La espera transcurrió tensa, cada piloto estaba
ansioso por entrar en acción. Mazoui y Leval no lo estaban menos. Al principio
juzgaron que quizás serían unos minutos, luego media hora, una hora, dos…Mazoui,
cuyo buen humor se fue evaporando con la espera, llamó a Sandy para decirle
que, sintiéndolo mucho, quizá tendrían que aplazar la cena para otra ocasión.
-Lo lamento mucho. Con esta condenada alerta no
tengo idea de cuando podré estar libre.
-No te preocupes, lo comprendo. Es tu trabajo. Otra
vez será.- Declaró la chica.-
-Gracias, te llamaré.- Le prometió él, despidiéndose.-
Ella lo comprendió perfectamente y lo que era más
importante, su tono sonaba sincero.
-No tengo duda, se siente tan contrariado como yo. Eso
es bueno.- Sonrió Sandy diciéndose con buen talante pese a todo.- No me importa
esperarte, Mazoui. Todo lo bueno se hace esperar.
El interés amoroso de la morena científica estaba
igualmente impaciente por volver a citarse con ella. Aunque tenía que mantenerse
sereno y centrarse en su deber.
-Sobre todo, después de ese incidente en la
discoteca.- Pensó.-
Desde luego que, quizás Sandy lo hubiera pasado por
alto, pero había gente que no. Ya habían llegado a oídos de Mazoui algunas
cosas. No sabía exactamente quienes pero incluso algunos oficiales cuchicheaban
a sus espaldas preguntándose qué habría hecho con una pobre chica en ese lugar.
-Debo de tener mucho cuidado. Mi carrera está en
juego.- Se dijo.-
Leval mientras, pensaba sobre la posible naturaleza
de esa nube.
-No sé. Según los informes de la sonda parecía estar
compuesta de polvo estelar, gas y proteínas de lo más corrientes. No comprendo
a qué viene tanta alarma.- Comentaba aunque, sin embargo, añadió con mayor
prevención.- Bueno, pudiera tener algo más en su interior. Todavía no está a
tiro de nuestros sensores de corto alcance, entonces ya veremos.
Y la
gran masa gaseosa en cuestión se acercaba hacia la nave a una enorme velocidad,
dada su naturaleza en parte desconocida no se enviaron escuadrillas de cazas
para reconocerla por si eso pudiese ser peligroso para la seguridad de los
pilotos. Si se enviaron sondas que barrieron toda su extensión pero que no
pudieron aportar ninguna información realmente interesante. Los minutos
transcurrían lentos, arrastrándose, Mazoui fue al cuarto de su primo. Llamó a
la puerta. Llevaba su uniforme de vuelo y ahora estaba bastante nervioso para
lo que él acostumbraba cuando Leval le abrió.
-¡Maldita sea! ,- escupió alterado. -Tengo ganas de
hacer algo, ¡lo que sea! , menos estar esperando aquí sentado.
- Calma,- le pidió su compañero sorprendido de aquel
extraño nerviosismo, demasiado para alguien tan experimentado como su primo. Aunque
pensó que pudiera deberse también a otras cuestiones y quiso tranquilizarle. -
Esa nube se debe de estar acercando muy rápido y casi debe estar encima
nuestra, pronto tendremos noticias, para lo que sea.
- Ha sido muy oportuna, hoy que tenía planes para
cenar con Sandy.- Protestó Mazoui y Leval le miró inquisitivo, confirmando lo
que ya pensaba. -
- Vaya, ¿has hablado con ella y lo has solucionado?
Me alegro.- Declaró con tono más jovial. -
- La verdad es que fue ella la que se lo dijo todo,
pero gracias a eso ahora podré comportarme de una manera distinta. – Replicó su
primo que le contó la conversación, excepto por algún que otro detalle más
personal. -
- Seguro que esta vez las cosas irán mucho mejor. - Le
animó su contertulio. - No te preocupes, lo más probable es que esa nube no sea
nada serio. - Y dicho esto quiso saber al hilo de las percepciones de su amigo.
- ¿Tú no sientes nada?
- No, no sé si es que esa nube en efecto no es
peligrosa o mis poderes extra sensoriales están bloqueados, quizá por eso estoy
nervioso. No comprendo lo que me pasa con esa chica, cada vez que estoy cerca o
que simplemente pienso en ella es como si perdiera el control de mis emociones.
Y eso puede que afecte a mis otros sentidos. - Suspiró el inquieto Mazoui. –
- Viéndola no me sorprende. Es un auténtico bombón y
está muy interesada por ti – se sonrió Leval que no obstante afirmó algo
pensativo.- El caso es que, no sé cómo explicarlo. Cuando la veo me parece que
ya la había conocido antes…
-Sí, es curioso, tengo la misma sensación. Aunque no
sé de donde ni de qué.- Comentó su primo.-
Y
entonces fue él quien le dedicó a Leval una mira entre atónita e incrédula.
Éste, quizás adivinando lo que podría estar pensado su interlocutor, se
apresuró a declarar.
-Yo estoy muy feliz con Amatista. No es eso que
estás imaginando.
-Vaya, de modo que ahora eres tú quién me lee la
mente a mí.- Se sonrió Mazoui.-
-No te voy a negar que es una tía que está muy
buena, y a mí siempre me han gustado las morenas.- Y sonrió divertido tras esa
especie de confesión para agregar.- Pero ahora me he decantado por las rubias.
Y en cualquier caso, nada debes temer, ni de mí ni de nadie. Esa chica está muy
interesada por ti. De modo que no te apures. Si no es esta noche, será mañana.
Pero quedaréis. No tengas miedo, serás capaz de comportarte como todo un
oficial y caballero. - Remachó Leval.-
- Sí, tienes razón.- Replicó su compañero con mejor
talante y tono reconocido en la voz para declarar. - Debe ser eso, gracias por
escucharme, ahora me siento mejor.
- Para eso están los amigos, además de los primos. No
te preocupes, en que pase todo este asunto iremos por ahí a divertirnos con las
chicas. ¿Qué te parece? - Respondió animadamente su interlocutor. – Hasta podríamos
quedar los cuatro.
Mazoui
sonrió asintiendo y salió del cuarto, más calmado volvió a su habitación. Leval
se encogió de hombros y pensó, no sin cierta lástima por la pobre chica, que ya
no tenía sentido hablarle de Satory.
-En fin, así es la vida. Esa pobre muchacha tendrá
que superarlo…
Y a propósito de ésta y como ya casi era
normal, en cada situación de riesgo desconocido, fue avisada por la torre de
control. Junto a ella Penélope, Jen, Sandy y la propia Amatista que se había
pasado a verlas, dado que volvía oficialmente a su puesto al día siguiente, también
fueron requeridas.
- Los datos de la sonda indican fuertes
concentraciones de aminoácidos y algunas proteínas. – Les comentó Jen en tanto
leía los informes que llegaban procedentes de esas naves de reconocimiento. –
Es algo bastante común.
Tras escuchar esto el comodoro Hazzar les preguntó
su opinión acerca de la naturaleza de esa misteriosa nube. Penélope, como jefa,
fue la primera en aventurar una hipótesis.
- En mi opinión debe de tratarse de una acumulación
de polvo estelar, una nebulosa típica. No creo que sea nada grave, los escudos
la repelerán.
- Lo extraño es que se dirija precisamente hacia
nuestra nave. Como si tuviera algún tipo de inteligencia que la guiase. -
Observó Sandy con extrañeza. -
- Eso no es nada raro,- rebatió no obstante Penélope
descartando aquella extraña suposición, para argumentar a su vez. – Lo que
sucede es que debemos desprender una carga electromagnética muy fuerte, la
estaremos atrayendo. Por eso acelera según se acerca.
Su
interlocutora no replicó, objetivamente era así, pero ella se basaba en una
especie de intuición. De todos modos, no podía decir eso en medio de una
discusión científica y asintió sin demasiada decisión a las palabras de su
jefa.
- Claro Penélope, eso tiene sentido.- Acordó entonces
Amatista que inquirió a su amiga. - ¿Tú qué opinas, Satory? – Aunque ésta
aparentemente no la había oído, su inquisidora la movió tocándole un brazo e
insistió algo preocupada al verla con esa rara expresión de ausencia que
exhibía. - ¿Estás bien?...
-¿Cómo?,- reaccionó desconcertadamente como
despertándose de un sueño. - ¿Eh?...perdona Amatista, estaba distraía ¿qué era
lo que me preguntabas?
-¿Estás de acuerdo con la teoría de Penélope? - Le
insistió su amiga. -
-¿Teoría? – Repitió la aludida con expresión ausente.-
Las observó a todas con cara de no entender, ante
las atónitas miradas de sus compañeras. Entonces dijo de golpe como si se
hubiera percatado repentinamente de la situación.
- Sí, sí, tiene razón. Perdonad, tengo que verificar
unos datos,- añadió sintiéndose incómoda
puesto que no podía dejar de notar la inquisitiva mirada de Sandy. A la
que no tenía demasiadas ganas de ver precisamente. – Ahora mismo…no tardo.
Con
rapidez se alejó para consultar uno de los paneles, metido en otro cuarto
adjunto, que era visible a través de una mampara de cristal. Se comportaba de
una forma extraña y evasiva. Sobre todo con Sandy. Y fue precisamente su morena
compañera, quien pareció darse cuenta de ello, la que la siguió y se dirigió a
ella con algo de preocupación.
- Satory, ¿estás bien? No has dicho ni una palabra...-
Ésta le dedicó una mirada fría y no contestó. -¿Por qué me miras de esa forma,
tienes algún problema conmigo?...- le inquirió algo molesta. -
- No, yo no tengo ninguno.- Replicó su interlocutora
visiblemente enfadada añadiendo con retintín que sonaba demasiado forzado. - No
es por nada supongo, pero Mazoui sí que lo tiene. No creo que le gustara que
fueras hablando de él por ahí.
- Oye,- repuso Sandy con suavidad, quizás demasiada
tratándose de ella. - Yo no voy pregonando nada por ahí, os lo conté a vosotras
porque sois mis compañeras.
- No hacía falta que presumieses tanto.- Le
recriminó Satory de forma bastante agresiva para lo que en ella también solía
ser habitual, sobre todo cuando agregó con desdén. - ¡Pareces una cualquiera!
-¡Oye, niña rica!,- contestó la aludida irritada a
su vez por aquel tono tan descortés. - Yo hablo de mis asuntos cuando me viene
en gana y Mazoui ya es mayorcito para necesitar que tú le defiendas.
- Sé de sobra que es mayorcito pero no merece ser el
objeto de tus caprichos.- Respondió su contertulia bastante indignada. -
-¿Yo, caprichos? - Replicó Sandy forzando una risa de
sarcasmo para contraatacar. - Tiene gracia, ¡mira quién habla!, la niña mimada
que ha conseguido siempre todo lo que ha querido de su papá.- Añadió ahora con
el mismo desdén que antes utilizó su
interlocutora. -
Eso
a su vez le sentó muy mal a Satory que se revolvió para replicar con enfado.
- Lo que tengo me lo he ganado yo, para que lo
sepas. Tuve que criarme casi sola, no tuve una madre que lo hiciera por mí,
para que te enteres. Por lo menos la tuya podría haberte enseñado a comportarte
con un poco más de recato.
En esta última réplica Satory elevó
considerablemente el tono de su voz, lo que atrajo la atención de Amatista y
Penélope que se las quedaron mirando sorprendidas.
- No tienes ni idea de lo que dices, ¡solamente eres
una estúpida! - Escupió su polemista con visible malestar. -
- Sólo digo que no creo que a tu madre le gustara ver
que te comportas como una fulana. - Contestó a su vez, Satory, espoleada por
ese insulto. -
Amatista y Penélope ya estaban dispuestas a
intervenir para que la cosa no pasara a mayores, pero lo que ninguna se
esperaba fue la rápida reacción de Sandy. Ésta agarró a Satory por las solapas
de la bata y la empujó contra la pared.
-¿Cómo te atreves a hablarme así? - Gritó la morena
científica fuera por completo de sus casillas - ¿Qué sabrás tú de lo que es sufrir, estúpida? Me
repugna que una niñata producto de no se sabe que lío de su padre, presuma de
huérfana.
- Mi madre murió en un accidente,- gritó Satory que
en lugar de achantarse se sintió herida por aquel comentario. Aquello la
espoleó y llorando desconsolada replicó llena de indignación. - ¡No era ningún lío!
¡Era su mujer! .Y no te consentiré que digas eso de ella. Nunca la conocí, ¿qué
puede haber peor que eso?, dímelo...
La
reacción de Sandy fue de nuevo sorprendente, las otras no tuvieron necesidad de
separarlas, ya que soltó a su compañera
y relajó su cuerpo. Las lágrimas también brotaban de sus mejillas y de sus ojos
salió una mirada de tremenda tristeza que dejó a Satory muda de sorpresa.
-¿Quieres saber que puede haber peor que eso? - Le
respondió entre sollozos. - Yo tenía cinco años y a mi madre la asesinaron ante
mis ojos, la apuñalaron con saña delante de mí. Pude ver como se desangraba, por
salvarnos la vida a mi padre y a mí. ¿Acaso tú viste como mataban a tu madre
delante de ti, o cuando creciste te dijeron simplemente que eras huérfana?
¿Acaso crees que pueda ser lo mismo?
- Lo siento,- balbuceó Satory sintiéndose completamente
hundida. ¿Cómo iba a poder imaginarse
aquello? A fin de cuentas lo suyo era muy triste, pero ella no llegó realmente
a conocer a su madre, pero lo de Sandy...Apenas pudo añadir con visible pesar - no lo sabía.
- ¿Sabes lo que es ser una niña y despertarse
gritando en la oscuridad, viendo aquella escena una y otra vez? Todavía tengo
pesadillas. Aún me despierto con lágrimas. Cada vez que cierro los ojos la veo
en el suelo, cubierta de sangre y tratando de respirar mientras se esforzaba
por sonreírme en su agonía. ¿Y te atreves a compararte conmigo? He tenido que
pasar por muchos sufrimientos para llegar hasta aquí.- Añadió Sandy destrozada
por el dolor, para agregar con un débil eco de voz queda. - Sólo te pido que
dejes de prejuzgarme.
Satory
no supo que decir, se sentía realmente culpable ahora. Pero jamás hubiera
podido imaginarse una cosa así. Por fortuna, Amatista y Penélope se
interpusieron entre ellas. No habían llegado a oír la conversación con
claridad. De modo que la doctora Winters, sacando su frío genio de jefa del
grupo les habló a las dos.
- No sé que está pasando aquí, ni quiero saberlo,
pero se va ha terminar ahora mismo. Cada una de vosotras volverá a sus
ocupaciones.- Hubo un tenso silencio que la responsable de investigación trató
de romper con un tono más conciliador a la vista de los rostros desencajados y
llorosos de ambas. – Será mejor que os toméis un tiempo para serenar los
ánimos. Cuando os calméis ya hablaremos...
Aquello
le tomó totalmente desprevenida. ¿Qué diablos habría pasado entre esas dos?.
Supuso que posiblemente la figura del mayor O´ Brian estuviera de por medio. En
cualquier caso eso no justificaba ese tipo de comportamiento. Las dos eran adultas
y profesionales. Y hacer ese tipo de escenas en el puente de mando no le daba
demasiada buena publicidad a las Fairy- Five. Por suerte para todas, estaban
tras una mampara ubicada en un recoveco de esa enorme sala y ningún oficial o
personal ajeno al grupo de científicas había sido testigo de aquello. Por ello
comentó con tono entre resignado y entristecido.
-Me vais a obligar a tomar medidas más drásticas si
esto se repite.
-Lo siento.- Musitó Satory entre lágrimas.-
- No creo que haga falta, Penélope. Ya se ha
terminado, ¿verdad, chicas? - Intervino
Amatista con un tono muy suave para ayudar a poner fin a aquella enojosa
situación. - Bueno, creo que será mejor que Satory y yo vayamos al cuarto de
sensores para hacer algunos cálculos, anda ven - la tomó gentilmente de la mano
y se la llevó de allí. -
Al
menos, Penélope se sintió aliviada de que , por esta vez, lejos de estar
involucrada en esa disputa, fuese Amatista quien mediase para calmar los
ánimos.
-Ahora que consigo que esta muchacha entre en razón,
es Satory la que parece haberse desquiciado.- Suspiró la doctora Winters moviendo
la cabeza.-
Sandy entre tanto miró alejarse a su polemista sin
poder evitar sus lágrimas. Todo el autocontrol que había demostrado hasta
entonces con aquella máscara de dureza y el modo arisco que emplease, habían
saltado por los aires en cuanto se relajó y había comenzado a experimentar un
poco de felicidad. Aquel debía de ser su sino. Penélope se limitó a mover la
cabeza preocupada por la situación. Jen, las había observado sorprendida desde
el otro lado pero no dijo nada y continuó ocupándose de los cálculos. En el
fondo, esas dos muchachas le daban mucha lástima. Pero no podía hacer nada.
-Ese asunto es únicamente entre ellas. No deseo
mezclarme. Bastante cosas de las que ocuparme tengo ya.- Pensó. -
Por su parte, la jefa de investigación suspiró, cada
vez que parecía que todo iba bien entre ellas se producía otro desencuentro
-Tenemos demasiadas cosas que hacer. Y mucho en
juego. No podemos permitirnos estas disputas internas.- Meditaba con
preocupación.- Sin ir más lejos, espero no haberme equivocado.
Y es que en ese momento la nube rodeaba ya la nave. Por
suerte, tal como pensaba la doctora Winters, fue desviada por los escudos. De
hecho pareció que chocase contra ellos para acto seguido retirarse al espacio y
alejarse de su posición. Aunque en una zona del escudo menos reconfigurada
saltó un chispazo, pero eso pasó desapercibido en un primer momento pues era
relativamente normal. Tras comprobar que la nube se alejaba Spar, en efecto,
canceló la alerta. Los pilotos recibieron permiso para salir de sus bases y
Mazoui llamó a Sandy. Dejó un mensaje en su contestador porque ella no estaba
en su apartamento. Leval por su parte decidió ir a buscar a su novia. Ésta
mientras tanto llevó a Satory al cuarto para hablar con ella. Se imaginaba el motivo de toda aquella
discusión. Iba a reprenderla, aunque con tacto, por su celosa actitud hacia
Sandy. Pero su amiga se echó de nuevo a llorar. Amatista no se vio capaz de
regañarla y sí que trató de consolarla mirándola con un compadecido pesar.
- Cálmate mujer, no vale la pena que te pongas así. Ella
no sabe que tú quieres a Mazoui.
- Es verdad,
pero no he podido evitarlo. Sé que ella no tiene la culpa, pero estoy
tan herida y ahora después de lo que me ha dicho. ¡Me siento tan mal! Yo no
sabía nada de eso. ¿Tú me comprendes, verdad?
-¿Qué te ha dicho?- Quiso saber su preocupada amiga
que era ajena a ello puesto que la discusión se mantuvo en ese otro cuarto de
aislamiento. -
Satory
apenas sí pudo hacer un mínimo resumen que dejó a Amatista helada, ¡pobre
Sandy! Ahora podía llegar a comprender muchas cosas. Sentía un escalofrío
recorrerle la espalda al recordar el momento en el que insultó a la madre de
esa chica y comprobar como ésta se lo tomó. Era lógico, ella habría hecho lo
mismo sin dudarlo. ¡O quizás habría reaccionado aun peor! Y tampoco se le podía
reprochar nada en el tema de Mazoui, lo único que pudo hacer fue dirigirse a su
amiga en un tono suave y en lo posible, confortador.
- Sí, te entiendo, he pasado por eso mismo y he
aprendido que no se puede una desesperar. Si él no te ha elegido debes dejarlo
estar, no se puede obligar a nadie a que te quiera.
- Es cierto - respondió Satory enjugándose las
lágrimas para añadir con un intento de sonrisa. - Tienes razón, no te
preocupes, te prometo que no sufriré más.
- Tú vales mucho. Hazme caso. Eres una mujer
extraordinaria, y no lo digo solo por tu inteligencia y tu bondad. Además, eres
atractiva.
Como
su interlocutora movía la cabeza con incredulidad, como si estuviera escuchando
algún disparate, su amiga le insistió.
-¡Es cierto! No eres nada fea, acaso eres algo
sobria y bastante apocada. Bueno, quizás no tanto ya. Admito que, para
plantarle cara a Sandy, se necesita tener valor.- Remachó casi como si
reflexionase sobre ello en tanto le decía casi con jocosidad y tratando de
desdramatizar aquello. – Anda, vámonos a
tomar algo y te sentirás mejor, ¡fierecilla!
El
caso es que logró arrancar una tibia sonrisa a su amiga. Eso estaba mejor, Amatista
se la devolvió, animándola en tanto le pasaba un afectuoso brazo sobre los
hombros. De este modo salieron juntas de la habitación. Fuera les dijeron que
la amenaza de la nube había pasado y ambas volvieron a su apartamento, al menos
podrían cambiarse y descansar un poco. De lejos Sandy las vio salir. Lo sentía
por esa chica, y también suspiraba. Al menos su antagonista tenía una buena
amiga con la que podía contar. Pero, ¿a quién tenía ella?... ¿A quién podría
recurrir y confiarse? En eso pensaba con amargura cuando Penélope se dirigió
hacia donde estaba y tras sentarse en una banqueta a su lado le dedicó una
mirada llena de preocupación.
-Lo siento mucho. - Pudo decir Sandy con tono
abatido. Para sentenciar.- Sé que debes estar harta de mis enfrentamientos con
todo el mundo. Entenderé que quieras prescindir de mí…
Pero
su jefa no le dejó continuar, tomándola de los hombros le obligó a enfrentar su
mirada con los duros ojos de ella y le replicó con tono firme pero considerado
a un tiempo.
-Haz el favor de dejar de decir tonterías. Aquí no
se va a prescindir de nadie. Tú eres una científica con mucho talento y muy
trabajadora.
Eso hizo que su interlocutora la observara entre
atónita y agradecida, pero Penélope no había concluido y añadió.
-No tengo idea de lo que ha sucedido entre vosotras
dos. Pero no creo que fuese únicamente culpa tuya. Es más. No me importa el
motivo de esa disputa. Lo que quiero es que la solucionéis. Os guste o no somos
casi una familia. Solamente nos tenemos los unos a los otros en medio del vacío
del universo. Sabes tan bien como yo que únicamente la armonía podrá
permitirnos salir adelante. A nosotros y a miles de personas que nos acompañan
en este viaje y que dependen de lo que hagamos. Somos quizás su única esperanza.
No podemos renunciar y menos aún pelear entre nosotras. ¡Somos las Fairy Five! Tenemos
una reputación que mantener.
-Es verdad.- Pudo decir su avergonzada interlocutora
en tanto su jefa le ofrecía un pañuelo para que secase los restos de sus lágrimas.-
Lo lamento mucho. Gracias por darme una oportunidad…
-Sandy, si quieres hablar de lo que sea estoy
dispuesta a escucharte, y si puedo hacer algo por ayudarte, no dudes en acudir
a mí.
La
muchacha sonrió ahora más reconfortada. Asintió aunque dijo con tono de
resignado pesar.
-No te preocupes. Ya me has ayudad con tu confianza.
Pero hay cosas que nadie puede hacer por mí. De veras. Te lo agradezco mucho.
Mañana te prometo que lo aclararé todo con Satory y le pediré disculpas.
- No quiero que le pidas disculpas.- Terció
Penélope.- Como te dije antes, no es cuestión de que nadie tenga la culpa de
nada. Sencillamente sois dos buenas personas que se han visto sobrepasadas por
algún acontecimiento. Y no estoy hablando contigo por ninguna causa en particular.
Créeme que mañana mismo tendré una conversación con Satory sobre esto. Ahora
vete a casa y descansa.
- Pero quedan todavía cosas que hacer aquí.- Quiso
oponer la muchacha.-
- Nada que no pueda resolver yo misma con Jen.
Sandy, vete y relájate. Duerme bien y mañana te quiero aquí como si nada
hubiera pasado.- Le ordenó, aunque con tono afable.-
-Muchas gracias. Te prometo que así será. – Sonrió
la muchacha ahora con mucho más optimismo.- No te decepcionaré. Ya no.
Y
siguiendo las instrucciones de su jefa recogió sus cosas y se fue a su piso. Pensaba
en que Penélope era una gran mujer y se había ganado su respeto. Podía decir
eso de muy pocas personas, su propio padre, su amigo Scott y casi nadie más. La
doctora Winters desde luego que tenía madera de jefa y sabía reprender o animar
a sus subordinadas según el momento lo requiriese.
-Ojalá pudiera ser parte activa en este equipo y ser
amiga de todas ellas. Pero no puedo.- Se decía con pesar, repitiéndose una y
otra vez.- Eso sería todavía peor.
Por su parte, las otras dos muchachas llegaron al
apartamento que compartían. Al menos hasta hacía unos días. Después de adecentarse
Amatista pensó en animar a su amiga e invitó a Satory a tomar algo.
-Venga.- La animaba con afectuosa jovialidad.-
Saldremos un poquito y charlaremos. De nuestras cosas de siempre.
-No sé.- Pudo decir su dubitativa interlocutora.- No
tengo demasiadas ganas de salir.
-Te hará bien.- Insistió su compañera.-
Al fin pareció que Satory daba su brazo a torcer.
Amatista se alegró, saldría un ratito a despejarse y a confortar a su pobre amiga y luego iría al
lugar en el que ahora se alojaba para ensayar. Así las cosas ambas muchachas justo
iban a marcharse a una cafetería cuando llegó Leval.
- Hola chicas, la nube resultó ser una falsa alarma.
– Les explicó él –
-Hola. No te esperaba - sonrió su pareja.-
-Te fui a buscar a tu piso, pero como no estabas
pensé que habrías venido aquí.- Le contó él.-
El muchacho quería invitar a su novia
a tomar algo pero se percató de que estaba lista para salir acompañando a
Satory. Notó algo en la expresión de ésta. Temiéndose la razón de aquel
semblante tan abatido fue rápido de reflejos y decidió hacer extensivo el
ofrecimiento a las dos.
- Os invito a tomar un café. Tengo ganas de charlar.
- Estupendo.- Sonrió su novia agradeciendo en
silencio al chico su gesto para añadir con más jovialidad. - ¡Qué casualidad!,
nosotras íbamos a tomar algo ahora mismo.
- Iros vosotros, yo no resultaría una compañía
demasiado alegre.- Musitó la apenada Satory
no queriendo ser un estorbo. -
-¡De eso nada!,- le respondió Leval con un tono de
mucha simpatía. - Tú te vienes con nosotros. ¡Anímate mujer! no sé por qué
estás tan triste pero ya es hora de que te alegres un poco. Como decía mi padre en las fiestas que montaba con sus
amigos. ¡Come on, everybody! ¡We don´t need this
crap! Creo que era una canción de esas que
cantaban los Handsome boys.
Incluso a su pesar las chicas rieron
por aquel comentario. En especial Amatista que recordaba a su propio padre
comentar algunas de las cosas que Roy, el padre de Leval, les hacía en el
Rincón del Alma y del Tiempo, donde de jóvenes entrenaron para luchar contra
los demonios. Y aquellas sesiones de Karaoke míticas que montaron después,
siendo sus padres aun solteros. Por lo que parecía, esa fue una de las maneras
en la que llegaron a ser una piña. Aunque cada uno tuviera su propio carácter y
manera de ser. De hecho, según le contase su madre, su padre, de ser un
orgulloso y algo inflexible príncipe paso a ser una persona mucho más relajada
y jovial. Siempre apreció mucho a su amigo Roy. La propia Amatista guardaba de
él y de la señora Malden un gratísimo recuerdo. Quería imaginar cómo tuvieron que
ser las aventuras que compartiesen sus padres y los de su novio para llegar a ser
unos amigos tan entrañables. Prácticamente hermanos. Ahora la muchacha se daba
cuenta de que, a su modo, estaban reeditando aquella tradición. Ojalá que algún
día cuando fueran mayores y tuvieran hijos e hijas, pudieran contarles todo lo
que hicieron y sus aventuras. Leval, entre tanto seguía comentándole alguna
cosa más jocosa a Satory y logrando que
la muchacha riera aunque fuese un poco.
-¿Vuestros padres
tenían un grupo de música?. Eso no lo sabía.- Dijo Satory.-
-Bueno, creo que lo
formaban esporádicamente. Para cantar en fiestas que montaban con sus amigos.-
Comentó Leval.-
-Mi padre tenía un
saxofón en casa. De pequeña lo vi alguna que otra vez, pero nunca le oí
tocarlo.- Intervino Amatista.-
-Y luego los
primos Granate y Cory, junto con mis primos Alan y Lance, quisieron reeditar
aquello, formando los “Handsome Sons”- Comentó Leval.-
Su expresión animada se extinguió un
poco con el recuerdo de su difunto primo. Lo mismo que Amatista. Satory se dio
cuenta y lamentó que los dos se hubiesen entristecido tratando de animarla.
-Seguro que eran
tan buenos como vuestros padres. Quizás podáis contarme más cosas de sus fiestas.
El mío no habla mucho de eso. Bueno, quizás sí, ¡alguna vez me comentó lo caras
que la salían!
-Pues si hasta al
padrino Ian le parecían caras, no quiero ni pensar lo que gastarían.- Sonrió
Amatista recobrando su buen talante.-
-Me parece bien. Te
contaré todo lo que sé por mis padres.- Convino Leval, pidiendo eso sí.- A
cambio te vienes con nosotros.
Finalmente Satory aceptó agradecida la oferta y Amatista asintió con aprobación. Su pareja había
demostrado mucho tacto y se esforzaba a ojos vistas por animar a esa pobre
chica. Hasta sacaba un sentido del humor que había estado inédito en él. Al
menos ella no lo conocía. ¿Cuántas virtudes más tendría ese chico en su
interior? Ojalá que fuesen todas tan agradables. Así las cosas, los tres se
fueron a una de las mejores cafeterías de la nave. En esa en la que estuvieron
él y su novia. Aquel día les atendió una muchacha de cabello castaño. Una vez
pidieron Amatista les dijo alborozada.
-Aún no me ha dado tiempo a contároslo pero mandé una
petición al comité de festejos y he recibido una carta de respuesta del contraalmirante
y la comisión civil. ¡Lo he conseguido! ¡Me han invitado a cantar en la
ceremonia del aniversario de la partida!
-¿De verdad? - Pudo sonreír más sinceramente Satory.
Para ella esa era la primera noticia alegre en varios días - ¡Es maravilloso!,
seguro que tendrás un gran éxito.
- ¡Felicidades! – Secundó Leval.- Eso era lo que me
contaste en el hospital, recuerdo que ya estabas con esa idea. Es estupendo que
lo hayas conseguido.
- Lo es, pero antes debo de ensayar mucho. Tengo que
reservar hora en el auditorio. Además, empiezo con las clases de karate otra vez,
mañana.
- Tampoco quieras hacerlo todo a la vez. Ve, poco a
poco.- Le aconsejó su novio que parecía divertido y encantado por tal
entusiasmo. -
- Tienes razón, pero es que tengo tantas ganas de
volver a hacer lo que más me gusta.- Respondió la interpelada transluciendo su
ilusión casi infantil. - Quiero recuperar mucho del tiempo perdido.
- Esta es mi chica impulsiva y cabezota, que quiere
hacerlo todo a la vez.- Le dijo él con tono divertido y algo pícaro. Amatista
frunció el ceño pero Leval lo arregló añadiendo con desenfado. - ¡Por eso me
gustas, tonta! – y lo rubricó besándola con suavidad en los labios. -
Su
acompañante les miraba sonriendo pero en su interior envidiaba la felicidad que
ellos demostraban. ¡Ojalá Mazoui se hubiera fijado en ella así!, hubieran
podido quedar los cuatro para hacer salidas de parejas. Seguro que el otro
chico la besaría con el mismo cariño que Leval
demostraba con su amiga. Pero era tan tímida que se ruborizaba solamente
de pensarlo. Y en lo relativo a los hombres no tenía demasiada confianza en sí
misma. Pese a lo que su amiga le aseguraba no pensaba que pudiera compararse a
chicas como la propia Amatista o Sandy que además de inteligentes y preparadas,
eran audaces e imponentes como mujeres. Contra ellas siempre tendría la batalla
perdida. ¡En fin! sería mejor dejar de pensar en ello. También su compañera
tuvo más que esperar y sobre todo, desesperar mucho, hasta que Leval por fin se
fijó en ella. Y Satory la estuvo animando durante todo ese tiempo. Algún día
seguramente que conocería a alguien...
-Bueno, nunca se sabe que podrá suceder.- Se dijo
tratando de sentirse mejor.-
Por
su parte y tras hacer caso a su jefa y marcharse del laboratorio, la morena
científica llegó a su piso. Se metió dentro y cerró la puerta con suavidad.
Tuvo tiempo de darse una ducha caliente para tratar de relajarse un poco.
Pensaba en todo lo sucedido. Penélope era una buena mujer, quizás de
temperamento inflexible y a veces bastante dura. Pero era lógico. Siendo la
responsable de ese proyecto. Y tuvo que admitir que no se lo había puesto nada
fácil. De hecho la comprendió desde el primer día. Por sus propias vivencias Sandy
sabía muy bien lo que era sufrir para conseguir casi cualquier cosa en la vida.
Y esa mujer desde luego había llegado hasta donde estaba trabajando muy duro,
lo mismo que ella. Con solo mirarla podía percibirlo. Nadie le regaló nunca
nada. En eso eran iguales las dos. Por ello le tenía bastante respeto e incluso
un creciente afecto, ahora que veía que también, después de todo, era humana.
En cuanto a Satory estaba claro que no era mala chica. Por desgracia, se había
ido a enamorar de Mazoui. Pero ahora lamentaba haberle dicho aquellas cosas.
Esa muchacha también tenía su drama personal, no como el suyo pero estaba claro
que estaba allí por méritos propios. La había visto trabajar y era realmente
competente. Más que eso, una autentico genio. Realmente fue bastante injusta
con ella. No era una recomendada sino una gran científica.
-Me siento mal por lo que le dije, espero poder remediarlo.-
Meditaba bajo la ducha.-
De Amatista ya no se preocupaba ni recelaba. Es más,
esa chiquilla había demostrado también deseos de mejorar y aprender. Y sobre
todo, había madurado mucho en poco tiempo. Seguro que si esta situación se
hubiera producido semanas antes la francesa habría saltado a defender a su
amiga y hubieran acabado bastante mal. En cambio ahora fue muy conciliadora y
de hecho no la miró con enfado, ni tan siquiera reprobación, cuando las separó.
Al contrario, Sandy sintió como esa chica hasta la comprendía. Y finalmente estaba Jen. Aunque con esa
muchacha aparentemente tan normal, se sentía desconcertada. No era capaz de
entrever nada raro, lo que de por sí le parecía extraño. Parecía ser
exactamente lo que aparentaba. Una jovencita común y corriente con una vida
fuera del laboratorio y que iba a sus cosas. De todos modos sospechaba algo
extraño de ella sin saber por qué. Y es que todo el mundo tiene siempre algo
que esconder. Al menos así pensaba la morena científica. Tras salir de la ducha
y secarse el pelo.
-Eso es lo raro, que sea tan normal.- Reflexionaba.-
Aunque cuando la miro a los ojos, soy incapaz de ver nada.
Quizás en eso era víctima de su propia situación y
estuviera equivocada. Entonces un sonido la sacó de esos pensamientos. Escuchó en
el contestador la dubitativa voz de ese chico.
-Sandy…soy yo… Mazoui, bueno…pensé que como han
cancelado la alerta podríamos retomar lo de la cena... si es que te viene bien…
claro. Espero tu respuesta…Hasta luego.
La joven pudo sonreír, eso era lo que
necesitaba para olvidar el disgusto anterior…Ahora le tocaría trabajar un poco
en la cocina pero seguro que merecería la pena. En cuanto tuviera todo listo
respondería…
-Sí, va a ser una velada muy especial. - Se decía
llena otra vez de optimismo.- Te sorprenderás…ya ha llegado el momento de que
pasemos a cosas más serias tú y yo…
Por su parte, tras poco más de una hora, el aludido
en el pensamiento de la chica recibió una llamada. Había vuelto a su habitación
tras salir a dar un paseo, descolgó el teléfono, era Sandy que le comentó con
tono jovial.
- Hola Mazoui, ya he vuelto y he oído tu mensaje,
pásate por casa a la hora en que habíamos quedado, ¿vale? Estoy impaciente por
verte.
- Ahora son las seis, dentro de un par de horas, si
te parece bien estaré ahí.
-Me parece perfecto. Te espero.- Contestó ella con
un tono bastante sugerente.-
- Hasta pronto entonces - se despidió el joven colgando instantes
después. -
Las dos horas pasaron volando, él las
invirtió en ducharse, cambiarse con ropa de paisano y en comprar una botella de
buen vino. Se acercó dando un paseo hacia el apartamento de Sandy. A las ocho
en punto llamaba a la puerta. Ella le abrió vestida con un ajustadísimo vestido
de cuero negro que marcaba todos sus encantos, el chico al verla casi
tartamudea.
- Ho, hola ya estoy aquí...- Pudo saludar el
impactado muchacho. -
- Sí.- Sonrió Sandy afirmando con voz melosa. -
Ya lo veo, eres muy puntual, eso me gusta. Ven, pasa, vamos a cenar.
Mazoui
pasó algo cohibido, quería controlarse para que no volviera a ocurrir lo del
día anterior. Pero esa mujer se lo estaba poniendo bien difícil, enseguida se
colgó de su brazo derecho y le llevó hasta una mesa muy bien puesta, con dos
candelabros dorados donde titilaban las llamas de dos velas y una cazoleta
cubierta.
-¿Todo esto lo has preparado tú?- Inquirió el joven,
casi avergonzándose de lo ridículo de su pregunta.-
-Sí, yo solita.- Sonrió la muchacha que parecía
divertida al agregar.- Anda, ponte cómodo.
Ella le indicó entonces que se sentase pero el chico
se mostró galante apartándole a ella la
silla. La muchacha agradeció el detalle con una sonrisa, se sentó y sirvió a
Mazoui la cena comentándole con cierto toque de misterio en su voz.
- Espero que te guste, luego tengo un postre muy
especial...
Su invitado probó la comida, se
trataba de una merluza con salsa, estaba exquisita. Los dos cenaron con deleite.
-Eres una magnífica cocinera. Tienes un gran
talento, no había probado nunca una merluza tan buena.
-Tuve muchos años para aprender y practicar. – Sonrió
ella visiblemente halagada dado que ese muchacho era trasparente en sus
comentarios y podía ver con facilidad que lo decía de corazón. – Desde niña…
-Es una suerte que hayamos podido quedar al final.
Ya casi estaba seguro de no verte por
culpa de esa maldita alarma. ¡Vaya una pérdida de tiempo! - Se lamentó él. -
-Tal y como están las cosas. Más vale prevenir que
lamentar. – Afirmó la muchacha a lo que su interlocutor tuvo que darle la razón,
añadiendo pese a todo. – Pero me he alegrado mucho cuando escuché tu mensaje,
ni te lo imaginas.
- Me siento halagado – sonrió él confesando con
cierto rubor.- Me daba cargo de conciencia el haberte llamado para aplazarlo.
Pero, no podía haber hecho otra cosa, de haber sido necesario…
- Comprendo que siendo militar no tienes más remedio
que cumplir con tu deber.- Afirmó ella haciéndose cargo.-
-Sí, es verdad. Es mi obligación – suspiró el chico resignado
a la par que añadía. - La vida en el ejército es así. Tienes que estar en permanente
alerta.
-Y más en esta nave – convino Sandy que le dedicaba
fugaces miradas a cual más pícara añadiendo. - Pero la incertidumbre y el
riesgo también son excitantes. ¿No crees? Tener siempre una rutina fija sería
muy aburrido.
-¡Y pensar que siempre soñé con tener aventuras
desde que era un niño! – exclamó él sentenciando con sorna. – Pues ahora agradecería
unos días, aunque solamente fueran dos o tres sentado en un sofá, o quedando
contigo.
-Bueno, hay sitios mejores que un sofá. – Sonrió
ella con un tono insinuador en tanto posaba una de sus manos sobre otra de él.-
¿No te parece?
El chico tragó saliva. Aquello comenzaba a
calentarse de nuevo, como pudo desvió el tema de la conversación y charlaron de
la jornada, (por supuesto que ella no comentó el incidente que tuvo con Satory).
Al terminar, el chico le dijo sonriente y mucho más relajado ya.
- La cena ha sido deliciosa, pero. ¿Qué pasa con el
postre? Me prometiste que iba a ser muy especial.
-Sí.- Sonrió
Sandy y se levantó haciendo ademán de alejarse en tanto añadía con voz
insinuadora. - Es verdad, ahora mismo te lo sirvo.
Y sin previo aviso se colocó ante Mazoui y se bajó
la cremallera de su vestido. Para sorpresa de su cita estaba completamente desnuda.
La joven se sentó a horcajadas sobre las piernas de él para decir con un jadeo
muy sensual.
- Saboréalo bien, espero que te guste...
El
corazón del chico dio un vuelco. Abría unos ojos como platos a la vista de ese
cuerpo escultural. Estaba muy excitado, notaba que de nuevo empezaba a no poder
controlarse, sólo deseaba del modo más ferviente no se transformarse con sus
rasgos demoniacos otra vez. Ahora no tendría luz roja ni escapatoria posible, y
por desgracia para ella, Sandy tampoco.
-Esto se está poniendo muy bien.- Suspiraba Jennifer.-
Aunque
ya lo había imaginado, no dejaba de ser excitante. Por un momento le asaltó la
envidia. Pero tuvo que dejarlo para más adelante cuando Penélope la llamó.
-¿Dónde estás, Jen?- Se escuchaba la voz de la
directora de las Fairy – Five.- Tenemos que terminar con unos cálculos antes de
irnos.
La chica
estaba en el aseo. Guardó esa libro en su mochila y no tardó en responder.
-Enseguida salgo.
-¡Oh, disculpa!- Se oyó la azorada voz de Penélope
al percatarse de que estaba allí.-
Jennifer
se preparó para salir del cuarto de baño, tras atusarse un poco el pelo,
pensaba entre fascinada y divertida.
-Lo de aquí es muy interesante, lo que sucede en la
Tierra tampoco se queda atrás. Y sigo sin saber porqué tengo que ayudar a esa
individua. No me gusta nada. Aunque son órdenes y no puedo elegir, preferiría
estar de parte de la otra.
Y a
muchos miles de años- luz de allí, en su mundo madre, la vida seguía. Kerria no
renunciaba a sus metas. Es más, las cosas daban la impresión de irle mejor que
nunca. Estudiaba derecho con mucho tesón. Y por si eso fuera poco, ahora volvía
a estar enamorada. Había sucedido de la manera más imprevisible para ella. Su
propia jefa de campaña, Samantha, se le había declarado tras la intervención
que protagonizó en el programa de Al Mats, revelando su condición de lesbiana.
-Es una chica estupenda. Me alegro mucho de haber
dado este paso.- Pensaba.-
Y
además, tenía que ir a hacer unas pruebas. Como estudiante de leyes logró un
puesto para ayudar en el papeleo de un bufete importante de abogados. Lo
curioso es que apenas echó la solicitud fue llamada de inmediato.
-Apenas llevo un año y medio de derecho.- Se dijo no
sin estupor.- Seguro que habrá muchos más candidatos que yo que estén mejor
preparados. Aunque puede que, si han leído mi nombre en el expediente y me
conocen, deseen darse publicidad.
Aquella
era la cara negativa de la fama. Ella ansiaba lograr ser una buena abogada por
méritos propios. No quería bajo ningún concepto lograrlo por ser conocida. Y mucho
menos tras el revuelo mediático que había causado. Desde luego que, en eso, no
coincidía para nada con su prima Katherine. Había charlado con ella poco
después de esta, junto con Idina, la hubiera apoyado en aquel programa. Después, la hija de su tía Cooan había retornado
a su universidad. Tenía muchas cosas que hacer allí. Aunque Kathy se mantuvo un
tiempo cerca de Nueva York. Quedaron un par de veces y en una de ellas, Kerria
la puso al tanto de esa llamada, confesándole esos temores.
-¡No seas tonta, chica! - Replicó jovialmente su
prima.- Es una magnífica oportunidad, ¿no?
-Sí, eso sí.- Tuvo que concederle Kerria.-
-Pues aprovéchala.- La animó.-
-Es que no deseo que piensen que me estoy beneficiando
de mi fama.- Le objetó.-
-¿Y qué si fuera así?- Replicó Kathy sin tapujos.- Te
lo has ganado. A mí me han ofrecido algunos papeles como actriz después de las
Justices. Y cuando termine periodismo quisiera triunfar como comunicadora. Si
nuestra carrera musical me ayuda estaré encantada de aprovecharlo.
-No es lo mismo, Kat.- Suspiró su prima.- El mundo
del espectáculo es una cosa y ser letrado otra muy diferente. No tienen ninguna
relación. Tú has demostrado que vales como artista, pero yo tengo que conseguir
demostrar que puedo llegar a ser abogada.
-Y lo harás. Esto es sencillamente una oportunidad para
ti de poder probarlo.- Insistió su interlocutora, que añadió de un modo más lógico.-
Mira, si no eres capaz de estar a la altura, no les importará que seas una celebridad
en otras cosas, Ky.
-Sí, quizás tengas razón.- Tuvo que admitir la
interpelada.-
Y
es que pensaba en qué podrían opinar sus padres e incluso su hermano Leval.
¡Ojalá él estuviese aquí! De seguro que la aconsejaría muy bien.
-Tú siempre trabajaste mucho para lograr cumplir con
tus sueños. Yo únicamente deseo hacer lo mismo con los míos.- Se dijo con una
mezcla de ánimo y añoranza.-
-¡Claro, mujer! - Exclamó Kathy, sacándola de esas reflexiones,
y agregando.- Y he estado pensando, como Idina me dijo que su último año iba a
estar muy ocupada en la facultad con prácticas y demás historias, creo que tú y
yo podríamos hacer una gira las dos juntas. Para promocionarlos más.
-Ahora me es imposible.- Rechazó Kerria.-
-Podemos dejarlo para el próximo verano, y actuar no
como las Justices, sino como un nuevo grupo.
Y
ante el gesto sorprendido de su prima, Katherine le propuso.
-¿Qué te parece el nombre que se me ha ocurrido? ¡Las
Ky-Kat! Por Ky, tu apodo y Kat, el mío.
-Pues no suena
mal.- Valoró su interlocutora.- Pero dame tiempo para pensarlo. ¿Vale?- le
pidió con algo de apuro.-
-Tranquila, te
daré unos meses. - Concedió Kathy.- Espero que, para entonces, todo este tema
se habrá calmado y tú hayas podido demostrar lo buena abogada que puedes ser.
-Eso es lo que más
me gustaría. Tanto como a ti triunfar en Hollywood. – Declaró su prima.-
Y tras esa conversación Kerria
decidió que, al menos en una cosa, Kathy llevaba razón. Si le daban una
oportunidad, trataría de aprovecharla.
-Si no valgo para
esto, por muy cantante famosa que sea, no tendré nada que hacer.
Y allí que fue, a ese bufete llamado
Koen-Zerol. Al parecer, y eso lo descubrió al poco de llegar, se especializaba
en defender a miembros del colectivo LGTBI. En cuanto pasó a la recepción, una
amable muchacha apenas algo mayor que ella, quizás, la atendió.
-Buenos días,
señorita. ¿En qué puedo ayudarla?
-Hola, buenos
días, soy Kerria Malden, venía por a hacer unas prácticas.- Se presentó con
algo de timidez.-
Esa jovencita le dedicó una larga
mirada y sonrió. Aunque no dijo nada. No tardó en llamar por un interfono.
-Ha llegado la
señorita Malden, señora.- Anunció.-
-Que pase a mi
despacho. – Replicó una voz femenina.-
-Puede usted
entrar. Siga el pasillo que tiene en frente, segunda puerta a la derecha. - Le indicó
esa joven.-
Kerria asintió, tras dar las gracias
se encaminó hacia allí. Estaba nerviosa. Era consciente de que su fama y su
talento como cantante no servían para nada ahí. Pero lo que más deseaba era ser
capaz de aprender para, un día, poder luchar por la justicia, no únicamente
como la Dama del Hielo, sino como jurista. Defender a los más débiles y
encerrar a los criminales. Con esa esperanza se encaminó por aquel pasillo y
llegó ante la puerta que le habían señalado. Tras suspirar largamente para
intentar calmarse, tocó a la puerta.
-Adelante.-
Escuchó la misma voz de mujer que había respondido al interfono.-
Así lo hizo, abriendo despacio,
entrando y cerrando suavemente la puerta. Delante de ella una mujer
sensiblemente más baja que Kerria, (sus zapatos no tenían demasiado tacón, lo
mismo que los que lucía la recién llegada) con cabello castaño recogido en un
moño, y gafas que dejaban entrever unos ojos de color azul. Vestía con una
falda gris y un jersey de tonos oliva y le ofreció una mano al tiempo que
preguntaba.
-Así que usted es
esa famosa Kerria Malden. ¿No es así?
-Bueno, soy famosa
como cantante, sí.- Admitió estrechando la mano de su interlocutora y agregando
con humildad.- Aunque sé que eso no importa aquí.
-No crea. A veces,
tener un trampolín puede resultar muy útil. Y usted ha utilizado el suyo para
destacarse en la defensa de la comunidad LGTBI, a la que yo también pertenezco.
La muchacha no supo que contestar,
eso de salir del armario era muy personal. Sin embargo, si esa mujer lo había
hecho con tanta naturalidad, con ella era de agradecer.
-Sí, yo lo hice en
televisión, aunque supongo que eso ya lo sabe, señora…
-¡Perdón!- Se
disculpó inmediatamente esta. Ni tan siquiera me he presentado. Aunque antes de
hacerlo debo decirle una cosa. En fin, si no le importa la tutearé, ya que podría
ser su madre.
Ahora que esa individua lo mencionaba,
Kerria se dio cuenta de que andaría por la misma edad de sus propios padres, de
modo que asintió esbozando una sonrisa. Entonces esa mujer, le contó.
-Mira. El hecho de
que haya tenido en cuenta tu solicitud va más allá de que seas famosa. Eso
únicamente me ha servido para poder localizarte con mucha mayor facilidad.
Pero, aunque no hubieses sido conocida, te habría requerido igualmente.
-¿De veras?- Se
sorprendió Kerria, alegando con sinceridad.- Me halaga usted. Mi expediente es
bueno, pero no tan brillante como el de otros candidatos.
-Eso tampoco tiene
que ver.- Se permitió sonreír su interlocutora, que finalmente le reveló.- Mi
nombre es April Sinclair. Y créeme cuando te digo, Kerria, que mereces estar
aquí. Y dado que tú has sido franca conmigo, pienso que lo justo es que yo
también lo sea. Sentémonos, tenemos mucho de qué hablar.
Y así lo hicieron. Desde luego
Kerria no se iba a arrepentir de aquello, dado que April comenzó a contarle
cosas realmente increíbles e interesantes. Empero, en otro lugar del planeta,
en la frontera de Canadá con su país, Marla también estaba aguardando.
-No sé cuanto
tiempo tendré que esperar. No puedo arriesgarme a volver a Estados Unidos…
En ese instante recibió una llamada.
Una voz femenina que no pudo identificar, le comentó.
-Muy pronto tendrás
algo muy importante que hacer.
-¿Quién es usted?-
Inquirió la joven con nulo éxito.-
-Mantente a la
espera. Entre tanto ve a esta dirección. Allí podrás pasar un “ exilio” bastante
agradable.
Y tras indicarle un lugar muy concreto,
esa desconocida colgó. Marla quedó pensativa. Sin embargo, decidió que podía
confiar en esa individua.
-Me han estado
ayudando desde siempre. De un modo u otro. No sé el motivo, pero puede que haya
más mujeres que compartan mi visión, y mi deseo de acabar con esta dictadura
hetero patriarcal de los machos.
Y lo primero que hizo fue
encaminarse andando a un pequeño motel cuya descripción encajaba perfectamente
con la que esa mujer le había dado por teléfono. Allí únicamente tuvo que
presentarse y decirle a la individua que atendía el mostrador, unas palabras en
latín.
-Et regnare vocat,
feminae
Esa mujer, de edad madura y algo
entrada en kilos, con un ralo cabello rubio, sonrió. Se giró dándose la vuelta
para mirar en la estantería donde guardaba las llaves y le entregó una.
-La habitación
está ya pagada. Espero que disfrute su estancia, señorita…
Aunque cuando Marla iba a decir su
nombre, esa individua se limitó a detenerla con un gesto de la mano y agregar.
Domina…
-Gracias.- Repuso lacónicamente
la interpelada.-
Y se dirigió a su habitación, que no
era precisamente lujosa pero sí al menos confortable. Allí le aguardarían
algunas sorpresas más.
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