domingo, 6 de marzo de 2011

GWG 7.94. Mundo Captor




En la Cara oculta de la Luna su reina asistía a una de esas tediosas y largas, aunque desgraciadamente imprescindibles, reuniones de su Consejo. La soberana suspiró, realmente aquello era muy aburrido, escuchar pareceres de aquí y de allá, avisos sobre la conveniencia de mostrar o hacer esto o lo otro y sobre todo, lo que más le sacaba de quicio era el tratar de meter en vereda a sus ministros que estaban muy anclados en las tradiciones y las viejas formas. ¡Se suponía que debían de ser ellos los que la aconsejaran a ella proponiéndole ideas, no al revés!



-No sé qué voy a hacer con ellos, son bienintencionados pero demasiado chapados a la antigua.- Se decía moviendo la cabeza.-



Ahora agradecía la experiencia adquirida en sus clases de la Golden donde tuvo que hacer trabajos y presentaciones para disertar sobre temas muy variados. ¡Qué importante era tener una buena educación! Así lo hizo constar en una de esas sesiones con su gobierno.



-En mi caso soy muy afortunada por la oportunidad que he tenido y tengo de estudiar en la Tierra. Creo que es algo a lo que todo ciudadano de la Luna Nueva debería tener derecho y acceso…

-Es una idea digna de encomio, Majestad, pero es ciertamente difícil poder hacer eso.- Objetó uno de esos dignatarios.-

-Señora, los recursos de nuestro reino son exiguos. Apenas sí dan para mantener a la población e ir ampliando las infraestructuras.- Intervino otra de sus ministros, una mujer de edad madura vestida casi al estilo del siglo dieciocho.-

-Sé que nuestros recursos son limitados, pero debemos invertirlos en lo que es más valioso. La salud, el bienestar y la educación de nuestros ciudadanos de la Luna.- Repuso ella.- Igual que en los trabajos que se están llevando a cabo. Todo ello redundará en una mejor calidad de vida para nuestro pueblo. Y en un aumento también de nuestra productividad.



            La joven pensaba con satisfacción en las grandes obras que se había emprendido. En la cara oculta, gracias a la tecnología proporcionada por la Masters Corporation, y al buen hacer de científicos como Zafiro Lassart o Suochi Tomoe, se habían estado ensayando muchas de las mejoras que luego se habían utilizado en el SSP-1. Neherenia les ofreció probarlas primero en su mundo. De esta manera, campos de fuerza y grandes cúpulas aislaban porciones cada vez mayores de la parte no visible del satélite. Allí, amparadas por una atmósfera artificial y adecuadas protecciones contra las radiaciones solar y cósmica, se podían plantar grandes huertos, hacer paseos, jardines, e incluso mantener extensiones apreciables de agua líquida. Con generadores de potencia alimentados por energía solar e hidrógeno, se lograba a su vez aumentar la gravedad a un G, en lugar de un sexto de G que existía en el satélite terrestre. Todavía eran porciones muy pequeñas que aprovechan algún cráter para ubicarse, en comparación a la mayoría de las infraestructuras y construcciones que eran subterráneas. Empero, la ilusión de Nehie era que, paulatinamente, se pudiera extender a casi toda la parte del satélite en el que ella reinaba, colonizando así la superficie.



-Tenemos que avanzar mucho en esas dos direcciones. La primera, mejorar e incrementar las superestructuras cupuladas y las infraestructuras de nuestro mundo. Después, hacer que la vida de todas las personas que habitan la Luna sea lo más agradable y plena posible.-Remachó ella con entusiasmo.-

- Mi Bella y Gentil reina.  Se ha avanzado mucho en esas direcciones, como vos las llamáis.- Replicó el ministro de economía. Pese a todo recordando una vez más.- Pero nuestros recursos son limitados. No podemos embarcarnos  a la vez, en tan breve plazo de tiempo, en tantos programas tan ambiciosos como los que proponéis.

-Por eso negocié con las autoridades terrestres y la Masters Corporation.- Comentó ella, recordando no sin cierto retintín.- Aunque a alguno de mis fieles y hacendosos ministros no le hiciera mucha gracia la idea.-





            Por única réplica se escuchó algún que otro nervioso carraspeo, la muchacha sonrió de modo triunfal. Sabía que tenía razón y que sus consejeros lo reconocían ahora.



-Mi Gentil y Bella reina.- Pudo decir entonces el ministro de asuntos exteriores al que uno de sus subalternos había previamente informado mediante una nota. – Una nave del espacio exterior solicita ser recibida. Dice provenir del Planeta Nuevo Vegeta y  venir en misión diplomática.



Neherenia se permitió otra fugaz sonrisa. ¡De modo que la reina Serenity había cumplido al fin su palabra! No esperaba menos, puesto que la soberana de la Tierra y la Luna Blanca o cara visible, le prometió que hablaría con la reina de los saiyajin para que estos enviasen a alguien a fin de formalizar un tratado de amistad y alianza con ese planeta. Así, otro acuciante problema, la posible defensa de la Luna en su cara oculta, quedaba solucionado.



-¡Menos mal! Estaba bastante preocupada por eso.- Meditó ella, comentando a sus consejeros.- Este asunto tiene prioridad absoluta, damas y caballeros. Tenemos que esforzarnos para que la estancia de los dignatarios provenientes de ese planeta sea lo más provechosa y agradable posible.



Todos asintieron conviniendo en ello. Y es que el ejército del que disponía Nehie no pasaba de diez mil componentes. Era más bien una guardia de palacio bien armada. Apenas tenía fuerza militar y pese a su pacto con la ONU, que le garantizaba la ayuda de los países de esta organización, deseaba asegurarse las espaldas con más aliados. De hecho, la Luna era la última línea defensiva antes de llegar  a la Tierra. Serenity y Endimión habían tenido a bien concederla el título de Guardesa y Marquesa del planeta azul.



-Bueno, hubiera preferido tener menos títulos y una responsabilidad más liviana.- Se dijo la joven reina.-



 Rememoraba la conversación que tuviera con ellos, en el palacio de la Luna Blanca, a donde se habían trasladado para verla. La soberana de la cara oculta fue recibida con grandes muestras de afecto. Ambos monarcas la abrazaron y la ofrecieron pasar a una estancia privada y sentarse  junto a ellos alrededor de una mesa.



-¿Te apetece un poco de té, querida?- Le preguntó solícitamente Serenity.-

-No, muchas gracias, Majestad.- Declinó cortésmente la aludida.-

-Prescindamos de formalidades.- Terció el rey Endimión dirigiéndose a ella de un modo muy cordial.- Somos amigos y nuestros reinos aliados desde hace ya bastante tiempo. Las dos caras de este satélite.

-Sí, y deseo que nuestros vínculos de afecto se estrechen todavía más.- Afirmó Neherenia.-

-Así será.- Le sonrió Serenity añadiendo con reconocido tinte en su voz.- Te estamos muy agradecidos por la labor que llevas a cabo aquí. Gracias a tus desvelos la Luna es un sitio mucho mejor, más agradable para sus moradores y además, se ha convertido en un bastión primordial para la defensa de la Tierra.



            Realmente en la cara visible apenas si había un cuartel general subterráneo lejos de las antiguas ruinas del Milenario de Plata. Por motivos evidentes no se quiso construir nada en la superficie. Por ello, era en la cara oculta en donde residía más del noventa por ciento de la población. Eso sí, Neherenia se ocupaba periódicamente de contactar y asistir a la guarnición y los escasos moradores de la parte correspondiente a la Luna Blanca.



-Sí, y lo apreciamos sobremanera. Ya que, como sabrás, nuestras ocupaciones nos obligan a estar allí la mayor parte del tiempo…-Añadió el rey Endimión.-

-Por ello mi deseo es ayudar a libraos de parte de esa carga.- Terció Nehie que aprovechó para decir a su vez.- Os agradezco la confianza que habéis depositado en mí. Y sabéis cuanto quiero a la princesa Chiba. Ella me ha enseñado muchas cosas. Es una de mis amigas más queridas.

-Nuestra hija siente gran afecto por ti también. - Se ocupó de afirmar su interlocutor.- Y nos ha hablado muchas veces de tu dedicación y de tu entusiasmo en la tarea que se te ha encomendado.

-Por eso, precisamente estoy algo inquieta.- Pudo decir la joven, ante las caras de sorpresa de sus contertulios.- La defensa de la Luna estaría comprometida en caso de un ataque externo. Al menos es lo que he sacado en claro tras leer informes de los combates que tuvisteis años atrás. Contra fuerzas invasoras extraterrestres.

-Sí, es verdad que luchamos contra enemigos venidos de más allá de nuestro sistema solar.- Ratificó Endimión.-

-Y por suerte pasaron la Luna por alto, no había apenas nada entonces aquí. Y estaba bajo la superficie. ¡Menos mal que los secuaces de ese Gralas no establecieron ninguna base! – Al final les vencimos con la ayuda de nuestros amigos y del pueblo de los Guerreros del Espacio - Añadió Serenity.-

-Si no me equivoco, a ese pueblo pertenecen entre otros, Roy y sus hijos.- Comentó la atónita soberana de la Luna Nueva.-

-Así es. Y el rey Lornd, el hermano mayor de Roy, como seguramente sabes, está casado con Setsuna, una de mis antiguas guardianas. – La informó su interlocutora.- Somos aliados con una promesa mutua de ayuda y asistencia ante cualquier enemigo que nos agreda. Aunque, eso sí. Oficialmente las autoridades de la Tierra desconocen esto, de cara a sus habitantes. No queremos que se sepa, al menos aún no. La mayoría de los terrícolas todavía no están preparados para algo así.

-Aunque ese día llegará.- Anunció Endimión.- Entre tanto, esa promesa de auxilio de los saiyajin nos protegerá.

-¡Ojalá que esa promesa sea también extensiva a nuestro reino de la Luna! – Suspiró Neherenia.-

-No te apures por eso. –Dijo entonces Endimión, que le desveló.- Ya hemos mantenido conversaciones a ese respecto.

-Y para hacerlo oficial, los saiyajin te contactarán. En calidad de soberana de la Luna Nueva.- Dijo ahora Serenity.- Pronto enviarán a alguien para suscribir un tratado contigo y tu reino.



La muchacha recibió aquello con entusiasmo. ¡Esa sería una gran alianza! Podría salvaguardar a sus súbditos y a su reino. Desde luego que los guerreros del espacio, por lo que sabía de conocer a  Roy y su hijo Leval, eran una raza muy poderosa. Pese a que ella no les hubiese visto en acción, los testimonios de las sailors y de los monarcas terrestres le daban fe de ello. De modo que un tratado de alianza con ese pueblo daría a su reino una gran seguridad para el futuro. También fue advertida de que ese pueblo era muy estricto en sus formas y de naturaleza bastante belicosa. Así pues, volviendo de esas reflexiones, enseguida preguntó a su ministro de exteriores.



-¿Para cuándo se espera su llegada?

-En cuestión de cinco o seis horas, Majestad.- Replicó el aludido. –

-Bueno, pues terminemos pronto con el orden del día, chambelán. – Ordenó la soberana para indicar a todo su gobierno. – Quiero que le ofrezcamos una magnífica recepción a ese guerrero. Pero que sea al tiempo sobria. Por lo que me han referido acerca de ellos y sus costumbres son gentes muy espartanas.

-Se hará como vos ordenéis, mi Señora. – Repuso obedientemente el chambelán. –

-Y como último punto quedan las visitas que vuestra Majestad ha expresado el deseo de hacer. – Subrayó el ministro de interior –

-Sí. Quiero conocer bien a mi pueblo y dónde viven mis súbditos. Saber que problemas tienen pero enterándome por ellos. Apreciarán que su soberana les escuche y ponga remedio personalmente a sus dificultades.

-Muy loable, Majestad. Prepararé un informe de la situación, uno de seguridad y otro de protocolo. Para que podáis documentaros antes. – Pudo responder su ministra del interior haciendo una servil reverencia. –

-De todas formas, sois amada y respetada por todos, Señora.- Terció otro de los miembros del gobierno.-

-No quiero ser adorada, quiero ser útil.- Replicó no obstante ella con tono inconformista.- Una reina debe reinar. Y apoyarse en sus leales consejeros para hacerlo en beneficio de su pueblo.- Sentenció con el asentimiento de los presentes.- Sigamos pues, hay mucho por hacer…



Y tras discutir algunos puntos más, al cabo de un par de horas se dio por terminada la reunión y Neherenia se dispuso a preparar el recibimiento para su invitado…entró en sus estancias.



-Debo trabajar sin descanso, por todos ellos, por mí… por ti, Granate…- Suspiró con melancolía pensando. – No volveré a desfallecer. Te doy mi palabra. Estarás orgulloso de mí.



      Recordaba aquellos momentos posteriores a la muerte de su amado. Iba y venía casi como una zombi sin prestar apenas atención a los asuntos de Estado. Apenas un par de días más tarde de enterarse entró en sus estancias. Allí, esa fachada de mujer dinámica y casi de negocios que se había forzado en mostrar ante los demás se le cayó por completo. Ahora suspiraba mirando a su espejo. El último sitio en el que pudo ver el reflejo de su amado Granate. Apenas enfrentó la vista a él, viéndose a sí misma no pudo soportarlo y se vio llorar, en tanto decía esbozando una tenue sonrisa.



-Perdóname, Granate. Pese a lo que me dijiste no pude ser lo bastante fuerte.



            Ahora pensaba en aquellos aciagos momentos, tras enterarse de la muerte del chico. Se quedó en un estado de postración tal que no quiso salir de su habitación durante dos días enteros. Su camarera, Anaris, tocó a la puerta y abrió.



-¿Dais vuestro permiso, Majestad?...Mi Señora... ¿Estás bien?



            Neherenia no respondió, se limitaba a mirarse en ese gran espejo y llorar, apenas musitando.



-Jamás me separaré de ti…

-Mi Señora…-Pudo musitar la rubia doncella.- ¿Os sucede algo?



            Pero la reina no contestaba, ni tan siquiera la miró. Aquella chica, evidentemente asustada, salió de allí yendo a buscar al Chambelán mayor. Al poco, retornó acompañada del caballero Gillard de la Lune quién se personó en las estancias tras tocar a la puerta.



-Majestad. ¿Os sentís indispuesta?- Inquirió con prevención.-



            Ahora sí que ella le miró, aunque entre lágrimas esbozó una sonrisa sardónica moviendo la cabeza y diciendo.



-¿Indispuesta?…Sí...puede que lo esté, para la vida…dejadme sola.

-Pero Señora, el pleno de audiencias está pronto a…



            No pudo decir más, Neherenia le cortó con un grito lleno de rabia y dolor.



-¡Dejadme sola he dicho!



            Durante unos tensos y embarazosos momentos ninguno de sus interlocutores pronunció palabra. Anaris estuvo tentada de aproximarse para tratar de ayudar a su soberana, pero el caballero de la Lune la sujetó con delicadeza de un brazo y movió la cabeza. Fue el propio Chambelán quién, con tono suave y respetuoso, replicó al fin.



-Como gustéis, Majestad.



            Y le indicó a la doncella que saliera. Cerraron con delicadeza dejando allí a su soberana. Realmente Nehie no supo cuánto tiempo transcurrió cuando oyó que la puerta volvía a abrirse. Miró con desinterés observando que se trataban en esta ocasión de Chibiusa y las Asteroides. Entonces sonrió, marcando una mueca de dolor en sus humedecidas facciones.



-¡Nehie!- Musitó la princesa Chiba yendo hacia ella.- Lo siento mucho…



            Sus guardianas se mantuvieron a una prudencial distancia tras cerrar la puerta de las habitaciones reales. Ninguna habló. Sin embargo, todas mostraban unos rostros plenos de consternación, observando a la soberana de la Luna Nueva de rodillas ante aquel espejo al que ahora se abrazaba.



-No - repuso la destrozada reina, casi con un susurro.- Toda está bien… él está aquí, conmigo…



            Las asteroides se miraron ahora con honda preocupación. ¡Aquello parecía revivir la pesadilla del pasado! Neherenia atada a ese espejo. Por suerte éste estaba bendecido por Helios y el Cristal de Plata. No le traería mal alguno. Aunque pudiera ser que ella misma lo propiciara de mantener esa actitud. ¿Y si aquello la hubiese trastornado?...



-Mi querida amiga. Debes sobreponerte. Sé lo duro que tiene que ser para ti. –Le dijo Chibiusa arrodillándose a su lado.- Te lo suplico, Nehie…

-¿Sabes que me cantó una canción?- Sonreía ésta ahora como si no escuchase los ruegos de su amiga para tararear.- Un cielo lleno de estrellas. Y me dijo que yo era la más hermosa de todas… Y otra canción más… quería que tomara su mano y ser amado… Y yo le amé…



            Chibiusa no podía impedir que le cayeran las lágrimas observando el patético estado en el que se encontraba su querida amiga. Pero no podía dejarla así. La notaba con el pelo ensortijado, lacio y sucio y las ropas sin cambiar desde quizás hacía ya un par de días. Enseguida trató de sobreponerse ordenando a sus guardianas.



-Sailor Ceres, busca al Chambelán, que reúna al Consejo de Ministros,  dile que yo me ocuparé de todo. Sailor Juno, encuentra a la doncella de la reina y hazla venir enseguida. Sailor Vesta, ocúpate de ir llenando la bañera de agua caliente. Sailor Palas, busca ropa limpia…

-Como digáis, Alteza.- Repusieron las cuatro al unísono, obedeciendo de inmediato.-



            Y la princesa de la Luna Blanca se levantó tratando de que la reina de la Luna Nueva hiciera lo propio.



-Sé que es muy duro, pero no puedes continuar así. Esto se ha terminado, Nehie…Debes volver a ser tú…



            No obstante, la interpelada negó con la cabeza resistiéndose a levantarse. Incluso con el tono quejumbroso y gimiendo, replicó.



-No has escuchado la canción que yo le canté…Tienes que creer que somos mágicos… - Tarareó con la voz rota.- Que nadie se puede interponer….

-No, Nehie, no…ésta no eres tú.- Insistió su amiga intentando de nuevo que se pusiera en pie.- Vamos…tienes que sobreponerte.



            Aunque ahora la reina reaccionó mucho peor, tras dar un alarido y empujar a Chibiusa tirándola al suelo.



-¡Noo! – Chilló enfrentando una enloquecida mirada a la de su amiga.- ¡Déjame sola!... ¡Déjame con él!



            Y la princesa Chiba se asustó realmente. Esos ojos le recordaban demasiado bien a otra Neherenia completamente distinta. La que la secuestrase siendo niña. La que la arrojó al vacío. Movió la cabeza con gesto horrorizado pero enseguida se repuso. Y el miedo dio paso a la indignación y a la rabia. ¡No iba a consentir que su amiga echase a perder su vida de esa forma! Les había costado demasiado criarla y enseñarla a seguir la senda del bien. ¡No!... se levantó como un resorte y sin pensar cruzó la cara de Nehie con una sonora bofetada que la derribó al suelo.



-¡Ya es suficiente! ¿Me has oído?... levanta del maldito suelo de una vez. ¡Eres una reina! Te guste o no, tienes obligaciones y unos súbditos a los que gobernar.

-¡No quiero, no puedo! - Reaccionó ahora su interlocutora sollozando en tanto se intentaba incorporar con esfuerzo para sentarse en el suelo.- Nooo…no puedes obligarme…



            Y dándole la espalda a su interlocutora volvió a mirar hacia el espejo.



-Mírate en ese espejo, sí ¡mírate bien!- Le exigió Chibiusa con patente enfado.- ¿Crees que Granate estaría feliz si te viese así?... ¿Acaso él se habría enamorado de una chica como tú de haberle mostrado esta cara? Ahora creería que eres un despojo. ¿Es que no te da vergüenza? ¿Te atreves a pensar que eres la única que sufre por su pérdida?



            La aludida se tapaba ahora las orejas y movía la cabeza, no quería oír aquello, no podía soportarlo. Sobre todo dándose cuenta de que su interlocutora tenía toda la razón…



-Todos lamentamos su muerte. Sus padres, su hermano, sus primos... ¡Tu amiga Idina! Que aún no lo sabe y que dentro de poco volverá a la universidad. Y va a necesitar a alguien que la apoye, y ese alguien eres tú. ¡Maldita sea!, sal de esta pesadilla…actúa como una soberana y como una mujer adulta.



            Ahora Neherenia solamente podía llorar y sollozar sintiéndose realmente mal consigo misma y avergonzada. Tardó en poder reunir la fuerza necesaria para balbucear.



-Lo….lo…siento…



            Y Chibiusa tampoco se vio libre de lágrimas. En esta ocasión se arrodilló junto a esa pobre chica y la abrazó con ternura. Pudo susurrarla con todo el afecto que fue capaz.



-Ya está, ya ha pasado, Nehie…



            En eso que llegaron Sailor Ceres y Sailor Juno con Anaris y con el Caballero Gillard de la Lune. Chibiusa, esta vez sí, logró levantarse con su amiga, auxiliadas ambas por Sailor Vesta y Sailor Palas quienes habían permanecido apartadas y sobrecogidas por esas tristes escenas. Aunque ahora, recobrando su tono más formal y decidido, Chibiusa declaró.



-Lord Chambelán, informad al consejo del reino que su soberana no tardará en acudir a sus compromisos.

-Así se hará Alteza, muchas gracias.- Replicó éste que haciendo una marcada reverencia, se marchó.-

-Anaris. Ocúpate de elegir la ropa más apropiada para su Majestad, pero antes avisa al servicio de cocina, que le preparen un almuerzo ligero y lo traigan aquí lo antes posible.- Ordenó Chibiusa.-

-Sí, Alteza.- Contestó la muchacha quién se dio prisa a su vez en cumplir con ese mandato.-



            Entre tanto, las asteroides ayudaron a su princesa a desvestir a  Neherenia y meterla en la bañera.



-Yo me ocupó de atender a la reina, Alteza.- Se ofreció Sailor Palas empuñando una esponja de baño.-

-No, dejadnos a las dos.- Les indicó Chibiusa, suavizando su semblante ahora con una sonrisa.- Esperad fuera y mantened en calma a los cortesanos diciéndoles que todo está en orden, si es que alguno viniera a preguntar.



            Las guardianas obedecieron cerrando la puerta del baño. Allí, Chibiusa se encargó de lavar bien a  su todavía llorosa amiga. Al fin, Neherenia fue haciéndose cargo poco a poco de sí misma. No tardó en tomar la esponja y frotarse ella sola, mientras se disculpaba una vez más.



-Lamento mucho mi comportamiento. Ha sido indigno de una reina y de lo que me habéis enseñado. Os he decepcionado a todas. Perdóname…

-No tienes porqué pedir perdón. Sé que has sufrido mucho.- Repuso su amiga con tono afectuoso para animarla.- Ha sido una terrible pesadilla pero ya estás aquí otra vez…

-¡Ojalá hubiera sido un mal sueño que se olvida al despertar! – Suspiró la muchacha.-  Pero no puedo olvidarle…

-Ni debes, pero recuérdale en los buenos momentos y sabiendo que te quiso como tú a él.- La arengó Chibiusa.-  Sé que es una herida de la que nunca sanarás del todo, pero serás capaz de vivir tu vida y cumplir con tu tarea. Y siempre nos tendrás a tu lado. Nunca olvides eso tampoco.

-Ahora estoy mucho mejor, gracias, Chibiusa.- Sonrió su interlocutora que, con otro suspiro, comentó.- Únicamente quisiera que fueses capaz de hacer una cosa más por mí.

-Lo que sea.- Sonrió su contertulia, esperando algún encargo de Estado o que se reuniera al consejo del reino.- Dime…

-¿Serías tan amable de frotarme en el centro de la espalda? Es que no llego.- Le pidió entonces su apurada amiga.-

           

            Chibiusa abrió los ojos como platos, la miró atónita y luego se rio. Aquello contagió a Nehie y al final las dos se tronchaban de risa, salpicándose mutuamente con el agua de la bañera. Finalmente y tras unos minutos la soberana salió del baño sintiéndose mucho mejor. Tras secarle el pelo y peinarla las damas asteroides la ayudaron a vestirse con unas ropas que Anaris había indicado como las más apropiadas. Luego dio buena cuenta del almuerzo que le habían traído dado que estaba muy hambrienta. Sus amigas la acompañaron comiendo alguna cosa a su vez. Y tras un par de horas fue capaz de reunirse con su expectante grupo de ministros y consejeros. Al entrar, seguida de la princesa Chiba y sus damas Asteroides, la soberana vio como todo su gabinete, liderado por el caballero De la Lune, se levantaba y le hacía una reverencia. Tras unos instantes de embarazoso silencio fue ella quien, con voz suave pero entera, tomó la palabra.



-Damas y caballeros, alteza, excelencias…Disculpad mi indisposición. No volverá a suceder.

-Estamos muy honrados de teneros nuevamente con nosotros, y celebramos que ya os encontréis repuesta, Majestad.- Respondió De la Lune.-

-Gracias chambelán mayor.- Sonrió ella añadiendo con un tono bastante más institucional.- Comencemos el pleno. Tenemos muchos asuntos que tratar. Su Alteza real la princesa Usagi Chiba y sus damas, las duquesas de Palas, Juno, Ceres y Vesta, son quienes nos honran hoy con su presencia y su amistad. Y Nos les estamos muy agradecidos.- Remachó con esa fórmula regia aunque guiñando un ojo a las interpeladas.-



            Sus amigas sonrieron contentas de verla una vez más siendo ella misma. Así dio comienzo ese pleno en donde pudo recuperar gran parte del tiempo perdido. Pero lo más duro vendría luego. Pasados unos días regresó en efecto a la Tierra y fue ella la encargada de consolar a una destrozada Idina. Ahora retornó a ese momento presente y tras dejar de mirarse al espejo declaró en voz alta.



-Gracias querida amiga. Tenías toda la razón. El mejor tributo que puedo hacer a la memoria de Granate es ser la clase de chica de la que él se enamoró. Ahora, basta de sentir pena de mí misma, tengo muchas obligaciones que cumplir y grandes expectativas que no puedo defraudar. Soy Neherenia Moonlight, Sailor Shadow, la guardiana de los Misterios Lunares y Soberana de la Cara Oculta de la Luna. Además de estudiante de magisterio en segundo año….



            Y tras  recordar aquello con lágrimas se dispuso a lavarse la cara y descansar un poco  preparándose para recibir a aquel enviado de los saiyajin…



-Espero causarle buena impresión, y que él me la cause a mí.- Pensó antes de echarse un rato.-



Entre tanto, en un sector desconocido del espacio, tras las oportunas verificaciones para comprobar el estado general de la nave, y el alivio que supuso no encontrar daños graves, se dio orden de iniciar una alerta moderada.



-Al parecer las estructuras de los edificios y las casas han resistido bien, tienen una buena cimentación.- Le comentaba la aliviada Amatista a Satory una vez de regreso en el laboratorio.-

-Sí, desde luego pudo haber sido muchísimo peor.- Convino su amiga.-



            Ninguna quería ni pensar si se hubieran producidos derrumbes de casas atrapando a centenares de personas. Al menos los refugios cumplieron a la perfección su cometido y, que se supiera, no hubo que lamentar víctimas mortales, aunque sí algunas decenas de heridos y contusionados.



-Tendremos que ponernos a trabajar de inmediato.- Intervino Penélope dirigiéndose a su equipo.- Sé que hemos pasado por un momento muy difícil. Pero la misión continua y hemos de cerciorarnos de que no se hayan producido daños en ningún experimento, además de proseguir aquellos que estaban en curso.

-Claro.- Convino Satory.-

-Haré cuanto sea necesario.- Intervino Sandy.-



            Jennifer asintió, aunque estaba claro que mucha ilusión precisamente no le hacía. Y Amatista por supuesto que estuvo de acuerdo con sus compañeras. Por una vez, incluso con esa antipática de Wallance.



-En este caso, tiene razón. No podemos dormirnos.- Se dijo la francesa.-



Mientras tanto, algunas escuadrillas de cazas iban turnándose en vuelos de reconocimiento por aquella ignota región cósmica. Ahora, tras el desconcierto inicial, era evidente que ya no estaban en el sistema solar terrestre. Ese vórtice les había llevado de algún modo a otra región del universo. Los astrónomos de a bordo trataban de ubicar la nueva posición en la que se encontraban y al parecer lo tenían difícil. En los siguientes días e incluso semanas comenzaron a hacer triangulaciones en cuanto identificaron alguna estrella o constelación familiar. Los resultados de los cálculos fueron desalentadores, habían viajado por lo menos centenares de años luz acorde con los mismos. Pudiera ser que mucho más. Por toda la nave cundió la desolación general. Aquello era algo con lo que no habían contado. Por supuesto se sabía que aquella misión podría ser una sin retorno a la Tierra en la que deberían despedirse de sus familias, quizás para siempre. Pero cuando estaban en los confines del sistema solar esa posibilidad parecía más alejada, a la velocidad de la nave estaban a meses de distancia. Ahora, en cambio, tras atravesar aquel agujero de gusano, sería imposible retornar ni el transcurso de una vida humana ni en el de varias generaciones. Pero tras el shock inicial y la caída en la moral la vida debía seguir. Se trató de animar a la población del asteroide con teorías que apostaban por encontrar el otro vórtice de ese agujero o bien por desarrollar ingenios más sofisticados que aumentasen la velocidad. Al menos se pensaba que aquellos enemigos habían quedado atrás. La cotidianeidad desde luego debía continuar. Por su parte el grupo de las Hadas – Cinco así lo procuraba. Sin ir más lejos, Amatista y Satory iban camino del parque. Penélope las había citado allí junto al resto del equipo del laboratorio.



-Bueno - suspiraba Amatista en tanto una droida le llevaba un maletín con equipo.- Supongo que la jefa tendrá a  bien explicarnos para qué nos hace ir al parque central.

- Creo que tenía una idea que le rondaba durante semanas. Respecto de un experimento.- Le respondió su amiga que tampoco estaba muy segura.-



No tardarían en averiguarlo. Cuando llegaron al punto convenido para la cita Penélope y el resto las aguardaban.



-Llegáis tarde – denunció Sandy mirando de manera inflexible su reloj de pulsera.-

-Lo siento- se disculpó Satory alegando.- Es que Penélope me pidió que trajera este instrumental y tuve que reunirlo.

-Déjalo en el suelo, droida.- Le pidió Amatista a ese androide que obedeció al momento.-



La muchacha agradecía que esos robots, fruto de las investigaciones de su padre y su tío Zafiro en la Masters Corporation, funcionasen tan eficientemente. Eran capaces de llevar mucho peso y ayudar en multitud de tareas. Aunque dejó aquello de lado en tanto escuchaba a su jefa darles la tan ansiada explicación de su presencia allí.



-Veréis. – Les comentó Penélope haciendo que todas formaran un corro para oírla bien.- He estado trabajando en un compuesto de origen vegetal para multiplicar el desarrollo de la fotosíntesis en plantas.

- ¡Si funcionase sería increíble! - Terció Jen que parecía muy impresionada.-

- Por eso quisiera que me ayudaseis a diseminarlo por una zona de este parque, será el centro del experimento. Anotaremos la hora, la cantidad de compuesto y emplazaremos medidores para hacerle seguimientos cada veinticuatro horas. Coincidiendo con  los momentos de luz diurna. – Les indicó la jefa de investigación.-

-Eso significa ajustar los aparatos a la rotación del asteroide y a la emisión de radiación solar.- Declaró Sandy que parecía meditar sobre aquello cuando añadió.- Nos llevará algún tiempo…

-Lo sé- convino Penélope que alegó.- No obstante, si funciona merecerá la pena.- No solamente si encontramos un mundo que pueda terraformarse. También para la propia nave. Significaría incrementar el oxígeno a bordo y producir más nutrientes.

- Nos haría mucha falta. – Las secundó Satory suspirando ahora con cierto tono de pesar.- Más ahora que hemos aparecido Dios sabe dónde.



            Ninguna quiso replicar a eso. Todas se miraban con la sensación de tener que hacer frente a algo desconocido y, sobre todo, percatándose de que quizás tendrían que renunciar a volver a ver a la Tierra y a todos sus seres queridos que allí vivían. Mejor dejarlo estar. De modo que, sin pérdida de tiempo se aprestaron a poner en marcha aquel experimento. De la gran maleta que había portado la droida sacaron varios medidores y unos aplicadores. Penélope tenía a su vez un envase que debía de contener ese fluido. A todo eso Jen le preguntó.



-¿Tenemos que observar algún protocolo especial de actuación?

-No, tranquilas, es inocuo para los humanos y demás formas de vida.- Le dijo su jefa con un tono que no evidenciaba preocupación.-

- Y supongo que tendrás permiso del alcalde y de la jefatura militar. Podrían pensar que esto tiene algún tipo de riesgo biológico. – Añadió Sandy. -

- Por supuesto. Pero me ocupé de hablar con las autoridades y de explicarles cual iba a ser mi plan y lo que quería hacer. Detallé los elementos a emplear. No te preocupes. Todo ha sido aprobado. – Repuso su jefa sin dejar lugar a la duda.-



Su interlocutora asintió sin hacer ya más objeciones. De modo que entre todas se repartieron la tarea y tras hacer unos cálculos emplazaron los medidores y procedieron a aplicar el compuesto sobre ciertas zonas señalizadas.  Después fueron al laboratorio, deberían esperar un tiempo para ver los resultados. Al menos en aquello no habría problemas de seguridad. Pero en lo relativo al espacio exterior y pese a no haber contactado nuevamente ni con el enemigo ni con nadie más durante esos días, el alto mando no se fiaba. De ahí el aumento de patrullas alrededor de la nave nodriza. En una de ellas Leval y Mazoui fueron destacados para hacer un vuelo de reconocimiento. Ambos despegaron y después de volar durante un largo rato, el radar de Mazoui detectó un gran cuerpo celeste.



- Leval - le informó su primo controlando su sorpresa gracias a su profesionalidad. - He detectado algo muy grande en el radar. Podría tratarse de un gran asteroide o de un pequeño planeta.

- Ya lo veo, en el radar,- afirmó éste. - De encontrarnos en espacio conocido, podría tratarse de algún satélite de Júpiter, Ganimedes o Europa, quizás. Pero aquí, vete tú  a saber.

- Nuestra nave debiera haberlo detectado también antes de llegar nosotros - rebatió asimismo su interlocutor. - Pediré instrucciones - contactó con el puente de operaciones y el capitán al mando le respondió. -

- Informen, ¿alguna novedad? - Mazoui dio cuenta de lo observado y de inmediato le llegaron instrucciones. - Procedan a acercarse al objetivo a una distancia prudencial, luego de filmar y cartografiar lo que puedan vuelvan a la base.

- Sí, señor - repuso él que trasladó a Leval las órdenes. - Acerquémonos, tú toma el ángulo derecho, yo me encargo del izquierdo.

- Recibido, inicio aproximación.- Comunicó su primo acelerando su caza y dirigiéndose hacia el objeto, un gran objeto rocoso. – Por estribor a unas mil millas por hora.



            Mazoui le siguió y los dos dieron una pasada cercana. Mientras, en la nave, Amatista junto a Satory y el resto de sus compañeras trabajaban con sus comprobaciones y experimentos de rigor. Tras poner en práctica el experimento de Penélope volvían a otros trabajos de rutina. Lo cierto es que les había tomado algunos días recobrarse de la sorpresa de atravesar aquel espacio dimensional. Junto con otros científicos a bordo habían estado ayudando a realizar los cálculos de localización. Penélope las había citado otra vez, ahora en el laboratorio, tras su jornada y con carácter de emergencia. Satory y ella corrieron a la sala de investigación bioquímica y de camino hablaban de aquella singularidad que las arrastrase haría ya casi un mes a ese nuevo lugar del universo.



-¿Qué crees que haya podido ser eso? - Inquirió Amatista. -

- No tengo ni idea, me faltan datos, al menos hasta que no hagamos alguna indagación más seria.- Respondió Satory entre jadeos por la carrera. -

-¿Pero, qué crees que pueda haber sucedido para que ese agujero se abriese? - Insistió su amiga llevada por la curiosidad y hablando ya más entrecortadamente a su vez. -

- Sólo por conjeturar - contestó finalmente su interlocutora. - No creo que se tratase de un agujero negro. Al menos no de uno muy potente, de lo contrario tú y yo no estaríamos hablando ahora mismo.

- No se sabe - declaró Amatista, recordando algo de lo aprendido en uno de los cursillos de astronomía elemental que había dado en la nave a su llegada. Entre otras cosas, para tener algo de qué hablar con Leval. - Recuerda, hay muchas teorías que dicen que un agujero negro puede atravesarse, una de ellas incluso afirmaba que se saldría por uno blanco, al otro extremo del universo.

- Esa teoría carece de fundamento.- Rebatió Satory que expuso con seguridad. - Con la gravedad de un agujero negro la masa se expandiría y se alargaría indefinidamente hasta desaparecer. No podríamos soportar esa presión. Más bien creo que pudiera tratarse de un agujero de gusano. O una discontinuidad del horizonte espacio- temporal.



Su interlocutora tuvo que reflexionar un momento sobre el significado de aquello, creyó entender que simplemente quería decir que el universo se había roto por algún sitio y que se habían colado por ese agujero, apareciendo en otra parte. De modo que replicó, visiblemente atónita ante esa posibilidad.



- Si eso fuera cierto. ¿Dónde piensas que podríamos haber aparecido?

- No lo sé, pero estaremos por lo menos a centenares de años luz. Si no son miles. Quizás aún sea pronto como para hacer esa clase de observaciones. No hemos ubicado exactamente la región de la galaxia. Por el momento, lo que me preocupa es que  nuestros proyectos de investigación y todos los experimentos se hayan visto afectados. Los habíamos basado para ambientes de satélites de planetas jobéanos en nuestro sistema solar - decía muy entrecortadamente Satory afectada en grado sumo ya por los jadeos de la carrera. - Incluso el que hemos llevado a cabo hoy.

- Sí, ésta Penélope no nos da ni un minuto de descanso. Siempre hay algo que hacer. - Pudo replicar su interlocutora que también comenzaba a cansarse de correr y hablar al mismo tiempo, pese a que era mucho más resistente que su amiga.-

- Ya te lo dije, este trabajo… es exigente y demanda mucho tiempo….-resoplaba su contertulia.-

- Bueno, creo que comienza a gustarme,- sonrió Amatista que añadió también en parte para tranquilizarse a sí misma.- No te alarmes sin necesidad. Seguro que algo podremos aprovechar. Las condiciones básicas en el universo deberían ser las mismas en todas partes. ¿No?



            Aunque ahora Satory se limitó a asentir, ya estaba muy cansada y apenas podía hablar. Finalmente ambas llegaron por fin al laboratorio donde ya estaba Penélope y ésta las tranquilizó sobre ese tema. Por una vez Amatista parecía haber elucubrado bien. La mayor parte de los experimentos, incluido el último que habían realizado, seguían siendo viables para esa región. Lo único ahora sería encontrar un mundo donde ponerlos en práctica. Pero la principal prioridad ahora era saber con exactitud donde estaban ellas mismas y el resto de los embarcados en la nave y dónde encontrar un planeta de tipo rocoso. Satory fue llamada por el puente de mando para ayudarles a verificar su posición, dados sus conocimientos de radioastronomía. Subió presta al puente y allí se enteró de que Mazoui y Leval estaban reconociendo un planeta.



-¿Puede ponerme con los pilotos? - Le pidió al capitán justificándose con un más que aceptable.  -Necesito información sobre ese mundo, así podremos saber al cuadrante que pertenece.

- Intentamos reanudar comunicación,- intervino un mayor a cargo de las transmisiones. - Pero algo está interfiriendo en las ondas de radio.

           

            En ese mismo instante Mazoui también notó que la comunicación con su nodriza tardaba mucho en reanudarse, intentó comunicar pero en vano.



-¿Qué ocurre?- Preguntó Leval preocupado por el mismo motivo - no logro recibir transmisiones de la base.

- Deben de existir interferencias gravitatorias o electromagnéticas, algo que nos impide recibir su señal. Vamos a fotoescannear la superficie y volvamos. - Indicó su primo. -



            Ambos se lanzaron hacia el planeta, entrando en su radio de atracción. En la nave también se intentaba recibir comunicación pero en vano. Uno de los operadores informó el mayor.



- Señor, seguimos sin poder detectar nuestros aparatos.



Aquel oficial informó a su vez a Satory con una no disimulada cara de circunstancias.



- Parece ser que no vamos a poder recibir nada por el momento. Debe de tratarse de alguna perturbación.

- Espero que estén bien,- deseó la muchacha que comenzaba a inquietarse. -

- No se preocupe.- La tranquilizó ésta vez el mayor con un tono lleno de seguridad. - Nuestros pilotos son muy capaces, no debemos alarmarnos por una simple interrupción de las comunicaciones.

- Es importante que transmitan información sobre ese mundo.- Explicó la joven científica. - También podrían reunir las características que buscamos para la Terraformación y así lograríamos nuestro primer objetivo.

- Daré orden inmediata de que salga una escuadrilla de búsqueda. Informaré al capitán para que lo autorice. - Asintió el mayor ocupándose de ello al instante. -



            El oficial se alejó en busca de su superior quien al ser puesto al corriente le autorizó la medida. Satory por su parte trataba de reunir datos. Al cabo de pocos minutos, unos cuantos cazas salieron en busca de los dos desaparecidos. Lo cierto es que ambos pilotos habían entrado en el radio de atracción del planeta. Al poco los motores comenzaron a fallarles. Mazoui trató de elevarse fuera del campo de gravedad, pero no obtenía potencia adecuada. A Leval le ocurría algo similar. Comunicó con su primo para advertirle.



- Tengo problemas con los motores.

- A mí me ocurre lo mismo - respondió su interlocutor indicándole según el protocolo a seguir en un caso similar. - Pasa a potencia auxiliar y desvía la energía del láser.- Ambos lo hicieron pero seguían perdiendo potencia y Mazoui añadió, bastante más preocupado. - Leval, prepárate para un aterrizaje de emergencia en la superficie en la superficie. Conecta la barrera presurizada.

- Ya está, desviada potencia a impulsores - respondió su compañero remachando con un claro deseo de que así fuese. - Espero que se pueda aterrizar ahí abajo.

- Eso espero yo también, amigo - dijo su interlocutor compartiendo su temor, pero animándole con un tinte más optimista. - ¡Vamos allá y suerte!



            Descendieron hacia el planeta tratando por todos los medios de aminorar la velocidad de caída. Lo cierto es que las naves descendían a plomo, su peso parecía haberse multiplicado, tuvieron que forzar los motores de anti gravitación para evitar destrozarse contra aquella superficie. Llegaron a la misma controlando el descenso recurriendo a casi todas las reservas de combustible. Planearon lo suficiente como para aterrizar sobre una formación rocosa. Al tocar suelo el impacto fue bastante fuerte pero, por fortuna, la barrera les protegió. Nada más detenerse, Leval contactó con su primo, se oía con mucha dificultad  pues aquí también existían multitud de interferencias.



- Aquí tiene que haber muchísima fuerza de gravedad. – Declaró Mazoui. -

- Esto se pone muy mal - anunció su contertulio con creciente inquietud. - Dentro de poco, incluso perderemos la conexión entre nosotros.

- Hay que salir de aquí, cuanto antes - le dijo su primo proponiéndole enseguida. - Usemos la translación instantánea.

- Habrá que concentrarse - respondió éste objetando también. – Pero me es muy difícil sentir nada. La atmósfera de este planeta debe ser muy densa y su gravedad tiene que ser al menos, varias veces superior a la terrestre.

- Sí, y es increíble,- convino su primo asombrado. - Este mundo debe ser muy denso, teniendo en cuenta su reducido tamaño. Puede que tenga un núcleo de hierro o plomo.

- Es un consuelo saber eso - contestó Leval con sarcasmo para recordar. - Pero el oxígeno se nos agotará en pocas horas y tenemos que salir de aquí. Espero que no hayan enviado a nadie en nuestra búsqueda, si son atraídos como nos ha sucedido a nosotros, no podrán escapar.

- En la base se habrán dado cuenta de ello. Al menos eso espero - respondió Mazoui. - Vamos a...  - la transmisión se interrumpió por las crecientes interferencias cuando al fin pudo reanudarse continuó. - Debemos concentrarnos y salir de aquí. Esto se está averiando y dentro de poco no podremos ni siquiera hablar, así que buena suerte.

- Igualmente, nos vemos en la nave.- Replicó Leval con un tono optimista que trataba de ocultar su gran preocupación.  -



            Ambos trataron de transportarse pero no lograban detectar energía, necesitaban la de alguien conocido. Amatista, por su parte, recibió noticias de que habían detectado un planeta cercano. Gracias a Satory pudo acceder al puente. Una vez allí, le dijeron que se había perdido contacto con los cazas pilotados por Mazoui y Leval.



- ¡Puede que estén en peligro! - se alarmó, para preguntar de forma inquieta. - ¿Cómo es que falla la comunicación?

- No te preocupes por eso - la tranquilizó Satory que explicó también para el resto. -  Sólo se debe a una perturbación electromagnética. Sin embargo, el núcleo de ese mundo parece ser muy denso, posiblemente tenga grandes concentraciones de hierro y níquel y eso genere un campo electromagnético tremendo. Eso explicaría las interferencias. Aunque dada la enorme densidad, su gravedad y fuerza de atracción serán enormes. Espero que los aviones puedan eludirlas.

- Eso quiere decir que nuestros cazas podría tener problemas,- intervino el mayor con mucha menos seguridad y mayor zozobra de la esbozada antes. -

- Por precaución, díganles que no se acerquen demasiado al planeta - le indicó su interlocutora. -

- Ordene a los cazas que cese la aproximación,- advirtió el mayor a su transmisor de radio. - No deben acercarse más. Repito, aborten maniobra de aproximación.



            Afortunadamente se les pudo hacer llegar la orden gracias a que esos cazas no se habían acercado lo suficiente. Por el scanner llegaron más datos sobre la masa del planeta. Satory hizo rápidos cálculos y comenzó a preocuparse de verdad cuando declaró.



- Esto confirma mis hipótesis. La densidad de ese mundo es altísima. Su gravedad debe ser, cuando menos, de unas treinta veces superior a la terrestre. Están en serio peligro. Si no maniobran con rapidez podrían ser atraídos y estrellarse irremisiblemente contra la superficie del planeta.

-¡Oh, no!- exclamó Amatista mucho más inquieta aun. - Espero que no les haya ocurrido a ellos.



            A los pocos minutos un oficial se acercó e informó al mayor, éste transmitió a las chicas que los cazas de reconocimiento habían vuelto pero que no tenían constancia de Mazoui y Leval, ni rastro de ellos. Tampoco el radar podía detectarlos.



-¡Deben de haber caído allí!- exclamó Satory horrorizada-  ¡Dios mío, están perdidos, no podremos rescatarles!



            Los oficiales más cercanos a ellas se miraron desconcertados y con visible preocupación. También cundió el desasosiego entre las chicas. Amatista estaba muy asustada, ¿y si les ocurría algo? ¿Y si Leval moría allí? No, eso no podía ser, hacía semanas que apenas se dirigían la palabra, ella le había estado evitando, enfadada ¿Y si les ocurría algo tanto a él como a Mazoui? La muchacha no podría soportar perder a más seres queridos. Recordaba con amargura la muerte de Granate y las lágrimas casi le afloraban. Y no únicamente eso. Pese a querer evitar pensar en ello estaba la circunstancia en la que se encontraban. Tan lejos de la Tierra y sin esperanzas de volver a ver a sus seres queridos jamás. Pero se obligó a permanecer tranquila, no era momento para dejarse llevar por el pánico. Ahora tenía que demostrar que era capaz de solventar este tipo de situaciones. Tras unos momentos de reflexión logró encontrar lo que parecía una ventana abierta a la esperanza.



- Creo que hay una manera, Satory. Pero necesito ir al gimnasio.



            Su amiga la miró sin comprender. Luego de pensar un momento le inquirió a su compañera con estupor.



-¿Pero qué es lo que pretendes? ¿Quieres entrenarte en un momento como este?

- Ahora no tengo tiempo de explicártelo, pero. ¿Puedes poner una antena de radar enfocada desde el gimnasio y que transmita mis ondas de energía?

- Eso habría que preguntárselo a los ingenieros,- respondió su amiga visiblemente confusa. -

- Pues hazlo y rápido, no tenemos mucho tiempo.- La urgió Amatista que añadió ahora con mayor aplomo y seguridad. - Confía en mí.



            En efecto, el tiempo se marchaba a ojos vistas. Leval y Mazoui se daban cuenta de que sus reservas de aire comenzaban a escasear. Habían bajado muy peligrosamente. El estado de los chicos lo acusaba, respirando con mayor dificultad. Después de dos horas de intentos no habían logrado captar la energía de nadie. Sabían que, de seguir así, morirían irremisiblemente por falta de oxígeno, pero lo único que podían hacer era seguir intentándolo. Al cabo de otra hora Amatista tuvo la antena que solicitó preparada. Pero, en lugar del gimnasio se le ocurrió otra cosa. ¿Por qué no ir al espacio, lo más cerca posible del planeta? Se lo dijo a Satory y a los técnicos que rápidamente montaron la antena en una nave de desembarco que enseguida estuvo dispuesta a despegar. Después de pedir permiso, pudieron salir en aquella desesperada misión de rescate.



- Espero que tu idea funcione - le deseó la aun escéptica Satory a su amiga. - ¿Pero qué intentas conseguir con esto?...

- Verás- explicó la aludida. - Ellos dominan una técnica llamada translación instantánea, pueden ir hasta donde quieran, como ya sabrás.- Su interlocutora asintió, aunque ya ni lo recordaba siquiera. - No obstante - objetó  Amatista - necesitan captar la energía de alguien conocido en el lugar al que quieran ir. Y mi energía les es conocida. Estoy segura de que intentarán contactar conmigo. Haciendo ejercicio puedo incrementarla y con esta antena hacérsela llegar. ¿Me comprendes ahora?...

- Sí, ¡es una idea genial! - Reconoció Satory esbozando una esperanzada sonrisa. - Espero que tengas éxito.

- Y yo, es lo único que nos queda,- declaró su concernida  compañera que comenzó a correr por una cinta automática deseando con todo su corazón poder enviar a tiempo su energía. -



            Leval comenzaba a perder la concentración, seguramente fruto de la falta de aire respirable. Entonces, como si de un ligero destello de luz en su mente se tratase, sintió tenuemente la energía de Amatista. No sabía si era fruto de su imaginación a causa de la escasez de oxigeno, pero le bastaba para transportarse y era lo único que tenía. Decidió jugárselo en todo por el todo. Haciendo un gran acopio de los recursos que le quedaban se concentró y desapareció. Entre tanto Mazoui hacia esfuerzos para no marearse y miraba a un punto fijo, por la carlinga, al exterior. Sin duda tratar de salir equivaldría a una muerte inmediata. No por la presión, eso podrían soportarlo, sino por la falta de una atmósfera compatible para la vida. En eso estaba pensando cuando vio algo que le hizo exclamar con asombro e incluso temor.



-¡Pero qué!...



Aunque la imagen desapareció de su vista en un parpadeo. Apenas si pudo distinguir una gran silueta, parecía alguien encapuchado, más oscuro que el mismo exterior. No obstante, lo que realmente le impresionó fue creer ver que portaba una especie de gran libro. No pudo preguntarse más por eso, en ese instante sintió la energía de Amatista y sin dudarlo se concentró. Y aunque era más resistente a la falta de oxígeno que Leval, dada su particular constitución, creyó que esa visión había debido de producirse por la falta de oxigenación de su cerebro o el excesivo anhídrido carbónico que saturaba ya el interior de la carlinga. No quiso darle más importancia y desapareció siguiendo el rastro de aquella energía salvadora. De este modo ambos muchachos reaparecieron sobre el suelo de la nave de transporte y desembarco. A los pies de una extenuada chica que casi no podía correr más. En cuanto los tres se recobraron. Ella del ejercicio y los chicos de su experiencia de la casi total privación de aire respirable, relataron su periplo a un comandante que iba al mando de la nave.



-¡Gracias a Dios que estáis bien! - les saludó Satory alborozada. - ¡Cuánto me alegro de volver a veros!



            La muchacha les puso al corriente del plan de Amatista y los dos se lo agradecieron.



- Muchas gracias - sonrió Leval  alabándola sin reservas. - Fuiste muy inteligente al recordar nuestra técnica de translación instantánea. Y sobre todo, realmente hábil en la manera de como enviarnos tu energía.

- Pensé que quizás algo no os dejase captarla bien - sonrió tímidamente ella muy feliz por el cumplido, (creía recordar que era la segunda vez que él alababa su intelecto), y sobre todo, por tenerles allí de vuelta, y añadió, casi con pudor. - Esto fue lo único que se me ocurrió hacer.

- Muchas gracias a las dos - añadió también Mazoui. - De no ser por tus cálculos - miró a Satory que desvió la vista colorada - y por tu idea Amatista, estaríamos muertos.

- Nos habéis salvado la vida - reconoció Leval que entonces les contó, para confirmar la teoría de las chicas. - La gravedad era tan fuerte allí que nos costaba movernos. Además, la privación de oxígeno nos impedía pensar con claridad.

- Y que lo digas – se sonrió su primo ahora, comentando de pasada. - Incluso comencé a ver cosas muy raras…

- Un momento - terció Satory con tono y expresión admirada, pasando por alto el comentario de Mazoui.- ¿Qué os costaba moveros?, ¡pero si era una gravedad de por lo menos treinta ges! Ningún ser humano normal podría moverse. Estaría aplastado. Me asombra que vosotros pudierais aunque fuera intentarlo.

- Bueno, no te vamos a engañar. ¡Lo cierto es que un poquito difícil sí que nos resultó! - Rio Mazoui quitando todo el dramatismo al asunto. -



            Leval también se echó a reír y las chicas con ellos. Todos felices de haber dejado atrás tan peliagudo trago. Se descartó ese mundo para el proceso de Terraformación y la gran astronave continuó su viaje por esa remota y desconocida región del Espacio a la búsqueda de algún punto de retorno. Paralelamente a estos acontecimientos Cedric Logan estaba en su habitación, el rubio teniente llevaba unas horas sin ver a sus compañeros. Es más, aun ojeaba unos dosieres con los nombres de Leval y Mazoui. Recordaba unas cuantas semanas antes, la última transmisión que recibió de la Tierra antes de caer en aquella discontinuidad. Estaba recibiendo instrucciones. Aquella voz que oía vía comunicador le indicaba.



-Ya lo sabes. Debes hacer todo lo posible para cumplir esta misión.

-Pero, ¿seguro que eso es cierto?- Se interesaba el oficial con tono de incredulidad. –

-Lo es. Tú cumple con tu cometido.

-Así lo haré. – Afirmó él. –

-En la nave habrá personas que podrán ayudarte dándote más información sobre los sujetos en cuestión. Ya contactaréis a su debido tiempo.- Le indicó su interlocutor.-

-Muy bien, a la orden. – Repuso Logan en tanto se cortaba la comunicación. –



Ahora el chico decidió salir de su cuarto. Al poco un compañero le contó que los tenientes O ‘Brian y Malden habían retornado de una peligrosa misión en un mundo bastante hostil. Con las condiciones de ese planeta fue un milagro que esos dos escapasen con vida. Y, por cierto. ¿Dónde estaban sus cazas? Logan indagó incluso preguntando en la torre de control y nadie había informado del regreso de esas dos naves. A eso le sumaba las prácticas de tiro que esos tipos habían efectuado con las baterías de la nave. Acorde con otros testigos se bastaron ellos solos para hacerlas disparar. Al menos, era la opinión de algunos de los técnicos allí destinados en base a los rumores que habían sido propagados pese a las órdenes de guardar silencio que diera el alto mando. El mismo Logan escuchó eso de terceras personas y se negó a darle crédito. Pero después de verles enfundados en aquellos trajes, combatiendo al enemigo por su cuenta y sobre todo tras conocer el increíble retorno de la superficie de ese planeta, él mismo pudo conversar con algunos oficiales de la lanzadera que recogió a sus compañeros y todos le dijeron lo mismo. ¡Esos dos tipos habían aparecido de la nada, como tele transportados! Quizás fuera esa especie de ingenio que las dos chicas del laboratorio les hicieron montar. Sí, eso debía ser, creía Logan que comenzaba a pensar que sería muy buena idea el continuar cultivando su relación con Amatista. Además de por motivos románticos esa muchacha parecía saber más de lo que dejaba entrever. Y, por encima de todo, su misión estaba clara. Eso era lo más importante y no permitiría que nada ni nadie le desviasen de su cumplimiento…



-Esto se está poniendo más interesante de lo que me podría haber imaginado.- Se dijo el joven oficial.- Ya veremos como continúa…



Volviendo atrás un par de semanas, en el reino de la Luna Nueva, esa audiencia para recibir a aquel dignatario saiyajin fue preparada con esmero. Neherenia aguardaba disimulando bien su ansiedad. A pesar de que tenía muchas ganas, primero de oficializar esa alianza y después de terminar aquella maratoniana jornada, no podía dar muestras de cansancio ni de debilidad. Y menos aún de impaciencia, ante alguien así. Aguardó pues sentada en su trono con aire impávido hasta que el Chambelán de protocolo anunció en tanto se abrían las grandes puertas del salón  y entraba un hombre.



-El embajador plenipotenciario del planeta Nuevo Vegeta.

Aquel chico era bastante atractivo y fornido. Lucía un largo pelo moreno que casi le llegaría a los hombros. No se podía saber con seguridad puesto que estaba levantado sobre su cabeza pareciendo desafiar la gravedad. El recién llegado hizo un leve asentimiento en forma de saludo observando los alrededores con sus marrones ojos en plan avizor, como si aguardase algún tipo de ataque inesperado. Vestía con un peto blanco y traje de color azul ajustado, rematado en botas blancas. Llevaba además una capa de color azul y sobre la pechera, en la parte izquierda, se marcaba una insignia con dos hojas de sable entrecruzadas. Portaba además un visor sujeto a su sien derecha.  Se aproximó con andares seguros e incluso altivos. Al llegarse hasta unos tres metros de las escaleras que daban acceso al trono  se inclinó respetuosa aunque levemente ante la soberana y se presentó con orgullo y gentileza a un tiempo.



-Mi nombre es Doran Derail. Del planeta Nuevo Vegeta. Comandante de sus tropas. Hijo de Calix Derail y Seria Saiyanto. Enviado plenipotenciario de sus majestades, el rey Lornd Deveget y la reina Setsuna Meioh. En misión diplomática hacia el reino de la Luna Nueva.

-Es un placer recibiros en mi mundo.- Le sonrió Neherenia que se mantenía sentada por mor de la etiqueta para pedirle con amabilidad. – Acercaos, por favor.



El saiyajin obedeció enseguida. Entre tanto, Neherenia, ahora sí, pudo levantarse una vez lo hizo su interlocutor  e incluso descender las escaleras para ir a su encuentro y hablar más cerca. Eso era un gesto que daba a entender a toda la corte la importancia de aquel recién llegado. Con casi nadie se permitía la reina una familiaridad semejante.



-Bonito lugar. – Comentó Doran recordando que su propia soberana le había ordenado que fuese cortes y amable en todo momento. – Tenéis un magnífico palacio.

-Os lo agradezco mucho - Repuso Nehie que pasó a interesarse por su invitado. - ¿Tuvisteis un buen  viaje?

-Sí, gracias, Majestad. – Contestó el saiyajin esbozando una leve sonrisa y pareciendo recordar algo le contó. – Antes de llegar me detuve en una gran nave, un asteroide, y pude intercambiar algunas palabras con sus tripulantes.

-¿De veras?- Dijo ella con una curiosidad que en vano trataba de ocultar. – Eso me parece muy interesante. Contadme algo sobre ello si podéis, por favor.



El saiyajin extrajo algo de su peto, era un pequeño disco dorado que entregó a la soberana en tanto le relataba.



-Era una nave aliada. De viaje hacia los confines de este sistema solar. La tripulación me recibió con muestras de amabilidad y amistad que realmente aprecié. Uno de ellos, un saiyajin como yo, quien era además príncipe de nuestro pueblo, me encargó que os lo diese, señora. Debo decir que fue muy amable al permitírmelo escuchar y quedé maravillado. Sois una magnífica cantante.

La soberana miró aquel disco y trató de no emocionarse, pero apenas podía contener las lágrimas. Allí estarían las canciones que ella le cantase a Granate, y posiblemente las que él le cantó a su vez cuando compartieron esa tarde en el karaoke de la gran nave terrestre. Nehie les dio su propio disco a los padres del chico durante el funeral y no tenía copia. Tras su depresión y la ayuda de Chibiusa y las asteroides para superarla, había tratado de encerrar esos recuerdos en su mente, incluso suprimirlos para dedicarse de manera plena a sus deberes. Sin embargo, estaban ahí, aguardando algún momento de debilidad para brotar. Ahora, cuando acariciaba aquel circulito dorado finalmente no pudo evitar llorar. Pese a sus ímprobos esfuerzos por dominarse algunas lágrimas se deslizaron por su rostro. Doran la observó atónito y enseguida dijo con gravedad y preocupación en su demudado semblante.



-Si os he ofendido de algún modo os suplico perdón, Majestad. No era esa mi intención.



            El saiyajin estaba preocupado. Sus órdenes eran muy claras. Evitar cualquier tipo de problema o de ofensa hacia los que deberían ser aliados de su pueblo. Por suerte la soberana de la Luna enseguida replicó con una sonrisa.



-No, no os inquietéis. Os agradezco mucho este detalle. - Negó ella para rebatir en tanto se enjugaba sus lágrimas con un pañuelo que rápidamente le acercó el Chambelán Real. – No es ninguna ofensa. Todo lo contrario, esto es muy valioso para mí. Perdonadme vos, os lo imploro. Sé que una reina no debe dejarse llevar por los sentimientos, pero me ha hecho recordar la reciente pérdida de alguien a quién amé mucho.

- Lamento mucho vuestra pérdida, Señora. El poder del amor es grande por lo que veo. – Pudo decir el saiyajin, agregando con sinceridad.-



Y desde luego que él ya conocía esa historia, puesto que Leval se la refirió en la nave. Pero prudentemente hizo como si la ignorase y solamente sentenció.



– Nuestra soberana siempre lo dice. Y ella es muy poderosa. No debe ser malo el dejarse controlar por tal poder.

-Así es. – Convino Nehie ofreciéndole la palma de su mano que su invitado tapó con la suya como era preceptivo en el protocolo en tanto añadía.- Vuestra reina es una mujer muy sabia. Por cierto.- Agregó cambiando de tema.- Antes de proceder a las formalidades ¿Deseáis descansar durante unas horas? Acabáis de llegar de un largo viaje.

-Os estoy muy reconocido, Majestad. Sin embargo, mi misión ha de ser cumplida lo antes posible. El viaje no fue tan duro y si os parece bien, deseo cumplimentar la firma del tratado sin demora.



Neherenia asintió satisfecha. Era del mismo parecer , no obstante por mor de la cortesía tuvo que hacerle ese ofrecimiento al embajador. De esta forma, y solventada esa situación, se dirigieron ambos hacia la sala de reuniones seguidos por el Chambelán Real y algún que otro miembro de la corte. Allí aguardaban los ministros y dos grandes libros dispuestos sobre la larga mesa de madera que presidía esa estancia. Asimismo, dos sillas de tafetán rojo se disponían enfrentadas a ambos lados de aquella mesa. La reina tomó asiento en una de ellas tanto su invitado hacía lo propio en la otra. Neherenia entonces le comentó.



-Aquí están los términos del tratado. En el lenguaje de los saiyajin y el del reino de la Luna. Asimismo en inglés y japonés. Dos lenguas de la Tierra. Os ruego que lo comprobéis durante el tiempo que gustéis. En él se expresan los deseos de mutua amistad, cooperación y defensa entre nuestros reinos.

Tras dedicarle un par de minutos a leer por encima las clausulas principales Doran asintió. No quería detenerse con más detalle juzgándolo una falta de cortesía, o lo que era aún peor, de confianza. En eso sus soberanos habían sido muy claros. No debía dar el menor atisbo de duda o desconfianza hacia sus nuevos aliados. Aunque, dada su naturaleza recelosa, cualidad que sin duda heredó de su madre Seira Saiyanto, la noble guardiana y consejera de la reina Meioh, le costaba bastante ceñirse a eso. Pero tras el trámite firmó en nombre de sus reyes y la soberana de la Luna hizo lo propio. Ahora, mostrando una gran sonrisa, Neherenia le dijo animosa.



-Bien, resueltas las negociaciones permitidme que os agasajemos con una cena.

-Os lo agradezco mucho, Majestad. Los saiyajin siempre tenemos hambre. – Sonrió algo más desenfadadamente él. –Y debo confesaros que esa es la parte del protocolo que más nos agrada.



            Su interlocutora sonrió. El joven observó lo hermosa que era cuando alegró esa expresión. Ya creyó que era una mujer muy bella incluso viéndola con aquel semblante que hasta entonces le había parecido bastante entristecido. Tras tomar asiento pudieron cenar con una conversación bastante grata y finalmente el guerrero se retiró a sus habitaciones. Neherenia pudo suspirar en cuanto finalmente fue capaz de hacer lo propio. La soberana se dio un baño reparador y tras ponerse un camisón se acostó.



-Bueno, ya está hecho. Serenity y Endimión se alegrarán mucho cuando se lo diga.- Pensaba con satisfacción, en tanto el sueño se apoderaba con rapidez de ella musitando.- Creo que me he ganado un poco de reposo por hoy.



Empero, apenas sí podía sospechar que, desafortunadamente para ella y su reino, ese descanso no iba a ser muy  largo.
                                     
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