domingo, 6 de marzo de 2011

GWG 17.104. Odisea entre la niebla


104. Capítulo 17.Odisea entre la Niebla.

 

Leval paseaba con Amatista, ella aún con muletas, pero sin necesitar ayuda. Habían pasado varios días ya, desde que la joven se reincorporase a sus obligaciones. Las había retomado de muy buena gana y además, el ambiente con Sandy estaba más distendido. La morena científica incluso la había ayudado en algunas cosas que no controlaba bien todavía. Pese a todo, lo hacía de un modo mecánico y muy profesional. Sin querer dejar entrever ni la más mínima sonrisa.

 

-A esa chica ha debido de pasarle algo muy malo. Es como si rehuyera el contacto con otras personas. - Se decía Amatista durante esos momentos.-

 

            No obstante, ahora no tenía ganas de preocuparse por nada. Disfrutaba la compañía de su novio. Ambos charlaban distendidos e ilusionados sobre todos los planes que iban a hacer en esos días libres. O por lo menos, en tanto no movilizasen a Leval.

 

-Bueno señorita. ¿Qué le apetecería a usted hacer?...podríamos pasear por el parque, irnos a alguna cafetería con encanto o al holo cine.- Propuso afablemente el chico.-

-No sé.- Suspiró la muchacha para sonreír y mirarle con expresión alegre.- La verdad, el sitio es lo de menos, si estás conmigo.

-¡En ese caso iremos a todos esos sitios! - Se rio él y ella le secundó, más cuando agregó.- A este paso nos vamos a conocer cada recoveco de la nave.

-Pues vamos a tener muchísimo trabajo. Es una nave muy grande…- Afirmó la joven mirando en derredor.-

-Sí que lo es…-Admitió su interlocutor, añadiendo, casi a modo filosófico. – La he visto por dentro y por fuera. Cuando salgo de patrulla. Y nadie podría decir que ese pedazo de roca que gira sobre sí misma albergase a tantas personas en su interior.

-Y cada una con sus ilusiones, sus esperanzas, sus miedos y sus problemas.- Completó la chica utilizando el mismo tono reflexivo que él.- ¿Sabes? Cuando pienso en eso me doy cuenta de que solamente soy una persona más. Una entre miles…

 

            Lo cierto es que desde su experiencia tan cercana a la muerte y su convalecencia se había vuelto mucho más humilde. La joven daba gracias por el mero hecho de estar ahí, con la persona a la que amaba, aunque no hicieran nada más que mirar al horizonte. No obstante, él enseguida le susurró.

 

-Para mí desde luego que no eres una más.- Declaró él dándola un beso en los labios, para añadir.- Eres mi chica.

 

Amatista sonrió visiblemente contenta de oír aquello e iba a responder cuando el sonido del reloj intercomunicador del muchacho les interrumpió.

 

-¡Maldita sea! - susurró él mirando el reloj de mala gana para comentar irritado. - ¿Es que nunca vamos a poder estar tranquilos?  Se supone que estoy de permiso. ¿Qué demonios ocurrirá ahora?

- Supongo que tendrás que acudir enseguida,- musitó ella cariacontecida. -

- Sí, así es. - Convino resignadamente el joven aunque esta vez se daba cuenta de lo inoportuno de esa interrupción y añadió con decisión. - Pero esta vez no te dejaré aquí sola.- E inopinadamente la levantó en brazos y salió volando con ella  en tanto remachaba. - Veremos si es algo serio o sólo una tontería.

-¡Estas loco, Leval!- rio su pareja, que, sin embargo, estaba encantada con esa manera de actuar incluso cuando le avisó.  - Te van a reñir si me llevas contigo.

- No me importa - sonrió él besándola y continuó volando a toda prisa.- Qué me riñan si quieren…y si me mandan al calabozo, podrías  venir a visitarme.

-Les pediría que me encerrasen contigo.- Sonrió ella aproximando su rostro al de él para darle un cálido beso en los labios.-

 

Y es que la chica se sentía muy feliz. ¡Aquel sí que era todo un cambio! Ese muchacho parecía haberse vuelto más impredecible, aunque en el buen sentido. Amatista le conocía desde hacía ya años y él siempre había sido muy ordenado y metódico. Incluso unas pocas semanas antes, al haber recibido una llamada de ese tipo, él se habría disculpado educadamente y se hubiese marchado dejándola plantada. Por eso ella se enfadaba tanto. Pero entonces todavía no se le había declarado. Ahora era novios y los dos se habían dado cuenta de lo mucho que se querían y se necesitaban, sobre todo tras tantas ordalías y vicisitudes. De modo que, tras reírse comentando con jocosidad la cara que iban a poner todos al verles aparece de esa guisa, en tan sólo unos minutos ya estaban en la base. Él la dejó en la sala de espera de oficiales y le dijo con una prometedora sonrisa. 

 

-Espérame aquí, en un segundo estoy contigo.

- Te esperaré - repuso ella bromeando a la par que elevando una de sus muletas para subrayar sus siguientes palabras. - Tampoco puedo correr mucho.

 

            Leval  se rio del comentario y se dirigió al despacho de su superior, el mayor Freejar. Tocó la puerta y entró poniéndose firme.

 

- Se presenta el teniente primero Leval Malden. Listo para la acción, señor. Si no hay otro remedio.

- Estoy seguro - repuso su interlocutor que le dijo con desenfado - pero no te preocupes, descansa, sólo hemos avistado otro planeta.

-¿Otro? - Exclamó el joven que había adquirido algo del tono de su superior cuando declaró.- Con el debido respeto, señor. Empiezo a estar hasta las narices. Espero que esta vez nos sirva para algo. Estaba en medio de mi permiso paseando por el parque con mi novia. Incluso la he traído hasta aquí y me disgustaría tener que decirle que se marchase. Sobre todo cuando aun tengo días libres de servicio.

- Estoy de acuerdo contigo, eso es lo que se conoce como una “hijoputada”- convino Freejar.-

-¿Señor?- se sorprendió el chico sin comprender.-

 

            Su histriónico superior se sonrió divertido en tanto se repantigaba en su sillón para replicar.

 

- ¡Ah, claro!, qué cabeza la mía. Seguro que tampoco conoces la vida y obra del gran Clint…-

-¿El pintor?- Inquirió Leval.-

 

            Freejar suspiró moviendo la cabeza con teatralidad¡ Y viendo con aquel joven le seguía observando con gesto pleno de desconcierto el veterano oficial suspiró para añadir.

 

- Olvídalo. No he dicho nada…pero tienes motivos más que suficientes como para cabrearte. Cada vez que detectan algo nuevo esas nenazas del puente siempre os tienen que reclamar a ti o al mayor O ´Brian.- Sentenció no sin algo de sorna.- Parece que el resto no sirviéramos más que para tomar café en el puente de mando.

-Eso es algo que me preocupa, señor.- Le confesó Leval.-

-Sí, que te tengan de pringao para todos los trabajos duros y arriesgados acaba por cabrear al más pintado.- Convino su interlocutor.-

 

            Aunque para sorpresa de este, el chico negó con la cabeza comentando ya más seriamente.

 

-No es eso. A mí no me importa cumplir esas misiones. Es solo que quisiera disponer de más tiempo para estar con mi chica. Y también veo que hay algunos oficiales a los que no les gusta que nos elijan siempre a nosotros. Es lo que usted ha dicho. Se sienten infravalorados. Eso no es nada bueno para la moral. Pero ni el mayor O´ Brian ni yo queremos quejarnos de eso al alto mando. Podrían pensar que somos renuentes a cumplir con las tareas que nos encomienda. ¿Qué cree que debemos hacer?

 

Por una vez Freejar escuchó con expresión seria y sin hacer bromas para luego replicar.

-Te comprendo, muchacho. Es una situación complicada. No te preocupes. Intentaré hablar con el comandante Zorton, a ver si él puede hacerlo con el capitán Sartas, nuestro superior directo. Ya sabes como va la cadena de mando y toda esta burrocracia.

-No sé si el comandante Zorton lo tomará bien, señor.- Dudó Leval.- Quizás pueda usted cabrearle. Y para eso no hace falta mucho.

 

Su contertulio asintió. Era cierto y esa posibilidad estaba muy bien expuesta por Leval. De hecho el pintoresco mayor había aumentado mucho su respeto por aquel chico desde lo del fluido, al igual que su estima y lo que era incluso mejor desde su peculiar punto de vista. Le estaba aleccionando adecuadamente para que se expresase como un auténtico tío y no como un capullo. De modo que le comentó con tono despreocupado.

 

-No te preocupes, déjame eso a mí. Y en cuanto a lo otro, tú sigues teniendo tu permiso. No creo que vayamos a movilizar a ningún piloto por ahora.

- Entonces, con ese mismo permiso - añadió Leval. - Mi novia aun está convaleciente. Me gustaría irme ya con ella.

- Claro muchacho - sonrió aprobatoriamente Freejar que le preguntó con curiosidad. - Algún día me gustaría conocerla. Tiene que ser alguien fuera de lo común para verte tan interesado.  ¡Y sobre todo para aguantarte! No lo quiero ni imaginar, cuando comiences a sermonearla con todos los protocolos, procedimientos y rollos técnicos del oficio. ¿Me equivoco? – Remachó divertido, dándose cuenta de que aquel chico siempre había estado entusiasmado por emprender misiones, al menos hasta ahora.- Me parece que no, ¿eh pillastre?

 

            Leval se puso algo colorado. ¡Ni que su superior les hubiera visto en alguna cita! Era verdad que muchas veces él llevado por la inercia y por su fascinación por todo lo relativo a su profesión bombardeaba  a la pobre Amatista con esa jerga. Aunque ella también comenzaba a hacer lo propio cuando le refería cosas de su trabajo. Al menos ahora estaban empatados en eso. Sin embargo, el muchacho repuso con jovialidad.

 

- Pues está aquí mismo, señor. Ya le comenté que la traje conmigo por si esto era una falsa alarma. - Le confesó él. -

- ¿Dónde dices que está tu novia? – Preguntó de nuevo Freejar simulando no haber oído bien. -

- Esperando fuera, señor - sonrió Leval que le pidió con una no disimulada satisfacción – si quiere venga conmigo y la conocerá.

- ¡Vaya!- Asintió su interlocutor, simulando incluso un gesto aprobatorio, aunque cargado con su característica sorna.- Ya empiezas a actuar como un ser humano después de todo. Te felicito. Vamos pillastre, no la hagamos esperar, no es de buena educación…

 

            Y sin hacerse de rogar el mayor se levantó y siguió al chico. Leval salió, llevando a su superior hasta su pareja. Éste la saludó dándole la mano que ella aceptó tras apoyar uno de sus brazos en las muletas.

 

- Encantado de conocerla, señorita. Soy el mayor Winston Freejar, el superior directo del teniente Malden.- Se presentó en un tono bastante más educado y suave del suyo habitual. -

- Mucho gusto - repuso Amatista que añadió con preocupación. - ¿Tendrán que movilizarle otra vez?

-¡No, esta vez, no! - rio el mayor - se lo dejo todo a usted. Sólo hemos avistado un nuevo planeta.

- Entonces debo ir a mi puesto en el laboratorio - dijo ella espoleada por su propio deber. - Seguro que tendrán información.

-Eso sí que es… ¿Cómo dijo usted, señor? ¿Una hijoputada?- Terció Leval.-

 

            Amatista le miró con gesto atónito, y su superior se sonrió para reconvenirle con su sobreactuada sorna.

 

-No digas palabrotas delante de la señorita, ¡no seas palurdo! ¡Ah! Estos jóvenes de hoy día no tienen educación…

 

            Ahora el que abrió la boca sin poderlo creer era el propio Leval, aunque su novia no dejaba de reírse por lo cómico de la situación.

 

-Lo siento.- Dijo la muchacha al fin disculpándose. - Pero es algo importante. Podría ser el mundo que buscamos.

-No te preocupes, es normal. – Se apresuró a tranquilizarla él para acto seguido preguntar a su superior.- ¿Puedo ir a llevarla, señor?

-¿Tú qué crees? ¡No irás a dejar que la pobre chica tenga que ir andando todo el camino, merluzo! - Espetó Freejar.-

 

Tras lo cual guiñó un ojo y sonrió cómplicemente a Amatista que se tapaba la boca para no reír.  Al poco, añadió, con un tono más normal no exento de algo de sorna y aparente rudeza…

 

-Disculpe señorita. Anda Malden, si yo estuviera en tu lugar no perdería más el tiempo aquí y me iría con esta encantadora dama. Pero ya que no lo estoy debo volver a mi despacho y a ti, te ordeno que te largues ya.

-A sus órdenes.- Saludó el chico que ya se disponía a tomar en brazos a su novia.- Con su permiso nos vamos.

 

Freejar se giró no sin antes despedirse de la muchacha con mucha mayor amabilidad.

 

-Hasta pronto, señorita. Y cuídemelo bien. A veces es algo cabeza hueca pero también es un buen piloto.

- Descuide mayor, lo haré - rio ella en tanto Leval hacía un inútil intento por protestar. -

 

            Cuando el mayor se marchó, ella le dijo a su novio con tono risueño.

 

-Tu superior es muy simpático. Y parece un buen hombre.

- Es algo brusco, pero buena persona en el fondo - aseguró él también divertido con las ocurrencias de ese tipo. -

-¡Te ha llamado merluzo y cabeza hueca! ¡Creo que de veras te aprecia! Y sin lugar a duda demuestra que te conoce bien. ¡Ja, ja! – Rio Amatista. -

- Muy graciosa. Pero también ha dicho que soy un buen piloto. No te olvides de eso. - Repuso él con patente buen humor, agregando. - ¡Y anda que no tiene cara! Si esa palabrota me la acababa de enseñar él…

 

            Su contertulia asintió divertida y se rio abrazándose a él. Leval la tomó en brazos y se dirigió hacia el nuevo laboratorio.

 

-Tengo muchas ganas de saber qué tipo de planeta es. Podría ser incluso uno que nos sirviera.- Comentó la esperanzada joven.-

 

            Su novio asintió. Le gustaba mucho verla tan motivada en su propio trabajo. A su juicio Amatista se estaba convirtiendo en una estupenda científica a la que le encantaba la investigación. Al fin llegaron y él se posó rápidamente al abrigo de miradas curiosas. Una vez que la muchacha se hubo puesto en pie apoyada en sus muletas, Leval se despidió.

 

-Ya me contarás qué tal ha ido la cosa.

-Claro.- Sonrió ella estampándole otro beso.-

 

Así que su novio salió volando raudo dejándola allí para que se dirigiese hacia el puente de mando en busca de más información. Amatista fue a paso lento pero seguro.

 

-Supongo que las chicas ya estarán allí. A ver si pueden decirme algo.- Pensó con evidente deseo de que así fuese.-

 

Y no se equivocaba. Penélope había sido ya informada y junto con Satory, Jen y Sandy, estaban ya ocupándose de hacer averiguaciones. Satory, tratando de distender el concentrado ambiente y la expectación, le decía a su morena compañera.

 

- Oye Sandy ¿Tú crees que lograremos encontrar nuestro planeta esta vez?

-¿Cómo quieres que lo sepa? - Le respondió de la forma brusca que en ella era habitual mientras apuntaba algo en una  libreta. - Todavía quedan horas para que podamos empezar a sacar esas conclusiones.

- Sólo te lo preguntaba con ánimo de que fuera así - replicó conciliatoriamente Satory. -Ya sé que aún no es posible hacer verificaciones.

 

            Sandy iba a decir algo, pero vio llegar a Amatista y su expresión severa y arisca cambió por otra más agradable a la par que se disculpaba.

 

- Lo siento, estoy tan nerviosa como tú. Ojalá que sea el mundo que buscamos Satory, solamente puedo desearlo, por ahora.

- Bueno - intervino Penélope moderando el asunto como de costumbre. - Lo mejor será enviar una sonda. Nos traerá información más deprisa y podremos empezar a sacar conclusiones.

-Seguro que esta vez vamos a tener suerte. – Terció Amatista tras saludar a sus compañeras.-

- ¿Voy preparando la petición al mando militar para que la lancen?- Quiso saber Jen, a lo que su jefa replicó con un asentimiento.-

 

            A la sala del laboratorio también llegó Mazoui. Lo mismo que el resto había escuchado la alarma, fue avisado por su base y tras comunicarle el avistamiento se presentó allí. Supuso que las demás estarían enteradas y así era. Entró saludando a todas.

 

- Hola, ¿se sabe algo, chicas?

- Todavía no, pero vamos a pedir al puente de mando que envíen una sonda. - Le informó Satory muy contenta de verle. -

 

            Mazoui asintió y entonces sus ojos se encontraron con los de Sandy. Ambos se miraron durante un largo segundo. Amatista advirtió la situación e intervino.

 

- Creo que aún no os conocéis.- Conjeturó para romper el hielo. -

- Sí, bueno, nos hemos visto otras veces.- Repuso el joven oficial en forma algo apurada para admitir. - Pero no nos han presentado formalmente. -

- Bueno, pues ella es Sandy Ann Wallance, de la sección de investigación, departamento de Astrobiofísica. Y Sandy… - añadió Amatista dirigiéndose a ella que ahora desde luego le prestaba toda su atención. - Él es Mazoui O´Brian, mayor de la flota espacial y piloto de combate, pero sobre todo un gran amigo.

 

            Ambos se estrecharon la mano, Mazoui no podía evitar sentir un ligero escalofrío cada vez que estaba cerca de aquella mujer. Casi percibió como una especie de descarga eléctrica cuando se tocaron. Era algo demasiado físico, tanto que debía hacer un esfuerzo para apartarlo de su mente. Dispuesto a ello, reaccionó enseguida pasando a otro asunto.

 

- Bueno, entonces no os molestéis en enviar una solicitud. Os ahorraré tiempo. Yo mismo me ocuparé. Voy a pedir instrucciones al mando para el envío de la sonda. Enseguida vuelvo,- y dicho esto se retiró de allí a toda prisa. -

-¡Vaya!, no está nada mal ese mayor.- Sonrió Sandy dirigiéndose a Satory y preguntando de forma interesada. - ¿Amatista y tú le conocéis bien, no?

- La verdad, no mucho – respondió la interpelada con un susurro para reconocer. - Es un chico muy valiente, nos salvó a Penélope y a mí...

- De eso estoy segura. Todavía recuerdo como nos rescató de ese fluido. Creo que sería interesante conocerle mejor - declaró Sandy con una cierta pizca de malicia brillando en sus ojos. - ¡Menudo pedazo de hombre!…

 

            Satory se quedó perpleja, era la primera vez que advertía en su compañera una reacción semejante que la sacaba de la aparente indiferencia que parecía tener hacia los hombres, o hacia cualquier cosa, pero. ¿Por qué precisamente con Mazoui? Sólo podía esperar que aquello no fuera en serio y miró cabizbaja hacia la pantalla de radar.

 

-Tenemos lecturas que están entrando.- Comentó Jen sacándola de aquello pensamientos.-

-Ponlas en pantalla.- Le pidió Penélope.- Quiero verlas con detalle.

 

            La asistente obedeció de inmediato. Allí pudieron leer algunos datos de telemetría que fueron captados con los dispositivos de la nave.

 

-Esta información es todavía demasiado vaga e incompleta.- Declaró la jefa del laboratorio con tinte de decepción, para añadir.- Espero que cuando envíen la sonda podamos completarla. Con esto no seremos capaces de sacar ningún tipo de conclusión.

-Bueno, a priori parece un planeta telúrico. Se detectan abundantes silicatos.- Comentó Satory valorando aquella escasa información.-

- Que es como no decir nada - terció Sandy moviendo la cabeza.- Debemos estar en posesión de más datos para encuadrarle en alguna categoría precisa.

-Sí, de ese modo sabremos si merece la pena o no explorarlo más detenidamente.- Convino Penélope.- Cuanto antes pudiéramos investigarlo o descartarlo definitivamente, mejor.

-Bueno, solamente nos queda esperar a que Mazoui nos agilice las cosas y envíen un módulo de exploración.- Afirmó Amatista con el asentimiento de las otras.-

 

            Al rato  su amigo cumplió su promesa y la sonda fue lanzada. Al cabo de casi una hora se acercó lo bastante al planeta como para poder transmitir información útil. Al parecer, ese mundo, un gigante provisto de una densa atmósfera, poseía indicios de vida. Las chicas habían sido requeridas al puente de mando de la nave. Allí se afanaban en tratar de interpretar esa información y hacer hipótesis sobre la utilidad de la misma.

 

- Están llegando bastantes datos – les informó Jen que estaba al cargo de la recepción. -

-¿Habéis visto? - Dijo Penélope con un tono bastante alegre para su habitualmente frío carácter. - ¡Parece que por fin, hemos tenido suerte!

- A juzgar por la telemetría y los resultados del radar. Es un tipo de planeta encuadrado en la categoría de súper Tierra.- Afirmó Sandy que comentó al hilo de aquellos datos.- Parece tener una masa entre cuatro y seis veces la terrestre.

-La atmósfera se compone en su mayoría de anhídrido carbónico, con algunas trazas de metano. Hay asimismo vapor de agua en altas concentraciones. - Añadió Jen.-

-Se parece un poco a Gliese 876 d.- Dijo Amatista consultando una tablet con información.- Se descubrió en dos mil cinco, detectado por el método de la velocidad radial y apenas tarda dos días en completar una órbita.

-Este mundo es muy similar.- Apuntó Jen, ojeando a su vez unos datos.- Aunque éste orbita una enana amarilla, en vez de una roja.

-Ya es algo para empezar. Merecería la pena verlo más de cerca.- Afirmó Satory, tan llena de expectación como las demás.- Quizás puedan enviar un grupo de exploración.

-Si es que la temperatura en superficie y la presión son soportables.- Matizó Sandy.-

-Merecería la pena considerarlo. -Afirmó Amatista.-

 

            Las demás asintieron. Mazoui, en tanto, pidió permiso para entrar al puente, le fue concedido de inmediato. Una vez puestos al corriente de la nueva información analizada por las chicas, Penélope les comentó que el planeta parecía poseer vida.

 

- ¡Vaya! - dijo el joven con tono expectante -, tengo ganas de que lleguen más datos.

- Espero que ésta vez será la definitiva.- Suspiró Amatista  con el mismo deseo. -

 

            La sonda comenzó a transmitir información de más detalle. El ordenador dibujó en la pantalla las estadísticas en forma de planos tridimensionales del planeta. A simple vista se confirmaban los informes iniciales. Parecía un mundo impenetrable, varias veces mayor que la Tierra, con una densa atmósfera, su composición en oxígeno y carbono era muy alta.

 

-¡Si, eso es! Como pensábamos, chicas - exclamó Jen esperanzada. -  A priori reúne las condiciones.

-Temperatura en superficie estimada de aproximadamente setenta y ocho grados Celsius.- Informó Sandy.-

-Presión de seis atmósferas.- Completó Penélope determinando.- Con trajes protectores se puede hacer una incursión por espacio de unos cincuenta minutos a lo sumo.

-La gravedad parece ser de unas tres veces la terrestre.- Comentó Satory a su vez.- Apenas si podríamos movernos.

-Con dispositivos anti gravedad, sí. - Replico Jen.-  Serían capaces de compensar.

-Estaríamos muy al límite.- Opuso Sandy.- Y sería muy costoso pese a todo.

-Sí, eso es verdad.- Tuvo que admitir Penélope.-

-Desde luego es una misión tentadora pero difícil de llevar a cabo.- Valoró Amatista no sin cierto pesar.-

 

            A la joven pese a todo le habría gustado ir, pero estaba recién recuperada y aun no se sentía con fuerzas suficiente. Por no hablar de las muletas que debía de usar aún. Eso la descartaba por completo. Si apenas era capaz de tenerse en pie en condiciones normales, sería imposible pretenderlo con tan altísima presión y gravedad.

 

-No nos precipitemos. Tenemos que averiguar más de ese planeta antes de planificar ningún tipo de expedición.- les indicó Penélope.-

 

Y así lo hicieron. Siguieron recabando datos. El ordenador indicó también gran abundancia de agua. El contraalmirante Spar fue informado, mandó un reconocimiento del planeta a nivel estratosférico. A ser posible, con naves de superficie. Y si ello era factible, se necesitaría un equipo científico para reconocer el suelo. Penélope y Satory se ofrecieron voluntarias y cuando los primeros datos de las sondas de atmósfera aseguraron condiciones adecuadas para ello, solicitaron embarcar.

 

-¿Estas segura? – Le preguntó una preocupada Amatista a su amiga.-

-Tengo muchas ganas y mucha curiosidad por pisar un mundo nuevo y tan prometedor.- Replicó Satory.-

 

            Desde luego que su interlocutora le dedicó una mirada de perplejidad. Satory jamás había sido de la clase de personas a las que apasionaba la exploración. Al menos sobre el terreno. Era cierto que esa jovencita  podía pasarse horas investigando y trabajando en el laboratorio. Aunque nunca fue lo suyo eso de salir a buscar aventuras.

 

-Bueno, al menos hasta que fue ella quien me ofreció embarcar en esta nave.- Se dijo Amatista.-

 

            Pudiera ser que su amiga hubiera cambiado al ir creciendo y madurando. Deseaba eso sí, ser independiente y demostrárselo a todo el mundo. En fin, seguramente más que a nadie a su padre y a ella misma. Empero, aquello no dejaba de ser arriesgado. Por eso, Amatista le susurró en un aparte de las demás.

 

-Sé que esto es muy importante para ti. Pero podría ser muy peligroso. Satory tú no..

 

            Aunque su amiga la cortó, esbozando una sonrisa para declarar.

 

-No soy un portento físico como tú, pero tranquila. Con esos trajes y una escolta adecuada no correremos ningún riesgo innecesario.

 

            Esos trajes a los que la joven se refería habían sido diseñados por el doctor Adams, el mismo ingeniero que hizo los de Mazoui y Leval. Tenían un dispositivo hidráulico que proporcionaba gran fuerza de sustentación y capacidad de levantar grandes pesos a quienes los llevaban. Asimismo estaban reforzados con aleación muy resistente de titanio y llevaban filtros anti radiación de última generación. También poseían una buena autonomía de oxígeno.

 

-Únicamente te pido que tengas mucho cuidado.- Comentó Amatista.-

 

            Su amiga asintió, con gesto despreocupado. Se consideraba segura. Entre tanto, Penélope les indicó.

 

-Iremos provistas de un equipo de análisis espectro gráfico y con suerte podremos practicar algunos experimentos sobre el terreno.

-Nos ocuparemos enseguida de preparar una lanzadera con un grupo de escolta.- Les comentó uno de los capitanes al mando del puente.- No teman, estarán bien protegidas.

-Hay que tener prudencia. Se detectan fuertes vientos en la estratosfera del planeta. Y lluvia de ácido en algunas capas inferiores de la atmósfera.- Les informó un oficial.-

-No se preocupe, estamos preparadas.- Aseguró Penélope que indicó a la morena científica que estaba cerca de ella.- Sandy quedas al cargo.

-Muy bien.- Asintió la interpelada.-

 

Nadie discutió aquello, era evidente que esa muchacha aventajaba a Amatista y a Jen en cualificación y experiencia. Así, tras recibir los deseos de buena suerte de sus compañeras, las dos científicas se prepararon y partieron. Cuando Mazoui se enteró quiso ir pero ya habían salido pilotos de escolta.

 

-Me hubiese gustado acompañarlas. No sé porqué pero ese planeta no me da buenas sensaciones.- Pensó.-

 

Llamó enseguida a Leval para comentarle lo ocurrido. Al chico le pasó lo mismo. Se personó a su vez en el puente. Quizás así podría compartir unos momentos más con Amatista y enterarse de primera mano de cómo iba esa expedición. Tras serle autorizado el paso y saludar a sus superiores al primero que vio fue a suprimo.

 

-¿Qué tal van?- Le preguntó.-

-Están de camino todavía.- Le informó este.-

 

Entre Amatista y Jen intentarían recibir toda la información que sus colegas las enviasen para procesarla y Sandy se dispuso a coordinar todo de inmediato. En la nave de desembarco todos ultimaban los equipos. Satory y Penélope miraban por la ventanilla con curiosidad.

 

-Bueno, pues allá vamos.- Suspiró Satory con evidente inquietud.-

 

            A pesar de su determinación no podía evitar sentirse nerviosa. Confiaba en que todo funcionase a la perfección pero nunca se podía estar seguro. Penélope le tomó una mano entre las suyas y animosamente le dijo.

 

-Todo va a ir bien.

-Dentro de un momento lo único que nos separará de la muerte instantánea serán nuestros trajes.- Comentó su interlocutora.-

-Tendrá que servir.- Replicó Penélope.-

-¿No estás nerviosa?- Le preguntó la atónita Satory.-

-Pues claro que sí.- Le confesó su jefa.- Sin embargo, tengo que dejar a un lado ese tipo de pensamientos para poder centrarme.

 

Una vez entraron en la estratosfera se podía apreciar mucho más claramente la densa atmósfera brumosa. En efecto, las tormentas parecían abundantes. La lanzadera se bamboleaba y eso no era muy agradable precisamente.

 

-Menos mal que tomé algo de biodramina.- Pudo decir Satory.-

-Pues a mí esto me recuerda a la montaña rusa cuando era pequeña.- Dijo Penélope que, aun pareciendo algo más entera, tampoco estaba pasándolo bien.-

-No se preocupen.-Les comentó uno de los militares que las acompañaban.- Queda poco para llegar a la superficie. Es que esta atmósfera es muy densa.

 

Al entrar aún más en ella la nave vibraba, las corrientes de aire eran cada vez más fuertes. La intensidad del viento debía ser tremenda. Los medidores indicaban al menos los trescientos kilómetros por hora. La presión registrada, más de de dos veces la terrestre, la gravedad era de tres ges, el triple de lo que estaban acostumbrados los seres humanos a soportar. Y la temperatura externa estaba ya en cuarenta grados. Esos valores iban en aumento a medida que descendían hacia la superficie. A la vista de aquellos datos Satory volvió a comentar.

 

-Lo dicho. Si algo en estos trajes va mal podremos elegir entre morir aplastadas o cocidas.

-Y no olvides el ácido concentrado en la lluvia.- Se sonrió Sarcásticamente Penélope.- Nos derretiría…

 

 Su compañera asintió, más achantada aún. Pero se forzó a mantener su tranquilidad. Era una científica e iba a hacer lo que más le entusiasmaba que era investigar. Y por si fuera poco sobre la superficie de un mundo jamás pisado por los seres humanos anteriormente.

 

-Para esto, sobre todo, quise venir a este viaje.- Se auto arengaba Satory.- Y por cosas peores hemos pasado. No voy a asustarme ahora…

 

Y de ese modo, bajando muy despacio y no sin dificultad para vencer todas esas terribles condiciones, la lanzadera se posó finalmente sobre el planeta en medio de una lluvia torrencial de ácido y metano disueltos en el agua. Por suerte, ese vehículo estaba preparado para soportar eso y el terreno parecía estable. Además, el viento había amainado a nivel de superficie.

 

-¿Podemos salir ya? - Inquirió cautamente Penélope al comandante de la lanzadera. -

- Un momento, antes debemos realizar comprobaciones de seguridad. - Le respondió éste. – Aseguren sus trajes y las protecciones, comprueben los tanques de oxígeno.- Indicó el oficial.-

 

            Satory y Penélope esperaron a desgana, y chequearon todo aquello una vez más. Pese a las durísimas condiciones externas y sus temores, tenían mucho deseo de explorar la superficie de un nuevo mundo. Por precaución se envió primero un robot dirigido por una cámara de vídeo. Tan sólo podía verse a unos escasos metros de distancia. El autómata procedió a tomar muestras  de la superficie del suelo. Al cabo de un rato, la jefa de investigación volvió a preguntar disimulando en lo posible su ansiedad, con su templado tono.

 

-¿No cree que ya han comprobado que no hay peligro en esta área?

- Sí, así es. - Aceptó el comandante añadiendo. - Y la tormenta ha amainado, pueden ponerse los trajes de incursión. Prepárense para salir en cinco minutos. Y no olviden ajustar también los compensadores de presión y gravedad.

- Descuide - le tranquilizó Penélope que instó a su compañera. - Vamos Satory.

 

            Ambas se aprestaron para salir, pertrechadas con los trajes y con dos soldados de escolta. Nada más partir ellas, el comandante recibió una comunicación de la nave. Les informó que todo estaba en orden y de que las científicas habían salido para reconocer el área de aterrizaje. Al terminar la transmisión, un alférez se acercó y le informó.

 

- Señor, hemos perdido contacto con el robot, la cámara principal ha dejado de transmitir.

-¿Han verificado si se trata de un fallo en el receptor? - Preguntó el comandante. -

- Sí señor y funcionaba perfectamente - repuso el alférez. - Ha sido algo muy brusco, como si hubiera chocado.

- Activen la cámara auxiliar - ordenó su superior visiblemente intrigado. -

 

            Ésta fue activada y poco a poco, filmó los alrededores. Al principio sólo se apreciaban unas peñas cercanas poco visibles a causa de la alta densidad atmosférica. Al completar un barrido circular en torno a la lanzadera se pudieron observar algunas piezas metálicas del robot, esparcidas sobre la superficie.

 

- Señor - indicó el atónito alférez- ¡es el robot explorador, está completamente destrozado! ¿Qué le ha podido ocurrir? – Quiso saber conjeturando él mismo. -  Quizás tropezó o resbaló con algo y se rompió.

-¿Un robot de titanio reforzado?,- exclamó el comandante con incredulidad. - ¡No diga tonterías! Además, no se detectan desniveles superiores al metro y medio y cuenta con guía computerizada.

 -Pero ¿qué ha podido dejar así a un robot que pesa más de dos toneladas, señor? - Inquirió el alférez  con verdadero estupor. -

- No lo sé y eso es lo que me preocupa - reconoció el comandante. - Llamaremos al grupo de salida, el sargento Stone salió con ellos, ordénele que vuelvan inmediatamente. Despliegue una patrulla armada con rayos láser de alta intensidad cubriendo el perímetro de la nave y active los sensores defensivos y de armamento.

- A la orden, señor,- convino el alférez que mandó salir a un sargento primero de contrastada experiencia con la patrulla. -

 

            El comandante se comunicó de inmediato con el grupo de Penélope y Satory.

 

- Aquí base. ¿Me oyen grupo? - preguntó el oficial. - Vuelvan lo antes posible, una patrulla les aguarda para escoltarles.

-¿Qué ocurre? - preguntó Penélope que podía escuchar mal, había interferencias en la transmisión, pese a ello trató de replicar. - Estamos tomando muestras y aún nos quedan unos cuantos experimentos que realizar sobre el terreno.

- ¡Vuelvan ahora mismo! - les insistió tajantemente el comandante que comenzaba también a recibirlas con problemas. - Su seguridad está en peligro y no podremos responder de ella si siguen ahí fuera.

- Aquí no hemos visto nada,- pudo decir Satory con la voz casi ahogada en interferencias. - Aunque eso es difícil, con la escasa visibilidad del terreno. Pero todo está muy tranquilo, comandante. Además, dos de sus hombres  están aquí con nosotras.- Añadió confiadamente. -

 

            Entonces escuchó un grito por el transmisor. Satory se inquietó, mientras el comandante  preguntaba alarmado.

 

-¿Qué está pasando ahí fuera? ¡Vuelvan enseguida!

- Señor - informó el alférez muy asustado - hemos perdido la comunicación y los sistemas vitales de uno de nuestros hombres.

-¡Vamos deprisa! - instó el comandante comunicando con Penélope. - ¡salgan de ahí!

- Sí, será lo mejor.- Convino Satory que ahora estaba bastante más inquietada, se dio prisa y recogió con la mayor rapidez que pudo sus instrumentos.

 

            Y es que los guantes del traje y las pinzas que debía manejar no ayudaban a ser rápidos. Aunque al fin pudo concluir exhortando a Penélope.

 

– Volvamos…

 

            El sargento que iba con ellas se acercó esgrimiendo su arma y les dijo.

 

- No se separen de mí. No se pierdan de vista. Enseguida llegaremos a la nave. Sobre todo, estén tranquilas. Dentro de poco nos encontraremos con la patrulla.

 

            Avanzaron con mucho cuidado, casi no se veía nada de los alrededores. El sargento alumbró con un potente foco que apenas lograba atravesar el denso muro de niebla. En la lanzadera, el comandante había informado de lo sucedido a la nave. En cuanto Hazzar se enteró dio orden de llamar a Leval y Mazoui. Sabía que eran los únicos que podrían hacer algo en una circunstancia extrema. Por fortuna estando en el puente para ponerse al tanto de cómo iba la misión, los chicos ya estaban al corriente.

 

-¿Qué sucede ahí abajo?- Inquirió Leval.-

-No lo sabemos, pero están teniendo problemas. El comandante de la lanzadera ha activado la alerta naranja.

-¿La naranja?- Se sorprendió Mazoui.- Eso es como tener certeza de estar siendo atacados sin haberlo comprobado todavía.

 

            No le respondieron a eso, aunque uno de los comandantes del puente les comunicó.

 

-Ordenes del comodoro Hazzar, prepárense de inmediato para una incursión en el planeta.

-A la orden.- Saludaron los dos, aprestándose a ello.-

 

            Entre tanto Sandy coordinaba los datos que les iban llegando y la morena científica les miró preocupada.

 

-Hay algo raro ahí. No sé, es un presentimiento.

-¿Qué crees que es?- Quiso saber Jen. –

-No lo sé. Pero no me gusta nada – respondió Sandy. –

-¿Estás segura?- Le inquirió Amatista con visible preocupación. –

-No puedo estarlo empíricamente. Pero es una extraña sensación. – Le explicó su compañera que no parecía dispuesta a matizar aquello. – Como si algo las acechara…

-Esperemos que te equivoques. – Terció Jen que repasaba una serie de datos que acababan de llegar. – No sé qué podría haber ahí en esas condiciones tan extremas.

-Eso es precisamente lo que me preocupa.- Suspiró la morena científica dejando a sus compañeras atónitas, sobre todo cuando sentenció con inquietud.- Únicamente un monstruo podría sobrevivir en ese entorno.

 

En ese momento Leval se lo comunicó por el interfono del laboratorio a Amatista y la muchacha se estremeció.

 

-Me han ordenado bajar. Algo está pasando.

-Ten muchísimo cuidado - le pidió ella con inquietud, más todavía sabiendo que sus dos compañeras estaban allí abajo, aunque yendo Leval con su primo seguramente estarían a salvo. -

-No te preocupes. Lo tendremos – contestó él tratando de serenarla. -

 

Así, los dos se apresuraron a abordar sus aviones. En cuestión de pocos minutos sus cazas les condujeron a la superficie del planeta. Se posaron junto a la lanzadera. El comandante de la misma les indicó la última posición conocida del grupo de salida pues las interferencias debidas a la rápida corrosión de los equipos de audio por esa enrarecida atmósfera, acabaron por cortar la comunicación. Provistos de equipo y trajes especiales ambos salieron en busca de los demás sin pérdida de tiempo. En ese mismo instante las chicas y su escolta trataban de encontrar el camino de vuelta.

 

-¿Queda mucho para llegar? - Preguntó Satory al sargento con bastante nerviosismo. -

-Tranquila señorita, no tardaremos nada,- le aseguró éste que subió una colina redondeada a juzgar por su inclinación. Penélope y Satory tan sólo iban a unos pocos metros atrás. -

 

            Perdieron de vista al sargento escuchando su grito de auxilio por los intercomunicadores. Aterradas, trataron de encontrarlo pero no le veían. Penélope llamó a Satory y le recomendó haciendo gala de una gran sangre fría y aplomo.

 

- Estáte quieta y no te muevas. Lo mejor será esconderse, tengo la impresión de que hay algo afuera. Y sea lo que sea creo que más nos valdrá estar quietas. De paso ahorraremos oxígeno.

- Vale - repuso ella acercándose a Penélope y parapetándose tras unas rocas que se encontraban junto a ambas. – Esperaremos un poco a ver si nos localizan.

 

            Las dos se quedaron allí, inmóviles y calladas, en medio de aquel paraje apenas iluminado por los reflejos de las linternas contra la gruesa capa de gases que las cubrían por todas partes. No tenían posibilidad de escuchar ningún ruido del exterior al estar embutidas en los trajes protectores. Con el cuyo único contacto existente entre ellas mismas y el resto de la expedición apenas en condiciones de recibir más que interferencias. Aquella situación asustaría a cualquiera y ninguna de ellas era una excepción. ¿Qué podría estar sucediendo allí? No habían visto nada extraño y eso las inquietaba todavía más. Al menos, de haber visualizado algún ser hostil podrían huir o intentarlo. Su velocidad de todos modos se hallaba muy limitada por aquellas terribles condiciones. De todos modos no sabían si estarse quietas les supondría algún tipo de protección. Pero Penélope tenía razón, al menos para evitar consumir oxígeno inútilmente y no alejarse más en terreno desconocido mejor sería estar inmóviles.

 

-Lo que no sé es por cuanto tiempo tendremos que estar así - Musitó Satory.-

-Trata de no hablar demasiado.- La aconsejó su jefa.- Y vamos a pensar que pronto vendrá alguien…

.No es solamente por el oxígeno. Estos trajes comenzarán a deteriorarse en un medio ambiente tan hostil.- Le recordó apuradamente la joven.-

-Lo sé. Pero por ahora es mejor ser prudentes. No podemos hacer otra cosa.- Sentenció Penélope.-

 

Su compañera asintió y decidió seguir esa sugerencia. De modo que guardaron silencio. Entre tanto, en el laboratorio fue Jen la que ahora exclamó con sorpresa y preocupación.

 

-¡Me han llegado patrones de ADN! Ahí abajo hay criaturas vivas, y no son los miembros de la expedición.

 

Amatista y Sandy se miraron, ahora sí que estaban muy preocupadas. Fuera lo que fuese que había allí abajo cabía la posibilidad de que fuera agresivo. Al parecer y por desgracia, los peores temores de la morena científica se estaban confirmando.

 

-Espero que el equipo de rescate llegue a tiempo. - Pudo decir Sandy con patente inquietud en tanto se esforzaba por centrarse en el análisis de la información. –

-Sí, seguro que ellos lo consiguen. Ya lo veréis. – Terció Amatista tratando de animar a sus compañeras. –

-Sólo espero que Satory y Penélope estén a salvo y no llamen la atención de lo que quiera que haya allí. - Sentenció Jen, con tintes de auténtico temor en su voz. -

 

Y en ese mismo momento sus compañeras continuaban inmóviles siguiendo aquel consejo sin saberlo. Así se mantuvieron, rezando por que los miembros de la patrulla de rescate las encontraran a pesar de la imposibilidad de comunicarse con claridad entre aquella brumosa y corrosiva atmósfera alienígena. En la Tierra mientras tanto, completamente ajena a esas aventuras, Kerria tenía sus propias cosas en las que pensar. Tras aquella decepción con Maggie, y la depresión que tuvo durante unos días, las cosas, lejos de haberse solucionado, habían ido a peor. Ahora no solamente sus relaciones privadas sino su vida a nivel público se encontraba comprometida. Tuvo que acudir de urgencia a su casa discográfica a causa de una llamada que le hicieron, comunicándole que algo muy grave había sucedido. Se apresuró a ir allí donde la recibieron la encargada de la campaña de publicidad y su supervisor un tal Bob. La muchacha se llamaba Samantha, era bastante agradable y bonita, rubia y de ojos azules. Nada más verles, Kerria quiso saber.

 

 -¿Que está ocurriendo aquí?- les preguntó atónita por el revuelo que se había organizado en torno suyo. -

-¿Qué tal tu catarro?- Se interesó Samantha que parecía mirarla como si no hubiera creído eso ni por un instante.-

 

            Esa fue la excusa que Kerria le dio, tras su ruptura con Maggie, sintiéndose totalmente hundida había olvidado que el día anterior quedó con esa chica para desayunar y revisar la campaña. Pero ahora eso no tenía importancia y quiso zanjar la cuestión enseguida.

 

-Mucho mejor.- Aclaró Kerria, insistiendo.- Bien, ¿qué era eso tan urgente?

-¡Es algo terrible!- respondió Bob, urgiéndola con vehemencia. - Puede hundirnos la campaña. Tienes que desmentirlo inmediatamente.

-¿El qué?- inquirió Kerria cada vez más preocupada. -

- Los periodistas, alguien les ha dicho que eres gay. Y que puede darles pruebas de que te has acostado con varias mujeres - le dijo Sam con un tono de voz extraño.- Espero que puedas aclararlo.

 

De hecho parecía enfadada y la miraba no sin un matiz de indignación, pero no daba la impresión de que fuera porque ese escándalo pudiera perjudicar su campaña. Ajeno a eso su compañero intervino.

 

- Tienes que dar una rueda de prensa y comunicarles que ha sido un error.- Le pidió Bob visiblemente desasosegado. Informándole. - He llamado a tus compañeras de grupo y las dos dicen que vendrán lo antes posible para estar junto a ti. Pero, entre tanto, debes hacer lo posible por calmar a la prensa. Están ávidos de cualquier rumor, por ofensivo  o falso que sea.

 

            Kerria guardó silencio, no podía pronunciar palabra. ¿Qué iba a decirles? ¿Que la prensa tenía razón? A ella no le importaba reconocer su homosexualidad. Pero, por otra parte, pensaba en sus primas y en el grupo. Y también por qué no, en los productores. Desde la época de las Justices tenían un mercado que se nutría en muy buena parte de adolescentes, chicos que las admiraban no únicamente por sus canciones sino por sus cuerpos, claro está, y muchas chicas que deseaban tomarlas como ejemplo a imitar. Todas tenían un rol, lo tuvieron prácticamente desde que comenzaron. Cuando Amatista estaba con ellas, tenía ese papel físico de chica dura y dinámica. Kathy  era la sofisticada y coqueta. Idina la buena y suave, las tres cumplían sus roles a la perfección y Kerria era, bueno, posiblemente el suyo era el papel menos definido, pero muchas encuestas que había hecho su productora la situaban como la típica chica guapa de instituto y después del College que aunaba en buena parte las características de las otras tres, la chica de la casa de al lado para cualquier muchacho adolescente. Y sobre todo, desde la marcha de Amatista, era ella la encargada de capitalizar más miradas masculinas. Se movía muy bien entre la suavidad y la pasión en sus canciones y sobre todo, daba la impresión de ser, al igual que sus otras compañeras, la clase de hija que cualquier padre o madre desearía tener. La novia soñada por cualquier muchacho. ¡Qué poco podían imaginarse los propios problemas que ella tuvo que sufrir!, y que ahora, cuando había pensado que todo eso quedó atrás y estaba reconciliada con su familia, los nubarrones del escándalo se cernían  una vez más sobre ella y lo que era peor, sobre las personas que la rodeaban. No quería que ese posible escándalo salpicase a sus primas. De todas maneras, siempre había mantenido sus relaciones en secreto de cara a la opinión pública. ¿Qué iba a hacer?...

 

-¿Dime, cuando sería esa rueda de prensa?- Preguntó a Bob mientras trataba de pensar en algo. -

- Mañana a las diez- le informó gravemente él. -

- Tengo clase, no puedo hacerla.- Fue lo primero que pudo responder para agregar. - Conseguid otra para el miércoles que es mi día libre.

- Será algo complicado pero lo intentaré.- Contestó su interlocutor cuando sonó el móvil que él llevaba. - ¿Sí?, diga, ¿de la televisión? un momento por favor.- Con evidente nerviosismo, tapó el auricular y le dijo a Kerria. -Son los del programa de Mats, quieren hacerte una entrevista, a ti y a las otras componentes del grupo. Este viernes noche.

- Por mí está bien, allí hablaré, hasta entonces no diré nada. - Sentenció la muchacha que suspiró aliviada, al menos tendría más tiempo para discurrir algo y consultarlo con sus primas. -

 

            Y no tuvo más remedio que avisarlas. En otro lugar, la causante de todo aquello, estaba todavía enfadada. Esa estúpida de Maggie le había arruinado su exclusiva. De todos modos, pudo llamar a la revista a quien suministraba esos trapos sucios y ellos ya se habían adelantado a consultar con la discográfica.

 

-Todo el maldito asunto se ha ido fuera de control. Y lo peor es que no veré ni un centavo. - Rumiaba con disgusto. -

-Ese, querida niña, es el menor de tus problemas. - Escuchó decir a una voz femenina con tinte entre sarcástico y burlón. -

- ¿Quién es?- Quiso saber girándose sin descubrir a nadie.-

 

            Estaba en un apartamento alquilado, casi en el centro de la ciudad. Era un edificio alto y con buenas vistas. Por un instante pensó en la televisión, o en alguien que estuviera en la terraza.

 

-Eso es ridículo. - Llegó a decir en voz alta.- ¿Quién iba a subir por ahí?

 

            Pero volvió a oír a esa voz, que le advertía.

 

-Tienes que marcharse de aquí, Marla. Una de las mujeres a las que extorsionabas ha confesado todo a su esposo. Y van a denunciarte. Lo más seguro es que eso de valor a algunas más para hacerlo.

-¿Qué?- Exclamó entre atónita y atemorizada.- No puede ser. ¿Quién eres?

-Digamos que soy tu mejor amiga en este trance. - Contestó aquella extraña. -

 

            Y esa presencia le dio datos bastante preciosos que movieron a Marla a creerla. De modo que, sin perder ni un instante, decidió irse del Estado. Ya volvería en cuanto las aguas se calmasen. Por su parte, tras una larga jornada y todavía preocupada por la suerte de sus compañeras, Jen suspiró. Sandy había dicho que tendrían que turnarse en el puente hasta que la situación estuviera resuelta. A Amatista le tocó permanecer allí, por si había novedades, la propia Sandy fue al laboratorio a controlar algunos experimentos en marcha y Jennifer pudo descansar. En unas horas relevaría a la Wallance. Pero la chica había estado ojeando unas notas que tenía en una libreta de cuero negro y anotando algunas cosas. Tras concluir se dijo.

 

-Bien, esto es lo que me encargaron hacer. No sé qué sentido tiene, pero he cumplido.

 

            Y al fin pudo dormir un poco, colocando su despertador para dentro de un par de horas, deseando eso sí, que todo se hubiese resuelto para entonces.

 



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