domingo, 6 de marzo de 2011

GWG 28.115. El concierto de Amatista

 

El día siguiente pasó sin nada especial que reseñar, sólo la mayor proximidad al planeta del que se había descubierto que partiese aquella extraña nube. Se prepararon un par de sondas para hacer un reconocimiento orbital. Estas tomaron algunos datos interesantes. Entre tanto Amatista, antes de comenzar la jornada laboral, le pidió permiso a Penélope.

 

-¿Permiso, para qué?- Quiso saber su jefa. –

-Me gustaría dar unos últimos retoques y ensayar algo antes del concierto. Si es que no estamos con mucho trabajo. - Le explicó tímidamente la muchacha. -

 

Penélope no pudo evitar sonreír de forma fugaz. Y es que, con la favorable coyuntura de un trabajo adelantado, unido al evidente interés general para la moral de la nave, naturalmente se lo dio. Así le respondió.

 

-La única condición que te pongo es que te asegures de que los del equipo de laboratorio tendremos las mejores localidades. Si cantas como en el karaoke no me lo perdería por nada del mundo.

-¡Te lo aseguro! – Exclamó la chica con una radiante sonrisa.  Incluso abrazó a su jefa que se tuvo que reír entre sorprendida y divertida al escuchar a su subalterna exclamar. – ¡Os dedicaré unas cuantas a vosotras!…

 

En cuanto llegó a su apartamento se puso manos a la obra. Al poco rato su novio la llamó por video teléfono para decirle que tampoco faltaría, amén de elogiarla por la magnífica interpretación en el karaoke que iba camino de ser número uno en audiciones. De hecho, el joven le comentó.

 

-Ahora estoy de servicio. Me hubiera gustado quedar contigo.- Se lamentó él que estaba sentado en la sala de oficiales, con su uniforme de pilotar.- Pero hoy teníamos ejercicios de prácticas.

-No te preocupes. Lo comprendo.- Sonrió ella.- Tampoco yo he parado…

 -Escuche tus canciones varias veces cuando llegué a mi cuarto. Cada vez me sonaban mejor. No sé cómo no pude darme cuenta antes de lo hermosas que son…cómo que tú.- Afirmó su novio mirándola con intensidad a la par que sonreía.-

-Gracias.- Pudo decir la chica con visible rubor.- Muchas gracias…

 

            De hecho Amatista notaba hasta el calor en sus mejillas. Debía de estar realmente colorada, no se esperaba semejantes cumplidos. Se llevó las manos a la cara y sonrió, sobre todo cuando su interlocutor agregó.

 

-Casi me dan ganas de que no actúes para no tener que compartirte con nadie.- Afirmó él devolviendo esa sonrisa y agregando con humor.- A este paso me voy a volver muy celoso.

-¡Por favor!- Le pidió ella realmente cohibida ahora por semejante confesión.- Vas a hacer que me ponga muy nerviosa.

-No te preocupes. Saldrás a actuar y lo harás muy bien. Lo cierto es que estoy deseando verte. Y mis compañeros de dotación también. Ayer estuvimos escuchándote en el puente de mando.- Le desveló.- A todos les encantó. Incluso al capitán.

 

            La pobre chica se vio totalmente superada por aquello. Más roja no podía estar.

 

-¡Qué vergüenza!- Pudo replicar ella que se sonreía de forma algo tonta.- Eso solamente era una canción en el karaoke. No una actuación en serio.

-Fue algo maravilloso.- Afirmó el chico sin bromear ahora, más cuando sentenció incluso con admiración.- Tú cantas estupendamente bien, con pasión y con sentimiento. Pero lo mejor de todo es que transmites ilusión y esperanza. Y necesitamos a alguien así. Las personas a bordo quieren olvidarse de que están en medio del universo sin saber a dónde ir, desean creer en algo que les de valor y les alegre la vida. Y tú puedes hacer mucho en ese aspecto. – Y el chico se detuvo incluso con el semblante emocionado, le costó añadir ahora con tono más entrecortado.-  En el puente pude ver a compañeros sonreír felices, por primera vez en mucho tiempo, al escucharte. Algunos no lo hacían desde que perdieron a algunos de sus amigos y camaradas en aquel ataque donde nuestro primo Granate murió.

-¡Para por favor! Me vas a hacer llorar.- Fue capaz de sollozar la chica.- No, no soy tan importante ni tan maravillosa. Al contrario. Tengo mucho carácter y he sido muy egoísta. No merezco que nadie diga esas cosas de mí. Es más, a veces, cuando estoy sola, pienso que sigo siendo esa niña caprichosa que revoloteaba a tu alrededor, llena de inseguridad y de tonterías…

 

            Leval sonrió ahora, y continuó observándola en silencio durante unos instantes para rebatir con suavidad.

 

-Has madurado mucho. Ahora esa niña se ha hecho una mujer. Una de la que me he enamorado al fin. Solo deseo que podamos estar juntos y superar esta prueba y que, un día, logremos retornar a casa con nuestras familias.

-Te prometo que haré todo lo que esté en mi mano por ser esa mujer que tú te mereces.- Afirmó la joven enjugándose alguna lágrima para poder rematar con algo de humor.- Ahora debo dejarte, tengo que ensayar un poco o más que cantar podría dejaros sordos.

-Te veré mañana.- Se despidió él guiñándola un ojo.- Descansa bien…

-Adiós, Leval, y gracias por creer en mí.- Replicó ella tirándole un beso.-

 

Y tras cortar la emisión Amatista se quedó ahí, durante uno segundos quieta y meditando sobre aquellas palabras con honda inquietud.

 

-Espero no haber cometido un gran error. Hasta Leval piensa que soy una especie de símbolo o algo así. Y únicamente soy una chica a la que le gusta cantar. No puedo ni soy quien para dar esperanzas a toda la gente de esta nave. ¿Y si les defraudo? No tengo la fuerza necesaria para llevar esa carga.

 

            Pensó en ir a nadar un poco. Quizás se despejase y fuese capaz de tener la mente más clara. O mejor dar un paseo a caballo. En esa enorme nave tenían animales, entre ellos algunos hermosos ejemplares de equinos. Uno que Amatista solía montar era un magnífico animal de color blanco con crines grisáceas. Se llamaba Trueno, por el ruido que hacían sus cascos al galopar.

 

-El nombre le hubiera ido perfectamente para ser el caballo de Kat.- Pensó con nostalgia.-

 

            Su amiga y compañera justiciera, Katherine, era precisamente la Dama del Trueno. Además, la hermana menor de Mazoui, era la única que montaba a caballo como ella.

 

-Con Kerria y con Idina no hubo manera.- Se sonrió.- Preferían tener los pies en el suelo.

 

            Quisieron convencerlas de probar y aunque lograron que diesen algunos paseos, no era el pasatiempo que más les gustaba. Al menos, con Kerria compartía su gusto por nadar, pese a que la hermana de Leval no tenía mucho interés por competir.

 

-Me contó que se apuntó al equipo del instituto porque quería que su madre estuviera contenta.- Recordó la joven.- A Ky le gusta más estar metida a remojo en la bañera. Pero nada bastante bien aunque únicamente para relajarse.

 

En cuanto a Idina, las dos tenían en común su predilección por las artes marciales. Pero esa muchacha era más aficionada al ballet y a los bailes de salón.

 

-Por eso me era imposible vencerla en un combate. Se movía con tal agilidad y elegancia que parecía flotar.- Rememoró con admiración.-

 

            Así pues, se decidió por ir al gimnasio donde practicaba kárate en la nave, a montar un poco a caballo y después a nadar. Una cosa tras la otra. De esta manera se despejaría del todo. Se hizo con su bolsa de deportes, guardó el kimono, el traje de baño y sus gafas, junto con las toallas y el champú y sus chanclas. Después se puso la chaqueta, el pantalón de montar y las botas. Con buen criterio pensó que eso ocupaba más sitio y sería mejor llevarlo encima. Y cuando estuvo lista salió, dándose cuenta de algo.

 

-Es curioso, ahora que caigo en ello. Las cuatro somos distintas, en nuestro carácter y nuestros gustos. Incluso en los deportes que practicamos. Aunque tengo un nexo con cada una de mis amigas. Y luego está la música y cantar. Eso lo tenemos todas en común.

 

Tomó un deslizador y llegó al picadero. Allí no tardó en ir a buscar a Trueno, tras acariciarle el hocico y las crines, le ensilló.

 

-Vamos a dar un paseo, amiguito.- Le susurró en una de sus orejas.-

 

Cabalgó cerca de tres cuartos de hora, la mayor parte del tiempo al trote ligero. No quería agotar a ese pobre animal. Al regresar le desensilló y le cepilló durante unos minutos, luego de darle agua y ponerle una manta se despidió de él. Luego fue con rapidez al gimnasio.

 

-Las clases del día ya habrán terminado. Tengo que darme prisa para que no me cierren.- Pensó algo alarmada.-

 

Pero no tuvo problemas. La chica se cambió poniéndose el kimono y entró, tras hacer el saludo de rigor. El maestro estaba allí.

 

-Un poco tarde para la clase.- Comentó este.-

-Lo lamento, sensei, quise venir a practicar unas katas.- Se disculpó la joven.-

-Dispón del tatami a tu gusto. Yo ya me marcho.- Sonrió su maestro, quien se despidió con el protocolario saludo.-

 

Amatista suspiró.  Ahora podía concentrarse a su antojo. Hacer katas le ayudaba a pensar con más claridad. Al terminar, tras dedicarle casi una hora, volvió a cambiarse. Era bastante tarde pero por fortuna la piscina estaba cerca. Se puso su atuendo de amazona para no cargar con él, guardando el kimono en su bolsa. Al acceder en el edificio de la piscina, casi a la entrada de los vestuarios una voz de chico la saludó.

 

-Hola.

 

            Al girarse hacia la fuente de esta, Amatista le reconoció. Era Michael, el chico que conoció junto con Ginger, en la clase de kárate. Amablemente le saludó a su vez.

 

-Hola Mike. ¿Vas a entrenar?

-No bueno, pasaba por aquí.- Pudo responder el azorado chico.- ¿Y tú?

 

            Y es que no dejó de darle un buen vistazo. A ella no le sorprendió, tal y como iba vestida.

 

-Voy a nadar un poco.- Le contó la joven.-

-Llevas un atuendo un poco raro para eso.- Se sonrió nerviosamente él sin recatarse ahora en mirarle las botas.-

-¡Ya!- se rio Amatista comprendiendo que aquella observación obedecía a lo inverosímil de su vestimenta y le explicó.- No estoy chiflada. Es que antes me he pasado por la hípica de la nave, estuve montando a caballo, y luego hice unas katas en el gimnasio. Como tengo tiempo, voy a aprovechar a nadar un poco antes de que cierren la piscina.

-¿Hay algún deporte que no practiques?- Se sonrió él, sin dejar de mirarla con estupor.-

-Bueno, soy muy mala jugando al ajedrez.- Comentó ella con humor.-

-¡Ja, ja! Claro, pues que lo pases bien.- Suspiró él. -

 

            La chica le dio las gracias y entró en el vestuario femenino. Allí volvió a cambiarse de nuevo. Dejando las botas, apoyadas en un banco y metiendo parte de su ropa dentro de la taquilla. Tras enfundarse el traje de baño y ponerse las chanclas entró en la piscina. Se duchó y se zambulló enseguida. Nadó tranquila con brazadas de crol y pasando luego a espalda. Su mente estaba casi en blanco y eso le hizo comenzar a pensar en algunas letras más para sus canciones. Sin embargo, casi sin darse cuenta, pasó el tiempo. Uno de los socorristas se le aproximó haciéndole señas. LA chica al fin le vio cuando llegó al borde de la piscina. Se detuvo quitándose un tapón de la oreja.

 

-Señorita, vamos a cerrar.- Le informó ese muchacho que debería rondar los veinte años y estaba bastante bien formado.-

-¡Disculpe!- Replicó ella algo apurada.- había perdido la noción del tiempo.

 

            Salió enseguida y fue a por su toalla. Sin darse cuenta habían transcurrido unos treinta minutos. Se sentía bastante cansada. Aunque era ese cansancio propio de la relajación tras haber hecho un buen ejercicio.

 

-No sé si estaré muy inspirada, pero dormir, dormiré muy bien.- Pensó satisfecha.-

 

            Entró en los vestuarios, se quitó el traje de baño y fue a la ducha. Creyó haber oído algún ruido, pero lo dejó estar. No había nadie allí ya.

 

-Ahora a ver si me dejan aquí encerrada. No me había dado cuenta de que la piscina iba a cerrar ya. Apenas me ha dado tiempo de hacer unos pocos largos. - Suspiró la joven con tintes de decepción mirando la hora en su teléfono móvil.-

 

            Metódicamente se secó los pies poniéndose los calcetines. Luego se sentó para calzarse las botas. Total, podía ponerse el pantalón luego.  Había guardado el de montar y sacado de su bolsa de deportes un pantalón corto y más amplio de tonos caqui, para volver más cómoda  a casa.

 

-La próxima vez, será mejor no hacer tantos deportes distintos al mismo tiempo.- Se dijo.-

 

            Por suerte, siempre llevaba una bebida isotónica por si perdía muchos minerales. Ahora le hacía verdadera falta. Dio un largo trago y se dispuso a irse. Se levantó enseguida y entonces tuvo una sensación de vértigo. Un mareo la asaltó obligándola a apoyarse en la pared.

 

-¿Qué me pasa?- Pudo musitar algo asustada.-

 

Lentamente se sentó, a buen seguro se hubiera excedido. Hacía tiempo que no entrenaba tantas cosas a la vez. Movió la cabeza tratando de despabilarse pero fue inútil, esos hermosos ojos violetas se cerraron y la chica apoyó su cabeza contra la pared. Al cabo de apenas un minuto respiraba ligeramente…

 

-¡Amatista!, ¡despierta!- Oyó pedirle a una voz femenina.-

 

            De mala gana la interpelada abrió los ojos y musitó todavía algo aturdida.

 

-¡Jen! ¿Qué haces tú aquí?

-Te vi cuando terminaba de nadar. Estaba en la calle del otro lado.- Le explicó la chica.- tardé un poco más que tú en salir, y cuando entré en el vestuario te vi así. ¿Estás bien?

-Sí, muchas gracias. No sé, debí de marearme cuando me levanté. Estaba cansada.- Le explicó.-

-Ten cuidado, anda, apóyate en mí.- Le ofreció solícitamente su compañera.-

 

            Amatista lo hizo para ponerse en pie, por fortuna ahora se sentía bien.

 

-te lo agradezco mucho, de veras.- Sonrió la francesa muy reconocida.- No sé que me habrá pasado. Quizás me excedí entrenando.

-Pues ten mucho cuidado. Menos mal que ya estaba aquí. O de lo contrario…

-Me habrían dejado encerrada. Tienes razón.- Se adelantó Amatista con una sonrisa.-

 

            Jennifer asintió. No merecía la pena tratar de corregir a esa pobre chica. Nunca sabría lo cerca que estuvo de sufrir algo realmente desagradable y vejatorio. Por fortuna ella se anticipó a ese canalla.

 

-Anda, vámonos.- Le propuso Jen a su compañera.-

           

            Esta asintió y las dos salieron del edificio que albergaba la piscina rumbo al deslizador.

 

-Por cierto.- Le comentó Amatista.- No faltes mañana, ¿eh? Actúo en un concierto.

-No me lo perdería por nada.- Le aseguró su contertulia.-

           

            Tras una conversación más superficial sobre algunas cosas que hacer en el laboratorio se despidieron. Amatista bajó cerca de su bloque de pisos y Jennifer prosiguió, observando a esa muchacha en tanto el deslizador se alejaba.

 

-No iba a permitir que ese cerdo te hiciera una cosa como esa.- Musitó.- No lo mereces. Ni tú, ni ninguna de las otras.

 

            No tenía que haberse encariñado con sus compañeras, pero lo había hecho. Aunque cuando llegara el momento de cumplir con su parte del trato lo haría. Todo su destino y su vida dependían de eso. Por su parte, Amatista nos e equivocaba. Durmió a pierna suelta esa noche. Y la mañana del día del concierto pasó rápidamente pero a ella las horas que antecedían a su recital se le hacían eternas. Limpió el apartamento, se arregló, se probó varios vestidos a ver cuál le sentaba mejor.

 

-Hubiese preferido estar trabajando.- Se decía cada vez más impaciente.-

 

Y es que ya no sabía en qué ocupar el tiempo hasta que llegase la hora. Tenía tantas ganas de cantar y de hacerlo de maravilla, por sus amigos, por Leval y por el resto del pasaje que cada minuto daba la impresión de arrastrarse. Aunque por otro lado, el temor a decepcionar comenzaba a ganar terreno.

 

-Puedo hacerlo y lo haré. He actuado antes en solitario.- Se arengó con decisión.-

 

 Por fin llegó el gran momento. Ante un numeroso público congregado en el auditorio y con las miradas de todos clavados sobre ella, se dispuso a actuar. Hacía casi un año que no lo hacía en serio y además ahora estaba sola, pese a ser capaz de hacerlo no podía evitar el recuerdo de sus compañeros de grupo. ¡Cuánto deseó que sus amigas y su primo estuviesen a su lado!

 

-Esas conversaciones de antes de salir, las bromas de Granate, y las risas que nos echábamos. ¡Cuánto os echo de menos! - Suspiró con nostalgia.

 

Recordó entonces las palabras de aliento de Leval, que estaba en las primeras filas, tan expectante como el resto.  Y sintió una vez más el peso de esa enorme responsabilidad. Tratando de que sonar segura y confiada, se presentó saludando a los espectadores.

 

-Autoridades militares y civiles, damas y caballeros. Soy Amatista Lassart. Espero que este concierto sea de su agrado.- Declaró, para  exclamar en su idioma materno.-  On y va!

 

 

 Y una vez que las luces se encendieron y que su música comenzó a sonar, cantó olvidándose de todo. Era como si realmente todas sus compañeras y Granate estuvieran allí. Una antigua y animada canción, le sirvió para abrir el recital y entre otras versionadas de otros intérpretes  que variaban entre las más marchosas y otras suaves, incluso baladas, dio fe de su versatilidad como intérprete. Paraba pocos segundos entre aplausos para saludar y beber agua, prosiguiendo con mucha energía. Completó el  recital con alguna canción propia, incluyendo las que cantó en el karaoke. En total interpretó unas doce canciones finalizando con una que hizo levantarse a prácticamente todos de sus asientos por el ritmo y la fuerza que tenía en tanto la interprete cantaba y bailaba al mismo tiempo.

 

Cuando era una niña pequeña

Tenía una muñeca raída

La única muñeca que nunca tuve

Ahora te quiero del mismo modo que quise a esa muñeca raída

 

Solo que mi amor ahora ha crecido

 

Y se hace más fuerte, en todas las formas

Y se hace más profundo, déjame decir

Y se hace más alto, día a día

 

Y te quiero Oh mí, mí

Rio profundo, montaña alta

Sí, sí, siii

Si te perdiera lloraría

¡Oh, como te quiero cariño, cariño, cariño!…

 

Cuando eras un chico joven

Tuviste un cachorrito

Que siempre te seguía alrededor

 

Bien, voy a ser tan fiel como ese cachorrito

No, nunca te abandonaré

 

            Y estaba muy claro en quién pensaba ahora en tanto se vaciaba para cantar…

 

Porque crece más fuerte como el río fluye

Y se hace mayor cariño, y el Cielo sabe

Y se hace más dulce, cariño, y crece

 

Y te quiero. ¡Oh mí, mí!

Rio profundo, montaña alta

Si te perdiera lloraría

 

¡Oh, como te quiero cariño, cariño, cariño!…

 

            Ya había logrado que todo el auditorio diera palmas al ritmo de su interpretación…

 

Te quiero cariño, como una flor ama la primavera

Y te quiero cariño, como la alondra ama cantar

 

Y te quiero cariño como el niño de escuela quiere a su mascota
Y te quiero cariño, rio profundo, montaña alta

¡Oh sí!, vas a creerme

Rio profundo, montaña alta

Y te quiero Oh mí, mí

Rio profundo, montaña alta

Sí, sí, siiii

Si te pierdo lloraría

 

Y te quiero Oh mí, mí

Rio profundo, montaña alta

Sí, sí, siiii

Si te pierdo lloraría

 

¡Oh, como te quiero cariño, cariño, cariñooooooooo!…


(River Deep, mountain High. Celine Dion, crédito al autor)

 Tuvo un gran éxito, al acabar este último tema. Una sonriente Amatista sudaba y jadeaba de forma notoria, tratando de recobrar la respiración por el tremendo esfuerzo que habían realizado. Realmente había dado hasta la última gota de su ser. Y el público se lo premió puesto en pie, dedicándole una atronadora y larga ovación.

 

-Gracias, muchas gracias. De verdad - Fue capaz de decir al fin, tras recobrar algo de resuello.-

 

            Emocionada, se llevó ambas manos al pecho en gesto de agradecimiento. Y la genta la aclamaba a su vez, encantados por aquel excelente recital.

 

-¡Esto era justo lo que necesitábamos! - Exclamó uno de los altos oficiales que había presenciado el recital.- ¡Maravilloso, maravilloso!

-¡Magnífico, excelente! Subirá la moral sin duda alguna.- Alabó el mismo Hazzar.-

 

Spar allí presente también asintió sin dejar de aplaudir. De hechos todos seguían en pie y ovacionando a la chica que únicamente podía dar las gracias una y otra vez con patente emoción. Al fin, cuando terminaron ya los vítores, todos los miembros del consejo la felicitaron y después hicieron lo propio Leval y los demás.

 

-¡Enhorabuena! - exclamó su novio, realmente impresionado tras darla un largo beso y un abrazo.  -¡Has estado magnífica!, ¡tu voz es preciosa y las canciones muy bonitas! Es tal y como te dije ayer. Solamente tienes que mirar las caras del público, les has entusiasmado. ¡Nos has electrizado a todos! Seguro que podríamos adoptar esta última canción para las misiones de combate y derrotaríamos a cualquiera.

 

            Amatista no pudo evitar ruborizarse, llena de satisfacción y alegría. La pena era que usaran sus canciones como himnos de batalla, no deseaba que nadie pudiera morir.

 

-¡Ojalá que no sea necesario y que únicamente me escuchen para alegrarse en alguna fiesta, o en sus casas! O quizás en un concierto.- Deseó la joven.-

 

Sin embargo, si la lucha era inevitable, al menos podría contribuir alentando a los que fueran a tomar parte en ella. Y además, los cumplidos de Leval eran los que más la animaban. De hecho, esa última canción y casi todas se las había dedicado a él. Pudo responder con la voz tomada por la emoción.

 

-¡Me alegro mucho que os haya gustado, dentro de quince días es el festival y tengo tantas ganas de hacerlo bien!

- Si lo haces igual que hoy, todos te aclamarán. ¡Ha sido impresionante! - Le aseguró Sandy con mucho optimismo. -

- Cierto, tienes mucho talento.- Corroboró Penélope que hacía tiempo que había desechado la mayor parte de su frialdad, y en esta ocasión no fue menos cuando agregó con sincero interés. -¡Tengo muchas ganas de que cantes en el festival!

- ¡Ha sido increíble! Menuda actuación. - Pudo decir Clyde, el novio de Jen junto a la que estaba, todavía aplaudiendo. – Ha sido algo soberbio.

- Te dije que no me lo perdería y así ha sido. Cantas de maravilla. Será una actuación memorable cuando llegue el día del festival. – Añadió la propia Jennifer con una gran sonrisa. –

 

            Desde luego que ella había ayudado a hacerlo posible. Puesto que, de haber dejado a ese indeseable actuar a su antojo, esa pobre muchacha no hubiera tenido el menor deseo de cantar. Sin embargo, pudo impedírselo. Lo único que lamentaba era no saber la cara que se le habría quedado. No fue capaz de localizarle. Y es que, cuando supo lo que pretendía tras informarse con la lectura de aquel pasaje, no dudó en ir a la piscina. De hecho no estuvo nadando como le dijo a Amatista sino aguardando el momento en el que ese malnacido que la había narcotizado, echando un somnífero en la bebida, esperaba a que este le hiciera efecto a esa pobre muchacha para entrar en el vestuario y abusar de ella.

 

-No te salió bien, canalla. Porque además de un pervertido eres un cobarde. En cuanto escuchaste como entraba yo saliste corriendo. Lástima no haber sido capaz de ver tu decepcionada cara.

 

            Dejó eso a un lado para sonreír e integrarse en la conversación del resto. A tiempo de escuchar a Satory comentar.

 

- Sí, será estupendo cuando podamos escucharte allí, casi toda la gente de la nave va a estar  ahí, en el estadio deportivo de la ciudad que van a inaugurar para la ocasión. Será un acontecimiento histórico.

 

            Amatista esbozó una sonrisita nerviosa, por si no tenía ya bastante presión. ¡Esta Satory! Aunque su amiga lo dijo con la mejor intención.

 

-Gracias a todos. De veras, lo haré lo mejor que pueda. – Fue capaz de responder tratando de mostrarse tranquila ante la sensación de responsabilidad que la asaltaba. -

 

            Mazoui también la felicitó y se excusó al instante, pues tenía turno en pocos minutos y debía volver a la base. Los demás también se marcharon y sólo quedaron Leval y Amatista.

 

-¿Te apetece hacer algo en especial?- Quiso saber él.-

-No sé.- Contestó la joven.-

-Una estrella como tú, tiene derecho a pedir cualquier cosa.- Sonrió Leval.-

 

            Eso hizo que su novia sonriera a su vez, y dándole la mano, le pidió al fin.

 

-Lo que más me apetece ahora, después de tanta música y agitación, es dar un paseo por el parque.

 

Su novio asintió. Y eso hicieron. Mientras lo recorrían, entre chiquillos correteando, gentes paseando perritos y otros transeúntes, ella canturreaba algunas de las canciones que acababa de interpretar ante la complacencia de su novio.

 

- ¿Sabes una cosa?- Le comentó él. - Ahora que te escucho me parece que incluso tu voz ha mejorado. Ya te lo dije, has madurado mucho y creo que cantas incluso con más calidez y profundidad que antes.

 

            Aunque quizás se debiera a que antiguamente él había escuchado a Amatista y las demás con simpatía, admirando sus interpretaciones pero ahora realmente sentía amor al poder oír las canciones de ella que le respondió, quizás algo más reflexivamente de lo que él esperaba.

 

-Tienes razón en eso. Y la razón quizás esté en lo que me comentaste ayer. Lo estuve meditando y creo que es cierto. Ahora puede ser que cante ya no solo por ti, o por nuestros amigos, o por mí misma.- Y señalando a algunos de esos niños que estaban con sus padres jugando en unos cercanos columpios, añadió.- También lo hago por ellos, mis canciones son para todos los que vivimos aquí…quiero hacer todo lo que pueda, en la medida de mis posibilidades, por ayudar a que sus vidas sean mejores.

 

            Leval asintió comprendiendo aquello muy bien. Esa era una gran empresa colectiva. Un pequeño mundo en el que convivían miles de personas. Cada una con sus vivencias, sus problemas y también con sus esperanzas y anhelos. Misión de él era protegerlas, la labor de su novia, sin embargo, era la de ayudar a descubrir avances que pudieran facilitar las vidas de todos. Y además, Amatista había deseado contraer esa responsabilidad de animar a las personas de la nave y aumentar en lo posible ese sentimiento de que, aquel pedazo de roca en el que todos moraban, era su hogar.

 

-Eres admirable. Tienes pasión y un corazón puro que desea ayudar a los demás. - Declaró él estrechándola de los hombros con uno de sus brazos.- Te quiero por ello.

 

Su novia no podía estar más entusiasmada cuando para agradecerle esos cumplidos, le estampó a Leval un sentido beso en los labios, a lo que el muchacho, riendo divertido, añadió también con algo de humor. En tanto se metían por una zona desierta de gente, buscando algo de intimidad.

 

-Oye, ¡que aun puedo decirte más cosas bonitas si me das otro beso!

-¿Sí eh? ¡Menudo golfo estás tú hecho! – rio ella, ahora con desenfado. – Lo que en realidad querías era pillar.

- No, en serio. – Agregó él, ahora con un tono más analítico, pero teñido de admiración. - Desde luego, incluso sin acompañamiento lo haces muy bien. Tus canciones parece que transmitieran energía.

- Eres un exagerado. – Se sonrió la muchacha tomándolo por un mero piropo.-

- Es cierto - convino una voz llegada desde una zona cubierta por la vegetación. -Yo también lo creo así, eres  justo lo que necesitamos...

 

El gesto de Leval pasó de la relajación y la broma a tornase serio. De inmediato se puso en guardia, pues por fin, había sentido una energía bastante potente. Esa seguramente era la misma que Mazoui le dijo que había percibido también. Sin titubear replicó exigiéndole a aquel ser anónimo que se identificase.

 

- ¿Quién eres?, da la cara.

 

            El misterioso individuo no se hizo de rogar, apareció en escena ante Amatista, que estaba tan sorprendida que no podía articular palabra y Leval se giró hacia él clavándole la vista e interponiéndose entre su novia y aquel tipo. Ese hombre, alto, casi tanto como Leval, de pelo castaño y ojos azules, le devolvió la mirada aparentemente imperturbado. No obstante, sintiendo la desconfianza de ese muchacho, le dijo con un tono muy tranquilo.

 

- Tú eres Leval, la descripción que me dieron de ti no puede ser más exacta. Tu fuerza potencial es muy grande y aún no la has desplegado toda.

- ¿Quién eres tú?, ¿cómo sabes quién soy yo? - Inquirió el confundido muchacho añadiendo con perspicacia -, ¿no eres de esta nave, verdad?

 

Amatista le miró sorprendida y preguntó sin comprender.

 

- Pero ¿de dónde iba a ser sino?

- Está claro que viene de fuera de ella - repuso su novio sin alterar su posición defensiva. – Es un alien.

            Para asombro de la novia del chico, aquel extraño asintió corroborando esas palabras y se presentó.

 

- Estás en lo cierto. Pero no temas, no estoy aquí para haceros ningún daño. Me presentaré. Me llamo Giaal, Giaal Ginga si eso te dice algo....

 

Leval le miró perplejo. Tratando de recordar. Efectivamente algo en ese nombre le era tremendamente familiar. Entonces cayó en la cuenta.

 

-¿No me digas que tú eres?...- exclamó para interrumpirse quedando  pensativo, como si quisiera corroborar aquello consigo mismo antes de proseguir.-

 

            Amatista, sin poder resistir tanta incertidumbre, se agarró de uno de sus brazos presa de la curiosidad.

 

-¿Que es quién? - Preguntó  ella  llena de interés,  recriminándole  a su novio. – Leval, siempre tienes la manía de callarte cuando vas a decir algo interesante.

- Tú.- Prosiguió el chico aparentemente ignorando este último comentario de su interpeladora, una vez lo recordó con seguridad. - ¡Eres el hijo de Ail y Ann Ginga!, mi padre y Diamante, el padre de mi novia, me hablaron de ti, y me acuerdo de tu padre, alguna vez vino a vernos. Era muy amigo de los nuestros. - Agregó mirando a la atónita joven para remachar dirigiéndose de nuevo a su interlocutor. - Pero tú no viniste a nuestro planeta que yo recuerde...

- Vine cuando sólo era un bebé,- explicó Giaal contento de haber sido reconocido y añadiendo.  -Luego, cuando crecí, me quedé junto al Makaiyu mientras mis padres os visitaban.

-¿El Makaiyu? ¿Qué es eso?- Inquirió Amatista.-

-Es nuestro árbol sagrado, de donde nacimos. Bueno, al menos mis padres. –Replicó ese alien sin darle mayor importancia aunque dejándola pese a todo estupefacta.- Yo lo hice al modo humano.

-¿Cómo están tus padres? - Se interesó Leval amablemente relajando nuevamente su postura y su gesto, que pasaron de estar a la defensiva a un aspecto distendido y cordial. – Hace mucho que no sé de ellos.

- La última vez que les vi estaban bien. Hace bastante tiempo que me separé de ellos y fui a vivir a un mundo cercano a esta zona. - Le respondió el aludido. -

- El mundo al que nos estamos acercando, ¿verdad? – Adivinó su interlocutor. -

- En efecto, vuestros análisis os lo dirán, ese mundo está habitado. Pero lo que no os contarán es que sus habitantes se mueren poco a poco,- les reveló Giaal sustituyendo su hasta entonces afable voz por otra grave, llena de preocupación. –

- ¿Qué les pasa, podemos ayudarles?- Quiso saber la atónita  muchacha.-

 

            Aquel extraño recién llegado, suspiró entonces y les explicó.

 

-Es por eso que estoy aquí. Se detectó vuestra gran nave y la vida humana que la poblaba. De entre ella percibí dos energías muy grandes, la tuya, Leval y la de otro más, creo que por los informes de mis padres se trata de un tal Mazoui.

-Desde luego estáis bastante bien informados.- Admitió su interlocutor.-

-¡Pues sí que estáis adelantados en tú planeta! - Comentó la sorprendida Amatista terciando de nuevo en la conversación. -

- Pero todo ese conocimiento no puede evitar que mueran,- se lamentó Giaal que agregó más implorantemente. - Si venís conmigo ellos os lo explicarán, debéis confiar en mí.

-¿Cómo sé que no es mentira lo que me has dicho?- dudó Leval que ahora parecía desconfiar cuando le inquirió. - ¿Eres realmente el hijo de Ail y Ann?

- Te lo demostraré - replicó despreocupadamente su interlocutor.-

 

Tras mirar para asegurarse de que no hubiese testigos el alien emitió una aureola verdosa mientras su apariencia cambiaba. Al instante su tez se puso de un color verde claro, casi aceituna, su pelo se hizo más largo cayéndole hasta por debajo de la cintura y pasó a tener un color azul oscuro con mechones rosados. Sus orejas se alargaron y tomaron forma puntiaguda  y una vez completó aquel asombroso cambio, le preguntó a su interlocutor.

 

-¿Ahora te lo crees? , así somos los de mi raza en realidad. Cuando no adoptamos forma humana.

- ¡Sí!, es cierto, ¡eres igual que Ail!,- señaló Leval sonriente mientras su novia estaba con la boca abierta. – Me acuerdo que a veces adoptaba esa forma. Y mi padre le tomaba el pelo llamándole lechuga. ¡Ja, ja!…

-Así era.- Asintió el extraterrestre.- Tu padre siempre fue un bromista. Los míos le aprecian mucho. – Y añadió ahora dirigiéndose a la atónita humana, en tanto le sonreía cordialmente.- No temas, por favor, confía en mí. Además, tú eres de vital importancia para la salvación de ese mundo.

-¿Quién?,- exclamó Amatista confusa y sorprendida - ¿Yooo? ¿Pero qué puedo hacer yo por todo un planeta? No soy como Leval ni como Mazoui. Ni de lejos tengo sus poderes.

- Acompañadme y lo sabrás,- le invitó él desvelando ya con preocupación. - En muchos aspectos tú tienes una fuerza muy superior a la de ellos. Te lo suplico en nombre de millones de criaturas inocentes que morirán sin remedio si no las ayudas.

 

            Amatista estaba impactada por semejantes palabras. ¡Aquello era ya demasiado! ¡Ni que fuera una diosa! ¿Pero cómo iba ella a salvar a millones de criaturas? Sin embargo, su contertulio añadió ahora con un tono más envarado.

 

-Perdonadme. No quisiera ser tan directo, pero debo deciros que mientras hablábamos las coordenadas de nuestro transporte han sido fijadas.

-Así que eso de pedirnos ayuda era un mero formalismo.- Comentó Leval con tono reprobatorio.-

 

            Y es que aquello no le hizo ninguna gracia. Parecía que, quisieran o no, tendrían que ayudar a quienes quiera que fuesen aquellos seres. ¿Y ayudarles de qué modo? Aunque mucha de su desconfianza y malestar por esto se desvanecieron cuando su novia le miró de forma suplicante y le pidió.

 

- Leval. Por favor, vamos con él, creo que nos está diciendo la verdad.

- Yo también lo creo.- Admitió finalmente éste declarando de conformidad. - Vale amigo, pero déjame avisar a mi primo.

- Ahora mismo vendrá, estoy seguro. - Afirmó Giaal  que aumentó sensiblemente su aura de energía emitiendo un luz de color azulado a su alrededor. -

 

            En ese mismo momento, Mazoui estaba trabajando en unos informes de rutina, súbitamente percibió una gran oleada de energía. Era lo que llevaba sintiendo desde hace unos días, pero ahora le llegaba desde un lugar concreto. Parecía una invitación para reunirse con quién quiera que fuese y él, aunque con precaución, la aceptó. Se transportó inmediatamente para allá. Llegó  justo al lado del extraterrestre, éste no se sorprendió demasiado mientras Leval le anunciaba que ese que había aparecido era el que esperaba.

 

-¡Vaya!, un cambio de lugar instantáneo - sonrió Giaal dirigiéndose al recién llegado con admiración. - Mis padres me hablaron de esa técnica. Pero nunca la había visto hasta ahora.

- Así que tú eres el que se ha infiltrado en esta nave,- inquirió Mazoui que no salía de su asombro, ese tipo parecía conocerlo todo sobre ellos y quiso saber, aunque más bien para confirmar lo que ya suponía.  - ¿Has emitido tu energía a propósito para que te localizase, no?

- Sí, necesito tú ayuda - le contó Giaal ahora con un tono más serio. - También la de Leval y de su novia.

- Me llamo Amatista.- Le recordó ella algo molesta. - Si no te importa.

-Disculpa,- se excusó inmediatamente Giaal que agregó con más urgencia. - ¿Y ahora, podemos partir ya?

 

La pareja de novios asintieron, pero Mazoui preguntó con patente desconfianza.

 

-¿Partir hacia dónde? ¿Y para qué?

 

 Le explicaron lo que ocurría y él, algo a regañadientes, aceptó ir con ellos. Giaal les dijo que esperasen hasta fijar la posición de Mazoui.

 

-Inicialmente habíamos previsto el transporte solamente para dos. Enseguida lo rectificarán. -Les aclaró.-

 

Y tras una pausa de unos segundos, el alien  asintió como si hubiera confirmado algo que esperaba y los cuatro desaparecieron…en tanto Amatista pensaba no sin zozobra.

 

-¡Ojalá que pueda ayudar!

 

            El caso es que ella creía las palabras de aquel alien. Por alguna razón sabía que era sincero y que no deseaba hacerles daño. Empero, ser capaz de cumplir con las expectativas que Giaal había puesto en ella sería una cosa bien distinta.

 

-Parece que últimamente todo el mundo tiene su fe depositada en mí. Es una enorme responsabilidad.- Se decía realmente inquieta.- Tengo miedo de defraudarles a todos.

 

 Entre tanto, Cedric había estado tranquilo las últimas semanas. Unos vuelos de rutina en su escuadrilla y prácticas en simuladores. Se había llegado incluso a olvidar de esos dos irritantes individuos tras haber sido trasladados. Justo terminaba un turno y salió vestido de civil a tomarse algo. Estaba pidiendo sentado en la terraza de un bar cuando un chico joven, moreno y de aproximadamente su estatura, se aproximó preguntándole.

 

-Disculpe. ¿Es usted el teniente Logan?

-¿Quién lo pregunta?- Quiso saber a su vez observando a ese tipo con recelo.-

-Me llamo Gary Oswald, trabajo en mantenimiento de la nave.- Le comentó.-

-¿Y?- Se encogió de hombros Cedric sin concederle a eso demasiada importancia.-

-Alguien me pidió que viniese a verle y le advirtiera.- Le contó ese tipo.-

 

Como empezaban a llamar la atención, Logan le indicó que tomara asiento a su lado. Ese hombre lo hizo y el oficial entonces centró en él su mirada para preguntar con interés mezclado con extrañeza.

 

-¿Advertirme de qué?...

-Un tipo misterioso me dijo que podría encontrarle aquí y me dio esto.- Le respondió sacando un sellado sobre de color canela lacrado del tamaño de un folio.- Me pidió que le dijera también que sus amiguitos han ido a por refuerzos. Que eso significaría algo para usted.

 

            Logan asintió, entonces Gary se levantó sentenciando con patente nerviosismo.

 

-Yo no quiero tener nada más que ver con esto. No me huele bien. Amigo, tenga cuidado.

-Lo tendré. - Le aseguró Logan que le dejó marchar en tanto examinaba aquel sobre sin querer abrirlo todavía.- Bueno, quizás sea esto lo que estaba esperando.- Se sonrió dedicándose entonces a tomar su aperitivo.-

 

            Por su parte, Gary se alejó rumbo a su trabajo. Estaba transitando por una zona inexplicablemente vacía de gente a esas horas. Fue entonces cuando, sin darle tiempo casi ni a sorprenderse, ese encapuchado apareció ante él. El joven apenas reaccionó del susto se apresuró a afirmar.

 

-Entregué ese sobre y dije lo que me indicó.

-Lo sé.- Fue la lacónica réplica de su interlocutor.- Y serás recompensado como te mereces…

-¿Esa chica quizás?- Inquirió tímidamente él.- La cantante famosa.- Agregó para remachar con sorna.- ¡Quién lo iba a decir!

-Ahora está ocupada. Pero todo es posible.- Le contestó aquel extraño para sentenciar.- Limítate a hacer lo que yo te diga y todo te irá bien.

 

            El joven iba a responder pero esa especie de aparición sencillamente ya no estaba allí. Encogiéndose de hombros y observando en derredor para asegurarse de que no había testigos, decidió proseguir con su camino…

 

-No entiendo nada, pero quizás pueda obtener algo de todo esto.- Se dijo.-

 

            En cuanto a la aludida en cuestión y los muchachos que la acompañaban, reaparecieron en una extraña construcción. Parecía un invernadero cuyas paredes se elevaban en muchos cientos de metros hacia un cielo de color turquesa pues estaba atardeciendo y las dos anaranjadas estrellas binarias de ese mundo describían ya la consiguiente curva de caída. Quedaron maravillados a la vista de tal paisaje, estaban rodeados de árboles de grandes dimensiones. A su alrededor incontables tipos de plantas y matorrales se extendían hasta donde abarcaba la vista. Algunos refulgían, otros parecían agitarse y en su contoneo emitían vibraciones que parecían notas de una partitura musical.

 

- ¡Esto es precioso! ¿Dónde estamos? - Preguntó Amatista mirando hacia todos lados, admirada. -

- Este es el planeta que está tan cerca de vuestra nave.- Les contó Giaal. - Vegetalia, o el planeta de las plantas.

- Tiene un nombre muy parecido al planeta de mis antepasados.- Observó Leval. -

- Cualquier parecido con ese planeta es pura coincidencia.- Sonrió Giaal que añadió con afabilidad. -Ahora conoceréis a sus habitantes.

-¿A quienes? yo ni veo, ni percibo nada.- Terció Mazoui que se sentía desconcertado, no captaba presencias ni con su sexto sentido. – Aquí no hay nadie salvo nosotros.

- No puedes sentirles porque sus formas de vida no son animales,- explicó Giaal quién sonriendo afablemente insistió.- Pero creedme, están aquí.

 

Entre tanto de la creciente oscuridad fosforescente que les rodeaba, comenzaron a surgir pequeñas formas de vida, como bulbos con patas de variados colores que se acercaban. Pese a que solamente variaban del tamaño de un puño al de un perro pequeño, los tres se agruparon dándose las espaldas en posición de defensa, pero Giaal les dijo con voz tranquilizadora.

 

 -No temáis, son pacíficos y además no creo que pudiesen haceros ningún daño aunque quisieran.

-¿Son seres inteligentes? - Preguntó Leval sin quitarles ojo por si acaso. -

- Lo son y mucho más avanzados que nosotros en muchos aspectos,- le confirmó Giaal añadiendo son satisfacción. -No conocen lo que significan sentimientos como el odio, ni las guerras, ni la ambición. No tienen esos instintos primarios propios de los animales. No obstante, trataré de traduciros lo que me digan pues ellos se comunican telepáticamente.

           

            Los pequeños seres se acercaron más al grupo, con unos gorgeos parecían comunicarse entre ellos, eso supusieron los muchachos. Pero Giaal les dijo que no, explicándoles que esa era su forma de alimentarse de la atmósfera del planeta. El extraterrestre les tradujo enseguida lo que estos entes le comunicaron en tanto los chicos se admiraban al verlos. Esas extrañas criaturas incluso cambiaban de tonalidades y colores pasando inopinadamente de un verde claro a un rojo pálido, o un amarillo limón, sin que los recién llegado pudieran apartar sus ojos de ellos, entre alucinados y maravillados.

 

- Os dan las gracias por venir,-  comentó Giaal que miró afectuosamente a Amatista añadiendo. -Sobre todo a ti, que con tus hermosas canciones puedes dar vida a su desolado mundo.

- ¿A mí? Pero, ¿cómo voy a poder yo dar vida con una canción? - Se sorprendió ella. -

- De la misma forma que se dice que las plantas crecen mejor con la música clásica en la Tierra,- le contó  Giaal - las ondas de tu voz y de la música producen un efecto mucho más acusado entre estas criaturas. ¿Veis los juncos que se mecen y producen ese sonido? - Señaló a una alineación de ese tipo de plantas de una altura superior a los diez metros que se cimbreaban movidas por una inexistente brisa y prosiguió. - Esa era la fuente de vida de estos seres, pero, por causas que se desconocen, un día lejano empezaron a extinguirse. Sólo las notas de una buena canción y una voz melodiosa, acompañadas de sentimientos como el amor, la ternura o la nostalgia, pueden devolverles el vigor suficiente para iniciar una reproducción masiva por todo el planeta. Lo que quiere decir que, si tú cantaras aquí, salvarías este mundo.

 

            Leval y Mazoui se miraron estupefactos, dirigiendo la atención de inmediato hacia la muchacha. Ella les devolvió una mirada de incredulidad y preguntó a Giaal.

 

-¿Cómo pueden saber que eso les curará?

 

            El extraterrestre aguardó unos segundos para responder.

 

- Verás. Cuando cantaste en tu concierto yo ya había entrado aprovechando una falla en vuestros escudos y pude escucharte…

 

            Entonces terció Leval, atando cabos con rapidez.

 

-Aquella especie de esfera. ¿Fuiste tú?

-Así es. Debo pediros perdón por la intromisión, pero necesitaba llegar hasta vosotros – admitió su interlocutor para proseguir. – De todos modos, cuando escuché aquella música y esas canciones las transmití por telepatía a este planeta. No fue apenas sino un pálido reflejo de ti, Amatista. Debido a la gran distancia que nos separa y a que no eras tú quien directamente cantaba. Aun así,

eso revitalizó bastante a los juncos y por eso gorjean ahora.- Le confesó Giaal pidiéndole encarecidamente. - Por primera vez en mucho tiempo fueron capaces de alimentar la atmósfera de este mundo y de comenzar a reproducirse. Sin embargo, como ya te he dicho, eso no bastaba puesto que mis ondas no son tan fuertes como tu auténtico sentimiento, el que transmite tu voz. Eso sí que sería capaz de sanar todo este planeta. Tú tienes una fuerza muy especial. Debes hacerlo, canta, ¡por favor!

 

            Amatista estaba anonadada. Era casi lo mismo que su novio le había dicho. ¿Acaso sus canciones podrían llegar a tener tanta fuerza? Deseaba averiguarlo y sobre todo ayudar a esos pequeños y graciosos seres. De modo que tras pensar un momento en eso aceptó, pero objetó de inmediato no sin pesar.

 

-No tengo música, ni micrófono para amplificar mi voz. Por fuerte que tratase de cantar no les llegaría a todos.

 

No obstante, Giaal se limitó a sonreír y le respondió.

 

- Despreocúpate de eso. Estas criaturas no sólo escuchan y se alimentan de música, ¡la reproducen y reaccionarán a tus pensamientos y tus anhelos! Son capaces de modular vibraciones de ondas que a nuestros cerebros les producirán el mismo efecto de una orquesta real tocando. Y pueden percibir cuáles son tus sentimientos más profundos. De hecho me han dicho que, dentro de ti, hay algo que tú deseas ahora más que nada. Por eso cantas con tanta fuerza y tanto anhelo. Ellas lo saben bien, les fue muy fácil de percibir. Por que más allá de esa gran energía que despliegas, que proviene de tu cuerpo y de tu mente, atesoras otra mucho más poderosa que está sita en tu alma. Y esa no la has liberado todavía. Pero ellas pueden ayudarte a hacerlo.

 

            La muchacha escuchaba perpleja, miró atónita a su alrededor. Al principio no comprendió a que se estaba refiriendo Giaal. Realmente pensaba que ella sabía lo que quería, y que eso ya lo tenía. Se trataba del amor de Leval. Y aparte de aquello... Aunque sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando en ese mismo instante todos comenzaron a escuchar una bella melodía.

 

-¡Que hermosa música! – Alabó Mazoui, queriendo saber.- ¿Es producida por los habitantes de este mundo?

-¡Sí y no! - Sonrió Giaal que parecía divertido con esa pregunta.-

-¿Qué quieres decir con eso? ¿La producen ellos o no?- Inquirió ahora Leval.-

-Ellos se limitan a amplificarla, pero surge directamente de Amatista.- Les desveló su interlocutor que añadió sonriendo afectuosamente a la chica.- Aunque ni tú misma lo sepas de modo consciente, tu mente y hasta tu alma lo están gritando, ese es tu mayor deseo…

 

Y en efecto, la joven sentía que aquella melodía le era muy familiar y el estribillo de la letra que le venía a la mente no podía ser más revelador.

 

- En mi camino a casa yo recuerdo... - Musitó ella con emotividad. – ¡A casa!

 

Y la joven no tuvo más remedio que asentir, admitiendo admirada que ese era el más profundo de sus anhelos. Incluso con algunas lágrimas emocionadas. Eso es lo que más quería. Poder regresar algún día a la Tierra y volver a ver a sus seres queridos, y entonces ya no tuvo dudas.

 

-Es cierto.- Admitió entre sollozos.- Quisiera volver a ver a mis padres y a todos nuestros amigos y familiares. Poder abrazarles otra vez. Me despierto cada día con esa ilusión. Esa es la fuerza que me hace seguir adelante.

-Lo mismo me sucede a mí. Siempre les tengo conmigo y sueño con volverles a ver. - Admitió Leval, pasando un brazo tras los hombros de su novia.-

 

            El alien sonrió, tomando la palabra para declarar.

 

-Ya os lo he dicho. Ellos pueden percibir en lo más profundo de nuestra alma. Y por eso saben que sois seres de luz. Y que vuestros deseos nacen del amor puro. En este caso, del que profesáis a vuestros seres queridos.

-Entonces, estás seguro de esto. – Quiso saber Mazoui mirando directamente a los ojos de ese tipo -¿Funcionará?

 

            Giaal asintió, y la mirada que devolvió a su inquisidor dejó a éste admirado. Aquel ser rebosaba paz interior y desde luego que no deseaba hacerles ningún mal. Lo mismo que ese mundo. Sus sentidos básicos le indicaban aquello con toda claridad.

 

-Creed amigos, que la fuerza de estas emociones es tan poderosa que puede ayudar a devolver la salud a este planeta.- Sentenció el alien.-

 

Tras sus palabras Amatista, Leval y Mazoui escucharon más melodías de las canciones de ella. Las que había cantado en su recital, la música se reproducía de forma exacta aunque no la voz de la chica.

 

- No lo comprendo. Si son capaces de reproducir la música. ¿Por qué no hacen lo mismo con mi voz y las canciones?- Quiso saber la joven.-

-Ellas no pueden articular voces ni palabras como los humanos. Y la fuente de la emoción pura está dentro de ti. Solamente tú puedes transmitírsela. Cuando lo hagas entonces sí que podrán atesorarla y multiplicarla. - Les explicó Giaal agregando. – No saben hablar como nosotros pero a su manera te están suplicando tu ayuda y ten dan las gracias a ti, Amatista, a la benefactora de su mundo.

 

            La muchacha, ciertamente sobrepasada por aquello y convencida del todo asintió, sonriendo ahora de forma luminosa y plena. Hacía tiempo que no la embargaba una sensación así. No sabía cómo podría describirla, era como si una gran luz le iluminase el corazón. Lloraba lágrimas pero de pura felicidad únicamente con sentir aquella especie de aura tan pura y bondadosa.

 

-¡Esto es… tan maravilloso! Jamás sentí nada igual.  - Pudo decir la emocionada chica.-

-Por favor – le suplicó Giaal casi con un susurro.- Ayúdales.

 

Mazoui y Leval se miraron atónitos. También ellos podían sentir con claridad toda esa catarata de emociones desbordándoles. Era casi como volver a la niñez en su mejor etapa de alegría y despreocupación. Luego dedicaron su atención a la joven.  Ella se recreaba observando la belleza de aquel lugar. Las hermosas plantas y flores que se abrían a su alrededor como si de esa manera tratasen de implorar su ayuda. Y además estaba esa música que conocía tan bien. Recordándole a su casa, sus padres y su propio mundo.

 

-Esto es algo realmente increíble. - Pudo susurrar Mazoui esbozando una amplia sonrisa y admitiendo. –Nunca me había sentido tan en paz conmigo mismo…

 -Es verdad.- Convino Leval con idéntica impresión, para pedirle a su novia con tintes de asombro en su voz.- Amatista esto va incluso más allá de lo que habíamos hablado. Estoy convencido de que tú puedes hacerlo. ¡Ayúdales!

 

De modo que entre maravillada y sorprendida, la aludida asintió y comenzó a cantar aquella primera canción que salía directamente de su alma. De modo casi mágico y sorprendente,  un coro de gorjeos y resplandores de muy variados tonos de color le acompañó en forma de una mágica orquesta y todos asistieron maravillados al bellísimo espectáculo de la revitalización de aquel extraño y fascinante mundo.

 

-¡No hay palabras para describir esto! - Fue capaz de suspirar un emocionadísimo Leval.-

 

Aquellos gorjeos se acrecentaron envolviéndolo todo y de una leve brisa pasaron a sentir un vendaval, pero aquel viento no les molestaba. Al contrario, lo sentían cálido y hermoso a su alrededor. Todos estaban embargados por la armonía que inundaba la atmósfera. Y de muchas de las plantas brotaron destellos que refulgían como la plata elevándose en el cielo que tenía un color entre turquesa y azul marino, para caer a la superficie como si de una mágica y revitalizadora lluvia se tratase y en cada lugar en el que lo hacía, pequeños tallos multicolor brotaban a su vez.

 

-¡Asombroso!- Fue la única palabra que Mazoui acertó a pronunciar.

 

Amatista, embriagada por aquello, y sin dejar de sonreír cantaba cada vez más claro y con un chorro de voz más potente y entre tanto, a su alrededor, la sanación de todo un mundo ya estaba en marcha. 




                 anterior                                                        siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)