En la Tierra, tras la tristeza de todos por la pérdida de Granate la vida tuvo que continuar. Kerria seguía saliendo con Brian, en tanto se esforzaba mucho por aprobar con brillantez todas sus asignaturas en la carrera de derecho. No obstante, el recuerdo de su fallecido primo a veces la asaltaba. Rememoró con amargura el momento en el que, tras enterarse de su muerte, y desconsolada se abrazaba a su prima Kathy y a su amiga Amatista.
- ¿Qué pasó? - Gimió Kerria. -
-Les atacaron en el espacio. - Pudo contestar la francesa con voz queda,
casi ida. - No sé quién habrá sido…No lo entiendo. ¿Quién podría estar ahí
esperando para hacernos esto? ...- Remachó mientras con voz temblorosa les
narró lo poco que sabía. -
-No vuelvas, Amatista. - Le pidió Kathy. - Quédate en la Tierra.
-Eso es. - Convino Kerria. - No te arriesgues. Les diremos lo mismo a Leval
y a Mazoui.
Sin embargo, su amiga las sorprendió cuando, enjugándose las lágrimas, negó con
determinación e ira en su tono.
-No, jamás huiremos. Sería como aceptar su muerte pensando que no ha servido
para nada. Nunca consentiré que la
muerte de nuestro primo quede impune. Quienes quieran que fuesen lo pagarán. Yo
misma les haré frente si hace falta.
-Amatista, no sabes lo que dices. - Replicó una preocupada Katherine. - Si
ni siquiera mi hermano y el primo Leval pudieron hacer nada.
-Haríais mejor regresando. - Convino Kerria. - O no volviendo allí. Puede
ser una trampa mortal.
-Ellos no pueden hacer eso, ni tampoco yo. Leval y Mazoui tiene un deber
como militares y yo otro en el grupo de científicos de la nave. - Afirmó la
francesa con decisión. - Y ahora más que nunca, por la memoria del primo
Granate, quiero formar parte de este viaje y hacer algo que merezca la pena.
Chicas, sé que no podéis entenderlo. Y por una parte me cuesta entenderme a mí
misma también. Ojalá que todo pudiera ser como en los viejos tiempos. Siempre
juntas…
-Idina no pudo venir.
Creo que estaba en la Golden. – Suspiró Kerria. - Y yo no tengo valor para
llamarla y decírselo.
-Creo que sus hermanos se ocuparán de ello. - Dijo Amatista. - O quizás, lo
haga otra persona…
- ¿Quién, mi hermano o el de Kerria? - Inquirió Kathy. -
-No. - Suspiró su interlocutora. - Puede que lo haga Nehie…
- ¿Neherenia? - Se sorprendió Kerria. - ¿La reina de la Luna Nueva?
-Sí- pudo sollozar Amatista esbozando pese a todo una leve sonrisa
sardónica para desvelar a sus atónitas interlocutoras. - Granate y ella se
enamoraron en la nave. Antes de…bueno, antes de que sucediera esto, él me lo
contó. Y jamás le vi tan feliz…- Pudo decir ahora entre balbuceos. - El amor
verdadero… es lo más bonito…
Sus amigas tuvieron que abrazarla una vez más cuando rompió a llorar
desconsolada.
- ¿Y qué tal mi hermano y tú? - Quiso saber Kerria. -
-Ahora no puedo pensar ni remotamente en eso. - Fue la réplica de Amatista
con voz queda y llena de dolor. - Las cosas cambian…
Eso dejó
perpleja a su contertulia. No le sonaba nada bien. Aunque estaba claro que en
esas circunstancias ese tipo de preguntas eran inadecuadas. Pero meditó las
palabras de su amiga. El amor verdadero… y pensó en su propio caso. Ella no
quería a Brian de esa manera. Al fin se tranquilizaron un poco y ya siendo
tarde sus amigas se despidieron para retornar a sus casas. A los pocos días se
celebró el entierro de Granate y en efecto, Kerria vio allí presente a la
soberana de la Luna Nueva, muy afectada. Lo mismo que Idina. Fue la propia
Nehie quien, tal y como conjeturase Amatista, le dio la trágica noticia a su
prima, dado que ambas estudiaban en la Golden. Tras aquello y al poco, los
expedicionarios regresaron a esa gran nave, llevados por Mazoui y Leval que,
con su transición instantánea, eran capaces de hacerlo. Todos quedaron
conmocionados y llenos de tristeza. No obstante, la vida seguía. Llegaban los
exámenes y pese a costarle un gran esfuerzo, ella se motivó queriendo
dedicárselos a la memoria de su primo. Recordó una vez, junto a Granate, cuando
éste fue de visita a casa en un permiso de la Academia. Los dos hablaban del
futuro.
-Me gustaría ser abogada. - Comentó entonces la chica. -
-Sí, ya te puedo imaginar. - Se sonreía el muchacho. - La súper letrada
Kerria…Seguro que ganarás todos los casos. Vas a ser mejor que esos de las
películas…Por cierto. Si me meto en líos, ¿Me defenderás, ¿verdad?
- ¡Ja, ja! ¡Tú serías un caso perdido! - Se rio la muchacha. -
-Tampoco podría pagarte mucho. - Afirmó desenfadadamente el chico. - Los
oficiales no ganamos demasiado.
-Eso será cuando te gradúes. - Se burló Kerria. -
-Pues sí. - Suspiró el aludido añadiendo. - Oye primita, y tu novio, ¿Qué
quiere estudiar?
-Brian, me parece que quiere hacer económicas, porque no le iba la
arquitectura. Aunque su padre quería que siguiese la tradición familiar. -
Replicó la muchacha. -
-Es un gran tipo.
Cuídalo y no le pierdas, ¿vale?...
-Vale, te lo prometo. - Se sonrió la muchacha que contraatacó a su vez. -
¿Y tú para cuando te vas a echar una novia?...
-No lo sé. ¿Tú y las otras primas estáis disponibles? - Rio Granate. -
- ¡Tonto! - Repuso la muchacha tirándole un cojín del sofá en el que se
sentaban. -
Ahora pensaba en aquellos momentos sin evitar las lágrimas…
-Lo siento mucho, Granate. ¡Ojalá pudiera mantener mi palabra! Y también
será muy duro para mí, Brian. - Musitó. - Perdóname. Perdonadme los dos…
Y es que también debía admitirse a
sí misma que lo suyo con ese chico ya no podía continuar. Ella le quería
muchísimo, pero como si de un primo o incluso un hermano se tratase. Y también
se sentía culpable. Había estado yendo a bares de ambiente sin que ese pobre lo
sospechase. Allí había conocido e incluso entablado fugaces relaciones con
algunas chicas. No obstante, no pudo pasar a nada más que unos pocos besos.
Invariablemente se ponía nerviosa y salía corriendo, dejando a su atónita
pareja de esa noche allí plantada.
-No puedo seguir así. Me está destrozando. - Se decía la joven. - Tengo que
sincerarme con él y decirle que no podemos continuar.
Pero la muchacha no era consciente
de que había alguien que estaba al tanto de sus andanzas. Aquella joven reportera
de larga melena morena y acerados ojos azules había logrado dar con su pista.
- ¡Vaya, vaya! Así que Kerria Malden es de las mías. - Se dijo pensando con
regocijo. - Podría sacar una bonita suma si publicase esto. Pero tengo que
asegurarme. A fin de cuentas, entrar en uno de esos bares de por sí, no es
evidencia suficiente. Debería tener una prueba mucho más gráfica.
Unida a esa precaución, había tenido
un extraño sueño en el que, la figura de un encapuchado, le advertía.
-Es pronto todavía.
Has de esperar el momento propicio. Y has de conocer a alguien que te ayudará a
lograr tu propósito de exponer a Kerria Malden.
-Así lo haré. - Reflexionó ella. -
Por su parte, cuando Leval y Mazoui volvieron a la
nave no se permitieron ni un segundo de reposo, ya habían estado dándole
vueltas a esa idea. Pero primero siguieron el protocolo y la cadena de mando y
se presentaron ante su superior el comandante Braem. Le informaron de su
estancia en la Tierra y le pidieron una entrevista con algún oficial de alto
rango de la nave.
- ¿Y cuál es la razón? - inquirió su comandante con
interés, justificando su inicial recelo - no puedo llamar por las buenas al
alto mando.
- Necesitaremos una infraestructura adecuada para entrenarnos,
señor. - Le explicó Mazoui. -
- Sí, se trata de un cuarto de presión de gravedad -
añadió más explícitamente Leval. -
Braem
asintió atónito para preguntar de nuevo sin ocultar su extrañeza.
- Bien, tramitaré su petición, pero ¿con qué objeto?
¿Para qué desean ustedes un cuarto de esas características?, nadie podría
soportar tanta presión.
- Nosotros sí - repuso Mazoui con rotunda seguridad
para añadir con tono más tranquilizador. - Confíe en nosotros, señor. Tenemos
informes sobre nuestras capacidades que lo avalan.
- Muy bien – declaró Braem que pasó a consultar su
ordenador accediendo al expediente de sus subordinados. – Vamos a ver qué dicen
de ustedes.
Al hacerlo su
gesto expresó sorpresa. Más allá de sus características físicas tales como
estatura, peso, años en la academia, calificaciones y condecoraciones, figuraba
otro registro. Sin embargo, al apartado en cuestión no se podía acceder salvo
teniendo una autorización especial de altísimo secreto. Estaba desde luego
mucho más allá de la acreditación de Braem. El atónico comandante entonces
asintió replicando, eso sí, con un tono mesurado y profesional.
-Muy bien, han demostrado ustedes ser dos excelentes
oficiales, supongo que algo tendrán pensado. Descuiden, les concertaré una
entrevista con algún oficial de alto rango.
-Gracias, señor. - Replicó Leval. -
-No se arrepentirá. - Le aseguró Mazoui, agradecido también.
-
Los
dos se despidieron de su comandante que les dio licencia para marchar. Braem,
tal y como dijo, contactó con la capitana Collins. Esta era la responsable de
la parcela para formación de la tripulación de la nave y le remitió el caso.
Como tampoco ella pudo acceder a esos expedientes por completo, a su vez,
informó al comodoro Hazzar, el segundo al mando de la nave. Éste sí poseía la
autorización pertinente para consultar dichos informes sobre Leval y Mazoui
considerados tan secretos y accedió a otorgar esa petición. Además, les llamó
para hablar con ellos. Los dos muchachos no se hicieron esperar, en posición de
firmes tocaron a la puerta del despacho del comodoro.
- Adelante – les indicó él sentado en su despacho. -
Era un hombre
maduro, de pelo cano, alto, aunque no tanto como los chicos. Lucía el uniforme
de gala del cuerpo espacial, recién creado precisamente para dotar la nave. Todavía
estaban muy recientes los servicios funerarios por los caídos y el segundo al mando
de la nave había tenido que presidir varios actos. Ahora, todavía cansado,
revisó pese a todo con interés esos informes. Antes de aceptar ver a esos
chicos llamó no obstante al contralmirante Spar. El comandante en jefe de la
nave.
-Señor. – Preguntó cuándo contactó con su superior
vía holo mensaje. - Creo que estos dos oficiales podrían servirnos de mucha
ayuda.
-He visto los informes que me ha comentado, comodoro.
- Replicó su interlocutor, asintiendo. -
Hable con ellos y vea qué tienen que decirle. Si son tal y como creemos seguro
que sus aportaciones serán muy valiosas.
-Así lo haré, señor. - Afirmó Hazzar. -
-Lo dejo en sus manos. - Convino Spar despidiendo la
comunicación. -
De modo que ahora se levantó en cuanto vio a su
asistente entrar acompañado de los dos oficiales. Tanto Mazoui como Leval
saludaron en posición de firmes.
-Descansen y siéntense. - Les pidió más que
ordenárselo señalando dos sillones que se enfrentaban al suyo a los lados de la
mesa del despacho para declarar con interés. - He recibido su petición por
conducto reglamentario y deseo que me expliquen más detalladamente lo que
pretenden hacer.
Como
oficial de mayor rango Mazoui tomó la palabra, con tono respetuoso para
comentar a su superior.
- Verá señor, tenemos que usar ese cuarto para poder
entrenar y hacer progresos.
- Sí, tengo sus informes - confirmó el comodoro - he
leído en ellos que merced a sus particulares naturalezas, ustedes tienen una
fuerza fuera de lo corriente. Además, sus notas son excelentes y sus destrezas
están fuera de lo común. La pregunta es, ¿hasta dónde llega eso y que podrían
ser capaces de hacer con ello?
- Verá señor, si pudiéramos entrenar en mejores
condiciones estoy seguro de que nosotros podríamos eliminar a nuestros enemigos
sin ninguna ayuda. - Aseguró Leval. -
- ¿Sin ayuda? - exclamó Hazzar con patente
incredulidad. - ¿Un par de cazas contra todos esos objetos? ¿Qué locura es esa?
no podrán hacerlo.
- No necesitaríamos los cazas, señor. Nosotros nos bastaríamos.
- Respondió Mazoui con serenidad y patente seguridad en sus palabras. -
- ¿A qué se refieren? - preguntó su superior todavía
más atónito. -
- A que nosotros solos podemos eliminar a todos esos
bastardos, dicho sea, con el debido respeto, señor. - Puntualizó Leval. -
- Aguarden un momento...- Hazzar pidió comunicación
con el contralmirante Spar, que, a su vez le pasó con el cuartel general de la
Tierra. Mientras el comodoro se justificaba. – Comprendan que necesito
confirmación oficial de todo eso.
La emisión tardaría varias horas en llegar, pero, mientras
tanto, el teniente Malden le propuso.
- Lo comprendemos, señor. Sin embargo, no necesita aguardar tanto. Podemos
ir a la sala de energía de las baterías si lo autoriza usted. Allí verá de lo
que somos capaces.
- De acuerdo - asintió su interlocutor añadiendo. -
He de confesar que tengo mucha curiosidad.
Todos
se encaminaron hacia esa zona de la nave, cuando llegaron, Hazzar ordenó al
capitán responsable de la sección que facilitase a los dos jóvenes oficiales
cualquier ayuda que estos le pidieran. Ellos solicitaron conectarse a las baterías,
todos los ingenieros y artilleros no salían de su asombro, pero hicieron lo que
ambos les pedían. Una vez preparados y cuando se aseguraron de que no había
suministro energético se ordenó a toda la plantilla no esencial abandonar esa
sala. Cuando estuvieron solos con su superior y dos oficiales técnicos, ellos
mismos emitieron la potencia suficiente como para hacerlas disparar,
destruyendo algunos meteoritos de tamaño apreciable. Hazzar se quedó atónito. Los
otros testigos tampoco podían creerlo. El comodoro les ordenó guardar silencio
total sobre lo visto, luego les mandó retirarse. Una vez le obedecieron y concluida
la demostración, Leval le comentó a su superior.
- Señor, si pudiéramos desplegar esta potencia de fuego,
libres en el Espacio, arrasaríamos escuadrillas enteras de enemigos sin
pérdidas para los nuestros.
- Incluso con nuestra fuerza podríamos generar
barreras parciales que protegieran la nave y no impidieran la entrada y salida
de cazas. – Añadió Mazoui quien tenía siempre presente el trágico fin de su primo
Granate por aquella causa. -
- ¡En mis casi cuarenta años de servicio jamás vi
nada parecido! Me han convencido - asintió Hazzar no sin cierta sensación de
entusiasmo contenido afirmando. - Tendrán lo que pidan muchachos. Ojalá sea
como ustedes dicen.
Mazoui
y Leval fueron autorizados a retirarse, saludaron y se fueron a su habitación.
Por el momento quedaron relevados del servicio para preparar su plan. Ambos
charlaban sobre los pormenores del mismo cuando sonó el teléfono. Era Amatista,
la muchacha no estaba demasiado animada. Era lo lógico, aún estaba muy reciente
la muerte de Granate. Deseaba hablar con alguien y se lo propuso a Leval, él
aceptó sabiendo que el estado de la muchacha era emocionalmente muy precario y
quedaron en una cafetería de la ciudad. Quería preguntarle también por todo lo
ocurrido en la Tierra ya que ella sólo asistió al funeral. Mazoui por su parte
fue requerido por Hazzar nuevamente. Entró en el despacho saludando y preguntándose
qué es lo que querría su comodoro.
- Pase y siéntese, teniente - le indicó éste con
deferente naturalidad - no se ande con formalidades.
- A la orden, señor. ¿Quería usted verme? - Le
inquirió el muchacho. -
- Les he llamado para preguntarles si ustedes
conocen a nuestros enemigos. Pero el teniente Malden no estaba en la base.
- No señor, él salió aprovechando el permiso para
ver a una amiga y yo creí que el alto mando sabría quiénes son. - Repuso el
muchacho desconcertado cuando admitió a su pesar. - Ni yo, ni el teniente
Malden sabemos quiénes puedan ser.
- Nuestros superiores tampoco, no saben nada -
contestó Hazzar con preocupación. - Esto no se había detectado en los radares
de vigilancia de la Luna. Nuestros aliados de ese mundo no tienen ni la más
remota idea. No saben de dónde han salido.
-Comodoro, por lo que yo sé. En el pasado la Tierra
sufrió ataques que únicamente son recordados por unos pocos. - Le dijo entonces
el joven. -
Su
contertulio le observó al principio sin dar la impresión de entender a qué se
refería.
- ¿Habla de atentados terroristas como el del Once
de Septiembre? - Inquirió entonces Hazzar. –
-No señor, - contestó Mazoui, siendo algo más
explícito al relatar. - Mi madre y mis tíos me han contado que ellos, en su
juventud, tuvieron que repeler literalmente invasiones de seres del espacio
exterior. Pero que eso de algún modo fue borrado de la memoria colectiva. Esos
recuerdos fueron sustituidos por catástrofes o bien por atentados. Quizás tenga
algún informe secreto que lo mencione.
-Indagaré en eso. - Asintió un atónito comodoro. - Entre
tanto tienen ustedes luz verde para poner en práctica su plan. Vayan a hablar
con la división científica de ingeniería. Y dense prisa. - Agregó con inquietud
Hazzar para admitir. - Debo confesarle, aunque por supuesto comprenderá que
esto debe ser confidencial, que estamos muy preocupados. La tecnología de esos
alienígenas del demonio es muy avanzada, supera con mucho la nuestra.
A Mazoui
no le hacía mucha gracia que se mentasen a los demonios, pero lo dejó pasar
puesto que estaba más interesado en obtener algunas respuestas más sobre este
tema y quiso saber con extrañeza en su tono.
- Pero, sin embargo, pudimos derribar a la mayor parte
de ellos. ¿A qué se debe eso, señor?
- Cuando nuestros cazas atacaron con misiles parecía
que ellos ignorasen que fueran armas eficaces y no hicieron maniobras evasivas,
ni trataron de anularlos. En cambio, el láser lo eludieron sin dificultad.
- Entonces si analizan también nuestros proyectiles,
¡estaremos perdidos!,- exclamó el joven oficial. - No podremos hacerles nada.
Con su tecnología ya habrán tomado medidas para rectificar ese error.
- Eso es lo que más me preocupa, podrían volver a
atacarnos en cualquier momento y estaríamos totalmente indefensos. También
piensan así en el alto mando. Por eso, en cuanto informé a la Tierra de sus
ofrecimientos, me dieron autorización para ayudarles en todo lo posible. El
cuarto que pidieron ya está construyéndose y estará listo en un par de días.
Además, estamos investigando sobre todo tipo de compuestos reflectantes al
radar y varias frecuencias de láser alternativas para modificar nuestro arsenal,
a fin de que se efectivo en un próximo enfrentamiento. - Le informó el comodoro.
– Por ello el plan que ustedes han esbozado tiene mucho interés para nosotros.
- Muchas gracias, señor, eso está muy bien, pero
tenemos otro problema. - Objetó Mazoui. -
- ¿Y cuál es? - inquirió su superior. -
- Por fuertes que seamos, no podemos salir al espacio
por nosotros mismos. - Se lamentó el muchacho añadiendo con visible pesar y
amargura. - Si hubiéramos podido nuestro primo no estaría muerto.
Aquello
era cierto puesto que ni siquiera con la translación instantánea habrían podido
haber localizado la energía de Granate y transportarse con él a tiempo. Si tan
solo pudieran estar libres en el cosmos y maniobrar a su antojo sin una nave o
avión, seguro que podrían destrozar a esos bastardos en cuestión de minutos.
- Ese es el problema, entonces, ¿cómo podrán luchar
contra ellos si vuelven? - Le inquirió su superior con aumentada inquietud. -
- Vaya, estamos en un aprieto - suspiró Mazoui ante
la cómplice mirada de Hazzar. Verdaderamente este era otro inconveniente más
que sumar a una larga lista. Aunque el muchacho tras reflexionar animó su tono
para asegurar. - Señor, estudiaremos la cuestión, le prometo que algo se nos
ocurrirá.
- Muy bien, teniente, confiamos en ustedes. Utilicen
toda la ayuda que precisen, tenemos grandes científicos a bordo. – Fue la
réplica del comodoro cuando autorizó a aquel joven y prometedor oficial a
retirarse. -
Hazzar
tenía otra inquietud que no quiso compartir con ese joven tan extraordinario,
pero que no dejaba precisamente de ser eso. Demasiado joven aún y no juzgaba
oportuno que eso le distrajese de sus preparativos. Y es que le llegaron
informes de que esos aparatos enemigos habían sido detectados recientemente en
las cercanías de la Luna. Desde la Tierra se temía también que pudieran atacar
al satélite y al propio planeta.
-Espero que nuestros aliados lunares puedan
frenarles si llega el caso. Pero de momento mejor que estos chicos no estén al
corriente de eso. Podrían tener deseos de ir allí. Y no nos podemos permitir el
perderles ahora. - Suspiró el comodoro, volviendo a sus ocupaciones. -
Ajenos
a esa conversación entre Mazoui y su superior, y a las posteriores reflexiones
de éste, Leval y Amatista estaban sentados en la mesa de una acogedora
cafetería, ella estaba contenta de verle por fin a solas. A la muchacha le
entristecía mucho lo ocurrido con Granate, se sentía destrozada por la pérdida
de su primo y pensaba que no sería justo el intentar nada ahora. Tampoco tenía
el ánimo necesario para ello. Estaba realmente baja de moral y, además, nunca
habría usado eso como excusa.
-Solamente deseo un amigo con el que poder hablar –
Pensaba. -
Aunque para sorpresa suya su interlocutor se
encontraba bastante mejor a ese respecto y cuando él le contó lo que Zafiro y
Petz le habían dicho la joven lo comprendió, aquello levantó mucho su espíritu
y le llevó a replantearse esa opinión.
- ¿Es eso posible? - preguntó ella atónita y Leval
asintió con gesto sereno y cordial. - ¡Cuánto me alegro por ellos!, por lo
menos saben que él será feliz para siempre. No sé qué decir, es algo increíble.
- Mi padre estuvo muerto una vez, ¿sabes? - le
reveló su contertulio para mayor asombro de la chica que ahora recordaba la
historia que sus propios padres el contaran a ella hacía tiempo. - Me contó
cosas maravillosas de ahí arriba. Sucedió cuando luchó contra los
demonios. En realidad, allí se
conocieron tu padre, el tío Zafiro y él.
-Es cierto. - Admitió su contertulia. - Mi padre me
lo contó, y que luego rescató a mi madre, del lugar en el que estaba.
A
la chica le daba apuro decir que su madre fue al Infierno, debido a los errores
que cometió en su vida pasada. Sea como fuere eso carecía de importancia ahora.
Lo fundamental era que su primo granate pudiera ser dichoso por toda la
eternidad. Y aunque se alegraba por ello, eso no les eliminaba la amenaza que
se cernía sobre ellos, y Leval lo confirmó con sus siguientes palabras.
-Ahora nos toca a nosotros, debemos ser fuertes para
derrotar a nuestros enemigos. - Arengó con un tono bastante más duro y cortante
de lo que pretendía, Amatista solamente asintió, compartiendo ese deseo. –
- ¿Sabes? - le confió la muchacha. Dado que ya
realmente no importaba guardar ese secreto. –
Granate me confesó que estaba enamorado de Nehie. Estaba pensando pedir
el traslado para estar junto a ella.
- ¡Este muchacho!
Por cómo fue siempre, estoy convencido de que se coló por ella nada más
verla en la recepción. – Pudo sonreír Leval moviendo la cabeza con simpatía y
nostalgia. –
- Al menos él encontró su verdadero amor antes de…
–pudo decir su interlocutora que amenazaba ya con inundar sus ojos de lágrimas.
–
Amatista recordó de pronto un momento entrañable y
al tiempo divertido. Curiosamente incluía a Leval y a Granate, junto con sus
compañeras de grupo en aquellas vivencias.
-Me ha venido a la memoria. - Suspiró ella esbozando
una leve sonrisa ahora para contener sus lágrimas. - La vez que vinos la final
de la copa del Mundo en mi casa. ¿Te acuerdas?
-Sí. - Sonrió el chico. - Fue hará casi un par de
años. ¿No es así?
-Eso es. - Convino la joven, rememorando. - La
selección de mi país llegó a la final. Y os pedí que vinierais a verlo conmigo.
Fue justo al día siguiente de nuestra fiesta nacional. Quiero decir, la fiesta
de Francia, claro.
Leval
asintió, entre él y su interlocutora recordaban aquello como si hubiera
sucedido ayer mismo. Y eso que era temprano, apenas las nueve y media de la
mañana. El encuentro iba a comenzar en apenas media hora. Todos se congregaron
en casa de los Lassart, incluidos Diamante y Esmeralda, quienes, sin embargo,
cedieron un cuarto a sus invitados, aquel en el que las chicas ya vieran la
Eurocopa años antes. Estaba dotado una gran pantalla de televisión plana con HD
full resolución y un cómodo sofá flanqueado por dos sillones de cuero realmente
confortables a su vez.
-A nosotros no nos interesa tanto el fútbol. -
Comentó Diamante. - Vosotros podéis quedaros aquí a verlo.
-Pero papá, ¡es la final del Mundial! - Exclamó
Amatista como si hubiese escuchado una herejía. -
-Sí, bueno. - Suspiró el príncipe de Némesis. -
Seguro que será muy interesante. ¿Verdad, querida? - Inquirió dirigiéndose a su
esposa. -
-Bien sûr.- Se rio la diseñadora.-
-Ils doivent gagner!
- Replicó su hija con evidente convicción y forofismo.- Hier était la fête
nationale de la France.
- ¿Qué ha dicho? -
Intervino Kerria con expresión perpleja. -
- Que tienen que
ganar porque ayer fue la fiesta nacional francesa. - Le tradujo su hermano, que
miraba a Amatista divertido. -
Leval se acordaba de eso, era una de
aquellas ocasiones en las que esa francesita pasaba de doctora Jekyll a Miss Hyde.
Normalmente solía ser muy vergonzosa con él delante, pero a veces se
transformaba. Siempre que había competiciones de por medio y no digamos cuando
jugaba su equipo de soccer, o “fútbol de verdad” como ella insistía en
llamarlo. El caso es que, tanto él como Granate, había tenido ese fin de semana
de permiso y fueron a visitar a sus padres y parientes. El bueno de Mazoui tuvo
que ir de prácticas a los simuladores.
-Seguro que le
habría encantado ver esto. Más que el partido, el show que monta Amatista. - Pensaba
observándola con una mezcla de condescendencia e incredulidad. -
El caso es que allí estaba ella,
como casi siempre, con su camiseta de la selección francesa, la cara pintada
con los colores de su bandera nacional y llena de impaciencia por ver empezar
aquello.
-Espero que esta
vez tengáis más suerte. – Le deseó afablemente Idina. -
-Sí, la otra vez
perdisteis. Me acuerdo de que lo vimos aquí también. - Terció Kathy acordándose
de eso. -
- ¡Cállate
agorera! - Exclamó Amatista clavando una mirada asesina en su compañera de
grupo. - Cette fois ce sera différent.
-Pues yo voy con
los croatas. - Intervino Granate, quien, por supuesto, no perdía ocasión para
pinchar a su prima. -
-Algún tonto tenía
que haber. - Repuso ésta con cara de pocos amigos. -
Hubo un leve y espeso silencio, roto
por Kerria quien se atrevió a musitar.
-Según dicen, es
la selección más débil. El caso es que me caen simpáticos…
-Sí, bueno, y a mí
también. - Convino tímidamente Kathy. -
-Dicen que su
jugador estrella ha sufrido mucho cuando era niño, que sobrevivió a una guerra
o algo así. - Apuntó igualmente Idina. -
- ¡Lo que me
faltaba! - Suspiró Amatista brazos en jarras, en tanto les dedicaba una
acusatoria mirada para remachar. - El enemigo en casa.
-Mujer, es
solamente un juego. - Replicó conciliatoriamente Idina. -
-No es únicamente
eso, es el orgullo nacional. - Rebatió la interpelada, alegando con tono que
trataba de ser heroico. - No importa, seré yo sola contra todos.
-Bueno, yo iré
contigo. - Se ofreció amablemente Leval. -
Amatista se acordaba de cómo sintió
aquel rubor que le quemaba la cara. Que su adorado Leval estuviera de su parte
le pareció sencillamente maravilloso. El resto en cambio se limitó a encogerse
de hombros, en tanto el muchacho añadía.
-No sé mucho de
este deporte, pero algún compañero en la academia sí lo sigue y comentaba que
Francia tiene mejor equipo y que físicamente es más fuerte. Los dos han tenido
que jugar muchos minutos extras según creo.
-Sí, la mayor
parte de los partidos anteriores se tuvieron que resolver con prórroga o
penaltis. - Le aclaró la arrobada Amatista. -
-Pues nada, ya
tienes a alguien de tu parte. - Señaló Granate, añadiendo con su jocosidad
habitual. - ¡Para que te abrace cuando pierdas!…
Fue terminar de pronunciar la frase
y salir corriendo dado que su prima ya iba a intentar agarrarle para
estrangularlo. Por suerte el partido estaba a punto de comenzar. De modo que el
orden se restauró. Sonaron los himnos nacionales y Amatista cantó el suyo con
fervor.
-Allons bleus! –
Exclamó al término de la Marsellesa. -
Y el partido dio comienzo, unas
trepidantes alternativas de toma y daca de principio y enseguida en el minuto
dieciocho, falta que sacó Francia y….
-¡Goool!- Exclamó
Amatista dando un salto casi acrobático de su sillón. -
-Ha sido en propia
meta, eso no vale. - Se quejó Granate. -
- ¡Y un cuerno que
no vale! - Contestó su prima sacándole la lengua con regocijo. -
Ni Idina, ni Kerria, ni Kathy
abrieron la boca. Leval se limitó a sonreír. Aunque apenas diez minutos
después, los croatas empataron. Turno de Granate de dar un salto, elevar los
brazos y cantar.
-¡Goool!, ja, ja, ja…
Amatista volvió a mirarle de aquella
inequívoca forma. Una que le indicaba a su primo que debía mantener las
distancias. Fue Kathy quien abrazó a la nerviosa francesa y le comentó entre
algo inquieta y divertida.
-Tranquila…
-Sí, confío en mi
selección. Esto ha sido mala suerte. - Comentó su amiga. -
-De eso nada,
monada. Croacia está jugando mucho mejor. Seguro que ganará. - Replicó Granate
no sin algo de sorna. -
Amatista no respondió, concentrada
como estaba en rezarle hasta a Santa Juana de Arco. El partido se reanudó, tras
varios lances el colegiado pitó penalti a favor de los galos, cosa que la hizo
volver a saltar con ambos brazos elevándose al cielo.
-Oui ! Allons
Griezmann!.- Exclamó al ver a dicho jugador de su equipo encaminarse hacia el
punto de los once metros. -
- ¿Qué es un
penalti? - Inquirió Kerria quien no se acordaba demasiado. - ¿Una especie de
tiro libre?
-Mucho más
importante que eso. Al menos, por regla general, en soccer es mucho más
decisivo que un tiro libre en baloncesto. - Le comentó su hermano. -
- ¿Y le van a
dejar tirar sin que nadie se lo impida? - Quiso saber Kathy. -
-Sí, claro. – Le
respondió Idina que algo más entendía de aquello. - Por eso es un tiro libre.
Tras esas palabras silencio
sepulcral, Amatista se aferraba a las manos de Leval sin querer mirar. El resto
por el contrario observaba con curiosidad como ese jugador avanzaba hacia el
balón, retrocedía un poco, tomaba carrerilla y…
-¡Buuut!- Se
escuchó al comentarista francés. -
-¡Síii!- Aulló
Amatista levantándose una vez más llena de euforia. -
Se abrazó a Leval llena de alegría,
aunque pronto se separó más que ruborizada. El chico le dedicó una mirada
perpleja y los demás trataron de aguantarse la risa. Corriendo un tupido velo
sobre eso, Amatista centró su atención en el televisor. Tras reanudarse el
encuentro una vez los croatas sacaron de centro hubo al menos un par de
ocasiones más, pero el marcador no se movió. Llegaron al descanso con esa
ventaja francesa.
-Esta vez sí,
vamos a ganar. - Sentenció una animada Amatista. -
-De momento, parece
que os está yendo bien. - Convino Kerria, mirándola con expresión alegre. -
-Sí, y está
emocionante y todo, y para que lo diga yo, que no tengo ni idea de este
deporte. - Afirmó Kathy a su vez. -
Leval recordó como tomaron algunos
canapés al descanso y que, al poco de comenzar la segunda parte, Francia volvió
marcar. Su anfitriona se puso como loca, no paraba de cantar y de hacerle burla
a Granate quien ya no tenía demasiados argumentos a su favor. Aunque enseguida
el chico dijo con tono entre resignado y socarrón.
- ¡Ha sido fuera
de juego!
-No tienes ni
idea. - Contestó su prima, alegando. - Pogba estaba en posición totalmente
legal. Ya puedes llorar que vas a perder seguro. - Se sonrió no sin malicia. -
-Menos mal que no
apostamos nada. - Se sonrió el aludido con alivio. -
Y para mayor regocijo de Amatista,
los suyos marcaron el cuarto. Ahora se abrazó a Leval que la sostuvo entre
perplejo y risueño. A lo que el inefable Granate tuvo que decir con su tono
bromista habitual.
- ¡Espero que no
marquen el quinto o esta forofa te come, primo! Ja, ja…
Amatista se puso roja hasta las
orejas, eso provocó las risas de sus amigas y las carcajadas de Granate que
esta vez tuvo que correr fuera de la habitación para alejarse de la andanada de
palomitas que su avergonzada prima utilizó como proyectiles. Entre tanto el
partido seguía y los croatas redujeron distancias con otro gol. Pese a que su
primo lo cantó intentando darle sentimiento, la anfitriona no se inmutó.
-Celébralo cuanto
quieras, pero este partido está ganado. Apenas quedan veinte minutos. - Repuso
la confiada muchacha haciendo gala ahora de un control casi tibetano. -
Y, de hecho, Croacia lo intentó,
pero no pudo lograr la hazaña de remontar tal desventaja. Ya estaban en el
tiempo cumplido con dos minutos de descuento. Amatista se levantó indignada
cuando le hicieron una fea entrada a su jugador estrella.
-Qu'est-ce que tu
fais ? - Exclamó con visible enfado dirigiéndose al jugador croata autor de esa
falta, como si pudiera haberle escuchado. -
Aunque suspiró para relajarse, la
cosa estaba hecha, al fin, el árbitro pitó el final y la chica, loca de
alegría, se fue abrazando a todas sus amigas y a Leval en especial…
-Nous avons Gagné ! Nous sommes les champions ! - Gritaba llena de
euforia. -
Finalmente, hasta Granate sonrió dándole un abrazo y con
deportiva sinceridad la felicitó.
- ¡Enhorabuena,
primita! Me alegro por ti. Ya sabes que a mí el resultado me da igual, lo que
me encanta es hacerte rabiar…
-Ya lo sé, ¡mira
que eres tonto a veces! - Sonrió asimismo ella. -
Al poco los padres de Amatista
entraron, lucían un gesto risueño. La joven no sabía si por el resultado del
partido o por otras cosas. El caso es que, por supuesto, abrazó a su padre para
repetir llena de alegría.
-Papá. Nous avons gagné !
-Sí, cariño. Ya lo veo. - Sonrió afablemente el
interpelado. -
-Es estupendo,
hija. - Convino Esmeralda, con un tono más serio para declarar en tanto
observaba en derredor. - Habéis ganado una batalla, supongo. Y ha debido de
librarse en esta habitación.
Y es que la diseñadora estaba al parecer más atenta al
desorden de palomitas por el suelo y cojines desvencijados que había en ese
cuarto. Leval se percató de eso y enseguida se ofreció.
-Enseguida lo
recogeremos.
-Ha sido culpa
mía. - Admitió Amatista. -
-Todos hemos
manchado algo. - Intervino Kathy. - Te ayudaremos.
-Claro, entre
todos no tardaremos nada en dejarlo perfecto. - Sonrió Idina. -
-Sí, es cierto, he
hecho que la pobre prima se pusiera todavía más nerviosa y tirase algunas
palomitas. - Desveló Granate a sus ahora divertidos tíos. -
-Gracias chicas,
bueno, y a vosotros también. - Pudo replicar Amatista que daba la impresión de
volver a ese yo suyo más comedido y tímido, al mirar a Leval. -
Se dieron prisa y en tanto llegaba
la ceremonia de entrega de trofeos adecentaron aquello. Cuando el capitán del
equipo francés recogió la copa del Mundo, la rubia anfitriona no cabía en sí de
dicha…
-Y pensar que, en ese momento, aquello me pareció lo
más importante del mundo. - Sollozó la chica volviendo de aquellos recuerdos
para musitar. - Parece mentira que él ya no esté…
Su acompañante se apercibió de ello y se cuidó de
añadir con un tono mucho más jovial y afectuoso.
- Bueno, ya está bien de hablar de eso. ¿Qué tal
tú?, ¿cómo te va?...
- La verdad es que he estado estudiando mucho, -
respondió ella contenta de poder hablar de otra cosa. - Todo ha sido tan
repentino, me he refugiado en mis libros y mis prácticas para tratar de olvidar
lo de Granate. Y al menos me ha servido de algo. He aprobado todos los exámenes
y si sigo así, dentro de poco entraré en el equipo de investigación principal.
- Concluyó con mayor moral. -
- ¡Es fantástico! - sonrió aprobatoriamente él. - Me
alegro mucho por ti. Estas trabajando muy duro y mereces obtener tu recompensa.
- La verdad es que Satory me ha ayudado mucho, pero
esa chica me preocupa. - Comentó Amatista con pretendido descuido. -
- ¿Qué le ocurre?, ¿es que está enferma o algo así?
- Inquirió Leval que reflejó inquietud en su semblante. -
Desde luego que no necesitaban otro problema y por
lo poco que la había tratado esa muchacha le caía bien, era una persona
bastante agradable, aunque bastante reservada.
- ¡No tonto! – Sonrió despreocupadamente su
contertulia que pasó a aclararle incluso divertida. - Es que es una chica muy
tímida, apenas sale y me gustaría convencerla para que lo hiciera. Pero yo sola
no puedo. Si tú y Mazoui estuvierais libres podríamos salir los cuatro juntos.
El chico se encogió de hombros y empleó unos
instantes en pensar para luego responder.
- Bueno, yo se lo diré a él. Espero que podamos hacerlo.
Verás, hemos pedido unos días de permiso para entrenar, ¡queremos destruir a
esos bastardos! Y no pararemos hasta conseguirlo. - Sentenció nuevamente con un
tono bastante más duro. – Se lo vamos a hacer pagar como sea.
- Por favor, no os
arriesguéis demasiado - Le pidió Amatista que escuchó esas últimas palabras con
creciente preocupación. – Ya hemos sufrido bastante…
Aquella declaración de su contertulio la había asustado.
Al principio ella estaba igualmente rabiosa y deseaba revancha, pero ahora
pensaba más en la seguridad de todos. No quería perder a más seres queridos ahí
fuera. ¡Ojalá que ninguno de ellos tuviera que jugarse la vida otra vez!, pero
suspiró dándose cuenta de que aquel deseo no era posible. A buen seguro los que
les atacaron regresarían y tenían que estar preparados…
- Es nuestro deber – respondió resueltamente él sin advertir
ese rostro de inquietud en la muchacha. - Ahora estamos en una situación de
alerta, es un modo pre bélico. Tenemos que defender a los tripulantes de esta
nave. Y quizás incluso a la Tierra entera. Como dijo Spar ahora hemos pasado a
ser la primera línea de defensa de nuestro mundo. Y en caso de guerra hay que
llevar ésta lo más lejos posible de nuestro planeta. No podemos permitir que
nos derroten, esos malditos tendrían el camino abierto a casa. Así que imagino
que tan pronto como podamos nos iremos de aquí. Es conveniente alejarles lo más
posible de la Tierra.
- Entonces seréis
vosotros los que tengáis que luchar contra esos invasores. - Sentenció
Amatista, ahora con evidente desasosiego -...
- Desgraciadamente no podemos salir al espacio por
nosotros mismos. - Le explicó Leval. - Pero ahora que nos van a construir un
cuarto de entrenamiento, podremos mejorar y destruir a muchos de ellos desde la
nave. Aunque eso no es tan eficaz como podría ser si estuviéramos luchando en
nuestro mundo. La pena es que no podamos salir al espacio - entonces se quedó callado,
parecía pensar en algo, una idea que le rondase por la cabeza y que no fuera
capaz de fijar hasta que pareció lograrlo. - ¡Sí, eso podría resultar! - exclamó de pronto para sorpresa de su
interlocutora que le miraba sin entender nada y se disculpó. - Perdóname, lo siento, creo que se me ha
ocurrido algo importante - se levantó dejando dinero para pagar los cafés y se
marchó. -
Amatista
se quedó sentada allí, sin saber qué hacer. No podía evitarlo, su contrariedad
crecía por momentos. A pesar de decirse a sí misma que el chico estaba ahora
muy ocupado con aquel asunto tan grave, pero pensaba también. ¡Es que no podría
esperar, aunque sólo fuera media hora más para ir a hacer cualquier otra cosa!
¡Al menos tener tiempo de despedirse sin sobresaltos! Ya se lo había hecho dos
veces. Pero no pudo hacer otra cosa que levantarse y regresar a su piso
mientras rumiaba estos pensamientos que, inevitablemente, le agriaban el humor.
Estaba claro que para él no debía de significar gran cosa verla o no. Al llegar
se sentó pensativa en el sofá. Quizás era ella la culpable. No estaban las
cosas como para dedicarse a flirtear. Es más, ahora más que nunca tenía que
centrarse en sus cometidos. Por pequeña que fuera, deseaba hacer alguna
aportación y esto solamente sería posible si estudiaba y aprendía lo más rápido
que pudiera para convertirse en científica. Desde luego que eso sí que sería
útil, amén de impresionar a ese muchacho.
- ¡Sí! - se dijo con renovados ánimos. - Le
demostraré a él y a todos de lo que soy capaz.
Y
hecho ese propósito se apresuró a ir por su tablet y tratar de repasar algo de
bioquímica para el día siguiente.
Mazoui, por
su parte se dirigió hacia el gimnasio tras haber hablado con el comodoro
Hazzar. Allí apenas podía entrenarse con lo que había. Esperó hasta estar sólo
y se colocó todas las pesas que pudo en la barra más larga y resistente que
encontró. Hizo “pres de banca y sentadillas “con trescientos kilos, pero eso no
era ni mucho menos suficiente. Se puso a saltar con ello encima hasta que se
cansó. Sudoroso y agotado se duchó y volvió a su cuarto reflexionando.
-Debo pensar en
algo. Quizás como ha dicho el comodoro, debería ir a hablar con el departamento
de ingeniería, a ver si se les ocurre alguna idea…
Al llegar vio que tenía un mensaje en el contestador,
era Leval. Le pedía precisamente que acudiera lo más rápido que pudiese al
centro de ingeniería de la nave, su primo no se lo pensó dos veces y salió a
toda prisa para allá.
-No sé qué le rondará por la cabeza, aunque puede
ser que haya estado pensando en lo mismo que yo. - Se decía de camino. -
Cargada
de libros, folios y anotaciones repartidas en diversos cuadernos, Satory se dirigió
hacia la biblioteca del centro de ingeniería. ¿Por qué demonios iba siempre
cargada con esos mamotretos de papeles teniendo ordenadores portátiles donde
podría almacenar los datos llevándolos en discos externos o mini pendrive o
incluso con una Tablet? No lo sabía. Lo cierto es que desde niña tenía
costumbre de escribir las cosas, cualquier anotación o apunte, en papel. Luego
lo pasaba a ordenador, así pulía fallos y se concentraba mejor. El caso es que
ni tan siquiera había recurrido a esos robots que la empresa de su padre había
construido para ayudar a llevar peso o acometer trabajos duros y peligrosos.
-Debo de parecer tonta, llevando todo esto encima yo
misma. - Suspiró. - La verdad, vaya paseo me he dado desde casa hasta aquí…
Pero ahora necesitaba información del ordenador de
la sala de ingenieros y no conocía el código de acceso. Debía encontrar el
tesaurus. Se dirigió a la biblioteca de esa sala. Así, cansada y hambrienta,
porque no había tomado nada desde el desayuno, se plantó en aquella estancia.
Escogió una mesa libre y desparramó todos sus papeles. Sentándose junto a un
ordenador que tenía al lado, se dispuso a empezar. Pero, al cabo de diez minutos,
su estómago vacío no le dejaba pensar con claridad.
-Bueno – se dijo Satory - como mi padre siempre dice,
antes de emprender cualquier negocio importante o no, se debe tener el estómago
lleno. Así uno no se precipitará a riesgo de cometer errores para terminar la
reunión pronto. Creo que para esto será lo mismo. - Sonrió para sí y se levantó
dirigiéndose a la cafetería del centro para tomar algo. -
A su vez Mazoui llegó a la sala de recepción,
preguntó por su primo y le indicaron que subiera a la planta superior. Al llegar
le esperaba junto al director del centro, el profesor Clyde Adams. Leval le
saludó con un apenas controlado tinte de ansiedad.
- Hola, me alegro de que hayas venido tan rápido. Perdona
si te he llamado de repente, es que se me ha ocurrido una idea.
- ¿Es referente a nuestros enemigos? - Quiso saber éste,
deseoso de que así fuera. -
- Si, creo que sé cómo destruirlos cuando nos ataquen.
- Afirmó Leval tratando de refrenar su entusiasmo sin conseguirlo demasiado. -
- ¿Nosotros? - Exclamó Mazoui que objetó - pero si
no podemos atacarles en el Espacio.
- Pero sí a través de los cañones del sistema
defensivo de la nave. He consultado con el profesor Adams y creo que es posible
hacerlo.
Ese
hombre era de estatura media, de cabello rubio ceniza que llevaba gafas. Estaba
comprobando unos cálculos en una pantalla y comentó para confirmar.
- Así es, harían falta algunos ajustes, pero creo
que sería viable
- Pero si ya lo probamos. - Opuso Mazoui que no
comprendía a donde quería ir a parar su primo. - Y funcionó, ¿qué ajustes hay
que hacer?
- Funcionó en un disparo, pero los cañones no están
diseñados para tal intensidad y se sobrecargaron demasiado. - Les explicó el
científico. -
- Pero, para eso, los cañones ya disponen de energía.
- Objetó perspicazmente Mazoui. - No
hace falta que los disparemos.
- Lo malo es que esos bastardos conocen el espectro
de energía de los cañones. Pueden proyectar pantallas que repelan los disparos.
-Le matizó Leval - en cambio de los nuestros no.
- ¡Para hacer eso, ustedes deben ser capaces de
desplegar un campo energético enorme! - Terció el profesor anonadado por lo que
escuchaba. -
Mazoui
recordó lo que habían hablado con el comodoro y convino de inmediato en ello.
- Por eso no se preocupe -tranquilizó al científico.
-
- Bien, entonces veremos lo que podemos hacer. -
Contestó éste que les observaba con cara de patente escepticismo. -
Sin embargo, el joven teniente O´
Brian enunció otra pega en tanto añadía reflexivamente.
- Lo malo es que estaríamos estáticos...
- ¡Y ahí es donde entra la segunda parte de mi idea!
- Terció Leval con expresión animada. - Si pudiéramos salir al espacio con
alguna especie de traje protector que nos brindase libertad de movimientos,
además de poder desplegar toda nuestra fuerza.
- Eso requerirá mucho más trabajo. - Objetó el profesor
- necesitaríamos un experto en biomecánica.
- Pero merecería la pena intentarlo - secundó Mazoui
entusiasmándose también - ¡Es una gran idea, Leval!! – Entonces sentenció
dirigiéndose al científico con tono animado. - Si lo consiguen acabaríamos con
ellos en cuestión de minutos. Ahorraríamos muchos riesgos y pérdidas a los
nuestros.
- Lo intentaremos, quizás seamos capaces de
aprovechar algunos diseños de droidos, y, en cualquier caso, tendríamos que
ajustar esos trajes a sus especificaciones.
Y a
juzgar por los informes que el atónito científico había consultado sobre esos
dos. Aquello sería todo un reto para su capacidad. Aun a pesar de ser uno de
los ciber ingenieros más reputados del mundo.
-Me reuniré con mi equipo y veremos qué se puede
hacer, tiene visos de ser posible, aunque no prometo nada. - Remachó el pese a
todo también esperanzado profesor Adams despidiéndose de ellos, con la mente
puesta ya en encontrar las soluciones que hicieran falta. – Ya les avisaré cuando hayamos realizado
algún progreso.
Leval
y Mazoui le dieron las gracias, se despidieron también y salieron. Fueron a los
pasillos buscando la salida. Mazoui atravesó un corredor y dobló una esquina
cuando vio a una mujer cargada hasta arriba de libros y papeles. Le abrió la
puerta de acceso y ella sonrió agradecida mirándole atentamente a través de sus
gafas.
-Muchas gracias- replicó ella con voz tímida. –
-No hay de qué, señorita. – Repuso él manteniendo la
puerta hasta que la chica pudo cruzarla. - ¿Necesita ayuda?
-No, muchas gracias…ya puedo yo. - Fue capaz de
responder casi con un susurro y realmente ruborizada. - Hasta luego.
-Adiós. - Respondió ese gallardo individuo alejándose.
-
Y
es que Satory no pudo dejar de fijarse en el apuesto oficial, era Mazoui el
primo de Leval. Él en cambio no pareció darse cuenta de quién era, ella estaba
tan tapada por los libros que ni se la veía. Mejor así en esta ocasión, no
estaba demasiado presentable según le había indicado Amatista y menos tras
comerse un par de bollos y tomarse un café. A buen seguro que tendría todavía
restos de chocolate alrededor de los labios o vete a saber qué. Lo cierto es
que en eso su amiga llevaba toda la razón. Tratándose de esas cuestiones era un auténtico
desastre. Decidió volver a su apartamento, aún le quedaba mucho por hacer.
-Amatista no ha venido todavía. - Musitó al no
encontrar allí a nadie. - Debe de tener horas de clase tras el laboratorio. La
pobre ha tratado de olvidarse de la muerte de su primo centrándose más en sus
estudios.
Así que después de dos horas de trabajo decidió acostarse,
no era tarde todavía, acorde al sistema de simulación de la nave, las siete,
pero estaba muerta de sueño. Lo malo es que no lograba apartar a ese chico de
su cabeza.
-No sé qué me pasa. Estoy como atontada pensando en él.
- Se decía no sin rubor. -
Pese a todo, al poco rato pudo dormirse. Leval y Mazoui,
por su parte, también se acostaron enseguida, debían guardar fuerzas para
llevar a cabo su proyecto. Los dos tenían muchas esperanzas puestas en él.
Ojalá fuera viable, entonces podrían ajustar cuentas con esos asesinos y quizás
hasta salvar a su mundo de una posible amenaza. Dormían quizás soñando con ello
cuando fueron despertados por su intercomunicador. Algo desconcertados escucharon
la voz de Braem.
-Se les requiere en el sector alfa cuatro, zona de
carga uno. Vayan lo más deprisa que puedan.
Y ambos chicos se vistieron sin pararse siquiera a
preguntarse qué ocurriría. Cuando estuvieron listos corrieron a la zona de
deslizadores militares y se encaminaron hacia esa área. Entonces sí que Leval
le comentó a su primo.
- ¿Crees que podría ser un ataque?
-No me da esa impresión, de lo contrario habría
sonado la alarma general para toda la dotación. - Respondió este. -
-Es cierto. - Asintió su primo, bostezando todavía
al agregar. - Estoy tan adormilado todavía que ni pensé en ello.
-Bueno, en cualquier caso, enseguida lo sabremos. -
Declaró Mazoui. -
Al llegar les aguardaba el mismo contralmirante Spar
quien en efecto, no tardó en informarles.
-Gracias por venir tan rápido y no se preocupen, no
hay motivo de alarma. Se ha detectado un objeto esférico que nos ha enviado una
serie de claves de emergencia. Lo hemos identificado como una nave espacial
amiga. Se aproxima lista para abordarnos a la altura de la segunda cubierta
auxiliar. Hemos acondicionado este sector y deseamos su presencia aquí simplemente
por seguridad.
-Sí - convino Hazzar que también estaba allí. – Con
su permiso, señor. - Se dirigió al contraalmirante para preguntarle. - ¿Les puedo
poner al corriente?
Y con la venia de su superior, el segundo al mando
de esa nave les reveló.
-Este visitante que vamos a recibir se ha
identificado como miembro de la raza de los saiyajin. Dice ir de misión
diplomática al reino de la Luna Nueva.
-Señor. Yo también pertenezco a esa raza. Al menos
en parte. – Comentó Leval. – Podría contactar con él y transmitirle más
confianza.
-Nos consta, teniente. – Terció el contraalmirante
para sentenciar – Por ello les hemos llamado, consideramos su presencia aquí
imprescindible. Tal y como usted dice, podría ser un interlocutor válido para
ese individuo. Y en caso de que se rebelase hostil, ustedes podrían ser los
únicos capaces de neutralizarle.
Los dos muchachos asintieron, ¡ojalá que ese no
fuera el caso! Apenas pudieron cruzar
más palabras, esa especie de esfera efectivamente apareció en una pantalla de
imagen cercana. Iba reduciendo la velocidad y finalmente entró a través de una
puerta despresurizada. Cuando ésta se
cerró, adaptando la presión, otra puerta que aislaba a Mazoui, Leval y sus
superiores de ese lugar, quedó abierta a su vez. Asimismo, una pequeña portezuela
de esa extraña cápsula se levantó, dejando que un individuo alto, con un peto
planco y traje de color azul ajustado, rematado en botas blancas, bajase. Lucía
demás una capa de color inmaculado y sobre la pechera, en la parte izquierda,
se marcaba una insignia con dos hojas de sable entrecruzadas. Portaba además un
visor sujeto a la parte derecha de su cabeza.
-Soy el contralmirante Eugene Spar. Comandante en
jefe de esta nave. La SSP-1 en misión de exploración por parte de la Tierra. –
Se presentó éste. -
Aquel hombre del que ahora se veía también que era
casi tan alto como Leval, bastante fornido y que lucía un largo pelo moreno que
casi llegaba a sus hombros y estaba levantado sobre su cabeza pareciendo
desafiar la gravedad, hizo un leve asentimiento en forma de saludo y replicó.
Observando al grupo de humanos con sus castaños ojos avizores.
-Soy Doran Derail. Comandante de los saiyajin del
planeta Nuevo Vegeta. Hijo de Calix Derail y Seira Saiyanto. Enviado
plenipotenciario de sus majestades el rey Lornd Deveget y la reina Setsuna
Meioh. En misión diplomática hacia el reino de la Luna Nueva.
Tras aquella perorata el individuo ajustó un momento
su visor que pareció haber emitido un pitido, con gesto incrédulo enfocó el
mismo hacia Leval y Mazoui, al tiempo que declaraba.
-Vuestra fuerza de combate es muy superior a la de
cualquier humano. Es más, rivaliza con la de un saiyajin.
-Es que soy un saiyajin. - Le sonrió Leval
informándole. – Me llamo Leval Malden, hijo de Roy Malden, al que vosotros
conocéis por el príncipe Asthel. Soy sobrino de tu rey.
Y para sorpresa de todos, el guerrero hizo una
sentida reverencia para muy respetuosamente dirigirse hacia su interlocutor.
-Ruego me disculpéis, alteza, por no haberos
reconocido.
-Si podemos hacer algo por usted, - terció ahora
Hazzar, visiblemente sorprendido ante aquello, aunque tratando muy
profesionalmente de controlar la situación. –
El
guerrero se tomó unos segundos para mirar a ese humano y al poco replicó con
tono firme, aunque educado.
-Simplemente pueden indicarme si voy en la dirección
correcta. Mi nave sufrió un percance cuando entraba en este sistema solar,
cerca del mayor de sus planetas. Una especie de marea gravitacional extraña. Ha afectado mi telemetría.
-No temas. Vas en la dirección correcta - corroboró
Mazoui, al que ese guerrero del espacio observó también no sin interés. –
- ¿También tú eres un saiyajin? - Quiso saber Doran
apreciando tras comprobar su visor. – Tu fuerza de combate es muy elevada.
-No, me temo que a tanto no llego - sonrió
sarcásticamente el aludido. –
-Si desea descansar con gusto le ofreceremos un
alojamiento. – Declaró el contralmirante que, mirándose con su segundo al mando
agregó. – Los tenientes O ‘Brian y Malden le escoltarán y se ocuparán de
atenderle. Al parecer son los más idóneos para ese cometido.
-Será un placer, señor. – Replicó Leval –
Aunque el saiyajin le dedicó una mirada de
circunstancias, pese a ello repuso con amabilidad.
-Agradezco su hospitalidad. Pero no debo
entretenerme mucho. Tengo que ver a la reina de la Luna Nueva enseguida.
-Lástima que no llegases antes, estuvo aquí de
visita cuando partimos. – Le comentó Mazoui. –
-Así es. Podemos ponerte en antecedentes. Toda
información que te demos podría serte útil para cuando te presentes ante ella.
Si te parece bien descansamos, tomamos algo y te contamos lo que sabemos. – Le
propuso Leval a lo que el saiyajin aceptó. – Con su permiso, señor. - Matizó dirigiéndose
al contralmirante que asintió. –
-Atiendan a nuestro invitado. Informen después. – Les
indicó Spar. -
De modo que, tras el preceptivo plácet de sus
superiores, los dos oficiales invitaron a su acompañante a seguirles de vuelta
hacia el interior de la zona habitable del asteroide. Tomaron un deslizador y
montaron los tres.
-Es una gran nave la vuestra. – Afirmó el saiyajin
que al menos en eso parecía impresionado. –
-Sí que lo es. - Repuso descuidadamente Leval. Cambiando
de tema y añadiendo ahora con más interés. – Me gustaría si puedes, que me
dieras noticias de mi familia.
- Están bien. – Repuso el guerrero que no parecía
tener demasiadas ganas de hablar mucho sobre eso, aunque al menos añadió. - La
princesa Seren posiblemente vendrá en breve a la Tierra. De hecho, uno de mis cometidos
es preparar su llegada a la Luna, como primera escala de su viaje.
- Hace mucho que no veo a la prima – sonrió Leval
que con desenfadada curiosidad le inquirió a su interlocutor. - ¿Sigue tan
guapa?
Doran le observó con algo de desconcierto, ante la
mirada divertida de sus contertulios, dijo.
- Si os referís a su estado físico, por supuesto. Es
una princesa de los saiyajin. Muy pocas mujeres pueden rivalizar con ella. Es incluso
capaz de convertirse en súper guerrero. Como, por ejemplo, mi madre. - Subrayó
con patente orgullo. -
- Vaya, como yo. - Sonrió el muchacho. -
- Yo también puedo hacerlo. De hecho, todos en mi
familia son capaces. Provenimos de un alto linaje, mis padres son los
consejeros y guardianes de sus majestades. Y Aiona, mi hermana mayor, ocupa
también un alto puesto. Hasta está considerada como potencial consorte del
futuro heredero. - Declaró el saiyajin una vez más con gran satisfacción. - Eso
se considera un gran honor.
- Nos honras entonces con tu presencia. Es algo que
podré contar un día a mis nietos. –
Intervino Mazoui no sin algo de sarcasmo. -
Aunque
pensando incluso que cualquiera de los miembros de esa familia podría zurrarle.
Sin embargo, eso se cuidó mucho de decirlo en voz alta. Por fortuna para él,
ese tipo no se percató del matiz de sus palabras y replicó con cordialidad, al
parecer agradado por esos “elogios”.
- El honor es mío. Mis soberanos me dijeron que
erais realmente poderosos y valientes. Veo que no exageraban ni un ápice en sus
valoraciones.
-Eres muy amable. Por lo que mi padre me ha contado
los saiyajin acudisteis a la Tierra en varias ocasiones para defenderla de un
tipejo extraterrestre que siempre se empeñaba en invadirla. - Comentó Leval. -
-Sí, el tirano Gralas. Se autoproclama emperador de
la Galaxia, aunque en realidad es un malévolo ser que gobierna sobre unos
cuantos mundos. Nuestro enemigo jurado durante décadas. Deseamos acabar con él,
pero siempre nos ha sido imposible localizarlo. No sabemos exactamente dónde
está. – Replicó el joven guerrero con tono de desprecio, más al remachar. - Y
es un cobarde, nunca da la cara. Se vale de sus esbirros y mercenarios para
eso.
- ¿Podría ser que los que nos atacaron tengan que
ver con él? - Comentó agudamente Mazoui. -
- ¿Os han atacado? - Se sorprendió Doran. ¿Cuándo?
-Hará unas pocas semanas. - Le informó Leval. Es una
historia larga de contar.
-Por favor, me interesa mucho cualquier dato que
podáis darme sobre eso. - Afirmó su huésped. -
Y se dispusieron a hacerlo. Desde luego Doran era
bastante locuaz y abierto para ser un saiyajin. Eso sorprendió a los muchachos.
De modo que entre esas conversaciones llegaron finalmente a un área más
confortable. Los tres descendieron del deslizador y los anfitriones guiaron al
guerrero del espacio a un lugar tranquilo para poder conversar de los asuntos
que más les interesaban. Los de la defensa contra aquellos misteriosos
atacantes. Por su parte cuando Amatista llegó de sus clases y prácticas se
encontró a su compañera de cuarto dormida.
-La pobre no para de trabajar. Necesita un descanso.
- Pensó arropando cariñosamente a Satory. – Bueno, y yo también.
En
efecto, estaba agotada. Para Amatista eso de estudiar tanto era muchísimo peor
que entrenar en cualquiera de sus deportes favoritos o incluso luchar. Tenía
una impresionante condición física y aguantaba bastante en ese sentido, pero el
esfuerzo mental era otra cosa. Sobre todo, ahora que tenía que enfrentarse a
materias cada vez más complicadas. Por suerte su querida amiga Satory la
ayudaba muchísimo. Entre eso y su propio tesón, contaba con ir superando cada
asignatura y cada curso.
-Es todo un reto, quizás el mayor al que me haya
enfrentado nunca, junto con este viaje. Por eso, tengo que superarlo, debo
demostrar que soy digna de estar aquí, de formar parte de el equipo de las
hadas Cinco. Tengo que estar despejada y concentrarme al cien por cien.
De modo que, sintiéndose muy
fatigada, decidió irse a dormir de inmediato.
-Mañana será otro día, espero que mejor. - Suspiró
tras ponerse el pijama y apagar la luz. -
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