miércoles, 9 de marzo de 2011

UNC 118

10./Capitulo 118.Las Enseñanzas del Gran Maestro.


Nada más oír esa palabra Yener abrió tímidamente la puerta que, pese a su vetusta apariencia no chirrió lo más mínimo. El monje dio unos pocos y dubitativos pasos para cruzar el umbral y meterse en el interior de la sala como si de un estudiante poco aplicado que hubiera sido llamado al despacho de su tutor se tratase .Por fin cerró la puerta tras él y se dirigió hacia la figura que, sentada en una especie de gran silla de madera le aguardaba. A la pálida luz de una lamparita, única iluminación de aquella extensa cámara que apenas si estaba ocupada por algunos estantes con viejos libros y pergaminos y algunas muestras de sobrio mobiliario, Yener pudo ir desvelando los rasgos de su anfitrión .No era sin embargo aquel joven altivo y de expresión severa que se le apareciera en la visión que tuviera hace ya tanto. Este monje en cambio era el rostro amable de un hombre ya anciano que, pese a ello, mantenía unos rasgos atractivos .Eso sí, el tiempo le había dejado su huella en forma de pelo cano grisáceo más corto que antaño y arrugas entorno a boca y ojos, los cuales seguían refulgiendo de color verde intenso, aun más si cabe que en la visión que tuviera Yener, puesto que su carga en sabiduría y experiencia vital debía de ser bastante mayor. Despegando de su cuerpo un brazo que todavía se mantenía de modo firme pese a su edad, hizo un ademán convidando a su observador a sentarse en otra banqueta de similares características que se encontraba a tan sólo un par de metros de la suya. Gavilán Veloz, puesto que sólo así podía llamarse en aquel lugar, aceptó humildemente aproximándose la silla y sentándose despacio .Una vez se posicionó miró a los ojos de aquel hombre extraordinario y declaró con gran admiración y reverencia.


-¡Durante muchos, muchísimos años, he ansiado que llegase este momento Gran Maestro!.


Y Skarn Dainlin se limitó a esbozar una media sonrisa que parecía descargarle de parte de aquella aura de cuasidivinidad que irradiaba .Parecía que así quisiera hacerse asequible a los demás humanos y de este modo poder hablar con su interlocutor, lo que hizo al instante, comentando con satisfacción.


- Y yo también lo he estado aguardando durante largos años Gavilán Veloz. Has demostrado mucho valor y coraje al realizar este viaje tan difícil para llegar hasta aquí .Y todavía te quedan otras pruebas mucho más duras que superar.
- Maestro - repuso Yener con tono reverencial - .Cualquier penalidad que haya podido soportar o deba afrontar en el futuro merecen sobradamente la pena ahora que estoy ante tu presencia. Tengo una oportunidad que muchas generaciones de monjes habrían querido para si. Ahora me llena la esperanza de que tú respondas a muchas preguntas que se hallan dentro de mí desde hace ya mucho tiempo.


Y Skarn Dainlin se levantó lentamente y anduvo hacia una parte de la sala que albergaba una especie de arcón. Una vez se llegó a él levantó despacio la tapa del mismo y una suave luz blanquecina emergió expandiéndose por todo el recinto .Yener la observó con curiosidad y un sentimiento de estar contemplando algo familiar. Impresión que fue confirmada por la certeza cuando su anfitrión metió una mano en ese gran arcón sacando de él una bola luminosa y declarando.


- Las Esferas del Conocimiento .Las traje de todas las partes del Magmud conocido .Tus pruebas Gavilán no consistirán en obtenerlas ya que las tienes aquí, sino en conseguir que sus enseñanzas recobren el sentido allá en donde lo han perdido. Deberás sentirlas en tu alma y en tu corazón, para conseguir extraer de ellas todo su poder.
- El Magmud - repitió Yener en reflexiva voz baja -.


Su mentor asintió levemente, parecía comprender a la perfección las emociones que embargaban de asombro y confusión a ese joven que tenía ante sí, cuya admiración no cesaba de aumentar en tanto paladeaba con devoción esa palabra. Aquel era el término somerés que designaba el mundo y según las antiguas crónicas, desde su juventud, Skarn Dainlin fue en busca de aquellas sagradas esferas obteniendo mayor sabiduría y mejora en sus disciplinas y conocimientos del Kail a medida que las encontraba. Todo ello en el fragor de la lucha contra la Oscuridad, lo cual había conferido a esa hazaña el valor de una epopeya casi irrealizable.


- Maestro - añadió Yener con gran extrañeza -.Temo que me consideres un torpe de entendimiento pues todavía no comprendo que debo hacer exactamente.
- Ir y buscar - le contestó Skarn Dainlin acercándose ahora hacia un largo armario del que abrió un cajón - .Y para ello necesitarás algo que te ayude a enfrentarte al poder de la Oscuridad.


Y de ese cajón extrajo una gran funda que albergaba una espada .Yener la miró atónito con los ojos llenos de admiración .El puño de aquella arma era inconfundible, su descripción a través de mitos y leyendas le acreditaba como el mango de la espada Somerlaiance .El arma que Skarn Dainlin recobró y usó para derrotar a los poderes malignos.


- Toma - le ofreció el Místico añadiendo a modo de amable invitación -. Desenváinala .Según su leyenda tan sólo puede hacerlo un señor del Kail.


El muchacho le miró perplejo y apenas pudo confesar con la voz sobrecogida por la emoción, el respeto y la humildad.

-¡Maestro, yo no soy digno ni tan siquiera de tocar esa espada! .Sobre todo cuando pienso que otros monjes mucho mejores que yo a lo largo de los siglos ni tan siquiera han podido verla.


El gran maestro le observó con paternal afecto y sonrió nuevamente para replicar.

-¿Y quién era yo cuando esta espada me fue entregada?.- Hubo un impás de silencio y el propio Skarn Dainlin se contestó con voz queda -. Tan solo un muchacho asustado y lleno de dudas. Yo también pensé que era indigno de portar el arma que nuestro fundador Kar Alan, recibiera del propio dios Kail. Pero Gavilán. Aquí lo que importa no es la espada, sino lo que ésta simboliza y para lo que ha de servirte. La Somerlaiance es tan solo un instrumento que deberá ayudarte, como ayudó a nuestro primer monje guerrero, y como me ayudó a mí, a cumplir con mi misión. No temas nada y desenváinala.


Y Yener obedeció, con gran cuidado y respeto asió el mango y separó la vaina de aquella hoja que según era liberada resplandecía como el oro .Una vez la sacó por completo y la empuñó firmemente valorando su maravillosa hoja, Gavilán Veloz sintió como todas las fibras de su ser, sus pensamientos e incluso su alma, vibraban con aquella mágica espada que le infundió una especie de clarividencia en el espíritu. Miró a su alrededor y era como si hasta entonces hubiese estado ciego y sordo a lo que le rodeaba. Skarn Dainlin le observó atentamente y dijo con aprobación y complacencia.


- Ahora comienzas a entender el gran poder que tienes en tus manos. Como te he dicho, esa espada no fue forjada por hombres sino por dioses y nos fue entregada por ellos en la noche de los tiempos .Ha sido testigo de sucesos que hoy tan sólo se recuerdan en sueños. A través de ella te he pasado mucha de mi sabiduría y conocimientos almacenados en todos mis años de viaje y lucha .Pero eso no basta, deberás ser tú el que sea capaz de reconocerlos y utilizarlos.
- Entonces se ha cumplido mi misión - comentó Yener aunque merced a aquella sensibilidad nueva que le invadía rectificó rebatiéndose a sí mismo - .No, creo que más bien acaba de comenzar. Luego no era la Somerlaiance lo que realmente tenía que buscar.
- La Somerlaiance te ayudará en tu búsqueda, pero no es el fin de ella. Habrás de recorrer el Magmud para hallar lo que debes encontrar.
-¿Pero qué debo encontrar?.- Quiso saber Yener sintiéndose ahora otra vez confuso -.¿Acaso la esperanza para Yumlaiance?. Pero si no reside en esta espada, ¿dónde está?.
- En la madre, Gavilán. En la madre que se convierte en hija y el hijo que se convierte en padre. La misma a la que ya has visto - le respondió su maestro esbozando una fugaz sonrisa para agregar -.Debes conseguir que se regrese a la pureza y a los valores que siempre nos han guiado a todos a través de esto. Y conseguir los objetos que te devuelvan a tu mundo.
-¿Objetos?.No te comprendo maestro, además, te aseguro que no he visto a la diosa.- Aseguró Yener sin comprender.

A lo que el legendario monje sonrió replicando unas palabras que dejaron a su interlocutor atónito.

- “Las cosas cambian, pero nada verdaderamente cambia. Y todavía hay cambios en la materia y la mente. Nada muere verdaderamente. No hay maestro que pueda mostrar algo nuevo, algo que ya no esté dentro de nosotros, sólo puede ayudarnos a recordar las cosas que siempre supimos”.
- Aquella vez, en la Wayard.- Pudo musitar Yener, realmente asombrado -.
- Y es cierto Gavilán, no hay maestro capaz de mostrarte el camino de la Luz puesto que ese camino está ya en ti. Aquellos que deseamos tu triunfo y la victoria del Bien solo podemos guiarte para que lo descubras todo por ti mismo. La propia diosa te lo dijo. Y sé que ella vela por ti, y lo ha estado haciendo de una forma mucho más próxima de la que crees y volverá a hacerlo sin duda.


Su contertuliano deseaba preguntar en qué manera y sobre todo cuando, pero aquel venerable anciano sonrió para añadir:

- Tú mismo lo averiguarás. Durante la búsqueda de los objetos que precisas.
- ¿Y qué habré de hacer con ellos, maestro?- Quiso saber Gavilán Veloz -.
- Para salir y entrar del Dalarzian han de conocerse las puertas que lo ocultan –.Le desveló su mentor que pasó a explicarle - .Una está en la sede de Alta Magia de Esil, pero tú viniste por ella en otro momento, no la puedes volver a usar para regresar ya que te encaminaría de nuevo al mismo sitio al que llegaste y eso provocaría un ciclo sin fin .No, debes encontrar su igual y su opuesto .Para ello precisarás tres cosas .El Anillo de la Verdad, el Cetro del Poder y el Diamante del Tránsito. Con el primero encontrarás la puerta, con el segundo la flanquearás y con el tercero viajarás a voluntad donde y cuando quieras. Pero para hacer cualquiera de esas cosas debes poseer los tres.
-¿Y no podría ayudarme a ello un mago de Esil?.- Preguntó Yener recordando el conjuro que el maestre Sartas usó para enviarle -.


Skarn Dainlin negó suavemente con la cabeza y replicó.

- Mucho me temo que los magos más ancianos y capaces discípulos de mi gran amigo Banil, E Don nada pueden hacer por ti. Tienen prohibido invocar esos conjuros fuera de la puerta de Esil.
- Luego, tal y como me has dicho, deberé ser yo quién encuentre el camino - repuso Yener -.
- Así es, de todos modos, la ayuda de los magos de Esil pudiera llegarte de un modo distinto. - Afirmó el gran maestro, advirtiéndole además -.Y no fíes en lo que hasta ti haya podido llegar de las crónicas de esta era. Aun se esconden en el Magmud muchos peligros y seres oscuros que si bien logramos derrotar hace muchos años nunca conseguimos expulsar del todo .Deberás viajar mucho para obtener los tres objetos que precisas.
- Una cosa - inquirió Yener aun atónito -.¿Fuiste tú quién me pidió que rescatase a las chicas?.
- Esa fue tu propia conciencia - le contestó Skarn Dainlin sentándose trabajosamente en una silla en tanto añadía en relación a esto - .Perdona que me siente pero mis fuerzas no son ya las de antaño.- Tras lo cual respiró profundamente y prosiguió –.Si, fui yo quién te reveló lo que había sucedido. Y tú decidiste salvarlas, eso me agrada ya que siempre debes recordar que un monje de Somer se debe a ayudar a los inocentes en apuros, antes quizás que cualquier otra cosa por importante que parezca. Recuerda que debemos mantenernos puros de espíritu para afrontar los grandes desafíos a los que estamos destinados, es fundamental no traicionar nuestros principios .Gavilán, muchas cosas te restan aun por descubrir y deberás contactar con seres que van mucho más allá de tus apreciaciones .Dioses y demonios se entremezclan en un entramado de luchas y pugnas que existen desde que el mundo es mundo y nosotros no somos sino fichas en medio de una gran partida, pero fichas importantes no lo olvides .Tu búsqueda será ardua y difícil, pero no estarás sólo .Tienes amigos y también enemigos, habrás de aprender a detectarlos. No confíes nunca en las apariencias ni en lo que las cosas o personas puedan parecer, debes entrar en el interior de sus corazones e incluso de sus almas y darte cuenta de la verdad que se oculta en ellas.


Y su interlocutor asintió en silencio, con gesto preocupado hasta que se decidió a decir algo:

- Maestro, todavía recuerdo la visión que tuve viéndote marchar hacia la Gran Batalla - le comentó Yener con un poso de gran admiración -.Y tengo miedo a ser yo quién fracase en esta ocasión. Por lo que veo, desde siempre los guardianes del Kail han salvado a Yumlaiance, primero nuestro fundador Kar Alan, luego tú y temo no estar a la altura de vosotros, sobre todo oyendo esto que me dices.
- Eso pensaba yo, y fue el mismísimo Kar Alan quién se me apareció a mí horas antes de la Gran Batalla y me infundió ánimos - le contó Skarn Dainlin revelándole también -.Y él me dijo también .Skarn Dainlin, tienes una gran responsabilidad, no sólo con tu presente sino con el futuro .Deberás servir de inspiración a los que vendrán tras de ti y te buscarán como ayuda e inspiración para las luchas del mañana. Ayuda a tu sucesor en el nombre de Alex, de Kail y de Maray, pues los dioses estarán con él y triunfará sobre los poderes oscuros .Y tú Gavilán, eres ese hombre. Todo lo que has vivido y has experimentado te ha conducido hasta este momento. Parte pues y comienza a buscar el camino de retorno a tu mundo.
- Pero no sé hacia donde debo comenzar la búsqueda - objetó Yener visiblemente desconcertado -.
- Para guiarte sólo puedo decirte que primero habrás de empezar tu recorrido. La búsqueda te irá encontrando a ti. Si llegaste hasta mí, puedes andar mi camino.- Y con esa sentencia Skarn Dainlin volvió a levantarse despacio y añadió esbozando una media sonrisa - .Me he alegrado de verte, adiós Gavilán Veloz y recuerda que a veces llevamos las respuestas con nosotros, entre la mente y el corazón.
- Una cosa más, maestro - .Pudo añadir su contertulio con gesto y tono de extrañeza -. Antes me has dicho que la diosa ya se me ha aparecido, que ha velado por mí y que lo volverá a hacer. ¿Cuándo se ha mostrado?. ¿Acaso en el canto a Maray que yo mismo entoné?. Pues yo en efecto la escuché, mas nunca pude verla


Skarn Dainlin negó con la cabeza a la par que sonrió más abiertamente para responder.

- No muchacho. Ha sido aquí mismo y aunque no pueda decirte cuándo volverá a honrarte con su aparición sí que puedo desvelarte cuándo estuvo ante ti, hablando directamente contigo. Es más, hace poco que has viajado junto a ella, te ha acompañado en la forma de una joven decidida que era el reflejo de su nombre.


Yener no acababa de comprender aquellas palabras y su mentor le observó divertido para explicarle.

- A veces lo más sencillo es lo más complicado de entrever. No te esfuerces en buscar un significado demasiado crítico y complejo en lo que te he dicho, pues la diosa suele ser espontánea y natural para hablar con sus criaturas. Tanto que la mayor parte de las veces no reparamos en ello al creer que debemos esperar visiones o inspiraciones divinas.- Y tras esta aclaración el anciano decidió ser más explícito y añadió -.¿ Acaso no viniste en compañía de una bella y bondadosa joven de pelo castaño que hace poco separó su camino del tuyo?.
- Si. - Admitió Yener atónito ante la agudeza de aquel sabio maestro -.
-¿Y no guiaba ella los destinos de otras doncellas en ese viaje?.- Le inquirió Skarn Dainlin -.
-¿Guiar?- .¿Te refieres a conducir un carro?. Replicó Yener que entonces se quedó con la boca abierta al tener un destello en su mente que pasó a enunciar con voz sorprendida -. Yaram es Maray escrito al revés. ¡ Yaram era la diosa Maray!.- Exclamó visiblemente asombrado -.


El anciano asintió con una leve sonrisa y le dijo.

- Nuestra Madre Maray está contigo joven Gavilán y no dudes de que algún día la volverás a ver. Cuando estés preparado para recibir de nuevo su ayuda. Ahora ha estado a tu lado y al de vuestros amigos en la persona de esa chica, en la que se encarnó. Así prueba su amor por ti y tu misión. Pero esto no ha sido una mera muestra de afecto, también es una advertencia.
-¿Advertencia?-. Inquirió Yener mirando a su maestro sin parecer comprender -.
- Maray puede encarnarse por sí misma o alojarse en las personas para que estas obren o transmitan sus palabras y acciones. Pero, de igual modo los dioses malignos a los que te enfrentas pueden poseer a las gentes que te rodean o aparecerse. Tenlo presente y aprende a sentirles. Y recuerda también que sus poderes menguan de forma considerable cuando se alojan en un cuerpo mortal. Deberás aprender a usar esa debilidad en tu provecho. No dudes de que un día eso pudiera significar la diferencia entre el éxito o el fracaso de tu misión.
- Así lo haré maestro - .Respondió el atónito monje -.
- Ahora valeroso muchacho debes partir. No creo que volvamos a vernos y si lo hacemos que sea para derrotar por completo al mal. Suerte y no desfallezcas en tu cometido. Ni dejes de confiar en la ayuda de los dioses y de tus amigos, pero sobre todo, en tu propia valía y la pureza de tus intenciones. Pues de todo, eso es lo más importante que tienes.



Y Yener saludó con la pleitesía propia del Kail abriendo la puerta y saliendo de la estancia, atrás quedaba aquel maestro legendario que, aunque en apariencia, no parecía tan poderoso e inmutable como él siempre había imaginado, realmente quizás lo fuera mucho más. Y ese hombre tan excepcional le había confiado la Somerlaiance que ahora llevaba sujeta a la espalda dentro de aquella gran vaina y con su mango oculto bajo su capucha, en tanto se alejaba. De este modo, aun pensando en las palabras de Skarn Dainlin, Yener se cruzó con algunos monjes que no parecieron prestarle mucha atención y al salir del Monasterio se encontró nuevamente con León Valeroso que le inquirió con interés.


-¿Qué tal tu conversación con el maestro?.
- Me ha aclarado muchas cosas, aunque otras muchas siguen sin ser resueltas. Él me ha dicho que debo ser yo quién descubra las respuestas.
- Te deseo la mejor de las suertes y que la bendición de nuestro Dios Kail y de sus padres Alex y Maray vayan contigo - le respondió su interlocutor -.
- Lo mismo te digo, por mi parte confío plenamente en que los dioses estarán contigo - repuso Yener estrechando su mano con orgullo, sabiendo que ello sería cierto en el caso de aquel hombre, llamado a entrar en la leyenda -.


Y se alejó del Monasterio saliendo de sus tierras circundantes para dirigirse al campamento en donde le aguardaban los demás .La primera en verle fue Rena que, agitando las manos, le llamó muy contenta.

-¡Eh!, ha vuelto Yener.- Gritó con entusiasmo a los demás -.


Jilia estaba sentada afilando una espada que llevaba entre sus cosas, dejó su tarea y se levantó sonriente, esperanzada en lo que su compañero y superior hubiera podido averiguar. También Pelgrus dejó la leña que estaba recogiendo por si debían acampar de noche ante la contingencia de que su jefe de expedición no hubiera vuelto para entonces.


-¿Qué tal te fue?,- le preguntó Jilia con evidentes deseos de saberlo -.
- Partiremos enseguida - dijo Yener por única respuesta -.Hacia los Reinos del Norte .Seguiremos el camino que en su día abrió Skarn Dainlin.


Y Yener pensaba que si repetía la ruta de su maestro encontraría todo el sentido que aun le faltaba a su búsqueda. Lo cierto es que aparte de lo que le dijera éste, algo en su interior le impelía a hacerlo. Quizás a eso se refería el legendario monje, las repuestas a las preguntas estaban ahí, listas para salir a su encuentro. Los demás por su parte no pensaban ni tan siquiera en cuestionar la decisión del Maestro del Kail que les guiaba y menos aun después de que éste recibiera instrucciones del mismísimo Skarn Dainlin en persona. Simplemente comenzaron a recoger sus cosas y fue Pelgrus quien preguntó:

-¿Y no nos da tiempo a comer algo antes de partir?.


Yener asintió sonriendo, tampoco era conveniente acelerar la partida, nada cambiaría por unos sexdanes así que el grupo se permitió un guiso de conejo antes de emprender la marcha. En tanto el Monje les contaba, para asombro de todos, en especial de Rena, quién era realmente Yaram.


- Después viajamos durante muchas jornadas - le explicó Yener a su atenta y atónita sobrina -.El reino del Norte estaba lejos, había que atravesar todo Somer y Anlad para adentrarse en el inhóspito clima frío de esa regiones y no estabamos solos .Entonces no lo sabíamos pero ese Sebek dio con nuestro paradero y nos seguía, ¿cómo lo consiguió?, supongo que ayudado por poderes oscuros a quienes no convenía que lográsemos triunfar en nuestros propósitos .Como me dijo Skarn Dainlin, esto es una gran partida cósmica y somos fichas .Sebek y los suyos eran las fichas de nuestros enemigos .Por ello, y por lo que me reveló sobre como pueden poseer a las personas, hemos de impedir ahora que capturen a una de nuestras principales amigas. No podemos permitir que la incorporen a sus piezas .¿Me comprendes?.
- Si tío Yener - asintió enérgicamente Rachel -.
- Muy bien - convino su tío que mirando su cronómetro añadió algo más despreocupadamente -.Queda aun algo de tiempo, y como los días siguientes a la salida de Somer no revisten mayor importancia, puedo contarte lo que sucedió cuando comenzamos a adentrarnos en las tierras Norteñas.


Los días de marcha se habían sucedido y con ellos llegó el frío. Cubiertos tras gruesos abrigos de piel todos los componentes del grupo cabalgaban hacia el norte pasando incluso algunas cordilleras montañosas .Ya en tierras septentrionales y soportando una copiosa nevada, llegaron a una aldea que se hallaba en una estribación montañosa .Fue Pelgrus quien con un conocimiento mayor de los parajes en los que estaban les informó.


- Esta debe ser la aldea de Gard, estamos ya bastante al norte.
- Por aquí cerca debe de estar la fortaleza de Kalmad, aunque no lo indica - dijo Yener consultando un mapa de aquellas tierras comprado antes de salir de Somer - .Skarn Dainlin fue allí en uno de sus viajes. Según la leyenda, aparte de una de las esferas del conocimiento, existía un gran tesoro.
- Vayamos a una posada y preguntemos donde queda esa fortaleza a la vez que descansamos y comemos algo caliente - propuso Jilia -.


Eso obtuvo la aprobación general, pero fortuna, pese a estar cansados, helados y hambrientos, los del grupo había llegado hasta allí sin novedad evitando tropiezos con bandidos o fieras salvajes. Lo que entonces ninguno sabía era que Sebek y un par más de individuos iban tras su pista.


- Entonces ,¿estáis seguros de que han ido en esta dirección?.- Inquirió el bandido a uno de sus acompañantes que iba cubierto tras un negro sayal -.
- Así es - le respondió aquel con una voz ronca -.
- Aunque nos llevan algunas jornadas de ventaja - matizó el otro con igual tono e indumentaria - deberemos viajar sin descansar para alcanzarlos.
- A partir de aquí el camino se hace más difícil - respondió Sebek - .Si hemos podido ir recortándolo hasta ahora fue por que ellos ya estaban en terreno helado en tanto que nosotros continuábamos todavía en Anlad. A partir de ahora estaremos en las mismas condiciones .Por cierto, todavía no me habéis dicho como disteis con ellos.
- Nuestro señor nos informó de su paradero - replicó uno de ellos -.Sabe que tú tienes una cuenta que saldar con todos .Tan sólo te pide, que, a cambio de su ayuda, le dejes a él a ese monje guerrero.
- Por mí no habrá problemas - asintió Sebek pasando a garantizar -.Siempre cumplo mi palabra y acepto ese trato con vuestro jefe, aunque él no se encuentre aquí.



Y ambos individuos asintieron a su vez bajo sus sayales, el trío continuaba su marcha recortando poco a poco las distancias y acercándose a la aldea aunque todavía distaban bastante de alcanzar al grupo de Yener y los demás .Por su parte, estos se hospedaron en la primera posada del pueblo que encontraron haciendo caso a la sugerencia de Jilia .Ésta y Rena se sintieron felices de sacudirse la nieve y quitarse los abrigos, lo primero que pidieron fue darse un baño caliente .Yener y Pelgrus, más preocupados por el estómago, optaron por pedir algo de comer y de paso tratar de hacer algunas averiguaciones.



Las mujeres entraron al baño a la vez, según les dijeron la bañera era bastante grande y en ella se podían meter dos personas .Eso a Rena le daba igual aunque a Jilia le recordaba no pocas experiencias vividas junto a su compañera Menra .No obstante esto era muy distinto, no tenía por Rena más que un sentimiento de compañerismo y amistad e incluso pensaba que podría ser alguna remota antepasada por tanto, nada extraño hizo cuando la chica y ella quedaron desnudas, eso sí, la recorrió fugazmente con la mirada constatando que no estaba nada mal, la vida al aire libre y su entrenamiento para el circo habían moldeado el cuerpo de ésta dándole una belleza salvaje y natural difícil de igualar. Aunque la propia Jilia tampoco se quedaba atrás, pese a no ser ya ninguna muchacha, de todos modos parecía que su estancia en el Dalarzian la había mantenido mucho más joven de lo que tendría que estar .Pero no dedicó mucho tiempo a pensar en ello, ambas se introdujeron en el agua caliente que emanaba un vapor que pronto cubrió la estancia .Así, una vez dentro, Rena cogió una pastilla de jabón y le propuso jovialmente a su compañera.


-¿Te froto la espalda?.
- Si gracias – asintió su interlocutora añadiendo con tinte de afable promesa -.Luego te devolveré el favor.
- No es molestia - sonrió Rena comenzando a enjabonar para contarle -.Cuando viajaba con la compañía de cómicos, las chicas solíamos bañarnos juntas. Lo que me gustaría es bañarme con algún chico - bromeó -.


Jilia se rió también aunque desde luego ese no era su caso, ya más seria escuchó a Rena comentarle con una picardía hasta ahora inédita en ella.

-¿Crees que a Yener le apetecería un baño?.
- Supongo que sí - respondió Jilia, aclarándole con humor - .Pero creo que él se lo dará sólo.


Rena torció el morro en un gesto desencantado que, sin embargo, le duró poco siendo sustituido por una esperanzada y hasta divertida sonrisa.

- Quien sabe .Puede que un día le proponga darse un baño conmigo.
-¿Te gusta Yener, verdad?- le inquirió la comandante Renar añadiendo con tono amistoso -. Tranquila, te aseguro que lo que hablemos quedará entre nosotras.
- Bueno - respondió Rena sonrojándose ligeramente al admitir -.Es un hombre bueno, guapo, fuerte y muy interesante .¿A quién no iba a gustarle?.
- Claro - admitió Jilia sintiéndose sorprendida pese a todo de escuchar aquello , aunque ella misma debía reconocerlo y así lo hizo cuando comentó -.Es cierto que tiene muy buenas cualidades .¿Te gustaría que te contase cosas de él?. De nuestra época. – Le propuso para entablar una conversación a buen seguro interesante para ambas -.
-¡Oh si, me encantaría! - declaró Rena con entusiasmo -.


Jilia le comentó a su amiga algunas cosas, Rena escuchó boquiabierta y atónita aunque en cuanto supo que el general estaba casado y tenía dos hijos su entusiasmo se apagó.

- Vaya - musitó entristecida - debe de echarles mucho de menos.
- No habla demasiado del tema pero estoy segura de que así es - repuso Jilia lamentando a su vez el no haber tenido eso en cuenta cuando se ofreció a contarle esa historia a Rena. Aunque, por otro lado sería mejor así, no quería que esa muchacha se hiciese unas ilusiones que, de seguro, Yener no iba a poder realizar. -.
-¿Por qué no me lo dijo cuando hablamos de su misión?- le inquirió Rena entre sorprendida e incluso algo contrariada.-
- Quizás no quiere recordarlo para no sufrir, o no vino al caso - especuló su contertulia disculpando a su superior -.
- Es cierto, que tonta soy -. Convino Rena avergonzada ahora de su enfado -.


Y aun se sonrojaba más con su falta de diplomacia al pensar en ella misma. Rena no había tenido más familia que las gentes del circo, a las que había perdido recientemente de un modo tan terrible y podía hacerse cargo de lo mal que Yener lo estaría pasando en especial, cuando a solas, evocase el recuerdo de sus seres queridos a los que posiblemente no volviera a ver. Y pese a que ello le daba alguna esperanza al tiempo se sentía como una persona rastrera y egoísta al alimentar su ilusión con la lejana posibilidad de que Yener volviera a reunirse con su esposa y sus hijos. Decidió pues aparcar el tema en lo que respectaba al monje y se interesó por Jilia a la que preguntó con una mezcla de curiosidad y tacto.

- ¿Tú no tienes a nadie en tu tiempo?.
- No, bueno sí, quizás no lo entiendas, en tu época no sé como se ven estas cosas .Lo cierto es que yo estoy unida a una persona - le comentó Jilia algo envarada pues en su meses de permanencia en esta época estaba claro que la tolerancia y el respeto a las personas de sus inclinaciones sexuales, en la mayor parte de los casos, brillaba por su ausencia -.
-¿Y cómo es?.- Quiso saber Rena -.¿Se parece a Yener?.
- En algunas cosas sí - sonrió la comandante recordando con nostalgia -.Es cabezota y valiente .Y también es militar como nosotros dos.
-¿No tenéis hijos?- inquirió la chica haciendo sonreír a su compañera -.
- No - respondió Jilia recobrando un semblante más serio, en tanto cogía el jabón cumpliendo su palabra para pasar a ser ella la que frotase la espalda a la otra muchacha -.
- Seguro que le echas de mucho de menos - añadió Rena con gran inocencia conjeturando con plena convicción -.Será una persona tan fuerte y atractiva como Yener. Tú eres una chica muy guapa y habrás podido elegir bien.


Esta vez, Jilia no pudo evitar el reírse con más ganas y asentir, aunque en cuanto pudo le contestó.

- Es una preciosidad rubia de ojos azules. ¡Ojalá que pudiéramos reunirnos de nuevo!.
- Si tenéis éxito estoy segura de ello - afirmó Rena tratando de infundirle ánimos a su amiga y de paso, aligerar su propia conciencia -.


Y por fin decidieron aclararse y secarse, el baño les sentó de maravilla en el cuerpo, e incluso y sobre todo a Jilia, en el alma. Recordar a Menra y la vida que ambas habían tenido en común le daba alegría aunque también un poco de tristeza, su esperanza ahora era el confiar en las palabras de Rena. Si luchaban y lo intentaban de verdad, pudiera ser que un día volviese a abrazar a su pareja y tanto ella como Yener iban a esforzarse al máximo de sus posibilidades, eso le hacía ser más optimista puesto que confiaba en sus propias destrezas y por supuesto, en las de su compañero.


- Tengo mucha hambre - declaró Rena que ya estaba vestida volviendo a los asuntos más mundanos pero igualmente importantes -.El baño me ha abierto el apetito .Espero que Pelgrus y Yener hayan pedido algo bueno de comer.
- No me cabe duda - sonrió Jilia secándose el pelo con una especie de toalla que tenían junto a la pared en tanto pensaba divertida en lo glotón que era su amigo elfo y que Yener tampoco le iba a la zaga en eso -.


La comandante Renar recordaba todo esto a su vez mientras se dirigía a gran velocidad de vuelta a la casa de yener y su familia. Ahora todo ello parecía tan lejano como un antiguo sueño o una historia que le hubiese sucedido a otro, siguió recordando en tanto conducía su deslizador…


Y efectivamente, hablando de glotonería, los hombres no habían defraudado sus expectativas .Mientras ellas se bañaban pidieron un asado de venado y unas jarras de algo similar a la cerveza Anladesa. Tenían hambre y ya habían dado buena cuenta de la comida antes de comenzar a charlar. Fue Yener quién le comentó a Pelgrus.


- Supongo que la ciudadela de Karmad estará a pocas jornadas de viaje de aquí. Espero que alguien nos sepa indicar el camino.
- Bueno - repuso Pelgrus limpiándose la grasa de la boca con su propio brazo -.Aquí, algún lugareño lo sabrá.
- Esperaremos a que bajen las chicas y preguntaré.- Le dijo Yener -.


No tuvieron que aguardar mucho ya que ambas descendieron despacio por las escaleras .A decir verdad las dos se habían puesto muy presentables para la ocasión, sustituyendo sus ropas montaraces por dos vestidos que Rena había conseguido en una de las paradas que hicieron .Además, ambas bajaban llevando sueltos sus cabellos, libres de las ataduras de las funcionales coletas o de las capuchas para resguardarse del frío. Yener y Pelgrus tuvieron que reconocer que eran muy hermosas cuando se arreglaban, incluso para los cánones del elfo, acostumbrado a unas hembras en su especie más finas y atractivas que las humanas. Y no digamos ya para los escasos clientes de la taberna, que no pudieron reprimir exclamaciones y cuchicheos dedicados a esas dos preciosidades.


- ¿Nos habéis dejado algo para nosotras?- pudo preguntar Jilia cuando llegó a la mesa en donde ambos comían, no sin levantar más murmullos de admiración e incluso envidia por la suerte de Yener y Pelgrus entre alguno de los presentes en la posada, que se quedaron mirándola con deleite -.
- Sentaos y comed - les ofreció Yener -.Queda mucho venado y todavía está caliente.


Rena llegó también junto a ellos levantando otra ola de comentarios apagados y miradas entre los hombres allí presentes, los ignoró al igual que su compañera ocupando una silla junto a Yener. Una vez acomodados todos, el Maestro del Kail pasó a comentarles lo que había estado hablando con Pelgrus y añadió no sin sorna:

- Preguntaré ahora. Quizás con vuestra presencia los tipos de por aquí sean más amables .Yo desde luego lo sería.


Ese cumplido encubierto hizo sonreir a Rena e incluso a Jilia, que miraban de refilón a otras mesas comprobando como las palabras del general eran ciertas. Seguramente en esos parajes se veían pocas mujeres y mucho menos dos tan bellas, sobre todo en posadas y tabernas de viajeros.


-¿Qué vais a beber?.- Inquirió Yener -.
- Lo mismo que vosotros - respondió Jilia con la aprobatoria mirada de Rena -.
- Me encargaré de traerlo - se ofreció amablemente el monje guerrero -.


Así pues, Yener se levantó encaminándose hacia la barra a fin de pedir algo de beber para ellas y entablar conversación. El posadero le atendió de modo solícito, no obstante su amable expresión cambió a otra de sorpresa e incluso temor al recibir la siguiente pregunta.

-¿Podría indicarnos donde se encuentra la ciudadela de Karmad?.


Todo el que estaba en la taberna pareció escuchar aquella pregunta que ahora flotaba como una nube molesta e irrespirable. Nadie hablaba en voz alta, tan sólo se escucharon murmullos apagados y Yener, sorprendido aun, insistió sin recibir respuesta hasta que uno de los que se sentaban en la barra, un hombre ya anciano de pelo escaso, amarillento y ralo, media barba y boca desdentada en su mayor parte, se atrevió a decir casi con tono divertido.


- Nadie te responderá, ese lugar está maldito y trae mala suerte hasta el referirse a él.
-¿Entonces por qué me estás diciendo esto?.- Le inquirió Yener sin fiarse demasiado -.
- Yo ya soy muy viejo, no me importan esas historias.- Le contestó el burlón anciano -.
-¿Y no te importaría contarme algo de ese lugar?. Yo y mis compañeros de viaje tenemos que ir allí.


Después de aquello las gentes que permanecían a la escucha de esa conversación se levantaron de sus sitios saliendo de la taberna .El propio posadero lejos de molestarse por ello se parapetó tras su mostrador y desapareció posteriormente por una puertecita que daba a la cocina .Yener no podía dejar de observar atónito en todas direcciones .La sola mención de sus propósitos había aterrado a esas gentes que hasta hacía unos instantes bebían y comían charlando despreocupadas e incluso admirando la belleza de las chicas con descaro. Sus amigos estaban tan sorprendidos como él sin atreverse casi a levantarse de sus sitios .Yener entonces cogió las jarras de bebidas que el tabernero había dejado a medio servir, las completó de llenar y añadió una para el viejo, invitándole acto seguido a sentarse a la mesa con todos los demás. El anciano, esbozando una regocijada sonrisa en su boca a medio derruir, se despojó del gran abrigo de piel que apenas dejaba ver nada más de su persona que entonces se reveló enjuta y arqueada en su espalda, aceptó y les prometió contarles la historia de aquella siniestra ciudadela.


-¿Qué pasó después?.- Quiso saber la sobrina de Yener con verdadera intriga -.
- Te lo contaré en otra ocasión, ahora tenemos que recibir a tus padres - replicó éste con la intención de dejar aquello aparcado, al menos de momento -.


Rachel asintió resignada y su tío salió de la habitación, aunque Yener, al igual que su compañera de viaje, seguía recordando para sí lo que sucedió entonces...

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