domingo, 6 de marzo de 2011

GWG 24. 111. Clase de Karate


Al día siguiente Amatista se levantó temprano, por fin volvía oficialmente a su trabajo y entraba a las doce, pero tenía tiempo de ir a clase de karate que empezaba a las diez. No desayunó mucho por si acaso pudiese sentirse pesada, se llevó su ropa de faena en una bolsa de deportes. No sabía si Leval iba a ir, esperaba que sí. Llegó apenas con unos minutos para cambiarse y ponerse el kimono.



-¡Oh! Sacre blue.- Exclamó en su francés natal.-



Con las prisas comprobó fastidiada que se había olvidado el cinturón. Como no tenía ninguno más le pidió al profesor uno. Éste, que no la conocía, le dio uno blanco del almacén. Amatista no dijo que ella era ya cinturón negro, (se lo había sacado unas semanas antes de salir de la Tierra) le pareció divertido hacerse pasar por novata, a fin de cuentas nadie en la clase la conocía. Y era como si volviese a empezar después de su recuperación, no le vendría mal hacerlo de modo paulatino y suave. De modo que se integró despreocupadamente en el grupo de novatos. El  maestro se dispuso a empezar la clase, ordenó a los alumnos colocarse en filas por cinturones para el saludo inicial. Se colocó en los últimos lugares y saludó con el resto. Tras el preceptivo ritual, el profesor ordenó correr unas vueltas de calentamiento por el tatami. Mientras corrían calentaban brazos, manos y muñecas con giros suaves a uno y otro lado. Una chica  de pelo castaño claro y poca estatura, que era cinturón blanco, corría a su lado y la abordó tímidamente para preguntarle con expectación y algo de temor.



-¿Tú crees que el primer día serán muy duros con nosotras? La verdad es que tengo un poco de miedo.

-No te preocupes,- contestó Amatista con tono amable, para tranquilizarla. - No empezaremos con los combates hasta que no sepamos los movimientos básicos.

-Parece que sabes mucho,- repuso aquella chica presentándose. - Me llamo Ginger Reinosa, ¿y tú?



              Su interlocutora le dedicó una sonrisa y respondió restándose importancia.



-Yo soy Amatista Lassart,  encantada, no te creas que sé mucho, soy nueva aquí también.

-Me suena tu nombre.- Comentó esa joven con aire pensativo.-

-Quizás nos hayamos visto antes.- Especuló su interlocutora.-



            No se atrevía a decir que habiendo sido una cantante famosa posiblemente Ginger la conociera por eso. Quería ser solamente una más a bordo de aquella nave y trabajar con el resto.



-Puede ser. Este sitio aunque es grande no deja de ser como un pueblo.- Concedió esa chica en tanto seguían corriendo para volver a su anterior inquietud.- Ahora solo espero que no tengamos que ponernos a dar tortazos. Me asusta cuando dan esos gritos y esos golpes…



               Un chico que corría a su lado las oyó hablar, era cinturón naranja y se apresuró a decir.



-No os preocupéis, a los blancos no se les deja pelear aún, por lo menos hasta que sean amarillos. Además, luego no os pegarán duro hasta que por lo menos seáis verdes.

-Tú tienes un cinturón de colores, ¿es muy alto?- Le inquirió Ginger con mucha curiosidad. -

-No mucho,- respondió él con sincera modestia. - Aún soy naranja, sólo estoy dos cinturones por encima de los vuestros.

-Confío en que nos ayudarás,- le pidió Ginger muy interesada también en el agradable rostro de ese chico  de pelo moreno y mediana estatura, pareja a la de Amatista.- Nosotras sí que no tenemos ni idea.

-Claro,- sonrió el muchacho. - Os explicaré los golpes básicos si no los entendéis. Pero al principio es fácil. A propósito, me llamo Michael.





              En ese momento, el maestro les ordenó parar y estirar, después  explicó los puñetazos y patadas básicos. Ginger los repetía con torpeza en tanto que Amatista, pese a no pretenderlo, demostraba su destreza. Michael corrigió un poco a su novata compañera de forma muy amable, luego se acercó hacia la otra nueva y le dijo impresionado.



-Oye ¡lo haces muy bien! parece que fueras un cinturón alto ¿Has hecho otras artes marciales?

-Sólo un poquito de judo y de Karate antes, pero aquí soy novata total.- Sonrió Amatista que, en eso no mentía. Nunca había  practicado artes marciales en ese gimnasio. – Ahora quiero ir poco a poco, tuve una grave lesión.- Remachó con total sinceridad.-

-Pues se te da muy bien.- Alabó Michael en tanto el maestro ordenó a los cinturones de colores ejecutar una kata, "la Pinan Sodan" la más sencilla. -



               Amatista decidió no participar, vio como lo hacían los otros. Ginger le decía impresionada.



-¿Y nosotras tendremos que hacer eso? - Susurró alarmada  para afirmar con visible inquietud. - Me parece muy difícil.

-No- sonrió ésta mientras contestaba. - No lo creas, con un poco de práctica tú lo harás así también.

-No creo, ¡soy muy torpe! - Rio la chica que añadió algo cohibida. - Y además enseguida me pongo muy nerviosa. Me asusto cuando tengo que enfrentarme con alguien. No estoy hecha para la violencia. Me apunté a ver si gano en confianza. Ya sabes. Las chicas tenemos que saber defendernos.

-Esto no tiene nada que ver con la violencia. – Le respondió condescendientemente Amatista que añadió con talante más optimista. - Tómalo como un modo de mantenerte en forma y todo lo demás  llegará por sí solo. Lo único que cuenta aquí es vencerse a uno mismo, no a los demás. Aunque eso sí, sirve para la autodefensa.



              Ginger quería decir algo más pero no tuvo oportunidad. El maestro interrumpió la clase llamando la atención de todos los alumnos, había llegado otro cinturón negro. Amatista sonrió viendo que era Leval. El recién llegado saludó al profesor y a los demás y se disculpó en tanto se presentaba.



-Lamento llegar tarde, bueno, para los que no me conozcan me llamo Leval Malden. Y a petición del maestro Osaka, os ayudaré en el entrenamiento y supervisaré algunas de vuestras Katas y combates. Empezaré haciendo una “Basaiday”.



               Leval ejecutó una Kata impecable y muy potente, todos los cinturones altos y medianos aplaudieron conscientes del domino que había demostrado. Los cinturones menores también aplaudieron imitando a los otros más que por otra cosa. Michael les comentó a las chicas visiblemente impresionado.



-¡Ese tío es increíble! No he visto nunca a nadie hacer una kata tan buena, creo que ni siquiera al maestro, debe ser muy buen karateka. Yo desde luego no sería capaz de hacerlo así ni aunque me entrenase durante mil años.

- Él es algo fuera de serie, eso te lo aseguro.- Sonrió Amatista orgullosa. -

-¿Le conoces de algo? - Inquirió Ginger con un tono de complicidad  que rayaba en el susurro para que Michael no la escuchara -, porque está buenísimo. Creo que le he visto en alguna parte, aunque ahora no me acuerdo.

-¿Si le conozco? – Repitió su interlocutora, que no pudo evitar reírse al revelar con jovialidad, encantada de desvelar. - ¡Es mi novio!

-¡Caray chica, que suerte! , te podrá enseñar muchas cosas. Espero que no te hayas molestado conmigo al decirte lo bien que está.- Le respondió su interlocutora visiblemente cortada. -

-¡Que va! , es más, me gusta que otras chicas también lo valoren.- Repuso Amatista complacida en su amor propio, para reconocer ahora de forma más agradecida. – Es un chico estupendo. No solamente en el plano físico sino en todos los sentidos. Tengo mucha suerte, es verdad.

-¡Él sí que es un tipo con suerte!- intervino un resignado Michael a quién esa noticia no le había caído tan bien como a Ginger. – Desde luego que lo es.





Realmente era difícil pretender que una chica como esa estuviera libre, pero con ese tío por novio, estaba claro que era inalcanzable para el resto. ¿Qué se le iba a hacer?



-Bueno, siempre quedan chicas por ahí.- Afirmó Ginger que más bien fue escuchada por Amatista.-

-¿Decías algo?- Quiso saber Michael que con captó aquello.-

-No, nada…- se sonrió aquella muchacha de forma algo nerviosa.-



               Amatista tuvo que taparse la boca para no reír. Esa pobre muchacha parecía haberle echado el ojo a aquel chico. Por su parte, sonrió agradeciendo el cumplido que el muchacho la dedicara. Leval pasó cerca de ellos pero no se dijeron nada, ninguno quería interrumpir el desarrollo de la clase. De hecho se plantó delante de la nerviosa Ginger que lanzaba los puños casi sin orden ni concierto, tratando de imitar los ejercicios más simples.



-¿Va todo bien? - Le preguntó Leval centrándose en ella para sonrojo de esa muchacha y risa apenas contenida de Amatista que les observaba divertida.- ¿Necesitas ayuda?

-Sí...bueno, no sé. -Pudo musitar la muchacha con patente nerviosismo, en tanto lanzaba una mano casi sin rumbo.- Me hago un lio con esto.

-No, mira…debes hacerlo así…cierras el puño, encoges el brazo hasta la cadera y lo sacas despacio, giras la muñeca pero no extiendas del todo y acompañas con desplazamiento de cadera… ¿Lo has entendido?...-Le explicó el chico con bastante amabilidad.-



Ginger se ponía colorada por momentos, más todavía cuando ese apuesto profesor le sujetó suavemente de las muñecas indicándole.



-Cuando lances un puño, recoges el otro al mismo tiempo, ¿ves? Y cargas el peso desde la cadera…

-Va...vale…- Fue capaz de balbucear su vergonzosa alumna.- Lo intentaré…



            Él entonces reparó en su novia y con tono jovial  y bromista le comentó como si no la conociera…



-¿Serías tan amable de ayudarla?...Parece que has pillado bien el movimiento.

-¡Sí, sensei! - se rio ella visiblemente divertida.- Enseguida.



El muchacho sonrió pero no dijo nada más, se alejó entonces. Ahora estaba fuera de lugar el que se tratasen de otra manera que como instructor y alumna. Como buenos deportistas estaban metidos en su actividad. El muchacho se fue directamente a supervisar combates. El maestro entonces puso a los blancos con otros cinturones altos para que les enseñasen algunas técnicas de combate. A Michael y a Ginger les emparejó juntos, a Amatista la puso con un tal Gary, un cinturón azul, de pelo corto y castaño oscuro, ligeramente más alto que ella y de aspecto  bastante engreído. Éste se felicitó al tener un bombón como esa chica, pensaba en impresionarla con sus técnicas.



-Mira, antes de que empecemos te aseguro que no te haré ningún daño,- le prometió con suficiencia  para remachar del mismo modo. - No abuso nunca de principiantes. Lucharé despacito para que veas la técnica de mis movimientos, luego me atacas tú y yo sólo me defenderé.

-Gracias, seguro que aprendo mucho.- Respondió irónicamente Amatista aunque su interlocutor sonrió con satisfacción, sin captar el mensaje. Estaba bastante pagado de sí mismo como para entenderlo. Más cuando ella remachó. – No seas muy duro conmigo…es mi primera vez...aquí.



               Aquel tipo no pareció escuchar eso último y comenzó a bailar alrededor de la muchacha, ésta le miraba algo sorprendida. Gary pensó que seguramente sería por lo rápido que se movía, en realidad ella pensaba que dejaba muy a la vista sus puntos vulnerables con esa guardia de pose de maniquí que mantenía. Además de detectarle algunos errores en las posturas, pero no dijo nada. Pensó que lo hacía así porque, al creerla una principiante, no se lo tomaba en serio.



-Ahora te voy a enseñar cómo se da una buena patada.- Trazó varias patadas circulares que no estaban del todo mal pero que, en opinión de la chica, tampoco eran una cosa del otro mundo. - ¿Lo ves?



                Amatista asintió poco convencida. Ese tipo seguía con su exhibición hasta que Michael que sí que estaba explicándole bien las cosas a Ginger tropezó con él sin darse cuenta. Con la mala suerte de pisarle un dedo, Gary profirió una exclamación de dolor.



-Lo siento, no me he fijado.- Se disculpó Michael. -

-Pues deberías.- Replicó de manera insolente. -Ya eres naranja, ¡deberías fijarte donde te pones, estúpido!

- Oye, te he dicho que lo siento, ¿vale?, no creo que sea para ponerte así. – Replicó el chico con patente malestar. -



              Y sin querer continuar con esa discusión absurda, el chico se dio la vuelta para seguir con Ginger, pero su polemista se acercó y le empujó por la espalda de muy malas formas. Amatista se sorprendió y se enfadó, no tenía motivos para hacer eso. El tal Gary era un chulo al que había que dar una lección. Mientras pensaba esto, las siguientes acciones de  ese tipo confirmaron su opinión.



-A mí nadie me da la espalda cuando le hablo y menos un inútil como tú, si tuvieses mi nivel, todavía, pero sólo eres un naranja miserable.

-¿Tu nivel?,- replicó Michael enfadado  para reprocharle con dureza. - Tú eres un chulo que no debería poder llevar ese cinturón...

-¿Conque sí, eh? - Contestó  Gary con un aire de amenazante perdonavidas. - ¿Qué has dicho? ¿Te crees muy duro verdad?, me gustaría que tuvieras las narices suficientes para decirme eso en el tatami.

-A mí no me gusta solucionar los problemas a golpes, el karate no sirve para eso.- Objetó el interpelado que ni mucho menos quería enzarzarse en una disputa tan estéril. -

-¿De verdad?- le empujó nuevamente Gary.-  Lo que pasa es que eres un cobarde- miró a ambas chicas que a su vez le observaban atónitas y añadió con desdén. - No estéis con este tipo, nada bueno se puede aprender de él.

-No estoy de acuerdo- contestó Amatista visiblemente  enfadada. -Yo creo que más bien es contigo con quien no debería una ponerse, no tienes ni idea de lo que es el karate en realidad.

-Tú no te metas,- le espetó Gary - esto es entre él y yo. Además, no sabes de lo que hablas, novata.

-Lo que sí que sé es que no deberías meterte con un cinturón más bajo que el tuyo. - Le reprobó ella para sentenciar. - Eso es de cobardes.

-Si no fueras cinturón blanco y una chica te iba a enseñar a insultarme.- Añadió aquel chico con desprecio y bastante chulería. -

-Eso me gustaría verlo.- Respondió la muchacha devolviéndole una mirada de pocos amigos. -



              La discusión había hecho que todos dejasen sus ejercicios y escuchasen perplejos, el propio maestro Osaka se acercó junto con Leval. Y en tanto llegaban, Ginger le comentó al tal Gary en tono burlón.



-Te has metido con la chica equivocada, ahora su novio te va a ajustar las cuentas.



              Éste observó incrédulo a su interlocutora y después a Amatista, aunque no dijo nada pues el maestro ya estaba allí y preguntó dirigiéndose  a él con visible reprobación.



-¿Qué pasa aquí? Gary, te tengo dicho que estoy harto de tus peleas, ¿qué problema tienes esta vez?

-Esta chica me ha insultado,- señaló a Amatista para añadir con indignación. - Le decía que tiene suerte de que yo no soy de los que abusan de una  mujer  que encima es novata.

-Pues yo le respondí que si quiere pelear acepto el reto,- respondió ella furiosa.-





Todos miraron asombrados. Leval era el único que se sonreía moviendo la cabeza con gesto divertido.



-Maestro,- intervino Michael preocupado. - Ha sido por mi culpa, la bronca era conmigo, ella sólo me ha dado la razón. Soy yo el que debería pelear...

-Así me gusta. - Aplaudió con sorna Gary para comentar de seguido. - Al menos que tengas el valor de mantener lo que dices. Y que no te escondas tras las faldas de una chica. Aunque en este caso lleve kimono.



               A nadie le gustó ese tono, Amatista tentada estuvo de arrearle un buen guantazo pero se contuvo. Tampoco se escuchó nada del resto de los presentes. Hasta que Osaka comentó.



-Muy bien, poneos protecciones, yo arbitraré un combate - ordenó el maestro mirando severamente a Gary. -Te lo advierto, si le das un mal golpe o haces algo que no me parezca legal, te las verás conmigo.

- No hay problema - respondió éste ahora de forma muy sumisa. - No se preocupe maestro, no le daré fuerte.



            Osaka dio la señal y comenzó el combate, al principio fase de tanteo. Michael lo hacía muy bien para su nivel pero  había que admitir que Gary era mejor y tenía más experiencia. Le anotaba puntos burlándose de él, de una patada circular en la cara tumbó a Michael en el suelo, pero para evitar el enfado de su maestro se apresuró a decir en modo conciliador.



-La patada ha sido legal, además no sangra.- Osaka tuvo que asentir y dar por ganador a Gary que se pavoneaba por el ring retando  con satisfacción - ¿alguno más?



            Entonces un molesto Leval se adelantó, con sólo verle aquel engreído tembló, sobre todo cuando le escuchó decir con bastante seriedad.



-A ver si te luces así contra mí.- Iba a salir al tatami cuando su novia le detuvo, él la miró con sorpresa y le susurró en voz baja al percatarse ahora de su cinturón blanco. - Amatista, ¿qué haces todavía con ese cinturón?

-Luego te lo explico,- musitó a su vez ella reclamando su atención. - Ahora escúchame, sí peleas tú le ganarás, pero él quedará bien porque eres muchísimo mejor. Nadie podrá reprocharle que pierda. Pero si le gano yo, y tú sabes de sobra que podré, quedará en evidencia, eso le enseñará. Déjamelo a mí.



              Durante unos instantes el chico pareció sopesar esa posibilidad, luego se sonrió con gesto divertido y asintió, para proclamar en voz alta.



-No estás preparado todavía para que peleé contigo, aun así lo haré. Después… Aunque antes va esta  chica que estaba primero. Si ella te deja en condiciones y lo deseas, luego lucharemos tú y yo.- Todos le miraron incrédulos, y hasta Gary exclamó. -

-¿Estás loco?  No voy a pelear contra un blanco y encima una chica.  ¿Si le hago daño, qué? Me acusarían de maltratador o algo parecido. Yo no pego a las mujeres.

-Tiene razón, en este caso no puede ser.- Negó el maestro pero Leval le cuchicheó. -

-Si quiere que ese tipo se lleve una lección, hágame caso. Déjela pelear, le prometo que le va a encantar.



             Osaka empezó a comprender por donde iba el muchacho. Más aún cuando miró a los ojos a la muchacha que se estaba preparando haciendo unos leves ejercicios de calentamiento. Cambió de opinión ante la sorpresa del resto de sus alumnos.



-Pelead pero observad las reglas.- Advirtió casi más dirigiéndose a ella que a su rival.- 



            Amatista entonces dijo en voz alta a su perplejo rival.



-No te preocupes, puedes pegarme lo que quieras. Esto es un combate, nadie va a pensar que eres un maltratador por defenderte.



Y Gary asintió divertido, salió al tatami de nuevo y Amatista hizo lo propio.



-No te preocupes, seré bueno contigo. - Afirmó  el chico que la observaba con menosprecio para ofrecerse con manifiesta sorna.  - ¿Te ayudo a ponerte las protecciones?



            Ella no respondió, se las puso con rapidez y le hizo señas con las manos.



-Vamos, a ver lo que sabes hacer.

-Aún podemos solucionarlo con un besito - se burló él. -

-¡Venga, pelea! - le espetó su oponente añadiendo con determinación - o empiezas tú o lo haré yo.



             Gary comenzó a bailotear con gestos de burla alrededor de Amatista, le lanzó varias veces un puño de forma deliberadamente floja casi dándole palmadas en el rostro, mientras decía en tono de sorna.



-Sería una pena estropear una cara tan bonita. Ja, ja,



              Por toda respuesta, la muchacha le dio un rápido puñetazo en el estómago que le encontró desprevenido. Ella recogió bien y Osaka le concedió un “Wasari”, todos aplaudieron atónitos y Gary furioso, no podía creerlo. Se rehízo y exclamó visiblemente irritado.



-¿Conque esas tenemos, eh? ¡Ahora verás! , voy a luchar en serio. Te lo advierto. ¡Aunque seas una chica!



Efectivamente atacó con fuerza. Pero su oponente bloqueó el puñetazo con facilidad y barrió una pierna de Gary, éste perdió el equilibrio. Ella aprovechó para colocarle otro rápido “Wasary”



-Ya está bien de perder el tiempo,- declaró  la muchacha empleando el mismo tono de suficiencia que antes usara él - no eres rival para mí.

-¡Eso es lo que te has creído! - Gritó su oponente ahora muy furioso y humillado. - ¡No voy a perder contigo! - Lanzó una patada que dio a Amatista en un hombro, ella se descolocó y Gary le lanzó un puñetazo al estómago anotándose un “Wasary”. Ella tardó en recuperarse mientras  su rival anunciaba triunfante.- Hasta ahora estaba desprevenido. Pensaba que no sabías nada, pero se acabó, verás lo mal que lo vas a pasar. Voy a luchar como en un combate de verdad, así aprenderás.

-¿A sí?- Sonrió pícaramente Amatista  ya recuperada, para convenir con serenidad  - muy bien. Entonces yo haré lo mismo...



            El combate se reanudó, Gary atacó pero su oponente esquivó con gran velocidad. Él  probó con otra patada pero esta vez su adversaria la bloqueó y después le dejó pasar. Ella contratacó con una doble patada circular que abofeteó la cara de  su rival. Poco a poco Amatista iba recobrando agilidad y sensaciones. Su cuerpo recordaba los entrenamientos con sus amigas, como justicieras y otros muchos que había realizado. Desde luego, ese tipo no tenía oportunidad.



-¡Punto de ipón para la señorita! - Exclamó Michael con regocijo.-



Todo el mundo aplaudió y Osaka dio por terminado el combate con victoria para Amatista. Sin embargo ese tipo, ciego de rabia, se negó a asumirlo y volvió a  atacar, esta vez apuntando con su pierna a la rodilla. La muchacha le esquivó por muy poco, ¡ese bastardo había podido lesionarla de gravedad, y encima en la pierna, con todo el esfuerzo que había tenido que hacer para recobrarse!, ese pensamiento cruzó su mente por un instante y la hizo enfurecerse de verdad. Reaccionó sin pensar y girando sobre sí misma le propinó tal patada en la cara a su rival que incluso lo sacó del tatami. Todos estaban perplejos pero aplaudieron con entusiasmo. Gary estaba medio noqueado. Algunos espectadores fueron a atenderle. Sangraba profusamente por la nariz y enseguida trajeron un botiquín. Amatista tras respirar hondo unas cuantas veces recuperó entonces el dominio de sí misma y tras observar con alivio que ese chico no parecía estar seriamente herido se disculpó ante Osaka con el saludo reverencial de rigor.



-Lo siento, no era mi intención hacerle daño, maestro.

-Déjalo, tiene lo que se merece. Que le sirva de lección. - Sonrió éste que incluso se mostró complacido y añadió.  - ¿Tú eres cinturón negro, verdad? - Ella asintió algo avergonzada ante la sorpresa de todos, principalmente  de Ginger y Michael. – Lo supuse al ver cómo te mueves y la técnica que tienes.

-Chicos.- Explicó algo apuradamente Amatista dirigiéndose hacia ellos dos.- Veréis, se me olvidó el cinturón. Creía que al ser el primer día sería divertido jugar un poco. No esperaba esto, lo siento mucho. No quise engañar a nadie.

-¡No te preocupes!,- exclamó Michael levantando un puño para afirmar con entusiasmo. - ¡Has estado genial! ese tipo merecía que alguien le diera una lección. Ya quisiera ser la mitad de bueno que tú. Es alucinante como te mueves y como usas los pies. Espero que me enseñes alguna de tus técnicas.

-Pues claro- sonrío ella  recobrando su jovialidad. - Claro que sí.



              Leval se acercó a su novia y en un gesto muy cortés le dejó su cinturón negro. Ella se lo puso de inmediato.



- Así está mejor. – Declaró el muchacho con satisfacción. - Todos con ganas de aprender.

-Chica, ¡eres increíble!,- le dijo Ginger francamente impresionada aunque añadió con cierto pesar. - Pero ahora no podré estar contigo, tú eres cinturón negro. No tienes nada que aprender y yo te estorbaría.

-Nada de eso. Seremos buenas amigas - le respondió Amatista dándole la mano para explicar. - Los cinturones no son lo que cuenta sino el esfuerzo de cada uno por superarse y desde luego que me queda mucho por aprender, el cinturón negro es sólo el principio.

-Pue tú ya eres realmente buena.- La halagó su interlocutora una vez más.-

-No te creas, hay muchas personas que conozco que me derrotarían sin problemas.- Admitió la joven con evidente modestia en su tono.-

-¡No tantas!- Bromeó Leval pasándole un brazo por los hombros.- Y menos cuando te enfadas…



            Todos se rieron divertidos por aquellas palabras. Amatista la primera. Pensaba ahora en cómo había sido ella hacía tan solo unos pocos años, quizás incluso meses. Esa muchacha engreída y orgullosa que pensaba que era casi perfecta en según qué cosas. Y por supuesto que entraba fácilmente al trapo cuando alguien la desafiaba a ser el mejor en alguno de los deportes que tanto le gustaban. Se acordaba ahora de ese reto tan infantil que le lanzó a Leval cuando compitieron en la piscina. Suspiró bajando la mirada.



-¿Estás bien?- Se interesó su novio.-

-Sí,- sonrió débilmente ella para admitir.- Únicamente pensaba. A veces, cuando nos creemos tan fuertes e invencibles, sucede algo que nos hace darnos cuenta de lo vulnerables y frágiles que en realidad somos.

-¡Caray! - terció una divertida Ginger ahora.- ¡Eres toda una filósofa! Y si eso lo dices tú, ¡qué podría decir yo?...



Hubo más risas entre todos. Por su parte Osaka asintió con aprobación a esas palabras y dio por concluida la clase, todos saludaron, excepto el tal Gary que aún tuvo que ser ayudado a levantarse. Se fue en silencio al vestuario, todavía atontado por el último golpe. Las muchachas por su parte fueron al vestuario y allí se ducharon. En tanto se vestían charlaron un poco más.



-¿A qué te dedicas?- Quiso saber Ginger con una divertida curiosidad, al añadir.- Cuando no estás zurrando a algún presuntuoso.

-Soy técnica de laboratorio.- Le contestó su interlocutora sin poder evitar sonreír.- No creas que estoy todos los días golpeando a la gente.





            Aunque si se paraba a pensarlo, al hilo de sus reflexiones anteriores, había sido muy peleona de más jovencita. Incluso ahora conservaba ese genio tan vivo que le había ocasionado no pocos problemas. Así suspiró admitiendo ante su contertulia.



-La verdad. Tengo mucho carácter. A veces me paso de la raya. Pero tras un accidente que sufrí he meditado mucho. Creo que los desacuerdos se deben resolver de un modo más calmado. Me he dado cuenta de que hay cosas mucho más importantes que el orgullo o el tratar de destacar. Y además, ahora que salgo con Leval me siento tan feliz que incluso mi capacidad de aguante ha mejorado.- Se rio un poco hasta que sentenció ya más seria.- Bueno, al menos hasta ahora.

-¡Vaya una chica!- Resopló su contertulia observándola no sin admiración.- Eres realmente impresionante.



            Amatista sonrió débilmente, se estaba percatando de la forma de mirarla de aquella muchacha, ella misma se dijo en su fuero interno.



-No…no va a ser siempre lo mismo…simplemente me considera una chica fuerte. Y solamente había que ver como miraba a Michael…



            Y tras pensar aquello y descartar esa posibilidad, quiso saber a su vez.



-¿Y tú? ¿Qué haces en la nave?

-Bueno, soy camarera en una cafetería.- Le desveló.- No tengo aptitudes para investigar ni formar parte del ejército…

-Todo el mundo aquí hace un trabajo realmente importante.- Repuso su contertulia añadiendo.- A mí me encanta ir a una buena cafetería. Lo hago desde que era una niña, en París. Mis padres me llevaban…-Suspiró ahora algo más apenada al recordar aquellos bonitos momentos.-

-¿Eres de París?- Se sorprendió la otra muchacha, afirmando con entusiasmo.- ¡Siempre he querido ir!

-Es una ciudad preciosa, sí, mi ciudad natal. – Sonrió Amatista, añadiendo.- La cité de la lumière.

-Sí, supongo.- Musitó la joven si haber comprendido aquello.-

-La Ciudad de la Luz.- Le tradujo a su interlocutora con una amable sonrisa.- Seguro que, un día cuando regresemos, podrás visitarla.

-¿Tú crees que lograremos volver?- Inquirió esa chica ahora con un tono más desanimado para desvelar.- A veces vienen algunos científicos y militares a tomar algo a donde trabajo y… bueno… muchos dicen que estamos perdidos para siempre. Les oigo hablar…y no tienen demasiadas esperanzas.

-No te preocupes. Tenemos un gran equipo de científicos y de investigadores, y que conste que no lo digo por mí. Yo únicamente soy una novata en pruebas. Pero confío en ellos y estoy convencida de que, un día, volveremos.- Declaró su contertulia con optimismo.- Nunca pierdas la esperanza, Ginger. Eso es algo que también he aprendido durante este tiempo aquí.



            Su interlocutora sonrió, esa chica, además de fuerte y segura de sí, era muy agradable. Lo cierto es que no podía evitar hacerse de menos ante semejante mujer. Ginger no tenía muchos estudios y era una jovencita del montón, según ella misma pensaba. Eso de apuntarse a kárate lo hizo para tratar de tener algún aliciente, hacer cosas nuevas. Se había pasado mucho tiempo en el trabajo o en su apartamento, donde apenas sí hacía nada más que ver la holotele. Tenía algunos amigos, sí, pero no quedaban en demasía. Ahora, con esa recién conocida muchacha creía que podría ampliar horizontes. De modo que comentó cuando ambas estuvieron ya listas para marcharse.



-Bueno, espero que continúes viniendo por clase. A mí se me hace algo cuesta arriba pero teniéndote aquí, es otra cosa.

-Lo procuraré. Me viene bien ir recuperando la forma.- Asintió Amatista.-

-Pues si ahora no estás en forma no me imagino como serás cuando lo estés.- Suspiró la atónita Ginger.-





            Su compañera de entrenamiento se rio. Esa chica era simpática, en muchas cosas le recordaba a Satory. Y eso mismo la llevó a acordarse de que debía irse a trabajar.



-Bueno, tengo que irme ya. No quiero llegar tarde. Hasta otro día.- Se despidió amablemente.- Ha sido un placer conocerte.

-Lo mismo digo. Adiós.- Repuso esa muchacha.- Y pásate algún día por mi cafetería. Te invitaré a alguna cosa. Bueno, vente con tu novio si quieres. Os invitaré a los dos…

-Eres muy amable, muchas gracias.- Sonrió Amatista.-



 Al fin se marchó. A la salida la aguardaba Leval y éste aun en tono jocoso le comentó.



-Te has pasado con ese tonto. ¡Casi lo desencuadernas! Ten en cuenta que es un capullo normal y corriente. No uno de esos contra los que luchabas de justiciera.

-Sí. Lo siento. - Admitió la muchacha bajando la cabeza con auténtica preocupación. – No quise hacerle daño, ¡de verdad!



              Leval la observó ahora con gesto serio y ella le confesó aquellos pensamientos que le cruzaron por la cabeza cuando Gary trató de lesionarla. Puso las manos sobre los hombros de la chica y le dijo con tono más tranquilizador.



-Se lo buscó, si yo hubiera estado en tu lugar seguramente habría hecho algo por el estilo.

-Tú jamás le habrías pegado con fuerza porque le hubieras matado - negó ella que añadió con remordimientos. - Yo sí le di con todas mis ganas, y no debí hacerlo, no pude controlarme. Además todavía no estoy en forma. De haberlo estado no hubiera permitido que las cosas llegasen tan lejos.



              Él le pasó ahora un confortador brazo sobre los hombros para añadir a modo de ánimo.



-No le hiciste nada que no se mereciera. Y estoy seguro de que desde ahora llevará más cuidado. Por la cuenta que le tiene. Ya verás cómo ha aprendido a ser más humilde.

-Gracias, Leval. - Sonrió la muchacha sintiéndose mucho mejor, sabía que podía contar con él para apoyarla y eso le encantaba. - ¿Sabes? He estado charlando un poco con Ginger, la chica esa que estaba a mi lado en el entrenamiento. Es muy maja. Aunque me parece que la pobre está muy sola.

-Bueno, pues podéis haceros amigas.- Le propuso él.-



             Ella asintió sonriente. Pasaron unos minutos charlando de otras cosas y Amatista ya pensaba en que podrían quedar a la tarde a tomar algo. Aunque cuando vio uno de los relojes que había en el pasillo, rumbo a la parada del deslizador, la sonrisa en su cara desapareció. Y eso que había estado pensando en ello al salir del vestuario. ¿Cómo había podido olvidarlo? Pero claro, hablando con Leval perdía la noción del tiempo.



-¡Oh Dios mío! Voy a llegar tarde. ¡Se me pasó completamente! - Exclamó ella ante el gesto de sorpresa de su novio.-



Casi eran las doce,  de modo que se despidió del joven con un rápido beso, tenía que entrar a trabajar. No quería ganarse la primera bronca antes de empezar.



-Adiós. - Sonrió él viéndola alejarse con gesto divertido.-



Por su parte su novio se fue directo al vestuario. Tenía que ayudar al maestro a recoger algunas cosas. Allí estaba todavía aquel capullo de Gary, con dos algodones en la nariz. Pese a  ello Leval se acercó  y le dijo con un tono entre lleno de regocijo y amenazador.



-Espero que hayas aprendido la lección, amigo. De lo contrario la próxima vez seré yo quién te la explique. Y no voy a ser tan agradable como esa chica. ¿Estamos?





            Aquel petimetre asintió con vehemencia. Decididamente tuvo bastante. No tardó en marcharse. Por el contrario Michael todavía estaba allí, ya duchado y cambiado. Leval se dirigió hacia él pero con un tono bien distinto.



-Te agradezco mucho que salieras en defensa de mi novia.

-Ya…aunque he visto que no le hacía ninguna falta. Sabe muy bien cómo defenderse sola.- Sonrió el muchacho.-

-Sí, pero eso tú no lo sabías.- Repuso Leval posando una amistosa mano sobre el hombro derecho del chico para interesarse.- ¿Eres del cuerpo militar?

-No…no que va.- Repuso el aludido, comentando.- Soy técnico de transmisiones. Trabajo en la zona civil para la difusión de las noticias y los programas de televisión. Ya sabes, hay que mantener a la gente entretenida.

-Así es.- Dijo su interlocutor llevándose la mano a la barbilla en actitud pensativa. Entonces pareció tener una idea y le preguntó al joven.- Oye. ¿Podrías hacerme un favor?...



              Michael le observó con extrañeza pero cuando aquel chico le expuso lo que quería asintió replicando…



-Bueno, no sé si será posible, pero hare cuanto pueda…



              Y tras dedicarle una sonrisa y una palmada en la espalda Leval se marchó a ducharse y cambiarse con su uniforme para reanudar sus obligaciones. Por su parte el tal Gary salía del gimnasio al poco rato, rumiando su enfado, aunque ¿Qué iba a poder hacer él? No obstante, alguien le abordó cuando estaba a punto de entrar en su domicilio, alguien que no parecía tener mucho interés en ser reconocido, dado que iba cubierto por una especie de túnica oscura. Ante la sorpresa y el temor del chico, ese extraño se dirigió a él con tono entre susurros siseantes.



-Vaya, seguro que no querrás dejar las cosas así, ¿verdad?

-No, no comprendo a qué se refiere. - Pudo replicar realmente intimidado por aquel extraño.-

-Lo sabes perfectamente. Gary Oswald.- Repuso su misterioso interlocutor afirmando.- Esa parejita de vanidosos, la chica y su novio. ¿Quién se han creído que son para tratarte así?

-¿Estaba usted en el gimnasio?- Quiso saber el atónito chico.-

-No me hacía falta para saber lo que ha sucedido. Verás…te ofrezco la posibilidad de que les ajustes las cuentas, cuando llegue el momento. – Contestó ese misterioso individuo.-



              Y con una enguantada mano ofreció al desconcertado Gary una tarjeta, había algo escrito, éste la tomó con vacilación tratando de responder.



-Oiga, tampoco quiero meterme en líos…ya he tenido suficiente…solo soy un técnico de mantenimiento…



              Ese tipo no dijo nada, el muchacho fue entonces a abrir la puerta de su casa. Se giró durante unos instantes dando la espalda a su contertulio en tanto añadía.



-No sé quién es usted ni lo que quiere. Pero no necesito tener más problemas….



              Sin embargo, al volverse de nuevo para encarar a ese individuo, éste ya no estaba allí. Gary miró en todas direcciones y no pudo ver a nada ni a nadie. A pesar de ello seguía teniendo esa extraña tarjeta en su mano.



-Esto es muy raro. Que me cuelguen si lo entiendo. ¿Dónde se ha metido?



              Y de hecho miró dándose cuenta de que su casa estaba en un extremo de una gran plaza. No había sitio donde ocultarse. Ese tipo no podía haber corrido tanto para perderse de vista.



-Esto no me gusta.- Se dijo.- ¿Qué demonios pasa aquí? Me habrá sacudido tan fuerte que debo tener visiones. Si no se me pasa iré al médico mañana.





              Aunque seguía teniendo algo en la mano. Era esa tarjeta a la que dedicó su atención. Simplemente tenía grabadas unas letras y números. A primera vista no le decían nada. Aunque las palabras de ese extraño se le habían quedado grabadas. ¡Esa parejita de presumidos! Estaba claro que le habían humillado. Y ese tipo guaperas incluso se permitió el lujo de amenazarle en los vestuarios. En fin, por ahora lo dejaría estar. Debía madrugar para su turno. Tras suspirar se encogió de hombros, decidió que ya estaba bien de emociones por ese día y se metió en su casa. Entre tanto aquel extraño encapuchado estaba sobre una de las estructuras de mantenimiento la nave. Observaba desde una gran altura el devenir de las gentes que caminaban por el parque en tanto se decía mientras ojeaba un gran libro de color burdeos.



-Esto es interesante, pero yo haré que lo sea todavía mucho más…Ya queda poco. Ahora tengo que contactar con aquellos que me serán útiles…Sí, queda bastante que disfrutar. Y nadie podrá impedirme que lo haga. Puedo hacer lo que quiera…y eso es lo que haré…





Ajena a todo aquello, Amatista corrió hacia la parada a la máxima velocidad y se fue a trabajar, no le quedaba mucho tiempo si no quería llegar tarde en su reaparición.



-Esto solamente me pasa a mí. Llegar tarde el prime día.- Se censuró.-



Aunque estaba contenta. Antes de dar la espantada Leval le dijo que la vería después, él tenía esa tarde una salida de vuelo de prácticas, ambos se despidieron con otro rápido beso. Mazoui por su parte estaba en la base, durante todo el día desde que se despertase había estado pensando en lo ocurrido con Sandy. Una idea le rondaba por la cabeza una y otra vez. ¿Quién sería esa persona de la que ella le habló? Por su modo de decirlo parecía que ya sabía de quién se trataba. ¿Por qué no se lo quiso contar entonces? Suspiró decidiendo dejar de pensar en eso para dedicarse a resolver un montón de papeleo que tenía pendiente, era una de las desventajas de su nuevo grado.



-Mejor será que me dedique a mis cosas.- Suspiró.-



            Notó entonces una extraña sensación. Como si una presencia estuviera cerca. No podía precisar si era algo hostil o amistoso. De todos modos eso pasó en un instante. El chico se limitó a encogerse de hombros y musitar.



-Maldito estrés.



En el laboratorio, Satory, Penélope y Sandy ya se afanaban en trazar cálculos para nuevos experimentos. Penélope entre ecuación y ecuación, le preguntó distendidamente a Sandy.



-Bueno chica, ¿qué tal ayer?, tengo entendido que cenaste con Mazoui.

-¡Hay que ver como vuelan las noticias! - Sonrió ésta que parecía de un estupendo humor esa mañana, admitiendo.- Sí, cenamos juntos en mi apartamento, pero eso fue todo.- Sentenció la muchacha que cuando quería sabía mentir muy bien. -

-No me digas que no ocurrió nada más. Me extraña teniendo en cuenta lo que contaste la vez anterior. - Insistió Penélope con mucha curiosidad que incluso se alzaba por encima de su habitualmente frío semblante. – Dijiste que era una especie de máquina para…ya sabes…



            Y desde luego que la doctora Winters dejaba entrever mucho interés. Al parecer la mujer de hielo ya no lo era tanto. Su contertulia pensaba en eso, ojalá que todas pudieran irse humanizando y abriéndose a los demás. Forjar una buena amistad. Pero, pese a lo hablado con Mazoui, prefería tener cuidado. Al menos por ahora. De modo que replicó.



-No, no sucedió nada. Aquello no fue como yo creía.



La joven además habló deliberadamente con un tono lo suficientemente alto para que Satory, que estaba algo alejada con unos tubos de ensayo, la escuchase sin que pareciese que lo hacía en tanto le contaba a su jefa.



- Verás, hemos descubierto que, al margen de la atracción física, no estamos hechos el uno para el otro. Además, él piensa en otra persona. Hemos quedado como buenos amigos, pero por un lado me alegro, sabes.

-¿Y eso? , porque tú me dijiste que era un tipo impresionante, ya me entiendes.- Insistió Penélope sorprendida. -

-En eso sí, no cabe duda,- convino su contertulia añadiendo con mayor seriedad. - Pero también me di cuenta de que debía de estar pensando en esa otra persona y como no podía estar con ella se consoló conmigo.



            A su pesar, puesto que entre ella y Sandy, desde que tuvieran aquel último enfrentamiento, apenas habían mediado palabras, Satory escuchaba con muchísima atención. Tan absorta estaba tratando de enterarse que casi se le cae un matraz con mezclas. Tuvo que dominar su curiosidad para que sus dos compañeras no se dieran cuenta de ello. Penélope por su parte volvió a preguntar con mucho interés.



-¿Pero entonces que clase de tipo es, que juega con tus sentimientos? Por lo menos te diría quien era esa persona, ¿no?

-¡Ja, ja!- rio Sandy restándole importancia. - ¿Jugar con mis sentimientos? No, yo sólo quería una relación física, me gustaba y yo a él. Nos aprovechamos mutuamente, no hubo más. Incluso diría que ha sido él quien ha salido perdiendo de todo esto. Ese chico sí que es demasiado sentimental. Nadie lo diría la verle, pero así es, te lo aseguro.



            Penélope iba a preguntar más cuando se abrió la puerta con él código de entrada, una jadeante Amatista entró saludando a todas direcciones a las doce y siete minutos.



-Chicas, perdonad el retraso, se me ha hecho un poco tarde en la clase de kárate.

-No te preocupes,- la disculpó su jefa que todavía pensaba en lo que Sandy le había contado. - Lo importante es que ya estés en condiciones de trabajar.

-Descuida, me siento mejor que nunca y tengo muchas ganas de empezar.- Afirmó la recién llegada con visible entusiasmo. -

-Pues ven a ayudarme con esto.- Le indicó Penélope que le enseño unas cuantas probetas y unas anotaciones en un cuaderno, comentando. - Hoy es el día libre de Jen y dejó esto sin acabar, hay que repasar estas fórmulas y calcular unas cuantas densidades.

-¡Vamos allá!, yo me encargaré de repasar las fórmulas ¿vale? – Propuso la joven.-



Penélope asintió. Pensaba que esa chica tenía que comenzar a tomar alguna responsabilidad más. Necesitaban que otra persona cualificada tomase una parte más activa en los experimentos. De momento iría despacio dado que Amatista estaba recién reincorporada. Así que fue con ella y las dos se alejaron hacia una mesa al fondo del laboratorio. Sandy se quedó trabajando en el ordenador y Satory aprovechó para acercarse a ella.



-Oye Sandy - le dijo con una voz algo dubitativa y trémula. - ¿Puedo hablar contigo? - Ésta  dejó de escribir y la miró asintiendo con gesto tranquilo. -



Satory se sentía mal. Incluso culpable por su arrebato del día anterior. Más cuando su compañera le desvelase su trágica historia. Ahora, no sabía cómo empezar, así que decidió que el mejor modo sería hacer definitivamente las paces y se disculpó.



-El otro día no estuve muy cortés que digamos, no tenía razón para estar tan arisca, te pido perdón.

-¿El otro día? - Sandy puso expresión de no recordar, como si eso hubiese sucedido hacía una eternidad y añadió sin darle importancia. - No te preocupes, no fue para tanto, un mal día lo tiene cualquiera, ya ni me acordaba de eso.

-Gracias- sonrió Satory aliviada. - Muchas gracias. Eres una buena chica y desearía ser tu amiga, aunque sé que no nos hemos llevado muy bien.

-Tú no eres la única que ha tenido culpa de eso.- Respondió sinceramente su interlocutora - yo tampoco he obrado nada bien. He sido muy egoísta y te he tratado mal, pero no quería hacerte daño. Esa nunca fue mi intención. Ambas dijimos cosas que lamentamos.

-¿Hacerme daño?- se extrañó Satory – que, visiblemente colorada, agregó. - Si lo dices por...- Sandy la interrumpió con un gesto de su mano derecha  y le susurró. -

-Lo digo por más cosas, pero eso es algo que todavía no puedo contarte. Confía en mí, olvidémoslo todo y desde ahora seamos buenas amigas.- Le pidió con un tono mucho más amable del que su interlocutora le había escuchado hasta entonces. - A mí también me gustaría. Por favor, Satory.

-Claro- sonrió ésta que se apresuró a  añadir como si la clave de todo estuviera ahí. - No volveré a meterme en tus asuntos de chicos...



            Para su sorpresa su interlocutora se puso a reír casi de forma descontrolada. Para la morena y experimentada muchacha, esa ingenuidad de la que su compañera hacía gala llegaba hasta el extremo de conmoverla. Pudo recuperar el aliento para replicar a modo de pregunta a su perpleja contertulia.



-¿Te crees que era por esa tontería? ¡No seas boba! Mira, cuando acabemos de trabajar nos vamos a tomar algo por ahí y hablamos de hombres.- Satory asintió con entusiasmo, no sabía a qué se debería entonces pero estaba claro que Sandy se había convertido en una chica mucho más sociable y desde luego le gustaba más así. – Te contaré algún truco que otro que nunca falla con ellos. Lo primero, no seas tan cortada.



            Aquello la hizo ruborizarse. ¡A saber qué clases de trucos emplearía aquella morenaza! Si eran como los que usó con Mazoui desde luego quería aprenderlos.



-Eso mismo me dice Amatista.- Musitó.-

-¡Ja, ja! Pues en eso debo de darle la razón a esa presumida. Ya estamos de acuerdo en algo.- Replicó la morena visiblemente divertida.-

-Cuando tenga una tarde libre, si te parece, ya quedaremos.- Dijo Satory sonriendo tímidamente.-



            Sandy asintió con gesto amable. Amatista se acercó a ellas un momento, a tiempo para ver el buen ambiente que reinaba entre ambas,  sobre todo al verlas reírse juntas lo que alegró mucho a la chica. Cuando se aseguró de que no interrumpía nada, les dijo que después de trabajar iría al estudio de audición de la ciudad para hacer una prueba.



-Si tenéis tiempo me gustaría que vinierais a escucharla y que me dieseis vuestra opinión.

-¿Vas a cantar?- Se sorprendió la morena científica mirándola con extrañeza.- Eso no me lo pierdo.

-Sí, Amatista canta muy bien.- Terció Satory sin querer dar más detalles.-



            De hecho su amiga le pidió hacía tiempo que no contase en el laboratorio que ella había sido cantante de las Justices. Deseaba ser tomada en cuenta por su labor en el campo de la ciencia, sin ningún estereotipo que pudiera hacerla blanco de prejuicios por parte de las otras. De modo que ahora, con tono tranquilo y hasta despreocupado, Amatista comentó.



-Por fin me enviaron la música que encargué y tengo que ver como ha quedado. Además, presentaré la maqueta que grabé al comité de festejos. Espero que la acepten. - Pudo decir la aludida con visible ilusión.-

-Bueno, será interesante.- Pudo decir Sandy.- A ver qué tal se te da.

-Llamaré a Jen, a ver si se apunta.- Comentó la francesa, deseosa de que sus compañeras al completo estuvieran allí para escucharla.-



Y efectivamente después se acercó al teléfono del laboratorio y llamando a Jen se lo pidió también, pero ésta había quedado con su inefable novio una vez más y lamentó no poder acompañarlas.



-Ya teníamos esos planes. Pero la próxima vez me encantaría.- Repuso la joven.-



            Tras despedirse de su compañera, Jennifer suspiró. Dejando de lado un libro que estaba leyendo.



-Es cierto. Me gustaría mucho compartir más momentos con vosotras. De esos que se recuerdan, y son pormenorizados. Pero no debo. De hecho, ya me he involucrado demasiado.- Musitó.-



            Le daba lástima desde luego. Aunque se lo advirtieron. No debía mezclar sus sentimientos con la misión que tenía encomendada.



-Trataré de ir con mucho cuidado. Ya queda poco. Pronto habré logrado lo que siempre quise.- Se dijo, retomando esa lectura.-



            Por su parte Amatista se encogió de hombros.



- A ver si algún día esa chica se deja caer por donde quedamos las demás.- Se dijo. –



Pensó en llamar a su nueva amiga Ginger pero ésta también tendría turno en su cafetería. Dejándolo estar Amatista volvió con Penélope que estaba enfrascada con sus cálculos y también se lo propuso, aceptó con un gesto de la cabeza mientras trataba de despejar una incógnita que se le había puesto pesada.



-Sí. - Declaró la jefa.- Esta tarde no me viene del todo mal.



            Y convenido aquello, Amatista volvió a su trabajo. Estaba muy motivada y bastante ilusionada.



-Todo va de maravilla.- Pensaba, en tanto clasificaba y tomaba notas de unos cuantos experimentos ya realizados.-  Y por primera vez en mucho tiempo tengo ganas de cantar. De crear algo nuevo. Desde que estuve en el hospital he tenido bastantes momentos de inspiración.



            Realmente contaba los minutos para concluir el trabajo por aquel día e ir a ese estudio que tenía reservado. Ansiaba obsequiar a sus compañeras y amigas con una de sus mejores interpretaciones.




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