Los dos muchachos trataban de orientarse en medio de
esa densa niebla. Pese a intentar usar sus destrezas al máximo con los trajes
espaciales aislando y entorpeciendo sus sentidos les era más difícil detectar
la energía de Satory y de Penélope.
- Esto está muy complicado. - Valoró Leval
sobreponiéndose a las dichosas interferencias que comenzaban también a
asediarles. - No podremos guiarnos por sus auras ni tampoco por la vista para
encontrarlas.
- Sí, es verdad - corroboró su compañero, que se
detuvo en seco para comentar con preocupación. –Sin embargo, siento algo, como
una presencia, es algo muy fuerte y hostil, debe ser lo que hizo pedazos al
robot explorador.
-¿Crees que pueda ser más fuerte que nosotros? -
Inquirió su primo mostrándose algo inquieto. -
- No lo sé - confesó Mazoui. - No puedo calibrar del
todo su fuerza, pero lo malo es que no es una sola.- Matizó con creciente
preocupación. - Hay muchas.
-Quizás sean depredadores o seres dominantes de este
mundo. Están en su elemento y nosotros no. ¡Si encuentran a Penélope y Satory
estarán perdidas! - afirmó Leval alarmado. - ¡Tenemos que sacarlas de aquí,
rápido!
- Ante todo debemos permanecer calmados.- Le
respondió su primo.- Mantener la
concentración es fundamental.
Su
compañero asintió. Era cierto, no podían dejarse llevar por el pánico. Ellos
eran oficiales y guerreros con experiencia. De modo que procederían con la
misión de rescate siguiendo el manual. Aunque esas circunstancias fueran
bastante inéditas. No obstante, su entrenamiento y disciplina jugarían un papel
clave para que todo saliera bien.
-Iremos paso a paso y cubriéndonos el uno al otro.-
Convino Leval.-
-Eso es, con calma. No podemos cometer ningún error.
Tal y como has dicho, estamos en su terreno, no en el nuestro. Dejemos que sean
ellos quienes se confíen.- Sentenció Mazoui.-
Las
dos chicas por su parte no se atrevían a moverse, hablaban por los
comunicadores que merced a su cercanía aun podían mantener una precaria señal.
- Si no nos movemos de aquí también estaremos
perdidas - declaró Satory que le volvió a recordar a su compañera de aventura.
- Nuestras reservas de oxigeno son limitadas y esta atmósfera acabará
corroyendo nuestros trajes.
- Pero si nos movemos, eso que está ahí fuera, podría
atraparnos también - objetó Penélope. -
- Me da igual morir aquí que allí - señaló
valientemente su interlocutora a unos metros más adelante. - Al menos si nos
movemos tendremos la posibilidad de que el ejército nos vea o de encontrar
nuestra nave.
- Tienes razón - admitió objetivamente su jefa. –Ya
llevamos aquí bastante. Tendremos que arriesgarnos. Haremos otro intento,
llamemos al comandante y que nos guíen.
Trató
de contactar con la lanzadera, pero como no podía ser de otra forma había
muchísimas interferencias. Por suerte algunas de ellas iban y venían, lo
bastante como para poder entablar contacto al fin. El comandante informó a las
chicas de lo que ocurría.
- Sigan la señal y tranquilas. El mayor O´Brian y el
teniente Malden ya están aquí para ayudarlas y traerlas de vuelta. Las están buscando,
no pueden estar lejos.- La señal se desvanecía de nuevo pero al menos, le trajo
esas reconfortantes novedades. -
-Gracias, esa es una estupenda noticia.- Repuso
Penélope, comentándole a Satory.- Al parecer, tus amigos vienen de camino.
-Entonces no tenemos nada que temer.- Sonrió
esperanzadamente la muchacha.-
No
obstante, eso no era del todo cierto. El peligro existía. Mazoui percibía esas
presencias cada vez más cercanas. Cerró los ojos para concentrarse mejor y pudo
sentir algo más preciso. Le hizo una seña a su primo para que ambos se
elevasen. Levitando sobre la superficie sólo era visible un inmenso mar de niebla,
pero a lo lejos, a cosa de cincuenta metros, Leval descubrió una especie de
aleta que rasgaba la superficie neblinosa.
-¿Qué crees que será eso?,- preguntó apuntando con una mano en esa dirección. -
- Como supusiste. Debe de tratarse de alguna forma
predadora de este mundo, - elucubró Mazoui preocupado para dictaminar. -Parece una
especie de tiburón que fuera por tierra.
En ese momento restauraron comunicación con la lanzadera,
el comandante les habló no sin inquietud en su tono.
- Gracias a Dios, llevo un buen rato tratando de contactar con ustedes.
Mayor O ‘Brian.
- Sí señor, le escucho - repuso el interpelado. -
- Hemos contactado con las dos científicas. Sus
posiciones aproximadas son nornoroeste a unos doscientos metros según la
posición de nuestra nave.
- Esa cosa se dirige también hacia allí.- Informó
Leval poniendo al corriente al comandante de lo que habían visto. - Debemos
cortarle el paso antes de que las atrape.
- Vamos, estaremos allí enseguida.- Convino Mazoui y
ambos volaron con rapidez atravesando aquella densa niebla en tanto el teniente
O´ Brian indicaba – Que permanezcan quietas en el lugar hasta que nos reunamos
con ellas.
-Recibido.- Repuso el comandante.-
-Y por nada del mundo envíen más patrullas fuera de
la lanzadera. Hemos avistado lo que parecen formas de vida hostiles.- les avisó
Leval.-
-Muy bien.- Convino su interlocutor.-
Por
fortuna, merced a sus entrenamientos y al equipo de alta tecnología que
llevaban, los muchachos podían vencer la gravedad de ese mundo sin problemas.
¡Ojalá que eso les diera el tiempo necesario para encontrar sanas y salvas a
sus amigas. A todo eso Penélope estaba extenuada, sudaba jadeando, luchaba por
respirar, lo hacía de forma muy dificultosa. Sus reservas de oxígeno estaban
casi agotadas. La joven pensaba entonces en su infancia. No supo el motivo,
pero se retrotrajo a algunos de sus recuerdos en el restaurante de sus padres. Parece
que podía verles ahí, delante suya, yendo y viniendo a atender las mesas.
-¡Marchando una de pepperoni!- Exclamaba su progenitor.-
-Espero que esté lista la lasaña.- Decía su madre
desde el otro extremo, hablando con la cocina.-
Y
la pequeña Penélope miraba absorta a sus padres, estando sentada en una mesita
algo apartada de los clientes, en tanto hacía sus deberes. Eso le gustaba, el
ambiente concurrido del restaurante no mermaba en cambio su capacidad para
concentrarse. Y es que ahora estaba haciendo matemáticas, y eso le encantaba.
Podría sumergirse en sus cuentas y sus cálculos como si no hubiera nadie allí.
-Así me gusta, hija.- Sonreía su atareado padre
llevando alguna que otra bandeja cuando pasaba por allí y le decía.- Vas a ser
toda una eminencia.
-Sí, papi.- Sonreía ella, sin comprender del todo
que sería eso de eminencia.-
-Son unas cuentas muy difíciles para una niña tan
pequeña.- Valoró la doctora Winters.-
Y
es que podía verse a sí misma, sentándose junto a su yo de apenas siete años de
edad. Y ojeando con aprobación los cálculos de esa niña que fue.
-Me gustan las matemáticas.- Le comentó la cría.-
-Sí, siempre nos han gustado mucho. Y ya lo verás, ¡la
física te va a entusiasmar! Te lo prometo. - Sonrió su versión adulta.-
-Pero tenemos que salir de aquí.- Le comentó esa
niña, mirándola ahora con expresión asustada.- Está muy oscuro y tengo miedo.
-No, el restaurante está lleno de luz. Mira las
ventanas.- Le indició la doctora.-
Recordaba
bien como la luminosidad inundaba aquel local. El sol penetraba a raudales por
las amplias ventanas. A veces hasta se reflejaba en algunas cristaleras descomponiendo
el espectro de la luz blanca en el arcoíris. A Penélope siempre le había
gustado eso. Cerrando los ojos, era como si pudiera percibir el calor del sol
entrando por las ventanas…
-No te duermas. O no te podrás volver a despertar. -
Le pidió la vocecilla de su yo infantil.-
Penélope
luchó entonces por abrir sus ojos. Ahora, sin ningún tipo de transición se vio
sola, metida en aquel traje espacial, y notándose aturdida. Comprendiendo el
motivo, no tardó en intentar comunicarse con su compañera.
- Tengo problemas para respirar - le explicó a
Satory. - Mi reserva casi está vacía.
- Ya nos queda poco - la animó su compañera -
aguanta.
Penélope
sabía que entrar en estado de pánico sería letal. Eso la haría consumir todavía
más deprisa el poco oxígeno que le quedase. Aunque era más fácil pensarlo que
poder hacerlo. Su propio cuerpo reaccionaba a esa falta de aire de modo
automático e involuntario.
-Tengo que relajarme. Algo de meditación no vendría
mal.- Se decía intentando mantener la calma.- Estamos cerca, muy cerca de la
nave…
Quizás por eso, su mente la había transportado a un
lugar en el que se sintió segura y feliz durante su infancia. Aunque luego las
cosas cambiaron, pero no era ese el mejor momento para recordar aquello.
-No podemos estar lejos de la nave. Eso es lo que
importa ahora.- Se decía en un intento por centrarse. – Tenemos que localizarla
y regresar.
Y efectivamente, sólo estaban a pocos metros de la
misma cuando algo se acercó a sus espaldas. Eso bajaba del cielo. Satory notó
que tocaban su hombro, no pudo ni gritar. Presa del pánico se volvió lentamente
imaginando encontrar algo horrible, en cambio, vio dos figuras vestidas con
traje espacial, por la escafandra creyó reconocer la cara de Mazoui. Soltó un
largo suspiro de alivio que amenazó la continuidad de sus ya mermadas reservas
de aire.
-¡Cuánto me alegro de haberos encontrado! - le dijo
él, en tanto las iluminaba con un potente foco de linterna, instándolas. - Tenemos
que salir de aquí, hay algo que ronda, es peligroso y se está acercando.
- Sí, lo sabemos.- Replicó Satory que le contó lo
ocurrido con el sargento y de como ellas habían estado escondidas de lo que eso
fuese, para remachar con un alarmante. - Nuestras reservas de oxígeno se
acaban.
- No te preocupes por eso - intervino Leval. -Llevamos
repuestos, los conectaremos a vuestros trajes. -
Leval
descendió a su vez junto a la doctora Winters y sin pérdida de tiempo ambos
muchachos conectaron sus reservas respectivamente a Penélope y Satory. La jefa
de investigación sólo había podido estar escuchándoles pues no podía gastar los
últimos restos de oxigeno que le quedaban en hablar. Ahora pudo respirar hondo
unas cuantas veces y se sintió mucho mejor. Aquel estado de ensoñación fue
desapareciendo y con la mente mucho más clara pudo comentar.
-Ya me siento mucho mejor. La nave estaba a pocos
metros. Espero que la hayáis localizado.
-Estamos en ello.- Respondió Leval.- Tiene que estar
a unos treinta o cuarenta metros a lo sumo, al sureste de nuestra posición.
Pero una vez solucionado ese inconveniente tan
acuciante, y detectar la ubicación de la lanzadera, aun les restaba otro
problema no menos grave.
- Esas cosas también están muy cerca. Únicamente a
unas pocas decenas de metros - alertó Mazoui. - Será mejor que Leval y yo os
llevemos volando.
- Yo me ocupo de Penélope - respondió éste que justamente
entonces pareció quedarse clavado mirando al frente. - ¿Qué es eso?,- señaló
delante de ellos. -
Una
enorme figura emergía entre la bruma, Mazoui gritó atónito.
-¡Maldita sea, hay dos, tres! Estoy detectando
muchos y nos rodean.
-¿Pero cómo? Yo no puedo detectar nada - se extrañó
Leval. -
- Eso no importa ahora, tenemos que abrirnos camino
y luchar - le arengó su primo. -
Más
que detectar los había percibido con sus sentidos especiales. Aunque ese no era
el momento ni el lugar para andarse con aclaraciones. De modo que reaccionó
junto con su primo. Los chicos se colocaron delante y detrás de Satory y
Penélope para mantenerlas lejos del alcance de aquellos seres. Esas bestias se
acercaron y les sorprendieron por su rapidez, uno lanzó lo que parecía una
especie de zarpazo que Mazoui esquivó como pudo.
-¡Maldito bicho!- Exclamó enfurecido.-
Y es que era bien consciente de que si
les desgarraban el traje estarían perdidos. Por fuertes que fuesen morirían de
inmediato al perder el oxígeno y ser expuestos a las condiciones de ese lugar.
Por ello tendrían que andarse con el máximo cuidado.
-¡Contraataquemos y salgamos de aquí!- gritó Leval.
-
Lanzando
un barrido con sus rayos de energía a través de sus guantes especiales el
muchacho logró impactar a dos de aquellas siluetas que ahora eran más visibles
y las derribó. Su compañero, haciendo lo propio, derribó al menos otras tres.
Acto seguido, sujetaron a las chicas elevándose con rapidez.
-¡Llamando a lanzadera, llamando a lanzadera! - insistió
apremiantemente Mazoui. - Envíen una señal de sonar para poder detectarlos con
precisión. Cambio.
Apenas
oían nada pero podían encaminarse hacia la señal, parecía que desde la nave sí les
habían escuchado. Satory distinguió una luz rojiza que pertenecía a las
bengalas de la patrulla. Rápidamente descendieron hasta allí. Ésta les
aguardaba efectuando disparos con láseres para ahuyentar algunas otras siluetas
que se les habían acercado peligrosamente. El sargento primero al mando les
recibió.
- Puesto en calma, señor - informó a Leval que fue
el primero en acercarse a él. – Estamos haciendo un barrido con el radar de proximidad.
Ahora no hay nada en este sector a menos
de doscientos metros.
-Les dijimos que no salieran de la nave.- Recordó
Mazoui con tono entre inquieto y amonestador.-
-Órdenes del comandante.- Contestó aquel
suboficial.- Al saber que se aproximaban nos indicó que asegurásemos el
perímetro de la lanzadera.
Los
chicos asintieron. Esa orden fue acertada. Además, ese oficial les superaba en rango y lo que ellos le
dijeron no pasaba de ser una mera sugerencia. Como responsable de la misión le
correspondía a él decidir que se hacía. Y en este caso no pudieron negar que se
alegraron de que su superior no siguiera el consejo que le dieron.
-¡Rápido, sargento, hay que salir de aquí! - le
ordenó el muchacho más en un tono de advertencia que de mando. - Acompañe a las
científicas a la lanzadera. Repliéguense todos,
¡deprisa!
- A la orden,- saludó el suboficial que transmitió
las instrucciones a su grupo. - Patrulla, replegarse en abanico. Protejan a las
civiles. - Los soldados adoptaron la posición escoltando a las chicas. Satory y
Penélope fueron llevadas a bordo de inmediato. -
Una
vez asegurada la posición, Leval y Mazoui también se dispusieron a abordar sus
cazas pero esos seres atacaron de nuevo.
-El radar detecta a varias más de esas criaturas
acercándose. Distancia ciento cincuenta metros, cien…
Con la ayuda de los focos especiales anti niebla de
la lanzadera se les pudo ver mejor. Su tamaño era enorme. Medirían al menos
cinco metros de altura, la luz del foco les dotaba de una tonalidad amarilla fosforescente.
Poseían unas cabezas sin casi cuello, provistas de grandes fauces dotadas de
enormes dientes curvos y un par de ojos que eran fluorescentes, típicos de
criaturas adaptadas a una continua oscuridad. Marchaban a dos patas, dotadas
también de largas y poderosas garras.
-Distancia cincuenta metros.- Proseguía el soldado
al cargo del radar.-
-¡Mierda!, esto no me gusta - masculló Leval - parecen dinosaurios por el
tamaño y la forma que tienen.
- Por lo que siento en ellos, están aún de peor
humor del que debía tener un Tiranosaurio.- Le informó Mazoui que añadió con cierta
ironía. - O quizás sólo tengan hambre.
- Pues no pienso servirles de entremés, ahora son
más y nos rodean, ¡vamos a freírlos ya! - exclamó apremiantemente Leval. –
Disparemos…
- Nos queda muy poco oxígeno en los trajes,- objetó
su compañero. - Si atacamos otra vez, consumiremos las reservas. Le pediré al
comandante que nos cubra con fuego de
los cañones de la lanzadera.
- Es una lanzadera de desembarco, no lleva
artillería pesada - le recordó su primo según se acercaban aquellas criaturas
-.
- Esta atmósfera es muy densa. El sonido se propaga
de forma muy intensa si hacemos el suficiente ruido. No creo que sea necesaria
tanta potencia de fuego. Bastará con que los confundan con disparos de armas
ligeras y bengalas.- Repuso Mazoui que contactó de inmediato con el comandante
comunicándole la idea. -
Su
superior no tardó en poner en práctica aquella sugerencia y abrió fuego a
discreción con todo lo que tenía. Así ocurrió, aunque las armas no eran muy
potentes dada la densidad en la que se disparaban, bastó para confundir a esos
seres. Sin embargo, su efecto duró poco y la propia nave de embarque comenzaba
a estar comprometida, dado que algunos de esos monstruos se acercaban
peligrosamente.
-Están a menos de veinte metros de la lanzadera.-
Indicó el radarista a su oficial superior.-
-Apenas tenemos energía para los cañones, y menos
para los escudos.- Les alertó el comandante.- Tenemos que irnos ya…
-Desde aquí no podemos protegerles.- Les dijo Leval,
declarando sin dudar.- Salgan de aquí. Nosotros ya nos arreglaremos…
-¡No podréis llegar!- Exclamó la asustada Satory.-
Esos monstruos están por todas partes.
-Haremos cuanto podamos, no hay otra opción.-
Replicó Mazoui, dirigiéndose al comandante.- váyanse, señor. Usted tiene que
mirar por las vidas de la expedición.
Su
superior asintió, aunque detestaba tener que hacerlo. Por fortuna para todos, ese
dilema desapareció. Un par de misiles aparecieron de pronto y liquidaron a
varios de esos monstruos en la distancia. Toda la nave tembló con las ondas
expansivas.
-Informe de daños.- Inquirió el comandante.-
-Nada serio, señor.- Le respondió un suboficial.-
pero si disparan otra vez tan cerca podríamos tener problemas.
A través de los cascos les llegó
entonces la voz de Tracer.
-¡Menos mal que hemos llegado a tiempo, amigos!
-Nos alegramos mucho de eso.- Convino Mazoui.-
Puedes estar seguro.
-¿Están todos bien, señor?- Quiso saber otra voz,
que pertenecía a la alférez Hunter.-
-Sí, muchas gracias.- Repuso Leval.- Han llegado muy
a tiempo.
- No disparen misiles en ubicaciones tan próximas a
la lanzadera, la onda expansiva podría inutilizarla.- Le ordenó el comandante.-
-Recibido, señor, usaremos armamento ligero para
distraerlos.
-Gracias amigo.- Sonrió Leval bastante aliviado.-
-Haré lo que sea para que me invites a esa cerveza
que me debes.- Dijo jocosamente Tracer, quién, más serio, añadió.- Vamos, daos
prisa, haremos un par de pasadas para cubriros…
Por
su parte, Susan estaba concentrada en ejecutar una maniobra para colocarse lo
más próxima posible a sus superiores y protegerles. Recordaba cuando el
teniente Tracer la llamó. Al parecer se había enterado de que existían problemas.
Estaba en la cantina y ese muchacho se la acercó. Ella se levantó enseguida
cuadrándose y saludando. El joven militar le devolvió un rápido saludo y comentó.
-¿Es usted la alférez Hunter?-
-Sí, señor.- Replicó la chica.-
-Verá, tengo una proposición que hacerle, si no le
viene mal.
Eso
la dejó atónita, ¿A qué podría referirse ese tipo con una proposición?...
-¿Qué quiere usted decir con eso? - Inquirió con
prevención.-
-No es deshonesta, no se inquiete.- Afirmó su interlocutor esbozando una leve sonrisa.-
-¿Señor?- Pudo replicar la joven con estupor en su
mirada.-
Aquel oficial no se anduvo ya con rodeos, se puso
más serio y le explicó.
-Los tenientes O ‘Brian y Malden están en apuros. He
solicitado permiso a mi comandante de escuadrilla para ir a darles apoyo aéreo.
Quiero a alguien que me acompañe. Ellos confían en usted. ¿Se apunta?
Susan
estaba todavía más sorprendida, pero a la vez complacida de oír eso. No dudó en
asentir…
-Cuando usted quiera, señor…
Y
los dos corrieron sin pérdida de tiempo a prepararse. A los pocos minutos
despegaban en dirección a ese planeta…
-Me alegra haber podido ayudarles.- Se decía la
chica tras localizar un par de blancos más y disparar ráfagas de rayos que les
derribaron. Entonces se comunicó con el resto.- Aquí verde tres, el camino está
libre.
Tras escuchar esto Mazoui y Leval volaron a sus
cazas y pudieron abordarlos. El primero lo hizo sin problemas. Sin embargo, a
Leval, uno de aquellos monstruos que había escapado a los ataques aéreos, le
desgarró el traje espacial. Por fortuna se metió cerrando la carlinga sólo un
par de segundos antes de perder el aire y la presión. Furioso, lanzó a
bocajarro uno de sus misiles contra aquel animal que lo llevó a varios cientos de metros hacia
atrás y estalló destrozándole por completo. Aunque la vibración de la explosión
hizo moverse a los aviones de ambos con violencia.
- ¡Salgamos de aquí! - Le indicó a Mazoui no sin emocionalidad.
-
- Debes tener cuidado, no hagas como Tracer.- Le
advirtió más calmadamente éste. - Casi te destruyes a ti mismo por la onda
expansiva, has disparado demasiado cerca. Menos mal que el misil le llevó lejos
antes de estallar. Ten en cuenta lo que hemos dicho. Aquí que hay mucha densidad
y las ondas de choque se propagan más.
- Lo sé, pero no tenía elección, habría destrozado
el avión y tengo el traje espacial dañado - replicó Leval. - Por suerte conecté
el escudo energético y me ha protegido. Así, de paso, les agradezco su cálida
bienvenida y me despido de ellos.
-¡Vamos elévate! - le ordenó Mazoui - los otros
bichos se han replegado por unos momentos. Deben de estar desconcertados. Y la
lanzadera ya está empezando a despegar. Tracer, Hunter. Cúbrannos…
-A la orden.- Repuso la alférez.-Maniobra delta dos…
-Bueno, ya veremos si te cubro o no que eso suena
muy mal.- Replicó su compañero de un modo más jovial.- Y a ver qué te pagas
luego en la cantina, O´ Brian, tacaño.
El
aludido sonrió, pero no dijo más. Estaba más centrado ahora en elevarse y salir
de allí. La otra nave se había remontado ya a unos metros de altura, y
conectaba los motores principales para salir del planeta. Los chicos hicieron
lo propio. Aquellos seres se movían aturdidos, posiblemente tendrían una
especie de sonar auditivo que les guiase por aquella superficie tan
impenetrable para la vista. Las explosiones les habrían dañado su sistema y
tardarían algo en recobrarse. Leval y Mazoui aprovecharon la oportunidad,
también tenían complicaciones en los sistemas de navegación y telemetría, pero
lograron abandonar la atmósfera de ese mundo junto a la lanzadera. Ahora las
comunicaciones eran más fluidas. Hablaron con el comandante e informaron de que
estaban bien, luego contactaron con la base de la nave nodriza.
- Aquí el mayor O´Brian del grupo de rescate,
tenemos dañados sensores y navegación, necesitamos permiso para aterrizar, es
una emergencia.
- Aquí, torre de mando, permiso concedido, por la
pista cuatro, está despejada.- Hubo un momento de silencio y la voz les inquirió con mayor desenfado. - ¿Qué tal el planeta,
es bonito?
- No había mucho que ver,- contestó Leval con tono
irónico - y lo poco que he visto no me ha entusiasmado precisamente control.
Cambio.
-¿Qué os esperabais?,- repuso la torre con humor. - ¿Las
islas Bahamas?..
- No, pero por lo menos, no toparnos con bichos
enormes que quieran destrozarnos,- respondió más seriamente Mazoui. -
- Esto no ha sido todo un viaje de placer
precisamente - intervino el comandante de la lanzadera en un tono de serio
reproche. - He perdido a dos buenos hombres de mi unidad. Les agradecería que
no hicieran bromas.
- Lo sentimos, no lo sabíamos - respondió la
torre que añadió a modo de disculpa. - Espero
que el resto sigan bien.
- Sí, gracias - contestó aquel oficial más con tinte
más conciliador. - Las dos científicas han recogido muestras y se disponen a
analizarlas tan pronto lleguen a su laboratorio. Informen a sus equipos de
investigación, corto.
-Bueno, chicos.- Les indicó Tracer.- Nosotros tenemos
que aterrizar por la entrada dos. Nos vemos en otra ocasión.
-Muchas gracias a los dos.- Comentó Leval.- Tracer,
Alférez Hunter, les debemos una.
-Ha sido un placer, señor.- Replicó la joven.-
Espero volver a verles pronto.
-Eso esperamos también.- Les despidió Mazoui.-
La
comunicación cesó y tras separarse de sus compañeros aterrizaron en la gran
nave. Les recibieron con alegría y alivio. Leval fue el que más problemas tuvo,
su caza presentaba algunas abolladuras y señales de golpes, pese a ello logró tomar
pista con pericia. En cuanto salió del avión le reconocieron, pero sólo tenía
dañado el traje. Sin embargo, fue sometido a un periodo de cuarentena en una
cápsula para evitar cualquier posible contagio de virus y bacterias extraterrestres.
A su vez, Satory y Penélope, recuperadas de su ardua experiencia, dieron
ejemplo de su gran profesionalidad al ir directamente al laboratorio para
analizar las muestras que habían conseguido traer de ese planeta. Amatista, Jen
y Sandy se reunieron con ellas. Mazoui, pasó el informe de lo sucedido a su
comandante y éste lo transmitió a sus superiores.
-Buen trabajo, mayor.- Declaró Zorton al recibir al
muchacho que ahora estaba en pie y en posición de firme en el despacho de su
superior.-
-El teniente Malden está en cuarentena, señor. Tuvo
un desgarro en su traje y enseguida pasamos al protocolo estándar de
descontaminación.- Le informó el muchacho.-
-Muy bien. Así es como debe ser. Les felicito.- Dijo
el comandante para sentenciar.- Veo que se atienen al manual. Puede retirarse,
mayor. Descanse, se lo ha ganado.
-Gracias señor. - Repuso el aludido saludando y
saliendo del despacho.-
El
joven suspiró. Al parecer, oír esas palabras por boca de Zorton equivalía a un
encendido cumplido por parte de cualquiera. En ese momento Freejar pasaba por
el corredor y al verle sonrió saludando.
-O´ Brian… ¿Qué tal vuestra excursión al paraíso?
-No nos podemos quejar, volvimos enteros.- Le
contestó éste.-
-¿Y mi pipiolo?- Quiso saber el peculiar oficial.-
¿Por dónde anda?
-En descontaminación. Sufrió un percance en el
traje.
-¡Vaya! Espero que no tenga para mucho rato allí
dentro. Es un aburrimiento.- Resopló Freejar que inquirió.- ¿Ya le diste el
informe al viejo cascarrabias?
-Sí. Y hasta me ha felicitado. - Sonrió su
interlocutor refiriéndole brevemente la conversación que mantuvo con su
superior.-
-¡Joer!- Exclamó Freejar agitando una mano.- Ten cuidado
chico, Zorton no se pone tan cariñoso con cualquiera, a ver si te va a pedir
para salir.
Mazoui
se rio a su pesar, ¡ese tipo tenía cada ocurrencia! Repuso entonces de modo más
jovial.
-¿Estas de servicio?
-No. Acabo de terminar.- Le comentó su colega.-
-Pues vamos a la cantina, anda, te invito a una
ronda y te cuento.
-¡Eh!, para que luego digan que eres un tacaño. - Se
rio el mayor.-
-No me fastidies. ¿Quién va diciendo eso?- Quiso
saber Mazoui con el mismo tinte de humor que el empleado por su compañero.-
- No estoy autorizado a desvelar mis fuentes pero
por radio macuto se comenta que tú y Malden visitáis menos el bar de oficiales
que Tarzán las sastrerías…- Se sonrió jocosamente Freejar.-
Su
interlocutor se rio realmente divertido de aquello, aunque tuvo una ligera
sospecha de quién era el causante de aquel infundio. Ese mismo que acudió en su
ayuda. Ya le agarraría en cuanto tuviera ocasión. Aunque tendría que invitarle
al menos por dos razones, para agradecerle que les echase un cable en tan
apurada situación, ¡y para taparle esa bocaza! De este modo ambos oficiales se
perdieron rumbo a la cantina…Entre tanto, en el laboratorio, las chicas
conversaban mientras analizaban lo obtenido. Amatista les preguntó a sus
compañeras con sumo interés.
-¿Qué ha ocurrido ahí? Creo que habéis estado en
peligro.
- La verdad es que sí - le contó Satory todavía con
temor cuando lo recordaba. – En ese mundo existen unas criaturas terribles que
casi acaban con nosotras.
- Esos animales estaban muy bien adaptados a su
hábitat - añadió Penélope, volviendo a hacer gala de su frialdad habitual ahora en pro de una disertación más
naturalista. - Son depredadores natos. Hemos tenido mucha suerte escapando de
allí.
-¡Vaya!,- musitó Amatista con cara de circunstancias
- y yo que quería ir. Menos mal que no me dejaron.
-¡Con lo bruta que eres tú! - rio Satory permitiéndose
un toque de humor. - Habrían sido esos pobres bichos los que hubiesen tenido
problemas, ¡ja, ja!
- Muy graciosa - sonrió la aludida mientras las
otras se reían. - Bueno, ¿y Leval y Mazoui? ¿Cómo están ellos? Preguntó ahora
ya más seria. -
- Los dos están bien,- contestó Penélope - creo que
a Leval le han sometido a descontaminación,
esos seres le rasgaron el traje. Por suerte no le hirieron. Y gracias a
la llegada de ambos nos libramos de ser el aperitivo de esas bestias.
- Son dos oficiales muy apuestos y valientes.-
Intervino Sandy que hasta ahora se había mantenido al margen, sugiriendo de
pronto para sorpresa y posterior aprobación de sus compañeras. - Deberíamos
invitarles a una cena para darles las gracias. ¿No creéis? - Miró a Penélope y Satory
que habían escuchado atónitas y añadió justificándose con una media sonrisa. - Es
lo menos que podríamos hacer. Ya nos han librado de unas cuantas.
- A mí me parece una gran idea - convino Amatista. -
Después de todo, nos vendría bien relajarnos un poco.
- Vale, pero decirles que se traigan a alguien.- Advirtió Penélope fingiendo el tono serio habitual en
ella - somos cuatro chicas,- contó con el dedo a Sandy, Jen, Amatista y ella
misma - y ellos sólo dos.
- Eh, ¿cómo que cuatro? - Exclamó Satory señalándose
a sí misma con el gesto atónito. - Somos cinco, ¿y yo qué?
- Perdona Satory,- sonrió Penélope que le dijo entre
risas. - Es que no te contaba a ti.
-¡Serás bruja!
¿Y por qué a mí no? - Le dijo ésta también a medio reír dándola con
suavidad en la cabeza con una probeta vacía. -
-¡Oye, bruja no… hada! - La corrigió su jefa
tratando de esquivarla en tanto le decía.- Pero no te apures, te guardaremos
algo de cena en un taper…
-¿Hada, eh? Pues espera que te voy a hacer un
conjuro con esta varita.- Se reía Satory tratando de alcanzarla ahora con un
vacío tubo de ensayo.-
Todas
las chicas se echaron a reír también. Incluso
Sandy tenía que apoyarse en la mesa para no caerse al ver la cara de
circunstancias y el sonrojo de su compañera. Lo cierto es que las otras nunca
la habían visto de un humor tan bueno. Parecía una persona totalmente diferente
cuando sonreía, incluso más hermosa aún y más joven. Aunque realmente esa chica
tampoco era tan mayor, debía tener la edad de Satory.
-Bueno. Pues habrá que decidir dónde y cuándo. –
Comentó Amatista algo más repuesta de las carcajadas. –
No obstante, Jen intervino diciendo que declinaba la
oferta y ante la extrañeza de las otras les explicó.
- Veréis chicas, mi novio y yo teníamos planes preparados,
pero gracias.
- No importa, tráetelo - le propuso jovialmente Amatista.
-
- Es que son planes, ya sabes. – Su compañera le
guiñó un ojo sonriendo con expresión de complicidad. – Planes…de esos…
-¡Qué pilla eres! - rio su interlocutora que
simplemente le deseó. -Pasadlo bien.
Jen
le agradeció el deseo, seguro que lo haría, no dejaba de entristecerla un poco
no poder ir con las chicas pero a fin de cuentas ella no se sentía encajar del
todo. Las apreciaba sí, pero le gustaba más ir por libre. Sobre todo con su
novio. Y había otras cosas que tenía que hacer. Dejó de pensar en ello para
escuchar a sus animadas compañeras planificando esa interesante y prometedora
velada.
- Entonces somos nosotras cuatro las que debemos
ocuparnos del menú y del día y hora. - Declaró resueltamente Satory. -
- Lo hablaremos con ellos para saber cuándo tendrán
tiempo. - Le contestó Amatista. -
- Yo puedo encargarme de comprar la comida, mañana es
mi día libre. - Se ofreció Sandy con un talante bastante más amable del que
ella solía presentar. -
- Entonces lo mejor será proponérselo para dentro de
un par de días. Así podremos elegir el sitio y tenerlo listo. - Comentó
Penélope que añadió. - Además, sería mejor acabar las pruebas antes. Quiero
centrarme en la celebración.
- Muy bien, supongo que mañana estarán listas. - Afirmó
Satory con talante optimista. -
No
hubo ninguna objeción. Así pues las cuatro chicas, acordaron que una vez
terminaran las pruebas se lo propondrían a los muchachos. Penélope se puso a
trabajar con entusiasmo. Ahora se sentía incluso más apasionada por su
investigación, aunque también algo inquieta. No podía olvidar esa especie de
visión que tuvo en aquel planeta. Pudiera ser que se hubiera debido únicamente
a la falta de oxígeno, aunque ella creía que había algo más.
-¿Podría ser un mensaje que me hubiese querido
enviar a mí misma?- Se preguntaba.-
Satory estaba cerca, destilando un matraz y no tardó
en comentar con tono amable y algo concernido al ver a su jefa tan meditabunda.
-¿Estás bien?
-¡Oh!, sí, gracias.- Repuso esta quien enseguida
quiso saber con algo de preocupación.- No te habrás molestado por lo que he
dicho, ¿verdad? Solamente era una broma.
-Claro que no me he molestado.- Se sonrió su
interlocutora.- Sé perfectamente que bromeabas. Aunque me sorprende, no sueles
ser muy dada a ello.
-Quizás sea por toda la presión que he tenido encima
desde que partimos.- Le confesó su jefa.-
-Lo comprendo.- Convino Satory.- Es una enorme
responsabilidad. Pero no estás sola. Todas vamos a ayudarte.
-Gracias.- Asintió Penélope que entonces le contó.-
¿Sabes? Ahí abajo, cuando estaba a punto de quedarme sin oxígeno, por un
momento tuve una especie de sueño. Me vi a mí misma de niña, sentada en el
restaurante de mis padres. Es curioso, hablaba con mi yo infantil, y solamente podía
comentarle cuanto le iba a gustar la física y la investigación cuando se hiciera
mayor. Ella sin embargo, me avisaba del peligro que corría.
-Puede que esa niña representase tu yo interior, el
instinto de supervivencia.- Especuló Satory.-
-Sí, quizás. Y la adulta que ahora soy, simbolizara
mi amor por la ciencia y por la investigación. Algo que muchas veces ha eclipsado
otras facetas de mi vida. Puede que demasiado.- Suspiró la doctora Winters.- Por
eso, creo que la idea de Sandy ha sido muy acertada. Pasar un rato distendido
con vosotras sin necesidad de hablar de trabajo.
-A todos nos hace falta un poco de diversión.-
Afirmó su contertulia.- Hemos pasado por muchas cosas.
Penélope
miró hacia Sandy que ahora estaba enfrascada en algunos cálculos. A Amatista
que iba a revisar unas muestras de un experimento y a Jen que tomaba notas en
una libreta.
-Sí, tienes razón. Cada una tenemos nuestra vida,
amigos, intereses y otras cosas al margen del laboratorio. Y sería bueno tener
la ocasión de conocernos un poco mejor.
-Y como diría Tist.- Se rio Satory, tratando de
imitar en voz baja a su amiga.- Si hay chicos guapos por incluidos, mejor
todavía.
La doctora
Winters sonrió, aunque enseguida quiso volver a la seriedad, susurrándole a su
interlocutora.
-Tampoco puedo dejar que crean que me he relajado en
exceso. Es fundamental para mantener la marcha del trabajo. ¿Lo comprendes,
verdad?
-Sí, pero no creo que tengas que preocuparte por
eso. Mira a las chicas.- Le indicó Satory.- cada una de ellas desea hacer todo
cuanto pueda para que tengamos éxito. Saben de sobre lo que nos jugamos.
Penélope tuvo que asentir. Era verdad. Al fin
comentó satisfecha.
-Bueno, será mejor que tú y yo volvamos al trabajo o
serán ellas las que nos reñirán, y con razón.
Su
compañera estuvo de acuerdo en eso y ambas se centraron ya en sus respectivas
tareas. Al cabo de un par de horas, Leval, que había salido ya de la descontaminación
sin ningún problema, aceptó encantado cuando Amatista se lo dijo. La muchacha
se pasó a verles tras su jornada laboral. Al igual que Mazoui quien, tras
departir con aquel pirado de Freejar, había vuelto a su cuarto. Ahora, gentileza de Zorton y de su última
misión, tenía un par de días libres. Tristemente, el último trámite antes de
tomarse ese merecido descanso fue asistir a la ceremonia por los dos militares
caídos en aquel planeta. Tras permanecer firmes y escuchar el panegírico que
hizo el comodoro Hazzar, se dio por concluida la ceremonia, lanzando dos urnas
simbólicas al espacio, dado que no pudieron rescatarse los cuerpos. Cuando rompieron
filas, Leval le comentó a su primo.
-Desgraciadamente empezamos a acostumbrarnos a esto.
Creo que uno de ellos tenía mujer e hijo en la Tierra. Y los dos, padres y madres
que sufrirán mucho cuando lo sepan.
Por
una parte, si pudieran comunicar a los familiares de aquellos valientes caídos
en el cumplimiento del deber aquella circunstancia, sería a su vez motivo de
alegría, puesto que estarían de vuelta en casa. El muchacho pensó que las cosas
a veces eran demasiado complicadas y llenas de ironía. A lo que Mazoui replicó.
-No deberíamos acostumbrarnos nunca. Todos tenemos
familias a las que deseamos mantener a salvo. - Comentó su primo.- Siempre que
se pierde una vida es una tragedia. Esos compañeros dieron las suyas por
proteger a otros y nunca serán olvidados.
Su contertulio estaba de acuerdo con eso. Lo mismo
que los otros asistentes. Y tras las honras fúnebres, tanto él como Leval pudieron
irse de permiso. Retornaron a la base para descansar un poco. Amatista por su
parte llegó siendo aún horario de visitas y pudo llamarles.
-¿Podría ver a los tenientes O´ Brian y Malden?-
Inquirió en el puesto de control.-Soy Amatista Lassart, miembro de las Fairy Five.-
Remachó con un tono de orgullo que no se molestó en ocultar.-
Realmente
ser capaz de decir que pertenecía a ese grupo de investigación de élite la
enorgullecía como pocas cosas de las que había conseguido en su vida. Esto
estaba por encima de cualquier competición deportiva que hubiese ganado o de el
mejor de los récords que hubiera logrado
registrar. Incluso, el centinela le dedicó una mirada entre incrédula y
admirada para decirle enseguida con amabilidad.
-Un momento, señorita. ¿Quiere sentarse?- Le ofreció
aquel muchacho, al verla con esas muletas.
-No, no se preocupe, estoy bien así.- Repuso la
aludida.-
Su
interlocutor la dejó entonces a la espera por unos momentos y, tras consultar,
el joven guardia en efecto le comentó.
-Sí, ahora vienen. El teniente Malden y el teniente
mayor O´ Brian.
-Muchas gracias.- Sonrió ella.-
Ese
pobre chico se la quedó mirando como hipnotizado hasta que fue requerido
abruptamente por un superior suyo. Amatista lo sintió por él. Era consciente de
que atraía mucho a los hombres, y aunque antes eso provocaba en ella dos tipos
de reacciones, o bien de complacencia cuando el hombre en cuestión era de su
agrado, o de hastío, al verles babear, ahora en cambio no le preocupaba en
demasía.
-Ya tengo al hombre que quiero.- Se decía llena de
una feliz satisfacción.-
Y
ese hombre y su primo aparecieron al poco rato. Sin ceremonias, Leval procedió
a besar a su novia en tanto Mazoui preguntaba divertido.
-¿Cómo tú por aquí, Amatista? ¿Estás en misión
especial?
-Algo parecido.- Admitió ella, para desvelarles el
motivo de su presencia.- Queríamos invitaros a cenar mañana. Las chicas del
Fairy Five. Bueno, cuatro de nosotras, Jen tiene sus propios planes.
-¿A nosotros dos? ¡Vamos a estar muy bien
acompañados!- Rio Leval.- Tocamos a un par de vosotras cada uno.
-¡Oye!- Exclamó Amatista agarrándole fingidamente
del cuello con ambas manos para exclamar con tinte fingidamente enojado.- De
eso nada. Tú conmigo ya tienes bastante. Os vais a buscar a dos amigos y los traéis.
-Pues no sé a quienes podríamos llamar.- Dudó Mazoui,
aunque enseguida le vino un nombre a la cabeza.- Tracer. Para que luego diga
que no le invitamos a nada. ¿Te parece, Leval?
-Estupendo.- Sonrió este, comentando jovialmente a
su novia.- Y es un tipo muy divertido. Os gustará.
-No nos lo vamos a comer.- Bromeó Amatista,
añadiendo.- Si vosotros lo consideráis un amigo, será muy bienvenido.
-¿Y el otro?- Quiso saber Mazoui.-
-Mientras no sea Logan, cualquiera me sirve.- Apuntó
su primo.-
Amatista
no se rio con ese comentario. Más bien bajó la mirada. Desde luego que no
quería sacar a colación ese nombre. Todavía se sentía mal por aquel incidente.
Aunque fue su propio novio quien le dijo con buen talante.
-No te preocupes. Tenemos buenos amigos en la
escuadrilla.
-Le preguntaremos a Tracer.- Declaró Mazoui.- Descuida
Amatista. Iremos cuatro chicos para que seamos pares en la cena.
La chica
pensó que, más que pares, parejas. Ella tenía muy claro quién iba a ser la suya
y esperaba que Mazoui quedase definitivamente emparejado con Satory. Así pues
se despidió quedando en verles al día ( más bien a la noche) siguiente.
-Y a ti te veo mañana, un poco antes.- Le comentó la
muchacha a su novio guiñándole un ojo.-
Este convino en ello encantado. Al fin volvieron a
su habitación.
-Avisemos a Tracer.- Le dijo Mazoui.-
-Sí, a ver a quien nos propone.- Comentó un
divertido Leval.-
De modo que, los dos muchachos avisaron a su amigo
para que les acompañase y éste a su vez se lo propuso a Timothy Mullins que
aceptó con un lacónico "vale”.
-¿Lo veis chicos?- Les comentó jocosamente Tracer,
una vez quedaron con ese oficial para el día siguiente.- Es un gran conversador.
Eso desató la risa de los tres. Convinieron con
visible satisfacción que seguro que se lo pasaban muy bien. No obstante, Leval
y Mazoui les comentaron a sus compañeros que deberían hacer algo para ayudar.
-Sí.- Acordó Mullins.-
-Bueno, yo con comérmelo todo creo que cumpliré.-
Sonrió Tracer.-
Aunque por supuesto que, bromas aparte, pensaban en
aportar algo. Sin embargo, ellas sólo les permitieron llevar la bebida. Y en
cuanto al lugar, quedaron efectivamente en el apartamento de una de las chicas.
Éstas habían decidido que celebrarían ese acontecimiento en el de Penélope, que
era el más grande. De este modo, los ocho estaban dispuestos a divertirse y pasarlo
bien, querían aprovechar esos escasos momentos de ocio y sobre todo, eliminar
la tensión puesto que no sabían que nuevas sorpresas les podrían aguardar en
aquella larga odisea en el espacio. En cuanto Amatista y Leval se vieron, unas
horas antes, lo primero que hicieron fue darse un efusivo beso y después charlar
con más detalle sobre esa cena. La muchacha en tanto iba caminando con sus
muletas le decía.
-Será estupendo. Por fin quedaremos en grupo. ¡Lo
pasaremos genial!
-Sí, seguro – convino él con gesto divertido para
bromear acto seguido. - Siempre y cuando no cocines tú, nos podremos considerar
a salvo.
-¡Oye!- exclamó ella fingiendo indignación, aunque
se estaba riendo por aquel comentario cuando añadió. - ¿Qué te has creído? Puede
que no sea una gran chef pero mi madre me enseñó a cocinar algunos platos.
Además, soy francesa, cariño. La alta cocina y yo somos elementos
consustanciales.
-¡Huum, vaya! - se rio el chico que parecía tener ganas
de broma al decirle con cierto tonillo de sorna. – Cuánto has estudiado últimamente,
usando palabras como esas…, consustanciales.
La muchacha se lo tomó de nuevo a risa pero obsequió
a Leval con una sentida colleja.
-¡Eh!- No te pases. ¿Te crees que no me defenderé
porque tengas que ir con muletas?- Replicó él agarrándola de la cintura con
ambas manos y elevándola del suelo con pasmosa facilidad.
Amatista se rio, estaba encantada con aquello. Desde
que salían juntos como pareja Leval se había relajado mucho. Ella le recordaba
haciendo aquellas bromas a su hermana Kerria. Ese instante de recuerdo bastó
para que se extinguiera su sonrisa, el muchacho se percató y con suavidad volvió
a dejarla en el suelo. La chica se apoyó en un árbol cercano mientras él le
preguntaba algo preocupado, en tanto se agachaba para recoger las muletas de
ella y dárselas.
-¿No te habré hecho daño? Lo siento, a veces no
calculo bien mi fuerza.
-No, no es eso- le sonrió Amatista para revelarle
con voz queda. – No te preocupes, es que me vino a la memoria cuando tú y
Kerria jugabais de esta manera. Y de pronto. Ya sabes…, les echo mucho de
menos.
-Lo sé. Me sucede lo mismo a mí también. - Confesó
el chico con un gesto más serio cuando enumeró. - Mis padres, mi hermana, tus
padres, los tíos, los primos. Muchas veces me pregunto qué estarán haciendo,
cómo irá todo en casa. Pero bueno, - agregó él tratando de animarles a ambos
con un tono más jovial, en tanto asía con delicadeza un brazo de la muchacha
para que ella se apoyase. - Siempre sueño con el día en que podamos volver a
reunirnos.
-Seguro que llegará. – Convino ella dejándose sujetar
encantada, para añadir ahora con un tono curioso que rayaba casi el profesional,
en tanto reparaba en el árbol donde se había estado sosteniendo. - ¿Te lo
puedes creer? Cuando leí las especificaciones de la aclimatación de este
asteroide me fijé en que, para plantar los árboles y la vegetación, habían
rellenado el suelo con una capa media de quince metros de grosor, a fin de que
las raíces pudieran crecer y se sostuvieran. Lo cierto es que tenemos un
microclima y una cadena trófica propia en esta nave.
Leval la escuchaba con interés. Desde luego, esa
muchacha cada día daba muestras de aprender más y de aumentar su pasión por sus
estudios y su trabajo. Aquello le gustaba, ya no se limitaba a charlar de sus
marcas deportivas o a plantearle absurdos retos. Ni tampoco a tratar de llamar
su atención. (Aunque claro, ya la tenía) El caso es que ahora iba descubriendo
facetas en ella cada vez más fascinantes. Y era bonito que pudieran hablar de
sus respectivos trabajos con verdadero interés. Él mismo replicó.
-Ten en cuenta que la estructura de esta roca posee
un grosor de casi medio kilómetro de promedio. Eso nos protege prácticamente de cualquier radiación letal
del espacio.
-Sí, y la masa forestal también absorbe parte de la
que pudiera traspasar la piedra y el hierro del asteroide. – Completó la
muchacha. – Tenemos al menos tres kilómetros cuadrados dedicados a bosques y
vegetación en esta nave. Lo que son unas trescientas hectáreas. Es un auténtico
pulmón. Más que capaz de sustentarnos a todos. Debemos ser casi cincuenta mil
personas a bordo. Sin contar animales.
-Es increíble, sí.- Convino el muchacho que seguía escuchándola
realmente perplejo y encantado.-
-Y a eso, añádele la cantidad de agua que hay en
circulación y la parte destinada a la producción de plancton vegetal.- Prosiguió
ella.-
Amatista
se alegró de haber estado consultando esos datos días antes, para uno de los
experimentos. Por alguna razón se los había aprendido. Pudiera ser que eso la
asombrase y al mismo tiempo, la llenase de esperanza.
-Bueno, pues al menos tenemos una bonita casa en
esta roca. ¿No crees?- Comentó él moviendo un brazo hacia arriba para señalar todo
lo que les rodeaba. - Tu padre y los demás científicos e ingenieros como el tío Zafiro, a cargo del
proyecto, hicieron un gran trabajo.
-Les tomó muchos años sí. Sin embargo, a pesar de su
gran mérito, ellos solamente hicieron un espacio habitable. Nosotros lo hemos
convertido en un hogar – suspiró ella de forma bastante filosófica para lo que
solía. – En tan solo unos pocos meses…
-Bueno, pues ya es hora de devolverla a usted a su
pequeño hogar, en esta gran casa, señorita. – Sonrió él. –
-Una cosa. – Le dijo la muchacha, volviendo al tema
de la cena. - Nos tenemos que asegurar de que Mazoui y Satory pasen un buen rato
juntos allí.
-¿Mazoui y Satory? – Se sorprendió Leval mirándola
con incredulidad. –Claro, pero…
-Tú, hazme caso – le cortó ella sonriéndose con cierta
picardía. - Yo creo que harían una buena pareja. ¿No crees?
-Satory es maja, inteligente, atractiva y buena
chica. – Convino él enseguida. -
-¡Eh!, tampoco te pases.- Le reprobó ella con
divertido tono para sentenciar. – A ver si voy a tener que encerrarla en nuestro
piso por si quieres ligártela a ella antes que a mí. Mejor déjala para tu primo.
-¡Vale, vale! No he dicho nada…- Se rio el
muchacho.-
-Con lo que me ha costado tenerte para mí no voy a
dejar que nadie más te eche las zarpas encima. Ni siquiera esos bichos contra
los que te has peleado en ese planeta.- Remachó entre risas.-
Leval se rio con ella y se encogió de hombros, a él
no le constaba ningún interés especial de Mazoui por la amiga de Amatista, pero
si ella lo decía, sus razones tendría. Las chicas siempre solían estar más al
corriente de esas cosas. De este modo ambos se alejaron por aquel agradable
paseo del parque pensando en esa esperada celebración. Por fin, llegaron a la
zona donde estaba el piso de Amatista.
-Tengo que irme ya.- Le dijo Leval.-
-Espero que no te riñan.- Bromeó la joven.-
-No, no te preocupes.- Se sonrió el muchacho.- Voy a
hablar con los chicos. Para que sean puntuales y se porten bien.
Eso
hizo reír a su novia. Tras cesar sus carcajadas se besaron y ella le despidió en
el portal. Leval se alejó en tanto Amatista le observaba. La joven se sentía
realmente feliz. Aunque ignorante de que, a su vez, estaba siendo vigilada.
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