domingo, 6 de marzo de 2011

GWG 27.114. Una oportunidad Soñada

Al día siguiente, con la mañana libre de otras obligaciones, Amatista preparaba las partituras en las que había estado trabajando desde su convalecencia con la mayor ilusión. Las tenía esparcidas de forma algo anárquica sobre su cama. Ella misma estaba en pantalones cortos y top, tumbada boca abajo y con las piernas levantadas y entrecruzadas a la altura de los tobillos. Mordisqueaba distraídamente un lumiboli mientras daba algunos retoques a la música y las canciones, había tenido mucha inspiración en las últimas semanas. Lo cierto es que todas las vivencias que habían tenido en aquellos meses de vagar por el espacio daban para mucho. Así como la nostalgia cuando pensaba en sus familiares y seres queridos que quedaron en la Tierra y, por qué no admitirlo, el dolor por la pérdida de su primo y de los demás caídos en combate. Escribía letras e incluso componía algo de música, aunque en esto no era demasiado experta. Echaba mucho de menos la habilidad que poseía Idina para ese particular.



-Si fuera capaz de hacer como ella, podría sacar al menos dos discos completos.- Pensaba no sin cierto fastidio.-



¡Pero a ver dónde era capaz de encontrar a un compositor en esa nave! Entre su trabajo, el tiempo que pasaba escribiendo las letras y salir con Leval, no le quedaba mucho tiempo para esos menesteres. Menos mal que tenía algunas de las tonadas que cantaban con el grupo.



-Tendré que hacer algunas mezclas con el audio. Quizás en el estudio puedan ayudarme con eso.- Meditaba.-



Entonces sonó el teléfono. La tomó tan metida en sus pensamientos que hasta se sobresaltó. A desgana porque estaba virtualmente rodeada de un montón de aquellas desordenadas páginas con las letras y de sus correspondientes partituras, se levantó y descolgó el auricular.



-¿Siii? ,- respondió con voz  demasiado llena de cansina y hosca familiaridad. - Leval, ¿eres tú? ahora es muy pronto...

-¿Señorita? - Pese a ser una voz masculina, desde luego no era la de su novio y Amatista se calló al instante con la sensación de haber metido la pata hasta el fondo. - ¿La señorita Lassart? - Preguntaba aquella voz algo dubitativamente en tanto se identificaba. - Soy  Ewing Drexler, el responsable del comité para los festejos de la ciudad. Escuchamos su maqueta y nos ha gustado bastante. Pero antes de que le encarguemos la celebración del Aniversario de la Partida nos gustaría poder escucharla a usted en directo si fuera posible.



 La joven no respondió, entre la vergüenza inicial por su tono anterior y la sorpresa no encontraba las palabras. Su interlocutor insistió con extrañeza y algo de inquietud.



-¿Está usted ahí?...

- ¡Oui! ¡Sí! – pudo al fin replicar, reaccionando como quien despierta bruscamente de una siesta, la agitada muchacha repitió una y otra vez. - Sí, sí, sí, por mí de acuerdo, quiero decir, ¿cuándo sería?

-¿Qué le parecería dentro de dos días? A las siete de la tarde en el auditorio municipal. - Le propuso el tipo aquel. -

- Tendré que pedir permiso pero creo que sí podré.- Respondió ella añadiendo de un modo mucho más solícito.  - Cuenten conmigo.

- Conformes entonces, buenos días, lamento haberla interrumpido.- Se disculpó aquel hombre. -

- No, si no ha sido...



Amatista continuó hablando algo atropelladamente en un intento por enmendar aquella embarazosa situación, pero ya le habían colgado el teléfono. De todos modos no importaba, a fin de cuentas iba a tener su oportunidad después de todo. Eso le hizo olvidar enseguida sus pocas afortunadas frases del principio, colgó el auricular y comenzó a dar saltos por todo su cuarto.



- ¡Sí, sí!, - gritaba alborozada - ¡Lo he conseguido!...



            El caso es que dio tantos saltos por la habitación e incluso sobre la cama que tiró al suelo muchas de las páginas que se había estado afanando por ordenar. Cuando se percató de ello, abrió los ojos como platos y se maldijo por tonta.



-¡Oh! Sacre Bleu.- Musitó entonces.-



Pero no podía dejar de sentirse en las nubes, de modo que la tarea de volver a organizar las partituras con sus correspondientes letras no se le hizo ya tan desagradable.



-Bueno, ¡ahora a darlo todo! - Se decía animosamente en tanto volvía a colocarlo todo en orden otra vez.-



 Al llegar al laboratorio esa tarde se lo dijo a Sandy y a Penélope, ellas se alegraron mucho.



-Bueno, tenías muchas ganas de que te eligieran.- Comentó Sandy quien, como de costumbre, esbozó la parte menos positiva o más realista, para añadir.- Ahora tienes una gran responsabilidad.

-Sí, gracias por recordármelo.- Comentó sarcásticamente su contertulia.-

-De nada, monina. Para eso estamos. - Respondió su compañera de igual modo.-



Aunque esas palabras entre ambas tenían buen talante, lo cual agradaba a Penélope. Semanas antes hubiesen sido sin duda dichas quizás con el mismo tono pero otra intención bien distinta. Siendo a buen seguro el preludio de un nuevo roce entre las dos. Sin embargo, ahora esas chicas parecían llevarse cada vez mejor. Por ello, su jefa comentó satisfecha.



-Me alegro por ti, aunque Sandy tiene razón, espero que prepares algo muy especial.

-Eso no lo dudes.- Convino una animada Amatista.- Tengo muchas ganas de decírselo a Satory. ¿No ha venido?

-Es su día libre, igual que el de Jen. -Le recordó Sandy.-



 Amatista se encogió de hombros y decidió que ya se lo diría después.



-Pero no el nuestro. Así que pongámonos a trabajar. ¿Tenemos alguna novedad con los cultivos de plancton?- Inquirió Penélope dedicándose ya a lo estrictamente profesional.-

-Ninguna. Los holoplanctónicos no parecen haber variado en demasía.- Le contestó Sandy añadiendo más esperanzada. – Pero hemos logrado aumentar la producción de fitoplancton en más de un treinta y cinco por ciento.

-Eso está muy bien.- Terció Amatista.- Podremos producir mucho más oxígeno con menos extensión de los cultivos.

-Sí.- Asintió la doctora Winters.- Y nos será de mucha utilidad si algún día podemos emprender el proyecto de terraformación.

-La variedad que estamos desarrollando se muestra más resistente a los cambios de temperatura y se multiplica con mayor rapidez. Incluso soporta mejor la radiación ultravioleta. - Añadió Sandy.- Eso, de por sí, es un avance significativo.

-Tengo entendido que incluso puede servir como alimento. ¿Verdad? - Inquirió Amatista. -



            Sus compañeras asintieron. Fue Penélope la que le comentó tras mostrar a su subordinada una página web en su tablet. http://planctonmarino.com/planctonmarino/



-Aquí lo especifica con bastante claridad.



Amatista trató de leerlo, pero no pudo al percatarse de que estaba en español.



- Si Satory estuviera aquí nos lo podría traducir.- Suspiró con algo de fastidio.-

-No hace falta.- Sonrió la propia doctora Winters que fue quién leyó y tradujo a un tiempo.-El plancton marino cuenta con minerales esenciales como el hierro, calcio, fósforo, yodo, magnesio o el potasio. Además, contiene ácidos grasos omega tres y seis, y un elevado contenido en vitaminas C y E. Su composición también presenta otros compuestos antioxidantes, responsables de neutralizar los radicales libres que dañan nuestras células. (Texto extraído de la web original)

-Algo he leído sobre el tema, liofilizado y en polvo es muy nutritivo.- Expuso Sandy.- De hecho aquí, en las piscifactorías de la nave se crían los peces y otros animales con el fitoplancton y el zooplancton que se alimenta del anterior. Todo lo que podamos hacer para incrementar su producción será en nuestro beneficio, me refiero a todas las personas a bordo de la nave.



Amatista asintió atónita. Sus compañeras eran realmente impresionantes. Inteligentes y emprendedoras. Si se comparaba con ellas y con Satory era una auténtica cabeza hueca. Sin embargo, eso, lejos ya de desmoralizarla, la motivaba. Cada vez quería aprender más y ser capaz de ayudar con sus conocimientos a que las investigaciones obtuvieran resultados en pro de toda la gente que vivía allí, en esa enorme roca. Esas ideas infantiles de los retos y de competir con otras personas para superarlas simplemente por ganar se habían desvanecido casi por completo de su mente. Casi siempre eran más que una muestra de soberbia estúpida. Y a su pesar debía de admitir que ese era uno de sus peores defectos. Comprendía ahora a Penélope y su afán por conjuntar un buen equipo de investigadoras que, además, fuesen excelentes compañeras. De ese modo obtendrían una sinergia que a buen seguro iba a superar a la suma de sus meras individualidades.



-Es increíble, realmente prodigioso. ¿Qué más podríamos hacer? Me refiero, para contribuir a que todos los que residen en esta nave tengan mayor calidad de vida.

-Bueno, además de para alimento de peces y humano, el plancton produce entre el cincuenta y el ochenta y cinco por ciento del oxígeno de la Tierra. – Le contestó Penélope, agregando.- Por ello gran parte del agua que llevamos en la nave está embalsada y se destina a la producción del mismo. Es mucho más eficaz que ocupar el terreno con un bosque. Y mucho menos costoso.

-Pero debemos tener cuidado, a veces tiene toxinas que lo hacen peligroso para el consumo humano.- Advirtió Sandy añadiendo.- Por eso, estamos intentando obtener una variedad totalmente segura.

-¿Y eso sería muy grave?- Se interesó Amatista.-

-Oh, no mucho, quizás algunos dolores de cabeza, síntomas parecidos a la gripe o erupciones cutáneas.- Estimó Penélope, agregando.- Y eso en muy pocos casos.

-Aun así. Deseamos que no haya el menor riesgo para la población.- Remachó Sandy.-

-Desde luego sois unas genios.- Tuvo que admitir la francesa.-

-Somos las Hadas- Cinco.- Respondió Penélope sin poder evitar una leve sonrisa de satisfacción, al sentenciar.- Es lo que se supone que debemos ser.



Amatista desde luego que no se consideraba una genio, pero no podía evitar esa vena suya de querer demostrar su valía. Menos mal que había bastantes cosas en las que ella destacaba a su vez. Y en referencia a eso, una vez terminada su jornada en el laboratorio y como Leval iba a estar ocupado, les propuso a sus compañeras.



-¿Vamos a tomar algo? Quizás veamos a Satory…

-Y así le cuentas lo tuyo.- Intervino Sandy.-



Amatista asintió, con ganas de despejarse tras tanto cálculo y análisis. Sus compañeras también estaban deseando olvidarse del trabajo por un rato, de modo que decidieron pasarse por un céntrico bar, quizás de camino, encontrasen a su compañera. Por su lado, Satory había decidido emplear su día de asueto en dar un largo paseo por la ciudad, ir a un par de tiendas y de ser posible, al holocine, un sistema de proyección en tres dimensiones muy realista, que acababa de crearse poco tiempo antes, en la sesión de tarde. 



-Bonito plan. - Pensó, no sin cierto y resignado pesar. – Aunque mejor sería de ir acompañada de un chico.



Claro que eso para ella sí que era una película de ciencia ficción más que una de romance. Pero entonces, su deseo fue concedido de una forma inesperada en tanto pensaba con resignación.



-Lo mío no son las relaciones sociales.



            Por su parte Mazoui, tras dormir algo inquieto, tenía también el día libre, el papeleo resuelto y ganas de averiguar quién sería esa presencia misteriosa que parecía acecharles a él y a Leval.



-Es muy extraño. No logro detectar la fuente de su energía. Ahora mismo ni soy capaz de sentirla. Puede que, si me muevo por la nave, consiga percibirlo otra vez.



Al hilo de esa idea se encaminó hacia la ciudad. También pensó en despejarse un poco la cabeza para tratar de tener más aguzado su sentido de la percepción. Caminaba por las calles observando a la gente ir de acá para allá, sintió entonces una presencia familiar al otro lado de una esquina. El muchacho se acercó con cuidado y miró asomándose con cautela, sonrió más relajado al reconocer a Satory que curioseaba unos escaparates, se dirigió hacia ella y le tocó suavemente un hombro con los dedos.



-¡Hola!... ¿Qué tal? - Le susurró algo tímidamente.-



            La joven estaba tan absorta contemplando los vestidos que se exhibían que ni se percató de la presencia de Mazoui a través del reflejo del cristal. Se giró algo sobresaltada pero al ver al chico le invadió una gran alegría. Parecía que algún genio, como en las películas que veía de pequeña, la había escuchado concediéndole ese deseo. Aunque también le dio algo de vergüenza, no podía olvidarse de que él había salido con Sandy y de que se había acostado con ella y según lo que su compañera había dejado caer debía de ser todo un....Aun así sonrió y dijo muy tranquila.



- Hola, Mazoui. ¿Qué haces tú por aquí? - Le preguntó a modo de saludo cordial.  -

- Estoy de permiso hoy,- le explicó él ahora de igual modo añadiendo. -Tenía ganas de dar un paseo por la ciudad, hacía mucho que no podía despejarme de tanto papeleo. ¿Qué haces tú?

- Yo también tengo el día libre. Me sucede como a ti en eso, hacía mucho que quería salir a darme una vuelta y quitarme de la cabeza tanta fórmula y tanto experimento. Parecía un ordenador en vez de una mujer.- Respondió ella dándole mucho énfasis a aquella última palabra, quizás así él se fijara en eso. -

- Te entiendo, ahora más que un piloto me he convertido en un oficinista, pero tampoco está tan mal, ya estaba harto de tanto sobresalto.- Convino afablemente Mazoui sin, por supuesto,  caer en la cuenta del sentido de aquel comentario de su contertulia. -

- Yo creía que adorabais el riesgo y la acción. – Replicó ella que realmente lo pensaba, dado que ese muchacho como su primo eran individuos fuera de lo normal. –Siendo militares…



            Pero su interlocutor realmente le sorprendió con su respuesta cuando de forma reflexiva le confesó.



-La verdad, yo siempre he sido muy tranquilo. No me gusta el alboroto. Ser piloto me apasionaba desde niño pero más que nada por poder volar y conocer nuevos horizontes, surcar el cielo a toda velocidad y eso. Pero no para estar luchando a vida o muerte ahí fuera. Y menos aún para perder a mis compañeros. – Se lamentó de esto último con una expresión triste. –

-Lo siento. No pretendía ofenderte. ¡Qué tonta soy! – Replicó ella casi sin saber que más decir.-



Desde luego, la pobre chica pensó que se las pintaba sola estropeando así una ocasión como esa. Ahora se sentía como una idiota. Afortunadamente el muchacho le sonrió enseguida para negar con la cabeza.



-¡No!, por favor, no me has ofendido en absoluto. Es que es normal que pienses eso de nosotros. Estamos continuamente metidos en líos. Si no se trata de una batalla es otra cosa. Pero créeme cuando te digo que, tanto mi primo Leval como yo, estamos muy contentos si tenemos días libres y podemos descansar lejos del bullicio. Y si puede ser, pasar algún rato agradable con nuestros amigos. Eso es lo mejor.



            Satory le escuchaba con sumo interés y sintiéndose más esperanzada. Dudaba en proponérselo, estaba algo nerviosa y no dejaba de darle vergüenza, pero al fin se decidió. Y entre conocidos y diríase que incluso ¿y por qué no?, amigos. Como acababa de decir el chico, tampoco era una cosa que pudiera considerarse demasiado extraña.



-¿Quieres acompañarme? - Le preguntó tímidamente. - Bueno, eso si no tienes planes...voy a ir al cine después de mirar algunos vestidos. Quizá te aburras, si quieres podríamos quedar luego.



La pobre muchacha se ruborizaba mientras hablaba, dándose cuenta de que se estaba liando por momentos, pero por suerte para ella su contertulio no se percataba de eso o no le daba importancia.



- No, ¡qué va! te acompaño, no tengo nada que hacer, y  como ya te he dicho eso es lo que más me gusta. - Sonrió animadamente él. – Pasar una tarde tranquila.



            Satory con una amplia sonrisa de alegría y alivio entró a la tienda, Mazoui fue con ella. La muchacha escogió un par de vestidos, uno de calle y otro de noche muy bonito. Se probó ambos superpuestos y no sabía por cual decidirse, de modo que  solicitó la opinión de su acompañante.



-¡Tiene gracia! ,- exclamó ella con ironía e incluso parecía que divertida. - Soy la hija del hombre más rico de la Tierra, pero mi sueldo como investigadora no me da para comprarme los dos vestidos. Desde que era niña mi padre siempre me ha comprado todo lo que he querido. Ahora sé lo que les ocurre a las personas que no tienen tanto dinero. Estoy experimentando eso que los economistas llaman el Coste de Oportunidad.

- Tú padre es un buen hombre,- dijo Mazoui. - Le conocí cuando nos propusieron embarcarnos, tuvo que ser muy duro para él separarse de ti.

- Sí y para mí también separarme de él. Mi padre siempre ha procurado estar a mi lado y complacerme hasta en el más mínimo detalle. Ha tenido que criarme él sólo. - Recordó ella con nostalgia y cariño a la par que algo de humor al añadir. – Bueno, él… junto a institutrices, doncellas, y decenas de personal del servicio con un montón de guardaespaldas.

-¿Y tu madre? - Le preguntó Mazoui para no ser descortés, pero también por curiosidad. -

- Mi madre - musitó Satory que ahora miraba el  traje de noche acariciándolo con suavidad  en tanto decaía algo su tono, convirtiéndose éste en una tenue voz queda. - Mi madre murió cuando yo era muy pequeña. Realmente no la conocí. La verdad es que no me acuerdo de nada. Lo que conservo en mi memoria es por las fotos y las películas que mi padre me ha enseñado. Pese a todo el dinero que pueda tener, lo cambiaría todo por haberla conocido y pasar algunos momentos con ella.

- Lo siento. No debí preguntar.- Se disculpó el muchacho que se sintió mal por haber metido la pata de esa manera -...

- No es culpa tuya, tú no podías saberlo.- Le animó Satory  que cambió de tema y jovialmente, volvió a preguntarle al chico por los vestidos. - ¿Cuál crees que me sentará mejor? - Le mostró ambos, cada uno en una mano. -

 - Yo...- repuso Mazoui algo envarado, confesando no sin rubor. - No lo sé, yo no entiendo de estas cosas, no quisiera aconsejarte mal.

- Dame tu sincera opinión,- le pidió Satory que le observaba con deleite.- Eso es lo importante.



A decir verdad, ese chico no aparentaba para nada la imagen que ella se había forjado después de escuchar a Sandy. Tal vez sería una fiera para otras cosas, pero ahora sólo daba la impresión de ser un muchacho casi tan tímido como ella misma. Desde luego, se creía lo que le había dicho en cuanto a sus gustos acerca de la tranquilidad. De modo que, más distendida por ello, le insistió con más desparpajo.



– Vamos mayor, para esto no hay que entender mucho de estrategia militar...

-Eso mismo me decía mi hermana Kathy.- Sonrió él.-



            Desde luego que sí. Se acordaba con cariño de esas pocas veces en las que su hermana se compraba algún vestido o complemento y le preguntaba por cómo le quedaba. Invariablemente él respondía que muy bien. Katherine daba la impresión de conformarse con eso y ponerse muy contenta cuando amablemente Mazoui agregaba eso de.



-Estás muy guapa.



            A lo que su entusiasmada hermana menor contestaba normalmente con un.



-¡Gracias Mazzi! Eres el único que me entiende.



            Y le daba un beso en la mejilla. Aunque, en honor a la verdad, el chico casi ni se molestaba en mirar lo que Katherine le mostraba. No tenía el mínimo interés en aquellas cosas que le parecían meras tonterías adolescentes. Ahora le pesaba no haberse involucrado más en aquellas pequeñas cosas que compartió con su hermana. Por ello, en esta ocasión, se forzó a prestar más atención y valorar.



- Quizá ese de la derecha.- Se decidió señalando el traje de noche que tenía la muchacha en su mano izquierda. – Es muy elegante.

- A mí también me gusta mucho,- convino Satory contenta de coincidir, aunque objetando enseguida. - Pero lo malo que tiene es que no me lo puedo poner en demasiadas ocasiones. Quizá deba comprarme el otro.

- Yo que tú compraría el vestido que más te gustase, sin pensar en nada más. Al menos, eso hacía Kat. - Le aconsejó Mazoui, esta vez con más seguridad y agregando divertido. – ¡Aunque luego, en muchas ocasiones se compraba también el otro!



            Satory esbozó una leve sonrisa. Aquel chico no dejaba de recordar a su hermana. Era natural, todos echaban de menos a sus familias. Empero, no sabía si era una buena señal que la utilizase tanto como ejemplo para compararla con ella.



-Quizás me vea como una especie de hermana.- Pensó con pesar.- Ahora comprendo a la pobre Amatista.



            Era lo que su amiga siempre había dicho sobre Leval, cuando se lamentaba amargamente de eso. Pero las cosas habían cambiado para Tist, y estaba claro que ese muchacho ahora la miraba de otra forma. Pudiera ser que ella tuviese la misma suerte.



- Tienes razón. Creo que me compraré el de fiesta,- decidió animada por el consejo y ese pensamiento. - Además, el día del aniversario no está ya lejos y será la ocasión perfecta para estrenarlo.



            Su interlocutor sonrió asintiendo con aprobación y la joven se decantó al fin por el traje de noche.



-¿No vas a probártelo?- Inquirió Mazoui.-

-Bueno, lo haré en el probador...claro. ¡Qué tonta! ¿dónde iba a ser sino?- Se sonrió entre nerviosa y avergonzada.



            El muchacho le dedicó una mirada entre perpleja y divertida. Ella no tardó en refugiarse tras esa puerta de aquel pequeño cubículo que cumplía esa misión.



-Satory, hija…ya no puedes decir más tonterías.- Se censuró apurada.-



            Tardó poco en quitarse su ropa y ponerse aquel vestido. Se observó complacida, recogiéndose el pelo tras la nuca. Incluso se quitó las gafas, pero su miopía le jugó una mala pasada. Apenas sí podía verse como un contorno borroso.



-Bueno, me queda muy bien.- Decidió satisfecha.-



            Al poco volvió a ponerse sus ropas y salió.



-Es de mi talla.- Dictaminó.-



            Mazoui seguía atónito. No era ni mucho menos un experto en ir de compras con mujeres, pero juraría que, un requisito habitual era que ellas salieran del probador con ese vestido que deseaban comprar y preguntasen la opinión del chico en cuestión. Desde luego que Katherine lo hacía de forma continua cuando él tenía que acompañarla al centro comercial o a una boutique de esas.



-No terminaba nunca de probarse ropa.- Rememoraba con nostalgia ahora, lejos del fastidio que entonces le producía y reflexionando divertido.- Pero jamás la vi probársela sin salir para enseñarme como le quedaba puesta.



Aunque por educación no comentó nada de eso a Satory. Quizás esta chica tuviera otra manera de hacer las cosas. Tampoco importaba demasiado.



-Bueno.- Sonrió ella, tras pagar el vestido con su tarjeta monedero.- ¿Te apetece que vayamos a ver algo al cine? Hace mucho que no voy, iba a hacerlo cuando…

-Sí, cuando nos vimos. Me encantaría. Yo también llevo mucho tiempo sin ir a ninguno. – Convino afablemente él.-



Era cierto. Hacía mucho que no iba. Tuvo alguna mala experiencia una vez con una de las chicas con las que salía. Y más allá de eso, siendo niño, recordaba ir con sus padres y su hermana.



-Estupendo.- Afirmó la chica, apenas pudiendo ocultar su alegría.-



Se dirigieron pues hacia un cine cercano donde ponían una reposición de una película algo antigua, pero que era muy buena. Satory fue a pagar pero mirando su cartera comprobó con horror que su tarjeta de pagos regulares se había quedado sin blanca.  Tampoco se había traído su tarjeta de crédito. ¡Desde luego era única en cuestión de despistes! No obstante, el muchacho, de modo muy cortés, se adelantó a ella y pagó las entradas.



- Muchas gracias,- le dijo la chica visiblemente apurada, aunque también encantada de que hubiera tenido ese detalle. - Te lo devolveré cuando llegue a casa.

-¡Nada de eso, invito yo! - le respondió jovialmente él. –



La muchacha sonrió y su rostro resplandeció,  ¡el chico que le gustaba acababa de invitarla literalmente al cine! Eso podría considerarse en cierto modo una cita. Sin pensar se puso de puntillas y le dio un beso a su acompañante en la mejilla.



-¡Oh, qué tonta!,- balbuceó de inmediato, colorada por no poder reprimirse. - Perdona...

-¿Por qué?...-  quiso saber él. – Se produjo un silencio algo molesto que Mazoui enseguida concluyó con otra sonrisa divertida. - ¡Venga, vamos a entrar! No me gustaría llegar con la peli empezada.



            Satory aceptó rápidamente, la verdad es que ambos lo pasaron muy bien. Después del cine se tomaron otro de sus cafés.



-¿Sabes? ¡Me encantan estas películas tan románticas! – Suspiró ella, haciendo alusión al film que acababan de ver. –

-Bueno, ¡si hubiesen puesto algunos tiros y un par de peleas no habría estado mal! – Rio él –

-Claro – convino ella mirándole atónita. – Supongo que los chicos no pensáis igual que nosotras en estas cosas.

-¡Es una broma! A mí me gustan mucho estas películas. – Sonrió ahora el muchacho que, con tintes joviales pasó a describir. – Si te hubieses venido con mi subalterna, la alférez Hunter, seguro que eso sí le habría encantado. Explosiones, persecuciones de coches, aviones. No se cansa nunca.

-¿Quién? – Le inquirió la chica con visible sorpresa. –



Mazoui le contó que era una joven oficial recién trasladada a la que conocía de su destino anterior. La pobre muchacha no pudo evitar pensar que su contertulio ya tenía otro interés amoroso. Desde luego, esa velada había sido demasiado buena para ser verdad. Aunque, para su alivio, el chico enseguida comentó de forma muy natural.



-Es una chica mona, pero demasiado lanzada. No me la imagino ni saliendo con alguno de esos chavales de la base. No en serio, desde luego.

-Pero no sé si vuestros superiores aprobarán que los oficiales salgan como pareja. – Comentó Satory con patente curiosidad por saberlo –

-En cuanto a eso creo que la política es, no te hagas notar y no te preguntaremos. – Le desveló él que agregó para mayor tranquilidad de la muchacha. – Desde luego yo no saldría con una compañera de armas. No creo que sea buena idea.

-El amor a veces nos hace tener malas ideas. – Opuso Satory con cierto tono de ironía que su interlocutor no pareció detectar, aunque aliviada por esas palabras de él. –

-Sí, es cierto, como ya te dije, ahora solamente quiero tranquilidad. No lo tomes como un prejuicio, pero no me van demasiado las chicas de acción.



            Ella le miró con expresión de no comprender, y Mazoui, tomándolo quizás por un gesto desaprobatorio, se apresuró a añadir.



-No tiene nada que ver con que las mujeres no puedan hacer cualquier cosa. No voy por ahí. Me refiero a alguien que esté buscando emociones fuertes a cada momento. Yo ya tengo bastante de eso en mi trabajo. Lo que menos me apetece es seguir experimentándolas en mi vida cotidiana.

-Claro.- Convino su interlocutora, con visible sorpresa en su rostro.-

-Por ejemplo. -Prosiguió Mazoui.-A mí me gustan mucho el tipo de películas como la que hemos visto. Es bonito ver el interior de las personas, sobre todo cuando se trata de estos temas. Y como te dije antes ya he tenido bastantes peleas y disparos para toda mi vida. Querría tener la fortuna de encontrar una persona más dulce y calmada, que me diese serenidad. - Remachó casi con un suspiro, mirando distraídamente ahora hacia la calle.- Eso sí que es algo complicado…



Ahora Satory sí que le escuchaba muy atentamente y sonreía. Aquel chico le abría su corazón, al menos una parte y de la forma más natural. Quizás es que la consideraba una buena amiga. Eso sin embargo tenía sus contras. La principal que, si la veía así, no pensaría en ella de otra manera. Pero al menos era algo. Fue entonces cuando su interlocutor quiso saber, haciendo que ella se ruborizase por entero.



-¿Y tú? ¿Qué buscarías en una relación?

-¿Yo? – Replicó la chica apuntándose a sí misma con un dedo.- Bueno, pues algo parecido, supongo. A alguien a quién le importase de veras y quisiera estar a mi lado, para lo bueno y para lo malo. Y que me quisiera por cómo soy, no por mi apellido, ni mi currículo.

-Bueno – suspiró ahora él sentenciando con un tono algo ambiguo. – Espero que los dos tengamos suerte.



Ella le miró de forma inquisitiva por detrás de sus gafas. Y al ver que el chico se percataba de eso enseguida sonrió de forma algo tonta mirando su reloj.



-¡Uy! ¡Qué tarde se ha hecho! Y mañana tengo turno de laboratorio a las nueve horas.

-Te acompaño.- Dijo amablemente el chico tras pagar. –



Satory aceptó agradecida y los dos se pusieron en marcha.



-La próxima vez tengo que invitarte yo. – Afirmó ella casi sin darse cuenta.-



Aunque enseguida se llevó las manos a la boca. Estaba tan distendida que eso le había salido sin pensar. ¿Y si él se lo tomaba de otra manera?



-No es justo que hayas tenido que pagar tú todo.- Añadió con celeridad la apurada joven.-



No obstante, para alivio de la muchacha aquel chico sonrió replicando con la misma naturalidad.



-Descuida. La próxima vez los cafés y los pasteles corren de tu cuenta. Si es que te acuerdas de traerte la tarjeta de crédito, ¡ja, ja!



Ella asintió riendo además con visible contento. Ambos lo hicieron de esa ocurrencia y es que, al margen de la tarjeta homologada de pago que servía para todo en la nave, se podían tener algunas de crédito con más capacidad. Ella desde luego poseía una categoría platino. Aunque no quería utilizarla. Y siempre evitaba hacerlo para no destacar de ese modo. ¡Pero para una vez que le habría convenido llevarla encima se la dejaba en casa! Podría haber usado su móvil, pero tampoco lo había configurado para pagar. ¡Mira que era despistada!. Por suerte Mazoui estuvo allí. Claro que a ella le alegraba más haber coincidido con el muchacho por su compañía que por esa inesperada ayuda para abonar el pago de las entradas. Estaba disfrutando mucho, lástima que fuera a terminar esa velada, eso meditaba mientras los dos fueron caminando de regreso. Aunque enseguida prosiguieron la conversación.



-Hoy me he divertido mucho. – Le confesó él para agrado de la joven, sobre todo cuando agregó. - No tengo la oportunidad de poder salir con alguien que comparta tantos de mis gustos.



A la pobre chica la cabeza le dio vueltas cuando le escuchó mencionar la palabra salir. Aunque, serenándose un poco, quiso pensar que el chico no había usado ese término en el sentido de una relación más profunda. De todas maneras. ¡A qué analizar eso tanto! ¡Lo había dicho y ya está! De modo que, con una cálida sonrisa, ella convino.



-A mí me sucede igual. No es nada fácil con la vida tan ajetreada que llevamos tener unos momentos como estos. Ojalá pudiéramos hacerlo más a menudo. - Suspiró casi sin pretenderlo.-



Aunque al darse cuenta se puso colorada. Le había sucedido otra vez y ya estaba tentando mucho a la suerte. ¿Cómo iría a interpretarlo él?



-Sí- convino el muchacho de forma desenfadada, afirmando. - Espero que podamos, es estupendo tener buenos amigos con los que pasar tardes tan agradables. Y ya te he dicho que a la próxima no te libras de pagar, ja, ja…



La muchacha sonrió, aunque ahora débilmente, ya tuvo que decirlo, “amigos”. Aunque estaba claro, mejor no engañarse, de todas formas al menos así podrían estar juntos. De momento solamente eso ya sería maravilloso. Quizás algún día. ¿Quién sabe? Satory estaba pensando en esto cuando llegaron al bloque de apartamentos donde vivía. Al llegar, cuando entraba en el piso, e iba a despedirse del muchacho se escuchó el teléfono. Ella lo atendió inmediatamente y escuchó a una impaciente Amatista, mientras Mazoui permanecía aguardando educadamente de pie en la puerta.



-¡Ya era hora de que llegases! ¿Dónde te habías metido, chica?, bueno no importa,- ahora su  voz se tornó entusiasta al explicar. -Me han llamado del comité de festejos ¡Tachan! Escucharon la maqueta que grabé. Me han pedido que cante, pero  antes, ¡y eso es lo mejor! ,  quieren que les haga una demostración pasado mañana. ¡Ya se lo he dicho a Sandy y a Penélope! Hemos estado tomando algo y me han escuchado cantar. ¡Me dijeron que les ha encantado! Me faltabais tú y Jen, a ti me ha costado encontrarte, y con ella aún no he tenido suerte. ¡Cómo sois las dos, no sé dónde os metéis! Voy a llamar a Leval ahora mismo para que se lo diga a Mazoui, ¡como a alguno se le ocurra faltar, lo mato! Bueno, no te entretengo más. Hasta luego....- colgó mientras Satory musitaba un azorado hasta luego que quedó incompleto. -

- Adiós - remachó la atónita muchacha  colgando el teléfono ante la mirada divertida de Mazoui. -Era Amatista,- le contó lo que su amiga le había dicho añadiendo todavía perpleja. - Quiere decíroslo a vosotros. Estaba tan contenta que no me ha dejado hablar.

- Ya lo veo,- sonrió el chico añadiendo como despedida. - Bueno, lo he pasado muy bien, de veras, gracias por la velada - miró su reloj y añadió no sin pesar. - Pero mañana tengo servicio temprano, debo irme.

- Claro, muchas gracias por acompañarme a casa y por la invitación, yo también me he divertido mucho.- Se apresuró a contestar ella. -

- Ha sido un placer.- Afirmó el muchacho que saludó con la mano y se fue. Satory cerró la puerta esperando unos instantes después de que él se hubo marchado. -

-¡Ay!- pensó ella muy contenta - Bueno, ¿quién sabe? A ver si es cierto lo que ha dicho, quizá podamos salir alguna otra vez. Ha sido una suerte encontrarle, ¿será cosa del destino?,- rio alborozada como una chiquilla, mientras bailoteaba superponiéndose su vestido nuevo. -



            Horas antes de aquella parrafada telefónica que diese a su amiga, Amatista y sus otras compañeras habían llegado al bar. No vieron a Satory, así que decidieron tomarse algo allí. Escuchaban música y algunas canciones. Había un karaoke en una esquina. Sandy lo vio y le propuso repentinamente a su compañera.



-¿Por qué no cantas algo? Así te podríamos dar nuestra opinión.

- No sé, no me apetece mucho cantar en el karaoke. - Se resistió Amatista. -

- Venga, ¡anímate!- le pidió también Penélope. - Tú antes eras cantante según tengo entendido ¿no?..

- Sí, bueno, sí que lo era, pero con mis amigas y en grupo.- Objetó la muchacha. –



            Obvió decir que también había actuado en solitario, pero no quería significarse demasiado. De todos modos ya era tarde…



-¡Vamos mujer, no seas tan miedosa! - la picó Sandy asegurando de inmediato. - Seguro que lo harás estupendamente, así puedes practicar para cuando debas cantar en el festival.

- Está bien,- sonrió Amatista que, armándose de valor, se dirigió hasta allí. -



            Sus amigas tenían razón, aquello era un buen ensayo de cara a su compromiso de pasado mañana. Tenía que practicar con algo de público delante. Así que, con dos largas zancadas, se plantó en el estrado del karaoke. En cuanto llegó se dirigió al encargado de seleccionar la música y le susurró.



-¿Tienen alguna de las Justices?

- Sí, creo que sí, señorita. - Le contestó el tipo, que era de mediana edad, regordete, no demasiado alto  de pelo castaño y con un ridículo bigotillo adornando su labio superior, afirmando de memoria. - Tenemos dos discos de ese grupo.



Le mostró los títulos a Amatista que, encantada, reconoció muchas de las que ella cantaba. También pudo encontrar alguna en las que actuaba su primo Granate como solista, eso ensombreció un poco su gesto, pero enseguida se obligó a animarse. Aquel encantador muchacho seguramente le diría que debía tratar de ser feliz y que motivos tenía para ello. De modo que silenciosamente le dedicó las canciones que iba a interpretar.



-Va por ti, gamberro.- Musitó con ternura.-



Eligió una y puso la música. Al cabo de unos instantes comenzó a cantar y lo hizo tan bien que arrancó muchísimos aplausos. Ni tan siquiera tenía que mirar en la pantalla luminosa la letra de las canciones. Y lo más increíble de todo para los allí reunidos es que su grado de coincidencia con la canción del intérprete original era del ¡ciento por ciento! Desde luego habría ganado sin lugar a dudas de ser aquello un concurso de karaoke. Sus compañeras tampoco no salían de su asombro por la pasión y la fuerza con las que interpretaba. Se miraban la una a la otra con gesto de estupor. Estaban absortas y escucharon muy atentas. Y no fueron las únicas. No había ningún asistente a ese local que no estuviera pendiente de ella. Algunos incluso, siendo oficiales de la nave destinados con Leval, creyeron reconocerla por haberla visto junto a él. Le pidieron al dueño que grabase esa actuación, cosa que éste ya estaba haciendo. Se solían grabar las actuaciones de todos los participantes y estas pasaban a engrosar la videoteca del local si eran buenas y los cantantes daban su permiso. Ajena a eso Amatista recordaba tanto a sus amigas y compañeras del grupo y las cosas que habían compartido, todo eso se mezclaba con la nostalgia y el deseo de volver a verlas. Después repitió con otra nueva canción a petición de la mayoría de los asistentes, pero ésta vez una que había versionado ella misma durante su estancia en el hospital. Pensando sólo en Leval, en lo difícil pero maravilloso que había sido obtener por fin su amor y en todo lo que habían pasado juntos. Hizo en verdad una de las mejores actuaciones de su vida puesto que cantaba también por y para ella misma.  Todos los sentimientos que hubo de mantener enterrados durante años era como si aflorasen ahora. Pero hubo algunos que protestaron. Sobre todo un tipo que desde la distancia gritó.



-¡Eh! no vale poner un play-back. No era la chica la que cantaba, eran las Justices.



            El encargado se apresuró a negarlo enseguida, no sin una indignación a duras penas contenida.



-¡No es verdad!  Aquí no hay play-back, es un karaoke. Era ella la que cantaba.

- No me lo creo - repuso desconfiadamente el individuo, añadiendo con total razón.  - ¡Además, si lo sabré yo! Tengo ese holodisco y esa era la voz de Amatista Lassart, una componente del grupo. Aunque esa última canción no me suena -  reconoció visiblemente intrigado. -

- Creo que tienen razón los dos - reconoció la artífice de aquella polémica que desveló la incógnita con gesto divertido.  - Era una de las Justices la que cantaba y aquí estaba cantando yo. Me llamo Amatista Lassart y formaba parte del grupo.



            El sorprendido tipo se acercó y pudo ver a la joven de cerca. Hasta ahora, entre las luces de los focos que la dejaban a medio iluminar y la distancia, no la había reconocido. Se quedó pasmado en tanto exclamaba.



-¡Es verdad! ¡Es Increíble! ¡Estás en esta nave! ¿Me das tu autógrafo, por favor? ¡Soy un gran fan vuestro!  - Le pidió sacando un lumiboli y una hoja de papel plastificado de ningún sitio en particular y con sorprendente presteza sin dejar de repetir. – ¡No me lo puedo creer!

- Cla… Claro, será un placer.- Asintió Amatista sorprendida y visiblemente descolocada.-



 Ya no recordaba apenas lo que era eso de firmar autógrafos. Entonces el dueño del local le comentó.



-¿Me permitiría poner estas canciones? A la gente le va a encantar...

- Sí, como no. Será un honor para mí. - Pudo responder la muchacha más concentrada mientras en completar la firma. – Con mucho gusto.



            Entonces varios chicos  y chicas que se dieron cuenta de lo que sucedía, le pidieron lo mismo. Ella asistía a aquello incrédula, firmando cuanto le ponían por delante. Al final acabó agotada y entre Sandy y Penélope, a modo de improvisadas guardaespaldas, la ayudaron a salir de un "mare magnum" de  fans que la habían reconocido también. Una vez fuera del bar y lejos de ellos, Sandy tomó la palabra y le dijo en tono de broma.



-¡Pues chica!, si te pasa esto practicando en un karaoke, ¿qué ocurrirá cuando comiences a cantar de verdad?

-No sabía que fueras una celebridad.- Recalcó Penélope con divertido sarcasmo.-



La doctora no había tenido mucho tiempo de estar al corriente de los grupos de moda. Le gustaba la música, sí, pero era de tendencias más clásicas. Por su parte, a Sandy sí que le resultaban familiares algunas de las canciones, pero no había relacionado a su compañera con ellas. Trataba de hacer memoria ahora, cuando Penélope quiso saber con genuina curiosidad.



- ¿Cómo te dio por dejar de cantar y embarcarte en esta nave, dejando de lado la fama y el glamour?

- Podría decir que por la ciencia, pero no sería sincera. Al  menos al principio solamente lo hice por una razón, sólo una...- sonrió enigmáticamente Amatista. -

-¿Y cuál es?,- le inquirió Sandy también con patente curiosidad. -

- Bueno, debe de estar en su base ahora mismo. ¡Supongo que mañana tendrá tiempo de salir conmigo! - Rio ella dejándolas atónitas, y de camino a sus casas, les explicó por qué se embarcó siguiendo a Leval y recordó todas sus peripecias. – Ojalá que él pueda escuchar alguna de estas canciones…



            Ambas comprendieron enseguida, era la clase de razón por la que merecía la pena dejar de lado la fama y todo eso. La muchacha lo corroboró cuando afirmó con satisfacción.



- De todas formas, no cambio mi vida de ahora por eso, pese a todas las pruebas y los malos momentos que hemos tenido no me arrepiento de haber emprendido este viaje. Porque también hemos tenido buenos momentos y aunque allí dejé a mis padres y a unas magníficas amigas. Aquí he conseguido encontrar otras nuevas, personas maravillosas con las que convivir y que me están guiando en la que he descubierto que es mi auténtica vocación. Pero sobre todo, conectar por fin de verdad con hombre que quiero.



            Sandy y Penélope asintieron con una amplia sonrisa y las tres se volvieron a sus apartamentos, al día siguiente había que trabajar. Caminaron sin prisa por la avenida principal de la zona civil de la nave. Cruzando por aquel gran parque central. Allí, numerosas personas paseaban, charlaban o se sentaban en los bancos. Incluso un grupo de niños, de los que se habían embarcado junto a sus padres, jugaban por ese lugar.



-A veces, cuando vengo aquí y veo esto, pienso por un momento que estamos en casa.- Suspiró Penélope.-

-Sí. Me sucede lo mismo.- Convino Amatista.-



La joven observaba divertida como aquellos pilluelos se perseguían unos a otros, no deberían tener más de siete u ocho años y reían en tanto sus padres les llamaban.



-Si lo vais a mirar, ya estamos en casa. - Afirmó Sandy quien, de un modo más filosófico e incluso entristecido, comentó.- Lo sé por experiencia. Cuando vas a un lugar nuevo lo que importa es que te sientas en él como si fuese tu hogar…

- Creo que entre todos hemos conseguido crear un hogar aquí.- Afirmó Amatista con mejor ánimo, haciendo que sus dos compañeras sonrieran asintiendo al fin.- Uno al que sentimos que pertenecemos.



            Y al poco rato se despidieron tomando cada una rumbo hacia sus respectivos apartamentos…



-Bueno, cariño.- Suspiraba la francesa pensando en su novio, en tanto llegaba ya a su bloque de pisos.- Espero que mañana pueda contarte lo bien que lo he pasado hoy…



            Y hablando de Leval, durante todo el día se había estado preguntando al igual que su primo quién sería esa presencia que a Mazoui le resultaba tan familiar. Él, por más que se afanaba, no sentía esa aura que según su amigo era tan potente. Sus disquisiciones se interrumpieron cuando un par de compañeros suyos entraron en su turno y le dijeron.



-¡Oye Malden, tienes que escuchar esto! Te va a encantar…

-¿El qué?- quiso saber él. -



Por toda respuesta Peter, uno de sus compañeros que precisamente estuvo en ese karaoke, le  sintonizó en la banda de entretenimiento. Allí se repetía la actuación de Amatista que el dueño del establecimiento había aireado de inmediato por el hilo musical de la nave, sobre todo, más que para animar a la gente, para publicitar su local en cuanto supo quién era ella. Ahora, por el hilo musical del puente podía escucharse a la joven cantar…



Déjame ser la primera en decir

¿No fue siempre así?
Pero no hay otra forma de averiguar
Lo que necesito saber


No es que no piense que te preocupas
Es que no lo has dicho
Eso me hace suponer día y noche
Poniendo visiones en mi cabeza



Poco a poco todos los ocupantes del puente fueron prestando atención a aquel sonido envolvente y que les pareció de ensueño.



No me dejes ser la última
¿Si pensaras en dejarme me lo dirías?
No me dejes ser la última


¿Si la verdad me hiriese me mentirías?
No te lo guardes para ti por protegerme
Dímelo ahora

No me dejes ser la última
Si algo que quieras decirme
No me dejes ser la última


Como si nunca fueras a dejarme ir
Cariño, todo lo que te pido es
No me dejes ser la última en saberlo

Sabes como todos los amigos hablarán
Un secreto es duro de guardar
Pero esta chica que ella dice estás viendo
Seguro que suena un montón a mí

 Aun así no es para mí el decir
Si lo que he oído es verdad
Y no me permitiré creer ni una palabra
Hasta que lo oiga de ti

No me dejes ser la última
¿Si pensaras en dejarme me lo dirías?
No me dejes ser la última
¿Si la verdad me hiriese me mentirías?


No te lo guardes para ti por protegerme
Dímelo ahora


No me dejes ser la última
Si hay algo que quieras decirme
No me dejes ser la última


Como que nunca me dejarás ir, no me dejes ir.
Cariño, todo lo que te pido
No me dejes ser la última en saberlo.



-Magnífico.-Suspiró una de las oficiales del puente, junto a Leval quien asintió despacio, disfrutando de aquel momento.-



No me dejes ser la última
Si hay algo que quieras decirme
No me dejes ser la última


Como que nunca me dejarás ir, no me dejes ir.
Cariño, todo lo que te pido
No me dejes ser la última en saberlo.



No me dejes ser la última
¿Si pensaras en dejarme me lo dirías?
No me dejes ser la última



- Creo que esa chica es tu novia - dijo su otro compañero de nombre Jerry, que agregó con  admiración. - ¡Además de ser preciosa canta de maravilla, te felicito!

- Es verdad. ¡Es estupenda! - Admitió sonrientemente él, mientras se deleitaba escuchándola orgulloso. – Realmente lo es…



Lo mismo pensó el resto de sus compañeros que, por un momento, se relajaron dejando de lado sus monótonas ocupaciones para escuchar aquella hermosa canción.


¿Si la verdad me hiriese me mentirías?
No te lo guardes para ti por protegerme
¡Dímelo ahora!...



- Esa chica tendrá mucho éxito, se nota que canta con el corazón. - Opinó una teniente de transmisiones que se sentaba a la izquierda de Leval -

-¿En quién estará pensando? -Se preguntó divertido y en voz alta otro oficial de nombre John, remachando.- Seguro que en algún atractivo teniente que todos conocemos…



Lo cierto es que ese muchacho era uno de los más allegados compañeros del aludido en el puesto, conocía a Leval y le había visto en alguna ocasión con Amatista. E hizo que éste se sonrojara visiblemente entre las divertidas risas de los demás.



No me dejes ser la última
Si hay algo que quieras decirme
No me dejes ser la última




Cariño, todo lo que te pido
No me dejes ser la última en saberlo


No me dejes ser la última

¿Si la verdad me hiriese me mentirías?


(The last to know, Celine Dion, crédito al autor)



            Cuando la canción acabó, hasta pudieron escucharse bastantes aplausos, que hicieron sonrojarse a Leval a la par que se sintió muy feliz por Amatista.



- Espero que actúe en la fiesta de la celebración.- Deseó un joven alférez.-

-¡Ojalá lo haga!.- Convino Peter afirmando con admiración.- Además, ¡es una de las Justices nada menos! Recuerdo haber ido a algunos de sus conciertos cuando estaba en la Tierra.

- A mí también me entusiasmaban.- Admitió esa joven teniente que se llamaba María, afirmando no sin nostalgia.- Sobre todo Kerria, cuando cantaba en español alguna de las canciones.



Leval sonrió lleno de orgullo y nostalgia, pero no le iba a decir a su compañera que esa mencionada artista era su propia hermana pequeña. Se calló al igual que el resto. De hecho, todos guardaron unos momentos de silencio como si desearan rememorar las últimas estrofas de la canción. Los dedicaron también  a recordar la belleza de su mundo y a sus seres queridos y demás allegados que allí quedaron. Parecía que, al escuchar la música y la letra, no pudieran evitar pensar en aquel deseo de protegerles a toda costa, incluso desde la distancia…



-Preciosa canción.- Alabó el oficial al mando, el comandante Murphy para retornar enseguida al protocolo militar ordenando.- Anden, ahora vuelvan a sus quehaceres.



Todos obedecieron. Cuando por fin acabó la jornada y el chico volvió a su cuarto se tumbó sobre su litera con las manos tras la nuca y se dispuso a descansar, pero la luz de su contestador parpadeaba, tenía en él un mensaje de Amatista. Lo escuchó y le hizo sonreír divertido por primera vez en todo el día. Era muy refrescante la forma tan atropellada que tenía ella de decirle que actuaría en el auditorio pasado mañana.



-En eso no cambiará jamás.- Se dijo con una mezcla de divertido afecto y dulzura.-



Pero como ya era tarde, Leval decidió llamarla al día siguiente, pensando que, de seguro, tendría mucho éxito visto, o mejor dicho, oído, el talento que tenía. La verdad, el puente de mando al completo, incluido el oficial al mando, había estado escuchado embelesado aquella canción. Ahora Leval la reproducía una y otra vez, tumbado en su litera. Y no contento con la que escucharon en el puente accedió al resto de las grabaciones de ese local.



-Son realmente preciosas. Y tu voz es maravillosa.- Musitó.-



Y es que la fuerza de aquellas tonadas, en especial de la canción que escuchó en el puente de mando, le había llegado al corazón. Ahora podía comenzar a  entender muchas cosas. Recordaba hacía años ya, cuando Amatista, su propia hermana Kerria y sus primas Katherine e Idina, junto con Granate, formaron el grupo. Siempre que tenía ocasión su entonces insistente vecinita le pedía que fuera a verles ensayar, y cada vez que él podía ir la chica, cuando cantaba, parecía dirigirse directamente a él. Y lo hacía con una energía que el atónito joven no creía normal para un mero ensayo. ¡Ahora lo comprendía! Leval movió la cabeza, ¡qué estúpido había sido! No podía creer que esa muchacha tuviera esa gran fuerza interior, esa pasión y que la volcara en aquellas maravillosas canciones solamente para dedicárselas a él. Aquella sin duda fue su primera declaración de amor. La pobre tendría que haber sufrido mucho cuando la había ignorado  una y otra vez absorto en sus propias meditaciones e intereses.



-¡Maldito idiota! Mira que llegas a ser corto.- Se censuró.-



Pero eso ya era el pasado. Ahora se aseguraría de estar junto a ella y corresponderla como merecía. La muchacha no se iba a arrepentir de haber mantenido su fe en él.



- Tienes un gran don, Amatista, como mi hermana Ky, las primas Idina y Kathy y como lo tuvo también el primo Granate. Alegras el corazón de las personas con tus canciones.- Pensaba el muchacho con una sonrisa. – Te prometo que allí estaré junto a ti cuando actúes, cariño. Eso te lo puedo asegurar. No me lo perdería por nada.



Y así finalmente el sueño le venció. Al día siguiente tocaba afrontar otra dura jornada de trabajo. Entre tanto, el misterioso individuo se había refugiado en el gran parque central. Estaba encaramado sobre un alto y frondoso árbol, cerca del lago. A esas horas nadie paseaba por allí, sacó una especie de larga flauta y tocó una bella y cíclica tonada. Aguardaba a poder cumplir su misión, localizar a sus objetivos y abordarles. Si ellos no podían hacer nada, nadie lo conseguiría. Decidió no pensar más en ello y siguió tocando esa dulce melodía que inundó el bosque con el murmullo de sus tonos. Sin embargo, al cabo de un rato oyó una hermosa balada que atrajo por completo su atención, haciéndole dejar de tocar. Por el hilo musical que existía en un lugar cercano al parque sonaba una voz de mujer realmente hermosa que cantaba con mucho sentimiento, esperanza y amor. Eso era fácil de percibir para él y el alma de este extraño personaje se llenó de alegría y esperanza.



-Esa no es una voz común.- Se dijo no sin perplejidad. – Tiene mucha energía y pasión contenida…es algo que va más allá de una mera canción. Es justo lo que necesitaba.



Aquella era una noticia inesperada pero muy positiva que podría hacer por él y su misión incluso más que sus primeros objetivos. Ya no tocó más, se limitó a disfrutar, al igual que el resto de los oyentes, de esos temas cantados con el corazón. La nave mientras tanto, proseguía su errante viaje a través del espacio encaminándose hacia la cercanía de un nuevo mundo desconocido, aun con los ecos resonantes de las canciones de Amatista que, a la velocidad de la luz, se alejaban propagando su particular y bella declaración de amor por todo el Cosmos.






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