Capítulo 3. La Llegada a Omega.
La nave de Omega había partido con rumbo hacia su planeta, y en su homónima de Yumlaiance se pudo, tras un periodo de tiempo no demasiado largo, comunicar con el mando del suyo. El capitán tuvo que explicar lo ocurrido a sus superiores. En concreto al almirante en jefe de su flota.
- Sí, almirante, no he tenido otro remedio que enviar al teniente Rant, era el único que podía comunicarse con ellos, yo estaba intentando restablecer el contacto.
- Pero entonces, ¿ha enviado usted a un simple teniente recién graduado para tratar con una civilización desconocida, capitán? - Fue la casi indignada respuesta que recibió de parte del alto mando. –
Todos en el puente se miraron con apuro. No era nada agradable ser testigos de la reprimenda que estaba recibiendo su superior. El mismo Conlet creyó que hubiera sido mejor haber informado desde la privacidad de su despacho, pero la conexión llegó casi de improviso. En cualquier caso, ya no había remedio, y tampoco deseaba ocultar nada a su tripulación. Al menos, podía tenerlos como testigos de que su proceder había sido el más lógico. Quizás intuyendo esos pensamientos, su segundo, el comandante Elkor intervino.
-Con todo el respeto, almirante. El capitán actuó en el mejor interés de la nave. Doy fe como primer oficial.
Conlet agradeció en silencio la lealtad de su segundo para tomar la palabra de nuevo.
- Señor, no había otra solución, además, el reglamento de la armada estelar autoriza a un oficial, sea cual sea su rango, a tomar este tipo de decisiones si no tiene contacto con ningún mando superior. - Se justificó serenamente Conelt que añadió para reforzar así su decisión. - Y ese oficial pertenece también a los monjes guerreros del Kail. De hecho, ha sido el único capaz de mantener una comunicación satisfactoria con esos individuos.
- ¡Sé lo que dice el reglamento! - tronó la voz del mando. - Aunque a pesar de eso debió enviar a alguien más junto a ese oficial. No deja de ser un novato por muy monje- guerrero que sea.
- Sí señor, aunque dadas las características de esa nave en cuanto a su tamaño no juzgué prudente mandar a más oficiales. Desconocemos también las técnicas y naturaleza orgánica de esos seres y en previsión de posibles contactos somáticos no deseados preferí limitar los riesgos al mínimo, almirante. Por no decir que el teniente Rant es el único capaz de blindar sus pensamientos, dado que detectó capacidades telepáticas en esos individuos. – Argumentó Conelt dado muestras de su oficio. –
Su interlocutor suspiró, daba la impresión de estar analizando todas aquellas explicaciones. Conlet lo sabía y era perfectamente consciente de que su carrera podría terminar ahí mismo. Aunque habida cuenta de las circunstancias, eso era lo que menos le preocupaba en ese instante. Finalmente, su superior pareció relajarse y tras resoplar un poco comentó.
-Informaré al gobierno. Espero que a la mayor brevedad envíen instrucciones y a alguien más experimentado para establecer un contacto de alto nivel. Mantenga la posición y en cuanto sea posible comunique inmediatamente con el teniente Rant para transmitirle nuestras órdenes y preparar la llegada de una nave que pueda entablar relaciones diplomáticas con ese nuevo planeta tan pronto se compruebe que es algo seguro.
- A la orden, señor - respondió el capitán. –
Tras suspirar largamente, Conlet se sentó en su sillón de mando, Elkor, se acercó para decirle.
-No ha ido tan mal, señor.
-Con un poco de suerte solamente me quitarán las barras. - Comentó con humor su superior, aludiendo a las tres tiras metálicas que adornaban cada uno de sus hombros. - Y no me arrojarán al Daziarn…
-A pesar de su enojo, el almirante Siloris sabe perfectamente que usted ha hecho lo que debía. - Quiso tranquilizarle Elkor. –
-Pues espero que el gobierno y el estado mayor compartan su sabiduría. O tendré que irme a buscar al capitán Kored Mann - Suspiró irónicamente el capitán, aludiendo a uno de los míticos héroes de Yumlaiance, desaparecido en el espacio siglos atrás. -
Ajeno a esto Yener cruzaba el espacio en la nave de sus nuevos amigos. Durante unos largos momentos nadie habló pues los sentimientos de confusión e incluso sorpresa pesaban para todos. Al final Kira, que parecía con mucho la más comunicativa de los cuatro patrulleros, quizás por compartir con él ese vínculo telepático, se dirigió a su invitado con la palabra audible esta vez.
- Ha sido una gran suerte que nuestras dos naves se hayan encontrado.
- Sí, por supuesto, es un gran acontecimiento. - Replicó Yener con una educada sonrisa mientras pensaba. - Al menos eso espero. - Y preguntó a su vez con interés. - ¿Queda mucho para llegar a vuestro planeta?
- Tan solo un par de horas. - Respondió ahora Peter. -
Yener le observó desconcertado. Aquello sería una unidad de tiempo sin duda, pero no tenía la equivalencia en sus propias medidas. Por suerte su interlocutor lo advirtió añadiendo.
- Desafortunadamente no conocemos vuestras unidades temporales. Aunque espero que encontremos algo que nos sirva a ambos. Una medida de algo común para los dos mundos.
Yener asintió, aunque en ese preciso instante no le venía nada a la mente, al parecer el resto de los chicos tenían igual dificultad en establecer algún tipo de paralelismo. Y fue el azar el que, vestido de obviedad, vino a solucionar el problema cuando Peter quiso saber con curiosidad profesional.
- ¿A qué velocidad de crucero venían ustedes? Si se lo puedo preguntar. Han hecho un acercamiento muy rápido.
Y una luz y nunca mejor dicho, se encendió en las mentes de todos. Parecía algo tan fácil ahora que les entraban deseos de darse de cabezazos contra la pared.
- ¡Claro! - Terció Kira divertida -. ¿Cómo no habremos caído antes?
- Es cierto. - Convino Yener confirmando sus propias suposiciones al sondear las mentes de esos chicos. -
- ¡La velocidad de la Luz en el vacío! -. Reconoció Peter volviendo a mostrarse más ceremonioso en el trato, realmente le salía sin pensar cuando comentó. –Es una constante en todo el Universo. Si nos dice en que unidades la expresan ustedes, tendremos la equivalencia con las nuestras.
- Eso es verdad-. Corroboró Yener. – En cualquier parte su velocidad es la misma, no importa como la midamos.
Kira asintió con una cómplice sonrisa declarando.
- Así es. - Y le transmitió telepáticamente las fórmulas a tal efecto. -
Yener daba gracias a los dioses y a sus maestros por haberle enseñado tan bien en el uso de sus destrezas. Podía comunicarse mentalmente y además usar su técnica de Adaptación para sondear más profundamente en el idioma y los modismos de otras culturas. Y pensar que había individuos en su propio mundo diciendo que el Kai estaba desfasado para la época actual. Sin ir más lejos ese idiota de Mulhar. ¡Aquí tendría que estar ahora!
-A veces creo que tiene algo personal contra mí, desde que se enteró que era un monje guerrero de Sommer. - Pensó. –
Decidió olvidar eso, ahora tenía cosas mucho más importantes en las que centrarse. Lo cierto es que estaba aliviado, a pesar de todas esas disciplinas del Kail que contaban a su favor, tuvo suerte de encontrarse con esa chica dotada, como él, para el contacto mental. Eso facilitaba mucho las cosas, pero y aunque ella le había trasmitido los conceptos temporales de año, días y horas que barajaban en su mundo, seguían sin tener una equivalencia con las medidas del propio Yener. Y éste, deseoso de arreglar ese inconveniente declaró.
- Nosotros medimos la velocidad de la Luz en 4 millones de Rans por nanodan.
Los muchachos le observaron con un gesto pleno en desconcierto mientras se esforzaban por buscar la equivalencia con sus propias medidas. Gina, la joven rubia que se ocupaba de los controles de navegación en ese momento, suministró los datos al ordenador y éste se puso a trabajar en tanto Gordon informaba al yumlaincer.
- Nosotros la estimamos en trescientos mil kilómetros por segundo.
Yener asintió tratando a su vez de establecer una regla matemática de conversión. Por lo que pudo captar esos kilómetros equivalían a la medida de longitud y los llamados segundos a la de tiempo. Respondían respectivamente a los Rans y a los nanodans. La cuestión era. ¿A cuánto podían equipararse cada uno entre sí?
Pero evidentemente, el ordenador fue más rápido ofreciendo la equivalencia en Rans por kilómetro. Gina leyó los datos afirmando.
- Cada kilómetro nuestro vale unos 0,666 de esos “raans” - Pudo pronunciar con visible dificultad algo azoradamente a sabiendas de no hacerlo correctamente.
- O, dicho de otro modo. Un ran sale aproximadamente por 1,5 de sus kilómetros. - Replicó Yener haciendo la operación inversa. -
- Eso en cuanto a la distancia, el tiempo ha sido estimado en 20 segundos por nanodan. – Sonrió Gina mejorando ahora su pronunciación. -
- Desde luego, ¡cuántas cosas tendremos que pulir para llegar a comprendernos bien! - Terció Gordon visiblemente divertido afirmando. - Al maestro le encantará.
Yener se preguntó si esos chicos también serían una especie de monjes como él, dado que ese pelirrojo había hablado de un maestro. Aunque esos pensamientos quedaron aparcados en cuanto escuchó a la muchacha morena replicar a su compañero con tono afable.
- No tantas como parece a primera vista.
Y haciendo gala del buen ambiente que invadía ahora la nave, sonrió para agregar.
- Tengo la impresión de que, en lo esencial, somos muy parecidos. Por eso no nos ha sido particularmente difícil comprendernos.
- Estoy completamente de acuerdo con eso. - Convino Yener bastante animado por el prometedor inicio de todo aquello. -
Y debía darle la razón a su intérprete telepática por lo que había sentido en esos muchachos. Aunque en un principio les analizó muy por encima para comprobar si sus ofrecimientos eran básicamente sinceros o no, ahora pudo entretenerse en hacerlo con más detalle y dirigiéndose a cada uno en particular. Comenzando por la chica morena.
-Es una persona realmente fascinante. - Se dijo. -
Desde luego, centrándose sobre la tal Kira, estaba seguro de que poseía gran bondad e inteligencia. (A decir verdad, eso podía afirmarlo de todos, pero en esta muchacha percibía una especie de sabiduría acumulada, fruto seguramente de su aguda percepción extra sensorial). La telépata poseía además aplomo y sobriedad en su carácter que le ayudaban mucho a la hora de cumplir con su cometido. La notaba tolerante y abierta pero siempre cauta a un mismo tiempo. No obstante, según intentaba llevar más lejos su diagnóstico éste se desvanecía como si se enredase en una barrera muy sutil. Aquella era otra de las cualidades que sentía en esa muchacha, era capaz de mantenerse firme sin perder su elegancia y amabilidad. Sólo en casos muy extremos las abandonaría. Y Yener se percataba de que ella ocultaba algo, aunque no solamente a él. De todos modos, el yumlaincer juzgó más apropiado detenerse justo en el lugar en el que su contertulia psíquica le había marcado. Estaba más que convencido de que ese presunto secreto era referente a su vida privada. Desistió pues de proseguir su sondeo y la réplica de ella se materializó en una suave y fugaz sonrisa que Yener captó y devolvió. Ese era un gesto universal y comportaba un mutuo permiso. Cuando concluyera su análisis permitiría a la chica hacer lo propio con él, aunque claro está, fijando sus propios límites.
- Nos queda poco para llegar a Port Doplert. - Aseveró Gordon programando la secuencia de acercamiento. -
Yener guardó silencio dedicándose a observar los complacidos gestos de aquellos muchachos. Era lógico que se alegrasen por volver a sus casas. Él sentiría lo mismo. En cualquier caso, decidió proseguir con el chequeo, esta vez del jefe, ese chico llamado Peter. Por su primera impresión era alguien con madera de líder, decidido, noble y de ideales consagrados a la libertad y la defensa de su planeta y los que componían su confederación. También tenía un alto sentido del deber. Era de aquellos que no dudaría en cumplir con su obligación costase lo que costase, aunque para ello tuviera que sacrificarse o incluso pasar por encima de una amistad. Visto así parecía un tipo implacable, pero en el fondo, las destrezas de Yener le decían que el sujeto de su estudio interpretaba aquella última aseveración en otro contexto, el predominio del bien colectivo sobre el particular y de lo justo sobre lo injusto. También constataba que era un amante de la aventura con tendencia a distenderse mucho una vez fuera de sus obligaciones. Eso casi le recordaba a sí mismo. Era una interesante dualidad, un Peter serio y responsable, hasta implacable en el cumplimiento de su deber y otro más festivo y relajado, infinitamente más permisivo una vez liberado de su tarea y todo esto aderezado a una gran dosis de buena voluntad que llegado el caso se podría incluso ver bajo el prisma de la inocencia... ¡Ejem! había cosas a las que por ética elemental no debía acceder. Mejor pasaría al siguiente objeto de estudio.
-Eso no es de mi incumbencia. - Pensó entre envarado y divertido. -
Por su parte, Kira seguía con atención las indagaciones de su colega pues Yener no tuvo reparo en dejarse acceder mientras las hacía. Ese era un mínimo gesto de buena voluntad y sobre todo educación entre seres dotados de tales facultades y así debía de pensarlo esa muchacha también pues siguió ese análisis sin intervenir aguardando cortésmente su propio turno de réplica. El teniente Rant no quería hacerla esperar mucho, dado que en breve alcanzarían su meta, así que continuó centrándose en Gordon…
-Un interesante sujeto. Por un lado, de buena madera y con un entusiasmo en muchas ocasiones desmedido. Por otro tenía un notable carácter que le llevaba a golpes de genio y enfados mal controlados cuando se desbordaba su poca paciencia. No era mal tipo, aunque sí bastante extremista. Podía pasar de la mayor euforia al pesimismo en poco tiempo. Pero al igual que sus compañeros no tenía doblez en su conducta y la sinceridad presidía sus actos. Era no obstante más directo o, mejor dicho, menos sutil y diplomático que el resto. Un diamante muy en bruto quizás. Y estaba visiblemente interesado en...
- ¡Vaya! - Se sonrió Yener tapándose disimuladamente la boca con el dorso de su mano derecha. -
Aquí era mejor detenerse. Aunque esa impresión era tan clara que difícilmente se podía dejar de lado. Yener lo confirmó mirando de soslayo a Kira que ahora sonreía más ampliamente, era desde luego un modo elocuente de darle la razón, él le devolvió una sonrisa de circunstancias y eludió su profunda mirada para fijarse en la otra muchacha, el último sujeto de su análisis.
-Esta chica es mucho más interesante de lo que aparenta. Aunque sea tan retraída. - Juzgó. -
Aquella rubita tan callada era efectivamente tímida. No había hablado hasta que tuvo que hacerlo por mor de su puesto como navegante. Podía leer en ella las mismas dosis de bondad y tolerancia que en los otros. Se le notaba además una educación muy pareja a la que tenía Peter. Yener llegó a sospechar de algún vínculo entre ambos. La muchacha admiraba bastante a su superior y le tenía en gran estima, aunque no podía definirse muy bien el porqué de eso. En realidad, apreciaba a todos sus compañeros, pero estaba menos imbuida de aquellos deseos de aventuras que parecía tener Peter o ese entusiasmo ciego de Gordon. Era más estable de carácter y más tranquila que los dos varones, de eso no cabía duda, se percibía que no cambiaba mucho fuera de sus obligaciones. Pese a ello, el teniente Rant no sentía en Gina la misma capacidad interior que en Kira. La rubia era mucho más fácil de sondear, carecía de esas facultades psíquicas que poseía su compañera, pero aparte de ese detalle se la notaba más influida por las opiniones ajenas, más manejable quizás o pudiera ser que inclinada en aceptar sugerencias o criterios de otros. Estaba allí, casi como si eso fuera lo que todos esperasen de ella, le debía de costar mucho imponer sus propios deseos y opiniones. No obstante, era fiel a sus deberes y sabía mantenerse constante cuando llevaba a la práctica sus planes. Yener detectó que esa muchacha evidenciaba gran interés y curiosidad por él. No obstante, eso no le sorprendió, era lógico que la aludida patrullera se fijase en un ser de un planeta desconocido para ella. Al mismo Yener le sucedía igual (prueba de ello era este mismo sondeo tan meticuloso) y a cualquiera con mediana inteligencia científica le ocurriría otro tanto en esa situación. Pero había algo más, un deseo en esa muchacha, un pensamiento difuso relacionado quizás con un anhelo más profundo que ella misma controlaba, quizás por falta de fe en lograrlo o por las ganas de permanecer con sus compañeros. Pero tal y como decidió con los demás, evitó continuar el análisis a más profundidad, cualquiera que fuese ese deseo pertenecía a la intimidad de esa atractiva chica cuyo rostro parecía sacado de las antiguas fábulas de hadas yumlaincers.
-Es muy hermosa, y creo que no le saca partido a todo su potencial. - Dictaminó el muchacho en su mente. -
Y con esto dio por terminado su balance de la tripulación y Kira procedió a efectuar el suyo de Yener.
-Un chico con deseo de progresar en su carrera y con muchos valores de su mundo y su cultura arraigados en él. - Descubrió ella que continuó con el beneplácito de su interlocutor mental. - Es algo creído en según qué cosas, pero valora mucho la amistad y el honor. Tiene una afición relacionada con algo físico y es también un individuo constante en lo que hace. No suele darse por vencido, aunque a veces lleva eso al extremo. Tampoco es consciente en ocasiones de dónde debe detenerse. - Kira no pudo evitar que una sonrisa condescendiente aflorase en su semblante, aunque la borró enseguida a fin de que no trascendiera demasiado a los otros. - Parece que al teniente le gusta mucho entablar relaciones con el sexo opuesto, aunque no solamente de índole sexual.
-Eso es privado. - Le indicó telepáticamente Yener con divertida corrección. -
-Me ha permitido leerlo pese a ser capaz de bloquear tus pensamientos. - Replicó de igual modo ella. - ¿Significa algo?
-No creo que en eso sea muy distinto de los hombres de su mundo. - Contestó mentalmente él. -
- ¡En eso sin duda deben de parecerse todos los varones del universo! – Se rio ella ahora sin poderlo evitar -.
- ¿De qué te ríes, Kira? - Quiso saber Peter con gesto sorprendido, al igual que sus otros compañeros. -
- Nada, cosas mías. – Replicó ella esquiva, pero jovialmente a la vez. -
Peter se encogió de hombros y los demás sonrieron también. Cuando su amiga alegaba que eso eran “cosas suyas” podía decirse que cualquier intento para sacar algo más en claro moría ahí mismo. Desde luego era una chica muy reservada en según que cosas y tenía una cualidad difícil de emular. Zanjaba el tema con exquisita delicadeza e incluso simpatía. Peter por ejemplo era también reservado para según que temas, pero cualquier intento por su parte de acotar la parcela en cuestión sobre la que no deseaba ser explícito, se cimentaba en una reacción más brusca y artificial. Como si el ambiente quedase congelado durante unos instantes, pese a que luego le era fácil devolver la distensión al mismo. Con Gordon, por ejemplo, la cosa era similar al estallido de un asteroide cuando alguien le preguntaba sobre un tema que este no quisiera tocar. Y Gina, bueno, ella simplemente guardaría un apurado silencio que llenaría de sonrojo mutuo, tanto a la propia chica como a cualquiera que se atreviese a intentar ahondar en su intimidad. Pero con Kira era diferente, normalmente podía pasar por alto la cuestión o soslayarla de forma que la charla no se viese afectad. El posible inquisidor quedaba desconcertado pero divertido al tiempo con la reacción de ella. Y algo similar parecía suceder con ese tipo alienígena. Quizás fuera debido a las destrezas mentales de ambos. Yener en efecto traba de ser críptico cuando le convenía, pero a diferencia de Kira era una actitud más trabajada, él mismo sabía que, de perder los nervios, podía ser tan irascible como ese pelirrojo de Omega. Pero su descarga también duraba poco, aunque desde luego Yener era más reflexivo que Gordon. (Lo cual presumiblemente no era muy difícil). A decir verdad, al yumlaincer el carácter de Kira le recordaba mucho al de Larus, amable, cordial, pero reservado cuando le interesaba en según qué aspectos, (no muchos desde luego). Aunque por su parte Yener no podía quejarse, sobre todo si les comparaba a los dos con cierto individuo nataclier que había conocido en la academia. Ese tipo si que era el misterio y el autocontrol en persona, siempre parecía estar enterado de todo pretendiendo luego no saber nada, tan puramente de Nataclia que a Yener eso le sacaba de sus casillas. Ese individuo lo sabía y parecía disfrutar con ello, no desaprovechaba la ocasión de hacerlo ¡Menos mal que le había perdido de vista!
-Ese cretino…. ¡ya quisiera él haber podido establecer este contacto! Aunque seguro que no tardará en enterarse. - Pensó con resignación. – Es peor que Mulhar, tan presuntuoso como él, pero con cerebro.
Desde luego que así lo pensaba. Mulhar no pasaba de ser un bravucón engreído y resentido por alguna cosa que él creía intuir. Pero ese nataclier no era nada de eso, es más, al contrario, nunca hacía o decía nada que no le resultase útil.
-En eso es como cualquier nataclier que se precie. - Se dijo divertido. -
Mientras él, protegía esas consideraciones en su mente, Kira finalizó el sondeo de aquel muchacho con un interesante apéndice. Poseía una gran fuerza interior y estaba por completo entregado a su mundo. Amaba mucho su tierra y a los suyos y pese a dárselas de ligón y gustarle mucho las muchachas guapas, no parecía dispuesto a propasar según que límites. Nunca se valdría de sus destrezas para sacar un partido deshonesto de una chica y jamás antepondría la frivolidad a su obligación. En eso último se parecía bastante a Peter. Ambos tenían esa especie de doble forma de ser. Una seria y profesional al máximo en el ámbito de su trabajo y la otra más desenfadada e incluso a veces pueril fuera del mismo. Pero en el caso de ese tal Yener sus obligaciones parecían prolongarse más allá del mero estamento militar. Formaba parte de un grupo o algo así, de elite. Pero Kira no pudo verlo con mayor claridad…
-Es un muchacho bastante interesante. Eso desde luego. - Se dijo la joven. –
Se fijó también en el uniforme del chico. Una especie de guerrera cortada de forma asimétrica, algo más larga del lado derecho de tono rojo burdeos. El joven lucía unos pantalones blancos con botas negras que solamente le subían hasta el tobillo. Sobre cada hombro llevaba una barra de color dorado.
-Eso a buen seguro que indicará su rango. - Conjeturó la muchacha. -
Y apenas le dio tiempo a ninguno a sacar más reflexiones, ni a que nadie comentase nada más pues un planeta apareció en el escáner de a bordo. Pronto obtuvieron imagen en la pantalla. Fue Peter quien señaló con una mano a la misma mientras declaraba con orgullo.
- ¡Ahí, está nuestro planeta Omega!
- ¡Qué alegría volver a casa! - Añadió Gordon. -
Yener observaba con interés la visión de un enorme astropuerto hacia donde se dirigía la nave en la que viajaba. Parecía bastante avanzado. Como militar enseguida pensó en las posibles aplicaciones estratégicas para sus cruceros de largo alcance. E igual que si le leyese el pensamiento, cosa, que por otra parte era cierta, Kira le dijo.
- En vuestro mundo supongo que tendrán un puerto espacial como éste o más grande incluso.
-Sí, bueno - sonrió tímidamente Yener. - Tenemos uno muy grande en nuestra capital. Y otros menores en distintas de nuestras principales ciudades.
Aquel lugar era una enorme superficie plana recubierta de planchas de metal. En ellas se descubrían dibujos que, en realidad eran líneas que subdividían el suelo. Yener pudo ver como algunas eran enormes ascensores por los que subían naves de pequeño porte. Las más grandes y pesadas eran estacionadas en los laterales. Junto a ellas numerosos transportes iban y venían, desalojando pasajeros y mercancías.
- ¿No es un astro puerto exclusivamente militar? - Se sorprendió el muchacho. -
-No, aquí combinamos los usos. Nosotros tampoco somos militares estrictamente hablando, sino miembros de la policía espacial. - Le explicó Peter. -
-En mi mundo también usamos algún astropuerto para ambos propósitos, pero la mayoría sí que se diferencian según tengan tráfico militar o civil. - Les comentó él. -
Total, esa información era irrelevante, pensó. Yumlaiance estaba muy lejos, pero esta gente era realmente confiada. Si una potencia enemiga decidiese atacar el primer objetivo sería éste. No daba la impresión de estar demasiado bien protegido. Aunque posiblemente las apariencias engañasen. Mirando entonces hacia su derecha le sorprendió el tamaño de una enorme nave que no estaba posada sino levitando a varios centenares de metros.
-Es el Cosmopolitan. - Le contó Gordon. - Está en mantenimiento.
-La mayor nave de transporte y de pasajeros de la confederación. - Apuntó Kira no sin orgullo. - Un auténtico crucero de lujo. Los pasajes son realmente caros en según qué compartimentos se quieran ocupar.
-Sí, recuerdo que viajamos en ella el día de nuestra graduación. Como premio. - Sonrió Gina. -
-Realmente impresionante. - Admitió Yener. -
Aquella astronave sí que era colosal. Podría ser más grande incluso que los mayores portanaves yumlaincer. Y eso sí que era mucho decir. No obstante, al ser un crucero de pasajeros eso carecía de importancia.
-Aunque demuestra que esta gente es capaz de una ingeniería sideral de primera magnitud. - Determinó el muchacho. – Están al nivel de cualquiera de los mundos de nuestra alianza.
Siguió observando atentamente y divisó a su vez una especie de enormes torres que emitían luz sobre las pistas. Y en tanto descendían ya a menos de esos cien metros en las unidades que hablaban sus anfitriones, observó unos tubos por los que circulaban numerosos vehículos. Seguramente estarían aislados y con vacío para no encontrar resistencia. De hecho, ese planeta no era demasiado grande. Y no sentía mucha gravedad. Quizás fuera debido a que todavía se encontraba en esa nave. No obstante, supuso que las condiciones serían las mismas a las de la superficie del planeta.
- Vamos a aterrizar ya. Ajustar los cinturones magnéticos. - Informó Gina mirando de reojo al oficial de Yumlaiance. -
Todos lo hicieron con presteza y la nave se posó suavemente con sus soportes electromagnéticos. Pasados unos minutos obtuvieron el permiso para descender del aparato. Tras informar al puente del planeta de que traían a bordo a un oficial de una potencia extranjera. El muchacho preguntó entonces.
- ¿Las condiciones atmosféricas y el entorno son los mismos que en vuestra nave?
-Sí, no te preocupes. - Le respondió Peter, indicándole. – Ahora, debes pasar a la cámara de descontaminación y protección.
Yener asintió. Por su propia seguridad y la de sus anfitriones, no deseaba dejar ningún patógeno potencialmente peligroso para ellos. Fue Kira quien le informó vía conversación telepática.
-No temas. En esa sala recibirás una emisión de nanobots capaces de protegerte de cualquier microorganismo que pueda haber en nuestro mundo susceptible de poder causarte algún daño. También creará una barrera microscópica que impida que los que portas escapen a nuestro entorno.
-Gracias. Eso supuse. Espero que bastará. - Afirmó él. –
-Por si acaso, utiliza una máscara especial con filtro. -Le recomendó la joven. -
El joven así lo decidió. Tras someterse durante unos momentos a aquel proceso en esa cámara, ubicada en un rincón de aquella nave, fue finalmente desinfectado y pudo salir. Y desde luego que era una precaución imprescindible. Nada podía hacer a ese respecto más que convenir eso con sus amables guías. Estando en un mundo completamente desconocido cualquier medida de seguridad no estaba de más. Hubiera querido no necesitar eso, pero le tomaría algún tiempo emplear sus destrezas para ver si ese entorno podría suponerle algún perjuicio potencial. De modo que mejor no arriesgarse.
-Si tuviera el rango de gran Maestro a buen seguro que podría respirar su atmósfera, aunque fuese dañina, sin problemas. Pero me falta todavía mucho para eso. - Admitió. -
Y optó por la prudencia. Una vez se colocó esa mascarilla asintió.
-Descendamos a tierra. - Ordenó Peter. -
Él mismo así lo hizo. Poco a poco los demás fueron bajando. Yener miraba atentamente a su alrededor. Los demás le indicaron que debía seguirles a un deslizador que los pondría en la terminal. Una vez allí, lo que parecían dos altos mandos de Omega se aproximaron a ellos y saludaron al recién llegado.
- Bienvenido a la sede de nuestra confederación. Soy Pierre Larans, el coronel al mando de la policía espacial. - Se presentó un hombre alto, de corto pelo castaño oscuro, asaltado por alguna cana prematura. -
-Soy el comandante Graham Stevens, segundo al mando. - Intervino entonces un hombre más alto y corpulento aún, de pelo y bigotes trigueños. -
- Se presenta el teniente primero Yener Rant D´lal. Primera ala de la quinta escuadra de la primera flota galáctica de Yumlaiance. – Se anunció este saludando en posición de firme. – Es un honor para mí, coronel, comandante.
Todos se miraron atónitos. Con semejante clasificación ese planeta debía contar con una fuerza de combate muy poderosa. Aunque dependería claro, del número de naves que asignasen a una flota. De momento no había forma de saberlo.
- Si tiene la bondad, teniente - Le indicó amablemente el coronel. - Una vez que descanse, le invitamos a asistir a una reunión de nuestro consejo, me gustaría presentarle a los dignatarios de la Confederación.
-Muchas gracias, coronel. Pero, si no tiene objeción, prefiero acudir cuanto antes. Éste es un momento muy importante para ambos mundos. Además, debería intentar establecer contacto con mis superiores, no estoy capacitado para discutir sobre política de alto nivel. Creo que la cuestión no debe admitir demora. Y no desearía hacer esperar a los dignatarios de su mundo. – Subrayó Yener. -
- Como guste- repuso el coronel complacido por tal aseveración, no en vano los miembros del Consejo aguardaban tan intrigados como había estado él. - Ordenaré que se prepare la comunicación. Ahora si me disculpa un momento teniente Rant. - Yener hizo un asentimiento con la cabeza y ese militar se dirigió a Peter ordenándole. - teniente, venga conmigo para darme su informe.
Éste se acercó saludando y junto con el coronel caminaron por el astropuerto apartándose a una zona más aislada.
- ¿Y bien? - Le inquirió el coronel Larans con bastante más familiaridad. - ¿Cuál es tu opinión?
- Verás, papá - respondió Peter del mismo modo. - No me parece hostil, y seguro que Kira estará de acuerdo conmigo. Más bien tiene el mismo interés que nosotros. Pero no puedo decir nada de sus superiores.
- Sí - repuso Pierre con tinte reflexivo. - No comprendo cómo han enviado solamente a un teniente. Salvo que, para ellos, ese rango sea mucho más elevado que para nosotros.
- No lo sé, el caso es que venía en una nave más bien pequeña - le informó Peter. - Del tamaño aproximado al de uno de nuestros cruceros de ataque clase Colibrí. Supongo que no tendrían a ninguno de sus altos mandos en ella. Tampoco parecían estar acompañados de otras. Seguramente sólo estarían en tareas de reconocimiento.
- Eso nos lleva a pensar donde tendrán el resto de sus naves - dijo su interlocutor mesándose el mentón en actitud pensativa. - Quizás él nos lo diga.
- No lo sé. No me parece probable - opinó Peter. - Y, además, lo más probable es que tendrá órdenes de no revelar la cantidad exacta de sus fuerzas.
- Tienes razón. Eso es lo más lógico - convino Pierre. - En fin, lo mejor será conducirle hasta el Consejo y que ellos decidan como entablar relaciones. No sabemos nada de ese oficial ni de su planeta. -
Y mirando hacia la posición de los demás le hizo una indicación a Kira, la chica se acercó con prestancia excusándose con Yener y los otros.
- Usted dirá, mi coronel. - Dijo la muchacha llegándose hasta éste y su compañero. -
- ¿Qué opinas tú de ese oficial? - Le preguntó abiertamente Pierre. -
- Por lo que he leído en su mente, parece bien intencionado y sincero. También creo que pertenece a una alianza de mundos similar a la nuestra - respondió ella. -
- Eso lo complica aún más - repuso el coronel Larans argumentando. - No solamente tendremos que tratar con él a título individual de un planeta. - Conjeturó para añadir más despreocupadamente a renglón seguido. - Bueno, ya pensaremos en eso más adelante. Peter, acompáñale tú personalmente hasta el edificio del Congreso.
Su hijo y subordinado asintió y saludando militarmente se alejó hacia su invitado. Yener en tanto se había despedido de Gina y Gordon, ambos se alejaron hacia lo que parecía la terminal para probablemente ir a sus alojamientos. La chica le obsequió con una atenta mirada y una amable sonrisa antes de marcharse y él correspondió.
-Realmente una bonita joven. – Pensó siguiéndola con la mirada durante unos instantes más. –
Después el yumlaincer se quedó sólo. Pero no desaprovechó esos instantes, ya que no perdía detalle de algunas de las naves que observaba sobre las pistas de aquel astropuerto. Confirmando su impresión cuando estaban en el descenso, la mayoría eran de pequeño tamaño, más bien patrulleras de corto recorrido. Otras, un poco mayores, de ataque ligero, pero no veía ninguna que tuviera unas dimensiones considerables. Probablemente esas estarían orbitando alrededor del planeta dada la imposibilidad de hacerlas aterrizar. Lo mismo ocurría en Yumlaiance.
-Sus cruceros de batallas o porta naves estarán a cierta distancia. No tiene sentido arremolinarlos entorno a un planeta. Serían un blanco fácil. A buen seguro los tendrán distribuidos en las áreas de influencia que consideren oportunas. – Opinó con total sentido militar. -
En eso estaba conjeturando, sobre la cuantía y calidad de esas naves, cuando la voz de Peter le sacó de sus reflexiones.
- Perdona que te hayamos hecho esperar, pero debíamos informar enseguida. - Se excusó ese muchacho añadiendo con amabilidad. - Si tienes la bondad de seguirme. Te conduciré inmediatamente hasta nuestro consejo.
Yener asintió ligeramente y siguió a su anfitrión a un vehículo de levitación magnética que en Yumlaiance se conocía por el nombre de deslizador, subidos a él accedieron a esa especie de autopista de tubos de vacío que los trasladaron a una buena velocidad, aunque el movimiento dentro era casi imperceptible. Durante el trayecto, Peter aprovechó para preguntar a su invitado.
-No hemos hablado de ello. Supongo que tu rango será muy elevado entre los tuyos para haber sido designado como intermediador.
-No realmente. - Admitió Yener. – Solamente soy primer teniente. - Le recordó. -
-Yo soy Lugarteniente. - Le informó Peter. -
-Desconozco la equivalencia de tu grado militar con los nuestros. - Afirmó su interlocutor. -
-Nosotros somos un cuerpo policial, no militar. - Declaró Peter, matizando eso sí. - Aunque funcionamos de un modo parecido al ejército. Imagino que será similar a la forma en la que funcionáis vosotros.
-Por ahora, me faltan elementos de juicio para fundamentar una opinión. - Respondió cautamente Yener. –
-Claro. - Convino Peter. -
Al yumlaincer le pareció que quizás había sido algo cortante, pero no podía permitirse ni el más mínimo desliz que diera información a esos extraños. ¡Por muy amigables que parecieran!
-La historia de nuestro mundo tiene muchos ejemplos de traidores o de individuos que sabían engañar muy bien. No debo confiarme, por muy amables que parezcan y muy bellas que sean sus mujeres. – Se dijo. –
¡En su caso, sobre todo por lo segundo! Y como siempre le había advertido su maestro Azor Ligero, cuanta más grande era la tentación mayor debería ser la prudencia para evitarla. De modo que guardó silencio. Peter hizo lo mismo, y aquello ya comenzaba a ser algo incómodo. Por suerte tras unos pocos minutos el vehículo se detuvo y el oficial de Omega abrió la compuerta de salida.
- Ya hemos llegado al edificio- declaró el patrullero. - El consejo ha sido advertido y ha convocado una reunión especial. Te recibirán tan pronto llegues a la planta superior. Cuando termines vuelve a la planta baja y te mostraré tus alojamientos.
- Muchas gracias- replicó Yener tratando de compensar su sequedad anterior con un sincero halago. - Eres muy amable. Como todo el mundo por aquí.
Peter sonrió y le mostró el ascensor que debía de tomar, él mismo se disculpó, pues otras obligaciones le reclamaban. Yener subió hasta la planta que le indicara su acompañante y una vez llegó salió del elevador para encarar un largo pasillo con una amplia puerta como remate. Tras recorrer la distancia que le separaba de esta llegó a su encuentro una especie de robot volador que le dijo con voz metálica.
- Tenga la bondad de aguardar unos instantes...- Al cabo de los cuales añadió con tono metálico pero divertido, al menos para el chico. - Correcto, ya puede pasar.
Las puertas se le abrieron de par en par y Yener observó una larga mesa dispuesta en herradura, al menos una docena de sillas dirigidas hacia él y ocupadas por seres de las más variopintas especies le observaban. Uno verde y de gran cabeza bulbosa, otro amarillo y de un tamaño inferior al medio metro. En otro extremo, uno con pinta de simio bastante peludo y así alguno que otro más extraño aún; otro de ellos sí que era humano, pero también parecía de escasa estatura a juzgar por el tamaño de sus piernas y por fin, en el centro de la sala, una mujer humana de mediana edad y bastante atractiva que fue la que se dirigió a él en primer lugar con voz amable y firme.
- Bienvenido sea usted, teniente. Soy Lora Dair, la presidenta del Consejo de la confederación de planetas aliados de Omega.
- Me llamo Yener Rant D’lal, representante del planeta Yumlaiance y de la Cuádruple Alianza de la que forma parte. Es un gran honor para mí estar aquí. En nombre del soberano de mi mundo y sus aliados os agradezco que me hayáis recibido en paz. - Repuso él con idéntica cortesía. -
- No hay otro deseo en nosotros, ni albergamos otra intención que la de conocernos en paz y ofreceros nuestra amistad teniente, - contestó la presidenta. -
Yener pudo dar fe de eso, al leer sucintamente la mente de su interlocutora. No pudo hacerlo con mayor profundidad por si tuvieran a alguien como Kira, que pudiera detectarlo, o ella misma poseía capacidades telepáticas. Empero, lo poco fue capaz de entrever le gustó. Esa mujer parecía tener cualidades muy notables, como la paciencia, la empatía y un gran deseo por ayudar y buscar consensos. Debía de ser mi idónea para un cargo de tanta relevancia como el que ocupaba.
-Os reitero mi más profundo agradecimiento, señora presidenta. - Declaró el muchacho. -
¿Habéis dicho que tenéis soberano? - Inquirió esa mujer con una no disimulada curiosidad. -
- Si, en efecto. Su Majestad el Emperador de Yumlaiance. – Afirmo Yener con orgullo. -
- Así que os gobernáis por monarquía. - Observó uno de aquellos seres de apariencia evidentemente alienígena que se sentaba a uno de los extremos. - ¡Qué interesante!
- No exactamente - repuso el yumlaincer que matizó. - Nuestro Emperador es más bien un símbolo de respeto y tradición. En mi mundo elegimos a nuestros gobernantes desde hace siglos.
- Eso está bien - concedió otro de los allí sentados -. Decidnos, teniente. ¿Queda lejos vuestro planeta?
- No sabría asegurarlo - fue la cauta respuesta de Yener. - Vine hasta aquí en una de vuestras naves. Ni su velocidad, ni sus lecturas de distancia me eran conocidas hasta haber recorrido mucha parte del camino.
- Pero ya domináis perfectamente el idioma común de la Confederación. ¿Cómo es posible eso? – Quiso saber el individuo azulado -.
- Tengo ciertas habilidades telepáticas que, unidas a las de una de vuestras patrulleras, me han proporcionado las claves idiomáticas precisas. – Contestó sinceramente el muchacho. -
-Ya veo - comentó aquel humano bajito con cara ratonil que había visto antes para indagar. - ¿Pertenece usted a una flota de combate? ¿O sólo se encontraba en misión de exploración?
- Ambas cosas - declaró Yener. - Mi nave forma parte de un ala táctica. Se encuadra en una de las escuadras en las que se divide nuestra primera flota.
- ¿Así que tenéis más de una flota? - Inquirió sagazmente este hombrecillo. -
- Con todo respeto - Objetó el yumlaincer. - No puedo facilitar información sobre las fuerzas militares de mi mundo o de sus planetas aliados sin la autorización de mis superiores a tal efecto.
Y haciendo un breve barrido de la mente de aquel sujeto pudo constatar que no era ni por lo más remoto parecida a la de la presidenta. Aquel tipo daba la impresión de ser tan servil como artero. Era capaz de mostrar una lealtad o, mejor dicho, un seguidismo sin límites para con su caudillo, pero despreciaba y desconfiaba de otros miembros de su propio consejo. Por suerte, Yener supo mantener su expresión inalterada, aunque casi se le había contraído involuntariamente en una mueca de disgusto y reprobación con solamente haber sondeado superficialmente a ese tipo.
- ¡Y yo me quejaba de los natacliers! Este va camino de nephraler. – Pensó. -
- Debéis disculpar al representante de Casiopenae - Intervino la presidenta aclarándole a su invitado. - Él es agregado militar de su embajada y suele sentir inclinación sobre esos temas.
- Lo comprendo. - Asintió Yener quitándole importancia. - En su lugar hubiera preguntado lo mismo, pero como ya he dicho con anterioridad, para más información de ese o cualquier otro punto, debo recibir instrucciones directas de mi alto mando, señora presidenta.
- Haremos lo posible por contactar con ellos a la mayor brevedad. - Observó ésta que, dirigiéndose una vez más a su invitado, le dijo con marcada cortesía. - Por lo pronto sea usted bienvenido una vez más. Estará cansado, ordenaré que le preparen alojamiento. Por cierto- añadió mirándole con curiosidad. - Veo que usted pertenece a la especie humana, igual que algunos de nosotros.
- También he pensado en ello, - admitió Yener especulando con una sonrisa. - Podría ser que nosotros tuviéramos ascendientes comunes. Como nosotros decimos, en su mundo también hay hijos de Ishir y de Maray.
- ¿Hijos de Ishir y de Maray? - Inquirió la presidenta sorprendida. - ¿Qué significa eso?
- Maray es una de nuestras diosas más importantes. Ishir es su hija y según algunas creencias en mi mundo, ella nos creó por delegación de un dios superior. Hay otros que no son partidarios de esas ideas. Ateos o que profesan otros cultos. - Le explicó Yener. -
- ¿Usted lo es? - quiso saber Lora. -
- Yo sí, he sido educado en esa fe, que es la oficial de nuestro mundo.
- Así que rinden culto a dioses - observó aquel pequeño ser amarillo. - Y a más de uno por lo que veo.
- Sí, en efecto, nuestros dioses principales son el Creador, que es el supremo hacedor del Cosmos. La diosa Maray, madre de nuestro pueblo. El dios Alex, el padre de este y los hijos de ambos, el dios Kail, que rige sobre la guerra y la sabiduría. Y la diosa Ishir, que es la creadora de nuestra especie y tiene como símbolos nuestro Sol y nuestra Luna, en representación a la luz. Pero yo no soy el más indicado para hablarles sobre la religión de mi mundo. Eso es competencia de nuestros sacerdotes o magos, como llamamos a los expertos en esos temas. ¿Acaso ustedes también tienen dioses? - Quiso saber a su vez. -
- Nuestra alianza se declara aconfesional - repuso Lora. - Aunque eso es de forma oficial, cada uno de sus integrantes tiene o no diversos dioses y creencias a las que rinde culto si así lo estima conveniente.
- ¿Los humanos de su mundo en concreto tienen alguna? - Le inquirió Yener bastante interesado. -
- Podría decirse que depositamos también nuestra fe en el Creador. - Convino la presidenta lo que hizo que Yener esbozase una sonrisa. -
- Somos pues más parecidos de lo que podía imaginarse. - Aseveró complacido éste agregando a modo de despedida. - Ahora con su permiso me retiraré como usted me había aconsejado. Encantado de conocerlos a todos, damas y caballeros. - Agregó deferentemente hacia el resto de los allí congregados. -
La presidenta asintió con una leve inclinación de cabeza y Yener saludando al consejo dio media vuelta saliendo de la sala. Cuando es joven su hubo ido. Lora volvió a su asiento y dirigiéndose a sus colegas les preguntó.
- ¿Y bien? ¿Qué opinan ustedes?
-Parece un joven agradable y con buenas intenciones. - Replicó el representante de la Constelación de Escorpión. –
-Ante todo, debemos tener prudencia y no bajar la guardia. Las apariencias podrían engañar. - Intervino el que se identificó como representante de un sector de la galaxia de Andrómeda. –
-Coincido plenamente con la opinión de mi distinguido colega. - Afirmó aquel hombre de gesto ratonil, añadiendo. – Tendré que informar de inmediato a mi digno líder, el general Tirelius, de este contacto.
-Por supuesto. Todos ustedes tienen esa obligación y ese derecho. - Convino la presidenta que agregó. – En cualquier caso, debemos permanecer fieles al espíritu de nuestra confederación. Dar la bienvenida a unos posibles nuevos amigos en el marco de la tolerancia, el respeto y el principio de confianza. Sin descuidar por supuesto, las más elementales precauciones.
Todos los representantes de la Confederación asintieron, cada uno haciendo ya sus propios cálculos en interés de sus planetas. Primero deberían comprobar la fortaleza de ese nuevo potencial aliado. Si ese planeta Yumlaiance y su alianza eran poderosas cada cual trataría de atraerla a su particular esfera de intereses. Lora no era ajena desde luego a esos pensamientos, aunque ella se daría por satisfecha si podían establecer una fructífera relación a todos los niveles. Pero, sobre todo, que se basara en la paz y el mutuo beneficio.
-Es un completo enigma. - Meditó. – Y la cosa no es nada fácil. Aunque ese muchacho fuera en efecto alguien bienintencionado, a la larga no será quien hable por su mundo.
A su vez Yener sintió alivio al haber abandonado esa reunión. Lo suyo no eran las conferencias diplomáticas precisamente.
-Si esa gente supiera la de veces que me he peleado en alguna de las tabernas que hay por Holmgard o en Dumlans. - Pensó más divertido que apurado. –
A decir verdad, la mayor parte de las veces no fue culpa suya sino cosa de algún idiota que le insultó a él, a su orden o al Prehistar.
-Y no sé cual de esas ofensas considero más grave. – Reflexionaba. –
Se paró ante el ascensor que le preguntó a qué piso deseaba ir.
-La verdad, no lo sé. - Declaró. -
-Necesito datos precisos para llevarle. - Contestó una voz robótica. –
-Planta baja. -Dijo al fin. -
No estaba demasiado seguro de si eso le llevara a sus alojamientos, pero pensó que ya preguntaría allí.
-Habrá más gente y podré informarme mejor. - Razonó. -
La puerta se abrió al poco, él se dispuso a entrar cuando se topó con una jovencita que pretendía exactamente lo contrario.
- Perdone - se disculpó él. -
- No se preocupe - repuso la chica que Yener reconoció como aquella muchacha rubia que había venido en la nave junto con él-.
- Creo que nos hemos visto antes en la nave. Estaba de navegante, ¿no es así? - Inquirió él muy interesado en entablar contacto con aquella atractiva chica. -
- Si, así es. - Corroboró la joven de forma algo tímida sin centrar del todo su mirada en los ojos de él – Vinimos juntos.
- Me presentaré oficialmente entonces. Soy el primer teniente Yener Rant D, L´lal, de Yumlaiance, encantado.
- Yo me llamo Gina Larans, soy alférez de la federación de planetas de Omega. - Respondió ella superando un poco aquella vergonzosa expresión de su cara. -
- Se apellida igual que el coronel - observó Yener de forma suspicaz. -
- Sí, es mi padre - sonrió ella añadiendo con rubor. - Y la presidenta del Consejo es mi madre.
- ¡Vaya! - Sonrió Yener a su vez -. Entonces podría decirse que tener una charla con usted es cumplir con dos embajadas, diplomática y militar a un tiempo.
- No, no debe pensar eso - repuso ella cada vez más sonrojada. - Los cargos que ostentan mis padres nada tiene que ver conmigo o con mi hermano.
- ¿Hermano? - Inquirió Yener fingiéndose sorprendido, aunque ya había intuido algo por el estilo. -
- Sí, el oficial que le trajo a usted hasta aquí y que comandaba la nave, es mi hermano. - Le aclaró ella. -
-Al parecer aquí todo queda en familia - se dijo Yener que añadió con un gesto más extrovertido. -Tutéame por favor. Creí que había alcanzado ese primer acuerdo diplomático a bordo con todos vosotros.
-Lo siento. - Pudo responder esa jovencita que estaba realmente colorada. - Estaba tan centrada en la navegación que no debí de darme cuenta.
La muchacha desde luego se sentía como una tonta. Se suponía que estaba conversando con el representante de un nuevo mundo y pese a sus propios estudios de diplomacia, no estaba realizando precisamente un gran papel. Todo por su maldita timidez. En eso, desde luego, era lo opuesto a su hermano.
-Mira que Peter me lo ha dicho veces, tengo que ser más desenvuelta. Pero es que no me sale nada natural. - Se lamentaba en silencio. -
A Yener esas disquisiciones mentales de su interlocutora no le pasaban desapercibidas por mor de su disciplina de telepatía. Y aquello, lejos de resultarle embarazoso como a su contertulia, le pareció realmente delicioso. Esa chica no es que fuera tímida es que casi se moría de vergüenza. Volvió a pensar en que ¡Ay, si en lugar de en medio de una visita diplomática hubiese estado en un bar de Dumlans o de Holmgard! Aunque en esta ocasión no para protagonizar una pela, sino para establecer relaciones sociales con una muchacha así. Seguro que ya habría ligado. Pero ante todo tenía que recordar donde estaba y qué se esperaba de él, debía ser comedido y muy cuidadoso. Optó por sonreír educadamente aseverando.
-No te preocupes. No tienes porqué disculparte. Pero ya que ambos somos oficiales jóvenes y colegas, no veo porqué mantener tanta formalidad.
- Como quieras - sonrió nuevamente ella que pudo dominar su patente azoramiento para añadir - Ahora si me disculpas, debo ir a ver a mi madre, bueno. Quise decir a la presidenta del Consejo.
Yener asintió apartándose cortésmente del ascensor, la muchacha salió y dedicándole una última y simpática mirada se perdió por el corredor. Él se metió en el elevador.
- ¿A qué piso desea ir? - Volvió a escuchar. -
-Planta baja. - Repitió. –
Y en tanto aquel cacharro cerraba la puerta y se ponía en movimiento descendente hacia el vestíbulo Yener pensaba en que ese era el mejor contacto de los que había establecido hasta el momento. Esa muchacha le parecía encantadora, aunque era incluso más tímida de lo que él había imaginado.
-En fin, nunca se sabe. - Pensó. - Lo primero es el deber. Después, con un poco de suerte… ya estudiaremos terrenos más privados…
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