Recapitulando un poco Amatista se levantó tarde
esa mañana, y, de no ser por su compañera, aún habría seguido durmiendo, ya que
tardó mucho en conciliar el sueño al tener su mente ocupada en revivir los
reproches de Leval. Además, entretuvo a su amiga hablando sobre eso y otras
cosas. Se acostaron tardísimo, así que, en cuanto vio la hora que era, saltó rauda
de su cama. Satory ya estaba casi lista pues también se despertó tarde y tan
pronto se hubo duchado y vestido su compañera de piso, ambas se dirigieron al
laboratorio donde Penélope y las demás las aguardaban con impaciencia.
-¡Ya era hora, dormilonas! – Las espetó Sandy
cruzada de brazos y con semblante severo a modo de buenos días.-
-Hola…-Pudo musitar Amatista.-
-Menos mal, ya creíamos que os había sucedido algo.-
Comentó a su vez Jen.-
-Al menos podríais habernos avisado.- Agregó la
irascible morena señalando repetidas veces su reloj de pulsera. - Os esperábamos
desde hacía mucho rato. Éstas no son horas de llegar.
- Sí, es cierto - convino Penélope
reprochándoselo, aunque con tono más sereno. - No podemos aguardar más. Estos
compuestos son inestables y tenemos que comenzar ya con la práctica.
- Lo siento - respondió Satory incluyéndose también
con tono culpable -, se nos han pegado las sábanas.
Amatista no dijo nada, solo miro a su amiga con gesto agradecido, la pobre
muchacha encajaba una bronca de la que no tenía culpa ninguna. Si acaso se
durmió tarde fue por animarla con lo de Leval. Ese parecía ser el sino de todo
el que se unía a ella, en fin. Ahora únicamente debía pensar en el experimento
para no volver a cometer ningún error y no darle más leña con que avivar su
fuego a esa pécora de Sandy. Estaba segura de que, de haber sido ella quien
hubiese admitido su culpa en la tardanza, esa estúpida se habría deshecho en
reproches y críticas. Por fortuna, al haber sido Satory, dada su condición de
licenciada y su nivel profesional, ni siquiera esa presuntuosa se había
atrevido a decir nada más. Pero Amatista ya podía constatar que esa chica le
estaba dedicando una de esas miraditas de superioridad que tanto le prodigaba.
-Espero que no siga con sus tontos comentarios. Hoy
no estoy precisamente de humor.- Pensó la francesa.-
A todo esto continuaban preparando las mezclas y
ajustando las reacciones químicas. Al parecer todo estaba a punto.
- Sí, ya hemos ajustado los espectros del láser y
preparado la genética. - Declaró Penélope indicándole a la otra ayudante, - Jen,
conecta el rayo.
- Muy bien - asintió ésta. -
La muchacha puso en marcha el aparato que lanzó un haz escarlata contra un
recipiente que estaba alojado tras una urna de cristal.
- Espero que resulte - suspiró Amatista con tono
esperanzado. - Llevamos mucho tiempo trabajando en ello.
-¡Tiene que funcionar! - la animó Satory - ya lo
verás.
- De todas maneras - añadió Sandy secándose unas
gotas de sudor que caían por sus mejillas, algo extraño pues no hacía en
absoluto calor. - No podremos repetirlo mucho más, este experimento conlleva
algunos riesgos.- Pareció decir las últimas palabras con dificultad y agregó
dirigiéndose a su jefa. - Penélope, discúlpame un momento, tengo que ir al
servicio.
- Claro ve,- le dijo descuidadamente su jefa,
concentrada en tomar notas sobre el matraz que estaba siendo bombardeado por
los rayos, éste se había tornado carmesí. -
Sandy entró en el baño, al poco Satory, a causa de los nervios, tuvo que ir
también. Abrió la puerta descubriendo a su colega en el lavabo, parecía tragar
algo, una especie de píldora. Tan pronto la vio asomarse, la morena científica
que tenía los ojos enrojecidos, le espetó bastante irritada.
-¡Podrías llamar primero antes de entrar!
- Lo siento, - balbuceó la chica - es que tenía que
ir y…
-¡Si dices algo de esto te arranco la cabeza! - La
amenazó de forma bastante violenta, demasiado incluso para el carácter arisco
que a veces exhibía. - ¿Me oyes?
- No, no diré nada, tranquila. - Le aseguró su
intimidada interlocutora con la voz trémula por el miedo. -
Sandy no la dejó seguir, apartándola de su camino con un empellón que casi la
derriba, salió de allí. Satory se quedó muy sorprendida, ¿qué se estaría
tomando? Ella no había informado de que padeciera ninguna enfermedad. De haber
sido así posiblemente no la hubiesen seleccionado. ¿Sería algún tipo de droga?
Si Penélope se hubiese enterado de ello antes de partir seguro que la habría
despedido. Además, Sandy parecía muy agresiva. Ahora que pensaba en ello,
aquella joven daba la impresión de ser dos personas distintas. Muchas veces se
enfadaba sin motivo aparente. Otras, en cambio, la muchacha estaba bastante más
amable y tranquila. Satory comenzaba a
atar cabos y se percató de que eso solía coincidir después de que su compañera
regresara del baño. Quizás esas pastillas fueran antidepresivas. O para
combatir alguna especie de trastorno bipolar. No quiso pensarlo más, salió de
nuevo y vio a la joven tomando anotaciones como si nada hubiera pasado. Por su
parte, Amatista, que observó su semblante lívido, y también la mirada que
su amiga dedicaba a esa estúpida, se acercó, preguntándole preocupada.
-¿Qué te ocurre, Satory? , te noto pálida. ¿Te
encuentras bien?
- Sí, sí, no es nada, nada.- Se apresuró a decir
ésta sin poder disimular su nerviosismo y temor al observar a Sandy. –
Tranquila…
-¿Te ha pasado algo ahí dentro con esa estúpida? -
Inquirió en voz baja Amatista mirando a ésta de reojo. – Me he fijado en
cómo salía del cuarto de baño al poco de entrar tú.
- No, por favor, déjalo estar. No ha pasado nada. -
Le pidió Satory más que preocupada, no queriendo levantar la vista ahora de su
mesa. -
- Yo no lo creo. No sé qué habrá sucedido entre
vosotras pero ya estoy muy cansada de dejarlo estar y de su actitud de matona
perdonavidas. – Sentenció su compañera de piso y amiga, observando a aquella
chica con creciente irritación. – Ya me las he visto contra otras de su calaña
antes y va siendo hora de que alguien le deje las cosas claras…
De
hecho era cierto que Amatista estaba más que harta. Además, tal y como había
estado diciéndose, no se sentía precisamente de buen humor por sus propias
circunstancias. ¿Quién se habría creído esa idiota que era para tratar así a su
amiga? Se valía de que la pobre Satory era dulce y buena, aparte de no ser en
absoluto violenta. Era fácil que esa otra, con un físico más que notable, la
apabullase a la menor ocasión. Y tal y como comentó a su amiga, juraría que la
vio empujándola de forma bastante desdeñosa cuando retornaba del baño. No, ya
era suficiente. Aprovechando que Penélope estaba ahora en el otro lado del
laboratorio consultando datos que le suministraba el ordenador conectado a ese
experimento, se dirigió rauda hasta la morena científica que pareció esperar
esa reacción.
-¡No sé qué le habrás dicho a Satory!, ¡pero me
gustaría ver si te atreves a repetirlo conmigo! - Le espetó a Sandy que
la miraba indiferente. -
-¿Te crees que me das algún miedo, niñata? - Le
respondió ésta en tono desafiante y lleno de desdén. Sin apenas dignarse mirarla.
– Hace falta mucho más de lo que tienes tú para asustarme.
-Tú no
tienes ni idea de lo que tengo.- Replicó altiva y hoscamente la aludida.- Pero
si sigues así pronto lo averiguarás…
-¡Pobre
estúpida!- Se sonrió su contertulia moviendo la cabeza.- Eres tú la que no
tiene ni idea…solamente eres una enchufada…
Amatista estaba ahora realmente furiosa, sin poderse contener más replicó
a medio tono, para que únicamente su interlocutora pudiera oírla.
- Te crees muy valiente detrás de tu mesa de
escritorio. O amenazando a una pobre muchacha que no es capaz de defenderse.
¡Pero eso se acabó! Cuando terminemos el turno ya ajustaremos cuentas tú y yo,
si es que te atreves con alguien de tu tamaño. ¡Hija de mala madre! –
Escupió apretando los puños. -
Para asombro de todas Sandy pareció volverse loca de repente. Agarró a la
sorprendida Amatista del cuello elevándola como si fuera una muñeca de trapo y
la empotró contra la pared. Ésta trataba de soltarse pero no podía moverse. La
otra chica la sujetaba con una fuerza terrible.
- Si vuelves a llamarme algo así te mato, ¿me has
entendido bien, estúpida? - Amenazó Sandy con un rotundo siseo cargado de
furia. -
Su rival estaba atónita. No había esperado aquello. Al
principio la sorprendió asustándola pero no iba a dejarse achantar. Reuniendo
todas sus fuerzas logró librarse para asombro de su propia antagonista y a
pesar de todo no retrocedió, en vez de eso le plantó cara clavando su mirada,
tan llena de rabia y ganas de pelea como la que ahora lucía su rival. Entonces
intervino Penélope que se percató de lo que ocurría cuando Sandy agarró a
Amatista. Regresó corriendo desde el fondo del laboratorio, dejando una
comprobación a medias. La jefa de investigación estaba ahora realmente
enfadada.
-¡Ya estoy más que harta, os advertí de que no iba a
tolerar otro incidente más! Para empezar las dos vais a estar suspendidas de
sueldo por una semana.
Pero ambas chicas respiraban agitadas y seguían enfrentando sus miradas con un
gesto de furia, como si no oyeran nada. No obstante, Penélope estaba en medio y
con su tono de hielo las obligó finalmente a escucharla.
- He dicho que ya es suficiente ¿Qué creéis que
estáis haciendo? Esto no es un corral para vuestras disputas personales. Y si
no podéis aceptar eso, quizás no debáis seguir aquí.
Al oír eso ambas contendientes parecieron pensarlo dos veces y se separaron
aunque de mala gana. Su jefa las fulminó con la mirada. Satory, al ver
que la tensión crecía y las cosas podrían ponerse realmente graves, intervino
con voz trémula.
- Ya basta chicas, ¡por favor! Penélope, no volverá
a ocurrir, seguro. Déjalo pasar por esta vez. Ahora todas estamos muy nerviosas
con el experimento. Luego, más tranquilas, hablaremos de ello.
- No - dijo ésta en tono inflexible. -Ya se lo había
advertido varias veces. En cuanto terminemos esta prueba les voy a abrir un
expediente disciplinario a las dos.
Pero en tanto esa disputa tenía lugar todas se habían olvidado del propio
experimento, hasta que Jen, la más cercana al mismo, se dio cuenta de que algo
no iba nada bien...
-¡Penélope! - informó asustada. - ¡El matraz!
Señaló hacia la prueba, ésta parecía estar calentándose demasiado. Entonces
Sandy pareció intuir algo, se lanzó sobre Satory y Penélope apartándolas de
ahí. Amatista al ver aquello hizo lo propio con Jen. A los dos segundos, una
tremenda explosión sacudió el laboratorio...
Paralelamente a estos hechos. Mazoui y Leval habían
comenzado el día presentándose ante su nuevo superior. El teniente mayor
antecesor de Mazoui fue uno de los que murieron en combate en otra anterior
escaramuza contra el enemigo. Su superior y comandante era un hombre maduro de
aire serio y adusto. Llegaron ante su despacho y solicitaron autorización para
entrar, les fue concedida y pasaron saludando y en posición de firmes. El tipo,
sentado tras su mesa y revisando al parecer los informes sobre ambos, tardó en
devolverles el saludo, haciéndolo de forma descuidada. Después, les dio el
típico discurso de advertencia, más que de bienvenida.
- Soy el comandante Nathaniel Zorton - se presentó
como si estuviera airado. - Espero y deseo de ustedes la máxima eficiencia y
dedicación y que sólo se ocupen de cumplir con su deber. Sé que ambos han sido
ascendidos por grandes méritos, pero no se engañen, eso no basta en mi
escuadrón. Aquí se debe uno ganar la plaza día a día. Trabajando sin
descanso. Usted - le dijo a Mazoui informándole de lo que ya sabía. - Se hará
cargo de la primera escuadrilla. Sustituirá al mayor Stevens, muerto en
combate. Era un buen oficial, únicamente espero que se muestre a la altura de
su nueva responsabilidad.
- Sí señor, haré lo posible para no defraudar su
confianza,- repuso tajantemente el joven consiguiendo un gesto de aprobación
que Zorton le hizo con la cabeza. -
- En cuanto a usted, teniente - se dirigió ahora
hacia Leval con el mismo tono duro y seco. - Se le destina a la segunda
escuadrilla.
-¿A la segunda? - Inquirió el aludido sorprendido,
añadiendo. - Yo creí que Mazoui y yo íbamos a ir juntos. Señor.
- Teniente - le amonestó Zorton. - A su superior
llámele mayor o señor. Por lo menos cuando esté delante de mí. Otra cosa es que
él le tolere familiaridad en el trato después. Necesitamos un piloto para la
segunda escuadrilla, es su destino y no hay más que decir. ¿Está claro?
- Sí señor, discúlpeme. Verá, el mayor O’ Brian y yo
somos primos. - Se apresuró a contestar el muchacho algo aturdido ante tal
rotundidad y mal talante. -
- Pues aquí son oficiales a mi mando. Ya les he
advertido que en mi escuadrón se hacen las cosas a mi manera, espero no tener
que repetirlo. Es todo - sentenció Zorton que añadió con acritud - pueden
retirarse. Tómense libre el día de hoy para irse aclimatando. Sus nuevos
compañeros y subordinados, en el caso del mayor, les pondrán al corriente de lo
que deban saber.
Leval y Mazoui saludaron de nuevo, dieron media
vuelta y se marcharon. Tardaron lo justo después de salir del despacho de su
comandante y del edificio para cambiar impresiones de regreso a sus
habitaciones.
- Me parece que ese tipo es un hueso.- Comentó Leval
con un tinte de decepción. – Da la impresión de que tuviera algo en contra
nuestra.
- No te creas - rebatió Mazoui con más
despreocupación. - Para mí que debe comportarse igual con todo el mundo.
- Eso espero. Porque, de otra forma, mal he
comenzado con ese tipo. - Sonrió su interlocutor tratando de olvidarse del
tema.- En fin, tendré que ir con cuidado.
Su primo quiso aprovechar entonces para variar el
rumbo de esa conversación y le propuso
con un tono más desenfadado.
-Bueno, como tenemos tiempo, ¿qué te parece si nos
pasamos por el laboratorio de las chicas? Deben estar a punto de salir.
- No tengo muchas ganas, ni creo que sea buena
idea,- repuso Leval que extinguió esa leve sonrisa respondiendo de un modo huraño ahora. -
- Vamos hombre - le pidió su primo tratando de
desdramatizar. - ¿Es que todavía estás enfadado con Amatista? Ya se ha
disculpado ¿no? Olvídalo de una vez.
- No es tan sencillo, Mazoui - contestó su
interlocutor de mala gana para quejarse de seguido. – Ya te lo dije ayer. Siempre
me prejuzga, nunca deja hablar a nadie, se cree que siempre han de hacerse las
cosas cuando a ella le viene en gana y como le parece. Antes parecía ser
de otra manera. Pensaba que, con los años, se había vuelto razonable y más
madura. Pero me ha demostrado que no es más que una cría consentida y piensa
que cuando se equivoca le basta con una disculpa y un par de lágrimas en la
cara para que la perdonen. Pues conmigo no le va a servir, ya es hora de que se
comporte como una mujer adulta.
-¿En qué sentido lo dices? - Le preguntó Mazoui con
malicia. -
- ¿Qué quieres decir con eso? - Le inquirió a su vez
su perplejo contertulio. –
Su primo se rio en tanto declaraba diríase que hasta
divertido de ver la expresión de su interlocutor.
-Cuando te oigo hablar así de ella, me da la
impresión de que parecéis un matrimonio que se ha peleado.
-¡Oh vamos, Mazoui! - saltó Leval a la defensiva. - Sabes
perfectamente a lo que me refiero. Tiene que comenzar a asumir sus errores de
forma responsable y no tratar de quitárselos de encima. Eso si quiere que
tengamos una relación adulta. Sin ir más lejos, no se le ocurrió mejor cosa que
salir con el idiota ese de Logan para fastidiarme, debe pensar que todavía
seguimos en el instituto. - Añadió casi sin pretenderlo. -
-¿No me digas? ¿Una relación adulta? ¿Cómo de
adulta? - Repuso su interlocutor con la clara intención de pinchar a ver que
sacaba. - ¿No decías que era como tu hermana pequeña? Pues entonces,
¿desde cuándo has dejado de verla de esa manera? ¿O es algo más que eso para
ti?
-¡No seas ridículo! - exclamó el interpelado que
parecía molesto y hasta azorado por esa observación cuando recriminó. - Estás
retorciendo todo lo que digo…
Mazoui casi juraría que se había puesto colorado. Lo
cierto es que eso le divertía. Y quizás pudiera hacer que su primito terminase
por admitir lo que en realidad sentía.
- A mí no me puedes engañar, lo sabes. ¿Por qué no
dejas de intentarlo contigo mismo? - Le aconsejó a su contertulio con más
seriedad y tinte afable, que de broma. – Creo que ya es hora…
-¿Pero bueno, qué te pasa? - Inquirió Leval tratando
de desviar el tema. - ¿Esto qué es? ¿Un interrogatorio sobre lo que crees que pienso?
Mazoui, te agradecería que dejases de hacer esto.
-¿Hacer el qué?,- respondió éste encogiéndose de
hombros y mirando con una expresión divertida a su amigo. - ¿Qué se supone que
hago?
-¡Que no te metas en mi cabeza! , odio que intentes
averiguar lo que estoy pensando a cada momento y tú sabes que no me gusta.
-¡Eh, no te des tanta importancia! - rio el
interpelado que añadió con sorna. - Tú no tienes nada interesante ahí dentro
que se pueda averiguar, sólo eres un cabeza hueca.
- Vaya, eres muy gracioso - se sonrió su
interlocutor mejorando su humor con esa chanza, para añadir él a modo de media
broma. - Cuando estemos en el área de entrenamiento, ya verás como no te ríes
tanto.
-¡Uy, qué miedo! - repuso despreocupadamente el
aludido que insistió con más jovialidad. - Anda, vente al laboratorio solamente
un ratito. Es preguntar y suavizar un poco las cosas. Vamos, Leval. Sabes que
Amatista es una buena chica, y aquí somos una familia. No tiene sentido estar
peleados. Nunca se sabe lo que puede suceder. Nos necesitamos todos y lo sabes muy bien. - Suspiró ahora con un
tinte de pesar. – Quizás después pueda ser tarde.
Su
primo no supo qué oponer a eso. Guardó silencio durante unos instantes y
finalmente asintió. Ahora recordó a Granate, ¡ese pillastre! No paraba de hacer
gamberradas y de comportarse como un crio las más de las veces. Sin embargo, demostró
tener un gran valor llegado el momento y cuando Leval supo por la propia
Amatista que su primo se había enamorado de la reina de la Luna Nueva, todavía
le dolió más profundamente su pérdida. En el fondo Mazoui tenía razón. No
merecía la pena, ya hablaría con esa chica. De modo que, lanzando un suspiro a
medio camino entre conciliador y resignado , pudo replicar.
-Bueno, un ratito en el laboratorio, las saludamos,
trato de que esa cabezota comprenda las cosas y después… cuarto de
entrenamiento, me lo debes.
- Vale - concedió su primo feliz de que al final
Leval diera su brazo a torcer. - Luego te prometo darte oportunidad de que me
hagas pupa. Si es que puedes.
- De acuerdo,- asintió el muchacho más animado,
aunque de inmediato advirtió aunque con más suavidad. - Pero no te creas que
voy a cambiar de manera de pensar. Esa chica tiene que madurar…
Su amigo y compañero se encogió de hombros y ambos se dirigieron al
laboratorio. Llegaron a la sala de espera y se sentaron allí. Les informaron
que el equipo técnico estaba llevando a cabo un experimento muy importante y
que no se sabía cuándo podrían concluir. De modo que decidieron marcharse.
-Que conste que lo hemos intentado.- Comentó Leval
quien hasta parecía aliviado.-
-Esta no vale.- Comentó Mazoui.-
-¿Cómo qué no? Yo he venido pero ella no estaba.- Se
permitió bromear su interlocutor.-
Su
primo elevó la mirada hacia arriba moviendo levemente la cabeza, como si
quisiera de ese modo humorístico proveerse de más paciencia. Al fin comentó con
tinte resignado pero divertido a un tiempo.
-No creas que te vas a librar tan fácilmente. Ya
habrá otra ocasión.
-Bueno, pues hasta que ese momento llegue, ya sabes.
Vamos a entrenar.- Le recordó su interlocutor con un tono más animado ahora,
añadiendo.- El doctor Adams ha estado haciendo unos ajustes en la cámara. Me ha
garantizado que podríamos alcanzar hasta cien ges.
-¡Tú estás como una cabra!- Se rio Mazoui.-
-Puede ser, pero creo que somos capaces de
soportarlo.- Afirmó su primo.-
-Lo máximo que hemos tenido han sido treinta, y es
realmente muy duro. Casi ni nos podíamos mover. - Admitió su contertulio.-
-Mi padre me contó que su maestro Son Goku y el rey
Vegeta eran capaces de resistir más de quinientas.- Afirmó Leval.-
-Te recuerdo que ni tú, ni yo, somos ellos.- Declaró
Mazoui, agregando no sin admiración.- Esos tipos eran una especie de dioses o
algo así. ¡Si hasta los saiyajin de Nuevo Vegeta les veneran!
-Eso es cierto.- Tuvo que reconocer su
interlocutor.-
-En fin. Todo con tal de que arregles las cosas con
Amatista.- Le recordó una vez más Mazoui.-
-Ni que te pagara como abogado.- Suspiró su
interlocutor, cediendo al fin.- Está bien. Luego volvemos. Trataré de aclararlo
todo con ella.
Mazoui pudo sonreír al fin. Se daba perfecta cuenta
de que su primo estaba deseando solucionar aquello, incluso más que él. Pero
tenía que hacerse el difícil. Al menos había logrado encauzar las cosas. Ya no
había prisa, las verían después. Se alejaban justo cuando se produjo la
explosión que atronó el lugar. La puerta del laboratorio saltó por los aires y
ellos se tiraron al suelo para eludir las esquirlas y trozos de la pared. Los
equipos anti incendios se dispararon y los dos reaccionaron al punto.
- Ha sido en la sala de pruebas, ¡deprisa! - urgió
Mazoui. -
Entre aquel caos de sonidos de alarmas y parpadeos de luces rojas de emergencia
ambos entraron en la sala a través de la destrozada compuerta de acero. Sólo
veían cascotes y escombros por todas partes. Levantaban estos de forma
frenética.
-¿Dónde están las chicas?- gritaba Leval en voz
alta, intentando localizar a alguien.-
-Aquí veo a alguien.- Le indicó su primo, levantando
un fragmento de pared.-
Bajo él encontraron a una joven morena que estaba
herida de cierta consideración y cubría con su cuerpo a Satory y Penélope. Por
fortuna ambas estaban indemnes.
-¡Dios mío!- Pudo decir la doctora Winters:- El
resto de mi grupo. ¿Dónde están las demás?
-Estamos en ello, usted salga de aquí.- Le pidió
Leval intentando mantener la calma pese a estar realmente asustado.-
Mazoui se encargó de avisar a los del equipo de
rescate que se hicieron cargo de las compañeras de Satory. La jefa del proyecto
no deseaba irse aunque esa otra chica morena logró persuadirla.
-Aquí únicamente estamos estorbando. Dejemos que el
equipo de rescate trabaje.- Le pidió con tono comedido.-
Él en persona se ocupó de Satory. La joven estaba
consciente y muy asustada. Mazoui, ayudándola con suavidad a levantarse, le
inquirió entre atónito y alarmado.
-¿Qué ha ocurrido?
- Al…algo…falló – pudo apenas musitar la pobre chica
a punto de sufrir un ataque de nervios.- No, no sé lo que ha pasado…
Sus gafas se habían roto y tenía arañazos y
magulladuras. Aunque sangraba un poco por algunas heridas y estaba bastante
manchada, afortunadamente era más aparatoso que grave. Por suerte, el shock parecía ser lo único
que había sufrido. Sin que ella lo advirtiera el muchacho le transmitió un
poco de su energía curativa. Enseguida, la conmocionada chica se sintió algo
mejor y pudo explicar.
-Debió de haber una sobrecarga en los sistemas y
estalló la cubierta de protección. ¡Dios mío!
Fue
lo único que pudo decir, dando un vistazo alrededor del dantesco escenario de
escombros y ruinas en el que se había convertido el laboratorio, luego se
desmayó de la impresión y Mazoui la levantó en brazos.
-¿Dónde está Amatista? - Preguntaba frenéticamente
Leval mientras levantaba enormes bloques de cemento y retorcidos hierros
tratando de encontrarla. - ¿Dónde está?,- trató de interrogar a Satory pero ésta ya había perdido
el sentido. -
- ¡Déjala! - le pidió su primo tratando de serenarle
- se ha desmayado. No está para responder preguntas, yo la localizaré.
Mazoui se concentró, quería calmar a su amigo pero
él mismo estaba alarmado. Por más que lo intentaba no conseguía encontrar la
energía de la chica
-¡Oh, no!
No percibo nada. Espero que no haya
muerto,- pensaba tratando de no asustarse. -
Leval arrancaba literalmente los cascotes tratando de excavar. Entonces escuchó
jadeos entrecortados y levantó unos restos de la mampara de acero. Allí la vio
atrapada bajo una viga. Había protegido con su cuerpo a otra muchacha que
estaba inconsciente. Levantó aquella columna de metal para liberarlas. Los
servicios de rescate llegaron y pudieron llevarse a esa otra chica. Amatista
por su parte estaba llena de sangre producida por cortes en muchas partes de su
cara y cuerpo.
- Amatista ¿Puedes oírme?- le preguntó él con
visible inquietud al ver tanta sangre. -
- Leval - musitó ella apenas consciente y con
la voz entrecortada en su idioma materno, en tanto apretaba los dientes y
cerraba los ojos. - J´ai mal partout...
- Tranquila,- le dijo mientras levantaba también el
gran peso que atrapaba las piernas de la chica sin esfuerzo aparente. - Te
sacaré de ahí.
Por suerte aquello sólo la había estado aplastando unos minutos. La muchacha no
precisaba de torniquete. Mazoui enseguida que pudo dejó a Satory en una camilla
y se aproximó. Transmitió algo de su energía a la víctima. Tenía las piernas
destrozadas por el peso del metal y el cemento. Por fortuna, él se ocupó de
reducir el daño cuanto pudo sin ser visto. Leval entre tanto atrajo a unos camilleros
agitando los brazos. Cuando llegaron se ocuparon de inmovilizarla
cuidadosamente para izarla con suavidad en una camilla.
- Te llevarán al hospital.- Le comentó él a la chica
que estaba muy asustada. – Te recuperarás enseguida…
Amatista apretaba los dientes sin cesar con un claro
gesto de dolor a la par que tiritaba debido a la pérdida de sangre.
- Leval, J´ai mal partout, ¡je ne sens pas mes jambes!- gemía aterrada. – j´ai beacoup du froid.
- Ne t’énerve pas. Tout aurait de plus en plus meilleur. Rassure-toi. Te vas a poner bien, tranquila.- Le insistió él en
ambas lenguas, tratando de no dejarse ir por la angustia y añadió con tono
confortador sujetando una mano de la joven con las suyas. -Yo voy a estar
contigo. No te dejaré sola esta vez. Te lo prometo.
Aunque el muchacho estaba también muy asustado, hacía años que ella no hablaba
en su lengua natal. Debía sentirse muy mal para retrotraerse de aquella
forma. Y por lo que Leval la entendió, Amatista sufría dolores en todo su
cuerpo, ¡pero no notaba sus piernas! Eso podría ser muy grave. Además, vio una
mancha de sangre cerca, la joven tenía perforada alguna zona del cuerpo cerca
de la cadera derecha. Teniendo en cuenta que se quejaba de frio, con la elevada
temperatura que había en esa sala, más tras esa explosión, eso solamente podía
significar una cosa. Había perdido mucha sangre, su vida estaba en gravísimo
peligro. Era preciso llevarla enseguida al hospital.
-¡Dios
mío!- Pensaba él, lleno de inquietud.- ¡Ella no!…primero Granate y ahora…
Trató de quitarse esa idea de la cabeza.
Esperaba que hubiesen llegado a tiempo.
-¡Aquí!- gritó a un grupo de enfermeros que llegaron
rápidamente con una camilla.-
-Hágase a un lado, por favor.- Le pidió un médico
que iba con ellos.- Parece que esta mujer, de unos veinte años y complexión
atlética, tiene varios traumatismos severos y heridas inciso-contusas con gran
pérdida de sangre.- Les comentó a sus acompañantes.-
Leval miraba y escuchaba todo aquello impotente. Estaba muy asustado e igualmente frustrado.
¡Ojalá hubiera llevado alguna alubia! Se la habría dado a Amatista y ella se
hubiese recuperado enseguida.
-¡Maldición! No sé siquiera si me queda alguna.- Se
dijo con pesar y desesperación.-
Al menos la chica estaba estabilizada. Amén de
asegurarla con entablillados y un corsé especial, los enfermeros a las órdenes
del facultativo se pusieron a trabajar muy rápido, habían cortado la hemorragia
y colocado una bolsa de suero en una vía que tomaron en el brazo derecho de la
paciente. También hacían continuas comprobaciones sobre su estado de camino a
la zona de urgencia médica. Mazoui por su parte salió de allí con Satory,
acompañándola en la camilla donde la había dejado mientras dos enfermeros la
sacaban. El muchacho estaba más aliviado respecto de esta chica. Le inquietaba
mucho más el estado de Amatista. Y, por si eso fuera poco, también sentía algo
extraño. Le parecía como si alguna cosa quedase allí dentro, entre las ruinas,
pero no podía ser nadie. Las chicas ya habían sido todas evacuadas.
-¿Había alguien más aquí dentro?- preguntó para
cerciorarse.-
-No hemos encontrado a nadie más.- le respondió un
miembro del grupo de rescate que había venido al poco rato de entrar él y
Leval. -
Satisfecho con esa respuesta no pensó más en ello, A
Satory la metieron en una de las camas que se habían habilitado en la sala
contigua. Allí, junto a ella, descansaban Sandy, Penélope y Jen. La primera
estaba ya consciente. Aunque tenía heridas de alguna consideración cuando la
trasladaron ahora parecía estar mejor. Se levantó pese a los ruegos del
personal sanitario interesándose por sus compañeras.
-¿Cómo estáis? - Les preguntó a Penélope y Jen que
también estaban al fin despiertas. -
- Bien, gracias Sandy, me has salvado - le respondió
su jefa muy reconocida para volver
a su papel de científica y querer saber de inmediato. ¿Qué pasó?..
- No lo sé, quizás un fallo en el sistema de
calibración del láser– conjeturó ésta. -
-¿Cómo está Satory? - Se interesó Penélope,
preocupada al verla desmayada en una camilla. -
- Bien, no tema - repuso uno de los doctores. - Sólo
sufrió un ataque nervioso y heridas de poca consideración.
-¿Y Amatista? - Inquirió Jen que se percató de que
no estaba con ellas. -
- Su compañera ha sufrido fracturas en ambas piernas
a la altura de las tibias y rotura de vasos importantes por perforación.-
Respondió el doctor con semblante más preocupado. - Es algo serio y la han
llevado al hospital. Aún no sabemos si pudiera tener dañada la columna y los
nervios ciáticos. También hay que explorar para ver el estado de sus órganos
internos.
- ¡Tenemos que ir a verla! - exclamó Sandy añadiendo
con inquietud. -Nos necesitará a su lado.
- Es curioso que lo digas tú - intervino Jen con un
tinte de reprobación. - Si no os podéis ni ver. Casi la matas antes y ahora te
preocupas.
La interpelada guardó un embarazoso y culpable silencio bajando la cabeza,
sabía de sobra que Jen tenía razón. ¿Qué podría decir? ¿Cómo explicar sus
propios miedos? Las causas que la habían llevado a ese comportamiento debían
seguir siendo ignoradas por los demás. Aunque era perfectamente consciente de
que las apariencias estaban en su contra.
-Mejor eso que la verdad.- Meditó apenada. -
Pero afortunadamente fue Penélope la que
contestó, intercediendo por ella, con un tono esta vez suave y conciliatorio.
- Las disputas personales no tienen que ver con
esto y menos en un momento así, Jen. Todas somos compañeras. Y ellas dos
se han arriesgado para salvarnos la vida.
- Es verdad, lo siento, Sandy - se disculpó la
ayudante con visible arrepentimiento. – Perdona.
- No importa, me lo merezco - musitó quedamente ésta.-
Ya nos veremos…
Y para sorpresa del resto, fue capaz de incorporarse
sin problemas.
-Aguarde señorita.- Le pidió uno de los médicos.- No
puede irse todavía. Tenemos que hacerle pruebas para ver si sufre alguna lesión
o traumatismo.
-Estoy bien, gracias.- Musitó ella.-
-¡Pero, espere!- Insistió ese hombre tomándola de un
brazo.-
Sandy
se giró clavando una intensa mirada de sus ojos color albahaca en los de aquel
tipo para repetir con un tono más tenso, duro e imperativo.
-¡Estoy bien!
Su interlocutor quedó sin capacidad de respuesta, hubiese
jurado que esas pupilas había destelleado de un tono rojizo intenso, aunque
fuese por unas décimas de segundo. Intimidado, soltó el brazo de la muchacha
quien no perdió el tiempo, saliendo al instante de la habitación.
-Esa chica
es muy rara.- Musitó Jen, mirando a Penélope.-
Su jefa
prefirió no decir nada, aunque también observó sorprendida la reacción de Sandy
en tanto esta se alejaba. Entre tanto Leval se paseaba nervioso por la sala de espera del hospital. Tenía
que esperar a que el equipo médico que atendía a Amatista le avisase. Él no
dejaba de preguntar con agitación a cada médico y enfermera que veía.
-¿Cómo está la paciente del accidente? ¡Respondan,
por favor!
- Tranquilícese - era la casi invariable respuesta.
- Dentro de un momento le pasaremos el informe clínico, procure sentarse y
relajarse un poco. Así no ayuda nada a su amiga.
A disgusto Leval obedeció y se sentó. Sabía que eso era cierto. Aunque no podía
evitar sentir esa zozobra. Estaba muy intranquilo y se removía en el sofá.
Cuando por fin salió una enfermera de la habitación a donde habían entrado a
Amatista, el chico se levantó como un resorte.
-¿Qué ocurre? ¿Cómo está?- Inquirió de forma
apresurada. -
- No tema. Está fuera de peligro. Ha tenido mucha
suerte al ser rescatada tan pronto, podría haber perdido las piernas. Y por
fortuna su espalda está bien.
-¿Puedo verla ya?- preguntó el chico con ansiedad. -
-¿Se llama usted Leval? - Quiso saber a su vez
la enfermera a lo que él asintió. - Pase, ella no ha dejado de repetir su
nombre. Pero, por favor, está muy débil. Procure no cansarla y que no se
emocione demasiado.
- No, descuide - le aseguró él forzándose a mantener
el aplomo para remachar más aliviado. – Muchas gracias.
Dando
un largo suspiro de alivio luchó por calmarse. No le haría ningún bien a ella
si se mostraba nervioso e inseguro. Cuando finalmente logró controlarse abrió
lentamente la puerta de la habitación. La muchacha permanecía acostada en la
cama, mirando al techo con la espalda ligeramente elevada y con las piernas escayoladas
y en cabestrillo. Los brazos y la cabeza también estaban medio vendados. Leval
se acercó despacio y tomó asiento en una silla a su lado. Ella trató de girar
lentamente la cabeza e incluso de moverse hacia él, pero el muchacho la detuvo
con un gesto.
- Tranquila, no te muevas, debes descansar.
- ¡Gracias por sacarme de allí! - le dijo Amatista
tratando de no sollozar pero sin conseguirlo. - Muchas gracias.
- Ya ha pasado todo,- la animó él sujetándola de una
mano para asegurarle con cariño. - Te pondrás bien. Los médicos dicen que has
tenido mucha suerte.
- Casi no me noto las piernas, estoy asustada.
Estaba medio sedada y les oí decir que podría perderlas, pero las tengo,
¿verdad que las tengo, Leval? - Preguntó ella mirándole con el gesto sobrecogido
por el temor y la angustia. – Dime que siguen ahí…
- Sí, claro que las tienes - sonrió el muchacho con
tono tranquilizador e incluso forzadamente jovial. -Tan largas y bonitas como
siempre.
-¿Y si no pudiera volver a andar? - Preguntó ella
con la voz quebrada por el miedo. -
- No, no - se apresuró a responder él. - ¡Cálmate! ,
los médicos me han dicho que te recuperarás. Aunque te llevará un tiempo. Lo
cierto es que habéis tenido mucha suerte. Sobre todo Satory y tú. ¿Qué pasó en
ese laboratorio? - Quiso saber él, dando paso ahora a la intriga que le
asaltaba al pensar en eso. -
- No lo sé. Algo salió mal - narró ella tratando de
recordar, pero su mente estaba confusa. - Sandy y yo discutimos, no me acuerdo
exactamente de porqué.
La
joven se detuvo un momento, tratando de hacer un esfuerzo por recordar, Leval
sujetó una de sus manos entre las de él.
-Tranquila, no te esfuerces.- Le pidió con evidente
preocupación.-
No
obstante, ella no pareció escucharle y al fin pudo añadir.
-Cuando nos quisimos dar cuenta explotó la mampara
de seguridad, todo fue muy rápido. Yo estaba justo en el medio de la explosión
pero algo, una silueta de color blanco, se colocó delante y me protegió. Creí
ver a un chico muy alto, de pelo largo, que sonreía. Quizás fue una alucinación,
o es que pensé que iba a morir. Fue como un flash.
- Debes dormir un poco,- le susurró Leval sin hacer
demasiado caso a esas palabras que juzgaba fruto de la situación extrema que
ella había sufrido. - Tienes que descansar.
- No quiero quedarme sola - le pidió la angustiada
muchacha. - Tengo miedo de no despertarme.
- Duerme tranquila, yo estaré contigo. Te lo
prometo. - Le aseguró él acariciándole la frente con suavidad. -
- Eres tan bueno conmigo, lo has sido siempre. Lo
siento tanto, no debí dudar de ti. ¡Siempre tengo que estropear las cosas con
la gente que me importa! ¡Defraudé a tu hermana y ahora a ti!- balbuceó llorosa
con un gran sentimiento de culpabilidad. -
- Todo eso está pasado - sonrió Leval que había
desterrado aquello ante la gravedad de este suceso y el miedo que había pasado
por la vida de la muchacha. - Olvídate de ello, también ha sido culpa mía por
estar siempre tan ocupado. Pero cuando salgas de aquí nos tomaremos unos días
libres, ¿vale? Yo pediré un permiso y podremos ir donde tú quieras. Te lo
prometo.
-¿De verdad?,- sonrió ella, animada por primera vez
cuando suspiró. ¡Qué ganas tengo de salir!
- Pues obedece a los médicos y no seas tan
cabezota,- bromeó él arrancándola otra sonrisa. - Ahora trata de dormir.
La emocionada chica asintió, él la reclinó ligeramente, ella cerró los ojos.
Leval permaneció allí hasta asegurarse de que dormía. Ahora ya no sabía que
pensar, cuando entró al laboratorio y vio esa desolación creyó por unos
momentos que podría estar muerta y sintió una terrible desesperación. Amatista
le importaba mucho, bastante más de lo que él creía. Y entonces pensó en que
hubiera deseado decirle muchas cosas. Ya no era una niña, ni aquella chiquilla
alocada que trataba de conquistarle recurriendo a los más estrafalarios
métodos. Entonces le hacía gracia. Ella pensaba que él no se daba cuenta y
Leval prefería hacérselo creer pues no imaginaba que pudieran llegar a nada
serio con la amiga de su hermana pequeña. Lo veía como un juego más de
adolescente y no quería hacerle daño con una negativa. Pero las cosas habían
cambiado, fue verla salir con Logan y sintió como algo dentro de él se consumía
¿Por qué estaba tan enfadado? ¿Por la humillación que le hizo sentir ese idiota,
o porque lo hizo delante de ella? No, si hubiera sido en privado incluso se
habría burlado de él. No le habría importado lo de “sí señor, o no señor”. Pero
delante de Amatista, no es que fuera por orgullo, era algo más profundo. La
observaba dormida y se daba cuenta de lo bonita que era, incluso con aquellos
vendajes. Tan desamparada y tan frágil, con unos verdaderos sentimientos,
de dolor, miedo y esperanza, que iban mucho más allá de aquellos intentos de
citarse con él a tontas y a locas de antaño. La muchacha seguramente habría
salido con ese estúpido en un desesperado intento para llamar su atención. Y
desde luego, lo había logrado más de lo que ella podría pretender. Leval
suspiró y salió en silencio de la habitación, también quería saber algo de las
otras chicas y buscó a Mazoui. Éste entre tanto había acompañado a Satory al
hospital, ella insistía en que se encontraba bien, pero el chico le pidió que,
por seguridad, se sometiera a un chequeo.
-Nunca se sabe, más vale asegurarse.- Argumentó él
agregando amablemente.- Me quedaré contigo para cerciorarme de que no te pasa
nada.
-Muchas gracias.- Sonrió vergonzosamente ella.-
Siendo
así, la joven estaría encantada de pasar por todos los reconocimientos que
hiciesen falta. Así que finalmente aceptó agradecida. Por suerte estaba
perfectamente y fue dada de alta, marchándose con él tras preguntar por
Amatista.
-¿Podemos pasar a verla?- Le preguntó Satory a una
de las enfermeras.-
-Ahora mismo acaba de tener una visita y creo que se
ha quedado dormida.- Repuso su interlocutora.-
-Será mejor que la dejemos descansar. Ya vendremos
más tarde.- Le dijo Mazoui.-
Satory asintió, fue en ese momento cuando Leval los
vio. El chico se interesó también por todas las demás. Gracias al Cielo estaban
bien, salvo por heridas superficiales y hematomas. Pero por precaución serían
dadas de alta al día siguiente. Sandy incluso, ese mismo día. Era sorprendente,
estaba casi como si nada le hubiera ocurrido y se marchó enseguida a casa, tan
tranquila, tras saber que Amatista se recuperaría. Leval también le contó a
Mazoui aquella historia de la silueta aunque lo hizo con tono escéptico. Sin
embargo, su amigo le escuchó muy interesado y le comentó.
- Cuando esté mejor, quisiera que hablásemos de
ello. Tengo que preguntarle algunas cosas.
- Pero Mazoui, sólo era una alucinación debida a un
trance de peligro de muerte.- Objetó su primo sorprendido de ese gran interés. -
- No estoy muy seguro - rebatió él añadiendo con
tono reflexivo. - Hay algo que me preocupa, pero no es eso, no sé. Es una de
mis…corazonadas - aclaró ante la atónita mirada de Leval y Satory, sin querer
ser más explícito delante de ella. - No lo puedo explicar - dijo rindiéndose
por fin. - Será mejor que nos vayamos a descansar...si es que te encuentras
mejor. - Le dijo a la muchacha.-
-Sí, muchísimas gracias por ocuparte de mí - sonrió
débilmente la chica tomando una de las manos de él entre las suyas.- Eres tan
amable…
El chico se sonrojó un poco. Aquella pobre muchacha lo habría pasado muy mal y
era su deber auxiliarla. Era una buena chica desde luego. Tras interesarse
nuevamente por su estado ambos se marcharon a dormir dejándola en observación
para mayor seguridad. Aunque no todos se fueron realmente. Tras un par de horas
para adecentarse Sandy retornó. La joven ahora lucía un aspecto inmejorable. Estaba
como si nada le hubiese sucedido. Aprovechando que todavía era hora de visitas
y que el resto se había marchado a descansar, quiso entrar a ver a su
compañera. Suspiró tratando de prepararse. Aquello no iba a ser nada fácil.
Pudo pasar cuando le comentó a los
enfermeros de guardia que era una de las científicas de ese laboratorio. Al
entrar estaba lista para encarar a esa muchacha y reconducir las cosas un poco.
Sería buena idea el limar asperezas. A fin de cuentas, esa chica la exasperó
pero solamente porque estaba tratando de defender a su amiga. Estaba dispuesta
a ser conciliadora pero no tuvo que hacerlo. Por fortuna, la convaleciente
dormía ahora. Quizás sedada. La morena muchacha se aproximó mirándola con
pesar. Entonces tomó una de sus manos entre las suyas y le susurró.
-Perdóname. No era mi intención que esto sucediera…
no eres mala chica pero no podrías comprenderlo. Ni tú ni las otras…
Y
tras unos instantes de observar a esa joven con pesar, Sandy salió de la habitación.
Al menos en la soledad de su piso podría meditar un poco sobre su propia
situación. Entre tanto, en las ruinas del laboratorio, algo extraño y
amenazador, fuente de las preocupaciones de Mazoui, se materializaba poco a
poco entre los escombros…
En la Tierra mientras tanto, alguien observaba
también con mucha atención. Había esperado durante años, tras reunir
información cuidadosamente. Alguna fuente anónima no obstante, la había
ayudado.
-Ahora estoy tras la pista correcta.- Se decía con
satisfacción.-
De
hecho, incluso soñaba a veces con detalles sobre sus indagaciones que se
revelaban ciertos. Pudiera ser su instinto periodístico. El caso es que estaba
tras la pista y siguió a la persona en la que se interesaba sin que esta lo
supiera. Anduvo muy cerca aunque sin trabar contacto directo. No era el momento
todavía. Primero debería hacerlo ajustándose a lo que le habían indicado.
-No comprendo el porqué de todo esto. Aunque no me
disgusta la posibilidad de pasarlo bien.- Pensaba esbozando una malévola
sonrisa.-
El
primer paso fue sencillo. Antes de aparecer directamente ante su objetivo debía
preparar el terreno. Tras localizar a esa otra chica la estuvo vigilando. Era
una estudiante de enfermería que trabajaba para pagarse los estudios y
mantenerse, siendo dependienta en una tienda de lencería y ropa.
-Me
he fijado en ella, y está claro lo que le gusta.- Se dijo divertida.- En eso al
menos coincidimos. Pronto la abordaré. Y si todo sale como me han asegurado, no
tendré ningún problema en persuadirla.
Y así sucedió, puesto que Marla
siempre tuvo talento para conseguir relacionarse con otras mujeres de un modo
bastante íntimo. Era como si pudiera saber de inmediato cuales compartían sus
inclinaciones. Sin embargo, no quiso apresurarse. Estuvo yendo a esa tienda
fingiendo ser una clienta. (Aunque claro, compró algunas cosas aprovechando la
situación y para dar verosimilitud a su tapadera) Al poco, esa jovencita se
fijó en ella. Tras empezar a conocerse de una manera muy íntima en los
probadores, esa muchacha, llamada Margaret, (aunque ella insistía en ser
llamada Maggie), le contó algunas cosas.
-No
sé. Me atraes mucho, me gustas. Pero esto no está bien. Estoy saliendo con otra
chica.- Le confesó apurada.-
-Bueno,
no soy celosa.- Sonrió Marla, añadiendo a modo de excitante propuesta.- Quizás
si nos conociéramos las tres. Ya sabes, de un modo más íntimo, como hemos hecho
tú y yo…puede que a ella le gustara. Podrías decirle…- Aquí se detuvo fingiendo
desconcierto para preguntar.- ¿Cómo se llama tu novia?
-Kerria.-
Respondió de inmediato su interlocutora.-
-Pues
dile a tu querida Kerria que soy un regalo para estimular vuestra relación. Yo
estoy de paso. De modo que no tiene que temer nada de mí.- Afirmó Marla,
matizando luego.- O mejor, dale una sorpresa. Me has contado que sueles
prepararle cenas muy románticas. ¿Verdad?.
Digamos que puedo ser el postre.
Y así fue. Aunque Marla sabía
perfectamente quien era esa chica. Sin embargo, engañó a Maggie haciéndola
creer que no. Lo hizo tan bien que esa pobre tonta la creyó. Las cosas desde
luego no salieron como en la primera variante de su plan. La tal Kerria, no
solamente no quiso saber nada de hacer un trío sino que rompió con su novia.
Maggie, no obstante, fue incapaz de ir tras ella cuando su ya ex salió llorosa
de su apartamento, al verla junto con Marla. Pero esta había tenido la
precaución de dejar grabando su móvil para captar toda la escena.
-¡Ja,
ja, ja! Siendo una chica famosa, me pagarán muchísimo por esta noticia. -Llegó
a comentar para horror de Maggie.-
Y se fue al cuarto de baño, lista
para llamar a la revista a la que ya había vendido algunos escándalos de
personas conocidas. Lo cierto es que Marla poseía un enorme poder de seducción
que gustaba de emplear para su beneficio. Especialmente con otras mujeres dado
que, odiando a los hombres como los odiaba, únicamente recurría a esa persuasión
con ellos para temas realmente muy importantes, y nunca dejándoles acercarse a
ella de manera íntima. De hecho, tan
bien le iba con su capacidad de atracción que ya ni precisaba de escopolamina.
-Es
una suerte no tener que comprar burundanga en el mercado negro. Alguien podría
delatarme. Ahora únicamente necesito convencer a esta tonta de Maggie de que
tenemos el negocio perfecto. ¡Kerria Malden, la ídolo juvenil, ex miembro de
las Justices…tachan! ¡Es lesbiana! ¡Ja, ja!, va a ser toda una bomba. Aunque
antes, siendo de las nuestras, deberíamos darle la oportunidad de comprar esa
exclusiva. Creo que llamaré a su agencia.
Empero, las cosas no salieron como
ella las había previsto. Su encanto con Maggie no fue suficiente. Esa zorra la
engañó, aprovechando que se fue al baño le había borrado todos los videos
incriminatorios que tenía en su móvil, incluyendo, claro está, los de Kerria y
ellas en esa habitación. Cuando, enfurecida le hizo ver lo estúpida que había
sido, Maggie se lanzó contra ella y la echó de su apartamento literalmente a
golpes. Jadeando todavía por la paliza y muy furiosa, Marla respiró hondo para
calmarse.
-¡Estúpida!
Te daré tu merecido, pero no me rebajaré a tu nivel. No pelearé contra otra
mujer. Pero sé dónde ir para vengarme.-
Se dijo con malicia.-
Al día siguiente, sabiendo que
Maggie no entraba al trabajo hasta un par de horas más tarde, llegó a la tienda
de ropa. No tardó en localizar a la dueña y entrando con apariencia de estar
asustada, le pidió con voz temblorosa.
-¿Podría
hablar con usted un momento, por favor?
-Claro,
señorita. ¿Qué se le ofrece?- Inquirió su interlocutora observándola entre
sorprendida y algo inquieta.-
Y es que la apariencia de esa joven
recién llegada llegó a preocuparla, estaba llorosa y hasta temblaba. Incluso se
asustó cuando esa muchacha comenzó a hablar con un tono lleno de vergüenza.
-Esto
es muy difícil para mí. No quisiera perjudicarla. Pero, verá…soy clienta de su
tienda desde hace unas semanas. Y hay una chica, una empleada…
Y para horror de la propietaria,
Marla le contó como esa dependienta, de nombre Maggie, había comenzado a
tratarla con mucha amabilidad, para ir luego pasando a ser demasiado afectuosa.
Finalmente, hasta se metió en un probador con ella para besarla y manosearla.
-Me
hizo proposiciones muy indecorosas.- Le confesó.- Estoy pensando seriamente en
denunciarla, pero no quiero que su establecimiento sufra las consecuencias.
En ese momento, una mujer joven se
aproximó a las dos. Era de cabello oscuro, casi como el de Marla, y comentó en
voz baja y tono lleno de prevención.
-Discúlpenme.
No he podido evitar oír algo de lo que esta señorita ha dicho. A mí me ha
sucedido algo similar. Esa chica debe de ser…ya sabe, Bueno, cada cual puede
tener las preferencias que desee. Pero a mí también ha intentado tocarme con la
excusa de que me quería ayudar a probarme una falda. Y la he visto mirando a
muchas otras chicas jóvenes. ¡Incluso madres con niñas pequeñas!
-¡Yo,
no sé qué puedo decir!- Musitó la horrorizada dueña.- Esa joven nunca me
pareció que fuera de esa forma. Siempre ha cumplido bien con su trabajo.
-Pues
yo no pienso regresar hasta que esa chica se vaya. Y mis amigas tampoco. No les
ha gustado nada lo que les he dicho. - Anunció esa individua recién llegada.- Y
tienen un fundado miedo. No saben a cuál de ellas podría violentar.
La propietaria suspiró con gesto
lleno de inquietud y alarma. No tardó en afirmar.
-Les
ruego que acepten mis disculpas en nombre de este establecimiento. Por supuesto
que no voy a tolerar que esto siga ni un momento más. Les prometo que tomaré
las medidas oportunas.
-Siendo
así, podremos seguir viniendo tranquilas. Si dejamos de coincidir con esa
muchacha.- Comentó Marla con impostado temor.-
La dueña así lo aseguró dándose por
satisfechas, ella y esa otra mujer salieron. Una vez fuera, aquella individua
sonrió, comentando divertida.
-No
sé qué te habrá hecho esa pobre chica, pero estos han sido los doscientos pavos
más fáciles de ganar de toda mi vida.
-Algo
irreparable. Por eso, tranquila. Has hecho lo que debías ayudándome a darle su
merecido. Por cierto, toma, un poco más.- Contestó Marla extendiéndole un
billete de cien dólares.-
Y cuando su interlocutora iba a
tomarlo, ella se adelantó agarrándola suavemente de esa mano para añadir.
-Esto
no es gratis, sino a cambio de un rato más de compañía. Ya me comprendes.
-Bien.
Pasar ese rato contigo casi no puede considerarse como trabajo sino como
placer.- Contestó su interlocutora con voz melosa.-
Y se fueron juntas al apartamento de
aquella mujer. Era una prostituta a la que Marla había abordado ofreciéndole
hacerse pasar por una clienta de la tienda de ropa y decir aquellas cosas. Su
anónima fuente se la había recomendado como una individua sin ningún tipo de
pudor para un trabajo como ese. Ahora, una vez cumplida su misión. Las dos
disfrutaron en efecto de su muta compañía antes de separarse definitivamente.
-Ha
sido bonito, pero debemos decirnos adiós.- Sonrió Marla en tanto, tumbada junto
a ella en la cama, acariciaba los pechos de esa mujer.-
-Lástima
no saber siquiera como te llamas. De veras, contigo lo haría gratis.- Le
comentó esa individua que parecía realmente complacida.-
-Ni
tú debes conocer mi nombre ni yo el tuyo. Es mucho más seguro para las dos.-
Afirmó su contertulia besándole en uno de los pechos.-
Y tras levantarse se la cama se
vistió y sin decir adiós salió de ese piso pensando.
-Bueno.
Ahora, vuelta al trabajo.
No perdió más tiempo, ni miró atrás,
alejándose enseguida por una de esas concurridas calles. Tenía más cosas
pendientes, aunque de momento el tema de Kerria Malden debía quedar aparcado.
Una fuente anónima le había dado información bastante interesante sobre una
mujer casada e insatisfecha con su esposo.
-Que
además, resulta que es rica y tiene dos hijos.- Pensó esbozando una ladina
sonrisa.- Tendré que averiguar el origen de esa insatisfacción, aunque, por lo
que mi informador me ha indicado, ha sido vista frecuentando hoteles de fuera
del Estado en compañía de preciosas jovencitas. Con suerte, podré ser una de
esas afortunadas. Y hacerle pagar el precio.
Eso sí, antes de ponerse a ello, se
preocupó de acudir a la tienda al día siguiente, descubriendo con agrado que
Maggie ya no trabajaba allí.
-Eso
le enseñará a esa zorra a no volver a cruzarse en mi camino.- Pensó con gran
satisfacción.-
Una vez concluyó su inspección y charló
afablemente con la dueña, salió del lugar tras haberse comprado un par de
conjuntos para celebrarlo. Por si fuera poca la dulzura de su venganza, la
propietaria le hizo un magnífico descuento por no denunciar al local, ni
hacerle mala publicidad. Marla por supuesto se reía de esa ingenua.
-No
merecía la pena un pleito del tres al cuarto con una tienducha cuando tengo un
objetivo mucho mayor. De modo que, ahora que ya puse a esa estúpida de Maggie
en su lugar, vamos a centrarnos en la tarea verdaderamente importante.- Se dijo
con una sonrisa llena de desdén y superioridad.-
Y se alejó caminando sin prisa
llevando las bolsas con su preciada compra, ignorante de la figura que,
cubierta por un oscuro sayal, la observaba al tiempo que parecía anotar algo en
una especie de cuaderno desapareciendo al instante siguiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)