domingo, 6 de marzo de 2011

GWG 30.117.Cartas sobre la mesa

Habían pasado unos días desde la llegada oficial de Giaal a bordo de la nave. El alien trataba de integrarse asumiendo una identidad humana. Al principio le costó un poco pero enseguida fue congeniando con bastantes personas de las que le vigilaban o atendían en esa reclusión. En un primer momento no tenía ocupación ni actividades definidas. Por ello, charlando con Mazoui durante uno de los paseos que daban a veces por el patio interior del recinto en el que estaban, el alien le comentó.



-Lo que realmente me gusta y se me da bien, es ayudar a otros. Atenderles de sus enfermedades,o en sus heridas, e intentar curarles.

-Bueno, médicos siempre hacen falta. Aunque no creo que tengas a mano el título para presentarlo.- Sonrió su interlocutor.-

-¿Título?- Repitió un atónito Giaal.- Puedo demostrar mis capacidades.- Afirmó.-

-Sé que puedes. Pero aquí las cosas son un poco más complicadas. Verás.- le explicó Mazoui.- Se supone que en la Tierra, las personas que desean convertirse en médicos deben estudiar la carrera de medicina y pasar muchas pruebas antes de convertirse en médicos. Como prueba de que lo han superado reciben un título que les amerita como tales.

-Sí, lo sé. Mi hermana Naya fue a la Tierra. Me contó que tuvo que estudiar al estilo de allí.- Comentó Giaal.- De lo contrario no hubiera podido ejercer la medicina terrestre. Siempre me pareció algo raro. En cualquier planeta que he visitado, todos apreciaron mis conocimientos. Y, por mi parte, me esforcé en aprender los suyos. Así es como se hace en la mayor parte del universo que conozco.

-Amigo, me gustaría que me contases cosas del universo. Realmente has debido de viajar mucho.- Declaró su contertulio



            De hecho, lo que más admiraba a Mazoui era el tono modesto de su interlocutor, que no concedía demasiada importancia a eso. Por lo que podía deducir, Giaal habría visitado decenas de planetas, contactado con muchas formas de vida y civilizaciones distintas. Eso le convertía en un enorme activo para todos. Sus conocimientos y sabiduría podrían ayudar muchísimo. Y lo mejor es que ese joven estaba deseoso de echarles una mano.



-Y entre tanto, seguimos con los estúpidos problemas burocráticos y las condenadas normas, que no le permiten ni tener un piso ni ejercer cuando salga de aquí.- Pensó molesto.-



            No obstante, para sorpresa suya, Giaal sonrió afirmando con despreocupación.



-Estoy feliz de estar aquí. Todo está bien. Gracias por ocuparos de mí.

-¿Cómo?. Un momento. ¿Me has leído el pensamiento?- Inquirió un perplejo Mazoui.-

-No fue difícil.- Admitió su contertulio.- Más que pensar estabas proyectándolo.

-No sabía que tuvieras esa habilidad. También yo puedo hacerlo. Aunque no le he intentado contigo. De hecho, eso no se ve demasiado bien por aquí.- Le informó.-

-Lo siento. No pensé que eso ofendiese a los terrestres. No lo haré.- Declaró Giaal.-

-Bueno, no te preocupes. – Sonrió Mazoui una vez más, reconociendo a su vez.- Lo que pasa es que bajé la guardia.

-Todavía tengo mucho que aprender para convivir con vosotros.- Admitió el alien.-

-Lo harás enseguida. Entre tanto, no te preocupes, te ayudaremos en lo que necesites.



Giaal sonrió agradecido y los dos prosiguieron su paseo. Lejos estaban de imaginar que ya había alguien vigilándoles y tratando de mostrarles como una amenaza. Y es que, durante ese tiempo, tuvo lugar aquella reunión de Logan con el comodoro. El joven militar se ocupó de ir hablando con algún que otro compañero, sin revelarle nada en concreto, tal y como había prometido a su superior. No obstante, no desperdició la ocasión de sembrar más dudas entre los otros pilotos y demás tropa. Aludiendo a esos hechos inexplicables que sucedían cada vez que aquellos dos tipos, estaban cerca.



-Así que todo va a empezar.- Suspiró Jennifer.-



            La chica dejó esa libreta de notas tras dar una ojeada a un gran libro que tenía en su habitación. Tentada estuvo de retomar la libreta y escribir algo, pero la depositó nuevamente sobre la mesita de su habitación.



-Tiene razón, me he encariñado demasiado con ellas. No puedo intervenir.



            Se lo habían advertido, no debía profundizar, ni tomarles demasiado aprecio a esos individuos. No estaba ahí para eso.



-No pude evitarlo, son buenas personas. Quieren hacer lo correcto y ayudar a otros.- Suspiró diciéndose con pesar.- Sé que me queda poco tiempo, y me gustaría aprovecharlo. Al menos pude ayudar a Tist, como ellos la llaman. En fin, no creo que pase nada por averiguar un poco más.



Y la joven se hizo con aquel libro abriéndolo por una parte que tenía indicada con un marca páginas. Ajenos a todo eso, esas personas en las que pensaba continuaban con sus vidas. Sin ir más lejos, Leval seguía quedando con su novia. Estaba charlando con Amatista en la cafetería próxima a la base del muchacho. Se acercaba el día del festival, él le preguntó por sus canciones en tanto alababa a la joven.



- Cantas muy bien, seguro que tendrás un gran éxito en el festival. Solamente hay que ver lo que hiciste en ese planeta. Fue algo increíble, ¡La Salvadora de un mundo! ¡Cualquiera te soporta a partir de ahora!  - Le auguró con gesto animoso y visible buen humor.-



 Amatista le amagó con un capón que el chico rehuyó apartando ligeramente la cabeza en tanto su novia replicaba también con jocosidad.



-¡Oye tonto! ¿Cómo que soportarme?

-Discúlpeme usted, señorita Salvadora. ¿Sabes una cosa?- Dijo él, ahora de manera más seria y afectuosa. – Estoy muy orgulloso de ti. Hiciste algo fantástico por esos seres. Y serás también una inspiración para todos nosotros aquí. Con tus canciones harás a muchas personas felices. Les ayudarás en el día a día. Ya te lo dije y ha sido verdad. ¿Lo ves?



Su novia le miró ahora con agradecimiento y más intensidad. Para poder decir de forma más preocupada.



-Gracias, la verdad es que estoy muy nerviosa. No he podido ensayar mucho para el festival. Ya sabes, el trabajo me absorbe casi todo el tiempo. Y en cuanto suba ahí todo el mundo me estará mirando. Sé que se está creando mucha expectación y no quiero decepcionaros. - Repuso ella de forma cohibida. -

-¿Cómo ibas a hacer eso?- replicó incrédulamente él afirmando una vez más.- ¡Eres fabulosa! Nunca escuché a nadie cantar como tú. ¡Le devolviste la vida a un mundo entero!



Aunque en el fondo la chica estaba encantada. Era la primera vez que él hablaba de esa forma. ¡Estaba declarando sin tapujos lo asombrado que se sentía por algo que ella había hecho! Y desde que se conocían siempre había sido al revés. Era la muchacha quien no había dejado de sorprenderse por todo lo que ese excepcional chico era capaz de hacer. Ahora, por una vez, las tornas se habían cambiado. Y paradójicamente ella sentía que lo que hizo era algo natural y perfectamente normal. No le costó ningún trabajo, le salió del corazón y así lo confesó.



- No hice nada que no hubiera hecho otras veces al cantar. Lo que más deseo es alegrar a las personas de esta nave y ayudarles a levantar el ánimo. Soy muy feliz ahora, contigo, con todos nuestros amigos y quiero poder transmitir eso al resto de la gente. Espero conseguirlo. - Afirmó con una sonrisa. – Y que todos pueden mejorar su moral.

- Y lo harás, estoy convencido, ya has actuado para el comité de festejos, para el público y para un planeta entero. ¿Qué más necesitas para estar segura de lo bien que lo haces? - Le inquirió Leval en tono despreocupado. -

- Cada vez que salgo a actuar para mí es como si fuese la primera.- Le confesó ella que efectivamente sentía esa responsabilidad. - Siempre me pongo a pensar si gustaré...

- Eso no lo dudes - le aseguró su pareja - estoy convencido de ello. Tonta. ¿A quién podrías no gustarle? ¿Sabes una cosa? Bueno, ya te lo dije. Fue cuando el otro día en el puente de mando te escuché por la radio interna me sentí muy feliz y muy orgulloso de ti. No sólo puedo disfrutar de la música  y las canciones que cantas, además, soy muy afortunado pudiéndote tener a mi lado. Y pensé en lo idiota que fui, durante todos estos años, sin percatarme de ello. Te pido perdón.



            La interpelada esbozó una amplia sonrisa, acompañada de un rubor en sus mejillas. Estaba realmente feliz de oírle decir eso. ¡Cuántas veces lo había imaginado en la soledad de su cuarto! Primero en casa de sus padres en la Tierra, después en su apartamento de la nave. Ahora se había hecho realidad…



-No, no digas eso. No hay nada que perdonar, cariño. Ha merecido la pena esperar. Quizás todo debía suceder así. - Le respondió ella tomando una mano del muchacho entre las suyas. – Debíamos unirnos de esta manera. Ahora lo único deseo es que todos disfrutéis del festival.

- Allí estaré. Te prometo que no me lo perderé. Eres lo más hermoso que he visto y que oído y pase lo que pase, quiero estar a tu lado. - Le aseguró el muchacho, besando la mano que ella había posado sobre la de él – Eso es lo más importante para mí.



            La chica iluminó su rostro con una gran sonrisa de agradecimiento y emoción. Leval sabía cómo hacer que ella se sintiera querida. Esa era otra de las cosas que habían surgido con fuerza en su nueva relación. Cada día estaba más enamorada de él y su felicidad por haberse embarcado crecía. A pesar de todo a lo que habían renunciado se tenían el uno al otro. Si ambos permanecían juntos no habría nada de qué preocuparse. Superarían cualquier dificultad.



-¡Ojalá tengas razón!- suspiró entonces Amatista, añadiendo más convencida. - Sí, estoy segura de que todo saldrá bien. Lo haré lo mejor que pueda por todos y especialmente por ti.



            Leval iba a responder cuando recibió una señal en su reloj, fue conminado a comparecer en su base inmediatamente.



- Vaya, ¡siempre ocurre lo mismo!,- protestó añadiendo con inquietud. - Se supone que estaba relevado del servicio hasta nueva orden. Espero que no se trate de otro ataque.

- ¡Ojalá que no! Pero si fuera algo serio no puedes demorarte. No te preocupes y ve.- Sonrió Amatista besándole cariñosamente en los labios.-

-¿Quieres que te lleve conmigo?- Le ofreció el chico.-

-No, prefiero quedarme aquí, luego pasearé para volver a casa. De verdad, no te preocupes. Te aseguro que ya no soy esa tonta de antes que se enfadaba cuando te ibas. Comprendo muy bien que todos tenemos obligaciones.

-Gracias cariño. Recuerda, nos vemos en el festival.- Remachó él que la devolvió el beso y se marchó raudo. -



            Y allí se quedó ella viéndole partir con una expresión de amor y orgullo. Ese era su novio y ojalá que algún día fuera algo más…Estaba apurando su taza de té cuando una figura conocida se le aproximó. Era aquella chica de las clases de kárate. Lo cierto es que Amatista había faltado algunos días. Con todos los preparativos del festival, su trabajo y además esa visita a Vegetalia. En fin, la llamó con tono alegre.



-¡Ginger!  Aquí.



            La aludida sonrió enseguida al verla. Parecía ir caminando sin prisas y se aproximó. Su interlocutora le ofreció una silla y esa joven tomó asiento saludándola.



-Amatista. Hace mucho que no te veía. Ya no vienes a las clases. Te habrás aburrido de unos principiantes como nosotros.- Pudo remachar con cierto pesar.- Tampoco viene tu novio ya.

-No, nada de eso. Es que hemos estado muy liados en el trabajo. ¿Sabes? - Se disculpó la muchacha para interesarse.- ¿Qué tal todo por allí?...

-Pues bien, me suelo colocar con Michael para que me ayude a practicar.- Sonrió la joven, añadiendo.- Es un chico muy majo. Y hasta el imbécil de Gary parece que ha aprendido la lección. Está bastante más amable últimamente. ¡Ja, ja!…debe tener miedo de que… ¿era Leval, verdad?- Su interlocutora asintió y Ginger prosiguió entonces.- De que él o tú volváis a pasaros por allí a darle otra paliza.



            Aunque esas palabras provocaron la reacción contraria que Ginger esperaba. Lejos de reír, o ni tan siquiera de sonreír, su interlocutora suspiró diciendo con tono más suave y reflexivo.



-No me gustó nada tener que llegar a eso. El kárate no sirve para dirimir disputas de ese tipo. Quizás ahora me lo habría pensado mejor. Pero es que tengo mucho carácter.

-Ese tipo se lo merecía.- Declaró solidariamente su contertulia.-

-A pesar de eso, me he dado cuenta de que es mejor calmarse y ver las cosas con mayor perspectiva. En el fondo todos estamos en el mismo barco. ¡Y nunca mejor dicho! Tenemos que intentar ayudarnos…



            Ginger asintió, en eso su amiga tenía toda la razón. Era extraño pero ahora Gary la miraba pero no con altanería, la muchacha juraría incluso que hasta con inquietud. ¿Acaso tendría miedo de que ella fuera a llamar a Amatista o a Leval si cometía algún que otro desliz en el tatami? No pensaba que se debería a eso. De hecho, ese tipo había cambiado bastante, últimamente hasta estaba amable con Michael. Bueno, eso era algo positivo. ¿A qué inquietarse por ello? De modo que se lo refirió a su interlocutora.



-¿Lo ves?- Sonrió Amatista.- Todos podemos cambiar para mejor.  Seguro que Gary se dio cuenta de que no actuó bien. Y eso que me cuentas me alegra mucho.- Afirmó ya con mejor talante.- Estoy deseando volver. Sin embargo, como tengo muchas cosas por hacer todavía tardaré.

-Tu trabajo en el laboratorio debe de ser muy absorbente.- Comentó la otra joven.-

-Sí, pero eso no es todo. Tengo que prepararme para el festival. Voy a cantar.- Le contó Amatista.-

-¡Vaya!  No me digas que eres tú. Creía que se trataba de una casualidad. Pero Michael me dijo algo en una de las clases. Él es técnico de sistemas y creo que estaba trabajando ahora en el estadio. Me contó que para la celebración de nuestra partida de la Tierra y la inauguración de esa construcción, una artista muy famosa iba a cantar. ¿No serás tú?...

-Bueno.- Pudo decir la joven algo ruborizada por aquello y tratando de restarle importancia.- No sé si actuarán más personas. Puede ser que se refiriese a otra.

-Estaré encantada de poderte ir a escuchar.- Afirmó la chica, añadiendo.- Hasta cerraré la cafetería.-

-¿Tienes una cafetería aquí?- Se interesó su contertulia.-

-Sí, ¿no te acuerdas? más arriba de esta calle. A unos cuantos bloques.- Le indicó una decepcionada Ginger señalando de forma difusa.- Espero que tu novio y tú vengáis algún día de estos. Os invitaré a la primera ronda. - Sonrió jovialmente la muchacha.-



            Amatista asintió, se sentía algo azorada por no recordar nada de eso, claro que, con todas las cosas que le habían sucedido últimamente, casi ni se acordaba de la pobre Gin. Aunque juraría que ella estuvo allí con las chicas tomando algo.



-No sé.- Pensó desconcertada.- Quizás me equivoqué de sitio.



Sin embargo, enseguida compuso una sonrisa afable y respondió al ir rememorando.



-Es cierto. Me pasé con mis compañeras hará un tiempo. Pero coincidió que no estabas. A ver si la próxima vez tenemos más suerte. Se lo diré a Leval. Claro que iremos.

-Bueno. Tengo que marcharme.- Suspiró su interlocutora mirando su móvil- ya es tarde. Me toca el turno de noche. Cerramos casi a las doce. Como está cerca de una base atendemos a muchos militares.- Le explicó.-

- Entonces quizás Leval, mi novio, haya ido por allí.- Supuso Amatista.-

-No, al menos, no le he visto últimamente.- Repuso la otra chica que, tras levantarse de la silla, se despidió.- Bueno, espero veros pronto. Si no es en mi cafetería, en las clases. O en tu actuación. Adiós.



            Y se alejó de allí, la otra muchacha la despidió con la mano y se quedó sentada disfrutando de ver a la gente pasar. Aquel era un pasatiempo impropio de ella, que era tan dinámica, siempre deseando actuar o moverse. Sin embargo, quizás sus gustos estuvieran variando en ese aspecto. Se notaba más relejada desde que estuvo en Vegetalia. Más reposada quizás. Ese terremoto de antaño y esa impulsividad se iban atemperando. Aunque todavía existían. ¡Eso la hizo sonreír! Recordaba ahora a sus padres y movía la cabeza. ¡Pobres! Tener que aguantar a una hija tan alocada. Sobre todo las discusiones que tenía con su madre y los ímpetus tan difíciles para ella de refrenar entonces. Ahora se arrepentía de muchas cosas que había dicho y hecho. De tener otra oportunidad seguro que actuaría de un modo muy distinto. Por desgracia, aquello ya no se podía cambiar. Y en cuanto a ver de nuevo a sus padres.



-Os hecho muchísimo de menos, mamá, papá.  – Suspiró mirando hacia arriba.- Daría cualquier cosa por poder abrazaros.



Así meditó durante unos minutos más, al poco decidió que ya era hora de volver al laboratorio, iba a comenzar su turno y tenía muchas cosas que hacer. Pese a que Penélope era muy generosa con los permisos, la joven decidió que tenía que tratar de descargar a Jen y a las otras de tantas ocupaciones…en tanto se encaminaba hacia allí pensaba a su vez en Ginger.



-Bueno, esta chica es muy simpática. Me alegro tener otro sitio al que podamos ir.- Se sonrió Amatista en tanto  llegaba a su lugar de trabajo.- Tener amigos es importante.

-Sí que lo es.- Musitó Jennifer.-



            La joven había quedado atónita y preocupada, dejó ese libro a un lado una vez más para reflexionar.



-¡Claro que Amatista estuvo allí antes! Estuvieron todas, Penélope, Satory, y hasta Sandy. Y yo pasé a saludarlas con Clyde. No comprendo nada.



            Y entonces recordó con horror aquella advertencia de su misterioso jefe.



-¡Tan pronto como se te concedió, podría desaparecer!

-¡Oh, no!- Musitó con creciente temor.- Tengo que revisar algunas cosas. Y luego ir al trabajo.



            Por su parte Leval llegó raudo a la base. Aunque allí, para su sorpresa, un destacamento de soldados al mando de un suboficial le abordó.



-¿El teniente Malden? ¿Es usted, señor?

-Sí, soy yo.- Admitió él.-

-Tiene que acompañarnos a presencia del comandante Zorton.- Le dijo su interlocutor.-

-Muy bien.- Convino él sin comprender el motivo de ver a esos cuatro soldados con armas reglamentarias, así que preguntó.- ¿Se ha declarado alguna alerta?

-No tengo esa información, señor. Solo tengo órdenes de…escoltarle hasta el despacho del comandante.- Pudo decir ese tipo que parecía hablar con tono apurado.-



            Leval no quiso ahondar más y se plegó a aquel requerimiento. Mazoui por su parte bajó a interesarse por el estado de Giaal. Los médicos que le examinaron declararon que tras esos días de observación todo estaba en orden y que podía cancelarse la cuarentena. Sin perder ni un instante sacó a su amigo de allí.



-Bueno, fin de las vacaciones.- Saludó al alien de modo cordial cuando indicó a un soldado que abriera la celda.-

-Ahora espero poder ayudaros.- Comentó Giaal.-



            En ese momento llegó Susan. La joven traía algunas cosas para ese peculiar “prisionero”, como una tablet con información sobre las distintas partes dedicadas a parques y jardines de la nave.



-Con su permiso.- Dijo la joven, cuadrándose y saludando a Mazoui.-

-Pase alférez.- Le invitó su superior, añadiendo con afabilidad.- Giaal y yo ya nos íbamos. La cuarentena ha sido oficialmente concluida.

-Es estupendo.-Sonrió la muchacha, genuinamente contenta.-



Giaal se alegró también al verla y no dudó en responder con tono reconocido.



-Muchas gracias. Has sido muy amable conmigo desde que llegué.

-¿Y eso?- Quiso saber Mazoui aludiendo a la tablet.-

-Le dije a la oficial que la botánica cósmica era mi gran pasión. Y se ha preocupado de procurarme una lista de los sitios con las variedades vegetales más representativas de vuestro mundo. Agradezco mucho la atención que me ha dedicado. - Contestó el alien.-

-No ha sido nada.- Repuso tímidamente ella.-

-Me parece muy bien.- Aseveró Mazoui comentándoles a ambos en tanto salían de los calabozos.- Ahora tenemos que ocuparnos de algo más urgente, que es alojarte, Giaal. Miraremos en las dependencias militares para traslados provisionales. Aunque tendré que pedir permiso a la superioridad. Siendo tú un civil. Ya sabes, burocracia.

-Lo comprendo. No te tomes tantas molestias por mí.- Comentó afablemente el alien.- Puedo arreglarme en cualquier lugar.

-No es ninguna molestia, amigo.- Afirmó Mazoui.- Te instalamos y luego ya podrás estudiar todo lo relativo a nuestra flora y fauna.- Remachó con tono divertido haciendo que su subordinada incluso se ruborizase.- ¡Anda vamos!



Aquello le pareció divertido y tierno a la vez, podía darse cuenta de como miraba Susan a Giaal. Parecía una colegiada totalmente colada por su amor del instituto.



-Para eso no hace falta leer el pensamiento de la alférez Hunter.- Se dijo con afabilidad.-



Aunque esta vez tuvo cuidado de blindar aquello. De todos modos supuso que, si él lo percibía con tanta claridad, Giaal haría lo propio. De ese modo salieron por las oficinas del cuartel general. Sin embargo, cuando le iba llevar a una estancia para alojarle de modo provisional, unos soldados del cuerpo de guardia bajaron por las escaleras de acceso al recinto y se dirigieron a él. Un sargento al mando le habló con tono envarado.



 - Señor, debe usted presentarse en el despacho del comandante inmediatamente.

- Muy bien,- convino despreocupadamente él. - En cuanto me encargue del alojamiento de nuestro invitado, iré para allá.

- Perdone, señor. - Insistió el sargento que parecía bastante incomodado por esa situación al precisar. - Pero debe ser ahora mismo y bajo escolta.



            Mazoui miró extrañado al alférez Hunter y ella también le devolvió la mirada sorprendida. No cruzaron más palabras, sólo las necesarias. Él le encargó de la comodidad de Giaal.



-Ocúpese de nuestro invitado, alférez.- Le pidió con tono protocolario.-

-A la orden, señor.- Replicó la chica, saludando del mismo modo.-



Después acompañó a los soldados. La chica por su parte pidió al alien que la siguiese. Por fortuna los análisis habían demostrado que no era un peligro para la salud de nadie. Tal y como él aseguró. Aun así, todavía debía moverse exclusivamente en el recinto militar y bajo vigilancia. ¡Menos mal que la encargada de custodiarle era la propia Susan!, de modo que fueron detrás de Mazoui. Éste entró en el despacho del comandante y la puerta se cerró tras él, en tanto sus escoltas se retiraban. Susan y Giaal aguardaron fuera, al cabo de unos momentos llegó Leval. Iba acompañado también de unos soldados que se detuvieron allí mismo.



-Mi teniente.- Saludó la chica poniéndose en pie y cuadrándose.-

-Descanse, alférez.- Le pidió él, saludando a su vez.- Hola Giaal. Me alegra ver que ya has terminado la cuarentena.

-Así es.- Contestó el extraterrestre.- Espero poder visitar el parque pronto.

-Sí, es un lugar hermoso. Acabo de venir de allí, de estar con Amatista. Bueno, ahora tengo que dejaros. Me han llamado.- Les comentó.-

           

            Susan saludó de nuevo, Leval devolvió el saludo y entró. El pelotón que le había acompañado dio media vuelta marchándose de allí.  Giaal permaneció en silencio durante unos instantes y al fin dijo.



-Aquí está pasando algo raro.

-¿A qué se refiere?- Quiso saber la joven.-



            De todos modos, ella tenía la misma sensación. Algo extraño sucedía. Las palabras de su interlocutor la sacaron entonces de esas reflexiones.



-Por favor, no me llames de usted.- Le pidió el alien.-



            Tras sonreír algo azorada la joven rectificó…



-¿Qué crees que ocurre?

-No lo sé, pero me temo que van a  tener problemas.- Opinó Giaal.-

-Podría ser simplemente una convocatoria rutinaria para alguna misión.-  Especuló, aunque ni ella misma lo pensaba. ¿A qué la necesidad de que el mayor O´ Brian y el teniente Malden fuesen escoltados de ese modo hacia allí? No, eso únicamente sucedía en caso de algún procedimiento disciplinario. Así pues, solamente pudo decir.- Espero que todo se aclare pronto…

-Creo que no vamos a tardar en saber lo que sucede. Y deberemos estar al lado de nuestros amigos. - Sentenció el alien.- Nos necesitarán.



Susan no dijo nada, únicamente se quedó mirando hacia aquella puerta cerrada. Por su parte, una vez llegó,  Leval se encontró con su primo. Éste aguardaba sentado en la antesala del despacho de su superior.



-¿También te ha hecho llamar a ti?- Se sorprendió Mazoui al verle aparecer.-

-Tendrá que ver con lo de Giaal, supongo. Estaba ahí fuera con la alférez Hunter. - Repuso su asimismo sorprendido contertulio.-



No iban a tardar en averiguarlo. Al poco fueron hechos pasar. Una vez ante su comandante, Mazoui  le inquirió con curiosidad y no sin cierto incomodamiento.



-¿Qué sucede, señor? ¿Para qué hemos debido venir bajo escolta?

- La razón de su presencia aquí y su acompañamiento no es decisión mía,- repuso Zorton, secamente como era su costumbre, añadiendo con su típico tono cortante. - Es orden del alto mando, deben ustedes comparecer ante el contraalmirante Spar.

- Pero señor.- Inquirió Leval atónito - ¿Con qué motivo?

- No lo sé,- contestó lapidariamente Zorton agregando de forma tajante. - Limítense a cumplir las órdenes que se les han dado.



            Ambos saludaron y se retiraron dirigiéndose con presteza hacia la sede del alto mando. Al salir se encontraron con Giaal y Susan. La joven enseguida se cuadró saludando y les ofreció.



-Si necesitan mi ayuda para lo que sea, cuenten conmigo.

-Gracias, Susan.- Le respondió Mazoui ahora con un talante más relajado.- Con que te ocupes de nuestro amigo Giaal será suficiente.

-No será nada de importancia.- Secundó Leval.-



            De este modo los dos se marcharon, Hunter y el alien se les quedaron mirando alejarse con expresión preocupada. Logan mientras tanto prosiguió con sus retorcidos propósitos. Un rato más tarde de aquello se dirigió hacia el laboratorio de las chicas. La primera que se encontró fue a Amatista. Hacía bastante tiempo que no la veía. Una pena porque era una chica muy guapa y voluptuosa, pero ¡qué se le iba a hacer! Aunque ésta cuando le vio no pudo ocultar su desagrado pero se esforzó por no hacerlo muy evidente.



- Vaya Logan, ¿cómo tú por aquí? - Inquirió  la muchacha con sarcasmo. - No creí que tuvieses valor para acercarte.

- Ya no me llamas por mi nombre. ¿A qué viene eso?... ¿te he hecho algo malo? - Le preguntó él haciéndose el ofendido. - Siempre me he portado bien contigo ¿no?

-¡Eres un hipócrita!,- le recriminó Amatista  ahora sí que mostrándose más contrariada - gracias a ti quedé muy mal con Leval, me engañaste...

- No quedaríais tan mal,- se sonrió maliciosamente su interlocutor para apuntillar. - He oído por ahí que sales con él.

- Gracias a Dios que es un chico estupendo y todo se aclaró - respondió ella sabiendo que eso fastidiaría a Logan. – Pese a tus manejos.



            Pero en esta ocasión, lejos de mostrarse molesto o furioso, el muchacho sonrió con cierto regocijo y declaró  de modo enigmático y sibilino. Cargado de mala intención.



- Puede que el “señor maravilloso” no sea tan estupendo como tú te crees. O al menos ahora tendrá que demostrarlo, ¡ja, ja, ja!

-¿Demostrar? - Amatista le miró sin comprender, pero no le había gustado la forma en que le había hablado  y quiso saber. - ¿A qué te refieres?...

- Va a tener que explicarse ante el contraalmirante junto con su inseparable primo - le explicó Cedric. - Me temo que hemos descubierto su tapadera y la de su amigo Mazoui.

-¿De qué demonios estás hablando? - Le inquirió Amatista sin poder acertar a entender nada, pero visiblemente incomodada. -

-¡Tú misma lo has dicho! - repuso Logan con gesto divertido.-



Diríase que aquella elección de palabras le había hecho bastante gracia. Lo supiera o no, esa muchacha no podía haber dado más en el clavo y no se privó de replicar.



- Al menos eso puede aplicarse a Mazoui, él sí que es un demonio. Tú novio Leval tan sólo es un alíen asqueroso, como ese que han ayudado a infiltrarse en nuestra nave.

-¿Pero qué dices?,- exclamó Amatista, helada, sin poder evitar preguntar. - ¿Qué sabes tú de eso? -¡Vaya, vaya, qué sorpresa! – exclamó su interlocutor entornando los ojos de forma inquisitiva  y realmente atónito por aquellas palabras. Aunque se recobró enseguida para querer saber con inquina. - ¿Así que tú también lo sabías, eh? ¿No serás su cómplice? ¿Qué pretendéis, conquistar la nave?, ¿dominarnos? ¿O, quizás tenéis en mente algo peor?

-¡Eres  repugnante!- le insultó la muchacha reaccionando indignada. – Y pensar que llegué a salir contigo. ¡Apártate de mí, me das asco!...- se dio media vuelta para irse pero Logan la sujetó de un brazo. La discusión había subido de tono y atraído a Penélope, Sandy, Satory y Jen. Y en ese instante, Amatista, sin pensar, se revolvió y de un puñetazo derribó al desprevenido Logan para espetarle temblando de furia. - No vuelvas a acercarte a mí o lo lamentarás.



La chica le dio nuevamente la espalda y se alejó.



-¿Cómo te atreves? – Masculló el oficial que se levantó rabioso.-



Estaba dispuesto, quizás no a devolverle el golpe pero sí a llevarla a rastras ante las autoridades. Ya no se detendría por el mero hecho de que fuera una mujer. O quizás a saber si sería otra extraterrestre como sus dos amiguitos. Y lleno de ira como se sentía espetó.



- ¡Perra asquerosa y traidora a la raza humana, te voy a enseñar!...



            Iba a agarrar de nuevo a Amatista que se encontraba desprevenida pero antes de que pudiese hacerlo una mano le sujetó el brazo. Era Sandy que se había adelantado como una flecha. Le apretaba con una fuerza sobrehumana y Cedric no podía ni gritar por la sorpresa y el dolor. Aquella mujer le miró de una forma tan fría y amenazadora que Logan se quedó helado, mudo, ni siquiera podía reunir coraje para replicar. Además, hubiese jurado que los ojos de ella centelleaban de un fulgor rojo sanguinolento. Y para completar su amenazador semblante, Sandy le susurró con una voz siseante y gutural que sólo su asombrada compañera y el alucinado oficial pudieron escuchar.



- Ya has oído a Amatista, ¡si vuelves a acercarte a ella te mato! Ahora, ¡lárgate de aquí, imbécil!



            Soltó con violencia a Logan que casi cayó al suelo, aunque éste logró mantener el equilibrio y se alejó lo más deprisa que pudo mientras balbuceaba desencajado por el temor de que sus propias y en un principio exageradas sospechas, fuesen ciertas. Algo incluso mucho peor de lo que él hubiera llegado a imaginar. Y no pudo evitar exclamar señalando a las dos muchachas con un dedo acusador.



-¡Es una conspiración, todos sois unos invasores!...

- El único invasor es usted que ha entrado sin autorización en una zona de trabajo civil que es privada.- Le reprochó Penélope saliendo en defensa de sus subordinadas. Para afirmar categóricamente. - Váyase inmediatamente de aquí o le denunciaré ante sus superiores.



            Logan no quiso tentar a la suerte. Estaba en clara desventaja y lo sabía, mejor retirarse ahora y ya les ajustaría las cuentas más adelante.



-Aquí está pasando algo muy gordo. Más de lo que me han contado en esos informes.- Pensaba con temor.-



            Ni su propio padre pudo haber llegado a imaginar que eso sería tan grave. De hecho, él solamente había apuntado a Leval y Mazoui. Ahora empezar a creer que había muchos más infiltrados. Y pudiera ser que esas científicas del Fairy-Five, se contasen entre ellos.



-Todas no, hay al menos una que está de nuestro lado.- Suspiró mientras se alejaba de allí lo más aprisa que podía.-



Las chicas por su parte dejaron de lado ese incidente y volvieron al trabajo. Amatista apenas le dedicó atención a ese tipejo, pero sí que agradeció a Sandy su ayuda, aunque la observaba con una mezcla de sorpresa e incredulidad. Su compañera ahora parecía tan normal y amable como se había vuelto últimamente.



- Te lo agradezco, me habría tomado totalmente desprevenida si tú no intervienes,- afirmó la agradecida chica que luego añadió preocupada. - Sandy, debo hablar contigo en privado. Mazoui y Leval pueden tener problemas.

- Sí, vayamos a mi apartamento.- Convino ésta mirando de reojo a las otras. -

- ¿Qué está pasando aquí?- Quiso saber su jefa que ahora las miraba fijamente demandando una explicación. -

- Tenemos que irnos, es muy importante,  por favor, Penélope.- Le pidió Sandy con expresión suplicante en la mirada. – Ahora no hay tiempo para explicaciones. Únicamente necesitamos un par de horas…



            La doctora Winters solo tuvo que ver  la expresión en las caras de ambas para asentir con la cabeza. Se dio media vuelta y se alejó indicando a una atónita Jen que la siguiera. Confiaba en esas dos muchachas y supuso que tendrían una buena razón. Aunque Satory no lo aceptó tan fácilmente, se dirigió a las dos queriendo saber con preocupación.



-¿Qué ha ocurrido con ese hombre?  Amatista. ¿Estás bien?

- Sí, Satory, gracias. Ahora discúlpanos, vale. Luego nos vemos...- le pidió  su amiga que, sin más explicaciones, se marchó con Sandy. -

- Pero chicas. - Satory trató de detenerlas pero ellas se marcharon deprisa. Cuando  se alejaron le dijo a Penélope no sin inquietud.  - Creo que ha pasado algo y que no nos lo quieren decir.

- No te preocupes,- la tranquilizó ésta. - Confía en ellas, seguro que saben lo que hacen.- Su joven interlocutora asintió aunque no pudo evitar seguir estando preocupada. -



Aunque, por su parte, Jen las vio marcharse con gesto inquieto. Las cosas se estaban precipitando, tarde o temprano le tocaría actuar. Ese oficial ya había descubierto su juego. Lo más seguro es que necesitase alguna ayuda. Sería ella la encargada de prestarle apoyo aunque fuese una cosa que no deseara hacer, pero era su deber. De momento aguardaría aún un poco. Decidió volver a su trabajo y dejar aquello para cuando llegase la ocasión.



-Desgraciadamente habrá que hacerlo pronto.- Suspiró.- Y será el final. Pero ese fue el trato. Ahora no puedo ni debo echarme atrás. Si no lo hago yo, otros lo harán. Y sería mucho peor.



            Por su parte las dos chicas pronto llegaron al apartamento de Sandy. Allí, Amatista, de forma bastante clara, como era su costumbre, fue al grano.



-¿Cómo lo has hecho?- inquirió entornando los ojos de forma suspicaz. - Has sido tan rápida que ni siquiera he podido verlo. Como aquella vez en el laboratorio cuando me agarraste a mí. Además, ahora te cambió la voz.

- No es lo que tú crees, Amatista.- Se apresuró a responder la interpelada que esquivó su mirada dirigiendo la suya hacia sus propias manos entrelazadas. -

-¿Qué es lo que tú piensas que creo?,- le preguntó su interlocutora escrutándola con una mirada inquisitiva para agregar con suspicacia en la voz. - Dime Sandy, ¿qué me ocultas?

-¿Ocultarte? - Se defendió  ésta con una sonrisa trémula. - ¿Yo? Nada, lo que quiero decir es que yo también he entrenado artes marciales. Soy rápida, eso es todo.



No obstante, su voz no sonó demasiado convincente y Amatista desde luego que no se lo creyó. Ella misma era una experta en kárate y esa reacción no podía igualarla ninguna persona normal. Ni tan siquiera ella misma. Por muy diestra en técnicas de combate que fuera. Aun así prefirió dejarlo estar, al menos de momento. Había otro problema que reclamaba su atención de una forma más acuciante y así se lo comentó a su compañera.



- Bueno, no importa, no quería hablar de eso. Verás, necesito tu ayuda. A Mazoui y a Leval les acusan de ser extraterrestres que pretenden dominar la nave, ¡es ridículo! pero ese bastardo de Logan seguro que ha preparado algún ardid.- Le informó a su compañera con manifiesta preocupación.  -

- Cuenta conmigo para lo que sea, pero, ¿qué podemos hacer? - Le preguntó Sandy con gesto desconcertado. -

- Verás,- le explicó su interlocutora. -A buen seguro que Logan nos acusará también a nosotras de ser cómplices de los chicos, debes estar preparada por si nos llamasen a declarar. De ese canalla podemos esperar cualquier cosa. Tenemos que proteger a los muchachos como sea.

- Descuida, lo estaré. Les ayudaré en todo lo que pueda. - Aseguró Sandy con el aplomo recobrado. Amatista por su parte asintió satisfecha. -

-El caso es que será mejor permanecer tranquilas. A pesar de que ese bastardo me ha sacado de mis casillas.- Suspiró la francesa afirmando casi con resignación.-  Está visto que mi carácter no es tan sencillo de domar.

-Le diste un buen puñetazo. Se lo tuvo merecido. - Sonrió Sandy ahora con talente más jovial.- No te preocupes, pensaremos en algo…



            Su contertulia asintió y ambas regresaron al trabajo. En ese mismo instante Leval y Mazoui estaban ya ante un grupo de oficiales de los de más alta graduación. En posición de firmes esperaban oír el motivo de su llamado. La larga mesa ocupada por sus superiores daba toda la impresión de ser un tribunal. La silla central estaba ocupada por el contraalmirante Spar en persona, a los lados Hazzar y el otro comodoro de la nave, que se cuidaba de la parcela civil. En los extremos se sentaban dos capitanes. Tras un espeso silencio de algunos instantes, al fin fue Hazzar quién, delegado por Spar, habló.



- Caballeros.- Les indicó con un gesto un par de sillas que tenían a sus espaldas. - Siéntense por favor, seguramente se preguntarán el por qué de su presencia aquí.- Hubo un silencio muy tenso que el comodoro Hazzar se encargó de aliviar en tanto los dos muchachos tomaban asiento. - Ante todo sepan que esto no es ningún juicio, pese a lo que parezca. Sólo queremos que nos aclaren unas cuantas cosas, unas “aseveraciones extrañas” - y remarcó esas palabras con retintín -  vertidas contra ustedes.

- Si se me permite hablar, señor,- intervino Mazoui que no salía de su asombro y extrañeza. -¿Cuáles son esas aseveraciones?

- Son bastante extrañas y graves,- replicó Hazzar con preocupación cuando las enumeró. -Espionaje y traición por colaboración con el enemigo. Tentativa de motín y sedición.



Los dos jóvenes al oír esto se levantaron al unísono de sus sillas.



-¿Quéee?,- exclamó Leval atónito y ofendido, queriendo saber a su vez. - ¿Quién ha sido el que se ha atrevido a decir tal cosa?

- Cálmese teniente y siéntese, comprendo su reacción ante esas acusaciones - le pidió el comodoro haciéndose cargo de su estado de ánimo. El chico obedeció aun agitado mientras Hazzar añadía.- El autor de las mismas comparecerá aquí a su debido tiempo. De momento, esto no pasa de ser una reunión aclaratoria. Quiero que nos expliquen ustedes algunas cosas. Seguidamente el capitán Gómez pasará a exponerlas detalladamente.



             El citado capitán, solicitando la venia del contralmirante que éste otorgó con un gesto de su cabeza, leyó las declaraciones que Logan había hecho omitiendo el nombre del mismo. Mazoui y Leval escucharon bastante furiosos e indignados, pero gracias a su disciplina  lograron dominar su carácter. Por la cabeza de ambos pasaba la idea de que lo mejor sería responder ordenadamente y con claridad. Esperaron hasta escuchar toda la historia completa, al fin, Hazzar les preguntó.



- Bueno, a la vista de todos estos cargos esperamos sus respuestas. Seguro que podrán darnos una versión más que convincente ¿Qué tienen que decir a esto?

- Señor,- tomó la palabra Mazoui con un tono tranquilo para afirmar. - De donde seamos nosotros o de quién descendamos no creo que sean fundamentos suficientes para acusarnos de traición.

- En cuanto a lo que se dice de mis padres.- Añadió Leval - es cierto, provienen de otro planeta. Al menos en el caso de mi madre, pero sus ancestros eran terrícolas. Mi padre nació en la Tierra aunque sus antepasados también eran alienígenas. Gracias a eso pudieron unir sus fuerzas y salvar nuestro mundo. Eso les fue reconocido por diversos gobiernos de la Tierra. Si eso es traición o no, lo dejo a criterio de ustedes.

           

            Hubo unos murmullos entre los componentes de la mesa. Leval volvió a decir ahora con una gran seguridad.



- Estoy convencido de que poseerán informes confidenciales de aquella época, les invito a comprobar todo lo que he dicho si quieren.

- Se comprobará, no se preocupe.- Repuso el contralmirante que pasó a dirigirse a Mazoui. - Usted mayor, ¿tiene algo que decir?

- En mi caso ocurrió algo parecido, señor.- Contó éste visiblemente incomodado aunque haciendo gala de toda su dignidad. - Mi madre es hermana de la madre de Leval, somos primos. Mi padre era un demonio auténtico, pero yo nunca le conocí, ni me he comportado como él. Además, todos esos datos obraban en poder de las Naciones Unidas y precisamente, dada nuestra especial genética, se nos consideró muy aptos para este viaje. -  Más murmullos, Mazoui prosiguió con esforzada calma. - Ahora que ya hemos justificado nuestros orígenes, ¿serán tan amables de permitirnos un careo contra nuestro acusador?

- Si me permiten añadir algo. – Intervino Leval ante sus superiores quienes se lo concedieron. - Quien quiera que nos ha acusado, si lo ha hecho en base a nuestros orígenes o ascendencia ha violado varios artículos de la carta de Naciones Unidas y del código de UNISON, donde claramente se especifica que nadie podrá ser prejuzgado o discriminado por mero motivo de nacimiento, religión o pensamiento. Hago constar oficialmente mi protesta y pido respetuosamente que se tomen las acciones pertinentes contra esa persona.

- Muy bien, teniente. - Respondió otro capitán, de apellido Manns. – Si eso queda probado no dude que se emprenderán las acciones oportunas según el reglamento y el código de justicia militar. Pero, como ya se les ha notificado, hasta el momento en que el acusador exponga oficialmente los cargos. Si es que lo hiciera con esa voluntad, esto es una mera reunión aclaratoria.

- Por mi parte, señor, y con su permiso. – Terció ahora Mazoui dirigiéndose al contralmirante. - Me veo obligado a reiterar nuestra petición. Queremos conocer la identidad de nuestro acusador para poder defendernos según los derechos que nos da la ley de justicia militar. Con el debido respeto, creo que esto va a ser algo más que una mera reunión aclaratoria.

- Sí, mayor.- Asintió Spar concediendo de inmediato - tienen ustedes ese derecho. Su acusador estará aquí en unos minutos



Y al momento dio la orden a un capitán que procedió a citar oficialmente a esa persona en cuestión que era, desde luego, el más esperado por parte de los muchachos.



-Ya me lo imaginaba.- Pensó Mazoui al conocer la identidad de su delator.-



            Y es que un par de horas antes de esa sesión aclaratoria Logan había retornado a su base. Tuvo que ser curado del puñetazo que le diera Amatista. A preguntas de cómo recibió semejante golpe él solo comentó que fue entrenando. Al retornar a su cuarto se cambió poniéndose su uniforme de gala. Ya estaba dispuesto a salir cuando recibió una llamada.



-¿Si?- Inquirió respondiendo a su teléfono. – Vaya, ¡qué sorpresa! De modo que usted también ha sido testigo de hechos extraños por parte de esas personas. Si, lo que suponía. ¿Lo testificaría? Muchas gracias, su ayuda me será muy útil.



Ahora Logan sonrió visiblemente satisfecho. Esa llamada le había dado bastantes motivos para pensar que podría tener realmente un caso muy sólido. Salió de su habitación en dirección al cuartel general. Ya estaba ansioso por presentar aquellos cargos.

                     anterior                                                               siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)