Todos estaban en el gran salón, una vez Amatista
terminó de cantar se unió a Leval y ambos participaron en el baile. La muchacha lucía un hermoso
diseño de su madre, un vestido escotado aunque no exceso, de un suave tono lila
que hacía juego con sus ojos, muy parecido al que llevase en la graduación de
su instituto hacía ya tanto tiempo. Su novio, con su uniforme blanco de gala,
conjuntaba a la perfección con ella. Y la chica le comentaba entre paso y paso
de baile.
Otro día se ha ido
Aún estoy solo
¿Cómo puede ser?
Tú no estás aquí conmigo
Nunca dijiste adiós
Que alguien me diga por qué
Te tuviste que ir
Y dejar mi mundo tan frío
Todos los días me siento y me pregunto
Cómo el amor se marchó
Algo susurra en mi oreja y dice
Que no estás solo
Porque yo estoy aquí contigo
Aunque estás lejos
Yo estoy aquí para quedarme
No estás sola
Yo estoy aquí contigo
Aunque estamos lejos
Tú estás siempre en mi corazón
No estás sola
Muy sola
¿Por qué?, ¡oh!
Ya la otra noche
Creí escucharte llorar
Pidiéndome que venga
Y te tenga en mis brazos
Puedo escuchar tus plegarias
Tus cargas que yo llevaré
Pero primero necesito tu mano
Pues por siempre puede empezar
Todos los días me siento y me pregunto
Cómo el amor se marchó
Entonces algo susurra en mi oreja y dice
Que no estás sola
Porque yo estoy aquí contigo
Aunque estás lejos
Yo estoy aquí para quedarme
Para que no estés sola
Estoy aquí contigo
Aunque estamos distanciados
Tú estás siempre en mi corazón
Y no estás sola
Susurra tres palabras y yo vendré corriendo
Y chica, tu sabes que estaré allí
Estaré allí
No estás sola
Yo estoy aquí contigo
Aunque estamos lejos
Yo estoy aquí para quedarme
No estás sola
Estoy aquí contigo
Aunque estamos distanciados
Tú estás siempre en mi corazón
No estás sola
Porque yo estoy aquí contigo
Aunque tú estás distanciada
Yo estoy aquí para quedarme
Para que no estés sola
Porque estoy aquí contigo
Aunque estamos distanciados
Tú estás siempre en mi corazón
Para que tú no estés sola
-¡Qué fiesta tan hermosa! Y cuando me gustaría que
nuestras familias pudieran estar ya aquí y nos viesen ahora.
-Llegarán dentro de poco y entonces volveremos a
estar juntos, como en los viejos tiempos.- Sonrió él, añadiendo.- Y esta vez no
es un mero deseo, es la realidad que tanto ansiábamos.
-Por desgracia no estaremos todos aquí para
recibirles. – Suspiró la chica ahora tiñendo su voz con pesar. – Algunos no
podrán cumplir sus sueños…
Estaba claro que el recuerdo de Granate seguía
presente. El mismo Leval asintió, aunque enseguida replicó con un tono incluso
jovial.
-Nuestro primo desearía que fuéramos muy felices. Y
debemos serlo por él. Su sacrificio y el de otras personas que hemos perdido
durante el viaje habrá merecido la pena si vivimos por nosotros y por ellos.
¿No crees?
La muchacha asintió, pensaba también en la pobre Jen
y en sus palabras. ¿Qué habría querido decirles? Lo cierto es que habló de
cosas muy extrañas. La pobre chica no estaba en sus cabales. Creyó recordar que
su novio también fue una de las víctimas de aquel ataque. Puede que eso la
enloqueciera. De hecho, esa llamada que contestó, al pobre doctor Adams,
dejó ese hombre realmente afectado.
-No sé a qué se refería. Esa pobre muchacha debió de
confundirme con otro.- Les comentó tanto a ella como a Penélope cuando se
vieron tras todo aquello.-
-No lo piense más, doctor.- Quiso animarle la doctor
Winters.- Jennifer había perdido la razón. Esos canallas debieron de haberle
lavado el cerebro de algún modo y no sabía ni lo que hacía ni lo que decía.
-Sin embargo, y a pesar de todo, finalmente debió de
luchar contra esas sugestiones y vencerlas, porque nos salvó.- Recordó Amatista
con una mezcla de gratitud y pesar.-
Ahora venían a su memoria esas palabras que ella
misma pronunció. De hecho, cuando los familiares de Jen recibieron la trágica
noticia de su muerte, al menos pudieron consolarse con el postrer heroísmo que
demostró su hija. La propia Penélope se ocupó de decirles a los desolados
padres que Jennifer la salvó a ella.
-Nunca será olvidada. Ni como compañera Fairy Five,
ni como heroína. - Fue la promesa que la doctora les hizo a esos abatidos pero
al tiempo orgullosos señor y señora Garret. -
Y también estaba el caso de Gin, privada de sus
piernas. Muchas veces, cerraba sus ojos y podía verla tendida en aquel charco
de sangre, totalmente destrozada, cuando tuvo que cortar esa hemorragia. Mejor
no recordar eso, ya que no se podía cambiar, decidió hacer caso a su pareja y
le sonrió de forma radiante para sentenciar.
-Ahora mismo tengo todo lo que necesito para ser
feliz. Te tengo a ti y a nuestros amigos y dentro de poco a nuestras familias.
Y no me arrepiento de haber hecho este viaje.
-Ya solamente nos queda que el proyecto de
terraformación sea un éxito. – Comentó él –
-Estoy segura de que lo será. Hemos trabajado día
tras día, sufrido demasiado durante el camino hasta aquí y puesto muchas ilusiones
en él. - Afirmó la chica con un tono de patente convicción. -
Su novio convino en ello con un leve asentimiento y
una sonrisa y los dos prosiguieron con su danza perdiéndose entre el resto de
las parejas.
Susan y Giaal también estaban bailando juntos, el
extraterrestre, a pesar de lo que podría parecer, no desentonaba. En su
apariencia humana y con un smoking que le habían conseguido estaba hecho todo
un galán. Su frondoso pelo castaño y sus ojos a tono hacían que la joven
oficial no le quitase la vista de encima. La muchacha también lucía muy
hermosa, incluso con el uniforme de gala.
-Me encantan estas costumbres de los humanos. –
Declaró el alien en tanto se movía con bastante soltura llevando a Susan. –
-No sabía que supieras bailar. – Le sonrió ella
mirándole con visible interés.-
–No es difícil- le respondió él agregando como
explicación. – He visto videos que tanto Leval como Mazoui me dejaron hace unos
días y Amatista y Sandy me han ayudado a practicar.
-¡Vaya! – se sonrió Susan añadiendo con malicia. –
Espero que no bailen mejor que yo.
Pero
su interlocutor sin captar aquel matiz replicó de un modo bastante técnico.
- Tú bailas tan bien como ellas. Lo que es todo un
mérito. Considerando que Amatista ha sido cantante profesional con su grupo y
que Sandy también tiene unas destrezas físicas muy loables
Aunque a su contertulia no le gustó mucho eso
último, sobre todo en alusión a la morena científica, dado que la señorita
Lassart estaba claro que estaba comprometida con el teniente Malden. No había
más que verles. Sin embargo, la otra joven estaba, que ella supiera, totalmente
disponible, y parecía tener gran influjo sobre los hombres. Pero si debía
confiar en lo que la propia Sandy le dijo, su interés hacia Giaal no era ese.
De modo que la alférez Hunter dejó correr aquello al darse cuenta de que esa
era la forma en que su interlocutor se expresaba y enseguida miró de forma
inquisitiva a su pareja para conceder de forma más jovial.
-Pues han hecho un gran trabajo contigo. Tendré que
darlas las gracias.
-Fueron pacientes, pero creo que por mi parte,
también presté atención, quería hacerlo bien para no decepcionarte.- Comentó él.-
Susan
sonrió divertida y sobre todo halagada por eso último. Que Giaal hubiera
tratado de aprender a bailar con ese magnífico resultado, únicamente para que
ella lo aprobase le parecía un indicio importante de lo que él la valoraba.
-No me hubieras decepcionado de ninguna manera. Eres
una estupenda compañía. – Le aseguró la chica.-
- Con el tiempo que he pasado solo, vagando de un mundo
a otro, no creo que sea mérito mío. Quizás es que los humanos sois muy buenos
socializando. – Declaró su interlocutor –
-Algo bueno teníamos que tener. – Repuso la muchacha,
observándole con interés. -
-Tenéis muchas cosas buenas.- Afirmó el
devolviéndole esa misma mirada para aseverar. – Sois una especie capaz de lo
mejor y de lo peor, sí. Únicamente es cuestión de que queráis guiar vuestra
alma hacia tareas nobles.
-Con un maestro como tú, seguro que cualquiera
podría llegar a ser mejor persona.- Convino la chica. –
-Tú eres una buena persona por ti misma, sin que yo
tenga nada que ver en ello. Ya lo percibí la primera vez que te vi. Por eso fui
a hablarte entonces. – Le confesó él –
-Muchas gracias. Significa mucho viniendo de ti.-
Sonrió Susan sintiéndose algo turbada.-
Lo
cierto es que se puso colorada. Y para tratar de salir de ese azoramiento, la
joven cambió de tema, ahora con voz queda.
-¿Sabes? Hace un par de horas pude hablar con mis
padres y con mi hermana. Nunca creí poder emocionarme tanto, solamente podía
llorar al verles. Al principio apenas me salieron las palabras. La verdad es
que jamás imaginé que les añorase y les quisiera tanto. Ellos también lloraban,
sobre todo Debbie. Y me dijeron que iban
a venir. Tengo muchas ganas de poder abrazarles.
La
muchacha había conectado tras un par de horas de espera, debido a que las líneas
estaban colapsadas. Al fin, la imagen de sus padres y su hermana apareció en la
pantalla.
-¡Sue! -Exclamó Debbie llena de alegría al verla.-
-Hermanita.- Pudo apenas sollozar ella.- Papá, mamá…
Tuvieron
que pasar unos minutos para que sus familiares respondieran.
-Hija mía, ¿Cómo estás?- Quiso saber su emocionada
madre.-
-Muy bien, y ahora mucho mejor.- Pudo decir la
joven, sobrepasada por sus propias emociones.-
-Tenemos muchas ganas de verte, Sue.- Intervino una
eufórica Deborah.- Queremos ir en una nave de esas que están preparando.
-¡Ojalá que podáis venir pronto!- Afirmó su hermana
con lágrimas en los ojos.-
-Puede que tengamos pasaje para dentro de un par de
días.- Calculó Deborah.-
-Pues aquí estaré.- Sonrió Susan.-
Aun pudieron conversar un poco más antes de
despedirse. Giaal asintió comprensivo en tanto escuchaba a su pareja de baile.
Él sabía lo que significaba el no ver a sus parientes durante largos periodos
de tiempo. Esa muchacha además no parecía ser proclive a emocionarse con facilidad.
De modo que le sonrió afirmando.
-También deseo volver a ver a mis padres y a mi
hermana. Eso es algo que tenemos en común.
Susan asintió en tanto los dos continuaban girando
por el salón de baile.
-Tengo muchas ganas de ver a mi familia y también de
poder presentarles a Giaal.- Pensaba la joven.-
Por su lado, Penélope y Tracer, que estaban bastante
más agarrados de lo que nadie había podido imaginar, evolucionaban a su vez por
el salón con bastante decoro. El muchacho, con su característico tono de humor,
le susurró a su pareja.
-Señorita científica, creo que has activado alguno
de tus electroimanes del laboratorio porque no me es posible separarme de ti.
Ella le miró perpleja pero sonrió aceptando la
chanza de aquel muchacho tan bromista y le respondió divertida.
-¡Tú siempre con tus ocurrencias!
-Y si te dijera que para mí eres la mujer más
hermosa de este mundo. Y que no puedo evadirme de tu atracción. ¿Lo tomarías en
sentido literal u objetarías que un asteroide no es técnicamente un planeta?
Y Penélope le observó ahora con desconcierto, el
tono de esas últimas palabras no sonó como las bromas habituales de Tracer. Es
más, él le dedicaba una mirada más intensa de lo habitual. Lo cierto es
que ella estaba muy guapa ataviada con
un largo vestido de noche color azul pálido y un lazo de ese mismo color
sujetando en forma de larga coleta su cabello castaño. Completaba el conjunto
con una bonita cadena de oro al cuello y unos zapatos azules también, de medio
tacón. Su acompañante no lucía menos gallardo con su uniforme de gala blanco
inmaculado y sus distintivos de grado, dos líneas doradas en cada bocamanga, amén
de sus condecoraciones. Y ella, percatándose de esto último, reflexionó. Aquel
muchacho, habitualmente tan jovial y bromista, había arriesgado su vida más
veces de las que ella podía recordar. Y nunca le vio preocupado ni deprimido,
ni tan siquiera asustado, aunque lo estuviera quizás en su interior. Siempre
tenía una sonrisa o una ocurrencia para distender el ambiente o para animar a
cualquiera. Demostró ser un buen
compañero y todavía mejor amigo. De modo que, tras unos instantes de silencio y
de mutuas miradas, ella le susurró a su vez.
-Te diría que puedes orbitarme siempre que quieras.
- Sonrió sinceramente la muchacha. –
Y él también esbozó una amplia sonrisa según
continuaba guiándola por aquel gran salón en tanto sentenciaba.
-Seré tu satélite con sumo placer, para orbitarte
siempre.
Mazoui por su parte no bailaba, estaba apartado en un
extremo del salón meditabundo y mirando de reojo al resto. Sandy le vio y fue a
charlar con él.
-¿Tú no bailas? - Le inquirió ella sorprendida. -
La
chica se acercó vestida con su traje de noche de color verde botella, mostrando
un generoso escote y con un collar que parecía de esmeraldas, a tono con el
color de sus ojos. Sus manos y brazos estaban recubiertos por sendos guantes
blancos hasta casi los codos. Estaba preciosa como siempre y había tenido ya
múltiples ofertas de bastantes oficiales para unirse al baile que, sin embargo
rechazó, preocupada como estaba por su amigo.
-¿Bailar? - Respondió algo sorprendido también, por
una parte porque estaba sumido en sus pensamientos y por otra por que siempre
le asombraba la gran belleza de Sandy.-
La muchacha era voluptuosa sí, pero además esa noche
añadía un toque de serenidad y elegancia que la hacían irresistible. Ahora su
rostro expresaba felicidad y esperanza y eso acrecentaba sus encantos aún más.
Pero no para su interlocutor. Al menos, no ya en el sentido que habían tenido
en su anterior relación. Ahora veía en ella una belleza casi maternal en
contraposición a todo el atractivo carnal que antes les había unido. Por ello repuso
con poco ánimo
- No es lo mío, eso de bailar nunca se me ha dado
bien.
- Pues es una pena.- Lamentó ésta con fingido tono
meloso, en un intento por animarlo. - Un
chico tan guapo y con ese uniforme tan bonito, lleno de medallas. Todas las
chicas de la nave se pelearían por bailar contigo.
-¿Quieres bailar tú conmigo, Sandy? - Le propuso él más
que nada por ser cortés. -
- Bueno, este baile lo tengo libre, pero ya he
ocupado todos los demás...- Respondió ella, lo que en parte era verdad. Sabía
que, en cuanto terminase este, otros chicos correrían para ofrecerle ser su pareja. – De modo que,
¿por qué no?- remachó.-
- Con un sólo baile en toda la noche me basta,
gracias.- Contestó Mazoui con una leve sonrisa. -
Su
interlocutora le devolvió la misma, acercándose a él y entrelazando su mano a
la del muchacho, mientras le rodeaba la espalda con la otra. Su pareja hizo lo
propio con la cintura de la chica y ella entonces le susurró según comenzaba la
música.
- Presiento que todavía habrás de bailar otra vez
Mazoui y ese será un baile mucho más interesante. El más importante de tu vida.
-¿A qué te refieres?- Quiso saber él no sin sentirse
intrigado, pero ella solamente sonrió dejándose llevar…
- A su tiempo lo sabrás.- Replicó ella de forma
enigmática, sin querer decir más.-
Entre
tanto Satory bailaba con algún otro chico,
la verdad es que a ella tampoco le había faltado pareja en esa ocasión. Por una
vez siguió el consejo de su amiga Amatista y se había arreglado bien. Lo cierto
es que sin sus gafitas y con aquel escotado vestido lucía muy hermosa. Pero eso
no le preocupaba ahora. Sólo se fijó a su alrededor buscando a Mazoui y le
encontró agarrado a su morena compañera. Suspiró resignada, pensó que quizá no
tenía sentido seguir esperando... ¡Sandy y Mazoui hacían tan buena pareja! Pese
a que su compañera dijese eso de que su
relación con aquel apuesto muchacho no había cuajado. No obstante, únicamente
había que observarles juntos para darse cuenta de que aquello no era cierto.
Rindiéndose a la evidencia Satory no pudo dejar de pensar que en verdad, eran
el uno para el otro. Aquella complicidad que transmitían, desde luego tenían
una gran química. Ella no podía dejar de lamentarlo mientras se dejaba llevar
por su pareja de danza. De todas formas, eso no duró demasiado. Al término del
baile Mazoui fue avisado por un oficial, sus padres estaban al otro lado de un
vídeo teléfono. Sandy le dijo que se diera prisa en ir. La joven por su parte
dijo tener que ira buscar a otro chico que, como una centella, acudió al verla
libre y ella le prometió el siguiente baile. Éste dio comienzo con la morena
muchacha absorta en idear algo que con lo que solventar las cosas para sus dos
amigos. Se lo debía a ambos.
-Tendréis que dar el paso. - Pensaba Sandy.- Alguno
de los dos…yo ya hice todo cuanto podía. Bueno, puede que aún me falta una
cosa…un último empujón. Y ya sé a quién debo dárselo.
Ginger
había asistido pero no bailaba. La joven fue efusivamente saludada por Amatista.
-Hola Gin. ¿Cuánto me alegro de verte!
-¿Qué tal, Amatista?- Sonrió débilmente la joven.-
Estás muy guapa. Y Leval está increíble con ese uniforme.
-Sí.- Convino su amiga con complicidad, observando a
su novio que, en ese instante, estaba departiendo a su vez con unos
compañeros.- La verdad, es que está guapísimo…
-Os deseo mucha felicidad.- Declaró sinceramente Ginger.-
Amatista
sonrió con ternura, le era difícil pese a todo no fijarse de soslayo en esa
muchacha, allí sentada, cubriendo sus prótesis con aquel vestido, bonito desde
luego, de tonos pastel.
-Estás invitada a nuestra boda. Espero que asistas.- Le dijo la francesa.-
-Gracias, de verdad.- Respondió Ginger iluminando su
semblante.- Os haré una magnífica tarta. Será mi regalo, no puedo permitirme
otro.- Suspiró ahora.-
Su
interlocutora posó una mano sobre las suyas y la miró con afecto, asintiendo
para afirmar.
-Que estés presente será el mejor regalo para
nosotros, Gin.
Eso emocionó un poco a la muchacha. Tras sonreír e
intercambiar más parabienes con ella, Amatista regresó junto a su novio. Ginger
les observó abrazarse y bailar, se les veía felices y enamorados.
-Son una pareja de cuento de hadas.- Pensó. -
Ahora, la joven camarera estaba sentada en un
lateral de ese gran salón donde había mesas y sillas y algunas bebidas. De
todos modos con esas prótesis no se atrevía ni a intentar salir a la pista.
Además, incluso antes de aquel accidente o lo que fuera, nunca supo bailar. Lo
único que la alegró muchísimo fue el poder hablar con sus padres. Lo recordaba
en ese momento, tratando de evadirse de ese ambiente. Estaba en una sala de comunicaciones,
respondió a la llamada recibida desde la Tierra, en el monitor aparecieron su
padre, su madre y su hermano Francisco. Hablando en español que era su lengua
materna.
-Ginger, cariño. ¿Cómo estás?- la saludó su madre
con alegría.-
-Bien, mamá.- Replicó ella que no quiso desde luego contarles
lo sucedido.-
-Tenemos muchas ganas de abrazarte. Creo que
podremos ir en una de las naves que la Masters ha puesto a disposición de los
familiares de la tripulación. Van a ir por lo menos cien mil personas - Le
contó su padre.-
-Bueno, pero no todas a la vez, no hay tantas naves,
será por turnos y a nosotros nos ha tocado para dentro de unos días.- Matizó su
hermano.-
-¡Es una noticia maravillosa! - Sonrió la emocionada
chica.-
-El representante del gobernador civil de tu nave
nos informó por ciber carta que te habían dado una medalla y todo, por tu
valor.- Exclamó su madre con visible contento.- Debiste de hacer algo
extraordinario.
-Bueno, no fue para tanto. Advertí del peligro a
unos niños. - Sonrió modestamente la joven, suplicando para sus adentros porque
no se dijera ahí nada de sus piernas.- Hice lo que la mayoría, traté de ayudar.
-Fue terrible, ¿verdad, hija?- le dijo su padre que
la dejó helada al añadir.- Hemos coincidido en la sede del UNISON con algunas
familias que perdieron a sus hijos. Nosotros teníamos mucho miedo cuando dijeron
que la nave había reaparecido. Pensábamos que ojalá tú estuvieras bien. Vimos a
los padres y el hermano de uno de los fallecidos, les hicieron llegar el diario
del pobre chico, hablaba de ti. Era un tal Michael... ¿te suena?
Ginger
no pudo evitar llorar entonces, aunque sus padres lo tomaron por algo bien
distinto a lo que era en realidad. De modo que la madre de la joven le pidió a
su esposo que dejara ese tema.
-¿No ves que para nuestra niña ha sido muy duro? No
le recuerdes eso. Fíjate.- Añadió tratando ya de aparcar el tema.- Nos dijeron
que a él también le concedieron una medalla. Hubo algún testigo que le vio
luchando contra una especie de monstruo de esos, alienígenas. Pero basta de esa
historia tan terrible. Dentro de poco te abrazaremos y ya verás cuantas cosas
buenas te vamos a contar.
La
chica asintió, ahora recordaba cómo se despidieron esperando reunirse en pocos
días. Estaba preocupada, por una parte ¿De qué forma reaccionarían sus padres
al verla en el estado en el que se encontraba? Pese a las mejorías que veía día
a día, aquello no estaría listo para entonces. Y ese terrible recuerdo de
Michael. Estaba claro que las familias no tenían ninguna culpa. Para los padres
y el hermano de ese chico, éste había muerto como un héroe y ella no haría ni
diría nada que desmintiera esa impresión. Pero ese tipo fue un asesino y un
traidor. Al final, el que parecía más arrogante y estúpido fue quién se comportó
como un verdadero hombre de honor. Pensó en Gary no sin pesar. Fue injusta con
él. Por lo menos trató de advertirles. En eso meditaba en tanto a su alrededor
el baile proseguía.
-Tarde o temprano la fiesta acabará y tendré que
afrontar la realidad. ¡Ojalá Giaal esté en lo cierto! - Se decía tratando de
infundirse ánimo.-
Logan
bailó con algunas chicas que se sentían impresionadas de que ese gallardo
oficial las llevase por la sala. Además, no era mal bailarín. No obstante, en
su mente estaba muy lejos de todo aquello. Ahora su padre le pediría cuentas.
Todavía no habían tenido la ocasión de hablar. Él desde luego podría informar
de que todo había discurrido por los cauces marcados. Incluyendo su propio
descrédito.
-Bueno, es no le va a gustar al viejo. - Se decía no
sin resignación.- ¿Pero, qué le voy a hacer? Con estas cartas que me han dado no
pude jugar una mano mejor.- Se lamentó en tanto seguía danzando con otra de
aquellas sosas por la gran estancia en tanto meditaba.- Lo que no comprendo es
quién sería ese informador anónimo…parecía saberlo todo de mí y del resto.
Freejar
tampoco bailaba. El socarrón oficial compartía mesa curiosamente con su
superior, el comandante Zorton. Y éste parecía de un magnífico humor. De hecho,
le preguntaba animadamente a su perplejo subalterno.
-¿Ha podido hablar usted ya con los suyos, mayor?
-¡Oh, sí señor!- Respondió su interlocutor
visiblemente complacido.- Elise y los críos están de maravilla. Ya les dije que
no tardaríamos en volver, pero hay que ver cómo crecen. ¿Y usted, señor?- Se
interesó.-
Su
superior asintió, casi parecía que emocionado, pero repuso templando su tono.
-Sí, ¿Y sabe una cosa? Fue como si ya estuviera en
casa con ellos. Aunque tengo gran deseo de que nos reunamos. Y de recuperar el
tiempo perdido. Vendrán en un par de días y lo haremos. Después tengo pensado
pedir mi traslado. Quiero volver a la Tierra o ir a cualquier sitio donde podamos
estar juntos.
-No hay nada como el hogar, ¿verdad, comandante?-
Afirmó Freejar.-
-Desde luego que no.- Convino éste para querer saber
a su vez.- ¿Y usted, qué hará?
-Pues tratar de convencer a mi mujer de que no me
riña por haber estado tanto tiempo fuera. Luego ya veremos. Pero lo más seguro
es que siga su ejemplo, señor.
-Sabia decisión.- Declaró Zorton.- Al final se da
uno cuenta de que la familia es lo primero.
Y tras aquello prosiguieron su
conversación, en tanto Freejar ofrecía uno de sus puros a su comandante que
éste aceptó encantado. Mazoui por su parte fue a una sala anexa al gran salón
donde había un equipo de comunicación. Al acercarse se encontró allí a un cadete
con el vídeo teléfono activado. Entonces pudo ver en pantalla a su madre que,
junto con su hermana y su padre adoptivo, se dirigían en cohete hasta allí,
tardarían tan sólo un día en llegar. Ahora las comunicaciones eran más rápidas
y fluidas puesto que la distancia se estaba acortando entre ellos. El cadete le
saludó y le dejó sólo en la habitación, el joven fue quien primero habló por el
auricular.
- Hola, cuanto tiempo ha pasado. - Dijo con un tono
bastante controlado para la emoción que sentía. - ¿Qué tal estáis?
-¡Mazoui! - exclamó Karaberasu al cabo de unos pocos
minutos. Y para no ser menos que su hermana Bertie y Esmeralda, no pudo dominar
sus lágrimas. - ¡Mazoui, hijo! He esperado tanto tiempo para poder verte y
hablar contigo ¡Estás guapísimo!
El muchacho a su pesar esbozó una tenue sonrisa, su madre
siempre conseguía hacer que se pusiera colorado…
- Gracias mamá, hola Kathy - saludó a su hermana que
se acercó a la pantalla. -
Katherine
saludó también con los ojos llenos de lágrimas.
- Hola, ¿cómo estás, Mazzie?- respondió emocionadamente
ella con ese cariñoso apelativo que usaba desde cuando eran pequeños. -
- Me alegro mucho de volver a verte - añadió Mathew
participando en el saludo con un aire más calmado, pero igualmente contento. - Se
te ve muy bien, hijo, y además te han ascendido.- Dijo al reparar en los distintivos
de su traje de gala dos franjas doradas que ahora flanqueaban otra algo más
fina que discurría en medio de ambas. – Lo que no me sorprende.
- Es verdad. - Admitió el muchacho, sin darle
importancia cuando recibió aquello, correspondiendo a la cortesía para agregar.
- A vosotros también se os ve muy bien.
¿Qué habéis hecho en todo este año?
- Tu hermana ha sacado unas notas muy buenas,- le
contó su madre visiblemente orgullosa. - Además de hacer giras junto a sus
primas. Tanto ella como Kerria han cantado mucho en verano, y alguna vez se
juntaron con Idina. En cuanto a tú padre y yo estamos como siempre, un año más
mayores.
- Sí, cuando no estamos liadas estudiando, ella
derecho, y yo periodismo, la prima Kerria y yo nos hacemos llamar las Ky – Kat.
- Terció Kathy con tono divertido.-
Mazoui entre tanto meditaba sobre su vida y el futuro,
aunque le dedicó una afable sonrisa a su hermana cuando le llegó esa respuesta
y contestó a su vez.
- Tú siempre estás preciosa, mamá. Papá también está
muy elegante. El tiempo no pasa por vosotros. En cuanto a ti hermanita, ¿ya
tienes novio? - Se interesó con mayor jovialidad. -
- ¿Yo?- se sonrió Katherine señalándose a sí misma
algo desconcertada para añadir. - Bueno, salgo con un chico desde hace pocos
meses. Es muy bueno y muy guapo, ya te lo contaré ¿y tú Mazoui?
- Yo he salido con una chica pero no éramos la
pareja ideal,- le contó él añadiendo con resignado tono tras aguardar la
recepción del mensaje. - En fin, ahora de momento estoy libre.
-¡Estoy seguro de que tendrás que apartártelas a
manotazos! - rio Mathew. -
Y de nuevo esos tortuosos minutos de
diferencia. Pasados estos, el mensaje llegó a oídos del chico.
- Bueno - sonrió débilmente Mazoui que les confesó.
- La verdad es que aún no he conocido a la chica que llene del todo mi corazón.
Yo quiero alguien que me acepte como soy y con quién pueda compartir todos mis
sentimientos y eso es difícil. Vosotros lo sabéis.
Sus
familiares asintieron levemente con gesto comprensivo. Era fácil notar en el
chico la melancolía y no parecía estar demasiado contento, a pesar de que, en
apariencia, las razones para ello le sobrasen, pero entendían sus miedos y su
prevención. Entre tanto, el otro baile hacía rato que terminó. Satory había
salido de la sala al percatarse de que Mazoui ya no estaba allí y le descubrió
de pasada, cuando iba a darse una vuelta para tratar de pensar, ahora le estaba
escuchando. No podía interrumpirle en un momento tan íntimo, es más, se sentía
como una espía que violase la privacidad del muchacho. Se sentía violenta y
azorada, eso no estaba bien. Ella lo
sabía y ya se iba a dar la vuelta para irse, pero al hacerlo, se encontró de
frente con Sandy con la que casi chocó. Satory se sobresaltó un poco y no sin
vergüenza, trató de justificarse.
- Yo, había salido un momento para ver sí tenía
noticias de mi padre...
Pero
su amiga sencillamente sonrió, negando con la cabeza.
-¡Ay, Satory!- exclamó mirándola fijamente, clavando
en ella sus profundos ojos verdes y diciendo con mucha suavidad, no exenta de
una ligera reprimenda. - ¿Por qué no te decides? ¿No crees que has callado tus
sentimientos demasiado?
-¿Qué dices?- inquirió su interlocutora bastante sorprendida.
Aunque estaba claro a lo que ésta se refería, seguramente no era ningún secreto
para una mujer de mundo como ella. Aun así y visiblemente ruborizada, trató de
negarlo. - Pero yo...no.
Pero además,
la mirada de Sandy le decía que con ella podía sincerarse, que debía hacerlo,
por que su amiga lo sabía y es más, quería ayudarla. Pese a ello Satory sólo
pudo musitar.
- Yo creía que tú y Mazoui seguíais estando juntos,
no quiero entrometerme.
- Te equivocas,- le rebatió su compañera con una
sonrisa más amplia para explicarle. - Él y yo somos amigos, buenos amigos pero
nada más. Te aseguro que yo nunca seré la mujer que él quiere, ni la que necesita.
Como él no pasará de ser casi como un hermano para mí. Satory, Mazoui está
triste, se siente muy solo. Créeme, yo comprendo muy bien la naturaleza de esa
soledad, he pasado por lo mismo. Necesita a alguien que le quiera, una muchacha
dulce y buena que esté a su lado. Tú eres esa chica, pero él, que es capaz de
intuir cosas y de leer el pensamiento de los demás cuando se lo propone, no puede
utilizar esos dones para su propia vida. No sabe que tú eres la persona que
está destinada para él.
- Pero Mazoui no piensa en mí, ni siquiera sabe que
existo,- objetó su contertulia con pesar. - Sólo ve a una chica tímida que se
dedica a estudiar libros.
- Sé que un día te acompañó al cine, me lo contó -
repuso Sandy añadiendo sin reservas
-...me dijo que estabas muy guapa con este vestido. Y también me ha hablado de
lo a gusto que se siente contigo. De todas las cosas que compartís.
Y era verdad. Ya casi ni la propia chica lo recordaba.
Satory llevaba el vestido que se compró cuando se encontró con Mazoui hacía ya
unas semanas, pero ese breve lapso de tiempo transcurrido desde entonces se le
antojaba a ella una eternidad. Aunque ahora, contemplándose en un cercano
espejo, se miraba a sí misma sorprendida, como si se descubriera por primera
vez, según escuchaba a su amiga añadir.
- Él no se ha fijado más en ti porque tú no has querido.
Pero ahora sí que lo hará, no tendrá más remedio que hacerlo, pero debes tener
el valor de intentarlo.- Mientras aseveraba esto la joven morena miró de reojo
a Mazoui que seguía hablando con su familia y se lo señaló hacia su compañera
añadiendo con optimismo. – Confía en mí. Ésta es la oportunidad que tanto
tiempo has estado esperando.
Satory
no sabía que responder, ahora estaba emocionada y mucho más animada. Quería
creer en lo que su compañera le decía y lo único que pudo replicar con voz
queda fue.
- Al final has demostrado ser una buena amiga,
gracias Sandy...lamento haberte juzgado tan mal. Esas cosas tan terribles que
te dije…
- Eso no importa ya. Ahora lo fundamental es el
futuro que tenéis delante. Cuida mucho de Mazoui,- le pidió afectuosamente ella
- él es un chico muy especial por muchas razones, pero pese a lo que pudieras ver u oír, no es malo.
Sólo su interior es lo que cuenta, recuérdalo.
- Sí, lo sé, he oído cosas extrañas, pero no me
importa si son ciertas o no. Leval, Amatista y tú sois sus amigos y si creéis
en él, yo también.- Afirmó la joven.-
Y pronunció esas palabras con resolución, puesto que
semejantes rumores acerca de si era o no normal, le sonaron siempre a tonterías
e infundios producto de la envidia de otros.
- Estoy convencida de ello.- Sonrió su amiga muy
satisfecha de escuchar aquellas palabras. - Ahora ve, debes decirle lo que sientes. ¡O
no lo sabrá, porque pese a lo que parezca, a veces no es adivino! - Remachó de
modo jovial. -
- Tienes razón,- Satory asintió y admitió con una
sonrisa mucho más grande y sobre todo agradecida en tanto daba un abrazo a esa
muchacha. - Muchas gracias por ser tan buena amiga Sandy, siempre estaré en
deuda contigo.
Su interlocutora restó importancia a aquello y tras
separarse suavemente de ella le hizo
gestos de que fuese. Satory se dirigió hacia Mazoui mirando aun dubitativamente
a su amiga hasta que ésta le indicó que sólo le mirase a él y cuando la tímida muchacha quiso darse
cuenta, Sandy ya se había quitado de la vista. Mazoui hablaba ahora con sus padres
en un tono más intimista. Mathew tuvo que ir a atender un asunto y dejó a Karaberasu
y a Katherine. Las dos charlaban con el chico ya acostumbradas a ese retardo
tan fastidioso. Éste les confesaba lo que de verdad sentía.
- La verdad es que aquí me siento sólo, tengo tantas
ganas de estar con vosotros. Si pudiera me trasladaría, pero con los escudos de
la nave, aunque pase la comunicación, no logro detectar vuestras energías.
- Pero hijo,- objetó Karaberasu deseando elevarle la
moral - tienes muchos y muy buenos amigos. Están tu primo Leval, Amatista...no
hay razón para que tú....
Pero entonces se calló porque comprendió lo que
realmente le ocurría a Mazoui. En realidad lo sabía de sobra, pero había
anhelado que ese problema se hubiese resuelto.
- Ya…, pero madre.- Con una débil sonrisa él
contestó remarcando lo que ella pensaba. - No se trata de eso, tú me
comprendes, ¿verdad? En el fondo estoy solo...
Satory
escuchó la conversación y conmovida por los sentimientos de aquel muchacho y
por aquella tristeza que teñía sus palabras, no pudo evitar responder con voz
trémula...
- Tú no estás sólo, Mazoui...yo estoy aquí contigo.
El
aludido se volvió sorprendido, Karaberasu y Katherine tardaron en recibir aquello
y no veían bien de quién provenía la voz puesto que la muchacha permanecía
fuera de ángulo. Satory sonriente se acercó a él. Estaba preciosa, su pelo
habitualmente recogido por una coleta estaba ahora suelto y largo cayéndole por
los hombros, de color rubio dorado. Sus gafas habían desaparecido y ahora sus
grandes y profundos ojos azules provistos de lentillas, penetraban en los de su
interlocutor. Éste apenas podía articular palabra. Por fin pudo preguntar algo
avergonzado.
- Satory. ¿Desde cuándo estás aquí?
La chica se sentía muy envarada, ahora se
arrepentía de haber interrumpido a Mazoui, seguramente como ella había temido,
a él no le había gustado que le sorprendiera en su intimidad. Pero ya era demasiado
tarde para volverse atrás. ¡Ahora o nunca se dijo! De ese momento dependía
posiblemente su futuro con él, de modo que, siguiendo el consejo de Sandy,
reunió todo su valor y declaró.
- Una persona tan noble como tú no puede estar sola jamás,
tienes a mucha gente que te quiere....yo...- sus ojos apuntaban al suelo y no
se atrevía a fijar la mirada en él. -
Pero
en ese instante Mazoui supo enseguida el porqué ella estaba allí, la cosa
estaba muy clara. Ahora, recordando sus anteriores encuentros, se daba perfecta
cuenta de todo. ¿Cómo no había sido capaz de entenderlo antes?
- Satory - musitó Mazoui acercándose despacio a ella.- Tú…
Ésta
se ponía colorada por momentos y era incapaz de mantenerse allí, a pesar de
quererlo con todo su corazón algo la echaba para atrás. ¿Y si él le decía, de
modo amable pero firme que no compartía sus sentimientos? ¿Podría soportarlo
ella? Quizás había puesto en un compromiso serio al pobre chico. Ahora dudaba
de haber hecho bien al lanzarse, de todos modos, la cosa estaba hecha y tendría
que reunir toda su dignidad para afrontar cualquier respuesta. O quizás aún le
quedase un resquicio para escapar.
- Siento haberte interrumpido, será mejor que me
vaya. - Dijo realmente apurada y llena de pesar, añadiendo según oía la música
de un nuevo baile, una antigua canción de amor. ¡Qué ironía!- Debo irme, me
gustaría bailar esa canción.- Es lo único que pudo replicar.-
Pero él sonrió con amabilidad y la tomó de sus
brazos diciéndole de forma muy dulce.
-¿Me concedería a mí este baile, señorita? Nada me
haría más feliz.
Ella
apenas pudo asentir, vergonzosa como era y llena de rubor como estaba pero
musitar con voz temblorosa y un asomo de sonrisa.
- Claro...
Mazoui acarició entonces el pelo de Satory que se
abrazó a él sorprendida y emocionada y ambos comenzaron a danzar. Él la llevaba
con mucha soltura y ligereza y ella se dejaba ir encantada. Aquel era un
momento mágico, aunque el corazón de la chica dio el auténtico vuelco cuando él
le confesó con un susurro confirmando las palabras de Sandy.
- No sé como he podido estar tan ciego, yo que presumo
de leer en los corazones de los demás, no he podido ver el mío cuando lo tenía
tan claro...
Satory
lloraba de felicidad, ¡le parecía mentira, era algo increíble!, pero su sueño
se había hecho realidad. Únicamente deseaba no despertar, mientras las
momentáneamente olvidadas Karaberasu y Katherine asistían emocionadas a la
escena sin poder reprimir sus propias lágrimas. En cuanto la transmisión llegó
y el encuadre les permitió ver a la pareja, la madre del muchacho resplandeció
de felicidad. Sólo tenía que ver la cara de su hijo para entenderlo. Sabía
mejor que nadie lo que el chico había sufrido en tantas ocasiones con las
mujeres a causa de su naturaleza y no podía creer que una muchacha que parecía
tan dulce como aquella estuviera enamorada de él.
-¿Has visto, mamá?- Susurró entre atónita y muy
feliz.-
Su madre asintió, sonriendo con amplitud. Katherine por
su parte se emocionó mucho y se alegró por su hermano. Esa escena era la más
hermosa que nunca hubiera visto y conocía lo suficiente a Mazoui como para ver
que en la forma en la que él la sujetaba al bailar estaba realmente enamorado
de esa muchacha. Ya que, si realmente éste necesitaba de algo era de la paz y
el amor sincero que una chica como esa podría ofrecerle. Pues pese a no haberla
visto más que durante esos instantes, tanto Kathy como su madre, se dieron cuenta
de que Satory era esa clase de chica solamente con ver su expresión. La
muchacha que podría aliviar el sufrimiento de Mazoui, ahogándolo en un mar de bondad,
cariño y comprensión. Ninguna quería hablar para no interrumpir la escena.
Mazoui y Satory bailaban abrazados al compás de la canción.
Otro día se ha ido
Aún estoy solo
¿Cómo puede ser?
Tú no estás aquí conmigo
Nunca dijiste adiós
Que alguien me diga por qué
Ninguno despegaba la mirada del otro, evolucionando con
una gracilidad tal que parecía etérea, pero al tiempo daba la impresión de que
el tiempo se ralentizase…
Te tuviste que ir
Y dejar mi mundo tan frío
Todos los días me siento y me pregunto
Cómo el amor se marchó
Algo susurra en mi oreja y dice
Que no estás solo
Porque yo estoy aquí contigo
Aunque estás lejos
Yo estoy aquí para quedarme
No estás sola
Él lucía impresionante con su uniforme de gala,
todas sus condecoraciones y sus galones de ribetes dorados sobre su chaqueta blanca
inmaculada. Ella estaba deslumbrante con su negro traje de noche, sus
pendientes y su collar rematado con un broche de oro, regalos de su padre que
hacían juego perfecto con sus cabellos…
Yo estoy aquí contigo
Aunque estamos lejos
Tú estás siempre en mi corazón
No estás sola
Muy sola
¿Por qué?, ¡oh!
Ya la otra noche
Creí escucharte llorar
Pidiéndome que venga
Y te tenga en mis brazos
Puedo escuchar tus plegarias
-Mira.-
Le susurró Amatista a Leval, cuando ambos, ya sentados en un sofá del salón,
les observaron.-
-Esos dos
me parece que están bailando muy juntitos.- Sonrió el muchacho con algo de
picardía al observar a la pareja.-
-Ya iba
siendo hora. Me alegro por ti, Satory.- Declaró la muchacha con visible
contento por su amiga.-
Tus cargas que yo llevaré
Pero primero necesito tu mano
Pues por siempre puede empezar
Todos los días me siento y me pregunto
Cómo el amor se marchó
Entonces algo susurra en mi oreja y dice
Que no estás sola
Porque yo estoy aquí contigo
Aunque estás lejos
Estaban muy abrazados y Mazoui al fin se separó un
poco, la miró a los ojos y la besó con suavidad en los labios. Después, Satory
reclinó la cabeza contra su pecho. Desde fuera de la sala Sandy, que no se había
perdido detalle, sonrió feliz asintiendo emocionada, con lágrimas aflorando entre
sus ojos.
-Espero que seáis muy felices, los dos lo merecéis.-
Pensó la joven.-
Yo estoy aquí para quedarme
Para que no estés sola
Estoy aquí contigo
Aunque estamos distanciados
Tú estás siempre en mi corazón
Y no estás sola
Susurra tres palabras y yo vendré corriendo
Y chica, tu sabes que estaré allí
Estaré allí
También Susan y Giaal les vieron desde la distancia.
Ninguno dijo nada, sencillamente se alegraron por ellos. Aunque el alien podía
percibir con facilidad el grado de amor que esa pareja se profesaba y eso le
alegró.
-Esto
es lo que nuestros padres nos contaron a mi hermana Naya y a mí.- Pensó.- Es
este sentimiento de amor altruista e incondicional lo que hace realmente al ser
humano.
No estás sola
Yo estoy aquí contigo
Aunque estamos lejos
Yo estoy aquí para quedarme
No estás sola
Estoy aquí contigo
Tracer y Penélope no
fueron menos. Contemplando a esos dos danzar con una mezcla de estupor y
aprobación.
-¡Vaya con el amigo Mazoui! - Dijo el muchacho…
-¡Y vaya
con la tímida Satory! - Sonrió la doctora Winters, realmente feliz por su
compañera, también emocionada por aquella bonita escena.-
Aunque estamos distanciados
Tú estás siempre en mi corazón
No estás sola
Porque yo estoy aquí contigo
Aunque tú estás distanciada
Y la canción continuaba a punto de
concluir ya. Pero la pareja daba la impresión de estar ajena a eso…
Yo estoy aquí para quedarme
Para que no estés sola
Porque estoy aquí contigo
Y de este modo ambos siguieron bailando abrazados,
lejos del mundo, junto a las grandes cristaleras desde donde podían admirarse
el paso de los cometas y de multitud de estrellas que jalonaban el espacio y
que parecían brillar aún con más belleza e intensidad, solamente para ellos.
Aunque estamos distanciados
Tú estás siempre en mi corazón
Para que tú no estés sola
(You are not
alone. Michael Jackson, crédito al autor)
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