miércoles, 9 de marzo de 2011

UNC 112

4./Capitulo 112.En Tierras de Somer.


Como pudo, Yener se libró del abrazo de algunas zarzas y se aproximó para escuchar y ver mejor. Era imposible que aquel ritmo casi tribal que imprimían esos primitivos instrumentos de madera, (que sonaban de viento, percusión e incluso cuerda), no captase toda su atención. Lo mismo que esas muchachas que bailaban con sugerentes movimientos, contorneándose como mágicas hadas alrededor de la hoguera. Una de ellas, de voz profunda y suave al tiempo entonaba una canción en lo que posiblemente era Someres antiguo, acompañada por los coros de algunos hombres y mujeres más. Era esa una tonada que, por lo poco que podía entender el monje, parecía haber sido escrita para él, pues algunas de las estrofas que pudo traducir decían:


“Estamos viviendo en un lugar donde el tiempo es
Viviendo anclados en un lugar donde la realidad es
Mezcla del deseo y del sueño de los dioses
Y tú permaneces en una grande y ancha línea que nos separa.


Recuerda los amplios, azules y hermosos cielos eternos
No olvides los frondosos y verdes prados de la vida
Todo lo que emana de la sagrada tierra es parte de tu alma
No te quedes impasible viéndolo ir al fin


Pero tú estás hablando de todo, sintiéndolo todo
La música, el idioma y los viejos refranes
¿Acaso has venido aquí para jugar?.
¿O tratas de arrancar las raíces enfermas de una edad moribunda?.


Y aquí estás tú amigo mío, sintiéndote parte del futuro devenir
Silenciosa y lentamente nuestra historia vuelve a vivirse otra vez
Desde la antigua tradición, nacida en la remota noche de los tiempos
Sentimos el olor de la brisa de la tormenta que llega.


Y desde los bosques a las costas te llamaremos a nuestro lado
Con las esperanzas y los anhelos de otros que han sido y vendrán
Te aguardaremos para poder girar la caprichosa ruleta del porvenir.
Te esperamos ya desde tiempo inmemorial para la rueda de nuestro destino girar”...


Fascinado como estaba por aquella canción y todo el espectáculo, Yener aun pasó unos momentos observando oculto tras el ramaje hasta que decidió que tendría que empezar su búsqueda. De modo que se hizo ver ante el grupo que danzaba alrededor del fuego. No se sentía preocupado, sus instintos básicos del Kail le decían que esas gentes eran personas normales y hospitalarias. Debían de ser una “troupe” de comediantes o una especie de circo. Iban ataviados con ropajes sencillos aunque coloristas y asemejaban juglares de tiempos remotos .Y a juzgar también por lo que había escuchado, no era descabellado pensar que tan remotos y antiguos como la misma época de Skarn Dainlin.

-<> - pensaba Yener cuando se plantó allí y dijo en Someres, ante la sorpresa de aquel grupo -.Saludos.


Las gentes pararon al instante su danza y le observaron al parecer con rostros inquietos, se sentían preocupados y Yener lo notó .Esperaba que no tuvieran pensamiento de atacarlo, pero enseguida se tranquilizó a ese respecto puesto que un hombre regordete y de afilado bigote moreno le dijo a modo de humilde disculpa.


- Estamos tan sólo de paso, somos unos humildes artistas y no deseamos alterar para nada estos bosques. Os pedimos perdón Señor del Kail si hemos acampado sin permiso en vuestros dominios, pero la noche andaba cerca y mis gentes estaban cansadas.
- No debéis preocuparos por eso - sonrió Yener adaptándose bien a ese dialecto antiguo merced a sus disciplinas de conocimiento y añadiendo con benevolencia e incluso amistad -.Los bosques del Kail son de todos, he visto que vosotros sois gentes respetuosas con ellos y eso basta para que estos parajes os acojan en armonía .Yo tan sólo estaba de paso y me gustaría, si me lo permitís, compartir vuestro fuego y vuestra fiesta.


Aquello despertó sonrisas y gestos de alivio y alegría entre aquellas gentes, el hombre regordete del bigote se apresuró a responder entusiasmado.

-¡Será un gran honor convidaros a vos, nada menos que un Señor del Kail, discípulo del gran Skarn Dainlin a nuestra humilde cena!. Señor, yo, Dulef Sagart y mi grupo estaremos encantados de que alguien tan ilustre comparta nuestros humildes yantares.- Dicho lo cual apremió a un par de sus artistas indicándoles -.¡Rápido!, traed una escudilla con comida y una jarra de cerveza de blor para nuestro huésped de Honor.



Esbozando una sonrisa de sincera gratitud Yener se sentó en un presuroso hueco que se le hizo alrededor de la hoguera y aceptó de buena gana aquella comida y bebida. Tenía bastante hambre, quizás el paso por el Dalarzian le había abierto el apetito, ese tránsito debía de mermar en mucho las fuerzas tanto psíquicas y espirituales como corporales .Aunque apenas si pudo meditar sobre esto, con gran celeridad una de las doncellas de esa compañía le ofreció una escudilla con lo que parecía estofado y una rústica cuchara de madera. Yener la cogió de sus manos con gesto agradecido y comenzó a devorar aquel manjar. Sabía que no existía ningún peligro puesto que su presencia era motivo, ahora que él les había despreocupado aprobando su acampada allí, de regocijo y orgullo para esas sencillas gentes que se sentían muy impresionadas con la presencia de un Monje Guerrero de Somer. Estos eran buenos tiempos, pensaba Yener, la época en la que los miembros de su orden eran casi idolatrados. Incluso esa manera de cenar alrededor de la lumbre y con esos enseres tan simples le traía recuerdos muy agradables de cuando él mismo no era más que un cachorro del Kail y salía junto con otros compañeros en marchas que duraban varios días, internándose por el bosque, siempre dirigidos por algún Maestro del Kail que les enseñaba todo lo que debían saber para valerse solos en medio de la naturaleza .Ese entrenamiento era intemporal y ahora le servía para afrontar su nueva situación en la que estaba sin posibilidad de auxiliarse de ningún medio técnico .Tan contento se sentía recordando aquello que no se percató cuando una mano femenina le ofrecía una jarra de cerveza, la doncella que la sostenía se atrevió entonces a decirle con tímido tono lleno de respeto y consideración.

- Señor, ¿os apetece un poco de cerveza?.


Yener sonrió asintiendo pero aquella sonrisa se le quedó colgando cuando se giró para descubrir un rostro muy familiar. Aquellas facciones, rodeadas por ese pelo oscuro y esos dos ojos azules mirándole inquisitivos. El Maestro del Kail quedó perplejo cuando pudo musitar a esa mujer.

-¡Jilia!. ¿Eres tú?.


Ella le miró con extrañeza, parecía no entenderle aunque enseguida sonrió para responder con naturalidad.

- Seguramente me debe de confundir con alguna amiga suya. Me llamo Rena - declaró con suavidad -.
- Perdóneme - repuso Yener aun confundido ya que sus sentidos del Kail zumbaban en la proximidad de aquella muchacha -.Será como usted dice.


Rena asintió despacio y volvió a sonreír alejándose hacia su lugar en el corro que rodeaba la hoguera. Yener se dio cuenta de que efectivamente esa chica era mucho más baja que la comandante Renar. No obstante llamó la atención de aquel hombre que parecía ser el jefe, preguntándole.

-¿Esa chica es también artista?.


Dulef tardó en darse cuenta de a quién se refería su huésped y una vez lo hizo respondió con afabilidad.

- Si, Rena es nuestra lanzadora de cuchillos .Lleva con nosotros un par de años, la encontramos en una tormenta, estaba desorientada y no recordaba de donde venía, tan sólo su nombre. Pero es una buena chica, si señor.


Y Yener le escuchó atentamente, preguntándose si aquella chica no podría ser alguna antepasada de la comandante Renar.

- Señor - le dijo entonces uno de los muchachos que se encontraba a su lado - .¿Podríais contarnos alguna de vuestras aventuras? .Los Monjes Guerreros de Somer sois famosos por vuestras hazañas.


Aquella propuesta encontró la rápida aprobación de todos los sentados en aquel corro. Yener en cambio no estaba muy convencido de poder contarles nada, por lo menos algo que ellos pudieran entender.

- No creas que nos pasamos la vida corriendo aventuras muchacho, durante la mayor parte del tiempo estamos entregados al trabajo o al estudio.- Respondió tratando de eludir aquel compromiso -.
- Seguro que habéis viajado mucho - intervino otra chica de pelo rubio ceniza y ondulado a la altura de los hombros, añadiendo con gesto suplicante -.Por favor, señor, contadnos alguno de esos viajes.
- Si, eso es cierto- concedió Yener -.He viajado bastante, aunque no ha sido tan emocionante como podáis imaginar.


Aquellas palabras produjeron cierto aire de decepción, sobre todo entre los más jóvenes y máxime cuando Sagart intervino con aire amonestador hacia los suyos.

- No atosiguéis al maestro ,¿acaso olvidáis la cortesía?. Está cenando y trata de descansar con tranquilidad. No creo que tenga muchas ganas de contaros historias como si de un cuenta-cuentos se tratara.


Sin embargo, Yener posó una de sus manos en un hombro del muchacho que se había dirigido primeramente a él y dijo con tono animoso.

- Dadme unos momentos para terminar la cena y os contaré alguna de mis aventuras.


Todo el grupo reemplazó sus gestos desilusionados por unos semblantes esperanzados y expectantes. Ahora estaban llenos de interés, alegría por salirse de la monotonía y sobre todo impaciencia. Mantuvieron un silencio contenido para dejar que su huésped terminase de comer con tranquilidad y le ofrecieron algunas frutas a modo de postre .Yener aceptó un par de ellas semejantes a melocotones y tras tomárselos con deleite declaró.


- Antes de contaros mi historia debo saber si estáis familiarizados con ciertas cosas.


Los componentes del grupo le dirigieron nuevas miradas impacientes, deseando saber a que podía referirse. Yener por su parte vio una buena oportunidad de situarse cronológica y espacialmente y preguntó al alimón.

-¿Alguien sabe cuando sufrimos el último ataque por parte de los Oscuros y quién era su líder?.


Uno de los chicos respondió agitando la mano para llamar la atención y ser escuchado.

- Yo lo sé, pero fue hace bastante tiempo señor del Kail. Vuestro Maestro Skarn Dainlin les derrotó hará unos cuarenta yards. Y su líder era uno llamado Lord Garash.


A Yener se le iluminó el rostro, según eso, ya que un yard era más o menos el equivalente somerés a un año de su propio mundo, estaba a casi medio siglo de la gran batalla que se saldó con la victoria de los reinos aliados de Somer, Anlad, Yum y Tibinco, más otras regiones independientes por entonces, contra los Señores de la Oscuridad. Y por las palabras de aquel joven, Skarn Dainlin, el mítico Monje Guerrero estaba todavía vivo, con lo que la Somerlaiance debía de estar en su poder .Ahora sabía que tendría que encontrarle. Sólo faltaba saber cuanta distancia les separaba a ambos, para lo cual Yener inquirió al mismo chico con jovialidad.


-¿Dónde está el Monasterio del Kail?.

Y su interlocutor sonrió casi hasta reírse para replicar.

- Debéis querer burlaros de mí, todos los sabemos, apenas queda a un día de camino al noroeste de aquí.


Yener intuía que aquella respuesta era correcta así que asintió de modo aprobatorio, fingiendo satisfacción al dar por supuesto el domino de la materia en aquellas gentes y respondió.

- Muy bien, ahora podré contaros las aventuras que se sucedieron aquí en otros tiempos.


Y pasó a narrar algunos hechos históricos cuya constancia quedó patente en los libros de crónicas de su monasterio .Aunque según lo hacía vio caras decepcionadas, al parecer esos hechos eran ya sabidos por aquellas gentes. Seguramente en cuarenta años transcurridos desde la batalla final, la fama de Skarn Dainlin habría llegado a todos los confines de los reinos yumlaincers y sus hazañas habrían sido más que contadas .Yener decidió añadir algo de su cosecha, contando como él mismo tuvo que viajar en más de una ocasión por territorios todavía poblados por seres de la oscuridad y enfrentarse a ellos. Lo que más impresión y sobre todo temor, causó en esas gentes, fue la descripción que hizo de los hialgasth a quienes dijo derrotar gracias a un arma mágica fabricada por los magos de Esil .Si Yener no se equivocaba en esta época aun se conocía esa fórmula ancestral para darles poderes metafísicos a espadas, hachas, dagas y demás útiles bélicos de la época. Por suerte debía de ser así puesto que al terminar su exposición de los hechos hubo un respetuoso silencio solo roto por murmullos ocasionales entre los distintos asistentes a esa charla. Hasta que uno de los presentes le dijo atónito.


-¿Esos seres son invulnerables a la armas normales?.
- Así es - asintió Yener -.Y además poseen enormes poderes psíquicos. Es casi imposible acabar con ellos de no poseer algún útil específico a tal fin.
-¡Vos sois entonces un héroe señor! - declaró Sagart con tono admirativo -.
- Tuve mucha suerte- respondió modestamente Yener que, desde luego, no podía decirle que estuvo a punto de ser asesinado por uno de esos Hialgasth y que debía su vida a la caprichosa conducta de aquellos seres. Aunque al menos lo reconoció de modo encubierto añadiendo- .Sobre todo porque nunca sabes como van a actuar.
-¿Y yo no podría acabar con uno de ellos lanzándole un cuchillo?.- Inquirió Rena que volvía a sentarse a su lado empuñando un gran cuchillo de cocina y una hogaza de pan -.
- No.- Sonrió Yener - .Por lo menos, no con un arma normal.
- Quizás a Rena no le hiciera falta un arma mágica - bromeó un muchacho cercano a ella en el corro- .¡Tira los cuchillos con tanta fuerza que hasta los Hialgasth los sentirían!.


Rena le propinó un amistoso codazo en un costado en tanto los demás prorrumpían en risas. El mismo Yener se rió viendo el gesto entre divertido y fastidiado de la muchacha al escuchar ese comentario, pensando en cuan poco se asemejaba en eso a la comandante Renar. Ésta hubiera actuado de dos maneras distintas, o apenas si hubiera esbozado una tenue sonrisa o le hubiera sacudido bien a ese chico.


- Es cierto - convino Sagart dejando de lado las risas -.Esta chica tiene mucho talento para arrojarlos, no estaría mal que os hiciese una demostración señor. Para que un Monje de Somer nos diese su opinión.
- Pero para él mis habilidades han de ser meras tonterías - objetó Rena con gesto vergonzoso -
- No, ¿por qué habría de ser así?- repuso Yener añadiendo con sincera curiosidad y mayor familiaridad en el trato -. Al contrario, estoy deseando verte en acción.


La chica sonrió complacida, en el fondo parecía deseosa de mostrar sus habilidades. A todo esto, el muchacho del anterior comentario le propuso desenfadadamente a Yener.

- Señor, ya que sois un monje guerrero ¿qué tal si os ofrecéis como voluntario para el número estrella de Rena?.
-¿El número estrella?.- Inquirió Yener -.

El chico asintió para explicarle.

- Si, veréis, ella pide un voluntario de entre el público y le hace ponerse al lado de un carromato.- El chico señaló efectivamente a una carreta que estaba aparcada justo a unos metros enfrente de ellos y explicó - .El voluntario pone los brazos y las piernas en cruz apoyándose en él y Rena la lanza los cuchillos lo más cerca posible sin acertarle .¿Os atrevéis?.


Hubo un tenso silencio, todos los presentes aguardaban la respuesta del monje de Somer y éste como no podía ser de otra manera, asintió.

-¿Por qué no?. Confío en sus habilidades.


Y la chica le miró agradecida, era muy importante para ella que un señor del Kail dijese tal cosa. Yener se levantó dirigiéndose hacia la carreta y se colocó en posición, tal y como debía estar y Rena se acercó llevando una bolsa en la que sin duda guardaba los cuchillos que iba a lanzar. Todos los demás se agruparon de píe en semicírculo alrededor de ellos para no perder detalle.


-¿Estáis seguro señor?- le dijo ella observándole a la crepitante luz de la hoguera y advirtiéndole no sin cierta prevención - .Mirad que con este resplandor podría errar en mis cálculos.
-¡Siempre dice eso a todos los voluntarios que se presentan cuando es de noche! - rió el chico que había sido autor de aquella propuesta cruzándose de brazos y con gesto de divertida expectación -.
- Me fío de ti - declaró serenamente Yener -.Es cierto que además me recuerdas a una amiga en la que también podía confiar, será por ello que no me preocupo.
- Muy bien - convino Rena empuñando uno de aquellos afilados cuchillos que efectivamente sacó de la bolsa indicándole al monje -.Preparaos y sobre todo no os mováis.


Yener asintió. Estaba listo. La chica cogió cuidadosamente la hoja de aquella daga con dos dedos y apuntó lanzándola, ésta se clavó justo sobre la cabeza de Yener. Acto seguido y con más rapidez, sacó otra que lanzó bajo su entrepierna. Por el momento iba bien, Yener no pudo evitar un ligero suspiro de alivio al ver salvada esa parte tan delicada de él, aunque Rena se alejó ahora un poco más para lanzar el siguiente. Aquello debía de formar parte de su número, aumentando el grado de dificultad del mismo .Yener en cambio no se sentía preocupado por eso, adivinaba en esa chica un gran control y habilidad en su pulso .Así era, puesto que los siguientes cuchillos se iban clavando a su alrededor casi dibujando su silueta .Rena seguía retrocediendo pero tal y como ella misma había advertido, a la luz de la hoguera no se distinguen bien las formas .Aunque no tenía problemas para delimitar el perfil de su blanco el suelo desigual y lleno de raíces era algo con lo que la chica no había contado, justo en el momento de lanzar su último cuchillo pisó en falso sobre un montón de hojas que tapaban un pequeño agujero. Todo fue tan rápido que a Rena no le dio tiempo ni a gritar, el cuchillo silbaba buscando su objetivo y ahora no se sabía a donde podría encaminarse .En menos de un segundo, cuando ella se atrevió a mirar, vio al señor del Kail sujetando aquella daga, que finalmente había buscado su pecho, por el filo con los dedos empapados en sangre .Todo el mundo se había quedado boquiabierto por el susto y fue la propia Rena la primera en hablar con balbuceos, acercándose a Yener.


- Lo siento mucho señor, he tropezado al retroceder y la trayectoria del lanzamiento se ha modificado. ¿Estáis herido?.
- No te preocupes.- Replicó él ofreciéndole el cuchillo una vez lo hubo limpiado de su sangre- .Sólo me ha hecho un rasguño en los dedos .Nada que no pueda curar.


Y para dar fe de ello concentró su disciplina de Curación haciendo que esas heridas cicatrizasen al instante lo que despertó la admiración de todos los presentes.

-¡Los Señores del Kail sois gente sorprendente! - aseveró un hombre próximo a Yener -.
- No sé que decir señor - se disculpó Sagart una y otra vez -.A Rena nunca le había pasado.
- Siempre hay una primera vez para todo - respondió Yener que supuso con lógica - .De todas formas supongo que ella lanzará sus cuchillos sobre suelo uniforme.
- Si señor - respondió la muchacha visiblemente azorada -.Y creía que este suelo lo era.
-¡Pues has de mirar mejor las cosas!, ¿qué habría sucedido si le haces esto a otro que no hubiese sido un señor del Kail?- la reprendió Sagart con dureza -.


Rena bajó aun más la cabeza y corrió alejándose de allí. Yener no tardó en seguirla con caminar rápido pero sin llegar a correr, sabía que la muchacha se detendría al llegar a algún lugar más apartado .Y le fue fácil descubrirla apoyada en el tronco de un árbol.


- No debes darle más vueltas - le dijo Yener cuando se llegó hasta ella y le hizo girar la cabeza para descubrir que estaba llorando -.
- Ha sido por mi culpa - le confesó ella -.Quería causaros buena impresión y me confié demasiado. Ni siquiera presté atención al terreno .Dulef tiene razón, si se hubiera tratado de otra persona...
- Habrías tenido más cuidado - la cortó Yener con tono conciliador para pedirle con amabilidad - .Anda, deja de llorar. Me gustaría que me contases como llegaste a ser tan buena lanzadora. En eso también me recuerdas a mi amiga.
- Vuestra amiga debió de ser una mujer muy notable para vos puesto que habláis tanto de ella señor - sonrió Rena sintiéndose mejor -.
- Era una persona en la que se podía confiar una vez que la conocías - repuso él añadiendo con un poso de melancolía -. Me pregunto que habrá sido de ella y del resto de mis compañeros.
-¿Hace mucho que no los veis?.- Le inquirió la muchacha cuya curiosidad se había despertado tras oír estas últimas palabras -.
- Parece que haya transcurrido una eternidad - respondió Yener quién preguntó a su vez -.¿Y tú?. ¿No recuerdas nada de tu vida anterior a hace dos años?.
- No - negó ella añadiendo con voz queda -.A veces creo que en mi interior se apilan multitud de recuerdos pero nunca logro hacerlos salir. Cuando duermo, en ocasiones sueño con cosas extrañas y distantes pero no logro saber que son al despertarme.
- Quizás yo pueda ayudarte - se ofreció Yener -.Con alguna técnica de regresión.
- No estoy segura de querer saber quién era yo - objetó Rena -.Podría ser doloroso.
- O algo maravilloso - rebatió animosamente él -.Eso nunca lo sabrás si no lo intentas.
- Algún día estaré preparada - declaró ella -.Pero ahora soy feliz con mi vida y no quisiera cambiarla .Lo único que guardo del pasado son algunos jirones de ropas y una sensación de vacío y confusión.


Yener meditó escuchando estas palabras y optó por dejar ese tema para mejor ocasión.

- Será mejor que volvamos al campamento - dijo a la muchacha ofreciéndole un brazo -.Es de noche y habrá fieras salvajes merodeando cerca de aquí, nos conviene regresar a la protección del fuego.
- No tengo ningún miedo sabiendo que estoy con un señor del Kail- sonrió ella cogiéndose del mismo realmente encantada -.


Yener sonrió también, aquella era una sensación agradable, parecía conocer de siempre a esa mujer .Y sus sentidos trataban de decirle algo cada vez que estaba a su lado. Aunque quizás fuese obra de su propia sugestión. Al mirarla a la cara juraría que era Jilia la que estaba cogida de su brazo .No obstante, eso mismo le hacía desistir de su idea. Hasta casi se rió de si mismo, estaba claro que la comandante Renar nunca habría hecho tal cosa. Dejando eso de lado volvieron al campamento en donde las gentes ya se habían dispersado con la intención de irse a dormir. Tan sólo Sagart aguardaba cerca de la hoguera hasta verles aparecer.


-¡Menos mal!, ya creía que os había sucedido algo .Rena, no vuelvas a irte así en plena noche, es peligroso. - La amonestó, aunque ahora con mayor suavidad -.
- Si tienes razón, perdona,- musitó ella asintiendo lentamente -.
- Señor - repuso Sagart con suma cortesía dirigiéndose ahora a Yener -.Sería un honor para mí que aceptaseis la hospitalidad de mi caravana para pasar aquí la noche.
- Os lo agradezco pero debo proseguir con mi viaje.- Declaró éste añadiendo con un tinte de esperanzada ilusión que solo él pudo notarse -.Debo ver a mi maestro.
- Pero es de noche - se atrevió a objetar Sagart -.
- Unas pocas alimañas no me preocupan, descuidad - sonrió Yener ofreciendo su mano al artista que la estrechó con orgullo comentando -.
- Si pasáis por Holmrad ir a vernos, nos dirigimos a la feria anual .Tenemos mucho público en estas fechas.
- Lo recordaré - asintió Yener despidiéndose también de Rena a la que besó la mano con mucha cortesía y afecto -.


La muchacha pareció turbarse con aquello pero no dijo nada, solo esbozó una amplia sonrisa y le despidió agitando una mano. Yener devolvió el gesto y se alejó del campamento resuelto a llegar al monasterio, si todavía vivía Skarn Dainlin a buen seguro tendría muchas cosas que preguntarle. Avanzó resuelto durante toda la noche entre las matas y las veredas abriéndose paso, recordaba bien ese sendero que apenas sí había cambiado en dos mil años. Conducía las viejas ruinas del Kail del anterior monasterio, aunque ahora eran mucho más reconocibles ya que sólo tenían medio siglo .Por lo menos, sabía que el monasterio nuevo no estaba ya lejos. Llegó al amanecer, pero una vez más, al detenerse junto a los restos del viejo monasterio recibió un mensaje, esta vez a través del sonido del viento.


- Vuelve maestro, tus nuevos amigos te necesitan, ya habrá ocasión de que nuestros caminos se crucen otra vez.


Y Yener quedó confuso, esa voz podría ser la de Skarn Dainlin, aunque no lo podía asegurar. De todos modos sintió una especie de sensación de peligro, pero no para él, sino para el grupo de Rena .Algo les acechaba y no eran fieras salvajes .Tendría que darse prisa ahora estaba a casi media jornada de camino, más lo que hubieran andado los artistas que, viajando en carromatos tirados por caballos, avanzarían a mejor ritmo que él una vez salidos de los parajes de bosque cerrado. Yener corrió forzando su marcha y a cada paso que daba crecía en él esa inquietante sensación de peligro .Ya era de tarde cuando llegó nuevamente al lugar en donde estuvieran acampados. Tan sólo quedaban allí los restos de las cenizas del fuego .Por ellas calculó que el grupo debió marchar hacía ya varios sexdanes y siguió su rastro .Al cabo de un rato más, no pudo por menos que horrorizarse al descubrir los restos de varios carros quemados y los cadáveres de la mayor parte de los comediantes, para su alivio el de Rena no estaba con ellos. El cuerpo que sí estaba allí, aunque agonizante, era el de Sagart que agitó una mano temblorosa cuando Yener se llegó a su lado.


-¿Qué ha ocurrido?.- Inquirió él tratando de curarle, pero la gravedad de sus heridas estaba más allá de cualquier posible solución, aunque al menos le dio la ocasión de reunir las suficientes energías para hablar -.
- Los bandidos - pudo decir Sagart con voz temblorosa y cascada por la tos -.Traficantes de esclavos que atacan desde las fronteras del norte. Nos atacaron y se llevaron a las mujeres, cogieron a Rena y a las demás chicas jóvenes. Seguramente para venderlas a burdeles.


Yener se quedó de piedra, él siempre creyó que tras la victoria de Skarn Dainlin y las tropas aliadas un gran periodo de paz se abrió merced a la expulsión de los Oscuros .Aunque no debía ser del todo así.

- Por favor señor, encuéntrelas, y sálvelas - le pidió Sagart con su último aliento, muriendo instantes después -.


Yener le dejó caer en el suelo cuidadosamente y siguió su camino. Pedía perdón a las víctimas, no podía enterrarlas o esos bandidos le sacarían mucha ventaja .Siguió el rastro dejado por varias huellas de caballos, estas le conducían en otra dirección distinta a la que llevaba a la capital de Somer. Se desviaban por una agreste garganta muy hacia el norte. De modo que tuvo que elegir entre retomar la búsqueda de su mítico maestro o emprender este rescate. Aunque, en el fondo de su corazón y ateniéndose a los deberes básicos de un monje guerrero y a la voz que escuchara en las ruinas no dudó. Con calma, pero sin pausa, se decidió a dar caza a esos asesinos y liberar a Rena y las demás.

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