domingo, 6 de marzo de 2011

GWG 38.125. Tú no estás solo, Mazoui

Todos estaban en el gran salón, una vez Amatista terminó de cantar se unió a Leval y ambos participaron  en el baile. La muchacha lucía un hermoso diseño de su madre, un vestido escotado aunque no exceso, de un suave tono lila que hacía juego con sus ojos, muy parecido al que llevase en la graduación de su instituto hacía ya tanto tiempo. Su novio, con su uniforme blanco de gala, conjuntaba a la perfección con ella. Y la chica le comentaba entre paso y paso de baile.



-¡Qué fiesta tan hermosa! Y cuando me gustaría que nuestras familias pudieran estar ya aquí y nos viesen ahora.

-Llegarán dentro de poco y entonces volveremos a estar juntos, como en los viejos tiempos.- Sonrió él, añadiendo.- Y esta vez no es un mero deseo, es la realidad que tanto ansiábamos.

-Por desgracia no estaremos todos aquí para recibirles. – Suspiró la chica ahora tiñendo su voz con pesar. – Algunos no podrán cumplir sus sueños…



Estaba claro que el recuerdo de Granate seguía presente. El mismo Leval asintió, aunque enseguida replicó con un tono incluso jovial.



-Nuestro primo desearía que fuéramos muy felices. Y debemos serlo por él. Su sacrificio y el de otras personas que hemos perdido durante el viaje habrá merecido la pena si vivimos por nosotros y por ellos. ¿No crees?



La muchacha asintió, pensaba también en la pobre Jen y en sus palabras. ¿Qué habría querido decirles? Lo cierto es que habló de cosas muy extrañas. La pobre chica no estaba en sus cabales. Creyó recordar que su novio también fue una de las víctimas de aquel ataque. Puede que eso la enloqueciera. De hecho, esa llamada que contestó, al pobre doctor Adams, dejó  ese hombre realmente afectado.



-No sé a qué se refería. Esa pobre muchacha debió de confundirme con otro.- Les comentó tanto a ella como a Penélope cuando se vieron tras todo aquello.-

-No lo piense más, doctor.- Quiso animarle la doctor Winters.- Jennifer había perdido la razón. Esos canallas debieron de haberle lavado el cerebro de algún modo y no sabía ni lo que hacía ni lo que decía.

-Sin embargo, y a pesar de todo, finalmente debió de luchar contra esas sugestiones y vencerlas, porque nos salvó.- Recordó Amatista con una mezcla de gratitud y pesar.-



Ahora venían a su memoria esas palabras que ella misma pronunció. De hecho, cuando los familiares de Jen recibieron la trágica noticia de su muerte, al menos pudieron consolarse con el postrer heroísmo que demostró su hija. La propia Penélope se ocupó de decirles a los desolados padres que Jennifer la salvó a ella.



-Nunca será olvidada. Ni como compañera Fairy Five, ni como heroína. - Fue la promesa que la doctora les hizo a esos abatidos pero al tiempo orgullosos señor y señora Garret. -



Y también estaba el caso de Gin, privada de sus piernas. Muchas veces, cerraba sus ojos y podía verla tendida en aquel charco de sangre, totalmente destrozada, cuando tuvo que cortar esa hemorragia. Mejor no recordar eso, ya que no se podía cambiar, decidió hacer caso a su pareja y le sonrió de forma radiante para sentenciar.



-Ahora mismo tengo todo lo que necesito para ser feliz. Te tengo a ti y a nuestros amigos y dentro de poco a nuestras familias. Y no me arrepiento de haber hecho este viaje.

-Ya solamente nos queda que el proyecto de terraformación sea un éxito. – Comentó él –

-Estoy segura de que lo será. Hemos trabajado día tras día, sufrido demasiado durante el camino hasta aquí y puesto muchas ilusiones en él. - Afirmó la chica con un tono de patente convicción. -



Su novio convino en ello con un leve asentimiento y una sonrisa y los dos prosiguieron con su danza perdiéndose entre el resto de las parejas.



Susan y Giaal también estaban bailando juntos, el extraterrestre, a pesar de lo que podría parecer, no desentonaba. En su apariencia humana y con un smoking que le habían conseguido estaba hecho todo un galán. Su frondoso pelo castaño y sus ojos a tono hacían que la joven oficial no le quitase la vista de encima. La muchacha también lucía muy hermosa, incluso con el uniforme de gala.



-Me encantan estas costumbres de los humanos. – Declaró el alien en tanto se movía con bastante soltura llevando a Susan. –

-No sabía que supieras bailar. – Le sonrió ella mirándole con visible interés.-

–No es difícil- le respondió él agregando como explicación. – He visto videos que tanto Leval como Mazoui me dejaron hace unos días y Amatista y Sandy me han ayudado a practicar.

-¡Vaya! – se sonrió Susan añadiendo con malicia. – Espero que no bailen mejor que yo.



            Pero su interlocutor sin captar aquel matiz replicó de un modo bastante técnico.



- Tú bailas tan bien como ellas. Lo que es todo un mérito. Considerando que Amatista ha sido cantante profesional con su grupo y que Sandy también tiene unas destrezas físicas muy loables



Aunque a su contertulia no le gustó mucho eso último, sobre todo en alusión a la morena científica, dado que la señorita Lassart estaba claro que estaba comprometida con el teniente Malden. No había más que verles. Sin embargo, la otra joven estaba, que ella supiera, totalmente disponible, y parecía tener gran influjo sobre los hombres. Pero si debía confiar en lo que la propia Sandy le dijo, su interés hacia Giaal no era ese. De modo que la alférez Hunter dejó correr aquello al darse cuenta de que esa era la forma en que su interlocutor se expresaba y enseguida miró de forma inquisitiva a su pareja para conceder de forma más jovial.



-Pues han hecho un gran trabajo contigo. Tendré que darlas las gracias.

-Fueron pacientes, pero creo que por mi parte, también presté atención, quería hacerlo bien para no decepcionarte.- Comentó él.-



            Susan sonrió divertida y sobre todo halagada por eso último. Que Giaal hubiera tratado de aprender a bailar con ese magnífico resultado, únicamente para que ella lo aprobase le parecía un indicio importante de lo que él la valoraba.



-No me hubieras decepcionado de ninguna manera. Eres una estupenda compañía. – Le aseguró la chica.-

- Con el tiempo que he pasado solo, vagando de un mundo a otro, no creo que sea mérito mío. Quizás es que los humanos sois muy buenos socializando. – Declaró su interlocutor –

-Algo bueno teníamos que tener. – Repuso la muchacha, observándole con interés. -

-Tenéis muchas cosas buenas.- Afirmó el devolviéndole esa misma mirada para aseverar. – Sois una especie capaz de lo mejor y de lo peor, sí. Únicamente es cuestión de que queráis guiar vuestra alma hacia tareas nobles.

-Con un maestro como tú, seguro que cualquiera podría llegar a ser mejor persona.- Convino la chica. –

-Tú eres una buena persona por ti misma, sin que yo tenga nada que ver en ello. Ya lo percibí la primera vez que te vi. Por eso fui a hablarte entonces. – Le confesó él –

-Muchas gracias. Significa mucho viniendo de ti.- Sonrió Susan sintiéndose algo turbada.-



            Lo cierto es que se puso colorada. Y para tratar de salir de ese azoramiento, la joven cambió de tema, ahora con voz queda.



-¿Sabes? Hace un par de horas pude hablar con mis padres y con mi hermana. Nunca creí poder emocionarme tanto, solamente podía llorar al verles. Al principio apenas me salieron las palabras. La verdad es que jamás imaginé que les añorase y les quisiera tanto. Ellos también lloraban, sobre todo Debbie.  Y me dijeron que iban a venir. Tengo muchas ganas de poder abrazarles.



            La muchacha había conectado tras un par de horas de espera, debido a que las líneas estaban colapsadas. Al fin, la imagen de sus padres y su hermana apareció en la pantalla.



-¡Sue! -Exclamó Debbie llena de alegría al verla.-

-Hermanita.- Pudo apenas sollozar ella.- Papá, mamá…



            Tuvieron que pasar unos minutos para que sus familiares respondieran.



-Hija mía, ¿Cómo estás?- Quiso saber su emocionada madre.-

-Muy bien, y ahora mucho mejor.- Pudo decir la joven, sobrepasada por sus propias emociones.-

-Tenemos muchas ganas de verte, Sue.- Intervino una eufórica Deborah.- Queremos ir en una nave de esas que están preparando.

-¡Ojalá que podáis venir pronto!- Afirmó su hermana con lágrimas en los ojos.-

-Puede que tengamos pasaje para dentro de un par de días.- Calculó Deborah.-

-Pues aquí estaré.- Sonrió Susan.-



Aun pudieron conversar un poco más antes de despedirse. Giaal asintió comprensivo en tanto escuchaba a su pareja de baile. Él sabía lo que significaba el no ver a sus parientes durante largos periodos de tiempo. Esa muchacha además no parecía ser proclive a emocionarse con facilidad. De modo que le sonrió afirmando.



-También deseo volver a ver a mis padres y a mi hermana. Eso es algo que tenemos en común.



Susan asintió en tanto los dos continuaban girando por el salón de baile.



-Tengo muchas ganas de ver a mi familia y también de poder presentarles a Giaal.- Pensaba la joven.-



Por su lado, Penélope y Tracer, que estaban bastante más agarrados de lo que nadie había podido imaginar, evolucionaban a su vez por el salón con bastante decoro. El muchacho, con su característico tono de humor, le susurró a su pareja.



-Señorita científica, creo que has activado alguno de tus electroimanes del laboratorio porque no me es posible separarme de ti.



Ella le miró perpleja pero sonrió aceptando la chanza de aquel muchacho tan bromista y le respondió divertida.



-¡Tú siempre con tus ocurrencias!

-Y si te dijera que para mí eres la mujer más hermosa de este mundo. Y que no puedo evadirme de tu atracción. ¿Lo tomarías en sentido literal u objetarías que un asteroide no es técnicamente un planeta?  



Y Penélope le observó ahora con desconcierto, el tono de esas últimas palabras no sonó como las bromas habituales de Tracer. Es más, él le dedicaba una mirada más intensa de lo habitual. Lo cierto es que  ella estaba muy guapa ataviada con un largo vestido de noche color azul pálido y un lazo de ese mismo color sujetando en forma de larga coleta su cabello castaño. Completaba el conjunto con una bonita cadena de oro al cuello y unos zapatos azules también, de medio tacón. Su acompañante no lucía menos gallardo con su uniforme de gala blanco inmaculado y sus distintivos de grado, dos líneas doradas en cada bocamanga, amén de sus condecoraciones. Y ella, percatándose de esto último, reflexionó. Aquel muchacho, habitualmente tan jovial y bromista, había arriesgado su vida más veces de las que ella podía recordar. Y nunca le vio preocupado ni deprimido, ni tan siquiera asustado, aunque lo estuviera quizás en su interior. Siempre tenía una sonrisa o una ocurrencia para distender el ambiente o para animar a cualquiera. Demostró ser un  buen compañero y todavía mejor amigo. De modo que, tras unos instantes de silencio y de mutuas miradas, ella le susurró a su vez.



-Te diría que puedes orbitarme siempre que quieras. - Sonrió sinceramente la muchacha. –



Y él también esbozó una amplia sonrisa según continuaba guiándola por aquel gran salón en tanto sentenciaba.



-Seré tu satélite con sumo placer, para orbitarte siempre.



Mazoui por su parte no bailaba, estaba apartado en un extremo del salón meditabundo y mirando de reojo al resto. Sandy le vio y fue a charlar con él.



-¿Tú no bailas? -  Le inquirió ella sorprendida. -



            La chica se acercó vestida con su traje de noche de color verde botella, mostrando un generoso escote y con un collar que parecía de esmeraldas, a tono con el color de sus ojos. Sus manos y brazos estaban recubiertos por sendos guantes blancos hasta casi los codos. Estaba preciosa como siempre y había tenido ya múltiples ofertas de bastantes oficiales para unirse al baile que, sin embargo rechazó, preocupada como estaba por su amigo.



-¿Bailar? - Respondió algo sorprendido también, por una parte porque estaba sumido en sus pensamientos y por otra por que siempre le  asombraba la gran belleza de Sandy.-



La muchacha era voluptuosa sí, pero además esa noche añadía un toque de serenidad y elegancia que la hacían irresistible. Ahora su rostro expresaba felicidad y esperanza y eso acrecentaba sus encantos aún más. Pero no para su interlocutor. Al menos, no ya en el sentido que habían tenido en su anterior relación. Ahora veía en ella una belleza casi maternal en contraposición a todo el atractivo carnal que antes les había unido. Por ello repuso con poco ánimo



- No es lo mío, eso de bailar nunca se me ha dado bien.

- Pues es una pena.- Lamentó ésta con fingido tono meloso, en un intento por animarlo.  - Un chico tan guapo y con ese uniforme tan bonito, lleno de medallas. Todas las chicas de la nave se pelearían por bailar contigo.

-¿Quieres bailar tú conmigo, Sandy? - Le propuso él más que nada por ser cortés. -

- Bueno, este baile lo tengo libre, pero ya he ocupado todos los demás...- Respondió ella, lo que en parte era verdad. Sabía que, en cuanto terminase este, otros chicos correrían  para ofrecerle ser su pareja. – De modo que, ¿por qué no?- remachó.-

- Con un sólo baile en toda la noche me basta, gracias.- Contestó Mazoui con una leve sonrisa. -



            Su interlocutora le devolvió la misma, acercándose a él y entrelazando su mano a la del muchacho, mientras le rodeaba la espalda con la otra. Su pareja hizo lo propio con la cintura de la chica y ella entonces le susurró según comenzaba la música.



- Presiento que todavía habrás de bailar otra vez Mazoui y ese será un baile mucho más interesante. El más importante de tu vida.

-¿A qué te refieres?- Quiso saber él no sin sentirse intrigado, pero ella solamente sonrió dejándose llevar…

- A su tiempo lo sabrás.- Replicó ella de forma enigmática, sin querer decir más.-



            Entre tanto Satory  bailaba con algún otro chico, la verdad es que a ella tampoco le había faltado pareja en esa ocasión. Por una vez siguió el consejo de su amiga Amatista y se había arreglado bien. Lo cierto es que sin sus gafitas y con aquel escotado vestido lucía muy hermosa. Pero eso no le preocupaba ahora. Sólo se fijó a su alrededor buscando a Mazoui y le encontró agarrado a su morena compañera. Suspiró resignada, pensó que quizá no tenía sentido seguir esperando... ¡Sandy y Mazoui hacían tan buena pareja! Pese a que su compañera  dijese eso de que su relación con aquel apuesto muchacho no había cuajado. No obstante, únicamente había que observarles juntos para darse cuenta de que aquello no era cierto. Rindiéndose a la evidencia Satory no pudo dejar de pensar que en verdad, eran el uno para el otro. Aquella complicidad que transmitían, desde luego tenían una gran química. Ella no podía dejar de lamentarlo mientras se dejaba llevar por su pareja de danza. De todas formas, eso no duró demasiado. Al término del baile Mazoui fue avisado por un oficial, sus padres estaban al otro lado de un vídeo teléfono. Sandy le dijo que se diera prisa en ir. La joven por su parte dijo tener que ira buscar a otro chico que, como una centella, acudió al verla libre y ella le prometió el siguiente baile. Éste dio comienzo con la morena muchacha absorta en idear algo que con lo que solventar las cosas para sus dos amigos. Se lo debía a ambos.



-Tendréis que dar el paso. - Pensaba Sandy.- Alguno de los dos…yo ya hice todo cuanto podía. Bueno, puede que aún me falta una cosa…un último empujón. Y ya sé a quién debo dárselo.



            Ginger había asistido pero no bailaba. La joven fue efusivamente saludada por Amatista.



-Hola Gin. ¿Cuánto me alegro de verte!

-¿Qué tal, Amatista?- Sonrió débilmente la joven.- Estás muy guapa. Y Leval está increíble con ese uniforme.

-Sí.- Convino su amiga con complicidad, observando a su novio que, en ese instante, estaba departiendo a su vez con unos compañeros.- La verdad, es que está guapísimo…

-Os deseo mucha felicidad.- Declaró sinceramente Ginger.-



            Amatista sonrió con ternura, le era difícil pese a todo no fijarse de soslayo en esa muchacha, allí sentada, cubriendo sus prótesis con aquel vestido, bonito desde luego, de tonos pastel.



-Estás invitada a nuestra boda.  Espero que asistas.- Le dijo la francesa.-

-Gracias, de verdad.- Respondió Ginger iluminando su semblante.- Os haré una magnífica tarta. Será mi regalo, no puedo permitirme otro.- Suspiró ahora.-



            Su interlocutora posó una mano sobre las suyas y la miró con afecto, asintiendo para afirmar.



-Que estés presente será el mejor regalo para nosotros, Gin.



Eso emocionó un poco a la muchacha. Tras sonreír e intercambiar más parabienes con ella, Amatista regresó junto a su novio. Ginger les observó abrazarse y bailar, se les veía felices y enamorados.



-Son una pareja de cuento de hadas.- Pensó. -



Ahora, la joven camarera estaba sentada en un lateral de ese gran salón donde había mesas y sillas y algunas bebidas. De todos modos con esas prótesis no se atrevía ni a intentar salir a la pista. Además, incluso antes de aquel accidente o lo que fuera, nunca supo bailar. Lo único que la alegró muchísimo fue el poder hablar con sus padres. Lo recordaba en ese momento, tratando de evadirse de ese ambiente. Estaba en una sala de comunicaciones, respondió a la llamada recibida desde la Tierra, en el monitor aparecieron su padre, su madre y su hermano Francisco. Hablando en español que era su lengua materna.



-Ginger, cariño. ¿Cómo estás?- la saludó su madre con alegría.-

-Bien, mamá.- Replicó ella que no quiso desde luego contarles lo sucedido.-

-Tenemos muchas ganas de abrazarte. Creo que podremos ir en una de las naves que la Masters ha puesto a disposición de los familiares de la tripulación. Van a ir por lo menos cien mil personas - Le contó su padre.-

-Bueno, pero no todas a la vez, no hay tantas naves, será por turnos y a nosotros nos ha tocado para dentro de unos días.- Matizó su hermano.-

-¡Es una noticia maravillosa! - Sonrió la emocionada chica.-

-El representante del gobernador civil de tu nave nos informó por ciber carta que te habían dado una medalla y todo, por tu valor.- Exclamó su madre con visible contento.- Debiste de hacer algo extraordinario.

-Bueno, no fue para tanto. Advertí del peligro a unos niños. - Sonrió modestamente la joven, suplicando para sus adentros porque no se dijera ahí nada de sus piernas.- Hice lo que la mayoría, traté de ayudar.

-Fue terrible, ¿verdad, hija?- le dijo su padre que la dejó helada al añadir.- Hemos coincidido en la sede del UNISON con algunas familias que perdieron a sus hijos. Nosotros teníamos mucho miedo cuando dijeron que la nave había reaparecido. Pensábamos que ojalá tú estuvieras bien. Vimos a los padres y el hermano de uno de los fallecidos, les hicieron llegar el diario del pobre chico, hablaba de ti. Era un tal Michael... ¿te suena?



            Ginger no pudo evitar llorar entonces, aunque sus padres lo tomaron por algo bien distinto a lo que era en realidad. De modo que la madre de la joven le pidió a su esposo que dejara ese tema.



-¿No ves que para nuestra niña ha sido muy duro? No le recuerdes eso. Fíjate.- Añadió tratando ya de aparcar el tema.- Nos dijeron que a él también le concedieron una medalla. Hubo algún testigo que le vio luchando contra una especie de monstruo de esos, alienígenas. Pero basta de esa historia tan terrible. Dentro de poco te abrazaremos y ya verás cuantas cosas buenas te vamos a contar.



            La chica asintió, ahora recordaba cómo se despidieron esperando reunirse en pocos días. Estaba preocupada, por una parte ¿De qué forma reaccionarían sus padres al verla en el estado en el que se encontraba? Pese a las mejorías que veía día a día, aquello no estaría listo para entonces. Y ese terrible recuerdo de Michael. Estaba claro que las familias no tenían ninguna culpa. Para los padres y el hermano de ese chico, éste había muerto como un héroe y ella no haría ni diría nada que desmintiera esa impresión. Pero ese tipo fue un asesino y un traidor. Al final, el que parecía más arrogante y estúpido fue quién se comportó como un verdadero hombre de honor. Pensó en Gary no sin pesar. Fue injusta con él. Por lo menos trató de advertirles. En eso meditaba en tanto a su alrededor el baile proseguía.



-Tarde o temprano la fiesta acabará y tendré que afrontar la realidad. ¡Ojalá Giaal esté en lo cierto! - Se decía tratando de infundirse ánimo.-



            Logan bailó con algunas chicas que se sentían impresionadas de que ese gallardo oficial las llevase por la sala. Además, no era mal bailarín. No obstante, en su mente estaba muy lejos de todo aquello. Ahora su padre le pediría cuentas. Todavía no habían tenido la ocasión de hablar. Él desde luego podría informar de que todo había discurrido por los cauces marcados. Incluyendo su propio descrédito.



-Bueno, es no le va a gustar al viejo. - Se decía no sin resignación.- ¿Pero, qué le voy a hacer? Con estas cartas que me han dado no pude jugar una mano mejor.- Se lamentó en tanto seguía danzando con otra de aquellas sosas por la gran estancia en tanto meditaba.- Lo que no comprendo es quién sería ese informador anónimo…parecía saberlo todo de mí y del resto.



            Freejar tampoco bailaba. El socarrón oficial compartía mesa curiosamente con su superior, el comandante Zorton. Y éste parecía de un magnífico humor. De hecho, le preguntaba animadamente a su perplejo subalterno.



-¿Ha podido hablar usted ya con los suyos, mayor?

-¡Oh, sí señor!- Respondió su interlocutor visiblemente complacido.- Elise y los críos están de maravilla. Ya les dije que no tardaríamos en volver, pero hay que ver cómo crecen. ¿Y usted, señor?- Se interesó.-



            Su superior asintió, casi parecía que emocionado, pero repuso templando su tono.



-Sí, ¿Y sabe una cosa? Fue como si ya estuviera en casa con ellos. Aunque tengo gran deseo de que nos reunamos. Y de recuperar el tiempo perdido. Vendrán en un par de días y lo haremos. Después tengo pensado pedir mi traslado. Quiero volver a la Tierra o ir a cualquier sitio donde podamos estar juntos.

-No hay nada como el hogar, ¿verdad, comandante?- Afirmó Freejar.-

-Desde luego que no.- Convino éste para querer saber a su vez.- ¿Y usted, qué hará?

-Pues tratar de convencer a mi mujer de que no me riña por haber estado tanto tiempo fuera. Luego ya veremos. Pero lo más seguro es que siga su ejemplo, señor.

-Sabia decisión.- Declaró Zorton.- Al final se da uno cuenta de que la familia es lo primero.



            Y tras aquello prosiguieron su conversación, en tanto Freejar ofrecía uno de sus puros a su comandante que éste aceptó encantado. Mazoui por su parte fue a una sala anexa al gran salón donde había un equipo de comunicación. Al acercarse se encontró allí a un cadete con el vídeo teléfono activado. Entonces pudo ver en pantalla a su madre que, junto con su hermana y su padre adoptivo, se dirigían en cohete hasta allí, tardarían tan sólo un día en llegar. Ahora las comunicaciones eran más rápidas y fluidas puesto que la distancia se estaba acortando entre ellos. El cadete le saludó y le dejó sólo en la habitación, el joven fue quien primero habló por el auricular.



- Hola, cuanto tiempo ha pasado. - Dijo con un tono bastante controlado para la emoción que sentía. - ¿Qué tal estáis?

-¡Mazoui! - exclamó Karaberasu al cabo de unos pocos minutos. Y para no ser menos que su hermana Bertie y Esmeralda, no pudo dominar sus lágrimas. - ¡Mazoui, hijo! He esperado tanto tiempo para poder verte y hablar contigo ¡Estás guapísimo!



El muchacho a su pesar esbozó una tenue sonrisa, su madre siempre conseguía hacer que se pusiera colorado…



- Gracias mamá, hola Kathy - saludó a su hermana que se acercó a la pantalla. -



            Katherine saludó también con los ojos llenos de lágrimas.



- Hola, ¿cómo estás, Mazzie?- respondió emocionadamente ella con ese cariñoso apelativo que usaba desde cuando eran pequeños. -

- Me alegro mucho de volver a verte - añadió Mathew participando en el saludo con un aire más calmado, pero igualmente contento. - Se te ve muy bien, hijo, y además te han ascendido.- Dijo al reparar en los distintivos de su traje de gala dos franjas doradas que ahora flanqueaban otra algo más fina que discurría en medio de ambas. – Lo que no me sorprende.

- Es verdad. - Admitió el muchacho, sin darle importancia cuando recibió aquello, correspondiendo a la cortesía para agregar. - A vosotros también se os ve muy  bien. ¿Qué habéis hecho en todo este año?

- Tu hermana ha sacado unas notas muy buenas,- le contó su madre visiblemente orgullosa. - Además de hacer giras junto a sus primas. Tanto ella como Kerria han cantado mucho en verano, y alguna vez se juntaron con Idina. En cuanto a tú padre y yo estamos como siempre, un año más mayores.

- Sí, cuando no estamos liadas estudiando, ella derecho, y yo periodismo, la prima Kerria y yo nos hacemos llamar las Ky – Kat. - Terció Kathy con tono divertido.-



Mazoui entre tanto meditaba sobre su vida y el futuro, aunque le dedicó una afable sonrisa a su hermana cuando le llegó esa respuesta y contestó a su vez.



- Tú siempre estás preciosa, mamá. Papá también está muy elegante. El tiempo no pasa por vosotros. En cuanto a ti hermanita, ¿ya tienes novio? - Se interesó con mayor jovialidad. -

- ¿Yo?- se sonrió Katherine señalándose a sí misma algo desconcertada para añadir. - Bueno, salgo con un chico desde hace pocos meses. Es muy bueno y muy guapo, ya te lo contaré ¿y tú Mazoui?

- Yo he salido con una chica pero no éramos la pareja ideal,- le contó él añadiendo con resignado tono tras aguardar la recepción del mensaje. - En fin, ahora de momento estoy libre.

-¡Estoy seguro de que tendrás que apartártelas a manotazos! - rio Mathew. -



            Y de nuevo esos tortuosos minutos de diferencia. Pasados estos, el mensaje llegó a oídos del chico.



- Bueno - sonrió débilmente Mazoui que les confesó. - La verdad es que aún no he conocido a la chica que llene del todo mi corazón. Yo quiero alguien que me acepte como soy y con quién pueda compartir todos mis sentimientos y eso es difícil. Vosotros lo sabéis.



            Sus familiares asintieron levemente con gesto comprensivo. Era fácil notar en el chico la melancolía y no parecía estar demasiado contento, a pesar de que, en apariencia, las razones para ello le sobrasen, pero entendían sus miedos y su prevención. Entre tanto, el otro baile hacía rato que terminó. Satory había salido de la sala al percatarse de que Mazoui ya no estaba allí y le descubrió de pasada, cuando iba a darse una vuelta para tratar de pensar, ahora le estaba escuchando. No podía interrumpirle en un momento tan íntimo, es más, se sentía como una espía que violase la privacidad del muchacho. Se sentía violenta y azorada, eso no estaba bien.  Ella lo sabía y ya se iba a dar la vuelta para irse, pero al hacerlo, se encontró de frente con Sandy con la que casi chocó. Satory se sobresaltó un poco y no sin vergüenza, trató de justificarse.



- Yo, había salido un momento para ver sí tenía noticias de mi padre...



            Pero su amiga sencillamente sonrió, negando con la cabeza.



-¡Ay, Satory!- exclamó mirándola fijamente, clavando en ella sus profundos ojos verdes y diciendo con mucha suavidad, no exenta de una ligera reprimenda. - ¿Por qué no te decides? ¿No crees que has callado tus sentimientos demasiado?

-¿Qué dices?- inquirió su interlocutora bastante sorprendida. Aunque estaba claro a lo que ésta se refería, seguramente no era ningún secreto para una mujer de mundo como ella. Aun así y visiblemente ruborizada, trató de negarlo. - Pero yo...no.



 Pero además, la mirada de Sandy le decía que con ella podía sincerarse, que debía hacerlo, por que su amiga lo sabía y es más, quería ayudarla. Pese a ello Satory sólo pudo musitar.



- Yo creía que tú y Mazoui seguíais estando juntos, no quiero entrometerme.

- Te equivocas,- le rebatió su compañera con una sonrisa más amplia para explicarle. - Él y yo somos amigos, buenos amigos pero nada más. Te aseguro que yo nunca seré la mujer que él quiere, ni la que necesita. Como él no pasará de ser casi como un hermano para mí. Satory, Mazoui está triste, se siente muy solo. Créeme, yo comprendo muy bien la naturaleza de esa soledad, he pasado por lo mismo. Necesita a alguien que le quiera, una muchacha dulce y buena que esté a su lado. Tú eres esa chica, pero él, que es capaz de intuir cosas y de leer el pensamiento de los demás cuando se lo propone, no puede utilizar esos dones para su propia vida. No sabe que tú eres la persona que está destinada para él.

- Pero Mazoui no piensa en mí, ni siquiera sabe que existo,- objetó su contertulia con pesar. - Sólo ve a una chica tímida que se dedica a estudiar libros.

- Sé que un día te acompañó al cine, me lo contó - repuso Sandy  añadiendo sin reservas -...me dijo que estabas muy guapa con este vestido. Y también me ha hablado de lo a gusto que se siente contigo. De todas las cosas que compartís.



Y era verdad. Ya casi ni la propia chica lo recordaba. Satory llevaba el vestido que se compró cuando se encontró con Mazoui hacía ya unas semanas, pero ese breve lapso de tiempo transcurrido desde entonces se le antojaba a ella una eternidad. Aunque ahora, contemplándose en un cercano espejo, se miraba a sí misma sorprendida, como si se descubriera por primera vez, según escuchaba a su amiga añadir.



- Él no se ha fijado más en ti porque tú no has querido. Pero ahora sí que lo hará, no tendrá más remedio que hacerlo, pero debes tener el valor de intentarlo.- Mientras aseveraba esto la joven morena miró de reojo a Mazoui que seguía hablando con su familia y se lo señaló hacia su compañera añadiendo con optimismo. – Confía en mí. Ésta es la oportunidad que tanto tiempo has estado esperando.



            Satory no sabía que responder, ahora estaba emocionada y mucho más animada. Quería creer en lo que su compañera le decía y lo único que pudo replicar con voz queda fue.



- Al final has demostrado ser una buena amiga, gracias Sandy...lamento haberte juzgado tan mal. Esas cosas tan terribles que te dije…

- Eso no importa ya. Ahora lo fundamental es el futuro que tenéis delante. Cuida mucho de Mazoui,- le pidió afectuosamente ella - él es un chico muy especial por muchas razones, pero  pese a lo que pudieras ver u oír, no es malo. Sólo su interior es lo que cuenta, recuérdalo.

- Sí, lo sé, he oído cosas extrañas, pero no me importa si son ciertas o no. Leval, Amatista y tú sois sus amigos y si creéis en él, yo también.- Afirmó la joven.-



Y pronunció esas palabras con resolución, puesto que semejantes rumores acerca de si era o no normal, le sonaron siempre a tonterías e infundios producto de la envidia de otros.



- Estoy convencida de ello.- Sonrió su amiga muy satisfecha de escuchar aquellas palabras.  - Ahora ve, debes decirle lo que sientes. ¡O no lo sabrá, porque pese a lo que parezca, a veces no es adivino! - Remachó de modo jovial. -

- Tienes razón,- Satory asintió y admitió con una sonrisa mucho más grande y sobre todo agradecida en tanto daba un abrazo a esa muchacha. - Muchas gracias por ser tan buena amiga Sandy, siempre estaré en deuda contigo.



Su interlocutora restó importancia a aquello y tras separarse suavemente de ella  le hizo gestos de que fuese. Satory se dirigió hacia Mazoui mirando aun dubitativamente a su amiga hasta que ésta le indicó que sólo le mirase a él  y cuando la tímida muchacha quiso darse cuenta, Sandy ya se había quitado de la vista. Mazoui hablaba ahora con sus padres en un tono más intimista. Mathew tuvo que ir a atender un asunto y dejó a Karaberasu y a Katherine. Las dos charlaban con el chico ya acostumbradas a ese retardo tan fastidioso. Éste les confesaba lo que de verdad sentía.



- La verdad es que aquí me siento sólo, tengo tantas ganas de estar con vosotros. Si pudiera me trasladaría, pero con los escudos de la nave, aunque pase la comunicación, no logro detectar vuestras energías.

- Pero hijo,- objetó Karaberasu deseando elevarle la moral - tienes muchos y muy buenos amigos. Están tu primo Leval, Amatista...no hay razón para que tú....



Pero entonces se calló porque comprendió lo que realmente le ocurría a Mazoui. En realidad lo sabía de sobra, pero había anhelado que ese problema se hubiese resuelto.



- Ya…, pero madre.- Con una débil sonrisa él contestó remarcando lo que ella pensaba. - No se trata de eso, tú me comprendes, ¿verdad? En el fondo estoy solo...



            Satory escuchó la conversación y conmovida por los sentimientos de aquel muchacho y por aquella tristeza que teñía sus palabras, no pudo evitar responder con voz trémula...



- Tú no estás sólo, Mazoui...yo estoy aquí contigo.



            El aludido se volvió sorprendido, Karaberasu y Katherine tardaron en recibir aquello y no veían bien de quién provenía la voz puesto que la muchacha permanecía fuera de ángulo. Satory sonriente se acercó a él. Estaba preciosa, su pelo habitualmente recogido por una coleta estaba ahora suelto y largo cayéndole por los hombros, de color rubio dorado. Sus gafas habían desaparecido y ahora sus grandes y profundos ojos azules provistos de lentillas, penetraban en los de su interlocutor. Éste apenas podía articular palabra. Por fin pudo preguntar algo avergonzado.



- Satory. ¿Desde cuándo estás aquí?



             La chica se sentía muy envarada, ahora se arrepentía de haber interrumpido a Mazoui, seguramente como ella había temido, a él no le había gustado que le sorprendiera en su intimidad. Pero ya era demasiado tarde para volverse atrás. ¡Ahora o nunca se dijo! De ese momento dependía posiblemente su futuro con él, de modo que, siguiendo el consejo de Sandy, reunió todo su valor y declaró.



- Una persona tan noble como tú no puede estar sola jamás, tienes a mucha gente que te quiere....yo...- sus ojos apuntaban al suelo y no se atrevía a fijar la mirada en él. -



            Pero en ese instante Mazoui supo enseguida el porqué ella estaba allí, la cosa estaba muy clara. Ahora, recordando sus anteriores encuentros, se daba perfecta cuenta de todo. ¿Cómo no había sido capaz de entenderlo antes?



- Satory - musitó Mazoui acercándose despacio  a ella.- Tú…



            Ésta se ponía colorada por momentos y era incapaz de mantenerse allí, a pesar de quererlo con todo su corazón algo la echaba para atrás. ¿Y si él le decía, de modo amable pero firme que no compartía sus sentimientos? ¿Podría soportarlo ella? Quizás había puesto en un compromiso serio al pobre chico. Ahora dudaba de haber hecho bien al lanzarse, de todos modos, la cosa estaba hecha y tendría que reunir toda su dignidad para afrontar cualquier respuesta. O quizás aún le quedase un resquicio para escapar.



- Siento haberte interrumpido, será mejor que me vaya. - Dijo realmente apurada y llena de pesar, añadiendo según oía la música de un nuevo baile, una antigua canción de amor. ¡Qué ironía!- Debo irme, me gustaría bailar esa canción.- Es lo único que pudo replicar.-



Pero él sonrió con amabilidad y la tomó de sus brazos  diciéndole de forma muy dulce.



-¿Me concedería a mí este baile, señorita? Nada me haría más feliz.



            Ella apenas pudo asentir, vergonzosa como era y llena de rubor como estaba pero musitar con voz temblorosa y un asomo de sonrisa.



- Claro...



Mazoui acarició entonces el pelo de Satory que se abrazó a él sorprendida y emocionada y ambos comenzaron a danzar. Él la llevaba con mucha soltura y ligereza y ella se dejaba ir encantada. Aquel era un momento mágico, aunque el corazón de la chica dio el auténtico vuelco cuando él le confesó con un susurro confirmando las palabras de Sandy.



- No sé como he podido estar tan ciego, yo que presumo de leer en los corazones de los demás, no he podido ver el mío cuando lo tenía tan claro...



            Satory lloraba de felicidad, ¡le parecía mentira, era algo increíble!, pero su sueño se había hecho realidad. Únicamente deseaba no despertar, mientras las momentáneamente olvidadas Karaberasu y Katherine asistían emocionadas a la escena sin poder reprimir sus propias lágrimas. En cuanto la transmisión llegó y el encuadre les permitió ver a la pareja, la madre del muchacho resplandeció de felicidad. Sólo tenía que ver la cara de su hijo para entenderlo. Sabía mejor que nadie lo que el chico había sufrido en tantas ocasiones con las mujeres a causa de su naturaleza y no podía creer que una muchacha que parecía tan dulce como aquella estuviera enamorada de él.



-¿Has visto, mamá?- Susurró entre atónita y muy feliz.-



Su madre asintió, sonriendo con amplitud. Katherine por su parte se emocionó mucho y se alegró por su hermano. Esa escena era la más hermosa que nunca hubiera visto y conocía lo suficiente a Mazoui como para ver que en la forma en la que él la sujetaba al bailar estaba realmente enamorado de esa muchacha. Ya que, si realmente éste necesitaba de algo era de la paz y el amor sincero que una chica como esa podría ofrecerle. Pues pese a no haberla visto más que durante esos instantes, tanto Kathy como su madre, se dieron cuenta de que Satory era esa clase de chica solamente con ver su expresión. La muchacha que podría aliviar el sufrimiento de Mazoui, ahogándolo en un mar de bondad, cariño y comprensión. Ninguna quería hablar para no interrumpir la escena. Mazoui y Satory bailaban abrazados al compás de la canción.


Otro día se ha ido 
Aún estoy solo 
¿Cómo puede ser? 


Tú no estás aquí conmigo 
Nunca dijiste adiós 
Que alguien me diga por qué 



Ninguno despegaba la mirada del otro, evolucionando con una gracilidad tal que parecía etérea, pero al tiempo daba la impresión de que el tiempo se ralentizase…


Te tuviste que ir 
Y dejar mi mundo tan frío 
Todos los días me siento y me pregunto 
Cómo el amor se marchó 


Algo susurra en mi oreja y dice 
Que no estás solo 
Porque yo estoy aquí contigo 


Aunque estás lejos 
Yo estoy aquí para quedarme 
No estás sola 



Él lucía impresionante con su uniforme de gala, todas sus condecoraciones y sus galones de ribetes dorados sobre su chaqueta blanca inmaculada. Ella estaba deslumbrante con su negro traje de noche, sus pendientes y su collar rematado con un broche de oro, regalos de su padre que hacían juego perfecto con sus cabellos…


Yo estoy aquí contigo 
Aunque estamos lejos 
Tú estás siempre en mi corazón 


No estás sola 
Muy sola 
¿Por qué?, ¡oh! 


Ya la otra noche 
Creí escucharte llorar 
Pidiéndome que venga 
Y te tenga en mis brazos 
Puedo escuchar tus plegarias 



-Mira.- Le susurró Amatista a Leval, cuando ambos, ya sentados en un sofá del salón, les observaron.-

-Esos dos me parece que están bailando muy juntitos.- Sonrió el muchacho con algo de picardía al observar a la pareja.-

-Ya iba siendo hora. Me alegro por ti, Satory.- Declaró la muchacha con visible contento por su amiga.-


Tus cargas que yo llevaré 
Pero primero necesito tu mano 
Pues por siempre puede empezar 
Todos los días me siento y me pregunto 
Cómo el amor se marchó 


Entonces algo susurra en mi oreja y dice 
Que no estás sola 
Porque yo estoy aquí contigo 
Aunque estás lejos 



Estaban muy abrazados y Mazoui al fin se separó un poco, la miró a los ojos y la besó con suavidad en los labios. Después, Satory reclinó la cabeza contra su pecho. Desde fuera de la sala Sandy, que no se había perdido detalle, sonrió feliz asintiendo emocionada, con lágrimas aflorando entre sus ojos.



-Espero que seáis muy felices, los dos lo merecéis.- Pensó la joven.-


Yo estoy aquí para quedarme 
Para que no estés sola 
Estoy aquí contigo 


Aunque estamos distanciados 
Tú estás siempre en mi corazón 


Y no estás sola 
Susurra tres palabras y yo vendré corriendo 
Y chica, tu sabes que estaré allí 
Estaré allí 



También Susan y Giaal les vieron desde la distancia. Ninguno dijo nada, sencillamente se alegraron por ellos. Aunque el alien podía percibir con facilidad el grado de amor que esa pareja se profesaba y eso le alegró.



-Esto es lo que nuestros padres nos contaron a mi hermana Naya y a mí.- Pensó.- Es este sentimiento de amor altruista e incondicional lo que hace realmente al ser humano.


No estás sola 
Yo estoy aquí contigo 
Aunque estamos lejos 


Yo estoy aquí para quedarme 
No estás sola 
Estoy aquí contigo 



            Tracer y Penélope no fueron menos. Contemplando a esos dos danzar con una mezcla de estupor y aprobación.



-¡Vaya con el amigo Mazoui! - Dijo el muchacho…

-¡Y vaya con la tímida Satory! - Sonrió la doctora Winters, realmente feliz por su compañera, también emocionada por aquella bonita escena.-


Aunque estamos distanciados 
Tú estás siempre en mi corazón 


No estás sola 
Porque yo estoy aquí contigo 
Aunque tú estás distanciada 



            Y la canción continuaba a punto de concluir ya. Pero la pareja daba la impresión de estar ajena a eso…


Yo estoy aquí para quedarme 
Para que no estés sola 
Porque estoy aquí contigo 



Y de este modo ambos siguieron bailando abrazados, lejos del mundo, junto a las grandes cristaleras desde donde podían admirarse el paso de los cometas y de multitud de estrellas que jalonaban el espacio y que parecían brillar aún con más belleza e intensidad, solamente para ellos.


Aunque estamos distanciados 
Tú estás siempre en mi corazón 
Para que tú no estés sola



(You are not alone. Michael Jackson, crédito al autor)

 


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