jueves, 3 de marzo de 2011

UNC 08

Capítulo 8. Giro imprevisto.


Durante el viaje de vuelta a Omega, Graham puso al corriente a los chicos de lo ocurrido. Justo después de partir para el planeta Onís, una escuadrilla de destructores de Casiopea había arribado al astro puerto, en uno de ellos llegó Tirelius, el general en jefe de las fuerzas de ese mundo y auténtico dictador, aunque su versión oficial fuera que resultó elegido en los comicios de su planeta. En cualquier caso, venía para charlar acerca de las nuevas alianzas y por lo que parecía en un principio estaba dispuesto a jugar duro. 

-En fin. - Les refirió Graham. - Desde el momento en el que desembarcó nos hizo ver que no estaba satisfecho.
- ¿Y de que ha protestado ahora?, comandante. - Quiso saber Peter. -

          Su interlocutor suspiró mesándose un poco su rubio bigote para responder.

-Lo de siempre, se queja de nuestras injerencias en su espacio y de que hayamos puesto en duda el buen nombre de su cónsul. Por supuesto, la presidenta ha tenido que calmarle.

        Peter suspiró a su vez, sintiéndolo por su madre. ¡Ella sí que demostraba tener paciencia! - Pero le sorprendieron las siguientes palabras del comandante.

-Pero tanto a ella como al coronel les sorprendió, daba la impresión de que, esta vez, Tirelius protestó para cubrir el expediente, es lo que suele hacer. Sin embargo, aceptó enseguida las explicaciones que se le ofrecieron y expresó su deseo de entrevistarse con el embajador de Yumlaiance.
- ¡Vaya! - Intervino Yener quien estaba escuchando aquello con mucho interés. -

     Por lo que el comandante Stevens les explicó, dado que a la sazón Yener no estaba, esa reunión no fue posible lo que al mandatario de Casiopea le causó una profunda irritación. No obstante, Cresat pudo prometerle que su deseo se vería satisfecho muy pronto. Cuando las naves de escolta que habían acompañado a la Libélula informaron de lo sucedido se envió al crucero de la confederación a contactar con la nave de los muchachos para traer de vuelta a Yener. Afortunadamente cuando hacía una ronda por las cercanías del planeta captó la señal de radio. Lo demás ya les era conocido a todos.

- ¿Y ese tipo? ¿Qué tal es? - Quiso saber Yener dirigiéndose a sus amigos. -
-Es un hombre al que no conozco personalmente. - Respondió Kira añadiendo con tono ecuánime y lo más objetivo que pudo. - Sería muy pretencioso por mi parte dar una opinión basándome tan solo en lo que la gente dice.
-Bueno, pero puedes basarte en sus políticas. - Le recordó Peter, añadiendo con tono de disgusto. - Ese tipo es un imperialista. No pierde ocasión para intentar expandir su territorio. Se sabe en una posición de fuerza y le gusta apretarnos las clavijas, para ver hasta dónde estamos dispuestos a ceder…

Un carraspeo del comandante interrumpió aquellas interesantes palabras. El veterano oficial intervino entonces.

-Seguro que el embajador deseará conocerle sin condicionamientos previos.
-Sí, señor. - Asintió Peter. -

Estaba claro que Graham no deseaba que ese impulsivo muchacho le diera demasiada información al yumlaincer. Aunque en honor a la verdad a Yener aquellas palabras le habían resultado muy útiles. Y por ello no se resignó y quiso preguntar.

-Entonces. ¿Me aconsejan que sea firme o flexible?
-No somos quienes para darles consejos al embajador de una potencia aliada. - Replicó el comandante añadiendo con tinte conciliador. - Comprenda que mis superiores podrían verlo como una injerencia en los asuntos de otro mundo.

Yener asintió despacio, pero notaba con claridad que ese hombre no deseaba que nadie de la confederación se destacase criticando a aquel Tirelius en exceso. El motivo podría ser la desconfianza. ¿Y si él le contaba al general todo aquello?

-Sí, lo entiendo perfectamente, comandante. –Contestó con amabilidad. - Gracias por su respeto institucional. Si me disculpan, voy a descansar un poco.
-Por supuesto, uno de mis oficiales le indicará una cabina. - Asintió su interlocutor. -

Y en efecto, un alférez le condujo a un pequeño camarote de esa nave. En tanto el yumlaincer se alejaba, Graham celebró un pequeño conciliábulo con Peter y Kira.

-No debiste decirle nada sobre Tirelius. - Le comentó el comandante al joven oficial. - No sabemos si en sus intereses pueda estar una alianza más estrecha con Casiopea. 
-Creo que podemos confiar en él. - Aseveró Peter. - En ese planeta desde luego nos cubrimos mutuamente las espaldas.
-Sí, pero una cosa es tener que hacer frente a una amenaza en común y otra es la política interplanetaria. - Matizó el comandante con tono paternal para indicarle al chico. - Mira, Kira por ejemplo no le dijo nada.

La chica guardó un apurado silencio, y Peter otro reflexivo y culpable. Aunque fue Graham quien añadió quitándole hierro al asunto.

-Mira Pedrito, te conozco de toda la vida. En esto eres como mi hijo. Noble y confiado. Dices las cosas tal y como las sientes. Y generalmente es una buena cualidad, pero en bastantes ocasiones es contraproducente. No digo que el capitán Rant sea mala persona. Posiblemente tengas razón y ese muchacho sea de fiar. Pero, aunque así fuera, él se debe a los intereses de su mundo y es militar. Podrían ordenarle que fuese en una dirección diferente a la que él mismo querría.
-Sí, tiene toda la razón, comandante. - Admitió el azorado joven. - Lamento haber sido demasiado locuaz.
-No pasa nada. Siento que el interés de Yener era genuino y que en esta ocasión solamente quería nuestro consejo. El parece sentirse perdido también. - Le animó Kira. -
-Pues eso, teniendo que tratar con el general Tirelius, podría ser peligroso. - Dictaminó Peter. -
-Bueno, dejemos el asunto. No nos compete y enseguida llegaremos a Omega. - Sentenció Graham dejando allí a ambos chicos. -

Peter suspiró mirando a su compañera en tanto le comentaba no sin algo de malestar.

-La fastidié. 
-No, nada de eso. - Se apresuró a decirle ella. -El comandante se ha limitado a darte un consejo, no he percibido que estuviera enfadado, solo inquieto.
-Gracias, Kira. - Sonrió el muchacho que añadió tratando de aparcar ese enojoso asunto. - En fin. Ya queda poco para llegar a casa. Estoy molido.
-Sí, necesitamos tomarnos unas vacaciones. - Sonrió la joven. -
-Pues no sé si mi padre nos las vaya a dar. Sobre todo, tras perder una libélula. Es que no aprendo. Mira que me dijiste que sentías algo extraño. Debí hacerte caso. - Se autocensuró con patente frustración. -
-Yo tampoco sabía que esto iba a suceder, sencillamente noté algo extraño. Pero me sucede en ocasiones y eso no tiene porqué significar nada. De hecho, casi nunca tiene trascendencia. - Le animó su contertulia que el aconsejó. - Lo mejor será que hagamos como Yener y durmamos un poco antes de llegar.

Su compañero convino en ello. A buen seguro al arribar tendrían que informar detenidamente de lo sucedido. Por su parte, el citado yumlaincer estaba en ese pequeño camarote tumbado sobre una litera y pensando.

-No hay que ser un genio para darse cuenta de que esta Confederación está dividida. Eso ya me lo señaló el comodoro. Lo malo es a qué parte nos convendría ofrecer nuestra amistad. Aunque oficialmente todos esos mundos forman parte de la misma organización. No sé. En cuanto llegue le pediré consejo al Cresat. Antes descansaré un poco, no creo que tardemos mucho.

Y Yener se echó a dormir. En efecto, el viaje de retorno fue rápido, a la llegada al astropuerto Cresat y un grupo de escolta de soldados de Yumlaiance esperaban a su embajador. El pelotón presentó armas. El comodoro le recibió sonriente ante la presencia de sus hombres y del resto de la gente que se daba cita en el lugar. 

-Vayamos a un lugar más tranquilo. - Le ofreció al recién llegado. -

Yener asintió, pero no ignoraba que aquella alegría era en parte una tapadera. Así, cuando ambos entraron en unas dependencias privadas lo comprobó cuando el gesto de Cresat pasó a ponerse más serio.

- Te advertí que no fueras, ¿Y si te hubiera ocurrido algo? - le reprochó el comodoro en su idioma natal con visible irritación. - La situación diplomática se ha puesto muy complicada y necesitamos tomar una posición, ven conmigo a la embajada y allí te explicaré los pormenores.
-Sí, señor. - Asintió Yener, comentando a su vez. - También yo debo contarle algo…

Así pues, se encaminaron a la mayor brevedad hasta suelo yumlaincer.  Un local que les había sido cedido como sede provisional para establecer su legación diplomática.

- ¿Este sitio es seguro? - Quiso saber Yener al entrar. -
-Hemos analizado todo el lugar e instalado contramedidas y sistemas de vigilancia. - Le comentó Cresat. -

Más tranquilo con esa información Yener asintió. Su superior le invitó a sentarse en un butacón que enseguida midió sus constantes vitales informado que todo estaba en orden. Y que era el auténtico.

-Este sillón puede hacer un estudio genético inmediato de quien lo ocupa. Precauciones diplomáticas habituales. - Le explicó el comodoro. -
-No tenía idea de que las cosas fueran así. - Admitió el joven. -
-Por eso mismo debes hacerme caso. -Le indicó Cresat con tinte condescendiente ahora, al añadir. - Tu aventura fue muy arriesgada, incluso de no haber tenido ese percance. No sabemos si podemos confiar en los de Omega. De hecho, es la primera norma en diplomacia. Nunca te fíes de nadie. - Sentenció. -

         Yener se tomó unos instantes de silencio para meditar sobre eso. Su superior tenía razón. Podía verse que era un hombre de gran cualificación y experiencia. 

-Lamento no haberle escuchado, señor. Aunque no del todo. - Matizó, alegando. - Creo que he podido obtener valiosa información.
-Todo a su tiempo. - Repuso Cresat. - Ahora tenemos otras cosas más urgentes e importantes de las que ocuparnos.

           Y se dispusieron a ello. Entre tanto, Peter y Kira fueron requeridos por la presidenta del Consejo. Ella también debía de explicarles algunas cosas. Los chicos fueron recibidos en el despacho sin más preámbulos.

- Ante todo y lo más importante. Me alegro de que estéis bien - Les saludó Lora nada más entraron -Pero no hay tiempo para preguntaros por eso, la situación política se ha vuelto comprometida, como ya sabéis Tirelius está aquí. Ha venido y ha expresado su deseo de negociar con nuestros nuevos aliados al margen de la confederación.
- Pero eso le expulsaría automáticamente de ella- repuso Peter atónito. -No puede negociar al margen de nosotros.
- No necesariamente, si fueran temas que únicamente concerniesen al espacio interno de su mundo. De todos modos, se le veía muy seguro de sí- desveló Lora con su semblante visiblemente preocupado. - Es como si guardase algo en la manga. No me gustó nada la forma que tuvo de decirlo. No obstante, se avino a negociar en el seno de la Confederación, en lo tocante a, y cito sus palabras, temas de cotidianeidad y materias ordinarias.
- ¿Y qué se supone que significa eso? - Inquirió Peter. -
-Pues nada en concreto. - Suspiró su madre. - Está claro que se reserva el privilegio de interpretar la naturaleza de cualquier cuestión a su conveniencia.
-Al menos ha aceptado participar en las negociaciones comunes. - Intervino Kira. -

Aunque el gesto de Lora distaba mucho de mostrar satisfacción y así lo certificó cuando dijo.

-Con las condiciones que expuso no sé qué es mejor.
- ¿Qué pidió? - Quiso saber Peter cuya curiosidad se había despertado al escuchar esas últimas palabras de su madre. - ¿Alguna otra estupidez de las suyas?
- ¡Ojalá! –Suspiró su interlocutora para responder con tono grave. - El mando de las fuerzas militares de la confederación.
-Eso es como darle el control absoluto de la misma. - Se escandalizó Peter sentenciando. - ¡Jamás!
- No podemos aceptar eso de ningún modo, señora presidenta. - Convino Kira más sorprendida si cabe que indignada. -
- No, claro que no podemos y eso él lo sabe muy bien - declaró Lora añadiendo a modo de conjetura. -La otra alternativa es que Tirelius trate de fundar su propia federación de mundos con los planetas satélites que tiene. Nuestros expertos aun no comprenden como no se ha decidido a dar este paso.
- Es un ambicioso, pero no es idiota- valoró Peter con suspicaz imparcialidad. - Algo debe tener oculto.
- Eso mismo pienso yo. - Asintió Lora dándole a entender a su hijo que era partícipe de esa misma sospecha. - Y quizás estuviese a punto de hacerlo cuando llegaron los yumlaincers. Por eso va a ser muy importante la postura que adopten nuestros nuevos aliados. ¿Qué creéis que hará vuestro amigo? - Quiso saber en clara alusión al embajador de Yumlaiance y las otras potencias de su entorno. -
- Para ser sincera no tengo ni idea. De eso mismo estuvimos hablando con el comandante Graham durante el viaje de regreso - respondió Kira, aunque añadió más animada. - Pero tengo esperanzas. Ese chico parece tener nobleza y principios en grado muy elevado. No creo que deshaga la alianza de su mundo con nosotros.
- Aunque Tirelius puede ser muy persuasivo cuando quiere- rebatió Peter haciendo como siempre de abogado del diablo.-.
- Ya veremos- suspiró Lora deseosa de dar carpetazo al tema agregando con un no disimulado retintin. - Por cierto, seréis formalmente felicitados por la embajada de Yumlaiance, os agradecen haber velado por el embajador y ser tan amables de darle un “paseo” por alguno de nuestros sistemas solares. En lo que se denominará un acto de acercamiento diplomático.
- ¿Paseo? - Se sorprendió Peter. –
-Oficialmente vuestra aventura en ese planeta lleno de dinosaurios jamás ha sucedido. – Les informó Pier. – Por eso, dejad que os diga ahora que estamos muy orgullosos de cómo lo habéis resuelto. Luego, en público, no podremos hacerlo.
- Debéis estar agotados, lo mejor será que por el momento vayáis a descansar. - Añadió Lora de un modo más distendido e incluso maternal. -

Los dos agradecieron esas palabras, llevaban un buen rato deseando escucharlas. Obedecieron pues y se retiraron saludando y preguntándose qué cariz tomarían las cosas. Yener por su parte era informado por el contralmirante con menos “cariños maternales” y sí más sincretismo.

- La cosa está así, - le explicó Cresat echando mano de las estadísticas que el servicio de información yumlaiancer había recabado. - Ese tipo, Tirelius, es el gobernante del planeta más poderoso de esta parte de la galaxia. Estimamos que Casiopea tiene el cincuenta y cinco por ciento de las fuerzas de toda la confederación de planetas de Omega. Si sumamos sus planetas satélites y otros aliados esta cifra ascendería a casi el setenta y cinco por ciento. O, dicho de otro modo, tres de cada cuatro naves. Y son buenas naves. Las de mayor porte y potencial. - Afirmó su superior cuyos informes no daban lugar a dudas. -
- Pero de todas maneras creo que nuestra potencia sigue siendo superior. Más si tuviéramos de nuestro lado al resto de la Confederación de Omega. - Conjeturó Yener con pasmosa seguridad en su afirmación preguntándole al contralmirante a continuación. - ¿Por qué querrá hablar conmigo? Quizás para pactar una alianza.
- Es lo más probable, puede incluso que requiera nuestro apoyo para una posible operación contra Omega. Quizás lo único que pretenda es asegurarse de que no intervendremos en caso de que le declare la guerra a la confederación de planetas. O simplemente quiere ver cuáles son nuestros intereses.
- ¡Pues va listo! - sonrió Yener. -Ya hemos firmado un tratado de cooperación mutua con Omega. Y su cónsul estuvo presente,
- Hay que tener cuidado, recuerda que nuestras naves aquí no son suficientes para entablar un conflicto y aunque recibiéramos refuerzos, no tengo ni que decirte que una guerra interplanetaria no es lo que necesitamos en este momento. Ya sabes quienes estarían al acecho de algo así…

Eso le advirtió Cresat poniendo de forma clara los puntos sobre las “íes” de tan espinoso asunto, estaba claro que no deseaba ni por lo más remoto que su protegido se tomase el asunto a la ligera. Dado que sus vecinos del cuadrante dos eran tan enigmáticos como crípticos y hostiles hacia Yumlaiance. Y esa relación tan poco cordial tenía muchos siglos de antigüedad. Algunos lo explicaban incluso con las historias del lejano pasado. Otros sencillamente se retrotraían al conflicto fronterizo que existió haría siglo y medio y que encumbró a la que era entonces capitán de navío Karem Bount. Una heroína de Yumlaiance. Aquella mujer mantuvo a raya a una flota entera de esos tipos con solo un par de naves. Pero esos tiempos hacía mucho que había pasado. La tecnología era muy anticuada en aquellos días y con simples trucos posicionales y de efecto se pudo lograr algo así. Yener lo había estudiado en la academia, al igual que cualquier oficial. Hoy día, sin embargo, hasta los nephralers habrían mejorado sus naves y aprendido de aquello. Eso sí, desde entonces una tensa paz se había prolongado hasta la fecha acompañada de una inexistente relación. En la práctica apenas se habían cruzado palabras con ellos. Oficialmente al menos. Y es que ese sistema solar nephraler era realmente críptico. Ni tan siquiera los mejores miembros de los servicios secretos yumlaincer había sido capaces de penetrar en la coraza de silencio y aislamiento de esos tipos y mucho menos de infiltrar a nadie allí. Únicamente existían unos pocos rumores. Hasta los natacliers fueron incapaces de lograrlo, y pasaban por ser los mejore espías de la Cuádruple Alianza. Esos tipos parecían tener carácter sobrenatural. Hasta se decía que era mejor tener a los miembros de la hermandad de Esil para ocuparse de eso.

-Comprendo que no debemos enzarzarnos en conflictos tan lejos de casa. Sería mala idea distraernos y dividir nuestras fuerzas - Comentó el chico tras semejante reflexión. -
-Así es. - Añadió su superior lanzando una inquietante cuestión. - Y tú mejor que nadie sabes que esos individuos nos la tienen jurada. No sé si por cosas que se remontan a miles de años o solamente a un par de siglos. Pero ¿qué crees que podrían hacer si consideran que nos hemos debilitado?
- Yo soy el primero que no desea algo así. - Respondió Yener consciente de los pensamientos de su superior jerárquico y matizando a su vez con muestras de gran sensatez política. -Pero debemos mantener nuestra posición firme. Si nos dejáramos avasallar o influenciar, no quedaríamos nada bien respecto al resto de la Cuádruple Alianza.
- Pues por eso mismo y, antes que nada, debemos entablar conversaciones a nivel interno- le explicó Cresat. - Porque si Tirelius plantea su propuesta al resto de los mundos de nuestra alianza ellos sí podrían estar dispuestos a pactar. Y no está reflejado claramente si esta negociación ha de hacerse como Cuádruple Alianza o si bien cada planeta podría elegir hacerla por separado.
- ¿Usted qué piensa? - Quiso saber el chico. -
-Que nos convendría más ir todos a una. - Sentenció Cresat, alegando. - Por experiencia te lo digo. Pero, eso no significa dejar que nos impongan algún tipo de acuerdo que no nos convenga.
- Y podrían obligarnos a ello por votación de urgencia- se percató Yener alarmado ante esa posibilidad en la que no había reparado con anterioridad. - Será mejor que, al menos, nos aseguremos de compartir nuestra postura con uno de los mundos. El desempate lo tendríamos ganado porque es el turno de nuestra presidencia y tenemos el voto de calidad. - Declaró esbozando en su mente aquella posibilidad tras una rápida reflexión. -
- Así me gusta, comienzas a discurrir como un auténtico embajador- repuso su veterano interlocutor asintiendo con aprobación. -
- Pues yo creo que tendremos problemas para lograrlo - auguró Yener con menos entusiasmo. - 
- Más vale problemas dialécticos ahora que no un conflicto real luego, - le aconsejó Cresat, afirmando. - Por eso, antes de hablar de nada con ese tal Tirelius, debemos estar respaldados por el resto de nuestros aliados.

Y en eso el embajador no podía estar más de acuerdo. Así que, dicho y hecho, Yener se ocupó de inmediato de contactar con los representantes del resto de los mundos que se encuadraban en la Cuádruple Alianza. Sobre todo, le interesaba obtener el apoyo del representante de Nataclia pues éste era el mundo que tradicionalmente se oponía más a los intereses de Yumlaiance. 

-Si logro eso, Ciloner y Akapler serán un trámite. - Pensaba esperanzado. -

          Lo malo era que el tiempo apremiaba y debía de intentar conseguir un frente común que le diera fuerza para negociar con Tirelius. Debían hacerlo rápido puesto que el mandamás de Casiopea insistiría en ver a Yener dentro de muy poco. Así lo expresó éste a sus colegas que se avinieron a reunirse con celeridad y una vez sentados alrededor de una mesa de conferencias Yener, acompañado de Cresat, se dirigió al resto de los representantes de su alianza.

- Señores, les he reunido para que, entre todos, aseguremos una posición firme para las inminentes negociaciones que habremos de realizar con los representantes de la Confederación de Omega y sus aliados.
- Creía que esas negociaciones ya habían culminado en un preacuerdo - señaló la representante Cilonerés, una mujer de edad mediana, cabellos morenos y constitución robusta, quién no parecía estar muy al tanto de la situación. -
- Lo han hecho en lo que respecta a un simple tratado de amistad con la Confederación de Omega que no contienen grandes premisas. La más destacable es la libre circulación por el espacio neutral de su confederación.
-Y si no es molestia, señor embajador, podría usted explicarnos qué se entiende por espacio neutral. - Inquirió el representante akapler, un tipo alto, delgado y con cabellos rojizos. -

Yener asintió, para responder.

-Se entiende por dicho espacio las zonas de tránsito común de todos los planetas que conforman la Confederación de mundos de Omega. Pero se reservan las zonas que cada uno de ellos indiquen como zonas jurisdiccionales propias.
-Es decir, lo que nosotros entendemos por el espacio de influencia planetario. - Indicó la delegada de Ciloner. -
 -Así es.  Aunque quizás algún mundo que se encuadra en la misma no esté del todo conforme con las coordenadas a las que hay que limitar dichos espacios. - Declaró Yener matizando la cuestión para todos -
- Esos son asuntos internos entre la federación de Omega y sus planetas. A nosotros no nos afectan. Con tal de que nos indiquen claramente las áreas por las que podemos o no transitar. - Contestó el embajador de Nataclia con indiferente despreocupación. -
- La cuestión es que entre ellos existen notorias diferencias, cuando no fricciones. - Le expuso Yener con un tono entre inquisitivo y preocupado que invitaba a una profunda reflexión. - ¿Y si estallase una guerra interna en el seno de la confederación? ¿Y si uno de esos mundos que hasta ahora la integran decidiera tomar el control y pidiera la ayuda de nuestra alianza?
- ¿No hemos firmado ya un pacto de amistad? - Inquirió el representante Akapler de modo dubitativo como si aquella eventualidad invocada por el Yumlaincer le desconcertase. -
- Yumlaiance sí- le respondió tajantemente Yener. - Pero se limita a una política de no agresión mutua y no en nombre de la Cuádruple Alianza. Y no nos gustaría firmar un pacto de ayuda con uno de los bandos y que nuestros aliados firmasen otro con el bando opuesto. Me comprenden, ¿verdad?
- Lo que quiere decir, ¡firmad en exclusiva con la confederación de Omega o tendréis a Yumlaiance en contra! - Declaró sibilinamente el embajador nataclier. -
- Como el honorable embajador de Nataclia bien sabe. - Expuso pacientemente Yener pues desde luego que esos tipos conseguían sacarle de quicio con sus modos de interpretar las cosas. - Un pacto es un pacto y obliga a su cumplimiento. Pero eso no implica en ningún caso contravenir los términos de nuestra alianza.
- Entonces todo resuelto, - intervino jovialmente el representante Akapler. - En caso de conflicto el pacto de la Cuádruple Alianza está por encima de cualquier otro.
- Me temo que no es tan simple- terció Cresat secundando a Yener. - Una vez firmado nuestro acuerdo si cualquiera de las potencias atacase a la confederación de Omega, en virtud de nuestro acuerdo, estaría agrediendo a Yumlaiance. No es que haya conflicto entre convenios. Lo que habría es una declaración de guerra contra nuestro mundo por parte de uno de nuestros aliados.

Todos los representantes guardaron un incómodo silencio. El embajador de Nataclia pudo protestar ahora con tintes de fría indignación.

- ¡Lo que nos lleva una vez más al punto en cuestión! Yumlaiance ya ha decidido nuestra política de pactos y alianzas por nosotros poniéndonos ante una política de hechos consumados. Es firmar en sus condiciones o exponer nuestra Alianza a una ruptura.
- Me permito recordar al embajador de Nataclia que Yumlaiance ocupa ahora la presidencia de nuestra alianza. - Le replicó Yener visiblemente molesto también - además de ser los primeros en entablar contacto con estos mundos, lo cual nos otorga prioridad. ¿Debo leer los artículos de nuestra legislación común en materia de contactos espaciales?

         Por fortuna él mismo se los había leído poco antes de aquella reunión. Ahora esperaba que esa forma tan decidida de hablar esperando mostrar seguridad y firmeza no le pasase factura. Aguardó unos instantes para ver las reacciones del resto y dio la impresión de haber logrado su propósito cuando la representante de Ciloner terció en tono conciliador, aunque también con tintes de reivindicación.

- Todos conocemos dicha legislación. Nadie está quitando a Yumlaiance la potestad de aliarse con quien estime oportuno. Pero su planeta tampoco puede acotar en modo alguno la libertad de actuación de los demás. Por mucho que tengan la presidencia rotatoria bianual.
- No deseamos acotar la libertad de nadie- suspiró Yener aburrido ya de aquella conversación tan recurrente. –Lo único que decimos es que si todos nuestros mundos firman un pacto con Omega estarán haciendo lo más lógico y conveniente para toda la Cuádruple Alianza. No estamos hablando de nuestros intereses como planeta único, sino como parte de un conjunto, y eso es lo que queremos que entiendan.
- Bien, no negamos los desvelos de Yumlaiance en materia de política común- comentó el representante de Nataclia midiendo sus palabras con más serenidad. - Sólo queremos hacer constar que nuestros mundos saben por sí mismos establecer políticas de alianzas convenientes.
- Nadie lo pone en duda- se apresuró a replicar Cresat derrochando amabilidad. - Por esa misma razón les hacemos partícipes de todo éste, digamos contencioso, que nos es ajeno y les invitamos a sumarse a nosotros. Les pedimos su respaldo como aliados que son.
- Confiamos en nuestros aliados de Yumlaiance - declaró el representante Akapler cuyo mundo siempre se había entendido bien con el de Yener. - Y merced a la delegación de poderes de nuestro gobierno estaremos dispuestos a suscribir ese pacto si tal y como nos aseguran es lo más provechoso para todos.
- Por parte de Ciloner no existen reservas para confiar en su buena voluntad, aunque debemos establecer consulta con nuestro gobierno. - Añadió la representante de este mundo poco deseoso de crear conflictos internos en su alianza. -
- Por supuesto. No se preocupe. Es una actitud juiciosa y legítima, como cabe esperar de ustedes. - Convino Yener que añadió también para dar coba a sus otros amigos. - Y agradecemos en mucho la confianza depositada en nosotros por parte del embajador de Akapler.

El representante de este planeta inclinó la cabeza con una sonrisa de agradecimiento. Yener y Cresat también se sonrieron, habían conseguido lo que querían, como mucho la situación degeneraría en empate sino alcanzaban al menos las tres cuartas partes de los apoyos. Y el desempate, como bien sabían ambos, era suyo. La representante ciloneresa no veía a buen seguro ninguna ventaja en oponerse, aunque dadas sus buenas relaciones con Nataclia se inclinaba a no mostrar tampoco un excesivo entusiasmo. Pero estaba claro que no votaría en contra. Y los natacliers...pues ellos a buen seguro que se abstendrían pretextando su deseo de analizar eso con más detalle. No se decantarían un no a sabiendas de tener la votación perdida. Ya eran libres de hablar con Tirelius con las espaldas bien cubiertas.

-Entonces- declaró el representante de Nataclia con su proverbial prudencia, cumpliendo con lo que Yener había conjeturado. - Nuestro mundo también se reserva un plazo para consultar a nuestro gobierno.

Era una manera evidente de salvaguardar su dignidad, por ello convenía permitirles ese gesto. Justamente era momento para hacer concesiones, aunque fuese de cara a la galería, ya que ambos embajadores, el nataclier y el de Ciloner sabían perfectamente que, con el voto de Akapler favorable a los yumlaincer, no había más que hablar. Posiblemente lo discutirían para guardar las apariencias y darían su aprobación también. Aquello por tanto era simplemente un mero trámite para salvar el decoro político.

- Comprendemos que han de informar y analizar todo este asunto. Háganlo durante el tiempo que consideren oportuno, estamos convencidos de que tomarán la mejor de las decisiones. - Sonrió Yener más tono y semblante más relajado. -

Cresat asintió con aprobación, al parecer ese chico comenzaba a dominar la jerga diplomática, hablar mucho sin decir nada comprometido. Así esa reunión de emergencia llegó a su fin. Despidiendo a sus contertulios con sus mejores deseos Yener suspiró a gusto. Ahora debía encargarse del mandamás de Casiopea que llegaría en pocos sexdanes, un hueso duro según había oído. 

-Bien muchacho. - Le felicitó el comodoro, admitiendo. - Has manejado la situación con bastante habilidad. -
-Muchas gracias, señor. - Replicó el joven. -
-Va a ser cierto que los monjes del Kail tienen un don para la diplomacia. - Sentenció Cresat. -

El muchacho asintió, visiblemente complacido, se despidió de su superior quien le recordó.

-Vete preparando la reunión con ese Tirelius. Será en apenas unos sexdanes. Lo que en Omega llaman tres horas. Yo asistiré junto con su cónsul, pero apenas intervendré. El general ha manifestado su deseo de entrevistarse contigo y al parecer tiene mucho interés en lo que vayas a decirle.

-Muy bien, señor. - Convino Yener. -

          Desde luego que se prepararía. Pero antes se pasó a descansar un poco en sus estancias de la legación diplomática y luego a tomar algo en la cantina del edificio central de la Confederación. 

-Puede que vea a Larus o a algún otro compañero. - Deseó. -

           Aunque casi lo olvidaba. Sus compañeros ahora era sus subalternos y no era muy normal para alguien de su rango tomarse algo con unos simples tenientes. Sin embargo, quiso el azar que Peter y Kira estuvieran allí tomando un refresco tras la reunión que por su parte habían mantenido con la presidenta del Consejo y el jefe de la policía y que le vieran llegar.

-Hola- le saludó ella que presentía en él un estado de ánimo optimista y relajado. -
- ¿Cómo estáis?,- repuso Yener dirigiéndose directamente hacia ellos efectivamente de bastante buen talante por su exitosa reunión anterior. -
- Hacíamos un descanso – le respondió Peter. - Dentro de pocas horas tendremos que reintegrarnos a nuestras obligaciones.
- ¡Qué suerte! - sonrió Yener. - Yo ya lo he hecho sin casi darme tiempo a sentarme. Estos acuerdos entre mundos son bastante complicados. - Suspiró pidiendo una bebida y agregando divertido. – Me fue más fácil negociar con esos Alosauros. 
- ¿Problemas con la política interestelar? - Le inquirió Kira tratando de obtener alguna respuesta interesante. -

Yener que evidentemente se imaginaba algo así no quiso dar la impresión de estar maquinando algo importante y contestó jovial.

- Ninguno que no se pueda remediar.
- Nos alegramos de ello. - Afirmó Peter con sincera intención. -

Su contertulio asintió, percibía que ese chico era sincero, incluso parecía estar aliviado. Era fácil de sondear. No tenía entrenamiento ni dones en telepatía como Kira y al yumlaincer le venía muy bien hacerlo, aunque fuera superficialmente, para testar el grado de “amistad y confianza” que le tuvieran esos dos. A su vez quiso enterarse también de algo y fijandose en los uniformes de ambos algo le llamó la atención. Curiosamente no se había fijado antes.

-No sé si podréis responder a una curiosidad que tengo. Pero ¿por qué lleváis un color distinto en el uniforme? - Quiso saber. -

           En efecto, mientras que Peter lucía el color azul con hombreras, coderas, rodilleras y botas blancas, el uniforme de Kira era naranja, aunque el resto de las protecciones y calzado fueran igualmente blancos. A Yener le gustó constatar las expresiones de sorpresa de ambos que, incluso se miraron entre sí con visible desconcierto. Ni tan siquiera Kira parecía haber esperado esa cuestión.

-Depende de la rama en la que nos hayamos especializado. En mi caso criminalística y otras exclusivas de la policía. Pero Kira es geóloga.
-Sí, el color de mi uniforme denota la posibilidad de trabajar en otros temas independientes de la policía espacial. - Le desveló ella. -

          También había algunos que llevaban un uniforme de color verde, cuando no cumplían misiones de patrulla o bien porque estaban más dedicados a los estudios científicos o astronómicos, le explicaron.

-Mi hermana, por ejemplo, quiere seguir la carrera diplomática. Aunque su uniforme es como el mío, pero eso es debido a que ese servicio sí se identifica con atribuciones directas del cuerpo policial. Podemos actuar como intermediarios en conflictos entre partes. Ya sean planetas o facciones dentro de uno. - Le aclaró Peter. -
-Muy interesante. - Comentó Yener quien, aprovechando que su interlocutor había mencionado a esa chica quiso saber. -                
- Por cierto. ¿Dónde están vuestros amigos? - Hace tiempo que no los he visto y suelen pasar por aquí. ¿Verdad? 
- No lo sé, deben de haber salido de patrulla. - ¿No, Peter? - Replicó Kira que sí lo sabía perfectamente. -

Aquello era una especie de juego entre Yener y ella. Ninguno utilizaría ya la telepatía puesto que sus respectivas defensas podían cerrarse en banda para evitar ser sondeados. Y ahora que, en teoría eran amigos y aliados, tratar de leer los pensamientos del otro sería como espiarle desnudo. O pudiera ser que aún peor. Así que únicamente podían guiarse por las expresiones o el tono de su contertulio. Aunque Peter no estaba incluido en esa especie de partida y Kira dejó que el yumlaincer averiguase lo que quería por medio de él al modo convencional, vía palabra. El de Omega desde luego, ajeno a todo esto no tuvo inconveniente en responder.

 - Ella y Gordon tienen guardia ahora. Y creo que es de las largas. Aunque espero que no se aburrirán. - Remató sin mala intención. -

Pero aun así Kira percibió que el escudo psíquico del de Yumlaiance parecía haberse debilitado. Aunque tan sólo fuera por unos muy breves instantes. Animada por eso decidió probar suerte a ver que sucedía.

- Creo que después ella y Gordon habían quedado para cenar. - Añadió ante la extrañada mirada de Peter quién no conocía ese dato. -
- Vaya, aquí hay bastante compañerismo, tanto dentro como fuera de las obligaciones. Me parece algo estupendo. - Pudo decir Yener cuyo rostro no parecía reflejar ninguna emoción a la par que añadía con poca naturalidad. - Ahora y sintiéndolo mucho debo dejaros, tengo unos asuntos que atender.

Se alejó andando despaciosamente y Kira aprovechó para susurrarle a Peter.

- Tirelius, va a entrevistarse con el general Tirelius. Y será enseguida.
- ¿Cómo lo sabes? ¿Le sondeaste? - Le inquirió Peter que seguía sin comprender nada. -
-No me hizo falta. Lo tenía casi a flor de piel, si es que lo puedo definir así.

Era cierto, ese pensamiento surgió en el chico casi a modo de manta que cubriera la reacción que experimentó cuando Kira le dijo eso de la cena entre Gina y Gordon. Hecho que no era algo cierto. O por lo menos, nada que ella supiera por boca de ninguno de sus otros compañeros. Sencillamente era algo probable. 

-Inconscientemente ha proyectado esa reunión para que no viese su interés por Gina. 

     Así se lo contó una perpleja Kira a Peter y su compañero sonrió divertido.

- ¡Vaya, así que los de Yumlaiance también tienen su corazoncito! - Declaró jocosamente él. - No puedo creer que se haya fijado de esa forma en mi hermana.
- Pues así es. Y es increíble hasta qué punto le ha afectado. - Declaró la sorprendida Kira. - Ni siquiera ha sentido que pude percibir sus emociones y los pensamientos que tenía parapetados detrás. Ha sido casi como si me los enviase de golpe en lugar de tener que leerlos. Me parece a mí que tu hermana le importa más de lo que parece dispuesto a admitirse incluso a sí mismo.
- ¿Y qué pasaría si se lo contásemos a ella? - Sonrió Peter maliciosamente. -
- Hazme caso, mejor será no decir absolutamente nada. La pobre Gina no sabría en dónde meterse.  – Comentó Kira reprimiendo por su parte una leve sonrisa. -
- Ya me lo imaginaba, tonta. - Le guiñó un cómplice ojo él añadiendo entre risas – Mi hermana no sé. Supongo que se sentiría halagada. ¡Pero si Gordon se enterase de ello sí que se armaría una guerra interplanetaria de las buenas!

Kira convino en eso visiblemente divertida, aunque pensándolo mejor la cosa realmente podría ser muy seria. Más de lo que su despreocupado compañero pudiera creer. Por el bien de todos esperaba que las cosas se quedasen tal cual.

-Espero que no llegue a darse la circunstancia en la que esos dos coincidan con Gina. - Suspiró. -
- ¿Te pasa algo? - Quiso saber Peter al advertir esa reacción. -
-No, - sonrió la muchacha. - Solamente pensaba.
-Ya - Comentó su compañero esbozando a su vez otra sonrisa algo más sarcástica al añadir. - Siempre juegas con esa ventaja. Yo no soy capaz de saber lo que piensas.

La joven ensombreció su semblante un poco y enseguida Peter se percató. Quiso apresurarse a arreglarlo.

-Bueno, quise decir…
-Sí, sé lo que quisiste decir. No me es necesario leerte la mente. - Le cortó la joven con tono más entristecido. Agregando ya en modo más conciliador. – Aunque no creas que puedo leer siempre los pensamientos de todo el mundo. Me sería imposible vivir tranquila si así fuera. ¿Te imaginas ser capaz de escuchar todas las ideas de todas las personas a mi alrededor? Sería horrible. No es tan sencillo. La persona en cuestión debe tener algunas habilidades telepáticas o ser particularmente sensible. – Le explicó a su apurado compañero -
-Lo siento. Hoy es el día de meter la pata - Afirmó con tono culpable – No debo temer nada. No podrás leer lo que pienso porque muchas veces no lo hago a la hora de soltar la lengua.

Su compañera movió levemente la cabeza ahora y tras sonreír. Quiso recobrar un tinte más cordial añadiendo divertida.

-Así es. Estás completamente a salvo conmigo. 
- ¡Oye! - Exclamó él fingiendo algo de indignación. - No tienes que darme la razón en eso. Es como llamarme cabeza hueca.
-Te la doy cuando la tienes, ¡ja, ja! - Se rio ella añadiendo con más jovialidad. – Será mejor que nos retiremos a descansar…

Y así lo hicieron. Despidiéndose hasta el día siguiente. Kira llegó a sus estancias y suspiró.

-Peter no lo dice con malicia. El pobre tardó en darse cuenta, pero me duele cuando me comenta algo así.

La verdad es que su compañero tenía parte de razón. Desde que se conocieron en la academia espacial la había llamado brujita. Por esas corazonadas que ella a veces tenía y que solía acertar. O por ser tan clarividente con los pensamientos de los demás. Aunque eso no siempre era una ventaja. De algunos podía esperar asombro, de otros, incredulidad, muchos desconfiaban automáticamente y bastantes se apartaban de ella, como si temiesen que fuera capaz de acceder a sus más íntimos secretos. Ahora entendía el motivo por el que sus padres siempre le habían dicho que no evidenciase eso en demasía. Y al pensar en ellos se dijo no sin cierto sentimiento de culpabilidad.

- Tengo que verlos. Con tanto ajetreo hace días que no sé de ellos.

                 El padre de la muchacha era capitán de la policía estelar y trabajaba en el control central de la navegación. Su madre era miembro del personal diplomático y muchas veces viajaba a otros planetas para firmar acuerdos o algunos otros actos en nombre de la presidencia. Ella los quería mucho, siempre habían sido muy buenos padres y bastante cercanos. Incluso cuando la muchacha quiso ir a la Tierra para averiguar cosas acerca de sí misma, nunca le pusieron objeción.

-Solamente me dijeron, hija, primero lábrate un provenir, luego ya tendrás tiempo de indagar en tu pasado. Tenían razón. Quizás algún día viaje al planeta madre y me busque a mí misma.

               Decidió que al día siguiente les llamaría. Esperaba poder comer con ellos. Aunque se hacía cargo de que no le reprochaban nada. 

-Y eso que, desde que me gradué en la academia apenas nos hemos visto. Pero saben mejor que nadie que ser policía espacial es dedicar la mayor parte de tu tiempo a los demás. Son las personas más buenas y generosas que conozco.

           Estaba cansada, dejó de lado esos pensamientos y se acostó. Aunque tuvo un sueño, una figura de luz le habló susurrándole.

-Confiad en vuestro nuevo amigo. Tendréis muchas cosas que compartir y muchas batallas que librar juntos por el bien.

          Peter también fue a descansar. Aunque todavía se sentía mal por haberle dicho eso a su compañera.

-La pobre no puede evitarlo. Y yo debí callarme, a veces soy un bocazas. - Se recriminó. -

         Mercedes era realmente una chica tímida pese a todo, quizás no tanto como Gina. La mejor forma de describirla sería como discreta. No gustaba en absoluto de alardear de sus capacidades y se sentía cohibida cuando alguien, bienintencionadamente o no, se las señalaba.

-Yo mismo he sido testigo en la academia, cuando algunos la retaban a que les dijera lo que estaban pensando. - Suspiró él. -

Por fortuna la joven nunca quiso caer en eso y las más de las veces guardaba un apurado silencio. Otras se limitaban a sonreír diciendo que quien quiera que fuese, pensaba que ella no sería capaz de averiguar eso mismo, lo que en ese instante pensaba. ¡Y claro, por psicología elemental algunos admitían que estaban pensando precisamente eso! Peter recordaba que se conocieron así, al principio del último curso. Un tipo de esa misma promoción se plantó delante de ella al final de una de las clases. El tema de los dones de Mercedes había trascendido a algunos y al tener conocimiento de eso, ese individuo no se recató en peguntarle.

-Apuesto a que eres capaz de saber lo que estoy pensando ahora mismo. - Le sonrió. –
-No…bueno, estoy cansada. Es difícil concentrarse en eso. - Pudo responder ella tratando de eludir a ese pesado. –
-No es difícil. - Insistió ese tipo, recortando el espacio personal entre ambos hasta casi ponerse a unos centímetros de la chica. -

Era un tipo alto y corpulento. Peter había escuchado eso y viendo el apuro que embargaba a esa pobre chica intervino dirigiéndose a ese tipo.

-Oye Waldorf, quizás no sepa lo que estás pensando tú, pero yo te diré lo que estará pensando ella.

Y ese malencarado de pelo rubio y mandíbula cuadrada se centró en él observándole con gesto desafiante para responder de igual modo.

- ¿Ah sí, Larans? ¿Y qué crees que está pensando?

Peter suspiró y con un tono aparentemente conciliador declaró.

-No te pongas así, hombre. Quizás esté pensando en denunciarte por acoso, y conmigo aquí, como testigo, suponga con razón que tiene muchísimas posibilidades de que la crean.

Por suerte no estaban los tres solos, algunos alumnos más observaban la escena, incluso uno de los profesores, un capitán, venía hacia ellos. También Gordon que había salido del aula se aproximó. El tal Waldorf le dedicó una furibunda expresión a Peter, pero al ver llegar al amigo de este y sobre todo al profesor, enseguida reculó. Sabía que una denuncia así le podía costar muy cara. Por no decir que nadie era lo bastante insensato como para meterse con Gordon Stevens. Y era plenamente consciente de que, si le hacía algo a Peter, ese tipo se lo haría a él.

-No pretendí nada de eso, era solamente una broma. - Le dijo a Mercedes quien asintió. -
-Claro. – Musitó ella. – No pasa nada.

Y ese tipo se apresuró a alejarse. Kira entonces le dedicó a Peter una agradecida mirada. Este enseguida le dijo.

-No hagas caso. Es un presuntuoso.

Justo en ese instante Gordon le abordó preguntando.

- ¿Pasa algo? Te he visto charlar con ese idiota de Waldorf. ¿Quieres que le diga algo?
-No, no pasa nada. Estábamos intercambiando algunos comentarios sobre la clase anterior. - Sonrió Peter. -
-Vale, mientras sea eso. - Replicó su amigo encogiéndose de hombros, para añadir. - Voy a buscar a tu hermana. Ella habrá terminado ya su clase.
-Luego nos vemos. – Le despidió Peter. –

Y Gordon se marchó tras saludar con un gesto de cabeza a Kira.

-Mi hermana pequeña está en mi mismo curso, es realmente muy lista. - Sonrió Peter mirando a esa chica de piel color canela y larga melena caoba que adornaba con una cinta púrpura sobre la frente.
-Tu hermana Gina Marguerite. - Sonrió su interlocutora, observándole atentamente con esos grandes ojos negros que tenía. –
-Sí, así se llama. - Admitió él, perplejo, para preguntar sin ser capaz de evitarlo. - ¿Cómo lo sabes?

Kira se limitó a sonreír una vez más, no le hizo falta responder de palabra, Peter asintió afirmando.

-Claro…me olvidaba de que eres una brujita o algo así. ¿Verdad? Pero no te preocupes, no te voy a estar fastidiando con preguntas tontas como hacen algunos.
-Lo sé. – Sentenció la joven con tono afable. -

Y comenzaron a charlar de otras cosas, Peter quedó agradablemente sorprendido con ella. Era inteligente y bondadosa, bastante paciente y claro está que hermosa. Aunque la consideraba una amiga, al menos en eso se convirtieron durante ese año y tras su graduación, cuando tuvieron la suerte de ser asignados a compartir patrulla. Curiosamente ella, pese a ser muy buena estudiante, no demostró interés en presentarse a las pruebas de comandante de patrullaje. Peter si lo hizo y se licenció como lugarteniente. Ella únicamente como sub-lugarteniente o alférez que era como también se denominaba ese rango. Según lo que Mercedes le contó, ella se había alistado en la policía espacial para ayudar a la gente, aunque tenía otras pasiones, como por ejemplo la geología. Y no pensaba que fuera hacer carrera en la policía interestelar. Así se fueron conociendo, pronto se la presentó a Gordon y a Gina y los cuatro formaron un grupo muy bien avenido. De este modo, gracias a la naturalidad que todos mostraban con ella, y, sobre todo, al buen uso que hacía de sus dones, esa muchacha se hizo acreedora a su total confianza y más tarde a la de sus padres.

-A veces creo que papá y mamá la obligan a ir más allá de lo que debiera. Aunque comprendo que alguien con las capacidades de Kira es muy valioso. No había conocido a nadie como ella hasta que contactamos con Yener. - Meditó el joven. - Bueno, ya es hora de dormir un poco. Mañana habrá que estar listo por si nos encargan otra misión.

          Empero, tras todo lo pasado en el planeta Onis IV pensaba que lo más probable sería que les dejasen unos días de descanso. Con esa esperanza se fue a dormir.

-Sí, mañana podría pedir un permiso. - Se dijo más animado antes de cerrar los ojos. -

Yener por su parte ya había olvidado esa conversación con sus nuevos amigos, aunque no por menospreciarla, sino más bien, porque otros asuntos de gran calado le rondaban por la cabeza. Debía acudir a la sala de reuniones puesto que, si no recordaba mal, Tirelius le estaría esperando y con pesar se dio cuenta de que llegaba tarde. La charla con sus dos amigos de Omega le absorbió demasiado tiempo y sus otros pensamientos también. Yener se censuró a sí mismo, no podía evitar pensar en Gina, imaginándola aburrida, soportando una charla banal en una cena con ese zoquete. O peor aún, disfrutando de la velada en compañía del tal Gordon.

-Eso no es asunto mío, ni mi problema. - Se dijo. - Tengo asuntos mucho más importantes de los que ocuparme.

También se censuró, hacer esperar a un líder de una potencia extranjera no era en modo alguno proceder adecuado para un embajador, pero a fin de cuentas él no lo era de carrera y acababa de ser nombrado así que los demás deberían tener paciencia. Sobre todo, ese tipo de Casiopea. 

-Al menos eso espero. - Pensaba el joven yendo de camino hacia la zona de conferencias en donde estaba prevista esa reunión. -

Aunque la paciencia era un bien muy escaso entre las pertenencias que contaba Tirelius. El inquieto general se paseaba ya hacía rato por la sala y dejaba caer algún que otro comentario sobre su nada puntual interlocutor a un apurado Cresat que le acompañaba en la sala junto al cónsul de Casiopea.

- No dudo que su embajador debe ser persona muy ocupada para hacernos aguardar tanto. Y máxime cuando no estoy acostumbrado a que me hagan esperar.
- Seguramente algún imprevisto le ha retenido, pero no dude que llegará enseguida. - Replicó el ahora sonriente comodoro deseando estrangular a ese inconsciente. -
- Comprendo que los jóvenes tienen muchas inquietudes. - Añadió el general de un modo más conciliador, al menos en apariencia, pues no dudó en agregar. - Después de lo que me han contado del periplo que tuvo en el planeta Onís debe ser un aventurero nato. Lo que no entiendo es como dejan ustedes que un alto representante de su diplomacia acometa tales riesgos.

Cresat no sabía que responder a eso.  Pero claro estaba que aquel tipo no debía de ser infravalorado si ya conocía el episodio en aquel lejano planeta. Sabiendo además que el embajador yumlaincer había estado allí. Empero, echó mano de la versión oficial.

-Temo que ese paseo ha sido bastante exagerado por algunos comentarios. - Declaró, aseverando. - Nuestro embajador aceptó la amable invitación que le hizo la policía espacial de Omega para que asistiera a una patrulla de rutina. Ésta se alargó más de lo debido dado el interés de los patrulleros por mostrarle algunos sistemas solares y explicarles su día a día. 
-Claro. - Concedió Tirelius con una media sonrisa, que era más un enseñar los dientes que otra cosa. - Debió de ser eso. Los jóvenes tienden a olvidarse del tiempo cuando pasan un rato agradable. Porque su embajador es realmente joven. ¿No es así?
- ¡Oh sí! Pero es alguien muy notable. Enseguida lo comprobará, general. - Contestó el apurado comodoro. -

           Tirelius se paseó una vez más con las manos a la espalda por aquella habitación y respondió, mirando de reojo a su cónsul.

-A buen seguro debe de ser alguien de muy buenas cualidades para haber ascendido tan deprisa. Tendrá empuje y ambición, y yo respeto eso. ¿Verdad, señor cónsul?
-Sí, por supuesto, mi general. - Se apresuró a contestar solícitamente este. -

Cresat suspiraba sin saber qué más poder decir para amenizar esa espera. Incluso él se estaba poniendo nervioso, pero su dilatada experiencia le hacía ver que su interlocutor no lo estaba en absoluto, pese a esa ostentosa representación y reflexionaba.

-Es cierto que este hombre es complicado y según los informes que me han dado, nada de fiar. Está exagerando su exasperación para tomar ventaja psicológica. Y mucho me temo que Yener pueda caer en su trampa psicológica, sintiéndose culpable por llegar tarde. Por una vez espero que la juventud obre el milagro de que su descaro le libre de tal cosa. Enseguida lo veremos.

Por fortuna para él, ni tuvo que tomarse la molestia en buscar un nuevo tema de conversación, ni aguardar ni un nanodan más, puesto que la puerta de la sala se abrió y con visible alivio observó entrar por ella a Yener.
                         
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