Capítulo 4. Alerta.
- No me gusta nada esto, Pierre...- Aseveraba aquel fornido individuo de mediana edad y pelo rubio oscuro con frondoso bigote del mismo color. -
- No te lo tomes así, Graham. - Sonrió su interlocutor de forma más distendida. - Es sólo un oficial.
- Por eso mismo lo digo, un simple oficial que se ha presentado ante el consejo como interlocutor de una teórica alianza de planetas que parece ser muy poderosa. No me fío, podría ser un impostor.
- Kira lo habría sabido merced a sus poderes telepáticos, pero nos ha garantizado que ese teniente dice la verdad. Al menos hasta dónde él cree. - Le tranquilizó Pierre. -
- Pues aún peor. – Insistió Graham. - No sabemos si sus intenciones son en realidad pacíficas o si solamente se trata de un infiltrado que quiere valorar nuestras fuerzas de ataque. O, admitiendo que fuera sincero, podría tratarse de un simple peón que desconoce su verdadera misión.
- En cualquier caso, tanto si fuera un espía consciente de serlo como si no, no podría ver gran cosa aquí. Ya sabes que las flotas de guerra están prohibidas en Omega. No desconoce que nuestra alianza la conforman bastantes mundos y sería estúpido si basase nuestro potencial militar por lo que vea sólo en uno. - Le rebatió Pierre con tono tranquilizador. -
- Tienes razón - concedió Graham bajando su rubicunda cara y mesándose su espeso bigote. - Pero ya sabes como soy, no me fío ni de mi sombra.
Eso era verdad. Con todo lo afable y amigo del jolgorio que era Graham se transformaba en un inquisidor implacable en cuanto a asuntos de seguridad planetaria concernía. Pierre pensaba que a veces, como en este caso, se excedía en su celo. No obstante, él mismo albergaba dudas. Lo más prudente sería ver como se desarrollaban los acontecimientos, eso sí, sin bajar la guardia. Así que tratando de distender el ambiente le propuso a su compañero, tras pasarle un brazo por los hombros.
- Anda, amigo mío, vamos a tomar algo y dejemos esto para los diplomáticos. Luego tendremos que acudir al consejo para dar nuestra opinión.
-Sí, es verdad. Y ya sabes lo que detesto esas reuniones tan aburridas. - Confesó su interlocutor añadiendo con jovialidad y nostalgia al tiempo. - ¡Demonios, Pierre! ¿Recuerdas cuando íbamos de patrulla los dos? Lo bien que lo pasábamos cerca de la frontera de Casiopea del sector de Andrómeda. O cazando contrabandistas.
- ¡Qué tiempos aquellos, amigo mío! ¡Qué tiempos! – Suspiró su compañero y superior alegando con resignación. – Desde luego que se vivía mejor siendo lugartenientes. Pero los años pasan, nos hemos hecho mayores.
- ¡Habla por ti, abuelito! - Repuso desenfadadamente su contertulio. - Yo todavía estoy hecho un chaval.
Pierre se rio con su amigo y compañero de tantas aventuras. Se alegraba de tenerle ahí, como a su mano derecha. Quizás Graham era de naturaleza algo impulsiva pero siempre un tipo noble, sin doblez y digno de total confianza, además de poseer una vitalidad y ganas de juerga a prueba de bomba. Desde luego que el comandante Stevens siempre fue un tipo de acción al que encantaba darse de puñetazos con tripulantes pendencieros en los bares para detenerles después, o tomarse unas jarras de cerveza con ellos, según surgiera. Moviendo la cabeza el coronel Larans comentó con patente orgullo ahora.
-Si hay algo que realmente me haga feliz es ver a nuestros hijos siguiendo nuestros pasos, y manteniendo esa misma camaradería.
-Es verdad. –Convino Graham añadiendo con humor. - El tuyo es el más responsable y el que piensa más las cosas. El mío es como yo, embiste contra todo y después pregunta. Y Pedrito también tiene mejores calificaciones. ¡Vamos, que la historia se repite!
-Amigo, tanto tú como tu hijo sois excelentes oficiales de la confederación. Vuestras notas nada tenían que envidiar a las nuestras. - Sonrió su interlocutor. -
- ¡Eres demasiado modesto! - Rio Graham palmeando a su compañero en la espalda para casi hacerle caer. -
Y es que aquel hombretón tenía tanta fuerza que a veces ni era consciente de ella. Pierre sonrió a su vez, y más cuando su viejo amigo le comentó con visible contento a su vez.
-Bueno, y quizás, dentro de poco seamos hasta familia. Ya sabes que mi chico, y tu chica… pues.
-Sí, sé que a Gina él no le es indiferente. - Confesó el coronel, añadiendo eso sí, con su característica diplomacia y prudencia. - Pero eso algo de lo que deben ocuparse exclusivamente ellos dos.
- ¡Claro! ¡A nuestra edad no nos vamos a dedicar a hacer de casamenteras! - Exclamó un divertido Graham para añadir con humor. - Pero es que todo lo grande y bruto que tiene mi hijo, y toda la valentía que muestra ante cualquier peligro, se convierten en mieditis aguda cuando de invitar a tu hija a salir se refiere. Preferiría pegarse con seis lagartos bípedos del planeta Okion antes que pedirle a tu niña una cita para salir.
- ¡Pues Gina no es tan fea como uno de esos lagartos! - Rio su padre. - Por suerte ha salido a su madre, no a mí, ¡ja, ja!
-Hombre, no quise decir eso. - Se apresuró a decir un azorado Graham. -
Aunque su amigo ahora se partía de risa, comprendiendo al fin la chanza, el comandante se unió a él y ambos se alejaron rumbo al bar…
-Desde luego, siempre me la juegas. - Suspiró un aliviado Graham con las risas de su superior y amigo aun de fondo. -
-Bueno, no te preocupes por tu hijo. Recuerdo que a mí me pasaba lo mismo cuando veía a Lora en la academia.
-Es verdad. No te atrevías a lanzarte. Decías eso de...no la conozco de nada. Ni siquiera me he aventurado a darle los buenos días...además, una chica que estudia la carrera diplomática es demasiado para mí. ¡Ja, ja! - Recordó Graham. -
-Y fuiste tú el que me lanzó. - Se sonrió Pierre ahora. -
-Si lo dices por ese empujoncito que te di.- Replicó su contertulio, visiblemente divertido. -
-Creo recordar que te expliqué, que eso de que necesitaba un empujón para ir por ella, era algo metafórico. - Comentó un ahora risueño Pierre. -
Aunque cuando eso pasó, hará ya unos cuantos años, a él no le hizo precisamente ninguna gracia. Ni a Lora tampoco. Aunque ella pasó del gesto de reprobación al de ternura cuando le vio tan colorado.
-En mi vida había pasado tanta vergüenza. Ni creo que vuelva a pasarla a ese nivel. - Le recordó Pierre a su amigo quien ahora se reía. -
Perdona chico. Yo lo hice con toda mi buena intención. - Se disculpó jocosamente Graham. -
Y es que a ese bruto no se le ocurrió mejor cosa que empujar literalmente a su amigo justamente cuando Lora pasaba charlando con unas compañeras de estudios. El pobre Pierre no pudo evitar llevársela por delante. ¡Menos mal que con sus reflejos se las apañó para caer debajo de ella! Al principio Lora Flor Dair, le observó con una mezcla de estupor y enfado. Aunque cuando él trató de balbucir una disculpa el gesto de la chica pasó de la irritación a la sonrisa. Al menos Graham intervino pidiendo disculpas.
-No creí que fueras a estrellarte. - Alegó encogiéndose de hombros. -
Por supuesto que Pierre se excusó a su vez, pidiéndole a esa joven que le permitiera invitarla a alguna cosa o ayudarla para enmendar aquello. Lora dijo que no era necesario, pero por fortuna él insistió y aquella hermosa joven al fin aceptó tomar un rápido té. Y ese rápido té se convirtió en una cita de más de dos horas en la que hablaron y comenzaron a conocerse. Al poco ya salían juntos.
-Cada vez que mi esposa se acuerda de aquello no deja de reírse y de decir que te debemos una, Graham. - Sonrió Pierre. -
-Ya me habéis pagado con creces. - Comentó afablemente su amigo. -
Aunque el propio Graham tampoco dejaba de recordárselo a sus amigos de vez en cuando, provocando siempre las risas. Y de este mismo modo, entre risas y rememorando algunos episodios de juventud, ambos oficiales se encaminaron hacia la cantina. Por su parte, Yener estaba en una habitación que le habían proporcionado, era bastante cómoda y no difería demasiado de las de su propio mundo, lo cual le sorprendía. Aunque por similares que fuesen ambas civilizaciones tendrían que observarse diferencias. Una de ellas era la imposibilidad de sintonizar el canal deportivo a través del subespacio. ¡Maldición! Era el cuarto encuentro de las finales de la mega liga de Basket entre la Prehistar y los Campirians. Y estaban dos a uno...
- ¡Mierda!, seguro que ganamos y se acabó. - Pensaba Yener con ciertos visos de intranquilidad contenida. - Aunque ahora no hay demasiado tiempo para acordarse de eso. Bueno, según le vea la cara a Larus sabré cual ha sido el resultado…
Desde luego esto sólo le podía pasar a él. Efectivamente, estaba en medio de la misión más trascendental de su vida, al menos hasta entonces. Era el representante no únicamente de su mundo sino de la alianza en la que éste estaba inmerso. Posiblemente, además, en su habitación habrían instalado todo tipo de cámaras y micrófonos microscópicos. Aunque su detector no captase nada extraño no podía fiarse pues tampoco sus sentidos podían agudizar tanto. Y a pesar de todo, lo que más le preocupaba ahora, además de su labor, era que su equipo derrotase a los eternos rivales. En eso pensaba, reprochándose su frivolidad, cuando la puerta de su cuarto se abrió haciéndole levantarse como un resorte de la cama en la que se había sentado. Descubrió a ese tal Peter y la chica morena.
- ¿Cómo se llamaba? - Quiso saber mentalmente y la respuesta no tardó en llegarle de la misma forma, Kira... en tanto ella se sonreía sin pronunciar palabra -.
-Me entristece que no lo recuerdes. - Le comentó mentalmente ella. -
-A mí también. - Sonrió levemente él. - Lo siento, no volverá a suceder. - Aunque de inmediato alegó. -Algo me bloqueaba, era como si me estuviese diciendo que ese, sin embargo, no es tu verdadero nombre…
La joven sonrió levemente y pasó a admitir…
-Es el apodo con el que me llaman mis amigos…pero mi auténtico nombre es Mercedes. Y creo que también tú posees otro nombre además del que nos has dicho.
Yener asintió casi de forma imperceptible reconociendo aquello, pero no pudo desvelar cual era. A su vez, ajeno a ese intercambio de pensamientos amistosos, Peter inició la conversación oficial en forma audible.
- Buenas tardes, teniente, vamos a cenar en el restaurante del congreso. Si te apetece y tienes la amabilidad de acompañarnos, nos sentiríamos muy honrados. - Le invitó cordialmente el muchacho. -
- Muchas gracias - repuso Yener. - Aceptaré encantado. Lo cierto es que tengo hambre. Aunque por ahora me mantendré con mis cápsulas energéticas, no quiero que lo toméis por una descortesía, pero es lo más prudente hasta que nuestros científicos comprueben el grado de compatibilidad entre vuestros alimentos y los nuestros. Seré yo quien estará muy honrado de acompañaros si me dais tiempo de asearme un poco.
- Por supuesto- concedió Peter. - Te esperaremos fuera.
- De todas formas, por lo que hemos comprobado respiras una mezcla de compuestos del todo similar a la nuestra. - Declaró Kira según salía de la estancia junto a su compañero, agregando. - El bio scanner de nuestra nave, cuando estuviste en descontaminación mostró también unos patrones genéticos muy similares.
Aquello podría ser cierto en parte, de no ser porque Yener portaba un microfiltro en el interior de su nariz. Y asimismo un pequeño microordenador que estaba analizando las constantes vitales de su dueño y el entorno en el que se encontraba. Por el momento, y para sorpresa del yumlaincer era cierto que no existían incompatibilidades de importancia. Incluso le daba la impresión de estar en uno de los reinos de su mundo. Existían costumbres algo diversas de uno a otro, pero el terreno y la atmósfera eran las mismas.
-Creo que estaría más incómodo en Tibinco. - Se dijo. – Esto se parece más a una visita a la casa de Sommer que a un planeta desconocido. En nombre del dios Alex. ¿Qué probabilidades hay de que tengamos tal grado de semejanzas?
Todo esto se agolpaba en su mente con una única pregunta que resumía sus dudas. ¿Cómo era posible tanta afinidad y similitud cuando no coincidencia exacta entre este mundo y el suyo? Seguía dándole vueltas a todo mientras se aseaba.
-Lo único que pasa es que me noto algo más ligero desde que puse el pie en el planeta. - pensaba. -
Tuvo entonces una intuición y usando un brazalete computerizado que llevaba en su muñeca izquierda hizo un rápido cálculo...
-Era eso. La gravedad de este mundo es cero ochenta y cinco respecto de la de Yumlaiance.
Eso quería decir que su peso era obviamente menor que en casa. Decidió ajustar el peso de su traje para igualar las condiciones.
-De no hacerlo, una exposición prolongada como la que imagino tendré a la gravedad de este mundo, debilitaría mis huesos y músculos. - Diagnosticó. -
Sin embargo, más allá de eso, no había notado ningún otro efecto anómalo todavía. Aunque no podía estar plenamente seguro de que no lo hubiera ya que la acción de la película protectora y del filtro bien pudieran darle una impresión equivocada. Tarde o temprano y pese a los alentadores datos del microcomputador debería correr el riesgo y prescindir de estas protecciones. Aunque había otra cosa a la que el joven daba más crédito y era su sólida formación en las técnicas del Monasterio de Sommerlund al que también pertenecía y estas le indicaban que no tenía nada que temer. Así que, en un arranque de valor y encomendándose a todos los dioses, se quitó aquel filtro y realizó algunas inspiraciones. Tras unos instantes de espera temiendo incluso alguna reacción patógena en su organismo concluyó que realmente esa atmósfera le era plenamente respirable. ¿Acaso sucedería lo mismo con el resto de los elementos? De seguro que no iba a tardar demasiado en comprobarlo.
-Quizás podría aventurarme a tomar algo aquí, siguiendo los dictados de mis disciplinas del Kail. Aunque seguro que Azor Ligero diría algo así como, Gavilán, tienes todo el tiempo del mundo para eso. No lo desperdicies en un instante de irreflexión.
Tras este planteamiento filosófico tan del estilo de su mentor, o eso creía él, Yener dio por concluido su aseo y salió encontrándose con sus anfitriones a los que siguió hacia el comedor de oficiales. Por su parte, el agregado de Casiopea se dirigía a la asamblea. Venía de su despacho, allí había establecido una conexión de audio con su máximo mandatario, por un canal de seguridad.
-Ya sabes, quiero que te informes bien sobre el embajador de ese planeta desconocido. Averigua la fuerza que tengan en su planeta y si pudiera representar una amenaza para nuestros planes.
-Así lo haré, mi general. - Convino sumisamente el agregado. -
-Procura evitar que simpatice en demasía con Omega. - Le indicó su contertulio. -
-Sí, señor, haré cuanto esté en mi mano.
Así se lo prometió a su líder, se dispuso a cumplirlo de inmediato. El general era alguien de poca paciencia y una intolerancia absoluta hacia los fracasos de modo que sin más tardanza se dirigió hacia la asamblea que ya contaba con la presencia de Pierre y de Graham. Llegados hacía tan solo unos minutos y no dudó en tomar la palabra para advertir.
- Debemos ser muy cuidadosos. Quién sabe si todo esto no responde a un orquestado plan de invasión contra nuestro mundo.
- ¿Por parte de quién? - Quiso saber otro de los delegados de Alfa Centauro. -
-No lo sé. - Admitió el interpelado. - Por eso mismo debemos tener precaución, y no confiar sin más en ese individuo.
Pierre miró a su compañero con una disimulada sonrisa que éste pese a todo advirtió. Desde luego a ninguno le caía demasiado bien el agregado de Casiopea, pero Graham tuvo que reconocer que en esta ocasión compartía sus recelos.
- Señor agregado - intervino serenamente Pierre. - No creo que con un solo hombre se pueda intentar una invasión. Más bien pienso que ha sido un encuentro fortuito.
- Por si acaso, propongo a la presidenta del congreso que un par de nuestros destructores de ataque de la clase Nautilos patrullen nuestras fronteras. - Respondió el hombrecillo con tono sibilino. -
- ¿Y arriesgarnos a una posible confrontación con una potencia alienígena? - Terció Lora obviamente preocupada por aquella posibilidad que deseaba descartar de inmediato. – Con todos los respetos, señor cónsul. No lo creo nada prudente.
- Nosotros no tenemos miedo a una posible guerra - sonrió el agregado. - Nuestro mundo es fuerte y está bien preparado. No en vano somos la primera potencia militar de la confederación. - Subrayó esto último con un tono de superioridad que disgustó a todos los demás, aunque al percatarse del efecto de sus palabras, agregó de un modo más conciliador. – Está claro que tampoco la deseamos, precisamente por eso les digo... ¿Cómo rezaba ese viejo adagio de su mundo madre? -Se preguntó a sí mismo para responder. - Si vis pacem, para bellum. ¿Verdad?
-Si deseas la paz, prepárate para la guerra. - Tradujo de inmediato Pierre, de aquel antiguo idioma terrestre teniendo que reconocer. - Sí, así dice.
-Yo secundo esa opinión, de mi ilustre aliado el cónsul de Casiopea. - Terció el representante de Andrómeda, un tipo de tez verde con dos antenitas sobre la cabeza, añadiendo con tintes de superioridad. - Eso mostrará a ese planeta y a sus posibles aliados, que nuestra confederación no es una presa fácil. Por si albergasen siniestras intenciones. En ese tipo de cuestiones el general Tirelius sabe muy bien que podrá contar siempre con mi gobierno.
-Sí, por supuesto que puede contar con ellos. - Le susurró Pierre a su amigo en voz muy baja para asentimiento de éste al escuchar. – Son un gobierno títere del Tiñoso…
Así es como llamaban despectivamente al general Tirelius, el líder de Casiopea. Por supuesto, no lo pregonaban en voz alta. Pero estaba claro que los gobernantes de Andrómeda debían su poder a un turbio asunto acaecido algunos años atrás, en el que mediaron las naves de Casiopea. Por desgracia, la Confederación no tenía atribuciones para interferir en la política de un mundo soberano y tampoco pudieron obtener pruebas suficientes de que se hubiera producido un golpe de estado allí.
-Ya tenemos bastante con las ansias expansionistas de Casiopea como para que estos traten de imitarlos. - Pensó con desagrado Pierre. -
Entre tanto, en la asamblea hubo un breve momento de silencio seguido de algunos breves susurros entre los representantes de cada planeta. Parecía discutir los pros y los contras de esa propuesta. Algunos incluso miraban con mal talante a los delegados de Andrómeda y Casiopea por su prepotencia. Otros en cambio daban la impresión de estar de acuerdo con esas teorías que enunciaban y pensar que, mejor pasarse de precavidos a ser tomados por sorpresa. A tal efecto, la flota de guerra de Casiopea no tenía rival en toda la Confederación y bien podrían llevar el peso de las operaciones. A buen seguro que haría que esos extraños se lo pensaran dos veces. Sin embargo, eso tenía un grave inconveniente, le daría una relevancia enorme al general Tirelius y eso era algo que pocos de los allí presentes deseaban que sucediese. Finalmente fue la presidenta quien intervino tomando la palabra.
- No creo, señor agregado de Casiopea, que eso sea necesario. – Declaró Lora tratando de apaciguar las malas caras que se podían apreciar alrededor de la mesa de conferencias. - Una excesiva muestra de fuerza podría ser contraproducente. Mejor enviar dos cruceros ligeros clase colibrí o incluso dos patrulleras del tipo Libélula que no puedan ser tomados como una provocación.
Todos estaban de acuerdo en esa propuesta, aunque pronto, un informe urgente proveniente de la torre de control les dejó pensativos y sobre todo preocupados. El rostro de un joven oficial apareció en la mini pantalla de la presidenta que ésta trasladó a la gigante que dominaba la sala.
- Señora presidenta, señores del consejo. Hemos detectado una gran cantidad de naves en nuestra frontera norte.
- ¿Pueden precisar tamaño y número? - Le preguntó Pierre -
- Unas dos docenas, al menos cuatro de ellas de tamaño superior a nuestros mayores cruceros señor. - Repuso el joven con el rostro demudado por la preocupación. -
- Bien teniente, ahora mismo vamos para allá. - Terció Graham. -
- Manténganos informados, teniente. - Le pidió Lora. -
- A la orden- asintió éste que, tras un saludo militar, cortó la transmisión. -
- ¿Lo ven? - Intervino el agregado casiopeano visiblemente nervioso. - Han tardado muy poco en ponerse en posición de amenaza.
-Dudo que con dos naves ligeras baste. - Añadió el miembro de Andrómeda. -
-Eso si se trata de ellos. - Intervino Graham tratando de sonar calmado al agregar. - Pudieran ser esos extraños objetos que nos han visitado en anteriores ocasiones.
-No lo creo. – Replicó agudamente el líder de la constelación de Escorpión, añadiendo con agudeza. – Esos visitantes suelen aparecer en una sola nave. Aquí hay muchas y no viajan tan rápido como en anteriores ocasiones.
-Así es. - Admitió Pierre, declarando en tono comedido. - Sin embargo, es pronto para juzgar que sean una amenaza.
- Coincido con el coronel Larans. Aún no sabemos que intenciones puedan llevar, - rebatió un ser azulado de largas antenas perteneciente a un planeta llamado Orión. -
- Eso es cierto de momento nos conviene ser prudentes, - convino Pierre. - Ahora mismo nos trasladaremos al puente de control. Avisaremos al oficial de Yumlaiance, si son naves de su mundo, quizás él pueda informarnos de lo que ocurre. Y mientras, trataremos de establecer contacto diplomático con esa flota.
Lora asintió dando su aprobación y los dos oficiales se marcharon rumbo a sus puestos. Ajenos a eso Yener, Peter y Kira se reunieron con Gina y Gordon que aguardaban sentados a la mesa.
- Espero que te guste nuestra comida, teniente, cuando puedas probarla. - Le deseó Kira. -
- Si es como la compañía puedes estar segura de que sí. - Sonrió este apartándole cortésmente la silla. -
La morena esbozó una complacida sonrisa y tomó asiento, estaba junto a Peter y enfrentada en la posición con Yener, quien a su vez se colocó entre Gordon y Gina. Esto pareció no gustar mucho al pelirrojo muchacho, pero no le dio mucho tiempo a protestar ni tan siquiera con gestos, pues sonó la alerta general.
- ¿Qué ocurrirá? - quiso saber Peter levantándose como los demás, de forma rápida -.
- Es la alerta clase dos- repuso Gordon con gesto inquieto. - Debe ser algo serio. Incursión de objetos no identificados en nuestro territorio ¿No sabrá usted nada sobre esto, teniente? - Inquirió a Yener con un tono poco condescendiente y más formalista. -
- Puedo asegurarle que no - respondió el interpelado de forma tajante e imitando el tratamiento de su interlocutor. - He estado incomunicado con mi nave desde que vine aquí. - Recalcó de forma que se percibiera su disgusto por tal efecto. -
- No te preocupes, eres libre de intentar contactar cuando quieras. Seguramente es que no hemos sido capaces de detectar la presencia de tus naves hasta ahora. Pero si quieres puedo guiarte hasta la sala de comunicación para que vengan a recogerte. - Le ofreció Gina, aunque el tono de ella era sinceramente cordial, deseando aliviar tensiones, incluso hizo sonreír a Yener que, para sorpresa de los demás, declaró de una manera mucho más amable. -
- Si las mujeres de Omega son todas como Kira y como tú, no me asaltarán los deseos de marcharme.
Kira movió la cabeza divertida, Peter le dedicó una mirada perpleja a ese tipo, Gina sonrió sintiéndose halagada y bajando la cabeza para evitar que se la viese ligeramente ruborizada. Sin embargo, pese a sus precauciones no pudo evitar que los demás se dieran cuenta y eso a Gordon no le hizo ninguna gracia. Bien estaba la diplomacia, pero, en su opinión aquel tipo se estaba pasando y tendría que recordarle donde estaba, así pues, le preguntó con un tono de ofendido sarcasmo.
- ¿Qué pretende conquistar usted primero, teniente? ¿Nuestro mundo o nuestras mujeres?
- Gordon ¿qué dices?,- intervino Peter sorprendido y envarado al igual que el resto de sus compañeros por la incorrección de su irreflexivo amigo. -
- No tiene importancia - pudo sonreír Yener que miró fijamente a Gordon añadiendo con retintín - ¿Le pongo nervioso quizás? Lo lamento, no era mi intención.
- Soy oficial de la patrulla estelar de la confederación. - Declaró su interlocutor con un claro sentimiento de orgullo y desafío sentenciando. - Se necesita mucho más que eso para ponerme nervioso.
- Lo celebro entonces- repuso el yumlaincer sin perder su aplomo ni su sarcasmo, al remachar. - Porque si no su patrulla me habría decepcionado mucho.
Gordon se tensó e incluso hizo amago de levantarse, por fortuna su compañera Kira le sujetó disimuladamente de un brazo.
- Ya basta, por favor - terció amable pero rotundamente ella que percibía una escalada de hostilidad entre ambos muchachos en la carga emocional del ambiente. - Debemos acudir a la llamada. Ven con nosotros...te lo ruego. - Le pidió conciliatoriamente a su invitado. -
- Será un placer - concedió Yener en tono pretendidamente conciliador tras lo cual y sin más palabras todos acudieron al puesto de control. -
Aunque el yumlaincer iba caminando junto a Kira y algunos pasos por delante, Peter y su hermana trataban todavía de apaciguar a su irascible compañero.
- ¿Quién demonios se habrá creído ese tipo que es? - Espetó entre dientes. -
-No te pongas así, solamente les estaba haciendo un cumplido a Kira y a mi hermana. ¿Verdad Gina? - Trató de calmarle Peter. -
-Sí, claro, pero es que soy muy vergonzosa, ya me conoces. - Pudo añadir la apurada chica agregando con tino. - Y puede que en su mundo las costumbres sean esas.
-Me importa un bledo cual sea la costumbre en su mundo. Ahora está en el nuestro. - Sentenció su terco interlocutor. -
-Por favor, trata de controlarte, es un diplomático. - Le recordó su amigo no sin preocupación. -
-Me he controlado, la prueba la tienes en que ese tipo sigue de una pieza. - Sonrió aviesamente Gordon. -
-Ya sabes que no me gusta verte de esa forma. - Suspiró una consternada Gina mirándole consternada. -
Eso pareció hacer en el chico un efecto balsámico. El anteriormente impenetrable muro de testarudez se resquebrajó de inmediato y el muchacho enseguida replicó con cierto apuro.
-Lo siento, perdona. Tienes razón, quizás me he pasado un poco. Puede que ese tío no tenga ni idea de nuestra forma de hacer las cosas. Ya me disculparé y lo hablaré tranquilamente con él. No voy a meter más la pata, os lo aseguro.
Peter sonrió dándole una amistosa palmada en la espalda y aceleró el paso para dejar solos a su hermana y a su compañero de fatigas y aventuras. Una vez a solas, él le comentó
-De veras, no era mi intención hacerte pasar un mal rato. Ya sabes lo mucho que me importas.
Gina se limitó a sonreír, apreciaba mucho a Gordon, pero eso era todo. Aunque no estaba segura de que fuera algo con lo que él se conformaría. De todos modos, escuchó al joven añadir.
-Quizás, cuando pase esta alerta, podríamos ir tú y yo, ya sabes, a tomar algo con más tranquilidad.
- Ya veremos que ocurre. - Replicó la joven tratando de eludir aquello en tanto seguían a los demás. –
Yener por su parte tampoco se sentía demasiado bien. Tuvo que reconvenirse mentalmente.
- ¡Ahora eres el representante de todo tu mundo y la Cuádruple Aliaza, idiota! No estás aquí ni para ligar, ni para pelearte con nadie.
Y recordó una de esas veces en las que su flemático maestro tuvo que darle una lección de humildad y de paciencia. En una de tantas peleas en alguna taberna de Holmgard, cuando algún estúpido turista tibinqués o incluso de la propia Dumlans, se había reído del Kail o de los nombres que llevaban. Yener por supuesto había terminado por decirle cuatro cosas al payaso de turno y la cosa terminó mal. Por fortuna, él únicamente hizo alarde de sus técnicas de combate básica, dejando aun así en ridículo a dos tipos, amen de teñir sus ojos de morado. Pero claro, habiendo cometido el error de identificarse como un monje guerrero de Sommer, eso tuvo inmediatas consecuencias. Su propio maestro tuvo que ir a pedir disculpas en nombre de su orden. Afortunadamente hubo testigos que mediaron, afirmando que Yener fue provocado en primera instancia. No en vano, la mayor parte de la gente de Sommer sí que sentía respeto y orgullo por la tradición. Con todo, a la vuelta al monasterio el chico estaba a medio camino entre la indignación y el pesar.
-Lo lamento mucho, maestro, no debías haber sido tú quien se disculpase. El que cometió la falta fui yo.
-Soy tu maestro, si te he enseñado mal, es mi responsabilidad. - Sentenció este con tono imperturbable. -
-No me has enseñado mal, quizás sea yo quien no haya aprendido bien. - Se apresuró a replicar el joven quien, no obstante, recalcó. – Pero empezaron ellos.
-Y tú lo terminaste. - Dijo su contertulio. –
-Claro, no iba a dejar que insultasen a nuestra Orden. - Aseveró el joven. –
-Escucha Gavilán. Voy a hacerte una pregunta. - Le pidió su maestro con tono calmo. –
Y el muchacho puso atención quizás fuese una de esas con acertijo de las que su mentor siempre hacía gala y que invariablemente le desconcertaban. Entonces, el anciano le inquirió.
- ¿Si vieras a alguien apilando leña y prendiéndola para quemar el Monasterio, ¿Qué harías?
Yener se llevó la mano derecha a la barbilla, estaba seguro de que esa cuestión tendría truco. Tratándose de su maestro Azor Ligero siempre había uno, algo que se le escapaba. Al fin replicó.
-Lo primero apagar el incendio. - Sentenció bastante satisfecho, pensando que, en esta ocasión, era la respuesta obvia. –
Y para su contento, su maestro asintió despacio, para admitir.
-Has dicho bien. Eso sería sin duda lo más importante. – Y tras guardar unos instantes de silencio, su mentor añadió. – Entonces…no comprendo porqué en esa taberna elegiste echar más leña al incendio en lugar de apagarlo.
- ¿Cómo? No te comprendo, maestro. - Pudo decir el desconcertado joven. –
-Es sencillo, Gavilán. - Declaró Azor Ligero, explicándole. - Una provocación es como una chispa cerca de la leña, no basta para prenderla. Varias provocaciones pueden hacer surgir una llama y la leña arderá. Es en ese instante cuando debemos elegir entre ignorar la provocación y extinguir la llama o responder a ella y atizarla.
Yener suspiró, una vez más su maestro le había dado otra lección y él había sido demasiado torpe como para aprenderla a la primera.
-Tienes razón. - Admitió finalmente. –
-De ahora en adelante procura recordarlo y sé más cuidadoso. - Le sugirió Azor ligero. –
Yener asintió, por supuesto que visiblemente azorado. Ahora volvía de esos recuerdos y se reprochaba a sí mismo su falta de tacto.
-Ese tipo me estuvo provocando, o al menos creyó que yo lo hacía y lejos de apaciguar las cosas entré en su juego. ¡Menos mal que el maestro Azor no me ha visto! Tengo que ser más cuidadoso en el futuro, un error no daría lugar a una riña de bar, podría originar toda una guerra interestelar. – Pensó realmente agobiado. –
Algo más adelante Kira se sonrió y asintió levemente. Pensando
-No es mal chico después de todo…
Entre tanto en el espacio, una apreciable flota de naves de Yumlaiance y sus aliados se habían encaminado hacia el rumbo indicado por el crucero de Yener. A bordo de la nave insignia, el portaaeronaves espacial Dumlans, viajaba el Comodoro Cresat, delegado de la Cuádruple Alianza. El veterano militar miraba en la pantalla del puente de mando concentrando su atención en un juego de luces de colores que marcaban claramente la delimitación de una frontera, parecía meditar cuando un oficial le abordó con un informe.
- Comodoro, hemos detectado unas tres naves de mediano tamaño que se aproximan y nuestros canales estamos recibiendo mensajes por todas las frecuencias señor.
- Muy bien, trabajen en descifrarlos y cuando obtengan resultados comuníquenmelo inmediatamente. Mientras tanto mantendremos esta posición.
El oficial, saludó alejándose con rapidez para cumplir las órdenes.
– Espero que ese teniente haya sabido parlamentar, - deseó Cresat en tanto meditaba. – De todas las situaciones en las que me he visto a lo largo de mi carrera ésta es sin duda la más extraña y poco anticipada. Y no alcanzo a comprender esas indicaciones que me dieron desde el gobierno. Sin embargo, órdenes son órdenes.
Y es que el veterano oficial no salía de su asombro todavía. Pero esas órdenes provenían nada menos que de las más altas instancias del gobierno y llevaban el sello imperial, su superior, el almirante Siloris, le había puesto al corriente de lo sucedido y comentado antes de enviárselas.
-Doled. - Le dijo usando su nombre y no el apellido. – Esta es una situación que reviste suma importancia y gravedad para el destino de nuestro mundo y sus aliados. Y mucho me temo que el capitán Conlet no haya hecho la elección más apropiada.
-Al parecer, señor, no pudo hacer otra cosa, vistas las circunstancias. – Opuso él. –
-Posiblemente no, puede que la situación decidiera por él. En cualquier caso, es usted el alto mando de la flota más próximo. Diríjase para allá con su escuadra y ejecute las órdenes que le enviaré.
- ¿Puedo preguntarle en qué consisten esas órdenes grosso modo, señor? - Quiso saber el Comodoro. –
- Solamente sé que debe usted ocuparse de contactar con esa presunta civilización y relevar al teniente Rant. Hay instrucciones más detalladas, pero me son desconocidas. – Respondió el almirante que agregó con tono incluso de extrañeza. – Vienen directamente sancionadas por su majestad el Emperador.
-Muy bien, señor. – Dijo Cresat igualmente sorprendido. –
No dejaba de ser raro que su Majestad se hubiera ocupado de aquello. No era costumbre que interfiriese en la cadena de mano, y menos en las disposiciones del gobierno. Aunque, pensándolo detenidamente, al ser un posible contacto con una nueva civilización tenía sentido que el jefe del Estado desempeñase un papel principal.
-En cualquier caso, leeré esas órdenes de inmediato y las ejecutaré tan pronto me sea posible. - Sentenció Cresat. –
-Suerte. - le deseó su superior, cortando la comunicación. –
Doled tuvo que ordenar a su escuadra que acelerase pasando al hiperespacio, combando así el tejido espacio- temporal para recorrer la enorme distancia que le separaba de aquel destino tan enigmático.
-Quiere el sabio Alex y su hijo el gran Kail que ese teniente haya sabido hacer bien las cosas…- Deseó el comodoro. -
Yener por su parte, y nada más llegar al puente junto a sus acompañantes, fue requerido por Pierre que le expuso sin rodeos.
- Gracias por acudir, teniente, le agradeceríamos su colaboración. Hemos detectado un cuantioso número de naves desconocidas en el perímetro de nuestra frontera norte.
- Y quiere que le diga si son de mi mundo y si sus intenciones son pacíficas. - Añadió éste con una tenue sonrisa. –
Ciertamente no precisaba de ninguna disciplina o telepatía para darse cuenta de eso. Y su impresión se vio enseguida confirmada.
- Bueno, sí- repuso Pierre de forma dubitativa al principio para después reafirmarse con más firmeza. - Eso sería muy conveniente para todos.
- No se preocupe coronel, haré lo posible por responder a su pregunta. Pero necesito datos, señor. - Pidió cortésmente el Yumlaincer, alegando. –Ahora mismo no tengo ni idea de qué tipo de naves podrían ser. Quizás provengan de alguno de sus mundos aliados. Eso sería más probable.
-Sí, en eso tengo que darle la razón. - Convino Graham que estaba próximo a ambos. -
- ¿Aun no se ha intentado la comunicación? - Quiso saber Peter. -
-Están a una gran distancia todavía. - Le contestó su padre. -
- ¿Pueden establecer si vuelan en formación? Las naves de mi mundo y sus aliados suelen hacerlo y si soy capaz de ver eso, podré decirle si son de mi Alianza. - Afirmó Yener. -
-Enseguida pido que le pasen todo lo que tenemos. - Aseveró Pierre. -
De modo que enseguida informaron al yumlaincer de todo lo que se sabía hasta ese momento. Unido a las últimas imágenes enviadas por los cruceros de patrulla. Al ver aquello Yener asintió y declaró con tranquilidad.
- Es nuestra escuadrilla veintiséis. Viene junto a algunas naves aliadas. Dos portaaeronaves, un super crucero y cuatro cruceros de ataque, más otras naves menores. Deben de haber seguido mi rastro. No teman, seguramente traerán un interlocutor más válido que yo, señor.
- En ese caso ¿Podría usted enviarles un mensaje de bienvenida y de invitación para que una de sus naves traiga hasta aquí a su representante? - Le pidió Pierre. –
-Por motivos de seguridad en el tráfico y de protocolo, por favor. Indíqueles que envíen solamente una nave. - Insistió Lora que se había unido a ellos. -
Yener no era tan ingenuo como para tragarse eso. Tampoco necesitaba en esta ocasión de sus disciplinas para ver con claridad que sus nuevos “amigos” no se fiaban todavía. Era lógico. Si un contingente tal de naves, con esa potencia y tamaño, se hubiera dirigido hacia Yumlaiance, él hubiera sido el primero en recelar. Y lo que era todavía más grave. Al parecer habían mantenido una especie de deliberación sobre él. O eso pudo captar en las mentes de algunos.
-No me puedo arriesgar a sondear a alguno en más profundidad. Podría ser detectado. - Se dijo con prevención. -
Así que, echando mano de su mejor sonrisa y tono diplomático respondió.
- Nada me complacería más coronel, señora presidenta. – Convino el muchacho. -
Un oficial del puente le cedió su puesto y el joven, tras estudiar durante unos instantes los controles, pareció entenderlos sin dificultad y transmitió.
-Señor- el aviso de un holoradarista volvió a sacar al Comodoro Cresat de sus reflexiones. -Hemos recibido un mensaje en idioma comunitario. Dice, “soy el primer teniente Yener Rant D, Lal. Establecido contacto amistoso con una confederación alienígena. Piden que el representante de nuestra alianza venga a parlamentar en una sola nave por motivos de seguridad y protocolo. Nos envía también los datos de su ordenador de análisis. Luz verde. Mundo compatible para nuestra forma de vida al menos al noventa y ocho por ciento.
- ¡Excelente! - Sonrió Cresat obviamente complacido y sobre todo muy sorprendido por esa garantía. -
Al menos ese joven teniente parecía un oficial competente. Quizás en el Gobierno sí sabían lo que hacían después de todo. Ahora era su turno. Aunque no reyó prudente hacer que toda su flota se adentrase en espacio de aquella gente. Podrían verlo como una provocación. Así pues, dirigiéndose a un capitán que tenía a su derecha, le ordenó.
- Respondan en la misma clave, voy para allá en un crucero menor.
- A la orden, señor, - replicó el capitán. -
El oficial trasladó el mandato a una nave de escolta que procedió a fijar las coordenadas del Comodoro para transportarle a bordo.
- ¡Estupendo! - Exclamó Yener en cuanto tuvo la respuesta. - Mensaje recibido, nos envían al Comodoro Cresat nada menos.
- Es alguien importante, ¿verdad? - Se atrevió a preguntar Gina. -
- Sí, es uno de los mejores oficiales de nuestra flota. Y un magnífico diplomático. Ahora no tengo dudas, nuestras dos alianzas van a entablar unas buenas relaciones. - Afirmó el muchacho visiblemente entusiasmado. -
Todos en el puente celebraron aquellas palabras con exclamaciones de alegría y alivio. No era para menos. De temer un riesgo de invasión, a poder cimentar una paz duradera con una coalición de planetas que parecía bastante poderosa. Aunque claro. Eso de creer a ese joven oficial. Así que, en un discreto aparte, Lora le preguntó a Kira.
- ¿Cómo lo ve usted, lugarteniente? ¿Cree que es sincero? Al menos así lo parece.
-Sí señora, no se preocupe. - Sonrió la joven. - En este caso ha reaccionado de un modo natural. Ese joven tiene una magnífica preparación y disciplina, pero también es muy espontáneo. Ahora no ha fingido. También percibo bondad en él. De eso estoy segura.
-No sabe lo aliviada que me siento al oírle decir eso. Gracias. - Sonrió Lora a su vez. -
-Aunque debo decirle que, siendo lo que él realmente piensa, no puedo responder por sus superiores. - Matizó Mercedes. -
Lora asintió, eso ya le constaba. De todos modos, ¿para qué iban a engañar a su propio oficial?
-Podría ser un involuntario Caballo de Troya. Esperemos que no sea el caso. Sea como fuere, ya no hay vuelta atrás. - Se dijo con inquietud. -
Kira podía sentir ese desasosiego en la veterana presidenta del Consejo. No ignoraba a la gran cantidad de presión y responsabilidad a la que estaba sometida esa mujer.
-Cualquier error caería sobre ella, y algunos como los de Casiopea o Andrómeda, estarían encantados de poner en la presidencia a alguien más afín a sus intereses. - Meditó la joven. -
En otra parte de la sala, Yener departía con Peter y Gordon.
-En cuanto venga el Comodoro supongo que seré relevado de esta tarea. Si estáis interesados pediré permiso para que os muestren alguna de nuestras naves. ¿Qué me decís?
-Pues que es un ofrecimiento realmente interesante. - Tuvo que admitir Gordon quien, por mor de esas buenas relaciones, añadió. - Respecto a lo de antes, lamento si me comporté de modo descortés.
-No te preocupes. Fue un simple malentendido. – Repuso Yener restándole importancia. -
El yumlaincer se alegró mucho de tener la ocasión de extinguir definitivamente esa llama. Por su parte, Peter suspiró aliviado. Siempre era bueno que aquellos dos limaran asperezas. E intervino entonces para rematar aquello.
-Será un placer para nosotros el tener la ocasión de visitar alguna de las naves de tu mundo. Gracias, es un gesto de confianza que apreciamos mucho.
Y tras esa declaración siguieron conversando con otros miembros del gobierno de la confederación o entre ellos. Al fin, después de un par de horas un crucero de Yumlaiance pidió permiso para aterrizar, éste naturalmente le fue concedido de inmediato. Yener y una nutrida representación del Consejo de Omega acudieron a recibir al Comodoro que descendió escoltado por un destacamento que tan sólo portaba armas cortas que además iban enfundadas.
- Sea usted bienvenido, señor. - Declaró Yener cuadrándose de inmediato y saludando a su superior. -
- Lo ha hecho usted admirablemente bien, teniente - repuso el Comodoro que pasó a saludar a sus anfitriones presentándose de modo formal. - Es un placer conocerlos, soy el Comodoro Doled Cresat, Duque de Yastrania y enviado plenipotenciario de su Majestad imperial de Yumlaiance.
Yener procedió a traducir entonces, al terminar hubo un silencio de apenas dos segundos.
- Soy Lora Dair, - replicó la representante de Omega - presidenta del Consejo de la federación de Planetas Unidos. En nombre de todos los mundos que la componen le doy la bienvenida a usted y sus aliados. Espero que entre todos podamos llegar a conocernos mejor y entablar una larga y estrecha amistad entre nuestros planetas.
-Estoy seguro de ello. Es un honor para mí el conocerlos. - Afirmó Cresat. -
En esta ocasión y haciendo una traducción casi simultánea entre Yener y Kira éste cruce de mensajes pudo ser comprendido. Se acordó entonces que todos se dirigirían a la sede del Congreso para iniciar de inmediato las conversaciones encaminadas al acercamiento de ambas civilizaciones. Y en tanto avanzaban por la terminal, Cresat le preguntó a Yener en post de obtener un informe más completo.
- Verá señor. - Repuso el chico. - Hasta ahora los miembros de la diplomacia de este mundo y de sus fuerzas militares se han comportado muy amablemente conmigo. No tengo ninguna queja y analizando algo por encima la composición de su consejo creo que éste está formado por muchos planetas. Podría ser muy interesante no únicamente a efectos estratégicos, sino también a título comercial.
- Estoy convencido de que ese es un capítulo que interesará mucho en Dumlans. – Convino Cresat. -Sin embargo, ahora nuestra obligación es la de cimentar lazos de alianza prioritariamente militares. Por cierto, teniente. - Le inquirió a Yener con visible interés. - ¿Cómo ha podido familiarizarse en tan pocos Danes con las costumbres locales?
- Gracias a mis técnicas de Sommerlund. – Afirmó éste con orgullo -.
- ¡Vaya, es un honor para mí conocer a otro Monje Guerrero! - Sonrió Cresat. -
- ¿Usted también lo es? - Quiso saber el muchacho evidentemente sorprendido. -
- Sí, pero tan sólo completé un adiestramiento muy básico. Me temo que la destreza requerida para entender lenguas extrañas no se encuentra entre las que domino. - Admitió Cresat que agregó. - Por ello su colaboración va a ser muy importante en estas conversaciones, teniente.
- Haré cuanto esté en mi mano, señor. - Afirmó Yener con un no contenido entusiasmo. – Para mí es un privilegio y un honor poder servir bajo su mando.
El Comodoro asintió con una media sonrisa de satisfacción. Aquel joven en efecto parecía tener buena madera. Y a Cresat le divertía hasta cierto punto el que ese muchacho no fuera consciente de las órdenes él le que traía desde Yumlaiance. Pero no le dijo nada, no era el momento todavía. De modo que ambos continuaron caminando. Por su parte Pierre y Graham les seguían a poca distancia preguntándose ambos en que acabaría todo aquello. La Confederación de Mundos parecía haber encontrado un nuevo y poderoso aliado, ojalá que fuera así.
-Este hombre sí que me da la impresión de conocer sobradamente el terreno que pisa. – Opinó Graham. -
-Estoy de acuerdo. - Afirmó su superior y amigo. -
Y tras penetrar en un gran edificio y atravesar diversos recintos, tomando después un ascensor, flanquearon al fin la entrada a la sede del Consejo de Mundos Unidos. Cortésmente Lora le ofreció unos asientos a los yumlaincers. Una vez que estos los ocuparon junto al resto de los parlamentarios, la conferencia podía comenzar.
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