domingo, 6 de marzo de 2011

GWG 8.95. Rumores y falsas palabras


95. Capítulo 8.Rumores y falsas Palabras.

 

 

Cuando las noticias llegaron a la Tierra cundió la zozobra y la desolación. Al menos entre los familiares y las personas con acceso a información privilegiada. Para el resto del mundo, oficialmente era el cinturón de asteroides el que imposibilitaba la comunicación. Esmeralda estaba desesperada. Tanto ella como Diamante, lo mismo que el resto de sus amigos, intentaron obtener más datos sobre lo sucedido.

 

-Pero. ¡Tienen que estar en alguna parte! - Exclamaba la diseñadora.-

-Hemos estado rastreando el espacio durante días para confirmarlo. No hay nada, ni señales, ni se detecta la presencia del asteroide.- Suspiró Zafiro con patente consternación.-

-Tenemos que ir a ver a Usagi. Ella seguro que sabrá algo.- Propuso Esmeralda.-

-¿Qué iba a saber ella?- Inquirió un incrédulo Diamante.-

-Es la reina Serenity. Tiene acceso a fuentes que nos están vedadas.- Observó su esposa.-

 

            Diamante y Zafiro se miraron con estupor pero convinieron con su interlocutora en eso.

 

-Entre tanto tendremos que avisar a Roy.- Comentó Zafiro.- Le llamaré desde mi despacho de la Masters.

-Nosotros iremos a hablar con Usagi entonces.- Dijo Esmeralda.-

 

            Así lo hicieron fue el hermano de Diamante quién primero logró contactar con sus amigos. Estos estaban entrando en casa cuando Roy conectó el móvil. Lo había tenido apagado porque no quería que le molestasen en la comida con su mujer y su hija por algún asunto del equipo. Kerria les había estado contando que iba a tratar de entrar en Harvard. Aunque sabía bien lo difícil que era conseguirlo. Primero necesitaba muy buenas referencias. De modo que seguiría por el momento en la facultad cercana de Nueva York y después tenía pensado ir a Boston. De ese modo iría haciendo méritos. Por supuesto se aprestaba a la tarea con mucho tesón y sus notas estaban siendo muy buenas.

 

-Si ya te lo decía yo, cariño. – La animaba Roy afirmando.- Tú eres muy inteligente. En cuanto has visto clara tu vocación. ¡Menos mal que has salido a tu madre! - Rio divertido.-

-Desde luego que sí. – Convino su esposa de forma algo cáustica agregando divertida.- Porque como hubiera salido a ti a la hora de hacer los trabajos y de ir a estudiar, ¡pobre hija mía!…

- ¡Oh, venga ya, cubito! Tampoco te pases.- Quiso defenderse él.- Yo no era tan malo…

- No, que va- sonrió ella remachando con jocosidad.- ¡Eras peor!

 

            Escuchando eso Kerria se reía divertida. Desde luego tenía una ligera idea de alguna de las andanzas de su padre en la Golden. Su prima Idina que estudiaba allí se enteró también de más cosas. En cuanto pudo le contó unas cuantas y las dos se habían tronchado de risa.

 

-Sí papá. Eras un pillastre de mucho cuidado.- Se rio la chica.-

-Desde luego… ¡Lo que hay que oír! - Sonrió él, afirmando divertido.- Aunque sea cierto…

 

En ese momento sonó el teléfono de Roy, éste vio el número y sonrió. Comentando antes de contestar.

 

-Es Zafiro. Quizás tengan noticias de la nave. Hace ya una semana que no nos han informado de su posición.

- Es normal. Están a mucha distancia. - Replicó Bertie.-

- ¿Sí? Dime Zafiro.- Repuso su marido con gesto risueño, que tornó algo más serio  para preguntar.- ¿Qué tal estáis vosotros?

 

 

            Hacía poco de la trágica muerte de Granate y no deseaba tener un tono tan jovial pensando que sus amigos todavía estarían sufriendo, pero por desgracia para él la réplica que le llegó le produjo un visible desasosiego.

 

-¿Cómo dices? Pero… ¿están seguros de eso? Podría ser un error o que la distancia es muy grande. No, no puede ser, ¡maldita sea!- Exclamó con tono lleno de temor e inquietud para sorpresa y preocupación de su esposa y de su hija.-

- ¿Qué ocurre, papá?- Quiso saber Kerria que comenzaba a asustarse.-

 

            El aludido no respondió enseguida, se despidió de su amigo y colgó. Miró entonces a la muchacha y a su mujer y apenas pudo decir, con expresión de circunstancias y tratando de templar su tono.

 

-Zafiro me ha dicho que los técnicos del UNISON y de la Masters Corporation han perdido todo rastro de la nave.

-Quizás sea porque estaban atravesando el cinturón de asteroides. Eso han dicho en las noticias.- Pudo responder calmadamente Kerria, tratando de encontrar una explicación.-

- Llevan una semana sin su rastro. No saben dónde está…ni señales ni transmisiones, nada - Replicó su padre con tono abatido e inquieto. - Parece que se hubiese evaporado…

 

            Bertie apenas si podía mirarlos a ambos, temblaba de angustia y se tapaba la boca con una mano, sus ojos comenzaban a hacer aguas. La expresión de la mujer se contrajo en un rictus cuando exclamó.

 

- ¡No, mi hijo también no! ¡Mi hijo!...

 

            Ni Roy ni Kerria pudieron reaccionar antes de que Bertie se desmayase cayendo al suelo.

 

- ¡Mamá! – Exclamó la asustada Kerria apresurándose a tratar de reanimarla. - ¡Mamá! ¿Me oyes?

 

           Con mucho cuidado Roy levantó a su mujer y llevándola en brazos la dejó sobre la cama. Él también se sentía muy preocupado y enseguida intentó reanimarla.

 

-Vamos cubito, tranquila. Seguro que será un fallo en la comunicación. ¡Estarán bien! Todos lo estarán. Nuestro hijo, Mazoui, Amatista… no te preocupes. Son fuertes, son listos, sabrán salir de cualquier situación.

 

            Al volver en sí Bertie apenas le escuchaba. Únicamente gemía y lloraba presa del temor y de la angustia. La propia Kerria trataba de no llorar también uniéndose a su padre en la tarea de alentar a su madre. Finalmente lo lograron, con una tila Beruche pareció encontrarse mejor, pese a que sus manos temblaban tanto que su concernida hija tuvo que sujetársela.

 

-Tranquila, mamá. Estoy convencida de que no habrán permitido que les suceda nada malo. Son muy poderosos. - Afirmó Kerria, intentando no llorar también. -

-Sí, cariño. - Musitó Bertie entre lágrimas pese a tratar de sonar más calmada. - Lo son…

 

            Esmeralda y Diamante al fin pudieron ir a ver a sus amigos. Viajaron de urgencia en un avión que Ian Masters puso a su disposición. El millonario estaba a su vez muy preocupado y hundido por la desaparición de la nave en la que viajaba su hija, por ello trataron de animarse mutuamente antes de partir a Japón.

 

-Debí impedirle ir. - Decía Masters lleno de pesar y amargura. - La he perdido igual que a Jenny.

-No te rindas. - Le respondió Diamante. - Al menos yo me niego a creer que esto sea el final. Pueden haber sucedido muchas cosas. No tienen porque haber sufrido ningún daño.

 

            El príncipe de Némesis deseaba creer eso con todas sus energías.  Por eso intentaba mantener la calma y su optimismo. Y también por su amigo y, sobre todo, por su mujer quien estaba al borde del histerismo.

 

-Hablaremos con Usagi y con Mamoru. - Repetía Esmeralda sin cesar. - Ellos harán algo. O nos explicarán lo que sucede. ¡Seguro! - Afirmó con vehemencia. -

 

            Y con esa leve esperanza partieron. Tras llegar al aeropuerto de Narita encontraron que les aguardaban Zafiro y Petz. Tras los abrazos emotivos de rigor, fue el hermano de Diamante quien les comentó.

 

-Os llevaremos al santuario Hikawa. Los demás aguardan allí. Usagi y Mamoru nos han citado a todos tras saber que vendríais.

-Gracias. - Musitó su cuñada. -

-Tranquila. - Quiso animarla Petz. – No pierdas la esperanza.

 

            Esmeralda suspiró, enjugándose alguna lágrima y apenas pudo decir.

 

-Te pareceré una estúpida…después de lo que vosotros habéis pasado…no tengo derecho…

 

            Aunque su interlocutora la detuvo con un gesto y replicó comprensiva y tristemente a un tiempo.

 

-Todos hemos sufrido.  Yo jamás olvidaré a mi hijo, aunque al menos sé que está en un lugar mejor. De todos modos, eso no me consuela de su ausencia y cuando recibí la noticia de su muerte fue muy duro, sí. Pero vosotros nos apoyasteis entonces y ahora es nuestro turno. Además, Amatista es nuestra sobrina, igual que Mazoui y Leval. También apreciamos muchísimo a Satory. La buena noticia es que precisamente no hemos recibido ninguna mala sobre ellos.

 

            Esmeralda asintió despacio, su esposo le pasó un confortador brazo tras los hombros y al poco fue Zafiro quien tomó la palabra con tono afectuoso.

 

-Vamos, nos esperan.

 

            Así pues, se dirigieron allá. Al llegar en efecto vieron que dentro del templo estaban todas las guerreras y el propio Mamoru. Lo mismo que Luna y Artemis.

 

- ¿Qué ha pasado? - Preguntó Esmeralda que ya no podía contener su zozobra e impaciencia. -

-Amiga mía. - Suspiró Usagi tras abrazarla. - No lo sabemos con seguridad.

-Pero, pero vosotros sois los soberanos del futuro. - Objetó la diseñadora. - Seguramente que esto ya sucedió y que tendréis alguna idea. Quizás vuestra hija del futuro haya hablado con vosotros en el siglo treinta.

-Chibiusa tampoco sabe nada. - Suspiró Endimión. - Y si nuestros futuros yo tienen alguna idea no la han compartido.

-Yo tampoco he soñado con nada referente a esto. - Admitió Usagi. -

-En cambio, sí que supiste lo que le sucedería a nuestro hijo. - Comentó Petz con un tono que no dejaba entrever si había reproche o alivio en él. -

-Lo lamento mucho. Yo no decido qué cosas se me han de mostrar. - Declaró su consternada interlocutora. –

-Lo sé, y no te culpo. - Le dijo conciliatoriamente Petz. –

 

            Todos se sentían abatidos, ese era otro durísimo golpe, estando tan reciente la tragedia anterior. Permanecían con la mirada puesta en el suelo, rogando porque la historia no se repitiera.

 

- ¡Ojalá que eso signifique que no ha sucedido nada importante! - Terció Rei, tratando de levantar la moral de todos, al agregar. - Por eso, es posible que no tengas que saber nada.

 

            Usagi asintió, aunque había algo que no les dijo a sus amigos. Ella y Endimión en efecto quisieron informarse y para ello visitaron a Landar en el cielo. Pero lejos de ser tranquilizados por él, vieron que el mago a su vez estaba muy inquieto.

 

-Hay algo muy extraño. Unas fuerzas muy poderosas están actuando. - Les desveló. - No sé de qué o de quienes podrán tratarse, pero es como si estuvieran alterando los hechos que deberían ser.

-No te comprendo. - Replicó Usagi mirándole con estupor. - No tengo ningún conocimiento ni se me ha revelado nada de eso.

-Al menos puedo darte una buena noticia. - Dijo Landar, animando un poco su semblante. – Poderosos aliados les ayudan. Los tripulantes de esa nave no han muerto. Pero están desaparecidos. Trataré de localizarles, aunque puede que me lleve mucho tiempo.

- ¿Poderosos aliados? ¿Quiénes? - Quiso saber ella. -

-Eso es algo que no puedo revelaros aún. - Replicó el mago. –

-Supongo entonces que las identidades de esos seres se corresponden con esferas muy elevadas. – Insistió ella tratando de sonsacarle algo a su interlocutor. -

-En su momento lo sabrás, Majestad. - Sentenció lacónicamente Landar. -

 

            Usagi miró a su esposo y este le devolvió una mirada de resignación. Podían comprender perfectamente a sus amigos cuando ellos les contestaban cosas similares.

 

-Con eso me conformo por ahora. - Sonrió débilmente Usagi dándose por vencida -

 

            Entonces fue el turno de Endimión para intervenir en esa conversación al preguntar con interés y preocupación.

 

- ¿Modifica eso alguno de nuestros planes de futuro?

-No debería. Al menos por el momento. Es más, esto tiene que reforzar vuestra determinación para llevarlos a buen puerto. - Respondió el mago. - ahora, ocupaos de vuestros amigos, querrán respuestas.

 

            No hubo mucho más de lo que hablar. Los dos volvieron a la Tierra a tiempo de llamar a las chicas para quedar en el santuario Hikawa. Usagi entonces sonrió débilmente y quiso tranquilizar a todos desvelándoles.

 

-No han muerto. Eso es lo único que sé. De haber ocurrido una tragedia semejante me hubiese sido revelado.

 

            Al oír esto todos suspiraron quitándose un gran peso de encima. Esmeralda se abrazó a su cuñada llorando de alivio y descargando parte de su tensión.

 

-Llamaré a Bertie y a Kalie. - Afirmó Petz. - Tienen que saber esto.

 

            Lo hizo y Karaberasu, tras haber intentado permanecer fuerte por su esposo y su hija, se desahogó de un modo parecido al de Esmeralda. Lloró todo lo que pudo cuando estaba a solas. Y es que esos días habían sido un infierno también para su familia. Su hija Kathy no dejaba de llorar sin querer hacer nada. Ella tuvo que animarla prometiéndole que su hermano estaría bien y que sabría cuidarse. Mathew también se sentía desolado, pero quiso mantener una cara asimismo optimista. Al fin, cuando Kalie habló con su hija y le contó lo que su tía Petz le notificase, la muchacha lloró una vez más, pero sintiéndose mejor.

 

-Sé que Mazzie no nos haría algo así. Y seguro que ya está pensando la manera de volver a casa. - Declaró la joven. -

-Hija mía. No ayudas a tu hermano estando en casa sin ninguna gana de hacer nada. – Le dijo entonces su madre, tratando de alentarla. - ¡Por favor!, tienes que sobreponerte y tener esperanza. Si Usagi lo dice, seguro que todos estarán bien.

-Será cuestión de tiempo que regresen. - Añadió Mathew. -

-Sí, es cierto. La prima Kerria sigue estudiando, lo mismo que la prima Idina. ¡Ellas son unas luchadoras! Y yo también lo seré. Perdonadme, por favor. - Suspiró la sollozante chica. - Lo estáis pasando tan mal como yo y es justo os deje toda la carga.

-No pasa nada, mi niña. No tienes que disculparte por nada. - La abrazó su madre. -

 

            Y al menos, los O´ Brian quisieron creer en la suerte irlandesa y confiar en que su hijo y el resto volverían sanos y salvos. Aunque para Bertie la cosa era peor. A diferencia de su hermana ella sucumbió a una profunda depresión. Deseaba creer en las palabras de Usagi, pero temía que fuera el mismo caso de Roy cuando este murió luchando contra los demonios. ¿Acaso su amiga intentaba darles consuelo? ¿O no sería eso más que una mentira piadosa? Puede que la propia Sailor Moon lo creyera y que estuviera equivocada. Con los ojos llorosos miraba por la ventana al cielo, como si así pudiera ver esa gran nave, perdida en el universo. Ni su esposo, ni su hija sabían que hacer ya para animarla. Llegando de la facultad en ocasiones la chica se sentaba con ella.

 

-Mamá. ¿Cómo estás? - Le preguntaba con tono inquieto. -

 

            Beruche apenas si la escuchaba. Parecía sumida en sus pensamientos. No había ido a su trabajo en dos semanas. Su jefe, al ser puesto al corriente de la situación, le dio una baja por depresión. Desde entonces se pasaba los días como un autómata, se levantaba, apenas si desayunaba y se sentaba ahí. A veces salía al porche del jardín y miraba hacia el cielo. Kerria estaba cada día más asustada por ella. De modo que intentaba hacerla reaccionar, hoy al menos traía una buena noticia.

 

-Por favor. Dime algo – Le suplicaba afectuosa y pacientemente su hija tomándola de las manos. -  ¡Por favor, mamá!

 

            Al fin ésta le miró con los ojos llorosos, pero esbozó una leve sonrisa y acarició una mejilla de la chica para decir con tono apagado.

 

-¿Qué tal las clases hoy, cariño?

- Muy bien, he sacado un sobresaliente en procesal. - Le contó la muchacha que había sabido una nota de sus parciales. -

-Estoy muy orgullosa de ti, lo sabes, ¿verdad? - Replicó su interlocutora casi con un susurro, añadiendo ahora casi como si divagase. - Tu hermano también era un magnífico estudiante. Siempre tan aplicado y bueno…

- Mamá. - Tercio la chica tratando de aproximar su rostro al de su interlocutora y mirarla a los ojos para aseverar con toda la rotundidad de la que fue capaz.- No hables de él en pasado. Sé que están bien. Ya verás cómo volverán a casa. Y cuando Leval regrese no me perdonará si dejo que te ocurra algo.

 

            Su madre le dedicó una mirada entre sorprendida y esperanzada. Apenas si pudo musitar entre lágrimas.

 

-Perdóname cariño. Sé que no he estado bien…

-Lo comprendo. No te preocupes, solamente piensa en que Leval estará a salvo. Estoy segura, le conozco. Además, lo vi, sé que está destinado a cosas muy importantes. - Insistió Kerria tratando de animarla. - Debes tener fe en él, y en todos los que le acompañan…

 

            En eso llegó Roy. Tras una dura jornada de entrenamiento con su equipo. No tardó en acercarse hasta su esposa y su hija. Con expresión entristecida vio a Bertie sufrir, abrazada a Kerria. Se sintió impotente. Él había tratado de animar a su mujer. Semana tras semana la confortaba y abrazaba, pero era inútil. Llegó justo a tiempo de escuchar a su hija pronunciar las últimas palabras de esa frase y entonces tuvo una idea.

 

-Hace mucho tiempo de esto, pero todavía lo guardamos. Cariño. - Afirmó dirigiéndose a su esposa que le observó en tanto se enjugaba las lágrimas. - Ha llegado el momento de que se lo mostremos a nuestra hija.

 

            Ahora fue Kerria quien le dedicó una atónita mirada a su padre. Y entre tanto, Beruche se levantó asintiendo. Casi con una sonrisa y un tenue tono de esperanza para convenir.

 

-Sí. Seguro que te gustará verle, hija.

 

            Su padre había abierto un mueble con unos cajones cerrados con llave. De ahí sacó una cinta de video. Todavía tenían un aparato reproductor que él conectó al televisor. Los tres se sentaron juntos y Roy le dio al play…

 

            Para asombro de la muchacha pudo ver a sus padres, estaban muy jóvenes, contarían aproximadamente con la edad que ella tenía en esos mismos momentos. Y junto a ellos, su hermano Leval. Pero enseguida supo que no era él. Bueno sí… era muy extraño. Ese muchacho era de aspecto muy fornido, incluso más de lo que ella recordaba. Sonreía con una expresión que jamás le había visto a su hermano. Aunque apenas recordaba nada de lo que vio cuando estuvo a punto de morir, Kerria le reconoció.

 

-Éste es el Leval de esa otra dimensión.

-Así es, tesoro. - Afirmó su madre añadiendo. - Vino desde el futuro para advertirnos, gracias a él cambiamos las cosas.

- Gracias a él, pude nacer yo. Y también Amatista y los primos. - Sonrió la muchacha estrechando a su madre entre sus brazos. -

-Sí, cariño. - Convino Roy declarando. - Por eso creo que tienes razón. Nuestro hijo no cambió nuestro destino para desaparecer ahora sin más. Algo me dice que volverá. Está destinado para algo más importante si cabe…

 

Kerria sonrió, dándole ahora un beso en la mejilla a su padre, en tanto veían la celebración ahí grabada. Estaban todos los amigos de Roy y Bertie, los que la muchacha identificó como sus tíos y otros de los que no sabía nada. Incluso las propias guerreras aparecían. Vio a su madrina Ami muy joven, aunque en honor a la verdad, apenas había envejecido respecto de esas imágenes. Y la muchacha lo comentó.

 

-Me da mucha envidia. - Sonrió levemente su madre, añadiendo incluso con un poco de humor. - las cremas que usa Ami-chan son mejores que las nuestras de Otafukuya.

 

Su hija y su esposo sonrieron. Tras terminar aquella película todos se sintieron mucho mejor. Incluso la propia Beruche quiso empezar a pensar que, tal y como la propia Usagi les había prometido, no estaban muertos, que no había sentido nada en su interior que le dijera eso. Aunque su hermana Petz tampoco noto nada de especial cuando Granate murió. Pero estaba claro que todos querían aferrarse a la esperanza. Así lo hicieron.

 

-No estoy sola. Y mi hija y me marido también me necesitan. - Se dijo Bertie. - No es justo que me hunda y les arrastre conmigo. -

 

Por su parte, Kerria tuvo que admitir que Brian se comportó de forma admirable en cuanto se enteró. Las cosas casi volvieron a ser como antes. Dejó de lado su actitud distante apoyándola a ella e incluso a su familia. Eso le volvía a llenar de remordimientos por el pobre chico, más cuando él, con tono afectuoso, le decía en tanto paseaban como antaño, por el jardín de la casa de los Malden.

 

-No temas. O no conozco a tu hermano y a Amatista, o ya están tratando de solucionar lo que sea que haya pasado en esa nave. Puede que estén tan lejos que sus transmisiones tarden en llegar. Eso es todo. No puedes perder la esperanza, Ky.

-Gracias, Brian. Significa mucho para mí tenerte a mi lado. - Sonrió ella. -

 

            El chico se detuvo entonces y la miró con intensidad. Kerria volvió a sentirse incómoda entonces. Él se dio cuenta, pero aun así dijo.

 

-Sabes que te quiero y que siempre te querré. Por eso mismo estaré a tu lado cuando lo necesites. Y no temas, no se trata de mis sentimientos ni espero nada a cambio. Únicamente quiero apoyarte, a ti y a tu familia.

 

            La joven no supo que decir, solamente fue capaz de asentir con alguna lágrima. Luego se abrazaron. Al poco Brian se despidió volviendo a su casa.

 

-La vida sigue. - Se dijo la muchacha. -

 

            Justo en ese instante recibió un mensaje en el móvil.

 

-Casi olvidé que habíamos quedado esta noche. - Se dijo esbozando una leve sonrisa para contestar. - En el sitio de siempre…

 

            Aunque ni Kerria ni su cita sabían que había alguien que les estaba observando en las sombras, durante aquellos encuentros. Alguien que había ido reuniendo información de modo paciente. Y mientras tanto, en un lugar muy lejano del universo, los días fueron pasando y la gran nave surcaba el espacio sin mayores contratiempos. Pero hubo novedades. La buena noticia fue que el experimento conducido por las chicas fue un éxito. Penélope estaba muy satisfecha de que su compuesto pudiera aumentar la producción de oxígeno y mejorar el crecimiento de la flora en la nave. Si podía aplicarse a la superficie de otros mundos quizás aceleraría la aclimatación de las especies vegetales a un nuevo hábitat. Por desgracia, las malas noticias concernían a la situación de la gran astronave respecto de la posición que había ocupado antes de entrar por aquel agujero. Todos se temían ya que se hallaban a mucha distancia de la Tierra, aunque nuevos elementos de juicio complicaron aún más las cosas. Los cálculos hechos a partir del análisis de las radiaciones de las estrellas más cercanas, confirmado por otros de paralaje, indicaban que se hallaban en un punto bastante más lejano de la galaxia de lo que creían. Confirmando las conjeturas más pesimistas que hizo Satory. Ya no eran centenares de años luz sino bastantes decenas de miles. ¡Parecían haber atravesado la Vía Láctea y estar casi al otro extremo! Ahora el principal problema que se les planteaba era la imposibilidad total de volver al Sistema Solar por ningún medio conocido. Ni siquiera la translación instantánea de Mazoui y Leval podría funcionar a tan larga distancia.

 

-Es peor de lo que habíamos imaginado. - Se decía Satory. - No sé qué podremos hacer para levantar el ánimo de la gente. Empezando por el nuestro. Porque no quiero rendirme. Ni pensar que jamás podremos volver a casa.

 

            Precisamente era la hija de Masters quién estaba más embebida en esos pensamientos y tratando de hacer cálculos en esta ocasión más optimistas. Pero el tiempo de regreso a su punto de origen estaba en muchas decenas de miles de años ¡Y eso a la velocidad de la luz! Y desde luego, su nave no era capaz de acercarse ni de lejos a esa fabulosa rapidez. ¡Era descorazonador! A buen seguro deberían resignarse a permanecer de por vida en el asteroide, sin posibilidad ninguna de volver a ver a sus seres queridos.

 

-Lo más probable es que tengamos que vivir, emparejarnos y fundar nuevas familias e incluso una nueva civilización que jamás contacte con la Tierra. - Meditaba en sus momentos más pesimistas.-

 

Pero no quería lamentarse, tanto ella como los demás habían asumido ese riesgo al aceptar este viaje. Y quién sabe. En otros momentos, cuando su ánimo resurgía se decía que ¡Por qué no iba a ser posible volver a su lugar de origen del mismo modo en el que lo habían abandonado! Aunque eso parecía complicado, acorde con las teorías más admitidas esos corredores eran de un solo sentido. Empero, quizás hubiese otros que circulasen, al contrario. De esta forma su moral oscilaba entre el desánimo y la esperanza. Finalmente decidió que no debía seguir preocupándose por eso, al menos de momento.

 

-Yo no podré hallar la solución. Al menos ahora. Y hay que priorizar. Los problemas de uno en uno y primero según su urgencia, no su gravedad. -Se arengó recordando unas palabras de su padre. - Tenemos cosas más apremiantes de las que ocuparnos. - Pensó. - Aunque ahora, únicamente deseo despejarme un poco.

 

Así pues, dejó toda esa maraña de ecuaciones, incógnitas y números y se aventuró a dar una vuelta. Quería aprovechar unas horas de la tarde que tenía libre antes de incorporarse al trabajo y paseaba por la ciudad sin rumbo fijo, distraída como siempre en sus reflexiones. Pensaba en Amatista. Su amiga al principio dio la impresión de haber encajado bien aquello, aunque tras saber que los cálculos eran incluso más pesimistas que las peores especulaciones, la joven se hundió. Quizás no en apariencia, delante de Satory siempre trataba de dar esa imagen de chica dura e incluso desafiante. Sin embargo, ésta la conocía bien. Y no pocas veces la había sorprendido mirando alguna fotografía de sus padres. O de su grupo de música, junto con su primo Granate. Pero la joven trataba de mantenerse ocupada entre sus estudios, el trabajo y el deporte. De ese modo posiblemente no tuviera apenas tiempo de pensar…

 

-Cada uno lo sobrelleva como mejor puede. - Se dijo Satory. - Y Amatista es así. Necesita hacer algo. No puede estar quieta.

 

 En eso pensaba cuando se topó con Mazoui que venía caminando tranquilamente por la calle y vestido de paisano. El chico tenía la tarde libre y había decidido también darse una vuelta. Lo cierto es que apenas sí conocía la zona civil del asteroide. Casi todo su tiempo se lo pasaba con Leval entrenando o con el resto de sus compañeros, de misión o en la zona militar. Haciendo lo posible a su vez por encontrar algo que les diera esperanzas.

 

-Tenemos que seguir patrullando y analizando este cuadrante del universo. Puede que existan más agujeros de gusano como ese. - Meditaba. -

 

Entonces vio acercarse a esa muchacha que parecía ir distraída, sumida en sus reflexiones. La saludó de forma muy amable para lo serio del carácter del chico.

 

- ¡Hola, Satory! Ten cuidado o te atropellará algún deslizador. - Comentó al notarla ausente. -

- ¡Mazoui, hola! – Exclamó ella totalmente tomada por sorpresa. - Es verdad. – Agregó al instante sonriendo algo azorada en cuanto clavó sus ojos en él. - Lo cierto es que me pasa siempre lo mismo. Mis investigaciones me absorben tanto que me olvido de todo lo demás.

 

            Para la joven aquella fue una sorpresa tan estupenda como inesperada. ¡Aquel chico estaba ahí, delante de ella y la había saludado de un modo muy jovial! Desde luego su amiga Amatista iba a tener razón al menos en una de las cosas que solía decir. Nunca se sabe cuándo llegará la ocasión, tienes que estar mona para cuando se presente.

 

- ¡Vaya! Debí seguir su consejo y haberme arreglado un poco más antes de salir. - Pensó la chica, algo azorada ahora. -

 

            Aunque las palabras de su interlocutor la sacaron pronto de esos pensamientos cuando le comentó.

 

- Te comprendo. Yo también pierdo a veces la noción del tiempo. Pero debes tener precaución, hay que vivir también en el mundo real.

- Es que verás, andaba dándole vueltas a los últimos datos que hemos obtenido, - le confesó a Mazoui sus preocupaciones sentenciando con pesar. - Lo más seguro es que nunca podamos volver a casa.

- Yo también lo he pensado - admitió él ahora con un tono más serio. - No detectamos ninguna energía conocida fuera de esta nave, pese a que intentemos sondear a muchísima distancia. Todo es espacio. Pero no te desanimes, lo mismo que aparecimos aquí, puede que volvamos un día. - Remachó con más optimismo, coincidiendo en lo que la misma muchacha había llegado a desear.

- Sí, es verdad. - Afirmó ella, y sintiéndose mejor, esbozó una tímida sonrisa con sus manos entrelazadas. – Es quiero creer también…

- Te invito a tomar algo - le ofreció amablemente Mazoui. - A lo mejor eso te anima un poco y te despierta también. -  Sonrió divertido en tanto añadía. - ¿Te apetece un café?

- Bueno - objetó ella que sin embargo lo estaba deseando y no pudo decir que no, aunque debía mantener un poco la compostura cuando se excusó. - Es que debo volver enseguida a mí laboratorio, pero sí no tardamos mucho estaré encantada...gracias.

 

El muchacho asintió y los dos tomaron rumbo hacia una cercana cafetería que parecía bastante acogedora...

 

            En la base militar, Leval tenía servicio de guardia. Amatista fue a verle, pero él no estaba localizable. Tracer, compañero suyo y buen amigo, acababa su turno. Pese a ser superior del chico, los dos se llevaban muy bien. Realmente este simpático oficial se había hecho muy buen amigo del propio Leval y de Mazoui. Salía de una guardia y se encontró con Amatista y ella le preguntó

 

- Bueno, Ahora tiene turno él. Por lo menos tardará un par de horas - repuso el joven. - Es una lástima que hayas venido tan pronto. Pero creo que lo podremos arreglar. Si te esperas un momento buscaré a ese tunante.

- Gracias, es usted muy amable, - sonrió la chica que apenas conocía a ese muchacho. -

- ¡No me llames de usted! - rio Tracer que afirmó con desenfado. - Tenemos casi la misma edad. ¿O es que te parezco viejo? – Y sin dar tiempo a su ruborizada interlocutora a replicar, añadió. - Tú eres Amatista, ¿verdad?

-Sí. - admitió ella, sorprendida de que ese oficial conociera su nombre. - Sí. ¿Cómo lo sabes?

-Leval y Mazoui me han hablado de ti. Te aprecian mucho. Yo me llamo Rick Jensen, pero todos me llaman Tracer.

- ¿Es un mote? -Quiso saber su contertulia. -

-Sí, en efecto, del escuadrón. Desde los tiempos de la academia se me daba bien trazar rumbos de intercepción. Qué interesante, ¿verdad? - Comentó el joven con un tono algo pomposo. -

-Bueno, sí. - Musitó la chica, aunque enseguida su interlocutor le miró divertido, lo que hizo que ella añadiese azorada. - Eso creo…

-Vamos, que no tienes ni idea de lo que significa eso. ¿No? ...- Inquirió él con tinte socarrón. -

 

 

La muchacha se sentía algo azorada ahora, quizás es que esos pilotos pensaran que todo el mundo debía de entender su jerga. Sin embargo, la sonrisa de su contertulio enseguida le dio a entender que era una broma. Más cuando vio reír a ese chico y ella finalmente rio con él.

 

- ¡Perdona, es verdad, no he entendido nada! - Se disculpó la muchacha aun sonriente. -

- Tranquila, eso es lo lógico. Pero es que soy así de bromista. - Le dijo su contertulio guiñándole un ojo. – Anda, si aguardas aquí un momento voy ahora a por Leval.

 

            Amatista asintió con una gran sonrisa. ¡Claro que esperaría! No obstante, en cuanto el joven oficial se alejó Logan le salió al paso. Tenía un agudo don de la oportunidad y había escuchado esa conversación, oculto tras una esquina. Y desde luego eso no lo iba a permitir.

 

-¿A dónde vas, Tracer? - Le preguntó con malicia. -

- Voy a buscar a Leval, una chica muy guapa le está esperando.

- Malden está de guardia – respondió Cedric con fingido pesar. - No puede venir, yo conozco a esa chica, se lo explicaré.

- Pero yo le puedo sustituir - le dijo Tracer despreocupadamente. - El puesto queda cubierto.

- Al comandante no le va a gustar eso - espetó Logan ahora con palpable mala intención. - Además tú ya has hecho tu guardia, y no se puede estar más tiempo del reglamentariamente fijado. Sólo si es por una causa justificada y evidentemente ésta no lo es.

- Pero Logan - le pidió  su colega que no podía explicarse esa actitud. - Leval es un compañero, no puedes hacerle esto, además, a ti que te importa.

- Me importa todo lo que sea vulnerar el reglamento. Aquí nadie tiene privilegios, aunque algunos así lo crean. - Sonrió su interlocutor con desdén. -

- Se lo dirías al comandante con tal de fastidiar, ¡eres un bastardo! - Le insultó su contertulio  enfadado por semejante deslealtad. -

-¿A ti qué te importa, Tracer? - Respondió  el otro oficial recreándose en sus palabras cuando añadió con escasa cortesía. -¡Ocúpate de tus asuntos!..

-¡Juegas sucio, Logan! - le recriminó indignadamente su interlocutor.- Eso no se le hace a un compañero. Ni siquiera por una chica bonita.

- El segundo teniente Malden no es mi compañero, es mi subordinado – respondió Cedric haciendo esa matización con visible regocijo - y en cuanto a ella, no le obligaré a nada que no quiera. Ahora, con tu permiso.-

 

Se alejó dirigiéndose a Amatista dejando a su polemista petrificado el sitio, lo que contribuyó a aumentar su satisfacción.

 

-¡Maldito canalla! - Pensó Tracer realmente irritado por aquella jugada.- En cuanto Leval y Mazoui se enteren no creo que sonrías tanto.

 

            Entre tanto la muchacha en cuestión esperaba con impaciencia a Tracer y a Leval.  Entonces llegó Logan. Ese oficial le caía bien. Las veces que había quedado con él le demostraron que era un chico amable además de apuesto. Pero ella pensaba otra vez en su amor de siempre. Parecía que, después de ser tragados por ese extraño vórtice y reaparecer Dios sabía dónde y del episodio del planeta captor, las cosas se habían reanimado entre los dos. También se sentía culpable por Cedric, al principio ella misma llegó a pensar en olvidar a Leval con él. Pero el caso es que en el fondo de su corazón no podía. Y con aquel amable oficial no había llegado a nada. Ahora se daba cuenta de que solamente podrían quedar como amigos y no quería que él se hiciera más ilusiones. Lo cierto es que tampoco le había visto mucho en las últimas semanas, con todos sus exámenes y el trabajo atrasado y las obligaciones de él, sumando a eso aquel traumático cambio tras el paso a través de ese agujero de gusano. Pero ahora iba a su encuentro y tendría que saludarle.

 

- Hola Amatista. ¿Esperabas a alguien? - Le sonrió amablemente él. -

- Hola Cedric - sonrió a su vez ella algo forzada y envarada cuando admitió - esperaba a Leval.

-¿A Leval? - Logan fingió incredulidad y añadió -, entonces no lo sabes, él tiene guardia hoy.

- Lo sé - sonrió ella que agregó confiada. - Pero Tracer le relevará.

- No lo creo - rebatió su interlocutor. - Tracer quiere hacerlo sí, pero eso sería un riesgo, no se puede dejar la guardia así como así. Nadie lo dirá, porque todos somos compañeros, pero si el comandante o el mayor lo descubrieran.

-¿Sería serio?,- preguntó Amatista preocupada. -

- No mucho, quizás una pequeña amonestación. Lo malo es que aparecería en su hoja de servicios. Y Leval es un oficial modelo, no abandonará su guardia si mancha en lo más mínimo su historial.

- Pero tú lo hiciste, pediste que te relevasen. - Objetó la atónita muchacha sin llegar a entender eso muy bien. -

- Yo prefiero pasear contigo - sonrió él de forma hipócrita. - A decir verdad, tampoco sería para tanto si te dan una pequeña bronca y encima el puesto está cubierto por otro oficial. Más bien una cuestión de formas. Pero quizás Leval tenga otras prioridades.

- Ya claro - musitó Amatista bastante molesta. - Para él, lo primero son sus obligaciones.

 

            La muchacha estaba visiblemente disgustada. Hacía nada que ella le había salvado la vida y ese chico ni lo tenía en cuenta, en virtud de esa maldita disciplina tan formulista. Logan, vio el gesto de su cara y se llenó de satisfacción interior. Pero no quiso dejarlo ahí, se situó detrás suyo y le susurró suavemente al oído con aparente tono de encomio hacia el otro chico.

 

- Eso es lo que debe de hacer todo buen oficial. Leval es ambicioso y no parará hasta que no reconozcan sus méritos. Yo realmente admiro esa cualidad, de seguir así llegará lejos, aunque quizás él se excede un poco en su celo. Y te lo digo yo, que soy hijo de un general.

- Creí que, por lo menos se acercaría a verme un rato, hace días que no podemos ni hablar.- Declaró Amatista con un palpable tono de decepción y enfado. -

- De todos modos, lo lamento mucho por él. Hay que estar muy cegado por la ambición para ignorar a una chica como tú.- Repuso Logan con su mejor tono adulador. - Pero ya que has venido hasta aquí, no voy a dejar que te marches así. Tan abatida. Vayamos a cenar. ¿Te parece?

- Estaré encantada.- Sonrió la chica que se sentía mejor. Por lo menos alguien se tomaba molestias por ella. – Vayámonos ya…

 

            Por su parte Tracer, que no estaba dispuesto a dejar las cosas así, trató de encontrar a Amatista y de ponerle al corriente de lo que sucedía, pero ella ya no estaba allí. Logan había sido mucho más rápido de lo que él creía. El tiempo que el muchacho empleó en buscar a Leval, al que tampoco pudo localizar, había sido suficiente para que ambos se le escapasen. Quiso entonces buscar a Mazoui, pero no estaba en la base, aquello era demasiada mala suerte pero no estaba dispuesto a rendirse.

 

-Ese canalla no se saldrá con la suya. Iré a buscar a mis compañeros. Ya he terminado mis obligaciones por hoy.

 

Así que pudo salir a la ciudad y le localizó en una cafetería, la que sabía que le gustaba acercarse cuando estaba de permiso. Efectivamente, ahora el azar le fue favorable y descubrió allí a su compañero y amigo. Pero estaba con una chica y decidió no molestarle hasta que se despidiera de ella.

 

-¡Aquí va a estallar una guerra! - Suspiró resignado, apenas podía hacer más.-

 

Ajenos a ello Mazoui y Satory charlaban animados, el muchacho la sorprendió muy gratamente una vez más, pues tenía una gran cultura y bastante sensibilidad. Incluso sacó a relucir algunas poesías que ella también conocía y que tenían como temas las estrellas.

 

-Conoces ésta de Pablo Neruda. – Le preguntó él ante la atenta mirada de la chica que apoyaba ambas manos sobre la mesa posando sus mejillas sobre las mismas y le escuchaba embelesada cuando él recitó en español original. -

 

“Asomado a la noche
en la terraza
de un rascacielos altísimo y amargo
pude tocar la bóveda nocturna
y en un acto de amor extraordinario
me apoderé de una celeste estrella.

Negra estaba la noche
y yo me deslizaba
por la calle
con la estrella robada en el bolsillo.


De cristal tembloroso
parecía
y era
de pronto
como si llevara
un paquete de hielo
o una espada de arcángel en el cinto.

La guardé
temeroso
debajo de la cama
para que no la descubriera nadie,
pero su luz
atravesó
primero
la lana del colchón,
luego
las tejas,
el techo de mi casa.

Incómodos
se hicieron
para mí
los más privados menesteres.


A lo que la muchacha completó. Dado que también la conocía, aparte de saber hablar el idioma original en el que estaba escrita.


Siempre con esa luz
de astral acetileno
que palpitaba como si quisiera
regresar a la noche,
yo no podía
preocuparme de todos
mis deberes
y así fue que olvidé pagar mis cuentas
y me quedé sin pan ni provisiones.

Mientras tanto, en la calle,
se amotinaban
transeúntes, mundanos
vendedores
atraídos sin duda
por el fulgor insólito
que veían salir de mi ventana.

Entonces
recogí
otra vez mi estrella,
con cuidado
la envolví en mi pañuelo
y enmascarado entre la muchedumbre
pude pasar sin ser reconocido.


Me dirigí al oeste,
al río Verde,
que allí bajo los sauces
es sereno.

Tomé la estrella de la noche fría
y suavemente
la eché sobre las aguas.

Y no me sorprendió
que se alejara
como un pez insoluble
moviendo
en la noche del río
su cuerpo de diamante.”

      Mazoui sonrió. Aquello era algo que a ambos les encantaba. Ella le contó que desde jovencita le apasionaban los poemas y que veía una gran relación entre el universo y la poesía.

 

-Creo que muchas veces la única manera de describir algo tan grandioso y magnífico como el Cosmos.- Declaró ella aseverando.- Quizás tendríamos que haber traído poetas.

 

 El muchacho estaba admirado al escucharla, a él le sucedía lo mismo. Para describir aquella grandiosidad celeste los meros datos se quedaban fríos y las palabras normales insuficientes. La poesía era lo único capaz de acercarse. Aunque ella fue la que le dijo.

 

-Un chico tan grande y fuerte como tú. No imaginaba que fuera amante de la poesía.

-Pues lo que son las cosas. ¡Yo tampoco lo esperaba de una científica! – Rio él. -

 

            La muchacha rio también, francamente divertida por aquello. No le podía culpar, la primera en haber caído en juzgar por las apariencias fue ella misma.  Continuaron intercambiando pareceres sobre éste y otro autor de poesías y literatos y los pocos minutos que ésta había pensado en disponer para charlar se convirtieron en hora y media. Así, en un momento dado, la chica consultó su reloj y exclamó alarmada.

 

-¡El tiempo se me ha pasado volando, tengo que irme!  ¡Dios mío! Penélope me matará, está sola esperándome en el laboratorio, es el día libre de Sandy y de Amatista, y sólo estaremos las dos porque Jen está con un resfriado.

- Siento mucho haberte entretenido tanto, pero tampoco me di cuenta, como tenía la tarde de permiso no me preocupé de la hora.  - Se disculpó Mazoui apurado por ella. -

- No que va, no es culpa tuya.- Se apresuró a responder Satory. –

 

La muchacha desde luego estaba muy contenta de haber pasado así la tarde, en un principio teóricamente aburrida, con el chico de sus sueños. Además, quedo agradablemente sorprendida de que a éste le apasionaban muchas más cosas comunes con ella de lo que habría podido imaginar, en el más optimista de sus deseos, de modo que reconoció.  

 

- Hablando se me ha pasado el tiempo volando. Es una lata que tenga que trabajar hoy. Pero mañana estoy libre desde las dos.

- Yo quizás tenga misión de vuelo, pero si no fuera así podríamos quedar a tomarnos otro café sin prisas y seguir hablando. Más poesía o quizás otras cosas. - Propuso él que también había disfrutado mucho de esa velada.  -

- Estaría encantada. Llámame si tienes la tarde libre, ¿vale? –Le pidió Satory.-

 

La joven sacó un papel de su bolso y con un bolígrafo garabateó rápidamente su teléfono del apartamento (sin pararse a pensar que era el mismo que Amatista y que Mazoui posiblemente lo supiera) no quiso darle el de su móvil puesto que el laboratorio, solía tenerlo apagado y no deseaba que él llamase y al no atenderlo pensara que ella no tenía interés.

 

- Gracias- replicó el muchacho haciendo un pliego con ese papel para guardarlo cuidadosamente en un bolsillo de su camisa. -

-Tengo que irme, adiós.- Se despidió la chica que salió corriendo de la cafetería.-

 

 Su improvisada cita la observó alejarse con una sonrisa. Aquella muchacha era realmente encantadora y se podía hablar con ella de prácticamente cualquier cosa. Lo cierto es que hasta ese momento no había reparado mucho en ella, había pensado que sería un ratón de biblioteca, y aunque lo era, desde luego tenía mucha sensibilidad y no casaba con esa imagen de científica únicamente apasionada por su trabajo. Estaba claro que era enormemente inteligente y que además era buena persona y sensible. Podía percibirlo con claridad. En fin, quizás no fuera mala idea llamarla de  nuevo…

 

-Bueno, al menos es una muchacha estupenda y muy amiga de Amatista. Desde luego, con su influencia la ha encarrilado bastante hacia el camino del estudio.- Se sonrió pensando sobre ello.- Ya se lo diré la próxima vez que quedemos…

 

            Tracer entró nada más salir Satory. Mazoui le vio saludándole muy contento, estaba de buen humor y con su compañero allí se reirían un rato antes de volver a la base y le contaría su animada conversación con esa joven científica. Pero extrañamente éste no tenía cara de broma. No perdió el tiempo y se sentó explicándole lo sucedido y haciendo desvanecerse su buen talante.

 

- ¡Ese maldito Logan! - rechinó Mazoui apretando los puños. - Cuando me lo eche a la cara se va a enterar.

- Me preocupa mucho lo que pueda ocurrir cuando tu primo lo sepa. Logan no tiene ningún tipo de escrúpulos para ligarse a vuestra amiga y eso es preocupante.- Le avisó su amigo con visible inquietud. -

- Ese tipo es un cerdo y se aprovecha de que Leval es demasiado ingenuo y buena persona, pero conmigo no le valdrán esas tretas ¡Vamos para allá!

 

            Y sin dilación ambos regresaron a la base. Para cuando lo hicieron Logan y Amatista estaban ya en el restaurante, cenando con una distendida charla. Él desplegaba todas sus dotes de seducción sabiendo que la chica estaba en un momento vulnerable, era su oportunidad. Tras la  cena  la invitó a un paseo por el parque, era de noche. Una noche regulada artificialmente por los sistemas de mantenimiento de la nave, pero que lograba una atmósfera adecuada, aquella luna de tres dimensiones holográfica simulaba estar llena. Cedric y la muchacha se sentaron en un banco y al poco él suavemente abrazó a la muchacha y le dio un ligero beso, ella no se resistió. Animado, intentó uno más largo, pero ésta vez ella se apartó ligeramente.

 

- Lo siento, estoy confusa - le confesó ella con la voz algo alterada y sonriendo algo nerviosa. - Es un poco pronto.

- Desde que te vi, pensé que tú y yo podríamos tener algo importante - sonrió Logan adulándola con suave tono. - Eres una mujer fuera de lo común. Es lógico que siempre se esté pendiente de ti. Y el que no lo crea así, es que no te merece.

- Sabes como conseguir que una chica se sienta halagada.- Admitió Amatista que, en su interior habría deseado fervientemente ese mismo comportamiento de Leval. Aunque pudo oponer para devolver el elogio y de paso tratar de serenar el ambiente. - Pero siendo un chico tan atractivo tendrás todas las chicas que quieras.

-¿Bromeas?,- sonrió él con fingida modestia. - Yo no soy ningún” Don Juan”. Es más, me cuesta expresar lo que siento, pero contigo es fácil, tú sabes escuchar. Y sólo una mujer antes que tú, me inspiró algo parecido.

-¿Quién fue? - Inquirió  ella escrutándole curiosa. -

- Una maestra que tuve en secundaria. - Amatista rio, eso sí que no lo esperaba. - No, no es una broma - afirmó él  visiblemente divertido incluso agregando con sorprendente sinceridad, tanta que él mismo se extrañó cuando declaró. - He salido con bastantes chicas sí, pero ninguna era como tú. No sabían lo que querían, ni tenían tu fuerza ni tu carácter, eres una persona única. Hay magia a tu alrededor.

- No sé que decir, hacía mucho que nadie me hablaba así.- Se sonrojó la chica que se sentía desbordada por tantos cumplidos que además, creía eran del todo sinceros. -

- Eso es que no han sabido ver todo lo bueno que hay en ti. - Le susurró Logan que ahora agregó de forma muy galante. Sin querer forzar más la situación. -Te acompaño a casa, es tarde y mañana ambos tendremos que trabajar.

           

Desde luego que se percató de que en ese instante era como si estuviera pescando y gran pez hubiera mordido el anzuelo. Si tiraba demasiado bruscamente el sedal podría romperse pero si era paciente podría ir poco a poco dominándolo. Así creía que iban las cosas. La chica estaba seguramente atraída por él, pero si trataba de besarla de nuevo o de precipitar los acontecimientos podría romper ese embrujo. No, mejor tener paciencia, actuar como un caballero y tomarse su tiempo. Nadie podría acusarle de intentar propasarse…

 

-Es cuestión de un par de citas más.- Se sonrió, imaginando con sumo regocijo.- La cara de idiota que se le va a quedar a Malden solamente será comparable a la de O’ Brian. Así seguro que mostraran sus verdaderas caras.

 

            Por su parte ella asintió, le agradó ver que Cedric no quería aprovecharse. Para ser sincera había oído a los chicos hablar mal de él. Incluso le criticaban sin tapujos haciendo alusión a su trato con los compañeros y con algunas mujeres en sus tiempos de academia. Pero estaba claro que no lo conocían bien. Aquel muchacho la acompañaba de forma muy amable sin preocuparse de ese toque de queda que tanto cacareaba Leval como tan terrible. Así aun anduvieron durante unos minutos más, y en esta ocasión fue ella quien le despidió a la puerta de su apartamento con un nuevo beso. Ahora sí que estaba muy confusa. Si antes había pensado que podría volver a existir una llamita nuevamente con Leval, tras esa tarde era como si alguien hubiese echado por encima un cubo de agua. ¿Por qué seguir suspirando por un chico que la ignoraba cuando podía tener ahí a uno que siempre estaba dispuesto a pasar el tiempo a su lado y escucharla? Al hilo de aquellas reflexiones Amatista entró, Satory ya había vuelto del trabajo y la observó entrar muy sonriente.

 

- Te veo muy contenta  ¿Te ha ido bien con Leval?

- No,- repuso ella despreocupada. - Ni le he visto, para él no significo gran cosa. En cambio he salido con Cedric, hemos cenado y paseado. Y...- se sonrió  maliciosamente para sentenciar -...bueno, lo demás ya llegará.

-¿Pero entonces que pasa con Leval? - Le inquirió su amiga preocupada y bastante asombrada  por aquel repentino cambio. -

- Quizás he esperado mucho de él durante todos estos años. Sólo es un amigo y nada más.- Respondió su compañera sin parecer afectada en absoluto. -

-¡Vaya! - se sorprendió Satory que, sin embargo, lo dejó correr. Ella también estaba contenta esa noche y le contó a su amiga su propios motivos para ello. - Yo tampoco puedo quejarme, lo he pasado muy bien esta tarde.- Afirmó con un tono bastante alegre. -

-¿Trabajando?,- se extrañó Amatista.-

 

Fue ella a quién le llegaba ahora el turno de mirar incrédulamente a su compañera. Extraña manera de divertirse. Aunque tratándose de ella bien pudiera ser.

 

-¡No boba! - rio su interlocutora que le explicó lo que había hecho. - Estuve con Mazoui. No sabía que era un chico tan encantador, tomamos café y hablamos mucho. ¡Hasta recita poesías! El caso es que llegué tarde al laboratorio y Penélope me echó una buena bronca. Aunque luego se rio cuando le explique...

 

            Su amiga se había reído a su vez escuchando aquello hasta que Satory mencionó a su implacable jefa. Por ello, sorprendida, le preguntó sin poder dar crédito a lo que oía.

 

-¿Penélope Winters? ¿La mujer de hielo?, ¿se rio de algo?

- No la juzgues tan duramente, es buena chica en el fondo,- repuso Satory  que de seguido la justificó de forma comprensiva. - Pero está nerviosa, tiene mucha responsabilidad, se juega su carrera y el trabajo de su vida en esto. Y ahora, además, tras este salto que hemos dado en el espacio…

- Es cierto. Y por otro lado Mazoui es un chico estupendo - alabó Amatista. - Por lo menos se ocupa de ti.- Dijo casi más para sí misma pensando en esa otra persona que tanto la había defraudado con su actitud. Aunque decidió que no era momento para amargarse y retomó el interés hacia  su amiga para preguntar. - ¿Y entonces qué pasó? ¿Has quedado con él para otro día?...

- Pues sí - admitió Satory algo colorada. - Si no tiene vuelo me llamará mañana. Como tengo el turno libre, iremos a tomar otro café.

- ¡Vaya, vaya con la chica tímida! ¡Cómo estás espabilando! – se sonrió su amiga con cierto retintín a lo que la sonrojada aludida le tiró una almohada a la cara. –

- ¡Deja de tomarme el pelo! – Le pidió Satory entre risas.-

 

            Y su compañera de piso en tanto se quitaba la almohada de encima añadió, ya de peor tono.

 

- Pues a mí me toca mañana jornada completa y con esa víbora de Sandy.- Se quejó suspirando resignada. -

- Es una chica resentida por algo - declaró su compañera con el gesto apenado - y lo paga con todo el mundo. No la hagas caso.

- Descuida, no dejaré que esa estúpida me amargue el día  - sonrió Amatista. -¿Y tú? ¿Por qué no te decides y le invitas a cenar? - Propuso  a su atónita compañera, añadiendo con tono insinuador.  - A esas horas no tienen vuelos. Vamos, ahora que vas tan lanzada no pares.

- No sé, no creo que sea buena idea. Una cosa es charlar tomando café, pero una cena.- Objetó Satory tímidamente. – Eso ya parece otra cosa, no es bueno ir tan deprisa.

-¿Cómo que no?,- rebatió su amiga que la animó con decisión. - No seas tonta, ¡lánzate! Si no te arriesgas va a pensar que eres un muermo. ¡Venga mujer! , ponte guapa y verás como le dejas colado por ti.

- Apenas le conozco, no sé que va a pensar de mí si actúo de esa forma. Y tengo poco que ponerme.- Alegó Satory preocupada y visiblemente amedrentada ante el simple pensamiento de una cita así.  –Nunca me he ocupado mucho de eso…

- No seas tan mojigata, con lo bueno que está y te pones trabas por cualquier cosa. Además, ¿qué dices? ¡Si tienes el ropero lleno de vestidos y de trajes! Mi madre te regaló unos cuantos y tu padre te ha comprado el resto,- respondió Amatista encargándose de desmontar esa coartada. – Y te los has traído casi todos. ¿Para qué?, ¿Para qué se apolillen en el armario?

- No quiero que crea que soy una chica fácil.- Repuso Satory temerosa de esa posibilidad. -

- Te he dicho que le invites a cenar, no que te lo cenes a él, ¡todavía! - rio su amiga que no se cortó a la hora de asegurar. - Eso ya vendrá después.

 

            Ambas chicas rieron con complicidad y Satory, más animada aunque con el semblante colorado, respondió.

 

- Tienes razón. Eso haré, mañana esperaré a que me llame y...

 

 Amatista entonces le hizo una mueca cerrando los ojos y simulando un beso. Satory, otra vez roja, le pegó con un cojín, ella le devolvió el ataque con la misma arma y tras una corta pelea utilizando también las almohadas las dos se cayeron de risa. Mientras, en la base, cuando Mazoui llegó a su cuarto descubrió que su primo repasaba unos informes de rutina, estaba ajeno a todo lo que había sucedido. No quiso decirle nada para no enfadarle y que en caliente hiciese algo que podría perjudicarle. Decidió esperar al día siguiente para hablar con Logan. Totalmente desconocedor de esa situación, Leval, después de su guardia estaba animado, mañana tendría el día libre. Se durmieron y por la mañana decidió llamar por vídeo teléfono a Amatista. Como ella tenía trabajo no pudo contactarla y esperó a la hora de comer, insistió, llamando al laboratorio. Ésta se puso y al verle en pantalla no sonrió como era habitual.

 

- Hola Amatista - saludó él - ¿Te apetecería tomar algo y charlar? Hoy tengo día libre.

- Cuánto lo siento, Leval. Hoy estoy ocupada,- declinó ella con un tono extrañamente frío. - Quizás otro día.

- Sí, claro - dijo él haciéndose cargo a pesar de que esa forma de hablar de ella le resultaba algo extraña. - Que tengas un buen día, nos veremos mañana.

- Adiós – repuso la muchacha de manera indiferente para colgar acto seguido. –

 

El muchacho se encogió de hombros, seguramente la chica tendría muchas cosas de las que ocuparse, entre sus estudios y las prácticas del laboratorio. Lo dejó correr, ya habría otra ocasión. Aunque casi le daba la impresión de que estuviera enfadada por algo…

 

-En fin, ella sabrá.- Se dijo dejando aparcado ya aquello para retornar a su cuarto.-

 

            El chico pensó en que esos últimas días tras haberse perdido en el espacio no fueron fáciles. A buen seguro Amatista estuviera rara por eso. Ya chalaría con ella y trataría de animarla. Mazoui por su parte fue en busca de Logan. Cuando le encontró le abordó con rapidez apartándole de no muy buenas formas de un grupo de oficiales que estaban cerca.

 

- Tengo que hablar contigo y ahora,- le dijo de forma poco amistosa. -

- Mira, Mazoui - repuso él tratando de eludir el tema puesto que ya se imaginaba en qué consistiría. - No creo que tú y yo tengamos nada de que hablar.

-¿Ah no? – Exclamó su interlocutor que, visiblemente enfadado, agarró de un brazo al otro oficial y lo arrastró a un cuarto adyacente que estaba vacío mientras le espetaba sin disimular su enojo. - ¡Yo creo que sí!

 

El resto de sus compañeros los observaron sorprendidos, algunos comentaron que quizás Logan hubiese hecho alguna de las suyas. Otros, con gesto divertido, afirmaron que si Mazoui le sacudía pues bien merecido se lo tendría. No obstante, alguno que era amigo suyo o bien que mantenía una relación cordial con él dijo que esas no eran formas, y menos entre oficiales, de resolver las cosas. Esos mismos mencionaron ciertos rumores sobre Mazoui y el primo de éste en los que se les brindaba trato de favor por parte de la superioridad. Se referían a que casi siempre eran los primeros en ser convocados para las misiones y que tanto Hazzar como Spar les tenían en muy alta consideración. A lo que los más cercanos a ellos y detractores de Logan acusaban a éste último de malmeter y afirmaban que, si esos dos chicos cumplían con éxito sus misiones, estaban salvaguardando la seguridad de todos. Pero los oficiales partidarios de Cedric argumentaban que el único crimen de Logan era el haberlo denunciado y que por ello esos dos le tenían en su lista negra. Sus opositores decían que era justo al contrario y que ese tipo les estaba haciendo una campaña inmerecida de acoso y derribo. De cualquier forma ninguno se quiso meter por medio. Con que la mitad de lo que se contaba sobre él fuese cierto, nadie desearía vérselas con su compañero y menos enfadado. Y a todo eso, sin dar opción a Logan para responder, Mazoui cerró la puertas tras ellos y se dispuso a ajustarle las cuentas...



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