104. Capítulo 17.Odisea entre la Niebla.
Leval paseaba con Amatista, ella aún con muletas,
pero sin necesitar ayuda. Habían pasado varios días ya, desde que la joven se
reincorporase a sus obligaciones. Las había retomado de muy buena gana y
además, el ambiente con Sandy estaba más distendido. La morena científica
incluso la había ayudado en algunas cosas que no controlaba bien todavía. Pese a
todo, lo hacía de un modo mecánico y muy profesional. Sin querer dejar entrever
ni la más mínima sonrisa.
-A esa chica ha debido de pasarle algo muy malo. Es
como si rehuyera el contacto con otras personas. - Se decía Amatista durante
esos momentos.-
No obstante, ahora no tenía ganas de
preocuparse por nada. Disfrutaba la compañía de su novio. Ambos charlaban distendidos
e ilusionados sobre todos los planes que iban a hacer en esos días libres. O
por lo menos, en tanto no movilizasen a Leval.
-Bueno señorita. ¿Qué le apetecería a usted
hacer?...podríamos pasear por el parque, irnos a alguna cafetería con encanto o
al holo cine.- Propuso afablemente el chico.-
-No sé.- Suspiró la muchacha para sonreír y mirarle
con expresión alegre.- La verdad, el sitio es lo de menos, si estás conmigo.
-¡En ese caso iremos a todos esos sitios! - Se rio
él y ella le secundó, más cuando agregó.- A este paso nos vamos a conocer cada
recoveco de la nave.
-Pues vamos a tener muchísimo trabajo. Es una nave
muy grande…- Afirmó la joven mirando en derredor.-
-Sí que lo es…-Admitió su interlocutor, añadiendo,
casi a modo filosófico. – La he visto por dentro y por fuera. Cuando salgo de
patrulla. Y nadie podría decir que ese pedazo de roca que gira sobre sí misma
albergase a tantas personas en su interior.
-Y cada una con sus ilusiones, sus esperanzas, sus
miedos y sus problemas.- Completó la chica utilizando el mismo tono reflexivo
que él.- ¿Sabes? Cuando pienso en eso me doy cuenta de que solamente soy una
persona más. Una entre miles…
Lo
cierto es que desde su experiencia tan cercana a la muerte y su convalecencia
se había vuelto mucho más humilde. La joven daba gracias por el mero hecho de
estar ahí, con la persona a la que amaba, aunque no hicieran nada más que mirar
al horizonte. No obstante, él enseguida le susurró.
-Para mí desde luego que no eres una más.- Declaró
él dándola un beso en los labios, para añadir.- Eres mi chica.
Amatista sonrió visiblemente contenta de oír aquello
e iba a responder cuando el sonido del reloj intercomunicador del muchacho les
interrumpió.
-¡Maldita sea! - susurró él mirando el reloj de mala
gana para comentar irritado. - ¿Es que nunca vamos a poder estar tranquilos? Se supone que estoy de permiso. ¿Qué demonios
ocurrirá ahora?
- Supongo que tendrás que acudir enseguida,- musitó
ella cariacontecida. -
- Sí, así es. - Convino resignadamente el joven
aunque esta vez se daba cuenta de lo inoportuno de esa interrupción y añadió
con decisión. - Pero esta vez no te dejaré aquí sola.- E inopinadamente la
levantó en brazos y salió volando con ella en tanto remachaba. - Veremos si es algo serio
o sólo una tontería.
-¡Estas loco, Leval!- rio su pareja, que, sin
embargo, estaba encantada con esa manera de actuar incluso cuando le avisó. - Te van a reñir si me llevas contigo.
- No me importa - sonrió él besándola y continuó
volando a toda prisa.- Qué me riñan si quieren…y si me mandan al calabozo, podrías
venir a visitarme.
-Les pediría que me encerrasen contigo.- Sonrió ella
aproximando su rostro al de él para darle un cálido beso en los labios.-
Y es que la chica se sentía muy feliz. ¡Aquel sí que
era todo un cambio! Ese muchacho parecía haberse vuelto más impredecible, aunque
en el buen sentido. Amatista le conocía desde hacía ya años y él siempre había
sido muy ordenado y metódico. Incluso unas pocas semanas antes, al haber
recibido una llamada de ese tipo, él se habría disculpado educadamente y se
hubiese marchado dejándola plantada. Por eso ella se enfadaba tanto. Pero
entonces todavía no se le había declarado. Ahora era novios y los dos se habían
dado cuenta de lo mucho que se querían y se necesitaban, sobre todo tras tantas
ordalías y vicisitudes. De modo que, tras reírse comentando con jocosidad la
cara que iban a poner todos al verles aparece de esa guisa, en tan sólo unos
minutos ya estaban en la base. Él la dejó en la sala de espera de oficiales y
le dijo con una prometedora sonrisa.
-Espérame aquí, en un segundo estoy contigo.
- Te esperaré - repuso ella bromeando a la par que
elevando una de sus muletas para subrayar sus siguientes palabras. - Tampoco
puedo correr mucho.
Leval se rio del comentario y se dirigió al
despacho de su superior, el mayor Freejar. Tocó la puerta y entró poniéndose
firme.
- Se presenta el teniente primero Leval Malden.
Listo para la acción, señor. Si no hay otro remedio.
- Estoy seguro - repuso su interlocutor que le dijo
con desenfado - pero no te preocupes, descansa, sólo hemos avistado otro
planeta.
-¿Otro? - Exclamó el joven que había adquirido algo
del tono de su superior cuando declaró.- Con el debido respeto, señor. Empiezo
a estar hasta las narices. Espero que esta vez nos sirva para algo. Estaba en
medio de mi permiso paseando por el parque con mi novia. Incluso la he traído
hasta aquí y me disgustaría tener que decirle que se marchase. Sobre todo
cuando aun tengo días libres de servicio.
- Estoy de acuerdo contigo, eso es lo que se conoce
como una “hijoputada”- convino Freejar.-
-¿Señor?- se sorprendió el chico sin comprender.-
Su
histriónico superior se sonrió divertido en tanto se repantigaba en su sillón
para replicar.
- ¡Ah, claro!, qué cabeza la mía. Seguro que tampoco
conoces la vida y obra del gran Clint…-
-¿El pintor?- Inquirió Leval.-
Freejar
suspiró moviendo la cabeza con teatralidad¡ Y viendo con aquel joven le seguía
observando con gesto pleno de desconcierto el veterano oficial suspiró para
añadir.
- Olvídalo. No he dicho nada…pero tienes motivos más
que suficientes como para cabrearte. Cada vez que detectan algo nuevo esas
nenazas del puente siempre os tienen que reclamar a ti o al mayor O ´Brian.-
Sentenció no sin algo de sorna.- Parece que el resto no sirviéramos más que
para tomar café en el puente de mando.
-Eso es algo que me preocupa, señor.- Le confesó Leval.-
-Sí, que te tengan de pringao para todos los
trabajos duros y arriesgados acaba por cabrear al más pintado.- Convino su interlocutor.-
Aunque
para sorpresa de este, el chico negó con la cabeza comentando ya más
seriamente.
-No es eso. A mí no me importa cumplir esas misiones.
Es solo que quisiera disponer de más tiempo para estar con mi chica. Y también
veo que hay algunos oficiales a los que no les gusta que nos elijan siempre a
nosotros. Es lo que usted ha dicho. Se sienten infravalorados. Eso no es nada
bueno para la moral. Pero ni el mayor O´ Brian ni yo queremos quejarnos de eso
al alto mando. Podrían pensar que somos renuentes a cumplir con las tareas que
nos encomienda. ¿Qué cree que debemos hacer?
Por una vez Freejar escuchó con expresión seria y
sin hacer bromas para luego replicar.
-Te comprendo, muchacho. Es una situación
complicada. No te preocupes. Intentaré hablar con el comandante Zorton, a ver
si él puede hacerlo con el capitán Sartas, nuestro superior directo. Ya sabes
como va la cadena de mando y toda esta burrocracia.
-No sé si el comandante Zorton lo tomará bien,
señor.- Dudó Leval.- Quizás pueda usted cabrearle. Y para eso no hace falta
mucho.
Su contertulio asintió. Era cierto y esa posibilidad
estaba muy bien expuesta por Leval. De hecho el pintoresco mayor había aumentado
mucho su respeto por aquel chico desde lo del fluido, al igual que su estima y
lo que era incluso mejor desde su peculiar punto de vista. Le estaba
aleccionando adecuadamente para que se expresase como un auténtico tío y no
como un capullo. De modo que le comentó con tono despreocupado.
-No te preocupes, déjame eso a mí. Y en cuanto a lo
otro, tú sigues teniendo tu permiso. No creo que vayamos a movilizar a ningún
piloto por ahora.
- Entonces, con ese mismo permiso - añadió Leval. - Mi
novia aun está convaleciente. Me gustaría irme ya con ella.
- Claro muchacho - sonrió aprobatoriamente Freejar
que le preguntó con curiosidad. - Algún día me gustaría conocerla. Tiene que
ser alguien fuera de lo común para verte tan interesado. ¡Y sobre todo para aguantarte! No lo quiero ni
imaginar, cuando comiences a sermonearla con todos los protocolos, procedimientos
y rollos técnicos del oficio. ¿Me equivoco? – Remachó divertido, dándose cuenta
de que aquel chico siempre había estado entusiasmado por emprender misiones, al
menos hasta ahora.- Me parece que no, ¿eh pillastre?
Leval
se puso algo colorado. ¡Ni que su superior les hubiera visto en alguna cita!
Era verdad que muchas veces él llevado por la inercia y por su fascinación por
todo lo relativo a su profesión bombardeaba
a la pobre Amatista con esa jerga. Aunque ella también comenzaba a hacer
lo propio cuando le refería cosas de su trabajo. Al menos ahora estaban
empatados en eso. Sin embargo, el muchacho repuso con jovialidad.
- Pues está aquí mismo, señor. Ya le comenté que la
traje conmigo por si esto era una falsa alarma. - Le confesó él. -
- ¿Dónde dices que está tu novia? – Preguntó de
nuevo Freejar simulando no haber oído bien. -
- Esperando fuera, señor - sonrió Leval que le pidió
con una no disimulada satisfacción – si quiere venga conmigo y la conocerá.
- ¡Vaya!- Asintió su interlocutor, simulando incluso
un gesto aprobatorio, aunque cargado con su característica sorna.- Ya empiezas
a actuar como un ser humano después de todo. Te felicito. Vamos pillastre, no
la hagamos esperar, no es de buena educación…
Y
sin hacerse de rogar el mayor se levantó y siguió al chico. Leval salió, llevando
a su superior hasta su pareja. Éste la saludó dándole la mano que ella aceptó
tras apoyar uno de sus brazos en las muletas.
- Encantado de conocerla, señorita. Soy el mayor Winston
Freejar, el superior directo del teniente Malden.- Se presentó en un tono
bastante más educado y suave del suyo habitual. -
- Mucho gusto - repuso Amatista que añadió con
preocupación. - ¿Tendrán que movilizarle otra vez?
-¡No, esta vez, no! - rio el mayor - se lo dejo todo
a usted. Sólo hemos avistado un nuevo planeta.
- Entonces debo ir a mi puesto en el laboratorio -
dijo ella espoleada por su propio deber. - Seguro que tendrán información.
-Eso sí que es… ¿Cómo dijo usted, señor? ¿Una
hijoputada?- Terció Leval.-
Amatista
le miró con gesto atónito, y su superior se sonrió para reconvenirle con su
sobreactuada sorna.
-No digas palabrotas delante de la señorita, ¡no
seas palurdo! ¡Ah! Estos jóvenes de hoy día no tienen educación…
Ahora
el que abrió la boca sin poderlo creer era el propio Leval, aunque su novia no
dejaba de reírse por lo cómico de la situación.
-Lo siento.- Dijo la muchacha al fin disculpándose.
- Pero es algo importante. Podría ser el mundo que buscamos.
-No te preocupes, es normal. – Se apresuró a
tranquilizarla él para acto seguido preguntar a su superior.- ¿Puedo ir a
llevarla, señor?
-¿Tú qué crees? ¡No irás a dejar que la pobre chica
tenga que ir andando todo el camino, merluzo! - Espetó Freejar.-
Tras lo cual guiñó un ojo y sonrió cómplicemente a
Amatista que se tapaba la boca para no reír. Al poco, añadió, con un tono más normal no
exento de algo de sorna y aparente rudeza…
-Disculpe señorita. Anda Malden, si yo estuviera en
tu lugar no perdería más el tiempo aquí y me iría con esta encantadora dama. Pero
ya que no lo estoy debo volver a mi despacho y a ti, te ordeno que te largues
ya.
-A sus órdenes.- Saludó el chico que ya se disponía
a tomar en brazos a su novia.- Con su permiso nos vamos.
Freejar se giró no sin antes despedirse de la
muchacha con mucha mayor amabilidad.
-Hasta pronto, señorita. Y cuídemelo bien. A veces
es algo cabeza hueca pero también es un buen piloto.
- Descuide mayor, lo haré - rio ella en tanto Leval
hacía un inútil intento por protestar. -
Cuando
el mayor se marchó, ella le dijo a su novio con tono risueño.
-Tu superior es muy simpático. Y parece un buen
hombre.
- Es algo brusco, pero buena persona en el fondo -
aseguró él también divertido con las ocurrencias de ese tipo. -
-¡Te ha llamado merluzo y cabeza hueca! ¡Creo que de
veras te aprecia! Y sin lugar a duda demuestra que te conoce bien. ¡Ja, ja! – Rio
Amatista. -
- Muy graciosa. Pero también ha dicho que soy un
buen piloto. No te olvides de eso. - Repuso él con patente buen humor,
agregando. - ¡Y anda que no tiene cara! Si esa palabrota me la acababa de
enseñar él…
Su
contertulia asintió divertida y se rio abrazándose a él. Leval la tomó en
brazos y se dirigió hacia el nuevo laboratorio.
-Tengo muchas ganas de saber qué tipo de planeta es.
Podría ser incluso uno que nos sirviera.- Comentó la esperanzada joven.-
Su
novio asintió. Le gustaba mucho verla tan motivada en su propio trabajo. A su
juicio Amatista se estaba convirtiendo en una estupenda científica a la que le
encantaba la investigación. Al fin llegaron y él se posó rápidamente al abrigo
de miradas curiosas. Una vez que la muchacha se hubo puesto en pie apoyada en
sus muletas, Leval se despidió.
-Ya me contarás qué tal ha ido la cosa.
-Claro.- Sonrió ella estampándole otro beso.-
Así que su novio salió volando raudo dejándola allí para
que se dirigiese hacia el puente de mando en busca de más información. Amatista
fue a paso lento pero seguro.
-Supongo que las chicas ya estarán allí. A ver si
pueden decirme algo.- Pensó con evidente deseo de que así fuese.-
Y no se equivocaba. Penélope había sido ya informada
y junto con Satory, Jen y Sandy, estaban ya ocupándose de hacer averiguaciones.
Satory, tratando de distender el concentrado ambiente y la expectación, le
decía a su morena compañera.
- Oye Sandy ¿Tú crees que lograremos encontrar
nuestro planeta esta vez?
-¿Cómo quieres que lo sepa? - Le respondió de la
forma brusca que en ella era habitual mientras apuntaba algo en una libreta. - Todavía quedan horas para que
podamos empezar a sacar esas conclusiones.
- Sólo te lo preguntaba con ánimo de que fuera así -
replicó conciliatoriamente Satory. -Ya sé que aún no es posible hacer
verificaciones.
Sandy
iba a decir algo, pero vio llegar a Amatista y su expresión severa y arisca
cambió por otra más agradable a la par que se disculpaba.
- Lo siento, estoy tan nerviosa como tú. Ojalá que
sea el mundo que buscamos Satory, solamente puedo desearlo, por ahora.
- Bueno - intervino Penélope moderando el asunto
como de costumbre. - Lo mejor será enviar una sonda. Nos traerá información más
deprisa y podremos empezar a sacar conclusiones.
-Seguro que esta vez vamos a tener suerte. – Terció
Amatista tras saludar a sus compañeras.-
- ¿Voy preparando la petición al mando militar para
que la lancen?- Quiso saber Jen, a lo que su jefa replicó con un asentimiento.-
A
la sala del laboratorio también llegó Mazoui. Lo mismo que el resto había
escuchado la alarma, fue avisado por su base y tras comunicarle el avistamiento
se presentó allí. Supuso que las demás estarían enteradas y así era. Entró
saludando a todas.
- Hola, ¿se sabe algo, chicas?
- Todavía no, pero vamos a pedir al puente de mando
que envíen una sonda. - Le informó Satory muy contenta de verle. -
Mazoui
asintió y entonces sus ojos se encontraron con los de Sandy. Ambos se miraron
durante un largo segundo. Amatista advirtió la situación e intervino.
- Creo que aún no os conocéis.- Conjeturó para
romper el hielo. -
- Sí, bueno, nos hemos visto otras veces.- Repuso el
joven oficial en forma algo apurada para admitir. - Pero no nos han presentado
formalmente. -
- Bueno, pues ella es Sandy Ann Wallance, de la
sección de investigación, departamento de Astrobiofísica. Y Sandy… - añadió
Amatista dirigiéndose a ella que ahora desde luego le prestaba toda su atención.
- Él es Mazoui O´Brian, mayor de la flota espacial y piloto de combate, pero
sobre todo un gran amigo.
Ambos
se estrecharon la mano, Mazoui no podía evitar sentir un ligero escalofrío cada
vez que estaba cerca de aquella mujer. Casi percibió como una especie de
descarga eléctrica cuando se tocaron. Era algo demasiado físico, tanto que
debía hacer un esfuerzo para apartarlo de su mente. Dispuesto a ello, reaccionó
enseguida pasando a otro asunto.
- Bueno, entonces no os molestéis en enviar una
solicitud. Os ahorraré tiempo. Yo mismo me ocuparé. Voy a pedir instrucciones
al mando para el envío de la sonda. Enseguida vuelvo,- y dicho esto se retiró
de allí a toda prisa. -
-¡Vaya!, no está nada mal ese mayor.- Sonrió Sandy
dirigiéndose a Satory y preguntando de forma interesada. - ¿Amatista y tú le
conocéis bien, no?
- La verdad, no mucho – respondió la interpelada con
un susurro para reconocer. - Es un chico muy valiente, nos salvó a Penélope y a
mí...
- De eso estoy segura. Todavía recuerdo como nos rescató
de ese fluido. Creo que sería interesante conocerle mejor - declaró Sandy con
una cierta pizca de malicia brillando en sus ojos. - ¡Menudo pedazo de hombre!…
Satory
se quedó perpleja, era la primera vez que advertía en su compañera una reacción
semejante que la sacaba de la aparente indiferencia que parecía tener hacia los
hombres, o hacia cualquier cosa, pero. ¿Por qué precisamente con Mazoui? Sólo
podía esperar que aquello no fuera en serio y miró cabizbaja hacia la pantalla
de radar.
-Tenemos lecturas que están entrando.- Comentó Jen
sacándola de aquello pensamientos.-
-Ponlas en pantalla.- Le pidió Penélope.- Quiero
verlas con detalle.
La
asistente obedeció de inmediato. Allí pudieron leer algunos datos de telemetría
que fueron captados con los dispositivos de la nave.
-Esta información es todavía demasiado vaga e
incompleta.- Declaró la jefa del laboratorio con tinte de decepción, para
añadir.- Espero que cuando envíen la sonda podamos completarla. Con esto no
seremos capaces de sacar ningún tipo de conclusión.
-Bueno, a priori parece un planeta telúrico. Se detectan
abundantes silicatos.- Comentó Satory valorando aquella escasa información.-
- Que es como no decir nada - terció Sandy moviendo
la cabeza.- Debemos estar en posesión de más datos para encuadrarle en alguna
categoría precisa.
-Sí, de ese modo sabremos si merece la pena o no
explorarlo más detenidamente.- Convino Penélope.- Cuanto antes pudiéramos
investigarlo o descartarlo definitivamente, mejor.
-Bueno, solamente nos queda esperar a que Mazoui nos
agilice las cosas y envíen un módulo de exploración.- Afirmó Amatista con el
asentimiento de las otras.-
Al
rato su amigo cumplió su promesa y la
sonda fue lanzada. Al cabo de casi una hora se acercó lo bastante al planeta
como para poder transmitir información útil. Al parecer, ese mundo, un gigante provisto
de una densa atmósfera, poseía indicios de vida. Las chicas habían sido
requeridas al puente de mando de la nave. Allí se afanaban en tratar de
interpretar esa información y hacer hipótesis sobre la utilidad de la misma.
- Están llegando bastantes datos – les informó Jen
que estaba al cargo de la recepción. -
-¿Habéis visto? - Dijo Penélope con un tono bastante
alegre para su habitualmente frío carácter. - ¡Parece que por fin, hemos tenido
suerte!
- A juzgar por la telemetría y los resultados del
radar. Es un tipo de planeta encuadrado en la categoría de súper Tierra.-
Afirmó Sandy que comentó al hilo de aquellos datos.- Parece tener una masa
entre cuatro y seis veces la terrestre.
-La atmósfera se compone en su mayoría de anhídrido
carbónico, con algunas trazas de metano. Hay asimismo vapor de agua en altas
concentraciones. - Añadió Jen.-
-Se parece un poco a Gliese
876 d.- Dijo Amatista consultando una tablet con información.- Se descubrió en
dos mil cinco, detectado por el método de la velocidad radial y apenas tarda
dos días en completar una órbita.
-Este mundo es muy
similar.- Apuntó Jen, ojeando a su vez unos datos.- Aunque éste orbita una
enana amarilla, en vez de una roja.
-Ya es algo para empezar. Merecería la
pena verlo más de cerca.- Afirmó Satory, tan llena de expectación como las
demás.- Quizás puedan enviar un grupo de exploración.
-Si
es que la temperatura en superficie y la presión son soportables.- Matizó
Sandy.-
-Merecería
la pena considerarlo. -Afirmó Amatista.-
Las
demás asintieron. Mazoui, en tanto, pidió permiso para entrar al puente, le fue
concedido de inmediato. Una vez puestos al corriente de la nueva información
analizada por las chicas, Penélope les comentó que el planeta parecía poseer
vida.
- ¡Vaya! - dijo el joven con tono expectante -,
tengo ganas de que lleguen más datos.
- Espero que ésta vez será la definitiva.- Suspiró
Amatista con el mismo deseo. -
La
sonda comenzó a transmitir información de más detalle. El ordenador dibujó en
la pantalla las estadísticas en forma de planos tridimensionales del planeta. A
simple vista se confirmaban los informes iniciales. Parecía un mundo
impenetrable, varias veces mayor que la Tierra, con una densa atmósfera, su
composición en oxígeno y carbono era muy alta.
-¡Si, eso es! Como pensábamos, chicas - exclamó Jen esperanzada.
- A priori reúne las condiciones.
-Temperatura en superficie estimada de
aproximadamente setenta y ocho grados Celsius.- Informó Sandy.-
-Presión de seis atmósferas.- Completó Penélope
determinando.- Con trajes protectores se puede hacer una incursión por espacio
de unos cincuenta minutos a lo sumo.
-La gravedad parece ser de unas tres veces la
terrestre.- Comentó Satory a su vez.- Apenas si podríamos movernos.
-Con dispositivos anti gravedad, sí. - Replico
Jen.- Serían capaces de compensar.
-Estaríamos muy al límite.- Opuso Sandy.- Y sería
muy costoso pese a todo.
-Sí, eso es verdad.- Tuvo que admitir Penélope.-
-Desde luego es una misión tentadora pero difícil de
llevar a cabo.- Valoró Amatista no sin cierto pesar.-
A
la joven pese a todo le habría gustado ir, pero estaba recién recuperada y aun
no se sentía con fuerzas suficiente. Por no hablar de las muletas que debía de
usar aún. Eso la descartaba por completo. Si apenas era capaz de tenerse en pie
en condiciones normales, sería imposible pretenderlo con tan altísima presión y
gravedad.
-No nos precipitemos. Tenemos que averiguar más de
ese planeta antes de planificar ningún tipo de expedición.- les indicó
Penélope.-
Y así lo hicieron. Siguieron recabando datos. El
ordenador indicó también gran abundancia de agua. El contraalmirante Spar fue informado,
mandó un reconocimiento del planeta a nivel estratosférico. A ser posible, con
naves de superficie. Y si ello era factible, se necesitaría un equipo
científico para reconocer el suelo. Penélope y Satory se ofrecieron voluntarias
y cuando los primeros datos de las sondas de atmósfera aseguraron condiciones
adecuadas para ello, solicitaron embarcar.
-¿Estas segura? – Le preguntó una preocupada
Amatista a su amiga.-
-Tengo muchas ganas y mucha curiosidad por pisar un
mundo nuevo y tan prometedor.- Replicó Satory.-
Desde
luego que su interlocutora le dedicó una mirada de perplejidad. Satory jamás había
sido de la clase de personas a las que apasionaba la exploración. Al menos
sobre el terreno. Era cierto que esa jovencita
podía pasarse horas investigando y trabajando en el laboratorio. Aunque
nunca fue lo suyo eso de salir a buscar aventuras.
-Bueno, al menos hasta que fue ella quien me ofreció
embarcar en esta nave.- Se dijo Amatista.-
Pudiera
ser que su amiga hubiera cambiado al ir creciendo y madurando. Deseaba eso sí,
ser independiente y demostrárselo a todo el mundo. En fin, seguramente más que
a nadie a su padre y a ella misma. Empero, aquello no dejaba de ser arriesgado.
Por eso, Amatista le susurró en un aparte de las demás.
-Sé que esto es muy importante para ti. Pero podría
ser muy peligroso. Satory tú no..
Aunque
su amiga la cortó, esbozando una sonrisa para declarar.
-No soy un portento físico como tú, pero tranquila.
Con esos trajes y una escolta adecuada no correremos ningún riesgo innecesario.
Esos
trajes a los que la joven se refería habían sido diseñados por el doctor Adams,
el mismo ingeniero que hizo los de Mazoui y Leval. Tenían un dispositivo hidráulico
que proporcionaba gran fuerza de sustentación y capacidad de levantar grandes
pesos a quienes los llevaban. Asimismo estaban reforzados con aleación muy
resistente de titanio y llevaban filtros anti radiación de última generación.
También poseían una buena autonomía de oxígeno.
-Únicamente te pido que tengas mucho cuidado.-
Comentó Amatista.-
Su
amiga asintió, con gesto despreocupado. Se consideraba segura. Entre tanto,
Penélope les indicó.
-Iremos provistas de un equipo de análisis espectro
gráfico y con suerte podremos practicar algunos experimentos sobre el terreno.
-Nos ocuparemos enseguida de preparar una lanzadera
con un grupo de escolta.- Les comentó uno de los capitanes al mando del
puente.- No teman, estarán bien protegidas.
-Hay que tener prudencia. Se detectan fuertes
vientos en la estratosfera del planeta. Y lluvia de ácido en algunas capas
inferiores de la atmósfera.- Les informó un oficial.-
-No se preocupe, estamos preparadas.- Aseguró
Penélope que indicó a la morena científica que estaba cerca de ella.- Sandy quedas
al cargo.
-Muy bien.- Asintió la interpelada.-
Nadie discutió aquello, era evidente que esa
muchacha aventajaba a Amatista y a Jen en cualificación y experiencia. Así,
tras recibir los deseos de buena suerte de sus compañeras, las dos científicas
se prepararon y partieron. Cuando Mazoui se enteró quiso ir pero ya habían salido
pilotos de escolta.
-Me hubiese gustado acompañarlas. No sé porqué pero
ese planeta no me da buenas sensaciones.- Pensó.-
Llamó enseguida a Leval para comentarle lo ocurrido.
Al chico le pasó lo mismo. Se personó a su vez en el puente. Quizás así podría
compartir unos momentos más con Amatista y enterarse de primera mano de cómo
iba esa expedición. Tras serle autorizado el paso y saludar a sus superiores al
primero que vio fue a suprimo.
-¿Qué tal van?- Le preguntó.-
-Están de camino todavía.- Le informó este.-
Entre Amatista y Jen intentarían recibir toda la
información que sus colegas las enviasen para procesarla y Sandy se dispuso a
coordinar todo de inmediato. En la nave de desembarco todos ultimaban los equipos.
Satory y Penélope miraban por la ventanilla con curiosidad.
-Bueno, pues allá vamos.- Suspiró Satory con
evidente inquietud.-
A
pesar de su determinación no podía evitar sentirse nerviosa. Confiaba en que
todo funcionase a la perfección pero nunca se podía estar seguro. Penélope le
tomó una mano entre las suyas y animosamente le dijo.
-Todo va a ir bien.
-Dentro de un momento lo único que nos separará de
la muerte instantánea serán nuestros trajes.- Comentó su interlocutora.-
-Tendrá que servir.- Replicó Penélope.-
-¿No estás nerviosa?- Le preguntó la atónita
Satory.-
-Pues claro que sí.- Le confesó su jefa.- Sin
embargo, tengo que dejar a un lado ese tipo de pensamientos para poder centrarme.
Una vez entraron en la estratosfera se podía
apreciar mucho más claramente la densa atmósfera brumosa. En efecto, las
tormentas parecían abundantes. La lanzadera se bamboleaba y eso no era muy
agradable precisamente.
-Menos mal que tomé algo de biodramina.- Pudo decir
Satory.-
-Pues a mí esto me recuerda a la montaña rusa cuando
era pequeña.- Dijo Penélope que, aun pareciendo algo más entera, tampoco estaba
pasándolo bien.-
-No se preocupen.-Les comentó uno de los militares
que las acompañaban.- Queda poco para llegar a la superficie. Es que esta
atmósfera es muy densa.
Al entrar aún más en ella la nave vibraba, las
corrientes de aire eran cada vez más fuertes. La intensidad del viento debía
ser tremenda. Los medidores indicaban al menos los trescientos kilómetros por
hora. La presión registrada, más de de dos veces la terrestre, la gravedad era
de tres ges, el triple de lo que estaban acostumbrados los seres humanos a
soportar. Y la temperatura externa estaba ya en cuarenta grados. Esos valores
iban en aumento a medida que descendían hacia la superficie. A la vista de aquellos
datos Satory volvió a comentar.
-Lo dicho. Si algo en estos trajes va mal podremos elegir
entre morir aplastadas o cocidas.
-Y no olvides el ácido concentrado en la lluvia.- Se
sonrió Sarcásticamente Penélope.- Nos derretiría…
Su compañera
asintió, más achantada aún. Pero se forzó a mantener su tranquilidad. Era una científica
e iba a hacer lo que más le entusiasmaba que era investigar. Y por si fuera
poco sobre la superficie de un mundo jamás pisado por los seres humanos
anteriormente.
-Para esto, sobre todo, quise venir a este viaje.-
Se auto arengaba Satory.- Y por cosas peores hemos pasado. No voy a asustarme
ahora…
Y de ese modo, bajando muy despacio y no sin dificultad
para vencer todas esas terribles condiciones, la lanzadera se posó finalmente sobre
el planeta en medio de una lluvia torrencial de ácido y metano disueltos en el
agua. Por suerte, ese vehículo estaba preparado para soportar eso y el terreno
parecía estable. Además, el viento había amainado a nivel de superficie.
-¿Podemos salir ya? - Inquirió cautamente Penélope al
comandante de la lanzadera. -
- Un momento, antes debemos realizar comprobaciones
de seguridad. - Le respondió éste. – Aseguren sus trajes y las protecciones,
comprueben los tanques de oxígeno.- Indicó el oficial.-
Satory
y Penélope esperaron a desgana, y chequearon todo aquello una vez más. Pese a
las durísimas condiciones externas y sus temores, tenían mucho deseo de
explorar la superficie de un nuevo mundo. Por precaución se envió primero un
robot dirigido por una cámara de vídeo. Tan sólo podía verse a unos escasos
metros de distancia. El autómata procedió a tomar muestras de la superficie del suelo. Al cabo de un
rato, la jefa de investigación volvió a preguntar disimulando en lo posible su
ansiedad, con su templado tono.
-¿No cree que ya han comprobado que no hay peligro
en esta área?
- Sí, así es. - Aceptó el comandante añadiendo. - Y
la tormenta ha amainado, pueden ponerse los trajes de incursión. Prepárense
para salir en cinco minutos. Y no olviden ajustar también los compensadores de
presión y gravedad.
- Descuide - le tranquilizó Penélope que instó a su
compañera. - Vamos Satory.
Ambas
se aprestaron para salir, pertrechadas con los trajes y con dos soldados de
escolta. Nada más partir ellas, el comandante recibió una comunicación de la
nave. Les informó que todo estaba en orden y de que las científicas habían
salido para reconocer el área de aterrizaje. Al terminar la transmisión, un
alférez se acercó y le informó.
- Señor, hemos perdido contacto con el robot, la
cámara principal ha dejado de transmitir.
-¿Han verificado si se trata de un fallo en el
receptor? - Preguntó el comandante. -
- Sí señor y funcionaba perfectamente - repuso el
alférez. - Ha sido algo muy brusco, como si hubiera chocado.
- Activen la cámara auxiliar - ordenó su superior
visiblemente intrigado. -
Ésta
fue activada y poco a poco, filmó los alrededores. Al principio sólo se
apreciaban unas peñas cercanas poco visibles a causa de la alta densidad
atmosférica. Al completar un barrido circular en torno a la lanzadera se
pudieron observar algunas piezas metálicas del robot, esparcidas sobre la
superficie.
- Señor - indicó el atónito alférez- ¡es el robot
explorador, está completamente destrozado! ¿Qué le ha podido ocurrir? – Quiso
saber conjeturando él mismo. - Quizás
tropezó o resbaló con algo y se rompió.
-¿Un robot de titanio reforzado?,- exclamó el
comandante con incredulidad. - ¡No diga tonterías! Además, no se detectan
desniveles superiores al metro y medio y cuenta con guía computerizada.
-Pero ¿qué ha
podido dejar así a un robot que pesa más de dos toneladas, señor? - Inquirió el
alférez con verdadero estupor. -
- No lo sé y eso es lo que me preocupa - reconoció
el comandante. - Llamaremos al grupo de salida, el sargento Stone salió con
ellos, ordénele que vuelvan inmediatamente. Despliegue una patrulla armada con
rayos láser de alta intensidad cubriendo el perímetro de la nave y active los
sensores defensivos y de armamento.
- A la orden, señor,- convino el alférez que mandó
salir a un sargento primero de contrastada experiencia con la patrulla. -
El
comandante se comunicó de inmediato con el grupo de Penélope y Satory.
- Aquí base. ¿Me oyen grupo? - preguntó el oficial.
- Vuelvan lo antes posible, una patrulla les aguarda para escoltarles.
-¿Qué ocurre? - preguntó Penélope que podía escuchar
mal, había interferencias en la transmisión, pese a ello trató de replicar. - Estamos
tomando muestras y aún nos quedan unos cuantos experimentos que realizar sobre
el terreno.
- ¡Vuelvan ahora mismo! - les insistió tajantemente el
comandante que comenzaba también a recibirlas con problemas. - Su seguridad
está en peligro y no podremos responder de ella si siguen ahí fuera.
- Aquí no hemos visto nada,- pudo decir Satory con
la voz casi ahogada en interferencias. - Aunque eso es difícil, con la escasa
visibilidad del terreno. Pero todo está muy tranquilo, comandante. Además, dos de
sus hombres están aquí con nosotras.-
Añadió confiadamente. -
Entonces
escuchó un grito por el transmisor. Satory se inquietó, mientras el
comandante preguntaba alarmado.
-¿Qué está pasando ahí fuera? ¡Vuelvan enseguida!
- Señor - informó el alférez muy asustado - hemos
perdido la comunicación y los sistemas vitales de uno de nuestros hombres.
-¡Vamos deprisa! - instó el comandante comunicando
con Penélope. - ¡salgan de ahí!
- Sí, será lo mejor.- Convino Satory que ahora
estaba bastante más inquietada, se dio prisa y recogió con la mayor rapidez que
pudo sus instrumentos.
Y
es que los guantes del traje y las pinzas que debía manejar no ayudaban a ser
rápidos. Aunque al fin pudo concluir exhortando a Penélope.
– Volvamos…
El
sargento que iba con ellas se acercó esgrimiendo su arma y les dijo.
- No se separen de mí. No se pierdan de vista.
Enseguida llegaremos a la nave. Sobre todo, estén tranquilas. Dentro de poco
nos encontraremos con la patrulla.
Avanzaron
con mucho cuidado, casi no se veía nada de los alrededores. El sargento alumbró
con un potente foco que apenas lograba atravesar el denso muro de niebla. En la
lanzadera, el comandante había informado de lo sucedido a la nave. En cuanto Hazzar
se enteró dio orden de llamar a Leval y Mazoui. Sabía que eran los únicos que
podrían hacer algo en una circunstancia extrema. Por fortuna estando en el
puente para ponerse al tanto de cómo iba la misión, los chicos ya estaban al
corriente.
-¿Qué sucede ahí abajo?- Inquirió Leval.-
-No lo sabemos, pero están teniendo problemas. El
comandante de la lanzadera ha activado la alerta naranja.
-¿La naranja?- Se sorprendió Mazoui.- Eso es como
tener certeza de estar siendo atacados sin haberlo comprobado todavía.
No
le respondieron a eso, aunque uno de los comandantes del puente les comunicó.
-Ordenes del comodoro Hazzar, prepárense de
inmediato para una incursión en el planeta.
-A la orden.- Saludaron los dos, aprestándose a
ello.-
Entre tanto Sandy coordinaba los
datos que les iban llegando y la morena científica les miró preocupada.
-Hay algo raro ahí. No sé, es un presentimiento.
-¿Qué crees que es?- Quiso saber Jen. –
-No lo sé. Pero no me gusta nada – respondió Sandy.
–
-¿Estás segura?- Le inquirió Amatista con visible
preocupación. –
-No puedo estarlo empíricamente. Pero es una extraña
sensación. – Le explicó su compañera que no parecía dispuesta a matizar
aquello. – Como si algo las acechara…
-Esperemos que te equivoques. – Terció Jen que
repasaba una serie de datos que acababan de llegar. – No sé qué podría haber
ahí en esas condiciones tan extremas.
-Eso es precisamente lo que me preocupa.- Suspiró la
morena científica dejando a sus compañeras atónitas, sobre todo cuando
sentenció con inquietud.- Únicamente un monstruo podría sobrevivir en ese
entorno.
En ese momento Leval se lo comunicó por el interfono
del laboratorio a Amatista y la muchacha se estremeció.
-Me han ordenado bajar. Algo está pasando.
-Ten muchísimo cuidado - le pidió ella con
inquietud, más todavía sabiendo que sus dos compañeras estaban allí abajo,
aunque yendo Leval con su primo seguramente estarían a salvo. -
-No te preocupes. Lo tendremos – contestó él
tratando de serenarla. -
Así, los dos se apresuraron a abordar sus aviones.
En cuestión de pocos minutos sus cazas les condujeron a la superficie del
planeta. Se posaron junto a la lanzadera. El comandante de la misma les indicó
la última posición conocida del grupo de salida pues las interferencias debidas
a la rápida corrosión de los equipos de audio por esa enrarecida atmósfera,
acabaron por cortar la comunicación. Provistos de equipo y trajes especiales ambos
salieron en busca de los demás sin pérdida de tiempo. En ese mismo instante las
chicas y su escolta trataban de encontrar el camino de vuelta.
-¿Queda mucho para llegar? - Preguntó Satory al sargento
con bastante nerviosismo. -
-Tranquila señorita, no tardaremos nada,- le aseguró
éste que subió una colina redondeada a juzgar por su inclinación. Penélope y
Satory tan sólo iban a unos pocos metros atrás. -
Perdieron
de vista al sargento escuchando su grito de auxilio por los intercomunicadores.
Aterradas, trataron de encontrarlo pero no le veían. Penélope llamó a Satory y
le recomendó haciendo gala de una gran sangre fría y aplomo.
- Estáte quieta y no te muevas. Lo mejor será esconderse,
tengo la impresión de que hay algo afuera. Y sea lo que sea creo que más nos
valdrá estar quietas. De paso ahorraremos oxígeno.
- Vale - repuso ella acercándose a Penélope y parapetándose
tras unas rocas que se encontraban junto a ambas. – Esperaremos un poco a ver
si nos localizan.
Las
dos se quedaron allí, inmóviles y calladas, en medio de aquel paraje apenas
iluminado por los reflejos de las linternas contra la gruesa capa de gases que
las cubrían por todas partes. No tenían posibilidad de escuchar ningún ruido
del exterior al estar embutidas en los trajes protectores. Con el cuyo único
contacto existente entre ellas mismas y el resto de la expedición apenas en
condiciones de recibir más que interferencias. Aquella situación asustaría a cualquiera
y ninguna de ellas era una excepción. ¿Qué podría estar sucediendo allí? No
habían visto nada extraño y eso las inquietaba todavía más. Al menos, de haber
visualizado algún ser hostil podrían huir o intentarlo. Su velocidad de todos
modos se hallaba muy limitada por aquellas terribles condiciones. De todos
modos no sabían si estarse quietas les supondría algún tipo de protección. Pero
Penélope tenía razón, al menos para evitar consumir oxígeno inútilmente y no
alejarse más en terreno desconocido mejor sería estar inmóviles.
-Lo que no sé es por cuanto tiempo tendremos que
estar así - Musitó Satory.-
-Trata de no hablar demasiado.- La aconsejó su
jefa.- Y vamos a pensar que pronto vendrá alguien…
.No es solamente por el oxígeno. Estos trajes
comenzarán a deteriorarse en un medio ambiente tan hostil.- Le recordó
apuradamente la joven.-
-Lo sé. Pero por ahora es mejor ser prudentes. No
podemos hacer otra cosa.- Sentenció Penélope.-
Su compañera asintió y decidió seguir esa
sugerencia. De modo que guardaron silencio. Entre tanto, en el laboratorio fue
Jen la que ahora exclamó con sorpresa y preocupación.
-¡Me han llegado patrones de ADN! Ahí abajo hay
criaturas vivas, y no son los miembros de la expedición.
Amatista y Sandy se miraron, ahora sí que estaban
muy preocupadas. Fuera lo que fuese que había allí abajo cabía la posibilidad
de que fuera agresivo. Al parecer y por desgracia, los peores temores de la
morena científica se estaban confirmando.
-Espero que el equipo de rescate llegue a tiempo. -
Pudo decir Sandy con patente inquietud en tanto se esforzaba por centrarse en
el análisis de la información. –
-Sí, seguro que ellos lo consiguen. Ya lo veréis. –
Terció Amatista tratando de animar a sus compañeras. –
-Sólo espero que Satory y Penélope estén a salvo y
no llamen la atención de lo que quiera que haya allí. - Sentenció Jen, con
tintes de auténtico temor en su voz. -
Y en ese mismo momento sus compañeras continuaban
inmóviles siguiendo aquel consejo sin saberlo. Así se mantuvieron, rezando por
que los miembros de la patrulla de rescate las encontraran a pesar de la
imposibilidad de comunicarse con claridad entre aquella brumosa y corrosiva
atmósfera alienígena. En la Tierra mientras tanto, completamente ajena a esas
aventuras, Kerria tenía sus propias cosas en las que pensar. Tras aquella
decepción con Maggie, y la depresión que tuvo durante unos días, las cosas,
lejos de haberse solucionado, habían ido a peor. Ahora no solamente sus relaciones
privadas sino su vida a nivel público se encontraba comprometida. Tuvo que
acudir de urgencia a su casa discográfica a causa de una llamada que le
hicieron, comunicándole que algo muy grave había sucedido. Se apresuró a ir
allí donde la recibieron la encargada de la campaña de publicidad y su
supervisor un tal Bob. La muchacha se llamaba Samantha, era bastante agradable
y bonita, rubia y de ojos azules. Nada más verles, Kerria quiso saber.
-¿Que está ocurriendo aquí?- les preguntó atónita por
el revuelo que se había organizado en torno suyo. -
-¿Qué tal tu
catarro?- Se interesó Samantha que parecía mirarla como si no hubiera creído
eso ni por un instante.-
Esa fue la excusa que Kerria le dio,
tras su ruptura con Maggie, sintiéndose totalmente hundida había olvidado que
el día anterior quedó con esa chica para desayunar y revisar la campaña. Pero
ahora eso no tenía importancia y quiso zanjar la cuestión enseguida.
-Mucho mejor.- Aclaró
Kerria, insistiendo.- Bien, ¿qué era eso tan urgente?
-¡Es algo terrible!-
respondió Bob, urgiéndola con vehemencia. - Puede hundirnos la campaña. Tienes
que desmentirlo inmediatamente.
-¿El qué?- inquirió
Kerria cada vez más preocupada. -
- Los periodistas,
alguien les ha dicho que eres gay. Y que puede darles pruebas de que te has
acostado con varias mujeres - le dijo Sam con un tono de voz extraño.- Espero
que puedas aclararlo.
De hecho parecía enfadada y la miraba no sin un matiz
de indignación, pero no daba la impresión de que fuera porque ese escándalo pudiera
perjudicar su campaña. Ajeno a eso su compañero intervino.
- Tienes que dar una
rueda de prensa y comunicarles que ha sido un error.- Le pidió Bob visiblemente
desasosegado. Informándole. - He llamado a tus compañeras de grupo y las dos
dicen que vendrán lo antes posible para estar junto a ti. Pero, entre tanto,
debes hacer lo posible por calmar a la prensa. Están ávidos de cualquier rumor,
por ofensivo o falso que sea.
Kerria guardó silencio, no podía pronunciar palabra. ¿Qué iba a decirles? ¿Que
la prensa tenía razón? A ella no le importaba reconocer su homosexualidad.
Pero, por otra parte, pensaba en sus primas y en el grupo. Y también por qué
no, en los productores. Desde la época de las Justices tenían un mercado que se
nutría en muy buena parte de adolescentes, chicos que las admiraban no únicamente
por sus canciones sino por sus cuerpos, claro está, y muchas chicas que
deseaban tomarlas como ejemplo a imitar. Todas tenían un rol, lo tuvieron
prácticamente desde que comenzaron. Cuando Amatista estaba con ellas, tenía ese
papel físico de chica dura y dinámica. Kathy era la sofisticada y coqueta.
Idina la buena y suave, las tres cumplían sus roles a la perfección y Kerria
era, bueno, posiblemente el suyo era el papel menos definido, pero muchas
encuestas que había hecho su productora la situaban como la típica chica guapa
de instituto y después del College que aunaba en buena parte las
características de las otras tres, la chica de la casa de al lado para
cualquier muchacho adolescente. Y sobre todo, desde la marcha de Amatista, era
ella la encargada de capitalizar más miradas masculinas. Se movía muy bien
entre la suavidad y la pasión en sus canciones y sobre todo, daba la impresión
de ser, al igual que sus otras compañeras, la clase de hija que cualquier padre
o madre desearía tener. La novia soñada por cualquier muchacho. ¡Qué poco
podían imaginarse los propios problemas que ella tuvo que sufrir!, y que ahora,
cuando había pensado que todo eso quedó atrás y estaba reconciliada con su familia,
los nubarrones del escándalo se cernían una vez más sobre ella y lo que
era peor, sobre las personas que la rodeaban. No quería que ese posible
escándalo salpicase a sus primas. De todas maneras, siempre había mantenido sus
relaciones en secreto de cara a la opinión pública. ¿Qué iba a hacer?...
-¿Dime, cuando sería
esa rueda de prensa?- Preguntó a Bob mientras trataba de pensar en algo. -
- Mañana a las diez-
le informó gravemente él. -
- Tengo clase, no
puedo hacerla.- Fue lo primero que pudo responder para agregar. - Conseguid
otra para el miércoles que es mi día libre.
- Será algo
complicado pero lo intentaré.- Contestó su interlocutor cuando sonó el móvil
que él llevaba. - ¿Sí?, diga, ¿de la televisión? un momento por favor.- Con
evidente nerviosismo, tapó el auricular y le dijo a Kerria. -Son los del
programa de Mats, quieren hacerte una entrevista, a ti y a las otras
componentes del grupo. Este viernes noche.
- Por mí está bien,
allí hablaré, hasta entonces no diré nada. - Sentenció la muchacha que suspiró
aliviada, al menos tendría más tiempo para discurrir algo y consultarlo con sus
primas. -
Y no tuvo más remedio que avisarlas.
En otro lugar, la causante de todo aquello, estaba todavía enfadada. Esa
estúpida de Maggie le había arruinado su exclusiva. De todos modos, pudo llamar
a la revista a quien suministraba esos trapos sucios y ellos ya se habían
adelantado a consultar con la discográfica.
-Todo el maldito
asunto se ha ido fuera de control. Y lo peor es que no veré ni un centavo. -
Rumiaba con disgusto. -
-Ese, querida niña,
es el menor de tus problemas. - Escuchó decir a una voz femenina con tinte
entre sarcástico y burlón. -
- ¿Quién es?- Quiso
saber girándose sin descubrir a nadie.-
Estaba en un apartamento alquilado, casi
en el centro de la ciudad. Era un edificio alto y con buenas vistas. Por un
instante pensó en la televisión, o en alguien que estuviera en la terraza.
-Eso es ridículo. -
Llegó a decir en voz alta.- ¿Quién iba a subir por ahí?
Pero volvió a oír a esa voz, que le
advertía.
-Tienes que marcharse
de aquí, Marla. Una de las mujeres a las que extorsionabas ha confesado todo a
su esposo. Y van a denunciarte. Lo más seguro es que eso de valor a algunas más
para hacerlo.
-¿Qué?- Exclamó entre
atónita y atemorizada.- No puede ser. ¿Quién eres?
-Digamos que soy tu
mejor amiga en este trance. - Contestó aquella extraña. -
Y esa presencia le dio datos
bastante preciosos que movieron a Marla a creerla. De modo que, sin perder ni
un instante, decidió irse del Estado. Ya volvería en cuanto las aguas se
calmasen. Por su parte, tras una larga jornada y todavía preocupada por la suerte
de sus compañeras, Jen suspiró. Sandy había dicho que tendrían que turnarse en
el puente hasta que la situación estuviera resuelta. A Amatista le tocó
permanecer allí, por si había novedades, la propia Sandy fue al laboratorio a
controlar algunos experimentos en marcha y Jennifer pudo descansar. En unas
horas relevaría a la Wallance. Pero la chica había estado ojeando unas notas
que tenía en una libreta de cuero negro y anotando algunas cosas. Tras concluir
se dijo.
-Bien, esto es lo que
me encargaron hacer. No sé qué sentido tiene, pero he cumplido.
Y al fin pudo dormir un poco,
colocando su despertador para dentro de un par de horas, deseando eso sí, que
todo se hubiese resuelto para entonces.
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