domingo, 6 de marzo de 2011

GWG 25. 112. Prueba de audición


Entre tanto Leval con sus muchachos salían de la nave para un vuelo de prácticas en ese momento. Freejar le había encomendado a él el mando de un grupo con dos segundos tenientes y cuatro alféreces.  Y lo hizo con ese modo suyo tan peculiar.



-Date una vuelta por ahí y comprueba si algún cretino nos ha dado en el parachoques. -Ladró el mayor.-

           

            Leval se mantuvo durante unos instantes tratando de procesar aquellas órdenes. Al fin, asintió, respondiendo a su vez.



-Misión de reconocimiento para detectar posibles desperfectos en la nave. A la orden.

-Lástima que no enviemos algunos drones para ese trabajo en lugar de encasquetártelo a ti, ¿verdad?- Comentó el mayor con su ácido y sarcástico tono habitual.-

-¿Bromea, señor?- Repuso Leval con un entusiasmo que no se preocupaba de ocultar, al añadir.- Cualquier ocasión para salir ahí fuera, y mandando un grupo propio, es buena. Como si me ordena ir a recoger fragmento de asteroides con una red. Después de estar con mi novia, es lo que más me gusta.



            Freejar sonrió mirándole divertido para asentir añadiendo con aprobación.



-Muy bien. Ya empiezas a hablar mi idioma. Elige un grupo de apoyo, seis pilotos más. La nave es muy grande y quiero que te eternices.

-Sí, señor.- Convino Leval, saludando.-



            Tras recibir un gesto de permiso de su superior, el muchacho se retiró, yendo a buscar a algunos de los pilotos de su escuadrilla que estuvieran de servicio.



-Es un vuelo rutinario. Pero es la primera vez que estoy al mando de un grupo tan numeroso.- pensó bastante satisfecho de ello.-



Y es que eso de revisar la estructura externa de la nave para localizar posibles desperfectos no parecía ser muy emocionante en principio. Sin embargo, era una medida básica de precaución tras su encuentro con aquella nube y otro tipo de desgastes originados por pequeños meteoros u otras partículas existentes en el espacio. Por fortuna, la gruesa capa de roca del asteroide reforzada con escudos magnéticos protegía a éste y a todos los que vivían en él de choques con otros aerolitos y de las radiaciones cósmicas. Aunque se tomaban muchas precauciones. Por un lado la población pasaba un chequeo regularmente, para comprobar que no estuvieran, pese a todo, siendo irradiados. Y por otro lado la nave tenía controles diarios dado que siempre convenía comprobar el estado de esa protección y debido a su gigantesco tamaño esa tarea se asignaba por sectores. Incluso así, y con la ayuda de su grupo, Leval y sus pilotos iban a tardar un par de horas en comprobarlo todo.



-Aquí blanco uno.- Decía el joven a su escuadrilla.- Vamos a dar unas pasadas. Activen cámaras de vídeo y sonar.

-Recibido, señor.- Replicó uno de los pilotos.- Blanco cuatro procede…

-Roger.- Añadió otro.- Blanco seis en posición.



            Por su parte Leval  dio unas cuantas pasadas con su grupo y en una zona de la proa detectó un pequeño boquete, llamó a la torre de control y les pasó las coordenadas para que enviasen un equipo de reparación.



-Esto no es muy emocionante que digamos, señor.- Comentó uno de sus pilotos.-

-Prefiero aburrirme que otras cosas, alférez.- Declaró él con total sinceridad.- Pero es estrictamente necesario.

-Sí, como los controles a los que nos sometemos semanalmente.- Intervino uno de los tenientes.-

-O las vacunaciones preventivas.- Añadió el otro oficial, un tal Werner, quien, tras Leval, era el segundo al mando.-

-Si puedo preguntar. No comprendo el motivo de eso último.- Terció un alférez.- Se supone que esta nave fue descontaminada y todos pasamos por lo mismo, para no embarcar enfermedades de la Tierra.

-Aun así, podrían estar latentes. Y por otra parte, tenemos que permanecer inmunizados. De lo contrario a la vuelta seríamos presa fácil para cualquier tipo de enfermedad de la Tierra, incluido un resfriado.- le explicó Leval.-



            Todos guardaron unos instante de silencio. Les gustaba escuchar a su jefe de vuelo hablar de ese modo. Daba por sentado que iban a poder regresar. Eso les animaban. El propio Leval, dándose cuenta del efecto de sus palabras, prosiguió con un tono afable.



- Todo es aburrido pero necesario para que nos mantengamos en forma y preparados hasta entonces. Pero nos e preocupen. Cuando hayamos terminado la ronda de reconocimiento haremos algunos ejercicios de combate simulado.

-¡Eso ya está mucho mejor! - Agregó el otro de los segundos tenientes, Méndez, con patente entusiasmo. -



Y una vez concluyeron su inspección sin encontrar nada importante que reseñar y fiel a su palabra, Leval continuó la misión con otros ejercicios rutinarios. Los cazas se estuvieron persiguiendo y simulando varios tipos de combates.



-Tenemos que trabajar la maniobrabilidad y las formaciones.- Les indicó a sus pilotos.-



            También pensó que no vendría mal charlar con el doctor Adams y su división de ingeniería y desarrollo técnico. Algunas mejoras en los aparatos no vendrían mal.



-Tengo algunas ideas. Espero que pueda llevarlas a la práctica.- Se dijo esperanzado.-



En la nave, Mazoui seguía revisando informes y datos de vuelo cuando llamaron a su despacho, él autorizó la entrada, la puerta se abrió y entró Susan, en posición de firmes, saludó y dijo.



-La alférez Hunter se presenta a su nuevo destino, señor.

-¡Vaya!, ¡me alegra verte!,- sonrió jovialmente Mazoui puesto que esa chica le agradaba bastante. No obstante, le dijo ahora con expresión algo desconcertada. - Pero yo no sabía nada de tú traslado, no me lo han notificado.

- Ha sido hace poco, mayor- Pudo decir la chica algo apurada. Había supuesto que la orden llegaría antes que ella.-



            Desde luego que, después de aquella experiencia con ese fluido, tuvo ocasión de llamar la atención de sus superiores. Los miembros de la patrulla que estuvieron con ella alabaron su valentía y la capacidad que tuvo de liderarles. Pese a que era piloto demostró un buen dominio de las situaciones en tierra. Entre eso, y su preparación ganó puntos cuando llegaron más alféreces y cadetes a su escuadrón. Ella de inmediato pidió ser trasladada para dejar sitio y solicitó la escuadrilla del mayor O ‘Brian. Que, en opinión de la joven, aparte de guapo y valiente era un buen jefe. Tampoco el teniente Malden estaba mal pero las informaciones que corrían por el grupo de pilotos, al menos por boca del teniente Tracer, daban al primo de su superior por emparejado con esa chica del laboratorio.



-¡Bueno! – Suspiró Susan entonces, pensando divertida.- A los buenos se los quedan rápido. Pero el mayor puede que esté libre.



            Aunque enseguida se censuraba a sí misma. No se debía intimar de esa manera con otros oficiales, y menos con superiores en rango. De modo que, al menos, trataría de servir a su lado. Eso recordaba en tanto aquel oficial trataba de consultar el ingente papeleo que le rodeaba, al tiempo que rezongaba.



- No sé por qué no enviarán ya todo esto de modo informático, esa dichosa burocracia. ¿Para qué necesitamos ya tanto papelajo?  Aunque, espera un momento, voy a ver si por aquí...



            Y rebuscó en su mesa repleta de papeles y efectivamente la solicitud y la posterior orden de traslado estaban sobre ella, entre el numeroso paquete de papeles que le restaban por revisar. Mazoui las ojeó con un rápido vistazo y asintió conforme.



- Sí, todo está en regla, lo cierto es que tengo mucho papeleo atrasado como puedes ver y muy poco orden. - Es lo único que no me gusta de los ascensos, tienes mayor responsabilidad.

-Ya veo que está usted muy ocupado. - Admitió Susan añadiendo con respeto. - Entonces con su permiso volveré más tarde, señor.

-No, no hace falta, así descanso un poco. Me vendrá bien apartar la vista un rato de todo esto,  cuentamé, ¿cómo es que has pedido el traslado? ¿No estabas a gusto en tu escuadrilla? - Le respondió él que ahora se interesó por la muchacha queriendo saber con bastante interés. -

-Sí, pero últimamente desde que usted y el teniente Malden se fueron no hemos tenido nada de acción. Y estoy deseando vivir aventuras.- Le confesó ella con una simpática sonrisa.-



 Obviando por constituir ofensa hacia un superior, que tampoco soportaba estar en la escuadrilla de ese estúpido de Logan (aunque ella ignorase que eso a Mazoui, lejos de molestarle le encantaría).



-Bueno, aquí no hemos estado precisamente muy divertidos. La verdad, yo hace bastante que no salgo en una misión.- Le confesó él con un tono algo aburrido. -

-De todas formas cuando se lo pedí al mayor Enset le pareció bien, y les manda recuerdos a los dos - le contó Susan que añadió. - En la escuadrilla han llegado más cadetes y sobraban pilotos, aparte de que aquí nos informaron que se necesitaban.

-Me alegro de tenerte aquí, es cierto que necesito buenos oficiales. Los que tengo están bien, pero uno bueno más nunca viene mal. Por cierto, muchas gracias por tu ayuda en aquel planeta. Demostraste una gran pericia en condiciones muy adversas.

-No hay de qué, señor, para mí fue un honor. Gracias a ustedes - dijo ella muy contenta agradeciendo el cumplido, agregando con gesto entre divertido y aliviado.  - ¡Ah, casi se me olvidaba! , recuerdos del teniente Tracer. Me ha dado un recado para usted. No lo entiendo bien, pero él pidió que se lo repitiera textualmente, dijo que lo entendería.

-Bien pues ¿de qué se trata?,- quiso saber Mazoui expectante  por una nueva broma de su amigo al sentenciar. – A ver lo que ese colgado tiene ahora que decir.

-Consígueme un pase para las taquillas del laboratorio. A ver si derrito el hielo.- Recitó ella repitiéndolo efectivamente de forma literal. -



            Mientras su subalterna seguía sin comprender nada, Mazoui la miró con una amplia sonrisa para comentar divertido.



-¡Siempre está igual!, en fin, ya le llamaré. Tú ve a instalarte, debes estar cansada. Bienvenida al equipo.

-A la orden - saludó Susan sonriente. – Gracias, señor...



La chica salió del despacho con visible satisfacción. ¡Lo había conseguido!,  había sido trasladada a la mejor escuadra de la nave, estando allí el mayor O´ Brian y el teniente Malden, estaba segura de que lo era. Allí podría aprender mucho y quién sabe si tener más ocasiones para mostrar su valía y ascender deprisa. Pero eso no era todo, también sentía mucha admiración y respeto por ambos oficiales. Volvió a pensar en ello. Sobre todo por el mayor, que era un hombre tan viril, tan amable y atractivo. ¡En fin! Debía dejar eso de lado, una vez más tuvo que recordar que era su superior directo.



-Ante todo debo demostrar lo que valgo.-  Se decía con talante optimista.-



            Mazoui también  se quedó pensativo cuando ella se marchó,  ¿podría ser ella la persona a la que Sandy se refería? Lo cierto es que esa excusa que aducía para el traslado parecía muy endeble. Desde luego era una chica bonita y bastante simpática. No estaría mal conocerla un poco mejor. Pero, por otro lado, al ser una subordinada directa no le parecía correcto. Suspiró aparcando el tema y volvió una vez más a su desalentadora montaña de papeleo.



-Será mejor dejar eso por ahora.- Se dijo observando con resignación su larga lista de tareas pendientes y tratando de arengarse.- ¡Vamos allá!...



En el laboratorio, al terminar de trabajar las chicas acompañaron a su amiga, llegaron pronto al edificio de audición. Amatista se dirigió a una muchacha que estaba sentada en la entrada tras una barra, debía de ser la recepcionista, con tono amable le preguntó por su reserva.



-Soy Amatista Lassart, hice una reserva para una sala a las ocho.

-Veamos- la recepcionista lo comprobó en su ordenador y con una sonrisa le confirmó.- Sí, señorita Lassart. Sala seis, primer vestíbulo a la derecha, por favor.

-Gracias,- dijo devolviendo la sonrisa. Miró a sus amigas y les hizo una seña con un dedo para indicarlas que la siguieran. - ¡Vamos chicas!



            Todas entraron en pos de ella en un cuarto no demasiado grande pero provisto de varios taburetes y con bastantes aparatos de grabación y digitalización estéreo. Un hombre maduro estaba situado tras los controles, le indicó a Amatista que le entregase sus partituras y las letras de sus canciones. Ésta así lo hizo. No tenía nada en su memoria portátil, pues las escribió a mano sin tiempo de pasarlas, pero no importaba. Sacándolas de una carpeta que llevaba se las dio al hombre que las pasó por escáner a un ordenador.



-Ahora todo lo que tiene usted que hacer es leer la letra en la esa pantalla frontal, - y le señaló una gran televisión frente a ella que acababa de encenderse. – Podrá cantarla sin ningún problema.



            Amatista asintió, se introdujo en una cabina insonorizada del exterior para que los ruidos no perturbasen la grabación, Satory le objetó al hombre mostrando su decepción.



-Oiga, si se mete ahí dentro no podremos oírla.

-No se preocupe por eso, señorita, ahora conectaré unos altavoces exteriores y ustedes podrán escucharla.- Le tranquilizó él. -



Aquel tipo habló con Amatista y le dijo que se preparase unos minutos para calentar su voz. Cuando ésta le indicó que estaba lista el sistema y la música comenzó a sonar. Ella grabó varias canciones antiguas de cantantes que le gustaban mucho. Luego algunas de las suyas o de las que cantaba hacía ya tiempo con sus amigas en el grupo. Esto le traía gratos recuerdos. Pensó en Idina, en Katherine y sobre todo, en su amiga Kerria. Ojalá que estuvieran todas bien al igual que sus familias. Por supuesto no pudo evitar acordarse de su primo Granate y de su otro primo Coraíon, de los tíos Petz y Zafiro y cómo no, de sus propios padres. Sintió un poco de nostalgia y deseó poder verles de nuevo. Pero no estaba dispuesta a emocionarse y se forzó a ser profesional y terminar. Quería también ser optimista y creer que volvería a verles a todos. Con ese espíritu se esforzó en dar lo mejor de sí. Pensando ahora en su recién correspondido amor hasta interpretó una de esas canciones en su idioma natal…



J'ai compris tous les mots, j'ai bien compris, merci
Raisonnable et nouveau, c'est ainsi par ici
Que les choses ont changé, que les fleurs ont fané
Que le temps d'avant, c'était le temps d'avant


Que si tout zappe et lasse, les amours aussi passent

Il faut que tu saches

J'irai chercher ton coeur si tu l'emportes ailleurs
Même si dans tes danses d'autres dansent tes heures


J'irai chercher ton âme dans les froids dans les flammes
Je te jetterai des sorts pour que tu m'aimes encore

Fallait pas commencer m'attirer me toucher
Fallait pas tant donner moi je ne sais pas jouer


On me dit qu'aujourd'hui, on me dit que les autres font ainsi
Je ne suis pas les autres
Avant que l'on s'attache, avant que l'on se gâche

Je veux que tu saches

J'irai chercher ton coeur si tu l'emportes ailleurs
Même si dans tes danses d'autres dansent tes heures
J'irai chercher ton âme dans les froids dans les flammes
Je te jetterai des sorts pour que tu m'aimes encore



Je trouverai des langages pour chanter tes louanges
Je ferai nos bagages pour d'infinies vendanges
Les formules magiques des marabouts d'Afrique
J'les dirai sans remords pour que tu m'aimes encore



Je m'inventerai reine pour que tu me retiennes
Je me ferai nouvelle pour que le feu reprenne
Je deviendrai ces autres qui te donnent du plaisir
Vos jeux seront les nôtres si tel est ton désir
Plus brillante plus belle pour une autre étincelle


Je me changerai en or pour que tu m'aimes encore
.



Pour que tu m´aimes encore. (Celine Dion, crédito al autor)



 Al terminar todas aplaudieron con entusiasmo porque lo había hecho muy bien. Amatista también estaba contenta, había cantado como en sus mejores tiempos con las Justices. Ahora le parecía que aquello fue hacía una eternidad y tan solo habían transcurrido unos cuantos meses, ¡pero que gran cantidad de cambios se habían sucedido en su vida en aquel breve periodo de tiempo! Pensando en ello, salió de la cámara y el hombre le dijo que tendrían una copia de la maqueta para el día siguiente. Quedó en pasar a recogerla, el original iría a la comisión de festejos que tenía que confirmarla como cantante para el día del aniversario de la partida. Satory le dijo animándola.



-¡Estoy segura de que te llamarán! , fijo, ¡has estado estupenda, de verdad! - Todas asintieron corroborando las palabras de su compañera. 

-Eres realmente muy buena.- La alabó Penélope.-

-Sí- convino Sandy quién incluso fue más allá para aseverar.- Pareces profesional. Ha sido increíble.



            La aludida se sonrió, aunque enseguida volvió a un gesto más serio para responder.



-Me hubiese gustado que Leval hubiera venido,- suspiró ella añadiendo con resignación -pero tenía vuelo de prácticas. Bueno, no importa. - Añadió afirmando con aire más entusiasta - luego le veré y se lo cuento, mientras vámonos a tomar algo, yo invito, así que ¡aprovechad!

-¡Uy!- Exclamó Sandy en uno de los primeros tonos bromistas que le habían escuchado las demás  - ¡Es verdad, para una vez que Amatista está generosa hay que aprovecharlo!

-¡Oye!,- se sonrió la aludida mientras le preguntaba con un tono similar. - ¿Qué has querido decir con eso?

-Nada, nada - respondió la interpelada apartándose.- No vayas a arrepentirte ahora…



Eso provocó más risas de las otras, su compañera trató de atraparla y ella se parapetó tras Penélope y Satory. Todas se quitaron de en medio entre carcajadas y jugaron a empujarse de camino hacia la cafetería.    



-Ahora que lo pienso.- Les propuso Amatista cuando se calmaron un poco tras esa divertida y amistosa refriega.- Una amiga trabaja en un café cercano. Podríamos ir…

-A mí lo mismo me da.- Se encogió de hombros Sandy que remató una vez más con tinte divertido.- Con tal de que tú pagues.

-Sí, vamos dónde te parezca.- Añadió Penélope.-

-Así nos la presentas.- Remató Satory.-



            Y fueron a la dirección que Ginger le había dado. Amatista entonces se dio cuenta de que se trataba de aquel lugar tan acogedor en el que ella y Leval habían estado.



-Vaya, ¡qué coincidencia!- Comentó, haciéndoselo saber a las demás.- Posiblemente la camarera que nos atendió entonces era Ginger. Ya decía yo que me sonaba su cara.



            Sin embargo, al llegar allí esa joven no estaba. Tras sentarse en torno a una mesa aguardaron. Una camarera rubia vino a tomarles el pedido. Tras dárselo, Amatista preguntó.



-Perdón. ¿No trabaja aquí Ginger Reinosa?...

-Sí- repuso esa muchacha.- Pero no ha venido hoy, estaba mala. Creo que un catarro que se le complicó.

-¡Vaya! ¡Qué lástima! Me habría gustado verla.- Dijo la francesa.- Espero que se mejore. No tengo su número. ¿Le importaría saludarla de mi parte, señorita?

-Clarisa.- Sonrió esa agradable chica, asintiendo.-

-En otra ocasión será.- Terció Sandy que comentó con tono bastante afable.- Ya vendremos otro día.

-Además de hoy.- Matizó Amatista.-



Sus compañeras convinieron en eso. La francesa les sugirió que probasen las tartas de aquel sitio que eran realmente deliciosas. Todas aceptaron ese consejo.



-Lo malo es eso de engordar.- Suspiró Satory.-

-¡No digas tonterías! - Se rio Amatista.- Por un día no pasa nada, mujer.

-Es verdad.- Asintió Penélope quien dijo no obstante.- Yo soy más de salado que de dulce, pero probaré, si tú las recomiendas seguro que estarán buenas.



            Sandy parecía estar pensativa, cuando sus compañeras se lo notaron, no tardó en desvelarles.



-Yo también hago tartas. Tengo algunas recetas.

-¡Pues a ver si un día haces una y la traes al laboratorio! - Se rio Amatista, añadiendo con humor.- Eso sí, con motivos experimentales. La analizaremos y luego la probaremos a ver si puede compararse con las de aquí.



            Las chicas se rieron ante aquella ocurrencia, aunque fue la morena científica quien, tras unas carcajadas más, pudo aseverar.



-No prometo nada, pero quizás, un día…pudiera llevar alguna.



            Así pues, una vez dicho esto, le pidieron a Clarisa sendas porciones de tarta de chocolate, manzana, fresa y nata y queso con arándanos. Por supuesto que las chicas probaron tanto la suya propia como las de las otras.



-Están realmente muy ricas.- Afirmó Satory que parecía haber vuelto a la niñez en tanto degustaba una porción de la suya, de queso con arándanos.-

-Realmente magníficas. Mi padre hubiera pagado por esta receta para los postres de su restaurante.- Convino Penélope, saboreando la de fresa con nata.-

-Está muy buena, pero creo que la mía es todavía mejor.- Declaró Sandy, paladeando la de chocolate.-

-Eso habría que verlo, o mejor dicho, probarlo.- Repuso Amatista dando buena cuenta de la de manzana.-

-¿Es un desafío?- Inquirió Sandy.-

-Por supuesto que sí.- Se sonrió su interlocutora.-

-Acéptalo.- Le pidió una animada Penélope limpiándose las comisuras de los labios.-

-Sí, nosotras seremos un tribunal imparcial.- Añadió Satory, divertida.-

-Vosotras lo que queréis es comer tarta gratis, moninas.- Se sonrió Sandy.- Lo mismo que esta francesita cara dura.

-¡Oye! Yo únicamente lo decía por mor de la ciencia. Una afirmación como la que has hecho, debe de ser testada por vía experimental.- Replicó la aludida.-



Por supuesto, eso provocó más risas. Una vez se extinguieron estas las jóvenes científicas se dedicaron a charlar de varias cosas y pasaron una tarde bastante entretenida. Desde luego que Sandy dio muestras de haberse integrado plenamente con ellas. Parecía que su anterior talante hosco e irritable hubiese desaparecido como si jamás hubiera existido. Daba la impresión de ser una mujer totalmente distinta. Pero, lejos de sorprenderse y preguntarse el porqué, todas lo recibieron con gran alegría y naturalidad. Al final de la tarde, para rematar esos buenos momentos, incluso Jen se acercó por allí con su misterioso novio.



-¡Qué casualidad! – Se sorprendió Satory cuando la vio paseando hacia ellas.-

-¡Ey, Jen! – La llamó Amatista agitando una mano.- Aquí…



La joven las vio también y le comentó algo a su pareja, él asintió y fueron al encuentro de las otras. Al llegar saludaron y Jennifer le presentó. Era un hombre mayor que ella, aunque atractivo, de cabello claro y que llevaba gafas, llamado Clyde,  sensiblemente más alto que ella y de pelo castaño rojizo.



-Ya pensábamos que era tu novio imaginario.- Se rio Amatista secundada por las otras.-

-¡El misterioso Clyde! - Añadió con humor Sandy dedicándole una mirada que turbó a aquel individuo.-



No obstante todas las percepciones de la morena científica le decía que ese hombre no era nada extraño. A decir verdad, incluso daba la impresión de ser aburridamente normal. No era muy hablador y parecía realmente intimidado en compañía de tanta fémina. Aunque todas le consideraron atractivo y agradable a pesar de que, un detalle bastante obvio no les pasó inadvertido. Aquel tipo debía de tener más de cuarenta años. Aunque Penélope si que le observó sorprendida no únicamente por eso, y preguntó con tinte algo dubitativo.



-¿Es usted el doctor Adams?

-Sí, soy yo.- Confirmó aquel hombre. –

-Vaya, no tenía ni idea de que estuviera saliendo con Jennifer. Bueno, no me interprete mal, no es asunto mío, pero me sorprende.- Se justificó la desconcertada científica.-

-Fue un amor a primera vista.- Sonrió Jen.- Conocí a Clyde cuando llegué a la nave. Estaba desorientada y él, muy amablemente, me indicó a dónde tenía que ir. Después quedamos a tomar algo. Y luego, volvimos a quedar.

-Sí, así fue.- Asintió el científico que estaba incluso algo avergonzado.-



            El pobre daba la impresión de haber cometido un crimen. Aunque tanto Amatista enseguida comentó.



-Encantada de conocerle. Creo recordar que mi novio me ha mencionado su nombre. Pero no me acuerdo exactamente de cuando ni porqué.- Tuvo que admitir.-

-No sé quién es su novio, señorita.- Repuso su interlocutor.-

-El teniente Malden.- Le desveló ella.-

           

            El rostro del científico se relajó esbozando una sonrisa para asentir.



-¡Claro! El teniente Leval Malden. He diseñado y fabricado unos trajes especiales para él y su primo, el mayor O´ Brian.

-Pues en cierto modo, la doctora Winters y yo le debemos la vida, doctor.- Intervino Satory.- Esos oficiales tan valientes nos salvaron utilizando esos trajes. Cuando fuimos a ese planeta tan extraño. ¿Recuerdas Penélope?- Le preguntó a su compañera.-

-Así es.- Admitió esta, más perpleja todavía.- Le estamos muy agradecidas.

-Me alegro mucho de haber contribuido a que ambas estén a salvo.- Convino él con tono afable.-



Y una vez roto el hielo charlaron de muchas cosas, entre ellas de las ganas que tenían de llevar a cabo su proyecto.



-Ya nos queda menos – suspiró Penélope. - Por suerte parece que los test y las pruebas preliminares van dando resultados muy esperanzadores.

-Sí- afirmó Satory, también con optimismo. - Dentro de poco estaremos en disposición de poder hacer una simulación.

-Aunque ya sabéis que debemos observar el protocolo Sagan en cuanto a la vida de otros mundos – Les recordó Jen. –

-Por supuesto, aunque eso es más retórico que otra cosa. – Replicó Amatista alegando según citaba una parte del mismo para aseverar. - Si solamente hay bacterias no se debe influir en su posterior desarrollo. ¡Por favor! Me parece pasarse…

-Bueno, pero incluso ellas son una forma de vida. – Opuso Satory reflexionando sobre aquel particular para recordar a su amiga, - Y el protocolo reza que incluso las bacterias deben ser considerados seres vivos con derecho a evolucionar. No sería justo eliminarlas y privarlas de esa oportunidad.

-¿Quién sabe? - Completó Sandy, aunque sus compañeras no sabían a ciencia cierta si lo decía en broma o en serio cuando la muchacha declaró. - En cuatro mil millones de años podrían ser una civilización.

-¡Cuyos máximos exponentes estuvieran reunidas aquí tomando café! – rio Amatista lo que provocó que sus contertulias y hasta el propio doctor Adams, se unieran a ella. –

-Sería una civilización realmente avanzada.- Declaró este último.-

-No lo sé. Pero a medida que nos vamos adentrando en esta parte del universo tengo la sensación de que nos encontraremos con algo. – Pudo decir Sandy ahora con un tono más reflexivo y serio. – Algo nuevo.

-Esperemos que sea lo que sea, no trate de  destruirlos. – Comentó Jen con el asentimiento de las demás. –

-Al menos últimamente las cosas han estado muy tranquilas. Quizás hayamos entrado en un sector pacífico de la galaxia. – Las animó Penélope. –



Las demás asintieron deseando que así fuera. Aunque sin darse cuenta había recalado en ese tema que no era demasiado grato pues evocaba demasiado sufrimiento.



-Por cierto, Amatista. ¿Qué tal fue la prueba?- Se interesó entonces Jen tratando de cambiar el rumbo de la conversación. -

-Muy bien, gracias por preguntar. Espero que les guste a los del comité.

-¡Eso seguro! – la animó Satory sentenciando con visible convencimiento. - No puede haber nadie mejor en toda la nave.

-Sí, ¡ni te imaginas como canta la niña! - Apoyó Sandy con el asentimiento de las otras.-



Amatista sonrió agradecida, hacía tiempo que no cantaba y aunque lo hizo muy bien, tenía cierto temor a su nuevo debut, eso en el caso de que la seleccionasen. Pero era verdad que echaba muchísimo de menos cantar. Esos momentos en compañía de las chicas, con el grupo, le eran muy queridos y entrañables. Juntos tuvieron un gran éxito, y aunque al principio halagó mucho su vanidad,  aquello era lo que menos le importaba ahora. Pensó otra vez en su primo Granate y se entristeció. ¡Ojalá que él hubiera podido estar allí, de seguro habría tocado la batería a su demoledor estilo!



-¿Estás bien?- Le preguntó Penélope que se había percatado de aquel cambio en el semblante de la muchacha. –

-Sí- pudo sonreír la interpelada. - Solamente recordaba. Recordaba a mi familia y también a los amigos que perdimos aquí. A los que se sacrificaron por todos nosotros.



Las demás comprendieron enseguida de qué se trataba. Satory posó una mano sobre las de Amatista de forma confortadora.



-Todos hemos hecho sacrificios. – Convino Sandy que, haciendo honor a su nuevo talante, añadió enseguida. - Y estoy segura de que la recompensa para todos los que permanecemos aquí  será grande. Ya lo veréis. Los que ya no están no se han ido en vano. Los que quedamos nos ocuparemos de que así sea.

-Tienes razón. - Dijo Amatista añadiendo ahora con mayor optimismo. - Por eso quiero cantar para todos. Aportar algo más. Animar a la población de esta nave. Es importante mantener nuestros sueños e ilusiones.



            Las demás convinieron en ello. No podría haber nada mejor, se les hizo algo tarde con aquellas y otras conversaciones, Finalmente se despidieron hasta el día siguiente, que tocaba levantarse temprano para trabajar. Por el camino, de regreso a sus respectivos domicilios, Clyde le comentaba a su novia.



-Tus compañeras son muy agradables. Me alegra haberlas conocido.

-Sí. Lo son. - Pudo decir ella con voz queda. –

-Y una de ellas, es la doctora Winters. No la reconocí al principio, pero creo que es una científica muy capaz. Discípula directa del famoso profesor Tomoe.

-Sí, es verdad. Penélope es increíble.- Convino su contertulia con poco entusiasmo.-

-¿Qué te pasa?- Quiso saber él, dándose cuenta de aquello. – No te noto muy alegre.

-¡Oh!, no es nada, Clyde - se apresuró a decir ella afirmando. – Solamente estoy un poco cansada.

-Sí, ya se ha hecho muy tarde. Mañana tenemos que trabajar los dos. – Convino él que galantemente la acompañó hasta su apartamento y se despidió de ella. -



Tras darle un beso en los labios y decirle adiós Jen cerró la puerta de su piso despacio. Era pequeño y funcional. Apenas si tenía decoración, de hecho a la muchacha eso no le importaba. Desde que se embarcase en esa nave sabía que todas sus prioridades iban destinadas a la misión. Para ello la reclutaron, aunque ahora no estaba tan segura. Sin poderse reprimir sacó su Tablet y marcó un número. Al poco una voz átona que parecía masculina le respondió.



-¿Qué ocurre? ¿Por qué llamas a estas horas?

-Verá, señor. Tenía que preguntarle algo. – Se atrevió a decir ella. –

-¿El qué?- Le inquirió a su vez aquel misterioso interlocutor. –

-¿Es esto realmente necesario? Quiero decir. ¿Debemos continuar con el plan? Quizás podríamos hacer las cosas de otra forma.

-¿Acaso ahora tienes dudas sobre cuál es tu deber, Jennifer?- Le preguntó esa voz con un tono más severo. –

-No, no es eso.- Se defendió ella agregando con pesar. – Es solamente que no deseo que nadie más sufra. Y no quiero ser la causa de ello.



            A decir verdad, se había encariñado con esas chicas y no soportaba el papel que le iba a tocar jugar. Al principio, sin embargo, cuando no las conocía y le ofrecieron esta oportunidad la aceptó sin dudar. Máxime al saber todo lo que se ponía a su alcance.



-Es todo lo que ansiaba desde que era niña.



            Y es que Jennifer, a diferencia de otras chicas de su edad, no se conformaba con tener vestidos bonitos o novios guapos. Eso eran a su juicio, necedades. Quizás válidas para adolescentes sin seso. No obstante, una mujer debía buscar su máximo desarrollo profesional. Ella quiso lograrlo pero sencillamente no daba la talla. Entonces ocurrió.



-Apareció de la nada. Y por una vez, anduve rápida y fui lo bastante inteligente como para tomar lo que se me ofrecía.



En eso pensaba cuando su interlocutor le dijo.



-Todo esto es por un bien mucho mayor. Y comprendo lo penoso que debe resultarte, pero no tenemos elección.

-Sí, es solo que desearía poder llevarlo a cabo de otra forma.- Objetó la chica.-

-No hay otra forma.- Sentenció ese tipo con un tono más tajante ahora.-



            Daba la impresión de que su misterioso interlocutor estaba empezando a perder la paciencia. Y Jennifer lo tuvo claro cuando él agregó con un tinte inconfundible de advertencia.



-Todo esto ya lo sabías cuando decidiste. De lo que eras a lo que serás…eso se te prometió y se ha cumplido. Una estupenda carrera, respeto y aprecio de tus colegas. Y un novio realmente a la altura de ese prestigio. Lo que siempre habías deseado. Claro que, si has cambiado de idea, siempre se puede deshacer el trato y encontrarte un sustituto. Con la misma facilidad que llegaron, todos los cambios se irán…

-¡No!- Exclamó ella moviendo la cabeza para apresurarse a responder llena de temor.- No…eso no será necesario. Seguiré adelante.



            Ese enigmático contertulio pareció quedar complacido por esas palabras y replicó.



-Bien. Así me gusta. Entonces. ¿Estás decidida a llevar a cabo tu misión cueste lo que cueste?



Jen suspiró, tras unos instantes se rehízo y simplemente pudo replicar con voz apagada.



-Sí, sí señor. Discúlpeme.



La comunicación se cortó y ella guardó su Tablet. Visto así no tenía más remedio que continuar. Abrió el libro y leyó pasando algunas páginas. Le había advertido que no abusara de ese privilegio, aunque no pudo evitarlo, sencillamente tenía curiosidad por saber, por anticiparse a lo que podría pasar. Y en esta ocasión lo que vio no le gustó nada.



-¡Canalla! Cerdo pervertido.- Musitó visiblemente furiosa.-



            Aunque se relajó, por fortuna eso no era irreparable. Ella lo podría evitar.



-De eso nada.- Musitó con irónica sorna ahora.- Te vas a quedar con las ganas. No le harás eso a mi compañera. Es una chica muy maja. No se lo merece. Ya me ocuparé de que al menos todas ellas mantengan su dignidad y sean felices hasta que llegue el momento.



Por su parte Logan estaba ya en su cuarto, había terminado el servicio y en su ordenador tenía un mensaje.



-¿De quién demonios podrá ser esto?- Se preguntó.-



Con gesto curioso lo leyó. Aquel correo le informaba de datos bastante interesantes al tiempo que reveladores, pero. ¿Quién podría habérselo enviado? Por lo que él sabía era imposible conectar con la Tierra.



-Quizás haya sido mi contacto en la nave. Pero no consigo descifrar de dónde ha llegado la señal. Esto es muy extraño.- Se decía el oficial.- En cualquier caso ¿De dónde habrá podido sacar estos datos? Podría estárselos inventando. Es algo realmente increíble. Aunque tampoco puedo fiarme sin más…



Desde luego que esa información merecía ser estudiada y confirmada. De ser así, estaba seguro de lo que debería hacer. Empero, tendría que ser muy cauto y hacerlo en el momento oportuno. Todavía era pronto.



-Debo constatarlo y reunir las pruebas. O de lo contrario todo podría estropearse. Me tomaré mi tiempo y a su debido momento, actuaré.



Pensando en ello con visible regocijo se acostó para descansar, convenía empezar fresco la siguiente jornada. A las chicas les sucedía lo mismo. Les esperaba mucho trabajo que hacer. Pero contagiadas todas de optimismo pensaban que las cosas rodarían mucho mejor de ahora en adelante. Amatista y Satory se despidieron de Sandy y Penélope y volvieron a su zona residencial.



-Ha sido una tarde muy agradable.- Comentaba Satory, añadiendo con asombro.- Y nunca hubiera imaginado que Jen salía con el doctor Adams.

-Pues creo que es algo mayor para ella.- Opinó Amatista, matizando, eso sí.- Aunque en el amor, todo está permitido.



            Al menos casi todo. Desde luego a todas les sorprendió aquello. Sin embargo, fue Satory quien comentó.



-Por lo que sé de él, ese hombre es un magnífico ingeniero. Mi padre le tenía en muy alta consideración. Creo que recibió informes de tu tío Zafiro hablando muy bien de él.

-Pues si mi tío lo dice, no creo que se equivoque.- Sentenció su contertulia, reforzando ese argumento.- Como ya os he dicho antes, cuando Leval me ha hablado de alguna de sus actividades, creo que mencionó a ese hombre, y su gran talento para diseñar sistemas y esos trajes.



            Llegaban ya al punto en el que ambas se separaban. Satory sonrió, para dar las buenas noches a su amiga.



-Hasta mañana.- Le deseó.-

-Que descanses.- Convino Amatista.-



Aunque la francesa no se dio cuenta de que alguien la observaba. Una silueta agazapada, escondida tras las sombras de un cercano callejón. Pero la joven estaba tan alegre y relajada que no pudo percibirlo.

-Hoy ha sido un día estupendo.- Pensaba en tanto entraba en el portal y subía a su apartamento.-



Desde luego, Ginger no compartía ese optimismo. Al menos ese día. La pobre no lo pudo comenzar peor. Como cada mañana se disponía a prepararse para ir al trabajo. Pero nada más desayunar se sintió mal. Enseguida tuvo ganas de vomitar y escalofríos. A eso le siguió una descomposición severa. Tuvo que llamar al trabajo. No estaba en condiciones de acudir. Por suerte su compañera Clarisa la cubriría.



-No lo entiendo. Debe de ser algún virus que me ha atacado.- Se decía, tras recobrarse a duras penas de la última vomitona.- Espero estar mejor mañana…tendré que ir al médico. Se supone que estas cosas no pueden pasar aquí. ¡Ojalá que sea pasajero!



            Y al menos en eso su salud le dio la razón. Al caer la noche esos síntomas se fueron suavizando hasta desaparecer. Tras tomarse un caldo suave y una manzana, la chica se notó mejor y pudo dormir sin más consecuencias. Aliviada por ser capaz de ir a su trabajo al día siguiente.



-¡No, no puedo creerlo! - Comentaba un asombrado Gary.-

-Pues ahí lo tienes.- Declaraba ese extraño individuo embozado en aquella negra túnica en tanto afirmaba.- Me pediste una prueba inofensiva del poder que podrías llegar a alcanzar. Elegí a esa chica de tu clase de kárate. Esa es una pequeña muestra…piénsalo, de lo que eres a lo que podrías llegar a ser…



            El muchacho no supo que decir, sencillamente eso era demasiado increíble. Quizás debiera pensar más cuidadosamente acerca de la oferta que ese extraño le hizo…Su vida y su destino podría sufrir un cambio radical…Finalmente se decidió a sentenciar.



-Necesito un poco de tiempo para pensarlo…

-Pero no tardes demasiado, o la oportunidad pasará de largo ante ti. Hay muchos otros ansiando tener una ocasión como esta para cambiar su existencia. - Fue la respuesta, teñida quizás de amenaza, que aquel misterioso individuo le dio.-



-Sí. Enseguida le…



            Gary se quedó asombrado, ahora estaba hablando solo. Quizás todo aquello no fuera más que una pesadilla. O una especie de alucinación. Aunque pensándolo bien, ¿por qué no? En cuanto pudiera respondería a ese misterioso tipo…



-Quizás es que estoy loco, o esa chica me golpeó muy fuerte en la cabeza.- Se sonrió ahora.-



            Y decidió que antes de nada, comprobaría si realmente Ginger estuvo enferma ese día. Ya le preguntaría cuando fuera a clase o bien visitándola en su cafetería.



                     anterior                                                                       siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)