Capítulo 2. El Encuentro de dos Mundos.
- Fijad rumbo 2-8-6-w. Vamos a potencia media...
- A la orden, señor, potencia media, dos-ocho-seis-w.
Sentado sobre el puente de mando el teniente Yener Rant D´lal repitió la orden de su superior, sólo hacía tres semanas que se había graduado en la academia general del ejército de Yumlaiance y pese a toda su preparación y su magnífico expediente estaba algo nervioso. Desde niño había soñado con llegar a ser un famoso guerrero del Kail como su maestro y mentor y un leal servidor de su Majestad Imperial. Ahora que, tras cinco años de estudios y ardua preparación ya era teniente, a buen seguro que lo conseguiría.
-Solamente debo de adquirir experiencia y lograr hacer algo de mérito. - Pensaba. -
No obstante, para ello lo fundamental era tener práctica y no había nada mejor para eso que el servir en uno de los cruceros ligeros de la flota. Gracias a ser el tercero de su promoción había podido pedir ese destino, sabía que tenía una gran suerte pues así podía conseguir dos de sus principales objetivos, aprender y vivir aventuras. Hacía ya una semana que habían partido del planeta y cruzado la zona jurisdiccional de la Cuádruple Alianza. Estaban en espacio casi desconocido, pero hasta ahora salvo una tormenta magnética que sufrieron haría tres jornadas, tras pasar por un doble sistema estelar de enanas rojas, no había ocurrido gran cosa. Maniobras tácticas, cursillos de preparación para entablar contactos con naves amigas o enemigas. Reglas de enfrentamiento. Interferencias debidas a ese mismo magnetismo con su mundo de origen y con el resto de la flota. Aunque aquello no era algo fuera de lo corriente cuando se atravesaban según que regiones del espacio.
-Es como repasar otra vez el temario de la Academia, pero en versión acelerada. - Se decía con resignado aburrimiento. - Pero bueno, tampoco íbamos a la zona neutral, de modo que sabía que no iba a ver un acorazado nephraler.
Desde luego que lo hubiese preferido, sería algo inusitado y le invadía la curiosidad. Aunque, como el resto de los de su mundo, tuviera una mezcla de desprecio y desconfianza combinado con cierto temor y fascinación hacia aquellos tipos.
-Recuerdo las historias que mamá nos contaba a Erel y a mí siendo pequeños. Que si los nephralers descendían de los señores de la oscuridad. Que si eran pálidos porque vivían bajo tierra. - Se sonrió ahora, meditando. - ¡De niños nos creíamos cualquier cosa!
Aunque tuvo que admitirse, quizás debido a la influencia de su entrenamiento en el monasterio.
-Yo todavía creo muchas. Al menos, el maestro Azor nunca negó que las historias de mi madre fueran del todo inventadas. ¡Ojalá pudiera comprobarlo por mí mismo!
Desde luego, tenía un gran deseo de buscar respuestas a muchas cuestiones, interrogantes que, desde que era un niño, le fascinaban. A eso se unía que nunca destacó por ser un muchacho tranquilo y contenido. De hecho, tenía tendencia a precipitarse a la hora de querer resolver las cosas. Y siempre deseaba salirse con la suya. Casi a cualquier precio. Se sonreía rememorando las regañinas de su madre, las pacientes conversaciones con su padre y hasta los llamamientos a la calma que le hacía su propio hermano menor. Ni siquiera en el Monasterio habían logrado quitarle esa parte de sí. Hasta su maestro Azor Ligero a veces le amonestaba con ese estilo suyo paternal y tranquilo. Típico de quien ya tenía un gran conocimiento y experiencia en la vida. Y eso pese a que el muchacho no paraba de cometer trastadas desde que ingresara en la Orden del Kail con ocho años. Esas cosas que habrían sacado de sus casillas a cualquiera eran, no obstante, tomadas con gran aplomo y serenidad por su mentor. Y esa era una de las cualidades que Yener más admiraba. A buen seguro porque él era incapaz de mostrar tal contención.
- ¡Ja, ja! Nunca pude ser un buen instructor para los cachorros. - Se decía. – Jamás he podido comprender como se las apaña él para ser tan paciente…
Verdaderamente, adoraba a aquel hombre. Y buscaba su aprobación tanto o más en algunos aspectos que la de su propia familia.
-Mi padre nunca me ha entendido demasiado. - Pensaba ahora con peor talante. – Nunca quiso que mamá hablase con el Kail para que me admitieran, y luego bueno, decía que sí, que era algo muy honorable y que serviría para mi hoja de logros en la vida. Con eso siempre podría dedicarme a la política o asociarme a alguna firma prestigiosa si estudiaba ciencias de la economía. Creo que le di un disgusto cuando decidí ingresar en la academia militar de Dumlans.
Y fue otra cosa que, contra viento y marea consiguió. Su padre alegó al enterarse de eso que nunca podría pasar las pruebas. Yener tomó la resolución de demostrarle lo equivocado que estaba. ¡Y en verdad lo consiguió! Con gran orgullo se acordaba de su ceremonia de graduación, en presencia de su familia y su maestro, cuando le fue entregado el despacho de teniente, jurando lealtad en nombre de los dioses hacia el pueblo de Yumlaiance, personificado en la figura del Emperador, el gobierno y sus superiores.
-Mi padre, como de costumbre, dijo que le parecía muy bien y que me felicitaba, pero que no me empeñase en seguir la carrera militar, que no pasaría de comandante a lo sumo. También insistía en que en la empresa privada y con sus contactos iba a ganar muchísimos más créditos y a vivir mejor. Bueno, no pudo convencerme, aunque sí lo logró con mi hermano, Erel sí que le ha hecho sentirse orgulloso, será el que se ocupe de la empresa familiar. Por fortuna, Azor Ligero sí que supo entenderme.
Y es que el propio maestro del Kail le había sugerido que, para adquirir experiencia, se embarcase en una de esas naves que efectuaban trayectos de exploración más allá de las fronteras de su cuadrante estelar.
-Quizás tu destino esté más allá del cielo de Yumlaiance, Gavilán, - Le dijo poco antes de su graduación como teniente. –
En ese momento se animó mucho, si su maestro así se lo aconsejaba no hacía más que reforzar su determinación. Vivir aventuras, enfrentarse a algún ser desconocido o ganar gloria para él y su planeta.
-Salvo en la zona neutral quizás sea aquí donde creía que podría tener la ocasión de poner a prueba mis habilidades. Aunque todavía me queda mucho para alcanzarte, maestro. Pero estoy en camino. - Pensaba no sin satisfacción, aunque disminuyendo su entusiasmo al pensar no sin fastidio. – Aunque pensé que iba a ser otra cosa y como esto siga así de aburrido no tendré nunca oportunidad de hacer méritos para lograrlo.
Y así era. El muchacho esperaba con impaciencia algo que alterase la monotonía de aquel viaje. Pero hasta aquel momento sólo había visto mucho espacio vacío y recibido un montón de órdenes rutinarias.
- Desde luego, ésta no es la idea que yo tenía en mente. - Pensó una vez más sintiéndose algo decepcionado -…lo estaría pasando mejor en un picnic con mi madre y sus amigas.
¡Y eso era desde luego mucho decir! El pobre no aguantaba aquellas reuniones con el cotilleo y las noticias del corazón casi como únicos temas. Al menos, siendo un crio, jugaba con su hermano, o con su amiga Karie a la que se complacía en tomar el pelo a la menor ocasión.
-Siempre saltaba totalmente enfadada. Y hacía causa común con Erel para devolverme las bromas. Bueno, a fin de cuentas, son de la misma edad. - Se sonrió una vez más. –
El caso es que estaba divagando en esos recuerdos de infancia y adolescencia. Señal de que no sucedía nada interesante.
-Esperemos que esto se anime. - Deseó. –
Como si le hubiese adivinado el pensamiento, su superior y comandante de la nave, el capitán Amir Conelt le dijo apoyando una de sus manos en un hombro de Yener.
- ¡Muchacho, no pienses que vamos a entablar combate contra una flota de extraños dispuesta a invadir nuestro espacio en tu primera misión! – Declaró el veterano oficial y su tono desde luego sonó bastante jocoso. -
- No, no señor- respondió Yener confuso e incluso azorado para admitir. - Solamente creía que esto sería diferente.
- ¿Diferente? - Repitió el capitán algo incrédulo, añadiendo con tinte paternal. - Rant, pronto te darás cuenta de que las cosas no son como en las clases teóricas de la academia, ni los simuladores de combate.
- De todas formas, estamos adentrándonos por una zona desconocida. La última base de la Cuádruple Alianza está ya casi a un kuarseq de aquí. Nunca se sabe, señor. – Quiso oponer todavía él. -
- Mira. - Respondió el capitán con una paternalista sonrisa. – No quiero desilusionarte, pero, como bien sabes, el espacio es tan grande que podríamos estar rodeados de planetas habitados y de miles de naves y no llegar jamás a saber de ella. Además, éste es sólo un vuelo de reconocimiento previo a una autentica misión de exploración, eso es cosa de una flotilla de combate más preparada y con naves de auto abastecimiento.
Yener no tenía más remedio que darle la razón a su capitán, pensaba en tener paciencia y limitarse a cumplir con las órdenes cuando un oficial radio holografísta informó de la presencia de una débil señal en la pantalla. Eso le hizo albergar una tímida esperanza, aunque avisos como esos los habían tenido a montones. Sin embargo, la cosa parecía prometer tras unos instantes cuando Conlet inquirió.
- ¿Puede ser un meteorito o un cometa?
- No lo creo, señor, - contestó el alférez a cargo de la pantalla precisando los datos - su movimiento es demasiado regular y avanza hacia nosotros siguiendo un rumbo. Pareció variar acorde al nuestro. Como si no hubiera detectado. Creo que se trata de una nave.
- La “Imbola” estaba cerca de nuestra posición señor, podrían ser ellos. – Argumentó con lógica Yener. -
El joven se sentía motivado por un posible encuentro con algo desconocido, aunque dándose cuenta de que su superior podría tomar aquello por un entusiasmo infantil, quiso comedirse no queriendo que se le notase demasiado. Además. Esa era la explicación más plausible, pero algo en su interior le hacía sentirse algo nervioso. Una de esas disciplinas que dominaba parecía haberse activado. Aunque de momento no quiso darle mayor importancia ni comunicarlo. A muchos en la nave no les gustaba que exhibiera ese tipo de habilidades y hasta consideraban de mal gusto que hiciera alarde de ellas.
-Ya lo decía el maestro. Hay bastantes personas hoy día que no prestan mucho crédito a la tradición. ¡Pues hacen mal! - Meditaba no sin contrariedad. - ¿Dónde estaría Yumlaiance de no ser por nuestras tradiciones y cultura? Sobre todo, la de los Señores del Kai de Sommerlund.
Alguna que otra pelea había tenido en lugares de ocio cuando por una causa u otra se sabía que era miembro de la orden. Nunca faltaba el gracioso que le pedía, por supuesto con sorna, que hipnotizara a la camarera esa que estaba tan buena o que hiciera levitar una jarra de cerveza de Blorg para acercársela. Y, sobre todo, cuando el imbécil de turno hacía mofa de los nombres impuestos del Kail. Algo así como.
- ¡Eh, amigo!, ¿Cómo te llaman en el Monasterio? ¿La Rana Saltarina? ¿El Mono bailarín?
Normalmente no hacía el menor caso, pero si algún idiota se ponía demasiado pesado aquello acababa mal. En más de una ocasión llegaron incluso a arrestarle por sacudir a más de uno aplicando alguna técnica de combate. Y pasó un par de noches en el calabozo. Por fortuna, nunca le hizo demasiado daño a nadie y siendo un miembro de esa reputada orden solía contar con cierta manga ancha y las autoridades hacían muchas veces la vista gorda, estando al corriente de que existían esas provocaciones. Por su puesto que había mucha gente también que les apoyaba, respetada y admiraba. Aunque cuando le tocó sufrir algún castigo lo aceptó sin protestar y sin que nadie de la familia o del Monasterio moviese un solo dedo para librarle del mismo. Porque en eso, tanto sus padres como el maestro, estaban de acuerdo.
-Si tú te metes en un lío, sal tú mismo de él. - Rezongaba en voz baja la perorata que su padre solía soltarle cuando aquello sucedía. -
Pero con Azor Ligero era diferente, al menos en la forma en la que aquel hombre le hablaba. Cuando el chico pensaba que posiblemente su tutor del Kai le fuera a regañar, éste le sorprendía haciendo que él mismo se avergonzase al darse cuenta de su erróneo proceder. A veces no sabía qué era peor.
-Bueno, claro que lo sé. La manera del maestro Azor es mucho peor, hace que me de cuenta de lo idiota que puedo llegar a ser. - Se decía realmente apurado al pensar en ello. –
Se acordaba de una vez en particular. Tendría unos quince años y sucedió cuando, tras ser enviado a recoger leña por alguna infracción de esas que solía cometer con llegar tarde, tratar de impresionar a alguna chica con sus habilidades o sencillamente estar distraído en las clases, su mentor le comentó a su vuelta.
-Vaya, Gavilán Veloz. Parece que has recogido un buen montón.
-Sí, maestro. Lamento haber jugado al tiro al blanco en la puerta del almacén con mi hacha. - Suspiró pues el castigo fue debido a eso en aquella ocasión. - Y más aún cuando Búho Astuto iba a abrir la puerta, celebro que sea tan rápido esquivando. - Suspiró aliviado. -
Azor Ligero se rio de aquello. Afirmando divertido.
- ¿Por qué crees que le llaman Búho Astuto?
-No lo sé. Aunque no pienso que tenga que ver con su velocidad. - Comentó el desconcertado chico. -
Su maestro volvió a reír palmeando un hombro del chico y contestó.
-Nunca se sabe que pueda haber tras una puerta. Eso dice siempre. Y por tanto abre con precaución. Además, siendo maestro del Kai de segundo nivel, sus sentidos le alertaron de que algo no iba todo lo bien que debiera.
-Sí, lo lamento de veras. - Se excusó el joven una vez más mirando hacia el suelo y admitiendo. - Merezco ser castigado.
Su mentor le miró moviendo ligeramente la cabeza y repuso con tono amable y lleno de enigmática introspección, como casi siempre que le contaba alguna anécdota de los tiempos antiguos.
-A veces Gavilán, ser castigados es nuestro destino. Y sin duda se aprende más de un error que de un acierto. Eso hará que, al paso que tú llevas, algún día seas muy pero que muy sabio.
El muchacho no sabía cómo tomarse aquello. Azor Ligero tenía esa clase de humor socarrón que gustaba a Yener o le sacaba de quicio, dependiendo, claro está, de si iba dirigido hacia él como blanco o no.
-Sí, maestro. – Suspiraba resignadamente él. -
-Y recuerda que, de no haber sido por un castigo por su falta de atención en una clase, nuestro refundador Lobo Solitario, habría muerto junto con sus compañeros y el Kai jamás habría resurgido.
¡Ese sí era un consuelo! Sobre todo, cuando le habían puesto a él en un comparativo de igualdad con aquella leyenda. Aunque fuera para hablar de castigos. Sonrió sin poderlo evitar.
-Visto así, el haber ir a recoger leña como hizo él hace tantos siglos, es un gran honor. Puedo sentirme orgulloso de ello.
Y su mentor exhibió aquella sempiterna sonrisa suya, asintiendo ligeramente para sentenciar.
-Empiezas a verlo desde la perspectiva correcta, Gavilán, recuerda que siempre hay modos diversos de ver una misma cosa…
Ahora, una orden del capitán le hizo dejar a un lado esas reflexiones y recuerdos.
- Pongámonos en un rumbo paralelo y preparen los sistemas de ataque por si acaso. Dispongan también la comunicación en la frecuencia estándar de la alianza, podría ser una nave de Nataclia.
- Sí, señor. O quizás Ciloneresa o de Akapler - Añadió Larus Daet, otro de los jóvenes tenientes de la nave, compañero de Yener desde la academia. -
En realidad, eran grandes amigos y habían logrado sus destinos juntos. Larus siempre más tranquilo y moderado que su compañero sonreía divertido para sus adentros taladrando la impaciencia de su amigo con aquellos azules y brillantes ojos. El bueno de Yener estaba loco por encontrar cualquier cosa rara allí fuera, incluso más que ligar con chicas cuando salían de permiso. Aunque en opinión del propio teniente Daet era mejor no tentar la suerte.
- Siempre estás impaciente por meterte en líos, Yener. - Le dijo con tono divertido. -
- ¿Cómo cuando fui contigo al Dibarem Stadium a ver a mi equipo? - Se sonrió el aludido. -
- ¡Únicamente a un loco se le ocurrió querer entrar en la zona de los hinchas acérrimos del Campirians de Guadail con una bandera del Prehistar de Dumlans! - Rio Larus. - ¡Menos mal que logré disuadirte de que te quedaras!, cuando marcasteis el empate y gritaste gol, ni todas tus disciplinas de monje- guerrero te habrían salvado.
-Admito que fue ingenioso por tu parte el decir que eso era un experimento sociológico, y que estábamos ensayando una broma.
- ¡Y menos mal que después saliste corriendo! - Añadió su compañero riéndose también. - Al menos aprovechaste los instantes que te di hasta que los ultras comprendieron que era una malísima excusa.
Hasta los compañeros que estaban cerca de sus puestos sonrieron. Y es que los deportes levantaban pasiones, había varios equipos en su mundo de importancia, pero esos dos eran sin lugar dudas, los más enconados rivales.
-Pues esta vez no estamos en un partido. Esto es algo un poco más importante. - Les dijo el comandante Elkor, el segundo al mando, interrumpiendo aquel ambiente tan distendido. - Esa nave ha virado para aproximarse, y acorde a las lecturas está aumentando su espectro energético.
-Podrían ser armas o sistemas defensivos. - Declaró un oficial de navegación. -
- ¿Será una nave enemiga? - Inquirió Yener pensando en aquellos tipos que eran casi innombrables para los suyos. -
-Esperemos que no, teniente Rant. - Declaró Elkor. -
-No es probable en este sector del espacio. De todos modos, tenemos que ir con cuidado, lo último que nos haría falta sería provocar un incidente diplomático con alguna potencia aliada, - previno el capitán, añadiendo sin ocultar su preocupación. –O peor aún, con alguna que no lo sea.
- Ya hemos enviado el mensaje, señor, - intervino un alférez que objetó de seguido. - Pero no nos llega respuesta en la frecuencia de la Alianza, ni tan siquiera en otras secuencias.
- Prueben con todos los canales simultáneos que conozcan, en todos los idiomas. Introduzcan códigos de comunicación matemáticos y lumínicos de tipo universal. Sea lo que sea espero que podrá entender algo de eso. - Deseó el veterano oficial a quien aquello comenzaba a parecerle bastante atípico. -
- Hemos verificado que es una nave, señor. Está solo a varios bidicars, su tamaño es la mitad del nuestro aproximadamente, su tecnología, por lo que podemos constatar es similar.
- Entonces podríamos acercarnos manteniendo los sistemas de ataque listos - sugirió Yener. - Con el escudo desplegado. Posiblemente les superaremos en potencia.
- Nuestros escudos no son muy potentes, - objetó Larus, añadiendo con precaución- y no sabemos la capacidad real de ataque de esa nave, caso de que vaya armada. No deberíamos dejarnos engañar por su tamaño.
-Bien dicho teniente Daet. - Aprobó el capitán. -
- Es cierto, por su forma y velocidad creo que es una nave de combate, - declaró Yener- de eso no me cabe duda.
- ¿Alguna percepción más, Rant? - Le inquirió el comandante Elkor. -
-No señor. Mis sentidos me lo confirman. No están indefensos, para bien o para mal pueden luchar. Es lo más que puedo sentir a esta distancia. – Concluyó el aludido. –
-Una agudísima intuición. La misma que hemos debido de tener todos en el puente. - Susurró un tal Kair Mulhar, otro teniente que se sentaba a dos plazas de Yener. -
Este le miró de reojo con inquina, ¡Ese tipo era el típico caso del payaso que infravaloraba las disciplinas del Kail! En un juego de palabras de origen Tibinqués, una región de Yumlaiance, venía a decir que eran “disciplonas”, por lo simplonas.
-Uno de estos días te voy a sacudir con una de mis “disciplonas”. Y ya me contarás qué te parece. - Se decía Yener con amplio regocijo. –
Por fortuna para él, esos pensamientos les eran ajenos al resto. Quizás no del todo a Larus quien ya le conocía lo suficiente como para haberse preocupado por la mirada que Yener dedicó al imbécil aquel. Aunque gracias a la madre Maray, diosa de la paciencia, él se contuvo y Larus no hizo ni el menor comentario.
- ¿Estamos ya lo bastante cerca? - Preguntó entre tanto el capitán al navegante-.
- Sí señor, distancia, ochenta y un bidicars. – Confirmó el oficial. -
- ¿Siguen sin responder a nuestras señales? - Inquirió Yener bastante expectante. -
- Negativo señor...- respondió el alférez de comunicaciones. -
- Quizá sean hostiles o simplemente no nos entienden- conjeturó Larus-...
- ¿No entendernos con esa tecnología? - Exclamó Yener, alegando. - ¡Por favor, eso no es lógico! Aunque no hablen nuestra lengua comprenderán las secuencias matemáticas.
Su compañero y amigo se encogió de hombros. Tampoco sabía que responder a eso. Desde luego que a Yener no le faltaba la razón en esta ocasión. Una civilización capaz de construir ese ingenio a la fuerza debería comprender unas bases matemáticas tan sencillas.
- ¿No será un simulacro? - Inquirió entonces Larus con agudeza, explicándose. - Ya sabe, mi capitán. A veces el alto mando envía naves camufladas para estudiar las reacciones de las tripulaciones con oficiales recién salidos de la academia.
-Podría ser así, señor. - Convino Mulhar, en serio por una vez. - Quizás deseen ver como funcionamos bajo presión.
-Por lo que a mí respecta, no se me dio orden alguna, ni se me advirtió en ese sentido cuando partimos. - Declaró Conelt. -
Y los sentidos básicos de Yener le indicaban que su oficial al mando decía la verdad. O al menos eso es lo que realmente pensaba. Quizás el almirantazgo hubiese enviado una nave incluso sin notificárselo al capitán. Aunque ese procedimiento no era el ortodoxo, les creía perfectamente capaces. No ignoraría que a bordo estaba él quien con sus percepciones del Kail podría detectar algo en el propio capitán. Lo cierto es que él mismo estaba totalmente perdido en medio de aquella situación.
-Ahora sí que espero que no nos equivoquemos. En esta ocasión, no creo que la filosofía del maestro Azor sirviera de mucho. La sabiduría que adquiriríamos al equivocarnos no nos ayudará si empezamos una guerra. - Pensó con inquietud. -
- ¿Qué hacemos, señor? - Inquirió entonces Larus mirando fijamente a su capitán como si intentase anticipar la reacción de éste por los gestos de su cara. - ¿Esperamos?
- De momento eso será lo más prudente, - convino Conlet que no obstante advirtió. - Pero esté listo para romper contacto en cualquier momento y trate de localizar la posición de alguno de nuestros cruceros de batalla. Podríamos precisar de su apoyo, al menos como elemento disuasor.
Yener asintió conforme con aquella orden, sabía que al capitán le gustaba tener las espaldas bien cubiertas y desde luego, para eso no había nada mejor que los nuevos cruceros de batalla. Quitando los súper-cruceros y porta naves eran lo más potente de la flota, uno sólo de ellos amedrentaría a cualquier intruso lo suficientemente listo como para darse cuenta de su potencia. Pero habría que ver si aquellos extraños eran lo bastante listos. Desde luego la pantalla no mostraba más naves, pero podrían tener dispositivos de camuflaje, como esos odiosos Nephralers que tanto inquietaban al mando aliado. Ojalá que no fuera una nave de ellos, aunque de haberlo sido ya les habría llegado alguna contestación, de un modo o de otro. Pese a todo a ninguno de los dos mundos le interesaba una escalada en las hostilidades. Eso mismo comentó Mulhar.
-Esos tipos serán raros, pero no son estúpidos. Al menos, supongo que tendrán a alguien que razone en Helgamad, su capital – replicó Yener. –
-Por una vez, estoy de acuerdo contigo Somerés. - Se sonrió este. –
Así le llamaba ese cretino. Aunque sabía de sobra que Yener había nacido en Dumlans capital y era Yumcer. Sin embargo, su madre sí que era de la región de Somer, o, mejor dicho, del antiguo reino que así se llamaba, en el idioma antiguo, el reino de Sommerlund. Eso, unido a que el monasterio estaba en aquella región, le había granjeado ese apodo por parte de aquel cretino desde que le conociera al poco de llegar a su actual destino.
- Señor, se recibe una transmisión por banda cuatro – Avisó en ese instante el alférez de comunicaciones. - Es un código binario, parece muy fácil, ellos también tratan de decirnos algo.
La dotación del puente pudo dar un aliviado suspiro, esos tipos no pretendían entablar combate, al menos por ahora. Si trataban de comunicarse era posible que tuvieran intenciones pacíficas. ¿Aunque quién sabe? También les podrían estar enviando un ultimátum para la rendición. Ahora todo dependía de la suerte y del servicio de claves.
- ¿Pueden descifrarlo? - Preguntó el capitán con los ojos muy abiertos. -
- El ordenador está en ello, señor- contestó Larus que se ocupaba directamente del asunto. - Creo que podrá…
A cabo de unos segundos, el traductor del ordenador efectivamente aseguró tener la respuesta.
-Son claves de espectros de elementos químicos básicos. - Informó uno de los alféreces de comunicaciones. -
-Deben de estar tratando de instaurar un sistema basado en cosas que compartamos. - Conjeturó el comandante Elkor. –
-Eso sería lo más lógico, nosotros haríamos lo mismo. - Convino su superior que inquirió. - ¿Se recibe algo más?
-Sí, señor. Más claves similares. - Fue la respuesta. –
-Contesten y transmitan de igual modo. - Ordenó Conlet. –
-Transmitiendo fórmulas matemáticas básicas. Y código binario con igualdades lógicas. - Declaró el oficial al cargo. -
Todos aguardaron expectantes. A buen seguro los ordenadores de esos individuos estarían a la par con los suyos. Si era así, podrían descifrar rápidamente todo eso y crear algún vínculo idiomático para elaborar mensajes más complejos. Yener entonces sintió algo, como si un pensamiento ajeno le hubiera visitado por unos instantes.
-Esto absolutamente seguro de que quieren entablar un contacto pacífico, señor. - Dijo entonces al capitán Conlet. -
-Muy bien, teniente Rant, eso mismo opino yo. – Convino el interpelado, ordenando. - Transmitan en código de nuevo contacto universal.
Y esa orden era de lo más apasionante que Yener o cualquier otro a bordo de la nave hubiesen experimentado nunca. Oficialmente se iniciaba un protocolo de comunicación con una cultura alienígena totalmente desconocida. De modo que, tras enviar salutaciones en nombre de la Cuádruple Alianza de planetas y concretamente del suyo, Yumlaiance, quedaron a la escucha. Apenas unos instantes después recibieron la réplica. El capitán ordenó que el contenido del mensaje le fuera revelado solamente al puente de mando. El alférez de comunicaciones cumplió la orden y el ordenador emitió el comunicado que había podido traducir con inexplicable facilidad.
- Es un mensaje de salutación...dice textualmente." Saludos, somos una nave de patrulla de la federación de Planetas Unidos, somos pacíficos y deseamos entablar comunicación, respondan en la misma frecuencia si han entendido el mensaje."
Y tras mirarse todos con extrañeza, un joven oficial preguntó.
- ¿Federación de mundos? ¿A qué federación se refieren? –
- Es evidente que a ninguna que conozcamos. – Replicó Larus. -
-Hemos debido de viajar demasiado lejos de nuestras fronteras. - Afirmó el comandante Elkor. - Puede ser que esa tormenta electromagnética cuando pasamos cerca de aquel sistema estelar binario nos afectase el rumbo y la medición. – Conjeturó el teniente Daet. -
- Bien pudiera haber sido así. Ya nos ocuparemos de eso más tarde. Por ahora, responda a su requerimiento - ordenó el atónito capitán. - Indique nuestro nombre y planeta de procedencia y exprese nuestras intenciones pacíficas.
- A la orden- respondió el teniente Daet preguntándole cautamente a su superior - ¿Bajo el sistema de ataque, señor?
- Con el debido respeto, mi capitán. Yo aún no me fío - objetó Mulhar. - Podría ser un truco. La forma en que han entablado contacto es demasiado fácil. Su idioma es muy parecido al nuestro, sus bases léxicas demasiado similares.
- ¿Insinúa que todo esto podría ser una trampa de alguna nave enemiga que nos conozca? - Preguntó Elkor. –
-Bien pudiera ser, mi comandante. - Asintió el interpelado. -
El capitán Conlet entonces se dirigió a sus oficiales preguntando con visible interés.
-Muy bien, señores. Deseo escuchar sus opiniones. ¿están todos de acuerdo con el teniente Mulhar?
-No señor. Mi opinión no coincide con la suya. - Terció Yener. -
- ¿Acaso detecta algo nuevo ahora con sus destrezas del Kail, Rant? -. Quiso saber Conelt. -
- Sigo igual que antes, apenas puedo percibir nada, estamos demasiado lejos y nos aísla el espacio. Mi sexto sentido no es capaz de funcionar en óptimas condiciones. –Opuso Yener que tampoco deseaba admitir que todavía no tenía lo bastante agudizada tal disciplina. –
-Señor, ¿el teniente Rant quiere que confiemos en unas destrezas de las que no está seguro, arriesgando la nave? - Inquirió Mulhar con patente desconfianza. –
Yener movió la cabeza tratando de contener su enfado. ¡De buena gana le daría un puñetazo a ese tipo en la cara! Aunque, por otra parte, tenía que reconocer que sus objeciones eran bastante objetivas. Aun así, declaró.
-Tampoco convendría mostrarnos hostiles, señor. A buen seguro habremos entrado en su espacio. Deberíamos dar un perfil bajo de amenaza, no bajar escudos, pero tampoco apuntarles con nuestras armas.
-Coincido con eso, mi capitán. - Añadió Larus. –
Los oficiales al mando intercambiaron miradas. Les parecía bien que esos jóvenes tenientes estuvieran manteniendo ese intercambio de sugerencias. Finalmente fue Conlet quien tomó la palabra para decir.
-Todos sus puntos de vista son igualmente razonables. Ni podemos confiarnos y bajar la guardia, ni tampoco debemos mostrarnos agresivos en un espacio extraño.
-Así es, señor. - Añadió el comandante Elkor, para sentenciar. - Especialmente si pudieran llegarles refuerzos.
- Muy bien, teniente Daet - Acordó el capitán dejándose llevar por la prudencia. - Por ahora mantengan los sistemas alerta. Pero transmita ya...
La transmisión se hizo y al poco les llegó un mensaje que les invitaba a un contacto visual en pantalla.
- ¿Lo hacemos, señor?,- preguntó Yener visiblemente nervioso. -
- Por supuesto, yo tengo curiosidad, ¿usted no? - Le sonrió el capitán que no parecía estar preocupado precisamente por eso. -
- Espero que no sean demasiado feos, - sonrió débilmente el muchacho tratando de apaciguar su inquietud y curiosidad. -
-Creo que sobreviviremos a eso, teniente. Emita imágenes y prepare nuestro sistema de recepción. - Le ordenó el comandante Elkor. -
Rant obedeció y tras unos tensos instantes la pantalla se iluminó y lo que vieron desde luego, era algo que ninguno esperaba. Mirándolos con la misma curiosidad que ellos y quién sabe si preguntándose lo mismo, cuatro pares de sorprendidos ojos que correspondían a un mismo número de jóvenes rostros que no se diferenciaban en nada de los suyos. Aquellos muchachos vestían un uniforme azul con amplias tiras blancas que les cubrían el pecho y una especie de hombreras acolchadas del mismo color. Yener comparó su propio pelo de color castaño con uno de aquellos muchachos y eran prácticamente igual.
- ¡Por Ishir, Alex, Maray y Kail! Parecen humanos - exclamó Larus asombrado -. ¿Cómo es posible? ¿De qué planeta son?
- Podría ser una ilusión y que adopten nuestra forma para engañarnos. - Le previno Mulhar. –
-Un intento por su parte de no asustarnos. Un razonamiento interesante. - Comentó el comandante Elkor. –
- ¿Y cómo sabrían de nuestra apariencia? - Inquirió Conlet con agudeza, para declarar. - O bien están dotados con sistemas de visión y aparatos de información capaces de atravesar nuestros blindajes y medidas de seguridad, o poseen poderes son extrasensoriales.
Nadie contestó de momento. Yener tampoco estaba demasiado seguro de que no fuera así. Incluso comenzaba a percibir algo extraño, como si, tal y como había dicho su capitán, una especie de fuerza psíquica bastante importante se manifestase desde esa nave, aunque no era necesariamente hostil pero sí bastante potente.
- ¿Qué opina, usted Rant? - Quiso saber Elkor. -
– Aconsejo prudencia, señor. - Fue lo único que se le ocurrió replicar. -
Y viniendo de él, eso era mucho decir. Por su parte Conelt se mesó la barbilla apoyándose en su sillón del puente y tratando de pensar. Si esos tipos eran realmente como él y los suyos bien pudieran ser un mundo cercano a la Alianza o conocido por alguna potencia amiga como Nataclia, aunque llamar amigos a los natacliers sonaba a un eufemismo de lo más forzado. (Esos tipos le ocultarían hasta la luz de los soles a su propia madre si con eso obtuvieran ventaja). Siempre actuaban de forma misteriosa, como si anduvieran reservándose información a cada momento. Por una parte, era natural, por muy aliados que fuesen tampoco los servicios secretos de Yumlaiance iban a desvelar todo lo que supieran a ningún otro mundo de la Cuádruple Alianza, empero, lo de los natacliers era excesivo. Y en una situación como ésta el alto mando a buen seguro que desearía una comunicación lo más detallada posible. Y si no lo eran, no podía poner en peligro la seguridad de la nave y toda la tripulación. Era arriesgado pero el capitán creía que la mejor opción sería...
- Voy a proponerles un abordaje para entablar contacto directo - decidió Conlet haciéndoselo saber a su tripulación. - Se aplicarán todos los protocolos de aislamiento y descontaminación biológica.
Eso dejó perplejos a todos los que le rodeaban. Sus oficiales le miraron entre atónitos, temerosos y anhelantes de que aquello se produjese.
-Prepárense, uno de ustedes será el designado para esta misión. - Ordenó a Yener, Larus y Mulhar. –
Los tres saludaron y se dirigieron de inmediato a la sala de descontaminación para equiparse.
-Quizás te elijan a ti al final, Daet. - Comentó Mulhar con algo de sorna al añadir. - No siempre se tiene el privilegio de viajar con alguien tan famoso.
-Dudo mucho que esos seres, quienes quiera que sean, sepan de mi existencia. - Comentó estoica y modestamente este. –
Yener miró a ese estúpido de Mulhar con inquina. Aludía a que Larus había sido un cantante de éxito en Yumlaiance y decidió dejar su carrera en pro de servir a su mundo. ¡Pero siempre tenía que haber algún idiota que le recordase aquello con desdén, tachándolo de ser una especie de truco publicitario o un recomendado por su fama! De modo que no se privó de intervenir, dirigiéndose a ese cretino de Mulhar
-O puede que te enviemos a ti. - Conjeturó del mismo modo ácido e irónico al señalar con fingida inquietud. - Mejor que no, o podrían pensar que todos somos iguales.
- ¿Qué pretendes decir con eso? - Replicó ese tipo, con talante de pocos amigos. -
-Creo que está muy claro. - Le sonrió desafiantemente su contertulio. –
Mulhar se aproximó a él mirándole fijamente, como si de esa manera fuera a poder intimidarle, Yener se limitó a mover la cabeza, aunque le estaba costando lo indecible no arrearle a ese idiota un buen mamporro. Más cuando este le espetó a la cara.
- ¿Te has creído que con esos truquitos de feria del Kail que te han enseñado en aquella reliquia de monasterio eres mejor que el resto? Me gustaría verte fuera de servicio para que me enseñases alguno.
-Te diré una cosa. - Replicó el interpelado templando su ira a duras penas. - En algo tienes razón. A mí también me gustaría enseñarte alguno… cuando estemos fuera de servicio, claro.
Yener notó entonces la mano de Larus posada en uno de sus hombros. Este dijo, dirigiéndose ahora a sus dos compañeros.
-En este momento que podría ser histórico para nuestro mundo, no creo que nos convenga hacer nada que eche a perder esta oportunidad.
Mulhar se apartó entonces para asentir y contestar con un tinte más conciliador.
-En eso tienes toda la razón, estrella de la música. Ya habrá otra oportunidad.
Sin más se marchó de esa estancia. Yener suspiró tratando de relajar su enfado y Larus le comentó.
-No vale la pena….
-Totalmente de acuerdo. - Convino su amigo quien, tratando de distender el ambiente, comentó con guasa. – Nunca lo he entendido, los dioses debieron equivocarse en eso…
- ¿En qué? - Preguntó inocentemente Larus. -
- ¿Puedes creer que ese idiota es hincha del Prehistar como yo? ¡Tendría que haber sido de los Campirians como tú!
Al menos logró su objetivo, hacer sonreír a Larus, Yener entonces le dijo con seriedad.
-Tenemos que prepararnos y aguardar a que el capitán Conlet escoja.
Y tras estar listos y aguardar apenas unos nanodanes, el capitán dio la orden y el mensaje fue transmitido. También llamó al elegido. Mientras tanto, a bordo de la otra nave sus componentes también discutían entre ellos.
- ¿Crees que debemos hacerlo, Peter?, ¿serán de fiar? - interrogó uno de ellos de aspecto robusto y pelo rojizo rizado al del pelo castaño. -
- No lo sé- respondió éste con gesto bastante confuso. - No son de ninguno de los planetas de nuestra federación. Ni sabemos nada acerca sus intenciones.
-Bien podrían intentar abordarnos para apoderarse de la nave. – Declaró su interlocutor. –
-Supongo, Gordon, que ellos pensarán lo mismo de nosotros. – Le contestó su compañero. –
-Seguramente, pero ellos han ofrecido enviarnos a uno de los suyos. Podría estar listo para atacarnos o quizás esparcir algún agente nocivo.
-Amigo mío, te has vuelto muy desconfiado. - Sonrió Peter. –
-Desde que estuvimos en el planeta de los Saurios, y en el planeta Verde entre otros, he aprendido a que tenemos que esperar lo inesperado. – Le contestó este. –
Eso hizo que Peter adoptara un ademán pensativo, llevándose la mano izquierda a la barbilla.
-Podríamos hacer un encuentro virtual, con presencia holográfica. - Comentó. –
-Puede que nuestros equipos y los suyos no puedan sincronizarse fácilmente. Una transmisión de imagen simple es una cosa, pero una proyección requeriría bajar casi por completo las defensas. – Comentó Gordon. –
-Lo mismo que para enviar a alguien. – Dijo agudamente Peter. –
-Si mandan a uno de los suyos, no creo que quisieran que nada malo le ocurriese. – Le respondió Gordon, alegando. - Suena algo feo, pero sería nuestro rehén.
Su compañero asintió, ahora su semblante estaba poseído por la duda. Entonces se dirigió a otro de los tripulantes.
-En eso tienes toda la razón, amigo. No sé qué pensar. -Admitió para consultar de seguido. - ¿Tú qué opinas, Kira?
Las miradas de todos ellos convergieron sobre una chica de largo pelo liso negro y tez color canela que se había mantenido al margen de la conversación escuchando atentamente. Ella, tras dedicar unos segundos a mirar la pantalla que, congelada, aun mostraba los rostros de aquellos extraños, con sus penetrantes ojos de color azabache, respondió reflexiva.
- Por lo que puedo captar en sus expresiones, es cierto que tienen tanta curiosidad y prevención como nosotros. Desean que este contacto salga bien. Creo que podemos arriesgarnos, no quieren atacarnos, de eso estoy segura. Además, hay uno de ellos que parece tener un enorme control mental, cuando traté de sondearle se apercibió y bloqueó mis ondas telepáticas.
-Podría estar tratando de engañarnos. - Conjeturó el pelirrojo con tono desconfiado. -
-Es lo mismo que hice yo, una defensa telepática básica. Eso confirma lo que he dicho. Están más preocupados de evitar un ataque que de recibirlo. Lo mejor es mostrarnos amistosos. - Opinó la joven que sentenció. - Y esa es la política de nuestra confederación. Siempre tratar de establecer contactos pacíficos con otras culturas.
Aquel muchacho robusto y de pelo rojizo asintió. Eso era cierto. Después miró a su compañero y amigo.
- ¿Y bien, Pedrito? - Le preguntó usando aquel trato tan familiar que solía prodigarle desde críos. - Tú estás al mando. ¿Qué hacemos?
- De acuerdo entonces. Lo permitiremos. - Afirmó Peter deseoso de entablar contacto con aquellos extraños. – A ver a dónde nos lleva esto.
El muchacho dedicó también una mirada a la rubia copiloto de melena corta hasta la base del cuello, tez algo más pálida que la de sus compañeros y unos grandes ojos azules, que se sentaba junto a Kira y ésta asintió levemente esbozando una tímida sonrisa. Aunque eso no ayudaba mucho. Su hermana desde luego siempre había sido poco locuaz. Iba a preguntarle por su opinión, pero sabía de antemano que ella se limitará a convenir lo ya acordado. Peter se encogió de hombros y suspiró. Desde luego, si alguien le hubiera dicho que su primera misión oficial de patrulla en los límites de aquel sector de la confederación iba a resultar así jamás lo habría creído. Esto era algo que llevaba deseando desde que se alistase en la academia de la policía espacial de Omega. Por fin viviría aventuras como las que se imaginaba, de hecho, estaba claro que se habían metido en una. O... ¿cuántas naves de reconocimiento más trababan contacto con seres de otros mundos ajenos a los conocidos? No sucedía desde hace casi un siglo. Algo de ello comentó al resto.
-Bueno, hemos contactado ya con otras civilizaciones. - Le recordó Gordon. –
-Sí, pero no tan avanzadas como esta. - Argumentó él. – Y eso nos pone ante una situación de enorme responsabilidad. Para bien o para mal.
-Es verdad. - Admitió su compañero, que pareció preocuparse ahora. –
-Creo que debemos confiar. - Intervino Kira sentenciando. – Es un presentimiento, hay buenas personas a bordo de esa nave.
Peter asintió, ya había tenido ocasión de constatar lo acertados que podían llegar a ser los presentimientos de su compañera y amiga.
- ¿Entonces, estás seguro? ¿Les doy la respuesta ya? - Insistió el pelirrojo tan lleno de interés e impaciencia mal disimulada como el resto. -
Y el propio Peter, reprimiendo a duras penas su excitación en pro de cumplir adecuadamente con los pasos oficiales, le confirmó a su compañero y amigo.
- Sí, Gordon, comunícales que aceptamos, Gina. Encárgate de comunicarle a Omega la situación, usa el canal privado de nuestra madre. Quiero decir de la presidente del Consejo. - Rectificó, azorado de inmediato, dándole al nombre de ese cargo un ligero tinte de solemnidad que provocó la sonrisa de sus compañeros en tanto él añadía. –La comunicación pese a viajar por subespacio tardará un poco. De modo que tendremos que actuar solos.
-Muy bien. - Declaró esa joven. - Aquí Libélula, aquí Libélula. - Dijo emitiendo por su comunicador. - Llamando a control Omega… ¿Pueden oírme?...
Y en tanto la muchacha establecía esa comunicación, Kira remachó.
-Ante todo recomiendo calma y prudencia.
Su oficial al mando asintió. Así debía ser. De modo que Gordon envió la respuesta a esos extraños. Ésta a su vez fue recibida con satisfacción, a bordo de la nave Yener le dijo al capitán al recibir el mensaje.
- Son sinceros señor, creo que están tan preocupados como nosotros por las intenciones que podamos tener. Incluso uno de ellos ha tratado de leer mi mente, pero no le he dejado.
-Podrían estar intentando sonsacar información. - Comentó el comandante. -
-Sí señor, y es lógico, yo también lo intenté, pero esa misma presencia me ha bloqueado a su vez. Es algo normal. Técnicas de pantallas psíquicas. - Declaró el chico que estimó. - Aunque desde esta distancia no podrían más que tener un atisbo de nuestras emociones. No de ningún tipo de conocimiento o secreto que poseamos.
- Esa formación de los monjes guerreros de Sommer es impresionante- respondió admirado el capitán que agregó a renglón seguido. - Así verán que deben andarse con cuidado.
Esas palabras desde luego le proporcionaron a Yener una gran satisfacción, más si cabe al observar de reojo a ese idiota de Mulhar. Aunque las siguientes que pronunció su superior realmente le dejaron petrificado.
-Bien teniente Rant, ya que usted parece el más preparado para tratar con ellos le encomiendo que se traslade a la nave desconocida y entre en contacto. A usted no podrán sondearle fácilmente. Pero antes enviaremos un mensaje al alto mando para que nos confirmen el permiso…
A Yener le dio un vuelco al corazón. Tragó saliva y miró a su alrededor topándose con caras igual de incrédulas que le devolvían esa atónita mirada. ¿Él? ¡El capitán Conelt le había designado únicamente a él para establecer ese primer encuentro con solamente Maray sabría que extraños!
- ¿Yo, señor? - Exclamó entonces en voz alta. -
-Sí, usted. - Se reafirmó el capitán. - Por las razones que le he citado. ¿Está asustado, teniente? Es lógico, cualquiera lo estaría.
No es que tuviera miedo, bueno quizás un poco sí después de todo, aunque más bien era un gran sentimiento de la responsabilidad. Así lo esgrimió.
-Solamente deseo representar de la mejor manera posible a nuestro mundo. - Pudo replicar con tono apurado. -
-Pues aplique todos los conocimientos y destrezas que posee. - Le indicó el capitán. - ¿Entendido?
El joven asintió, saludando. De todos modos, eso era una orden y no se atrevió a esgrimir ninguna otra objeción. Al menos ver la cara de inquina de Mulhar le animaba. Aunque, por otro lado, observó el gesto de alivio de Larus. No sabía desde luego si esa misión sería una gran oportunidad o una sentencia. Empero, creyó poder darle pábulo a la esperanza.
-Es verdad que no he sentido hostilidad. De todos modos, si tienen a alguien con capacidades telepáticas, no puedo saber si estas son superiores a las de mis disciplinas. Me gustaría tener aquí al maestro Azor. – Meditó no sin inquietud. –
Y ante la imposibilidad de que estuviera allí, a su lado, él mismo quiso emular a ese gran sabio que había tenido por mentor desde que era niño. ¿Qué le aconsejaría?
-Me diría algo así como...” Gavilán, si no buscas las respuestas jamás responderás a las preguntas. O ese tipo de cosas que siempre dice y que muchas veces lograban sacarme de quicio. – Rememoró con nostalgia.
No obstante, el pensar en su querido maestro le insuflaba confianza. Y él se consideraba preparado. No solamente era un oficial del ejército de Yumlaiance, sino un monje guerrero del Kail de Sommer.
-No soy maestro todavía, pero soy Sabio, me queda únicamente una disciplina básica por dominar, y a mi edad el gran Skarn Dailin, ya había hecho historia. De hecho, tuvo que luchar contra los Señores de la Oscuridad dominando apenas las cinco básicas. Bueno, ahora es mi turno… - Se dijo tratando de arengarse. -
Otro mensaje llegó de aquella nave, sacando a Yener de aquellos pensamientos. En él les pedían que, por favor, aguardasen, dado que ellos debían recibir también permiso de sus superiores.
-Es comprensible. Siendo una nave militar estarán asimismo sujetos a disciplina. - Comentó Elkor. -
-Respondan que no hay problema. - Ordenó el capitán yumlaincer. -
Así se hizo y Conelt entre tanto trató de ponerse en contacto con su base o con alguna otra nave de la flota, pero no fue posible hacerlo, interferencias magnéticas a buen seguro derivadas de aquella tormenta que sufrieron, evitaban la comunicación. En cambio, la otra nave sí pudo contactar con su planeta que, al cabo de unos minutos les otorgó permiso para el abordaje al confiar en la intuición telepática de Kira.
-Han dicho que podemos enviar a nuestro representante cuando estemos listos. - Notificó el oficial de comunicaciones. -
Así pues y antes de hacerlo, el capitán Conlet declaró a toda su tripulación para oficializar la designación de Yener acorde con el reglamento.
- Bien señores, en vista de la imposibilidad de contactar con un mando superior y siguiendo las directrices del artículo veintitrés-barra ochenta, como el oficial de más alto rango a bordo de la nave confirmaré mi decisión. Teniente, dispóngase para abordar esa nave y parlamentar. En el caso de quedar aislado decida según su criterio. Pero recuerde que sus posibles promesas o declaraciones involucrarán a nuestro planeta. Así como a nuestra alianza en materia de política cósmica común.
Ahora eran gotas de sudor frío las que corrían por el cuello del chico. No obstante, pudo responder manteniendo un tono de voz aceptable dentro de su creciente nerviosismo...
- Sí señor, lo recordaré. Me voy ya con su permiso. - Remató en posición de firme. -
El capitán asintió y Yener subió a una plataforma que ajustó las coordenadas de la otra nave y le transportó.
-Buena suerte, amigo. - Suspiró Larus. -
Y Mulhar, fiel a su irónico carácter, le comentó.
- ¿Sabes una cosa Daet? ...Al principio me molestó que el capitán eligiera a ese idiota de Rant. Ahora me da miedo.
- ¿Miedo? - Repitió su interlocutor. -
-Ese monje vanidoso es capaz de comenzar una guerra. Esperemos que sepa comportarse. - Declaró su contertulio. –
Larus le observó con gesto perplejo, pero no replicó, lo único que deseaba es que su amigo y compañero estuviera bien. Por su parte Yener reapareció a tres metros de aquellos cuatro individuos que le observaban atentamente. Tras pasar unos instantes en descontaminación pudo salir del contenedor de aislamiento del teletransporte envuelto todavía en una especie de campo energético aislante. La chica morena clavó en el dos profundos y bonitos ojos negros mirándole con interés y le habló de forma telepática.
- Bienvenido...somos de la Federación de Planetas Unidos de Omega. Soy la sublugarteniente Mercedes Carrión. Pero todos me llaman Kira. ¿De dónde vienen usted y sus compañeros?
- Soy el primer teniente Yener Rant D´lal - respondió a su vez de forma telepática - del planeta Yumlaiance. Estamos en misión de exploración más allá de las fronteras de nuestra alianza planetaria. Usted es telépata, lo he notado desde que intentaste sondear mi mente.
- Así es. Y usted también tiene dotes en ese aspecto. - Sonrió y asintió ella, después informó al resto de sus compañeros de aquel intercambio de datos. -
Para Peter y los otros la escena era desconcertante, esos dos observándose fijamente en el más absoluto de los silencios. Tampoco ellos se atrevían a pronunciar palabra. Aguardaban ansiosamente a que Kira terminase y pudiera comentarles sus impresiones. Aunque por lo visto no daba la impresión de juzgar peligroso a ese muchacho alienígena. Yener, al darse cuenta de ello, se permitió esbozar una tímida sonrisa que fue mecánicamente correspondida por sus anfitriones. El yumlaincer estaba concentrado pese a todo tratando de hacer trabajar alguna de sus habilidades.
- Esta bien - les sorprendió Yener a todos hablando en su idioma con una aceptable fluidez. - Gracias a la amabilidad y confianza de Kira, que me ha dejado leer parte de sus pensamientos, Puedo hablar para todos los que no tengan capacidad telepática y responder en su lengua.
- Esto es bastante sorprendente. - Repuso Peter controlando su sincera incredulidad y añadiendo con prevención -. Me gustaría hablar con usted sobre las intenciones de los suyos, pero no tengo autoridad para iniciar contactos de alto nivel.
- Yo tengo esa autoridad, al menos hasta ciertos límites. - Replicó Yener más confiado ahora en sus posibilidades y solicitando cortésmente. - Por favor, vamos a tutearnos, debemos tener casi la misma edad. - Sonrió ahora para añadir con amable diplomacia. - Si es posible, os solicito que me pongáis en contacto con vuestros superiores y hablaremos.
- Será mejor que nos acompañes a nuestro planeta- le propuso entonces Peter decidiendo aceptar ese tuteo también. - Así podrás hablar con nuestros representantes. Ellos están muchísimo más capacitados para ello.
Esa era una oferta muy interesante para su interlocutor claro que, por otro lado, este no sabía bien que hacer. De todos modos, el yumlaincer podía sentir que el ofrecimiento de aquel muchacho era sincero y desprovisto de toda maldad. Parecía querer establecer buenas relaciones con lo que para él eran habitantes de otros mundos. Aun así, tendría que pedir la autorización a Conelt. Pues pese a que Yener tenía formación básica de monje guerrero no pasaba de ser un teniente recién incorporado al servicio y esta era su primera misión real.
- Debo informar a mi capitán de esa propuesta - respondió entonces con amabilidad, incluso añadiendo con cierta complicidad. – Supongo que, en mi lugar, haríais lo mismo.
-Por supuesto. - Convino Peter. -
Y el resto de aquellos chicos tampoco pusieron ninguna objeción, comprendían perfectamente la obligación de su invitado de rendir cuentas a sus superiores. Es más, Peter conectó la pantalla en el acto para establecer contacto visual y una vez logrado el mismo Yener expuso la situación a su capitán. Éste sopesó durante unos instantes aquella proposición. Por un lado, enviar a un muchacho recién salido de la academia era una temeridad. Por otro, no quería arriesgar la nave ni a la tripulación, por terrible que sonara, era preferible perder a un solo oficial que a toda la dotación. Y por supuesto, estaba en la obligación e informar a sus superiores lo antes posible. El teniente Rant podría ganar tiempo y comenzar a establecer las bases de una comunicación fluida. Sus disciplinas del Kail le permitían aprender al momento la lengua de esos individuos y ser impermeable a sus sondeos. Así pues, tras tener en cuenta todo eso finalmente declaró.
- Muy bien, teniente, vaya usted a ese planeta mientras yo trato de informar a nuestro mando. Tendremos que esperar a que amaine la tormenta magnética y no sé cuándo podremos comunicar. No obstante, confío en usted, espero que establezca un buen contacto, y recuerde, hablará usted por nuestro planeta y los restantes miembros de la Cuádruple Alianza.
- Gracias señor, haré todo lo que esté en mi mano. - Repuso solícitamente Yener y sin más se cortó la transmisión, al momento el yumlaincer se giró hacia los otros y convino. -Muy bien, podemos partir hacia vuestro mundo.
Peter asintió e hizo la oportuna indicación a Gordon y Gina que se encargaban de la navegación. Ambos pusieron rumbo a su base y la nave tomó velocidad dirigiéndose rauda hacia su lugar de origen. Mucho más allá del espacio conocido por el mundo y los aliados de Yener.
-De modo que son cuatro planetas. - Comentó Kira dejándole perplejo. –
Empero, Yener sonrió, era obvio, igual que él había podido entender el idioma de sus nuevos “amigos”, Kira había sido capaz de hacer lo propio con el suyo.
-Es lo que tiene un trasvase mental, suele ir en ambas direcciones. - Pensó. -
La muchacha asintió y él decidió que no valía la pena trata de negar eso corroborando.
-Somos cuatro, es cierto. Aunque tenemos contactos con más mundos a los que podemos llamar amigos. ¿Acaso ustedes forman parte de una alianza mayor? – Quiso saber a su vez. –
-La Confederación de Omega está formada por once planetas. - Le contestó ella, matizando. - En realidad son muchos más, pero digo planetas refiriéndome a civilizaciones.
-Entiendo. - Afirmó el joven. –
Al parecer aquello tenía pinta de ser aún mucho más grande de lo que ya parecía. Yener solamente podía rogar al dios Kail que afilase todas sus disciplinas, a la diosa Maray que le diera empatía y generosidad para comprender bien a estas gentes, a la diosa Ishir le pedía encanto y don de gentes y al dios Alex que le guardase la salud para la dura tarea que iba a emprender.
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