miércoles, 9 de marzo de 2011

UNC 128

20./Capitulo 128.Confesiones en Sedlard.


En aquel momento, tanto lo monjes guerreros de Somer como los magos de Esil llegaban a las inmediaciones del Abismo de Magasth .El sol estaba ya a punto de asomarse por el horizonte pero era apenas visible dada la gran neblina pardusca que se levantaba en aquel lugar. Pero la vista no les era precisa. Cualquiera de los monjes o magos podían sentir una terrible aura maligna impregnando todo aquel territorio maldito y así lo comentaron entre ellos .Sert y Dilain que habían recibido el mensaje telepático de Yener, quisieron, no obstante, acompañar a sus respectivos colegas hasta la zona .Dilain ordenó a los suyos tomar posiciones a una cierta distancia y comenzar a construir una barrera mágica en tanto que Dogo Valeroso hizo lo propio con sus monjes. Halcón Certero le informó de su comunicación con Gavilán Veloz y le pidió permiso para acudir a la ciudad en Dumlans lo que le fue concedido de inmediato, pronto ambos compañeros de Yener salían a su encuentro.


- Tendremos que ser rápidos - comentó Sert - .Cada segundo cuenta. Las cosas aquí han comenzado a ponerse de muy mal cariz.
- El enemigo está condensando su energía deprisa - repuso Dilain que añadió con talante analítico y poco optimista -.Me temo que ni siquiera el poder combinado de los magos de Esil y los monjes de Somer solos puedan hacer mucho por detenerles, a lo sumo retrasarles unos pocos sexdanes.
- Eso podría constituir la diferencia entre el triunfo y el desastre - declaró Halcón Certero con manifiesta inquietud aunque también con la evidente resolución por cumplir con su cometido -.


Dilain le miró con un gesto de aprobación, aquello era cierto y ellos tenían también un papel decisivo que jugar .Seguramente Yener les quería a su lado para vencer cualquier tipo de resistencia una vez en palacio. No había ni un nanodan que perder, así que el deslizador fue puesto a la máxima potencia con rumbo a la capital del Imperio .Al mismo tiempo, Yener y las mujeres avanzaban recortando con gran rapidez la distancia que les separaba de Dumlans. El monje guerrero continuaba contando sus peripecias precisamente cuando el sol comenzaba a levantarse en el horizonte encontrando la resistencia de aquella incipiente neblina.


El grupo llevaba recorrida ya la mayor parte del trayecto que les quedaba de desierto .Poco a poco comenzaban a observarse indicios de vegetación rala y algunas plantas de páramo que anunciaban la transición hacia un clima algo más benigno. Era extraño este cambio, sobre todo en un lugar llano, pero se explicaba porque en aquella zona existían numerosos acuíferos que mitigaban la escasez natural de lluvias .A su costa, la vegetación podía mantenerse incluso con un aporte mínimo de líquido de procedencia atmosférica y según se avanzaba el número de biomasa comenzaba a crecer llegando a un punto en el que todo el suelo estaba alfombrado por una especie de seco pastizal .En ese momento Pelgrus anunció.


- A partir de aquí entramos en la meseta de Sedlard.
- Pues hasta ahora no hemos tenido ningún tipo de problema, ni creo que lo tengamos en esta zona.- Señaló Galad incluso un poco decepcionado en su tono de voz por que así fuera -.
- No pierdas la esperanza - le contestó irónicamente Jilia -.


Yener y Dorein entre tanto cabalgaban juntos. Los ordors habían dado paso a caballos que, si bien se desenvolvían peor en el desierto eran el medio ideal una vez fuera de éste .A partir de ahora se notarían para bien sus cualidades. Pero el monje no estaba para muchas meditaciones acerca de ese tema, ocupaba sus pensamientos más bien en como salvarían aquella parte del camino .Aunque quizás la reputación de esa meseta, al igual que la de Jare, hubiese sido sobre dimensionada con relatos y leyendas que no se ajustaban a la realidad. Dorein pudo adivinar prácticamente esos pensamientos y le dijo con voz tranquilizadora.

- No te preocupes. Llegaremos al bosque de los Elfos.
- Y una vez allí espero conseguir alguna orientación - suspiró Yener objetando -.Lo malo es que todavía nos faltan dos objetos que obtener .Y según creo, el camino está llegando a su término. Espero que ambos se encuentren ya cerca.
- Los encontraremos,- le animó nuevamente Dorein alegando con total convicción -.¡Nada se puede resistir a la acción combinada de los monjes del Kail y los magos de Esil!.


Yener asintió contagiado por aquel entusiasmo del mago, pese a ser un hombre de apariencia severa y de edad respetable para esa época sabía como transmitir optimismo. En muchos aspectos casi podría ver reflejado a Dilain en él. Una de dos, o los hombres destinados a ser grandes magos eran siempre de ese fuste o era la Hermandad la que obraba con ellos semejante mezcla de fuerza, entereza, control y entusiasmo que los hacía admirables.


- Así que desde los tiempos de Skarn Dainlin ¿eh?.- Repuso Yener con cierto tinte de desafío -.
- Nadie ha pisado estos parajes desde entonces - le contestó el mago completando la sentencia -.
- Lo conseguiremos,- aseguró Yener cada vez más imbuido en ese creciente optimismo -.Por el Magmud y la futura Yumlaiance debemos lograrlo.
- Dime una cosa - le inquirió el mago con curiosidad -.Algo me has contado pero no lo he terminado de entender. ¿Qué está sucediendo en tu mundo para que hayas debido venir hasta aquí? .¿Acaso los oscuros vuelven a tener poder y necesitas estos objetos para detenerlos?.
- No querido amigo - le explicó Yener -.Si vine hasta aquí fue para recobrar algo, en efecto, pero algo que no es material. Después del tiempo que llevo en esta época me he ido dando cuenta .Tengo que recobrar la esperanza para Yumlaiance. Mi gente ha perdido la fuerza que vosotros le disteis y deben recobrar el amor por su patria y por los suyos .Al principio creía que sencillamente con obtener la Somerlaiance todo estaría resuelto y podría regresar algo así como enarbolándola sobre mi cabeza, para con ella destruir a todos nuestros enemigos. Después pensé que precisaría estos tres objetos, pero ahora he comprendido que todas las armas mágicas y ayudas de este tipo son inútiles si en el corazón no arde la llama adecuada .Y ni yo mismo la poseía cuando vine aquí .Es más, estaba enfadado con mi pueblo y con mis dirigentes por permitir esa degeneración, pero yo no lo hice mejor que ellos .Mi propia familia estuvo y está sin mí. Y pese a que quería ayudar a mi mundo, me dejé llevar por la vanidad y por el afán de ejemplarizar en vez de comprender a quienes me rodeaban. No soy quien para pedir explicaciones a nadie.
- Esa lección es algo muy valioso - aseveró el mago -.
- Ahora lo sé, y confío en muchos de mis amigos que quedaron allí, no dudo que ellos sabrán mantener mi mundo hasta que pueda regresar para ayudar a recuperarlo. Esa es la clave .En un principio me creía como una especie de salvador. Aunque ahora veo que simplemente debo ayudar en la medida de mis posibilidades .Es mi pueblo quién debe salvarse a sí mismo.
- Eres sabio, monje guerrero - le alabó Dorein -.Y me alegro de que hayas descubierto eso por ti mismo. No hay muchos que sean capaces de hacerlo .Yo mismo no he llegado a reflexionar nunca de ese modo.
- Quizás tú no precises hacerlo ya que nunca hayas cometido esos errores - le respondió Yener -.


Tras un silencio significativo del mago al que sucedió una leve sonrisa que no se sabía si desmentí o afirmaba aquello, ambos continuaron charlando en tanto que Rena y Eryd avanzaban algo por delante de ellos. La maga mostraba un semblante relajado e incluso alegre. Rena lo vio y se lo comentó.


- Es algo maravilloso el poder estar aquí, cumpliendo esta misión con vosotros - repuso Eryd -.Espero estar preparada cuando llegue el momento de actuar.
- No te preocupes por eso - le sonrió Rena que le cantó un poco en su dulce acento un trozo de una vieja tonada Anladesa -.¿Por qué te preocupes del mañana si éste todavía no ha llegado?.
- Y quizás sea algo mejor de lo que te imaginas - replicó Eryd cantando también, esa era una canción que todo Anlades conocía - .Es verdad - admitió con una amplia sonrisa - .Es solo que deseo tanto que triunfemos, poder hacer algo que sea recordado, quizás peque de egoísta pero quiero demostrar lo que valgo sobre todo si es por el bien de nuestro mundo.
- Y de sus generaciones futuras - le recordó Rena confiándole también -.¿Sabes Eryd? .Te comprendo ya que en cierto modo me sucede lo mismo que a ti. Yo siempre estuve en el circo, no conocí otra vida, los demás artistas eran toda mi familia desde que me encontraron, ya que no me quedan recuerdos de antes .Pero cuando conocí a Yener, a Pelgrus y a Jilia supe que encajaba a la perfección con ellos, fui capturada por los bandidos y mataron a todos los que habían sido algo para mí. Habría acabado mis días como esclava o algo peor de no ser por mis amigos y con ellos me siento de nuevo como si tuviera una familia .Les debo mucho y quiero ayudarles para que consigan sus propósitos, eso también me recuerda al circo, estuvieras como estuvieras debías hacer una buena función para entretener al público. El espectáculo debía ir adelante .Todos nos afanábamos en ello por encima incluso de nosotros mismos, era algo más que actuar para comer. Y esto para mí es lo mismo. No es porque les deba mi vida, su trascendencia va mucho más allá, sencillamente no podemos fracasar.
- Y no lo haremos - le aseguró su compañera que agregó en tanto oteaba a su alrededor – Aunque tengamos que atravesar los campos negros.
- Si. Los campos negros - .Repitió Rena con un poso de ligero temor que enseguida desechó cuando añadió con tono más animado -. Pero si todos estamos juntos ni siquiera la leyenda de estos parajes me asusta. Además, puedo cantar una canción para aplacar a las ánimas que rondan por estos lugares.
-¿Una canción?- .Le preguntó Eryd con interés -.
- Si existe una vieja canción sobre este lugar y sobre la gran batalla que se libró en él. Se cuenta que aquí los ejércitos aliados de Somer, Anlad, Yum y Tibinco dieron un duro golpe a los señores oscuros y que estos sufrieron tantas bajas que sus cuerpos casi cubrían por entero estas llanuras, como iban todos vestidos con armaduras y trajes negros, estos campos fueron llamados así, los campos negros, ya que se decía que sólo se divisaba el color de las armaduras de los cadáveres hacia donde quiera que se dirigiese la vista.
- Es una leyenda bastante siniestra - .Comentó Eryd -.
- Si.- Convino Rena añadiendo con más despreocupación -. Seguramente exagerada, pero cuando me la contaron a mí, me enseñaron también la canción para apaciguar a las almas de los caídos.
- Me gustaría que la cantases y espero que se verdad que puede protegernos de los malos espíritus -. Dijo la maga -.
- Esta noche, cuando estemos todos reunidos alrededor del fuego la cantaré en vuestro honor y en el de los caídos en Sedlard - .Le prometió Rena -.



Y así entre las diversas conversaciones de todos pasó el mediodía y la tarde. El grupo decidió acampar ya que, en ese páramo las cosas eran distintas al desierto .De noche era más conveniente descansar .Rena cumplió su palabra y cantó aquella bonita canción auxiliada por Pelgrus y la flauta que el elfo sabía tocar con maestría. Y para sorpresa y agrado de todos, Eryd les acompañó con un laud que llevaba entre sus pertenencias. La joven maga también había estudiado algo de música como correspondía a las chicas nobles de su reino. De modo que, tan bien arropada, Rena desgranó la letra con su claro y bello tono de voz, abriendo camino entre las tinieblas de la noche junto con las llamas del fuego, en este tributo a las almas errantes que pudieran acecharles en su periplo por aquellos parajes.


“Osado viajero que cruzas estos páramos desiertos.
Si no conoces su leyenda permite que te cuente lo que aquí ocurrió
La gran batalla contra los señores oscuros librada
Por los ejércitos aliados de los cuatro reinos.

La victoria que sonrió a los poderes de la luz.
La libertad, la luz y la vida se abrieron camino
Entre la muerte sembrada en estos baldíos terrenos.


¡OH cuántos cadáveres sembraron el suelo!.
¡Oh, cuántas palabras y sueños fueron sacrificados en los campos negros!,
¡Desesperados ríos de sangre y de lágrimas corrieron!.


Todo el que quiera cruzar los campos negros debe pagar su precio
Homenaje a las almas de los valientes que aquí cayeron.
Sus hazañas por siempre pervivirán en nuestro recuerdo.


Si alguna vez cruzas por estos lugares malditos
No avances sin presentar tus respetos a los espíritus que moran en ellos
Dedica esta balada a su memoria
Y proseguirás con bien tu camino, incluso a través de los campos negros.”


Y más confortado por esta canción y algunas otras más del extenso repertorio de Rena, el grupo se animó. Incluso se tocaron algunas canciones más ligeras. Rena, Eryd y Pelgrus con un flautín, volvieron a unir sus respectivos talentos y hasta Jilia invitó a Yener a danzar al ritmo de esas melodías. El monje era reacio a ello, aunque la comandante Renar, haciendo gala de un humor inmejorable, le pidió con voz fingidamente melosa, aunque sinceramente cordial.

-¡Vamos Yener, no seas tan vergonzoso! . ¿Acaso no te atreves a bailar conmigo?.


Aquello pareció surtir efecto pues éste cedió, dejándose llevar con docilidad .Jilia rodeó su cintura con un brazo y dándole la otra mano comenzaron a girar al son de la música, de los divertidos aplausos de Pelgrus, Rena, y de la risa de Eryd. Hasta Galad se reía a carcajadas ante la poca soltura del monje .Dorein por su parte sonreía moviendo ligeramente la cabeza ante lo cómico de aquello. Aunque poco a poco el maestro del Kail fue ganado en destreza y tanto él como Jilia completaron una danza bastante grácil al final, con el propio Yener llevando el ritmo y a su pareja de baile con mucha mejor aptitud y entusiasmo.


Y tras algún baile más de Eryd con su prometido y de Rena con Pelgrus, por turnos para que o bien cantase una o bien tocasen los otros. (Dorein no participó aunque aplaudió las evoluciones de sus compañeros), el grupo pudo descansar. Eso si, sin olvidar montar las correspondientes guardias, ya que, a pesar de haber tomado las precauciones que aconsejaba la tradición popular, no deseaban correr riesgos. Siempre podría existir algún otro enemigo más tangible que los fantasmas de esa zona, un enemigo que no respetase músicas ni cantos.



Y así era .Habían pasado escasamente dos jornadas completas desde que el Hialgasth superviviente del ataque había huido indicándole a Sebek que se pusiera a salvo .Ambos se reunieron a una distancia prudencial de sus enemigos y procedieron a seguir sus pasos ya con más cautela hacia la ciudad de Jare. El Hialgasth le dijo al bandido que se encargase él de ir tras sus enemigos ya que su aura maligna llamaría más la atención. Sebek lo hizo y deseoso de vengarse llegó a la ciudad poco después de la entrada del grupo .Como pudo se ocultó siguiéndoles la pista. Sus esfuerzos se vieron recompensados cuando, confundido entre la multitud, dio con Jilia, Rena y Pelgrus justo cuando se encaminaban hacia el puesto de frutas. Observó de lejos como compraban algunas de ellas y llegado el momento vio su oportunidad cuando una de las chicas que portaba una banasta corrió, seguramente al encuentro de los otros. Sebek con su experiencia y pericia de bandido la siguió esperando a que el gentío detuviese su carrera y una vez entre la multitud no tuvo muchos problemas en esparcir sobre aquellas frutas un polvillo venenoso aprovechando uno de los múltiples encontronazos que sufrió Rena .Después optó por retirarse y esperar los resultados, el bandido no era tonto y supuso que, si el monje de Somer era tan poderoso como parecía, esa treta sería fácilmente descubierta y en efecto, Yener intuyó la trampa con sus disciplinas . Eso satisfizo a Sebek, deseaba vengarse de un modo más directo y honorable. Además, había conseguido que se crease un clima de desconfianza entre el grupo, al sospechar de un posible traidor. Por su parte, el Hialgasth había ido a informar de su fracaso a sus superiores quienes pese a la irritación convinieron en darle una segunda oportunidad en un terreno más favorable para él. Así que ambos se reencontraron en las afueras de la ciudad. Dejaron que el grupo de Yener comenzase a cruzar lo poco que les quedaba de desierto y el bandido le inquirió a su siniestro aliado.


-¿Y ahora qué hacemos?. ¿Continuamos tras de ellos?.
- No, les adelantaremos - repuso el Hialgasth convencido de ello -.
-¿Y cómo vamos a hacerlo?,- quiso saber Sebek -.Nos llevan ventaja y ahora van a caballo .Cuando crucen el resto del Vasart serán todavía más rápidos que nosotros.


Por toda respuesta el Hialgasth pareció invocar algún conjuro pues una ráfaga de aire helado sacudió de pronto la posición en la que se encontraban, así y si previo aviso, Sebek se vio elevado junto con su sobrenatural compañero al cielo y ambos salieron raudos en dirección al grupo de Yener.

- Pero así se dará cuenta de que le seguimos - objetó el bandido todavía sin creerse que estaba volando -
- No lo hará - le rebatió el Hialgasth explicándole confiadamente -.Estas tierras están malditas y ellas me protegen de sus sentidos.


Y al parecer tenía razón, ya que ni Yener ni nadie del grupo notó nada extraño hasta la hora de acampar. Pero en cuanto el sol comenzó su ocaso, los sentidos del monje y de los magos comenzaron a notar un frío poco habitual, al principio fácilmente achacable a la falta de calor del astro que les había iluminado hasta hace pocos danes, pero después podían percibir que iba más allá y Yener conocía bien esa sensación. Aunque con las canciones de Rena esta pareció atenuarse mucho, el monje fue prudente y se lo comunicó a todos


- Al parecer las leyendas que rodean a estas tierras no son falsas .Siento que existen presencias malignas, no son demasiado fuertes pero debemos estar prevenidos .Descansaremos en turnos y habrá guardias compartidas por los que tenemos dotes mágicas o sensoriales con los que no las poseen .La primera, que creo es la más comprometida, la haré yo mismo con Jilia.

Ésta asintió en tanto Yener terminaba por encomendar al resto los turnos.

- Después será mejor que te encargues tú Dorein con Galad ya que os conocéis bien .Y al final, al amanecer que estén Eryd y Pelgrus.
¿Y yo?,- le preguntó Rena sintiéndose algo desplazada al no haber sido nombrada -.


Yener sonrió dándose cuenta de ello y le dijo con tono conciliador y hasta jovial.

- Por tus bellas canciones, te has ganado el privilegio de elegir el turno que prefieras.


Aquello dejó bastante satisfecha y halagada a Rena que ahora también dudaba, no sabía cual escoger. De todos modos su cansancio le simplificó las cosas, le pidió a Eryd, con la que había hecho buenas migas, que la despertase. Yener asintió, se imaginó algo semejante, sabía que Rena, después de lo sucedido en la taberna, había dejado de pensar en él de otro modo que no fuera como amigo. Tanto mejor así. Él no podría haber correspondido a eso y además vendría bien que estuviera reforzando el grupo de Eryd y Pelgrus, al que consideraba más vulnerable .No quiso que la maga y el caballero compartieran guardia ya que suponía que las cosas entre ellos podrían derivar en conversaciones privadas que les restasen capacidad de vigilancia. En cuanto a él y Jilia estaban más que habituados a ese tipo de acciones y su compenetración era buena. Así además podría hablar con ella de su mundo y las personas que dejaron en él. Era una buena ocasión para ello, hacía mucho, mucho tiempo que no disponían de tiempo para hacerlo y lo echaba de menos.


Llegado este punto Yener interrumpió el relato. Calina le miró expectante y preguntó.

-¿Y después?.


El general Rant miró de reojo a Jilia y ella con un imperceptible asentimiento le indicó que siguiera, justificándolo con un hilo de voz.

- Calina puede saberlo, es más, creo que debe saberlo, alguien tiene que estar al corriente .No creo que pueda soportar el ocultarlo durante mucho tiempo más.
- Si, estoy de acuerdo - asintió Yener ante la cara de extrañeza de la Maga -.Verás Calina- prosiguió él -…


Y las guardias comenzaron, dejando que el resto se acostaran en derredor de las llamas del fuego. Yener y Jilia se emplazaron envueltos en sus mantas para preservarse del frío aire de la noche sentándose espalda contra espalda a fin de dominar todos los puntos de visión posibles .Durante los primeros danes ninguno dijo nada hasta que fue Yener quién inició una conversación exclamando.

- ¡Por Kail!. ¡No he bailado tan mal después de todo!.


Aquello pilló de improviso a Jilia que hasta amagó una risotada por la ocurrencia.

-¡No has estado nada mal! - .Rió ahora más decididamente ella añadiendo -.Estas danzas son bastante divertidas. Me alegro de que Pelgrus me enseñara.
- Yo hubiera preferido una conexión digital a los partidos del Prehistar que me he perdido desde que estoy aquí -. Repuso él con humor -.
- No lo dudo – respondió su interlocutora al fin - .Aunque te saldría caro, supongo que desde nuestra marcha habrán jugado bastantes partidos.
- Más de los que nos pensamos o quizás muchos menos - convino Yener que agregó con tono dubitativo y más serio -.No sabría decirte cuantos, pero creo que el tiempo aquí y en nuestro mundo debe ser distinto.
- No te comprendo - le dijo Jilia sorprendida -.
- Penetramos en otra dimensión y nunca se sabe si aquí nuestra idea del tiempo es la misma o transcurre más rápido o más despacio. - Le matizó él -
-¿Parecido a viajar a velocidades cercanas a la luz sin pasillos espaciales?,- inquirió Jilia -
- Sí, algo así - afirmó Yener aliviado de no tener que ser él quien buscase la comparación -.
-¿Qué ocurriría si, cuando volvamos, todos fueran unos viejos?.- Preguntó Jilia con preocupación -.
- En tal caso tendríamos que dedicarnos a sacarles de paseo - bromeó Yener haciéndola sonreír -.Ahora en serio- añadió él -.Puede que a nuestra vuelta hayan transcurrido años o tan sólo hayan pasado unos minutos y nadie se haya enterado.
-¡Ojalá sea así o Menra me mata!- repuso Jilia con tono bromista pero aliviada sin embargo por esas palabras -.
-¿La echas mucho de menos verdad?,- le inquirió amablemente Yener derivando aquello a una charla más personal -.
- Si - reconoció con un suspiro Jilia aunque matizó de forma muy sincera -.Pero no en la forma que llegué a imaginar cuando me fui. Ahora añoro los momentos que pasamos como dos buenas amigas. Más que, bueno, ya me entiendes.
- Quizás sea eso lo que más se valora en el fondo - declaró él que confesó a su vez -.Yo también pienso mucho en mi mujer y en mis hijos. ¿Cómo estarán cuando yo vuelva?. ¿Y si ella ha rehecho su vida con otra persona?. ¿Y si Samra y Join ni siquiera recuerdan quién soy?.
- No creo que les dé tiempo a tanto en unos pocos minutos - replicó Jilia siendo ella la que trataba ahora de animar a su compañero -.


Y diciendo esto posó su mano derecha sobre la izquierda de Yener que estaba apoyada en el suelo .Él giró su cabeza hacia ella en tanto la comandante Renar hacía lo propio y le susurraba.

- Yo también quería mucho a Samra y a Join, para mí han sido lo más parecido a unos hijos .Y para Menra también. Quién sabe si algún día nos decidiéramos a tener alguno.
- No sabía que te gustasen los niños, Jilia - sonrió él mirándola con sorpresa -.
- En la mayor parte de las ocasiones no - sonrió también ella mirándole divertida -.


Y simplemente ocurrió, posiblemente ambos lo habían deseado, aunque de seguro que no lo planearon. Fuera como fuese, los labios de Yener se unieron a los de Jilia en un cálido beso, el monje incluso suponía que esa situación, fruto de un arrebato de debilidad, no duraría más que un par de segundos, que ella lo rechazaría sintiéndose molesta o algo peor. Estaba listo incluso para pedirle un sinfín de disculpas pero para su propia sorpresa Jilia se dejó hacer uniendo sus labios aun más si cabe a los de él .Durante unos largos segundos juguetearon con sus bocas y él dándose la vuelta pasó a sujetar la cara de la chica con ambas manos. Jilia por su parte descendía hacia el pecho de Yener con las suyas acariciándole. Aunque finalmente él logró separarse de la mujer y pudo decir entre jadeos entrecortados.


-¡No hemos debido llegar a esto, lo siento, ha sido culpa mía. No quise forzarte!.


Pero moviendo la cabeza con suavidad mientras acariciaba el rostro de Yener con su mano derecha, Jilia le respondió con calidez.

- No lo has hecho, ambos lo quisimos. Además, todavía te debo una noche.
- No puedo permitir tal cosa - negó Yener -.Lo hiciste para proteger a Rena.
- Y tú pujaste para protegerme a mí - contestó Jilia -.


Yener negó con la cabeza como si quisiera contener una frase que se le escapara de entre los labios, y ésta fue más fuerte que su débil resistencia haciéndole finalmente confesar.

- No quería que ningún otro hombre te tocase .Con lo que te sucedió tuviste bastante y también pensaba en mí. Entonces me di cuenta de que no podría soportar saber que...


Pero Yener no pudo terminar la frase, ella le tapó los labios con un dedo y sonriendo le comentó con tono íntimo y reflexivo al tiempo, en tanto se acurrucaba junto a él.


- Es curioso, pero desde que llegué no he vuelto a pensar en ello .Es como si todo aquello hubiera sido un mal sueño del que he podido despertar. Además, siempre que he estado cerca de ti no he sentido jamas esa sensación de angustia.- Aunque pareció recapacitar y añadió con más desenfado -.Quizás sólo una vez, aquella en la que me derrotaste cuando nos conocimos y te pusiste encima de mí.
- Perdóname - se disculpó Yener ahora de modo sentido -.Yo entonces no conocía lo que te había sucedido, era un estúpido presuntuoso que solamente pretendía mejorar tu entrenamiento, y también marcar diferencias. Me sentía en la obligación de saberme superior. Aunque tratase de decirme a mí mismo que lo hacía por tu propio bien.
- Pero fuiste mi amigo y me diste confianza y apoyo cuando me hizo falta - le respondió ella- .Y de no ser por ti, no sé que hubiera sido de mí en este lugar.


Y Jilia guardó silencio, inspiró hondo y añadió mirándole a los ojos.

- Quiero pagarte esa noche Yener. En verdad que lo deseo.


Y él le devolvió la mirada sorprendido, aunque no tuvo tiempo de responder ya que Jilia le estaba besando otra vez y ya no hubo freno de ningún tipo entre los dos .Quizás tuvieron que pensar en su guardia. El propio Yener había diseñado los turnos para evitar una situación menos comprometida que esa. Pero en aquel instante nada de eso parecía contar. Ambos se desvistieron lo suficiente como para que sus cuerpos entrasen en el necesario contacto .Las manos de Yener recorrieron los pechos de ella. Jilia se dejó acceder por completo en tanto le besaba el cuello y ambos se fundían reprimiendo al máximo sus jadeos, en medio del silencio y la quietud de aquel páramo.


Calina se había quedado muda por la sorpresa y fue Jilia quien le confirmó con voz queda.


- Hicimos el amor aquella noche y no me arrepiento de ello, eso es quizás lo que más me preocupa.
- Hicimos más cosas que el amor - añadió Yener con evidente tono auto acusador -.Rompimos el recuerdo de nuestros seres queridos y arriesgamos a nuestros compañeros .Gracias a los dioses no sufrimos ningún ataque en nuestro turno pero nos quedó un sentimiento de culpabilidad, atenuado entonces ya que había muchas posibilidades de no regresar y debíamos centrarnos en nuestra misión. Pero después, una vez aquí volvimos a sentirlo. Quizás se suavizó en cuanto vimos que habían pasado tantos años en este mundo.
- Si,- terció Jilia compartiendo esa opinión y agregando con resignada serenidad -.Lo primero era la misión y lo sigue siendo, aunque después de que todo termine y ojala sea para bien, tendremos que decir la verdad.
- Por mi parte fue un alivio descubrir que Gina había llenado su vida - declaró Yener -.
- Pero yo me siento muy mal por Menra - confesó Jilia que ahora perdía su aplomo dejando que le brotasen lágrimas y que estas resbalasen por sus mejillas en tanto remachaba -.Ella ha estado sola todo este tiempo .Y no ha querido volver a empezar con nadie.


Calina miró compasivamente a la comandante Renar y la animó diciendo.

- Mi hermana no ha querido estar nuevamente con nadie pero no pienses que se ha debido solamente a tu pérdida Jilia.
- Es gracioso - pudo decir Jilia con culpable ironía -.Yo que siempre la acusaba de coquetear con el general para darme celos .Incluso llegué a pensar, al principio, que existía algo entre ella y Yener. Y ahora ha sido al revés.
- Estabais solos y en una tierra extraña - les justificó Calina de modo comprensivo -.Os apoyasteis el uno al otro y os enamorasteis después. No fue una mera atracción pasajera, ni un impulso. Eso lo habríais reprimido, pero el amor no se puede evitar.


Ambos estaban de acuerdo con las palabras de la joven maga aunque ninguno habló, fue al cabo de un momento de embarazoso silencio cuando Yener tomó la palabra y trató de aparcar el tema declarando con resuelta profesionalidad.


- Después de todo lo principal sigue siendo cumplir con nuestro cometido.
- Por favor, sigue contando - le pidió Calina dándose cuenta también de que ninguno deseaba hablar más sobre ese tema ya que les era doloroso -.


Y fue Jilia la que prosiguió...

- Terminamos nuestro turno y despertamos a Dorein y Galad. Por fortuna nada extraño aconteció y nos pudimos dormir .En ese momento, por paradójico que resulte ahora, lo hicimos de un tirón, sin pensar en lo que acababa de ocurrir. El mago y Galad cumplieron su turno sin sobresaltos y fue cuando les tocó a Eryd, Rena y Pelgrus...


Dorein despertó al elfo y el caballero hizo lo propio con su prometida. Eso sí, con toda la delicadeza de la que fue capaz. En un principio, llevado por sus principios, incluso abogó ante el mago en dejarla dormir y hacer él su guardia, pero Dorein le respondió que su sobrina era, como todos los demás, una componente del grupo y que no debía tener privilegios especiales .Así pues, una vez relevados ambos se durmieron .Fue Eryd la que, a su vez, despabiló a Rena y el trío se dispuso a pasar las últimas y desabridas horas que antecedían al amanecer.



Pero el relato tuvo que interrumpirse, esta vez para un periodo de tiempo más indefinido, ante la inminente llegada a la capital. Sin que apenas se hubieran dado cuenta, los altos edificios de cristal de Dumlans eran visibles reflejando los primeros rayos del sol. Y el deslizador entró sin demora en las principales calles de la gran ciudad tomando el curso directo hacia el gran palacio imperial. Allí les aguardaban ya el mago Dilain y Halcón Certero.


-¿Y ahora que?.- Preguntó Jilia con la natural ansiedad de saber que estaban en un momento crucial -.
- Haremos lo que teníamos planeado. Diremos la verdad al emperador y al pueblo y pasaremos por encima de quién sea para lograrlo.- Declaró Yener que quiso respaldar esas palabras sujetando firmemente el puño de su espada. Jilia por su parte observó en la pantalla del deslizador que apenas si les restaba distancia para llegar al palacio -.


Finalmente el vehículo se detuvo ante las puertas principales .Allí, presa de un revuelo más que notable, desfilaban entrando y saliendo numerosos individuos pertenecientes a los más variados estamentos, nadie por el momento prestaría atención a tres recién llegados y menos aun si se reunían con Dilain y Sert que les estaban esperando en la escalinata.


-¡Menos mal que habéis llegado! - les saludó el mago mientras Yener y las chicas subían eludiendo a algunos ajetreados funcionarios que descendían a su vez -.
- La entrada es un caos - les informó Sert- El emperador ha ordenado la movilización general y tiene la intención de dirigirle un mensaje al pueblo. Me han dicho que ahora mismo está reunido en audiencia con los jefes de gobierno y militares, faltamos nosotros, los representantes del Kail y de Esil.
-¡Pues vamos allá! - les animó Yener sentenciando con energía -.¡Ahora o nunca, es el momento de cambiar la situación!.


Y espoleados por Yener todos subieron con rapidez las escaleras al encuentro de los guardias que custodiaban la entrada de palacio. Con los permisos de Dilain y Sert no hubo problemas para que pasasen también sus acompañantes, pero el entrar en la sala de audiencias sería otra cosa bien distinta.

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