miércoles, 9 de marzo de 2011

UNC 125

17./Capitulo 125. Batalla en el Oasis


Las sospechas de Yener y Dorein enseguida se vieron confirmadas .Los Hialgasth concentraron su poder una vez llevada a cabo la primera fase de su plan y reuniendo sus fuerzas malígnas las proyectaron sobre la propia arena del desierto creando con ella un monstruoso dragón de seis cabezas. Cada una de ellas podía escupir una especie de fuego mágico que sin embargo quemaba y sería mortal si atravesaba la precaria barrera que mantenía momentáneamente a salvo al grupo.


-¡Mirad eso!.- Exclamó un atemorizado soldado señalando esa monstruosa aparición que se cernía hacia ellos desde la posición contraria a la que habían ocupado los bandidos -.


Los aterrados nativos comenzaron a chillar e intercambiar agitadas palabras en su lengua en tanto Samid trataba de calmarles. Eryd intervino entonces pidiéndole al guía con asombrosa sangre fría.

- Diles que mientras permanezcan aquí con nosotros no tiene nada que temer, les protegeremos.


Samid asintió y transmitió ese mensaje en su lengua nativa pero sus compatriotas fuera de sí a causa del pánico que les invadía no parecieron querer escucharle. A la vista de tal coloso que se cernía sobre ellos escupiendo fuego, juzgaron más conveniente escapar de aquel pequeño círculo que tan sólo defendían un hombre y dos mujeres emitiendo una especie de campana protectora invisible .Tres de ellos corrieron fuera de la protección que se les brindaba apostando por esconderse en algún grupo de matorrales o sumergirse en el agua. Contaban con que ese gran dragón no se fijaría en ellos y sí en los que permanecían encerrados en el círculo de la colina. Desgraciadamente cometieron un grave error, las seis cabezas de aquel animal gigante vomitaron fuego que consumió uno a uno a esos desgraciados. Los restantes nativos y los soldados que quedaban ya ni se atrevieron a moverse.

-¡Malditos idiotas! - espetó Galad más irritado por la desobediencia de esos tipos que por su trágico fin -.¡Mira que se lo advirtieron!.


Y para mayor colmo de males los bandidos capitaneados por Sebek hicieron acto de presencia, podían atravesar aquella defensa mágica que no surtía efecto contra seres normales y atacaron con sus armas al grupo. En esta ocasión, entre Pelgrus, Galad y sus hombres se encargaron de entablar una reñida batalla protegiendo a los que a su vez les mantenían bajo el escudo y al mago Dorein, que seguía entonando aquel largo encantamiento a modo de canción que venía a decir algo como.

-“Oh poderosos dioses de la luz y del fuego, por la pureza de la diosa y de sus hijos, dadme la fuerza de vuestro poderoso aliento para destruir a las malígnas criaturas que se escudan tras las negras tinieblas más oscuras y frías que la noche sin luna”.


Por su parte el monstruo de los Hialgasth continuaba poniendo a prueba la campana mágica con sus chorros de fuego, afortunadamente ésta resistía y bajo ella se llevaba a cabo una igualada lucha entre los bandidos y los soldados de Galad.


-¡Atacad, es la ocasión! - espoleaba Sebek a los suyos buscando para sí al elfo a quién deseaba ajustar cuentas puesto que recordaba la promesa hecha sobre el monje de Somer, y entre tanto encontraba a Pelgrus se contentaba con eliminar a un soldado. -



Por su parte, Rena fue atacada por uno de los bandidos eludiéndole a duras penas. En su defensa vino Galad que, de dos poderosos mandobles de su espada, dio buena cuenta de él. La chica le sonrió agradecida y el caballero le devolvió el gesto sin darle mucha importancia para arremeter contra otro de los bandidos que compartió la suerte del anterior. Mucha peor parte llevaban los nativos, que a excepción de Samid, fueron sorprendidos sin llevar armas con las que defenderse, los bandidos les eligieron como blanco y acabaron con ellos de inmediato perdiendo también algunos de sus efectivos con el posterior contraataque de los soldados. Pelgrus, por su parte, siguiendo la innata habilidad de los de su raza, se las arregló para sacar su ballesta y acabar con otro de aquellos tipos .Sebek se acercaba entonces peligrosamente hacia él, pero el líder de los bandidos no era tonto y se percató de que la mayoría de los suyos habían caído por lo que optó por desistir en su ataque .Ya habría otra ocasión, o quizás los hialgasth le hicieran el trabajo.

- Retirada - ordenó dejándose caer por la pendiente para ponerse a salvo de lo que se avecinaba -.


Su precaución no era exagerada en modo alguno ,no había sobrevivido tanto tiempo en los ambientes que frecuentaba de haber sido un estúpido y Sebek sospechaba que tanto su vida como la de sus hombres nada importarían a los Hialgasth si tenían que sacrificarles para vencer .Además, ese monstruo centraba ahora el poder de sus seis cabezas justo sobre la cúpula que aun mantenían Yener y las chicas .El bandido, seguido por un par de hombres que le quedaban, emprendió la huida mientras que sus adversarios apenas les prestaban atención al fijarse tan sólo en ese animal enorme que les asediaba y pedían encarecidamente a Maray que les salvase de aquella situación.



Y la diosa pareció escuchar sus plegarias puesto que el aire comenzaba a levantarse alrededor del mago Dorein, los cabellos de este se agitaban en la creciente brisa en tanto que en sus manos se concentraba una especie de blanca energía, a su alrededor se formaron imágenes de seres parecidos a magos y doncellas fantasmales que arrojaban por su boca ese mismo cántico mágico multiplicado para asombro del grupo .Entonces Dorein dio por terminado el conjuro y Yener percatándose de ello, ordenó a todos que se cubrieran en el suelo. A estas alturas nadie dudó ni por un instante en seguir las instrucciones que se le daban y una vez a cubierto los seres astrales invocados por el mago liberaron la energía acumulada en una poderosísima oleada que impactó de lleno a ese colosal ser, arrastrándole primero y destruyéndole después, haciendo que se deshiciera en la arena que lo había formado .La onda de choque fue tan poderosa que no se contentó con esto sino que barrió a los mismos Hialgasth que habían impulsado ese dragón desintegrándoles a todos excepto al que ejercía como líder. Éste fue el único que pareció intuir lo que se les venía encima, quedándose bajo una especie de montículo que le resguardó lo bastante como para que el ataque del mago pasase por encima .Sebek obró del mismo modo, arrojándose al suelo desde su montura en cuanto alcanzó un desnivel que le abrigase de aquello. Algo o alguien le transmitió que era lo único que podía hacer para eludir la letal onda expansiva que iba a alcanzarle de inmediato .Lo hizo con rapidez, para observar como los hombres que les quedaban y sus animales quedaban pulverizados y desintegrados por aquella poderosa fuerza. Al fin pasó todo, las criaturas espirituales invocadas por Dorein desaparecieron y la calma de la brisa en el desierto sustituyó aquel caos. En cuanto pudieron levantarse todos, incluido Yener, miraron a un agotado Dorein con asombro y admiración.

-¡Alabados sean los magos de Esil! - afirmó el monje Guerrero- .¡Nunca he visto un ataque igual!.


Los demás asintieron todavía asombrados. Aunque Yener y Eryd dándose cuenta de la debilidad del mago, corrieron a auxiliarle con sus dotes de curación. Ellos mismos estaban muy cansados así que apenas pudieron darle energía. Pelgrus y Jilia se encargaron entre tanto de contar a los supervivientes. Excepción hecha de dos soldados y de ellos mismos no quedaba nadie más que Dorein, Yener, Rena, Samid y Galad.


-Tendremos que descansar aquí - pudo decir Yener dejándose caer en la arena -.
- Espero que hayamos terminado con todos - añadió Pelgrus haciendo lo propio -.
- No creo que nadie sea capaz de sobrevivir a eso por muy Hialgasth que sea. - Comentó Galad bastante convencido de ello -.
- Bueno, supongo que será mejor reponerse aquí y partir a la noche - afirmó Eryd sentándose junto a Yener y Dorein -.



Y los demás estaban de acuerdo en eso. Descansarían durante unas horas hasta que los magos y Yener estuvieran repuestos de sus esfuerzos y los demás, aunque menos agotados, curados también de las heridas que presentaban .Por la noche retomarían la marcha y al día siguiente con suerte, llegarían a las puertas de Jare.


En ese instante el deslizador llegó a la casa de los Rant y Jilia lo detuvo ante la puerta.

- Hemos llegado - anunció aunque de forma innecesaria puesto que era obvio -.
- Vamos allá - indicó Yener que descendió deprisa del vehículo indicándoles a las chicas -.Ahora tendré que quedarme solo durante un buen rato. Poned vuestros relojes sincronizados al mío y entrad en mi habitación justo cuando transcurran dos sexdanes. Hacedlo así, ni un dan más ni uno menos. ¿Entendido?.


Todas asintieron al unísono. Yener entonces se dirigió a su casa y usando su código dactilar abrió la puerta. Samra, Rachel , Calina y Jilia le siguieron, todas ellas preguntándose que iría a hacer .Al entrar, Yener hizo un rápido reconocimiento de las habitaciones descubriendo aliviado que su hijo dormía tranquila y profundamente, después entró en otro cuarto y se dispuso a concentrarse .Entre tanto las mujeres se instalaron en el salón. La maga de Esil preguntó entonces dirigiéndose a la comandante Renar.


-¿Y qué pasó después?.
- Bueno - repuso Jilia -.No sé si dará tiempo a contaros mucho.
- Si, por favor Jilia - le pidió Rachel quien raras veces solía evidenciar tanto su curiosidad como en ese instante -.Seguro que hay el suficiente para que nos cuentes que pasó tras la lucha.
- De acuerdo - concedió la comandante retomando el hilo de la historia - .Veréis, descansamos durante unas horas y al anochecer estuvimos en condiciones de reemprender la marcha. Tanto Yener como yo íbamos junto a Dorein que ya estaba algo más recuperado del esfuerzo. Le preguntamos que clase de conjuro era aquel tan poderoso y nos respondió que uno muy secreto solamente usado por los más poderosos magos.
- Es cierto - confirmó Calina -.Hoy día creo que nadie es capaz de dominarlo .Ese hombre debía de ser un gran maestro de la magia.
- No olvides que era sobrino del mítico Banil E Don.- Le recordó Samra con admiración -.
- Si - asintió Jilia que les comentó - .Y era un hombre de gran valor y altos ideales .Conversamos mucho durante esa noche mientras nos acercábamos a Jare.


El grupo en efecto pudo avanzar ahora sin problemas sabiendo que llegarían a la ciudad del desierto en pocas horas .Aunque otra cosa comenzaba a preocuparles. Tendrían que hacer un alto allí para contratar nuevos nativos que les ayudasen a llevar el equipo y sirvieran como escoltas contra los posibles bandidos del desierto. Yener por su parte no parecía muy preocupado por esa posibilidad. Sobre todo después de la exhibición de Dorein aunque éste se encargó pronto de sacarle de esa apreciación.


- Verás - le explicó el mago no sin inquietud -.Con este conjuro he agotado mucho mi energía y aunque físicamente ya me encuentre casi recuperado, mágicamente debo descansar bastante más. Y a partir de Jare se abre una parte, sobre todo al final del desierto, que si bien no es demasiado extensa hasta salir de él en dirección norte, es peligrosa por la clase de seres que moran por allí. Hay lugares que se mantienen bajo condiciones de semimaldición. Páramos donde rondan espectros de los muertos en combate contra los seres de la oscuridad y otros peligros. Y más allá de eso, una vez fuera de Vagart, están los campos negros. – Remachó como si con esas palabras lo explicase todo -.
- Nos hemos enfrentado a ese tipo de cosas en Kalmad, no te preocupes - le dijo Yener -.
- Además .Lo principal ahora es llegar a Jare, equiparnos y continuar viaje - añadió Jilia uniéndose a la charla -.Después ya veremos.
- Yo contaba con usar mi magia durante todo el camino para proteger a mi sobrina y al resto de mi expedición - repuso el mago -.Pero ahora no estoy en condiciones de hacerlo hasta pasado un tiempo y comprenderéis que no deseé continuar más allá de la ciudad .Al menos por el momento.


En eso que Pelgrus se adelantó hasta ellos y terció en la conversación declarando.

- No temáis por los caminos que se encuentran al norte de Jare, los conozco bien. Siguiéndoles se llega a mi casa.
-¿Tu casa?.- Le inquirió Yener -.
- Si.- Asintió el elfo -.Atravesando algunas tierras de cierto peligro es verdad. Pero más allá de la meseta de Sedlard, los campos negros como los hombres les llamáis, está el bosque de Uldaren, mi hogar, allí viven los últimos de los míos. Y allí te llevamos Jilia cuando te recogimos.
-¡Así que he dado casi la vuelta completa al Magmud! - comentó ella sorprendida -.
-¿Y tú serías capaz de guiarnos sin peligro?,- le preguntó Yener -.
- Haré lo que pueda - replicó el elfo que les previno -.No quiero engañaros, riesgo siempre existe transitando por esos parajes, pero teniendo en cuenta el equipo que formamos no creo que tengamos serios problemas.


Tanto Jilia como Yener se miraron e incluso miraron al mago, éste asintió comentándoles con tono de advertencia.


- Espero que tengáis suerte, y os deseo lo mejor. Pero desde Jare las cosas no son nada fáciles. Se rumorea que hace siglos los Señores Oscuros habían fijado su base de operaciones en la meseta de Sedlard .Ni siquiera Skarn Dainlin ni el propio Kar Alan se aventuraron demasiado por allí.
- Nosotros tendremos que hacerlo. La ruta de Skarn Dainlin, aunque en poco trecho, pasó por allí y aun debemos encontrar dos de los objetos que buscamos.
- Quizás uno de ellos esté en Jare - les dijo Dorein -.Por esa ciudad pasan casi todas las cosas de valor que puedan existir en la comarca. Allí se compran y venden. Pero penetrar en la ciudad tampoco es mucho mejor que arriesgarse a cruzar por Sedlard.
- Nuestra misión es recuperar esos objetos y habremos de ir a donde se encuentren, sin importarnos lo peligroso o arriesgado que pueda ser - sentenció valerosamente Yener -.


Y en tanto él decía esto Rena, más atrás, ocupaba una de las carretas que habían quedado tras la batalla acompañada de Eryd. Galad cabalgaba a su lado interesándose por el estado de ambas.


- Espero que dentro de poco alcancemos la ciudad y podáis descansar más apropiadamente.- Comentaba amablemente el caballero -.
- Gracias señor pero no debéis preocuparos por eso - repuso Rena sonriendo agradecida -.
- Vuestras peripecias por el Magmud han debido de ser muy interesantes - comentó Eryd con curiosidad -.
- Hemos recorrido mucho juntos y afrontado peligros a cada paso - le respondió Rena -.Y todavía nos quedan muchos por arrostrar.
- Espero que os podamos ser de alguna utilidad - repuso la maga -.
- Si, en cuanto a mí, he dado mi palabra de servir al discípulo y enviado del gran de Skarn Dainlin - proclamó con orgullo el caballero para asegurar con entusiasmo -.Así que no dudéis de que mi espada os acompañará en lo que resta de vuestro viaje.



Al oír esto Eryd se quedó perpleja, después de pasar tanto tiempo con aquel hombre que, se suponía iba a convertirse en su esposo una vez volvieran de aquel viaje, no podía imaginarse esto .Bien es cierto que le oyó pronunciar aquella solemne promesa pero creyó que únicamente se referiría a la travesía por el desierto. De todos modos y ahora que lo pensaba bien, a ella no le desagradaría continuar con aquella sucesión de aventuras. Era una maga de tercer nivel y su ayuda podría resultar muy útil al grupo del monje Guerrero. A decir verdad, tan sólo necesitaban una maga para completar un estupendo equipo .No obstante estaba a punto de olvidar algo muy importante, debería contar con la aprobación de su tío y no creía que él fuese a dársela .El caso de Galad era diferente, en base a su honor y a ser un caballero, y sobre todo por ser un hombre, podría hacer lo que le viniera en gana. Aquello no era justo, Eryd estaba convencida de que su ayuda y sus poderes podían beneficiar mucho más la misión de los amigos de Rena que lo que pudiera hacer su prometido con la espada, por muy hábil que fuese .Se había demostrado en su enfrentamiento contra los oscuros. En realidad siempre pensó eso, pero no podía hacerle ver a Galad que uno sólo de sus hechizos fuera más poderoso que cualquier cosa que él pudiera hacer. Ese caballero muchas veces presuntuoso y tan rígido en sus concepciones del honor no habría soportado que una mujer, (que además era su prometida), por muy buena maga que fuera, le superase .Ella lo sabía y muchas veces había tenido que contenerse .No era fácil para Eryd pero lograba soportarlo en virtud del sincero amor que profesaba a ese tonto a quien conocía y quería desde niña. Ambos habían crecido juntos, Galad era cuatro años mayor y ella siempre le había admirado .Después esa admiración se convirtió en atracción y más tarde en amor que fue correspondido cuando la creciente edad y encantos femeninos de ella posibilitaron que el chico reparase en la que antaño fuera simplemente una graciosa niña con la que había compartido juegos y confidencias, como la del deseo de llegar a ser un gran caballero y héroe de Anlad en su orden más famosa .Incluso después, cuando ella ingresó en Esil a él le pareció bien, no veía peligro alguno para su auto estima en ello y pensaba simplemente que la muchacha mantenía su tradición familiar, aprendería un par de trucos y los dejaría de lado cuando se casasen .Pero Eryd demostró ser una buena alumna. Quizás demasiado buena, con enormes deseos de superarse y aprender y sobre todo, de poder emplear sus conocimientos en ayuda de los demás...


- Te has quedado muy callada - le dijo el propio Galad sacándola de sus meditaciones que juzgaba iban dirigidas a él aunque por una causa bien diferente a la real, por ello añadió con despreocupación - .No temas, no me pasará nada. Le diré a tu tío que una vez lleguemos a Jare y contratemos una nueva expedición yo seguiré con el grupo del maestro de Somer y vosotros os volveréis a casa.


Y como siempre hacía ni siquiera esperó a obtener respuesta de ella, espoleó ligeramente su montura para reunirse con el grupo de cabeza en el que estaban Yener y Dorein a los que contaría aquello .Eryd suspiró y encontró la mirada comprensiva de Rena que trató de confortarla diciendo.


- No te preocupes. No le pasará nada y en poco tiempo estaréis juntos de nuevo.
- No es sólo eso - le respondió Eryd confesándole a la chica todo lo que había estado pensando y rematándolo finalmente con un -.A mí me encantaría acompañaros, sé que puedo ayudaros mucho, estoy hecha para la aventura, me he dado cuenta de ello .Quiero luchar por todo el Magmud contra la amenaza de las tinieblas.
- Es una situación difícil - reconoció Rena -.
- Más de lo que tú crees - convino Eryd que le confió no sin un poso de amargura -.Verás, muchas veces envidio a las chicas normales como tú, tenéis más libertad de la que yo puedo soñar .Soy hija de un noble y sobrina nieta del gran Banil E Don. El Maestre de Esil. Mi familia es muy admirada tanto en Anlad como en Somer y los otros reinos. Mi padre, además de ser sobrino de ese gran mago era ya hijo de un conde someres y fue enviado de joven a Anlad como embajador. Allí conoció a mi madre y se casaron .Mi tío Dorein al ser el menor, no heredó las tierras ni el título y entró en la Hermandad de Esil hasta llegar a ser un mago magnífico.
-¡Desde luego que sí! - aseveró Rena con admiración -.


Eryd le sonrió agradeciendo el cumplido hacia su tío y maestro y prosiguió.

- Conmigo sucedió lo mismo que con mi tío .Bueno, yo era la hija pequeña, crecí en Anlad y mi hermano mayor heredará algún día el título de mi familia. Si no quería ser una vulgar muchacha casadera con alguna otra familia noble tendría que buscarme otra ocupación. Generalmente la Orden de Esil es de muy difícil acceso a las mujeres, al menos es mejor que la del Kail de Somer, que es exclusivamente masculina- se animó añadiendo - y teniendo en cuenta de quién desciendo no tuve problemas en entrar. Fue mi tío quien se ocupó de mí desde el primer momento y yo pensaba que eso me daría la libertad que siempre he querido tener. Pero desde niña conocía a Galad, él es hijo de un viejo amigo de mi padre, siempre estuvimos muy unidos y cuando nuestros mayores vieron que nos queríamos se alegraron de prometernos en matrimonio .Lo malo es que eso me ponía unas cadenas que no tardé mucho en ver. Por un lado seguía bajo la tutela de mi tío y por otro pasaba a depender también de mi prometido. Galad es un buen hombre pero nunca le han gustado mis intenciones de salir fuera de las limitaciones que me vienen impuestas por mi condición de mujer .Le quiero mucho, pero deseo también ejercer como maga y seguir escalando peldaños. ¿Sabes Rena? .Como te he dicho antes me metí en este mundo para ser más libre, pero me gustó desde el principio. Y cuando nos casemos, Galad pretende que lo deje y sea su esposa permaneciendo en nuestro palacete sin otra cosa que hacer que esperar su vuelta de numerosas aventuras y criar a los hijos que tengamos.


Rena se mantuvo callada unos instantes analizando aquella complicada cuestión para responderle.

- Entonces debes elegir. O mantener el compromiso o ser tú misma .Piensa que más vale dejarle ahora, por doloroso que parezca, a tener una vida que no deseas.
- Es fácil decirlo, pero por desgracia soy prisionera de mi condición. El compromiso está bendecido y sellado por nuestros padres y no puedo oponerme a él. Además, no estoy segura de querer hacerlo. Galad significa mucho para mí. ¡Ojalá que él pudiera comprender lo que yo siento!.
- Tendrás que hacérselo ver - le aconsejó su interlocutora con un tono amable y comprensivo -.¡Qué cosas tiene la vida!- sonrió Rena para añadir con tono divertido -.Siempre pensé que si hubiera nacido noble habría sido muy feliz, pero me he dado cuenta de que ya lo soy sin necesidad de ser princesa o duquesa.
- De veras que te envidio - volvió a asegurarle Eryd y su voz sonaba muy sincera -.
- No te preocupes. - La animó Rena con jovialidad para prometerle - ya pensaremos en lo que se puede hacer. Intentaré hablar con Yener a ver si él puede ayudarte. Si habla con tu tío y con Galad a lo mejor les puede convencer de que te permitan acompañarnos.
-¿De veras lo crees?.- Inquirió la chica esperanzada -.
- No puedo asegurarte nada - repuso Rena quien no deseaba crearle falsas ilusiones a su interlocutora -.Es más, veremos si a Yener le parece bien, por eso antes será mejor que se lo comente a Jilia, ella es una mujer muy decidida, seguro que te entiende aun mejor que yo y sobre todo Yener le hace mucho caso en todo.- Y tras unos instantes de duda sobre si sacar el tema o no, Rena decidió confiárselo a Eryd y le dijo con su voz teñida de admiración. - ¿Sabes que ella era militar en su época?. Y de un alto rango por lo que parece.


Y Eryd negó sorprendida con la cabeza mientras Rena le contó cosas acerca de sus compañeros de viaje .La maga quedó perpleja, no podía imaginarse que tanto Yener como Jilia provinieran de muchos siglos en el futuro.


- Me alegra saber que en esas lejanas épocas las cosas cambiarán tanto para nosotras las mujeres .Pero ahora no estamos en su tiempo sino en el nuestro.- Objetó sin embargo con menos optimismo -.
- En cuanto hagamos un descansito se lo contamos a Jilia - la animó Rena - .Ella sabrá como hablar con Yener...


En esa altura del relato Jilia guardó un pequeño impás de silencio para ir a servirse un poco de agua y beber, nada más volver con ella, no tardó en ser preguntada por sus oyentes...


-¿Y qué pasó?,- inquirió Samra llena de impaciente interés. -
- Pues efectivamente hablaron conmigo y me pusieron al corriente de todo esto - le respondió la comandante Renar -.
-¡Pobre muchacha, la comprendo bien! – .Señaló solidariamente Calina explicando a sus interlocutoras -.Si eres maga o mago de Esil parece que sólo existe la magia en tu vida, es difícil compatibilizarlo con el amor. Muy pocos de mis colegas se casan o sencillamente tienen pareja. Nuestros estudios esotéricos nos ocupan la mayor parte del tiempo. Es una vida dura sí, y si además tienes algún desengaño...- reflexionó cabizbaja -.
- Nunca se sabe tía Calina - le sonrió Samra tratando de animarla con un desenfadado -.Todavía eres joven.


Ésta le devolvió la sonrisa frotándole el pelo a la muchacha a la par que respondía.

- Tienes razón Samra, para ser tan jovencita eres una chica muy inteligente .Tendría que ser yo quién te dijese eso a ti...
- Es verdad, lo cierto es que a mí no me ha ido demasiado bien con los chicos - repuso ella tomándoselo con más filosofía y mejor humor de la que cabría esperar a su edad -.
- No te quejes, yo todavía no he tenido novio desde que estoy aquí - le respondió distendídamente su prima -.
- Vosotras sois más jóvenes todavía que nosotras dos - les dijo Jilia ahora con una amplia sonrisa para añadir -.Y además muy guapas, seguro que tendréis muchos más novios de los que podáis aguantar.



Aquello consiguió poner coloradas a las muchachas pues de sobra sabían las inclinaciones de la comandante. Rachel, tratando de dejar ese tema, le pidió a Jilia que continuase con la historia arguyendo que todavía faltaban unos danes para que se cumpliese el plazo indicado por su tío. Así pues, Jilia prosiguió comentando su conversación con el propio padre de Samra, aprovechó el momento en el que le vio separarse del mago y del caballero que fueron a reunirse con Eryd y una vez le puso al corriente de lo que sucedía este se quedó pensativo.


- Es una cuestión difícil - declaró reflexivamente Yener, para agregar en tono cauteloso - .Aunque veré lo que puedo hacer. Una maga de Esil no nos vendría mal pero quizás Dorein se ofrezca a ir en su lugar. Y él sería mucho más valioso aun.
- Puede que si le dices que su ayuda nos sería más útil en otro sentido - le apuntó Jilia -.
- Como por ejemplo cuidar de que nadie nos siguiera - la entendió Yener que no obstante rebatió -.No creo que ninguno de nuestros enemigos haya sobrevivido al ataque de Dorein. De todos modos y ahora que lo pienso, tengo la impresión de que no actuaban solos .Pudiera ser que...


Y en ese instante tan inoportuno sonó la alarma del cronometro que tenía Jilia .La comandante Renar se vio obligada a interrumpir el relato ya que el plazo había pasado, así pues, las cuatro se levantaron y sin pérdida de tiempo entraron en la habitación en la que aguardaba Yener.

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