domingo, 6 de marzo de 2011

GWG 35.122.Sueños reveladores.



Mazoui reclinó a Leval sobre la cama para administrarle la siguiente dosis, éste movía bruscamente la cabeza, parecía agitarse ahora en un sueño intranquilo. Con paciencia, su primo esperó hasta que dejó de moverse por unos instantes y le dio de beber la medicina. El paciente pareció calmarse y pasó a dormir tranquilo.



-Tienes que recuperarte, amigo mío. -Le dijo con tono suave y afectuoso.- Más que un primo para mí has sido como un hermano. ¡Lucha! Eres hijo de guerreros. ¡No puedes rendirte!



Y le transmitió un poco de su energía curativa. Eso se había mostrado ineficaz contra el virus, pero quizás le vendría bien a su cuerpo dado que, junto con esa medicina, tendría mucho que batallar para vencer a la enfermedad. Mazoui se quedó así con él durante más de una hora, recordando algunos entrenamientos que hizo con Leval desde que se conocieron, bajo la tutela del padre de ese muchacho. Precisamente Roy se había alejado un momento a traer el coche y ambos conversaban aguardándole.



-Esto es agotador.- Suspiraba Leval tras concluir por ese día.-



            Los dos estaban sentados en una piedra, a las afueras de la ciudad, en aquel páramo que solían emplear para su adiestramiento.



-Pues para que lo digas tú.- Sonrió Mazoui.-

-Hasta ahora jamás me había tenido que emplear tan a fondo. Es como descubrir una parte de mí que jamás había experimentado.- Le confesó su primo, añadiendo con algo de malestar.- ¡Ojalá mi padre me lo hubiese contado antes.-

-Tu padre no quiso contártelo antes y tenía una buena razón. Créeme, lo comprendo. De la misma manera que mi madre quiso mantenerme al margen de mi verdadero origen.

-Sé que su intención fue buena. Pero si hubiese comenzado a entrenar de niño ahora mismo podría tener mucho más poder.- Argumentó Leval.-

-Y a cambio habrás renunciado a  tu infancia.- Le comentó su interlocutor, alegando.- ¡Piénsalo! Toda tu vida has sido alguien normal, que incluso destacaba en sentido positivo, con una hermana con la que compartir vivencias y con amigos. De haber podido entrenar a este nivel o algo similar, ¿Con quién habrías podido pasar el tiempo? Únicamente peleando con tu padre para mejorar.



            Leval se tomó unos instantes para meditar sobre esas palabras, al fin asintió.



-Tienes razón. Por eso mi madre no lo quiso nunca. Deseaba darme la oportunidad de tener una infancia libre de este tipo de presiones.

-La mía hizo lo mismo, por otros motivos. En mi caso, desgraciadamente mi origen es oscuro y terrible. A veces pienso en el sufrimiento que mi madre tuvo que soportar para rehacerse de lo que ese canalla le hizo, luego para tenerme, ser capaz de quererme y criarme. Le debo mi vida en más de un sentido, siempre le estaré agradecido. - Suspiró con tristeza y gratitud a un tiempo.-

-Bueno, todos le estamos agradecidos a la tía Kalie. Tú eres un gran tipo. Supongo que ella, al principio, lo pasaría mal, pero al ver en el hombre en que te has convertido imagino que esos sinsabores se quedarán en nada al lado de lo orgullosa que debe de sentirse de ti. -Declaró Leval.-



Aquello arrancó una sonrisa de reconocimiento de Mazoui.



-Gracias amigo.- Dijo entonces.-



            Y ahora lo repetía. Observando a su primo dormir de modo apacible.



-Tienes que ponerte bien. Echo mucho de menos nuestros entrenamientos de entonces. Y también quiero volver a nuestras ocupaciones de ahora, con las conversaciones que mantenemos. Tenemos que disfrutar también de nuestros amigos. Y tú tienes a una chica maravillosa esperándote.



Y dicho esto guardó silencio durante unos minutos, rogando porque su primo se recuperase. Después avisó a Tracer que vino y le relevó al poco rato.



-¿Cómo está?,- preguntó éste muy interesado. -

- Parece que un poco mejor,- respondió serenamente Mazoui que no dejó de recordarle con hincapié. - Pero ya sabes, dale la dosis sin retrasarte.

- Lo haré, no te preocupes.- Le aseguró su interlocutor , agregando con su compañerismo habitual. -Vete a descansar, lo necesitarás.

- Lo haré. Hasta luego Tracer y gracias por venir. - Le dijo su colega. -

-¿Bromeas, tío?,- rio éste volviendo a su faceta más desenfadada. - ¿Cómo iba a dejar a Leval en vuestras manos? Con lo muermos que sois todos, al pobre le aburriríais hasta dormido.



            Mazoui sonrió y se marchó del cuarto tras posar una de sus manos sobre el hombro de su compañero para expresarle así su gratitud. Su amigo era un gran tipo, por difícil o tensa que estuviera una situación se las arreglaba siempre para arrancarles una sonrisa que relajase el momento. Aquella cualidad era algo muy preciado para un piloto de combate que nunca tenía la certeza de regresar tras salir a la batalla. Y ahora, con la vida de Leval en juego, ese talante optimista y dispuesto a animar de Rick le reconfortaba. Daba la impresión de que todo estaba controlado y que iba a terminar bien. ¡Ojalá fuera así!



-Tú también eres un gran tipo, Tracer.- Pensaba en tanto se marchaba a descansar.- Gracias por tu ayuda, amigo…



El recién llegado entre tanto, sacó una revista y se dispuso a esperar a que tocase la hora de la siguiente toma. La próxima persona que se encargaría de relevar a Tracer sería Penélope. Satory, Sandy y Amatista descansaban durmiendo. Cuando llegó el momento el oficial administró a Leval su medicina.



-Vamos amigo – le dijo en tanto elevaba cuidadosamente la cabeza del convaleciente y le daba de beber. - Tienes que ponerte bien. Nos quedan muchas juergas que disfrutar juntos al grupo de la escuadrilla. Y tienes a una chica guapísima que te espera. Yo no sé si conseguiría que Penny me quisiera tanto como Amatista a ti. Pero te prometo que lo intentaré.- Sonrió como si efectivamente estuviera manteniendo esa conversación con su camarada de armas. – ¡Ya lo verás!, caerá rendida ante mis encantos… al menos eso espero…



Desde luego, no se olvidaba de todas las bromas y ocurrencias que le había gastado a Leval. Este al principio, siendo de un rango inferior, las había tolerado sin una protesta. Aunque Rick nunca se pasó de la raya. Solían ser ocurrencias inocentes y los dos se llevaban muy bien. Fue una lástima cuando trasladaron a Leval y a Mazoui tras su ascenso. Tracer desde luego se alegró por ellos, pero sintió no tenerles ya en su misma escuadrilla. Un día, eso sí, se tomó unas cervezas con Leval estando fuera de servicio.



-¿Qué tal el nuevo destino?- Le preguntaba Rick.-

-Bien, la verdad. Aunque te echamos de menos.- Le dijo su compañero.-

-Pues ¡Cómo serán los de allí!- Se rio él.-

-Mi superior, el mayor Freejar, está como un rebaño de cabras.- Se rio a su vez Su contertulio, aunque enseguida añadió.- Pero en el fondo es buena persona. Como tú, aunque lo disimules con tantas bromas. En eso, te lo aseguro, eres igual a mi padre. O al menos eso es lo que me han contado de él cuando era joven.

-Pues no te le pareces mucho.- Sonrió Rick.-

-Yo salí más a mi madre. Por lo menos, ella me educó desde un punto de vista algo más…

-¿Severo?- Quiso intuir Tracer.-

-No.- Negó Leval con la cabeza.- Más serio, podría decirse. Ella únicamente era severa cuando hacíamos algo que la disgustase. Me refiero a mi hermana pequeña y a mí. Y solía ser ella la más traviesa.



            El mencionar a su hermana le hizo suspirar con melancolía. Rick enseguida le comentó.



-En cuanto volvamos, me la tienes que presentar. Seguro que es muy guapa.



            Eso hizo reír a Leval, Tracer le observó perplejo, comentando con jocosidad.



-¡Oye! Que no soy tan feo. Y puedo portarme bien, no la asustaré.

-No, no es eso.- Sonrió su amigo, desvelándole.- Es que a mi hermana no le van mucho los tíos. Bueno, cuando me despedí de ella tenía novio. Un chico realmente estupendo que se llama Brian. Aunque no sé lo que durará. Ella es…ya sabes…

-¿Tu hermana es gay?- Inquirió Rick a lo que Leval asintió.- Así que le gustan las mujeres.

-Sí, básicamente es eso.- Convino su interlocutor.-

-Problema resuelto, a mí también. ¡Ya tenemos algo en común! - Exclamó.-



            Leval sonrió una vez más, afirmando divertido.



- Eso es algo que mi padre diría. Supongo que en tu casa, también tendrás un padre bromista.



            Aunque Rick movió la cabeza, declarando con un tinte más serio de lo que pretendía.



-Te aseguro que no podrías estar más equivocado. Mi padre sí que era severo a  la hora de educar.



            Y como su amigo le observó entonces con gesto de sorpresa, él enseguida añadió, tratando de sonar jovial una vez más.



-¿Quién sabe? Lo mismo nos cambiaron al nacer… Aunque no creo porque soy unos añitos mayor que tú.

-Al menos físicamente.- Se rio su interlocutor ahora.-

-Es verdad. En el plano mental todavía estoy en la guardería.- Convino él.-



Y los dos volvieron a reír. Rick salió de esos recuerdos cuando sonó la alarma de su reloj. Era la hora, con cuidado incorporó al convaleciente acercando la dosis.



-Bebe un poco, amigo. Y ponte bien pronto. – Le susurró mientras se la administraba.-



Tras hacerle ingerir la medicina Leval parecía dormir un sueño tranquilo. Su compañero suspiró aliviado y llamó a Penélope.



-Es tu turno. No te preocupes…te esperaré aquí. - Se limitó a decirle antes de terminar la llamada.-



El joven pensaba en lo sucedido durante las últimas semanas. Lo cierto es que habían quedado algunas veces, por el momento en calidad de amigos. Rick no podía evitar sentirse atraído por aquella mujer tan inteligente como hermosa. Estaba claro que esa fachada de frialdad y dureza era eso, una impostura. Aquella chica estaba sometida a mucha presión. Era la responsable de la sección científica de la Terraformación. El plan estrella de la misión. Evidentemente Penélope estaría muy centrada en su tarea y no era muy probable que desease interferencias en materia sentimental. Él lo comprendía, de momento, el simple hecho de poder pasar unos ratos agradables con ella le bastaba. No obstante estaba dándole vueltas a la idea de pedirle salir más en serio. ¿Quién sabe? Lo mismo le decía que sí. ¡Ojalá todo fuera bien y lograsen su objetivo. Primero que su amigo se curase, después hallar un planeta donde pudieran llevar a cabo el proyecto principal del viaje y... ¿por qué no? Encontrar la manera de volver a casa. Rick pese a su alegre carácter y su aparente desenfado echaba mucho de menos a sus padres. Aunque tenían sus desacuerdos, sobre todo con su progenitor quien era un hombre chapado bastante a la antigua y con un puesto muy importante en el gobierno.



-Yo siempre fui un chico curioso, nunca pude pararme quieto en ningún sitio. Tuvo gracia, para disciplinarme cuando era un chaval,mi padre me apuntó en una academia militar. Al principio no se lo perdoné, pero luego me acabó gustando.



            Y tanto que fue así. El irreverente joven fue poco a poco absorbiendo el espíritu de camaradería de sus compañeros en esa academia y tomando mucho interés en convertirse en piloto. Entonces se esforzó estudiando y demostrando que era capaz de lograrlo.



-De las pocas veces que he visto algo de orgullo en la mirada de mi padre.- Recordó con algo de amargura.- Aunque enseguida se le pasó. Se limitó a decir que eso era lo que se esperaba de mí.



            Por ello cuando tuvo la ocasión de enrolarse en este viaje no lo dudó. Quería hacer las cosas a su manera, lejos de la supervisión de su progenitor. Aunque  nunca estuvo en sus planes el no poder regresar a casa. Pese a que fuera un riesgo real.



-Bueno.- Meditaba.- Soy un tipo optimista, y es como el chiste del genio.- Le susurró entonces a Leval.- ¿Sabes amigo? Me encontré una lámpara vieja, la froté y salió un tipo vestido de árabe que me dijo. Soy el genio de la lámpara dime que deseas. Y le respondí. Volver a mi planeta desde el lugar del espacio en el que estamos. Y claro, él me contestó… Estáis demasiado lejos, pide otra cosa. Entonces le comenté. Bueno, pues quiero ligar con Penny… Ja, ja…y el mamón del genio me miró y me preguntó muy serio. ¿De qué planeta dijiste que eras?...



Se rio él solo porque su amigo obviamente seguía profundamente dormido. Como siempre Tracer se sonrió susurrándole a Leval una vez más, con su típico tono bromista.



-Lo que pasa es que no lo has pillado. Espero que ella sí que lo haga…



En eso estaba pensando cuando la aludida llegó en pocos minutos, enseguida se interesó por el estado del paciente.



-¿Ha tenido algún cambio? - Inquirió con visible preocupación. –



            Su aparición tomó por sorpresa a Tracer que deseó que esa chica no le hubiera escuchado. Aunque no parecía dar muestras de eso, de modo que enseguida se rehízo de aquel posible momento tan embarazoso y le respondió.



- Por ahora parece que mejora, pero tenemos que estar pendientes de él hasta el final.

-Sí, lo estaremos.- Asintió la muchacha esbozando una leve sonrisa que la embelleció bastante a ojos de él.-



Rick no pudo evitar quedársela mirando. Penélope estaba ahuecando un poco la almohada de Leval y cubriéndole bien con la sábana. Algo en la forma de hacerlo la dotaba de una especie de aureola maternal que el joven descubrió por vez primera. Como si ahora pudiera ver hasta qué punto, debajo de ese envoltorio de fría científica, existía una persona con sentimientos como los de él. Y esa impresión aumentó cuando ella le sonrió más ampliamente para decir casi con tono admonitorio pero cargado de jovialidad.



-No se os puede dejar solos. Si es por ti, el pobre iba a tener un resfriado para cuando se recupere del virus.



            Tracer le devolvió la sonrisa y entonces se atrevió a proponer con un tinte dubitativo e incluso algo temeroso para tratarse de él.



- Oye Penny, sé que quizá no es el mejor momento para pedírtelo, pero cuando esto pase podríamos salir juntos a algún sitio, si no estás muy liada...

- La verdad es que se ha descubierto un mundo nuevo y las sondas que han enviado para analizarlo están empezando a enviar noticias muy alentadoras. Puede que sea el Planeta que buscamos - repuso ella que se sentía aturdida por esa petición. -

- Claro, entonces estarás muy ocupada,- respondió él algo decaído en su tono para musitar.-  Escudos arriba otra vez.

-¿Decías?- Quiso saber la chica que no entendió eso último.-

-No, recordaba un momento de Star Trek.- Se sonrió él.- Cuando atacan la nave y suben los escudos.



            Penélope movió la cabeza. A veces ese muchacho le era realmente incomprensible. Aunque en este caso no tanto como él creyó. La chica había visto esa serie de niña. Y entendió perfectamente la alusión.



- Bueno capitán Piccard - sonrió levemente la chica  que, sin embargo, respondió animando a Tracer. – No los suba todavía. Siempre se puede sacar algo de tiempo para tomar algo...ya veremos… anda vete a descansar.

-¿De veras? - Exclamó él contento con la respuesta de Penélope aunque enseguida bajó el tono de su voz para añadir de forma más reposada pero igualmente jovial.  -Vale, seguro que voy a dormir muy a gusto, ¿no te duermas tú, eh? Que Leval tiene muy poca conversación.



            Penélope movió la cabeza con divertida resignación. ¡Ese chico no tenía arreglo! Pero, a pesar de sus frecuentes bromas y de ese carácter tan alocado que tenía, tan diferente del suyo propio, había demostrado que era un buen muchacho, siempre dispuesto a ayudar a los demás, y no era tan frívolo como parecía. Lo demostró enfrentándose a ese otro oficial, ese estúpido que estaba siempre tratando de interferir en cualquier cosa que hacían y que llegase incluso a acusar a Mazoui y a Leval de traición. Además, su alegría cuando le había dicho que su petición no era imposible hablaba por sí misma. Y lo cierto es que ella apenas si había salido con hombres. En su mayoría fueron de su propio círculo de investigación y trabajo, tan monótonos y aburridos como era ella misma cuando salía de sus obligaciones. Sí que tuvo un novio con el que había avanzado más en su relación, pero tuvo que separarse de él. Ese chico no estaba dispuesto a  ir con ella en la SSP-1. Al contrario, llegó a pedirle que rechazara esa oportunidad. Se vio ante una encrucijada, durante toda su vida había trabajado muy duro para llegar hasta ahí. Finalmente, y aunque le dolió decidió romper con él. Desde ese momento no quiso saber nada más de hombres. No deseaba tener distracciones ni nada que la apartase de sus investigaciones. Para ella eran lo fundamental en su vida. Al menos de momento. Y si el que fue su novio durante años no pudo entender eso, dudaba que nadie más pudiera. Estaba claro que, mientras solo salieron sin compromiso o se acostaron su anterior pareja estuvo a gusto con la relación. Sin embargo, cuando quiso pasar a algo más serio la condición fue que ella tendría que renunciar a sus aspiraciones y él no estaba dispuesto a hacerlo con las suyas. Brent, que así se llamaba, lo bastaba todo en el dinero. Siendo broker en Wall Street, trataba de convencerla que no tenía que dedicarse a investigar tanto. O al menos irse para hacerlo.



-Lo sentí de veras.- Se decía.- Yo quería a Brent, pero también a mi carrera y a mis sueños. Y él no supo entender eso…Lo mismo que mi padre.



No obstante, cuando conoció a este joven oficial la cosa cambió. Ese chico siempre desenfadado trataba de alegrarla y evidentemente se sentía atraído por ella, pero no era un mero deseo sexual. Y con él Penélope se sorprendía a sí misma siendo mucho más accesible. Tracer lograba que ella pudiera relajarse de la gran presión a la que había estado sometida casi desde que se graduó y no digamos desde que se hizo cargo de este proyecto. Ella, una de las discípulas aventajadas del Profesor Tomoe. El insigne científico se ocupó de seguir su trayectoria en cuanto se licenció en la facultad de biofísica y le dirigió en persona su tesis doctoral. Fue él quien persuadió al padre de Satory para que la contratase y la pusiera al frente de aquella misión tan trascendental para el futuro de la raza humana. Hallar otro mundo habitable o lograr que lo fuera, crear un reservorio para el caso de que alguna catástrofe se cerniese sobre la Tierra. Sus palabras habían llenado de orgullo a la chica. El doctor dijo textualmente que, yendo ella, era como si él mismo estuviese presente. Su confianza en aquella aventajada alumna era total. Y consagrada a eso apenas si permitió que sus propios sentimientos aflorasen hasta hacía bien poco. Y aún sentía temor de hacerlo. No obstante, ese muchacho desde luego le gustaba. De todas formas ahora no era tiempo de pensar en esos asuntos, tenía a un amigo por ayudar. Así que no dijo nada más a Tracer  y le sacó con suavidad del cuarto. Eso sí, esbozando una sonrisa bastante más cálida de lo que ella solía. Después, una vez sola, se sentó y tomó la temperatura a Leval, parecía que la fiebre había remitido. Ahora únicamente podía aguardar a que fuera su turno en administrarle aquel remedio a ese pobre chico.



-Vamos muchacho.- Le decía sin saber si el aludido podría escucharla o no.- Hemos trabajado muy duro para conseguirte este remedio. Tienes que ponerte bien. La pobre Amatista no soportaría perderte. Para todos nosotros sería un golpe muy duro. Aquí, somos como una pequeña familia y ya hemos perdido a muchos amigos.



            Y la doctora Winters realmente lo pensaba así. En esa pequeña roca se concentraban las esperanzas, los anhelos y el día a día de miles de personas que debían trabajar juntos y ayudarse para poder sobrevivir, e incluso más que eso, llevar su expedición a buen puerto y quizás lograr el objetivo del viaje.



-Eres alguien muy importante, y no solo por las cosas tan increíbles que puedes hacer. Además, eres un amigo. Y no dispongo de muchos.- Le susurró acariciando con suavidad la frente del chico en tanto tomaba su temperatura.- Así que tienes que conseguirlo…



 Entre tanto Sandy se había levantado ya, ella sería la siguiente. Tras un rápido café se dirigió hacia el hospital. Satory también se despertó y decidió ocupar la espera revisando las noticias de las sondas sobre el nuevo planeta. Según la esfera era un mundo idóneo para sus fines pero quería comprobarlo. Mientras, Mazoui se despabiló a su vez después de dormir seis horas, quiso interesarse inmediatamente por el estado de Leval y se dirigió hacia el hospital. Justo entonces Sandy fue a relevar a Penélope que le había dado ya su dosis al paciente. Ambos coincidieron en los pasillos. Juntos entraron en la habitación.



-¿Qué tal sigue?- Preguntó Sandy.-

-No hay cambios , se mantiene estable.- Les notificó la doctora Winters.-

-Muchas gracias, Penélope, ya nos ocupamos nosotros. Ve a descansar.

-Gracias, me hace falta.- Admitió ella..



 De modo que, tras darles el relevo Penélope se marchó. Sandy se sentó al lado de Leval y Mazoui acercó otra silla para sentarse a su vez junto a ella.



-¿Por qué no te vas a descansar?- le propuso amablemente Sandy. - Tú ya estuviste antes. Yo me quedare con él.

- Ya he dormido, gracias, y sabes que nosotros nos recuperamos mucho más rápido que la gente corriente - rehusó Mazoui, admitiendo. - He querido venir a ver como evolucionaba. Parece que todo va bien. Gracias a Dios que no nos hemos equivocado.

- Sí, ¡menos mal! - Suspiró ella visiblemente aliviada deseando. ¡Ojalá se ponga bien pronto y él y Amatista puedan ser felices. – Lanzó otro nuevo suspiro, esta vez más escéptico y teñido de un poso de tristeza para agregar. - ¡Ojalá nosotros también podamos serlo alguna vez!

- Estoy seguro de que lo seremos,- aseguró Mazoui con optimismo. - Aún no hemos conocido a la persona  adecuada, pero sé que lo haremos.



             La chica le miró con esa misma esperanza, de hecho ella sabía quién debía ser la persona adecuada para Mazoui. Ojalá que aquel muchacho también lo descubriera pronto. Sin embargo, quizás no la hubiese para ella misma.



-No sé.- Le comentó la muchacha.- Tras todo lo que tuve que pasar tengo mucho miedo de entablar una relación.

-Puedo entenderte, de veras.- La animó Mazoui, alegando con un talante más optimista.- Pero seguro que habrá alguien ahí, esperando por ti.

-¿Y que cuando descubra cómo soy,  no salga corriendo? - Suspiró irónicamente ella bajando la cabeza.-

-No.- Rebatió afectuosamente el joven.- No todos son así.

-Leval y Amatista son personas fuera de lo común. ¿Sabes? Poco antes del ataque enemigo le desvelé a esa muchacha mi verdadero aspecto. Y se sobresaltó, claro. Eso es entendible. Pero me dejó hablar y me aceptó.

-Claro. Ella sabía cómo soy yo. No le tomó de sorpresa.- Convino Mazoui.-

-¡Ja, ja! - Se rio Sandy ahora, para recordar divertida.- Me dijo que lo que más había temido era que quisiera insinuarme con ella.

-Digamos que tuvo alguna que otra mala experiencia en ese sentido.- Comentó el chico sin querer ahondar más, para añadir.- Pero ya te lo dije, una vez que sea tu amiga, Amatista siempre lo será. Es cabezota pero noble.

-Sí, desde luego que es ambas cosas.- Afirmó Sandy añadiendo ahora con más inquietud.- ¡Ojalá que Leval se salve! Es muy importante para ella. Le quiere mucho. No deseo que su pérdida le destroce el corazón. Yo sé muy bien lo que es perder a personas a las que quieres. De uno u otro modo. Perdí a mi madre cuando la mataron por salvarnos, a mi prometido cuando me vio con mi apariencia, y al final, tuve que separarme de mi padre cuando partí en esta nave. Lo dejé todo atrás. No tengo a nadie…-Remachó con tristeza.-

-Eso ya no es así. Ahora nos tienes a nosotros y estoy convencido de que, un día, tendrás a alguien más, que te quiera por ser tú.  –Repuso su interlocutor pasándole un afectuoso brazo por los hombros y achuchándola con suavidad.- Porque eres maravillosa. Y un tesoro así no va a quedar enterrado para siempre. Tarde o temprano, alguien lo descubrirá.



Sandy sonrió sintiéndose muchísimo mejor. Agradecía esas palabras de corazón. Así era. Había encontrado a unos buenos amigos y deseaba hacer cuanto estuviera en sus manos por ayudarles. Al fin cambiaron de tema y ambos pasaron hablando casi las dos horas de muchos asuntos diferentes. La nave, el final de los combates, aquel nuevo planeta en ciernes y sobre todo el deseo de que su amigo se recobrase. Entonces Sandy le pidió a Mazoui que fuese a llamar a Satory. Su interlocutor se despidió y se fue a buscar a su relevo. Ella le dio la dosis a Leval mientras tanto.



-Vamos. – Le susurró dulcemente ella en tanto le daba de beber. – No quiero perderte, eres de las pocas personas que han conocido mi secreto y que me han aceptado tal cual soy. Uno de los pocos a los que realmente puedo llamar amigo. Y sobre todo eres muy querido para otra  persona a la que también aprecio mucho porque me ha demostrado su amistad. Aunque empezáramos realmente mal – y no pudo evitar sonreír al recordar esto último reconociendo. – ¡Las dos somos muy cabezotas y no retrocedemos ante nada!



Y posó sus manos sobre una de las del paciente, tratando  también de infundirle alguna energía curativa de las que ella era capaz de transmitir. ¡Ojalá aquello hubiera bastado! Aunque, al menos, mal no podría hacerle. Con este convencimiento una tenue aura carmesí iluminó las manos y el pecho del chico. Al poco tiempo Sandy sonrió, parecía percibir que Leval se encontraba algo mejor.



-Eso es. Estoy convencida de que lo conseguirás…



Entre tanto Mazoui finalmente dio con Satory. La encontró en el centro de telemetría revisando los datos de la sonda sobre el nuevo planeta, se acercó a ella y le tocó el hombro con suavidad...



- Satory, es tu turno...- le susurró amablemente el chico. -

-¿Eh? - Contestó ella como si no le hubiese escuchado, lo que realmente era cierto. Tan absorta como estaba en sus estudios, sobre todo cuando replicó con entusiasmo. - ¿Sabes Mazoui? He descubierto que este planeta reúne las condiciones adecuadas para la terraformación, ¡debo decírselo a las chicas para que sigan trabajando!

- Eso puede esperar ahora - contestó él con suavidad, para insistirle con más urgencia. - Vamos, Leval te necesita, tenemos que ir para allá...

-¡Claro, es verdad! Lo siento mucho. - Repuso la chica visiblemente  avergonzada de su descuido, para admitir. -Soy tan despistada que se me va la cabeza cuando estoy investigando.

- Tranquila.- Le sonrió Mazoui de forma conciliadora. - No pasa nada, mira, yo me quedaré contigo hasta que le des la dosis y mientras me cuentas lo que hayas descubierto.



            La chica asintió ligeramente ruborizada y con expresión feliz, y según ambos se dirigían hacia el hospital no pudo evitar comenzar una larga perorata.



- Verás. Resulta que ese planeta contiene los elementos adecuados para sustentar la vida en él y con un adecuado efecto invernadero controlado y esparciendo microorganismos especiales podremos formar una atmósfera....-  y siguió contándole hasta llegar, allí Sandy les esperaba para irse a descansar. -



            Entraron y Satory saludó a su compañera, olvidando por un momento su otro tema le preguntó por el estado de Leval.



-Está bien, creo que la medicina empieza a hacer su efecto.

-Por eso debemos seguir administrándole las dosis a su debido tiempo.- Recordó afablemente Mazoui.-

-Claro, no os preocupeis. Me ocuparé de ello. Por cierto, Sandy. Tengo novedades.- Afirmó con buen ánimo.-



            Y ante el interés de su colega la recién llegada entonces le resumió brevemente lo que había averiguado y su compañera se puso muy contenta.



- Bueno, voy a decírselo a Penélope,- declaró Sandy  con un alborozo contenido. - Si está dormida la despertaré igualmente, no me perdonaría nunca que no se lo dijese  lo más rápido que pueda. Hasta luego...

- Antes avisa a Amatista,- le recordó Mazoui para sentenciar. - Ella es la última y la más importante.

- Descuida, no me olvidaré,....- repuso la chica que, al punto, salió del cuarto. – Hasta luego…



            Satory cerró la puerta de la habitación. Junto con su acompañante se dispuso a pasar las dos horas para darle la penúltima dosis a Leval.



-Ojalá que todo salga bien. Estoy muy preocupada por él. – Suspiró la chica. –

-Todo saldrá bien. – Le aseguró Mazoui, posando una afectuosa mano sobre el hombro derecho de la chica que enrojeció visiblemente. –



Sin embargo, su interlocutor no se percató de eso. Ahora él miraba a Leval que parecía dormir en paz. Y pudo decir con voz queda.



-Más que un primo para mí es un hermano. Sobre todo ahora que estamos tan lejos de casa.

-Te comprendo muy bien.- Afirmó Satory que a su vez confesó. – Yo siento lo mismo por Amatista, desde siempre hemos sido como hermanas. Y me da miedo sobre todo por ella. ¡Le quiere tanto!

-Seguro que con su amor le ayudará. – Replicó Mazoui con tono seguro. – Entre eso y nuestros buenos deseos haremos el milagro posible.

-¡Ojalá! Me gustaría creer en que los milagros existen.- Musitó la joven para confesar.- Hay tantas cosas que me gustaría que sucedieran.

-¡Claro! – trató de animarla Mazoui que pensó que su interlocutora se refería a otra cosa, por ello afirmó.- Yo tengo cada vez más esperanzas puestas en todos nosotros. De algún modo un día, podremos volver a casa. Ya lo verás.



Satory asintió despacio y le dedicó una mirada apenada en tanto su interlocutor comprobaba la frente de Leval para ver cómo iba la fiebre. Por una parte se alegraba de que él no hubiese comprendido a lo que ella se refería. De otra le pesaba. ¡Ojalá pudiera decirle a ese chico que le quería! Tener el valor de dar aquel paso. Sobre todo en este tipo de momentos que tanto les unían. Pero independientemente de otras consideraciones ahora eso no podía ser. Estaba en juego la vida de su amigo. También deseó que el paciente se recobrase pronto y que hiciera a Amatista tan feliz como su amiga de la infancia se merecía.



-Ya podría ser tan sencillo para mí.- Pensaba en tanto le dedicaba al chico una mirada de reojo.-



            Entonces fue Mazoui quién la sobresaltó diciendo…



-¿Sabes Satory? Estoy convencido de que todo esto ha sido cosa del destino.

-¿Del destino?- Repitió ella sin comprender, aunque más que nada por salir de esa especie de desconcierto que tenía al mirarle y preguntar.- ¿Qué quieres decir?

-No lo sé. Es como si una suma de casualidades nos hubieran llevado justamente a este momento. No soy capaz de explicarlo. Pero a veces pienso que estamos dirigidos de algún modo.



            Su interlocutora le miró ahora pensativa y pudo musitar con el tono teñido de pesar.



-Jen dijo algo parecido. Según ella es como si todo hubiera estado escrito en un libro. O algo así. Lo llamó de alguna forma, pero no recuerdo.



            Mazoui asintió, tiñendo ahora su voz con algo de tristeza.



-Lo siento por esa chica. Murió por defenderos, ¿verdad?

-Bueno, hay otra cosa que no hemos contado  a nadie.- Se atrevió a decir Satory con temor.-



            Su interlocutor le dedicó una mirada de extrañeza y la muchacha suspiró, pidiéndole a su vez.



-Por favor. ¿Puedo contarte algo y me prometes no desvelárselo a nadie?

-Bueno, eso dependerá de lo que sea. Si tiene que ver con la seguridad de la nave o viola alguna norma militar no puedo darte mi palabra.- Opuso razonadamente el joven.-



            La chica asintió, lo comprendía, pese a todo se decidió y le contó lo sucedido a su interlocutor que se quedó atónito, en tanto ella remachaba.



-Y eso que Jen creía realmente que hacía aquello por una especie de imposición, o de bien mayor. Pero dijo cosas muy extrañas.

-Posiblemente deliraba, o bien estuviera sugestionada de algún modo.- Opinó Mazoui que agregó con amabilidad.- Sin embargo, eso ya no importa. Lo fundamental fue que, al final, supo ser vuestra compañera y dio su vida por salvaros. No sería digno manchar su memoria con acusaciones de esa índole.

-Gracias, Mazoui- sonrió su contertulia agregando con voz queda.- Lo mismo pensábamos nosotras. Bueno - suspiró cambiando de tema.- Espero que Amatista venga pronto.



Su interlocutor asintió. Entre tanto, la aludida dormía, tenía un sueño. Estaba junto a Leval en el puente, allí, el chico contemplaba el espacio exterior a través de los amplios ventanales.  El objeto de su atención era un enorme mundo gaseoso de color índigo que tenía una gran belleza. Sin dejar de mirarlo también, Amatista se llegó a él y le oyó decir con voz reflexiva.



-¡Gigantes de gas! ¡Qué grandiosos resultan a esta distancia y que insignificantes son entre la vastitud el universo! Igual que nosotros. Perdidos en la inmensidad celeste, rodeados de Dios sabe cuántas criaturas más, con tal poder y belleza que nos hacen empequeñecer.

- Es algo muy hermoso. - Pudo decir ella entonces, haciendo que él se girase a observarla esbozando una cálida sonrisa. -

- Si que lo es. Deberías verlo más de cerca. - Replicó Leval señalando hacia ese gran planeta con sus manos, como si lo ofreciera. -



            Cuando Amatista quiso darse cuenta, él no estaba a su lado. Es más, ella no seguía en la nave, atravesaba una enorme y gruesa capa de nubes. Ahora se veía a sí misma entre colosales y algodonosas nubes blancas. Eran también gigantes gaseosos que discurrían plácidamente en un cielo intensamente azul y la muchacha podía volar entre ellas. Se sentía ligera como una pluma, descendía y sobrevolaba un lago de aguas cristalinas, podía verse reflejada. Pero lo que más le sorprendió fue ver su cabello, se había vuelto de un color blanco como la nieve. Tenía el color del pelo de su padre, más claro aún, incluso refulgía. Se dio cuenta también de que había engordado, pero no, no era eso. Se recorrió suavemente el estómago, estaba redondo y suavemente abultado, aquello sólo podía significar que estaba embarazada.  Oyó que alguien le hablaba, la llamaba por su nombre. Notaba que algo la tocaba, su sueño se desvaneció poco a poco y abrió los ojos aun, desconcertada. Sandy (a quien ella le había dado la clave de apertura de la puerta de su apartamiento), le movía de un hombro con suavidad mientras la avisaba con insistencia.



- Amatista, ¡venga, despiértate! ,- la zarandeó nuevamente con delicadeza para decirle mientras ésta abría de mala gana un ojo. - Te tocará a ti dentro de una hora, (había pasado una hora ya desde que Sandy había dado el relevo a Satory y Mazoui) ¡Despabílate y vístete deprisa! – Le ordenó añadiendo con impaciencia. - Tengo que contarte algo.

- ¡Uhmm! - murmuró su compañera que  parecía resistirse a despertar aunque poco a poco fue volviendo al mundo real. -¿Es Leval? ¿Cómo está? - Inquirió recobrando la preocupación una vez regresó a la vigilia. -

- Él está muy bien no te inquietes. - La informó afectuosamente Sandy que enseguida le recordó. -Pero debes darle la última dosis. Lo que quería decirte se refiere al planeta. Satory me ha contado que es adecuado para la terraformación.

-¡Por fin!- .Exclamó eufóricamente la muchacha despabilándose ya del todo, para añadir con más tranquilidad.  - Espero que todo salga bien, cuando Leval se cure también le alegrará enterarse de esto.

- Pues ya sabes,- le dijo su amiga con un guiño de complicidad. - Para que se cure debes ser tú la que le des la última dosis de medicina. Y hacerlo con todo el amor que sientes por él.

- No lo dudes, así lo haré. Muchas gracias por todo - sonrió su interlocutora que enseguida varió su tono por otro más decidido. – No perdamos tiempo.



La muchacha se vistió con rapidez y se dirigió hacia el hospital. Sandy se despidió de ella tras desearle suerte y se fue a llamar a Penélope para seguir investigando. Cuando la francesa llegó, casi una hora después, Satory le estaba dando a Leval la dosis,  al instante de terminar su amiga la relevó. Mazoui  deseó suerte a la recién llegada y se ofreció a  permanecer allí, pero ésta le dijo que podía quedarse ella sola. El chico entonces se ofreció a acompañar a Satory que aceptó encantada.



-Estoy tan cansada que creo que me dormiré un rato.- Bostezó la muchacha.-

-Sí, tienes que estar fresca para cuando podáis analizar ese planeta.- Le dijo su contertulio con amabilidad en tanto la acompañaba hasta su piso, allí la despidió.-

-¡Mazoui!- Le llamó la joven haciendo que él se girase a medio camino de bajar las escaleras.- Bueno.- Quiso atreverse a pedirle quedar, aunque debido a su timidez, únicamente se le ocurrió musitar algo ruborizada.- Gracias por acompañarme.

-No hay de qué - le sonrió el chico a vez, para tras unos instantes de mirarla, darse la vuelta y marcharse en tanto se despedía.- Hasta luego.

-Está visto que nunca cambiaré.- Suspiró resignadamente Satory.- Jamás reuniré el valor suficiente.- Y entró en su piso para al menos tratar de descansar, ya que después tendría mucho trabajo que hacer.-



            Por su parte Amatista se quedó velando el tranquilo sueño de su novio. Pasaron los minutos, ella le observaba continuamente, atenta al menor cambio que pudiera producirse. Suspiró, se acordaba de su sueño y se preguntó si sería una premonición. Pensó en su novio y en ella misma. Rezaba con todas sus fuerzas para que él se curase y pudieran estar juntos. No habían llegado hasta allí para separarse de aquella manera tan trágica. Ojalá ese hijo de su sueño fuera de Leval. Al fin, tras meditar sobre todo aquello, miró su reloj, sólo quedaban quince minutos, habían pasado casi las dos horas de una forma tan rápida que apenas se dio cuenta...



-Enseguida, cariño - le susurró con una leve sonrisa.- Dentro de poco te daré la medicina para que te cures y podamos estar juntos.



            Ajeno a esas palabras Leval soñaba también, se encontraba en un lugar soleado, un paisaje indeterminado con un intenso cielo azul tachonado de perezosas nubes que lo transitaban enormes y majestuosas. Gigantes gaseosos que dominaban la superficie desde su privilegiada atalaya, observando al chico que estaba al pie de un lago, grande y de aguas cristalinas. No había nadie por ningún sitio que él hubiera observado. A su lado sin embargo, apareció de pronto una silueta de mujer. Poco a poco su rostro y sus formas se fueron haciendo reconocibles. El muchacho dijo con un tono de asombro.



-¡Amatista!, ¿eres tú?



            La figura sonrió, tenía entre sus manos un cuenco con un líquido en su interior, alargó los brazos y se lo ofreció diciendo con voz suave, como en un susurro.



- Debes beber, bebe y vivirás...

-¿Eres tú, Amatista? - Volvió a preguntar Leval contemplando extasiado la belleza de aquella chica. Era en todo igual que su novia, excepto por su cabello, de un blanco deslumbrantemente inmaculado. También parecía estar esperando un hijo pues él se percató de  su abultado vientre. -

- Debes tomártelo...hazlo por mí - le susurró aquella mujer que se palpó la barriga con suavidad y la contempló añadiendo  aun con más afecto y ternura. - Y sobre todo, hazlo por él. Por el que ha de venir a guiarnos.



            El muchacho atónito, se acercó a ella, la figura le ofreció el cuenco y él lo aceptó…



            Amatista se había levantado de la silla y tomó el vaso de la medicina, incorporó suavemente a Leval y le dio de beber, diciéndole con mucha dulzura y cariño.



- Bebe amor mío y te pondrás bien. Vive por nosotros y por nuestro futuro, por el porvenir de todos.



Y le cantó muy suavemente al oído aquella canción que le dedicara hacía tanto tiempo en la ceremonia de graduación y en el concierto. Sobre todo la parte que decía.



-Estaré aquí todos los días esperando hasta que me muestres tu amor. Te traeré de vuelta otra vez…



Y unas emocionadas lágrimas corrieron por las mejillas de la muchacha que se esforzó por enjugárselas rápido al tiempo que sonreía. No quería llorar más por él. Tenía que ser fuerte y estar animada. ¡Tenía que transmitirle energía positiva! Al terminar de darle la medicina le besó suavemente en la frente y luego en los labios. Después se sentó a su lado tomando una mano del muchacho entre las suyas.



-Te quiero y siempre te querré. No me dejes por favor.- Pudo decir con emoción apenas contenida.-



            En su sueño, Leval bebió un largo sorbo hasta apurar el cuenco. Y cuando ese líquido atravesaba su garganta notó un agradable calor que le recorrió todas las fibras de su ser haciendo que se sintiese renovado.  La figura a su lado sonrió de forma plena y se desvaneció lentamente. El muchacho quiso hablarle antes de que desapareciera pero no pudo hacerlo. Él mismo notó como se desvanecía también…no sin antes tratar de decir…



-Amatista…espera…



             En la habitación del hospital la muchacha se levantó para colocar bien las sabanas a su novio y arroparle con dulzura puesto que éste se había movido. Enseguida se volvió a sentar en su silla no sin antes recostar de nuevo a Leval. Le miraba sin interrupción y entonces notó como él parecía despertar. Conteniendo una exclamación esperó a ver que sucedía. Al fin y tras unos momentos que a ella se le hicieron eternos, él abrió los ojos, aún débil, susurró al verla.



-¿Amatista, eres tú de verdad?



            Ella se levantó muy feliz, sonreía mientras sus ojos hacían aguas cargados de emoción. Se puso al lado de él, sentándose en un borde de la cama y le respondió lo más serenamente que pudo.



- Sí, Leval, soy yo, ¡por fin te has despertado, gracias a Dios que la medicina ha hecho efecto!



            Éste apenas pudo negar imperceptiblemente con la cabeza antes de replicar.



- La medicina por sí sola no habría bastado, te necesitaba a ti y a los otros. En mis sueños te he visto, dándomela de beber, pero tu pelo era blanco. Te pregunté si eras Amatista, pero no contestabas, sólo sonreías de una forma muy dulce. Además, parecías estar encinta.



            Ella se quedó sorprendida sin saber que decir, al fin pudo articular palabra.



- Leval, yo soñé que tenía ese mismo aspecto. No sé lo que podrá significar pero seguro que es algo importante.



            Ahora su interlocutor asintió con más intensidad. Sonriendo, declaró con el entusiasmo que le permitían sus escasas fuerzas.



- Creo saber lo que ese sueño quiere decirnos ¿No lo comprendes, Amatista? se trata de ti y de mí. A pesar de todas las penalidades que hemos vivido y que a veces, nos han alejado, ¡estamos destinados a pasar nuestra vida juntos! Y lo más importante es que me he dado cuenta de cuan frágiles podemos ser. Yo creía que era casi invulnerable, pero he estado a punto de morir y sólo gracias a ti y a los demás sigo con vida.  Y tú también estuviste a punto de perder la vida en aquel accidente.

-Y algo me salvó.- Musitó la muchacha recordando ese flash, en el que aquella figura tan alta y de largos cabellos que refulgían de un tono inmaculado, se interpuso entre ella y esa explosión.- No sé quien podría ser, pero me sentí protegida y querida por ese ser.



            Su novio la escuchaba con visible interés. Y no tardó en añadir.



- Entonces me di cuenta de que no quería perderte. Después de tantos peligros, pruebas y aventuras que hemos arrostrado, ahora sé que lo eres todo para mí. Y, la verdad, ya lo había estado pensando. Quería decírtelo tras el concierto.



            La joven le observó de modo inquisitivo con grandes ojos violetas. No pudo evitar preguntar, con voz temblorosa.



-Decirme, ¿Decirme qué?...

 - Pues decirte que.- El joven guardó unos instantes de silencio que parecieron durar toda una vida, parecía estar reuniendo fuerzas puesto que todavía estaba débil, o quizás era valor lo que necesitaba. Al fin le propuso a su novia con solemnidad.- ¿En cuanto esté recuperado del todo querrás ser mi mujer? ¿Querrás casarte conmigo?



            La interpelada no supo que decir, se quedó emocionada, desbordada, incrédula e intensamente feliz. Las palabras no le salían, estaba ahí, ante la propuesta más importante de su vida, la que muchas veces había imaginado soñando despierta o dormida. Sobre todo cuando era aquella adolescente alocada que únicamente tenía ojos para aquel chico. Ahora que él se había declarado y le hacía esa petición sólo era capaz de mirarle con la boca abierta y sus ojos vidriosos. Estaba llorando  y tratando de hablar sin conseguirlo. Leval le dijo ahora en un suave tono de broma para relajar el momento.



- Ya sé que no tengo ni el anillo. Y que mi paga no da para mucho, pero como trabajamos los dos. Creo que podremos tener un viaje de novios decente. Bueno, al menos podríamos dar un paseo en lanzadera. Si quieres pensarlo lo entenderé.- La descolocada chica musitó entonces un apagado  sí. - ¿Entonces, quieres pensarlo? - Añadió él atónito. -



            Amatista movió la cabeza sin decir nada. Por fin reaccionó y se abrazó a él llorando de felicidad e incluso sonriendo divertida, repitió.



-¡Te he dicho que sí, sí quiero casarme contigo, tonto! ¡Siempre lo he querido!



            Leval la abrazó a su vez y después ambos se besaron. Con suavidad todavía debido al estado del convaleciente. De hecho él le susurró con tono divertido.



-Ten cuidado, que estoy muy frágil.



  Su ahora prometida se rio, estaba de un inmejorable buen humor y le respondió con una mezcla de júbilo y dulzura



-Nadie te cuidará más que yo. Ahora tengo que ir a contárselo a todos.



      Y con todo el cuidado que pudo le dejó recostado. Tras darle un nuevo beso y ante la prohibición de usar el móvil allí, salió corriendo del cuarto buscando una cabina del hospital para llamar por teléfono a Satory o a Mazoui.


                             anterior                                              siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)