domingo, 6 de marzo de 2011

GWG 18.105. Apurado rescate


Los dos muchachos trataban de orientarse en medio de esa densa niebla. Pese a intentar usar sus destrezas al máximo con los trajes espaciales aislando y entorpeciendo sus sentidos les era más difícil detectar la energía de Satory y de Penélope.



- Esto está muy complicado. - Valoró Leval sobreponiéndose a las dichosas interferencias que comenzaban también a asediarles. - No podremos guiarnos por sus auras ni tampoco por la vista para encontrarlas.

- Sí, es verdad - corroboró su compañero, que se detuvo en seco para comentar con preocupación. –Sin embargo, siento algo, como una presencia, es algo muy fuerte y hostil, debe ser lo que hizo pedazos al robot explorador.

-¿Crees que pueda ser más fuerte que nosotros? - Inquirió su primo mostrándose algo inquieto. -

- No lo sé - confesó Mazoui. - No puedo calibrar del todo su fuerza, pero lo malo es que no es una sola.- Matizó con creciente preocupación. - Hay muchas.

-Quizás sean depredadores o seres dominantes de este mundo. Están en su elemento y nosotros no. ¡Si encuentran a Penélope y Satory estarán perdidas! - afirmó Leval alarmado. - ¡Tenemos que sacarlas de aquí, rápido!

- Ante todo debemos permanecer calmados.- Le respondió su primo.-  Mantener la concentración es fundamental.



            Su compañero asintió. Era cierto, no podían dejarse llevar por el pánico. Ellos eran oficiales y guerreros con experiencia. De modo que procederían con la misión de rescate siguiendo el manual. Aunque esas circunstancias fueran bastante inéditas. No obstante, su entrenamiento y disciplina jugarían un papel clave para que todo saliera bien.



-Iremos paso a paso y cubriéndonos el uno al otro.- Convino Leval.-

-Eso es, con calma. No podemos cometer ningún error. Tal y como has dicho, estamos en su terreno, no en el nuestro. Dejemos que sean ellos quienes se confíen.- Sentenció Mazoui.-



            Las dos chicas por su parte no se atrevían a moverse, hablaban por los comunicadores que merced a su cercanía aun podían mantener una precaria señal.



- Si no nos movemos de aquí también estaremos perdidas - declaró Satory que le volvió a recordar a su compañera de aventura. - Nuestras reservas de oxigeno son limitadas y esta atmósfera acabará corroyendo nuestros trajes.

- Pero si nos movemos, eso que está ahí fuera, podría atraparnos también - objetó Penélope. -

- Me da igual morir aquí que allí - señaló valientemente su interlocutora a unos metros más adelante. - Al menos si nos movemos tendremos la posibilidad de que el ejército nos vea o de encontrar nuestra nave.

- Tienes razón - admitió objetivamente su jefa. –Ya llevamos aquí bastante. Tendremos que arriesgarnos. Haremos otro intento, llamemos al comandante y que nos guíen.



            Trató de contactar con la lanzadera, pero como no podía ser de otra forma había muchísimas interferencias. Por suerte algunas de ellas iban y venían, lo bastante como para poder entablar contacto al fin. El comandante informó a las chicas de lo que ocurría.



- Sigan la señal y tranquilas. El mayor O´Brian y el teniente Malden ya están aquí para ayudarlas y traerlas de vuelta. Las están buscando, no pueden estar lejos.- La señal se desvanecía de nuevo pero al menos, le trajo esas reconfortantes novedades. -

-Gracias, esa es una estupenda noticia.- Repuso Penélope, comentándole a Satory.- Al parecer, tus amigos vienen de camino.

-Entonces no tenemos nada que temer.- Sonrió esperanzadamente la muchacha.-



            No obstante, eso no era del todo cierto. El peligro existía. Mazoui percibía esas presencias cada vez más cercanas. Cerró los ojos para concentrarse mejor y pudo sentir algo más preciso. Le hizo una seña a su primo para que ambos se elevasen. Levitando sobre la superficie sólo era visible un inmenso mar de niebla, pero a lo lejos, a cosa de cincuenta metros, Leval descubrió una especie de aleta que rasgaba la superficie neblinosa.



-¿Qué crees que será eso?,- preguntó  apuntando con una mano en esa dirección. -

- Como supusiste. Debe de tratarse de alguna forma predadora de este mundo, - elucubró Mazoui preocupado para dictaminar. -Parece una especie de tiburón que fuera por tierra.



En ese momento restauraron comunicación con la lanzadera, el comandante les habló no sin inquietud en su tono.



- Gracias a Dios, llevo un  buen rato tratando de contactar con ustedes. Mayor O ‘Brian.

- Sí señor, le escucho - repuso el interpelado. -

- Hemos contactado con las dos científicas. Sus posiciones aproximadas son nornoroeste a unos doscientos metros según la posición de nuestra nave.

- Esa cosa se dirige también hacia allí.- Informó Leval poniendo al corriente al comandante de lo que habían visto. - Debemos cortarle el paso antes de que las atrape.

- Vamos, estaremos allí enseguida.- Convino Mazoui y ambos volaron con rapidez atravesando aquella densa niebla en tanto el teniente O´ Brian indicaba – Que permanezcan quietas en el lugar hasta que nos reunamos con ellas.

-Recibido.- Repuso el comandante.-

-Y por nada del mundo envíen más patrullas fuera de la lanzadera. Hemos avistado lo que parecen formas de vida hostiles.- les avisó Leval.-

-Muy bien.- Convino su interlocutor.-



            Por fortuna, merced a sus entrenamientos y al equipo de alta tecnología que llevaban, los muchachos podían vencer la gravedad de ese mundo sin problemas. ¡Ojalá que eso les diera el tiempo necesario para encontrar sanas y salvas a sus amigas. A todo eso Penélope estaba extenuada, sudaba jadeando, luchaba por respirar, lo hacía de forma muy dificultosa. Sus reservas de oxígeno estaban casi agotadas. La joven pensaba entonces en su infancia. No supo el motivo, pero se retrotrajo a algunos de sus recuerdos en el restaurante de sus padres. Parece que podía verles ahí, delante suya, yendo y viniendo a atender las mesas.



-¡Marchando una de pepperoni!- Exclamaba su progenitor.-

-Espero que esté lista la lasaña.- Decía su madre desde el otro extremo, hablando con la cocina.-



            Y la pequeña Penélope miraba absorta a sus padres, estando sentada en una mesita algo apartada de los clientes, en tanto hacía sus deberes. Eso le gustaba, el ambiente concurrido del restaurante no mermaba en cambio su capacidad para concentrarse. Y es que ahora estaba haciendo matemáticas, y eso le encantaba. Podría sumergirse en sus cuentas y sus cálculos como si no hubiera nadie allí.



-Así me gusta, hija.- Sonreía su atareado padre llevando alguna que otra bandeja cuando pasaba por allí y le decía.- Vas a ser toda una eminencia.

-Sí, papi.- Sonreía ella, sin comprender del todo que sería eso de eminencia.-

-Son unas cuentas muy difíciles para una niña tan pequeña.- Valoró la doctora Winters.-



            Y es que podía verse a sí misma, sentándose junto a su yo de apenas siete años de edad. Y ojeando con aprobación los cálculos de esa niña que fue.



-Me gustan las matemáticas.- Le comentó la cría.-

-Sí, siempre nos han gustado mucho. Y ya lo verás, ¡la física te va a entusiasmar! Te lo prometo. - Sonrió su versión adulta.-

-Pero tenemos que salir de aquí.- Le comentó esa niña, mirándola ahora con expresión asustada.- Está muy oscuro y tengo miedo.

-No, el restaurante está lleno de luz. Mira las ventanas.- Le indició la doctora.-



            Recordaba bien como la luminosidad inundaba aquel local. El sol penetraba a raudales por las amplias ventanas. A veces hasta se reflejaba en algunas cristaleras descomponiendo el espectro de la luz blanca en el arcoíris. A Penélope siempre le había gustado eso. Cerrando los ojos, era como si pudiera percibir el calor del sol entrando por las ventanas…

-No te duermas. O no te podrás volver a despertar. - Le pidió la vocecilla de su yo infantil.-



            Penélope luchó entonces por abrir sus ojos. Ahora, sin ningún tipo de transición se vio sola, metida en aquel traje espacial, y notándose aturdida. Comprendiendo el motivo, no tardó en intentar comunicarse con su compañera.



- Tengo problemas para respirar - le explicó a Satory. - Mi reserva casi está vacía.

- Ya nos queda poco - la animó su compañera - aguanta.



            Penélope sabía que entrar en estado de pánico sería letal. Eso la haría consumir todavía más deprisa el poco oxígeno que le quedase. Aunque era más fácil pensarlo que poder hacerlo. Su propio cuerpo reaccionaba a esa falta de aire de modo automático e involuntario.



-Tengo que relajarme. Algo de meditación no vendría mal.- Se decía intentando mantener la calma.- Estamos cerca, muy cerca de la nave…



Quizás por eso, su mente la había transportado a un lugar en el que se sintió segura y feliz durante su infancia. Aunque luego las cosas cambiaron, pero no era ese el mejor momento para recordar aquello.



-No podemos estar lejos de la nave. Eso es lo que importa ahora.- Se decía en un intento por centrarse. – Tenemos que localizarla y regresar.



Y efectivamente, sólo estaban a pocos metros de la misma cuando algo se acercó a sus espaldas. Eso bajaba del cielo. Satory notó que tocaban su hombro, no pudo ni gritar. Presa del pánico se volvió lentamente imaginando encontrar algo horrible, en cambio, vio dos figuras vestidas con traje espacial, por la escafandra creyó reconocer la cara de Mazoui. Soltó un largo suspiro de alivio que amenazó la continuidad de sus ya mermadas reservas de aire.



-¡Cuánto me alegro de haberos encontrado! - le dijo él, en tanto las iluminaba con un potente foco de linterna, instándolas. - Tenemos que salir de aquí, hay algo que ronda, es peligroso y se está acercando.

- Sí, lo sabemos.- Replicó Satory que le contó lo ocurrido con el sargento y de como ellas habían estado escondidas de lo que eso fuese, para remachar con un alarmante. - Nuestras reservas de oxígeno se acaban.

- No te preocupes por eso - intervino Leval. -Llevamos repuestos, los conectaremos a vuestros trajes. -



            Leval descendió a su vez junto a la doctora Winters y sin pérdida de tiempo ambos muchachos conectaron sus reservas respectivamente a Penélope y Satory. La jefa de investigación sólo había podido estar escuchándoles pues no podía gastar los últimos restos de oxigeno que le quedaban en hablar. Ahora pudo respirar hondo unas cuantas veces y se sintió mucho mejor. Aquel estado de ensoñación fue desapareciendo y con la mente mucho más clara pudo comentar.



-Ya me siento mucho mejor. La nave estaba a pocos metros. Espero que la hayáis localizado.

-Estamos en ello.- Respondió Leval.- Tiene que estar a unos treinta o cuarenta metros a lo sumo, al sureste de nuestra posición.



Pero una vez solucionado ese inconveniente tan acuciante, y detectar la ubicación de la lanzadera, aun les restaba otro problema no menos grave.



- Esas cosas también están muy cerca. Únicamente a unas pocas decenas de metros - alertó Mazoui. - Será mejor que Leval y yo os llevemos volando.

- Yo me ocupo de Penélope - respondió éste que justamente entonces pareció quedarse clavado mirando al frente. - ¿Qué es eso?,- señaló delante de ellos. -





            Una enorme figura emergía entre la bruma, Mazoui gritó atónito.



-¡Maldita sea, hay dos, tres! Estoy detectando muchos y nos rodean.

-¿Pero cómo? Yo no puedo detectar nada - se extrañó Leval. -

- Eso no importa ahora, tenemos que abrirnos camino y luchar - le arengó su primo. -



            Más que detectar los había percibido con sus sentidos especiales. Aunque ese no era el momento ni el lugar para andarse con aclaraciones. De modo que reaccionó junto con su primo. Los chicos se colocaron delante y detrás de Satory y Penélope para mantenerlas lejos del alcance de aquellos seres. Esas bestias se acercaron y les sorprendieron por su rapidez, uno lanzó lo que parecía una especie de zarpazo que Mazoui esquivó como pudo.



-¡Maldito bicho!- Exclamó enfurecido.-



            Y es que era bien consciente de que si les desgarraban el traje estarían perdidos. Por fuertes que fuesen morirían de inmediato al perder el oxígeno y ser expuestos a las condiciones de ese lugar. Por ello tendrían que andarse con el máximo cuidado.



-¡Contraataquemos y salgamos de aquí!- gritó Leval. -



            Lanzando un barrido con sus rayos de energía a través de sus guantes especiales el muchacho logró impactar a dos de aquellas siluetas que ahora eran más visibles y las derribó. Su compañero, haciendo lo propio, derribó al menos otras tres. Acto seguido, sujetaron a las chicas elevándose con rapidez.



-¡Llamando a lanzadera, llamando a lanzadera! - insistió apremiantemente Mazoui. - Envíen una señal de sonar para poder detectarlos con precisión. Cambio.



            Apenas oían nada pero podían encaminarse hacia la señal, parecía que desde la nave sí les habían escuchado. Satory distinguió una luz rojiza que pertenecía a las bengalas de la patrulla. Rápidamente descendieron hasta allí. Ésta les aguardaba efectuando disparos con láseres para ahuyentar algunas otras siluetas que se les habían acercado peligrosamente. El sargento primero al mando les recibió.



- Puesto en calma, señor - informó a Leval que fue el primero en acercarse a él. – Estamos haciendo un barrido con el radar de proximidad. Ahora no hay nada en este sector  a menos de doscientos metros.

-Les dijimos que no salieran de la nave.- Recordó Mazoui con tono entre inquieto y amonestador.-

-Órdenes del comandante.- Contestó aquel suboficial.- Al saber que se aproximaban nos indicó que asegurásemos el perímetro de la lanzadera.



            Los chicos asintieron. Esa orden fue acertada. Además, ese oficial  les superaba en rango y lo que ellos le dijeron no pasaba de ser una mera sugerencia. Como responsable de la misión le correspondía a él decidir que se hacía. Y en este caso no pudieron negar que se alegraron de que su superior no siguiera el consejo que le dieron.



-¡Rápido, sargento, hay que salir de aquí! - le ordenó el muchacho más en un tono de advertencia que de mando. - Acompañe a las científicas a la lanzadera. Repliéguense todos,  ¡deprisa!

- A la orden,- saludó el suboficial que transmitió las instrucciones a su grupo. - Patrulla, replegarse en abanico. Protejan a las civiles. - Los soldados adoptaron la posición escoltando a las chicas. Satory y Penélope fueron llevadas a bordo de inmediato. -



            Una vez asegurada la posición, Leval y Mazoui también se dispusieron a abordar sus cazas pero esos seres atacaron de nuevo.

-El radar detecta a varias más de esas criaturas acercándose. Distancia ciento cincuenta metros, cien…



Con la ayuda de los focos especiales anti niebla de la lanzadera se les pudo ver mejor. Su tamaño era enorme. Medirían al menos cinco metros de altura, la luz del foco les dotaba de una tonalidad amarilla fosforescente. Poseían unas cabezas sin casi cuello, provistas de grandes fauces dotadas de enormes dientes curvos y un par de ojos que eran fluorescentes, típicos de criaturas adaptadas a una continua oscuridad. Marchaban a dos patas, dotadas también de largas y poderosas garras.



-Distancia cincuenta metros.- Proseguía el soldado al cargo del radar.-

-¡Mierda!, esto no me gusta -  masculló Leval - parecen dinosaurios por el tamaño y la forma que tienen.

- Por lo que siento en ellos, están aún de peor humor del que debía tener un Tiranosaurio.- Le informó Mazoui que añadió con cierta ironía.  - O quizás sólo tengan hambre.

- Pues no pienso servirles de entremés, ahora son más y nos rodean, ¡vamos a freírlos ya! - exclamó apremiantemente Leval. – Disparemos…

- Nos queda muy poco oxígeno en los trajes,- objetó su compañero. - Si atacamos otra vez, consumiremos las reservas. Le pediré al comandante que nos cubra con  fuego de los cañones de la lanzadera.

- Es una lanzadera de desembarco, no lleva artillería pesada - le recordó su primo según se acercaban aquellas criaturas -.

- Esta atmósfera es muy densa. El sonido se propaga de forma muy intensa si hacemos el suficiente ruido. No creo que sea necesaria tanta potencia de fuego. Bastará con que los confundan con disparos de armas ligeras y bengalas.- Repuso Mazoui que contactó de inmediato con el comandante comunicándole la idea. -



            Su superior no tardó en poner en práctica aquella sugerencia y abrió fuego a discreción con todo lo que tenía. Así ocurrió, aunque las armas no eran muy potentes dada la densidad en la que se disparaban, bastó para confundir a esos seres. Sin embargo, su efecto duró poco y la propia nave de embarque comenzaba a estar comprometida, dado que algunos de esos monstruos se acercaban peligrosamente.



-Están a menos de veinte metros de la lanzadera.- Indicó el radarista a su oficial superior.-

-Apenas tenemos energía para los cañones, y menos para los escudos.- Les alertó el comandante.- Tenemos que irnos ya…

-Desde aquí no podemos protegerles.- Les dijo Leval, declarando sin dudar.- Salgan de aquí. Nosotros ya nos arreglaremos…

-¡No podréis llegar!- Exclamó la asustada Satory.- Esos monstruos están por todas partes.

-Haremos cuanto podamos, no hay otra opción.- Replicó Mazoui, dirigiéndose al comandante.- váyanse, señor. Usted tiene que mirar por las vidas de la expedición.



            Su superior asintió, aunque detestaba tener que hacerlo. Por fortuna para todos, ese dilema desapareció. Un par de misiles aparecieron de pronto y liquidaron a varios de esos monstruos en la distancia. Toda la nave tembló con las ondas expansivas.



-Informe de daños.- Inquirió el comandante.-

-Nada serio, señor.- Le respondió un suboficial.- pero si disparan otra vez tan cerca podríamos tener problemas.



            A través de los cascos les llegó entonces la voz de Tracer.



-¡Menos mal que hemos llegado a tiempo, amigos!

-Nos alegramos mucho de eso.- Convino Mazoui.- Puedes estar seguro.

-¿Están todos bien, señor?- Quiso saber otra voz, que pertenecía a la alférez Hunter.-

-Sí, muchas gracias.- Repuso Leval.- Han llegado muy a tiempo.

- No disparen misiles en ubicaciones tan próximas a la lanzadera, la onda expansiva podría inutilizarla.- Le ordenó el comandante.-

-Recibido, señor, usaremos armamento ligero para distraerlos.

-Gracias amigo.- Sonrió Leval bastante aliviado.-

-Haré lo que sea para que me invites a esa cerveza que me debes.- Dijo jocosamente Tracer, quién, más serio, añadió.- Vamos, daos prisa, haremos un par de pasadas para cubriros…



            Por su parte, Susan estaba concentrada en ejecutar una maniobra para colocarse lo más próxima posible a sus superiores y protegerles. Recordaba cuando el teniente Tracer la llamó. Al parecer se había enterado de que existían problemas. Estaba en la cantina y ese muchacho se la acercó. Ella se levantó enseguida cuadrándose y saludando. El joven militar le devolvió un rápido saludo y comentó.



-¿Es usted la alférez Hunter?-

-Sí, señor.- Replicó la chica.-

-Verá, tengo una proposición que hacerle, si no le viene mal.



            Eso la dejó atónita, ¿A qué podría referirse ese tipo con una proposición?...



-¿Qué quiere usted decir con eso? - Inquirió con prevención.-

-No es deshonesta, no se inquiete.- Afirmó  su interlocutor esbozando una leve sonrisa.-

-¿Señor?- Pudo replicar la joven con estupor en su mirada.-



Aquel oficial no se anduvo ya con rodeos, se puso más serio y le explicó.



-Los tenientes O ‘Brian y Malden están en apuros. He solicitado permiso a mi comandante de escuadrilla para ir a darles apoyo aéreo. Quiero a alguien que me acompañe. Ellos confían en usted. ¿Se apunta?



            Susan estaba todavía más sorprendida, pero a la vez complacida de oír eso. No dudó en asentir…



-Cuando usted quiera, señor…



            Y los dos corrieron sin pérdida de tiempo a prepararse. A los pocos minutos despegaban en dirección a ese planeta…



-Me alegra haber podido ayudarles.- Se decía la chica tras localizar un par de blancos más y disparar ráfagas de rayos que les derribaron. Entonces se comunicó con el resto.- Aquí verde tres, el camino está libre.



Tras escuchar esto Mazoui y Leval volaron a sus cazas y pudieron abordarlos. El primero lo hizo sin problemas. Sin embargo, a Leval, uno de aquellos monstruos que había escapado a los ataques aéreos, le desgarró el traje espacial. Por fortuna se metió cerrando la carlinga sólo un par de segundos antes de perder el aire y la presión. Furioso, lanzó a bocajarro uno de sus misiles contra aquel animal  que lo llevó a varios cientos de metros hacia atrás y estalló destrozándole por completo. Aunque la vibración de la explosión hizo moverse a los aviones de ambos con violencia.



- ¡Salgamos de aquí! - Le indicó a Mazoui no sin emocionalidad. -

- Debes tener cuidado, no hagas como Tracer.- Le advirtió más calmadamente éste. - Casi te destruyes a ti mismo por la onda expansiva, has disparado demasiado cerca. Menos mal que el misil le llevó lejos antes de estallar. Ten en cuenta lo que hemos dicho. Aquí que hay mucha densidad y las ondas de choque se propagan más.

- Lo sé, pero no tenía elección, habría destrozado el avión y tengo el traje espacial dañado - replicó Leval. - Por suerte conecté el escudo energético y me ha protegido. Así, de paso, les agradezco su cálida bienvenida y me despido de ellos.

-¡Vamos elévate! - le ordenó Mazoui - los otros bichos se han replegado por unos momentos. Deben de estar desconcertados. Y la lanzadera ya está empezando a despegar. Tracer, Hunter. Cúbrannos…

-A la orden.- Repuso la alférez.-Maniobra delta dos…

-Bueno, ya veremos si te cubro o no que eso suena muy mal.- Replicó su compañero de un modo más jovial.- Y a ver qué te pagas luego en la cantina, O´ Brian, tacaño.



            El aludido sonrió, pero no dijo más. Estaba más centrado ahora en elevarse y salir de allí. La otra nave se había remontado ya a unos metros de altura, y conectaba los motores principales para salir del planeta. Los chicos hicieron lo propio. Aquellos seres se movían aturdidos, posiblemente tendrían una especie de sonar auditivo que les guiase por aquella superficie tan impenetrable para la vista. Las explosiones les habrían dañado su sistema y tardarían algo en recobrarse. Leval y Mazoui aprovecharon la oportunidad, también tenían complicaciones en los sistemas de navegación y telemetría, pero lograron abandonar la atmósfera de ese mundo junto a la lanzadera. Ahora las comunicaciones eran más fluidas. Hablaron con el comandante e informaron de que estaban bien, luego contactaron con la base de la nave nodriza.



- Aquí el mayor O´Brian del grupo de rescate, tenemos dañados sensores y navegación, necesitamos permiso para aterrizar, es una emergencia.

- Aquí, torre de mando, permiso concedido, por la pista cuatro, está despejada.- Hubo un momento de silencio y la voz les inquirió  con mayor desenfado. - ¿Qué tal el planeta, es bonito?

- No había mucho que ver,- contestó Leval con tono irónico - y lo poco que he visto no me ha entusiasmado precisamente control. Cambio.

-¿Qué os esperabais?,- repuso la torre con humor. - ¿Las islas Bahamas?..

- No, pero por lo menos, no toparnos con bichos enormes que quieran destrozarnos,- respondió más seriamente Mazoui. -

- Esto no ha sido todo un viaje de placer precisamente - intervino el comandante de la lanzadera en un tono de serio reproche. - He perdido a dos buenos hombres de mi unidad. Les agradecería que no hicieran bromas.

- Lo sentimos, no lo sabíamos - respondió la torre  que añadió a modo de disculpa. - Espero que el resto sigan bien.

- Sí, gracias - contestó aquel oficial más con tinte más conciliador. - Las dos científicas han recogido muestras y se disponen a analizarlas tan pronto lleguen a su laboratorio. Informen a sus equipos de investigación, corto.

-Bueno, chicos.- Les indicó Tracer.- Nosotros tenemos que aterrizar por la entrada dos. Nos vemos en otra ocasión.

-Muchas gracias a los dos.- Comentó Leval.- Tracer, Alférez Hunter, les debemos una.

-Ha sido un placer, señor.- Replicó la joven.- Espero volver a verles pronto.

-Eso esperamos también.- Les despidió Mazoui.-



            La comunicación cesó y tras separarse de sus compañeros aterrizaron en la gran nave. Les recibieron con alegría y alivio. Leval fue el que más problemas tuvo, su caza presentaba algunas abolladuras y señales de golpes, pese a ello logró tomar pista con pericia. En cuanto salió del avión le reconocieron, pero sólo tenía dañado el traje. Sin embargo, fue sometido a un periodo de cuarentena en una cápsula para evitar cualquier posible contagio de virus y bacterias extraterrestres. A su vez, Satory y Penélope, recuperadas de su ardua experiencia, dieron ejemplo de su gran profesionalidad al ir directamente al laboratorio para analizar las muestras que habían conseguido traer de ese planeta. Amatista, Jen y Sandy se reunieron con ellas. Mazoui, pasó el informe de lo sucedido a su comandante y éste lo transmitió a sus superiores.



-Buen trabajo, mayor.- Declaró Zorton al recibir al muchacho que ahora estaba en pie y en posición de firme en el despacho de su superior.-

-El teniente Malden está en cuarentena, señor. Tuvo un desgarro en su traje y enseguida pasamos al protocolo estándar de descontaminación.- Le informó el muchacho.-

-Muy bien. Así es como debe ser. Les felicito.- Dijo el comandante para sentenciar.- Veo que se atienen al manual. Puede retirarse, mayor. Descanse, se lo ha ganado.

-Gracias señor. - Repuso el aludido saludando y saliendo del despacho.-



            El joven suspiró. Al parecer, oír esas palabras por boca de Zorton equivalía a un encendido cumplido por parte de cualquiera. En ese momento Freejar pasaba por el corredor y al verle sonrió saludando.



-O´ Brian… ¿Qué tal vuestra excursión al paraíso?

-No nos podemos quejar, volvimos enteros.- Le contestó éste.-

-¿Y mi pipiolo?- Quiso saber el peculiar oficial.- ¿Por dónde anda?

-En descontaminación. Sufrió un percance en el traje.

-¡Vaya! Espero que no tenga para mucho rato allí dentro. Es un aburrimiento.- Resopló Freejar que inquirió.- ¿Ya le diste el informe al viejo cascarrabias?

-Sí. Y hasta me ha felicitado. - Sonrió su interlocutor refiriéndole brevemente la conversación que mantuvo con su superior.-

-¡Joer!- Exclamó Freejar agitando una mano.- Ten cuidado chico, Zorton no se pone tan cariñoso con cualquiera, a ver si te va a pedir para salir.



            Mazoui se rio a su pesar, ¡ese tipo tenía cada ocurrencia! Repuso entonces de modo más jovial.



-¿Estas de servicio?

-No. Acabo de terminar.- Le comentó su colega.-

-Pues vamos a la cantina, anda, te invito a una ronda y te cuento.

-¡Eh!, para que luego digan que eres un tacaño. - Se rio el mayor.-

-No me fastidies. ¿Quién va diciendo eso?- Quiso saber Mazoui con el mismo tinte de humor que el empleado por su compañero.-

- No estoy autorizado a desvelar mis fuentes pero por radio macuto se comenta que tú y Malden visitáis menos el bar de oficiales que Tarzán las sastrerías…- Se sonrió jocosamente Freejar.-



            Su interlocutor se rio realmente divertido de aquello, aunque tuvo una ligera sospecha de quién era el causante de aquel infundio. Ese mismo que acudió en su ayuda. Ya le agarraría en cuanto tuviera ocasión. Aunque tendría que invitarle al menos por dos razones, para agradecerle que les echase un cable en tan apurada situación, ¡y para taparle esa bocaza! De este modo ambos oficiales se perdieron rumbo a la cantina…Entre tanto, en el laboratorio, las chicas conversaban mientras analizaban lo obtenido. Amatista les preguntó a sus compañeras con sumo interés.



-¿Qué ha ocurrido ahí? Creo que habéis estado en peligro.

- La verdad es que sí - le contó Satory todavía con temor cuando lo recordaba. – En ese mundo existen unas criaturas terribles que casi acaban con nosotras.

- Esos animales estaban muy bien adaptados a su hábitat - añadió Penélope, volviendo a hacer gala de su frialdad habitual  ahora en pro de una disertación más naturalista. - Son depredadores natos. Hemos tenido mucha suerte escapando de allí.

-¡Vaya!,- musitó Amatista con cara de circunstancias - y yo que quería ir. Menos mal que no me dejaron.

-¡Con lo bruta que eres tú! - rio Satory permitiéndose un toque de humor. - Habrían sido esos pobres bichos los que hubiesen tenido problemas, ¡ja, ja!

- Muy graciosa - sonrió la aludida mientras las otras se reían. - Bueno, ¿y Leval y Mazoui? ¿Cómo están ellos? Preguntó ahora ya más seria. -

- Los dos están bien,- contestó Penélope - creo que a Leval le han sometido a descontaminación,  esos seres le rasgaron el traje. Por suerte no le hirieron. Y gracias a la llegada de ambos nos libramos de ser el aperitivo de esas bestias.

- Son dos oficiales muy apuestos y valientes.- Intervino Sandy que hasta ahora se había mantenido al margen, sugiriendo de pronto para sorpresa y posterior aprobación de sus compañeras. - Deberíamos invitarles a una cena para darles las gracias. ¿No creéis? - Miró a Penélope y Satory que habían escuchado atónitas y añadió justificándose con una media sonrisa. - Es lo menos que podríamos hacer. Ya nos han librado de unas cuantas.

- A mí me parece una gran idea - convino Amatista. - Después de todo, nos vendría bien relajarnos un poco.

- Vale, pero decirles que se traigan a alguien.- Advirtió  Penélope fingiendo el tono serio habitual en ella - somos cuatro chicas,- contó con el dedo a Sandy, Jen, Amatista y ella misma -  y ellos sólo dos.

- Eh, ¿cómo que cuatro? - Exclamó Satory señalándose a sí misma con el gesto atónito. - Somos cinco, ¿y yo qué?

- Perdona Satory,- sonrió Penélope que le dijo entre risas. - Es que no te contaba a ti.

-¡Serás bruja!  ¿Y por qué a mí no? - Le dijo ésta también a medio reír dándola con suavidad en la cabeza con una probeta vacía. -

-¡Oye, bruja no… hada! - La corrigió su jefa tratando de esquivarla en tanto le decía.- Pero no te apures, te guardaremos algo de cena en un taper…

-¿Hada, eh? Pues espera que te voy a hacer un conjuro con esta varita.- Se reía Satory tratando de alcanzarla ahora con un vacío tubo de ensayo.-



            Todas las chicas se echaron a  reír también. Incluso Sandy tenía que apoyarse en la mesa para no caerse al ver la cara de circunstancias y el sonrojo de su compañera. Lo cierto es que las otras nunca la habían visto de un humor tan bueno. Parecía una persona totalmente diferente cuando sonreía, incluso más hermosa aún y más joven. Aunque realmente esa chica tampoco era tan mayor, debía tener la edad de Satory.



-Bueno. Pues habrá que decidir dónde y cuándo. – Comentó Amatista algo más repuesta de las carcajadas. –



No obstante, Jen intervino diciendo que declinaba la oferta y ante la extrañeza de las otras les explicó.



- Veréis chicas, mi novio y yo teníamos planes preparados, pero gracias.

- No importa, tráetelo - le propuso jovialmente Amatista. -

- Es que son planes, ya sabes. – Su compañera le guiñó un ojo sonriendo con expresión de complicidad. – Planes…de esos…

-¡Qué pilla eres! - rio su interlocutora que simplemente le deseó. -Pasadlo bien.



            Jen le agradeció el deseo, seguro que lo haría, no dejaba de entristecerla un poco no poder ir con las chicas pero a fin de cuentas ella no se sentía encajar del todo. Las apreciaba sí, pero le gustaba más ir por libre. Sobre todo con su novio. Y había otras cosas que tenía que hacer. Dejó de pensar en ello para escuchar a sus animadas compañeras planificando esa interesante y prometedora velada.



- Entonces somos nosotras cuatro las que debemos ocuparnos del menú y del día y hora. - Declaró resueltamente Satory. -

- Lo hablaremos con ellos para saber cuándo tendrán tiempo. - Le contestó Amatista. -

- Yo puedo encargarme de comprar la comida, mañana es mi día libre. - Se ofreció Sandy con un talante bastante más amable del que ella solía presentar. -

- Entonces lo mejor será proponérselo para dentro de un par de días. Así podremos elegir el sitio y tenerlo listo. - Comentó Penélope que añadió. - Además, sería mejor acabar las pruebas antes. Quiero centrarme en la celebración.

- Muy bien, supongo que mañana estarán listas. - Afirmó Satory con talante optimista. -



            No hubo ninguna objeción. Así pues las cuatro chicas, acordaron que una vez terminaran las pruebas se lo propondrían a los muchachos. Penélope se puso a trabajar con entusiasmo. Ahora se sentía incluso más apasionada por su investigación, aunque también algo inquieta. No podía olvidar esa especie de visión que tuvo en aquel planeta. Pudiera ser que se hubiera debido únicamente a la falta de oxígeno, aunque ella creía que había algo más.



-¿Podría ser un mensaje que me hubiese querido enviar a mí misma?- Se preguntaba.-



Satory estaba cerca, destilando un matraz y no tardó en comentar con tono amable y algo concernido al ver a su jefa tan meditabunda.



-¿Estás bien?

-¡Oh!, sí, gracias.- Repuso esta quien enseguida quiso saber con algo de preocupación.- No te habrás molestado por lo que he dicho, ¿verdad? Solamente era una broma.

-Claro que no me he molestado.- Se sonrió su interlocutora.- Sé perfectamente que bromeabas. Aunque me sorprende, no sueles ser muy dada a ello.

-Quizás sea por toda la presión que he tenido encima desde que partimos.- Le confesó su jefa.-

-Lo comprendo.- Convino Satory.- Es una enorme responsabilidad. Pero no estás sola. Todas vamos a ayudarte.

-Gracias.- Asintió Penélope que entonces le contó.- ¿Sabes? Ahí abajo, cuando estaba a punto de quedarme sin oxígeno, por un momento tuve una especie de sueño. Me vi a mí misma de niña, sentada en el restaurante de mis padres. Es curioso, hablaba con mi yo infantil, y solamente podía comentarle cuanto le iba a gustar la física y la investigación cuando se hiciera mayor. Ella sin embargo, me avisaba del peligro que corría.

-Puede que esa niña representase tu yo interior, el instinto de supervivencia.- Especuló Satory.-

-Sí, quizás. Y la adulta que ahora soy, simbolizara mi amor por la ciencia y por la investigación. Algo que muchas veces ha eclipsado otras facetas de mi vida. Puede que demasiado.- Suspiró la doctora Winters.- Por eso, creo que la idea de Sandy ha sido muy acertada. Pasar un rato distendido con vosotras sin necesidad de hablar de trabajo.

-A todos nos hace falta un poco de diversión.- Afirmó su contertulia.- Hemos pasado por muchas cosas.



            Penélope miró hacia Sandy que ahora estaba enfrascada en algunos cálculos. A Amatista que iba a revisar unas muestras de un experimento y a Jen que tomaba notas en una libreta.



-Sí, tienes razón. Cada una tenemos nuestra vida, amigos, intereses y otras cosas al margen del laboratorio. Y sería bueno tener la ocasión de conocernos un poco mejor.

-Y como diría Tist.- Se rio Satory, tratando de imitar en voz baja a su amiga.- Si hay chicos guapos por incluidos, mejor todavía.



            La doctora Winters sonrió, aunque enseguida quiso volver a la seriedad, susurrándole a su interlocutora.



-Tampoco puedo dejar que crean que me he relajado en exceso. Es fundamental para mantener la marcha del trabajo. ¿Lo comprendes, verdad?

-Sí, pero no creo que tengas que preocuparte por eso. Mira a las chicas.- Le indicó Satory.- cada una de ellas desea hacer todo cuanto pueda para que tengamos éxito. Saben de sobre lo que nos jugamos.



Penélope tuvo que asentir. Era verdad. Al fin comentó satisfecha.



-Bueno, será mejor que tú y yo volvamos al trabajo o serán ellas las que nos reñirán, y con razón.



            Su compañera estuvo de acuerdo en eso y ambas se centraron ya en sus respectivas tareas. Al cabo de un par de horas, Leval, que había salido ya de la descontaminación sin ningún problema, aceptó encantado cuando Amatista se lo dijo. La muchacha se pasó a verles tras su jornada laboral. Al igual que Mazoui quien, tras departir con aquel pirado de Freejar, había vuelto a su cuarto.  Ahora, gentileza de Zorton y de su última misión, tenía un par de días libres. Tristemente, el último trámite antes de tomarse ese merecido descanso fue asistir a la ceremonia por los dos militares caídos en aquel planeta. Tras permanecer firmes y escuchar el panegírico que hizo el comodoro Hazzar, se dio por concluida la ceremonia, lanzando dos urnas simbólicas al espacio, dado que no pudieron rescatarse los cuerpos. Cuando rompieron filas, Leval le comentó a su primo.



-Desgraciadamente empezamos a acostumbrarnos a esto. Creo que uno de ellos tenía mujer e hijo en la Tierra. Y los dos, padres y madres que sufrirán mucho cuando lo sepan.



            Por una parte, si pudieran comunicar a los familiares de aquellos valientes caídos en el cumplimiento del deber aquella circunstancia, sería a su vez motivo de alegría, puesto que estarían de vuelta en casa. El muchacho pensó que las cosas a veces eran demasiado complicadas y llenas de ironía. A lo que Mazoui replicó.



-No deberíamos acostumbrarnos nunca. Todos tenemos familias a las que deseamos mantener a salvo. - Comentó su primo.- Siempre que se pierde una vida es una tragedia. Esos compañeros dieron las suyas por proteger a otros y nunca serán olvidados.



Su contertulio estaba de acuerdo con eso. Lo mismo que los otros asistentes. Y tras las honras fúnebres, tanto él como Leval pudieron irse de permiso. Retornaron a la base para descansar un poco. Amatista por su parte llegó siendo aún horario de visitas y pudo llamarles.



-¿Podría ver a los tenientes O´ Brian y Malden?- Inquirió en el puesto de control.-Soy Amatista Lassart, miembro de las Fairy Five.- Remachó con un tono de orgullo que no se molestó en ocultar.-

           

            Realmente ser capaz de decir que pertenecía a ese grupo de investigación de élite la enorgullecía como pocas cosas de las que había conseguido en su vida. Esto estaba por encima de cualquier competición deportiva que hubiese ganado o de el mejor de los récords  que hubiera logrado registrar. Incluso, el centinela le dedicó una mirada entre incrédula y admirada para decirle enseguida con amabilidad.



-Un momento, señorita. ¿Quiere sentarse?- Le ofreció aquel muchacho, al verla con esas muletas.

-No, no se preocupe, estoy bien así.- Repuso la aludida.-



            Su interlocutor la dejó entonces a la espera por unos momentos y, tras consultar, el joven guardia en efecto le comentó.



-Sí, ahora vienen. El teniente Malden y el teniente mayor O´ Brian.

-Muchas gracias.- Sonrió ella.-



            Ese pobre chico se la quedó mirando como hipnotizado hasta que fue requerido abruptamente por un superior suyo. Amatista lo sintió por él. Era consciente de que atraía mucho a los hombres, y aunque antes eso provocaba en ella dos tipos de reacciones, o bien de complacencia cuando el hombre en cuestión era de su agrado, o de hastío, al verles babear, ahora en cambio no le preocupaba en demasía.



-Ya tengo al hombre que quiero.- Se decía llena de una feliz satisfacción.-



            Y ese hombre y su primo aparecieron al poco rato. Sin ceremonias, Leval procedió a besar a su novia en tanto Mazoui preguntaba divertido.



-¿Cómo tú por aquí, Amatista? ¿Estás en misión especial?

-Algo parecido.- Admitió ella, para desvelarles el motivo de su presencia.- Queríamos invitaros a cenar mañana. Las chicas del Fairy Five. Bueno, cuatro de nosotras, Jen tiene sus propios planes.

-¿A nosotros dos? ¡Vamos a estar muy bien acompañados!- Rio Leval.- Tocamos a un par de vosotras cada uno.

-¡Oye!- Exclamó Amatista agarrándole fingidamente del cuello con ambas manos para exclamar con tinte fingidamente enojado.- De eso nada. Tú conmigo ya tienes bastante. Os vais a buscar a dos amigos y los traéis.

-Pues no sé a quienes podríamos llamar.- Dudó Mazoui, aunque enseguida le vino un nombre a la cabeza.- Tracer. Para que luego diga que no le invitamos a nada. ¿Te parece, Leval?

-Estupendo.- Sonrió este, comentando jovialmente a su novia.- Y es un tipo muy divertido. Os gustará.

-No nos lo vamos a comer.- Bromeó Amatista, añadiendo.- Si vosotros lo consideráis un amigo, será muy bienvenido.

-¿Y el otro?- Quiso saber Mazoui.-

-Mientras no sea Logan, cualquiera me sirve.- Apuntó su primo.-



            Amatista no se rio con ese comentario. Más bien bajó la mirada. Desde luego que no quería sacar a colación ese nombre. Todavía se sentía mal por aquel incidente. Aunque fue su propio novio quien le dijo con buen talante.



-No te preocupes. Tenemos buenos amigos en la escuadrilla.

-Le preguntaremos a Tracer.- Declaró Mazoui.- Descuida Amatista. Iremos cuatro chicos para que seamos pares en la cena.



            La chica pensó que, más que pares, parejas. Ella tenía muy claro quién iba a ser la suya y esperaba que Mazoui quedase definitivamente emparejado con Satory. Así pues se despidió quedando en verles al día ( más bien a la noche) siguiente.



-Y a ti te veo mañana, un poco antes.- Le comentó la muchacha a su novio guiñándole un ojo.-



Este convino en ello encantado. Al fin volvieron a su habitación.



-Avisemos a Tracer.- Le dijo Mazoui.-

-Sí, a ver a quien nos propone.- Comentó un divertido Leval.-



De modo que, los dos muchachos avisaron a su amigo para que les acompañase y éste a su vez se lo propuso a Timothy Mullins que aceptó con un lacónico "vale”.



-¿Lo veis chicos?- Les comentó jocosamente Tracer, una vez quedaron con ese oficial para el día siguiente.- Es un gran conversador.



Eso desató la risa de los tres. Convinieron con visible satisfacción que seguro que se lo pasaban muy bien. No obstante, Leval y Mazoui les comentaron a sus compañeros que deberían hacer algo para ayudar.



-Sí.- Acordó Mullins.-

-Bueno, yo con comérmelo todo creo que cumpliré.- Sonrió Tracer.-



Aunque por supuesto que, bromas aparte, pensaban en aportar algo. Sin embargo, ellas sólo les permitieron llevar la bebida. Y en cuanto al lugar, quedaron efectivamente en el apartamento de una de las chicas. Éstas habían decidido que celebrarían ese acontecimiento en el de Penélope, que era el más grande. De este modo, los ocho estaban dispuestos a divertirse y pasarlo bien, querían aprovechar esos escasos momentos de ocio y sobre todo, eliminar la tensión puesto que no sabían que nuevas sorpresas les podrían aguardar en aquella larga odisea en el espacio. En cuanto Amatista y Leval se vieron, unas horas antes, lo primero que hicieron fue darse un efusivo beso y después charlar con más detalle sobre esa cena. La muchacha en tanto iba caminando con sus muletas le decía.



-Será estupendo. Por fin quedaremos en grupo. ¡Lo pasaremos genial!

-Sí, seguro – convino él con gesto divertido para bromear acto seguido. - Siempre y cuando no cocines tú, nos podremos considerar a salvo.

-¡Oye!- exclamó ella fingiendo indignación, aunque se estaba riendo por aquel comentario cuando añadió. - ¿Qué te has creído? Puede que no sea una gran chef pero mi madre me enseñó a cocinar algunos platos. Además, soy francesa, cariño. La alta cocina y yo somos elementos consustanciales.

-¡Huum, vaya! - se rio el chico que parecía tener ganas de broma al decirle con cierto tonillo de sorna. – Cuánto has estudiado últimamente, usando palabras como esas…, consustanciales.



La muchacha se lo tomó de nuevo a risa pero obsequió a Leval con una sentida colleja.



-¡Eh!- No te pases. ¿Te crees que no me defenderé porque tengas que ir con muletas?- Replicó él agarrándola de la cintura con ambas manos y elevándola del suelo con pasmosa facilidad.



Amatista se rio, estaba encantada con aquello. Desde que salían juntos como pareja Leval se había relajado mucho. Ella le recordaba haciendo aquellas bromas a su hermana Kerria. Ese instante de recuerdo bastó para que se extinguiera su sonrisa, el muchacho se percató y con suavidad volvió a dejarla en el suelo. La chica se apoyó en un árbol cercano mientras él le preguntaba algo preocupado, en tanto se agachaba para recoger las muletas de ella y dárselas.



-¿No te habré hecho daño? Lo siento, a veces no calculo bien mi fuerza.

-No, no es eso- le sonrió Amatista para revelarle con voz queda. – No te preocupes, es que me vino a la memoria cuando tú y Kerria jugabais de esta manera. Y de pronto. Ya sabes…, les echo mucho de menos.

-Lo sé. Me sucede lo mismo a mí también. - Confesó el chico con un gesto más serio cuando enumeró. - Mis padres, mi hermana, tus padres, los tíos, los primos. Muchas veces me pregunto qué estarán haciendo, cómo irá todo en casa. Pero bueno, - agregó él tratando de animarles a ambos con un tono más jovial, en tanto asía con delicadeza un brazo de la muchacha para que ella se apoyase. - Siempre sueño con el día en que podamos volver a reunirnos.

-Seguro que llegará. – Convino ella dejándose sujetar encantada, para añadir ahora con un tono curioso que rayaba casi el profesional, en tanto reparaba en el árbol donde se había estado sosteniendo. - ¿Te lo puedes creer? Cuando leí las especificaciones de la aclimatación de este asteroide me fijé en que, para plantar los árboles y la vegetación, habían rellenado el suelo con una capa media de quince metros de grosor, a fin de que las raíces pudieran crecer y se sostuvieran. Lo cierto es que tenemos un microclima y una cadena trófica propia en esta nave.



Leval la escuchaba con interés. Desde luego, esa muchacha cada día daba muestras de aprender más y de aumentar su pasión por sus estudios y su trabajo. Aquello le gustaba, ya no se limitaba a charlar de sus marcas deportivas o a plantearle absurdos retos. Ni tampoco a tratar de llamar su atención. (Aunque claro, ya la tenía) El caso es que ahora iba descubriendo facetas en ella cada vez más fascinantes. Y era bonito que pudieran hablar de sus respectivos trabajos con verdadero interés. Él mismo replicó.



-Ten en cuenta que la estructura de esta roca posee un grosor de casi medio kilómetro de promedio. Eso nos protege  prácticamente de cualquier radiación letal del espacio.

-Sí, y la masa forestal también absorbe parte de la que pudiera traspasar la piedra y el hierro del asteroide. – Completó la muchacha. – Tenemos al menos tres kilómetros cuadrados dedicados a bosques y vegetación en esta nave. Lo que son unas trescientas hectáreas. Es un auténtico pulmón. Más que capaz de sustentarnos a todos. Debemos ser casi cincuenta mil personas a bordo. Sin contar animales.

-Es increíble, sí.- Convino el muchacho que seguía escuchándola realmente perplejo y encantado.-

-Y a eso, añádele la cantidad de agua que hay en circulación y la parte destinada a la producción de plancton vegetal.- Prosiguió ella.-



            Amatista se alegró de haber estado consultando esos datos días antes, para uno de los experimentos. Por alguna razón se los había aprendido. Pudiera ser que eso la asombrase y al mismo tiempo, la llenase de esperanza.



-Bueno, pues al menos tenemos una bonita casa en esta roca. ¿No crees?- Comentó él moviendo un brazo hacia arriba para señalar todo lo que les rodeaba. - Tu padre y los demás científicos  e ingenieros como el tío Zafiro, a cargo del proyecto, hicieron un gran trabajo.

-Les tomó muchos años sí. Sin embargo, a pesar de su gran mérito, ellos solamente hicieron un espacio habitable. Nosotros lo hemos convertido en un hogar – suspiró ella de forma bastante filosófica para lo que solía. – En tan solo unos pocos meses…

-Bueno, pues ya es hora de devolverla a usted a su pequeño hogar, en esta gran casa, señorita. – Sonrió él. –

-Una cosa. – Le dijo la muchacha, volviendo al tema de la cena. - Nos tenemos que asegurar de que Mazoui y Satory pasen un buen rato juntos allí.

-¿Mazoui y Satory? – Se sorprendió Leval mirándola con incredulidad. –Claro, pero…

-Tú, hazme caso – le cortó ella sonriéndose con cierta picardía. - Yo creo que harían una buena pareja. ¿No crees?

-Satory es maja, inteligente, atractiva y buena chica. – Convino él enseguida. -

-¡Eh!, tampoco te pases.- Le reprobó ella con divertido tono para sentenciar. – A ver si voy a tener que encerrarla en nuestro piso por si quieres ligártela a ella antes que a mí. Mejor déjala para tu primo.

-¡Vale, vale! No he dicho nada…- Se rio el muchacho.-

-Con lo que me ha costado tenerte para mí no voy a dejar que nadie más te eche las zarpas encima. Ni siquiera esos bichos contra los que te has peleado en ese planeta.- Remachó entre risas.-



Leval se rio con ella y se encogió de hombros, a él no le constaba ningún interés especial de Mazoui por la amiga de Amatista, pero si ella lo decía, sus razones tendría. Las chicas siempre solían estar más al corriente de esas cosas. De este modo ambos se alejaron por aquel agradable paseo del parque pensando en esa esperada celebración. Por fin, llegaron a la zona donde estaba el piso de Amatista.



-Tengo que irme ya.- Le dijo Leval.-

-Espero que no te riñan.- Bromeó la joven.-

-No, no te preocupes.- Se sonrió el muchacho.- Voy a hablar con los chicos. Para que sean puntuales y se porten bien.



            Eso hizo reír a su novia. Tras cesar sus carcajadas se besaron y ella le despidió en el portal. Leval se alejó en tanto Amatista le observaba. La joven se sentía realmente feliz. Aunque ignorante de que, a su vez, estaba siendo vigilada.



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