En la Cara
oculta de la Luna su reina asistía a una de esas tediosas y largas, aunque desgraciadamente
imprescindibles, reuniones de su Consejo. La
soberana suspiró, realmente aquello era muy aburrido, escuchar pareceres de aquí
y de allá, avisos sobre la conveniencia de mostrar o hacer esto o lo otro y sobre
todo, lo que más le sacaba de quicio era el tratar de meter en vereda a sus
ministros que estaban muy anclados en las tradiciones y las viejas formas. ¡Se
suponía que debían de ser ellos los que la aconsejaran a ella proponiéndole
ideas, no al revés!
-No sé qué voy a hacer con ellos, son
bienintencionados pero demasiado chapados a la antigua.- Se decía moviendo la
cabeza.-
Ahora agradecía la experiencia adquirida en sus clases
de la Golden donde tuvo que hacer trabajos y presentaciones para disertar sobre
temas muy variados. ¡Qué importante era tener una buena educación! Así lo hizo
constar en una de esas sesiones con su gobierno.
-En mi caso soy muy afortunada por la oportunidad que
he tenido y tengo de estudiar en la Tierra. Creo que es algo a lo que todo
ciudadano de la Luna Nueva debería tener derecho y acceso…
-Es una idea digna de encomio, Majestad, pero es
ciertamente difícil poder hacer eso.- Objetó uno de esos dignatarios.-
-Señora, los recursos de nuestro reino son exiguos.
Apenas sí dan para mantener a la población e ir ampliando las infraestructuras.-
Intervino otra de sus ministros, una mujer de edad madura vestida casi al
estilo del siglo dieciocho.-
-Sé que nuestros recursos son limitados, pero debemos
invertirlos en lo que es más valioso. La salud, el bienestar y la educación de
nuestros ciudadanos de la Luna.- Repuso ella.- Igual que en los trabajos que se
están llevando a cabo. Todo ello redundará en una mejor calidad de vida para
nuestro pueblo. Y en un aumento también de nuestra productividad.
La
joven pensaba con satisfacción en las grandes obras que se había emprendido. En
la cara oculta, gracias a la tecnología proporcionada por la Masters Corporation,
y al buen hacer de científicos como Zafiro Lassart o Suochi Tomoe, se habían estado
ensayando muchas de las mejoras que luego se habían utilizado en el SSP-1.
Neherenia les ofreció probarlas primero en su mundo. De esta manera, campos de
fuerza y grandes cúpulas aislaban porciones cada vez mayores de la parte no
visible del satélite. Allí, amparadas por una atmósfera artificial y adecuadas
protecciones contra las radiaciones solar y cósmica, se podían plantar grandes
huertos, hacer paseos, jardines, e incluso mantener extensiones apreciables de
agua líquida. Con generadores de potencia alimentados por energía solar e
hidrógeno, se lograba a su vez aumentar la gravedad a un G, en lugar de un
sexto de G que existía en el satélite terrestre. Todavía eran porciones muy
pequeñas que aprovechan algún cráter para ubicarse, en comparación a la mayoría
de las infraestructuras y construcciones que eran subterráneas. Empero, la
ilusión de Nehie era que, paulatinamente, se pudiera extender a casi toda la
parte del satélite en el que ella reinaba, colonizando así la superficie.
-Tenemos que avanzar mucho en esas dos direcciones. La
primera, mejorar e incrementar las superestructuras cupuladas y las
infraestructuras de nuestro mundo. Después, hacer que la vida de todas las
personas que habitan la Luna sea lo más agradable y plena posible.-Remachó ella
con entusiasmo.-
- Mi Bella y Gentil reina. Se ha avanzado mucho en esas direcciones,
como vos las llamáis.- Replicó el ministro de economía. Pese a todo recordando
una vez más.- Pero nuestros recursos son limitados. No podemos embarcarnos a la vez, en tan breve plazo de tiempo, en tantos
programas tan ambiciosos como los que proponéis.
-Por eso negocié con las autoridades terrestres y la
Masters Corporation.- Comentó ella, recordando no sin cierto retintín.- Aunque
a alguno de mis fieles y hacendosos ministros no le hiciera mucha gracia la
idea.-
Por
única réplica se escuchó algún que otro nervioso carraspeo, la muchacha sonrió
de modo triunfal. Sabía que tenía razón y que sus consejeros lo reconocían ahora.
-Mi Gentil y Bella reina.- Pudo decir entonces el
ministro de asuntos exteriores al que uno de sus subalternos había previamente
informado mediante una nota. – Una nave del espacio exterior solicita ser
recibida. Dice provenir del Planeta Nuevo Vegeta y venir en misión diplomática.
Neherenia se permitió otra fugaz sonrisa. ¡De modo que
la reina Serenity había cumplido al fin su palabra! No esperaba menos, puesto
que la soberana de la Tierra y la Luna Blanca o cara visible, le prometió que
hablaría con la reina de los saiyajin para que estos enviasen a alguien a fin
de formalizar un tratado de amistad y alianza con ese planeta. Así, otro
acuciante problema, la posible defensa de la Luna en su cara oculta, quedaba solucionado.
-¡Menos mal! Estaba bastante preocupada por eso.-
Meditó ella, comentando a sus consejeros.- Este asunto tiene prioridad
absoluta, damas y caballeros. Tenemos que esforzarnos para que la estancia de
los dignatarios provenientes de ese planeta sea lo más provechosa y agradable
posible.
Todos asintieron conviniendo en ello. Y es que el
ejército del que disponía Nehie no pasaba de diez mil componentes. Era más bien
una guardia de palacio bien armada. Apenas tenía fuerza militar y pese a su
pacto con la ONU, que le garantizaba la ayuda de los países de esta
organización, deseaba asegurarse las espaldas con más aliados. De hecho, la
Luna era la última línea defensiva antes de llegar a la Tierra. Serenity y Endimión habían
tenido a bien concederla el título de Guardesa y Marquesa del planeta azul.
-Bueno, hubiera preferido tener menos títulos y una
responsabilidad más liviana.- Se dijo la joven reina.-
Rememoraba la
conversación que tuviera con ellos, en el palacio de la Luna Blanca, a donde se
habían trasladado para verla. La soberana de la cara oculta fue recibida con
grandes muestras de afecto. Ambos monarcas la abrazaron y la ofrecieron pasar a
una estancia privada y sentarse junto a
ellos alrededor de una mesa.
-¿Te apetece un poco de té, querida?- Le preguntó
solícitamente Serenity.-
-No, muchas gracias, Majestad.- Declinó cortésmente la
aludida.-
-Prescindamos de formalidades.- Terció el rey Endimión
dirigiéndose a ella de un modo muy cordial.- Somos amigos y nuestros reinos
aliados desde hace ya bastante tiempo. Las dos caras de este satélite.
-Sí, y deseo que nuestros vínculos de afecto se
estrechen todavía más.- Afirmó Neherenia.-
-Así será.- Le sonrió Serenity añadiendo con
reconocido tinte en su voz.- Te estamos muy agradecidos por la labor que llevas
a cabo aquí. Gracias a tus desvelos la Luna es un sitio mucho mejor, más
agradable para sus moradores y además, se ha convertido en un bastión primordial
para la defensa de la Tierra.
Realmente
en la cara visible apenas si había un cuartel general subterráneo lejos de las
antiguas ruinas del Milenario de Plata. Por motivos evidentes no se quiso
construir nada en la superficie. Por ello, era en la cara oculta en donde
residía más del noventa por ciento de la población. Eso sí, Neherenia se
ocupaba periódicamente de contactar y asistir a la guarnición y los escasos
moradores de la parte correspondiente a la Luna Blanca.
-Sí, y lo apreciamos sobremanera. Ya que, como sabrás,
nuestras ocupaciones nos obligan a estar allí la mayor parte del tiempo…-Añadió
el rey Endimión.-
-Por ello mi deseo es ayudar a libraos de parte de esa
carga.- Terció Nehie que aprovechó para decir a su vez.- Os agradezco la
confianza que habéis depositado en mí. Y sabéis cuanto quiero a la princesa
Chiba. Ella me ha enseñado muchas cosas. Es una de mis amigas más queridas.
-Nuestra hija siente gran afecto por ti también. - Se
ocupó de afirmar su interlocutor.- Y nos ha hablado muchas veces de tu
dedicación y de tu entusiasmo en la tarea que se te ha encomendado.
-Por eso, precisamente estoy algo inquieta.- Pudo
decir la joven, ante las caras de sorpresa de sus contertulios.- La defensa de
la Luna estaría comprometida en caso de un ataque externo. Al menos es lo que
he sacado en claro tras leer informes de los combates que tuvisteis años atrás.
Contra fuerzas invasoras extraterrestres.
-Sí, es verdad que luchamos contra enemigos venidos de
más allá de nuestro sistema solar.- Ratificó Endimión.-
-Y por suerte pasaron la Luna por alto, no había
apenas nada entonces aquí. Y estaba bajo la superficie. ¡Menos mal que los
secuaces de ese Gralas no establecieron ninguna base! – Al final les vencimos
con la ayuda de nuestros amigos y del pueblo de los Guerreros del Espacio -
Añadió Serenity.-
-Si no me equivoco, a ese pueblo pertenecen entre
otros, Roy y sus hijos.- Comentó la atónita soberana de la Luna Nueva.-
-Así es. Y el rey Lornd, el hermano mayor de Roy, como
seguramente sabes, está casado con Setsuna, una de mis antiguas guardianas. –
La informó su interlocutora.- Somos aliados con una promesa mutua de ayuda y
asistencia ante cualquier enemigo que nos agreda. Aunque, eso sí. Oficialmente
las autoridades de la Tierra desconocen esto, de cara a sus habitantes. No
queremos que se sepa, al menos aún no. La mayoría de los terrícolas todavía no
están preparados para algo así.
-Aunque ese día llegará.- Anunció Endimión.- Entre
tanto, esa promesa de auxilio de los saiyajin nos protegerá.
-¡Ojalá que esa promesa sea también extensiva a
nuestro reino de la Luna! – Suspiró Neherenia.-
-No te apures por eso. –Dijo entonces Endimión, que le
desveló.- Ya hemos mantenido conversaciones a ese respecto.
-Y para hacerlo oficial, los saiyajin te contactarán.
En calidad de soberana de la Luna Nueva.- Dijo ahora Serenity.- Pronto enviarán
a alguien para suscribir un tratado contigo y tu reino.
La muchacha recibió aquello con entusiasmo. ¡Esa sería
una gran alianza! Podría salvaguardar a sus súbditos y a su reino. Desde luego
que los guerreros del espacio, por lo que sabía de conocer a Roy y su hijo Leval, eran una raza muy poderosa.
Pese a que ella no les hubiese visto en acción, los testimonios de las sailors y
de los monarcas terrestres le daban fe de ello. De modo que un tratado de
alianza con ese pueblo daría a su reino una gran seguridad para el futuro. También
fue advertida de que ese pueblo era muy estricto en sus formas y de naturaleza
bastante belicosa. Así pues, volviendo de esas reflexiones, enseguida preguntó
a su ministro de exteriores.
-¿Para cuándo se espera su llegada?
-En cuestión de cinco o seis horas, Majestad.- Replicó
el aludido. –
-Bueno, pues terminemos pronto con el orden del día,
chambelán. – Ordenó la soberana para indicar a todo su gobierno. – Quiero que
le ofrezcamos una magnífica recepción a ese guerrero. Pero que sea al tiempo
sobria. Por lo que me han referido acerca de ellos y sus costumbres son gentes
muy espartanas.
-Se hará como vos ordenéis, mi Señora. – Repuso
obedientemente el chambelán. –
-Y como último punto quedan las visitas que vuestra Majestad
ha expresado el deseo de hacer. – Subrayó el ministro de interior –
-Sí. Quiero conocer bien a mi pueblo y dónde viven mis
súbditos. Saber que problemas tienen pero enterándome por ellos. Apreciarán que
su soberana les escuche y ponga remedio personalmente a sus dificultades.
-Muy loable, Majestad. Prepararé un informe de la
situación, uno de seguridad y otro de protocolo. Para que podáis documentaros antes.
– Pudo responder su ministra del interior haciendo una servil reverencia. –
-De todas formas, sois amada y respetada por todos, Señora.-
Terció otro de los miembros del gobierno.-
-No quiero ser adorada, quiero ser útil.- Replicó no
obstante ella con tono inconformista.- Una reina debe reinar. Y apoyarse en sus
leales consejeros para hacerlo en beneficio de su pueblo.- Sentenció con el
asentimiento de los presentes.- Sigamos pues, hay mucho por hacer…
Y tras discutir algunos puntos más, al cabo de un par
de horas se dio por terminada la reunión y Neherenia se dispuso a preparar el
recibimiento para su invitado…entró en sus estancias.
-Debo trabajar sin descanso, por todos ellos, por mí…
por ti, Granate…- Suspiró con melancolía pensando. – No volveré a desfallecer.
Te doy mi palabra. Estarás orgulloso de mí.
Recordaba
aquellos momentos posteriores a la muerte de su amado. Iba y venía casi como
una zombi sin prestar apenas atención a los asuntos de Estado. Apenas un par de
días más tarde de enterarse entró en sus estancias. Allí, esa fachada de mujer
dinámica y casi de negocios que se había forzado en mostrar ante los demás se
le cayó por completo. Ahora suspiraba mirando a su espejo. El último sitio en
el que pudo ver el reflejo de su amado Granate. Apenas enfrentó la vista a él,
viéndose a sí misma no pudo soportarlo y se vio llorar, en tanto decía
esbozando una tenue sonrisa.
-Perdóname, Granate. Pese a lo que me dijiste no pude
ser lo bastante fuerte.
Ahora
pensaba en aquellos aciagos momentos, tras enterarse de la muerte del chico. Se
quedó en un estado de postración tal que no quiso salir de su habitación durante
dos días enteros. Su camarera, Anaris, tocó a la puerta y abrió.
-¿Dais vuestro permiso, Majestad?...Mi Señora...
¿Estás bien?
Neherenia no respondió,
se limitaba a mirarse en ese gran espejo y llorar, apenas musitando.
-Jamás me separaré de ti…
-Mi Señora…-Pudo musitar la rubia doncella.- ¿Os sucede algo?
Pero la reina no
contestaba, ni tan siquiera la miró. Aquella chica, evidentemente asustada,
salió de allí yendo a buscar al Chambelán mayor. Al poco, retornó acompañada
del caballero Gillard de la Lune quién se personó en las estancias tras tocar a
la puerta.
-Majestad. ¿Os sentís indispuesta?- Inquirió con prevención.-
Ahora sí que ella le
miró, aunque entre lágrimas esbozó una sonrisa sardónica moviendo la cabeza y
diciendo.
-¿Indispuesta?…Sí...puede que lo esté, para la vida…dejadme sola.
-Pero Señora, el pleno de audiencias está pronto a…
No pudo decir más,
Neherenia le cortó con un grito lleno de rabia y dolor.
-¡Dejadme sola he dicho!
Durante unos tensos y
embarazosos momentos ninguno de sus interlocutores pronunció palabra. Anaris
estuvo tentada de aproximarse para tratar de ayudar a su soberana, pero el
caballero de la Lune la sujetó con delicadeza de un brazo y movió la cabeza.
Fue el propio Chambelán quién, con tono suave y respetuoso, replicó al fin.
-Como gustéis, Majestad.
Y le indicó a la
doncella que saliera. Cerraron con delicadeza dejando allí a su soberana.
Realmente Nehie no supo cuánto tiempo transcurrió cuando oyó que la puerta
volvía a abrirse. Miró con desinterés observando que se trataban en esta
ocasión de Chibiusa y las Asteroides. Entonces sonrió, marcando una mueca de
dolor en sus humedecidas facciones.
-¡Nehie!- Musitó la princesa Chiba yendo hacia ella.- Lo siento mucho…
Sus guardianas se
mantuvieron a una prudencial distancia tras cerrar la puerta de las
habitaciones reales. Ninguna habló. Sin embargo, todas mostraban unos rostros
plenos de consternación, observando a la soberana de la Luna Nueva de rodillas
ante aquel espejo al que ahora se abrazaba.
-No - repuso la destrozada reina, casi con un susurro.- Toda está bien…
él está aquí, conmigo…
Las asteroides se
miraron ahora con honda preocupación. ¡Aquello parecía revivir la pesadilla del
pasado! Neherenia atada a ese espejo. Por suerte éste estaba bendecido por
Helios y el Cristal de Plata. No le traería mal alguno. Aunque pudiera ser que
ella misma lo propiciara de mantener esa actitud. ¿Y si aquello la hubiese
trastornado?...
-Mi querida amiga. Debes sobreponerte. Sé lo duro que tiene que ser para
ti. –Le dijo Chibiusa arrodillándose a su lado.- Te lo suplico, Nehie…
-¿Sabes que me cantó una canción?- Sonreía ésta ahora como si no
escuchase los ruegos de su amiga para tararear.- Un cielo lleno de estrellas. Y
me dijo que yo era la más hermosa de todas… Y otra canción más… quería que
tomara su mano y ser amado… Y yo le amé…
Chibiusa no podía
impedir que le cayeran las lágrimas observando el patético estado en el que se
encontraba su querida amiga. Pero no podía dejarla así. La notaba con el pelo
ensortijado, lacio y sucio y las ropas sin cambiar desde quizás hacía ya un par
de días. Enseguida trató de sobreponerse ordenando a sus guardianas.
-Sailor Ceres, busca al Chambelán, que reúna al Consejo de Ministros, dile que yo me ocuparé de todo. Sailor Juno,
encuentra a la doncella de la reina y hazla venir enseguida. Sailor Vesta,
ocúpate de ir llenando la bañera de agua caliente. Sailor Palas, busca ropa
limpia…
-Como digáis, Alteza.- Repusieron las cuatro al unísono, obedeciendo de
inmediato.-
Y la princesa de la
Luna Blanca se levantó tratando de que la reina de la Luna Nueva hiciera lo
propio.
-Sé que es muy duro, pero no puedes continuar así. Esto se ha terminado,
Nehie…Debes volver a ser tú…
No obstante, la
interpelada negó con la cabeza resistiéndose a levantarse. Incluso con el tono
quejumbroso y gimiendo, replicó.
-No has escuchado la canción que yo le canté…Tienes que creer que somos
mágicos… - Tarareó con la voz rota.- Que nadie se puede interponer….
-No, Nehie, no…ésta no eres tú.- Insistió su amiga intentando de nuevo
que se pusiera en pie.- Vamos…tienes que sobreponerte.
Aunque ahora la reina
reaccionó mucho peor, tras dar un alarido y empujar a Chibiusa tirándola al suelo.
-¡Noo! – Chilló enfrentando una enloquecida mirada a la de su amiga.-
¡Déjame sola!... ¡Déjame con él!
Y la princesa Chiba se
asustó realmente. Esos ojos le recordaban demasiado bien a otra Neherenia
completamente distinta. La que la secuestrase siendo niña. La que la arrojó al
vacío. Movió la cabeza con gesto horrorizado pero enseguida se repuso. Y el
miedo dio paso a la indignación y a la rabia. ¡No iba a consentir que su amiga echase
a perder su vida de esa forma! Les había costado demasiado criarla y enseñarla
a seguir la senda del bien. ¡No!... se levantó como un resorte y sin pensar
cruzó la cara de Nehie con una sonora bofetada que la derribó al suelo.
-¡Ya es suficiente! ¿Me has oído?... levanta del maldito suelo de una
vez. ¡Eres una reina! Te guste o no, tienes obligaciones y unos súbditos a los
que gobernar.
-¡No quiero, no puedo! - Reaccionó ahora su interlocutora sollozando en
tanto se intentaba incorporar con esfuerzo para sentarse en el suelo.- Nooo…no
puedes obligarme…
Y dándole la espalda a
su interlocutora volvió a mirar hacia el espejo.
-Mírate en ese espejo, sí ¡mírate bien!- Le exigió Chibiusa con patente
enfado.- ¿Crees que Granate estaría feliz si te viese así?... ¿Acaso él se
habría enamorado de una chica como tú de haberle mostrado esta cara? Ahora
creería que eres un despojo. ¿Es que no te da vergüenza? ¿Te atreves a pensar
que eres la única que sufre por su pérdida?
La aludida se tapaba
ahora las orejas y movía la cabeza, no quería oír aquello, no podía soportarlo.
Sobre todo dándose cuenta de que su interlocutora tenía toda la razón…
-Todos lamentamos su muerte. Sus padres, su hermano, sus primos... ¡Tu
amiga Idina! Que aún no lo sabe y que dentro de poco volverá a la universidad.
Y va a necesitar a alguien que la apoye, y ese alguien eres tú. ¡Maldita sea!,
sal de esta pesadilla…actúa como una soberana y como una mujer adulta.
Ahora Neherenia solamente
podía llorar y sollozar sintiéndose realmente mal consigo misma y avergonzada.
Tardó en poder reunir la fuerza necesaria para balbucear.
-Lo….lo…siento…
Y Chibiusa tampoco se
vio libre de lágrimas. En esta ocasión se arrodilló junto a esa pobre chica y
la abrazó con ternura. Pudo susurrarla con todo el afecto que fue capaz.
-Ya está, ya ha pasado, Nehie…
En eso que llegaron
Sailor Ceres y Sailor Juno con Anaris y con el Caballero Gillard de la Lune.
Chibiusa, esta vez sí, logró levantarse con su amiga, auxiliadas ambas por
Sailor Vesta y Sailor Palas quienes habían permanecido apartadas y sobrecogidas
por esas tristes escenas. Aunque ahora, recobrando su tono más formal y decidido,
Chibiusa declaró.
-Lord Chambelán, informad al consejo del reino que su soberana no
tardará en acudir a sus compromisos.
-Así se hará Alteza, muchas gracias.- Replicó éste que haciendo una
marcada reverencia, se marchó.-
-Anaris. Ocúpate de elegir la ropa más apropiada para su Majestad, pero
antes avisa al servicio de cocina, que le preparen un almuerzo ligero y lo
traigan aquí lo antes posible.- Ordenó Chibiusa.-
-Sí, Alteza.- Contestó la muchacha quién se dio prisa a su vez en
cumplir con ese mandato.-
Entre tanto, las asteroides
ayudaron a su princesa a desvestir a
Neherenia y meterla en la bañera.
-Yo me ocupó de atender a la reina, Alteza.- Se ofreció Sailor Palas
empuñando una esponja de baño.-
-No, dejadnos a las dos.- Les indicó Chibiusa, suavizando su semblante
ahora con una sonrisa.- Esperad fuera y mantened en calma a los cortesanos
diciéndoles que todo está en orden, si es que alguno viniera a preguntar.
Las guardianas
obedecieron cerrando la puerta del baño. Allí, Chibiusa se encargó de lavar
bien a su todavía llorosa amiga. Al fin,
Neherenia fue haciéndose cargo poco a poco de sí misma. No tardó en tomar la
esponja y frotarse ella sola, mientras se disculpaba una vez más.
-Lamento mucho mi comportamiento. Ha sido indigno de una reina y de lo
que me habéis enseñado. Os he decepcionado a todas. Perdóname…
-No tienes porqué pedir perdón. Sé que has sufrido mucho.- Repuso su
amiga con tono afectuoso para animarla.- Ha sido una terrible pesadilla pero ya
estás aquí otra vez…
-¡Ojalá hubiera sido un mal sueño que se olvida al despertar! – Suspiró
la muchacha.- Pero no puedo olvidarle…
-Ni debes, pero recuérdale en los buenos momentos y sabiendo que te
quiso como tú a él.- La arengó Chibiusa.-
Sé que es una herida de la que nunca sanarás del todo, pero serás capaz
de vivir tu vida y cumplir con tu tarea. Y siempre nos tendrás a tu lado. Nunca
olvides eso tampoco.
-Ahora estoy mucho mejor, gracias, Chibiusa.- Sonrió su interlocutora
que, con otro suspiro, comentó.- Únicamente quisiera que fueses capaz de hacer
una cosa más por mí.
-Lo que sea.- Sonrió su contertulia, esperando algún encargo de Estado o
que se reuniera al consejo del reino.- Dime…
-¿Serías tan amable de frotarme en el centro de la espalda? Es que no
llego.- Le pidió entonces su apurada amiga.-
Chibiusa abrió los ojos
como platos, la miró atónita y luego se rio. Aquello contagió a Nehie y al
final las dos se tronchaban de risa, salpicándose mutuamente con el agua de la
bañera. Finalmente y tras unos minutos la soberana salió del baño sintiéndose
mucho mejor. Tras secarle el pelo y peinarla las damas asteroides la ayudaron a
vestirse con unas ropas que Anaris había indicado como las más apropiadas.
Luego dio buena cuenta del almuerzo que le habían traído dado que estaba muy hambrienta.
Sus amigas la acompañaron comiendo alguna cosa a su vez. Y tras un par de horas
fue capaz de reunirse con su expectante grupo de ministros y consejeros. Al
entrar, seguida de la princesa Chiba y sus damas Asteroides, la soberana vio
como todo su gabinete, liderado por el caballero De la Lune, se levantaba y le
hacía una reverencia. Tras unos instantes de embarazoso silencio fue ella
quien, con voz suave pero entera, tomó la palabra.
-Damas y caballeros, alteza, excelencias…Disculpad mi indisposición. No
volverá a suceder.
-Estamos muy honrados de teneros nuevamente con nosotros, y celebramos
que ya os encontréis repuesta, Majestad.- Respondió De la Lune.-
-Gracias chambelán mayor.- Sonrió ella añadiendo con un tono bastante
más institucional.- Comencemos el pleno. Tenemos muchos asuntos que tratar. Su
Alteza real la princesa Usagi Chiba y sus damas, las duquesas de Palas, Juno, Ceres
y Vesta, son quienes nos honran hoy con su presencia y su amistad. Y Nos les estamos
muy agradecidos.- Remachó con esa fórmula regia aunque guiñando un ojo a las
interpeladas.-
Sus amigas sonrieron
contentas de verla una vez más siendo ella misma. Así dio comienzo ese pleno en
donde pudo recuperar gran parte del tiempo perdido. Pero lo más duro vendría
luego. Pasados unos días regresó en efecto a la Tierra y fue ella la encargada
de consolar a una destrozada Idina. Ahora retornó a ese momento presente y tras
dejar de mirarse al espejo declaró en voz alta.
-Gracias querida amiga. Tenías toda la razón. El mejor tributo que puedo
hacer a la memoria de Granate es ser la clase de chica de la que él se enamoró.
Ahora, basta de sentir pena de mí misma, tengo muchas obligaciones que cumplir
y grandes expectativas que no puedo defraudar. Soy Neherenia Moonlight, Sailor
Shadow, la guardiana de los Misterios Lunares y Soberana de la Cara Oculta de
la Luna. Además de estudiante de magisterio en segundo año….
Y tras recordar aquello con lágrimas se dispuso a lavarse
la cara y descansar un poco preparándose
para recibir a aquel enviado de los saiyajin…
-Espero causarle buena impresión, y que él me la cause a mí.- Pensó
antes de echarse un rato.-
Entre tanto, en un sector desconocido del espacio, tras
las oportunas verificaciones para comprobar el estado general de la nave, y el
alivio que supuso no encontrar daños graves, se dio orden de iniciar una alerta
moderada.
-Al parecer las estructuras de los edificios y las
casas han resistido bien, tienen una buena cimentación.- Le comentaba la
aliviada Amatista a Satory una vez de regreso en el laboratorio.-
-Sí, desde luego pudo haber sido muchísimo peor.- Convino
su amiga.-
Ninguna
quería ni pensar si se hubieran producidos derrumbes de casas atrapando a
centenares de personas. Al menos los refugios cumplieron a la perfección su
cometido y, que se supiera, no hubo que lamentar víctimas mortales, aunque sí
algunas decenas de heridos y contusionados.
-Tendremos que ponernos a trabajar de inmediato.-
Intervino Penélope dirigiéndose a su equipo.- Sé que hemos pasado por un
momento muy difícil. Pero la misión continua y hemos de cerciorarnos de que no se
hayan producido daños en ningún experimento, además de proseguir aquellos que
estaban en curso.
-Claro.- Convino Satory.-
-Haré cuanto sea necesario.- Intervino Sandy.-
Jennifer
asintió, aunque estaba claro que mucha ilusión precisamente no le hacía. Y
Amatista por supuesto que estuvo de acuerdo con sus compañeras. Por una vez, incluso
con esa antipática de Wallance.
-En este caso, tiene razón. No podemos dormirnos.-
Se dijo la francesa.-
Mientras tanto, algunas escuadrillas de cazas iban
turnándose en vuelos de reconocimiento por aquella ignota región cósmica. Ahora,
tras el desconcierto inicial, era evidente que ya no estaban en el sistema
solar terrestre. Ese vórtice les había llevado de algún modo a otra región del
universo. Los astrónomos de a bordo trataban de ubicar la nueva posición en la
que se encontraban y al parecer lo tenían difícil. En los siguientes días e
incluso semanas comenzaron a hacer triangulaciones en cuanto identificaron
alguna estrella o constelación familiar. Los resultados de los cálculos fueron
desalentadores, habían viajado por lo menos centenares de años luz acorde con
los mismos. Pudiera ser que mucho más. Por toda la nave cundió la desolación
general. Aquello era algo con lo que no habían contado. Por supuesto se sabía
que aquella misión podría ser una sin retorno a la Tierra en la que deberían
despedirse de sus familias, quizás para siempre. Pero cuando estaban en los
confines del sistema solar esa posibilidad parecía más alejada, a la velocidad de
la nave estaban a meses de distancia. Ahora, en cambio, tras atravesar aquel
agujero de gusano, sería imposible retornar ni el transcurso de una vida humana
ni en el de varias generaciones. Pero tras el shock inicial y la caída en la
moral la vida debía seguir. Se trató de animar a la población del asteroide con
teorías que apostaban por encontrar el otro vórtice de ese agujero o bien por
desarrollar ingenios más sofisticados que aumentasen la velocidad. Al menos se
pensaba que aquellos enemigos habían quedado atrás. La cotidianeidad desde
luego debía continuar. Por su parte el grupo de las Hadas – Cinco así lo
procuraba. Sin ir más lejos, Amatista y Satory iban camino del parque. Penélope
las había citado allí junto al resto del equipo del laboratorio.
-Bueno - suspiraba Amatista en tanto una droida le
llevaba un maletín con equipo.- Supongo que la jefa tendrá a bien explicarnos para qué nos hace ir al
parque central.
- Creo que tenía una idea que le rondaba durante
semanas. Respecto de un experimento.- Le respondió su amiga que tampoco estaba
muy segura.-
No tardarían en averiguarlo. Cuando llegaron al
punto convenido para la cita Penélope y el resto las aguardaban.
-Llegáis tarde – denunció Sandy mirando de manera
inflexible su reloj de pulsera.-
-Lo siento- se disculpó Satory alegando.- Es que
Penélope me pidió que trajera este instrumental y tuve que reunirlo.
-Déjalo en el suelo, droida.- Le pidió Amatista a
ese androide que obedeció al momento.-
La muchacha agradecía que esos robots, fruto de las
investigaciones de su padre y su tío Zafiro en la Masters Corporation,
funcionasen tan eficientemente. Eran capaces de llevar mucho peso y ayudar en
multitud de tareas. Aunque dejó aquello de lado en tanto escuchaba a su jefa
darles la tan ansiada explicación de su presencia allí.
-Veréis. – Les comentó Penélope haciendo que todas
formaran un corro para oírla bien.- He estado trabajando en un compuesto de
origen vegetal para multiplicar el desarrollo de la fotosíntesis en plantas.
- ¡Si funcionase sería increíble! - Terció Jen que
parecía muy impresionada.-
- Por eso quisiera que me ayudaseis a diseminarlo
por una zona de este parque, será el centro del experimento. Anotaremos la
hora, la cantidad de compuesto y emplazaremos medidores para hacerle
seguimientos cada veinticuatro horas. Coincidiendo con los momentos de luz diurna. – Les indicó la
jefa de investigación.-
-Eso significa ajustar los aparatos a la rotación
del asteroide y a la emisión de radiación solar.- Declaró Sandy que parecía
meditar sobre aquello cuando añadió.- Nos llevará algún tiempo…
-Lo sé- convino Penélope que alegó.- No obstante, si
funciona merecerá la pena.- No solamente si encontramos un mundo que pueda
terraformarse. También para la propia nave. Significaría incrementar el oxígeno
a bordo y producir más nutrientes.
- Nos haría mucha falta. – Las secundó Satory
suspirando ahora con cierto tono de pesar.- Más ahora que hemos aparecido Dios
sabe dónde.
Ninguna
quiso replicar a eso. Todas se miraban con la sensación de tener que hacer
frente a algo desconocido y, sobre todo, percatándose de que quizás tendrían
que renunciar a volver a ver a la Tierra y a todos sus seres queridos que allí
vivían. Mejor dejarlo estar. De modo que, sin pérdida de tiempo se aprestaron a
poner en marcha aquel experimento. De la gran maleta que había portado la
droida sacaron varios medidores y unos aplicadores. Penélope tenía a su vez un
envase que debía de contener ese fluido. A todo eso Jen le preguntó.
-¿Tenemos que observar algún protocolo especial de actuación?
-No, tranquilas, es inocuo para los humanos y demás
formas de vida.- Le dijo su jefa con un tono que no evidenciaba preocupación.-
- Y supongo que tendrás permiso del alcalde y de la
jefatura militar. Podrían pensar que esto tiene algún tipo de riesgo biológico.
– Añadió Sandy. -
- Por supuesto. Pero me ocupé de hablar con las
autoridades y de explicarles cual iba a ser mi plan y lo que quería hacer. Detallé
los elementos a emplear. No te preocupes. Todo ha sido aprobado. – Repuso su
jefa sin dejar lugar a la duda.-
Su interlocutora asintió sin hacer ya más
objeciones. De modo que entre todas se repartieron la tarea y tras hacer unos
cálculos emplazaron los medidores y procedieron a aplicar el compuesto sobre
ciertas zonas señalizadas. Después fueron
al laboratorio, deberían esperar un tiempo para ver los resultados. Al menos en
aquello no habría problemas de seguridad. Pero en lo relativo al espacio
exterior y pese a no haber contactado nuevamente ni con el enemigo ni con nadie
más durante esos días, el alto mando no se fiaba. De ahí el aumento de
patrullas alrededor de la nave nodriza. En una de ellas Leval y Mazoui fueron
destacados para hacer un vuelo de reconocimiento. Ambos despegaron y después de
volar durante un largo rato, el radar de Mazoui detectó un gran cuerpo celeste.
- Leval - le informó su primo controlando su
sorpresa gracias a su profesionalidad. - He detectado algo muy grande en el
radar. Podría tratarse de un gran asteroide o de un pequeño planeta.
- Ya lo veo, en el radar,- afirmó éste. - De
encontrarnos en espacio conocido, podría tratarse de algún satélite de Júpiter,
Ganimedes o Europa, quizás. Pero aquí, vete tú
a saber.
- Nuestra nave debiera haberlo detectado también
antes de llegar nosotros - rebatió asimismo su interlocutor. - Pediré
instrucciones - contactó con el puente de operaciones y el capitán al mando le
respondió. -
- Informen, ¿alguna novedad? - Mazoui dio cuenta de
lo observado y de inmediato le llegaron instrucciones. - Procedan a acercarse
al objetivo a una distancia prudencial, luego de filmar y cartografiar lo que
puedan vuelvan a la base.
- Sí, señor - repuso él que trasladó a Leval las
órdenes. - Acerquémonos, tú toma el ángulo derecho, yo me encargo del
izquierdo.
- Recibido, inicio aproximación.- Comunicó su primo
acelerando su caza y dirigiéndose hacia el objeto, un gran objeto rocoso. – Por
estribor a unas mil millas por hora.
Mazoui
le siguió y los dos dieron una pasada cercana. Mientras, en la nave, Amatista
junto a Satory y el resto de sus compañeras trabajaban con sus comprobaciones y
experimentos de rigor. Tras poner en práctica el experimento de Penélope
volvían a otros trabajos de rutina. Lo cierto es que les había tomado algunos
días recobrarse de la sorpresa de atravesar aquel espacio dimensional. Junto
con otros científicos a bordo habían estado ayudando a realizar los cálculos de
localización. Penélope las había citado otra vez, ahora en el laboratorio, tras
su jornada y con carácter de emergencia. Satory y ella corrieron a la sala de
investigación bioquímica y de camino hablaban de aquella singularidad que las
arrastrase haría ya casi un mes a ese nuevo lugar del universo.
-¿Qué crees que haya podido ser eso? - Inquirió
Amatista. -
- No tengo ni idea, me faltan datos, al menos hasta
que no hagamos alguna indagación más seria.- Respondió Satory entre jadeos por
la carrera. -
-¿Pero, qué crees que pueda haber sucedido para que
ese agujero se abriese? - Insistió su amiga llevada por la curiosidad y
hablando ya más entrecortadamente a su vez. -
- Sólo por conjeturar - contestó finalmente su
interlocutora. - No creo que se tratase de un agujero negro. Al menos no de uno
muy potente, de lo contrario tú y yo no estaríamos hablando ahora mismo.
- No se sabe - declaró Amatista, recordando algo de
lo aprendido en uno de los cursillos de astronomía elemental que había dado en
la nave a su llegada. Entre otras cosas, para tener algo de qué hablar con
Leval. - Recuerda, hay muchas teorías que dicen que un agujero negro puede
atravesarse, una de ellas incluso afirmaba que se saldría por uno blanco, al
otro extremo del universo.
- Esa teoría carece de fundamento.- Rebatió Satory
que expuso con seguridad. - Con la gravedad de un agujero negro la masa se
expandiría y se alargaría indefinidamente hasta desaparecer. No podríamos
soportar esa presión. Más bien creo que pudiera tratarse de un agujero de
gusano. O una discontinuidad del horizonte espacio- temporal.
Su interlocutora tuvo que reflexionar un momento
sobre el significado de aquello, creyó entender que simplemente quería decir
que el universo se había roto por algún sitio y que se habían colado por ese
agujero, apareciendo en otra parte. De modo que replicó, visiblemente atónita
ante esa posibilidad.
- Si eso fuera cierto. ¿Dónde piensas que podríamos
haber aparecido?
- No lo sé, pero estaremos por lo menos a centenares
de años luz. Si no son miles. Quizás aún sea pronto como para hacer esa clase
de observaciones. No hemos ubicado exactamente la región de la galaxia. Por el
momento, lo que me preocupa es que nuestros proyectos de investigación y todos
los experimentos se hayan visto afectados. Los habíamos basado para ambientes
de satélites de planetas jobéanos en nuestro sistema solar - decía muy entrecortadamente
Satory afectada en grado sumo ya por los jadeos de la carrera. - Incluso el que
hemos llevado a cabo hoy.
- Sí, ésta Penélope no nos da ni un minuto de
descanso. Siempre hay algo que hacer. - Pudo replicar su interlocutora que
también comenzaba a cansarse de correr y hablar al mismo tiempo, pese a que era
mucho más resistente que su amiga.-
- Ya te lo dije, este trabajo… es exigente y demanda
mucho tiempo….-resoplaba su contertulia.-
- Bueno, creo que comienza a gustarme,- sonrió
Amatista que añadió también en parte para tranquilizarse a sí misma.- No te
alarmes sin necesidad. Seguro que algo podremos aprovechar. Las condiciones
básicas en el universo deberían ser las mismas en todas partes. ¿No?
Aunque
ahora Satory se limitó a asentir, ya estaba muy cansada y apenas podía hablar.
Finalmente ambas llegaron por fin al laboratorio donde ya estaba Penélope y
ésta las tranquilizó sobre ese tema. Por una vez Amatista parecía haber elucubrado
bien. La mayor parte de los experimentos, incluido el último que habían
realizado, seguían siendo viables para esa región. Lo único ahora sería
encontrar un mundo donde ponerlos en práctica. Pero la principal prioridad
ahora era saber con exactitud donde estaban ellas mismas y el resto de los
embarcados en la nave y dónde encontrar un planeta de tipo rocoso. Satory fue
llamada por el puente de mando para ayudarles a verificar su posición, dados
sus conocimientos de radioastronomía. Subió presta al puente y allí se enteró
de que Mazoui y Leval estaban reconociendo un planeta.
-¿Puede ponerme con los pilotos? - Le pidió al
capitán justificándose con un más que aceptable. -Necesito información sobre ese mundo, así
podremos saber al cuadrante que pertenece.
- Intentamos reanudar comunicación,- intervino un
mayor a cargo de las transmisiones. - Pero algo está interfiriendo en las ondas
de radio.
En
ese mismo instante Mazoui también notó que la comunicación con su nodriza
tardaba mucho en reanudarse, intentó comunicar pero en vano.
-¿Qué ocurre?- Preguntó Leval preocupado por el
mismo motivo - no logro recibir transmisiones de la base.
- Deben de existir interferencias gravitatorias o electromagnéticas,
algo que nos impide recibir su señal. Vamos a fotoescannear la superficie y
volvamos. - Indicó su primo. -
Ambos
se lanzaron hacia el planeta, entrando en su radio de atracción. En la nave
también se intentaba recibir comunicación pero en vano. Uno de los operadores
informó el mayor.
- Señor, seguimos sin poder detectar nuestros
aparatos.
Aquel oficial informó a su vez a Satory con una no
disimulada cara de circunstancias.
- Parece ser que no vamos a poder recibir nada por
el momento. Debe de tratarse de alguna perturbación.
- Espero que estén bien,- deseó la muchacha que comenzaba
a inquietarse. -
- No se preocupe.- La tranquilizó ésta vez el mayor
con un tono lleno de seguridad. - Nuestros pilotos son muy capaces, no debemos
alarmarnos por una simple interrupción de las comunicaciones.
- Es importante que transmitan información sobre ese
mundo.- Explicó la joven científica. - También podrían reunir las
características que buscamos para la Terraformación y así lograríamos nuestro
primer objetivo.
- Daré orden inmediata de que salga una escuadrilla
de búsqueda. Informaré al capitán para que lo autorice. - Asintió el mayor
ocupándose de ello al instante. -
El
oficial se alejó en busca de su superior quien al ser puesto al corriente le
autorizó la medida. Satory por su parte trataba de reunir datos. Al cabo de
pocos minutos, unos cuantos cazas salieron en busca de los dos desaparecidos.
Lo cierto es que ambos pilotos habían entrado en el radio de atracción del
planeta. Al poco los motores comenzaron a fallarles. Mazoui trató de elevarse
fuera del campo de gravedad, pero no obtenía potencia adecuada. A Leval le
ocurría algo similar. Comunicó con su primo para advertirle.
- Tengo problemas con los motores.
- A mí me ocurre lo mismo - respondió su
interlocutor indicándole según el protocolo a seguir en un caso similar. - Pasa
a potencia auxiliar y desvía la energía del láser.- Ambos lo hicieron pero
seguían perdiendo potencia y Mazoui añadió, bastante más preocupado. - Leval,
prepárate para un aterrizaje de emergencia en la superficie en la superficie.
Conecta la barrera presurizada.
- Ya está, desviada potencia a impulsores -
respondió su compañero remachando con un claro deseo de que así fuese. - Espero
que se pueda aterrizar ahí abajo.
- Eso espero yo también, amigo - dijo su
interlocutor compartiendo su temor, pero animándole con un tinte más optimista.
- ¡Vamos allá y suerte!
Descendieron
hacia el planeta tratando por todos los medios de aminorar la velocidad de
caída. Lo cierto es que las naves descendían a plomo, su peso parecía haberse
multiplicado, tuvieron que forzar los motores de anti gravitación para evitar
destrozarse contra aquella superficie. Llegaron a la misma controlando el
descenso recurriendo a casi todas las reservas de combustible. Planearon lo
suficiente como para aterrizar sobre una formación rocosa. Al tocar suelo el impacto
fue bastante fuerte pero, por fortuna, la barrera les protegió. Nada más
detenerse, Leval contactó con su primo, se oía con mucha dificultad pues aquí también existían multitud de
interferencias.
- Aquí tiene que haber muchísima fuerza de gravedad.
– Declaró Mazoui. -
- Esto se pone muy mal - anunció su contertulio con
creciente inquietud. - Dentro de poco, incluso perderemos la conexión entre
nosotros.
- Hay que salir de aquí, cuanto antes - le dijo su
primo proponiéndole enseguida. - Usemos la translación instantánea.
- Habrá que concentrarse - respondió éste objetando
también. – Pero me es muy difícil sentir nada. La atmósfera de este planeta
debe ser muy densa y su gravedad tiene que ser al menos, varias veces superior
a la terrestre.
- Sí, y es increíble,- convino su primo asombrado. -
Este mundo debe ser muy denso, teniendo en cuenta su reducido tamaño. Puede que
tenga un núcleo de hierro o plomo.
- Es un consuelo saber eso - contestó Leval con
sarcasmo para recordar. - Pero el oxígeno se nos agotará en pocas horas y
tenemos que salir de aquí. Espero que no hayan enviado a nadie en nuestra
búsqueda, si son atraídos como nos ha sucedido a nosotros, no podrán escapar.
- En la base se habrán dado cuenta de ello. Al menos
eso espero - respondió Mazoui. - Vamos a...
- la transmisión se interrumpió por las crecientes interferencias cuando
al fin pudo reanudarse continuó. - Debemos concentrarnos y salir de aquí. Esto
se está averiando y dentro de poco no podremos ni siquiera hablar, así que
buena suerte.
- Igualmente, nos vemos en la nave.- Replicó Leval
con un tono optimista que trataba de ocultar su gran preocupación. -
Ambos
trataron de transportarse pero no lograban detectar energía, necesitaban la de
alguien conocido. Amatista, por su parte, recibió noticias de que habían
detectado un planeta cercano. Gracias a Satory pudo acceder al puente. Una vez allí,
le dijeron que se había perdido contacto con los cazas pilotados por Mazoui y
Leval.
- ¡Puede que estén en peligro! - se alarmó, para preguntar
de forma inquieta. - ¿Cómo es que falla la comunicación?
- No te preocupes por eso - la tranquilizó Satory
que explicó también para el resto. - Sólo
se debe a una perturbación electromagnética. Sin embargo, el núcleo de ese
mundo parece ser muy denso, posiblemente tenga grandes concentraciones de
hierro y níquel y eso genere un campo electromagnético tremendo. Eso explicaría
las interferencias. Aunque dada la enorme densidad, su gravedad y fuerza de
atracción serán enormes. Espero que los aviones puedan eludirlas.
- Eso quiere decir que nuestros cazas podría tener
problemas,- intervino el mayor con mucha menos seguridad y mayor zozobra de la
esbozada antes. -
- Por precaución, díganles que no se acerquen
demasiado al planeta - le indicó su interlocutora. -
- Ordene a los cazas que cese la aproximación,-
advirtió el mayor a su transmisor de radio. - No deben acercarse más. Repito,
aborten maniobra de aproximación.
Afortunadamente
se les pudo hacer llegar la orden gracias a que esos cazas no se habían acercado
lo suficiente. Por el scanner llegaron más datos sobre la masa del planeta.
Satory hizo rápidos cálculos y comenzó a preocuparse de verdad cuando declaró.
- Esto confirma mis hipótesis. La densidad de ese
mundo es altísima. Su gravedad debe ser, cuando menos, de unas treinta veces
superior a la terrestre. Están en serio peligro. Si no maniobran con rapidez
podrían ser atraídos y estrellarse irremisiblemente contra la superficie del planeta.
-¡Oh, no!- exclamó Amatista mucho más inquieta aun.
- Espero que no les haya ocurrido a ellos.
A
los pocos minutos un oficial se acercó e informó al mayor, éste transmitió a
las chicas que los cazas de reconocimiento habían vuelto pero que no tenían
constancia de Mazoui y Leval, ni rastro de ellos. Tampoco el radar podía
detectarlos.
-¡Deben de haber caído allí!- exclamó Satory
horrorizada- ¡Dios mío, están perdidos,
no podremos rescatarles!
Los
oficiales más cercanos a ellas se miraron desconcertados y con visible preocupación.
También cundió el desasosiego entre las chicas. Amatista estaba muy asustada, ¿y
si les ocurría algo? ¿Y si Leval moría allí? No, eso no podía ser, hacía
semanas que apenas se dirigían la palabra, ella le había estado evitando,
enfadada ¿Y si les ocurría algo tanto a él como a Mazoui? La muchacha no podría
soportar perder a más seres queridos. Recordaba con amargura la muerte de
Granate y las lágrimas casi le afloraban. Y no únicamente eso. Pese a querer
evitar pensar en ello estaba la circunstancia en la que se encontraban. Tan lejos
de la Tierra y sin esperanzas de volver a ver a sus seres queridos jamás. Pero
se obligó a permanecer tranquila, no era momento para dejarse llevar por el
pánico. Ahora tenía que demostrar que era capaz de solventar este tipo de
situaciones. Tras unos momentos de reflexión logró encontrar lo que parecía una
ventana abierta a la esperanza.
- Creo que hay una manera, Satory. Pero necesito ir
al gimnasio.
Su
amiga la miró sin comprender. Luego de pensar un momento le inquirió a su
compañera con estupor.
-¿Pero qué es lo que pretendes? ¿Quieres entrenarte
en un momento como este?
- Ahora no tengo tiempo de explicártelo, pero.
¿Puedes poner una antena de radar enfocada desde el gimnasio y que transmita
mis ondas de energía?
- Eso habría que preguntárselo a los ingenieros,-
respondió su amiga visiblemente confusa. -
- Pues hazlo y rápido, no tenemos mucho tiempo.- La
urgió Amatista que añadió ahora con mayor aplomo y seguridad. - Confía en mí.
En
efecto, el tiempo se marchaba a ojos vistas. Leval y Mazoui se daban cuenta de
que sus reservas de aire comenzaban a escasear. Habían bajado muy peligrosamente.
El estado de los chicos lo acusaba, respirando con mayor dificultad. Después de
dos horas de intentos no habían logrado captar la energía de nadie. Sabían que,
de seguir así, morirían irremisiblemente por falta de oxígeno, pero lo único
que podían hacer era seguir intentándolo. Al cabo de otra hora Amatista tuvo la
antena que solicitó preparada. Pero, en lugar del gimnasio se le ocurrió otra
cosa. ¿Por qué no ir al espacio, lo más cerca posible del planeta? Se lo dijo a
Satory y a los técnicos que rápidamente montaron la antena en una nave de
desembarco que enseguida estuvo dispuesta a despegar. Después de pedir permiso,
pudieron salir en aquella desesperada misión de rescate.
- Espero que tu idea funcione - le deseó la aun
escéptica Satory a su amiga. - ¿Pero qué intentas conseguir con esto?...
- Verás- explicó la aludida. - Ellos dominan una
técnica llamada translación instantánea, pueden ir hasta donde quieran, como ya
sabrás.- Su interlocutora asintió, aunque ya ni lo recordaba siquiera. - No
obstante - objetó Amatista - necesitan
captar la energía de alguien conocido en el lugar al que quieran ir. Y mi
energía les es conocida. Estoy segura de que intentarán contactar conmigo.
Haciendo ejercicio puedo incrementarla y con esta antena hacérsela llegar. ¿Me
comprendes ahora?...
- Sí, ¡es una idea genial! - Reconoció Satory
esbozando una esperanzada sonrisa. - Espero que tengas éxito.
- Y yo, es lo único que nos queda,- declaró su
concernida compañera que comenzó a
correr por una cinta automática deseando con todo su corazón poder enviar a
tiempo su energía. -
Leval
comenzaba a perder la concentración, seguramente fruto de la falta de aire
respirable. Entonces, como si de un ligero destello de luz en su mente se tratase,
sintió tenuemente la energía de Amatista. No sabía si era fruto de su
imaginación a causa de la escasez de oxigeno, pero le bastaba para transportarse
y era lo único que tenía. Decidió jugárselo en todo por el todo. Haciendo un
gran acopio de los recursos que le quedaban se concentró y desapareció. Entre
tanto Mazoui hacia esfuerzos para no marearse y miraba a un punto fijo, por la
carlinga, al exterior. Sin duda tratar de salir equivaldría a una muerte
inmediata. No por la presión, eso podrían soportarlo, sino por la falta de una
atmósfera compatible para la vida. En eso estaba pensando cuando vio algo que
le hizo exclamar con asombro e incluso temor.
-¡Pero qué!...
Aunque la imagen desapareció de su vista en un
parpadeo. Apenas si pudo distinguir una gran silueta, parecía alguien
encapuchado, más oscuro que el mismo exterior. No obstante, lo que realmente le
impresionó fue creer ver que portaba una especie de gran libro. No pudo preguntarse
más por eso, en ese instante sintió la energía de Amatista y sin dudarlo se concentró.
Y aunque era más resistente a la falta de oxígeno que Leval, dada su particular
constitución, creyó que esa visión había debido de producirse por la falta de
oxigenación de su cerebro o el excesivo anhídrido carbónico que saturaba ya el
interior de la carlinga. No quiso darle más importancia y desapareció siguiendo
el rastro de aquella energía salvadora. De este modo ambos muchachos reaparecieron
sobre el suelo de la nave de transporte y desembarco. A los pies de una extenuada
chica que casi no podía correr más. En cuanto los tres se recobraron. Ella del
ejercicio y los chicos de su experiencia de la casi total privación de aire respirable,
relataron su periplo a un comandante que iba al mando de la nave.
-¡Gracias a Dios que estáis bien! - les saludó
Satory alborozada. - ¡Cuánto me alegro de volver a veros!
La
muchacha les puso al corriente del plan de Amatista y los dos se lo
agradecieron.
- Muchas gracias - sonrió Leval alabándola sin reservas. - Fuiste muy
inteligente al recordar nuestra técnica de translación instantánea. Y sobre
todo, realmente hábil en la manera de como enviarnos tu energía.
- Pensé que quizás algo no os dejase captarla bien -
sonrió tímidamente ella muy feliz por el cumplido, (creía recordar que era la segunda
vez que él alababa su intelecto), y sobre todo, por tenerles allí de vuelta, y
añadió, casi con pudor. - Esto fue lo único que se me ocurrió hacer.
- Muchas gracias a las dos - añadió también Mazoui.
- De no ser por tus cálculos - miró a Satory que desvió la vista colorada - y
por tu idea Amatista, estaríamos muertos.
- Nos habéis salvado la vida - reconoció Leval que
entonces les contó, para confirmar la teoría de las chicas. - La gravedad era
tan fuerte allí que nos costaba movernos. Además, la privación de oxígeno nos
impedía pensar con claridad.
- Y que lo digas – se sonrió su primo ahora,
comentando de pasada. - Incluso comencé a ver cosas muy raras…
- Un momento - terció Satory con tono y expresión
admirada, pasando por alto el comentario de Mazoui.- ¿Qué os costaba moveros?,
¡pero si era una gravedad de por lo menos treinta ges! Ningún ser humano normal
podría moverse. Estaría aplastado. Me asombra que vosotros pudierais aunque
fuera intentarlo.
- Bueno, no te vamos a engañar. ¡Lo cierto es que un
poquito difícil sí que nos resultó! - Rio Mazoui quitando todo el dramatismo al
asunto. -
Leval
también se echó a reír y las chicas con ellos. Todos felices de haber dejado
atrás tan peliagudo trago. Se descartó ese mundo para el proceso de
Terraformación y la gran astronave continuó su viaje por esa remota y
desconocida región del Espacio a la búsqueda de algún punto de retorno. Paralelamente
a estos acontecimientos Cedric Logan estaba en su habitación, el rubio teniente
llevaba unas horas sin ver a sus compañeros. Es más, aun ojeaba unos dosieres
con los nombres de Leval y Mazoui. Recordaba unas cuantas semanas antes, la
última transmisión que recibió de la Tierra antes de caer en aquella
discontinuidad. Estaba recibiendo instrucciones. Aquella voz que oía vía
comunicador le indicaba.
-Ya lo sabes. Debes hacer todo lo posible para
cumplir esta misión.
-Pero, ¿seguro que eso es cierto?- Se interesaba el
oficial con tono de incredulidad. –
-Lo es. Tú cumple con tu cometido.
-Así lo haré. – Afirmó él. –
-En la nave habrá personas que podrán ayudarte
dándote más información sobre los sujetos en cuestión. Ya contactaréis a su
debido tiempo.- Le indicó su interlocutor.-
-Muy bien, a la orden. – Repuso Logan en tanto se
cortaba la comunicación. –
Ahora el chico decidió salir de su cuarto. Al poco
un compañero le contó que los tenientes O ‘Brian y Malden habían retornado de
una peligrosa misión en un mundo bastante hostil. Con las condiciones de ese
planeta fue un milagro que esos dos escapasen con vida. Y, por cierto. ¿Dónde
estaban sus cazas? Logan indagó incluso preguntando en la torre de control y
nadie había informado del regreso de esas dos naves. A eso le sumaba las
prácticas de tiro que esos tipos habían efectuado con las baterías de la nave.
Acorde con otros testigos se bastaron ellos solos para hacerlas disparar. Al
menos, era la opinión de algunos de los técnicos allí destinados en base a los rumores
que habían sido propagados pese a las órdenes de guardar silencio que diera el
alto mando. El mismo Logan escuchó eso de terceras personas y se negó a darle
crédito. Pero después de verles enfundados en aquellos trajes, combatiendo al
enemigo por su cuenta y sobre todo tras conocer el increíble retorno de la superficie
de ese planeta, él mismo pudo conversar con algunos oficiales de la lanzadera
que recogió a sus compañeros y todos le dijeron lo mismo. ¡Esos dos tipos habían
aparecido de la nada, como tele transportados! Quizás fuera esa especie de
ingenio que las dos chicas del laboratorio les hicieron montar. Sí, eso debía
ser, creía Logan que comenzaba a pensar que sería muy buena idea el continuar
cultivando su relación con Amatista. Además de por motivos románticos esa
muchacha parecía saber más de lo que dejaba entrever. Y, por encima de todo, su
misión estaba clara. Eso era lo más importante y no permitiría que nada ni
nadie le desviasen de su cumplimiento…
-Esto se está poniendo más interesante de lo que me
podría haber imaginado.- Se dijo el joven oficial.- Ya veremos como continúa…
Volviendo
atrás un par de semanas, en el reino de la Luna Nueva, esa audiencia para
recibir a aquel dignatario saiyajin fue preparada con esmero. Neherenia
aguardaba disimulando bien su ansiedad. A pesar de que tenía muchas ganas, primero
de oficializar esa alianza y después de terminar aquella maratoniana jornada, no
podía dar muestras de cansancio ni de debilidad. Y menos aún de impaciencia,
ante alguien así. Aguardó pues sentada en su trono con aire impávido hasta que
el Chambelán de protocolo anunció en tanto se abrían las grandes puertas del
salón y entraba un hombre.
-El embajador plenipotenciario del planeta Nuevo
Vegeta.
Aquel chico era bastante atractivo y fornido. Lucía un
largo pelo moreno que casi le llegaría a los hombros. No se podía saber con
seguridad puesto que estaba levantado sobre su cabeza pareciendo desafiar la
gravedad. El recién llegado hizo un leve asentimiento en forma de saludo observando
los alrededores con sus marrones ojos en plan avizor, como si aguardase algún
tipo de ataque inesperado. Vestía con un peto blanco y traje de color azul
ajustado, rematado en botas blancas. Llevaba además una capa de color azul y
sobre la pechera, en la parte izquierda, se marcaba una insignia con dos hojas
de sable entrecruzadas. Portaba además un visor sujeto a su sien derecha. Se aproximó con andares seguros e incluso
altivos. Al llegarse hasta unos tres metros de las escaleras que daban acceso
al trono se inclinó respetuosa aunque
levemente ante la soberana y se presentó con orgullo y gentileza a un tiempo.
-Mi nombre es Doran Derail. Del planeta Nuevo Vegeta. Comandante
de sus tropas. Hijo de Calix Derail y Seria Saiyanto. Enviado plenipotenciario
de sus majestades, el rey Lornd Deveget y la reina Setsuna Meioh. En misión
diplomática hacia el reino de la Luna Nueva.
-Es un placer recibiros en mi mundo.- Le sonrió
Neherenia que se mantenía sentada por mor de la etiqueta para pedirle con
amabilidad. – Acercaos, por favor.
El saiyajin obedeció enseguida. Entre tanto,
Neherenia, ahora sí, pudo levantarse una vez lo hizo su interlocutor e incluso descender las escaleras para ir a
su encuentro y hablar más cerca. Eso era un gesto que daba a entender a toda la
corte la importancia de aquel recién llegado. Con casi nadie se permitía la
reina una familiaridad semejante.
-Bonito lugar. – Comentó Doran recordando que su
propia soberana le había ordenado que fuese cortes y amable en todo momento. –
Tenéis un magnífico palacio.
-Os lo agradezco mucho - Repuso Nehie que pasó a
interesarse por su invitado. - ¿Tuvisteis un buen viaje?
-Sí, gracias, Majestad. – Contestó el saiyajin esbozando
una leve sonrisa y pareciendo recordar algo le contó. – Antes de llegar me
detuve en una gran nave, un asteroide, y pude intercambiar algunas palabras con
sus tripulantes.
-¿De veras?- Dijo ella con una curiosidad que en vano
trataba de ocultar. – Eso me parece muy interesante. Contadme algo sobre ello
si podéis, por favor.
El saiyajin extrajo algo de su peto, era un pequeño
disco dorado que entregó a la soberana en tanto le relataba.
-Era una nave aliada. De viaje hacia los confines de
este sistema solar. La tripulación me recibió con muestras de amabilidad y
amistad que realmente aprecié. Uno de ellos, un saiyajin como yo, quien era
además príncipe de nuestro pueblo, me encargó que os lo diese, señora. Debo
decir que fue muy amable al permitírmelo escuchar y quedé maravillado. Sois una
magnífica cantante.
La soberana miró aquel disco y trató de no
emocionarse, pero apenas podía contener las lágrimas. Allí estarían las
canciones que ella le cantase a Granate, y posiblemente las que él le cantó a
su vez cuando compartieron esa tarde en el karaoke de la gran nave terrestre.
Nehie les dio su propio disco a los padres del chico durante el funeral y no
tenía copia. Tras su depresión y la ayuda de Chibiusa y las asteroides para superarla,
había tratado de encerrar esos recuerdos en su mente, incluso suprimirlos para
dedicarse de manera plena a sus deberes. Sin embargo, estaban ahí, aguardando
algún momento de debilidad para brotar. Ahora, cuando acariciaba aquel
circulito dorado finalmente no pudo evitar llorar. Pese a sus ímprobos
esfuerzos por dominarse algunas lágrimas se deslizaron por su rostro. Doran la
observó atónito y enseguida dijo con gravedad y preocupación en su demudado
semblante.
-Si os he ofendido de algún modo os suplico perdón, Majestad.
No era esa mi intención.
El
saiyajin estaba preocupado. Sus órdenes eran muy claras. Evitar cualquier tipo
de problema o de ofensa hacia los que deberían ser aliados de su pueblo. Por
suerte la soberana de la Luna enseguida replicó con una sonrisa.
-No, no os inquietéis. Os agradezco mucho este
detalle. - Negó ella para rebatir en tanto se enjugaba sus lágrimas con un
pañuelo que rápidamente le acercó el Chambelán Real. – No es ninguna ofensa. Todo
lo contrario, esto es muy valioso para mí. Perdonadme vos, os lo imploro. Sé
que una reina no debe dejarse llevar por los sentimientos, pero me ha hecho
recordar la reciente pérdida de alguien a quién amé mucho.
- Lamento mucho vuestra pérdida, Señora. El poder del
amor es grande por lo que veo. – Pudo decir el saiyajin, agregando con sinceridad.-
Y desde luego que él ya conocía esa historia, puesto
que Leval se la refirió en la nave. Pero prudentemente hizo como si la ignorase
y solamente sentenció.
– Nuestra soberana siempre lo dice. Y ella es muy
poderosa. No debe ser malo el dejarse controlar por tal poder.
-Así es. – Convino Nehie ofreciéndole la palma de su
mano que su invitado tapó con la suya como era preceptivo en el protocolo en
tanto añadía.- Vuestra reina es una mujer muy sabia. Por cierto.- Agregó
cambiando de tema.- Antes de proceder a las formalidades ¿Deseáis descansar
durante unas horas? Acabáis de llegar de un largo viaje.
-Os estoy muy reconocido, Majestad. Sin embargo, mi
misión ha de ser cumplida lo antes posible. El viaje no fue tan duro y si os
parece bien, deseo cumplimentar la firma del tratado sin demora.
Neherenia asintió satisfecha. Era del mismo parecer ,
no obstante por mor de la cortesía tuvo que hacerle ese ofrecimiento al
embajador. De esta forma, y solventada esa situación, se dirigieron ambos hacia
la sala de reuniones seguidos por el Chambelán Real y algún que otro miembro de
la corte. Allí aguardaban los ministros y dos grandes libros dispuestos sobre
la larga mesa de madera que presidía esa estancia. Asimismo, dos sillas de
tafetán rojo se disponían enfrentadas a ambos lados de aquella mesa. La reina
tomó asiento en una de ellas tanto su invitado hacía lo propio en la otra.
Neherenia entonces le comentó.
-Aquí están los términos del tratado. En el lenguaje
de los saiyajin y el del reino de la Luna. Asimismo en inglés y japonés. Dos
lenguas de la Tierra. Os ruego que lo comprobéis durante el tiempo que gustéis.
En él se expresan los deseos de mutua amistad, cooperación y defensa entre
nuestros reinos.
Tras dedicarle un par de minutos a leer por encima las
clausulas principales Doran asintió. No quería detenerse con más detalle
juzgándolo una falta de cortesía, o lo que era aún peor, de confianza. En eso
sus soberanos habían sido muy claros. No debía dar el menor atisbo de duda o
desconfianza hacia sus nuevos aliados. Aunque, dada su naturaleza recelosa,
cualidad que sin duda heredó de su madre Seira Saiyanto, la noble guardiana y
consejera de la reina Meioh, le costaba bastante ceñirse a eso. Pero tras el
trámite firmó en nombre de sus reyes y la soberana de la Luna hizo lo propio.
Ahora, mostrando una gran sonrisa, Neherenia le dijo animosa.
-Bien, resueltas las negociaciones permitidme que os
agasajemos con una cena.
-Os lo agradezco mucho, Majestad. Los saiyajin siempre
tenemos hambre. – Sonrió algo más desenfadadamente él. –Y debo confesaros que esa
es la parte del protocolo que más nos agrada.
Su
interlocutora sonrió. El joven observó lo hermosa que era cuando alegró esa
expresión. Ya creyó que era una mujer muy bella incluso viéndola con aquel
semblante que hasta entonces le había parecido bastante entristecido. Tras
tomar asiento pudieron cenar con una conversación bastante grata y finalmente
el guerrero se retiró a sus habitaciones. Neherenia pudo suspirar en cuanto
finalmente fue capaz de hacer lo propio. La soberana se dio un baño reparador y
tras ponerse un camisón se acostó.
-Bueno, ya está hecho. Serenity y Endimión se
alegrarán mucho cuando se lo diga.- Pensaba con satisfacción, en tanto el sueño
se apoderaba con rapidez de ella musitando.- Creo que me he ganado un poco de
reposo por hoy.
Empero, apenas sí podía sospechar que,
desafortunadamente para ella y su reino, ese descanso no iba a ser muy largo.
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