí, más que nada por él. Y habría querido preguntarte tantas cosas.

- Dile a tu padre que también he velado por él y le he amado desde aquí y que dentro de poco estaremos juntos. No temas, será en el transcurso de algunos de vuestros años. Pero, ya falta muy poco para que todos estemos unidos por siempre. La Trascendencia del Cosmos se acerca. Ese niño que ha pedido tu vida terrenal será quién nos una. Dile a Ian que tengo apuntada en mi agenda su cita conmigo y que no podrá llegar tarde esta vez. Yo me encargaré como siempre de ello, cariño. -Y al decir esto último posó su luminosa mano sobre Satory que sintió un gran amor y una gran paz con esa etérea caricia en tanto aquella aparición añadía. - Ahora ve, hija mía, y recuerda que te quiero y que siempre estoy contigo y lo estaré hasta que volvamos a reunirnos para la Eternidad.



            La emocionada Satory se alejó de la figura y de Azrael, fue junto al niño al que aún no reconocía hasta que él le dijo presentándose.



- Me llamo Asthel. Eres amiga de mi mamá. Ya has visto a la tuya, tendréis tiempo para jugar más adelante. Pero ahora vuelve con nosotros y mi mamá se pondrá contenta otra vez.



            Satory no podía creerlo, ¡era el hijo de Amatista y de Leval! Todavía perpleja, aferró la mano que el niño le tendió. Asthel le sonrió y la llevó consigo hacia el agujero de salida. Cuando lo atravesaron la atónita chica pudo ver su propio cuerpo tendido en la cama del hospital. Su padre rezaba y lloraba junto a él. Ella le miró con pena, pero sonrió, porque dentro de poco estarían juntos otra vez, ¡volvería a la vida! Masters estaba ahora con la cabeza gacha. Asthel, con tono divertido, como si estuvieran jugando a alguna clase de escondite, le indicó a su acompañante.



- Ahora, métete dentro...

-Gracias por todo, iré a visitarte en cuanto pueda. - Prometió ella que se dejó llevar introduciéndose así en su cuerpo. -



 Le costó aquella transición desde el mundo espiritual. Aquella movilidad sin límites y la falta de peso y sensaciones físicas. Ahora, una vez que volvía a ser corpórea, notó como podía mover sus miembros. Sin embargo, ahora se sentía muy pesada y completamente agotada ¡qué diferente era esa sensación a la de absoluta libertad de la que había gozado hasta hace unos pocos instantes!, pero debía regresar del todo. Se decidió y abrió los ojos despacio, Ian seguía junto a su cama. La mano de la muchacha poco a poco se levantó y acarició la de su padre que la miró con un gesto de asombro y miedo hasta que asimiló aquello, entonces la alegría más desbordante le asaltó.



- ¡Satory! ¡Estás viva! - gritó él atónito, para preguntar. - Es sólo mi imaginación o estás viva de verdad...

- Sí - dijo ella aun con la voz débil. - Estoy aquí, papá, estoy viva otra vez.

- ¡Debo estar soñando!,- balbuceaba Ian sin poderlo creer. - ¡Los médicos dijeron que habías muerto, que no pudieron reanimarte!



Y su hija asintió para replicar con voz suave.



- Estuve muerta, pero alguien me trajo otra vez hasta aquí. - La muchacha no quiso decir que había sido Asthel, al menos todavía. Lo que sí dijo con una amplia sonrisa fue. - Papá...he hablado con mamá…



            Y cuando le contó a su padre todo lo ocurrido, las lágrimas llegaron al rostro del emocionado anciano que abrazó a su hija.



- ¡Gracias cariño, me has hecho tan feliz! - Ian se repuso y dijo mirando hacia el exterior de la habitación - pero...tengo que decírselo a Mazoui, me dejó aquí para que me despidiese de ti. - Salió corriendo lo más rápido que pudo mientras le decía a Satory. - ¡Ahora mismo vuelvo!



            Su hija sonreía y lloraba dichosa, entre sus lágrimas pudo ver a Asthel y a Soa que le decían adiós con la mano mientras entraban por uno de esos agujeros. Luego cerró los ojos, estaba realmente agotada después de su tránsito de ida y vuelta al más allá.



-Ha sido muy divertido. - Dijo Asthel a la diosa. -



Ella le miraba realmente asombrada. Para replicar con una mezcla de incredulidad y espanto.



- ¿Divertido? ¿El tratar con el Ángel de la Muerte te parece divertido? Mensajero.

-Sí, pero ahora tengo mucho sueño. Ya jugaré con el angelito después. - Bostezó el crío. –



            La diosa había estado aguardando con impaciencia. Desde que su señor Georcael se marchó a pedir instrucciones.



-¿Volverás para ayudarme a buscar al Mensajero?- Le pidió ella antes de que se fuese.-

-Eso es algo que tendrás que hacer tú misma. Yo no puedo presentarme ante él aún.- Respondió su interlocutor.-



            Y eso la dejó sumida en un estado enorme de zozobra. Sensación que ella jamás había experimentado salvo contra esos seres del olvido. ¡Perder al Mensajero significaría el fin de todo!



-Creo que ahora empiezo a entender a los humanos cuando nos miraban de esa forma tan extraña…-Se dijo Soa reflexionando. - Lo que a nosotros nos parecía divertido, para ellos… era algo parecido a esto. ¡Vaya!, no creía que les estuviéramos asustando… El Señor Georcael tenía razón. Lamento mucho haberlo hecho.



            Y sumida en esas meditaciones se apresuró a devolver al niño a dónde debía estar…



-Ahora vamos de retorno con esa humana que te estaba cuidando. No quiero que se preocupe por ti.- Le dijo amablemente al niño.-



Entre tanto, en el hospital, Masters encontró a Mazoui y a los demás reunidos en la cafetería, abatidos y sentados, sin hablar. El anciano, agitado por la carrera, apenas podía respirar. Su yerno se levantó alarmado al verlo en ese estado y junto con Leval le ayudaron a sentarse. Esmeralda que también había acudido, al igual que su esposo, le preguntó preocupada.



- ¿Qué te pasa Ian?...

- ¡Mi hija! - repuso entre los jadeos que intentaban hacerle recobrar el oxígeno. - ¡Está viva, está bien, en la cama, ahora mismo he hablado con ella!



            Todos se miraron consternados, con un gran sentimiento de compasión hacia el anciano, no cabía duda que la muerte de su hija le había trastornado. Al despertarse del desmayo que había sufrido al conocer la noticia de la muerte de Satory, tuvieron que darle sedantes y por fin, como insistió tanto, le permitieron ver a solas el cuerpo de su hija para despedirse. El mismo Diamante, conmovido, se acercó a él y le pasó un brazo tras los hombros.



- Claro - le dijo con voz suave y amable. - Tranquilízate amigo mío, debes descansar.

-Te llevaré a casa - intervino Mazoui. -Necesitas dormir, no te preocupes, nosotros nos quedaremos aquí con ella hasta que la trasladen.

- ¡Pero es verdad! - insistió Masters visiblemente nervioso. - ¡Está viva! ¡Si no me creéis id a verlo vosotros! - Les instó con vehemencia. -

- Sí. Ahora iremos, no te preocupes, padrino...- le aseguró Amatista también con voz amable y compasiva. -

- ¡Iré con vosotros! - Repuso decididamente él. - ¡Ya veréis!

- Estás cansado - le rebatió suavemente Mazoui. -Deja que vayan ellos.

- ¡Debo ir, para demostrároslo! – les insistía el anciano alterándose por momentos. -

- Pero Ian…cálmate, por favor. - Pudo decir Esmeralda casi a punto de llorar de la lastima que su viejo amigo la inspiraba -...No te preocupes, vendrás con nosotros.



            Y así fue. Pese a todos los ruegos y consejos de que se quedase allí tomara una tila para calmarse, Masters insistió en ir. Al fin Mazoui y Sandy, junto con Amatista, se ofrecieron para acompañarle. Esmeralda y Diamante fueron a llamar al médico para que atendiese al anciano, estaban muy preocupados por su precaria salud. Aquello podría ser el principio de un grave trastorno psicológico o algo peor. En ese momento las princesas planetarias viajaban en un coche propiedad precisamente del millonario. Minako quiso llamar para preguntarle a Kalie como lo llevaba Mazoui. Su amiga que, antes de marcharse a descansar, fue testigo de todas aquellas atropelladas y confusas palabras de Masters, se las comentó con gran pesar.



-Sí, pobre…- Decía Minako antes de colgar, para añadir. -  Dales un beso muy grande de nuestra parte. Y otro más a tus hijos de la mía. Adiós.



Cuando cortó la comunicación Venus puso al corriente a su compañera. Las dos se miraron entristecidas.



- ¡Pobre hombre! – Musitó Makoto. -

-Se ha vuelto loco. - Afirmó Minako. -Lo puedo comprender, era su única hija…y la quería tanto…

-Tendremos que informar a los reyes de esto. Por triste y doloroso que sea. - Dijo su compañera con pesar. – Quizás puedan hacer algo por él.

-O puede que lo mejor sea dejarle así. Si vive con la ensoñación de que su amada hija está viva.- Suspiró Makoto.-

-Tienes razón. No le hace daño a nadie.- Asintió su amiga con pesar.-



            Pero entonces recibieron otra llamada. En esta ocasión fue Makoto la que atendió el teléfono.



- ¿Si? Hola Majestad, sí…tenemos malas noticias... ¿Cómo? - Exclamó para sorpresa de su acompañante, más cuando Júpiter dijo en voz alta. - ¿Que volvamos allí? No lo entiendo…Pero, pero… si ya… muy bien. Como tú ordenes, Majestad.

- ¿Qué pasa? - Quiso saber Venus interrogándola con la mirada. -

-Serenity ha dicho que tenemos que regresar al hospital. – Le contó su amiga. -

- ¿Qué? Pero, ¿Para qué? - Pudo preguntar su interlocutora con visible asombro. – Desgraciadamente ya nada se puede hacer.

-No tengo ni idea, solamente dijo que volviéramos inmediatamente, que había sentido algo extraño. - Le explicó su compañera. –

-Hagámoslo pues.- Convino Makoto.-



            Y en efecto, dieron instrucciones al conductor para que girase y a la máxima velocidad posible volviera al centro médico. Mientras esto sucedía, Masters, ajeno a los desvelos de sus amigos, llevó de la mano a su ahijada mientras Mazoui y Sandy les seguían. Entraron y todos pudieron ver a Satory con los ojos cerrados e inmóvil, tal y como la dejaron. Amatista abrazó al anciano, que no paraba de murmurar con visible desconcierto y pesar.



- Pero yo la he visto, ella habló conmigo. Mi niña estaba bien.

- Claro que sí. Tú lo viste, la querías tanto y estás tan cansado. - Le dijo su ahijada con voz condescendiente y amable, afectada también por los sollozos. -Descansa padrino Ian, por favor, descansa.



            Ian lloró apoyado sobre el hombro de Amatista que le abrazó con toda la ternura que pudo. Mazoui y Sandy le miraban conmovidos, pero en ese instante ambos notaron algo en Satory. Una especie de tenue energía emanaba de la joven. Su propio esposo, incrédulo y asombrado se acercó a ella, escuchó bien y...



- ¡Está respirando! - exclamó aun sin podérselo creer. - ¡Respira! ¡Sandy acércate tú y dime si lo oyes!

- Sí...es cierto, -    afirmó la muchacha curvando sus labios en una alborozada sonrisa, pues  notó como el pecho de Satory subía y bajaba despacio, y llorando de emoción pudo decir. - ¡Esta viva, es verdad! ¡Ian tenía razón!



Amatista abrió la boca asombrada a su vez. Apenas pudo controlarse y le dijo a Masters también llorando, aunque ahora de felicidad...



- ¡Mira padrino, Satory está durmiendo, tenías razón, perdona que no te creyéramos!

- Mi niña, ¡mi pequeña niña! - la llamó Ian - ¿No es maravilloso?

- Sí - asintió su sonriente interlocutora entre lágrimas para afirmar entre sorprendida y emocionada. -Sí, es algo maravilloso ¡un milagro!



            Mazoui y Sandy salieron rápidamente a decírselo a todos. A los pocos minutos Satory despertó, abrió los ojos y miró a su amiga de la infancia.



- Amatista - musitó con voz débil.  -¡Cuanto me alegro de verte!....

- Yo también me alegro, Satory. - Respondió su emocionada amiga que le dio la mano y ambas las apretaron. – ¡Es un milagro!…



            Con suavidad, su interlocutora pudo hacer un leve asentimiento. La emocionada francesa la escuchó entonces…



- He visto cosas maravillosas, - contó la paciente con un apagado murmullo. - Me han traído de vuelta. Estuve con Azraél, pero alguien muy cercano a ti le pidió que me dejase volver, se lo pidió al Creador y éste me lo concedió, también pude hablar con mi madre.

- ¿Quién te trajo? ¿Quién se lo pidió? - Le preguntó su interlocutora llena de curiosidad.  -

- Amatista…- Satory la llamó haciéndole una seña para que se acercase y le susurró al oído el nombre de su hijo. Ésta movió la cabeza y abrió la boca presa de la incredulidad, pero su amiga insistió. - ¡Sí Amatista... fue él! ¡Quiero verle, abrazarle, darle las gracias!



La madre del niño no podía hablar, a causa del asombro que la embargaba, al fin, cuando se repuso contestó visiblemente emocionada.



- ¡Claro que sí!.....cuando estés lista. Ven a vernos cuando quieras.

- ¡Mirad, mirad! - exclamó Masters interviniendo en la conversación. - Ya vienen todos...- declaró eufórico. -



            Los demás entraron por orden, lloraron y rieron asombrados por el milagro. Los doctores no podían entenderlo. En cuanto llegaron atraídos por el escándalo con todo el instrumental y tras pedir pacientemente a los familiares que tuviesen la bondad de dejarles sitio, comenzaron a hacer sus pruebas. ¡Reconocieron a Satory y no había rastro de ningún tipo de mal! ¡Había sanado completamente! Tanto, que en unas pocas horas podría volver a casa.



-Esto no tiene explicación.- Fue capaz de decir el asombrado doctor.-

-No hace falta que la busque.- Declaró Mazoui lleno de felicidad.-



Y es que todos lo celebraron con gran alegría. En cuanto pasaron unas horas de descanso y tras asegurarse de que su amiga estaría perfectamente, Amatista, Leval, Sandy y Coraíon decidieron volver a Bios. Ésta primera estaba con grandes deseos de abrazar a su hijo.



-¡No lo puedo creer! - Se decía con total asombro. -



            Las princesas planetarias también retornaron. Júpiter fue la primera en querer saber si había alguna novedad, pero al ver las risas y la alegría de todos solo pudo abrir la boca visiblemente desconcertada. Lo mismo se aplicó a su compañera, cuando Minako entró y preguntó



- ¿Qué ha pasado?...

- ¡Es un milagro! ¡Realmente lo es! – Exclamaba Sandy abrazándose a Makoto. -



            Las dos princesas se alegraron sobremanera pero también se miraban anonadadas. ¿Quizás Serenity habría hecho algo? Pudiera ser que con el cristal de Plata. Pero ella dijo que eso no servía para aquella situación.



-No lo comprendo. - Pudo decir Júpiter, que sin embargo estaba tan feliz como el resto - No tengo ni idea de qué ha podido ocurrir, pero es maravilloso.



            Por supuesto que Minako abrazó a su ahijado que lloraba, pero en esta ocasión de felicidad.



-Me alegro tanto por ti, cariño… ¡Me alegro mucho! - Era lo único que podía decirle su madrina, tan emocionada como lo estaba él. -

-Ahora sí que debemos informar de esto. - Sonreía Makoto enjugándose las lágrimas a su vez. – Y con gran placer.



Y rápidamente contactó con sus soberanos para darles la buena nueva. Después, las dos se despidieron, esta vez de verdad y retornaron a palacio. Al poco tanto Kathy como Karaberasu aparecieron, todavía sin poderlo creer, lloraron y rieron como el resto. Lo mismo pudo aplicarse a Roy, Bertie, Kerria y Sam quienes tras haber recibido las funestas nuevas y estar realmente deprimidos y tristes, ahora no podían dar crédito a lo ocurrido. Al ser informados de aquel milagroso suceso se apresuraron a ir vía translación instantánea.



-¿De veras es cierto, tía Kalie?- Preguntaba Kerria, una y otra vez, rebosante de felicidad cuando aparecieron junto a sus familiares en una sala del hospital exclusivamente reservada a ellos.-



Todos se abrazaron para celebrarlo. Los recién llegados escucharon con enorme interés las palabras de la suegra de la resucitada.



-Sí, cariño. Satory está viva y está bien. -Era capaz de responder la emocionada mujer.- Se vendrá con nosotros a casa.

-¡Es increíble! - Pudo decir Bertie entre lágrimas de alegría.-

-Amigos míos, nos alegramos muchísimo.- Intervino Roy quien tratando de sonar tan bromista como solía, se dirigió a su eufórico sobrino.- Bueno Mazoui, esta vez no puedo pedirle al principio que descorche una de su botellas. Aunque espero que tú sí que invitarás a algo.

-¡Cuenta con ello, tío!- Aceptó el chico con visible alegría en su voz.-  



            Por supuesto que Roy trajo también a Diamante y a Esmeralda quienes al enterarse pospusieron cualquier otro compromiso en sus agendas. El grupo celebró una improvisada fiesta, eso sí, más moderada  que otras, teniendo en cuenta dónde estaban. Todos charlaron con Satory, la joven solamente era capaz de narrarles aquello que ya le había contado a su amiga Amatista.



-Ese niño es realmente impresionante.- Pudo decir su madrina Esmeralda, recordando.- Ya me lo profetizaron. Y seguro que esto solamente es el principio de lo que puede llegar a hacer.



Todos la escucharon asintiendo. Tras un rato más finalmente se marcharon dejando a la recobrada hija de Masters todavía en el hospital, a fin de que pasase la noche por si hubiera algún tipo de recaída. Fue una precaución sugerida por el facultativo que la había atendido, aunque afortunadamente demostró no ser necesaria. De este modo, al día siguiente una Satory realmente reestablecida se vestía ayudada por sus amigas. La muchacha no dejaba de decirles.



-Ese niño es alguien muy especial. Cualquier cosa que he experimentado en mi vida no es nada al lado suyo.

- ¡Es realmente increíble! – Afirmó Sandy que, ahora recordaba su propio caso y sonrió comentándoselo a su amiga. – Me dijo que estaba embarazada cuando yo había renunciado a la esperanza y ha sido verdad. Eso es lo que quería decirte.

-Me alegro muchísimo por ti. – Pudo replicar su interlocutora con una gran sonrisa, abrazándose a su amiga. – Te lo mereces tanto…

-¡Es asombroso! – terció Kathy mirando sin podérselo creer todavía. Pero tenía la prueba justo delante de ella. Apenas si pudo decir con estupor casi actuando más como periodista que como allegada. - En verdad ¿quién o qué es ese niño?

-Es mi hijo. – Intervino Amatista secamente. – Y nada más.



Aunque estaba tan emocionada como el resto, no le gustó aquella última pregunta. Y su tono sonó brusco mirando a su interlocutora con reprobación ante el silencio de las demás.



-Perdóname. Te lo ruego. – Le pidió Katherine sintiéndose realmente mal por aquella metedura de pata. – No quise decir…

-Lo entiendo, no te preocupes, Kathy. - Suspiró su amiga afirmando ahora con más suavidad. – Yo tampoco salgo de mi asombro. Hace y ve cosas que incluso sorprenden a los mismísimos dioses.

- ¿A esos dioses de los que nos hablasteis?- La preguntó Katherine ahora con gesto atónito para remachar. – ¿Esos tan poderosos que ni mi hermano, ni Leval, fueron capaces ni de tocar?

-Sí. Los mismos - intervino categóricamente Sandy, afirmando con el mismo tono de asombro y hasta casi temor reverencial. – Y creednos cuando os decimos que son inmensamente poderosos, nosotros no somos nada a su lado.

- Pues esos mismos dioses son para él como una especie de cuidadores de guardería. – Afirmó Amatista, que ahora dejó translucir su preocupación y su temor real cuando dijo con voz queda. – No quiero que le aparten de mi lado. Es mi niño, no una especie de dios. Y si continúa así, no sé en qué se convertirá. No soy capaz de comprenderlo y me da miedo. ¡No quiero perderlo!, no quiero que un día se quede sólo, que no podamos estar a su lado porque ni seamos capaces de mirarle. – Concluyó casi entre sollozos, con las miradas concernidas del resto. -



Aunque ahora fue una animosa Satory la que tomando una mano de su amiga entre las suyas le dijo.



-No tengas miedo, Amatista. Siempre será tu hijo. Estoy convencida tras lo que me ha ocurrido que él nunca te dejará. Desde luego no ahora. Y algo me dice que jamás estará sólo. Confía en él.



Su amiga le agradeció esas palabras con una gran sonrisa. Ahora únicamente deseaba volver junto a su pequeño. Por su parte, Leval aprovechó para ponerse al tanto de la situación en la Tierra.



-Las cosas aparentemente están calmadas, pero existen muchos grupos de agitadores que trabajan para organizaciones que, ya sea públicamente o en secreto, se oponen a los soberanos. Lo cierto es que, con la enfermedad de mi esposa, últimamente no he estado todo lo informado que debiera.- Le contó su primo Mazoui.-

-Lo comprendo perfectamente.- Asintió Leval, relatándole a su vez.- En Bios el mayor problema está en algunos grupos que empiezan a significarse pidiendo un mayor autogobierno. Por ahora no parecen ser demasiado peligrosos, pero no debemos descuidarnos.

-No amigo. No debemos. Y sé que además de en Bios, en Nature han surgido también grupos muy intolerantes, enfocados mayormente al aspecto religioso. He mantenido algunos contactos con Tracer, y hablé con él hace tiempo cuando se pasó por la Tierra. – Le desveló su amigo.-

-¡Vaya!. Recuerdo que algo mencionaste.- Comentó Leval.-



            Aunque su primo no le contó eso con demasiado detalle. Ahora Mazoui sí que le dijo.



 -Hablamos de bastantes cosas, y le pedí que me informase. – Pero cuando Satory se puso enferma, perdí el contacto. -Le confesó su interlocutor.- Ahora que ella está bien, podré mantenerme al tanto de lo que aquí suceda y volver a preguntarle a Rick. Te sugiero que tu y yo mantengamos el contacto también para ponernos mutuamente al día.



Leval asintió, tanto él como su esposa, se despidió de su primo y de sus padres, hermana y cuñada. Así como de su pequeño sobrino Brian. Lo mismo hicieron Sandy y Coraíon. Finalmente, retornaron a Bios. A la vuelta de la Tierra, Amatista corrió a casa de Idina. Le preguntó dónde había estado Asthel. Su amiga, mirándola extrañada, le aseguró que el niño no se había movido de allí en ningún momento durante esos días, explicándole de seguido como si quisiera darle un preciso informe de todos sus movimientos.



-Estuvo conmigo en la escuela y luego veníamos siempre a mi casa. Algún día fuimos al parque y él jugó con sus amiguitos.



Para confirmar sus palabras llamó al pequeño y éste llego corriendo a abrazar a su madre. Su maestra y tía entonces repitió lo que había dicho y preguntó.



- ¿Verdad tesoro? ¿A qué has estado conmigo?



El pequeño asintió con una sonrisita. Aunque agregó para pasmo de su maestra.



-La tita Idina no puede venir con el angelito. La amiga de mamá sí pudo.



Dejó a las dos mujeres anonadadas. Sin embargo, Amatista enseguida reaccionó. Se arrodilló para estar a la altura de su hijo, le abrazó y le dijo emocionada.



- ¡Eres un niño maravilloso, gracias hijo, muchas gracias!



El crío sonrió nuevamente mientras se abrazaba a su madre y le respondió con natural y sincera modestia, articulando las palabras mucho mejor de lo que a su corta edad podría pretenderse.



- Estás contenta, eso es lo que yo quería. Pero, no he sido yo, ha sido el Creador.

- Pero tú se lo pediste, ¿verdad hijo? - Inquirió Amatista a lo que Asthel asintió. - ¡Cuánto te quiero!, prométeme que no me dejarás nunca - repitió y le abrazó otra vez cubriéndole de besos. -



 Idina observaba atónita aquella escena, la pobre estaba completamente perdida en esa conversación tan extraña, no comprendía absolutamente nada.



-Te juro que no le dejé solo ni un instante. -  Terció visiblemente inquietada. ¿Y si Amatista pensaba que no había cuidado bien del pequeño? De modo que insistió. - No me separé de él…veníamos de la guardería a mi casa todos los días…



Pero su amiga se levantó muy sonriente y la abrazó. Entre lágrimas tomó las manos de la asombrada muchacha entre las suyas y declaró.



-Lo sé. No te preocupes. Ahora escucha. Tengo que contarte algo, ¡algo maravilloso!



            Una vez le narró a su amiga todo lo sucedido Idina no podía creerlo. Miraba al niño con la boca abierta. Ella desde luego convenía con los demás en que pese a todo lo que había visto y vivido jamás nada se había acercado a esas proezas. De todos modos, quiso mantenerse jovial y con gesto natural delante del crío. Le despidió tras agacharse para abrazarle. Fue el niño quién se agarró a su cuello y le dio unos cuantos besos para despedirse.



-Hasta mañana, tita Idina.

-Adiós tesoro – pudo musitar ella agitando la mano en tanto Amatista tomaba en brazo a su hijo y se marchaba. – Te veo en la guarde…



            La francesa se llevó a su hijo de la mano, y al llegar a casa quiso saber, para dejar todos los cabos bien atados.



-¿Esa señora llamada Soa te ayudó?

-Un poco sí.- Admitió el niño.- Me ha enseñado a hacer bien las estrellitas.

-¿Puedes pedirle que venga, cariño?

-Claro.- Sonrió el pequeño que llamó.- Soa. ¡Ven!



            Durante unos instantes no pasó nada, y Amatista pensó que esa caprichosa diosa no prestaba realmente atención a nadie, aunque a los pocos segundos, en efecto, Soa se materializó allí con gesto preocupado.



-¿Necesitas mi ayuda, Mensajero?

-He sido yo quien le ha pedido a mi hijo que te llame.- Intervino Amatista con tono serio, para inquirir.- Quiero saber qué ha pasado. ¿Fuiste tú quien le llevó con Azraél?

            Al oír el nombre de aquel ángel, Amatista podría jurar que el rostro de su interlocutora palideció. Lo cual no dejaba de sorprenderle, dado que adoptaba la forma de una joven de color. Y esta no dudó en responder.



-Fue el Mensajero quien habló con él. Yo ni sabía que estaba a su lado.- Sentenció, recordándole a la humana.- Te dije que no podía sentirle si él no lo deseaba.

-Entonces, ¿Quién le devolvió la vida a Satory.- Quiso saber Amatista.- ¿Acaso no fuiste tú?. Los dioses sois enormemente poderosos.

-Sí, lo somos.- Admitió Soa, alegando, eso sí.- Para las escalas de vuestra forma de existencia. Sin embargo, no somos capaces de hacer eso que dices. Nadie puede devolver a la vuestro plano existencia a un ser mortal. A menos que esté en un nivel elevadísimo de trascendencia.



            Amatista miró atónita a su hijo. Asthel escuchaba esa conversación sin decir nada.



-Mami, fue en angelito que se lo pidió al Creador.- Le recordó.-

-¿Lo ves?- Se sonrió levemente Soa, añadiendo .- Yo no tuve nada que ver. ¿Puedo irme ya?

-Claro.- Suspiró la perpleja humana.-



            La diosa desapareció, y Asthel miró a su madre para preguntarle sorprendido.



-¿Por qué te has enfadado con Soa?

-No, no estaba enfadada, cariño.- Pudo replicar esta con apuro.- Quería saber a quién darle las gracias, eso es todo.

-Vale.- Asintió el niño, quien de forma totalmente natural declaró.- Tengo hambre.

-Ahora mismo te preparo algo,- Sonrió Amatista mucho más feliz de oír cosas mundanas de los labios de su pequeño.-



            Entre tanto, una vez que su amiga y el pequeño se hubieron marchado, Idina no tardó en hacer una llamada a larga, larga distancia. Envió un mensaje contándole todo lo sucedido a su amiga la reina Neherenia. Solamente sabía que su antigua compañera de universidad era capaz de usar espejos para poder viajar cuando la ocasión lo requería. Al menos, ese fue un truco que aprendió hacía algunos años.



-Puede que Asthel haya usado un medio similar.- Pensó.-



La soberana de la Luna recibió esa misiva horas más tarde por canal subespacial. Tras oír las palabras de su impactada amiga, salió de sus estancias. En un largo pasillo se encontró con el embajador de los saiyajin. Él sonrió tomando una de sus manos entre las suyas, dado que ambos tenían ahora una relación que iba más allá de la meramente diplomática. Sin embargo, la reina le comentó lo que Idina le refiriese en ese mensaje.



- Que ese niño ha hecho, ¿qué? - Exclamó el saiyajin igualmente dominado por la sorpresa. - Pero… ¿cómo es posible?...

-Quizás domina esa técnica de trasladarse al instante. - Especuló su interlocutora. – Roy lo hacía.

-No, no lo creo. Entonces le habrían visto aparecer. - Desestimó Doran. -

-No lo sé. - Admitió su interlocutora, añadiendo. - Deberíamos informar a Lance y al resto. Está muy claro que es aquel a quién esperábamos…

-Sus poderes no admiten comparación. Si a esa corta edad ya es capaz de algo así…- Declaró Doran. - No hay saiyajin capaz de algo semejante. Al menos que yo conozca.



            Entonces recordó el caso de su primo Kiros. Él se había casado con una humana, llamada Maggie. Ella quedó embarazada y le dio una hija a la que llamaron Gloria Elua. Aunque se acordó de algo que su primo le refiriese, una vez que fue a verle a la Luna. Hablando precisamente de su bebé, le relató algo que dejó a Doran estupefacto.



-No logro comprenderlo aún, pero fue tal y como te lo he contado. Así sucedido. ¡Te lo juro por mi honor!

-Te creo, primo. Sé lo que ese juramento significa para uno de nuestro linaje.- Convino él, repitiendo atónito pese a todo.- Dices que tu mujer humana murió en el parto, que ese doctor Ginga y tu compañero, con esa otra científica humana estaban allí, y que todos fueron testigos de eso. Pero después visteis a tu esposa de pie y viva, acunando a tu hija.

-Así fue. De algún modo, Gloria Elua trajo de regreso a su madre.- Sentenció Kiros.-



            Y tras recordar eso se lo contó a la reina de la Luna Nueva. Ella asintió, se acordaba también de algo parecido.



-Puede que los dos casos estén relacionados. Hablaré con Serenity. A ver si ella puede decirnos algo. - Repuso Nehie que incluso añadió. - Idina ha llegado a preguntarme si el crio pudo utilizar los espejos para viajar. Como hacía mi yo maligno y como puedo hacer yo. Pero, por lo que me ha contado, creo que ni siquiera eso le hace falta a ese pequeño.



            Y tras intercambiar esas palabras prosiguieron su caminar por el pasillo cambiando de tema…



-Mi hermosa y gentil reina. - Sonreía él mirándola con amor. - Sea lo que sea que tenga que ocurrir respecto de esos extraños hechos, yo ya he logrado ser feliz en esta vida.



            Neherenia se detuvo apoyándose en una columna, en tanto Doran la abrazaba.



-No se puede negar que te declaraste al estilo saiyajin. - Sonrió ella. -



            La soberana rememoró aquello. En uno de esos días en los que la melancolía la había vencido. En su habitación, mirando a aquel espejo en donde viera a Granate por última vez. Sin embargo, tenía que sobreponerse a eso. Es más, había convocado al embajador saiyajin. Aquel joven había solicitado audiencia Quería hablar con ella sobre algunos aspectos del tratado de amistad que quería desarrollar. Doran no se hizo esperar y tras un rato tocó a la puerta. Fue oficialmente introducido por el Chambelán que se retiró cuando la soberana así se lo indicó.



-Pasad, embajador. - Le pidió la reina ofreciéndose sentarse en tanto preguntaba. - ¿Qué es lo que deseabais discutir exactamente sobre nuestro acuerdo?



Doran sin embargo no se sentó. Se aproximó a la soberana y, tras doblar la rodilla ante ella, afirmó.



-Lamento haberos mal informado sobre el propósito de mi petición de audiencia privada. Pero pensé que, de haberos dicho el auténtico motivo, no me la hubierais concedido.



            Eso dejó perpleja a Neherenia que, una vez se recobró de esas palabras, quiso saber con tono mesurado y curioso.



-Decidme. ¿Cuál es el motivo real entonces? Alguien como vos, embajador, no mentiría acerca de algo tan importante de no mediar una buena razón.



            Ella pensó en alguna grave crisis que estuviese aconteciendo en Nuevo Vegeta, las noticias de aquel mundo en los últimos tiempos no habían sido precisamente tranquilizadoras. Pero no parecía que fuese el caso, dado que Doran pudo replicar con tono entre prudente y lleno de intensidad. En tanto no dejaba de mirarla a los ojos.



-Quisiera saber si un saiyajin podría amar a una mujer del reino de la Luna y ser correspondido…



            Tras su primera reacción de sorpresa e incredulidad, Neherenia se apartó un poco y pudo sonreír algo nerviosa.



-Por favor, esas cosas no tienen nada que ver con ningún acuerdo…ni con intereses de Estado. Tendréis que preguntárselo a los implicados en cuestión.

-Uno de ellos soy yo. - Confesó Doran sin levantarse. -

-Bien, pues, en ese caso… tenéis mi…permiso para indagar con la afortunada dama - Pudo decir ella casi con la voz entrecortada por el envaramiento. -

-Con el debido respeto. - Sonrió el joven poniéndose en pie ahora. - Eso es lo que estoy haciendo. La pregunta es, mi hermosa reina de la Luna. ¿Vos me amáis también?



            La interpelada apenas sí pudo mirarle, sonrojándose por completo. Movió la cabeza tratando de mantenerse firme para responder.



-Esto es un error, sois el embajador y yo la reina…

-No te he preguntado si es un error, solamente quiero saber si me amas. - Insistió él apeándola ya del tratamiento protocolario.-



            Neherenia se apartó dándole la espalda y mirando hacia el espejo. Apenas si fue capaz de musitar.



-No…ese es un lujo que no puedo permitirme.



            Aunque el guerrero era insistente y aproximándose una vez más posó sus manos sobre los hombros de ella que temblaba. Doran dijo con un tono más emotivo y directo.



-Mi madre y la reina Meioh tenían razón. Quizás es que el amor es algo tan poderoso que caer en sus redes significa no ser capaz de escapar. Hasta el más poderoso de los saiyajin está indefenso ante él. Incluso mi primo Kiros, que siempre fue más escéptico que yo en esta materia, ha podido comprobarlo. Sólo te pido que seas sincera. Te lo suplico, aunque solamente sea por unos instantes. ¡Olvida tu puesto, tus obligaciones…igual que estoy haciendo yo! Si de veras no me amas pediré que me releven y me marcharé. No podría seguir aquí. Tendría que desobedecer a mis soberanos, romper mi palabra y deshonrarme, pero… nada de eso me importaría ya.



            Ella se giró, mirándole con una muda expresión de súplica en los ojos, después los cerró moviendo la cabeza y apartándose.



- ¡Yo…no soy libre de elegir! - Sollozó ahora Nehie mirándose al espejo en tanto dejaba caer lágrimas. - No solamente por mi cargo. ¡Mi corazón sigue atrapado! Desde el día en el que él murió…

-Comprendo. - Musitó el saiyajin quien, sin embargo, añadió con un tono más suave de voz. -  El príncipe Asthel me dijo que algo así pasaría.

- ¿Roy? - Se sorprendió Nehie.-

-Cuando estuvo aquí para ayudar a tu reino me dijo que fuese a verle si algún día necesitaba consejo sobre algo. Fui hace poco, le conté lo que sentía por ti. Y él…bueno, se limitó a sonreír y a decirme que pusiera esta canción. Que reflejaría bien como nos sentimos los dos y que tú lo entenderías…



            Y para sorpresa de su interlocutora el saiyajin extrajo un reproductor de música de su peto y lo conectó. Sonó una melodía y efectivamente se escuchó una canción.



A veces la ve caminando. 
Nunca la mira a los ojos. 
Ella no sabe, no le importa, 
lo que él está sintiendo. 

Y ella se vuelve para alejarse, 
no hay nada que él pueda decir. 
Ella no sabe. 
¿Por qué habría de importarle? 
Cuando él está solo

ella nunca está allí para verle…

Llorando entre las sombras 
de un amor que él conocía, 
Pero ahora todo ha terminado. 


Él llora entre las sombras 
de alguien que reclamó suya, 
Pero ahora está sólo otra vez. 



-Deja ya de refugiarte entre esas sombras del pasado. Él no regresará. - Le pidió Doran, dejándola perpleja.-

A veces le ve caminando. 
Nunca le mira a los ojos. 
Él no sabe, a él no le importa, 
lo que ella está sintiendo. 

Y mientras él se vuelve para alejarse, 
No hay nada que ella pueda decir. 
Él no sabe. 


¿Por qué debería importarle? 
Cuando está sola, él nunca está allí. 
Él la deja  

Llorando entre las sombras 
De un amor que ella  conocía
Pero ahora todo ha terminado. 


Llorando entre en las sombras 
de alguien que reclamó suyo
Pero ahora ella está sola de nuevo.


Pero él puede verlo en sus ojos. 
Y ella puede sentirlo en su corazón. 
Sí, pueden sentirlo en sus corazones. 
Les ha roto
Una y otra vez. 

Llorando entre las sombras 
de un amor que él conocía, 
Pero ahora que todo ha terminado. 



Neherenia lloraba al escuchar esa letra, le parecía que narraba una sensación que le era dolorosamente familiar. Doran la abrazó pese a que la joven hizo un primer intento por evitarlo.


Llorando entre las sombras 
de alguien que ella clamó suyo
Pero ahora está sola. 

Llorando entre las sombras 
de un amor que habían conocido, 
Pero ahora todo ha terminado. 



-¡No, déjame! – Le pidió ella entre lágrimas.-


Llorando entre las sombras 
de un amor que habían conocido, 
Pero ahora todos están solos otra vez. 

Llorando entre las sombras 
Llorando entre las sombras del amor. 



Aunque el saiyajin ignoró esa petición. Al final la joven se abrazó también con fuerza desahogando su llanto mientras él le dijo con tono firme y pasión apenas controlada, en tanto se separaba un poco de ella y con un dedo elevaba el mentón de la chica con suavidad para mirarla a los ojos.


Llorando entre las sombras 
Llorando entre las sombras del amor. 

Llorando entre las sombras 
Llorando entre las sombras del amor. 

Llorando entre las sombras 
Llorando entre las sombras del amor. 

Llorando entre las sombras 
Llorando entre las sombras del amor. 



(Crying in the Shadows.    Gary Moore crédito al autor)



- ¿No lo ves? Así me siento yo cuando no reparas en mí. Y sé que tú te sientes igual cuando piensas en él. Pero en tu caso ese hombre no te ignora. Es como dice la canción. Simplemente ya no está. ¡Por mucho que busques en tu espejo nunca le verás ahí! Y no es culpa suya. No está porque no puede estarlo.

- ¡Basta, por favor!  - Le pedía ella entre lágrimas, moviendo la cabeza con desolación. - Te lo suplico… ¿qué quieres que haga? ¿Qué pretendes de mí?

-Sólo te pido que creas en mí. Te quiero y si me das la oportunidad, haré que no sufras más.

-No puedo olvidarle. ¡No puedes pedirme eso! - Replicó ella dejando caer las lágrimas en tanto le miraba sin poder dejar de temblar.-

-Nunca te pediría eso. Jamás podrás olvidarle, lo sé. Lo único que te suplico es que dejes de aferrarte al pasado. Y que trates de vivir el futuro recuperando el amor.

-El amor duele mucho. - Balbuceó ella. - No podría soportar volver a pasar por lo mismo otra vez.

-No será así. - Le aseguró el saiyajin aseverando con decidida rotundidad. - Confía en mí...dime que me quieres. Y todo cambiará.



            Ella le miró sin ser capaz de responder, fue Doran quien dio el paso de besarla en los labios. Primero de modo cálido y suave, más tarde repitió con un beso más apasionado que finalmente Nehie aceptó abrazándose a él. El resto fue rápido e inevitable. El guerrero la tomó en brazos y la llevó hasta el lecho, una vez allí se desprendieron de sus ropas e hicieron el amor. Ella sintió todo tipo de sentimientos encontrados, amor, pasión, algo de miedo, vergüenza y dolor en su primera vez. Al final de aquello la soberana descansaba su cabeza y su larga cabellera sobre el abdomen del saiyajin.



-Lo siento si te hice daño. No fue mi intención. - Susurró él. -

-No, no ha sido tan terrible. Creí que sería peor. - Pudo sonreír ella ahora. -



            Doran acarició aquel largo y sedoso pelo moreno y declaró…



-Mi vida es tuya, mi alma también. No quiero perderte. Haría cualquier cosa por ti. Menos una.



            Y la inevitable pregunta de la perpleja e intrigada joven fue:



- ¿Cual?...

-Verte ser desdichada. Antes que eso moriría o me iría de tu lado. - Repuso su interlocutor. -

-Únicamente te pido una cosa a mi vez. - Le susurró ella girándose para enfrentar sus ojos azules a los de él. - Dame un poco de tiempo. No es fácil para mí. Y también debo ir preparando a mis súbditos.

-Mientras tú lo desees, fuera de estas habitaciones nada cambiará. - Le aseguró el chico. - En el exterior seré el embajador y tú la reina. Aquí podremos ser simplemente un hombre y una mujer que se aman.

-Sí. - Sonrió finalmente la muchacha. - Así deseo que sea…y quizás un día no muy lejano, podamos llevar esto más allá.



            Doran asintió, ya era inmensamente feliz con saber que ella le correspondía. Al fin. Tras tanto tiempo de soportar el verla sufrir aferrada a aquellos dolorosos recuerdos percibía que su ánimo había cambiado, podía verlo en sus ojos. Cuando la conoció, esas hermosas pupilas azules estaban empañadas por la tristeza, ahora brillaban nuevamente ilusionadas. Aunque para eso hubiese tenido que arriesgar tanto. Y es que el príncipe Asthel se lo advirtió. Tendría que jugarse el todo por el todo, afrontar las cosas con el valor de un saiyajin y luchar por el amor de Nehie.



-Gracias, Alteza. - Pensaba él con reconocimiento. - Sois realmente sabio, señor. En verdad conocéis a las mujeres bien. Tal y como me dijisteis…



            Ahora pensaba en eso en tanto su pareja caminaba a su lado, pasándole un brazo por la cintura en aquel vacío corredor. No obstante, pronto dejaron esa posición tan familiar y se separaron. Iban a entrar en una zona más concurrida. Adoptaron un aire más formal y charlaron cuando al fin, empezaron a transitar por un lugar recorrido por múltiples cortesanos que iban haciendo reverencias al paso de ambos.



-Luego ese niño es fundamental para todos nosotros. Con esos poderes que tiene estará destinado para hacer grandes cosas. - Concluyó el saiyajin. -

-Sí, y solamente espero que crezca sano y feliz, para llevar a cabo su cometido. Aunque por un lado siento algo de lástima por sus padres. - Comentó Nehie. -

- ¿Por qué razón?  En mi caso me sentiría muy orgulloso de un hijo así. - Sonrió Doran quien al mirar a su interlocutora hizo que ella se ruborizase, más cuando agregó. - ¡Ese es otro de mis anhelos!... Como mi primo Kiros, él ya tiene una hija maravillosa con su esposa terrestre. También capaz de obrar prodigios.

-Sí. Celebré conocerles a ambos - Convino Neherenia. - Cuando vinieron a vernos desde Nature. 



            Desde luego que, cuando conoció al primo de Doran vio que los dos tenían muchas similitudes, aunque también marcadas diferencias. Doran era más reflexivo y estaba más al corriente de las costumbres humanas. Por el contrario, Kiros era más trasparente e impulsivo. Aunque no demasiado más. Esa característica era común a todos los naturales de Nuevo Vegeta. Los dos primos se apreciaban mucho y lo pasaron muy bien los cuatro. Ahora la soberana recordaba una conversación que tuvo con la esposa de ese joven. La chica en realidad se llamaba Margaret, era enfermera y le dio a entender aquello que Doran le había relatado con respecto a su hija, dado que en un aparte le comentó, en tanto ambas observaban al bebé dormir plácidamente en una cunita que habían traído para alojarla. Hablando en voz baja para no despertar a la cría, Neherenia le contaba.



-A mí me atrae mucho Doran, aunque por motivos de mi cargo y las obligaciones que tengo no soy libre de expresar lo que realmente siento, al menos no todavía. - Admitió con pesar. -



            Aquella atractiva joven de largo pelo castaño sonrió entonces para responder.



-Majestad, si algo he aprendido a lo largo de mi vida, y, sobre todo, tras el viaje que hicimos Kiros, otros amigos y yo en la SSP-2 es a ser sincero con uno mismo. Y a evitar malos entendidos y secretos con los demás. Si le amáis, admitidlo y gritadlo al mundo.

- ¡Ojalá pudiera! – Suspiró la interpelada. - Pero no es algo que tenga la libertad de hacer de cualquier manera. Llevará su tiempo.

- ¿Puedo hablaros con franqueza, Señora? - le pidió la joven. -

-Por supuesto, y dentro de estas estancias, soy Neherenia, no la reina. Tutéame, por favor. - Le pidió la soberana. -

-Es curioso. - Sonrió Maggie entonces para confesar a su contertulia entre reflexiva e incluso hasta con humor. - Kiros ha sido el primer y único hombre del que me he enamorado. A mí siempre me gustaron las mujeres. De hecho, eres muy hermosa si me permites decírtelo. De no estar enamorada de él, seguro que me enamoraría de ti.



            Neherenia no pudo evitar ponerse colorada. ¡Esa chica desde luego era directa! Aunque enseguida respondió apurada.



-Bueno, a mí no me interesan las chicas, en ese aspecto. Lo siento.

-¡Ja, ja! - Lo sé. - Se rio Maggie que realmente parecía divertida. - Tengo casi el don de saber cuándo una mujer comparte mis inclinaciones. Así que descuida. Estas a salvo conmigo. Ya jamás miraré así a una mujer. - Aseguró con jovialidad, aunque enseguida añadió con tintes más serios. - Lo cierto es que siempre fui una cabeza loca en cuestiones amorosas. No supe mantener unas relaciones realmente estupendas que tuve, al menos así lo sentía entonces. Entre ellas, perdí a una chica estupenda que conoces.

- ¿A quién? - Quiso saber Nehie. -

-A Kerria. - Le contestó. -



            Eso sí que dejó atónita a su contertulia. Tras un rato en el que Maggie le contó un resumen de alguna de sus vivencias, la enfermera remachó.



-Por todo eso, procura ser feliz, deja atrás el pasado. Me refiero al dolor, no a los buenos recuerdos. Puedes convivir con ellos y con un futuro junto a Doran. Lo mismo que quiero hacer yo, vivir con Kiros, quererle, pero jamás olvidar a otras personas a las que amé. Algunas desgraciadamente no viven ya. Y me arrepiento de muchas cosas, pero no puedo hacer nada ya para cambiarlas. Por ello hay que seguir adelante e intentar ser dichosa. Mientras se pueda. - Suspiró ahora con pesar para lanzar una pregunta con voz queda. - ¿No crees?



            Neherenia asintió. Esa muchacha le pareció una buena persona, con muchas vivencias dolorosas. Sin embargo, parecía estar decidida a ser feliz, más cuando le desveló.



-Verás, el nacimiento de mi pequeña ha sido para mí lo más maravilloso que jamás me haya sucedido. Y sé que me trajo de vuelta en muchos aspectos porque a punto estuve de morir, si es que no lo hice. Por eso he cambiado, me di cuenta de todas las malas acciones que he hecho y pedí perdón por ellas. Ahora solamente deseo enmendarme. Amar a mi esposo y a mi hija. No temas, si quieres  Doran, en admitirlo y en formar una familia con él.



Eso le sirvió de inspiración a Nehie. Tiempo después, Maggie daba la impresión de haberlo logrado junto al primo de Doran en ese lejano mundo. Meditaba sobre eso, la posibilidad de declarar su amor por el embajador de Nuevo Vegeta e incluso en el matrimonio. En tener hijos suyos y ser feliz criándolos. No obstante, esa responsabilidad y sus deberes, le llevaron de nuevo a pensar en el hijo de Amatista y de Leval. En la gran trascendencia de lo que estaría llamado a hacer. Así le comentó a Doran.



-Pero si ese niño está destinado a hacer algo tan importante posiblemente eso exija que sus padres tengan que separarse de él. Y eso es duro. Más si ellos son conscientes.

-Lo es. Y lo entiendo. - Admitió el saiyajin, afirmando. – También echo de menos a mi familia, claro que sí, pero ahora soy feliz. Solamente puedo desear que mis padres y mi hermana estén orgullosos de mí. Como los padres de ese crío deberán estarlo de él…alejarse de su lado para que cumpla con lo que sea que el destino le tenga reservado, sería motivo de alegría para nosotros.



            Su interlocutora no estaba demasiado segura de eso último, aunque convino con un asentimiento y los dos se dirigieron ya hacia el salón del trono.



-Esto no deja de ser divertido.- Le cuchicheó ella.- Parecemos dos adolescentes viéndose en secreto, sin que sus padres se enteren.



            Doran se encogió de hombros, esas cosas no solían suceder en su pueblo. Los progenitores de cualquier saiyajin siempre serían informados del interés amoroso de alguno de sus vástagos. Aunque allí, amor significaba el emparejarse con alguien que tuviera una fuerza de combate apreciable, a fin de engendrar una poderosa descendencia. No obstante, el saiyajin no desconocía que existían excepciones a esa regla, incluso entre los austeros guerreros del espacio.



-Bueno, al menos tenemos la ayuda y simpatía de tu doncella Anaris. Es una chica realmente leal y amable. Debo confesarte que, algunas veces, le he pedido consejo para buscar algún regalo digno de ti por tu cumpleaños.



            Neherenia se sonrió algo avergonzada, casi hasta el punto de ruborizarse. No ignoraba el hecho de que su fiel doncella y camarera personal estaba más que al corriente de su relación con Doran. Hasta sirviéndole de ayuda y parapeto del control que el leal pero muchas veces, inflexible y severo Caballero de la Lune, ejercía en su vida y en la gestión de sus obligaciones.



-Sí, es cierto.- Admitió ella.- Y gracias a su discreción y apoyo, mi Chambelán no se ha llevado un buen disgusto. Ya sabes.- Añadió enseguida para no darle otra impresión a su pareja.- De la Lune es un fiel súbdito que siempre ha mirado por mi bienestar y el del reino. No sé cómo se tomaría este tipo de relación.

-Pues como todo buen súbdito debe hacer.- Replicó el saiyajin, en esto de manera inflexible.- Aceptándola y acatando la voluntad de su soberana, a la que ha jurado obedecer y servir.

-No es tan sencillo.- Suspiró la joven reina, recordándole.- En este reino de la Luna Nueva , aun siendo la soberana, no puedo hacer lo que se me antoje. Hay una Constitución, un consejo de Estado, y unos ministros. Mis atribuciones también están supeditadas a esos organismos. Como tú tienes unas obligaciones contraídas con tus reyes.

-Tienes razón.- Admitió él para lanzar un largo suspiro y agregar. - Es solamente que muchas veces desearía que fuésemos totalmente libres.

-Ten paciencia. Ese día llegará. Cuando menos el día en que podamos revelar la naturaleza de nuestros sentimientos de forma oficial a todo mi pueblo.



Su pareja asintió. Ya no pudieron charlar más de ese modo informal dado que habían entrado en el salón Real y desgraciadamente para ambos no estaban solos. Guardaron silencio pues y se separaron, yendo cada uno a su lugar, prestos a comenzar una audiencia oficial con más emisarios y cortesanos.



-Que continúe la función.- Pensaba Neherenia una vez se sentó en el trono, observando a Doran, quien ahora aguardaba al igual que el resto a que ella diera por iniciada esa audiencia pública.-



Entre tanto Amatista había preparado la cena. Estaban terminando cuando Soa apareció de nuevo.



-¿Qué ocurre, debes enseñarle algo más?- Quiso saber la concernida madre.-



            La llegada de su esposo, hizo que su interlocutora no respondiera enseguida. Al verla allí, Leval la saludó tratando de sonar tranquilo en tanto preguntaba.



-Hola Soa. ¿Vas a llevarte de nuevo a Asthel?



            La diosa negó con la cabeza, diciéndole cariñosamente al chiquillo.



- Mensajero, vengo a despedirme...

- ¿Ya te vas? ¿Tan pronto…?,- dijo algo desencantado pues la diosa de los peluchitos, como a veces la llamaba, le caía muy bien. -

- Así es. - Afirmó Soa que se arrodilló para estar a la altura del pequeño y le sonrió tiernamente añadiendo. - Debo irme, mi misión ya ha terminado, dentro de un tiempo otro de mis compañeros vendrá para seguir la tarea.

- Pero tú eres una diosa, - objetó Leval que había estado aguardando en casa. - Seguro que aún le puedes enseñar muchas cosas.



            Lo cierto es que esa diosa le inspiraba más confianza pese a todo que los otros, salvo Redan. Aunque para su estupor y el de su esposa, Soa rebatió.



- No a alguien que es capaz de sostener la mirada del Ángel de la Muerte. Ya no hay nada que yo pueda enseñarle. Si acaso tu hijo me ha enseñado a mí. No soy nada comparada con su poder. - Admitió ella aseverando de seguido. - Ninguno lo somos. Humanos, os pido perdón por las molestias que os pude causar en el pasado. No me di cuenta de porqué eso os causaba temor, sin embargo, ahora lo he comprendido gracias a él. - Añadió en tanto miraba tiernamente al crío, que ahora estaba más interesado en ir a jugar con sus cosas. –



            Eso desde luego tomó complemente por sorpresa a sus interlocutores. Al fin fue Amatista quien sonriendo conciliatoriamente respondió.



-No te preocupes, Soa. Lamento haberte juzgado tan duramente. Gracias por ocuparte de él. – Y la madre del pequeño  no obstante, insistió. - Es una pena que no puedas quedarte algo más, para ayudarle a saber utilizar correctamente sus habilidades.

-Tranquilos, mis compañeros le adiestrarán en usar mejor sus poderes. – Repuso ella que, llamando la atención del niño, le sonrió para remachar. - Recuerda Mensajero los consejos que te he dado.

- Sí. - Asintió Asthel que agitó la mano y se despidió. - Adiós Soa, ¿podré volver a verte?,- quiso saber con el deseo de que así fuera. -

- Algún día Mensajero nos volveremos a ver...y cuando llegue el momento de la Trascendencia estaré a  tu lado.- Prometió con una gran sonrisa y se despidió con la mano. – Adiós lindo peluchito...



            Soa desapareció y el todavía asombrado Leval levantó en brazos a su hijo, su esposa se acercó a ellos y los abrazó. Pasaron varios días, recibieron una llamada, era Satory. La joven les comunicaba que dentro de poco ella y Mazoui irían a verles. Llena de ilusión Amatista se lo dijo a Sandy.



-Vendrá y podremos celebrarlo aquí, juntas.

-Será maravilloso. - Convino su amiga. - Celebrar su vuelta a la vida y la nueva vida que llevo en mi interior.



            Así pensaban las dos cuando se despidieron. Y paralelamente a todo aquello en el palacio de los soberanos de la Tierra, las dos princesas planetarias habían informado de lo sucedido a sus Majestades y al resto de sus compañeras.



- ¡Eso es asombroso! - Declaró Michiru. -

- Ni tan siquiera yo tengo el poder de volver a la vida así a nadie. - Afirmó la asimismo incrédula princesa de Saturno. -

-No, ni yo misma sería capaz de hacer algo así.  - Admitió Serenity con la misma cara de sorpresa que el resto. – ¡Es impresionante!



            Al oír aquello de labios de su reina, tanto Venus como Júpiter, se miraron ahora sorprendidas.



-¡Creímos que tú lo sabías! Cuando nos ordenaste regresar. – Comentó una perpleja Minako. -

-No…- Negó la soberana, respondiendo. - Únicamente sentí que había sucedido algo. No sé, un poder enorme que se había manifestado…y algo me dijo que debíais volver precisamente a ver qué sucedía.

-Además, recibimos una llamada de Neherenia. - Les contó Endimión. - Su amiga Idina la puso al corriente. Sabéis que el grupo al que ella y Doran pertenecen tiene acceso a dimensiones y umbrales de conocimiento superiores al del resto de sus amigos y parientes. Incluso me contaron un caso similar, el de la esposa de Kiros, el primo de Doran, en Nature.

-Eso escapa a nuestra competencia.- Comentó Serenity, quien añadió.- Lo importante es ver lo que este niño es capaz de hacer.

-Sí, Majestad. - Afirmó Haruka preguntándose en voz alta. - La cuestión es. ¿Quién es realmente ese niño?

-Por el momento es simplemente eso. Un niño con grandes habilidades. Pero un niño, al fin y al cabo. - Contestó Serenity que añadió. - Y creo que ésta no será la última vez en la que nos sorprenda. De hecho, en unos años supongo que se hará todavía más poderoso. A medida que sepa cómo utilizar sus dones. Es por eso que deberá ser muy bien dirigido.

- ¿Acaso debemos instruirle? - Inquirió Hotaru. -

-No será necesario. Ya cuenta con mentores apropiados. - Le aseguró su soberana declarando. –Además, aquí tendremos otros temas también fundamentales de los que ocuparnos.



            Las princesas asintieron. La reina pensaba en eso y en otras muchas cosas que debía preparar. Todavía no habían vuelto Marte y Mercurio de su visita a Nature, Plutón estaba en Nuevo Vegeta, viendo a sus padres y tratando de ayudarles en un delicadísimo tema familiar, que, además, podía poner en peligro toda la estabilidad de ese mundo y de la Tierra y sus aliados. Y, por si fuera poco, comenzaban a escucharse voces en la Tierra que la criticaban a ella y a su esposo, así como a las princesas, abiertamente.



-En fin, son tantas cosas. - Meditaba no sin inquietud en tanto recordaba a su hija. -  Te hecho mucho de menos Chibiusa. Pero es necesario que estés en el futuro y te mantengas en su corriente temporal…no queremos que se dé una paradoja contigo…



Y en Bios, a los pocos días, cumpliendo con su palabra, llegaron Satory y Mazoui. Todos fueron a recibirles al astropuerto. Nada más desembarcar Satory corrió a abrazar al pequeño Asthel y a darle las gracias. Además, le regaló un reloj de oro.



- Para que siempre tengas un recuerdo mío. - Declaró agradecida. -Eres un niño maravilloso y serás alguien muy importante. Lo sé.



            Su esposo también saludó al pequeño. Cuando le dio la mano una gran energía le invadió, no pudo reprimir una exclamación de mudo asombro.



- Es, es una sensación tan pura, tan fuerte...- musitó el atónito muchacho casi sin habla, ante la cara de sorpresa de todos. – Es tal y como Sandy me comentó… ¡Es increíble!

- Amigos - intervino Satory con gesto risueño. - Hemos traído a las niñas. -Y al oír eso Mazoui las acercó, estaban esperando en el vestíbulo de la terminal de vuelo junto a Sandy y Coraíon. -



            Las pequeñas, vestidas con sendos trajecitos de tules rosas, eran tímidas y cuando su madre les presentó a sus amigos, saludaron con la manita. Pero al ver a Asthel sonrieron y tras dedicarle unas profundas miradas con sus ojos color miel con matices en las pupilas algo más marrones de Alusa y verdosos de Minara, ambas le besaron en las mejillas, todos miraron divertidos la escena.



- ¡Hay que ver! - comentó Coraíon divertido. - ¡Vaya con tu hijo!, nos ha salido todo un ligón, como su padre. ¿Eh Leval?



El grupo rio la ocurrencia. Al extinguirse las carcajadas fue Satory la que les explicó.



- Mis hijas tienen la capacidad de ver la nobleza de las almas al igual que su padre.  

- Sí, lo mismo me ocurría a mí. - Convino él, aunque corrigió. - Pero al crecer he ido perdiendo ese don.

- Amigo mío, tú sigues teniendo ese don, estoy convencido. Eres el primero que tiene un alma noble. - Aseguró Leval recibiendo la sonrisa de su primo como agradecimiento. –



            Todos se fueron a sus casas, los recién llegados con sus hijas se quedaron en la de sus amigos para cenar y charlar de muchas cosas que tenían pendientes por contarse. Entre ellas la situación política de la Tierra de la que Mazoui, fiel a su palabra, se había informado. Tras ello y a petición de los críos, sus padres dejaron a Alusa y Minara con Asthel. Satory y Mazoui fueron al gran hotel de Bios a pasar la noche. Los niños se acostaron en el mismo cuarto y a la mañana siguiente las niñas, muy contentas, les dijeron a sus padres, cuando vinieron a buscarlas, que habían visto al angelito. Pasados unos días Satory y Mazoui volvieron a su casa en la Tierra y así transcurrieron los meses. El embarazado de Sandy llegó a ese ansiado buen puerto y tuvo un niño. De pelito moreno y ojitos verdes color mar, le puso Granate tal y como prometió. Al bautizo tampoco falto Makoto que lloró presa de una gran emoción.



-¡Será un niño maravilloso, como tú Coraíon y como tu hermano Granate lo fue!  - Pudo sentenciar la princesa de Júpiter cuando le dejaron tomarlo en brazos y mecerlo. - Y me lo recuerda tanto…



Y tras aquella nueva alegría pasaron más días. La orgullosa madre del recién nacido era muy feliz, con su hijo entre los brazos daba las gracias a Asthel y al Creador. Una noche, Coraíon estaba trabajando en la supervisión de algunas infraestructuras del planeta. Sandy acunaba a su bebé tratando de dormirle y le cantaba una nana. Una de las que su madre le cantaba a ella, la habitación estaba débilmente iluminada pero de pronto la chica notó un resplandor de claridad que llenó el cuarto por completo. Cuando levantó la vista vio junto a ella una silueta. Ésta se hizo poco a poco más visible hasta que sus rasgos adquirieron una completa claridad, entonces reconoció a la figura que la miraba con un gesto de gran alegría y bondad.



- ¡Mamá! - Exclamó Sandy muy emocionada - mamá... ¿eres tú, mamá?



            La silueta no habló, era de un blanco radiante, refulgía con inmaculados ropajes que flotaban como movidos por un viento inexistente. Su rostro, que se fue haciendo más humano, era el de una mujer de pelo castaño claro y unos ojos verdes brillantes. Sonrió con cara de gran felicidad. Sandy apenas sí podía contener su alegría y se acercó hacia aquella silueta con el pequeño, mostrándoselo.



- Éste es tu nieto. - Declaró con orgullo y emoción dejando correr las lágrimas. - ¡Míralo, mamá!...

- Sí – repuso finalmente el alma de ILaya. - Mi querido y hermoso nieto.



Su voz sonaba como un suave eco, la aparición sonrió de nuevo y pasó una mano sobre la carita del niño que lejos de asustarse, hizo una mueca a modo de sonrisa. Entonces la que fuera una indómita diablesa en su pasada existencia terrenal, agregó con dulzura.



- Y mi querida niña ya tiene un bebé. Tu deseo te ha sido concedido...al igual que el mío. He podido verte, cariño. Pero, aunque tú no pudieras sentirme hasta ahora, estuve junto a ti a cada paso de tu camino. Como te prometí.

- ¿Eres feliz, mamá? - le preguntó Sandy con la cara bañada en lágrimas. -

- Sí, soy muy feliz. - Le aseguró ella -…y tú y todos lo seréis también. Alégrate de tu dicha con tu hijo, aunque ésta será todavía mayor, mi amor. Un día llegará en que todos seremos uno con el Cosmos, ángeles, humanos y demonios.

- ¡Tienes que decirme tantas cosas! ¡Hay tanto que quisiera preguntarte!, ¡contarte! - Pudo balbucir Sandy. – Te quiero, te echo de menos. Ojalá hubieras podido estar con nosotros…

- Siempre he estado con vosotros. – Insistió ILaya que, animosa, agregó con una cálida y amorosa voz. - Lee mis notas hija mía y aprende de ellas. Aun te queda mucho por desvelar. Yo debo dejarte ya. Me permitieron verte a ti y a tu hijo, a mi nieto, como un favor especial y por muy poco tiempo. Gracias a que el Mensajero con su luz, ha abierto los caminos entre las dimensiones y está tratando de recuperar el equilibro del todo existencial.



            Aquellas palabras en verdad sonaban muy enigmáticas y cargadas de significado, pero la emotiva Sandy no estaba como para tratar de desentrañarlas. Lo que sí afirmó cargada de emoción fue.



- ¡Te quiero tanto, mamá! -Suspiró entre sollozos -  Si supieras las veces que he soñado estar contigo. Que me abrazaras y que pudieras darme esos besos de buenas noches.

- Lo sé mi niña, lo sé. Hazlo tú con tu hijo, por ti y por mí.- Respondió ILaya que trató de acariciar a su hija con sus manos, pero éstas la atravesaban al ser etéreas a su tacto. Tras esto, la aparición sonrió de forma maravillosa, inundando el corazón de su hija de ternura y afecto y se despidió casi con un susurro. -Tengo que volver. Adiós, hasta que volvamos a vernos se feliz y sobre todas las cosas, vive con mucho amor para ti y para los tuyos...



            La silueta de ILaya se desvaneció lentamente y con ella la claridad. Sandy se quedó mirándola de pié, acunando al niño y llorando sin poder detener las lágrimas, pero sintiéndose inmensamente feliz en tanto sentenciaba con un susurro.



-Te lo prometo mamá. Así lo haré…



      

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