Entre tanto Leval con sus muchachos salían de la
nave para un vuelo de prácticas en ese momento. Freejar le había encomendado a
él el mando de un grupo con dos segundos tenientes y cuatro alféreces. Y lo hizo con ese modo suyo tan peculiar.
-Date una vuelta por ahí y comprueba si algún
cretino nos ha dado en el parachoques. -Ladró el mayor.-
Leval
se mantuvo durante unos instantes tratando de procesar aquellas órdenes. Al fin,
asintió, respondiendo a su vez.
-Misión de reconocimiento para detectar posibles
desperfectos en la nave. A la orden.
-Lástima que no enviemos algunos drones para ese
trabajo en lugar de encasquetártelo a ti, ¿verdad?- Comentó el mayor con su
ácido y sarcástico tono habitual.-
-¿Bromea, señor?- Repuso Leval con un entusiasmo que
no se preocupaba de ocultar, al añadir.- Cualquier ocasión para salir ahí fuera,
y mandando un grupo propio, es buena. Como si me ordena ir a recoger fragmento
de asteroides con una red. Después de estar con mi novia, es lo que más me
gusta.
Freejar
sonrió mirándole divertido para asentir añadiendo con aprobación.
-Muy bien. Ya empiezas a hablar mi idioma. Elige un
grupo de apoyo, seis pilotos más. La nave es muy grande y quiero que te
eternices.
-Sí, señor.- Convino Leval, saludando.-
Tras
recibir un gesto de permiso de su superior, el muchacho se retiró, yendo a
buscar a algunos de los pilotos de su escuadrilla que estuvieran de servicio.
-Es un vuelo rutinario. Pero es la primera vez que
estoy al mando de un grupo tan numeroso.- pensó bastante satisfecho de ello.-
Y es que eso de revisar la estructura externa de la
nave para localizar posibles desperfectos no parecía ser muy emocionante en
principio. Sin embargo, era una medida básica de precaución tras su encuentro
con aquella nube y otro tipo de desgastes originados por pequeños meteoros u
otras partículas existentes en el espacio. Por fortuna, la gruesa capa de roca
del asteroide reforzada con escudos magnéticos protegía a éste y a todos los
que vivían en él de choques con otros aerolitos y de las radiaciones cósmicas.
Aunque se tomaban muchas precauciones. Por un lado la población pasaba un
chequeo regularmente, para comprobar que no estuvieran, pese a todo, siendo irradiados.
Y por otro lado la nave tenía controles diarios dado que siempre convenía
comprobar el estado de esa protección y debido a su gigantesco tamaño esa tarea
se asignaba por sectores. Incluso así, y con la ayuda de su grupo, Leval y sus
pilotos iban a tardar un par de horas en comprobarlo todo.
-Aquí blanco uno.- Decía el joven a su escuadrilla.-
Vamos a dar unas pasadas. Activen cámaras de vídeo y sonar.
-Recibido, señor.- Replicó uno de los pilotos.-
Blanco cuatro procede…
-Roger.- Añadió otro.- Blanco seis en posición.
Por su parte Leval dio unas cuantas pasadas con su grupo y en
una zona de la proa detectó un pequeño boquete, llamó a la torre de control y
les pasó las coordenadas para que enviasen un equipo de reparación.
-Esto no es muy emocionante que digamos, señor.- Comentó
uno de sus pilotos.-
-Prefiero aburrirme que otras cosas, alférez.-
Declaró él con total sinceridad.- Pero es estrictamente necesario.
-Sí, como los controles a los que nos sometemos
semanalmente.- Intervino uno de los tenientes.-
-O las vacunaciones preventivas.- Añadió el otro
oficial, un tal Werner, quien, tras Leval, era el segundo al mando.-
-Si puedo preguntar. No comprendo el motivo de eso
último.- Terció un alférez.- Se supone que esta nave fue descontaminada y todos
pasamos por lo mismo, para no embarcar enfermedades de la Tierra.
-Aun así, podrían estar latentes. Y por otra parte,
tenemos que permanecer inmunizados. De lo contrario a la vuelta seríamos presa
fácil para cualquier tipo de enfermedad de la Tierra, incluido un resfriado.-
le explicó Leval.-
Todos
guardaron unos instante de silencio. Les gustaba escuchar a su jefe de vuelo hablar
de ese modo. Daba por sentado que iban a poder regresar. Eso les animaban. El
propio Leval, dándose cuenta del efecto de sus palabras, prosiguió con un tono
afable.
- Todo es aburrido pero necesario para que nos
mantengamos en forma y preparados hasta entonces. Pero nos e preocupen. Cuando
hayamos terminado la ronda de reconocimiento haremos algunos ejercicios de
combate simulado.
-¡Eso ya está mucho mejor! - Agregó el otro de los segundos
tenientes, Méndez, con patente entusiasmo. -
Y una vez concluyeron su inspección sin encontrar
nada importante que reseñar y fiel a su palabra, Leval continuó la misión con
otros ejercicios rutinarios. Los cazas se estuvieron persiguiendo y simulando
varios tipos de combates.
-Tenemos que trabajar la maniobrabilidad y las
formaciones.- Les indicó a sus pilotos.-
También
pensó que no vendría mal charlar con el doctor Adams y su división de
ingeniería y desarrollo técnico. Algunas mejoras en los aparatos no vendrían
mal.
-Tengo algunas ideas. Espero que pueda llevarlas a
la práctica.- Se dijo esperanzado.-
En la nave, Mazoui seguía revisando informes y datos
de vuelo cuando llamaron a su despacho, él autorizó la entrada, la puerta se
abrió y entró Susan, en posición de firmes, saludó y dijo.
-La alférez Hunter se presenta a su nuevo destino,
señor.
-¡Vaya!, ¡me alegra verte!,- sonrió jovialmente
Mazoui puesto que esa chica le agradaba bastante. No obstante, le dijo ahora con
expresión algo desconcertada. - Pero yo no sabía nada de tú traslado, no me lo
han notificado.
- Ha sido hace poco, mayor- Pudo decir la chica algo
apurada. Había supuesto que la orden llegaría antes que ella.-
Desde
luego que, después de aquella experiencia con ese fluido, tuvo ocasión de
llamar la atención de sus superiores. Los miembros de la patrulla que
estuvieron con ella alabaron su valentía y la capacidad que tuvo de liderarles.
Pese a que era piloto demostró un buen dominio de las situaciones en tierra.
Entre eso, y su preparación ganó puntos cuando llegaron más alféreces y cadetes
a su escuadrón. Ella de inmediato pidió ser trasladada para dejar sitio y
solicitó la escuadrilla del mayor O ‘Brian. Que, en opinión de la joven, aparte
de guapo y valiente era un buen jefe. Tampoco el teniente Malden estaba mal
pero las informaciones que corrían por el grupo de pilotos, al menos por boca
del teniente Tracer, daban al primo de su superior por emparejado con esa chica
del laboratorio.
-¡Bueno! – Suspiró Susan entonces, pensando divertida.-
A los buenos se los quedan rápido. Pero el mayor puede que esté libre.
Aunque
enseguida se censuraba a sí misma. No se debía intimar de esa manera con otros
oficiales, y menos con superiores en rango. De modo que, al menos, trataría de
servir a su lado. Eso recordaba en tanto aquel oficial trataba de consultar el
ingente papeleo que le rodeaba, al tiempo que rezongaba.
- No sé por qué no enviarán ya todo esto de modo
informático, esa dichosa burocracia. ¿Para qué necesitamos ya tanto
papelajo? Aunque, espera un momento, voy
a ver si por aquí...
Y rebuscó en su mesa repleta de
papeles y efectivamente la solicitud y la posterior orden de traslado estaban
sobre ella, entre el numeroso paquete de papeles que le restaban por revisar.
Mazoui las ojeó con un rápido vistazo y asintió conforme.
- Sí, todo está en regla, lo cierto es que tengo
mucho papeleo atrasado como puedes ver y muy poco orden. - Es lo único que no
me gusta de los ascensos, tienes mayor responsabilidad.
-Ya veo que está usted muy ocupado. - Admitió Susan
añadiendo con respeto. - Entonces con su permiso volveré más tarde, señor.
-No, no hace falta, así descanso un poco. Me vendrá
bien apartar la vista un rato de todo esto,
cuentamé, ¿cómo es que has pedido el traslado? ¿No estabas a gusto en tu
escuadrilla? - Le respondió él que ahora se interesó por la muchacha queriendo
saber con bastante interés. -
-Sí, pero últimamente desde que usted y el teniente
Malden se fueron no hemos tenido nada de acción. Y estoy deseando vivir
aventuras.- Le confesó ella con una simpática sonrisa.-
Obviando por
constituir ofensa hacia un superior, que tampoco soportaba estar en la
escuadrilla de ese estúpido de Logan (aunque ella ignorase que eso a Mazoui,
lejos de molestarle le encantaría).
-Bueno, aquí no hemos estado precisamente muy
divertidos. La verdad, yo hace bastante que no salgo en una misión.- Le confesó
él con un tono algo aburrido. -
-De todas formas cuando se lo pedí al mayor Enset le
pareció bien, y les manda recuerdos a los dos - le contó Susan que añadió. - En
la escuadrilla han llegado más cadetes y sobraban pilotos, aparte de que aquí
nos informaron que se necesitaban.
-Me alegro de tenerte aquí, es cierto que necesito
buenos oficiales. Los que tengo están bien, pero uno bueno más nunca viene mal.
Por cierto, muchas gracias por tu ayuda en aquel planeta. Demostraste una gran
pericia en condiciones muy adversas.
-No hay de qué, señor, para mí fue un honor. Gracias
a ustedes - dijo ella muy contenta agradeciendo el cumplido, agregando con gesto
entre divertido y aliviado. - ¡Ah, casi
se me olvidaba! , recuerdos del teniente Tracer. Me ha dado un recado para
usted. No lo entiendo bien, pero él pidió que se lo repitiera textualmente,
dijo que lo entendería.
-Bien pues ¿de qué se trata?,- quiso saber Mazoui
expectante por una nueva broma de su
amigo al sentenciar. – A ver lo que ese colgado tiene ahora que decir.
-Consígueme un pase para las taquillas del
laboratorio. A ver si derrito el hielo.- Recitó ella repitiéndolo efectivamente
de forma literal. -
Mientras
su subalterna seguía sin comprender nada, Mazoui la miró con una amplia sonrisa
para comentar divertido.
-¡Siempre está igual!, en fin, ya le llamaré. Tú ve
a instalarte, debes estar cansada. Bienvenida al equipo.
-A la orden - saludó Susan sonriente. – Gracias,
señor...
La chica salió del despacho con visible
satisfacción. ¡Lo había conseguido!, había sido trasladada a la mejor escuadra de
la nave, estando allí el mayor O´ Brian y el teniente Malden, estaba segura de
que lo era. Allí podría aprender mucho y quién sabe si tener más ocasiones para
mostrar su valía y ascender deprisa. Pero eso no era todo, también sentía mucha
admiración y respeto por ambos oficiales. Volvió a pensar en ello. Sobre todo
por el mayor, que era un hombre tan viril, tan amable y atractivo. ¡En fin!
Debía dejar eso de lado, una vez más tuvo que recordar que era su superior
directo.
-Ante todo debo demostrar lo que valgo.- Se decía con talante optimista.-
Mazoui también se quedó pensativo cuando ella se marchó, ¿podría ser ella la persona a la que Sandy se
refería? Lo cierto es que esa excusa que aducía para el traslado parecía muy
endeble. Desde luego era una chica bonita y bastante simpática. No estaría mal
conocerla un poco mejor. Pero, por otro lado, al ser una subordinada directa no
le parecía correcto. Suspiró aparcando el tema y volvió una vez más a su desalentadora
montaña de papeleo.
-Será mejor dejar eso por ahora.- Se dijo observando
con resignación su larga lista de tareas pendientes y tratando de arengarse.-
¡Vamos allá!...
En el laboratorio, al terminar de trabajar las
chicas acompañaron a su amiga, llegaron pronto al edificio de audición. Amatista
se dirigió a una muchacha que estaba sentada en la entrada tras una barra,
debía de ser la recepcionista, con tono amable le preguntó por su reserva.
-Soy Amatista Lassart, hice una reserva para una
sala a las ocho.
-Veamos- la recepcionista lo comprobó en su
ordenador y con una sonrisa le confirmó.- Sí, señorita Lassart. Sala seis,
primer vestíbulo a la derecha, por favor.
-Gracias,- dijo devolviendo la sonrisa. Miró a sus
amigas y les hizo una seña con un dedo para indicarlas que la siguieran. -
¡Vamos chicas!
Todas
entraron en pos de ella en un cuarto no demasiado grande pero provisto de varios
taburetes y con bastantes aparatos de grabación y digitalización estéreo. Un
hombre maduro estaba situado tras los controles, le indicó a Amatista que le
entregase sus partituras y las letras de sus canciones. Ésta así lo hizo. No
tenía nada en su memoria portátil, pues las escribió a mano sin tiempo de
pasarlas, pero no importaba. Sacándolas de una carpeta que llevaba se las dio
al hombre que las pasó por escáner a un ordenador.
-Ahora todo lo que tiene usted que hacer es leer la
letra en la esa pantalla frontal, - y le señaló una gran televisión frente a ella
que acababa de encenderse. – Podrá cantarla sin ningún problema.
Amatista
asintió, se introdujo en una cabina insonorizada del exterior para que los ruidos
no perturbasen la grabación, Satory le objetó al hombre mostrando su decepción.
-Oiga, si se mete ahí dentro no podremos oírla.
-No se preocupe por eso, señorita, ahora conectaré
unos altavoces exteriores y ustedes podrán escucharla.- Le tranquilizó él. -
Aquel tipo habló con Amatista y le dijo que se
preparase unos minutos para calentar su voz. Cuando ésta le indicó que estaba
lista el sistema y la música comenzó a sonar. Ella grabó varias canciones
antiguas de cantantes que le gustaban mucho. Luego algunas de las suyas o de
las que cantaba hacía ya tiempo con sus amigas en el grupo. Esto le traía
gratos recuerdos. Pensó en Idina, en Katherine y sobre todo, en su amiga
Kerria. Ojalá que estuvieran todas bien al igual que sus familias. Por supuesto
no pudo evitar acordarse de su primo Granate y de su otro primo Coraíon, de los
tíos Petz y Zafiro y cómo no, de sus propios padres. Sintió un poco de
nostalgia y deseó poder verles de nuevo. Pero no estaba dispuesta a emocionarse
y se forzó a ser profesional y terminar. Quería también ser optimista y creer
que volvería a verles a todos. Con ese espíritu se esforzó en dar lo mejor de
sí. Pensando ahora en su recién correspondido amor hasta interpretó una de esas
canciones en su idioma natal…
J'ai compris tous les mots, j'ai bien compris, merci
Raisonnable et nouveau, c'est ainsi par ici
Que les choses ont changé, que les fleurs ont fané
Que le temps d'avant, c'était le temps d'avant
Raisonnable et nouveau, c'est ainsi par ici
Que les choses ont changé, que les fleurs ont fané
Que le temps d'avant, c'était le temps d'avant
Que si tout zappe et lasse, les amours aussi passent
Il faut que tu saches
J'irai chercher ton coeur si tu l'emportes ailleurs
Même si dans tes danses d'autres dansent tes heures
Même si dans tes danses d'autres dansent tes heures
J'irai chercher ton âme dans les froids dans les flammes
Je te jetterai des sorts pour que tu m'aimes encore
Fallait pas commencer m'attirer me toucher
Fallait pas tant donner moi je ne sais pas jouer
Fallait pas tant donner moi je ne sais pas jouer
On me dit qu'aujourd'hui, on me dit que les autres font ainsi
Je ne suis pas les autres
Avant que l'on s'attache, avant que l'on se gâche
Je veux que tu saches
J'irai chercher ton coeur si tu l'emportes ailleurs
Même si dans tes danses d'autres dansent tes heures
J'irai chercher ton âme dans les froids dans les flammes
Je te jetterai des sorts pour que tu m'aimes encore
Même si dans tes danses d'autres dansent tes heures
J'irai chercher ton âme dans les froids dans les flammes
Je te jetterai des sorts pour que tu m'aimes encore
Je trouverai des langages pour chanter tes louanges
Je ferai nos bagages pour d'infinies vendanges
Les formules magiques des marabouts d'Afrique
J'les dirai sans remords pour que tu m'aimes encore
Je ferai nos bagages pour d'infinies vendanges
Les formules magiques des marabouts d'Afrique
J'les dirai sans remords pour que tu m'aimes encore
Je m'inventerai reine pour que tu me retiennes
Je me ferai nouvelle pour que le feu reprenne
Je deviendrai ces autres qui te donnent du plaisir
Vos jeux seront les nôtres si tel est ton désir
Plus brillante plus belle pour une autre étincelle
Je me ferai nouvelle pour que le feu reprenne
Je deviendrai ces autres qui te donnent du plaisir
Vos jeux seront les nôtres si tel est ton désir
Plus brillante plus belle pour une autre étincelle
Je me changerai en or pour que tu m'aimes encore.
Pour que tu m´aimes encore. (Celine Dion,
crédito al autor)
Al terminar todas aplaudieron con entusiasmo porque
lo había hecho muy bien. Amatista también estaba contenta, había cantado como
en sus mejores tiempos con las Justices. Ahora le parecía que aquello fue hacía
una eternidad y tan solo habían transcurrido unos cuantos meses, ¡pero que gran
cantidad de cambios se habían sucedido en su vida en aquel breve periodo de tiempo!
Pensando en ello, salió de la cámara y el hombre le dijo que tendrían una copia
de la maqueta para el día siguiente. Quedó en pasar a recogerla, el original
iría a la comisión de festejos que tenía que confirmarla como cantante para el
día del aniversario de la partida. Satory le dijo animándola.
-¡Estoy segura de que te llamarán! , fijo, ¡has
estado estupenda, de verdad! - Todas asintieron corroborando las palabras de su
compañera. –
-Eres realmente muy buena.- La alabó Penélope.-
-Sí- convino Sandy quién incluso fue más allá para
aseverar.- Pareces profesional. Ha sido increíble.
La
aludida se sonrió, aunque enseguida volvió a un gesto más serio para responder.
-Me hubiese gustado que Leval hubiera venido,-
suspiró ella añadiendo con resignación -pero tenía vuelo de prácticas. Bueno,
no importa. - Añadió afirmando con aire más entusiasta - luego le veré y se lo
cuento, mientras vámonos a tomar algo, yo invito, así que ¡aprovechad!
-¡Uy!- Exclamó Sandy en uno de los primeros tonos
bromistas que le habían escuchado las demás
- ¡Es verdad, para una vez que Amatista está generosa hay que
aprovecharlo!
-¡Oye!,- se sonrió la aludida mientras le preguntaba
con un tono similar. - ¿Qué has querido decir con eso?
-Nada, nada - respondió la interpelada apartándose.-
No vayas a arrepentirte ahora…
Eso provocó más risas de las otras, su compañera
trató de atraparla y ella se parapetó tras Penélope y Satory. Todas se quitaron
de en medio entre carcajadas y jugaron a empujarse de camino hacia la
cafetería.
-Ahora que lo pienso.- Les propuso Amatista cuando
se calmaron un poco tras esa divertida y amistosa refriega.- Una amiga trabaja
en un café cercano. Podríamos ir…
-A mí lo mismo me da.- Se encogió de hombros Sandy
que remató una vez más con tinte divertido.- Con tal de que tú pagues.
-Sí, vamos dónde te parezca.- Añadió Penélope.-
-Así nos la presentas.- Remató Satory.-
Y
fueron a la dirección que Ginger le había dado. Amatista entonces se dio cuenta
de que se trataba de aquel lugar tan acogedor en el que ella y Leval habían
estado.
-Vaya, ¡qué coincidencia!- Comentó, haciéndoselo saber
a las demás.- Posiblemente la camarera que nos atendió entonces era Ginger. Ya
decía yo que me sonaba su cara.
Sin embargo, al llegar allí esa joven
no estaba. Tras sentarse en torno a una mesa aguardaron. Una camarera rubia
vino a tomarles el pedido. Tras dárselo, Amatista preguntó.
-Perdón. ¿No trabaja aquí Ginger Reinosa?...
-Sí- repuso esa muchacha.- Pero no ha venido hoy,
estaba mala. Creo que un catarro que se le complicó.
-¡Vaya! ¡Qué lástima! Me habría gustado verla.- Dijo
la francesa.- Espero que se mejore. No tengo su número. ¿Le importaría saludarla
de mi parte, señorita?
-Clarisa.- Sonrió esa agradable chica, asintiendo.-
-En otra ocasión será.- Terció Sandy que comentó con
tono bastante afable.- Ya vendremos otro día.
-Además de hoy.- Matizó Amatista.-
Sus compañeras convinieron en eso. La francesa les
sugirió que probasen las tartas de aquel sitio que eran realmente deliciosas.
Todas aceptaron ese consejo.
-Lo malo es eso de engordar.- Suspiró Satory.-
-¡No digas tonterías! - Se rio Amatista.- Por un día
no pasa nada, mujer.
-Es verdad.- Asintió Penélope quien dijo no
obstante.- Yo soy más de salado que de dulce, pero probaré, si tú las
recomiendas seguro que estarán buenas.
Sandy
parecía estar pensativa, cuando sus compañeras se lo notaron, no tardó en desvelarles.
-Yo también hago tartas. Tengo algunas recetas.
-¡Pues a ver si un día haces una y la traes al
laboratorio! - Se rio Amatista, añadiendo con humor.- Eso sí, con motivos
experimentales. La analizaremos y luego la probaremos a ver si puede compararse
con las de aquí.
Las
chicas se rieron ante aquella ocurrencia, aunque fue la morena científica quien,
tras unas carcajadas más, pudo aseverar.
-No prometo nada, pero quizás, un día…pudiera llevar
alguna.
Así
pues, una vez dicho esto, le pidieron a Clarisa sendas porciones de tarta de
chocolate, manzana, fresa y nata y queso con arándanos. Por supuesto que las
chicas probaron tanto la suya propia como las de las otras.
-Están realmente muy ricas.- Afirmó Satory que
parecía haber vuelto a la niñez en tanto degustaba una porción de la suya, de
queso con arándanos.-
-Realmente magníficas. Mi padre hubiera pagado por
esta receta para los postres de su restaurante.- Convino Penélope, saboreando
la de fresa con nata.-
-Está muy buena, pero creo que la mía es todavía mejor.-
Declaró Sandy, paladeando la de chocolate.-
-Eso habría que verlo, o mejor dicho, probarlo.-
Repuso Amatista dando buena cuenta de la de manzana.-
-¿Es un desafío?- Inquirió Sandy.-
-Por supuesto que sí.- Se sonrió su interlocutora.-
-Acéptalo.- Le pidió una animada Penélope limpiándose
las comisuras de los labios.-
-Sí, nosotras seremos un tribunal imparcial.- Añadió
Satory, divertida.-
-Vosotras lo que queréis es comer tarta gratis,
moninas.- Se sonrió Sandy.- Lo mismo que esta francesita cara dura.
-¡Oye! Yo únicamente lo decía por mor de la ciencia.
Una afirmación como la que has hecho, debe de ser testada por vía
experimental.- Replicó la aludida.-
Por supuesto, eso provocó más risas. Una vez se
extinguieron estas las jóvenes científicas se dedicaron a charlar de varias
cosas y pasaron una tarde bastante entretenida. Desde luego que Sandy dio
muestras de haberse integrado plenamente con ellas. Parecía que su anterior
talante hosco e irritable hubiese desaparecido como si jamás hubiera existido. Daba
la impresión de ser una mujer totalmente distinta. Pero, lejos de sorprenderse
y preguntarse el porqué, todas lo recibieron con gran alegría y naturalidad. Al
final de la tarde, para rematar esos buenos momentos, incluso Jen se acercó por
allí con su misterioso novio.
-¡Qué casualidad! – Se sorprendió Satory cuando la vio
paseando hacia ellas.-
-¡Ey, Jen! – La llamó Amatista agitando una mano.-
Aquí…
La joven las vio también y le comentó algo a su
pareja, él asintió y fueron al encuentro de las otras. Al llegar saludaron y
Jennifer le presentó. Era un hombre mayor que ella, aunque atractivo, de
cabello claro y que llevaba gafas, llamado Clyde, sensiblemente más alto que ella y de pelo
castaño rojizo.
-Ya pensábamos que era tu novio imaginario.- Se rio
Amatista secundada por las otras.-
-¡El misterioso Clyde! - Añadió con humor Sandy
dedicándole una mirada que turbó a aquel individuo.-
No obstante todas las percepciones de la morena
científica le decía que ese hombre no era nada extraño. A decir verdad, incluso
daba la impresión de ser aburridamente normal. No era muy hablador y parecía
realmente intimidado en compañía de tanta fémina. Aunque todas le consideraron atractivo
y agradable a pesar de que, un detalle bastante obvio no les pasó inadvertido.
Aquel tipo debía de tener más de cuarenta años. Aunque Penélope si que le
observó sorprendida no únicamente por eso, y preguntó con tinte algo dubitativo.
-¿Es usted el doctor Adams?
-Sí, soy yo.- Confirmó aquel hombre. –
-Vaya, no tenía ni idea de que estuviera saliendo
con Jennifer. Bueno, no me interprete mal, no es asunto mío, pero me sorprende.-
Se justificó la desconcertada científica.-
-Fue un amor a primera vista.- Sonrió Jen.- Conocí a
Clyde cuando llegué a la nave. Estaba desorientada y él, muy amablemente, me
indicó a dónde tenía que ir. Después quedamos a tomar algo. Y luego, volvimos a
quedar.
-Sí, así fue.- Asintió el científico que estaba
incluso algo avergonzado.-
El
pobre daba la impresión de haber cometido un crimen. Aunque tanto Amatista enseguida
comentó.
-Encantada de conocerle. Creo recordar que mi novio
me ha mencionado su nombre. Pero no me acuerdo exactamente de cuando ni
porqué.- Tuvo que admitir.-
-No sé quién es su novio, señorita.- Repuso su
interlocutor.-
-El teniente Malden.- Le desveló ella.-
El
rostro del científico se relajó esbozando una sonrisa para asentir.
-¡Claro! El teniente Leval Malden. He diseñado y
fabricado unos trajes especiales para él y su primo, el mayor O´ Brian.
-Pues en cierto modo, la doctora Winters y yo le
debemos la vida, doctor.- Intervino Satory.- Esos oficiales tan valientes nos
salvaron utilizando esos trajes. Cuando fuimos a ese planeta tan extraño.
¿Recuerdas Penélope?- Le preguntó a su compañera.-
-Así es.- Admitió esta, más perpleja todavía.- Le
estamos muy agradecidas.
-Me alegro mucho de haber contribuido a que ambas
estén a salvo.- Convino él con tono afable.-
Y una vez roto el hielo charlaron de muchas cosas,
entre ellas de las ganas que tenían de llevar a cabo su proyecto.
-Ya nos queda menos – suspiró Penélope. - Por suerte
parece que los test y las pruebas preliminares van dando resultados muy
esperanzadores.
-Sí- afirmó Satory, también con optimismo. - Dentro de
poco estaremos en disposición de poder hacer una simulación.
-Aunque ya sabéis que debemos observar el protocolo
Sagan en cuanto a la vida de otros mundos – Les recordó Jen. –
-Por supuesto, aunque eso es más retórico que otra cosa.
– Replicó Amatista alegando según citaba una parte del mismo para aseverar. -
Si solamente hay bacterias no se debe influir en su posterior desarrollo. ¡Por
favor! Me parece pasarse…
-Bueno, pero incluso ellas son una forma de vida. –
Opuso Satory reflexionando sobre aquel particular para recordar a su amiga, - Y
el protocolo reza que incluso las bacterias deben ser considerados seres vivos
con derecho a evolucionar. No sería justo eliminarlas y privarlas de esa oportunidad.
-¿Quién sabe? - Completó Sandy, aunque sus compañeras
no sabían a ciencia cierta si lo decía en broma o en serio cuando la muchacha
declaró. - En cuatro mil millones de años podrían ser una civilización.
-¡Cuyos máximos exponentes estuvieran reunidas aquí
tomando café! – rio Amatista lo que provocó que sus contertulias y hasta el
propio doctor Adams, se unieran a ella. –
-Sería una civilización realmente avanzada.- Declaró
este último.-
-No lo sé. Pero a medida que nos vamos adentrando en
esta parte del universo tengo la sensación de que nos encontraremos con algo. –
Pudo decir Sandy ahora con un tono más reflexivo y serio. – Algo nuevo.
-Esperemos que sea lo que sea, no trate de destruirlos. – Comentó Jen con el asentimiento
de las demás. –
-Al menos últimamente las cosas han estado muy
tranquilas. Quizás hayamos entrado en un sector pacífico de la galaxia. – Las
animó Penélope. –
Las demás asintieron deseando que así fuera. Aunque
sin darse cuenta había recalado en ese tema que no era demasiado grato pues
evocaba demasiado sufrimiento.
-Por cierto, Amatista. ¿Qué tal fue la prueba?- Se
interesó entonces Jen tratando de cambiar el rumbo de la conversación. -
-Muy bien, gracias por preguntar. Espero que les
guste a los del comité.
-¡Eso seguro! – la animó Satory sentenciando con
visible convencimiento. - No puede haber nadie mejor en toda la nave.
-Sí, ¡ni te imaginas como canta la niña! - Apoyó Sandy
con el asentimiento de las otras.-
Amatista sonrió agradecida, hacía tiempo que no
cantaba y aunque lo hizo muy bien, tenía cierto temor a su nuevo debut, eso en
el caso de que la seleccionasen. Pero era verdad que echaba muchísimo de menos
cantar. Esos momentos en compañía de las chicas, con el grupo, le eran muy
queridos y entrañables. Juntos tuvieron un gran éxito, y aunque al principio
halagó mucho su vanidad, aquello era lo
que menos le importaba ahora. Pensó otra vez en su primo Granate y se entristeció.
¡Ojalá que él hubiera podido estar allí, de seguro habría tocado la batería a
su demoledor estilo!
-¿Estás bien?- Le preguntó Penélope que se había
percatado de aquel cambio en el semblante de la muchacha. –
-Sí- pudo sonreír la interpelada. - Solamente
recordaba. Recordaba a mi familia y también a los amigos que perdimos aquí. A
los que se sacrificaron por todos nosotros.
Las demás comprendieron enseguida de qué se trataba.
Satory posó una mano sobre las de Amatista de forma confortadora.
-Todos hemos hecho sacrificios. – Convino Sandy que,
haciendo honor a su nuevo talante, añadió enseguida. - Y estoy segura de que la
recompensa para todos los que permanecemos aquí será grande. Ya lo veréis. Los que ya no están
no se han ido en vano. Los que quedamos nos ocuparemos de que así sea.
-Tienes razón. - Dijo Amatista añadiendo ahora con
mayor optimismo. - Por eso quiero cantar para todos. Aportar algo más. Animar a
la población de esta nave. Es importante mantener nuestros sueños e ilusiones.
Las demás convinieron en ello. No
podría haber nada mejor, se les hizo algo tarde con aquellas y otras conversaciones,
Finalmente se despidieron hasta el día siguiente, que tocaba levantarse
temprano para trabajar. Por el camino, de regreso a sus respectivos domicilios,
Clyde le comentaba a su novia.
-Tus compañeras son muy agradables. Me alegra
haberlas conocido.
-Sí. Lo son. - Pudo decir ella con voz queda. –
-Y una de ellas, es la doctora Winters. No la
reconocí al principio, pero creo que es una científica muy capaz. Discípula
directa del famoso profesor Tomoe.
-Sí, es verdad. Penélope es increíble.- Convino su
contertulia con poco entusiasmo.-
-¿Qué te pasa?- Quiso saber él, dándose cuenta de
aquello. – No te noto muy alegre.
-¡Oh!, no es nada, Clyde - se apresuró a decir ella
afirmando. – Solamente estoy un poco cansada.
-Sí, ya se ha hecho muy tarde. Mañana tenemos que
trabajar los dos. – Convino él que galantemente la acompañó hasta su apartamento
y se despidió de ella. -
Tras darle un beso en los labios y decirle adiós Jen
cerró la puerta de su piso despacio. Era pequeño y funcional. Apenas si tenía
decoración, de hecho a la muchacha eso no le importaba. Desde que se embarcase
en esa nave sabía que todas sus prioridades iban destinadas a la misión. Para
ello la reclutaron, aunque ahora no estaba tan segura. Sin poderse reprimir
sacó su Tablet y marcó un número. Al poco una voz átona que parecía masculina le
respondió.
-¿Qué ocurre? ¿Por qué llamas a estas horas?
-Verá, señor. Tenía que preguntarle algo. – Se
atrevió a decir ella. –
-¿El qué?- Le inquirió a su vez aquel misterioso
interlocutor. –
-¿Es esto realmente necesario? Quiero decir.
¿Debemos continuar con el plan? Quizás podríamos hacer las cosas de otra forma.
-¿Acaso ahora tienes dudas sobre cuál es tu deber,
Jennifer?- Le preguntó esa voz con un tono más severo. –
-No, no es eso.- Se defendió ella agregando con
pesar. – Es solamente que no deseo que nadie más sufra. Y no quiero ser la
causa de ello.
A
decir verdad, se había encariñado con esas chicas y no soportaba el papel que
le iba a tocar jugar. Al principio, sin embargo, cuando no las conocía y le
ofrecieron esta oportunidad la aceptó sin dudar. Máxime al saber todo lo que se
ponía a su alcance.
-Es todo lo que ansiaba desde que era niña.
Y
es que Jennifer, a diferencia de otras chicas de su edad, no se conformaba con
tener vestidos bonitos o novios guapos. Eso eran a su juicio, necedades. Quizás
válidas para adolescentes sin seso. No obstante, una mujer debía buscar su máximo
desarrollo profesional. Ella quiso lograrlo pero sencillamente no daba la
talla. Entonces ocurrió.
-Apareció de la nada. Y por una vez, anduve rápida y
fui lo bastante inteligente como para tomar lo que se me ofrecía.
En eso pensaba cuando su interlocutor le dijo.
-Todo esto es por un bien mucho mayor. Y comprendo
lo penoso que debe resultarte, pero no tenemos elección.
-Sí, es solo que desearía poder llevarlo a cabo de
otra forma.- Objetó la chica.-
-No hay otra forma.- Sentenció ese tipo con un tono
más tajante ahora.-
Daba
la impresión de que su misterioso interlocutor estaba empezando a perder la
paciencia. Y Jennifer lo tuvo claro cuando él agregó con un tinte inconfundible
de advertencia.
-Todo esto ya lo sabías cuando decidiste. De lo que eras
a lo que serás…eso se te prometió y se ha cumplido. Una estupenda carrera,
respeto y aprecio de tus colegas. Y un novio realmente a la altura de ese
prestigio. Lo que siempre habías deseado. Claro que, si has cambiado de idea,
siempre se puede deshacer el trato y encontrarte un sustituto. Con la misma
facilidad que llegaron, todos los cambios se irán…
-¡No!- Exclamó ella moviendo la cabeza para
apresurarse a responder llena de temor.- No…eso no será necesario. Seguiré
adelante.
Ese
enigmático contertulio pareció quedar complacido por esas palabras y replicó.
-Bien. Así me gusta. Entonces. ¿Estás decidida a llevar
a cabo tu misión cueste lo que cueste?
Jen suspiró, tras unos instantes se rehízo y
simplemente pudo replicar con voz apagada.
-Sí, sí señor. Discúlpeme.
La comunicación se cortó y ella guardó su Tablet. Visto
así no tenía más remedio que continuar. Abrió el libro y leyó pasando algunas páginas.
Le había advertido que no abusara de ese privilegio, aunque no pudo evitarlo,
sencillamente tenía curiosidad por saber, por anticiparse a lo que podría pasar.
Y en esta ocasión lo que vio no le gustó nada.
-¡Canalla! Cerdo pervertido.- Musitó visiblemente
furiosa.-
Aunque
se relajó, por fortuna eso no era irreparable. Ella lo podría evitar.
-De eso nada.- Musitó con irónica sorna ahora.- Te
vas a quedar con las ganas. No le harás eso a mi compañera. Es una chica muy
maja. No se lo merece. Ya me ocuparé de que al menos todas ellas mantengan su
dignidad y sean felices hasta que llegue el momento.
Por su parte Logan estaba ya en su cuarto, había
terminado el servicio y en su ordenador tenía un mensaje.
-¿De quién demonios podrá ser esto?- Se preguntó.-
Con gesto curioso lo leyó. Aquel correo le informaba
de datos bastante interesantes al tiempo que reveladores, pero. ¿Quién podría
habérselo enviado? Por lo que él sabía era imposible conectar con la Tierra.
-Quizás haya sido mi contacto en la nave. Pero no
consigo descifrar de dónde ha llegado la señal. Esto es muy extraño.- Se decía
el oficial.- En cualquier caso ¿De dónde habrá podido sacar estos datos? Podría
estárselos inventando. Es algo realmente increíble. Aunque tampoco puedo fiarme
sin más…
Desde luego que esa información merecía ser
estudiada y confirmada. De ser así, estaba seguro de lo que debería hacer. Empero,
tendría que ser muy cauto y hacerlo en el momento oportuno. Todavía era pronto.
-Debo constatarlo y reunir las pruebas. O de lo
contrario todo podría estropearse. Me tomaré mi tiempo y a su debido momento,
actuaré.
Pensando en ello con visible regocijo se acostó para
descansar, convenía empezar fresco la siguiente jornada. A las chicas les
sucedía lo mismo. Les esperaba mucho trabajo que hacer. Pero contagiadas todas
de optimismo pensaban que las cosas rodarían mucho mejor de ahora en adelante. Amatista
y Satory se despidieron de Sandy y Penélope y volvieron a su zona residencial.
-Ha sido una tarde muy agradable.- Comentaba Satory,
añadiendo con asombro.- Y nunca hubiera imaginado que Jen salía con el doctor
Adams.
-Pues creo que es algo mayor para ella.- Opinó
Amatista, matizando, eso sí.- Aunque en el amor, todo está permitido.
Al
menos casi todo. Desde luego a todas les sorprendió aquello. Sin embargo, fue
Satory quien comentó.
-Por lo que sé de él, ese hombre es un magnífico
ingeniero. Mi padre le tenía en muy alta consideración. Creo que recibió
informes de tu tío Zafiro hablando muy bien de él.
-Pues si mi tío lo dice, no creo que se equivoque.-
Sentenció su contertulia, reforzando ese argumento.- Como ya os he dicho antes,
cuando Leval me ha hablado de alguna de sus actividades, creo que mencionó a
ese hombre, y su gran talento para diseñar sistemas y esos trajes.
Llegaban
ya al punto en el que ambas se separaban. Satory sonrió, para dar las buenas
noches a su amiga.
-Hasta mañana.- Le deseó.-
-Que descanses.- Convino Amatista.-
Aunque la francesa no se dio cuenta de que alguien
la observaba. Una silueta agazapada, escondida tras las sombras de un cercano
callejón. Pero la joven estaba tan alegre y relajada que no pudo percibirlo.
-Hoy ha sido un día estupendo.- Pensaba en tanto
entraba en el portal y subía a su apartamento.-
Desde luego, Ginger no compartía ese optimismo. Al
menos ese día. La pobre no lo pudo comenzar peor. Como cada mañana se disponía
a prepararse para ir al trabajo. Pero nada más desayunar se sintió mal.
Enseguida tuvo ganas de vomitar y escalofríos. A eso le siguió una
descomposición severa. Tuvo que llamar al trabajo. No estaba en condiciones de
acudir. Por suerte su compañera Clarisa la cubriría.
-No lo entiendo. Debe de ser algún virus que me ha
atacado.- Se decía, tras recobrarse a duras penas de la última vomitona.-
Espero estar mejor mañana…tendré que ir al médico. Se supone que estas cosas no
pueden pasar aquí. ¡Ojalá que sea pasajero!
Y
al menos en eso su salud le dio la razón. Al caer la noche esos síntomas se
fueron suavizando hasta desaparecer. Tras tomarse un caldo suave y una manzana,
la chica se notó mejor y pudo dormir sin más consecuencias. Aliviada por ser
capaz de ir a su trabajo al día siguiente.
-¡No, no puedo creerlo! - Comentaba un asombrado
Gary.-
-Pues ahí lo tienes.- Declaraba ese extraño individuo
embozado en aquella negra túnica en tanto afirmaba.- Me pediste una prueba inofensiva
del poder que podrías llegar a alcanzar. Elegí a esa chica de tu clase de
kárate. Esa es una pequeña muestra…piénsalo, de lo que eres a lo que podrías
llegar a ser…
El
muchacho no supo que decir, sencillamente eso era demasiado increíble. Quizás
debiera pensar más cuidadosamente acerca de la oferta que ese extraño le
hizo…Su vida y su destino podría sufrir un cambio radical…Finalmente se decidió
a sentenciar.
-Necesito un poco de tiempo para pensarlo…
-Pero no tardes demasiado, o la oportunidad pasará
de largo ante ti. Hay muchos otros ansiando tener una ocasión como esta para
cambiar su existencia. - Fue la respuesta, teñida quizás de amenaza, que aquel
misterioso individuo le dio.-
-Sí. Enseguida le…
Gary
se quedó asombrado, ahora estaba hablando solo. Quizás todo aquello no fuera
más que una pesadilla. O una especie de alucinación. Aunque pensándolo bien,
¿por qué no? En cuanto pudiera respondería a ese misterioso tipo…
-Quizás es que estoy loco, o esa chica me golpeó muy
fuerte en la cabeza.- Se sonrió ahora.-
Y
decidió que antes de nada, comprobaría si realmente Ginger estuvo enferma ese
día. Ya le preguntaría cuando fuera a clase o bien visitándola en su cafetería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)