miércoles, 9 de marzo de 2011

UNC 116

8./Capitulo 116.Escapada


Una vez en el piso de arriba, Yener y Pelgrus tuvieron ocasión de intercambiar impresiones y el Maestro del Kail le puso al corriente de sus temores.


- No sé, pero creo que ese tal Sebek nos ha engañado. No me fío de él, creo más la versión del guardia.
- Ya has oído lo que dijo - repuso el elfo -.Tiene órdenes de revelar una información falsa.
- Pero ,¿y si fuera Sebek quién nos ha dado una información equivocada a propósito? .¿Y si quisiera que no estuviéramos allí para ver la subasta?. – Le inquirió Yener con tono perspicaz -.
-¿Y porqué habría de ser así?,- le preguntó Pelgrus sin comprender -.
- No lo sé, quizás sea un tipo muy astuto y desconfíe de nosotros o puede que no desee que sepamos el gran beneficio que sacará .En cualquier caso me parece bastante sospechoso. No me fío de él, no obstante continuaremos con el plan previsto.
- Bueno, les haremos creer que nos hemos tragado la historia y que nos acostamos esta noche después de una buena borrachera para celebrar la venta de Jilia. Aunque en realidad nos dediquemos a vigilar las inmediaciones de la taberna.- Propuso el elfo -.
- Si, no sería mala idea - acordó Yener que, no obstante le matizó -. Pero el descansar nos vendrá bien para mantener frescas las ideas. Nos turnaremos para dormir, haré la primera guardia. Saldré al exterior para comprobar si existe algún otro acceso por el que pudieran entrar o escapar con las chicas de llegar el caso. Dentro de varios sexdanes, antes de que sea la hora te despertaré.


Pelgrus le miró sin dar la impresión de entenderle bien hasta que Yener le preguntó dándose cuenta de ello.

-¿Qué unidad de tiempo utilizáis aquí?.
- Simplemente el correr de la arena en un reloj - le respondió el elfo sacando uno pequeño de entre los pliegues de su ropa y explicando -.Lo llevo siempre conmigo. Dale la vuelta y llévatelo, cuando toda la arena haya caído, regresas y me despiertas.
- Muy bien - convino Yener cogiendo aquel artilugio y saliendo por la ventana con gran agilidad


Una vez estuvo sobre el techo sacó un cronómetro que llevaba camuflado y lo puso en hora a la vez que ese reloj, así al menos sabría cuanto tiempo equivaldría a la cantidad de arena que este albergaba .También observó otro contador que iba parejo a uno que poseía Jilia.

- Bueno - suspiró armándose de paciencia -.Vamos a vigilar...


Y mientras él mantenía la observación a la busca de alguna otra entrada las chicas dormían a excepción de Jilia y Rena. Ya había transcurrido un tiempo prudencial desde que la trajeron y la comandante Renar dejó de fingirse desmayada pese a sentir cierta resaca por el efecto de la cerveza, por fortuna desde su llegada a este tiempo, ella bebía de eso con frecuencia aunque no de forma tan repentina. Sea como fuere, pudo ponerse en contacto con Rena que la miraba sorprendida.


- Hemos venido a liberarte a ti y a las demás chicas - le susurró Jilia confirmando lo que la muchacha ya había intuido -.Descansa lo que puedas porque cuando amanezca y nos saquen de aquí escaparemos y vas a necesitar todas tus energías .No te preocupes, mis amigos nos ayudarán.
- Eres muy valiente, gracias - la alabó Rena que seguidamente objetó con temor - .Pero hay muchos bandidos.
- No tengas miedo - sonrió Jilia con voz confiada para asegurar - .Está todo previsto.- Y la yumlaincer consultó su cronómetro que había estado conservando durante todo el tiempo de su estancia en el Dalarzian .Se alegraba ahora de haberlo hecho ya que gracias a él sincronizaría la acción con Yener y Pelgrus y así se lo explicó a su interlocutora - .Verás, hemos calculado que el mejor momento para escapar será justo al amanecer. Casi todos estarán dormidos, y los centinelas que dejen seguramente también, sino les pondremos fuera de combate, no creo que sean muchos y no será demasiado difícil. Entonces las puertas de la ciudad se abren y para salir, al contrario de para entrar, no te piden salvoconducto. Escaparemos y correremos hacia la salida, en cuanto crucemos las puertas nos ocultaremos en el bosque y desde allí emprenderemos camino.
- Ojalá que todo salga bien - comentó Rena con una mezcla de esperanza y temor ante aquel plan tan audaz -.


Jilia deseaba lo mismo, sobre el papel era fácil pero tendrían que burlar la vigilancia. Aquello podría tener demasiadas cosas dejadas al azar. Por ejemplo, la hora de despertarse del resto de los bandidos o el mismo posadero .De todos modos, confiaba en la habilidad de Yener y decidió echarse un rato para descansar. La alarma se encargaría de despertarla, ya que se puso el crono justo en su oído y los guardias que las custodiaban estaban a varios metros tras la verja, no escucharían nada.


- Aquellos fueron unos momentos bastante tensos, apenas si pude dormir - recordaba Jilia haciendo un pequeño paréntesis en la narración -.
-¿Qué pasó después?. ¿Salió bien vuestro plan?.- Inquirió Samra con gran curiosidad -.
- Pues verás hija - le contestó Yener retomando el relato -.Miré mi crono una vez pasados algunos sexdanes, justo cuando el reloj de arena había dado la vuelta.


Tras asegurarse de que no había otro acceso Yener despertó al elfo, le tocaba a él hacer guardia para lo cual le entregó su cronómetro explicando al asombrado Pelgrus que eso era un medidor de tiempo y que sonaría una vez alcanzase la hora convenida con el de Jilia.

- Avísame en cuanto suene - le indicó Yener -.


Su compañero asintió y fue a relevarle, entonces pasaron algunos sexdanes, Yener logró coger el sueño y le parecía haber estado durmiendo durante un brevisimo espacio de tiempo cuando se presentó Pelgrus, crono en mano, emitiendo una especie de zumbido intermitente, sin más, Yener se despabiló diciendo.

- Es la señal. Vamos…


A Jilia también le había sonado, estaba medio dormida aunque se despejó rápido, zarandeando a Rena, que sí había logrado conciliar el sueño por completo, en tanto le indicaba con un cuchicheo.


- Venga, tenemos que salir de aquí y estar preparadas para cuando bajen .Primero trataré de abrir esta especie de jaula.



Y la comandante Renar sacó su puñal de supervivencia. Fue una suerte haberlo llevado también, no es que acostumbrase a hacerlo, pero desde que fuese a ver a Dilain sabiéndose poseída lo guardaba para usarlo en último extremo si fallaba todo lo demás. Luego cayó al Dalarzian y en esta época desde luego, le estaba siendo de mucha utilidad. Sin ir más lejos, del mango extrajo una especie de horquillas con las que probaría suerte en la reja. Rena entre tanto la observaba detenidamente hasta que Jilia, aburrida de intentarlo sin éxito, se detuvo contrariada .Por más que se esforzaba no podía con ese tosco cierre y no quería arriesgarse a hacer más ruido, o algún guardia lo escucharía.

-¿Me permites un momento?,- le pidió tímidamente su compañera de encierro -.


Resignada, Jilia cedió las horquillas a Rena y ésta con sorprendente maestría, tan sólo tuvo que forcejear un poco con la cerradura para hacer que se abriera lo que provocó el asombro de su compañera.


- Vaya ,¿Cómo lo has conseguido?.- Le preguntó la oficial incrédula todavía -.
- Bueno, es que en el grupo de comedia además de lanzar cuchillos a veces cantaba y otras hacía algún que otro número de escapismo - le respondió Rena sin pretender darle mayor importancia, aunque visiblemente satisfecha de su habilidad -.
- Ahora tenemos que comprobar cuantos guardias hay y si están dormidos - le dijo Jilia cambiando de tema - .Creo que si, hace un rato miré varias veces y no se movían. Tendré que arriesgarme a abrir la puerta despacio y salir a ver.
- Ve con cuidado - le susurró Rena temblando de inquietud -.


Jilia asintió respondiendo con una indicación.

- En cuanto vuelva, si es que ha habido suerte, despertaremos una a una a las chicas y las pondremos al corriente de la situación. Será esencial que no hagan ruido y colaboren si quieren salir de aquí .Tendrás que ayudarme también en eso.


Rena asintió sin decir nada y Jilia, sonriendo, le acarició ligeramente el mentón y añadió con una mezcla de tono amable y distendido.

- Ahora rézale a los dioses para que duerman.


Y después lentamente fue abriendo la reja cada vez más hasta tener un espacio lo suficientemente amplio para salir.


Yener y Pelgrus por su parte bajaron cuidadosamente las escaleras que llevaban de sus habitaciones a la taberna .Por fortuna no parecía haber nadie a esas horas, los ocupantes de la posada seguramente estarían durmiendo más de una borrachera .Pero aun así extremaron las precauciones .Bajar a por las chicas sería otra cosa y en efecto había dos guardias custodiando la entrada, Yener entonces recurrió a sus disciplinas para imitar el acento de Anlad y cubrirse la cara con su sayal fingiéndose borracho .Así, dando tumbos, se acercó hasta la puerta exclamando con voz gangosa.

-¡Vivan las chicas guapas!...


Ambos guardias se miraron y sonrieron, debía de tratarse de otro cliente borracho que esperase pujar por alguna esclava .Aunque no le iban a permitir dar muchas vueltas por allí y uno de ellos se le acercó diciendo con tono entre condescendiente y burlón.


- Vamos amigo, quedan sólo un par de horas para la subasta, ten paciencia y duerme un poco para poder estar en condiciones de hacer tus ofertas .Ja, ja,
-¿Dos horas, eh?. Gracias amigo, así que quieres conocer mis ofertas, ¿eh?.- Contestó Yener con fingida voz tomada ante la sonrisa divertida de los centinelas -.Mis ofertas. ¡Aquí van mis ofertas!.- Remachó ya con su tono normal -.


Y antes de que sus interlocutores pudieran apenas sorprenderse con ese cambio de voz, Yener, revolviéndose a gran velocidad, golpeó al guardia más próximo dejándole sin sentido. El otro, superado su asombro inicial, iba a reaccionar pero la rapidez del monje guerrero de Somer fue demasiada y cayó también víctima de un golpe preciso .Yener entonces se irguió descubriendo la cabeza e indicando a Pelgrus que se acercase, ya que el elfo lo había presenciado todo escondido arriba en las escaleras.


- Bueno - dijo Pelgrus con tono triunfal registrando a uno de los guardias - .Aquí está la llave.
- Tenemos algo de tiempo hasta que lleguen los demás. Unas dos horas. O quizás menos - le comentó Yener agregando con urgencia - pero hay que darse prisa para poder salir de la ciudad con rapidez -.


El elfo asintió abriendo la puerta y ambos comenzaron el descenso, Jilia entre tanto se había acercado hasta la puerta que daba acceso a la habitación en donde estaba recluida .Asegurándose de que podía abrirla regresó a la jaula e indicó a Rena que fuera despertando al resto de las chicas que, junto con ellas, sumaban siete en total .Una tras otra las despabilaron susurrándolas que, si querían escapar de allí, deberían guardar silencio y hacer lo que se las dijera. Ninguna se atrevió a cuestionar esas instrucciones y fueron saliendo muy despacio, tratando incluso hasta de contener la respiración al pasar cerca de los dormidos centinelas.


-<>.


Entonces la puerta se abrió e instintivamente Jilia se puso en guardia, relajándose al instante cuando vió que eran sus dos compañeros .Yener le inquirió despacio al ver salir a todas las chicas.

-¿Todo bien, verdad?.


La comandante Renar asintió, Pelgrus entonces se encargó de guiar a las muchachas en su escapada, con cuidado subieron las escaleras y una vez ante la puerta de la taberna una de ellas, muy alta, de pelo castaño y ojos azules de nombre Yaram, que era la compañera de Rena en el espectáculo, le susurró con apremio.


- Debemos apresurarnos en salir. Pronto.
- Id con cuidado - terció Yener advirtiéndolas -.Podría haber guardias en el exterior.
- No lo creo - rebatió Yaram arguyendo confiada, para confirmar los anteriores pensamientos de Jilia -.Por lo que sé de este sitio no vigilan demasiado, nadie ha escapado nunca y la tradición no escrita les hace descansar bien después de beber hasta la hora de la subasta.
- Tiene razón - convino Pelgrus que había abierto un poco la puerta para mirar al exterior -.La calle parece estar desierta y ya ha amanecido.
- Bien, pues hay que darse mucha prisa - .Indicó Yener que, dirigiéndose al grupo, añadió -.No os disperséis excepto al llegar ante la puerta de salida, entonces iremos por grupos .Somos nueve así que saldremos en tríos. Al pasar las puertas id hacia la parte oeste, allí están nuestros caballos.
- No serán suficientes para tantos - objetó Pelgrus -.
- A no ser que cojamos prestado ese carro de ahí - indicó la tal Yaram señalando un alejado carro de heno a medio llenar que tenía enganchados dos caballos y que parecía estar abandonado.
- Hay pueden subirse al menos cinco chicas - comentó Yener indicándole a la compañera de Rena para indagar - saldréis vosotras, ¿tú sabes guiarlo?.
- Sabré - asintió esta convencida -.


Así que las otras tres chicas subieron con rapidez y Yaram se puso a las riendas .Con suavidad, apenas sí las tocó, los caballos se pusieron en marcha .Yener y los demás salieron después a pie. Efectivamente en el control nadie les hizo ninguna pregunta, como antes habían dicho sólo importaba quién quisiera entrar, no salir .Y una vez fuera buscaron a los caballos que permanecían donde los habían dejado, subieron a ellos y Yener montó a Rena consigo.


- Bueno - intervino Jilia ,casi sin poder creerlo -.Esto ha sido demasiado fácil ,ahora ¿a dónde vamos?.
- Volvamos a Somer - le contestó Yener -.


Entonces dos de las chicas dijeron ser de Anlad y se decidió dejarlas en alguna otra ciudad de ese reino en la que pudieran estar seguras. En cuanto llegaron a la vecina Dalra ambas se despidieron dando las gracias a sus liberadores y perdiéndose entre las gentes .El grupo quedó reducido a siete, de los cuales tres, las mujeres que todavía viajaban en el carro conducido por Yaram, acordaron desviarse por otro camino del que iban a tomar Yener y los otros pues estos últimos deseaban coger la senda que les conducía con destino al Monasterio .Cantaban llenas de felicidad y alivio, pero con gran sentimiento de melancolía en el entonar, una antigua tonada de Anlad, lideradas por Rena cuya letra era muy apropiada para la ocasión , ya que incluso Yener y Jilia la escuchaban con gran atención reflexionando emotivamente sobre su misma situación:

“Se ha cumplido mi triste destino
Y de él no he podido escapar
Ser condenada a vivir por siempre
Lejos de ti, en otro lugar


No más risas, no más alegría.
Sólo el llanto y las lágrimas
Pesar de las gentes arrancadas de sus hogares
Para ser sirvientes de los esclavos.


Ya no te veré jamás, pues soy presa del cautiverio
Me voy a lejanas tierras que nunca he conocido
Soledad cargada de cadenas y tristeza
Vagar sin tu consuelo, sumido en la oscuridad


Quizás pudiera morir para reunirme contigo
Pero en el fondo del alma una esperanza revivo
Poder regresar un día, concluido mi castigo
Y encontrarte de nuevo al final del camino


Como yo hay otros que buscan el consuelo
Allende mares y tierras un comenzar de nuevo
Llorando sus penas y anhelos, a solas con sus recuerdos
Para servir al esclavo, y vivir en el destierro.


Quizás los dioses se apiaden del penar de este viajero
Arrancado de su vida para ser del destino siervo
Y un día puede que lejano nos dejen reunirnos al fin
Para ser libres, dichosos y eternos


Y al llegar a la frontera de Somer se separaron y las chicas dirigieron una agradecida mirada a Yener. Emocionadas, le dijeron cayendo de rodillas ante él y besándole las manos, sin que éste pudiera impedirlo.


-¡Noble señor del Kail! , no sabemos como agradecértelo. Sólo somos unas humildes campesinas. ¿Qué podemos darte para pagar tu ayuda y la de tus compañeros?.- Le preguntó una de pelo castaño largo -.



Yener sonrió, satisfecho de poder haberlas rescatado del terrible destino de ser vendidas como animales a cualquiera que pudiese dar unas cuantas monedas. Realmente se conmovió al ver los rostros llenos de miedo y tristeza de aquellas jóvenes cuando estaban encerradas en esa jaula, privadas de su condición de seres humanos. Como esa letra de la antigua canción Anladesa, iban a ser sirvientes de los esclavos. De modo que únicamente respondió, negando con la cabeza, en tanto las indicaba que se levantasen.


- No me debéis nada. Un monje de Somer debe ayudar a las gentes que así lo precisen. Me basta con vuestra sonrisa y con que los dioses os den una larga vida llena de felicidad.
-¡Qué los dioses te bendigan para siempre mi señor! - .Agregó la otra, rubia con una media melena rizada -. ¡Que lo hagan con todos!. Ojala que seáis dichosos por siempre.- Añadió también dirigiéndose a Jilia y Pelgrus que sonreían -.


Y ambas visiblemente felices, montaron nuevamente en el carro. Por su parte, Rena se despidió de la que había sido su compañera diciendo con cariño:


- Estuviste poco tiempo entre nosotros en el grupo pero te echaré de menos.
- Volveremos a vernos - le sonrió afectuosamente ésta añadiendo para dirigirse a los demás y particularmente a Yener -.Hoy has hecho algo muy hermoso. No lo olvidaré cuando nuestros caminos vuelvan a cruzarse señor del Kail.
-¡Que tengáis suerte hasta entonces y que la protección de Maray os guíe!.- Les deseó Pelgrus a lo que Yaram solamente respondió con una amplia sonrisa, agitando las riendas del carro y tomando el otro sendero de la bifurcación que se les presentaba -.


Y los cuatro que quedaban continuaron rumbo al Monasterio, durante el viaje Yener le preguntó a Rena.


-¿Por qué no has ido con ellas?.
-Tengo una deuda de gratitud muy grande hacia ti señor y quisiera pagártela ayudándote lo más posible en esta misión que tienes. No te preocupes, no seré una carga.


Yener asintió, contento en el fondo con que esa muchacha estuviera con ellos, y entonces fue Jilia la que sacó un tema al que llevaba dando vueltas desde hacía un buen rato.

- Lo que no entiendo es lo fácil que nos ha sido todo. Es que ni siquiera hemos tenido que presentar batalla.
- A veces la suerte está de parte de uno. Quizás hemos contado con la ayuda de los dioses - replicó Pelgrus de un excelente humor, puesto que incluso su cojera estaba ya mucho mejor -.
- Pues no nos ha venido nada mal - convino Yener que además dijo -.Y espero que sigan ayudándonos más en el futuro.


Y el grupo continuó cabalgando hacia el monasterio. Entre tanto, en Varein, un furioso Sebek, tras abroncar a los centinelas que habían sido puestos fuera de combate por Yener y escuchar sus explicaciones, maltrataba a los dos guardias que se habían quedado dormidos en la custodia de las muchachas.


-¡Estúpidos! - les gritaba zarandeando a uno de ellos con violencia -.¡Os colgaré del palo más alto que encuentre y os destriparé por vuestro descuido! .Por si no lo sabéis tenía varios clientes muy importantes para la venta de hoy.
- No sabemos como ha sucedido señor - trató de disculparse uno de los aterrados guardias - .Pero estabamos vigilando y de pronto abrimos los ojos y no estaban.
- Fue como si diéramos un parpadeo y hubiesen pasado varias medidas de tiempo señor.- Añadió el otro sintiéndose confuso -.


Entonces un hombre vestido con una negra armadura que lucía el distintivo de una serpiente enroscada en un árbol se dirigió a Sebek y le susurró con una voz grave.

- Deja a estos hombres, nada han podido hacer puesto que han sufrido un hechizo de magia.
- Lord Ragerf - repuso Sebek mirándole con incredulidad - .¿Estáis seguro de eso?.
- Si - afirmó su interlocutor -.Soy experto en esos temas y los síntomas descritos por tus hombres así lo prueban. Además, quién haya hecho ese conjuro ha debido de ser alguien muy poderoso ya que ha manipulado el tiempo.
- Seguramente que no andarán lejos - comentó el bandido que agregó con malhumorada perspicacia -.Ese impostor que se hacía pasar por monje de Somer atacó a mis guardias del piso de arriba .Ha debido de ser él.
- Entonces no era ningún impostor - rebatió Lord Ragerf añadiendo -.Un señor del Kail de muy alto nivel bien podría haber hecho esto. Sobre todo, si algún mago de Esil le ha prestado su apoyo.
- Tenía un cómplice - recordó Sebek -.Podría tratarse de una argucia para liberar a las chicas. Quizás ha sido cosa de los reinos de Anlad y Somer, no debe de gustarles nuestro contrabando y habrán enviado a esos dos. De todas formas, dispondré que un grupo de mis hombres salga en su persecución.
- A estas alturas te sería improductivo si son quienes creemos - le comentó su interlocutor añadiendo de forma tajante -.Olvídate de esas muchachas y déjame a mí la responsabilidad de encontrarles, en cuanto consiga localizarles te llamaré y entonces podrás vengarte.


Sebek asintió conteniendo su gran enfado y deseando tener cara a cara cuanto antes a esos dos malditos entrometidos que habían frustrado una muy buena operación .Por su parte aquel misterioso caballero ansiaba también vérselas con el autor de ese conjuro tan poderoso. Y pensó con regocijo.

-<>.


Entre tanto, Yener y los demás cabalgaron la jornada completa e hicieron alto al anochecer. El Monasterio del Kail no quedaba ya lejos y de seguro lo alcanzarían por la mañana. Acampados a la luz de una buena hoguera se dispusieron a cenar algunas de las viandas que llevaban en sus alforjas y Rena efectivamente iba a resultarles útil, sabía como hacer un buen guiso con la poca carne y verduras que les quedaban. Pelgrus se ofreció a ayudarla mientras Jilia y Yener inspeccionaban un poco alrededor del campamento para asegurarse de que nada les molestaría. Cuando volvieron la cena estaba lista y la comieron con avidez .Incluso Jilia le dedicó elogios a Rena entre cucharada y cucharada diciendo con satisfacción.


-¡Hacía mucho que no probaba algo tan rico!.
- Gracias - le sonrió Rena -.Es que siempre me ha gustado cocinar.
- Es cierto - se sumó Yener -.Cada vez me alegro más de que hayas venido.


Rena se ponía colorada por momentos, Jilia dándose cuenta de esto, le pidió a Pelgrus.

- Tienes que ayudarme a montar la tienda.


El elfo en un principio no parecía darse cuenta de las verdaderas intenciones de su amiga, mas cuando ésta insistió propinándole al tiempo un disimulado aunque contundente codazo en el estómago comprendió..

- Si claro - asintió aun tratando de recuperar el resuello, levantándose tras ella -.


Así que Yener y Rena se quedaron a solas junto a la hoguera y ella, sintiéndose algo envarada, tan sólo pudo decir.


- Las estrellas están muy bonitas, se las puede ver bien en esta noche sin nubes.
- Es mejor verlas en el Espacio - replicó resueltamente Yener dejándola sorprendida -.


Aquello hizo sonreír a la muchacha que declaró de forma divertida.

-¡Tal vez los dioses puedan permitirse ese lujo!.
- Los dioses no serán los únicos, en el futuro, seremos capaces de viajar entre ellas - le aseguró Yener -.
- Eso es imposible,- rebatió Rena con ingenuidad para añadir admiradamente como apoyo a su aseveración -.¡Cuelgan tan alto que nada puede alcanzarlas, ni tan siquiera la ballesta más fuerte llegaría! .
- Podremos, te lo garantizo, yo he estado allí - le confesó Yener haciendo que la chica le mirase incrédula -.
- No quieras burlarte de mí sólo porque soy una humilde plebeya, pues aunque no lo creas tengo algo de educación, señor. - Sonrió Rena moviendo la cabeza -.
- No me burlo de ti - le respondió él que tenía el deseo de ser sincero con aquella encantadora chica -.Y ahora que podemos, me gustaría contarte algo acerca de mí y de Jilia, algo que es del todo confidencial.


Rena le miró fijamente y declaró resignada, como si ya lo sospechase de antemano.

- Comprendo, ella y tú sois. - Y Yener que iba a asentir, quedó sorprendido en cambio cuando la muchacha concluyó - .Os he visto y supongo que estáis unidos por alguna relación .Quizás seáis prometidos.
- No - sonrió Yener moviendo la cabeza para rebatir -.Sólo somos compañeros y amigos .Nada más .No era eso lo que iba a contarte Rena.


Y con la expectante cara de la chica puesta en él Yener pudo decirle por fin.

- En realidad no pertenecemos a este mundo, nuestro hogar se haya a mucha distancia de aquí.
-¿Acaso sois de los reinos bárbaros del Norte o de los desiertos del sur?.- Le preguntó la chica cándidamente -.
- Me refiero a una gran distancia de tiempo, Rena - matizó Yener -.
- Claro - convino ella tratando de entender - se tarda mucho en ir a esos lugares. Como mi amiga Yaram, ella también venía de un país lejano, eso nos contó, decía que vino a Somer en busca de un sueño o una promesa, no recuerdo .Decía cosas extrañas pero bonitas. Era una buena chica aunque apenas sí la conocía desde hace unas pocas semanas. ¡Ojala que sea feliz en su andadura!.
- Pues Jilia y yo no somos de tan lejos - replicó Yener con tono divertido aunque volvió a ponerse serio cuando añadió, queriendo ser más claro - .Aunque te parezca imposible de creer realmente somos de aquí, pero todavía faltan muchos cientos de años para que veamos la luz.


Rena le miró perpleja tratando de asimilar aquello mientras Yener continuaba su explicación.

- Vinimos desde el futuro lejano para cumplir una misión .De ello depende lo que un día será Yumlaiance.
-¿Yumlaiance?.- Inquirió la sorprendida Rena sin comprender -
- Si, dentro de muchos años los cuatro reinos principales se unirán formando una sola nación con ese nombre.- Le explicó Yener que a continuación le resumió un poco el porqué de su presencia allí -.
- ¡Y tú debes recuperar la espada de Somerlaiance! .- Dijo Rena aun atónita -.¡Y volver con ella!.
- En mi época esa espada está perdida.- Declaró Yener que añadió esperanzadamente - .Si logro encontrarla servirá para unir a mi pueblo y rechazar el peligro de la oscuridad, eso me dijo la imagen de Skarn Dainlin que vi. Por ello deseo hablar con él. En este tiempo aun vive aunque sea un anciano y me dirigía a su encuentro cuando su voz me advirtió de que estabas en peligro.
- Para mí es difícil entender esas cosas pero cuenta conmigo para ayudarte, pues según lo que me decís tengo una deuda de gratitud no sólo contigo sino con él, Puesto que te pidió que interrumpieses tu búsqueda para salvarme y tú lo hiciste. - Le respondió Rena esbozando una reconocida sonrisa -.



Y Yener sonrió nuevamente contento de haber podido ser sincero, justo entonces regresaron Jilia y Pelgrus quienes habían montado ya las tiendas. Se sentaron junto a sus compañeros y después de intercambiar algunas palabras sobre su evasión y siguientes etapas del viaje el grupo se fue a dormir, debían estar descansados para afrontar el nuevo día en el que Yener esperaba descubrir muchas cosas hablando con el legendario maestro Skarn Dainlin.

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