Yener se levantó temprano. Debía marcharse sin dilación pues el deslizador de la mañana le llevaría a la estación de Somer en dos danes y desde allí había que hacer un trayecto en vehículo corto hasta las inmediaciones del Monasterio. Una vez llegado a estas tendría que ir a pie. Era la tradición .Estaba preparando sus cosas para el viaje cuando su madre entró en su habitación después de tocar a la puerta.
- Ya te has despertado hijo. Buenos días.- Le saludó jovialmente ella. -
- Buenas días mamá- respondió él, todavía desperezándose de mala gana -.
-¿Lo tienes todo listo?,- le inquirió Aluria -
- Si, ya está- declaró este ultimando los preparativos -.
- Ven a la cocina, te he preparado tu desayuno favorito- sonrió ella -.
Yener asintió animado por esa revelación y ambos fueron a desayunar. Al muchacho, las tortitas con mermelada dulce someresa de su madre le encantaban, las saboreó a conciencia pues seguramente tardaría en volverlas a probar. Una vez terminó y tras repasar sus cosas por última vez, se despidió de su madre dándole un beso en la frente y un caluroso abrazo.
- Hijo, deseo que te prepares bien para tener mucho éxito en el canto.- Le sonrió ella con orgullo –. Y dale recuerdos a tu maestro.- Añadió en tanto repasaba la ropa del chico -
- Lo haré mamá- le aseguró él, soportando estoicamente esa revisión materna. Se dejó hacer hasta que esta concluyó y agregó con un suspiro - .Ahora debo irme ya.
Aluria le acompañó hasta la puerta y le vio alejarse despidiéndole con la mano. Yener se volvió hacia su madre y sonrió devolviéndole el saludo, después siguió hasta su deslizador particular y se metió en él. Sin mirar atrás puso rumbo a la estación. Llegó a tiempo de coger el deslizador largo hasta Somer. Subió y se acomodó para disfrutar del paisaje que podía contemplarse a los casi 400 radits al dane que alcanzaba ese supertren. Los árboles y demás vegetación del camino formaban una continua mancha verde de una tonalidad oscilante entre las gamas más claras y oscuras de su espectro. Poco a poco fue perdiendo velocidad hasta entrar en la estación de Somer, tan sólo unos seis sexdanes después.
- Ya he llegado - .Se dijo Yener -. Ahora queda la parte más difícil del trayecto.
Saliendo del deslizador se encaminó hacia un alquiler de vehículos y tomó uno .Marchando hacia los límites de la ciudad pronto salió de la misma. Al cabo de unos sexdanes se desvió de la ruta principal internándose por otra secundaria que lindaba con un extenso bosque solamente atravesado por una carretera de servicio .Allí, aparcó su vehículo justo en los límites del camino y se dispuso a encarar la última etapa de su viaje .Ahora andaba por un camino terroso que ascendía una empinada colina poblada de árboles. Eran los aledaños del monasterio. En tanto subía por aquellos intrincados senderos Yener pensaba .Por allí mismo ,a lo largo de decenas de siglos, infinidad de generaciones de maestros del Kail habían entrenado y deambulado .El mismo Skarn Dainlin dio sus primeros pasos y mil años antes que él su fundador Kar Alan. Estos lugares fueron testigos de la huida de Skarn Dainlin cuando fue el único superviviente de los suyos en aquel encarnizado ataque de los señores oscuros. Su vuelta triunfal con la espada Somerlaiance y sus posteriores búsquedas en pos de las piedras de la sabiduría que culminaron en la gran batalla de Magasth, donde los ejércitos de los reinos aliados derrotaron por segunda vez a las fuerzas malignas sepultándolas en aquel barranco para siempre. La primera victoria contra el mal la obtuvo Kar Alan y el propio Skarn Dainlin impidió que resucitase la legión de muertos que yacía en aquella terrible sima. ¡Esa si que era una historia de miedo!. Cuando él la oyó siendo niño tuvo bastantes pesadillas en las que esos zombis despertaban dispuestos a arrasar su mundo. Se acordaba con nostalgia de las charlas que mantenía con su mentor, Azor Ligero y como éste le tranquilizaba entonces. Pero los alrededores del viejo monasterio siempre producían en Yener un cosquilleo en el estómago, una sensación de mágico misterio flotaba en aquel ambiente. Su maestro le aseguraba que, en tanto los señores del Kail velasen y su mundo se mantuviera unido y fuerte, las potencias del averno nunca volverían a ocupar su suelo. Y esas palabras se habían confirmado durante al menos, los últimos dos mil años. Por esa y otras razones Yener amaba la tradición de su orden y se había esforzado por ser un gran monje guerrero. Siempre que recorría esos parajes le asaltaba la impresión de que los espíritus de sus ancestros del Kail velaban por él de algún modo, y tenía además una extraña sensación de familiaridad. Aquello era mucho más que la costumbre de atravesar esos lugares. Como si él hubiera estado allí siempre, o más concretamente en un momento anterior. Ahora, el anaranjado sol de Yumlaiance atravesaba las copas de los árboles y se reflejaba en algunos arbustos creando mil tonos de luz que envolvían a ese ambiente con una magia especial y una gran belleza .Ya atardecía cuando el chico conquistó el último tramo y pudo contemplar con las postreras luces del día la arquitectura pedrosa y sobria de la morada de su orden. Daba la misma sensación de seguridad que en verdad poseía. Aquel era un sitio al margen del tiempo y del progreso que había cambiado el resto del mundo. Yener suspiró contento de estar de vuelta, aun sabiendo la dureza e importancia de las pruebas que le esperaban. De todos modos, dejó de reflexionar sobre ello. A su encuentro salieron dos muchachos de no más de doce años ataviados con el jubón ocre que distinguía a los monjes principiantes de Somer. Uno de los cuales le preguntó, añadiendo con un claro tono de desconfiada advertencia, al ver las ropas de paisano de aquel hombre.
-¿Quién eres?. Has de saber que este es un lugar prohibido a los extraños.
- Soy Gavilán Veloz.- Respondió Yener dando el nombre que su hermandad le impuso- .Monje Sabio del Kail.
Los dos muchachos se miraron y uno de ellos trató de sondearle. Pero tan solo eran unos intentos bastante pobres y desordenados. Estaba claro que aquel niño ponía su mejor voluntad pero hasta entornaba los ojos en un esfuerzo por transmitir sus ondas mentales. Yener esbozó una débil sonrisa condescendiente y le dijo.
- Todavía te falta entrenamiento para poder hacer eso chico .No intentes poner en practica una disciplina que no dominas.
- Vaya, disculpe señor- pudo decir el azorado chaval al darse cuenta de que ese tipo, en realidad, si que era un auténtico monje -.Estaba tratando de determinar si decía usted la verdad.
- Pues ya que lo has comprobado dime donde está el maestro Azor Ligero. Tengo que presentarme a él.- Le explicó Yener con divertida expresión y tono jovial -.
- Está meditando cerca del arroyo- le informó el otro muchacho que le preguntó con curiosidad -.¿Qué nivel dijo tener usted señor?.
- Nonakail – .Repuso Yener sin darle importancia -.
Aunque eso bastó para que ambos niños se mirasen atónitos. El primero de ello, que trató de sondear a Yener, incluso atemorizado de su desliz. ¡Mira que intentar leerle la mente a un Sabio del Kail!. No obstante, como no podía ser de otro modo, Yener leía sus emociones sin dificultad y les sonrió animándoles a ambos.
- Habéis cumplido bien con vuestro cometido. – Afirmó esbozando un gesto de aprobación -.
Los chavales le miraban con reverencia y cayeron en la cuenta de que aun no habían efectuado el preceptivo saludo debido a un monje de rango superior. Ambos al unísono bajaron la cabeza llevándose ambas manos al pecho y juntándolas por las palmas. El segundo niño casi balbuceó.
- Discúlpenos por nuestro descuido.
Yener sonrió de nuevo y replicó en tono amable.
- Disculpados, ahora volved a vuestros puestos y seguid con la guardia. Pero antes un consejo. Si volvéis a encontraros con un extraño nunca salgáis los dos a darle el alto. Que al menos uno de vosotros vigile oculto. Nunca se sabe con quién podéis estar tratando.
Los niños asintieron con energía. Yener no dijo más, se dirigió hacia allí dejando a los dos guardianes .Andando unos minutos llegó a sus oídos el murmullo del agua y unos instantes después pudo ver a su maestro sentado y en aparente estado de concentración.
- Maestro- .Le llamó él- .Soy Gavilán Veloz. Ya he llegado.
Sin que Azor ligero se moviese Yener se sentó junto a él tras hacerle el preceptivo saludo. Al cabo de unos segundos su mentor abrió los ojos y respondió con voz despaciosa.
- Lo sé, he visto tu encuentro con los dos postulantes de guardia.
El chico se sonrió .Postulante era casi el rango más bajo de la orden .Por debajo tan sólo estaban los Ignorantes. Llamados así por no dominar ninguna disciplina aun .Luego iban los Postulantes, que sólo dominaban una. Los Novicios, con dos, los Aprendices con tres en su haber y los Discípulos con cuatro .Hasta aquí a todos los monjes se les podía llamar también Cachorro, sin darles otro nombre .Cuando al fin dominaban cinco disciplinas ascendían a Iniciados y eran oficialmente bautizados en el Kail en el día de Fremark. Generalmente se les otorgaba un nombre de animal y un apelativo que fuese acorde con alguna de sus características más notables. En ese momento entonaban el canto al dios Kail para agradecerle la merced de ser nombrados como hijos suyos. En el caso de Yener, le pusieron Gavilán, quizás por su aguda vista .Y Veloz porque era uno de los chicos más rápidos de su promoción, asociándolo asimismo con la rapidez del ave .Después de eso iba siendo más difícil controlar disciplinas, aunque cuando se dominaban seis ya se fuese Aspirante ,con siete Guardián y con ocho Viajero o también Guerrero, ya que a estos se les concedía también la distinción de monjes luchadores después de superar un combate de prueba contra alguno de sus hermanos de más veteranía. Con otra disciplina se llegaba al rango que Yener ostentaba ahora, el de Sabio. Se le consideraba entonces capaz de aportar ideas y de ayudar en el aprendizaje a Monjes de más de cinco disciplinas. Pasado esto y con otra destreza dominada más, se llegaba al límite del adiestramiento básico .Con el título oficial de Maestro del Kail. Alcanzado este título se era reconocido como alguien capaz de enseñar el Kail hasta las primeras nueve disciplinas. Aunque después, comenzaba para aquellos que aun siguiesen la parte más difícil porque se adentraban en el siguiente estadio de formación. El Magkail. Esas capacidades ampliaban y potenciaban las anteriormente existentes y contaba la leyenda que fueron rescatadas del olvido por Skarn Dainlin en uno de sus viajes anterior a la búsqueda de las esferas del conocimiento. Aquel legendario Maestro encontró en el gran desierto de Vagash el libro perdido de la Sabiduría que su gran predecesor y fundador de la orden, el maestro Kar Alan, había escrito mil años antes. Podría decirse que, con ese hallazgo fue cuando resurgió definitivamente la orden. Skarn Dainlin pasó tres largos años adiestrando nuevos monjes y después partió hacia sus últimas y trascendentes búsquedas. El Libro todavía se conservaba hoy día, y la tradición mandaba que cada monje que alcanzase el fin de su adiestramiento básico estuviera destinado a verlo y leer sus primeros pasajes. Eso era un acto simbólico que daba a entender su iniciación en la parte más profunda del adiestramiento. Y Yener estaba casi a punto de comenzar. Sólo debía dominar una destreza más, entonces sería invitado a leer el libro de forma oficial ante los más altos cargos de su orden. Cuando lo hiciera renovaría sus votos de mantenerse fiel al Kail y además, de tratar de conservarlo y difundirlo. De ese modo seguramente le encargarían a uno o varios discípulos a su cargo, no obstante en la época actual, esto era un paso más ceremonial que efectivo. Con sus ocupaciones en el ejército no era factible que se encargarse de la educación de los jóvenes. Además, cada una de estas destrezas del Magkail exigía como mínimo dos años de arduo aprendizaje que dejaba lo hecho hasta entonces como algo apenas problemático en comparación .Yener sabía que entre sus deberes con el ejército y sus estudios en esta nueva parte del Kail apenas si tendría tiempo para nada más. Posiblemente le tocase el turno de elegir, o dejar de lado su carrera militar y dedicarse a avanzar en el adiestramiento o bien postergar este. Eso solía ser lo habitual, existían muchos generales o militares de rango superior que tenían como mucho un par de disciplinas del Magkail. Otros proseguían su avance tras jubilarse, logrando dominar como mucho un par más de estas costosísimas disciplinas. Un ejemplo de constancia en la orden era su maestro Azor Ligero que ya poseía ocho. Por lo que el muchacho sabía de él, que no era mucho, dejó su carrera como oficial con el grado de capitán y se centró en sus estudios, y aquello le mereció la pena, siendo actualmente el tercer monje del Kail en habilidad y rango .Yener no podía evitar pensar que hubiera sucedido si su maestro no hubiera tomado tal decisión. A buen seguro nunca le habría adiestrado a él. Sonrió agradeciendo al destino la suerte de haber disfrutado de tal profesor.
-¿De qué te alegras Gavilán?- .Le preguntó su mentor, que, si bien podría leer su mente con facilidad, respetaba la intimidad del muchacho. Aunque sabía lo que este sentía por él y estaba claro que el afecto era mutuo -.
- Recordaba cuando era yo el que comenzaba con esas primeras guardias Maestro –.Confesó el chico -.
- Por ello me alegra que te hayas portado tan amablemente con esos dos niños. Son voluntariosos y de los pocos que hoy día acometen su entrenamiento con entusiasmo. Has sido benevolente en tus maneras pero crítico con sus fallos y eso es bueno. Sin ponerles en evidencia has conseguido que aprendan una lección.
- No hubiera sido justo por mi parte - .Sonrió Yener, respondiendo a su mentor -.Sólo se trataba de dos críos.
- No subestimes a la Juventud,- le aconsejó su maestro- .De ella viene la ilusión y la inocencia. A medida que crecemos debemos luchar por conservar una y vamos perdiendo inexorablemente la otra.
- Mi entrenamiento debe iniciarse sin demora supongo- . Declaró Yener cambiando de tema- .
- Sin demora pero sin apresurarse- sonrió el anciano que le recordó algo que ya bien sabía el chico - .Te quedan dos yarts para el canto a Maray, y en ese tiempo debes dominar la disciplina que te queda para progresar en tu nivel.
-¿Una disciplina en dos yarts ?.- Se sorprendió Yener- .¡Eso es imposible Maestro!.
- Lo que a ti te parece imposible, es solamente difícil y a mí me parece seguro - .Rebatió Azor Ligero con una fugaz sonrisa. Tras la misma le indicó a su discípulo con voz serena y relajada, sin dejar de mirar el riachuelo - .Ahora debes ir a cambiarte y saludar a tus compañeros.
Con una ligera inclinación de cabeza, Yener obedeció, entró en el Monasterio y se encaminó a la habitación que tenía reservada. Todo dentro de ese lugar estaba impregnado del aroma del pasado y la tradición. Las celdas que les servían de alojamientos eran modestas y espartanas y aunque con el paso de los siglos se habían instalado sistemas que fueron modernizando el monasterio, tan sólo se habían hecho las imprescindibles modificaciones .Por ejemplo, no existían holoteles, ni radios, ni nada que le comunicase con el mundo exterior. A excepción de un transmisor - receptor de urgencia. Tampoco existían medidas de seguridad. Se confiaba en la destreza de los monjes para vigilar su propia morada .Si bien es cierto que las reglas de la Orden no eran ya tan estrictas como en los siglos pasados todavía era un lugar duro para vivir. Eso formaba parte del aprendizaje. Por algo eran los mejores soldados del ejército de Yumlaiance, los señores Guerreros que dirigían los ataques de las tropas del rey desde tiempos inmemoriales. Todo oficial que se preciase había estudiado en aquel Monasterio al menos durante algún breve espacio de tiempo y casi todos los altos rangos del ejército estuvieron también entrenándose aquí en su niñez y juventud. Por lo menos hasta hacía pocos años y Yener se sentía orgulloso de formar parte de todo esto. En su estancia, provista tan sólo de un armario, una mesita y una cama de madera con colchón de pajas enfundadas en una gruesa sábana y un jergón a modo de manta, se cambió dejando sus ropas del mundo exterior y todos sus artilugios electrónicos como relojes o buscadores para ponerse su uniforme .El jubón verde oliva que vestía era el de faena, en él no se apreciaban signos externos de su grado pues los monjes de Somer no concedían importancia a esto, sino al dominio de las técnicas. Otra cosa era el traje de gala, verde también, aunque de un tono más oscuro, con una larga capa del mismo color. Allí sí que se inscribían los diversos símbolos que mostraban las disciplinas dominadas y con ellas el grado que se poseía. Es el uniforme que llevaría en su Canto además de unas corcheas que le distinguirían como Cantor de Maray. Suspiraba con el deseo de que llegase ese momento, pero ahora tenía mucho trabajo que realizar antes de que eso fuera posible. ¡Otra disciplina en tan solo dos yarts o meses de Yumlaiance ! .¡ Y no había comenzado todavía!. Aunque esa medida de tiempo equivaliera a unos treinta y seis días de Oumeya. (Diez Yarts eran un Tanyar o año universal, medida empleada en todos los mundos de su alianza y afines que, según le contó Gina era casi lo mismo que un año de su mundo, equivalente al de su planeta madre la Tierra). A decir verdad a Yener todavía le sorprendía la gran similitud en conceptos y medidas de esos planetas tan lejanos entre sí. Claro que si los dioses los habían creado y repoblado como la tradición de su mundo le contaba tampoco era de extrañar la semejanza. Creyó recordar que el día terrestre tenía unas veinticuatro de sus horas. Un día de Yumlaiance equivalía a algo más de veinticinco de aquellas. Unos setenta y cinco sexdanes. Aquel sin duda era un tema interesante para algún coloquio de sesudos intelectuales y él mismo se estaba dejando llevar demasiado. Decidió dejarlo de lado y ocuparse de lo que se traía entre manos. Sin perder más tiempo se vistió y tras saludar a alguno de sus compañeros se reunió con ellos y los demás monjes en el comedor principal. Era la hora de la cena .Sentándose en una de las tres largas mesas del recinto compartió las frugales viandas con los demás. Azor Ligero se sentaba en una mesa que se encontraba sobre un púlpito .A un lado, en el centro, se acomodaba el Monje de mayor jerarquía, Oso Experto. Que, con nueve disciplinas del Magkail era el más sabio de todos, y a la derecha Zorro Sigiloso, que poseía ocho y era el segundo en el escalafón al tener más antigüedad que Azor Ligero .Aunque en razón a la avanzada edad de su superior, que contaba ya con cien años, probablemente asumiría la jefatura de la orden ese mismo año. Claro que, ¿por cuánto tiempo?. Pues él también contaba ya con noventa y dos años. Eso dejaba a Azor Ligero, que contaba “tan solo” setenta y cinco, con las puertas abiertas para ascender a corto plazo .Eso era algo que Yener deseaba pues quería como a un padre a su anciano maestro. Aunque evidentemente sin pretender ningún mal para sus superiores.
Tras las oraciones a sus dioses protectores los 320 monjes existentes en la actualidad viviendo en el Monasterio cenaron y se retiraron a descansar, al menos aquellos que no tuvieran la obligación de vigilar de noche. Yener fue uno de los afortunados en poder irse a dormir. Acababa de llegar y le concedían ese tiempo de reposo para adaptarse a la sobriedad de las normas .Al día siguiente antes del alba ya había que estar levantado y no podían utilizar despertadores .Usaría sus habilidades para inducirse una especie de alarma que le espabilase antes de rayar el día. Y por fortuna aquella técnica funcionó y se despertó unos minutos antes, lo que le dio tiempo a vestirse y bajar a hacer sus primeros ejercicios de calentamiento. Un desayuno de leche y panes con miel les preparó para la siguiente etapa. Tendría que afanarse en las tareas propias del lugar, cortar leña con hacha al modo antiguo, limpiar algunas zonas de hojas y acarrear algunos cubos con agua, aunque esto tan sólo era ya un prólogo al entrenamiento. Su elevado rango entre los monjes le dispensaba de tareas más duras que quedaban para los que estaban comenzando en la Orden. A él, le cogió el propio Azor Ligero que seguía ocupándose personalmente de su adiestramiento. Lo primero que le ordenó hacer fue...
- Gavilán, he perdido un brazalete, debes encontrármelo en el bosque o puede que antes de llegar a internarte en él.
-¿En qué parte se le ha caído entonces maestro?.- Preguntó él que no podía orientarse demasiado con esa ambigua explicación -.
- Pues no recuerdo- .Respondió éste con aire distraído- .Quizás allí o más acá. Ya estoy viejo y no me acuerdo bien de las cosas.
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- Quizás esté cerca o muy lejos cuando lo veas, o puede que lo encuentres rápidamente si te fijas- .Añadió su maestro que parecía haberle leído el pensamiento. ¡Date prisa Gavilán!, me gustaría tenerlo antes de la hora del almuerzo...- le urgió dándole una palmada amistosa en el hombro - .
- Lo tendrá maestro - .Afirmó el muchacho que salió corriendo hacia ese sector -. Con todas mis disciplinas lo encontraré sin tardar mucho.
Azor ligero sonrió moviendo la cabeza con sereno regocijo en tanto pensaba al verlo alejarse.
-<< ¡Este muchacho!, recuerda bien que hay que confiar en las propias posibilidades pero no tanto como para no fijarse siempre en todo>>.
Yener desde luego que confiaba en sus habilidades del Kail, pero aun con ellas sería bastante difícil encontrar algo tan pequeño en una extensión tan vasta y además cubierta en muchas de sus partes por la hojarasca seca de los árboles. Además, tendría que hallarlo rápido y eso le obligaba a una carrera de casi media hora entre numerosos obstáculos naturales hasta llegar a esa zona. Bueno, ¡seguro que lo conseguiría!. Era de los mejores alumnos de Azor Ligero y no le iba a fallar ahora en algo que tampoco era tan complicado para su nivel. Cualquier Postulante o incluso Iniciado seguramente no podría, pero él era ya todo un Sabio del Kail a punto de progresar hasta el aprendizaje avanzado .Pensaba en ello y se sentía más confiado .Cuando recorrió la distancia Yener jadeaba agotado en busca de oxígeno .No estaba en tan buena forma como creía pero eso ya se solucionaría con el ejercicio. Una vez retomó el aire se concentró en su tarea. Usando una combinación de disciplinas comenzó a rastrear los contornos de las peñas, una formación rocosa de numerosas piedras graníticas que sobresalían de un calvero del bosque .Con la disciplina de Seguir Rastros, buscaba cualquier indicio de que su maestro hubiese pasado por allí, pero no encontraba ninguno .O bien Azor ligero no estuvo por esa zona o había ocultado su presencia de modo que su pupilo no pudiese encontrar nada por mucho que buscase .Recurrió a otra de sus habilidades, Camuflaje. Aunque esa le valía para esconderse y detectar a otros enemigos ocultos, pero sólo si su disfraz no era demasiado bueno. Aquí era inútil. Pero pensó que hubiera sido posible que algún monje compinchado con su mentor llevase el brazalete de un sitio a otro. Tenía que pensar en todo pero no parecía ese el caso. Por esos parajes no había nadie .Con el Tanteo Psíquico, no pudo obtener nada de su maestro, este no le había dejado, y no tuvo ni que pestañear para impedírselo, con su superior habilidad eso era más que evidente. Probó entonces con la técnica de Intuición. Esa era todavía más difícil que las anteriores, pero gracias a ella se podía hacer un esquema mental de todo lo que pudiese haber acontecido por aquellos parajes .Tras concentrarse bastante Yener logró una visión del brazalete. Debía ser de un color oscuro y encontrarse a una distancia no superior a cien metros de donde estaba pero ignoraba su posición exacta .Bueno, era lo mejor que había podido conseguir .Tendría que limitarse a peinar la zona. Usando algo de Telequinesis levantó multitud de hojas que se dispersaron hacia los límites de la zona de examen. Tuvo cuidado de emitir una onda mental que sólo moviese pesos reducidos como el de la hojarasca. El brazalete tendría que pesar más y quedarse entonces en el suelo al descubierto. Aunque la dificultad seguía siendo grande al podérsele confundir con el color de la tierra. Tanta, que había pasado ya más de una hora desde que llegase y seguía sin ver nada.
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Aunque desde luego en sus planes no entraba el rendirse. Después de las aventuras y experiencias que había tenido no iba a dar su brazo a torcer por un simple brazalete. Miró, rebuscó y forzó su Intuición pero sólo podía ver aquel brazalete muy cerca de él. Aunque se desesperaba buscando sin encontrarlo .Iban a dar la hora del almuerzo y el chico debía volver. Así que corrió de regreso bastante enfadado por no haber logrado encontrar aquello que estaba buscando. Llegó cabizbajo a presencia de su mentor y se disculpó reconociendo su derrota.
- Lo lamento maestro pero he sido incapaz, aún aunando varias de mis disciplinas, de encontrarlo.
-¿De veras?.- Le contestó el viejo con gesto serio ante las risas cómplices de otros dos maestros del Magkail - .
El chico les miró sin comprender. Deberían estar decepcionados y se lo estaban pasando en grande con él. Bueno, excepto su maestro que desde luego parecía adoptar esa cara adusta que le ponía siempre que no cumplía con sus expectativas, lo que afortunadamente para Yener no había sido muy a menudo. Pero ahora estaba sucediendo y además de la vergüenza que pasaba ante su mentor estaba aquella extraña actitud de esos dos respetables maestros que le acompañaban. El chico no comprendía esto aunque no tardaría el saber la razón.
- Yo creo que si lo has hallado Gavilán. O más bien el brazalete te ha encontrado a ti. ¡Lo llevas contigo!- le rebatió Coyote Astuto, un monje con rango de Maestro Superior, pues dominaba tres disciplinas del nivel más elevado -.
- No maestro- .Insistió Yener visiblemente decepcionado consigo mismo para admitir sin paliativos - He fallado, tan sólo he podido sentirlo cerca, muy cerca de mí si, pero no he conseguido encontrarlo, y no lo comprendo, no dejé ni una brizna de hierba, ni una hoja sin remover.
Y les contó a todos como era ese brazalete y lo que había hecho para buscarlo .Entonces para aun mayor sorpresa del muchacho, todos sus superiores se reían sin freno. Hasta Azor ligero parecía que iba a caerse de la risa dejando de lado su pretendida sobriedad. .Yener no entendía nada. ¿Le mandaba a buscar algo como prueba y al volver habiendo fallado solamente se reía?. No lo comprendía pero desde luego no le sentaba bien.
-¡Con todo respeto maestros, hubiera preferido una amonestación o incluso un severo castigo a la burla!. ¡ Me hacéis sentir como un cachorro - .Repuso bastante enojado- .
Azor ligero se calmó, dejando a un lado las carcajadas, para decirle a su airado discípulo en tono conciliador y más sereno.
- No Gavilán .No debes pensar que nos burlamos de ti. Solamente nos hace gracia que hayas puesto tanto celo para buscar algo que siempre has llevado contigo.
-¿Cómo dices?.- Le inquirió el chico que estaba cada vez más perdido y extrañado -.
- Que has corrido tan solícitamente al bosque para buscar que no has indagado en ti mismo- .Le contestó Puma Fuerte, el otro monje que tenía el grado de Primado, al dominar cuatro de las disciplinas del Magkail- .
-¿Qué me tenía que buscar?.- Le inquirió Yener -. El Maestro me dijo claramente que había perdido su brazalete en el bosque.
- No Gavilán- .Negó Azor Ligero visiblemente divertido con un tono que combinaba la indulgencia con la más afectuosa reprobación - .Tienes agudeza auditiva pero no la empleaste bien, posees una inmejorable vista pero en ocasiones no la usas como debieras. Te dije que perdí mi brazalete y que habías de encontrarlo más cerca o más lejos del bosque. Incluso más rápidamente si te fijabas. Recuérdalo. No que lo buscaras allí. Y te puse el brazalete a tu alcance pero no supiste verlo.
Y confirmando esas palabras, para asombro y sonrojo de su discípulo, Azor Ligero le metió una mano en la capucha del jubón y sacó de ella el brazalete, era de un tono ocre oscuro, tal y como él había sentido .¡Y claro que había estado muy cerca de él desde el comienzo!. ¡Lo había llevado encima todo el rato !. Su maestro se lo había colocado antes de ir a buscarlo sin que Yener se hubiera dado cuenta. Pese a todas las disciplinas de las que hacía gala de dominar.
- No lo entiendo- pudo decir Yener al fin sintiéndose el más ridículo de los mortales -.Me mandó a buscar una cosa que usted mismo me había escondido. ¿Por qué?. ¿Qué sentido tiene?.- Inquirió entre molesto, envarado y desconcertado - .
- En la vida a menudo conviene ser prudente y reflexivo Gavilán Veloz.- Le explicó su maestro con voz calma, ya desprovista de chanza - .Tú eres muy veloz, como tu segundo nombre indica, pero la rapidez no debe nunca confundirse con la prisa .Tenías tantas ganas de hallar lo que perdí que ni siquiera te fijaste en que te lo puse en tu capucha. Tu dominio de las destrezas es bueno, como prueba que sintieses todas esas cosas .Pero te ha fallado lo principal, saber emplearlas y no cegarte por la suficiencia.
Yener bajó la cabeza tratando de asimilar aquello. ¡Era cierto!, se había comportado por un lado con demasiadas ganas de agradar a su maestro y por otro con demasiada prepotencia pensando que podría encontrar aquello sin dificultad .Azor ligero añadió para corroborar esto.
- Se debe tener confianza en las habilidades propias pero no sobrevalorarlas .Hay que ser juicioso y astuto, ¡pero no pasarse de listo joven Gavilán!. En toda situación hay que sopesar primero los factores que la integran y sus circunstancias. Esto no ha sido una prueba en el estricto sentido de la palabra .Más bien un recordatorio.
- Si Maestro, he sido un estúpido arrogante - reconoció él añadiendo con resignación -.Bien está que os hayáis reído de mí.
- Toda acción que termine con sonrisas en lugar de lamentos bien empleada está joven Gavilán - Le respondió Puma Fuerte con voz serena y animosa -.
- Intentaste sondear mi mente para saber donde podría haber dejado yo el brazalete. Pensabas y tu idea no iba desencaminada, que lo había ocultado en algún lugar o que había alguna clase de trampa. Pero te cerraste con la creencia de que había de estar en el bosque. Ese fue tu segundo error, tras la precipitación. ¡Nunca condiciones tus disciplinas Gavilán! - .Le aconsejó Azor ligero- .Tú mismo te estás poniendo límites. Y tampoco te apresures nunca porque eso aumenta el descuido y el margen de error.
- Ahora si que me siento como un cachorro- .Confesó Yener con la cabeza gacha - .No, ¡peor aun!, parezco un Ignorante recién llegado.
- Todos cometemos fallos, no importa las disciplinas que lleguemos a dominar .Seguramente tus compañeros del mismo nivel y otros de menor rango aun hubiese picado igual que tú. Aunque quizás no, tan sólo con haber sido un poco más reflexivos. Y no pienses que puse ahí el brazalete impidiéndote notarlo al usar alguna disciplina secreta para ti o más avanzada de las que tú conoces. No, lo coloqué tranquilamente.- Remachó Azor Ligero ahora con un tinte que mezclaba la amonestación con la jovialidad. -
- No sé que más decir Maestros- .Añadió el chico bastante avergonzado - .Habéis vuelto a darme una lección. Como siempre hacéis.
- Reconocer esas cosas es señal de haber aprendido Gavilán- .Sonrió aprobatoriamente Zorro Astuto sin dedicarle más importancia a la par que agregaba -.Así, si que superas la prueba .La verdadera prueba .Conocerse uno mismo y no sobrevalorarse cayendo en la auto complacencia ni la vanidad. Recuerda que lo peor que te puede pasar es pensar en que no te queda nada por aprender ni posibilidad de equivocarte.
Su joven interlocutor asintió con profundo respeto. Una vez más, le habían probado que le quedaba mucho camino por recorrer. Esto le venía bien, al héroe de Yumlaiance exembajador, coronel y futuro intérprete del canto a Maray. Si cualquiera de sus compañeros le hubiera visto caer en esa trampa tan simple se hubiera reído de él sin paliativos. ¡Menos mal que, sin ir más lejos, Nerel Asety nunca lo sabría!. (O eso esperaba, aquel tipo era capaz de enterarse de casi cualquier cosa).
- Ahora debes continuar con tu entrenamiento. Practica algo tu disciplina del Arte de la Lucha.- Le indicó Azor Ligero sacándole de sus disquisiciones -.
- Si maestro- respondió Yener inclinando la cabeza respetuosamente y dirigiéndose al gimnasio donde los Monjes se entrenaban- .
Sus superiores le observaron marchar y Zorro Astuto comentó divertido.
- Es un buen muchacho, llegará lejos en el Kail si serena su cabeza.
- Deberá hacerlo –.Repuso Puma Fuerte que sentenció -. En él están puestas muchas esperanzas y no sólo por parte nuestra .¿Verdad Azor?.
Éste asintió con gesto más serio. No obstante él confiaba en su discípulo. Yener era aun un muchacho inexperto, a pesar de lo que él pensara haber vivido ya en el espacio y en otros planetas lejanos. Aquellas cosas serían solo meras pruebas para su futuro y el de muchos millones de personas de aquellos planetas y de este .Todavía necesitaba tiempo para madurar del todo, pero desafortunadamente eso era algo escaso y tendría de aprender deprisa.
- Está en el buen camino - .Musitó a sus compañeros que asintieron -.
Y por el camino, en este caso el de retorno al monasterio, Yener pensaba que le acababan de dar la misma lección que él diese a la alférez Renar, la irritable compañera de Delaier. A fin de cuentas, los sentimientos le habían cegado sin dejarle ver más allá. Sería bueno recordarlo para el futuro .Decidido a enmendar ese borrón entró en el gimnasio y tras calentar unos minutos, luchó contra varios de los otros monjes derrotándoles. No tuvo demasiada dificultad pues eran de rangos inferiores al suyo, menos avezados en la lucha y además ahora no quiso dar concesiones a la excesiva confianza. Había repasado así en un solo día, seis disciplinas básicas de las nueve que dominaba. La de Concentración la había aplicado para reforzar las anteriores aunque ahora pensaba que mejor haberlo hecho cuando Azor Ligero le puso el brazalete en la capucha .Sonrió. Sus Mentores tenían razón. Había que tomar nota de los errores y no volver a repetirlos, pero no machacarse con ellos .La Telepatía la puso en práctica en numerosas ocasiones y la de Supervivencia también cuando estaba completando su instrucción en la Academia y en sus numerosos periplos por el Universo, así como sus Conocimientos Médicos. Aunque no estaría de más repasarlas igualmente, lo dejaría para los días siguientes .Así, esa jornada transcurrió y fueron pasando los días .Yener entrenó a conciencia, reforzando su dominio de las disciplinas que le eran conocidas. Y por fin, le llegó el turno de aprender la que le faltaba para completar su adiestramiento básico. Restaba tan sólo un mes para el Canto y Yener estaba ocupado en la lectura de unos antiguos textos de la biblioteca cuando su Maestro le pidió que le acompañase.
- Ven Gavilán Veloz, tengo algo que mostrarte.
- Si maestro -. Asintió él sin preguntar- .
Azor le condujo a través del pasillo hacia una puerta que él nunca había visto abierta. El anciano introdujo en ella una antigua llave de bronce y descorrió sus cerrojos que chirriaron.
-¡Le hace falta aceite! - .Comentó a su sorprendido alumno en un tono jovial, para añadir luego más seriamente - .Sígueme .Y cuida de no caerte, hay mala luz.
Yener no entendía como ese lugar estaba en unas condiciones tan lamentables .De acuerdo que el Monasterio en sus miles de años de historia tan sólo había realizado modificaciones fundamentales y las menos posibles en relación a la tecnología. Pero eso parecía encontrarse igual que en el mismo momento de su construcción. O aun peor con el desgaste. Unos escalones de piedra esquirlosa, reducidos por siglos de pisadas y la penumbra que mal iluminaba el camino de descenso por ellos, le hacían llevar bastante cuidado, aunque con sus disciplinas básicas se aseguraba de no tropezar. Azor Ligero iba más rápido pero seguro e instaba a su joven alumno con impaciencia, ¡ Kail sabría si simulada o no!.
- Vamos Gavilán, no tenemos todo el día para efectuar este descenso.
- Si maestro- repuso él dándose más prisa - .
Desde luego el camino era largo. Yener no supo con certeza cuantos minutos estuvieron bajando por la escalera, peldaño tras peldaño .Por fin pareció llegar el final .Se plantaron en un rellano más iluminado por algunas lamparillas de aceite. El chico no podía creerlo. ¡Eran lámparas macars!. ¡Sólo las había visto en un museo y su antigüedad databa de tres mil años, quizás más! .Su maestro, sin conceder importancia al asombro del joven, se llegó hasta una gran puerta cerrada. Yener hizo lo mismo y la tocó sintiéndola de fría y dura piedra. No se veía cerrojo por ningún lado.
-¿Cómo la abriremos?.- Quiso saber el chico -.
- No la abriremos .La abriré yo .Tú aun no puedes hacerlo Gavilán- le sonrió benévolamente su maestro- ..
Azor Ligero se concentró y Yener notó una especie de brisa que le acariciaba el rostro .Pudiera ser un resquicio por el que entrase el aire pero no lo creía posible .La sensación fue en aumento y la ráfaga de aire se hizo más fuerte levantándole incluso los pliegues del jubón. Para su asombro su mentor emitía ahora un aura débil de tono amarillo. Poniendo sus dos manos sobre la puerta el anciano declaró en palabras de un antiguo idioma.
-¡Sacater otu atnu!.
Y la puerta se abrió, dividiéndose en dos grandes hojas de piedra que se apartaron a cada lado dejando al descubierto una vasta cámara iluminada por infinidad de aquellas lámparas maravillosas .Y destacando poderosamente seis luces de esferas brillantes encerradas en una gran vitrina al fondo de la habitación. También podía verse un atril de oro en el que, cubierto por una urna de cristal, descansaba el libro del Magkail. Azor Ligero carraspeó para llamar la atención de su impresionado alumno y declaró.
- Ante ti se haya toda la sabiduría acumulada en tres mil años de Historia del Kail. Y ahora que vas a alcanzar el grado de Maestro te es permitido verlo Gavilán Veloz. Aunque no te será revelado aun. Eso habrás de ganártelo en un futuro con tu experiencia.
Yener no era capaz de articular palabra. Contemplaba todo aquello con las pupilas dilatadas, en una parte por la escasa luz y en otra por el asombro. De pequeño había escuchado historias sobre algo similar a un tío abuelo suyo que llegó a ser Maestro experto del Magkail. Esas leyendas que le contara aquel anciano en su niñez, le impulsaron, junto con la determinación de su madre, a ingresar en el Monasterio y ahora él mismo podía ver que todo aquello era absolutamente cierto. Hasta la última palabra. No es que no lo hubiera creído, pero siempre sustentó esa fe en sus sueños infantiles y la fue confirmando poco a poco durante su entrenamiento, pero la prueba final y concluyente estaba ahora ante sus ojos. ¿O es que habría mucho más?. ¿Cuántas leyendas ancestrales serían realmente auténticas?. Ahora estaba seguro de que no tardaría en empezar a averiguarlo.
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