19./Capitulo 127.En Jare.
Carnalsk había dicho cuanto debía y ahora todos los presentes en el santuario sabrían a que atenerse, por de pronto el noble nephraler iba a ir a completar su labor. Debía reunirse con la diosa Aradanchil y tanto Nerel como Seilin sabían que sería inútil tratar de impedírselo. La misma Yashira no acababa de comprender aquello pero sabía que su principal deber pese a todo, era el de obedecer las órdenes de su superior por encima de cualquier otra consideración suya y sobre todo, y eso iba para su propia conciencia, el confiar en él . Así estaban las cosas entre ellos mientras que en la casa de los Rant un agotado Yener decía a las mujeres que le acompañaban.
- Todavía tendré que esperar a estar por completo recuperado, me hará falta - comentó con un débil tono -.
-¿Por qué no sigues contándonos lo que os sucedió al llegar a Jare?.- Le sugirió su hija que ahora portaba una mini cámara alegando -. Se lo grabaré a Join y a mamá.
- Si, de todos modos no podemos hacer nada por ahora, ¿verdad?- terció Rachel -.
- Es cierto. Yener, Jilia - convino Calina animándoles a ambos -.Seguid con la historia, así al menos, no estaremos nerviosos pensando en que sucederá aquí.
-¿Por qué no?. Me parece bien y has tenido una buena idea hija. Así, ni tu hermano ni tu madre se lo perderá. - Concedió Yener que añadió con un suspiro -. ¡Ojalá hubiese podido traer una grabación de nuestro viaje para que conocierais en ella a nuestros amigos, realmente eran gentes maravillosas! -.
Jilia asintió a esto con expresión nostálgica y el general se dispuso a continuar narrando los acontecimientos que vivieron en el Dalarzian en tanto seguía con su recuperación...
El grupo alcanzó finalmente las puertas de aquella ciudad a la vez que despuntaba en nuevo día .Las altas murallas que la guarnecían resplandecían ahora con una engañosa aureola de dorada grandeza y bondad. Dorein comentó a los demás que habrían de esperar unos minutos hasta que saliera el sol del todo ya que la ciudad cerraba sus puertas desde la puesta del mismo hasta el amanecer y efectivamente así fue. Cuando el astro iluminó sin titubeos el desierto gimieron los goznes y los grandes portalones comenzaron a entreabrirse con lenta pero inexorable continuidad.
- Ya podemos pasar - les indicó el mago -.
Todos estuvieron rápidos en seguir su instrucción y se pusieron en marcha. En tanto la entrada se abría, ellos la cruzaron hasta llegar a un puesto de guardia que se encontraba en el interior.
- Es el puesto avanzado - les comentó Samid -.Hace las veces de aduana fronteriza ya que se considera que más allá de esta ciudad se entra en tierra de nadie hasta el bosque de los elfos, conforme a la dirección que pretendéis seguir - matizó no sin prevención ya que esa ruta le daba muy mal agüero -.
- Esta es la parte este de la ciudad - comentó Pelgrus -.Entonces habremos de salir por la oeste para agilizar nuestra partida.
- Generalmente no se suele llevar esa ruta,- le explicó el guía agregando no sin temor -.Hacerlo significa tener que cruzar toda Jare y a nadie en su sano juicio le gustaría hacer tal cosa.
- No comprendo que hay de terrible en esta ciudad que no hayamos afrontado ya - comentó Jilia con despreocupación -.
A esa pregunta siguió un silencio, pero no solamente temeroso sino simplemente ignorante de una respuesta definida. Era cierto que la reputación de Jare más allá del tramo consagrado al comercio y la parada de los viajeros era terrible pero realmente nadie del grupo conocía de primera mano a ningún aventurero que hubiera entrado en él. Quizás también su reputación estuviera algo exagerada por sus propios moradores para concederle un aura de misterio y respeto que la pusiera a salvo de ataques o simplemente que aguzase la curiosidad de miles de visitantes, únicamente interesados en hacerse con un recuerdo sin correr el riesgo de entrar para luego decir que tuvieron el valor de adentrarse en ella. Fuera como fuere, lo más seguro era que si pretendían localizar algún otro objeto que les era necesario para completar su misión Yener y los demás tendrían que cruzar esa línea que separaba los comercios del tan temido resto de la ciudad.
- Lo mejor será encargarnos de reequiparnos y descansar en primer lugar - opinó tímidamente Eryd que bajó enseguida los ojos como si hubiera cometido alguna imprudencia, por el mero hecho de hablar -.
- Estoy de acuerdo con eso - convino Yener para eliminar de la chica esa impresión -.Galad - le dijo al caballero que enseguida dedicó al monje guerrero toda su atención -.Voy a necesitar que te encargues de buscar un lugar en donde podamos descansar mientras preparo los siguientes pasos de mi viaje.
Galad asintió tomándolo por una indicación de mandar a sus soldados a ocuparse de tal tarea, en su opinión por debajo del nivel de un caballero. Estaba claro, al menos para él, que el monje pretendió pedirle el favor de que emplease a sus hombres en ello .Favor que, por supuesto ,se apresuró a concederle de inmediato, sin embargo Yener, al darse cuenta de esto añadió con astucia.
- Es misión esta que precisa de alguien muy capaz y conocedor en profundidad de ardides y técnicas de lucha y emboscada. Preferiría que fueras tú personalmente ya que confío en ti como garante de la seguridad de todos. No deseo que corramos el riesgo de ser atacados a traición y tú eres el único en quién puedo fiar para que eso no suceda. Nadie se atreverá a asomar la nariz si ven a un caballero de Saga.
Aquellas palabras daban al asunto otro cariz, Galad se veía con su orgullo intacto e incluso elevado, no había pensado en esos términos y sin duda, la confianza de un alto señor del Kail de tan alto nivel le honraba.
- Me encargaré personalmente de lo que me pides - asintió satisfecho, como si emprendiera la más peligrosa batalla de todas. Aunque eso sí, ordenando a sus soldados que le siguieran como ayudantes para preparar el lugar elegido -.
Una vez que el caballero se alejó, Dorein, que por supuesto no era tan poco reflexivo como Galad y si mucho más sabio y perspicaz, le comentó privadamente a Yener.
- Seguro que el alojamiento es parte esencial de tu misión, no obstante dudo que tenga y sobre todo en esta parte de la ciudad, tan vital importancia como para enviar a un caballero de esas características, así que dime. – Le inquirió con curiosidad -.¿Por qué quieres alejar a Galad?.
- Es cierto - sonrió ligeramente Yener admitiendo -, pero debo hablar contigo y con tu sobrina y para eso preciso que Galad quede aparte de la conversación, por lo menos, hasta descubrir cual es tu criterio.
Dorein asintió y se encargó de ir a llamar a Eryd. En lo que respectaba a Samid se despidió una vez cobrada su paga acompañada de una generosa gratificación por las bajas de sus hombres y los peligros sufridos. El nativo lo agradeció, pidiendo a los dioses que ayudasen a aquel grupo. Samid era un buen y fiel guía, pero su tarea no se extendía más allá de la ciudad y la maga le había comunicado que, en virtud de su futuro viaje, sus servicios para la vuelta por el mismo lugar por el que habían venido no iban a ser necesarios .Pelgrus, Jilia y Rena por su parte, se habían dirigido hacia un cercano puesto de frutas con las que esperaban saciar en parte su hambre y la sequedad que sentían .Pero antes de eso, cuando la comandante Renar se había encargado de hablar con Yener y exponerle la situación aquella conversación se vio completada también con el posible grado de coordinación de sus enemigos y Yener le había transmitido unas inquietantes sospechas .Jilia pensaba en ellas mientras se disponía a acercarse, al igual que sus amigos, al puesto .El vendedor, viéndoles llegar, enseguida pasó a hacer glosa de las virtudes de sus mercancías.
- Estamos seguros de que serán muy buenas - afirmó Rena con una sonrisa, tratando de cortar ese torrente de entusiastas palabras habladas en un mal anlades por aquel hombre nativo de oscura tez y rechonchez evidente de comer algo más que sus frutas -.
- Bueno, ¿cuánto pides por unas cuantas de estas?.- Inquirió Pelgrus señalando a unas redondidas frutas color carmesí que se apilaban en un extremo (sin cartel alguno que indicase ni su nombre ni su valor al peso, pensó Jilia, aunque claro, esas cosas quizás no se estilasen todavía en esta época) -.
- Dos monedas por durian - repuso aquel tipo haciendo el gesto ostensible con sus manos -.
-¡Dos monedas por durian!.- Exclamó Rena entre atónita e incrédula para cargar su tono con la misma exagerada vehemencia que el vendedor - .¡Por los dioses que han de ser auténticos manjares divinos para valer tanto!.
- Dos monedas sí - sonrió el hombre sin captar la ironía del sarcasmo, pensando a buen seguro que trataba con hambrientos y tontos visitantes -.
- Me parece bastante caro - valoró más seriamente Pelgrus que añadió con objetividad -.Sé que por estos parajes la fruta es un bien escaso, de seguro que te abastecen con poca regularidad, y aunque tú tienes cantidad, algunas no parecen muy recientes que digamos.
- Quizás podríamos dejarlo en una moneda por durian - contra ofertó el tipo dándose cuenta de que aquellos extraños no eran precisamente tontos -.
- Eso me parece mejor - aseveró Jilia que seguidamente le pidió -.Pues danos un durian de esas y otro de aquellas - añadió señalando a unas frutas en las que se había fijado anteriormente con forma de media luna y un color dorado -.
El tendero asintió pesando al momento su mercancía y entregándosela a Jilia y a Rena en dos sendas banastillas .En esta época por supuesto, que no existían las bolsas de mercado al uso. Por su parte, Pelgrus le dio las dos monedas para decirle después a la comandante Renar con tono entre malicioso y bromista.
- Me debes una.
-¡Cómo eres!- sonrió ella mirando divertida al elfo que se entretenía ahora en contar las restantes monedas que le quedaban, en su opinión pocas, y eso que llevaba la bolsa casi repleta por lo que Jilia añadió con humor .- Ya podrías invitar tú a dos señoritas tan bellas como nosotras.
-¡Eso! - rió Rena sacando una de esas frutas color carmesí y examinándola deseosa de probarla -.
- Espera a que las hayamos lavado - le sugirió Jilia argumentando procedentemente -.Vete a saber quiénes las habrán tocado o el tiempo que llevarían allí.
- Algunas mucho - intervino Pelgrus confirmando sus anteriores palabras dichas al tendero aunque enseguida comentó con una sonrisa triunfal -. Pero se dio cuenta de que no éramos imbéciles y nos ha puesto de las más frescas.
-¡Vamos a enseñárselas a los demás! - propuso Rena afirmando entusiasmada -.Seguro que les apetecerá comerse alguna.
Y adelantándose a sus amigos corrió con la banasta de frutas carmesíes que portaba esquivando a la numerosa multitud que se congregaba en esa calle de comercio .Jilia y Pelgrus se miraron y sonrieron, esa muchacha sacaba una alegría infantil por las cosas más imprevisibles. Muchas veces no llegaban a entenderla bien, pero en cierto modo, la envidiaban por ello, y a ambos les reconfortaban esos repentinos arranques de felicidad e inocencia tan espontáneos de los que Rena hacía gala.
La muchacha, teniendo eso sí que detener su marcha al encontrarse en una calle repleta de gente, tuvo incluso que hacer malabarismos con la banasta a fin de que ésta no fuera derribada en alguno de los múltiples encontronazos que sufrió hasta que se llegó hacia Yener, Doiren y Eryd que continuaban discutiendo el asunto que el señor del Kail les había propuesto, la inclusión de la maga en el grupo expedicionario. En un principio su tío se había negado pero Yener le pidió personalmente ayuda para llevar a cabo su misión y según el viejo protocolo de hermandad entre ambas sedes, los Magos de Esil no podían negarse .Además Galad también iría según le comentó Eryd a su tío. No obstante, el veterano mago respondió lo que Yener había pensado que diría.
- Yo mismo puedo ir con vosotros - comentó Dorein -.Tengo más nivel que mi sobrina y os seré de mucha mayor utilidad.
- Tú eres un mago de mayor categoría, eso es cierto - concedió Yener que añadió a renglón seguido con la misma imparcial objetividad - .Pero estás agotado tras tu ataque a los Hialgasth y además llamarías la atención más que Eryd .De todos modos, hemos de partir inmediatamente y no podemos esperar a que te recobres por completo.
- Tampoco tardaré tanto - rebatió el mago asegurándole a su interlocutor - .Mañana mismo estaré bien y no creo que partáis tan pronto.
- Bueno, quizás sería mejor que un mago experto como tú se quedase a cubrir nuestro avance de los enemigos que puedan haber sobrevivido - añadió Yener -.
- No creo que ninguno esté en disposición de seguiros y puedo cubrir al grupo perfectamente yendo en él.- Opuso Dorein -.
Yener tuvo que darle la razón, a simple vista no existían motivos para que no fuese Dorein el mago de la expedición, y realmente no los había. La muchacha, viendo que no tendría éxito en su empeño, decidió jugárselo todo, ser franca y confesarle a su tío la verdad.
-¡Por favor, déjame ir con ellos!, a mí me gustaría muchísimo servir a mi patria y a todo el Magmud. Sé que la misión de Yener y los demás es algo que merece la pena. ¡Nos jugamos el futuro de nuestro mundo!.
- Por eso mismo - repuso Dorein con firmeza -.Al ser tan importante no puede dejarse en las manos de una maga de tercer nivel. – La chica le miró decepcionada y abatida y el mago añadió ahora con tono más suave y conciliador - .Debes entenderlo Eryd. Lo mejor será que vuelvas a casa.
-¿Y quién la llevará?.- Le preguntó Yener para hacerle ver aquella cuestión -.
Por unos instantes, que infundieron esperanza a la muchacha, su tío se quedó reflexivo sin saber que contestar pero cuando esta iba ya a cantar victoria le llegó la respuesta.
- La pondré en la próxima caravana que parta hacia Anlad, suelen ir muy vigiladas y no es probable que nadie se le acerque .Además, la magia de Eryd es de sobra suficiente para unos cuantos bandidos .No se hable más. Yo iré con vosotros y ella volverá a la Legación más cercana y nos aguardará allí.
La chica bajó la cabeza con gesto de resignada lástima .No podía hacer nada más .De sobra sabía que su tío podía incluso ordenarle apelando a su autoridad, ya fuera como tutor familiar o en su condición de superior jerárquico, que volviera. Pero, por suerte para ella, Yener no se dio todavía por vencido y alegó.
-¿Y si en vez de un mago lleváramos dos ?. ¿Dónde iba a estar Eryd más protegida?. ¿Y qué sucedería si debes emplear otro conjuro igual de potente que el anterior?. Creo que sería muy aconsejable que viniera, sin ir más lejos, puede ayudar a restablecer nuestras fuerzas con conjuros de sanación y eso, por ejemplo, redoblaría nuestras posibilidades de éxito.
Y nuevamente Dorein se quedó pensativo dejando a su sobrina inquieta y expectante para oír la que de seguro iba a ser su respuesta final. Si no accedía a la sugerencia de Yener nada más se podría hacer ya, pero una vez que el mago sonrió, rindiéndose a la insistencia de sus contertulios, el señor del Kail le guiñó un cómplice ojo a la chica y Eryd supo que su deseo se haría realidad.
-¿Te gustaría mucho venir, no es cierto?,- le inquirió más afablemente Dorein a la muchacha que asintió esbozando una ligera y tímida sonrisa tras lo que el mago agregó más distendidamente -.Muy bien, seguro que Yener tiene razón. Vendrá mejor que seamos dos magos y no uno los que les acompañen.
Eryd estalló liberando su emoción contenida para darle un fuerte abrazo a su tío de cuyo cuello se colgó ante la sorpresa de éste y la sonrisa divertida de Yener.
-¡Muchas gracias, verás como no te decepcionaré!.- Afirmó ella una y otra vez desbordada por el entusiasmo -.
- Estoy seguro de eso - contestó el mago separándose de su impetuosa sobrina a la par que añadía con tono más jovial -.Ahora comprendo el porqué has querido alejar a Galad para que hablásemos Yener.
- Bueno, tenemos que completar los preparativos necesarios y descansar antes de reanudar el viaje - dijo este por toda réplica -.
Fue entonces cuando apareció Rena que se llegó hasta ellos jadeante por la carrera pero radiante de alegría .Ofreciéndoles la banasta les invitó con total cordialidad.
- Son frutas, tomad, probad alguna, aunque tendréis que lavarlas antes en alguna fuente.
Y todos miraron casi por inercia a la busca de algún que otro caño en donde pudieran hacerlo .Pero claro, en aquella región las fuentes precisamente no abundaban, aunque no tuvieron que esperar mucho ya que, irreflexívamente, Rena cogió una cantimplora y con ella lavó algunas de esas frutas .Yener por su parte sintió algo, un aviso de sus disciplinas y sin darle apenas tiempo a Rena a terminar de lavar todas las frutas, le arrebató una de ellas de la mano tirándola al suelo. El resto de los presentes le miraron atónitos, Rena incluso sintiéndose confusa, herida y sobre todo preocupada, al pensar que, quizás Yener se había molestado por lo que debía juzgar un despilfarro del agua. No obstante, el monje guerrero se explicó de inmediato con tono severo.
-¡Esa fruta está envenenada. Si la probáis caeréis muertos en el acto!.
Al escuchar esto Rena se quedó paralizada. ¡No podía ser!, había estado a punto de dar a probar la muerte a sus amigos. Se sentía terriblemente mal pero Yener dándose cuenta de eso la cogió por los hombros con suavidad y le dijo de modo conciliador y amable.
- No te culpes. Era imposible para ti saberlo.
-¡Eso es lo malo! - .Sollozó la chica lamentándose con amargura -. No estoy a vuestra altura, otro cualquiera seguro que se habría dado cuenta. ¡Soy una inútil!.
- No digas eso Rena - .Le pidió Yener posando ambas manos sobre los hombros de la desconsolada chica, al tiempo que agregaba con voz amable e incluso esbozando una animosa sonrisa cargada de humor -. Eso no es cierto, de no ser por ti nos habríamos muerto ya, ¡pero de hambre durante el viaje! -.
- Solo valgo para conseguir algunas monedas -. Balbuceó ella bajando la cabeza y añadiendo -. Pero en los peligros y las batallas no hago más que estorbaros y ahora casi os enveneno. Seguro que Jilia o Pelgrus se hubieran dado cuenta enseguida si cogen la banasta en mi lugar...-.
- Nadie podría haberlo detectado - .Le aseguró el maestro del Kail con el cómplice asentimiento de los magos, explicándole a la desolada chica – .A mí me alertaron mis destrezas básicas. Me hicieron sentir que ese tipo de veneno no tiene sabor ni olor, pero si que emanaba peligro. Es algo que no está al alcance de cualquiera, a mí mismo me costó muchos años llegar a poder sentir esto y si lo he conseguido ha sido también gracias a la ayuda de Skarn Dainlin, pero te diré algo que jamás podré llegar a alcanzar ni aun con la ayuda de un maestro así -.
- ¿El qué?. – Pudo preguntar la muchacha con curiosidad, mientras se enjugaba sus lágrimas y le miraba sorprendida -.
Yener acarició sus mejillas con sus dedos pulgares, sonrió y le dijo con afecto.
- Un corazón tan puro y un alma tan noble como la tuya Rena. Ese si que es un verdadero don y estoy muy agradecido a los dioses por poder viajar en tu compañía.
La muchacha sonrió llena de alegría, borrando aquel mal trago de su mente se abrazó a él que la acogió con cariño paternal, Eryd y Dorein les observaron con una complacida sonrisa y Rena se sintió mucho mejor, aunque enseguida se separó de Yener diciéndoles al resto con tono muy preocupado.
-¡Pelgrus y Jilia tiene otra banasta con frutas! .¿Y si también estuviera envenenada?.
-¡Hay que darse prisa en reunirnos con ellos! - afirmó Yener pidiéndole a Rena que les indicase de donde vendrían -.
La muchacha le señaló a toda prisa y emprendió una rápida carrera al igual que había hecho para llegarse hasta los magos y Yener. Éste último la siguió de modo raudo, no sin pedirles a Eryd y Dorein que aguardasen allí por si sus amigos aparecían por cualquier otro camino .Por suerte no fue así y Rena recortó con celeridad la distancia que la separaba de Jilia y Pelgrus, que ajenos por completo a esta situación tan peligrosa, caminaban despacio y charlando distendidamente.
-¡Tengo ganas de volver a ver a mi gente!- le decía animadamente el elfo -.
- Yo también deseo volver - convino Jilia añadiendo con un tono más pensativo -.Aunque apenas si recuerdo mi estancia entre los tuyos con claridad les estoy muy agradecida por sus cuidados .De no ser por ellos jamás habría logrado reunirme con Yener y ayudarle.
- Ahora lo principal es salir de esta ciudad y pasar sin peligro por la meseta de Sedlard. Ambas cosas serán muy difíciles y habremos de ir con cuidado.
- Si, pero no pensemos en ello ahora y disfrutemos del momento - le contestó Jilia haciendo gala de bastante buen humor cosa no muy frecuente en ella. Casi se diría que la comandante Renar estaba muy contenta lo que no pasó desapercibido a los ojos de su amigo -.
- Te veo muy animada - le comentó Pelgrus mirándola con ojos inquisitivos -.
- Es que quiero ser optimista - le respondió ella retomando un poco aquel tono más sereno y profesional que solía usar a menudo para analizar las situaciones, aunque sin poder evitar teñirlo de moral -.Ahora que contamos con la ayuda de Dorein, Eryd y Galad las probabilidades de éxito se han multiplicado .Y tenemos la espada Somerlaiance y el Cetro del Poder; hemos derrotado y eliminado a un grupo de Hialgasth y bandidos .Como ves, las cosas parece que marchan muy bien...
En ese momento llegó la extenuada Rena quien si darles tiempo ni a despegar los labios les urgió señalando frenéticamente a la banasta.
-¡Las frutas están envenenadas .No comáis!...
Jilia y Pelgrus se miraron asombrados como si se negasen a concederle el menor crédito a la muchacha, pero Rena insistió entre los jadeos de cansancio por aquella carrera.
-¡Yener me lo ha dicho, lo ha detectado con sus disciplinas!.
Y como si quisiera darle la razón, se personó allí tan sólo unos instantes después .Había corrido pero no forzó la marcha tanto como Rena, sabía por sus destrezas que ésta ya habría encontrado a los otros y les pondría de inmediato sobreaviso.
- No lo entiendo - pudo decir Pelgrus al fin para conjeturar casi contra su razón -.Quizás estén en mal estado y ese granuja del comerciante nos haya estafado.
- No se trata de eso - sentenció Yener de modo que no ofreciese lugar a las dudas, más si cabe cuando afirmó -.Esas frutas están emponzoñadas. Y por lo que puedo sentir con veneno reciente. Alguien sabía que iríamos hacia la ciudad y que algunos de nosotros compraríamos las frutas.
Todos se miraron sin saber que decir, aquellas palabras sólo podían significar una cosa .Eran estrechamente vigilados y por alguien que se encontrase lo suficientemente cerca como para conocer sus intenciones de modo casi instantáneo .Es decir, debía de existir un traidor oculto entre ellos o alguien que había logrado seguirles hasta allí. Claro que esto les parecía a todos demasiado fuerte como para mencionarlo siquiera y menos para acusar abiertamente a nadie.
-¿Y quién podría ser?,- se preguntó Rena en voz alta sin recibir respuesta -.
- No lo sé - repuso al fin Yener -.Pero como continuamos con nuestra misión, tendrá que volver a intentar impedírnoslo y seguramente hará otro movimiento. Cuento con eso para descubrirlo. Ahora que se ha puesto en evidencia lo tendrá muchísimo más difícil.
- Intensificaremos la vigilancia - le secundó Pelgrus con decisión -.
- Será mejor que nos reunamos enseguida con Eryd, su tío y Galad - terció Jilia -.
Yener hizo un asentimiento de conformidad y los cuatro regresaron al lugar en el que quedaron los magos...Aquí hizo Yener otra pausa en el relato, parecía haberse recuperado por completo de su esfuerzo en tanto su hija le decía aun impresionada.
-¡Vaya papá! , pues si que era difícil saber quién era el traidor. ¿Lo descubristeis?.
- Si Samra, pero no era tal y como nos lo imaginábamos en un principio - replicó su padre -.
- Tío Yener - inquirió agudamente Rachel -.Siendo tú un monje guerrero de destrezas tan avanzadas te habría sido posible rastrear la mente de todos. ¿Cómo es que no lo hiciste en ese momento para saber quién era?.
- Lo hice con quienes pude pero digamos que algunos de los presentes, más concretamente los magos, sabían protegerse de ello y hubiera resultado poco menos que un insulto,- replicó su tío -.La cosa no era tan fácil.
- Si que lo era - repuso ingenuamente Samra -.El que no se dejase leer la mente, ese sería el culpable.
Yener sonrió pasando una cariñosa mano por la frente de su hija y replicando.
- Las cosas no son tan fáciles como crees Samra. Ya lo comprenderás.- Yener hizo entonces un leve silencio y añadió sumido en una mayor concentración -.Ahora hemos de irnos a Palacio .Samra y Rachel, quiero que permanezcáis aquí. Jilia y yo veremos al emperador y pondremos fin de una vez por todas a esta situación.
Y ambas chicas obedecieron con un asentimiento de cabeza, quedando intrigadas por lo que sucedería tanto en el palacio imperial como en el relato. Yener por su parte contactó con Halcón Certero a través de su disciplinas de comunicación telepática .El joven maestro le informó que tanto él como su grupo se dirigían a Magasth .Yener le pidió al monje que acudiera al palacio imperial con él .Lo mismo le pidió a Dilain, el Maestre le confirmó que los suyos también acudían hacia el Abismo .Aquello les daría algún tiempo más y el mago recibió idéntica petición, que una vez dejase a sus subalternos posicionados allí cambiase su rumbo hacia el palacio de Dumlans. Entre tanto él, Jilia y Calina salían hacia aquel destino. Todos estaban esperanzados y temerosos a la vez de lo que pudiera resultar de todo aquello. Se jugaban mucho del futuro de su mundo en ese trance.
- No tardaremos demasiado en llegar - informó Jilia quien se puso a los mandos del deslizador con objeto de dejar a su superior y amigo libre para establecer aquellos contactos -.
- Muy bien - repuso Yener una vez terminó de comunicarse con sus dos amigos y animando a las mujeres- .¡Vamos allá y que la suerte esté con nosotros!.
- Esa frase es de Jare - sonrió Jilia restando así algo de la tensión que se había ido creando en el ambiente -.
- Al menos concluid la historia de la ciudad - les pidió Calina que tampoco deseaba pensar únicamente en la gran responsabilidad que les aguardaba a parte, por supuesto, de tener atizada la llama de la curiosidad por lo que preguntó con visible interés -.¿Quién era el traidor?.
- Digamos que nos había estado observando y trató de adelantarse a nosotros - le respondió Yener de un modo algo enigmático -.
- Pero. ¿Era alguien del grupo?.- Insistió Calina esperando una respuesta más directa -.
- Mejor será que te contemos lo sucedido - intervino Jilia que esta vez fue la encargada de comenzar el relato -.A decir verdad, la ciudad de Jare resultó un poco decepcionante.
Y efectivamente así fue, una vez reunidos con Galad e informado este de lo sucedido Yener le explicó, a buen seguro con la doble intención de que aceptase que Eryd acompañara al grupo.
- No podemos enviar a nadie de vuelta, probablemente haya un grupo de enemigos al acecho y dado que no sabemos cuando podrán volver a atacarnos lo mejor será que vayamos juntos .Cruzaremos la ciudad y saldremos rumbo a la meseta de Sedlard.
En un principio el caballero no pareció demasiado contento con esa idea pero dado que era lo que opinaba el maestro del Kail pensó que, sin duda, sería lo mejor .Galad no puso objeción al pensar en su prometida más como alguien a proteger al no quedar otra alternativa, que como en una auténtica ayuda y el grupo se instaló en los aposentos que éste había reservado .Al amanecer ya estaban listos para partir convenientemente equipados. En aquella ciudad se podían encontrar todo tipo de objetos y pertrechos teniendo monedas y aunque a Yener y su grupo no les quedaban muchas fue el mago Dorein quien se encargó de solucionar ese problema .La comitiva pues se puso en marcha atravesando las retorcidas calles que daban acceso al interior de la temida ciudad.
- Pero nada - comentó Jilia deteniendo por un momento su relato para matizar con un deje de decepción -.Tan sólo nos encontramos con algunos pocos salteadores y delincuentes que huyeron a la primera descarga de magia de Eryd o tras recibir unos cuantos golpes por parte de Galad, Pelgrus y yo.
- Si - confirmó Yener -.Esa ciudad podría ser muy peligrosa para alguien que fuera sólo o no tuviera poderes o habilidades adecuadas, pero a nuestro grupo le resultó fácil cruzarla hasta la salida que daba al final del desierto -.¡Ojala que el camino que restaba nos hubiera sido tan sencillo!.
- Desde luego, porque en Jare ni siquiera tuvieron que intervenir Dorein y Yener - comentó Jilia significando así el poco nivel de los adversarios con los que toparon allí -.
- Y una vez salimos de la ciudad cruzamos los últimos tramos del desierto hasta comenzar a entrar en la meseta de Sedlard. Los famosos campos negros, como eran llamados ya en las canciones y las leyendas de entonces. - Declaró Yener creando el necesario ambiente y preparándose él mismo también para narrar esa parte de la aventura -.
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