Al día siguiente Amatista se levantó temprano, por
fin volvía oficialmente a su trabajo y entraba a las doce, pero tenía tiempo de
ir a clase de karate que empezaba a las diez. No desayunó mucho por si acaso
pudiese sentirse pesada, se llevó su ropa de faena en una bolsa de deportes. No
sabía si Leval iba a ir, esperaba que sí. Llegó apenas con unos minutos para
cambiarse y ponerse el kimono.
-¡Oh! Sacre blue.- Exclamó en su francés natal.-
Con las prisas comprobó fastidiada que se había
olvidado el cinturón. Como no tenía ninguno más le pidió al profesor uno. Éste,
que no la conocía, le dio uno blanco del almacén. Amatista no dijo que ella era
ya cinturón negro, (se lo había sacado unas semanas antes de salir de la Tierra)
le pareció divertido hacerse pasar por novata, a fin de cuentas nadie en la
clase la conocía. Y era como si volviese a empezar después de su recuperación,
no le vendría mal hacerlo de modo paulatino y suave. De modo que se integró
despreocupadamente en el grupo de novatos. El maestro se dispuso a
empezar la clase, ordenó a los alumnos colocarse en filas por cinturones para
el saludo inicial. Se colocó en los últimos lugares y saludó con el resto. Tras
el preceptivo ritual, el profesor ordenó correr unas vueltas de calentamiento
por el tatami. Mientras corrían calentaban brazos, manos y muñecas con giros
suaves a uno y otro lado. Una chica de pelo castaño claro y poca
estatura, que era cinturón blanco, corría a su lado y la abordó tímidamente
para preguntarle con expectación y algo de temor.
-¿Tú crees que el primer día serán muy duros con
nosotras? La verdad es que tengo un poco de miedo.
-No te preocupes,- contestó Amatista con tono
amable, para tranquilizarla. - No empezaremos con los combates hasta que no
sepamos los movimientos básicos.
-Parece que sabes mucho,- repuso aquella chica
presentándose. - Me llamo Ginger Reinosa, ¿y tú?
Su interlocutora le dedicó una sonrisa y respondió restándose importancia.
-Yo soy Amatista Lassart, encantada, no te
creas que sé mucho, soy nueva aquí también.
-Me suena
tu nombre.- Comentó esa joven con aire pensativo.-
-Quizás nos
hayamos visto antes.- Especuló su interlocutora.-
No se atrevía a decir que habiendo
sido una cantante famosa posiblemente Ginger la conociera por eso. Quería ser
solamente una más a bordo de aquella nave y trabajar con el resto.
-Puede ser.
Este sitio aunque es grande no deja de ser como un pueblo.- Concedió esa chica
en tanto seguían corriendo para volver a su anterior inquietud.- Ahora solo
espero que no tengamos que ponernos a dar tortazos. Me asusta cuando dan esos
gritos y esos golpes…
Un chico que corría a su lado las oyó hablar, era cinturón naranja y se
apresuró a decir.
-No os preocupéis, a los blancos no se les deja
pelear aún, por lo menos hasta que sean amarillos. Además, luego no os pegarán
duro hasta que por lo menos seáis verdes.
-Tú tienes un cinturón de colores, ¿es muy alto?- Le
inquirió Ginger con mucha curiosidad. -
-No mucho,- respondió él con sincera modestia. - Aún
soy naranja, sólo estoy dos cinturones por encima de los vuestros.
-Confío en que nos ayudarás,- le pidió Ginger muy
interesada también en el agradable rostro de ese chico de pelo moreno y
mediana estatura, pareja a la de Amatista.- Nosotras sí que no tenemos ni idea.
-Claro,- sonrió el muchacho. - Os explicaré los
golpes básicos si no los entendéis. Pero al principio es fácil. A propósito, me
llamo Michael.
En ese momento, el maestro les ordenó parar y estirar, después explicó
los puñetazos y patadas básicos. Ginger los repetía con torpeza en tanto que
Amatista, pese a no pretenderlo, demostraba su destreza. Michael corrigió un
poco a su novata compañera de forma muy amable, luego se acercó hacia la otra
nueva y le dijo impresionado.
-Oye ¡lo haces muy bien! parece que fueras un
cinturón alto ¿Has hecho otras artes marciales?
-Sólo un poquito de judo y de Karate antes, pero
aquí soy novata total.- Sonrió Amatista que, en eso no mentía. Nunca
había practicado artes marciales en ese gimnasio. – Ahora quiero ir poco
a poco, tuve una grave lesión.- Remachó con total sinceridad.-
-Pues se te da muy bien.- Alabó Michael en tanto el
maestro ordenó a los cinturones de colores ejecutar una kata, "la Pinan
Sodan" la más sencilla. -
Amatista decidió no participar, vio como lo hacían los otros. Ginger le decía
impresionada.
-¿Y nosotras tendremos que hacer eso? - Susurró
alarmada para afirmar con visible inquietud. - Me parece muy difícil.
-No- sonrió ésta mientras contestaba. - No lo creas,
con un poco de práctica tú lo harás así también.
-No creo, ¡soy muy torpe! - Rio la chica que añadió
algo cohibida. - Y además enseguida me pongo muy nerviosa. Me asusto cuando
tengo que enfrentarme con alguien. No estoy hecha para la violencia. Me apunté
a ver si gano en confianza. Ya sabes. Las chicas tenemos que saber defendernos.
-Esto no tiene nada que ver con la violencia. – Le
respondió condescendientemente Amatista que añadió con talante más optimista. -
Tómalo como un modo de mantenerte en forma y todo lo demás llegará por sí
solo. Lo único que cuenta aquí es vencerse a uno mismo, no a los demás. Aunque
eso sí, sirve para la autodefensa.
Ginger quería decir algo más pero no tuvo oportunidad. El maestro interrumpió
la clase llamando la atención de todos los alumnos, había llegado otro cinturón
negro. Amatista sonrió viendo que era Leval. El recién llegado saludó al
profesor y a los demás y se disculpó en tanto se presentaba.
-Lamento llegar tarde, bueno, para los que no me
conozcan me llamo Leval Malden. Y a petición del maestro Osaka, os ayudaré en
el entrenamiento y supervisaré algunas de vuestras Katas y combates. Empezaré
haciendo una “Basaiday”.
Leval ejecutó una Kata impecable y muy potente, todos los cinturones altos y
medianos aplaudieron conscientes del domino que había demostrado. Los
cinturones menores también aplaudieron imitando a los otros más que por otra
cosa. Michael les comentó a las chicas visiblemente impresionado.
-¡Ese tío es increíble! No he visto nunca a nadie
hacer una kata tan buena, creo que ni siquiera al maestro, debe ser muy buen
karateka. Yo desde luego no sería capaz de hacerlo así ni aunque me entrenase
durante mil años.
- Él es algo fuera de serie, eso te lo aseguro.-
Sonrió Amatista orgullosa. -
-¿Le conoces de algo? - Inquirió Ginger con un tono
de complicidad que rayaba en el susurro para que Michael no la escuchara
-, porque está buenísimo. Creo que le he visto en alguna parte, aunque ahora no
me acuerdo.
-¿Si le conozco? – Repitió su interlocutora, que no
pudo evitar reírse al revelar con jovialidad, encantada de desvelar. - ¡Es mi
novio!
-¡Caray chica, que suerte! , te podrá enseñar muchas
cosas. Espero que no te hayas molestado conmigo al decirte lo bien que está.- Le
respondió su interlocutora visiblemente cortada. -
-¡Que va! , es más, me gusta que otras chicas
también lo valoren.- Repuso Amatista complacida en su amor propio, para
reconocer ahora de forma más agradecida. – Es un chico estupendo. No solamente
en el plano físico sino en todos los sentidos. Tengo mucha suerte, es verdad.
-¡Él sí que es un tipo con suerte!- intervino un
resignado Michael a quién esa noticia no le había caído tan bien como a Ginger.
– Desde luego que lo es.
Realmente era difícil pretender que una chica como
esa estuviera libre, pero con ese tío por novio, estaba claro que era
inalcanzable para el resto. ¿Qué se le iba a hacer?
-Bueno,
siempre quedan chicas por ahí.- Afirmó Ginger que más bien fue escuchada por Amatista.-
-¿Decías
algo?- Quiso saber Michael que con captó aquello.-
-No, nada…-
se sonrió aquella muchacha de forma algo nerviosa.-
Amatista tuvo que taparse la boca para no reír. Esa pobre muchacha parecía
haberle echado el ojo a aquel chico. Por su parte, sonrió agradeciendo el
cumplido que el muchacho la dedicara. Leval pasó cerca de ellos pero no se
dijeron nada, ninguno quería interrumpir el desarrollo de la clase. De hecho se
plantó delante de la nerviosa Ginger que lanzaba los puños casi sin orden ni
concierto, tratando de imitar los ejercicios más simples.
-¿Va todo bien? - Le preguntó Leval centrándose en
ella para sonrojo de esa muchacha y risa apenas contenida de Amatista que les
observaba divertida.- ¿Necesitas ayuda?
-Sí...bueno, no sé. -Pudo musitar la muchacha con
patente nerviosismo, en tanto lanzaba una mano casi sin rumbo.- Me hago un lio
con esto.
-No, mira…debes hacerlo así…cierras el puño, encoges
el brazo hasta la cadera y lo sacas despacio, giras la muñeca pero no extiendas
del todo y acompañas con desplazamiento de cadera… ¿Lo has entendido?...-Le explicó
el chico con bastante amabilidad.-
Ginger se ponía colorada por momentos, más todavía
cuando ese apuesto profesor le sujetó suavemente de las muñecas indicándole.
-Cuando lances un puño, recoges el otro al mismo
tiempo, ¿ves? Y cargas el peso desde la cadera…
-Va...vale…- Fue capaz de balbucear su vergonzosa alumna.-
Lo intentaré…
Él
entonces reparó en su novia y con tono jovial
y bromista le comentó como si no la conociera…
-¿Serías tan amable de ayudarla?...Parece que has
pillado bien el movimiento.
-¡Sí, sensei! - se rio ella visiblemente divertida.-
Enseguida.
El muchacho sonrió pero no dijo nada más, se alejó
entonces. Ahora estaba fuera de lugar el que se tratasen de otra manera que
como instructor y alumna. Como buenos deportistas estaban metidos en su
actividad. El muchacho se fue directamente a supervisar combates. El maestro
entonces puso a los blancos con otros cinturones altos para que les enseñasen algunas
técnicas de combate. A Michael y a Ginger les emparejó juntos, a Amatista la puso
con un tal Gary, un cinturón azul, de pelo corto y castaño oscuro, ligeramente
más alto que ella y de aspecto bastante engreído. Éste se felicitó al
tener un bombón como esa chica, pensaba en impresionarla con sus técnicas.
-Mira, antes de que empecemos te aseguro que no te
haré ningún daño,- le prometió con suficiencia para remachar del mismo
modo. - No abuso nunca de principiantes. Lucharé despacito para que veas la
técnica de mis movimientos, luego me atacas tú y yo sólo me defenderé.
-Gracias, seguro que aprendo mucho.- Respondió
irónicamente Amatista aunque su interlocutor sonrió con satisfacción, sin
captar el mensaje. Estaba bastante pagado de sí mismo como para entenderlo. Más
cuando ella remachó. – No seas muy duro conmigo…es mi primera vez...aquí.
Aquel
tipo no pareció escuchar eso último y comenzó a bailar alrededor de la
muchacha, ésta le miraba algo sorprendida. Gary pensó que seguramente sería por
lo rápido que se movía, en realidad ella pensaba que dejaba muy a la vista sus
puntos vulnerables con esa guardia de pose de maniquí que mantenía. Además de
detectarle algunos errores en las posturas, pero no dijo nada. Pensó que lo
hacía así porque, al creerla una principiante, no se lo tomaba en serio.
-Ahora te voy a enseñar cómo se da una buena
patada.- Trazó varias patadas circulares que no estaban del todo mal pero que,
en opinión de la chica, tampoco eran una cosa del otro mundo. - ¿Lo ves?
Amatista asintió poco convencida. Ese tipo seguía con su exhibición hasta que
Michael que sí que estaba explicándole bien las cosas a Ginger tropezó con él
sin darse cuenta. Con la mala suerte de pisarle un dedo, Gary profirió una
exclamación de dolor.
-Lo siento, no me he fijado.- Se disculpó Michael. -
-Pues deberías.- Replicó de manera insolente. -Ya
eres naranja, ¡deberías fijarte donde te pones, estúpido!
- Oye, te he dicho que lo siento, ¿vale?, no creo
que sea para ponerte así. – Replicó el chico con patente malestar. -
Y sin querer
continuar con esa discusión absurda, el chico se dio la vuelta para seguir con
Ginger, pero su polemista se acercó y le empujó por la espalda de muy malas
formas. Amatista se sorprendió y se enfadó, no tenía motivos para hacer eso. El
tal Gary era un chulo al que había que dar una lección. Mientras pensaba esto,
las siguientes acciones de ese tipo confirmaron su opinión.
-A mí nadie me da la espalda cuando le hablo y menos
un inútil como tú, si tuvieses mi nivel, todavía, pero sólo eres un naranja
miserable.
-¿Tu nivel?,- replicó Michael enfadado para
reprocharle con dureza. - Tú eres un chulo que no debería poder llevar ese
cinturón...
-¿Conque sí, eh? - Contestó Gary con un aire
de amenazante perdonavidas. - ¿Qué has dicho? ¿Te crees muy duro verdad?, me
gustaría que tuvieras las narices suficientes para decirme eso en el tatami.
-A mí no me gusta solucionar los problemas a golpes,
el karate no sirve para eso.- Objetó el interpelado que ni mucho menos quería
enzarzarse en una disputa tan estéril. -
-¿De verdad?- le empujó nuevamente Gary.- Lo
que pasa es que eres un cobarde- miró a ambas chicas que a su vez le observaban
atónitas y añadió con desdén. - No estéis con este tipo, nada bueno se puede
aprender de él.
-No estoy de acuerdo- contestó Amatista
visiblemente enfadada. -Yo creo que más bien es contigo con quien no
debería una ponerse, no tienes ni idea de lo que es el karate en realidad.
-Tú no te metas,- le espetó Gary - esto es entre él
y yo. Además, no sabes de lo que hablas, novata.
-Lo que sí que sé es que no deberías meterte con un
cinturón más bajo que el tuyo. - Le reprobó ella para sentenciar. - Eso es de
cobardes.
-Si no fueras cinturón blanco y una chica te iba a
enseñar a insultarme.- Añadió aquel chico con desprecio y bastante chulería. -
-Eso me gustaría verlo.- Respondió la muchacha
devolviéndole una mirada de pocos amigos. -
La discusión había hecho que todos dejasen sus ejercicios y escuchasen perplejos,
el propio maestro Osaka se acercó junto con Leval. Y en tanto llegaban,
Ginger le comentó al tal Gary en tono burlón.
-Te has metido con la chica equivocada, ahora su
novio te va a ajustar las cuentas.
Éste observó incrédulo a su interlocutora y después a Amatista, aunque no dijo
nada pues el maestro ya estaba allí y preguntó dirigiéndose a él con
visible reprobación.
-¿Qué pasa aquí? Gary, te tengo dicho que estoy
harto de tus peleas, ¿qué problema tienes esta vez?
-Esta chica me ha insultado,- señaló a Amatista para
añadir con indignación. - Le decía que tiene suerte de que yo no soy de
los que abusan de una mujer que encima es novata.
-Pues yo le respondí que si quiere pelear acepto el
reto,- respondió ella furiosa.-
Todos miraron asombrados. Leval era el único que se
sonreía moviendo la cabeza con gesto divertido.
-Maestro,- intervino Michael preocupado. - Ha sido
por mi culpa, la bronca era conmigo, ella sólo me ha dado la razón. Soy yo el
que debería pelear...
-Así me gusta. - Aplaudió con sorna Gary para
comentar de seguido. - Al menos que tengas el valor de mantener lo que dices. Y
que no te escondas tras las faldas de una chica. Aunque en este caso lleve
kimono.
A nadie le gustó ese tono, Amatista tentada estuvo de arrearle un buen
guantazo pero se contuvo. Tampoco se escuchó nada del resto de los presentes.
Hasta que Osaka comentó.
-Muy bien, poneos protecciones, yo arbitraré un
combate - ordenó el maestro mirando severamente a Gary. -Te lo advierto, si le das
un mal golpe o haces algo que no me parezca legal, te las verás conmigo.
- No hay problema - respondió éste ahora de forma
muy sumisa. - No se preocupe maestro, no le daré fuerte.
Osaka dio la señal y comenzó el combate, al principio fase de tanteo. Michael
lo hacía muy bien para su nivel pero había que admitir que Gary era mejor
y tenía más experiencia. Le anotaba puntos burlándose de él, de una patada circular
en la cara tumbó a Michael en el suelo, pero para evitar el enfado de su maestro
se apresuró a decir en modo conciliador.
-La patada ha sido legal, además no sangra.- Osaka
tuvo que asentir y dar por ganador a Gary que se pavoneaba por el ring
retando con satisfacción - ¿alguno más?
Entonces un molesto Leval se adelantó, con sólo verle aquel engreído tembló,
sobre todo cuando le escuchó decir con bastante seriedad.
-A ver si te luces así contra mí.- Iba a salir al
tatami cuando su novia le detuvo, él la miró con sorpresa y le susurró en voz
baja al percatarse ahora de su cinturón blanco. - Amatista, ¿qué haces todavía con
ese cinturón?
-Luego te lo explico,- musitó a su vez ella
reclamando su atención. - Ahora escúchame, sí peleas tú le ganarás, pero él
quedará bien porque eres muchísimo mejor. Nadie podrá reprocharle que pierda.
Pero si le gano yo, y tú sabes de sobra que podré, quedará en evidencia, eso le
enseñará. Déjamelo a mí.
Durante unos instantes el chico pareció sopesar esa posibilidad, luego se
sonrió con gesto divertido y asintió, para proclamar en voz alta.
-No estás preparado todavía para que peleé contigo,
aun así lo haré. Después… Aunque antes va esta chica que estaba primero.
Si ella te deja en condiciones y lo deseas, luego lucharemos tú y yo.- Todos le
miraron incrédulos, y hasta Gary exclamó. -
-¿Estás loco? No voy a pelear contra un blanco
y encima una chica. ¿Si le hago daño, qué? Me acusarían de maltratador o
algo parecido. Yo no pego a las mujeres.
-Tiene razón, en este caso no puede ser.- Negó el
maestro pero Leval le cuchicheó. -
-Si quiere que ese tipo se lleve una lección, hágame
caso. Déjela pelear, le prometo que le va a encantar.
Osaka empezó a comprender por donde iba el muchacho. Más aún cuando miró a los
ojos a la muchacha que se estaba preparando haciendo unos leves ejercicios de
calentamiento. Cambió de opinión ante la sorpresa del resto de sus alumnos.
-Pelead pero observad las reglas.- Advirtió casi más
dirigiéndose a ella que a su rival.-
Amatista
entonces dijo en voz alta a su perplejo rival.
-No te preocupes, puedes pegarme lo que quieras. Esto
es un combate, nadie va a pensar que eres un maltratador por defenderte.
Y Gary asintió divertido, salió al tatami de nuevo y
Amatista hizo lo propio.
-No te preocupes, seré bueno contigo. - Afirmó
el chico que la observaba con menosprecio para ofrecerse con manifiesta sorna.
- ¿Te ayudo a ponerte las protecciones?
Ella
no respondió, se las puso con rapidez y le hizo señas con las manos.
-Vamos, a ver lo que sabes hacer.
-Aún podemos solucionarlo con un besito - se burló
él. -
-¡Venga, pelea! - le espetó su oponente añadiendo
con determinación - o empiezas tú o lo haré yo.
Gary comenzó a bailotear con gestos de burla alrededor de Amatista, le lanzó
varias veces un puño de forma deliberadamente floja casi dándole palmadas en el
rostro, mientras decía en tono de sorna.
-Sería una pena estropear una cara tan bonita. Ja,
ja,
Por toda respuesta, la muchacha le dio un rápido puñetazo en el estómago que le
encontró desprevenido. Ella recogió bien y Osaka le concedió un “Wasari”, todos
aplaudieron atónitos y Gary furioso, no podía creerlo. Se rehízo y exclamó
visiblemente irritado.
-¿Conque esas tenemos, eh? ¡Ahora verás! , voy a
luchar en serio. Te lo advierto. ¡Aunque seas una chica!
Efectivamente atacó con fuerza. Pero su oponente
bloqueó el puñetazo con facilidad y barrió una pierna de Gary, éste perdió el
equilibrio. Ella aprovechó para colocarle otro rápido “Wasary”
-Ya está bien de perder el tiempo,- declaró la
muchacha empleando el mismo tono de suficiencia que antes usara él - no eres
rival para mí.
-¡Eso es lo que te has creído! - Gritó su oponente
ahora muy furioso y humillado. - ¡No voy a perder contigo! - Lanzó una patada
que dio a Amatista en un hombro, ella se descolocó y Gary le lanzó un puñetazo
al estómago anotándose un “Wasary”. Ella tardó en recuperarse mientras su
rival anunciaba triunfante.- Hasta ahora estaba desprevenido. Pensaba que no
sabías nada, pero se acabó, verás lo mal que lo vas a pasar. Voy a luchar como
en un combate de verdad, así aprenderás.
-¿A sí?- Sonrió pícaramente Amatista ya recuperada,
para convenir con serenidad - muy bien. Entonces yo haré lo mismo...
El combate se reanudó, Gary atacó pero su oponente esquivó con gran velocidad.
Él probó con otra patada pero esta vez su adversaria la bloqueó y después
le dejó pasar. Ella contratacó con una doble patada circular que abofeteó la
cara de su rival. Poco a poco Amatista iba recobrando agilidad y
sensaciones. Su cuerpo recordaba los entrenamientos con sus amigas, como
justicieras y otros muchos que había realizado. Desde luego, ese tipo no tenía
oportunidad.
-¡Punto de ipón para la señorita! - Exclamó Michael
con regocijo.-
Todo el mundo aplaudió y Osaka dio por terminado el
combate con victoria para Amatista. Sin embargo ese tipo, ciego de rabia, se
negó a asumirlo y volvió a atacar, esta vez apuntando con su pierna a la
rodilla. La muchacha le esquivó por muy poco, ¡ese bastardo había podido
lesionarla de gravedad, y encima en la pierna, con todo el esfuerzo que había
tenido que hacer para recobrarse!, ese pensamiento cruzó su mente por un instante
y la hizo enfurecerse de verdad. Reaccionó sin pensar y girando sobre sí misma
le propinó tal patada en la cara a su rival que incluso lo sacó del tatami.
Todos estaban perplejos pero aplaudieron con entusiasmo. Gary estaba medio
noqueado. Algunos espectadores fueron a atenderle. Sangraba profusamente por la
nariz y enseguida trajeron un botiquín. Amatista tras respirar hondo unas
cuantas veces recuperó entonces el dominio de sí misma y tras observar con
alivio que ese chico no parecía estar seriamente herido se disculpó ante Osaka
con el saludo reverencial de rigor.
-Lo siento, no era mi intención hacerle daño,
maestro.
-Déjalo, tiene lo que se merece. Que le sirva de
lección. - Sonrió éste que incluso se mostró complacido y añadió. - ¿Tú
eres cinturón negro, verdad? - Ella asintió algo avergonzada ante la sorpresa
de todos, principalmente de Ginger y Michael. – Lo supuse al ver cómo te
mueves y la técnica que tienes.
-Chicos.- Explicó algo apuradamente Amatista
dirigiéndose hacia ellos dos.- Veréis, se me olvidó el cinturón. Creía que al
ser el primer día sería divertido jugar un poco. No esperaba esto, lo siento
mucho. No quise engañar a nadie.
-¡No te preocupes!,- exclamó Michael levantando un
puño para afirmar con entusiasmo. - ¡Has estado genial! ese tipo merecía que
alguien le diera una lección. Ya quisiera ser la mitad de bueno que tú. Es
alucinante como te mueves y como usas los pies. Espero que me enseñes alguna de
tus técnicas.
-Pues claro- sonrío ella recobrando su
jovialidad. - Claro que sí.
Leval se acercó a su novia y en un gesto muy cortés le dejó su cinturón negro.
Ella se lo puso de inmediato.
- Así está mejor. – Declaró el muchacho con
satisfacción. - Todos con ganas de aprender.
-Chica, ¡eres increíble!,- le dijo Ginger
francamente impresionada aunque añadió con cierto pesar. - Pero ahora no podré
estar contigo, tú eres cinturón negro. No tienes nada que aprender y yo te
estorbaría.
-Nada de eso. Seremos buenas amigas - le respondió
Amatista dándole la mano para explicar. - Los cinturones no son lo que cuenta
sino el esfuerzo de cada uno por superarse y desde luego que me queda mucho por
aprender, el cinturón negro es sólo el principio.
-Pue tú ya
eres realmente buena.- La halagó su interlocutora una vez más.-
-No te
creas, hay muchas personas que conozco que me derrotarían sin problemas.-
Admitió la joven con evidente modestia en su tono.-
-¡No
tantas!- Bromeó Leval pasándole un brazo por los hombros.- Y menos cuando te
enfadas…
Todos se rieron divertidos por
aquellas palabras. Amatista la primera. Pensaba ahora en cómo había sido ella hacía
tan solo unos pocos años, quizás incluso meses. Esa muchacha engreída y
orgullosa que pensaba que era casi perfecta en según qué cosas. Y por supuesto
que entraba fácilmente al trapo cuando alguien la desafiaba a ser el mejor en
alguno de los deportes que tanto le gustaban. Se acordaba ahora de ese reto tan
infantil que le lanzó a Leval cuando compitieron en la piscina. Suspiró bajando
la mirada.
-¿Estás
bien?- Se interesó su novio.-
-Sí,-
sonrió débilmente ella para admitir.- Únicamente pensaba. A veces, cuando nos
creemos tan fuertes e invencibles, sucede algo que nos hace darnos cuenta de lo
vulnerables y frágiles que en realidad somos.
-¡Caray! -
terció una divertida Ginger ahora.- ¡Eres toda una filósofa! Y si eso lo dices
tú, ¡qué podría decir yo?...
Hubo más risas entre todos. Por su parte Osaka asintió
con aprobación a esas palabras y dio por concluida la clase, todos saludaron,
excepto el tal Gary que aún tuvo que ser ayudado a levantarse. Se fue en
silencio al vestuario, todavía atontado por el último golpe. Las muchachas por
su parte fueron al vestuario y allí se ducharon. En tanto se vestían charlaron
un poco más.
-¿A qué te dedicas?- Quiso saber Ginger con una
divertida curiosidad, al añadir.- Cuando no estás zurrando a algún presuntuoso.
-Soy técnica de laboratorio.- Le contestó su
interlocutora sin poder evitar sonreír.- No creas que estoy todos los días
golpeando a la gente.
Aunque
si se paraba a pensarlo, al hilo de sus reflexiones anteriores, había sido muy
peleona de más jovencita. Incluso ahora conservaba ese genio tan vivo que le
había ocasionado no pocos problemas. Así suspiró admitiendo ante su contertulia.
-La verdad. Tengo mucho carácter. A veces me paso de
la raya. Pero tras un accidente que sufrí he meditado mucho. Creo que los
desacuerdos se deben resolver de un modo más calmado. Me he dado cuenta de que
hay cosas mucho más importantes que el orgullo o el tratar de destacar. Y
además, ahora que salgo con Leval me siento tan feliz que incluso mi capacidad
de aguante ha mejorado.- Se rio un poco hasta que sentenció ya más seria.- Bueno,
al menos hasta ahora.
-¡Vaya una chica!- Resopló su contertulia
observándola no sin admiración.- Eres realmente impresionante.
Amatista
sonrió débilmente, se estaba percatando de la forma de mirarla de aquella
muchacha, ella misma se dijo en su fuero interno.
-No…no va a ser siempre lo mismo…simplemente me
considera una chica fuerte. Y solamente había que ver como miraba a Michael…
Y
tras pensar aquello y descartar esa posibilidad, quiso saber a su vez.
-¿Y tú? ¿Qué haces en la nave?
-Bueno, soy camarera en una cafetería.- Le desveló.-
No tengo aptitudes para investigar ni formar parte del ejército…
-Todo el mundo aquí hace un trabajo realmente
importante.- Repuso su contertulia añadiendo.- A mí me encanta ir a una buena
cafetería. Lo hago desde que era una niña, en París. Mis padres me
llevaban…-Suspiró ahora algo más apenada al recordar aquellos bonitos
momentos.-
-¿Eres de París?- Se sorprendió la otra muchacha,
afirmando con entusiasmo.- ¡Siempre he querido ir!
-Es una ciudad preciosa, sí, mi ciudad natal. –
Sonrió Amatista, añadiendo.- La cité de la
lumière.
-Sí, supongo.- Musitó la joven si haber comprendido
aquello.-
-La Ciudad de la Luz.- Le tradujo a su interlocutora
con una amable sonrisa.- Seguro que, un día cuando regresemos, podrás visitarla.
-¿Tú crees que lograremos volver?- Inquirió esa
chica ahora con un tono más desanimado para desvelar.- A veces vienen algunos
científicos y militares a tomar algo a donde trabajo y… bueno… muchos dicen que
estamos perdidos para siempre. Les oigo hablar…y no tienen demasiadas
esperanzas.
-No te preocupes. Tenemos un gran equipo de
científicos y de investigadores, y que conste que no lo digo por mí. Yo
únicamente soy una novata en pruebas. Pero confío en ellos y estoy convencida
de que, un día, volveremos.- Declaró su contertulia con optimismo.- Nunca
pierdas la esperanza, Ginger. Eso es algo que también he aprendido durante este
tiempo aquí.
Su
interlocutora sonrió, esa chica, además de fuerte y segura de sí, era muy
agradable. Lo cierto es que no podía evitar hacerse de menos ante semejante
mujer. Ginger no tenía muchos estudios y era una jovencita del montón, según
ella misma pensaba. Eso de apuntarse a kárate lo hizo para tratar de tener
algún aliciente, hacer cosas nuevas. Se había pasado mucho tiempo en el trabajo
o en su apartamento, donde apenas sí hacía nada más que ver la holotele. Tenía
algunos amigos, sí, pero no quedaban en demasía. Ahora, con esa recién conocida
muchacha creía que podría ampliar horizontes. De modo que comentó cuando ambas
estuvieron ya listas para marcharse.
-Bueno, espero que continúes viniendo por clase. A
mí se me hace algo cuesta arriba pero teniéndote aquí, es otra cosa.
-Lo procuraré. Me viene bien ir recuperando la
forma.- Asintió Amatista.-
-Pues si ahora no estás en forma no me imagino como
serás cuando lo estés.- Suspiró la atónita Ginger.-
Su
compañera de entrenamiento se rio. Esa chica era simpática, en muchas cosas le
recordaba a Satory. Y eso mismo la llevó a acordarse de que debía irse a
trabajar.
-Bueno, tengo que irme ya. No quiero llegar tarde. Hasta
otro día.- Se despidió amablemente.- Ha sido un placer conocerte.
-Lo mismo digo. Adiós.- Repuso esa muchacha.- Y
pásate algún día por mi cafetería. Te invitaré a alguna cosa. Bueno, vente con
tu novio si quieres. Os invitaré a los dos…
-Eres muy amable, muchas gracias.- Sonrió Amatista.-
Al fin se
marchó. A la salida la aguardaba Leval y éste aun en tono jocoso le comentó.
-Te has pasado con ese tonto. ¡Casi lo
desencuadernas! Ten en cuenta que es un capullo normal y corriente. No uno de
esos contra los que luchabas de justiciera.
-Sí. Lo siento. - Admitió la muchacha bajando la
cabeza con auténtica preocupación. – No quise hacerle daño, ¡de verdad!
Leval la observó ahora con gesto serio y ella le confesó aquellos pensamientos
que le cruzaron por la cabeza cuando Gary trató de lesionarla. Puso las manos
sobre los hombros de la chica y le dijo con tono más tranquilizador.
-Se lo buscó, si yo hubiera estado en tu lugar
seguramente habría hecho algo por el estilo.
-Tú jamás le habrías pegado con fuerza porque le
hubieras matado - negó ella que añadió con remordimientos. - Yo sí le di con
todas mis ganas, y no debí hacerlo, no pude controlarme. Además todavía no
estoy en forma. De haberlo estado no hubiera permitido que las cosas llegasen
tan lejos.
Él le pasó ahora un confortador brazo sobre los hombros para añadir a modo de
ánimo.
-No le hiciste nada que no se mereciera. Y estoy
seguro de que desde ahora llevará más cuidado. Por la cuenta que le tiene. Ya
verás cómo ha aprendido a ser más humilde.
-Gracias, Leval. - Sonrió la muchacha sintiéndose
mucho mejor, sabía que podía contar con él para apoyarla y eso le encantaba. -
¿Sabes? He estado charlando un poco con Ginger, la chica esa que estaba a mi lado
en el entrenamiento. Es muy maja. Aunque me parece que la pobre está muy sola.
-Bueno, pues podéis haceros amigas.- Le propuso él.-
Ella
asintió sonriente. Pasaron unos minutos charlando de otras cosas y Amatista ya
pensaba en que podrían quedar a la tarde a tomar algo. Aunque cuando vio uno de
los relojes que había en el pasillo, rumbo a la parada del deslizador, la
sonrisa en su cara desapareció. Y eso que había estado pensando en ello al
salir del vestuario. ¿Cómo había podido olvidarlo? Pero claro, hablando con
Leval perdía la noción del tiempo.
-¡Oh Dios mío! Voy a llegar tarde. ¡Se me pasó
completamente! - Exclamó ella ante el gesto de sorpresa de su novio.-
Casi eran las doce, de modo que se despidió del joven con un
rápido beso, tenía que entrar a trabajar. No quería ganarse la primera bronca
antes de empezar.
-Adiós. - Sonrió él viéndola alejarse con gesto
divertido.-
Por su parte su novio se fue directo al vestuario.
Tenía que ayudar al maestro a recoger algunas cosas. Allí estaba todavía aquel
capullo de Gary, con dos algodones en la nariz. Pese a ello Leval se acercó y le dijo con un tono entre lleno de regocijo
y amenazador.
-Espero que hayas aprendido la lección, amigo. De lo
contrario la próxima vez seré yo quién te la explique. Y no voy a ser tan
agradable como esa chica. ¿Estamos?
Aquel
petimetre asintió con vehemencia. Decididamente tuvo bastante. No tardó en
marcharse. Por el contrario Michael todavía estaba allí, ya duchado y cambiado.
Leval se dirigió hacia él pero con un tono bien distinto.
-Te agradezco mucho que salieras en defensa de mi
novia.
-Ya…aunque he visto que no le hacía ninguna falta.
Sabe muy bien cómo defenderse sola.- Sonrió el muchacho.-
-Sí, pero eso tú no lo sabías.- Repuso Leval posando
una amistosa mano sobre el hombro derecho del chico para interesarse.- ¿Eres
del cuerpo militar?
-No…no que va.- Repuso el aludido, comentando.- Soy técnico
de transmisiones. Trabajo en la zona civil para la difusión de las noticias y
los programas de televisión. Ya sabes, hay que mantener a la gente entretenida.
-Así es.- Dijo su interlocutor llevándose la mano a
la barbilla en actitud pensativa. Entonces pareció tener una idea y le preguntó
al joven.- Oye. ¿Podrías hacerme un favor?...
Michael
le observó con extrañeza pero cuando aquel chico le expuso lo que quería
asintió replicando…
-Bueno, no sé si será posible, pero hare cuanto
pueda…
Y
tras dedicarle una sonrisa y una palmada en la espalda Leval se marchó a
ducharse y cambiarse con su uniforme para reanudar sus obligaciones. Por su
parte el tal Gary salía del gimnasio al poco rato, rumiando su enfado, aunque
¿Qué iba a poder hacer él? No obstante, alguien le abordó cuando estaba a punto
de entrar en su domicilio, alguien que no parecía tener mucho interés en ser
reconocido, dado que iba cubierto por una especie de túnica oscura. Ante la
sorpresa y el temor del chico, ese extraño se dirigió a él con tono entre
susurros siseantes.
-Vaya, seguro que no querrás dejar las cosas así,
¿verdad?
-No, no comprendo a qué se refiere. - Pudo replicar
realmente intimidado por aquel extraño.-
-Lo sabes perfectamente. Gary Oswald.- Repuso su
misterioso interlocutor afirmando.- Esa parejita de vanidosos, la chica y su
novio. ¿Quién se han creído que son para tratarte así?
-¿Estaba usted en el gimnasio?- Quiso saber el
atónito chico.-
-No me hacía falta para saber lo que ha sucedido.
Verás…te ofrezco la posibilidad de que les ajustes las cuentas, cuando llegue
el momento. – Contestó ese misterioso individuo.-
Y
con una enguantada mano ofreció al desconcertado Gary una tarjeta, había algo
escrito, éste la tomó con vacilación tratando de responder.
-Oiga, tampoco quiero meterme en líos…ya he tenido
suficiente…solo soy un técnico de mantenimiento…
Ese
tipo no dijo nada, el muchacho fue entonces a abrir la puerta de su casa. Se
giró durante unos instantes dando la espalda a su contertulio en tanto añadía.
-No sé quién es usted ni lo que quiere. Pero no necesito
tener más problemas….
Sin
embargo, al volverse de nuevo para encarar a ese individuo, éste ya no estaba
allí. Gary miró en todas direcciones y no pudo ver a nada ni a nadie. A pesar
de ello seguía teniendo esa extraña tarjeta en su mano.
-Esto es muy raro. Que me cuelguen si lo entiendo.
¿Dónde se ha metido?
Y
de hecho miró dándose cuenta de que su casa estaba en un extremo de una gran
plaza. No había sitio donde ocultarse. Ese tipo no podía haber corrido tanto
para perderse de vista.
-Esto no me gusta.- Se dijo.- ¿Qué demonios pasa
aquí? Me habrá sacudido tan fuerte que debo tener visiones. Si no se me pasa
iré al médico mañana.
Aunque
seguía teniendo algo en la mano. Era esa tarjeta a la que dedicó su atención.
Simplemente tenía grabadas unas letras y números. A primera vista no le decían
nada. Aunque las palabras de ese extraño se le habían quedado grabadas. ¡Esa
parejita de presumidos! Estaba claro que le habían humillado. Y ese tipo guaperas
incluso se permitió el lujo de amenazarle en los vestuarios. En fin, por ahora
lo dejaría estar. Debía madrugar para su turno. Tras suspirar se encogió de
hombros, decidió que ya estaba bien de emociones por ese día y se metió en su
casa. Entre tanto aquel extraño encapuchado estaba sobre una de las estructuras
de mantenimiento la nave. Observaba desde una gran altura el devenir de las
gentes que caminaban por el parque en tanto se decía mientras ojeaba un gran
libro de color burdeos.
-Esto es interesante, pero yo haré que lo sea
todavía mucho más…Ya queda poco. Ahora tengo que contactar con aquellos que me
serán útiles…Sí, queda bastante que disfrutar. Y nadie podrá impedirme que lo
haga. Puedo hacer lo que quiera…y eso es lo que haré…
Ajena a todo aquello, Amatista corrió hacia la
parada a la máxima velocidad y se fue a trabajar, no le quedaba mucho tiempo si
no quería llegar tarde en su reaparición.
-Esto solamente me pasa a mí. Llegar tarde el prime
día.- Se censuró.-
Aunque estaba contenta. Antes de dar la espantada Leval
le dijo que la vería después, él tenía esa tarde una salida de vuelo de
prácticas, ambos se despidieron con otro rápido beso. Mazoui por su parte
estaba en la base, durante todo el día desde que se despertase había estado pensando
en lo ocurrido con Sandy. Una idea le rondaba por la cabeza una y otra vez. ¿Quién
sería esa persona de la que ella le habló? Por su modo de decirlo parecía que
ya sabía de quién se trataba. ¿Por qué no se lo quiso contar entonces? Suspiró
decidiendo dejar de pensar en eso para dedicarse a resolver un montón de papeleo
que tenía pendiente, era una de las desventajas de su nuevo grado.
-Mejor será que me dedique a mis cosas.- Suspiró.-
Notó
entonces una extraña sensación. Como si una presencia estuviera cerca. No podía
precisar si era algo hostil o amistoso. De todos modos eso pasó en un instante.
El chico se limitó a encogerse de hombros y musitar.
-Maldito estrés.
En el laboratorio, Satory, Penélope y Sandy ya se
afanaban en trazar cálculos para nuevos experimentos. Penélope entre ecuación y
ecuación, le preguntó distendidamente a Sandy.
-Bueno chica, ¿qué tal ayer?, tengo entendido que
cenaste con Mazoui.
-¡Hay que ver como vuelan las noticias! - Sonrió ésta
que parecía de un estupendo humor esa mañana, admitiendo.- Sí, cenamos juntos
en mi apartamento, pero eso fue todo.- Sentenció la muchacha que cuando quería
sabía mentir muy bien. -
-No me digas que no ocurrió nada más. Me extraña
teniendo en cuenta lo que contaste la vez anterior. - Insistió Penélope con
mucha curiosidad que incluso se alzaba por encima de su habitualmente frío semblante.
– Dijiste que era una especie de máquina para…ya sabes…
Y
desde luego que la doctora Winters dejaba entrever mucho interés. Al parecer la
mujer de hielo ya no lo era tanto. Su contertulia pensaba en eso, ojalá que
todas pudieran irse humanizando y abriéndose a los demás. Forjar una buena
amistad. Pero, pese a lo hablado con Mazoui, prefería tener cuidado. Al menos
por ahora. De modo que replicó.
-No, no sucedió nada. Aquello no fue como yo creía.
La joven además habló deliberadamente con un tono lo
suficientemente alto para que Satory, que estaba algo alejada con unos tubos de
ensayo, la escuchase sin que pareciese que lo hacía en tanto le contaba a su
jefa.
- Verás, hemos descubierto que, al margen de la
atracción física, no estamos hechos el uno para el otro. Además, él piensa en
otra persona. Hemos quedado como buenos amigos, pero por un lado me alegro,
sabes.
-¿Y eso? , porque tú me dijiste que era un tipo impresionante,
ya me entiendes.- Insistió Penélope sorprendida. -
-En eso sí, no cabe duda,- convino su contertulia
añadiendo con mayor seriedad. - Pero también me di cuenta de que debía de estar
pensando en esa otra persona y como no podía estar con ella se consoló conmigo.
A
su pesar, puesto que entre ella y Sandy, desde que tuvieran aquel último enfrentamiento,
apenas habían mediado palabras, Satory escuchaba con muchísima atención. Tan
absorta estaba tratando de enterarse que casi se le cae un matraz con mezclas.
Tuvo que dominar su curiosidad para que sus dos compañeras no se dieran cuenta
de ello. Penélope por su parte volvió a preguntar con mucho interés.
-¿Pero entonces que clase de tipo es, que juega con
tus sentimientos? Por lo menos te diría quien era esa persona, ¿no?
-¡Ja, ja!- rio Sandy restándole importancia. - ¿Jugar
con mis sentimientos? No, yo sólo quería una relación física, me gustaba y yo a
él. Nos aprovechamos mutuamente, no hubo más. Incluso diría que ha sido él
quien ha salido perdiendo de todo esto. Ese chico sí que es demasiado
sentimental. Nadie lo diría la verle, pero así es, te lo aseguro.
Penélope
iba a preguntar más cuando se abrió la puerta con él código de entrada, una
jadeante Amatista entró saludando a todas direcciones a las doce y siete
minutos.
-Chicas, perdonad el retraso, se me ha hecho un poco
tarde en la clase de kárate.
-No te preocupes,- la disculpó su jefa que todavía
pensaba en lo que Sandy le había contado. - Lo importante es que ya estés en
condiciones de trabajar.
-Descuida, me siento mejor que nunca y tengo muchas
ganas de empezar.- Afirmó la recién llegada con visible entusiasmo. -
-Pues ven a ayudarme con esto.- Le indicó Penélope
que le enseño unas cuantas probetas y unas anotaciones en un cuaderno,
comentando. - Hoy es el día libre de Jen y dejó esto sin acabar, hay que
repasar estas fórmulas y calcular unas cuantas densidades.
-¡Vamos allá!, yo me encargaré de repasar las
fórmulas ¿vale? – Propuso la joven.-
Penélope asintió. Pensaba que esa chica tenía que
comenzar a tomar alguna responsabilidad más. Necesitaban que otra persona cualificada
tomase una parte más activa en los experimentos. De momento iría despacio dado
que Amatista estaba recién reincorporada. Así que fue con ella y las dos se
alejaron hacia una mesa al fondo del laboratorio. Sandy se quedó trabajando en
el ordenador y Satory aprovechó para acercarse a ella.
-Oye Sandy - le dijo con una voz algo dubitativa y
trémula. - ¿Puedo hablar contigo? - Ésta
dejó de escribir y la miró asintiendo con gesto tranquilo. -
Satory se sentía mal. Incluso culpable por su
arrebato del día anterior. Más cuando su compañera le desvelase su trágica
historia. Ahora, no sabía cómo empezar, así que decidió que el mejor modo sería
hacer definitivamente las paces y se disculpó.
-El otro día no estuve muy cortés que digamos, no
tenía razón para estar tan arisca, te pido perdón.
-¿El otro día? - Sandy puso expresión de no recordar,
como si eso hubiese sucedido hacía una eternidad y añadió sin darle importancia.
- No te preocupes, no fue para tanto, un mal día lo tiene cualquiera, ya ni me
acordaba de eso.
-Gracias- sonrió Satory aliviada. - Muchas gracias. Eres
una buena chica y desearía ser tu amiga, aunque sé que no nos hemos llevado muy
bien.
-Tú no eres la única que ha tenido culpa de eso.-
Respondió sinceramente su interlocutora - yo tampoco he obrado nada bien. He
sido muy egoísta y te he tratado mal, pero no quería hacerte daño. Esa nunca
fue mi intención. Ambas dijimos cosas que lamentamos.
-¿Hacerme daño?- se extrañó Satory – que,
visiblemente colorada, agregó. - Si lo dices por...- Sandy la interrumpió con
un gesto de su mano derecha y le
susurró. -
-Lo digo por más cosas, pero eso es algo que todavía
no puedo contarte. Confía en mí, olvidémoslo todo y desde ahora seamos buenas
amigas.- Le pidió con un tono mucho más amable del que su interlocutora le
había escuchado hasta entonces. - A mí también me gustaría. Por favor, Satory.
-Claro- sonrió ésta que se apresuró a añadir como si la clave de todo estuviera
ahí. - No volveré a meterme en tus asuntos de chicos...
Para
su sorpresa su interlocutora se puso a reír casi de forma descontrolada. Para
la morena y experimentada muchacha, esa ingenuidad de la que su compañera hacía
gala llegaba hasta el extremo de conmoverla. Pudo recuperar el aliento para
replicar a modo de pregunta a su perpleja contertulia.
-¿Te crees que era por esa tontería? ¡No seas boba!
Mira, cuando acabemos de trabajar nos vamos a tomar algo por ahí y hablamos de hombres.-
Satory asintió con entusiasmo, no sabía a qué se debería entonces pero estaba
claro que Sandy se había convertido en una chica mucho más sociable y desde
luego le gustaba más así. – Te contaré algún truco que otro que nunca falla con
ellos. Lo primero, no seas tan cortada.
Aquello
la hizo ruborizarse. ¡A saber qué clases de trucos emplearía aquella morenaza!
Si eran como los que usó con Mazoui desde luego quería aprenderlos.
-Eso mismo me dice Amatista.- Musitó.-
-¡Ja, ja! Pues en eso debo de darle la razón a esa
presumida. Ya estamos de acuerdo en algo.- Replicó la morena visiblemente
divertida.-
-Cuando tenga una tarde libre, si te parece, ya
quedaremos.- Dijo Satory sonriendo tímidamente.-
Sandy
asintió con gesto amable. Amatista se acercó a ellas un momento, a tiempo para
ver el buen ambiente que reinaba entre ambas, sobre todo al verlas reírse juntas lo que
alegró mucho a la chica. Cuando se aseguró de que no interrumpía nada, les dijo
que después de trabajar iría al estudio de audición de la ciudad para hacer una
prueba.
-Si tenéis tiempo me gustaría que vinierais a
escucharla y que me dieseis vuestra opinión.
-¿Vas a cantar?- Se sorprendió la morena científica
mirándola con extrañeza.- Eso no me lo pierdo.
-Sí, Amatista canta muy bien.- Terció Satory sin
querer dar más detalles.-
De
hecho su amiga le pidió hacía tiempo que no contase en el laboratorio que ella
había sido cantante de las Justices. Deseaba ser tomada en cuenta por su labor
en el campo de la ciencia, sin ningún estereotipo que pudiera hacerla blanco de
prejuicios por parte de las otras. De modo que ahora, con tono tranquilo y
hasta despreocupado, Amatista comentó.
-Por fin me enviaron la música que encargué y tengo
que ver como ha quedado. Además, presentaré la maqueta que grabé al comité de
festejos. Espero que la acepten. - Pudo decir la aludida con visible ilusión.-
-Bueno, será interesante.- Pudo decir Sandy.- A ver
qué tal se te da.
-Llamaré a Jen, a ver si se apunta.- Comentó la
francesa, deseosa de que sus compañeras al completo estuvieran allí para
escucharla.-
Y efectivamente después se acercó al teléfono del
laboratorio y llamando a Jen se lo pidió también, pero ésta había quedado con
su inefable novio una vez más y lamentó no poder acompañarlas.
-Ya teníamos esos planes. Pero la próxima vez me
encantaría.- Repuso la joven.-
Tras
despedirse de su compañera, Jennifer suspiró. Dejando de lado un libro que
estaba leyendo.
-Es cierto. Me gustaría mucho compartir más momentos
con vosotras. De esos que se recuerdan, y son pormenorizados. Pero no debo. De
hecho, ya me he involucrado demasiado.- Musitó.-
Le
daba lástima desde luego. Aunque se lo advirtieron. No debía mezclar sus
sentimientos con la misión que tenía encomendada.
-Trataré de ir con mucho cuidado. Ya queda poco.
Pronto habré logrado lo que siempre quise.- Se dijo, retomando esa lectura.-
Por
su parte Amatista se encogió de hombros.
- A ver si algún día esa chica se deja caer por
donde quedamos las demás.- Se dijo. –
Pensó en llamar a su nueva amiga Ginger pero ésta
también tendría turno en su cafetería. Dejándolo estar Amatista volvió con
Penélope que estaba enfrascada con sus cálculos y también se lo propuso, aceptó
con un gesto de la cabeza mientras trataba de despejar una incógnita que se le
había puesto pesada.
-Sí. - Declaró la jefa.- Esta tarde no me viene del
todo mal.
Y
convenido aquello, Amatista volvió a su trabajo. Estaba muy motivada y bastante
ilusionada.
-Todo va de maravilla.- Pensaba, en tanto
clasificaba y tomaba notas de unos cuantos experimentos ya realizados.- Y por primera vez en mucho tiempo tengo ganas
de cantar. De crear algo nuevo. Desde que estuve en el hospital he tenido bastantes
momentos de inspiración.
Realmente
contaba los minutos para concluir el trabajo por aquel día e ir a ese estudio
que tenía reservado. Ansiaba obsequiar a sus compañeras y amigas con una de sus
mejores interpretaciones.
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