jueves, 3 de marzo de 2011

UNC 07

Capítulo 7. El Planeta Onis.


Tanto Yener como los muchachos pasaron los siguientes días muy atareados. En lo referente al asunto de las naves no hubo mayores problemas, por fortuna nadie deseaba complicaciones y cada mundo aliado de Yumlaiance se dio a conocer y estableció su correspondiente legación diplomática. Yener tuvo que comenzar a ponerse de acuerdo con los demás representantes de su alianza para preparar una política común. 

-Esto es realmente tedioso además de farragoso. - Se decía el joven oficial. –

Por supuesto que su nuevo rango acarreaba privilegios. ¡Solamente su dios Kail sabría cómo disfrutó cuando ese estúpido de Mulhar se cuadró saludándole militarmente! Sucedió en la visita que hizo para despedirse de sus ya ex compañeros del crucero Lyris en donde estableció aquel histórico contacto. Hasta le resultó embarazoso que el comandante Elkor le saludase como si en lugar de haber sido oficial al mando de Yener hubiera sido al contrario durante años. 

- Pero comandante, eso no es necesario. - Pudo decir el apurado chico. - 
-Es usted mi superior, señor. Es la cortesía debida a su rango. - Se limitó a contestar Elkor, tras cuadrarse y saludar. -
-Muchas gracias por todo lo que me ha enseñado. - Le agradeció el chico. -
- Buena suerte. - Le deseó su antiguo superior. -

        Yener se dio cuenta de que Elkor lo decía de corazón, cosa que agradeció. Lo justo es decir que la mayoría le desearon suerte sin reservas, aunque no todos compartían esa opinión, claro. Y es que bajo muchas de aquellas sonrisas y parabienes él pudo detectar envidia y cuando no, inquina.

-Algunos piensan que soy una especie de recomendado, pero yo no tengo a nadie que pueda influir a mi favor de este modo. Y en el monasterio jamás lo harían. – Pensó totalmente seguro de eso. –

Y pese a que esa cerveza de Blor no le desagradaba tampoco era cuestión de estar entusiasmado. Como el mismo proverbio de Somer decía. 

-Ten cuidado con pedir una cerveza de Blor. - Recordó. – 

Lo cierto era que esa bebida era tan fuerte que quien la probase por vez primera podía quedar literalmente inconsciente. Yener pensó que no había mejor analogía. Eso de ser embajador y capitán de navío tan de golpe casi le había dejado noqueado. Por supuesto quiso comunicarlo a su familia lo antes posible, pero algo le dijo que sería mejor aguardar. Quizás la sorpresa sería tremenda si no lo advertía y cuando regresase a casa de permiso le vieran con sus nuevos distintivos. 

-En todo caso, ya pensaré en eso cuando llegue el momento. – Decidió. -

        Además, él seguía con su adaptación a marchas forzadas a esa cambiante realidad, haciéndose cargo de sus nuevas obligaciones y entre tanto sus amigos de Omega estaban preparando una nueva misión exploratoria. El destino, Sistema estelar Onis IV. Con dos planetas de tipo terrestre. Uno de ellos con claros signos de vida. Debían hacer una patrulla por ese sector y comprobar el grado de evolución en el mismo. Quizás Casiopea (O quienes quiera que hubiesen sido) intentasen repetir la tentativa de una base militar en aquella zona. Cuando Yener se enteró quiso acompañarlos pues se moría de ganas de salir de la asfixiante rutina a la que se había visto abocado. Y les abordó horas antes de que partieran.

-Por nosotros no hay inconveniente. - Dijo Peter, evidentemente condicionado por la importancia de su interlocutor, cosa que de inmediato hizo constar, alegando. - Aunque no sé si un embajador debe ponerse en tal riesgo.
-Si es un paseo por un sistema solar no demasiado lejano, ni peligroso, no veo que problema pueda haber. Quiero crear un clima de colaboración y camaradería entre nuestros mundos. Quizás así pueda empezar a conseguirlo. - Le expuso su contertulio. –
-Tendríamos que consultar a nuestros superiores. – Intervino Kira. –

Yener asintió, eso era lo lógico, se despidió y sus amigos prometieron avisarle de la respuesta que obtuviesen.

- ¿Tú qué piensas? - Inquirió Peter a su compañera, una vez que quedaron a solas. –
-No sé. - Suspiró la chica, aunque enseguida una sonrisa relevó esa expresión meditabunda que había adoptado y exclamó divertida. - ¡Que se aburre como una ostra!
-Supongo que así será, ese sector no tiene nada de estratégico ni importante en ningún sentido. ¿Para qué iba a ir allí a espiarnos? - Se preguntó en voz alta su compañero. –
-En este caso no creo que se deba a eso. - Convino Kira. – Es más, no levantó sus defensas mentales esta vez y pude sentir con claridad que la situación aquí le sobrepasa. Es como si quisiera poner distancia para reflexionar.
-En tal caso, podríamos ayudarle. Si nos dan permiso, claro. - Matizó Peter. -

 A su vez Yener se dispuso a emprender la marcha no sin superar las reticencias del comodoro Cresat que intentó disuadirle con argumentos evidentemente razonables como.

- No, eres el nuevo embajador de Yumlaiance, no debes arriesgarte a sufrir un accidente.
- Debo ir, este cargo de embajador que desempeño es el adecuado para trabar amistad con gentes de otros mundos. - Rebatió éste, aunque realmente eso era lo que menos le importaba en ese momento. – Y desearía ganarme la confianza de esos oficiales. Sobre todo, la de esa muchacha morena.

        Cresat movió la cabeza ligeramente sin ocultar su desaprobación para decir.

-No considero apropiado que el embajador de nuestro mundo trate de hacer méritos con una joven, por muy bonita que esta sea, y que para eso ponga su seguridad en riesgo.
-Con el debido respeto, señor, no se trata de eso. - Le matizó su contertulio que explicó. – La sub-lugarteniente Mercedes Carrión, si no recuerdo mal su nombre, es una consejera muy valiosa para la presidenta de Omega y para el coronel en jefe de la policía espacial. Tiene dotes de telepatía y puede captar incluso mis pensamientos de no interponer alguna barrera psíquica. Si logro persuadirla de mi buena fe ella lo transmitirá a sus superiores que sé que todavía albergan recelos en contra nuestra.
Tras escuchar estas razones el comodoro guardó unos momentos de silencio meditando sobre esa cuestión.  
 
- Eso es otra cosa. Además, oficialmente no puedo impedírtelo - Suspiró resignado el comodoro. - Eres tú quien debe decidir qué es lo más apropiado teniendo en cuenta tu nuevo cargo.

Ahí dejó Cresat esa especie de chantaje emocional, aunque desde luego sabía positivamente que no le iba a convencer. Sin embargo, no deseaba emplear su autoridad con el muchacho. Por un lado, no era aconsejable crear fricciones y por otro debía acatar las extrañas instrucciones que había recibido por parte de su mundo. Nada había dicho de ellas a Yener, pero estas le indicaban que debía dejar carta de libertad absoluta al chico. De todos modos y siempre mirando por su seguridad, le propuso.

- Al menos permíteme que envíe dos naves de escolta.
- Eso me parece bien, es una precaución que nunca está de más, pero supongo que deberán ir alejadas para no provocar un incidente, - sonrió Yener contento de tener luz verde. –No quiero que piensen que les monitorizamos, ni que desconfiamos de ellos.
- Deja eso de mi cuenta. – Le respondió Cresat que lo sabía tan bien como él. -
- Entonces iré a informar a nuestros aliados de Omega y pedirles permiso para acompañarlos. Con su permiso, señor, me retiro.  – Afirmó entusiásticamente el chico. -

Cresat asintió con la cabeza y Yener salió presuroso hacia la sala de vuelos del edificio federal de Omega. El comodoro movía la cabeza ahora preguntándose ¿A qué estarían jugando en Dumlans al otorgarle esa responsabilidad a un muchacho recién salido del cascarón?, por muy monje de Sommerlund que fuera. Y es que aquello había levantado malestar entre otros oficiales más veteranos y con más méritos. Primero, ascender de la noche a la mañana a un crío al grado de capitán. Y por si fuera poco nombrarle embajador de Yumlaiance en un mundo completamente nuevo sin que tuviera la más mínima experiencia en esas lides. Pero pese a que no lo comprendiera en absoluto eran las órdenes y no quedaba más que obedecer. Mejor dejar de darle vueltas y ocuparse de los asuntos urgentes.

-Espero que mi viejo amigo, y tan destacado consejero real, Azor Ligero, sepa lo que se trae entre manos. –Deseó. - Al menos hasta hoy siempre lo hizo. Sé que ha entrenado a este chico y que para él es como un hijo. No…no pienso que se haya dejado cegar por eso, no es de ese estilo. Quizás cuando regrese a casa se lo pregunte.

Entre tanto Yener corrió al interior de la sede de la patrulla espacial de Omega. Una vez allí abordó a un tipo que parecía ordenanza y que estaba tras la mesa de destinos.

- ¿Podría decirme cuando parte la misión exploratoria hacia el sistema de Onis? - Inquirió el yumlaincer.  -
- Dentro de dos horas, señor - respondió éste cuadrándose ante tan alto cargo. -
- ¿Sabe dónde están los oficiales encargados del tema? - Preguntó de nuevo. -
- Deben de estar preparándose para la salida o tomando algo. - Especuló ese tipo. -

El yumlaincer apostó por la segunda opción y salió raudo en dirección a la cantina. Al llegar, fue saludado inmediatamente por los oficiales de la Cuádruple Alianza allí reunidos. Aunque una vez que pasó se escucharon murmullos a sus espaldas. Yener lo sabía, estaba claro que sus colegas hablaban sobre cómo era posible que, un primer teniente recién salido de la Academia hubiera logrado ascender a capitán de navío en tan poco tiempo. Esos comentarios, muchos de ellos, fruto de la envidia, eran algo inevitable y a sus instigadores tendría que demostrarles su valía. Aunque desde luego el primer sorprendido e incluso algo asustado por aquello era él mismo. 

-Más me vale demostrar que no se han equivocado conmigo. Eso es precisamente lo que me preocupa, no creo estar preparado. - Pensó. – Y, sobre todo, cualquier cosa que haga se va a mirar con amplificador de primer nivel.

Y es que seguramente que de haber seguido siendo tan sólo un primer teniente no habría tenido problemas en obtener permiso para ir con los exploradores de Omega. A nadie le hubiese llamado la atención.  Pero, por otro lado, ahora había podido conseguir lo que quería.

- ¡Hola Yener!, cuanto tiempo sin verte - le saludó una voz desagradablemente familiar desde el otro lado de la barra que remachó no sin una buena dosis de ironía. - O, mejor dicho, a sus órdenes, capitán Rant.

Volviéndose a mirar en aquella dirección descubrió a un individuo con el uniforme de Nataclia, uno de sus planetas aliados. Era ese Nerel Asety, el joven y ambicioso oficial al que había conocido en el programa de intercambio entre cadetes. No es que le agradase mucho verle allí, pero tendría que disimularlo, para eso era ahora embajador.

- ¿Qué haces tú aquí, Nerel? - Quiso saber el de Yumlaiance con fingida cortesía y una nada disimulada sorpresa. -
- Llegué con la flota combinada de la alianza. Y por lo que veo, a ti te ha cundido el tiempo. - Sonrió con ironía su interlocutor. -
- No me puedo quejar- repuso Yener devolviéndole una autosuficiente sonrisa. - Pero volviendo a lo que te he preguntado ¿Cómo es que te han destinado aquí?
- Estaba destacado en una de las naves que han sido enviadas, así de simple- respondió Nerel encogiéndose de hombros. -

Por alguna razón a Yener le parecía que ese tipo le ocultaba algo. Cuando tuvo oportunidad de conocerle comprobó que era, sin ningún lugar a dudas pese a la poca simpatía que le profesaba, uno de los mejores oficiales del campamento. Además, estaba destinado en el regimiento Nastralsi, un cuerpo de elite del ejército de Nataclia que llevaba el nombre de la capital de ese mundo. Era un cuerpo especialista en incursiones rápidas y política de contraespionaje. O en idioma más realista, un grupo de espías que se dedicaban a obtener información de sus propios aliados. El auténtico motivo de su presencia allí obedecería sin duda alguna a los intereses estratégicos directos de Nataclia, que, aunque aliada de Yumlaiance en la actualidad, mantenía una pugna permanente con ésta por el control del liderazgo de la Cuádruple Alianza y de cualquier planeta o sistema asociado a ella. Realmente, tal y como decía un proverbio de Yum, el perro es el mejor amigo del perro y en este caso, eso se les aplicaba perfectamente a los natacliers. Por tanto, la anticipación yumlaincer a las demás potencias y a ésta en particular, significaba algo que sus teóricos aliados no habrían recibido de muy buena gana. Y eso fue en gran parte obra del propio Yener. Al menos aquello le producía una satisfacción que no iba a molestarse en ocultar.

- Me alegro mucho de haberte visto, pero debo marcharme ya. - Le dijo con pretendida amabilidad. -
- Supongo que el nuevo embajador plenipotenciario de Yumlaiance tendrá muchas obligaciones. - Le contestó Nerel con algo de sorna apenas disimulada en una edulcorada media sonrisa. -
- Puedes estar seguro de ello - declaró Yener saliendo de la cantina a la par que se despedía agitando la mano - Las noticias vuelan - pensó - o es que este tío está demasiado bien informado. 

En fin, en eso tampoco tendría demasiado mérito el nataclier. Todo el mundo hablaba de Yener y su ascenso. 

-Ya charlaremos. Quiero decir que tendremos que poner las bases para algunos acuerdos de política común con los de Omega. - Le despidió Nerel. -
-Sí, claro. Ahora debo dejarte, tengo trabajo que hacer, me alegra de haberte visto. Me gustaría tener más tiempo para charlar. Ya habrá más ocasiones. - Mintió con descaro. -

Asety correspondió a la despedida con una leve inclinación de cabeza y se alejó. Yener hizo lo propio dirigiéndose a la zona de vuelo lamentando no poder hacer un barrido mental a ese tipo...

-Tiene formación que le permite protegerse y ahora no sería demasiado educado a nivel diplomático. - Suspiró con resignación. -

Mientras tanto Peter aguardaba el permiso para emprender la marcha. Kira se reunió con él en la entrada del astropuerto, en cuanto obtuvieran confirmación partirían en un autobús de pista rumbo a su nave. Estaban repasando los pormenores del itinerario a seguir, recordando las palabras del comandante Graham cuando le informaron a su superior de las intenciones del yumlaincer.

- ¡Qué ese tipo quiere ir con vosotros! - Exclamó el estupefacto comandante. –
-Sí, señor. - Confirmó Kira. – No hemos sabido qué decirle. Claro está que no lo vemos muy adecuado, pero es el embajador de una potencia aliada. 
-De habernos negado abiertamente podría haberlo tomado por una afrenta. - Añadió Peter. –

El comandante se llevó una mano a su mentón asintiendo despacio.

-Así es. Habéis hecho bien en venir a consultármelo, pero me temo que tampoco yo estoy capacitado para decidir sobre ese particular. Le pediré autorización al coronel.

No tardó en llamar a Pier y consultarle, este quedó asimismo perplejo, durante un largo instante no dijo nada.

- ¿Y bien? - Quiso saber Graham. –
-No sé, es un asunto delicado. Si decimos que no es posible que puedan tomarlo por un desprecio, pero si decimos que sí y le sucediera algo…

Fue Peter quien intervino entonces con tono comedido pero lleno de decisión.

-Con el debido respeto, si puedo decir algo, él lo ha solicitado. Si viene será bajo su responsabilidad.
-Sí, hijo, aparentemente así es. Pero en la realidad política no es tan fácil. - Le respondió su padre vía intercomunicador. – Quizás las autoridades de su mundo no lo entendieran. Y si le ocurriese algo estaría bajo nuestra protección al estar en espacio de la confederación. La verdad, no comprendo el motivo de esa petición.
-Yo creo que tiene muchos deseos de acompañarnos para vernos en acción. Aunque sea una patrulla rutinaria. – Añadió Kira. –
-Tú qué opinas. - Le preguntó Graham a la muchacha. –

Los demás centraron su atención en ella, le tenían mucho respeto y aprecio por su sensibilidad y capacidades telepáticas. Además de por sus intuiciones. Y entonces la joven sentenció.

-Creo que no le vendría mal venir con nosotros. Es más, pienso que será mutuamente beneficioso.

Y tras otro breve momento de silencio, el coronel Larans declaró.

-Sea pues, tenéis mi permiso para llevarlo. Suerte y buen servicio. - Se despidió cortando la comunicación. -

Y fue Graham el que, tomando la palabra, remachó.

-Pues ya habéis oído, chicos. Andad con cuidado. - Les pidió. –

Los dos asintieron, saludaron cuadrándose ante su superior y salieron directos hacia la zona de hangares. Tenían que preparar la Libélula. 

-Espero que no nos arrepintamos de esto. - Suspiró Peter. –
-No lo creo. – Respondió su compañera. -

  De eso hacía ya casi una hora, estaban terminando las revisiones de rutina en la nave cuando vieron acercarse corriendo a Yener.

- Hola- les saludó él - ¿Ya estáis listos para partir?
- Sí, ya casi hemos revisado el equipo y la nave y todo está en orden - Repuso Peter extrañado de verle allí tan pronto. –
- ¿Habéis hablado con vuestros superiores? – Quiso saber él sin andarse por las ramas. -
- Sí, nos han autorizado a que vengas. – Le contestó Kira. –
-Estupendo, yo también lo he consultado y no hay problema en que os acompañe. - Les dijo Yener a su vez, remachando con tinte animado. – ¡Al fin un poco de acción!

Sus dos contertulios se miraron y fue Peter el que replicó rebatiendo esa posibilidad.

- Me temo que vas a quedar desilusionado. No hay mucho que ver por allí.  El planeta Onis IV no dispondrá de vida inteligente. Al menos nunca hemos detectado nada que lo indique, como transmisiones de ondas de radio.
- Podrían estar en un estadio inferior al nuestro y ser inteligentes, puede que todavía no alcancen la tecnología suficiente como para enviar transmisiones fuera de su planeta - conjeturó Yener que insistió. - No vendría mal mirar.
-En tal caso no debemos contactarlos, es una premisa básica de nuestra confederación. - Le desveló Kira. -
-Bueno, pues a pesar de eso me gustaría acompañaros. Siempre es interesante ver cómo trabajan los aliados. ¿No creéis?

Kira sonrió, ese joven parecía un crío de cinco años al que le hubieran concedido un capricho. En fin, esperaba que a la hora de la verdad fuese más maduro de lo que aparentaba. Aunque presentía que, como oficial y experto en esa especie de disciplinas suyas, sí que era de total confianza.

-Bienvenido a bordo entonces. - Le comentó con amabilidad. -

Así pues, los tres subieron a la nave. Yener les informó que de seguro irían escoltados por un par de cruceros de su mundo, al menos por el espacio común, que, en virtud del preacuerdo, estos podían atravesar. Aquello no le hizo ninguna gracia a ninguno de sus compañeros de viaje, pero no habría más remedio. Su pequeña nave de patrulla fue efectivamente acompañada por dos naves mayores pertenecientes a Yumlaiance, aunque estas se mantuvieron siempre a una distancia prudencial mientras duró la travesía. A pesar de eso el ambiente entre los tres no estuvo precisamente muy distendido. Pese a ello, el yumlaincer quiso entablar conversación.

-De modo que esto es lo que hacéis, recorréis los sectores de vuestra confederación.
-Así es, solemos patrullar un cuadrante que tenemos asignado. - Le contestó Peter. -
-Esta nave no es demasiado grande. ¿Qué autonomía de vuelo tiene? - Se interesó el yumlaincer. -
-Es una nave clase Libélula. - Le explicó su interlocutor. - Su autonomía se reduce a pocos años luz de vuelo espacial.  Una simple patrullera.

No le dijeron que podía pasar a hiperespacio y que entonces sí que era capaz de recorrer distancias galácticas. Aunque bien era cierto que esa no era su función principal.

-Luego he visto que tenéis naves algo mayores, el equivalente a nuestros cruceros ligeros. - Observó Yener. -
-Sí, la clase Colibrí. - Intervino Kira. - Su autonomía es bastante superior y su armamento más completo y potente.

Su interlocutor asintió, parecía pensar en algo y finalmente les dijo.

- ¿Y no tenéis naves de mayor porte? Quiero decir. Algún crucero pesado. 
-No las necesitamos. Omega es un planeta pacífico, en realidad un puesto avanzado de la Tierra.
- ¿La Tierra? - Repitió Yener puesto que juraría haber oído antes el nombre de ese mundo en las conversaciones del Consejo de la Confederación. - ¿Qué planeta es ese?
-Nuestro mundo madre. En realidad, prácticamente todos descendemos de los terrícolas. - Le contó Kira. - 
-Omega ejerce la función de capital administrativa de la Confederación. - Añadió Peter. - Es la base de la policía espacial, que se creó para salvaguardar el orden y la paz en los sistemas adheridos a nuestra alianza de planetas.
-Sí, ya veo. - Musitó su invitado llevándose una mano a la barbilla. -

Sentados en los puestos de piloto y copiloto, Kira y Peter se miraron. Ese chico estaba haciendo muchas preguntas, pero claro, eso tenía su lógica. Siendo el embajador querría conocer de primera mano cómo funcionaba la Confederación. Tampoco le habían proporcionado ningún tipo de información valiosa o fundamental y desde luego que no conocían nada así, digno de poner en peligro la seguridad de su mundo o sus aliados. Fue entonces cuando Yener comentó.

-Y sin embargo tenéis a ese tipo, el cónsul de Casiopea que presume a la menor ocasión que tiene de sus destructores y sus cruceros pesados. Y no alardea en balde. Me han llegado informes sobre algunas de sus naves. Su tamaño y potencia estimada es realmente impresionante. Rivaliza con las nuestras. Tenéis suerte de contarle entre vuestros amigos.
-Bueno. - Suspiró Peter permitiéndose el lujo de ser algo más sincero ahora al declarar. - Llamar aliados al Tiñoso y a su cónsul sería mucho decir. Y de amigos ni hablemos.
- ¿Tiñoso? ¿Quién es ese? - Quiso saber el yumlaincer. - 
-El general Tirelius, el gobernante plenipotenciario de Casiopea. - Le aclaró Kira con algo de apuro, para explicarle. - Le pusieron ese mote porque siempre tiene el ceño fruncido y parece estar de mal humor permanente. Como si tuviera la tiña. Una enfermedad terrestre de tiempos antiguos.

         Yener se rio divertido ante las miradas atónitas de sus interlocutores que no pudieron evitar sonreír, imaginando el encuentro de su acompañante con ese irritante dictador de Casiopea.

-Pero mejor que cuando le conozcas, porque supongo que lo harás cuando aparezca por Omega, no le llames de ese modo. - Le aconsejó un ahora también divertido Peter. -

Y tras una sonrisa de éste y de Kira, fue la morena muchacha quién a su vez, quiso saber.

- ¿Qué nos cuentas de tu mundo? Debe ser un lugar realmente interesante de visitar.
-Sí, eso creo. - Convino el interpelado relatando. - Se divide en varios reinos y regiones con mucha historia y tradiciones propias. 
- ¿Os gobernáis por asamblea como aquí en la Confederación?- Quiso saber Peter. -
-Oh, no...bueno, tenemos gobiernos regionales, pero se supeditan al gobierno central y al parlamento. Somos un mundo unificado desde hace al menos cuatro siglos. - Calculó a bote pronto. -
-Y sois un planeta próspero al parecer. Habéis traído una flota entera de vuestro planeta. Por lo tanto, vuestra fuerza debe de estar pareja a la de Casiopea. - Dedujo Peter. -

           Estaba claro que ese muchacho intentaba sonsacarle información más sustanciosa con esas aparentemente ingenuas preguntas. Yener asintió en tanto pensaba que ese tipo de respuestas que estaba dando las podía ofrecer cualquiera. Creyó que podría ser incluso un poco más locuaz sin excederse demasiado. A fin de cuentas, deseaba ganarse la confianza de esos dos y tendría que darles algo a cambio de todo lo que él mismo había querido saber. De modo que explicó.

-No del todo, tenemos más flotas desplegadas en otros cuadrantes. Una se circunscribe a nuestro sistema planetario para la defensa directa de nuestro mundo. Otra, por ejemplo, se ocupa de la zona neutral.
- ¿La zona neutral? - Inquirió Kira. -
-Un lugar que marca la frontera que tenemos con unos vecinos poco amistosos. - Dijo enigmáticamente Yener, sin querer aclarar mucho más. -

Kira pudo sentir claramente que las emociones del chico se disparaban al hablar de ese tema. Supo de inmediato que estaba bloqueando cualquier tipo de información mental que tuviera relación con eso. Debía ser un tema complicado para él. Aunque tampoco pudo indagar mucho más. Estaban llegando a los confines del sistema y las naves de Yumlaiance no se aventuraron más.

- No os preocupéis- les tranquilizó Yener que percibía claramente aquel malestar encubierto confirmando ese dato. -Mis cruceros no pasarán de aquí. Se mantendrán a la expectativa por si necesitásemos cualquier cosa.

Asi se lo indicó a esas naves, el comandante de una de ellas contactó con ellos para convenir.

-A sus órdenes, capitán.

Yener no podía ocultar un sentimiento de satisfacción al tener esas prerrogativas de mando. Entre tanto sus amigos seguían haciendo sus comprobaciones.

- Nosotros debemos hacer la maniobra de aproximación al planeta y de todos modos no te preocupes, esta zona es muy segura - Le informó Peter. -
- Muy bien. - Convino su contertulio. -
- Nos aproximamos a la órbita del planeta. Prepárate para el aumento de gravitación- le aconsejó Kira con tono exento de inquietud. -

Empero, la muchacha no las tenía todas consigo en cuanto a la afirmación de su compañero, algo en su interior le avisaba de que debían tener cuidado en esta ocasión. Pero la chica no supo precisar, si era una de sus corazonadas o simplemente cautela al llevar consigo al embajador.  Aunque quiso avisar.

-Peter, debemos tener cuidado, presiento algo…
-Algo ¿cómo qué? - Quiso saber el chico. -
-No estoy segura, sencillamente no debemos confiarnos. - Pudo decir. -
-No lo haremos, descuida. Escudos conectados. - Indicó Peter. - Sistemas de aproximación, listos…

Sin mostrarse preocupado Yener se sujetó a su asiento con el cinturón magnético disponiéndose para la maniobra. En ese instante la nave se acercó hasta la atmósfera del planeta lista para hacer una pasada y el muchacho percibió algo. No estaba del todo seguro, pero en ese mundo estaba sucediendo algo imprevisto. No obstante, pensó más apropiado guardar silencio, sus compañeros de viaje quizás juzgasen ese aviso como una presunción...

- Estamos bajando para visualizar la superficie, - informó Kira escrutando atentamente la pantalla del sonar. -

Cuando descendieron hacia la estratosfera la nave experimentó una sacudida. A través de la pantalla de visión real se observaban nubes de ceniza y cascotes elevándose hacia el cielo.

- ¡Una erupción volcánica! - Exclamó Peter alarmado. - Kira, aumenta la intensidad del escudo de protección.
Pero antes de que ella pudiera obedecer algo golpeó duramente el casco de la nave haciéndoles temblar en sus asientos.

- Impacto - advirtió Kira consultando la consola. - Hemos sufrido avería en el motor de babor. Perdemos altura.
- ¿A pesar del escudo? - Preguntó el incrédulo Peter, tratando de hacer una comprobación en la computadora. -
-Por suerte lo llevábamos conectado, aunque no estuviera a plena potencia nos ha librado de un daño mucho mayor. Esa roca podría habernos hecho pedazos. -Sentenció la chica. -
-Pues menos mal, aunque estamos perdiendo energía. - Indicó Peter. -
-Seguimos descendiendo. - Les informó su compañera, recitando. - Veinte mil metros, dieciocho mil, quince mil...
- ¿No puedes controlarlo? - Le inquirió Yener. -
- Trataremos de hacer un aterrizaje de emergencia utilizando el otro motor y la energía auxiliar. - Repuso Peter comenzando a manipular rápidamente los controles y anticipando como los otros ya imaginaban. - Esto se moverá así que agarraos.
- Emitiendo llamadas de auxilio en todas las frecuencias. – Informó Kira que se afanaba en hacerlo en tanto hablaba. -

Tal y como advirtió Peter la nave cayó dando bandazos al estar descompensada. Por fortuna entre la barrera magnética y la potencia restante lograron dirigirse hacia un promontorio rocoso en el que tomaron tierra bruscamente. Bien sujetos a sus asientos sufrieron bastantes sacudidas hasta que por fin todo quedó en calma, con la nave ya frenada.

- Vaya- pudo decir Yener con algo de aliviado sarcasmo. - No ha estado mal, aunque hubiera preferido algo más de suavidad.
- Lo importante es que estamos vivos- respondió Peter desasiéndose de su enganche. - Habrá que comprobar los daños.
- Me parece que son totales- declaró Kira con poco optimismo. - Esta nave está destruida. Por lo menos, en cuanto a su capacidad de volar y salir al espacio.
- Mientras funcionen los transmisores de radio no habrá problema- terció Yener. -Es únicamente cuestión de tiempo que nos comuniquemos con los cruceros de mi flota para que vengan al rescate. Aunque espero que hayan captado nuestras llamadas.
- No lo sé. - Repuso francamente la muchacha. - Tuvimos que desviar mucha potencia a los motores y las antenas emisoras pudieron quedar dañadas por el impacto.
- Pues probemos la radio entonces y veamos si se pueden enviar más mensajes - replicó Peter que se acercó hasta ella. -

Así lo hizo y tras algunos infructuosos intentos se volvió hacia los demás.

- También está averiada. - Sentenció Kira al comprobar el gesto de su compañero -.
- Sí, lo está y no hay manera de averiguar si ya lo estaba antes de estrellarnos - asintió su compañero corroborando la dura realidad. -Tendremos que improvisar algo que nos sirva para comunicar.
- Una radio casera es la única solución- acordó Yener revolviendo entre la chatarra originada tras el impacto. - No sé lo que se podrá tardar.
- También habrá que salir de aquí, noto que la temperatura está subiendo - advirtió Kira. - Este mundo alcanza los cuarenta grados con facilidad y no tenemos ahora climatizador que nos proteja. Dentro de estas paredes podríamos cocernos. 
- Por suerte parece que hemos quedado lejos de la zona de erupción. Habrá que refugiarse en algún lugar resguardado pues la planicie donde hemos aterrizado está a pleno sol. - Añadió Peter preocupado por ese circunstancia tan poco favorable -.
- Pues organicémonos con el material que aun pueda ser útil y salgamos. - Indicó Yener. -
-Vaya una ocasión que has elegido para venir de patrulla con nosotros. - Sonrió Kira. -
-No me quejo, así tendré algo interesante que contar. - Dijo el muchacho. -
-Será mejor que nos demos prisa, la temperatura no tardará en elevarse. - Les recordó Peter. -
Así lo hicieron. Todos se afanaron en prepararse un equipo básico con raciones de emergencia, agua y demás artilugios. Cuando estuvieron listos se aventuraron a salir a través de una grieta abierta en el casco inferior de la nave.

- Vamos, no tenemos tiempo que perder, los soles aún no están en lo alto y ya hace un calor de muerte - les urgió el yumlaincer. – Esto parece Vassart en verano.
- ¿El qué? - Quiso saber Peter mirándole atónito. –
-Una región meridional de mi mundo, tiene un gran desierto arenoso en su mayor parte y bastante inhóspito. Tienes que ser de allí para tener alguna oportunidad de cruzarlo con éxito. - Le explicó Yener. -
- Esta atmósfera es mareante - afirmó su interlocutor que, como los demás, sudaba copiosamente. -
- Debe de ser por la gran concentración de oxígeno. - Le respondió el yumlaincer. -
- Pero eso también nos ayudará. Primero tendremos que bajar a la llanura y para eso hará falta recorrer bastante terreno y muy abrupto. - Advirtió Kira. -
- Seguidme. Creo saber por dónde hacerlo, - les indicó el embajador de un modo tajante -.

Peter le miró con asombro e incredulidad, no le gustó esa manera de hablar y le preguntó casi como si de un reproche se tratase.

- ¿Cómo es posible? Si ni siquiera has visto antes este lugar.
- Es una de las disciplinas básicas que me enseñaron en el monasterio donde estudié. - Les respondió. – Se llama Sentido de la Orientación. Confiad en mí, por favor. - Les pidió ahora con mayor amabilidad-...

Kira y Peter se miraron y ella le tranquilizó. Su intuición le decía que Yener sabía lo que estaba haciendo. Efectivamente llegaron a una depresión menos abrupta por donde era más accesible la bajada. Descendieron ayudados por cuerdas y tomaron contacto con un húmedo suelo rodeado de densa vegetación subtropical.

- Este paisaje es muy frondoso y la humedad relativa debe ser enorme, - observó Yener que seguía sudando copiosamente al igual que sus compañeros. -
- Sí y debe contener mucho más oxigeno que arriba, yo también estoy algo mareada. - Añadió Kira notando como su cabeza le daba vueltas con algunos síntomas de embriaguez. -
- ¿Te encuentras bien? - Le inquirió Peter con el semblante inquieto pues él también comenzaba a percibir esa sensación. -
- Sí, no es nada, de verdad. Hasta que nos acostumbremos. - Se apresuró a responder ella. - Pero tendremos que conseguir agua potable porque el riesgo de deshidratación es alto.
- ¡Escuchad! - les interrumpió entonces Yener que parecía estar más entero haciéndoles en gesto con las manos. Realmente creía haber captado algo. - No hagáis ruido. - Les pidió. -

Peter y Kira guardaron silencio, en la lejanía se pudo escuchar un rugido gutural que iba subiendo de tono con alarmante sensación de aproximarse a ellos.

- ¡Escondeos rápido! - les indicó Yener visiblemente preocupado. -

Sus compañeros se observaron atónitos, pero Kira tiró de un brazo de su amigo y este la siguió. Ambos se apresuraron a obedecer ocultándose tras unos densos arbustos. Al poco tiempo sintieron que la tierra temblaba a su alrededor y no tardaron mucho en asombrarse llenándose de espanto al distinguir la silueta de un enorme saurio bípedo de color verdoso.

- ¡Es un Alosauro! ¡no puede ser! - Susurró Kira con expresión perpleja, aunque atemperando lo máximo su exclamación. -
- ¿Dónde está Yener? - repuso Peter mirando en todas direcciones con una perspectiva poco halagüeña en su mente para el yumlaincer si ese bicho le descubría. - 
- No le veo, debe de haberse ocultado. - Respondió ella que no se atrevía ni a girar el cuello para comprobarlo. -

El enorme animal pareció olfatear algo, luego se giró dándose media vuelta y perdiéndose entre la vegetación, su gran cabeza a casi cinco metros de altura sobre el suelo tardó en dejar de ser visible.

- ¿En dónde demonios nos hemos metido? - Se preguntó Peter atónito. -

Yener se había ocultado entre el ramaje utilizando las destrezas que conocía merced a su formación en el monasterio. Aquel animal recordaba al muchacho a los jugadores de su equipo de baloncesto de la megaliga, aunque no era tan evolucionado, ni se podía establecer una comunicación telepática inteligible más allá de deseos y necesidades primarias. Por suerte pudo detectarle antes de que él los encontrase, y desviar su atención hacia otro lugar, metiendo en su primitivo cerebro la impresión de que por allá encontraría algo apetitoso.

-Gracias al dios Kail que pude dominar bien la disciplina de Afinidad animal. Aunque no estaba muy seguro de que fuera a funcionar con ese monstruo. – Suspiró pensando de seguido. – Y también la de camuflaje, enmascarar mi olor para que no me detectase no fue tarea fácil. 

Estaba muy claro que en aquel mundo habría que andarse con cuidado y debería recurrir al mejor manejo posible de sus disciplinas para no acabar siendo la cena de algún bicho como ese.

-Ya quisiera ver aquí a alguno de esos idiotas que se burla del saber que recibimos en el monasterio. 

 Pensaba en eso, agradeciendo el haber aprendido esas técnicas a a conciencia, mientras salía de su escondite para reunirse con sus amigos.

- Ya ha pasado el peligro, al menos por ahora- suspiró Yener que inquirió de forma retórica junto a sus amigos una vez se reunió con ellos. - ¿Qué clase de planeta es este?
- Por nuestros informes uno habitado, aunque nunca habíamos descendido a la superficie para constatar que tipo de vida tenía. - Replicó Peter creyendo que la cuestión iba dirigida a él -.
- Sí, pensamos que quizás habría alguna raza inteligente, lo sorprendente es habernos encontrado con dinosaurios- añadió Kira. -
- En nuestro mundo también existieron reptiles como estos. Llegaron de otros planetas- admitió Yener. - Actualmente sus remotos descendientes están más evolucionados y conviven con nosotros.
- ¡Eso es increíble! - Exclamó Peter. -
- Y además están muy integrados, por ejemplo, yo soy hincha de unos equipos de fútbol y básquet compuesto por ellos. Y seguramente seremos campeones este año. -

 Replicó Yener con una sonrisa de total seguridad que dejó perplejos a los dos de Omega. ¡A qué demonios veía eso en semejante situación!

- Quizás eso no venga ahora mucho al caso - terció efectivamente Kira todavía sorprendida por esas palabras, pues percibía que no eran para nada fruto de una broma. - Lo que debemos hacer es encontrar la forma de que nos rescaten y mientras tanto evitar en lo posible el contacto con estas bestias.
- De todas formas, tus habilidades nos han sido muy útiles hasta ahora- declaró Peter dirigiéndose al yumlaincer con tono impresionado. - Desde luego que recibís un buen entrenamiento.
- Ya os lo dije, esto lo aprendí en el monasterio donde entrené. Estuve allí desde los ocho a los diecisiete de vuestros años. Luego ingresé en la academia espacial. Controlo nueve disciplinas básicas del Kail y me falta tan sólo una para completar el adiestramiento básico y llegar al grado de maestro. Espero que eso nos ayude a salir de aquí con vida. - Comentó Yener deseándolo verdaderamente y esta vez sin tener que aparentar modestia en absoluto puesto que no las tenía todas consigo. -
- Entre eso y nuestro equipo de emergencia espero que sí. - Convino Kira dándose y repartiendo ánimos a la vez. -
- Pues pongámonos en marcha- indicó Peter, - tengo calor y apenas nos queda agua.
- Cerca de aquí debe de existir un riachuelo- dedujo Yener con una observación del terreno. - La vegetación está muy verde y distingo especies que parece lacustres. Quizás allí podamos llenar las cantimploras de agua.
- Por suerte tenemos pastillas potabilizadoras- sonrió Kira. - El agua nos servirá.

El grupo retomó la marcha dirigiéndose hacia una zona algo más despejada en la que podía oírse el murmullo del agua. Acercándose más hacia aquella fuente de sonido pudieron ver un arroyuelo que avanzaba dinámicamente por un estrecho y pedregoso cauce, les sirvió para llenar las cantimploras una vez adecuaron el agua para su consumo. Completada la operación y tras beber un poco, Peter propuso seguir aquel curso de agua con la esperanza de encontrar un buen refugio. Así acordado, los tres prosiguieron la marcha con cuidado a la vez que veían agrandarse progresivamente aquel cauce hasta que llegaron a una intersección que lo enlazaba con otro mucho mayor. 

- Aquí se reúne con un río - declaró Yener confirmando lo que en este caso era evidente. -
- Y por lo que parece uno bastante grande - aseveró Kira haciendo lo propio para advertir. - Debemos andarnos con mucho cuidado, es probable que haya animales que vengan a beber, y si son como los de antes...
-Sí, nos conviene estar en guardia. - Asintió el yumlaincer. -

Peter llamó la atención del grupo sobre una extensa planicie cubierta por grandes árboles que flanqueaba aquel cauce. A unos cientos de metros existía una discontinuidad con una ligera bajada en el nivel del terreno. Diríase que los árboles que tendrían que estar en la zona hubiesen sido derribados. Algunos aparecían tronchados y esparcidos a lo largo de bastantes metros. Yener se acercó hasta allí seguido a prudencial distancia por sus compañeros y examinó aquellos indicios. 

- Aquí hay huellas- declaró. - El animal que haya hecho esto debe de ser enorme.
- O los animales- corrigió Peter llegándose junto a él. - Aquí hay muchas huellas. Debe de corresponder a una manada.
- Es lo que parece, una manada de varios miembros. ¿Qué tipo de seres podrán ser? - Se preguntó Yener en voz alta obteniendo la respuesta de Kira que señalaba al frente con voz queda. -
- ¿Quizás como esos de allí?

Volviendo la vista a la vez Peter y Yener quedaron petrificados al descubrir un bosque de enormes cuellos cuyas comparativamente pequeñas cabezas colgaban a una decena de metros del suelo. Bajo ellos unos corpachones cuadrúpedos enormes cuyas poderosas patas, a modo de columnas hacían atronar el suelo a cada paso. Los tres muchachos comenzaron a temblar como si de un terremoto se tratara.

- ¡Ahora comprendo cómo está así de hundido el suelo! - Exclamó Peter-
- Y tanto, - repuso Kira, visiblemente impresionada también - por su apariencia semejan a la especie conocida como Brachiosaurio. El Alosauro que vimos antes parece una lagartija comparada con ellos.
-Impresionante- admitió Yener a su vez –ni siquiera en la Megaliga he visto jugadores tan grandes.
- Más vale que nos apartemos- recomendó Kira visiblemente preocupada. -
- No pasa nada- repuso el yumlaincer tras observarles unos momentos a esos gigantes comiendo hierba y ramoneando en algunos árboles que en ocasiones derribaban descuidadamente como si de palillos se trataran, - son herbívoros, no tendrán ningún interés en nosotros.
- Precisamente por eso- objetó ella de modo muy perspicaz. - Creo que vienen hacia aquí y que no les importará pisarnos.
- ¡Hay que encontrar un lugar elevado! - recomendó Peter con urgencia. -

Conviniendo en ello corrieron hacia un promontorio rocoso que les daría una seguridad de algunos metros, aun así, Yener declaró con poco optimismo.

- Podrían pasar por aquí si quisieran.
- Entonces recemos porque no quieran - le respondió Peter entre sarcástico y preocupado. -
- Me parece que ese no va a ser nuestro principal problema- indicó Yener echando mano de su arma señalando a sus espaldas. - ¡Mirad!

Tras de ellos un grupo de saurios bípedos de unos tres metros de altura y cabezas bien dotadas de poderosas mandíbulas se acercaba a una velocidad más que notable. Sus patas acababan en afiladísimas garras.

- ¡Maldita sea! ¡Nos han pillado desprevenidos! - Gritó Peter dando instrucciones a los otros. - Formemos un círculo y disparémosles con los paralizadores.

Yener y Kira aceptaron la sugerencia al punto y ya tumbados sobre el suelo y apuntando a esos animales con sus armas aguardaron a que estuvieran a tiro. Pero para su sorpresa y alivio aquellos monstruos no parecían prestarles atención en absoluto, sus miradas iban dirigidas a buen seguro hacia la manada de Brachiosarus, más en concreto a unas crías que andaban en el centro. Los padres de estas, alertados por la presencia de predadores, cerraron filas intentando cortar el paso a sus enemigos que trataban de colarse por cualquier resquicio. Dos de ellos saltaron a la grupa de un Brachiosaurio adulto que se sacudió a uno como si de una pelota de béisbol se tratase bateándole con su enorme cola y lanzándole a decenas de metros. Los chicos contemplaban aquella pelea con la boca abierta.

- ¡Es impresionante!, un grupo de Carnotauros atacando a sus presas. - Describió Peter narrándolo como si de un reportaje se tratara. -
- ¡Pues lo llevan claro! - auguró Yener. - Para nosotros son unas bestias terribles pero un Brachiosaurio de esos se los quitará de encima como si fueran moscas.
- No me gustaría estar ahí en medio- añadió Kira aliviada. - Menos mal que nos han ignorado.
- Comparados con uno de esos enormes bichos nosotros somos un objetivo despreciable. - Repuso Yener agregando con agudeza. – Por lo que puedo percibir en ellos, su instinto se focaliza en cazar a uno de esos enormes animales, y lo hacen en grupo. Por eso no les interesamos. Aunque si no logran abatir a ninguna de esas moles eso podría cambiar. Más vale que nos larguemos.
- Coincido en eso, tenemos que encontrar un lugar resguardado para acampar y tratar de reconstruir una radio - secundó Kira inquieta ante esa misma posibilidad -.

Corrieron a toda prisa antes de que la batalla quedase decidida en uno u otro sentido. Tras unos cientos de metros a través de unos grandes helechos encontraron acomodo en una gruta que previamente fue reconocida con las linternas del grupo y las técnicas de Yener. Una vez que desecharon cualquier peligro penetraron en el interior. El lugar tenía un pequeño agujero con el que acceder al techo lo que les convenía sobremanera para instalar la antena del emisor.

- Ahora sólo tenemos que conseguir montar la radio - les dijo Yener con tono animado. -
- Lo cual no va a ser tarea fácil- le recordó Peter. -
- ¡Venga ya, no seas aguafiestas! - le reprochó Yener a su vez. - Con nuestros conocimientos y lo que hemos logrado rescatar tenemos muchas posibilidades.
- Puede ser, pero habrá que actuar deprisa porque nos deben de quedar pocas horas de buena luz y si encendemos las linternas podríamos atraer la atención de cualquier animal cercano. - Les previno Kira con su habitual buen juicio. -

Todos estuvieron de acuerdo con aquella sugerencia y procedieron a reunir los componentes necesarios. Tenía una placa base de la nave, algo dañada, pero por fortuna no en lo esencial y otras piezas que, junto al transmisor manual que llevaban Yener y los chicos les proporcionaba un emisor receptor. Con una de las armas obtuvieron energía para transmitir al utilizar su generador de láser como baterías. Ya únicamente faltaba colocar la antena portátil a una altura adecuada para que la señal saliera del planeta.

- Habrá que subirse a la cima de esta caverna y colocar la antena- indicó Yener que se ofreció al mismo tiempo para ello. - Yo puedo hacerlo.
- ¿Necesitas ayuda? - le ofreció solidariamente Peter. -
- No me vendría mal que me cubrieseis por si alguno de esos bichos me viera como merienda gracias. - Sonrió él. -

Dicho y hecho, Yener trepó con la antena para instalarla y mientras tanto Peter y Kira le vigilaron con las armas, dispuestos a intervenir. Y como no podía ser de otra forma estaba Yener terminando de instalar el sistema de comunicación cuando una gran bestia alada reconocible como un Pteranodon se acercó hacia él tratando de atraparlo. 

- ¡Por Kail! Ese monstruo me recuerda a un Kran de las historias del maestro Hurón Confiado. - Exclamó el asombrado e intimidado muchacho. -

              Y no era para menos. Aquella bestia podría ser la pesadilla de cualquiera. ¡Casí que hacía quedar a esos míticos monstruos voladores de las leyendas en simples pajaritos! Tenía una envergadura de alas tremenda. Puede que al menos siete de los metros que usaban los de Omega. Y la cabeza rematada en un enorme pico, era tan grande como la de un hombre. Echándose sobre el suelo Yener consiguió esquivar la primera acometida, Peter acudió en su ayuda, disparó su láser, pero falló. Por fortuna fue Kira la que obtuvo más éxito acertándole a aquel enorme animal en una de sus alas. El Pteranodon asustado por ese inesperado ataque remontó el vuelo con un graznido de frustración, perdiéndose entre los cercanos árboles.

- ¡Menos mal! - suspiró Yener en cuanto se reunió con ellos. - ¡Gracias por vuestro apoyo chicos!
- No ha sido nada - sonrió Kira. - ¡Ojalá escuchen pronto nuestra señal! - Añadió con el fervoroso deseo de que así fuera. -
- Y que lo digas, tengo muchas ganas de abandonar este planeta. Es bonito para visitar, pero no para vivir, es más, a pesar de lo exuberante del paisaje, no lo recomendaré como destino vacacional. - Comentó Peter haciendo gala de un deportivo sentido del humor. -

     Mientras el de Yumlaiance había colocado la antena y fueron capaces de empezar a transmitir.

- Solo podemos esperar a que capten el mensaje - declaró Yener con tranquilidad. -
-Y descansar cuanto podamos. - Suspiró Kira que ya estaba agotada. -

Sus compañeros asintieron y la permitieron irse a dormir. Peter se ofreció a vigilar el primero. Yener haría el segundo turno de vigilancia. 

-Esto debe de ser común en todos los entrenamientos militares del cosmos. - Sonrió el de yumlaiance. -
-Así es, tuvimos que hacer muchas guardias durante nuestros tiempos de cadetes. - Le comentó Peter. –
-Pues buena guardia, te relevaré en unas dos de tus horas. – Le comentó Yener. –

Peter asintió y el de Yumlaiance y Kira se fueron a dormir. Tras reunir algunas maderas y restos vegetales el muchacho encendió un fuego.

-A buen seguro ningún animal se aproximará a las llamas, su instinto les mantendrá apartados. - Se dijo. –

Así pasaron algunos minutos, después una hora. Se mantenía despierto, aunque el agotamiento le iba ganando terreno poco a poco. De reojo observó a sus compañeros dormir. 

-Una taza de café caliente ayudaría, lástima no tenerlo. - Suspiró. –

Y es que no podía permitirse el flaquear. Afuera podían escucharse todo tipo de ruidos, algo similar a gorjeos, algún rugido, otras veces parecían sonidos similares a los de grillos. En cualquier caso, sonaban a bastante distancia como para no inquietarse, pero nunca se podía estar del todo seguro. Tuvo que sacudir un poco su cabeza porque el sopor iba siendo cada vez más frecuente. 

-Apenas me quedan unos veinte minutos. – Se arengó. –

Comenzó a caminar de un lado a otro en ese reducido espacio, escrutando el techo de la cueva por si hubiese algún otro peligro. Salvo insectos y alguna que otra araña que no eran agradables precisamente, no vio nada que le preocupase. Al fin el tiempo transcurrió y fue a despertar a Yener. Este se hizo algo el remolón, pero una vez abrió los ojos tomó conciencia de dónde estaba.

-Tu turno. - Le dijo su compañero. –
-Estaba soñando con mi casa. - Le desveló. – Mi madre iba a prepararme algunos dulces…
-Veo que no somos tan distintos. – Sonrió su interlocutor. -

Yener le devolvió la sonrisa dejando que ese muchacho se tumbase para dormir. Él se sentía bastante más descansado ahora. 

- ¿Quién podría haber anticipado esto? - Se preguntó. – A tanta distancia de casa y con esta responsabilidad.

Y lo cierto era que ese viaje junto a aquellos dos chicos no le había decepcionado en absoluto, quería aventuras y ahí las tenía. Aunque debía admitirse que casi prefería estar peleando por su vida contra esos animales prehistóricos que afrontar lo que le aguardaba en su nuevo puesto.  Y después estaba el pensamiento de su casa, su familia y amigos en Yumlaiance. Ya no deseaba verlos simplemente para que le felicitasen y hacerles sentir orgullosos. Lo único que le importaba en ese momento era sencillamente, ser capaz de volver a verlos.

-Para eso será mejor que no me despiste. O acabaré en la panza de uno de esos bichos. - Se dijo. -

De modo que aguzó sus sentidos, podía percibir muchas formas de vida animal, algunas hostiles, pero temerosas de la hoguera. Yener la alimentó con algunas ramas de plantas que pudo encontrar cerca de la entrada de la cueva. Afortunadamente todo estuvo tranquilo durante la hora siguiente y cuando quiso darse cuenta vio a Kira en pie a su lado.

-Descansa un poco. - Le sugirió ella con amabilidad. -
- ¿Estás bien? - Quiso saber él. -
-Sí, he podido recuperar fuerzas. - Sonrió la joven. -

Yener asintió, teniendo en cuenta las dotes telepáticas de esa chica, fue lo mejor el dejarla dormir esas cuatro horas seguidas. Ahora fue él quien se tumbó a descansar. Al poco concilió el sueño. Kira suspiró.

-Espero que salgamos con bien de esto, al menos tengo un buen presentimiento.

Ella misma temía esas oleadas de intuición que, muchas veces, revelaban a las claras lo que iba a suceder. A veces podía hacer algo al respecto, pero en la mayoría de las ocasiones no dejaba de ser una mera espectadora.

-Algo me dice que pronto nos socorrerán. - Pensaba ahora visiblemente confortada. -

        Así fue, durante la guardia de Kira esta recibió una señal procedente del espacio, por suerte esta parecía aumentar de intensidad y por fin logró escucharla con detenimiento, corrió a despertar a los otros. En tanto que se oía.

- Aquí crucero Colibrí de Omega. ¿Nos reciben? Por favor indíquennos su posición para que podamos precisar la que nos han indicado los yumlaincers e ir a recogerles.
- Debemos aumentar la potencia de la emisión- aconsejó Yener aun bostezando. - Que sepan dónde acudir.
- Muy bien- asintió Peter dejando salir más energía de su pistola -.

Al momento y para su contento obtuvieron respuesta.

- Les captamos con mayor claridad. Vamos para allá. Tiempo estimado de llegada dos minutos.
- Recojamos las cosas y salgamos a campo abierto para que nos puedan transportar sin interferencias- recomendó Kira. -

Lo hicieron al punto y enseguida pudieron ver aquella nave a unos cientos de metros sobre sus cabezas, pero no solamente vieron eso, además dos enormes saurios bípedos, (¡otra vez!) y por las ganas con las que corrían hacia ellos, carnívoros y hambrientos, les amenazaban.

- Son los bichos del principio; ¡maldita sea! - escupió Yener. - Precisamente ahora se deciden a venir a despedirnos.
- ¡Alosauros y con ganas de cenar! No creo que quieran dejarnos ir por las buenas. - Afirmó Kira con preocupación manifiesta. -
- Tenemos que retenerlos hasta que fijen nuestra posición con el rayo transportador- declaró Peter. -
- Vale, ya me encargo yo de eso- repuso Yener apuntando hacia el suelo. -
- ¿Pero qué haces?. Así darás sobre el terreno- le advirtió Kira. -
- Lo sé- contestó este disparando sobre la maleza con lo que originó un buen fuego. - Eso les asustará. Pero debe arder aún más...
- Quizás si les entretengo un poco- propuso Kira disparando su arma sobre los dos animales. -

Los alosauros quedaron paralizados momentáneamente en tanto las llamas subían de nivel y se extendían entre los muchachos y los animales. Pero estos se recuperaron enseguida e incluso se las ingeniaron para rodearlas.

-No son para nada estúpidos. - Admitió Peter a su pesar. -
- Deben de tener mucha hambre para arriesgarse a cruzar el fuego - declaró el yumlaincer. - Vamos a tener que disparar sobre ellos.

Yener y Kira apuntaron uno a cada animal. Aquellos enormes dinosaurios estaban a sólo unos veinte metros y acercándose cuando por fin la nave les tuvo fijados en un haz luminoso y procedió a transportarles dejando a los dos reptiles con un palmo de narices. Si aquella expresión se les podía aplicar. Cuando pasado el susto los tres se hallaron a bordo descubrieron al comandante Graham.

- Me alegro de veros, muchachos- sonrió este visiblemente aliviado, tanto que hasta se permitió el lujo de bromear con sorna. - ¡Veo que no os habéis aburrido en vuestra visita!
- Desde luego que no, mi comandante. - Respondió Peter encajando el comentario con el mismo buen humor, el que precisamente le daba el alivio de verse a salvo. -
- Hemos salido ilesos por poco, en buena parte gracias a Yener. - Añadió Kira con reconocimiento. -
- Ha sido una labor conjunta- rebatió modestamente él agregando con más desenfado. - Ahora sólo deseo estar de vuelta a la aburrida rutina.

Eso hizo reír a sus contertulios, la verdad es que más sincero no podía ser, temiéndose a buen seguro la bronca que le caería por parte del comodoro Cresat. Aunque la daría por bien empleada. De hecho, esta experiencia le había hecho aprender muchas cosas sobre sus amigos de Omega y también sobre él mismo. Para empezar, debería ser mucho más prudente y hacer caso a quien tenía mayor experiencia.

-Bueno, estoy acostumbrado al maestro Azor y su manera de enseñarme, él siempre deja que me equivoque primero, me dé cuenta de ello y luego me hace reflexionar. Aunque claro, un error en ese planeta y hubiera acabado convertido en comida para lagartos. - Se dijo aliviado ahora de que no hubiese sido así. -
- Muy bien, ponemos rumbo a Omega- convino Graham entre tanto. -
- ¿Sabe dónde están mis cruceros? - Quiso saber el chico, recordando que dos naves de su flota les habían estado escoltando hasta los límites del sistema. -
-Cuando perdieron vuestra señal nos llamaron. Tenían órdenes de no adentrarse en el sistema. - Le explicó el comandante. -
-Es verdad, yo se las di.- Suspiró el chico. -

Eso le serviría de lección. Había estado tan satisfecho de sí mismo por tener esa capacidad de mando que olvidó dar instrucciones más precisas. Por suerte el comandante de la nave que le contactó enseguida avisó a Cresat pidiéndole instrucciones cuando no pudo localizarle. El comodoro informó de inmediato a Omega y ellos enviaron al Colibrí que no tuvo problema en detectar sus toscas señales de radio. Pensaba en eso cuando llegó una transmisión. Era el coronel Larans.

-Adelante, coronel. - Le saludó Graham dando paso a la imagen de este en la pantalla central de la nave. -
- ¿Están todos bien? - Se interesó de inmediato el oficial. -
-Sí, señor. - Respondió Peter. -
-Cuando lleguen espero un informe completo, lugarteniente.
-Sí, mi coronel. - Se limitó a contestar este. -
- ¿Cómo se encuentra usted, señor embajador? - Se interesó entonces Pier, dirigiendo su atención al yumlaiancer. -
-Perfectamente, coronel, muchas gracias. - Respondió este. -
-El comodoro Cresat me ha pedido que vaya a verle en cuanto llegue. - Le trasladó su interlocutor. -
-Así lo haré, le agradezco mucho su información. -
-Buen viaje, Larans fuera. - Se despidió este cortando la comunicación. -

Yener dio un largo suspiro, ya se podía imaginar la que le iba a caer a su llegada. Aunque mejor no pensar en eso de momento y sí en todas las valiosas lecciones que había aprendido. Así volvieron a casa. Aunque en su favor para Peter y Kira quedó constancia de que ese arrogante oficial era verdaderamente competente. Así lo comentaron cuando descansaban en un camarote de la nave.

-Creo que es buena persona y de fiar. Se preocupaba genuinamente por nosotros. - Comentó Kira. -
-Bueno, sin dudar de lo que afirmas, eso era normal, en un caso así, de supervivencia extrema, creo que hasta el cónsul de Casiopea se hubiera preocupado por nuestro bienestar, por la cuenta que le hubiera tenido. - Se rio Peter. -
-Entiendo lo que quieres decir, pero esto va más allá. Nos considera sus amigos. - Le expuso Kira. -
-En tal caso, pienso que debe ser algo recíproco. - Declaró su compañero. -

Su interlocutora asintió, contenta de que él pensase así. Desde luego fue cosa del destino que se apuntara a tan última hora a la misión. ¿Qué habría sucedido de no estar él? Bueno, tampoco debía subestimar sus propias habilidades, pero en cualquier caso su ayuda había sido muy importante y eso creó un vínculo reforzado de amistad entre los tres. Las cosas serían ahora mucho más fluidas para todos. Por otro lado, y aunque evidentemente no podían saberlo aún, durante la ausencia de los muchachos se habían producido novedades en Omega. De todos modos, no tardarían en enterarse puesto que afectaban bastante a las nuevas relaciones políticas entre los planetas.

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