-Esto marcha bien.- Arengó Tracer quien, desde su
caza, les cubría, junto con Susan, Mullins y Freejar, entre otros.-
-¡Dadles bien por el culo a esos desgraciados! Me
han estropeado el descanso.- Añadió Freejar.-
Los chicos, pese a lo tenso de la batalla, no
pudieron evitar sonreír. ¡Ese tipo era realmente muy particular!
-A la orden.- Respondió Leval, destruyendo un par de
artefactos enemigos más con sendos rayos de energía.
-No dejemos ni uno.- Añadió Mazoui.-
Y siguieron atacando, para forzar la retirada del
invasor. Las naves de este, viendo que
estaban sufriendo bajas muy cuantiosas, se replegaron, aunque no abandonaron la
batalla.
-Esto es muy raro.- Intervino el mayor Enset, quien
se había unido a ellos con su escuadrilla.- Siendo tan diezmados deberían
romper contacto.
-A no ser que estén protegiendo algo más valioso que
ellos mismos, señor.- Se atrevió a conjeturar Susan.-
-¡Claro!- Exclamó Mazoui.- A buen seguro que su base
no debe de estar lejos.-
-Sigamos rastreando y empujando a esos cabrones
fuera de aquí.- Les instó Freejar.-
Enset pidió permiso al puente de mando y estos se lo
concedieron. El propio comodoro Hazzar intervino para declarar.
-Confiamos plenamente en ustedes, tienen luz verde.
Hagan lo que consideren mejor. Les cubrimos con los cañones laser de la nave.
-Gracias , señor.- Respondió Enset.- Vamos.- Les
arengó al resto.-
Y tomaron la iniciativa, pasando a un contrataque
fulminante, que siguió destrozando la armada del adversario. Al cabo de unos
minutos, sus suposiciones fueron confirmadas. Leval, que se había adelantado bastante, divisó
a una prudente distancia lo que parecía ser la nave insignia del enemigo, un
objeto en forma cilíndrica de colosales dimensiones. Se lo comunicó a Mazoui.
- ¡Mira!,- le comentó con un tono muy optimista. -
Si logramos destruir su nave nodriza habremos ganado.
- Estoy de acuerdo,- repuso su primo arengándole a
su vez - ¡vamos allá!
Trataron de acercarse pero esta vez, había demasiadas naves enemigas en
su camino. Debían ir con mucho cuidado dado que en el espacio eran tan
vulnerables como cualquiera. Mazoui llamó por radio a Susan para que les
cubriese, Leval hizo lo propio con la escuadrilla de Tracer. Éste, al darse
cuenta de su plan, respondió de inmediato.
- Muchas gracias por invitarnos a la fiesta, ahora
mismo vamos y no os preocupéis, esos mamones ni podrán acercarse a vosotros. –
Aseguró su amigo.-
Para hacer buenas sus palabras se abrió camino entre el enemigo destruyéndole
a base de los nuevos misiles desarrollados especialmente tras su última
batalla.
- Caza dos verde a la escucha.- Intervino
también Susan.-
La joven oficial que había captado la llamada, adivinando
asimismo la idea de sus superiores, no estaba sola, acudió con un par de
compañeros afirmando en referencia a Mazoui
-Aquí estoy, dispuesta, señor. Elimino objetivos a
las tres.
- Me ocupo de la oposición a las nueve. – Terció
Tracer en tanto hacía sonar una de sus canciones favoritas a través del
intercomunicador.- Esta se la dedico en especial a Penny.
Me siento muy extraño, que está mal en mí
Tienes un problema que
no ves
pero tengo un sentimiento de que los rumores son ciertos
veo que esa chica echó los garfios en ti
puedes seguir creyendo
pero tengo un sentimiento de que los rumores son ciertos
veo que esa chica echó los garfios en ti
puedes seguir creyendo
Los cazas
evolucionaban con gran agilidad, anticipándose a los desesperados intentos del
enemigo por frenar el ataque de Leval y Mazoui.
que puedes tomarlo o dejarlo
ahora quién eres tú engañando
porque cuando llegue el momento
ella volverá a tu mente
ha echado sus garfios en ti
-No
vamos a dejar que esos bastardos os toquen, muchachos.- Aseveró Enset, lanzando
un par de misiles que destruyeron dos naves del enemigo.-
Dijiste que no dejarías
que sucediera de nuevo
gastaste el dinero y llegaste muy hondo
tus buenos amigos llamaban de dos en dos
para hacerte saber lo que estaba mal en ti
gastaste el dinero y llegaste muy hondo
tus buenos amigos llamaban de dos en dos
para hacerte saber lo que estaba mal en ti
-¡Vamos,
ya casi los tenemos!- Exclamó Susan concentrada en esquivar a su vez andanadas
de rayos láser del rival, y contratacar con sus misiles, para destruir uno de
ellos y sentenciar.-¡ Esta va por ti, hermanita!
Pero ahora tu corazón
palpita
ves tus nervios saltar
bien, te diré algo
cuando sea tiempo de confesar.
ves tus nervios saltar
bien, te diré algo
cuando sea tiempo de confesar.
Mazoui y
Leval tuvieron que sonreír a su pesar. Ni siquiera en esos momentos tan
críticos perdía su amigo aquella desenfadada forma de enfocar las cosas. Y,
mientras tanto, los cazas hacían piruetas esquivando los ataques enemigos y
contratacaban con una andanada de misiles rastreadores que los destruían o
mantenían a raya…
- No os olvidéis de mí, ¡pillastres! Os tengo
asegurados a las seis. – Intervino Freejar que también había acudido en ayuda
de sus compañeros.-
Pisarás la línea
ella echó sus garfios en ti
Ella echó sus garfios en mí también.
(Hooks in you, Marillion
crédito al autor)
De este modo con la protección que les
brindaban por los flancos y la parte de atrás, los dos muchachos sólo se
ocupaban de barrer al enemigo de frente. Enseguida dispersaron las naves que
trataban de frenarles. Por fin estuvieron lo bastante cerca de la nave nodriza
para atacar.
- Leval, concentremos energía y ataquemos a la vez.-
Le indicó su primo, ambos acumularon potencia y entonces Mazoui
exclamó - ¡Ahora!
Al
unísono lanzaron dos potentes rayos que en un principio no parecieron afectar a
la nave nodriza enemiga.
- Debe de tener escudos muy poderosos
– Indicó Leval. –
-Pues vamos a insistir. ¡A darlo todo por Granate y nuestros amigos
entre otros! – Le arengó su primo.- Piensa en ellos…
Su contertulio convino en ello. Ambos decidieron
emplear toda la potencia que pudieran. Era algo muy peligroso porque su misma
energía podría dañar sus trajes si no tenían mucho cuidado, pero decidieron que
merecía la pena el riesgo. Prosiguieron su ataque con ráfagas de ondas de poder
cada vez más intensas. En el mismo puente de mando Hazzar y sus oficiales
seguían con inquietud el desenlace de aquello.
-¡Vamos muchachos! - Musitaba el veterano comodoro.-
Tenéis que lograrlo. Contamos con vosotros.
-Señor, estamos acabando con las bolsas de
resistencia en el interior.- Le informó un comandante.- Pero se precisan
refuerzos.
-Envíen todo lo que tengan. - Replicó éste sin dejar
de mirar a la pantalla que mostraba los iconos que representaban a sus fuerzas
y las del enemigo en el espacio, para sentenciar.- Es ahora o nunca…
Y entre tanto los dos jóvenes redoblaban sus
esfuerzos por destruir esa enorme nave enemiga. Sus energías estaban casi al
máximo pero seguían sin hacer mella. Al principio, éstas debían de chocar
contra esa invisible protección, pero al cabo de pocos momentos aquel ingenio
comenzó a emitir llamaradas de un fulgor escarlata y rojizo. Al percatarse de
que habían logrado penetrar las defensas insistieron con una última oleada de
energía. Producto de ésta se sucedieron explosiones internas que iluminaron el
espacio. Los muchachos y los cazas que les escoltaban dieron media vuelta
alejándose lo suficiente, al final su blanco estalló parcialmente quedando a la
deriva y totalmente inutilizado.
-¡Lo hemos conseguido! - gritó Leval eufórico.
-
-¡Sí, esto está hecho, ahora vamos a por los que
quedan! - exclamó Tracer. -
- Nosotros volvemos a la base,- dijo Mazoui -
Nuestra provisión de oxígeno está casi agotada después de este ataque y
nuestras fuerzas también.
-¡Pues hala! Ya os habéis divertido. Iros a casita
que ya nos ocupamos nosotros de limpiar el resto.- Terció Freejar.-
En el puente de mando hubo un griterío de júbilo ensordecedor, hasta Hazzar e
incluso el propio Spar se abrazaron a algunos de sus oficiales. El
contraalmirante ordenó entonces.
-Denles toda la cobertura posible para que puedan
regresar a salvo.
-Aquí caza verde dos.- Intervino la alférez Hunter.-
Nos ocupamos de llevar el paquete de vuelta. Agradeceríamos algo de cobertura.
-Eso está hecho. La escuadrilla azul sale en su
ayuda. - Respondió con júbilo un capitán
en la zona del puente.-
-Gracias control. Volvemos a casa, apenas nos queda
oxígeno. –Terció Leval.-
- Les cubriremos, señor.- Se ofreció de inmediato
Susan. - Con unos pocos cazas, creo que nos bastará.
Mazoui y Leval aceptaron la oferta y regresaron a
casa con la escolta de Susan sin tener ningún problema. El enemigo, sin nodriza
a la que regresar, lanzó un ataque a la desesperada con las naves que les
quedaban. Aquella táctica suicida no tuvo sin embargo demasiado éxito. Las
defensas de la gran nave aniquilaron a esos kamikazes sin mayor problema. Al
fin, vencida la batalla del exterior, quedaba aun ocuparse de los enemigos que
todavía resistían dentro. En ese momento en el interior, Giaal estaba revisando
algunas zonas donde se habían producido combates en busca de heridos a los que
atender. Descubrió entre los restos de una nave enemiga a un atacante. Le sacó
tomando precauciones y se lo llevó a la zona de atención médica. Allí estaba
Logan al mando del grupo de soldados que quedaban en esa parte. Se ocupaban de
asegurar la zona.
-¡Un momento! - Gritó éste al ver llegar a Giaal con
un enemigo, objetando enseguida - ¿Qué haces aquí con uno de ellos? Hay que
acabar con él.
- Es un herido más,- respondió el alíen agregando no
sin razón - después podría darnos información sobre sus naves.
-¡No recuerdo que tú tengas autoridad para ordenar
nada!,- le espetó Cedric apuntándole con su fusil de modo amenazador. -
Voy a liquidarle ahora mismo y a ti también si tratas de impedírmelo.
-¿Ah sí?- respondió Giaal con gesto de desafío.-
- ¿Quieres apostar?- Espetó Logan sin desviar su
arma.-
El normalmente tranquilo alien en esta ocasión ya
había perdido la paciencia con ese estúpido y se enfadó de verdad. Emitió una
gran cantidad de energía que lanzó al desprevenido humano contra unos setos que
habían quedado incólumes. Después le arrebató el fusil con el que le amenazaba,
le elevó en vilo con una sola mano y le replico de forma desapasionada pero
fría.
-Escúchame con atención. Yo soy médico y mi deber es
salvar vidas, pero también soy un guerrero y sé acabar con ellas si es necesario,
no quieras comprobarlo. ¡Así que apártate de mi camino!
Dicho esto, soltó a Logan que cayó al suelo como un
fardo, incapaz ni siquiera de moverse, ahora sí que había estado realmente
acongojado. Los soldados a su mando sencillamente no se atrevieron a
intervenir. Además, muchos estaban de parte de Giaal que les había salvado o
curado. Realmente su jefe de escuadrilla les caía bastante mal. Decidieron
ignorar la escena. Y algunos incluso se sonrieron solapada o abiertamente de él.
Logan no se atrevió a interponerse de nuevo. Giaal llevó al herido a la zona
médica. Una mascarilla cubría los rasgos de su cara. Era de apariencia
humanoide, le levantó la máscara con cautela y pudo observar un rostro similar
al humano. El invasor se recuperó lo bastante como para poder preguntar dónde
estaba.
- Estás bajo nuestra custodia,- respondió Giaal que
añadió con seriedad y prevención, aunque no por ello resultó menos
tranquilizador para su adversario. - No temas, cumpliremos con las reglas entre
guerreros y te curaremos tus heridas, pero eres nuestro prisionero.
El enemigo no respondió, simplemente se desmayó falto de fuerzas. Por el
momento no representaba ningún problema, de modo que Giaal lo levantó y le dejó
sobre una camilla para transportarle. A fin de no correr ningún tipo de riesgo
esperó a que sus amigos llegasen. Para que pudiesen localizarle aumentó su
energía. Leval, que ya estaba a punto de entrar en la nave, sintió el aura de
Giaal y se transportó, lo mismo hizo Mazoui. Tan pronto se quitaron sus trajes
especiales y les pusieron al corriente de lo que ocurría ambos trasladaron al
prisionero a la enfermería. Aunque enseguida avisaron al extraterrestre por si
podía atender a los heridos tanto civiles como militares. La casualidad quiso
que encontrasen a Ginger que ahora estaba sedada y apenas consciente. Los
muchachos se horrorizaron al verla. No obstante, Leval mantuvo una sonrisa y la
animó lo mejor que supo.
-Venga, ya ha pasado lo peor.- Pudo decirle el chico
tomando una de sus manos entre las de él.-
-Amatista, ella me salvó…búscala.- Le pidió la joven
tratando de hablar, aunque apenas si podía balbucear en un estado de semi
ensoñación, producto de los calmantes.- Está en peligro…
-Giaal.- Le pidió el chico a su amigo realmente
compadecido de esa desgraciada.- ¿Podrías hacer algo por ella?
El
alien la miró con tristeza, apiadándose del estado de esa pobre chica, podía
percibir que era buena persona y que trató de ayudar a sus amigos, asintió
afirmando con cierto misterio.
-Podría hacer mucho por ella, si es que quiere que la
ayude…
-Amigo, haz cualquier cosa que puedas. Es una buena
chica. - Terció Mazoui dominado también por la compasión.-
-Por...favor…no noto mis piernas… -susurró la joven
ante las consternadas miradas de los chicos.-
-Te ayudaré.- Sentenció Giaal realmente conmovido
por el caso de esa pobre humana. A la que dijo con un tono dulce y compasivo. -
Aplicaré un tratamiento muy especial en ti. Uno que me enseñaron los
vegetalianos y pronto te curarás. Si es que confías en mí. ¿Confiarás en mí?
La muchacha apenas si pudo asentir esbozando una
débil sonrisa de esperanza antes de perder el conocimiento. La dejaron
descansar. Giaal se ocupó de auxiliar a más heridos y tras cerciorarse de que
por allí estaba todo tranquilo Mazoui se ocupó de coordinar a los soldados de
la zona para acabar de eliminar otros focos de peligro y Leval empezó a buscar
a Amatista y a las otras chicas.
-Suerte,
amigo.- Le deseó el mayor a su primo que asintió haciendo lo propio.-
-Espérame,
cariño- pensaba Leval en tanto volaba a toda velocidad tratando de detectar el
aura de la joven.- No dejaré que nada malo te pase.
Sin embargo, su novia no parecía correr peligro. Acompañada por Sandy hacía
rato que las dos habían dejado de combatir, descansaban entre las ruinas de una
casa. Amatista, bastante cansada, miraba con estupor a su compañera que parecía
tan fresca y que estaba en su apariencia normal.
-¿Cómo puedes estar tan entera? Hemos peleado
duramente contra el enemigo durante mucho rato.
- Tengo un cuerpo más resistente que el tuyo al
cansancio,- explicó despreocupadamente su amiga. - Es por genética.
En eso apareció Leval que había detectado las energías de ambas. Amatista se
levantó y corrió a abrazarle pese a su estado de cansancio. Él la levantó en
brazos y la besó con ganas diciendo.
-¡Vaya!, vuelves por los fueros de las justicieras.
-¡Uff!, hacía mucho que no peleaba en serio y se
nota.- Jadeaba ella agotada aunque añadiendo animosa. - Pero las
justicieras siempre estamos listas para combatir el mal y ayudar a los
inocentes, sea donde sea.
-He visto a Ginger- le contó él ensombreciendo el
gesto de la chica.-
Ésta no pudo controlarse, muy emocionada apenas
sollozó.
-Está destrozada, ¡es horrible!…Me contó algo
terrible y yo…
-La has salvado- le dijo el chico tomando a su novia
de la barbilla con suavidad y sentenciando.- Has sido muy valiente, bueno, las
dos.- Corrigió dedicando su atención ahora a esa otra chica que se quitó la
careta revelando a Sandy.-
-Hola. ¿Cómo estás?- saludó la morena científica
algo cohibida ahora.-
- Oye y tú. ¿También has peleado junto con Amatista?
He sentido tu energía y era muy elevada para tratarse de una persona normal.-
Declaró el joven.-
- Bueno, la verdad es que no soy del todo normal,
Leval.- Reconoció ella bastante envarada. -
- Me he dado cuenta de eso hace tiempo. - Confesó él,
afirmando con tono desenfadado. - Me lo imaginé, tu aura es muy parecida a la
de Mazoui, ¿eres de su especie, verdad?
- No tiene ningún sentido que te lo oculte a ti.-
Admitió la muchacha bajando la cabeza. - Sí lo soy.
Hubo
un instante de tenso silencio, ninguno habló, hasta que el chico lo rompió con
desenfado.
- Me alegro de que podamos contar contigo en nuestro
bando. Eres un magnífico fichaje. - La animó él sin darle mayor importancia y
haciéndola sonreír.- Bueno – dijo el muchacho cambiando de tema y mostrando
mayor preocupación. -Tenemos que encontrar a las demás chicas.
- Las dejamos en un refugio al cargo de un grupo de
civiles - le contestó Amatista. -
- Vamos para allá.- Instó Leval y los tres se dirigieron
rápidamente a la zona. -
Allí abrieron el refugio y tranquilizaron a
las personas que permanecían escondidas. Al principio chillidos de pánicos y
llantos se sucedieron pero enseguida se trocaron por exclamaciones de alegría
al reconocer el uniforme del chico y el traje de la Dama del Viento.
-¡Alabado sea el Señor! - Pudo decir un hombre de
edad madura.- Creíamos que eran esos monstruos…
-Gracias.- Añadió una chica joven abrazándose a
Leval.-
Amatista
se sonrió, tentada estuvo de decirle a esa pobre muchacha que soltase a su
novio. Sin embargo, ella misma fue abrazada por dos personas más y rodeada por
varios niños que todavía tenían las caras humedecidas por el llanto y
expresiones temerosas en los ojos.
-Tranquilos, ya está. Ya ha pasado todo.- Les decía
con el tono más dulce y suave que pudo.-
A
Sandy le sucedió lo mismo, un par de crías corrieron hasta ella abrazándose a
su cintura, todavía lloraban de miedo. La morena científica tampoco pudo evitar
las lágrimas. Aquello le era demasiado familiar. Se recordaba a ella misma,
siendo así de pequeña, cuando su madre fue asesinada ante sus propios ojos por
protegerla a ella y a su padre. Solo pudo abrazarse a esas crías y llorar un
poco con ellas, antes de ser capaz de decir, tratando de reunir un poco de
serenidad y afecto para asegurar.
-Nadie os va a hacer daño. Os lo prometo. Toda va a
estar bien ahora.
Sus
compañeros y amigos estaban emocionados a su vez, sin embargo no todo había
terminado y tenían que permanecer enteros y alerta. De hecho, sus amigas no
estaban allí. Cuando Amatista preguntó por su paradero la gente no supo
indicarles.
-Quizás hayan ido a otro refugio. – Conjeturó Leval
que trataba de concentrarse en la energía de ambas sin conseguirlo. –
Lo cierto es que, al ser unas humanas normales, era
muy complicado que sus auras le llegasen con claridad en medio de todo aquel
despliegue de adrenalina y energías desatadas tras la batalla. Fue Sandy la que,
reflexionando un poco, les comentó.
-Puede que hayan ido al laboratorio, seguramente
estarán preocupadas por la seguridad de los experimentos y de lo que guardamos
allí.
-Sí, claro. ¿Cómo no se me había ocurrido antes? -
convino Amatista. – Debemos ir a mirar.
-Voy con vosotras – se ofreció Leval-
Aunque a lo lejos todavía se escuchaban ecos de
disparos y fue su novia la que negó con la cabeza y le dijo.
-No creo que nos hagas falta, esta zona está
despejada, seguramente que te necesitarán en otra parte.
-¿Estáis seguras?- Inquirió él que no dejaba de
preocuparse por las dos. –
-Vete tranquilo – le sonrió la morena científica
afirmando con seguridad. – Sabemos cuidarnos.
-No lo dudo, que tengáis suerte y las encontréis
pronto. Llamadme de todos modos si os hago falta concentrando energía. Sandy,
tú posees un aura más poderosa y distintiva. Si tenéis algún problema
emite la tuya y me transportaré de inmediato.
La chica asintió y se separaron, Leval se fue presto
para terminar con las últimas bolsas de resistencia enemigas. Y una vez que las
autoridades se hicieron cargo de esas personas las dos muchachas se encaminaron
hacia el laboratorio.
-¿has oído?- Se sonrió una divertida Sandy.- Tu
novio cree que tengo un aura más poderosa y distintiva que tú.-
-Como la tiene su primo Mazoui, pero eso no es lo
que importa.- Replicó Amatista devolviéndole el sarcástico comentario.-
-Nunca se sabe. Esos dos se llevan muy bien.- Dijo
Sandy con regocijo para remachar con humor.- Yo no apostaría…
-¡Anda ya!- Exclamó Amatista dándole un afectuoso
empujón.-
Las dos se rieron al fin. Era bueno descargar toda
la tensión que habían acumulado. La propia Dama del Viento revirtió su
transformación para adoptar su identidad civil. No juzgaba que hubiera ya
ningún peligro, pero se equivocaba. Al llegar a las inmediaciones del
laboratorio y sin que ellas lo percibieran, fueron de inmediato detectadas por
algunos soldados del adversario.
-¡Son enemigas! Habrá que aniquilarlas. – Aseveró
uno de los mandos de aquellos invasores. –
-No. Aguarda. - Se opuso Jen razonando a sus
aliados. – Ellas son del equipo de investigación, poseen valiosos
conocimientos. No nos conviene hacer tal cosa.
-En tal caso las tomaremos prisioneras como a éstas
dos. – Indicó su interlocutor. -
Jen asintió mirando a Satory y a Penélope que
estaban sentadas en un rincón dirigiendo auténticas miradas de desprecio
a su ex compañera, y ésta contribuyó más a ello cuando se ofreció con una media
sonrisa, hablando con sus aliados.
-Yo misma saldré a atraerlas aquí. Confiarán en mí y
podréis aturdirlas sin problemas. Tened cuidado porque son poderosas.
-¿Amatista y Sandy, poderosas?- Se sorprendió
Penélope que miró a Satory con incredulidad.-
Aunque ésta se encogió de hombros sin parecer
comprender tampoco. No obstante, pudo decir en un intento de recurrir a su
antigua compañera.
– No Jen, por
favor. ¡Déjalas fuera de esto!
-Es demasiado tarde, no podría hacerlo aunque
quisiera y cree que es mejor así. - Contestó lapidariamente la aludida.-
Y se puso en marcha el plan. Jennifer salió hasta la
puerta y allí se encontró con las chicas que llegaban al trote, observando con
recelo los alrededores por si hubiera algún enemigo oculto. No obstante, se
tranquilizaron al ver a su compañera.
-¡Menos mal! – les dijo ésta recurriendo a una
convincente interpretación cuando con cara de angustia, agregó. – Estábamos muy
preocupadas por vosotras. ¿Dónde os habíais metido?
-Tuvimos algunas cosas que hacer. – Sonrió Amatista
mirando de forma cómplice a Sandy que le devolvió esa misma expresión. –
-Vamos, no perdáis tiempo, tenemos que sacar algunas
cosas. El laboratorio ha sido afectado. – Les urgió Jen. –
-¿Y las
otras?-Quiso saber Sandy con algo de recelo.-
-Están
dentro, muy ocupadas. Nos necesitan. -Repuso su interlocutora añadiendo con
tintes de premura e incluso inquietud.- Los enemigos podrían venir. Hemos oído
ruidos de disparos hace un momento.
-Es cierto,
Démonos prisa.- Convino Amatista quien no las tenía todas consigo pese a que no
parecía haber nadie por allí.- ¡Vamos!
Las chicas corrieron de inmediato. Empero, Sandy notó algo
extraño, no sabía a ciencia cierta qué, pero algo no iba bien. Entraron, pero
antes de que ninguna pudiera ni darse cuenta la morena compañera de Amatista le
gritó.
-¡Cuidado!
Y sin que ésta pudiera reaccionar su interlocutora la
apartó tirándola al suelo, al instante Sandy fue alcanzada por una descarga de
energía que la derribó dejándola inconsciente. Amatista corrió a su lado
realmente asustada.
-¡Sandy! Contéstame, por favor.
-No te preocupes. No está muerta - le dijo Jen que
desde luego estaba muy tranquila, más aun cuando un grupo de soldados rodeó a
su amiga apuntándola con fusiles láser. – Y no le pasará nada, ni a ella ni a
ti, ni a las otras, si te comportas. Será mejor que no hagas ninguna tontería.
La muchacha miraba en derredor con el gesto
desencajado por la sorpresa. Pudo decir casi con la voz entrecortada.
-Jen, ¿Qué significa esto?
-Significa que sois nuestras prisioneras. – Le contó
su ex compañera dejándola helada. – Lo siento, Justiciera.
Su interlocutora la observaba ahora con
incredulidad. Entonces se percató de un detalle vital. ¿Cómo había sabido que
ella era una justiciera? ¿Quizás habría podido verla luchar junto a Sandy y
transformarse? ¿Podría haberlo supuesto? No lo creía probable. De todas formas
cuando iba convertida en la Dama del Viento el traje poseía un sistema para
evitar que nadie que no las conociera en sus identidades reales pudiera
descubrirlas, pero entonces ¿cómo? Y fue su ahora enemiga la que, tras sonreír
débilmente, le dijo incluso con afable tinte de complicidad.
-Sé muchas cosas acerca de ti y del resto y también
sé que te estarás preguntando muchas cosas. Ojalá pudiera responderte a todas
ellas, pero ni yo misma conozco esas respuestas.
-Pero, ¿por qué? ¿Por qué nos has hecho algo así?-
Pudo inquirir su interlocutora que aún no había asimilado aquello en tanto era
esposada por dos de esos soldados. – ¿Cómo has podido?
-Por el bien superior de todos. – Le desveló esa
chica. –
-¡Por el gran Gralas! El conquistador del universo.
– La secundó uno de los oficiales enemigos que las habían apresado –
-¿Gralas?- Se sorprendió Amatista que creía haber
oído ese nombre alguna vez. – Me es familiar ese nombre. ¿Ese no era?...
No pudo terminar la frase, la obligaron a entrar y
la hicieron sentarse junto a sus dos compañeras. Fue Satory, la que no sin
visible inquietud, le dijo.
-Amatista. ¿Estás bien? ¿Dónde está Sandy?
-La han herido con un disparo. - Pudo decir ésta con
pesar. – Me protegió a mí de recibirlo. Pero. ¿Por qué has hecho esto?- Pudo
preguntar nuevamente dirigiéndose a Jen que ahora estaba junto a ellas
acompañada de dos soldados armados que las custodiaban. – ¿Por qué?...
-Por mucho que tratase de explicároslo no lo
comprenderíais, solo debéis saber que hago esto por el bien de todos.- Insistió
con pesar.-
-Eres muy amable - escupió Amatista ahora con
patente furia. – Recuérdame que te de las gracias cuando te rompa la cara.
¡Perra traidora!
Pero Jen se limitó a mover la cabeza y suspirando,
añadió con tono dolido.
-Tú siempre me caíste bien, Amatista. Por lo poco
que pude averiguar sobre ti, eres una chica enérgica y justa. Aunque orgullosa.
Y no quise que perdieras tu dignidad. Créeme, eso pudo haber ocurrido, si esa
cerdo de Michael hubiera podido llevar a cabo su plan.
-Me dijo algo parecido. Que me quedé dormida en el
gimnasio y tú me despertaste. - Comentó la ahora atónita francesa.- ¿Se puede
saber de qué estáis hablando?
Sin embargo, su interlocutora no respondió a eso y aparcando
el tema cambió de conversación dirigiéndose a Penélope de un modo que parecía
hasta cordial.
-Ahora necesito la clave de la caja de seguridad del
laboratorio.
-¿Y piensas que te la voy a dar? – Sonrió su
interlocutora de forma sardónica. –
Por toda réplica uno de los guardianes apuntó a
Satory con su rifle. Enseguida, Amatista se puso delante de su aterrada amiga y
escupió valerosamente, interpelando a Jennifer.
-¡Maldita zorra!, ¡dile a ese cerdo que me apunte a
mí!
-Me temo que yo no les doy las órdenes. – Replicó
Jen con pesar, para insistir. – Penélope, por favor. No dejes que maten a
nuestras compañeras. Sería inútil.
-¿Cómo te atreves a llamarnos compañeras, perra?-
Aulló Amatista en un amago por levantarse e ir hacia donde ésta estaba. Aunque
enseguida otros dos fusiles apuntándola a ella y a Satory le hicieron
reconsiderarlo y únicamente pudo espetar. – ¡Eres una rata miserable!,
vendernos a un invasor extraterrestre. A uno que quiere acabar con la raza
humana y con nuestro planeta. ¿Qué demonios te ha prometido? ¿Eh? ¿Hacerte
inmortal?
Y para sorpresa e incluso temor en los rostros de
sus antiguas compañeras, Jen se rio, al principio de forma suave, aunque fue
aumentando su intensidad hasta casi doblarse de las carcajadas. Tardó unos
segundos en responder y entonces casi parecía ida al declarar.
-¡Eso es!, precisamente eso es. ¡La inmortalidad!
Pero no será Gralas quién me la de. De hecho, ahora mismo la estoy obteniendo.
¡Al igual que vosotras y ni tan siquiera lo sabéis! ¡Qué ironía! No podéis
apreciar lo que estoy haciendo por todas.
Ahora fue Penélope la que, moviendo la cabeza con
patente asombro y horror, pudo balbucear.
-¡Loca!, estás completamente loca.
-¡Pobres ilusas!- Se sonrió Jen en tanto sentenciaba
con un tono de evidente superioridad. – Llamadme lo que gustéis pero ya os lo
dije, jamás podríais comprenderlo.
-¿Y por qué no nos lo explicas?- Le pidió Amatista
no sin sarcasmo en su voz. - ¿Acaso ese tal Gralas te ha prometido la fuente de
la eterna juventud si le sirves?
-Yo no sirvo a Gralas, ¡estúpida! – Negó ella para
afirmar, dejando atónitas a sus interlocutoras. – Hay un poder que está muy por
encima de él, por encima de todo. Y yo me limito a obedecer sus dictados, como
vosotras, como todos hacemos. Ahora ¡dadme la maldita combinación! – Aulló con
la mirada desencajada en tanto las apuntaba alternativamente con esa
especie de pistola que llevaba. – ¡Vamos!
-Está bien. – Cedió la jefa de laboratorio que sin
embargo, advirtió. – Pero no te servirá de nada, tiene que ser abierta con mis
huellas dactilares y mi reconocimiento de retina.
-No debiste
decir eso. Has sido una ilusa.- Suspiró Jennifer.-
Y es que, al escuchar aquello, uno de los guardianes
hizo un gesto con su fusil para que Penélope se levantase, ésta a regañadientes
obedeció y fue guiada hacia la cámara de seguridad. Amatista entre tanto
abrazaba a una sollozante Satory y le susurraba con dulzura.
-No te preocupes, todo saldrá bien, ya lo verás.
A lo que su amiga solamente asentía sin poder
articular palabra por los nervios y la tensión. Entre tanto, la jefa de investigación
había tecleado la clave y puesto su dedo pulgar sobre una plataforma junto a la
gran puerta de titanio que protegía la entrada de seguridad. Después, miró
directamente a un haz láser que se proyectó desde la misma. Al poco una voz
metálica de ordenador declaró.
-Identificación realizada con éxito. Adelante
doctora Winters.
La puerta se abrió y entonces fue Jen la que indicó
al jefe de los soldados.
-Podéis llevaros la esfera y todo lo que encontréis,
pero recordad que prometisteis respetar la vida de las chicas.
-En tanto nos resulten provechosas – le recordó el
oficial que parecía estar al mando. –
Indicaron a Penélope que retornase a su lugar, pero
ella se las arregló para apoyarse antes en la pared de la cámara, aduciendo que
debía colocarse bien uno de sus zapatos. Lo que ninguno de sus enemigos supo
ver era que la científica tenía cerca un botón oculto que activaba una alarma
silenciosa. Y que, al poco de pulsarla, hizo que las puertas del laboratorio se
sellasen. Ajenos a estos sus captores habían guardado la esfera en una de sus
mochilas de campaña. Jen le indicó a su antigua jefa que volviera a sentarse
recibiendo a cambio una mirada cargada de desprecio. Fue entonces cuando la
chica le espetó a su vez con amargura en la voz.
-No te preocupes, estoy acostumbrada a soportar tus
desaires, Penélope.
-Yo nunca te he despreciado. Al menos hasta hoy. –
Replicó la aludida con una mezcla de asombro e indignación. –
-¿Ah sí? Seguro que también dirás que no me has
ignorado nunca, como las otras. - Replicó la chica preguntando para sorpresa de
la jefa de laboratorio y de las demás. - ¿Cómo me llamo?
-¿Qué te parece, hija de perra traidora?- Terció
Amatista que se ganó una fuerte bofetada por parte de uno de los guardias.-
La muchacha sangraba profusamente por la nariz y el
labio tras recibir tal golpe. Satory sacando un pañuelo se apresuró a taparle
la hemorragia y a limpiarla. Entre tanto, Jen indicó al centinela que la dejase
tranquila, para replicar ahora con un tono más grave e incluso reflexivo.
-No, en serio. ¿Sabéis cómo me llamo?
-Te…te llamas Jen. – Pudo decir Satory con un hilo
de voz agregando casi con tono de súplica. – Jennifer, te lo dije, no podría
olvidarme de tu nombre, es el mismo que el de mi difunta madre.
-Sí. Concedió su interlocutora que, sin embargo,
insistió con cierto tono de visible interés. – Pero ¿cuál es mi apellido?
¿Acaso lo sabes? Yo conozco los vuestros, todos y cada uno. Penelope Winters, Amatista Lassart, Satory Masters y Sandy Ann Wallance,
Pero dime ¿eh? ¿Qué pasa
con el mío?
Ahora sus
ex compañeras se miraban atónitas. ¿Qué demonios trataba de decirles? Como
ninguna contestaba, presas de la incredulidad y la extrañeza más absolutas, fue
la propia Jennifer la que sentenció como si tuviera la explicación que diese
pleno sentido a todo aquello.
-¡No podéis
saberlo porque nunca se ha dicho! ¿Es que no lo veis?
-¿Ver el
qué?- Le inquirió Penélope que cada vez dudaba más de la cordura de aquella
chica. Casi empezaba a compadecerla más que a detestarla. – ¿A qué te refieres?
-Te
apellidas Garrett.- Terció Satory.- Todas lo sabemos. ¿Por qué crees que no?
Al oír aquello Jennifer quedó
estupefacta, las demás vieron como palidecía. La ahora desconcertada chica,
apenas sí pudo balbucir.
-Pero,
pero…esto no era así. Las cosas han cambiado…Vosotras no lo sabíais. Lo repasé,
y nunca se pronunció mi apellido. Quizás le obligué a cambiarlo. Como hice con…
En ese momento el teléfono interno
del laboratorio sonó. Los soldados enemigos se miraron, haciéndole una seña a
Jennifer. Ella enseguida fue a contestar.
-¿SÍ?. ¡Ah,
hola, Clyde! - Sonrió la muchacha.- Sí, estamos bien. Claro. No tardaremos en
arreglarlo todo. Bueno, luego nos vemos. ¿Qué?. Me refiero a vernos tú y
yo…¿Cómo?...-Gimió ella.- No, ¿Cómo que no me conoces?...¡Si tú y yo estábamos
saliendo juntos! -Gritó.-
Sus excompañeras se miraron sin
comprender nada. Aunque Sandy aguzó su oído, era bastante mejor que el de sus
amigas y pudo escuchar la réplica del azorado y desconcertado doctor Adams, que
era quien había llamado.
-De veras,
señorita. No sé quién es usted ni a qué se refiere. ¿Qué está sucediendo?
¿Están bien?
-¡No , no
estamos bien! - Aulló ella.- Y vamos a estar peor. ¿Cómo has podido
olvidarme?...
Incluso los soldados enemigos se
miraron perplejos. El tipo que los comandaba le quitó el aparato de las manos y
escuchó durante unos instantes. Ahora todas pudieron oír el tono de voz entre
atónito y preocupado del doctor Adams.
-No sé de
qué me está hablando. ¿Están todas bien ahí?
-Perfectamente,
doctor. Esta joven ha sufrido un ataque de ansiedad. Eso es todo. Aquí las
cosas se encuentran bajo control..- Replicó ese individuo.-
Colgó de inmediato, agarrando a la
propia Jennifer del cuello para sisear.
-¿Qué era
eso? ¿Un intento de delatarnos?
-No…es una
exigencia. ¡Le quiero de vuelta! ¿Me oyes? Es mío. Me lo he ganado.- Gritó la
chica pese a todo.-
Aunque miraba hacia el techo como si
estuviera hablando con alguien que les observase sin que nadie pudiera
apreciarlo. Hasta el mismo comandante de las tropas de Gralas le dedicó una mirada
entre incrédula y despectiva, soltándola y empujándola contra el suelo.
-Tus amigas
tienen razón. Estás loca.
Pero Jennifer parecía no escucharle,
únicamente musitaba absorta en sí misma.
- ¡Ja,
ja!…le he obligado… yo, le he obligado a él a hacer algo…me lo devolverá.
Sus ex compañeras se miraban sin
saber cómo actuar. Por lo pronto, incluso Amatista había olvidado sus deseos de
ajustar cuentas con esa perturbada. Quizás fuese únicamente una pobre infeliz
que hubiese enloquecido, siendo utilizada por aquellos canallas. Por eso, entre
perpleja y compadecida, le preguntó.
-¿Él?¿Quién
es ese él?
-¿Es que no
lo ves? El que lo mueve todo. El poseedor del Libro de los Días. - Sonrió Jen
como si aquella réplica fuera obvia. – Está aquí, nos observa, sabe todo sobre
nosotros…es más, él dicta quienes somos nosotros.
Ahora su
interlocutora la observaba fijamente, pero no con rabia ni odio, más bien con
tristeza y compasión. Aquello confirmaba lo que había estado pensando. Esa
chica había debido de volverse loca. O quizás esos malditos invasores la
hubieran controlado de alguna forma. Solo eso lo explicaba. Pero antes de que
pudiera añadir nada más, el oficial al mando se dirigió hasta ellas y sujetando
a Penélope del cuello la levantó con visible furia al darse cuenta de lo que
había hecho.
-¡Maldita
perra terrestre, vas a abrir inmediatamente la puerta!
-¡Suéltala!
– Intervino Amatista aunque nada podía hacer al estar esposada con las manos a
la espalda. – ¡Cobarde!
-No te
molestes – le escupió Penélope al oficial. – Esa puerta está cerrada por la
alarma silenciosa que se ha disparado. No podría abrirla aunque quisiera, me
temo que estáis tan encerrados aquí como nosotras.
Preso de la
ira ese tipo la arrojó al suelo y sacó su pistola dispuesto a ejecutarla pero
antes de poder hacerlo recibió un disparo que le atravesó por la espalda
haciendo caer al suelo. Jen apuntó entonces a otro soldado y le disparó a
su vez en tanto exclamaba ante el asombro de sus otrora compañeras.
-¡Nadie
dijo que ellas debían sufrir daño, eso no estaba previsto y no pasará!- Añadió
mirando hacia el techo.- ¿Me oyes? No lo permitiré. Ya es suficiente.
Jennifer pudo recordar hacía un año, cuando fue elegida para embarcar. De hecho,
apenas unas semanas antes, era una simple ayudante, no tenía expectativas
siquiera de encontrar empleo. Estaba deprimida y a punto de renunciar a su
carrera. Cierto día, tras haber bebido demasiado, como de costumbre, estaba
tumbada en el sofá de su apartamento. Hablaba sola, como casi siempre.
-Maldita
zorra de bacteriología. Un aprobado y gracias. Lo mismo que en microbiología. Así
jamás lograré presentarme a ninguna beca. Mejor sería dedicarme a servir copas.
Y a beberme alguna, ¡ja, ja!…
Y se reía ya de su propia amargura. Sin trabajo, sin apenas perspectivas
académicas debido a sus mediocres calificaciones, habiendo roto con su novio
que la engañó con otra muchacha bastante más atractiva y popular. Sobre todo,
habida cuenta de que ella no era demasiado agraciada y había ganado peso por el
estrés y su complicada situación económica. Con unos padres que no podía
pagarle ya los estudios. ¿Qué podría ir peor ya? Aunque guardó silencio cuando de
repente oyó una extraña voz que parecía hablarle desde todas partes y ninguna.
-Pobre Jen,
pero no te preocupes, yo puedo cambiar tu vida.
La muchacha
se incorporó, se notaba aturdida, había bebido demasiado, quizás fuera eso.
Estaría borracha como otras tantas veces. No obstante, aquella voz se hizo más
clara y para su asombro y pavor vio una alta y alargada figura encapuchada
frente a ella. Esa extraña criatura aferraba un grueso libro de color burdeos
entre sus manos, que parecían más bien unas formas oscuras bajo esa túnica.
-¿Quién
eres?- Pudo musitar la chica cuya cabeza, pese a la bebida, comenzó a
aclararse.- ya sé. La Muerte, has venido por mí. ¿No es así?
-Te
equivocas. Soy aquel que tiene el Libro de los Días. En él aparecen las vidas y
el destino de todos los seres. Y también el tuyo.
Jennifer se levantó, aunque tenía miedo pudo decir de forma incrédula ante lo
que veía.
-Estoy como
una cabra. He bebido demasiado wiski esta vez. ¡Oh Señor!, prometo no beber
más.
Por toda
réplica ese extraño ente abrió aquel libro y se lo mostró. La chica se
aproximó. Al principio no pudo ver nada más que una especie de formas difusas
que se condensaban en esas páginas. Luego, atónita, leyó lo que ella misma
estaba pensando. Pero aquel ser le adelantó unas páginas y lo que pudo ver en
ellas la asombró. Más cuando su interlocutor le aseguró con un tono que sonaba
grave y gutural.
-Esto
pasará. Solamente tienes que hacer lo que dice aquí. Y todo lo que alguna vez
deseaste se hará realidad. Si sigues fielmente mis dictados…
La chica no quería creer aquello pero, asombrada, leyó algo que parecían
respuestas a un examen. Incluso tomó un papel y un bolígrafo y las escribió
ante la complacencia de ese individuo tan extraño que le dijo.
-Ahora, cumple con tu destino. Yo te
iré dando las indicaciones a medida que las precises.
Y para
asombro de la muchacha de pronto se encontró sola nuevamente en su cuarto.
Aunque tenía aquel papel con las respuestas y recordaba algunas cosas de las
que había leído. Cuál sería su sorpresa cuando al día siguiente despertó. Creyó
que todo había sido una pesadilla pero a los pocos días se presentó a unos
exámenes de preselección para un proyecto muy ambicioso de la Masters
Corporation y ¡fue admitida! Incluso sus notas mejoraron, los aprobados de esas
asignaturas se tornaron en sendos sobresalientes. Además, su memoria parecía
haberse activado y era como si fuese capaz de adivinar todas las respuestas a
los exámenes que hizo hasta ser seleccionada definitivamente. Además de perder
peso de un modo casi milagroso y ver como día a día, sus rasgos fáciles iban tornándose
cada vez más atractivos.
-Esto es increíble.-
Musitaba llena de emoción y alegría, al contemplar su nueva y esbelta silueta y
su agraciado rostro ante el espejo.-
Y por si
fuera poco, entró en el proyecto de la SSP-1. También conoció a Clyde, el
doctor Adams. Un reputado científico e ingeniero, años mayor que ella, pero
atractivo. Los dos se enamoraron casi al momento. Y encontró a sus nuevas
compañeras, de las que sabía detalles íntimos que la llegaron incluso a asustar.
Pero, lo más importante fue que, tras comprarse una tablet, comenzó a recibir
llamadas telefónicas. Identificó la voz de su misterioso interlocutor con la de
aquel individuo que se le apareciera en su piso. Él le contó gran parte de toda
aquella historia dándole las instrucciones que tenía que seguir. Luego fue ella
misma quién pudo llamarle para consultar cualquier tipo de duda que tuviera. Entonces
le fue ordenado desactivar parte de los escudos y de los sistemas de detección
de la nave. Ni ella misma supo cómo fue capaz. Esos conocimientos le llegaron
por sí solos. Así pudieron entrar las avanzadas de Gralas. Producirse esa
batalla tan cruenta y llegar a esta situación. Pero únicamente cometió un error.
Descubrió demasiado, se implicó en exceso. Comenzó a estimar de veras a todas
esas personas con las que la habían rodeado. Fue advertida de que, si trataba
de abusar de ese poder, lo pagaría. Y ahora ella sabía muy bien cómo tenía que
terminar aquello. Es más lo prefería, por lo menos su vida había tenido un
sentido y podría redimirse. Pensó que tarde o temprano todos tendrían un final,
el suyo al menos sería uno honorable. De modo que levantó su arma de nuevo para
interponerse entre Penélope y las tropas enemigas…antes de que fueran capaces
de responder. Aquello fue como si los hechos transcurrieran a cámara lenta.
Jennifer miró fugazmente a su jefa y le dedicó una afectuosa sonrisa. La mirada
de sus ojos quiso expresar agradecimiento. Por primera vez en su vida había
encontrado un grupo de buenas personas en las que encajar...volvió a apuntar a
esos tipos tratando de disparar...
-¡Adiós!,
amigas, os quise de verdad…- Pudo musitar.-
Por
desgracia para ella, otros dos centinelas fueron más rápidos, contestaron a sus
disparos y la acribillaron. La chica cayó muerta al instante para horror de sus
compañeras. Satory no podía mirar y lloraba de puro terror. Una impactada Penélope
cerró los ojos dispuesta a recibir aquellos disparos, todavía tenía clavada
aquella última mirada de Jen y esas palabras. Los dos centinelas ya las
apuntaban a ellas para ser las siguientes. Entonces alguien, a gran velocidad,
les golpeó a ambos. Únicamente Amatista pudo ver a Sandy en su forma demoniaca
lanzarse contra uno de ellos y romperle el cuello agarrándole la cabeza y
girándosela con ambas manos. Al otro le golpeó con furia en el estómago
haciéndole doblarse por el impacto y tras arrebatarle el arma le disparó a
bocajarro con ella, eliminándole. Cuando sus amigas se atrevieron a mirar
observaron cómo su morena compañera de laboratorio empuñaba un fusil y les
instaba.
-¡Vamos
chicas! Tenemos que llamar pidiendo ayuda para que nos saquen de aquí.
-Recuérdame
que no te haga enfadar nunca más. – Le sonrió Amatista en un vano intento por
mostrase jovial, en tanto Penélope, que había registrado a los guardias,
encontraba la llave de sus esposas y la liberaba. – Gracias…
Sandy le
devolvió la sonrisa y pasó a mirar con lástima y asombro el cuerpo de Jen,
tendido entre aquellos tipos. Luego interrogó a sus compañeras con la mirada y
ellas le resumieron brevemente lo ocurrido.
-No lo
comprendo. – Comentó Amatista con visible estupor. – No entiendo nada. La pobre
chica debió de enloquecer. ¿No crees, Penélope?
- No quiero
hablar de eso. – Pudo decir ésta.- Por favor…déjalo estar.
La otrora
fría jefa de laboratorio reflejaba en su rostro una tensa lucha por no llorar,
ahora que todo parecía haber acabado. Seguía recordando aquella sonrisa de
Jennifer y cómo la miró ésta. Y sobre todo esas últimas palabras, a sabiendas
de que iba a morir por protegerla. ¿Era quizás una forma de pedirle perdón por
algo que se vio obligada a hacer? Ya nunca lo sabría. Únicamente remachó dirigiéndose
más hacia Amatista y Satory.
-Voy a
olvidar lo que hizo. Solamente la recordaré salvándome la vida cuando ese tipo
iba a matarme.
-¡Pobre
Jen! Tuvieron que obligarla de algún modo.- Sollozó Satory apartando la vista
del cadáver de esa infortunada joven.- Tuvo que ser así…
Sus compañeras
asintieron con pesar enjugándose algunas lágrimas. Entonces Sandy se acercó
sutilmente a Amatista y le pidió.
-Voy a
concentrar mi energía para llamar a Leval. Procura que ellas no me vean porque
tendré que transformarme.
Su
compañera asintió y les indicó a Penélope y Satory.
-Chicas.
Vamos a ver si guardamos la esfera en la cámara. Penélope, tú eres la
única que sabe abrirla.
Su jefa
asintió dirigiéndose de nuevo hacia la cámara cuya puerta se volvió a cerrar a
los pocos minutos de activarse la alarma, y entre tanto Amatista le encargó a
Satory que mirase en unas mochilas que estaban en otro recinto anexo al
laboratorio principal. De ese modo dejó sola a Sandy el tiempo necesario. Ésta
concentró su energía volviendo a lucir su demoniaca apariencia una vez más…Por
su parte, Leval había terminado de reducir las últimas bolsas de resistencia.
Estaba algo fatigado pero contento, sintió entonces el aura de Sandy. Sin dudar
se concentró reapareciendo ante la morena científica que, otra vez, presentaba
su aspecto normal.
-¿Qué ha
pasado aquí?- Quiso saber el chico mirando asombrado en derredor. –
-Es largo
de contar- suspiró su interlocutora. – Ahora tenemos que salir, la compuerta
blindada se ha cerrado al activar la alarma silenciosa.
Leval
asintió, ya les preguntaría después. En eso retornaron Amatista, Satory y
Penélope tras haber dejado todos los objetos de valor en la cámara. Cuando el
muchacho vio a su novia la abrazó y ambos se besaron largamente mientras las
otras chicas sonreían. Penélope, Sandy y Satory les dejaron esos momentos de
intimidad y después fueron hacia el muchacho y le preguntaron por la situación
del resto de la nave.
- Vamos a ver. Estad tranquilas - le respondió el
muchacho por orden a cada una, haciendo un conciso resumen de la situación. -
Estamos bien, pero sí, la nave ha quedado muy dañada. Por fortuna la
mayor parte de esos desperfectos se han producido en construcciones de
viviendas que podrán repararse sin problemas. Los sistemas de soporte vital y
el núcleo del reactor de fisión están intactos. Desgraciadamente tenemos que
lamentar muchas bajas entre miembros del ejército y población civil. Al menos,
la mayoría de los habitantes y de la tripulación están perfectamente. Y la estructura protectora del casco, por lo que
hemos comprobado hasta ahora, vuelve a estar operativa al cien por cien,
gracias a Dios. - Inevitablemente miró a Sandy cuando hizo este último
comentario, pero ella sonreía con el mismo alivio que el resto. -
-¿Sabes algo de Mazoui? - Preguntó Satory sin poder
disimular su preocupación. -
- Tranquila, está perfectamente, se estaba ocupando
de terminar con las últimas bolsas de resistencia que quedan dentro - repuso el
joven oficial que volvió a animarlas. - Bueno, ¡manos a la obra! , llamaré a
unidades sanitarias para que se acerquen hasta aquí y luego a mi superior para
informarle.
Leval avisó efectivamente a los refuerzos y luego a Freejar que ya había vuelto
con su escuadrilla, la victoria era total sobre el enemigo. El mayor se puso en
contacto con él transmitiéndole la orden de que volviese a la base. El chico le
pidió un poco de tiempo hasta solucionar unas cosas. Su superior se lo
concedió. Tras abrirse las puertas fue junto con su primo a ver a las chicas. Al
fin todo estaba controlado y en el laboratorio ellas descubrieron aliviadas
que, a parte de los forcejeos y algunos disparos en algunas estructuras, nada
esencial estaba dañado. Lamentaron profundamente la muerte de Jennifer y tras
tener un momento de calma pusieron al corriente de las extrañas palabras de esa
pobre chica a sus amigos. Los dos se quedaron tan desconcertados como ellas
mismas.
-Lo decía
con total convicción. Quizás estuviese bajo los efectos de algún tipo de
sugestión.- Elucubró Amatista.-
-Mazoui ¿tú sabes a qué pudo referirse esa chica?-
Le interrogó Leval.
-No lo sé. – Admitió éste moviendo la cabeza. – El
caso es que eso del Libro de los Días me es familiar pero no logro recordar
porqué. Pero me suena a algo o alguien de otra dimensión. Si no se trata de ese
tal Gralas. Posiblemente sea algún ser muy por encima de nosotros. Pero no
tengo ni la menor idea. – Se lamentó para suspirar.- ¡Ojalá el tío Tom estuviese
aquí!, seguro que él lo sabría.
Leval se quedó pensativo. A él por su parte ese
nombre de Gralas le era muy familiar pero no lograba recordar porqué. Al final
decidieron olvidarse de aquello. La amenaza por suerte estaba conjurada y en lo
relativo a Jen seguramente esa pobre muchacha en algún momento habría perdido
la razón. Aunque al menos, al final, sacrificó su vida por las de sus
compañeras. Eso, tal y como afirmó Penélope, sería lo único que recordarían.
-Para el
resto de la nave ella murió heroicamente para salvarnos.- Afirmó aleccionando
al resto que convino en ello con un emotivo asentimiento, en tanto la doctora
Winters remachaba con la voz tomada por el pesar. - Descansa en paz, Jen…
Y los días pasaron con rapidez, todos trataron de
reponerse y volvieron al trabajo y a la vida cotidiana. Tan pronto como pudo
Amatista fue al hospital a ver a Ginger.
-Hola- le sonrió afectuosamente en tanto dejaba unas
flores en agua, cerca de la cama donde estaba postrada la chica.-
-Hola, Amatista. – Susurró ella apenas tratando de
sonreír.- Veo que al final lograsteis vencer.
- Lo logramos todos.- La corrigió su amiga
sentándose junto a la convaleciente en el borde de la cama.- Tú también.
-Yo no hice nada. Y ahora podré hacer aún menos.
Siempre fui una perdedora.- Sollozó la chica tratando de mirarse a aquella zona vacía que tenía bajo las sabanas
desde las rodillas.- Supongo que siempre lo seré.
- No digas eso, no es verdad.- Rebatió Amatista que
añadió emocionada a su vez.- Hablé con algunos profesores de esa escuela y me
contaron que tú llegaste corriendo para advertirles. ¡De no ser por ti muchos
niños y niñas habrían muerto, Gin! Les salvaste la vida. ¡Eres una heroína!
Su interlocutora lloraba silenciosamente ahora, y
tardó unos instantes en poder replicar, con tono dubitativo.
-Apenas si recuerdo nada. Corría y de pronto esas
ráfagas de luz, y las explosiones. Cuando quise darme cuenta estaba volando por
el aire, y caí. Entonces ni siquiera sentí dolor. Luego, cuando finalmente
desperté aquí, tras los efectos de los calmantes me lo dijeron. ¡No tengo
piernas!…- Sollozó ahora con una mezcla de horror y desesperación.- Amatista no
tengo piernas…Menuda karateka voy a ser, ¿eh?- remachó haciendo un amago de
sonrisa irónica y amarga.-
Su
amiga no podía evitar llorar, pese a intentarlo con todas sus fuerzas. Le dijo
conmovida pero al tiempo tratando de resultar animosa.
-Un amigo mío es médico, de los mejores que hay. Ha
estado tratando de ayudarte.
-Sí, vino a
verme, es guapo. - Repuso ahora Ginger permitiéndose esbozar una leve sonrisa.-
Me pinchó con unas cuantas inyecciones y me dio a beber una especie de papilla,
me dijo que confiaba en que aquello me iba a ayudar, pero que llevaría tiempo.
Yo solo sé que mis rodillas es lo único que aun puedo enseñarle…si quiero ligar
con él. Ja, ja…No es mucho, ¿verdad?
Incluso
a su pesar, y entre lágrimas de compasión por su amiga, Amatista se sonrió con
ese último comentario, pese a todo algo le sonaba extraño. Ella no recordaba
haberle visto rodillas a Ginger cuando trató de contenerle la hemorragia.
Posiblemente la pobre chica ni sabía hasta donde llegaba el alcance de su amputación.
-Te pondrás bien, y cuando salgas iremos a tu
cafetería, y nos invitarás a un buen café. Me lo prometiste.- Le dijo
suavemente y con toda la dulzura que pudo, para agregar.- ¡Ah! Y no busques
excusas para no acudir a verme cantar. Porque te dedicaré alguna de mis
canciones.
-Eso no me lo perdería por nada.- Sonrió su
interlocutora que parecía estar más alegre pensando en eso.- Gracias…
Y
tras estar un rato más con ella charlando de varias cosas Amatista se despidió,
tenía muchas cosas que hacer ahora, entre reconstruir el laboratorio, suplir
junto a las otras la baja de Jennifer y ensayar para su actuación. Porque desde
luego que por nada del mundo ni del universo entero la cancelarían. Esos
malditos asesinos de Gralas no les quitarían eso. Es más, algunas de las
canciones de Amatista sonaron durante la batalla y en otras ocasiones, para
reforzar la moral y la determinación de todos.
-Lucharé con todos los medios a mi alcance. Y puede
que , en este momento, mis canciones sean un arma más eficaz que mis poderes
como justiciera.- Se dijo la joven, plena en esa determinación.-
Por otra
parte el planeta visualizado gracias a la esfera ya era más claro en el
espacio. Aunque estaba aún lejos todavía, se prepararon las sondas de rigor
para analizarlo. A paso lento y trabajoso todo había vuelto a la normalidad.
Las obras de reconstrucción se efectuaban a muy buen ritmo, nadie quería decaer
en su esfuerzo. Todos se arengaban mutuamente, con la noticia de la gran
victoria sobre el enemigo las gentes recobraron los ánimos con mayor rapidez. Ahora
comenzaba a extenderse una especie de orgullo compartido por formar parte de la
tripulación de la nave. Como si, tras tantas batallas y complicaciones, el carácter
de todos se hubiera forjado.
-¡Somos indestructibles!- llegó a declarar el
contralmirante Spar en una arenga.
Y
una de las canciones que Amatista versionó, y que elevaron asimismo todavía más
la moral de la tripulación, fue esta…
Lo gritaste bien alto,
pero no puedo oír una palabra de lo que dices.
Estoy hablando en voz alta, sin decir mucho.
Soy criticada, pero todas tus balas rebotan (ricochet)
me derribas, pero me levanto (shoot down).
pero no puedo oír una palabra de lo que dices.
Estoy hablando en voz alta, sin decir mucho.
Soy criticada, pero todas tus balas rebotan (ricochet)
me derribas, pero me levanto (shoot down).
No había prácticamente nadie en la nave
que no la escuchase adoptándola casi como un himno para todos ellos. Resumía a
la perfección por lo que habían tenido que pasar.
Soy antibalas, nada que perder, dispara, dispara (fire away).
Rebotan, tienes la mira puesta, dispara, dispara.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio…
Rebotan, tienes la mira puesta, dispara, dispara.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio…
Los pilotos, los operarios, los civiles y
cualquiera compartían aquella sensación. Henchidos de orgullo y sintiéndose capaces
de superar cualquier prueba, por dura que fuese.
Liquídame, pero eres tú la que tendrá más que perder,
ciudad fantasma y amor encantado.
Levantas la voz…
(sólo) palos y piedras pueden romper mis huesos,
estoy hablando en voz alta, sin decir mucho.
ciudad fantasma y amor encantado.
Levantas la voz…
(sólo) palos y piedras pueden romper mis huesos,
estoy hablando en voz alta, sin decir mucho.
La propia Amatista sentía como si una
tremenda energía brotase de ella cuando cantaba en el estudio de grabación. Era
como entrar en trance.
Soy antibalas, nada que perder, dispara, dispara.
Rebotan, tienes la mira puesta, dispara, dispara.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio,
soy de titanio, soy de titanio.
Rebotan, tienes la mira puesta, dispara, dispara.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio,
soy de titanio, soy de titanio.
Piedra dura,
la ametralladora disparando a los que corren,
piedra dura, como cristal antibalas.
la ametralladora disparando a los que corren,
piedra dura, como cristal antibalas.
Me derribas, pero no me caeré, soy de titanio,
me derribas, pero no me caeré, soy de titanio,
me derribas, pero no me caeré, soy de titanio,
me derribas, pero no me caeré, soy de titanio.
me derribas, pero no me caeré, soy de titanio,
me derribas, pero no me caeré, soy de titanio,
me derribas, pero no me caeré, soy de titanio.
Soy de titanioooooooo
Aaaaahh
Soy de titanioooooooo
(David
Guetta -ft. Sia - Titanium – Titanio, crédito al autor)
Cuando terminaba de cantar, Amatista estaba agotada,
pero llena de una inexplicable sensación de euforia y determinación. Así, el
día del aniversario se acercaba. La fiesta pese a todo seguía en marcha, era
una forma de recuperar la moral de la población. Efectivamente, en sus escasos
descansos del trabajo, Amatista había estado ensayando y ya tenía
definitivamente preparadas esta y otras canciones. Por fin llegó el gran
día. Además de ese espectáculo se concederían medallas y condecoraciones
a muchos héroes civiles que se sacrificaron o lucharon por proteger la nave.
Entre ellos a Ginger Reinosa. Aunque antes de que diera comienzo el festejo,
Leval y Mazoui, a petición de sus mandos junto a Giaal, se dirigieron a la
enfermería de la base para interrogar al prisionero que ya estaba casi por
completo recuperado. Descubrieron que era un humanoide de una raza llamada
Arcoily. Él mismo se hizo llamar así omitiendo cualquier otro posible nombre.
-No tenemos
nombres, como los humanos los usáis. Somos Arcoily.- Repetía obstinadamente.-
-Si te
somos sinceros, nos importa un bledo como te llames.- Contestó Mazoui.-
- Contesta.- Inquirió Giaal que fue el primero en
preguntarle. - ¿Quiénes sois y por qué nos atacáis?
- Somos siervos del gran Gralas, amo de la galaxia.
Y esta vez no podréis impedirnos la victoria. Ni tendréis la fortuna que
disfrutasteis en vuestro planeta. ¡Malditos terrícolas! - repuso el humanoide
con un tinte de complacencia. -
- Ese nombre...- pensó Leval que, tras darle muchas
vueltas a la cabeza, añadió recordando al fin con asombro. - ¡Lo conozco! Claro,
fue ese nombre el que oí a mi padre e incluso a mi tío Lornd cuando yo era un
niño. Me contaban historias acerca de un malvado tirano espacial...y de las
luchas que mantuvieron en la Tierra. Pero yo creí que sólo eran cuentos
para entretenerme.- Remachó enjugándose de la frente un poco de sudor.-
Lo cierto es que Leval notaba bastante calor, seguramente serían las
condiciones del cuarto, quizás por el prisionero. No le dio más importancia y
escuchó a Giaal añadir mientras miraba al preso con escasas simpatías.
- Sí, soldados de ese mismo bastardo mataron a mi
padre, menos mal que pudo resucitar.
El orgulloso Arcoily no prestó atención a ese último comentario. Se dirigió por
el contrario a Leval, manifestándole con una curiosa combinación de profundo
respeto y hostilidad.
- Tú eres un saiyajin y, por lo que veo,
descendiente directo de los que crearon tantos problemas a mi amo.
- Si tú lo dices.- Sonrió el muchacho sintiéndose
orgulloso de ello para añadir con impaciencia. -Pero aún no has respondido a la
pregunta, ¿por qué nos atacáis?
- Nuestro amo quiere dominar el universo y para eso
destruirá a todo aquel que pueda ser una amenaza para su poder.- Les reveló
Arcoily. - Pensábamos volver a la
Tierra y liquidar a todos sus
habitantes de una vez por todas. Vengarnos por las derrotas que tu padre y los
demás nos infringieron en el pasado. Pero vuestra nave se cruzó en nuestros
planes.
- ¡Claro! - intervino Mazoui afirmando con tono muy
perspicaz. - Así que, como calculasteis que éramos muy poderosos, decidisteis
acabar primero con nosotros. A ser posible por sorpresa. Quizás nos tomasteis
por una fuerza avanzada que os podría detectar antes de tiempo.
- Exactamente. Recibimos órdenes de destruiros antes
de que fueseis capaces de construir más ingenios como estos y propagaros como
una plaga por el Cosmos. - Asintió Arcoily añadiendo esta vez con respeto. –
Además, veo que no sois tontos. Una pena que seáis enemigos nuestros. La de
mundos que podríamos dominar juntos.
- Lo siento, no nos interesa...- repuso
indiferentemente Mazoui.-
Aunque ahora miró extrañado a su primo. Éste hacía
rato que sudaba bastante para la temperatura tan agradable que tenía el cuarto.
- Bueno, basta de rodeos. Habla. ¿Hay muchas naves
más como la nodriza que destruimos? - Preguntó Leval, que comenzaba a dar la
impresión de respirar dificultosamente, hablando entre leves jadeos. – Y si hay
más. ¿A qué distancia?
-¡Eso no os lo diré! - Espetó Arcoily clavando en él
una mirada llena de desafío. -
- Tenemos medios para obligarte - sonrió Mazoui de
forma ladina. -
- ¡Ja, ja!- Rio el cautivo divertido para
rebatir con seguridad. - No lo creo, he estudiado vuestras absurdas normas de
comportamiento con los prisioneros. ¡Vuestro código moral es patético! No
podéis torturarme, ¡es ridículo! Pero, desde luego, me alegro de ello.
-¿Quién ha hablado de tortura, amigo? Además, yo no
soy oficial de esta nave y puedo hacerte lo que me venga en gana, los humanos
no sabrían detectarlo.- Sonrió Giaal de forma malévola, lo que hizo ponerse
nervioso a Arcoily. -
-¿De qué estás hablando? ¿A qué te refieres?,- le
inquirió el prisionero con visible inquietud. -
- Ya lo verás. Yo sé de cosas que a vuestra
raza no le gustan absolutamente nada… - Repuso éste con un tono de misterio y
malevolencia que sus sorprendidos amigos nunca le habían escuchado.- Y siendo
un esbirro de Gralas, como los que mataron a mi padre, será un auténtico placer
hacértelas…
El aludido se removió en su asiento pero fue sujetado de inmediato por Mazoui,
aunque la atención de éste seguía enfocada en su primo, el sexto sentido
que poseía le decía que algo en Leval no iba bien.
- Si me disculpáis estoy un poco cansado y el concierto
de Amatista comenzará en pocas horas. Le prometí que asistiría - dijo
precisamente su primo, secándose el sudor - voy a echarme un rato...
-¿Estás bien, Leval? - Le preguntó Mazoui que
comenzaba a preocuparse. - No es propio de ti cansarte de esta manera.
- Han sido unos días muy ajetreados,- repuso
él sin darle importancia - quizá sea más mental que físico, quiero tener
buena cara cuando la escuche. Además, algo importante me ronda por la cabeza.
-¿Podemos saber qué es?- le preguntó Giaal. -
- Aún no, son cosas muy personales, pero lo sabréis,
si es que me decido.- Sonrió él de modo jovial, dejándoles intrigados. -
Aunque Arcoily se sonrió de forma ladina eliminando
ese gesto en cuanto sus captores volvieron a centrar su atención en él.
Entonces ese individuo pareció transigir declarando.
-Podría daros alguna información. Solo si prometéis
no dejar a este ser interrogarme. – Remachó haciendo alusión a Giaal.-
- Si lo que nos cuentas es de valor, te lo prometo.
– Le respondió Mazoui con tono algo más condescendiente.-
Leval entre tanto se marchó de la sala y se dirigió a su cuarto a tumbarse un
poco. En las últimas horas se había sentido algo raro, aquello era nuevo para
él. Jamás había estado enfermo pero no le daba demasiada importancia. Había
estado sometido a mucho esfuerzo y tensión y usó bastante energía en la
batalla. Aunque ya habían transcurrido algunos días y él pareció recuperarse
tan bien como de costumbre. Pensó en comerse una alubia, lo hizo pero apenas
mejoró. Lo que le aquejaba no era sólo un cansancio físico.
-Como diría el mayor Freejar. Me estaré haciendo
viejo.- Se dijo con humor restándole importancia a aquello.-
Se echó en su cama y durmió unas pocas horas.
Su primo y su amigo por su parte,
dejaron por un momento al prisionero bien custodiado. Tanto ellos como el resto
de amigos y compañeros de Amatista no querían perderse su recital. Las chicas
estaban ya en la sala cuando llegó Mazoui. Giaal llegó acompañado por Susan con
la que últimamente pasaba mucho tiempo.
-Va a ser un concierto realmente para recordar.-
Comentó la alférez Hunter, quien vino al fin elegantemente ataviada con ese
vestido verde de dos piezas que no pudo lucir la ocasión anterior.-
-Desde luego, nunca olvidaré lo elegante que estas.
No sabía que vuestro uniforme de gala fuera tan bonito.- La elogió el alien.-.
La
chica se rio, a buen seguro que el pobre Giaal había tratado de ser amable,
siguiendo esos “protocolos humanos” como muchas veces los denominaba, y que
tanto se esforzaba por aprender.
-No, es un vestido mío.- Contestó ella con una
mezcla de jocosidad y rubor.- No tiene nada que ver con el uniforme. Hoy no
estoy de servicio.
-Creo que tú siempre estás de servicio, como todos nosotros.
Pero hoy es un día para que celebremos todo lo que nos une.- Declaró el alien.-
Susan no podía estar más de acuerdo con eso. De
hecho, todos los mandos principales y autoridades civiles de la nave asimismo
estaban presentes, se habían reunido en una gran sala con un escenario. En
medio de una estruendosa ovación se procedió a la entrega de medallas a los
héroes de la defensa de la nave, incluyendo una a título póstumo para Jennifer
Garrett.
-Quizás en el fondo sí que la merecía.- Comentó Satory
a Penélope que únicamente bajó la mirada.-
Sandy
estaba también allí, aunque no quiso significarse. Amatista llegó a insistirle,
merecía esa medalla tanto como el que más. Aunque la morena científica le
susurró algo que convenció a su amiga.
-No puedo aceptarla por la misma razón por la que tú
no saldrás a recoger la tuya, porque tendrían que condecorar a la Dama del
Viento.
Hubo
desde luego testimonios de personas salvadas por ella, que dieron la
descripción de esa justiciera. Aunque oficialmente se dijo que bien pudo haber
sido alguna imitadora. Nadie creía que esa luchadora por la justicia estuviera
allí. También era un misterio la identidad de la otra mujer que la acompañaba.
Al menos, Sandy tuvo la suerte de que ninguno de los que había salvado estuviera
cerca de ella para reconocerla.
-Por una parte es injusto, aunque por otra, prefiero
vivir tranquila y disfrutar de mis amigos antes que recibir cualquier tipo de
condecoración.- Se decía la morena científica.-
A su vez, Ginger asistió con sus muñones vendados
bajo la rodilla y dos muletas que la sostenían. Fue la propia Amatista quién le
prendió la medalla en la chaquetilla que lucía y le dio dos cariñosos besos y
un abrazo.
-Hoy te dedicaré alguna de mis canciones, como te
prometí.- Le sonrió cariñosamente a esa chica.-- Te lo mereces.
-Gracias… -Repuso ésta que le devolvió el gesto para musitar.- Significa
mucho para mí.-
Amatista le guiñó un ojo y volvió a su camerino. Tras
completar ese acto todo estaba ya preparado para que ella tomase el
protagonismo. Y el interés y la expectación crecían en el estadio, cuando ya faltaban
pocos minutos para que la intérprete actuase. La joven aguardaba nerviosa, dándose los
últimos retoques al maquillaje y al vestido.
-Esto va por todos vosotros, Por lo que ya no estáis,
como tú, primo Granate, o por los que nos esperan en casa, papá, mamá, amigas, tíos
y primo Coraíon…- recordó entre otros.-
Mientras tanto, Leval se había despertado y se
sentía mejor, tenía un ligero aturdimiento pero eso era todo, quizá había
necesitado dormir.
-He debido de perderme la ceremonia de condecoración
a los civiles.- Se dijo con pesar.-
Aunque ya no había remedio para eso. Por ello se
dirigió hacia el lugar del concierto. Pero antes quiso pasar por la celda
especial del prisionero, iba a intentar sacarle alguna información más cuando
descubrió las puertas de la celda destruidas, a los guardias eliminados y a
Arcoily apuntándole con un fusil láser.
- Lo siento, pero creo que ya es hora de marcharme.-
Declaró el extraterrestre disparando a Leval que desvió el rayo sin problemas.
-
- Si pretendes eliminarme a mí con eso vas listo.
Como tú mismo dijiste, soy un saiyajin - respondió él en tono seguro y hasta
desdeñoso. –
Ahora
fue Arcoily quién esbozando una sonrisa pérfida anunció.
- Entonces tendré que recurrir a mis propios
métodos. Lo que realmente me complacerá mucho más.
Y arrojando el fusil, comenzó a emitir una gran
energía que hasta entonces había ocultado
atacando a Leval.
-¡Tú lo has querido! - Gritó éste transformándose a
su vez en súper guerrero en cuanto se sobrepuso a la sorpresa. -
Ambos lucharon, Arcoily tenía mucha más fuerza de lo que a priori parecía.
Leval así lo notó y el extraterrestre le desveló no sin regocijo.
- Antes estuve herido y después no quise desplegar
todo mi poder hasta recuperarme, ansiaba enfrentarme mano a mano con un saiyajin.
- Pues has cometido un grave error. Y será el último
si no te rindes. - Le aseguró el chico secándose la frente que, para su
extrañeza, tenía perlada de sudor sin apenas haber hecho un esfuerzo
importante. Aunque le espetase a su rival. – ¡No tienes nada que hacer!…
No obstante, Arcoily no estaba dispuesto a claudicar y el combate prosiguió,
intercambiaron golpes a gran velocidad, pero Leval comenzaba a acusar cada vez
más el esfuerzo. Eso le parecía extraño pues, pese a todo, el enemigo no tenía
tanta energía como para poder inquietarle seriamente. Y sobre todo se
sorprendió preocupándose más aun cuando su rival entre risas maliciosas le
dijo.
-Veo que ya te está empezando a hacer efecto el
regalito que te dieron.
-¿A qué te refieres?- Le preguntó el chico
esquivando ahora un puñetazo. -
-Un pequeño dardo no parece gran cosa para un
guerrero del espacio…, pero si lleva cierto virus. Je, je… algún antepasado
tuyo te podría haber hablado sobre ello.- Remachó en tanto le lanzaba una
descarga de energía. -
Leval no tuvo tiempo ni de meditar esas palabras,
esquivó de la mejor forma que pudo y contratacó con un rayo lo bastante potente
como para atravesar el pecho de su enemigo que cayó muerto en el acto. Jadeando
por el esfuerzo maldijo que esas paredes fueran aislantes de energía y tan
resistentes, por lo menos si Giaal o Mazoui le hubieran sentido habrían podido
capturar vivo a Arcoily. Y sobre todo haberle preguntado por esas últimas
palabras ¿A qué se refería? Entonces recordó haberse quitado un pequeño dardo
que le clavaron durante la lucha. Aunque no había sentido nada durante días.
Quizás si llevaba impregnado algún virus éste habría necesitado ese tiempo para
incubarse. Dejó de pensar en ello y volvió a su estado normal. Estaba demasiado
cansado y se sentía mal, no por haber sido herido, eso se arregló de inmediato
con otra alubia, sino por una extraña debilidad que cada vez se adueñaba más de
él. De todas maneras ahora debía ir al concierto de Amatista, era muy
importante para ella tenerle allí, y se lo prometió. Pasó por su cuarto se
duchó y se dirigió para allá inmediatamente. Intentó transportarse cerca, pero
no podía concentrarse. De todos modos, lo pensó mejor, no sería de buen gusto
aparecer de repente, así que tuvo que tomar un deslizador para llegar en tanto
se notaba cada vez más fatigado, sudaba y la cabeza comenzaba a darle vueltas.
-Maldita
Sea.- Pensaba con creciente preocupación.- ¡Ahora no!…ese maldito virus no
podrá conmigo…
Entre tanto, Mazoui miraba preocupado su reloj, el resto de amigos también lo
hacían. La muchacha que había empezado hacía ya largo rato a cantar, también
estaba preguntándose qué le pasaría a Leval. ¿Por qué no estaba ya allí? Pese a
esa desazón su recital estaba siendo bueno hasta entonces. Quería darlo todo
por sus amigos y el resto del pasaje. Aunque precisamente por aquellos
pensamientos le faltaban parte del sentimiento y la pasión que solía desplegar.
¿Dónde estaba el hombre al que amaba? Él le prometió compartir aquellos
momentos. Ella quería dedicarle sino todo el recital, al menos una canción. Por
fin, sus plegarias interiores fueron escuchadas. Una puerta se abrió
silenciosamente al fondo de la sala y al mirar hacia allí el rostro de Amatista
se iluminó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)