Giaal fue informado por Susan de las buenas
noticias, Mazoui tuvo el detalle de pedirle a la chica que se lo dijera. Ella
fue a visitarle encantada. La última vez que se vieron habían ido juntos a
visitar a Leval en el hospital. Después, las ocupaciones de ambos, él
adaptándose a la vida en la nave y buscando un lugar como médico, y ella con
sus deberes militares, les habían tenido apartados. La muchacha estaba muy
contenta y se lo agradecía al mayor O
‘Brian. De hecho, este, una hora antes, le comentó en la base.
-Susan, vamos a celebrar una reunión de algunos
amigos. Estás invitada.
-Muchas gracias, señor. Para mí es un honor.- Afirmó
ella.-
Su
contertulio sonrió, asintiendo con jovialidad añadió.
-Si eres tan amable de ir a decírselo a Giaal. Yo
estoy muy liado. Y cuéntale de paso que hemos tenido éxito en el agujero.
-Por supuesto.- Se apresuró a replicar ella,
saludando para retirarse.-
Su superior se refería a que se había comprobado la
viabilidad de ese pasaje espacial. Y ahora ella se le iba a comunicar al
extraterrestre.
-El mayor O´ Brian es un gran tipo. Seguro que
podría haberle llamado en lugar de encargármelo a mí. – Se sonrió visiblemente
contenta.-
Con paso
rápido abordó un deslizador que le dejó muy cerca de la zona en la que el extraterrestre
se instalase. Con el permiso del alto mando el alienígena había abierto una
consulta médica en la ciudad y cada vez tenía más afluencia de gente, a la
vista de su gran capacidad para curar y aliviar todo tipo de dolencias. Así
que, cuando estaba a punto de terminar de pasar sus consultas, ella entró en su
despacho. Solamente quedaba una chica. La oficial no quiso molestar y se quedó
prudentemente fuera, aunque pudo observar a esa pobre muchacha. Con sus muletas
y sus dos piernas, o lo que quedaba de ellas, vendadas, le preguntaba a su
interlocutor con tono esperanzado.
-Entonces doctor, ¿usted lo ve mejor?
-Sí, el tratamiento está funcionando.- Replicó Giaal
indicándole.- Dentro de poco podrás ponerte otras prótesis, aunque espero que
eso será una medida temporal.
-Todavía no puedo creer que sea cierto.- Afirmó la
chica con tono nervioso pero feliz. En tanto el extraterrestre le colocaba unas
piernas de ortopedia ajustadas a unos diez centímetros bajo las rodillas.- Me
parece soñar…
-Confía en mí. Lo será. He aprendido mucho en mis
viajes por el universo y en Vegetalia, el último mundo donde estuve antes de
venir aquí, me enseñaron a tratar con esto. Si bien estaba ideado para seres
vegetales, aunque en caso de animales y humanos puede ser factible también.
Tuve que hacer algunos ajustes y pruebas preliminares. Y, por lo que he visto
al reconocerte, la cosa avanza. Aunque debo decirte que, no sé si esto se
adaptará plenamente a la fisiología humana.
-¿Cree que tendré algún efecto secundario?- Quiso
saber ella.-
-Nunca se sabe. Por eso te pregunté antes de
comenzar.- Le recordó el alienígena.-
-Sí, lo sé.- Suspiró la joven.- Pero tenía que
correr el riesgo. Aunque por ahora me siento muy bien.
-A buen seguro que nada malo sucederá. Todo lo más,
ten cuidado de no echar raíces en algún sitio si estás parada durante mucho
tiempo.- Declaró el doctor con tono serio.-
Y
ante la cara de sorpresa y cierto temor de esa pobre muchacha, Giaal se limitó
a sonreír, diciendo con desenfado.
-¡Es una broma! No tengas ningún miedo. Te prometo
que todo irá bien.
-Muchísimas gracias, doctor, gracias por todo lo que
está haciendo y lo que ha hecho por mí. - Se emocionó aquella muchacha, que,
sacando un paquete, se lo entregó explicando a ahora sorprendido alien.- Es una
tarta, de las que hago para mi cafetería. Ésta la hice especialmente para
usted. Bueno, una amiga me ayudó. Aunque no sabíamos lo que le gustaría pusimos
un poco de chocolate, de fresa y de manzana.
-Muchas gracias…no sé qué decir.- Pudo responder él
que parecía desconcertado.-
-Bueno, no me las de, ya le digo que soy yo quien
estará siempre en deuda con usted. Únicamente deseo que le guste…
Ginger
recordaba el día anterior. Ella estaba en su cafetería. Ahora contaba con una
silla de ruedas muy cómoda e incluso motorizada para hacer el recorrido. Si
tenía algún problema en zonas de escasa movilidad, un androide la ayudaba. Lo
difícil era poder ser capaz de cocinar. La mesa y los útiles estaban demasiado
elevados. Sin embargo, no quería perder su rutina diaria, empleaba las prótesis
para estar de pie, y andar trechos cortos, aunque le cansaban, y si se mantenía
mucho con ellas llegaban a hacerle daño. Por ello debía sentarse de vez en
cuando. Por fortuna sus compañeros del local eran muy amables. Su amiga Clarisa
la auxiliaba en todo momento. Aunque esa tarde otra persona se pasó por allí.
Ella estaba en la cocina y escuchó a su compañera hablar con alguien
diciéndole.
-Claro, pase usted. Está dentro. Seguro que se alegrará
de verla…
Y a
los pocos instantes una hermosa mujer de larga cabellera morena y ojos verdes
entró. Era alta y voluptuosa. Ginger la reconoció. Esa joven estuvo con
Amatista cuando la salvaron. Aunque ahora no recordaba su nombre. No obstante,
no tuvo necesidad de pasar un momento de apuro por ello. Fue esa recién llegada
la que, sonriendo, se presentó.
-Hola, ¿señorita Reinosa? Me llamo Sandy Ann
Wallance. Soy amiga de Amatista Lassart.
-Me alegra mucho verla. No le di las gracias por
salvarme.- Repuso la muchacha.-
-No tiene por qué.- Repuso Sandy.- Y no hace falta
que me llame de usted…
-Lo mismo digo. ¿Qué tal está el novio de Amatista?-
Se interesó Ginger.-
-Está mucho mejor. Ahora es ella quién le cuida.- Le
contó la morena.-
-Me alegro mucho, ojalá pueda recobrarse, es un
chico muy bueno.- Comentó su contertulia.-
-¿Y tú, cómo estás?- Se interesó tímidamente ahora
la científica.-
-He tenido días mejores.- Sonrió débilmente Ginger.-
Pero no me puedo quejar.
Aunque
estaba claro que Sandy no podía evitar mirarla de reojo, sentada en la silla y
a punto de levantarse con la ayuda de unas muletas. Sin embargo, no quería
violentar a su visitante de modo que, con su mejor humor, Gin aseveró.
-Iba a ponerme a cocinar una tarta. Quiero regalársela
al médico que me está tratando, es un hombre muy amable…
-Pues debo decirte que las tartas son mi
especialidad.- Afirmó su interlocutora dejándola atónita.-
-No sabía que te gustara la repostería. – Se sorprendió
su contertulia.-
-Me encanta cocinar. Casi más que investigar. Lo
hago desde muy pequeña.- Le reveló la joven.-
-Pues ya somos dos entonces. Aunque lo mío nunca
fueron los estudios.- Confesó una azorada Ginger.-
-¿Me permites que te ayude? Nunca me puedo resistir
a hacer una tarta.- Le ofreció Sandy.-
-Será un placer. Muchas gracias.- Sonrió su
contertulia.-
Y
pusieron manos a la obra. La científica se comportó como una excelente
ayudante, yendo de acá para allá a proveerse con material tras haberse quitado
la chaqueta que llevaba y ponerse gorro y delantal. Entre las dos batieron
huevos, trocearon fresas y manzanas, mezclaron los ingredientes y todo de forma
tal que hubiera parecido que llevaban haciéndolo juntas toda la vida. La
exuberante morena incluso le dio algunos consejos para que la textura fuera más
cremosa. Por otra parte, como no sabían nada sobre los gustos del doctor Ginga,
decidieron, tal y como ella le contó al facultativo, hacer un bizcocho base y
agregar capas sucesivas de chocolate, fresa y manzana. ¡De hecho inventaron una
receta nueva! Por fortuna les dio para un par de pasteles que hornearon aparte.
Al terminar probaron un poco.
-¡Está riquísima! – Alabó Ginger.-
-Sí, nos ha quedado muy bien.- Convino Sandy, con
patente satisfacción.-
-Si no fueras una investigadora con tanto talento seguro
que mi jefe te contrataría.- Es más, si algún día puedo poner mi propio
negocio, cosa que espero hacer, te llamaría yo misma. ¡Le haríamos la
competencia a la mismísima Flowers & Flawours!
-Gracias, me siento muy honrada.- Repuso su contertulia
añadiendo con jovialidad.- Pues ya tienes una tarta para comenzar tu carta de
postres.
-Gracias a ti.- Reconoció Ginger que enseguida
comentó con entusiasmo.- Y creo que lo más justo sería llamarla tarta Sandy.
La
morena se rio. Aquello desde luego pareció hacerle mucha gracia. Apenas podía
hablar entre carcajadas. Al final pudo ser capaz de replicar ante la cara atónita
de su interlocutora.
-Es que, tiene gracia. Mira que durante todos estos
años había soñado con que le pusieran mi nombre a algún compuesto o alguna
forma de vida. Pero, admito que a una tarta, ¡me sabe mucho mejor!
Entonces
Ginger también comenzó a reírse. Así estuvieron un rato. Al final, la joven
camarera le comentó.
-Chica, ¡desde luego eres la mujer perfecta para
cualquier hombre, además de guapa e inteligente sabes cocinar y tienes sentido
del humor!
Sin
embargo, juraría que la expresión de esa muchacha se ensombreció al oír
aquello. Aunque Sandy enseguida esbozó una trémula sonrisa, mirando su reloj.
-¡Vaya! Se me ha hecho muy tarde. Cuando me pongo a
cocinar se me va por completo la noción del tiempo. Espero que a tus compañeros
de la cafetería les guste el otro pastel que hemos horneado.- Remachó haciendo
alusión al tercero que quedaba.-
-¡Qué lástima!, lo estábamos pasando muy bien.- Se
lamentó su contertulia para añadir con una sonrisa.- Vuelve cuando quieras. O
acercaros todos cuando el novio de Amatista esté bien. Os invitaré. Y muchas
gracias por tu ayuda. Ahora les daré a probar. Seguro que Clarisa y el resto
quedarán encantados.
-Seguro que sí. Y gracias por tu invitación. Se lo
diré a Amatista y a Leval.- Le aseguró Sandy para despedirse.- Hasta pronto…
Y Ginger la vio marcharse con algo de pena.
Había sido un rato muy agradable. Esperaba volver a ver a esa chica y al resto
de sus compañeras. Ahora, volviendo de esos recuerdos, la muchacha se despidió
del doctor tratando de salir con el apoyo de sus muletas.
-Permítame, por favor.- Comentó una chica morena de
pelo corto que vestía de uniforme en tanto le abría la puerta.- Buenas tardes.
-Gracias. Muy amable. - Sonrió Ginger.- Adiós,
buenas tardes.
Susan se quedó observando a esa joven en tanto se
alejaba. Creyó reconocerla. Una vez se
fue se atrevió a pasar. Allí estaba Giaal. La muchacha se sentía nerviosa y bastante avergonzada
siempre que se acercaba a él. Aunque, claro, la cosa no pasaba(al menos de
momento), de una buena amistad, de modo que, tímidamente le llamó y el médico
la saludó.
- Hola, me alegro de verte.- Dijo él en tanto daba
los últimos retoques a lo que parecía una de sus medicinas, añadiendo no sin humor. - Espero que no estés enferma, ya he
terminado mi turno. Esa muchacha era mi última paciente del día.
-Me resulta familiar.- Declaró su interlocutora.-
-Sí, se llama Ginger Reinosa, tiene una pequeña
cafetería cerca de la base. Perdió las piernas cuando fue a advertir a la
escuela infantil del ataque. Amatista y Sandy la salvaron y me pidieron que la
ayudase.
-Ya la recuerdo.- Dijo entonces Susan al hacer
memoria.- La condecoraron con la medalla al mérito civil de la nave. ¡Pobre
muchacha! Demostró tener mucho valor.
-Es una humana de buen corazón y nobles sentimientos.
He ensayado un tratamiento especial regenerativo con ella y parece que va dando
su fruto. Bueno. – Añadió solícitamente él cambiando de tema.- ¿Necesitas algún
tratamiento para ti?
- No, estoy bien, gracias - le respondió ella con
una media sonrisa para agregar con visible satisfacción. - Venía para darte
grandes noticias. Hemos confirmado que el pasillo inter espacial es viable.
Podremos volver a casa.
Giaal
la miró con aquellos ojos azules tan profundos que la mayor parte de las veces
no exteriorizaban sus emociones, y ésta era una de tantas. Sobre todo cuando
declaró con voz moderada y tranquila.
- Cuanto me alegra oír eso, es lo que todos
deseabais. Yo apenas si me he enterado, he estado muy ocupado recibiendo
pacientes. Parece mentira la cantidad de personas que necesitaban atención. Les
ocurre como a Ginger, aunque afortunadamente la mayoría padecen de cosas menos
graves.
- Sí,- convino la muchacha. - La verdad es que con
todos los combates que hemos tenido el hospital y los centros de atención no
han dado abasto. Es una suerte que seas tan buen médico. Eres una grandísima
ayuda para todos. Me alegré mucho cuando el contralmirante Spar te concedió
permiso para ejercer.
-Pude convencerle ayudando durante la batalla. El
contralmirante es un hombre sabio.- Afirmó Giaal.- Cumple las normas pero no se
deja atar por ellas.
-Con alguien como tú, Spar o quien fuera debería
estar muy ciego para no apreciar todo lo que eres capaz de hacer.- Sentenció la
joven, quien azorada enseguida agregó.- Lo mismo que el mayor O ‘Brian y el
teniente Malden. Sois todos formidables. Y gracias a ti, el teniente se ha
salvado.
El
alien sonrió agradeciendo el cumplido y añadió con más ánimo.
- Bueno, podemos ir a ver a dar una vuelta y quizás veamos a Leval y a Amatista.
Deben de estar preparando ese gran día suyo.
- Sí, eso de que el teniente Malden y su prometida
vayan a casarse es otra gran noticia.- Le informó Susan sonriendo. –
Precisamente venía a decirte eso.
- Me alegro por ellos, - replicó Giaal que añadió. –
Tengo entendido que eso del matrimonio es algo muy importante para vosotros,
¿no?
- Sí, es una cosa que meditamos mucho, se debe de estar
muy seguro.- Afirmó la chica, pensando realmente que al menos en su caso
debería ser así.-
- Mis padres también se casaron cuando estuvieron en
la Tierra,- le contó el extraterrestre. - Debe de ser algo muy bonito cuando
hasta ellos quisieron seguir esa tradición.
- Sí, bueno...- Susan que parecía algo avergonzada
respecto de eso, cambió no muy
sutilmente de tema. - ¿Sabes que el planeta que se ha descubierto es apto para
ser colonizado?
-¡Eso es estupendo!, por fin podréis cumplir con la
misión que os ha llevado hasta aquí.- Repuso Giaal con visible alegría, al
parecer, esa era la noticia que más le había gustado de todas. -
- Y lo mejor es que con el agujero de gusano
podremos viajar a la Tierra y enlazarla
con nuestro mundo.- Le explicó ella muy animada también. -
- Por lo que veo hoy es un día de grandes noticias,
estamos de enhorabuena. - Afirmó su interlocutor con visible satisfacción. -
- Así es, es algo que todos soñábamos.- Convino
Susan que añadió, ya con más desenfado -
pero vamos a ver al teniente Malden y a
los demás, hemos quedado para tomar algo y celebrarlo.
Giaal
asintió y cerró su consulta, los dos se dirigieron hacia una cafetería donde
esperaban los demás, tenían la tarde libre. Se reunieron para empezar a
festejar de modo anticipado las buenas noticias.
- Bueno,- dijo Leval tomando la palabra con
entusiasmo - ¡ahora hay que prepararse para la fiesta de pasado mañana! Nos han
dicho que va a ser de gala.
- Por lo que tengo entendido se conectará con la
Tierra y podremos hablar con nuestras familias.- Les contó Penélope haciendo que todos se
alegrasen mucho. -
- Lo de transportarse hasta allí será más difícil,-
afirmó Mazoui - no detectamos la energía a través del agujero, deberíamos
atravesarlo. Por ahora esperaremos.
- Tengo tantas ganas de hablar con mis padres y
darles la noticia,- intervino Amatista visiblemente emocionada. – Es que
todavía no me lo creo…
- Sí, yo también deseo mucho hablar con el mío - añadió
Satory de igual manera. -
- Podréis hacerlo dentro de muy poco. - Sonrió Sandy
remachando su frase con un toque de ternura al recordar -, igual que yo con mi
padre.
- Supongo que habrá muchas novedades. – Terció
Susan. –
- Sí, muchos resultados de hockey, béisbol y
baloncesto. ¡Demasiados para enterarse de todos!- Rio Tracer, como de costumbre
con su jocoso y desenfadado tono que hizo sonreír al resto. – Hice algunas
apuestas antes de embarcar. Espero haber acertado alguna. ¡Sería increíble que
a la vuelta fuera millonario!, ¿verdad?
- Lo que aún sería más increíble de todo esto sería
que tú te tomaras algo en serio para variar. – Remachó Penélope con tono
divertido, provocando más carcajadas, en tanto el aludido se encogía de
hombros. –
- En serio, chicos – terció Mazoui ahora con un
tinte más reflexivo. – Casi no puedo creerlo. Es cosa de magia. Otro agujero de
gusano y precisamente aquí, en este planeta. ¿Qué probabilidades hay de eso?
Quiero decir. Que justamente ese túnel comunicase de regreso a nuestro sistema
solar y que, además, estuviera tan próximo al único mundo adaptable para la
terraformación que hemos encontrado.
- Serían astronómicas y nunca mejor dicho. – Convino
Satory indicando. – Trillones a una. Puede que incluso más.
- Entonces tendremos que denominar a ese suceso como
haría cualquier persona lega en materia científica. – Comentó Sandy dando a sus
palabras un aire de misterio. –
Y
ante las curiosas miradas del resto la muchacha les desveló.
-Es un milagro. ¿Qué otra cosa puede ser?
-Tienes toda la razón. - Convino Amatista sonriendo
como el resto.- Lo es…
Así continuaron intercambiando pareceres, deseos y
cosas que harían en cuanto pudieran volver al fin a casa. Clarisa trajo una
tarta Sandy de las que la morena científica había ayudado a Ginger a crear.
-Esta tarta es todo un descubrimiento.- Halagó
Amatista al probarla.-
-Gracias, monina. - Sonrió su compañera, dándose por
aludida.-
-¿No me digas que las has hecho tú?- Exclamó la
francesa.-
-Bueno, la hicimos entre Gin y yo.- Admitió Sandy.-
-Por cierto ¿No está Ginger?- Quiso saber Satory.-
-Se quedó en casa descansando. La pobre tiene que
hacer mucha rehabilitación.- Le respondió una apurada Clarisa.-
Sus
interlocutores asintieron, se hacían cargo de eso. Fue Giaal quien comentó.
-Le agradecí mucho el detalle que tuvo. Esta tarta
está deliciosa. Y muchas gracias a ti también, Sandy. Realmente la comida
humana no está nada mal. Aunque soy más de comer vegetales.
-No hay de qué, doctor Ginga.- Sonrió la morena
científica, ofreciéndole con amabilidad.- Algún día si quiere puedo ir a su
casa y prepararle algo con vegetales. O usted pasarse por la mía.
Susan
la observó entre perpleja y apurada. Aquella mujer, además de ser guapísima y
con un cuerpazo, encima sabía cocinar. ¡Y acababa de proponerle a Giaal una
cita!
-Casi parezco mi hermana, fijándome tanto en otra
mujer.- Se dijo, admitiéndose con rubor y algo de inquietud.- Aunque a Debbie
le gustaría ligar con ella, pero a mí, lo que me preocupa, es que ella quiera
ligar con el doctor. Y ante una competencia así...
Aunque
lo que sí la dejó por completo azorada fue la respuesta que la propia doctora
Wallance le dio, cuando en un momento en el que pudo hablarle a solas, cuando
todos se levantaban para marcharse, se limitó a susurrarle con afabilidad.
-No te preocupes, Susan.
La
apurada alférez iba a tratar de que le aclarase aquello. ¿Qué quería decir?
¿Acaso se había dado cuenta de lo que ella pensaba? ¿O pudiera ser que no
tuviera nada que ver? Era algo muy embarazoso. Si le preguntaba directamente
podría crear un momento muy incómodo y ponerse en evidencia. Desde luego, todo
lo valerosa y audaz que era para salir en su caza para combatir al enemigo, lo
era de apurada y temerosa para enfrentarse a una situación como esa.
-Si yo fuera Debbie, a buen seguro que acababa en la
cama con ella esta misma noche. Pero como mi hermanita diría, tengo un pequeño
problema. Mejor dicho, dos. Soy tímida para ser tan directa y, lo más
importante en este caso, no me gustan las chicas.
Desde
luego que, recordaba con cariño y humor, las bromas que a veces Deborah le
gastaba. Animándola a probar a salir con chicas. Y cuando ella respondía que no
le iban, su hermana le salía con esas palabras.
-Y aunque te gustasen, con lo que te lo piensas,
Sue, no te comerías una rosca. Tienes que ir a por quien te haga latir deprisa
el corazón.- Le aconsejaba Debbie ya con más seriedad y afecto.-
En
efecto, fue ver a Sandy aproximarse a Giaal y a él mirarla entre interesado y
agradecido, y el corazón de Susan se disparó en latidos. Pero no podía ir al
asalto y disparando como si de una posición enemiga se tratara.
-Quizás si aclaro esto con la doctora Wallance.- Se
dijo.-
Pero no tuvo ocasión, el resto estaba muy cerca y Satory
se aproximó a esa imponente morenaza para decirle algo. Susan decidió acercarse
entonces a ver si podía intercambiar algunas palabras con Amatista.
-Muchas felicidades.- Le deseó de nuevo para
entablar conversación.-
-Gracias.- Sonrió la francesa.- Soy muy afortunada.
Las
dos observaron a Leval que iba ahora charlando con Tracer y Mazoui, y riéndose
de alguna de las ocurrencias del primero.
-Y el teniente Malden también.- Afirmó la joven
oficial.-
-Además, dentro de poco, podremos volver a ver a
nuestras familias. Las cosas no podrían ir mejor.- Declaró Amatista.-
La
francesa miró ahora con más atención a su interlocutora, y no dudó en comentar
algo sorprendida.
-De veras, Susan, no es por nada, pero juraría que
te he visto antes.
-Claro, en la nave habremos coincidido alguna vez.-
Afirmó su interlocutora sin que eso le pareciera extraño.-
Pese
a su gran tamaño, esa nave no dejaba de ser como una ciudad pequeña, donde los
que frecuentaban zonas o personas comunes entre sí, se acababan conociendo o,
al menos, viéndose de vez en cuando y eso hacía que sus caras les resultasen
familiares. Empero, esa rubia muchacha insistió.
-No, no se trata de eso solamente. Me da la
impresión de que he conocido a alguien muy parecido a ti.
Aunque
ahora fue Susan quien no pudo responder, precisamente porque Sandy se aproximó
a ella y le preguntó.
-¿Tienes un minuto?
-¿Estás haciendo una encuesta sobre si ha gustado tu
tarta?-Intervino una divertida Amatista.-
-Algo por el estilo, luego te preguntaré a ti.
Aunque, vistas las dos porciones que te has zampado, lo tomaré por un sí.-
Sonrió la morena científica.-
Su
amiga se rio, incapaz de oponer nada a eso, dejándolas en tanto se iba a su vez
a charlar con Penélope y Satory. Sandy no tardó en aproximarse a Susan y le
susurró con afabilidad.
-Aprecio al doctor Ginga como a un buen amigo, nada
más.
-Me parece muy bien, pero, ¿por qué me dices eso a
mí?- Quiso saber su interlocutora que a duras penas podía ocultar su envaramiento.-
-No es nada personal. Se lo voy diciendo a todas. –
Se sonrió maliciosamente su contertulia.-
Aunque
viendo el gesto de Susan, cuya cara era un poema ahora casi abriendo la boca
como si de un agujero negro se tratase, no pudo evitar reírse y mover la cabeza
para declarar.
-¡Es broma, tonta! Anda. Tienes que ser más
decidida. Seguro que tú también le gustas.
Y
una ahora colorada jovencita, pudo preguntarle a la científica con un hilo de voz.
-¿Tanto se me nota?
-Puedo asegurarte que no le harán falta sus dotes
telepáticas para verlo.- Sonrió Sandy.-
Al
fin, Susan sonrió a su vez, asintiendo y declarando con más humor y
naturalidad.
-Tienes mucha razón. Creo que tendré que lanzarme al
ataque, un día de estos…pero antes necesito planificar una estrategia propia.
Yo no sé cocinar.
Su interlocutora convino en eso divertida y las dos
se unieron al resto del grupo. El buen humor reinaba, aunque también la
expectación y la tensa espera. Tras una tarde de animada charla que les hizo
mucho bien para intentar relajarse un poco, se reintegraron a sus obligaciones
y el resto de la jornada se pasó deprisa. El día siguiente se dedicó a ultimar los
vuelos de reconocimiento alrededor del planeta y revisar las comunicaciones de
las sondas que atravesaban el agujero. Se procedió con la máxima seguridad y
precaución. Tras muchos ajustes y recalibraciones por fin, la señal de la
Tierra y su imagen se recibió con toda claridad. Las respuestas tardarían horas
pero aun así se podría entablar una conversación. Ahora existían algunos
nervios. ¿Cómo estarían sus seres queridos? ¡Ojalá que bien y con buena salud!
Y es que, aunque nadie se atreviera a decirlo en voz alta, ninguno quería ni
pensar en la posibilidad de que algo malo le hubiera ocurrido a alguno de
ellos. Finalmente el momento tan esperado llegó y pudieron comunicarse con sus
padres. Después de la emoción y los lloros, muchos ocupantes de la nave hablaron
con sus familiares y amigos en la Tierra. También se supo que la Masters
Corporation, había diseñado y construido
unos cohetes mejorados con los que podrían acercarse al agujero algunos
repetidores y potenciadores de señal. También bastantes familiares de los
tripulantes de la SSP-1 irían para estar más próximos a ellos. La comunicación
sería casi instantánea. Por lo menos, únicamente con un retardo de apenas unos
minutos. A decir verdad, desde que recibieron las primeras transmisiones de la
nave, expediciones de lanzaderas habían salido del planeta y ahora estaban muy cerca de Marte, el mundo
más próximo a donde comenzaba la entrada del agujero. El día transcurrió entre
comunicaciones entre ambas naves. Leval y Amatista hablaron con la familia del chico.
Pues, tras saberse el acontecimiento de la reaparición del asteroide en la
Tierra, Masters había avisado a todo el grupo. Ni que decir tiene que en cuanto
Roy se enteró corrió contar la noticia. Vociferando lleno de entusiasmo y
lágrimas en los ojos, entró en el comedor de su casa donde su esposa e hija
comían con Brian y con la jefa de publicidad de Kerria.
-¿Sucede algo, papá?- Le inquirió su hija, que, al igual
que el resto de los presentes, le observaba atónita y algo preocupada. -
- Sí. ¿Qué te pasa?- .Quiso saber Beruche entornando
los ojos, como cada vez que se temía que hubiese ocurrido algo fuera de lo
normal. -
-¡Que!, ¿qué pasa? ¡Cubito, Kerria, me han llamado
desde el observatorio de la Masters Corporation! ¡Han establecido contacto con
la nave de Leval y Amatista! Están bien, y podremos verlos dentro de pocas
horas...
Tanto
Kerria como su madre saltaron como resortes de la mesa. Sus caras traslucían la
profunda emoción y alegría que las
embargaba. Ambas aun incrédulas.
-¿Es eso verdad, papá?- exclamó Kerria que estaba
llorando ya de alegría. -
- Me alegro muchísimo - sonrió Brian con un gran contento también. -
- Quizás sería mejor dejaros para que disfrutéis del
momento en familia – propuso la publicista de Kerria, dándose cuenta de la gran
carga emotiva que les colmaba a todos. -
- ¡No digas tonterías, mujer!- respondió su clienta
enjugándose apenas las lágrimas para añadir llena de alborozo. ¿Cómo os vais a
marchar ahora?...
- Será mejor que quedemos para después - añadió la
invitada, que tuvo por fin, la ocasión de alegar. - Me gustaría arreglarme un
poco.
- Yo tengo que ir a la ciudad, puedo llevarte - le
ofreció Brian comprendiendo también que
los Malden debían festejar este instante a solas. -
- Te lo agradezco mucho - le sonrió la aludida. -
-¡Pues eso será después de los postres y del
champán! Voy a abrir esas botellas tan caras que me dio el principito de su
bodega. Supongo que no le importará. Después iré a buscarles a él y a
Esmeralda. Porque con suerte conectaremos para verles en unas pocas horas. -
Exclamó Roy loco de contento ante las sonrisas emocionadas de su esposa e hija
para sentenciar dirigiéndose a sus invitados. – ¡Y vosotros vais a brindar como
parte de la familia!
Y
efectivamente, tras los postres y la celebración con un par de botellas del
mejor champán que Roy guardaba para ocasiones especiales, los invitados se
despidieron agradeciendo la velada y felicitando de corazón a los Malden por
aquella magnífica noticia.
-Nos alegramos muchísimo.- Afirmó la publicista.-
-Sí, saluden a Leval y a Amatista de mi parte.-
Remachó Brian en tanto la acompañaba.-
Los Malden les despidieron con emoción. La verdad es
que muchas cosas habían sucedido en ese último año. Madre e hija se habían
acercado mucho y se apoyaban mutuamente. Fue un duro golpe para todos cuando
supieron que la nave había sido atacada y se perdió cualquier rastro de
comunicación. Beruche lo pasó muy mal, con una
fuerte depresión. Kerria había sufrido bastante también, uniendo a eso,
otros avatares en su vida privada. Roy por supuesto estuvo hundido al principio
pero viendo el estado de su esposa y de su hija, sacó fuerzas para animarlas.
Lo mismo podía aplicarse a los padres de Amatista. Curiosamente era Esmeralda
quién lo había encajado mejor, su esposo por el contrario estaba mucho más
melancólico. Su mujer le sorprendía en ocasiones viendo antiguas fotos de su
hija cuando era niña y llorando en silencio. Aquello rompía el corazón de Esmeralda
que siempre trataba de infundirle ánimos. Ella misma deseaba creer que Amatista
era una chica muy fuerte y valerosa, que estaba con Leval y Mazoui y que nada
podría dañarles. Pero tras lo de su sobrino Granate… a veces, y únicamente
cuando estaba a solas, la misma diseñadora desesperaba y sollozaba acordándose
de su niña y del resto. Diamante incluso dejó de acudir con regularidad al
trabajo. El propio Ian Masters lo comprendía. Para él, perder a su hija en el
espacio había sido igual de duro. Tanto que, al igual que su amigo el príncipe
de Némesis, había dejado por unos meses casi todas sus ocupaciones.
Paradójicamente Zafiro estaba más entero tras la pérdida de su hijo Granate y
junto con Tomoe se ocupó de muchas cosas en la Master Corporation. Aunque eso
no era lo que más les gustaba hacer ni mucho menos a ninguno de los dos. Por
ello, cuando estando al cargo él y el profesor, llegó la noticia de la vuelta
de las comunicaciones con el asteroide, avisó de inmediato a Masters. La reina
Neherenia y las guerreras les habían enviado un mensaje lleno de alegría. ¡Los
expedicionarios perdidos habían regresado!
-Es algo magnífico.- Declaró Tomoe que enseguida
puso al tanto a su esposa Kaori y a su hija Keiko de aquello.-
-Llamaré enseguida a mi hermano.- Añadió Zafiro,
visiblemente contento a su vez.- Y ahora mismo aviso a Ian.
Y en efecto. Al llamarle por video teléfono y
comunicarle la noticia Zafiro observó perplejo como el millonario saltaba de su
silla y gritaba loco de alegría. Parecía un poseso brincando por su despacho.
Incluso creyó que le iba a dar un ataque y le suplicó que se calmara. Masters
le tranquilizó asegurándole que estaba mejor que nunca y que avisaría a todos
de inmediato. Aunque su interlocutor le pidió que llamase a casa de Diamante en
primer lugar.
-¿No quieres darle tú la noticia?- Le inquirió el
magnate.-
-Creo que si eres tú quien se la da, los dos podréis
celebrarlo mucho mejor. Vuestras hijas están juntas en la nave.
-Gracias Zafiro, muchísimas gracias.- Sonrió Masters
con patente emoción.-
Por supuesto,
en cuanto se despidió de su interlocutor, Ian lo hizo sin tardar y el destino
quiso que fuera Esmeralda la que atendiera el teléfono. La mujer únicamente
tuvo que escuchar el tono de entusiasmo del millonario para saber que algo
maravilloso había sucedido. En cuanto recibió la nueva corrió en tromba al salón
donde estaba su esposo. Éste la vio llegar atónito y dejó que ella se
precipitase en sus brazos en tanto llorosa le repetía una y otra vez.
-¡Cariño, están aquí, están aquí! ¡Han vuelto!
Nuestra niña ha vuelto.
En un primer momento Diamante se preocupó. Creyó que
su esposa había recibido alguna terrible noticia y que se había vuelto loca.
Pero solo tuvo que mirarle la expresión y la sonrisa luminosa en su rostro y
supo que aquello era todo lo contrario. Cuando pudo asimilar la información
levantó a Esmeralda en brazos y bailó con ella, loco sí, pero de alegría.
-Pero, ¿es eso cierto?- Preguntaba a su esposa una y
otra vez en tanto la llevaba en volandas.-
-Ian me lo ha dicho, según él tu hermano lo ha
confirmado. La Tierra lo ratificó tras establecer contacto con el reino de la
Luna Nueva. Neherenia ha recibido la transmisión al igual que aquí. ¡Y Serenity
y las demás también! ¡Es verdad, Diamante, cariño! Nuestra niña y los demás
están de camino a casa por fin…
Y su marido únicamente pudo darla un montón de besos
y llorar junto con ella, pero ahora de felicidad. Ahora fue Esmeralda quién le
observaba con una mezcla de alegría, ternura y emotividad. El antaño altanero
príncipe no dejaba de llorar abrazándose a ella.
-¡Nuestra hija está bien!…- Era lo único que
repetía.- ¡Gracias al Cielo, está bien!…
Por su parte
Zafiro se lo contó a Petz. Su esposa que había superado la muerte de Granate
con gran dificultad a pesar de aquella despedida en el Cielo ahora sí que se
alegró. Al menos sus sobrinos estaban a salvo. Eso era algo milagroso tras todo
lo que había sucedido. Coraíon también se sintió muy contento en cuanto se lo contaron. Estaba en Londres
junto con los hijos de Nephrite y con Lance. Ellos también lo celebraron
largamente. Tom y Cooan fueron avisados a su vez por el hermano de éste,
Daniel, que trabajaba en la masters Corporation. El matrimonio Rodney celebró
con júbilo la noticia y avisó a su vez a sus otros hijos, Alan e Idina, que
estaban de vuelta tras terminar el curso en la universidad. Los muchachos
experimentaron idéntica sensación de alegría. Los esposos Rodney llamaron
también a Roy y Beruche y hablaron, rieron, lloraron y recordaron los viejos
tiempos, además de hacer planes para el futuro. De esta manera, pasaron un par
de horas más hasta que se despidieron. Después los Malden aguardaron hasta que
se les avisó por un canal especial de la Masters Corporation que la
comunicación estaba lista. Kerria tenía
que salir, había quedado con su pareja a cenar. No obstante, prometió que
regresaría a tiempo para la conexión. Y aunque la joven todavía no había
llegado a la hora prevista hubieron de establecer la llamada. De modo que
temblando de emoción y alegría, fue Bertie la que conectó el monitor.
Al otro lado apareció Leval. Éste sonrió cuando vio
la imagen de sus padres en la pantalla.
- Papá, mamá, ¿Cómo estáis? - Les saludó con el
gesto resplandeciente de alegría. –
Tuvieron que pasar algunos minutos para que esa
pregunta llegase a sus padres. Por mor de la distancia cada réplica y
contrarréplica se hacía esperar. Pero ambas partes eran conscientes de ello y
no tenían problemas en ser un poco pacientes. ¿Qué eran unos insignificantes
minutos comparados con el tiempo que llevaban sin verse?
-¡Hijo! - pudo decir Beruche con lágrimas de emoción
al recibir el mensaje. - ¡Gracias a Dios que estáis bien!, os hemos echado
tanto de menos. Creíamos que habíais
desaparecido para siempre. ¿Cómo estáis vosotros?
- Muy bien, no te preocupes, mamá – respondió tras
la consabida espera Leval templando un poco el tono para agregar. -¿Y Ky?
- Ha salido, pero no tardará en volver.- Le comentó
su padre. -
- Espero saludarla pronto, además tenemos algo
importante que deciros a todos. ¿Están los padres de Amatista por ahí? - Quiso
saber Leval. -
- Un momento – le pidió el interpelado a su hijo. –
Lo estarán…
Aquello realmente no era necesario, pero con la
emoción Roy ni se acordó que su respuesta iba a tardar en llegar. De todas
maneras decidió darse prisa.
-Cubito, esta vez…
-Por supuesto.- Sonrió ella llena de alegría.- Pues
usar tu dichosas traslación.
Y su esposo no se lo hizo repetir. Diamante y
Esmeralda estaban en su casa cuando su amigo y vecino apareció ante ellos.
Todavía les halló emocionados por la noticias. Pero aún se alegraron más si
cabe cuando el recién llegado, sonriente también, les dijo.
-Dadme la mano y venid conmigo. Hay alguien que
quiere veros.
No hicieron falta más explicaciones. Ambos
accedieron de inmediato y tomándose cada uno a una de las manos de Roy él los
transportó. Sólo tuvieron que ver la pantalla activada y aun atónitos se asomaron al comunicador. Ahora podían observar
el entorno de aquella nave y de pronto al hijo de sus amigos y a su propia
hija. Cuando esas imágenes llegaron al asteroide, pasados unos pocos minutos,
Amatista se emocionó tanto al verles que rompió a llorar mientras Leval la
abrazaba con un afectuoso gesto lleno de alegría.
- ¡Cariño!,- sollozó emocionada Esmeralda. - ¡Cuánto
he deseado poder verte otra vez!
También le caían las lágrimas, era incapaz de seguir
hablando. Su amiga Bertie la estrechó entre sus brazos, visiblemente emocionada
a su vez.
- Mi pequeña princesita, mi amor, ¿cómo estás? -
Sonrió Diamante, emocionado también, pero en esta ocasión algo más entero que
su mujer y su hija. -
Otra
vez, una demora que se les hacía eterna. Hasta que la chica respondió y les
llegó la réplica.
-¡Oh papá, mama!...
La pura felicidad que la embargaba no le dejaba
decir nada más. Amatista tuvo que esforzarse para seguir hablando. Era Leval
quién la abrazaba a ella con una amplia sonrisa dándole ánimo para
continuar y la muchacha apenas pudo decir
con la voz entrecortada.
-¡He…esperado tanto… este momento! Ya casi había
perdido la esperanza de volveros a ver.
El
padre de Leval intervino entonces para explicarles a todos. Por supuesto,
teniendo la paciencia de aguardar el tiempo necesario para que la comunicación
llegase a los chicos en el espacio.
- Masters ha puesto a punto una serie de naves
lanzaderas que viajarán hasta ese agujero. Nosotros nos embarcaremos en ellas e
iremos para allá ¿Verdad, principito?
-¡Es verdad! - Convino éste con júbilo. - Nos queda
muy poco para estar juntos. Como Roy dice saldremos en cuanto sea posible.
Iremos en las nuevas naves de viaje que hemos estado poniendo a punto entre vuestro
tío Zafiro y yo. Tendremos que atravesar ese agujero pero calculan que sólo
tardaremos un par de días una vez partamos.
- Perdona que te interrumpa Diamante.- Terció
Beruche para recordarles a todos. - Pero los chicos nos querían decir algo
importante ¿no?
- Es verdad,- asintió éste que, también deseoso de
enterarse, les invitó a hablar. – Bueno, vosotros diréis.
Y
pasados otros tantos largos minutos, Leval respondió.
- La verdad es que es algo que os sorprenderá.
Pero
en eso que otra voz muy familiar para
él volvió a interrumpir esa explicación
enviada hacía ya un rato.
- Hola chicos.- Era Kerria que se asomó por la
pantalla saludando a su hermano y a Amatista que muy sonrientes le devolvieron
el gesto. - ¿Cómo estáis?- .Pudo decir la recién llegada antes de deshacerse
también en lágrimas de contento, a pesar de que había intentado impedirlo. - Lo
siento.- Pudo disculparse entre sollozos. - Me había prometido no llorar pero
no he sido capaz de evitarlo. Creía que habíais desaparecido y que nunca os
volveríamos a ver. Ahora… ¡soy… tan feliz!...
Apenas si pudo balbucear en tanto se abrazaba a su
padre que la confortó lo mejor que pudo ante las emotivas miradas del resto que
la comprendían muy bien. Habían pasado exactamente por lo mismo.
- No pasa nada, tonta. – Le replicó Amatista
haciendo aguas en sus ojos también, tras el lapso de tiempo de rigor y agregó
sonriendo de forma luminosa. - Además, espera a escuchar lo que tu hermano
tiene que decir.
Tras la espera hasta que recibió la señal. Kerria
les dirigió a ambos una inquisitiva mirada a través del velo de sus lágrimas y
sólo con verlos abrazados sonrió para declarar.
- No hace falta esperar a su respuesta. Me parece que
yo sé de lo que se trata…
Sus
padres la interrogaron con la mirada, aunque tanto Bertie como Esmeralda no
tardaron en sonreír a su vez. Por fin llegó la réplica. Amatista asintió
pletórica de felicidad y Kerria dio palmadas de alborozo ante la sorpresa de
sus padres y los de su amiga.
-¿De qué se trata, cariño? - Le preguntó un muy
intrigado Roy a su hija, pero ésta
señaló hacia la pantalla. -
- Que lo digan ellos.- Sonrió Kerria por toda
respuesta. -
Todos aguardaron. Al fin llegó la solución al misterio…
- Sí, será mejor - convino Amatista y miró a Leval
que le daba la mano asintiendo cuando ella tomó la palabra y dijo. -
¡Preparaos!...- silencio expectante de todos y por fin... - ¡Leval y yo vamos a
casarnos, él me lo pidió anteayer y yo he dicho que sí!...
Silencio entre sus padres que estaban
boquiabiertos, Esmeralda fue la primera que pudo hablar.
-¡Mi niña se va a casar!... ¿Habéis oído?..-
balbuceó presa de una intensa emoción. -
- ¡Claro que sí y con mi hijo!,- repuso
orgullosamente Beruche. - ¡Es una noticia maravillosa, chicos! ¿Esperaréis a
que lleguemos, verdad?
Y
esta vez jurarían que la respuesta llegó antes, o eso o es que Leval conocía
muy bien a su madre cuando se anticipó a contestar divertido.
-¡Mama, qué cosas tienes, claro que sí!
- ¡Enhorabuena, hijos míos!- les deseó Roy
visiblemente emocionado también. - Es la mejor noticia que me podíais dar.-
Aunque añadió jocoso mirando a su amigo que por su parte estaba entusiasmado
también. -La única pega es que ahora tendré de consuegro al pesado este de Diamante.
- ¡Eh! ¿Qué quieres decir con eso?,- inquirió el
aludido también en un tono divertido. - Seré yo el que tendrá que soportarte a
ti.- Amagaron sendos capones pero al
final ambos se abrazaron.
Lo mismo hicieron Esmeralda y Beruche, fundidas en
un afectuoso abrazo, ante la sonrisa de la hija de ésta última que guiñó un ojo
a Amatista y a Leval.
-¡Es maravilloso!,- añadió Kerria - ahora tendré una
hermana, ¡sabía que lo conseguirías! , ya te lo decía yo, mi hermano es
despistado pero no tiene mal gusto.
Amatista
se reía en cuanto les llegó la respuesta. Si bien fue Leval el que con fingida
indignación exclamó.
-Oye Ky, ¿cómo que despistado?
Y sucedió lo mismo, su hermana le conocía demasiado
bien, puesto que la respuesta casi estaba llegando a los pocos minutos de que
él terminase de decir eso.
- ¡Eres tonto, Leval! - le respondió Kerria riendo.
-Amatista siempre ha estado enamorada de ti, ahora ya te lo puedo decir.
Esmeralda
también intervino con gesto risueño recordándole a su hija.
- Me alegro mucho por ti, mi niña, has conseguido
alcanzar tu sueño.
Ésta asintió alborozada en cuanto lo escuchó,
enjugándose aun alguna lagrimita traidora que se deslizaba por sus mejillas.
- ¡Habérmelo dicho antes, hermanita! - repuso Leval
con humor, agregando con visible entusiasmo mientras estrujaba cariñosamente a
su prometida de los hombros. - Bueno no importa, recuperaremos el tiempo, ya lo
verás.
- Kerria, ¡tengo tantas ganas de verte! ¡De veros a todos y abrazaros! - añadió
Amatista abrazada también a su novio. -
- Nos veremos muy pronto,- repuso ésta radiante de
felicidad - seguro que sí…
- Bueno chicos,- intervino Roy con más serenidad. - Debemos dejaros ahora. Los demás quieren
hablar con sus familias. Decidle a Mazoui que sus padres y su hermana viajaran
en el otro cohete. Seremos dos naves en total. Comunicarán con él más tarde,
saldrán un poco más retrasados que nosotros, junto con la tía Connie, el tío
Tom y vuestros primos.
- Vale papá.- Asintió Leval tras la espera. - Se lo
diré enseguida, se alegrará mucho, aquí vamos a preparar una fiesta y Amatista
tiene que cantar. Esperaremos con impaciencia vuestra llegada, ¡así asistiréis
a nuestra boda!, dile a mamá que vaya preparando su mejor vestido y a Esmeralda
que le diseñe a Amatista alguno bonito.
- Hijo,- suspiró la diseñadora a los pocos minutos, henchida de orgullo y
amor hacia su hija. - Amatista tendrá el mejor vestido que pueda imaginar. – Y
dirigiéndose a la muchacha le preguntó con ternura.- Cariño, ¿cómo te gustaría?
- Me gustaría llevar el mismo vestido que llevaste tú,
mamá - le pidió ella. -
- Recuerdo perfectamente como era - declaró la
diseñadora asintiendo muy complacida cuando pudo recibir la transmisión. -
Estará listo para cuando lleguemos, te lo prometo...
- Tenemos que cortar.- Dijo Amatista despidiéndose
de sus familiares con un sentido. - Mamá, papá ¡os quiero! Y os aseguro que
hasta hacer este viaje no sabía que esas palabras pudieran significar tanto.
- Es verdad. Es lo mismo que siento yo. Os quiero
mucho a todos, ¡incluso a ti, cara de patata! – sonrió Leval dirigiéndose a su
emocionada hermana. - Hasta pronto - se despidió por fin abrazando a su
prometida ahora por la cintura. Al recibir aquello, sus padres y Kerria se
despidieron también de ellos y se cortó la comunicación. -
Leval
fue corriendo a decirle a su primo que
pronto hablaría con sus padres, pero éste no se alegró tanto como su
interlocutor esperaba. Mazoui pensaba que su amigo iba a casarse, Susan y Giaal
parecía que también estaban muy atraídos el uno por el otro. Hasta Tracer tenía
ya una relación con Penélope que avanzaba día a día. Sólo quedaba él, se sentía
solo. Sandy era ahora como una hermana, su amiga, incluso su confidente, pero
nada más. Ella le había dicho que una persona muy especial estaba enamorada de
él, pero Mazoui aún no sabía quién podría ser. Y la muchacha le había prometido
que, esa misma noche lo sabría, pero él era escéptico y no podía ocultar
que estaba deprimido.
-Bueno, la felicidad nunca puede ser completa del
todo ni para todo el mundo. - Suspiró él queriendo dejar aquello de lado para
centrarse en sus obligaciones.-
Satory por su
parte también deseaba hablar con su padre. Masters iría en el segundo cohete. Era
enojoso para él, pero tenía que atender algunas cuestiones de última hora antes
de poder salir de la Tierra. Aún tardaría unas horas en estar lo bastante
cerca. Debía decidirse ya, esa noche sería la ideal. El momento de la fiesta
llegó y todos se cambiaron, vestidos con sus mejores trajes y uniformes de
gala. Amatista cantó con gran sentimiento, estaba radiante de felicidad y dio
lo máximo de su voz y de su entrega, obteniendo unas larguísimas ovaciones.
Después y para concluir, se abrió un gran y maravilloso baile en un soberbio
salón dotado de grandes cristaleras donde se podían admirar el universo y las
estrellas en toda su belleza y esplendor. La ocasión lo merecía. Y todos,
absolutamente todos, sabían que sus vidas ya no serían nunca igual, estaban a
un paso de lograr algo que antes hubiera parecido una utopía imposible, cumplir
con su misión y volver a casa.
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