domingo, 6 de marzo de 2011

GWG 15.102. La amenaza se extiende


Tan pronto se accionó la alarma inmediatamente se ordenó la cuarentena para todo el sector. Pero el fluido se extendía de forma muy rápida por toda la nave utilizando los conductos de ventilación. Para cuando quisieron darse cuenta de eso, aquella extraña sustancia había invadido bastantes zonas civiles e incluso militares. Se procedió a sellar el resto de las áreas con la mayor celeridad tratando de que no cundiera el pánico entre la población de la ciudad. Mazoui llegó al laboratorio y allí Satory le contó lo ocurrido.



- He descubierto ese extraño fluido en mi habitación,- le informó ella mostrándole la bolsa. - Logré hacerme con esta muestra. Lo hemos analizado y parece estar compuesto por enzimas y aminoácidos comunes. Pero, de alguna forma extraña, está manipulado. O al menos parece como si tuviera vida propia. No sé cómo ha podido suceder. Y hasta que no nos aseguremos de que no entraña ningún riesgo debemos procurar tener mucho cuidado.

- Eso es peligroso.- Declaró Mazoui contándole lo que había visto para horror de la muchacha y sus compañeras que se acercaron a escuchar -, debemos eliminarlo como sea. Tenéis que buscar un medio para anular ese producto extraño. Viene del antiguo laboratorio donde experimentabais. Quizás esté provocado por el accidente. Tengo que ir a avisar a Leval y su grupo.-  Dicho esto salió corriendo  de allí dejando a las chicas ocupadas en buscar algún tipo de remedio. -

- Debemos darnos prisa. - Ordenó Penélope haciéndose cargo de inmediato de la situación. – Sandy y Jen. id a realizar los análisis preliminares y a tratar de depurar esa sustancia, a ver si  es posible encontrar un contra compuesto.



            Ambas obedecieron al punto. Por su parte, Penélope le indicó a Satory.



- Tú y yo sigamos con las pruebas de estabilidad y de frecuencia.



            La interpelada asintió, no había ni un segundo que perder y junto a su jefa se afanó en retomar la experimentación.



-Tenemos que hacer lo posible por aislar este compuesto y sus enzimas.- Comentó Satory que añadió con patente confusión.- Jamás había visto algo semejante a esto.

-Ni yo tampoco. Y eso que el doctor Tomoe y Kaori me enseñaron muchas cosas.



            Penélope recordaba aquellas interesantísimas clases que su indigne profesor les daba. Junto con Kaori, su asistente y esposa. En ese centro de investigación había gran cantidad de talento. En la parte informática contaban con Mimette y Daniel Rodney y la hija de estos, Mimí, que era otra mujer realmente notable. Además, la doctora Melissa Prentis era asimismo una magnífica científica, aunque más especializada en temas de ingeniería. Por no hablar de la joven hija del profesor, Keiko, quien también prometía. En ese proyecto de hadas – Cinco de la que ella formaba parte, se trabajaba mucho y se derrochaba talento e imaginación. Por ello se llevó una gran sorpresa y alegría, acompañada de una buena dosis de responsabilidad, cuando una tarde el doctor la citó en su despacho.



-¿Da usted su permiso? - Preguntó la muchacha que lucía su bata blanca de laboratorio y llevaba una carpeta con anotaciones bajo el brazo.-

-Adelante Penélope.- Le contestó afablemente Tomoe.-



            La joven entró para descubrir que, además del doctor, estaban allí su esposa y Mimette Rodney.



-Siéntate Penny.- Le ofreció  jovialmente la señora Rodney acercándola una silla.- Ponte cómoda…



            La chica obedeció, le parecía muy extraño que sus mentores estuvieran los tres juntos. Aquello daba la impresión de ser una especie de evaluación. No pudo evitar decir, eso sí, con tono contenido y profesional, tal cual era su costumbre.



-¿Hay algún problema?..

-Sí, lo hay.- Admitió Tomoe levantándose de su sillón y aproximándose a ella para declarar.- Tenemos uno, y muy grande. Y en parte te concierne a ti.

-¿A mí?- Se señaló a sí misma la joven, ahora realmente sorprendida.-

-Sí, Penélope.- Intervino Kaori. Para sentenciar con énfasis.- A ti…

-Verás, aquí en Hadas – Cinco presumimos de estar muy bien preparados y de forma a científicas brillantes.- Comentó Mimette, agregando.- Tú misma acabas de doctorarte con unas calificaciones inmejorables. Eres una auténtica crack.- Remató con una de sus típicas sonrisitas traviesas.-

-Gracias- Pudo replicar su contertulia algo azorada.- Pero no creo que sea nada extraordinario.



            De hecho, a Penélope no le gustaba ser objeto de elogios tan directos. Se entregaba en cuerpo y alma a lo que más le apasionaba en el mundo, la investigación y la ciencia. Aunque enseguida prestó atención a Tomoe cuando éste añadió.



-Por ello ahora tenemos un problema. Supongo que estarás al corriente del proyecto prioritario que estamos llevando a cabo.

-Sí, doctor.- Admitió la muchacha.- Todo el acondicionamiento para la SSP-1. Aunque oficialmente eso es desconocido por la mayoría de nuestro equipo. Le agradezco mucho que confiara en mí…



            Y se detuvo en seco. ¿Acaso sospechaban que ella hubiera filtrado alguna clase de información? Desde luego que no lo había hecho. Pero ni tan siquiera tuvo que molestarse en afirmar eso. Fue la propia Kaori quién la tranquilizó al verla esa expresión de inquietud que a buen seguro tendría en ese momento.



-No temas. Esto no es nada malo. Todo lo contrario. Pero necesitamos que nos des tu parecer.  Como sabrás, nuestro equipo de Hadas- Cinco se compone precisamente de cinco mujeres de gran talento y capacitación científica y técnica por delegación. Y con la puesta a punto de la SSP-1 precisamos de científicos de mucho nivel para que viajen en ella. De modo que vamos a crear una división a bordo de esa nave. Se ocupará de llevar a cabo experimentos en el espacio y de completar un programa de Terraformación.

-Así es, querida.- Intervino Mimette posando una mano sobre el hombro izquierdo de la chica, para agregar.- Y hemos pensado en ti.



            Penélope les miró atónita. ¡Aquella era una gran responsabilidad, desde luego pero también un enorme honor!



-Yo… no sé qué decir. Que hayan pensado en mí para acompañarles es muy halagador.



            Sin embargo,  la señora Rodney la cortó esbozando una sonrisa y afirmando casi diríase que divertido ahora.



-Te equivocas, querida. Nosotros no iremos.

-No hemos pensado en ti para que formes parte de esa expedición como una científica más.- Añadió Kaori para remachar.- Queremos que seas la directora de todo el proyecto.



            Esa fue una de las pocas veces en la que aquella muchacha habitualmente tan controlada y poco expresiva se emocionó. Apenas sí podía hablar, finalmente pudo casi balbucir.



-Yo. ¿Directora?... Pero si yo no…no estoy preparada para algo así.

-No te subestimes.- Replicó Kaori, sonriendo con afabilidad.-

-Eres perfecta para el puesto.- La animó a su vez Mimette, agregando.- Verás. De aquí a los siguientes meses se seleccionarán cuatro chicas más, dos como científicas titulares y dos como ayudantes de investigación.

-Y tú serás la responsable del proyecto y la jefa de todas ellas.- Sentenció el profesor Tomoe, agregando no sin un tinte de orgullo en su voz.- Has sido mi mejor discípula. Te he enseñado todo cuanto podía. Y todos confiamos plenamente en ti. Sé que, yendo tú, será como si todos estuviéramos allí.



            La joven no sabía que decir, incluso tuvo que enjugarse alguna lágrima que se le escapó. De todos modos eso era algo que debía meditarse. Si aceptaba tendría que dejar atrás a su familia y a su novio. Aunque últimamente habían estado algo distanciados…Desgraciadamente él no acababa de entender lo que la ciencia y su trabajo significaban para ella. Y sus padres, menos todavía.  Suspiró asintiendo y finalmente fue capaz de replicar con más calma y prevención.



-Eso suena maravilloso y les estoy muy agradecida, pero. ¿Podría pensarlo?...Es una decisión muy importante no solo para mi carrera sino para toda mi vida.

-Lo comprendemos perfectamente. - Comentó el doctor.- Por eso te dijimos que teníamos un problema. Y realmente depende de ti, Penélope. Si no lo aceptas nadie te lo reprochará. Sabemos que es pedir mucho. Pero deberíamos buscar a otra, y eso no es tarea fácil.

-Ninguna joven de nuestra organización llega a tu nivel.- Afirmó Kaori.- Al menos no todavía.



            Y la muchacha asintió, quizás Keiko, la hija de Kaori y del doctor, que  realmente era una muchacha muy inteligente pudiera. Pero aún estaba terminando sus estudios, o Mimí, la hija de Mimette, aunque era de un campo diferente al suyo. Desde luego que, si se centraban en la exoplanetología, bioquímica y astronomía, ella era la más indicada. Meditó aquello y tras unos minutos se despidió de sus instructores prometiendo dar una respuesta. ¡Y vaya si la dio! Tras eso sí, amargas discusiones con su padre, que siempre la vio como sucesora al frente del restaurante familiar. Y otra agría charla con su novio, con el que rompió.



-No debo ni quiero volverme atrás en esto.- Se animó, tras salir de su casa entre lágrimas.- Algún día mi padre comprenderá que la investigación es mi vida. Se lo demostraré una vez más como he hecho hasta ahora.



Tuvo que hacerlo desde que era una niña. Primero al decantarse por estudiar ciencias y rechazar matricularse en económicas. Su padre siempre le dijo que era muy inteligente, sí. Aunque él tenía en mente que Penélope estudiara economía o leyes para ayudarle con la gestión del restaurante. ¡Al menos no insistió en que se hiciera chef!



-En eso mi hermano siempre estuvo más dotado que yo.- Recordaba. -



Y la única manera en la que su padre la respetaba era cuando ella aceptaba cualquier reto que él le ponía.



-Si eres capaz de sacar matrícula de honor en esta u otra asignatura, estudia lo que quieras… si puedes pagarte la carrera eres libre de estudiar lo que te plazca.- Rememoraba las palabras de su progenitor.-



Al menos su madre sí que parecía apoyarla un poco más. No obstante, también había abogado porque le diera a su padre alguna satisfacción, haciendo algo que a él le gustara. Y pese a que Penélope trabajó algunas veces en el negocio familiar, bien como camarera o incluso de pinche ayudando en la cocina, eso no era ni mucho menos para ella. Por esa razón fue aceptando y venciendo todos los retos que su progenitor le puso. Finalmente aceptó este último, transcendental, como tan acertadamente comentó, para su carrera y su vida. Ahora trataba por todos los medios de solucionar aquella posible amenaza. No podía fallar a la confianza que depositaron en ella.



-Tenemos que conseguir llegar al fondo de este asunto. Hay que solucionar esto como sea.- Se decía en tanto proseguía con sus cálculos y observaciones de aquel misterioso fluido.- No les fallaré, doctor Tomoe, Kaori, Mimet…



            Entre tanto, cuando Mazoui llegó a su cuartel el fluido se extendía por buena parte del mismo con esa engañosa apariencia de lentitud, que, sin embargo, le hacía progresar a una velocidad alarmante. Esquivándolo como pudo, llegó a la sala de oficiales. Allí estaban Leval con un puñado de pilotos. Aparentemente ajenos a lo que ocurría. Fue éste quien vio entrar a su primo y todos se pusieron firmes. El recién llegado les instó a que descansasen.



-¡Hay que salir de aquí! - les urgió - esto es peligroso.

-¿A qué te refieres?,- le inquirió Leval sorprendido, él  no se había apercibido nada de particular. -



            En pocas palabras Mazoui les contó lo que ocurría. Todos se le miraron asombrados.



-¿Es que no os habéis dado cuenta de nada? - Les preguntó sorprendido. -

- Aquí no hemos advertido nada extraño – respondió su atónito primo. - Llevamos un par de horas en la sala y no hemos notado nada anormal.

- Atentos - les indicó Mazoui que advirtió a los chicos que iba a abrir una puerta para que mirasen. - No os acerquéis.



            Y tras indicarles que guardasen una distancia prudencial abrió la puerta de golpe. Todos se quedaron perplejos  al poder observar el pasillo lleno de ese fluido casi por completo.



-¿A esto le llamáis vosotros estado normal? - Les inquirió a los demás que no podían explicarse que podría ser aquello. -

-¿Pero qué es eso, señor?- preguntó un piloto que estaba junto a él. -

- No lo sé - repuso Mazoui quien sin embargo, añadió convencido. - Pero es peligroso, habrá que salir de aquí sin tocarlo.

-¡Vamos, muchachos! - arengó Leval- , hay que obedecer, rápido.



            Todos salieron por la puerta opuesta, el último en hacerlo fue un joven piloto compañero de Leval que tropezó, cayendo sobre el fluido. Trató de levantarse de inmediato pero no pudo moverse.



-¡Socorro! - gritaba aterrado. - ¡Ayudadme por favor! ¡Me está atrapando!



            Leval y otros dos compañeros más intentaron ir a levantarle pero Mazoui lo impidió.



- ¡No!, ¡no le toquéis! - Ordenó bruscamente. -



            El chico fue rápidamente cubierto por el fluido y quedó paralizado, convertido en una estatua gelatinosa. Todos se quedaron aterrados, sin poder apartar la vista de aquello.



-¡Qué horror! - gritó un alférez dominado por el pánico. - ¡Tenemos que salir de aquí!

- Tranquilízate, muchacho - le instó Leval sujetándole de un brazo. – Si dejas que el pánico te domine estarás perdido.

- Sí señor, lo siento - se disculpó él dominándose con gran esfuerzo. -

- Vamos,- les indicó Mazoui que lanzó un rayo de energía abriendo un corredor en ese fluido.- Corred, rápido.- Les ordenó a los pilotos que corrieron con todas sus fuerzas, pudiendo pasar al otro lado. -



            Ninguno se paró a pensar siquiera de dónde había surgido ese rayo de energía. Asumieron que su superior portaría algún arma especial. Leval y Mazoui se quedaron atrás cubriendo la retirada y el fluido se cerró  sobre sí mismo. Ellos levitaron por encima. Teniendo mucho cuidado de no tocar el techo.



-Esa cosa también se está extendiendo por arriba.- Le indicó Leval.-

-Bloqueará la galería entera en cuestión de minutos.- Calculó su primo.-



            Por fortuna fueron rápidos escapando de aquello, lograron pasar abriendo algo más de espacio con algunos disparos calculados de energía, aterrizando al otro lado junto con el resto de los militares.



-¿Cómo lo han hecho, señor? - Le inquirió un asombrado primer teniente a Mazoui, al ver aquello. -

- Luego se lo explico, ahora tenemos otras cosas de las que preocuparnos. - Respondió prontamente éste para zanjar la  cuestión. -



            Corriendo sin parar lograron llegar hasta unas compuertas de acero. Pasaron a través de ellas y Leval, accionando una palanca, las cerró. Su primo se encargó de tapar el sistema de ventilación.



- Hay buenas y malas noticias,- anunció entonces Mazoui dirigiéndose a todos los presentes. - Las buenas son que hemos logrado cerrar las compuertas y liberarnos por ahora de ese fluido asqueroso.

-¿Y las malas? - Inquirió Leval temiéndose la respuesta. -

- Que nuestras reservas de aire son limitadas. Hay que buscar una salida por otra parte y rezar por que ese fluido no se haya extendido mucho por ahí.

-He tratado de llamar con mi teléfono pero no tengo cobertura.- Les indicó una joven alférez.-

-Aquí la roca y el metal de las paredes lo hacen muy difícil. Y esa cosa puede que también interfiera.- Conjeturó Leval.-

- Esto no se presenta muy alentador, pero gracias a los ínterfonos podemos establecer contacto con los departamentos que estén protegidos y quizás nos den una ruta de escape.- Valoró una teniente que estaba junto a Mazoui. -

- Pues adelante con ello.- Animó él. – Hay que intentar buscar un interfono, tiene que haber uno cerca.



            Todos se afanaron en encontrarlo, al final el alférez de antes, un chico llamado Michael, Mike para su grupo de compañeros, logró dar con él. Presto, avisó enseguida a Leval.



- Señor, aquí está.

- Bien hecho, Mike.- Le felicitó su superior indicándole - ahora conéctalo. Vamos a ver si nos sacan de aquí.



            El chico obedeció con prontitud, una vez modularon las frecuencias, comenzaron a llamar a las zonas más próximas, Mazoui se ocupó de ello, pero no encontraron respuesta.



-Esperemos que los cables no estén dañados.- Comentó un apurado teniente.-

-Están bien metidos en la roca. Son a prueba de ataques enemigos, señor.- Respondió Mike.-

-Sí, es cierto.- Convino Leval.- Esta nave está muy bien diseñada. Es difícil destruir la infraestructura de comunicaciones militares.

-Entonces quizás sea que no hay nadie en ese sector.- Conjeturó Mazoui.-



Marcó entonces el número de la torre de control principal. Allí sí les respondieron. Se puso un capitán del puente que al ser advertido de lo que sucedía enseguida replicó.



- Aquí torre, dennos su situación.

- Estamos en el sector, cuarenta y cinco, X, uno.- Respondió Mazoui. - Hemos sellado el área y necesitamos saber si podemos salir por la zona norte, señor. Cambio.

- Un momento - respondió el capitán. - Espere que consulte el ordenador.



            Hubo una tensa pausa. Todos contenían la respiración. Al fin ese oficial añadió.



- No detecto nada en la parte norte. Pero algo se acerca a gran velocidad hacia su posición. Deben huir por los conductos de ventilación superiores. Ahora que pueden. Dense prisa. Corto.

- Recibido señor, cierro.- Convino Mazoui. -



            Colgó el comunicador y levitó quitando la rejilla superior del conducto de ventilación que debía de estar a unos cuatro metros de altura sobre sus cabezas.



- Vamos, iremos subiendo, daos prisa.- Les instó Leval. -



            Entre él y su primo elevaron al resto y luego subieron ellos. Una vez por el estrecho conducto Mazoui notó como el fluido se acercaba. Dejó ir delante a Leval y él lanzó un rayo controlado de energía para darse unos segundos más. De  forma rápida ambos lograron acceder a la sala de control por la rejilla de ventilación, de allí a la torre de control. Una vez fuera, Mazoui selló el conducto con otra emisión de energía.



- Mayor - le llamó el capitán  con aire entre inquieto y curioso.  ¿Cómo está la situación ahí fuera?

- Mal, señor - repuso seriamente él - he tenido que sellar la ventilación en todas las áreas o nos arriesgamos a que esto se propague por toda la nave. En el laboratorio tratan de encontrar algo para contrarrestarlo, espero que lo consigan.

- Yo no puedo dar esa orden para toda la nave.- Declaró el capitán que añadió, sin embargo. - Pero el comodoro Hazzar sí. Creo que la dio ya, todos los sistemas están cerrados y los generadores de oxígeno y renovación de aire de emergencia funcionan con normalidad.

-¿Qué se sabe de las zonas civiles, señor? ¿Las han sellado ya?,- inquirió Mazoui preocupado. -

- Para eso debe dar su autorización el contraalmirante Spar - respondió éste. -

-¿Y el hospital, señor? - Preguntó Leval también muy preocupado por la seguridad de Amatista y los demás pacientes. -

- Eso está en la zona civil, le digo lo mismo. Además se deben consultar a los estamentos civiles de la nave.

- Por favor, señor, hay que pasar a alerta tres de inmediato.- Le pidió Leval al capitán - debo contactar con el contraalmirante, enseguida.

- Estamos en ello - dijo éste.- Pero las líneas están sobrecargadas.

- Entonces, con su permiso, yo mismo iré al hospital - dijo el muchacho. -

- Espere teniente,- le reclamó su superior que arguyó con razón - no podemos abrir las puertas.

- No hace falta, señor, ahora mismo vuelvo.-  Afirmó él con total tranquilidad. El capitán le miró con cara de no comprender a Leval que se concentró en la energía de Amatista desapareciendo. -



            Todos se quedaron boquiabiertos, el capitán asombrado, le preguntó a Mazoui.



- Mayor, ¿cómo ha podido hacer eso?

-¿Eso?,- repuso el interpelado despreocupadamente - Es fácil, una translación instantánea, está clasificado como alto secreto, así que usted y el resto no lo han visto, ya me comprende.- Y ante el asentimiento de sus interlocutores, todavía atónitos, el muchacho agregó.- Disculpe señor. Con su permiso yo también debo irme un momento - se concentró durante unos instantes en la energía de Satory y desapareció dejando a su superior y a los demás oficiales todavía más anonadados. -

-Pero, ¿cómo demonios lo ha hecho? - Volvió a preguntarse aquel atónito oficial ante las caras de pasmo del resto de sus hombres quienes, por supuesto, no tenían respuesta.-



Entre tanto Leval apareció en la habitación de Amatista que estaba escribiendo una canción. Cuando lo vio, ella, tomada por sorpresa, dio un respingo.



- Oye, no hagas eso - sonrió sin embargo con expresión divertida, para añadir. - Me has dado un buen susto. ¿Es que no podías esperar hasta mañana para verme?

- Deprisa - le dijo él con semblante serio. – Ve a por tu ropa  y póntela, tengo que sacarte de aquí.

-¿Qué ocurre? - Inquirió la chica con gesto preocupado pensando que Leval no actuaría así de no ser por una buena razón. – Dime… ¿qué pasa?

-¡Hazlo rápido! No hay ni un instante que perder. - Le pidió él con urgencia, casi de un modo militar. -¿Necesitas que te ayude?



Ella negó con la cabeza. Ese tono no le gustó, pero no quería volver a su forma de ser de antaño. Si Leval la urgía de ese modo la cosa tenía que ser grave. Así pues se apresuró a obedecer. Él entre tanto examinó las rejillas de lo conductos de su habitación, tal y como imaginaba, esa baba rosa comenzaba a aparecer cayendo en un suave y casi imperceptible gotear.  Al mirar hacia allí, atrajo a su vez la atención de la muchacha.



-¿Qué es eso?- Preguntó Amatista con extrañeza.-

-No lo sé, pero nada bueno. Es peligroso. Tenemos que irnos.- Le comentó un inquieto Leval.-



La muchacha quiso darse más prisa para vestirse, aunque eso únicamente hizo que se trastabillase. Su acompañante corrió a sujetarla.



-Lo siento, no es momento para torpezas.- Susurró ella.-

-Tranquila. – Respondió conciliatoriamente él.- Tómate el tiempo que necesites, mantendré eso a raya.



            Para probarlo disparó un pequeño rayo de energía que hizo que esa especie de baba retrocediera. Aunque el efecto apenas sí duró unos instantes. Ahora el chico juraría que la cadencia de aquel goteo había aumentado. Y lo que era peor, el incipiente charco resultante daba la impresión de empezar a moverse hacia ellos.



-Es cómo si hubiese reaccionado a mi ataque.- Pensó con creciente preocupación.-



No quiso exteriorizar eso delante de Amatista. Por fortuna quedaba aun tiempo suficiente y la muchacha, que ya se iba manejando mejor durante su rehabilitación, estuvo lista en pocos minutos. Leval no quiso aguardar ni un segundo más.



-¿Lista?- Le preguntó él.-

-¿Vas a trasladarme contigo?- Quiso saber la joven, mirando al suelo.-



            Y es que aquella mancha rosada estaba desplazándose hacia ellos. Amatista no pudo ocultar un gesto de temor y aprensión.



-Sí, claro.- Respondió Leval entre tanto.- ¿Nos vamos?

-Cuando quieras, a ser posible, pronto.- Suspiró la joven.-



Su interlocutor asintió, observando a su vez ese charco que iba creciendo a cada segundo. Levantándola en brazos, se transportó con la muchacha captando la energía de los compañeros que estaban en la sala de mando. Mazoui, a su vez, apareció junto a Satory y Penélope  como es natural, sobresaltándolas. Se disculpó en tanto ellas se recobraban de la impresión.



- Pero, ¿de dónde ha salido usted?- Inquirió la jefa del laboratorio sin ocultar su asombro. -

- Ahora no hay tiempo de explicaciones. ¿Qué tal vais con las pruebas? - Preguntó el muchacho deseoso de tener buenas noticias. -

- Hemos probado con una gran variedad de ácidos - respondió Satory a la que aquello no parecía haber impresionado tanto pues ya conocía de sobra que el muchacho poseía esa habilidad. - Pero no consiguen eliminarlo, incluso vamos a probar con electrodos de alta potencia.

- Mis rayos de energía sólo lograron separarlo o disgregarlo en porciones más pequeñas.- Les contó Mazoui. - Luego vuelven a unirse. No os servirá de nada.- Declaró con rotundidad para querer saber de inmediato con tono apremiante. - ¿Habéis sellado los conductos de ventilación?

- No, ¿por qué?,- preguntó Penélope sin comprender. -

- Esa cosa se mete por la ventilación - contestó Satory preocupada cuando recordó aquello. - Así llegó hasta mi habitación.

- Sí, usa los conductos del aire para propagarse - corroboró Mazoui. -



            Para darles la razón escucharon un goteo, ese fluido estaba penetrando por la ventilación del laboratorio. Lenta pero continuadamente se iba aferrando y resbalando al tiempo por las paredes. Al mirarlo ninguno podía reprimir una sensación de creciente agobio y ansiedad. Mazoui, muy inquieto por la seguridad de las chicas, las instó a marcharse.



- Vamos, os llevaré a lugar seguro.

- No podemos irnos - le respondió Penélope con serenidad. - Somos científicas y debemos hallar un remedio. Nuestro deber es investigar la forma de neutralizar esa cosa, como el vuestro luchar. Además, esto es responsabilidad nuestra por lo que veo.

- Sí, Mazoui - añadió Satory conviniendo en eso con su jefa -, no podemos abandonar la investigación. Si esto ha sido provocado por nuestro fallido experimento, nosotras debemos solucionarlo.



            Sandy, y Jen, al fondo del laboratorio habían estado ajenas a la llegada del chico. Las dos estaban probando unas combinaciones de electrodos con compuestos químicos, pero les faltaba uno. La morena científica fue a la sala en la que estaban los demás.



- Debo salir a traer el amonio - dijo Sandy- no me queda.

- No será seguro - le advirtió Mazoui observándola con cierta extrañeza. -

- No tenemos elección - aseveró lapidariamente  ella saliendo de allí a la carrera. -



            Mazoui recordó que esa muchacha había estado involucrada en el accidente de ese experimento que presuntamente había originado aquello. Al parecer tuvo mucha suerte y salió prácticamente ilesa. Lo cierto es que en aquel momento, preocupado como estaba por Satory y Amatista, no le prestó demasiada atención.



-Es curioso, es como si de algún modo la conociera. Y jamás la había visto.- Se dijo el chico.-



Incluso notaba como parte de él se alteraba, como si desease responder a algún oculto mensaje que radiase de esa chica, un mensaje ciertamente para mayores de edad…



-No es momento de pensar en esas cosas.- Se reprochó.- Puede estar en peligro.



Quiso seguirla para intentar protegerla, pero una vez más, al aproximarse a ella se sentía extraño, como atontado e imbuido de otro tipo de pensamientos. Desde luego que no era el mejor momento para dejarse llevar por eso y además, no podía moverse de allí. El fluido estaba empezando a extenderse peligrosamente por el laboratorio.



- Por lo menos cerrad la ventilación, así no podrá seguir entrando. - Les sugirió a las chicas. -

- Estamos concentrando toda la energía en aplicar los electrodos, no podemos cerrar la ventilación o la temperatura se haría demasiado crítica. Ni tampoco conectar el sistema de emergencia porque provocaríamos una sobrecarga en la red. - Le explicó Penélope. -

- O sea, que no se puede sellar el sistema, ¡estupendo! - exclamó Mazoui con ironía  para sentenciar. - Si no salís de aquí eso os atrapará.

- Satory y yo debemos quedarnos pero usted puede intentar poner a salvo al resto de personal. - Le sugirió Penélope sin inmutar su tranquilo y hasta parecía que descuidado tono. -

- De acuerdo,- asintió él añadiendo - luego volveré para ayudaros. Pero no tenéis mucho tiempo.

-Lo aprovecharemos.- Afirmó Satory con una confianza rara en ella.-



            Y admirado de la templanza de las investigadoras, Mazoui asintió. Sin demorarse ni un instante se fue en busca de otros científicos a los que trasladó a la seguridad del puente. Por su parte, las chicas se mantenían centradas en su tarea.



-Vamos, tenemos que dar con algo. Satory. - Le indicó la jefa de laboratorio.- ¿Has hecho un estudio de los ribosomas?

-Estoy en ello.- Replicó ésta afanándose por ver algo en el microscopio electrónico.- Las proteínas en el citoplasma presentan algunas anomalías. Pero no estoy segura de cómo podría influenciar eso exactamente a la composición de este fluido.



            Penélope suspiró. La tensión del momento era tremenda pero esas muestras eran fascinantes. Lo que menos le preocupaba en ese instante era su propia seguridad personal. Aunque sí temía por las vidas de los miembros de su equipo. Ahora, pese a lo apurado de la situación, recordaba otra vez sus clases. Esas prácticas que hizo con el profesor Tomoe y Kaori meses antes de que la propusieran dirigir el equipo de la nave. Le vino a la mente cuando estaban ajustando un experimento que conllevaba algún riesgo.



-Eso fue interesante.- Se decía ahora pensando en ello.- Mucho realmente.



            Estaban en el laboratorio de la sede central de la Masters Corporation. En el grupo especial Hadas- Cinco. Las Fairy Five, como se había bautizado a nivel internacional. La muchacha no sabía el porqué de aquel extraño nombre, aparentemente tan alejado de la ciencia. Se lo preguntó a la señora Rodney, ésta, quitándose un momento los auriculares que solía llevar para escuchar música, sonrió y le dijo con tono desenfadado.



-¿ Que por qué la llamamos así? Fácil, querida. Somos como hadas, hacemos magia con la ciencia. O al menos a cualquiera se lo parecería.



            Y se rio. Desde luego que podría verse así. Para alguien lego en la materia las cosas que eran capaces de hacer con sus conocimientos científicos podrían parecer hasta brujería. Aunque esa era una palabra que no gustaba mucho por allí. Como le dijo Kaori una vez, cuando la escuchó comentar ese razonamiento.



-Veras, Penélope. Preferimos llamarnos hadas, no nos gusta el nombre de brujas. Digamos que no nos trae buenos recuerdos.

-Y somos cinco.- Añadió la señora Rodney, Mimette, para sus compañeros y amigos.- Estamos Kaori, tú, mi hermana Melissa, yo misma y falta otra chica que todavía no se ha incorporado.

-Enseguida lo hará.- Intervino Kaori con una sonrisa para afirmar con rotundidad.- Es tan brillante como tú, Penélope.

-Sí, es cierto, Penny. Eres una chica estupenda. Bueno. Habrá que comenzar el experimento.- Declaró Mimette, que en ese instante pareció recordar algo que daba la impresión de ser importante para ella.- Tengo que avisar a mi marido. Luego debemos ir al supermercado, ¡no nos quedan chocolatinas en casa!



            Desde luego que Penélope se quedaba asombrada con esa mujer. Era una investigadora informática y programadora realmente increíble. ¡Pero tenía cada cosa! No podía ser más opuesta a ella. De hecho, la señora Rodney, pese a tener al menos los cuarenta, se comportaba muchas veces como una  adolescente. Chillona, anárquica, amante del bullicio y algo alocada, bueno, ¡muy alocada!



-Me dejaba sin palabras.- Pensaba la joven investigadora, sonriendo.-



Pero, por encima de todo, era una buena mujer que siempre la había ayudado mucho. Aunque ahora todas guardaron silencio. El doctor Tomoe, jefe del laboratorio, hizo su aparición. Ese hombre le infundía a Penélope un grandísimo respeto además de admiración. Era un genio en el campo de la biología molecular y otras disciplinas relacionadas. Estaba casado con la propia Kaori y tenía dos hijas, Keiko, la más joven, que también parecía seguir sus pasos en la investigación de vanguardia. Aunque esa jovencita iba más encaminada a la rama de la biocibernética. La otra de sus vástagos, la mayor, Hotaru, era más misteriosa. Por lo que sabía estaba titulada como enfermera y trabajaba en un hospital de la costa oeste de los Estados Unidos. Aparte de ser también madrina de la hija de Mimette y su esposo Daniel, el responsable del área informática de la empresa. Apenas sí vio en un par de ocasiones a esa joven. De hecho, Hotaru venía pocas veces a visitar a su padre. Aunque por lo poco que Penélope pudo comprobar era una muchacha agradable, callada pero educada y sencilla. Desde luego, parecía estar muy unida al profesor a pesar de verle con esa poca frecuencia…



-¡Penélope! – Exclamó Satory sacándola de sus pensamientos.-



            La científica miró hacia el muro lateral dónde le señalaba su compañera. Aquella cosa comenzaba a resbalar por él desde los conductos del aire y amenazaba con ir tapándolo por completo. Sin embargo, a juzgar por la velocidad que llevaba el fluido, aún les quedarían algunos minutos.



-No te preocupes, sigamos con el trabajo.- Replicó de forma controlada.-

-¿Estás segura? A mí eso empieza a no gustarme nada.- Le confesó su compañera.-

-Menos nos gustará si no logramos encontrar un remedio.- Declaró su interlocutora, añadiendo, eso sí.- Pero tampoco estoy loca. En cuanto lo tengamos demasiado próximo nos iremos.



            Satory asintió conviniendo en eso y las dos siguieron trabajando. Por su parte, el mayor O´ Brian retornó a los pocos minutos. Al volver, vio al igual que las chicas que ese fluido ya envolvía la totalidad del muro lateral.



-¡Vamos! - las apremió Mazoui al percatarse de eso. - Daos prisa.-  Insistió en tanto desviaba aquello con un rayo de energía suave, tratando de contenerlo. – No sé el tiempo que podré mantenerlo a raya.



            Curiosamente no le prestaron atención, estaban tan embebidas en sus pruebas y análisis que ni le vieron emitir esa energía. Aunque eso era lo que menos le preocupaba al chico en aquellos instantes.



-No nos queda mucho.- Insistió él.-

- A nosotras tampoco.- Respondió Penélope, absorta en mirar a través del microscopio.-



            Paralelamente a eso Leval y Amatista habían aparecido en el puente delante de los asombrados oficiales, entre ellos, el capitán al mando.



-¿Podría contactar con el contralmirante Spar? Señor.- Quiso saber Leval antes de que nadie le preguntase cómo había hecho eso.-

-Lo intentaré. Pero nos está siendo complicado. Hay sobrecarga en algunas líneas. - Contestó ese oficial que por su parte no dio importancia a su súbita aparición con Amatista.-



Y es que Mazoui  había reaparecido varias veces antes, trayendo a científicos y avisando de que iba a volver al laboratorio, para ayudar a Satory, Penélope y las demás.



- Hemos de encontrar una solución,- dijo Leval con gran preocupación - o eso acabará  invadiendo toda la nave.

- Ya tenemos al contraalmirante Spar al habla, señor,- informó un oficial del puesto de mando. -



            Todos volvieron sus miradas hacia la gran pantalla del puente en la que apareció  su superior que les inquirió con mucha preocupación e interés.



-¿Cómo va todo, caballeros? ¿Tienen ya un panorama preciso de la situación?

- Sí, señor - repuso el capitán. - Estamos casi aislados de los otros sectores de la nave.

- El comodoro Hazzar me informó de sus peticiones. Pero, para adoptar esa medida, debo tener una importante razón. Implica también a la población civil, como ya saben.

- Créame señor - le contestó Leval uniéndose a la conversación. - Le aseguro que la hay, eso puede meterse por los conductos del aire. Es altamente invasivo y potencialmente muy peligroso cuando interactúa con organismos vivos.



            Su superior le escuchó entre sorprendido y preocupado cuando el muchacho le explicó lo sucedido hasta entonces.



-¿Y no saben cual es el estado de sus compañeros?- Preguntó el contralmirante.-

-Negativo , señor. No pudimos correr el riesgo de tomar contacto con ellos.- Contestó Leval, añadiendo consternado.- Aunque nos pareció muy grave. Ni tan siquiera tenemos certeza de si viven o no.



Spar, tornando su semblante atento por otro alarmado, ordenó inmediatamente el sellado de todos los conductos y sistemas de ventilación, incluidos los civiles, pasando a nivel cuatro de alerta biológica, el máximo en la nave, tras consulta con sus autoridades. Mazoui, Satory, Penélope y los demás tendrían el tiempo justo para encontrar un remedio.



-Esperemos que den con algo y pronto.- Suspiró Leval ante la inquieta mirada de Amatista.-



            En el laboratorio las chicas seguían trabajando contra reloj. Con una enorme agilidad Sandy se las arregló para esquivar esas trazas de fluido que se iban adueñando del pasillo y se reunió con Jen. La joven ayudante estaba mezclando una serie de compuestos.



-Aquí traigo el que nos faltaba – jadeó la morena científica. –

-¿Crees que con esto podremos detenerlo?- Le inquirió su joven acompañante con visible preocupación. –

-Espero que sí – Repuso Sandy. – Voy a llevárselo a Penélope. Tú, vete enseguida de aquí, y ten cuidado. Y por nada del mundo toques eso.- Le advirtió a la muchacha. –

-No te preocupes por mí. No me pasará nada. ¡Corre! - Replicó ésta exhibiendo una loable seguridad en sí misma. –



Su compañera asintió dirigiéndose de inmediato al encuentro de las otras dos muchachas. Jen la vio partir con una leve sonrisa.



-Seguro que te irá bien.- Pensaba con optimismo.- Eres una mujer realmente notable…



Atrincherados en los pocos lugares todavía libres de aquella invasión en el laboratorio, Mazoui contenía el fluido con un rayo continuo de su energía. La masa viscosa aumentaba y eso le exigía mayor esfuerzo cada vez. El fluido se apilaba contra la pared de energía que formaba su rayo. Algo de él se desintegraba pero la mayor parte subía peligrosamente amenazando con desbordarlo.



-¡Vamos chicas! - advirtió él con creciente inquietud - ¡daos prisa! , no sé cuánto tiempo más podré aguantar. Esto escapa a mi control por segundos.

- Ya casi hemos terminado - respondió serenamente Penélope. - Sólo unos minutos más - le pidió ella con su habitual frialdad. -

- No tenemos minutos - rebatió él apretando los dientes y dejando rodar gotas de sudor por su tenso rostro, para sentenciar. - ¡Es cuestión de segundos!



            Aquella masa viscosa se acercaba más y más, pese a que Mazoui aumentaba la intensidad de su poder. Como último recurso creó una barrera de energía que aguantó toda aquella avalancha, aunque se deformaba ante el empuje del fluido. Pero al fin, Penélope vio llegar a Sandy que añadió el componente que faltaba y anunció.



- Ya está. Satory, ¿tienes la comprobación? - Preguntó con el deseo de que así fuera. -

- Sí - asintió ella - espero que sea eficaz.- Añadió señalando con el dedo una probeta que contenía una especie de líquido azulado en el que estaban depositadas todas las esperanzas del equipo. -

- Llevaos esa probeta y vámonos de aquí - les indicó Mazoui ya bastante agobiado y cansado por el esfuerzo.- ¡Vamos!



            El chico notaba como, de seguir así, adquiriría sus rasgos demoniacos. No podría aguantar mucho más sin incrementar su poder y eso le llevaría a variar su apariencia. Temía hacerlo delante de esas dos mujeres. Y más al percatarse de que esa chica de larga cabellera morena le observaba ahora con expresión atónita. Por su parte, Satory agarró la probeta con la mezcla que ella y las chicas habían preparado. Estaban a punto de marcharse cuando Penélope les preguntó.



-Un momento. ¿Dónde está Jen?

-Estaba en el fondo de la sala de pruebas B.- Repuso Sandy.- Se quedó allí, le dije que se marchara.

-¡Tenemos que ir a buscarla! - Comentó una muy preocupada Satory.-

- ¡Ya no hay tiempo!- le rebatió Mazoui que trataba de concentrarse en la energía de su primo.- Hay que salir de aquí.



Las demás no pudieron replicar, el chico sujetó a las tres como pudo y se concentró desapareciendo, justo en ese momento el muro de contención energética cedió y el fluido inundaba el laboratorio.



-¡Dios mío! – Suspiró Penélope.- Jen…



Y es que estaba muy inquieta por su ayudante, a su memoria volvían esas palabras que Tomoe le dijo una vez, hace años, cuando ese experimento en la sede de la Masters estaba a punto de empezar.



-¿Estás dispuesta a comenzar la prueba?- Quiso saber el doctor.-

-Sí, profesor.- Afirmó ella con resolución.-

-Ten en cuenta que conlleva algunos riesgos. Hemos de ser cuidadosos.- Le previno él.-

- Hay que arriesgarse por el progreso de la ciencia.- Declaró la muchacha realmente convencida de eso.-



            Aunque su mentor la miró con gesto reflexivo y entonces le dijo con cierto tono de gravedad.



-Mi experiencia me ha enseñado que no debe uno arriesgarse alegremente. Lo sé muy bien. Cuando eres el responsable de un área de investigación tan innovadora hay momentos en los cuales te sientes electrizado ante un nuevo descubrimiento. Saber que vas a encontrar un nuevo componente genético o una nueva forma de producir alguna proteína que sirva para mejorar la vida de las personas es apasionante y muy motivador. Y puedes tener la tentación de centrarte en eso como si no hubiera nada más. Ni tomar en cuenta los sentimientos o la seguridad de los que te rodean. Sin embargo, hasta en las más aparentemente inocuas pruebas existen riesgos. Experimentos que pueden ir mal. Ocurren accidentes, consecuencias no previstas. Penélope, tengo puestas todas mis esperanzas en ti. Eres de las mejores alumnas, sino la mejor, que jamás haya tenido. Por eso mismo te daré un consejo. Por muy importante que sea una investigación. Por muy prometedora que te parezca una línea de avance científico o de experimentación, eso nunca será tan valioso como la seguridad de las personas que estén contigo o la tuya propia. Trata de recordarlo.



            Y ante aquellas palabras que parecían rezumar una cierta dosis de tristeza y amargura la joven no supo que responder. Simplemente asintió para contestar con voz algo dubitativa.



-Sí, doctor. Trataré de recordarlo…



            Tomoe se limitó a sonreír, a palmearle afectuosamente ambos hombros y a dar la indicación de que, tras repasar las medidas de seguridad, aquella prueba podía comenzar. Por fortuna no hubo ningún percance en esa ocasión. Ahora lamentablemente, Penélope se acordó de aquello y comprobó consternada cuánta razón había tenido su maestro cuando le dio aquel valioso consejo. Según se enteró algún tiempo después, el doctor sufrió un accidente años atrás, cuando investigaba en un campo muy revolucionario sobre el contacto biodimensional. Algo de lo que ni ella misma tenía la más remota idea de en qué podría consistir. Lo cierto es que a raíz de ese fallido experimento Tomoe perdió a su primera esposa, que también era asistente suyo. Después él mismo sufrió graves heridas y otras secuelas que tardó varios años en curar. Incluso se decía que su hija Hotaru, que aquel aciago día, estaba visitándole a él y a su madre, se vio afectada. Aunque allí nadie quiso nunca darle detalles sobre eso. La misma Penélope tampoco tuvo intención de preguntar más. Evidentemente eso pertenecía a la intimidad familiar de su mentor.



-¡Dios mío!- Pensaba ahora realmente asustada en su interior, pese a no dar muestras de ello a las personas que la rodeaban.- ¡Éste es mi equipo, son mis propias hadas- cinco! Soy la responsable de todo esto.  No puedo preocuparme únicamente de investigar. Hay cosas mucho más importantes. Eso es lo que el profesor trató de decirme. Como las vidas y la seguridad de mis compañeras. Tengo que velar por ellas, están en mis manos. Así como la de todos los tripulantes y pasajeros de esta nave. Es mi obligación y mi responsabilidad el solucionarlo. Y para empezar, no sé qué le habrá podido pasar a Jennifer. ¡La hemos dejado sola allí dentro, con eso!¡ La he dejado sola!- Se matizó con creciente desasosiego.-



Y así era. Quizás desde que comenzase el viaje no se había dado cuenta de ello. Pero, estuvo tan embebida por el éxito del proyecto de terraformación, prestando su atención a las dificultades técnicas o a cualquier tipo de avance en sus investigaciones, que olvidó aquella advertencia de años atrás. Ahora ya no había remedio. Bueno, ojalá que lo hubiera, pero lo que Penélope se juró a sí misma es que eso jamás se repetiría. Entre tanto, en el puente de mando, todos esperaban ansiosos el resultado de la investigación. Leval estaba preocupado, no podía percibir ahora la energía de su primo. Aunque de pronto ésta se manifestó como un torrente…











                                 anterior                                                      siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)